Derecho Romano Trabajo Final
Derecho Romano Trabajo Final
Derecho Romano Trabajo Final
En los siguientes temas, se ha procurado seleccionar los puntos que son más
importantes o fundamentales en el conocimiento del Derecho Romano, en los
aspectos institucionales del Derecho Romano que pueden ser más básicos
para el conocimiento de la materia, especialmente aquellas instituciones que en
gran parte son valederas para el derecho moderno, de modo especial del
Derecho Civil.
Puede llamar también la atención este estudio en los tiempos actuales; porque
el Derecho Romano fue algo que existió, pero que actualmente ya no existe. Y
hasta se oye decir, sobre todo enlabios de principiante en la Carrera de
Derecho: ¿Para qué puede servir el Derecho Romano actualmente?
Esto quiere decir, que Estudiar el Derecho Romano es buscar las raíces
del derecho moderno, de modo especial del Derecho Civil. Dicho esto en otras
palabras: para conocer el Derecho moderno científicamente y no como simple
repetidores, debemos conocer el Derecho Romano.
Que la cultura de los países del Mundo Occidental tiene hondas raíces
en la Cultura Griega, es algo evidente y palpable. La antigua Grecia es la que
construyo los primeros y grandes valores del Mundo Occidental; por eso
constantemente, en los planes de estudio y programas de Enseñanza Básica,
Media y Superior, estudiamos los modelos griegos y no inspiramos en ellos. En
este contexto, podemos constatar que han sido y son objeto de nuestros
estudios, los sabios griegos, como filósofos, literatos, matemáticos, críticos y
políticos.
¿Qué razón de ser tiene el estudio casi minucioso que hemos realizado
sobre las obras épicas de Homero, o las teatrales de Sófocles, Eurípides y
Esquilo? ¿Quién no ha recordado los discursos de Demóstenes, considerado
padre de la oratoria? En la historia hemos tenido en cuenta a Hero doto y a
Plutarco, en las matemáticas a Pitágoras. Y constantemente hemos estado
recordando las obras de los grandes filósofos griegos; entre los que se destaca
la trilogía constituida por Sócrates, Platón y Aristóteles; sin excluir a los
estoicos, a los epicúreos, a los democráticos y a otros.
Pero hemos dicho que otros de los pilares de la Cultura del Mundo
Occidental lo constituye la cultura Romana o Latina.
El influjo de la Cultura Latina en nuestro mundo lo apreciamos ante todo
en las lenguas del Mundo Occidental, las cuales en su mayor parte son de
origen latino.
Así que en la
ROMANO.
En el campo del quehacer jurídico todos hemos oído hablar del Código
Civil de Napoleón Bonaparte o de los códigos que el procuro que se hicieran en
Francia a finales del siglo XVIII. Sabemos que fueron cinco los códigos que el
procuro que se hicieron; cosa perecida fue la obra del Emperador Justiniano,
que en el siglo VI, de nuestra era propicio la realización del Corpus Juris Civilis,
del que posteriormente se habla.
Sabemos que para los romanos todo era Derecho Civil, ya que en
resumidas cuentas todos los derechos eran de los ciudadanos, y Derecho Civil
quiere decir de los ciudadanos; pues civil viene de ciudadano, más
concretamente de la palabra CIVES, que del latín o del lenguaje romano pasa
al vocablo español
Con este marco que hemos dado a conocer en este capítulo, creo que
legítimamente podemos comenzar a dar paso en el conocimiento del Derecho
Romano, y si fuera posible, también adentrarnos un tanto en su historia y en su
manera de ser.
Aunque por una parte hemos dicho que el inicio de Roma esta envuelto
en un ropaje legendario, si es histórica la realidad de su reinado en los
primeros siglos. Más aun, se sabe que si el Reino Romano comenzó en el año
753 a.C. es seguro que concluyo el año 510 también antes de Cristo, cuando
dio inicio la República Romana.
Se admite que el Reino de Roma tuvo 7 reyes, aunque no todos
fueron estrictamente romanos, pues históricamente se sabe que hubo
intervención de los etruscos. En todo caso, los escritores están de acuerdo en
que Roma tuvo 7 reyes: Primero Rómulo el fundador, luego en su orden:
Numa Ponpilio, Tulio Hostilio, y Anco Marcio; para completar con tres
reyes etruscos: Tarquino, Servio Tulio y Tarquino reconocido como el
Soberbio.
Roma sufrió la destrucción de los Barbaros dirigidos por Alarico. Pero los
Barbaros no destruyeron al Cristianismo, sino que poco a poco se fueron
convirtiendo y recibiendo el bautismo. Los Cristianos de ese tiempo con la guía
de los Santos Padres convierten y civilizan a los Barbaros, que si muy poco
podían aportar de cultura, si inocularon una fuerte inyección de razas a los
pueblos de Europa.
Nosotros para más facilidad didáctica dividimos la historia del Derecho Romano
en cuatro épocas perfectamente claras.
Par concluir este tema donde hemos tratado de reseñar la historia del
Derecho Romano, es oportuno y muy justo que quien trata de conocer esta
disciplina tenga muy presente la figura del emperador romano Justiniano I,
porque sin la obra de este notable emperador actualmente sería muy difícil
conocer y mucho menos estudiar lo que se e derecho de ese pueblo.
Hay que tener en cuenta que Justiniano fue emperador, cuando la sede
estaba en Constantinopla, cuando el Imperio ya estaba en decadencia y
también cuando el Cristianismo ya tenía dos siglos de estar trabajando
intensamente sobre todo en la conversión y cultivo de los Barbaros.
Analizando cada una de esas cuatro obras el Codex apareció el año 529
o sea dos años después que Justiniano subió al trono de Constantinopla. Es
una colección de las Constituciones Imperiales, o sea las leyes que los
emperadores habían dado a Pueblo Romano, abarcando hasta el tiempo de
Justiniano.
Las instituciones fue una obra que vio la luz el 21 de noviembre del año
533 Prácticamente es un tratado de Derecho Romano, dirigido a los estudiosos
y a los profesionales del Derecho. Estaba dividido en 4 libros; el primero de
Personis, el segundo de Rebus (de cosas o bienes), el tercero de Succesinibus
et obligationibus, e cuarto de Delictis et Poenis. En este recorrido notamos una
vez más el influjo del derecho romano sobre el Civil moderno. Pues casi en
este orden estudiamos en las universidades al derecho Civil con la diferencia
de que en torno a los delitos y penas, ya se ha formado un cuerpo aparte en las
ciencias jurídicas modernas.
1. Las costumbres
2. Las leyes romanas en general
3. Las XII Tablas que constituyen una fuente especial dada su
trascendencia en el Derecho Romano
4. Las constituciones imperiales
5. Los senado – consultos
6. Los edictos
7. Y la jurisprudencia romana
La otra clase de leyes romana eran las dadas (datae). Estas las emitían
las autoridades romanas y generalmente eran de carácter administrativo y no
eran sometidos a los comicios. En esta clase de leyes podemos incluir los
edictos, los cuales eran muy frecuentes, algunos de estos se conservan
todavía en algunos museos de Italia y de países europeos Edicto se
denominan actualmente, siguiendo una forma romana, algunos documentos
que emiten los obispos, los cuales van dirigidos a los católicos que están bajo
su jurisdicción.
Tal como hemos indicado, los romanos tenían una tercera clase de leyes
que eran las dictas. Eran normas de los magistrados emitidas con la finalidad
de concretar o explicar otras leyes generalmente administrativas. Analizando
esta clase de leyes dichas podemos concluir que se asemejaban a lo que son
actualmente los reglamentos
En las Tablas VIII y VIX se habla de otro delito entre los cuales se
encuentra la usura castigada por los romanos cuando excedía al 12% anual
terminado la Tabla IX con el delito del falso testigo que era condenado a la
pena de muerte lanzándolo desde la Roca Torpeya . En la tabla X se
contempla algunos delitos considerados por el Derecho Romano como público
entre los cuales se encuentran el parricido nombre que subsiste en el derecho
moderno y otros que pueden ser considerados como abusos de poder. Termina
la tabla con un principio que lo retoma el derecho actual cuando afirmamos que
solo puede ser sancionado quien ha sido vencido en juicio.
E. SENADOS CONSULTOS
El senado romano fue un cuerpo colegiado que duro tanto como el pueblo
romano, aunque no siempre gozo de la misma preponderancia. En tiempo del
reino, los senadores eran los consultores del rey, acompañándolo en el
gobierno y en las decisiones. En tiempos de la república el senado logro más
importancia; debemos recordar que los romanos elegían a sus funcionarios
cada año, mientras que los senadores eran permanentes. Además, mientras
los cónsules se encontraban fuera de roma, ya se tratase de visitar una
provincia o para dirigir la guerra, el senado permanecía en la sede. De aquí se
deriva todo el aprecio y alta estima que los romanos le tenían a su senado,
cosa que se apreciaban en el lema mismo que encontraba en el vexilum
romano y que proclamaba: “senatus populusque romanus”. En tiempos del
imperio el senado también tenía gran importancia; sin embargo, en la
decadencia del bajo imperio también decayó la prestancia del senado,
habiéndose convertido más en una figura decorativa.
Podemos decir que las constituciones imperiales eran las disposiciones de los
emperadores, las cuales eran mandatos jurídicos para sus súbditos. Desde
luego no se trata de leyes rogadas. Algunas de esas disposiciones imperiales
iban dirigidas directamente al pueblo, otras en cambio eran disposi9ociones
enviadas a los funcionarios, que entre los romanos más bien recibían el
nombre de magistrados. Dependiendo de la forma como esas disposiciones
iban dirigidas, han recibido distintos nombres: edictos, mandatos, decretos y
rescriptos. Algunos de estos nombres han subsistido en léxico del derecho
moderno otros en cambio no han superado la prueba del tiempo
Aunque el término de edicto no era de una forma exclusiva de disposición
imperial, porque también magistrados inferiores daban a conocer edictos, los
emperadores emitían en ocasiones sus disposiciones bajo la forma de edictos,
de los cuales se conservan ejemplos en algunos museos de Europa. El origen
del termino edicto, obviamente es una forma latina pues es una variante pasiva
del verbo latino edicere que significa decir o sea que es una modalidad de decir
concepto que en latín se podía expresar también con otros vocablos en la
iglesia católica, que es una entidad tan antigua como el imperio romano, se ha
observado edicto denominación que se aplica a algunas disposiciones de los
obispos, las cuales son dadas a conocer a los fieles católicos en forma de
edictos.
Los decretos eran las respuestas que los emperadores enviaban a sus
súbditos, a raíz de casos que se sometían a su jurisdicción o consideración
este concepto de decreto se ha conservado en el léxico legal moderno, pues el
término lo encontramos en la forma como emana diversas disposiciones
legales, tanto en el órgano legislativo como ejecutivo.
G. LA JURISPRUDENCIA
Vamos a tratar esta otra fuente del derecho romano; aclarando que la palabra
“jurisprudencia” la tomaremos en un sentido romano, ya que jurisprudencia es
un vocablo equivoco, el cual de modo especial en el derecho salvadoreño se
toma en un sentido bastante distinto al del significado que encerraba el
concepto entre los romanos.
Pomponio, Erennio Modestino, Cayo Ateyo Capiton, Emilio Paulo, Julio Paulo,
Sexto Cecilio Africano, T. Scipion Nasica, Mauricio Sabino, Cervidio Scevola, y
otros que sería prolijo enumerar.
Los romanos exigían que el ser tuviera forma humana. Más aún,
recordamos el mandato de la Tabla IV en la que se ordena que “sea privado de
la vida el ser que nazca monstro”. No sabemos a punto cierto hasta dónde
podía llegar la deformidad del ser humano recién nacido; pero este mandato no
sólo era por razones prácticas, sino que suponía la creencia o superstición de
que un niño podía nacer deforme por intervención de alguna de las divinidades.
El Derecho Romano enseñaba que el ser humano una vez que había
nacido era titular de los derechos, que como persona libre le correspondían;
sin embargo, reconocía que ese sujeto no siempre podía ejercer sus derechos
personalmente, sino que otros tenían que ejercerlos en vez de él o en
representación de los seres que por su edad o por su poca capacidad no
podían ejercer esos derechos, por lo menos en su totalidad. Por esa razón el
Derecho Romano creó la institución de la tutela, que pasó al derecho moderno.
Los romanos crearon también a este propósito, los conceptos de SUI JURIS Y
ALIENI JURIS: “sui juris”, las personas que ejercen sus derechos
personalmente, como es el caso de los mayores de edad generalmente; “alieni
juris”, los que no ejercen sus derechos personalmente, sino que otros los
ejercen por los que están limitados en alguna forma.
LA FAMILIA ROMANA.
Pedro
Juan Antonio
Guillermo Francisco
La distancia que hay entre una generación y otra se le llama grado. Así
que entre Pedro y Juan hay un grado, entre Juan y Santiago hay también otro
grado, entre Pedro y Santiago hay dos grados, entre Guillermo y Pedro hay tres
grados; entre los tataranietos y Pedro existen cuatro grados. Cada serie de
generación da lugar a una línea. as i que de acuerdo al esquema, en Pedro se
originan dos líneas, las cuales se llaman líneas directas o rectas. Si Pedro
tuviera otros hijos o hijas, cada uno de ellos diere lugar a sendas líneas rectas
o indirectas.
Analizando un poco más el esquema propuesto, podemos decir que Pedro esta
en segundo grado en línea directa descendente con Santiago y con Ana, estos
a su vez están en línea recta ascendente en segundo grado con Pedro. Este
está en tercer grado línea recta descendente con Guillermo y Francisco: estos
a su vez están en tercer grado línea directa ascendente con su bisabuelo. Julio
Claudia, Pablo y Judith, están en cuarto Grado Línea directa ascendente con
su tatarabuelo, Pedro; este a su vez esta en cuarto grado en línea directa
descendente con todos sus tataranietos.
Según esta nomenclatura, Juan esta en segundo grado de sangre colateral con
su hermano Antonio, ya que son hijos de pedro. En el mismo contexto,
Santiago esta en tercer grado de consanguinidad en línea colateral con su tío
Antonio.
C. EL MATRIMONIO.
Hay que reconocer que los romanos consideraban el matrimonio como la forma
más digna en que los hombres podían vivir en familia; inclusive en un principio
reconocieron el matrimonio revestido de la indivisibilidad; y solamente cuando
las costumbres se relajaron permitieron el divorcio; más aún reconocieron el
matrimonio “cum manu”, es decir, bajo la autoridad y la protección del
paterfamilias.
Ciertos vínculos familiares también se han respetado; por lo que en este orden
los romanos no admitían el matrimonio entre personas que fueran
consanguíneos en línea recta, prohibiéndose también el matrimonio entre
hermanos. Más aun, los romanos de acuerdo a la mentalidad de esos tiempos,
no permitían el matrimonio entre patricios y plebeyos, ni entre esclavos y
personas libres; aunque estas disposiciones fueron suavizándose con el correr
del tiempo. Cuando el cristianismo invadió el Imperio, también fueron tomados
en cuenta otros impedimentos como el matrimonio entre cristiano y persona
pagana, o el matrimonio entre personas que tuvieran
Como gente de sentido práctico, los romanos tenían establecida una dote,
consistente en los bienes y aporte económico que la novia debía llevar al
matrimonio, como una contribución para el sostenimiento del hogar. Este
sistema de dote fue recogido por la legislación canónica e incluida como un
aporte de la candidata a la vida de comunidad religiosa; cosa que últimamente
ya ha desaparecido en la práctica en el ambiente de la Iglesia.
LAS SUCESIONES
El tema de las sucesiones en parte se acopla al área de los bienes; pero puede
ser oportuno tratarlo aquí, pues se relaciona íntimamente con la familia y el
matrimonio. Los romanos le dieron mucha importancia a la institución jurídica
encargada de canalizar la forma como había de quedar los bienes, que dejaba
la persona que partía de este mundo. Como gente práctica, los romanos
también consideraban el matrimonio, como el canal más conveniente para
regular la sucesión de los bienes después de muerta la persona.
Por otra parte, debemos tener en cuenta el respeto que los romanos guardaban
a los miembros de la familia que partían de este mundo. Ellos creían que esas
personas fallecidas se convertían en Dioses Lares; por lo que se deduce el
gran respeto que tenían en cumplir la voluntad de esas personas, las que ya se
habían conversito en dioses del hogar.
Podemos decir que las sucesiones es el tratado de Derecho Civil, que tiene por
objeto estudiar y analizar el cauce que debe seguir la transmisión a los
herederos, de los bienes que una persona deja al fallecer. Esta sucesión, tanto
en el Derecho Romano como en el derecho actual se analiza por dos vías: una
que se atiene a la voluntad del causante o del “de cujus”, expresada en el
testamento, por ministerio de las leyes, cuando el causante no ha dejado
testamento; de donde se deducen las dos partes que constituyen ese tema: a)
La sucesión por Testamento, y la b) Sucesión Ab intestado, o cuando no
habido testamento.
Para tratar este punto comenzamos por dar la definición de testamento: para lo
cual nos valemos de un concepto que nos dejó el jurisconsulto Modestino. Este
nos dice: “Testamentum est voluntaris nostrae justa sentencia de eo quod quis
post mortem suam fieri velit”: concepto que traducido al Castellano vale decir:
“Es la justa determinación de la voluntad de una persona, sobre la forma como
quiere que se cumpla después de sus muerte”.
Debe tener sus formalidades propias: las tenía en el Derecho Romano y las
tiene en el presente. Los romanos adoptaron dos clases de testamento: el
público y el privado, sobre los cuales hablaremos seguidamente. En el tratado
de Sucesiones el alumno conocerá ampliamente las formas de testamento que
ha adoptado el Derecho Civil en el Salvador.
Entre los testamentos públicos que tenían los romanos recordamos el que
hacían en comicios curiales, evento que se celebraba dos veces en el año. La
persona que quería hace el testamento es esta ocasión, inclusive ante el
Pontífice, podía hacerlo; el que no, tenía que escoger entre las otras formas
que el mismo derecho le ofrecía. Público era también el testamento que el
militar romano tenía que hacer ante su jefe militar, cuando se encontraba en
situación de guerra. Publico era asimismo el testamento que en la historia del
Derecho Romano, aparece como Principi Oblatum; y a esta clase podemos
incorporar el Testamento Pretoriano, que el romano podía emitir ante 7
testigos.
En cuanto al testamento, debemos aclarar que entre nosotros hay esta división:
Testamentos solemnes y testamentos privilegiados. El Solemne es el corriente,
el cual puede hacerse abierto o cerrado.
2°) Los abuelos y demás ascendientes; los nietos y el padre que haya
reconocido voluntariamente a su hijo;
Cualquier instante se convierte en un hecho jurídico, por los actos jurídicos que
la persona puede realizar en ese momento.
Hemos dicho que los actos jurídicos son los que el hombre realiza, u de estos
actos podemos dar esta definición: “Declaración de la voluntad de alguna
persona, en virtud de la cual, quien la hace se propone crear, modificar o
extinguir un derecho o una relación jurídica”. Otra definición: “Una
manifestación de voluntad encaminada a un fin practico protegido por el
derecho”.
Al hablar de los actos jurídicos, nos referimos a los actos voluntarios que
realiza el hombre, y además a los actos lícitos, no a, los actos ilícitos, aunque
estos últimos también son jurídicos.
Los elementos esenciales que los tratadistas suelen analizar son estos: sujeto
capaz, voluntad interna y externa, objeto y causa. Se suelen tener en cuenta
estos elementos accidentales: la condición, el término y el modo.
Para que haya acto jurídico tiene que haber un sujeto que ponga ese acto,
sujeto que obviamente tiene que ser el hombre. Este sujeto debe ser capaz,
para que el acto jurídico sea reputado como tal. En este supuesto, no puede
ser capaz ni un menor de edad, ni un demente.
Decimos que el acto jurídico debe tener causa. Las causas pueden ser
muchas o varias, pues puede haber causas materiales, formales, finales,
eficientes; pero es obvio que la hace un acto jurídico, el hombre obedece a
diversas causas o motivaciones.
La doctrina del acto jurídico afirma que debe haber objeto, como elemento
esencial. El objeto es aquello en torno a lo cual se produce el acto; si compro
una casa, el objeto es esa casa; si obtengo un mutuo, el objeto es el dinero; y
así sucesivamente podríamos analizar el objeto de cualquier acto jurídico.
Hemos dicho que otro de los elementos accidentales del acto jurídico es el
modo, el cual podemos decir que “es una determinación accesoria agregada a un acto jurídico
con la cual se impone como una carga en favor del disponente o de un tercero”.
Hay diversidad de actos jurídicos, y desde luego aquí no las vamos a tratar todas; sin embargo,
queremos reseñar algunas, que fueron más familiares a la doctrina romanista.
Puede haber actos jurídicos unilaterales y bilaterales; división muy usual, cuando los actos
adoptan la forma de contratos.
Por las cargas que producen, los actos jurídicos pueden ser onerosos cuando las partes
adquieren gravamen alguno, como en una donación.
Por sus efectos, los actos pueden ser “mortis causa”, cuando se regulan los intereses del
agente, después de fallecido, como en el testamento; inter vivos, si los intereses se
regulan en vida de los agentes, como en el mutuo.
Por sus solemnidades los actos jurídicos pueden ser solemnes y no solemnes. Solemne
como por ejemplo es la compra venta.
Por su fuerza, pueden ser actos jurídicos puros, cuando no tienen elementos accidentales,
como una compra venta; pero si tienen algún elemento accidental se vuelven modales,
como una donación con condición.
Si quisiéramos separa todo el Derecho Romano en dos grandes partes, con este tema
podríamos iniciar la segunda parte, ya que la primera, después de un vistazo general, trata de
exponer diferentes aspectos y sobre todo derechos relacionados en forma directa con las
personas. En otras palabras, los temas que hemos abordado se refieren especialmente a las
personas y a los tratados en ahora en adelante, se refieren a las cosas o bienes.
Esta forma de dividir lo referente al Derecho romano sigue también la misma tendencia de la
obra instituciones de Justiniano, en cuanto que primero trataba de personis y luego de Rebús
En el derecho moderno más se usa el término “bienes” en vez de cosas, que es una
denominación más bien romanista. Por eso en este comentario usamos con frecuencia la
palabra “cosas”.
Oportuno es recordar en este momento, que el término latino “RES”, que literalmente se
traduce por “cosa”, en castellano, ha dado origen al concepto “real”, tan usado en las Ciencias
Jurídicas. En este contexto todo conocedor de las Ciencias Jurídicas está familiarizado con el
concepto de “derechos reales”, que significa los derechos que las personas tenemos sobres las
cosas; para distinguirlo del concepto de derechos personales, que no se refiere a los bienes
sino a los derechos que tenemos en relación a nuestra persona.
Podríamos decir que dentro de la doctrina romana que “cosas son todos los entes, que pueden
ser objeto de derechos subjetivos y son capaces de tener una valoración económica”.
Identificándonos con la manera de ser del Derecho Romano, podemos aprecias que el
término “cosa” es muy amplio; el cual no solamente se refiere a lo que actualmente
entendemos por cosa, sino que también comprende los animales. Así que para los romanos
cosa era todo lo que no son estrictamente personas.
También debemos tener en cuenta que hasta los esclavos podían estar incluidos en el
concepto de “res” romano; ya que los esclavos en la práctica eran tratados en gran parte como
cosas y hasta como animales. En esto no hay una doctrina clara; pero en todo caso los esclavos
no tenían los derechos de persona aunque algunos tiempos disfrutaron de algunos derechos.
Pero en todo caso, e derecho de los romanos no protegía a los esclavos.
ALGUNAS DIVISIONES DE LAS COSAS.
Los romanos nos dejaron algunas divisiones de las cosas o bienes, la mayor parte de esas
divisiones la ha conservado el derecho moderno, aunque algunas han recibido un fuerte influjo
en los tiempos modernos, sobre todo para ponerlas en una forma más actualizada,
rejuveneciéndolas con los auxilios que les pueden brindar las ciencias modernas, y que los
romanos las concibieron y explicaron en forma menos científica y la primitiva, conforme el
desenvolvimiento de las ciencias en aquellos tiempos. Pero ciertamente es impresionante la
sutileza y agudeza intelectual como aquel pueblo que concibió estas dividiéndose, de tal modo
que por tatos da la impresión de ellos nos dejaron el camino bien trazado en estos menesteres
del derecho.
Al recordar es este tema las divisiones de las cosas de acuerdo al criterio romano, vamos a
exponer tres divisiones que se refieren a los bienes o cosas pero que solo tuvieron vigencia
para los romanos; y luego analizaremos otras cinco formas de dividir las cosas, que han
pasado al derecho actual, de modo que las encontramos en el derecho civil cuando tratamos
de dividir los bienes.
La primera forma de división de las cosas, valedera para el Derecho Romano es una
que para ellos tenía mucha importancia, porque el estado romano estaba muy unido a su
religión. En este orden ellos dividían las cosas en dos grandes clases: de acuerdo al destino que
le daban, de USO HUMANO y para el USO DIVINO.
Obviamente las cosas que tenían como destino en uso humano eran la mayor parte,
todos los bienes de que los romanos se valían para la vida: los animales, las tierras, los cultivos,
los utensilios, los alimentos, las joyas, etc. En cambio las que estaban destinados al uso divino
en alguna forma, eran las que hasta cierto punto estaban relacionadas con su religión o con
sus dioses.
En cuanto al uso divino, los romanos tenían tres clases de cosas: las sagradas, como
eran los templos y todos los enseres que estaban destinados para el culto, como eran sus
imágenes, los utensilios de los templos, las vestiduras sagradas y toso lo se destinaba a sus
cultos. Como entes religiosos los romanos consideraban los cementerios. Recordemos al
respecto que, para los romanos las personas que se morían en una familia se convertían en
dioses lares de ahí el gran respeto que guardaban los antepasados a sus cadáveres y a los
cementerios “Sanctae” para los romanos las murallas de Roma y las puertas que daban acceso
a la ciudad eran santas; porque de ahí pendía la seguridad de los que vivían en la ciudad y sus
vidas. Por eso todo ese conjunto de cosas o bienes en el derecho romano aparecen revestidos
de cierto carácter divino.
Por su relación con la ciudad, los romanos dividían los bienes en res universitatis: lo
que pertenecía a la ciudad eran las cosas universitatis y las que no pertenecía a la ciudad eran
non universitatis. Acordémonos que la universitas para los romanos no eran los centros de
enseñanza superior, que en aquellos tiempos ni siquiera existían.
Otra división muy romana, pero que ya ha pasado al derecho de los tiempos actuales,
aunque con modalidades un tanto distintas es la siguiente, que tiene en cuenta la relación de
las cosas con el derecho de propiedad o con la apropiación que de las cosas con el derecho de
propiedad o con la apropiación que de ellas podemos hacer: comunes, publicae y res. Privatae:
cosas comunes prácticamente son las de nadie, porque ninguno suele apropiárselas porque
están puestas por la naturaleza para todos los seres humanos. Tales son el aire, las aguas,
como las de la lluvia, las del mar, el viento. Públicas son las que están al servicio de la
comunidad, aunque son de la sociedad del estado; como las calles y las carreteras, los parques,
los edificios públicos. Estas cosas las usamos todos, pero no son de cada uno en particular. Las
cosas particulares son las que pueden ser objeto de apropiación, como una finca, una casa, un
animal, los frutos, entre los romanos eran también los esclavos que podían tener un dueño o
señor.
La anterior forma de dividir las cosas era muy romana; pero subsiste actualmente,
aunque en el derecho de algunos países posiblemente toma modalidades un tanto diversas.
Ahora vamos a enumerar unas divisiones que han pasado en su totalidad al derecho moderno
casi de un modo intacto: aunque más bien con la denominación de bienes, y no tanto de cosas.
Entre esas denominaciones de cosas han pasado al derecho actual y que son muy frecuentes y
reconocidas, está la de dividir los bienes en “fungibles y no fungibles”, entre los romanos se
denominaban casi lo mismo: res fungibles y res no fungibles. Los bienes fungibles son los que
pueden ser sustituidos por otros de la misma especie, sin perder su valor. El bien más fungible
es el dinero; aunque hay muchos más, como los granos de uso común y corriente, el aceite,
muchos frutos. No fungibles son los que no pueden ser sustituidos por otros, tales son bienes
como: un caballo, una casa, muchos libros etc. Como se puede observar, el punto de vista que
esta división tienen en cuenta es la facilidad con que los bienes pueden ser sustituidos.
Por la facilidad con que pueden trasladarse de un lugar a otro, los romanos
reconocieron las “res móviles, res inmóviles y las semovientes”. Esta clasificación subsiste en el
derecho moderno, así con las mismas palabras, nada más que con la modalidad de nuestro
idioma; y en este orden reconocemos bienes muebles, los inmuebles y los semovientes: los
bienes muebles son los que con facilidad se pueden trasladar de un lugar a otro, como las
sillas, los utensilios domésticos y muchos más. Los inmuebles no se pueden trasladar p se
pueden trasladar con dificultan a su como un terreno, un edificio. Nada más que como en este
aspecto es bastante difícil poner una división clara entre unos y otros bienes, hay que tener
muy en cuenta lo que las leyes de cada país expresan sobre los bienes. Los semovientes son los
animales que pueden trasladarse por sus propios medios. Desde luego hay que tener en
cuenta que la costumbre en El Salvador utiliza el término semovientes, para el ganado vacuno;
pero en el sentido romano el término tiene un significado más amplio, en cuanto que
corresponde a los entes que se trasladan de un lugar a otro por sus propios medios.
Teniendo como punto de vista los frutos que las cosas producen, dividían los romanos
los bienes en res fructiferare, res non fructiferae, y las res que producen frutos civiles: los
bienes fructíferos en general son los que proporcionan frutos naturales, como son los árboles
frutales, los animales que nos proporcionan crías. Bienes no fructíferos son los demás, como
una casa, unos muebles, una máquina. Pero resulta que entre los bienes, hay algunos que si no
dan frutos naturales, si producen bienes civiles con más facilidad, es el dinero; pero otros
bienes pueden producir frutos civiles, o ganancias. El bien que produce bienes civiles con más
facilidad, es el dinero; pero otros bienes pueden producir frutos civiles, como es el caso de un
edificio, una embarcación, etc., etc.
Por su materialidad, los romanos dividían las cosas como bienes corpóreos o
incorpóreos: entendían como bienes corpóreos los tangibles, por su etimología quería decir
bienes que se pueden tocar, pero más bien significa bienes que pueden prescribirse por los
sentidos, como sería el caso de una herencia, el usufructo. Hay que aclarar que en esta clase
de división, al referirnos a la materialidad o la inmaterialidad de los bienes, no debemos exigir
una forma perfecta de materialidad o inmaterialidad, ya que estos conceptos actualmente han
puntualizado mucho más, pues cosas que los romanos concebían como incorpóreas,
difícilmente podrían soportar un análisis en tal sentido en los tiempos modernos.
Otra forma como los romanos dividían las cosas era teniendo en cuenta su capacidad para ser
divididas. En este contexto, ellos distinguían entre “res divisible y res non divisibles”. Divisibles
las que se pueden dividir sin perder su razón de ser. Expresamos que sin perder su razón de ser
porque se puede dividir un caballo, o cualquier animal pero deja de ser un animal; asimismo se
puede dividir una embarcación, pero deja de ser una embarcación. En cambio podemos dividir
un terreno sin dejar de ser tal cosa, se puede dividir un edificio, una herencia, una sandía. Así
que con esta salvedad, hay unos bienes que se pueden dividir sin ningún problema; en cambio
otros no pueden dividirse, sin causar el problema ya especificado.
Estas son algunas de las formas o puntos de vita, desde los cuales se pueden dividir las
cosas o bienes, puntos de vista que ya fueron señalados por los romanos. Hay otras más, pero
hemos indicado las más importantes; otras el estudiante podrá reconocerlas en otras obras, o
en otras ocasiones, de modo especial al estudiar el tratado de bienes en el Derecho Civil.
Las cosas están muy relacionadas con el hombre y estas relaciones se concretan por
medio del derecho; por eso es muy lógico que después de dirigir la mirada de un modo amplio
a lo que son las cosas, o sea los bienes. Tratemos de analizar lo que son los Derechos Reales, es
decir los derechos que el hombre puede tener sobre las cosas, ya que el vocablo “real” se
deriva precisamente de la palabra “res” que en latín dignifica “cosa”, “bien”.
Los romanos ya trataban los derechos reales, como distintos de los “personales”, estos
últimos son derechos que el hombre tiene sobre su misma persona y no sobre las cosas.
Tratando de los derechos que podemos tener sobre los bienes, hay unos que los
podemos tener sobre bienes que nos pertenecen y otros derechos que podemos tener sobre
bienes que no son propios, sino ajenos. En este orden queremos analizar en primer lugar el
Derecho de Propiedad, que es el que en gran parte reúne los derechos que podemos tener
sobre nuestros propios bienes.
A- DERECHO DE PROPIEDAD
Los romanos prescribieron: el que es dueño de un bien, posee estos derechos: dominio, uso
usufructo y habitación. Quien no es dueño de un bien, no es señor de este bien, o sea que no
tiene el derecho de dominio, pero si puede lograr tener los demás derechos entre los cuales
entran los de uso, usufructo, habitación. Prenda e hipoteca.
Refiriéndonos al derecho de propiedad, hay que aclarar que entre los roanos fue reconocido
con varios nombres, de acuerdo al tiempo o época en que encontraba ese pueblo: en un
principio lo reconocieron como “mancipium”, palabra que mantiene equivalente literal en el
español, porque existe la palabra mancipación, termino poco usado entre nosotros, aunque
más familiar nos es la palabra que tiene un significado contrario cual es la emancipación.
La ultima forma como los romanos reconocieron este importante derecho fue con el
nombre de “propietas” que equivale a propiedad en español; es el término que subsistió y que
paso al derecho moderno; pero hay que tener en cuenta que los romanos no necesitaban el
auxilio de vocablo “jus”, sino que la única palabra “propietas” indicaba para ellos el Derecho de
Propiedad.
Que el derecho de propiedad sea exclusivo significa que solamente el que tiene el
derecho es el señor de ese bien, y excluye a otras personas; a no ser que varía personas tengan
al mismo tiempo la exclusividad, como sucede en la propiedad “in indiviso”, o la copropiedad,
que también era reconocida por los romanos.
En principio el derecho de propiedad es ilimitado aunque en tiempos de los romanos y
actualmente puede tener sus limitantes; pero de por si el derecho de propiedad es ilimitado.
Esta limitación se aprecia en la mayor parte de los bienes muebles de los cuales podemos
disponer en forma total. Sin embargo, algunos bienes inmuebles con frecuencia padecen sus
limitantes. De modo especial en los tiempos modernos algunos bienes inmuebles son objetos
de limitaciones; y también en tiempos de los romanos comenzaron a ponerse limitantes a la
propiedad de algunos bienes.
Los bienes en el Derecho Romano podrían tener limitaciones, ya fuera por necesidad pública o
privada. Por necesidad publica hasta podía haber expropiación, aunque no es una forma
limitada, tal como sucede en los tiempos actuales. Ejemplo de esta limitación por interés
público era la expropiación que ya conocieron los romanos. La necesidad de navegación sobre
todo en los ríos navegables podía poner limitaciones a los dueños de fundos vecinos a los ríos.
Por necesidad privada desde luego que podría haber limitaciones: una de ella era el derecho
de servidumbres, que los romanos conocieron ampliamente. Limitación también era el
permitir que árboles situados en fincas vecinas invadieran el espacio aéreo de fundos
inmediatos; limitante también era el dejar un espacio aéreo de fundos inmediatos; limitante
también era el dejar un espacio de varios pies entre uno y otro terreno, o entre una casa y
otra. Se sabe también que en tiempos del Bajo Imperio existió la propiedad “ad tempus”,
característica que constituye también una limitante.
Que el derecho de propiedad tenga limitaciones y en los tiempos actuales, es cosa que el
estudiante debe de conocer y analizar en derecho civil y en otros derechos, limitantes entre las
que se destaca la expropiación.
En todo caso y al analizar el derecho de propiedad podemos apreciar las huellas bien marcadas
que el derecho romano ha dejado en el derecho civil moderno, obviamente en el salvadoreño.
Después de conocer el derecho de propiedad es obvio analizar las formas o modos como se
puede lograr ese importante derecho. Por esta razón lógica los romanos legislaron sobre los
modos de adquirir y su doctrina se sigue en el derecho civil moderno, siempre inspirados en
ese derecho de Lacio. Esto es lo que tratamos en este tema, procurando hacerlo, con la
trayectoria que sigue el derecho salvadoreño, para que detectemos el parentesco que hay
entre ambos derechos.
Podemos decir que modos de adquirir son los hechos jurídicos capaces de producir la
atribución de derecho real de propiedad a una persona.
Pero resulta que esos modos de adquirir pueden ser de clases diversas. Y en este contexto
hablamos de modos de adquirir originarios y derivativos: originarios son los que producen el
derecho de propiedad sobre bienes que no han tenido dueño o por lo menos no lo tienen en el
presente. En cambio los modos de adquirir derivativos dan lugar al derecho de propiedad pero
tratándose de bienes que tienen dueño; Ósea que prácticamente sirve como medio para que
se realice el traspaso de la propiedad de modo legitimo a otra persona, la cual se convierte en
el nuevo dueño del bien objeto del acto jurídico.
Vamos a pasar al análisis y conocimiento de esas dos clases de modo de adquirir comenzando
por los originarios:
Ya son tradicionales en el derecho moderno, los modos de adquirir originarios que nos dejaron
los romanos, los cuales son los siguientes: Ocupación, Accesión, Especificación, Invención de
un tesoro.
La ocupación (Occupatio) es el apoderamiento legítimo de una cosa que no tiene dueño, con el
fin de convertirse en dueño de ella. La ocupación puede referirse tanto a bienes muebles como
a inmuebles; aunque es más frecuente tratándose de bienes muebles. Los romanos tenían
naturalmente muchos bienes a los cuales podían aplicar la ocupación, para convertirse en
propietarios de esos bienes; ocupación que es valedera en los tiempos actuales:
Hay que tener en cuenta que en tiempos actuales la ocupación puede producirse en relación a
tierras sin dueño, como sucede actualmente en países de gran extensión, en los cuales la
mayor parte del territorio nacional carece de dueño. Cosa igual podríamos afirmar sobre los
peces del mar, los cuales ni en tiempos de los romanos ni en los actuales tienen dueños, y
sobre ellos constantemente se está aplicando la ocupación por medio de la pesca.
Otro modo de adquirir originario es el conocido como la accesión (accesio), este modo de
adquirir se produce cuando una cosa de un dueño se une a otra cosa de distinto dueño con
carácter estable; o también si las cosas se convierten en elemento integrante de un todo,
quedando sobre dominio de un propietario.
Unida a la accesión o como parte de ella está la Especificación (specificatio), la cual se produce
cuando mediante la trasformación de la materia, se obtiene una especie nueva pudiéndose
producir un cambio de dueño. En este caso podría producirse una indemnización que correría
a cuenta del daño que se queda con la especie nueva. El jurisconsulto romano Gayo a este
respecto nos habla de tres especies que se han obtenido: el vino, el aceite y las joyas, donde
además de la respectiva materia prima esta el trabajo de los artesanos y del orfebre.
El código civil nuestro también trata de la especificación a partir del artículo 638.
El código civil salvadoreño, siguiendo las huellas romanos también habla de la invención de un
tesoro o de otros bienes, tal como lo podemos apreciar por las disposiciones que aparecen a
partir del artículo 606.
Es obvio que modos de adquirir derivativos son los que se aplican a bienes que ya tienen
dueño, lo cual se convierte en la forma de traspasar los bienes ya se trate de bienes inmuebles
o muebles. Recordemos ante todo la Mancipatio de los romanos. Era un modo muy ritual y
ceremonioso, complicado diríamos actualmente, por lo que poco a poco vino perdiendo
vigencia; de tal modo que ya había desaparecido en tiempos de Justiniano.
La historia nos recuerda que en virtud de la Mancipatio los romanos podían transferir el
derecho de propiedad de cualquier bien, pero tenía que ser ante la presencia de cinco testigos.
Desde luego tenía que estar el vendedor y el comprados, tenía que usarse una balanza (que ha
transcendido hasta nuestros tiempos como símbolo de justicia), el libri pens debía de sostener
la balanza y como muy ritualistas los romanos exigían que en el momento el comprador debía
pronunciar las palabras rituales: “Hanc egorem, eex jure quirito meam ese aio” que en nuestra
lengua equivale a “por el derecho quiricio, yo afirmo que esta cosa (o bien) es mía”. Si se
trataba de comprar un esclavo, había que decir “hunc hominem” (este hombre), en vez de
“hanc rem” que significa esta cosa.
Conforme el tiempo avanzo el derecho romano se vino deshaciendo de la ritual y compendiosa
Mancipatio; así como se despojó de otras instituciones igualmente compendiosas; como
veremos en los contratos. Fue así como de la ceremonioso mancipatio los romanos adoptaron
la Traditio (tradición o entrega) , la cual prácticamente consistía y consiste en la simple
entrega del bien; termino y formula que ha perdurado hasta el derecho de nuestros días,
“tradición” que ha quedado consagrada de modo peculiar en los contratos de compraventa,
que el notario autoriza en nuestros tiempos.
Queremos ahora referirnos a otro modo de adquirir derivativo que tenían los romanos, en
cuanto se refiera la transmisión del derecho de propiedad el cual también ha pasado los
tiempos actuales, aunque con denominación un tanto distinta y desde luego en una forma
también diversa. Nos estamos refiriendo a la Usucapio, que podemos traducirla en nuestro
idioma con el nombre de “Usucapión”.
Ante todo aclaramos que por su construcción latina la palabra usucapio significa “yo tomo o
me apodero (de algo)”, por su uso. Esto expresa lo que en realidad era este modo de adquirir
para los romanos. Podemos definirlo como “un modo derivativo de adquirir la propiedad de un
bien, mediante la posesión continua durante cierto tiempo, y reunidas determinadas
condiciones legales”.
Desde luego que para aplicar la usucapio los romanos exigían ciertos requisitos, pues no se
tratada de una posesión en cualquier forma debía ser una posesión durante cierto tiempo
continua, y por justa causa. Los romanos señalaban una serie de bienes a las cuales no se les
podía aplicar la usucapio; por ejemplo no podía ser el apoderamiento de un bien en forma
fraudulenta o a la fuerza. No podía tratarse de bienes del fisco o del emperador; tampoco los
bienes de una mujer que estuviese bajo la tutela de los agnados, ni las cosas de un pupilo.
Tampoco podía haber usucapio si se trataba de cosas de los templos, ni de fundaciones
piadosas, la cual se podía producir en el Bajo Imperio, cuando el cristianismo ya tenía fuerza
legal y estaba con la protección del Derecho. Así mismo, no podía aplicarse este modo de
adquirir tratándose de los cinco pies que se separaban los fundos. En cuanto al tiempo
tenemos que recordar que no siempre fue el mismo para aplicarlo a la usucapio; porque bajo
el régimen de las XII tablas se exigía que la posesión de buena fe fuera de dos años para los
bienes inmuebles, y de un año para los bienes muebles; Justiniano en cambio estableció tres
años para los bienes muebles y de 10 a 20 años tratándose de bienes inmuebles.
Como una evolución de Roma se adoptó también el modo denominado “ praescritio longi
temporis”, que significa “prescripción por largo tiempo”, denominación que se ha perpetuado
en el derecho moderno, cuando se habla de la conocida “prescripción” (casi la misma palabra
latina). El emperador Justiniano termino con la usucapio y la unió con la prescripción.
LA POSESIÓN.
Ya los romanos distinguían dos clases de posesión: una bonae fidei, o sea lo
que tenía aquel que cree tener derecho a la posesión del bien. En tiempos de
Justiniano esta clase de posesión recibía el nombre de “possessio pro suo”. En
cambio la posesión del que maliciosamente tenía un bien, sabiendo que no le
tenía legítimamente, recibía el nombre de “possessio pro alieno”.
También distinguían los romanos entre “possessio justa possessio injusta”: la
primera era la del que adquiría un bien sin perjudicar al anterior poseedor, o
sea que se adquiría la posesión sin vicio alguno. En cambio la possessio
injusta era la que se producía dañando a la otra persona; o sea que se trataba
de una posesión viciada; como cuando la posesión se obtiene con violencia
(vi), como es el caso del ladrón, o cuando la posesión se obtiene en forma
fraudulenta o clandestina, como es el caso de quien hurta.
El otro requisito era expresado por los romanos con la expresión “animus
possidendi”, o sea el ánimo de poseer, es decir la decisión o la convicción de
que se es dueño del bien, como quien dice un elemento formal.
LAS SERVIDUMBRES.
La división que más era tenida en cuenta entre los romanos era la de
servidumbre rusticas y urbanas; sin esperar una conceptualización bien
definida, los romanos entendían rústicas las servidumbres que se ubicaban en
el campo; y las urbanas estaban ubicadas en poblados, aunque no se tratara
expresamente de ciudades.
Referente a las servidumbres, hay que tener en cuenta que se podían constituir
en un momento dado, y también podían extinguirse. Se podían construir por
mancipio, es decir por las adquisiciones del derecho de propiedad. Podía
asimismo constituirse por herencia o legado, por adjudicación judicial, por un
pacto, por usucapión o prescripción, por un pacto entre las personas y también
por la ley.
Podía asimismo extinguirse una servidumbre: por renuncia del propietario del
predio dominante, por no usar de la servidumbre durante cierto tiempo; a este
propósito Justiniano señaló un espacio de tiempo de diez años. También podía
extinguirse por la confusión de las propiedades, por la destrucción de los
fundos o de uno de ellos, porque la servidumbre ya no era útil, por producirse la
condición resolutoria o por haberse cumplido el plazo que se había pactado.
PIGNUS = (PRENDA)
HIPOTECA
Entre los romanos hubo varias clases de hipotecas, quizás hasta más que en
tiempos modernos: porque podía haber hipotecas ínter vivos, establecidas por
disposición testamentaria, por las leyes o por orden de algún magistrado. Podía
haber también hipotecas generales y especiales. En todo caso, como los
romanos eran muy negociantes, entre ellos la hipoteca tuvo mucho despliegue.
Notamos que la definición trata de “pagar alguna cosa”, porque entre los
romanos las obligaciones generalmente eran de pagar. Además al cumplir con
una obligación siempre realizamos en alguna forma un pago. Al expresar.
Desde tiempos de los romanos, se ha dicho y dice que las obligaciones pueden
ser de tres clases: de dar, de hacer o de no hacer.
El de dar: se puede apreciar fácilmente cuando se trata de dar o pagar una
cantidad de dinero, obligación muy frecuente entre los romanos y también entre
nosotros.
Claro que los delitos producen obligaciones, así como también las producen las
faltas; por eso los delincuentes y los que cometen alguna falta, tienen que
pagar el delito o falta cometida; y esto lo hacen solventado lo que deben, con
multas o con prisión de alguna clase
Es el modo mejor de hacer que una obligación se extinga, más aun, cuando
una obligación se contrae, de modo especial por medio de un contrato o de la
ley, es con la finalidad de cumplirla. Al cumplir la obligación es decir al pagar el
acreedor recibe la satisfacción a la que tenía derecho.
En cuanto al tiempo para pagar, hay que tener en cuenta lo que se ha pactado,
por lo menos cuando se trata de pagar. En otros casos, no habrá que tener en
cuenta lo que las disposiciones legales determinan.
En cuanto al pago, también hay que tener en cuenta que el acreedor no está
obligado a recibir un pago parcial, a no ser que se haya pactado esa forma de
pagar; tampoco está obligado el acreedor a recibir en pago otra cosa, a no ser
que también se haya pactado esa posibilidad.
Una forma en que se puede llegar a extinguir una obligación es por medio de la
remisión, o sea la condonación o perdón de la deuda de parte del acreedor.
Obviamente esta posibilidad solamente la puede brindar el dueño, o la persona
que tiene la capacidad legal de condonar la obligación.
EL NEXUM
EL MUTUUM
El derecho romano contaba con acciones a las que las partes podían acudir
para reclamar el cumplimiento del mutuo, entre éstas podemos señalar las
acciones reconocidas como “conditio certae pecuniae” y la “conditio certae rei”
EL COMODATUM
Este es un contrato gratuito, en el cual una persona llamada comodante,
entrega a otra (comodatario) un bien para un uso determinado, concluido el
cual éste ha de devolver el bien al comodante
COMPRAVENTA
Ante todo el vendedor está obligado a entregar la cosa al tiempo que se realiza
la compraventa, a no ser que ambos hayan convenido en una forma distinta,
asimismo el vendedor debe responder por los vicios o defectos ocultos que
tuviere la cosa vendida, los cuales podrían afectar el uso para el cual se
destina el bien comprado, defectos que pueden disminuir el valor de la compra.
Otro pacto reconocido por los romanos era en “in diem addictio”, el cual
consistía en que el vendedor se reservaba el derecho de anular la venta
efectuada, si dentro de un tiempo determinado se le presentaba la ocasión de
una venta más ventajosa ya fuera por un mejor precio, u otra razón; sin
embargo, el que había comprado el bien, tenía el derecho de preferencia, en
caso de hacer suya la oferta superior.
Otro pacto que acostumbraron los romanos era el de “displicentiae”, que era un
acuerdo por el cual si la cosa no agradaba al comprador o no le servía
adecuadamente para lo que le había comprado, la compraventa se podía
rescindir. Algunos de esos pactos son considerados en forma general por el
Código Civil salvadoreño en los artículos 1684, 1685 y 1686.
Todo lo expuesto viene a confirmar el gran influjo que el derecho Romano está
ejerciendo en el derecho de nuestros tiempos, de modo especial en todo lo que
se refiere a la naturaleza de la compraventa.
Tal como sucede en los tiempos presentes, los romanos tenían un conjunto de
derechos, los cuales eran protegidos por el Estado; pero resulta que esta
protección tenía que hacerse concreta en el proceso; porque de poco serviría
tener derechos, si estos no pueden defenderse o reivindicarse, cuando son
violados por quienes no respetan las normas jurídicas en un momento dado.
Esto es precisamente el papel del proceso y desde luego del derecho procesal.
De acuerdo a los avances que los romanos habían logrado en el campo del
derecho, ellos ya no admitían que las personas tuvieran que hacerse justicia
por si propias, sino que era el Estado el encargado de administrar la justicia. En
este orden, los romanos tuvieron ya sus formas de proceso, bastante distintas
del proceso de los tiempos actuales; sin embargo, algunos lineamientos del
proceso romano se conservan actualmente en el derecho procesal moderno y
por supuesto en el salvadoreño.
Hay que aclarar que el proceso romano que los tratadistas analizan, es el que
se circunscribía a los delitos privados, no a las acciones que utilizaban para
sancionar a los delincuentes que habían caído en un delito público, sanciones
que por lo general eran severas.
Aunque las formas de los juicios romanos tuvieron algunas variantes, tal como
posteriormente lo veremos, se puede apreciar en tales procesos dos partes
bastante definidas que históricamente se reconocen con dos nombres: la
primera parte recibe el nombre de In jure y la segunda Apud Judicem.
IN JURE vale tanto como “de acuerdo al Derecho”, y era la parte de carácter
más bien administrativo, en la que el magistrado y no el juez, apreciaba la
factibilidad de admitir la obviabilidad del juicio. La segunda parte ya se
realizaba ante el juez, ósea el Pretor; aquí ya se trataba propiamente el juicio,
en que se aplicaban las acciones, el sistema de formula o el Extraordinario.
Esto constituye una especie de bipartición de los procesos romanos.
Las acciones (de donde viene nuestro moderno término de la Acción Procesal),
fue el sistema más antiguo del proceso en Roma; se remonta hasta el Reino,
pasando por tiempos de la Republica.
Podemos decir que las Actiones (acciones) eran los medios puestos en manos
de las personas particulares en Roma, para pedir a las autoridades que se
reconocieran o se reivindicaran sus derechos, conculcados por personas que
no los habían respetado. De acuerdo a la mentalidad e idiosincrasia de los
romanos, se sabe que esas actiones iban acompañadas de palabras rituales
que el demandante tenía que pronunciar, así como el magistrado. En dichas
acciones había también gestos ceremoniosos, testigos y otros ritos que las
volvían muy formalistas.
Las Actiones eran muchas y variadas, pues no formaban un sistema fijo, como
sucede en los juicios modernos; sino que había de varias clases; como
aquellas que eran destinadas a recuperar el dinero objeto de un mutuo, para
defender una propiedad, etc.
Desde luego que había unas actiones que eran más comunes ò más
importantes, a las que se podían reducir otras. A modo de ejemplo, a remos
mención a las siguientes: Actio per Sacramentum, Legis Actio per judicis
arbitrive postulationem, Legis Actio per manus Injectionem, Legis Actio per
Pignores Capionem. Hablaremos un poco más de cada una de estas acciones,
como una orientación para los estudiantes de derecho, a fin de que se formen
una idea de lo que era este primitivo sistema de Derecho Romano, en cuanto al
proceso.
Ya ante el juez ò pretor, se producían las otras etapas del proceso, es decir la
prueba, y la sentencia; la cual se pronunciaba el mismo día de las pruebas,
para lo cual contaban con todo el tiempo, hasta que se ocultaba el sol. Hay que
tener en cuenta que estos juicios eran orales, y por eso se ventilaban de modo
rápido.
Otras acciones venían a continuar con la segunda parte del proceso; para lo
cual los romanos tenían diversidad de actiones, algunas de las cuales vamos a
comentar, en este breve resumen que estamos presentando.
Legis Actio per Pignoris Capionem (Acción de la ley por medio del
apoderamiento de la prenda): Esta acción tiene gran semejanza con el juicio
ejecutivo de los tiempos presentes, obviamente con grandes variantes. En
virtud de esta acción, el acreedor no se apoderaba de la persona misma del
deudor, sino que de algún bien (pignus), desde luego con palabras rituales
que había que pronunciar. Esta acción se utilizaba cuando era el caso de un
deudor que estaba debiendo algún animal que había comprado para el
sacrificio de los dioses, ò cuando se trataba de deuda al fisco en caso de
impuestos no pagados ò de contribuciones de carácter militar.
C- EL SISTEMA FORMULARIO
Esta era la parte probatoria. El juez o pretor escuchaba a los litigantes y a los
testigos, formándose un concepto sobre la posición de las partes.
D- PROCEDIMIENTO EXTRAORDINARIO.
Este sistema recibió este nombre, por ser distinto al sistema de legis actiones y
distinto también del formulario. Existió en forma paralela al de fórmula, pero en
el imperio prácticamente se convirtió en el más ordinario, de modo especial a
partir de los tiempos del emperador dioclesiano.
Como quiera que sea, el Derecho Romano nos dejó muy buenas enseñanzas
en cuanto se refiere al proceso civil, las cuales han sido recogidas por el
derecho moderno y que a grandes rasgos forman parte del derecho procesal
del mundo occidental y desde luego, de El Salvador, pues formamos parte de
ese mundo.
TEMA XVI PROYECCION AL DERECHO PENAL
Para introducir el término “penal” los romanos no podían tener problema, por
cuanto el adjetivo viene del sustantivo pena (poema en latín); pero resulta que
ellos concebían que todo el derecho era civil; y hasta cierto punto tenían razón ,
porque civil viene de la palabra “cives”, que equivale a la palabra ciudadano en
castellano, y obviamente todo el derecho de cualquier clase que sea, es de los
ciudadanos y para los ciudadanos, por lo que es civil, y seguramente eso es lo
que ellos entendían.
Por otra parte en aquellos tiempos el derecho, como todas las disciplinas y
todas las ciencias, no se había diversificado; así que el derecho era uno solo:
apenas civil, y no pensaban en estructurar otra clase de derecho que fuera
penal; y no soñaban con otras clases de derecho que conocemos ahora como
el laboral, el mercantil, el de familia, el notarial, y otros más que han resultado
del civil; así como se ha diversificado el mismo penal. De esa manera se han
venido dividiendo las ciencias y disciplinas, como se ha subdividido la
ingeniería, como hay muchas especialidades en medicina, así como las letras
han dado lugar a diversas disciplinas y especialidades.
Las divisiones del derecho seguramente irán multiplicándose, así como se han
venido subdividiendo todas las ciencias y todos los conocimientos humanos. El
progreso del mundo ha venido exigiendo la diversificación de todas las
disciplinas de todas las ciencias, de todas las artes, de todas las áreas de
trabajo. El Derecho no puede estar ajeno a este progreso; por lo que una
características del progreso; por lo que una de las características del derecho
positivo, es precisamente la que consiste en ser cambamente constantemente.
La verdad es que todo en la vida es movimiento y cambio; la vida misma es un
cambio constante. La verdad es que si profundizamos y filosofamos más en las
cosas, nos damos cuenta que en la vida todo es movimiento. La vida es
movimiento y la quietud es muerte.
Claro está que los romanos tuvieron en cuenta lo que nosotros entendemos
como penal. Ellos castigaron los delitos y desde luego más severamente que
como lo hacen nuestras legislaciones. Si recordamos el espíritu de las XII
Tablas, Podemos apreciar su dureza y hasta crueldad; pero no utilizaron el
concepto de derecho penal.
Para castigar los delitos los romanos no se quedaban atrás, sino que fueron
muy severos, utilizando en aquel tiempo penas que actualmente llamamos
infamantes, como las pesadas cadenas , la flagelación, la crucifixión, las
exhibiciones en lugares públicos como en los mercados etc.etc.