Claves de Armonia
Claves de Armonia
Claves de Armonia
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Nota de la autora
Después de estudiar y admirar los grandes teóricos de la Armonía, sus tratados, métodos, aportes
innegables como compositores, musicólogos y estudiosos en fin de los procesos armónicos en la
música tonal, parecería que no es necesario crear un libro más de esta materia, de repetir, quizás, lo que
tantos han dicho a lo largo de varios siglos de hegemonía de la tonalidad en la creación musical. Pero
creo que proponer este nuevo texto –Claves de Armonía- que por más de treinta años llevo concibiendo y
experimentando –a través de mi ejercicio como músico, investigadora y profesora- y que me ha llevado
a la acuciosidad y al análisis de innumerables fuentes y de las propias obras de la literatura musical, me
da el derecho de aportar ―un granito de arena‖ al todavía hoy complicado mundo de la armonía –tonal
en este caso- que, pese a la vertiginosa evolución del pensamiento musical en el siglo XX, persiste aún
en el paisaje sonoro contemporáneo. El hecho mismo de interpretar –en su más amplio sentido- toda la
música del pasado y mucha del presente, exige conocer y ―re-conocer‖ cada vez más el patrimonio
legado. Por otro lado, la carencia de textos adecuados, y las escasas ediciones de magníficos
compendios –antiguos y actuales- que permanecen fuera del alcance de estudiantes y profesionales de
este campo, constituyeron fuertes motivaciones para acometer esta tarea.
Se ha tratado de integrar en el libro diferentes enfoques de nociones filosóficas, matemáticas, del arte en
general y, por supuesto, de la música en particular, bajo una óptica dialéctica que me ha permitido
descubrir nuevos caminos, o al menos, aclarar y proporcionar vías de acceso al vasto, y para muchos
enrevesado e impenetrable universo armónico. Igualmente he pretendido facilitar con lenguaje claro
algunos acontecimientos realmente complejos por sus variadas connotaciones y ambiguos
comportamientos, imposibles de razonar bajo posturas esquemáticas y cerradas, y que en algunos
volúmenes son tratados unilateralmente o simplemente no abordados, esquivando lo confuso o difícil
de su interpretación. Y es que la dinámica interna de tales procesos no admite revelar una sola mirada,
sino múltiples, más en concordancia con lo sutil y sorprendente del arte mismo.
Por tal razón, se encontrarán aquí particularidades inherentes a la ciencia armónica, tanto en su
dimensión técnico-expresiva, como analítica e histórica, y no sólo en el orden teórico, sino en la
aplicación práctica correspondiente, con un sentido progresivo de los contenidos. Se presentan tablas
ilustrativas y generalizadoras de determinados fenómenos armónicos que integran aspectos estructurales
y funcionales vistos desde una nueva perspectiva y que han sido resultado de la experiencia acumulada
en todos estos años. Igualmente se hallan melodías y bajos para armonizar de forma escrita y al piano, y
abundan también los ejemplos de creaciones de distintas épocas que corroboran los planteamientos
expuestos, además de otros referentes contextuales y de significación en la forma y dramaturgia
musicales. Así mismo se destinan diversas muestras para analizar y generar variaciones armónicas, y se
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refieren progresiones concretas o estereotipos de uso frecuente en la composición musical, junto a las
respectivas sugerencias para la ejercitación. Todo ello, con la guía de un profesor y la voluntad
individual del interesado, puede resultar efectivo para el logro de habilidades y capacidades en este
ámbito. Se sobreentiende, como es lógico, la sólida base musical previa que requiere la iniciación y
desarrollo en esta disciplina, cuyas dificultades quedarán despejadas si se emprende desde el principio
con pasión, dedicación y constancia.
Mi agradecimiento especial a todos mis alumnos que a lo largo de tantos años me han incitado a
plasmar, finalmente, una parte del conocimiento y experiencia adquiridos en esta especialidad. Ellos han
sido la razón de mi entrega por todo lo hecho y lo que aún siento debo crear. Si de algo estoy
plenamente segura es que cada clase, cada reflexión en conjunto, es un acto de amor que me compensa,
renueva, y ratifica que entonces empezamos… Me apropio de las sabias palabras de Félix Varela
cuando dijo que ―los que enseñan, no son más que compañeros de los que aprenden‖. Así que, vendrán
otros textos, porque sigo en deuda.
Iliana García García
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Introducción
El desarrollo de la musicología desde finales del siglo XIX y su avance en la siguiente centuria, unido a
los trabajos existentes en diversas ramas del saber, hicieron posible el enriquecimiento de la Armonía,
que, siendo una técnica, devino ciencia al estudiar consecuentemente los múltiples procesos que tienen
lugar en diferentes contextos y estilos musicales. Las estructuras armónicas y sus conexiones
funcionales en tales procesos son ―resignificadas‖ y sometidas a disímiles criterios en relación con los
presupuestos estéticos, formales y dramatúrgicos de la obra musical. Así, el trabajo en el ámbito
armónico -en ocasiones limitado a esquemas y muchas veces sin un sentido artístico en su proyección
didáctica- cobra nueva dimensión mediante el análisis de los parámetros involucrados, la práctica
consciente de sus comportamientos, y el conocimiento y dominio de claves esenciales para su
aplicación en las distintas esferas de la actividad musical.
Aportes fundamentales de teóricos, pedagogos, creadores y músicos del XX enriquecieron –en este
campo- el acervo heredado de siglos precedentes. Los importantes trabajos de J. P. Rameau revelados
ya en 1722 en su libro Traité de l’harmonie reduite à ses principes naturels, son una muestra tangible de lo que
desde mucho antes se venía gestando. Los adelantos de la Acústica entonces, y posteriormente el
acelerado desarrollo de la técnica, así como de la lingüística estructural, la aplicación de teorías
matemáticas –sobre todo la de las funciones trigonométricas- y la Informática, contribuyeron de
manera ostensible al desenvolvimiento de la ciencia armónica, que tomó de aquellas, determinadas
categorías para conformar su propio arsenal teórico.
Hugo Riemann, Arnold Schönberg, Paul Hindemith, Walter Piston, o Heinrich Schenker son nombres
que aparecen ligados a los estudios de la Armonía en el siglo XX. Otro grupo importante es
imprescindible mencionar, sobre todo por su contribución al avance de la teoría de la funcionalidad (ya
tratada de cierta manera por algunos de los anteriores) y la del proceso de ―entonación‖ cuya aportación
pertenece a Boris Asafiev. Este último junto a Y. Tiulin, L. Mazel, Y. Jolopov, I. Sposobin, S. Skrebkov,
T. Bershadskaya y muchos otros… herederos a su vez de Rimski Korsakov, P. I. Tchaikovski y los
clásicos rusos, conformaron una pléyade de musicólogos ruso-soviéticos que emprendieron estudios
cardinales aún hoy poco conocidos fuera de su contexto y que marcaron pautas en el desarrollo de la
disciplina con carácter científico.
El valorar las posturas de tales teóricos posibilita el encuentro con los disímiles caminos recorridos por
el complejo mundo armónico y los puntos de vista comunes u opuestos que acaso conduzcan a un
mismo lugar, sólo que con énfasis o presupuestos diferentes. Enfoques estructuralistas, así como
funcionales, se nos presentan a veces definidos como nociones separadas, pero capaces de integrarse
bajo una perspectiva dialéctica que a modo de síntesis, permita entender tales fenómenos en su
interacción y aplicabilidad a los diversos contextos históricos, socio-culturales y artísticos concretos.
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En los capítulos del libro, dividido en tres partes, se podrá acceder, no sólo a los aspectos técnicos, sino
a múltiples modos de operar los fenómenos armónicos en un ámbito determinado. El carácter
progresivo de los contenidos permitirá partir de lo simple a lo complejo con la intención de una mejor
comprensión de los acontecimientos.
Algunas cuestiones preliminares será menester señalar, aunque más adelante se profundicen, en
consecuencia con los propósitos establecidos para una adecuada asimilación y consolidación.
Presumiendo cierto grado de habilidades teórico-prácticas en las disciplinas del Adiestramiento, el
Solfeo y otras de índole histórica, resultará familiar, pero también necesario, el trazado de un breve
panorama introductorio a este estudio de la Armonía.
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De modo concreto se puede afirmar que la armonía comprende el estudio de los acordes y sus interrelaciones en un
determinado sistema, su lógica de ordenamiento en el tiempo musical, es decir, sus aspectos estructurales –ubicaciones de los
sonidos y las conexiones entre ellos- y a la vez los vínculos de unas y otras estructuras y sus significaciones particulares y
generales. De aquí se deduce su aspecto vertical y horizontal. La armonía constituye parte esencial de la obra musical y
está condicionada por lo histórico, cultural y sicológico, así como lo específicamente musical característico de cada época,
grupo social o individuo.
El acorde
Aunque de dos sonidos de un intervalo armónico o melódico se pueda inferir un acorde de acuerdo al
contexto, dentro del sistema tonal no son suficientes para constituirlo. El acorde es pues la unión e
interacción de tres o más sonidos, mediante intervalos establecidos y cuya sonoridad ocurre de manera
simultánea y vinculada a la melodía como relieve. Los diferentes acordes relacionados conforman el fondo
en el tejido musical.
El acorde constituye, entonces, una unidad indisoluble, un ente íntegro, históricamente condicionado y estructurado por
determinados tonos o alturas con un sentido y función dentro del contexto musical, sea él solo o enlazado a otros acordes
para formar una progresión armónica. Mantiene estrecha relación con otros medios expresivos de la música como la
textura y factura, el registro, la dinámica, el metrorritmo, y es por ende, componente esencial e ineludible del proceso
armónico.
Un acorde por sí mismo, independiente del conjunto, no tiene significado. Está inevitablemente
supeditado a las relaciones tonales y funcionales del sistema.
Los acordes en el sistema tonal están formados por terceras superpuestas. Se tienen entonces tríadas,
séptimas, novenas… En su estado fundamental las terceras aparecen sucesivamente, no así en las
inversiones que originan diferentes tipos de intervalos respecto del bajo:
Ej. 001
Funcionalidad
Ha sido de suma importancia la comprensión plena del proceso de funcionalidad, mediante el cual se han
esclarecido una mayor cantidad de fenómenos de la armonía tradicional que antes eran inexplicables.
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Aplicado al arte en general, el término funcionalidad, que tiene su origen en la filosofía y las
matemáticas, se utiliza en la musicología en tal sentido.
Las funciones trigonométricas en particular, dentro de las ciencias matemáticas, comprenden un sistema
estable de los elementos que depende de los cambios de un cierto tercer valor o magnitud (variable).
Esa interpretación de la función llevada al arte, y a la armonía específicamente, abarca un sistema
estable de relaciones que tienen los componentes del lenguaje musical. Dentro de la tonalidad se
expresa un conjunto estable de atracciones donde todos los sonidos gravitan a un centro. Los acordes,
como parte del sistema, están igualmente vinculados entre sí, juegan una determinada función. A la vez
que constituyen estructuras, están interrelacionados dentro del proceso armónico con un significado.
El sistema tonal, entonces, está concebido bajo principios de estabilidad e inestabilidad, de reposo y
movimiento. Los sonidos y acordes que lo integran presentan diferentes grados de estabilidad o
inestabilidad según su subordinación a los centros que representan tales categorías. De acuerdo a ello,
las funciones de los mismos se pueden clasificar de más o menos estables o inestables, no sólo por la
función específica de tónica, subdominante o dominante, sino también por los estados de los propios
acordes, si se encuentran sobre la fundamental o si aparecen invertidos. Esto permite su aplicación en
disímiles momentos del acontecer musical.
Partiendo de los sonidos estables e inestables del sistema y las posibles resoluciones de los últimos en
los primeros se tienen:
Ej. 002 a,b,c
Estables
Inestables
Resoluciones
Ellos a su vez forman los acordes que tendrán mayor o menor tensión según el grado de estabilidad que
tales sonidos posean. Si a estos se suman las notas alteradas como parte del cromatismo (con
resoluciones no estrictas), la gama entonces será mucho más amplia, y originará nuevos acordes.
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En los límites tonales se encuentran tres grupos funcionales de acordes, determinados por el grado de
estabilidad o inestabilidad respecto del centro: la tónica (T), de forma que se tiene como grado
fundamental de máximo equilibrio a la tríada de I grado.
Los dos grupos inestables son el de subdominante (S) y el de dominante (D), cuyos acordes principales
son las tríadas de IV y V respectivamente. Estos constituyen un tipo más o menos fuerte de tensión de
acuerdo a los sonidos inestables que los compongan. La subdominante es menos inestable, sin embargo
la dominante tiene la sensible (grado más inestable) por lo que resulta más tensa y atraída por la tónica.
De esta manera, existen regularidades en las formas de vincular los tres grupos (T-S-D), que responden
a una lógica de desarrollo funcional desde el reposo hasta el máximo movimiento. Así, se pueden
establecer algunas combinaciones de los mismos:
T–D–T
T–S–T
T–S–D–T
Los demás acordes construidos sobre el II, III, VI y VII grados (tríadas secundarias), podrán extender
las áreas funcionales y sustituir a los acordes fundamentales que representan dichas funciones.
2) Las duplicaciones de los diferentes tonos del acorde, en concordancia con su estado y número de
voces de la armonía. Un sonido del acorde se puede duplicar teniendo en cuenta la cantidad de
voces en un formato determinado. Existen sonidos más duplicables que otros de acuerdo a la
jerarquía de éstos en el tipo de tríada o séptima y su función en la tonalidad.
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3) La disposición del acorde, es decir, las distancias entre las voces produce ubicaciones abiertas,
cerradas o mixtas, así como diferentes posiciones melódicas (tono en la voz superior). En la
armonía a cuatro voces el acorde se dispone verticalmente con sus sonidos a distancias con
relativa amplitud en correspondencia con la altura de la melodía, abarcando los registros y
espacios convenientes.
2) La conducción de voces que tiene sus propias leyes y tiende –en su desarrollo- a la
polifonización de la factura. Las voces marchan formando melodías más o menos
relevantes según la categoría asignada a cada una en la armonización. Ellas forman un
dibujo coherente y ―visualmente bello‖. Tómese de ejemplo un coral de Bach y confírmese
el trazado de las líneas melódicas:
Ej. 003
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Algunas tendencias de pensamiento enfocan más una dimensión sobre la otra. Sin embargo, la
conjunción de ambas y la conciencia de cómo intervienen en el texto y contexto musical es
imprescindible para mejor comprender los eventos armónicos.
Se deriva de todo lo anterior que la armonía actúa en diferentes tipos de textura y factura.
Los acordes se muestran no sólo en su forma vertical donde suenan simultáneamente los sonidos que
los componen. Ellos suelen revelarse en diferentes tipos de texturas y facturas lo que genera la
posibilidad de variaciones con una misma armonía. La textura musical está relacionada con las formas
de pensamiento musical, la organización de las relaciones sonoras entre relieve y fondo, es decir la
melodía o las melodías y la armonía. Por ello se habla de monodía, polifonía y homofonía. La factura
sin embargo, es la manera en que se expresa la textura, el diseño o construcción de aquélla, su
presentación material, y está determinada por factores histórico-estilísticos, el género, el medio sonoro,
y el propio estilo composicional del creador. De ahí que se haga referencia a una factura del Clasicismo
o Romanticismo, de vals, de estudio, pianística, orquestal, coral, chopiniana, bachiana, etc.
Independientemente de estas condicionantes, existen procedimientos técnicos para crear facturas que
son inherentes a cualquiera de sus manifestaciones.
Las figuraciones armónicas, por ejemplo, se presentan cuando el acorde aparece no de forma simultánea,
sino sucesivamente por los tonos que lo componen. Los variados arpegios, bajo de Alberti,
quebraduras, etc. son muestras de este tipo de factura. Un esquema de acordes puede originar una
factura de figuración armónica:
Ej. 004
(Esquema)
Ej. 005
Figuraciones armónicas:
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Las figuraciones rítmicas, por otro lado, crean ritmos constantes sobre una determinada armonía para
provocar un efecto más activo o emotivo y actuar como relleno:
Ej. 006
El doblaje colorístico como su nombre lo indica, duplica, triplica o amplía cuantas veces sea necesario
alguna o varias de las voces de la armonía para adaptarse al medio sonoro o al género escogido por el
autor en una obra:
Ej. 007
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En esta muestra se combinó el doblaje colorístico con la figuración armónica.
Las figuraciones melódicas propician la ornamentación a los acordes para crear melodías en una o varias
voces en dependencia de la textura, si es homófona o polifónica. Todos los casos de notas extrañas a la
armonía entran aquí a jugar su papel para enriquecer las líneas a la vez que originan nuevas sonoridades
acordales.
Ej. 008
Factura sencilla:
Ej. 009
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Factura más compleja:
- Retardo
Se utiliza en tiempo fuerte o relativamente fuerte, en el propio tiempo del acorde. Tiene tres momentos:
preparación (en consonancia del acorde anterior); retardo propiamente dicho (disonancia en el acorde,
tiempo fuerte) y resolución (consonancia en el acorde, tiempo débil).
Ej. 010
- Apoyatura
El retardo sin preparación es la apoyatura. No se prepara y tiene la disonancia en el acorde (tiempo
fuerte o relativamente fuerte) y resolución del sonido retardado en tiempo débil.
Ej. 011
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- Paso
Se forma por segundas ascendentes o descendentes en tiempo débil de un acorde a otro:
Ej. 012
- Bordadura o auxiliar
Se origina por segundas ascendentes o descendentes con retorno al sonido de partida e igualmente en
tiempo débil:
Ej. 013
- Escapatoria
Utilizada en tiempo débil, sale por salto de un acorde y entra al otro por movimiento conjunto, o
viceversa, sale por segunda y entra por salto al siguiente acorde:
Ej. 014
- Anticipación
Como su nombre indica anticipa una o más notas del siguiente acorde, siempre en tiempo débil:
Ej. 015
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- Nota libre
Sucede en tiempo débil y es otra posibilidad de nota extraña que puede realizar dos saltos saliendo y
entrando al acorde siguiente:
Ej. 016
Tales ornamentos se combinan unos con otros creando una trama compleja. En el capítulo del libro
dedicado al tema se tratarán más exhaustivamente. No obstante se precisa desde el comienzo apuntar
aspectos fundamentales de los mismos ya que los ejemplos musicales que ilustran los contenidos no
pueden prescindir de este tipo de factura inherente al lenguaje musical.
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Capítulo I
Estructura y clasificación de los acordes en la armonía tonal. Ubicaciones y posiciones
melódicas. Movimiento de las voces.
En la armonía tonal, es decir, la que se desenvuelve desde el Barroco hasta el Romanticismo (teniendo
como antecedente los procesos ocurridos en el Renacimiento), el acorde está constituido por terceras
superpuestas. Esta estructura tiene su fundamento acústico en el fenómeno físico-armónico o teoría de
los armónicos naturales. Es preciso recordar que en la serie de armónicos producida por un sonido, los
cinco primeros originan la tríada mayor:
Ej. 017
Serie de armónicos
Tal serie constituye la base acústica argumental para gran parte de los eventos acaecidos en la armonía y
en la música en general.
Como se observa en la propia serie, el sonido fundamental aparece inmediatamente a la octava, después
le sucede la quinta y vuelve a emerger en la cuarta. Esta aparición continua lo refuerza obviamente, al
mismo tiempo que se le concede a la quinta un sitio prominente (quinta del acorde) y luego a la tercera,
la cual ―dibuja‖ la tríada mayor. Este orden de la sucesión, así como sus subsiguientes reiteraciones,
confiere a cada tono del acorde tríadico su propio valor, fundamenta las duplicaciones más
convenientes, su jerarquización, e incluso –quizás lo primordial- justifica la propia estructura por
terceras. Ya Rameau, en el siglo XVIII, pudo deducir y exponer todo esto y aún más, cuando al no
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encontrarse la triada menor, la explica –de manera ficticia- mediante la construcción en espejo de la
serie lo que además confirma la triada de subdominante:
Ej. 018
La clasificación de los acordes en tríadas, séptimas (o cuatríadas), novenas…será de acuerdo con los
intervalos de tercera, quinta, séptima, novena… que los forman. Así se tienen, en el caso de las triadas,
las perfectas, mayor y menor; la disminuida y la aumentada:
Ej. 019
Empero, en las séptimas, se pueden combinar diferentes intervalos cuyos resultados sonoros tenderán a
disímiles tipos de disonancias, más o menos fuertes, según sean las séptimas, las quintas, terceras, y sus
consiguientes disposiciones:
Ej.020
Es necesario comenzar a estudiar la armonía con el formato a cuatro voces, cuyos registros y ámbitos
serán los propios del coro mixto con sus limitadas posibilidades de extensión (aunque utilizando el
teclado es posible recurrir a mayores amplitudes en las partes). Ella servirá de base para la aplicación de
otros tipos de factura y en las armonizaciones a menos y más de cuatro partes, así como acometer
tareas mucho más complejas en el orden analítico y compositivo. La naturaleza misma de las voces
humanas -su diferenciación tímbrica por un lado, que permite distinguir las líneas por separado
(horizontalidad), y la cohesión armónica por otro, que logra uniformidad sonora simultánea
(verticalidad)- hace que este tipo de formato sea el ideal para estudiar los fenómenos y acontecimientos
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armónicos, que más adelante serán llevados a nuevas combinaciones instrumentales o vocal-
instrumentales.
Los registros medios de cada voz son los más cómodos para desenvolver sus melodías, no obstante,
por breves momentos, a veces en secciones climáticas de las obras o en meros ejercicios, se recurre a
los extremos respectivos, lo cual puede redundar en recurso sumamente provechoso para alcanzar un
propósito artístico.
Para iniciar este aprendizaje también se debe precisar la particularidad de los tonos del acorde, ya sea en
tríadas, séptimas y otras construcciones armónicas.
El bajo en el estado fundamental del acorde recibe el nombre de fundamental o “prima”, el sonido
siguiente que forma la tercera con dicho bajo se llama tercera, y el que produce la quinta, igualmente se
denomina quinta. Se enfatiza este aspecto, pues aun cuando el acorde se encuentra en otra posición o
inversión, tales tonos mantendrán su denominación y sentido, independientemente de los intervalos
que formen entre sí.
Ej.022
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Las duplicaciones de los acordes
Al utilizar las tríadas perfectas sobre los grados fundamentales I, IV y V en la escritura a cuatro voces,
se duplicará básicamente la fundamental o prima (aspecto también basado en la teoría de los armónicos),
con lo cual el acorde sonará más completo o ―reforzado‖. En algunos casos se puede duplicar la quinta
y más excepcionalmente la tercera, pero se prefiere como norma, sobre todo en el estado fundamental
de estos acordes, la duplicación del bajo que corresponde a la prima de la tríada.
Ej.023
Los acordes a cuatro partes se disponen en ubicaciones cerradas o abiertas. La ubicación cerrada es aquella
en la cual no se puede intercalar una nota del acorde entre las voces de tenor y contralto, y contralto y
soprano (distancias de terceras o cuartas).
Ej.024
En la ubicación abierta, a diferencia de la anterior, sería posible incluir alguna nota del acorde entre las
voces superiores (tenor y contralto, contralto y soprano).
Ej.025
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Así mismo, teniendo en cuenta el tono del acorde que se encuentra en la melodía, es decir, en la voz de
soprano, se podrá hablar también de posiciones melódicas, las que se denominarán: de fundamental (o prima),
de tercera, de quinta, etc.
Ubicando los acordes en abiertos y cerrados y con sus distintas posiciones melódicas, se tienen las
siguientes posibilidades:
Ej.026
Como se observa en las diferentes ubicaciones, la distancia entre una voz y otra respeta los espacios de
cada parte, es decir, no ocurre intromisión de una en el ámbito de la otra, lo cual causaría un cruzamiento.
Ej 027
Incorrectos Correctos
Por otro lado, véase como entre una voz superior y otra existe una distancia que abarca menos de la
octava. En los estados fundamentales de las triadas no se llega a ese intervalo, no sucediendo así en las
inversiones que si suelen alcanzarla. Sin embargo, entre bajo y tenor esa extensión puede ser desde el
unísono hasta otras que la excedan. (En casos excepcionales pudiera suceder más de una octava entre
voces superiores, siempre que esté musicalmente justificado.)
Ej. 028
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Unísono Décima
Bajo y tenor
Ejercicios
- Ejecutar al piano todas las ubicaciones factibles, abiertas y cerradas con sus tres posiciones
melódicas, sobre I, IV y V grados en diferentes tonalidades.
Sugerencias:
Para la ejecución al teclado siempre se debe comenzar colocando el bajo (en la mano izquierda),
después la posición melódica (mano derecha) y por último las voces internas (tenor y contralto). Debe
ejercitarse hasta lograr la habilidad y llegar a tocar automáticamente.
Para las ubicaciones cerradas, es recomendable, y resulta más fácil, abarcar las voces superiores (tenor,
alto y soprano) con la mano derecha, pues las tres ―caben‖ en la extensión natural de la mano por tener
intervalos menores en su estructura. La izquierda sólo tocará el bajo.
Progresión armónica
Un acorde puede ser enlazado con otro de manera que esa conexión origine un significado. En esa
―entidad armónica‖ se tendrían en cuenta determinados fundamentos como el movimiento de las voces y la
lógica u ordenamiento de la sucesión (principio de horizontalidad), e igualmente las ubicaciones de los
acordes, su estado (fundamental o inversión), posiciones melódicas, y duplicaciones más convenientes
(principio de verticalidad). Tal conjunto de acordes, aptos bajo estas normas, con una funcionalidad
dentro del proceso armónico y la forma musical, constituyen una progresión armónica. Así como el acorde
establece una unidad de estructura y función específica en un ámbito concreto, la progresión está
conformada por dos o más acordes que íntegramente poseen un diseño propio e igualmente una
significación.
Movimiento, marcha, cambio, sucesión, términos estos vinculados a la progresión, expresan los
diferentes matices que adopta el concepto, que por un lado involucra el avance de los acordes y por
otro la relación entre ellos para crear significado. Pero su alcance no es sólo entre los acordes
inmediatos que componen la progresión, sino con otras nuevas progresiones implicadas en la totalidad
del contexto musical.
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En principio, un acorde puede ser conectado con cualquier otro, pero tal combinación debe obedecer a
un plan fijado que genere la connotación aludida. Por tanto, una progresión excluye toda unión acordal
exenta de sentido, de un propósito determinado según los requerimientos de la obra musical, sea éste
destinado a fijar la tonalidad (fuerza centrípeta), contradecirla en su desarrollo (fuerza centrífuga) o
reafirmarla en la conclusión (fuerza centrípeta).
Al enlazar un acorde con otro se deben seguir determinadas pautas de conducción melódica. Este es
uno de los aspectos relativos al principio de horizontalidad en la técnica armónica antes referido. Tal
movimiento de las voces puede ser de varios tipos: directo, paralelo, contrario y oblicuo.
Movimiento directo: Una voz se mueve por movimiento conjunto y la otra por salto en el mismo sentido.
Ej. 029
Movimiento paralelo: Las dos voces se mueven hacia el mismo intervalo, produciendo intervalos iguales
entre las voces.
Ej.030 a, b
––––––––Correctas-––––––––––
–––––––––Incorrectas––––––––––
El movimiento paralelo es bueno por terceras, sextas o décimas. Las quintas, octavas y unísonos no son
recomendables en este formato (sólo como doblajes para otros tipos de facturas como la pianística u
orquestal). Esto último se debe a que ellas proceden de las antiguas y primarias formas polifónicas,
como el organum paralelo, que en su propio devenir fue prescindiendo de ese movimiento, en virtud de
la independencia de voces dentro de una polifonía más contrastante y auténtica. Al quedar rezagadas no
tuvieron espacio en la música de los siglos XV y XVI y mucho menos en el Barroco con el
establecimiento definitivo de la tonalidad. Posteriormente a la expansión del sistema tonal, es decir, ya
en el siglo XX, dentro de otros contextos –especialmente modales-, suelen usarse tales paralelismos
buscando, conjuntamente, sonoridades remotas y originales.
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Movimiento contrario: Las voces se desplazan en sentido contrario, ya sea por movimiento conjunto o por
salto.
Ej.031
Movimiento oblicuo: Una de las voces se mantiene mientras la otra se mueve de forma ascendente o
descendente.
Ej.032
Tanto el movimiento oblicuo como el contrario resultan muy aconsejables, pues posibilitan la
independencia de las voces y el equilibrio o compensación de las marchas en los enlaces. No obstante,
en la armonía a cuatro, los demás tipos de movimiento se realizan también unidos a estos. En lo
sucesivo, y de manera progresiva, se tendrá en cuenta esta particularidad, atendiendo a los distintos
acordes y las múltiples maneras de enlazar unos con otros. Sin embargo, como generalización de la
conducción de voces, se debe advertir una mesura en dichas movilidades, como resultado de la cual no
todas las voces se desplazarán en igual dirección (a no ser en casos excepcionales expuestos
posteriormente). Otras especificidades se irán viendo paulatinamente, tomando como premisa los
rasgos generales según la propia práctica artística.
Capítulo II
Se consideran fundamentales aquellos acordes de una tonalidad dada que se conforman sobre los
grados de tónica, subdominante y dominante, es decir, el I, IV y V grados respectivamente, que
corresponden, así mismo, a los llamados grados tonales en la teoría musical, por ser los que establecen
la base del propio sistema. Están conformados a su vez por sonidos estables e inestables que
determinan su nivel de estabilización, y por ende su papel dentro del ámbito tonal.
La concatenación entre tales tríadas puede ser de varios tipos y como se infiere, determina una
progresión armónica. Sus relaciones se manifiestan en el paso de una estabilidad a inestabilidad o
viceversa. Tales funciones representan diferentes valores de subordinación al centro tonal -la tónica-
con variadas tendencias, más o menos fuertes, a ―resolver‖ en ella. Así, la dominante posee una mayor
tensión al punto de gravedad por tener sonidos más inestables en su estructura, como la sensible.
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Mientras, la subdominante expresa una clase más débil de tensión a dicha tónica (sus sonidos son
menos inestables).
El vínculo de estas funciones entre sí se efectúa mediante enlaces variados que juegan su rol en el
contexto, según las pretensiones y oscilaciones del devenir en cuestión (movimientos de la melodía,
inicios o finales de partes, desarrollos, etc.). Las de I-IV (o IV-I) y de I-V (o V-I) utilizan dos tipos de
enlace: el armónico y el melódico. El enlace de IV-V (o V-IV), será solamente melódico.
Enlace armónico
Esta clase de unión, tal como su nombre lo indica, es la opción preferida en el proceso de conducción y
enlazamiento de los acordes, pues se genera la menor movilidad entre ellos, a la vez que cambia la
sonoridad o función en la progresión armónica.
Las tríadas de subdominante y dominante (IV y V grados) presentan un sonido común con la tríada de
tónica (I).
Ej.033
En el enlace armónico de I-IV y I-V se mantiene esa nota común y el resto de las voces –excepto el bajo
que va por salto- se mueve al sonido más cercano del siguiente acorde.
Ej.034
Do M
(Ubicaciones abiertas)
Ej. 035
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Do M
(Ubicaciones cerradas)
Obsérvese cómo el bajo transita en uno u otro sentido, pues la marcha de las voces se equilibra con el
sonido mantenido (ligado o repetido) que produce el movimiento oblicuo, mientras que el resto será
paralelo (por terceras o sextas), y directo. Se fundamenta así la predilección señalada por esta clase de
enlace.
Un breve ejemplo del ciclo Amor de Poeta de Schumann utiliza este enlace entre tónica y dominante en
la factura pianística del acompañamiento:
Ej. 036
Ej.037 a, b
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Ejercicios
Recomendaciones básicas:
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Se deberá ejecutar este tipo de enlace en distintas tonalidades y con todas las ubicaciones abiertas y
cerradas. Primero se hará en forma escrita y seguidamente al piano donde se irán creando los hábitos en
el desplazamiento de la mano y la agilidad en la formación y enlace de los acordes. Para esto último se
recomienda la ejercitación en la construcción de diferentes tríadas sobre los grados estudiados en
cualquier tonalidad (imaginar rápidamente los tres grados fundamentales y ejercitarlos en cualquier
tono), de modo tal que al enlazar en el teclado la demora no sea por ese motivo y puedan conducirse las
voces de manera fluida. Ya en el instrumento, se debe prestar atención a la digitación más conveniente,
y a mantener la mano en la posición del acorde hasta que se decida qué rumbo tomar, para así tener
plena conciencia de qué voces se mueven y cómo lo hacen, es decir, el sentido polifónico de la armonía
o contrapunto.
(Se indica debajo del primer acorde la ubicación –a para abierta y c para cerrada- y arriba a la derecha, la
posición melódica del mismo: 1, de prima; 3, de tercera; y 5, de quinta).
1) I 3c - IV - I - V - I
2) V 1a - I - IV - I
3) Ej. 038
4) Ej. 039
Enlace melódico
27
El resultado sería: dos movimientos por tercera (salto mínimo) y uno por segunda, en el mismo sentido.
Por tal razón hay que tener en cuenta la conducción del bajo que debe ser contrario al resto de las voces
(siempre por cuartas). Véase el siguiente ejemplo:
Ej.040
Do M
(Ubicaciones abiertas)
Ej. 041
Do M
(Ubicaciones cerradas)
El enlace de IV a V es del tipo melódico, pues no existe sonido común entre ellos por ser acordes
consecutivos.
Ej.042
Do M
Si se siguiera la pauta de llevar las voces por el camino más cercano como se sugiere en los principios
del movimiento armónico, se ocasionarían marchas paralelas y todas las partes irían en un mismo
sentido, lo cual resulta inadmisible según las normas fundamentales de la conducción de voces, que
persiguen el equilibrio y el contraste de esos movimientos.
Por tanto, es necesario obviar tal paralelismo de quintas y octavas que puede tener lugar entre dichos
grados. Luego entonces, el sonido duplicado (fundamental) en la tríada de IV se moverá melódicamente
28
a una tercera descendente, es decir, al sonido más cercano del V produciendo una dirección contraria al
bajo junto con las restantes voces superiores, que avanzarán por grado conjunto.
Ej.043
Do M
Como efecto se tiene: movimiento por segunda en el bajo y el resto de las partes en igual dirección, de
forma contraria a él. Si el enlace fuera en orden inverso, es decir de V a IV, se tendría exactamente lo
contrario: en vez de cerrar, se abre, el bajo desciende y las voces superiores ascienden:
Ej.044
Do M
Obsérvese cómo en la posición del IV al inicio, nunca debe existir unísono en las voces inferiores para
acceder al V, sino octava, la que permitirá el paso de forma contraria a la quinta entre el bajo y su
duplicación. De no ser así, se formarían unísonos paralelos o cruzados, lo cual sería inconveniente.
Nota: este tipo de enlace con IV y V grados, es válido para cualquier enlace de triadas consecutivas que
se conozcan en lo adelante (V–VI; I–II; III-IV, etc.)
Confírmese también como conclusión que, tanto en el enlace armónico que se ha descrito, como en el
melódico, el tránsito de las voces de una tríada a otra ocurre de forma equilibrada, existe compensación
por las marchas contrarias u oblicuas, y quedan descartados los paralelismos de quintas, octavas y
unísonos al actuar de la manera referida.
Por consiguiente, desde el punto de vista técnico, se prefiere brindar los procedimientos adecuados para
estos tipos de enlace, que si se cumplen según lo expuesto, no se incurrirá en faltas. Igualmente se
propone, como principio, a lo largo de este texto, evadir el ―no se debe hacer‖, es decir, las prohibiciones,
29
muchas veces adoptadas como regla rectora, y enfatizar en el cómo ejecutar los diferentes enlaces, según
las vías generalizadas en la práctica artística, legitimadas y efectivas para la armonización y que llevan ya
implícitos los requerimientos necesarios. Asumiendo este método, se adquirirá más fácil y rápidamente
el hábito correcto, hasta desarrollar habilidades de trabajo armónico, no sólo en forma escrita, sino en el
teclado, lo cual hará innecesario un énfasis en las trasgresiones, para más bien, aspirar con sólida técnica y
convicción estética, a un fin artístico, y no a un mero cumplimiento de una tarea de armonía.
Ejercicios
Ej. 045
Ej. 046
Ej. 047
30
b) V 3ab - I - IV - V - I (mi, si, Mib)
Para los dos anteriores utilizar sólo enlaces melódicos. En los siguientes se harán las dos modalidades
(el armónico y el melódico).
A M A M A A fa menor
Si mayor
Las indicaciones debajo del cifrado señalan el tipo de enlace a utilizar en cada caso: A (armónico) y M
(melódico). Del IV al V no se señala el tipo de enlace pues existe sólo un proceder.
a) I3 c IV V I IV I La mayor
A M A A fa # menor
Mi mayor
b) IV5ab I V I IV V I la menor
A M A A M Re mayor
sol menor
c) Ej. 048
4) Analizar el siguiente fragmento de la parte media del Nocturno Op.37 No. 1 en sol menor de F.
Chopin:
Ej. 049
31
Fíjese la atención en las combinaciones de enlaces realizados por el compositor y el enlace melódico del
segundo compás al tercero, en el que el bajo también asciende con el resto de las voces superiores,
trasgresión justificada por la necesidad de mantener el registro. Analícese también, aunque no se ha
visto hasta el momento, el enlace de V a VI en el último compás (que ocurre de modo similar al de IV-
V referido anteriormente) así como el de V7 a I del final, que teóricamente debe haberse conocido por
las clases de solfeo.
Nota: Recordar que siempre la función de dominante debe llevar sensible, y por tanto en las tonalidades
menores se utilizará la variante armónica.
En cadencias perfectas de los finales es posible —dentro del enlace melódico— efectuar otra
conducción, donde la sensible resuelva en la fundamental del I grado y no en la quinta del acorde
(aunque esta última es posible).
Ej.050
Llamamos desplazamiento de un acorde al movimiento producido por el cambio de una posición a otra
manteniendo su estado inicial, es decir, si está en fundamental, su condición no se altera (si estuviese en
inversión –como se verá más adelante- también se conservará la misma).
Es posible variar la ubicación (de abierta a cerrada o de cerrada a abierta) o la posición melódica (de
posición de prima a tercera o quinta, etc.).
En el caso de un acorde en su estado fundamental hay que desplazar siempre dos o tres voces. El bajo
se mantiene o traslada a la octava (lo que implica el mismo tono y no se considera un cambio).
1ª- se mantiene la ubicación y cambia la posición melódica (se mueven tres voces)
2ª- cambio de ubicación (de cerrada a abierta o viceversa) con cambio de la posición melódica (se
permutan dos voces)
32
Ej.051
Ej. 052
Ej. 053
33
W.A. Mozart, Kyrie de la Misa en do menor
Este fragmento de Mozart está concebido armónica y melódicamente por un mismo acorde de tónica
que se desplaza en el acompañamiento y entra sucesivamente de forma imitativa en las diferentes voces
del coro.
Con este recurso es posible armonizar melodías musicalmente adecuadas por la presencia de saltos, que
combinados con las sucesiones de grados conjuntos aportan equilibrio y coherencia al dibujo general de
las mismas. De igual modo sucedería con la armonización de bajos, a los que puede añadirse tales
melodías convenientemente diseñadas.
Ejercicios
2) Enlazar los siguientes acordes, realizando desplazamientos donde se repita la armonía y con
movimiento lógico (ondulado y proporcionado) en la melodía.
Re mayor
fa menor
mib menor
Ej. 054
Armonización de melodías
Una vez conocidos los enlaces armónicos y melódicos de las tríadas fundamentales, es posible acometer
armonizaciones sencillas de melodías.
34
Para los ejercicios destinados a este fin deben tenerse presente las siguientes premisas:
1) Cada nota de la melodía (soprano) será armonizada con los acordes estudiados (tríadas
fundamentales).
7) Buscar las ubicaciones abiertas o cerradas más favorables de acuerdo con la altura de la línea
melódica. Evitar cruzamientos y movimientos de todas las voces en igual dirección.
8) En algunos ejemplos para armonizar pueden aparecer notas extrañas al acorde, como se
refirió en la introducción que antecede al primer capítulo. Éstas se señalarán en estos primeros
ejercicios, pues hasta más adelante no se verán con rigor, pero para familiarizarse con tales
recursos propios de la música viva es menester verlos desde el principio con cierta regularidad
de modo que incentive la creatividad individual.
9) Cifrar el ejercicio completo antes de comenzar a armonizar acorde por acorde. Este cifrado
realizarlo después de haber analizado la estructura de la melodía propuesta: frases o semifrases,
cadencia final, semicadencia, disposición más apropiada para el principio, etc.
El último punto debe ser el primer paso como norma habitual para cualquier armonización escrita. Es
decir, partir de lo más general en un nivel preliminar y llegar a los aspectos particulares, para finalmente
generalizar aquellos fenómenos que concurren en todo el proceso. Se analiza la estructura de la línea
melódica, sus puntos cadenciales, funciones más favorables en los diferentes sonidos, y cifrar después,
colocando la línea del bajo (aunque a veces ésta tenga que rectificarse en el avance de la armonización).
35
Finalmente, completar con las voces internas. De igual modo para la armonización de bajos se
recomienda diseñar previamente una posible melodía con sentido musical, modificable en el transcurso
según las conveniencias.
Estos aspectos constituyen principios técnicos cardinales para la armonización escrita de melodías y
bajos, válidos siempre, independientemente de la complejidad del ejercicio. Para aquellos destinados al
piano se mantiene esta técnica, aunque se tratarán de ejecutar de forma más rápida y a primera vista.
Ejercicios
- Armonizar de forma escrita y al piano las siguientes melodías:
Ej. 055 a, b, c, d
36
37
- Ejecutar al piano completando las voces internas:
Ej. 056
38
Ej. 057
Las notas señaladas con la cruz son notas extrañas, por lo que no deben ser armonizadas.
- Armonizar al piano:
Ej. 058
39
Enlaces de I-IV, I-V con saltos entre las terceras
Es posible en los enlaces armónicos de I-IV y I-V efectuar una conducción por cuarta o quinta entre las
terceras de ambos acordes. Este movimiento genera cierta expresividad en la línea melódica que lo
contiene y es el único salto posible en los enlaces de acordes fundamentales. Por ser justamente las
terceras los tonos que ―saltan‖, no resulta brusco el paso, sino que transfieren suavidad a la progresión.
Ésta permite combinar ese movimiento melódico (salto) con el enlace armónico (nota común
mantenida).
Tal enlace resultaría entonces: un movimiento melódico (salto de cuarta o quinta) de la tercera del
primer acorde a la tercera del segundo, de manera ascendente o descendente según la ubicación del
acorde inicial; sonido común mantenido y la voz restante conducida por segunda.
Ej.059
40
Observaciones:
3) El salto es posible sólo en soprano o tenor. En la voz de contralto provocaría una distancia
inadecuada entre voces internas, (más de una octava) o un cruzamiento:
Ej.060
Si bien en el tercer caso el resultado sonoro es correcto, el movimiento de las dos voces superiores
produce un cruzamiento.
Ejercicios:
1) Realizar enlaces de I-IV y I-V con saltos entre las terceras, en diferentes tonalidades, de forma
escrita y al piano.
2) Armonizar las siguientes melodías. Las dos últimas armonizarlas directamente al piano:
Ej. 061
41
Capítulo III
Cadencias
En el sistema tonal se pueden encontrar diferentes tipos de cadencias, las cuales constituyen momentos
significativos dentro del proceso armónico en estrecho vínculo con la forma musical. Las cadencias
representan puntos de terminación de frases, semifrases, períodos o secciones con determinado grado
de inestabilidad o estabilidad en dependencia del contexto donde se presenten y de los acordes que las
formen.
En un período clásico de tipo cuadrado (8 compases, con frases de 4 compases cada una, o
proporcionales según el aire) la primera frase tiende a buscar inestabilidad terminando en una función
correspondientemente inestable.
42
pero estable porque es un acorde en su estado fundamental que le da terminación. De tal modo, es
capaz de provocar una continuidad y a la vez delimitar dicha estructura. Esta contradicción dialéctica se
presenta, así mismo, en las relaciones funcionales y tonales de estructuras más complejas, como la
forma binaria, ternaria, sonata, etc.
A veces encontramos finales de primeras frases en subdominante (IV) o en la propia tónica, en cuyo
caso se presentará en una posición melódica de tercera o quinta -más inestable- (ver Ej. 070), para
concluir en posición melódica de fundamental (más estable).
1) T D (T) (s) T
2) T S (T) (d) T
3) T T(T/ s/ d) (d)T
(Posición
Inestable)
La cadencia de D-T recibe el nombre de cadencia auténtica perfecta. Es utilizada en finales de períodos,
frases, y otras partes de la forma musical.
La cadencia de S-T recibe el nombre de cadencia plagal, muy utilizada sobre todo después de la cadencia
perfecta final, a manera de complemento, para ratificar la tónica.
Cuando se utilizan las tres funciones (S-D-T) en un orden natural y más convencional de desarrollo se
le denomina cadencia compuesta o completa.
Esas cadencias pueden verse también ampliadas, en otro plano estructural, mediante giros auténticos o
plagales más generalizados, en los cuales se mantienen las relaciones con las funciones expresadas en las
cadencias, pero en distintos niveles formales. Así tendríamos un giro auténtico en los límites del
período, cuando la correlación entre las frases es de T-D-T (como el esquema visto anteriormente:
primera frase hacia dominante y segunda hacia tónica); un giro plagal si se concibe hacia la
subdominante: T-S-T. Se pueden encontrar también referencias de ―armonías auténticas‖ o ―plagales‖
para expresar predominio, en algunas obras, de este tipo de nexos armónicos.
43
Acorde I64 en cadencia
Por su particular significación, el acorde de segunda inversión de I grado (I64) es destinado a ocupar un
lugar junto al V grado en las cadencias perfectas de finales y semicadencias. Debido a que en el bajo se
encuentra precisamente el quinto grado de la escala, es decir, la quinta del acorde de tónica, queda ésta
perfectamente adecuada para resaltar la función que ha de irrumpir en la terminación de la frase o el
período. Así es que tal sonido se duplica y conduce a la función esencial de la cadencia que es la
dominante.
Ej. 062
Este acorde recibe diferentes denominaciones: cadencial; tónica cadencial, K64; V con dos apoyaturas o
simplemente I64 en cadencia.
Se localiza siempre en tiempo fuerte o relativamente fuerte, después de tónica o subdominante y por
supuesto, antes de dominante. Suena como una acentuada preparación al V grado de la cadencia final o
la semicadencia y puede enlazar con él de varias maneras: como retardo o apoyatura con resolución
descendente (análogamente a esta nota extraña que se estructura en el tiempo fuerte), e igualmente con
movimientos melódicos y saltos.
Ej.063
Obsérvese en la última muestra la posibilidad del salto de sexta con un cruzamiento que en ese
momento es considerado como un desplazamiento del acorde de dominante.
Desde el punto de vista metrorrítmico se puede encontrar el I64 en diferentes momentos del compás:
Ej.064 a, b, c
44
Como se observa, el cadencial ocupa igual tiempo o más que el V.
Se confirma así su ―fuerza‖ o peso rítmico para acceder a la dominante y reforzar la cadencia.
Observación:
Al ejecutar al piano las cadencias perfectas, se debe acentuar ese sentido pesante o de ―caída‖ que
expresa el acorde cadencial en relación con los tiempos fuertes del compás, concientizando
perceptivamente el rol que juega en las estructuras mencionadas.
Ejercicios
1) Enlazar al piano diferentes posiciones de I64 cadencial con V, de forma armónica y melódica y en
secuencias
Ej. 065
45
3) Ejecutar al piano las siguientes cadencias, clasificarlas y transportarlas a cualquier tonalidad:
Ej. 066
4) Analizar los siguientes ejemplos de la literatura musical, señalando las cadencias perfectas,
plagales, semicadencias, tipos de enlaces, así como las funciones de las diferentes progresiones
armónicas estudiadas.
Ej. 067
Ej. 068
Ej. 069
46
Ej. 070
Ej. 071
47
Ej. 072
Ej. 073
Capítulo IV
A la primera inversión de una tríada se le denomina acorde de sexta, debido al intervalo de sexta
causado por la inversión de su tercera inferior.
Ej. 074
48
Los acordes de sexta presentan, entonces, la tercera en el bajo y la quinta y la fundamental en voces
superiores. Esa ubicación le confiere a este acorde cierta inestabilidad, apropiada para el movimiento
dentro del proceso armónico.
Su estructura es, por ende, de una tercera (el bajo con la quinta) y de una sexta (el bajo con la
fundamental), por lo que su cifrado sería: 63 o más simplemente 6 (la tercera se sobreentiende). De ahí su
nombre acorde de sexta.
Ej. 075
De acuerdo con esto, es posible disponer las tres voces superiores de diez maneras diferentes:
Ej.076
Tal variedad de ubicación en esta inversión hace factible una mayor diversidad en sus enlaces con otros
acordes.
49
Es así que las progresiones derivadas de un acorde de sexta con uno fundamental o viceversa podrán
ser del tipo armónico (sin saltos, manteniendo nota común), y melódicos (con diferentes saltos de
cuartas, quintas, sextas, etc.).
Enlaces Armónicos
Como todo enlace armónico, el de acordes de sexta con fundamentales conduce al sonido más cercano
y se mantiene el sonido común:
Ej. 077
Do
El sonido en negritas indica otra posibilidad de enlace armónico partiendo de esa ubicación.
Observación:
En los enlaces IV6 –V ó IV – V6 debe considerarse el movimiento de las voces para no crear quintas y
octavas paralelas, sobre todo en posiciones donde se formen quintas en el primer acorde.
Ej.078
Ej.079
50
En el ejemplo se observa que en el primer caso (movimiento hacia la quinta disminuida) se compensa el
salto al grado conjunto en sentido contrario.
Ej.080
El movimiento de una tríada fundamental a su primera inversión o viceversa, constituye cierta forma de
desplazamiento, pues se mantiene la armonía aunque cambia la posición del bajo, así como cualquiera
de las otras voces, en dependencia del propósito musical deseado:
Ej.081
Del tercer al quinto compás, se expone un desplazamiento en una sola voz del acorde de sexta, gracias
al intercambio entre la quinta y la fundamental como sonidos duplicables de esa inversión.
En algunos casos, al desplazar un acorde fundamental a uno de sexta, o en este mismo al mover una
voz, es posible duplicar la tercera, siempre que no se toquen simultáneamente (para no reforzar dicho
tono), sino que una de ellas se mantenga y la conducción sea de modo natural al siguiente acorde.
Ej.082
51
Enlaces con saltos
Ej. 083
En el ejemplo se muestran progresiones de acordes fundamentales con acordes de sexta entre T-S y T-
D. Obsérvese cómo los saltos de cuarta y quinta de forma ascendente se realizaron entre los sonidos
fundamentales de ambos acordes o las quintas de los mismos. Al ser el salto ascendente, se produjeron
posiciones más abiertas.
Ej.084
Así mismo ocurre en el sentido contrario, es decir, en enlaces de acordes de sexta y fundamentales entre
las mismas funciones (de T-S, T-D). Los saltos también se producen entre las fundamentales y las
quintas respectivas:
Ej.085
Pueden generarse saltos en dos voces simultáneamente (prima con prima y quinta con quinta):
Ej.086
52
Los acordes de sexta pueden igualmente enlazarse entre sí. En estas progresiones el movimiento del
bajo ocurre por saltos si se enlaza I6 con IV6 ó I6 con V6, mientras que de IV6 a V6, y viceversa, será por
movimiento conjunto. En el primer caso, el salto del bajo obliga a prescindir de cualquier otro que
podría originarse en voces superiores. Es preferible, entonces, el menor movimiento, aunque si es
necesario queda justificado al menos uno en la melodía superior. Obsérvese el ejemplo:
Ej.087
En el segundo caso, o sea el enlace IV6 – V6 hay que considerar las particularidades de estos dos
acordes que son consecutivos y que pueden, por tanto -tal como se ha visto en ejemplos anteriores-
ocasionar intervalos de quintas u octavas paralelas. Debe velarse además, que el movimiento del bajo en
el modo menor armónico, forma la segunda aumentada característica, la cual se obviará mediante:
Ej. 088
No
Ej. 089
53
J.S. Bach, Coral No.14
Observación:
Frecuentemente se producen –en los enlaces de acordes de sexta con triadas fundamentales-
determinadas octavas y quintas denominadas ocultas, las cuales se reconocen como inadecuadas en la
práctica musical. Se dice así, porque no todas las quintas y octavas por movimiento directo resultan
inconvenientes. Sólo aquellas que se forman entre las voces extremas y con salto en la soprano (el bajo
por movimiento conjunto), son consideradas como ocultas. Véase el ejemplo:
Ej.090
Ej.091
La primera propuesta resultaría incorrecta, pues el bajo produce una segunda en igual dirección que el
salto de la voz superior. La segunda, sin embargo, causa un movimiento contrario entre bajo y melodía,
eliminando la octava oculta generada en la anterior. La limitación de estos intervalos tiene relación
también con el fenómeno físico-armónico, pues no es igual el salto en bajo y la segunda en soprano,
que lo contrario, lo cual crea una cierta disonancia por los armónicos graves. No obstante, en casos
excepcionales se puede optar por la aceptación de esas quintas y octavas si la melodía y demás
componentes armónicos lo precisan a favor de un buen resultado artístico.
54
Otros enlaces con acordes de sextas y saltos inusuales en melodía
Existen otras progresiones de acordes de sexta que provocan en la melodía saltos inusitados, como los
de sexta y séptima, y que se salen de los vistos anteriormente. Éstos combinan una triada fundamental
con una sexta y alguna de las posiciones melódicas tiene que ser justamente la tercera del acorde. Por
ejemplo, el enlace de I6 a IV (y de V6 a I) o el de I a IV6 (y de V a I6).
Ej. 092 a, b
Ejercicios
1) Realizar los siguientes cifrados al piano (en diferentes tonalidades mayores y menores):
b) V I6 IV IV6 I V6 I I6 IV I64 V I
Ej.093
55
2) Armonizar las melodías y bajos que aparecen a continuación:
Ej. 094a, b
3) Armonizar al piano:
Ej.095
56
4) Analizar los ejemplos musicales.
Ej.096
A. Glazunov, VI Sinfonía
Ej. 097
Capítulo V
La segunda inversión de una tríada recibe el nombre de acorde de cuarta-sexta. Esta inversión presenta la
quinta en el bajo, con la fundamental y la tercera en voces superiores. Tal quinta en bajo (sonido menos
estable de la triada) lo caracteriza como un acorde de máxima inestabilidad dentro de la estructura
57
tríadica, por lo que sus roles principales en el contexto tonal serán como acorde de paso y acorde
auxiliar o bordadura, actuando de manera semejante al de la nota de paso y la bordadura, siempre en
tiempo débil o relativamente débil.
Se cifra exactamente igual a su estructura (64) indicando los intervalos que lo forman, y se duplica
siempre el bajo (quinta del acorde).
Ej.098
Giros de paso
El giro de paso es una progresión armónica constituida por el movimiento de un acorde fundamental a
su primera inversión o viceversa, mediante un acorde de paso sobre el sonido existente entre un bajo y
otro (también de paso). Ese acorde –al duplicar su bajo- da lugar a un movimiento por segundas,
ascendente o descendente en el bajo, y de forma contraria en una de las voces superiores. El sonido
común se mantiene y la voz restante realiza un movimiento en forma de bordadura (descendente en
este caso). Obsérvese en el ejemplo, dos giros de paso: uno de tónica a su primera inversión pasando
por dominante cuarta sexta, y otro de subdominante a su primera inversión pasando de igual manera
por una cuarta sexta, que en esta ocasión es tónica.
Ej.099
A modo de sugerencia:
Es importante que al ejecutar los ejercicios con giros de pasos se preste atención a la polifonía que se
genera en el mismo, sobre todo al movimiento contrario entre el bajo y una de las voces superiores.
Teniendo esto en cuenta resultará más fácil la asimilación y se logrará la habilidad mucho más
ágilmente.
Como se infiere de estas progresiones, los acordes de los extremos del giro son los principales, es decir,
las funciones que se quieren subrayar y que se mueven de una posición a otra mediante un ―paso‖ que,
en este caso, es un acorde de cuarta y sexta. Este último tendrá sólo ese rol de ―puente‖ entre una y otra
58
construcción de las estructuras básicas de la progresión. Ésta es ya una acción suficiente de tales
acordes, apreciable dentro de la lógica estructural y funcional de estos giros, y cuya inestabilidad no
admite otro papel.
Giros auxiliares
Los giros auxiliares o de bordadura, como su nombre lo indica, están formados por acordes auxiliares
que gracias a su actuación reafirman la función del acorde principal, produciendo, a la vez que un
cambio en la sonoridad, una reiteración de la armonía básica. Tal es el caso del giro auxiliar con I grado
utilizado en comienzos y finales de obras donde se requiere mostrar o enfatizar la función tónica. Así
mismo sucede con el V grado en semicadencias, quien tiene a su cargo el punto final de la primera
frase1. Se produce en ellos movimientos de bordaduras, manteniéndose el bajo y otra voz debido a sus
notas comunes. En ciertas ocasiones la bordadura no es siempre adecuada para el movimiento
melódico deseado y se suple por algunas variantes. Lo más importante en este caso particular es la voz
del bajo que se mantiene como ―pedal‖.
La utilización de los giros auxiliares en los finales será después de la cadencia perfecta a manera de
complemento con armonía plagal.
El siguiente ejemplo muestra los dos giros auxiliares posibles con acordes fundamentales. El IV64 y el
I64 sirven de acordes auxiliares entre I y V respectivamente.
Ej.100
Ej.101
1 Se consideran también auxiliares aquellas progresiones que realizan la bordadura en el bajo mientras las otras
voces se mantienen o forman igualmente otra bordadura: I-V6-I; V-IV6-V; IV-I6-IV…y otros con disímiles
acordes en la función auxiliar.
59
En ese mismo ejemplo se puede sustituir la bordadura de las voces internas por un salto para cerrar la
ubicación y provocar otro movimiento melódico diferente:
Ej.102
I64: funciona como acorde de paso entre IV y IV6; como acorde auxiliar entre dos V (ambos en
tiempos débiles o espacios métricos más débiles que los acordes referenciales); como cadencial –
visto anteriormente- antes de V en semicadencias y cadencias finales (en tiempo fuerte o
relativamente fuerte).
El papel que desempeñan estos acordes de cuarta y sexta en los giros de paso y auxiliares resulta
sumamente significativo. Aunque se utilizan en tiempo débil y no le restan el valor funcional a los
acordes principales (tríadas fundamentales o primeras inversiones) que sirven de base al giro, el hecho
mismo de usarse como tránsito de una posición a otra –en el caso del giro de paso- o como
reafirmación del acorde fundamental –en el giro auxiliar-, los hace relevantes como elementos
propiciadores de los correspondientes movimiento y estabilidad en el complejo armónico.
Ejercicios:
Ej.103
60
J. F. Dandrieu, Magnificat
Ej. 104
Armonizar las melodías y bajos dados utilizando los giros de paso y auxiliares.
Ej.106
61
Ejecutar al piano en diferentes tonalidades (prestar atención a todas las progresiones de paso y
auxiliares en sus diversas actuaciones):
Armonizar al piano:
Ej.107a,b
Completar al piano la armonización en ritmo de guajira y crear otras semejantes utilizando solamente los
cuatro primeros compases:
Ej.108
62
La subdominante menor en el modo mayor
La variante armónica de la escala mayor (también llamada primera variante mayor) presenta el VI grado
descendido el cual afecta a aquellos acordes que lo contengan (IV, II, VII7…). En lo adelante se podrá
hacer uso de esta posibilidad que dota a tales grados de un nuevo colorido. En los enlaces con
subdominante, de cualquier tipo: con acordes de sexta, cuarta sexta, el contraste inesperado que
produce esta modificación enriquece en general el proceso armónico. Por eso se puede utilizar sobre
todo en momentos de mayor tensión antes de la cadencia o en los propios complementos plagales
después de aquella.
Ej.109
Se puede cifrar como IVarm ó IVb3. El bemol delante de la tercera indica que esta se descendió sin
importar en que inversión se encuentre pues la sonoridad no se altera porque cambie su bajo.
Ej.110
Ej.111
63
G. Rossini, Introducción, Tema y Variaciones para Cl y Orq. (red. de piano)
Igualmente, en el modo menor melódico, el IV grado mayor suele usarse como variante sobre todo para
los motivos en cuya melodía necesita ascenderse el VI grado para ir hacia el I, tanto en voces superiores
como en bajo. Ya se comentó la necesidad de ascender la tercera del IV para los enlaces de sexta de ese
grado con la del V. Se suele interpretar como una variante dórica:
Ej.112
Ej.113
64
J. S. Bach, Coral 215
El empleo de este IV mayor en tonos menores servirá más adelante para otros tipos de progresiones,
así como para la modulación.
Capítulo VI
El acorde de séptima dominante se forma sobre el V de las escalas mayores y menores armónicas. A la
tríada de dominante se le superpone una tercera, que es el IV grado de la tonalidad, la cual deviene
séptima del acorde. Ese sonido inestable que se le agregó forma una sonoridad más disonante también.
Ej.114
El acorde puede escribirse completo (una voz para cada tono) y de forma incompleta (se suprime la
quinta y se duplica el bajo).
Ej.115
Completo Incompleto
Se puede disponer en ubicaciones abiertas, cerradas y mixtas.
Ej.116
65
El acorde de séptima dominante realiza, obviamente, la función de dominante por formarse sobre el V,
pero por tener agregado el sonido fundamental de la subdominante, adquiere un nuevo matiz sonoro,
una mayor disonancia y ciertos caracteres de bifuncionalidad.
La séptima del acorde sufrió un proceso evolutivo antes de establecerse como parte del mismo.
Primero apareció como nota extraña: de paso, en la tríada de dominante hacia su resolución, o retardo,
luego de una preparación por subdominante. Es decir, fungía como elemento melódico, o sonido
extraño al V grado (posteriormente también se ha usado en esa forma):
Ej. 117
Paso Retardo
El desarrollo armónico ulterior la llevó a integrar el acorde formando una nueva estructura, más
compleja, que sería la séptima dominante, ya como sonoridad independiente.
La presentación de la séptima en los ejercicios se considerará mediante estas formas expuestas o como
sonidos propiamente del acorde a través de un movimiento melódico que puede ser por saltos.
Ej. 118
66
Ej. 119
Como acorde disonante e inestable, la séptima dominante está obligada a una resolución en sonoridad
estable. La cadencia de V7-I es la progresión armónica fundamental en la música tonal (recuérdese el
carácter de precisión o determinabilidad de la cadencia perfecta); si se hace V a I no se puede concretar
exactamente qué tonalidad, pues podría ser un I a IV, debido a su relación de indeterminabilidad.
Tendría que haber un tercer acorde para definir esa relación. Ahí entra a jugar su papel la subdominante
que termina por precisarla. El V7 sin embargo, debido a su séptima (el propio IV) sí logra establecer esa
resolución por la disonancia añadida. El acorde con tal disposición, representa la tendencia más fuerte
de una inestabilidad al centro principal del sistema. Si la tríada de V procuraba con relativa tensión su
caída al I grado, la séptima con más argumento exige un desenlace rotundo al punto de gravedad
otorgado a la tónica.
Basándose en la resolución de los sonidos inestables a estables y en la estructura misma del acorde es
posible obtener su completa resolución:
Ej.120
El intervalo más inestable del acorde es la quinta disminuida formada entre su tercera y séptima. La
resolución natural de esa quinta es a la tercera (mayor o menor según el modo). La quinta y el bajo
también resolverán en el sonido de tónica, por lo que, quedaría un I grado incompleto con triplicación
de la fundamental.
Si V7 está incompleto –sin la quinta y con el bajo duplicado– la resolución entonces será a I grado
completo:
Ej.121
67
Observación:
Debe enfatizarse y fijarse la conducción de la séptima –como tono- de manera descendente hacia la tercera
del acorde de tónica, y en general la marcha adecuada de todas las voces, tanto del V7 completo como V7
sin quinta. Se llama la atención en este punto, pues es frecuente enlazar con errores, por descuido en estos
movimientos. Aparentemente simple, este enlace resolutivo, en la práctica armónica, resulta realmente un
problema, pues se tiende muchas veces, sobre todo en la séptima, a la resolución ascendente en lugar de
descendente. Por esa razón, un hábito correcto en esta progresión, por sencilla que parezca, constituye un
logro, y es un aspecto básico para el desarrollo subsiguiente de la disciplina.
Ej.122
Sol M Mib M
Inversiones del acorde de séptima dominante.
Ej.123
Do M
La primera inversión tiene la estructura de una tercera, una quinta y una sexta. Por tal razón su cifrado sería 6
5
3. Se adopta, sin embargo, sólo las cifras (se omite la tercera) indicando en tal caso el intervalo donde se
6
5
Ej.124
68
Suele localizarse frecuentemente después de un V6 por tener igual bajo que éste:
Ej.125
El siguiente ejemplo de Mozart muestra un V65 seguidamente de un V6, como consecuencia del paso de la
séptima:
Ej.126
La segunda inversión del V7 tiene la estructura de una tercera, una cuarta y una sexta. En este caso se omite la
sexta y se cifra 4
3 indicando también los intervalos que forman el intervalo de segunda. Su resolución
normal sería:
Ej.127
Pero uno de sus desempeños más frecuentes se despliega en los giros de paso de I a I6 o viceversa.
Sustituyendo al acorde de paso V64 puede encontrarse el acorde de tercera y cuarta de dominante. Véase el
siguiente ejemplo de Beethoven (Sonata Op. 14 No. 2, II movimiento).
Ej.128
69
L. V. Beethoven, Sonata Op.14 No.2, segundo movimiento
Ej.129
Ej.131
70
J.F. Händel, El Mesías, Aria para tenor No.3
Es evidente el movimiento del tenor o de otra voz superior de forma paralela al bajo, a diferencia del giro
de paso producido con el V64 donde se creaban movimientos contrarios. El sonido común también se
mantiene, y la otra voz, igualmente, realiza una bordadura. Obsérvese en esta progresión el movimiento de
la séptima hacia arriba (excepción) por tratarse de un movimiento de paso y no una resolución cadencial.
La cuarta aumentada fue seguida entonces por cuarta justa, y si fuera quinta disminuida se movería a quinta
justa. Esta progresión de quintas (una disminuida y otra justa, o viceversa) es admitida, por cuanto no son
realmente iguales y se disipa la sonoridad típica del paralelismo producido por dos quintas justas.
Ej.132
La tercera y última inversión de la séptima dominante tiene la estructura de una segunda, una cuarta
aumentada y una sexta. Su cifrado sería con los tres números, 2, 4 y 6, pero por tener la segunda abajo, se
convino cifrarlo solamente como V2 (dominante segunda). Su resolución sería:
Ej.133
71
A causa de ser la última inversión (más inestable), y su consiguiente resolución a un acorde de sexta del I, es
muy útil para la continuidad y desenvolvimiento armónico, donde se requiere de acordes inestables con
resoluciones no tan estables, como en este caso. Aparece usualmente detrás de un V fundamental (la
séptima viene como paso en el bajo).
Ej.134
Ej.135
Ej.136
Ejercicios.
1.- Ejecutar al piano acordes de séptima dominante y sus inversiones con las resoluciones posibles, en
diferentes tonalidades, mayores y menores.
72
3.- Crear progresiones con este acorde asociado a diferentes grados, según lo expuesto, y enlazarlas y
tocarlas al piano en distintas tonalidades.
En la resolución del acorde de séptima dominante a tónica pueden producirse algunos saltos, que aunque
no constituyen la regularidad, en la práctica musical han llegado a generalizarse, dadas las posibilidades de
fluctuación melódica que provocan.
Es así que la tradicional resolución puede ser modificada produciendo uno o dos saltos de cuarta.
Ej.137
Consiguen también producirse saltos en distintas direcciones y en diferentes voces (menos utilizadas):
Ej.139
73
La segunda inversión –V43– en ocasiones realiza iguales saltos al resolver en tónica, aunque menos
frecuente que la ultima inversión (V2)
Ej.140
En pocas oportunidades se encuentra el salto de V65– I debido a la octava oculta que se produce entre bajo
y soprano, pero es admitida cuando la lógica melódico-armónica lo requiere.
Ej.141
Suelen hallarse, en la resolución del acorde de séptima dominante incompleto (sin la quinta), dos saltos de
las voces duplicadas (el V grado) produciendo octavas por saltos hacia la octava de tónica. Estas se reservan
para pasajes finales (cadencias finales).
Ej.142
74
La conducción aquí es hacia la tónica incompleta, pues se sacrificó la quinta por la búsqueda deseada del I
grado en la melodía. Este tipo de resolución origina un énfasis especial hacia la tónica, como se puede
observar, y tales octavas se moverán entonces de forma contraria.
Ejercicios.
Ej.143
Ej.144a, b
75
Ej. 146
Ej.147
Ej.148
Ej.149
76
3) Crear un período que contenga el acorde de séptima dominante con sus inversiones y sus modos
variados de resolución.
Capítulo VII
Tríadas secundarias
Como indica el término, las tríadas secundarias son aquellas no fundamentales, es decir, las que se
forman sobre el II, III, VI y VII grados.
Al igual que las fundamentales, estas tríadas juegan un rol dentro del proceso armónico en el sistema
tonal. Cada una de ellas desempeña una función específica, determinada por los sonidos comunes que
tengan con los acordes fundamentales de tónica, subdominante y dominante.
Toda tríada separada a una distancia de tercera de otra, tendrá dos sonidos comunes con ella. Como se
sabe, si dicha distancia es de cuarta o quinta justas, habrá solamente un sonido común (como sucede
con T-S y T-D); si son tríadas consecutivas (a distancia de segunda), no habrá tono igual entre las
mismas (IV-V, III-IV, etc.). Esto se tendrá en cuenta para los enlaces, así como para determinar las
funciones de las tríadas secundarias en relación con las fundamentales.
Ej.150
77
Do M Tónica Subdominante Dominante
De tal forma, cada tríada fundamental tiene dos tríadas con dos sonidos comunes a ella, lo que permite
una amplitud de su misma función. Así, por ejemplo, la tríada de VI podrá desempeñarse como tónica y
subdominante, o la de III fungirá como tónica y dominante.
El acorde de II pertenecerá a la ―familia‖ de subdominante, y el VII a la de dominante por tener ambos dos
sonidos comunes con IV y V respectivamente.
El grupo tónica tiene como fundamental al I grado. Este posee el máximo nivel de estabilidad por ser el
centro del sistema tonal. Los acordes secundarios con esta función representan igualmente un tipo de
estabilidad, pero por estar relacionados con otras funciones –el VI con subdominante, el III con
dominante- son también inestables. Por su parte, el VI grado al ser T-S, es menos inestable que el III
(T-D). Este último contiene la sensible –grado más inestable- por lo que, siendo tónica, resulta poco
estable, y como dominante débil en su inestabilidad.
Al conjunto de subdominante, por otro lado, le pertenecen el IV grado a modo de acorde fundamental y
el VI y II como secundarios. El VI, por ser además tónica, es el más estable, menos fuerte como
subdominante en ese conjunto. El II grado, el más inestable de los tres no posee ningún sonido estable
(en forma tríadica). Se utiliza siempre sustituyendo al IV grado o después de él.
En la agrupación de las dominante, el acorde fundamental es el V grado. El III y el VII son tríadas
secundarias. El III, como se ha visto, encierra en sí una contradicción, por ser tónica y dominante al
mismo tiempo: dos funciones contrarias, que a la vez se atraen mutuamente. El VII grado tiene sus tres
sonidos inestables y entre ellos, la sensible –atributo esencial de la dominante- que es el más inestable
de todos.
De esta manera, haciendo uso de tales cualidades, es posible ampliar los giros auténticos (T-D-T) y los
plagales (T-S-T). A continuación, véanse algunas combinaciones:
78
I–V–I
I – V7– I
Giros Auténticos I – VII (7) – I
I – III6 – I
I – VII(7) – V
I – V – III – I
I – IV – I
Giros Plagales I – VI – I
I – VI – IV – I
I – VI – IV – II – I
Si se quisiera ensanchar el modelo de desarrollo funcional: T – S – D – T en forma coherente, con
―crescendos‖ de inestabilidad hasta un punto culminante, para luego concluir en un ―diminuendo‖, se podría
obtener el siguiente esquema:
T TS TD S S D D DT T
T S D T
De aquí se desprenden múltiples variantes, más sencillas, o complejas, enriquecidas con inversiones de
acordes, o dispuestas adecuadamente con séptimas sobre diferentes grados, que generarían una rica
gama de posibilidades armónicas donde todos los elementos juegan su papel y contribuyen, en sus
relaciones, a un mejor desenvolvimiento del lenguaje musical en el que la Armonía es esencial como
medio expresivo. En próximos acápites se profundizará en el estudio de cada una de estas tríadas
secundarias.
La tríada de II grado, como se expresó anteriormente, es una tríada secundaria con función de
subdominante. En tonalidades mayores es una tríada perfecta menor y en tonalidades menores es
disminuida.
Ej.151
Do M do m Do M arm.
79
En la variante armónica (con el VI grado descendido) de la escala mayor, el II grado será igual que en
las tonalidades menores, es decir una tríada disminuida. En la escala menor melódica es la misma que
en la mayor.
La forma preferida de este acorde es su primera inversión (II6), debido a que la tercera, que se halla en
el bajo, es justamente el IV grado, sonido principal de la función rectora (S). Por tal razón, se encuentra
el II6 mucho más ampliamente en obras de compositores clásicos (muy especialmente en Mozart y
Beethoven), donde ejerce una función muy evidente de subdominante, situándose entonces después del
IV grado, o simplemente sustituyéndolo, sobre todo antecediendo la cadencia (semicadencia, cadencia
perfecta, evitada...)-
Ej.152
80
S. Garay, La Bayamesa
En el fragmento de Sindo Garay se tiene el II como tríada menor después del IV ampliando la
subdominante antes de la cadencia perfecta.
Al utilizar la tríada disminuida siempre se usará en forma de sexta (II6), pues este tipo de triadas se
emplea sólo en su primera inversión.
Al II6 se le ha llamado también IV grado con sexta, por ocupar ésta la posición de la quinta del acorde
fundamental, o también como apoyatura que resuelve hacia ella.
El II grado en su estado fundamental puede duplicar su bajo, es decir, la prima –como en una triada
fundamental- y a veces su tercera. Sin embargo, en la primera inversión (II6), el sonido más duplicable
resulta ser el propio bajo –la tercera del acorde- que es precisamente el sonido cardinal de la
subdominante (IV). A veces se duplica la prima y menos la quinta, siendo la tercera preferiblemente.
Es preciso prestar atención a estos enlaces, pues fácilmente se producen quintas paralelas (por ser
grados contiguos). Se prefiere enlazar con alguna inversión, ya sea de I grado o de II.
Ej.154
81
(Menos utilizado)
Sin embargo, si es necesario enlazar las dos fundamentales (I-II), se procederá de igual forma que se
hizo de IV a V y así mismo para toda progresión de tríadas consecutivas (como aparece en el primer
compás del ejemplo anterior).
Enlaces con V y V7
Ej.155
Ej 156
82
Obsérvese en el ejemplo anterior como el II6 adquiere el aspecto de un IV grado con apoyatura (o
sexta).
Es posible la formación de un giro de paso de la triada de II grado a su primera inversión, tal como se
ha hecho con I y IV grados. Buscando los acordes de paso más convenientes entre II y II 6 se tendrán el
I6 y el VI64.:
Ej. 158
Aquí es mejor duplicar la prima del acorde tanto en posición fundamental como en primera inversión.
Como es evidente, este giro de paso desde el punto de vista de su diseño, estructura y conducción de
voces, es semejante al que se produce con triadas fundamentales. El cambio, en este caso, es
únicamente funcional.
Ejercicios
1. Tocar al piano enlaces de tónica con II6 y de éste con V, V7, y antes de I64 cadencial.
Ej.159
83
3. Analizar los fragmentos de la literatura musical:
Ej.160
Ej. 161
84
Triada de VI grado
La triada de VI grado -como se expuso anteriormente- posee dos sonidos de la tríada de tónica y dos de
subdominante. Ese parentesco armónico con la triada de I grado y con la de IV le proporciona una
doble funcionalidad en el sistema tonal. Tal carácter ambiguo, bifuncional, le confiere determinadas
propiedades que resultan de suma importancia en el transcurso armónico. Debe recordarse que este
acorde en las tonalidades mayores es una tríada perfecta menor y en las menores es perfecta mayor, o lo
que es lo mismo, su estructura y color es contrastante con la de I grado.
Por esos motivos, la triada de VI grado interviene en dicho proceso armónico de las siguientes maneras:
Al enlazar la dominante con el VI grado, éste resuelve como función de tónica, pero no es
completamente estable porque es también subdominante. Luego entonces, la resolución no es
definitiva, no puede concluir y necesita continuar hasta establecer la ―verdadera‖ tónica (I). Esta
estabilidad relativa permite el alargamiento de los períodos y secciones, muy deseado en
determinados puntos de la estructura y la dramaturgia de una obra concreta.
Ej. 162
Ej. 163
85
W. A. Mozart, Sonata en Mib, KV 282, III Mov.
No sólo la progresión de V – VI es utilizada en cierres o poco antes de ellos, sino en diferentes áreas
del comienzo o del desarrollo de la obra en que se reiteren los enlaces de D – T. En estos casos el VI
grado ayuda a evitar la monotonía ocasionada por las frecuentes cadencias perfectas.
Ej. 164
86
L. V. Beethoven, Sonata Op. 13, Patética (Introducción)
2. La tríada de VI grado funciona también como extensión de la tónica, es decir, entre acordes de ese
grupo funcional (I ó I6) y con III grado.
Ej. 166
Ej. 167
87
E. Grieg, Peer Gynt Op.46, No.1
3. Por estar conectada funcionalmente con la subdominante, la triada de VI grado se desempeña como
acorde de subdominante antes de las cadencias finales y en giros plagales. Y así mismo, la encontramos
como paso intermedio entre tónica (I) y subdominante (IV) fundamentales, donde se expresa,
igualmente, su sentido de ambigüedad.
Ej 168
Ej. 169
Como se observa, la tercera de VI grado se duplica en la cadencia rota, por ejercer aquí la función de
tónica en mayor medida.
88
En ocasiones se encuentra el VI grado después de V6 formando un movimiento de paso en el bajo, en
sentido contrario a una de las voces superiores (puede considerarse una progresión de paso).
Ej. 170
Las progresiones o giros de paso ya estudiados a partir de acordes fundamentales y con el II grado, se
pueden aplicar igualmente al tránsito de VI a VI6. Se adoptan los mismos principios de construcción y
enlace que en las anteriores, pero el resultado sonoro en el contexto de la tonalidad es diferente debido
a que la función se muta.
Ej 171
En ese ejemplo se encuentra el VI y VI6 en un giro de paso con el III64 como acorde de paso. Continúa
consecuentemente –tanto por el empleo de la función, como por el movimiento melódico- una
progresión, también de paso, de II a II6 a través del VI64 (prácticamente la única posibilidad de mostrar
esta inversión del VI grado), y finaliza en una cadencia evitada (V7 – VI). He ahí diferentes variantes en
el manejo del acorde y sus inversiones.
Ejercicios
1. Ejecutar al piano las siguientes progresiones armónicas (las más breves en forma de
secuencias):
I VI I
I VI IV
I V6 VI
I VI III64 VI6
89
I V6 VI III64 VI6 II VI64 II6 I64 V7 VI IV6 I64 IV I
(Esta última resume las anteriores progresiones aplicando diferentes roles del VI grado, y sería
conveniente tocarla en varias tonalidades, mayores fundamentalmente, ya que las menores generan
otros problemas que serán abordados en próximos capítulos)
Ej.172
Ej.173
Ej.174
90
F. Schubert, Pax Vobiscum
Ej.175
La triada sobre el III grado de la escala –como ya se explicó más arriba- tiene, al igual que el VI grado,
doble función: de tónica –por tener dos sonidos del I grado- y de dominante –por presentar dos tonos
comunes al V grado-. Como triada de tónica resulta poco estable (sus sonidos de I grado son los menos
estables) y como función de dominante constituye una inestabilidad poco fuerte, pues sólo tiene la
sensible como sonido inestable. Aunque la sensible es el más inestable de todos, al no poseer otros de
ese tipo, se ―suaviza‖ el efecto que ella causa.
De tal modo, su ambigüedad es más contradictoria que la de la triada de VI grado: es tónica y
dominante a un mismo tiempo (las dos funciones más opuestas). Por ello, su uso es menos frecuente y
se reserva para casos especiales:
1. Como ampliación de la tónica: aquí su color armónico, al igual que el VI grado, es
contrastante con el I grado. Si la tonalidad es mayor, la triada de III es menor; si la
tonalidad es menor, puede ser mayor (en la natural) o aumentada (en la armónica).
91
Ej. 176 do m
Do M T. m. T. M. T. A.
Dentro del grupo funcional de tónica, se emplea entre I grado, o vinculada al VI:
Ej. 177
Ej. 179
92
3. Como dominante en cadencias perfectas. El segundo compás del ejemplo anterior propone
después del I64 cadencial, un III grado en su primera inversión (III6). Es evidente su
papel supliendo o ampliando la dominante. Al tomar el lugar del V grado, el III6 duplica
el bajo –tercera del acorde- por ser éste el sonido fundamental de aquella función. Se ha
denominado también como V grado con sexta, debido a la sustitución de un tono por
otro (quinta por sexta).
En tonalidades menores armónicas, el III6 es la primera inversión de una tríada aumentada, cuyo uso es
frecuente como dominante en cadencias perfectas.
Con la segunda inversión (III64) se cuenta mucho menos. Se advierte únicamente como acorde de paso
entre VI y VI6 (visto más arriba).
Los enlaces con la tríada fundamental se efectúan de manera similar a cualquier tríada preferentemente
con enlaces armónicos y saltos cuando sea necesario con acordes de sexta. (Véase los ejemplos
anteriores)
Ejercicios
1) Ejecutar al piano, en forma de secuencias, el siguiente cifrado, observando la línea del
tetracordo descendente en una de las voces superiores.
I VI III IV II6 V+6 I
2) Armonizar las siguientes melodías:
Ej.180
3) Analizar el fragmento de coral, observando las funciones de los grados III y VI estudiados:
Ej. 181
93
J. S. Bach, Coral 14
Ej. 183
J. S. Bach, Coral 3
Ej. 184
J. S. Bach, Coral 1
94
En este acorde se duplica el bajo -tercera del acorde- o la quinta. Como norma se evita la duplicación de
la sensible. En algunos giros de paso, como el del Coral 1 de Bach, al duplicar su quinta consigue
formar movimientos paralelos y contrarios simultáneamente. Véase las quintas paralelas en la que la
segunda es aceptada por ser disminuida, así como la duplicación de la tercera en el I6 como excepción
que propicia tales movimientos de las voces. En otros corales de Bach y el ejemplo de Schumann más
abajo se confirma la presencia de tales marchas.
La sucesión de los grados VI – VII – I en la voz superior suele armonizarse con el VII6, causando un
movimiento contrario con el bajo:
Ej 185
Do do
Nótese, sobre todo en el ejemplo en menor, que el IV grado se transforma en triada mayor a causa de la
conducción del VI ascendido propio de la variante melódica de dicha escala. Es menester entonces,
alterar la subdominante para producir el paso hacia la tónica.
Conviene el uso de esta inversión de VII grado en este tipo de progresión, sobre todo porque el V, al
menos como tríada, al enlazarse así, provocaría un paralelismo después del IV grado.
Ejercicios
1) Realizar al piano el enlace IV - VII6 - I6 en tonalidades mayores y menores, prestando atención
al movimiento melódico de VI - VII - I.
2) Crear un período que contenga el VII6 y las triadas secundarias ya estudiadas.
3) Analizar los siguientes ejemplos de la literatura musical:
Ej.186 a,b
95
R. Schumann, Álbum de la Juventud, Op. 68, No.4 (sobre melodía de un coral de Bach)
Ej.187
Ej.188
96
G. F. Händel, El Mesías, No.6, Aria de bajo
Ej. 189
J. S. Bach, Coral 13
Escalas
Una vez estudiadas las tríadas fundamentales y las secundarias con sus respectivos roles en la tonalidad,
así como el acorde de séptima dominante, se puede proceder a la armonización de escalas tanto en
forma ascendente como descendente, y en la voz superior o el bajo. Se tratarán de realizar variaciones
armónicas de las mismas aplicando progresiones de diferentes clases, como giros de paso, del
tetracordo descendente de la escala natural (en mayor y menor), e igualmente el melódico producido del
VI al I ascendentemente en los modos mayor y menor (melódica). Así mismo tendrán lugar las
cadencias perfectas o evitadas y las plagales. Algunas muestras de tales armonizaciones se exponen a
continuación, sin embargo deben crearse de manera individual y encontrar soluciones propias, sin
ceñirse necesariamente a lo propuesto.
Ej.190 a, b
97
Ej.191a, b
Si se aplicaran las mismas armonizaciones para tonos menores se tendrían las tres variantes: la natural,
la armónica y la melódica, siendo esta última la más utilizada, por su sentido melódico tal como su
nombre sugiere. Esto generaría acordes derivados como el IV melódico, es decir, mayor, el VII natural,
el V menor, etc, algunos de los cuales se verán más adelante en las cadencias frigias. No obstante se
muestran a continuación varias de esas escalas:
Ej.192 a, b
98
Ej.193 a, b
Como se puede ver, se enfatiza melódicamente la variante del mismo nombre, y se podrían igualmente
realizar otras posibles, como la armónica o natural totalmente puras o combinadas como en parte de los
ejemplos anteriores.
Capítulo VIII
Acorde de II7
Ej 194
Do M do m y Do M arm.
3m 5J 7m 3m 5d 7m
Como todos lo acordes de séptima, el II7 posee tres inversiones:
Ej. 195
99
Si se usara la variante alterada propia de la escala mayor armónica se indicaría en el cifrado que la quinta
está descendida: b5
De estas inversiones es mucho más socorrida la primera (II65), por estar formada precisamente sobre el
IV grado con una sexta añadida, como suele decírsele, y que funge como su sustituto. Así se ha
entendido muchas veces su origen, es decir, partiendo del IV grado al cual se le agregó un sonido
extraño (sexta) y que más tarde devino acorde independiente.
Como subdominante que es, al II7 se le atribuyen las cualidades funcionales del grupo, situándose
después de la función de tónica (I, VI, III) y sus inversiones, sucediendo también al IV, IV6 y al II y II6,
en cuyo caso aparece la mayoría de las veces la séptima como paso. Su presencia es notoria precediendo
al V y V7 o al I64 cadencial en semicadencias y cadencias finales.
Su enlace con V grado se asemeja al de un V7- I. La séptima desciende, y el resto de las voces también,
mientras el sonido común (en las inversiones) se mantiene, y una voz marcha por movimiento
contrario:
Ej. 196
Antes de I64 cadencial es muy utilizado el II7 y particularmente el II65 y II43, cuyos bajos se encuentra a
una segunda del V grado de la cadencia:
Ej. 197
100
(Sólo el II2 no se emplea en este enlace, pues –como toda última inversión de acorde- implica
inestabilidad, por lo que el bajo debe conducirse por movimiento conjunto, o mantenerse en forma de
giro auxiliar).
2. II65 resuelve a I6; a I en cadencias plagales; a I64 en giros de paso o antes de ese acorde en la cadencia
perfecta.
Ej. 198
Ej. 199
El II2 se utiliza con tónica (I) exclusivamente en giros auxiliares de comienzos de obras o en finales
(como complemento). Frecuentemente le sucede una dominante con el bajo en VII grado: V6, V65,
VII7, conduciéndose así el bajo por segunda descendentemente.
No sólo se pueden encontrar los giros de paso expuestos en el ejemplo anterior (Ej. 199) -combinados
con otros acordes- sino también de II7 a II65 (o viceversa), pasando por I6 ó VI64 (este último más
natural); de II65 a II43 con I64 como paso, y diferentes variantes, sustituyendo uno de dichos acordes por
el IV ó IV6 (considérense los giros con estos grados) etc.
En general, se pueden formar –teniendo como base los más importantes - múltiples combinaciones de
paso, no únicamente con las propias inversiones del acorde de séptima, sino con otros acordes - triadas
o séptimas también- de la misma función u otra. Pudieran denominarse estas uniones, derivadas de los
giros de paso fundamentales, como giros de paso combinados, para identificar con más propiedad estas
singulares progresiones armónicas:
101
Ej. 200
En ese sentido serían innumerables tales progresiones. Partiendo de los principios básicos en los
movimientos contrarios y paralelos de las voces y las notas mantenidas o movidas al sonido más
cercano, se logran construir tantos como creatividad y razonamiento se dispongan.
Ej. 201
Ej. 203
Ej 204
102
F. Chopin, Nocturno póstumo
Ej.205
En el enlace de II7 con V7 e inversiones, se acostumbra mantener los dos sonidos comunes de ambos
acordes, que sirven, al mismo tiempo, como preparación de la dominante.
Ej. 206
103
Ejercicios
Ej.208
a) I II2 V65 I V64 I6 IV II65 I64 V7 VI II43b5 I64 V7 I (En tonalidades mayores)
b) I V43 I6 II7 VI64 II65 I6 V43 I IV II6 II65 I64 V7 I II2 I (En menores)
Ej.209
104
W. A. Mozart, Sonata para violín y piano
Ej.210
105
Acorde de VII7
El VII7 es otro de los acordes de séptima fundamentales. Se construye sobre el VII grado -sensible- y
tiene función de dominante. Se le llama también acorde introducción (porque introduce la tónica). Su
cifrado es VII7.
En dependencia de los intervalos entre el bajo y la séptima puede ser de dos tipos:
a) Acorde de VII7 menor (introducción menor), también llamado ―semidisminuído‖, si consta de una
tercera menor, una quinta disminuida y la séptima menor, o sea, triada disminuida con séptima menor.
Se construye sólo en tonalidades mayores.
b) Acorde de VII7 disminuido (introducción disminuido) si consta de una tercera menor, una quinta
disminuida y la séptima disminuida, es decir, triada disminuida y séptima disminuida. Se construye en
tonalidades menores armónicas y mayores armónicas.
Ej. 213
Do M 3m 5d 7m dom–M arm. 3m 5d 7d
En la tonalidad mayor armónica se puede formar la séptima disminuida como sonido de paso
cromático después del acorde menor:
Ej. 214
Al igual que todos los acordes de séptima, el VII7 consta de tres inversiones:
Ej. 215
El acorde de VII7 –y muy especialmente el disminuido (VII70), que es más adoptado- se localiza después
de los acordes de tónica y sobre todo de la función de subdominante. Posee este acorde, en su acepción
disminuida, propiedades especiales no sólo por su estructura simétrica (terceras menores superpuestas),
sino porque contiene todos los sonidos inestables de la tonalidad. Esta característica le confiere una
independencia y marcada tensión que ha sido muy aprovechada por los compositores para los puntos
culminantes, la intensidad dramática (Véase el frecuente uso que hace Beethoven de este acorde en
106
muchas de sus obras como la Sonata Patética, la Op.10 No. 2, la Sonata Op.10 No. 3, por sólo citarse
unas pocas) y modulaciones a otras tonalidades, etc.
Al poseer todos los sonidos inestables -incluyendo, por supuesto, la sensible- su parentesco armónico
con la dominante es evidente.
Pero dentro de ese grupo funcional es a la vez el acorde más fuerte, más inestable, y por ende, de mayor
tensión (contiene los dos tritonos de la tonalidad: del VII grado al IV grado, y del II grado al VI grado,
en las escalas armónicas). También posee grados comunes con la ―familia‖ de subdominante (dos tonos
igual al IV grado y tres tonos del II grado).
Ej.216
De ese modo, los acordes de subdominante sirven de preparación al acorde de VII 7, y éste, a su vez,
puede enlazar con la dominante (V y V7) produciendo un ―crescendo‖ de tensiones, o ―diminuendo‖.
Ej. 217
mib m Reb M
L. V. Beethoven, Sonata Op. 10 No. 2
En algunos enlaces después de subdominante y de dominante:
Ej.218
107
do m
(Do M arm.)
Después del II7 y antes del V7. Del II7 al VII7 se mueve sólo un sonido y de ésta al V7 también cambia
solamente un tono.
Ej.219
do m
(Do M arm.)
Obsérvense el orden de los cifrados en forma consecutiva:
Ej.220
Como regla, en la resolución del VII7 a I grado se duplica la tercera de este último. Se realiza la
resolución tradicional de los intervalos tritonos, para evitar así el paralelismo de quintas.
De esta forma, la quinta y la séptima del acorde resuelven a una segunda descendente, y la fundamental
y la tercera resuelven también por movimiento conjunto pero ascendiendo:
Ej.221
(Giro de paso)
108
Nótese en el enlace VII43 - I6 la variante con salto –como se hacía de V2 -I6. El VII2 puede enlazar al I64
en giro de paso, y menos frecuente al I64 de la cadencia.
Resultan de gran relevancia en las composiciones de distintos períodos los giros de pasos producidos
con el VII7, en los cuales es posible encontrar los tres tipos de funciones: tónica, subdominante y
dominante (como paso):
Ej. 222
Ej. 223
Ej. 224
Ej. 225
109
L. V. Beethoven, Sonata Op.10, No.3, II Mov.
Se han señalado algunas variantes, pero existen diversas formas de realizar giros de paso, observando
los movimientos contrarios y paralelos que se pueden producir, las posiciones o acordes de paso más
convenientes, el menor movimiento posible en las voces que no realizan las marchas contrarias, y en
definitiva, el propósito musical deseado en el desarrollo de esa progresión.
Para ello deben haberse asimilado los giros de paso con acordes fundamentales, con las tríadas
secundarias, con el II7 y sus inversiones, de forma tal que pueda aplicarse lo conocido e integrarlo a esta
gama de posibilidades que ofrece el VII7.
Otras de las tantas propiedades de este acorde introducción es su aplicación en cadencias plagales,
donde se podrá utilizar la segunda inversión: VII43, que adquiere sonoridad de subdominante al tener el
IV grado en el bajo. De ese modo logra sustituir a esa función en tales progresiones, sobre todo en los
finales.
Ej.226
A veces puede aparecer el VII43 también antes de I64 cadencial y antes o después de acordes más
complejos (acordes alterados y doble dominantes).
Es bueno advertir la característica de simetría de este acorde que le permite ser enarmonizado dando
lugar a diferentes inversiones y funciones (ésta se abordarán en temas próximos). Así, se observa como
un determinado VII7 puede convertirse en cualquier inversión de otro VII7.
Ej.227
110
Luego entonces, se pueden inferir tres sonoridades (o alturas) de séptimas disminuidas solamente y
como consecuencia, todas las demás son derivaciones de ellas.
Ej.228
Etc….
Ejercicios
1.- Encontrar acordes de VII7 y sus inversiones, giros de paso y demás comportamientos, en obras de:
Bach, Beethoven, Mozart, Chopin, Tchaikovski, y otros compositores de diferentes épocas y estilos.
2.- Realizar los siguientes cifrados al piano. Préstese atención a los diferentes giros de pasos, cadencias
plagales y enlaces adecuados.
b) I II2 VII70 V65 I I6 II65 VII430 I64 VII20 V7 VI VII430 I (En tonalidades menores).
c) VII43 I6 V43 I VII7 V43 I V6 VI II43b5 VII20 V2 I6 VII430 I (En tonalidades mayores).
Ej. 229
111
4. Analizar los siguientes fragmentos de obras musicales que aparecen a continuación:
Ej. 230
Ej. 231
112
G. Verdi, Aída
Ej. 232
Ej. 233
Ej. 234
113
Acordes derivados del V7: Novena y Trecena de Dominante
Existen acordes que se originan a partir de la séptima dominante. Éstos son los acordes de novena de
dominante (V9) y trecena de dominante o dominante con sexta (V137 o V7+6). El surgimiento de tales
acordes está relacionado con las notas extrañas -retardos o apoyaturas- que se formaban sobre el V7:
Ej. 235
En el proceso de desarrollo de los diferentes estilos armónicos, el acorde de V 7 con una u otra nota
añadida, llegó a independizarse, es decir, tomó su propia individualidad como acorde de novena y de
trecena.
El acorde de novena de dominante, cuya función, obviamente, está explícita, se forma a partir del V grado
de las tonalidades mayores, y menores armónicas:
A partir del bajo se construye el V7: una tercera mayor, una quinta justa, y una séptima menor (tríada
mayor con séptima menor) y se le añade otra tercera que puede ser mayor o menor. De ese modo se
tendrá un acorde de novena sobre el V:
Ej. 236
Do M (do m y Do M arm.)
Por consiguiente, se forma un acorde de novena mayor para las tonalidades mayores, y uno de novena
menor para las menores y mayores armónicas. La novena, como se observa, es el VI grado de la escala.
Como dominante puede utilizarse después de tónica y subdominante y antes de tónica (I ó VI).
Ej.237
114
Obsérvese que en el ejemplo a cuatro voces se suprime un tono, en este caso la quinta del acorde. En
algunas ocasiones suele emplearse un ―divissi‖ en alguna de las voces (sobre todo en voces internas) para
completarlo. De esa forma expuesta, –que es poco frecuente- deberá resolver a tónica completa con
duplicación de la tercera (para no cometer quintas paralelas):
Ej.238
La novena de dominante como retardo o apoyatura al V7 se siguió utilizando por los creadores,
marchando a un V7 sin quinta, que igualmente resuelve a la tónica completa (o incompleta por el salto
que produce octavas en movimiento contrario).
Ej.239
Observaciones:
La ubicación de la novena en la voz de tenor debe encontrarse a esa misma distancia del bajo (nunca de
segunda, pues perdería su condición). En las inversiones, menos usadas (es posible la primera y la
tercera pues la segunda sería sobre la quinta que es eliminada), debe disponerse sólo en la voz superior,
también a una novena respecto de la fundamental:
Ej.240 a, b
115
El acorde de trecena de dominante (V137) o dominante con sexta (V7+6) proviene del tono añadido al acorde de
dominante en forma de retardo a su quinta. Esa sexta es el III grado de la tonalidad, por lo que es
similar al III6 (recuérdese la función de dominante de este acorde).
Ej.241
La trecena se construye a partir del V7 sin la quinta, y en su lugar una sexta o trecena:
Ej. 242
Tanto el III6 ó V+6, como el acorde de V137 (ó V7+6) son expuestos en cadencias perfectas, sobre todo
en las de finales y en cadencias rotas. De las inversiones, aparecen más frecuentemente la última,
aunque la primera también, como en el de novena. El sonido de sexta o trecena se presenta como
norma en la soprano. Su resolución a tónica es igual que la de V7. En este caso, la sexta desciende,
como la quinta, a la fundamental de I grado:
116
Ej. 243
Finalmente, se deben señalar, a modo de resumen, los acordes más usados dentro de la armonía de
dominante:
Estos acordes de trecena y novena, juntos, contienen seis sonidos de la escala (menos la tónica) por lo
que representa una rica gama de la función dominante y amplias posibilidades de desarrollo melódico
en esa función armónica:
Ej. 244 a, b
117
Es posible ubicar la trecena y la novena simultáneamente, para lo cual se usarían cinco voces, y por
ende, la disonancia aumentará:
Ej.245
Si se estructurara una novena sobre el II grado se actuaría de igual forma que con el V: la quinta se
eliminaría en el formato a cuatro voces. Y cuando este acorde antecede a la dominante -como sucesión
muy habitual- se mantendría la novena del II como nota común con la trecena del V. Al enlazar con el
V9 se produce un salto entre las novenas respectivas:
Ej. 246
Observación:
Algunos teóricos consideran el VII7 como un acorde de novena de dominante al cual se le ha suprimido
el bajo, teniendo, no obstante, la función de dominante. Esta constituye una mirada diferente del
asunto, válida también, por supuesto, por su sentido funcional y estructural.
Ejercicios:
Ej.247
118
3.-Analizar los siguientes fragmentos de la literatura musical y buscar en otras obras de la literatura
musical:
Ej.248
119
Capítulo IX
Séptimas secundarias
Si las séptimas fundamentales son las que se forman sobre los grados de V, II y VII (como se ha visto
anteriormente), las secundarias son aquellas que se originan a partir de los restantes grados de la escala:
I, III, IV y VI. Su uso más generalizado fue en el Romanticismo, aunque encontramos señales más o
menos definidas desde el estilo Barroco. Estos indicios se observan especialmente en las secuencias
generadas de un motivo clásico de acordes de séptimas fundamentales, cuya sucesión da lugar a
séptimas sobre cualquiera de los otros grados. En ocasiones tal motivo puede iniciarse con las propias
séptimas secundarias.
Ej. 250
Ej. 251
Ej. 252
120
Ej. 253
Las secuencias con tales acordes, provocadas por el motivo inicial, son recurrentes en la literatura
clásica. En el esquema del fragmento de la parte media del Estudio 1 de F. Chopin se estructura una
secuencia con séptimas sobre todos los grados. Obsérvese en los ejemplos la lógica de movimiento de
las líneas en las que se suele mantener las notas comunes y las demás se mueven al sonido más cercano.
Sus formas de enlazar, por tanto, son similares a las de las séptimas principales. Se unen a tríadas, a
otras séptimas y mantienen los principios generales de la conducción de voces estudiados. Sin embargo
cuando se realizan las secuencias, entre un motivo y otro suelen producirse algunas excepciones, como
movimientos en la misma dirección de todas las voces, o quintas paralelas, que sin embargo en la lógica
de la secuencia son admisibles por la cesura entre los eslabones:
Ej. 254
El hecho de que esas séptimas se usaran en las secuencias principalmente, no significaba que como
estructuras individuales fueran totalmente desdeñadas. Encontramos casos que recurren a esas
sonoridades buscando colorido o que se valen de notas mantenidas en acordes que sirven de
preparación, como retardos y apoyaturas.
121
Ej. 255
El acorde de IV grado en el segundo compás del fragmento tiene una séptima que se encuentra como
apoyatura, y en el quinto, el VI7 se origina por el retardo preparado en el acorde anterior. No obstante,
la sonoridad de ambos acordes se hace notoria.
En el ejemplo que sigue de la misma obra de Händel también se produce un VI 7 con la nota del acorde
anterior (cuarto compás), pero sin ligar, lo que refuerza la séptima.
Ej. 256
Ej. 257 a, b
122
J. S. Bach, Clave Bien Temperado, Tomo I, Preludio VIII
Los dos pasajes del preludio de Bach recrean más enfáticamente las séptimas sobre el IV y el VI.
Ej. 258
En éste de Cervantes, como compositor del XIX, el uso del IV65 es bastante regular.
Pero, ya fuera por la práctica sucesiva de las secuencias o por la experimentación armónica, que sin
lugar a dudas, los compositores requerían en sus obras, lo cierto es que se fueron fijando determinadas
actuaciones de estos acordes, cuyo establecimiento definitivo, en la segunda mitad del siglo XIX, se
unió a una espectacular ampliación del sistema tonal mediante un exacerbado cromatismo y
123
modulaciones a tonalidades lejanas. Evidencias de séptimas secundarias (junto a novenas y trecenas
también secundarias) encontramos en Scriabin, a quien se le atribuye su uso regular. Este manejo de la
séptima (y novenas, trecenas u oncenas sobre los distintos grados) constituye uno de los aportes
esenciales de este compositor al desarrollo finisecular de la tonalidad -junto a otros como Wagner,
Bruckner, Mahler, Rachmaninov…- y al nacimiento de un nuevo lenguaje: el Impresionismo. En el
siguiente fragmento de un preludio de Scriabin se puede constatar lo expresado:
Ej. 259
Apréciese las novenas, trecenas y oncenas en el comienzo de este preludio en cuya factura se anticipa
una nueva estructura –típica del siglo XX-, la del acorde por cuartas.
Los ejercicios armónicos compuestos para tal fin usarán los acordes de I7, III7, IV7 y VI7 dentro de
secuencias y en algunos casos como parte de un determinado estilo que se apropia de esas sonoridades
como rasgo característico.
En algunas manifestaciones, estas armonías resultan típicas, y hasta pueden constituir una regularidad
del estilo. No se puede perder de vista que la armonía tonal (y aquella más allá de la tonalidad), no sólo
se expresa en la llamada música culta, sino también y de modo muy definido en géneros y modalidades
como los de la música popular y el jazz. Por eso debe verse la armonía en un espectro que abarca desde
lo clásico hasta lo popular, como una expresión del lenguaje musical de diferentes períodos y estilos,
cada uno de los cuales representa una manera de hacer, en consecuencia con un momento histórico y
sociocultural concreto.
124
Ejercicios
- Armonizar las siguientes melodías y bajos utilizando séptimas secundarias, así como novenas o
trecenas.
Ej.260
Ej. 261
125
G. Bizet, Carmen
Ej.262
126
Capítulo X
Giro frigio
El giro frigio (o cadencia frigia) se forma, melódicamente, a partir del tetracordo superior descendente de la
escala menor natural, lo que resulta una huella del modo frigio dentro del sistema tonal (tetracordo
inferior descendente de la escala frigia). También se le ha denominado cadencia andaluza, por estar
íntimamente ligada a rasgos típicos de la música de esta región española. Se caracteriza, además, por una
muy peculiar progresión armónica, que contiene como rasgo esencial la relación entre la dominante
natural (sin sensible) y la dominante armónica, en la cual finaliza.
Ej. 263
la menor
La dominante aquí, en su primer momento, perdió su atributo esencial –la sensible- para arribar
finalmente a aquella que sí la posee, es decir, la dominante armónica. Los grados pertenecientes a tal
función, se amplían mostrando sus dos acepciones: la variante natural y la armónica. Aquellos que
contienen la sensible se unen a los de séptima secundaria que pueden tomar el séptimo grado en su forma
natural. Luego entonces, el conjunto a utilizar puede expandirse:
Ej. 264
Han sido múltiples y frecuentes las variedades de este tipo de giro en la literatura musical, desde el
barroco hasta la actualidad, basada o sustentada en el sistema tonal como pensamiento armónico. Su
127
presencia es notoria también en la música popular, donde muchas veces constituye una estructura sobre
la cual se genera toda o gran parte de la pieza.
Ej. 265
Ej. 266
Ej. 267
128
E. Lecuona, Suite Andalucía, Córdoba
Ej. 268
129
Cuando el tetracordo descendente se localiza en el bajo, éste ya indica determinadas posibilidades de
progresiones. En los anteriores segmentos de la suite de Lecuona se observa precisamente en el bajo.
Ej. 269
Si este culmina en la dominante de un final de frase o período se tendrá más específicamente una
cadencia frigia, pues no siempre el tetracordo del giro culmina en estos puntos, sino que se encuentra en
el centro de diferentes secciones:
Ej. 270
Ej. 271a, b
130
J. S. Bach, Magníficat, No.10, Suscepit Israel
Como se puede apreciar en los ejemplos presentados, estos giros frigios en el bajo se utilizan para
conducir, con mayor realce, a semicadencias o cadencias finales. Este recurso, muchas veces utilizado
para generar clímax, constituye, de hecho, una generalidad en las obras de la literatura musical por la
importancia de la llegada a la dominante armónica en este punto de la forma.
La presencia del giro frigio en el resto de las voces posibilita una mayor variedad de armonización, pues
las progresiones pueden ser más numerosas. Así que, a partir de las relaciones funcionales de t – d natural
– s – D armónica se obtendrían las siguientes variantes:
Ej. 272
Ej. 273
131
Obsérvese y analícese en los fragmentos de corales de Bach los comportamientos de esta progresión:
Ej. 274
J. S. Bach, Coral 10
Ej. 275
J. S. Bach, Coral 30
Cuando la línea melódica del giro frigio se produce en voces superiores, el movimiento libre del bajo
facilita que el giro se origine al inicio de una progresión armónica o en un espacio de movimiento
intermedio; tal es el caso de los ejemplos anteriores. Se pueden encontrar incluso, en complementos
132
añadidos después de las cadencias perfectas, donde la dominante armónica es sustituida por la tónica
como acorde final.
Ej. 276
Ej. 277
A lo largo de la creación musical muchas han sido las vías mediante las cuales los compositores buscan
enriquecer los procedimientos composicionales. En este caso el giro frigio se ha visto muy beneficiado.
Uno de tales procedimientos ha resultado la reducción de la progresión del giro frigio eliminando
determinados acordes como el de tónica, por lo que las relaciones armónicas se sintetizan a la relación
esencial de d natural – s – D armónica.
Otro tipo de reducción aún más sintética lo constituye el enlace de s – D armónica con el movimiento
melódico descendente del VI al V grado (sobre todo en el bajo). Ahí está presente la segunda menor
descendente característica del modo frigio, lo cual determinó que a esta mínima expresión se le
denominara también cadencia frigia, sobre todo por su punto de terminación en la dominante armónica,
precedida por la mencionada segunda menor en el bajo:
133
Ej. 278
En ocasiones tal relieve de la melodía frigia en bajo o en otra voz superior, aparece algo encubierto, o
transita de una voz a otra. En el ejemplo de Pavel Vejvanovsky (1640-1693) de la Sonata a 4 para
trompeta, cuerdas y continuo (reducción para piano u órgano) está encubierto, es decir, pasa de la
soprano al bajo:
Ej. 279
Ej.280
134
P. Vejvanovsky, Sonata a 4 para trompeta, cuerdas y continuo
La ampliación del giro frigio se produce a partir de la incorporación de más de un acorde en una o varias de
las funciones que lo conforman, lo que implica además una dilatación en el plano melódico. Este recurso
es muy recurrente para retardar la llegada a la dominante armónica y provocar, a través de una tensión
acumulativa, la aceleración del proceso hacia la culminación. De este modo es posible crear múltiples
combinaciones armónicas.
Ej.281
Ej.282
135
El giro frigio se desplaza, en éste, de la contralto al tenor, en la siguiente frase, y ahí se extiende en la
subdominante con una progresión de paso.
Ej.283
(Ampliación)
Ej. 284
136
Ej. 285
J. S. Bach, Coral 37
Nótese en los anteriores fragmentos la incorporación de otro giro frigio en cualquier voz y cífrese en los
mismos los acordes aplicados en las distintas variantes de armonización.
Ej. 287
137
J. S. Bach, Coral 37
Ej. 288
En este fragmento y el que le sigue, ambos de Haendel, se muestra un patrón similar de comportamiento
del giro en cuestión, con transposición en el bajo cuando emerge el VI en soprano, en este caso en
primera inversión.
Ej. 289 a, b
138
G. F. Händel, El Mesías, No.6 Aria de bajo
Y en la propia aria también se localizan uno en la melodía y posteriormente uno en bajo con semejantes
armonizaciones pero más concentrados o de manera más simple:
Ej. 290
139
G. F. Händel, El Mesías, No.6 Aria de bajo
Algunas obras, sobre todo del estilo romántico, se valen de este giro –por momentos no tan evidente
linealmente- para conducir hasta la cadencia en dominante mediante una prolongada dilatación, que
origina de ese modo un ―suspense‖ armónico y climático. Composiciones de Rachmaninov o Scriabin, y
Albéniz en la música española, concebidas con una factura pianística compleja, se estructuran en sentido
general sobre esa base armónica.
Por su naturaleza modal y al mismo tiempo su vínculo con la tonalidad, el giro frigio, en cualquiera de sus
variantes, se presta para diferentes contextos, como es lógico, donde se desarrolle una tonalidad menor.
Así, lo encontramos igualmente en estilos contemporáneos con reminiscencias modales, y en aquellos
netamente tonales del Barroco al Romanticismo tardío (como los expuestos anteriormente, hasta Scriabin
o Rachmaninov). El ejemplo de Villalobos y Harold Gramatges nos lo muestran en una acepción más
modal:
Ej.291 a, b
140
H. Villa-Lobos, Preludio, Bachiana No.4.
141
Todo el preludio está construido sobre la base armónico-melódica del giro frigio.
En el siguiente de Gramatges se expone en un ambiente igualmente modal, típico de la música del siglo
XX en este caso dentro de un género cubano como la guajira, en la cual el giro o cadencia frigia es una
progresión característica dentro de su ámbito tonal…
Ej.292
En tonos mayores no se localiza, obviamente, este tipo de progresión, sin embargo el tetracordo
descendente de la escala mayor puede armonizarse de forma similar, utilizando los acordes más
convenientes como el III y acordes de séptima derivados de la tónica y la dominante que puedan
contener la sensible….en tales casos en lugar de giros frigios en el bajo se formarían giros de paso….(Ver
armonización de escalas en próximos capítulos…
Ejercicios
- Estudiar en el teclado posibles armonizaciones de giro frigio, tanto en bajo como soprano u
otra voz superior y crear fragmentos o pequeñas piezas en forma de preludio, canción o un
género deseado.
Ej. 293 a, b
142
- Crear períodos donde se apliquen las diversas armonizaciones de cadencias frigias, en cualquier
voz superior o bajo y que resulte una polifonización con sentido imitativo entre las voces,
partiendo del propio giro como motivo temático.
143
Capítulo XI
Estructuras acordales sobre cada uno de los grados de la escala
La autora ha concebido y aplicado la siguiente tabla por su valor didáctico y como recurso práctico para
ejercitar la construcción de todos los tipos de estructuras acordales (tríadas y séptimas) sobre un bajo,
dentro de la escala diatónica. El propósito ha sido el de facilitar la comprensión de los procesos
armónicos y desarrollar determinadas habilidades que permitirán dominar con mayor rapidez
ejecuciones más fluidas de cifrados al piano, agilizar el análisis de obras, así como armonizar con
relativa facilidad los diferentes bajos y melodías de manera lógica y convincente.
Ej. 294
Esto propiciará, como se puede apreciar en el ejemplo anterior, evadir una cierta monotonía que es
presentada de antemano en el bajo o la voz superior, variar el espectro de ―color‖ armónico, y el
movimiento interno de las voces que han enriquecido la progresión a través de las distintas
combinaciones que cada grado brinda dentro de la escala mayor o menor.
Así mismo, una melodía en voz superior, también monótona, se tornará interesante con una diversidad
de armonías, mientras que si es muy movida, puede compensarse mediante una progresión de bajo
inmóvil.
Ej.295
144
Observaciones:
Nótese que esta tabla se refiere sólo a los acordes diatónicos. No incluye los que se producen
cromáticamente.
La séptima en estos enlaces baja siempre a la fundamental del siguiente acorde (véase la
dirección de las flechas que se encuentran en el primer grado).
La sucesión de acordes sobre cada bajo -dirección horizontal de la tabla- forma giros auxiliares
ampliados.2
Sobre cada grado se forma la última inversión de séptima del siguiente. (Ej.: Sobre el I el II 2,
sobre el IV, el V2, y así sucesivamente…).
2Cuando se introduce en un giro auxiliar, otro acorde disonante con el bajo, este deviene un pedal o punto de
órgano.
145
de I a I6 pasamos por los acordes que se encuentran sobre el segundo grado y se seleccionan
aquellos más convenientes.
Es apreciable el comportamiento de las funciones sobre los grados inestables y estables. Sobre
los estables se forman acordes relativamente estables y viceversa: sobre sonidos inestables se
construyen acordes también inestables. Préstese atención sobre todo a los más inestables,
como el IV grado, y considérese que sobre un sonido de subdominante, por ejemplo, es
posible encontrar funciones de dominantes, o sobre una dominante una tónica con séptima,
etc…
La ejercitación de la tabla debe hacerse en cualquier tonalidad (Mayor o menor) hasta crear las
habilidades requeridas.
Es útil subrayar que los acordes deben nombrarse desde el bajo hacia arriba, respetando el orden
ascendente de su construcción interválica y no de la manera que frecuentemente se acostumbra. En tal
caso, si fuésemos a leer el acorde de V64 lo correcto sería decir: Quinto cuarta-sexta y no quinto seis-
cuatro, pues el primer intervalo que se forma a partir del bajo es una cuarta y a continuación la sexta.
Ejercicios
1. Estructurar acordes e inversiones de tríadas y séptimas sobre cualquier sonido, sin tonalidad.
Ej.: sobre re construir un acorde de cuarta sexta, de tercera cuarta, etc.
2. Estructurar acordes e inversiones de tríadas y séptimas sobre cada sonido de la escala en una
tonalidad dada (tomando el grado como bajo).
3. Ejercitar todos los acordes formados en cada grado de la escala, sin tonalidad, es decir los
cifrados. Ej.: en el cuarto grado se forman II6, VII43, V2,….
4. Practicar los grados sobre los que se forma un acorde determinado. Ej.: el acorde de VII 43 se
forma sobre el cuarto grado, el V6 sobre el séptimo.
146
5. Determinar la tonalidad a la que pertenecen las notas de un acorde cualquiera haciendo función
de tónica, subdominante o dominante. Ej.: mi-sol-sib-do es V65 de la tonalidad ¿?(Fa )
6. Determinar el grado a que corresponden los sonidos de un acorde cualquiera en una tonalidad
dada. .Ej.: el acorde fa-la-si-re en Do es (VII43 )
7. Dominar las funciones que predominan sobre cada grado de la escala. Ej.: sobre el cuarto
grado predominan las funciones ¿?(S y D)
Ej. 297
La primera variante en Do mayor podría aplicarse a do menor y formaría giro frigio en bajo.
Lógicamente, se pueden permutar las voces superiores o cambiar los registros, pero como se observa,
en las sucesiones de sexta se duplicó la tercera, a veces la fundamental y a veces la quinta (debe evitarse
en lo posible duplicar la sensible en el V6, a no ser muy excepcionalmente). Finalmente una buena
147
conducción de las voces es lo más aconsejable. En las variantes menores se formaron giros frigios
superpuestos que devienen imitaciones melódicas en dos o tres voces, lo cual ayuda a la polifonización
en la armonía.
Ej.298
Ej.299
Así mismo en las tonalidades menores se puede aprovechar la variante melódica que, al ascender el
sexto grado de la escala, transforma el IV grado en tríada mayor (el más usado en este caso) y al II en
tríada menor, exactamente iguales al modo mayor (ampliar los casos vistos anteriormente de estas
armonizaciones de escalas en variantes menores).
148
Ej. 300
I PARTE revisada
149
II PARTE
Cromatismo
Desde el Barroco al Romanticismo, así como en otros ámbitos donde se ha desplegado la tonalidad, los
creadores se han servido de acordes alterados para lograr imágenes novedosas relacionadas con el
progresivo desarrollo de la forma y la dramaturgia musicales. Sonoridades oscuras, brillantes, estridentes
e incluso sorpresivas o de gran intensidad emocional, conforman el rico diapasón de matices armónicos
en la búsqueda de los más diversos caminos expresivos, subordinados al lenguaje individual o epocal, al
género, la forma o los medios sonoros a disposición.
La conformación de estos acordes parte de la existencia de los sonidos inestables en una tonalidad que
son susceptibles de alterarse en forma descendente o ascendente, según el caso. Tales alteraciones
posibilitan no sólo el enriquecimiento de las funciones de subdominante y dominante en los límites del
sistema, sino el consiguiente desarrollo a partir de los procesos modulatorios y sus múltiples variantes.
Es, asimismo, una de las revelaciones del cromatismo referido.
Tómese como ejemplo una tonalidad mayor y otra menor para mostrar los sonidos alterables:
Ej. 301
150
Es evidente que la alteración cromática de cada grado inestable, proviene de la escala cromática de la
tonalidad, y en menor medida de sus variantes armónica y melódica:
Ej. 302 a, b, c, d, e, f
De esa forma, el II grado puede descenderse en los modos mayor y menor, pero asciende sólo en
mayor; el IV asciende en los dos modos y desciende únicamente en menor; el VI puede descenderse en
mayor (variante armónica) y ascenderse en menor (variante melódica de la escala menor); y el VII,
finalmente, se asciende en menor (variantes armónica y melódica), y desciende en mayor (variante
melódica, menos usada).
Todos los sonidos alterados afectarán, por tanto, a aquellos acordes que los contengan, modificando su
estructura interna y ―color‖, pero no la función que ejercen en el contexto tonal, aunque adquieren, al
mismo tiempo, nuevas posibilidades de desempeño, sobre todo en la modulación enarmónica que yace
potencialmente y puede ―abrirse‖ en un momento dado de la expansión tonal, propiciando cambios
funcionales en los mencionados acordes.
Los acordes implicados en estas transformaciones serán, entonces, los del II (II7); IV (IV7); V (V7); VI,
III y VII (VII7). Ellos continuarán desplegando sus roles propios de subdominante o dominante, a la
vez que pueden conducir a otros caminos en fases más avanzadas del desenvolvimiento armónico.
Algunos de esos acordes ―derivados‖ serán tratados particularmente, en próximos acápites, por sus
connotaciones dentro de la sintaxis musical. Sin embargo, se verá plasmado en una tabla un número
mayor de ellos, de manera ordenada y en interacción dialéctica, para mostrar, no sólo aquellas
151
estructuras más generalizadas y tipificadas, sino sus comportamientos funcionales dentro el sistema.
(Ver tabla, p.194)
Los acordes de doble dominante son aquellos que, como su nombre indica, resultan dominantes de la
dominante en una tonalidad. Un V ó V7 de Sol mayor (re-fa#-la, o re-fa#-la-do) constituyen tríada y
séptima de doble dominante respectivamente en Do mayor. Estos se forman sobre el II y II 7 al
ascender su tercera lo que origina que ese sonido (IV grado de la escala) se convierta en sensible del V:
Ej. 303
De ahí que la subdominante devenga dominante del V grado, lo cual acerca y tensiona el paso de una a
otra función. En el esquema T – S – D propio de un desenvolvimiento natural de las funciones en una
tonalidad cualquiera, la doble dominante podría insertarse entre la S y la D, por generarse de la primera
y al mismo tiempo ser dominante de la segunda:
T – S – DD – D
Se acrecienta de ese modo la inestabilidad funcional. Ese cromatismo o alteración del acorde de II grado
crea una ambigüedad o bifuncionalidad (subdominante y simultáneamente dominante de la dominante)
que enriquece el color armónico y el propio proceso modulatorio encargado de prolongar la
organización tonal.
Para indicar la presencia de este acorde se utilizan las letras iniciales: DD y se colocan con subíndices las
séptimas, novenas, etc.…A veces se indica el cifrado propio del grado con su alteración, denotando su
papel de subdominante transformada (II7#3). No obstante, se opta por la variante de DD para enfatizar
su doble connotación y especial individualidad.
Ej. 304
152
Obsérvese que en menor la DD y DD7, mantienen la misma estructura que en mayor, debido a la
propia naturaleza independiente del acorde, por lo que habría que alterar el VI grado de la escala para
mantener dicha formación interválica. Se han señalado entre paréntesis los grados alterados, cifrados
también utilizados, y se coloca un pequeño cero a la derecha arriba para cuando quiera optarse por el
disminuido, tal como ocurre con el VII7 en ese estado. Por otro lado, la séptima de DD disminuida en
mayor se homologa con la del II con la fundamental ascendida: DD65#1 (en Do mayor, re#=mib):
Ej. 305
Como se muestra en el ejemplo, la variante disminuida se emplea casi siempre para resolver a la
dominante (resolución con duplicación de la tercera de V, similar a la resolución del VII 70 a tónica),
mientras la que tiene la prima ascendida resulta más conveniente para el tránsito cromático al cadencial
(teóricamente más aceptable, aunque se pueden encontrar ambas indistintamente en algunas obras).
El caso de la doble dominante introducción –o sensible, como también se le ha llamado, por hallarse a un
semitono de la dominante- posee, como se ha visto, una estructura típica de un VII7 y puede heredar
sus atributos al ser un acorde de séptima menor (semidisminuído) o disminuido (DD(vii)7o). Así que, en
tonalidades mayores –donde la séptima del disminuido es el III grado descendido de la escala- tiene la
posibilidad de usarse de ambas formas. En menor, sin embargo, mantiene la característica del
disminuido ya que se forma naturalmente en ella.
(Se ha entendido también a la doble dominante sobre el IV grado, como una novena de la del segundo
a la que se le omite el bajo):
Ej. 306
153
Es muy frecuente encontrar en las obras clásicas tales acordes que se comportan en ambos sentidos:
como subdominantes alteradas y como dominante (V ó VII) para el V grado (en ocasiones a un mismo
tiempo, o por separado una u otra función):
Ej. 307
Ej. 309
154
G. F. Händel, El Mesías, Overture
Ej. 310
Ej. 312
155
Eliseo Grenet, Negro Bembón, son, con texto de Nicolás Guillén (Introducción)
Ej. 313
156
En el Aria de tenor No.3 de El Mesías se advierten giros de paso con DD, es decir D-DD-D y en la
Introducción de la Patética, de DD(VII)2 – DD- DD(VII)43 (de modo análogo al que se produce con VII70
y el V:
Ej. 314
Ej. 316
157
W. A. Mozart, Requiem, Kyrie
Como se observa en los ejemplos anteriores y en cualquiera de las acepciones explicadas –hasta las
novenas o trecenas en la DD sobre el II grado-, las doble dominantes pueden actuar enfáticamente en
puntos culminantes de motivos, frases, períodos u otras estructuras mayores, debido a la tensión
armónica originada por la alteración de la subdominante, lo que provoca una mayor tendencia al punto
cadencial de la dominante. El ejemplo del final del Kyrie del Réquiem de Mozart revela una cadencia
evitada, o más bien de engaño, con la DD disminuida, por sustitución del VI, que crea mayor intensidad
dramática unido a un silencio con calderón que refuerza la imagen, y sirve además de bordadura a la
dominante de la cadencia perfecta. La dinámica se subordina igualmente al sentido de la armonía.
En otros momentos, sin embargo, de más calma o estabilidad, como en los complementos, es capaz de
propiciar un cambio de colorido armónico, a veces imprescindible en las internas relaciones de las
cadencias plagales:
Ej. 317
158
Progresiones diversas son estructuradas con estos acordes, no sólo asociadas a las cadencias o
semicadencias en que su uso es bastante frecuente o en las cadencias plagales antes mencionadas, sino
en otros espacios en que se propician movimientos armónicos más acelerados, especialmente con los
acordes de séptima de dominante o VII7, cuya conducción cromática de las líneas se hace obvia por el
propio desenvolvimiento interno de cada voz.
Ej. 318
Ej. 319
159
Alteraciones de los acordes DD
Al transformarse los acordes de II y IV en acordes con estructuras de dominante (V, V 7 y VII, VII7)
para conducir a la dominante principal, a causa de la ascensión cromática del IV grado, éstos adoptan
estructuras con cierto carácter independiente: el que ejerce como VII7, por ejemplo, puede ser
semidisminuído y aún disminuido –como se vio antes- en tonalidades mayores; y disminuido en las
menores. Junto a estas modalidades, otros sonidos alterables, pertenecientes a estos acordes, podrían
ensanchar el conjunto, así como la sonoridad específica de las doble dominantes:
- El VI grado descendido de la escala mayor, que constituye la quinta del II y II7, produce una
DD7 con la quinta descendida (forma quinta disminuida con el bajo). En la doble dominante
sobre el IV ascendido DD(VII)7, o sin séptima (DD(VII)), crearía un acorde con la tercera
descendida (forma tercera disminuida con el bajo). Estas alteraciones provocadas por el VI
descendido también proceden en las tonalidades menores donde ese sonido existe de forma
natural en su escala. No obstante, para los efectos del acorde, constituye una alteración, debido
precisamente a la referida autonomía de su estructura. Luego entonces, a la hora de cifrar o
analizar tales acordes en sus contextos, se entenderá y cifrará de igual manera para tonos
mayores y menores.
Ej. 320
Ej. 321
Este acorde suele usarse en cadencias plagales, y muy frecuentemente antes del acorde I64 cadencial en
finales de partes, por supuesto, en tonalidades mayores:
160
Ej. 322
A la hora de cifrar las doble dominantes alteradas (con quintas descendidas, primas ascendidas o
terceras descendidas) se indicarán los tonos alterados del acorde, independientemente de sus
inversiones. Esto creará un estereotipo de sonoridad y de funcionalidad que se comporta de la
misma forma en cualquier inversión. Así decimos: DD43b5, DD65b5, etc., para indicar el mismo
fenómeno en el cual la quinta del acorde (el mismo sonido), en todos los casos, está descendida, y
suenan igual aunque formen construcciones interválicas diferentes. (En el acápite de las sextas
aumentadas y la tabla de acordes alterados que aparecen más adelante, se amplían estos criterios de
relaciones entre la función y la estructura de estos acordes)
Ej. 323
Ej. 324
161
W. A. Mozart, Fantasía en do KV
Ej. 325
Ej. 326
Los giros frigios suelen enriquecerse con DD en su forma natural e incluso alterada:
Ej. 327
162
P. Vejvanovsky, Sonata a 4 para trompeta, cuerdas y continuo
Ej. 328
J. S. Bach, Coral 30
Ej. 329
163
J. S. Bach, Coral 19
Ej. 330
Ej. 331
164
Ejercicios
- Armonizar las siguientes melodías en soprano y bajo:
Ej. 332
a) I VI III IV DD65 V2 I6 II65 II65#3 ---#3 b5 I64 V7 IV7#1 V137 I (En tonos mayores)
c) I II2 DD2#1 VII70 V65 I VI DD(VII0)65b3 V7 VI DD43b5 V7 I DD2b5 I (En tonos mayores)
165
que se percibe como un efecto contrario a su alteración. De ahí que el término ―desalteración‖ ilustre
ese acontecimiento. La transformación del esquema funcional sería:
De: S – DD – D, en: DD – S – D
Ej. 333
Este recurso fue muy utilizado en obras sobre todo del Romanticismo, aunque se encuentran señales en
periodos anteriores:
Ej. 334
Ej. 335
166
Ejercicios
Ej. 336
Aparte de las doble dominantes que nacen de las subdominantes alteradas, existe otro grupo de estas
últimas que también favorece la aceleración del desarrollo armónico en el ámbito tonal. Como el IV
grado ascendido implica –generalmente- un acorde de tipo doble dominante, aquellos que contienen
otros tonos alterables, tales como el II y el VI –sonidos estos que pueden someterse al proceso de
―cromatización‖- podrán integrar este conjunto, no menos importante que el primero. Así, se pueden
obtener variadas sonoridades, a partir de nuevas estructuras interválicas en los acordes, las que
propiciarán una vasta gradación de colores armónicos, sin perder su sentido funcional. Véase la serie
siguiente de acordes –triadas y séptimas- que se suman a la ―familia‖ de subdominante:
Ej. 337
Do
Esos acordes continúan, en estos casos, fungiendo como subdominantes en progresiones armónicas
típicas: cadencias plagales, giros de paso alterados (en ocasiones más extensos), igualmente distensión
del área funcional antes de la dominante, en puntos climáticos de la forma, todo lo cual favorece a su
167
vez la expansión antes referida. Los que tienen el II grado ascendido se producen sólo en tonos
mayores, mientras que los que tienen el VI y II descendido podrán verse en las menores y mayores.
(Se expondrán en este acápite los tipos de acordes presentados en los tres primeros compases del Ej
337)
Ej. 338
Ej. 339
Ej. 340
168
Tradicional Spirituals, Over my head
Rasgo distintivo de la armonía de los Spirituals y Blues norteamericanos es la armonía plagal que se
acostumbra ampliar con acordes de subdominante alterados. En los modelos anteriores (Ej 338 y 339)
se puede constatar la relación de T-S que se reitera varias veces. En el primer caso es usado el II
alterado con la fundamental ascendida sustituyendo al IV. En el otro la propia tónica está convertida en
V7 del IV y sobre este último el acorde sustituto II65#1, reconocido por su estructura como sexta
alemana (ver acápite de las sextas aumentadas). Al ser ese acorde enarmónico de una séptima
dominante, aparece -en ese caso- escrito con esos sonidos, a la manera característica de la música
popular en la que los cifrados siguen una lógica estructural enfocada con un propósito de ejecución.
Ejercicios
Ej. 341
169
- Analizar en obras de los períodos clásico y romántico esos tipos de acordes.
Sexta napolitana
Se denomina napolitano al acorde formado sobre el segundo grado descendido de las tonalidades
menores, y mayores (variante armónica), por lo que puede considerarse como herencia de los antiguos
modos griegos, específicamente del modo frigio. Dentro del sistema tonal cumple el rol de
subdominante alterada y se utiliza con mayor frecuencia como sexta, o sea sobre el bajo de IV grado,
aunque también se puede encontrar como tríada fundamental y hasta como acorde de séptima.
Muchas veces se ha concebido al acorde napolitano, en especial su sexta, como un acorde ―cuasi‖
natural, propio de la subdominante en una tonalidad y algunos teóricos no lo refieren como un grado
alterado de esa función, sino como un acorde modal adoptado, e incluso llamado acorde frigio. Ha sido
tan corriente su uso en todos los periodos musicales donde rigió el sistema tonal, que se ha sentido
parte inseparable del mismo. Desde obras tempranas del Barroco -quizás por la cercanía con su
antepasado renacentista- lo encontramos realizando su función en lugares ―oportunos‖ (Scarlatti y
Stradella lo usaron en sus óperas).
Tal como se muestra en el Ej. 337 el acorde napolitano o tríada napolitana consiste en una triada mayor
sobre el II descendido, es decir se encuentra a un semitono de la tónica.
La sexta napolitana puede sustituir al II6 ó al IV en cualquier momento de la progresión armónica, pero
su actuación más generalizada, como subdominante alterada (o ―prestada‖ del frigio) corresponde a
puntos culminantes de frases, períodos o de secciones más extensas. Tales puntos suelen localizarse
antes de semicadencia o cadencias finales. En ellos se revela el contraste tímbrico con su homólogo de
II grado, lo cual dota de nuevo significado a esos espacios donde se desenvuelve la subdominante, y
debido a esto se le ha considerado también dentro del conjunto de acordes alterados, es decir, que se le
170
asume al mismo tiempo dos connotaciones diferentes, mas no excluyentes. Su cifrado suele llevar un
bemol delante del II (bII) y también es usada la letra N mayúscula.
Obsérvese en el tercer compás del Ej. 342 la sexta napolitana después de un VI y antes del V:
Ej. 342
Ej. 343
171
L. van Beethoven, Sonata Op.57, No.23 en fa “Appassionata” (sección secundaria, I Mov.)
172
subdominante. En el primero aparece dentro de un giro frigio en el bajo incrementando esa función
(subdominante), en la sonata de Haydn y en la Appassionata de Beethoven se encuentra en el punto
culminante del período, igualmente antes de la cadencia.
En la literatura musical es usual encontrar la sexta napolitana antecedida por la tríada mayor del sexto
grado descendido. Este último resulta un acorde natural en las tonalidades menores, pero en las
mayores constituye un acorde alterado, como prestación del modo menor (o también se considera parte
del modo mayor-menor). De manera que el sexto grado descendido actúa como dominante del acorde
napolitano, y enriquece la progresión armónica antes de semicadencias y cadencias, expuesta
anteriormente: bVI – bII – D (visto en Claro de Luna de Beethoven). La relación de estos acordes es
muy frecuente, también, en cadencia rota (o de engaño) donde la progresión sería D – bVI – bII, y
como consecuencia cambia el sentido de la misma:
Ej. 345
Ej. 346
173
F. Chopin, Estudio Op.10, No.6
(Obsérvese el modelo enunciado de la cadencia evitada (V7 VI) seguida por la sexta napolitana (bII6) y
posteriormente la DD(VII)70 que precede a la dominante del final de frase.)
174
W. A. Mozart, Requiem, Lacrimosa
Ej. 348
Ej. 349
175
E. Lecuona, Suite Andalucía, Gitanerías
En Gitanerías de la suite Andalucía de Lecuona se presenta un giro frigio en la voz superior (sol menor)
sobre el pedal de re. Aunque la tonalidad es re menor, la tónica mayor asume el rol de la dominante de sol
para crear un giro frigio. Existe así cierta ambigüedad entre la napolitana hacia tónica mayor en re y la
cadencia frigia de sol, sobre un pedal que contiene la fundamental y la quinta del acorde para permitir
tanto el modo menor como el mayor de re.
En la Appassionata de Beethoven se halla igual relación del VI (triada mayor) que actúa como napolitano
para el V y crea también una cadencia frigia. Se confirma la fuerte impresión modal y la denominación
señalada de acorde frigio.
Ej. 350 a, b
176
L. van Beethoven, Sonata No.23 en fa menor (Appassionata), Op.57 – (I Mov.)
En la armonización a cuatro voces, debe tenerse en cuenta que los sonidos alterados de la sexta
napolitana, como en cualquier acorde alterado, no deben ser duplicados (aunque excepcionalmente se
duplica la fundamental), por lo que se recomienda duplicar la tercera del acorde que constituye, al
mismo tiempo, el sonido fundamental de subdominante, es decir, el IV grado.
Ej. 351
177
Se encuentra en el Ej. 351, la napolitana como tríada y como sexta: después del IV, antes de dominante,
a continuación de la cadencia evitada, como bordadura del V en la cadencia, y por último en el
complemento final de armonía plagal. En los diferentes casos se duplica la fundamental o la tercera,
esta última preferida para la primera inversión (en el tercer compás se duplicó la fundamental por
hallarse antes del Vb5 en cuyo caso la quinta alterada es sonido común con la prima del napolitano).
Es el giro frigio otro contexto donde se puede utilizar la sexta napolitana, más aún cuando ambos
fenómenos se articulan para potenciar la tensión armónica que conduce a semicadencias y cadencias
finales. En este sentido, el acorde de sexta napolitana puede ocupar la zona reservada para la
subdominante o como ampliación de esa función junto a otros acordes, por ejemplo en un giro de paso
interno de subdominante, dentro del propio giro frigio (ver ampliación de giro frigio en el comienzo de
la Sonata cuasi una fantasía de Beethoven).
Ej. 352
Ej. 353
Ej. 354
178
F. Chopin, Nocturno póstumo do#
Ej. 355
179
En el Nocturno póstumo en do# de Chopin se advierte la sexta napolitana antecediendo la DD antes
de la cadencia, al igual que muchos otros. Sin embargo en la Balada en sol menor emerge en el
comienzo a manera introductoria unido al IV como antesala de la cadencia perfecta, cuya progresión de
trecena de dominante-tónica coincide con el tema principal de la obra. En este caso la sexta napolitana
genera una inestabilidad que se constata un poco después en la resolución a sol menor. La ―falsa
tónica‖ Lab resulta una napolitana cuando se percibe la estabilidad cadencial. Este comportamiento es
característico del estilo armónico romántico que trata de evadir la tónica desde el mismo inicio y crear
falsas expectativas tonales.
Ejercicios
- Armonizar las siguientes melodías y bajos aplicando el acorde napolitano y su sexta (en algunos
se especifica con asterisco su localización).
180
- Analizar en obras de diferentes períodos el comportamiento de la sexta napolitana, su enlace
con otros acordes, su función en la forma y la dramaturgia.
- Realizar enlaces al piano con la sexta napolitana y crear un período donde aparezca el acorde en
distintos momentos.
Al igual que el II, el VI -como se expuso anteriormente en su relación con el napolitano- puede
descenderse en tonalidades mayores (variante armónica). Esto también se conoce como un préstamo a
la tonalidad menor en la cual dicho acorde se encuentra a un semitono del V y tiene una estructura de
triada mayor.
Ej. 357
Ej. 358
181
Se observa en los ejemplos su uso después de tónica, antes (o después) de otras subdominantes como el
IV o el napolitano, y antes de V o después de él en la mencionada cadencia de engaño. Igualmente
resulta relevante su contraste con la tónica mayor del final, efecto muy recurrente en toda la música
tonal de diferentes géneros hasta en los del estilo popular.
Pero no sólo son consideradas de engaño este tipo de cadencias. Progresiones que conducen
equívocamente a otros acordes también disonantes o inestables son asimismo consideradas como tal.
Las propias cadenas elípticas –vistas más adelante- pertenecen a este modelo de progresión, en su
sentido más general.
Ejercicios
También se localizan en los acordes del grupo dominante, sonidos susceptibles de alterarse. Estos
igualmente están destinados a enriquecer la función correspondiente, produciendo armonías novedosas
y hasta contrastantes.
Las dominantes alteradas se encuentran sobre el V y el VII, tanto en la estructura de tríada como de
séptima.
En el caso del V grado suele alterarse su quinta de forma descendente o ascendente. En el modo mayor
se ubican ambas, mientras que en el menor solamente la que presenta la quinta descendida. La
resolución de estos acordes está determinada por los sonidos alterados, que tienden, como se ha de
entender, a los estables más cercanos. El II grado al descenderse tiene que pasar obligatoriamente al I
en tónica (o la tercera del VI si es cadencia rota). Cuando se asciende, sin embargo, su alternativa es al
III grado, es decir, la tercera de la triada tónica:
Ej. 359
182
Ej. 360
Ej. 361
El VII, tanto como tríada o séptima, tiene mayor variedad de alteraciones. Son más los sonidos
alterables que lo integran: el II (tercera del acorde) puede ascenderse en tonalidades mayores, y
descenderse en mayores y menores; el IV (quinta del acorde) se asciende en mayor -usado raras veces- y
se desciende en menor; el VI (séptima del acorde) se desciende en mayores armónicas y el VII, como se
conoce, se asciende en la variante menor armónica. Es así que, la fundamental, la tercera, la quinta o la
séptima del acorde, sufren modificaciones y originan nuevas estructuras y sonoridades:
Ej. 362
Algunos enlaces de estos acordes presentan una lógica de conducción melódica, válida en determinadas
progresiones:
Ej. 363
183
Ejercicios
-Analizar los ejemplos a continuación y encontrar otros en la literatura musical sobre todo de los siglos
XVIII y XIX:
Ej. 364
184
F. Chopin, Estudio Op.25, No.12
Ej. 366
Ej. 367
185
Las sextas aumentadas.
Dentro de los acordes alterados de S y D vistos anteriormente, existen inversiones cuyas estructuras en
el proceso de alteración fueron modificadas y dieron lugar a diferentes tipos de sextas aumentadas. Dichas
sextas tradicionalmente fueron llamadas italianas, alemanas y francesas, según su interválica interna…
Ej. 368
Para una comprensión rápida y eficaz de las sextas aumentadas y su aplicación en la armonización o el
análisis armónico, debe tenerse muy presente la interrelación entre el aspecto estructural y el funcional de
este tipo de acordes. Es por ello que si bien es importante estructurar las sextas aumentadas con gran
agilidad, también resulta imprescindible conocer dónde y cómo se emplean dentro de una progresión
armónica.
Como su nombre lo indica, estas inversiones de acordes alterados se caracterizan por una estructura de
sexta aumentada acompañada en todos los casos por una tercera mayor. Luego, cada una de las sextas,
o sea la italiana, la alemana y la francesa presentan diferencias entre sí.
6ª A 6ª A 6ª A
3ª M 5ª J 4ª A
3ª M 3ª M
Teniendo en cuenta las funciones que realizan estas sextas, sería posible localizarlas en cualquier
tonalidad. Pero ocurre que todas ellas se producen sobre los sonidos del IV, II descendido y VI
descendido, en tonalidades mayores (y los mismos grados excepto el IV que sería descendido en
menor), es decir los sonidos del acorde napolitano. Como se observa en la Tabla integral de acordes
alterados (pág.194) esa coincidencia resulta muy útil, acaso una relación (¿matemática?) determinada
186
por la alteración de los grados en la ampliación tonal. El caso singular ayuda de forma rápida a la
localización de tales sextas y a una comprensión mayor del fenómeno.
Ej. en Do mayor:
Notas del
Sexta Italiana Sexta Alemana Sexta Francesa
acorde
napolitano
Reb reb fa si (VII6 b3) reb fa lab si (VII6/5o b3) reb fa sol si (V4/3b5 )
Lab lab do fa# (DD(VII)6 b3) lab do mib fa# lab do re fa#
(DD(VII)6/5o b3) (DD4/3b5)
Ej. 369
Do Mayor
En ese caso, las sextas formadas en el V y el VII grado se utilizarán como dominantes alteradas, y
las construidas en el II grado y sobre las doble-dominantes, constituyen subdominantes alteradas.
Tales cifrados nos permiten generalizar las sextas en cualquier tonalidad, de modo que el VII 6b3
siempre va a ser una italiana en mayor o menor. De la misma manera, la DD43b5 siempre será una
sexta francesa independientemente del tono. Es por ello que la asimilación y fijación del cifrado es
un recurso que también se integra al resto de los procedimientos para el dominio de esta materia.
Entre las tonalidades mayores y menores existen diferencias en cuanto a la formación de las sextas,
específicamente las que se forman sobre el sonido de IV grado como bajo, ya que, en las
tonalidades menores no puede ascenderse el II grado por coincidir con un grado estable, en este
caso el III (Ej. en Do Mayor, re#=mib de do menor).
187
En las tonalidades menores, sin embargo, es posible descender el IV grado de la tonalidad y es
entonces este sonido el que se altera para formar las sextas y sobre el que se construyen dichos
acordes. Tómese como ejemplo Do M y do m para ilustrar esa diferencia.
do m fab lab re (II6b3) No existe como sexta fab lab sib re (VII4/3nat.b5)
alemana, sino como
fab lab si re (VII4/3o b5)
Se le ha denominado
sexta suiza.
Ej. 370
do menor
Como se puede apreciar en la tabla y ejemplo anterior, la sexta alemana sobre el cuarto grado
descendido de tonalidades menores no es posible formarla, pues para construir la quinta justa a partir
de este sonido habría que descender también el primer grado, y como este último es estable no puede
llevarse a cabo tal procedimiento. Es por ello que el acorde que realmente se forma es el VII43b5, el cual
podría considerarse, en todo caso, como una enarmonía de la sexta alemana, denominado por Piston
como sexta suiza por tener características de la francesa y la alemana (es un acorde de tercera-cuarta
como la francesa y suena como la alemana). También es sexta suiza la que se forma en el II43 alterado,
es decir como DD43#1b5 que enarmónicamente coincide con la sexta alemana sobre el VI grado
descendido de la escala: DD(VII)65b3.
Observaciones:
Véase que los cifrados de las tres sextas italianas corresponden a acordes tríadas en su primera inversión
y por eso se cifran: 6. En el caso de las tres alemanas, constituyen primeras inversiones de acordes de
séptimas y por ello se cifran 65, que, así mismo, corresponden respectivamente a los mismos acordes
188
que el de las italianas, incluso con las alteraciones idénticas (VII6 b3 y VII65 b3; II6#1 y II65#1; DD(VII)6 b3 y
DD(VII)65 b3). Las tres francesas, por otro lado, son acordes de séptimas en su segunda inversión por lo
que se cifran: 43
Es útil apuntar que los cifrados de la música popular, valiéndose de una lógica pragmática en función de
la ejecución, no consideran este tipo de sextas, muy usadas por cierto en la armonía de blues y de jazz
en general, sino que señalan por ejemplo, en el caso de la sexta alemana, la variante enarmonizada de un
acorde séptima dominante, lo cual a tales efectos resulta más fácil y hasta cómodo, aunque limita el
análisis al nivel de los comportamientos funcionales, lo cual no constituye su objetivo. Es simplemente
una mirada desde la ejecución misma (véase el Ej 340).
Ej. 371
Ej. 372
189
J. Haydn, Sonata No.25
Ej. 373
Ej. 374
190
TABLA INTEGRAL DE ACORDES ALTERADOS.
La tabla de acordes alterados sobre las funciones de subdominante y dominante constituye un resumen
del conjunto de posibilidades de ampliación de la tonalidad, ya comentada en acápites anteriores. La
misma representa y organiza el panorama del enriquecimiento que sufrió la armonía tonal desde el
Barroco hasta el Romanticismo, y asimismo podrá ayudar a la comprensión, no sólo del desarrollo de
tales funciones (S y D), sino de los diversos y complejos procesos de la modulación tonal que tuvo su
punto culminante en la enarmonía. Aparecen aquellos más generalizados ya sea como acordes alterados
o como las tipologías estructurales referidas (sextas aumentadas). Aunque pudieran formarse otras
combinaciones, se ubican las más comunes en la práctica musical tonal.
Ej. 375 a, b, c
191
En do menor sería semejante, excepto aquellos acordes que en mayor contienen el II grado ascendido.
En tal caso se sustituyen por los que poseen el IV grado descendido. De ese modo, el conjunto
quedaría como sigue:
Ej. 376 a, b, c
192
193
En los tonos menores, como se observa, las sextas aumentadas sobre el IV descendido logran formar
un napolitano menor, virtual y teóricamente posible, aunque en la práctica se localiza poco
frecuentemente.
En la Tabla Integral de Acordes Alterados se visualiza lo expuesto sobre el sentido funcional de los
acordes con tipologías estructurales instituidas en la práctica artística. A partir de un criterio de
interrelación y complementariedad se integran dos líneas de pensamiento antes consideradas por
separado, tanto en la teoría como en la práctica. Lo funcional y lo puramente estructural constituyen una
unión dialéctica y esencial que sustenta la base conceptual de nuestro enfoque. Algunos autores
sobrevaloran estructuras tales como las sextas aumentadas sin mencionar apenas su funcionalidad,
mientras que otros prefieren enfatizar las funciones, obviando el valor estructural o la tipología
específica tradicionalmente conocidas como sexta alemana, francesa e italiana. El método propuesto
armoniza ambos criterios, equilibrando y resaltando su potencial operativo y aplicabilidad. Schönberg y
las distintas escuelas ruso-soviéticas, por ejemplo, restaban importancia a las denominaciones de tales
entidades, enfatizando la función sobre la estructura. Daban por sentado la funcionalidad de los acordes
alterados en cualquier inversión, debido a que suenan igual, independientemente del bajo. Otros
teóricos, sin embargo, nombran las sextas aumentadas sin especificar el grado alterado en las mismas o
las funciones a que corresponde, soslayando de esta forma un aspecto que en última instancia es el
esencial: la función (Piston además generaliza las alteraciones producidas con las sextas aumentadas,
considerando francesa o alemana por ejemplo, a las otras inversiones del acorde en cuestión, aun
cuando no se encuentren en forma de sexta aumentadas).
Por ello, se expone aquí la fusión de dos aspectos inherentes al fenómeno de la alteración. Como
estructuras aumentadas, estas sextas tienen un alto grado de aplicación. Por tener en el bajo sonidos
tendientes a resolverse o a transitar a un grado conclusivo como la dominante o la tónica, en finales de
frases o secciones mayores de la forma y el proceso cumplen ciertas funciones específicas y también
otras más generales.
Así, por ejemplo, un acorde de sexta francesa, cuya estructura interválica es de tercera mayor, cuarta
aumentada y sexta aumentada, puede operar como acorde alterado de dominante o subdominante,
según el contexto. Las sextas francesas, alemanas e italianas, como estructuras establecidas con determinadas
características y funciones, constituyen un subconjunto, que representa, de modo resumido, el conjunto mayor de acordes
alterados en la tonalidad.
194
Se han dispuesto en la tabla los acordes de dichas funciones –S y D- atendiendo a sus diferentes y más
usuales maneras de alterar. Así, se han cifrado funcionalmente, con el objetivo de generalizar
fenómenos armónicos, y se encierran en paréntesis las estructuras de sextas aumentadas,
relacionándolas con sus respectivas funciones. Por ejemplo: cuando se señala un acorde de DD tercera-
cuarta con quinta descendida, se quiere decir que en una tonalidad se puede tomar un acorde de
séptima sobre el II grado, alterar su tercera ascendentemente —lo cual lo convierte en dominante de la
dominante—, descender la quinta y presentarse en su segunda inversión (tercera-cuarta). Dicho acorde
queda estructuralmente diseñado como una sexta francesa, o lo que es lo mismo, con tercera mayor,
cuarta aumentada y sexta aumentada. Esto será válido para cualquier tonalidad. De tal forma, las
estructuras de sexta aumentada señaladas, ejercen distintos roles en el contexto tonal.
El hecho de relacionar ambos aspectos: estructura y función, permite cohesionar dos valores no excluibles
y que unidos representan una fuerte interacción dialéctica.
Partiendo de una de las sextas aumentadas mencionadas y abstrayéndose del ámbito específico, sería
posible –conociendo de antemano las funciones que desempeñan, es decir, los acordes alterados que la
forman- resolverlas en diferentes tonalidades, debido a que su propia condición le permite acceder a
seis tonos diferentes. Simplemente resolviendo la sexta aumentada en octava se tendrán dichos tonos,
considerando los sonidos de esta última como fundamental, tercera o quinta del acorde:
Ej. 377
Do Lab Fa
do la fa
Según se verifica en la tabla, en una misma tonalidad se localizan tres sextas francesas, tres alemanas y tres italianas
con distintas funciones (véase la tabla). Y por otro lado, cualquier sexta aumentada (léase alemana, italiana o
francesa) puede resolver en seis tonalidades (tres mayores y tres menores) teniendo en cuenta tales funciones. Esas
tipologías armónicas –como se evidencia- combinan, en sólida coherencia, los valores funcional y
estructural, cuyos significados se corroboran ampliamente en la práctica artística.
Otra conclusión derivada de la tabla en cuestión es que todas esas sextas se forman sobre los bajos del
cuarto grado, sexto descendido y segundo descendido, sonidos estos que integran la sexta napolitana.
Esta última, a diferencia de las otras tres, constituye una función (primera inversión del II grado
descendido en todas las tonalidades) y no una estructura tipificada como son la francesa, alemana e
195
italiana, que pueden jugar diferentes roles según el grado alterado de dominante o subdominante en que
se encuentren.
También se consigue situar las tres sextas aumentadas a partir de los sonidos estables en la tonalidad,
desde cuya duplicación a la octava se pueden localizar por los semitonos cromáticos que las forman:
Ej. 378
En Do:
Ej. 379
En do:
Las tres sextas aumentadas, como se observa, se forman desde los tres sonidos de la triada tónica, y
coinciden, según se refirió, con los sonidos del acorde napolitano: (reb-fa-lab) en Do, y del napolitano
menor en do menor (reb-fab-lab).
Las posibilidades de alteración de las funciones de dominante y subdominante son múltiples cuando se
combinan los sonidos alterables, sin embargo, se han enfatizado aquellos más frecuentes, devenidos
estereotipos armónicos en la práctica artística.
196
Capítulo XIII
Modulación
La modulación en el ámbito armónico-tonal significa el cambio de una tonalidad a otra (en un sentido
más amplio puede ser un cambio de modo). En una obra musical existe un plan tonal que comprende la
suma de tonalidades que se despliegan en ella. Ese plan puede conformarse por una tonalidad sola (que
se manifiesta por medio de los acordes que la componen), o por varias tonalidades, que incluyen la
principal de la obra, así como aquellas subordinadas o secundarias. Este rango de principal y secundarias,
posee una particular connotación en el proceso musical (desde las formas simples hasta las más
complejas), y constituye un peldaño en el desarrollo tonal que se asemeja al sometimiento de las
funciones de subdominante y dominante a la tónica en el estrecho ámbito de una misma tonalidad. (Ver
primer movimiento de la Sonata cuasi una fantasía de Beethoven)
El tránsito de una a otra tonalidad puede efectuarse de diferentes maneras: por un lado, a través de
contactos tonales –fenómeno también denominado modulación cromática-, o de la modulación diatónica;
y por otro, mediante la sintáctica (o directa), como por aquella enarmónica. Tales modulaciones pueden
encontrarse en circunstancias diversas de la forma, de manera breve o definitiva, en el transcurso
mismo del texto o en momentos conclusivos de frases, períodos o secciones, e igualmente desplazarse a
tonalidades cercanas, y hasta otras más distantes. Ese grado de ―vecindad‖ reviste singular importancia
y expresa, junto al tipo de modulación que se trate, los rasgos esenciales del género, el estilo, la época o
el compositor mismo.
Estas características pertenecen a una concepción más abarcadora del concepto modulación. En un
sentido más estricto se ha entendido la modulación como un cambio de tonalidad con su
establecimiento mediante una cadencia perfecta que la corrobora, y coincide con el final de una
estructura en la forma musical de la obra: período, sección,….Esta puede entenderse, además, como un
cambio rotundo que puede ser de manera preparada o no, paulatina, o bruscamente (como es el caso de
la modulación enarmónica).
Ej. 380
197
L. V. Beethoven, Sonata Op.27, No.2 (Clair de Lune)
En esta sección de la Sonata quasi una Fantasía de Beethoven, después de introducir la tonalidad en la
primera frase-periodo (do#), sobresale el tema en voz superior y finaliza en la relativa mayor, Mi,
mediante una modulación diatónica. En lo que sigue se pueden encontrar otras formas de modulación:
directa o sintáctica a mi, contacto con Do, luego modulación a si y después a fa#:
Ej. 381
198
L. V. Beethoven, Sonata Op.27, No.2 (Clair de Lune)
199
Resumiendo lo expuesto se puede concluir que la modulación está condicionada por:
Esta modalidad representa una de las manifestaciones del cromatismo como fenómeno inherente al
desarrollo del sistema tonal. Como se puede presuponer, ese cromatismo actúa creando acordes
propios de nuevas tonalidades, que permiten ―desviaciones‖ a corto o mediano plazo de la tonalidad
principal.
Ej. 382
Tales ―contactos‖ ocurren durante el desarrollo del material musical, y a veces en puntos terminales de
una frase, como en la semicadencia. Por su relativamente breve estancia en un ―nuevo terreno‖, no
constituyen un riesgo para la ―hegemonía‖ de la tonalidad principal, sino más bien una ampliación de su
mismo proceso armónico, que se ―ensancha‖ al enfatizar cada función como una tónica,
simultáneamente. Es esta acepción de la modulación cromática: los contactos como funciones superiores
(la función armónica adquiere otra categoría, al convertirse en tonalidad), como un paréntesis de la
modulación, una teoría incluso más aceptada por muchos teóricos, porque no compromete una ida
definitiva a otro destino tonal, sino que procura un cierto movimiento de la armonía dentro de los
límites impuestos por el propio contexto.
200
Los contactos se circunscriben a la esfera de las tonalidades vecinas, es decir a aquellas cercanas, cuyas
tónicas están constituidas por las triadas mayores y menores contenidas en una tonalidad.
I - IV - V I - IV - V
En mayor se añade el IV grado menor (IVb3) y la tonalidad directa; en menor el V mayor y su directa,
tonos estos muy cercanos y derivados (en el caso del IV y V) de las variantes armónicas de sus escalas
respectivas.
Dichos tonos vecinos poseen de cero a una alteración de diferencia en su armadura (en el orden de los
sostenidos y los bemoles), respecto de la tonalidad principal, o dicho de otro modo, constituyen las
tonalidades del primer círculo de quintas (quinta ascendente y descendente: V y IV grados
respectivamente) (ver diagrama del círculo de quintas en la pág. 261). Así, en Do mayor (cero alteración
en su armadura), en el orden de los sostenidos se tendría a Sol mayor (un #) y mi menor, su relativa o
paralela; en el orden de los bemoles, estaría Fa mayor (un b) y re menor, su relativa. Además se
encuentra la propia relativa de Do mayor: la menor; se suma el grado armónico, fa menor y la directa: do
menor. Estas últimas no constituyen teóricamente el primer grado de vecindad –como se observa en el
propio diagrama-, pero debido a la práctica a que han sido sometidas, se consideran como tal.
La dirección hacia sostenidos o bemoles no implica necesariamente caer en ellos, sino en la más cercana
a derecha e izquierda de la principal:
6b - 5b - 4b - 3b - 2b - 1b - 0 - 1# - 2# - 3# - 4# - 5# - 6#
Si tomamos una tonalidad de cinco bemoles, Reb mayor, las vecinas, como se ha dicho, serán aquellas
que tienen un bemol más y uno menos, a saber: Lab mayor (cuatro bemoles) y Solb mayor (seis
bemoles), adicionando sus respectivas relativas: sib menor, fa menor y mib menor. Como se observa, son
las tonalidades del IV, V y sus relativas además de la propia relativa de I grado. Los tonos añadidos
como vecinos, por la práctica, serían los del IV menor (solb menor) y la directa reb menor. Si se toman
en los sostenidos ocurriría de modo semejante, hacia un sostenido más y uno menos.
De tal manera, al partir de un determinado esquema armónico, cada uno de los acordes mayores y
menores (no el disminuido) que representan las distintas funciones, podría considerarse la tónica de una
tonalidad mayor o menor, correspondientemente, si se usan los acordes de dominante o subdominante
de las respectivas tonalidades.
201
I VI III IV II II6 V I 64 V7 VI IV6b3 I
Ej. 383
En el ejemplo se muestran las dominantes sobre el V o sobre el VII para los tonos que forman los
distintos grados (y preferiblemente con sus séptimas). La misión de éstas es resaltar las funciones
implicadas en el esquema, convirtiéndolas en tonalidades que, por un lado, mantienen los límites tonales
y, por otro, ―se salen‖ del circuito para ―adornar‖ decisivamente la composición armónica. Al
enfatizarse de tal manera, adquieren una categoría superior como funciones. (H.Schenker denomina
este fenómeno como ―tonicalización‖ aludiendo a las triadas mayores y menores que devienen tónicas de
tonos vecinos.)
Habitualmente son usados en los contactos, acordes de séptima dominante (V7) y de séptima sobre el
VII grado (VII7), de los tonos vecinos, en todas sus variantes (novenas, trecenas, séptima disminuida,
etc.) e inversiones. Esos acordes, como pertenecen a tonalidades secundarias, reciben el nombre de
dominantes secundarias o interdominantes (igualmente las tónicas y subdominantes serían llamadas
secundarias) y se conforman con sus estructuras propias, por lo que se requiere introducir ciertos
sonidos extraños a la tonalidad principal, que en definitiva son parte de su escala cromática. La
organización de esa escala proviene, precisamente, de la relación con los tonos vecinos. Cada triada
mayor o menor constituye una tónica de tonalidad vecina. Así, cada sonido ascendido en la escala diatónica,
corresponde a la sensible de esa tonalidad vecina:
Ej. 384 a, b
202
Cada sonido cromático corresponde a la sensible para el tono vecino, que representa cada una de las
tríadas mayores y menores. Obsérvese que la de VII, por ser disminuida, no constituye tónica alguna,
por lo que se encuentra ahí la excepción de la escala cromática al ascender. Con esas sensibles se
construyen interdominantes e intersensibles (dominantes secundarias) como se muestran en el Ej. 384b.
Ej. 385
Ej. 386 a, b
El acorde al ―cromatizarse‖, pierde su función en la tonalidad inicial, para penetrar en las relaciones
internas de aquella nueva, y aunque fluctúe su lapso de permanencia en ella (la principal), no devendrá
jerárquica mientras no se reafirme con la cadencia perfecta de un final de período o sección. Esta última
condición es la que marca su distinción respecto de la modulación propiamente dicha (o categórica),
cuyo establecimiento definitivo mediante la mencionada cadencia corrobora su ―victoria‖ (aunque no
sea por mucho tiempo).
No sólo son usadas las dominantes secundarias para tales contactos. Las subdominantes también
pueden adornar los mismos (intersubdominantes), ya sea ampliando las cadencias que pueden devenir
compuestas (S-D-T), o por medio de cadencias plagales que también se pueden considerar en este
contenido. En los siguientes ejemplos se puede verificar esta idea:
203
Ej. 387
Téngase en cuenta que las doble dominantes ya estudiadas forman parte de las dominantes secundarias,
pero con una connotación muy particular, por constituir también acordes de subdominantes alteradas.
En el siguiente ejemplo de Mozart se advierte un cromatismo generado por la doble dominante en su
conducción a la dominante (a veces inferida sólo por dos sonidos), unida a la interdominante para el IV
grado. Nótese el movimiento de paso cromático no sólo en el bajo:
Ej. 388
204
L. V. Beethoven, Sonata 7, Op.19, No.3
En este último de Beethoven se produce una secuencia cromática. Obsérvese el movimiento de paso
del bajo.
205
J. Haydn, Misa en Sib, Et vitam venturi
El fragmento de la Misa de Haydn expone los contactos ampliando la cadencia rota, así como el espacio
de la subdominante de II grado antes de la cadencia.
Ej. 391
206
Schumann también muestra un ambiente cromático (Ej. 391) que en el principio crea cierta ambigüedad
tonal entre mi y su relativa Sol. Tal cromatismo llevó a la doble dominante de Sol en el segundo compás,
en cuya marcha descendente se ―desaltera‖ hacia el II en primera inversión con su quinta descendida.
El movimiento de paso –primero cromático y después diatónico por la progresión de V2 - I6 - V43 - I
antes del final –caracteriza la sección de esta Escena infantil.
En los enlaces debe observarse que los movimientos cromáticos provengan de las notas donde ha de
efectuarse la alteración, y no de otra voz, para que no se produzcan falsas relaciones.
Ej. 392
De tal forma se conducirán las voces al sonido más cercano, ya sea cromático o diatónico por segundas.
En algunas progresiones como las de paso, al transitar de un acorde a otro, el de paso entre ellos atenúa
la posible falsa relación con el sonido que deviene cromático por la alteración del acorde:
Ej. 393
Por tales razones, son frecuentes los movimientos o progresiones de paso y bordaduras en el
desenvolvimiento de estos acordes dentro de los contactos (también vistos en los anteriores ejemplos):
207
Ej. 394
Ej. 395
En el tema principal del Concierto en la menor de Schumann, además de producirse una desalteración
de la doble dominante (V de la menor en el cuarto compás, se convierte en DD para re, que conduce a
un II2), para llegar a la primera inversión de la séptima dominante de re, se continúa el contacto por una
progresión de paso. Siendo re menor el IV grado de la menor, se arriba a la semicadencia por un II6 y la
DD disminuida sobre el IV ascendido. El bajo realiza así un movimiento por segundas con los
respectivos cromatismos.
En caso de usar una dominante secundaria en fundamental, se resolvería al VI grado de esa tonalidad
vecina, de modo que la misma cadencia rota dote inestabilidad a tales desarrollos:
Ej. 396
208
Puede suceder que se use una séptima de interdominante en estado fundamental como adorno a un
acorde de cuarta sexta dentro de un giro auxiliar, por ejemplo el de tónica con subdominante, en el cual
la misma tónica se convierte – al añadir la séptima menor- en una interdominante para el IV que sigue
apareciendo en su segunda inversión: I (V7) → IV64 (II2 ó V) I. No es más que un adorno a tal
progresión plagal. Esto sucede de modo elocuente en los siguientes ejemplos de Mozart y Haydn:
Ej. 397
209
J. Haydn, Sonata No.1 en Mib
Las desviaciones tonales pueden darse, como se expresó anteriormente, en puntos semicadenciales o
cadenciales, aunque se ubican más durante el desarrollo de la forma musical. Pero pueden irrumpir en
cualquier momento como en el ejemplo anterior, en cuyo comienzo ya se dilata el giro bordadura.
Ej. 400 a, b, c
210
J. S. Bach, Magnificat en Re, Et Misericordia
Ej. 401
Ej. 402
211
M. Saumell, Contradanza La Linda
Ej. 403
212
Como se observa en los ejemplos anteriores, los contactos se manifiestan en una semicadencia, o
dentro de una cadencia rota, en un complemento de armonías plagales, o en el medio de una frase.
Algunos de ellos han sido muy breves, incluso sin resoluciones, como el final de la primera fase del
enlace en la Sonata Op.10, No.2 de Beethoven (Ej. 483) que termina en la dominante de la menor cuya
tónica aparece omitida y que puede devenir modulación. En otros, como el fragmento inicial de la
Marcha Nupcial de Mendelsohn (en Sueño de una Noche de Verano) o Schumann (Escenas infantiles) se puede
ver una ampliación del contacto mediante inclusión de subdominante, giro de paso, etc.
También el giro frigio actúa en los contactos para enriquecer la trama armónica, especialmente cuando se
trabajan en dirección de los tonos menores.
Ej. 404
Ej. 405
213
En el segundo estudio de Chopin se encuentra asimismo una cadencia frigia en cada eslabón de la
secuencia modulante -mediante una sexta alemana seguida por el V grado- que a su vez forma un giro
de ese tipo a nivel de toda la frase (nótese el comienzo de cada compás).
Ej. 406
El fragmento que sigue presenta un cromatismo dentro de un giro frigio e igualmente desalteraciones:
Ej. 407
214
J. Brahms, Capricho, Op.76, No.2
En éste, también de Brahms, se alarga la progresión por un cromatismo en la voz intermedia que a su
vez origina contacto y acordes alterados sobre todo DD:
Ej.408
Ejercicios
215
2. Ejecutar al piano los siguientes cifrados:
I I2 V2→IV6 IV6b3 DD43b5 V V65 I V65→IV V43→II V65→III V7→(VI) VI DD(VII)70 V13 I
IV6b3→IVb3 I (en tonalidades mayores)
I V7→IV64 II2 I I2 V2→IV6 II43 V2→III6 V65→VII V43→VI DD(VII)650 V V9 I (en menores)
3. Armonizar las siguientes melodías y bajos utilizando contactos en sus diferentes variantes:
Ej. 409
4. Analizar los siguientes ejemplos, cifrando y determinando los puntos de contactos con otras
tonalidades. Crear en el 412 una melodía para voz y piano teniendo en cuenta esa armonía.
Ej. 410
216
Alberto Villalón, La Ausencia, bolero para voz y piano (Introducción)
Ej. 411
Modulación diatónica-funcional
No obstante el valor de lo cromático como ―ente‖ que, aparte del adorno, provee los ―medios de lucha
para las tonalidades pujantes‖, la modulación diatónica o funcional se vale de sus propios recursos para
también propiciar nuevos cambios. Su denominación obedece, como se indica, al ámbito diatónico en
que se desarrolla, y al mismo tiempo a la funcionalidad de los acordes que viabilizan, en ese medio, tal
modulación. Es así como juegan su cometido, en un primer momento, el acorde común a la tonalidad
inicial y la final, y más tarde el acorde modulante, que sería el propio de la nueva tonalidad. La conclusión
la establece la cadencia perfecta, que a su vez define el contorno de la estructura en cuestión (frase,
periodo…).
Esta acepción más difundida, y a la vez restringida de la modulación, ha sido, en muchas ocasiones, la
definición más aceptada del fenómeno, quizás por su modo paulatino en la realización del proceso
217
modulante, casi siempre preferido por su naturalidad y sentido progresivo. Sin embargo, se ha
minimizado el valor y utilidad (sobre todo en el terreno teórico) de otras modalidades de modulación,
como la enarmónica, la directa o sintáctica, u otras variantes no menos significativas, que han servido
igualmente en el desenvolvimiento de creaciones de diferentes periodos, sobre todo en el
Romanticismo o en determinados hitos de periodos precedentes.
Partiendo de un ejemplo de la literatura musical, es posible ilustrar este tipo de modulación, la cual,
como se observa, se efectúa con preparación y de forma gradual:
Ej. 413
En ese ejemplo, la tonalidad de inicio es Re mayor y modula al final del período a La mayor, que es una
vecina (el V grado). El paso de una a otra tonalidad se produjo por intermedio de un acorde común a
las dos tonalidades, que en este caso es el I6 (tónica en Re y subdominante en La). Después de ese
acorde se presenta uno de II43 que ya pertenece a la tonalidad final. Ese sería el acorde modulante. Por
último se reafirma la tonalidad ―triunfante‖ con la cadencia perfecta (I64 – V7 – I).
218
De ahí que, en el orden técnico, los pasos que se siguen para realizar esta modulación diatónica o
funcional, que por demás es preparada, son:
1. Mostrar la tonalidad inicial. Ésta se evidencia por medio de varios acordes. A veces son escasos,
otras, pueden constituir una frase, un periodo, etc. En algunos eventos, como en obras del
Romanticismo, un solo acorde basta para definir la tonalidad de comienzo.
2. Buscar el acorde común, o varios de ellos, que incluso pueden conformar un área común a ambas
tonalidades. Este acorde también llamado eje o pivote, permite el paso a la nueva tonalidad de
manera paulatina, sin brusquedad o precipitación. Se favorece entonces un acercamiento
gracias a su aparente neutralidad. Por esa característica de adquirir una dualidad funcional, el
acorde común tiene la posibilidad de enlazar ambas tonalidades, sin que se sienta auditivamente
en la que ha de establecerse. En un inicio, este acorde –como norma, triada mayor o menor-
solamente se vería desde un punto de vista teórico, pues su presencia se constata a partir de la
aparición del acorde modulante que le sucede. De ahí que su función inicial en la tonalidad de
origen devenga diferente en la de salida, rasgo este que admite el tránsito de modo natural y
casi imperceptible al oído. En el caso de las tonalidades vecinas, la propia tónica sirve para
trasladarse a cada una de ellas: do – mi – sol es tónica en Do mayor, IV grado en Sol Mayor, VI
en mi menor, etc…Sin embargo, cualquier otra tríada –mayor o menor- que igualmente se
encuentre en la tonalidad modulante puede desempeñar esta función.
En este ejemplo se muestra la tonalidad en una frase, y en la segunda, la propia tónica (Sib en compás 7)
es acorde común (VI) para la nueva tonalidad (re):
219
G. Rossini, Introducción, Tema y Variaciones para clarinete y orq.
3. Situar un acorde modulante, que constituye el primer acorde notorio de la tonalidad naciente. Si
bien el acorde común no se percibe como nuevo, por encontrarse en la tonalidad de origen, el
modulante, sin embargo, anuncia el cambio inminente. Con él se establece el momento
verdadero de la transformación tonal. Si el acorde común debía ser una tríada, este suele ser,
por el contrario, casi siempre séptima (a veces también triada, pero con alguna alteración, como
el IV armónico). Puede haber uno o varios: casi siempre una subdominante sobre el II grado,
desde su primera inversión (II6), o séptima de subdominante (II7 y sus inversiones), una doble
dominante de cualquier tipo (DD7 y sus inversiones; DD(VII)7 e inversiones), u otra
subdominante alterada (se usan las sextas alemanas, italianas y francesas con bastante
frecuencia, o la napolitana); si no hubiere ninguna de éstas, el acorde cadencial, o el mismo V7,
se considerarían acordes modulantes.
Ej. 415
220
Son muy apropiadas las inversiones primera y segunda de II7, o de DD7, o aquellas que se
acerquen en el bajo al V grado de la cadencia perfecta. Aparte de proveer inestabilidad hacia el
punto cadencial, causan melodía en el bajo y una mayor fuerza o tensión para su resolución en
la tonalidad final.
4. Por último, realizar la cadencia perfecta en la nueva tonalidad, generalmente con la tónica cadencial,
antes de dominante (V, V7, V9,…) para reafirmar la tonalidad y hacer efectiva la modulación.
Tal cadencia puede ser breve o extensa, recrear la dominante, y hasta reafirmar la tonalidad con
un complemento de armonías plagales.
Ej. 416
Ej. 417
221
M. Saumell, Contradanza Ayes del Alma
Ej. 418
222
F. Chopin, Mazurca 11
Después del cromatismo causado a nivel melódico y armónico -sobre todo en el compás 7 con la DD
y su desalteración- en la Mazurca de Chopin, la misma tónica mi menor, es acorde común para la
modulación a la dominante armónica, Si mayor, al final del período.
En este acápite se particulariza en las modulaciones a tonalidades vecinas. Sin embargo, este tipo de
modulación puede también suscitarse hacia tonalidades más alejadas de la principal, que corresponden
al segundo y tercer grado de vecindad.
Ejercicios
1. Realizar cifrados al piano donde se prepare con los pasos convenientes la modulación
diatónica a las tonalidades vecinas.
Ej. 420
223
Variante de la modulación diatónica-funcional
Este tipo de modulación puede circunscribirse a lo diatónico, pero consigue hacer uso del cromatismo
en el proceso de la preparación, es decir, valerse de contactos, tanto para el acorde común, como para la
tonalidad a la que se quiere acceder, hasta efectuar la cadencia. Aquí encontramos una amplitud en el
concepto de esta modulación que, obviando de cierta forma el diatonismo, asume lo cromático dentro
del desenvolvimiento de la modulación funcional. He aquí la convergencia de dos formas de expresión
de la modulación en una interpretación más profunda: lo ―estrecho‖ de la noción del contacto como
tipo ―intratonal‖ de la modulación, con la modulación como paso a una nueva tonalidad reforzada por
la cadencia.
Ej. 421
Ej. 422
224
M. Saumell, Contradanza El Bazar
Ej. 423 a, b
225
M. Saumell, Contradanza La Territorial
Ej. 424
226
Después de exponer la tonalidad inicial en la primera frase de los ejemplos 421 y 422, se realizan
contactos con un tono vecino que funge como común con la nueva tonalidad, de forma tal que ésta se
convierte en tonalidad pivote. Así se extendió el proceso modulatorio con la inclusión de tales
desviaciones tonales. He ahí la fusión comentada: los cuatro pasos propuestos para acometer la
modulación hasta la cadencia son cumplidos, pero de forma ampliada por el cromatismo desplegado en
los contactos.
Sin embargo, en el 423 se presenta, después de plantear como tonalidad inicial la de Re, un contacto
con si menor que es la tonalidad de destino. Una vez en ella, se desarrolla con varios acordes para
reafirmarse en la cadencia final. Lo mismo sucede en el 424, de Sol a si donde realiza el contacto con la
tonalidad final y la amplía hasta la cadencia. Esta variante es muy utilizada por los compositores y en
ella están presentes, de cualquier manera, los aspectos antes mencionados: una preparación mediante un
acorde común antes del contacto mismo, la dominante secundaria sería el acorde modulante y más
tarde está la cadencia para concluir.
El giro frigio, al igual que en los contactos, favorece el tránsito a nuevas tonalidades, sobre todo a las
menores, debido a su propia condición:
Ej. 425
La sonata de Mozart revela un giro frigio a partir del acorde común: I de Fa = VII de sol que continúa
con una sexta italiana en función de DD alterada. Finalmente llega al V armónico de sol seguido de
movimiento de paso hasta la tónica.
La porción inicial de la pieza Chopin del Carnaval de Schumann presenta similar fenómeno:
227
Ej. 426
En el ejemplo anterior, desde el mismo comienzo, el acorde inicial de tónica es acorde común (VII
natural) de la tonalidad modulante, sib menor (la que representa el II grado de Lab mayor, tonalidad de
la pieza). En ella concluye la frase.
Tal acorde común (I = VII) da lugar a un giro frigio en el bajo, cuya tónica aparece omitida igual que en
el fragmento precedente de la Sonata en Fa de Mozart.
La pieza de Schumann dedicada a Chopin, resume en su corta dimensión, muchos aspectos relevantes
del estilo armónico del compositor polaco (además de la referencia genérica al Nocturno por su
228
factura), y especialmente en ese primer período de la forma se destaca el papel del acorde común, que
es a su vez el único acorde que presenta la tonalidad, y que genera así, desde el principio, una
modulación mediante un giro frigio. En ese caso, el acorde modulante, también muy apresurado (IV6)
se percibe inmediatamente, seguido por la cadencia perfecta. Se expresa así, en ese ámbito breve, una
característica de la armonía romántica que trata de evadir la tónica y expandir la tonalidad desde el
mismo inicio de la obra.
En otros casos el giro frigio ―se frustra‖ al generar un contacto o modulación, y sin embargo logra
mantener la melodía intacta en el bajo, aunque armónicamente haya perdido su condición. Así sucede
en la primera frase del coral No.8 de Bach:
Ej. 427
229
J. S. Bach, Coral 36
En este segmento en La, al desviarse a fa#, aprovecha su cualidad de menor para propiciar la
modulación y después este mismo giro permite el arribo a Re.
Ej. 429
J. S. Bach, Coral 37
Después de haber expuesto el giro frigio en la, en ese coral, lo retoma en el bajo pero conduciendo a
Do.
Ej. 430
En esta armonización, el giro frigio en si menor al repetirse en el bajo de la segunda frase se transforma
en factor desencadenante de la modulación a Re debido al acorde común generado en el mismo.
230
En el próximo ejemplo se origina un motivo temático que contiene un giro frigio. Tal motivo se
traslada de sol menor a do menor en la cual termina el periodo:
Ej. 431
Esta modulación abarca el paso a aquellas tonalidades (vecinas) contenidas en el grupo funcional de
dominante: III, V grados en los tonos mayores: III, V y VII en los menores. En Do mayor, por
ejemplo, serían hacia mi menor y Sol mayor, mientras que en do menor pasarían a Mib mayor, sol menor
y Sib mayor, e incluyendo el V grado armónico, Sol mayor.
Durante la preparación se seleccionan los acordes comunes más convenientes, los cuales serán,
principalmente, de la función de tónica en la tonalidad de origen. Estos se convertirían en acordes del
área de subdominante, sonoridades muy apropiadas para alcanzar la cadencia en la tonalidad de llegada.
Si se tomase la tonalidad de Do mayor como modelo nuevamente, cualquiera de las tríadas de la familia
de tónica, es decir, el I, VI y III, se prestarían como subdominantes para los tonos de la esfera
dominante. El I grado de Do (do-mi-sol) sería para Sol mayor el IV; el VI (la-do-mi) es el II, y el III (mi-sol-
si) viene a ser el VI. Para llegar a la tonalidad de mi menor sólo se utilizarían el I y el VI de Do que
representan el VI y IV respectivamente. Sin embargo, el V (sol-si-re) al ser un III funge como dominante
natural y pudiera insertarse en un giro frigio, o puede conducir al IV (la-do-mi) que en definitiva es
acorde común también.
Ej. 432
231
Ej. 433
Ej. 434
Ej. 435
Ej. 436
Ej. 437
232
En las tonalidades menores se tienen cuatro tonos (contando con el grado armónico de V) de la región
de dominante. Por tanto, si asumimos una modulación a tales grados se tendrían cierto número de
posibilidades de acordes comunes:
(Concrétese una tonalidad específica de origen para la ejercitación y después generalizarla a cualquier
tono)
VI = IV
IV = II
V = III
VII = V
(En este caso, como son tonos relativos todos los acordes son comunes, pero sirven los señalados,
siendo más utilizados los tres primeros)
Hacia el V grado: I = IV
III = VI
VII = III
III = IV
V = VI
233
Ej. 438
Por supuesto, aquí también se tendrán en cuenta las múltiples variedades de modulación utilizando los
contactos, ya sea para la tonalidad común o con la propia tonalidad de destino.
Ej. 439
Ej. 440
234
Ej. 441 a, b
235
Jorge Anckermann, El Quitrín
En el ejemplo anterior de una canción de Jorge Anckermann (El Quitrín) se ilustra magistralmente el
tipo de modulación con el acorde común (fa#) que aquí se muestra como tonalidad debido al contacto
que enriquece el paso a la tonalidad de llegada (La). Le sucede a tal cromatismo un acorde modulante
de DD alterada en forma de sexta alemana que accede a la cadencia perfecta en La. Una secuencia
modulante descendente que contacta con todas las tonalidades del primer grado de vecindad (la del VI,
V, IV, III y II grados) conforma la siguiente frase que concluye en la tonalidad principal (Re). En un
limitado espacio se produce un fecundo juego de armonías y tonos vecinos, resumen de un rasgo
esencial de la canción lírica cubana que heredó también el despliegue de una concentrada armonía en el
Romanticismo decimonónico.
Son abundantes los textos que pueden ilustrar convincentemente estos procedimientos. Tómese
cualquier obra del período romántico, por citar uno, de diferentes géneros y contextos y se encontrará
un vastísimo repertorio de inspirados ejemplos que confirman lo expuesto.
236
Modulación a las tonalidades de la esfera de subdominante
Cuando se transita a las tonalidades de la región de subdominante, al igual que en el caso anterior,
deben buscarse aquellos acordes comunes que funcionen de la mejor manera según el caso. Teniendo
en cuenta que la propia tónica es la dominante de la tonalidad del IV grado, esta relación alcanza ser la
más estrecha de todas. Solamente añadiendo una séptima menor al I grado en tonalidades mayores, se
viabiliza el contacto con ella (en menores se tendría que ascender la tercera de tónica para convertirla en
dominante). Para la modulación de manera progresiva se pueden utilizar distintas variantes. He aquí un
modelo en forma de cifrado:
En mayor: I - IV - V - I - II
En esa proposición, que es sólo un esquema, se tienen dos acordes comunes: la propia tónica y el II
grado, que corresponden al V y VI grados respectivamente (en mayor).
Otra variante del mismo podría ser sustituyendo el II en la tonalidad de origen por el VI, el cual
representa el III grado de la tonalidad de subdominante:
I - IV - V - I - VI
(IV) V - III - IV - V7 - I
Para modular a las tonalidades del II y VI grados, partiendo de mayores, se recurren a variadas
alternativas: con la propia tónica, y con el IV y VI grados para pasar a la subdominante de II grado.
Estas tríadas serían para la nueva tonalidad el VII, III y V (natural), respectivamente. Para la tonalidad
del VI grado tanto la tónica como el III y V grados se convertirían en III, V (natural) y VII (natural), los
cuales debido a su condición podrán emplearse especialmente en giros frigios.
Ej. 442
Someter la modulación hacia la zona de subdominante en las tonalidades menores como punto de
partida, conlleva una búsqueda de aquellos acordes comunes con las tonalidades del IV y VI grados (el
II no constituye una tónica por ser disminuido). Tomando una tonalidad para ilustrar: do menor, por
237
ejemplo, el I, III y VI funcionan como pivotes para acceder a fa menor, al convertirse en V, VII y III
(todos naturales) respectivamente. Por su naturaleza, tales acordes son muy convenientes para
armonizar también giros frigios en sus diversas variantes. Al modular al VI grado, Lab mayor, tanto el I
de do menor, como el III y IV grados actuarían, correspondientemente como III, V y VI grados.
Ej. 443
Ej. 444
Algunos ejemplos que utilizan igualmente los contactos, logran una riqueza armónica, al ampliar el
campo de las tonalidades vecinas y el propio color armónico producido por el cromatismo, como ya se
ha expresado en temas anteriores.
Ej 445
238
Construcción de períodos modulantes
Como resumen de todas estas modulaciones al primer grado de vecindad, se sugiere construir periodos
modulantes para las diferentes tonalidades de las regiones de dominante y subdominante, utilizando, no
sólo acordes comunes de forma diatónica, sino contactos en diferentes momentos, los cuales podrían
alargar la forma, y aportar, en definitiva, mayores valores armónicos.
Como primer paso, se estructura la primera frase de cuatro compases hasta semicadencia. En ella se
pueden valer de los recursos asimilados durante el curso de Armonía, tales como giros de paso,
auxiliares, frigios, alguna desviación tonal (en el comienzo es muy utilizado con la subdominante por
generarse su interdominante de la misma tónica), o cualquier patrón con un significado funcional, pero
sobre todo con un sentido expresivo en el plano melódico y armónico. Esa frase fungirá como común
para todas las modulaciones que tendrán lugar en la segunda, de manera que los cambios se podrán
realizar hacia el quinto compás (si es que la primera tuvo cuatro), donde se buscará el acorde común (o
los acordes comunes), el modulante y finalmente la cadencia perfecta. Esta segunda frase logra,
asimismo, extenderse si se emplean los mencionados contactos, secuencias, cadencia evitada u otros
medios armónicos. Como mínimo, el periodo tendría ocho compases.
Ej. 446
La segunda frase, en la cual se deberá efectuar la modulación a cada tonalidad vecina, tendrá que
repetirse tantas veces como tonalidades haya, manteniendo para cada periodo la primera frase ya
construida.
Sugerencia:
Aquí es preciso explotar las propias potencialidades creativas y aunque se muestre este esquema como
modelo, no circunscribirse totalmente a él, puesto que limitaría el desarrollo del talento individual y del
239
conocimiento que en esta esfera del arte es bastante complejo. Por tanto, al asumir esta propuesta,
véase simplemente como un mero ejercicio de iniciación en un vasto campo de reflexión y creación en
el orden teórico y práctico de la Armonía, que supera la técnica misma, para adentrarse en una relación
indisoluble: lo racional del pensamiento teórico-musicológico y lo creativo del arte musical.
a) Modulación hacia el V:
Ej. 447
240
e) Modulación hacia el VI:
Ej. 451
Ejercicios
1. Armonizar los bajos y melodías que aparecen a continuación, encontrando los posibles
contactos y modulaciones (realizar variaciones armónicas):
Ej. 454 a, b, c, d, e, f, g
241
242
243
2. Ejecutar al piano las siguientes melodías realizando diferentes variaciones armónicas en cada
una de ellas.
Ej. 455 a, b, c
244
245
3. Analizar el siguiente periodo y realizar variaciones armónicas con su melodía:
Ej. 456
246
Modulaciones sintácticas
Las modulaciones sintácticas (llamadas comúnmente directas), son aquellas que –como se deduce- están
determinadas por la sintaxis musical. Ocurren sin los pasos previos del movimiento progresivo hasta la
cadencia, sino de modo directo, por lo que son justificadas por las mismas estructuras del lenguaje
musical. Desde el motivo, la frase, el periodo, hasta la sección o el movimiento, ellas permiten el
cambio de tono por una cesura mediada por la forma en cuestión. El paso de un eslabón a otro en las
secuencias modulantes, los cambios de frase, finales de partes e inicios de otras, son espacios de
―fronteras‖ en los que se puede hallar este tipo de modulación tonal. El desplazamiento de tonalidades
puede acontecer no sólo a aquellas vecinas, sino a cualquier tonalidad por lejana que sea, siempre que
esté argumentado por la concepción artística de la obra.
Ej. 457
En el ejemplo anterior y los que aparecen sucesivamente se evidencia el cambio de tono en los
eslabones, frases, semifrases, que pasan de una tonalidad a otra por segunda, tercera u otros intervalos.
Igualmente entre frases o de un movimiento a otro puede ocurrir tal modulación. Nótese la cesura del
fraseo, el condicionamiento de la modulación por la organización de las estructuras formales, así como
por los principios dramatúrgicos que de la misma forma van desempeñando su rol según sean los
materiales de exposición, desarrollo o conclusión en los diferentes niveles. No es necesaria una
preparación como en la modulación diatónica o funcional, solamente seguir la coherencia estructural
que, por supuesto, obedece a un plan tonal también prefijado.
Siendo la secuencia modulante un tipo de modulación sintáctica, en el capítulo dedicado a ese tema se
refieren casos que son aplicables a esta modalidad, teniendo en cuenta, como es lógico, la dimensión de
247
las estructuras. En tal caso al rebasar los límites del motivo secuencial para manifestarse en estructuras
mayores como la frase, el período, etc…, adquiere la forma de la llamada ―modulación temática‖, que
compromete –como se puede sobrentender- diseños melódico-armónicos análogos pero a diferentes
alturas tonales.
Ej. 458
248
La sección media del Nocturno póstumo de Chopin, expone dos frases análogas temática y
armónicamente, una en La y la otra en fa#(con solo cambios en los dos últimos compases) como
comparación del mismo material, al igual que en la secuencia.
Ej. 460
249
(internamente compuesto, como el primero, por dos eslabones movidos diatónicamente) lleva
engañosamente a Sol en vez de mi, y el último confirma Sol.
Ej. 462
Ej. 463 a, b
250
W. A Mozart, Requiem, Recordare
Este segmento del Recordare del Réquiem de Mozart, desarrolla una secuencia modulante la que
marcha, en cada eslabón, a la tonalidad del V grado menor. Los propios tonos son menores (re---la; do---
sol) y el paso de la secuencia es por segundas mayores, hasta llegar al tercer eslabón que recrea sol
251
menor, tonalidad final del anterior eslabón y II grado de Fa en la cual termina la sección (tonalidad
principal).
Ej. 464
Ejercicios
252
Modulaciones diatónicas al segundo y tercer grado de vecindad
Las modulaciones al segundo y tercer grado de vecindad completa el ―círculo de quintas‖, bajo el
sistema temperado de las 24 tonalidades (12 mayores y 12 menores).
Según algunos teóricos, el segundo grado de vecindad implica aquellas tonalidades que tienen dos
alteraciones de diferencia en el orden de los sostenidos y de los bemoles, el tercer grado a las que tienen
más de dos, pero que aún tienen algún acorde común (el grado armónico) y el cuarto grado las que no
tienen nada en común. Aquí se ha de tomar el criterio que parte de Rimski Korsakov y otros
musicólogos, el cual involucra en el segundo grado de vecindad a todas aquellas tonalidades que tienen,
al menos, un acorde común, aunque sea el armónico (tríada de IV menor en los tonos mayores y V
mayor en las menores), perteneciente a la variante armónica de las escalas mayor y menor. Este grado
armónico es el denominado acorde acelerador, precisamente por su capacidad de precipitar y abreviar el
proceso modulatorio hacia tonos alejados. De este modo, en este grado de vecindad pueden incluirse
desde tonalidades de dos alteraciones de diferencia hasta cinco en el orden de los sostenidos y de los
bemoles, o hasta dos en algunos casos, según vaya de tonalidades mayores a mayores o de mayores a
menores, y viceversa para el caso de las menores (de menor a menor, o de menor a mayor). Tomando
como ejemplo la tonalidad de Do mayor, obsérvese la siguiente tabla:
Se identifican las tonalidades con las letras conocidas internacionalmente, asignándose la nomenclatura
alemana. Las mayúsculas se usarán para mayores y las minúsculas para las menores. Además se emplea
el sufijo ―is” para los sostenidos y ―es” para los bemoles (en caso que sea, por ejemplo, La bemol mayor,
se coloca la A con la s solamente: As). A diferencia de la norteamericana, la nomenclatura alemana
establece la H para el si natural y la B para si bemol.
2# 3# 4# 5#
2b 3b 4b 5b
253
Tabla de mayor a menor
2# 3# 4# 5#
2b 3b 4b 5b
Como se demuestra en las tablas precedentes, al desplazarse Do (con cero alteraciones en la armadura
de clave) a tonalidades mayores, se obtienen tonalidades de dos a cinco alteraciones de diferencia en el
orden de los sostenidos y de los bemoles es decir, 8 tonalidades. En el paso de mayor a menor se
adquieren dos hacia los bemoles y una hacia los sostenidos, para sumar un total de once tonalidades en
el segundo grado de vecindad:
Ej de tonalidades para Do: Re, La, Mi, Si, Sib, Mib, Lab, Reb, si, sol, sib. Es decir, once tonalidades del 2º
grado de vecindad.
Si sumamos las siete vecinas, que incluyen la directa menor y la del IV armónico, se tienen 18.
Quedarían cinco tonos contemplados como lejanos y cubriendo el círculo de quintas en sistema
temperado:
Tonalidades lejanas a Do: Fa#, fa#, do#, sol# y re#. Como se observa son tonos que se forman a
distancias cromáticas de la inicial. Tomando una cuarta aumentada desde Do, se tiene Fa#, a este se
agrega fa#, y de ahí la serie de quintas hasta el re#.
Total de tonalidades para Do mayor: 7 de primer grado de vecindad, 11 del segundo y cinco del tercero.
En menor sería de manera similar pero al contrario. El segundo grado de vecindad se comportaría así:
254
Tabla de menor a menor (la menor)
2# 3# 4# 5#
2b 3b 4b 5b
2# 3# 4# 5#
2b 3b 4b 5b
En el tránsito de menor a menor, al igual que las mayores, pero inversamente, se obtienen 8 tonalidades
menores. Mas en el desplazamiento a mayores quedarían dos en el orden de los sostenidos (contando
que las tonalidades de 3 y 4 sostenidos se contemplan como vecinas, por ser la directa y la del V grado
armónico); y una en el orden de los bemoles:
Primer grado de vecindad: mi, re, Sol, Fa, Do y La más Mi (directa y armónica respectivamente).
Segundo grado de vecindad: si, fa#, do#, sol#. sol, do, fa, sib, Re, Si, Sib.
255
Si se fuera a modular de forma diatónica por estos acordes comunes, y de manera preparada, a
tonalidades del tercer grado de vecindad, habría que pasar por el segundo grado, acercando tonalidades:
Ej de la hacia Mib:
la---------Do--------fa = II de Mib ó la---------Fa--------Sib = V de Mib
III = Varm VI = V
Como se puede constatar, al acceder a un tono alejado, los grados armónicos actúan apresurando un
tanto el largo proceso por el paso progresivo de las tonalidades vecinas de unas y otras tonalidades, para
quedar reducido a dos intermedias. En los ejemplos anteriores el acorde acelerador abrevia ese camino
a un ―atajo‖ con solo dos pasos. Claro está que existen otros medios de acortar aún más esa vía, como
es el caso de la modulación enarmónica, vista más adelante.
En el gráfico del tradicional círculo de quintas que sigue a continuación, se ilustran los diferentes grados
de vecindad de las tonalidades. El mismo resume ese tránsito de las tonalidades en la modulación
diatónica y hace evidente la cercanía o lejanía entre ellas. El primer círculo de quintas es precisamente el
de los tonos vecinos, que, obviamente, se encuentran a ambos lados de la tonalidad inicial. Tomándose
Do mayor como tono de partida, se tienen las inmediatas Sol, Fa, y sus respectivas tonalidades relativas,
mi y re, más la del tono principal, la menor. En el segundo circulo de quintas se encontrarían Re y Sib y
sus relativas si y sol. No obstante, según los criterios comentados, que permiten reunir aquí todas
aquellas tonalidades que poseen un acorde común al menos, se puede aplicar lo visto en los cuadros
precedentes….
Desplazándose a otros puntos tonales, sucedería lo mismo, aplicando el movimiento a los diferentes
grados de vecindad representados en el círculo.
Ej. 465
256
De sol menor a La Mayor, por ejemplo, existen 5 alteraciones de diferencia en la armadura. En ese caso
puede modularse mediante dos acordes: Re –V armónico de sol- y re –V natural- que constituyen el IV y
IV armónico de La respectivamente:
Ej. 466
257
En los fragmentos siguientes de Chopin se muestra de modo diáfano la modulación a tonalidades del
segundo y tercer grados de vecindad utilizando motivos temáticos que unifican y dan coherencia a la
inestabilidad tonal.
Ej. 467
Reb----sib----Fa----la
Y en el propio nocturno en Sol aparecen más adelante dos ejemplos del material temático de B con
similares características en el uso del acorde ―acelerador‖ para modular a tonos lejanos. En ambos
casos, como en el anterior, el VI de la primera tonalidad es el IV grado armónico de la modulante a 4
alteraciones de diferencia en el orden de los sostenidos:
Ej. 468
258
F. Chopin, Nocturno Op.37, No.2
Ej. 469
Se sugiere analizar la obra Liebenstraum No.3 (Sueño de amor en Lab) de Liszt para encontrar un riquísimo
efecto en las modulaciones mediante el acorde acelerador para unir tonos alejados. De forma similar al
de Chopin, Liszt, en su nocturno, pasa por tonalidades a distancia de terceras mayores consecutivas y
con tonos mayores: Lab, Do, Mi…
Ejercicios
- Buscar ejemplos que empleen el tipo de modulación diatónica a tonalidades del II y III grados
de vecindad.
- Tomando como modelo los fragmentos del nocturno chopiniano, construir un motivo
temático que pueda someterse a este tipo de modulación y crear un período modulante.
259
Modulación mediante el acorde napolitano
El acorde napolitano también puede ser útil a la hora de acercar tonos alejados. Este tiene la posibilidad
de convertirse en acorde común, de forma análoga al que se usa en la modulación diatónica. Tomando
los acordes de tónica, de subdominante o dominante de una tonalidad mayor determinada (o los grados
mayores de una tonalidad menor: III, VI y VII), estos pueden constituir acordes napolitanos de nuevas
tonalidades, ya sean del primero, segundo o del tercer grado de vecindad. De manera que se podrán
unir tonos mucho más apartados que los vecinos, los cuales empleaban triadas mayores y menores,
afines y naturales, de las tonalidades de entrada y de salida.…
Ej. 470
Ej. 471
Ej. 472
En la sección final del tercer movimiento de la Sonata ―Patética‖ de Beethoven, se expresa un tipo de
relación muy conveniente para modular mediante el napolitano. La sexta napolitana sirve aquí de
acorde común a Lab (bII6 de do = IV6 de Lab). También se evidencia su relación con el VI, tal como se
describió en el capítulo sobre este acorde.
Ej. 473 a, b
260
L. van Beethoven, Sonata Op13, No.8 en do “Pathétique” – (final, III Mov.)
Igualmente, en el Estudio No. 6 de Chopin aparece magistralmente una modulación cerca del final
mediante el acorde napolitano que acerca así tonos alejados, usando la enarmonía:
Ej. 474
261
F. Chopin, Estudio Op.10, No.6 (esquema)
La mayor es enarmónica de Sibb mayor, quien es a su vez la subdominante de la tonalidad del
napolitano (Fab). En ese momento final del estudio se abre un paréntesis hacia un tono más brillante de
una subdominante de subdominante.
Ejercicios
- Realizar ejercicios al piano con el acorde napolitano como acorde común para modular a
tonalidades vecinas o lejanas.
Ej. 475
El VI grado de la escala mayor es una triada menor, sin embargo puede descenderse (como préstamo
de la escala menor, o como parte del sistema mayor-menor) y propiciar así la conducción a tonalidades
que lo contengan, para precipitar movimientos a tonos contiguos o más alejados.
262
Ej. 476
Ej. 477
Ej. 478
Ej. 479
Otros ejemplos se podrían crear aprovechando las virtudes de este acorde que igualmente puede
provocar rápidas marchas a tonalidades de diferentes grados de vecindad.
263
Ejercicios
Modulación enarmónica
La modulación enarmónica, como puede deducirse, tiene su causa en el fenómeno de la enarmonía. Esta
no solamente se expresa en la equivalencia de los sonidos aplicando el sistema temperado, de manera
instintiva o espontánea, y en cualquier momento de la obra, sino que representa una de las variantes
más valiosas y sobresalientes -cuanto más sutiles- de la modulación, dentro de los límites del desarrollo
tonal y de la forma en el avance de los estilos armónicos. Tal modulación conquistó el proceso mismo
de las transformaciones tonales de modo acelerado, al propiciar ―saltos‖ precipitados a tonalidades
lejanas, cuando la ruta para arribar a ellas se hacía lenta y ―tortuosa‖. En ocasiones, en un espacio
relativamente breve, facilitaba el cambio continuo de centro tonal –sin importar el grado de vecindad-
creando ambigüedad y ambientes difusos. Sin embargo, muchos teóricos y compositores prescindían de
ella por su sentido particularmente abrupto o repentino hacia los tonos alejados, pues preferían vías
más ―naturales‖ o suaves perceptiblemente, como las modulaciones diatónicas que preparaban poco a
poco el paso definitivo. Ese carácter sorpresivo y hasta brusco, en ocasiones, de la modulación
enarmónica se debió precisamente a la ausencia de una triada común –que atenuaba el movimiento de
un tono a otro-, la cual fue sustituida por el propio acorde modulante devenido común a un mismo tiempo. Esta
ambivalencia o doble connotación en un acorde disonante –rasgo inherente a tal armonía- originó el
principal atributo perceptivo de esta modulación: lo súbito e inesperado.
Ej. 480
En ocasiones la función se mantiene, variando sin embargo la estructura, pero no obstante, la lejanía de
la tonalidad modulante sigue sorprendiendo:
264
Ej. 481
Ahí se observa el mismo acorde disminuido en función de VII7, con sus enarmonías y resoluciones a
distintas tonalidades.
Ej. 482
En la sonata en Fa, Op. 10 No. 2 de Beethoven está el contacto con Sib mediante su V2: mib-fa-la-do. Más
adelante presenta el acorde fa-la-do-re# enarmónico de aquel referido cuya función es ahora de doble
dominante que conduce al V mi-sol#-si de la menor, tonalidad vecina:
Ej. 483
265
L. van Beethoven, Sonata Op.10, No.2
Así, puede verse muy cercana (dentro del motivo, la frase) al acorde que se enarmoniza; relativamente
alejada, o muy alejada en correspondencia con partes mayores de la forma musical. En los ejemplos
anteriores y los que a continuación se muestran se pueden observar esas diferencias establecidas por la
forma:
Ej. 484
266
F. Chopin, Nocturno Op.9, No.1
Se presenta en el primer compás sonidos de la DD de Reb sobre un pedal de tónica. Análogamente en
el comienzo de la segunda frase se enarmoniza la DD alterada (con la fundamental ascendida y la quinta
descendida) para convertirse en dominante de Re quien es tonalidad enarmonizada del napolitano
(Mibb). Por un instante trabaja esa tonalidad y retorna a Reb mediante una séptima disminuida (VII7 en
Re) cuya enarmonía será DDdism en el tono principal. De tal manera, en un breve espacio de tiempo,
Chopin crea un ambiente colorístico sumamente atractivo y logra -unido a una dinámica en pianísimo y
otros medios expresivos- un efecto ilusorio inherente a su estética romántica.
En ocasiones se mantiene el acorde modulante con los sonidos propios de la tonalidad inicial. En otras,
aparecen según el tono que sigue. Esto sucede al libre arbitrio del creador. Por ello hay que inferir –en
267
el aspecto teórico- la función en cada una de las tonalidades y determinar los sonidos adecuados para
cada una.
El siguiente ejemplo de Mozart exhibe una séptima disminuida (segundo compás) que funciona como
VII grado de ambas tonalidades: sol menor y Mi mayor, que a su vez es dominante de la menor (puede
verse también como DD para la). El compositor escribió según los sonidos de Mi (VII70) o la (como
DD), es decir: la-do-re# fa#, y no los de la tonalidad que antecede (sol) para la cual serían: la-do-mib-fa#,
en cuyo caso enarmonizó el mib por re#:
268
W. A. Mozart, Misericordias Domini
Se hace evidente que el cromatismo, como fenómeno general de la intensificación tonal, interviene
también, de forma decisiva, en este tipo de modulación.
El acorde de séptima disminuida constituye el acorde por excelencia para este tipo de modulación. Esto
es debido a su capacidad de desdoblarse en tres funciones, y cuatro posibles enarmonías (el estado
fundamental del acorde y las tres inversiones enarmonizadas), que multiplicadas dan los doce tonos, y si
se consideran mayores y menores, resultarán las 24 tonalidades (12 mayores y 12 menores).
La estructura simétrica del acorde, formado por tres terceras menores consecutivas, los dos tritonos, la
segunda aumentada como inversión de la séptima disminuida, (que a su vez se transforma en tercera
menor enarmónicamente), hacen posible tales equivalencias, por supuesto, en el contexto del sistema
temperado. De tal manera, si se enarmoniza uno o varios sonidos da lugar a todas las inversiones:
Ej. 486
De acuerdo a esto son también tres las alturas posibles en el acorde, dentro de la tercera menor.
Cuando se sobrepasa ésta, se repite la sonoridad, enarmónicamente hablando: do-mib-solb-sibb y sus
269
inversiones; do#-mi-sol-sib y sus inversiones; re-fa-lab-dob y sus inversiones; cuando se llega a mib ya está
dado por la inversión del primero y así sucesivamente (como se había comentado en el capítulo
dedicado al VII7 dism)
Ej. 487
etc…
Las tres funciones mencionadas se relacionan por su tendencia a ser sensible para las tres funciones
principales: tónica, dominante y subdominante.
De tal forma, el acorde en la disposición del VII7 introduce la tónica, la dominante (si es DD(VII)7), y la
subdominante también como VII7 (sólo que en esta última lo que más interesa es la función de este
acorde como auxiliar o bordadura del V7).
Por ejemplo, en Do se pueden encontrar estos disminuidos como sensibles de las tres funciones
principales, T, D, y S.
Ej. 488
Específicamente el disminuido que introduce la subdominante sirve –como se ilustra en el Ej. 489- de
bordadura al V7, cuyo bajo se mantiene y el resto de los sonidos se mueve un semitono a las notas
auxiliares, de ahí su nombre dominante auxiliar.
Ej. 489
Cada una de estas tres funciones puede enlazar con la séptima dominante de la tonalidad en cuestión, lo
cual acerca más el paso a la nueva región tonal. En la práctica, cualquier acorde disminuido puede
270
conducirse a cualquier dominante (en forma de séptima) y ―sonará‖ adecuadamente a causa de esta
propiedad que lo convierte en un acorde ―mágico‖, capaz de resolver en las 24 tonalidades.
Ej. 490
Obsérvese en cada inversión enarmonizada el sonido señalado que se desenvuelve como sensible. Este
introduce tónica, dominante y subdominante en las tonalidades respectivas, conduciéndose según las
funciones que representa. Analícese además, el movimiento de voces a la séptima dominante
correspondiente, así como las 24 tonalidades en que resuelve.
Ej. 491
271
F. Chopin, Estudio Op.10, No.6
En este ejemplo de Chopin están los tres disminuidos de mib: como VII7, como Daux y como DDint. En
todos los casos relacionada con la dominante: en el primer compás el VII7 enlaza con V65; en el
segundo se encuentra la dominante auxiliar precedida por la dominante del compás anterior, y al mismo
tiempo es el VII43 del IV (lab); del quinto al sexto compás aparece DD con el V7.
Ej. 492
Etc.
Aquí no se escribe el sonido equivalente o enarmónico para el acorde en cada tonalidad, sino que se
conduce directamente a la séptima dominante en el tono deseado.
Siempre será una de las tres funciones, viéndolo desde el punto de vista teórico, y con la enarmonía
correspondiente. En un sentido práctico es innecesario acometer tal análisis, sino simplemente acercarlo
al V7 y conducir de forma adecuada para obtener así la modulación.
272
Ej. 493
Mi-------Do--------Sib
Fíjese en la melodía y la reiteración de los motivos iniciales de cada frase con diferentes armonizaciones,
aspecto referido anteriormente para brindar congruencia y unidad en pasajes de armonías complejas.
Ej. 494
273
J. S. Bach, Preludio en sol para órgano
El Preludio de Bach modula continuamente en esa sección mediante acordes disminuidos en sus
diferentes funciones. Corrobórese en cada caso el rol de cada acorde en una y otra tonalidad y observe
que a veces tiene las notas de la anterior y otras de la que sigue. De sol menor (tonalidad de inicio)
marcha a re y el VII70 de ésta es igual enarmónicamente al de si menor. La DDint de si coincide con el
VII70 de do (re-mi#-sol#-si = re-fa-lab-si) y así sucesivamente sigue pasando por tonos no sólo vecinos
sino bastante alejados del principal.
Tres fracciones de estudios de Chopin han sido escogidas por presentar muy claramente la modulación
enarmónica con el disminuido. Para el compositor este recurso ha sido muy valioso en la concepción de
sus imágenes románticas, aun en este género, lo cual ha sido, precisamente, uno de los aportes
fundamentales de su creación a la técnica y literatura pianística.
En el siguiente segmento del estudio Op.25, No.1 se forma un disminuido como DD introducción en
La. Éste es enarmónico del VII7 disminuido de Reb. Le sigue, como casi siempre, la séptima de
dominante que contribuye a reforzar la modulación.
Ej. 495
Ej. 496
274
F. Chopin, Estudio Op.10, No.12
En el estudio de Chopin No. 12 en do menor, la DD disminuida de esa tonalidad pasa a ser enarmónica
de la misma función para Solb (2º compás), y con el propio bajo de dominante presenta otro disminuido
en función de dominante auxiliar que representa así mismo el VII7 de fa y la DD de Fab para el siguiente
compás. Si se analiza todo el fragmento se hallará una secuencia: Solb - Fab y Mib que encamina
finalmente a do.
También en el estudio 6 del mismo autor se expone una modulación con la DD disminuida de sol como
enarmónica de igual función para Mi.
Ej. 497
275
F. Chopin, Estudio Op.10, No.6
Ej. 498 a, b,
276
W. A. Mozart, Requiem, Confutatis (final)
Se advierte, sin embargo, en el segmento de la secuencia ―Oro supplex….‖ de Mozart, el manejo del
acorde disminuido procediendo en la modulación enarmónica para preparar cada paso de la secuencia
cromática descendente. Primero se halla como DD(VII)70, e inmediatamente se convierte en una
Dominante Auxiliar que conduce a la séptima dominante de la siguiente tonalidad. Así se repite en cada
eslabón. Este acorde disminuido y sus consiguientes probabilidades de modulación a cualquier tono,
genera el sentido de la imagen mozartiana de la muerte, en la cual se contrapone al dramatismo
provocado por esa sonoridad, el movimiento ascendente, más claro, signo de esperanza y paz que
trasmite la marcha hacia la dominante en la función de bordadura referida. La relación con el texto
confirma la dualidad muerte-vida, oscuridad-luz, desde la óptica cristiana, idea muy arraigada en el
compositor.
Otra manera de enfocar los tres acordes disminuidos y sus funciones es según la de Riemann, en la cual
cada acorde de séptima de manera consecutiva es VIIint, DDint. y DDDint, respectivamente (mediante el
círculo de quintas):
Ej. 499
277
Así, la dominante introducción, la doble dominante introducción y la triple dominante introducción
quedan en semejantes relaciones a las expuestas anteriormente.
Ejercicios
- Analizar ejemplos de la literatura musical donde aparezcan estos acordes en sus distintas
variantes de enarmonización. (obras de Mozart, Chopin, Schumann, …)
- Crear fragmentos escritos y al piano con los acordes disminuidos y sus enarmonías (periodos,
frases, formas binarias, preludios, etc.).
Ej. 500
En el ejercicio anterior, se especifican con asteriscos los sonidos a armonizar con séptimas disminuidas
para sus respectivas enarmonías. Se indica, así mismo, la sexta napolitana. Esta propuesta de bajo se
puede variar, pero sería provechoso realizarlo primeramente según esa opción y analizar las diferentes
acepciones de ese tipo de acorde que allí aparecen, para después crear sus propias variantes.
278
Modulación por medio de la enarmonía del acorde de séptima dominante
Si bien este acorde no ofrece, al modular, las amplísimas posibilidades del de séptima disminuida, no
obstante brinda una diversidad de cambios tonales al enarmonizar uno o varios de sus sonidos que
mutan su función y estructura.
Ej. 501
Ej. 502
V7 --- Mib y mib; VII7nat --- do; DD7 --- Lab y lab
Sin embargo, al acometer la enarmonización de la séptima, se transforma en uno de quinta-sexta con la
sexta aumentada, por lo que deviene una sexta alemana. Esta estructura –como se vio en contenidos
anteriores- posee diferentes funciones, que abarcan varias subdominantes y dominantes alteradas. He
aquí una ilustración mediante un acorde específico y sus posibles resoluciones:
Ej. 503
Ej. 504
279
Un recurso esencial, que ayuda fácilmente a encontrar las tonalidades posibles en la resolución de la
sexta aumentada –descrito en el acápite de la tabla de acordes alterados- es su natural conducción a
octava. En ella están incluidas todas las tonalidades modulantes:
Ej. 505
Esta técnica permite hallar, no sólo las tonalidades, sino las funciones que despliegan las estructuras
aumentadas en cada contexto. Sin necesidad de memorizar, se puede llegar mediante la ejercitación y el
razonamiento, a la comprensión total del fenómeno y sus complejas interrelaciones que se hacen
asequibles con este recurso.
En resumen, se tienen once tonalidades posibles a resolver con dicha estructura, viéndola como
séptima, sin enarmonizar, y como sexta aumentada en dos inversiones.
Aunque esta enarmonía no englobe todas las tonalidades -como el acorde de séptima disminuida- tiene,
sin embargo, la potencialidad de marchar a esas once, o bien puede tomarse cualquiera de las
dominantes secundarias, que asimismo fungirían con las mismas características de la séptima dominante
principal, y al final se lograría llegar a cualquier tono:
Por ejemplo, en Do cualquiera de estas interdominantes puede actuar como acorde modulante para las
distintas tonalidades:
Ej. 506
Uno de los medios –por mostrar alguno muy recurrente- que facilita rápidamente la aplicación de esta
enarmonía, consiste en ubicarse en el acorde cadencial de la tonalidad modulante. Se asciende un
semitono del V grado, buscando el VI (descendido en mayor, o natural en menor). Sobre ese grado se
construye un acorde de estructura de séptima dominante, pero que será en realidad de sexta aumentada
con función de subdominante, y entonces se accede a la cadencia perfecta.
Ej. 507
280
Este acorde de séptima dominante con sus enarmonías y variadas funciones es ampliamente referido en
la literatura musical:
Ej. 508
Ej. 509 a, b
281
R. Schumann, Carnaval Op.9, Chopin
Esta sección del Carnaval de Schumann dedicada a Chopin muestra, después de presentar la tonalidad
de fa, adonde arribó por la enarmonía del VII7 disminuido del tono principal, otra modulación
enarmónica, pero ahora por vía del VII7b5 de fa (mi-sol-sibb-reb) que en la partitura aparece con otros
sonidos, y en el retorno a Lab, funge como VII2b3 (fab-sol-sibb-reb). Este conduce de forma natural al V7
de la cadencia en Lab, cuya quinta es ascendida en el último tiempo (rasgo distintivo de la armonía
chopiniana que se une a los procedimientos de la modulación enarmónica). Ese VII alterado tiene
enarmónicamente la sonoridad de una estructura de séptima dominante, lo cual aporta, además del
colorido, el cambio rápido a otro centro.
Ej. 510
282
Una observación pertinente en la enarmonía de estos acordes es la que se establece entre la séptima
dominante para la tonalidad del napolitano, y el acorde alterado de doble dominante (ver Ej. 507), ya sea en su
estructura de alemana (DD(VII)65b3) o de sexta aumentada en tercera-cuarta (DD43#1b5). Retorne al
ejemplo más arriba de las enarmonías de V7 (p. 290) y se observará que Mib y Re figuran en las
resoluciones de un mismo acorde, siendo la primera, napolitana de la segunda. Esta peculiaridad es
bastante aprovechada por los compositores, desde los clásicos hasta los del periodo romántico. La
comparación de ambas sonoridades, una vez como dominante y otra como subdominante alterada para
conducir a la cadencia perfecta alcanza una connotación relevante en momentos climáticos del proceso
modulatorio. Beethoven lo emplea en variadas ocasiones: en el ejemplo del final de la Patética (do
menor) comentado en el acápite de la sexta napolitana (p. 272), se observa ésta en función de IV (reb-fa-
lab) para la tonalidad del VI, es decir Lab mayor. Éste es al mismo tiempo el V del napolitano.
Inmediatamente que efectúa la cadencia en Lab, aparece la doble dominante alterada en do menor (en
forma de sexta alemana) que confluye en la cadencia y finaliza la sonata. Tal sexta alemana se creó sobre
los sonidos del VI, de manera que el V7 del napolitano (lab-do-mib-solb) es enarmónicamente igual a la
doble dominante quinta-sexta de introducción con la tercera descendida para do menor: lab-do-mib-fa#.
Lo mismo sucede en la sección conclusiva de la Op.10 No.1, tercer movimiento, también en do menor,
donde el V7 del napolitano (lab-do-mib-solb) se presenta en las dos formas, como dominante de Reb y
como DD alterada antes del final.
En el desarrollo de la Sonata en la menor (KV 310 d) de Mozart ocurre una modulación enarmónica
con el V7 de Fa (vecina de Do, tonalidad inicial de esa sección) que representa el VII650b3 para Si mayor,
dominante de Mi, tono en que desemboca ese eslabón de la secuencia. De tal modo, la séptima
dominante de Fa, napolitano de Mi, es la DD alterada para esta última (8º compás):
Ej. 511 a, b, c
283
W. A. Mozart, Sonata KV 310b
Chopin y Scriabin, en dos momentos diferentes, constituyen en éste, y otros muchos aspectos, una línea
de continuidad por el uso de similares recursos armónicos:
Ej. 512
284
F. Chopin, Sonata en si, Op. 58, III Mov.
Ej. 513
Partiendo de una DD que enlaza con el VII disminuido de mib, Chopin entrelaza en este estudio
acordes disminuidos y de dominantes y subdominantes alterados, generadores de modulaciones
enarmónicas que logran un recargado cromatismo:
Ej. 514
285
F. Chopin, Estudio Op.10, No.6 (esquema)
Ej. 515
El acorde en su estado fundamental resuelve como dominante, doble dominante y como VII 7 natural.
Las resoluciones serían:
Ej. 516
V7b5 --- Mib y mib; VII7b5nat --- do; DD7b5 --- Lab y lab
Al enarmonizar dos sonidos, el acorde presenta la estructura de una sexta francesa, en cuyo caso tendrá
las siguientes resoluciones:
Ej. 517
Como se evidencia, se localiza en las mismas tonalidades que el de séptima dominante y sus
enarmonías, sólo que con la interválica de la francesa. La resolución de la misma sexta aumentada en
octava, como se ha descrito, accede a las seis tonalidades.
Ej. 518 a, b
286
F. Chopin, Estudio Op.10, No.1
El fragmento del estudio de Chopin expone una modulación por la séptima dominante con la quinta
descendida de Mib que es igual enarmónicamente a la sexta francesa de igual función en La mayor. En
287
el cuarto compás del fragmento aparece ya como sexta francesa de La, pero es el propio acorde anterior
con la alteración de la quinta (sib-re-fa-lab; sib-re-fab-la=sib-re-mi-sol#).
De manera más compleja, el Impromptu en Fa# también hace uso de la enarmonía de la dominante
con quinta descendida, no sólo en su acepción de estructura francesa, sino en otra inversión (quinta-
sexta). La sonoridad en ese sentido es la misma por su valor funcional, que es en definitiva lo
primordial.
Ej. 519
Ej. 520
288
F. Chopin, Impromptu en Fa# Op.36
En ambos segmentos del Impromptu en Fa# se observa la enarmonía de la séptima dominante y su
variante con quinta descendida que forma también la sexta francesa. En este último se produce, dentro
de Fa mayor, una modulación enarmónica por una sexta francesa (fa-la-si-re#) de la tonalidad del V, Do
mayor, que es al mismo tiempo el V43b5 de mi menor (2º compás). La misma sexta aumentada es la
DD43b5 de la menor, a la cual modula en el cuarto compás. El V7 de Sol (tonalidad vecina de la),
desciende su quinta en el sexto compás y es enarmonizada: re-fa#-lab-do = re-fa#-sol#-si# cuya función
es de DD43b5 de Fa# mayor, tonalidad de la obra. Ese acorde conduce finalmente, después de toda esa
tensión, a la cadencia. Se reitera así, en todo el fragmento la sonoridad de la sexta francesa con dos
acordes que se ubican en varias tonalidades (Fa-Do-mi-la-Sol-Fa#). Todo ello crea cierta contrariedad y
sorpresa, propiedad ésta que identifica la modulación enarmónica.
289
Ejercicios
- Armonizar las siguientes melodías y bajo aplicando la enarmonía de la séptima dominante y sus
variantes (los asteriscos indican el acorde modulante):
Ej. 521 a, b
La triada aumentada es otro de los acordes susceptibles de transformarse para propiciar una
modulación enarmónica. Su simetría, como en el acorde disminuido -pero de otro modo-, es el factor
desencadenante de tal proceso. En este caso, la interválica es de terceras mayores sucesivas, que unidas
conforman la quinta aumentada. Esta última se convierte, al invertirse, en cuarta disminuida, que al
mismo tiempo es enarmónica de la tercera mayor:
Ej. 522
Ej. 523
290
Por consiguiente, una misma estructura, al enarmonizarse, provoca los tres estados de la triada:
fundamental, primera inversión y segunda inversión. Se mantiene invariable la sonoridad y sin embargo
cambia su estructura y función.
Cada una de esas posiciones alcanza resolver a tres tonalidades, teniendo en cuenta su rol funcional.
Tanto la fundamental como las dos inversiones, pueden considerarse construidas sobre tres grados
distintos: III grado en la escala menor armónica; la triada aumentada sobre el VI grado con su
fundamental descendida en la escala mayor armónica; y en el V grado con quinta ascendida en tonos
mayores. De acuerdo con ello su resolución varía: si es el III armónico en menor, cambia un solo
sonido; si es el VI b1 en mayor se mueve igualmente uno; y si es V#5, se estabilizan dos:
Ej. 524
291
Así como en el disminuido eran tres alturas posibles, aquí son cuatro, y todas las demás figuran como
derivadas de éstas.
Ej. 527
El estudio en Lab de Chopin -dedicado a Moscheles- recrea una secuencia cromática en la cual cada
eslabón tiene una triada aumentada en función de VI con la fundamental descendida (enarmonizada
con otros sonidos) que se convierte, en este tipo de modulación, en la dominante con quinta ascendida
de la nueva tonalidad, a una segunda menor ascendente…
VIb1 = V#5
Y en el último eslabón la equivalencia para do menor es: VIb1 de Si= IIIarm de do.
Ej. 528
Ej. 529
292
P. Sarasate, Introduction et Tarantelle para violín y piano
Así como el acorde de dominante con quinta ascendida o aumentada es enarmónicamente igual al de
tercer grado armónico que también ejerce tal función, la séptima dominante con quinta ascendida en
tonos mayores es equivalente a la trecena de dominante en menor:
Ej. 530
Ejercicios
293
Ej. 531
- Analizar el coral, cifrando y aplicando la modulación enarmónica por los diversos medios
estudiados en este capítulo (señalar las equivalencias o sonidos enarmonizados de los acordes
en cada tonalidad) y realizar otra armonización con dicha melodía:
Ej. 532
Como se comprobó en los ejemplos, la modulación enarmónica interviene de diferentes modos en los
estilos musicales. Aunque desde el Barroco ya era manejado sobre todo por Bach y Haendel (ver en el
apéndice final el aria para tenor del Mesías, Ej. 749, p.474), es en el Romanticismo que adquiere su
fuerza mayor al ser usada de forma predominante y en pasajes condensados armónicamente para crear
imágenes complejas, subordinadas al pensamiento de la época, la libertad individual del artista, los
sentimientos y pasiones exacerbadas, así como los estrechos vínculos con la literatura de entonces.
294
Capítulo XIV
Giros elípticos
Los giros elípticos o elipsis son aquellas progresiones de acordes inestables que no resuelven, sino que
conducen a otro acorde también inestable. Las simples cadencias evitadas se asocian a este tipo de
entidad armónica, pero se consideran con más propiedad aquellas de dominante en cualquiera de sus
acepciones (sobre todo séptimas, novenas, etc.) que transitan a otra similar, o igual en estructura o
función, pero de diversas alturas, hasta formar verdaderas cadenas ininterrumpidas de acordes
disonantes. Se llegan a construir secuencias elípticas con séptimas de dominante o con disminuidos e
incluso ambos combinados, e igualmente con acordes de séptimas (o novenas, trecenas, etc.) de otros
grados como el II y algunas secundarias o del conjunto de los alterados. Rimski Korsakov las llama
cadencias de engaño en sentido general, y Schönberg las señala como acordes errantes, por la ambigüedad y
oscilación tonal generada en la progresión que no logra resolver y suele transitar a regiones alejadas. Se
encuentran aquí las sucesiones provocadas por la enarmonía de los disminuidos, los aumentados
derivados de la séptima dominante y las propias subdominantes alteradas (sexta alemana, francesa,
italiana…) junto a la triada aumentada que también suscita cambios asombrosos.
Como se infiere, el fenómeno de las elipsis es también expresión del cromatismo en su más amplia
connotación.
Ej. 533(esquema)
295
estructura y función, comportamientos éstos, asumidos en anteriores acápites que devienen sintetizados
en las progresiones elípticas.
Ej. 534 a, b
296
W. A. Mozart, Misa en do (Kyrie)
En compositores del Barroco y el Clasicismo las elipsis constituyeron signos reveladores de ascenso en
el comportamiento tonal. Sin embargo, su evolución tuvo su máximo exponente en las desarrolladas a
finales del siglo XIX, aunque desde principios de la centuria eran ya notables, especialmente en
creaciones de Chopin, Schumann, Liszt y otros románticos. Posteriormente en Scriabin, Wagner o la
última etapa del propio Liszt, dichas progresiones marcaron relevantemente la disolución del sistema y
cedieron su paso al nuevo lenguaje del impresionismo. Las referidas cadenas de séptimas, novenas,
trecenas, devinieron, entonces, efectos colorísticos al perder la subordinación a un centro determinado,
y de armonías excepcionales en la música tonal lograron ser regularidades en ese contexto.
Una mirada panorámica por representantes de diferentes épocas nos puede dar una idea más exacta del
alcance de estos medios armónicos, que más que procedimientos, constituyeron rasgos de estilo y
expresiones fehacientes del devenir de lo tonal y su significativo tránsito a lo modal, entendido este
último, como concepto general de la organización de las alturas (Modo) en ámbitos no tonales:
Ej. 535
Analícese el coral 279 de Bach y se encontrarán sorprendentes cadencias elípticas desde el inicio que se
acrecientan hacia el final como evidencia del progreso de la tonalidad en esa época, y especialmente en
297
Bach de manera particular. En el Magníficat de Bach hallamos igualmente excepcionales muestras
elípticas con un sentido sumamente expresivo:
Ej. 536
Ej. 537
298
F. Chopin, Estudio Op.10, No.1 (esquema)
Ej. 538
299
En la parte central de esa Mazurca de Chopin se ilustra elocuentemente el fenómeno de las
progresiones elípticas, pródigas en este periodo de la música.
Ej. 539
Ej. 540
En los románticos y postrománticos las elipsis llegan a prevalecer por su continuo movimiento,
vaguedad e imprecisión que traduce las posturas estéticas de un estilo que prácticamente agota sus
300
posibilidades y rutas para irrumpir en ámbitos desconocidos, consecuencia del despliegue de la
tonalidad en sus varios siglos de hegemonía:
Ej. 541
301
A. Scriabin, Estudio Op.65, No.3
Ej. 543
302
Ejercicios
Ej. 544
303
III PARTE
Capítulo XV
Secuencia
La secuencia es un recurso del desarrollo melódico-armónico que tiene lugar en la forma musical.
Consiste en la repetición de un motivo en determinado orden, ascendente o descendente y a través de
un intervalo de paso previamente establecido (segunda, tercera, cuarta…). Esa repetición crea una
―cadena‖, cuyo primer eslabón, lo constituye el motivo que genera la secuencia. Ésta puede construirse en
el plano de la melodía sola u originarse a nivel armónico involucrando todas las voces de los acordes.
En el primer caso estamos en presencia de una secuencia melódica:
Ej. 545
Ej. 546
304
Es evidente el movimiento melódico secuencial por segundas descendentes sólo en una voz en la
sonata de Mozart, mientras que en la contradanza de Saumell se desarrolla una secuencia mediante la
repetición de un motivo melódico con la misma armonía.
El segundo caso se refiere a la secuencia armónica. En el ejemplo a continuación se muestra cada una de
las voces realizando su secuencia melódica, simultáneamente a la que se produce por la progresión de
acordes del motivo generador, en una relación interválica constante:
Ej. 547
La secuencia armónica puede ser diatónica o modulante. La diatónica, también llamada tonal, se produce
dentro de una tonalidad específica, mediante progresiones armónicas en la propia tonalidad: I-V; VII-
IV: VI-III; etc, es decir, se mantiene la tonalidad y se cambian las funciones de un eslabón a otro (ejemplo
anterior). La modulante, como su nombre lo indica, va desenvolviéndose en diferentes tonos, con
funciones fijas: I-V en Do; I-V en re; I-V en mi: etc. En ella se conservan las funciones, mientras que las
tonalidades varían.
Ej. 548
V para el VI;…
Aquí el III grado se convirtió -al ascender su tercera- en una dominante para el VI, lo que provoca un
énfasis modulatorio y climático en la evolución de dicha secuencia.
305
Ej. 549
Ej. 550
A veces se combinan eslabones modulantes con diatónicos según sea el paso por los acordes de la
tonalidad que pueden constituir tonos vecinos o no. En el ejemplo de Mozart que sigue se encuentran
eslabones diatónicos y modulantes a partir del quinto compás:
Ej. 551
306
W. A. Mozart, Concierto para piano No. 19 en Fa
Nótese además que el quinto compás se puede ver dentro de Do y los que siguen en Fa y la (algunos
haciendo contactos con tonos vecinos, y donde no hay tono vecino lo hace diatónico):
Ej. 552
307
Específicamente la progresión armónica que lo crea (el motivo), puede estar constituida,
indistintamente, por enlaces de tríadas, de séptimas, de tríadas con séptimas, por progresiones de paso
o auxiliares, giros frigios, determinadas cadencias y variadas combinaciones acordales. En el ejemplo
precedente se observa un giro frigio extendido, acordes de séptima –principalmente secundarias- junto
a una polifonización que contiene imitaciones y refuerza los motivos temáticos con aumentación en el
bajo.
Ej. 553
Ej. 554
P. I. Tchaikovski, IV Sinfonía
Ej. 555
Este último tiende a crear monotonía y se encuentra de modo similar en pasajes rápidos y con motivos
cortos, como se aprecia en el ejemplo, lo cual puede atenuar ese efecto.
No siempre los eslabones que se suceden resultan adecuados o típicos, sobre todo si se trata de la
secuencia diatónica, cuyo primer eslabón o motivo es casi siempre una progresión ya instituida en la
308
práctica como apropiada, y que puede ocasionar al ―secuenciarse‖ otras ―no tan buenas‖. Sin embargo,
el sentido de la secuencia hace posible la existencia de tales eslabones, que unidos a modo de una
cadena, conforman una sucesión de motivos independientes y a la vez subordinados por la lógica
secuencial. El ejemplo anterior ilustra tal fenómeno al producirse algunos acordes triadas (disminuidas)
no usadas comúnmente por su sonoridad inadecuada, como el VII grado, en el que la fundamental fue
duplicada siendo la sensible. He aquí otra excepción justificada por el sentido de la secuencia que no
puede eludir el patrón motívico establecido y su consecuente conducción de voces.
Otro aspecto a tomar en consideración es el intervalo de paso, que es aquel mediante el cual se reitera y
fija el motivo secuencial en dirección ascendente o descendente. Consiste en la distancia entre los primeros
sonidos de cada eslabón. Son más frecuentes los intervalos de paso de segunda y tercera, aunque
también se hallan de cuarta y de quinta. Tal intervalo está ligado, por una parte, a la extensión de la
secuencia —que puede ser reducida o ampliada, según el número de eslabones—, y por otra, a la
concentración o expansión de ella. Estos comportamientos guardan relación directa con la dimensión
de los eslabones: si son cortos y poseen un intervalo de paso de segunda, podrán reiterarse un número
mayor de veces (como en el Ej. 555) y generar a su vez mayor extensión y concentración, mientras que
si los eslabones son más largos o con un paso de tercera o más, (Ej. 553 y 554) se puede producir una
secuencia más breve (poco reiterada) y menos concentrada, aun en una cantidad igual de compases. El
segmento de Mozart (Ej. 551) ilustra esta idea al estructurar una secuencia, primero, en cuatro
compases con dos eslabones, y después otro motivo corto de medio compás expuesto ocho veces.
Ej. 556
309
De los dos fragmentos anteriores el primero presenta motivos secuenciales breves con pasos de
segundas reiterados cinco veces a partir del motivo inicial. Mientras, el segundo expone un motivo
menos breve con paso de tercera y por ende, menos repetido.
Una forma más elaborada de la secuencia, donde se sintetizan procedimientos anteriormente expuestos,
es aquella construida por motivos compuestos. Éstos presentan internamente dos o más motivos también
secuenciados, generalmente con un paso mayor entre ellos. El motivo compuesto, a su vez, se repite
mediante un intervalo diferente, que puede ser menor o mayor según sea el de los motivos internos.
Ej. 557
Ej. 558
310
Johann Pezel, Turmsonate per 2 Cornetti y 3 Tromboni (1670)
En esta sonata de mediados del siglo XVII, se expresa el valor del motivo temático secuencial expuesto
en la primera frase y ampliado en la segunda con los recursos de desarrollo que provee la secuencia. Se
destacan los eslabones compuestos con diferentes intervalos de paso, más estables en el inicio e
inestables en la otra frase que se torna modulante, de modo que lo diatónico de la secuencia inicial
movida por segundas se elabora cromáticamente después con nuevos pasos secuenciales, hasta generar
modulación. Es revelador el comportamiento de la secuencia y su significado dentro de la forma,
actuación ya definida en época del barroco pre-bachiano.
La secuencia diatónica o tonal aporta variación del ―color‖ armónico al desarrollar una gama diversa de
funciones acordales. Pueden localizarse en los eslabones de estas secuencias progresiones de tríadas entre
sí, de séptimas unas con otras, de tríadas con séptimas u otro tipo de acorde como la novena o trecena.
(ver los ejemplos anteriores con sus combinaciones de tríadas y séptimas…).
Son numerosos los motivos secuenciales con acordes tríadicos. Estos proporcionan infinitas
combinaciones, algunas de las cuales han devenido modelos referenciales, a menudo sujetos a
variaciones. Uno de estos patrones, es el que se deriva de una sucesión ininterrumpida de acordes de
sexta sobre cualquier grado: I6, VII6, VI6, V6, IV6, III6, II6… (Ver Pág. x sucesiones de sextas). En esta
progresión tres voces suelen marchar paralelamente, mientras la otra realiza una secuencia formando un
movimiento contrario a las demás, de manera compensatoria. Ocurre aquí un fenómeno singular:
independientemente de que si se duplica un tono u otro (que normalmente en los acordes
fundamentales se prefiere duplicar la fundamental o quinta, y en los secundarios la tercera, o cualquier
otro), lo que más importa es la conducción de las líneas melódicas. En tal circunstancia, intervendrían
suficientes acordes, para proveer un adecuado espacio a la secuencia (hasta se duplica la sensible, si es
necesario, con el fin de mantener la coherencia secuencial en una voz).
Ej. 559
Nótese el movimiento en igual sentido de las cuatro voces de un eslabón a otro. Esta excepción es
admitida por la cesura que separa tales eslabones.
A partir de las variantes con séptimas y de tipologías clásicas, tuvieron lugar sucesiones de séptimas
secundarias, que en esa lógica funcionaron sin ―faltas‖, sobre todo en etapas donde no eran usuales,
311
como en el Barroco o el Clasicismo, en que primaban las llamadas fundamentales (las del V, del II y del
VII grados). El tema de las séptimas secundarias de este libro explica este tipo de progresiones
secuenciales…
En las secuencias modulantes se presentan modalidades que responden a las múltiples posibilidades del
proceso modulatorio. Éstas son muy propicias para desarrollos más complejos, con superiores
requerimientos en la intensificación y progreso de los principios formales y dramatúrgicos. Se
encuentran por tanto, en áreas de máxima elaboración del material temático apuntando a la
culminación, no sólo de estructuras menores, sino básicamente en la macro estructura.
Las variantes de este tipo de secuencia pueden alejarse, en mayor o menor grado, de la tonalidad
principal dependiendo de:
- el tipo de intervalo de paso en la secuencia, que puede ser fijo (segundas o terceras…), pero
variable en cualidad (mayor o menor), y por tanto mantenerse relativamente cerca de la
tonalidad o alejarse cada vez más;
- el color tonal o modo (mayor o menor) de los eslabones, que igualmente puede ser de un mismo
tipo en todos ellos (se desvía más si mantiene igual intervalo), o cambiante (puede permanecer
en la misma tonalidad o alejarse con intervalo fijo).
4. Secuencia modulante por terceras, en la cual el eslabón siguiente es vecino del anterior: intervalos
y modos variables (relativamente alejados). Ej. Do – mi – Sol – si – Re – fa # ; do – La b – fa –
Re b – si b
5. Secuencia modulante por terceras iguales (mayores o menores) y modo fijo (se alejan las
tonalidades). Ej. Do – Mi b – Sol b – Si bb (La) – Do; do – mi – sol # (la b) – do. Como se
observa, en ellas las repeticiones son más limitadas. Aquí se pueden producir otras
312
combinaciones, como: tonalidades menores por terceras menores o tonalidades mayores por
terceras mayores.
6. Secuencias modulantes por cuartas y quintas (justas). Se usan más frecuentemente con modos fijos
en las tonalidades. Ej. Do – Fa – Si b…; do – sol – re – la... (relativamente alejadas).
7. Secuencias modulantes con eslabones dobles. Aquí se combinan —tal como se dijo más arriba,
pero en forma modulante— eslabones compuestos, con diferentes tipos de intervalos. Ej. Do
– Fa ------ Re – Sol ------ Mi – La. Se evidencia un movimiento de cuarta secuenciado en cada
eslabón, y un paso de segunda entre los eslabones compuestos.
(De segunda)
8. Secuencias modulantes con un orden “arbitrario” o establecido a voluntad, en los intervalos y los
modos. Ej. Do – Re – fa – sol – Si – Do
9. Secuencias modulantes cuyo motivo prepara el cambio a la nueva tonalidad. Aquí están implícitas
cualquiera de las modalidades referidas en los puntos anteriores para los intervalos y tipos de
tonalidades. Por su propia naturaleza, la secuencia no necesitaría prevenir ese paso, porque
tiene la facultad de transitar directamente a donde se disponga. Sin embargo, la riqueza del
motivo en ellas, consiste, precisamente, en las armonías utilizadas para tal finalidad. Un
ejemplo elocuente lo constituye la secuencia final del Confutatis en el Réquiem de Mozart, que
pasa por cinco tonalidades menores por semitonos descendentes, y en cuyos eslabones se
prepara la tonalidad siguiente mediante una modulación enarmónica con el acorde disminuido:
Ej. 560 a, b, c
313
W. A. Mozart, Requiem, Confutatis
Ej. 561
314
M. Saumell, Contradanza La Caridad
Secuencia modulante (en el segundo sistema) por segundas a partir de un tono vecino a Sol (la-Sol)
Ej. 562
Ej. 563
Alberto Villalón, Introducción de la Clave criolla Ya reiré cuando tú llores (voz y piano)
Secuencia modulante por segundas mayores descendente, que a su vez forma giro frigio (pero con
tonalidades menores en los eslabones: re-do-sib, tonos no vecinos)…
Ej. 564
315
M. Saumell, Contradanza La Paila
En La Paila de Saumell también se observa una secuencia descendente y modulante por terceras, dentro
de Do mayor, con modificación en el tercer eslabón para continuar diatónicamente en el cuarto grado
de la tonalidad y concluir la frase con la cadencia.
La modulación por terceras mayores con tonalidades mayores del Estudio 3 de Chopin Moscheles Lab
– Mi – Do - Lab y después por segundas menores con tonos mayores (Lab – La – Sib – Si – do)
representa en la pieza el medio de desenvolvimiento armónico más relevante. Primero aparece en una
estructura de frases y después motívica, es decir propiamente secuencial:
Ej. 565
316
F. Chopin, Estudio 3 (Moscheles)
O del propio Mozart, en la Sonata do menor, II Movimiento, en la cual el eslabón prepara la
modulación al siguiente mediante un giro frigio cromático:
Ej. 566
317
W. A. Mozart, Sonata KV 457 en do, II Mov.
Tales armonías mozartianas nos trasladan a procedimientos usados por algunos románticos como
Chopin en sus nocturnos. Obsérvese como a partir del segundo eslabón la melodía es sometida a
variación, sobre todo por ornamentación.
En la secuencia diatónica del Estudio 1 de Chopin se contrae el eslabón en la zona del clímax:
Ej. 567
318
F. Chopin, Estudio Op.10, No.1
Por otra parte existen secuencias que pueden modificar el movimiento en la melodía o en el bajo según
el momento del desarrollo en que se encuentran. Son aquellas en las cuales, por ejemplo, la melodía
319
superior continúa el movimiento ascendente, y el bajo, sin embargo en vez de subir junto a ella,
desciende, produciendo una marcha contraria que apunta hacia el momento climático.
Ej. 568
En la segunda frase de El pañuelo de Pepa la secuencia descendente de la mano derecha contrasta con la
del acompañamiento ascendente, secuenciado melódicamente:
Ej. 569
Ej. 570
320
W. A. Mozart, Ave Verum, KV 618
Se unen en la última sección de la obra de Mozart, el recurso de la secuencia con el canon, para generar
una secuencia canónica muy conveniente en el final del desarrollo que conduce al clímax antes de la
cadencia final. De igual modo en la Sonata en la menor de este compositor se encuentra el mismo
proceder en el desarrollo:
Ej. 571 a, b, c
321
W. A. Mozart, Sonata KV 310
Prácticamente toda la sección está elaborada sobre frases que se mueven por el círculo de quintas (Si-
Mi-La-Re, ésta última como Subdominante de Do y finaliza en la, tono original) y dentro de ellas
motivos secuenciales con técnicas contrapuntísticas.
En el fragmento que le sigue de Beethoven se hace más compleja aún la secuencia con imitaciones
canónicas y el uso del contrapunto complejo (trocado) con giros de paso incluidos:
Ej. 572 a, b
322
L. V. Beethoven, Sonata Op.10, No.3
323
La siguiente secuencia combina movimientos de paso con imitaciones que a veces forman progresiones
de ese tipo:
Ej. 573
Ej. 574
324
En la Invención de Bach el propio tema está constituido por una secuencia a dos voces. Al entrar la voz
imitativa (la intermedia, que imita la voz de soprano, pues el bajo acompaña) las tres realizan su
movimiento secuencial con la independencia característica de la polifonía.
Ej. 575 a, b
325
Esta invención combina la secuencia a dos voces con la secuencia canónica. Toda la pieza está basada
prácticamente en el recurso secuencial desde el mismo tema de inicio hasta las demás melodías del rico
contrapunto que la componen.
Determinadas progresiones, como los giros de paso, u otras, pueden originar transformaciones o
nuevos paradigmas armónicos cuando son sometidos a la técnica secuencial. Partiendo de algún enlace
reconocido -o ya modificado a partir de un patrón estable- y utilizado como motivo de la secuencia, se
llegan a producir algunos muy singulares, hasta novedosos, que posiblemente no tendrían lugar si no
fuera por este medio. Ya se había visto este acontecimiento en las séptimas secundarias. Otros también
son proporcionados de modo coherente. De tal manera, la secuencia deviene no sólo fuente de
ampliación en los desarrollos, sino productora de armonías no estandarizadas.
Ej. 576
Aquí se genera, a partir de un giro de paso paralelo, una secuencia no convencional que consigue
emplear séptimas secundarias como acordes de paso entre tríadas.
En estructuras mayores que el motivo (la frase, semifrase o período) pueden aparecer los principios
expuestos para la secuencia, fenómeno que rebasa los límites de ésta. La factura, las relaciones tonales,
etc, podrían comportarse de modo semejante a lo planteado antes en el capítulo. En estos niveles
formales tiene lugar lo que se ha llamado modulación temática, en la cual se utilizan estructuras con
función melódico-armónica devenidas temas, que se repiten mediante la modulación. (Ver capítulo de
la modulación, específicamente la sintáctica).
Ej. 577 a, b
326
F. Chopin, Nocturno Op, 37, No.2
327
Las modulaciones propuestas en el nocturno de Chopin logran condensar la armonía. Se evidencia la
secuencia a través del motivo y mediante semifrases o frases que devienen modulaciones temáticas.
Obsérvese el plan tonal en ese fragmento: Sol – la – Sol – Sib – Reb – mib – Reb – sib – Fa… y al final de
esa sección (ver en la partitura completa) concluye -mediante Fa y re como comunes- en la menor.
Ej. 578
Ej. 579
328
En esta mazurca 7 adquiere otra magnitud, es decir como una frase: en mi menor y en Do… En Chopin
y Scriabin, la secuencia aparece como una regularidad del estilo armónico, tanto en su estructura
motívica, de frases u otras de implicaciones formales más complejas.
Pero no sólo en la música tonal de las formas y géneros de la llamada música culta o popular, sino
también en lenguajes más contemporáneos o de vanguardia, el recurso de la secuencia encuentra su
concreción y asume su rol en los procesos más disímiles y complejos del acontecer musical.
Capítulo XVI
De tal modo, en una sucesión armónica determinada es posible elaborar las melodías que componen los
acordes en su decursar, para dar lugar al enriquecimiento de la propia armonía, no sólo por su vínculo
con la polifonía -en tanto desarrollo de las líneas melódicas-, sino por las sonoridades novedosas que a
nivel armónico se generan. Esta interrelación entre lo melódico (principio horizontal de la armonía) y lo
armónico (principio vertical) -ampliamente comentada en este texto- tiene una connotación particular
en el desarrollo de las formas y géneros musicales en los diversos estilos.
329
entrenamiento. De ahí que el tema de los adornos a la armonía, u ornamentación, tenga su historia –
bastante antigua y apasionante- y su relación directa con el arte de improvisar.
Ej. 580
Bajo cifrado con indicaciones de adornos:
No únicamente en las improvisaciones de esa época, sino posteriormente, en toda la música tonal
subsiguiente, las notas de adorno constituyeron parte insoslayable de la textura y conformaron todo un
sistema con carácter marcadamente expresivo. Determinadas figuras retóricas, sobre todo a partir del
Barroco, hacían uso del ornamento con un significado especial, de acuerdo al texto o contexto
330
específico de las obras. Desarrollaron así sus propias leyes, y toda una teoría sobre el fenómeno en
cuestión que fue progresando de acuerdo con los estilos en cada periodo de la historia del arte musical.
Con referencia al comportamiento de las notas de adorno, conocidas también como notas extrañas a la
armonía, se puede afirmar que ellas están en dependencia de las estructuras acordales y sus funciones,
en una dinámica relación de subordinación que se manifiesta en el campo de lo diatónico y más
fecundamente en el del cromatismo. Concretamente se clasifican en:
- notas de retardo y apoyatura
- notas de paso
- notas auxiliares o bordaduras
- notas escapatorias
- notas de anticipación
- notas libres
De ese modo, todas pueden aparecer en una o más voces de la armonía, en diferentes planos de la
factura, así como combinarse unas con otras, tanto diatónica como cromáticamente, para crear una
trama que se conecta con determinado género, medio sonoro, estilo o compositor en particular.
El retardo
Como señala el término, esta ornamentación retarda una o varias notas del acorde. Sucede en su propio
tiempo (fuerte o relativamente fuerte) y consta de tres momentos:
- preparación: en tiempo anterior al retardo, forma parte de un acorde (consonancia). Ocurre en
una o varias voces.
- retardo propiamente dicho: produce una disonancia con el acorde sobre el que se encuentra
(tiempo fuerte o relativamente fuerte). Viene ligado o repetido en una o varias voces del acorde
anterior (preparación).
- resolución: sobreviene en el tiempo débil o relativamente débil. Produce una consonancia al
resolver la voz o las voces retardadas.
Ej. 583
331
Nótese que el tiempo en que se produce el retardo puede variar, pero siempre es más fuerte que la
resolución, es decir se origina en acorde anterior partiendo de una consonancia, suena con el acorde en
cuestión (disonancia), y resuelve en el siguiente tiempo o subdivisión (consonancia). Al prepararse se
liga o repite el sonido.
El sonido ligado (preparación) debe valer igual tiempo o más que el retardo mismo, pues desde el
punto de vista métrico tiene que tener suficiente fuerza para mantenerse en el retardo. En caso que
valga menos, no se liga, sino que se repite para reforzar su valor.
Ej. 584
Ej. 585
G. F. Händel, El Mesías
El retardo ha tenido su historia a través de los diferentes estilos de la música, desde el desarrollo de la
polifonía de estilo estricto —todavía modal en su principio organizativo— hasta la consolidación del
sistema tonal. Fue en la propia técnica contrapuntística que se origina el retardo como nota extraña o
332
disonante en las combinaciones de dos o más voces. Siempre se preparaba y ligaba, se resolvía de modo
descendente, invariablemente, cumpliendo las normas dictadas por la técnica en los siglos XV y XVI.
Ej. 586
Particularmente, la técnica para construir retardos –como se expresó anteriormente- comprende los tres
pasos descritos: la preparación, el retardo y su resolución. Siguiendo estos patrones, no resulta
complicado acometer tal tarea. A partir de la progresión armónica propuesta es posible adornar con
este tipo de nota extraña y enriquecer el desenvolvimiento melódico, que por un lado está sujeto a la
actuación de la armonía, y por otro es capaz de liberarse, no obstante las limitaciones impuestas.
333
Los retardos aquí se encargan de producir melodías más dinámicas. El resultado de las disonancias en lo
vertical, unido al interés de las líneas corrobora la relación argumentada entre lo armónico y lo
melódico, lo vertical y lo horizontal, de manera coherente.
En los corales de J. S. Bach se hallan numerosos ejemplos que confirman convincentemente el valor
expresivo de los retardos en el desarrollo de las líneas para dotarlas de igual valor e independencia,
rasgo que los convierte en verdaderos modelos polifónicos. En el que sigue sobresalen los retardos en
la voz de contralto cuya relevancia no precisa comentario:
Ej. 588
J. S. Bach, Coral 68
Y un fragmento del 229 devela, asimismo, alternancia de retardos en las voces inferiores (las posibles a
desarrollar) debido a la fijación de la melodía superior del coral que no admite someterla a la técnica de
ornamentación:
Ej. 589
334
J. S. Bach, Coral 229
Si bien los compositores barrocos recurrían a esta nota extraña con fines expresivos y para crear líneas
melódicas más desenvueltas -sobre todo en el recargamiento polifónico aun en texturas esencialmente
homófonas como las del coral- en compositores del siglo XIX igualmente se encuentran de manera
constante, pero con fines más específicos, propios de la estética romántica:
Ej. 590
Ej. 591
335
P. I. Tchaikovski, Las Estaciones, Op.37, Octubre
Los retardos en la voz superior unidos a la rica armonía cromática caracterizan el lirismo intimista de
este pasaje netamente romántico del Octubre de Tchaikovski.
En el mismo compositor se advierte toda clase de retardos y especialmente en una breve porción de
Eugenio Oneguin las resoluciones también generan retardos en el nuevo acorde de manera continua:
Ej. 592
Ej. 593
Ej. 594
336
Debe atenderse en estos retardos dobles y triples los movimientos paralelos de quintas u octavas que
pudieran producirse.
Un tipo excepcional de retardo en cuatro voces lo constituye la síncopa de un acorde completo, con las
características de esta nota extraña. Ahí se crea una síncopa aceptada por la lógica metrorrítmica de la
pieza musical y aunque no es una norma, se puede considerar retardo por repetirse o ligarse las cuatro
voces hasta el tiempo fuerte en donde debía encontrarse dicho retardo.
A diferencia del ejemplo anterior donde se produce el retardo triple, Beethoven destaca en éste, un
retardo de las cuatro voces para enfatizar el punto climático del motivo –recalcado con un sforzato en
la DD- y hacer su resolución al V en el mismo lugar métrico que el otro.
Ej. 595
El Ave Verum de Mozart presenta igual fenómeno del retardo en todas las voces. Se hace notorio por la
repetición del mismo acorde de dominante en el tiempo fuerte del compás siguiente, espacio reservado
a la resolución. Esta última se refuerza entonces con su reiteración en el tercer tiempo.
Ej. 596
337
Ejercicios
Ej. 597
La apoyatura
Como se había comentado, la apoyatura es un retardo sin preparación. Puede suceder en cualquier
acorde, en tiempo fuerte o relativamente fuerte. Su resolución puede ser descendente o ascendente y en
ocasiones no existe. Esto último sucede en obras de fines del siglo XIX en que los acordes y los
procesos armónicos han tomado un rumbo muy acelerado hacia la desintegración de la tonalidad.
Puede exponerse igualmente diatónica o cromáticamente, y su uso es más factible que el retardo, ya que
no lleva preparación y puede darse en cualquier momento del desarrollo melódico. Diferentes tipos de
apoyatura, en periodos de la música y compositores disímiles, se pueden analizar en los siguientes
fragmentos:
Ej. 598
338
W. A. Mozart, Sonata KV 333 (315c) en Sib
Ej. 599
Ej. 600
339
Ej. 601
Ejercicios
- Crear períodos u otra obra breve (preludio, vals, etc) que contengan apoyaturas
predominantemente.
Ej. 602
340
La nota de paso
Como su nombre indica, esta nota se mueve por segundas ascendentes o descendentes de un acorde a
otro y en una o más voces. A diferencia del retardo suena en tiempo débil o relativamente débil. Y
asimismo se presenta de forma diatónica y cromática:
Ej. 603
341
Suelen hallarse más de una nota de paso seguida (diatónicas o cromáticas), dos en este caso:
Ej. 605
Cuando la nota de paso emerge en la melodía sola, el resto de las voces se dedica a conformar las
armonías de base:
Ej. 606
Las conducciones de tales notas en dos o más voces se realizarán por direcciones contrarias, o paralelas
mediante terceras y sextas. A veces se alternan en una voz y otra, casi como imitación y en
determinadas circunstancias se originan auténticos pasos paralelos y contrarios, de manera doble, o dos
a dos (dos voces paralelas, y éstas, contrarias a otras dos también paralelas) en los que se pierde
prácticamente el sentido armónico convencional a cuatro partes para desplegar una factura
polifonizada:
Ej. 607
342
I. Cervantes, Danza Homenaje
Ej. 608
Es muy factible el esquema armónico de esta invención a tres voces de Bach. Con él se visualizan las
notas extrañas a la armonía, en este caso con predominio de las de paso (seguidas por las bordaduras):
En esos paralelismos también es menester cuidar la formación de quintas u octavas que fácilmente
pueden generarse en movilidades tan intensas.
343
El cromatismo de paso puede igualmente causar algunos contactos espontáneos y muy breves, que
aunque no sean reconocidos como tales enriquecen, en definitiva, la factura, como en el ejemplo de
Cervantes, la danza Homenaje.
La nota de paso se une frecuentemente al retardo y la apoyatura, en cuyo caso se refieren como
apoyaturas o retardos de paso.
Habría que contemplar aquí al tipo de nota de adorno llamado cambiata, que es una variante del paso. Si
se tienen, por ejemplo, las notas mi-re-do, en las que el re es la de paso, se pueden combinar de
diferente manera, o más bien permutar su orden por mi-do-re:
Ej. 609
Ejercicios
- Componer corales a 4 voces con notas de paso diatónicas y cromáticas en las diferentes voces.
Ej. 610
344
La bordadura o nota auxiliar
Este es el fenómeno registrado en el mordente o el trino, en el cual la nota extraña bordea la nota
fundamental del acorde por encima o por debajo de ésta. Se muestra en tiempo débil, y también
diatónica y cromáticamente:
Ej. 611
Se revela generalmente en una voz, combinada muchas veces con notas de paso en una o dos más,
aunque pueden encontrarse en varias voces por movimientos contrarios y paralelos:
Ej. 612
345
Ej. 613
Ej. 614
Así mismo existen bordaduras en cuatro voces que alcanzan formar acordes auxiliares como los de
subdominantes bordaduras de dominante, especialmente S alteradas o DD también alteradas:
Ej. 615
346
Pero en algunas oportunidades los movimientos contrarios y paralelos de bordaduras en cuatro voces
provocan sonoridades denominadas extrañas, porque no producen acorde alguno en el contexto tonal y
se dan en todas las voces como una nueva armonía:
Ej. 616
Como se observa en los ejemplos, las notas auxiliares en varias voces originan movimientos paralelos
por terceras, sextas, décimas, y contrarios o combinando ambos, siempre cuidando no formar
movimientos indeseados.
Existe un tipo diferente de este adorno que es la bordadura doble. Ésta rodea la nota del acorde por
arriba y por debajo. Si la nota del acorde es re, por ejemplo, ellas sonarían re-mi-do-re.:
Ej. 617
347
Ej. 619
Ej. 620
Ejercicios
Ej. 621
348
- Crear un período donde se inserten bordaduras, no sólo en una voz sino en varias
simultáneamente aplicando movimientos contrarios y paralelos adecuados.
- Buscar en obras de diferentes épocas y géneros ejemplos que presenten bordaduras en una y
más voces.
La escapatoria
Esta nota se produce también en tiempo débil y consiste en un salto desde el primer acorde para entrar
por grado conjunto al segundo; o al revés: sale por segunda y entra por salto al siguiente acorde. Puede
realizar esta movilidad de modo diatónico o cromático como el resto de las notas de adorno, y
ascendente o descendentemente:
Ej. 622
La escapatoria es promovida generalmente en una sola voz de la armonía, como excepción en dos
voces. Sin embargo, suele combinarse con otros sonidos extraños como el paso y la bordadura:
349
Ej. 623
El ejemplo anterior está recargado por las escapatorias combinadas con notas de paso, bordaduras y en
algunos momentos con otras escapatorias. Se distinguen sobre todo las cromáticas. Aquí serán posibles
los intervalos aumentados linealmente, que solían ser rechazados en las armonizaciones sin notas
extrañas. Las segundas aumentadas en este caso, más que de paso son consideradas escapatorias. Así
mismo, las cuartas, quintas y demás intervalos aumentados, junto a otros, también en ocasiones
desdeñados, como los de séptima, novena, etc., pueden justificarse bajo estas condiciones (tiempo débil,
breve, entre uno y otro acorde…).
Ej. 624
F. Schubert, Impromptu 3
Ej. 625
350
P. I. Tchaikovski, Las Estaciones, Op.37, Marzo
Ej. 626
Al valerse de otros recursos como la unión con la bordadura, apoyatura, paso o cambiata puede alargar
la conducción por segunda al acorde siguiente. En el preludio de Chopin se verifica esta variante en el
plano superior que adorna el relieve de la voz media:
Ej: 627
351
F. Chopin, Preludio Op.28, No.8
Ej. 628
Al presentarse la escapatoria, ya sea sola o con otros adornos, se pueden originar acordes casuales que
no necesariamente entrarían dentro el esquema funcional propuesto, pero que enriquecen la trama
armónico-polifónica.
Ejercicios
- Analizar el siguiente coral, señalando las escapatorias y demás notas extrañas que la
acompañan. Igualmente cifrar los acordes separando los esenciales de los coincidentes. Se
propone realizar una variación con dicha melodía:
Ej. 629
352
- Armonizar las líneas siguientes observando las indicaciones de escapatorias. Sumarle otras
notas extrañas para polifonizar la factura (obsérvese y tóquese la melodía sin la escapatoria para
facilitar la armonización y confirmar sus posibilidades entonativas).
Ej. 630
353
La anticipación
Como se sobreentiende, este adorno anticipa una o varias notas del subsiguiente acorde. Usado en el
tiempo débil, tiene la potestad de ―prevenir‖ lo que ha de sonar.
Ej. 631
Ha sido muy usada en los momentos terminales de obras. Especialmente se recuerda en los finales
barrocos para realzar el sentido cadencial, e igualmente en otras áreas donde se precisa subrayar alguna
armonía:
Ej. 632
Ej. 633
Habitualmente es usada en una voz, o dos, pero puede aparecer como excepción en más voces, hasta
todas las del acorde, lo cual se evidencia en figuraciones casi siempre breves, que de un tiempo débil,
caen reiterando precipitadamente hacia el fuerte:
Ej. 634
354
Ejercicios
Ej. 635
- Realizar cifrados al piano con notas de anticipación, partiendo de un esquema armónico inicial
para después agregar la nota extraña.
La nota libre
Esta clasificación incluye aquellos adornos no comprendidos en los anteriores. Generalmente esta nota
produce dos saltos, en vez de uno como la escapatoria, y tiene lugar en tiempo débil entre una armonía
y otra:
Ej. 636
Se pueden considerar en esta clasificación aquellas variantes de adornos múltiples - por decirlo de algún
modo- en cuyos eventos estarían aquellas notas extras añadidas a las ya expuestas, con el fin de
―recargar‖ aún más una resolución de un retardo o apoyatura, así como una bordadura, o una
escapatoria con retardo añadido, etc.:
355
Ej. 637
Estos dos pasajes de Improvisada de Cervantes exponen una nota extraña que combina la escapatoria
con la apoyatura: re becuadro y sol salen por salto de la nota del acorde en ambos ejemplos y van a una
apoyatura que resuelve descendentemente.
- Analizar las siguientes porciones de obras de diferentes épocas, estilos y contextos, más otras
que pueda encontrar de diversa índole:
Ej. 638
356
Sindo Garay, La Bayamesa
Ej. 639
357
Ej. 640 a, b
Ej. 641
358
F. Chopin, Berceuse, Op.57 en Reb
Ej. 642
359
R. Wagner, Preludio de Tristán e Isolda
Ej. 643
Ej. 644
360
Capítulo XVII
Es precisamente el órgano, como instrumento con características especiales para mantener armonías, el
que da nombre a este recurso del desarrollo armónico muy utilizado en diferentes puntos de la forma
musical.
Asimismo llamado pedal armónico, esta técnica se ha presentado reiteradamente en inicios, medios o
finales de diferentes estructuras como el periodo, las formas binarias, ternarias, sonata, etc., con el
propósito de recalcar una función armónica determinada según las exigencias dramatúrgicas. Es así que
se ha recurrido al pedal de tónica en los inicios de obras, para exponer la tonalidad principal y mostrar
el sentido de estabilidad de la función; al de dominante o subdominante en los centros, para destacar la
inestabilidad y la necesidad de llegar a la resolución en el final. Igualmente, la propia cadencia perfecta
de los finales se ha ensanchado con este pedal sobre dominante; o los finales con tónica nuevamente,
para reafirmar con creces la estabilidad tonal.
361
En la tabla de acordes sobre cada grado de la escala –mostrada en la página 152 ¿? se hacía referencia a
este medio de desenvolvimiento armónico como ampliación de los giros auxiliares generados por las
estructuras y funciones sobre cada grado. Sólo que aquí se añaden aquellos acordes disonantes con
dicho bajo, lo que crea una atmósfera semejante a la producida por un órgano cuando mantiene un gran
bajo pedal y ejecuta toda una serie de armonías consonantes o disonantes por un tiempo relativamente
prolongado. De tal forma puede crear un aumento de la tensión, si así se desea, o extender un
momento de quietud requerida.
Ej. 645
Ej. 646 a, b
362
A. Vivaldi, Gloria
Ej. 647
363
R. Schumann, Escenas Infantiles, Op.15 No.9
En gran mayoría de los preludios del Clave bien temperado de Bach se encuentra el recurso del pedal
armónico (el de do menor del I tomo por ejemplo) sobre todo en los comienzos o los finales para
enfatizar la tónica o la dominante en la cadencia.
Mozart imprime cierto dramatismo al comienzo de esta sonata mediante un pedal de tónica con una
factura de figuración rítmica que refuerza la disonancia de la dominante. Esto tiene una significación en
la imagen musical de esta obra, compuesta precisamente en un difícil momento de su vida:
Ej. 648
Ej. 649
364
F. Chopin, Mazurca 13, Op.17, No.4
La sección central de esta mazurca de Chopin (Op.17, No.4) como gran parte de esas piezas, recalca el
ostinato casi percusivo de un pedal con ritmo repetitivo, a manera de cita folklórica, igualmente al de la
mazurca en Sib, cuya reiteración de la quinta (bVI) en el bajo y la interválica de la melodía, sugiere un
instrumento de percusión típico de ese género de la música europea:
Ej. 650
Ej. 651 a, b, c
365
366
J. S. Bach, Preludio para órgano, en sol
En la Pasión según San Mateo, Bach combina -en el comienzo- con el pedal del bajo, un ritmo ostinato
que refuerza el sentido conmovedor de la obra como preámbulo que anuncia lo que ha de suceder. En
este caso el pedal actúa mucho más enfáticamente, con sentido retórico (véase la obra).
Se desarrollan también pedales motívicos o temáticos, donde una estructura que gira sobre el punto
mantenido deviene pedal por su reiteración y fijación:
Ej. 652
367
F. Chopin, Berceuse Op.57 en Reb
El bajo ostinato típico del género origina en la Berceuse de Chopin un pedal de tónica con dominante, y
sobre éste se generan novedosas armonías con la intervención de notas extrañas.
Aunque se suele ver como un punto relativamente estático, internamente el movimiento producido por
el desarrollo armónico logra producir un mayor dinamismo y disonancia.
En principio se pueden manejar cualesquiera sonoridades, generalmente comenzando con las que son
consonantes con el pedal (acordes que contienen el sonido del bajo) y más tarde añadir aquellas tan
disonantes como se quiera. El punto de órgano admite todo, y esto resulta en la práctica muy ventajoso,
claro está, si está musicalmente justificado.
Ej. 653
368
A. Scriabin, Preludio Op.11, No.8
Ej. 654
369
F. Chopin, Mazurca 13, Op.17, No.4
La sección final de la Mazurca mantiene un pedal en tónica que superpone diversas armonías,
consonantes y disonantes al bajo (acordes alterados y elipsis). Analícese y compruébese el interés de
tales progresiones en el contexto del género y el estilo específico chopiniano.
El diverso y fecundo comportamiento del pedal a partir de esas acepciones, donde no sólo se considera
un sonido mantenido, va generando y marcando nuevos modelos más complejos-en el avance de los
estilos- similares a los producidos en el siglo XX con las poliarmonías de planos armónicos
independientes y simultáneos. Las ideas están latentes desde Bach y algunos de sus contemporáneos,
pasando por compositores del Clasicismo y mucho más fuertemente del Romanticismo, especialmente
Chopin, Scriabin, Liszt, Wagner…De tal manera, el pedal, al igual que otros recursos como las elipsis,
deviene anticipo del reinado de la disonancia y la desintegración de la tonalidad, preconizando un
universo armónico totalmente distinto, pero con huellas indelebles del anterior.
Ejercicios
- Realizar el siguiente cifrado al piano (en tonalidades mayores) utilizando el pedal indicado:
(VI6 IV64 II2 DD2 VII70 V65 I) (I64 V DD43 DD43b5 I64 V7) (I7 V7→IV64I)
I------------------------------------V--------------------------------I------------------
- Crear una armonización con notas pedales e igualmente con motivos temáticos en ostinato.
- Armonizar de forma escrita los siguientes bajos con puntos de órgano, aplicando todas las
armonías posibles, consonantes y disonantes con los bajos:
Ej. 655
370
- Analizar el siguiente fragmento:
Ej. 656 a, b, c
371
J. Haydn, Misa en Sib, Et vitan venturi
372
- Encontrar pedales o Puntos de órgano en obras completas, y analícese sus comportamientos
en los correspondientes lugares de la forma.
Capítulo XVIII
Armonía y ritmo
La relación armonía-ritmo se puede concebir desde dos dimensiones: la armonía en el ritmo y el ritmo
en la armonía. Es decir, la armonía en el componente rítmico-melódico y el ritmo como categoría
dentro del proceso armónico. Tales dimensiones son difíciles de deslindar pues una penetra en la otra
constantemente debido a su fuerte correlación en la obra musical.
La armonía en el ritmo.
La armonía apoya el ritmo -o lo condiciona- al actuar en los tiempos débiles y fuertes del compás. El
ritmo de la melodía, a su vez, puede concretar una armonía, predisponerla; la melodía con su ritmo
tiene una armonía implícita, se integran indisolublemente, atendiendo a los principios estéticos y
composicionales. Determinados cambios armónicos tienden a concordar con tiempos acentuados del
compás debido a que las funciones armónicas tienen sus leyes de acentuación dentro de la lógica
metrorrítmica.
Ej. 657
Así mismo las inversiones de acordes ocupan su lugar en estrecha relación con los tiempos fuertes o
débiles del compás. Las primeras inversiones de triadas aportan movimiento a la línea del bajo por
encontrarse alternando con las fundamentales y propiciar un desarrollo melódico en dicho bajo, cuyo
protagonismo marcha a la par de la voz superior en la factura coral a cuatro voces. Tales inversiones se
presentan generalmente en los tiempos débiles o relativamente débiles, mientras las triadas
fundamentales determinan, sin embargo, los tiempos fuertes. Las segundas inversiones, por otro lado,
brindan mayor inestabilidad y por ello son usadas en los giros de paso y auxiliares. Éstas son localizadas
en los tiempos débiles (o relativamente débiles).
373
Ej. 658
Ej. 659
En los momentos de poco cambio armónico se intensifica el ritmo para producir mayor interés
melódico. Véanse aquellos ejemplos donde los desplazamientos de acordes permanecen un tiempo
relativamente largo con un ritmo significativo (Ej. 053 y otros).
Si la línea superior es relevante, individualizada, fluida, con movimiento sinusoidal, y el bajo tiende a ser
también activo -generalmente segundo lugar en la supremacía melódica-, las restantes voces serán más
estáticas. Pero cuando se usan desplazamientos, más cantidad de acordes -sean alterados o no- y notas
de adorno, las voces internas pueden adquirir su propia personalidad, más diversidad rítmico-melódica,
hasta polifonizarse. Obsérvense los corales de Bach tan tratados a lo largo de este libro como
paradigmas donde la variedad armónica tiene un marcado despliegue, así como el ritmo de las voces en
el contrapunto.
La síncopa armónica puede desvanecerse cuando se extiende la función por más tiempo, a veces
excediendo el compás.
Ej. 660
374
No aceptada comúnmente debido a su irregularidad metrorrítmica, en estilos de especial interés la
síncopa armónica deviene regularidad por su reiteración.
El ritmo en la armonía.
La aplicación de la categoría ritmo a la armonía origina el concepto de ritmo armónico. Éste se define
como la velocidad –o frecuencia- de los cambios en la armonía. Dicho de otro modo: es la disposición
y duración del cambio armónico, u organización del movimiento armónico-tonal en un sentido más
general. Marchas de un acorde a otro, de una progresión a otra, entre las tonalidades, organizadas
convenientemente según los propósitos artísticos -sintácticos y semánticos- generan una dinámica de
estructuras provistas de significados. Entonces se deduce que el ritmo armónico está fuertemente asociado
a la forma y dramaturgia musicales.
En la concepción armónica de la obra existe un determinado ritmo armónico que puede encontrarse en
el nivel de los cambios tonales, funcionales, de los acordes específicos; y dentro de los propios acordes,
sus estados: fundamentales o inversiones. Ese ritmo puede estar en un rango de lo lento a lo rápido.
Ej. 661
Ej. 662
375
L. V. Beethoven, Sonata Op.7, II Mov.
En éste, el ritmo armónico es rápido o acelerado, es decir hay más cambio de los acordes, mayor
densidad armónica. Este término que también hemos usado, concreta la cantidad de armonías por espacio
de tiempo.
La actividad armónica está subordinada al ritmo en el plano de los tiempos y de los compases dentro
de la sintaxis musical. Tal como existen tiempos débiles y fuertes en el compás, asimismo se hallan
compases fuertes y débiles dentro de la frase o las secciones; luego entonces, las armonías pueden
cambiar dentro del compás o en las partes mayores, reforzando, con su grado de estabilidad o
inestabilidad, dichas acentuaciones. Si las funciones y los grados cambian dentro del compás, el ritmo
armónico es más intenso, la densidad armónica aumenta; y por el contrario: si se mueven a nivel de los
compases, el ritmo armónico será más lento, la densidad armónica disminuye o se disuelve. En el Ej.
661 el ritmo armónico en los seis compases se desenvuelve con la tónica, cambiando sus posiciones
melódicas en los primeros 4 compases y moviéndose en cierta progresión de paso de igual función (T)
en los dos últimos; el ritmo se desarrolla en corcheas fundamentalmente. Sin embargo, el Ej. 662, con
evidente dinamismo armónico, expone en los dos primeros compases una relación más estable: T-D,
D-T (que se resume como T-D-T o más sintéticamente T); y en los próximos cuatro, un ascenso del
ritmo armónico con sucesivos contactos para los tonos del II-IV-V y VI grados, que conducen a la
cadencia de engaño o elíptica a un VII7 disminuido del II grado, re menor. Las figuraciones rítmicas son
ahí estables en el inicio y algo más inestables después.
El ritmo de la obra es relativamente independiente de su ritmo armónico. Puede ella tener un ritmo
acelerado, activo y presentar poco cambio armónico; y al contrario, puede oponerse a un ritmo menos
dinámico, inactivo, una alta frecuencia armónica.
En un Presto o Allegro de una sonata clásica el oído no puede percibir una armonía muy cambiante
porque el tiempo es muy rápido; necesita mayor espacio. Sin embargo, en los lentos, si puede
comprender dichos cambios. En tales movimientos rápidos del ciclo sonata se opone al ritmo y aire
acelerados, un cambio muy discreto de la armonía; mientras que en los tiempos lentos las progresiones
armónicas se concentran más, pues hay mayor extensión y posibilidades de movilidad. En los ejemplos
376
precedentes se constata esa relación entre un movimiento rápido con ritmo armónico lento y viceversa:
en un aire lento, un ritmo armónico acelerado. De ahí que la agógica se une también al ritmo de manera
natural.
Esa correspondencia entre aire y ritmo de la obra y su ritmo armónico está condicionada por los estilos
musicales. En el Romanticismo, por ejemplo, la densidad armónica es mayor, el ritmo armónico es
rápido, y puede coincidir un ritmo de la obra complejo, dinámico, con un ritmo armónico también
acelerado. Del mismo modo, esa correlación está determinada por el propósito de la obra, su imagen,
así como el género y la forma adoptados. Mientras que en la etapa clásica podían no coincidir las
cualidades de ambos parámetros, en el siglo XIX, sin embargo, pueden ser semejantes: figuraciones
breves con aires rápidos suelen concordar con intensos cambios de armonía. Así se evidencia en los
siguientes fragmentos de Schumann y Chopin respectivamente:
Ej. 663
377
un ejemplo notorio del alcance del ritmo armónico en una creación de la primera etapa romántica, cuya
factura se complejiza como efecto de los progresos armónico-tonales y propiamente pianísticos de la
época. El siguiente, de la zona culminante del estudio de Chopin, en Vivace, recrea de forma similar tal
comportamiento:
Ej. 664
Esos cambios, en un nivel macroestructural, definen las tendencias generales del movimiento armónico
y tonal, es decir, las direcciones o predisposiciones a puntos funcionales dentro de la estructura, o lo
que es lo mismo, la armonía en la forma y la dramaturgia (los tiempos o compases más fuertes acentúan esas
tendencias). En los ejemplos siguientes se confirman tales directrices que intervienen en la forma. Uno
de finales del siglo XVI (tránsito al Barroco) de J. Dowland presenta ya una cuadratura de las frases,
semifrases y la ubicación de las funciones en los tiempos y compases fuertes y débiles. La naturaleza del
género madrigalesco inglés (Ayre) desarrollado especialmente por el compositor, con estructura
estrófica y textura homófona, precisa la estabilidad metrorrítmica y la simetría en la forma.
Ej. 665
378
J. Dowland, Ayre of four parts (London, 1597)
Ese es el primer ―periodo‖ del Ayre para cuatro voces (obviando el texto), con dos frases de cuatro
compases cada una, una hacia dominante y la otra a tónica. El segundo periodo (8 compases
igualmente), en forma de desarrollo, conduce la primera frase a La y la otra concluye en Sol.
En el tema de las Variaciones Golberg de Bach se observa igualmente la disposición proporcional de las
frases y períodos como anticipo de la sintaxis clásica, donde la preeminencia de la racionalidad llevó a
estabilizar definitivamente las formas cuadradas de 4, 8, 16….compases (ver ejemplos de Mozart,
Haydn, Beethoven y de otros compositores con frases y periodos cuadrados).
Tales estructuras totalmente cuadradas alternan los compases fuertes y débiles, comenzando con tónica
y así sucesivamente se ordenará el esquema Fuerte-Débil, hasta la cadencia. El punto climático
corresponde a las tres cuartas partes (aprox.) del periodo o la estructura de mayor dimensión
correspondientemente, antes de la cadencia. En ese punto o área, la armonía se hace más tensa, el ritmo
también consecuentemente puede acelerarse, y por ende, el ritmo armónico más intenso puede llegar a
coincidir con la actividad rítmica del fragmento. Al ver el esquema de la primera sección del ejemplo
bachiano, se constata la organización del ritmo armónico en la forma, los compases fuertes y débiles en
correspondencia con las funciones armónicas y el sentido de las frases, así como la modulación a la
dominante en el final de la sección A, para terminar la B (de la binaria compuesta) en la tonalidad
principal (véase el Aria completa):
Ej. 666
379
J. S. Bach, Variaciones Goldberg (Esquema del Aria, 1ª Sección)
Las cadencias, semicadencias, modulaciones, en relación con partes cada vez más grande de la forma,
determinan los cambios armónico-tonales operados. Asimismo se distinguen distintos grados de ritmo
armónico según sean las funciones del material musical. En una exposición será menos cambiante que
en un desarrollo donde la inestabilidad es el rasgo distintivo (fuerza centrífuga); y en la conclusión
tiende a ser minimizado por la propensión a acentuar la cadencia (fuerza centrípeta). Por supuesto, esto
es en un sentido general, pues cada caso tiene sus propias particularidades. No es lo mismo una
exposición de sonata clásica que una romántica; o un preludio para órgano de Bach y una fantasía, que
una danza de las tantas compuestas por el mismo compositor. Y así sucesivamente, se podrían hacer
muchas comparaciones entre obras de un periodo y otro, entre compositores, géneros, o un mismo
creador, etc.
A nivel microestructural, determinadas progresiones como las de paso y auxiliares refuerzan aquellos
acordes de los extremos (los débiles sirven de movimiento), las cadencias frigias marchan hacia la
dominante armónica en tonos menores, las evitadas permiten la continuidad y ampliación de la
estructura formal, etc… Es parte de lo que se expuso sobre la armonía en el ritmo y en la forma.
Concluyendo, se puede hablar de ritmo armónico a diferentes niveles: el de los acordes (micro, más
vinculado con la armonía en el ritmo del primer punto comentado) también llamado ritmo de acordes1, el de
las progresiones (ritmo de progresiones); de las modulaciones (ritmo de modulaciones), el de las tonalidades o
ritmo de tonalidades (macro), lo cual determina el plan tonal de la obra que constituye su máxima
organización. Y éstos pueden ser más lentos o acelerados en consecuencia con el estilo, el género, el
compositor específico, la significación dramatúrgica y otras variables del discurso musical.
1
Términos (ritmo de acordes, de progresiones, de modulaciones y tonalidades) usados por Jan la Rue en Análisis del estilo musical, p.37
380
La relación con la factura es otro aspecto a considerar, puesto que este medio de expresión de la
textura conforma diseños rítmico-melódicos a partir de una base armónica que puede aparecer más o
menos desarrollada según el espacio donde se desenvuelva, y por tanto proveer un movimiento
armónico más o menos dinamizado, además de un ritmo activo o estable. Si se observa en los ejemplos
anteriores y muchos otros, se podrá constatar el papel de la factura para dilatar las funciones armónicas
o contraerlas.
Finalmente, analícese el comportamiento del ritmo armónico en obras musicales de variadas formas,
géneros y estilos epocales, así como los diferentes niveles formales y composicionales en que actúa (en
los tiempos del compás, en los compases débiles y fuertes de la frase, en las secciones expositivas o de
enlaces, etc), con sus implicaciones sintácticas y semánticas, para profundizar en la noción que se revela
como una categoría con múltiples significaciones. Se sugiere revisar en algunas de las numerosas
muestras de este texto, y comparar sus actuaciones en tales grados fragmentarios, aunque sería
conveniente examinar obras completas para encontrar sus roles en la macroestructura.
Capítulo XIX
Se ha abordado en todo el texto la armonización, tanto de melodías como de bajos, mas debido a la
especial connotación que estos últimos poseen en la actividad interpretativa -sobre todo en obras
barrocas- y no obstante haberse tratado en temas anteriores, es preciso hacer un aparte y esclarecer
algunos aspectos relacionados con este tipo de práctica armónica, y principalmente en las formas
específicas de cifrar.
El bajo cifrado a la manera barroca, o clásica en general -que subsiste en nuestros días- está destinado a
un fin concreto, que es ejecutar. Lo esencial en esa técnica es estructurar rápidamente los acordes
indicados por las cifras en el bajo, y tocarlos con fluidez, teniendo en cuenta sus disposiciones,
duplicaciones más adecuadas, así como los enlaces de los mismos. Estas estructuras, como se ha de
saber, se construyen con los intervalos propuestos desde el bajo hacia arriba. Las alteraciones de los
acordes son las mismas que se señalan junto a los números, concretamente en la tonalidad dada. Es este
un cifrado de tipo estructural, donde prima el sentido de construcción interválica del acorde y no su
función, que pasa a otro plano. La ornamentación, estudiada en su capítulo correspondiente, será de
gran auxilio a esta práctica cuando se precisa adornar las armonías.
Si tomamos un ejemplo concreto en el cual aparece el sonido re como bajo con una determinada
señalización, se obtendría el siguiente acorde:
Ej. 667
381
Esto significaría que se deben tocar sobre el bajo re, los sonidos fa sostenido, la y si sostenido (re-fa#-
la-si#), es decir, los intervalos y las alteraciones sugeridas exactamente en el cifrado, lo que originaría
uno de los acordes de sexta aumentada (alemana en este caso). Con el propio sonido re se podría
realizar otro cifrado:
Ej. 668
Aquí se construiría el acorde re-fa-lab-sib, es decir una primera inversión de séptima (no importa qué
grado o función) con las alteraciones que se señalan.
En ambos casos, el sostenido, o el bemol, no constituyen símbolos para ascender y descender
respectivamente, sino son los reales del acorde. El proceso analítico, en tal acontecimiento, no se hace
necesario, pues su propósito es, como se ha dicho, simplemente ejecutar de forma ágil y segura, y no
estudiar especialmente el fenómeno que se ha generado, las funciones que han actuado, etc.…
Bajo esta modalidad de cifrado pueden aparecer descritas, incluso, las notas extrañas a los acordes,
mediante la indicación numérica del intervalo formado con relación al bajo, y seguidamente su
resolución también sugerida con la cifra:
Ej. 669
Ej. 670
382
En otros casos, la ornamentación forma parte de la improvisación y creatividad del intérprete. Así
mismo, se debe conocer que cuando no aparece cifra alguna debajo de la nota, significa que es una
triada fundamental lo que ha de construirse.
No sólo es menester estructurar el acorde sobre el bajo dado (aspecto tratado en el capítulo IX que
refiere los acordes construidos sobre cada sonido de la escala y su indispensable entrenamiento), sino
enlazarlos unos con otros con una lógica de conducción melódica o contrapunto. Por ello, para poder
efectuar este tipo particular de composición, se recomienda una práctica consciente de la armonía en el
teclado, aplicando los consejos expuestos en el capítulo referido del final de la primera parte del libro,
más los enlaces de acordes asimilados desde el inicio del estudio de la Armonía.
Ejercicios
- Armonizar al piano, primeramente sin ornamentos y después con ellos, aplicando diferentes
disposiciones de los acordes señalados:
Ej. 671
383
- Armonizar de forma escrita y con variadas propuestas los siguientes bajos cifrados:
Ej. 672 a, b
Igualmente se hace necesario desarrollar ejercicios de bajos cifrados en forma escrita, así como analizar
obras barrocas o clásicas que contemplen su uso, e intentar diferentes variantes en las ubicaciones de
los acordes y los movimientos de las melodías en cada voz, hasta lograr ejemplos artísticamente
estimables.
384
Los fragmentos que siguen representan una muestra de dos momentos en que el bajo continuo era
comúnmente utilizado. Analícelos observando el desenvolvimiento melódico y rítmico de las voces en
concordancia con las armonías y procure realizar su propia interpretación.
Ej. 673 a, b
385
por las cifras. (Las alteraciones aquí aparecen colocadas a la derecha del número y el signo de más
señala el intervalo ascendido, como el de la cuarta aumentada en los acordes de dominante)
Ej. 674
La preciada pieza de Mozart para coro y (cuarteto de cuerdas opcional) continuo de órgano demuestra
la continuidad de la práctica del bajo cifrado en el periodo clásico, incluso en otros posteriores donde se
demanda de un soporte armónico de acompañamiento tanto para voces como instrumentos.
Hoy en día se hace necesario también conocer y practicar estos cifrados, sobre todo por intérpretes de
música antigua o los propios pianistas y organistas que acompañan obras de los estilos barroco y
clásico.
386
Capítulo XX
Aunque el término mayor-menor comprende el concepto general de tonalidades mayores y menores como
sistema, también se denomina así a la unión del modo mayor con el menor sobre un mismo tono que
abarca todos los acordes de uno y otro modo: Do mayor y do menor pueden combinarse tomando el
centro do, y utilizando todos los acordes de una y otra tonalidad. De tal forma, se duplica el total de
sonoridades ampliándose el espectro armónico, recurso que fue muy socorrido por los compositores
románticos de la última etapa y los post-románticos. Hasta aquellos llamados neoclásicos en el siglo XX
se valieron de este sistema para dilatar el panorama ―tonal‖ (Prokofiev, Shostakovich, Debussy…, en
ocasiones emplean este medio).
Partiendo de un tono específico, ya sea del modo mayor o menor, se pueden incorporar algunas de las
funciones del otro modo. Por ejemplo, si se encuentra do menor, los acordes de dominante armónica
(Sol) o la subdominante mayor (Fa) correspondientes a Do mayor, podrán formar parte del conjunto. Si
se iniciara en Do mayor, el tradicional grado armónico (IV menor, fa) como préstamo de do menor (así se
suele nombrar a este procedimiento); o el bVI (Lab) -que también se ha considerado como propio-
formarían parte de este sistema, aunque también podrán añadirse todos los demás.
A veces sucede un simple intercambio de modo: los finales en mayor de una tonalidad menor, caso muy
recurrente en toda la música clásica como huella del Medioevo y Renacimiento –fenómeno conocido
como tercera de picardía o Picardie- se considera dentro de esta manifestación:
Ej. 675
387
Son usados indistintamente las tríadas de uno y otro modo, pero suelen también aparecer como
contactos tonales, tal como se hacía con las tonalidades vecinas:
Ej. 676
Ej. 677
388
F. Liszt, Pater Noster
Se aprecia en el fragmento de Liszt el manejo de los acordes en Do mayor y menor, simultáneamente,
hasta adquirir por momentos un carácter modal. En el propio compositor se observa, hacia su periodo
de madurez, el tránsito a contextos no tonales, y en algunos casos, como el Padre Nuestro, un notable
modalismo al estilo renacentista.
Ej. 678
Ej. 679 a, b
389
S. Prokofiev, Preludio Op.12, No.7
390
Contactos y modulaciones hacia los grados de las directas, logran diseñar planes tonales atractivos; y
con medios diatónicos simplemente, se llega a penetrar en regiones del segundo y tercer grado de
vecindad, produciendo a veces cadenas de tonos por tercera de un mismo tipo con modos iguales, entre
otras (como las vistas en el tema de secuencias y modulaciones sintácticas). Al emplear diatónicamente
tales grados resulta fácil acceder a cualquier área tonal, ya sea con una interdominante o simplemente
con el grado adoptado como común para tonos bien alejados. En tal caso el conjunto de acordes
comunes es mucho más numeroso que cuando se tenía el grado armónico acelerador o el napolitano,
etc…En ocasiones se enarmoniza un acorde buscando comodidad en la interpretación a causa del
exceso de alteraciones de la tonalidad. Esto a su vez brinda un cambio de color más abrupto y
sorprendente para las expectativas en el plano sensorial y de la percepción en general. Los fragmentos
de obras a continuación, desde ideas más simples hasta otras más complejas, ilustran este enfoque. (Los
comentarios de interés a partir de su análisis, lo dejamos a consideración del estudioso)
Ej. 680
Ej. 681
391
F. Schubert, Moment musical, Op.94, No.1
Ej. 682 a, b
392
J. Haydn, Fantasía Op.76, No.8
Ej. 683 a, b
393
R. Wagner, Lohengrin
Ej. 684
El esquema armónico de la porción de Clair de lune de Debussy, contrasta los III grados de Reb mayor y
menor, tonos lejanos entre sí, pero con igual tercera (fa menor y Fab mayor). El VI grado de ambas
tonalidades (Reb mayor y menor) se comportaría del mismo modo: sib y Sibb tienen en común su tercera
(reb).
Esa relación entre tonalidades lejanas pero de altura similar, también denominadas “directas con tercera
común‖ (Do mayor-do# menor) reviste especial significación en la expansión tonal operada sobre todo en
el Romanticismo (aunque encontramos señales en compositores anteriores, como Beethoven, quien en
ese sentido sobrepasa a algunos de los primeros románticos). Tal relación consiste en el empleo de
tonos alejados (no tienen acorde común) pero con sus grados modales iguales (sólo sonidos, no
acordes), es decir los sonidos del III, VI, VII que determinan, como indica su nombre, los modos.
Mientras que las directas tienen los grados tonales comunes y diferentes los modales (igual tono
diferente modo), estas tónicas de terceras comunes (distintos tonos y modos) tienen los mismos grados
modales, lo cual confiere un mayor contraste al contraponerse las tonalidades. Estos medios son muy
aprovechados por los compositores para buscar otro color armónico-tonal en correspondencia con las
imágenes ilusorias, de ensoñación, irrealidad -típicas del período romántico- o para crear oposiciones
mucho más fuertes, hasta desgarradoras, etc.…. Dicha contraposición puede manifestarse en niveles de
la microestructura: entre un acorde y otro (Ej. 684), o en la macroestructura, entre secciones de
dimensiones mayores.
Ej. 685 a, b
394
F. Liszt, Vals Olvidado No.1
Las dos porciones del vals, expositiva y reexpositiva, contraponen tonalidades de similar altura: Fa# y
sol, pero lejanas con tercera común: la#=sib (en ese caso se enarmonizó sol menor con fax menor que
sería la correspondiente de tercera común con Fa# mayor). El VI grado de ambas es igual: re# y mib, y
es precisamente ese sonido, el apoyo de toda la línea melódica: en tiempo fuerte, tres registros
diferentes y con la misma digitación pianística. Otro sonido común es el III grado, la# y sib, que
aparecen en otros momentos del plano superior y en la mano izquierda. El cambio de tono, con esas
características de igualdad y a la vez de lejanía, produce un efecto colorístico sorpresivo muy acorde con
los presupuestos estéticos de la época y del compositor.
395
En la Noveletten Op.21, No.3 de Schumann, la tonalidad de si menor contrasta con la de Sib en la parte
media. El concierto para piano en la menor del propio autor, muestra Lab mayor en el comienzo del
desarrollo, tonalidad del tercer grado de vecindad, pero de igual tercera que la principal, la cual asombra
por el contraste de menor a mayor unido a su alejamiento. La tercera de la tónica, en ambos casos, es la
misma que da inicio al tema principal en la exposición y el desarrollo:
Ej. 686 a, b
En otro contexto, tonalidades relativas acostumbran unirse con determinados sonidos enarmonizados. Es
así que las terceras del IVarm en mayor y la del Varm del relativo menor se igualan, por ejemplo: lab=sol#
de Do y la respectivamente. En algunas obras ese solo sonido enarmonizado puede dar lugar al cambio
tonal, que provoca contraste de manera similar a la correlación de las tonalidades de diferentes modos y
la misma tónica:
Ej. 687
396
Consideraciones generales
La práctica regular de la armonía al piano constituye un aspecto relevante e integra, junto a los ejercicios
escritos y el análisis armónico, las tres formas esenciales de trabajo en esta esfera de la actividad musical.
El entrenamiento en este sentido crea estereotipos en el teclado y fija modelos básicos de
comportamientos armónicos que permiten el desarrollo de capacidades y habilidades necesarias en la
profesión de cualquier músico, sea intérprete, profesor o investigador.
En todos los capítulos precedentes de este libro se muestran de modo progresivo los diferentes
contenidos de la técnica de Armonía, sumando a ello otras cuestiones de significación en el orden
teórico e histórico de determinados fenómenos en el sistema tonal. No basta comprender, plasmar los
trabajos escritos, o localizar y analizar en obras de la literatura musical los múltiples hechos expuestos.
Es menester además, no sólo comprobar las sonoridades halladas, sino experimentarlas directamente en
el teclado, cual forma fehaciente de corroborar, y así mismo concientizar lo sonoro imaginado.
Encontrar por sí mismo las vías de identificación y desenvolvimiento en tal materia, o con la guía y
orientación adecuadas del maestro, resulta un acto de sumo placer estético y de verdadera comprensión
del hecho armónico como parte sustancial del proceso musical todo.
Pero existen aspectos que aunque de muchas maneras fueron revelados anteriormente, deben precisarse
para un mejor entendimiento a la hora de abordar este tipo de entrenamiento al piano.
Una vez que se emprende este adiestramiento, desde los primeros ejercicios sobre posiciones de
acordes, enlaces, progresiones de paso, etc., considerando las indicaciones comentadas, no será difícil
continuar los sucesivos aún más complicados. El hecho de establecer arquetipos en la memoria y crear
rápidas reacciones al piano, refuerza el sentido armónico en sus complejas interconexiones, lo que
acelera, así mismo, el proceso de aprendizaje general y en los restantes tipos de trabajo ya descritos.
Pero no sólo será útil en la disciplina armónica, sino en la lectura o reducción de partituras orquestales y
memorización ágil de obras pianísticas o de cualquier instrumento en general.
Resumiendo algunas de las sugerencias dadas desde el principio y generalizando otras se tiene que:
397
- Al ejecutar un acorde en la armonía a cuatro partes debe comenzarse con el bajo, luego la
soprano y finalmente completar -con las voces que restan- los demás sonidos del acorde
teniendo en cuenta la ubicación y las duplicaciones posibles.
- Repetir el ejercicio para fijarlo procurando una cómoda digitación. Esta última ayuda a
establecer disposiciones de la mano y automatizar los distintos enlaces.
- Para tocar la progresión armónica, primeramente debe precisarse a qué acorde se marchará, es
decir, construirlo mentalmente, para posteriormente conducir las voces aplicando el tipo de
enlace correspondiente con lo que se quiera realizar en la melodía u otra voz. No retirar la
mano de la posición anterior hasta estar seguro adónde se va y cómo se hará. Reiterar el
ejercicio hasta dominarlo.
- Corroborar los ejemplos a desarrollar con aquellos similares que aparecen en obras de la
literatura musical para dar mayor credibilidad y afianzar con plena convicción el hecho en
cuestión. Ejecutar también los de dichas obras en el teclado. En algunos tipos de factura
compleja simplificar construyendo los esquemas armónicos.
- Ejercitar de forma mental los ejercicios (en clase u otro lugar) para después tocarlos sin
errores. Esta práctica es recomendable aun cuando se disponga de un teclado, de manera que
se imaginen enlaces, disposiciones, digitaciones o estructuras acordales, lo que ahorrará tiempo
en el momento de la ejecución real. Sabiendo de antemano lo que se hará, se interpretará con
más exactitud y fluidez.
- Partiendo de los ejercicios simples se irán dosificando las dificultades. No obstante, desde el
comienzo conviene tocar melodías musicalmente atractivas y ensayar algunas facturas no
corales o géneros sencillos como un vals, una canción, etcétera.
- Considerar no sólo las armonizaciones de melodías, sino de bajos -cifrados o sin cifrar- tal
como se proponen en el texto para cada contenido.
398
- Para las modulaciones deberá tenerse presente los movimientos cromáticos de las voces de
manera que se produzca en la propia voz que se altera, es decir, seguir las leyes del
contrapunto.
- En etapas más avanzadas, aunque desde el principio en forma más simple, se sugiere
improvisar a partir de un esquema dado o creado por los propios estudiantes.
Recomendaciones finales
Una vez concluido el contenido de este texto, con la asimilación y práctica de los diferentes capítulos
propuestos, se recomienda emprender los ejercicios escritos, de análisis y en el teclado donde se
resuman los acápites estudiados. Estas tres tareas de la disciplina Armonía son inseparables y deben
entrenarse continuamente como se ha exhortado desde el inicio.
El análisis de obras de diferentes etapas de la música, incluyendo géneros y formatos diversos será
imprescindible en el estudio y comprobación de los temas estudiados, no sólo para los fenómenos
propiamente armónicos, sino en la relación de la armonía con los demás medios expresivos y su
vinculación con la forma y la dramaturgia musicales, aspecto que se ha considerado igualmente en todas
las secciones del libro. Las diversas maneras de asumir en el piano, igualmente, constituyen una
necesidad para una adecuada preparación armónica. Dichas formas de trabajo se interrelacionan y
complementan la realización de los ejercicios escritos, tanto aquellos que se indican como los que deben
crearse individualmente haciendo uso de las destrezas adquiridas en el proceso de aprendizaje. Las
cadencias, semicadencias, progresiones de paso, auxiliares, frigias, de secuencias, y todos aquellos
recursos a disposición serán convenientemente empleados a partir de la comprensión plena y
concientización de su rol y significado en los ámbitos correspondientes.
Uno de los aspectos de aplicación y generalización que puede medir el nivel de entendimiento y
desarrollo de habilidades en la disciplina, son los ejercicios de variaciones armónicas de una misma
melodía. Aunque desde mucho antes -casi desde el principio- se realiza este tipo de práctica, es ahora
cuando se puede proceder más eficaz y consecuentemente debido al dominio técnico y la experiencia
acumulada.
Cualquier melodía por sencilla que sea puede ser sometida a la variación armónica. Tómense como
modelo magistral las que realizara J. S. Bach en su libro de corales, en el que ―jugó‖ con oficio e
inspiración. Estos sirvieron como género independiente, a la vez que formaron parte de obras mucho
más complejas y de mayores dimensiones como las cantatas o las pasiones. Siguiendo este ejemplo sería
muy provechoso el entrenamiento con las melodías bachianas, que permitirán al estudioso recrear las
múltiples miradas armónicas posibles a modo de un juego o problema matemático cargado de
imaginación para convertirlo en música verdadera. En mi experiencia personal el exponer estas
399
ejercitaciones a mis estudiantes ha proporcionado satisfacción mutua y han devenido así mismo, fuente
de utilidad y consolidación de lo apropiado en estos cursos, tanto desde el punto de vista teórico como
práctico, con el sentido musical implícito y no como mero ejercicio. Ha de tenerse en cuenta el sentido
vertical y horizontal de la armonía, los cambios armónicos coherentes y el contrapunto de las voces,
aspecto recalcado desde el comienzo
Primero se presentarán melodías de corales armonizadas por Bach con diferentes variaciones y a
continuación una serie de ejercicios realizados con esta visión a partir de esas melodías-tipos y que han
sido compuestos por los propios alumnos en las clases de armonía o mediante el estímulo que ellos han
generado en la propia autora…
Nótese en éstos la conducción de voces, el sentido funcional de las progresiones, patrones más
recurrentes en ese estilo, la independencia causada por el desarrollo polifónico de cada parte, las
excepciones producidas en pro del desenvolvimiento melódico (cruzamientos, distancias mayores de
octava entre voces, duplicaciones no usuales) así como los contactos, modulaciones, acordes alterados y
demás recursos armónicos aprovechados.
Los corales de Bach presentados están basados en melodías cuyas variaciones son numerosas. En
ocasiones se mantiene el mismo texto, y en otras cambia. De cada coral se muestran sólo tres
armonizaciones y algunas con cambio de tonalidad. Obsérvense y analícense las diversas y ricas
posibilidades que el genial compositor propuso y que constituyen también para nosotros hoy una gran
lección de armonía.
Ej. 688 a, b
400
J. S. Bach, Coral 283 Jesu, meine Freude
Ej. 689 a, b
401
J. S. Bach, Coral 263, Jesu, meine Freude
Ej. 690 a, b
402
J. S. Bach, Coral 356, Jesu, meine Freude
Ej. 691 a, b
403
J. S. Bach, Coral 74, O Haupt voll Blut und Wunden
Ej. 692 a, b
404
J. S. Bach, Coral 345, O Haupt voll Blut und Wunden
Ej. 693 a, b
405
J. S. Bach, Coral 270, Befiehl du deine Wege
Ejemplos de variaciones armónicas sobre porciones de un coral para analizar o realizar otras
variaciones:
- Analizar las doce variaciones armónicas siguientes sobre un fragmento de un coral (No. 35) de
Bach:
Ej. 694 a, b, c, d
406
407
408
Variaciones de un fragmento del coral No. 297:
Ej. 695 a, b, c
409
410
- Analizar (y tocar o cantarlas siempre que sea posible) las variaciones armónicas que aparecen a
continuación a partir de corales de Bach o de ejercicios contenidos en los capítulos del libro
que han sido realizados por diferentes alumnos:
Ej. 696 a, b, c, d
411
Variación de Marlon Bordas
Ej. 697 a, b, c
412
Variación de Marlon Bordas
413
Las siguientes variaciones pertenecen a una melodía del ejercicio para acordes alterados de la página
189. Los dos primeros están en correspondencia con los objetivos del ejercicio, mientras que el tercero
es una variación más desarrollada polifónica y armónicamente, en la que pueden encontrarse algunas
excepciones, como cruzamientos, aparentes falsas relaciones o duplicaciones inadecuadas, que, no
obstante por la forma en que están dispuestas resultan convenientes y enriquecen la figuración
melódica:
Ej. 698 a, b, c
414
M. Bordas
Ej. 699 a, b
415
Ej. 700 a, b
Ej. 701
416
Marlon Bordas
Ej. 702
417
Ej. 703
Ej. 705
418
Willanny Darias, creación
Ej. 706
Ej. 707 a, b
419
Ariel González, Variación del coral de Bach “Sei gegrüsset, Jesu gütig”
420
Apéndice de ejemplos para analizar.
Ej. 708
Ej. 709
Ej. 710
421
Variación de la armonización No.217 de B. Alexeiev
Ej. 711
Ej. 712
422
Ej. 713
Ej. 714
423
L. V. Beethoven, Sonata Op.2, No.1 (I Mov.)
Ej. 715
424
Ej. 716
Ej. 717
Ej. 718
425
B. Alexeiev, Armonización No.101, Variación
Ej. 719
Ej. 720
426
L. V. Beethoven, Sonata Op.7, III Mov.
Ej.721
427
Ej. 722 a, b
428
Ej. 723
Ej. 724
Ej. 725 a, b
429
L. V. Beethoven, Sonata Op.2, No.3 (III Mov. Trío)
Ej. 726 a, b
430
L. V. Beethoven, Sonata Op.10, No.2 II Mov.
Ej. 727
431
L. V. Beethoven, Sonata Op.2, No.2 (III Mov.)
Ej. 728
Ej. 729
432
G. F. Händel, El Mesías
Ej. 730 a, b, c, d
433
434
E. Sánchez de Fuentes, Linda Cubana (para voz y piano)
Ej. 731 a, b, c, d
435
436
W. A. Mozart, Misa en do menor, Et resurrexit
Ej. 732 a, b, c, d, e
437
438
J. Haydn, Misa en Sib, Kyrie
Ej. 733 a, b, c
439
440
W. A. Mozart, Misericordias Domini
Ej. 734
Ej. 735
441
F. Chopin, Mazurca 13, Op.17, No.4
Ej. 736
Ej. 737
442
F. Chopin, Estudio Op.10, No.3
Ej. 738
Ej. 739
443
Ej. 740 a, b, c, d
444
445
446
W. A. Mozart, Fantasía en do
Ej. 741 a, b, c, d
447
F. Liszt, Pater Noster
Ej. 742 a, b, c, d
448
449
F. Chopin, Nocturno Op. 15 No. 3
Ej. 743 a, b
450
W. A. Mozart, Ave verum KV 618 (fragmento del continuo)
Ej. 744 a, b, c, d
451
452
453
J. S. Bach, Fantasía en si
Ej. 745 a, b, c, d
454
455
L. V. Beethoven, Sonata Op.13, Patética
Ej. 746 a, b, c
456
457
R. Schumann, Kinderscenen Op.15, No.7 (Reverie)
Ej. 747 a, b, c, d
458
459
W. A. Mozart, Cuarteto de las disonancias, KV 465 (1785)
Ej. 748 a, b, c, d
460
461
G. Rossini, Introducción, Tema y Variaciones para clarinete y piano
Ej. 749
462
G. F. Händel, El Mesías, Aria para tenor
Ej. 750 a, b, c
463
464
Jorge Anckermann, Mi canto eres tú (voz y piano)
Ej. 751
465
F. Liszt, Tarantelle
Ej. 752
466
A. Borodin, El príncipe Igor
Ej. 753
467
Ejercicios para armonizaciones al piano (realizar variaciones en cada uno):
Ej. 754 a, b, c
468