Manifiesto de La Marcha Por El Clima 6D
Manifiesto de La Marcha Por El Clima 6D
Manifiesto de La Marcha Por El Clima 6D
El próximo año debería empezar a aplicarse el Acuerdo de París. Sin embargo, muchas de
las cuestiones claves siguen bloqueadas o sin resolverse. La COP25, además de cerrar las
normas sobre contabilidad y presentación de los compromisos, el conocido como libro de
reglas, debería suponer un avance claro en la provisión de fondos suficientes e importantes
mejoras en instrumentos como el Fondo Verde para el Clima o el Mecanismo de Varsovia
para las pérdidas y daños, unas herramientas fundamentales para paliar las peores
consecuencias que ya ha provocado y provocará la continua quema de combustibles
fósiles.
Es irresponsable que a un año del inicio de la aplicación del Acuerdo de París siga sin existir
ningún mecanismo capaz de forzar acciones y medidas que obliguen a que los
compromisos nacionales se ajusten una ruta de descenso de las emisiones compatible con
las indicaciones científicas. La COP25 debe fijar la voluntad expresa de todos los países de
elevar la ambición de sus compromisos antes de la COP26 de 2020. Ese compromiso de
mayor ambición debe ser liderado por la Unión Europea y el G20, más ahora que acoge la
celebración de la cumbre en su territorio, y el gobierno de España debe alinearse
inequívocamente con ese llamamiento a una mayor ambición, que debe plasmar en
objetivos y medidas más exigentes que los actuales en todas las políticas económicas,
energéticas, de transporte, agrícolas, ganaderas, de conservación de los ecosistemas y de
cooperación internacional. Del mismo modo, la transición ecológica requiere de la
participación de toda la ciudadanía en la toma de decisiones. El establecimiento de
mecanismos reales y efectivos de propuesta ejecución y evaluación de las políticas
climáticas debe permitir la plena participación de toda la ciudadanía.
Una manifestación en solidaridad con las personas y los pueblos que sufren con especial
virulencia la degradación ambiental y social que han supuesto las políticas neoliberales
extendidas por el planeta. En Chile y por todo el mundo hay claros ejemplos de cómo se
vulneran sistemáticamente derechos humanos y ambientales. En Chile la política
extractivista, las zonas de sacrificio y la política hidráulica devastadora con regiones
completas son ejemplos de lo que no es permisible. La denuncia de estos hechos debería
tener su altavoz en la COP25 y una transición justa y equitativa.
Apenas queda tiempo para frenar la emergencia climática y necesitamos que se oiga la voz
de todos los pueblos y personas, en Santiago de Chile y en Madrid, la voz de la juventud
movilizada por el clima, de las poblaciones indígenas que sufren las causas y las
consecuencias del cambio climático, de las mujeres que cumplen un rol fundamental en la
lucha climática y la voz de toda la vida en el planeta.