Guia - Falciforme - 2010 (Drepanocitosis) PDF
Guia - Falciforme - 2010 (Drepanocitosis) PDF
Guia - Falciforme - 2010 (Drepanocitosis) PDF
©
2009 de la edición: Grupo Acción Médica, S.A.
Reservados todos los derechos. El contenido de esta publicación no puede ser reproducido, ni transmitido
por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia o grabación magnética, ni registrado por
ningún sistema de recuperación de información, en ninguna forma, ni por ningún medio, sin la previa autorización
por escrito del titular de los derechos de explotación de la misma.
Depósito legal:
Presentación
E
s para mí una gran satisfacción presentar esta Guía de manejo de las
enfermedades falciformes, estructurada en el seno del Grupo Español de
Eritropatología de la AEHH, y que ha sido coordinada por la Dra. María Pilar
Ricard Andrés. Lo primero que debo mencionar es que el documento se ha realizado
en colaboración entre hematólogos de toda España, junto con pediatras y facultati-
vos de otras especialidades médicas. No podía ser de otra forma, puesto que es una
enfermedad que afecta a diversos órganos y en la que intervienen especialistas de
las diferentes ramas de la Medicina Interna y de la Cirugía. Siempre he preconizado
que el secreto del éxito es la realización de un buen trabajo en equipo, y a fe que el
equipo editorial lo ha conseguido. Estoy convencido de que esta guía, que hoy parece
indudable, representará mañana un gran paso en el bienhacer del control clínico de
los pacientes afectados de anemia drepanocítica.
Desearía que la presente guía fuese el estímulo iniciador de futuras guías con la
finalidad de alcanzar la excelencia asistencial en el cuidado de nuestros pacientes
hematológicos.
Aprovechemos el hecho del fenómeno inmigratorio actual para aprender y enrique-
cer nuestros conocimientos sobre enfermedades que hasta ahora eran prácticamen-
te desconocidas para nosotros y contribuir a la lucha para vencerlas. Convirtamos,
pues, la adversidad que representa tener que luchar contra una enfermedad como la
drepanocitosis, en una oportunidad única que tenemos los hematólogos para cono-
cerla y mejorar el cuidado de los pacientes que la padecen, trabajando juntos por el
objetivo común de mejorar su calidad de vida y su tratamiento. Ellos serán los gran-
des beneficiados de nuestro esfuerzo por conseguir un día su curación definitiva.
Evarist Feliu
Presidente de la Asociación Española
de Hematología y Hemoterapia
III
Prólogo
L
os trastornos congénitos de las hemoglobinas pueden clasificarse en dos
grandes grupos: talasemias, en las que existe un defecto de síntesis de al
menos una de las cadenas de globina que forman la hemoglobina; y hemo-
globinopatías estructurales, en las que se produce la síntesis de una cadena de glo-
bina anormal.
Las hemoglobinopatías estructurales constituyen, junto con las talasemias, las al-
teraciones monogénicas más frecuentes en el mundo. Se producen por mutaciones
puntuales, deleciones o inserciones en los genes que codifican las cadenas de globi-
na, dando lugar a variantes de hemoglobina normal.
La HbS es la más frecuente y afecta a millones de individuos en África tropical y
subtropical, península arábica, India, América central y Estados Unidos. Le siguen
en frecuencia las HbC, D y E, que se presentan en poblaciones del oeste de África,
India y sudoeste de Asia.
Varios métodos se han empleado para su detección, como electroforesis convencio-
nal en acetato de celulosa, isoelectroenfoque y, más recientemente, la cromatografía
líquida de alta resolución (HPLC) de intercambio iónico o de la fase reversa.
Los flujos migratorios transcontinentales que se vienen desarrollando en los úl-
timos años en nuestro país suponen un notable incremento de la prevalencia de las
hemoglobinopatías estructurales y, en menor proporción, de las α y β-talasemias,
tanto en sus formas leves (heterocigotos) como en sus formas graves (homocigotos y
dobles heterocigotos), pasando de ser una rareza –sobre todo las hemoglobinopatías
estructurales– a formar parte cada vez con mayor frecuencia de la práctica clínica
rutinaria. Y está llegando a constituir un grave problema de salud pública. Esta po-
blación de inmigrantes procedentes de las regiones más deprimidas y con menores
expectativas del planeta (África subsahariana, Magreb, Suramérica y sudeste asiáti-
co) se ha establecido y concentrado especialmente en los grandes núcleos urbanos,
como Madrid, Barcelona o Valencia y, en general, en todo el territorio español (Mur-
cia, Canarias, etc.).
Trabajos recientemente realizados en Madrid y Cataluña demuestran que la alta
frecuencia de hemoglobinopatías estructurales es debida a la inmigración, con una
incidencia veinte veces superior de recién nacidos con hemoglobinopatías estructu-
rales (HbS, C y D), en relación con los recién nacidos españoles, en donde este tipo
de hemoglobinopatías estructurales son extraordinariamente raras.
La hemoglobinopatía S homocigota es una enfermedad grave, con una alta morta-
lidad, que a lo largo de la vida de los pacientes puede afectar todos los órganos. Las
manifestaciones clínicas de la enfermedad son consecuencia fundamentalmente de
la oclusión vascular por el fenómeno drepanocítico y de la anemia hemolítica.
V
Prólogo
Ana Villegas
Presidenta del Grupo Español de Eritropatología de la AEHH
VI
Introducción
L
as hemoglobinopatías son las enfermedades monogénicas más comunes. Son
uno de los mayores problemas de salud en EE UU y constituyen el error con-
génito más común en algunas poblaciones procedentes de Africa, área me-
diterránea, Asia, Caribe, América Central y del Sur. Aproximadamente el 7% de la
población mundial es portadora, y anualmente nacen 300.000-400.000 niños con
formas graves, con más de 200.000 casos de enfermedad falciforme (EF) en África.
La HbS es la hemoglobinopatía estructural mejor conocida y de mayor interés
clínico y gravedad por causar la EF, grupo de trastornos que incluye el estado homo-
cigoto y más grave HbSS y las dobles heterocigocias HbSC y HbS/β-talasemia (β°
o β+). Cursa con anemia hemolítica crónica y amplia variedad de eventos vasooclu-
sivos y sus consecuencias, así como predisposición a infecciones, con importante
morbilidad y mortalidad tempranas. La génesis de la mayoría de los problemas clí-
nicos de la EF radica en la oclusión vascular, representando una enfermedad crónica
de importante carga económica y psicosocial para pacientes, profesionales sanitarios
y sociedad en general. El diagnóstico precoz de la EF reduce significativamente las
muertes asociadas a la enfermedad en su forma homocigota y mejora significativa-
mente el estado del paciente, permitiendo adoptar medidas preventivas necesarias
(profilaxis antibiótica y vacunación), disminuyendo su morbilidad y mortalidad.
Actualmente el problema es mundial y, difundido por migraciones desde sus áreas
nativas, es ya endémico en Europa, América del Norte y del Sur y Australia, repre-
sentando uno de los mayores problemas de morbimortalidad en salud pública, de gran
carga económica si no se establecen programas de detección precoz, seguimiento y
tratamiento. Es, por tanto, vital que los organismos de salud pública internacionales
y los gobiernos de los países más afectados estén alertas ante la futura extensión del
problema y desarrollen programas para su manejo y control.
Desde el año 2000, España ha presentado una de las mayores tasas de inmigración
del mundo (tres o cuatro veces mayor que la tasa media de EE UU): según el censo de
2008, el 11,3% de los residentes en España son extranjeros. La población extranjera
tiende a concentrarse en las zonas de mayor dinamismo económico, como Madrid
y su área de influencia, el arco mediterráneo y las islas, si bien el 44,81% de todos
los inmigrantes censados en España se reparten entre Madrid, Barcelona y Alicante,
siendo en sus dos terceras partes latinoamericanos y africanos (incluidos magrebíes),
predominando los primeros en Madrid y los segundos en Cataluña. Además, en 2005
se registraron en España 69.933 nacidos de madre extranjera, que suponen un 15,01%
del total de nacimientos (13,7% en 2004). Por comunidades autónomas, las mayores
cifras se dan en Andalucía (8,25%, predominando madres marroquíes), Cataluña
(20,94%, sobre todo madres marroquíes), Madrid (21,05%, con más madres ecua-
VII
Introducción
VIII
Introducción
clínicos, así como aspectos menos familiares pero de gran trascendencia en la aten-
ción sanitaria de los pacientes.
Este proyecto ha sido elaborado a propuesta de la Dra. Ana Villegas, presidenta
del Grupo de Eritropatología de la AEHH, y presentado y aprobado en las reuniones
del Grupo de 2007 y 2008, siempre informando de su contenido y evolución, con la
intención de que los interesados en los diferentes temas colaborasen en la elaboración
de la guía, y aspirando a que la participación fuera lo más plural posible dentro del
ámbito español, objetivo que razonablemente se ha logrado.
Se trata de una guía clínica multidisciplinar, en la que hemos contado con profe-
sionales de las áreas de conocimiento de los diversos temas tratados, como especia-
lidades médicas, oftalmología, traumatología y cirugía ortopédica, microbiología,
medicina de familia, pediatría y psicología clínica. Es lógica, beneficiosa y enrique-
cedora su participación.
Dado que la idea inicial fue que esta guía clínica quedase disponible en la página
web de la AEHH para ser consultada por el profesional ante el paciente falciforme
a tiempo real en cualquier punto de España, se ha procurado que el desarrollo del
temario tenga un enfoque práctico, que incluya lo que le diríamos al compañero pre-
ocupado que nos pide ayuda porque conocemos el manejo del problema.
Sólo me resta agradecer a todos los autores su desinteresada colaboración y su
esfuerzo, como puede apreciarse en sus magníficos trabajos, que todos aceptaron
con entusiasmo realizar, comprendiendo la trascendencia del problema. El mérito
es de todos y cada uno de ellos. Muchas gracias también a la Dra. Ana Villegas por
impulsar este proyecto y por gestionar su difusión.
Confiamos en que esta guía les sea útil. Si es así, habremos logrado nuestro
propósito.
IX
Sumario
Aspectos psicosociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Javier Barbero Gutiérrez
XI
Sumario
Priapismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
Ana Belén Santos Montero
Crisis hiperhemolíticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
José Manuel Vagace Valero
XII
Sumario
Bloque IV. Temas concretos
Vacunas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
Laura Molina, Alberto Delgado-Iribarren
XIII
I. Salud general
1. Salud general infantil
Áurea Cervera Bravo
Hospital Universitario de Móstoles (Madrid)
4. Aspectos psicosociales
Javier Barbero Gutiérrez
Hospital Universitario La Paz. Madrid
7. Enfermedad falciforme.
Información para los servicios de urgencias
Juan Antonio Muñoz Muñoz
Hospital Universitario Puerta del Mar. Cádiz
1
Salud general infantil
Áurea Cervera Bravo
Servicio de Pediatría. Hospital Universitario de Móstoles (Madrid)
DIAGNÓSTICO
Cribado neonatal
Es recomendable su realización universal, sobre todo en regiones con un alto índice
de inmigración. El cribado universal es más rentable cuanto mayor es el número de
muestras al año, especialmente si se aprovecha la muestra recogida para el criba-
do de otras enfermedades (hipotiroidismo, fenilcetonuria, etc.) y evita la pérdida de
pacientes afectos, como se está haciendo en la Comunidad de Madrid (CAM). El
número de pacientes con variante anormal de hemoglobina en los primeros tres años
de implantación de este programa en la CAM ha sido de 5,59/1.000, y 1/6.000 tenían
enfermedad falciforme (EF)(1). El diagnóstico neonatal permite instaurar de forma
precoz el tratamiento profiláctico de infecciones (vacunas, penicilina), disminuyen-
do la morbimortalidad(2,3), así como educar sobre la enfermedad.
Diagnóstico posterior
Si no se ha realizado cribado neonatal, es recomendable realizar electroforesis de
hemoglobinas en poblaciones de riesgo (personas de origen africano –magrebíes y
subsaharianos–, centro y suramericanos, indios y de Oriente Medio).
3
Salud general infantil
laria:
• Fiebre mayor de 38,5 °C (ver capítulo 3 de la parte II de esta guía).
• Aumento de astenia y/o palidez (súbito desinterés por el medio externo, colora-
ción de labios, lechos ungueales, plantas y palmas).
• Dolor moderado, que no cede con analgesia habitual o grave.
• Síntomas respiratorios (dolor torácico, disnea).
• Aumento importante del tamaño del bazo (enseñar a palparlo).
4
Á. Cervera
• Distensión y dolor abdominal.
• Síntomas o signos neurológicos, aunque sean transitorios (debilidad en un lado
del cuerpo, cambios bruscos en el habla, cefalea que no cede con analgesia…).
• Priapismo de más de tres horas de evolución.
Insistir en la relación fiebre alta-infección grave, pues aún hoy sigue siendo ésta
una causa importante de mortalidad durante la infancia.
■ Consejos sobre la nutrición: promover la lactancia materna. Dieta variada y com-
pleta, con verduras y frutas (vitamina C, ácido fólico) e hipercalórica, para com-
pensar el gasto energético producido por la sobrecarga cardiaca y el incremento de
la hematopoyesis.
Es importante reforzar la información en cada visita, centrándose en los problemas
específicos de cada edad (ver sección de seguimiento y controles de salud).
EXPLORACIÓN FÍSICA
El primer signo suele ser la ictericia, acentuada en los procesos infecciosos o vaso-
oclusivos por la profundización de la anemia (5). Es importante ver la coloración de
mucosas, palmas y plantas y lecho ungueal. Cuando la coloración de las palmas no
es rosada sino blanquecina, los niveles de Hb suelen estar por debajo de 7 g/dL, y por
debajo de 5 g/dL si ni siquiera los pliegues de las manos están coloreados(6).
Es frecuente el abdomen abombado, hernias umbilicales y hepatomegalia que
no tienen significado patológico (5). La esplenomegalia es frecuente en los prime-
ros años de la vida en los pacientes HbS homocigotos. Posteriormente se produce
autoesplenectomía y deja de palparse el bazo, excepto en las formas dobles hete-
rocigotas, en las que puede mantenerse toda la vida. Hay que tener en cuenta que,
en los pacientes inmigrantes de origen africano, los homocigotos pueden presentar
por encima de los cinco años de edad esplenomegalias llamativas por la contribu-
ción de la malaria.
Se suelen escuchar soplos sistólicos funcionales por la anemia. Es importante la
toma de tensión arterial; generalmente suelen tenerla más baja que los individuos
sanos. Sin embargo, las tensiones más altas (en el rango alto de la normalidad de los
sanos) se asocian con mayor riesgo de infartos cerebrales(7).
Pueden tener maloclusión dental por el sobredesarrollo de los maxilares por la
expansión medular, por lo que se aconseja seguimiento odontológico.
Es importante seguir el desarrollo y el crecimiento del niño. El desarrollo puberal
está retrasado, aunque la talla final suele llegar a ser normal(4).
INMUNIZACIONES
Además de las vacunas normales, de forma específica deben ser vacunados frente a:
• Neumococo (vacuna conjugada heptavalente y de polisacáridos 23-valente).
• Haemophilus influenzae.
5
Salud general infantil
• Meningococo.
• Virus de la hepatitis B (VHB).
• Virus de la hepatitis A (VHA).
• Antigripal/anual (ver capítulo 1 de la parte IV de esta guía).
La mayoría de las vacunas ya están incluidas en el calendario universal (aunque
hay diferencias por comunidades autónomas), a excepción de la vacuna antineumo-
cócica 23-valente, la del VHA y la antigripal.
TRATAMIENTO
Basal
■ Penicilina V de forma continuada a partir de los dos meses: 125 mg/12 horas has-
ta los tres años y posteriormente: 250 mg/12 horas (Benoral® suspensión: 50.000
unidades/mL; 125 mg = 200.000 unidades. Penilevel® sobres de 250 mg). Sus-
pender a los cinco años salvo si esplenectomía o enfermedad invasiva previa por
neumococo.
■ Alérgicos: eritromicina: 20 mg/kg dividido en dos dosis/día.
6
Á. Cervera
• 10-20 kg de peso: ¼ comprimido/semana.
• 20-30 kg de peso: ½ comprimido/semana.
• 30-45 kg de peso: ¾ comprimido/semana.
• > 45 kg de peso: 1 comprimido/semana.
Comenzar una semana antes del viaje y mantener hasta cuatro semanas después
de la vuelta.
■ Cloroquina-proguanil (especialmente indicado para la profilaxis crónica).
siderar que sólo se debe consultar si la fiebre reaparece o persiste tras el tratamien-
to antitérmico (4).
bre).
■ Enseñar a palpar el bazo.
■ Comenzar profilaxis de penicilina V a los 2-3 meses de edad: 125 mg/12 horas.
7
Salud general infantil
horas. Alérgicos: eritromicina. No olvidar ácido fólico: 5 mg/2 veces por semana.
■ Programa de inmunizaciones:
• Agudos: fiebre, dolor por crisis vasooclusiva (miembros, espalda, lumbares, ab-
dominales o tórax), secuestro esplénico (sólo en pacientes con HbSC o S/β+ -tala-
semia), crisis aplásica, síndrome torácico agudo, ACVA y TIA. En varones: pria-
pismo.
• Crónicos: enuresis, necrosis avascular de fémur o húmero, hipertensión pulmonar
(HTP), asma, apnea del sueño, alteraciones del desarrollo neurológico o rendi-
miento escolar, problemas oftalmológicos.
8
Á. Cervera
■ Controlar el tratamiento:
• Mantener el tratamiento con penicilina en los pacientes que hayan sufrido en-
fermedad neumocócica invasora. En los demás, suspenderlo a los cinco años: no
está claramente demostrada su utilidad a partir de esa edad, y podría aumentar el
estado de portador resistente.
• Ácido fólico: 5 mg tres veces por semana y en adolescentes 5 mg/día.
■ Programa de inmunizaciones: vacuna antigripal anual y recuerdo de la vacuna anti-
biendo).
■ Exploración física: desarrollo y crecimiento, incluido el puberal. Valoración de
BIBLIOGRAFÍA
1. Cela de Julián E, Dulín Iñiguez E, Guerrero Soler M, et al. Evaluación en el tercer año
de implantación del cribado neonatal universal de anemia falciforme en la Comunidad de
Madrid. An Pediatr (Barc) 2007; 66: 382-6.
2. Gaston MH, Verter JI, Woods G, et al. Prophylaxis with oral penicillin in children with
sickle cell anemia. N Engl J Med 1986; 314: 1593-9.
3. Davies EG, Hirst, C, Lottemberg R, et al. Pneumococcal vaccines for sickle cell disease. Co-
chrane Database Syst Rev 2004. Issue 1. Art. No.: CD003885.DOI: 10.1002/14651858.pub2.
4. National Heart, Lung, and Blood Institute. Management and therapy of sickle cell disea-
se. 4.ª edición. Bethesda, MD: National Institutes of Health; 2002.
5. American Academy of Pediatrics. Section on Hematology/Oncology and Committee on Ge-
netics. Health supervision for children with sickle cell disease. Pediatrics 2002; 109: 526-35.
9
Salud general infantil
1-5 6-12 m ■ Hemograma retics. ■ Subir penicilina V ■ Antineumocócica heptav.: ■ EDT a partir de 2 años/anual
años ■ HbF 250 mg/12 h a los recuerdo (12-16 m) ■ Pulsioximetría/visita
■ Bioquímica (FR, FH) 3 años ■ 23-valente: 2 años ■ Odontólogo
■ Patrón férrico ■ Ácido fólico 5 mg/2 ■ Antimeningocócica:
recuerdo (15-18 m)
■ Anti-VHA: 12, 18 m
■ Antigripal anual
5-13 6-12 m ■ Hemograma retics. ■ Retirar penicilina ■ Antineumocócica ■ EDT anual/hasta los 16 años
años ■ HbF (salvo si infeción 23-valente: recuerdo ■ Pulsioximetría/visita
■ Bioquímica (FR, FH) invasiva previa (5-7 años) ■ ECG/ecocardio/1-2 años (anual >10 a)
10
esplenectomía) ■ Rx de cadera/anual a partir de los 10 a
veces/semana
*En la primera visita y repetir al año de vida. †En la primera visita. ‡Antes de la primera transfusión.
**Es controvertido su empleo en enfermedad falciforme por HbS-beta + talasemia o HbSC (4,5).
G6PDH: glucosa-6-fosfato deshidrogenasa.
FR: función renal (aclaramiento de creatinina o filtrado estimado por talla, función tubular –índices de excreción de Na y K–, reabsorción tubular
de P, uricosuria, calciuria, orina elemental, microalbuminuria, proteinuria).
FH: función hepática (GOT, GPT, bilirrubina total y directa, fosfatasa alcalina, GGT, proteínas totales y albúmina).
EDT: eco-Doppler transcraneal. ECG: electrocardiograma.
Á. Cervera
6. Montalembert M. Prise en charge des enfants drépanocytaires: un travail d’equipe. Arch
Pédiatr 2002; 9: 1195-201.
7. Pegelow CH, Colangelo L, Steinberg M, et al. Natural history of blood pressure in sickle
cell disease: its impact on morbidity and mortality. Am J Med 1997; 102: 171-7.
8. Oniyangi O, Omari AAA. Malaria chemoprophylaxis in sickle cell disease. Cochrane Da-
tabase Syst Rev 2006, Issue 4. Art. No.:CD003489. DOI 10.1002/14651858. CD003489.
pub2
9. Driscoll MC. Sickle cell disease. Pediatr Rev 2007; 28: 259-68.
11
Salud general de adolescentes
y transiciones
Elena Cela de Julián
Sección de Oncohematología Pediátrica.
Hospital General Universitario Gregorio Marañón. Madrid
DIFICULTADES EN LA TRANSICIÓN
La relación entre los jóvenes afectos de EF y el entorno sanitario pediátrico que les
ha atendido en sus primeros años de vida es muy familiar y estrecha. Con su diná-
mica de ambivalencias y dualidades, el adolescente puede negar su enfermedad y
ser reticente a acudir a unas nuevas instalaciones de hematología de adultos. Por un
13
Salud general de adolescentes
HALLAZGOS CLÍNICOS
■ Independencia: los pacientes deben ser animados para que desarrollen una alta inde-
pendencia basándose en una evaluación realista de sus limitaciones. Deben participar
en las decisiones sobre las alternativas de tratamiento, fortalecer su autoestima y pac-
tar algunos límites ante comportamientos peligrosos. La manera en la que el paciente
se enfrenta a la enfermedad predice significativamente la integración del adolescente
en las actividades diarias y las visitas a los servicios de urgencias. Si tiene una adap-
tación “pasiva” a los problemas o “pensamientos negativos”, tenderá a buscar más
frecuentemente los recursos sanitarios urgentes ante pequeñas dificultades y se inte-
grará menos en las actividades domésticas y escolares. Además, como es un tiempo
de transiciones, hay una intensa actividad psíquica evolutiva y se dan cambios en las
emociones y en las actitudes. La adaptación de los padres a la enfermedad también
puede afectar a la actividad de los hijos enfermos, por lo que es recomendable incluir-
los en programas de afrontamiento de la enfermedad y de separación de su hijo.
■ Relación con los coetáneos: el aislamiento social es frecuente por las frecuentes
pacientes con la misma enfermedad que han tenido complicaciones graves o que
incluso han fallecido.
14
E. Cela de Julián
departamentos pediátricos como de adultos. Las historias clínicas escritas no sue-
len tener todos los detalles sobre el paciente, por lo que las reuniones de grupo ayu-
dan a completar varios aspectos. Los pediatras dedicados a la hematología suelen
encargarse del cuidado global del niño, coordinando vacunaciones, complicaciones
hematológicas, revisiones del desarrollo y cualquier otro problema que se presente.
Los hematólogos de adultos suelen ser más especialistas consultores; pero en el
caso de la EF, los jóvenes se sienten sanos y no acuden a sus médicos de atención
primaria para medidas preventivas, por los que los hematólogos se convierten en la
vía de acceso a los sistemas de salud.
La edad cronológica no debiera automáticamente conducir a la transición a adultos,
sino que la guía ideal sería la edad de desarrollo mental, aunque esto suele estar rí-
gidamente determinado administrativamente en los distintos sistemas sanitarios (de
16 a 21 años). Así, por ejemplo, un retraso en el desarrollo neurocognitivo por lesión
cerebrovascular o un episodio grave de cualquier tipo harían recomendable retrasar
la transición.
■ Preparación: el personal sanitario debe tener un protocolo de transición preparado
con antelación. La idea debe plantearse antes de la pubertad, y fijar una fecha que
conozca el adolescente aproximadamente un año antes, ofreciendo material escrito
y dando tiempo para plantear dudas. Para los padres, la transición significa pérdida
de control en el cuidado de su hijo, y a menudo son reticentes a perder esta respon-
sabilidad. La seguridad de que los pediatras y hematólogos seguirán en contacto
aliviará sus miedos, y debe reforzarse la idea de que el paso a adultos es algo muy
positivo, que se ha llegado a una meta y que, por tanto, deben estar de enhorabue-
na. Una de las maneras más eficaces de facilitar el proceso es la organización de
reuniones con grupos de adultos jóvenes que ya han pasado por dicha transición.
■ Transferencia: el pediatra debe presentar al paciente al grupo de hematólogos
de adultos en las instalaciones de pediatría si es posible. En la primera cita en la
unidad de adultos, un miembro del equipo debe presentar al paciente al personal, y
enseñarle las instalaciones, por supuesto fuera de un episodio agudo. Es convenien-
te asegurar que el paciente no pierde la primera cita con los hematólogos y revisar
los problemas que pudieran haber motivado no acudir a la misma. Los adultos
jóvenes suelen perder las citas con los especialistas encargados de la prevención de
las complicaciones de la EF, por lo que debe recogerse en cada revisión si lo están
haciendo correctamente.
PROPUESTAS DE CUIDADOS
■ Ser flexible en la edad en la que se realiza la transferencia a las unidades de adul-
tos, teniendo en cuenta la edad mental de desarrollo. Debe empezar a hablarse de
ello a los 12 años, y así quedara interiorizado como una cuestión que llegará en un
futuro.
■ Contar con el adolescente para decidir cuándo y a quién se le va a transferir.
15
Salud general de adolescentes
■ Indicar a los padres que mantengan un adecuado balance entre una supervisión
tades.
■ Contactar con profesorado para la integración en el programa escolar. Los padres
BIBLIOGRAFÍA
Castellano G, Hidalgo M, Redondo AM. Medicina de la adolescencia. Atención integral.
Madrid: Ergón; 2004.
National Institutes of Health. Publication 02-2117. The management of sickle cell disease.
2002.
Pinzon J, Harvey J. Care of adolescents with chronic conditions. Adolescent Health Commit-
tee. Canadian Pediatric Society. Peidatrics Child Health 2006; 11 (1): 43-8.
Telfair J, Myers J, Drezner S. Transfer as a component fo the transition of adolescents with
sickle cell disease to adult care. J Adolesc Health 1994; 15: 558-65.
16
Cuidados de la salud del adulto
con enfermedad falciforme.
Educación sanitaria.
Papel de la atención primaria
Miguel Ángel Abreu Galán
Medicina de Familia. Área de Urgencias.
Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid)
INTRODUCCIÓN
En apenas una generación, la supervivencia de los pacientes con enfermedad falci-
forme (EF) en los países desarrollados ha pasado de 14 a 50 años. Más del 90% de
los pacientes, con independencia de su fenotipo, vivirá más de 20 años, y un número
significativo de ellos pasará de los 50 (1).
Los hechos determinantes de este aumento de la supervivencia han sido las medi-
das adoptadas desde la infancia más temprana: la prevención y el tratamiento precoz
de las infecciones, la profilaxis de los accidentes isquémicos cerebrales, la detección
de la hipertensión pulmonar y el control periódico de las funciones renal, hepática
y pulmonar.
Esta situación hace necesaria una estrategia de actuaciones encaminadas tanto a la
prevención de las complicaciones de la EF como a su tratamiento precoz, y todo ello
sin olvidar la importancia de actuar sobre el resto de los problemas de salud propios
de las edades medias de la vida, tanto por su propio riesgo como por la posibilidad de
que agraven la EF o se vean agravados por ella.
17
Cuidados de la salud del adulto
década de 1980, y ya empezamos a ver adultos jóvenes nacidos en nuestro país. Por
esta razón, la mayor parte de las medidas de diagnóstico precoz, prevención de las
complicaciones y tratamiento de las mismas ha sido hasta ahora responsabilidad de
los pediatras, y casi siempre en el medio hospitalario (4,5).
La transición entre el modelo pediátrico y el del adulto es un punto especialmente
complejo, ya que a las peculiaridades de la propia EF se suman los problemas psico-
lógicos del adolescente y el cambio a un sistema de atención sanitaria muy diferente.
El paciente falciforme pasa de ser atendido por pediatras, con participación de he-
matólogos y otros especialistas de forma puntual, a serlo por un sistema más carac-
terizado por la atención a demanda que por la actuación sobre medidas preventivas,
y en el que el hematólogo corre el riesgo de convertirse en el principal proveedor de
atención sanitaria del adulto joven con EF(1).
18
M.Á. Abreu
“importadas”, no nos encontramos de repente con un brote de casos, sino que sabe-
mos que en unos pocos años empezaremos a atender adultos jóvenes que han sido
diagnosticados, tratados y seguidos por los pediatras.
Esta especial situación nos brinda la oportunidad de anticiparnos al problema me-
diante su estudio y la creación y difusión entre todos los profesionales implicados
de guías y protocolos específicos. El esfuerzo realizado en este sentido por la Aso-
ciación Española de Hematología y Hemoterapia (AEHH) debe coordinarse con las
sociedades científicas de pediatría, urgencias y atención primaria para que pueda
llegar con la antelación suficiente a todos los médicos que en uno u otro momento
tengan que atender a pacientes con EF.
19
Cuidados de la salud del adulto
constituyen un apoyo muy valioso en todas las fases de la enfermedad y, sobre todo,
en este delicado momento.
20
M.Á. Abreu
Respecto a las vacunaciones, deben asegurarse la neumocócica de 23 antígenos,
Haemophilus influenzae tipo B, meningococo y hepatitis B si no se hubieran admi-
nistrado con anterioridad, así como revacunaciones anuales contra la gripe y cada
cinco años contra el neumococo. Los pacientes transfundidos deben tener realizada
serología de virus de la hepatitis C(7).
La detección precoz de las complicaciones de la EF tiene una gran importancia
por dos motivos: (i) permite establecer cuanto antes el tratamiento apropiado y (ii)
posibilita en muchos casos que este tratamiento se realice eficaz y eficientemente sin
tener que acudir a urgencias, lo que redunda en una mejor calidad de vida del pacien-
te y refuerza su confianza en su médico.
La calidad de vida de los pacientes con EF se veía afectada principalmente por las
complicaciones agudas, pero los tratamientos actuales la han transformado en una
enfermedad crónica. La calidad de vida de estos pacientes, globalmente considerada,
es mucho menor que la de la población general, y cuando se la compara con otras
enfermedades crónicas se sitúa en el mismo nivel que la hemodiálisis crónica. El mal
control de los episodios de dolor se apunta como el factor más importante a la hora
de determinar la calidad de vida (8).
Los episodios agudos de dolor o de otras complicaciones plantean en estos pa-
cientes problemas de absentismo escolar y laboral durante periodos prolongados
que pueden condicionar seriamente su educación y su permanencia en el mercado
laboral, con todas las consecuencias que ello supone. El médico de atención primaria
debe conocer esta circunstancia e intentar ponerla en conocimiento de educadores y
empleadores.
21
Cuidados de la salud del adulto
22
M.Á. Abreu
y elevación de GOT y GPT; el tratamiento suele ser sólo de soporte. Por el contrario,
el infrecuente secuestro hepático se manifiesta con hepatomegalia, disminución de
hemoglobina y hematocrito, gran elevación de bilirrubina y de fosfatasa alcalina y
mínima de transaminasas, y obliga a plantearse la exanguinotransfusión.
El secuestro esplénico es más frecuente en la infancia, pero puede aparecer tam-
bién en la edad adulta. Se debe al atrapamiento intraesplénico de los hematíes y se
caracteriza por un descenso de al menos 2 g/dL de hemoglobina, aumento de la
eritropoyesis (reticulocitosis marcada) y esplenomegalia. El tratamiento consiste en
corregir la hipovolemia mediante una transfusión urgente; una vez resuelto el se-
cuestro, los hematíes atrapados son liberados y la hemoglobina aumenta por encima
de lo esperado para el volumen transfundido. Las crisis de secuestro esplénico son
indicación de esplenectomía reglada.
El priapismo se define como una erección mantenida, dolorosa e indeseada, y se
considera prolongada si dura más de tres horas; en este caso es necesario consultar
de forma inmediata con un urólogo. Inmediatamente se procederá a hidratación in-
travenosa y alivio del dolor.
El accidente cerebrovascular agudo (ACVA) es relativamente frecuente en adul-
tos con EF, y predomina la forma hemorrágica sobre la isquémica. Si bien no se ha
determinado cómo se comportan los factores de riesgo vascular en el ACVA de la EF,
sí se ha comprobado que la hipertensión arterial es un riesgo real en estos pacientes.
El estudio inmediato incluye la realización de una tomografía axial computarizada
(TAC) sin contraste para descartar hemorragia; la EF no contraindica la tromboli-
sis si se cumplen los criterios establecidos en cada caso para realizarla. La preven-
ción del ACVA en pacientes que han presentado episodios isquémicos transitorios o
ACVA previos se realizará con antiagregantes o anticoagulantes según las guías y
protocolos en uso.
La mayoría de las crisis aplásicas son debidas a infección por el parvovirus B19,
causante del llamado eritema infeccioso o quinta enfermedad, y se dan sobre todo en
la infancia, si bien pueden aparecer casos en la edad adulta. La supresión transitoria
de la eritropoyesis que produce la infección puede desencadenar en los pacientes
con EF una anemia muy importante y que requerirá transfusiones. El uso de gam-
maglobulina a altas dosis es el tratamiento de elección para la aplasia inducida por
parvovirus, ya que elimina de forma rápida la infección.
El tratamiento convencional para las crisis vasooclusivas en general incluye la ad-
ministración de oxígeno, sueros y analgésicos. Si bien la administración de oxígeno
al 50% ha demostrado disminuir el número de células falciformes en comparación
con respirar aire ambiente, no se ha demostrado que modifique la duración de la
crisis ni que disminuya la necesidad de analgésicos en el paciente con saturación de
oxígeno arterial normal. De la misma forma, la administración de líquidos por vía
intravenosa pretende mejorar el flujo en los capilares y reducir así el dolor; pero no
hay pruebas de que mejore al paciente normovolémico, para el que la hidratación oral
es lo más apropiado.
23
Cuidados de la salud del adulto
Como hemos podido ver, el paciente con EF puede presentarse en urgencias con
cuadros complejos, febriles o no, de dolor torácico, abdominal, ictus, hipovole-
mia…, que obligan a descartar siempre otras etiologías, además de la EF, y en los
que el dolor va a jugar siempre un papel predominante y que puede llevar a confu-
sión. Los servicios de urgencias hospitalarios deben contar con protocolos escritos
y conocidos por todo su personal, sanitario o no, para el manejo de los pacientes con
EF, incluyendo en ellos las pautas de analgesia poco habituales que estos pacientes
necesitan.
24
M.Á. Abreu
manejo ni una disposición a tal manejo de esta enfermedad de momento con tan baja
prevalencia.
Precisamente por estas limitaciones, en países con mayor prevalencia de EF que el
nuestro y mayor experiencia en su manejo, surgen las unidades de EF, en un intento
de aunar una atención global con un cuidado especializado, e incluso de disminuir
las visitas a urgencias y hasta los ingresos mediante un tratamiento precoz y agresi-
vo de las complicaciones en el medio extrahospitalario. Estas unidades posibilitan,
además, la creación, mantenimiento y coordinación de bases de datos sobre los pa-
cientes con EF, la elaboración de protocolos de investigación sobre la enfermedad,
el entrenamiento de los profesionales sanitarios de varios ámbitos que puedan estar
implicados en su atención y la oferta educacional dirigida a padres, cuidadores, edu-
cadores y empleadores de estos pacientes (11).
Entonces, ¿quién debería hacerse cargo en España de la atención a los pacientes
adultos con EF? Posiblemente no haya una respuesta clara y definitiva en este mo-
mento, ya que todas las alternativas tienen partes atractivas. Lo que sí queda claro es
que hay que aunar esfuerzos y no dispersarlos, y que cada una de las tres posibilida-
des mencionadas pueden ser la mejor opción en un momento dado y para un paciente
concreto.
La existencia de guías y protocolos basados en pruebas científicas, con aportacio-
nes de todas y cada una de las partes implicadas en el proceso y consensuados por
todas ellas es un requisito imprescindible cualquiera que sea el camino oficial que
se adopte en nuestro país. No podemos improvisar ni actuar como si el problema no
existiera o fuera responsabilidad de otros. Las nuevas tecnologías de la información
nos permiten una difusión del conocimiento entre los profesionales como nunca he-
mos dispuesto hasta ahora, y ésta es precisamente la clave del éxito en este tipo de
problemas.
La información que se entregue al paciente, tanto la referida a su enfermedad como
la dirigida a los médicos que pudieran tener que atender alguna complicación, debe
ser estándar en todo el territorio nacional y avalada por todas las sociedades científi-
cas de las especialidades implicadas.
Podemos ayudar, y mucho, a unos pacientes (pocos en número, es cierto) con unos
problemas de salud de gran trascendencia que comprometen seriamente su calidad
de vida y que pueden suponer un enorme consumo de recursos sanitarios.
BIBLIOGRAFÍA
1. National Institutes Of Health. National Heart, Lung and Blood Institute. Division of Blood
Diseases and Resources. The management of sickle cell disease. 4.ª edición. Bethesda,
MD: The Institute; 2002. NIH publication no. 02-2117.
2. Encuesta Nacional de Inmigrantes 2007 del Instituto Nacional de Estadística (INE).
www.ine.es/jaxi/menu.do?type=pcaxis&path=%2Ft20%2Fp319&file=inebase&L= 0
(localizado en enero de 2009).
25
Cuidados de la salud del adulto
26
Aspectos psicosociales
Javier Barbero Gutiérrez
Psicólogo adjunto. Servicio de Hematología.
Hospital Universitario La Paz. Madrid
INTRODUCCIÓN
Indolentes, despreocupados, van a su bola, hacen lo que quieren…, son expresiones
demasiado comunes a la hora de referirnos a muchos de estos pacientes en nuestro
entorno sanitario. Y eso es lo más suave. También escuchamos –de forma más excep-
cional– alguna que otra referencia a lo desagradecidos que son con nuestro sistema
sanitario, que les cuida sin que ellos se lo hayan merecido. De algún modo, rompen
los esquemas y nos introducen en la complejidad de la diferencia. Se salen del patrón
habitual: yo prescribo y el paciente hace lo que yo he prescrito.
La realidad de estos pacientes nos confronta no sólo con lo distinto del otro, sino
también con nuestro mundo de valores y de contradicciones. Depositar en el otro la
única responsabilidad del encuentro clínico supone, cuando menos, un reduccionis-
mo difícilmente asumible. En este capítulo, de forma breve, compartiremos algunas
reflexiones acerca de los condicionantes para la relación clínica, la necesidad de re-
visión del estándar necesario de la misma y algunas pautas para mejorar la adhesión
a los seguimientos clínicos, base técnica y ética de nuestro trabajo.
Juventud
Estamos hablando de pacientes jóvenes, con un mundo de intereses centrado en lo
más cercano, en aquello que proporciona un refuerzo inmediato y seguro, sin poder
mirar mucho más allá. Ésta es una importante dificultad para nuestras estrategias de
prevención secundaria. Por otra parte, en el entorno de las personas jóvenes el objetivo
prioritario no es la salud, sino la vivencia gratificante del aquí y el ahora. Mirar hacia
un futuro amenazante se convierte en contracultural para tu grupo de iguales. Carpe
diem, que sobre el futuro nada podemos saber ni prever, podrían decir algunos.
27
Aspectos psicosociales
Patrón cultural
Con frecuencia distinto, procedente de comunidades migrantes que tienen otra es-
cala de prioridades. En muchas ocasiones, éstas se traducen en algo tan primario
como la subsistencia o en algo tan complejo como la adaptación a un entorno que
no es el naturalmente propio. En todos los colectivos inmigrantes existe la tensión
entre adaptación y asimilación, y en las sociedades acogedoras la polémica entre
multiculturalidad e integración(1). Para algunos autores, apostar por la diversidad que
trae la multiculturalidad y su pretendida riqueza supone dejar al inmigrante con su
cultura permanentemente a las puertas de la sociedad, con lo cual se le hace pagar
un precio muy alto por el estricto respeto a su identidad. Como compensación, se le
permite acceder a algunos de los bienes sociales que facilita el estado del bienestar,
pero en condiciones nada fáciles. Los partidarios de la integración abogan por for-
zar al inmigrante a que se incorpore a fondo en el ámbito laboral y en el de usos y
costumbres, para así poder sentirse integrado. Esta visión llevada a sus últimas con-
secuencias debería favorecer la participación social y política –incluida la toma de
decisiones– de la población inmigrante. En Francia, la apuesta por tener un alto nivel
de exigencia escolar con los hijos de los inmigrantes les ha llevado a una segunda
generación en condiciones más reales de igualdad de oportunidades. El riesgo es
llevar los planteamientos de integración al extremo de la asimilación y destrucción,
por tanto, de lo que viene de fuera. No tener en cuenta las diferencias y el derecho a
ellas nos sitúa en un escenario teóricamente defendible, pero en la práctica abocado
a la dificultad en el seguimiento de las indicaciones médicas.
28
J. Barbero
salud clara para la población inmigrante. Son sólo ejemplos, pero que nos sitúan de
cara a considerar la respuesta de nuestros pacientes frente a la propuesta de nuestros
cuidados. No olvidemos, además, que las generalizaciones son uno de nuestros ma-
yores enemigos en el trabajo clínico.
La no percepción de riesgo
Por el no cumplimiento de seguimientos, y la no percepción de utilidad de las revi-
siones. Probablemente una negación desadaptativa, pero negación en último término.
Por muy distorsionada que pensemos que pueda ser su percepción, el hecho es que
valdría la pena que nos preguntáramos qué hacer, más allá de explicar las cosas, para
que la percepción esté más ajustada a la realidad. Las estrategias de potenciación de
la adhesión que comentaremos posteriormente irán en esa línea.
29
Aspectos psicosociales
30
J. Barbero
tigar por las dificultades que pueda tener el sujeto tanto eligiendo una opción como
llevándola después a cabo. El médico, desde esta perspectiva, le ayuda a dilucidar
acerca del tipo de valores incluidos en las opciones posibles y a elegir entre ellos. Sin
imposiciones, pero con acompañamiento. Le ayudará también a definir las posibles
resistencias y dificultades, así como las posibilidades reales. Como luego veremos, el
médico estará atento tanto a los “qué” como a los “cómo”, pues sabe que no todo lo
indicado y prescrito puede ser realizado sin tener en cuenta las circunstancias reales
que nos permitan pasar realmente de la eficacia a la efectividad de las propuestas.
Un estilo deliberativo supone una actitud de exploración de posibilidades y no dar
nada por supuesto en cuanto a las capacidades y dificultades del sujeto en elegir lo
adecuado y, posteriormente, en ponerlo realmente en marcha. Ese estilo deliberativo
difícilmente podrá desarrollarse sin que el médico conozca y emplee estrategias co-
municativas tipo counselling.
31
Aspectos psicosociales
■ Beneficente-paternalista
Adherencia
■ El paciente coopera en su tratamiento ■ Paciente ■ Mutua
■ Opina y finalmente decide
■ Se aceptan las dificultades
■ Autonomista
32
J. Barbero
• El grado de aversión que producen en el paciente la enfermedad y/o las conse-
cuencias de abandono del tratamiento.
• La importancia que atribuye el paciente al control de la enfermedad.
• El coste inmediato (gravedad percibida de los efectos secundarios, abandono del
estilo de vida, etc.) que supone para el paciente seguir el tratamiento.
• El apoyo (y los refuerzos, verbales y no verbales, inmediatos) que recibe de la
pareja, familiares y/o los “iguales”, así como de los profesionales sanitarios, por
el hecho de seguir el tratamiento.
• El grado sostenido de autoeficacia que presenta el paciente en cuanto a su capa-
cidad para seguir el tratamiento.
• La percepción o no de síntomas (feedback inmediato). Si el paciente se encuen-
tra bien, aparentemente recuperado y no percibe ningún síntoma, es más fácil que
olvide su medicación o se tome “vacaciones farmacológicas”.
Nosotros sabemos, y también nuestros pacientes, que la EF no tiene cura. En su
percepción no suelen tener clara la utilidad de las consultas de seguimiento y, funda-
mentalmente en función de su edad –jóvenes muchos de ellos– y de su baja percepción
de riesgo, no metabolizan la información como a nosotros nos gustaría. Nos encontra-
mos entre la dialéctica entre la indicación y la elección. Hay disonancia entre ellas,
y el resultado no puede ser nuestra desazón paternalista o nuestra despreocupación
desde un modelo informativo que se ampara en el “si no quieren venir, es su problema,
que yo ya les he explicado de qué va la cosa”. En otras patologías tan complejas en
sus prescripciones y con un encuadre social tan particular, como son las que acom-
pañan al VIH/sida, se han hecho esfuerzos(11) importantes que nos indican que vale
la pena intentar modificar el encuadre y las estrategias para conseguir objetivos más
efectivos.
El médico especialista en hematología, preferiblemente en consenso con otros pro-
fesionales sanitarios, como enfermeros y psicólogos, en clave interdisciplinar, po-
drán diseñar estrategias para evaluar al menos estos cuatro factores que influyen
significativamente en la adherencia:
• Cuantificación de la prioridad de seguir las pautas.
• Percepción de gravedad de la enfermedad.
• Confianza en la eficacia de las propuestas terapéuticas.
• Aceptación de los cambios recomendados.
A partir de esas premisas, parece más fácil intentar generar cambios. Para ello puede
ser útil el ya clásico decálogo de recomendaciones de Meichenbaum y Turk (1991)(12):
1. Anticipar la falta de adherencia.
2. Considerar el régimen de autocuidados prescritos desde la perspectiva del pa-
ciente.
3. Promover una relación de colaboración basada en la negociación.
4. Pensar en el paciente.
5. Tratamiento personalizado.
6. Incorporar el apoyo familiar.
33
Aspectos psicosociales
A MODO DE CONCLUSIÓN
Para poder mejorar los resultados necesitamos, al menos, dos premisas básicas: en
primer lugar, la identificación del problema como tal problema, para lo cual va a
ser necesario que el profesional tenga consciencia de la existencia del no cumpli-
miento y de lo que eso significa y, además, que posea una motivación suficiente para
establecer una estrategia de cambio. En segundo lugar, va ser necesario un cambio
de modelo o enfoque del problema, para pasar del modelo cumplimiento al modelo
adherencia, basándose en la idea de corresponsabilidad y de alianza terapéutica.
A partir de ahí, podremos diseñar programas para mejorar los resultados tera-
péuticos que integren la psicoeducación (corrección de percepciones erróneas y de
mitos/creencias sobre la enfermedad, etc.), el entrenamiento en habilidades de co-
municación asertiva (para abrir vías de comunicación, plantear dudas o fomentar
el proceso de toma de decisiones, por ejemplo), añadiendo además estrategias de
información efectiva con instrucciones claras en base al nivel sociocultural y mental
del paciente, y delimitando claramente el objetivo del tratamiento, fomentando la
red social cuantitativa (implicando a familiares y amigos) y cualitativamente (pro-
moviendo la confianza en el equipo interdisciplinar), abordando la ansiedad y los
cuadros depresivos asociados a los periodos de ingresos prolongados, etc.
Lo que dicen muchos clínicos es que, aunque al final los resultados sean mejo-
res, ellos no tienen ni el tiempo ni los aprendizajes para incorporar estas media-
ciones. En ocasiones, utilizar métodos diagnósticos situacionales como el modelo
PRECEDE (13,14) puede ayudar a detectar los factores predisponentes, facilitadores
y reforzantes adecuados para conseguir los cambios de conducta, pero también en
función de la factibilidad de los mismos.
Nuevos retos. Frente a la tentación de buscar culpables, la satisfacción de poder
encontrar soluciones.
BIBLIOGRAFÍA
1. De Lucas Martín J. Integración, inmigración, derechos humanos. En: Rubio MJ, Mon-
teros S (coords.). La exclusión social: teoría y práctica de la intervención. Madrid: CCS;
2002. pp. 71-98.
2. Barbero J. Inmigración, salud y bioética. Consideraciones éticas en la atención al inmi-
grante. En: Alonso A, Huerga H, Morera J. Guía de atención al inmigrante. Madrid: Novar-
tis-SMMFyC; 2006. pp. 35-47.
34
J. Barbero
3. Berra S, Elorza Ricart JM, Bartomeu N, Asuman S, Serra-Sutton V, Rajmil L. Nece-
sidades en salud y utilización de los servicios sanitarios en la población inmigrante en
Cataluña. Revisión exhaustiva de la literatura científica. Barcelona: Agència d’Avaluació
de Tecnologia i Recerca Mèdiques. CatSalut. Departament de Sanitat i Seguretat Social.
Generalitat de Catalunya. Mayo de 2004.
4. Inmigración, Salud y Servicios Sanitarios. La perspectiva de la población inmigrante.
Instituto de Salud Pública. Consejería de Sanidad, Alimentación y Consumo. Comunidad
de Madrid; 2004.
5. Gracia D. ¿Qué es un sistema justo de servicios de salud? Principios para la asignación
de recursos escasos. Boletín de la Oficina Sanitaria Panamericana 1990; 108 (5-6): 187-
201.
6. Drane J. Cuestiones de justicia en la prestación de servicios de salud. Bol. De la Oficina
Sanitaria Panamericana, may-jun 1990; vol 108, nº 5-6: 202-14.
7. Emanuel EJ, Emanuel LL. Cuatro modelos de la relación médico-paciente. En: Couceiro
A (ed.). Bioética para clínicos. Madrid: Triacastela; 1999. pp. 109-26.
8. Martín MN. La relación clínica con el paciente difícil. Aten Prim 2000; 6: 443-7.
9. World Health Organization. Adherence to long-term therapies. Evidence for action.
Geneve: WHO; 2003.
10. Sumartojo E. When tuberculosis treatment fails. A social behavioral account of patient
adherence. Am Rev Respir Dis 1993; 147: 1311-20.
11. Recomendaciones GESIDA/SEP/PNS para mejorar la adherencia al tratamiento anti-
rretorival. Enferm infecc Microbiol Clin 2000; 18: 27-39.
12. Meichenbaum D, Turk DC. Cómo facilitar el seguimiento de los tratamientos terapéuti-
cos. Guía práctica para los profesionales de la salud. Bilbao: DDB; 1991.
13. Green LW. Educational diagnosis: assessing causes of health behaviour. En: Health Edu-
cation Planning: a diagnostic approach. Palo Alto (California): Mayfield Publishings Co.;
1980. pp. 68-85.
14. Bimbela JL. Cuidando al cuidador. Counseling para médicos y otros profesionales de la
salud. Granada: EASP; 1996. pp. 82-9.
35
La enfermedad de células
falciformes. Información para
los pacientes y familiares
Juan Antonio Muñoz(1), María Pilar Ricard (2)
Servicio de Hematología. (1) Hospital Universitario Puerta del Mar.
Cádiz. (2) Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid)
37
Información sanitaria para pacientes
falciforme, tienen un riesgo muy grande de sufrir infecciones graves como la sepsis
(infección en la sangre), meningitis y neumonías. Se debe a que el bazo no funciona
normalmente.
■ Anemia grave: en general, disminuye el número de glóbulos rojos de la sangre. Las
personas con anemia se pueden cansar fácilmente, están pálidas y pueden tener las
conjuntivas de los ojos de color amarillento (ictericia). Puede ser una urgencia que
necesite transfusión de sangre.
■ Infartos cerebrales: se dan cuando la circulación cerebral queda detenida de re-
pente por glóbulos rojos falciformes, produciendo infarto cerebral. Afecta a uno de
cada diez niños con enfermedad de células falciformes. Sus síntomas pueden ser
convulsiones, debilidad o parálisis en brazos y piernas, dificultad para hablar o an-
dar, conducta anormal o pérdida de consciencia. Ante estos signos, se debe acudir
inmediatamente al médico.
■ Complicaciones pulmonares: se manifiestan como fiebre, fatiga por insuficiencia
respiratoria, dolor en pecho o costados y anomalías en la radiografía de tórax. Pue-
den ser muy graves, incluso mortales, por lo que se debe buscar asistencia médica
urgentemente.
■ Infartos de huesos: suelen afectar a huesos largos (cabeza de fémur típicamente) y
vértebras. El dolor y la dificultad para mover el brazo o la pierna afectada son los
síntomas de aviso.
■ Complicaciones oculares: puede haber afectación crónica de la retina, llamada
38
J.A. Muñoz, M.P. Ricard
Recuerde que no todas las personas afectadas tienen por qué sufrir forzosamen-
te todos estos problemas y complicaciones.
CONSEJO GENÉTICO
Es necesario el consejo genético para detectar todos los casos de enfermedad falci-
forme y portadores en la familia, para ofrecerles educación sanitaria y tratamiento
39
Información sanitaria para pacientes
40
J.A. Muñoz, M.P. Ricard
(β-talasemia…), existe peligro para los futuros hijos porque si el hijo hereda las dos
anomalías (una del padre y otra de la madre) le ocasionará un cuadro clínico grave
(Figura 3). En esta situación debe consultar con su médico, porque corre el riesgo
de tener un niño con enfermedad falciforme. Esta pareja tendría las siguientes pro-
babilidades al engendrar a sus hijos:
• 25% de probabilidad de que su hijo esté sano.
• 25% de probabilidad de que su hijo herede la otra alteración de la hemoglobina.
• 25% de probabilidad de que su hijo sea portador del rasgo falciforme.
• 25% de probabilidad de que su hijo padezca enfermedad falciforme.
Estas probabilidades existen en cada embarazo de la pareja, independientemente
de que ya hayan tenido hijos o no con enfermedad falciforme. Esta pareja tendrá un
riesgo de uno entre cuatro de tener un hijo con enfermedad falciforme en cada
embarazo.
RECOMENDACIONES
■Presente su informe siempre que acuda a una consulta médica (los portadores del
rasgo falciforme no necesitan control por el especialista, salvo consejo genético ade-
cuado). Los pacientes diagnosticados de anemia de células falciformes o combi-
nación de hemoglobina S y otros tras-
tornos hereditarios de la hemoglobina
deben: Rasgo Hb Rasgo
o talasemia falciforme
• Acudir a un servicio de urgencias
cuando presenten:
- Fiebre > 38,5 °C acompañada o no
de otros síntomas.
Normal
- Síntomas respiratorios (tos, dolor en Rasgo falciforme
el tórax, dificultad al respirar, etc.) R. Hb o talasemia
con o sin fiebre.
- Dolor en la parte del estómago o sen-
sación de hinchazón abdominal pue-
de significar problemas de hígado o
bazo.
- Agravamiento de los síntomas de
anemia (palidez, cansancio, ictericia, Normal Rasgo R. Hb o Enf.
falciforme talasemia falciforme
orina de color oscuro, etc.).
- Dolor en el pecho, en los costados o Figura 3. Descendencia del
en la espalda. portador de rasgo falciforme
- Dolor moderado o intenso en brazos, con una pareja afecta de otras
piernas, manos o pies. alteraciones de la hemoglobina como
- Erección del pene que persiste sin hemoglobinopatías estructurales y/o
desearlo. rasgo talasémico
41
Información sanitaria para pacientes
42
Portadores de rasgo falciforme
(hemoglobina S).
Información para los
portadores y familiares
Juan Antonio Muñoz(1), María Pilar Ricard (2)
Servicio de Hematología. (1) Hospital Universitario Puerta del Mar.
Cádiz. (2) Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid)
bina S, o bien una carga genética de hemoglobina S más otra alteración heredi-
taria de la hemoglobina), que es una grave enfermedad de la sangre sintomática
desde la infancia por anemia, infecciones e interrupciones de la circulación (in-
fartos).
Muchos portadores de rasgo falciforme no saben que lo son, porque sólo se descubre
cuando se hace una prueba especial de sangre o si se tiene un hijo afectado por la
enfermedad falciforme:
■ Ser portador de rasgo falciforme no es una enfermedad y no daña su salud, pero
normalidad.
43
Información sanitaria para portadores
44
J.A. Muñoz, M.P. Ricard
Estas probabilidades existen en cada Rasgo Hb Rasgo
embarazo de la pareja, independiente- o talasemia falciforme
mente de que ya hayan tenido hijos o no
con enfermedad falciforme. Esta pareja
tendrá un riesgo de uno entre cuatro de
Normal
tener un hijo con enfermedad falcifor-
Rasgo falciforme
me en cada embarazo. R. Hb o talasemia
■ Con una pareja afectada con otras
alteraciones de la hemoglobina,
como hemoglobinopatías estructurales
(C, Lepore, E) o rasgos talasémicos
(β-talasemia…), existe peligro para los
futuros hijos porque si el hijo hereda
las dos anomalías (una del padre y otra Normal Rasgo R. Hb o Enf.
falciforme talasemia falciforme
de la madre) le ocasionará un cuadro
clínico grave (Figura 3). En esta si- Figura 3. Descendencia del
tuación debe consultar con su médico, portador de rasgo falciforme
porque corre el riesgo de tener un niño con una pareja afecta de otras
con enfermedad falciforme. Esta pare- alteraciones de la hemoglobina como
ja tendría las siguientes probabilidades hemoglobinopatías estructurales y/o
al engendrar a sus hijos: rasgo talasémico
• 25% de probabilidad de que su hijo
esté sano.
• 25% de probabilidad de que su hijo herede la otra alteración de la hemoglobina.
• 25% de probabilidad de que su hijo sea portador del rasgo falciforme.
• 25% de probabilidad de que su hijo padezca enfermedad falciforme.
Estas probabilidades existen en cada embarazo de la pareja, independientemente
de que ya hayan tenido hijos o no con enfermedad falciforme. Esta pareja tendrá un
riesgo de uno entre cuatro de tener un hijo con enfermedad falciforme en cada
embarazo.
Debe tener siempre libertad para preguntar cualquier duda sobre la condición de
portador de rasgo falciforme y la enfermedad falciforme, y sobre cómo puede afec-
tarle a usted o a su familia. Puede encontrar más información sobre la hemoglobina
S en:
• www.aehh.org
• www.alheta.com
• www.sicklecellsociety.org
• www.sicklecelldisease.org
• www.scinfo.org
• O escribiendo a: [email protected]
45
Enfermedad falciforme.
Información para los
servicios de urgencias
Juan Antonio Muñoz Muñoz
Jefe de Sección de Hematología.
Hospital Universitario Puerta del Mar. Cádiz
etc.) exige:
• Mantener saturación O2 > 95%.
• Fluidoterapia adecuada.
• Soporte general.
• Tratamiento del dolor y la fiebre si la presenta.
47
Información para servicios de urgencias
NOTAS
■ Si el paciente va a requerir cirugía urgente, informar al anestesista del diagnóstico
de enfermedad falciforme.
■ Todo lo anterior son recomendaciones generales que podrán ser alteradas por el
48
II. Manejo de las
complicaciones agudas
7. Priapismo
Ana Belén Santos Montero
Hospital de Cuenca
8. Crisis hiperhemolíticas
José Manuel Vagace Valero
Complejo Hospitalario Universitario de Badajoz
49
Dolor y crisis vasooclusivas
Ángel F. Remacha Sevilla
Servicio de Hematología.
Hospital Virgen de la Salud. Toledo
• Los pacientes con HbA (por ejemplo, la doble heterocigocia HbS/β+ -talasemia)
tienen una clínica más moderada.
• La presencia de cifras elevadas de HbF (HbS y persistencia hereditaria de la
HbF) produce una clínica más moderada.
• La presencia de otra hemoglobinopatía suele acompañarse de una clínica más
moderada (HbS y C, HbS y E, HbS y O).
• La asociación de una α-talasemia (–α/αα, –α/–α) condiciona una clínica más leve.
■ Entre los factores de riesgo para las crisis dolorosas-vasooclusivas:
51
Dolor y crisis vasooclusivas
■ Consecuencias de las CVO: crisis dolorosas, síndrome torácico agudo (STA), acci-
CRISIS DOLOROSAS
La crisis de dolor agudo (CDA) derivada de una CVO es la causa más frecuente de
ingreso de los pacientes con EF. Las CDA son consecuencia del daño tisular que
provoca la CVO, que pone en marcha las señales nociceptivas. Es decir, es un dolor
nociceptivo, este estímulo doloroso es modulado por fibras descendentes del cerebro
medio vía endorfinas, serotonina y norepinefrina. Las Figuras 1, 2 y 3 muestran
ejemplos de estimación de la intensidad del dolor y de su control con tratamiento.
Clínicamente hay que distinguir entre una CDA no complicada y una CDA compli-
cada, cuando se asocia a otras manifestaciones de la EF derivadas de las CVO (por
ejemplo, un STA).
52
Á.F. Remacha
Para adultos y adolescentes, la tarjeta está doblada por la línea de puntos, por lo que cada escala
de medición aparece separada por orden de numeración.
4 3
Escala de humor Escala de alivio
Completo
Mal Buen Sin alivio alivio del
humor humor del dolor dolor
1 2
Moderado Apenas notado
Escala de dolor Fuerte No dolor
Mínimo Peor Medio
dolor dolor Torturador Intenso
posible posible Débil
FECHA / / TIEMPO :
1. Rodee con un círculo el número que mejor describa su dolor actual 5. Sombree en la figura
donde sienta dolor
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Sin dolor Peor dolor posible 6. Marque con una X donde
el dolor sea más intenso
Derecha Izquierda
3. Rodee con un círculo el número que mejor describa su humor
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Mal humor Buen humor
ESPALDA
yendo paulatinamente y se recuperan las cifras hasta sus valores basales; a la vez,
se observa la desaparición de las células densas y de las células irreversiblemente
falciformes.
53
Dolor y crisis vasooclusivas
TRATAMIENTO
La mayoría de las presentaciones agudas de las EF se deben a CDA (90%). Hay que
reconocerlas sin demora y manejarlas pronto y adecuadamente. Lo primero es cono-
cer si se trata de una forma complicada o no de CDA, pues las crisis complicadas con
otros eventos producidos por la CVO condicionarán la morbimortalidad del episodio.
Desde el punto de vista clínico el dolor en la EF se puede dividir en dolor agudo y
dolor crónico.
La Tabla 1 resume las medidas terapéuticas a tomar ante crisis dolorosas y de
secuestro.
■ Hidratación
a) Morfina
• 0,1 mg/kg e.v. lenta o s.c. cada 20 min
• Después 0,05-0,15 mg/kg cada 2-4 h
• Control de los efectos secundarios
b) Ibuprofeno o ketorolaco (>12 años)
c) Transfusión o exanguinotransfusión (crisis prolongada)
Prevención ■ Evitar desencadenantes
■ Hidroxiurea
■ Transfusiones crónicas
54
Á.F. Remacha
■ Paso 3. Dolor intenso: opioide fuerte con/sin analgésico no opioide con/sin adyu-
vente.
■ Cuando el paciente deje el hospital debe obtener suficiente analgesia para evitar
readmisiones.
■ Evaluar cuidadosamente los reingresos dentro de las 48 horas de una admisión.
miento.
■ Se puede usar una bomba tipo PCA, siempre y cuando se esté familiarizado con
su manejo.
■ Manejo de los efectos secundarios de los opiáceos, especialmente la depresión
55
Dolor y crisis vasooclusivas
• Bolus inicial: morfina o diamorfina 0,1 mg/kg i.v. o s.c. y repetir cada 20 minutos
hasta que ceda el dolor.
• Mantenimiento: morfina o diamorfina 0,05-0,1 mg/kg cada 2-4 horas i.v. o s.c.
Considerar PCA.
• Dosis de rescate cada 30 minutos: 50% dosis de mantenimiento (cuando reapare-
ce dolor o no se controla bien con la dosis de mantenimiento).
• Tras 2-3 días, considerar reducir analgesia y pasar a dosis equivalentes orales.
• Dar de alta con el dolor controlado y en mejoría sin analgesia o con dosis acep-
tables de analgesia oral.
• Control ambulatorio y domiciliario (equipo preparado).
■ Adyuvantes: ketorolaco, ibuprofeno, diclofenaco o paracetamol.
fusión.
Dolor crónico
Muchos pacientes, tras múltiples CDA, acaban con dolor crónico. Hay dos tipos de
dolor crónico:
56
Á.F. Remacha
■ Secundario a complicaciones de la EF (úlceras en piernas, necrosis avascular,
osteomielitis).
■ Dolor crónico de causa no conocida. Se relaciona con no haber tratado agresiva-
mente las CDA. En su patogenia existe un fenómeno de sensibilización en el que el
dintel del dolor disminuye. Este tipo de dolor es independiente de las CVO.
El tratamiento del dolor crónico es multidisciplinario, tratando las causas obvias y
usando opiáceos de larga duración junto con opiáceos de duración corta.
■ Exanguinotransfusión.
BIBLIOGRAFÍA
Ballas SK. Current issues in sickle cell pain and its management. Hematology 2007; 97-105.
Benjamin LJ, Dampier CD, Jacox AK, et al. Guideline for the management of acute and
chronic pain in sickle-cell disease. APS Clinical Practice Guideline series, No. 1 Glenview,
Il, 1999.
Cantalejo López MA. Protocolo de anemia de células falciformes o drepanocitosis. Bol S
Vasco-Nav Pediatr 2005; 38: 20-38.
National Institute of Health. National Heart, Lung, and Blood Institute: The management
of sickle cell disease. 4.ª edición. Bethesda, MD: The Institute; 2002; NIH publication n.
02-2117.
Rees DC, Olujohungbe A, Parker NE, Stephens AD, Telfer P, Wright I. Task force by the
Sickle Cell Working Party. Guidelines for the management of the acute painful crisis in
sickle cell disease. Br J Haematol 2003; 120: 744-52.
Standards for the clinical care of adults with sickle cell disease in the UK. Sickle Cell Soci-
ety 2008. www.sicklecellsociety.org
http://www.nhlbi.nih.gov/health/prof/blood/sickle/index.htm
57
Dolor abdominal. Síndrome
del cuadrante abdominal
superior. Secuestro esplénico
Fernando Ataulfo González Fernández
Servicio de Hematología y Hemoterapia.
Hospital Clínico San Carlos. Madrid
DOLOR ABDOMINAL
El dolor abdominal es un componente frecuente de las crisis vasooclusivas y se ha
relacionado con infartos mesentéricos y de las vísceras abdominales por oclusión mi-
crovascular de hematíes falciformes. En la mayoría de las ocasiones su curso es au-
tolimitado y se resuelve espontáneamente. Sin embargo, es indistinguible del produ-
cido por otros procesos o patologías intraabdominales que requieren un tratamiento
quirúrgico o médico urgente, por lo que es necesaria una valoración para descartar
otras causas (hepáticas, biliares, intestinales, pancreáticas, vertebrales, urológicas,
ginecológicas, neurológicas o pulmonares) que incluya:
■ Hemograma con reticulocitos.
59
Dolor abdominal
dolorosa a la palpación con bajada aguda del hematocrito y poca repercusión en las
transaminasas y la bilirrubina.
■ En la colestasis intrahepática, que constituye la forma más grave de estas com-
sición de electrolitos.
■ Colecistectomía electiva después del episodio agudo (normalmente dentro de las seis
60
F.A. González
■ Colecistectomía de urgencia o esfinterectomía endoscópica y extracción de cálcu-
los por ERCP si hay obstrucción de la vía biliar o empeoramiento de la función
hepática.
Hepatitis viral
Estudios serológicos indican una mayor prevalencia de infección por virus de la he-
patitis B y C en pacientes con enfermedad falciforme (EF) que en la población ge-
neral, en clara relación con el grado de transfusión. Sin embargo, en la actualidad
es una complicación muy poco frecuente. Las hepatitis agudas presentan un curso
clínico similar al de la población general, salvo un pico de hiperbilirrubinemia mayor
por la hemólisis, sin que se recomienden medidas terapéuticas especiales.
Otras alteraciones
Se han descrito diferentes alteraciones hepáticas en pacientes con EF que pueden
cursar como un síndrome del cuadrante abdominal superior, como el absceso he-
pático, el síndrome de Budd-Chiari, la hepatitis autoinmune, la hiperplasia nodular
focal, la histiocitosis maligna y la colangitis esclerosante primaria. Sin embargo, su
relación etiológica con la EF es incierta.
Secuetro esplénico
El secuestro esplénico constituye una de las complicaciones agudas más graves de la EF,
con una frecuencia de entre el 7,5 y el 20% y una mortalidad de alrededor del 10%. Es
causado por la captura intraesplénica de hematíes, que determina una anemización brus-
ca y que puede provocar un shock hipovolémico. Aunque se ha descrito a edades tan tem-
pranas como cinco semanas, en la mayoría de los casos el primer episodio ocurre entre
los tres meses y los cinco años, antes de producirse la autoesplenectomía, y suele recurrir
en la mitad de los casos que sobreviven al primer episodio. Sin embargo, en los pacientes
tratados con HU o en los dobles heterocigotos S/β-talasemia y SC puede ocurrir a eda-
des mas tardías, incluso en la edad adulta, aunque su frecuencia es menor (5%).
Desde un punto de vista clínico, se caracteriza por dolor abdominal repentino con
náuseas y vómitos, debilidad, palidez, taquicardia, taquipnea y aumento del bazo.
Los episodios de secuestro esplénico con frecuencia se asocian o están desencadena-
dos por infecciones virales o agudas. Los criterios diagnósticos serían:
61
Dolor abdominal
fundir sólo hasta conseguir una hemoglobina de 8-9 g/dL, para evitar riesgo de
hiperviscosidad los días posteriores por retorno a la circulación de los hematíes
secuestrados en el bazo.
■ Evaluación cardiovascular y del tamaño del bazo cada 2-4 horas, con hemograma
de tres años, o programa de transfusión crónico para obtener una HbS < 30% en
niños menores de tres años hasta esplenectomía.
■ Descartar malaria en los pacientes que vienen de países endémicos.
62
Fiebre. Infección.
Osteomielitis
Esther Plensa i Alberca, Laia López i Viaplana
Hospital de Mataró. Consorci Sanitari del Maresme. Barcelona
INTRODUCCIÓN
La fiebre es un síntoma frecuente en varias complicaciones de la enfermedad falci-
forme (EF). Aunque suele ser la primera manifestación de una infección bacteria-
na invasiva, también puede estar presente en otras complicaciones graves de la EF,
como el síndrome torácico agudo (STA) o las crisis vasooclusivas (CVO). Por lo
tanto, los pacientes con EF y fiebre se han de evaluar y tratar de manera precoz para
reducir su morbimortalidad.
Los pacientes con EF tipo SS o con EF/β°-talasemia son los que tienen un mayor
riesgo de bacteriemia, debido a la pérdida precoz del funcionalismo esplénico. Pa-
cientes con EF tipo SC o EF/β+ -talasemia tienen un menor riesgo, pero superior al
de la población normal.
seminada.
■ Exploración física, focalizada en: constantes vitales, estado cardiopulmonar para
63
Fiebre. Infección. Osteomielitis
lizada, palpación esplénica para detectar aumento de la medida del bazo, que puede
asociarse al secuestro esplénico y exploración neurológica para descartar AVC.
■ Hemocultivos.
■ Hemograma, recuento reticulocitario, bioquímica y coagulación.
infección localizada.
■ Si existe palidez, síntomas pulmonares o neurológicos o aumento significativo de
días. Alternativas:
• Si enfermedad grave: añadir vancomicina e.v. 40 mg/kg/día, en cuatro dosis.
• Si meningitis: cefotaxima e.v. 200 mg/kg/día, en tres dosis más vancomicina e.v.
60 mg/kg/día, en cuatro dosis, durante 10-14 días.
• Si alergia a β-lactámicos: clindamicina e.v. 20-40 mg/kg/día, en tres dosis.
• Si sobrecarga férrica: suspender la quelación y administrar cefotaxima.
hemiplejía, priapismo.
64
E. Plensa, L. López
■ Historia de sepsis previa.
■ Leucocitosis (>30 × 109/L) o leucopenia (<5 × 109/L).
■ Pacientes esplenectomizados.
■ Inaccesibilidad a la atención médica inmediata si existe empeoramiento clínico.
OSTEOMIELITIS
La oclusión microvascular por hematíes falciformes produce infartos tisulares y ne-
crosis. Los pacientes con EF tienen una incidencia aumentada de osteomielitis por
estos infartos óseos.
Etiología
Los gérmenes más frecuentes son: Salmonella enteritidis, Staphylococcus aureus y
Streptococcus pneumoniae.
Diagnóstico
La forma de presentación de la osteomielitis o la artritis séptica es similar a las CVO
y el diagnóstico suele ser difícil. Los episodios infecciosos se asocian más con fiebre,
dolor mantenido y limitación del movimiento si hay afectación articular, pero el calor
local y la tumefacción son síntomas comunes a las dos entidades.
Las pruebas diagnósticas no son definitorias, y en muchas ocasiones no permiten
hacer un diagnóstico diferencial, pero se recomienda:
■ Hemograma, PCR, hemocultivo, aspiración de la lesión ósea para cultivo.
■ Gammagrafía ósea con TAC (tiene validez sólo si se realiza de forma muy precoz).
■ Ecografía ósea.
Tratamiento
El tratamiento antibiótico empírico es:
■ Cloxacilina e.v. 2 g/4 h (150-200 mg/kg/día en seis dosis, en el niño) + cefotaxima e.v.
2 g/8 h (100-150 mg/kg/día en tres dosis, en el niño) (3-6 semanas). A partir de la se-
gunda semana, si la evolución es favorable, el tratamiento puede pasarse a vía oral.
■ Si existe alergia a β-lactámicos: clindamicina e.v. 40 mg/kg/día, en tres dosis.
BIBLIOGRAFÍA
Dreyer ZE. Initial approach to the child who presents with sickle-cell disease and fever. Semin
Pediatr Infect Dis 1995; 6 (4): 232-6.
65
Fiebre. Infección. Osteomielitis
Mensa J, Gatell JM, Azanza JR, Domínguez Gil A, García JE, Jiménez de Anta MT, Prats G.
Guía de terapéutica antimicrobiana. 17.ª edición. Elsevier Masson; 2007.
National Heart, Lung and Blood Institute. The management of sickle cell disease. 4.ª edi-
ción. Bethesda, MD: National Institutes of Health; 2002. [Fecha de consulta: 28/04/09].
Disponible en: http://www.nhlbi.nih.gov/health/prof/blood/sickle/sc_mngt.pdf
Sociedad Española de Hematología Pediatrica (SEHP). Protocolo de anemia de células fal-
ciformes o drepanocitosis. Drep-2002-SEHP. [Fecha de consulta: 28/04/09]. Disponible
en: http://www.svnp.es/Documen/protodrepanocitosis.pdf
UpToDate. [Fecha de consulta: 28/04/09]. Disponible en: www.uptodate.com
66
Anemia transitoria.
Crisis aplásicas
Guillermo Martín Núñez
Servicio de Hematología.
Hospital Virgen del Puerto. Plasencia (Cáceres)
CRISIS APLÁSICAS
Son paradas transitorias de la eritropoyesis caracterizadas por una caída brusca de
los niveles de hemoglobina, de los reticulocitos y de los precursores eritroides medu-
lares. La causa más frecuente en niños es la infección por parvovirus B19, pero en los
adultos esta causa es menos probable, y suele asociarse a otros agentes, tales como
Streptococcus pneumoniae, Salmonella y virus de Epstein-Barr.
El proceso suele venir precedido de un cuadro febril más o menos intenso, unos
días antes, acompañado o no de exantema, o artralgias en el caso del parvovirus B19,
67
Anemia transitoria. Crisis aplásicas
■ Hiperhemólisis
Anemización crónica
■ Disminución de eritropoyetina: anemia de la insuficiencia renal crónica
68
G. Martín
medulares más o menos masivos secundarios a crisis de falciformación provocadas
por cualquiera de las causas que la generan. Como la necrosis no suele ser generali-
zada, las partes no necrosadas intentan compensar la anemia aumentando la produc-
ción de reticulocitos, por lo que éstos pueden no estar disminuidos y generar cierta
confusión diagnóstica. Si la anemia y el dolor son importantes, una buena oxigena-
ción, analgesia y transfusión serán necesarias.
SECUESTRO ESPLÉNICO
Se caracteriza por una exacerbación aguda de la anemia (descenso de al menos
2 g/dL de su nivel basal), con reticulocitosis persistente en un paciente con esple-
nomegalia progresiva y dolorosa y con distensión abdominal, que puede generar
hipovolemia, a veces con shock, provocado por un atrapamiento brusco de los
hematíes en el bazo.
Suele producirse en aquellos pacientes cuyo bazo aún no está fibrótico, como en
niños de cualquier edad (más entre tres y cinco años) o jóvenes con Hb tipo SS o
en adultos con S/C o doble heterocigocia S/β+ -talasemia. El cuadro puede ser muy
grave, y generalmente es desencadenado por procesos infecciosos víricos o bacte-
rianos.
El diagnóstico debe hacerse rápido, porque el tratamiento puede ser urgente, cen-
trándose en la corrección de la hipovolemia con reposición de líquidos y hematíes,
además de las medidas de oxigenación y analgesia que se demanden. Posteriormente
los eritrocitos almacenados en el bazo se removilizan, la esplenomegalia revierte y el
nivel de hemoglobina sube más de lo esperable de acuerdo a la cantidad de hematíes
transfundidos.
CRISIS HIPERHEMOLÍTICAS
Se refieren a una brusca caída de la hemoglobina con reticulocitosis. Esta compli-
cación es rara, de causa discutida (ver capítulo 8 de la parte II de esta guía), difícil
de diferenciar en algunos casos de los episodios de secuestro esplénico o incluso
de crisis aplásicas en proceso de resolución. Los episodios son graves y están pro-
vocados por la destrucción de los hematíes del paciente y de los transfundidos
por macrófagos activados. Algunos casos han respondido a gammaglobulina i.v. y
corticoides.
ANEMIZACIÓN CRÓNICA
Como hemos comentado, la anemia de la EF suele ser razonablemente bien tolerada
al estar compensada con una adecuada reticulocitosis. Por lo general, la hemoglobina
está alrededor de 7-8 g/dL, el hematocrito en un 22-23% y los reticulocitos en torno
a 500.000/mm3; y el VCM suele ser ligeramente macrocítico, salvo asociación con
69
Anemia transitoria. Crisis aplásicas
ser raras al estar la mayoría de pacientes tratados profilácticamente, pero debe sos-
pecharse ante un incremento progresivo de la macrocitosis en un paciente que no
70
G. Martín
está tomando hidroxiurea (HU). Antes de su tratamiento, debemos asegurarnos de
que los niveles de vitamina B12 son normales.
71
Anemia transitoria. Crisis aplásicas
■ Recuento de reticulocitos
AGUDA CRÓNICA
■ Hiperhemólisis
■ Ausencia de serie roja ■ Niveles de ácido
■ Reacción hemolítica
■ Eritoblastos gigantes
fólico
transfusional tardía ■ Hierro, transferrina,
■ Otros datos
■ Hemólisis autoinmune
ferritina
■ Necrosis medular
■ Receptor soluble de
■ Carencial:
■ Necrosis medular • Fólico
■ Infiltración • Hierro
■ Fibrosis ■ Anemia de
enfermedad
crónica
72
G. Martín
síntomas orientativos que hemos comentado. La determinación de los reticulocitos
y pruebas bioquímicas básicas (bilirrubina, transaminasas, creatinina, LDH) com-
pletan el primer nivel de estudio, no olvidando que las situaciones agudas son de
diagnóstico y tratamiento urgente; y que las crónicas pueden en ocasiones requerir
paciencia para lograr su diagnóstico etiológico y que en no pocas ocasiones éste es
multifactorial.
BIBLIOGRAFÍA
Federación Internacional de Talasemia. Directrices para el control clínico de la talasemia. 2.ª
edición. 2007. ISNB: 978-9963-623-59-4.
Saunthararajah Y, Vichinsky EP, Embury SH. Sickle cell disease. En: Hoffman R, Benz EJ,
Shattil SJ, Furie B, Cohen HJ, Silberstein LE, McGlave P (eds.). Hematology: basic prin-
ciples and practice. 4.ª edición. 2005. ISNB 0-443-06628-0.
Vagace JM. El síndrome hiperhemolítico. SETS 2008; 20: 6-9.
Vichinsky EP. Overview of the clinical manifestations of cickle cell disease. Editor section:
Stanley L. Schrier. Deputy editor: Stephan A. Landaw. In Uptodate last updated July
2008.
73
Accidente vascular
cerebral agudo y problemas
neurológicos agudos
Llorenç Font Ferré (1), Enric Contreras Barbeta (2), Virginia Callao
Molina (2), Laia Ramiro Infante (2), José García-Arroba Peinado (2)
1
Hospital Verge de la Cinta. Tortosa (Tarragona)
2
Banco de Sangre y Tejidos.
Hospital Universitario Juan XXIII. Tarragona
INTRODUCCIÓN
Los accidentes neurológicos agudos son una de las mayores complicaciones de los
pacientes con enfermedad falciforme (EF).
Los pacientes con EF pueden tener diversas anomalías que afectan al sistema ner-
vioso central (SNC), incluso aunque parezcan neurológicamente normales. Estas
anomalías se pueden asociar con alteraciones de las funciones cognitivas, con efectos
en el aprendizaje y en el comportamiento.
Existe un amplio espectro de alteraciones con un impacto variable en la morbilidad
y la mortalidad de los pacientes con EF(1). Probablemente esta variabilidad se debe a
la interacción entre polimorfismo genético y factores ambientales (2).
La complicación neurológica más grave de la EF es el infarto cerebral agudo. La
base fundamental de la patogenia del accidente vascular cerebral agudo (AVCA) es
la oclusión de los grandes vasos en el polígono de Willis. En la patogenia de la en-
fermedad, además de la polimerización de la hemoglobina S, se han identificado
diversas alteraciones que afectan a la relación entre eritrocitos y células endoteliales,
así como anomalías en el metabolismo del óxido nítrico (3). Estos descubrimientos
abren el camino a la búsqueda de nuevas dianas terapéuticas.
Durante los últimos años se han producido avances relevantes en el tratamiento y la
prevención del AVCA. Por una parte, el uso de la exanguinotransfusión puede mejorar
la mortalidad y la morbilidad de esta complicación. Además, un programa de transfu-
sión periódica (estudio STOP) ha demostrado su eficacia en la prevención de AVCA
en un grupo de pacientes de alto riesgo en un determinado intervalo de edad(4).
La realización de la ultrasonografía transcraneal mediante Doppler permite iden-
tificar a un grupo de pacientes con mayor riesgo de presentar AVCA y, por tanto,
susceptibles de ser incluidos en un programa transfusional de mantenimiento (5). No
75
Accidente vascular cerebral agudo
OBJETIVO DE LA GUÍA
El tratamiento y la prevención, primaria o secundaria, de los accidentes neurológicos
agudos en pacientes afectos de anemia de células falciformes.
76
L. Font et al.
■ RNM o angio-RNM: proporciona mejor detalle de las áreas isquémicas. A realizar
siempre si la TAC es negativa.
■ PET: gran sensibilidad ya que demuestra alteraciones en el metabolismo neu-
ronal.
■ Ultrasonografía transcraneal mediante Doppler (UST).
déficit de proteínas C y S.
■ Considerar otras causas de AVCA en niños (infección, embolismo cardíaco, altera-
ciones de la coagulación…).
TRATAMIENTO(8-10)
Medidas generales
■ Estabilizar signos vitales.
■ Monitorizar la función cardiaca y respiratoria.
■ Valorar ingreso en unidad de cuidados intensivos.
■ Tratamiento antiagregante.
Terapia transfusional
■ Consideraciones generales. La terapia transfusional en estos pacientes tiene como
finalidad reducir el porcentaje de HbS hasta valores < 30%. El riesgo de aloinmu-
nización en estos pacientes es muy alto (25-30% de los casos), por lo que es conve-
niente tomar las siguientes medidas de prevención:
• Realizar el fenotipo eritrocitario extensivo al diagnóstico.
• Intentar respetar el fenotipo Rh, Kell y Jk en la transfusión de hematíes.
• En caso de AVCA de origen hemorrágico, lo más importante es tratar la causa
del sangrado. En estos casos las ventajas de la terapia transfusional no son tan
evidentes. Debe realizarse una valoración neuroquirúrgica, ya que algunos pa-
cientes pueden ser tributarios de intervención para evacuar el hematoma o para
implantar en catéter en casos de obstrucción del flujo ventricular.
■ Exanguinotransfusión parcial: se recomienda como primera opción en casos de
Hb > 5 g/dL, para evitar el riesgo de hiperviscosidad que puede ocurrir con las
elevaciones rápidas del hematocrito. Se puede realizar con:
77
Accidente vascular cerebral agudo
• Sangre total: es la mejor opción posible, ya que se consigue reducir más rápida-
mente la concentración de hematíes S, sin aumentar la viscosidad. Sin embargo,
no siempre está disponible.
• Concentrados de hematíes reconstituidos con suero fisiológico o albúmina.
■ Transfusión simple aislada: en casos de Hb < 5 g/dL o Hto < 15% (o caída de
dos puntos en la cifra de hemoglobina basal, siempre que ésta sea < 7 g/dL), como
alternativa a la exanguinotransfusión.
■ Programa de hipertransfusión crónica (transfusión de hematíes cada tres o cuatro
semanas).
• Indicaciones. Está indicado su inicio dada la alta tasa de recurrencia de AVCA
en estos pacientes (hasta 70% en tres años). Se recomienda mantener una
HbS < 30% al menos durante dos o tres años. Posteriormente, mantener una
HbS < 50% hasta los 18 años mínimo (siempre que el paciente se haya manteni-
do asintomático)(4).
• Efectos secundarios a tener en cuenta:
- Aloinmunización, que se previene intentando respetar al máximo el fenoti-
po eritrocitario del paciente.
- Sobrecarga férrica, que se previene con tratamiento quelante. Se aconseja
iniciarlo si la ferritina supera los 1.000 ng/dL o si en la biopsia hepática el
nivel de hierro es mayor de 5 mg/g de hígado (peso seco).
■ Estudios neuropsicométricos.
78
L. Font et al.
Un aumento en la velocidad de flujo sanguíneo de la arteria cerebral media o de la
arteria carótida interna se asocia con un riesgo aumentado de AVCA.
Respecto a la UST, en niños homocigotos SS se recomienda iniciar las exploracio-
nes a los dos años de edad y continuar anualmente hasta los 16 años, siempre y cuan-
do el resultado sea normal. Si es dudoso, se repetirá la exploración cada dos o cuatro
meses. En los resultados patológicos, realizar RNM y valorar soporte transfusional
cada tres o cuatro semanas. Valores de referencia:
■ Velocidad de flujo < 170 cm/s: normal.
Hemorragia cerebral
Los pacientes con hemorragia cerebral deben tratarse de la misma forma que los
niños, con la salvedad de que puede utilizarse nimodipino en los pacientes con he-
morragia subaracnoidea (16).
79
Accidente vascular cerebral agudo
BIBLIOGRAFÍA
1. Platt O. Prevention and management of stroke in sickle cell anemia. Hematology 2006;
54-7.
2. Montalembert M. Management of sickle cell disease. BMJ 2008; 337: 626-30.
3. Kato GJ, Gladwin MT, Steinberg MH, et al. Deconstructing sickle cell disease: reap-
praisal of the role for hemolysis in the development of clinical subphenotypes. Blood
2007; 21: 37-47.
4. Adams RJ, Virgil CM, Lewis H, et al. Prevention of a first stroke by transfusions in chil-
dren with sickle cell anemia and abnormal results on transcranial Doppler ultrasonogra-
phy. N Engl J Med 1998; 339: 5-11.
5. Adams R, McKie V, Nichols F, et al. The use of transcranial ultrasonography to predict
stroke in sickle cell disease. N Eng J Med 1992; 326: 605-10.
6. Cassandra D, Josephson L, Drist L, et al. Transfusion in the patient with sickle cell dis-
ease: a critical review of the literature and transfusion guidelines. Transfusion Medicine
Reviews 2007; 21: 118-33.
7. DeBaun M, Field J. Limitations of clinical trials in sickle cell disease: a case study of the
Multi-center Study of Hydroxyurea (MSH) Trial and the Stroke Prevention (STOP) Trial.
Hematology 2007.
8. National Heart, Lung and Blood Institute. The management of sickle cell disease. 2004.
www.nhlbi.nih.gov/health/prof/blood/sickle
9. Cantalejo-López MA. Protocolos de anemia de células falciformes o drepanocitosis. Bol
S Vasco-Nav Pediatr 2005; 38: 20-38.
10. Frenette PS, Atweh GF. Sickle cell disease: old discoveries, new concepts, and future
promise. J Clin Invest 2007; 117: 850-8.
11. Zimmerman SA, Schultz WH, Burgett S, et al. Hydroxyurea therapy lowers transcranial
Doppler flow velocities in children with sickle cell anemia. Blood 2007; 110: 1043-7.
12. Miller ST, Sleeper LA, Pegelow CH, et al. Prediction of adverse outcomes in children with
sickle cell disease. N Engl J Med 2008; 342: 83-9.
13. Ohene-Frempong K, Weiner S, Sleeper L, et al. Cerebrovascular accidents in sickle cell
disease: rates and risk factors. Blood 1998; 91: 288-94.
14. The National Institute of Neurological Disorders and Stroke rt-PA Stroke Study Group.
Tissue pasminogen activator for acute ischemic stroke. N Eng J Med 1995; 333: 1581-7.
15. Albers GW, Amarenco P, Easton JD, et al. Antithrombotic and thrombolytic therapy for
ischemic stroke; American College of Chest Physicians Evidence-Based Clinical Practice
Guidelines (8th edition). Chest 2008; 133 (Suppl): 630S-669S.
16. Borderick JP, Adams HP, Barsan W, et al. Guidelines for the management of spontane-
ous intracerebral hemorrhage. Stroke 1994; 30: 905-15.
80
Síndrome torácico agudo y
complicaciones pulmonares
agudas de la enfermedad
falciforme
José Ángel Hernández Rivas, Cecilia Heras Benito,
Sara Nistal Gil, Juan Carlos López Aguilar
Servicio de Hematología y Hemoterapia.
Hospital Infanta Leonor. Madrid
81
Síndrome torácico agudo
Los infartos pulmonares, debidos a las trombosis que se producen in situ, y los
embolismos grasos de la médula ósea que migran a la vasculatura pulmonar ex-
plican este incremento en su incidencia respecto a la población general. Otro he-
cho que puede desempeñar un papel es la posibilidad de aparición de TEP en el
contexto del síndrome torácico agudo (STA). En un trabajo reciente sobre muerte
súbita en EF y enfermedad pulmonar, se observó que más del 70% de los falleci-
mientos se produjeron por causas de origen pulmonar, de las cuales el 38% eran un
TEP y el 28% trombos oclusivos microvasculares. Es probable que, en la génesis
del TEP, pueda participar un estado crónico de hipercoagulabilidad, que incluya
la formación de radicales hidroxilo, la reactividad plaquetaria, la elevación de
niveles plasmáticos de fibronectina, trombospondina y factor VIII o un déficit de
las proteínas C o S. A pesar de los datos presentados, no existen hasta la fecha es-
tudios epidemiológicos amplios que analicen la incidencia y prevalencia del TEP
en los pacientes con EF.
■ Las neumonías que sufren los pacientes con EF deben considerarse una emer-
82
J.Á. Hernández, C. Heras, S. Nistal, J.C. López
SÍNDROME TORÁCICO AGUDO
Es un término genérico para las complicaciones pulmonares producidas por la EF
por causas tan heterogéneas como las infecciones bacterianas o víricas, la vasooclu-
sión de las arteriolas pulmonares (16% de los casos), los infartos costales, el trom-
boembolismo y el embolismo graso pulmonar (9% de los pacientes).
El término es un cajón de sastre donde se incluyen cuadros relativamente banales
que siguen una buena evolución y otros que evolucionan a un síndrome de distrés
respiratorio con necesidad de ventilación mecánica.
El STA se caracteriza por fiebre y sintomatología respiratoria (tos, expectoración,
taquipnea, disnea, hipoxia) y la aparición, que puede ser posterior en el tiempo, de
nuevos infiltrados pulmonares en la radiografía de tórax. En ocasiones, la presenta-
ción es semejante a la de un proceso neumónico, aunque el curso es diferente por la
aparición de nuevos infiltrados pulmonares en el mismo proceso y la afectación de
varios lóbulos. Además, la resolución de los infiltrados se produce a los 10-12 días
del inicio de la sintomatología.
El STA supone la causa aguda más importante de muerte y la segunda de ingre-
so hospitalario en los pacientes con EF. Casi la mitad de los pacientes con EF pre-
sentarán, al menos, un episodio a lo largo de la vida. Desde el punto de vista etiológico
se ha invocado una probable causa infecciosa en algunos casos. La generalización de
la profilaxis con penicilina y la vacunación frente al neumococo en los pacientes con
EF ha producido una reducción sustancial de este germen como posible causa. En la
infancia, los microorganismos más comúnmente aislados en pacientes con EF y STA
son Mycoplasma pneumoniae y los virus respiratorios (fundamentalmente rinovirus),
mientras que en los adultos son Mycoplasma pneumoniae y Chlamydia pneumoniae.
Aun así, en más de la mitad de los casos no se aísla ningún germen.
El STA se presenta más frecuentemente en la infancia, en la que la mortalidad que
ocasiona es inferior al 2%, mientras que el 5% de los pacientes de los adultos fallecen
por este motivo. El genotipo más afecto por el STA es el SS.
Desde el punto de vista clínico, en los dos estudios más extensos publicados (Coop-
erative Study of Sickle Cell Disease y Multicenter Acute Chest Syndrome Study)(4,5)
los signos y síntomas más frecuentes son:
■ Fiebre: 80%
■ Tos: 75%
■ Disnea: 35%
■ Taquipnea: 2-45%
■ Crepitantes: 60%
83
Síndrome torácico agudo
■ El tromboembolismo venoso.
que la paliación del dolor con morfina oral produce más hipoventilación en los
pacientes con EF que la morfina parenteral, por lo que debe extremarse el cuidado
con el uso de la forma oral.
■ Hipotensión.
■ pH < 7,35.
■ Derrame pleural.
■ Fallo multiorgánico.
84
J.Á. Hernández, C. Heras, S. Nistal, J.C. López
■ Tratamiento del dolor: debe evitarse la depresión respiratoria y la hipoventilación.
Si existe dolor pleurítico refractario puede plantearse el bloqueo del nervio inter-
costal.
■ Hidratación: debe realizarse la administración de 1,5 veces los requerimientos de
cada 12 horas durante dos días mejora la sintomatología del STA, probablemente
debido a la inhibición de la fosfolipasa secretora A2 y a la prevención de otras cito-
cinas relacionadas con la inflamación. La administración de óxido nítrico inhalado
puede mejorar la función pulmonar al disminuir la resistencia vascular pulmonar
y mejorar el flujo vascular. Por último, el uso de surfactantes no iónicos, como el
polaxámero 188, que reducen la viscosidad sanguínea, pueden jugar algún papel,
aunque parece que secundario.
BIBLIOGRAFÍA
1. Minter KR, Gladwin MT. Pulmonary complications of sickle cell anemia. A need of increased
recognition, treatment and research. Am J Resp Crit Care Med 2001; 164: 2016-9.
2. Graham JK, Mosunjac M, Hanzlick RL, et al. Sickle cell lung disease and sudden death:
a retrospective/prospective study of 21 autopsy cases and literature review. Am J Foren-
sic Med Pathol 2007; 28: 168-72.
3. Johnson CS. The Acute Chest Syndrome. Hematol Oncol Clin N Am 2005; 19: 857-79.
4. Vichinsky EP, Neumayr LD, Earles NA, et al. National Acute Chest Syndrome Study
Group. Causes and outcomes of the acute chest syndrome in sickle cell disease. N Engl
J Med 2000; 342: 1855-65.
5. Vichinsky EP, Styles LA, Colangel LH, et al. The Cooperative Study of Sickle Cell Dis-
ease. Acute chest syndrome in sickle cell disease: clinical presentation and course. Blood
1997; 89: 1787-92.
6. Platt OS. Hydroxyurea for the treatment of sickle cell anemia. N Engl J Med 2008; 358:
1362-9.
7. Hagar W, Vichinsky E. Advances in clinical research in sickle cell disease. Br J Haematol
2008; 141: 346-56.
85
Priapismo
Ana Belén Santos Montero
Servicio de Hematología. Hospital de Cuenca
DEFINICIÓN
El priapismo se define como una erección dolorosa y persistente relacionada o no
con el estímulo sexual. Según la Asociación Americana de Urología (1) para el trata-
miento del priapismo, esta definición queda restringida a una duración de la erección
superior a 4 horas.
La prevalencia parece mayor de lo que se describe en la mayoría de los estudios, ya
que en muchas ocasiones los pacientes no relacionan los síntomas con la enfermedad.
La prevalencia de priapismo grave en pacientes ingresados con anemia falciforme se
describe en un 2-5%(2). Un estudio realizado en varios centros mediante un cuestio-
nario dirigido a pacientes con anemia falciforme reveló hasta un 35% de pacientes
que afirmaron haber tenido algún episodio de priapismo (3). La mediana de edad de
comienzo es a los 15-20 años, el 75% de los pacientes han tenido su primer episodio
antes de los veinte años, un 25% antes de los diez años y es raro el inicio después de
los treinta años.
FISIOPATOLOGÍA
El mecanismo no está claramente establecido. La erección normal disminuye la pO2
en los cuerpos cavernosos, lo que favorece la falciformación de los hematíes en los
sinusoides del espacio cavernoso y, con ello, el estasis venoso, perpetuando así el
priapismo. A este proceso le sigue una reacción inflamatoria, con fibrosis de las tra-
béculas espongiformes que probablemente lleve a la consecuente impotencia.
CLÍNICA
Se pueden producir episodios de corta duración, autolimitados, pero pueden presen-
tar episodios recurrentes sin una etiología obvia de base.
Los episodios suceden con mayor frecuencia durante el sueño en relación con la
deshidratación y acidosis secundaria a la hiperventilación, lo cual aumenta la rigidez
de los hematíes en estos pacientes. Por otro lado, existe la erección fisiológica que
ocurre durante el sueño REM. Otros factores desencadenantes pueden ser una infec-
ción local, la toma de drogas o la actividad sexual(4).
87
Priapismo
TRATAMIENTO
Muchos pacientes no asocian el problema con su enfermedad de base, y esto puede
retrasar una actuación terapéutica. Por tanto, es importante en primer lugar pregun-
tar e informar a los pacientes sobre esta cuestión. Es una urgencia urológica que
requiere una intervención para evitar un daño isquémico irreversible y el desarrollo
de fibrosis e impotencia.
Es importante el tiempo de duración desde el inicio del síntoma hasta que el pa-
ciente consulta; se describen mejores resultados cuando las medidas conservadoras
se realizan antes de las 6 horas de evolución.
No existe una guía basada en la evidencia para la prevención del priapismo re-
currente y ninguno de los tratamientos descritos han sido comparados en estudios
aleatorizados.
El tratamiento quirúrgico conlleva un mayor riesgo de complicaciones a nivel lo-
cal, como infecciones, celulitis, abscesos o fístula uretral, así como del desarrollo de
impotencia, aunque la impotencia final puede estar relacionada tanto con las compli-
caciones quirúrgicas como con la erección prolongada. Por tanto, la cirugía se debe
reservar para los casos más graves que no responden al tratamiento conservador.
HbS en torno al 30-40%. La indicación no está tan establecida como en otras com-
plicaciones de la enfermedad falciforme, y no hay estudios que evalúen el papel de
la exanguinotransfusión o la transfusión simple en el priapismo (7,8).
■ Tratamiento quirúrgico: No está claramente establecida la relación entre el tiempo
88
A.B. Santos
La técnica menos invasiva es la técnica de Winter: consiste en un shunt entre el
cuerpo cavernoso y el glande (10). Por otro lado, puede ser precisa la implantación de
una prótesis de pene si finalmente evoluciona a impotencia.
BIBLIOGRAFÍA
1. Montague DK, Jarow J, Broderick GA, et al. American urological association guideline
on the management of priapism. J Urol 2003; 170: 1318-24.
2. Tarry WF, Duckett JW, Snyder HM, et al. Urological complications of sickle cell disease
in a pediatric population. J Urol 1987; 138: 592-4.
3. Adeyoju AB, Olujohungbe ABK, Morris J, et al. Priapism in sickel-cell disease; inci-
dence, risk factors and complications-an international multicentre study. BJU Interna-
tional, 2002; 90: 898-902.
4. Fowler JE, Koshy M, Strub M, et al. Priapism associated with the sickle cell hemoglobin-
opathies: prevalence, natural history and sequelae. J of Urol 1991; 145: 65-8.
5. Opkala I, Westerdale N, Jegede T, et al. Etilefrina for the prevention of priapism in adult
sickle cell disease. Br J Haematol 2002; 118: 918-21.
6. Mantadakis E, Ewalt DH, Cavender JD, et al. Outpatient penile aspiration and epineph-
rine irrigation for young patients with sikcle cell anemia and prolonged priapism. Blood
2000; 95: 78-82.
89
Priapismo
7. Walker EM, Mitchum EN, Rous SN, et al. Automated erytrocytopheresis for relief of pria-
pism in sickle cell hemoglobinopaties. J Urol 1983; 130: 912-6.
8. Ballas SK, Lyon D, Hall N, et al. Safety of blood exchange transfusion for priapism com-
plicating sickle cell disease. J Clin Apher 2006; 21: 16.
9. Hamre MR, Harmon EP, Kirkpatrick DV, et al. Priapism as a complication of sickle cell
disease. J Urol 1991; 145: 1-5.
10. Winter CC. Cure of idiopathic priapism: new procedure for creating fistula between glans
penis and corpora cavernosa. Urology 1976; 8: 389-91.
11. Virag R, Bachir D, Lee K, et al. Preventive treatment of priapism in sickle cell disease
with oral and self administered intracavernous injection of etilefrine. Urology 1996; 47:
777-81.
12. Teloken C, Ribeiro EP, Chammas M, et al. Intracavernosal etilefrine self-injection therapy
for recurrent priapism: one decade of follow-up. Urology 2005; 65: 1002.
13. Shanta TR, Finnerty DP, Rodríguez AP. Treatment of persistent penile erection and pria-
pism using terbutaline. J Urol 1989; 141: 1427-9.
14. Saad STO, Lajolo C, Gilli S, et al. Follow-up of sickle cell disease patients with priapism
treated by hydroxiurea. Am J Hematol 2004; 77: 45-9.
90
Crisis hiperhemolíticas
José Manuel Vagace Valero
Servicio de Hematología y Hemoterapia.
Complejo Hospitalario Universitario de Badajoz
INTRODUCCIÓN
Los pacientes con enfermedad falciforme (EF) presentan una elevada incidencia de
reacciones hemolíticas transfusionales tardías (RHTT) debido a la frecuente tasa de
aloinmunización, que se estima entre el 18 y el 36% según las series.
Aunque la mayoría de estas reacciones siguen el patrón típico de una RHTT, con
la aparición de un nuevo aloanticuerpo a los siete o diez días de la transfusión, que
genera una hemólisis extravascular y un Coombs directo positivo.
Son numerosos los casos publicados que recogen formas “atípicas” en estos pa-
cientes en las que se dan hallazgos tales como crisis dolorosas (87%), hemoglobina
postransfusional menor que la previa (83%), hemoglobinuria (33%), Coombs direc-
to negativo (26%) o ausencia de nuevos anticuerpos en el seguimiento posterior a
la crisis hemolítica (20%). La gravedad de estas reacciones se refleja en el hecho
de que más de un 10% de estos pacientes fallecieron como consecuencia de la
hemólisis (1).
EL SÍNDROME HIPERHEMOLÍTICO
El primero en reconocer estas particularidades como una complicación específica de
la EF fue Petz, que en 1997 definió el denominado síndrome hiperhemolítico (SHH)
como una particular forma de reacción hemolítica transfusional que se da en estos
pacientes(2). El autor presentaba cinco enfermos con EF, todos ellos aloinmunizados,
que desarrollaron un brusco descenso en la cifra de hemoglobina después de una
transfusión. A diferencia de la RHTT típica, sus pacientes sufrieron una hemólisis
intravascular grave acompañada de un descenso en la cifra de reticulocitos. Como
hecho característico, la hemólisis empeoraba con la transfusión de hematíes, aun-
que éstos fueran compatibles con los anticuerpos detectados. De forma empírica, se
proponía evitar las transfusiones e iniciar tratamiento esteroideo en estos pacientes
(Tabla 1).
Como veremos más adelante, el SHH constituye una auténtica emergencia hema-
tológica, en general poco conocida, que requiere un alto índice de sospecha para su
diagnóstico y manejo por parte del hematólogo.
91
Crisis hiperhemolíticas
92
J.M. Vagace
HbSS que desarrolló un distrés Tabla 2. Casos publicados de
respiratorio; una gestante de 32 síndrome hiperhemolítico
años con HbSC que falleció por Autor Revista Año Casos
CID; y un enfermo de 54 años
Petz Transfusion 1997 5
con mielofibrosis que desarro-
lló un fallo multiorgánico. Los Sirchia Transfusion 1997 7
tres fueron transfundidos has- King Transfusion 1997 5
ta su muerte y ninguno recibió Win Transfusion 2001 2
tratamiento inmunosupresor. Aygun Transfusion 2002 5
De estos datos se deduce que el Talano Pediatrics 2003 7
error o el retraso diagnóstico
Reed Transfusion 2000 1
es probablemente el factor pro-
Grainger Transfus Med 2001 1
nóstico más desfavorable en el
SHH. Uhlmann Abstract 2004 1
Es importante señalar que más Treleaven Hematology 2004 1
de la mitad de los casos descri- Darabi Transfusion 2005 1
tos ocurrieron en pacientes que McGlennan Anesthesia 2005 1
no estaban aloinmunizados, y Allwrigth Abstract 2006 1
no se han encontrado caracterís-
Win Abstract 2007 1
ticas que permitan identificar a
las personas con más riesgo de Proudfit Obstetr Gyn 2007 1
padecer un SHH. El único fac- Lu J H Medicine 2008 1
tor de riesgo conocido para esta TOTAL 41
complicación es el haberla pa-
decido previamente. Así, de los
once pacientes que volvieron a ser transfundidos, seis desarrollaron un nuevo SHH.
Tampoco existe forma de prevención más allá del uso adecuado de las transfusio-
nes en estos pacientes. La sangre parcialmente fenotipada no previene el desarrollo
del SHH(4).
HALLAZGOS DE LABORATORIO
La hemoglobina postransfusional puede bajar a niveles de hasta 3 g/dL, siempre
por debajo de la hemoglobina pretransfusional. Hay aumento de la LDH, hiperbi-
lirrubinemia indirecta, haptoglobina indetectable, hemoglobina libre en plasma y/o
hemoglobinuria. Sin embargo, a diferencia de otras reacciones hemolíticas con las
que podría confundirse, la cifra absoluta de reticulocitos está disminuida durante la
crisis, y se produce reticulocitosis con la recuperación de la hemoglobina.
El Coombs directo es con frecuencia negativo, y no se encuentra ningún anticuer-
po que explique la hemólisis. En pacientes politransfundidos puede observarse una
forma retardada, denominada por algunos RHTT/hiperhemólisis, en la que pueden
detectarse uno o varios aloanticuerpos en el momento de la reacción. El Coombs
93
Crisis hiperhemolíticas
94
J.M. Vagace
trado por primera vez por Jasinski et al.(7) en ratones que tenían inactivado el gen
PIGA, en los cuales la depleción de los macrófagos utilizando clodronato liposomal
normalizaba la vida media de sus hematíes. El defecto en la activación del sistema
del complemento que presentan los hematíes falciformes y su mayor adherencia a
los macrófagos debida a la presencia de fosfolípidos anormales de membrana podría
hacerlos más susceptibles al daño inducido por estas células.
Hematíe
ICAM-4 CD11
transfundido MACRÓFAGO
ACTIVADO
Médula ósea
Figura 1. Médula ósea: hiperplasia eritroide (Sycle reticulocytes adhere to
VCAM-1. Blood 1995; 85: 268-74).
95
Crisis hiperhemolíticas
0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60
Días
■ Hemólisis intravascular.
■ Reticulocitopenia.
■ Hemoglobina postransfusional siempre menor a la previa, lo que sugiere la he-
96
J.M. Vagace
TRATAMIENTO DEL SHH
Una vez diagnosticado el SHH, debe iniciarse de inmediato la monitorización es-
trecha del paciente, haciendo hincapié en la adecuada hidratación, oxigenación y
tratamiento del dolor cuando lo haya. La mayoría de los pacientes requieren para ello
el ingreso en una unidad de cuidados intensivos.
En estos pacientes, la primera medida a tomar es evitar la transfusión e instaurar
de inmediato tratamiento con corticoides e inmunoglobulinas i.v. (IgS). Los cor-
ticoides se han empleado a dosis variables de entre 1 y 2 mg/kg/día de prednisona,
generalmente vía intravenosa. Las IgS i.v. se emplean en dosis altas (por ejemplo, a
400 mg/kg/día) durante cuatro o cinco días.
Corticoides e IgS parecen actuar de manera sinérgica en estos pacientes. Los pri-
meros inhibiendo la actividad macrofágica, mientras que las IgS, además de su cono-
cido efecto inmunomodulador sobre el macrófago, podrían actuar inhibiendo la ad-
hesión entre los hematíes falciformes y los macrófagos del mismo modo que inhiben
la adhesión a los leucocitos(11).
La transfusión debe reservarse para los casos en que la intensidad de la anemia
ponga en peligro la vida del paciente, siempre iniciando previamente o de forma con-
comitante tratamiento con corticoides + IgS i.v. Se ha demostrado que de esta forma
se incrementa el rendimiento transfusional y se atenúa la hemólisis.
La eritropoyetina se ha empleado en un 25% de los casos publicados, aunque se
desconoce el papel que pueda desempeñar en la recuperación de estos pacientes.
Otros tratamientos ensayados en casos refractarios han sido los inmunosupresores
y/o la esplenectomía.
BIBLIOGRAFÍA
1. Garratty G. Severe reactions associated with transfusion of patients with sickle cell dis-
ease. Transfusion 1997; 37: 357-61.
2. Petz LD, Calhoun L, Shulman JA, Jonson C, Herron RM. The sickle cell haemolytic
transfusion reaction syndrome. Transfusion 1997; 37: 382-92.
3. Talano JM, Hillery ChA, Gottschall JL, et al. Delayed hemolytic transfusion reaction/
hyperhemolysis syndrome in children with sickle cell disease. Pediatrics 2003; 111:
661-5.
4. Aygun B, Padmanabhan S, Paley C, Chandrasekaran V. Clinical significance of RBC al-
loantibodies and autoantibodies in sickle cell patients who received transfusions. Trans-
fusion 2002; 42 (1): 37-43.
5. Win N, Doughty H, Telfer P, Wild BJ, Pearson TC. Hyperhemolytic transfusion reaction
in sickle cell disease. Transfusion 2001; 41 (3): 323-8.
6. Test ST, Woolworth VS. Defective regulation of complement by the sickle erythrocyte:
evidence for a defect in control of membrane attack complex formation. Blood 1994; 83:
842-52.
97
Crisis hiperhemolíticas
98
III. Manejo de las
complicaciones crónicas
4. Afectación renal
María Pilar Ricard Andrés, Katia López Revuelta
Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid)
6. Afectación pulmonar
José Ángel Hernández Rivas, Ana Iglesias Pérez,
Magdalena Ruiz Zamorano
Hospital Infanta Leonor. Madrid
99
Hallazgos oculares en la
enfermedad falciforme
Julio Yangüela Rodilla, Loreto Illanas
Servicio de Oftalmología.
Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid)
INTRODUCCIÓN
El conocimiento de las lesiones oculares que puede provocar la enfermedad falcifor-
me (EF) es importante tanto para los pacientes afectados como para los profesionales
involucrados en su manejo:
■ Dado que las primeras fases las lesiones oculares no provocan clínica, es importante
que los pacientes revisen sus ojos periódicamente a partir de la adolescencia. Tam-
bién han de saber que deben acudir con prontitud al oftalmólogo ante cambios en su
visión o traumatismos en los ojos, por la posible gravedad que ello puede suponer.
■ El hematólogo debe conocer bien las complicaciones oculares para poder informar
lución más grave –por ejemplo, ante un hipema o una cirugía de retina– que otras
personas con clínica similar no afectadas por esta enfermedad, precisando una
actitud terapéutica diferente.
■ Algunas de las lesiones oculares, especialmente los stops vasculares conjuntivales
FISIOPATOLOGÍA
Las lesiones oculares van a estar ocasionadas por dos fenómenos principales:
Isquemia
La mayoría de los cambios detectados dependen de las lesiones vasculares produci-
das por la isquemia vascular, que pueden afectar a cualquier parte del ojo. Frente a
las lesiones vasculares, el ojo reacciona principalmente de dos formas:
101
Hallazgos oculares en la EF
CLÍNICA
Las lesiones se agrupan clásicamente en lesiones no proliferativas y proliferativas.
Lesiones no proliferativas
Generalmente no causan problemas visuales ni requieren tratamiento. Son las siguientes:
■ Lesiones vasculares conjuntivales. Las lesiones oclusivas vasculares se aprecian
en la conjuntiva en forma de fragmentos vasculares aislados clásicamente llamados
“en forma de coma”. Son más frecuentes en la conjuntiva bulbar inferior. Se corre-
lacionan con la gravedad de la enfermedad y desaparecen con la vasodilatación, el
calor (al explorar con una linterna), tras una transfusión o al inhalar oxígeno. No
provocan molestias al paciente.
■ Atrofia de iris, por procesos de isquemia sectoriales.
■ Hemorragias retinianas color salmón. Son lesiones bien definidas, de hasta 2 mm,
en periferia media. Se cree que se deben a rotura de las paredes vasculares de los
vasos retinianos, tras episodios repetidos de isquemia.
■ Manchas iridescentes. Tras la resolución de las hemorragias color salmón, la retina
puede parecer totalmente normal. Otras veces quedan como secuelas unos hoyue-
los, ocupados por gránulos refringentes amarillentos, que corresponden a macrófa-
gos cargados de hemosiderina. Están presentes en el 13-33% de los pacientes.
■ Manchas solares negras en retina. Son manchas negras en la retina, de 0,5-2 mm.
102
J. Yangüela, L. Illanas
■ Estrías angioides. Son estrías pigmentadas en el polo posterior, causadas por ano-
malías de la membrana de Bruch. Generalmente no ocasionan problemas, pero
puede producirse neovascularización subretiniana, sangrado macular y, con ello,
pérdida de visión.
■ Alteración en la visión de los colores. Algunos pacientes presentan una alteración
visuales.
■ Retinopatía no proliferativa. Se produce principalmente en la retina periférica.
TRATAMIENTO
Tratamiento preventivo
■ El tratamiento preventivo de las lesiones proliferativas se realiza con fotocoagula-
ción láser de la retina.
103
Hallazgos oculares en la EF
■Se puede utilizar también la crioterapia con un efecto similar al láser, cuando éste
no está disponible o no se puede visualizar adecuadamente la retina (por cataratas,
hemorragias, etc.).
Estos tratamientos provocan una isquemia generalizada que, al disminuir los re-
querimientos energéticos de la retina, hace que cesen los mecanismos de producción
de los factores de proliferación vascular y provoca también la desaparición de los
neovasos.
cuando el otro ojo ha perdido la visión o ante avance rápido de la retinopatía pro-
liferativa.
RESUMEN
■ Todo paciente con EF debe revisar sus ojos anualmente a partir de la adoles-
cencia.
104
J. Yangüela, L. Illanas
■ Las lesiones no proliferativas, presentes en la mayoría de los casos, no requieren
tratamiento.
■ La retinopatía proliferativa se trata preventivamente mediante láser/crioterapia,
aunque cada caso debe ser individualizado.
■ Las complicaciones como hemorragias y desprendimientos de retina requieren ci-
rugía vitreorretiniana.
■ El hipema puede ser una complicación muy grave y requiere la valoración urgente
de un oftalmólogo.
BIBLIOGRAFÍA
Charache S. Eye disease in sicklig disorders. Hematol/Oncol Clinics of North America 1996;
10 (6).
Emerson GG, Lutty GA. Effects of sickle cell disease on the eye: clinical features and treat-
ment. Hematol Oncol Clin N Am 2005; 19: 957-73.
Nagpal KC, Golderg MF, Rabb MF. Ocular manifestations in sickle hemoglobinopathies. Surv
Ophthamol 1977; 21 (5): 391-411.
Sickle cell eye disease. En: The management of sickle disease. National Institutes of Health.
NIH Publication 02-2117. 1984. pp. 95-9.
Walton W, Von Hagen S Griorgan R, et al. Management of traumatic hypema. Survey of
Ophthalmol 2002; 47 (4).
105
Afectación cardiovascular
en la enfermedad falciforme
Pilar Martínez Barranco (1), Elena Batlle López(2)
Servicios de (1) Hematología y (2) Cardiología.
Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid)
INTRODUCCIÓN
La enfermedad falciforme (EF), ya sea en estado homocigoto o heterocigoto, es un
problema médico importante tanto por la afectación multisistémica como por las
implicaciones económicas y sociales. Casi el 8% de la población negra americana es
heterocigota para esta enfermedad. El daño orgánico crónico por episodios vasooclu-
sivos recurrentes es el marcador de la enfermedad (1).
Las anormalidades cardiovasculares constituyen una parte específica del cuadro clí-
nico de esta entidad y fueron descritas por primera vez en la literatura por el cardiólogo
James Herrick, en el año 1910, cuando detectó cardiomegalia y un soplo precordial en
un paciente afroamericano. Sin embargo, la coincidencia de síntomas musculoesqueléti-
cos y soplos sistólicos y/o diastólicos le llevó al diagnóstico erróneo de fiebre reumática
aguda o afectación cardiaca por fiebre reumática crónica. En 1942, Klinefelter presentó
la primera referencia sistematizada de hallazgos cardiovasculares en la EF. Comparó
las alteraciones cardiacas de pacientes con EF y otro tipo de anemias, estableciendo
que la duración prolongada de la enfermedad sería responsable de la mayor frecuencia
y gravedad de las alteraciones. Artículos esporádicos de hallazgos anatomopatológicos
en pacientes muertos por cardiopatía han sugerido la presencia de una miocardiopatía
específica probablemente relacionada con la morfología de los eritrocitos.
El corazón es casi siempre anormal en la EF, por sobrecarga crónica de volumen,
el desarrollo de hipertensión pulmonar y/o hipoxia, isquemia e infarto miocárdicos.
También se ha descrito disfunción autonómica, que podría desencadenar arritmias y
ser una de las causas de muerte súbita en estos pacientes.
107
Afectación cardiovascular en la EF
HALLAZGOS ANATOMOPATOLÓGICOS
En los estudios de necropsia de los pacientes con EF, los hallazgos más frecuentes
son la dilatación e hipertrofia biventriculares. No se han descrito lesiones ateroscle-
róticas en las arterias coronarias. Sin embargo, en un estudio de 72 corazones con-
secutivos de pacientes con EF, se observaron datos anatomopatológicos de infarto
de miocardio en el 9,7% de los casos, probablemente causados por oclusión de la
microcirculación(2).
108
P. Martínez, E. Batlle
HALLAZGOS CLÍNICOS
Los síntomas cardiológicos más frecuentes en estos pacientes son la disnea de es-
fuerzo, la astenia y las palpitaciones. El dolor torácico es muy frecuente en estos
pacientes durante las crisis vasooclusivas, y en algunos casos puede ser debido a
isquemia miocárdica.
Los signos físicos cardiovasculares son los característicos de una circulación hi-
perdinámica. Pulsos llenos y saltones. Impulso apical cardiaco hiperdinámico y ge-
neralmente desplazado hacia la izquierda. Soplo mesosistólico, sobre todo en borde
esternal izquierdo. También se pueden auscultar soplos diastólicos, sobre todo mi-
tral, por hiperaflujo, tercer y cuarto ruidos. En pacientes con hipertensión pulmonar
el segundo ruido estará reforzado.
En niños, la insuficiencia cardiaca es poco frecuente, aunque con la prolongación
de la expectativa de vida de estos pacientes, en un futuro, probablemente su inciden-
cia sea mucho mayor. La pérdida de reserva cardiaca dependiente de la edad puede
predisponer a la insuficiencia cardiaca en la edad adulta, añadido a otras causas,
como la sobrecarga crónica de volumen, la transfusión, la disminución en la capaci-
dad para transportar oxígeno o la hipertensión.
La insuficiencia cardiaca es un síndrome clínico que se caracteriza por la presencia
de síntomas de insuficiencia cardiaca como la disnea de esfuerzo o de reposo o la
astenia, signos de retención hídrica como congestión pulmonar o edemas y la eviden-
cia objetiva de anomalía estructural o funcional cardiaca (3). El diagnóstico en estos
pacientes es en ocasiones más complejo al presentar patología pulmonar asociada y
poder tener hepatomegalia o edemas de otra etiología (por ejemplo, hipoalbumine-
mia) en fases avanzadas.
La capacidad para realizar ejercicio físico está con frecuencia reducida en pa-
cientes con EF, aproximadamente en la mitad de los adultos y en el 60-70% de los
niños, en relación con la gravedad de la anemia. En estudios realizados para valorar
la respuesta cardiopulmonar al esfuerzo se ha objetivado que la disminución de la
capacidad de esfuerzo tiene un componente cardiaco independiente de las limita-
ciones pulmonares que pueden coexistir en estos pacientes. Durante la ergometría,
en algunos casos se han observado alteraciones electrocardiográficas sugestivas de
isquemia miocárdica. Se ha postulado que los episodios repetidos de isquemia tran-
sitoria pueden ser uno de los causantes de la disfunción sistólica que se observa en
algunos pacientes con EF.
El infarto agudo de miocardio (IAM) se asocia comúnmente a enfermedad coro-
naria aterosclerótica(4). Más del 80% de los IAM son causados por la complicación
y trombosis de una placa de ateroma en la arteria coronaria. El diagnóstico se basa
en la detección de la elevación de los marcadores de necrosis miocárdica (preferen-
temente troponina) y al menos uno de los siguientes criterios: síntomas de isquemia
miocárdica, cambios isquémicos en ECG (cambios en el segmento ST-T o aparición
de novo de bloqueo de rama izquierda), aparición de ondas Q patológicas en el ECG
109
Afectación cardiovascular en la EF
110
P. Martínez, E. Batlle
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS.
DIAGNÓSTICO
■ Radiografía de tórax: los hallazgos cardiológicos más frecuentes son la presencia
de cardiomegalia, generalmente moderada, y de dilatación de las arterias pulmo-
nares y grandes vasos.
■ El electrocardiograma suele mostrar alteraciones inespecíficas, como taquicardia
producido grandes avances en las pruebas de imagen cardiaca, sobre todo con la
TAC multicorte y la resonancia magnética. Son pruebas no invasivas que nos per-
111
Afectación cardiovascular en la EF
MANEJO TERAPÉUTICO
La insuficiencia cardiaca congestiva (ICC) en EF debe ser tratada con las medidas
habituales. Ante la posibilidad de que la deshidratación pueda favorecer la deforma-
ción falciforme de los eritrocitos en pacientes con EF, se deben utilizar con prudencia
los diuréticos. Los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA)
han demostrado en algún estudio ser útiles para disminuir el remodelado y la dila-
tación ventricular en pacientes con EF. En aquellos pacientes con síntomas de ICC
o angina se debe perseguir el incremento de la concentración de hemoglobina con
mucho cuidado, mediante transfusión y/o, si es posible, con hidroxiurea.
112
P. Martínez, E. Batlle
No hay estudios que ayuden a tomar decisiones sobre cuándo iniciar el trata-
miento antihipertensivo, qué fármacos son los más efectivos o qué cifras de TA
deben mantenerse, ni que afirmen que la reducción de la TA pueda disminuir la
incidencia de accidente cerebrovascular o prolongar la vida. Una aproximación ra-
cional sería, si el riesgo de accidente cerebrovascular comienza por debajo de TA
de 140/90 mmHg, evaluar cuidadosamente al paciente y considerar el inicio del
tratamiento antihipertensivo cuando exista evidencia de daño orgánico cardiaco,
nefropatía y/o enfermedad vascular periférica, para mantener cifras de TA infe-
riores a 135/85 mmHg. Podría estar indicado mantener cifras de TA inferiores a
120/75 mmHg si la proteinuria/24 horas fuera mayor de un gramo. Los IECA, los
inhibidores del receptor de la angiotensina II (ARA-II) y los calcioantagonistas pue-
den ser muy útiles; los dos primeros reducen la proteinuria y preservan la función
renal, mientras que los calcioantagonistas pueden inducir tasas de respuesta mayor
en los pacientes de raza negra. Los diuréticos y los bloqueantes β-adrenérgicos
también pueden utilizarse.
El infarto agudo de miocardio en ausencia de enfermedad coronaria epicárdica
ha sido descrito en pacientes con EF de forma casi anecdótica, mientras su incidencia
real debe ser mucho mayor, por lo que debería ser considerado en todos los indivi-
duos con EF y dolor torácico. El infarto puede reflejar un aumento en las necesidades
de oxígeno que exceden la limitada capacidad de transporte o producirse por oclu-
sión de la microcirculación.
La dificultad para diagnosticar IAM en pacientes con EF y la ausencia de unas
guías terapéuticas han conducido a diversas modalidades de tratamiento (4). Algunos
artículos describen el diagnóstico de IAM, pero no cómo se trató al paciente. En la
mayoría de artículos se describen el uso de medidas de soporte, recambio de concen-
trados de hematíes (exanguinotransfusión-eritroaféresis) ± transfusión de concentra-
dos de hematíes (CH). En los artículos más recientes se introducen fármacos que han
demostrado su beneficio en pacientes con síndrome coronario agudo sin elevación de
ST, como son el uso de anticoagulación (con heparina de bajo peso molecular o no
fraccionada), aspirina, clopidogrel, betabloqueantes, inhibidores de la enzima con-
vertidora de la angiotensina y nitroglicerina. No se ha descrito ningún paciente que
recibiera óxido nítrico inhalado o estatinas.
Como en cualquier otro paciente con IAM, es necesaria la monitorización electro-
cardiográfica continua que permite la detección y el tratamiento precoz de arritmias
potencialmente mortales.
La deshidratación y desoxigenación contribuyen a incrementar la polimerización
de HbS y empeorar la vasooclusión. Por tanto, la hidratación y oxigenación, que son
medidas básicas en el tratamiento de las crisis, deberían emplearse en pacientes con
IAM precipitado por EF. Un adecuado control del dolor es obligado, ya que el dolor
agudo estimula la actividad simpática e incrementa la sobrecarga miocárdica.
El soporte hemoterápico mejora la oxigenación en pacientes con STA. El objetivo
de una transfusión es aumentar el hematocrito al 30% o la hemoglobina a 11 g/dL.
113
Afectación cardiovascular en la EF
114
P. Martínez, E. Batlle
BIBLIOGRAFÍA
1. Tsironi M, Aessopos A, The heart in sickle cell disease. Acta Cardiol 2005; 60 (6): 589-98.
2. Martin CR, Jonson CS, Coob C, Tatter D, Haywood LJ. Myocardial infarction in sickle
cell disease. J Nat Med Assoc 1996; 88 (7): 428-32.
3. Dikstem K, Cohen-Solal A, Filippatos G, et al. ESC guidelines for de diagnosis and treat-
ment of acute and chronic heat failure 2008. Eur Heart J 2008; 29: 2388-442.
4. Pannu R, Zhang J, Andraws R, et al. Acute Myocardial Infarction in sickle cell disease. A
systematic review. Crit Pathways in Cardiol 2008; 7: 133-8.
5. Thygesen K, Alpert JS, White HD; on behalf of the Joint ESC/ACCF/AHA/WHF Task
Force for the Redefinition of Myocardial infarction. Universal definition of myocardial
infarction. Eur Heart J 2007; 28: 2525-38.
115
Manifestaciones hepatobiliares
de la enfermedad falciforme
Montserrat López Rubio (1), Inmaculada Beceiro (2)
Servicios de (1) Hematología y (2) Digestivo. Hospital Universitario
Príncipe de Asturias. Alcalá de Henares (Madrid)
117
Manifestaciones hepatobiliares de la EF
118
M. López, I. Beceiro
■ Tratamiento. La crisis hepática suele evolucionar de forma autolimitada con tra-
tamiento conservador, resolviéndose entre 3 y 14 días con hidratación intravenosa
y analgesia.
Secuestro hepático
El secuestro hepático agudo es una complicación poco frecuente de las CVO. Los
pacientes pueden presentar de forma aguda secuestro de hematíes desarrollando ane-
mia grave, shock e incluso muerte. Es frecuente la recurrencia.
■ Clínica. Se caracteriza por dolor en hipocondrio derecho (HCD), hepatomegalia
Colestasis
Los síndromes de colestasis aguda y crónica se han atribuido a una amplia variedad
de entidades clínicas en los pacientes con EF. Se han descrito cuadros de gravedad
muy diferente.
119
Manifestaciones hepatobiliares de la EF
Hiperbilirrubinemia benigna
En contraste con el cuadro previamente comentado, se ha descrito tanto en niños
como en adultos un proceso de evolución benigna con poca repercusión clínica, pero
con un marcado aumento en los niveles de bilirrubina.
■ Clínica. Los pacientes se encuentran asintomáticos excepto por la ictericia o pruri-
120
M. López, I. Beceiro
edad, comparado con un 17% de pacientes con HbSC y HbS/β-talasemia. Se ha
descrito en niños incluso de tres años. La prevalencia de cálculos de pigmento negro
(bilirrubinato cálcico) es proporcional al grado de hemólisis.
■ Patogenia. La hemólisis crónica, con aumento de la producción de bilirrubina, au-
121
Manifestaciones hepatobiliares de la EF
cen favorecer la formación del barro biliar. EL barro biliar debe valorarse mediante
ecografía cada 12-24 meses, a menos que ocurra colestasis. En este momento estaría
indicada la colecistectomía por laparoscopia.
Colecistitis aguda
■ Clínica. La fiebre, las náuseas, los vómitos y el dolor abdominal son síntomas
comunes con un amplio diagnóstico diferencial, incluyendo trastornos hepáticos,
intestinales, pancreáticos, vertebrales, neurológicos y pulmonares (Tabla 1).
■ Diagnóstico. Es necesaria la evaluación clínica cuidadosa para establecer el diag-
Hemosiderosis y hemocromatosis
■ Patogenia. La sobrecarga de hierro que presentan estos pacientes está en relación
con las múltiples trasfusiones que reciben. De hecho, los niveles de ferritina se
correlacionan con el número de unidades de sangre trasfundidas. En estudios de
vigilancia de niños en programa transfusional para prevenir enfermedad cerebro-
vascular, con una media de seguimiento de 42 meses, se ha constatado un aumento
de ferritina de diez y de ocho veces las cifras de GOT/GPT. Los estudios llevados
a cabo en gestantes en programa transfusional muestran acumulación de hierro
en hepatocitos mediante biopsia en dos tercios de las pacientes, con una media de
transfusiones de 14 unidades.
En pacientes politransfundidos, el aumento del depósito férrico ocurre dentro de
las células reticuloendoteliales del hígado, incluyendo las células de Kupffer, a dife-
rencia del acúmulo de hierro observado en la hemocromatosis hereditaria, descrito
fundamentalmente en los hepatocitos.
■ Diagnóstico. Los niveles de ferritina son una buena estimación sobre el grado
122
M. López, I. Beceiro
dad de la señal del páncreas es un índice muy útil de hemocromatosis. La elastografía
podría tener alguna utilidad en el seguimiento de la fibrosis hepática relacionada con
la hemocromatosis, pero no es una técnica validada para este fin.
■ Tratamiento. El tratamiento con quelantes de hierro incrementa la eliminación de
Hepatitis virales
En pacientes con EF, la prevalencia de hepatitis virales está aumentada con respecto
a la población general debido a múltiples transfusiones que suelen precisar a lo largo
de su vida. Además de ser una población de riesgo, pueden presentar una evolución
más grave, por lo que se recomienda la vacunación de hepatitis A y B.
■ Hepatitis A: no existen estudios que hayan valorado la prevalencia de hepatitis A
demicidad del virus y las prácticas transfusionales. La evolución del cuadro agudo
generalmente es similar a la población normal. La hepatitis fulminante tiene una
alta mortalidad (0,5%) en la población general, siendo la cronicidad inversamente
relacionada con la edad. Está indicada la vacunación precoz.
La prevalencia de hepatitis crónica B en pacientes con EF ha disminuido en los
últimos años en Estados Unidos un 0-3,3%, reflejando probablemente la disminución
de la prevalencia en la población general como consecuencia de los programas de
vacunación, y probablemente por un mejor manejo en los bancos de sangre. En otros
lugares del mundo donde el virus B es más prevalente, las tasas de infección son
mucho mayores comparadas con las de la población general.
■ Hepatitis C: la infección por hepatitis C está claramente relacionada con la práctica
123
Manifestaciones hepatobiliares de la EF
Miscelánea
Existen múltiples procesos hepáticos que se han descrito en pacientes con EF, unos
en relación con la propia enfermedad, como en caso del infarto hepático o proce-
sos trombóticos como el síndrome de Budd-Chiari, o trombosis de la cava inferior,
que ocurren como consecuencia de una CVO. El absceso piógeno también se puede
desarrollar sobre un hígado con áreas de necrosis. Además, se han documentado
otros procesos en estos pacientes tales como la hepatitis autoinmune, la hiperplasia
nodular focal o la colangitis esclerosante, sin que se haya podido determinar el papel
de la EF.
BIBLIOGRAFÍA
Banerjee S, Owen C, Chopra S. Sickle cell hepatopathy. Hepatology 2001; 33: 1021-8.
Berry PA, Cross TJ, Thein SL. Portmann BC, Wendom JA, Karani JB, Heneghan MA, Bom-
ford A. Hepatic dysfunction in sickle cell disease: a new system of classification based on
global assesment. Clinical Gastroenterology and Hepatology 2007; 5: 1469-76.
Brittenham GM, Cohen AR, McLaren CE, et al. Hepatic iron stores and plasma ferritin con-
centration in patients with sickle cell anemia and thalassemia major. Am J Hematol 1993;
42: 81-5.
Emre S, Kitibayashi K, Schwartz M, et al. Liver transplantation in a patient with acute liver
failure due to sickle cell intrahepatic cholestasis. Transplantation 2000; 69: 675-6.
Harmatz P, Butensky E, Quirolo K, et al. Severity of iron overload in patients with sickle cell
disease receiving chronic red blood cell transfusion therapy. Blood 2000; 96: 76-9.
Johnson CS, Omata M, Tong MJ, Simmons JF, Weinwe J, Tatter D. Liver involvement in
sickle cell desease. Medicine (Baltimore) 1985; 64: 349-56.
Klion FM, Weiner MJ, Schaffer F. Cholestatis in sickle cell anemia. Am J Med 1964; 37: 829-
32.
Mills LR, Mwakyusa D, Milner PF. Histopathologic features of liver biopsy specimens in sick-
le cell disease. Arch Pathol Lab Med 1988; 112: 290-4.
Sheehy TW, Law De, Wade BH. Exchange transfusion for sickle cell intrahepatic cholestasis.
Arch Intern Med 1980; 140: 1364-6.
Shubert TT. Heptobiliary system in sickle cell disease. Gastroenterology 1986; 90: 2013-21.
Sickle cell disease in children and adolescents: diagnosis, guidelines for comprehensive
care, and care paths and protocols for management of acute and chronic complica-
tions. Sickle cell disease care consortium (2008). En www.dshs.state.tx.us/newborn/pdf/
sedona02.pdf
124
M. López, I. Beceiro
Standards for the Clinical Care of Adults with Sickle Cell Disease in the UK. Sickle Cell
Society (2008). Disponible en www.sicklecellsociety.org
The management of sickle cell disease. National Institutes of Health. Division of Blood Dis-
eases and Resources (2008). En www.nhlbi.nih.gov/health/prof/blood/sickle/index.htm
Walker TM, Hambleton IR, Serjeant GR. Gallstones in sickle cell disease: observations from
the Jamaican cohort study. J Pediatr 2000; 136: 80-5.
RECURSOS ONLINE
American Association for the Study of Liver Diseases: www.aasld.org
The American Gastroenterological Association: www.gastro.org
American Liver Foundation: www.liverfoundation.org
Hepatitis B Coalition: www.immunize.org
Hepatitis B Foundation: www.hepb.org
Hepatitis Foundation International: www.hepfi.org
125
Afectación renal
María Pilar Ricard Andrés (1), Katia López Revuelta (2)
Servicios de (1) Hematología y Hemoterapia y (2) Nefrología.
Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid)
INTRODUCCIÓN
La afectación renal clínicamente significativa en la enfermedad falciforme (EF)
ocurre más frecuentemente en individuos homocigotos que en heterocigotos y he-
terocigocias compuestas, con la excepción del carcinoma medular renal, que es más
frecuente en los portadores del rasgo falciforme. Los fenómenos vasooculsivos son el
principal mecanismo etiopatogénico de la afectación tubulointersticial, clásicamente
la más reconocida en la EF, por la especial vulnerabilidad de la médula renal a la
falciformación. Sus manifestaciones más frecuentes son la hematuria macroscópica
asintomática, las alteraciones funcionales tubulares y la necrosis papilar. Sin embar-
go, de forma indirecta también están implicados en el desarrollo de la glomerulopatía
que conduce a enfermedad renal crónica (ERC) y del carcinoma medular renal. Los
pacientes con EF y ERC tienen una supervivencia comparativamente menor que los
pacientes con EF sin ERC, así como una mayor mortalidad en diálisis y trasplante
respecto a pacientes sin EF. El conocimiento de los diferentes mecanismos etiopa-
togénicos implicados es importante para comprender las distintas manifestaciones
de la EF a nivel renal, así como para adecuar el tratamiento en cada una de ellas
(Tabla 1).
127
Afectación renal
renina/aldosterona
Función hipernormal del túbulo proximal Sin significación nosológica
■ Resorción aumentada de
β2-microglobulina
■ Resorción aumentada de fosfatos
■ Síndrome nefrótico
128
M. P. Ricard, K. López
infección del tracto urinario (ITU, 61,5%), que se considera un factor favorecedor o
modificador de riesgo.
Anatomía patológica
Los cambios histológicos que suelen estar presentes en la hematuria aislada son re-
lativamente menores, y primariamente es una congestión medular. Los vasa recta,
tras la fase inicial de dilatación y congestión, quedan destruidos dentro de áreas de
fibrosis. Las papilas son dependientes de los vasa recta, de forma que tras la destruc-
ción de éstos se producen pequeños infartos focales repetidos de las papilas. La NPR
subsiguiente es un proceso focal, y algunos tubos colectores sobreviven dentro de un
área difusa de fibrosis. Los cambios más importantes en la médula renal afectan a la
médula interna y las papilas, cambios todos que resultan en disfunción predominante
de los túbulos colectores de las nefronas yuxtamedulares.
Etiopatogenia
La hematuria es probablemente consecuencia de falciformación en la médula renal
combinada con obstrucción vascular y extravasación de hematíes. El ambiente me-
dular es proclive por naturaleza a la falciformación por su presión parcial de O2 de
35-40 mmHg, por debajo del umbral de falciformación (45 mmHg), además de su
elevada osmolaridad, que deshidrata los hematíes concentrando la HbS, y de su pH
ácido, que aumenta la probabilidad de falciformación.
Diagnóstico
La hematuria macroscópica continuada o persistente tras una micción en un paciente
con EF o con rasgo falciforme (HbAS) suele representar una crisis falciforme renal.
Sin embargo, deben excluirse otras causas de hematuria tratables más graves, como
el carcinoma medular renal. Si existe dolor intenso, el diagnóstico diferencial es más
amplio, especialmente con crisis renoureteral (por litiasis o papila renal) o infarto re-
nal. Un moderado disconfort en un lado suele sugerir la lateralización del sangrado.
Para el diagnóstico de NPR es muy importante la sospecha clínica. La ecografía
renal es la técnica de elección para su despistaje y diagnóstico diferencial con la
litiasis o carcinoma medular renal. El hallazgo más precoz de la NPR es una ecoge-
nicidad aumentada de las pirámides medulares (la zona más interna medular), lo que
en ausencia de hipercalciuria en un paciente con EF y hematuria sugiere NPR. Poste-
riormente puede aparecer la calcificación de las pirámides medulares con un patrón
típico de sombra en guirnalda que rodea la pelvis renal o defecto de ecogenicidad en
alguna pirámide por desprendimiento de la papila. La urografía i.v., que debe evi-
tarse por el riesgo elevado de nefrotoxicidad por contrastes yodados en estos pacien-
tes, demostraba en las series originales de EF un 39% de deformidad calicial del tipo
129
Afectación renal
que las medidas anteriores hubieran fallado, y requiere mucha precaución por el
riesgo de trombosis.
■ En casos aislados de hematuria grave, refractaria a las medidas anteriores, podría
130
M. P. Ricard, K. López
ácido ascórbico, podría proteger frente al daño oxidativo de la HU y aumentar su
seguridad.
131
Afectación renal
Etiopatogenia
Para concentrar la orina es necesario un tubo colector intacto en proximidad estrecha
con los vasa recta medulares. Las nefronas yuxtamedulares son las más implicadas
en los mecanismos de concentración urinaria, ya que sus túbulos colectores llegan a
las zonas más profundas de la médula renal. Si el sodio reabsorbido no puede ser lava-
do por la circulación de los vasa recta, esta reabsorción se ve comprometida. Ya que
la falciformación, como hemos explicado anteriormente, se produce inicialmente a
nivel de los vasa recta, donde el medio es altamente hipertónico, ácido y con hipoxia
relativa, la obliteración de éstos altera los mecanismos de contracorriente medulares,
impidiendo la reabsorción de agua libre, y conduce a la congestión medular.
Sin embargo, la capacidad de dilución urinaria se mantiene intacta, así como la
secreción de ADH por la preservación de la porción superficial de las asas de Henle
de las nefronas corticales, irrigadas por los capilares peritubulares.
La excreción de ácido requiere un gradiente de protones desde el ápex celular tubu-
lar a la luz, y se lleva a cabo en el tubo colector. Aunque se desconoce el mecanismo
etiopatogénico exacto de la acidosis tubular renal distal que puede verse en los pa-
cientes con EF, se piensa que el daño de la vascularización medular renal y la hipoxia
secundaria puede comprometer el aporte energético suficiente para mantener el gra-
diente electroquímico y de hidrogeniones a nivel de los túbulos colectores. Ya que el
daño protagonista en la EF ocurre en el segmento más profundo del asa de Henle, es
muy raro que exista un defecto grave de la acidificación urinaria en la EF, y por eso
la acidosis es incompleta. Sin embargo, pueden verse trastornos en la acidificación
y excreción de potasio tras la administración de IECA, betabloqueantes o diuréticos
ahorradores de potasio, o bien cuando existe insuficiencia renal.
En cuanto a la función tubular proximal supranormal, el mecanismo etiopatogé-
nico apuntado por algunos autores sería la liberación de prostaglandinas estimu-
lada por la isquemia en la médula renal. Se ha observado un efecto inhibidor en la
reabsorción proximal de sodio por la indometacina mayor en pacientes con EF que
en pacientes sin EF. La inhibición de prostaglandinas reestablece a la normalidad
la reabsorción proximal de sodio incrementada en la EF, que es responsable de la
disminución en la respuesta natriurética a los diuréticos del asa observada en estos
pacientes. Por otra parte, los niveles aumentados de prostaciclinas y protaglandina E2
encontrados en pacientes con EF podrían mediar, al menos en parte, la secreción de
132
M. P. Ricard, K. López
renina plasmática y de síntesis de aldosterona (se han encontrado niveles de renina
plasmática elevados en pacientes con EF), aunque la tendencia a hiperpotasemia es
fundamentalmente indepediente de aldosterona.
Diagnóstico
Los pacientes con EF e hipostenuria alcanzan una osmolaridad máxima urinaria de
400-450 mOsm/kg tras 8-10 horas de sed, en comparación con 900-1.200 mOsm/kg
en sujetos normales. Además, no responde a vasopresina.
La acidosis tubular renal distal incompleta se pondría de manifiesto tras sobrecar-
ga con cloruro amónico, que conseguiría una acidificación urinaria disminuida pH
5,8 vs. 5,1 en sujetos normales a pesar de una excreción de amonio normal. La acidez
titulable, por tanto, está reducida en estos sujetos.
La afectación y desestruturación de los vasa recta, tanto en el rasgo falciforme
como más severo en la EF, puede evidenciarse mediante técnicas angiográficas (Fi-
gura 2).
Tratamiento
A B C
La mayoría de los defectos tubulares en
los pacientes con EF no requieren medi-
das terapéuticas adicionales al cuidado
o restricción en el uso de betabloquean-
tes, inhibidores de la ciclooxigenasa 2,
IECA o sobrecarga de volumen.
Se deben evitar nefrotóxicos, ya que Figura 2. Vascularización renal en
son pacientes más vulnerables a la des- la enfermedad falciforme. A) No
hidratación. hemoglobinopatía, con vasa recta
En caso de insuficiencia renal es im- radiales desde la papila y vasculatura
portante evitar aportes elevados de po- cortical densa y uniforme. B) Rasgo
tasio. falciforme, con vasculatura cortical
disminuida y vasa recta atenuados
y distorsionados. C) Enfermedad
GLOMERULOPATÍA falciforme, con considerable
FALCIFORME disminución de la vasculatura cortical
Los pacientes con EF pueden desarrollar y vasa recta virtualmente ausentes.
una glomerulopatía que se manifiesta Tomado de http://www.utdol.com/
por proteinuria e insuficiencia renal que online. De Statius van Eps LW, Earley
progresa a ERC terminal. La afectación LE. En: Earley LE, Gottschalk CW
renal responsable es una glomerulopatía, (eds.). Strauss and Welt’s Diseases
cuyo marcador inicial es la albuminuria of the Kidney, 3.ª ed. Boston: Little
(o microalbuminuria). Su prevalencia Brown; 1979.
133
Afectación renal
aumenta con la edad, de forma que entre los tres y los veinte años se ha descrito albu-
minuria en un 21,3-28% de los casos, de los cuales un 10,5% progresan a proteinuria
en un tiempo de seguimiento de veinte meses, que en la mayoría de los casos (72%)
conduce a insuficiencia renal, aunque estas series son retrospectivas y se desconoce
el efecto de distintas intervenciones terapéuticas. En un estudio prospectivo reciente
en 300 adultos de entre 20 y 70 años de edad se ha encontrado una prevalencia de al-
buminuria de un 68% (26% proteinuria) en individuos homocigotos, frente a un 32%
(10% proteinuria) en heterocigotos. En esta misma serie, un 21% de los pacientes
presentaban insuficiencia renal.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que en este tipo de afectación glomerular la
creatinina sérica e incluso la estimación de FG partiendo de su valor, parámetro para
estadiar la ERC según la clasificación vigente, no serían útiles en la EF hasta fases
avanzadas de enfermedad (FG < 30-40 mL/min/1,73 m2), ya que la secreción tubu-
lar de creatinina se mantiene intacta con FG comprometido, como hemos explicado
anteriormente. Cuando aparece albuminuria en los pacientes con EF, existe una dis-
minución significativa del coeficiente de ultrafiltración glomerular comparado con
pacientes con EF sin albuminuria, incluso en aquellos con FG preservado, indicando
que la albuminuria es un marcador muy sensible de daño glomerular establecido en
la EF, y no como ocurre en otras nefropatías (por ejemplo, en la diabetes tipo 2). Por
esta razón, algunos autores han recomendado la determinación plasmática de cista-
tina C como mejor aproximación al FG que la creatinina sérica, aunque se necesitan
estudios más amplios que lo confirmen.
Aunque la proteinuria puede alcanzar rango nefrótico, su incremento es gradual
con la edad y, por tanto, su curso clínico es diferente a la instauración brusca de
síndrome nefrótico.
La proteinuria se asocia a mayor anemia, hemólisis y reticulocitosis, y también
se ha relacionado con la incidencia de crisis dolorosas, colelitiasis, síndrome toráci-
co agudo (STA) y accidente cerebrovascular agudo (ACVA). Es más prevalente con
cuatro genes α-globina intactos, y menos entre los α-talasémicos, con prevalencias
del 40% en adultos HbSS sin α-talasemia y de sólo un 13% en los adultos HbSS con
α-talasemia. Además, la tensión arterial (TA) media es superior con cuatro genes
α-globina intactos que en los α-talasémicos. La α-talasemia asociada confiere, por
tanto, cierto efecto protector frente al desarrollo de glomerulopatía falciforme no
relacionado con el grado de anemia.
La prevalencia de hipertensión arterial (HTA) en la ERC de la EF es notablemente
menor que en otras causas de ERC, como se comenta más adelante.
Anatomía patológica
Los casos de afectación glomerular publicados originalmente en la EF se trataban de
glomerulonefritis membranoproliferativas. Sin embargo, posteriormente se vio que
éstos estaban asociados a nefropatía por virus de la hepatitis C (VHC) y VIH.
134
M. P. Ricard, K. López
El hallazgo anatomopatológico glomerular más común en la nefropatía falcifor-
me es la glomeruloesclerosis segmentaria y focal (GESF), íntimamente asociada a
la hipertrofia glomerular, la cual en todos los pacientes HbSS es mayor que en la
GESF idiopática y está presente, como ya hemos mencionado, en pacientes con EF
sin evidencia de ERC. Pueden encontrarse tanto formas colapsantes como expan-
sivas, y existe fibrosis intersticial con atrofia tubular adyacente a los glomérulos
esclerosados. Sobre todo afecta a los glomérulos yuxtamedulares que están vascula-
rizados por los vasa recta, y se acompaña de fibrosis medular prominente. Tanto la
inmunofluorescencia como la microscopía electrónica evidencia la ausencia de depó-
sitos inmunes. En una menor proporción de casos se encuentra esclerosis glomerular
global. También se han descrito infartos corticales focales, y casi universalmente
existen depósitos de hemosiderina en las células tubulares.
Etiopatogenia
Se piensa que el mecanismo inicial para el desarrollo de glomerulopatía sería la hi-
perfiltración o aumento de FG, común en los pacientes con EF, especialmente en el
niño. Además, el flujo plasmático renal está aumentado incluso más que el FG, por
lo que la fracción de filtración está disminuida en el paciente con EF en comparación
con sujetos normales. Una explicación para este hallazgo sería que el aumento del
flujo plasmático cortical causado por el efecto vasodilatador de las prostaglandinas
podría disminuir la eficacia de la difusión por la velocidad del flujo aumentada. Aun-
que se piensa que no sería sólo un efecto hemodinámico, sino que la permeabilidad
glomerular estaría también aumentada probablemente por hipertensión glomerular
por vasoconstricción de la arteriola eferente. La inhibición de las prostaglandinas
restablece a la normalidad el flujo plasmático renal y la fracción de filtración. La
hiperfiltración, junto con el daño directo endotelial por la oclusión vascular en la EF,
podría conducir a la hiperplasia endotelial y finalmente a la esclerosis glomerular.
Cualquier hipótesis etiopatogénica debería tener en cuenta que la hipertrofia glo-
merular es un hallazgo constante en la EF y que probablemente es secundaria a la
anemia crónica (concordante con una menor prevalencia de daño renal en pacientes
de otros tipos de EF menos anémicos, como HbSC). Sin embargo, la proteinuria no
es universal en la EF ni se relaciona con el número ni gravedad de las crisis, por lo
que otros factores deben estar implicados.
La hiperfiltración, la hipertrofia glomerular y la GESF no son necesariamente se-
cuenciales ni causales. Algún mecanismo común podría actuar en las tres condiciones,
como factores de crecimiento y citocinas inflamatorias. La GESF podría ser la causa
y no consecuencia de la fibrosis intersticial, que podría obstruir las arteriolas eferentes
incrementando la presión intraglomerular, resultando en esclerosis glomerular.
El rol protector de la α-talasemia se debe a una mejor reología y disminución de la
adhesividad eritrocitaria asociada, que supondrían menor efecto lesivo sobre el endo-
telio y, por ende, menor daño orgánico. En estos pacientes, la densidad eritroide está
135
disminuida, lo que reduce la hemólisis y se asocia con cifras menores de bilirrubina
(cuyos niveles pueden afectar la biodisponibilidad del óxido nítrico) por la menor
reticulocitosis, con menor riesgo de STA.
Diagnóstico
Los pacientes con EF deben ser considerados pacientes de riesgo de ERC, y en ellos
se debería determinar periódicamente (mínimo una vez al año) el cociente albúmi-
na/creatinina para su despistaje en la edad infantil (por ejemplo, a partir de los siete
años), particularmente en los pacientes con EF más grave. Es recomendable determi-
nar preferiblemente en la primera orina de la mañana. En los casos en los que éste es
positivo, confirmar con una segunda determinación. Los criterios de positividad para
albuminuria (cociente albúmina/creatinina ≥ 30 mg/g) y proteinuria (albúmina/crea-
tinina ≥ 300 mg/g) son los vigentes para ERC.
En los casos de albuminuria positiva recomendamos determinación de cistatina
C plasmática o la medición de FG mediante estudios isotópicos (99Tm-DTPA, 125I-
iotalamato) para valorar el FG. La estimación de FG mediante fórmulas recomen-
dada por guías internacionales para screening de ERC no es recomendable en la EF
hasta que existe compromiso importante del FG < 35-40 mL/min/1,73 m2.
Debe testarse la seropositividad para virus de hepatitis y VIH por la elevada preva-
lencia en pacientes con EF y su asociación a glomerulopatías.
Debe plantearse biopsia renal en casos de síndrome nefrótico de rápida instaura-
ción o enfermedad renal rápidamente progresiva.
Tratamiento
Se recomienda seguir la evolución de los pacientes con albuminuria y tratar al me-
nos a los enfermos con proteinuria, por su mayor probabilidad de deterioro de la
función renal. La nefropatía falciforme, al igual que otras glomerulopatías proteinú-
ricas, probablemente es modificable con medidas que frenen su progresión, esto es,
bloqueantes del sistema renina-angiotensina-aldosterona. Existe más evidencia con
los IECA, que han demostrado reducir la proteinuria en adultos y en niños con EF.
El uso de estos fármacos conlleva más riesgo de hiperkaliemia en los pacientes con
EF debido a la hemólisis, por lo que serían especialmente recomendadas las medidas
preventivas y la monitorización de los niveles de potasio e incluso la suspensión del
tratamiento en las crisis hemolíticas.
Es posible que la HU o el tratamiento transfusional tengan cierto rol protector, es-
pecialmente por la importancia de la anemia y la hemólisis como factores de riesgo
de enfermedad renal.
El tratamiento con HU en niños previene el desarrollo de proteinuria, e incluso
disminuye la tasa de albuminuria. El fármaco mejora la anemia y la reología eritroci-
taria, disminuye la leucocitosis y modula la expresión de moléculas de adhesión.
M. P. Ricard, K. López
El uso combinado de IECA y HU puede prevenir la progresión de la microalbu-
minuria a proteinuria franca, si bien el efecto del tratamiento a largo plazo sobre la
prevención de insuficiencia renal no está evaluado.
137
Afectación renal
de presión arterial pulmonar se toleran mal por el paciente falciforme, lo que podría
extrapolarse a la HTA sistémica.
Por todas estas evidencias se postula la posible indicación de instaurar tratamiento
antihipertensivo en la categoría de prehipertensión (TA sistólica: 130-139 mmHg; o
diastólica: 80-89 mmHg), o incluso antes en los pacientes con EF debido al riesgo de
daño en órganos diana (corazón, pulmón, riñón). Sería una condición a añadir a las
seis situaciones que recoge el JNC7 con indicación de tratamiento antihipertensivo
en fase de prehipertensión: insuficiencia cardiaca, postinfarto de miocardio, riesgo
elevado de enfermedad coronaria, diabetes mellitus, ERC y prevención de la recu-
rrencia de ACVA, aunque se necesitan ensayos clínicos para establecer las guías de
manejo y objetivos de TA en los pacientes con EF.
Debido a los mecanismos etiopatogénicos apuntados en la ERC de la EF y a extrapola-
ción de otras glomerulopatías, los inhibidores del sistema renina angiotensina aldosterona
serían de elección en el tratamiento de la pre-HTA en la EF con albuminuria o HTP. En
el caso de HTA se mantendría esta recomendación con las precauciones respecto a hiper-
potasemia ya comentadas, evitando asociar varios fármacos retenedores de potasio.
Recomendamos especial precaución en el uso de diuréticos porque la deshidrata-
ción puede precipitar las crisis vasooclusivas, y recordemos además la predisposición
a ésta por la hipostenuria casi universal en los pacientes con EF.
INFECCIONES
Los pacientes con EF pueden tener comprometida la inmunidad humoral por hi-
poesplenismo (infartos esplénicos), lo que les predispone a infecciones por bacterias
encapsuladas, entre ellas ITU. Debe prestarse especial atención a su aparición en la
gestación, y ya se ha mencionado que pueden contribuir a la NPR.
138
M. P. Ricard, K. López
Al igual que otras infecciones, las ITU pueden precipitar una crisis falciforme, lo
que debe alertar en el niño por la mayor frecuencia de ITU asintomáticas.
Diálisis
En un estudio con datos del registro americano USRDS sobre 397 pacientes inci-
dentes en diálisis con EF, la mortalidad global a los dos años era similar a la de los
pacientes ERC terminal (ERCT) sin EF (33 y 37% respectivamente). Sin embargo,
los pacientes con EF eran más jóvenes al inicio del TRS (edad media 40 vs. 60 años).
Ajustando por edad, los pacientes con EF mostraban una supervivencia menor que
los enfermos sin EF, de forma que para una edad media de 35 años la supervivencia
en los pacientes ERCT con EF era del 60% a los tres años y del 40% a los cinco años,
frente a 80 y 70% en la población ERCT sin EF respectivamente.
139
Afectación renal
Hiperfiltración
15 Microalbuminuria Hiperperfusión
140
M. P. Ricard, K. López
la enfermedad falciforme
Modificadoresa Opciones terapéuticas
141
Afectación renal
Trasplante
Un estudio reciente refiere una supervivencia ajustada por edad en trasplante renal al cabo
de un año similar a la de los pacientes y en injertos en la EF similar a la de los pacientes
sin EF. Sin embargo, la pérdida de injerto aumenta significativamente con el tiempo de
seguimiento en los trasplantados con EF respecto a los pacientes sin EF. Scheinman et
al. analizaron los datos del USRDS hasta el año 2000: en total 237 pacientes con EF
trasplantados con una supervivencia global del 56% respecto a una supervivencia del
14% en 1.419 pacientes con EF en diálisis. De los trasplantados, sólo 53 correspondían al
periodo de la era de los anticalcineurínicos, esto es, a partir de 1991, frente a 957 pacien-
tes ERCT con EF en el mismo periodo. Por ello, pensamos que la mejor opción de TRS
para los pacientes con ERCT es el trasplante renal, aunque se ha descrito mayor frecuen-
cia de crisis postrasplante en relación con la corrección de la anemia y recurrencias de
la nefropatía falciforme en el injerto incluso a los 3,5 años, aunque la pérdida del mismo
por esta causa es rara. Se baraja que la HU podría prevenir la recurrencia.
Debido a la alta tasa de hiperinmunizados en los pacientes con EF, los nuevos
tratamientos de inmunosupresión podrían ofrecer ventajas en el pronóstico del tras-
plante renal en la EF.
Los pacientes deben ser informados sobre los potenciales beneficios y complica-
ciones antes de ser incluidos en lista de trasplante.
RASGO FALCIFORME
La prevalencia de rasgo falciforme (HbAS) es de aproximadamente 8-10% en la
población afroamericana, y hasta del 25-30% en ciertas áreas de África occidental.
Existen aproximadamente 30 millones de personas en el mundo (2,5 millones en
EE UU) heterocigotas para el gen HbS. El rasgo falciforme en un estado de portador
benigno sin manifestaciones hematológicas, con parámetros eritroides (morfología,
índices corpusculares, reticulocitos) normales. Son individuos sin anemia, sin nece-
sidad de tratamiento o restricciones ocupacionales.
El rasgo falciforme es asintomático en la inmensa mayoría de afectos, aunque son
posibles algunas complicaciones clínicas por vasooclusión en caso de fiebre muy alta
y/o en condiciones de hipoxia significativa (como en el montañismo a alturas eleva-
das), ejercicio vigoroso y complicaciones anestésicas. Existe bajo riesgo de muerte
súbita asociada al ejercicio vigoroso, particularmente en altitudes elevadas y compli-
cado con deshidratación y acidosis, circunstancias que pueden abocar en rabdomio-
lisis, coagulación intravascular diseminada y fracaso renal.
Puede producirse falciformación espontánea en la papila renal (normalmente con
tensión de oxígeno baja) con NPR, de forma que un 5% de los afectos de rasgo fal-
ciforme (HbAS) pueden sufrir episodios de hematuria en algún momento de la vida
(causa común de hematuria en afroamericanos). La mayoría muestran deterioro de
la capacidad de concentración de la orina, directamente relacionada con el %HbS
142
M. P. Ricard, K. López
intraeritrocitario. La hipostenuria progresa con los años, siendo reversible hasta cier-
ta edad con transfusión. Pueden aumentar las infecciones urinarias y existe asocia-
ción con el carcinoma medular renal.
Las gestantes con rasgo falciforme tienen una mayor incidencia de bacteriuria y
pielonefritis y de hipertensión asociada al embarazo.
BIBLIOGRAFÍA
Abbott KC, Hypolite IO, Agodoa LY. Sickle cell nephropathy at end-stage renal disease in the
United States: patient characteristics and survival. Clin Nephrol 2002; 58: 9.
Allon M, et al. Effects of nonsteroidal antiinflammatory drugs on renal function in sickle cell
anemia. Kidney Int 1988; 34: 500-6.
Álvarez O, López-Mitnik G, Zilleruelo G. Short-term follow-up of patients with sickle cell
disease and albuminuria. Pediatr Blood Cancer 2008; 50: 1236-9.
Bain BJ. Sickle cell haemoglobin and its interactions with other variant haemoglobins and
with thalassemias. En: Bain BJ (ed.). Haemoglobinopathy diagnosis. 1.ª edición. Oxford:
Blackwell Science Ltd; 2001; 4: 113-53.
Bhathena DB, Sondheimer JH. The glomerulopathy of homozygous sickle haemoglobin (SS)
disease: morphology and pathogenesis. J Am Soc Nephrol 1991; 1: 1241-52.
Bonds DR. Three decades of innovation in the management of sickle cell disease: the road to
understanding the sickle cell disease phenotype. Blood Rev 2005; 19: 99-110.
Brawley OW, et al. National Institutes of Health consensus development conference state-
ment: hydroxyurea treatment for sickle cell disease. Ann Intern Med 2008; 148: 932-8.
Clark BE, Thein SL. Molecular diagnosis of haemoglobin disorders. Clin Lab Haem 2004;
26: 159-76.
Dauphin-McKenzie N, Gilles JM, Jacques E, Harrington T. Sickle cell anemia in the female
patient. Obstetrical and Gynecological Survey 2006; 61(5): 343-52
De Jong PE, Statius van Eps LW. Sickle cell nephropathy: new insights into its pathophysiol-
ogy. Kidney Int 1985; 27: 711-7.
Falk RJ, Scheinman J, Phillips G, et al. Prevalence and pathologic features of sickle cell
nephropathy and response to inhibition of angiotensin-converting enzyme. N Engl J Med
1992; 326: 910.
Fitzhugh CD, Wigfall DR, Ware RE. Enalapril and Hydroxiurea therapy for children with sickle
nephropathy. Pediatr Blood Cancer 2005; 45: 982-5
Gordeuk VR, Sachdev V, Taylor JG, Gladwin MT, Kato G, Castro OL. Relative systemic
hypertension in patients with sickle cell disease is associated with risk of pulmonary hy-
pertension and renal insufficiency. Am J Hematol 2008; 83: 15-8.
Guasch A, Cua M, Mitch WE. Extent and the course of glomerular injury in patients with
sickle cell anemia. Kidney Int 1996; 49: 786-91.
Guasch A, Navarrete J, Nass K, et al. Glomerular involvement in adults with sickle cell he-
moglobinopathies: prevalence and clinical correlations of progressive renal failure. J Am
Soc Nephrol 2006; 17: 2228-35.
143
Afectación renal
Guasch A, Zayas CF, Eckman JR, et al. Evidence that microdeletions in the α globin gene
protect against the development of sickle cell glomerulopathy in humans. J Am Soc
Nephrol 1999; 10: 1014-9.
Hatch FE, Crowe LR, Miles DE, Young JP, Portner ME. Altered vascular reactivity in sickle
hemoglobinopathy. A possible protective factor for hypertension. Am J Hypertens 2005;
23: 2041-7.
Hebbel RP. Pathobiology of sickle cell disease. En: Hoffman R, Benz EJ, Shattil SJ, Furie B,
Cohen HJ, Silberstein LE, McGlave P (eds.). Hematology. Basic principles and practice.
4.ª edición. Philadelphia: Churchill Livingstone; 2005; 36: 591-604.
Kato GJ, Gladwin MT, Steinberg MH. Deconstructing sickle cell disease: reappraisal of the role
of hemolysis in the development of clinical subfenotypes. Blood Rev 2007; 21: 37-47.
K/DOQI clinical practice guidelines for chronic kidney disease: evaluation, classification,
and stratification. Am J Kidney Dis 2002; 39 (2 Suppl 1): S1-266.
McKie KT, Hanevold CD, Hernández C, Waller JL, Ortiz L, McKie KM. Prevalence, preven-
tion, and treatment of microalbuminuria and proteinuria in children with sickle cell dis-
ease. J Pediatr Hematol Oncol 2007; 29: 140-4.
Odita JC, et al. Urographic changes in homozygous sickle cell disease. Diagn Imaging 1983;
52: 259-63.
Ojo AO, Govaerts TC, Schmouder RL, et al. Renal transplantation in end-stage sickle cell
nephropathy. Transplantation 1999; 67: 291.
Pandya KK, et al. Renal papillary necrosis in sickle cell hemoglobinopathies. J Urol 1976;
115: 497-501.
Pegelou CH, Colangelo L, Steinberg M. Natural history of blood pressure in sickle cell dis-
ease: risks of stroke and death associated with relative hypertension in sickle cell anemia.
Am J Med 1997; 102: 171-7.
Saunthararajah Y, Vichinski EP, Embury SH. Sickle cell disease. En: Hoffman R, Benz EJ,
Shattil SJ, Furie B, Cohen HJ, Silberstein LE, McGlave P (eds.). Hematology. Basic prin-
ciples and practice. 4.ª edición. Philadelphia: Churchill Livingstone; 2005; 37: 605-44.
Sebastiani P, Nolan V, Baldwin CT, et al. A network model to predict the risk of death in sickle
cell disease. Blood 2007; 110: 2727-35.
Scheinman JI. Sickle cell disease and the kidney. Nat Clin Pract Nephrol 2008; 1-11 (www.
nature.com/clinicalpractice/neph).
Scheinman JI. Sickle cell nephropathy. En: Avner ED et al. Pediatric Nephrology. Philadel-
phia: Lippincott Williams & Wilkins; 2004. pp. 917-30.
Sklar AH, Pérez JC, Harp RJ, Caruana RJ. Acute renal failure in sickle cell anemia.
Steinberg MH. Management of sickle cell disease. NEJM 1999; 340 (13): 1021-30.
Steinberg MH. Predicting clinical severity in sickle cell anemia. Br J Haematol 2005; 129:
465-81.
The JNC 7 Report JAMA. 2003; 289 (doi:10.1001/jama.289.19.2560)
USRDS.
Van Eps S, De Jong PE. Sickle cell disease. En: Schrier RW, Gottschalk CW (eds.). Diseases
of the Kidney. Boston: Little, Brown and Company; 1988. pp. 2561-281.
144
M. P. Ricard, K. López
Zayas CF, Platt J, Eckman JR, Elsas L, Clark WS, Mitch WE, Guasch A. Prevalence and
predictors of glomerular involvement in sickle cell anemia [Abstract]. J Am Soc Nephrol
1996; 7: 1401.
145
Afectación ósea y articular.
Necrosis avascular ósea.
Úlceras en piernas
Montserrat López Rubio (1), Miguel Ángel Plasencia (2)
Servicios de (1) Hematología y (2)Traumatología. Hospital Universitario
Príncipe de Asturias. Alcalá de Henares (Madrid)
Deformidades óseas
La anemia hemolítica crónica provoca hiperplasia eritroide asociada a una osteope-
nia, con proliferación celular en los espacios medulares que resulta en deformidades
óseas. Es especialmente llamativa en la bóveda craneal, donde se produce una proli-
feración ósea subperióstica que forma múltiples espículas perpendiculares a la tabla
interna, dando la clásica imagen radiológica de cráneo en cepillo, y aumento de la
distancia entre las tablas internas y externas del hueso frontal, resultando en imagen
de cráneo laminar, en forma de “capas de cebolla”. Las alteraciones del crecimien-
to en el maxilar producen proyección hacia adelante de los incisivos superiores, y
una malaoclusión dental. En las vértebras se pueden producir fracturas del cuerpo
vertebral por compresión que conducen a un aplanamiento y deformidad cifótica de
la columna. En los huesos largos se manifiesta por ensanchamiento medular, adel-
gazamiento cortical e hipertransparencia ósea. La osteopenia predispone a fracturas
patológicas, generalmente diafisarias. Se puede observar protrusión acetabular en
una o las dos caderas de los pacientes con EF, y se atribuye a osteopenia asociada
con hiperplasia medular.
147
Afectación ósea y articular
Infartos óseos
■ Patogenia. En el 30% de las crisis vasooclusivas se producen infartos óseos. Los
huesos y las articulaciones son los lugares principales donde se produce el dolor en
los eventos vasooclusivos. Se piensa que la hipoxia en los sinusoides de los espacios
medulares predispone a la falciformación y trombosis. La zona infartada compren-
de, a la vez, trabéculas óseas y médula hematopoyética. El infarto puede ocurrir
en cualquier hueso, pero los lugares más comúnmente afectados son la columna
vertebral, pelvis, costillas y huesos largos. Los infartos vertebrales pueden causar
colapso de las placas terminales, produciendo la llamada vertebra “de pescado”.
Los huesos largos afectados con mayor frecuencia son el húmero, tibia y fémur (en
este orden), localizados generalmente a la unión diafiso-metafisaria del segmento
distal.
■ Sintomatología. El paciente presenta aumento de la sensibilidad, calor y tumefac-
caciones agudas).
148
M. López, M.Á. Plasencia
Dactilitis o “síndrome de mano-pie”
■ Patogenia. Es un fenómeno limitado que ocurre en los huesos tubulares de manos
y pies de niños (de seis meses a tres años) por vasooclusión aguda. Puede haber
afección de una o de las cuatro extremidades.
■ Clínica y diagnóstico. El síndrome se presenta con dolor agudo en metacarpo,
Osteonecrosis
■ Patogenia. La necrosis avascular (NAV) es un problema importante que afecta
generalmente a la cabeza del fémur o el húmero. A la edad 35 años, el 50% de los
pacientes SS tienen NAV. Suele acarrear las consecuencias de la EF más graves
desde el punto de vista funcional. La NAV parece ser resultado de un aumento de
la presión intramedular, que disminuye el delicado flujo sanguíneo de las cabezas
de los huesos largos, además de trombosis de los vasos endarteriales.
La cabeza femoral y humeral son las más frecuentemente afectas. Las osteonecro-
sis suelen ser bilaterales y/o múltiples. La osteonecrosis de la cabeza femoral puede
ocurrir en cualquiera de las variantes genéticas de la EF, pero es más frecuente en
pacientes con genotipo SS-α-talasemia. La media de edad al diagnóstico se sitúa
entre los 28 y 40 años, dependiendo del genotipo, siendo más precoz en los pacientes
SS-α-talasemia y más tardía en los genotipos SC.
■ Diagnóstico. La radiografía simple puede ser normal en fases iniciales. Existe un
manera conservadora varía con la edad del paciente. En pacientes con esqueleto
149
Afectación ósea y articular
Osteomielitis
■ Patogenia. Las bacterias transmitidas por la sangre pueden proliferar en los sinu-
soides arteriales de los espacios medulares, donde el flujo sanguíneo es lento. Ade-
más, los huesos previamente infartados proporcionan un ambiente adecuado para
la infección bacteriana, y la probabilidad de osteomielitis puede aumentar en la
EF por la disminución de la respuesta inmunitaria. La prevalencia de osteomielitis
puede ser rara o tan alta como un 61% en los pacientes con EF. La infección por
Salmonella, Staphylococcus aureus y enterobacterias gramnegativas son las más
frecuentes. Tiene una mayor incidencia en niños y adolescentes, y se localiza prin-
cipalmente en huesos largos de los miembros (fémur, tibia y húmero), más a menu-
do a nivel diafisario que metafisario. Como ya se ha mencionado previamente, la
osteomielitis aguda debe diferenciarse del infarto óseo agudo.
■ Clínica y diagnóstico. Sensibilidad dolorosa intensa, aumento de temperatura lo-
cal y tumefacción. Fiebre alta con escalofríos, aumento de leucocitos con desvia-
ción izquierda y de la VSG. En la osteomielitis aguda suele haber hemocultivos y
150
M. López, M.Á. Plasencia
cultivos de aspiración ósea positivos. (Ver diagnóstico diferencial con infarto en
epígrafes previos.)
Las radiografías rara vez revelan cambios óseos precoces, y la única anormali-
dad que se evidencia es la inflamación de tejidos blandos. Las infecciones crónicas
pueden afectar a los huesos de manera extensa, resultando en osteosclerosis reactiva
(involucro) rodeando a la parte central de hueso muerto (secuestro). La ecografía
puede orientar al diagnóstico si evidencia líquido subperióstico mayor de 4 mm. La
asociación de gammagrafía con galio y tecnecio proporciona una mayor precisión
para el diagnóstico en fases iniciales.
La RM y la TAC permiten visualizar precozmente un secuestro óseo, un absceso
de partes blandas, un absceso subperióstico o una osteomielitis vertebral. La RM no
diferencia entre infección e infarto, pero es útil para monitorizar respuesta al trata-
miento si hay lesiones focales. El diagnóstico definitivo se basa en la identificación
del germen causal, lo que puede requerir una punción biopsia ósea.
■ Tratamiento. Antibióticos con actividad frente Salmonella y S. aureus hasta cono-
Artritis séptica
■ Patogenia. La artritis séptica, igual que la osteomielitis, puede producirse por
diseminación hematógena bacteriana o directamente de un foco de osteomielitis
adyacente. El germen causal más frecuente es el Streptococcus pneumoniae. Las
principales localizaciones son cadera, hombro y tobillo.
■ Clínica y diagnóstico. Los síntomas característicos son dolor intenso de comienzo
151
Afectación ósea y articular
152
M. López, M.Á. Plasencia
BIBLIOGRAFÍA
Standards for the Clinical Care of Adults with Sickle Cell Disease in UK 2008. Sickle Cell
Society. www.sicklecellsociety.org
The Management of Sickle Cell Disease. National Institutes of Health. Division of Blood
Disease and Resources No. 02-2117 www.nhlbi.nih.gov
Martí-Carvajal A, Dunlop R, Agreda-Pérez L. Tratamiento para la necrosis ósea avascular
en pacientes con enfermedad de células falciformes (revisión Cochrane traducida) http://
www.update-software.com:80/abstractsES/AB004344-ES.htm
153
Afectación pulmonar
José Ángel Hernández Rivas, Ana Iglesias Pérez,
Magdalena Ruiz Zamorano
Servicio de Hematología-Hemoterapia.
Hospital Infanta Leonor. Madrid
Factores de riesgo
Los marcadores biológicos de anemia hemolítica se asocian con un riesgo mayor de
presiones pulmonares elevadas. La HTP representa un hecho más de la vasculopatía
sistémica que se produce en algunos pacientes con EF. Así, los pacientes adultos
con priapismo, insuficiencia renal o hipertensión arterial suelen tener más riesgo.
También se ha observado que en los enfermos con asplenia funcional o esplenecto-
mizados el riesgo es mayor. En la infancia se ha observado una mayor asociación de
HTP con el asma, sepsis y síndrome torácico agudo (STA).
Diagnóstico
La ecocardiografía proporciona una información no invasiva esencial para la medi-
ción de la presión sistólica de la arteria pulmonar, de la función valvular y ventricu-
lar. Así la HTP puede diagnosticarse en los casos de una velocidad de regurgitación
tricuspídea > 2,5 m/s. Si este parámetro es superior a 3 m/s, la HTP es de caracterís-
ticas moderadas a severas.
155
Afectación pulmonar
Pronóstico
Los pacientes con EF e HTP crónica presentan una mortalidad mayor que los enfer-
mos que no poseen esta alteración pulmonar crónica. Así, la mediana de superviven-
cia se sitúa alrededor de los 30 meses, con una tasa de riesgo de muerte de alrededor
de ocho. De hecho, la HTP es el factor de riesgo más importante en la población
adulta con EF y probablemente el de otro tipo de pacientes con diferentes tipos de
hemólisis intravasculares graves.
Tratamiento
No existen recomendaciones clínicas ni ensayos clínicos que hayan analizado con un
suficiente grado de evidencia el tratamiento de la HTP en la EF. Por ello, las direc-
trices que se exponen a continuación se basan más en opiniones de expertos, con lo
que el nivel de recomendación aportado es bajo.
■ En los enfermos con HTP leve (velocidad de regurgitación tricuspídea 2,5-2,9 m/s)
se aconseja:
• Tratamiento con hidroxiurea (HU) a dosis plenas, añadiendo eritropoyetina si la
reticulocitopenia limita el uso de la HU.
• Si la respuesta a la HU es mala, considerar realizar soporte transfusional mensual
y quelantes del hierro.
• Controles periódicos por cardiología/neumología.
• Tratamiento de los factores de riesgo de la HTP, como son la hipoxemia, la apnea
del sueño, las disfunciones ventriculares, la anemia grave y la sobrecarga férrica.
■ En los enfermos con HTP moderada-grave (velocidad de regurgitación tricuspídea
CONCLUSIONES
■ Los pacientes con HTP crónica tienen una mortalidad superior, con una mediana
de supervivencia de 2,5 años.
■ Los mecanismos para su génesis son múltiples e incluyen la vasculopatía relacio-
156
J.Á. Hernández, A. Iglesias, M. Ruiz
por ejemplo, se produce durante el sueño, los episodios repetidos de STA –aunque
este aspecto no se ha observado por algunos grupos– y de tromboembolismo, las
infecciones, la embolización grasa y el alto flujo sanguíneo pulmonar secundario
a la anemia crónica.
■ La disnea por hipoxemia en las formas moderadas y la insuficiencia cardiaca con-
gestiva, síncope y muerte súbita en las formas graves constituyen los signos clíni-
cos y complicaciones más evidentes.
■ Desafortunadamente, no existe tratamiento específico, con lo que la terapia se
BIBLIOGRAFÍA
Gladwin MT, Sachdev V, Jison ML, et al. Pulmonary hypertension as a risk factor for death in
patients with sickle cell disease. N Engl J Med 2004; 350: 886-95.
Haque AK, Gokhale S, Rampy BA, et al. Pulmonary hypertension in sickle cell hemoglobin-
opathy: a clinicopathologic study of 20 cases. Hum Pathol 2002; 33: 1037-43.
Lin EE, Gladwin MT, Machado RF. Pulmonary hypertension in patients with hemoglobin-
opathies: could a mechanism for dysfunction provide an avenue for novel therapeutics?
Haematologica 2005; 90: 441-4.
Lottemberg R, Hassell KL. An evidence-based approach to the treatment of adults with
sickle cell disease. Hematology Am Soc Hematol Educ Program 2005; 58-65.
Machado RF, Gladwin MT. Chronic sickle cell lung disease: new insights into the diagnosis,
pathogenesis and treatment of pulmonary hypertension. Br J Haematol 2005; 129: 449-
64.
Machado RF, Martyr S, Kalo GJ, et al. Sildanefil therapy in patients with sickle cell disease
and pulmonary hypertension. Br J Haematol 2005; 130: 445-53.
Sutton LL, Castro O, Crosss DJ, et al. Pulmonary hypertension in sickle cell disease. Am J
Cardiol 1994; 74: 626-8.
157
IV. Temas concretos
1. Vacunas
Laura Molina(1), Alberto Delgado-Iribarren(2)
(1)
Hospital Infanta Leonor. (2)Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid)
2. Embarazo y hemoglobinopatía S
Ángel F. Remacha Sevilla, Carmen Canals Suris
Complejo Hospitalario de Toledo
8. Otras terapias
Juncal Pardo de Torres, Jorge Sánchez-Calero Guilarte
Hospital Universitario de Móstoles (Madrid)
159
Vacunas
Laura Molina (1), Alberto Delgado-Iribarren (2)
Microbiología. (1) Hospital Infanta Leonor. Madrid.
(2)
Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid)
161
IV.1. Vacunas
salvo algunas consideraciones especiales –que serán tratadas más adelante, como es
la inmunización frente al neumococo o frente a los virus gripales–, deben recibir las
mismas pautas recomendadas en la actualidad para el resto de la población.
INFECCIÓN E INMUNIDAD
Las infecciones suponen una importante complicación en la EF, por lo que hay que
llevar a cabo medidas especiales de prevención frente a las infecciones y las inmu-
nizaciones habituales. La causa aislada más frecuente de muerte en niños con EF es
la sepsis por Streptococcus pneumoniae. Esta especial susceptibilidad es causada
por malfunción esplénica y la incapacidad para producir anticuerpos específicos IgG
frente a antígenos capsulares. Las células falciformes obstruyen el flujo sanguíneo
del bazo produciendo asplenia funcional en los primeros años de vida. Cuando el
bazo sufre infartos y destrucción, pierde la capacidad de producción de anticuerpos
por las células B. La asplenia funcional favorece la susceptibilidad a infecciones
bacterianas, sobre todo por neumococo, por su gran prevalencia, aunque también
presentan importancia otros microorganismos capsulados como Haemophilus in-
fluenzae tipo B y los meningococos(1).
TIPOS DE VACUNAS
Las vacunas se clasifican en vivas-atenuadas, muertas, toxoides, de fracciones u ob-
tenidas por biología molecular en función de su fabricación dependiendo de que se
empleen:
■ Virus vivo atenuado: un virus debilitado en el laboratorio de manera que no pro-
162
L. Molina, A. Delgado-Iribarren
entre vacunas terapéuticas –que se administran a pacientes que han adquirido la in-
fección, como la de Pasteur ya mencionada– y profilácticas –que suponen la inmensa
mayoría y sirven para prevenir la infección.
ESTRATEGIAS DE INMUNIZACIÓN
Y CALENDARIO DE VACUNACIÓN
Para inmunizar a una población hay dos estrategias diferentes de vacunación: vacu-
nar de manera selectiva sólo a aquellos individuos con mayor probabilidad de pade-
cer la enfermedad (grupos de riesgo) o bien implementar la vacunación universal.
Esta última es muy efectiva, pues aunque la cobertura poblacional no sea absoluta la
transmisión de la enfermedad tiende a desaparecer por un efecto de inmunidad co-
lectiva. Por lo tanto, no es necesario que toda la población esté vacunada para evitar
la propagación de un microorganismo; pero para muchas enfermedades se deben
alcanzar niveles de protección de al menos el 90% de sus miembros. De entre ellos es
primordial que estén incluidos aquellos pacientes con algún defecto en la respuesta
inmunitaria, como son los pacientes con EF. Por lo tanto, la principal labor de los
médicos clínicos que tratan a estos pacientes es la de insistir en que se lleve a cabo
el calendario de vacunación que se expone en la Figura 1, que es el recomendado
por la Asociación Española de Pediatría (AEP)(2) e incluye los patógenos de mayor
relevancia en nuestro medio. Es de gran importancia el que se cumpla la inmuniza-
ción recomendada para aumentar la supervivencia de los niños con esta enfermedad,
especialmente la de microorganismos capsulados, además de otras medidas expues-
tas en otros apartados. Hay que recordar algunas no están implementadas en todas
nuestras comunidades autónomas.
coco en estos pacientes merece una especial atención, pues además de los proce-
dimientos de inmunización también se recomienda una profilaxis con penicilina (3)
al menos hasta los cinco años de edad (4). La reciente introducción de la vacuna
conjugada heptavalente (Prevenar® de Wyeth-Lederle), que incluye los serotipos 4,
9V, 14, 19F, 23F, 18C y 6B, ha supuesto un gran avance en la eficacia de la vacu-
na; pero aunque está recomendada su administración universal por los principales
comités asesores sobre vacunas, no está incluida en muchos países y, como se ha
mencionado previamente, en nuestro país tan sólo está incluida en el calendario de
la Comunidad de Madrid (CAM). La inmunización también puede proteger frente
163
IV.1. Vacunas
Rubéola TV TV
Parotiditis
Varicela11 Var Var Varicela
Neumococo 12
Pn7v Pn7v Pn7v Pn7v
Papilomavirus13 VPH
Rotavirus 14-15
ROTAV
Gripe16 GRIPE GRIPE
Hepatitis A 17
HA HA HA
■ Recomendadas ■ Recomendadas ■ Rango de edad ■ Catch-up
grupos riesgo recomendado
Figura 1. Calendario de vacunación recomendado por la Asociación Española
de Pediatría
a otros serotipos, como el 6A, 9A, 9L, 18B y 18F, lo que puede suponer una pro-
tección frente al 87% de los episodios de bacteremia y al 83% de los de meningitis
causada por el neumococo.
La vacuna frente al neumococo debe incluir tanto la vacuna conjugada heptava-
lente descrita, tan sólo incluida actualmente en el calendario de vacunación de la
CAM, como la clásica de polisacáridos 23-valente. Esta vacuna no ha demostrado
ser efectiva en menores de tres años por su baja inmunogenicidad, aunque sí presenta
un beneficio por el menor número de complicaciones en pacientes que sufren la in-
fección, por lo que se recomienda su administración(5), que requiere un refuerzo a los
3-5 años de la dosis anterior.
Las pautas de vacunación recomendadas por la Academia Americana de Pediatría
para pacientes con o sin inmunización previa (6,7) se exponen en la Tabla 1.
El impacto de la vacunación puede conducir a efectos beneficiosos no sólo en los
pacientes que reciben la inmunización, sino también en otros grupos de riesgo, como
son los ancianos, e incluso en un descenso en el nivel de resistencia a penicilina
de los neumococos circulantes y en los ingresos por neumonía causados por este
164
L. Molina, A. Delgado-Iribarren
Tabla 1. Calendario vacunación antineumocócica
de la Sociedad Americana de Pediatría recomendado
en niños con enfermedad falciforme
NO INMUNIZADOS PREVIAMENTE
Producto Edad 1.ª dosis Primera serie Dosis adicionales
PCV7 2-6 meses 3 dosis separadas 6-8 sem 1 dosis entre 12 y 16 m
(Prevnar®) 7-11 meses 2 dosis separadas 6-8 sem 1 dosis entre 12 y 16 m
≥ 12 meses 2 dosis separadas 6-8 sem
PPV23 ≥ 24 meses 1 dosis al menos 6-8 sem 1 dosis, 3-5 años después
(Pneumovax®) después de última dosis PCV7 1.ª dosis PPV23
PREVIAMENTE INMUNIZADOS
Edad Dosis previa Recomendación
12-23 meses PCV7 2 dosis PCV7, separadas 6-8 sem
Incompleta
≥ 24 meses 4 dosis PCV7 ■ 1.ª dosis PPV23, 6-8 sem después PCV7
■ 2.ª dosis PPV23, 3-5 años después 1.ª PPV23
1-3 dosis PPV7 ■ 1 dosis PCV7
(antes de 24 ■ 1.ª dosis PPV23, 6-8 sem después PCV7
meses edad) ■ 2.ª dosis PPV23, 3-5 años después 1.ª PPV23
microorganismo (8). Este hecho puede ser beneficioso para la profilaxis sistemática
recomendada para estos pacientes al ser los serotipos circulantes más sensibles a
penicilina (9). No está claro cuáles serán los efectos ecológicos a más largo plazo, pero
hay muchos estudios poblacionales en marcha para dilucidarlos, incluyendo el que
está en marcha en la CAM.
El futuro inmediato es la inclusión de la 13-valente, que presumiblemente con-
ferirá un mayor grado de protección frente a este microorganismo, al incluir una
cobertura más amplia, ya que contiene los serotipos 1, 3, 4, 5, 6A, 6B, 7F, 9V, 14,
18C, 19A, 19F y 23F. Las vacunas antineumocócicas conjugadas al estimular la res-
puesta inmune de células T dependientes inducen una mayor respuesta inmunitaria
en niños menores y ancianos(10). Los estudios en adultos de la vacuna 13-valente han
demostrado una buena tolerancia y adecuada respuesta inmunitaria, lo que conducirá
próximamente a su implementación en niños (11).
■ Otras vacunas. La vacuna antigripal (frente a los virus Influenzae A y B) se ha
de administrar todos los años antes del inicio de la epidemia, pues la variabilidad
antigénica continua del virus lo exige. En nuestro país la campaña suele iniciarse
165
IV.1. Vacunas
166
L. Molina, A. Delgado-Iribarren
BIBLIOGRAFÍA
1. National Heart, Lung, and Blood Institute. Management and therapy of sickle cell dis-
ease. 4.ª edición. Bethesda, MD: National Institutes of Health; 2002.
2. Calendario de vacunación de la AEP.
3. Gaston MH, Verter JI, Woods G, et al. Prophylaxis with oral penicillin in children with
sickle cell anemia. N Engl J Med 1986; 314: 1593-9.
4. Falletta JM, Woods GM, Verter JI, et al. Discontinuing penicillin prophylaxis in children
with sickle cell anemia. Prophylactic Penicillin Study II. J Pediatr 1995; 127: 685-90.
5. Davies EG, Hirst, C, Lottemberg R, et al. Pneumococcal vaccines for sickle cell disease.
Cochrane Database Syst Rev 2004. Issue 1. Art. No.: CD003885.DOI: 10.1002/14651858.
pub2.
6. Committee on Infectious Diseases. American Academy of Pediatricts. Policy statement:
recommendations for the prevention of pneumococcal infections, including the use of
pneumococcal conjugate vaccine (Prevnar), pneumococcal polysaccharide vaccine, and
antibiotic prophylaxis. Pediatrics 2000; 106: 362-6.
7. Overturf GD; the American Academy of Pediatrics Committee on Infectious Disease.
Technical report: prevention of pneumococcal infections, including the use of pneumo-
coccal conjugate and polysaccharide vaccine, and antibiotic prophylaxis. Pediatrics.
8. Halasa NB, Shankar SM, Talbot TR, et al. Incidence of invasive pneumococcal disease
among individuals with sickle cell disease before and after the introduction of the pneu-
mococcal conjugate vaccine. Clin Infect Dis 2007; 44 (11): 1428-33.
9. Cohen R. Antipneumococcal vaccines in sickle-cell anemia and asplenia. Presse Med
2003; 32 (28 Suppl): S12-4.
10. Hak E, et al. Rationale and design of CAPITA: a RCT of 13-valent conjugated pneumococ-
cal vaccine efficacy among older adults. Neth J Med 2008; 66 (9): 378-83.
11. Scott D, Ruckle J, Dar M, Baker S, Kondoh H, Lockhart S. Phase 1 trial of 13-valent pneu-
mococcal conjugate vaccine in Japanese adults. Pediatr Int 2008; 50 (3): 295-9.
167
Embarazo
y hemoglobinopatía S
Ángel F. Remacha Sevilla, Carmen Canals Suris
Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Barcelona
ENFERMEDAD FALCIFORME
Las mujeres con enfermedad falciforme (EF) (HbSS, HbSC o HbS/β-talasemia),
pueden presentar complicaciones graves durante el embarazo, que incluso pueden
llegar a condicionar la vida del feto y de la madre. La mortalidad perinatal en estas
pacientes ha disminuido significativamente en los últimos años, gracias en parte a
un mejor manejo general de este tipo de anemias, mejoras en la medicina transfusio-
nal, un mejor y más frecuente control obstétrico, así como a los avances en neonato-
logía:
■ Complicaciones fetales: abortos espontáneos, retardo del crecimiento intrauteri-
no, partos prematuros, bajo peso al nacer, distrés fetal durante el trabajo del parto,
169
Embarazo y hemoglobinopatía S
así como una mayor tasa de mortalidad perinatal. Las oclusiones vasculares por los
drepanocitos explican la hipoperfusión de la placenta, justificando estos eventos.
■ Complicaciones en las gestantes: la complicación más frecuente es la hiper-
tensión (preeclampsia), con una incidencia de hasta un 14%. Asimismo, presen-
tan mayor riesgo de eclampsia, placenta previa, ruptura precoz de membranas e
infecciones endometriales posparto, siendo actualmente la mortalidad materna
perinatal inferior al 1%. El manejo de la preeclampsia depende de la gravedad del
cuadro, así como de la edad gestacional, recomendándose el parto si la gestación
supera las 32 semanas. En estos casos es importante el diagnóstico diferencial con
otras anemias hemolíticas microangiopáticas, como la PTT, el SHU y el síndrome
HELLP(3).
las causas más frecuentes de ingreso las CVO (50%), pielonefritis y anemia (4).
■ Las CVO requieren hidratación, analgesia –que puede requerir la administración
170
Á.F. Remacha, C. Canals
■ Considerar transfusiones en: anemia severa (o caída de la cifra de Hb > 30% por
cualquier causa), preeclampsia, incremento en la frecuencia de CVO, cuadros neu-
rológicos, síndrome torácico agudo (STA), complicaciones hemorrágicas en el par-
to o preparación para la cesárea.
■ Las pacientes con historia previa de pérdida fetal, o con embarazos gemelares,
con unas cifras de hemoglobina cercanas a 90 o 100 g/L. En aquellas pacientes con
una hemoglobina basal alta, se debe realizar una eritroaféresis(7), con el objetivo de
reducir la proporción de HbS.
Parto
■ Es aconsejable la monitorización fetal y, en caso de distrés fetal, se realizará una
cesárea urgente.
■ Debe valorarse la necesidad de transfundir, según los niveles de hemoglobina.
Conclusión
El embarazo en pacientes con EF debe ser considerado de riesgo y controlarse en uni-
dades de obstetricia preparadas, y en estrecha colaboración con un equipo multidisci-
plinar. En el manejo de gestantes con talasemias y hemoglobinopatías, es importante
seguir las recomendaciones elaboradas por expertos en el tema, como las que publica
el Colegio Americano de Ginecología y Obstetricia (8). Recordar siempre que se trata
de un embarazo de riesgo:
■ Control en unidades de obstetricia de alto riesgo.
pertos en el tema, como las que son publicadas por el Colegio Americano de Gine-
cología y Obstetricia: Guidelines for Obstetrician-Gynecologists. ACOG Practice
Bulletin.
171
Embarazo y hemoglobinopatía S
BIBLIOGRAFÍA
1. Tita AT, Biggio JR, Chapman V, Neely C, Rouse DJ. Perinatal and maternal outcomes in
women with sickle or hemoglobin C trait. Obstet Gynecol 2007; 110 (5): 1113-9.
2. Taylor MY, Wyatt-Ashmead J, Gray J, Bofill JA, Martin RW, Morrison JC. Pregnancy
loss after first trimester viability in women with sickle cell trait: a preliminary report. South
Med J 2008; 101 (2): 150-1.
3. Moake JL. Thrombotic microangiopathies. N Engl J Med 2002; 347: 589-600.
4. Sun PM, Wilburn W, Raynor BD, Jamieson D. Sickle cell disease in pregnancy: twenty
years of experience at Grady Memorial Hospital, Atlanta, Georgia. Am J Obstet Gynecol
2001; 184 (6): 1127-30.
5. Mahomed K. Prophylactic versus selective blood transfusion for sickle cell anaemia dur-
ing pregnancy. Cochrane Database Syst Rev 2000; 2: CD000040.
6. Castro O, Sandler SG, Houston-Yu P, Rana S. Predicting the effect of transfusing only
phenotype-matched RBCs to patients with sickle cell disease: theoretical and practical
implications. Transfusion 2002; 42 (6): 684-90.
7. Swerdlow PS. Red cell exchange in sickle cell disease. Hematology Am Soc Hematol
Educ Program 2006: 48-53.
8. ACOG Committee. ACOG Practice Bulletin. Clinical Management Guidelines for Obstetri-
cian-Gynecologists 2005; 64.
172
Manejo perioperatorio
de la enfermedad falciforme
Manuel Muñoz Gómez(1), José Antonio García Erce (2)
(1)
Medicina Transfusional. GIEMSA.
Facultad de Medicina. Universidad de Málaga.
(2)
Unidad de Medicina Transfusional y Aféresis.
Servicio Regional de Hematología y Hemoterapia.
Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza
INTRODUCCIÓN
A lo largo de su vida los pacientes afectos de enfermedad falciforme (EF) pueden
requerir en algún momento algún tipo de intervención quirúrgica (IQ) para tratar
algunas de las complicaciones habituales de su enfermedad, tales como las necrosis
avasculares o la coledocolitiasis, o cualquier otra circunstancia ajena a su enferme-
dad de base.
Se acepta universalmente que el riesgo de morbilidad y mortalidad en los pacientes
afectos de EF es muy superior al de la población general. Entre las causas de este
mayor riesgo están la propia anemia, la propensión de sus hematíes a la falciforma-
ción y posterior obstrucción del lecho microvascular, la presencia de daño orgánico
crónico en algunos de estos pacientes, los riesgos de hipoxia y los efectos deletéreos
de la anesplenia.
Honi et al.(1) presentaron una serie retrospectiva de 200 pacientes sometidos a un
total de 284 IQ, con seis casos de mortalidad post-IQ y dos preoperatorios: uno,
por embolismo pulmonar y el otro por demora de la IQ. En una de las primeras
grandes series prospectivas publicadas de pacientes afectos de EF, Koshy et al.(2)
comunicaron los resultados de una cohorte de 3.765 pacientes, con un seguimiento
medio de cinco años. El 19% de los pacientes (717) fueron sometidos al menos a
una de las 1.079 IQ. El 31% de la serie fue sometido a dos o más procedimientos
en tan corto lapso de tiempo. El procedimiento quirúrgico más frecuente fue la
cirugía abdominal para la realización de colecistectomía o esplenectomía (24% de
todos los procedimiento quirúrgicos, n = 258). En dicha serie ya se comenta que
el tipo de IQ es un factor predictivo de la aparición de complicaciones postopera-
torias, pero que es posible realizar con éxito diversas IQ en los pacientes con EF,
siempre que se documente adecuadamente el genotipo de la hemoglobina (Hb), los
antecedentes médicos y los factores de riesgo. Además, consideran que la trans-
173
Manejo perioperatorio de la EF
fusión sanguínea alogénica (TSA) debe continuar siendo una parte importante de
la evaluación y preparación preoperatoria de estos pacientes, recomiendan la TSA
simple para aumentar los niveles de hemoglobina hasta 100 g/L y el reemplazo
sanguíneo en la anemia grave con hemoglobina menor de 50 g/L y la hemorragia
aguda intraoperatoria.
Por otra parte, la IQ no es probable que se complique por el hecho de que el pacien-
te sea portador de un rasgo falciforme o drepanocítico. Estos pacientes portadores
no tienen un riesgo incrementado de efectos adversos por ser sometidos a anestesia
general, por lo que no se les deberá limitar la elección de agentes anestésicos a utili-
zar. En la actualidad no hay evidencia de que el ser portador del rasgo falciforme se
asocie con mayor frecuencia ni gravedad de retinopatía, infartos cerebrovasculares
o miocárdicos, úlceras en las piernas, necrosis avasculares o artritis. Aquellos casos
descritos de una posible asociación del rasgo con el incremento de la morbilidad
médica pueden representar situaciones de infradiagnóstico de alguna variante tala-
sémica asociada al rasgo.
En este capítulo revisaremos, de forma esquemática, tanto las IQ a las que con
mayor frecuencia son sometidos nuestros pacientes afectos de EF como los cuidados
médicos y anestésicos especiales que debemos recordar –tanto la hidratación como
la analgesia–, el tratamiento farmacológico en la cirugía electiva y, en especial, el
manejo transfusional de los mismos. Dentro del manejo transfusional específico,
revisaremos la necesidad o no de transfundir, el volumen a transfundir y objetivo
terapéutico, qué hemoderivados utilizar, e incluso la posibilidad de la realización
de exanguinotransfusión. En su caso, haremos una breve descripción de la técnica
automática por eritrocitaféresis de la misma.
COMPLICACIONES ESPECÍFICAS
Entre las manifestaciones clínicas o complicaciones crónicas de la EF, discutidas en
otros capítulos de este manual, existe una serie importante de ellas que pueden reque-
rir una IQ con más frecuencia que la población general. Hay dos circunstancias muy
frecuentes en las diferentes formas de anemias hemolíticas crónicas, especialmente
las congénitas, que suelen requerir tratamiento quirúrgico, como son la colelitiasis
biliar y la esplenomegalia, así como sus complicaciones. Hay tres complicaciones
específicas de la EF que pueden requerir cirugía:
■ La necrosis ósea avascular, siendo las cabezas femoral y humeral su localización
174
M. Muñoz, J.A. García
Litiasis biliar
Entre las complicaciones debidas al hipercatabolismo hemoglobínico destaca la co-
lelitiasis. La aparición de litiasis biliar en el curso de cualquier síndrome hemolítico
crónico es un fenómeno relativamente frecuente y no exige una especial intensidad
del cuadro anémico. Casi el 80% de los pacientes con EF HbSS y hasta el 50% de
los pacientes HbSC desarrollarán litiasis biliar. Estos cálculos están constituidos por
bilirrubina desecada o bilirrubinato cálcico, y sólo el 50% son visibles en las radio-
grafías, por lo que se recomienda la realización de ecografías para su seguimiento.
Muchas veces, el dolor abdominal que produce esta complicación constituye la pri-
mera y única manifestación de la enfermedad. Por otra parte, la aparición de una
ictericia progresiva puede ser la primera manisfestación de esta colelitiasis. Cuando
los síntomas se cronifiquen se debe plantear la realización de colecistectomía pro-
gramada, pero ésta no está indicada en los pacientes asintomáticos.
En una serie clásica, Haberken et al.(3) concluyen que los pacientes con EF someti-
dos a colecistectomía tienen una elevada de morbilidad perioperatoria, pudiendo ser
la incidencia de eventos vasooclusivos más elevada en los pacientes no transfundi-
dos preoperatoriamente. Por ello, el Preoperative Transfusion in Sickle Cell Disease
Study Group recomienda “un régimen preoperatorio transfusional conservador” y
propugna el “uso de técnicas laparoscópicas en aquellos pacientes con EF programa-
dos para colecistectomía”(3).
175
Manejo perioperatorio de la EF
Retinopatía proliferativa
Los pacientes con HbSC o HbS/β-talasemia y formas más leves de EF presentan
riesgo de desarrollar retinopatía proliferativa, incluso a edades tan jóvenes como
la década de los veinte años. Deberán ser remitidos a oftalmología para revisión y
seguimiento al menos cada dos años. En la retinopatía de grado III está indicado
el tratamiento con láser ablativo o crioterapia para prevenir la hemorragia vítrea y
el subsiguiente desprendimiento retiniano. En cualquier caso, aunque los pacientes
HbSS homocigotos presenten menos riesgo de retinopatía, deben ser evaluados pe-
riódicamente, sobre todo si presentan niveles altos de hemoglobina.
176
M. Muñoz, J.A. García
Úlceras en las piernas
Entre el 10 y el 20% de los pacientes afectos de EF homocigotos HbSS desarrollarán
a lo largo de su vida úlceras dolorosas en sus extremidades inferiores. Pueden apa-
recer entre los diez y los 50 años, con más incidencia en hombres. Con frecuencia, si
los cuidados locales no son suficientes o la cicatrización es tórpida, requieren cirugía
plástica reparadora.
Priapismo
Es una complicación común en pacientes con EF, con dos formas de presentación:
el priapismo intermitente, con menos de tres horas de duración y resolución espon-
tánea, o el priapismo agudo prolongado, que persiste por más de tres horas, es do-
loroso y tiene mayor riesgo de provocar disfunción sexual. En una reciente guía de
prevención y tratamiento fácilmente aplicable, se propone que a partir de la cuarta
hora se debe proceder a la aspiración de sangre intracavernosa y a la instilación de
un α-agonista con anestesia local, repetir si se requiere y, a partir de las 12 horas,
evaluar la realización de IQ local para instalación de fístula (8).
Exanguinotransfusión
Dentro de los diferentes regímenes se han propuesto tanto un régimen transfusio-
nal “agresivo” (exanguinotransfusión) como uno más “conservador”. La exanguino-
transfusión puede utilizarse en la EF en dos circunstancias:
177
Manejo perioperatorio de la EF
178
M. Muñoz, J.A. García
características del paciente (sexo, altura, peso, hematocrito y porcentaje de HbS),
el nivel de hematocrito de los concentrados de hematíes a administrar, así como el
hematocrito final, el nivel de HbS y el balance hídrico deseado. No obstante, por
defecto no se suelen realizar con balance hídrico final negativo ni un nivel de HbS
final inferior al 30-40%.
■ Complicaciones de las aféresis. Clásicamente se han descrito las alteraciones he-
Selección de hemoderivados
En aras de reducir el riesgo de aloinmunización (entre 5 y 47%) debemos seleccionar
aquellos concentrados de hematíes con el mayor número de antígenos eritrocitarios
idénticos o compatibles (Rh extendido, Kell, Duffy [Fya y Fyb], Kidd [Jka y Jkb] y
MNSs)(1,10). Se deben realizar las pruebas de compatibilidad completas previas a la
transfusión o exanguinotransfusión, así como un escrutinio de anticuerpos irregula-
res –idealmente frente a tres o cuatro células.
En 1990, Vichinsky et al. presentaron una serie de 107 pacientes afectos de EF, de los
cuales 32 (30%) estaban aloinmunizados, 17 con múltiples anticuerpos y al menos 14
han presentado una reacción transfusional hemolítica retardada(12). En una serie histó-
rica de diez años, Aygun et al. (2002) encontraban una mayor tasa de aloinmunización
en adultos (47%) que en niños (29%), al igual que la tasa de reacciones hemolíticas
retardadas 9,7% vs. 7%, e incluso de autoanticuerpos, que alcanza el 8%(13). Talano et
al., en una población pediátrica, encontraban hasta un 11% de reacciones hemolíticas
retardadas que aparecían entre los seis y diez días tras la transfusión(10).
Vichinsky et al., en el primer estudio prospectivo aleatorizado sobre práctica
transfusional en EF, demostraron que la selección antígenica de los concentrados
de hematíes (CH) reducía frente a la práctica estándar un 0,5-3%, encontrando un
incremento progresivo de aloinmunización por unidad administrada y reduciendo
en un 90% las reacciones hemolíticas postransfusionales. Por ello, recomiendan la
selección de los CH respetando al menos los antígenos RhC, RhE y Kell(14).
Hoy en día, una de las pocas indicaciones de la administración de “sangre total” es
la exanguinotransfusión. No obstante, al no disponer de ella en la actualidad en nues-
tros centros de donación, se puede reconstituir un concentrado de hematíes fresco
(menos de cinco días) con la unidad de plasma fresco congelado del mismo donante
o plasma “solidario”. En el caso de los niños de bajo peso, se podrá fraccionar en
alícuotas según el volumen deseado.
179
Manejo perioperatorio de la EF
HbS que no sea superior al 30-40%, garantizando además una adecuada hidrata-
ción, oxigenación y mantenimiento de temperatura corporal.
■ En caso de cirugía cardiovascular, neurocirugía, cirugía ortopédica y accidentes
Fármacos
Sulfato de zinc
Se ha publicado una revisión de la Cochrane en la que se evalúan riesgos y beneficios
relativos de los fármacos que procuran prevenir las crisis drepanocíticas al reducir
la deshidratación de los eritrocitos. De los 39 estudios identificados, sólo uno cum-
plió los criterios de inclusión. Este estudio probó la efectividad del sulfato de zinc
para prevenir las crisis drepanocíticas en un total de 145 participantes y mostró una
reducción significativa del número total de crisis dolorosas, hemolíticas, aplásicas y
de secuestro durante un año y medio [DMP –2,83 (IC del 95%: –3,51 a –2,15)]. Sin
embargo, el análisis se vio limitado por las desviaciones estándar no informadas de
180
M. Muñoz, J.A. García
algunos datos. Los cambios en los parámetros de los eritrocitos y los recuentos de
sangre fueron inconsistentes, aunque no se observó ningún evento adverso grave en
el estudio. Los autores concluyen que, aunque los resultados del zinc como reductor
de las crisis falciformes son alentadores, se necesitan estudios multicéntricos más
amplios y a más largo plazo durante varios años para evaluar la efectividad de este
tratamiento para pacientes con EF(16).
Eritropoyetina
La eritropoyetina humana recombinante (rHU-EPO) es un fármaco que tiene entre
sus propiedades aumentar la hemoglobina fetal (HbF). Numerosos experimentos han
demostrado la capacidad de la rHU-EPO de incrementar las células F y la HbF,
sola o acompañada de otros fármacos, como la hidroxiurea (HU)(17). Sin embargo,
queda por definir los esquemas de administración, la dosis de rHU-EPO a utilizar,
el manejo del déficit de hierro y los riesgos trombóticos. Igualmente, aunque se ha
documentado el beneficio de la administración de rHU-EPO en pacientes sometidos
a cirugía ortopédica con un nivel de recomendación A(18), no hay casos descritos ni
experiencia en el manejo perioperatorio de la EF. Consideramos que esta línea de
investigación deberá desarrollarse en los próximos años.
pulmonar.
■ Imágenes anormales en la radiografía de tórax, al ser una evidencia de enfermedad
181
Manejo perioperatorio de la EF
30%).
■ Urea y creatinina (sus valores suelen ser inferiores a los de la población general, en au-
sencia de proteinuria, aunque alrededor del 5% presentan creatinina > 1,5 mg/dL).
■ Analítica de orina (hematuria, proteinuria en el 12% de los niños y 25% de los
los casos; fibrosis intersticial leve difusa; calcificaciones en bazo y vesícula; osteo-
distrofia renal).
■ Electrocardiograma (signos de sobrecarga del ventrículo derecho en caso de afec-
Perioperatorio (19-23)
A pesar de disponer de datos de estudios clínicos recientes, el amplio espectro clí-
nico de la EF y las muchas cuestiones pendientes hacen difícil el establecimiento
de unas guías de manejo perioperatorio aplicables a todos los pacientes. Por ello, el
anestesiólogo deberá adaptar las líneas generales de actuación que se proponen en
esta guía a las características específicas del paciente que va ser intervenido.
182
M. Muñoz, J.A. García
y la reposición de las pérdidas hemáticas perioperatorias (ver apartado correspon-
diente).
Oxigenación
Aunque parece un hecho establecido que la hipoxia puede precipitar la aparición de
una serie de complicaciones perioperatorias específicas de la EF, no existen datos clí-
nicos en la literatura anestesiológica o quirúrgica que demuestren que la hipoxia pre-
cipite dichas complicaciones. En cualquier caso, el mantenimiento de una oxigenación
adecuada forma parte de los objetivos rutinarios del anestesiólogo y no parece haber
demasiado fundamento para evitar la premedicación con ansiolíticos, el uso de hipe-
roxigenación intraoperatoria o el mantenimiento de la oxigenación postoperatoria más
allá de lo necesario para alcanzar este objetivo. Por tanto, sólo debería modificarse el
esquema de oxigenoterapia en función de la presencia de disfunción orgánica.
Hidratación
Tampoco existen evidencias clínicas que confirmen una relación causa-efecto entre
la deshidratación y la falciformación. Ningún estudio ha monitorizado el balance
perioperatorio de fluidos en pacientes con EF, y los episodios de EF pueden ocurrir
a pesar de una hidratación generosa. Por tanto, no está claro que una deshidrata-
ción ligera pueda precipitar las complicaciones de la EF. Por ello, la modificación
del manejo de fluidos en pacientes EF con patología renal significativa podría estar
justificado, pero no hay datos concluyentes que apoyen la modificación profiláctica
del manejo habitual de fluidos para prevenir eventos EF perioperatorios. La tendencia
actual hacia el uso de un menor volumen de fluidos en cirugía mayor sugiere que la
administración del volumen adecuado en el momento oportuno es probablemente la
mejor forma de manejar a los pacientes y que, por tanto, ambas variables están ínti-
mamente relacionadas(24).
Mantenimiento de la normotermia
La hipotermia se encuentra entre los desencadenantes de las complicaciones pe-
rioperatorias de la EF, aunque debería retardar la falciformación al desplazar a la
izquierda la curva de disociación de la hemoglobina. Al igual que en el caso de la
oxigenación, el mantenimiento de la normotermia intraoperatoria debe formar parte
de los objetivos rutinarios del anestesiólogo, tanto en los pacientes EF como en la
población general. Además, un cierto grado de hipotermia podría estar indicado en
algunas anestesias profundas para reducir el consumo de oxígeno, pero a precio de
una peor coagulación.
Por otra parte, la pirexia es una característica común a las complicaciones de la
EF y las infecciones, y no hay evidencias concluyentes de que la hipertermia desen-
183
Manejo perioperatorio de la EF
Equilibrio ácido-base
Dado que la acidosis acelera la deformación de los eritrocitos durante la hipoxia,
se ha sugerido que la acidosis podría ser un desencadenante de los episodios de
EF, pero no disponemos de evidencia clínica que apoye una relación causal entre
acidosis perioperatoria y complicaciones EF. Además, dado que la acidosis en un
determinado contexto clínico suele ser secundaria a un proceso patológico deter-
minado, es difícil delimitar la contribución de cada unos de ellos. Nuevamente,
el mantenimiento del equilibrio ácido-base es parte de los objetivos rutinarios del
anestesiólogo y parece, por tanto, poco probable que pequeñas fluctuaciones en
el mismo puedan ser considerados como causa primaria de la complicaciones EF
perioperatorias.
En cualquier caso, aunque no exista una relación causal probada entre hipoxia,
deshidratación, hipotermia y/o acidosis y el desencadenamiento de complicaciones
de la EF, deberíamos demostrar que tal relación no existe antes de abandonar unas
prácticas, asociadas con una disminución de la morbimortalidad en estos pacientes.
Esto es, se debe asegurar una oxigenación e hidratación correctas, el mantenimiento
de la normotermia y evitar la acidosis.
Técnica anestésica
Aunque en las series iniciales de pacientes con EF sometidos a cirugía parecía
haber una asociación entre el uso de técnicas anestésicas locorregionales y una ma-
yor incidencia de complicaciones postoperatorias, ésta no ha sido confirmada por
estudios más recientes. Por tanto, el uso de técnicas locorregionales no parece estar
contraindicado en pacientes con EF y, además, proporcionan un medio útil para el
manejo del dolor postoperatorio, con ventajas sustanciales sobre otros analgésicos
intravenosos.
Postoperatorio (19-23)
En el manejo postoperatorio de los pacientes EF sometidos a cirugía deben conside-
rarse tres aspectos fundamentales: los cuidados básicos, el tratamiento del dolor y el
tratamiento del síndrome torácico agudo.
■ Los cuidados postoperatorios básicos incluyen la movilización precoz, la higie-
184
M. Muñoz, J.A. García
■ El tratamiento del dolor debe iniciarse pronta y efectivamente (anestesia raquídea,
opiáceos, paracetamol: los AINE y esteroides pueden ser también beneficiosos),
para lo cual se aconseja el uso de escalas analógicas del dolor en la monitorización
de la efectividad del tratamiento. Debe considerarse la realización de monitori-
zación pulmonar para descartar el embolismo pulmonar y la provisión de apoyo
psicoterapéutico en algunos casos de dolor crónico recidivante.
■ En los casos de síndrome torácico agudo, que suelen presentarse unos tres días
RECOMENDACIONES FINALES
En la última edición de la guía del Instituto Nacional de la Salud Norteamericano
dedicada a la EF (The Management of Sickle Disease) (23) se recogen una serie de re-
comendaciones específicas para el manejo perioperatorio de estos pacientes, que de
alguna forma resumen las arriba expuestas, y entre las que se incluyen:
■ Conseguir que los equipos quirúrgicos y anestésicos implicados sean conocedores
atención especial, con una monitorización cuidadosa del balance hídrico, de los
niveles de hemoglobina y de la oxigenación (saturación arterial y venosa, consumo
de oxígeno, perfusión, tensión tisular o coeficiente de extracción).
■ La monitorización intraoperatoria de la presión sanguínea, ritmo cardiaco y oxi-
185
Manejo perioperatorio de la EF
CONCLUSIONES
Los pacientes afectos de EF tienen más probabilidades de ser sometidos a IQ que la
población general y presentan mayor número y gravedad de complicaciones.
Se deben crear equipos multidisciplinarios entrenados para el correcto manejo de
los pacientes afectos de EF sometidos a IQ. Estos pacientes deben ser bien monito-
rizados durante el proceso y en la recuperación postoperatoria, tanto de la perfusión
tisular como de la analgesia y el balance hemodinámico, asegurando una correcta
hidratación y oxigenación, aunque no hay evidencia de que estos pacientes deban ser
manejados de forma diferente a otros pacientes quirúrgicos. Igualmente, aunque clá-
sicamente se recomienda la administración profiláctica de concentrados de hematíes
para obtener un nivel de hematocrito de alrededor de un 30% y un nivel de HbS igual
o inferior al 40%, tampoco hay consenso sobre cuál es el mejor procedimiento, sea
la transfusión simple o mediante la exanguinotransfusión, total o parcial, e incluso
si dicha práctica transfusional “liberal preventiva” es mejor que la aplicación de cri-
terios “restrictivos” actualmente recomendada para pacientes críticos y quirúrgicos.
En cambio, sí hay evidencia científica (evidencia A) de que la selección de concentra-
dos de hematíes idénticos o compatibles frente a los principales antígenos eritrocita-
rios (Rh extendido, Kell, Kidd, Duffy y MNS) reduce significativamente el riesgo de
aloinmunización y de hemólisis retardada e incluso la aparición de autoanticuerpos.
Es, pues, necesario realizar estudios prospectivos aleatorizados multicéntricos que
aporten evidencias sobre el correcto manejo perioperatorio farmacológico y transfu-
sional de estos pacientes, cuya prevalencia en nuestro país veremos incrementarse en
los próximos años.
BIBLIOGRAFÍA
1. Honi J. General anaesthesia in sickle-cell disease. Br Med J 1979; 2: 739.
2. Koshy M, Weiner SJ, Miller ST, Sleeper LA, Vichinsky E, Brown AK, et al. Surgery and
anesthesia in sickle cell disease. Cooperative Study of Sickle Cell Diseases. Blood 1995;
86: 3676-84.
3. Haberkern CM, Neumayr LD, Orringer EP, et al. Cholecystectomy in sickle cell anemia
patients: perioperative outcome of 364 cases from the National Preoperative Transfu-
sion Study. Preoperative Transfusion in Sickle Cell Disease Study Group. Blood 1997; 89:
1533-42.
4. Embury SH, Vichinsky EP. Sickle Cell Disease. En: Hoffman R, Benz EJ, Shatill SJ, Furie
D, Silberstein LE (eds.). Hematology: basic principles and practice. 5.ª edición. Philadel-
phia: Churchill-Livingstone; 2008.
186
M. Muñoz, J.A. García
5. Tapia-González JL, González G, Sánchez A, et al. Infarto esplénico por anemia falcifor-
me relacionado con la altura. Rev Venez Cir 2006; 59: 60-5.
6. Owusu-Ofori S, Hirst C. Splenectomy versus conservative management for acute se-
questration crises in people with sickle cell disease. Cochrane Database of Systematic
Reviews 2002, Issue 4. Art. No.: CD003425. DOI:10.1002/14651858.CD003425.
7. Vichinsky EP, Neumayr LD, Haberkern C, et al. The perioperative complication rate of
orthopedic surgery in sickle cell disease: report of the National Sickle Cell Surgery Study
Group. Am J Hematol 1999; 62: 129-38.
8. Mantadakis E, Ewalt DH, Cavender JD, et al. Outpatient penile aspiration and epineph-
rine irrigation for young patients with sickle cell anemia and prolonged priapism. Blood
2000; 95: 78-82.
9. Aygun B, McMurray MA, Schultz WH, et al. Chronic transfusion practice for children with
sickle cell anaemia and stroke. BJH 2009 (doi:10.1111/j.1365-2141.2009.07630.x).
10. Talano JA, Hillery CA, Gottschall JL, et al. Delayed hemolytic transfusion reaction/hy-
perhemolysis syndrome in children with sickle cell disease. Pediatrics 2003; 111: e661-
e665.
11. Thornton JB, Sams DR. Preanesthesia transfusion and sickle cell anemia patients: case
report and controversies. Spec Care Dentist 1993; 13: 254-7.
12. Vichinsky EP, Earles A, Johnson RA, et al. Alloimmunization in sickle cell anemia and
transfusion of racially unmatched blood. N Engl J Med 1990; 322: 1617-21.
13. Aygun B, Padmanabhan S, Paley C, Chandrasekaran V. Clinical significance of RBC al-
loantibodies and autoantibodies in sickle cell patients who received transfusions. Trans-
fusion 2002; 42: 37-43.
14. Vichinsky EP, Luban NL, Wright E, et al. Prospective RBC phenotype matching in a
stroke-prevention trial in sickle cell anemia: a multicenter transfusion trial. Transfusion
2001; 41: 1086-92.
15. Ortiz P, Mingo A, Lozano M, et al. Guía sobre la transfusión de componentes sanguí-
neos. Med Clin (Barc) 2005; 125: 389-96.
16. Singh PC, Ballas SK. Fármacos para la prevención de la deshidratación de los eritrocitos
en personas con enfermedad de células falciformes (revisión Cochrane traducida). En: La
Biblioteca Cochrane Plus, 2008. Número 4. Oxford: Update Software Ltd. Disponible en:
http://www.update-software.com.
17. Hankins J, Aygun B. Pharmacotherapy in sickle cell disease – state of the art and future
prospects. Br J Haematol 2009; 145: 296-308.
18. Leal R, Alberca I, Asuero MS, et al. Documento “Sevilla” de Consenso sobre alternativas
a la transfusión alogénica. Med Clin (Barc) 2006; 127 (Supl. 1): 3-20.
19. Cosí M, Weiner SJ, Millar LA, Sleeper LA, Vichinsky E, Brown AK, et al. Surgery and
anaesthesia in sickle disease. Blood 1995; 86: 3676-84.
20. Marchant WA, Walk I. Anaesthetic management of the child with sickle cell disease. Pae-
diatric Anaesth 2003; 13: 473-89.
21. Firth PG, Head AC. Sickle cell disease and anesthesia. Anesthesiology 2004; 101: 766-
85.
187
Manejo perioperatorio de la EF
22. Firth PG. Anaesthesia for peculiar cells – a century of sickle cell disease. Br J Anaesth
2005; 95: 287-99.
23. National Institutes of Health. National Heart, Lung and Blood Institute. Division of Blood
Diseases and Resources. The Management of Sickle Cell Disease. NIH Publication Nº.
02-2117.
24. Soni N. British consensus guidelines on intravenous fluid therapy for adult surgical
patients (GIFTASUP) – Cassandra’s view. Anaesthesia 2009; 64: 235-8.
188
Tratamiento transfusional
en la enfermedad falciforme
María José García Bueno
Servicio de Hematología y Hemoterapia.
Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid)
OBJETIVO
Mejorar la capacidad del transporte de oxígeno al aumentar el nivel de hemoglobina
(Hb) y además:
■ Disminuir la viscosidad y aumentar la saturación de oxígeno mediante dilución de
TRANSFUSIÓN BASADA
EN LA EVIDENCIA
Existen estudios aleatorizados que muestran la eficacia o no de la transfusión en
varios aspectos, nivel de evidencia I:
■ En preoperatorio de cirugía con anestesia general, la transfusión simple para elevar
cerebrovasculares en los niños con alto flujo en la circulación del sistema nervioso
central.
■ La transfusión, junto con otras medidas, ha elevado la esperanza de vida, en los
189
Tratamiento transfusional en la EF
ESQUEMAS DE TRANSFUSIÓN
Existen dos formas características de transfundir en la enfermedad falciforme (EF):
■ La intermitente ante un evento agudo, que se produce en diferentes momentos y
LA VISCOSIDAD DE LA SANGRE
La resistencia que ofrece un vaso sanguíneo al flujo de la sangre viene dada por la
ley de Poiseuille, que afirma que el flujo sanguíneo es directamente proporcional
a la cuarta potencia del radio del vaso e inversamente proporcional a la viscosidad.
El flujo sanguíneo no es uniforme a través del diámetro de un vaso sanguíneo. La
capa de líquido próxima a la pared del vaso tiende a adherirse a la pared, y la capa
vecina tiende a adherirse a esta capa estática, y así sucesivamente. Por consiguien-
te, la velocidad del flujo es más rápida en el centro del vaso y más lenta junto a la
pared.
Además del diámetro de los vasos sanguíneos, la resistencia al flujo se ve afectada
por la viscosidad de la sangre, que es in vitro 2,5 veces la del agua; sin embargo, en
los tejidos vivos esta viscosidad es la mitad aproximadamente. Esta conducta anóma-
la de la sangre se debe a la tendencia de los hematíes a fluir a lo largo del eje central
de los vasos de menor calibre, un fenómeno conocido como flujo axial. Este fenó-
meno parece deberse a la flexibilidad del hematíe, dado que las partículas rígidas se
distribuyen a lo largo de todo el vaso y no en el eje central. El nivel del hematocrito
hace variar mucho la viscosidad.
La sangre de una persona con EF tiene, a igualdad de hematocrito, una viscosidad
mucho más alta que una persona que no lo tenga. La sangre desoxigenada de EF tiene
casi diez veces mayor viscosidad que la oxigenada. En las vénulas el flujo es muy
lento, pues se une un flujo menor con una sangre desoxigenada. Existe una compen-
sación, insuficiente, por el aumento de volumen plasmático que experimentan estos
pacientes.
El hematíe falciforme no se deforma inmediatamente después de la desoxigena-
ción: hay un tiempo de latencia que depende de la concentración de HbS en el eri-
trocito. En situación basal la célula es capaz de tener tiempo suficiente de volver al
pulmón a oxigenarse y recuperarse antes de causar oclusión vascular.
La curva de transporte máximo de oxígeno para una hemoglobina normal se en-
cuentra entre 14 y 16 g/dL. La viscosidad de la sangre de la EF hace que esta curva se
desplace hasta 10 y 11 g/dL. Este efecto es mayor cuando hay más del 60% de HbS y
disminuye, pero no lo elimina, con más del 40% de hemoglobina normal.
190
M.J. García
Por todo lo expuesto pueden precisarse dos prácticas transfusionales diferentes:
■ Transfusión simple.
■ Exanguinotransfusión.
Crisis aplásica
Se define como una disminución del nivel de hemoglobina de más de 3 g/dL con
reticulocitopenia. Una causa común de aplasia eritroide es la infección por el parvo-
virus B19. La supresión de la producción durante 7-10 días, junto con la corta vida
media del hematíe de sólo 12-15 días, provoca el cuadro. El paciente puede sufrir
insuficiencia cardiaca no sólo por la anemia, sino por el aumento compensador del
volumen plasmático.
La transfusión debe ser simple y lenta, 1 mL/kg por hora. Puede valorarse el uso
de diuréticos. En pocos pacientes la sobrecarga de fluidos es tan crítica que pueden
precisar un pequeño recambio manual, retirar sangre total y reponer con concentrado
de hematíes.
Sólo se emplea en niños de corta edad con cuadros de repetición y que no pueden
someterse a esplenectomía.
191
Tratamiento transfusional en la EF
invasiva.
192
M.J. García
INDICACIONES Y RECOMENDACIONES DE LA
TRANSFUSIÓN CRÓNICA: PROFILÁCTICA
Prevención de accidentes cerebrovasculares isquémicos
Algunas guías ofrecen como una de las opciones terapéuticas la transfusión crónica
en el adulto. En pacientes que han llegado a los 18 años con transfusión crónica, la
continuación parece el camino más fácil. En todo caso, si se cesa el régimen de trans-
fusión hay que ofrecer otra opción terapéutica, como podría ser la hidroxiurea (HU).
En algún estudio la HU más flebotomías ha mostrado buenos resultados en niños,
pero faltan ensayos aleatorizados.
Gestación complicada
■ La gestación normal no requiere programa transfusional.
■ En algunas gestaciones complicadas con episodios previos o actuales se debe con-
siderar: preeclamsia/eclampsia, embarazo múltiple (controvertido), mortalidad pe-
rinatal previa (controvertido), fallo renal agudo, sepsis, bacteriemia, anemia severa,
síndrome torácico agudo, hipoxemia, insuficiencia cardiaca o respiratoria, previo a
cirugía con anestesia general y angiografía con contraste.
■ En casos de episodios de dolor de repetición que no responden a otros tratamientos
(controvertido).
■ Las pacientes pueden precisar transfusión o exanguinotransfusión según el nivel
193
Tratamiento transfusional en la EF
Priapismo
En general no está indicado; además, algunos centros se resisten al manejo con
transfusión como resultado del descrito síndrome de ASPEN: cefalea, convulsión y
obnubilación que puede precisar soporte ventilatorio en pacientes con priapismo y
exanguinotransfusión. Algunos pacientes que no responden a medidas médicas y/o
urológicas en las primeras 24 o 48 horas deben ser considerados para exanguino-
transfusión.
Gestación normal
No indicada.
194
M.J. García
Úlceras tórpidas en miembros inferiores
No indicada.
Infección grave
No precisa per se transfusión salvo que se desarrolle anemia sintomática. En algunas
guías se indica en sepsis o meningitis.
Pruebas pretransfusionales
Las personas con EF deben tener realizado un fenotipo eritrocitario basal a partir de
los seis meses de vida. En caso de que no se tenga, puede realizarse en el momento
que conocemos al enfermo y asegurarse de que no tiene transfusión reciente, desde
seis semanas antes si es posible. Este fenotipo debe acompañar al paciente a los dis-
tintos centros que visite.
■ Las personas con EF desarrollan anticuerpos con mayor frecuencia que la población
195
Tratamiento transfusional en la EF
indirecta y fenotipo compatible para Rh, C, E y Kell, que será ampliado en caso de
presencia de anticuerpos.
■ Contraindicado el uso de sangre autóloga.
Transfusión simple
Se debe realizar con cuidado en pacientes que tengan HbS superior al 60%, para no
aumentar la viscosidad, conseguir un nivel máximo de 30% de hematocrito. La trans-
fusión debe ser lenta o fraccionada para que no produzca insuficiencia cardiaca.
La transfusión crónica tiene como objetivo mantener la HbS entre el 30 y el 50%
para un adulto; con dos o tres concentrados de hematíes cada 3-5 semanas es sufi-
ciente. Periódicamente, cada 4-6 meses, se debe comprobar el nivel de HbA y HbS
para saber si conseguimos el objetivo.
Exanguinotransfusión
Este método no sólo se utiliza para resolver de forma rápida el problema de viscosidad,
sino que también sirve para disminuir el acúmulo de hierro y la sobrecarga de líquidos.
Se puede realizar mediante aféresis o manual. Hay que asegurarse de que no au-
mente la viscosidad, mantener el volumen sanguíneo y realizarlo en el menor tiempo
posible.
El volumen debe ser calculado según el peso del paciente, el hematocrito del que
se parte, el que se espera conseguir y el porcentaje de HbA deseado. Para un adulto
se precisan de seis a ocho unidades de concentrado de hematíes. También puede
reponerse con sangre completa; así se llega más fácilmente al nivel de hemoglobina
deseado, pero es difícil tener esa cantidad de sangre completa en los servicios de
transfusión. Por tanto, se suele utilizar el concentrado y hay que completar la infu-
sión de líquidos con salino.
Las máquinas de aféresis calculan el intercambio correcto a realizar y pueden eje-
cutarlo mililitro a mililitro.
Para el método manual hay que calcular 70 mL por kg de peso del paciente y rea-
lizar un intercambio de 1,5 volúmenes.
196
M.J. García
■ Repetir los pasos 1 y 2 hasta que el volumen total deseado se haya cambiado.
Si el paciente tiene una hemoglobina de 10 g/dL o mayor, este protocolo puede
dejarle con una hemoglobina alta al acabar el procedimiento. Podemos realizar una
sangría extra al paciente al final, o en alguno de los intercambios poner una sola
unidad de sangre en lugar de dos.
Una vez que el paciente ha recibido la primera exanguinotransfusión, los siguientes
recambios pueden ser realizados cada cuatro semanas con un solo volumen, pero
siempre hay que ajustar según las necesidades y los resultados de la HbA.
Precauciones:
■ Cuidado con pacientes con bajo peso, pues el volumen externo de la aféresis podría
■ Púrpura postransfusional.
197
Tratamiento transfusional en la EF
BIBLIOGRAFÍA
1. Lottenberg R, Hassell K. An evidence-based approach to the treatment of adults with
sickle cell disease. Hematology 2005: 58-65.
2. Josephson CD, Su LL, Hillyer KL, et al. Transfusion in the patient with sickle cell disease:
A critical review of the literature and transfusion guidelines. Transfusion Medicine Re-
views 2007; 21: 118-33.
3. Swerdlow PS, Platt OS, Atweh GF. Red cell exchange in sickle cell disease. Hematology
2006: 48-53.
4. National Institutes of Health. División of Blood Disease and Resources. The manage-
ment of sickle cell disease. 4.ª edición. NIH Publication 2002.
198
Sobrecarga de hierro
y quelación
Beatriz Arrizabalaga Amuchastegui
Servicio de Hematología y Hemoterapia.
Hospital Universitario de Cruces. Baracaldo (Vizcaya)
en hígado y en corazón.
Para valorar la instauración, la modificación y la eficacia de un tratamiento que-
lante es esencial la medida de los depósitos de hierro.
199
Sobrecarga de hierro y quelación
Otros datos que nos ayudan a evaluar la toxicidad del hierro a nivel visceral (pán-
creas, hígado y corazón) son la bioquímica sérica (glucemia y enzimas hepáticos) y
la fracción de eyección cardiaca.
FÁRMACOS QUELANTES
■ Deferoxamina (DFO): Desferin®.
■ Deferiprona (DFP): Ferriprox .
®
CONSIDERACIONES BÁSICAS
DEL TRATAMIENTO QUELANTE
■ La toxicidad de todo fármaco quelante es inversa al nivel de sobrecarga. No se debe
administrar quelante si la ferritina ≤ 500 µg/L.
■ La dosis del quelante debe ajustarse a los niveles de sobrecarga, que dependerá del
ritmo transfusional.
■ El objetivo no es “eliminar” la sobrecarga, sino mantener unos niveles que no sean
• Inicio: cuando la cifra de ferritina ≥ 1.000 µg/L y/o el hierro hepático ≥ 3,2 mg/g
(CN ≤ 1,2 mg/g) o bien si la cantidad de sangre transfundida supera los 120 cm3
de hematíes/kg.
• Objetivo: mantener una ferritina ≤ 1.500 µg/L y el hierro hepático ≤ 7 mg/g, y si
fuera posible la determinación, un T2* ≥ 20 ms.
200
B. Arrizabalaga
Tabla 1. Fármacos quelantes
Deferoxamina Deferiprona Deferasirox
Desferin® Ferriprox® Exjade®
Dosis* 25-50 mg/kg (5 d/s) 75 mg/kg/d 20-30 mg/kg/d
Via de s.c./i.v. oral/8 h oral/24 h
administración perfusión diaria ≥ 8 h
Fe hepático ++ + ++
Fe miocardio + ++ +
Efectos ■ Infecciones por ■ Neutropenia ■ Diarrea y alteraciones
adversos Yersinia ■ Agranulocitosis gastrointestinales
■ Trastornos de la ■ Aumento de enzimas ■ Aumento de creatinina
diarrea ■ Aumento de
■ Artralgia transaminasas
Experiencia 30-40 años 10 años 5 años
clínica
*Dosis correspondientes a un nivel “medio” de transfusión de 2 CH/3-4 s
muy severa o hay complicaciones serias como enfermedad cardiaca. Hay dos opciones:
• DFO i.v. en perfusión continua 60-100 mg/kg/día (7 días).
• Tratamiento combinado DFP 80-100 mg/kg/día + DFO en perfusión subcutánea
40-60 mg/kg/día (3-7 días/semana). Esta opción es la recomendada por el ICOC
(International Committee on Oral Chelators).
La revisión de las características de estos fármacos y la experiencia clínica se
pueden resumir en lo siguiente:
Deferoxamina (DFO)
Ha demostrado en los últimos 30-40 años que es un quelante eficaz y seguro, pero tiene
una administración difícilmente soportable. Presenta los siguientes efectos adversos:
201
Sobrecarga de hierro y quelación
Deferiprona
Es algo menos eficaz que la DFO a nivel de hierro hepático, pero más eficaz a nivel
de hierro cardiaco. Es más cómoda, aunque por su corta vida media y su única pre-
sentación comercial obliga a tomar 2-4 comprimidos cada 8 horas. En Europa sólo
tiene indicación aprobada en TM mayores de diez años, siendo menor la experiencia
en EF(7). Presenta los siguientes efectos adversos:
■ Síntomas gastrointestinales (35%).
■ Artralgias (13%).
Deferasirox
Su experiencia en la clínica práctica está cada día mas consolidada (8). Está indicado
en pacientes ≥ 6 años con TM y en pacientes ≥ 2 años con patologías dependientes de
transfusión cuando DFO está contraindicada o no es adecuado usarla.
Es eficaz a nivel de hierro hepático, y estudios preliminares sugieren eficacia a nivel
de hierro cardiaco(9). Su administración es muy cómoda, en una única toma oral diaria,
pero su seguridad exige control renal. Los datos publicados con niveles previos de
creatinina normal demuestran que en EF el deferasirox es eficaz y tiene un nivel de se-
guridad manejable, no observándose más crisis agudas o infecciones que con DFO(10).
Se desconoce su seguridad en pacientes con creatinina elevada de base.
Los efectos adversos descritos son:
■ Aumento de creatinina (33% sobre valor basal) (36%) y proteinuria.
■ Trastornos gastrointestinales(26%).
202
B. Arrizabalaga
El cese y/o reducción de dosis según algoritmo establecido revierten en general a
valores basales las alteraciones analíticas renales y/o hepáticas.
Se recomienda audiometría y estudio oftalmológico antes del inicio del tratamien-
to y posteriormente de forma anual.
BIBLIOGRAFÍA
1. Ballas SK. Iron overload is a determinant of morbidity and mortality in adult patients with
sickle cell disease. Semin Hematol 2001; 38 (1 Suppl 1): 30-6.
2. Fung EB, Harmatz P, Milet M, et al. Morbidity and mortality in chronically transfused
subjects with thalassemia and sickle cell disease: A report from the multi-center study of
iron overload. American Journal of Hematology 2007; 82 (4): 255-65.
3. Hagar W, Vichinsky E. Advances in clinical research in sickle cell disease. British Journal
of Haematology 2008; 141: 346-56.
4. Hershko CH. Oral iron chelators: new opportunities and new dilemmas. Haematologica
2006; 91 (10): 1307-12.
5. Anderson LJ, Holden S, Davis B, et al. Cardiovascular T2-star (T2*) magnetic resonance
for the early diagnosis of myocardial iron overload. Eur Heart J 2001; 22 (23): 2171-9.
6. Olivieri NF, Brittenham GM. Iron-chelating therapy and the treatment of thalassemia.
Blood 1997; 89: 739-61.
7. Voskaridou E, Douskou M, Terpos E, et al. Deferiprone as an oral iron chelator in sickle
cell disease. Ann Hematol 2005; 84 (7): 434-40.
8. Piga A, Kebaili K, Galanello R et al. Cumulative efficacy and safety of 5-year deferasirox
(Exjade®) treatment in pediatric patients with thalassemia major: a phase II multicenter
prospective trial. Blood 2008; 112 (11): Abstract 5413.
9. Penell D, Porter J, Cappellini MD, et al. Efficacy and safety of deferasirox (Exjade ®) in
reducing cardiac iron in patients with β-thalassemia major: Results from the Cardiac Sub-
study of the EPIC Trial. Blood 2008; 112 (11): Abstract 1318.
10. Vichinsky E, Onyekwere O, Porter J, et al. A randomised comparison of deferasirox
versus deferoxamine for the treatment of transfusional iron overload in sickle cell disease.
British Journal of Haematology 2006; 136: 501-8.
203
Inducción de la producción
de HbF. Hidroxiurea
María Pilar Ricard Andrés
Servicio de Hematología y Hemoterapia.
Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid)
INTRODUCCIÓN
Los pacientes con enfermedad falciforme (EF) tienen baja calidad de vida, similar
a los afectados de artritis o de infartos de miocardio. Las formas HbSS son las de
mayor gravedad clínica, seguidas de las HbS/β°-talasemia, mientras que las HbSC
y HbS/β+ -talasemia tienden a un curso clínico más benigno (Tabla 1). El 75% de las
hospitalizaciones en la EF son de adultos, representando un serio problema de salud
pública y gasto sanitario.
El Nacional Heart Lung and Blood Institute (NHLBI) americano ha sido el motor
de la organización y financiación de programas de investigación en la EF desde el
establecimiento del Nacional Sickle Cell Disease Program, tras la aprobación del
proyecto en el Congreso de los EE UU en 1972, legislando la realización y finan-
205
Inducción de la producción de HbF
206
M.P. Ricard
Tabla 2. Ensayos promovidos por el Nacional Heart Lung and
Blood Institute (NHLBI) en la enfermedad falciforme
Ensayo Tratamiento ensayado Resultado
PROPS I Penicilina profiláctica en niños Prevención de la sepsis
menores pneumocócica en niños menores
Ensayo en fase III
PROPS II Penicilina profiláctica en niños La profilaxis con penicilina
mayores puede suspenderse con seguridad
a la edad de 5 años
Ensayo en fase III
Hydroxyurea Hidroxiurea en adultos Puede administrarse con seguridad
Phase II Trial hidroxiurea a adultos con HbSS
Ensayo en fase II
MSH Trial Hidroxiurea en adultos La hidroxiurea redujo en un 50%
las tasas de crisis dolorosas,
transfusiones sanguíneas,
síndrome de tórax agudo y
Ensayo en fase III hospitalizaciones
Perioperative Transfusión sanguínea simple para Pueden administrarse con
Transfusion incrementar la Hb hasta 10 g/dL seguridad transfusiones
Trial independientemente de la HbSS sanguíneas simples durante
en comparación con transfusión el periodo perioperatorio
sanguínea agresiva para reducir la para incrementar la Hb hasta
HbS a < 30% en el momento de la 10 g/dL
cirugía en niños y adultos
Ensayo en fase III
STOP Trial Transfusiones sanguíneas para Es posible prevenir un primer
la prevención del accidente accidente cerebrovascular en
cerebrovascular en niños niños en situación de riesgo
mediante transfusiones sanguíneas
periódicas para suprimir la HbS a
menos del 30%
Ensayo en fase III
HUG-KIDS Hidroxiurea en niños Puede administrarse hidroxiurea
con seguridad a niños de edades
Ensayo en fase II comprendidas entre los 5 y los
15 años
Reproducido de: Bonds DR. Three decades of innovation in the management of sickle cell
disease: the road to understanding the sickle cell disease phenotype.
Blood Rev 2005; 19: 99-1104
207
Inducción de la producción de HbF
Viscosidad-vasooclusión
Falciformación eritrocitaria
Menos anemia
Crisis dolorosas vasooclusivas
Anemia
Síndrome torácico agudo
Reticulocitosis
Osteonecrosis
LDH aumentada
Hipertensión pulmonar, priapismo, úlceras
¿ACVA?
Hemólisis-disfunción endotelial
Vasculopatía proliferativa
α-talasemia
modifica el subfenotipo
208
M.P. Ricard
Sin tratamiento Hidroxiurea
HbS Híbridos
HbF HbS/HbF
Flujo Flujo
Formación de
+O2 -O2 híbridos
+O2 -O2
Polímero
Ausencia en las
de flujo Polimerización células Flujo
de HbS
Células SS
Células SS
209
Inducción de la producción de HbF
los genes γ-globina están presentes en las stem cell hematopoyéticas humanas, univer-
sal y apropiadamente integrados en el locus β-globina. Su expresión continuada desde
la primera infancia puede limitar o incluso prevenir el daño orgánico de la EF.
El aumento de HbF se asocia con mejoría significativa de diversos factores impor-
tantes en la fisiopatología de la vasooclusión, incluyendo la adhesión de los hematíes,
daño endotelial y activación de la hemostasia. Hipótesis recientes sostienen que para
un impacto significativo sobre las complicaciones hemolíticas, los agentes inductores
de la producción de la HbF debieran lograr una distribución pancelular del aumento
de HbF. Se logra atenuar la EF alcanzando HbF > 20% con una distribución de la
HbF en al menos un 75% de los hematíes, habiéndose demostrado que los eritrocitos
con más HbF tienen una supervivencia más larga.
Por otra parte, está demostrado que agentes epigenéticos, como la metilación del ADN
y la acetilación de histonas, tienen roles importantes en la regulación de la expresión de
los genes de globina a lo largo del desarrollo, por lo que otra posibilidad sería el uso de
agentes farmacológicos que alterasen la configuración epigenética de los genes γ-globi-
na, que proporcionarían una aproximación terapéutica viable a la inducción de la HbF.
Son diversos los factores asociados con la diferente respuesta a los tratamientos
inductores de la producción de HbF, que se relacionan en la Tabla 3.
Es necesario puntualizar que para optimizar la terapia con inductores HbF:
■ Se requieren los suplementos hematínicos necesarios para la eritropoyesis, incluso
plazo de tres o cuatro meses postransfusión, que por inhibir la eritropoyesis impide
que los fármacos actúen eficientemente.
En la EF y en los síndromes talasémicos, tres tipos de fármacos han logrado indu-
cir la producción de HbF (y/o hemoglobina total) significativamente en un 50-70%
de pacientes:
■ Agentes quimioterápicos citotóxicos: 5-azacitidina (5-aza), hidroxiurea (HU) y de-
presión de HbF (inducción del promotor del gen γ-globina) como la eritropoyesis,
que incluyen isobutiramida, y fenilbutirato sódico, valproato y butirato de arginina;
estos tres últimos, además, son inhibidores de la histona deacetilasa (HDAC).
Sería deseable para la terapia a largo plazo limitar desde la infancia la exposición
a agentes quimioterápicos, si bien la HU ha sido ampliamente usada en la EF en
210
M.P. Ricard
Tabla 3. Factores que afectan la respuesta a la terapia inductora
de HbF
Factores asociados a respuestas favorables
■ HbF > 2% en la enfermedad falciforme. HbF ≥ 60% en β-talasemia
■ Esplenectomía
■ Descansos en la dosificación
■ ESA exógenos
5-azacitidina
Ha sido el primer agente valorado en la inducción de la expresión de HbF por silen-
ciamiento epigenético de los genes γ-globina, con la premisa de que en la vida adulta
los genes β-globina activamente transcritos están hipometilados y los genes γ-globina
211
Inducción de la producción de HbF
Hidroxiurea
El desarrollo clínico de la HU como inductor de la producción de HbF en la EF
arranca de la controversia sobre este mecanismo de inducción por la 5-aza. La HU es
un agente quimioterápico que inhibe la ribonucleótido reductasa (no inhibe la ADN
metiltransferasa) en uso durante muchos años en el tratamiento de los síndromes
mieloproliferativos, que produjo aumento importante de la HbF en experimentación
animal y casos humanos. De administración oral, es relativamente bien tolerada y
fácil de usar. Se utilizó por primera vez para el tratamiento de la EF en 1984. En el
estudio multicéntrico MSH (Tabla 2) se ha constatado que en adultos con EF mo-
derada y grave produce una marcada disminución, casi a la mitad, de la frecuencia
de crisis dolorosas y STA, de la necesidad transfusional y hospitalizaciones; y tras
nueve años de seguimiento, los pacientes tratados han mostrado mejor supervivencia.
Se ha reunido una gruesa experiencia clínica en el tratamiento de la EF en los últimos
25 años.
El mecanismo por el cual la HU aumenta la HbF no está totalmente aclarado. Di-
versos elementos genéticos modulan la respuesta HbF a la HU. De la variación HbF,
aproximadamente un 40% se debe al locus productor de células F ligado al cromo-
soma X, y sólo un 14% es atribuible al haplotipo del cluster βS. Se ha relacionado un
determinado locus 6q con la respuesta a HU.
El efecto primario citotóxico de la HU se basa en su capacidad de inhibir la ribonu-
cleótido reductasa uniéndole dos moléculas de hierro e inactivando un radical tirosil
crítico, por lo que altera la síntesis del ADN en las células de rápida división. Este
efecto citotóxico de la HU reduce la producción de hematíes ricos en HbS producidos
por los precursores de rápida división, y favorece la producción de hematíes con alto
contenido de HbF o células F producidos por progenitores de división menos rápida.
Eliminando células en ciclo, la HU cambia la cinética de la proliferación eritroide,
forzando la producción de más células F (Figura 3).
Otro efecto potencialmente importante es que el metabolismo de la HU resulta en
la producción de óxido nítrico. El óxido nítrico estimula la guanilato ciclasa soluble
(enzima que contiene hierro hemínico) en una reacción que resulta en la producción
de HbF, como han mostrado observaciones in vitro. In vivo se ha demostrado que la
HU genera óxido nítrico, que da lugar a la activación de la señal óxido nítrico/GMPc
con sobrerregulación de la expresión γ-globina en los pacientes EF. La producción
de óxido nítrico compensaría la pérdida de óxido nítrico endógeno por hemólisis
intravascular.
212
M.P. Ricard
Sin tratamiento con hidroxiurea Con tratamiento con hidroxiurea
Médula ósea
Célula madre La hidroxiurea podría
inducir directamente la
producción de células F por
estimulación de la guanilato La hidroxiurea
Célula progenitora ciclasa soluble mata las células
en ciclo por
inhibición de la
ribonucleótido
reductasa
Células
precursoras
Desoxigenación
Desoxigenación
Formación de sedimento
Disminución de la formación
viscoso y vasooclusión
de sedimento viscoso
y de la vasooclusión
Disminución del
Disminución del daño daño vascular (?)
Isquemia y necrosis Disminución de la de membranas • Disminución de la
• Médula ósea: crisis Daño de membranas isquemia y de la necrosis • Disminución del daño inflamación
dolorosa Ligandos de superficie anormales • Médula ósea: oxidativo • Disminución de la
• Pulmones: síndrome de disminución de las crisis • Disminución del daño proliferación
tórax agudo Gestión de óxido nítrico
anormal dolorosas por estiramiento y
• Bazo (crónico): asplenia • Pulmones: disminución mecánico
funcional del síndrome de tórax • Daño por
• Estrechamiento de • Daño oxidativo agudo transporte anormal o
arterias cerebrales: • Daño por estiramiento o Disminución del • Disminución de la deshidratación más
accidente cerebrovascular mecánico óxido nítrico mortalidad normalizado
• Daño por transporte • Bazo (crónico): Óxido nítrico
anormal o deshidratación disminución de la asplenia más normal
funcional (?)
• Menos estrechamiento Normalización de la vida
de arterias cerebrales: media de los hematíes
disminución de accidentes Disminución de la hemólisis
cerebrovasculares (?) extravascular
Disminución de la vida media
Disminución de la hemólisis
de los hematíes
intravascular
• Hemólisis extravascular
• Hemólisis intravascular
Figura 3. Platt OS: Hydroxiurea for the treatment of sickle cell anemia.
NEJM 2008; 358: 1362-9
213
Inducción de la producción de HbF
214
M.P. Ricard
Tabla 4. Resultados de estudios en adultos con enfermedad
falciforme tratados con hidroxiurea
Resultado Efecto
Marcadores hemoperiféricos
■ Hemoglobina ■ Aumento (alto grado de evidencia)
■ % HbF ■ Aumento (alto grado de evidencia)
■ Volumen corpuscular medio ■ Aumento (alto grado de evidencia)
Resultados clínicos
■ Crisis dolorosas ■ Disminución (alto grado de evidencia)
■ Hospitalizaciones ■ Disminución (alto grado de evidencia)
■ Transfusión ■ Disminución (alto grado de evidencia)
■ Priapismo ■ No evaluado
■ Sepsis ■ No evaluado
Mortalidad
Disminución (bajo grado de evidencia)
Brawley OW, Llewellyn JC, Edwards LR, et al. National Institutes of Health Consensus
Development Conference statement: Hydroxyurea treatment for sickle cell disease. Ann Intern
Med 2008; 148: 932-8
La evidencia es fuerte en adultos, pero más limitada en niños (Tablas 4 y 5). Exis-
ten estudios que han mostrado eficacia clínica y seguridad a corto plazo del uso
de HU en niños con EF, pero no se han realizado estudios aleatorios a gran escala
en la población infantil, y la evidencia disponible (una única serie prospectiva de
tratamiento, muestra pequeña y seguimiento corto) muestra mejora de las variables
hemoperiféricas, reducción de la hospitalización y no interfiere –incluso mejora– el
crecimiento y el desarrollo de los niños con EF. La terapia con HU en niños tiene
en líneas generales el mismo efecto que en adultos en los eventos agudos y, además,
puede prevenir la disfunción esplénica, daño arterial cerebral y ACVA secundario.
La conferencia de consenso NIH reconoce que en el caso de los niños resulta difí-
cil extraer conclusiones definitivas sobre el efecto de la HU en la mortalidad. Estu-
dios actualmente en curso quizá ofrezcan más información sobre los beneficios de la
HU en la prevención del daño orgánico de la EF, historia de ACVA y sobrecarga de
215
Inducción de la producción de HbF
Resultados clínicos
■ Crisis dolorosas ■ Disminución (grado medio de evidencia)
■ Hospitalizaciones ■ Disminución (alto grado de evidencia)
■ Transfusión ■ Datos insuficientes
■ Priapismo ■ No evaluado
■ Sepsis ■ No evaluado
Mortalidad
Datos insuficientes
Brawley OW, Llewellyn JC, Edwards LR, et al. National Institutes of Health Consensus
Development Conference statement: Hydroxyurea treatment for sickle cell disease.
Ann Intern Med 2008; 148: 932-8
216
M.P. Ricard
estos estudios incluyen la prevención del daño orgánico renal y esplénico y la mejoría
de los marcadores hemoperiféricos predictiva de evolución clínica a largo plazo.
La HU, con buena absorción por vía oral, aumenta la hemoglobina total de 0,6 a
1,5 g/dL sobre la basal en EF y síndromes talasémicos. Se ha observado que la HbF
aumenta rápidamente, aunque con un plazo de seis semanas para la respuesta de la
hemoglobina total, que posteriormente desciende, sugiriendo inhibición celular. Mu-
chos ensayos clínicos han demostrado los beneficios de la HU como inductor de la
HbF, con mejores respuestas en niños que en adultos, y reducción de las complicacio-
nes clínicas y de la mortalidad. En estudios en más de 100 niños que toleraron dosis
máximas del fármaco durante varios años, se logró aumento sostenido de la HbF en
cerca del 20%. Como factores asociados a mejores respuestas de HbF se describen
la capacidad de tolerar los efectos supresores de la HU (relacionada con la reserva
medular), HbF basal más alta, reticulocitos, hemoglobina total, cifra de leucocitos y
supresión del crecimiento de colonias eritroides de sangre periférica tras recibir HU.
Desafortunadamente no es posible predecir qué pacientes responderán a HU.
La HU está indicada en el tratamiento de adultos con EF moderada-severa, típica-
mente aquellos con tres o más crisis dolorosas y/o STA en el año previo. Los expertos
recomiendan:
■ Iniciarla sólo en pacientes con cifras hemoperiféricas consideradas aceptables
(definida como neutrófilos < 2.000/µL, Hb < 4,5 g/dL, reticulocitos < 80.000/µL
o plaquetas < 80.000/µL). Continuar en ciclos de doce semanas hasta una dosis
217
Inducción de la producción de HbF
máxima de 35 mg/kg. La dosis media máxima tolerada fue 21,3 mg/kg/día, siete
días/semana.
■ En caso de mielosupresión, el tratamiento se interrumpe hasta la recuperación he-
matológica, que en general se produce en dos semanas.
■ Si recuperación hematológica, reiniciar la administración de HU a dosis 2,5 mg/kg
Con esta estrategia, en menos de seis meses los pacientes se estabilizan en su dosis
máxima tolerada, y con el tiempo el seguimiento puede ser más flexible. Una vez que
la dosis máxima tolerada resulta en una situación hemoperiférica estable, la monito-
rización puede ser mensual durante cuatro meses, posteriormente trimestral durante
un año, para terminar en cada 3-6 meses en años subsiguientes. Durante los primeros
cuatro meses se debe evaluar mensualmente la función hepática y renal ante la posi-
bilidad de reacciones idiosincrásicas a la HU. La cifra de HbF debe controlarse cada
3-4 meses para valorar la eficacia del tratamiento.
Éste es el protocolo de la Guía NIH de manejo de la EF, donde se especifica que el
tratamiento estaría indicado en pacientes con episodios dolorosos frecuentes (tres o
más en el año previo), historia de STA y otros episodios vasooclusivos, o anemia gra-
ve sintomática. Incluso antes de establecerse la dosis máxima tolerada, aumenta el
número de células F y comienzan a notarse los efectos clínicos del tratamiento. A los
seis meses, la HbF es típicamente el doble de la basal, la hemoglobina total aumenta
1 g/dL y se reducen las cifras de reticulocitos, LDH y bilirrubina. Los pacientes res-
pondedores tienen una considerable reducción de la hemólisis, con un cambio en la
supervivencia eritroide desde el 34% del valor normal antes del tratamiento hasta un
80% del valor normal durante el tratamiento.
Los efectos adversos del tratamiento con HU se consideran a corto plazo a aquellos
que se producen en los seis primeros meses de iniciado el tratamiento, y a largo plazo
a los problemas crónicos o producidos tras los primeros seis meses de tratamiento,
éstos en general permanentes e irreversibles, pero aún no probados (Tabla 6). El
desarrollo de úlceras en las piernas, comunes en los adultos falciformes, no parece
estar afectado por el tratamiento con HU. Los niños de 5-15 años afectos de EF tra-
tados con HU muestran un crecimiento similar a los no tratados con HU. El riesgo
de cáncer no parece diferir entre los afectos de EF que reciben HU y los que no. La
Conferencia de Consenso NIH 2008 concluye que dada la historia natural de la EF,
con frecuentes y graves crisis dolorosas y daño orgánico irreversible (ojos, cerebro,
corazón, pulmones, riñones, hígado, huesos y bazo), los riesgos de la HU son acep-
tables comparados con la EF evolucionando sin tratamiento.
El Centro para la Evaluación de Riesgos para la Reproducción Humana ha elaborado
recientemente un informe de la toxicidad reproductiva de la HU, que puede aumentar
el riesgo de anomalías fetales si se administrase a gestantes, con potenciales efectos
adversos sobre la espermatogénesis, por lo que el consejo reproductivo es esencial.
218
M.P. Ricard
Tabla 6. Efectos colaterales del tratamiento con hidroxiurea
en pacientes con enfermedad falciforme
Efecto colateral Comentario
A corto plazo
■ Leucopenia, trombocitopenia, ■ Frecuente, esperable y dosis-dependiente.
anemia ■ Típicamente puede anticiparse y
prevenirse suspendiendo temporalmente
la HU o disminuyendo su dosis
■ Habitualmente se resuelve en el plazo de
1-2 semanas
■ Náusea (habitualmente leve)* Infrecuente
■ Rash cutáneo
■ Neumonitis
El cuidado de los pacientes con EF debe ser longitudinal a lo largo de toda su vida.
El sufrimiento es tremendo para muchos pacientes afectos, con dolor asociado a la EF
muchos días de su vida, y no recurren a los servicios sanitarios hasta que los síntomas
son fulminantes, acudiendo principalmente a los servicios de urgencias y corta estan-
219
Inducción de la producción de HbF
cia para el control del dolor. Por ello, las publicaciones apoyan el manejo conjunto con
atención primaria incluso en los pacientes en tratamiento con HU, destacando el rol del
médico de atención primaria familiarizado con los efectos secundarios de la medica-
ción y capaz de llevar a cabo un seguimiento estrecho del paciente falciforme.
La Conferencia de Consenso NIH 2008 destaca la efectividad de la terapia con
HU, como el efecto terapéutico de la intervención en pacientes en su medio real. La
eficacia de la HU en el tratamiento de los adultos EF está establecida, pero los datos
de efectividad son limitados, aunque parece que sería muy efectiva. Se desconoce el
número real de pacientes falciformes en tratamiento con HU. No todos los pacientes
tratados con HU tienen una respuesta clínicamente significativa o sostenida. Aunque
muchos factores pueden hacer fracasar el tratamiento, es común la mala adherencia
al mismo y debe investigarse siempre, ya que el hecho de que la respuesta clínica
requiera a menudo 3-6 meses de tratamiento disminuye la adherencia, que afecta
sustancialmente a esta efectividad. Otras razones podrían ser una reserva medular
disminuida que impide alcanzar una dosis óptima, además de factores genéticos.
Muchos médicos prefieren usar la HU con la dosis que clínicamente funciona o que
por posología resulta más fácil de prescribir, según las formulaciones comerciales
disponibles en las oficinas de farmacia, y de cumplimentar por el paciente, aun-
que no se ciña estrictamente a este protocolo descrito, permitiendo el tratamiento en
muchos casos a pesar de que muchos enfermos no realizan un seguimiento médico
continuado por diversos motivos.
A pesar de la eficacia de la HU, un 70% de los pacientes que se beneficiarían
de ella no reciben el fármaco, cuando los estudios observacionales tanto en adultos
como en niños apoyan el uso de HU para reducir complicaciones de la EF (dolor,
hospitalizaciones, transfusión y STA) y la mortalidad. Estas razones no están cla-
ras; precisamente algunos de los enfermos más graves fueron excluidos de estudios
previos (gestación, adicción a drogas, infección por VIH, ACVA en los seis últimos
años, terapia prolongada con opioides). Posiblemente el recelo de pacientes y médi-
cos sobre la efectividad de la HU en la EF y efectos adversos sea un factor fundamen-
tal, así como la falta de profesionales expertos en el tratamiento de pacientes afectos
de EF, pero se reconocen una serie de obstáculos inherentes a los sistemas sanitarios,
como falta de financiación, aislamiento geográfico, falta de coordinación, proble-
mas en la transición de los cuidados pediátricos a adultos, inadecuado apoyo para el
cuidado de los pacientes, lento desarrollo y promoción del tratamiento con HU por
falta de interés comercial, ausencia o escasa influencia de las asociaciones grupales
de la EF, barreras culturales y lingüísticas para el cuidado adecuado. Las solucio-
nes requerirían promover modelos de cuidado multidisciplinar con participación de
educadores sanitarios, trabajadores sociales, médicos y enfermeros, para mejorar el
estado físico y salud mental de los pacientes, así como las estructuras financieras
para dicho cuidado, utilizar materiales escritos y visuales cultural y lingüísticamente
adecuados, y formación de los profesionales sanitarios para adquirir y mantener la
competencia en el cuidado de los pacientes con EF.
220
M.P. Ricard
La Conferencia de Consenso NIH 2008 apoya el tratamiento con HU en la EF, pero
reconoce que se requiere investigación para mejorar la aplicación de esta medida,
con desarrollo de sistemas de vigilancia con registros (que contengan datos demo-
gráficos, de laboratorio, clínicos, de tratamiento y evolución) y estudios de eficacia
adicionales (determinar dosificación óptima, identificar los factores que predicen
respuesta clínica y no respuesta a HU, cuándo comenzar el tratamiento con HU y
hasta cuándo mantenerla) que determinarán qué pacientes se beneficiarán del trata-
miento con HU, así como estudios adicionales sobre su seguridad, efectividad clínica
y coste-efectividad.
La EPO tiene un efecto aditivo a la HU en pacientes con niveles bajos de EPO
endógena, que se considera factor pronóstico para establecer planes terapéuticos y
monitorizar respuestas a los inductores de la HbF.
La HU parece ser tan efectiva en pacientes con HbS/β-talasemia como en aquellos
con HbSS, llegando a alcanzar una HbF de 23% tras ocho meses de tratamiento. En
EE UU la mayoría de los pacientes con HbS/β+ -talasemia tienen una HbA del 20-
30% y, por tanto, menor gravedad clínica que la HbSS, de forma que la mayoría no
presentan síntomas que precisen tratamiento con HU.
Cuando los pacientes HbSC reciben tratamiento con HU se produce un aumento
del VCM con caída del CHCM, del porcentaje de células hiperdensas y de la reticu-
locitosis.
Decitabina
La reciente introducción de la decitabina (5-aza-2-deoxicitidina) como nuevo aná-
logo de la 5-aza que no se incorpora al ARN ha renovado el interés en la terapia
hipometilante del ADN para la inducción de la producción de HbF en la EF, donde
el fármaco logra aumento significativo de la síntesis de γ-globina, de los niveles de
HbF y de los hematíes ricos en HbF (células F), con la particularidad de que este
aumento de HbF se produce en el 100% de los pacientes EF tratados, incluso en los
no respondedores a HU. Este fármaco logra aumento HbF a un promedio de 12-14%,
con adicional reducción de la adhesividad eritroide en pacientes falciformes adultos
refractarios a HU. Pero se requieren estudios más extensos que confirmen la eficacia
y seguridad de la decitabina en la EF. Además, es de administración parenteral y por
su perfil de toxicidad no se ha evaluado en ensayos pediátricos.
221
Inducción de la producción de HbF
Agentes eritropoyéticos
La EPO aumenta la hemoglobina total en 1-2 g/dL sobre la basal en 6-8 semanas de
tratamiento en individuos con supervivencia normal de la serie roja. Las diversas
formulaciones, en diferentes dosis y pautas terapéuticas, han logrado aumentos de
hemoglobina total de 1-3 g/dL en pacientes con talasemia intermedia (mejores res-
puestas en niños), disminuyendo la necesidad transfusional en pacientes con talase-
mia mayor. También resulta útil en los pacientes de más edad, en los que los niveles
de EPO endógena van declinando.
Terapias combinadas
La infancia puede ser el momento idóneo para introducirlas, sobre todo con agentes
no mutagénicos, mientras la reserva eritropoyética medular está conservada y antes
de que se produzca daño orgánico. Se trataría de utilizar agentes con efectos aditivos
o sinérgicos en combinación, como la EPO y la HU o algún DAGCC, que ofrecerían
222
M.P. Ricard
Tabla 7. Fármacos con efecto aditivo probable en β-talasemias
Problema Grupo terapéutico
Talasemia intermedia/mayor
HbF > 60% y EPO > 160 mU/mL ■ Derivados de ácidos grasos de cadena corta
Total Hb ≥ 6 g/dL (SCFAD) estimulantes de la globina fetal
■ Hidroxiurea en algunos
Talasemia intermedia
HbF < 30% y EPO < 100 mU/mL ■ SCFAD eritropoyéticos
Total Hb > 5 g/dL ■ SCFAD estimulantes del gen β-globina y
agentes estimulantes de la eritropoyesis (ESA)
Talasemia mayor ■ Agentes estimulantes de la eritropoyesis (ESA)
Total Hb < 5 g/dL + segundo agente
■ Estimulantes del gen γ-globina — SCFAD
■ Decitabina/5-azacitidina — SCFAD
Perrine SP. Fetal globin stimulant therapies in the beta-hemoglobinopathies: principles and
current potential. Pediatric Annals 2008; 37: 339-46
BIBLIOGRAFÍA
Ashley-Koch A, Yang Q, Olney RS. Sickle haemoglobin (HbS) allele and sickle cell disease:
a HuGE review. Am J Epidemiol 2000; 151: 839-45.
Bonds DR. Three decades of innovation in the management of sickle cell disease: the road to
understanding the sickle cell disease phenotype. Blood Rev 2005; 19: 99-110.
Brawley OW, Llewellyn JC, Edwards LR, et al. National Institutes of Health Consensus De-
velopment Conference statement: hydroxyurea treatment for sickle cell disease. Ann In-
tern Med 2008; 148: 932-8.
Charache S, Terrin ML, Moore RD, et al. Effect of hydroxyurea on the frecuency of painful
crises in sickle cell anemia. NEJM 1995; 332: 1317-22.
Frenette PS, Atweh GF. Sickle cell disease: old discoveries, new concepts, and future prom-
ises. J Clin Invest 2007; 117: 850-8.
223
Inducción de la producción de HbF
Hebbel RP. Pathobiology of sickle cell disease. En: Hoffman R, Benz EJ, Shattil SJ, Furie B,
Cohen HJ, Silberstein LE, McGlave P (eds.). Hematology. Basic principles and practice.
4.ª edición. Philadelphia: Churchill Livingstone; 2005; 36: 591-604.
Kato GJ, Gladwin MT, Steinberg MH. Deconstructing sickle cell disease: reappraisal of the role
of hemolysis in the development of clinical subfenotypes. Blood Rev 2007; 21: 37-47.
Metha SR, Afenyi-Annan A, Byrns PJ, Lottenberg R. Opportunities to improve outcomes in
sickle cell disease. Am Fam Physician 2006; 74: 303.
Perrine SP. Fetal globin stimulant therapies in the beta-hemoglobinopathies: principles and
current potential. Pediatric Annals 2008; 37: 339-46.
Platt OS. Hydroxyurea for the treatment of sickle cell anemia. NEJM 2008; 358: 1362-9.
Saunthararajah Y, Vichinski EP, Embury SH. Sickle cell disease. En: Hoffman R, Benz EJ,
Shattil SJ, Furie B, Cohen HJ, Silberstein LE, McGlave P (eds.). Hematology. Basic prin-
ciples and practice. 4.ª edición. Philadelphia: Churchill Livingstone; 2005; 37: 605-44.
Steinberg MH. Management of sickle cell disease. NEJM 1999; 340 (13): 1021-30.
Steinberg MH. Predicting clinical severity in sickle cell anemia. Br J Haematol 2005; 129:
465-81.
Steinberg MH. Pathophysiologically based drug treatment of sickle cell disease. Trends in
Pharmacological Sciences 2006; 27: 204-10.
224
Trasplante de progenitores
hematopoyéticos
Cristina Díaz de Heredia
Servicio de Hematología y Oncología Pediátricas.
Hospital Universitario Vall d’Hebron. Barcelona
225
Trasplante de progenitores hematopoyéticos
226
C. Díaz de Heredia
Tabla 2. Resultados del TSCU de hermano idéntico
n Acondicionamiento EICH EICH Fallo Muertes
agudo crónico de
injerto
Locatelli, 11 BU+CF+ATG 0 0 1 0
Blood 2003 BU+FLU+ATG
Bernaudin, 11 BU+CF+ATG 0 0 1 0
Blood 2007
ATG: globulina antitimocítica; BU: busulfan; CF: ciclofosfamida; FLU: fludarabina
227
Trasplante de progenitores hematopoyéticos
Contraindicaciones
■ Edad > 15 años.
■ Ausencia de hermano HLA idéntico.
■ Uno o más de los siguientes criterios:
228
C. Díaz de Heredia
idéntico ha demostrado ser una fuente válida para el trasplante de estos pacientes. En
este caso es muy importante infundir una celularidad adecuada (CN > 3 × 107/kg).
La sangre periférica no se considerará una fuente de progenitores adecuada por el
mayor riesgo de EICH crónica.
Tratamiento de acondicionamiento
En principio, se aconseja utilizar un régimen mieloablativo con la adición de globu-
lina antitimocítica para conseguir un injerto estable. El tratamiento de acondiciona-
miento más utilizado es busulfan, ciclofosfamida y globulina antitimocítica.
En pacientes con EF sintomática y disfunciones orgánicas, el uso de un régimen
de acondicionamiento de intensidad reducida es una opción muy atractiva. Sin em-
bargo, la experiencia con estos regímenes todavía es escasa y se consideran en fase
de investigación.
■ Evitar la policitemia.
BIBLIOGRAFÍA
Bernaudin F, Socie G, Kuentz M et al. Long-term results of related myeloablative stem-cell
transplantation to cure sickle cell disease. Blood 2007; 110: 2749-56.
Bhatia M, Morris E, Moore V, et al. A pilot study of reduced intensity conditioning (RI) with
busulfan (BU), fludarabine (FLU), and alemtuzumab followed by allogeneic stem cell
transplantation (allosct) to induce sustained mixed donor chimerism in patients with symp-
tomatic sickle cell disease (SCD). 2009 BMT Tandem Meetings (CIBMTR/ ASBMT). Ab-
stract 56.
229
Trasplante de progenitores hematopoyéticos
Horan JT, Liesveld JL, Fenton P, et al. Hematopoietic stem cell transplantation for multiply
transfused patients with sickle cell disease and thalassemia after low-dose total body ir-
radiation, fludarabine, and rabbit anti-thymocyte globulin. Bone Marrow Transplant 2005;
35: 171-7.
Iannone R, Casella JF, Fuchs EJ, et al. Results of minimally toxic nonmyeloablative trans-
plantation in patients with sickle cell anemia and beta-thalassemia. Biol Blood Marrow
Transplant 2003; 9: 519-28.
Krishnamurti L, Kharbanda S, Biernacki MA, et al. Stable long-term donor engraftment fol-
lowing reduced-intensity hematopoietic cell transplantation for sickle cell disease. Biol
Blood Marrow Transplant 2008; 14 (11): 1270-8.
Locatelli F, Rocha V, Reed W. Related umbilical cord blood transplantation in patients with
thalassemia and sickle cell disease. Blood 2003; 101: 2137-43.
Panepinto JA, Walters MC, Carreras J, et al. Matched-related donor transplantation for sick-
le cell disease: report from the Center for International Blood and Transplant Research. Br
J Haematol 2007; 137: 479-85.
Vermylen C, Cornu G, Ferster A et al. Hematopoietic stem cell transplantation for sickle cell
anemia in the first 50 patients trasplanted in Belgium. Bone Marrow Transplant 1998; 22:
1-6.
Walters MC, Storb R, Patience M, et al. Impact of bone marrow transplantation for symp-
tomatic sickle cell disease: an interim report. Multicenter investigation of bone marrow
transplantation for sickle cell disease. Blood 2000; 95: 1918-24.
230
Otras terapias
Juncal Pardo de Torres (1), Jorge Sánchez-Calero Guilarte (2)
(1)
Servicio de Farmacia y (2) Servicio de Hematología.
Hospital Universitario de Móstoles (Madrid)
ASPECTOS DE LA FISIOPATOLOGÍA DE LA
ENFERMEDAD FALCIFORME Y SUS IMPLICACIONES
SOBRE EL TRATAMIENTO
Las nuevas aproximaciones al tratamiento de la enfermedad falciforme (EF) están
fundamentadas en los avances en el conocimiento de su compleja fisiopatología.
Aunque el hecho biológico esencial sea la producción de una hemoglobina anor-
mal, la hemoglobina S (HbS) con tendencia a formar polímeros, las consecuencias
de dicha alteración estructural intracorpuscular van más allá del eritrocito. La va-
sooclusión es consecuencia de una serie de factores que se inician con la polime-
rización de la deoxihemoglobina S y la posterior interacción entre los hematíes
falciformes y el endotelio vascular. De hecho, la EF puede ser considerada como
una vasculopatía con daño endotelial inducido por la presencia de drepanocitos o
hematíes falciformes, junto a una combinación de diferentes mecanismos fisiopa-
tológicos: inflamación, producción de radicales oxidantes y disminución de óxido
nítrico.
Polimerización de la HbS
La deoxigenación condiciona la formación de polímeros de HbS que, a su vez, ini-
cian una variedad de cambios celulares y daño tisular. La HbF no se incorpora a los
polímeros. El proceso de polimerización guarda una relación directa con la concen-
tración celular de HbS.
231
Otras terapias
Daño endotelial
Además del efecto sobre la deformación de los hematíes, el proceso de polimeriza-
ción de la hemoglobina de pacientes con EF tiene efectos sobre la membrana de los
hematíes, con exposición hacia el espacio extracelular de epítopos de proteínas y de
glicolípidos que normalmente están orientados hacia el interior de la célula. Como
consecuencia de estos cambios estructurales de la membrana, se produce un incre-
mento en la adhesividad de los hematíes hacia las células endoteliales. La perturba-
ción del endotelio afecta a la producción de óxido nítrico, con efectos sobre los vasos
(vasoconstricción) y protrombóticos.
LA COMPLEJIDAD FISIOPATOLÓGICA
DE LA ENFERMEDAD FALCIFORME
OFRECE MÚLTIPLES OPORTUNIDADES
DE ACTUACIÓN TERAPÉUTICA
Se recopilan en la Tabla 1. Es posible actuar sobre cualquiera de los mecanismos
fisiopatológicos anteriormente expuestos, bien de forma aislada, bien combinando
tratamientos.
Polimerización de HbS
Varios fármacos producen un incremento de la producción de HbF, con el resultado
final de reducir la concentración intracelular de HbS:
■ Hidroxiurea (HU). Es el único fármaco aprobado por la FDA para su uso clínico
en EF. Los aspectos relacionados con la utilización clínica de este fármaco están
ampliamente desarrollados en el capítulo correspondiente de esta guía (ver capítulo
6 de la parte IV de esta guía).
232
J. Pardo de Torres, J. Sánchez-Calero
■ 5-azacitidina: el primer fármaco con efecto inductor de la producción de HbF,
mecanismo de acción: hipometilación del gen HbF; sin embargo, sus efectos secun-
darios limitan su desarrollo clínico.
■ Decitabina: análogo de la 5-azacitidina, con similar efecto inductor de la produc-
ción de HbF, pero mejor perfil de seguridad. Ensayos clínicos con la administra-
ción de este fármaco (decitabina 0,2 mg/kg/s.c. 1-3 veces/semana) han mostrado
cierta eficacia para incrementar los niveles de HbF en pacientes sin respuesta pre-
via a HU.
■ Ácidos grasos de cadena corta: butirato; inhibe deacetilación de las histonas; in-
Deshidratación celular
Estudios sobre los mecanismos de membrana implicados en la deshidratación eritro-
citaria han permitido el desarrollo de tratamientos específicos que reducen la densi-
dad celular y la polimerización de HbS. Ningún compuesto de este grupo terapeútico
ha alcanzado aún aprobación para uso clínico, aunque el nivel de investigación se
encuentra bastante avanzado en muchos casos (estudios fase II y III). Queda por di-
lucidar el potencial clínico de estos fármacos, sólos o en combinación con fármacos
inductores de la producción de HbF.
■ Inhibición de KCl co-transport. Magnesio: el magnesio disminuye la pérdida de
potasio y agua intracelulares (estudios in vitro con hematíes con HbSS). Se han
realizado estudios clínicos con magnesio oral (0,6 meq/kg/día de magnesio) que
muestran una disminución en el porcentaje de células densas. Estudios prelimina-
res sugieren un beneficio clínico al mostrar una disminución de crisis vasooclusi-
vas. Un estudio ha sugerido que la administración de sulfato de magnesio por vía
i.v. reduce la estancia hospitalaria en las crisis vasculares.
■ Inhibición de canales Gardos.
233
Otras terapias
fármaco con amplia experiencia clínica en otras indicaciones, poco tóxico y poten-
cialmente útil en EF.
234
J. Pardo de Torres, J. Sánchez-Calero
Daño endotelial
Los pacientes con EF
Eficacia clínica Ensayos y niveles disminuidos
clínicos** de apolipoproteína A-I
(apoA-I) tienen mayor
grado de disfunción en-
— dotelial. Está en estudio
Posible reducción del dolor y síntomas — el posible beneficio de la
anémicos administración de nia-
cina en estos pacientes
En pacientes tratados con hidroxicarbamida, NCT00270478
(la niacina está aprobada
reducción de la supresión eritrocitaria
para su uso clínico en pa-
Posible mejoría de úlceras en piernas NCT00004412
cientes con aterosclerosis
y niveles bajos de apoA-I
y colesterol HDL). En un
Posible reducción de episodios NCT00040456 estudio sobre modelos
vasooclusivos NCT00532883 animales de drepanocito-
— sis se ha visto el beneficio
— sobre la disfunción endo-
telial de L4F, un péptido
— mimético de apoA-I.
Por otro lado, existen
fármacos con actividad
Posible reducción de episodios NCT00094887 inhibidora del recep-
vasooclusivos NCT00142051 tor de endotelina-1, una
NCT00029731 hormona peptídica con
Posible mejoría de la hipertensión NACT00352430 potente efecto vasocons-
pulmonar y priapismo NCT00492531 trictor. Existen varios
— fármacos con actividad
— inhibidora del receptor
—
de endotelina, entre ellos
el bosentan. Se ha reali-
**http://www.clinicaltrials.gov
***Ver capítulo anterior zado un ensayo clínico
con bosentan en pacien-
tes con EF y HTP.
■ Inhibición de la adhesión intercelular: las interacciones anormales entre drepa-
235
Otras terapias
ha realizado algún estudio piloto con pacientes con EF en los que se produce una
disminución de la activación endotelial.
■ Óxido nítrico. La hemólisis intravascular reduce la disponibilidad de óxido nítri-
co, puesto que la hemólisis libera hemoglobina y arginasa. La hemoglobina libre
consume óxido nítrico cuando se convierte en metahemoglobina. La arginasa con-
sume arginina, que es el sustrato de la óxido nítrico-sintetasa. La alteración del
metabolismo de óxido nítrico en la EF, con desequilibrio entre el consumo de óxido
nítrico y la disponibilidad del mismo, ha llevado a explorar tratamientos orientados
a restablecer dicho desequilibrio.
■ La administración de óxido nítrico inhalado (INOmax ) ha mostrado beneficio
®
que promueve la acumulación de cGMP (con efectos sobre la acción de óxido ní-
trico) y puede ser de utilidad clínica en pacientes con hipertensión pulmonar. Este
fármaco está aprobado para su uso en pacientes con HTP idiopática y está en mar-
cha un ensayo clínico para evaluar su eficacia en pacientes con HTP y EF.
TERAPIA GÉNICA
Aunque aún está en fase experimental, la terapia génica tiene el potencial de resultar
un tratamiento curativo de la EF. La expresión génica está avanzada en el plano téc-
nico (producción de ratones transgénicos con HbSS; producción de plásmidos que
contienen el gen humano de cadena β-globina). Sin embargo, existen dificultades
para conseguir, de forma eficiente y estable en el tiempo, la transferencia y expresión
génica del gen de cadenas β-globina en células hematopoyéticas humanas. Las limi-
taciones derivan fundamentalmente de la complejidad de la expresión de los genes
de cadenas de globina. En este sentido, la incorporación de elementos reguladores de
las cadenas de globina a vectores virales ha supuesto un avance importante. Existen
modelos murinos de talasemia y drepanocitosis en los que se ha conseguido trans-
ferencia y expresión génica de cadenas de globina normales que permiten niveles
terapéuticos de hemoglobina en alguno de los animales.
BIBLIOGRAFÍA
De Franchesi L, Corrocher R. Established and experimental treatments for sickle cell dis-
ease. Haematologica 2004; 89: 348-56.
236
J. Pardo de Torres, J. Sánchez-Calero
Frenette PS, Atweh GF. Sickle cell disease: old discoveries, new concepts, and future prom-
ise. J Clin Invest 2007; 117: 850-8.
Hankins J, Aygun B. Pharmacotherapy in sickle cell disease. State of the art and future pros-
pects. Br J Hematol 2009 (Epub ahead of print).
Hebbel RP, et al. The endothelial biology of sickle cell disease: inflamation and a chronic
vasculopathy. Microcirculation 2004; 11: 129-51.
Kato GJ, Gladwin MT. Evolution of novel small-molecule therapeutics targeting sickle cell
vasculopathy. JAMA 2008; 300: 2638-46.
Kato GJ. Novel small molecule therapeutics for sickle cell disease: nitric oxide, carbon mon-
oxide, nitrite and apolipoprotein A-I. ASH. Hematology 2008: 188-92.
Karlsson S. The first steps on the gene therapy pathway to anti-sickling success [news] Nat
Med 2000; 6: 139.
Nienhuis AW. Development of gene therapy for blood disorders. Blood 2008; 111: 4431-4.
Raghupathy R, Billett HH. Promising therapies in sickle cell disease. Cardiovasc Hematol
Drug Targets 2009; 9: 1-8.
Rodgers GP. Specific therapies for sickle cell disease. UpToDate 2008.
Steinberg MH. Drug treatment for sickle cell disease: The old and the new. ASH 2004; 42-7.
Steinberg MH. Pathophysiologically based drug treatment of sickle cell disease. Trends in
Pharmacological Sciences 2006; 27: 204-10.
Wang WC. The pharmacotherapy of sickle cell disease. Expert Opinion Pharmacother 2008;
9: 3069-82.
Wu LC, Sun CW, Ryan TM, et al. Correction of sickle cell disease by homologous recombina-
tion in embryonic stem cells. Blood 2006; 108: 1183.
237
Enfermedad tromboembólica
y enfermedad falciforme
Karmele Arribalzaga Juaristi
Servicio de Hematología y Hemoterapia.
Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid)
INTRODUCCIÓN
La enfermedad tromboembólica (ETE) hace referencia a dos síndromes clínicos rela-
cionados entre sí: la trombosis venosa profunda (TVP) y el tromboembolismo pulmo-
nar (TEP), por lo que es sinónimo de enfermedad tromboembólica venosa (ETEV).
En la enfermedad falciforme (EF) predominan, sobre la ETE, otros cuadros vaso-
oclusivos que mencionaremos al final de este capítulo, en relación con el papel que el
tratamiento anticoagulante puede jugar en su manejo.
La ETE en los pacientes con EF presenta peculiaridades epidemiológicas y diag-
nósticas, comparada con la ETE en pacientes sin EF, si bien el tratamiento es el
mismo. A continuación se expone el resultado de una revisión de la literatura más re-
ciente sobre los aspectos relevantes en el manejo de la ETE en los pacientes con EF.
239
Enfermedad tromboembólica y EF
240
K. Arribalzaga
cativas respecto a la población normal, como son: hiperactivación de las plaquetas;
aumento de expresión del factor tisular en las células endoteliales y del factor tisular
circulante; niveles más altos del fragmento 1,2 (F1,2) de la protrombina, dímero D y
complejos trombina-antitrombina (TAT) que denotan génesis de trombina y fibrino-
lisis secundaria; niveles más bajos de FV, FVII, proteína C y proteína S por consumo
crónico. Además, es frecuente el hallazgo de anticuerpos antifosfolípido a títulos sig-
nificativos.
También se observa un estado de activación de la coagulación en individuos con
rasgo falciforme, como lo demuestra el hallazgo de valores significativamente au-
mentados de dímero D, TAT y F1,2; sin embargo, los anticuerpos antifosfolípido, la
proteína C y la proteína S están dentro de límites normales(5).
Los niveles de dímero D, TAT y F1,2 están aumentados de forma directamente
proporcional a la gravedad de la enfermedad según los genotipos (HbAS, HbSC,
HbSS).
El factor V Leiden y la mutación G20210A de la protrombina son raras en los pa-
cientes con EF, dato característico de los individuos de raza negra.
241
Enfermedad tromboembólica y EF
242
K. Arribalzaga
Sospecha clínica de TVP
Positiva Negativa
Diagnóstico Se excluye
TVP diagnóstico TVP
243
Enfermedad tromboembólica y EF
Tratamiento inicial
■ El tratamiento de elección es la heparina de bajo peso molecular (HBPM)(10).
■ Antes de iniciar tratamiento: analítica basal (coagulación, hemograma y función
renal).
■ Comprobar que no hay contraindicación para el tratamiento anticoagulante (Ta-
cada uno de los preparados disponibles (Tabla 4) (para dosis pediátricas, ver apar-
tado correspondiente más abajo). Es preferible la pauta de una dosis diaria por su
mejor cumplimiento. Escogeríamos la pauta de dos dosis diarias si el paciente tiene
riesgo hemorrágico considerable, obesidad muy importante (>120 kg) o se observa
progresión de la trombosis en el seno de tratamiento.
■ En pacientes de más de 80 años o con insuficiencia renal terminal o pesos ex-
244
K. Arribalzaga
Sospecha de TEP
Eco-Doppler bilateral
Positivo Negativo
■ Amenaza de aborto
245
Enfermedad tromboembólica y EF
■ 5.000 UI/0,2 mL
■ 7.500 UI/0,2 mL
Nadroparina Fraxiparina ®
Jeringas precargadas: 3.800 UI/ 85,5 UI/kg/12
y Fraxiparina ■ 2.850 UI/0,3 mL día (si más horas
Forte® (F) ■ 3.800 UI/0,4 mL de 70 kg, o
■ 5.700 UI/0,6 mL poner 171 UI/kg/
■ (F) 11.400 UI/0,6 mL 0,6 mL) 24 horas
■ (F) 15.200 UI/0,8 mL
■ Innohep® 0,25 mL
20.000 0,35 mL
0,45 mL
■ 20.000 UI/mL:
0,5 mL
0,7 mL
0,9 mL
Si IRC severa (CCr < 30 mL/min): se administrará mitad de dosis excepto tinzaparina, que no
precisa ajuste de dosis por estos motivos.
*En ficha técnica de tinzaparina se aconseja ajustar dosis de profilaxis (50 UI/kg ) para pesos
extremos (<60 kg y >90 kg).
246
K. Arribalzaga
Tabla 5. Nomograma de dosificación de HNF intravenosa
continua(12)
TTPA segundos Cambio de Otras medidas Próximo
(cociente) dosis (UI/kg/h) control TTPA
<35 (<1,2) +4 Bolus 5.000 U 6 horas
35-45 (1,2-1,5) +2 Bolus 2.500 U 6 horas
46-70 (1,5-2,3) 0 6 horas*
71-90 (2,3-3,0) –2 6 horas
>90 (>3) –3 Detener 1 h la infusión 6 horas
*Las primeras 24 horas; después, continuar con una determinación diaria.
4-6 horas de una de las dosis de HBPM. El nivel de anti-Xa en rango terapéutico
recomendado es muy variable según distintos autores. Así, basándonos en estudios
farmacodinámicos(11) realizados en sujetos sanos y en nuestra propia experiencia,
el rango terapéutico de anti-Xa que recomendamos es 0,5-0,8 UI/mL medido con
test cromogénico.
■ En postoperados, se recomienda realizar recuento de plaquetas cada 2-4 días entre
los días 4 y 14, para descartar la poco probable trombopenia inducida por heparina
(TIH) de tipo 2.
■ Comenzar el tratamiento con anticoagulantes orales (TAO) entre los días 1 y 3 del
siempre que el paciente esté estable y no exista morbilidad asociada. Las emba-
razadas y los pacientes de edad pediátrica suelen iniciarlo ingresados. También
ingresan los pacientes con sospecha de TEP o TEP confirmado.
■ Tratamiento inicial con heparina no fraccionada (HNF). En algunos pacientes
con elevado riesgo hemorrágico puede estar indicado el tratamiento con HNF, o en
el caso de TEP masivo con contraindicación para el uso de trombolíticos. Se admi-
nistrará un bolo inicial de 5.000 U de HNF seguido de infusión continua endoveno-
sa de 20 UI/kg/hora. Se determinará el tiempo de tromboplastina parcial activado
(TTPA) a las 6 horas del inicio. Después, se seguirán las normas recomendadas por
alguno de los nomogramas existentes (Tabla 5).
247
Enfermedad tromboembólica y EF
■ Alcoholismo
daria, ya que los ensayos clínicos publicados han empleado dosis terapéutica, dosis
profilácticas de alto riesgo a partir del séptimo día (sólo para TVP y durante tres
meses) o dosis intermedias, sin diferencias significativas en cuanto a eficacia y
seguridad entre las distintas pautas. De inclinarse por esta modalidad terapéutica,
deberá usarse la pauta que cada preparado comercial ha demostrado utilidad en los
ensayos clínicos (Tabla 7).
■ Considerando que la EF es una forma de trombofilia hereditaria de riesgo similar o
superior a la mutación de la protrombina, la duración del tratamiento anticoagulante
que se sugiere para los pacientes con EF y ETE se expone en la Tabla 8. Antes de re-
tirar la anticoagulación sería deseable haber objetivado la desaparición del trombo.
248
K. Arribalzaga
Tabla 8. Duración del tratamiento anticoagulante en pacientes
con EF y ETE
Situación Duración del tratamiento
Tromboflebitis superficial HBPM 2-4 semanas
Tromboflebitis superficial que HBPM 6 semanas
afecta a cayado de safena
TVP miembro superior en Retirada del catéter y HBPM (± ACO) 6-8 semanas
relación con catéter central
Primer episodio de TVP/TEP, ■ 6 meses (o hasta desaparición del factor de
secundario a factor de riesgo riesgo). Si TVP distal, 3 meses
transitorio ■ Si TEP o TVP de riesgo muy alto, 12 meses
compromiso vital
249
Enfermedad tromboembólica y EF
250
K. Arribalzaga
Tabla 10. Dosificación de fármacos antitrombóticos
en edad pediátrica
Fármaco Dosis de Dosis inicial de Monitorización
carga U/kg mantenimiento
HNF, i.v. continua
Neonatos < 28 sem gestación 25 15 U/kg/h
Neonatos 28-37 sem gestación 50 15 U/kg/h En todos los casos,
Neonatos >37 sem a 1 mes 100 28 U/kg/h anti-Xa: 0,3-0,7 UI/mL
Niños > 1 mes 75 20 U/kg/h
HBPM/s.c./12 h* (enoxaparina)(13)
Neonatos < 37 sem-1 mes 2 mg/kg
Neonatos > 37 sem-1 mes 1,7 mg/kg
En todos los casos,
Lactantes hasta 1 año 1,5 mg/kg
anti-Xa: 0,5-1,0 UI/mL
Niños de 1-6 años 1,375 mg/kg
Niños > 6 años 1,25 mg/kg
Activador del plasminógeno tisular (rTPA), i.v. continuo
Niños < 3 meses 0,06 mg/kg/h Lisis o disminución
durante 12-96 h del tamaño del
Niños > 3 meses 0,03 mg/kg/h, coágulo**; aumento
máx 2 mg/h, del dímero D
durante 12-96 h
Anticoagulantes orales antivitamina K
Evitar, si posible, hasta el año ■ Warfarina: 0,2 ■ INR 2 veces/sem
de edad mg/kg/día hasta rango
■ Acenocu- ■ Ajuste de dosis,
determinar semanal
x2, quincenal x2 y
después mensual
*Para la administración s.c. a largo plazo puede emplearse el catéter Insuflon®
(Maersk Medical, Lynge, Dinamarca).
**Si a las 24 h no se observa mejoría por eco-Doppler, se puede doblar la dosis.
251
Enfermedad tromboembólica y EF
252
K. Arribalzaga
- No se deben usar los dicumarínicos hasta que la cifra de plaquetas esté por en-
cima de 100.000/µL; y cuando se inicien, siempre asociados a otro tratamiento
específico de TIH; de otra manera, aumenta el riesgo de gangrena de la extremi-
dad trombosada.
- No se recomienda administrar plaquetas en el tratamiento agudo de la trombo-
penia por heparina, dado que generalmente no se produce sangrado asociado. Se
valorará únicamente en sangrados activos por lesiones locales.
■ Anticoagulantes orales
• Sangrado:
- En caso de sangrado amenazante para la vida y con INR prolongado, la anti-
coagulación debe revertirse inmediatamente con Prothromplex® (concentrado de
complejo protrombínico o CCP) o Novoseven® (rFVII) o plasma fresco congela-
do (10-20 mL/kg y la administración parenteral/oral de vitamina K1 (10 mg).
Pauta terapéutica CCP (Prothromplex®):
Si INR > 1,6 y < 4,0 600 UI de CCP (1 vial ) i.v. lenta
Si INR > 4,0 y < 8,0 1.200 UI de CCP (2 viales)
Si INR > 8,0 1.800 UI de CCP (3 viales)
Pauta de Novoseven® (rFVIIa) –de elección en niños y testigos de Jehová, por ser
un fármaco recombinante: Si hemorragia vital, independiente de INR, 70-90 µg/kg
de peso (“redondear” dosis conociendo que hay viales de 1.200 µg, 2.400 µg y 4.800
µg), infusión intravenosa en 2 o 3 minutos.
Otras situaciones:
- En caso de sangrado leve con/sin INR prolongado bastará con suprimir una
dosis de ACO y/o reducir la dosis total semanal; y si el sangrado es moderado, se
podría añadir vitamina K, dosis única de 2-5 mg por vía oral si el INR > 5,0.
253
Enfermedad tromboembólica y EF
254
K. Arribalzaga
Tabla 13. Propuesta de recomendaciones de profilaxis de ETE
en gestantes con EF estratificadas según el riesgo
Riesgo Situación Pauta profiláctica
Muy alto ■ ACO indefinida por episodio de ETE ■ HBPM terapéutica todo el
previo (idiopático; secundario pero embarazo* y cambio a ACO
con compromiso vital; recurrente; en el posparto
con otra trombofilia asociada)
■ Hipertensión pulmonar moderada ■ HBPM terapéutica en el
o grave desarrollada en el curso de embarazo y 6 sem posparto,
la gestación, con/sin ETE previa al menos; después, conside-
rar ACO si hipertensión
pulmonar irreversible
Alto ■ Episodio de ETE previo en otras ■ HBPM profiláctica o
situaciones distintas a las arriba terapéutica durante
expuestas, sin haber recibido el embarazo y 6 sem
profilaxis. Si hubo profilaxis, posparto
considerar riesgo MUY ALTO
■ Sin ETE previa pero presencia de ■ HBPM profiláctica o
otra trombofilia terapéutica durante el
embarazo y 6 sem posparto
■ Sin ETE previa pero presencia de ■ HBPM profiláctica durante el
anticuerpos antifosfolípido embarazo y 6 sem posparto
y AAS 100 mg/día durante el
embarazo
Moderado ■ Sin ETE previa ni otros factores de ■ HBPM profiláctica 6 sem
riesgo posparto
*Los anticoagulantes orales antivitamina K están contraindicados entre las semanas 6 y 12 de
gestación por el riesgo de embriopatía. Al final del tercer trimestre aumentan la incidencia de
complicaciones hemorrágicas.
días antes del parto programado y suspender la HNF 4-6 horas antes del parto,
pudiéndose reanudar 4-6 horas después, según evolución.
■ Hay que advertir a la gestante que ante cualquier síntoma o signo de pródromos de
255
Enfermedad tromboembólica y EF
■ En caso de reposo absoluto durante más de tres días, fractura o esguince en miem-
256
K. Arribalzaga
Tabla 14. Duración de la profilaxis en relación con el tipo de cirugía
Tipo de cirugía Duración
General, urológica, ginecológica, neurocirugía 8-10 días mínimo y hasta
deambulación normal
Oncológica 10 días mínimo; prolongar 3-4
semanas si inmovilización
Prótesis de cadera o rodilla, fractura de cadera 4-6 semanas
Lesión medular aguda 3 meses
257
Enfermedad tromboembólica y EF
CONCLUSIONES
■ La EF es factor de riesgo de enfermedad tromboembólica venosa.
■ Los pacientes con EF deben seguir las mismas recomendaciones de profilaxis pri-
maria y secundaria de la ETE que los pacientes con otras trombofilias de, al menos,
riesgo moderado.
■ Las gestantes con EF, incluso en el mejor de los supuestos, deberían recibir profi-
laxis con HBPM durante, al menos, seis semanas posparto. Al final de la gestación
puede sobrevenir una hipertensión pulmonar que precisaría HBPM terapéutica.
■ En los pacientes con STA de causa indeterminada y evolución desfavorable, hay
BIBLIOGRAFÍA
1. Stein PD, Beemath A, Meyers FA, et al. Deep venous thrombosis and pulmonary embolism
in hospitalized patients with sickle cell disease. Am J Med 2006; 119: 897.e7-897.e11.
2. Austin H, Key NS, Benson JM, et al. Sickle cell trait and the risk of venous thromboem-
bolism among blacks. Blood 2007; 110: 908-12.
3. Ataga KI, Orringer EP. Hypercoagulability en sickle cell disease: a curious paradox. Am J
Med 2003; 115: 721-8.
258
K. Arribalzaga
4. Yamaja Setty BN, Koneti Rao A, Stuart MJ. Thrombophilia in sickle cell disease: the red
cell connection. Blood 2001; 98: 3228-33.
5. Westerman MP, Green D, Gilman-Sachs, et al. Coagulation changes in individulas with
Sickle cell trait. Am J Hematol 2002; 69: 89-94.
6. Chiu D, Lubin B, Roelofsen B, et al. Sickled erythrocytes accelerate clotting in vitro: an
effect of abnormal membrane lipid asymmetry. Blood 1981; 58: 398-402.
7. Wells PS, et al. N Engl J Med 2003; 349: 1227-35.
8. Vichinsky EP, Neumayr LD, Earles AN, et al. Causes and outcomes of the acute chest
syndrome in sickle disease. N Engl J Med 2000; 342: 1855-65.
9. Wells PS, Ginsberg JS, Anderson DR, Kearon C, Gent M, Turpie AG, et al. Use of a
clinical model for safe management of patients with suspected pulmonary embolism. Ann
Intern Med 1998; 129: 997-1005.
10. Rocha E, Martínez-González MA, Montes R, et al. Do the low molecular weight heparins
improve efficacy and safety of the treatment of deep venous thrombosis? A meta-analy-
sis. Haematologica 2000; 85: 935-42.
11. Boneu B, Navarro C, Cambus JP, et al. Pharmacodynamics and tolerance of two nad-
roparin formulations (10,250 and 20,500 anti Xa IU x ml[-1]) delivered for 10 days at thera-
peutic dose. Thromb Haemost 1998; 79: 338-41.
12. Manco-Johnson M. How I treat venous thrombosis in children. Blood 2006; 107: 21-9.
13. Malowany J, Monagle P, Knoppert D. Enoxaprin for neonatal thrombosis: a call for higher
dose for neonates. Thrombosis Research 2008; 122: 826-30.
14. Villers M, Jamison M, De Castro L, et al. Morbidity associated with sickle disease in
pregnancy. Am J Obstet Gynecol 2008; 199: 125.e1-125.e5.
15. Hassell K. Pregnancy and sickle cell disease. Hematol Oncol Clin North Am 2005; 19:
903-16.
16. Raschke RA, Reily BM, Guidry JR, et al. The weight-based heparin dosing nomogram
compared with a “standard care nomogram”. Ann Inter Med 1993; 119: 874-81.
17. Meyer G, Marjanovic Z, Valcke J, et al. Comparison of low-molecular-weight heparin
and warfarin for the secondary prevention of venous thromboembolism in patients with
cancer. Arch Intern Med 2002; 162: 1729-35.
18. Lee A, Levine MN, Baker RI, et al. Low-molecular-weight heparin versus a coumarin for
the prevention of recurrent venous thromboembolism in patients with cancer. N Engl J
Med 2003; 349: 146-53.
19. Monreal M, Zacharski L, Jiménez JA, et al. Fixed-dose low-molecular-weight heparin for
secondary prevention of venous thromboembolism in patients with disseminated cancer:
a prospective cohort study. J Thromb Haemost 2004; 2: 1311-5.
20. Kakkar VV, Gebska M, Kadziola Z, et al. Low-molecular-weight heparin in the acute and
long-term treatment of deep vein thrombosis. Thromb Haemost 2000; 83: 523-9.
21. Francis R, Johnson C. Vascular oclusion in sickle cell disease: current concepts and
unanswered questions. Blood 1991; 77: 1405-14.
22. Salvaggio JE, Arnold CA, Banov CH. Long-term anticoagulation in sickle cell disease. N
Engl J Med 1963; 269: 182-6.
259
Enfermedad tromboembólica y EF
23. Chaplin H, Monroe MC, Malecek AC, et al. Preliminary trial of minidose heparin profilaxis
for painful sickle cell crises. East Afr Med J 1989; 66: 574-84.
24. Wolters HJ, Ten Cate H, Thomas L, et al. Low-intensity oral anticoagulation in sickle cell
disease reverses the prothrombotic state: promises for treatment? Br J Haematol 1995;
90: 715-7.
25. Schnog JB, Kater AP, MacGillavry, et al. Low adjusted dose acenocumarol therapy in
sickle cell disease: a pilot study. Am J Hematol 2001; 68: 179-83.
26. Qari MH, Aljaouni SK, Alardawi MS, et al. Reduction of painful vaso-oclusive crisis of
sickle cell anaemia by tinzaparin in a double-blind randomized trial. Throm Haemost 2007;
98: 392-6.
260