Dotti Pensamiento Politico Moderno PDF
Dotti Pensamiento Politico Moderno PDF
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La respuesta que el Sarasrro de Schikaneder/Mozart da a los· sabios
masones (a saber: queTamino no fracasará en su iniciación como
iluminado, pues, •antes que príncipe, ¡es un hombre!») resume la
inversión de sentido que la Modemidadjmprime:al• paradigma tradi-
cional. Fundamentalm~ el núcleo de la~dagQ~~ iluminist~_~s que
lª! _distinciones, pre~!oga~iya~_y_pp~ciQ~2•..!__1!~ita!>l~_§ -~n toda
cp_gvivencia, son artificiales y secundarias trente a la fil>.~nª-.d y a la
~ldad propias del hombre en cuanto tal, previo a su perten~nc::ia a
. o cüal rango dentro de un orden político~
Las páginas siguientes se ocupan de: 1) comparar la visión clásica
con la moderna; 11) analizar las notas esenciales del nuevo modelo, tal
como las enuncian sus princifales exponentes (Hobbes, Locke,
Rousseau y Kant); III) esbozar e marco histórico-cultural que encua-
dra sus doctrinas; IV) destacar el núcleo conceptual de estas ideas y
ciertos motivos teóricos ligados a su puesta en crisis; y, finalmente, la
bibliografía, extremadamente seleccionada.
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JORGE E. DOnt PENSAMIENTO POLITICO MODERNO
Para los clásicos, affiartir de la', familia com<0nst~ncia originaria 1:2. ,Pa~:la ra~ionalid~d premoderna, ~~ nexo entre el homb):'e y su
ae
de socialización se desp 'ega un proceso crecimtento aela~ estructU- oud¡d es mmedtato, esta dado en el ser mtsmo de l~s cosas. Las estruc-
ras comunitarias, por a~e~ción cuantitativa, que actuaTI~!!lc!ual turas sociales quedan así establecidas con arreglo a un esquema onto-
mente la esencia social é Ser humano. Y es s61o en 1acomunidad lógico, frente al cual sus miembros tienen poco margen de movilidad.
superior, poll~ica~'Tonae-el}iom_bre-p_üede.«vivir ~ien», esto _es_, no Para los mode~os, en cambio, no existe un_~i~ll!9l!i.ª-- llª~~al de los
limitarse a sattsfacer las extgenctas pnmartas.medtante la act1v1dad 6Q.mbres en la cmdad_,_~! ~omo tampQCo existe una jerarquía natural
económica, sino también -y principalmente- poner en práctica los de las cosl!S_e!l el!!I!-JY~~o._!....Q._Q_ropio de todo cuer_l?o es el movimien-
principios éticos que guían (o deberían guiar «por naturaleza») las t~,_ei!~_l cjeJ~.Y~}a_!~~rra. La iden_ticlª-cLci~9ia!CJ!!i_e!_seisi&c:iic:ia y se
conductas personales y colectivas. dtsueJve en VIrtud del1mpulso a }ll au_toconservación, que an!ma todO a
Significativo de la mentalidad clásica es la asunción º-~~- set?~ lo real. La nueva. racionalidad no acepta la .identificación clásica entre
jante proceso finalístico !lO resulta alterado por las volu~:m~des ~ndiVI ~a realidad física o meta~ísica de algo y su ~doª_e_perfección moral;
duales que participa? ~!'!.~L~~dor~as socíal~.no~~con~!!.~~yen t.e. rompe con la creencta en que conocer consista en comprender el
ineOlañte acuerdos mas o menos merutaciOs; el destmo COJ:l!U_n!~ari_9 de, •fin» al cual todo ser estaría destinado por esencia y que marcaría su
los hombres les viene da_do>~I!__f_am_§io, por ~!l-~~e.!!.9.ª--éfe_«_a~i?1aJes posición simultáneamente ontológica y ética. Coherentemente, rompe
políticos», la cual alcanza cumplímtento en virtud de una d!!!a_mtca también con la concepción «animista», que ve la naturaleza como
que conduce a que la ciudad, microcoSJ:l1_9S 2 -~1!- confor_!!!(! al_qrden impulsada por ~uerzas ocultas, que se explican mediante la analogía
macrocosmícO.-De este-moao-Tas--fíindones 'erar uías «naturales!: con comportamtentos humanos y el recurso a instancias psicológicas
0ei ám tto omestico se extra olan a la olis meta de u_!!a evolttción cósm_icas: s!mpatías, a.tra~cionés, etc. La cuan~ificación desplaza a las
sin solución de continui a . Lo importan~~ es gue tod~_i~gituci§n cons1derac10nes cuahtattvas; el descentramtento de la tierra y la
SOCíaTreproduzca-,!!1 o_rgiúl1~ijit;)Jffiiy~qªl. destr'-!cc.ión del cosmos teleológico llevan consigo la liberación del
Prectsamente fa segunda _pf~mi~~jn~iC.ª-~~Ja -~-a.!!l~. de_l cuerpo conoc1m1ento frente a los dfberes prácticos. La secularización, a la par
comunitario rJa realiz~i§!l __c!.~l}len c?.mún dependen .~e que cada que «desencanta» la naturaleza, hace que el saber se desentienda de
üñOTe sus mteml>ros_]CsempeñJ:~-~clu~!Y_a.!l!.~I!-te_lafunciQn que le es los problemas morales. La ciencia no ofrece ya respuestas tranquiliza-
p~_sin_ ~~nd.e.r. sob_repa~r lºs Hm!~esy_~nd~c;_iQI!-~Ul~~)~ nª.t?· doras a las inquietudes humanas; más bien tiende a constituirse como
raleza ~Aª-.!Itl.PJ!esto. O sea, sm alterar fas pautas. de estratlftc~c.IOn discurso wertfrei, liberado de connotaciones axiológicas y trazas
social, ni la distribución de roles laborales, obligactones y beneftciOs, antropocéntricas: J.-as cuestiones ~rácticas, p_9_~arte, buscaJ! yna
ni el sistema de normas culturales en general, que garantizan una fuer- pase_ de sustentacJOn en la vol unta lib~~--ª~,.l!J:lÍJ:ldivid_u()_mgyidº-P.Or
te homogeneidad social y permiten una participación directa del ciuda- t~terc:se,s perso!lales, quede~!_c_~!:_ly_~niencia- vivir en una
dano libre en la cosa pública. Sobre la base, simultáneamente, de u~a c!Udaa «repubhcana» y da su con!~nttmient~a_9!!_e-'-ªSQ.tli~_me quien
drástica exclusión de los no-libres: mujeres, niños, esclavos, extranJe- vela Gor la seguridad aentro de sus II!!JJOS.
ros, trabajadores manuales. Cuando los miembr.Q~-d~Jª-~il!9_a..d sofre- Éio supone -en primer lugar- concebir al s_ujeto como cogito y
J.ll1n sus pa,ªi()nes (que alien_ta]J._al egQismo disojy__ente) y obran según cQmo_.!'.oluntad libre~FJ-" Y~-Qi~ll-~» dih!<::M~Las_<::_Qndic_iones que nos
r~ÓJl~~n la conciencia de que la función social_ckcaci_l!~9mponente periJ1tten conocer ~l_g__<?_1 grac_!~ª-_9!!_e reJ:lUnfia a <;.OJlQcedo en sí mismo.
su~de las relaciones recíprocas b.!k> la~~~ del_tQQO), enwnces la La natur~le~a,j)~~to de nuestro~iu~!:_Z_Q_g_ng§~.9Jógi_<;Q, egfi_gejermi-
c;Iudaarepr~a:ii:~e la_ ªrm<>nía deiuniyerso. La pgl]}_ ~Q0 es ~11a_ 01era nada. por las capacida~s ~fgn~s,citiva~4~1 hoiJ1l>re, s~b~e c11yo funcio-
suma_ C?_~g!'_eg!_do de partes, sino ___!II)__o_!Sª-nlsm_Q; _y ja. (tnªhdad. que namtent~_!ep.c>sa laj!JSt! t~acton Qnmera ge los dtstuuos saberes.
cOiícliciona teleológicamente todos los m()mentos de la_C()Il!Untdad Asimismo, el pfanteo váfiao en la esfera del conocimiento es análogo
tradidonare·s laauti_ig_ijja;-perf~~i4tt-º!ltQ\9gica y ~tica a la vez. . al CJliC~~ra,ctérÍ~~eJ á_mbit~J?!'!!ftico__: taitt_Q lo ConQC_ÍQO_ ~QmO el lugar
Los modernos polemizarán con•esta visión, sin dejar de usufruc- ~e .la convtvei:JCH! SQn t;Qnstructa, resultª-dos de lª_l!ff.ÍÓiu:kl sujeto,
tuaria. Pero aun en la recepción favorable de alguno!¡ motivos (como umc<;> p_un_jo f~r_me_~.h_r~ ~lsual a~elltar_t<>clQ_Qide_n íteóri~o. moral y
el de la alabanza a la virtud patriótica), el tono prevaleciente será de_ polítiCO), luego del derrumbe del universo jerárquico de la metafísica
clásica. ·· ·- -- - · - - - --- · ·- - -
rechazo al eje doctrinario de fondo y de su·reemplazo por un esquema
alternativo. El paradigma novedoso, que hegemoniza las concepciones -----m se undo lu ar, como corolario de lo anterior_,__cllogos mod_er-
políticas en los siglos XVII y xvm, es el del iusnaturalismo moderno, y n~ C~~ eva a I,St~nCIOn entre Ser r-~~[~{![~ e.nge. de~dpción y pres-
su formulación supone una nueva concepción de lo racional y de lo Crtpcton, entre lo,gtcl!-del saber y logtcª_A~lª-.?_CCIQil-.~QlO.J!J!e.también
natural, tal como se va consolidando en Occidente a partir del en este_~sfúct<?-.~s evtdeñteotrª- corrC!!a.~i§..Q g r,?sgo estructural común
Renacimiento. aarnoas uncJOnesaefYo-:-En sus dimensioil~~ ~mº_ te.órka_ como
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prácticaG: el sujeto está afectado por un dualismo constitutivo de su Dos motivos desacreditan la invocación de la mera fuerza. Ante
persona~o tal, insuprimible. Al conocer, no llega-nunca a todo, porque ejercer una coacción sobre un semejante supone una
a"Yet'at; t ~te en lo co';loci~o, niJÍU!JI:ra ~do ~~. «objet?~--~s superioridad, que sólo puede resultar de una asociación previa con
otros hombres, ya que entre individuos física e intelectualmente igua-
• o nusmo, en Lí :autoconaencta. El d mo SUJeto/obJeto es ¡neli-
mmable. Al actual', este .Yo no puede encontrar en la realidad el les por definición (según una ficción con propósitos prekriptivos), a
~~ limiénto leno de los valores ue condiciona,!!_2us_p!Q~g9~ ninguno le cabe por naturaleza imponerse sobre los demás. Una teoría
~~s y~ tiCos; pues, s1 así . ~ra, a isto!__~J.!!isma_ 4.~~ía_Ae !ener que atribuyera la legitimidad del origen y mantenimiento de la sobera-
senWQ~- duafi!IJ!9 ~n..~eJpsu.fealeS y la empÍfÍ-ª_~_ineli!Ilin_a!>le. Est~ nía a actos de fuerza exitosos (conquistas y victorias militares, repre-
escisión o ttactura Jntrmseca a la subjetividad. moderna está en-la raíz siones y terror, etc.) debería explicar cómo y por qué se han asociado,
~áe_la_a~meñtaCioncon-- ue-sus filósofos desarrol1an la ir~ia antes, los victoriosos. El segundo motivo, sobre el cual reposa el ante-
yisión de lo pOíttc~:_ e _m ivi u o _J:lo e jm,i11a nunca la_dist!lnc:ii que rior, es que las nociones de derecho y de mera fuerza física se excluyen
~da respect<?_~e los ~\lltacj_os -º_e ~~,t_acciÓibll-º~_gé!.n.unca.E- igenti- recíprocamente como ejes de la convivencia (Rousseau y Kant). Las
ficar~~-~in re~~icJ~s co~ elE.~_tªd.oLJ1i _si_q~!~r~-~nJa~_ doctrinas que relaciones jurídico-políticas apuntan a la exclusión del uso individual
~Rxacerban) Ta parttctpactón directa en_La_~º§a_pública (por ejemplo, y arbitrario de la fuerza en los contactos interpersonalcs externos. Los
ousseau. nexos de derecho se definen como un sistema de obligaciones inter.;ub-
Finalmente, el Yo de la Modernidad es una suerte de metonimia jetivas, ~uya validez ideal es lógicamente prioritaria respecto de su
de opinión pública, de esta comunidad de sujetos urbanos que compar- eficacia táctica; y toda coacción ejercida con vistas a esta última presu·
ten determmadas reglas de procedimiento para sus actividades socia- pone, precisamente, la legitimidad del concepto de «derecho" en su·
les, tal como éstas se articulan en una pluralidad de campos (ciencia alteridad al simple «hecho» del empleo de la fuerza.
arte, religión, moral, trabajo, política, etc.). Subyace, entonces, al para: Esta concepción puede ser rechazada, pero los modernos -con una
di m~_ moderno la idea de ue los criterios o cat~gor~~-J!ltirnas;en disposición espiritual a menudo mal conocida- atribuyen semejante
atenc1on a ascua es os om res o eran comunicativamente confor- actitud negativa al «ateo» y al autor del despotismo o la anarquía. Ya
Jll&n · Iscurstva activamente- las istintas realidades culturaTes que un nihilismo consecuente debe excluir toda dimensión moral y
son a go ~st como e ~su a~T e l!_n !lCUef__O t~dtoLa Los__~fe~tºs_.fie 1~ política del comportamiento humano, disolviendo su especificidad
~m,.2!'enst6n mutua y aeiav1da en comun. Es un Yo simultáneamente frente a las conductas animales en general; lo cual acarrea eliminar
i~dividuai yplurarToa.os.los seres humanos, en la medida en que toda evaluación según virtud o justicia y aceptar acríticamente el esta·
dtalogan, dan su consentimiento a esas reglas que pet"miten la confor- do de cosas. Por el contrario, nuestros filósofos, incluso aquellos que
mación de un mercado de ideas, producto por excelencia de la razón invocan el mecanicismo de lo natural como un soporte de su argumen-
teórica; así como, en la esfera de la praxis, el respeto de tal acuerdo tación práctica (Hobbes), presuponen en su visión de la política y del
g~rantiza e~ o~den republicano y el funcionamiento del mercado de Estado ese hiato entre realidad (ser) y modelo de conducta (deber ser),
b1enes econom1cos. En a!D~ casos, el consenso es 1~ clave de la arqui- que da sentido a sus proyectos de reformas y de nuevo orden estatal.
tectura moderna. La soctab1hdad se construye a partir del sometimien~ La respuesta iusnaruralista al ·«¿por qué obedecemos?» se articula
tQ ~rs..Qnal a las pautas constitutivas de la e?q?eriencia teén::i~Q:prá~i~a en un esquema tricotómico. Dos de sus elementos conforman una
Qliqs h~mbres. Para P!>d~r conmt!!}: ~l_m@do,_bastMª- co.rJ~ el a_!~ernativa ineludible: los hombres viven o en un estado de naturaleza
nuevo su)eto se_pl!_~utol~l_tarse, <;Q~r.tgt~n90J' ~n~uzando_su propia o bíen en una sociedad civi/{Qqlítiff!~§_cl_egr~_libres ci~ tp<i_a il!jecdóri a
natu!:_~eza. E[<>_l~_~_rf!l!!•_r~ con~e!' de: maner_a_ no_d_ogmática (ciencia .un semejante, u obligados a re~etar J10rinas generales de conaucta .
e?'~nmentaf) y VIVIr en paz y libertad (soberanía legítima por consen- acot:!!Q_¡¡!}-ªg~"S(fe coacción soberana_, sohr~__la hase de: un !n:t_ayor o
timtento racionalmente expresaao). , menor) abandon~~e _lib~naci_e_s 11~t1,1_r_ales, _ELt~r~et: ele_me!l_!o d_e este
planteo r~p_~e~~J!t~_la úni.~a~~_ibilida4__9_!!__leg_itimar_~)___p_a~a\e de la
Hbertl!Q a la obediencia, coherente con la premisa individua ista va
Il.l. El planteo iusnaturalista responde a la necesidad de fundamen- indicada. Se trata del paq~()~~Q~t.!.a_tf>_SQ_~L~ marca el antes y e]
tar la obediencia sin recurrir al factum de que los hombres obedecen. la
aespues res_pecto de deg~j{>n -:-_indi\f.idl!~Y c;_olectiva- de convivir
Ell,o ~e vuelve pro~lemát.ico cuand~ se asume que los titulares de la pQ{íticam!!n~e. ~!!:1 acuerdo, no hay vida en común bajQ_!l_I1~_!1tor~~q
pract1ca son seres bbres, 1guales y titulares de derechos innatos inde- sQ_ber_ap_ª-,-~Q._gue para los antiguos era la conclusiót~__n.-ª_turaíde_la
pendientemente de su pertenencia a un orden político. Si su áuto~omía evoluciónde fo_!'!l_a~A~e~_i§.te!!cja_ __si~rnm:~mánicas y comunitarias~
como individuo es lo distintivo del ser humano, ¿qué lleva a que unos para los modernos es el resultado de una ruptura voluntaria de la
los más, obedezcan a otros, los menos? ' cond~c!§.!l_e_!!_9_t_!~J.!.!l-ª!Urajez-ª ha puestQ_:ll ho_l}1p__r~. -----
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JORGE E. DOTTI PENSAMIENTO POLITICO MODERNO
II.2. El estado de naturaleza es aquella condición en que se encuentra Éste e9f4ln aSpectO central del modelo. Las peculiaridades del esta-
el ser humano cuando no existe ninguna instancia superior de norma- do de naturaleza determinan el tipo de potestad que tendrá la autori-
tivización, control y penalización de sus acciones externas; es decir, . dad soberana ara e·ercer las tareas ue la definen a saber: elimi!}ar
cuando obra siguiendo exclusivamente los dictados de su propia as 1 •cu ta es ue e esta o re o ítico one a una coexistencia p~Q,-
conciencia. Las conductas aparec~n aquí guiadas por el precepto natu- . ica entre sujetos ta est.~ aceptan ser o iga os por un terce_rQ. a
ral,_!aci.Q~ Y. diyinojp_a,r~ la ratio mQde~aJ:stQsJ~xmjpos coinciden}, reJ?petarse m'!!Ui!J!l~h.P9.iru!e reJ:Qn.~en~~_gl medio más cony_~
ck_f.ons~!'V~ la vida y Qerpetuar la especie, con el significado_q~sta niente para poder perseguir en paz y libertac:l!Ilenor, pero asegurada,
fórmula.adQ.u.i~r.e_c\lai).g_Q_ sy dC$_~inatario e.$ un $er.do~do deimeligen- ~us pr_qpi_os intereses. El soberano debe prot~er a sus s1ibditos y
cia..uk ~iQ_moraL_J-ªfª-~UQ, el bQmbr~SQ.~d~ lQ~Q~chQ_sjnnatos g!¡;:antizark~.JallJaJil:>~naJl (tl;lma ~e~i~e_nf:ia.:::e prerrog_~tivas. na~
a usufructuar de todasJa~~<>_sas,_l'_ª- s~;Jq_~z e!l_(;l}al~mier c.uestión rales_~n ~Lorden civil), cuanta sea compatible con la func!9JHl~ s_pfre-
Q.ispu~da_~ud!er~ surgut_!!J~-~~laclOnesfol}_ 9H9lLhombre~. El nar. mediante normaslegales, las conductas antisociales.
único criterio va1orativo de sus acciQ~~$,__c;l~Jq\le d!s.pone.es.te su¡eto Es obvio que el estado de naturaleza presenta carencias irremedia-
...:.ritular-naio de derechos absolutos- es el logro qe_ su pr_ppio__benefi- bles en su propio dominio, pues, si así no fuera, ¿para qué abandonar-
cio; y ellí~te princi_pal a sus esfuer:l_9~_C!l__t~l.§~ntid-º--~~~a,_resis_tencia lo? Y es de la intensidad que alcancen estas carencias y dificultades
(}cUe pq_~d~l'l oponerle sus semejantes, mov1dos por el m1smo tipo de que depende el margen de maniobrabilidad legítima que los potencia-
intms..pcr.s..Q.~ª1. les ciudadanos conceden al soberano encargado de velar por su seguri-
Se trata, obviamente, de una ficción, de una construcción retórica, dad. Cuanto más negativa sea la situación prepolítica ficcionaliza<iª,
con vistas a desplegar un razonamiento ético-político, que busca justi- CWllllQ_más arnenazada se vea la posibilidad de vivir digna~_te.i'ft~ra
ficar un modelo de sociedad en los valores que giran en torno a la idea de \ln~~.1l!Q.9~nto más «absoluto» s~r_á_~l_pgc;l!;r_e.ncargª-qo de erra._di-
de una libertad esencial del ser humano como individuo, antes de car tales amenazas a la realización de la esencia humana (Hobbe~} ..
pertenecer a una forma política de convivencia. Libertad metafísica, Viceversa, cuanto más sociable sea el comportamiento del hombre
entonces ue se traduce en el rinci io -liberal moderno- ~-gu_~ natural (contactos interpersonalcs asiduos, tareas productivas.y comer-
las con uctas con ue to o om re res on e a os mandatosJ.n_ci? ciales en común, etc.), sólo que incapaz de resolver disputas potencia-
·ve e n sustentarse en una ecisión ersonal r 1 ÓD les ante la ausencia de un juez que las dirima por encima de las partes;
los semeiantes, al menos como criterio ideal y regulativo de lQ~ esto es, cuanto más pacífica sea la situación originaria, inestable o
comportamientos concreto~. Decisión para la cual cumple una tarea provisoria, tanto más «limitado» en sus potestades y «prescindente•>
evaluativa esencial la crítica racional, en su doble dirección, privada y ante el curso «natural» de los nexos sociales será el Estado, hecho
pública: juicios individuales, intercambio de ideas, formación de un surgir con el solo propósito de que funcione como instancia judicativa
sentido común y una opinión pública, etc. Ello determina, a su vez, imparcial (Locke). Pero en ambos casos. soberano será no quien m~or
que se postule como noción rectora de cualquier acción de gobierno copq;¡;q1 el ser de lás cosas (no un ·~r~.x:fllóso.fu» }Jioo_eLekgido como
legítima la protección y el fomento de tal racionalidad en los ciudada- tal pQr.d\IS súbditos, es decir, un juez por consentimiento.
nos, a partir del reconocimiento de la dignidad y consecuente intangi-
bilidad del espíritu y del cuerpo humanos.
La ficción de un «estado de naturaleza» es la manera como los
iusnaturalistas modernos buscan consolidar retóricamente esta premi-
sa axiológica, y, en cuanto tal, tiene un matiz prescriptivo, más allá del
respaldo histórico y de la remisión a datos presuntos y/o verificables
(generalmente-tomados de la Biblia y de los relatos de viajeros). El
m~cleo doctrinario de esta figura es gue todo ejercicio de la soberanía,
para ser legítimo, debe contar con el consentimiento de sus súbdit9lLY
estar finalizado al r~~_p_ecto de l~_i!!_t~rida_(f ~9.n>9rAL}'_n10ralde los
mismos. E.ffefato· ficcional deuna supuesta condición originaria hace
del individuo la clave de bóveda del edificio estatal, construido a partir
de la vbluntad de sus futuros miembros. De este modo, el interés
personal (en el sentido más amplio del término) m~rc~JQsJ~mite~ <:Id
p_Qderpúblico, y las funciones sober~_~e defin~!U:J>n.ªt~nci9n a esa
condición pr_!:t?Ql)tica, deJa cualla.~be~~-tº-~ Qrigen.
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PENSAMIENTC)'POLITICO MODERNO
siempre insatisfechos sus deseos; en suma, lo po~dóiic:atn~.m~ eq cicio; pues éste, en lo que hace a la justificación de su origen y funcio-
la ~i~ªgón más diffdl~ra realizar el prQPi>mto -~~-:vim_g>nforro7 .a nes, depende siempre de una sociedad previa a toda autoridad. Y si
razón, En -~º_nse~uell.I;Í-ª'. ~J:º-nYive.ru:ia_en paz y lJ be.rtad es un artJh: bien esta argumentación promueve el valor de libertad connotado por
do: reclama del hombre la voluntad ·de desarr llar las r · ac~~ toda praxis humana, simultáneamente debilita la exigencia de orden
da es e an o a natura eza a sus desi os rs acordando ínsita en la noción misma de convivencia pacífica. O, al menos, obra
oon os otros suietos acer o bajo la mirada de un árbitm...ne:utral, que como condición a priori de la desobediencia, justificable, entonces,
dirima eventuafes conflictos. Este proceso de culturalización requiere, por la lógica jurídica misma. De aquí que, para que el arbitrio indivi-
entonces, un ordenamiento general, dentro del cual cada individuo dual no sea el criterio resolutivo de esos conflictos inevitables entre los ·
pueda esforzarse por su realización personal, en competencia no beli- súbditos y las autoridades, otras teorías (por· ejemplo, ,Hobbes y
cosa con sus iguales; o sea, _exige un sistema de pautas socializan tes Rousseau) -tan importantes dentro del paradigma común, como las
efectivas: normasnde ~9Poc:il!.cta acompañadas de coacci6~.. !;_u_yaJormu- dualistas- acentúan más los valores de paz y de eqttidad que el de la
laCíón, prom~¡:_ióny_aplig~ción son obra .de un poder soberano por libertad en clave excesivamente individualista, y postulan un pactismo
encima de las partes1 q_ue mOnQJ29jÍ~a la fu.e!ha púbLica COn el consen- monista. Es decir, asumen, en primer lugar, que el acto de constitución
SO deq_ui~ne5-a él se hallan sometido..s._La clave reside en la posibilidad de la sociedad y el del poder político son el mismo; por lo cual, poner
de..un..acuerdo.intersubj.eriro.para consrmir el Esrado. en discusión a e~rc último conlleva el peligro de disolver la com•Jven-
La filosofía moderna del Derecho Público se sustenra.,_así,_e.n una cia, sin más. En segundo lugar, que, como en el pacto de asociación
institución de Derecho Privado: el contrato. Pero semejante débito
doctrinario se justifica por sú congruencia con el clima cultural que
acompaña la consolidación de la Modernidad. En particular, es
evidente ·que la traslación del «contrato» de un contexto al otro está
. íntimamente ligada al axioma de que los participantes del acuerdo
t
reina -por definición-la igualdad entre sus contrayentes, la institu-
ción soberana, nacida simultáneamente con la sociedad, debe reflejnr y
tender a conserYar esa situación inicial igualitaria.
Pero más allá de la resolución doctrinaria que se dé a la figura del
contrato social, el paradigma iusnaturalista está animado por un
-para instaurar la sociedad civil- son sujetos privados, relativamen- dualismo más profundo: aquel entre valores y normas ideales (el
te autosuficientes en su personalidad prepolítica. Es con este espí- <<derecho natural»), por un lado, y normas positivas, por otro. Y esta
ritu individualista (antes_ que corporatiY:o.~org__ani.<;is.ta,_~mo en la tensión abre la posibilidad de que el modelo o proyecto que se aspira a
Escolásti~ que los modernos resemantizan la tradición de un pact9 o poner en 12.Wctica resulte desestabilizado en virtud de sus--propias
contrito social, como· condició!!_A_~J!Q~ibilidad de -~ .iQb~mnía. premisas. ~ planteo pactista, al justificar la recusación de actos de
AlgÜnos peñsadores eliminan o desactivan, otros adaptan y actualizan, soberanía concretos en nombre del «contrato originario», resulta más
la carga subversiva de tal figura jurídica; pero todos mantienen la proclive a fomentar reformas y transformaciones, antes que regímenes
connotación básica de «consenso de los súbditos», que ella implica. ansiosos por perpetuar sus estructuras.
En olémica con el recurso a la unción divina o a la oliticid-ª..4.
natura, esta racionalización del origen delEstadosu~_articQ_larse en
<!Qs"ñloment<J_s~:EI.Pri!!:le!Q"'_ o .«P!l~t.Q __cl.e -ª~o~Ll!9.Qn.~_p_r~_p_pon!! l:1 II.4. Estas dificultades convergef!__e_!l~l._c:Q.nCeQtO j~_!efZI~!J!lJ.:q_cic)n,
'decisión individual 'l colecti~_ de aceptar u..rr!n.imememe un._gste!Ua de clave R_<!ra co!f1p_re!}_Q_e_rf.ÓI!l.9 la razón moderna_anicula tCQJ:.Í,<;:_'l.[l1\'1Íte
reglasóasícas··ae·conviveñCTa (q!!!.en Q9COqlparte estos criterios prime- los d.i>~:Í_lll.hlt<!.S..LS_Q.c;ied-ª.4.Y E~tado, en que se polariza la vida comuni-
ros se au_~~:;<_ci~Y.~ C!_e~_la -~~j~~d en gestación). El S~!_l~d(),-º «pacto taria en Occidente a partir de la disolución de las estructmas feudo-
de sumisJOn» a un poaer punfico, es el acuerdo para mstaurar unn patriarcales y del afianznmicnto de la culrüra urbana.
aúioridaa que es_pecffique, con un oroenamiento non:nativo. aquellas En la medida en que los nexos polí~i_<:os (de modo central: la endía-
pautas, y que les ·garantice c:ficacia mediante el_ ~so monopólico de la dis mandato-obediencia) son inteli idos como un artificio ue altera la
coacción. El hilo conductor de esta socializaciónfpolitización volunta- c9QQición natural del hombre, éste q~~ene _l!lj~mb~º- ~l!n_go!Jie siste-
ria es que-los 'individuos aceptan devenir «C!it_da~ªfi.QS-?_úl?ditos» al !Ua de .Qbligaciones, con S'IJ§ compQlsio!l~.S- IT~ctivasdJ\.S.J)_a_tu_rales o ·
pa¡:tar la renuf!cia_a_ .U!llLP.ªrt~ 4~ sqs derechos naturales {jamás a societales, y las estatales, autoim__puestas. Sólo que la complementación
todos: la vida es inalienable) y la cesión de la mism_a ~bajo condicio- ~~r.eJos_~~$!i~itos de una _L(It!_a esfera s~ti~ll:~icul~;ment~ difi<:l;llto-
nes laxas o restringidas-.:. a qn tercero, el cual_asume la res_p9nsabili- sa SI se re u mera -en ambos casos- una artiCI ac10n activa direc-
dad de desempeñarse como soberano. ta una resencia 1sica inme Jata e os actores socia es tam ién. é-n lo
~-- Teorizar un doble pacto es conceder legitimidad iusfilosófica a la estatal. La priori a de o «natural» 5ignj ica que IQ..~hombres__d~_t,~íi,
t resistencia que los ciudadanos, siguiendo sus criterios personales sobre ante todo, satisfacer las exigell.ci¡t~_gue ~~i_!IlpOI)~_~u CQI)_4i9.Q!1_PÓIDª-
. lo justo y lo injusto, puedan. oponer al titular del poder político en ejer- ria: mi~mQJQS Ji~. e_m·l,l.~_!:ura~ $~i~tgles l~Ü>Q_ratiyo~QJ:cxl.'IJctiV':J.h.ft,mcio-
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PENSAMIENTO.éPOLITICO MODERNO
JORGE E. oonn;•n._;. --
:; nalizadas al interés personal. y que escs61osob~ esta base que pueden menta el monopol~o ~tal tanto de la enunciación e interpretación de
las leyes, como as~mtsm<? ~e la fuerza compulsiva que les da eficacia.
reJ'9Sar sus compromi~_QS -J?~íticoª1 IJrtif}ciales y volunta'!os. Cuan~o El. ~~o es una _f!g.ºg¡~t_1f4~ gue nace de un gesto libre de autoli-
el dualismo cnaturaVpoltttco• se conftgura como duahsmo «socie-
dad/Estado• se sigue que las obligaciones cívicas pueden ser satisfe- !JlltactOn,l!'.enut;cia .a derechos inn-ªtos) de sus artífices, con visms a
crea"r_~} UDICO ambltO en que ellos pueden realizar la J2ersonalidad
chas no sóto'-digamos- en primera persona, sino también a través
de un tipo de participación en lo político tal que no afecta los deberes mo_!'a~~q~eJos....fª-r~c~eriza como libres e igualesJKan.!l. Y también-es
«naturales,. para con lo privado. Se instaura así una relación interhu- u11a f!gu~a.~ragmatzca! en tanto es el medio más adecuado para que
tOdo ID~IVI~O! en SUS mtentOS por. alcanzar lo gue él considera com9
mana peculiar, también metafísica o ficcional: la representación.
su .P!;..Qpta fehctd~d? ~ s~pa protegido por una autoridad c¡ue eyita..~o
Esta mediación entre lo rivado ~ú~li~~ consis~_ef!_a~~m:ti.r
sanc10na los ler¡mc1os de~'!~ !lnO§_!_úbditQLP~~.Q~ infligir a
gue os in va uos (actores rev1os a cualauier cor oració~ ~asocia ~ Ambas acet~s convergen en la concepción del soberano como
Cíoii-ínterrDeaía, organos tra tetona es e a re~res_!:ntat~vi.Qª-cJ)_, al
garante de la prop1edad; una no~ión.' ésta, l.o sufi.ciememente amplia
páetar:3:ceptan gue un semejante pueda desarrol ar una aeterminada
c?mo para me.ntar valores comumtanos, ac.c10nes mdividuales y colec-
12L4~~.en lugar de ellos mismos; los c1;1ales pasan de. este modo a es1M tivas (comp~hdas por_ las leyes que actuahzan tales valores) y, final-
[lr§.sentes pese a estar ausentes. E~ ámbtto do?de adv1ene la r~presenta mente,. los b1enes u ()b)etos de consumo resultantes de esos sistemas de
ción es el Estado, instancia de umdad globahzante -necesana ~n toda
nexos mterperson~!es, que.son el tr~bajo y el mercado (Locke).
convivencia- que la sociedad, como lugar de la heterogeneidad de
Un~ connotac10~ ultenor de la 1dea misma de soberanía parece ser
intereses individuales, no puede generar en su nivel. «Representante» su caraper necesanamente unitario. la exigencia de que su fuerza
es aquel que asume la responsabilidad de ejercer la soberanía en
normativa se concentre en _una instancia privilegiada de la estructura
nombre de otros, los representados, o ~ea de quienes se han compro-
estatal. ~ado gue la plurahdad de centros soberanos (equivalentes en
metido a obedecerle. De este modo. al súbdito le queda garantizada la
su capa~1.dad d~ emanar mandatos absolutos) ohstaculizaría las funcio-
posibilidad de dedicarse con plenitud a las tareas «naturales,, en tanto
nes poh_ucas l}usma:¡. Es por ello que el Estado teorizado inicialmente
que otro lo represen~a en lo que h~ct' a las ~areas «ar.tificiales»: legis-
P.or la fiiosof1a ~oderna prese~ta u?a cúspide o centro para el ejerci-
lar, aplicar las leyes, Juzgar y penahzar. a qmenes las ~~olan. . .. ';IO de la soberama; y este foco .mad1ador de orden es ubicado en aquel
Pero en un orden de este ti o esta latente ~mb1en la posdnh~d
organo, al cual el p~ct<? ~utonz~ a representar políticamente el dere-
ue e re resent o invo u e a e itimidad de · ia o cho ~atural de cada.mdlVlduo a Imponerse a sí mismo las normas de la
resistencia al re resentªnte, ~ª-!1~9 9.!:l~.és.t~_ no CMIDPk c..9n las.dáu- propia conducta. El Poder Legislativo está autorizado, así, a enunciar
su as e ctay<!Jl!ndafjOf1!\1,_ PJ.I~S )ª !'elacJ_ón_ qy~Jos.un~_no puede l,as pautas de comportamiento social.n:ás generales y abstractas, pues
anüfaféT ua Ísmo__l:;!.~iE_O ni la jerarqp}zacion de )o SOCietal fr~_nte .a _lo
el representa la voluntad. de la colect1v1dad toda; y de él deben d~pen
estatal. De aguí gue, tanm__~n su ver~!_on_Qª-n;:ru:_a_c;Q..m_o.enla üummis-
~er? ~ntonces, los otros organos, encargad~-~~ ta~jl~nej~~uriva_x
ta, e) iusnaturali_~!!!.O.J!lQQ.er:n_9_~~ª-UJ1 modelo el~:; qgJimit4..C.Í_Ón de Ja ¡ud1ctal (Hobbes, Locke, Rousseau). ·· ~
potes~ci cieJ ~~_g9 ,_ Qor_d_hc;:<;.b~misl'!lo de __p_r.~_ci~J.r _r~ci9J•ali_n;e.n~e sus Sin embargo, la enseñanza más fructífera del Iluminismo -tal
fu11cj9nes y prerro_gªtivas o, mas_ aun, por dtsen;:¡r un equ1hbno de COffi:~ la recogen los textos constitucionales del siglo XIX- es una
poderes corrt_Q_~beranía ideal. v~rs~on ~oderada ~e la supremacía del Legislativo. Se trata no sólo de
d1,sn!'gU1r. las funciOnes soberanas, sino más bren de dividir el poder
~ubl~co m1smo, de modo de que su fuerza esté repartida entre distintos
II.5. El ritmo triádico que sigue el paradigma iusnaturalista concluye
am~1~os e~tatales, que se controlan recíprocamente (Montesquieu). El
en el Estado de derecho como meta de la transición desde la condición
de~1htam1ento de la potestad del representante es asumida como la
natural a la política, operada por el pacto. Pero a diferencia de las
doctrinas tradicionales, que en la «familia en grande» encuentran la me¡o.r defensa de .los derechos de los representados. El constitucionalis-
mo hberal desarticula el carácter doctrinariamente unitario de la sobe-
metáfora adecuada al concepto de polis o de civitas~ la~ t~orías moder-
ranía Y postula su distribución entre órganos que se limitan y contro-
nas comienzan simbolizando al Estado como un «md1v1duo en gran-
de». Esta imagen es adecuada, porque elsujeto plural por artificio
obedece al principio de que la misión de las instituciones públicas es l lan unos a otros, a la manera d~ un sistema de pesos y contrapesos.
El a~co conceptual recorndo por el pensamiento político ~
Modermdad parte de la exigen~ia ~e un poder absoluto y conclu~
garantizar al individuo la posibilidad de beneficiarse personalmente.
Sólo que la ambigüedad de este «beneficio individual» (es erróneo leer- l con la neces1dad de su desacnvac1ón o neutralización. cuando el
uroblema p~r el cual los individuos se asocian deja de ser el de,lli-¡;taz y
lo en clave exclusivamente crematística) es indicativa del doble carril,
moral y utilitario, a lo largo del cual la racionalidad moderna funda- i pasa a res1d1r en el grado de libertad con gue cada uno puede.de.sa~ro-
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,JORGE Ei:OOTTI , · •· · PENS~IENT()'-POLITICO. MODERNO
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'.rV>-. _;;·JOIGEJE.~~T;TI•\V.A-i
PENSAMIENTO POUTICO MODERNO
como centrojrradiador de nonnas,iCfeLdec~ro o c'?m~namiento
•urbano;.. Estas leyes,· sin ser coactiv~.en-sent1d~ .estr~o, tgu~ente (0/tentliChkeit), elsentido común u opinión pública,·ese terreno inter-
domestican los comportamientos sociales: la codifica~1ón de .hábttos y . , medio entre las instituciones de gobierno y,el-foro interno. El espacio
actitudes civiles (protocolos de urbanismo, ceremomales Y n~ales de . público se gesta-como lugar de la enunciación, discusión y difusión de
la convivencia, maneras de mesa, etc.) constitu~e un freno efecnvo a la los criterios evaluativos de todas las relaciones interpersonales, o sea
exteriorización incontrolada de deseos y creenc1as. . . , de los principios que confieren sentido a cualquier conducta social,
La secularización de lo trascendente se va conf1~~ndo, as1, coi?~ incluso a las acompañadas de coacción estatal, ya que éstas dependen
un vasto movimiento de racionalización y «esclarecimie~to~ ~el espm- -en su fundamento último- de la conciencia individual. La moral no
tu individual y social. En él confluyen, junto a la ~e~trahzac10n estatal, puede ceder en eficacia externa (en capacidad directriz de lo pública-
la gran revolución científica en el plano del conoc~m~en.to y de la tecno- mente válido, ya sea mandato público o costumbre) frente a la políti-
logía, como dominio de la naturaleza externa; y, asimiS!U~· el proceso ca, pensada en términos jurídico-estatales. El ciclo revolucionario,
de interiorización del nuevo orden mediante el somet1m1~nto de los entonces, que la Modernidad conoce en las últimas décadas del siglo
com nentes más impulsivos y belicosos de la naturaleza mterna del XVIII tiene atrás el impulso que le dan las conciencias «esclarecidas»,
hombre, aquellas pasiones más fácilmente exace~bab~es po~ 71 adversa- deseosas de someter la realidad a lo que la razón enseña, en contra de
rio principal del iluminismo: el fanatismo de las 1gles1as «vtstbles». la inhumanidad del absolutismo.
Ello implica teorizar no sólo la prioridad sino también la autono-
mía funcional de la sociedad frente al Estado, asimilándola a la situa-
111.2. La dinámica de un proceso tan'polifacéti~o desplaza_su ~.otivo ción «natural» de los hombres qua hombres, antes que como ciudada-
impulsor desde el polo absolutista hasta el socteta~ de los mdlVlduos nos; o sea, a la condición de paz, trabajo y mercado previa a la instau-
privados, tal como éste se consolida a lo largo del stglo xvm cual _foco ración de un soberano. El Estado, por su parte, es visualizado como
de luz antitético al del Rey Sol. Correlatjv_a~ente a la re~uncta de mera autoridad gubernativa, que la sociedad limita en sus pretensiones
llevar a Dios a la arena pública y a la pr~h1btc10n de 9u~ el c1udadano y prerrogativas. El ámbito societal deviene el lugar privilegiado de la
exteriorice las creencias que el soberano ¡uzgue _confhcttvas, se produ- dinámica colectiva; en él se expresan los credos y opiniones -forzados
ce también una inversión de tendencias, a partir de las gar~ntlas qu e antes al exilio en la privacidad- para operar con su virtud regenera-
ese mismo ciudadano recibe pa~a de~~rrollar su personahdad en 1a dora de las conductas; y, sobre todo, en él se despliegan las actividades
esfera privada. A cambio de la ahenac10n de sus derechos natura~e~, el laborales de una manera hasta entonces inédita y que desborda los·
individuo obtiene el compromiso estatal de protegerlo e~ sus acttvtda- canales del «justo precio». El eje doctrinario del Iluminismo político es
des privadas, 0 sea, de respetarle su libertad de conciencia d~ntr_o _de la que la opinión pública o sentido común societal se erija en juez de la
conciencia su libertad dé expresión en el marco de una mctptente racionalidad de la convivencia, en todos sus aspectos. Justificarlo será
opinión pública y la libertaa de satisfacer s~s intereses personales con. la tarea de un pensamiento heredero y adversario a la vez de su antece-
los frutos del propio trabajo y del intercambto en el mercado. . . sor, el racionalismo barroco.
La pacificación impuesta por el sobe~~no barr<><:o lleva cons1go su La figura retórica y filosófica que desempeña esta tarea es la críti-
renuncia a la pretensión de tutelar tamb1en el_foro mte~n.o. _El mono- ¡. ca, gimnasia por excelencia de la razón moderna. Inicialmente plantea-
polio de la espada y de la hermenéutica lo pnva ~e legttrmtdad para da como rectificación y depuración de textos sacros y liturgias corpo-
determinar el valor íntimo y profundo de los ax10ma.s !Uorale_s, q~e rativas, la crítica racional rápidamente hace suya la denuncia de gustos
escapan a la razón de Estado. De sus súbditos pue~e ex1g1r ob_edte_ncta, l_·
y costumbres en general y, finalmente, desemboca -llevada por la
pero no virtud. Lo cual significa que, en la cerrazon de su pnvactdad, 1 fuerza misma de su élan subversivo- en el cuestionamiento de leyes e
el nuevo sujeto-urbano es, él también, un soberano absoluto de su instituciones estatales~ En conclusión: la moral privada, bajo la bande-
conciencia y de su trabajo. . . b 1 ra de la «apoliticidad» (naturalidad y racionalidad) de sus rci\"indica-
Una situación estructurada sobre la polandad ta.n ap';Jda, ~o re a ciones, priva de legitimidad -en nombre del Iluminismo- a esa cons-
coexistencia antagónica del absolutismo e~tatal_y ';ln !nd1vJduahsmo en trucción dellogos iluminista mismo, que es el soberano /egibus so/u-
expansión incontrolable, es inestable. St lo ~ls_tm~tvo del mo~en~o tus, tachándolo de «despótico ... La razón crítica traza, así, el camino
histórico que engloba ambos extremos es rervmd1c_ar la conc~enc1a revolucionario, que nace en la república de las letras y conduce a la
como tribunal último de toda práctica (premisa ~n~tal del, l?actJsmo), crisis del Antiguo Régimen.
entonces esos dos absolutismos no pueden coextstrr pac1flcame~te.
Soberano omnipotente y conciencia societal se enfrentan.-e~pe~tal III.3. Sin embargo, no es sólo un asedio perif~rico (desde el espacio
mente en el segundo 1700- por hegemonizar el «espacto pubhco» público) lo que corroe el alma absolutista, sino también un dilema
interno. En condiciones históricas complejas y sin poder confiar en el
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;
JORGE E. DOTTI ,,,_,; ,,.,
PENSAMIENTO POLITICO MÓDERNO
convencimiento íntimo del súbdito, el soberano no puede decidirse por ~~e. del encuentro (pactado y conflicti~o a la vez) de estas fuerzas
los medios más adecuados a la finalidad del gobierno, si no recurre a md1v1duales en la esfera económica .. El soberano en consecuencia
.parámetros objetivoS, ajenos. a toda perspectiva i~eoló~ica; esto. es,_ si d~be abste?erse ~e inte!"~r en el proceso generador de tal «concor~
no se vale de un cálculo técmco conforme a la rac10nalidad med10/fin. d~a en la d1scord1a» y hm1tarse a castigar a quienes infrinjan las leyes
Pacificado el regnum, su administración deviene un _pr~blema prevale- n.~tural~s r~gul~~oras de las relaciones ir¡.terpersonales en la produc-
cientemente «instrumental•. Pero este recurso a enteraos «neutrales» Cion Y d1stnbuc10n, tal y como se lo prueba la Economía política
debilita la legitimidad del soberano como represent~te y mono,P?li~ La Filosofía de la historia, por su parte, es el epos de la burg.uesía,
dor de la fuerza con vistas a la paz. Qu'eda neutrahzado el dec1s1oms- la saga de. ~os urbanos, que narra el camino de la «humanidad» hacia
mo nominalista, sobre el cual se había cimentado la práctica estatal s~ redenc10n por el ~progreso•: Un camino -e~to es decisivo- que .
barroca. La función pacificadora, una vez satisfecha, s~ agota ~o~o t1e,n~ su punto termmal en la tierra, no en el c1elo, aun cuando sus ·
fuente de poder legítimo y debe ceder su puesto a otro t1po de log.'c,a t~onc?s lo ,representen con rasgos ideales, como utopía. La meta de la
de la convivencia: la de la 'libertad individual de los modernos (annte- h1stona, le1da .aho~a desde una filosofía secularízante, es esa isla dora-
tica a la de los antiguos, cuyo titular era la polis como totalid~d).. ' da, cuyo far~ dumma todos los esfuerzos por la libertad y la justicia· y
El universo discursivo de este segundo momento del pensam1ento el curs~ global de lo~ acontecimientos así interpretados se constituye
político en la Modernidad se revela fuertemente deudor y acreedor a ~a en ~1 tnbunal supenor de las conductas humanas, incentivacdo las
vez de dos series orgánicas de ideologemas noved~sos: la Economza ractonales y c_or_tden_~ndo las despóticas (Voltaire, Kant).
política y la Filosofía de la historia, soportes doct~manos de la hege- . Co;no la1c1~ac1~n del providencialismo cristiano, la moderna
monía que esta noción de «libertad• se apresta a eJercer en la cultura F1losof1a d~ la hlsto,na p~esu_Pone la solución racionalista al problema
de Occidente. de la Teodt~ea (¿como ¡usttficar a Dios frente al mal en un mundo
La ciencia económica neonata apuntala la larga marcha del tercer creado por el?). En tanto creación divina, el mundo es óptimo y lo que
estado hacia el poder, mediante la demostración de q~e la regla de oro llama '!los «mal>• c~mple un rol positivo dentro del plan divino. Sólo
del príncipe esclarecido es adecuar sus actos de gobterno a la fuerza que D1os se desentiende de toda intervención ulterior sobre Jo que ya
natural de las cosas. Por cierto, la finalidad de toda acción soberana es ha creado co~o. per~ecto. No es responsable de lo que acontece entre
favorecer el bienestar general, que los modernos resemamizan como los hombres, umcos Imputables, en c~mbio, por el mal y las injusticias
posibilidad del disfrute de lo que cada individuo_ha obtenido con su que s~r~en en este, ~~ndo. L~ ~arenc1a de la creación en cuanto tal es
trabajo y diligencia empresarial. Para lograr tal fm, el sobera~o debe metafís1ca, es su def1c1t ontolog1co frente a la plenitud del Ser inheren-
abstenerse de modificar la legalidad natural de la producctón y la te al Creador; pero ello no afecta el sentido que alcanzan las acciones
distribución. En términos instrumentales: el medio distintivo del buen humanas en la dimensión étic~-política. La idea de «pecado original»
gobierno es la prescíndencia en materia económica, en esa esfera que queda, consecuemem~nte, vac1ada de su contenido tradicional: en un
debe ser dejada libre de interferencias políticas y regida exclusivamen- ~und.o qu~ se emanctpa _de! ~ontrol constante por parte de Dios, la
te por las leyes de su propio mo.vimi.ento. Soberano •justo» es a~~ra h1stona de¡a de ser la exp1ac1on de una culpa intrínseca a la condición
aquel que no impone reglas arbitran~ al comportamiento a-poltttco humana Y s~ tran~fo~ma en unciecurso progresivo hacia la realización
del hombre como miembro de la división del trabajo y partícipe en un . de una conv1venc1a vmuosa, conforme a la libertad e igualdad innatas
mercado. El libro de la naturaleza, escrito con caracteres económicos, de los ho~bres. Esta revalorización del mundo supone, a su vez una
enseña la arbitrariedad del intervencionismo estatal en el campo labo- comprens10n nove~osa de la temporalidad distintiva de la vida h:m1a-
ral-distributivo. . na, por la cual el t17mpo mundano deja de ser el ámbito· de Jo efímero
Esto supone el descubrimiento del interés c~m~o pa_sión _s~bia, Y c~rrupto, ~ubor~1,nado a la eternidad como lugar de la sah·ación, y
motor del dinamismo societal, que no debe ser repnmida m rect1ftcada devu:ne la d1mens1on apta_para el d_espliegue de las potencialidadc~
desde lo alto, ya que la conciliación entre lo particular y lo univers~l es cre!lnvas del h_ombre. Un ttempo ab1erto a expectativas de un futuro
espontánea: se produce por encima y aun en contra de la~ expect.attvas me~or en e~ mas acá, como prolepsis de la bienaventuranza en el más
conscientes de quienes se hallan envueltos en ella. Com1enza a Impo- a.l!a (por Cierto n? aba~do~ada, sino mediatizada por la seculariza-
nerse entonces un criterio de justicia basado en u:na metafísica de ClOn)., Para correg1r la d1recc1ón de la marcha y eliminar los obstáculos
nuev~ cuño: la de la mano invisible. Según ella, la armonía del conjun- que sol~ el_h?mhre ha puesto _en este e3:mino, basta con dejar actuar la
to y el mayor beneficio colectivo son un resultado independiente de lo «mano mvts1ble~. en las relaciOnes soc1erales y limitar la potestad del
que pretendan las voluntades particulares, cuya !"otivación e~, m~s Estado en lo poht1co. ·
bien, el interés privado. Los desec;>s reales ~on eg01sta~, pero elmteres ~o ~be, Pl!es, acus~r a ~!os, porque él no se ocupa de la humani-
general -en virtud de una pecuhar astucia de la razon/naturaleza- dad (md1ferenc1a parad1gmattca para la actitud del soberano ante lo
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.>' .. :·.,JORGE,L:OOnl·. • ·- ._,_. PENSAMIENTO'!OLITICO MODERNO
económico). Sólo el hombre es imputable, por ·ser único causante y para l~s principios :hasta,entonces recluid?s en la privacida~: exige
responsable de lo que aconteee a lo largo de una historia que él mismo ~C?Irnr al secreto, sunultaneamente denunciado como práctica· estatal
construye libremente, sin máculas originarias. Al aprehender el signifi-: In)US~. De aquí el empeño sectario del militante ilu1Dinado, su perte-
cado de la historia como proceso redentor laico, los urbanos saben nencia a sociedades secretas y cofradías 111asónicas; las cuales, por su
también que sus esfuerzos ar_rojan corolarios ajenos a lo que desean p~rte, representan la primera forma de organización societal autocons-
conscientemente, pero conformes a una legalidad supraindividual y Ciente de su capacidad para manejar el Estado todo, bajo los lemas de
neutra. Su moral pública será dejarse arrastrar por ella y luchar para la solidaridad, fraternidad y cosmopolitismo.
que pueda hacerlo sin trabas políticas irracionales. Reivindicando el De todos modos, la enseiianza visible y la acción invisible de la
mundo como espacio donde reconquistar la inocencia; comprendida la razón, en lo alto y en-lo bajo, entre los esclarecidos en el poder y aque-
historia como una fenomenología de la virtud (desde su confinamiento llos que se organizan (en instituciones sociales novedosas o en el seno
en la conciencia del súbdito obediente hasta su tumultuosa extrover- de corporaciones tradicionales) por atceder a él, coinciden en la nece-
sión con el ciudadano en armas: 1789), los pensadores políticos invo- sida~ ~e su~~ituir progresivamef!te el ~o~i~io de los hombres por la
can la Filosofía de la historia para conceder legitimidad a la categoría admsmstracion de las cosas. El nucleo Idelogsco es: dejar a la naturale-
más reacia a racionalizarse: la revolución. za libre de ,a~adur~s arbitraria~, para que se autorr~gule. El propósito
El término «revolución» tiene, entre los modernos, la ambigüedad de una polmca as1 conceptuahzada apunta, de algun modo ~ la diso-
que le dan sus simultáneas connotaciones de restauración de lo prísti- lución de lo político mismo. '
no y de apertura a lo nuevo o realización aún no acontecida de valores
e ideales. En analogía con el movimiento planetario, la revolución
menta el cumplimiento de un ciclo y el regreso al origen; pero como IV.l. Realidad y filosofía política de la Modernidad euro-occidental
recomposición de l_o auténtico en un nuevo comienzo. El «tiempo» a~arecen, enronces,_ar~iéuladas sobre la base de un dualismo insupri-
revolucionario depende, así, de la capacidad que los sujetos históricos mible y del reconocimiento de una polaridad estructural. El dualismo
tengan para acelerarlo, para adecuar lo real a lo ideal; sólo que, cual- es el de sujeto/objeto, o ~ea, de ':ln Yo (individual y plural) que se pone
quiera sea el ritmo que se le imponga a la historia, las profundas refor- ante lo real como su mstanc1a ordenadora, tanto en el dominio
mas -ínsitas en la noción misma de cambio revolucionario- nacerán cognoscitivo y tecnológico de la naturaleza, como en el de la voluntad
de la decisión colectiva de implant?lr el orden justo en una realidad que crea un sistema de convivencia conforme a la razón. Pero que, en
corrupta, mediante la remoción de lo no-natural. Y ello conlleva un a~bos casos, sabe que nunca podrá llevar sus funciones a un cumpli-
modo de actuar peculiar. miento acabado ~·que la realida_d desafiar~í. siempre los esfuerzos por
Cuando los iluministas denuncian la iniquidad y rcdam~1n cambim auccuarla al moJelo. La po/andad es la que se establece entre los
radicales, las circunstancias de la época imponen a la praxis revolucio- momentos socieral y estatal, entre lo particular (los individuos ajetrea-
naria una modalidad antitética a la metáfora que identifica a sus acro- 1 dos por la bús~ueda de la utilidad personal) y lo universal, la ley como
res1"actuar no a la luz, sino en secreto, iluminando desde la obscuri- forma normativa acompañada de coacción.
dad. Cuando la conciencia ciudadana se constituye como criterio de lo Ninguna de las dos tensiones es resoluble radicalmente al menos
útil o pernicioso para la colectividad toda, en oposición al «déspota», en los términos con que los modernos las categorizan. Nues;ros filóso-
a los iluminados no les queda sino combatir en secreto para elevar la fos proponen, más bien, mediaciones para desactivar los enfrentamien-
virtud «patriótica~ a régimen de vida. 1 tos y evitas los desemboques anárquico o despótico. Para ello, desa-
El soberano absoluto busca extirpar del espacio público toda rrollan sus conceptos a lo largo de dos ejes doctrinarios (a menudo
opinión que juzga deletérea para la paz y el orden, pero para lograrlo entrecruzados), cada uno de los cuales se inspira en valores distintos,
siente que debe substraerse a la visibilidad: el imperium tiene sus arca- aunque emparentados estrechamente: la paz y la libertad. Obviamente
nos y el súbdito no debe intentar esclarecerlos, so pena de ver peligrar 1 las dos series categoriales que se despliegan desde estas premisas axio~
su propia seguridad, confiada al príncipe. El Rey Sol ve e ilumina, su lógicas están motivadas por situaciones históricas características: en
i • luz no deja zonas obscuras, vacíos de poder; pero no debe ser visto: un caso, la guerra civil; en el otro, la presión absolutista sobre los
enceguece. Pero la racionalidad que sostiene esta concepción termina movimientos soc~etales e~ expansión. En este sentido, podría detectar-
generando un efecto especular en el polo opuesto. Absolutismo y se una prevalencsa en el siglo XVII de la línea inspirada en la exigencia
verdadero iluminismo son incompatibles, y para alcanzar su meta los d~ orden; y de la que remite a la reivindicación libertaria y limitacio-
voceros de la razón se ven obligados a recurrir al ocultamiento para msta del poder estatal durante las últimas décadas del xvm. Pero sería
luchar por el desocultamiento. El intento iluminista de publicitar la también :quí:v~co de~conocer la. relatividad de esta diacronía, ya que
moral y gobernar según naturaleza, conquistando el espacio público una locahtac10n precisa de las diversas formulaciones muestra cómo,
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