13 Lecciones de Doctrina Bíblica

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13 LECCIONES

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13 LECCIONES
PRÓLOGO

Es nuestro propósito que este grupo de estudios doctrinales provean


una buena y sólida fe a los qu tengan a bien dar un poco de su tiempo
para estudiarlos, cotejarlos concienzudamente con la Biblia y, finalmente,
hacer una decisión positiva hacia ellos mismos, hacia sus semejantes y
hacia Dios.
Como el lector podrá ver, los estudios son lo suficientemente sencil-
los como para ser comprendidos por cualquier tipo de persona; pero no
por eso dejan de ser lo suficientemente profundos como para satisfacer el
hambre y la sed espirituales que reinan en este nuestro tiempo, tan falto
de dedicación y amor a Dios.
Deseamos, pues que Dios guíe su mente, a fin de comprender cuál sea
la buena voluntad de Dios para Ud. y cumplirla fielmente.

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CONTENIDO

1. DIOS 6
2. JESÚS, EL CRISTO 17
3. LA BIBLIA 29
4. LA IGLESIA 40
5. LA FE 50
6. EL ARREPENTIMIENTO 60
7. EL BAUTISMO 71
8. LA CENA DEL SEÑOR 82
9. LA ORACIÓN
10. EL DAR
11. EL DAR EN EL NUEVO TESTAMENTO
12. LA MISIÓN DE LA IGLESIA
13. LA VENIDA DEL SEÑOR

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DIOS

I. Evidencias de la existencia de Dios.


A. La Biblia lo revela.
B. La razón lo enseña.
C. La inteligencia suprema lo indica.
D. La naturaleza lo prueba.
E. La intuiciñon lo requiere.
II. Nombres para Dios.
III. La naturaleza de Dios.
A. Su unidad – Un Dios.
B. Su santidad
C. Su amor.
D. Su misericordia.
E. Su poder – imnipotencia.
F. Su sabiduría – omnisciencia.
G. Su onmipresencia.
H. Su fidelidad.
IV. Conociendo y obedeciendo a Dios.

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¿Hay un Dios? si lo hay, ¿cómo es Él? ¿Tiene cuidado de nosotros?
¿Qué pide de nosotros? La respuesta a estas preguntas determinará el cur-
so y el final de cada vida.

I. EVIDENCIAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS

A. La Biblia lo revela. La Biblia no intenta probar la existencia de


Dios. El primero dicho suyo es: “En el principio Dios…” (Gén. 1:1).Da
por hecho que hay un Dios, y asevera que “Dice el necio en su corazón:
No hay Dios” (Salmo 14:1). La Biblia dice que sólo un necio, ignorante
de los hechos, podría negar a Dios; y no abierta sino secretamente en su
corazón. La Biblia está escrita sobre la premisa de que la evidencia de Dios
es tan fuerte que sólo una persona que no esté bien informada podría
negarla.
Sin embargo, para los que no aceptan la enseñanza bíblica respecto
de Dios, es necesario añadir pruebas de Su existencia; y unas pocas serán
suficientes.
B. La razón lo enseña. La ley de la causa y el efecto requiere que detrás
de cada efecto haya una causa. El mundo es el efecto, ¿cuál es la causa?
¿La casualidad hizo el mundo y el universo?, ¿son productos de landa?, o
¿hay una mente maestra detrças de todos ellos, la cual llamamos Dios? La
razón enseñaría esto último, y la Biblia concuerda: “Porque toda cosa es
hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios” (Heb. 3:4).
C. La inteligencia suprema lo indica. Cuando vemos una gran casa,
sabemos que hubo un sabio arquitecto; cuando oímos una melodía muy
bonita, sabemos que hubo un compositor; cuando vemos esta Tierra,
sabemos que hubo un creador. Se dice que la Tierra pesa aproximada-
mente 6,570,000,000,000,000,000,000 (seis sextillones, quinientos set-
enta quintillones) toneladas métricas. Sus dimensiones: 12,800 Kms. de
diámetro y 40,225 Kms. de circunferencia. Con todo y eso, la Tierra
tiene más seguridad en su movimiento que el más fino y delicado reloj. La
Tierra viaja 480,691,000,000 Kms. al dar la vuelta al Sol; y sin embargo,
el tiempo que dura cada viaje no varía un segundo. Si tan sólo variara
medio segundo, sería una noticia científica sensacional que co-rrería por

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todo el mundo. La Tierra ha venido realizado estos viajes por miles de
años, ¿cómo se puede dar una explicación a ello? Un Dios sabio y po-
deroso es la respuesta más acertada.
D. La naturaleza lo prueba. El salmista declaró: “ Los cielos cuentan
la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo
19:1). Pablo añade en Romanos 1:20: “Porque las cosas invisibles de él, su
eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del
mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que
no tienen excusa.” Cuando vemos el universo que nos rodea, podemos
estar segurosde que hay un Dios que es sabio y poderoso. La gente que
rechaza esta evidencia, no tiene excusa para su incredulidad. Alguien es-
cribió: “Si la palabra ‘DIOS’ estuviera escrita en cada hoja de los árboles,
mostrada en cada nube, grabada en cada piedra de granito, la evidencia
inductiva de que Dios está en el mundo no sería tan fuerte como lo es
ya.” Cuando la inteligencia humana piensa en términos de finalidad con
el “mundo” como su premisa, el “luego entonces” de ese silogismo sería
“DIOS.” El universo es un gigantesco anuncio con la palabra “DIOS.”
E. La intuición lo requiere. El hombre reconoce intuitivamente a un
Ser supremo y desea adorarlo. Esto ocurre en la mayoría de las tribus
paganas. Pablo notó que esto era una realidad entre los idólatras de At-
enas (Hech. 17:23). ¿Dónde obtuvo el hombre este conocimiento y este
concepto de un ser divino? Los animales no lo tienen. El hecho de que el
hombre sea el único religioso de entre toda la creación es prueba de que
ese conocimiento fue puesto en él por su diseñador: DIOS. El ateo es in-
capaz de explicarlo de otro forma. Esta era escéptica está rechazado a Dios
mientras nada en un mar de evidencias de Su existencia.

II. NOMBRES PARA DIOS

El nombre más famoso de Dios en el Antiguo Testamento es “JE-


HOVÁ,” que quiere decir “EL QUE ES POR SÍ MISMO.” La pregunta
que más se hace es: ¿De dónde vino Dios? Dios no vino de ninguna parte
ni de nadie; Él existe por sí mismo y siempre ha sido. Para nuestras limi-
taciones esto es imposible de comprender, pero es indicio de que Dios es

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infinito. Cuando Moisés preguntó a Dios Su nombre (Éxo. 3:14), Éste le
contestó: “Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros”; es
otra forma de decir “JEHOVÁ EL QUE ES.” Este nombre indica clara-
mente que Dios es eterno (Salmo 90:2).
El nombre “ELOIM” es aplicado a Dios en Génesis 1:1 y en otras
partes del Antiguo Testamento y significa “EL PODEROSO;” esto se re-
fiere a Su omnipotente (todopoderosa) naturaleza, y se usa especialmente
en relación con la creación.
El término “ADONAI,” que quiere decir “SEÑOR, MAESTRO” es
aplicado muy seguido a Dios, e indica Su autoridad sobre el hombre y
toda la creación.

III. LA NATURALEZA DE DIOS

La creación física nos puede decir que hay un Dios, y la Biblia también
lo dice (la Biblia es la revelación de Dios que nos dice cómo se Su físico).
Veremos algunos de sus atributos.
A. Su unidad – Un Dios. Hay solamente un Dios: “Oye, Israel: Jehová
nuestro Dios, Jehová uno es” (Deut. 6:4). Con todo, hay tres personas en
la deidad: EL PADRE, EL HIJO Y EL ESPÍRITU SANTO. El término
“DIOS” es aplicado a cada uno de ellos (1ª a Cor. 8:6; Juan 1:1; Hechos
5:3,4). El término “DIOS” se usa más como una expresión de deidad que
como nombre propio.
La idea de tres personas en un solo Dios no pareció perturbar a los es-
critores del Nuevo Testamento. Ellos lo aceptaron aparentemente por fe,
comprendido la imposibilidad de que el hombre finito pudiera entender
completamente la naturaleza de un Dios infinito. En ciertos aspectos
el hombre como ESPÍRITU, ALMA y CUERPO (1ª a Tesal. 5:23). El
hombre es un espíritu con alma que vive en un cuerpo; y Pablo se con-
sidera así. Si el hombre no puede comprender su propia naturaleza, no
debe asombrarse si no puede comprender la naturaleza de Dios. Nosotros
lo aceptamos por fe, como lo hacemos con la mayoría de kas cisas de este
mundo.
B. Su santidad. Esta es una de las más grandes diferencias entre el

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Dios verdadero y los dioses creados por el hombre. Los dioses que crea el
hombre son pecadores y débiles como sus creadores. Un estudio de la mi-
tología griega demuestra la naturaleza pecadora de los dioses del Olimpo.
No hay duda de que cuando el hombre crea un dios, no inventa uno que
lo condene por sus pecados.
Esto no es aplicable a Jehová. Mientras que Israel estaba rendido a
dioses paganos, de naturaleza impía, Jehová tronó desde el Monte Sinaí:
“Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis,
porque santo soy yo Jehová vuestro Dios” (Lev. 19:2). El profeta Isaías
tuvo en el templo una visión de Dios con los serafines cantando fuerte-
mente: “Y el uno al otro toda la tierra está llena de su gloria” (Isaías 6:3).
La primera petición de la oración modelos es SANTIFICADO SEA TU
NOMBRE (Mt. 6:9).
La santidad de Dios es lo que le motiva a odiar todo lo que es malo e
impío y a amar todo lo que es bueno y santo. El salmista cantó a Dios:
“Los insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces atodos lo que
hacen iniquidad” (Salmo 5:5). La santidad perfecta de Dios es lo que hace
imposible que Él sea tentado por el malo, y menos pecar (Stgo. 1:13).
Una mujer ataviada con vestido blanco aborrece la mugre y la suciedad
más que un excavador de tumbas. Entre más limpios seamos del alma,
tanto más detestaremos el pecado. Siendo que Dios es totalmente santo,
tiene un gran odio hacia todo lo malo. La destrucción de la Tierra por
medio del diluvio y la destricción final por medio de fuego son expre-
siones de la actitud de Dios hacia el pecado, debido a Su santidad.
El término “SANTO” significa en el Nuevo Testamento “UNO SEP-
ARADO” o el que vive una vida santa, piadosa. Todo hijo de Dios que
lleva una vida piadosa es un santo. Como hijos de un DIOS SANTO,
somos llamados a vivir como Él (1ª de Pedro 1:14-16).
C. Su amor. Este es el supremo atributo de Dios: “El que no ama, no
ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1ª de Juan 4:8). El amor es
la característica que más se acerca para describir la naturaleza de Dios (cf.
Isaías 63:7-9). El amor es el motivo incomparable que tuvo Jesús para
salvar a la humanidad perdida (Juan 3:16).
El amor de Dios se ve manifiesto cuando envió a Cristo para salvar al
hombre (1ª de Juan 4:9, 10). Su amor se nota también al incluir en Su

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familia a los que obedecen al evangelio (1ª de Juan 3:1). Su amor es supe-
rior a cualquier amor que el hombre pudiera tener (Rom. 5:6-8).
Podemos ver el amor de Dios en el cuidado providencial que tiene
por los hombres, y especialmente por los redimidos (Mt. 5:44-48; Rom.
8:28).
Su perdón continuo por nuestros pecados proviene de Su amor. El rey
Ezequías dijo: “He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz, mas a
ti agradó librar mi vida del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus
espaldas todos mis pecados” (Isaías 38:17).
El amor de Dios por nosotros induce en nosotros amor hacia Él: “le
amamos a él, porque él nos amó primero” (1ª de Juan 4:19). Su amor nos
motiva a que nos amemos unos a otros: “Amados, si Dios nos ha amado
así, debemos también nosotros amarnos unos a otros” (1ª de Juan 4:11;
cf. Juan 14:15).
D. Su misericordia. El amor de Dios es la base de Su misericordia,
como lo declara Juan 3:16. Pablo dice después: “Pero Dios, que es rico en
misericordia, por su gran amor con que nos amó aun estando nosotros
muertos en pecados, nos dió vida juntamente con Cristo (por gracia sois
salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en
los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros
las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en
Cristo Jesús” (Efe. 2:4-7).
Tres grandes palabras de la Biblia están unidas íntimamente: “AMOR,
MISERICORDIA, GRACIA.” El amor es la base de la misericordia de
Dios, y concede la gracia (o favor inmerecido) porque es misericordioso.
La más grande expresión de amor, misericordia y gracia de Dios fue
cuando Jesús vino a expiar nuestros pecados, “En esto consiste el amor:
no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a
nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1ª de
Juan 4:10). Dios podría habernos dejado morir en nuestros pecados, y
sería justo al hacerlo; pero decidió ser misericordioso y salvarnos aunque
no lo merecíamos.
Dios muestra a diario Su misericordia cuando contesta nuestras peti-
ciones de perdón. Nuestro inteligente Sumo Sacerdote, Jesús, y el trono
de la gracia son nuestros, “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono

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de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno so-
corro” (Heb. 4:16). El Señor “es paciente para con nosotros, no queriendo
que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2ª de
Pedro 3:9). ¡Cuán maravillosa es la misericordia de Dios!
E. Su poder – omnipotencia. Dios dice en Génesis 17:1: “Yo soy el Dios
Todopoderoso.” El Término “TODOPODEROSO” quiere decir que Su
poder no tiene límite. En Apocalipsis 19:6 el ejército celestial cantaba:
“¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!” Este poder
ilimitado es lo que permitió a Dios crear el mundo y conservarlo hasta el
día de hoy. Los milagros de la Biblia fueron hechos por el poder de Dios.
Los hombres encuentran difícil creer la historia de la creación en Génesis
y los milagros, porque han rechazado al omnipotente Dios. Jesús dijo:
“…para Dios todo es posible” (Mt. 19:26).
F. Su sabiduría – omnisciencia. Pablo canta un himo de alabanza en
Romanos 11:33 “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de
la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescritables sus
caminos!” El conocimiento y el entendimiento de Dios son ilimitados.
“Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y Su entendimiento es
infinito” (Salmo 147:5).
El conocimiento de Dios es tan grande que abarca desde las cosas
pequeñas e insignificantes hasta los grandes hechos. Jesús dice que Dios
ve por el gorrión y que todos los cabellos de nuestra cabeza están contados
(Mt. 10:30). Juan escribe: “pues si nuestro corazón nos reprende, mayor
que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas” (1ª de Juan 3:20).
Dios conoce aun nuestros pensamientos: “Tú has conocido mi sen-
tarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has
escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos.
Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes
toda” (Samo 139:2-4).
G. Su omnipresencia. Dios, siendo espíritu, puede estar en todos lados.
Él siempre está presente. Jehová declara: “¿Soy yo Dios de cerca sola-
mente, dice Jehová, y no Dios desde muy lejos? ¿Se ocultará alguno, dice
Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo
y la tierra? (Jere. 23:23. 24). David, en el Salmo 139, pensaba que no
había lugar adonde él fuera que no estuviera bajo el amor y el cuidado de

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Dios. Nosotros nunca estamos lejos de dios; como dijo Pablo a la audien-
cia pagana del Areópago: “para que busquen a Dios, si en alguna manera,
palpando, pueden hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno
de nosotros. Porque en el vivimos, y nos movemos, y somos; como al-
gunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo
somos” (Hech. 17:27, 28).
Dios no está limitado por el tiempo, porque es eterno; es ilimitado en
poder porque es omnipotente; Su omnisciencia significa que es ilimitado
en conocimiento y Su omnipresencia nos dice que no está limitado por
el espacio. “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses, y Señor de
señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de per-
sonas, ni toma cohecho” (Deut. 10:17).
H. Su fidelidad. “Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios
fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan
sus mandamientos, hasta mil generaciones” (Deut. 7:9). En medio del
constante cambio que se ve durante la vida, parece que nada es estable.
Toda la vida parece estar construida sobre arena movediza; pero ¡Dios
no es así! Humbolt, el explorador, relata su experiencia de un terremoto
en Sudamérica: “Cuando la tierra bajo él se meció como un bote en el
agua, los árboles cayeron, las piedras rodaron, y él sintió que nada estaba
quieto ni seguro; entonces vio hacia arriba; el Sol seguí allí, el cielo estaba
impasible.” Las cosas de esta vida cambian, Dios no. David dice: “Desde
el principio tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. El-
los perecerán, mas tú permanecerás; y todos ellos como una vestidura se
envejecerán; como un vestido los mudarás, y serán mudados; pero tú eres
el mismo, y tus años no se acabarán” (Salmo 102:25-27).
La fidelidad de Dios se basa en Su inmutabilidad (Su naturaleza que
no cambia). Jehová dice: “Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos
de Jacob, no habéis sido consumidos” (Malaquías 3:6). Sus métodos y
convenios con el hombre pueden cambiar, pero no Sus principios ni Su
carácter. Él no cambia; por eso, el hombre puede confiar en cualquier
promesa que Dios le haga. La omnipotencia de Dios reafirma Su fideli-
dad. Los hombres no pueden sostener sus promesas debido a que son
incapaces, por su debilidad, de cumplirlas.
El escritor de Hebreos pudo decir con toda confianza: “Mantengamos

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firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que
prometió” (Heb. 10:23).

IV. CONOCIENDO Y OBEDECIENDO A DIOS

Considerando cuán grande es Dios, debemos estar acordes con Sus


palabras en Jeremías 9:23, 24: “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en
su sabidurpia, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en
sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en enten-
derme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio, y
justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.”
La más alta aspiración del hombre en la vida debiera ser: “Teme a
Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”
(Ecle. 12:13).

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PREGUNTAS
Ponga “V” o “F” (verdadero o falso) antes de cada severación, según
su criterio.

1. La Biblia asume la existencia de Dios.


2. Para todo efecto hay una causa.
3. Hay poca evidencia en la naturaleza que nos habla de
Dios.
4. Es fácil comprender que Dios simepre ha existido.
5. El cristiano acepta por fe la naturaleza de Dios..
6. El hombre no sabe nada de Dios hasta que lee la Biblia.
7. Omnipresencia quere decir “sin límite de espacio”.
8. Inmutabilidad se refiere a la naturaleza de Dios que no
cambia.
9. Los dioses que el hombre crea son poderosos y santos.
10. El Nuevo Testamento enseña que cada uno de nosotros
es santo.

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Llene los espacios.

1. En Juan 3:16 se ven los atributos de Dios, que son


y .
2. La fidelidad de Dios se ve respaldada por Su .
3. El amor de Dios hacia nosotros debiera suscitar en nosotros un
amor por y por .
4. La de Dios se define como favor inmerecido.
5. Dios no es tentado por el mal, debido a Su .

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JESÚS, EL CRISTO

I. Jesús, el Hijo de Dios.


II. Titulos que indican Su posición y trabajo.
A. Jesús, nuestro Salvador.
B. Jesús, nuestro Señor.
C. Jesús, nuestro Mediador.
D. Jesús, nuestro Profeta.
E. Jesús, nuestro Sumo Sacerdote.
F. Jesús, nuestro Rey.

“… y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus


pecados” (Mateo 1:21). Con estas palabras el ángel del Señor informa a
José acerca de Jesúa, Su nombre y Su misión. Jesús, en griego, equivale a
la palabra hebrea “Josué”, que quiere decir “JEHOVÁ ES SALVACIÓN”.
Jesús significa “SALVADOR”, describiendo Su labor de salvar a los hom-
bres de sus pecados (Luc. 19:10).
El título Cristo, o Mesías, quiere decir “UNFIDO”. Esto designa a

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Jesús como el cumplimiento de las esperanzas mesiánicas de los judíos del
antiguo testamento. El nombre Jesucristo significa “EL MESÍAS QUE
VINO A LA TIERRA PARA SALVAR A LA HUMANIDAD PERDI-
DA”.

I. JESÚS, EL HIJO DE DIOS

La pregunta lógica que sigue es: ¿Quién es este Jesús y este Mesías? Se
han dado muchas respuestas. Algunos de los judíos pensaron que era el
hijo de José y María (Mt. 13:55; Mar. 6:3); otros lo llamaron engañador
(Mt. 27:63); otros pensaron que era un profeta (Juan 6:14); algunos hoy
en día piensan que Él fue solamente un hombre que vivió una vida más
santa.
¿Qué dice la biblia, qué dice Jesús y qué dicen los apóstoles que lo
conocieron muy bien?
JUAN EL BAUTISTA DIJO QUE JESÚS ES EL HIJO DE DIOS.
“Y yo le vi, y he dad otestimonio de que éste es el Hijo de Dios” (Juam
1:34).
MARCOS DIJO QUE ES EL HIJO DE DIOS. “Principio del evan-
gelio de Jesucristo, Hijo de Dios” (Mar. 1:1).
PEDRO DIJO QUE ES EL HIJO DE DIOS. “Respondiendo Simón
Pedro, dijo, “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mt. 16:16).
PABLO DIJO QUE ES EL HIJO DE DIOS. “… Dios envió a su
Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gál. 4:4).
“… el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (lc. 1:35).
LOS DEMONIOS DIJERON QUE ES HIJO DE DIOS. “…¿Qué
tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios?” (Mt. 8:29).
JESÚS MISMO DIJO QUE ES EL HIJO DE DIOS. “… El sumo
sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del
Bendito? Y Jesús le dijo: Yo soy…” (Mar. 14:61, 62; cf. Mt. 26:64 y Juan
10:36).
El testimonio culminante vino del PADRE cuando dijo: “este es mi
Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mt. 3:17; cf. Mt. 17:5).
A. Poderes divinos y honores atribuidos a Jesús. Aunado al testimonio

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arriba indicado de la deidad de Cristo, se dice que Él posee poderes y
honores que pertenecen sólo a Dios.
1. Cristo tiene el poder para crear. Toda la biblia atribuye el poder de
crear a Dios (Gén. 1:1, Isa. 48:12, 13). En muchos pasajes de la Escritura
el mismo poder se le atribuye a Jesús (Juan 1:1-3; Efe. 3:8-11; Col. 1:16,
17).
2. Cristo tiene el poder de perdonar pecados. Este es un poder exclu-
sivo de Dios, pero en Lucas 5:20-25, Jesús dice que Él tiene poder de
personar pecados, y lo demuestra sanando al paralítico.
3. Cristo es un Ser digno de adoración. Dios es el único que debe ser
adorado; sin embargo, Dios concedió este honor a Jesús: “Porque el Padre
a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren
al Hijo como honran al Padre. El que no honra la Hijo, no honra la Padre
que le envió” (Juan 5:22, 23).
Estos poderes y honores son de Cristo, porque Él es el Hijo unigénito
que está en el seno del Padre (Juan 1:18). Cuando Jesús hablaba al pueblo
acerca de Dios, nunca usó el término “NUESTRO PADRE”. Nunca se
clasificó con los mortales para indicar igualdad. En Mateo 6:9 Jesús uspo
el término “PADRE NUESTRO”, pero estaba enseñando a Sus discípu-
los una forma de orar.
Jesús no es meramente un hombre, Él es el Hijo unigénito de Dios que
vino a la Tierra y vivió como un hombre por algunos años, pero Él es y
siempre ha sido en un solo sentido el HIJO DE DIOS.

II. TÍTULOS QUE INDICAN


SU POSICIÓN Y TRABAJO

Un hombre dijo que encontró en la biblia doscientos cincuenta y cua-


tro (254) títulos dados a Jesús. Un diamante tiene muchas facetas; y cada
una de ellas reflejará algo nuevo y bello de la gema. De la misma manera
podemos ver a Jesús desde cualquier ángulo o fase de Su vida y mirar al-
guna belleza nueva reflejando Su grandeza y Su amor por el hombre.
En esta lección estudiaremos algunas de estas fases de la vida del Maes-
tro:

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A. Jesús, nuestro salvador. El diccionario define “SALVADOR” como
“EL QUE SALVA” y por antonomasia es Jesucrito. Esta fase de la vida de
Jesús es, quizá, la que m{as brilla de todas.
El ángel dijo a José: “… llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a
su pueblo de sus pecados” (Mt. 1:21). El ángel del Señor dijo a los pas-
tores en la llanura de Judea: “… os ha nacido hoy, en la cuidad de David,
un Salvador, que es CRISTO el Señor” (Lc. 2:11). Jesús resumió su mis-
ión en la Tierra así: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar
lo que se había perdido” (Lc. 19:10).
Romanos 5:6-8 dice que cuando el hombre era aún débil e incapaz
de salvarse a sí mismo, cuando era un pecador que no merecía salvación,
Cristo murió para salvarle por la gracia y el amor de Dios. 1ª de Pedro
1:18, 19 dice que el hombre fue redimido, comprado y rescatado de la es-
clavitud no con oro ni plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como
de un cordero sin mancha ni contaminación.
Un misionero trabajando en África buscó por mucho tiempo una
palabra nativa que pudiese expresar la idea de “SALVADOR”. Un día
había gran conmoción en la aldea; y cuando este misionero se unió a la
muchedumbre congregada en la plaza, se encontró con un nativo pálido y
sangrado, narrando excitadamente su escapatoria de la fauces de un tigre.
Y usó cierta palabra para describir al que lo había salvado.
Inmediatamente el misionero escribió esa palabra, y al siguiente do-
mingo predicó a Jesús como el Salvador usándola. Cuando la gente se
congregó junto a él, después del culto, le dijeron: “Ahora comprendemos
que Jesús murió en la cruz para salvarnos del pecado y de Satán. Esto es
lo que tratabas de decirnos por muchas lunas”.
Este misionero dice: “He vivido cuatro años en África prácticamente
solo. He sido azotado por la fiebre treinta veces, tres veces atacado por
leones, varias veces por rinocerontes, varias veces emboscado por los nati-
vos; por catorece meses no vi un pedazo de pan, pero les diré que estaría
contento de sufrir todo esto de nuevo con tal de tener la satisfacción de
volver a llevar la palabra “SALVADOR” a otras tribus del África Cen-
tral”.
Muchas religiones ofrecen a sus seguidores esperanza de salvación
por medio del abuso y tortura del cuerpo. Otros, con observar ciertas

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máximas morales; y, aún, la esperanza es vaga. La máxima seguridad del
cristiano es que Dios salvó al hombre por el amor que le tiene, no por
las obras de la justicia que hacemos “… sino por su misericordia, por el
lavamiento de las regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,
el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Sal-
vador” (Tito 3:5, 6).
Sólo el cristianismo tiene un Salvador. Una razón más de porqué cree-
mos que ésta es la única religión verdadera.
B. Jesús, nuestro Señor. Ningún término es más expresivo, en cuanto a
la fe de los primeros cristianos, que el término “SEÑOR”. Pedro proc-
lamó en el día de Pentecostés que los judíos habián crucificado a Jesús,
pero que Dios le había hecho “SEÑOR Y CRISTO” (Hech. 2:36). En
Hechos 10:36 Pedro dice que Él es “SEÑOR DE TODOS”.
Pablo declara que nosotros confesamo con la boca a “Jesús como el
Señor” (Rom. 10:9). El creyente confiesa a Jesús como su Salvador, como
su Mesías o Cristo y, especialmente como su Señor. En Filipenses 2:9-11
Pablo explica: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio
un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se
doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de
la tieera; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de
Dios Padre”.
La expresión “SEÑOR” indica la soberanía de Cristo sobre Sus seguir-
dores — la iglesia (Colosenses 1:18). Él es el Maestro, y el cristiano es
siervo. La palabra SALVADOR indica lo que Cristo ha hecho y hace
por el creyente. La palabra “SEÑOR” refleja lo que el creyente tiene que
hacer por Cristo, su Salvador. A mucha gente le gusta leer y oír lo que
Cristo ha hecho por ellos; pero continuamente no muestran interés por
saber la respuesta que Cristo espera y requiere de ellos. ¡Si Cristo no es
Señor de todo, no podrá ser nuestro Señor en todo! Jesús dijo: “¿Por qué
me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lc. 6:46)- Es nec-
esario enfatizar más esta fase de Cristo hoy día.
C. Jesús, nuestro Mediador. La palabra “MEDIADOR” sugiere a uno
que “ESTÁ ENTRE DOS PARTES”. Esto implica que estas partes están
peleadas o difieren una de la otra, y este mediador se está esforzando por
traerlas a una armonía o acuerdo. Las Escrituras enseñan que cuando el

21
hombre está en pecado está enemistado con Dios, alejado de Él y sin
esperanza.
Cristo vino y murió para hacer posible la paz entre Dio y el hombre,
sea judío sea gentil (Efe. 2:16).
Cristo murió en la cruz para remover (quitar) la barrera(el pecado) que
hay entre Dios y el hombre. Cuando el hombre acepta el perdón ofrecido
por Cristo por medio del evangelio, entonces puede reconciliarse con
Dios y ser uno con Él de nuevo.
Cristo fue el único apto para quitar esa barrera; ya que solamente Él es
sin pecado. Nadie puede morir por los epcados de otro mientras tenga sus
propios pecados. También es cierto que solamente Jesús puede ser media-
dor entre Dios y el hombre. Pablo escribe: “Porque hay un solo Dios, y un
solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1ª a Tim.
2:5). Jesús dice: “… nadie viene al Padre sino por mi” (Juan 14:6).
Un mediador debe tener conocimiento de las dos partes, y debe con-
cernirle el bienestar de ambas. Jesús, “siendo en forma de Dios”, antes de
venir a la Tierra, comprendió totalmente el lado de Dios, y después vino
a la Tierra para poder comprender el lado humano (leer Heb. 2:17, 18,
4:15, 16).
Así que Cristo Jesús es el único y perfecto “MEDIADOR” entre Dios
y el hombre.
D. Jesús, nuestro Profeta. Cuando la obra de Jesús es vista en su con-
cepto más amplio, se divide, generalmente, en tres oficios que Él ejerce:
PROFETA, SACERDOTE y REY.
En el Antiguo Testamento un profeta era uno que hablaba por Dios.
Amós dijo que él no era profeta por capacitación o hijo de alguno, sino
que era pastor o boyero y recogía higos silvestres; pero “Jehová me tomó
de detrás del ganado, y me dijo: Vé y profetiza a mi pueblo Israel. Aho-
ra, pues, oye palabra de Jehová…” (Amós 7:14-16). Los profetas iban
hablando el mensaje de Dios para el tiempo y necesidad presentes. Iban
prediciendo también eventos futuros.
El Antiguo Testamento señala sin error a un gran profeta que iba a ser
el revelador de Dios en la Tierra. En Deuteronomio 18:15 Moisés reveló:
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová
tu Dios; a él oiréis.” Pedro nos relata que este profeta es Jesús (Hech.

22
3:19-26).
Hebreos 1:1, 2 dice que Dios habiendo en otros tiempos, comunicado
Su mensaje al hombre de muchas maneras, pero “en estos postreros días
nos ha hablado por el Hijo”. Jesús fue el divino Maestro y revelador de la
voluntad de Dios para el hombre.
Como profeta, Jesús habló con autoridad, para que la gente conociese
que Él hablaba por Dios. “… la gente se admiraba de su doctrina; porque
les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mt.
7:28, 29). Y más aún, habló sencilla y claramente para que todos com-
prendieran. Gran multitud del pueblo le oía con gozo (Mar. 12:37). To-
dos estaban de acuerdo, hasta Sus enemigos: “… ¡Jamás hombre alguno
ha hablado como este hombre” (Juan 7:46).
El ministerio profético de Jesús, después de subir al cielo, fue continu-
ado por el Espíritu Santo que Jesús envió. Jesús dijo a Sus discípulos la
noche antes de morir: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el
Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará
todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).
Cuando leemos el Nuevo Testamento podemos aceptar por fe y com-
pleta seguridad que es el mensaje de Dios para nosotros. Jesús, el gran
Profeta de Dios dijo: “Mi doctrina no esmía, sino de aquel que me envió”
(Juan 7:16). “Yo hablo lo que he visto cerca del Padre…” (Juan 8:38).
E. Jesús, nuestro Sumo Sacerdote. Un sacerdote era un ministro o líder
en cualquier religión, ya sea pagana (Hech. 14:13) ya sea bíblica (Mt.
8:4). El sumo sacerdote era el guía de los sacerdotes. En el libro de los
Hebreos, Jesús es mencionado diez veces como el Sumo Sacerdote. Cristo
es considerado el verdadero Sumo sacerdote, del cual Aarón era sólo un
tipo. Todos los cristianos son sacerdotes (1ª de Ped. 2:9).
Sus trabajos son especificados en Hebreos 5:1: “Porque todo sumo
sacerdote tomado de entre los hombres en lo que a Dios se refiere, para
que presente ofrendas y sacrificios por los pecados”. La función del sumo
sacerdote en el periodo mosaico era dirigir la adoración a Jehová en el
templo y ofrecerle sacrificios en pro de la gente. Aarón, siendo humano y,
por tanto un somo sacerdote pecador, tenía que ofrecer sacrificio primera-
mente por su propio pecado y el de su familia (Lv. 16), y entonces podría
entrar por segunda vez al lugar santísimo, rociando sangre en el trono de

23
la Misericordía (propiciatorio) por los pecados de Israel. Por medio de
este acto los pecados de Israel eran recordados año con año, hasta que
viniera “el CORDERO” de Dios a quitar por completo los pecados del
pueblo (Heb. 10:1-4).
1. Jesús es comisionado Sumo Sacerdote. En Hebreos 5:4-6 el escritor
narra que Jesús es hecho Sumo Sacerdote por Dios mismo: “Y nadie toma
para sí esta honra, sino el que es llamado por dios, como lo fue Aarón. Así
tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino
el que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. Como tambíen
dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de
Melquisedec”.
David sabía esto, y lo dijo en el Salmo 110:4. Ya hemos dicho que
Jesús es nuestro Profeta, Sumo Sacerdote y Rey. Es interesante notar que
Jesús no es un sumo sacerdote según el orden de Arón (Aarón era de la
tribu de Leví, la tribu sacerdotal). Los escritores del Nuevo Testamento
dan mucha importancia al hecho de que Jesús era de la casa y del linaje
de David (Lc. 2:4, 5; Cf. Mar. 11:10; Mt. 21:9). ¿Cómo pudo Jesús ser
Sumo Sacerdote, si procedía de la tribu de Judá, la tribu real? La respuesta
se halla en el hecho de que Jesús es Sumo Sacerdote según el orden de
Melquisedec (Heb. 6:20; 7:15-17). Melquisedec era superior a Abraham,
y era rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo (Heb. 7:1-4).
2. Su preparación. La preparación o entrenamiento de Jesúa para ser
nuestro Sumo Sacerdote empezó cuando Él dejó las glorias del cielo y
vino a la Tierra para ser uno de los que Él representa (Fil. 2:5-8).
Hebreros 2:14 revela que Jesús fue participante en “carne y sangre” de
la misma forma que nosotros. En Hebreos 4:15 Su preparación continúa
cuando es tentado en todo lo que nosotros somos tentados, y aún sigue
sin pecado. Podemos notar parte del entrenamiento para cumplir su ofi-
cio en Hebreos 5:8, donde leemos que Él aprendió la obediencia por las
cosas que sufrió, siendo así nuestro Sumo Sacerdote perfecto y completo.
Para interceder con propiedad entre Dios y el hombre, Jesús necesitó “…
ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y
fiel sumo sacerdote, en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del
pueblo. Pues en cuanto Él mismo padeció siendo tentado, es poderoso
para socorrer a los que son tentados” (Heb. 2:17, 18).

24
Aparte de no tener pecado, no hay nada de la experiencia humana
que le sea desconocido. Hoy en día, como nuestro Sumo Sacerdote, fiel y
misericordioso, Él aboga ante Dios por Su pueblo, que está sitiado por el
pecado y la enfermedad (Heb. 4:15, 16; Rom. 8:33, 34).
3. Su ofrenda. Cuando Aarón hacía expiación por los pecados de Is-
rael bajo el Antiguo Testamento, usaba sangre de toros y de chivos para
el sacrificio a Dios. Cuando Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, ofreció Su
sacrificio a Dios, se ofreció a sí mismo. Hebreos 9:11, 12 dice: “Pero
estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por
el más amplio y perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no
de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino
por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo,
habiendo obtenido eterna redención”.
De Las Escrituras sacamos estos hechos:
a. El tabernáculo en que entró Jesús para ofrecer Su sacrificio no fue
una tienda en el desierto, ni en el templo de Jerusalén. La expiación no
fue hecha en el lugar santísimo en Jerusalén, sino en el mismo cielo ante
la presencia de Dios (Heb. 9:24).
b. Su altar de sacrificio no fue uno broceado en el patio del templo,
sino en una burda cruz en el monte Gólgota.
c. Su ofrenda no fue la sangre de los machos cabríos ni de becer-
ros, sino Su sangre preciosa, “… como de un cordero sin mancha y sin
contaminación” (1ª de Ped. 1:19). Él es el sacrificio y el sacrificador (Juan
10.17, 18).
d. El efecto de Su sacrificio. El efecto del sacrificio de Aarón en el
día de la expiación era un recordatorio anual, que no quitaba el pecado
(Heb. 10:4).
Sin embargo, cuando Jesús vino y ofreció Su sacrificio, no necesitó
ofrecerse a sí mismo cada año. Hebreos 9:26, “De otra manera le hubiera
sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero
ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre
por el sacrificio de sí mismo para quita de en medio el pecado”. Jesús of-
reció de una vez por todas el sacrificio perfecto que puso fin al sacrificio
animal, y quitó el pecado para siempre, haciendo posible la redención
eterna por Su sangre.

25
F. Jesús, nuestro Rey.
1. Jesús predicho para ser Rey. El tercer gran oficio de Cristo es REY,
y fue profetizado por Jeremías: “He aquí que vienen días, dice Jehová,
en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será
dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra” (Jer. 23:5; cf. Zac. 6:13).
Su reino procedió de Dios pero por medio del linaje de David. Ga-
briel dijo a María: “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y
el Señor Dios le dará el trono de David su padre” (Lc. 1:32). Dios había
prometido a David que saldría de su simiente uno que iba a establecer un
reino que duraría para siempre (2ª de Sam. 7:12, 13), y esto se cumplió
en Jesús.
2. Jesús aclamado para ser Rey. Después de Su bautismo empezó a
predicar que el reino de los cielos estaba a la puerta. En Mateo 16:28 Jesús
predijo: “De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no
gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo
en su reino”. Cuando Pilato preguntó a Jesús: “¿Eres tú el Rey de los
judíos?” Él le dijo: “tú lo dices”. Lo cual equivale a: SÍ (Lucas 23:3).
3. La naturaleza de Su reino. Jesús dijo que Su reino no era de este
mundo. En Juan 18:36 Jesús dice a Pilato: “Mi reino no es de este mun-
do; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para yo no
fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí”.
El reino de Jespus es espiritual (cf. Rom. 14:17; Heb. 1:8, 9). Cristo
es, por tanto, Rey, un Rey de verdad; el Rey de la salvación, Rey de la paz,
Rey de justicia. Su reino está en el corazón de cada humano para el gran
propósito de salvar sus alamas.
4. La duración de Su reino. Gabriel dijo a María en Lucas 1:33: “y re-
inará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. Pedro
exhorta a los cristianos a ser diligentes en tener segura su vocación y elec-
ción, “Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada
en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2ª de Ped.
1:11). Cristo, en Su reino mediador, es el que busca redimir al género
humano. Él continuará reinado por la eternidad; entonces veremos sobre
Su cabeza muchas coronas, y sabremos que Él es verdaderamente Rey de
reyes y Señor de señores (Apoc. 19:12, 16).

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PREGUNTAS
Ponga “V” o “F” (verdadero o falso) antes de cada severación, según
su criterio.

1. El nombre JESÚS significa SALVADOR.


2. Jesús no reclamó ser el Hijo de Dios.
3. La palabra SEÑOR indica lo que Jesús ha hecho por
nosotros.
4. Un mediador es una persona que reconcilia dos partes
en pleito.
5. Un profeta es el que habla el mensaje de Dios al hom-
bre.
6. Jesús es un profeta como Elías.
7. El trabajo principal del sumo sacerdote era ofrecer sacri-
ficios por el pecado.
8. Jesús fue un sumo sacerdote según el orden de Aarón.
9. Los profetas del Antiguo Testamento hablaban de lo
futuro y de los pasado.
10. Jesús es y será Rey para siempre.

27
Llene los espacios.

1. Mencione dos poderes que tienen en común Dios y Cristo.


A.
B.
2. Mencione tres diferencias entre el sacrificio de Aarón y el de
Cristo por el pecado.
A.
B.
C.
3. ¿Se reconcilia Dios con el hombre, o el hombre se reconcilia
con Dios? (2ª a Cor. 5:18-20; Efe. 2:14-18).

28
LA BIBLIA

I. Nombres para la Biblia.


II. Origen de la Biblia.
A. ¿Qué dice la Biblia de su origen?
B. Evidencias del origen divino de la Biblia.
1. Profecía cumplida.
2. Su maravillosa unidad.
3. Prueba lógica.
III: Valor de la Biblia.
A. Valor para el perdido.
B. Valor para el salvo.
IV. Cómo leer y entender la Biblia.
V. La santidad de la Palabra.

La Biblia es el libro más extraordinario del mundo. Un hombre dijo:


“Yo llamo a la Biblia, aparte de todas las teorías sobre ella, una de las co-
sas más grandes jamás escritas con plumas. ¡Un libro notable! ¡El libro de
todos los hombres!”

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Es el que más se ha vendido en el mundo; a razón de dos millones de
copias anuales, durante los últimos cien años. Ha sido traducido a mil
idiomas y dialectos. Es mucho más que cualquier otro libro.
Otro hombre escribió:
“La Biblia es para el mundo intelectual y moral lo que el Sol para los
planetas del sistema solar (el cimiento y una especia de luz y vida espiritu-
ales y eternos). No hay idea espiritual en toda la raza humana que no haya
salido de la Biblia. En cuanto los filósofos encuentren un rayo independi-
ente de la naturaleza, un teólogo encontrará la concepción espiritual del
hombre independiente del mejor libro” (Sistema Cristiano, pág. 3, por
Alejandro Campbell).

I. NOMBRES PARA LA BIBLIA

La palabra “BIBLIA” significa simplemente “LIBROS”. Muchas reli-


giones tienen su colección de libros sagrados, y a veces se refieren a ellos
como sus biblias. Para el cristiano la Biblia significa la colección de los
escritos tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento, re-
conocidos y usados como la base y la autoridad de la fe cristiana. La Biblia
hace uso de otros términos para referirse a sí misma (esto dependiendo de
la versión que se tenga).
A. Palabra de Dios. “Por lo cual también nosotros sin cesar damos
gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de
nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en ver-
dad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes” (1ª a Tesal.
2:13). Pedro dice que somos engendrados “… por la palabra de Dios que
vive y permanece para siempre” (1ª de Pedro 1:23). Esto identifica a la
Biblia como el mensaje o palabra que ha salido de Dios.
B. Oráculos o palabras de vida (palabras u oráculos de Dios). Esteban
habló de la ley dada en el monte Sinaí como palabrasnu oráculos de vida
(Hech. 7:38). Un oráculo es un mensaje enviado por un ser divino o por
suertes. Este nombre indica que el mensaje de jehová es un mensaje de
vida del Dios viviente. Pablo llama a la Biblia, “PALABRA DE VIDA”
(Rom. 3:2). Moisés habló a los hijos de Israel que guardaran los man-

30
damientos de Dios y que enseñasen a sus hijos a guardarlos también:
“Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para
que las mandéis a vuestros hijos, a fin de ue cuiden de cumplir todas las
palabras de esta ley” (Deut. 32:46; cf. Heb. 4:12).
C. Las Sagradas Escrituras. Pablo se refiere a los escritos del antiguo
Testamento como las Sagradas Escrituras (Rom. 1:2); lo cual quiere decir
simplemente: “ESCRITORS SAGRADOS”. Tal expresión es usada en 2ª
a Timoteo 3:15. La palabra “ESCRITURA” quiere decir “ESCRITO”.
Este es el término comúnmente usado por nuestro Señor y Sus após-
toles para los libros del Antiguo Testamento (Mt. 21:42; Mar. 14:49; Lc.
24:32; Juan 5:39; Hech. 18:24; Rom. 15:4).

II. EL ORIGEN DE LA BIBLIA

A. ¿Qué dice la Biblia de su origen? En un juzgado la evidencia más


importante en cuanto al autor de un testamento es lo que éste dice de sí.
Si el testamento dice que Juan Marrón es el autor, tiene evidencia sufi-
ciente para comprobarlo. Este mismo principio es usado para determinar
quién es el autor real de la Biblia. Examinemos lo que la Biblia dice de
su autor.
1. El Antiguo Testamento. Varios centenares de veces los escritores
del Antiguo Testamento usan expresiones como estas: “ASÍ DICE EL
SEÑOR”, “JEHOVÁ DIHO”, “JEHOVÁ HABLÓ”, etc. (Ex. 24:12;
25:1; Eze. 5:5, 11). David habla en 2ª de Samuel 23:2, “El Espíritu de
Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua”. Jeremías
describe su vocación a la profecía de esta manera: “Y extendió Jehová su
mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras
en tu boca” (Jer. 1:9).
El apóstol Pablo, hablando de las escrituras del Antiguo Testamento,
dice respecto de su inspiración: “Toda la Escritura es inspirada por Dios,
y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para
toda buena obra” (2ª de Tim. 3:16, 17).
El apóstol Pedro nos relata que los profetas el Antiguo Testamento

31
no crearon su propio mensaje: “Porque nunca la profecía fue traída por
voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo
inspirados por el Espíritu Santo” (2ª de Ped. 1:21). Es un hecho bien
conocido que Jesús y Sus apóstoles siempre consideraron al Antiguo Tes-
tamento como la revelación de Dios.
2. El Nuevo Testamento. No solamente los escritores del Antiguo Tes-
tamento declararon que su mensaje venía de Dios, también los escritores
del Nuevo Testamento dijeron que su mensaje venía de Dios. Pablo dice
en Gálatas 1:11, 12: “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio
anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí
de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo”.
Pedro habla de los escritos de Pablo: “Casi en todas sus epístolas,
hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de
enteder, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también
las otras Escrituras, para su propia perdición” (2ª de Ped. 3:16). La pa-
labra “ESCRITURAS” usada aquí indica una forma especial de escrito
que fue considerado divinamente inspirado; y la expresión “OTRAS ES-
CRITURAS” muestran que Pedro coloca el escrito de Pablo a la par con
el Antiguo Testamento. Jesús dijo a Sus apóstoles que el Espíritu Santo
les ayudaría a recordar siempre todo lo que Él les había enseñado. El
Espíritu Santo, además, les enseñaría muchas otras cosas (Juan 14:26;
cf. Mt. 10:19,20). Pablo elogió a los hermanos tesalonicenses, porque
habían recibido su mensaje no como palabra de hombres, sino según es
en verdad, la palabra de Dios (1ª de Tesal. 2:13).
El testimonio unánime de la biblia es que su autor es Dios, pero fue
escrita por hombres inspirados por el Espíritu Santo.
B. Evidencias del origen de la Biblia.
1. Las profecías cumplidas. Una de las grandes pruebas de la in-
spiración de la Biblia es la profecía cumplida. Esta es la predicción ex-
acta de un evento futuro, es una fuerte evidencia de que el profeta posee
poder sobrenatural. Ocasionalmente alguien podrá hacer una adivinación
acertada, pero a causa de las profecías que se cumplen exactamente, la
posibilidad de una casualidad es eliminada.
a. Profecías en cuanto a Jesús. Abajo hay una lista parcial de las pro-
fecías tocante a Jesús, y su cumplimiento en el Nuevo Testamento.

32
1) Lugar de nacimiento Miq. 5:2; Luc. 2:1-7
2) Su precursor Mal. 4:5; Isa. 40:3; Mt. 3:1-3; 11:11-14
3) La traición Sal. 41:9; Jn. 13:18; Lc. 22:47, 48
4) Su muerte Isa. 53:9-12; Lc. 23:33
5) Huesos intactos Salmo 34:20; Juan 19:31-37
6) Su sepultura Isa- 53:9; Mt. 27:57-60
7) Su resurrección Salmo 16:10; Mt. 28:1-6
Estas y muchas otras profecías del Antiguo Testamento dan elocuente
testimonio de un autor divino de la Biblia.
2. Su maravillosa unidad. La Biblia fue escrita en un periodo de como
1,500 años, en tres continentes y por aproximadamente 40 escritores,
cuyos oficios van desde pastores, reyes, granjeros hasta doctores. La Bib-
lia fue escrita en tres idiomas, y cubre en sus 66 libros todo tema que
se pueda imaginar; y con todo esto es, en esencia, un solo libro, ¿cómo
puede ser posible esto?
Esta unidad puede ser ilustrada con una gran orquesta que consta de
cien músicos, con una diversidad de instrumentos musicales. Aunque
todos toquen, hay una gran armonía. La razón de esto es, que hay una
mente maestra, un conductor qu dirige y controla a todos los músicos
cuando tocan. Dios hizo Su gran oratorio para ser tocado por más de
mil años, y cuando un músico guardó silencio, otro tomó su lugar, y
así resultó una gran sinfonía. El tema nunca se perdió, y cuando cesó la
última tonada, puede verse que a través de estos gloriosos movimientos y
melodías ha habido un gran tema.
¿Compuso cada músico su propia música, y la tocó como le vino en
gana? O, ¿hubo un compositor y director sobre ellos? La conclusión real
es que Dios es el verdadero autor de la Biblia, y que dirigió a cada escritor
con Su Santo Espíritu. Esta es la respuesta a la unidad de la Biblia.
3. Prueba lógica. Un hombre llamado Juan Wesley ideó una brevísima
pero interesante forma de probar que la Biblia es de Dios. Dijo, “La Bib-
lia puede ser invención de hombres buenos o de ángeles, de hombres
malos o de diablos, o de Dios.
“No pudo ser invención de hombres buenos o de ángeles, porque no
podrían ni pudieron hacerla y decir mentiras todo el tiempo cuando es-

33
cribían ‘así dice el Señor’ cuando todo era de su invecnión.
“No pudo ser invención de hombres malos o demonios; pues no pudi-
eron hacer un libro que les manda hacer lo bueno, perdona pecados y
condena sus alamas por la eternidad.
“Por tanto, él sacó esta conclusión que la Biblia fue escrita por hom-
bres inspirados por Dios.”

III. El VALOR DE LA BIBLIA

¿Qué tan importante es la Biblia para el cristiano? ¿Qué valor tiene


para el perdido? Los que creemos, sabemos que la Biblia es la cosa de
mayor importancia para ambos.
A. Valor para el perdido. Las Escrituras dicen:
1. Somos engendrado por la Palabra. “Siendo renacidos, no de simiente
cirruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y per-
manece para siempre” (1ª de Pedro 1:23). Santiago dice, “Él, de su vol-
untad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias
de sus criaturas! (Stgo. 1:18).
2. Somos salvos por la Palabra. “Por lo cual, desechando toda in-
mundicia y abundancia de malicia, recibib con mansedumbre la palabra
implantada, la cual puede salvar vuestras almas” (Stgo. 1:21).
3. La fe viene por la Palabra. “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la
palabra de Dios” (Rom. 10:17). Sabemos que Cristo es quien nos salva;
sin embargo, la Biblia es la fuente de nuestro conocimiento de Cristo y Su
poder salvador. Sin la Palabra no habría conocimiento de su amor reden-
tor; y por tanto, no habría fe ni obediencia de parte de los humanos. Por
esto, la Biblia dice que somos salvos por la Palabra. Este es el medio que
Dios usa para llevarnos a Cristo.
B. Valor para el salvo. Para el cristiano la Biblia es indispensable. Hay
muchas maneras en que la Biblia es valiosa en la vida del cristiano.
1. Significa un crecimiento espiritual, “Desead, como niños recién
nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para
salvación” (1ª de Ped. 2:2). La Biblia es para el hombre espiritual lo que
la comida al cuerpo material. Es la comida del alma. Jésus dijo: “No sólo

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de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de dios”
(Mt. 4:4). La negligencia en el estudio de la Palabra crea enfermedades
espirituales. Pablo dice a los ancianos de Éfeso: “Y ahora, hermanos, os
encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para so-
breedificaros y daros herencia con todos los santificados” (Hech. 20:32)
a. Por la Palabra de Dios los creyentes son limpiados de la inmundicia
del pecado. Jesús dijo a Sus apóstoles: “Ya visitris estáis limpios por la
palabra de os he hablado” (Juan 15:3)- Sabemos que la sangre de Cristo
nos limpia de todo pecado (1ª de Juan 1:7; Heb. 9:14); sin embargo, es
por la Palabra (conocimiento de y obediencia a ella) que somos traídos a
esa sangre. El salmista hizo esta pregunta y dio esta respuesta: “¿Cin qué
limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra” (Salmo 119:9).
La Palabra es el medio que nos mantiene limpios y apartados o santi-
ficados para el uso de Dios. Jesús oró al Padre: “Santificalos en tu verdad;
tu palabra es verdad” (Juan 17:17).
Un hombre dijo: “Este Libro te apartará del pecado, o el pecado te
apartará de este Libro”.
b. Los cristianos son habilitados por la palabra de Dios para enfren-
tarse a los ataques de Satanás. Cuando éste tentó a Jesús en el desierto,
nuestro Señor refutó todas las embestidas usando la palabra de Dios (cf.
Mt. 4:1-11). Pablo dice a los efesios: “Vestíos de toda la armadura de
Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo… Y
tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra
de Dios” (Efe. 6:11, 17). La Biblia es la espada del cristiano en la batalla
espiritual contra el pecado. El salmista reconoció también esta realidad
cuando dijo: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar con-
tra ti” (Salmo 119:11).
c. Un conocimiento completo de la Palabra da confianza y ánimo al
evangelista. Un hombre que profesaba ser u incrédulo decía que había
desconcertado a muchos predicadores con sus argumentos infieles. Un
día fue un evangelista a la ciudad donde vivía este hombre para dirigir
una reunión de entorpecer con sus argumentos la acción del predicador.
El incrédulo empezó a atacar, y el evangelista contestó todos sus ataques
con “ASÍ DICE EL SEÑOR”. Frustrado y confundido el infiel abandonó
el lugar de reunión. Al día siguiente, un amigo suyo le preguntó cómo le

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había ido en el debate y le contestó: “No muy bien; pero no fui allá para
argüit con el Dios Todopoderoso”.

IV. CÓMO LEER LA BIBLIA

Jehová es un Dios de sabiduría. Su revelación es un libro de cono-


cimiento. Dios invita siempre al hombre a que venga “luego, dice Jehová,
y estemos a cuenta” (Isa. 1:18). Siendo esto una realidad, la Palabra de
Dios debiera ser aprovechada con la misma inteligencia y meditación con
que se aprovecha cualquier otro libro de conocimiento. He aquí unos
principios de estudio correcto que harán que la Biblia sea inteligible y
significativa.
A. Determinara quién habla. Puede ser Dios, Satanás, el asna de Balam
o el necio. Es muy importante tener la comprensión exacta para saber
quién habla en alguna aseveración.
B. ¿A quién va dirigida la palabra? ¿Le habla al cristiano o al pecador?
El significado puede ser completamente diferente, dependiendo a quién
se habla.
C. ¡De qué se habla? ¿Cuál es el contexto (lo que está antes y después
de equis pasaje)? Esta prueba simple de conocimiento aclarará muchas
escrituras difíciles.
D. ¿Cuándo se dijo? Pregúntese, ¿está escrito para los que viven en
la era patriarcal, mosaica o cristiana? Dios ha tratado con Su pueblo de
diferente manera en cada ina de estas épocas. Es importante para el cris-
tiano que siga las instrucciones que Dios tiene para él hoy en dpia. Esta
última regla es la más importanre de todas.

V. LA SANTIDAD DE LA PALABRA

Ya que la Biblia es la relevación de Dios, y siendo escrita por hombres


inspirados por el Espirítu Santo, debe ser manejada con suma reverencia.
Moisés dojo al pueblo de Israel, “Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos
y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y

36
poseáis la tierra que Jehová el Dios de vuestros padres os da. No añadiréis
a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis
los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno” (Deut. 4:1,
2).
Hay una idea similar en la última amonestación de la Biblia: “… Si
alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están
escritas en este libros. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta
profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y
de las cosas que están escritas en este libro” (Apoc. 22:18, 19).
Siendo que la Biblia es la palabra de Dios, si el hombre le añade o le
quita algo, será bajo su responsabilidad ya que se pone en grave peligro.
Cuando todos estemos frente al gran trono blanco esta Palabra será uno
de los libros que nos juzgarpa en ese momento. Si obedecemos la Palabra,
ella nos salvará; si la desobedecemos, nos condenará. Demos oídos a las
palabras de Pablo y permitamos que la palabra de Cristo sea derramda
ricamente sobre nosotros (Col. 3:16).

37
PREGUNTAS
Llene los espacios.

1. La palabra “BIBLIA” significa ______________________ .


2. Un ORÁCULO es __________________ .
3. ¿Cuál es la evidencia más importante para definir quién es el
autor de la Biblia? ______________________ .
4. La Biblia fue escrita en un periodo como de ______________
años, en ______________ continentes, por ______________
escritores más o menos.
5. Juan Wesley pensó que había solamente cinco posibles autores de
la Biblia:

A. ______________________________________________
B. ______________________________________________
C. ______________________________________________
D. ______________________________________________
E. ______________________________________________

6. Mencione tres bendiciones que la Palabra da al creyente:

A. ______________________________________________
B. ______________________________________________
C. ______________________________________________

38
7. ¿Qué beneficios conce la Palabra al perdido?

A. ______________________________________________
B. ______________________________________________

8. Dé cuatro reglas para entender la Biblia.

A. ______________________________________________
B. ______________________________________________
C. ______________________________________________
D. ______________________________________________

39
LA IGLESIA

I. ¿Qué es la iglesia?
A. Significado de la palabra IGLESIA.
B. Significados individual y general de la palabra.
II. El principio de la iglesia.
A. Predicciones de la iglesia venidera.
B. Establecimiento de la iglesia (reino).
C. Evidencia de la profecía.
III. El fundador de la iglesia.
IV. El fundamento o base de la iglesia.
V. El gobierno de la iglesia.
VI. Títulos para la iglesia.
A. La iglesia.
B. La iglesia de Dios.
C. Casa de Dios.
D. Templo de Dios.

40
I. ¿QUÉ ES LA IGLESIA?

A. Significado de la palabra IGLESIA. La palabra que Jesús escogió para


describir a Su gente fue una antigua palabra griega, ECCLESIA. nuestra
palabra “ECLESIÁSTICA” viene de ella, y significa “RELACIÓN CON
LA IGLESIA”. La palabra designaba originalmente a la asamblea regular
de los ciudadanos de un estado libre. Los ciudadanos eran “LLAMADOS
FUERA” por el heraldo para tratar asuntos públicos. Por eso, la palabra
iglesia significa “LOS LLAMADOS FUERA”. La iglesia está compuesta
por los que han sido llamados fuera del pecado a la rectitud (fuera del
mundo a la iglesia). Pedro expresa este pensamiento en 1ª de Pedro 2:9,
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo
adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó
de las tinieblas a su luz admirable”. El cristiano ha sido llamado por me-
dio del evangelio a salir fuera del mundo (2ª a Cor. 6:17, 18), e ir a
Cristo, con el propósito de negociar con Dios.
Esteban se refirió a los hijos de Israel en el Antiguo Testamento como
la asamblea de Dios o congregación en el desierto (Hech. 7:38). Israel
también fue llamado fuera de Egipto para ser el pueblo escogido de Dios,
y hacer Su voluntad. Este fue un tipo de la iglesia del Seño hoy día.
B. Significados local y general de la palabra. En el Nuevo testamento
el término IGLESIA tiene dos significados, uno local y otro general o
mundial. Ambos hacen referencia tanto a la congregación local como a la
comunidad mundial del pueblo de Dios.
En Hechos 5:11 se habla de la iglesia en Jerusalén. El término “IG-
LESIA” de Hechos 9:31 se refiere a muchas cogregaciones: “Entonces las
iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria…” A menudo Pablo
dirigía pequeñas comunidades de cristianos en los hogares (Rom. 16:3-5;
Col. 4:15, Filemón 2). Pablo habla de la iglesia en su sentido más extenso
en 1ª a Corintios 10:32 y 1ª a Timoteo 3:15.
Toda congregación en su respectiva comunidad es “LA IGLESIA”. Es,
como se quiera ver, parte integral de la comunión de los cristianos. Son
grupos de cristianos separados geográficamente, pero permanecen uno
en Cristo y en Su iglesia. Tomás Campbell dio una buena definición de
la iglesia:

41
“La iglesia de Cristo sobre la Tierra es esencial, intencional y constitu-
cionalmente una; que está integrada por todos los que en cualquier lugar
profesan su fe en Cristo, y le obedecen en todas las cosas de acuerdo con
las Escrituras, y lo manifiestan con su vida y conducta; y de ningún otro
modo, ya que nadie puede verdadera y apropiadamente ser llamado cris-
tiano si no cumple los requisitos.” (Robert Richardson, Las Memorias de
Alexander Campbell, p.258).

II. EL PRINCIPIO DE LA IGLESIA

A. Predicciónes de la iglesia venidera. La primera mención de la palabra


“IGLESIA” en la Biblia se halla en Mateo 16:18. Pedro había confesado
que Jesús era el Cristo, el Hijo de dios. Jesús bendijo a Pedro y dijo: “So-
bre esta roca edificaré mi iglesia”. Por el tiempo futuro de la severación
se nota que la iglesia aún no era establecida. Jesús sigue hablando en
relación con la iglesia y dice a Pedro: “Y at i te daré las llaves del reino de
los cielos; y todo lo que atares en la tierra será desatado en los cielos” (Mt.
16:19). Es evidente, por el uso de la palabras “IGLESIA”, en el vero 18 y
“REINO”, en el 19, que estas son intercambiables. Estas mismas palabras
son usadas en forma similar en Colosenses 1:13, donde Pablo habla de
“el REINO de su amado Hijo”; y en el verso 18, sin interrupción de pen-
samiento, describe la misma identidad como el “cuerpo, la iglesia”. Estos
términos denotan el mismo grupo de gente.
El establecimiento del reino de Cristo (la iglesia) fue mencionado an-
tes de esta conversaión con Pedro, cuando Juan el Bautista anunció el
reino venidero, “Arrepentiós, porque el reino de los cielos se ha acercado”
(Mt. 3:2). La expresión “SE HA ACERCADO” significa que está cerca.
Después Jesús predicó: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha
acercado” (Mt. 4:17). El Señor dijo a Sus apóstoles, “… hay algunos de
los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el
reino de Dios venido con poder” (Mar. 9:1). Y el reino fue establecido
con poder durante el tiempo de los apóstoles, después de la venida del
Espíritu Santo sobre ellos, en el día de Pentecostés.
B. El establecimiento de la iglesia o reino. Durante el ministerio terrenal

42
de Cristo, Él no estableció la iglesia. Después de Su resurrección Sus dis-
cípulos le preguntaron, “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiem-
po? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el
Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido
sobre vosotros el Espíritu Santo, y hasta lo último de la tierra” (Hech.
1:6-8). También les recomendó, “pero quedaos vosotros en la ciudad de
Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto” (Lc. 24:49).
El cumplimiento de las promesas en cuanto al Espíritu Santo, y recibi-
eron el poder prometido. Pedro predicó el primer sermón evangelístico,
y como 3,000 personas creyeron en Cristo como su Señor y Mesías, se
arrepintieron de sus pecados y fueron bautizados en Cristo (Hech. 2:36-
41). Estos fueron y son los requisitos de admisión a la iglesia del Señor.
Toda mención de la iglesia después de Pentecostés indica que ésta ya está
establecida (Hech. 5:11; 8:1). Pedro afirma la fecha del inicio de la iglesia
en Hechos 11:15, cuando habla de Pentecostés “como al principio”.
C. Evidencia de la profecía. La evidencia presentada en el Nuevo Testa-
mento sobre el principio de la iglesia es confirmada por la profecía. Isaías
predijo que en los últimos días, refiriéndose a la era cristiana, el monte
de la casa del Señor sería establecido, sería grandioso, y todas las naciones
concurrirían allí, “Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra
de Jehová” (Isa. 2:3).
Dios dio la ley en el monte Sinaí, y el evangelio de Su Hijo saldría de
Jerusalén. Jesús confirmó esta profecía cuando dice: “Y que se predicase
en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las na-
ciones, comenzando desde Jerusalén” (Lc. 24:47).
La iglesia de Cristo, o el reino, fue establecida en el día de Pentecostés,
después de la resurrección y ascensión de Cristo.

III. EL FUNDADOR DE LA IGLESIA

La iglesia no es una estructura humana como cualquiera otra insti-


tución política o social, sino un organismo divino que tiene un fundador
y una cabeza divinos.
Jesús dijo a Sus discípulos, “Edificaré mi iglesia”. Esta es Su iglesia,

43
Él es el edificador y la cabeza de la misma (Col. 1:18).Pablo la llama,
“la iglesia del Dios viviente” (1ª a Tim. 3:15). La iglesia es la esposa de
Cristo, que fue salvada y santificada por Él, por la unión con Él mismo
(Efe. 5:23-33). La iglesia es mencionada como “el cuerpo de Cristo” (Efe.
1:22, 23; 4:12; Col. 1:18) “La cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que
todo lo llena en todo” (Efe. 1:23).
La iglesia pertenece a Cristo porque Él la compró con Su sangre pre-
ciosa. Pablo instruye a los ancianos de Éfeso, “… apacentar la iglesia del
Señor, la cual ganó con su propia sangre” (Hech. 20:28; cf. 1ª de Ped.
1:18, 19).

IV. EL FUNDAMENTO O BASE DE LA IGLESIA

Una iglesia divina, con una cabeza divina, necesita también un funda-
mento divino. Tal fundamento es la aseveración que hizo Pedro cuando
confesó a Cristo como el Mesías, el Hijo de Dos; a lo cual respondió
Jesús: “Y sobre esta roca edificaré mi ilgesia; y las puertas del Hades no
prevalecerán contra ella” (Mt. 16:18). Por toda la Escritura se hace men-
ción de Cristo como una roca; por ejemplo, en Isaías 28:16 Dios dice:
“He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra
probada, angular, preciosa, de cimiento estable…” Pedro cita lo mismo
en 1ª de Pedro 2:6, y lo aplica a Cristo. Jesús es la piedra desechada por
los hombres, mas Dios le hizo la principal piedra del ángulo (Hech. 4:11,
12). Pablo confirma el fundamento de la iglesia, cuando dice: “Porque
nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es
Jesucristo” (1ª a Cor. 3:11). Cristo es el fundador de la iglesia y su fun-
damento.

V. EL GOBIERNO DE LA IGLESIA

Todo organismo requiere de alguna forma de gobierno; y la iglesia no


puede ser la excepción. Cuando la iglesia es considerada, en su concep-
ción universal, es una monaquía absoluta. Cuando es considerada en su

44
forma de congregación local, tiene un tipo de gobierno con autonomía
limitada.
A. Cristo Jesús es la cabeza y la autoridad absoluta de la iglesia. “Y sometió
todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la
iglesia” (Efe. 1:22).
“Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel
que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efe. 4:15).
“Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de
la iglesia, la cual es su cuerpo y él es su Salvador” (Efe. 5:23).
“Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el
primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminen-
cia” (Col. 1:18; cf. 2:10).
1. Como la suprena autoridad de la iglesia, Jesús tiene todo el poder,
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el
cielo y en la tierra” (Mt. 28:18).
2. Como la cabeza de la iglesia, Cristo tiene todo el poder legislativo.
Cristo tiene el poder de crear leyes para gobernar Su iglesia y sus activi-
dades.
Para probarlo, ya ha establecido las siguientes leyes, que están inclui-
das en la constitución.
a. Calificación de ciudadanía (Juan 14:6; Marc. 16:16).
b. Cualidades de los oficiales del reino (1ª a Tim. 3:1-13; Tito 1:5-9).
c. Deberes de los ciudadanos (Mt. 5:3 al 7:27; 1ª de Ped. 2:21).
d. Deberes de los oficiales (2ª a Tim. 4:2; 1ª de Ped. 5:2; Hech.
6:1-6).
e. Leyes de finanzas (1ª a Cor. 9:1-13; 16:1, 2; 1ª a Tim. 5:17, 18).
f. Leyes de disciplina (1ª a Cor. 5:1-13, 1ª a Tesal. 5:12; 1ª a Tim.
5:20).
g. Leyes para reintegrar a los apóstatas (Hech. 8:18-24; 2ª a Cor. 2:5-
11).

Teniendo este poder, uno puede ver el significado del mandato de


Jesús a Sus apóstoles, cuando dijo vayan, enseñen y bauticen, “Enseñán-
doles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mt. 28:20). La
promesa de Cristo de estar con la iglesia siempre, iba a depender de la

45
obediencia de ésta a los mandamientos de Jesús.
B. Gobierno autónomo de la iglesia local. Ya que la iglesia está com-
puesta por seres humanos, Cristo concedió al hombre un poder limitado
sobre Su iglesia.
1. La naturaleza de este poder limitado. Este poder está basado en la
democracia. El pleno o la mayoría de la iglesia local es la autoridad final
en sus propios asuntos. Hay algunas referencias bíblicas que confirman
esto: Hech. 6:5; 11:29, 30; 1ª a Cor. 16:3.
Este poder lo ejercen los ancianos, quienes son los gobernantes y su-
perintendentes de la iglesia. Ellos son escogidos por la iglesia, y dirigen y
gobiernan en favor de la iglesia (1ª de Ped. 5:1-5). Para los requisitors de
los ancianos, ver 1° a Tim. 3:1-7 y tito 1:5-9.
2. La limitación de este poder. Hay limitaciones bien definidas sobre
la iglesia en cuanto a la autoridad. La autoridad de la iglesia para hacer re-
glas y decisiones son limitadas a asuntos de opinión, y eso donde la Biblia
no ha dado instrucciones precisas; por ejemplo: el número de ancianos
y diáconos que la iglesia debe tener, qué clase de edificio, horas para re-
unirse, etc. Estas son cosas importantes en el trabajo del reino, pero no
hay un “ASÍ DICE EL SEÑOR” para guiar a la iglesia del Señor en esto.
Estas son áreas que Cristo ha dejado al juicio humano; aunque no hay
que olvidar que existen decisiones que deben hacerse en armonía con el
espíritu y la enseñanza de Cristo. W. L. Hayden, en su libro, Constitución
Política de la Iglesia, hace esta observación sobre el gobierno propio:
“¿En qué ocasión y con qué propósito están los cristianos autorizados
para votar?
Ellos no votan en asuntos de fe, piedad, moralidad, o necesarios
para la salvación, ni pueden ser clasificados a causa de un voto; y
nadie estará respetando la adoración o moralidad de la iglesia sólo
porque fue una decisión de la mayoría. Estas cosas atañen a la reve-
lación, a la autoridad divinia, y son reguladas por un “ASÍ DICE
EL SEÑOR” y no por un “ASÍ DICE LA MAYORÍA”. Pero en las
demás cosas, experiencias, conveniencias, etc. no hay otra manera
de decidir, sino por el voto de la hermandad”.

46
VI. TÍTULOS PARA LA IGLESIA

A. La Iglesia. Este es el término más frecuentemente usando para la


iglesia en el Nuevo Testamento. Algunas veces es identificada con la lo-
calidad de la iglesia; por ejemplo, “por toda Judea, Galilea, y Samaria”
(Hech. 9:31). “A la iglesia de los tesalonicenses” (2ª a Tesal. 1:1). El uso
de este término sin ninguna frase calificativa indica lo singular de la igle-
sia. No había nada igual en la sociedad; había sólo una iglesia; pues Cristo
edificó sólo una iglesia. La iglesia se iba a extender por todo el mundo, a
muchos países, pero seguiría permaneciendo como LA IGLESIA. Todos
los cristianos son miembros de un solo cuerpo (1ª a Cor. 1:2).
B. La iglesia de Dios. Otro término muy usado fue IGLESIA DE DIOS
o IGLESIAS DE DIOS (2ª a Cor. 1:1). Este nombre señala al planeador
y originador de la iglesia; y al mismo tiempo indica posesión legítima, ya
que la iglesia pertenece tanto a Dios como a Cristo.
C. Casa de Dios (1ª a Tim. 3:15). Este nombre presenta a la iglesia
como una familia. Nos indica que Dios habita en Su iglesia y Él es el pa-
dre de todos. Jesús habita en nosotros y con nosotros, y es como nuestro
hermano mayor. Romanos 8:17 nos recuerda que, como hijos de Dios,
somos herederos de Dios y coherederos de Cristo. Gálatas 3:26, 27 nos
revela cómo podemos ser hijos de Dios, “Pues todos sois hijos de Dios
por la fe en Cristo Jesús, porque todos los que habéis sido bautizados en
Cristo, de Cristo estáis revestidos”.
D. Templo de Dios (1ª a Cor. 3:16, 17). Este nombre describe la ado-
ración de la iglesia. Dios habita en Su santo templo, la iglesia, y allí es
adorado. Pedro dice que los cristianos “como piedras vivas, sed edificados
como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espiritu-
ales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1ª de Ped. 2:5). La iglesia,
entonces, es un templo espiritual hecho de piedras vivas (cf. Efe. 2:19-
22). Dios habita en cada creyente por medio del Espíritu Santo, el cual es
dado a los creyentes obedientes (Hech. 2:28). Si el creyente es fiel a Cristo
la cabeza, entonces algún día verá a Cristo personalmente y como Él es
(1ª de Jn. 3:2). En aquel día Dios habitará con Su gente y será su Dios
(Apoc. 21:3). Estos son el propósito grandioso y la meta de la iglesia.

47
PREGUNTAS
Ponga “V” o “F” (verdadero o falso) antes de cada severación, según
su criterio.

1. El reino de Cristo es más espiritual que material.


2. La iglesia y el reino son dos cuerpos distintos.
3. Isaías predijo que le reino sería establecido en Sion.
4. El término IGLESIA se refiere siempre a la congre-
gación local.
5. La fe es el único requisito para ser admitido en la iglesia
del Señor.
6. El reino fue establecido en la Pascua.
7. Juan, el Bautista, comenzó la iglesia.
8. La palabra ECCLESIA se refiere originalmente a la
asamblea de ciudadanos griegos.
9. Todos los cristianos son miembros de la iglesia de
Cristo.
10. Una persona puede ser salva sin pertenecer a la iglesia
de Cristo.

48
Llene los espacios.

1. El gobierno de la iglesia es, en sentido universal, una


______________ aun así, la iglesia local tiene tambíen su gobi-
erno ______________ .
2. ¿En qué área de la vida la iglesia no tiene autoridad para votar o
hacer leyes? _________________________________________
__________________________________________________
3. Dé dos títulos para la iglesia y su significado:

A. ________________________________________________
B. ________________________________________________

49
LA FE

I. El uso del término FE en el Nuevo Testamento.


A. FE usada como sinónimo de cristianismo.
B. FE describe la vida del cristiano.
C. FE aplicada al pecador.
II. ¿Qué es fe?
III. ¿Cómo obtenemos la fe?
A. La fe cristiana es producida de manera similar a cualquier otra
fe.
B. La fe es el resultado de la aceptación de un testimonio o un
a evidencia.
IV. La relación entre la fe y la obediencia.
A. La obediencia por fe.
B. La obediencia es, simplemente, fe en acción.
V. Los beneficios de la fe.
A. Es esencial para recibir todas las bendiciones de Dios.
B. Algunos beneficios específicos de la fe.
1. Asegura la aslvación para el hombre.
2. La fe agrada a Dios.
3. La fe trae paz al corazón del cristiano.
4. La fe eleva nuestra mente y nuestra visión para pensar como
Dios piensa y ver como Dios ve.

50
I. EL USO DEL TÉRMINO “FE” EN
EL NUEVO TESTAMENTO

A. FE usada como sinónimo de cristianismo. Un uso de la palabra FE es


para identificar el cuerpo en el que el creyente confía, o como sinónimo
de cristianismo. Judas 3 dice, “… que contendáis ardientemente por la
fe que ha sido una vez dada a los santos”. “Aquel que en otro tiempo nos
perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba” (Gál. 1:23).
En Hechos 13:8 Lucas nos relata que Elimas molestaba a Pablo y a Bern-
abé “procurando apartar de la fe al procónsul”. En estos pasajes, como
en otros más, se puede ver la palabra FE, usada principalmente como
sinónimo de cristianismo.
B. FE describe la vida del cristiano. Romanos 1:17 dice, “Mas el justo
por la fe vivirá”. En 1ª a Tesalonicenses 1:3 Pablo escribe, “Acordándonos
sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del tra-
bajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro
Señor Jesucristo”. Y en 2ª a Corintios 5:7, “Porque por fe andamos, no
por vista”. En estos versos se pone de manifiesto que el cristiano vive por
fe, trabaja por fe y camina por fe. Todo lo hace por y con fe.
C. FE aplicada al pecador. Para ser cristiano, un pecador debe tener fe, o
como se dice con frecuencia, creer en Jesús. “Y vosotros, ¿quién decís que
soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del
Dios viviente” (Mt. 16:15, 16). Pablo dijo al carcekeri de Filipos, cuando
éste le preguntó la forma de ser salvo, “Cree en el Señor Jesucristo, y serás
salvo, tú y tu casa” (Hech. 16:31). Jesús y Pablo demandaron fe o creencia
en Cristo como un acto esencial para ser cristiano. Examinemos esta fe
que es tan esencial para la salvación de uno.

II. ¿QUÉ ES FE?

Hebreos 11:1 dice, “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la


convicción de lo que no se ve”. El autor define la fe como la CERTEZA,
GARANTÍA o BASE de cosas que se esperan. Es también la EVIDEN-
CIA o CONVICCIÓN de lo que no se ve.

51
La fe, vista de manera objetica, es la evidencia o garantía en la cual está
fundada la esperanza del cristiano. Y vista de manera subjetiva, la fe es la
seguridad de cosas que se esperan y la convicción de las que no se ven.
Tal seguridad o confianza impulsa al creyente a tratar al futuro como si
fuera el presente, y a lo invisible como si fuera visible. No es aún el cono-
cimiento completo que un día tendremos, sino la firme seguridad que nos
mantiene fieles hasta el final. El capítulo 11 de Hebreos muestra amplia-
mente que la fe verdadera mostrada por Abraham, Moisés, Rahab y otros
fue simplemente una confianza total en Dios, a quien ellos consideraron
digno de confiar en Él.
Otra palabra que describe más correctamente la naturaleza de la fe es
CONFIANZA. La fe, en sentido general, puede significar simplemente
aceptación. Por ejemplo, uno puede creer que George Washington,
Simón Bolívar, José Martí o Benito Juárez existieron en realidad, pero
no habría motivos como para tener confianza en ellos como personas. La
fe cristiana no sólo se persuade de ciertos factores concernientes a Jesús,
sino que, además, hay motivos para confiar en Él como Señor y Salvador.
El ejemplo de la fe de Abraham, mostrado en Romanos 4:20, 21, ilustra
estos motivos para la confianza, “Tampoco dudó, por incredulidad, de la
promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plena-
mente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que
había prometido”. Abraham era fuerte en la fe, pues estaba plenamente
convencido y seguro de que Dios cumpliría Su promesa de darle un hijo,
Confió plenamente en Dios, que creyó que si mataba a su hijo conforme
al mandato de Dios, Él lo traería de nuevo a la vida (Heb. 11:17-19).
Alejandro Campbell consideró la palabra...
CONFIANZA o CONFIAR para expresar sustancialmente el signifi-
cado de la palabra FE. Este punto de vista, simple y comprensible, fue
el que adoptó y usó durante su vida el señor Campbell. Durante sus
innumerables controversias, se vio obligado a contender contra los er-
rores populares sobre el tema, para insistir en la necesidad absoluta de la
evidencia y para asegurar que donde no hay evidencia no puede haber
fe. De esta forma él pudo mantener la fe verdadera en Cristo, al someter
su voluntad a la voluntad y autoridad del Señor, y así pudo confiar en
Él como el Hijo de Dios y Salvador perfecto de la raza humana. (Robert

52
Richardson, Las Memorias de Alexander Campbell, pp. 177, 178).

III. ¿CÓMO OBTENEMOS LA FE?

Mucha gente considera cualquier santo religioso como algo misterioso,


aun los más eruditos. Siempre hay aspectos que el hombre no comprende
del todo. Lo principal para producir fe en el corazón del hombre es que
se efectúe un proceso racional e inteligente, el cual nos llevará a nuestro
primer paso o pensamiento, que es:
A. La fe cristiana es producida de manera similar a cualquier otra fe.
Por ejemplo, ¿cómo se produce la fe en cualquier personaje histórico?
Por medio de la evidencia, y el testimonio que convenza nuestra mente,
Creemos que Fulano de Tal (personaje histórico) existió por los escritos
sobre él, moumentos a su memoria o alguna otra evidencia de que vivió.
¿De qué manera confiamos en algún médico? Sin duda, porque recibimos
evidencias o testimonios de su forma de trabajar y tratar a la gente.
La fe en Cristo Jesús es producida de la misma manera: la aceptación
de Cristo como la Verdad, las muchas evidencias en la Biblia de que Jesús
existió y que es el Mesías, el Hijo de Dios, como Él decía serlo. Dios apeló
a la mente del hombre de una manera sensible e inteligente.
B. La fe es el resultado de la aceptación de un testimonio o una eviden-
cia. Las Escrituras indican claramente que la fe es producida cuando hay
aceptación de las evidencias tocante a Cristo.
“Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió
él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?” (Jn.
5:46, 47).
“Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípu-
los, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para
que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo,
tengáis vida en su nombre” (Jn. 20:30, 31).
“Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones
hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió
que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen”
(Hech. 15:7).

53
Estos pasajes aclaran perfectamente que la fe cristiana, como cualquier
otra fe, descansa sobre el testimonio. Pablo, en Romanos 10:16, 17, deja
perfectamente establecido cómo se produce la fe: “Mas no todos obe-
decieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro
anuncio? Así que, la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios”. Esa
fe es el resultado de un testimonio. Es producida y probada por la voz de
la insiración divina y la razón humana.

IV: LA RELACIÓN ENTRE


LA FE Y LA OBEDIENCIA

Muchas ocasiones la gente confunde la relación exacta que hay entre


la fe y la obediencia. Piensan que entre ambas hay un conflicto. No ob-
stante, un estudio más cuidadoso de las Escrituras indicará que en vez de
fe y obediencia como dos acciones sepradas, son dos partes de un mismo
todo.
A. La obediencia por fe. Pablo usa frecuentemente la expresión LA
OBEDIENCIA DE LA FE, hablando de Cristo. En Romanos 1:5 lee-
mos, “… para la obediencia de la fe en todas las naciones… “ (también
Rom. 16:26). Hechos 6:7 dice: “… también muchos de los sacerdotes
obedecían a la fe”. ¿Qué quiso decir con OBEDIENCIA DE LA FE? La
obediencia de la fe es la obediencia que produce la fe, o la que proviene
de la fe. Pablo dice que el evangelio es para ser predicado y traernos a la
obediencia producida por la fe.
1. Dos clases de obediencia. Hay, por lo menos, dos clases de obe-
diencia en el mundo: 1) La producida por la fe divina; 2) La producida
por el raciocinio humano. Una proviene de Dios, la otra del hombre. El
hombre puede actuar debido a varios motivos o influencias. El motivo
que influye en el hombre para actuar es importante. Para ilustrarlo, “Un
hombre puede ser honesto en su trabajo o negocio, porque le pagan. Tal
vez él no sepa que Dios espera que sea honesto; simplemente lo hace,
porque considera que es buena práctica y da buenos resultados en su ne-
gocio”. Esta sería la obediencia por razón humana.
La obediencia cristiana puede apelar a la razón del hombre, pero gen-

54
eralmente no lo hace; y hay un motivo para ello: Dios desea saber a qué
se debe que le obedezcamos, si por fe y amor a Él, o tenemos otros mo-
tivos. En todas las edades Dios ha escogido ciertos actos que demuestren
claramente la fe que el hombre tiene en Dios; por ejemplo, hasta donde
Evapodía ver o pensar, no había razón poderosa que le impidiera comer
del fruto prohibido. Era bueno para comer, era agradable a los ojos y era
deseable. El único motivo para no comerlos era que Dios lo había prohi-
bido, y cuando ella lo comió, fue un claro caso de desobediencia.
2. Hoy en día Dios ha requerido un acto similar de obediencia para
probar nuestra fe: la inmersión (bautismo cristiano). Mucha gente dirá,
“No veo la conexión entre el bautismo cristiano y el que yo acepte a
Dios”. Desde el punto racional, esto es cierto; no hay manera humana
de explicar cómo es que la imnersión es parte esencial para ser cristiano,
sólo que Cristo la ordenó (Marc. 16:16). Pedro dijo en Hechos 2:38, “Ar-
repentíos y bautícese (sea sumergido) cada uno de vosotros en el nombre
de Jesucristo para remisión de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu
Santo”. Cuando alguien se somete al acto del bautismo, lo hace por la
única razón de que Cristo lo ordenó. Esto es la prueba de su fe y amor ha-
cia Él. Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn. 14:15).
El bautismo es una prueba de obediencia a Dios.
B. La obediencia es, simplemente, fe en acción. Esto es lo que Santiago
tuvo en mente cuando escribió que si la fe no es expresada en obediencia
o acción, no es fe verdadera. Hasta los demonios crren en Jesús, pero no
resulta en obediencia (Stgo. 2:14-26). Al mismo tiempo nos recuerda que
Abraham probó su fe cuando, por medio de la obediencia, ofreció a Isaac
en sacrificio. La obediencia no es algo que el hombre hace además o aparte
de la fe; es, en sí, su fe en acción. Alguien no podrá tener fe verdadera si,
al menos, no la dirige hacia la obediencia. Un entendiemiento claro de
esto anulará cualquier pregunta como: ¿es el hombre salvo solamente por
fe, o solamente por obediencia?, ya que es salvo por ambas. Ilustremos
esto: ¿cuál hoja de las tijeras hace el corte? Lo cierto es que mabas hojas
efectúan el corte. Para obtener salvación debemos aplicar tanto fe como
obediencia. No podemos separarlas.

55
V. LOS BENEFICIOS DE LA FE

No estamos exagerando la importancia de la fe, ya que es el punto vital


de la vida cristiana.
A. Es esencial para recibir todas las bendiciones de Dios. En todas las
edades Dios ha salvado al hombre, y le ha bendecido bajo el principio de
la fe. Efesios 2:8 dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;
y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. GRACIA es la palabra que
resume el principio sobre el cual Dios bendice al hombre. Esto se debe a
que el amor, la misericordia y todos los beneficios de Dios para el hombre
son motivados por la GRACIA. La única actitud postivia del hombre que
le permite recibir las bendiciones de Dios es la fe. Es la llave que abre las
puertas de los tesoros celestiales.
B. Algunos beneficios específicos de la fe son:
1. Asegura la salvación para el hombre. Pedro, hablando de la con-
versación de los gentiles, dice: “Y ninguna diferencia hizo (DIOS) entre
nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones” (Hech. 15:9). En
Hechos 10:43 PEdro dice: “De éste(Jesús) dan testimonio los profetas,
que todos los que en él creyeren recibirán perdón de pecados en su nom-
bre”. La fe es la respuesta del hombre hacia la salvación que Dios ofrece.
Como se ha mencionado antes, cuando las Escrituras hablan de ser
salvos por fe, se entiende que esa fe es expresada en obediencia. Como
prueba, Pedro en su primera carta (1:22) dice: “Habiendo purificando
vuestras almas por la obediencia a la verdad.” (también Rom. 6:17, 18).
2. La fe agrada a Dios. Hebreos 11:6 dice: “Pedro sin fe es imposible
agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le
hay, y que es galardonador de los que le buscan”. Por supuesto, la mayor
ofensa que el hombre puede hacer a Dios es dudar de Su palabra. Jesús re-
prendió a Sus discípulos por esta abandonar la confianza en las promesas
de Dios es un insulto a Su amor, a Su gracia y a Su poder para bendecir
al hombre. El escrito de Hebreos dice, “SIN FE ES IMPOSIBLE AGRA-
DAR A DIOS”.
3. La fe trae paz al corazón el cristiano. Jesús dijo a Sus apesadumbra-
dos apóstoles, cuando estaba para dejarlos: “No se turbe vuestro corazón;
creéis en Dios, creed también en mí” (Jn. 14:1). Encontrarán ánimo para

56
su triste corazón al ejercitar una fe genuina en Cristo y en Dios.
Jesús dio la solución para todo temor y tristeza en Mateo 6:25-34.
En términos más simples la solución es: SER IGUAL QUE UN NIÑO,
confiar en el amor, en la bondad y en el poder de Dios. Elizabeth Chaney
resumió este pensamiento en su poema “Oído por casualidad en un huer-
to”:
“Dijo el petirrojo al gorrión:
Me gustaría saber en realidad,
Por qué esta ansiosa humanidad
Corre tan aprisa y se acosa.
Y el gorrión contestó al petirrojo:
Amigo, creo que tiene que ser así,
Pues ellos no tienen al Padre Celestial,
Que cuida de ti y de mí”.
4. La fe no sólo trae los beneficios antes mencionados, también per-
mite a nuestra mente y visión pensar y ver como Dios piensa y ve. Ely V.
Zollars lo ilustra elocuentemente:
“Debe notarse que la fe en sus varios usos o aplicaciones cubre un
campo muy extenso: abre la puerta del pasado y hace a un lado la cor-
tina del futuro. El conocimiento que adquirimos, entonces, es más ex-
tenso que el que adquirimos por medio de nuestros sentidos físicos; y
en esto el hombre es infinitamente superior a cualquier animal. Si nos
confináramos al conocimiento que podemos obtener con los sentidos,
nuestro campo sería muy limitado. El ojo y el oído naturales pueden
percibir sólo un pequeño mundo, que aumentado con el microscopio
o el telescopio, sería un poco más grande. Pero con el ojo y el oído de
la fe podemos descubrir algo nunca visto, y habitar entre las bellezas
que nunca acabarán.” (Ely Zollars, La Gran Salvación, pp. 95, 96).

57
PREGUNTAS
Ponga “V” o “F” (verdadero o falso) antes de cada severación, según
su criterio.

1. Hebreos 11:1 define la fe como la “certeza de lo que se


espera, la convicción de lo que no se ve”.
2. La fe viene por una revelación directa del cielo.
3. El Nuevo Testamento enseña que hay diferentes grados
de fe (cf. Maeo 8:26; 15:28).
4. Los demonios no creen en Cristo.
5. Es bueno tener fe pero no es obligatorio.
6. El bautismo es una buena obra que el cristiano hace.
7. El bautismo es un acto de obediencia, que expresa fe en
Cristo.

Llene los espacios.

1. ¿Dé qué tres maneras es usado el término FE?

A. _____________________________________________
B. _____________________________________________
C. _____________________________________________

2. Alejandro Campbell consideró que la palabra _____________


expresa claramente el significado de FE.

58
3. Una persona puede obedecer debido a dos motivos, ¿cuáles
son?

A. ________________________________________________
B. ________________________________________________

4. Mencione tres beneficios de la FE:

A. ________________________________________________
B. ________________________________________________
C. ________________________________________________

59
EL ARREPENTIMIENTO

I. ¿Qué es arrepentimiento?
A. Definición de arrepentimiento.
B. El arrepentimiento ilustrado.
II. Lo que no es arrepentimiento.
A. El arrepentimiento no debe ser confundido con tristeza.
B. El arrepentimiento no es una reforma.
C. El arrepentimiento no debe ser confundido con el miedo.
III. Motivos que guían al arrepentimiento.
A. La bondad o el amor de Dios.
B. La tristeza a causa del pecado.
C. Miedo al juicio.
IV. La restitución y su relación con el arrepentimiento.
V. La necesidad del arrepentimiento.
A. El arrepentimiento es necesario para el pecador.
B. El arrepentimiento es necesario también para el cristiano.
VI. Algunos impedimentos para el arrepentimiento.
A. El orgullo natural del corazón.
B. La influencia de los deseos pecaminosos.
C. La tardanza para hacer una decisión.

60
El llamamiento al arrepentimiento aparece desde el principio de la
Biblia. Pedro llama a Noé, PREGONERO DE LA JUSTICIA (2ª de
Ped. 2:5). Aunque no se dice claramente, Noé, sin duda, predicó el ar-
repentimiento a la gente de su tiempo, en un intento por salvarlos del
diluvio.
Los profetas arguyeron constantemente con el pueblo de Israel para
que se arrepintiera de sus pecados, y se volviera a Dios (Joel 2:12-14;
Ezequiel 33:11). Juan, el Bautista, predicó en el desierto de Judea: “Arre-
pentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:2). Cuando
Jesús inició Su ministerio terrenal, llegó a Galilea predicando el evangelio
de Dios deiciendo, “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha
acercado arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marc. 1:15).
Ese mensaje de Dios es el mismo en la era cristiana. En Pentecostés el
apóstol Pedro ordenó que la gente se arrepintiera y fuera bautizada (sum-
ergida) en el nombre de Jesucristo para recibir la remisión de los pecados
y el don del Espíritu Santo (Hech. 2:38)-
En el mensaje Jesús a las siete iglesias en Asia (Apoc. 2 y 3) enfatizó la
doctrina del arrepentimiento. Ocho veces en esos dos capítulos aparecen
las palabras que implican arrepentimiento (ARREÍÉNTETE, ARREPI-
ENTA, ARREPENTIRSE). El arrepentimiento era una de las principales
necesidades en los tiempos bíblicos; y se necesita muchos más hoy en día,
tanto para los que están dentro como los que están fuera de la iglesia del
Señor.

I. ¿QUÉ ES ARREPENTIMIENTO?

A. Definición de arrepentimiento. La palabra griega para ARREPEN-


TIMIENTO en el Nuevo Testamento es METANOIA; que significa
TENER OTRA MENTE, CAMBIO DE MENTE. La persona que se
arrepiente equivale a otra usada en el Antiguo Testamento: VOLVER. La
definición dada por Thayer al término METANOIA es “cambiar since-
ramente la mente de uno por algo mejor, para enmendar y aborrecer un
pasado pecaminoso”. (Thayer’s Greek Lexicon, Pág. 405).
El profesor J. W. McGravey definió el arrepentimiento así: “Arrepen-

61
timiento es un cambio de voluntas o de mente, causado por un dolor a
causa del pecado, y guía a una reforma de vida.” (Comentario de Hechos,
Pág. 61).
Podemos ver tres pasos en estas definiciones: 1) El arrepentimiento
es un cambio de voluntad o de mente; 2) Este cambio es producido por
un dolor a causa de pecados cometidos; 3) Guía a un cambio de vida y
conducta.
B. El arrepentimiento ilustrado. El verdadero arrepentimiento se ve
ilustrado en la iglesia de Corinto (2ª a Cor. 7). En la primera carta Pablo
los reprendió severamente por sus pecados; más tarde escribió la segunda,
donde dice que se alegraba, no porque estaban tristes, sino porque habían
mostrado tristeza para arrepentimiento. Y continúa: “Porque la tristeza
que es según Dios produce arrepentimiento para salvación” (vs. 10). El
dolor santo precedió guió al arrepentimiento o cambio de mente, y siguió
la salvación como resultado final.
La historia del hijo pródigo de Lucas 15 es una buena ilustración del
arrepentimiento. El pecado del joven se nota en su rechazo voluntario a la
autoridad del padre y del hogar. Esta obstinación le llevó a un país lejano,
donde perdió todo lo que tenía en una vida disipada (vs. 13). Podemos
ver lo profundo de su pecado, cuando por falta de dinero, de amigos y
comida se humilló hasta el grado de alimentar cerdos.
El arrepentimiento se notó cuando él consideró seriamente su
condición. “Y volviendo en sí” (vs. 17), indica que un pecador está fu-
era de sí (de su mente), no piensa claramente. El joven comprendió que
había llevado una vida muy sucia, y que si condición era más baja que
la del siervo más bajo en la casa de su padre. Esto lo llevó al primer paso
hacia el arrepentimiento, o sea el dolor por causa del pecado. El dolor
por el pecado le guió a nuevas resoluciones, dijo: “Me levantaré e iré a mi
padre” (vs. 18). Él cambió de mente en cuanto al pecado, y comprendió
el enorme precio que había pagado por el placer de pecar por un corto
tiempo; cambió su mente en cuanto a su padre y el hogar. Esta es la se-
gunda fase del arrepentimiento.
Sin embargo, para que éste sea completo, debe haber un cambio o
reforma de vida. El joven pudo haberse quedado sentado en el chiquero
por le resto de su vida, con su resolución y nunca arrepentirse verdadera-

62
mente. Su arrepentimiento estaba encompleto hasta que se levantó y fue
a su padre (vs. 20).
Hemos visto ilustrados los tres elementos del arrepentimiento: un
cambio de mente debido al dolor ocasionado por el pecado, que después
guió a una reforma de vida.

II. LO QUE NO ES EL ARREPENTIMIENTO

Habiendo visto la definición e ilustración de lo que es el arrepen-


timiento, vayamos ahora al lado contrario para comprender mejor el ar-
repentimiento, mostrando lo que NO ES:
A. El arrepentimiento no debe ser confundido con tristeza. Pablo dice
claramente que el dolor según Dios produce arrepentimiento para sal-
vación (2ª a Cor. 7:10); por eso dijo que se gozaba no porque hayan
estado tristes, sino poque se entristecieron para arrepentimiento (2ª a cor.
7:9). Una tristeza por el pecado es un antecedente o motivo que guía al
arrepentimiento; pero esta, en sí, NO es arrepentimiento; sólo se rela-
cionan, como la causa y el efecto de la física. El efecto es el cambio de
lamente; la causa es la tristeza provocada por el pecado. Uno puede estar
triste por las consecuencias del pecado sin estarlo por el pecado en sí. La
mayoría de los prisioneros están tristes, no por sus pecados sino por que
los capturaron. Solamente cuando uno esté triste, realmente, a causa del
pecado, no tomando en cuenta las consecuencias, nos conducirá a aban-
donar el pecado.
B. El arrepentimiento no es una reforma. Juan el Bautista dijo a los
fariseos en Mateo 3:8, “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento”.
Los estaba desafiando a que mostraron con su vida cambiada y acciones
justas que se habían arrepentido. Esta reforma de vida es un RESUL-
TADO del arrepentimiento, pero NO es arrepentimiento. Es posible que
una persona se reforme, y hasta deje de hacer cosas malas sin arrepen-
tirse, en realidad, de ellas. Alguien puede dejar de embriagarse para evitar
morir, sin tener por ellos un verdadero arrepentimiento de su borrachera.
Las circunstancias no pueden guiar a nadie a cambiar, si antes no existe
un verdadero cambio de mente, respecto de la vida pecadora. La reforma

63
es, pues, un fruto del arrepentimiento.
C. El arrepentimiento no debe ser confundido con el miedo. Es cierto que
el miedo al juicio es uno de los motivos que guían al hombre a arrepen-
tirse; sin embargo, el miedo NO es arrepentimiento.
Cuando Pablo predicó a Félix, en Hechos 24:25, le habló de la justi-
cia, del autocontrol y del juicio venidero. Cuando Félix oyó describir la
justicia que no tenía, el autocontrol que nunca había ejercido y el juicio
para el cual no estaba preparado se atemorizó, y dijo a Pablo: “Ahora
vete; pero cuanto tenga oportunidad te llamaré”. Después de que Pablo
salió, y su temor se hubo apaciguado, Félix no mostró ningún cambio
de mente o reforma de vida. Hay muchos que piensan que si estuvieran
muy enfermos, a la puerta de la muerte; con sólo tener miedo y llorar
demostrarán que están arrepentidos; pero recuperados, muy pocos, en
realidad, muestran con su vida que se arrepintieron. El miedo, entonces,
NO es arrepentimiento.

III. MOTIVOS QUE GUÍAN


AL ARREPENTIMIENTO

Las Escrituras enseñan que hay ciertos motivos (fuerzas activadoras)


que mueven a la persona al arrepentimiento. El primero y, a la vez, el más
importante es:
A. La bondad o el amor de Dios. Pablo escribe en Romanos 2:4, “¿O
menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad,
ignorando que su beningnidad te guía al arrepentimiento?” Juan nos
recuerda en 1ª de Juan 4:19, “Nosotros le amamos a él, porque él nos
amó primero”. El poder más grande que se mueve sobre el mundo es
EL AMOR. Fue el amor lo que motivó que Jesús viniera a la Tierra para
efectuar la aslvación del hombre. Cuando alguien comprende cabalmente
el amor de Dios y de Cristo que nos mostraron en el Calvario, eso se cin-
vierte en la fuerza mtriz que nos guía al arrepentimiento.
B. La tristeza a causa del pecado. Leemos en 2ª a Corintios 7:10, “Porque
la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de
que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte”.

64
Cuando alguien comprende cómo hiere el pecado a Dios, a los seres
queridos y a los amigos; cuando reconoce que el pecado entristece a Dios,
entonces, esto lo guía al arrepentimiento.
Pablo nos recuerda con estas palabras que hay dos clases de arrepen-
timiento: uno piados y otro mundano; uno trae salvación y el otro trae
muerte.
Pedro y Judas ilustran estas dos clases de dolor. Ambos pecaron contra
el Maestro. Cuando Pedro comprendió su pecado, al ver al Maestro y oír
el canto del gallo, la Biblia dice que salió y “lloró amargamente” (Mt.
26:75). Sin embargo, el día de la resurrección fue el primero en entrar en
la tumba vacía, y por el resto de sus días siguió los pasos del Maestro. Su
cambio de mente fue genuino porque lo guió a un cambio de vida; re-
gresó humildemente al Maestro, quien lo perdonó y lo envió a predicar.
Judas traiciona al Maestro; sin embargo, por la mañana comprende la
gravedad de su acción. La Biblia dice que se arrepentió y regresó las teinta
monedas de plata a los príncipes de los sacerdotes, y dijo: “Yo he pecado
entregando sangre inocente” (Mt. 27:4). Podemos ver que Judas cambió
de mente, más su arrepentimiento no fue genuino. La palabra griega para
el arrepentimiento de Judas no es METANOIA, sino METAMELO-
MAI, que significa “sentimiento de inquietud” o “remordimiento”. Este
sentimiento puede redundar en arrepentimiento genuino o en una simple
molestia de conociencia. Judas estaba triste por lo que estaba sufriendo el
Maestro; sin duda no pensó que iba a ser condenado. Estaba triste porque
sus planes no salieron como quería. No hay indicios de que haya tenido
dolor o tristeza a causa de su pecado, porque no regresó al Maestro para
obtener el perdón y la salvación, sino que consiguió una sga y se ahorcó.
Pedro tuvo un dolor según Dios a causa de su pecado, y obtuvo la
salvación. Judas demostró un dolor según el mundo, que le guió a la
muerte.
C. Miedo al juicio. Cuando Pablo habló a los filósofos del Areópago,
en Atenas, les recordó que antes que viniera Cristo, Dios había pasado
por alto su ignorancia; pero ahora que Cristo había venido y la aslvación
estaba disponible para todos los hombres, dijo que Dios “manda a todos
los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hech. 17:30). El motivo
que hace que se arrepientan es la perspectiva del juicio de Dios. Pablo les

65
sigue diciendo: “Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al
mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos
con haberle levantado de los muertos” (Hech. 17:31). El miedo al juicio
no es realmente el motivo más grande para lograr el arrepentimiento,
pero algunas veces es muy efectivo. A menudo el corazón se torna muy
duro a causa del pecado, que atrae sobre sí la amenaza del juicio de Dios,
a fin de destruir la barrera, para que el amor de Dios pueda alcanzar el
croazón. Es muy probable que en muchos casos Dios haga uso de los tres
medios para atraer al hombre al arrepentimiento.

IV. LA RESTITUCIÓN
Y SU RELACIÓN CON EL ARREPENTIMENTO

Restitución es el hecho de enmendar los errores que se han cometido.


La Biblia dice que una vez que el hombre se ha arrepentido, debe tratar de
corregir o enmendar, hasta donde sea humanamente posible, los errores
que se hayan hecho.
Juan dijo a los fariseos que fueron a oírle predicar: “Haced, pues, fru-
tos dignos de arrepentimiento” (Mt. 3:8). Pablo insistía en que debía
haber alguna evidencia o fruto que indicara un cambio de pensamiento y
de acción (vea Hechos 26:20).
Zaqueo entendió este principio de restitución. Después de su encuen-
tro con el Señor, dijo: “He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los
pbres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado”
(Lc. 19:8). Cuando Jesús oyó esto y vio la evidencia del arrepentimiento,
dijo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es
hijo de Abraham” (Lc. 19:9).

IV. LA NECESIDAD DEL ARREPENTIMIENTO

Cuando Jesús dio la gran comisión dijo que el arrepentimiento y la


remisión de los pecados debían ser predicados en Su nombre a todas las
naciones, comenzando por Jerusalén (Luc. 24:47). Jesús dijo también a

66
los judiós: “Antes si no os arrepentís, todos preceréis igualmente” (Lc.
13:3). Pablo informó a los filósofos de Atenas que Dios una vez pasó por
alto su ignorancia e idolatría; pero, “ahora manda a todos los hombres en
todo lugar que se arrepientan” (Hech. 17:30). El arrepentimiento es tan
importante que es una de las primeras cosas que median entre el hombre
y la destrucción. Una de las razones para la benignidad y paciencia de
Dios hacia el hombre es que Él no quiere que nadie pereza sino que todos
procedan al arrepentimiento (2ª de Ped. 3:9).
A. El arrepentimiento es necesario para el pecador. El gran proósito del
evangelio es salvar al hombre del pecado; pero antes de salvarle, su cora-
zón debe ser purificado del pecado. Hechos 2:38 nos dice que esto se re-
aliza cuando los individuos, respondiendo a la fe, se arrepienten, se alejan
del pecado y son sumergidos (bautizados) en Cristo. Dios ha prometido
perdonar al hombre solamente cuando éste desee arrepentirse y aban-
done el pecado. antes que un pecador quiera reclamar la promesa de la
salvación, debe, por medio de la fe, arrepentirse y obedecer al evangelio.
Pedro confirma esto en su primera carta, capítulo 1, verso 22, donde dice
que las almas son purificadas por medio de la obediencia a la verdad.
B. El arrepentimiento es necesario también para el cristiano. ¿Qué hace el
cristiano para obtener perdón de pecados después que ha venido a Jesús y
ha pecado? Pedro responde a esta pregunta en Hechos 8:22. Simón había
creído en Cristo; sin embargo, la tentación lo venció y pecó. Después
de reprenderle severamente por su pecado, Pedro le dice cómo obtener
perdón: “Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás
te sea perdonado el pensamiento de tu corazón”. Dos pasos son nece-
sarios para el cristiano que peca: arrepentimiento y oración para lograr
el perdón. Sin duda, que el orar sin arrepentimiento es un ejercicio sin
provecho; mas la oración con arrepentimiento ayudará a salvar al cris-
tiano del pecado.

VI. ALGUNOS IMPEDIMENTOS


PARA EL ARREPENTIMIENTO

A. El orgullo natural del corazón. Esteban reprendió severamente al

67
Sanedrín, antes de que lo apedrearan, diciendo: “¡Duros de cerviz e incir-
cuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo;
como vuestros padres, así también vosotros” (Hech. 7:51). El hombre es
orgulloso por naturaleza; y es difícil para cualquiera reconocer o aceptar
que ha pecado o anda errado. El orgullo impulsa a uno a apegarse más a las
cosas que son malas, que admitir su pecado o debilidad. Es un verdadero
heroísmo moral admitir humildemente que tenemos fallas y que debe-
mos abandonarlas. La humildad es, en verdad, una virtud que no tiene
precio. LJesús dijo: “Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis
en el reino de los cielos” (Mt. 18:3). LE fue necesario al hijo pródigo una
gran humildad para “tragarse” su orgullo y regresar a casa, y admitir ante
su padre y su hermano mayor que había pecado. Muchos se perderán
eternamente porque el orgullo les obstaculizó su arrepentimiento.
B. La influencia de los deseos pecaminosos.
La consecuencia necesaria del arrepentimiento incluye abandonar
las gratificaciones sensuales, los apetitos carnales, los sórdidos placeres,
la lujuria y todas las formas vergonzosas de pecado; y esto es algo que
muchos no pueden hacer. El borracho puede llorar por su pecado, mas
su apetito desordenado le aleja de su propósito de abandonar sus ma-
los deseos. El dolor sugiere arrepentimiento, pero el apetito ataca con
mayor saña, y el hombre titubea, y finalmente se pierde. (Ely Zollars,
La Gran Salvación, p. 121).
C. La tardanza para hacer una decisión. Demorarse para hacer una
decisión es uno de los mayores impedimentos para el arrepentimiento.
Mucha gente llega al fin de su vida sin haberse arrepentido; pues al igual
que Félix, están buscando un tiempo más conveniente para hacerlo. Las
Escrituras no están de acuerdo con esto; por eso, nos recuerdan: “hoy es
el día de salvación”. El cielo es maravilloso, el infierno tan horrible y la
eternidad tan largaa como para posponer el arrepentimiento.

68
PREGUNTAS
Llene los espacios.

1. Escriba la definición que da McGarvey para arrepentimiento.


________________________________________________
2. _______________ es el fruto o resultado del arrepentimiento.
3. Diga tres cosas que obstaculizan el arrepentimiento:

A. ________________________________________________
B. ________________________________________________
C. ________________________________________________

4. Pablo menciona dos clases de dolor, ¿cuáles son?


A. ________________________________________________
B. ________________________________________________

5. Pedro dice que un cristiano debe ________________ y


_____________ para recibir el perdón (Hech. 8:22).

69
Ponga “V” o “F” (verdadero o falso) antes de cada severación, según
su criterio.

1. Una buena definición para arrepentimiento es “un dolor


a causa del pecado”.
2. Restitución quiere decir “enmendar los errores de uno”.
3. El amor de Dios es el único motivo mencionado en la
Biblia para arrepentirnos.
4. La humildad no es necesaria para el arrepentimiento.
5. Jeremías deice que el arrepentimiento fue el tema cen-
tral del mensaje de los profetas.

70
EL BAUTISMO

I. La autoridad para el bautismo.


II. El acto del bautismo.
A. Declaraciónes sencillas de la Escritura.
1. En AGUA.
2. MUCHA AGUA.
3. IR al agua.
4. ENTRAR al agua.
5. SALIR del agua.
B. El símbolo del bautismo.
1. El bautismo es semejanza de una sepultura y una resurre-
cción.
2. El bautismo es semejanza de un nuevo nacimiento.
C. El significado de la palabra griega.
III. La persona que debe ser bautizada.
A. Debe ser un creyente en Cristo.
B. La persona, aparte de ser creyente, debe estar arrepentida.
C. Aunque no se menciona específicamente en el Nuevo Testamen-
to, parece que debe haber una confesión pública de Cristo prece-
diendo al bautismo.
IV. El verdadero propósito del bautismo.
A. Un medio para ser salvo.
B. Para remisión de los pecados.
C. Para lavar los pecados.
D. El bautismo en Cristo.

71
Jesús dijo: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el
mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su
alma?” (Mt. 16:26). Cualquier tema que hable de la salvación del alma es
un tema importante, y es menester que se haga un estudio cuidadoso. Ya
que Jesús dijo “el que creyere y fuere bautizado será salvo” (Mar. 16:16),
el bautismo (inmersión en agua) es un tema de suma importancia.
Jesús consideró el bautismo lo suficientemente importante como para
caminar de 90 a 100 Kms. de Nazaret al río Jordán, para ser bautizado
por Juan. y así ponernos el ejemplo. En ocho conversiones, de las nar-
radas en el libro de Hechos, se hace mención específica del bautismo. Sin
duda que nuestro Señor y los apóstoles consideraron el bautismo como
una parte vital de la obediencia. Nosotros también debemos considerarlo
importante y bastante significativo.
Nuestro propósito de esta lección es estudiar la enseñanza de Nuevo
Testamento en cuanto al bautismo. Trataremos de contestar estas pregun-
tas: ¿Quién ordenó el bautismo? ¿Cuál es la forma del bautismo? ¿Quién
debe ser bautizado? ¿Cuál es el propósito del bautismo?

I. LA AUTORIDAD PARA EL BAUTISMO

Una forma de determinar la importancia de cualquier acto o doctrina


es ver el origen de su autoridad o autorización. Después de la resurrec-
ción de Jesús, Él dio a Sus discípulos la gran comisión. Dijo: “Id y haced
(enseñar) discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt. 28:19). El mandamiento
viene del Señor Jesús, y se efectúa en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
La expresión “en el nombre de” significa usualmente POR LA AUTO-
RIDAD DE. Cuando un policía arresta a un criminal EN NOMBRE
DE LA LEY, lo hace POR LA AUTORIDAD DE LA LEY. El acto del
bautismo fue autorizado por el Padre celestial, el Señor Jesús y el Espíritu
Santo. No puede haber autoridad o autorización más alta que esta.
En Hechos 2:38 Pedro ordenó el bautismo EN EL NOMRE DE JE-
SUCRISTO. Ya que Dios le dio toda potestad en el cielo y en la Tierra

72
(Mt. 28:18), no será necesario repetir en cada ocasión el nombre del Pa-
dre, del Hijo y del Espíritu Santo; porque al hacerlo en el nombre de
Jesús, se hace por la autoridad de las tres personas.

II. EL ACTO DEL BAUTISMO

En la actualidad ha habido mucha discusión sobre la forma correcta


del acto del bautismo. ¿Qué pasa, físicamente hablando, cuando uno es
bautizado? Tal pregunta puede ser contestada fácilmente con el Nuevo
Testamento. Usaremos tres evidencias para determinar el acto del bau-
tismo.
A. Declaraciones sencillas del a Escritura. La Biblia fue escrita para que
cualquier tipo de gente pudiera entenderla. Dios quiere que todos sean
salvos. Las cosas que el hombre necesita para ser salvo se hallan escritas
en un lenguaje sencillo. Examinemos, pues, las Escrituras, para ver qué
es eñ bautismo.
La Biblia enseña que el acto del bautismo requiere:
1. AGUA. “¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean
bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como no-
sotros?” (Hech. 10:47). Mateo 3:13 dice que Jesús fue al río Jordán para
ser bautizado por Juan. El agua es, pues, esencial para el bautismo.
2. MUCHA agua. “Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim,
porque había alli´muchas aguas; y venían, y eran bautizados (Jn. 3:23).
Nótese bien que Juan estaba BAUTIZANDO, no predicando, porque allí
había MUCHA agua. El bautismo requiere, por tanto, MUCHA agua.
3. IR al agua. Invariablemente, en el Nuevo Testamento, la persona
que iba a ser bautizada tenía que ir al agua; nunca se menciona que el
agua fuera llevada al bautizado. Del bautismo de Juan se dice: “Y salía a
él Jerusalén, y toda la provincia de alrededor del Jordán, y eran bautiza-
dos por él en el Jordán, confesando sus pecados” (Mt. 3:5, 6; cf. Hech.
8:36).
4. METERSE o ENTRAR al agua. La Biblia enseña que la gente, no
sólo fue, también se metió en el agua. Hechos 8:38 dice, concerniente
a Felipe y el eunuco: “Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al

73
agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó”. Fue un acto que requirió que tanto
el bautizante como el bautizado estuvieran dentro del agua.
5. SALIR del agua. Marcos narra que después de que Jesús fue bau-
tizado, cuando “subía del agua, vio abrirse los cielos y al Espíritu como
paloma descendía sobre él” (Mar. 1:10). Lucas describe en Hechos 8:39,
“Cuando subieron (salieron) del agua, el Espíritu del Señor arrebató a
Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino”.
De todo esto podemos concluir que el bautismo fue un acto que re-
quirió (y requiere aún) mucha agua, que el candidato fuera al agua, se
metiera en ella junto con el bautizante y, después, salir. Las Escrituras
declaran, pues, definitivamente, que la inmersión en agua es el bautismo
del Nuevo Testamento.
B. El símbolo del bautismo. Siendo que el hombre vive en un mundo
físico, Dios ha dado actos o mandamientos físicos para enseñarle la ver-
dad espiritual. Esto se aplica al bautismo. El bautismo no es sólo un acto
físico, es también un acto con sentido espiritual.
1. El bautismo es semejanza de una sepultura y una resurrección. En
Romanos 6:1-5 notamos este gran significado espiritual.
El bautismo es un drama que representa dos actos significativos. Pablo
dice en Romanos 6:3, 4, “¿O no sabéis que todos los que hemos sido
bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque
somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de
que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así tam-
bién nosotros andemos en vida nueva”. La muerte, la sepultura y la resur-
rección de Cristo por los pecados del hombre son los eventos más grandes
de toda la historia. Dios quiso que el hombre nunca lo olvidara, por eso
le dio el acto del bautismo. Siempre que observemos un bautismo, debe-
mos notar, antes que nada, a Cristo muriendo en la cruz, sepultado en la
tumba de josé y resucitando al tercer día. Esto recuerda constantemente
al cristiano que Jesús le amó y dio Su vida por él.
La otra figura que se puede ver en el bautismo es que el individuo que
ha muerto al pecado por medio de la fe y el arrepentimiento es sepultado
en la tumba acuosa del bautismo. El viejo hombre de pecado, habiendo
sido crucificado, es ahora sepultado y separado del creyente arrepentido.
El bautismo es la sepultura del viejo hombre de pecado. Esta persona es

74
bautizada en Cristo, es añadida a Él y unida a Él; es concebida una per-
sona nueva por Cristo para caminar en vida nueva.
Ninguna acción, excepto la inmersión, contiene todo este rico sim-
bolismo. Un propósito del bautismo es glorificar a Cristo; pues por medio
de él recordamos constantemente Su sacrificio y Su resurrección. Tratar
de cambiar la inmersión por cualquier otro tió de acción, no solamente se
desvía del plan de la Escritura, sino que roba a Cristo el honor que sólo
Él merece.
El profesor J. W. McGarvey, en relación con esto, escribió:
“Cuando estuve en Palestina; si hubiera encontrado, sin lugar a du-
das, el sepulcro de José, donde fue colocado el cuerpo del Salvador,
donde permaneció hasta la mañana de la resurrección, podría estimar
tal escena muy por encima de todo lo que he visto. Me hubiera gusta-
do ir y tenderme en la roca desnuda, tener unos amigos que rodasen
una piedra a la entrada de la tumba, y poder entender enteramente
la sepultura de mi Salvador. Claro que no podemos hacer eso, ni se
nos permitiría; pero en el acto del bautismo podemos hacer algo se-
mejante: Al ser sepultados en una tumba de aga, en obediencia a Su
mandato, dejamos que el agua se cierre sobre nuestro cuerpo y, como
ya estamos muertos, somos levantados de la fría tumba por el brazo
fuerte del siervo de Dios y empezamos a andar en vida nueva, como
Él camino en vida nueva cuano resucitó de la muerte.” (Cowden, Ado-
ración Cristiana, Págs. 220, 221).
2. El bautismo, figura de un nacimiento. En Juan 3:5 Jesús dijo: “De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el
reino de Dios”.
Las Escrituras enseñan que el cristiano es una nueva criatura, “De mo
do que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas” (2ª a Cor. 5:17). El acto del bautismo
expresa este significado. Pablo se refiere al bautismo como “el lavamiento
de la regeneración” o baño o limpieza del nuevo conocimiento (Tito 3:5
ampliada).
El cristiano es engendrado o concebido por el Espíritu Santo por medio
de la palabra de Dios. En el acto de la inmersión la figura del nacimiento
resalta bastante clara.

75
C. El significado de la palabra griega. El idioma griego, que es el idioma
original del Nuevo Testamento, es preciso y correcto. Muy rara vez una
palabra es usada para expresar más de un significado. Tal es el caso de la
palabra que se traduce por BAUTISMO, que en griego es BAPTIZO;
y esta a su vez significa SUMERGIR, SUMIR EN AGUA. Esto no lo
puede negar ninguno que sea estudiante honesto de la Palabra.
Si Jesús hubiera querido decir VERTER, habría usado EKQUEO; que
eso es lo que significa. Si hubiera querido decir ASPERJAR o ROCIAR,
habría usado RANTIZO; cuyo es ese significado. No hay duda de qye
Jesús ordenó la inmersión; ya que tanto Él como los apóstoles usaron la
palabra BAPTIZO, esto es inmersión.
De nuestro estudio concluimos que los mandamientos de la Escritura
en cuanto al acto del bautismo y su símbolo tomaron forma de la palabra
griega que Cristo usó; y todo indica que el bautismo es una INMER-
SIÓN.

III. LA PERSONA QUE DEBE SER BAUTIZADA

La siguiente pregunta para considerar es, ¿Quién es un candidato apto


para el bautismo? o ¡Qué clase de persona puede ser bautizada? Pocas
personas están listas para ser bautizadas; pues hay ciertos requisitos que
cumplir antes del bautismo.
A. El que va a ser bautizado debe ser creyente en Cristo Jesús. Jesús dijo:
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo” (Mar. 16:16). En Hechos
18:8 leemos: “Y muchos de los corintios oyendo, creían y eran bautiza-
dos”. No hay mandamiento para bautizar a los bebés, que no pueden
creer. La Escritura enseña que los que van a ser bautizados, deben ser
enseñados o adoctrinados. En la gran comisión Jesús dijo: “Por tanto, id y
haced deiscípulos a todas las naciones, bautizándolos…” (Mt. 28:19). El
Nuevo Testamento dice, pues, que la persona debe ser creyente en Cristo
antes de ser bautizada.
B. La persona, aparte de ser creyente, debe estar arrepentida. El arre-
pentimiento es requerido antes del bautismo. Pedro dijo en Pentecostés
a los 3,000 que le preguntaron, por fe, qué debían hacer para ser salvos:

76
“Arrepentíos y bautícese cada uno de nosotros en el nombre de Jesucristo
para perdón de los pecados” (Hech. 2:38). El que no ha pecado, no tiene
de que arrepentirse. Tampoco el que ha pecado y no se arrepiente, es apto
para el bautismo. Romanos 6 dice que el bautismo es una sepultura en
agua para el que ha muerto al pecado. Es evidente que antes de que al-
guien sea bautizado escrituralmente tiene que, por fe en Cristo y arrepen-
tido del pecado, morir al pecado y, después, ser sepultado con su Señor
en el bautismo. El candidato para el bautismo debe estar arrepentido de
sus pecados.
C. Aunque no se menciona específicamente en el Nuevi Testamento, parece
que debe haber una confesión pública de Cristo precedido al bautismo. De
esto hay indicios en el caso del eunuco, en Hechos 8:37. Pablo parece
repetir lo mismo cuando dice en Romanos 10:10, “Porque con el corazón
se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”.
El Nuevo Testamento enseña que el que va a ser bautizado debe ser
uno que, arrepentido, cree que Cristo es el Hijo de Dios.

IV. EL VERDADERO PROPÓSITO DEL BAUTISMO

La siguiente pregunta lógica es: ¿Para qué debe uno ser bautizado?
¡Qué valor tiene para el cristiano? Para responder a esto, necesitamos sa-
ber el propósito que Jesús le dio. Los grupos religiosos dan respuestas que
difieren mucho unas de las otras, en cuanto al propósito del bautismo.
Un grupo dice que el bautismo no tiene nada que ver con la salvación de
una persona; ya que es bautizada, precisamente, porque es salva. Enseña,
además, que es una contradicción bautizar a alguien para que sea salvo.
Otro grupo enseña que el bautismo debe ser administrado solamente por
alguien autorizado.
Es evidente que ambos puntos de vista están equivocado. Ya que Cris-
to ordenó el bautismo, entonces, Él es el único autorizado para establecer
todo lo referente al bautismo. Cristo y los apóstoles ordenaron el bau-
tismo para cumplir con estos propósitos.
A. Un medio para ser salvo. Marcos 16:16 dice, “El que creyere y fu-
ere bautizado será salvo”. Pedro repite lo mismo al decir como Noé y su

77
familia fueron salvos por agua durante el diluvio, y agrega: “El bautismo
que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de
la carne, sino como l aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por
la resurreción de Jesucristo” (1ª de Ped. 3:21).
B. Para remisión de los pecados. Cuando los 3,000 en el día de Pente-
costés preguntaron qué debían hacer para ser salvos, Pedro, viendo su fe
en Cristo, les dijo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el
nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del
Espíritu Santo” (Hech. 2:38).
Pedro fue un apóstol, y poco tiempo antes Cristo había mandado el
Espíritu Santo para inspirarle. Cuando estaba dando las intrucciones an-
tes mencionadas, estaba hablando como un apóstol inspirado y un predi-
cador de Dios, revelando al hombre los requisitos para la salvación.
También Jesús dijo a Pedro que le daría “las llaves del reino de los cie-
los; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que
desatares en la tierra será desatado en los cielos” (Mt. 16:19). Lo dicho
por Pedro en Hechos 2:38, de que con el bautismo junto con la fe y el
arrepentimiento so obtenía perdón, vino directamente del trono de Dios;
y esto es algo que nadie puede ni debe poner en tela de juicio.
C. Para lavar los pecados. Cuando Jesús se apareció a Pablo en el cami-
no a Damasco y éste le preguntó lo que tenía que hacer, Jesús le dijo:
“Levántate y vé a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado
que hagas” (Hech. 22:10). Cuando Ananías vino a Pablo, le dijo: “Ahota,
pues, ¿por qué te detienes? Levántate y batízate, y lava tus pecados, invo-
cando su nombre (Hech. 22:16). Pablo creyó en Jesús cuando lo vio en el
camino y permaneció por tres días en oración, mas sus pecados seguían
aún con él. Aunque por sí solo el bautismo no quita el pecado, mas Jesús
y los apóstoles dijeron que el tal es válido cuando es precedido por la fe
en Cristo y el arrepentimiento de los pecados.
D. El bautismo en Cristo. Pablo dijo a los romanos: “¿O no sabéis que
todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bau-
tizados en su muerte?” (Rom. 6:3). Y dice a los gálatas: “Pues todos sois
hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido
bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gál. 3:26, 27). Somos
bautizados, pues, en Cristo.

78
El Nuevo Testamento enseña que la redención está en Cristo (Rom.
3:24); en Cristo no hay condenación (Rom. 8:1); en Cristo hay conso-
lación (Fili. 2:1); que todos volverán a vivir, en el día de la redención, en
Cristo (1ª a Cor. 15:22); que si alguien está en Cristo, nueva criatura es
(2ª a Cor. 5:17). Todas estas hermosas realidades son prometidas a los que
están en Cristo. El Nuevo Testamento declara que para estar en Cristo,
debemos ser bautizados en Él. Uno no puede ser salvo fuera de Cristo.
Queda claro, entonces, que la salbación viene después del bautismo y
no antes; que el bautismo por sí solo no salva a nadie. El Nuevo Testa-
mento enseña que cuando una persona cree verdaderamente en Cristo,
se arrepiente genuinamente de sus pecados y es sumergida (bautizada) en
Cristo, obtiene la remisión de sus pecados.
El Sr. Bruce declara: “El Nuevo Testamento no apoya ni acepta la idea
de un cristiano que no es bautizado”.

79
PREGUNTAS
Relacione.

1. Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nom-


bre de Jesucristo para perdón de los pecados.
2. Y cuando Jesús fue bautizado subió luego del agua.
3. El que creyere y fuere bautizado será salvo.
4. Sepultados con Él en el bautismo.
5. El bautismo que corresponde a esto, ahora nos salva.
6. Y cuando hubieron subido del agua, el Espíritu del
Señor arrebató a Felipe.
7. Y muchos de los corintios oyendo, creyeron y fueron
bautizados.
8. 8. Levántate y bautízate, y lava tus pecados.
9. Id y predicad a todas las naciones, bautizándoles.

A. 1ª de Ped. 3:21 D. Marc. 16:16 G. Hech. 22:16


B. Rom. 6:4 E. Hech. 18:18 H. Hech. 2:38
C. Hech. 8:39 F. Mt. 3:16 I. Mt. 28:19

80
COMPLETE
Llene los espacios.

1. El bautismo es símbolo o figura de ____________________ .


2. Explique por qué un bebé no es un candidato apto para el bau-
tismo. _____________________________________________
___________________________________________________
3. Mencione cuatro bendiciones para los que están en Cristo:

A. ________________________________________________
B. ________________________________________________
C. ________________________________________________
D. ________________________________________________

81
LA CENA DEL SEÑOR

I. Institución de la Cena del Señor.


A. La ocasión.
B. Los elementos usados.
1. El pan.
2. El jugo de la vid.
II. Los nombres para la Cena.
A. Partiendo el pan.
B. Mesa del Señor.
C. La Cena del Señor.
D. La comunión.
III. Cuándo participar.
A. Ejemplos claros de la Escritura.
1. Reunión establecida.
2. Propósito establecido.
B. Comunión semanal implicada.
C. Argumento del tipo.
D. Testimonio de los “Padres de la Iglesia”.
IV. El significado de la Cena del Señor.
A. Un recuerdo de la muerte de Cristo.
B. Una proclamación.

82
En las principales ciudades del orbe se han construido monumentos
a personajes célebres, como presidentes, héroes de guerras, inventores,
compositores, etc. Y un propósito que tienen los hombres para contruir
estos monumentos es, para que los que pasan cerca de ellos sepan en
honor de quién se han erigido.
Todos estos monumentos, al final, se desmoronan o decaen. Cuando
Jesucristo determinó dejar algo que nos recordara Su nombre, nos dejó
una remembranza que permancería tanto como la Tierra durara. Tal re-
cuerdo es la Cena del Señor.
Cuando el hombre va a construir monumentos, se asugra de que sean
metales y piedras caros y raros. Jesús, al escoger los materiales para Su me-
morial, eligió unos muy comunes: PAN y JUGO DE UVA. El trigo y la
uva crecen en cualquier parte del mundo; así que, el memorial de Cristo
puede ser observado en cualquier lugar de la Tierra.
Comparemos: el hombre construye monumentos con los materiales
más durables que encuentra; Cristo usó los materiales más comunes y
fáciles de descomponerse; pues el pan se enmohece rápidamente y se seca,
y el jugo de uva se agria en poco tiempo y se echa a perder. Se ve que
Jesús no esperó que Su monumento durara por mucho tiempo, debido
a las sustancias usadas, pero sabía que la durabilidad o permanencia de
Su recuerdo en el mundo dependería del amor de Dios que hubiera en el
corazón de Su pueblo.

I. INSTITUCIÓN DE LA CENA

A. La ocasión. La ocasión en que Jesús decidió instituir la Cena del


Señor fue la fiesta de la pascua de los judíos. Esta fue la última pascua
de Jesús; y Él quiso celebrarla en forma especial con Sus discípulos (Lc.
22:15, 16). Durante la comida de la pascua había cuatro copas que los
judíos bebían ceremoniosamente. Después de una de estas, probable-
mente la tercera (cf. Lc. 22:17; 1ª a Cor. 10:16), fue cuando Jesús decidió
instituir la Cena del Señor.
En comparación con la elaboración de la fiesta de la pascua, la nueva
institución era muy simple. “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les

83
dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto
en memoria de mí” (Lc. 22:19). Cuando hubieron comido el pan, Jesús
tomó la copa que tenía el jugo de uva; “… habiendo dado gracias, les dio,
diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto,
que por muchos es derramda para remisión de los pecados” (Mt. 26:27,
28).
B. Los elementos usados.
1. El pan. El pan que Jesús usó en la cena fue, probablemente, el pan
ázimo de la fiesta de la pascua. El día anterior al comienzo de la pascua,
toda familia judía debía eliminar todo tipo de levadura en sus casas. Por
siete días debían comer pan ázimo solamente (Deut. 16:3, 4). Esto era
para hacerles recordar su súbita salida de Egipto (Éxo. 12:39). No hay
indicios de que Jesús haya llevado otro tipo de pan a esa cena. El concepto
de que la levadura representa el mal es otro punto a favor del pan ázimo
(cf. 1ª a Cor. 5:6-8).
2. El jugo de uva. A la segunda parte de la Cena del Señor se le llama
COPA o FRUTO DE LA VID (Mar. 14:23, 25; Mt. 26:27, 29). El tér-
mino FRUTO DE LA VID se refiere al jugo de la uva. Dios se refirió
al jugo de la uva como LA SANGRE DE LA UVA (Deut. 32:14). Esto
significa que Jesús escogió la sangre de la uva para ilustrar la sangre del
pacto, la sangre de nuestro Salvador.
Si la copa contenía jugo de uva fermentado o no, es un asunto muy
debatido. Algunas autoridades apoyab que era fermentado. arguyendo
que los judíos no podían mantener dulce el jugo después de su elabo-
ración. Otros contienden que era sin fermentar, ya que desde ña antigüe-
dad había formas para mantenerlo sin fermentar por espacio de un año.
Siendo que Jesús no especificó si el jugo era fermentado o sin fermentar,
la iglesia no apoya ninguna de estas opiniones. Hoy en día, con los méto-
dos para preservar, el jugo sin fermentar es, ciertamente, el más apropiado
para la Cena del Señor.

II. LOS NOMBRES PARA LA CENA

A. Partimiento del pan. El término que con más frecuencia usa el Nue-

84
vo Testamento para esta fiesta cristiana es PARTIR EL PAN. Hechos 20:7
habla de los discípulos juntándose el primer día de la semana “para partir
el pan”. Hechos 2:42 dice que la iglesia primitiva perseveraba en la doc-
trina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el “partimiento
del pan” y en las oraciones. Esta expresión se halla también en 1ª a Corin-
tios 10:16. La descripción de la Cena del Señor parece que fue tomada
de la acción o actividad del Señor la noche en que la instituyó. Mateo,
Marcos y Lucas, al igual que Pablo relatan que Jesús tomó el pan, dio gra-
cias y lo partió, diciendo: tomas, comed, esto es mi cuerpo (1ª a Cor. 11).
Al día siguiente, cuando el cuerpo de Jesús era clavado y traspasado, los
apóstoles percibieron la figura de lo que Jesús quiso decir. ¡Cuán sagrada
sería la hora en que los discípulos pudieran partir el pan en memoria del
cuerpo traspasado del Señor!
B. La Mesa del Señor. Pablo recuerda a los corintios que no pueden
participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios (1ª a Cor.
10:21). Esto nos recuerda que la mesa pertenece al Señor. En primer
lugar, Él la dio; segundo, es huésped en cada comida. Jesús dio a Sus dis-
cípulos esta promesa consoladora: “… donde están dos o tres congrega-
dos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt. 18:20). Esto es
una realidad en todas las reuniones de la iglesia. Hasta cuando se dispone
la mesa es significativo.
Se necesita enfatizar hoy en día esta sublime verdad. Una iglesia, para
hacer hincapié en este pensamiento, hizo lo siguiente: separaron del púl-
pito la mesa de la comunión, dejando espacio suficiente para poner una
silla entre los dos; los ancianos se sentaban a ambos lados de la mesa, pero
la silla de en medio permanecía siempre vacía. Esto era el testigo mudo de
que Cristo, el invitado especial, estaba presente en la cena.
C. La Cena del Señor. La Cena del Señor es, quizá, el término más
familiar hoy en día. Se llama Cena del Señor, porque Él la instituyó. Él
invita a Sus discípulos a comer. Él es el rechazado cuando un cristiano
deja de presentar a la cena. Para el que participa, Cristo es la fuente de
la comida espiritual. Cristo invita: “Haced esto en memoria de mí” (Lc.
22:19). Cristo es, también, el único que puede excluir de la mesa a un
hijo de Dios. El nombre CENA se debe sin duda a que tuvo lugar durante
una comida en la noche en que Jesús la instituyó.

85
D. La comunión. El término COMUNIÓN es aplicado, comúnmente,
a la Cena del Señor. El uso de la palabra “comunión” que usa el Nuevo
Testamento parece más bien una descripción que lo que significa en sí.
Pablo recuerda a los corintios: “La copa de bendición que bendecimos.
¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es
la comunión del cuerpo de Cristo?” (1ª a Cor. 10:16). La palabra comu-
nión significa compartir o participar. Pablo dice que cuando bebemos la
copa o comemos el pan participamos o compartimos las bendiciones o
beneficios de la muerte del Señor en la cruz. Compartimos la comida con
Cristo, nuestro huésped. Esto es comunión o copartir en el sentido más
amplio de la palabra.

III. CUANDO PARTICIPAR

Cuando Jesús instituyó la Cena del Señor, no especificó tiempo ni fre-


cuencia de observancia. Jesús dejó muchas cosas para que el Espíritu San-
to las enseñara a los apóstoles (Jn. 16:12, 13); simplemente dijo: “Hagan
esto en memoria de mí”. Cuando la iglesia fue establecida en Pentecostés,
los apóstoles tuvieron cuidado en seguir Su enseñanza. Lucas dice que la
iglesia perseveraba en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos
con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones (Hech. 2:42). La
palabra perseveraban indica que ellos lo hacían contianua, devota y con-
stantemente en adoración a Dios. Algunos piensan que, bien pudieron
haber observado la Cena del Señor diariamente por algún tiempo. En
Hechos 2:46 leemos: “Y perseverando unánimes cada día en el templo,
y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de
corazón”. Al mencionar Lucas PARTIENDO EL PAN, puede referirse a
la Cena del Señor.
También leemos en Hechos 20:7, “El primer día de la semana, reuni-
dos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir
al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche”. Como prueba
de que la comunión semanal era la costumbre o práctica de la iglesia
primitiva, presentamos los siguientes argumentos.
A. Claros ejemplos de la Escritura. Todos los actos concernientes a la

86
reunión en Troas van a probar que fue una reunión específica con un
propósito definido.
1. Reunión establecida (específica). El uso del artículo EL indica que
los cristianos tenían la costumbre de reunirse el primer día de la semana.
Pablo llegó a Filipos el lunes, una semana antes de la reunión, ya que
Lucas relata que Pablo permaneció siet días en Troas. Él iba apurado a
Jerusalén, pues quería estar allá para Pentecostés (Hech. 20:16). Esto se
pone de manifiesto por el hecho de que Pablo salió el lunes temprano,
después de su reunión con la iglesia; para lo cual se había quedado allí
siete días. Esto puede indicar que el culto en el primer día de la semana
era una costumbre en Troas; y si esto se hacía en Troas, de seguro, era
igual en las otras iglesias que fueron establecidas bajo la dirección de los
apóstoles.
2. Propósito establecido (definido). Lucas dice que ellos se reunieron
con el propósito de partir el pan. La iglesia no se reunió para oír predi-
car a Pablo; estaban acostumbrados a reunirse regularmente para partir
el pan (cf. Hech. 20:7). Siendo que Pablo estaba ese día en la ciudad,
se alegraron de oírle hablar; pero ese no era el principal motivo de su
reunión. Los que usan este pasaje para probar el culto semanal, pero nie-
gan la comunión semanal se contradicen. Esta cita da ejemplo de culto
semanal, así como de un ejemplo apostólico de la Cena del Señor sema-
nal. Cualquier intento por desaprobar un ejemplo, desaprobará necesari-
amente el otro ejemplo.
B. La comunión semanal enseñada por implicación. En 1ª a Corintios
11:20 Pablo da instrucciones para corregir los abusos que existían en
cuanto a la mesa del Señor en Corinto. Les reprocha que abusen de la
mesa del Señor, con estas palabras: “Cuando, pues, os reunís vosotros,
esto no es comer la cena del Señor.” Su conducta ante la mesa les imp-
deía que comieran la Cena en una manera aceptable. Este pasaje podría
implicar que tal conducta les impedía llevar a cabo su proósito principal,
por el cual se reunían, que era participar de la Cena del Señor. Si alguien
dijera que el equió, una vez en el campo, no podía jugar debido a la lluvia;
cualquiera entenderá que el propósito de su llegada era jugar en partido.
Esta misma verdad es obvia en 1ª a Cor. 11:20.
Esto va de acuerdo también con nuestra proposición; puesto que la

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ilgesia de Corinto se reunía semanalmente para adorar, como se ve en 1ª a
Corintios 16:2. Tal pasaje implicaría que cuantas veces se reunía la iglesia
de Corinto, que era cada semana, observaba la Cena del Señor.
C. El argumento del tipo. Cuando Dios dio a Moisés el diseño del tab-
ernáculo, fue más que darle simplemente una tienda en que adorar du-
rante su viaje por el desierto. El tabernáculo era un medio de enseñanza,
para preparar a Israel para la venida de Cristo. Generalmente se piensa
que el atrio del tabernáculo era una representación del mundo; el lugar
santo, un tipo del cielo.
En el lugar santo, que representaba la iglesia hoy en día, había tres
muebles.
El candelero de otro que iluminaba la estancia, era una figura de la pa-
labra de Dios; pues la Palabra da luz y guía el camino del hombre (Salmo
119:105, 130).
El altar de oro donde se quemaban el incienso, representaba adecuada-
mente las oraciones de los santos, elevadas al trono celestial (Apoc. 5:8).
El otro era la mesa de los panes de la proposición, donde cada semana
los sacerdotes tenían la obligación de poner doce panes de la proposición,
los cuales permanecerían por una semana. Una vez repuestos por nue-
vos, los panes viejos servirían de alimento para los sacerdotes, como un
acto de adoración a Dios. Este término significa literalmente “panes de
la presencia”, los cuales eran un recordatorio para Israel de la presencia y
las bendiciones de Dios y Su cuidado providencial. De seguro que esto
encuentra su cumplimiento en la Cena del Señor: el pan y la copa recu-
erdan al cristiano, de manera vívida, que Cristo está con nosotros, y que
por medio de Él recibimos todas las bendiciones de Dios. El hecho de
que los sacerdotes comían los panes cada semana, apoya la enseñanza de
participar de la Cena del Señor cada semana.
D. Testimonio de los “Padres de la Iglesia”. El término “Padres de la
Iglesia” o “Padres Apostólicos! se aplica a los adalides de la iglesia, inme-
diatamente después de los aóstoles. Los escritos de estos hombres no son
considerados inspirados, pero dan o

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