VivaChile Nena Ossa Cdte Pepe Liendo
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No son, por cierto, imparciales, pero todo lo que relata como presenciado personalmente tiene un
tono de sinceridad y verdad que alumbra, a veces de manera insuperable, los recovecos del
misterioso y suicida frenesí ideológico que fueron los mil días unipopulares.
Hay una pequeña parte autobiográfica, ajena, por supuesto, al motivo central del libro, pero que
me ha permitido acercarme una vez más a un tema nunca bien investigado de nuestra historia
reciente: el aprovechamiento que hizo el Partido Comunista, los años ’30, de mujeres de la más
alta aristocracia convertidas en secretas «camaradas» del comunismo criollo. Aprovechamiento
cruel, pues el PC seguía despreciándolas como enemigas de clase, «burguesas», y negándoles
cualquier papel relevante… junto con usarlas para sus fines.
Hay rastros de este fenómeno en las memorias de Marta Vergara, la ex mujer de Marcos
Chamúdez, parlamentario estrella de nuestro PC, después «renegado», y en las de Eudocio
Ravines, organizador peruano del Frente Popular Chileno, e importante agente internacional de la
Komintern, quien asimismo posteriormente «renegó».
Nena Ossa es nieta de un ateo y anticatólico famoso, desencantado parlamentario radical, masón,
el doctor Francisco Puelma, que algún día se autoproclamó o lo proclamaron «enemigo personal
de Dios». La madre de Nena se hizo católica y casó dentro de esta fe, y para remate con un
hombre de derecha. Pero la tía y madrina de nuestra escritora llegó a ser comunista, lo fue toda la
vida y arrastró hasta el “glorioso partido” a su propia hija junto con muchos jóvenes amigos. Nena,
adolescente, era llevada en secreto por su madre (que, sin ser militante, conservaba el sesgo
izquierdista del hogar de don Francisco) a una tertulia del PC, los jueves en el Café Santos. Ahí la
estrella era Chamúdez. “Yo ponía poca atención. Lo que me atraían eran las paneras… hallullas…
mantequilla exquisita… helados de piña”. Y fue reclutada para bailar flamenco, “de española, con
manto y peineta…arriba de una larga mesa”, en una kermés del partido. Subida casi por fuerza, no
quiso hacer su “número… ante el sartal de miradas libidinosas de los altos jefes del partido… Me
bajé furiosa… Adiós a todo lo que fuera comunista”… las tentaciones del Café Santos exceptuadas.
Encontró a su prima pocos días antes de caer Allende. Se abrazaron, pero ella le dijo: “Nena, tú
tienes la culpa de que el gobierno mío haya fracasado. Ya no existe, ya no es…”. “Partió sin
despedirse”.
Para entonces nuestra memorialista había cumplido una hazaña periodística de que pocos más (si
alguno) podrían jactarse: entrevistar al legendario «Comandante Pepe», Gregorio José Liendo, el
jefe mirista que se había tallado un imperio –un «territorio libre»– mediante la ocupación por la
fuerza de varias decenas de miles de hectáreas madereras en la zona de Liñique… el «Complejo
Forestal Panguipulli». Allí entraban y mandaban sólo él y el MIR, y nadie más.
Casi simultáneamente, otro ministro sobrevolaba la zona «liberada», y concluía sosteniendo que el
Comandante y sus huestes eran una “leyenda”.
Insisto en que son muchas las viñetas de este libro que reflejan algo convenientemente olvidado:
la disolución del país y de su tejido social más primario, ya al borde del 11 de septiembre. Un
ejemplo:
Alrededor del edificio levantado para la UNCTAD, subsisten el ’73 varias casas viejas, expropiadas,
abandonadas y devenidas refugio, cuartel y «escuela» de jóvenes extremistas. Nena Ossa vacila en
atravesar esta peligrosa tierra de nadie para llegar al Parque Forestal. Se le acerca un niño de unos
doce años, que le pide acompañarla, pues habitualmente le pegan los revolucionarios de las casas.
Nena accede: “De la mano y conversando íbamos cuando, dos minutos después, seis grandulones
arrebatan a tirones a mi compañero y a manotazo limpio se lo llevan”, para meterlo en una de
aquellas guaridas. Nena Ossa busca a dos carabineros cercanos, a fin de que lo rescaten. “Pero,
señora…”. “Pero nada. No me moveré de aquí hasta que vea que lo sacan y me lo entregan”.
Hallándola tan decidida, entran a la casa. Sale luego el niño, “todo aporreado”, y los policías con
dos de los agresores presos, “los que al pasar me gritan una insospechada cadena de insultos”.
Más extraordinario aun resulta el golpe militar… vivido en Roma. Nena Ossa ha llegado a París el
mes anterior para reunirse con sus hijos, y continuar juntos hasta la capital italiana. Después
seguirá viaje a Alemania, donde la debe entrevistar la Deutsche Welle (que le ha pagado el viaje
transoceánico). Los acompaña en el periplo París/Roma/Berlín, el periodista alemán que realizará
la entrevista, entusiasta de ésta y antiguo amigo de la chilena. Desborda noticias sobre el
monumental fracaso e inminente fin del gobierno de Allende y la UP. Por el camino, van
comprando revistas y diarios europeos y americanos que remachan el mismo tema (Le Point,
Newsweek, Time, Sunday Times, Le Figaro… la escritora reproduce sus sombríos informes y
pronósticos).
Sólo la mañana del 12, llegando a Roma desde Siena, los titulares de los diarios italianos les
informan lo sucedido en Chile. Toda la prensa del Viejo Mundo… condena el golpe. “Allende… el
marxista-que-no-supo-manejar-el-país… convertido en el heroico paladín de la verdadera
democracia, cuyo gobierno ejemplarizó el sueño de tantos. ¿Los militares? Usurpadores y
asesinos”. Pasean los chilenos, para distraerse, por el ameno “Campo de Fiori… pintoresca feria de
flores, frutas, verduras y todo lo demás… Un agrado, hasta que llegamos al sector peces y carnes,
donde colgaban enormes letreros escritos a mano… «Morti ai facisti cileni», «Viva il Mir»… «Il
Imperialismo Americano e la D.C. cilena hanno creato un nuovo Vietnam»… Admirable
organización del Partido Comunista Italiano. No habían pasado 24 horas… y ya tenían toda Italia
plagada de afiches atacando nuestro golpe militar”. Tarde del mismo 12, título gigante del Paese
Sera: “ALLENDE ASSASSINATO”. Noticia no sólo falsa, sino inventada en el escritorio, pues aún no
había comunicaciones con nuestro país.
Lo más impactante para Nena Ossa fue la manera como su amigo y compañero de viaje, y futuro
entrevistador, el periodista alemán de la Deutsche Welle, iría modificando el decidido enfoque
anti UP que hemos visto. “Es que, Nena, las cosas han cambiado. No creo que te entreviste. Tu
postura está demasiado a la derecha. Y no voy a criticar a Allende ahora que está muerto”.
Efectivamente, no la entrevistó. ¿Su reemplazo? Un alemán de izquierda amigo de «Rudy el
Rojo»… y que había pasado por el Estadio Nacional.
Es un relato vívido y de primera mano, sobre cómo empezó una de las mayores campañas de
publicidad de la Historia: la URSS, sus satélites, los comunistas locales del mundo entero y los
infaltables “compañeros de ruta”, contra el régimen militar de Chile.
Son estos recuerdos y visiones de primera mano los que hacen no sólo interesante sino
importante el libro de Nena Ossa.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Segunda.