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JOSE CARLOS MARIATEGUI.

José Carlos Mariátegui La Chira; Moquegua, 1894 - Lima, 1930) Ensayista


peruano, uno de los pensadores más influyentes en el ámbito de la
reflexión sobre la cultura y sociedad de su país. Destacado activista
político, fue además el fundador del Partido Socialista Marxista Peruano.

Su madre, Amalia La Chira, se había casado con Javier Francisco


Mariátegui en 1882, en el pueblo de Sayán, de donde ella era originaria.
Poco después fue abandonada por su marido, quien la dejó a cargo de los
tres hijos del matrimonio. Cuando la familia se instaló en Lima, José del
Carmen Eliseo cambió su nombre por el de José Carlos. Durante una
estancia en Huacho, Mariátegui sufrió un accidente que dañó su rodilla
izquierda y, aunque fue tratado en la Maisón de Santé de Lima,
perteneciente a la Beneficencia Francesa, finalmente quedó cojo, lo que
le obligó a abandonar sus estudios escolares. Durante su convalecencia
inició su formación autodidacta con su madre y su hermana mayor.

Para contribuir al sostén de la familia entró a trabajar en el diario La


Prensa como ayudante en los talleres de linotipia y fue ascendiendo
lentamente dentro del periódico. Su deseo de incorporarse al grupo de
redactores lo motivó a publicar en 1911 un artículo sin autorización, pero
a principios de 1914, tras un duro período de aprendizaje periodístico,
comenzó a escribir regularmente como redactor con el seudónimo de Juan
Croniqueur. Más adelante colaboraría en diferentes revistas sociales e
hípicas como Mundo Limeño, Lulú, El Turf, Vesperal y Alma Latina.

Su amistad con Abraham Valdelomar le permitió entrar a formar parte del


entorno del grupo Colónida. Además de sus crónicas periodísticas, escribió
cuentos, poemas y dos obras teatrales, tituladas Las Tapadas y La Mariscala,
escritas en colaboración con Julio de la Paz y Abraham Valdelomar,
respectivamente, que no recibieron buenos comentarios de la crítica.

A mediados de 1916 pasó al diario El Tiempo para realizar la crónica


parlamentaria, lo cual le permitió conocer la política de su época desde
dentro. Sin embargo, mantuvo algunas de sus actitudes decadentistas,
las cuales motivarían un escándalo en noviembre de 1917, cuando,
acompañado de la bailarina suizo-argentina Norka Rouskaya y de un
grupo de escritores, se introdujeron a medianoche en el cementerio de
Lima para ver danzar a la bailarina la Marcha Fúnebre de Chopin.

Durante 1918, bajo la influencia de la revolución rusa, la prédica del


presidente norteamericano Wilson, la revista España de Luis Araquistain
y de las ideas de Víctor Maúrtua, Mariátegui se adhiere al socialismo y
lanza la revista Nuestra Época, dirigida por él mismo y por César Falcón,
de la que sólo vieron la luz dos números, debido a la publicación de un
artículo antimilitarista que motivó un ataque callejero a un grupo de
oficiales. Junto a otros intelectuales y algunos obreros, fundó el Comité
de Propaganda y Organización Socialista, que tuvo muy corta vida debido
a divergencias internas. Por el mismo motivo abandonó diario El Tiempo
a principios de 1919 y fundó La Razón. Codirigido con César Falcón, dicho
periódico apoyó la lucha obrera y la reforma universitaria.

Tras el golpe de Estado de Augusto Leguía (4 de julio de 1919), su línea


periodística fue de radical oposición al régimen, motivo por el cual la
Imprenta Arzobispal se negó a continuar editando el diario. En este estado
de cosas, el gobierno de Leguía ofreció becas para viajar a Europa, así
que Mariátegui partió hacia Italia y César Falcón hacia España.
En Europa se quedaría Mariátegui hasta principios de 1923, en un periplo
en el que recorrió Italia, Francia, Alemania, Austria, Hungría y
Checoslovaquia, aprendió varios idiomas y consolidó su formación política
e ideológica, adhiriéndose al marxismo y a la línea de la Tercera
Internacional o Comintern. Participó como testigo en importantes eventos
como el Congreso del Partido Socialista Italiano en Livorno, el Congreso
Económico Mundial auspiciado por la Sociedad de las Naciones, y las
huelgas obreras en el norte de Italia. Fue también testigo de excepción de
las consecuencias en Europa de la Primera Guerra Mundial: la situación
alemana, el problema de las reparaciones, la derrota del gobierno
soviético húngaro y el ascenso del fascismo italiano. Sus impresiones
fueron publicados por el diario El Tiempo bajo el epígrafe general de
"Cartas de Italia".
En Europa, junto con los peruanos Carlos Roe, Palmiro Machiavelo y César
Falcón, fundó la primera Célula Comunista peruana, que intentaba
impulsar la organización independiente de los obreros peruanos. En 1920
se casó con Anna Chiappe. En marzo de 1923 regresó al Perú y se
incorporó a las Universidades Populares Gonzales Prada, en donde inició
una campaña de difusión de las nuevas tendencias políticas europeas y de
adhesión a la revolución bolchevique de Rusia, a través de un ciclo de
conferencias titulada Historia de la Crisis Mundial. Para poder sostenerse inició
sus colaboraciones en la revista Variedades, publicando artículos sobre
temas europeos bajo el epígrafe general de "Figuras y Aspectos de la Vida
Mundial".
Cuando Víctor Raúl Haya de la Torre fue deportado como consecuencia de las
protestas del 23 mayo de 1923 contra la Consagración del Perú al Corazón
de Jesús, Mariátegui asumió la dirección de la revista Claridad, dándole
una nueva orientación, e impulsó la creación de la Editorial Obrera
Claridad con el fin de publicar y difundir las nuevas ideas. Todas estas
actividades se vieron afectadas en mayo de 1924 por una crisis de su
enfermedad infantil que le obligó a la amputación de su pierna derecha,
condenándolo a usar una silla de ruedas por el resto de su vida.
A pesar de ello, Mariátegui reanudó sus colaboraciones en Variedades y
en la revista Mundial, bajo el epígrafe general de "Peruanicemos al Perú".
En octubre de 1925 funda con su hermano Julio César la Editorial Minerva
y publica su primer libro: La Escena Contemporánea. A principios de 1926 se
adhiere a la organización de la Alianza Popular Revolucionaria Americana
(APRA), impulsada por Haya de la Torre y definida como un frente único
de obreros manuales e intelectuales.

En setiembre de 1926 fundó la revista Amauta. Considerada la más


importante y paradigmática del siglo XX, en sus páginas se publicaron
importantes trabajos de la nueva generación intelectual. Además de las
nuevas corrientes intelectuales, políticas, artísticas y literarias de Europa,
Amauta fue expresión de las dos tendencias más importantes del Perú de
los años 20: el indigenismo y la vanguardia. En junio de 1927, la revista
Amauta fue clausurada por la supuesta existencia de un "complot
comunista" para derrocar al gobierno de Leguía. Apresado en el hospital
militar de San Bartolomé, una campaña internacional abogó por su
libertad. Aunque liberado, la revista Amauta tardaría en aparecer, por lo
que Mariátegui estudiaba la posibilidad de trasladarse a Buenos Aires o a
Montevideo.

En abril de 1928 se produjo la ruptura entre Mariátegui y Haya de la Torre


por las discrepancias con respecto a la organización de la APRA. Mariátegui
denunció la ruptura unilateral de la política de frente único por la de
partido único, y la práctica política basada en "el bluff y la mentira" propia
de la política civilista. En este contexto, Mariátegui tomó contacto con la
Secretaría Sindical de la Tercera Internacional y envió delegados al IV
Congreso de la Sindical Roja o Profintern en Moscú y al Congreso de los
Países Orientales en Bakú. Con ello se iniciaron los vínculos de Mariátegui
y sus colaboradores con la Tercera Internacional.

Acorde con la nueva situación, la revista Amauta se define socialista en


setiembre de 1928. Semanas después, el 8 de octubre se funda el Partido
Socialista y Mariátegui es elegido Secretario General. El nombre del
partido no estaba acorde con los requisitos solicitados por la Tercera
Internacional para ser reconocidos como su sección peruana, lo cual dio
lugar a una serie de presiones para cambiar dicho nombre por el de Partido
Comunista. A fines de 1928 publica sus Siete Ensayos de Interpretación de la
Realidad Peruana, uno de los libros más lúcidos escritos sobre los problemas
del Perú. La alternativa planteada por Mariátegui se basa en una
interpretación marxista de la realidad peruana, aunque heterodoxa dentro
del dogma comunista de la época.

Inició además, a través de la edición del quincenario Labor, que apareció


en noviembre de 1928, una campaña pro fundación de la Confederación
General de Trabajadores del Perú (CGTP), cuyo Comité Organizador se
creó en mayo de 1929. Al mismo tiempo envió delegados al Congreso
Constituyente de la Confederación Sindical Latinoamericana de
Montevideo y a la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana de
Buenos Aires. Allí se manifestaron abiertamente las discrepancias entre
las tesis peruanas y las del Buró Sudamericano de la Tercera
Internacional. Sin embargo, Mariátegui fue elegido miembro del Consejo
General de la Liga Antimperialista, organismo impulsada por la Tercera
Internacional.

En setiembre de 1929 la casa de Mariátegui fue allanada nuevamente,


esta vez tras la denuncia de un supuesto "complot judío". El quincenario
Labor fue clausurado y ya no aparecería más. Mariátegui decidió entonces
viajar a Buenos Aires. Buscó el apoyo del escritor argentino Samuel
Glusberg y del peruano Luis Alberto Sánchez, que en ese entonces se hallaba
en Chile. Propició el ingreso de Eudocio Ravines, exiliado peruano en
Europa, para que se ocupase de la Secretaría General del Partido
Socialista.

En febrero de 1930 Eudocio Ravines asume la Secretaría General y


Mariátegui finaliza su viaje a Buenos Aires. Pero a fines de marzo una
recaída de su vieja dolencia infantil obligó a internarlo en la Clínica
Villarán, donde falleció el 16 de abril. Muerto Mariátegui y bajo
recomendación del Buró Sudamericano de la Tercera Internacional, el 20
de mayo se cambió el nombre del Partido Socialista por el de Partido
Comunista.

El pensamiento de José Carlos Mariátegui

Hasta 1919, fecha en que volvió al Perú después de permanecer tres años
en Europa, duró lo que él llamó su "edad de piedra" para referirse a la
evolución de su pensamiento. De regreso a Lima, inició la ya relatada
campaña de proselitismo ideológico, hasta declararse "marxista convicto
y confeso": en esa época fundaría la Confederación General de
Trabajadores y el Partido Socialista.

Un hito fundamental de su trayectoria fue la fundación de la famosa


revista Amauta (1926-1930), que contribuyó a difundir no sólo el ideario
socialista, sino también las principales manifestaciones de la vanguardia,
y que propició la discusión de los problemas más sensibles del Perú de
entonces, como la cuestión indigenista, en la que tomó partido
concibiendo el indigenismo dentro de un contexto más amplio, alejándose
de la ortodoxia de considerar a este movimiento la única vía posible de
expresión para el arte y la literatura peruana.
Sus ideas en esta etapa tienen dos claros referentes doctrinarios: el
materialismo histórico y el socialismo marxista; con ellos articuló de
manera sólida y coherente una visión del Perú que hasta hoy sigue siendo
referencia obligada. En ese sentido, uno de sus libros más difundidos, Siete
ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928), representa un auténtico
paradigma de análisis político, social y cultural, y coloca a Mariátegui como
iniciador del ensayo como materia y estructura en la literatura nacional.

En el primer ensayo de los contenidos en dicha obra, se estudia


brevemente la evolución de la economía peruana, subrayando la influencia
negativa que para el desarrollo de la economía capitalista en el Perú ejerce
el régimen feudal imperante. En el segundo se ocupa del problema del
indio y propugna un nuevo planteamiento que lo vincule al de la propiedad
de la tierra. El régimen de propiedad agraria es el tema del tercer ensayo.
En él se hace un profundo y minucioso examen de la situación de la
economía agrícola en las diversas regiones del Perú y de los problemas
jurídicos y sociales ligados a ella. El cuarto, titulado "El Proceso de la
Instrucción Pública", constituye una contribución al análisis de los
problemas que plantea la educación peruana, desde la perspectiva del
socialismo.

El quinto de los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana estudia la


función que la religión ha tenido en la vida peruana. En el sexto, titulado
"Regionalismo y Centralismo", el autor toma posición en el debate entre
los defensores de la organización central y los federalistas. Frente a ellos,
defiende un nuevo regionalismo, opuesto tanto al centralismo que olvida
los intereses de las provincias, cuanto al regionalismo de cepa feudal. En
el séptimo y último ensayo se hace una revisión del proceso de la literatura
peruana. Mariátegui señala la dependencia de ésta respecto a la
organización económica del Perú en sus diversas etapas históricas y
destaca, como rasgos característicos de la literatura de la época, la
liberación del espíritu colonial, la tendencia creciente a aproximarse a la
vida nacional y la influencia del espíritu cosmopolita.
Su posición marxista decidida y apasionada lo llevó con frecuencia a la
polémica, y fruto de ella fue su trabajo titulado Defensa del marxismo, frente
a la posición revisionista del político y teórico belga Henri de Man. Cabe
anotar un rasgo peculiar de su pensamiento marxista, al que él
consideraba no calco ni copia, sino "creación heroica": su heterodoxia,
especialmente en el terreno del análisis literario.

En efecto, Mariátegui rebasó las fronteras del historicismo positivista y los


límites que imponía el marxismo al arte, y al mismo tiempo concibió la
literatura como un fenómeno estético, histórico y social. Asimismo, es
valiosa su periodización de la literatura peruana en tres fases: colonial,
cosmopolita y nacional. Fue por tanto un agudo crítico de la cultura de su
tiempo y mantuvo siempre una sensibilidad despierta y entusiasta ante
las nuevas formas artísticas surgidas entre las décadas de 1920 y 1930.
Su prematura muerte truncó su obra.

Redacción EC20.06.2014 / 01:21 pm

Fernanda Beigel*

A 120 años del nacimiento de José Carlos Mariátegui, el


movimiento indígena juega un rol fundamental en América
Latina. En varios países de la región se observa un proceso de
“indianización” de la política que ha alcanzado madurez en el
gobierno de Evo Morales, desplazando toda forma de
“indigenismo”, entendido este último como representación del
indio a través de vanguardias políticas o culturales externas a
esas comunidades.

En este contexto, tiene sentido preguntarnos por la vigencia del


“indigenismo revolucionario” que promovió Mariátegui en la
década de 1920, y la articulación que propuso entre el problema
indígena, la cuestión nacional, y la desigualdad de clase. Una de
las principales tensiones para una relectura actual del proyecto
de Mariátegui es la aleación entre la herencia andina –que le
permitió acercarse a la cosmovisión india, particularmente
visible en su postulación del mito como herramienta de
construcción política- y la tradición occidental, que se
manifiesta en su adhesión al marxismo, lo que para muchos,
representaría un obstáculo para lo primero.

Efectivamente, Mariátegui fue un intelectual indigenista que


desarrolló su praxis en dos esferas: la dimensión política,
relacionada con las reivindicaciones del indio en la sociedad
peruana, sus derechos económicos y políticos. Luego la
dimensión cultural, ligada al vanguardismo artístico que
Mariátegui impulsó desde su revista Amauta, y que
contribuyó a la reflexión sobre el pasado cultural y la herencia
andina en clave contemporánea.

Las masas indígenas se convirtieron en el sujeto –no excluyente,


pero con una centralidad importante- de la revolución que
Mariátegui propiciaba para el Perú. El vanguardismo estético
indigenista, por su parte, aparecía como una vía de
conocimiento para una “nueva generación peruana” que
procuraba acercarse a la historia e identidad cultural de las
comunidades indígenas.

En este camino, Mariátegui advirtió algunas dificultades del


“indigenismo criollo” y prefiguró algunos elementos del
indianismo de hoy. Particularmente detectó la
exterioridad del indigenismo respecto de las comunidades
indígenas, la racialización que estaba implicada en la opresión
del indio y el papel que el mito tenía en las masas campesinas.
Promovió la “literatura indigenista” pero planteó que ésta tenía
una diferencia radical respecto de la “literatura indígena” que
sería escrita por los propios indios.

El indigenismo revolucionario que propiciaba Mariátegui y el


“Nuevo Perú”, que sintetizaba este proyecto, estaba lejos de
identificarse con la institución estatal que había dominado los
destinos peruanos hasta el siglo XX. Ponía en tela de juicio la
idea que se tenía hasta el momento acerca de la identidad
nacional y señalaba al Estado oligárquico como el principal
responsable de la amalgama entre la “República” y la
feudalidad. Concebía al nacionalismo revolucionario como
un proyecto capaz de integrar la memoria histórica indígena con
las necesidades de todos los habitantes del Perú. Las
comunidades indígenas habían resistido a las duras condiciones
de opresión y representaban, para el Amauta, un factor natural
de socialización que sobrevivía en el presente y que sentaría las
bases del socialismo peruano.

Para Mariátegui el problema indígena no era un “problema


étnico”, sino un problema económico y social, relacionado con
la tenencia de la tierra. Pero entendía que en los países de
población mayoritariamente indígena la reivindicación racial
era dominante, puesto que el quechua o aymara veía su opresor
en el “misti”, en el blanco. Y esto volvía más urgente “erradicar
el desprecio que en las mismas filas revolucionarias mestizas se
sentía por el indio”. Una denuncia que evidenciaba la
persistencia de la colonialidad en el propio vanguardismo.

Como vemos, son trazos de indianismo en un suelo todavía


indigenista que Mariátegui no podía dejar de transitar, como
buen hijo de su tiempo. Pero son reflexiones vigorosas, que
siguen despertando interés en “la escena
contemporánea”. Porque el desafío actual de los
movimientos sociales en América Latina se mantiene vinculado
con estas preocupaciones de Mariátegui: cómo articular un
proyecto capaz de derribar esa racialización trípode que
sostiene la desigualdad de clase, la discriminación étnica y el
imperialismo
VICTOR RAUL HAYA DE LA TORRE.

íntesis Biográfica
Nace el 22 de febrero de 1895 en la provincia Trujillo, Perú. Provincia de
terratenientes y de hombres de trabajo, ubicada al norte del Perú. Realizó sus
estudios elementales y secundarios en el Seminario San Carlos de Trujillo,
regentado por sacerdotes franceses. De la biblioteca de su padre, Don Raúl
Edmundo, de estirpe y abolengo aristrocrático, realiza precoces lecturas e inicia
desde su adolescencia sendas investigaciones vinculadas al ámbito social.
Establecido en Lima, como estudiante de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, asume la Presidencia de la Federación de Estudiantes, donde inicia y
consolida una intensa actividad política por su vocación reformadora y social,
además de una eximia aptitud de maestro, que en la lucha revolucionaria y la
docencia se identifican con las Universidades Populares González Prada. Las
lecciones de la acción y de la reacción le convencieron de la urgencia de crear
un partido político. Y así nació el Aprismo.
El 7 de mayo de 1924 funda en México la Alianza Popular Revolucionaria
Americana, movimiento de carácter continental.
Hijo de la Universidad Popular, volvió siempre a sus orígenes, mantuvo
constantemente en sus Casas del Pueblo, centros de cultura. Cuando la
ilegalidad y la persecución se abatieron sobre el APRA, las conferencias, las
clases, los debates, se continuaron en las cárceles o catacumbas.
Era leal a una expresión que él mismo acuñara:
¿Cómo hacer conciencia?. El medio no es otro que con ciencia.
En 1931, a la edad de 35 años y luego de 8 años de destierro, el Partido Aprista
Peruano lo postula por primera vez a la Presidencia de la República.
Alguna vez en 1934, hablando a los textiles dijo: "Toda mi vida he sido un
luchador social. Por accidente, un político". Su libro fundamental "El
Antimperialismo y el APRA" tiene su propia historia. Escrito en México en 1928,
y parcialmente conocido o comentado, sólo alcanzó a editarse en Chile en 1936.
Como Haya de la Torre se encontraba entonces a la cabeza de la resistencia
aprista contra las dictaduras, los originales tuvieron que viajar eludiendo la
inquisición totalitaria.
Su asilo en la Embajada de Colombia durante cerca de 5 años (1948-
1954) genera una polémica jurídica de carácter internacional. Su caso es visto
en la Corte Internacional de La Haya. Recibió muestras de solidaridad de
hombres de la talla de Albert Einstein.

Obras
 El Antiimperialismo y el Apra 1936.
 Por la emancipación de América Latina.
 La Defensa Continental.

Pensamiento
 Haya de la Torre corresponde a uno de los procesos ideológicos más
particulares, evolutivos y complejos de la historia del Perú. El conjunto de sus
escritos, pronunciamientos y posiciones hacen de él un personaje
heterogéneo e incluso contradictorio, su mensaje se ha prestado a distintas
y diversas interpretaciones. Según conceptos generales apristas.

 Haya aplicó el materialismo histórico a la revisión de la historia y condiciones


objetivas de Latinoamérica, deduciendo de ello una teoría original de la
acción política para conducir dichas sociedades hacia el Socialismo; en el
plano teórico su pensamiento, aunque marxista, resulta diferente y aún
contrario del leninismo ortodoxo respecto a la estrategia socialista en
sociedades coloniales o periféricas.

El Haya de la Torre fundamental es un filósofo de la historia. Haya fue por


encima de todo, un filosofo de la historia, cuya tesis sustantiva no se da
en El Antiimperialismo y el APRA sino en Espacio-tiempo histórico, donde
plantea las bases filosóficas de su doctrina. Esta doctrina fue producto de su
compenetración con la realidad indoamericana y es lo que ha permitido que el
partido persista más de ochenta años. En la historia de la filosofía no
encontramos un solo creador, incluidos los pensadores liberales más
distinguidos, cuyas ideas hayan emergido al margen de la realidad. Las
interpretaciones pueden ser distintas, pero no hay ideas originales ajenas a la
realidad, a la vida de la gente, a la vida de la sociedad.
¿Cómo nace el pensamiento
revolucionario de Haya? Él lo relata
en la introducción a Espacio-tiempo
histórico. En su niñez, cuando
visitaba las ruinas de Chan Chan, la
ciudad del gran imperio Chimú,
notaba una discrepancia entre lo que
había aprendido en el colegio de los
padres franceses y lo que los
españoles habían descubierto en el
año 1530 que situaban Chan Chan
en la Edad Moderna de la Historia
Universal que se estudiaba en los
colegios. La contradicción que
encontró ese joven entre lo que
estudiaba en los libros y la realidad
de un mundo distinto que era nuestra
historia antigua lo llevó a pensar en
no había que aplicar los libros a la realidad sino que convenía, más bien, hacer
que los libros surgieran de la realidad. De aquí podemos deducir cómo se
desarrolló el pensamiento de Haya de la Torre. Junto a otros jóvenes que
constituyeron el Grupo Norte gloriosa agrupación intelectual peruana del siglo
XX- llegó a la universidad con la inquietud de no seguir el europeismo sino
ser de los creadores de una concepción distinta del mundo, fundada en el
proceso continental pre hispánico.

Las Bases del Aprismo.-

La primera fuente para la concepción de Haya de la Torre fue el anarquismo


conocida por él a través de algunas
bibliotecas de Trujillo -especialmente la del
Dr. Pérez Treviño- y sus conversaciones
con miembros de un pequeño grupo
anarquista de la ciudad. Destacaba entre
ellos el maestro Rainaga que era profesor
de música y baile. En 1917 viajó al Cuzco
pasando por primera vez por Lima. El nos
contó que una vez estando en Saccsayhuaman vieron pasar a unos indios
demacrados y chacchando coca y uno de los presentes se refirió a ellos como
en proceso de degeneración, “volverán a ser grandes cuando haya justicia”
comentó otro de los jóvenes allí presentes. Y cuando regresó del Cuzco a
Lima, como estudiante de San Marcos se incorporó plenamente a la lucha por
la jornada de las 8 horas: era 1919. Si se analiza la historia del APRA, se
observará que la primera base del Partido
Aprista fue y es la Base Sindical antes de
que se hiciera partido. Inclusive en esos
tiempos Haya estaba en contra de los
partidos Como participe en esa jornada
conjugó los intereses de los estudiantes con
los obreros y la necesidad de que a la
universidad fuera la clase trabajadora. Un
año después, otra vez en el Cuzco, se
realizó el Congreso de Estudiantes que “rompía las murallas de la universidad
y llevaba la cultura hacia el pueblo”. Y entonces se fundó la Universidad
Popular llamada después González Prada. Y este acontecimiento es el que
constituye la segunda base de lo que más tarde fue el Aprismo: la Base
Cultural. Primero estaba, pues, la Base Sindical y luego la Base Cultural.
En mayo de 1923, cuando Leguía inició su campaña para la reelección, se
produjo el gran movimiento cívico, no iniciado por Haya de la Torre, en
contra de la entronización del Corazón de Jesús, como pretextos religiosos
para apoyar la reelección. Así se inicio una
gran protesta juvenil, y el 23 de mayo de
1923, los jóvenes partieron de la
Universidad de San Marcos para
enfrentarse a la gendarmería enviada por el
gobierno, y llegando al pasaje de la calle
Los Huérfanos, se combatió y cayó sangre
de estudiantes y obreros, también de
gendarmes. Ese instante generó la
concepción cívica, la aptitud cívica de la masa, que previamente había actuado
en la Universidad Popular y en la vía sindical: es la tercera base del Aprismo.

La cuarta base del partido aprista se completó cuando Haya estaba en el


destierro y comprendió integralmente el fenómeno imperialista que antes
había vislumbrado y combatido pero sin las características de la época. Él
vislumbró mucho antes que los países de América Latina no pueden salvarse
sin la unidad para enfrentar el colonialismo. Cuarta base del partido aprista es
pues la acción contra el imperialismo. Paralelamente, Haya descubrió que no
hay victoria política contra el imperialismo
sinunión económica y política de los
pueblos de América Latina, sin una
integración continental: La quinta base del
aprismo.

Esas son las cinco bases que ya en 1924


estaban afirmadas y concretadas y su
bautizo estuvo en un acto producido en
México, cuando Haya de la Torre entregó a
los estudiantes Mexicanos la bandera de la Unidad Continental, aunque, como
se debe recordar, la fecha (siete de mayo de 1924) no corresponde a la
fundación de la Alianza Popular revolucionaria Americana que se produjo a
fines de 1925.

La carta Auroral.-

Quiero comentar una carta de Luís E. Heysen a Manuel Seoane fechada en


noviembre de 1925. Voy a citar un párrafo para precisar bien que el APRA,
como Alianza Popular Revolucionaria Americana nació a fines de 1925. En
esta carta Heysen está informando a Seoane.

“Será nuestra máquina de guerra, he dicho. Bueno, ahora más propiamente


hablando, será nuestro partido. Sus letras representan por separado Alianza
Popular Revolucionaria Americana. Tiene puntos principales que
comprenden los dos aspectos de su lucha: el nacional y el internacional, el
peruano y el continental. Ha sido importante tocar y separar la lucha así,
porque se debe tener presente que bajo tales denominaciones, se obtienen
dos ventajas: una, nos liberamos del alarmismo mundial, por la revolución
(comunista); otra, nos defenderemos del enemigo común incluyendo en la
lucha a todos los pueblos de la América. Es, pues, muy inteligente tal orden y
tal táctica. Ahora, los puntos internacionales, por los cuales hacemos
ambiente en el continente y promovemos agitación, pueden ser públicos; no
así los nacionales, por las razones que ustedes ya deben comprender. La
bandera que adjunto contiene íntegramente todos los puntos internacionales.
Ustedes pueden leerlos, meditarlos. De tales tarjetas se han hecho cerca de
veinte mil y en la actualidad circulan por toda América, en los núcleos
proletarios, universitarios e intelectuales. Con esta campaña, opinión
favorable a nosotros, es decir, a nuestro movimiento, tendemos a que
nuestros puntos sean captados por tales círculos avanzados, creando
así, tácitamente, la APRA internacional, defensora de la APRA nacional. La
APRA comprende los siguientes puntos, que nuevamente aclaro son secretos:
reivindicación del indígena; por la abolición del gamonalismo; por
reestablecimiento del régimen de la comunidad de la tierra; por la educación
integral y el propio gobierno; reivindicación del obrero y del campo, por la
supresión de la clase explotadora y por la socialización de la producción;
reivindicación del soldado; por la abolición del terror militarista y por
establecimiento de la defensa libre del pueblo para el pueblo, y no del pueblo
para el opresor; reivindicación del artesano, del empleado, del pequeño
comerciante; por el establecimiento del régimen de cooperativas y la
abolición de los monopolios; reivindicación del maestro de escuela; por la
renovación educacional y la elevación de su categoría al primer rango de las
funciones sociales.”
Este documento que por primera vez exhibo y que pertenece a mi
archivo “que se entregará al conocimiento
de todos los sectores cuando yo muera” -
demuestra que el partido aprista es un
proceso, un proceso que inclusive en sus
inicios tiene apreciaciones que más tarde se
van a modificar, pero lo trascendente es que
el pensamiento de Haya de la Torre genera
dicho proceso de acuerdo con la realidad que impacta al personaje: El cambio
mundial, la transformación que va ocurriendo y que él va percibiendo, como
toda su generación.

Como filosofo de la historia, Haya de la Torre en su tesis “Espacio, Tiempo


Histórico” se adelanta al fenómeno de la revolución técnica y científica que en
estos días vivimos. Haya prevé lo que
filosóficamente (no doctrinariamente) constituye
una paradoja histórica, cuando establece que el
espacio y el tiempo histórico, resultan distintos
pero en el fondo coinciden con el mismo proceso
de desarrollo. Este es un aspecto que debe ser
estudiado especialmente por los apristas.

Un Aprismo dinámico.-

Ha llegado también el momento, hay que decirlo


con valor, de comenzar a revisar las ideas de Haya
de la Torre. Así como Víctor Raúl dijo que no había un marxismo congelado,
tampoco hay un aprismo congelado. Lo que existe es un aprismo dinámico, un
aprismo en marcha, que va adecuando el proceso de gestación, de fundación y
desarrollo de acuerdo con aquello que el mundo genera. Marx dice que la
violencia es la partera de la historia. Haya de la Torre, aplicando esa forma de
pensar permanentemente que el
tiene, refuta: “Eso sería cierto
mientras no existía la bomba
atómica, pero al existir la bomba
atómica, la violencia es el suicidio
de la historia”. Muy cierto, pero si
tomamos en cuenta la noción misma
de espacio-tiempo-histórico,
comprobaremos que la violencia
todavía es parte de la historia allí en
los países en donde hay guerras y no
hay bomba atómica.
Es una consecuencia del pensamiento de Haya, que debemos revisar, y esta
revisión no implica rechazo, sino afirmación dialéctica, por ello, hay que
poner énfasis en la necesidad de revisar el aprismo en sus principios
elementales; por ejemplo, en relación con los cinco puntos planteados en la
fundación del APRA:

1. Acción contra el imperialismo yanqui; fue menester ampliar los términos


a: Acción contra todos los imperialismos. Esto sigue siendo correcto, como lo
demuestra el problema de Irak. Es la prueba.
2. Por la unidad económica y política de América Latina; el punto sigue
vigente. Es necesaria la regionalización, la integración.
3. Por la internacionalización del Canal de Panamá; punto que está fuera de
combate.
4. Por la nacionalización de las tierras e industrias; no es un punto vigente,
de acuerdo con el proceso de la globalización.
5. Por la solidaridad con todas las clases y pueblos oprimidos del mundo;
el punto sigue vigente.

Vale decir que el APRA es un partido, pero ante todo es un gran movimiento,
un pensamiento que evoluciona. Por eso el pensamiento de Haya de la Torre
debe estar sujeto al análisis y a la renovación que el mismo plantea de acuerdo
con la aplicación de su tesis espacio-tiempo-histórico.

Creo que la ideología política del


APRA no se ha vuelto conservadora
como algunos dicen, justamente
porque es un sistema en permanente
renovación. Desde el instante que
aceptamos que se hace necesaria una
revisión, ello implica que hay algo
que adaptar y readaptar. He señalado
que de las cinco bases originales,
tres están vigentes, la misma
revisión podría aplicarse a ciertos
aspectos en el orden nacional. Es
necesario incidir en todo caso, en que la acción del gobierno -que yo defiendo-
tiene que sujetarse a ciertos cambios, a ciertas realidades, que a veces se
confunden con retrocesos o con conservadurismo. Pero hay un discurso de
trascendencia del presidente García en que no se mencione que este gobierno
tiene como objetivo fundamental lograr que la riqueza no siga siendo
patrimonio de algunos, sino que resulte necesario hacer la revolución de la
riqueza, permitiendo que esta sea patrimonio del trabajo, fundamentalmente, y
eso supone avance, supone evolución.
Quiero antes de terminar hacer una referencia de actualidad: Chávez,
armamentismo y unidad continental

Apoyé provisionalmente a Chávez en los momentos iniciales de su acción,


porque supuestamente era unitaria y antiimperialista, pero en el curso de los
años mi concepción respecto a Chávez ha cambiado.

Por una parte nosotros en el APRA planteamos la unidad económica y política


de América Latina. Esta unidad se tiene que hacer sobre la base de la gran
coordinación entre los pueblos y los gobiernos, no mediante la guerra que
hubiera sido necesaria para la independencia pero ya no lo es ahora.

La premisa central del discurso de Chávez sobre el antiimperialismo reside en


que Estados Unidos le va a declarar la guerra a Venezuela, lo cual puede
calificarse de absurdo, porque Estados Unidos esta en guerra con Irak pero no
le ha declarado la guerra a Cuba ni se la declarará tampoco, y menos a
Venezuela.

Pero Chávez con el pretexto de que le van a declarar la guerra esta armando
Venezuela hasta con submarinos atómicos y con ellos provoca que Brasil,
Argentina, Chile y el Perú se armen o rearmen. Entonces, el personaje se ha
convertido en el mejor vendedor de armamentos de América Latina.

Por otra parte Chávez es el primer proveedor de petróleo a Estados unidos y


mientras habla de antiimperialismo le sigue vendiendo petróleo a dicha
nación. Chávez resulta siendo, entonces un convenenciero, no un ideólogo.

Finalmente, si analizamos la trayectoria de su vida, veremos que no es un


oficial que se revelara contra un sistema oligárquico, el se revela ya cuando es
comandante, cuando ya forma parte de un equipo que esta en contra de un
régimen democrático, como es el de Acción Democrática. Y aunque si bien es
cierto que en aquel régimen hubo corrupción, también lo es cada vez más
corrupto en la Venezuela de Chávez.

En consecuencia, Chávez no es una garantía para la unidad continental, sino


una garantía para los mejores vendedores de armamento en América Latina.

c. Armando Villanueva del Campo


VICTOR ANDRES BELAUNDE

Víctor Mario Rafael Andrés Belaúnde Diez-Canseco (Arequipa, 15 de


diciembre de 1883-Nueva York, 14 de diciembre de 1966), fue
un pensador, jurista, diplomático, político, intelectual, escritor y educador peruano. Católico
y humanista, fue el principal integrante de la "Generación del 900" (junto con Francisco
García Calderón Rey y José de la Riva-Agüero y Osma), al igual que José Carlos
Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre. Destacó como una de las voces más
importantes en la reflexión de la sociedad peruana. También llegó a ocupar la presidencia
de la Asamblea General de las Naciones Unidas.12

Índice
[ocultar]

 1Biografía
 2Pensamiento
 3Descendencia
 4Principales cargos desempeñados
 5Publicaciones
 6OBRAS sobre V. A. Belaúnde
 7Condecoraciones
 8Véase también
 9Referencias
 10Bibliografía
 11Enlaces externos

Biografía[editar]
Sus padres fueron Mariano Belaúnde de la Torre y Mercedes Diez-Canseco Vargas, hija
de Pedro Diez-Canseco y Corbacho, presidente del Perú. Hermano de Rafael Belaúnde
Diez Canseco.
Se formó en los Colegios San Vicente de Paul y San José, luego ingresó a la Universidad
Nacional de San Agustín de Arequipa. En 1901 pasó a Lima para estudiar en
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde ejerció además la docencia
universitaria (Historia de la Filosofía Moderna e Historia Moderna). Obtuvo los grados de
doctor en Jurisprudencia (1908), Ciencias Políticas (1910) y Letras (1911).1
En 1903, fue nombrado secretario del Archivo de Límites del Ministerio de Relaciones
Exteriores y, posteriormente, de 1905 a 1906, secretario de la misión acreditada en
Argentina para hacer la defensa del Perú en el litigio de límites con Bolivia, ya que el
presidente argentino había sido nombrado árbitro de dicho diferendo. Pasó a España para
culminar la compilación e impresión de la documentación peruana que sustentaba su
defensa.1
De 1907 a 1911 fue jefe de la División de Límites en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
En 1914 pasó a la legación peruana en Alemania como encargado de negocios y al año
siguiente fue transferido con el mismo cargo a Bolivia.1
En 1918 fundó el tercer "Mercurio Peruano", revista de la que fue director hasta 1932.1
En 1919, bajo el segundo gobierno de José Pardo fue nombrado ministro plenipotenciario
en Uruguay, pero renunció al producirse el golpe de estado de Augusto Leguía.3
Regresó al Perú y se reincorporó a la docencia universitaria en San Marcos. Realizó una
gira por los Estados Unidos, dictando conferencias en más de 40 universidades y colegios
(1919-1920).1
Nuevamente en el Perú, desde la Universidad de San Marcos abogó por la libertad de los
presos políticos y protestó por la expropiación del diario "La Prensa".1 Su oposición al
gobierno de Leguía motivó que sufriera persecución política. Apresado, fue confinado en
la isla de San Lorenzo, y luego desterrado.4
Durante su exilio, pasó una temporada en Francia, donde se casó con Teresa Moreyra y
Paz Soldán.2 Luego se dirigió a los Estados Unidos, donde dictó cátedra en las
universidades de Columbia, Middlebury, Virginia y Miami, y conferenciante en la Johns
Hopkins y la de Chicago. Fue también funcionario del Instituto de Cooperación Intelectual
de la Sociedad de Naciones.1
En 1930, al caer el gobierno de Leguía, regresó al Perú y fue elegido diputado al Congreso
Constituyente de 1931, por el Partido Descentralista y en representación de Arequipa. La
impronta de su trabajo constituyente se registró en la Constitución peruana de 1933.5
El segundo gobierno de Óscar R. Benavides lo reincorporó al servicio diplomático,
designándolo ministro plenipotenciario en Colombia (1934-1935) y luego en Suiza (1936-
1939).1 Fue también embajador especial en las Naciones Unidas (1936) y la Conferencia
Internacional del Trabajo (1936).
Debido a su prestigio como internacionalista defensor de los intereses del Perú, fue
requerido por su gobierno para integrar la delegación peruana que en Río de Janeiro
negoció la solución del conflicto con Colombia (1934). También fue acreditado como
miembro de la delegación peruana acreditada ante el gobierno de Estados Unidos, en el
marco de las negociaciones de límites con el Ecuador (1938).1
En 1945 presidió la delegación peruana en las Naciones Unidas, y posteriormente, entre
1959 y 1960, llegó a presidir la Asamblea General de dicho organismo.1
Durante el segundo gobierno de Manuel Prado, fue Ministro de Relaciones Exteriores del
Perú,6 de 8 de enero a 4 de abril de 1958.
Siempre vinculado a las actividades académicas, fue decano de la Facultad de Letras,
Ciencias Políticas y Económicas, así como vicerrector y rector interino de la Pontificia
Universidad Católica del Perú (1946-1947).1 Fue gestor de la creación del Instituto Riva-
Agüero en 1947. En 1965, fue nombrado Rector emérito de la PUCP.
Falleció en Nueva York, el 14 de diciembre de 1966, un día antes de cumplir 83 años.

Pensamiento[editar]
Líder del socialcristianismo en el Perú, se incorporó a partir de 1956 al partido Acción
Popular, entonces recién en formación, con lo que influyó en su ideología desde sus
orígenes. También recogen el pensamiento de Víctor Andrés Belaúnde y reivindican su
herencia intelectual la Democracia Cristiana y el Partido Popular Cristiano, entre otras
agrupaciones políticas peruanas.
En el debate social, su mirada del Perú fue netamente positiva. Según su propuesta, el
Perú es una síntesis viviente en la que la cultura andina y la occidental española se habían
fusionado creando una nueva civilización. Opinaba que ambas fuentes son buenas, a
pesar de las sombras que puedan haber oscurecido ciertas etapas de nuestra historia. Se
opuso a teorías más antagónicas como la de J.C. Mariátegui que, propias de un
nacionalismo racista,7 e influenciado por el socialismo de inicios del siglo XX declaraba la
preeminencia de la raza indígena frente al criollo y al blanco, o al mismo Haya de la Torre
que también valoraba más el aporte indígena pero no se mostraba en tan franca oposición
al influjo occidental en América Latina como Mariátegui.
Belaúnde no tuvo un afán proselitista ni un espíritu partidario muy arraigado, por lo que sus
ideas quedaron con el tiempo guardadas en ámbitos académicos algo cerrados y con poca
difusión. Tanto el Partido Comunista, fundado a la muerte de José Carlos Mariátegui, como
el APRA, fundado por Haya de la Torre, sí se dedicaron sistemáticamente a transmitir sus
ideas a las bases sociales, con lo que ganaron mucha mayor fuerza en el devenir histórico
posterior peruano.
En el plano internacional, destacó como el primer peruano en ocupar un alto cargo en
la ONU: Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas (en 1959 y 1960),
responsabilidad y honor solo posibles por el reconocimiento que la comunidad
internacional. Además fue Presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
en tres periodos.
Tanto en sus escritos como en sus discursos reveló un dominio magistral de la lengua, así
como respetuosos modales tradicionales y una proclividad al diálogo. Apasionado en la
defensa de sus ideales, fue uno de los principales promotores de la defensa del sufragio
femenino. y murio el 2013

Descendencia[editar]
Se casó con su prima lejana Sofía Yrigoyen Diez-Canseco, hija de Manuel Yrigoyen
Arias y de Mercedes Diez-Canseco y de Olazábal. La pareja tuvo dos hijas, una de ellas
madre de José Antonio y Víctor Andrés García Belaúnde.
En 1923, durante su exilio en París, se volvió a casar con Teresa Moreyra y Paz-Soldán,
hermana de Carlos Moreyra y Paz Soldán, con quien tuvo siete hijos, entre ellos Antonio
Belaúnde Moreyra y Martín Belaúnde Moreyra.

Principales cargos desempeñados[editar]


 Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas (1959 y 1960).
 Presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en tres periodos.
 Ministros de Relaciones Exteriores del Perú.
 Congresista de la República, por el departamento de Arequipa. Asamblea
Constituyente (1931-1933)
 Rector Pro-tempore de la Pontificia Universidad Católica del Perú (1946-1947).
 Fundador y director del tercer Mercurio Peruano (1918).
 Miembro de la Academia Nacional de la Historia del Perú.
 Miembro de la Sociedad Geográfica de Lima.
 Miembro Fundador de la Sociedad Peruana de Filosofía (1940).
 Fundador y primer presidente de la Sociedad Peruana de Filosofía.
 Fundador y primer presidente del Instituto Riva-Agüero.
 Presidente de la Academia Peruana de la Lengua.
 Caballero de la Virgen de la O en la Iglesia de San Pedro de Lima Jesuitas.
 Miembro del primer Consejo Directivo de la Asociación Cristiana de Jóvenes del Perú
(YMCA) junto con Julio C. Tello Rojas, Edmundo Haya de la Torre, José Gálvez
Barrenechea, Luis Alberto Sánchez Sánchez, Alberto Arca Parró, Víctor Andrés
Belaúnde Diez Canseco, Rafael Belaúnde Diez Canseco, Isaac Lindley Stoppanie,
Eduardo Dibós Dammert, Max Reiser Gasser, Alex Oechsle Pruss, entre otros.
También, Carl L. Johnson y Jay C. Field, misioneros norteamericanos.

Publicaciones
GONZALES PRADA

Algunos puntes sobre el pensamiento político de Manuel


Gonzales Prada.
Posted on 2010/12/17 by junior

Daniel Loayza Herrera


Manuel Gonzales Prada es uno de los intelectuales referentes en la historia del
Perú. Natural de Lima, cuya fecha de nacimiento fué el 5 de enero de 1844. Vino
al mundo en el seno de una familia de origen colonial e importante poder
económico. Como miembro de un sector privilegiado de la sociedad fue
bautizado con un nombre que evidenciaba la posiciòn de su familia: José
Manuel de los Reyes Gonzales de Prada y Ulloa.
Sus padres fueron Francisco González de Prada y Josefa Álvarez de Ulloa.
Perteneció a una de las familias más aristocráticas de Lima, heredera de los más
rancios blasones coloniales y muy identificada con la devoción religiosa. Pero
Don Manuel nunca se sintió identificado con aquella herencia familiar y optó
por mantener una postura más bien republicana y burguesa, renegando de los
valores estéticos y religiosos familiares. Ello se hizo evidente en el hecho de que
firmara simplemente como Manuel González Prada.
Fue un ensayista preclaro así cómo un prosista y poeta de vanguardia en su
tiempo. Se caracterizó por mantener, a lo largo de su vida, una postura
contestataria con respecto a la política y a la literatura. Sus ideas han calado
poderosamente en las generaciones posteriores a él, especialmente a la
generación de 1921, llamada del centenario, cuyas figuras más destacadas en el
campo de la política ( José Carlos Mariátegui, Haya de la Torre, Luis Alberto
Sánchez, entre otros), se sintieron herederos de su actitud crítica respecto de la
realidad peruana.
Fue un hombre que siempre se sintió identificado con el Perú y sus problemas,
Durante la guerra con Chile, defendió la capital de la invasión chilena,
participando en las batallas de San Juan y Miraflores. Al saber que la defensa
había sido incapaz de impedir la ocupación chilena de la capital se auto-recluyó
en su casa en señal de protesta hasta concluida la desocupación de nuestra
capital por el ejército invasor.La experiencia que recogió de la guerra lo
convirtió en un duro crítico del sistema peruano, al que consideró decadente.
Esta actitud lo llevó a abrazar el ensayo como instrumento de crítica política y
literaria. La literatura pasó a ser, especialmente a partir de la post-guerra un
instrumento con el cual poder desenmascarar la decadencia en la que estaba
sumido el Perú. Esta fue su gran tarea, por ello cultivo el realismo como género
literario.
Viajó a Europa a finales de 1891. Permaneció en el viejo continente alrededor de
siete años. Esta experiencia europea fue sumamente rica para él pues le dio la
oportunidad de conocer a intelectuales de enorme influencia en el campo de la
literatura; como fue el caso de Zola, Renan y Unamuno. Al volver de Europa en
1898, empezó a divulgar el anarquismo en el Perú.
En su formación había gravitado poderosamente su experiencia en Barcelona.
En nuestro país se convirtió en uno de los principales divulgadores del
pensamiento ácrata, especialmente entre los jóvenes sindicatos obreros de la
capital. Fue justamente a partir de la década de 1890 que su producción
intelectual alcanzó la cúspide con obras de la talla de Pájinas Libres (1894),
Horas de lucha (1908) y el artículo Nuestros indios (1904).
Desde el punto de vista literario sus obras están enmarcadas dentro del llamado
realismo. Esta corriente surgió en Francia, durante la segunda mitad del siglo
XIX, como un movimiento que describe y realiza una crítica de la realidad social
para proponer su regeneración. Esta tendencia busca la reivindicación de la
mujer. Las características más saltantes de este movimiento literario fue su
radicalismo político y social de corte anti-hispanista, el nacionalismo, el
indigenismo, la temática socio-económica y la orientación hacia la objetividad.
Estuvo marcada por la sociología de Comte.Estas obras señalan el compás del
desarrollo del pensamiento político de Gonzales Prada. Pájinas Libres marca la
actitud contestataria en términos literarios al adoptar una ortografía que iba en
franca oposición al tratado de Andrés Bello; Horas de Lucha es el resultado del
rechazo de todo el pasado oprobioso del Perú, que a decir de éste pensador, era
el resultado de las clases dominantes peruanas; el ensayo nuestros indios va a
marcar un importante punto de inflexión en los enfoques sociales en nuestro
país, pues fue el primero en plantear que el problema indígena es
fundamentalmente de índole social y no racial, como solía enfocársele hasta
entonces. De esta manera Gonzales Prada superó incluso a las tesis indigenistas,
mantenidas en el Perú hasta bien entrada la década de los años 20´s que
planteaban la protección del indígena, de un indígena idílico que poco tenía que
ver con los hombres y mujeres de carne y hueso.
El ensayo nuestros indios tuvo una poderosa influencia en los enfoques de José
Carlos Mariátegui y Haya de la Torre. Estos intelectuales, a diferencia de los que
le antecedieron, como Javier Prado y Alejandro Deústua, sostuvieron que eran
las relaciones de explotación de carácter semi-feudal las que mantenían al
indígena en la condición de atraso económico, social y cultural.
Su actitud siempre fue la de un libre pensador. Buscó la palabra frontal y directa
para referirse al Perú y a sus problemas. Así él mismo mencionó.
“No esperen ustedes de mis labios reticencias, medias palabras, contemporizaciones, ni
tiros solapados y cobardes: expreso clara y toscamente las ideas; sin máscara ni puñal,
ataco de frente a los malos hombres públicos. No hablo para incensar a los que
mandan ni para servir de vocero a los que sueñan con arrebatar el poder, sino para
decir cuanto me parece necesario y justo, hiera los intereses que hiriere, subleve las
iras que sublevare.”[1]
En 1912 asumió la conducción de la Biblioteca nacional del Perú, en reemplazo
de otro grande de las letras peruanas: Ricardo Palma.
Es considerado por muchos como el iniciador del anarquismo en el Perú, y el
primero que buscó la unidad entre la actividad intelectual, la política y las
luchas de los trabajadores. Fue además uno de los críticos más acerbos contra el
caudillismo imperante en la política peruana de aquel entonces, representado
por Don Nicolás de Piérola. Falleció en Lima el 22de julio de 1918.
El célebre Discurso del Politeama fue lapidario con respecto a las viejas
oligarquías económicas y políticas del Perú; pero a la vez, y lejos de hundirse en
el pesimismo irresoluto, renueva sus votos a la juventud llamándola a cumplir el
rol de regenerar la república. El famoso y vibrante discurso pronunciado en el
teatro Politeama empezò con estas palabras:
“Señores:
Los que pisan el umbral de la vida se juntan hoy para dar una lección a los que se
acercan a las puertas del sepulcro. La fiesta que presenciamos tiene mucho de
patriotismo y algo de ironía; el niño quiere rescatar con el oro lo que el hombre no
supo defender con el hierro.
Los viejos deben temblar ante los niños, porque la generación que se levanta es siempre
acusadora y juez de la generación que desciende. De aquí, de estos grupos alegres y
bulliciosos, saldrá el pensador austero y taciturno; de aquí, el poeta que fulmine las
estrofas de acero retemplado; de aquí, el historiador que marque la frente del culpable
con un sello de indeleble ignominia.
Niños, sed hombres, madrugad a la vida, porque ninguna generación recibió herencia
más triste, porque ninguna tuvo deberes más sagrados que cumplir, errores más graves
que remediar ni venganzas más justas que satisfacer.
En la orgía de la época independiente, vuestros antepasados bebieron el vino generoso
y dejaron las heces. Siendo superiores a vuestros padres, tendréis derecho para escribir
el bochornoso epitafio de una generación que se va, manchada con la guerra civil de
medio siglo, con la quiebra fraudulenta y con la mutilación del territorio nacional.
Si en estos momentos fuera oportuno recordar vergüenzas y renovar dolores, no
acusaríamos a unos ni disculparíamos a otros. ¿Quién puede arrojar la primera
piedra?
La mano brutal de Chile despedazó nuestra carne y machacó nuestros huesos; pero los
verdaderos vencedores, las armas del enemigo, fueron nuestra ignorancia y nuestro
espíritu de servidumbre.”[i]
Para Gonzales Prada la situación de nuestro país era la consecuencia de una
larga historia que venía desde el propio carácter de la dominación hispánica en
nuestro país. Así, en el discurso del Politeama dijo lo siguiente:“La nobleza
española dejó su descendencia degenerada y despilfarradora: el vencedor de la
Independencia legó su prole de militares y oficinistas. A sembrar el trigo y
extraer el metal, la juventud de la generación pasada prefirió atrofiar el cerebro
en las cuadras de los cuarteles y apergaminar la piel en las oficinas del Estado.
Los hombres aptos para las rudas labores del campo y de la mina, buscaron el
manjar caído del festín de los gobiernos, ejercieron una insaciable succión en los
jugos del erario nacional y sobrepusieron el caudillo que daba el pan y los
honores a la patria que exigía el oro y los sacrificios. Por eso, aunque siempre
existieron en el Perú liberales y conservadores, nunca hubo un verdadero
partido liberal ni un verdadero partido conservador, sino tres grandes
divisiones: los gobiernistas, los conspiradores y los indiferentes por egoísmo,
imbecilidad o desengaño. Por eso, en el momento supremo de la lucha, no
fuimos contra el enemigo un coloso de bronce, sino una agrupación de
limaduras de plomo; no una patria unida y fuerte, sino una serie de individuos
atraídos por el interés particular y repelidos entre sí por el espíritu de bandería.
Por eso, cuando el más oscuro soldado del ejército invasor no tenía en sus labios
más nombre que Chile, nosotros, desde el primer general hasta el último
recluta, repetíamos el nombre de un caudillo, éramos siervos de la Edad media
que invocábamos al señor feudal.”
Gonzales Prada planteó adecuadamente el problema de nuestro país en
términos de nación. Realiza una crítica radical del concepto conservador de
nación, propio de los sectores oligárquicos, consistente en identificar como lo
peruano a lo blanco, occidental y costeño. Frente a ello, Gonzales Prada planteó
lo siguiente:
“…No forman el verdadero Perú las agrupaciones de criollos y extranjeros que habitan
la faja de tierra situada entre el Pacífico y los Andes; la nación está formada por las
muchedumbres de indios, diseminadas en la banda oriental de la cordillera. Trescientos
años ha que el Indio rastrea en las capas inferiores de la civilización, siendo un híbrido
con los vicios del bárbaro y sin las virtudes del europeo: enseñadle siquiera a leer y
escribir, y veréis si en un cuarto de siglo se levanta o no a la dignidad de hombre. A
vosotros, maestros de escuela, toca galvanizar una raza que se adormece bajo la
tiranía del juez de paz, del gobernador y del cura, esa trinidad embrutecedora del
indio.”
Filosóficamente Gonzales Prada se adscribió al Positivismo de Comte. Lo
animaba una profunda fe en el potencial que la ciencia tiene para liberar al
hombre de las cadenas de la ignorancia y la explotación. La ciencia positiva, era
para él, el fanal que habría de alumbrar a las generaciones venideras. Su rechazo
a España no nació de una vulgar xenofobia; sino de la metafísica e ignorancia
que imperaban en ella. En éste sentido, Gonzales Prada veía la occidentalización
del Perú como la posibilidad de ser benéficamente afectados por la ciencia
europea. La ciencia era, para nuestro insigne escritor, nuestra tabla de
salvación. Al respecto dijo:
“Si la Ignorancia de los gobernantes y la servidumbre de los gobernados fueron
nuestros vencedores, acudamos a la Ciencia, ese redentor que nos enseña a suavizar la
tiranía de la Naturaleza, adoremos la Libertad, esa madre engendradora de hombres
fuertes.
No hablo, señores, de la ciencia momificada que va reduciéndose a polvo en nuestras
universidades retrógradas: hablo de la Ciencia robustecida con la sangre del siglo, de
la Ciencia con ideas de radio gigantesco, de la Ciencia que trasciende a juventud y
sabe a miel de panales griegos, de la Ciencia positiva que en sólo un siglo de
aplicaciones industriales produjo más bienes a la Humanidad que milenios enteros de
Teología y Metafísica”.

Encontramos en Gonzales Prada una marcada postura voluntarista. Era un


voluntarismo que, pese a todas las desgracias del Perú, le permitía avizorar para
nuestro país un futuro mejor. Pero a la vez era consciente que las viejas
oligarquías nacionales no eran capaces de redimir al indio, ni de sacar al país del
atraso; por ello, se refugió en los jóvenes, habló y escribió para ellos. Al finalizar
el Discurso del Politeama tuvo las siguientes palabras que han pasado como las
más emblemáticas de este insigne pensador:
“En esta obra de reconstitución y venganza no contemos con los hombres del pasado:
los troncos añosos y carcomidos produjeron ya sus flores de aroma deletéreo y sus
frutas de sabor amargo. ¡Que vengan árboles nuevos a dar flores nuevas y frutas
nuevas! ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra”
Pensamiento y acción política
Gonzales Prada es el crítico más radical y lúcido de finales del siglo XIX y
principios del XX en el Perú y tal vez en toda América, Para él la república había
fracasado porque se había visto arrastrada por los apetitos personales de una
oligarquía decadente y sin visión de país y por una acción política que
simplemente reflejaba esta realidad social. Esta situación, a decir de Gonzales
Prada, encontró su consumación durante la guerra con Chile. Más allá de culpar
a los indígenas por la derrota, como lo hacía la oligarquía peruana, él culpó a la
oligarquía peruana y a sus políticos por tan desastrosos resultados. Al respecto
mencionó lo siguiente:
“Sobre el Civilismo gravita una responsabilidad menos eludible que la
bancarrota; dándose un nombre que implicaba el reto a una clase social,
partiendo en guerra contra los militares, olvidó que si las capas inferiores de la
Tierra descansan en el granito, las sociedades nuevas se apoyan en el hierro.
Este olvido contribuyó eficazmente a nuestro descalabro en la última guerra
exterior. Chile tuvo la inmensa ventaja de combatir, en el mar contra buques
viejos y mal artillados, en tierra contra pelotones de reclutas a órdenes de
militares bisoños, cuando no de comerciantes, doctores o hacendados8. Castilla,
soldado sin educación ni saber pero inteligente y avisado, comprendió muy bien
que al Perú le convenía ser potencia marítima. Cuando los chilenos construyan
un buque de guerra, decía, nosotros debemos construir dos. Pardo prefirió las
alianzas dudosas y problemáticas a la fuerza real de los cañones, y solía repetir
con una ligereza indigna de su gran suspicacia: Mis dos blindados son Bolivia y
la República Argentina. Con todo, puede también disculpársele de no haber
aumentado nuestra marina: tuvo que malgastar en combatir contra Piérola el
oro que debió invertir en buques de guerra.”[1]
Con respecto a los Partidos Políticos planteó lo siguiente:
“¿Qué fueron por lo general nuestros partidos en los últimos años? sindicatos de
ambiciones malsanas, clubs eleccionarios o sociedades mercantiles. ¿Qué nuestros
caudillos? agentes de las grandes sociedades financieras, paisanos astutos que hicieron
de la política una faena lucrativa o soldados impulsivos que vieron en la Presidencia de
la República el último grado de la carrera militar.”[2]
Para Gonzales Prada la guerra con Chile nos había dejado una importante
lección: la de prepararnos para la guerra; y un compromiso nacional: el de
alcanzar la vindicta. Al respecto manifestó lo siguiente:
“No se trata de lanzarnos hoy mismo, débiles y pobres, a una guerra torpe y
descabellada, ni de improvisar en pocos días toda una escuadra y todo un ejército; se
pide el trabajo subterráneo y minucioso, algo así como una labor de topo y de hormiga:
reunir dinero, sol por sol, centavo por centavo; adquirir elementos de guerra, cañón
por cañón, rifle por rifle, hasta cápsula por cápsula. Las naciones viven vida muy larga
y no se cansan de esperar la hora de la justicia. Y la justicia no se consigue en la Tierra
con razonamientos y súplicas: viene en la punta de un hierro ensangrentado. Cierto, la
guerra es la ignominia y el oprobio de la Humanidad; pero ese oprobio y esa ignominia
deben recaer sobre el agresor injusto, no sobre el defensor de sus propios derechos y
de su vida. Desde las colonias de infusorios hasta las sociedades humanas, se ve luchas
sin cuartel y abominables victorias de los fuertes, con una sola diferencia: toda la
Naturaleza sufre la dura ley y calla, el hombre la rechaza y se subleva. Sí, el hombre es
el único ser que lanza un clamor de justicia en el universal y eterno sacrificio de los
débiles. Escuchemos el clamor, y para sublevarnos contra la injusticia y obtener
reparación, hagámonos fuertes: el león que se arrancara uñas y dientes, moriría en
boca de lobos; la nación que no lleva el hierro en las manos, concluye por arrastrarle
en los pies.”[3]

El anarquismo de Gonzales Prada lo llevó a desconfiar de todo poder emanado de la


autoridad. En éste sentido, desconfiaba de la revolución como medio de transformar las
relaciones sociales. Al respecto sostiene que:
“Toda revolución arribada tiende a convertirse en gobierno de fuerza, todo
revolucionario triunfante degenera en conservador. ¿Qué idea no se degrada en la
aplicación? ¿Qué reformador no se desprestigia en el poder? Los hombres
(señaladamente los políticos) no dan lo que prometen, ni la realidad de las luchas
corresponde a la ilusión de los desheredados. El descrédito de una revolución empieza
el mismo día de su triunfo; y los deshonradores son sus propios caudillos (3, 55).”[4]
Su anarquismo irá evolucionando progresivamente hacia el anarco-
sindicalismo. El Perú, durante la república aristocrática asistió al surgimiento
del movimiento obrero peruano:
“El primer caso de acción reivindicativa que utiliza la huelga como medio de presión lo
constituye el paro de los tipógrafos por mejoras salariales en diciembre de 1883. Pero
fue probablemente la huelga de los panaderos de Lima, en enero de 1887, la que tuvo
mayores repercusiones al conducir a la creación, en abril del mismo año, de la
Sociedad Obrera de Panaderos “Estrella del Perú”, una organización que desempeñó
un papel precursor en la formación de la conciencia de clase del proletariado. En 1896
ocurrió el primer gran conflicto industrial: la huelga los tejedores de Vitarte (agosto),
seguida por los movimientos de los cigarreros (septiembre), los tipógrafos (septiembre)
y los pasteleros de la capital.”[5]
Las luchas sociales proletarias en nuestro país tuvieron un notorio tinte
internacionalista.
“Los panaderos adoptaron como objetivo la jornada de ocho horas y celebraron en
1905, por primera vez en el país, la fiesta del Primero de Mayo.”[6]
En los orígenes del sindicalismo peruano podemos notar la emergencia de una
gran cantidad de literatura anarquista de circulación entre los obreros. Uno de
los animadores principales de todo ello fue Gonzales Prada:
“En marzo de 1904 también empezó a ser publicado en Lima el mensual Los Parias,
que fue la primera publicación ácrata importante del país. Principalmente animada por
M. González Prada.”[7]denigrarnos i acometernos, porque persigue la obra
sistemática i brutal de imprimirnos en la cara un afrentoso estigma, de clavarnos un
puñal
La Uniòn Nacional
La apariciòn del Partido Uniòn Nacional se dió en el contexto de una marcada
represión impulsada por el entonces presidente Andrés A. Cáceres. Este buscó la
eliminación de toda oposición a su gobierno y a sus medidas. Los Liberales, con
Quimper a la cabeza, debieron ir al exilio. Los radicales, entre los que
encontraba Gonzales Prada, acordaron unificarse en torno a un partido que les
permitiera resistir la arremetida Cacerista. Fue así que nació el Partido Unión
Nacional.
Los radicales reunidos en torno a la figura de Gonzales Prada le encargaron a
este la redacción de una declaración de principios programáticos. En ella,
Gonzales Prada propuso la desconcentración del poder a través de un gobierno
federal. Fue pionero al plantear el tema de la responsabilidad del presidente de
la República y la creación de mecanismos de control ciudadno sobre los
congresistas de la República. Buscó dotar al Estado de las rentas necesarias a
través de una efectiva reforma Tributaria. En el campo social buscó la redención
indígena a través de la devolución de las tierras que les habían sido arrebatadas
por los hacendados. Asimismo fue el primer líder político que planteó mejores
condiciones de trabajo para los obreros, así como la creación de milicias
urbanas que reemplazaran al ejército.
Una crisis familiar, motivada por la muerte de su segundo hijo, lo hizo decidirse
a dejar el país. Su partida a Europa presumiblemente iba en concordancia con
su deseo de no ser un caudillo más en un país que estaba sobrado de ellos.
A su retorno al Perú la situación política reinante en el país había cambiado
significativamente. Empezaron a surgir los liderazgos de Augusto Durand y
Guillermo Billinghurst al interior del Pierolismo. La propuesta anti-caudillista
de Gonzales Prada le permitió conducir eficazmente el Partido y muchos de sus
miembros empezaron a desertar hacia las filas de Durand, motivando el
alejamiento de Gonzales Prada del partido en 1902.
Esto va a marcar un punto de inflexión sumamente importante en la vida
política e intelectual de Gonzales Prada. A partir de ese momento empezará a
ser el maestro de la juventud obrera. Su lucidez intelectual alumbrará a los
emergentes sectores proletarios del país.
Don Manuel, como solía referirse a él Luis Alberto Sánchez, pronunció un
discurso el Primero de Mayo de 1905, conmemorando el día internacional del
Trabajo, cuyo título era “El Intelectual y el obrero”. Esto ocurrió a propósito de
la invitación que le hiciera la federación de Panaderos Estrella del Perú, cuyo
líder era Manuel Caracciolo Lévano.
En éste discurso, y ya abrazando el pensamiento anarquista, Gonzales Prada
propugnó por la eliminación de las barreras entre el trabajo intelectual y el
manual, profetizó la muerte del mundo burgués junto con los valores “
hipócritas” que lo animaban. De igual manera se pronunció a favor de la lucha
por la jornada de las ocho horas.
REFLEXIONES FINALES
El pensamiento y la acción política de Manuel Gonzales Prada estuvieron
signados por los acontecimientos históricos que a éste le tocaron vivir. Fue el
curso que éstos tomaron los que fueron forzando al insigne intelectual a tomar
una postura frente a ello. Pensamiento y acción son indisolubles en él y forman
una amalgama imposible de desagregar.
Un rasgo esencial en la personalidad de Manuel Gonzales Prada será su actitud
crítica frente a la realidad y su disposición para enfrentar a la realidad
críticamente, para “romper el pacto infame de hablar a media voz” y señalar
todos los aspectos decadentes de la sociedad peruana para extraer de ello
lecciones y esperanzas de superación en la juventud trabajadora y proletaria del
Perú.
Su pensamiento siempre estuvo en constante ebullición. En los inicios de su
adultez estuvo interesado en la ciencia y la fabricación de almidón en la
hacienda familiar de Mala, más adelante y decepcionado por la derrota en la
guerra con Chile, renegó de nuestra decadencia y abrazó el radicalismo literario,
que daría origen al Circulo Literario y luego a la Unión Nacional.
Posteriormente, durante su viaje a Europa abrazará el anarquismo. De retorno
al Perú y habiéndose alejado del Partido Unión Nacional, se acercó a los sectores
proletarios urbanos adscribiéndose a posiciones más radicales.
Su pensamiento político está impregnado de una crónica actitud inconforme e
iconoclasta. Derrumbó las viejas creencias y puso en evidencia el carácter
incumplido de las promesas republicanas. Fue iniciador de la crítica clasista en
el Perú, postulándose en defensor de los explotados. Transformó la reflexión
histórica, alejándose de la visión histórica tradicional en la que exaltaban sólo a
los grandes personajes y dueños del Perú, para pasar a ser un arma de debate.
Rehuyó la polémica, no porque le temiese sino por no perder el empuje
respondiendo libelos insignificantes que se concentraban en personas y no en
ideas.
Gonzales Prada es el escritor más vigente del Perú, incluso comparándolo con
los contemporáneos. Fue un hombre singular porque a diferencia de todos los
que han hecho política en nuestro país, tuvo un enorme desprecio por el poder.
Siempre rechazó y enfrentó el caudillismo. Fue un hombre de su tiempo; pero
también del nuestro. Sus críticas suenan hoy cómo dichas para enfrentar a los
personajes que hoy siguen condenando a nuestro país a la miseria y el atraso.
Sus sueño sigue estando pendiente: el de ver el renacimiento de la patria
empezando por los más pobres.
[1] Manuel Gonzales Prada. Los Partidos y la Unión Nacional. Conferencia
pronunciada el 21 de agosto de 1898.
[2] Manuel Gonzales Prada. Op.cit.
[3] Manuel Gonzales Prada. Los Partidos y la Unión Nacional.
[4] Manuel Gonzales Prada. Citado en : Sobrerilla, David. El anarquismo de
Gonzales Prada.
[5] El movimiento obrero anarquista en el Perú.
[6] El moviemiento obrero anarquista en el Perú.
[7] Joël Delhom. Université de Bretagne-Sud. CRELLIC-LIRA. El movimiento
obrero anarquista en el Perú (1890-1930) En:
http://dwardmac.pitzer.edu/Anarchist_Archives/worldwidemovements/peru/
Movimiento.html
Joël Delhom. Université de Bretagne-Sud. CRELLIC-LIRA
[1] Manuel Gonzales Prada. Los Partidos y la Unión Nacional. Conferencia
pronunciada el 21 de agosto de 1898.
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