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Evolución de la Psicología del Yo

Este documento presenta una introducción a la escuela americana de psicología del yo. Se describe que esta escuela se desarrolló a fines de los años 1930 en Estados Unidos y se centró en el yo, el superyó y la adaptación a la realidad externa. También se resaltan los aportes de Margaret Mahler sobre las relaciones objetales tempranas y de Heinz Kohut sobre el tratamiento de trastornos narcisistas mediante la empatía. Finalmente, se mencionan las ideas de Otto Kernberg sobre el tratamiento de pacientes limítrofes manteniendo

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Evolución de la Psicología del Yo

Este documento presenta una introducción a la escuela americana de psicología del yo. Se describe que esta escuela se desarrolló a fines de los años 1930 en Estados Unidos y se centró en el yo, el superyó y la adaptación a la realidad externa. También se resaltan los aportes de Margaret Mahler sobre las relaciones objetales tempranas y de Heinz Kohut sobre el tratamiento de trastornos narcisistas mediante la empatía. Finalmente, se mencionan las ideas de Otto Kernberg sobre el tratamiento de pacientes limítrofes manteniendo

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ESCUELA AMERICANA, PSICOLOGÍA DEL YO

CLASE 1

Breve recorrido por el psicoanálisis después de Freud. Escuelas americana, francesa e inglesa (ANEXO 1)

CLASE 2

INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA DEL YO

 Bleichmar, N. y Leiberman, C. (2001). La técnica de la psicología del Yo. En Las perspectivas del psicoanálisis
(pp.78-89). Ciudad de México. Paidós.

La Psicología del Yo fue creada en EEUU por Hartmann, Kris y Loewenstein, y en Londres por Anna Freud. Comienza a
fines de los años treinta (coincide con la muerte de Freud), se consolida en los cuarenta y su apogeo se da en la época do
los cincuenta. En EEUU la escuela toma como punto de partida la teoría estructural freudiana manteniendo el interés en
los conceptos energéticos derivados de su teoría económica y presta mayor atención a la actividad del Yo y sus
estructuras, el desarrollo del superyó y la adaptación a la realidad externa. Se centra en la superficie psíquica entendida
como derivado e indicador de los conflictos inconscientes. Las interpretaciones van de la superficie a la profundidad y se
hace hincapié en el conflicto entre deseo inconsciente y resistencia, así como en las estructuras defensivas que se
oponen a dicha manifestación. EL objetivo central es comprender los conflictos inconscientes del analizado a través de la
interpretación, que es instrumento único del análisis y gracias al cual se descubre la interacción entre transferencias y
resistencias, los cambios estructurales se obtienen a través del insight. Lograr cambios es el verdadero fin del
tratamiento. El analista conserva la neutralidad y la abstinencia establecidos en los artículos técnicos de Freud y se busca
un ideal de precisión y objetividad; el apoyo, la sugestión y la seducción son los riesgos que deben evitarse, excepto con
la condición de que estén destinadas a resolver una dificultad que no pueda solucionarse de otra forma.

Los aportes novedosos de la Psicología del Yo son el área libre de conflictos, las funciones autónomas primarias y
secundarias del Yo, el aspecto no transferencial que el paciente establece en el análisis y las estructuras defensivas del
carácter. Establece que sólo son accesibles a la repetición transferencial los conflictos edípicos, no así los períodos pre
verbales del desarrollo; y que en el vínculo analítico influye de manera importante la persona real de analista en su
función profesional, a la que responde la parte sana y racional del paciente (alianza de trabajo o terapéutica) para que
luego pueda desarrollarse una neurosis de transferencia con los aspectos infantiles y conflictivos. Rapaport propone la
regresión terapéutica que se produce según él por las condiciones de frustración del setting, como elemento
indispensable para desarrollar la neurosis de transferencia que posibilita en análisis.

En los años cincuenta se dieron una serie de cambios en la psicología clásica del Yo, Margaret Mahler necesitó ampliar y
modificar algunos conceptos en sus estudios de las psicosis infantiles, creo entonces una nueva teoría del desarrollo
para aplicarla al estudio del autismo y de las psicosis simbióticas que tomaba en cuenta los aspectos no verbales, los que
además empezó a tomar en cuenta en el vínculo terapéutico. Dio relevancia a la relación del bebé con su madre al
comienzo de la vida así como a la ansiedad de separación para entender el desarrollo normal y patológico; los estudios
sobre los procesos mentales tempranos y la separación-individuación influyeron para que se tomaran más en cuenta las
etapas pre edípicas así como las perturbaciones y detenciones en el desarrollo. Esta ampliación teórica permite respetar
los diferentes niveles en los que los pacientes expresan su conflictiva para que la interpretación pueda ser formulada en
términos lo más cercanos posible a su realidad psíquica, como consecuencia, el análisis se hizo extensivo a pacientes
más graves. Estableció una terapia tripartita en la que se atiende en simultáneo al niño simbiótico y a su madre y que
busca establecer una “simbiosis correctiva”. La escuela Malheriana puso en primer plano el tema de las relaciones de
objeto tempranas (lo mismo que Edith Jacobson en su estudio con pacientes depresivos), situación que llevó a
cuestionar poco a poco algunos paradigmas precios de la psicología del Yo, tales como la idea de que las experiencias del
período pre-verbal del desarrollo no son recuperables en el tratamiento analítico.

En los años setenta y ochenta surgen Kohut y Kernberg, que aplican el método psicoanalítico a pacientes graves, el
primero a trastornos narcisistas de la personalidad y el segundo a las estructuras borderline.

El grupo kohutiano modifica la técnica en los siguientes aspectos:

 El proceso analítico es una nueva oportunidad de desarrollo para el paciente al alentar la reactivación de las
transferencias narcisistas que en los vínculos más arcaicos no lograron una adecuada consolidación del self.
 El déficit proviene de las respuestas poco apropiadas que tuvieron los padres con el sujeto, entonces el analista
debe proveer dentro del setting una mejor evolución y para ello la empatía es su instrumento principal.

Kohut define empatía como la capacidad de penetrar con el pensamiento y el sentimiento en la vida de otra persona,
nuestra capacidad de vivenciar en todo momento de la vida lo que otra persona vive, aunque por lo común en un grado
atenuado. La empatía tiene como base la intuición del terapeuta para entender las necesidades del paciente y a la vez
crear una atmósfera permisiva que ayude a fortalecer la cohesión del self, así mismo debe propiciar la creación de
transferencias narcisistas como forma de retomar una evolución que quedó trunca en los primeros períodos de la vida
mental. Considera que estos pacientes tienen un self frágil que no tolera las interpretaciones basadas en pulsiones
sexuales ni en conflictos psíquicos. El analista usa la interpretación no con la intención de aumentar el conocimiento del
paciente sobre su realidad psíquica, sino como una ayuda para dicha reconstrucción. Le sirve como prueba de que el
analista lo entendió.

Harlod Blum duda por su parte que la empatía por sí sola pueda reiniciar el desarrollo detenido o arreglar un déficit
estructural, piensa que Kohut idealiza su valor curativo, aunque reconoce las ambiciones terapéuticas del grupo
kohutiano con pacientes narcisistas ampliando la perspectiva del tratamiento, pues permiten que surja una nueva
experiencia inédita hasta entonces, ya que la transferencia no se trata solamente de repeticiones de la historia infantil,
sino que es vista como una influencia que por sí misma promueve el desarrollo; el analista no es solo receptor de los
procesos transferenciales, sino que con su trabajo e interés en conocer las vivencias del paciente ofrece una nueva
figura de identificación. Sin embargo, cuando las modificaciones que llevan a cambiar los elementos básicos del
encuadre, las tarea fundamental deja de ser la comprensión de los conflictos psíquicos claro y la interpretación ya no es
el instrumento principal, entonces el analista corre el riesgo de quedarse sin un rumbo claro. La intuición no parece ser
suficiente para entender dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos en el tranajo con los pacientes, quedamos
demasiado entregados a nuestra subjetividad de la cual no podemos estar tan seguros que sea tan confiable. Es
fundamental tener en cuanta nuestras limitaciones personales, emocionales, teóricas y técnicas.

Kernberg, de ideas contemporáneas a las de Kohut tiene el mérito de ampliar el campo de aplicación del psicoanálisis a
patologías más graves, sostiene la necesidad de mantener el encuadre y la actitud psicoanalítica clásica para tratar a
estos pacientes; creé que sólo se pueden hacer modificaciones técnicas con pacientes borderline a través de reglas
claramente establecidas que no deben quedar sujetas a la pura intuición del analista; pode además a las relaciones de
objeto tempranas en el centro de la escena. Buena parte de los aportes teóricos y técnicops de Kernberg vienen de las
escuelas kleiniana y poskleiniana, aunque su puento de partida es el esquema teórico de la psicología del Yo.

Las oposiciones tajantes y esquemáticas de los años cuarenta y cincuenta fueron reemplazadas por líneas convergentes.

Anna Freud afirma que los niños no puedes desarrollar una neurosis de transferencia porque ésta está ubicada
directamente con los padre reales, que tienen un superyó lábil que la terapia debe reforzar y que no poseen capacidad
para expresar ni comprender los conflictos de su inconsciente. Las consecuencias técnicas fueron que para que pueda
realizarse el tratamiento se requiere un acercamiento lento y cauteloso al inconsciente que tome como punto de partida
un período de reforzamiento del vínculo y se produzca la alianza terapéutica. Para esta analista es necesario combinar
medidas pedagógicas con las interpretaciones y no es conveniente interpretar directamente las fantasías inconscientes,
primero se interpretan las defensas para luego comprender el conflicto.

 Mitchell, S. y Black, M. (2004). Capítulo 2. La Psicología del Yo. En Más allá de Freud, una historia del
pensamiento psicoanalítico moderno. Barcelona: Herder.

Las investigaciones de Freud que representaban la estructura interna de la psique y la estratificación generada en ella
por el desarrollo, sucitó una explosión de investigaciones posteriores sobre la historia temprana de la psique humana y
su comportamiento. La Psicología del Yo germinó en Viena en los años treinta, a causa de la guerra pasó a Inglaterra y
finalmente a EEUU. Antes de 1923 Freud usaba el término Yo de manera aislada, asistemática, para hacer referencia ala
masa dominante de las ideas de las cuales eran separadas las ideas reprimidas. Las funciones más importantes del Yo
eran representar la realidad y, mediante la construcción de defensas, canalizar y controlar las presiones pulsionales
internas frente a la realidad (incluyendo las exigencias de las convenciones sociales y la moralidad)

Aplicaciones clínicas de la Psicología de desarrollo del Yo

Ferud consideraba la represión de impulsos conflictivos como el núcleo de la neurosis. El foco de atención de Freud era
el conflicto edípico, organizado en los esquemas cognitivos más y lingüísticos más maduros de la infancia tardía. Los
psicólogos del Yo investigaron perturbaciones pre edípicas que tienen lugar a menudo antes de la aparición del lenguaje.
Para Freud la pieza central del proceso analítico era la transferencia, pues daba acceso a los deseos ocultos y prohibidos
del paciente cuando los expresaba y trataba de gratificarlos con el analista. Los Psicólogos del Yo debido a su trabajo con
pacientes más perturbados, comenzaron a entender la transferencia además como una arena en la cual podían
discernirse restos de fallidos intentos de construir una estructura psíquica normal. Al prestar atención a características
específicas de las experiencias e imágenes que emergen en esa relación y utilizarlas como indicadores del destino
sufrido por importantes procesos del desarrollo, el analista puede determinar qué aspectos de la estructuración psíquica
se han visto comprometidos y desarrollar con el paciente una explicación verbal de lo que anduvo mal en su experiencia
temprana, utilizando este mismo procesamiento como un aspecto de la reparación. A diferencia de las transferencias
edípicas que se desarrollan en forma lenta y sólo con la clarificación analítica llegan a centrarse en cierta experiencia
emocional específica en relación con el analista. La transferencia pre edípica se caracteriza por una presentación
caleidoscópica de imágenes de sí mismo y de los otros dominada por una intensa inmediatez emocional; hay una
incapacidad de desarrollar toda perspectiva consistente o confiable de sí mismo y de los otros en la vida. Una expresión
transferencial de este tipo puede surgir según Jacobson por experiencias tempranas registradas como atemorizadoras o
angustiosamente imposibles de procesar que movilizan una pulsión agresiva más fuerte que, a su vez pasa a ser por sí
misma un factor dominante en los continuos intentos del niño por darles significado. Para ser utilizada en proyectos
constructivos como los esfuerzos de separación o de establecimiento de fronteras, la agresión debe estar disponible
para la psique del niño en una forma manejable, la atenuación de la agresividad es resultado de haber cumplido el
objetivo del desarrollo: tolerar la separación y mantener en forma simultánea sentimientos buenos y malos para consigo
mismo y los demás; la dificultad de este proceso dependerá de la fuerza de cada uno de esos dos juegos de sentimiento,
si la agresividad es demasiado potente, reunirla con sentimientos de afecto entraña el riesgo de la experiencia interiro
de destruir totalmente esos sentimientos de amor y a la persona amada. Según Mahler una alteración en el proceso
fundamental de separación-individuación tiene como resultado la perturbación en la capacidad de mantener un
sentimiento confiable de identidad individual, situación que continuaría comprometiendo la experiencia en la adultez.

Para los psicólogos del Yo la experiencia entre paciente u analista se transforma en una ocasión para entender la
naturaleza de la alteración psíquica del paciente y sus esfuerzos de adaptación para compensarla. La relación analítica
tiene también un fuerte potencial de transformación pues la transferencia brinda oportunidad de reelaborar
alteraciones tempranas a fin de que el paciente utilice al analista para intentar llenar necesidades de desarrollo no
cubiertas y a fin de que verbalice y experimente con el analista temores y terrores tempranos que, en la infancia, le
habían parecido abrumadores.

Los analistas del Yo apreciaron cada vez más el potencial del paciente como aliado terapéutico en el proceso de
documentación y de develamiento del conflicto inconsciente. Recurriendo a la capacidades de su Yo, el paciente podía
desvelar al analista la “trama interna”, posibilitándole discernir lo reclamos psíquicos en competencia y las hábiles
estrategias defensivas de la neurosis. En consecuencia se desarrollaron técnicas con la finalidad de alentar al paciente a
entrar en la “alianza de trabajo” dentro de la cual paciente y analista podían compartir la labor. Aunque la cura seguía
entendiéndose como hacer consciente lo inconsciente, con la nueva técnica se alentaba al paciente a ser reflexivo antes
que reactivo ya postergar la propia gratificación a favor de una descripción de lo que necesitaba para prever las
consecuencias antes de llegar a la acción. Esta innovación de la técnica clínica aspira a reactivar entre el paciente y el
analista la reciprocidad que existió en el desarrollo temprano entre la madre y el infante. Mahler por su parte comenzó a
observar la experiencia del tratamiento como “simbiótica correctiva”. Jacobson subrayó el papel fundamental de la
resonancia emocional en un vínculo empático, sutil y constante entre el analista y su paciente (se refería a pacientes
depresivos).

 Moskowitz, M. (2001). El psicoanálisis en Estados Unidos: La Asociación Psicoanalítica Americana.

La Asociación Psicoanalítica Americana (APsaA) dominó el campo del psicoanálisis en los Estados Unidos desde 1911
hasta hace muy poco tiempo. Aunque jamás superó los 3 mil miembros, los rigurosos métodos de tratamiento-
entrenamiento así como los procedimientos técnicos establecieron patrones tales que despertaron en los demás la
intención de emularlos bien o de rebelarse contra ellos. Establecieron criterio de “analizable”, el cual excluía a la mayor
parte de las personas que necesitaban ayuda. Bajo la apariencia de elevados patrones y objetividad científica, se
imponía una puritana moral norteamericana muy diferente de la bohemia cosmopolita propia de la comunidad analítica
europea. No se toleraba el disenso. Con raras excepciones se admitía únicamente a personas con formación de
psiquiatras y en condiciones tan rigurosas como de monasterio; cuando una persona fuera del ambiente médico era
admitida para la formación, debía firmar una renuncia a la práctica del psicoanálisis clínico. La actitud de la APA con
respecto a los homosexuales y a los analistas no médicos estaba en flagrante contradicción a la de Freud quien incluso
consideró expulsar a la APA de la Asociación Psicoanalítica Internacional, pero las incertidumbres políticas en Europa lo
obligaron a ver a los EEUU como puerto seguro. La APA no sólo excluyó a profesionales no médicos de la membresía y
amenzaó a sus integrantes con la expulsión si se formaban fuera de los canales oficiales, sino que también promulgó la
forma más rígida y elitista del psicoanálisis como el único método verdadero.

Dado que pocos pacientes o situaciones reales satisfacían el ideal psicoanalítico, la gente a menudo mentía o describía
parcialmente lo que hacía, no hablaba sobre la reducción de honorarios, intervenciones de apoyo, trabajo con la familia,
disminución de frecuencia de las sesiones, etc., con lo cual perpetuaban el mito de que estas intervenciones no eran
parte del psicoanálisis. Afortunadamente esto cambió, pero el daño ya estaba hecho. Los principios técnicos y éticos
eran violados por los analistas de la APA con una frecuencia similar a las organizaciones psicoanalíticas proscritas.
Surgieron entonces muchos lugares para la formación y clínica psicoanalíticas, algunos modelados a partir de la APA y
otros bastante diferentes; muchos ofrecían atención a pacientes no tradicionales, con honorarios bajos, que aplicaban
exitosamente principios psicoanalíticos a poblaciones en situación de desventaja.

Divisiones y fracturas

La estructura social del psicoanálisis se fracturó casi desde el inicio, aunque pocos querían irse de una organización que
esgrimía tanta autoridad. A las organizaciones psicoanalíticas en general les ha sido difícil mantenerse en medio de ideas
contrarias y perspectivas múltiples. Por ejemplo, el grupo de Horney se separó de la Sociedad Psicoanalítica de NY en
1941 y aos tres años se había dividido en otros tres grupos, el original de Karen Horney, el Instituto William Alanson
White y el Instituto de la Facultad de Medicina de NY. La pequeñez de los temas que algunas veces dividió al
psicoanálisis, parecieron hacer cobrar significado al concepto de Freud sobre el narcisismo de las pequeñeces. Otras
instituciones de formación psicoanalítica más eclécticas y flexibles como el Programa Postdoctoral de la universidad de
NY, absorbieron el diseño más exitosamente.

Actualmente revistas doctrinarias tales como la Psychoanalytic Quarterly y Journal of the American Psychoanalytic,
están abiertas a autores de todas las orientaciones y los puntos de vista de relación de objeto forman parte de la
corriente principal. Tiempo atrás el pensamiento kleiniano había sido dejado de lado por “loco”, Winnicott fue tratado
con falta de respeto y Loewald y Stone fueron considerados herejes por muchos. Hay que agradecer a Kernberg por la
introducción del pensamiento kleiniano a muchos profesionales por primera vez.

Con las transformación del análisis freudiano en una subespecialidad médica, se reprimieron las implicancias
revolucionarias del psicoanálisis, aunque permanecieron en la teoría, que siguió colocándose en las necesidades básicas
del ser humano crónicamente insatisfechas, irónicamente lo teóricamente revolucionario se convirtió en políticamente
conservador

La división intrapsíquica-interpersonal

En EEUU la situación de psicoanálisis actual ha sido dividida en: Primero, intrapsíquica, freudiana, clásica, teoría del
conflicto, teoría de la pulsión, kleiniana, biológica esencialista, nativista, relaciones de objeto, unipersonal. Segundo, ha
sido identificada como: neo-freudiana, revisionista, sullivaniana, interpersonal, constructivismo social, cultural,
relaciones del objeto, relacional y bipersonal.

 Bleichmar, N. y Leiberman, C. (1989). Prólogo de H. Etchegoyen. El psicoanálisis después de Freud

Nadie es dueño de la verdad: Las teorías nacieron para morir y dar paso a otras mejores. Las aventuras y deventuras de
los hombre no deben superponerse con su producción científica; la política de las instituciones psicoanalíticas puede
influir sobre los hombres y hasta llega a penetrar sus ideas, pero éstas son otra cosa. Hay que saber discernirlas y no
dejarse llevar por las pasiones, por muy humanas y comprensibles que sean. Cuanto más nos internamos en los
comienzos de las teorías más imprecisa se vuelve la evaluación de los hechos y más conjetural se hace el esfuerzo por
reconstruir y recomponer la historia. Los doctores Bleichmar proponen dejar a un lado las discusiones sobre ese pasado
para centrarse en el hecho clínico, porque en él se pueden medir las diferencias y los acuerdos y la discusión doctrinaria
puede alcanzar cierto grado de objetividad. La explicación de lo orígenes termina por convertirse en un modelo, cuando
no en un mito; y entonces nuestras discusiones dejan ya de referirse a ideas y se transforman en una afirmación de
creencias. Donde más claramente fijan su posición es cuando comentan los aportes de Meltzer en el capítulo 13 en el
que se lee “… las fantasías que describe Meltzer, como Bion o Melianie Klein… aparecen en los sueños y en la
transferencia de nuestros pacientes; aunque no podamos afirmar una continuidad lineal con lo que pasa en la temprana
infancia, nos sirven provisionalmente como teorías explicativas acerca del libro inconsciente que tienen las personas en
sus dramas privados”. En este punto el psicoanálisis puede compararse con la astronomía, dicen los Bleichmar: una cosa
es teorizar sobre los fenómenos celestres que el telescopio alcanza y otra conjeturar sobre los orígenes del universo. El
astrónomo debe ocuparse de ambos pero sabiendo siempre que el grado de seguridad de su hipótesis para un caso o el
otro no es el mismo.
 Bleichmar, N. y Leiberman, C. (1989). Capítulo 3 Hartmann y la Psicología del Yo. Propuesta de una psicología
general. El Yo función. Presentación. El psicoanálisis después de Freud. Ciudad de México. Paidós.

1. Panorama General

Hartmann fue el más importante de los teóricos de la psicología del Yo, él y los demás fundadores de esta corriente
sostienen que se basaron en los últimos trabajos de Freud, en particular los referidos a la segunda tópica (ello, yo,
superyó) y que se dedicaron a continuar dichas teorizaciones. Su interés teórico era transformar el psicoanálisis que
hasta entonces se había dedicado a estudiar el conflicto mental y los fenómenos inconscientes, en una Psicología
General. Para ello debían comenzar a investigar desde el punto de vista psicoanalítico fenómenos mentales como la
conducta, la inteligencia, el pensamiento, el conocimiento, etc. Además les interesaba ingresar al ambiente institucional
y a la sociedad científica estadounidense por lo que era indispensable encontrar un lenguaje que pudiera se
comprendido por médicos, educadores, sociólogos, trabajadores sociales, etc. querían incluirese en el enfoque filosófico
positivista de este medio. El modelo que resultó tuvo características que lo distinguieron del psicoanálisis planteado por
Freud. Los síntomas de los pacientes son interpretado básicamente en términos del conflicto entre el Yo y el Superyó,
entre el Ello y el Yo o entre la realidad y alguna de las instancias psíquicas; enfatizan el enfoque económico, la energía
que inviste una u otra instancia del aparato mental.

Hartmann y sus seguidores pusieron ahínco en investigar el Yo , sus mecanismos de funcionamiento, su desarrollo y la
relación de éste con las demás instancias del aparato psíquico y con la realidad. Entre sus principales hipótesis se
encuentran:

a) Manifiesta su esperanza de que el psicoanálisis se convierta en una teoría general, pues cree que es mucho lo
que esta teoría puede aportar a la comprensión del conjunto de los fenómenos mentales.
b) Considera que históricamente primero vino la psicología del Ello y luego corresponde desarrollar otra que
estudie al Yo. Propone la existencia de aparatos de Yo innatos constituido por actividades como la memoria, la
percepción, la capacidad de asociación, la motricidad, etc. Desde su punto de vista el Yo no surge únicamente
del conflicto entre el ello y la realidad, está presente desde el nacimiento representado por algunas funciones
autónomas y corresponden la realidad, pueden más tarda un área libre de conflictos.
c) Ciertas funciones del Yo surgidas inicialmente del conflicto entre el Ello y la realidad, pueden más tarde
independizarse del impulso o conflicto que les dio origen, de tal manera que logran una autonomía que se
designa como secundaria. Con esta noción busca explicar que determinado rasgo del Yo pueda (un elemento
obsesivo por ejemplo) pueda transformarse de defensa contra el impulso en un aspecto de carácter con posibles
aplicaciones prácticas y adaptativas
d) Piensa al Yo como una estructura que contiene a su vez un cierto número de subestructuras originadas en
distintos momentos del desarrollo, igual que el Ello y el Superyó. El modelo tripartita adquiere mayor
complejidad y riqueza. Piensa que es importante diferenciar entre las catexias del Yo y las catexias del self;
propone reservar el término narcisismo para esta última categoría.
e) La neutralización de las catexias debe involucrar no sólo las energías libidinales sino también a las de índole
agresiva. Además dice que no toda la energía del Yo deriva de los impulsos, sino que parte de ella es primaria y
autónoma.

2. De la psicología del Ello a la psicología del Yo. El “área libre de conflicto del Yo”

El área libre de conflicto del Yo es aquel conjunto de funciones que, en un momento determinado , tienen efecto fuera
del campo de los conflictos mentales, permanecen empíricamente fuera de la esfera del conflicto mental. Esto supone la
existencia de una dotación individual de funciones desde el nacimiento (percepción, memoria, motricidad, capacidad de
síntesis y de asociación, etc.) con la cual el ser humano se enfrenta a las dificultades de sus propios impulsos y de la
realidad externa. La extensión del área libre de conflictos cambia de momento a momento y se puede notar como
determinadas funciones clásicamente autónomas y pertenecientes al área no conflictiva, pueden ser invadidas por
impulsos muy intensos en determinadas circunstancias. El ejemplo extremo sería el caso de las alucinaciones, donde la
función inicialmente autónoma de la percepción sucumbió ante la intensidad de los impulsos provenientes de otras
instancias psíquicas. Hartmann cree que las funciones autónomas son la base filogenética de los mecanismos de defensa
que utiliza el Yo, son moldes sobre los cuales podrán armarse las distintas modalidades defensivas; no propone la
existencia de un Yo en el inicio de la vida psíquica, sino que considera que el individuo cuenta con determinadas
capacidades innatas que en el curso del desarrollo pasarán a estar al servicio del Yo. El autor dice que el término “Yo
fuerte” se refiere a la solidez y disponibilidad del Yo para recurrir a estas funciones autónomas.

El desarrollo del Yo. Su incidencia en el proceso de adaptación

Hartmann igual que Freud sugiere que el punto de partida para su formación es una matriz indiferenciada del Yo y del
Ello en la que coexistirían elementos pulsionales que a lo largo del desarrollo pasarían a estar homogeneizados en el Yo.
No supone que el Yo sea inicial, más bien cree que el individuo nace con potencialidades para desarrollarlo. El bebé no
es un paquete de impulsos sino un ser animado de impulsos y esbozos de funciones con las cuales controlarlos para
conseguir la adaptación. Los factores que impulsan la diferenciación del Yo y el Ello son:

a) El factor hereditario o constitucional en el cual se engloban las capacidades innatas o autónomas del Yo. Este
factor interactúa con otros tres elementos, a saber, la influencia de los impulsos instintivos, los
condicionamientos de la realidad externa y la imagen corporal que juega un importante papel en la
diferenciación del Yo con el mundo de los objetos.
b) Los impulsos y esbozos de funciones yoicas presentes al comienzo de la vida como una unidad indiferenciada
siguen un desarrollo separado, dando lugar a estructuras que son autónomas en relación a la esfera pulsional
pero que pueden ponerse al servicio de determinados conflictos; a esto Hartmann lo llama sexualización o
agresivización de la función. Es posible igualmente que algunas funciones, nacidas como defensas contra
determinados impulsos, se liberen secundariamente del conflicto que les dio origen, se desexualicen y pasen a la
esfera libre de conflictos del Yo. El modelo en que el autor basa estas suposiciones es de tipo biológico y se
conoce como el esquema de cambio de función.
c) La necesidad de supervivencia adaptándose al ambiente. El principio del placer no aseguraría la supervivencia. El
ello, al desdeñar la auto conservación en aras del principio del placer, estimula la diferenciación y la maduración
del Yo.

La propuesta de Hartmann es que las modalidades individuales del Yo pueden moldear el tipo de mecanismos de
defensa que cada individuo pondrá en práctica. Además de estos factores que serían innatos, hay que considerar un
aspecto energético, las catexias utilizadas por los mecanismos de defensa pueden provenir de pulsiones agresivas,
neutralizadas en el Yo en el curso del desarrollo. Hartmann sugiere que al inicio de la vida hay un estado de
adaptabilidad dado precisamente por las funciones autónomas estudiadas. La adaptabilidad innata debe seguir un
camino en el curso del desarrollo a fin de transformarse en la adaptación, tal como se le conoce en el adulto. A lob largo
del desarrollo no sólo se produce la diferencia entre Yo y Ello, también se dan diferenciaciones internas entre funciones
yoicas que pueden tener contradicciones entre sí, por ejemplo, la diferencia entre Yo y Objeto puede contraponerse con
la integración y síntesis. Las distintas funciones requieren una coordinación y ordenación jerárquica que permita
resolver estos diferendos de manera tal que no afecte la armonía interna del Yo ni la coexistencia con otras instancias
psíquicas o con la realidad. Estas conceptualizaciones dieron lugar a la idea de conflictos intersistémicos y conflictos
intrasistémicos.
El concepto de adaptación

La jerarquía otorgada al concepto de adaptación es resultado de la conjunción de varios factores teóricos y prácticos: a)
el enfoque de la realidad como algo objetivo y externo al sujeto, b) la importancia de los modelos biológicos del ser
humano y su importancia de adaptarse al medio, y c) la influencia del modelo positivista. Lo que cuenta para describir el
grado de adaptación es el logro que tiene cada sujeto de la función sintética integradora del yo. Una persona estará
tanto más adaptada cuanto más pueda armonizar sus necesidades pulsionales con la realidad y con las metas ideales
que se propone. No se trata de funcionar como un autómata de lo que el mundo externo exija sino de encontrar, dentro
de la vida cotidiana, posibilidades adecuadas para dar salida a las mociones impulsivas, de tal manera que no entren en
conflicto con las normas de la realidad ni con sus propias normas morales. La adaptación es un punto virtual cuya
búsqueda se da minuto a minuto en el curso de la vida. Contamos con un estado de adaptabilidad y tendemos a la
adaptación. Es posible distinguir tres modalidades adaptativas:

a) Cambiar uno mismo ara adaptarse al medio


b) Modificar al medio para que se adapte a uno
c) Decidir el cambio de ambiente hacia uno que resulte más adecuado

Además de estos enfoques la adaptación admite un análisis de tipo evolutivo, es decir, si para lograrla debemos
desarrollar nuevas funciones, estamos haciendo una adaptación progresiva. Si por el contrario, volvemos a estadios ya
superados del desarrollo, se trata de una adaptación regresiva. La adaptación de tipo regresiva está presente en la
creación artística, en la que el artista regresa del proceso de pensamiento en el que predominan la operaciones de
síntesis y lógica (secundario) a otro en el que las fantasías y los impulsos juegan un papel predominante; es un proceso
adaptativo ya que este procedimiento permite dar respuesta a los impulsos sin por ello descuidar la armonía con el
medio externo. Las actividades inicialmente surgida con un fin adaptativa, pueden independizarse de la situación que les
dio origen y adquirir autonomía (autonomía secundaria del Yo). Para Hartmann lo que alienta al ser humano a la realidad
está vinculado con la obtención de gratificaciones. Propone que el mundo externo es explorado en busca de
satisfacciones cuando la fantasía resulta insuficiente para proporcionarlas; esta fantasía es en muchos casos
desencadenante de angustia, en estos casos la exploración de la realidad tendrá como objetivo calmarla, sirviendo de
este modo a un fin defensivo.

El narcisismo desde la perspectiva de la Psicología del Yo

EL Yo, como instancia psíquica, sería una subestructura de la personalidad. El self o imagen de sí mismo estría
compuesto por subestructuras entre las cuales no sólo se encuentra el Yo sino que también están el Superyó y el Ello: “…
lo opuesto a la catexia de objeto no es la catexia del Yo sino la catexia del sí mismo…” lo que da a entender que
encontramos narcisismo en los tres sistemas psíquicos. Una parte de las catexias del Yo son propias y otras provienen
del Ello. Para que estas energías inicialmente pulsionales puedan ser exitosamente usadas por el Yo, se requiere que
sean neutralizadas, proceso que consiste en quitarles sus elementos sexuales o agresivos.

Primera definición acerca de la diferencia entre pulsión e institnto (trieb e Instinkt)

Institnto se refiere básicamente a los elementos de índole biológica que compelen al hombre a determinadas conductas.
El impulso o pulsión es, por el contrario, de índole psicológica, tiene más movilidad, está menos predeterminado y sus
condicionantes guardan distancia del sustrato fisiológico. El Ello no es el depósito exclusivo de los impulsos, todas las
instancias psíquicas contienen aspectos dinámicos y energéticos. La plasticidad característica de la conducta adaptativa
del hombre, en contraste con la relativa rigidez de la de los animales inferiores y la mayor capacidad humana para
aprender, son ejemplos destacados de las diferencias resultantes.
Regresión al servicio del Yo

Kris (1952) propuso que hay una regresión que puede producirse promovida de manera activa por el Yo (pasaje de modo
de funcionamiento del proceso secundario al primario). El proceso primario es aquel en el cual las energías se desplazan
libremente de una a otra representación (como en los sueños); en este estado el tiempo, el espacio y la contradicción
lógica no tienen valor. En el proceso secundario los afectos están ligados a determinadas representaciones, no pueden
por lo o tanto desplazarse libremente; el tiempo, el espacio y la contradicción lógica no son vulnerados. El proceso
secundario es el que caracteriza nuestro pensamiento consciente. Hecha esta aclaración, se agrega que desde el puento
de vista del desarrollo el proceso secundario va reemplazando progresivamente al proceso primario, esta situación
coincide en gran medida con el desarrollo del Yo. Lo que Kris propone es que junto con las regresiones a las que el Yo es
arrastrado, ocurren otras promovidas activamente por aquel; el retorno al proceso primario podría permitir al Yo la
utilización de estas energías para catectizar las representaciones del proceso secundario; de esta manera logra una
mayor amplitud de catexia que quedan a su disposición obteniendo una energía que hasta entonces era utilizada sólo en
los proceso inconscientes. La asociación libre durante el curso de la sesión analítica puede concebirse como una
regresión del proceso secundario al primario cuyo fin es poner a disposición del Yo nuevos conocimientos y capacidades
para comprender los conflictos inconscientes.

3. Los desarrollos técnicos. Análisis de las defensas. Regresión. Alianza terapéutica y de trabajo

Sterba (1934) propone que en el curso del análisis el Yo se disocia en uno que participa en la neurosis de transferencia y
otro que es capaz de observar lo que sucede en la interacción con el analista, recibir interpretaciones y procesarlas. El
origen de la disociación estaría en las interpretaciones del analista al promover en el paciente que una parte de su Yo se
identifique con el trabajo del analista para comprender los conflictos. Esta idea se parece al “área libre de conflictos” de
Hartmann pues ambas proponen que el Yo cuenta con cierto grado de autonomía respecto del conflicto.

Zetzel (1956) y Greenson (1967) propusieron el término de alianza terapéutica (sería la parte transferencial que permite
al paciente colaborar con el análisis y progresar), y alianza de trabajo (relación racional y relativamente no neurótica
que tiene el paciente con su analista) respectivamente. Ambas dependen de la estabilidad del Yo razonable que
igualmente es equivalente al área libre de conflicto. Las contribuciones del paciente dependen esencialmente de la
capacidad que éste tenga de establecer una variedad especial de relaciones de objeto, con rasgos neutralizados y
desexualizados. Por otra parte, la conciencia de enfermedad y el deseo de mejorar son elementos importantes que
impulsan la colaboración del enfermo. La estabilidad de las funciones yoicas autónomas y la habilidad del paciente para
expresarse a pesar de las limitaciones de su padecimiento, son necesarios y favorecedores de la instalación de la alianza
terapéutica. Los psicóticos son incapaces de establecer este tipo de alianza, ya que ni la estabilidad del Yo ni la
conciencia de enfermedad están presentes en grado suficiente. El analista coparticipa en la alianza terapéutica
preservando la función analítica y buscando que el paciente tenga in sight; la disociación del Yo en uno observador y
otro vivencial depende de las interpretaciones que haga el analista, de la importancia que dé a cada sesión, de las
escasez de sus ausencias, etc. El analista debe ser senzato y explicar el por qué de algunas medidas que adopta pues si
quiere fomentar una actitud realista y razonable del paciente, debe sustentar una postura análoga. El analista debe ser
cálido y mostrar interés en el paciente sin por ello violar la abstinencia; su conducta general debe oscilar entre privar de
gratificación directa y preocuparse por el dolor psíquico del enfermo, la regresión no puede lograrse a través de una
actitud autoritaria que estimule los impulsos masoquistas del paciente o que explote la necesidad de este de obtener
ayuda. La situación analítica en sí misma y el encuadre pueden ayudar a construir la alianza, la frecuencia de las sesiones
y la duración del tratamiento demuestran al paciente la preocupación que el analista tiene por su salud mental; el diván
y el silencio fomentan no sólo la fantasía sino también la reflexión crítica. Finalmente contar con un terapeuta
preocupado por comprender lo que sucede, fomenta en el paciente la curiosidad por sus procesos inconscientes y el
deseo de aprender. En todos los casos en que la incapacidad del trabajo analítico por parte del paciente no surge de
funciones yoicas deficientes o la falta de conciencia de enfermedad, la vía de superación son la interpretación y el in
sight.

Analizabilidad

Para Zetzel la capacidad del paciente para establecer o no la alianza terapéutica, define su analizabilidad; ella opina que
la neurosis de transferencia tiene un origen posterior al de la alianza de trabajo. Mientras la primera se apoya en
conflictos edípicos, la segunda lo hace en la relación pre genital, diádica, del niño con la madre y también con el padre.
Para Erikson (1950) la confianza básica permitirá al infante distinguir entre realidades interna y externa, que es paso
fundamental para que el adulto pueda distinguir entre alianza de trabajo y neurosis de transferencia y no se confunda
entre lo que siente transferencialmente por el analista y la colaboración con él que el mismo trabajo analítico le impone.
Cuanto mayor tolerancia demuestre el paciente a la regresión en el tratamiento sin que ello afecte su capacidad de
colaborar, y pueda mantener un Yo observador, tanto más analizable será.

La regresión en el proceso terapéutico

Rapaport (1951) plantea que la autonomía secundaria es relativa, pues si los impulsos adquieren un nuevo ímpetu, las
funciones yóicas antes independientes pueden volver a quedar inmersas en el conflicto original; esto puede ser
consecuencia de un incremento en la intensidad de los impulsos (como ocurre en la adolescencia por ejemplo).
Análogamente, la falta de estímulos provenientes del ambiente fomenta desorganización del pensamiento y un estado
similar al alucinatorio, favoreciendo la dependencia del Yo respecto al Ello; la situación analítica constituye una
deprivación sensorial que de igual manera favorece esta dependencia y según los Psicólogos del Yo éste es uno de los
objetivos del encuadre, la emergencia del proceso primario. En los casos en los que el curso del pensamiento está muy
desorganizado o en que el Yo ha sucumbido a los impulsos del Ello, estaría contraindicado el uso del diván y sería
preferible cara a cara; esta situación busca disminuir la dependencia del Yo frente al Ello a través de incrementar su
dependencia con la realidad. La regresión sería un producto intencional del setting, estaría producida por la situación
analítica, como un artefacto de la técnica, y tendría como consecuencia un relajamiento de las funciones defensivas del
Yo y la aparición de la neurosis de transferencia. La intervención del analista puede regular el grado de regresión que se
produce en la sesión.

4. Intento de una Psicología general. Estudio de las funciones mentales. Rapaport.

Para Hartmann en la obra de Freud se pueden distinguir tres etapas según la importancia que le atribuyera al Yo.

a) Preocupación por dilucidar el origen de determinados mecanismos conscientes. La distinción entre procesos
primario y secundario está claramente delineada. Estudió funciones tales como las defensas, el juicio de
realidad, la percepción, la memoria, la atención, el pensamiento, entre otras.
b) Predominó el interés en el inconsciente.
c) Retorna el interés por los fenómenos conscientes y las funciones yóicas. Se formula la segunda tópica en El Yo y
el Ello (1923)

Hartmann y sus seguidores se propusieron continuar con esta línea que caracterizó uno de los últimos intereses teóricos
de Freud.

Sobre el pensamiento

Hartmann propone que las funciones autónomas del YO como la percepción y la memoria permiten enfrentar mejor la
ausencia del objeto en el que debería descargarse la pulsión, pues el individuo está en capacidad de volverse a su propio
mundo interno y recordar al objeto ausente. En rigor, el mundo interno sería resultado de sucesivas internalizaciones de
esta índole; conseguido esto, el sujeto posee mejores condiciones para enfrentarse a las dificultades que le impone la
realidad. Ha logrado disminuir su dependencia del mundo externo. Este proceso explicaría el origen del pensamiento,
pues la posibilidad de pensar permite diferir la descarga motora, en espera de mejores condiciones externas para que
resulte placentera. Rapaport sitúa el origen del pensamiento en la alucinación con la que el bebé reemplaza al objeto de
la pulsión cuando éste se encuentra ausente. Si una energía pulsional aumenta y encuentra al objeto satisfactor de la
necesidad, se descarga sin dilación. Si por el contrario, el objeto satisfactor está ausente, el sujeto alucina su presencia,
tal alucinación es la precursora del pensamiento y fue llamada por Freud ideación; el proceso primario está formado por
este tipo de representaciones y para que surjan es inevitable que haya una demora en la descarga de la pulsión, la
energía así retenida tiene dos destinos: una parte se descarga el cuerpo y constituye el afecto, la otra catectiza a la
representación alucinatoria y por lo tanto la imagen alucinada está altamente cargada de energía pulsional. Para que el
proceso primario, constituido por imágenes catectizadas y energías móviles, se transforme en secundario, es necesario
que aquellas imágenes sean remplazadas por representaciones provistas de cantidades mínimas de energía. Es aquí
donde la realidad tiene un papel fundamental, el sujeto se da cuenta de que la alucinación de objeto no es suficiente
para satisfacer sus pulsiones y se ve obligado a contraponer a dichas pulsiones un monto de energía que proporcione
una defensa más permanente, surgen así las contra catexias que darán origen a los mecanismos de defensa, su energía
proviene de la pulsión contra la que se erigen; ahora el individuo está en condiciones de tolerar la demora de la descarga
pulsional en mejores condiciones, esta postergación ya no es involuntaria sino que satisface a un mandato interno.

Teoría analítica de los afectos según la Psicología del Yo

Si se admite que los afectos son descarga de tensión pulsional, hay que considerar que se constituyan como válvulas de
seguridad, pues al permitir una cierta descarga, protegen al aparato de incrementos tensionales que le podrían resultar
intolerables. Si p0or el contrario, se considera a los afectos como aumentos de tensión por inhibición de la descarga de
impulsos, hay que analizar cuáles son los factores que dificultan dicha descarga:

a) Los umbrales innatos que marcan el punto a través del cual la descarga sería impostergable
b) Las condiciones de la realidad
c) El desarrollo de la estructura psíquica tripartita (Ello, Yo y Superyó) , conduciría a través del Yo a la demora de la
descarga

Jacobson piensa que los afectos se suscitan como resultado de una oscilación entre el incremento de tensión y su
descarga.

Una cuarta posición que toma como base Inhibición, síntoma y angustia sugiere que los afectos podrían surgir de los
sentimientos de desamparo que acompañan a las experiencias primitivas (la separación de la madre por ejemplo).
Rapaport explica que los afectos tendrían constituyentes innatos que consisten en canales y umbrales de descarga y
están al servicio del principio del placer, ya sea mediante la descarga o a través de constituirse en una válvula de
seguridad que evite la descarga en ausencia del objeto satisfactor de la pulsión. La realidad impone demoras a la
evacuación de los impulsos; en el curso del desarrollo esta demora necesaria se internaliza y se logra una capacidad para
demorar a la que se le llama domesticación de los impulsos. Los afectos domesticados juegan un rol adaptativo, el
miedo y la alegría por ejemplo son herramientas que el sujeto usa con fin de adaptarse al medio.

Acerca de la conducta

Hartmann explica que los afectos son ejecutados por el Yo y que esta misma instancia juega un papel muy importante en
el control de la motricidad, pues para que se lleve a cabo son importantes varias funciones yóicas como la capacidad de
anticipación, el conocimiento de la realidad, etc. Si en la ejecución el Yo juega un papel importante, en la motivación que
inspira pueden intervenir el Ello o el Superyó o entrelazarse las tres instancias. Rapaport distingue dos modelos de
conducta, uno primario desde el nacimiento y no secundario que se adquiere al conformarse el aparato psíquico que
controla la tensión y la descarga; en el primario la conducta surge de la descarga pulsional sin dilación; en el modelo
secundario, como existen aparatos de control, los impulsos pueden tener tres destinos: la represión, la dilación para una
descarga posterior o la descarga inmediata. El camino que siga una moción pulsional depende en parte de su intensidad
pero fundamentalmente de las condiciones de la realidad.

 Bleichmar, N. y Leiberman, C. (1989). Cap. 15. El modelo de desarrollo propuesto por Margaret Mahler.
Presentación. En El psicoanálisis después de Freud (pp. 347-374). CDMX: Paidós.

La teoría de Margaret Mahler es un modelo del desarrollo emocional del niño, una forma de pensar la evolución normal
y de explicar, a partir de sus fallas, las distintas alternativas psicopatológicas.

En los años cuarenta, el único estado psicótico infantil que la psiquiatría estadounidense reconocía era el de el “autismo
infantil temprano”, para Mahler desde los puntos de vista dinámico y genético existía también la “psicosis simbiótica”.
Los niños que tenían este padecimiento presentaban características se distinguían de los enfermos mentales orgánicos
por la “inhabilidad sorprendente para poder si quiera ver al objeto humano en el mundo externo, no se diga interactuar
con él como otra entidad humana separada”. Mientras que los niños autistas nunca habían mostrado capacidad para
establecer relaciones significativas, los niños con psicosis simbiótica habían “enfermado” repentinamente en el curso de
su crecimiento (entre el año y los tres años de edad). La hipótesis de Mahler fue que una fase en el desarrollo del niño
en la que hay separación emocional de la simbiosis con la madre, es el disparador inmediato para desconectarse
psicóticamente de la realidad, llamó a esta fase de separación-individuación. Esta fase e constituyó para los analistas
malherianos en el punto neurálgico de toda psicopatología (incluso neurosis y trastornos de carácter) y en consecuencia
de la comprensión del material durante la sesión analítica. Mahler postuló la necesidad de establecer con el paciente
una “experiencia simbiótica correctora” que condujera a la reconstrucción de una relación más parecida a la simbiótica
con la madre misma.

Las psicosis infantiles: el síndrome de autismo infantil y el de psicosis simbiótica

El síndrome autista: Mahler partió de los aportes hechos por Kanner en 1944. Los rasgos típicos se refieren al modo en
el que el niño establece contacto con el ambiente, desde el momento del nacimiento hay dificultades para que las
madres establezcan vínculos emocionales con sus hijos. Los niños muestran un grado extremo de indiferencia hacia los
seres humanos que los rodean, no pueden usar las funciones yóicas ejecutivas de la compañera simbiótica (la madre)
para orientarse a sí mismos en el mundo interno y externo; existen fenómenos de “alucinación negativa” en la uqe el
niño alucina la usencia de las personas que lo rodean como si viera a través de ellas. Cuando se vinculan con quienes lo
rodean, es para utilizarlos a modo de una extensión mecánica de su propio cuerpo, como seres inanimados. En
contraste, tienen una notable incapacidad para tolerar cambios en el mundo de objetos inanimados que los rodean,
dentro de este mundo de objetos se sienten omnipotentes; existe una preocupación estereotipada por objetos
inanimados o patrones de acción hacia los cuales muestran las únicas señales de liga emocional. El lenguaje no es
utilizado para comunicación funcional, sus gestos o sonidos más bien sirven para que el adulto funcione a modo de una
palanca o de una máquina. El entrenamiento esfinteriano ocurre sin complicaciones ya que estos niños se han defendido
de las catexias libidinales de objeto y corporales “alucinando su inexistencia”. A ausencia de catexias permite un control
de esfínteres precoz y sin dificultades. La falta de catectización del objeto materno ydel propio cuerpo, hace que
recurran a actividades auto agresivas como la única forma de sentirse vivos. Presentan un extraño contraste entre la
ausencia de actividades autoeróticas y las intensas conductas auto lesivas, que tienen el propósito de agudizar la
conciencia de los límites del ser corporal y del sentimiento de entidad, si no es que de identidad. Para Mahler, todos los
síntomas mencionados constituyen una defensa por la intensa ansiedad que los niños autistas experimentan ante el
contacto humano; explica esta patología como una debilidad congénita de lo que Hartmann describió como el Yo
autónomo, el Yo de los niños autistas en tan frágil que no puede mantener su cohesión a monos que niegue la existencia
de los estímulos provenientes tanto del medio externo como de su interior; esta falta de catexis libidinal en la imagen
corporal hace que los límites sean difusos.

Síndrome de psicosis simbiótica: Mahler considera que todo individuo pasa a lo largo de su desarrollo por una fase de
simbiosis (estado en que dos organismos viven en asociación funcional para su ventaja mutua) con la madre, en la que
éste la percibe como formando parte de una unidad con él, constituyendo ambos un sistema omnipotente en el cual la
indiferenciación es total. Todos los estímulos desagradables son proyectados fuera de la unidad simbiótica y la energía
libidinal está catectizando la relación madre-hijo. La psicosis simbiótica es una fijación o una regresión a la etapa de la
simbiosis normal, hasta el momento de la irrupción patológica el niño había tenido un desarrollo psicosexual normal. En
el momento en que debe separarse de su madre como efecto de lo que Mahler denomina la “presión maduracional”,
irrumpe bruscamente un cuadro de intensa angustia que pone en evidencia una vulnerabilidad sorprendente del Yo ante
cualquier frustración menor; estos niños son a menudo extremadamente intolerantes ante pequeños fracasos, una
caída al inicio del aprendizaje de la marcha puede ocasionar que ya no vuelva a intentar caminar, parece que perciben
estas frustraciones como auténticas amenazas de aniquilamiento, lo que les genera un pánico imposible de manejar,
estas reacciones de pánico son seguidas por reacciones restitutivas, el niño tiene la ilusión de re fundirse con su madre,
límite corporal se amplía para incluir al de la madre y este límite común está catectizado, entonces cualquier evento que
amenace con romper esta unión ilusoria, es recibido con gran angustia (debido a la relación simbiótica con el Yo auxiliar
que le proporciona la madre); un factor precipitante es el ingreso a la etapa edípica, que implica un monto de ansiedad
relacionado con la separación de la madre y la angustia de castración. El infante está preparado fisiológicamente
preparado para caminar y alejarse de la madre, pero su madurez emocional está sumamente retrasada respecto de las
nuevas habilidades motrices y por eso reacciona con un intenso estado de pánico.

Las hipótesis de Margaret Mahler sobre el desarrollo emocional del ser humano. El método de investigación

Las cuatro hipótesis sobre las que Mahler y su equipo construyeron su edificio teórico son:

a) Todos los niños pasan por una etapa de separación-individuación, es un momento de desarrollo donde el infante
se enfrenta con la terminación de la simbiosis con la madre, como una “nueva experiencia de nacimiento”.
b) La conciencia de separación que se logra en esta fase del desarrollo se acompaña de la “ansiedad de
separación”, que puede explicarse por una disarmonía entre las habilidades motrices y la madurez emocional. La
ansiedad que debía ser normal es vivida como un pánico de desintegración, la consecuencia es que se
obstaculiza la integración del Yo del sujeto.
c) La separación-individuación normal es requisito fundamental para el desarrollo y mantenimiento del
sentimiento de “identidad”.

EL problema de la identidad es un eje fundamental, los niños autistas o simbióticos no saben con claridad quiénes son ni
quién es el ser humano que los acompaña, podrían igualmente confundir a seres humanos con seres inanimados, en
ambos hay una perturbación de los límites entre el enfermo y el medio. En los autistas este límite esta endurecido como
si el niño estuviera dentro de una armadura de acero; el los simbióticos la madre y él son una sola cosa con un límite
común que los diferencia del medio ambiente. Los niños psicóticos dan la impresión de ser incapaces de usar a la madre
como un objeto real, como un faro de orientación en el mundo externo que les permita desarrollar sentimientos
estables de separación del mundo de la realidad y relacionarse con él.

Mahler diseñó un método de investigación basado en la observación de las modalidades de contacto entre un grupo de
madres y sus hijos. Los elementos estudiados incluían: las conducta de la madre hacia el niño y viceversa, la interacción
entre los niños y la interacción de los niños con otros adultos que no fueran su madre; los observadores mantenían una
actitud lo más pasiva posible y para observar ciertas conductas que no podían suceder en el centro tales como la
reacción a la llegada del padre, las actividades que precedían al sueño, etc., los investigadores se trasladaban al hogar
de los niños. Este diseño experimental parte del supuesto teórico de que se pueden hacer inferencias psicoanalíticas de
conductas observadas en un encuadre no analítico, a partir de una descripción fenoménica. La fundamentación de este
supuesto es que en los niños pequeños, en los que el lenguaje y el juego no han adquirido gran importancia como
formas de expresión, los fenómenos motores, y gestuales, se constituyen en los principales caminos de expresión de los
sucesos intrapsíquicos. La perspectiva desde la que las conductas de los niños eran registradas era la que Mhaler
llamaba el “ojo psicoanalítico”, dejaban que la atención del observador siguiera los caminos sugeridos por los
fenómenos a los que se enfrentaran. La metodología usada era bastante discutible desde las perspectivas experimental
y psicoanalítica, sin embargo Mahler argumentaba que disponía su trabajo a modo de tener encuentros repetidos con
los fenómenos en una situación más o menos estandarizada, y sujeta a un grado aceptable de convalidación consensual.

Las fases del desarrollo

Mahler piensa que el nacimiento psicológico no coincide con el biológico, para ella entre el primero y los cuatro meses
de edad, el bebé se vive a sí mismo y a su medio como indiferenciados, como una continuación de la vida intrauterina. A
los cinco meses comienza a advertir el mundo que lo rodea y sus límites corporales. EL elemento organizador de todo
este es la presión maduracional “ el impulso para y hacia la individuación en el infante humano normal, es algo dado e
innato que tiene gran fuerza, y que si bien puede cambiarse mediante prolongada interferencia, se manifiesta a todo lo
largo del proceso de separación-individuación”. Existe por tanto un factor innato, constitutivo del ser humano, que
induce el proceso de separación individuación. Sólo llega a constituirse el Yo como instancia del aparato mental después
que el infante adquiere una representación psíquica de sí mismo. Entonces es posible la adquisición de una
individualidad y una identidad (separación-individuación)

LAS FASES DEL DESARROLLO PSÍQUICO DEL NIÑO SEGÚN MAHLER


FASE NOMBRE DURACIÓN
PRIMERA FASE AUTISMO NORMAL Nacimiento –mes 1
SEGUNDA FASE SIMBIOSIS NORMAL Mes 1 a 4-5
TERCERA FASE SEPARACIÓN-INDIVIDUACIÓN Mes 5 a 36
Primera sub fase Diferenciación Mes 5 a 7-8
Ejercitación locomotriz Mes 8 a 15
Primera etapa: ejercitación locomotriz Hasta el inicio la marcha libre
Segunda sub fase temprana
Segunda etapa: ejercitación Desde el inicio de la marcha hasta el
propiamente dicha 15
Tercera sub fase Acercamiento Mes 15 a 24
Primera etapa: comienzo del Mes 15 a 18
acercamiento
Segunda etapa: crisis del acercamiento Mes 18 a 20
Tercera etapa: moldeamiento de la Mes 20 a 24
distancia óptima

Cuarta sub fase Logro de la conciencia objetal


emocional y consolidación de la Mes 24 a 36
individuación
Primera fase. Autismo normal

Transcurre entre el momento de nacimiento y la cuarta semana. Los fenómenos biológicos predominan sobre los
psicológicos, el niño está en un estado de somnolencia del que emerge sólo para realizar las actividades necesarias y
mantener su equilibrio fisiológico; la investidura libidinal es básicamente interna o visceral, similar a la de la vida
intrauterina, esto implica que los estímulos que vienen del exterior carecen de importancia, por tanto el bebé es incapaz
de distinguir si la satisfacción de sus necesidades proviene de las actividades que él mismo realiza o si son resultado de
los cuidados de su madre. Para Mahler esta es una fase anobjetal, pues no hay capacidad para percibir al objeto externo
satisfactor, avala su hipótesis con la teoría del Narcisismo primario de Freud (1914). El bebé evoluciona a la fase
siguiente gracias a una dotación genética que lo impulsa al vínculo con el medio ambiente y le permite percibir y aceptar
los cuidados de la madre (Yo autónomo de Hartmann), en la teoría malheriana esta dotación genética se llama ser
maternal; El otro elemento es una madre que proporciones efectivamente los cuidados para cuya recepción el individuo
está genéticamente preparado. Los autistas carecen de la dotación innata que capacita para percibir y aprovechar los
cuidados de la madre, puede suceder también que aún teniendo esta dotación, los cuidados no sean los adecuados para
lograr un aprovechamiento óptimo de esta dotación.

Segunda fase. Simbiosis normal

La cualidad específica de la relación simbiótica es que ninguno de los dos participantes puede prescindir del otro, esta
aplicación a la relación madre e hijo por tanto es algo errónea pues sólo el bebé necesita a la madre para sobrevivir. El
neonato en su fase autista normal es poco a poco capaz de percibir los estímulos del medio externo y particularmente
los que produce el cuidado materno, como resultado de esta maduración neurofisiológica y de su dotación innata, el
niño puede romper la coraza que lo mantenía como autosuficiente y comienza a sentirse parte de una diada, también
omnipotente cuyos integrantes son él y la madre, entre el primero y los cuatro meses vive una fusión ilusoria, los
estímulos comienzan a ser clasificados en placenteros y displacenteros y estos últimos son proyectados fuera de la
diada. El ligro más importante de la fase es la catectización de la madre que se transforma en un objeto, aunque parcial,
cuando termina la fase simbiótica el niño puede establecer una relación objetal con su madre. Es esencial que la madre
tenga un patrón de sostenimiento adecuado. De otra manera, la energía agresiva del infante no puede ser neutralizada
ni proyectada fuera de la matriz simbiótica, la consecuencia de esto es no poder construir una unidad madre-hijo tan
sólida como para funcionar de trampolín hacia la siguiente fase del desarrollo. Mahler demostró además como los niños
incorporan las pautas de sostenimiento empleadas por sus madres, volviendo a usarlas posteriormente para calmar la
angustia o como modo de relación con el mundo externo. Al finalizar el cuarto mes, el niño está adaptado a una fusión
simbiótica con la madre quien están catectizada con energía libidinal, lo que la transforma en un objeto parcial en tanto
existe sólo como parte de esa relación dual omnipotente. El objetivo del desarrollo, que es que el individuo se
constituya en un ente independiente, separado y diferenciado de su madre y del medio, pero con una autoimagen
unificada basada en identificaciones con los objetos parentales, se alcanza en la siguiente fase de desarrollo.

Tercera fase. Separación-individuación

Mahler distingue el proceso de separación del de individuación, aunque plantea que ambos ocurren al unísono y
coordinadamente “… uno es el carril de la individuación, la evolución de la autonomía intrapsíquica, la percepción, la
memoria, la cognición, la prueba de realidad; el otro es el carril evolutivo intrapsíquico de la separación, que sigue la
trayectoria de la diferenciación, el distanciamiento, la formación de límites y la desvinculación de la madre”; comienza
alrededor del quinto mes de vida y concluye idealmente en el tercer año de edad, es posible que el proceso se continpue
a lo largo de toda la vida y, de hecho, en el tratamiento psicoanalítico de adultos neuróticos se busca resolver
dificultades en los procesos de separación-individuación. El proceso se divide en cuatro sub fases:
1. Diferenciación

Se inicia alrededor del quinto mes de vida y se prolonga hasta el séptimo u octavo, para que sea posible deben coincidir
dos hechos evolutivos: Primero, el niño debe estar suficientemente familiarizado con la mitad materna de la matriz
simbiótica, esto se nota cuando aparece la sonrisa específica del bebé ante el rostro o la voz de la madre, hecho que
indica que la reconoce y que ha sido catectizada como un objeto libidinal. Segundo, es necesario que se haya alcanzado
un desarrollo neurofisiológico que permita períodos mayores de vigilia y que el niño haya adquirido ciertas habilidades
motrices que expandan el sensorio más allá de la órbita simbiótica. El bebé explora táctil y visualmente a la madre,
tensiona su cuerpo para alejarse de ella y verla mejor, verifica uno a uno sus rasgos, etc., esta verificación no sólo
permite al niño diferenciar entre “lo que es” y “lo que no es” su madre, sino que distinguir entre sí mismo y su
compañera simbiótica; en esta pauta, el niño utiliza algunos objetos a modo de transición entre estar separado de ella y
estar junto a ella (Winnicott, objetos transicionales). El niño reacciona con ansiedad ante la presencia de extraños,
cuanto más exitosamente transcurrió la simbiosis, menos angustia provocará la presencia de extraños; una fase
simbiótica defectuosa puede retrasar el inicio de la diferenciación o acelerarlo acompañado de una gran ansiedad. El
deseo inconsciente de la madre en relación con la diferenciación de su bebé, juega un papel importante, una madre
ansiosa por lograr que su niño inicie la independencia, puede inducir una diferenciación precoz y tal vez problemática;
por el contrario una madre muy envolvente puede lograr que él desee escapar dela prisión en que se ha convertido el
vínvulo, acelerando el proceso de diferenciación de manera problemática.

2. Ejercitación locomotriz

Transcurre entre los ocho o nueve y los quince meses de edad. Los niños comienzan a gatear y adquieren
progresivamente las habilidades necesarias para separarse físicamente de su madre. Mahler divide esta sub fase en dos
etapas: Primera etapa, ejercitación temprana, en la que al inicio del gateo el niño parece feliz y olvidado de su madre, a
pesar de lo cual necesita volver cada tanto a su lado en búsqueda de una “recarga emocional”; los dos elementos que
decide el éxito de la etapa son la disponibilidad de la madre para aceptar la creciente autonomía de su hijo y la dotación
innata de éste para libidinizar las actividades motoras recién adquiridas. Segunda etapa, ejercitación propiamente dicha,
una vez lograda la investidura libidinal de las actividades motrices, el niño puede ejercitarse placenteramente en estas lo
que le permite descubrir un inmenso gozo en el uso de su propio cuerpo (punto culminante del narcisismo infantil), las
catexias van poco a poco desplazándose hacia el Yo autónomo en desarrollo; otra fuente de placer en esta etapa es huir
de la fusión simbiótica con la madre. La actitud ambivalente de la madre con respecto a la flamante autonomía del niño
puede fomentar en éste sentimientos igualmente ambivalentes y cohibir el proceso de maduración o estimularlo con un
monto importante de ansiedad.

3. Acercamiento

El niño llega a esta etapa como un ser humano separado, provisto de la capacidad para la locomoción y de la habilidad
para el juego simbólico y el lenguaje, estos organizadores constituyen los parteros del nacimiento psicológico. La
expansión de las áreas cognitivas y perceptuales permiten hacer notar al infante lo ilusorio de la omnipotencia que
sentía en la sub fase de ejercitación locomotriz; esto conduce a un intento de re fusión con la madre de quien quiere
recuperar nuevamente la omnipotencia que a él le falta; sin embargo, teme ser absorbido por ésta al punto de perder la
autonomía recién adquirida y que tanto placer le produce, por lo tanto los sentimientos que caracterizan a esta sub fase
son esencialmente ambivalentes. Ahora bien, las dificultades de la madre no son pocas, es frecuente que le resulte difícil
encontrar la distancia óptima entre su niño y ella. Mahler divide la suface acercamiento en tres etapas:

a) Comienzo del acercamiento: disminuyen los esfuerzos exploratorios característicos de la sub fase enterior , los
deambuladores regresan junto a sus madres pero no ya para recargar una liga emocional sino para compartir
con ella sus logros y hallazgos, es típico en esta etapa que el infante traiga sus juguetes y espera de la madre una
respuesta concreta; el niño la siente ya como un objeto separado, lo que despierta ansiedad y temor, a al vez
que despierta su sentimiento de autonomía y refuerza su Yo; el padre a su vez comienza a jugar un papel
importante en el mundo del infante.
b) Crisis de acercamiento: Hay un conflicto entre el ejercicio de la autonomía y la necesidad de la madre para
satisfacer mágicamente sus deseos. El humor característico es la insatisfacción general, insaciabilidad, la
tendencia a rápidos cambios de humor y el berrinche. El período se caracteriza entonces por el deseo
rápidamente cambiante de alejar a la madre y de aferrarse a ella; en las conductas de huida se manifestaría el
temor de ser absorbido por la madre en una simbiosis a destiempo. Los mecanismos defensivos característicos
son la escisión y la proyección, el niño separa lo bueno de lo malo y proyecta alternativamente uno u otro objeto
en la figura de la madre, como luego en los sustitutos maternos. Una forma que tienen los niños de calmar la
ansiedad se separación de esta etapa es identificarse con la madre o con el padre.
c) Moldeamiento de la distancia óptima: Mahler menciona algunas precondiciones para que se dé esta etapa: el
desarrollo del lenguaje, el niño puede ahora nombrar objetos, nombrarse a sí mismo en el espejo o una
fotografía y nombrar a sus familiares. Internalización de objetos buenos y reglas (precursores del superyó).
Capacidad de expresar deseos y fantasías mediante el juego simbólico, ese avance hace que el niño se sienta
capaz de manejar el medio ambiente. En esta etapa crucial se hace patente para los niños la diferencia de los
sexos. La posición erecta facilita su exploración no sólo táctil sino visual y el descubrimiento va acompañado en
general de poca ansiedad.

4. Logro de la constancia objetal emocional

En presencia de una dotación innata adecuada es necesaria la confluencia de los siguientes elementospara que el niño
logre la constancia e integración de los objetos libidinales:

a) Confianza en que la madre simbiótica proporcionará alivio a las tensiones y necesidades vitales, esto sólo puede
ser resultado de una simbiosis normal: poco a poco las satisfacciones proporcionadas por la compañera
simbiótica son atribuidas al objeto total.
b) Adquisición de la facultad cognitiva que permite al niño “saber” que el objeto existe aunque no lo perciba.

Se sabe que la constancia objetal se alcanzó cuando el objeto está disponible intrapsíquicamente y puede ser evocado
con facilidad, además de que está investido de energía libidinal neutralizada pues un objeto cargado de energía agresiva,
difícilmente podría ser introyectado y mantenido “disponible” para su evocación. El niño además, ya no debe recurrir
con facilidad a la escisión de las representaciones de objetos bueno y malo; el objeto es total y está disponible para el
sujeto.

Aplicaciones a la psicopatología

Mahler toma como modelo etiopatogénico las series complementarias de Freud y dice que los factores involucrados en
el origen de la enfermedad mental son:

a) Defectos innatos. Incapacidad del Yo para neutralizar los impulsos agresivos, defectos perceptuales primarios y
dificultades innatas en el establecimiento del vínculo con la madre como en el caso del autismo.
b) Defectos en la relación madre-hijo: Dados ya sea por la psicopatología materna o bien por la asuncia real de la
pareja simbiótica.
c) Traumas: Enfermedades, accidentes, hospitalizaciones u otros eventos que cuestionen la estabilidad del vínculo
emocional con la madre o la auto imagen del individuo.
En el caso del autismo primario el componente genético es de tal intensidad que aún en presencia de una madre
capacitada para un sostenimiento adecuado y en ausencia de situaciones traumáticas, la evolución psicótica es
inevitable.

El destino de cada fase depende del éxito con el que se hayan superado las previas; los conflictos edípicos tanto en su
origen como en su capacidad de resolverse están en función de lo que sucedió en las fases pre edípicas. Desde esta
perspectiva las neurosis tendrían una relación íntima con los conflictos de la fase simbiótica o de los primeros momentos
de la separación individuación.

La terapia propuesta por Mahler. Terapia tripartita

Es un tratamiento para niños autistas o con psicosis simbiótica, la idea central es que intervengan en el proceso el niño,
el terapeuta y la madre; esto es lógico si se recuerda que en la etiología de la psicosis de Mahler se considera que la
madre tiene un importante papel etiopatogénico. Este tipo de terapia es una “simbiosis correctiva”, se trata de que el
niño vuelva a establecer una relación simbiótica pero con el terapeuta, para poder proporcionarle aquellos elementos
de los que no fue provisto oportunamente. Las funciones del terapeuta son:

a) Proveer un Yo auxiliar más fácilmente utilizable. La comprensión de las fases del desarrollo libidinal capacita al
analista para acompañar e incluso estimular las actividades de libidinización de las zonas erógenas que están en
la base del establecimiento de un Yo corporal.
b) Constituir una barrera a la sobre estimulación
c) Traducir el material del proceso primario sin ansiedad fomentando las funciones cognitivas. Para Mahler,
explicarle a los psicóticos cómo funciona el cuerpo contribuye a formar una imagen corporal menos agresiva,
dañada o mutilada, a esto apunta la información sobre aspectos de la realidad que brinda el analista.
d) Marcar los límites de la auto destrucción ayudando a que se expresen simbólicamente los sentimientos
agresivos (a través de juegos).

La inclusión de la madre en el tratamiento permite interpretar con mayor facilidad las señales del niño, disminuye la
ansiedad materna de la madre al mostrarle que hay quien piensa que su hijo puede progresar, y por último, le enseña a
tratarlo mejor al identificarse con el terapeuta. Mahler divide el tratamiento en dos etapas:

a) Introductoria: Tiende a lograr que el terapeuta sea vivenciado por el pequeño paciente como un objeto parcial,
debe establecerse una relación simbiótica y luego este vínculo será analizado de tal forma que el niño atraviese
el proceso de separación-individuación. El tarapeuta no intenta suplir a la madre sino transformarse en un
objeto transicional entre el niño y aquella. Puede ser necesario también que el analista se ofrezca a la madre
como objeto transicional, pues tan solo cuando ambos miembros de la diada madre-hijo han entrado de lleno en
la relación tripartita será posible el trabajo interpretativo, que constituye el eje de la terapia.
b) Se inaugura en el momento en el que los niños previamente autistas o con grandes dificultades para el lenguaje
repiten lo oído de objetos inanimados (radio, TV, etc.), después logran imitar al objeto humano y por último
pueden usar las palabras para expresas sus sentimientos, entonces aparece también el juego simbólico. De
hecho el objetivo en el tratamiento es brindar al niño una nueva oportunidad para lograr su maduración. La
conducta del terapeuta es esencialmente interpretativa.

Estas propuestas parecerían bastante optimistas respecto del pronóstico de niños psicóticos, sin embargo Mahler
modula tal optimismo manifestando que su Yo frágil puede requerir Yo auxiliar durante toda su vida, como una especie
de prótesis psicológica. Los niños con autismo primario tienen un pronóstico menos alentador aún ya que se ha
evidenciado su incapacidad para establecer una relación simbiótica útil.

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