Los Triludios Al Santísimo Sacramento de Luis Iruarrízaga Tradición y Renovación en La Producción Sacra Española PDF
Los Triludios Al Santísimo Sacramento de Luis Iruarrízaga Tradición y Renovación en La Producción Sacra Española PDF
Los Triludios Al Santísimo Sacramento de Luis Iruarrízaga Tradición y Renovación en La Producción Sacra Española PDF
Resumen: Son numerosas las incertidumbres que persisten aún acerca de la producción
sacra en la España de comienzos del siglo XX y de sus artífices más sobresalientes. Este
grupo humano, conformado principalmente por eclesiásticos, acogió las directrices sobre
música sagrada promulgadas por el Papa Pío X en su Motu Proprio Tra le sollecitudini
(1903), tratando de adaptarlas a su estética personal. Estas páginas pretenden dar a cono-
cer a uno de sus máximos protagonistas, el sacerdote claretiano Luis Iruarrízaga (1891-
1928), a través del análisis de una de sus obras más emblemáticas: sus tres Triludios al San-
tísimo Sacramento. De esta forma, se podrá apreciar, no sólo la calidad y adecuación de esta
música al marco litúrgico, sino también su grado de asimilación e interacción respecto a las
vanguardias musicales del momento.
Palabras clave: Luis Iruarrízaga, Motu Proprio, Pío X, polifonía sacra, análisis.
Abstract: Many and varied are the uncertainties about the sacred production from the
beginning of the 20th century in Spain as well as their outstanding composers. These scholars,
mainly formed by ecclesiastics, received the guidelines about sacred music promulgated by
Pope Pius X in its Motu Proprio Tra le sollecitudini (1903), adapting this regulation to its
own aesthetic. This study purposes to shed light on the claretian priest Luis Iruarrízaga
(1891-1928) –one of the greatest leading figures in this clerical movement– through an ana-
lytical approach based on his more representative composition: Triludios al Santísimo
Sacramento. In this way, it will be possible to appreciate, not only the high-quality and
adjustment of this music to the liturgical frame, but also the reception and influences with
regards to the musical avant-gardes of that time.
Key words: Luis Iruarrízaga, Motu Proprio, Pius X, sacred polyphony, analysis.
5. Nicolás Medrano afirma que abandonó el colegio de Valmaseda “sin conocer todavía
las diversas tonalidades”; MEDRANO, Nicolás: “Dictamen de sus primeros profesores y maes-
tros”, en Tesoro Sacro Musical, 13, 4 (1929), p. 34.
10. POSTÍUS, Juan: “El P. Iruarrízaga como escritor”, en Tesoro Sacro Musical, 13, 4
(1929), p. 47.
11. VIRGILI BLANQUET, María Antonia: “Antecedentes y contexto ideológico de la recep-
ción del Motu Proprio en España”, en Revista de Musicología, XXVII, 1 (2004), p. 37.
12. LÓPEZ-CALO, José: Índices de la revista Tesoro Sacro Musical 1917-1978, Madrid,
Sociedad Española de Musicología, 1983, pp. 7-19.
13. GARCÍA LAHIGUERA, José María: “El P. Luis Iruarrízaga, formador de coros”, en Teso-
ro Sacro Musical, 13, 4 (1929), p. 52.
14. CASTELL, Ángel María: “Fue mi maestro”, en Tesoro Sacro Musical, 13, 4 (1929), p. 59.
15. FERRERO, Luis Iruarrizaga, pp. 65-69.
16. Hay que señalar que tanto la cantidad de coristas como la disciplina que mostraron
sobre el escenario llamaron mucho la atención en Madrid, una ciudad en la que no existían
coros con el prestigio del Orfeó Catalá o el Orfeón Donostiarra; ibídem, pp. 78-80.
17. La escuela cerró en 1927, coincidiendo con el agravamiento del estado de salud de
Iruarrízaga, y hasta 1953, con motivo del XXV aniversario de su muerte, no reanudó su acti-
vidad gracias al empeño del también claretiano Tomás de Manzárraga, prolongando su
labor hasta 1991.
18. FERRERO, Luis Iruarrizaga, p. 150.
19. Felipe Rubio Piqueras, presbítero de la Catedral de Toledo, narra una visita del P.
Luis a Toledo con este motivo. Aunque en el archivo de la Catedral no pudo hallar ni una
sola obra de órgano, la colección particular que atesoraba el P. Rubio le resultó de gran inte-
rés; RUBIO PIQUERAS, Felipe: “Última visita arqueológica del P. Iruarrízaga a Toledo”, en Teso-
ro Sacro Musical, 13, 4 (1929), pp. 81-82. Con objeto de ultimar el lanzamiento de esta publi-
cación realizó un viaje a Barcelona en 1927; POSTÍUS, “Efemérides”, p. 43.
20. TEMPRANO, Andrés: “Luis Iruarrízaga en el recuerdo”, en Tesoro Sacro Musical, 61,
646 (1978), p. 106.
Tril. núm. 1: I. Ego sum panis II. O quam suavis III. O sacrum convivium
Tril. núm. 2: I. Caro mea II. O sacramentum III. Laudes et gratiae
Tril. núm. 3: I. Accipite et comedite II. Domine non sum III. Quid retribuam
dignus
23. GARCÍA, Juan-Alfonso: “Los «Triludios» de Luis Iruarrízaga”, en Tesoro Sacro Musi-
cal, 61, 646 (1978), pp. 111-122.
24. Ibídem, p. 117. Juan-Alfonso justifica estas fechas debido a la existencia de un plan
preestablecido tanto a nivel musical como textual para el conjunto de la obra, aspecto que
abordaremos más adelante.
25. POSTÍUS, “Efemérides”, p. 41. Concretamente, en París, Vicent D’Indy, Celestino
Bourdeau y el abate Delépine elogiaron la obra. De su estancia en Londres Postíus expone
que “el público quedó admirado de su labor y sobre todo de sus triludios”; ibídem.
26. Puede consultarse una edición completa de los Triludios en Tesoro Sacro Musical, 61,
646 (1978).
Texto
La elección de un texto latino responde a la práctica secular dentro de
la Iglesia Católica reafirmada por Pío X27. Para el pontífice la música
debía quedar sujeta al principio de universalidad, pues si una era la fe,
también una debía ser la forma de oración y, en cuanto fuera posible, la
norma del canto28.
La procedencia de los textos es desvelada por García29: la gran mayo-
ría están tomados del Oficio del Corpus Christi; únicamente la jaculato-
ria Laudes et gratiae y Accipite et comedite, en donde se han yuxtapuesto
textos de diversa procedencia30, no guardan vinculación directa con esta
solemnidad litúrgica.
El texto es aplicado fundamentalmente de manera silábica, por lo que
resultan escasos los melismas. Entre los pocos divisados, merece ser des-
tacado por su belleza el melisma que se halla en el solo de Accipite et
comedite (cc. 26-27) [Fig. 1]. Se trata de un madrigalismo de inspiración
gregoriana en donde la música trata de imitar el contenido semántico. En
ese momento, en concreto, se hace referencia al derramamiento de la
sangre para el perdón de los pecados. Esta aplicación predominante-
mente silábica responde a otra idea recogida en la citada instrucción pon-
tificia, a saber, la de la legibilidad del texto. En efecto, para estimular la
devoción éste debía ser cantado “siempre con tal claridad que [pudieran]
entenderlo los fieles que escuchan”31.
Forma Musical
Tal como apunta García, el género triludio debe ser invención del pro-
pio compositor, el cual parece haberse inspirado en la estructura de la tri-
logía: conjunto de tres obras relacionadas por un tema musical común32.
Etimológicamente, la palabra triludio es de origen latino y consiste en la
yuxtaposición de tri (tres) y ludus (juego), aunque este ludus puede tam-
bién interpretarse como celebración o incluso como estudio. Estas dos
últimas acepciones se acercan con mayor precisión a la que, a buen segu-
ro, sea la finalidad última de la obra: educar en la celebración litúrgica
mediante la bella expresión de la verdad religiosa. Al mismo tiempo, este
número tres y el hecho de ser precisamente tres el número total de trilu-
dios parecen remitir a la Santísima Trinidad.
La forma, de carácter cíclico, surge fruto de la transformación meló-
dica, rítmica o armónica de tres temas-constructores integrados por unas
pocas notas. De esta manera, aunque éstos sean objeto de múltiples varia-
ciones, la obra conserva siempre un alto grado de unidad. Es probable
que este tipo de construcción formal, tan frecuente en el Romanticismo,
lo tomara de César Franck, “uno de los compositores más grandes de su
siglo, si ya no el más grande” en opinión de nuestro músico33. Así pues,
Iruarrízaga asimila, aun de forma indirecta, estéticas de ámbito alemán
forjadas en personalidades como las de Johann Sebastian Bach, Richard
Wagner o Franz Liszt, de las cuales Franck era uno de los máximos repre-
sentantes en Francia.
Cada uno de los tres triludios se asocia con un tema-constructor34 [Fig. 2]:
Fig. 2. Temas-constructores.
Destaca, a su vez, la extrema sencillez con que son elaborados los dis-
tintos temas-constructores en el transcurso de la obra: en muchas oca-
siones se citan de manera explícita, e incluso a veces son objeto de reite-
ración constante, como ocurre en O quam suavis, donde el órgano
efectúa treinta y cinco veces el tema-constructor asociado al primer tri-
ludio. De esta manera, según Iruarrízaga, el fiel podría quedar predis-
puesto hacia el misterio eucarístico de modo más intenso.
Igualmente, nuestro músico hace uso de un programa que resume sus
intenciones con respecto a la obra, el cual tiene su repercusión en la
estructura formal. Aunque el programatismo fuera un principio estructu-
ral ya superado en el siglo XX, ello no supuso ningún inconveniente para
Iruarrízaga, el cual es probable que importara dicha técnica nuevamente
de la Schola Cantorum francesa. Dada la tradicional vinculación del pro-
gramatismo con la composición instrumental, sorprende su aplicación en
la música vocal. El programa, en concreto, es el siguiente:
“En los Triludios empieza cantando Dios con toda su majestad, pero tam-
bién con todo su amor a los hombres, como se ve en los solos “Ego sum
Panis vivus”, “Caro mea” y “Accipite et comedite”. A seguida esas mismas
melodías que entona Cristo Señor Nuestro, las toman los ángeles, quienes
con todo respeto y con voz apenas perceptible por la impresión nos las van
repitiendo suavemente a tres voces. Luego, arrebatada por un profundo
éxtasis, canta la Iglesia unas veces embriagada de dulzura, como en el “O
quam suavis”; otras rebosando esperanza, como en el “O Sacramentum
pietatis”, y, finalmente, otras confundida y humillada, como en el “Domi-
ne non sum dignus”. Después, oyendo el pueblo fiel tan suaves voces de
Cristo, de los Ángeles y de la Iglesia, prorrumpe también en acentos de
regocijo, como se echa de ver en el magnífico “O Sacrum convivium” y en
el sonorísimo “Laudes et gratiae” y más aún en el “Laudans invocabo
Dominum”, donde el entusiasmo y la grandeza parece tocan su límite”36.
Textura
41. Tra le sollecitudini, V. Los cantores, núm. 13. La única excepción que se hacía a la
regla era en comunidades religiosas femeninas.
ya de hombre”; los niños varones debían suplir a las mujeres en las tesi-
turas agudas como era entonces tradición en la Iglesia. Habrá que espe-
rar hasta la encíclica Musicae Sacrae Disciplina de Pío XII (1955) para
que las voces femeninas se vayan incorporando con naturalidad a los
coros litúrgicos42.
Por último, cabría preguntarse hasta qué punto no hubiera sido más
convincente una escritura para coro mixto en los segundos y terceros
motetes de cada triludio, y así representar de manera más realista a la
Iglesia y al pueblo. Pese a todo, la realización a voces iguales no empaña
el resultado óptimo de la obra. Hay que tener en cuenta, además, que esta
disposición facilitaría su montaje en ámbitos tales como seminarios o
noviciados, donde no siempre era posible contar con tesituras agudas43.
Armonía
42. En su apartado IV se apunta que “donde no se pueda tener una Schola Cantorum o
no se hallare competente número de niños cantores, se permite que, tanto los hombres
como las mujeres y las jóvenes […] puedan cantar los textos litúrgicos”; Musica Sacrae Dis-
ciplina, IV, 1955.
43. Es particularmente notable en la época la proliferación de música para coro a voces
iguales destinada a las Schola Cantorum de seminarios.
44. Tra le sollecitudini, II. Géneros de música sagrada, núm. 3.
Melodía
46. Obviamente, para coro de voces graves estas tesituras hay que bajarlas una octava.
47. Véase, por ejemplo, el c. 29 de Quid retribuam.
48. Tra le sollecitudini, V. Los cantores, núm. 12.
49. Ibídem, I. Principios generales, núm. 1.
Ritmo
En líneas generales, la rítmica es tratada de manera bastante conser-
vadora. Para empezar, es constatable el uso de esquemas métricos regu-
Dinámica
54. Salvo Laudes et gratiae y Quid retribuam que desplazan al final su cumbre dinámi-
ca, el resto de los números cumple esta premisa.
55. MARCO, Tomás: Historia de la Música Española / 6. Siglo XX, Madrid, Alianza Edito-
rial, 1983, p. 107.
60. Su hermano Juan comenta, en este sentido, que un crítico llegó a calificar el final de
su Missa Paschalis como “latiguillo meramente impresionista o efectista”; IRUARRÍZAGA, “El
P. Iruarrízaga”, p. 69. Hay que tener en cuenta que durante la segunda década del siglo XX
el Impresionismo estuvo asociado a la música de vanguardia, por lo cual este término fue
frecuentemente usado por la crítica más conservadora para atacar toda aquella obra de
orientación moderna. Véase en torno a la recepción del Impresionismo en España CASARES
RODICIO, Emilio: “La música española hasta 1939, o la restauración musical”, en CASARES,
E. y otros (coord.): España en la música de Occidente: actas del Congreso Internacional cele-
brado en Salamanca, 29 de octubre-5 de noviembre de 1985, vol. II, Madrid, Ministerio de
Cultura, 1987, pp. 307-311.
61. El mismo Stravinsky, en su Poética Musical, define la tradición como “una necesi-
dad natural”, condición necesaria para asegurar la continuidad de la creación al estar vin-
culada con valores de orden y disciplina frente a valores de improvisación y fantasía pro-
pios del Romanticismo; STRAVINSKY, Igor: Poética Musical, Madrid, Taurus, 1981, p. 61.
62. MYERS BROWN, Sandra: “El movimiento social en torno al Motu Proprio. El papel
social de la música sacra en Madrid a principios del siglo XX”, en Revista de Musicología,
XXVII, 1 (2004), p. 94.
63. Los conciertos sacros dirigidos por Luis Iruarrízaga en el Teatro Real, referidos con
anterioridad, pueden servir de ejemplo.
Actualmente, son muy restringidos los foros donde puede aún escu-
charse aquella música impulsada a instancias de la normativa de Pío X,
y todo parece conducir a que nos encontremos –como afirma Tomás
Marco– “ante una generación que sacrificó su talento creador en una
tarea a la postre inutilizada; una generación explotada si no simple y lla-
namente estafada”64. Si en el ámbito eclesiástico esta música ha quedado
marginada, tampoco desde la musicología abundan propuestas resueltas
a modificar esta situación. Entre las escasas iniciativas, cabe resaltar el
simposio organizado por la Sociedad Española de Musicología en Barce-
lona (2003) con motivo del centenario del Motu Proprio. Asimismo, están
surgiendo algunos proyectos discográficos encaminados a registrar su
música. En este sentido, me siento protagonista al haber participado en
la única grabación completa de los Triludios objeto de análisis65. Con
todo, la mayor parte del trabajo está aún pendiente de realizar. La omi-
sión de estudio de toda aquella música de valor nacida al abrigo de la ins-
trucción de Pío X representa, a nuestro juicio, un menosprecio hacia una
parte significativa de nuestro pasado musical. Junto a Luis Iruarrízaga,
sería conveniente abordar con profundidad y desde una perspectiva con-
textualizadora la labor de otros compositores como Juan Iruarrízaga,
Luis Urteaga, Francisco Pujol, Ramón González Barrón, Valentín Ruiz-
Aznar, José María Beobide, Juan Bautista Lambert, Juan María Thomas,
Nemesio Otaño, Norberto Almandoz, Eduardo Torres, José Ignacio Prie-
to y otros tantos que hicieron su aportación a la creación sacra. Determi-
nar de manera crítica la verdadera significación de sus obras redundará,
sin duda, en un mejor conocimiento de la música española del siglo XX.