Sistematización en Primera Infancia
Sistematización en Primera Infancia
Sistematización en Primera Infancia
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Contenido
Contenido.........................................................................................................................................1
PRESENTACIÓN............................................................................................................................3
PRIMER CAPÍTULO.......................................................................................................................4
¿QUÉ ES LA SISTEMATIZACIÓN DE EXPERIENCIAS?.........................................................4
1.1 ¿Cuál es el origen de la sistematización de experiencias sociales?........................4
1.2 ¿Qué es la sistematización de experiencias sociales?...................................................8
1.3 ¿Por qué la sistematización de experiencias es clave para la construcción de
conocimiento sobre las prácticas pedagógicas?...................................................................17
SEGUNDO CAPÍTULO.................................................................................................................23
LA SISTEMATIZACIÓN DE EXPERIENCIAS PEDAGÓGICAS EN LA EDUCACIÓN
INICIAL...........................................................................................................................................23
2.1 La educación inicial como fuente de innovaciones y experiencias educativas
significativas...............................................................................................................................23
2.2 La sistematización como práctica articuladora del proyecto pedagógico, la formación
de agentes pedagógicos y la acción pedagógica en la educación inicial..........................28
2.2.1 El proyecto pedagógico en educación inicial...............................................................29
2.2.2 La formación de agentes educativos de la primera infancia......................................31
2.2.3 La acción pedagógica en la educación inicial..............................................................34
2.2.4 ¿Cómo articula la sistematización de experiencias el proyecto pedagógico de la
educación inicial, la formación de agentes educativos de la primera infancia y la acción
pedagógica?...............................................................................................................................35
TERCER CAPÍTULO....................................................................................................................38
REFERENTES METODOLÓGICOS PARA LA IDENTIFICACIÓN Y SISTEMATIZACIÓN
DE EXPERIENCIAS SIGNIFICATIVAS EN LA EDUCACIÓN INICIAL..................................38
3.1 La decisión de sistematizar una experiencia significativa.............................................40
3.1.1 ¿Qué es una experiencia significativa en educación inicial?.....................................40
3.1.2 ¿Cómo identificamos que una experiencia significativa en educación inicial está
lista para ser sistematizada?...................................................................................................44
3.1.3 La construcción del objeto de sistematización............................................................46
3.2 La reconstrucción histórica de la experiencia significativa............................................50
3.2.1 El registro cotidiano de la experiencia significativa.....................................................53
1
3.2.2 La construcción narrativa de la experiencia.................................................................56
3.2.2.1 Primer proceso de identificación, recolección y análisis de información..............56
3.2.2.2 La construcción de la línea de tiempo de la experiencia........................................61
3.3 La reflexión crítico teórica de la experiencia significativa..............................................65
3.4 La reconstrucción práctica de la experiencia significativa.............................................67
BIBLIOGRAFÍA..............................................................................................................................68
2
PRESENTACIÓN
3
PRIMER CAPÍTULO
4
La sistematización de experiencias sociales se concibió, así, en medio de
procesos de desarrollo comunitario y de prácticas educativas forjadas desde la
base. ¿Cuál fue, en este contexto histórico, el papel que jugó la sistematización de
experiencias en la construcción de esas prácticas sociales y de producción de
conocimiento que emergieron en las realidades propiamente latinoamericanas?
Puede decirse que la sistematización se constituyó, en ese momento histórico en
una alternativa metodológica de producción de conocimiento para las prácticas
comprometidas con el cambio social por cuatro razones.
En primer lugar, afirmó que el conocimiento social no tiene otra finalidad que la
transformación de las condiciones y dinámicas que generan injusticia y exclusión
en nuestras sociedades. En segundo lugar, postuló la necesidad de un
conocimiento derivado de la implicación del sujeto con la realidad investigada, de
su compromiso con el cambio social, cuestionando el ideal de objetividad del
investigador frente a los fenómenos sociales proclamado por las ciencias sociales
de raigambre positivista. En tercer lugar, se configuró como un método de
producción de conocimiento desde las prácticas sociales mismas, es decir, que
reconoce que la práctica no es simplemente un caso o una derivación de la teoría,
una forma instrumental o aplicativa de ésta última, sino que en las prácticas
sociales se gestan y dinamizan otros saberes que son claves para llevar a cabo
procesos de cambio social. Y en cuarto lugar, reconoció que para ser
transformador, el conocimiento debe surgir de las prácticas mismas y volver a ellas
agenciado por los actores sociales como sujetos y protagonistas del cambio, por lo
cual concibió al sujeto como un mismo engranaje de acción y reflexión en y sobre
el mundo.
5
La sistematización de experiencias, en el periodo de los años 70 y 80 surge así de
la necesidad sentida por los agentes sociales y educativos comprometidos con
dinámicas de cambio social de aprender de sus propias experiencias y prácticas,
de salvaguardarlas a través de un conocimiento impregnado de las
intencionalidades políticas que animaron esas experiencias y de los aprendizajes
alcanzados a través de ellas. Con esta finalidad, emergió como una alternativa de
producción de conocimiento social frente a unos conocimientos y unas
metodologías hegemónicas con poca capacidad para propiciar una interpretación
crítica, pero al mismo tiempo, genuina, de las prácticas sociales. En este sentido,
Jorge Enrique Ramírez (2010: 37) identifica que la sistematización de experiencias
sociales respondió, en su momento, a las siguientes finalidades –las cuales, por
supuesto, aún se encuentran vigentes-:
Se trata, entonces de que los actores sociales construyan, con sus propios
saberes, una mirada crítica y retrospectiva sobre el proceso que han vivido. La
6
sistematización dota, así “(…) a los participantes de mejores referentes
interpretativos, de competencias y de habilidades para un ejercicio más
comprensivo, global y eficaz de su protagonismo social; en otras palabras, el
conocimiento que produce la sistematización coloca a los participantes de la
experiencia en un escenario de mayores posibilidades de negociación política y
cultural” (Ibíd).
7
de los conocimientos, reconocidos como alternativos, en el reino de la filosofía y la
teología” (Ibíd: 163). La sistematización de experiencias propende entonces, por
esa ecología de saberes en cuanto que reconoce la necesidad de poner en
interacción saberes distintos y de propiciar, en este sentido, la visibilización de los
saberes locales construidos en las prácticas cotidianas de los actores sociales.
8
potencial para favorecer el cambio, especialmente en procesos de desarrollo
comunitario y en la educación.
Esto no significa que la sistematización no sea útil para evaluar una experiencia.
De hecho, uno de los aspectos que definen a la sistematización es la mirada
crítica sobre lo realizado, que constituye de alguna manera una evaluación. Pero
en términos metodológicos, la sistematización llega a esa mirada crítica como
resultado de recuperar la memoria del proceso y de propiciar la reflexividad de los
participantes sobre eso que finalmente reconstruyen como su “pasado” a la luz del
presente que finalmente forjaron.
9
Entre tanto, la evaluación, que también tiene un carácter crítico, y que también se
puede realizar con la participación y desde la mirada de los actores que
participaron en el proceso, apunta más bien a determinar los niveles de logro
alcanzados por un proyecto o proceso social en relación con lo que se esperaba
de él. Aquí importa establecer en qué medida se alcanzaron los objetivos trazados
al inicio del proceso, por lo cual la experiencia se compara con lo que se considera
habría sido un nivel de logro deseable. La evaluación, en este sentido, consiste en
un juicio que se realiza a la luz de un criterio definido, mientras que la
sistematización busca primordialmente comprender la experiencia en toda su
complejidad.
10
multiplicidad de voces, pero sin llegar a decantar una mirada crítica y retrospectiva
sobre lo sucedido.
11
en una relación horizontal que en una relación jerárquica con esas otras formas de
saber presentes en la vida fáctica, si no quiere constituirse en un conocimiento
experto aislado y sin pertinencia para la vida cotidiana.
En línea con lo anterior, Daniel Schön afirma que la racionalidad técnica, afincada
en la distinción teoría-práctica, se encuentra deslegitimada en la actualidad, pues
la formación profesional, basada en el conocimiento teórico, a menudo es incapaz
de resolver los problemas prácticos y cotidianos que se presentan en el ejercicio
profesional. En este sentido, Shön (ibíd.) afirma la existencia de regiones grises
“poco definidas y cenagosas que permanecen fuera de los cánones de la
racionalidad técnica” y que no constituyen simplemente una excepción, sino que
conforman en gran medida el territorio de las prácticas profesionales:
Pero, como hemos ido viendo con mayor claridad cada vez a lo largo de los últimos
veinte años, los problemas que se las plantean a estos profesionales en la realidad no
siempre se presentan como estructuras bien organizadas. De hecho, no suelen
presentarse ni siquiera como problemas sino como situaciones poco definidas y
desordenadas.
12
En la práctica se da un trato con las cosas que responde a lo que se está haciendo, es
un tipo de relación que “no responde al modo de la producción, sino que única y
exclusivamente obedece al criterio de la acción”. Es decir que a diferencia del tipo de
conocimiento que se alcanza en la contemplación u observación del mundo, la
racionalidad práctica no puede entenderse por fuera de la acción que la orienta (…) La
comprensión que se da en la racionalidad práctica puede llamarse situacional
precisamente por estar referida al ahora de la acción y por incluir, simultáneamente,
los motivos, los fines y los modos de actuar.
En la medida en que nos movemos de un punto a otro del continuo entre saberes y
conocimientos, podríamos decir que los conocimientos están más delimitados, más
precisados, más concretos, menos difusos que los saberes; por ello un saber es más
difícil de verbalizar que un conocimiento. Si Ud. va a un barrio y le dicen que una
señora sabe de hierbas, puede que ella sepa los nombres de las hierbas, para qué
dolencias sirven, y que sepa explicarle a Ud. cómo se hacen las infusiones; pero no
puede decir mucho más, ni dar explicaciones o proponer teorías de por qué esas
yerbas sirven para lo que ella sabe. Es que gran parte de este saber lo aprendió ella
de forma tradicional, mirando actuar a la mamá, a la abuela, a la partera; es verdad
que ellas le dijeron algunas cosas fragmentarias, pero todo lo demás lo tuvo que irlo
reconstruyendo ella misma en la medida que veía cómo ocurrían las cosas, sin mucha
ayuda verbal. Por eso podríamos decir que, en la medida en que se verbaliza el saber,
sea en forma oral o escrita, se vuelve conocimiento. (Utilizo la palabra "verbalizar"
para indicar tanto la forma oral como la escrita). En cuanto se puede hablar más
precisamente acerca de él, y ante todo en cuanto se empieza a escribir sobre él, nos
13
vamos moviendo en este continuo hacia el extremo del conocimiento, mientras que el
saber está en una zona de comprensión todavía no verbalizada.
(…) los saberes sobre la educación popular se producen más que todo por esa
práctica reflexionada que llamamos "praxis". El educador popular, al detenerse y dar
un paso atrás, así sea para coger impulso, tiene un momento en el cual puede
reflexionar sobre su práctica para autenticarla como praxis, y yo creo que es ahí en
ese momento de reflexión en donde se producen los saberes más valiosos sobre la
educación popular. Son muy productivos esos momentos en que nos damos duros
golpes contra la realidad, en los que la realidad parece resistirse a nuestros intentos
de predicción y de control. Por ello es mucho más productivo el fracaso que el éxito en
cuanto a la producción de nuevos conocimientos.
1
Es significativo que a menudo, en el contexto educativo, cuando se solicita a un maestro o
maestra dar cuenta de su práctica, la primera reacción sea nombrarla teóricamente: “yo soy
constructivista porque trabajo a partir del saber del niño para generar nuevos saberes” es una
respuesta que ejemplifica la forma en que la teoría reemplaza a la comprensión. En este ejemplo,
la teoría reemplaza a la comprensión del agente social, en este caso de un agente pedagógico.
14
del saber y acercarlo, en el continuo referido por Vasco, hacia el polo del
conocimiento. Esto quiere decir, que la teoría no cumple una función de
contrastación con la experiencia, sino de diálogo con ella, diálogo que tiene lugar
cuando el proceso de sistematización se encuentra lo suficientemente avanzado
para contar con una comprensión social explícita de la experiencia 2. En esta línea,
un teórico de las ciencias sociales afirma lo siguiente:
2
Siempre en la sistematización de experiencias prima la comprensión de los agentes sociales sobre su
realidad y el proceso en el que han participado, que la explicación teórica de ese proceso por parte de
agentes externos. Por esta razón, uno de los criterios para afirmar que una sistematización es consistente, es
presentar a los actores sociales la comprensión explícita de su práctica que se ha decantado a través del
proceso de investigación. Si los actores se reconocen en esa comprensión, es decir, si sienten que esa
comprensión es suya, quiere decir que el proceso de sistematización ha sido exitoso. Si, por el contrario, los
actores sociales ven en la comprensión que se les presenta una posible explicación de lo sucedido, pero no
se reconocen en ella, entonces el proceso de sistematización ha fracasado, a pesar de que ofrezca una
alternativa teórica convincente para comprender el proceso social de base que se busca interpretar.
15
La respuesta aquí es que la sistematización parte de la comprensión que poseen
los agentes sociales sobre su propio hacer, y que ésta comprensión se despliega,
fundamentalmente, cuando hacemos memoria de lo vivido. No se trata, entonces,
en la sistematización, de convertir el saber o la comprensión de los agentes en un
objeto a ser analizado por ellos mismos, pues precisamente este saber o
comprensión tienen un carácter tácito, implícito, y además se encuentra
difuminado en las acciones y relaciones cotidianas; se trata más bien de escuchar
la historia que los actores tienen para contar buscando construir una línea de
tiempo que dé cuenta del decurso histórico de la experiencia. Contando la historia
-los inicios, los finales, los retrocesos, las incertidumbres, los puntos de quiebre,
los logros, los fracasos - los agentes sociales le dan un significado a lo sucedido
(esto precisamente es la memoria, no tanto el recuerdo puntual del hecho desnudo
que efectivamente sucedió, sino el hecho significado, que pervive en el tiempo) y
en torno a ese significado la experiencia empieza a ordenarse y a mostrar su
consistencia, su “saber”.
16
En los procesos de sistematización es propio interrogarse por el cómo hacer para,
partiendo de las relaciones entre la experiencia y sus contextos, y tomando distancia
de las prácticas se pueda desentrañar los saberes contenidos en ellas, comprenderlos
y realimentarlos. Los procesos de sistematización se caracterizan por reconocer "una
interacción entre comprensión y cambio: la comprensión está orientada por el interés
en el cambio y el propio cambio incrementa la comprensión. Comprender cómo se
encuentra implícita la teoría en las prácticas, cosa que a veces no se sospecha o
escasamente se conoce; dar cuenta de la identidad de y en los cambios de una
experiencia, o establecer la coherencia entre la razón de ser y lo realizado requieren
de un proceso en el que los sujetos se vayan configurando epistemológicamente
curiosos capaces de transitar dialécticamente entre la práctica y la teoría,
descubriendo cómo las acciones se caracterizan por medio de los conceptos que los
sujetos de la práctica poseen, "conceptos que a su vez se localizan dentro de un
discurso social de normas, reglas y significados" (Ghiso, 2006)
Podemos decir, junto con Antanas Mockus (1995: 1) que las prácticas
pedagógicas constituyen un conjunto de saberes tácitos “de competencias
implícitas, implícitamente transmitidas que se ponen en juego en todo proceso de
enseñanza y que solo excepcionalmente son objeto de consideración explicita”.
Esto es, que las prácticas educativas no consisten, simplemente, en la aplicación
técnica por parte de los agentes educativos de una teoría pedagógica o de una
metodología de enseñanza, sino que consisten en contextos de interacciones,
17
contextos comunicativos, orientados por la necesidad de encontrar estabilidad y
participación en la construcción del significado. La práctica pedagógica es,
entonces, una práctica comunicativa orientada por la finalidad de propiciar el logro
de unos aprendizajes que se espera tengan lugar en los espacios educativos. Y
como toda práctica comunicativa, la práctica pedagógica debe permanecer abierta
a la construcción del significado, es decir, que éste simplemente no se puede
implantar, forzar o producir de manera técnica.
18
Por el carácter abierto de las prácticas pedagógicas, éstas no pueden configurarse
como la aplicación instrumental de una teoría, pues el contexto comunicativo
siempre se construye en la situación específica en que se desenvuelven los actos
pedagógicos y con la mediación de los sujetos que participan en ellos. Puede
decirse, entonces que los problemas constitutivos de la práctica pedagógica –los
problemas del día a día de los agentes educativos en la labor que desarrollan con
los niños y niñas- aparecen “como si se tratase de un caso único” (Schön, 1992):
Como quiera que el caso único quede fuera de las categorías de la técnica y la teoría
existentes, el práctico no puede tratarlo como si fuera un problema instrumental que
se resuelve mediante la aplicación de alguna de las reglas guardadas en el almacén
del conocimiento profesional. El caso no figura «en el libro». Si se pretende abordar el
problema con competencia, habrá que recurrir a algún tipo de improvisación,
inventando y probando en la situación concreta estrategias de su propia cosecha
(ibíd).
3
Por ello es recurrente la afirmación de los maestros y maestras –y de muchos otros profesionales- de que lo
aprendido en la educación universitaria no los preparó lo suficiente para enfrentar los dilemas y situaciones
de la práctica profesional.
19
Pero surge aquí una pregunta: ¿así como el saber-cómo de la práctica pedagógica
no requiere de un saber-qué sobre lo educativo, es posible que, igualmente, el
conocimiento teórico sobre la educación, es decir el saber-qué, se construya sin
tener ningún contacto o vinculación con el saber-cómo que construyen los agentes
educativos en su contexto práctico? Al considerar la pregunta, podemos pensar
que mientras la primera opción es posible pues de hecho los agentes educativos
saben-cómo educar, la segunda opción es problemática, pues no tendría sentido
pensar en la pedagogía como un conocimiento pertinente para el trabajo
pedagógico.
Para autores como Antanas Mockus (1995: 4), la solución a estas encrucijadas
estriba en comprender la pedagogía como una disciplina reconstructiva:
20
Las disciplinas reconstructivas –como la lingüística y la psicología cognitiva-
transforman un saber-cómo en un saber-qué. Se trata de explicitar un conocimiento
que se posee en el sentido del dominio de una práctica y volverlo un conocimiento
discursivo, un sistema de enunciados que pueden ser contrastados, criticados,
elaborados.
21
Pero además, la sistematización de las prácticas pedagógicas es clave para
posicionar, públicamente, las discusiones y debates que movilicen a los agentes
educativos a la reflexión. Y aquí es vital comprender que, si bien el saber práctico
de los agentes educativos es plural y diverso -radicando en esa diversidad su
riqueza- también es cierto que esa pluralidad debe encontrar puntos de
convergencia, líneas de comunicación, pre-textos que permitan focalizar las
discusiones y configurar una comunidad de sentido que tenga incidencia en la
construcción de la educación en todos sus niveles: político, práctico, teórico e
institucional.
22
SEGUNDO CAPÍTULO
23
parte del adulto responsable, mientras que la educación del niño y la niña en edad
“preescolar” requieren de una mayor formación; sin embargo, bajo esta misma
lógica, las competencias y capacidades de los agentes educativos de preescolar
no requieren el grado de desarrollo de aquellas que poseen los agentes
educativos de la básica primaria. El cuarto supuesto es que el cuidado del niño y
de la niña tiene que ver con el cubrimiento de sus necesidades básicas –
alimentación, seguridad, sueño- lo que en el trasfondo plantea la idea de que la
infancia entre los cero y los dos años es pasiva. Y un quinto supuesto plantea que
dado que el aprendizaje se relaciona con la preparación para la vida escolar y el
desarrollo de capacidades cognitivas como la concentración y la memoria,
entonces el juego y las actividades propias de la infancia no tienen mayor
importancia en el proceso educativo.
24
Por otro lado, al proponer como su finalidad primordial el desarrollo de los niños y
las niñas –y no ya una finalidad que le era extrínseca como era el aprestamiento
para la vida escolar- la educación inicial se apuntala pedagógicamente en el juego,
la exploración del entorno, y en los lenguajes artísticos (SDIS, 2010) y propone
gravitar el trabajo pedagógico alrededor de los intereses, saberes, gustos e
inquietudes de los niños y niñas..
25
porque no nos lo pueden decir todo, porque los niños de hoy no son los niños de ayer,
ni serán los niños de mañana y los niños en este contexto no son los niños en el otro
contexto (…)Yo saco, como consecuencia, que en la educación debemos aceptar el
riesgo" de que al niño no le presentemos secuenciados todos los contenidos y muy
exhaustivamente programados. De lo contrario, caeremos en el riesgo, con mayor
seguridad, de poner a los niños en una situación formal en la cual a ellos no les
facilitemos su propio proceso de autoconstrucción de conocimientos sus propios
procesos de aprendizaje. Podemos convertir la educación en algo equivalente a esas
madres que quieren, que aprisionan, que no dejan desarrollarse a sus niños porque
están empeñadas en "el come, no come, sal, no salgas, a donde vas, que haces, ten
cuidado...” Eso puede llegar si no aceptamos que la educación es un riesgo y en la
educación entran la duda, la contradicción.
Ahora bien, uno de los retos que presenta este carácter innovador y experiencial
de la educación inicial -dada la flexibilidad de sus prácticas, la apertura de sus
currículos, la amplitud de sus planeaciones, el carácter central del juego y los
lenguajes de expresión artística y su intencionalidad de potenciar el desarrollo de
los niños y las niñas- es su articulación con procesos de producción de
conocimiento que permitan construir un conocimiento pedagógico propio. En
ausencia de procesos de sistematización, las innovaciones y experiencias de la
educación inicial pueden derivar en prácticas puramente endógenas, sin mayor
conexión con otros contextos educativos, con otras realidades sociales, lo cual
significa perder el potencial de conocimiento pedagógico de la educación inicial 4.
4
En este sentido vale la pena preguntarnos por los aportes que nos depara la educación inicial en
las discusiones que hoy se dan sobre la crisis de la institución escolar, sobre la calidad de la
educación, o sobre el currículo. Y esto no sólo en lo concerniente a los aspectos que entran en
relación directa con la práctica pedagógica de los agentes educativos de la primera infancia, sino
de aquellos elementos que pueden ser considerados como transversales a toda práctica formativa
del ser humano.
26
Las innovaciones requieren de un momento reflexivo, y esto es de gran
importancia, pues se encuentra difundida en nuestro medio la idea de que la
innovación sólo es un modo distinto de hacer las cosas y que para ello se necesita
sólo de inventiva y creatividad. Y claro que la inventiva y la creatividad son
importantes, pero también debemos reconocer que las innovaciones nunca son
puras, que a pesar de toda la creatividad que coloquemos en ellas, la mayoría de
las veces son oscilantes, no siempre tienen claras sus intencionalidades, o
teniéndolas claras, no saben de entrada cómo configurarse pedagógicamente.
Pero además las innovaciones involucran los saberes y experiencias previas del
agente educativo, sus teorías, sus vivencias escolares y familiares, sus
costumbres, sus representaciones de la infancia, del juego, de la educación, en
fin, toda una plétora de elementos simbólicos y culturales que no son
explícitamente tematizados por el agente educativo cuando ensaya su innovación.
Las innovaciones son históricas, contextuadas, y por ello mismo se encuentran
atravesadas por discursos y relaciones de poder que sólo pueden develarse,
cuestionarse y transformarse cuando los agentes educativos apropian
reflexivamente su acción pedagógica a través de la sistematización de sus
experiencias.
Podemos colocar aquí un ejemplo, para mostrar cómo no basta innovar, sino que
además se requiere hacer una lectura crítica de la innovación. Una practicante
innovadora llega a una escuela rural como agente educativo de niños y niñas de
cinco años de edad, e introduce el juego como la práctica articuladora de las
interacciones y como contexto de aprendizaje -como sabemos, prevalece en el
entorno rural la idea de que el juego es una “pérdida de tiempo” dados los
patrones de crianza y de educación que allí priman-. Nuestra practicante logra
afianzar el juego en su aula y comienza a generar nuevas dinámicas de
aprendizaje y desarrollo en su trabajo con los niños y niñas; no obstante, cuando
sistematiza su experiencia, cuando la reconstruye críticamente, encuentra que a
pesar del carácter lúdico e innovador de su práctica pedagógica, en diferentes
momentos del trabajo que realizaba con los niños y niñas se inclinaba a asignar
tareas o roles de acuerdo con sus propios prejuicios de género, inhibiendo así la
exploración de los niños y niñas cuando sus juegos ponían estos roles en
cuestión. Como resultado del ejercicio de sistematización, la practicante encuentra
que debe trabajar de manera intencionada alrededor de la construcción de género,
centrando su atención en este aspecto en sus interacciones con los niños y niñas,
tematizando explícitamente este aspecto en su diario de campo y considerándolo
en su planeación.
27
Este ejemplo nos permite decir, entonces, que las innovaciones son el resultado
del interés que tienen los maestros y maestras por el cambio en las formas de
educar, pero que este cambio no se da nunca como un salto, de un contexto de
enseñanza más o menos tradicional a un contexto pedagógico radicalmente
innovador. Entre esos dos extremos de las prácticas pedagógicas en educación
inicial existe todo un camino por andar que, sin el apoyo de la sistematización y de
la reflexión que ella propicia sobre las acciones de los agentes educativos, puede
simplemente ser perdido de vista. Así, en vez de que las innovaciones se
desarrollen y potencien de modo sistemático y de este modo propicien la
transformación de las relaciones sociales y educativas que hemos construido con
la infancia, en ausencia de procesos de sistematización pueden quedar reducidas
a cambios momentáneos en las formas de trabajo pedagógico que no propician
transformaciones educativas sustanciales a largo plazo 5.
5
En relación con lo anterior, autores como Pence, Dahlberg y Moss (2005) plantean que es
prioritario propiciar el aumento de la autorreflexividad de los agentes educativos de la primera
infancia de manera que puedan construir alternativas a las formas hegemónicas que configuran
modos de dominación sobre la acción pedagógica, y por esta vía, sobre la primera infancia. La
autorreflexividad debe, en esta línea, abrir márgenes más amplios de construcción de sentido y de
asunción de decisiones en el proceso pedagógico por parte de los agentes educativos de la
primera infancia.
28
2.2.1 El proyecto pedagógico en educación inicial
Lo esencial del proyecto pedagógico es, entonces, la relación que propicia entre el
presente en el cual tiene lugar la acción pedagógica y el futuro que se espera
construir o alcanzar a través de ella. Por ello el proyecto pedagógico no se puede
reducir a un modelo pedagógico o a una corriente teórica de la pedagogía, es
decir, que no basta con enunciar un referente de orden conceptual que se
encuentra en la base de las prácticas educativas para afirmar la existencia de un
proyecto pedagógico, pues éste toma forma cuando los actores se reconocen a
través de él y mediados por él, logran construir formas de acción conjuntas y
marcos de expectativas comunes.
Por esta razón un proyecto pedagógico no puede tomar forma sólo a partir de los
saberes de los y las profesionales de la pedagogía –aunque estos saberes sean
importantes para su formulación-, sino que involucra los saberes y expectativas de
todos aquellos sujetos que se espera participen en él. El proyecto pedagógico,
entonces, no se diseña para los niños y las niñas, sino que se construye con ellos
y ellas y con sus familias y comunidades. El proyecto pedagógico es por tanto
histórico y esto significa que plantea un marco de expectativas perdurable en el
tiempo, a la vez que permanece abierto a su transformación por quienes participan
en él.
Ahora bien, la palabra “proyecto” trae consigo la idea de que las metas se
plantean a largo tiempo. Y en el caso de la educación esas metas se postulan con
frecuencia como los resultados educativos que se espera sean alcanzados por los
niños y las niñas. Por esta razón, los proyectos pedagógicos se formulan muchas
veces en términos de lo que se considera que deben llegar a ser los niños y niñas
en un futuro distante respecto de su presente. A esta mirada del proyecto
pedagógico subyacen las ideas de que son los adultos quienes definen el futuro
29
de los niños y las niñas y de que la infancia es un estado que hay que abandonar
cuanto antes. En consecuencia con ello, se educa a menudo a los niños y las
niñas con la intención de que “superen” rápidamente su primera infancia:
Frente a ello podemos decir que todo proyecto pedagógico se concibe de cara a
un futuro. Sin esta mirada de futuro no podríamos hablar en términos rigurosos de
un proyecto, de un “proyectarse”. Sin embargo, ello no significa que una mirada de
futuro deba negar el presente de los niños y las niñas como si la función de la
educación inicial fuera desalojar la infancia para instalar en su lugar al estudiante
del mundo escolar6.
30
a los cinco años, sino de reconocer las formas en que se relacionan con el mundo
y los conocimientos que construyen a partir de sus experiencias cotidianas.
El segundo de esos futuros tiene que ver con que la sociedad aprenda a
reconocer a los niños y niñas en la primera infancia como ciudadanos, como
sujetos de derechos, “co-constructores de conocimiento, de cultura y de su propia
identidad. En vez de un objeto que puede ser reducido a categorías separadas y
mensurables (como las de desarrollo social, desarrollo cognitivo, desarrollo motriz,
etc.) mediante el aislamiento mutuo entre procesos que son, en realidad,
tremendamente complejos e interrelacionados, se concibe al niño como un sujeto
singular, complejo e individual. Esta construcción produce un niño que, en
palabras de Malaguzzi, es “rico en potencial, fuerte, poderoso, competente”
(Dahlberg, Moss & Pence, 2005: 85).
31
que tiene lugar en los contextos universitarios en sus diferentes niveles de la
formación que tiene lugar en el contexto de la práctica pedagógica. La formación
universitaria, podemos decir, nos da los fundamentos o elementos básicos de la
gramática de una disciplina, en este caso de la pedagogía, pero como hemos
visto, a veces esos elementos no tienen la capacidad de iluminar por sí solos
aquello que sucede en las prácticas, pues éstas tienen su propia gramática.
Desde otro lado, la formación desde la práctica busca que los agentes
pedagógicos construyan elementos de interpretación a partir del trabajo que
realizan cotidianamente con los niños y las niñas. Sin embargo no basta con ser
“práctico” y desenvolverse en una profesión o en una actividad determinada para
que tenga lugar una formación. La formación desde la práctica no consiste en la
adquisición, por cuenta de una actividad rutinaria, de una forma de hacer que se
ha hecho diestra y natural por el trabajo continuo a lo largo de los años. La
formación desde la práctica tiene lugar cuando la práctica cotidiana se conjuga
con la reflexión, de modo que ésta vuelve sobre aquella para reconfigurarla y
potenciarla hacia otras posibilidades.
32
2001), además de generar en ellos un aprendizaje más significativo cuando son ellos
los que toman la iniciativa para planificar y desarrollar dichos aprendizajes, valorando
su propia autonomía y su capacidad de reflexionar acerca de lo que hacen en las
aulas (Marcelo 1999). Por ende, el trabajo conjunto genera un espacio de diálogo en
el que, mediante la reflexión, se pueda ir negociando y construyendo significados
compartidos acerca del rol del profesor y de su quehacer pedagógico. Esta reflexión
implica necesariamente revisar creencias, conocimientos tácitos e implícitos que
orientan al pedagogo a la hora de actuar en el aula, con el fin de construir su
conocimiento profesional docente que le brinden la posibilidad de ir generando
estrategias y herramientas para crear un puente entre su reflexión y su acción, y que
permitan generar el cambio en sus teorías implícitas acerca de la educación, con el
objetivo de brindar una coherencia a su práctica, a su discurso con su acción. "Los
procesos de cambio han de pretender afectar, por tanto, la teoría implícita o subjetiva
de los profesores, además de buscar cambios más visibles a través de conductas"
(Marcelo 1999: 53).
7
Al respecto, Miguel Fernández Pérez, en su libro Las tareas de la profesión de enseñar. Práctica
de la racionalidad curricular afirma que los agentes pedagógicos ejercen su trabajo con los niños y
las niñas, menos desde las teorías pedagógicas y más desde las formas en que construyeron su
propia infancia y fueron educados en la familia y en la escuela.
33
2.2.3 La acción pedagógica en la educación inicial
34
acción pedagógica en la educación inicial presenta así un marcado contraste con
la acción pedagógica centrada en la enseñanza del conocimiento o en la
transmisión de contenidos, pues su sentido radica en que “los niños y las niñas
tengan verdaderas experiencias y se abandonen las acciones mecánicas” (SDIS,
2010: 44).
35
uno de estos polos genera su propio saber práctico, de modo que uno es el saber
que toma forma en el trabajo con los niños y niñas, y otro el saber que se
configura en el contexto del proyecto social más amplio que se va construyendo y
dinamizando institucionalmente. Y la sistematización de experiencias, como vimos
en el capítulo 1, propende tanto por la explicitación del saber práctico de los
proyectos sociales, como por la explicitación del saber pedagógico implícito en las
prácticas educativas.
36
TERCER CAPÍTULO
37
desarrollado. Más que lineal, la sistematización es un proceso circular, en
el cual los avances muestran al mismo tiempo los vacíos que pueden haber
quedado en algún tramo de la ruta. Por esta razón los agentes educativos
que se adentren en la práctica de la investigación deben complementar
estos referentes metodológicos con su propio sentido práctico y la reflexión
sobre el proceso investigativo.
La sistematización es, así mismo, una práctica social, y como todo proceso
de este orden presenta dificultades y depara aprendizajes, por lo cual ante
los posibles errores, confusiones, incertidumbres que se presenten, es
importante que el investigador adopte una actitud de apertura y reflexión.
38
resultados”- sino a construir una disposición de escucha atenta al curso de
la historia que poco a poco va tomando forma. En este sentido, lo que se
requiere de los investigadores en un primer momento, no es su opinión
sobre la experiencia, sino su capacidad para evocar la memoria de los
actores –o en caso de que ellos mismos sean los protagonistas, su propia
memoria- y para identificar hilos conductores, engranajes, motivos,
aconteceres. La opinión y la crítica vendrán luego en un momento
específico para ello.
Una experiencia puede ser entendida como el saber que queda anclado en un
sujeto individual o colectivo como consecuencia de haberse implicado, en un
momento dado de su vida, en un determinado suceso, proceso, evento. Podemos
decir que las experiencias nos tocan, nos deparan un aprendizaje que no es
posible adquirir por otra vía sino la del contacto, la de la vivencia, la de la
exposición. Así, si alguien nos preguntara por nuestras experiencias en la vida
39
escolar, es bastante probable que narremos aquellas que construimos con
nuestros compañeros y compañeras de clase, por ejemplo, cuando realizamos
alguna travesura, o cuando nos atrevimos a cuestionar el orden escolar a través
de alguna marcha o una protesta8.
Pero una experiencia también tiene lugar cuando para un sujeto o un colectivo se
presenta una situación que les exige toda su energía y compromiso para
superarla, sin que necesariamente hayan buscado encontrarse en esa situación.
Por ejemplo, podemos tener una experiencia con una enfermedad, en la medida
en que demanda todas nuestras fuerzas para poder sanar, y en este sentido, nos
depara también aprendizajes.
Por otro lado la experiencia, aunque puede ser contada, salvaguarda un núcleo
que no es transmisible a otros, salvo que ellos mismos se expongan a la
experiencia, por ejemplo la experiencia de escalar una gran montaña no puede ser
comprendida en toda su magnitud por quien no ha intentado en algún momento
realizar un logro de ese orden.
Las experiencias son significativas en sí mismas para quien o quienes han hecho
parte de ellas. La significatividad de la experiencia es constitutiva de ella, si
entendemos esa significatividad como la reserva de sentido que guarda la
experiencia y a la cual podemos volver a través de la memoria. Pensemos por
8
Es bastante difícil que recordemos una experiencia “académica” en el mundo escolar, pues éste
transmite el conocimiento sin que se configure una experiencia de “contacto” con él; es decir, que
no hacemos una experiencia con el conocimiento, sino que recibimos conocimiento. Esto no quiere
decir, sin embargo que no puedan darse experiencias académicas que marquen a un estudiantes,
solo que esas experiencias no consisten en la transmisión del conocimiento, sino que generan la
implicación del estudiante, por ejemplo, cuando un maestro o maestra innovador genera para sus
estudiantes una experiencia de contacto cultural a través de cine-foros.
40
ejemplo, en la significatividad de la experiencia de tener un hijo o una hija: siempre
podremos volver sobre esta experiencia para pensar nuevas cosas sobre ella. La
experiencia en este sentido funciona como un libro que podemos leer muchas
veces, así ya lo conozcamos y tengamos clara su trama.
Pero una experiencia puede ser significativa también para quien busca aprender
algo de ella sin haberla realizado aún. Por ejemplo, para un educador que recién
comienza el ejercicio de su profesión puede ser significativa la experiencia de otro
educador que ya lleve muchos años trabajando en este campo. En este caso la
significatividad de la experiencia viene dada por el interés que tiene en ella quien
se encuentra fuera de ella.
9
Aquí podemos encontrar el ejemplo de Reggio Emilia, que constituye una experiencia significativa
en educación inicial reconocida a escala internacional, porque nos ha ofrecido pistas y alternativas
para poder configurar nuevas prácticas de atención integral a la primera infancia.
41
continuación referiremos ejemplos de experiencias significativas en cada uno de
esos niveles:
Nivel Experiencia
Trabajo cotidiano con los niños y las La huerta escolar como espacio lúdico y de relación de
niñas los niños y niñas con el entorno
Proyecto pedagógico Institucional Proyecto Pedagógico Educativo Comunitario del ICBF
Organización de la comunidad Promoción del desarrollo comunitario a partir de una
experiencia de atención integral de la primera infancia en
comunidad indígena
Programas para la promoción de la participación infantil y
Políticas públicas la construcción de ciudadanía de los niños y niñas
menores de cinco años
42
La movilización de diferentes actores e instituciones de la sociedad civil
para la garantía y promoción de los derechos de los niños y niñas en la
primera infancia.
43
Tanto los sujetos que la construyen y la viven como el entorno que la rodea
reconocen su capacidad para generar aprendizajes y movilizar nuevas
perspectivas y prácticas en el cuidado, atención y educación de los niños y
las niñas.
Una vez identificamos que una experiencia responde al anterior indicador, surge la
siguiente pregunta: ¿se encuentra lista la experiencia para ser sistematizada? Al
respecto es importante aclarar un elemento central en la sistematización de
experiencias: el tiempo. La sistematización de experiencias presupone que el
proceso que se busca ordenar ya ha tenido lugar en el tiempo, es decir, que de
alguna manera la experiencia ha llegado a un punto de inflexión. Esto no significa
que deba haber terminado, pero sí que nos encontramos en un momento decisivo
de la experiencia que nos lleva a reflexionar sobre ella. En relación con ello hay
dos cosas a considerar.
44
educativos. Pero la reflexión que se propone realizar desde la sistematización
posee un sentido distinto, pues busca volver sobre un proceso ya realizado para
pensarlo como una totalidad. Así que una cosa es la necesidad de reflexionar en
medio de un proceso para planearlo, reorientarlo o ajustarlo, y otra reflexionar
sobre la totalidad de la experiencia que ha tenido lugar. Así que un segundo
indicador que podemos formular para saber si podemos comenzar la
sistematización de una experiencia es el siguiente:
La decisión sobre el objeto de sistematización debe ser tomada por los actores
que han participado en la experiencia. Esto es todo un proceso de negociación por
dos razones. En primer lugar, porque los actores implicados tienen perspectivas
distintas, es decir, han vivido la experiencia desde ángulos distintos y pueden
aparecer “varios” objetos a sistematizar, lo cual exige un proceso de conciliación
de esa diversidad de miradas. En segundo lugar porque un proceso de
sistematización implica recursos y tiempo, y por ello es clave poder colocar en la
balanza la realización de un buen proceso investigativo con los tiempos y el
recurso humano con el cual se cuenta para ello. A veces quisiéramos sistematizar
grandes procesos y solo en el transcurso de la investigación nos damos cuenta de
que se requieren muchos recursos para ello y en consecuencia ésta se trunca. Es
mucho más práctico definir un objeto de sistematización que sea realizable con los
45
recursos disponibles y que nos permita llevar a buen término el proceso,
decantando sus aprendizajes.
Una vez tenemos claridad sobre el objeto que vamos a sistematizar, es pertinente
que formulemos de manera precisa el objetivo del proceso de investigación, el
cual tiene que ver con los conocimientos, aprendizajes y transformaciones que
esperamos nos aporte la experiencia. En este contexto, podemos tomar como
ejemplo la sistematización realizada del proyecto Nuevas Voces Ciudadanas, de
promoción de la participación infantil en centros de desarrollo infantil en la ciudad
de Bogotá. Este proyecto tenía componentes de atención a los niños y niñas de la
primera infancia, de divulgación de conocimiento sobre la participación infantil y de
formación de agentes educativos. Dado que se reconoce que el rol de los agentes
educativos es clave para potenciar la participación de los niños, entonces se
decidió sistematizar el componente de formación de agentes educativos, con el
siguiente objetivo: identificar los elementos de orden pedagógico y metodológico
que desarrolló el proyecto para empoderar a las maestras de educación inicial
como actores que promueven la participación y la ciudadanía en la primera
infancia.
46
Gráfica 1. Primer momento metodológico: la decisión de sistematizar una
experiencia significativa y la construcción del objeto de sistematización en el
proyecto Nuevas Voces Ciudadanas
47
Gráfica 2. Ejemplo de planeación de un proceso de sistematización 10
Proceso Subproceso Semana 1-2 Semana 2-4 Semana 4-6 Semana 6-8
Conformación de
Alistamiento equipo de
sistematización
Revisión
Definición del documental
proceso
metodológico Definición de
fuentes
Construcción de
instrumentos
Aplicación de
Proceso de instrumentos
recolección y Transcripción de
análisis de la información
información para Ordenamiento de
la reconstrucción la información
narrativa de la Análisis de la
experiencia información
Primer producto:
Avance de reconstrucción
sistematización histórica del
proceso
Reflexión crítica
Reconstrucción sobre el proceso
crítica de la de la experiencia
experiencia Construcción
teórica de la
experiencia
Reconstrucción
Producto final del práctica de la
proceso de experiencia
sistematización Comunicación de
la experiencia
10
Cada proceso de sistematización presenta sus propios ritmos y tiempos, debido a diferentes factores entre
los cuales se pueden encontrar la experiencia del equipo, el número de colaboradores, la complejidad de la
experiencia que se va a sistematizar, la disponibilidad de tiempo de los sistematizadores, la facilidad para
recolectar la información, por citar algunos. Por ello cada experiencia debe establecer sus propios tiempos
evaluando los recursos con los cuáles cuenta para ello.
48
3.2 La reconstrucción histórica de la experiencia significativa
49
Mi experiencia se llama (…) y fue galardonada con el premio (…) la considero una
innovación porque ha sido exitosa en promover la inclusión de los niños más
pequeñitos con necesidades educativas especiales basándose en la teoría de las
inteligencias múltiples (…) las herramientas didácticas que empleo con los niños son
la música y el juego que les permiten cooperar entre sí. En el aula de clases se trabaja
en forma cooperativa de pronto mañana si le queda algún tiempito de ir al colegio para
que mire el salón, es totalmente diferente a un salón estándar (…) trabajamos en
mesas hexagonales, para que se facilite el trabajo en equipo.
¿Qué forma adopta entonces una narración? Una narración no comienza por una
idea –entendida ésta como una proposición de orden conceptual- sino por una
situación que se va desarrollando en el tiempo, que se da en un contexto
específico y que cuenta con unos personajes que interactúan entre sí y alrededor
de los cuales se va hilvanando una trama. Lo esencial de una narración es, pues,
el tiempo, es decir, las transformaciones que se van dando en una situación inicial
y que van configurando nuevas situaciones, que a su vez confluyen en un evento
central que así mismo se transforma hasta llegar a un desenlace. Según Eduardo
Casaroti (S.F.)
13
Como este modo de pensamiento no lo hemos ejercitado tanto como el modo argumentativo, es
entendible que cuando intentamos reconstruir históricamente una experiencia, respondamos en
primer lugar con una explicación o argumentación de la misma en lugar de narrarla.
50
composición por medio del acto de seguir una historia. Seguir una historia es una
operación muy compleja, guiada sin cesar por expectativas acerca de la continuación
de la historia, expectativas que corregimos o confirmamos a medida que se desarrolla
la historia, hasta que coincide con la conclusión (…)
Como pretende mostrar una historia con todos sus avatares y complejidades, la
narración no apunta a la síntesis, sino al despliegue de la memoria. En la
narración la memoria debe fluir de la manera más libre posible entre el pasado y el
presente, para ir recuperando todo aquello que va a permitir hilar la experiencia.
Esto no significa que quien narra tenga que ordenar los eventos en una línea que
va de pasado a presente, pues no se trata tampoco, en la sistematización de
“racionalizar” el tiempo de la experiencia –es decir, de buscar un antecedente y
luego ir agregando los eventos consecuentes-.
En mi familia mi hermanito tuvo una discapacidad y siempre tuve que ver que muchas
personas, incluida mi familia, consideraban que no tenía capacidad para aprender
cosas nuevas, y yo jugaba con él a ser su profesora y me daba cuenta de que él si
podía aprender (…) así que poco a poco fui pensando en que me gustaría ser
profesora y finalmente decidí hacer la licenciatura en preescolar (…) cuando llegué a
trabajar a la escuela me di cuenta de que no habían niños en situación de
discapacidad allí, pero si me percaté de que en la comunidad si habían muchos de
ellos, y entonces empecé a indagar por qué no enviaban a los niños sus familias, y
encontré que consideraban que no tenía sentido hacerlo, pues no creían que los niños
pudieran llegar a aprender (…) así que empecé a trabajar con la comunidad y a
pensar de qué manera vincular a los niños con alguna discapacidad a mi trabajo como
maestra de preescolar (…) al principio para mí fue un poco duro darme cuenta de la
manera en que las familias, pero también las escuelas, consideran que cualquier
esfuerzo que se haga para que aprendan es perdido, pero tome fuerzas y seguí
adelante con mi idea de que asistieran a la institución (…)
51
narración, develar la experiencia desde el lugar de la persona, y no sólo desde el
rol profesional o técnico. Esto porque la modalidad narrativa, según Bruner (Ibíd)
52
preguntas que tienen sobre los animales de su entorno. La maestra organiza su
planeación y le da curso a la experiencia. Pero en medio de la experiencia van
surgiendo muchas vivencias tanto de la maestra, como de los niños y las niñas, y
es vital que ella realice un registro de todo aquello que surge en el contexto de la
innovación, pues estos registros, vistos luego a posteriori, nos van a permitir
identificar con facilidad su curso histórico. En educación inicial este registro se
denomina documentación pedagógica, y consiste en ir acopiando diferentes
materiales –grabaciones de video, fotografías, trabajos de los niños y las niñas,
diarios de campo- que visibilizan el trabajo pedagógico.
Este registro nos puede deparar una doble utilidad. Por un lado, nos ayuda a
analizar lo que sucede en la experiencia, a cuestionar la práctica que estamos
desarrollando y a reorientarla continuamente. Por otro lado, como podemos volver
a esa documentación luego de mucho tiempo, puede ser de gran valor cuando
vayamos a sistematizar la experiencia, pues nos va a permitir evocar con mayor
facilidad sus diferentes momentos.
53
esta observación participante, minuciosa y detallada en la que “aparecen los
caminos insospechados de los procesos infantiles”:
El diario de campo puede realizarse dividiendo cada hoja del block de notas
en dos partes, una en la cual se registran los sucesos del día, y otra en la
cual el agente educativo busca dar una interpretación a la descripción que
hace de lo sucedido. También se pueden realizar anotaciones con diverso
color, de acuerdo a lo que considere el agente educativo, por ejemplo, en
rojo puede anotar lo que considera son sus reflexiones pedagógicas, en
azul las reacciones de los niños y las niñas, en verde las sensaciones que
aparecieron para él en el desarrollo de la actividad.
54
vimos anteriormente, se plasman en el objetivo de la sistematización. El registro
narrativo de la experiencia constituye un apoyo invaluable para la posterior
reconstrucción del proceso, pero dicha reconstrucción no es nunca el resultado de
agregar los registros. La razón de ello es que como la experiencia va avanzando y
enriqueciéndose con el tiempo, los registros que en su momento fueron
significados de una determinada manera ahora deben ser reinterpretados a la luz
del objetivo de sistematización trazado.
55
Además de ayudarnos a configurar una primera comprensión de la experiencia,
este primer ejercicio de revisión y recolección de información nos debe permitir
establecer:
56
la innovación, nos damos cuenta de que es importante recoger la
percepción de las colegas del centro de desarrollo, de las familias, y de los
niños y las niñas, como informantes claves. Podrían ser muchos más los
informantes claves, por ejemplo, la maestra podría indicarnos que un
informante al que habría que entrevistar es el zootecnista que se ha
vinculado al trabajo pedagógico de la maestra; en este caso debemos
añadir nuestra nueva fuente al cuadro que estamos elaborando.
57
Formato para la distribución e interpretación de la información
aportada por la maestra14
Lo que dice la maestra: Nuestra interpretación:
¿En qué consistió la Un proyecto de aula que parte de las preguntas de
experiencia? Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx los niños y las niñas para favorecer su exploración
Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx del entorno y la comprensión del mismo
Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
14
Este ejercicio debe realizarse con cada una de las fuentes que nos aportan información y luego
debemos crear una nueva matriz que sintetice toda las interpretaciones realizadas en relación con
cada una de las fuentes consultadas.
58
Zootecnista de la CAR
Familias
Otras maestras del centro de desarrollo
infantil
59
3.2.2.2 La construcción de la línea de tiempo de la experiencia
60
(1) Preguntas que evocan el modo narrativo de respuesta
Instrumento:
Entrevista a profundidad a maestras del centro de desarrollo infantil
Instrumento:
Entrevista a profundidad a maestras del centro de desarrollo infantil
61
pregunta porque, aunque se relacionan con eventos distintos, pueden compartir
entre sí el ser momentos que representan actividades de mucho significado para
los niños y las niñas. Por otro lado, las preguntas que se formulan en el ejemplo
(1) indagan por el cómo y cuándo, es decir, buscan que el participante se ubique
en el tiempo y que describa el proceso; entre tanto, las preguntas del ejemplo (2)
evitan remitir al participante al tiempo, y le plantean que entregue una respuesta
directa y puntual a la pregunta.
Por otro lado, podemos recurrir a los registros narrativos, audiovisuales, que la
experiencia haya recopilado a lo largo de su realización para evocar la memoria de
los actores. Así, con los niños y niñas podríamos hacer un taller alrededor de los
dibujos que fue coleccionando la maestra en diferentes momentos, de modo que
ellos nos cuenten los recuerdos que les evocan. Y con la maestra podríamos
hacerle la entrevista mientras revisa su diario de campo y se apoya en él para
evocar sus sensaciones, expectativas, recuerdos, pensamientos que surgieron
para ella con la experiencia.
62
posteriormente, ordenar la memoria con todo el material recabado a través del
proceso de recolección de información. Esta función, es bueno repetirlo, no es del
participante, y por ello no debemos requerirlo a que su discurso siga la lógica de
las hipótesis que planteamos. La función del participante es hacer memoria. La
función del investigador es posibilitar el despliegue de esa memoria, y luego, en
los análisis, ordenar la línea de tiempo.
Texto de la entrevista a la maestra que desarrolló el Ordenamiento a través de las categorías que dan cuenta
proyecto de aula de los momentos del proyecto
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx Proyectos de aula que antecedieron la experiencia
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx Las primeras preguntas de los niños y las niñas
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx Crisis del proyecto de aula por cambio en el enfoque
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx pedagógico del centro de desarrollo
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
xxxxxxxxxxxxxxxxxxx
63
nuestra información tendremos para cada momento los elementos que nos van a
permitir ordenar y construir la línea de tiempo.
Una vez el relato ha sido validado con las personas que aportaron las vivencias,
saberes, sentidos, afectos, sentimiento y pensamientos que le dan vida, se
convierte en el objeto sobre el cual los actores sociales pueden llevar a cabo su
reflexión. Y aquí se evidencia el profundo sentido metodológico de la
sistematización de experiencias: la reflexión no tiene lugar sino hasta cuando
contamos con una “objetivación” de la práctica en la forma de un relato,
objetivación que no tiene que nada que ver con la objetividad positivista, sino que
es el resultado de transformar las múltiples memorias subjetivas en una memoria
colectiva. En términos de Isabel Cabanellas (1996):
64
verdad absoluta no existe. Es en la multiplicidad de interpretaciones subjetivas, donde
podemos modificar incluso nuestro campo observacional.
Como parte de este momento crítico reflexivo, es importante vincular las teorías
pedagógicas y sociales a la reflexión que realizan los agentes educativos. No se
trata, sin embargo, de entrar a constatar que la práctica es o no acorde a la teoría,
sino de “utilizar” la teoría 15 como un recurso que, articulado a las preguntas, nos
15
Como se afirmó al comienzo del documento, la sistematización de experiencias no rechaza la teoría, solo
que la usa como un recurso para explicitar el saber de los agentes sociales y no pretende que ella ocupe el
lugar de ese saber que se ha hecho explícito. Por ello, en este sentido, propugnamos por una teoría más que
65
permite interrogar de un modo más radical nuestra práctica. Y esta interrogación
no tiene que ver con “fallar” la práctica, es decir, con mostrarla carente, sino con
hacer cada vez preguntas más finas que permitan a la práctica aportar un saber o
una respuesta que no sea la evidencia que ya se encuentra en la conciencia de
los actores sociales.
respuestas, nos da claves de interpretación y de pregunta a partir de las cuáles las prácticas pueden
aportarnos un saber distinto a la evidencia.
66
BIBLIOGRAFÍA
4. Dahlberg, Gunilla, Moss, Peter, Pence, Alan. 2005. Más allá de la calidad
en educación infantil. Grao Barcelona.
67
de acción en el proceso de práctica profesional durante la formación inicial
docente. Estudios Pedagógicos XXXI, N 2: 137-143.
15. Sousa Santos, Boaventura. 2009. Una epistemología del Sur: la reinvención
del conocimiento y la emancipación social. Siglo XXI. México.
68