Agricultura Inca
Agricultura Inca
Agricultura Inca
Con grandes conocimientos sobre los suelos, la agricultura Inca venció tanto las
adversidades que presentaban los escabrosos terrenos andinos, como las desfavorables
condiciones climáticas, mediante la adaptación de innovadoras técnicas agrícolas, las
cuales permitieron organizar la producción en la diversidad geográfica del Tahuantinsuyo.
Camellones.
Conocidos como waru waru, se usaban en extensiones de tierras que periódicamente se
inundaban, para evitar esto, los incas elaboraron sendas de cultivos por encima del nivel
del agua, así, facilitaban el drenaje de las precipitaciones pluviales y mantenían hidratado
el terreno.
Cochas.
Eran lagunas artificiales compuestas por varios surcos que permitían adaptar los
cultivos a las extremas condiciones climáticas, además, sus bordes hacían crecer el pasto
para alimentar el ganado.
Herramientas[editar]
Los antiguos peruanos del Cusco, al no tener yunta por la falta de animales, para realizar sus labores agrícolas
utilizaron, el arado de tracción humana que denominaban a tajlla o chaquitaqlla, que es un palo puntiagudo, con
una punta un tanto encorvada, que a veces era de piedra o de metal. Antes de su terminal tenía esta herramienta
otro palo transversal, el agricultor apoyaba su pie para hundirlo en la tierra y luego hacer el surco. Las
herramientas manuales incas empleadas en la agricultura no han podido ser superadas, sobre todo cuando se
trata de trabajar en las laderas andinas o en ámbitos limitados.
Fertilizantes[editar]
La importancia de la agricultura llevó a los indígenas a buscar fertilizantes para sus cultivos. La información que
poseemos sobre abonos procede de la costa y manifiesta el aprovechamiento de recursos naturales renovables.
Los principales abonos empleados son nombrados por los cronistas y fueron usados sobre todo para la
producción de maíz lo cual confirmaría la sugerencia de Murra acerca de la prioridad de este cultivo. Un primer
abono consistía en enterrar junto con los granos, pequeños peces como sardinas o anchovetas. Una
representación de este sistema estaba pintada en los muros de uno de los santuarios de Pachacámac donde
figuraba una planta de maíz germinando de unos pececitos. El segundo abono usado era el estiércol de las aves
marinas que por millares anidan en las islas del litoral. El recurso llamado guano se formaba por las deyecciones
de las aves y los costeños tenían por costumbre extraer el guano de las islas. El tercer recurso renovable provenía
del mantillo de hojas caídas de los algarrobos y guarangos utilizadas para mejorar los suelos.
3. Observatorios Solares
Nuestros antepasados observaron el movimiento de los astros que les permitía conocer los momentos
de siembra o de cosecha, registrar momentos importantes en su desarrollo, esto lo hacia a través de
observatorios solares. El más conocido es el Chankillo, está ubicado en Casma – Ancash a 320 km al
norte de Lima. Ocupa estratégicamente la zona menos vulnerables y de mayor visibilidad del valle.
Para la antropóloga Tamara Landívar, las actuales técnicas de agricultura que se emplean en los sectores
rurales de la región andina conservan aspectos muy marcados de nuestros ancestros, especialmente en lo
referente a la siembra.
"Nuestros antepasados tenían una clara idea de las estaciones del año basados en las estrellas, el firmamento,
la luna, por ello conocía con exactitud la época en que se siembra. En la actualidad con el uso del calendario,
estas fechas continúan respetándose y se obtienen los mismos resultados", relata.
Otro de los puntos que Landívar considera que se mantiene es la implementación de terrazas y de las
denominadas chakras, que no eran otra cosa que cultivos de varias plantas en pequeñas parcelas en las que
predominaba el maíz, el poroto, las habas e incluso plantas medicinales.
Chakras
Nuestros antepasados tenían un concepto claro del respeto a la tierra, sabían que el pluricultivo era
importante, así lo señala Landívar, quien citó un estudio efectuado por Hernán Loyola, en que habla del
"matrimonio andino", la unión del maíz con el poroto en la siembra.
"Estas dos plantas integraban el jardín de inca, pero un jardín conformado por diferentes alimentos, plantas
medicinales y más que era un lugar del cual el inca obtenía sus alimentos y medicinas", señala.
Precisamente de este matrimonio andino nace uno de los platos más característicos de nuestra cultura, como
es el mote casado. Para ello, sabían con precisión cuándo sembrar y especialmente cuándo cultivar los
productos, una situación que se mantiene hasta la actualidad.
"Todos nuestros conocimientos sobre la siembra, la cosecha, el cuidado de los alimentos son una herencia
directa de nuestros antepasados, ellos con su cosmovisión y el respeto a la pachamama, demostraron que
era factible producir alimentos de forma sana, no como en la actualidad que se utilizan productos químicos",
agregó. (MNB) (F)
Para el agrónomo Eduardo Idrovo, en la actualidad, las técnicas de cultivo que utilizaban nuestros
antepasados, están vigentes gracias a la utilidad que prestan y sobre todo los positivos resultados que se
obtienen.
En las chakras se implementaban los camellones, montículos de tierra en los que se sembraba la semilla, esto
con la finalidad de que si existe exceso de agua, no se acumule cerca de la semilla o la planta y la pudra.
"Nosotros aplicamos en la actualidad el mismo sistema, además de los cashines, siembras de otros productos
diferentes al maíz en el centro de una parcela, esto para evitar una erosión de la tierra", comentó Idrovo.
En lo referente al cuidado de la tierra, Idrovo señaló que los incas conocían con claridad el abono orgánico,
ya que procuraban que en sus parcelas se depositen todos los desperdicios naturales.