Ordinario de La Misa - Largo
Ordinario de La Misa - Largo
Ordinario de La Misa - Largo
1. Reunido el pueblo, el sacerdote con los ministros va al altar mientras se entona el canto de
entrada.
2. Cuando llega al altar, el sacerdote con los ministros hace la debida reverencia, besa el altar
y, si se juzga oportuno, lo inciensa. Después se dirige con los ministros a la sede.
El pueblo responde:
Amén.
Saludo
El sacerdote, extendiendo las manos, saluda al pueblo con una de las fórmulas siguientes:
O bien:
O bien:
O bien:
O bien:
O bien:
El Dios de la esperanza,
que por la acción del Espíritu Santo
nos colma con su alegría y con su paz,
permanezca siempre con todos vosotros.
_________________________________________
Adviento:
El Señor, que viene a salvarnos,
esté con vosotros.
Navidad:
La paz y el amor de Dios, nuestro Padre,
que se ha manifestado en Cristo,
nacido para nuestra salvación,
estén con vosotros.
Cuaresma:
La gracia y el amor de Jesucristo,
que nos llama a la conversión,
estén con todos vosotros.
Cincuentena pascual:
El Dios de la vida,
que ha resucitado a Jesucristo,
rompiendo las ataduras de la muerte,
esté con todos vosotros.
_________________________________________
Respuesta
Y con tu espíritu.
O bien:
O bien:
Bendito es Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo.
4. El sacerdote, el diácono u otro ministro idóneo puede hacer una monición muy breve para
introducir la misa del día.
Acto Penitencial
Hermanos:
Para celebrar dignamente estos sagrados misterios
reconozcamos nuestros pecados.
O bien:
El Señor Jesús,
que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía,
nos llama ahora a la conversión.
Reconozcamos, pues, que somos pecadores
e invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
El pueblo responde:
Amén.
O bien:
El pueblo responde:
El sacerdote prosigue:
El pueblo responde:
Y danos tu salvación.
Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
El pueblo responde:
Amén.
3
O bien:
El Señor ha dicho:
«El que esté sin pecado,
que tire la primera piedra».
Reconozcámonos, pues, pecadores
y perdonémonos los unos a los otros
desde lo más íntimo de nuestro corazón.
Después el sacerdote, u otro ministro idóneo, dice las siguiente invocaciones u otras
semejantes:
El pueblo responde:
Sacerdote o ministro:
El pueblo responde:
Sacerdote o ministro:
El pueblo responde:
El pueblo responde:
Amén.
6. Siguen las invocaciones Señor, ten piedad, a no ser que ya se hayan utilizado en alguna de
las fórmulas del acto penitencial.
Amén.
Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos.
Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
Palabra de Dios.
Todos aclaman:
Te alabamos, Señor.
10. El salmista o el cantor proclama el salmo, y el pueblo intercala la respuesta, a no ser que
el salmo se diga seguido sin estribillo del pueblo.
Palabra de Dios.
Todos aclaman:
Te alabamos, Señor.
Amén.
Si el mismo sacerdote debe proclamar el Evangelio, inclinado ante el altar, dice en secreto:
Y el pueblo responde:
Y con tu espíritu.
El diácono (o el sacerdote):
Y mientras tanto hace la señal de la cruz sobre el libro y sobre su frente, labios y pecho.
El pueblo aclama:
O bien:
O bien:
Tu palabra, Señor,
permanece por los siglos.
O bien el mismo diácono besa el libro, diciendo en secreto las mismas palabras.
16. Luego tiene lugar la homilía; ésta es obligatoria todos los domingos y fiestas de precepto
y se recomienda en los restantes días.
17. Acabada la homilía, si la liturgia del día lo prescribe, se hace la profesión de fe:
Amén.
Amén.
18. Después se hace la plegaria universal u oración de los fieles, que se desarrolla de la
siguiente forma:
Invitatorio
El sacerdote invita a los fieles a orar, por medio de una breve monición.
Intenciones
Las intenciones son propuestas por un diácono o, en su defecto, por un lector o por otra
persona idónea. El pueblo manifiesta su participación con una invocación u orando en
silencio. La sucesión de intenciones ordinariamente debe ser la siguiente:
Conclusión
LITURGIA EUCARÍSTICA
20. Conviene que los fieles expresan su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan
y el vino para la celebración de la eucaristía, bien aportando otros dones para las necesidades
de la Iglesia o de los pobres.
21. El sacerdote se acerca al altar, toma la patena con el pan y, manteniéndola un poco elevada
sobre el altar, dice en secreto:
Si no se canta durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta
estas palabras; al final el pueblo aclama:
22. El diácono, o el sacerdote, echa vino y un poco de agua en el cáliz, diciendo en secreto:
Si no se canta durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta
estas palabras; al final el pueblo puede aclamar:
25. Luego el sacerdote, de pie a un lado del altar, se lava las manos, diciendo en secreto:
26. Después, de pie en el centro del altar y de cara al pueblo, extendiendo y juntando las
manos, dice una de las siguientes fórmulas:
Orad, hermanos,
para que este sacrificio, mío y vuestro,
sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
O bien:
En el momento de ofrecer
el sacrificio de toda la Iglesia,
oremos a Dios, Padre todopoderoso.
O bien:
Orad, hermanos,
para que, llevando al altar
los gozos y las fatigas de cada día
nos dispongamos a ofrecer el sacrificio
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El pueblo responde:
27. Luego el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas.
El pueblo aclama:
Amén.
LITURGIA EUCARÍSTICA
20. Conviene que los fieles expresan su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan
y el vino para la celebración de la eucaristía, bien aportando otros dones para las necesidades
de la Iglesia o de los pobres.
21. El sacerdote se acerca al altar, toma la patena con el pan y, manteniéndola un poco elevada
sobre el altar, dice en secreto:
Si no se canta durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta
estas palabras; al final el pueblo aclama:
Bendito seas por siempre, Señor.
22. El diácono, o el sacerdote, echa vino y un poco de agua en el cáliz, diciendo en secreto:
23. Después el sacerdote toma el cáliz y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice
en secreto:
Si no se canta durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta
estas palabras; al final el pueblo puede aclamar:
25. Luego el sacerdote, de pie a un lado del altar, se lava las manos, diciendo en secreto:
26. Después, de pie en el centro del altar y de cara al pueblo, extendiendo y juntando las
manos, dice una de las siguientes fórmulas:
Orad, hermanos,
para que este sacrificio, mío y vuestro,
sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
O bien:
En el momento de ofrecer
el sacrificio de toda la Iglesia,
oremos a Dios, Padre todopoderoso.
O bien:
Orad, hermanos,
para que, llevando al altar
los gozos y las fatigas de cada día
nos dispongamos a ofrecer el sacrificio
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El pueblo responde:
27. Luego el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas.
El pueblo aclama:
Amén.
PLEGARIA EUCARÍSTICA
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
El pueblo responde:
El pueblo responde:
Es justo y necesario.
Al final del Prefacio, junta las manos y en unión del pueblo, concluye el prefacio, cantando
o diciendo en voz alta:
PLEGARIA EUCARÍSTICA I
o CANON ROMANO
28. El sacerdote comienza la plegaria eucarística con el prefacio. Con las manos extendidas
dice:
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
El pueblo:
El pueblo:
Es justo y necesario.
Al final del prefacio junta las manos y, en unión del pueblo, concluye el prefacio, cantando o
diciendo en voz alta:
En la plegaria eucarística primera, o Canon Romano, pueden omitirse aquellas partes que
están incluidas dentro de corchetes.
Padre misericordioso,
te pedimos humildemente
por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,
Traza, una sola vez, el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
estos dones,
este sacrificio santo y puro que te ofrecemos,
Puede decir los nombres de aquellos por quienes tiene intención de orar, o bien junta las
manos y ora por ellos unos momentos. Después, con las manos extendidas, prosigue:
En los domingos, cuando no hay otro Reunidos en comunión propio, puede decirse:
veneramos la memoria,
ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María,
Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;*
la de su esposo, San José; la de los santos apóstoles y mártires
Pedro y Pablo, Andrés,
[Santiago y Juan,
Tomás, Santiago y Felipe,
Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo;
Lino, Cleto, Clemente,
Sixto, Cornelio, Cipriano,
Lorenzo, Crisógono,
Juan y Pablo,
Cosme y Damián,]
y la de todos los santos;
por sus méritos y oraciones
concédenos en todo tu protección.
[Por Cristo nuestro Señor. Amén.]
__________________________________
Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar (la noche santa) el día santo en que
la Virgen María, conservando intacta su virginidad, dio a luz al Salvador del mundo,
veneramos la memoria, ante todo, de esta gloriosa siempre Virgen María, Madre de
Jesucristo, nuestro Dios y Señor;*
Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar el día santo en que tu único Hijo,
eterno como tú en la gloria, se manifestó en la verdad de nuestra carne, hecho hombre como
nosotros, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de
Jesucristo, nuestro Dios y Señor;*
En el Jueves Santo:
Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar el día santo en que nuestro Señor
Jesucristo fue entregado por nosotros, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa
siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;*
Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar (la noche santa) el día santo de la
resurrección de nuestro Señor Jesucristo según la carne, veneramos la memoria, ante todo, de
la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;*
Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar el día santo en que tu único Hijo,
nuestro Señor Jesucristo, habiendo tomado nuestra débil condición humana, la exaltó a la
derecha de tu gloria, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María,
Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;*
En el Domingo de Pentecostés:
Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar el día de Pentecostés, en que el
Espíritu Santo se manifestó a los apóstoles en lenguas de fuego, veneramos la memoria, ante
todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;*
__________________________________
__________________________________
En la Misa de confirmación:
Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus siervos
y de toda tu familia santa,
que hoy te ofrecemos
especialmente por N. y N. (aquellos)
que, renacidos en el bautismo,
han sido confirmados hoy
por el don del Espíritu Santo;
recíbela en tu bondad
y conserva en tus hijos
el don que les has dado.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]
En la Misa exequial:
104. En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad,
como lo requiere la naturaleza de éstas.
El cual, hoy,
la víspera de padecer por nuestra salvación
y la de todos los hombres,
___________________________________
Se inclina un poco.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo
genuflexión.
Se inclina un poco.
O bien:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
108. Y prosigue:
Te pedimos humildemente,
Dios todopoderoso,
que esta ofrenda sea llevada a tu presencia,
hasta el altar del cielo,
por manos tu ángel,
para que cuantos recibimos
el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,
al participar aquí de este altar,
Puede decir los nombres de los difuntos por quienes se quiere orar.
Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene intención de
orar. Después, con las manos extendidas, prosigue:
113. Toma la patena con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
El pueblo aclama:
Amén.
PLEGARIA EUCARÍSTICA II
114. Esta plegaria eucarística tiene un prefacio propio que forma parte de su misma
estructura. Con todo, se pueden usar también con esta plegaria otros prefacios, especialmente
aquellos que presentan una breve síntesis del misterio de la salvación.
El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Por eso,
con los ángeles y los santos,
proclamamos tu gloria, diciendo:
116. Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
117. En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad,
como lo requiere la naturaleza de éstas.
El cual,
______________________
Se inclina un poco.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo
genuflexión.
tomó el cáliz,
y, dándote gracias de nuevo,
lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
O bien:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
Te pedimos humildemente
que el Espíritu Santo congregue en la unidad
a cuantos participamos
del Cuerpo y Sangre de Cristo.
Acuérdate, Señor,
de tu Iglesia extendida por toda la tierra;
_______________________
En los domingos, cuando no hay otro recuerdo más propio, puede decirse:
En el domingo de Pentecostés:
INTERCESIONES PARTICULARES
que pueden añadirse en diversas ocasiones:
En la misa de confirmación:
El pueblo aclama:
Amén.
123. Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
124. En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad,
como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras.
Porque él mismo,
la noche en que iba a ser entregado,
____________________________
Se inclina un poco.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo
genuflexión.
Se inclina un poco.
O bien:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
Te pedimos, Padre,
que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
al tu servidor, el Papa N.,
a nuestro obispo N.,
____________________________
Puede hacerse también mención de los Obispos coadjutores o auxiliares.
al orden episcopal,
a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.
____________________________
INTERCESIONES PARTICULARES
que pueden añadirse en diversas ocasiones:
Confirma en la fidelidad cristiana a tus hijos [N. y N.] que hoy, por medio del bautismo: [y
del don del Espíritu] has llamado a formar parte de tu pueblo y concédeles andar siempre en
una vida nueva.
Ayuda a nuestros hermanos [N. y N.], que hoy has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo
librándolos del pecado; tú que los has incorporado, como miembros vivos, al Cuerpo de
Cristo, inscribe también sus nombres en el libro de la vida.
En la misa de la confirmación:
Ayuda a tus hijos [N. y N.], que hoy has confirmado marcándolos con el sello del Espíritu
Santo; custodia en ellos el don de tu amor.
Ayuda a tus hijos [N. y N.], que por vez primera invitas en este día a participar del pan de
vida y del cáliz de salvación, en la mesa de tu familia; concédeles crecer siempre en tu amistad
y en la comunión con tu Iglesia.
Ayuda a tus hijos [N. y N.], que en Cristo hoy han fundado una nueva familia, iglesia
doméstica y sacramento de tu amor, y concédeles que la gracia de este día se prolongue a lo
largo de toda su vida.
____________________________
En los domingos, cuando no hay otro recuerdo más propio, puede decirse:
en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal.
(en la noche santa) en el día santo en que la Virgen María dio a luz al Salvador del mundo.
en el día santo, en que tu único Hijo, eterno como tú en la gloria, se manifestó en la verdad
de nuestra carne hecho hombre.
(en la noche gloriosa) en el día glorioso de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo según
la carne.
en el día glorioso de la Ascensión,en el que Cristo ha sido constituido Señor del cielo y de la
tierra.
En el domingo de Pentecostés:
en el día en que la efusión de tu Espíritu ha hecho de ella sacramento de unidad para todos
los pueblos.
_____________________________
128. Cuando esta plegaria eucarística se utiliza en las misas de difuntos, puede decirse:
129. Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
El pueblo aclama:
Amén.
PLEGARIA EUCARÍSTICA IV
131. Esta plegaria eucarística forma un todo con su prefacio, el cual nunca puede cambiarse.
Por consiguiente, no puede decirse cuando está prescrito un prefacio propio. En los otros
casos puede decirse, incluso cuando las rúbricas prescriban un prefacio del tiempo.
Por eso,
innumerables ángeles en tu presencia,
contemplando la gloria de tu rostro,
te sirven siempre y te glorifican sin cesar.
133. Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
Junta las manos y traza, una sola vez, el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente,
diciendo:
134. En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad,
como lo requiere la naturaleza de éstas.
Porque él mismo,
llegada la hora en que había de ser glorificado
por ti, Padre santo,
habiendo amado a los suyos
que estaban en el mundo,
los amó hasta el extremo.
Y, mientras cenaba con sus discípulos,
tomó pan,
te bendijo,
lo partió
y se lo dio diciendo:
Se inclina un poco.
TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo
genuflexión.
tomó el cáliz lleno del fruto de la vid, te dio gracias, y lo pasó a sus discípulos diciendo:
Se inclina un poco.
O bien:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
En la misa de la confirmación:
* de tus hijos [N. y N.],
que hoy has confirmado marcándolos
con el sello del Espíritu Santo,
Acuérdate también
de los que murieron en la paz de Cristo
y de todos los difuntos,
cuya fe sólo tú conociste.
Padre de bondad,
que todos tus hijos nos reunamos
en la heredad de tu reino,
con María, la Virgen Madre de Dios,
con su esposo san José,
con los apóstoles y los santos;
y allí, junto con toda la creación
libre ya de pecado y de muerte,
138. Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
El pueblo aclama:
Amén.
139. Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
O bien:
O bien:
O bien:
Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
Señor Jesucristo,
que dijiste a tus Apóstoles:
«La paz os dejo, mi paz os doy»,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia,
y conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
El pueblo responde:
Amén.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
O bien:
O bien:
O bien:
143. Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del
mismo en el cáliz, diciendo en secreto:
Si la fracción del pan se prolonga, el canto precedente puede repetirse varias veces. La última
vez se dice: danos la paz.
145. A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto una de las dos
oraciones siguientes:
O bien:
Señor Jesucristo,
la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre,
no sea para mí un motivo de juicio y condenación,
sino que, por tu piedad,
me aproveche para defensa de alma y cuerpo
y como remedio saludable.
146. El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado
sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
148. Después toma la patena o la píxide, se acerca a los que quieren comulgar y les presenta
el pan consagrado, que sostiene un poco elevado, diciendo a cada uno de ellos:
El Cuerpo de Cristo.
Amén.
Y comulga.
El diácono y los ministros que distribuyen la Eucaristía observan los mismos ritos.
151. Después el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos
momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.
152. Luego, de pie en la sede o en el altar, el sacerdote dice:
Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este
silencio ya se haya hecho antes.
153. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la comunión.
El pueblo aclama:
Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
154. En este momento se hacen, si es necesario y con brevedad, los oportunos anuncios o
advertencias al pueblo.
155. Después tiene lugar la despedida. El sacerdote extiende las manos hacia el pueblo y dice:
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
El pueblo responde:
Amén.
En algunas ocasiones y en determinadas misas rituales puede darse una de la bendiciones
solemnes o de las oraciones sobre el pueblo.
El Obispo, para bendecir al pueblo, usa el siguiente formulario, a no ser que prefiera utilizar
una de las bendiciones solemnes o una de las oraciones sobre el pueblo.
156. Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, despide al pueblo con
una de las fórmulas siguientes:
Podéis ir en paz.
O bien:
O bien:
O bien:
El pueblo responde:
157. Después el sacerdote besa con veneración el altar, como al comienzo, y, hecha la debida
reverencia con los ministros, se retira a la sacristía.