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TEMA 37
LOS GÉNEROS NARRATIVOS
0. INTRODUCCIÓN
1. LA NOVELA
1.1. El idealismo y el realismo como inspiradores de distintos géneros
1.2. Orígenes y evolución de la novela hasta el siglo XVII.
1.3. La novela desde el siglo XVIII
2. EL CUENTO
2.1. Los cuentos populares
3. EL GÉNERO HISTÓRICO Y SUS RAMIFICACIONES
4. LA NOVELA CORTA
5. LA LEYENDA
6. EL PERIODISMO
0. INTRODUCCIÓN
1. LA NOVELA
Pero podemos hacer un rastreo más culto: la novela nació después de que la
mirada de Aristóteles dirigiera su capacidad organizadora hacia los géneros literarios,
pero algunas de sus iluminaciones sobre el relato presentes en su Poética, siguen
teniendo plena vigencia, tales como los conceptos de verosimilitud, necesidad, decoro,
historia, discurso, actantes, narrador, tiempo y espacio, etc.. en general los primeros
teóricos de la eficacia expresiva de la narración fueron los retóricos. La retórica, antes
de convertirse en disciplina que estudia el discurso en general se preocupó por la
capacidad de seducción o de persuasión de los oradores en los juicios o en las
asambleas políticas, por lo que se aliaba con la dialéctica. El orador sentía la necesidad
práctica de conmover, persuadir o disuadir a su auditorio, no sólo mediante hechos,
sino mediante argumentos e incluso con la fuerza extraordinaria de las realidades
verosímiles, es decir, aquellas que muestran una forma de objetividad que no se
admite, pero que puede ser verdadera. En algunos momentos era necesario narrar una
historia en apoyo de lo que el orador quería demostrar o conseguir. En la Retórica de
Aristóteles podemos encontrar excelentes ejemplos. La preparación del discurso eficaz
es análoga a la de una narración ficticia.
El otro género es la novela propiamente realista, que no interesa tanto por las
figuras presentadas y los hechos referidos, muchas veces semejantes a los que nos
ofrece a cada paso la vida cotidiana, como por la manera de pintarlos, por el veraz
estudio de personalidades y ambientes. Sus dos variedades principales son la novela
psicológica, primordialmente atenta al análisis de los caracteres, y la novela de
costumbres, con miras a la fiel descripción de círculos sociales.
El ideal de novela es que el autor proceda con absoluta objetividad, sin dividir a
sus personajes en buenos y malos, sino pintándose con la compleja mezcla de virtudes
y miserias que ofrece la mayor parte de la Humanidad. Pero este sacrificio de lo
subjetivo rara vez se logra plenamente. Hay novelas de tesis, supeditadas a la
demostración de una teoría ideológica, política o moral; en ellas es casi inevitable que
el autor, tomando partido, irradie sus simpatías o repulsión sobre los personajes, como
ocurre en los Episodios Nacionales de Galdós, o en algunas novelas de Alarcón y
Pereda.
El mundo idealizado de la égloga, que tanta sugestión ejercía sobre los espíritus
del Renacimiento, fue tratado por la novela pastoril, que tiene como tema casi
exclusivo el amor: zagales y pastorcitas descubren lacrimosamente sus lacerados
corazones, van entrelazándose historias, y al final suele aparecer la felicidad. Por lo
general son obras en clave, con nombres pastoriles que aluden a personajes
auténticos.
Hasta fines del siglo XVI predominaba en la novela la dirección idealista. Hay,
sin embargo, excepciones, aparte de La Celestina, situada en un punto intermedio
entre la novela y el drama, se imprime en 1554 un librito de apariencia intrascendente
que llevaba en sí el germen de la novela moderna. Es el Lazarillo de Tormes, cuyo
desconocido autor hace que un pilluelo, servidor de distintos amos, cuente lo que le ha
ocurrido con ellos; la sociedad contemporánea aparece pintada con trazos sobrios e
intencionados, levemente caricaturescos. Era la primera vez que el realismo entraba
claramente en la novela. Hasta cincuenta años después, el Lazarillo no tuvo
imitaciones que recogieran su genial innovación y cuando surgen, es con un espíritu
muy distinto: El Pícaro Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán y El Buscón de
Quevedo, suponiendo las dos grandes novelas picarescas de este segundo momento.
Se llama así a este género por contar las andanzas de un pícaro, mozo sin oficio ni
escrúpulos que sirve a varios amos, hurta y estafa, se codea con hampones, y, sin
honra, pasea su existencia miserable.
Otra moda romántica fue la novela histórica. Aunque había algún precedente
español de este género en el siglo XVI, el maestro de los románticos fue el escocés
Walter Scott. En España, esta corriente fue seguida por Larra con El doncel de don
Enrique el Doliente. Avanzado el siglo XIX, cunden las novelas que con apoyo de la
arqueología tratan de reproducir con fidelidad ambientes del mundo antiguo.
con extraordinaria intensidad y ávidamente leída. La narración se hace cada vez más
lenta, mientras la observación gana en minuciosidad y exactitud. El análisis del alma
humana alcanza una insospechada profundidad. Por toda Europa surgen grandes
maestros: en Francia Stendhal, Balzac, Flaubert, Zola; en Inglaterra Dickens; en Rusia
Tolstoi, Dostoyevsky. En España la novela realista es menos honda, y también menos
inquietante: al lado de doctrinarias obras de tesis o de gran crudeza naturalistas,
aparecen otras caracterizadas por la sonrisa bonachona o la comprensión indulgente.
Inicia tímidamente la nueva orientación Cecilia Bölh de Faber (Fernán Caballero), le
siguen Pedro Antonio de Alarcón, Juan Valera y Pereda, y culmina con Pérez galdós y
Clarín). La figura de Galdós sobresale no sólo por su gigantesca producción, sino por su
honda penetración psicológica y su cálida humanidad; auqneu quizás la novela más
destacable es La Regenta de París. Continúan la producción realista Emilia Pardo
Bazán, Blasco Ibáñez.
2. EL CUENTO
Se calcula que más de dos mil cuentos han sido recopilados en nuestro dominio
lingüístico, un corpus múltiple para que antropólogos y filólogos, pero también
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TEMA 37. LOS GÉNEROS NARRATIVOS
Los cuentos populares son relatos de tradición oral, cortos, con un desarrollo
argumental en dos partes y que pertenecen al patrimonio colectivo. Todos ellos tienen
elementos que se remontan a un período arcaico de mitos, ritos, tabúes, y
totemismos, que desarrollaron las sociedades que evolucionaron desde el nomadismo
al sedentarismo. Un gran estudioso de las estructuras de los cuentos es el ruso
V.Propp, quien hizo un estudio sistemático de los cuentos europeos destacando una
serie de elementos y funciones comunes en todos ellos. Como todo lo popular se
caracterizan por estar dirigidos a un público heterogéneo, grandes y pequeños, se
cuentan en las tertulias campesinas, en el patio de vecindad o en las reuniones
familiares, son básicamente iguales en todo el país, si bien se incorporan variantes en
cada lugar por parte del narrador, tienen un lenguaje fresco y auténtico.
En una clasificación de los cuentos populares vemos que hay tres tipos:
• Cuentos maravillosos: son pocos en España, aunque los que hay corresponden
a la zona catalana; tienen menos violencia y más verismo que en otros países;
el héroe se ve movido a hacer el bien y su tarea la realiza casi por casualidad;
los objetos mágicos la llegan por casualidad.
1. Aunque los conocedores vulgares de los cuentos crean que estos presentan un afán de dominio machista, existen muchos cuentos de mensaje feminista, y esto no debe extrañar, puesto que la organización de las
funciones sociales ha dependido desde el neolítico de la especialización guerrera o no, y la estructura de los cuentos refiere en muchas ocasiones estudios anteriores a esa especialización guerrera.
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TEMA 37. LOS GÉNEROS NARRATIVOS
El hecho histórico es siempre singular, sin parangón exacto con otros. Por esto
es más susceptible de interpretaciones personales que los procesos de la Naturaleza o
los teoremas de la Matemática; la tarea del historiador consiste esencialmente en
interpretar datos y sucesos para hallarles un sentido cuya exactitud no puede
comprobarse en muchas ocasiones. Su labor no podrá ser nunca tan objetiva como la
del matemático o la del naturalista. El error más grave que puede cometer el
historiador consiste en falsificar, omitir o tergiversar deliberadamente los hechos a
impulsos partidistas; pero aún procediendo con honradez, es raro que en la
interpretación histórica no influyan en los sentimientos personales del autor, a pesar
suyo. Estas peculiaridades de la historia, si bien constituyen obstáculos en el orden
científico, aumentan su aspecto artístico. El historiador no puede trazar a su mero
arbitrio personajes y hechos, como hacen el dramaturgo y el novelista; pero en su
tarea hay no poco de creación: tiene que infundir vida al pasado. Hay en la historia
ciencia y arte. La parte científica consiste en puntualizar los hechos y sus causas. La
artística comprende la presentación de sucesos, personajes y sociedades con vida y
relieve, en lenguaje atractivo.
El género histórico no apareció como tal hasta el siglo V a.C., cuando el espíritu
griego estaba a punto de alcanzar la madurez. Fue entonces cuando Heródoto de
Halicarnaso, queriendo verazmente relatar las guerras médicas y su origen, recorrió los
territorios del imperio persa en busca de noticias y reunió el fruto de sus indagaciones
en la primera narración propiamente histórica. En Roma, la historia se utiliza para la
apología personal del autor, como en Julio César, Salustio, Tácito, Tito Livio. Domina en
estos escritores la historia narrativa, reducida a una presentación artística de los
hechos. En la Edad Media la forma típica de la historia son las crónicas, relatos de
sucesos dispuestos en orden temporal. Alfonso X el Sabio y sus continuadores, entre
los que destaca Pero López de Ayala reunieron en sus crónicas las noticias de
historiadores anteriores y las leyendas contadas por los juglares. El Renacimiento
volvió los ojos a la historia grecolatina. Se concedió especial atención a la belleza de
estilo y a las reflexiones morales. La mayor novedad de la época estuvo a cargo de los
historiadores de la indias españolas que, interesados por las razas, creencias,
costumbres y modos de vida de los pueblos indígenas, dieron entrada en la historia a
todas estas cuestiones, hasta entonces no tratada por ella. El apogeo de la erudición
no se da, sin embargo, hasta el siglo de la Ilustración. Crece la importancia de la
investigación frente al estilo y aparecen nuevos temas de interés como el comercio, la
economía, las instituciones, etc.. El siglo XIX es la gran época de la historia científica,
con figuras de la talla de Menéndez Pelayo y Menández Pidal. El interés
histórico no alcanza sólo a los grandes hechos de trascendencia colectiva. Los actores
de la historia nos atraen también como simples hombres, en el drama de su existencia
privada. La Biografía es el estudio histórico de a vida de un personaje. Es uno de los
géneros históricos que mejor se prestan a la elaboración literaria, y ya en la
Antigüedad fue cultivado con el fin de presentar paradigmas de grandeza moral. Se
llama autobiografía el relato que un autor hace de su propia vida. Las memorias no
tienen carácter de autobiografía completa, sino que reúnen algunos recuerdos del
autor respecto a sucesos y hombres conocidos. De especial interés psicológico son los
diarios, depósito de inquietudes y emociones de quienes los escribieron como
expansión de su vida interior. Análogo es el interés humano, histórico y psicológico de
los epistolarios o colecciones de cartas particulares, en las que los autores se nos
muestran con la llaneza y relativa sinceridad del trato diario.
4. LA NOVELA CORTA
5. LA LEYENDA
6. EL PERIODISMO
CONCLUSIÓN
Los géneros narrativos se caracterizan por expresar historias, acciones o hechos reales
o imaginarios en espacios y tiempos también reales o inventados tanto en prosa como
en verso.
A lo largo de la historia de la literatura, la narración ha evolucionado de forma que, si
bien durante la antigüedad los textos narrativos solían ser también poéticos (epopeya)
aun alternando con los escritos históricos, ya desde la Edad Media se adopta la prosa
como vehículo de expresión.
Igualmente, junto con la narración popular (cuento, leyenda), la novela se ha erigido
como el género narrativo por excelencia desde la Edad Moderna hasta nuestros días,
en donde goza de gran prestigio en la sociedad.
No podemos olvidar tampoco el carácter narrativo del fenómeno periodístico, el cual
también se desarrolla plenamente en nuestra época, en la llamada “sociedad de la
información y la comunicación.
BIBLIOGRAFÍA
Álvarez, M., Tipos de escritos: narración y descripción. Madrid, Arco libros, 1993.
Barthes, R. y otros (1974): Análisis estructural del relato. Buenos Aires, Tiempo
contemporáneo, 1974.
García Berrio y Huerta Calvo. Los géneros literarios: sistema e historia. Madrid,
Cátedra, 1992.