Fallo Amiano

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A. 247. XXXVI.

Amiano, Marcelo Eduardo y otro c/ E. N. CM?


de JusticiaC y otro s/ proceso de
conocimiento.

Procuración General de la Nación

Suprema Corte:
Atento a que en el dí a de la fecha me expido en el
recurso de hecho deducido por Samuel Steinberg, por sí y en su
carácter de síndico designado en los autos "Panizza, Ati lio
Juan s/ quiebra" (expte. A.56 XXXVI), considero innecesa rio
pronunciarme sobre las críticas que el Es tado Nacional
pretende someter a conocimiento de la Corte por medio del
recurso de fs. 281/298, toda vez que, al prosperar la apela -
ción extraordinaria fundada en la de arbitrariedad del fallo
recurrido, no existe sentencia propiamente dicha (conf. doc -
trina de Fallos: 317:1455; 321:407; 323:2504 y 2821, entre
otros).
Buenos Aires, 17 de julio de 2002
Es Copia Nicolás Eduardo Becerra

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A. 247. XXXVI.
A. 56. XXXVI.
RECURSO DE HECHO
Amiano, Marcelo Eduardo y otro c/ E. N. CM?
de JusticiaC y otro s/ proceso de
conocimiento.

Corte Suprema de Justicia de la Nación

Buenos Aires, 4 de noviembre de 2003.


Vistos los autos: "Amiano, Marcelo Eduardo y otro c/ E.
N. CMº de JusticiaC y otros/ proceso de conocimiento".
Considerando:
1º) Que la Sala IV de la Cámara Nacional de Apela -
ciones en lo Contencioso Administrativo Federal hizo lugar,
parcialmente, a la de manda de restitución del precio de un
inmueble e indemnización de daños, interpuesta por el compra -
dor de dicho inmueble contra el síndico del concurso del ven -
dedor y el Estado Nacional.
El comprador fundó su demanda en que el síndico
había omitido inscri bir la inhibición general de bienes del
concursado (ordenada en la resolución de apertura del concur so
de conformidad con el art. 14, inc. 8 º, de la ley 19.551), en
el registro de la propiedad inmueble de la Provincia de Buenos
Aires. Sostuvo que esa omisión había impedido que su parte
tuviera conocimiento de la inhibición para vender y, en razón
de haber ignorado la existencia de ésta, adquiri ó el inmueble
en cuestión. Poco después, dicha adquisición fue declarada
inválida por aplicación de los arts. 17 y 18 de la ley 19.551,
que establecen que el vendedor concursado debió haber obtenido
la previa autorización judicial, que no soli citó. Por
consiguiente, el adquiriente responsabilizó al sín dico y al
juez del concurso por el fracaso de la operación.
La cámara, al admitir la demanda, condenó a los
demandados a restituir la parte del precio de la venta efec -
tivamente pagada por el comprador, y la rechazó respecto del
reclamo por las expensas comunes, tasas de alumbrado barrido y
limpieza, e indemnización del daño moral.
Contra esa decisión, el síndico interpuso el recur so
extraordinario cuya denegación originó la respectiv a queja
(causa A.56.XXXVI), y el Estado Nacional dedujo el recurso

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extraordinario concedido a fs. 312 vta.
2º) Que, como fundamento, el tribunal de alzada
consideró que la omisión del síndico de anotar la inhibición
de bienes ordenada por el juez, signifi caba el incumplimiento
de sus deberes como funcionario auxiliar de la justicia. Se -
ñaló que dicha circunstancia constituía un supuesto de fun -
cionamiento irregular del servicio (en el caso, de adminis -
tración de justicia), que imponía a los demandados el d eber de
resarcir las consecuencias dañosas de su actividad en los
términos de la doctrina de Fallos: 306:2030; 307:821 y
311:2683, entre otros.
3º) Que los agravios expuestos por el síndico del
concurso remiten al examen de cuestiones de hecho y de dere cho
común, resueltas con fundamentos de ese carácter bastan tes
para descartar la tacha de arbitrariedad alegada. En efecto,
lo relativo a determinar si la publicación de edictos
necesariamente implicaba que el comprador conocía o debía
haber conocido el est ado de concurso del vendedor y la nece -
sidad de autorización judicial para vender o si, por el con -
trario, la anotación de la inhibición general de bienes pre -
vista en el art. 14, inc. 8 º, de la ley 19.551 constituía el
medio idóneo para poner dicha circun stancia en conocimiento de
terceros (dado el principio genérico de publicidad regis tral
vigente en materia de bienes inmuebles), constituye una típica
cuestión de hecho y derecho común, extraña al remedio del art.
14 de la ley 48 (Fallos: 288:249; 292:144 ; 305:240; 311:2660).
4º) Que, en cambio, los agravios expuestos por el
Estado Nacional suscitan cuestión federal suficiente para
habilitar la instancia extraordinaria, toda vez que importan
determinar la naturaleza de las funcione s del síndico del
concurso con el objeto de establecer si sus actos u omisiones
deben ser equiparados a los de un órgano estatal en los tér -

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minos de la doctrina de Fallos: 306:2030; 313:907 y 317:1233,


considerandos 6º y 9º, entre otros.

5º) Que para caracterizar la naturaleza de las fun -


ciones del síndico corresponde, en primer término, examinar
las atribuciones que le confiere la ley que rige su activi dad.
Cabe señalar que ésta no le atribuye el carácter de fun -
cionario del Estado sino "del concurso", cuya actuación (per -
sonal y excluyente de las del deudor y los acreedores) com -
prende la facultad de librar toda cédula y oficio ordenados
por el juez, solicitar todas las medidas dispuestas en la ley
de concursos y las que sean procedentes a los fines indicados
y, de manera general, ser parte necesaria en el proceso prin -
cipal y todos sus incidentes (confr. arts. 275, 276 y 298 de
la ley 19.551). Tales circunstancias, unidas al hecho de que,
en nuestro ordenamiento, el concurso y la quiebra constituyen
procesos colectivos cuya iniciación depende exclusivamente de
la iniciativa de los particulares, relativizan el "carácter
público" generalmente asignado por la doctrina a las funcio nes
del síndico (confr. Satta, Salva tore, en "Instituciones del
Derecho de Quiebra" Trad. de Rodolfo Fontanarrosa. Ed.
E.J.E.A. Buenos Aires, 1951, pág. 36, al comentar el ordena -
miento italiano de 1942). Es que, como se ha expresado e in -
teresa al caso, la actuación del síndico no se desarr olla en
protección de un interés público, sino de intereses privados:
"así como en el caso del incapaz, en que el tutor aun estando
investido de un officium, que se funda en un interés superior
(familiar o estatal) de que se cuide el interés del incapaz,
es, sin embargo, el representante legal del incapaz, porque el
interés de éste es interés individual privado...en la quiebra
la diferencia está en que la razón de la representa ción legal
está no en la incapacidad de los interesados, sino en el
conflicto de sus intereses. Por ello el curador es lla mado a

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cuidar los intereses de los unos y de los otros"; "El curador
de la quiebra hace valer un derecho de los acreedores cuando
desconoce las ventas realizadas por el fallido caren tes de
eficacia...En cambio, h ace valer un derecho del falli do cuando
hace suya una convención concluida por él" (Bolaf fio - Rocco -
Vivante: "Derecho Comercial", Ediar S.A. Edito res Buenos
Aires, 1954. Tº 18, págs. 400 a 402).

6º) Que el síndico del concurso no constituye un


órgano mediante el cual el Estado exterioriza sus potestades y
voluntad, sino un sujeto auxiliar de la justicia, cuya ac -
tividad en el proceso colectivo se desarrolla con autonomía,
sin subordinación jerárquica, y en base a la idoneidad técni ca
que deriva de su título profesional. Como se ha expresado, sus
funciones están determinadas por la ley respectiva tanto en
interés del deudor, como de los acreedores; y del proceso
colectivo en general, como sucede con otros auxiliares de la
justicia.
No obstante la indudable significación que tienen
las funciones de los procuradores, peritos o abogados cole -
giados, y demás auxiliares de la justicia (confr. Fallos:
299:428, considerandos 6 º; y 314:1447, considerando 7 º), al
servicio del proceso, no cabe sostener que el mero hecho de
que su intervención en él, impuesta por la ley para asegurar
un mejor funcionamiento de la administración de justicia, los
transforme en funcionarios públicos o delegados del poder
estatal, por cuyas faltas el Estado debe responder conforme a
la doctrina antes citada.
7º) Que, como regla, las actividades precedentemen te
mencionadas no pueden ser propiamente caracterizadas como
públicas, en el sentido en que lo son las de los funcionarios
y empleados del Estado pues, por las razones expuestas en
Fallos: 306:2030, considerandos 10, 11, 13 y 14, respecto de

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los escribanos de registro, la naturaleza del vínculo del


síndico con el Estado Nacional resulta insuficiente para ad -
judicarle el rango de funcionar io público a los efectos pre -
vistos en el art. 1112 del Código Civil. En consecuencia, al
juez del concurso, en cuanto órgano estatal, no puede serle
imputada responsabilidad por la omisión del síndico en ins -
cribir la inhibición general de bienes oportuna mente ordenada
en la resolución de apertura del concurso, ni el Estado Na -
cional puede ser responsabilizado por ese hecho, a título de
funcionamiento irregular del servicio de administración de
justicia.
Por ello, oído el señor Procurador General de la Na ción,
se resuelve: Desestimar el recurso de hecho. Hacer lugar al
recurso extraordinario de fs. 281/298, con costas; y dejar sin
efecto la sentencia apelada. Vuelvan los autos al tribu nal de
origen a fin de que, por medio de quien corresponda, se dicte
un nuevo fallo con arreglo a lo dispuesto en el pre sente.
Declárase perdido el depósito de fs. 1 del recurso de

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hecho A.56.XXXVI. Notifíquese, oportunamente remítanse, y
archívese la queja. CARLOS S. FAYT - AUGUSTO CESAR BELLUSCIO -
ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI - ANTONIO BOGGIANO (en disidencia) -
GUILLERMO A. F. LOPEZ - ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ (según su
voto)- JUAN CARLOS MAQUEDA.
ES COPIA
VO-//-

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-//-TO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ


Considerando:
1º) Que la Sala IV de la Cámara Nacional de Apela -
ciones en lo Contencioso Administrativo Federal revocó la
sentencia de la instancia anterior y, haciendo lugar en forma
parcial a la demanda, condenó al Estado Nacional y al síndico
designado en el concurso preventivo (hoy quiebra) de Atilio
Juan Panizza, con fundamento en el art. 1112 del Código Ci vil,
al pago del precio abonado por los actores por la compra de un
inmueble del concursado, operación que posteriormente fue
declarada inoponible respecto de los acreedores de este último
según lo previsto por el art. 17 de la ley 19.551. La cámara
de apelaciones consideró que la responsabilidad esta tal y la
del síndico (a quien asignó la condición de funcio nario
público) se hallaban comprometidas porque la compraven ta
declarada ineficaz en el concurso del enajenante, había sido
posibilitada por la omisión del funcionario concursal de
anotar en el registro respectivo la inhibición general de
bienes que el juez interviniente había ordenado de acuer do al
art. 14, inc. 7, de la citada ley.
2º) Que contra esa decisión ambos demandados inter -
pusieron recurso extraordinario. El remedio federal del Esta do
Nacional fue concedido limitadamente al agravio sobre la
responsabilidad est atal por la actuación del síndico, en el
entendimiento de que remitía a la consideración del art. 1112
del Código Civil, norma que el a quo calificó como de natura -
leza federal. Dicho recurso, empero, fue denegado por las
causales de arbitrariedad invocada s. Por su lado, la apela ción
federal articulada por el síndico concursal fue denegada
íntegramente (fs. 312/312 vta.), lo que provocó la presenta -
ción de la correspondiente queja.
3º) Que el recurso extraordinario del síndico con -

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cursal, cuya denegación o rigina la queja, resulta improceden -
te, pues los agravios que plantea remiten a la consideración
de cuestiones de hecho, de derecho común y procesal, ajenas a
la instancia del art. 14 de la ley 48, y que fueron resueltas
por la cámara federal, con argument os bastantes que, más allá
de su acierto o error, descartan arbitrariedad.
En ese contexto se inscribe, particularmente, lo
decidido por el tribunal a quo en cuanto a que la publicación
de edictos no reemplazaba la anotación de la inhibición gene -
ral de bienes omitida por el síndico, dada la distinta fina -
lidad de una y otra medida procesal (fs. 255 vta.). Ello es
así, máxime ponderando que la publicación prevista por los
arts. 28 y 29 de la ley 19.551 (actuales arts. 27 y 28, de la
ley 24.522), está desti nada solamente a los acreedores y ter -
ceros con un interés que proteger en el momento de la apertu ra
del concurso preventivo, pero no al tercero adquirente de un
inmueble del concursado que, por serlo en fecha posterior,
ninguna vinculación tenía con dich o proceso universal al
tiempo de darse a conocer los edictos.
4º) Que, en cambio, los agravios expuestos por el
Estado Nacional suscitan cuestión federal suficiente para
habilitar la instancia extraordinaria, toda vez que habiendo
reputado la cámara federal que el síndico concursal es un
funcionario público por cuyos actos u omisiones debe respon der
aquél en tanto órgano suyo, extremo este último que es
especialmente negado por el recurrente, corresponde conside rar
que se ha puesto en tela de juicio la existencia misma de una
comisión ejercida en nombre de la Nación en los términos del
art. 14, inc. 1º, de la ley 48.
Por otra parte, lo resuelto ha sido contrario al
derecho invocado por el Estado Nacional.
5º) Que la condición jurí dica del síndico del con -

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curso, es muy discutida en la doctrina universal, pudiendo ser


encontradas distintas respuestas, cada una de las cuales están
en mayor o menor medida influida por las diferentes
construcciones hechas sobre la naturaleza jurídica de la
quiebra y de sus efectos.
Según la exposición de Navarrine, dos teorías
opuestas se disputan el campo: la que hace del síndico un
representante, y la que hace de él un funcionario público
investido por el Estado del poder de a dministrar y liquidar el
patrimonio del quebrado. La teoría que hace del síndico un
representante se desenvuelve en torno al concepto fundamental
de que el síndico actúa en nombre de otros. Advierte, empero,
que las opiniones sobre a quién representa el sí ndico se di-
viden y contradicen pues, según los casos, para algunos auto -
res sería representante del deudor común y, para otros, de los
acreedores o de los créditos, o bien, a la vez, del deu dor y
de los acreedores, existiendo inclusive opiniones que lo
postulan como representante de la masa activa, o de la masa
acreedora y, al mismo tiempo, de los acreedores indivi duales.
Por su lado, la teoría que indica que el síndico no es un
representante ni del deudor, ni de los acreedores, ni de la
masa, ni de los unos o de los otros simultánea o sepa -
radamente, afirma que, en rigor, no es sino un órgano del
Estado, que actúa por consecuencia del cargo público que se le
impone para liquidar el patrimonio del quebrado, en defen sa
del interés común (Navarrine, H., La quiebra, Madrid, 1943,
págs. 100/101 nº 2205 a 2207).
Desde otra perspectiva, una corriente de opinión más
moderna entiende que el síndico no es representante, ni
tampoco órgano o funcionario estatal, sino órgano del concur so
(Maffía, O.J., El síndico - órgano del concurso, RDCO, 1978,
pág. 997).

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6º) Que escapa a las necesidades del presente pro -
nunciamiento una definición sobre cuestión tan controvertida
como es la referente a la condición jurídica del síndico de la
quiebra, y menos relacionando la event ual respuesta a la cita
de autores que escriben respecto de sistemas legislati vos
concursales que, en este punto, se muestran como verdade -
ramente distintos del argentino, en el que, por ejemplo, no
existe ni ha existido jamás una referencia como la conte nida
en la ley de quiebras italiana de 1942 (real decreto 267 del
16 de marzo), en cuyo art. 30 se indica que "...el síndico,
por cuanto concierne al ejercicio de su función, es un públi co
oficial...".
Las diversas opciones interpretativas referidas en
el considerando anterior evidencian, por sí mismas, que un
juicio sobre el particular podría no ser definitivo ni certe -
ro, sino meramente especulativo y, por tanto, impropio de una
decisión judicial.
En todo caso, a los fines que aquí interesan, basta
con que esta Corte defina si, de acuerdo a la legislación
nacional, puede la responsabilidad del síndico de la quiebra
ser encuadrada en la propia de los funcionarios públicos por
los hechos u omisiones en el ejercicio de sus funcione s a que
se refiere el art. 1112 del Código Civil, única que sería útil
para comprometer, a su vez, la responsabilidad del Esta do
Nacional.
7º) Que, en ese orden de ideas, la indagación de la
ley 19.551 (vigente en el momento en que se designó al síndi co
demandado en autos) y, antes que ello, la de las fuentes
nacionales que la nutrieron, muestra a las claras que jamás el
legislador argentino entendió que el síndico concursal pudiera
ser considerado un funcionario estatal, cuya respon sabilidad
quedara alcanzada, consiguientemente, por lo pres cripto en el

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art. 1112 del Código Civil.


Al respecto, cabe comenzar recordando que el Código
de Comercio de 1862, que distinguió entre los síndicos provi -
sorios y definitivos, conceptuó que la responsabilidad de estos
era personal y se regía por las reglas de la responsa bilidad de
los mandatarios (arg. arts. 1646 y 1648), y ya vigente la
reforma a dicho código de 1889, opinó Obarrio que aun cuando
los síndicos desempeñaban un mandato público, en esto la
legislación comercial no se había desviado de las reglas del
mandato común, en el sentido de que el mandatario queda
obligado por la aceptación a cumplir el mandato, y a responder
por los daños y perjuicios que se ocasionasen por su
inejecución total o parcial Cart. 1094 del Código Civil C
(Obarrio, M., Estudio sobre las quiebras, Buenos Aires, 1895,
págs. 166/167 nº 179).
La ley 4156 (año 1902), que llamó "contador" al
síndico, siguió idéntico temperamento. Sobre ella, explicó
Martín y Herrera qu e "...no dice la ley, si el contador es un
funcionario...", y aunque al citado autor le parecía conve -
niente el sistema de la ley inglesa, que catalogaba al síndi co
como un oficial público, señalaba que no era esa la situa ción
de la legislación nacional, en la que se apreciaba que "...la
responsabilidad del contador..., no es pues, ni más grave ni
más extensa que la que corresponde a todo género de personas
(art. 1109, Código Civil)..." (Martín y Herrera, F., La
convocación de acreedores y la quiebra en e l derecho argentino,
Buenos Aires, 1919, págs. 86/87 n º 37).
Por su lado, la ley 11.719 (año 1932) mantuvo el
criterio de sus antecedentes, el cual fue defendido de modo muy
especial por el propio redactor de dicha ley, doctor Ra món S.
Castillo, tanto en su anteproyecto, como posteriormen te al
comentar el texto sancionado. En efecto, el citado au tor y

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legislador al presentar su proyecto de ley, informó en la
respectiva Exposición de Motivos que "...la sindicatura que
organiza nuestra ley participa de los caracteres de la
sindicatura oficial, por el origen de su nombramiento y la
autoridad de quien dependen los síndicos, pero no se separa a
las personas de sus tareas habituales, para convertirlas en
cada caso en un simple empleado más de la administración pú -
blica, ni ofrece los inconvenientes de una profesión lucrati va,
inconvenientes sumamente graves en esta clase de jui cios..."
(párrafo transcripto por García Martínez, R., El Concordato y
la quiebra, Buenos Aires, 1957, t. II, pág. 125, nota nº 525).
Tales ideas fueron ampliadas por Castillo al explicar el texto
vigente de la ley 11.179, señalando las razones por las cuales
no consideraba que el sistema vigente hubiera fracasado y por
las cuales, consiguientemente, no había se guido las
recomendaciones planteadas en distintos proyectos legislativos
(incluyendo el de Cruz y Martín y He rrera) que propiciaban un
nuevo régimen que emplazara al sín dico en la condición de un
funcionario público: "...En la memoria correspondiente al año
1938, elevada por la Cámara en lo Comercial de la Capital al
Ministerio de Justicia, se aconseja la reforma de la ley de
quiebras en el capítulo re lativo a la sindicatura, para
incorporar aquel sistema, que hace de los síndicos funcionarios
del Estado. No se demuestra que haya fracasado el sistema de la
ley vigente ni se puntua lizan las fallas que se hayan notado en
la práctica, para que sea posible establecer si ellas tienen su
origen en la ley, o en la aplicación errónea, o en la
negligencia de los funcionarios a quienes la ley confiere la
misión de hacer cumplir sus previsiones sin necesidad de
requerimiento de parte inte resada. Si la causa del mal
estuviera en alguna de estas dos últimas circunstancias, aquél
podría ser evitado por un pro cedimiento más simple que el de la

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reforma legislativa para ensayar un nuevo sistema..."


(Castillo, R. S., La quiebra en el derecho argentino, Buenos
Aires, 1940, t. 1, págs. 300/301, nota n º 119).
Finalmente, en cuanto a la ley 19.551, cabe señalar
que si bien el Anteproyecto de Ley de Concursos Mercantiles de
1969 había propiciado la figura del "síndico oficial", cuya
condición era la de un funcionario oficial (conf. Cáma ra, H.,
Ley de Concursos Mercantiles Calgunas sugestiones sobre el
anteproyectoC, J. A. doct. 1972, pág. 14, n º 57), expresamente
el legislador de 1972 erradicó a esa figura del articulado de
aquélla, no innovando, entonces, con relación al sistema
anterior, y limitándose solamente a introducir modificaciones
tendientes a un mejor y e ficaz desempeño del síndico concursal
(conf. Cámara, H., Las modificaciones in troducidas por la ley
19.551 al anteproyecto de Ley de Con cursos Mercantiles, J. A.
doct. 1973, pág. 426, espec. pág. 435).
8º) Que nada hay, pues, en la Ley Concursal, ni en
otra ley del ordenamiento jurídico argentino, que indique que
el síndico que actúa en un concurso preventivo o en una quie bra
sea un funcionario público. Funcionalmente, tampoco es un
órgano mediante el cual el Estado exterioriza sus potestades y
voluntad, sino un sujeto auxiliar de la justicia, cuya ac -
tividad en el proceso colectivo se desarrolla con autonomía,
sin subordinación jerárquica, y en base a la idoneidad técni ca
que deriva de su título profesional.
En tales condiciones, su responsabilidad personal no
puede ser sujeta a los términos del art. 1112 del Código Civil,
ni compromete la estatal con los alcances pretendidos en autos.
Por ello, oído el señor Procurador General de la Nación,
se resuelve: Desestimar el recurso de hecho, declarándose
perdido el depósito de fs. 1; y hacer lugar al recurso ex -
traordinario de fs. 281/298, con costas, dejándose sin efecto

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la sentencia apelada. Vuelvan los autos al tribunal de origen a
fin de que, por medio de quien corresponda, se dict e nuevo
fallo con arreglo a lo dispuesto en el presente. Notifíquese,
archívese la queja y, oportunamente, remítase el recurso ex -
traordinario. ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ.
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-//-DENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ANTO NIO BOGGIANO


Considerando:
Que el recurso extraordinario y la queja son inad -
misibles (art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación).
Por ello, se los desestima. Con costas. Declárase perdi do
el depósito de fs. 1 del recurso de hecho A.56.X XXVI. No-
tifíquese, devuelvanse los autos, y archívese la queja. ANTO NIO
BOGGIANO.
ES COPIA

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