Revista de La Biblioteca Nacional - Republica Oriental de Uruguay

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R E V IS T A D E L A

B IB L IO T E C A N A C IO N A L
R E V IS T A D E L A

B IB L IO T E C A N A C IO N A L
R E P U B L IC A O R IE N T A L D E L U R U G U A Y
P R E S ID E N T E D E L A R E P U B L IC A
D O C T O R J U L IO M A R IA S A N G U IN E T T I

M IN IS T E R IO D E E D U C A C IO N Y C U L T U R A
SE C R E T A R IO D E E S T A D O
C O N T A D O R S A M U E L L IC H T E N S Z T E J N

SU B SE C R E T A R IO
P R O F E SO R A N T O N IO G U E R R A

D IR E C T O R G E N E R A L D E S E C R E T A R IA
A R Q . BA LTA SA R BR U M

D IR E C T O R D E L A B IB L IO T E C A N A C IO N A L
L IC . L U IS A L B E R T O M U S S O A M B R O S I
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R E V IS T A D E L A

B IB L IO T E C A N A C IO N A L

N ° 28
N o v ie m b r e 1 9 9 6
M O N T E V ID E O
P o r ta d a : G r a c ie la G IU L F O
P r u e b a s: S o lv e ig I B A Ñ E Z
C u id a d o d e e d ic ió n : G r is e l N A R I O
D erech os reservad os

ISSN 07£ 7 -1061


P R O E M IO

A l cu m p lir cien to o ch en ta a ñ os la B ib lio teca N a cio n a l es d a b le señ a la r la p re se n c ia


h istó rica d e l p rim e r b ib lió filo de la Patria. E l b en em érito sacerd ote J o sé M a n u el P érez
C astellano, q uien im p ulsó la fe liz idea d e crea r una b iblio teca p ú b lic a p a ra fo m e n ta r de
ese m od o la cultura, en a qu ello s m om en to s azaro so s d e lu ch as in depen den tista s. Loor,
pues, a su m em o ria ya q ue p o r él se esta b leció un in stitu to que a co g e a to d o s sin
reservas p o lítica s, étnicas o clasistas.

M u ch o s fu e ro n los h om b res qu e co adyuvaron a fo rta le c e r esa idea y co n d u cirla al


éxito m a n ten ién d o la vigente. L a h isto ria de esta casa que con én fa sis situ a m o s entre las
m á s im p o rta n tes d e nuestro país, tan to p o r a lm a ce n a r en su s p lú te o s el p e n sa m ie n to de
su s m a yo res, el co n o c im ien to un iversa l, la h isto ria vern á c u la y fo rá n e a , co m o p o r
co n sid era rla un centro ed uca tivo p erm a n en te p u e s va en el tiem p o m ás a llá d e la s aulas.

C a sa d e c u ltu ra g enero sa p u e s o frece a p o y o a la ilu stra ció n m ed ia n te el libro,


d estin a sa lo n es a d e b a tes y conferencias, a expo sicio n es y conciertos, sus p u b lic a c io n e s
a d o c u m e n ta lista s y estudiantes.

E llo n o s o b lig a a m a n ten er co nsta nte p reo cu p a ció n en el m anejo, m a n te n im ien to y


a ctu a liza c ió n d e m ateria les b ib lio g rá fico s y do cu m en ta les, celoso s d e m ejo ra s d e sea m o s
perfecciona r, d en tro d e n u estra s p o sib ilid a d e s económ icas, co leccio n es y servicios. R ica
en a lto grado, co lm a da s su s a lm acen es, no s h a llam o s a bo ca d o s a realizar a m p lia cio n e s
ed ilicia s q u e n o s p e rm ita n m ejo ra r las co n dicio nes to po g rá fica s d e los libros.

Lo q u e en n u estra p rim era dirección en esta casa d ura n te el año 1990 expresa m o s en
a n te rio r p ro em io de la R evista, la n ecesid a d d e co m p u ta riza r en la B ib lio teca los se rv i­
cio s b ib lio grá fico s, idea qu e rayaba en utopía, ho y reiniciadas p o r el su scrito las p e r ti­
n en tes g estio nes, se halla m ás cerca d e su cristalización.

R eferente a esta p u b lica ció n q ue a lca n zó d esd e 1966 a 1 990 los 2 7 núm eros, con
sa tisfa cció n retorna m os a su tra dicion a l y p restig io so título: “R evista d e la B ib lio te ca
N a c io n a l”, tan a p recia da p o r los en ten did os en la m a teria; ed ició n q ue tien e d o s f in a li­
d a d e s p rin c ip a les, p ro p o rcio n a r p á g in a s a n u estros escritores y d ed ica r o tra s ú tiles a la
h isto rio g ra fía y b ib lio g ra fía nacionales.
S E C C IÓ N

H IS T O R IA
M anuel L obo
F E R N A N D O O. A SS U N Q Á O (*)

I L U S T R E F U N D A D O R D E L A C O L O N IA D E L S A C R A M E N T O

En pleno invierno portugués, el 19 de febrero de 1635, al tañir de la única campana


de la austera iglesia de Vía Longa, en la jurisdicción de Lisboa, a unos doce kilómetros
d e l centro de la capital de Portugal, el cura párroco, Gaspar Luis Corado, impone el
xueramento del bautismo a Manuel, hijo segundo de Joño da Costa Fogaga y doña María
d e Menezes Lobo de Alcágova, heredera de los señoríos de Verbelha, Campomaior y
Ouguela, todos en la provincia del Alentejo. Es su padrino (y luego será su preceptor y le
Inducirá a la carrera de las armas) su tío paterno, don Fernao da Costa de Sá, y su
madrina, la mujer de éste, doña Ignacia.
Había nacido tres días antes. Y aunque nadie lo supiera, a Portugal le había nacido un
héroe. Otro más.
Como antes se dijo, tenía un hermano mayor, que sería el más unido a él y también
hombre de armas: Gongalo da Costa Menezes, quien habría de llegar a ser gobernador de
Angola, la más importante colonia portuguesa en Africa.
Una exhaustiva investigación en los archivos de Portugal, llevada a cabo en 1974,
nos llevó a descubrir estos datos básicos de quien llegaría a ser el fundador de la famosa
y de tan rica como disputada historia, Colonia del Santísimo Sacramento.
Gracias a esa investigación descubrimos, igualmente, que doña María de Menezes
había casado “por amores”, en 1633, con aquel apuesto y galante Joño da Costa Fogaga.
Es decir, que el suyo no había sido un matrimonio arreglado por sus mayores, al uso de
la época, sino por conquista amorosa (¿seducción?) y que ella era heredera de bienes y
títulos de nobleza (aunque baja nobleza), y en cambio él, aunque de orígenes igualmente
nobles, era de una rama lateral y sin mayores bienes hereditarios.
Para mejor entender los orígenes familiares de nuestro protagonista, vamos a dar el
árbol genealógico de cada uno de sus padres, que pudimos reconstruir en el curso de las
mencionadas investigaciones.
Doña María era hija primogénita (de ahí los títulos y señoríos) de don Manuel Lobo
de Alcágova y de doña Catalina de Menezes. Este don Manuel, abuelo y homónimo de
nuestro héroe era, a su vez, el hijo segundo de don Antonio de Alcágova Carneiro y doña
María de Moronha (y fue su heredero por muerte temprana, sin hijos, de su hermano

(*) Miembro de número del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay.


- Presidente del Consejo Honorario de Preservación y Conservación de Colonia del Sacramento.
mayor, don Pedro de Alcágova Carneiro). Era el dicho Antonio hijo mayor y heredero de
don Pedro de Alcágova, conde de Idanha Nova, señor de las tierras y aldea de Verdelha,
donde, en 1533, fundó una buena quinta (el lugar donde nació nuestro Manuel Lobo) y,
en 1546, en esas mismas tierras suyas, fundó un convento u hospicio de la Orden de San
Francisco, de encapuchados de San Antonio de quien, como tantos nobles portugueses,
era particularmente devoto, de ahí el nombre puesto a su hijo, cuya capilla colocó bajo
el patronazgo de Nuestra Señora del Amparo.
Por su parte, doña María de Noronha, era hija segunda y heredera de los mayorazgos
de sus padres (por la muerte de su hermano mayor don Francisco Lobo de Menezes, en
la famosa batalla de Alcácer Quebir, la misma en que murió el famoso rey Don Sebas­
tián). Los padres de doña María eran don Manuel Lobo y doña Francisca de Moronha, a
su vez hija de Rey Carvalho, camarero y válido del rey Don Joño III y de su mujer, doña
Constancia de Noronha, herederos de los Carvalhos Patalins.
Dicho Manuel Lobo acrecentó con su boda con la mencionada doña Francisca de
Moronha, bienes y títulos nobiliarios, pues él era hijo de don Francisco Lobo y doña
Blanca de Menezes. Este Francisco Lobo era el cuarto hijo de don Diego Lobo, el
segundo Barón de Alvito y él, a su vez, era Comendador de Riotorto y, por su casamien­
to con la mencionada doña Blanca de Menezes, se convirtió en Alcalde M ayor de
Campomaior y Ouguela, títulos que provenían de su suegro, don Alfonso Telles da Silva,
ex-embajador ante la corte del emperador Don Carlos V, y miembro del Consejo de Su
Majestad, don Joño III, por herencia de los Silvas.
Como se ve, notable prosapia tenía don Manuel Lobo por rama materna, pero no era
menor la que le venía por la rama paterna. En efecto, a mediados del 1500, vivía en
Lisboa don Fernño Nunes da Costa, hermano de Bras Nunes da Costa, ambos descen­
dientes del Gran Maestre de Malta. Era ese don Fernño Roiz de Perestrelo hijo, a su vez,
de don Manuel de Beja Perestrelo y de doña Catarina Inzarte, el cual Fernño Roiz, tuvo a
la dicha doña Violante con su legítima mujer doña Ursula Serña, que era hija de André
Serrño y de doña Margarida Alves Xira, herederos de los Serróes.
Fueron hijos de don Fernño Nunes da Costa y de doña Violante Serrña Perestrelo:
1) don Gonzalo Serrño da Costa
2) don Fernño Nunes da Costa, “cónego” de Coimbra
3) doña Angela Serrña
El hijo mayor y heredero, don Gongalo Serrño da Costa, fue tesorero de la Casa de
Ceuta y casó con doña Violante de Sa, hija de don Manuel de Souza Cid y de doña Luiza
de Castro, hija a su vez de don Tristán Fogaga de Castro, herederos de los Souza-Cides.
De su matrimonio, don Gongalo Serrño da Costa y doña Violante de Sa Fogaga,
tuvieron seis vástagos, a saber:
1) don Joño da Costa Fogaga de Sa (el padre de nuestro Manuel Lobo).
2) don Joño da Costa Fogaga de Sa, quien, como ya dijimos será el padrino y
preceptor del dicho Manuel, su sobrino y que, según las crónicas de su tiempo “fue muy
valeroso soldado” y llegó a ser gobernador de Vila Nova de Pertimño.
3) Don Manuel de Souza de Castro quien sirvió en la Guerra de la Restauración de la
Corona de Portugal, contra España y fue quien crió a su sobrino Gonzalo, el hermano
Ittuyor de Manuel Lobo.
4) Tres hijas que fueron monjas.
Repetimos que títulos y blasones le sobraban a estos dos hermanos, don Gongalo da
Costa y don Manuel Lobo, en cambio faltábanles bienes de fortuna y señoríos que
gobernar. Por eso y por haber quedado huérfanos de padre siendo niños y en pleno
Período Felipino (en que la corona de Portugal estuvo ceñida por los reyes de España,
Felipe II, Felipe III y parte del reinado de Felipe IV).
Esta unión, cada vez menos soportada por los portugueses, acabó el Io de diciembre
de 1640 (a los sesenta años de haber comenzado), con una revuelta de su nobleza,
encabezada por la figura patriarcal de don Miguel de Almeida, revuelta que proclamó a
don Joño, duque de Braganza, como Don Joáo IV de Portugal, luego de dar violenta
muerte a Miguel de Vasconcellos, valido de don Felipe IV, y encarcelar a la virreina Da
Murgarita, duquesa de Mantua y los hombres de su séquito y consejo.
Los Alcágovas-Carneiros, mayores de Manuel Lobo, estuvieron desde la primera hora
e n tr elos más acérrimos partidarios del nuevo monarca portugués. El anciano don Anto­
n i o de Alcá§ova Carneiro se trasladó a la corte y con él toda la familia y fue designado,
e n 1641, como uno de los integrantes de la “Junta de los Tres Estados” , encargada de
recaudar fondos y reclutar hombres para la guerra que se desatara contra España, que no
de resignaba a la secesión de Portugal, de su corona.
Entre tanto, los padres de Lobo tuvieron dos hijos más, Luiza, que murió pequeña,
párvula, como suelen decir los documentos coetáneos, y Bento, que abrazó la carrera
religiosa, el pardo sayal de los barbados discípulos de San Antonio (portugués, hidalgo,
soldado y santo milagrero, que naciera Fernando de Bulhoes), en la Orden de San
Francisco.
En medio de aquella orfandad paterna, bajo la protección del tío y en plena guerra,
Manuel Lobo a la adolescencia. Joven al parecer introvertido, serio, orgulloso,
lle g ó
afuble y tímido.
Recién cumplidos los 17 años tenía nuestro Manuel, cuando ingresó al servicio de su
rey y de las armas de Portugal. A servir a su patria como lo hicieran, por generaciones,
sus ilustres antepasados, a los que ya hicimos mención. Desde el 25 de febrero de 1652,
empezó a servir como soldado de infantería, el puesto más bajo en el arma de menor
Jerarquía y brillo, en el ejército del Algarve, el extremo sur de Portugal, de clima y
puisaje casi norafricanos.
Se hizo soldado y también se hizo hombre.
Y como soldado de su patria en armas participó en toda la campaña de la Guerra de
la Restauración, desarrollando en ella toda una brillante carrera militar, producto de su
vnlor, capacidad y vocación.
Con apenas 21 años, joven oficial de infantería, toma parte, en 1657, en la campaña,
desastrosa campaña para Portugal, de socorro a Olivenza, plaza que cae en poder de los
españoles.
El 28 de octubre del mismo año, participa del asalto y toma de la plaza de Mouráo,
obteniendo el grado de capitán de infantería y siendo distinguido en acción.
Al año siguiente de 1658, forma parte del fuerte ejército de 17.000 hombres, con el
que Joane Mendes de Vasconcellos pone sitio a Badajoz, logrando, con activa participa­
ción de Lobo, que forma parte del grupo que lidera el asalto “a pecho descubierto” , la
toma del fuerte de San Miguel, uno de los más importantes baluartes defensivos de
Badajoz.
El mismo año estuvo, como uno de los capitanes, con mando especial, en la defensa
o socorro de la plaza de Campomaior (tierra de mayorazgo de sus antepasados), junto a
su hermano Gonzalo. Era Lobo a la sazón, capitán de caballería ligera, grado que
alcanzara con fecha 22 de octubre de 1658.
Durante esa misma campaña, cumple exitosas misiones, en espía, desbaratando, con
50 hombres, a una avanzada de la caballería española; luego, recuperando una importan­
te presa de ganado hecha por las tropas de España en Santa Eulalia; finalmente, en los
avances, de hasta 44 leguas, en tierras de Castilla, hostilizando y depredando las reservas
del adversario y, entre otras acciones, aprisionando a 14 jinetes españoles.
En el siguiente año es de los que con más valor se comportaran en la batalla de
socorro de la importantísima plaza de Elvas, ante la embestida de la enorme fuerza del
primer ministro de España, don Luis de Haro, marqués del Carpió.
Poco después combate con una avanzada española, sobre el río Degebe, frente a
Badajoz, y la derrota haciendo prisionero al capitán enemigo.
Todos los méritos militares anteriormente pormenorizados, condujeron a que, en
1662, poco después de tomar en sus manos el gobierno de Portugal, el joven rey, Don
Alfonso VI, le designara Comendador del Hábito de Cristo, con una dotación de 12C
ducados anuales, a recibir de los décimos de la isla de San Miguel de las Azores.
Después de seguir luciendo en las campañas (por cierto poco favorables a Portugal)
de los años 1661 y 62, en 1663, participó con brillo y valor en dos importantes hechos de
armas, la batalla del Ameixial (el ciruelar), que terminó en aplastante derrota de las
fuerzas de don Juan de Austria, que apenas salvó su vida, junto a su general, el Duque de
San Germano, y luego en la heroica reconquista de la vital plaza de Evora.
Pero a Portugal le faltaba aún, una gran batalla que consolidara, en victoria, \¿
restauración de su monarquía y asegurase el fin de aquella larga guerra de 28 años. \
ésta se libró en los campos de Montes Claros.
Era entonces el jefe de las fuerzas españolas, don Luis de Benavides Carrillo, Mar
qués de Caracena, militar consagrado en las campañas de Italia y gobernador de Flandes
Entró en Portugal al mando de un imponente ejército de 15.000 infantes y 7.60(
hombres de caballería, entre los cuales 3.000 alemanes; más casi 10.000, en la infante
ría, de Italia y Flandes. Todos soldados veteranos y aguerridos.
En esta decisiva batalla, Manuel Lobo logra tomar prisionero al jefe de la caballerí;
española, que era un portugués al servicio de Castilla, el general Diego Correia y coi
ello definir el fin de la contienda, con ruidosa y total victoria portuguesa. Esto ocurrió e
17 de junio de 1665.
El 23 de noviembre de 1667, Don Pedro, hermano segundo del rey Don Alfonso VI,
merced a una revuelta palaciega, promovida por el duque de Cadaval, depone al monar­
ca y es designado Regente del Reino por incapacidad de aquél. Y el 28 de marzo de
1 6 6 8 , se casa con su cuñada, doña María Francisca de Saboya, cuyo matrimonio con
D o n Alfonso, había sido antes anulado. Todo lo cual no fue sino una siniestra conjura de
D o n Pedro y sus partidarios, para que él se quedara con el trono y el lecho de su infeliz
hermano, el ostensiblemente poco capaz, Don Alfonso.
Por último, con la mediación de Inglaterra, el 13 de febrero de 1668, se firma la paz
entre los reinos de España y Portugal. Este último había logrado restaurar su monarquía,
d u n d o fin a aquella dura guerra de 28 años. Quedaba Portugal libre y en las manos
Jóvenes y ambiciosas de Don Pedro, listo a reemprender el camino de la conquista y
colonización de nuevas tierras. En especial en el llamado Nuevo Mundo. En la América
del sur. En aquel enorme territorio, casi incógnito del Brasil, poniendo en jaque, ahora
u l l á lejos, a España, tal como lo requería la política exterior de su poderosa aliada,
Francia, y los intereses de Portugal. Al desconocer los límites fijados en Tordesillas,
poniendo en juego la doctrina de la “Ilha Brasil” (el que quedaba encerrado entre el
Atlántico y los ríos Amazonas, al norte y el sistema, Paraguay-Paraná-Río de la Plata al
NUr) y del “utis possidetis juris” (la previa pacífica posesión).
En 1669, el Regente, otorga un considerable aumento a la Comienda del Hábito de
Cristo que poseía aquel joven y heroico general, Manuel Lobo, llevándola a la cantidad
de 300 ducados anuales de las rentas de las islas Azores y “cebada para el caballo” .
Poco después Lobo será ascendido a Comisario General (General en Jefe en nuestro
léxico actual) de la Caballería del Alentejo, por entonces la más importante arma del
ejército portugués.
Desde 1670-71 en adelante, se fueron recibiendo y dando, desde Lisboa, comunica­
ciones con los gobernadores de Río de Janeiro, con el propósito de fundar una “Nova
Colonia” , factoría y cabecera de colonización y especialmente de comercio con los
españoles de Buenos Aires (como lo habían tenido en tiempos de la dominación felipi-
na), y para exportar a Europa los cueros de los abundantes ganados cimarrones que
campeaban por las tierras al norte del Río de la Plata, estudiándose tres posibles sitios
para su establecimiento: Maldonado; Monte Vidio, y la tierra firme de San Gabriel
(frente a las islas de ese nombre), apenas a 40 kilómetros en línea recta de Buenos Aires.

El 27 de octubre de 1678, el Regente, don Pedro, nombra a don Manuel Lobo


gobernador de Río de Janeiro. Pero mucho más que dicho gobierno, le encarga y ordena
a Lobo: “Fui servido que fue seis a poner en ejecución esta nueva Colonia, en la cual vos
haréis como os ordeno y mando por ésta mi Instrucción”. Larga Instrucción de 36
artículos, donde nada parecía estar librado a la improvisación.
Y, sin embargo, improvisada o cuando menos mal, desprolijamente organizada, por
falta de apoyo humano local, fue la expedición que Lobo armó en Río de Janeiro, con
refuerzos de Sao Paulo y Sao Vicente. A la que por mal mayor, su lugarteniente, el
general Jorge Soares de Macede, que debía traerle refuerzos, en gente y bastimentos,
naufragó en las costas de este uruguayo y fue apresado por una partida de indios de las
Misiones y llevado prisionero a Buenos Aires.
Con esa no bien formada expedición salió Lobo hacia el Plata, para fundar aquella
que, ese era el ánimo portugués, sería una nueva factoría, para comerciar con Buenos
Aires, de una parte, comercio que, naturalmente, habría de ser contrabando, que incluía
introducir allí sedas, marfiles y especias de oriente; pimienta malagueta y esclavos de
Africa, y maderas y algún otro producto de Brasil, todo a cambio de plata (amonedada)
potosina. Así, ahora en forma más elíptica, pero pragmática, esperaban lograr los lusita­
nos llegar a la riqueza metálica del fabuloso cerro que había sido la ansiada meta de
navegantes y descubridores, un siglo y medio antes, a cuyo destino (fue muerto por los
aborígenes para robarle las riquezas que traía), e intento en el que había fracasado nada
menos que el famoso Martín Afonso de Souza. Por otra parte, la Nova Colonia, con la
ayuda que pensaban conquistar, de los aborígenes locales, ya entonces muy hábiles
jinetes y cazadores de los vacunos cimarrones, podría hacerse de la riqueza de los cueros
entonces descubierta y tan apetecida en la Europa, en que la industria de la curtiembre
empezaba su auge. Repetir, en una palabra, en el Río de la Plata, la vieja fórmula, el
ventajoso sistema y modus operandi, que tan buenos resultados había dado a Portugal en
sus factorías de las costas de Africa y en el Oriente (India y China en particular), siendo
como era una nación de escasa población, por entonces de poco más de un millón de
habitantes, por tanto careciendo del recurso principal para emprender la conquista y
menos la colonización de grandes áreas en las más diversas partes del globo.
Claro que ni Lobo, ni sus mandantes, contaban con la airada y rápida reacción
española.
Volvamos ahora a la expedición. La misma estaba formada por cinco barcos. Tres
naves relativamente ligeras, de las llamadas “charrúas” ; una zumaca, armada en fragati-
11a, y un patacho (poco más que un lanchón). La mayor de las charrúas, llamada Santa
Veríssima, tenía un desplazamiento de 300 toneladas e iba bajo el mando del capitán de
mar y guerra, Antonio Fernandes Poderoso y estaba armada con 30 piezas de artillería.
En ella enarboló Lobo la insignia de capitana, con las reales armas. La segunda, en
volumen y armamento, iba comandada por el también capitán de mar y guerra, Manuel
Carneiro da Costa; desplazaba 250 toneladas y estaba armada con 14 bocas de fuego. La
tercera, apenas si desplazaba 200 toneladas, llevaba de artillería 10 piezas e iba bajo el
mando de un capitán Mainart, de Río de Janeiro, al parecer holandés.
A la zumaca, armada en fragatilla, Lobo la dotó de 6 piezas de artillería y 6 “pedrei-
ros” (mosquetones de pedernal). La capitaneaba el teniente de la armada, Feliciano
Inácio da Silva y tenía un desplazamiento de casi 150 toneladas.
En el patacho sólo iban mantenimientos y, lo más importante para ellos, algunos
caballos.
Era el comandante de la caballería, el capitán de caballos corazas (segundo de Lobo
en el Alentejo), Manuel Galvao, el único europeo que llevaba consigo a su mujer, la
heroica Joana. Galvao era el hombre de mayor confianza de Lobo y llevaba como su
lugarteniente al teniente de caballos, Bartolomé Sanches Jara y tenía, bajo su directo
mando, a 50 soldados veteranos, venidos con ellos de Portugal, organizados en una
compañía.
La infantería la formaban otras tres compañías de 50 hombres cada una y eran sus
capitanes: Joáo Lopes da Silveira, Manuel de Aquila Elgueta y Simao Farto de Brito.
La artillería tenía por capitán a Antonio Velho, llevando 18 piezas, 11 de ellas de
hierro y 7 de bronce, con calibres que oscilaban entre las 2 y las 22 libras, a efectos de
armar la fortaleza (en realidad un muy elemental fortín), que iban a construir.
Como oficial distinguido, sin ocupación o mando fijos, iba el joven capitán Francisco
Naper de Lencastre, que llegaría a ser un muy eficaz gobernador de la Colonia, en la
segunda etapa de ésta.
El capellán era el padre Antonio Durao da Mota que, a la vez, tenía funciones de
secretario de la expedición y era, en verdad, consejero espiritual de Lobo. Iban también
otros dos religiosos de la Compañía de Jesús, el superior, P. Manuel Pedroso y el P.
Manuel Alvares.
Completaban la expedición algunos hombres de oficio manual imprescindibles para
las obras que se iban a emprender, tales como carpinteros y pedreros. Un grupo de indios
tupí-guaraníes, entregados por los pobladores de Sao Paulo, que llevaban consigo 8
mujeres. Así como un total de 60 esclavos negros, de los cuales nada menos que 48
pertenecían a Lobo. Probablemente estos esclavos provenían de Angola, donde su her­
mano Gonqalo, tantas veces nombrado, era también gobernador y, posiblemente, tam­
bién, Lobo los llevaba en tan grande número con la intención de contrabandearlos a
Buenos Aires.
Entre todos los integrantes de la expedición se aproximaban a la cifra de 400 almas,
que es la reconocida históricamente que habría llevado Lobo en su viaje.
Evidentemente una cantidad asaz exigua para los planes y propósitos que los guiaban.
Después de una accidentada y lentísima navegación, que les insumió nada menos que
23 días, desde su salida de Santos, anclaron las naves de Lobo frente a la isla de
Maldonado, antes llamada de Las Palmas y hoy Gorriti, junto al entonces llamado cabo
de Santa María y al presente, Punta del Este. Era el 31 de diciembre de 1679. Allí, en la
tierra firme, vieron, por fin, a los tan mentados vacunos cimarrones, flaquerones, ágiles,
de enorme cornamenta y pelaje fosco u oscuro (colorado requemado y zaino negro).
También cazaron algunos lobos marinos, que abundaban en esas aguas en el verano.
Esperaron nueve días, a ver si aparecía Soares de Macedo y partieron con rumbo a
San Gabriel. Partieron las tres charrúas y el patacho, pues la zumaca o fragatilla, la
“Jesús, María y José”, quedó a la espera de dos hombres que, esa mañana se habían
internado por la tierra, para cazar a los famosos toros. Salió este barco al día siguiente,
es decir el 10 de enero, costeando y, al otro día se encontró frente a la bahía y cerro del
Monte Vidio, y se admiraron sus tripulantes de la belleza del lugar, de lo buen surtidero
y sitio para poblar que mostraba ser, llena la tierra por los vacunos cimarrones que allí
pastaban plácidamente.
Dos días después, llegó esta nave a las islas de San Gabriel. Buscaron a los otros
barcos de Lobo, bordeando la costa cercana y no los hallaron. Es que el grueso de la
expedición no había llegado. Porque estaban detenidos en las cercanías del banco Inglés,
ominosa presencia subacuática; temerosos de encallar e incapaces de hallar el canal para
proseguir su navegación hacia el oeste. Allí los encontró la fragatilla y su comandante,
aquel Feliciano Inácio da Silva, pasando a bordo de la capitana, les sirvió de piloto y
guía, con mano experta y ya conocido el río con todos sus problemas, hasta que,
finalmente, el 20 de enero, anclaron todos en las cercanías de la isla grande de San
Gabriel. Tampoco allí, por lo que nosotros ya sabemos, encontramos a Jorge Soares de
Macedo, de cuyo destino recién después de muchos días, tendrían noticia.

Manuel Lobo había llegado a su destino. Y aquí Destino significaba, eso: sino,
fatalidad, pues siendo prólogo, para él habría de ser epílogo, según pronto veremos.
El día lunes 22 de enero, por la mañana, apareció a vista de las tres charrúas y la
fragatilla (el patacho andaba en tareas de pesca), un lanchón. Un lanchón español. Que
procedía de Buenos Aires y estaba al mando de un tal Marcos Román, marinero de la
fragata del capitán Juan de Perochena, surta en ese puerto quien, con otros compañeros,
habían ido a las islas en busca de leña y piedras para lastre, todo para dicha nave que se
preparaba a partir de Buenos Aires.
Sorprendidos los españoles por la presencia de aquellas naves extranjeras, haciendo
caso omiso de las señales que les hicieran los portugueses desde la nave capitana, dieron
rápida vuelta hacia su punto de partida.
En Buenos Aires, el propio Marcos Román dio noticia al gobernador español, don
Joseph de Garro, de la presencia de aquellas naves extrañas. Era la mañana del martes 23
de enero de 1680.
La historia que siguió es muy conocida y ha sido escrita muchas veces, incluso por
nosotros. Trataremos de sintetizarla.
Garro que era hombre valeroso y de acción, tomó inmediatas providencias que le
permitieran prepararse para expulsar a los intrusos, aún por la fuerza de las armas. Entre
esas providencias una misión de espía, a cargo del alférez reformado, Cristóbal de León,
quien, a su tiempo, le habría de dar una pormenorizada descripción de lo que estaba
haciendo o construyendo los portugueses. Este también un relato que hemos publicado
otras veces.
Entre tanto, Lobo seguía a la vista de las islas y sin iniciar la fundación en la
península de San Gabriel. Hasta que el día lunes 28 por la mañana, apareció en el puerto
de Buenos Aires, un “ navio afragatado”, con amenazador armamento de cañones y
luego, tranquilamente, se volvió por el río, hacia donde provenía. Era la “Jesús, María y
José” , que Lobo enviara a la vecina ciudad para averiguar si se encontraba allí el navio
del registro, único que, siempre estaba bien artillado, para poder repeler a los piratas y
que llegaba a Buenos Aires dos veces al año, con mercaderías de España, o si allí había
algún otro navio de guerra de importante porte y artillería.
Con las noticias, para él tranquilizadoras, que de esa incursión le trajeron, Manuel
Lobo, se dirigió a tierra firme, desde su nave capitana, cercano al mediodía. Iba a dar
inicio, formalmente, a la fundación de la población y fuerte, de la Nova Colonia, que él
mismo, por personal devoción (pues era hermano de la cofradía del Santísimo Sacramen­
to de Lisboa), bautizó con el nombre del Santísimo Sacramento.
Desembarcaron en la playa, entre las dos puntas rocosas del extremo oeste de la
península, a las que se puso el nombre de San Pedro de Alcántara, a la del sur, y de Santa
Rita, a la del norte. Iban con Lobo, el padre Duráo da Mota, el capitán Galváo, el
también capitán Fernandes Poderoso y algunos soldados y marineros.
Las naves dieron salvas de cañonazos. Lo que también fue oído desde Buenos Aires y
aumentó la inquietud de sus pobladores y aceleró las medidas de Garro. Entre éstas, fue
mandar al capitán Juan Mateo Arregui, con el piloto José Gómez Jurado, en espía, en la
“zumaca real” . Pasó dicha zumaca cerca del sitio donde Lobo estaba dando comienzo a
la población. Esto ocurría el 3 o 4 de febrero. Luego, ancló en la barra del río San Juan
y, al día siguiente, desde allí, envió por tierra a dos hombres en dos caballos que habían
llevado en la nave.
De estos hechos, el propio Lobo dio cuenta al Príncipe Regente, en una larga carta,
donde dice: “De ahí a cuatro o cinco días [de iniciada la fundación] vino la zumaca real,
como ellos [los castellanos] la llaman que es bien mísera cosa y echando, sin que
nosotros nos apercibiésemos, dos caballos en tierra, llegaron [junto] a un batel de mari­
neros que andaban pescando junto a la playa [seguramente la que queda entre la penínsu­
la de la Colonia y el Real de San Carlos] y preguntándoles qué gente éramos y a qué
veníamos, supieron de ellos todo lo que deseaban, a que se mostraron muy contentos,
diciendo: todos somos cristianos, caballeros...” Con las nuevas noticias, Garro inicia
decisivamente los preparativos de guerra.
Ya el 7 de febrero, pide al teniente de gobernador de Santa Fe, para que se organicen
fuerzas de caballería, bajo el mando del maestre de campo de milicias, Antonio de Vera
Mujica, al que se da el título de “caudillo”, que era feudatario de la ciudad y accionero
de vaquería, autorizándole a tomar 300 caballos “de los de otra banda del Paraná (hoy la
Provincia de Entre Ríos) de quien se consigan y se devolverán”.
Orden similar envía al teniente de gobernador de San Juan de Vera de las Siete
Corrientes, Juan Arias de Saavedra, para que envíe 80 hombres de a caballo y “los aliste
y avíe de cabalgaduras, armas y municiones, máximos”.
También ordena Garro al teniente de gobernador de Tucumán, para que alistara 300
hombres para la campaña contra los portugueses (que preveía inminente) y “les tenga
prontos para acudir al primer llamado”.
Resolvió entonces Garro, enviar a Lobo una comisión para intimarle a que se retirara,
misión que integraron, el Sargento Mayor del Presidio (fuerte) de Buenos Aires, Juan
Zebrián de Velasco; el Alcalde Provincial, Juan del Pozo, y el piloto Joseph Gómez
Jurado, que fueron en la zumaca “San Joseph”. Además de poder ver, desde la nave
capitana, donde Lobo les recibió, bastante de la nueva población en tierra firme y de
tener Gómez Jurado una tan erudita como inútil discusión geográfica y sobre límites, con
Lobo, se volvieron a Buenos Aires con la respuesta del jefe portugués, negativa, afir­
mando Lobo “que cuando me determiné a poner los pies en ésta, fue en la infalibilidad
que así ésta como otras muchas están dentro de los límites de la Corona de Portugal y
son dominio del Príncipe Nuestro Señor, y como sea así, sin la orden expresa de dicho
Sr., no determino tornar un paso atrás...”
El 28 de febrero, el padre Altamirano S.J., superior de las Misiones de la Compañía,
en su Provincia del Paraguay, escribe a Garro, diciendo que se ponen en marcha los
indios solicitados (3.000) y dando la lista de los que aportará cada reducción o pueblo,
las armas y demás pertrechos.
La guerra está cada vez más cerca.
■ T

Llega al fuerte del Sacramento una canoa grande con un grupo de tripulantes en muy
malas condiciones. Eran los únicos que quedaban de la expedición de Soares de Macedo,
aquellos que habían seguido viaje por agua, luego del naufragio de su nave en las
cercanías del cabo de Santa María (hoy Punta del Este).
En esta situación llegó el otoño de este hemisferio y Lobo y sus gentes empezaron a
sufrir las inclemencias de un tiempo con grandes lluvias (que les destruía buena parte de
las murallas de tierra que intentaban levantar) y las consecuencias de la posición belige­
rante de los españoles.
Por entonces llegó a la Colonia la segunda zumaca que Soares de Macedo enviara
desde Santa Catarina (antes de partir), con importante cantidad de harina de mandioca y
30 indios tupíes.
El 13 de julio, Lobo vuelve a escribir a Garro, ante la cada vez más cierta amenaza
de ataque de éste, y su misiva termina diciendo: “...señor, advierto a V.S. que el mínimo
terror de esta ciudad le ha de costar en su defensa la vida de los que en ella asistimos
hasta nueva orden del Príncipe Mi Señor. Guarde Dios la persona de V.S., etc” . Su fecha,
13 de julio de 1680.
Por último, el 21 del mismo, hubo un intercambio de misivas, en realidad ultimátum
de retiro de los portugueses, de parte de Garro y firmeza de mantenerse allí, de la de
Lobo.
El 23 de julio, Vera Mujica se retira de las cercanías de la Colonia, en el llamado
Real de vera, a la barra de San Juan. Procuraba mejores pasturas y agudas para sus
caballadas y boyadas de consumo y, a la vez, alejar a los indios de las Misiones de la
tentación de los trueques con los portugueses. Sólo dejó cerca de la Colonia, patrullas de
caballería, de su gente santafesina y de la de Buenos Aires.
Por fin, en la noche del 6 de agosto, mandó a sus fuerzas a las proximidades de la
población portuguesa. Que por entonces no era sino un fortín de tierra, con su foso y
parapeto de estacadas, abaluartado (2) del lado este y con dos cortinas de barricadas
(barricas llenas de arena y piedras y unidas con zarzos) cerrando el recinto hacia ambas
costas (la norte y la sur); con algunos ranchos de barro, con techos pajizos, uno que
servía de iglesia, algo mayor que los otros; un par de barracones y tiendas de campaña.
Eso era todo. Y era bien poca cosa. Y esto fue la primera Colonia del Sacramento.
A las dos de la mañana del día 7, a sangre y fuego, atacaron los indios misioneros, a
los que, para alentarlos al ataque y la pelea, se les prometió el saque o botín de la plaza.
A degüello entraron.
Fue grande la matanza. Galváo murió en la batalla, con la espada en la mano. Y
murió Joana, su mujer, defendiendo el cuerpo del marido del infame expolio. Heroica e
ignota Joana del Sacramento, no doncella como la de Orleans, pero si santificada de
amor, como Jesús santificó a la Magdalena. Amor de Joana por su Manuel y por su
patria, que para ella eran un sólo amor.
He aquí el relato que el propio Lobo hizo del ataque y toma de la Colonia, en carta al
Regente de Portugal: “...por las dos horas antes del día, fuimos avanzados de repente por
la gente de Buenos Aires y entrados por la gente que nos sitiaba, que vino en tal ocasión
guiados por un paulista que había huido hacía pocos días para los sitiadores, el cual
había dado noticia entera del estado en que nos hallábamos, y hallando durmiendo a los
centinelas, subiendo a un baluarte de que se hicieron señores matando las centinelas, por
lo cual se tocó a rebato a tiempo que cuando se acudió a él, estaban ya en otras partes los
contrarios dentro de las fortificaciones, las cuales desampararon todos los soldados,
dejando sus armas y desamparando a sus oficiales, que viendo aquel desamparo, se
vinieron en la forma a que dio lugar la ocasión, con algunos soldados, hombre blancos,
que por todos serían hasta cincuenta, entrando en el mayor número de ellos de la
Compañía de Caballos y como el campo de batalla fue ya dentro de las fortificaciones
les fue forzoso desunirse,..”, etc.
Lobo que estaba muy enfermo, fue entonces tomado prisionero y llevado a Buenos
Aires. Allí ha de pasar unos meses, en tanto su salud mejora, recibiendo de Garro un
trato razonablemente aceptable y cortés. Tenía cerca suyo, en la prisión, al padre Durao
da Mota, su confesor y amigo. Y aquellos que Lobo llamaba “su familia”, dos servidores
portugueses, llamados Manuel Alvares Correia y Luis Bardado, dos negros esclavos,
Antonio y Marcelo y la liberta Dominga.
Por sus problemas de salud los españoles desisten de enviarlo a Lima o a Santiago de
Chile. En cambio, cuando su condición física lo permite, lo envían a Córdoba del
Tucumán. Sale de Buenos Aires, con fuerte custodia de caballería, en un destartalado
carruale, el 8 de abril de 1681, lleva consigo al mismo grupo de acompañantes ya
mencionados. Llega a Córdoba el 6 de mayo. Tendrá la ciudad por cárcel, “sin salir de
ella hasta que el virrey de estos reinos disponga”.

En el mismo año, 1681, reunidos en Badajoz los plenipotenciarios de ambos reinos,


España y Portugal, firmaron el llamado Tratado Provisorio, que ordenaba devolver la
Nova Colonia a Portugal, que no podría ampliar sus construcciones, hasta que Su Santi­
dad, el Papa, dilucidase la cuestión de límites entre dichos reinos en esta parte de
América.
Vuelve entonces Lobo a Buenos Aires y allí es prisionero (aunque no se pueda creer),
del nuevo gobernador, Joseph de Herrera y Sotomayor.
Espera con ansiedad, Lobo, que llegue la misión que, enviada por Portugal, en
cumplimiento del Tratado, le devuelva bienes, títulos y su cargo en la Colonia. Pero su
salud vuelve a decaer. Rápidamente. Así empieza el año 1683.
Es el 7 de enero. Lobo acaba de morir, “falleció y pasó de la presente vida ab-
intestato y apresuradamente”, escribió el escribano de gobierno de Buenos Aires, Gayo-
so. Y lo enterraron en la iglesia de San Francisco.
En mayo de 1693, un barco portugués llega a Buenos Aires desde Pernambuco, donde
Gonçalo da Costa, el hermano mayor de Lobo se encuentra de paso, habiendo terminado
su gobierno en Angola y antes de volver a Portugal. Dice el capitán del tal barco que
viene, de parte de aquel, en busca de los huesos de don Manuel Lobo y de los bienes que
de él quedaran. Después de mucho ir y venir y muchos papeles burocráticos, la urna,
conteniendo los restos de Lobo, marchó en dicho barco. Que en Pernambuco recogió a
don Gonçalo. En el viaje a Portugal, éste enferma. De gravedad. Tanta que se resuelve
desembarcarlo en la isla de Madeira, donde fallece.
De acuerdo a las cláusulas de su testamento, los restos de ambos hermanos debieron
ser trasladados a Portugal y enterrados en el sepulcro familiar, en la capilla del convento
de los encapuchados de San Antonio, en la natal Verdelha, No sabemos con certeza si se
cumplió. No hemos encontrado documento alguno que lo pruebe. Pero queremos pensar
que así fue. Para que ambos heroicos soldados reposen, para siempre, en su bienamada
patria, en la tierra chica que les vio nacer.
De don Manuel Lobo quedó (nos quedó) la Colonia del Sacramento. Monumento
vivo de tantos actos heroicos, de tantas aventuras, protagonista de tantas hazañas y
tantos problemas. Como una cicatriz de piedra abierta en el costado suroeste del Uru­
guay, el país que contribuyó a formar, hoy transformada en sitio histórico reservado:
Patrimonio Mundial, así declarada por la UNESCO. Uno de los tantos santuarios del
pasado que el hombre atesora en este presente, tan angustiado y febril, para reencontrar­
se consigo mismo, con su propia medida de hombre, hijo de la tierra, y para legarlo a sus
hijos y a los hijos de sus hijos.
Un hermoso capítulo final, a estas alturas, le pusieron a esta historia, tan llena de
aventuras y desventuras, de luces y sombras, en fin, como en toda historia humana, en
verdad una epopeya y una tragedia, como titulamos el trabajo que, sobre este mismo
personaje, nos fuera publicado en Portugal en 1985, el 18 de octubre del pasado año de
1995, los señores presidentes, Dr. Mario Soares, de Portugal, y Dr. Julio María Sangui-
netti, de nuestro país, cuando procedieron a inaugurar, en la Plaza de Armas de la
histórica Colonia del Sacramento, plaza que hoy lleva el nombre de su ilustre fundador,
el monumento a éste, obra del escultor portugués, José Joño Brito. Sencillo, austero,
construido en hierro, cuyo solo símbolo es la Cruz de la Orden de Cristo, tan portuguesa,
que Lobo luciera en su pecho de soldado, como la custodia lleva la hostia. Monumento
donado por la Comissao Nacional para as Comemoragóes dos Descobrimentos Portugue­
ses y cuya única inscripción, acorde con la severa sobriedad del conjunto, reza: HOME-
NAGEM A MANUEL LOBO, 1635-1683, las fechas que como paréntesis vitales encierran
el ciclo biológico del héroe, que hoy vive en la infinitud de la fama y la historia.

Montevideo, junio de 1996.


C o lo n iz a c ió n c a n a r ia
C A N A R I O S E N L A B A N D A O R IE N T A L

L U IS A L B E R T O M U S S O A M B R O S I (* )

E X P L IC A C IÓ N

El presente trabajo se halla dividido en varios capítulos, los cuales guardan cierta
relación entre sí, mas no una secuencia estricta ya que fueron compilados separadamente
en distintas fechas. No obstante todos coinciden en destacar la aventura de un pueblo
que raya en gesta; raza pobladora dispuesta a afrontar las incógnitas y vicisitudes de la
emigración en busca de horizontes desconocidos.
Reunimos entonces esta serie de ponencias preparadas en oportunidad de las reunio­
nes de los Coloquios de Historia Canario-Americana, realizadas en Las Palmas bajo el
patrocinio del Gobierno Insular de Gran Canaria.
La historia social de nuestra ciudad y por consiguiente de la Banda Oriental, se halla
estrechamente asociada con las Islas Canarias. Montevideo a partir del arribo de los
primeros pobladores del año 1726 y hasta casi fines del siglo XVIII puede considerarse
una ciudad Canaria, gobernada por un Cabildo integrado en su mayoría por hombres de
aquellas islas o descendientes de ellos. Todavía permanecen en nuestras costumbres, en
nuestro decir, rasgos y atributos llegados con los insulares.

“Las Islas Afortunadas” como en tiempos pretéritos se dio en denominarlas, fueron


fuente de emigraciones hacia lejanos suelos, mas es éste, el nuestro, el único que en su
momento pudo considerarse un arribo tan importante de canarios que llegaron a sumar la
casi totalidad de los miembros que integraban la población. Se expresó entonces, a título
ilustrativo, que nuestra tierra podía considerarse “la octava isla del archipiélago” .
Estas pocas páginas, lejos están de rendir el homenaje que merece el pueblo canario,
solamente tienen como objeto destacar el sacrificio, la lucha, el esfuerzo y el triunfo de
aquel éxodo del cual el próximo 19 de noviembre señala su comienzo, hace doscientos
setenta años.

* Miembro de número del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay.


if r
C A P ÍT U L O I

P E R IP E C IA S D E L A C O L O N IZ A C IÓ N C A N A R IA E N L A B A N D A O R IE N T A L

La odisea vivida por los inmigrantes canarios que concurrieron a poblar la Banda
Oriental del Río de la Plata se inicia de inmediato a su desembarco en la bahía de
Montevideo el 19 de noviembre del año 1726.
El 9 de agosto fondeó en el puerto de Santa Cruz el aviso N u e s t r a S e ñ o r a d e l a
E n c in a , alias la B r e t a ñ a , de veinticuatro cañones, al mando del Capitán Bernardo de
Zamorategui. El 16 de agosto la nave recibió a bordo veinticinco familias de cinco
miembros cada una con sus útiles y bagajes. Horas después el comandante hizo entrega
al juez Casabuena de nota explicando que las dimensiones de N u e s t r a S e ñ o r a d e l a
E n c i n a no admitían tal número de pasajeros. Zamorategui destacaba que era un cargo de

conciencia zarpar para un viaje tan dilatado y lleno de peligros, conduciendo una expedi­
ción de esas proporciones. Por resolución de Casabuena se pusieron en tierra cinco
familias de las embarcadas. Eran éstas las de Francisco Antonio de Sosa, Antonio de la
Cruz, Bartolomé García, y Joseph Guillermo que encabezaba dos. El 21 de agosto se
desplegaron velas rumbo al sur.
El 19 de noviembre de 1726 desembarcaron estos esforzados canarios en una tierra
desconocida, en un mundo nuevo para ellos, donde encontrarían los mayores inconve­
nientes, obstáculos de toda clase los cuales deberían afrontar con paciencia y resignación
pues el retorno a sus lares ya no era factible.
Millán en su testamento expresó que debió auxiliar a varios hombres y mujeres de los
llegados de Canarias con telas para reparar su desnudez, pues las propias se habían
deteriorado por tan larga travesía, y precarias condiciones en que debieron navegar.
Debemos destacar la desilusión que deben haber experimentado los inmigrantes al
desembarcar en pleno campo, sin medios para guarecerse de las inclemencias del clima.
Las crónicas no dejaron referencia sobre las temperaturas imperantes en aquellos días de
mediados de noviembre. A pesar de hallarse próximo el estío, es seguro que soportaron
fríos, pues los calores en estos suelos generalmente no llegan hasta los últimos días de
diciembre.
Acostumbrados al clima generoso de sus islas, debieron sufrir enfermedades y moles­
tias debido al desamparo en que cayeron. Durante los primeros días debieron guarecerse
de las intemperancias naturales, en tiendas de cuero, hasta que se les adjudicaron solares
el 24 de diciembre de 1726.
El capitán Millán fijó la jurisdicción de la ciudad, planta urbana y territorio sobre el
cual el Cabildo a crearse ejercería su autoridad, y dentro de cuyos límites los moradores
pudieran tener sus haciendas y realizar tareas de campo. Estos eran: la costa del Río de
la Plata desde la desembocadura del arroyo Cufré hasta las sierras de Maldonado, por el
norte la Cuchilla Grande que servía de camino a los faeneros de corambre. Tierras que
afectan hoy los departamentos de Montevideo, San José, Canelones, Lavalleja, Maldona­
do y Florida. Por ellas se extendieron las familias canarias.
Al año siguiente, en abril de 1727, el vecindario ascendía a poco más de cien
personas incluyendo a los menores de edad. La guarnición era de ciento cincuenta
hombres de tropa regular y había un centenar de indios trabajando en fortificaciones. La
ración diaria dada a los vecinos y soldados era de ocho onzas de bizcocho, dos de yerba-
mate de Paraguay, y media de tabaco en hojas, cada tanto se agregaba algo de sal y ají.
El desnivel entre los sexos fue desmesurado, fue así que desencadenó provocaciones
por parte de los militares a mujeres casadas y solteras, con las consiguientes reyertas
entre los pobladores.
Si bien es cierto que un gran número de inmigrantes eran labradores, el trabajo de los
campos demanda tiempo organizado, por ello, la alimentación vegetal a la cual se
hallaban habituados se debió suplantar por carne que abundaba en el país. A estos
primeros colonos canarios se sucedieron otros que después de enormes vicisitudes llega­
ron el 7 de marzo de 1729. La continuidad de la colonización canaria, desde entonces se
prolongaría indefinidamente.
En enero de 1730 Zabala establece el primer Cabildo con ocho regidores, siendo
cinco de ellos canarios: José de Vera, José Fernández, Cristóbal Cayetano de Herrera,
Juan Camejo e Isidro Pérez de Rojas. Este último solicitó exoneración del cargo, reca­
yendo en José de Meló. Los restantes Bernardo Gaitán, ex vecino de Buenos Aires, Jorge
Burgués, italiano, y Juan Antonio Artigas.
Se había cumplido gracias al aporte canario la más importante etapa de la defensa
contra la intromisión portuguesa, en su avance hacia el sur, buscando como límite de sus
posesiones el Río de la Plata y el Uruguay.
Mas, la costa oriental del río no era por cierta tierra apreciada por los vecinos de la
orilla opuesta, conocedores de los peligros existentes en ese suelo; refugio obligado de
filibusteros en busca de protección contra las fuertes borrascas, en sus numerosas ense­
nadas, otras para avituallarse de carne fresca y agua potable; peligros también del gran
número de animales salvajes, que al amparo de la soledad de los campos infestaban la
comarca, uníase a ello, el temor bien fundamentado a los indios, especialmente charrúas,
dueños absolutos del lugar, o a las andanzas de los portugueses tratando de establecerse
en tierras que no les pertenecían.
Los vecinos de Buenos Aires gozaban de tranquilidad viviendo en una ciudad bien
formada y organizada; floreciente en negocios, con puerto frecuentado y conexiones con
el interior de inmensas planicies. Nadie, por tanto, se decidía a probar fortuna en tierras
peligrosas, desoladas, frente al “Río como mar”, donde la vista se perdía en el océano.
Tanto desamparo no incitaba a la aventura, sinsabores y molestias de traslados para el
inicio de aventuradas empresas. Los colonos transfirieron la vida sencilla y sana que los
caracterizaba; en la colonia se matizó con diversiones y pasatiempos. Naipes, riñas de
gallos, carreras de caballos. Las celebraciones religiosas siempre se cumplieron, aun
fuera de la iglesia que en la primera época era tan pequeña que no daba cabida a todos
los fieles.
En las pulperías se prohibieron los juegos de naipes y dados, que producían lucro a
sus dueños y perjudicaban a los buenos parroquianos por las peleas y entredichos que de
ellos surgían.
Dura se hizo la vida para los montevideanos; sin industrias, sin comercio, debiendo
concurrir al ilegal contrabando para subsistir. Por esto muchos vecinos albergaban, simu­
lando actos de ayuda, a los hombres sueltos, vagabundos y viajeros sin destino, agentes
de ese mercado ilícito. Tanto el contrabando marítimo como el terrestre tenían mucha
importancia. Los barcos principalmente ingleses y holandeses, se acercaban a las playas
desiertas pretextando reparaciones necesarias, realizando en realidad intercambio de
mercaderías por cueros vacunos. Desde Brasil y para la Colonia del Sacramento, y desde
ésta hacia el mismo, existió una corriente permanente de efectos: tabaco, metales nobles,
a veces dinero, que por la vía “del Janeiro” hacían entrar los propios españoles en la
Península Ibérica violando disposiciones e impuestos vigentes.
La lucha contra portugueses e indios fue constante y se intensificó con la progresiva
ocupación del territorio por nuestros colonos. Los portugueses avanzaron por el este
desde Río Grande hacia la Colonia, llegando hasta las sierras del Carapé; en el norte se
le cedieron las Misiones Jesuíticas. En 1763 Ceballos pudo expulsarlos más allá de la
Laguna Merín. En 1776 los españoles tomaron definitivamente la Colonia del Sacramen­
to y el Tratado de San Ildefonso (1777) fijó la frontera en la línea del río Yaguarón. Por
otro lado los perros cimarrones diezmaban las haciendas. Ya en 1730 el Cabildo acordó:
“que teniendo presente los notables daños que se siguen y experimentan los perros
cimarrones, que han ocurrido sobre esta ciudad, chacras y estancias, como es comerse
los animales recién nacidos que es causa no haber multiplicación de ganado, caballos,
vacas y ovejas y asimismo los daños que dichos perros experimentan en las sementeras,
siendo causa de que cueste el doble el segar los trigos”,
se propone,
“Que el mejor remedio para extinguir y finalizar esta perrada es que cada vecino
cabeza de familia sea obligado a matar dos perros en cada mes”.
El estado de las calles de la ciudad era deplorable, no poseían pavimento, los terrenos
baldíos eran depósito de desperdicios, especialmente huesos y carnes desechadas que
entraban en descomposición proliferando los insectos y cubriendo de fétidos olores la
zona.
Las primeras viviendas se construyeron de piedra, material que abundaba en el lugar,
aunque algunas disposiciones en ciertos momentos prohibieron su uso argumentando que
la misma se necesitaba para las obras de defensa. Por eso se continuó utilizando adobe,
las cubiertas eran de paja. Muy tarde se importó de Paraguay madera, y comenzaron a
colocarse tejas de cerámicas. Eran casas sencillas, constando la mayoría de un solo
ambiente sin cocina y con retrete precario, algo alejado de las habitaciones. A fines del
siglo XVIII se comenzó a construir casas con azotea, unas pocas de dos plantas. Los
patios eran amplios, recordando los de la antigua patria; y los pisos se hicieron de piedra
o ladrillo. Hasta que no se contó con aljibes los pobladores debieron recurrir a las
fuentes, durante el primer período, de agua salobre.
El aspecto de Montevideo, que describen los viajeros en sus diarios, señala caracte­
rísticas de abandono. El esfuerzo requerido a aquellos primeros habitantes para consoli­
dar su dominio sobre el territorio, las luchas y atenciones constantes para proteger
familias e intereses fue tarea abrumadora. Con los primeros pobladores canarios llegaron
artesanos en varios oficios: carpinteros, herreros, zapateros, labradores, gente dispuesta a
desarrollar sus habilidades mas el medio los obligó a atender graves problemas circuns­
tanciales.
La enseñanza estaba vinculada a los religiosos. Desde la fundación los jesuítas instru­
yeron indios tapes; los franciscanos se dedicaron a la educación de los españoles ense­
ñando gramática y aritmética.
Nos es dable resaltar dos características muy particulares de la colonización de
Montevideo: sus aspectos sociológicos implantados por los primeros pobladores, transfe­
rencia cultural que la convirtió en una verdadera ciudad Canaria, y la decidida abnega­
ción que les permitió salir adelante luchando contra las más adversas condiciones. Estos
perfiles se mantuvieron algunos años más allá de la Guerra Grande.
A los diez años de establecida, la ciudad no llegaba al millar de habitantes, era un
minúsculo centro habitado en la inmensidad desértica de los campos a orillas del infinito
mar. Por cierto no era acogedora ni segura la vida e infelices las perspectivas de aquellas
gentes, agrupadas e indefensas contra lo desconocido, frente a la barbarie que rondaba
entre la incertidumbre de la comunicación, la añoranza de sus lejanas islas que no
volverían a hollar.
No existía sala de ayuntamiento, ni iglesia, ni hospital, solamente el fuerte y algunas
líneas de la ciudadela. El desamparo fue grave y no experimentó cambios durante
lustros. Los gobernadores de Buenos Aires no escuchaban las reclamaciones de nuestros
vecinos y el abuso de los comandantes militares era constante. En 1741, al arribo de
cuatro fragatas españolas, se resolvió entregarles quinientas fanegas de trigo haciendo
peligrar la subsistencia de los pobladores. El comandante Uriarte repartió tierras y
solares a los soldados de la guarnición, merced ésta que era privativa de los pobladores.
El medio hostil de aquellos campos, principalmente la ganadería, produjo muchos acci­
dentes e indigencia a las familias y viudas. La situación se tornó miserable, la gente
enfermaba, el propio Cabildo agotaba recursos de defensa. Llegó a dirigirse al Rey
expresándole:
“en medio de que no tenemos comercio alguno, ni donde vender nuestros frutos,
gozamos de tranquilidad y del corto interés que la guarnición de este Presidio nos deja
por ello, en el bizcocho que se destina para su manutención, el que se fabrica entre los
vecinos”.
Mientras tanto la Colonia del Sacramento había adquirido importancia gracias al
contrabando realizado con Buenos Aires que efectuaban casi todos sus habitantes que
llegaban a 2.600. Su puerto eran floreciente y para la defensa de la plaza contaba,
además de sólidas murallas, ochenta piezas de artillería. El tasajo y los cueros que
deberían haber salido por el puerto de Montevideo, merced a la tolerancia de las autori­
dades de Buenos Aires, se exportaba por Colonia del Sacramento.
Pero a pesar de la crueldad de aquellos acontecimientos, la voluntad canaria no cedía
y se mantuvo en su destino, en su empeño de crear y consolidarse. Sin embargo el futuro
estaba oscurecido por calamidades aún mayores, aunque como veremos las continuó
sorteando.
La administración de justicia cuando fue implantada en Montevideo, como “La Au­
diencia de Distrito” ; la Audiencia de Charcas era presidida por un togado que al mismo
(lempo ejercía de Capitán General de la ciudad de la Plata. Cinco oidores y un fiscal
(Himplctaban su cuadro de Ministros.
Saltarán desde luego a la comprensión del lector las graves dificultades que suponía
In administración de justicia en Montevideo, por la larga distancia a que se encontraba la
Ncde de este Tribunal Superior, al cual correspondía la superintendencia sobre los Juzga-
tíos de nuestra ciudad. Apelar era exponer el asunto a un trámite de años, especialmente
Cuando la Audiencia no podía pronunciarse con los elementos de juicio que se enviaban
Nsu Regio Tribunal.
Las normas procesales fueron tomadas, en parte, de las leyes y en parte por la
Costumbre, impuesta ésta a veces por circuntancias especiales del medio de la época y de
In distancia, debiendo prevenirse que las Reales Cédulas de fundación o erección de los
urgunismos judiciales y reguladores de sus reglas se refirieron muchas veces a la costum­
bre como a norma directriz a la cual debía ajustarse el procedimiento. Recién en 1812,
DO erigió el Consultado de Montevideo. Las circunstancias reinantes determinaron que se
diera satisfacción a una aspiración reiterada del comercio de Montevideo, aspiración que
unos años antes, en 1804, había sido calificada por el Rey de “Muy extraña su preten-
Mlrtn” .
Su creación se debe al Capitán General de la Provincia, Gaspar de Vigodet. Don
Pedro Millán al fundar la ciudad de Montevideo designó las fiestas principales y luego el
Cubildo agregó otras. Eran las siguientes: Día de Nuestra Señora de la Concepción como
titular de la Iglesia Matriz, día de los Santos Apóstoles San Felipe y Santiago como
putronos de la ciudad, día de San Sebastián en memoria del día que entraron las tropas
de S.M. en este paraje; el primer día de enero de cada año; a nuestra señora de la
Cundelaria; el miércoles de Ceniza; Oficios de Semana Santa; primer día de Pascua de
Resurrección; primer día de Pascua del Espíritu Santo; víspera y día de Corpus y su
octava; día de la Asunción de Nuestra Señora; primer día de Pascua de Navidad y el 19
de diciembre festejando el natalicio del Rey de España.
Los vecinos de la ciudad y su jurisdicción tenían la obligación de concurir a las
fiestas señaladas, lo expresa un acuerdo del Cabildo Capitular:
“Y así mismo acordó la Señoría de este Cabildo en atención a estar ya con inmedia­
ción la fiesta y la celebridad de los Santos Patrones San Felipe y Santiago, en la cual
fiesta sale a plaza el estandarte real, y para el acompañamiento deben acudir y asistir
todos los vecinos seculares, estantes y habitantes de esta nuestra jurisdicción, de cual­
quier grado y dignidad que sea, el día de la víspera y el día, con el aseo posible de cada
uno, y para que llegue a noticia de todos que el Alcalde de primer voto haga romper y
publicar bando en el cual dé a entender que todos nos asistan a las dos funciones,
multándose en diez pesos a cada uno que faltare...”

La Iglesia Matriz servía de asilo a delincuentes que “merezcan el amparo del derecho
de asilo” quedando las demás iglesias sin ese privilegio para contener excesos y escánda­
los hechos por tantos reos porque con el motivo de acogerse en lugares sagrados come­
tían cualquier clase de delitos.
El primer templo que se levantó fue el construido por los jesuítas que acompañaron a
los indios tapes, destinados a la construcción de las fortificaciones. Se trataba de una
capillita y dos habitaciones pequeñas que les servían de vivienda.
nrn

La carencia de un hospital decidió a don Francisco Antonio Maciel a destinar para


hospital un espacioso almacén de su casa dotándolo de doce camas. Como era insufi­
ciente, con ayuda del Cabildo y los vecinos se inauguró el 17 de junio de 1788 un
Hospital de Caridad; había transcurrido más de medio siglo sin que se organizara la
asistencia hospitalaria, ello expresa las faltas que debieron sufrir los inmigrantes y sus
descendientes. Más tarde, al final del siglo en 1798 empezó a construirse el denominado
HOSPITAL DEL REY, de carácter exclusivamente militar destinado a la guarnición de
Montevideo.
En cuanto a la falta de cementerios y durante muchísimo tiempo después de la
fundación, los cadáveres de las personas que fallecían en la ciudad y sus alrededores se
enterraban dentro de las iglesias Matriz y San Francisco. Las casuchas dispuestas en
forma de ranchos toscos, unas con techo de tejas importadas de Buenos Aires, o grosera­
mente cubiertas de cueros dispuestos de modo que al llover el agua no penetrara en el
interior de las viviendas, se mantuvieron por muchos años, dando a la ciudad aspecto
original y caprichoso. Levantadas en solares más o menos grandes, rara fue la manzana
que contuviese cuatro; no se separaban los predios con cercos que dividiesen los terre­
nos. Los animales caseros circulaban libremente. En cuanto a comodidades no existían y
menos aún la posibilidad de mantenerlas en estado higiénico. Hasta las cocinas a veces
servían de dormitorios. Una sola puerta daba acceso a la calle y las ventanas, simples
aberturas protegidas, a veces, con otro cuero o alguna tela. El mobiliario de aquella
humilde y trabajadora gente era pobre; consistía en unas pocas sillas de anca, rústicos
bancos, mesa para comer, perchas, sustituyendo roperos y camas-catres como ya hemos
dicho.
Algo parecido le sucedía a la iglesia, privada de bancos para los feligreses al extremo
de que si éstos querían presenciar cómodamente los oficios religiosos, tenían que llevar
desde sus casas los asientos.
El Cabildo debió preocuparse en varias oportunidades de que el vecindario no care­
ciese de grasa para alumbrado, de carne para su alimentación, de cuero para sus ranchos.
Los primitivos colonos vestían pobremente, sus pocos recursos no les permitían cosa
mejor. Hasta los cabildantes que constituían la parte más importante de la sociedad de la
época, no contaban con muchos trajes, ni eran éstos de etiqueta, tal es así que Zabala
estimó necesario dispensarlos del uso reglamentario de cierta clase de ropa, como se
desprende del auto de fecha 2 de enero de 1730, el cual expresa:
“...se previene que los Alcaldes ordinarios y Regidores hayan de vestir decentemente
de color negro y por la escasez de este género se les permitió se pudieran vestir de color
honesto salvo que en los actos públicos habían de concurrir con dicho traje decente y por
la suma pobreza de los vecinos de esta ciudad les permitió y dispensó que puedan vestir
de color honesto, como cada cual pudiere y puedan concurrir con dicho traje en los actos
públicos sin la precisión de que haya de ser de color negro, entendiéndose esta tolerancia
por ahora, y en el Ínterin otra cosa se ordene por mí o por otro S.E. Gobernador que me
suceda en el referido empleo”.
Los vecinos más pobres usaban pantalón ajustado y corto, pantorrilleras de cuero,
poncho listado, sombrero de anchas alas y desnudos los pies. Un grueso, largo y tosco
bastón era su única defensa. Las mujeres pelo echado hacia atrás, terminando en dos
trenzas, pañuelo grande que cubría toda el tórax, falda corta y zapatos ajustados con
tacos altos. No se podía exigir más a aquellas gentes, por el aislamiento en que vivían.
Durante los primeros años se hizo sentir tanto en la campaña como en Montevideo, la
falla de medios circulante, a tal extremo, que los productos ganaderos no se vendían a
los comerciantes de Buenos Aires, sino que se cambiaban por artículos que aquí eran
necesarios. La mayor parte de las contribuciones se pagaban en especies. El mismo
Cabildo sufría las consecuencias de tan calamitosa pobreza. Llegó ésta a ser tan grande
q u e en cierta ocasión ni siquiera contó con recursos necesarios para comprar un libro en
q u e extender las actas, y en otras para hacerse de algún mobiliario, lo adquiría a cambio
lie licencias que otorgaba para faenar ganado.
Las enfermedades se propagaron sobre todo entre las clases menesterosas lo que dio
origen a la fundación del Hospital de Caridad. En asuntos de médicos sabemos que, en
1730, le fue adjudicada una chacra al cirujano Diego Mario. Más tarde aparecen otros
q u e prestaban asistencia a los enfermos. No obstante el curanderismo era practicado
frecuentemente, especialmente en campaña.
Así finaliza el siglo XVIII. Las esperanzas frustradas de los desvalidos canarios,
luego de tres cuartos de siglo de luchas infinitas, sorteando peligros, ataques de indios.
La sublevación de charrúas en diciembre de 1730, los cuales mataron a más de 100
hombres. El nuevo alzamiento de los charrúas en 1747 desparramándose por la campaña
y destruyendo todo cuanto les venía a las manos. La batalla del Tacuarí el 16 de abril de
1751 contra los charrúas nuevamente sublevados. Más tarde entre 1754 a 1756 la “Gue­
rra Guaranítica”, ocasionada por el Tratado de Límites de Madrid. La campaña de
Ceballos en 1762-1763 contra los portugueses, cuarto sitio de la Colonia. La expulsión
d e los PP. Jesuítas en 1767, hecho que turbó la pacífica vida colonial. La campaña de
Vértiz en 1774 contra los portugueses quienes desparramados por nuestros campos, se
duban a toda clase de hurtos y pendencias. El quinto sitio y destrucción de la Colonia en
1777, victorioso episodio de Ceballos contra los portugueses. Entre 1780 y el fin del
siglo XVIII adelanta la situación política y administrativa del país al fundarse una serie
d e ciudades: Las Piedras, Colla, Pando, Santa Lucía, San José, Minas, Mercedes, Rocha,
M e l ó . Se establece en 1795 la escuela gratuita para niñas. En 1798 se alzan los charrúas
en número de casi un millar, atacando los pueblos de Yapeyú, La Cruz y San Borja,
matando guaraníes y llevándose cantidad de caballos. En 1799 una terrible seca asóla
nuestra campaña, que termina con las sementeras y diezma ganados ocasionando pestes
y poniendo en grave peligro a todo el país. Bajo tristes auspicios despuntó el siglo XIX.
Montevideo, encerrado en un cuadrilátero de fortificaciones resistiendo desde los prime­
ros días de su fundación los embates de la guerra, las trabas del monopolio y la desespe­
ranza, apenas atenuada con la ilusión del nuevo siglo.
Veremos a renglón seguido las realidades:
Las penurias de los pobladores de Montevideo continuaron y se agravaron durante el
siglo XIX. A los anteriores males se sumaron las luchas contra los invasores ingleses de
1806-1807; la rendición de Buenos Aires, su reconquista por el coronel Liniers con
tropas llevadas desde Montevideo, la segunda invasión y toma de Maldonado; el comba­
te en enero 1807 en el Cardal donde fueron dispersadas las fuerzas de la guarnición
oriental y la siguiente caída de la plaza el 3 de febrero.
Más tarde, alejadas las tropas británicas, comienza a descomponerse el régimen
colonial, son luchas tremendas entre los habitantes de ambas márgenes del Río de la
Plata; rivalidades comerciales y políticas. Montevideo es ocupado por tropas de Buenos
Aires entre 1814-1815; poco después en 1816 las fuerzas lusitanas entran en Montevi­
deo; recién en 1825 el país se hace independiente. El 18 de julio 1830 se jura la
Constitución de la nueva república.
En el ánimo de los ciudadanos vibra la esperanza de haber logrado paz duradera y
retorno de la prosperidad. ¡Cuán lejos se hallaban del triste futuro que les aguardaba!
Pasada la primera presidencia de Rivera comienzan interminables conflictos naciona­
les, cruentas guerras que más de una vez llevaron al país al borde de la ruina; estas
luchas caudillescas se prolongaron hasta el año 1904.
No cabe aquí seguir paso a paso las calamidades que debieron soportar los pacíficos
ciudadanos, colonos que desde el siglo anterior y otros que en esos aciagos años seguían
llegando, en su mayoría canarios labradores, fueron los más afectados por las correrías
armadas de uno u otro bando que desolaban los campos durante la Guerra Grande.
Los vagabundos eran plaga, en diciembre 1838 la Jefatura de Policía ordenó a los
comisarios que hicieran “saber a los propietarios de saladeros, matanzas y chacras... que
luego de despachados los peones pasaran un conocimiento del paradero o rumbo que
tomasen para evitar su holgazanería”. Durante la guerra se enrolaban eventualmente en
cualquiera de los bandos, desertando cuando podían hacerlo y alejándose por los campos
desiertos, donde subsistían gracias al abundante ganado y a los montes que los cobija­
ban. Muchos de ellos gentes sin escrúpulos eran peligrosos asesinos con los cuales
debían enfrentarse los colonos, agricultores y vaqueros.
La mayor desventura que debieron enfrentar los canarios en esos años y recién
ingresados al país, fue producto del infame comercio a que eran sometidos por los
agentes y capitanes de buque que los conducían a estas tierras. Lina red de agentes se
encargaba de propiciar y decidir su emigración, ofreciendo facilidades en el pago de los
pasajes y gastos de viaje, que en realidad se transformaban en abusivas deudas por las
cuales quedaban, mediante contratos, comprometidos con los capitalistas de Montevi­
deo, siendo por este sistema explotados miserablemente.
Para ejemplo citamos unos pocos casos del gran número que hemos cotejado en el
Archivo General de la Nación. (Libro 967 “Adeudo de pasajes de colonos”, año 1842):
J u a n T o r r e s , de Tenerife, llegó en 1838, adeuda todavía (cuatro años después) $ 180,
que deberá pagar en dos años a MARTINEZ Y PEZZI.
D o m i n g o R o d r í g u e z , de Fuerte Ventura, de 16 años de edad, llegado en 1838 (cuatro
años después) le restan pagar $ 69, a un año a JUAN MARIA PEREZ. (Lo cual le obliga
a entregar $ 5.75 mensuales). (Representaba muchísimo dinero para un joven de su
edad).
H i l a r i o T o r r e s , de Lanzarote de 27 años. Llegado ese mismo año, adeuda $ 90 que
pagará en 18 meses a GERONIMO BURGENO.
P e d r o C a r a b a l l o , de Lanzarote, de 26 años, llegado el año anterior de 1841, debe
pagar todavía $ 206 a 2 años a JUAN MARIA PEREZ.
listos hombres estaban así comprometidos en tal forma que debían obedecer los
destinos y tareas decididas por los contratistas, quienes a veces separaban las familias.
1, 0 más grave ocurrió, que destinados a trabajos de laboreo y artesanías, debieron pres­

arse por sus deudas, a ser enganchados en los ejércitos combatientes.


Los desembarcados en el Puerto de Montevideo eran reclutados para la defensa de la
dudad; a otros los obligaban a bajar en el Puerto del Buceo, en el campo enemigo, al
C u a l i b a n a parar en calidad de soldados, debiendo luchar contra sus propios paisanos y
p a r i e n t e s . Labradores y ganaderos establecidos desde tiempo atrás en las praderas veci­
n a s a la capital y también en la campaña, tuvieron que abandonar sus tierras por causas
d e l a guerra. (Archivo General de la Nación, libro 951 “Entrada de pasajeros de la
P o l i c í a de Montevideo”). Veamos algunos ejemplos:

D o m in g o S ilv a , canario; hacendado del Salto, llegó a Montevideo domiciliándose en


lu s 3 Cruces.
J u a n E u g e n i o P é r e z , canario hacendado de Río Negro, llegó con cuatro peones y se

establecieron en Montevideo.
D o m in g o d e la A s u n c ió n , J o s é R o d a , M i g u e l V ia d o , canarios, labradores, huyeron de
S o lís hacia Montevideo.
J o a q u ín P e d r o z a , canario, labrador de Maldonado. Toma residencia en Montevideo.
R a fa e l H e rn á n d ez, canario estanciero en Solís Grande, abandona sus campos y huye
a Montevideo.
B la s M a r tín e z , canario, carpintero, en San Carlos, huye a Montevideo.
La corriente migratoria, por las causas aludidas, disminuyó fuertemente durante la
Guerra Grande, pero luego de terminada la contienda, prosiguió con creciente intensi­
dad.

La vida pues, no fue fácil ni halagüeña para aquellos forjadores del nuevo país. Pero
los canarios no cedieron, aun perdiéndose muchas vidas y haciendas. Todo el esfuerzo
dispuesto en el logro de un anhelo: consolidar su pacífica conquista y revivir sus eternas
esperanzas. A dos siglos y medio permanecen sus costumbres y giros idiomáticos exten­
diendo allende los mares los dones canarios: cumplida fue su misión.
C A P ÍT U L O I I

M O N T E V ID E O Y S U G O B IE R N O C A N A R IO

El trabajo aspira presentar un aporte a la historia del Cabildo colonial de la ciudad de


Montevideo a fin de poner de relieve la condición indubitable del espíritu que, la
presencia canaria en ese ayuntamiento, llevó a la conformación de costumbres e ideales
lemejantes en muchos aspectos a los del archipiélago atlántico.
Desde la primera reunión figuran en actas los nombres de pobladores de origen
Canario: su primer Alcalde, José de Vera y Perdomo, poblador, natural de Tenerife; José
Fernández de Medina, Alcalde de segundo voto, natural de La Palma; Juan de Camejo
S o t o , Alférez Real, de Tenerife; Cristóbal Cayetano de Herrera, Alguacil Mayor, de
Lanzarote.
Recorriendo los anales de las sesiones de aquella junta se pueden extraer considera­
ble número de decisiones ricas en actitudes democráticas, de ahí nuestro interés historio-
gráfico por tratar de demostrar la influencia que condujo a madurar el pensamiento
general de independencia en estas tierras.
Tomamos el período comprendido entre los años 1730 a 1761, primeras décadas
fundamentales en la formación sociopolítica del pueblo, fecundas para el moldeo y
fortalecimiento de una nueva nacionalidad, que aunque no se pensara en ella, venía
Inculcándose en el subconciente de los ciudadanos, ideales que se mantuvieron latentes
hasta producirse la crisis propicia a su realización.
Consideramos la parte básica de este trabajo, las tablas cronológicas que, luciendo en
letras mayúsculas subrayadas, destacan los nombres de los cabildantes canarios en cada
nflo de los estudiados.

I n t r o d u c c ió n

De la compulsa de las actas del Cabildo de Montevideo podemos acotar extensa serie
de testimonios sobre el carácter particularmente altruista y liberal que predominó en
aquel ayuntamiento. Curioso es observar las actitudes de preocupación de sus miembros
al atender con solicitud las causas que afectaban a los vecinos, así como el celo en el
orden y la buena marcha de los asuntos públicos. Ese Cabildo fue representante genuino
d e la ciudad, por cuyo progreso veló siempre.

Las decisiones ajustadas al bien público, lo demuestra el hecho de las repetidas


Ocasiones en que recurrió al pueblo para escuchar sus pareceres.
El Cabildo inició la práctica de “Abierto” transcurrido escasos meses de su instala­
ción, pues el 15 de agosto del mismo año 1730, lo reunió para considerar: “...si conve­
n í a n y gustaban de que para su alivio y de sus familias se estableciera en esta ciudad un
Hospicio de Nuestro Padre de San Francisco, que contase de dos religiosos, y sacerdotes,
y dos legos: han convenido todos unánimes y conformes de que se establezca el referido
Hospicio sin que se les obligue para este efecto a ninguna carga, y que sólo voluntaria­
mente concurrirá a las limosnas que cada uno pudiere para su manutención...”.
En 10 de agosto de 1732 vuelve a-formarse Cabildo Abierto para referirse a los
trabajos de albañilería que demandaba la construcción de la iglesia. En 25 de setiembre
de 1735, para tratar sobre la defensa de la plaza: “...y en este estado propuso dicho
Capitán don José de Arze y Soria que en virtud de noticias que tiene que los portugueses
quieren invadir esta ciudad y que viendo la poca defensa que tiene que se sirviese su
Señoría de poner algún arbitrio para su resguardo, a lo cual acordó este Cabildo con
dicha vecindad el que se limpie y ponga en forma la cortadura siendo de cuenta y
cuidado de dicho Capitán Comandante el componer la mitad de dicha cortadura que
corre a la parte sur y la otra mitad de cuenta de dichos vecinos...” .
El 23 de mayo de 1745 se reúne otro Cabildo Abierto a los efectos de pagos de
diezmo: “...estando así juntos y congregados con varios vecinos pobladores de esta dicha
ciudad, la mayor parte de ellos que tuvimos por bien de llamar a nuestra sala para
hacerles saber como habiéndose publicado un edicto en la Iglesia por el Cura y Vicario
Interino de ella sobre que los vecinos que tienen y tuvieren hornos de cal, ladrillo y teja,
y fábricas de madera en los montes, deban pagar diezmo de lo que así fabricaren, y no
habiendo sido costumbre pagar dicho diezmo, tuvimos a bien de hacer celebrar Cabildo
Abierto para lo que fueron citados dichos vecinos, y con efecto estando juntos se les hizo
saber una copia de un acuerdo que se celebró en diez de diciembre del año pasado de
setecientos cuarenta y cuatro por los secretarios del venerable Dean y Cabildo de Buenos
Aires, en que quedó determinado y mandado al Juez de Rentas de esta ciudad lleve a
debido efecto la cobranza de dichos diezmos respecto de que por acuerdo de veinte y
cinco de mayo de setecientos veinte y nueve se dio providencia para establecerse estos
nuevos diezmos, despachando los papeles y recaudos necesarios para su cobranza a las
ciudades de Santa Fé y Corrientes; y aunque también comprende a Montevideo padece
equivocación... por lo que no debe esta ciudad ser obligada ni apremiados sus vecinos
para que los paguen, y asimismo quedó acordado se le exhorte al señor Cura y Vicario
para que suspenda toda y cualesquiera providencia que haya dado a fin de cobrar dichos
diezmos...” .
Continuaron sucediéndose cabildos abiertos en el correr de los años: el de 24 de
mayo de 1750 para allanar a reducción de los indios minuanes; el de 23 de abril de 1752,
a efectos de lograr contribuciones voluntarias para una cárcel; los de 3 y 9 de octubre de
1757 para la construcción de dos fuertes destinados a proteger las haciendas de los
vecinos contra los indios tapes, como también para poder hacer cortes de maderas; el de
21 de setiembre de 1760, por la proclamación de Carlos III; etc. etc.
El de mayor interés por sus consecuencias históricas fue el reunido el 21 de setiem­
bre de 1808, que llevó al establecimiento de la Junta de Gobierno de Montevideo, como
resultado de los hechos ocurridos en España al producirse la invasión de las tropas
napoleónicas e instalarse en la Península Juntas de Gobierno para la defensa contra el
extranjero; a la sazón con la de Montevideo, también en el archipiélago canario.
La situación política en el Río de la Plata, se tomaba confusa; el Virrey Santiago
Liniers suspendió en sus funciones al Gobernador de Montevideo, don Francisco Javier
de Elío, nombrando para el cargo a Juan Angel de Michelena, Capitán de Navio de la
Real Armada, quien presentó credenciales al Cabildo de esta ciudad el día 20 de setiem­
bre como Gobernador Político y Militar Interino de la plaza. “Noticioso el pueblo del
precedente acuerdo se había tumultuado y conmovido como lo daban a entender la
concurrencia, algazara y otras demostraciones que dejaban sentir a las puertas y ventanas
d e la casa consistorial, de todo lo cual pudo imponerse el señor Gobernador Interino don
Juan Angel de Michelena que se hallaba presente, resolvieron informarse por si mismos
d e las pretensiones del pueblo y causas que le impulsaban a los insinuados movimientos,
y pudiendo comprender que estaban resueltos a empeñar cualesquiera tentativa antes de
consentir en la deposición del señor Gobernador don Francisco Javier Elfo y sobre todo
que solicitaban se celebrase un Cabildo Abierto...”. Al día siguiente, 21: “... siendo las
d i e z de la mañana, concurrió a las puertas de las casas capitulares un inmenso pueblo
que se difundía por toda la extensión de la Plaza Mayor repitiendo los clamores de la
noche anterior, e insistiendo en sus pretensiones y en la celebración del Cabildo Abierto
q u e se les había otorgado, y como el negocio imperiosamente exigiese una pronta
resolución, para no irritar más al pueblo exaltado, los señores presidente y capitulares a
ejemplo de lo que en iguales apuros ha practicado la capital, adoptaron el temperamento
d e permitir, que eligiese a su albedrío un determinado número de sujetos por cuyo medio
explicasen sin confusión sus instancias...”, “ ... y finalmente por ser este el voto del
pueblo, a cuyas instancias se han congregado en este día... se reconozca esta Junta
presidida por el indicado señor Gobernador don Francisco Javier Elío como la particular
y subalterna de este pueblo, formada a ejemplo de las que se han mandado crear por la
Suprema de Sevilla en todos los pueblos del Reino...” . El acta está firmada por cincuenta
y cinco de los más destacados vecinos.

Tal el fruto de las ideas y procederes de indudable liberalidad sostenidos por los
integrantes de los primeros cabildos canarios de Montevideo. De aquella estirpe coloni­
zadora procede y de ella fueron heredados por sus sucesores, los rasgos de autonomía e
independencia que forjaron una nueva nación.
Las actas del Cabildo de Montevideo se hallan, además de las custodiadas en el
Archivo General de la Nación, publicadas en edición oficial bajo el título de “REVISTA
DEL ARCHIVO GENERAL ADMINISTRATIVO O COLECCION DE DOCUMENTOS
PARA SERVIR AL ESTUDIO DE LA HISTORIA DE LA REPUBLICA ORIENTAL
DEL URUGUAY”, cuyo primer volumen fue impreso en 1895, y el último, tomo diecio­
cho en 1943. El total de la colección completa las sesiones desde la inicial de I o de
enero 1730, hasta la de clausura de 29 de agosto 1829. El título de estos libros cambió a
partir del tomo catorce por el de “ACUERDOS DEL EXTINGUIDO CABILDO DE
MONTEVIDEO” .
Aunque no se registran las nacionalidades de los cabildantes, es útil también para
esta investigación, con algunas salvedades, la obra que paso a detallar:
“Compendio de la historia de la República Oriental del Uruguay. Comprendiendo el
descubrimiento, conquista y población del Río de la Plata por Isidoro de María... 3a
edición. Montevideo, 1872-1873”. 2 Vols.
En tomo 1: págs. 169-186 “Capítulo decimocuarto. Cronología de los Cabildos de
Montevideo, 1730 a 1800”.3
En tomo 2: págs. 221-224 Idem desde 1801 a 1815.
Igual información en otras ediciones de esta misma obra.
C A B IL D O D E M O N T E V ID E O 1730 - 1 7 6 1 R E L A C I O N C R O N O L O G IC A

Tres décadas de actuación política canaria

Composición anual del ayuntamiento

1 7 3 0 (P R IM E R C A B IL D O )

ALCALDE DE PRIMER VOTO VERA Y PERDO M O, José de


ALCALDE DE SEGUNDO VOTO F E R N A N D E Z D E M E D IN A , J osé

ALFREZ REAL C A M EJO D E SO TO , Juan de


ALGUACIL MAYOR H ERRERA, Cristóbal Cayetano de
ALCALDE PROVINCIAL Gaytán, Bernardo
REGIDOR FIEL EJECUTOR Isidro (Renun­
P E R E Z D E R O JA S,
ció, tomando su vara el Procurador
general José González de Meló).
(Revista Archivo, v.l, p.212)
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL Burgués, Jorge
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Artigas, Juan Antonio
PROCURADOR GENERAL González de Meló, José

1731

ALCALDE DE PRIMER VOTO G O N Z A L E Z P A D R O N , T om ás

ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Sotelo, Ramón


ALFREZ REAL Carrasco, Sebastián
ALGUACIL MAYOR: SA A , Juan Bautista de
ALCALDE PROVINCIAL Gaytán, Bernardo
REGIDOR FIEL EJECUTOR S IE R R A , José de la
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL V E R A S U A R E Z , Juan d e

ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Alvarez, Antonio

') En letra negra mayúscula se registran los nombres de ciudadanos canarios.


PROCURADOR GENERAL : Sosa Mascareñas, Luis de

1732
ALCALDE DE PRIMER VOTO FERNANDEZ DE M EDINA, José
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Mitre, José de
ALFEREZ REAL Artigas, Juan Antonio
ALGUACIL MAYOR M ENDEZ, Antonio
ALCALDE PROVINCIAL TEJER A , Tomás
REGIDOR FIEL EJECUTOR PE R E Z DE SOSA, Felipe
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL CALLEROS, Lorenzo de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Alvarez, Antonio
PROCURADOR GENERAL P E R E Z DE RO JA S, Isidro

1733
ALCALDE DE PRIMER VOTO González de Meló, José
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO SIERRA, Tomás de la
ALFEREZ REAL Artigas, Juan Antonio
ALGUACIL MAYOR ZERPA, Jacinto de
ALCALDE PROVINCIAL CALLEROS, Lorenzo de
REGIDOR FIEL EJECUTOR M ARTIN (EZ) Francisco de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL M ARTIN (EZ) DE SANTOS, Juan
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Mendoza, Diego de
PROCURADOR GENERAL Burgués, Jorge

1734
ALCALDE DE PRIMER VOTO Sosa Mascareñas, Luis de
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO TEJER A , Tomás
ALFEREZ REAL CALLEROS, Lorenzo de
ALGUACIL MAYOR Savedra, Miguel de
ALCALDE PROVINCIAL Mitre, José de
REGIDOR FIEL EJECUTOR P E R E Z DE SOSA, Felipe
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL SAA, Juan Bautista de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD CABRERA, Francisco
PROCURADOR GENERAL González de Meló, José

1735
ALCALDE DE PRIMER VOTO VERA PERDO M O , José de
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO PE R E Z DE SOSA, Felipe
ALFREZ REAL SAA, Juan Bautista de
ALGUACIL MAYOR HERRERA, Cristóbal Cayetano de
ALCALDE PROVINCIAL Artigas, Juan Antonio
REGIDOR FIEL EJECUTOR Migueleña, Miguel de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL Mendoza, Diego de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Delgado Melilla Juan (Azaróla, Apor­
tación p.37 lo confunde con Pérez Del­
gado, Juan el cual no fue cabildante.)
PROCURADOR GENERAL González de Meló, José

1736
ALCALDE DE PRIMER VOTO González de Meló, José
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Migueleña, Miguel de
ALFEREZ REAL PE R E Z DE SOSA, Felipe
ALGUACIL MAYOR Giménez, Francisco Javier
ALCALDE PROVINCIAL SAA, Juan Bautista de
REGIDOR FIEL EJECUTOR Mendoza, Diego de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL PE R E Z DE R O JA S, Isidro
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Cordobés, Pedro
PROCURADOR GENERAL HERRERA, Cristóbal Cayetano de

1737
ALCALE DE PRIMER VOTO González de Meló, José
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Migueleña, Miguel de
ALFEREZ REAL TEJER A , Tomás
ALGUACIL MAYOR AM ARO GONZALEZ, Juan
ALCALDE PROVINCIAL SAA, Juan Bautista de
REGIDOR FIEL EJECUTOR Mendoza, Diego de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL PER EZ DE RO JAS, Isidro
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD HERRERA, Bartolomé de
PROCURADOR GENERAL Alzaybar, Francisco de

1738
ALCALDE DE PRIMER VOTO FERNANDEZ DE MEDINA, José
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Sotelo, Ramón
ALFEREZ REAL M ENDEZ, Antonio
ALGUACIL MAYOR Delgado Melilla, Juan
ALCALDE PROVINCIAL GONZA LEZ PADRON, Tomás
REGIDOR FIEL EJECUTOR ZERPA, Jacinto de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL DURAN, José
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Sosa Mascareñas, Luis de
PROCURADOR GENERAL HERRERA, Cristóbal Cayetano de

1739
ALCALDE DE PRIMER VOTO Sotelo, Ramón
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO HERRERA, Cristóbal Cayetano de
ALFEREZ REAL M ORALES, Juan de
ALGUACIL MAYOR M ORALES, Francisco de
ALCALDE PROVINCIAL G O NZA LEZ PADRON, Tomás
REGIDOR FIEL EJECUTOR ZERPA, Jacinto de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL DURAN, José
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Hernández, Francisco Luis
PROCURADOR GENERAL VERA Y PER D O M O , José de

1740
ALCALDE DE PRIMER VOTO VERA Y PERDO M O , José de
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Delgado Melilla, Juan
ALFEREZ REAL HERRERA, Bartolomé de
ALGUACIL MAYOR MEDINA, Miguel Marcelo
ALCALDE PROVINCIAL Migueleña, Miguel de
REGIDOR FIEL EJECUTOR Giménez, Franciso Javier
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL CALLEROS, Lorenzo de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Toledo, Juan de
PROCURADOR GENERAL PER EZ DE RO JAS, Isidro

1741
ALCALDE DE PRIMER VOTO VERA Y PER D O M O , José de
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Burgués,Jorge
ALFEREZ REAL Sosa Mascareñas, Luis de
ALGUACIL MAYOR Savedra, Miguel de
ALCALDE PROVINCIAL Mitre, José de
REGIDOR FIEL EJECUTOR PER EZ DE SOSA, Felipe
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL SAA, Juan Bautista de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD DURAN, Manuel
PROCURADOR GENERAL Delgado Melilla, Juan

1742
ALCALDE DE PRIMER VOTO PER EZ DE R O JA , Isidro
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Velazco, Marcos de
ALFEREZ REAL Riveros, Sebastián
ALGUACIL MAYOR Maciel, Luis Enrique
ALCALDE PROVINCIAL Artigas, Juan Antonio
REGIDOR FIEL EJECUTOR Cordobés, Pedro
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL M ORALES, Francisco de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD CA M EJO , Antonio
PROCURADOR GENERAL González de Meló, José

1743 (Elección correspondiente al I o de enero de 1743, anulada el 21 de enero


de 1743 por orden del Gobernador y Capitán General Domingo Ortiz Ro­
zas, por en su mayoría ser los electos miembros del anterior cabildo. Véanse:
Revista del Archivo: v. 2, p. 93-94).
ALCALDE DE PRIMER VOTO PE R E Z DE RO JAS, Isidro
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Velasco, Marcos de
ALFEREZ REAL Riveros, Sebastián
ALGUACIL MAYOR Maciel, Luis Enrique
ALCALDE PROVINCIAL Artigas, Juan Antonio
REGIDOR FIEL EJECUTOR Cordobés, Pedro
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL M O R A LES, Francisco de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Toledo, Juan de
PROCURADOR GENERAL Gonzalez de Melo, José

1743 (Realizada la nueva elección el 21 de enero de 1743, resultó la siguiente


composición del cabildo. Véase Revista del Archivo: v. 2, p. 93-95)
ALCALDE DE PRIMER VOTO : F E R N A N D E Z D E M E D IN A , José
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO : Giménez, Francisco Javier
ALFEREZ REAL : Riveros, Sebastián
ALGUACIL MAYOR : Maciel, Luis Enrique
ALCALDE PROVINCIAL : Artigas, Juan Antonio
REGIDOR FIEL EJECUTOR : A L M E ID A , Pedro de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL : M O R A L E S, Francisco de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD : Toledo, Juan de
PROCURADOR GENERAL : González de Melo, José

1744

ALCALDE DE PRIMER VOTO : Gorriti, Francisco de


(Nombrado no aceptó argumentando ser militar. Fue multado en $ 500. La vara pasó
a ser desempeñada por el Alférez Real Juan Delgado Melilla. Véase: Azaróla. Aportación:
p. 51; Revista del Archivo: v.2, p.136, 138).
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO: Achucarro, Juan de
ALFEREZ REAL : Delgado Melilla, Juan
(Por no aceptar Gorriti la vara de Alcalde de Primer voto pasó al Alférez Real).
ALGUACIL MAYOR : Pagóla, Francisco de
ALCALDE PROVINCIAL : Ledesma, Esteban de
REGIDOR FIEL EJECUTOR : M O R A LES, Juan de

REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL : C A L L E R O S , L orenzo de


ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD : PAZ, Francisco Clemente de la
PROCURADOR GENERAL : G ONZALEZ PADRON, Tomás
ALCALDE DE PRIMER VOTO Sosa Mascareñas, Luis de
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Migueleña, Miguel de
ALFEREZ REAL FERNANDEZ DE M EDINA, José
ALGUACIL MAYOR Mendoza, Diego de
ALCALDE PROVINCIAL : Mitre, José de
REGIDOR FIEL EJECUTOR : Giménez, Franciso Javier
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL : SIERRA, José de la
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD : Delgado Melilla, Juan
PROCURADOR GENERAL : Achucarro, Juan de

1746
ALCALDE DE PRIMER VOTO : Montes de Oca, Pedro
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO : Mendoza, Diego de
ALFEREZ REAL : PER EZ DE SOSA, Felipe
ALGUACIL MAYOR : Más de Ayala, José
ALCALDE PROVINCIAL : Velasco, Marcos de
REGIDOR FIEL EJECUTOR : SAA, Juan Bautista de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL : Gaytán, Bernardo
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD : Morales, Jacinto
PROCURADOR GENERAL : FERNANDEZ DE MEDINA, José

1747
ALCALDE DE PRIMER VOTO : Delgado Melilla, Juan
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO : Cordobés, Pedro
ALFEREZ REAL : Montes de Oca, Pedro
ALGUACIL MAYOR : Pugnou, Cristóbal
ALCALDE PROVINCIAL : Giménez, Francisco Javier
REGIDOR FIEL EJECUTOR: : Torres, Juan de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL : SAA, Juan Bautista de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD : M ORALES, Juan de
PROCURADOR GENERAL : Berroeta, Miguel Antonio
1748

ALCALDE DE PRIMER VOTO M ILAN, José


ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Más de Ayala, José
ALFEREZ REAL M ORALES, Francisco de
ALGUACIL MAYOR M EDINA, Juan Bautista de
ALCALDE PROVINCIAL M EDINA, Miguel Marcelo
REGIDOR FIEL EJECUTOR Pagóla, Francisco de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL TEJER A , Tomás
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD TEJER A , Manuel
PROCURADOR GENERAL G O NZA LEZ PADRON, Tomás

1749

ALCALDE DE PRIMER VOTO : GONZA LEZ PADRON, Tomás


(Primero fue electo Francisco Cardoso que renunció argumentando que sus ocupa­
ciones como Ingeniero de los Ejércitos de S.M. no se lo permitía. Revista de Archivo:
v.2,p„ 248, 249, 256).
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO : C AME JO , Antonio
ALFEREZ REAL : MILAN, José (Tomó transitoriamente
la vara de Alcalde de Primer Voto, a
la renuncia del ingeniero Francisco
Cardoso).
ALGUACIL MAYOR : Gordillo, Andrés
ALCALDE PROVINCIAL : Migueleña, Miguel de
REGIDOR FIEL EJECUTOR : M EDINA, Francisco Esteban
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL : FERNANDEZ DE M EDINA, José
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD : HERRERA, Francisco
PROCURADOR GENERAL : Pugnou, Cristóbal

1750

ALCALDE DE PRIMER VOTO : CA M EJO , Antonio


ALCALDE DE SEGUNDO VOTO : Giménez, Francisco Javier
ALFEREZ REAL : DURAN, Manuel
ALGUACIL MAYOR : Pugnou, Cristóbal
ALCALDE PROVINCIAL : M ILAN, José
REGIDOR FIEL EJECUTOR Cordobés, Pedro
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL M O R A L E S , Juan de

ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Velasco, Marcos de


PROCURADOR GENERAL T E JE R A , Tomás

1751

ALCALDE DE PRIMER VOTO Delgado Melilla, Juan


ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Gordillo, Andrés
ALFEREZ REAL Pagóla, Juan Bautista
ALGUACIL MAYOR G A R C I A (D E A V IL A ), Antonio
ALCALDE PROVINCIAL Más de Ayala, José
REGIDOR FIEL EJECUTOR Pagóla, Francisco de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL F E R N A N D E Z D E M E D IN A , J o sé

ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD HERRERA, Nicolás de


PROCURADOR GENERAL Alvarez Romero, Cosme

1752

ALCALDE DE PRIMER VOTO Cordobés, Pedro


ALCALDE DE SEGUNDO VOTO DURAN, Manuel
ALFEREZ REAL M O R A L E S , Juan d e

ALGUACIL MAYOR Hernández, Antonio


ALCALDE PROVINCIAL M O R ALES, Francisco de
REGIDOR FIEL EJECUTOR Pugnou, Cristóbal
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL P E R E Z D E S O S A , F e lip e

ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Cardozo, Juan


PROCURADOR GENERAL C A M E JO , Antonio

1753

ALCALDE DE PRIMER VOTO C A M E JO , Antonio


ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Montes de Oca, Pedro
ALFEREZ REAL Ledesma, Esteban de
ALGUACIL MAYOR M E D IN A , Francisco Esteban
ALCALDE PROVINCIAL M E D IN A , Miguel Marcelo
REGIDOR FIEL EJECUTOR Muñoz, Bruno
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL : Pagóla, Francisco de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD : PEREZ, Bartolomé Florencio
PROCURADOR GENERAL : Giménez, Francisco Javier

1754

ALCALDE DE PRIMER VOTO : DURAN, Manuel


ALCALDE DE SEGUNDO VOTO : Giménez, Francisco Javier
ALFEREZ REAL : Más de Ayala, José
ALGUACIL MAYOR : G A R C IA , Agustín (José)
ALCALDE PROVINCIAL : Hernández, Antonio
REGIDOR FIEL EJECUTOR : Cordobés, Pedro
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL : M ORALES, Francisco de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD : López, José
PROCURADOR GENERAL : P E R E Z D E R O J A S , I s id r o

1755

ALCALDE DE PRIMER VOTO : Delgado Melilla, Juan


ALCALDE DE SEGUNDO VOTO : García Tagle, Lorenzo
ALFEREZ REAL : Gordillo, Andrés
ALGUACIL MAYOR : Irurita, Pedro José de
ALCALDE PROVINCIAL : M O R ALES, Juan de
REGIDOR FIEL EJECUTOR : M IL A N , José (Fue suspendido por
el Gobernador José Joaquín de Vi-
ana, en 18 de marzo 1755. Su vara
pasó a Jorge Burgués (Revista del Ar­
chivo: v.2, p.417)
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL : PER EZ DE SO SA , Felipe (Fue sus­
pendido por el G obernador José
Joaquín de Viana, en 18 de marzo
1755. Su vara pasó a Andrés Gordil­
lo (Revista del Archivo: v.2, p. 417)
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD : R O D R IG U E Z , Fernando José
PROCURADOR GENERAL : Burgués, Jorge

1756

ALCALDE DE PRIMER VOTO : Migueleña, Miguel de


ALCALDE DE SEGUNDO VOTO : M E D IN A , Miguel Marcelo
ALFEREZ REAL Pagóla, Francisco de (El 8 de marzo
pasó a Alcalde de Primer voto por fal­
lecimiento de Miguel de Migueleña)
ALGUACIL MAYOR Muñoz, Bruno
ALCALDE PROVINCIAL H ERRERA, Nicolás de
REGIDOR FIEL EJECUTOR Santa Cruz, Luis de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL G A R C IA (D E A V IL A ), Antonio
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Gimeno, Ramón

PROCURADOR GENERAL Cruz, José de la

1757

ALCALDE DE PRIMER VOTO Giménez, Francisco Javier


ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Gordillo, Andrés (La vara fue depos­
itada previamente en el Alférez Real,
para aclarar el hecho que figuraba en
la elección otro Andrés Gordillo en
el cargo de Regidor Fiel Ejecutor.
Revista del Archivo, v.2, p.478, 479)
ALFEREZ REAL DURAN, Manuel (Tomó además la
vara de Alcalde de Segundo Voto,
previamente a la elección de Gordil­
lo. Más tarde se le aceptó su pedido
de exoneración (Revista del Archi­
vo: v.2, p.475, 479, 483)
ALGUACIL MAYOR López, José
ALCALDE PROVINCIAL R O D R IG U E Z ,Fernando José (Tomó
además la vara de Alférez Real p a r a
todo el año, por exoneración de Durán.
Revista del Archivo: v.2, p.484)
REGIDOR FIEL EJECTOR Esta vara pasó al Regidor Depositar­
io General por todo el año. Revista
del Archivo, v.2, p.478, 480)
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL Cruz, José de la (Tomó además, p a r a
todo el año, la vara de Regidor Fiel
Ejecutor. Revísta del Archivo: v.2,
p.480, 484)
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Ledesma, Esteban de
PROCURADOR GENERAL HERRERA, Nicolás
r* TT

ALCALDE DE PRIMER VOTO García Tagle, Lorenzo


ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Más de Ayala, José
ALFEREZ REAL Soler, Jaime
ALGUACIL MAYOR Artigas, Martín José
ALCALDE PROVINCIAL DURAN, Manuel
REGIDOR FIEL EJECUTOR G A R C IA , Agustín (José)
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL M O R A LES, Francisco de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD CH AV ES, Luis Francisco de
PROCURADOR GENERAL Giménez, Francisco Javier

1759

ALCALDE DE PRIMER VOTO Muñoz, Bruno


ALCALDE DE SEGUNDO VOTO H ERRERA, Nicolás de
ALFEREZ REAL MEDINA, Miguel Marcelo
ALGUACIL MAYOR Pérez, Marcos
ALCALDE PROVINCIAL Gimeno, Ramón
REGIDOR FIEL EJECUTOR Pagóla, Francisco de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL G A R C IA (D E A V IL A ), Antonio
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Gutiérrez, Francisco
PROCURADOR GENERAL García Tagle, Lorenzo

1760

ALCALDE DE PRIMER VOTO Gordillo, Andrés


ALCALDE DE SEGUNDO VOTO R O D R IG U E Z , Fernando José
ALFEREZ REAL Cruz, José de la
ALGUACIL MAYOR C A L L E R O S , Lorenzo de (En 6 df
enero se encontraba en Buenos Aires
su vara pasó a Antonio de Valdivieso
Regidor depositario General). Se in
tegró el 22 de marzo de 1760, Revis
ta del Archivo: v.3, p.112, 116, 143)
ALCALDE PROVINCIAL Llano y Braseras, Juan Angel de
REGIDOR FIEL EJECUTOR López, José
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL : Valdivieso, Antonio de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD : Giménez, Luis José
PROCURADOR GENERAL : Montes de Oca, Pedro

1761

ALCALDE DE PRIMER VOTO Mas de Ayala, José


ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Soler, Jaime
ALFEREZ REAL G A R C IA , Agustín (José)
ALGUACIL MAYOR C A LLERO S, Lorenzo de
ALCALDE PROVINCIAL DURAN, Manuel
REGIDOR FIEL EJECUTOR Giménez, Francisco Javier
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL M O R A LES, Francisco de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Artigas, Martín José
PROCURADOR GENERAL R O D R IG U E Z , Fernando José

R E L A C IÓ N D E C A R G O S D E S E M P E Ñ A D O S
P O R C A B IL D A N T E S C A N A R IO S D E S D E 1 730 A 1761

A lc a ld e s d e P r im e r V o to

CAMEJO, Antonio 1750, 1753


DURAN, Manuel 1754
FERNANDEZ DE MEDINA, José 1732, 1738, 1743
GONZALEZ PADRON, Tomás 1731, 1749
MILAN, José 1748
PEREZ DE ROJAS, Isidro 1742, 1743 anulada la elección por el Gober­
nador Domingo Ortiz de Rozas fue electo
para e l cargo J o s é F e r n á n d e z d e M e d i n a
VERA Y PERDOMO, José de 1730, 1735, 1740, 1741

A lc a ld e s d e S e g u n d o V o to

CAMEJO, Antonio : 1749


DURAN, Manuel : 1752
FERNANDEZ DE MEDINA, José' : 1730
HERRERA, Cristóbal Cayetano de : 1739,1759
MEDINA, Miguel Marcelo : 1756
PEREZ DE SOSA, Felipe : 1735
RODRIGUEZ, Fernando José : 1760
SIERRA, Tomás de la : 1733
TEJERA, Tomás : 1734

A lfé r e c e s R e a le s

CALLEROS, Lorenzo de : 1734


CAMEJO, DE SOTO, Juan de : 1730
DURAN, Manuel : 1750,1757
FERNANDEZ DE MEDINA, José : 1745
GARCIA, Agustín (José) : 1761
HERRERA, Bartolomé de : 1740
MEDINA, Miguel Marcelo : 1759
MENDEZ, Antonio 1738
MILAN, José : 1749
MORALES, Francisco de : 1748
MORALES, Juan de : 1739,1752
PEREZ DE SOSA, Felipe : 1736,1746
SAA, Juan Bautista de : 1735
TEJERA, Tomás : 1737

A lg u a c ile s M a y o r e s

AMARO GONZALEZ, Juan : 1737


CALLEROS, Lorenzo de : 1760,1761
GARCIA, Agustín (José) : 1754
GARCIA (DE AVILA), Antonio : 1751
HERRERA, Cristóbal Cayetano de : 1730,1735
MEDINA, Francisco Esteban de : 1753
MEDINA, Juan Bautista de : 1748
MEDINA, Miguel Marcelo 1740
MENDEZ, Antonio 1732
MORALES, Francisco de 1739
SAA, Juan Bautista de 1731
ZERPA, Jacinto de 1733

A lc a ld e s P r o v in c ia le s

CALLEROS, Lorenzo de 1733


DURAN, Manuel 1758, 1761
GONZALEZ PADRON, Tomás 1738, 1739
HERRERA, Nicolás de 1756
MEDINA, Miguel Marcelo 1748, 1753
MILAN, José 1750
MORALES, Francisco de 1752
MORALES, Juan de 1755
RODRIGUEZ, Fernando José 1757
SAA, Juan Bautista de 1736, 1737
TEJERA, Tomás 1732

R e g id o r e s F ie le s E je c u to r e s

ALMEIDA, Pedro de 1743


GARCIA, Agustín (José) 1758
MARTIN (EZ), Francisco de 1733
MEDINA, Francisco Esteban 1749
MILAN, José 1755 (Suspendido por el Gobernador José
Joaquín de Viana)
MORALES, Juan de 1744
PEREZ DE ROJAS, Isidro 1730 (Renunció)
PEREZ DE SOSA, Felipe 1732, 1734, 1741
SAA, Juan Bautista de 1746
SIERRA, José de la 1731
ZERPA, Jacinto de 1738, 1739
R e g id o r e s D e p o s ita r io s G e n e r a le s

CALLEROS, Lorenzo de 1732, 1740, 1744


DURAN, José 1738, 1739
FERNANDEZ DE MEDINA, José 1749, 1751
GARCIA DE AVILA, Antonio 1756, 1759
MARTIN(EZ) DE SANTOS, Juan 1733
MORALES, Francisco de 1742, 1743, 1754, 1758, 1761
MORALES, Juan de 1750
PEREZ DE ROJAS, Isidro 1736, 1737
PEREZ DE SOSA, Felipe 1752, 1755
SAA, Juan Bautista de: 1734, 1741, 1747
SIERRA, José de la 1745
TEJERA, Tomás 1748
VERA SUAREZ, Juan de 1731

A lc a ld e s d e la S a n t a H e r m a n d a d

CABRERA, Francisco 1734


CAMEJO, Antonio 1742
CHAVES, Luis Francisco de 1758
DURAN, Manuel 1741
HERRERA, Bartolomé de 1737
HERRERA, Francisco 1749
HERRERA, Nicolás de 1751
MORALES, Juan de 1747
PAZ, Francisco Clemente de la 1744
PEREZ, Bartolomé Florencio 1753
RODRIGUEZ, Fernando José 1755
TEJERA, Manuel 1748

P r o c u r a d o r e s G e n e r a le s

CAMEJO, Antonio 1752


FERNANDEZ DE MEDINA, José 1746
GONZALEZ PADRON, Tomás : 1744,1748
HERRERA, Cristóbal Cayetano de : 1736, 1738
HERRERA, Nicolás de : 1757
PEREZ DE ROJAS, Isidro : 1732, 1740, 1754
RODRIGUEZ, Fernando José : 1761
TEJERA, Tomás : 1750
VERA Y PERDOMO, José de : 1739

R E SU M E N G E N E R A L D E C A R G O S D E SE M P E Ñ A D O S
P O R C A N A R IO S E N T R E L O S A Ñ O S 17 3 0 -1 7 6 1

ALCALDES DE PRIMER VOTO 7


ALCALDES DE SEGUNDO VOTO 9
ALFERECES REALES 14
ALGUACILES MAYORES 12
ALCALDES PROVINCIALES 11
REGIDORES FIELES EJECUTORES 11
REGIDORES DEPOSITARIOS GENERALES 13
ALCALDES DE LA SANTA HERMANDAD 12
PROCURADORES GENERALES 9
TOTAL: 98
A R C H I V O S Y D O C U M E N T A C IÓ N

A r c h iv o G e n e r a l d e I n d ia s . S e v illa .

Sección 5ta., parte X Audiencia de Charcas.


Legajo: 76-3-31 (305) 1716-1740. Expediente sobre el asiento de registros para Bue­
nos Aires hecho con don Cristóbal de Arguijo y don Francisco de Alzaibar, gente de
guerra y demás familia.
A r c h iv o G e n e r a l d e la N a c ió n . M o n t e v id e o

Libros del ex “Archivo General Administrativo”. Fondo Cabildo de Montevideo.


Actas del Cabildo (Originales): Tomo 1 a 10; años 1729-1800. Legajos 6 a 15.
Reales órdenes: Ordenanzas municipales 1668-1730; legajo 41. Indice de Reales
Ordenes, Cédulas Reales y Provisiones de la Real Audiencia. 1728-1820. Legajo 41.
Idem. Indice de Reales Ordenes, Cédulas y Provisiones de la Real Audiencia Colo­
nia, 1728-1811. Legajo 57.
Reales Ordenes: 1704-1780, 1781-1790. Legajos 456 y 457. ■
Copias de Reales Ordenes, 1782-1821. Legajo 32.
Reales Ordenes: 1791-1799, 1801-1812. Legajos 459 y 461.
A r c h iv o d e l J u z g a d o L e tr a d o d e lo C iv il d e P r im e r T h rn o . M o n te v id e o

Expedientes de los años: 1749, 1758, 1759, 1760, 1761 y 1763.

A b r e v ia tu r a s

No. = número S.M. = Su Magestad

P- = página 2a. = segunda


s.f. = sin fecha v. = volúmenes
C A P IT U L O I I I

L O S C A B IL D A N T E S C A N A R IO S D E M O N T E V ID E O

T R E S D É C A D A S D E A C T U A C IÓ N P O L ÍT IC A C A N A R IA

R esu m en

La fundación de Montevideo se realizó en sucesivas etapas de las cuales fue, tal vez
la más importante, aquella donde arribaron los primeros grupos de colonos provenientes
de las Islas Canarias. A partir de ese hecho se fortaleció el asentamiento español en estas
costas. Los inmigrantes afrontaron la nueva vida con denuedo, pudiendo así soslayar las
adversidades propias de los primeros tiempos. Su dedicación al trabajo permitió, a pesar
de todas las dificultades del medio, triunfar en su empeño de forjar una nueva nación
concibiendo para el futuro expectaciones alentadoras. Desde los primeros años el Cabil­
do quedó integrado con sencillos vecinos; la población no contaba con actividades
comerciales, escasos eran los abastecimientos, mínimo el erario; múltiples inconvenien­
tes se dieron en la gestión pública, sin embargo estos beneméritos hombres, algunos de
los cuales no sabían de letras, aunaron su celo en mantener el orden, las buenas costum­
bres, la seguridad, el optimismo. Casi todos los cabildantes eran de origen canario tal
como la totalidad de los habitantes del pueblo que regían.
Entre las obligaciones de los concejeros con el ayuntamiento estaba el actuar como
policías, jueces, administradores, abastecedores, reguladores de pesas y medidas, vigilar
la ciudad y los campos. Recordemos que fueron soldados, labradores, ganaderos, albañi­
les, carpinteros, simples personas adaptándose a todos los oficios.
En los treinta y dos años que toma esta reseña, hallamos 39 canarios en repetidos
concejos. Ejemplo de la generosa dedicación que prestaron son Antonio Camejo, José
Fernández de Medina (El Palmero), Francisco Morales, Isidro Pérez de Rojas, Felipe
Pérez de Sosa, Juan Bautista de Sáa; tales llevaron en su haber estos cargos por ocho
veces. Fernández de Medina legó a la causa tres de sus hijos: Francisco Esteban, Juan
Bautista y Miguel Marcelo.
La presente síntesis tiene por objeto presentar a los cabildantes de los primeros años,
que fueron fundamentales, indicando en breves reseñas información de interés. Montevi­
deo, ciudad canaria allende a los mares, es una de las mayores gestas realizadas por los
habitantes del archipiélago.
R E G IS T R O C O N L A N Ó M IN A D E L O S C A B IL D A N T E S D E M O N T E V ID E O
D E O R IG E N C A N A R IO Q U E A C T U A R O N E N T R E
L O S A Ñ O S 1 7 3 0 Y 1761 (O R D E N A C IÓ N A L F A B É T IC A )

A L M E ID A , P ed ro de. (En actas y otros documentos figura a veces como ALMEDA,


Pedro de).
Natural de La Gomera (declaró como testigo en el matrimonio de Francisco Clemen­
te de la Paz con María Antonia Rivera, efectuado el 18 de Junio de 1729, manifiesta ser
natural de la isla de La Gomera, vecino y poblador de Montevideo de 39 años, en otras
fuentes lo consideran natural de Santa Cruz, en Tenerife). Poblador. Llegó en la segunda
colonización canaria el año 1729, con su mujer Manuela Pérez Viña y tres hijas: María
Victoria, Rosa Felipa y Agustina.
C a r g o d e c a b ild a n t e d e s e m p e ñ a d o : 1743 Regidor Fiel Ejecutor.
O tras tareas: en 22 de enero de 1730 es nombrado soldado de la Compañía de
Caballos Corazas Españolas. De oficio maestro albañil, construyó la primera iglesia
matriz conjuntamente con José Durán, quien también fue Regidor Depositario General
en los años 1738 y 1739. Se le adjudicó chacra de 300 varas en el Miguelete (1730) y
una suerte de estancia en el arroyo Pando (1728). En el Censo de ganado de 1753 poseía
200 vacas.
A M A R O G O N Z A L E Z , J u a n . (En actas y otros documentos figura indistintamente
como : AMARO, Juan de; GONZALEZ, Juan Amaro o GONZALEZ AMARO, Juan).
Natural de Canarias. Poblador: llegó en la segunda colonización canaria el año 1729,
con su mujer Inés Pérez y cinco hijos: María, Isabel, Juan, José y Cristóbal.
C a r g o d e c a b ild a n t e d e s e m p e ñ a d o : 1737 Alguacil Mayor.
O t r a s t a r e a s : en 22 de enero de 1730 es nombrado soldado de la Compañía de
Caballos Corazas Españolas. Se le adjudicó chacra de 350 varas en el Miguelete (1730).
En la Razón de existencias de trigo, caballos, etc. de 1761, declaró 60 fanegas y 1 caballo.
CABRERA, Francisco.
Natural de La Gomera. Poblador. Llegó en la segunda colonización canaria el año
1729, con su mujer María Núñez Villavicencio. Su hija María Josefa Cabrera nació en
julio 1729 en Montevideo y su otra hija María Basilia Cabrera, más tarde también en
Montevideo. María Josefa casó de 12 años y 2 meses el 20 de setiembre 1741 con
Domingo Simón.
C a r g o d e c a b ild a n t e d e s e m p e ñ a d o : 1734 Alcalde de la Santa Hermandad.
O t r a s t a r e a s : en 22 enero 1730 es nombrado soldado de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas. Se le adjudicó chacra de 300 varas en el Miguelete (1730). En el
Censo de ganado de 1753 poseía 100 vacas. En la Razón de existencias de trigo,
caballos, etc. de 1761, declaró 14 fanegas.
C A L L E R O S, L orenzo.

Natural de Lanzarote. Poblador. Llegó en la segunda colonización canaria el año


1729, con su mujer María (Hernández) Cordero y sus hijos Domingo, José, Lorenzo,
Margarita e Isabel.
En Montevideo nacieron: Roberto, Francisco y una hija que falleció poco después.
C a r g o d e c a b i l d a n t e d e s e m p e ñ a d o : 1732 Regidor Depositario General; 1733 Alcal­
de Provincial; 1734 Alférez Real; 1740 Regidor Depositario General; 1744 Regidor
Depositario General; 1760 Alguacil Mayor; 1761 Alguacil Mayor.

O t r a s t a r e a s : en 22 de enero 1730 es nombrado sargento de la Compañía de Caba­


llos Corazas Españolas. En la Relación de la Compañía de Vecinos de Montevideo de
1761 de la que fue capitán Juan Antonio Artigas, figura como soldado. En la propuesta
de oficiales para las Compañías de Milicias de Montevideo, del mismo año, hecha por el
maestre de campo Manuel Domínguez figura como capitán para la Segunda Compañía
de Forasteros. Se le adjudicó una chacra de 350 varas en el Miguelete (1730). En el
Censo de ganado de 1753 poseía 312 vacas. En la Razón de existencias de trigo,
caballos, etc. de 1761, declaró 28 fanegas y 6 caballos.

C A M E J O , A n to n io .

Natural de la Laguna en Tenerife. Poblador. Llegó en la segunda colonización canaria


el año 1729, con su padre Juan de Camejo Soto quien fue el primer Alférez Real en
1730.

C a r g o s d e c a b i l d a n t e d e s e m p e ñ a d o s : 1742 Alcalde de la Santa Hermandad; 1749


Alcalde de Segundo Voto; 1750 Alcalde de Primer Voto; 1752 Procurador General; 1753
Alcalde de Primer Voto; (1766 Alcalde Provincial); (1767 Regidor Depositario General);
(1773 Regidor Fiel Ejecutor).

O t r a s t a r e a s : Escribano. Su protocolo de los años 1750 a 1754 obró en los fondos


documentales del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Civil de Primer Turno.
En el Censo de ganado de 1753 poseía 300 vacas. Fue dueño de extensas tierras, en
una de las cuales se fundó el pueblo de San Juan Bautista, hoy Santa Lucía. En la
Relación de la Compañía de Vecinos de Montevideo de 1761 de la que fue Capitán Juan
Antonio Artigas figura como soldado. En la propuesta de oficiales para las Compañías de
Milicias de Montevideo del mismo año, hecha por el Maestre de campo Manuel Domín­
guez figura como teniente para la Segunda Compañía de Forasteros.
C A M E J O S O T O , J u a n d e . (En actas y otros documentos figura como RODRI­
GUEZ DE CAMEJO SOTO, Juan).
Natural de La Laguna en Tenerife. Poblador. Llegó en la segunda colonización cana­
ria el año 1729, con su mujer Victoria María Alvarez y sus hijos Francisca Durán (Hija
del primer matrimonio de ella), Antonio, Dominga y Bárbara. Su hija Petronila nació en
Montevideo. Fue el primer Alférez Real en 1730 y padre de Antonio Camejo, Cabildante
en ocho oportunidades.
C a r g o d e c a b ild a n t e d e s e m p e ñ a d o : 1730 Alférez Real.
Otras tareas: En 22 enero 1730 es nombrado capitán de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas. Su desaparición privó a la fundación de uno de sus hombres mejor
capacitados. Se le adjudicaron chacra de 400 varas en el Miguelete (1730) y una suerte
de estancia con 3000 varas de frente en la otra banda del arroyo Pando.
Natural de La Laguna en Tenerife. Poblador. Llegó en la segunda colonización cana­
ria el año 1729, con su madre doña Sebastiana de Sáa y Ocanto, viuda de Domingo de
Chaves y sus hermanos, Victoria y Eugenio. Se casó el 30 de diciembre 1749 con María
Velasco.
C a r g o s d e c a b ild a n t e d e s e m p e ñ a d o s : 1 7 5 8 Alcalde de la Santa Hermandad; (1 7 6 4
Alcalde de la Santa Hermandad).
O t r a s t a r e a s : En la Relación de la Compañía de Vecinos de Montevideo de la que
fue capitán Juan Antonio Artigas figura como cabo.
D U R A N , J o sé.

Natural de La Laguna en Tenerife. Poblador. Llegó en la segunda colonización canaria


el año 1729, con su mujer Isabel González Freire Texera y sus hijos Francisca, Catalina y
Manuel. Fue padre del cabildante Manuel Durán. Falleció el 29 de junio de 1751.
C a r g o s d e c a b ild a n t e d e s e m p e ñ a d o s : 1738 Regidor Depositario General; 1739 Re­
gidor Depositario General.
O t r a s t a r e a s : De oficio maestro albañil, construyó la primera iglesia Matriz conjun­
tamente con Pedro de Almeida, quien fue Regidor Fiel Ejecutor en 1743. En 22 enero
1730 es nombrado soldado de la Compañía de Caballos Corazas Españolas. Se le adjudi­
có chacra de 300 varas en el Miguelete (1730).
D U R A N , M a n u e l.

Natural de La Laguna en Tenerife. Poblador. Llegó en la segunda colonización cana­


ria el año 1729, con sus padres José Durán e Isabel González Freire Texera. Se casó con
María del Cristo Pérez de Sosa, hija del Cabildante, el 27 enero 1739. Falleció en mayo
1765.
C a r g o s d e c a b i l d a n t e d e s e m p e ñ a d o s : 1741 Alcalde de la Santa Hermandad; 1750
Alférez Real; 1752 Alcalde de Segundo Voto; 1754 Alcalde de Primer Voto; 1757 Alférez
Real (Renunció la vara argumentando que es “hombre de campo y tiene que cuidar de su
pobreza y de su crecida familia”. Su vara pasó por todo el año al Alcalde Provincial
Fernando José Rodríguez, también de origen canario, 1758 Alcalde Provincial; 1761
Alcalde Provincial.
O t r a s t a r e a s : Escribano. Sus protocolos de 1750 a 1754 y 1764, obraron en los
fondos documentales del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Civil de Primer
Turno.
En el Censo de ganado de 1753 existen dos anotaciones, la primera como propietario
de 30 vacas y la segunda de 4200 (?).
En la Relación de la Compañía de Vecinos de Montevideo de 1761 de la que fue
capitán Juan Antonio Artigas, figura como Alférez. En la propuesta de oficiales para las
Compañías de Milicias de Montevideo del mismo año hecha por el Maestre de campo
Manuel Domínguez figura como capitán para la Tercera Compañía de Vecinos. Durante
largo tiempo fue “Ministro Familiar” del Tribunal del Santo Oficio o Tribunal de la
Inquisición.
F E R N A N D E Z D E M E D IN A , J o sé, (apodado El Palmero).
Natural de la isla de La Palma. Poblador. Llegó de 40 años de edad en la primera
colonización canaria el 19 de noviembre 1726, en el navio Nuestra Señora de la Encina,
con su mujer Lucía Lorenzo (del Castillo o Lucía Pérez) de 38 años y sus hijos Juan
(Bautista), Miguel (Marcelo), Francisco (Esteban) y María (Cecilia). Fue el primer Al­
calde de Segundo Voto, y padre de los cabildantes Juan Bautista de Medina (o Juan
Bautista Fernández de Medina), Miguel Marcelo Medina (o Miguel Marcelo Fernández
de Medina) y Francisco Esteban (o Francisco Esteban Fernández de Medina). En nuestro
trabajo optamos por entrar sus hijos respetando la forma del patronímico que ellos
adoptaron, o sea MEDINA.
C a r g o s d e c a b i l d a n t e d e s e m p e ñ a d o s : 1730 Alcalde de Segundo Voto; 1732 Alcalde
de Primer Voto; 1738 Alcalde de Primer Voto; 1743 Alcalde de Primer Voto; 1745
Alférez Real; 1746 Procurador General; 1749 Regidor Depositario General; 1751 R e g i ­
d o r Depositario General.

O t r a s t a r e a s : en 22 enero 1730 es nombrado capitán de la Compañía de Caballos


Corazas Españolas. Se le adjudicó solar en 24 diciembre de 1726 y chacra en el M i g u e -
lete de 400 varas (1730).
G A R C IA , A g u s tín J o sé .

Natural de Montevideo. Hijo legítimo de Angel García y María Francisca Texera.


Pobladores. Naturales de La Laguna, en Tenerife. Sus padres figuran en el padrón
Millán, levantado entre los años 1726-1727. Agustín nació en 28 de enero 1731, hijo
póstumo; su padre falleció antes del 18 de octubre de 1730. Se casó con Tomasa López
el 12 de octubre de 1752.
C argos de c a b ild a n t e d esem p eñad os: 1754 Alguacil Mayor; 1758 Regidor F ie l
Ejecutor.
O t r a s t a r e a s : Escribano. Protocolo de 1769 a 1772 y 1775 obraron en los fondos
documentales del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Civil de Primer Turno.
En la Relación de la Compañía de Vecinos de Montevideo de 1761 de la que fue
Capitán Juan Antonio Artigas figura como soldado.
G A R C I A (D E A V IL A ), A n to n io

Natural del Sauzal, en Tenerife. Poblador. Llegó con la primera colonización canaria,
el 19 noviembre 1726 en el navio Nuestra Señora de la Encina, teniendo 24 años de edad
con la familia de su primo Felipe Pérez de Sosa, quien también fue Cabildante. Se casó
en Montevideo el 15 de febrero 1727 con Francisca Rosa Rodríguez, también canaria,
era hijo de Domingo García y María de Barrios, naturales de las islas Canarias.
C a r g o s d e c a b i l d a n t e s d e s e m p e ñ a d o s : 1751 Alguacil Mayor; 1756 Regidor D e p o s i ­
tario General; 1759, Regidor Depositario General (1764 Alcalde de Segundo Voto).
O t r a s t a r e a s : En 22 enero 1730 es nombrado soldado de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas.
En la Relación de la Compañía de Vecinos de Montevideo de 1761 de la que fue
Capitán Juan Antonio Artigas figura como ayudante. En la propuesta de oficiales para las
Compañías de Milicias de Montevideo dél mismo año hecha por el Maestre de campo
Manuel Domínguez figura como capitán de la Segunda Compañía de Forasteros.
Escribano. Su protocolo de 1763 a 1764 obró en los fondos documentales del Juzga­
do Letrado de Primera Instancia en lo Civil de Primer Turno. Se le adjudicó chacra de
200 varas en el Miguelete (1727).
G O N Z A L E Z P A D R O N , Tom ás

Natural de Santa Cruz en Tenerife. Poblador. Llegó de 45 años de edad, con la


primera colonización canaria, en el navio Nuestra Señora de la Encina el 19 noviembre
1726, con su mujer Agustina Francisca Hernández de 35 años y sus hijas María Ramos,
Josefa María y Ana Antonia. Bautizó además tres hijas en Montevideo. Había sido
soldado del castillo principal de Santa Cruz. Falleció en Montevideo en 5 febrero 1753.
C a r g o s d e c a b i l d a n t e d e s e m p e ñ a d o s : 1731 Alcalde de Primer Voto; 1738 Alcalde
Provincial; 1739 Alcalde Provincial; 1744 Procurador General; 1748 Procurador Gene­
ral; 1749 Alcalde de Primer Voto.
O t r a s t a r e a s : En 22 enero 1730 es nombrado soldado de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas.
Se le adjudicó solar en 24 diciembre 1726 y chacra de 400 varas en el Miguelete
(1730).
H E R R E R A , B a r t o lo m é de. (Figura también en actas; HERRERA, Bartolo).
Presumiblemente canario. Llegó antes de 1728. Poblador. Casado con María Calloo
(o Caillos) el 16 febrero 1733, viuda de Domingo Berridi. Falleció en Io octubre 1743.
No tiene parentesco con los otros Herrera.
C a r g o d e c a b ild a n te d e se m p e ñ a d o : 1740 Alférez Real.
O t r a s t a r e a s : tuvo estancia según se desprende de la causa instruida por el alcalde
Provincial Juan Antonio Artigas contra José Suárez al año 1742. Parece haber sido
soldado y ayudante de Miguel de Migueleña.

H E R R E R A , C r istó b a l C a y e ta n o d e

Natural de Lanzarote. Poblador. Llegó en la segunda colonización canaria el año


1729, con su mujer Manuela de Jesús Chuchi Ojeda y sus hijos Francisco, Antonio,
Nicolás y Gerónima; con posterioridad a su asentamiento nacieron Miguel y Josefa
Rafaela. Fue padre de los cabildantes Francisco de Herrera y Nicolás de Herrera. Fue el
primer Alguacil Mayor.
C a r g o s d e c a b i l d a n t e s d e s e m p e ñ a d o s : 1730 Alguacil Mayor; 1735 Alguacil Mayor;
1736 Procurador General; 1738 Procurador General; 1739 Alcalde de Segundo Voto.
O t r a s t a r e a s : En 22 de enero 1730 es nombrado Alférez de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas.
|
Se le adjudicó chacra de 400 varas en el Miguelete (1730). Poseyó también estancia
en el arroyo Canelones que debió despoblar por los malones indios; volvió a pbblar y
obtuvo título en 6 octubre 1752.
Natural de Lanzarote. Poblador. Llegó en la segunda colonización canaria el año
1729, con sus padres Cristóbal Cayetano de Herrera y Manuela de Jesús Chuchi Ojeda y
sus hermanos. Se casó en 6 setiembre 1739 con Francisca Javiera Gaytán, hija de
poblador. Su padre y su hermano Nicolás fueron también cabildantes.
C a r g o d e c a b ild a n te d e se m p e ñ a d o : 1749 Alcalde de la Santa Hermandad.
O t r a s t a r e a s : Fue agricultor en Canelones. En el Censo de ganado de 1753 poseía
Con Francisco Meneses y Blas de Mendoza 205 vacas.
H E R R E R A , N ic o lá s d e

Natural de Lanzarote. Poblador. Llegó en la segunda colonización canaria el año


1729, con sus padres Cristóbal Cayetano de Herrera y Manuela de Jesús Chuchi Ojeda y
sus hermanos. Se casó en 28 octubre 1755 con Narcisa Ximénez. Su padre y su hermano
Francisco fueron también cabildantes.
C a r g o s d e c a b i l d a n t e d e s e m p e ñ a d o s : 1751 Alcalde de la Santa Hermandad; 1756
Alcalde Provincial; 1757 Procurador General; 1759 Alcalde de Segundo Voto.
O t r a s t a r e a s : Escribano. Su protocolo de 1 7 5 8 a 1 7 5 9 , obró en los fondos documen­
tales del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Civil de Primer Turno. En la
Relación de la Compañía de Vecinos de Montevideo de 1 7 6 1 de la que fue capitán Juan
Antonio Artigas figura como soldado.
M A R T I N (E Z ), F r a n c isc o

Natural de Santa Cruz en Tenerife. Poblador. Llegó de 46 años de edad en la primera


colonización canaria, en el navio Nuestra Señora de la Encina el 19 de noviembre 1726
con su mujer María Suárez (o Hernández) de 40 años y su hijo Pedro Mateo. Su viuda
volvió a casarse con Juan de Ocampos en 22 octubre 1742.
C a r g o d e c a b ild a n t e d e s e m p e ñ a d o : 1733 Regidor Fiel Ejecutor.
O t r a s t a r e a s : En 22 enero 1730 es nombrado soldado de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas.
En la Relación de la Compañía de Vecinos de Montevideo de 1761 de la que fue
capitán Juan Antonio Artigas figura como soldado.
Se le adjudicó solar el 24 diciembre 1726 y chacra de 250 varas en el Miguelete en
28 enero 1730.
M A R T IN (E Z ) D E S A N T O S , J u a n

Natural de Santa Cruz en Tenerife. Poblador. Llegó en la primera colonización cana­


ria el 19 noviembre 1726 en el navio Nuestra Señora de la Encina, teniendo 46 años de
edad, con su mujer Isabel María Curbelo Pargo de 35 años, también canaria; y sus hijos
Vicente, José, Cristóbal, Josefa, Cayetana de la Rosa e Isabel.
C a r g o d e c a b ild a n te d e s e m p e ñ a d o : 1733 Regidor Depositario General.
O t r a s t a r e a s : En 2 2 enero 1 7 3 0 es nombrado soldado de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas. Fue capataz de carreteras del Rey en 1 7 2 7 .
■ rrr

Se le adjudicó solar el 24 diciembre 1726 y chacra de 400 varas en el Miguelete el 12


de marzo de 1727. En el Censo ganadero de 1753 figura con 125 vacas. En la Razón de
existencias de trigo, caballos, etc. de 1761, declaró 17 fanegas y 6 caballos.
M E D I N A , F r a n c is c o E s te b a n . (También figura como FERNANDEZ DE MEDINA,
Francisco Esteban).
Natural de la isla de La Palma. Poblador. Llegó en la primera colonización canaria el
19 noviembre 1726 en el navio Nuestra Señora de la Encina, con su padre José Fernán­
dez de Medina apodado “El Palmero” , su madre Lucía Lorenzo (del Castillo o Lucía
Pérez) y sus hermanos. Su padre y sus hermanos Juan Bautista de Medina y Miguel
Marcelo de Medina fueron cabildantes.
Se casó con María Josefa González de Almeyda el 10 octubre 1748. Adoptó el
apellido Medina.
C a r g o s d e c a b ild a n t e d e s e m p e ñ a d o s : 1749 Regidor Fiel Ejecutor; 1753 Alguacil
Mayor.
O tr a s ta re a s: Poseyó el oficio de carpintero.
M E D I N A , J u a n B a u t i s t a (También figura como FERNANDEZ DE MEDINA, Juan
Bautista). Natural de la isla de La Palma. Llegó en la primera colonización canaria el 19
noviembre 1726 en el navio Nuestra Señora de la Encina, con su padre José Fernández
de Medina apodado “El Palmero”, su madre Lucía Lorenzo (del Castillo o Lucía Pérez)
y sus hermanos. Su padre y sus hermanos Francisco Esteban de Medina y Miguel
Marcelo de Medina fueron cabildantes. Se casó con María Castellano el 20 julio 1747.
Adoptó el apellido Medina.
C a r g o d e c a b ild a n t e d e s e m p e ñ a d o : 1748 Alguacil Mayor.
O t r a s t a r e a s : En el Censo de ganado de 1 7 5 3 poseía 8 0 vacas. En la Razón de
existencias de trigo, caballos, etc. de 1 7 6 1 , declaró 7 0 fanegas.
M E D I N A , M ig u e l M a r c e lo . (También figura como FERNANDEZ DE MEDINA,
Miguel Marcelo).
Natural de la Isla de la Palma. Poblador. Llegó en la primera colonización canaria el
19 de noviembre de 1726 en el navio Nuestra Señora de la Encina, con su padre José
Fernández de Medina apodado “El Palmero”, su madre Lucía Lorenzo (del Castillo o
Lucía Pérez) y sus hermanos. Su padre y sus hermanos Francisco Esteban de Medina y
Juan Bautista Medina fueron cabildantes. Se casó el 10 octubre 1741 con Petrona Pajón
(o Petrona Alcantar Pajón). Falleció el 23 de octubre 1763. Adoptó el apellido Medina.
C a r g o s d e c a b i l d a n t e d e s e m p e ñ a d o s : 1740 Alguacil Mayor; 1748 Alcalde Provin­
cial; 1753 Alcalde Provincial; 1756 Alcalde de Segundo Voto; 1759 Alférez Real.
O t r a s t a r e a s : Escribano. Protocolos de 1755 a 1757, obraron en los fondos documenta­
les del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Civil de Primer Turno. Figura en el
Censo de ganado de 1753 poseyendo con Julián Corpa y Francisco Morales 200 vacas.
M E N D E Z , A n to n io

Natural de Lanzarote. Poblador. Llegó en la segunda colonización canaria el año


1729 con su mujer Juana Lorenza (Casilda) Villavicencio y sus hijos, Rita, Casilda,
Rosa, Francisco y José (hijo natural de Antonio Méndez).
C a r g o s d e c a b ild a n te d e s e m p e ñ a d o s : 1732 Alguacil Mayor; 1738 Alférez Real.
Fue dueño de una tienda en la calle llamada por designación
O tr a s a c tiv id a d e s :
p o p u la r“calle Antonio Méndez”. En 22 enero 1730 es nombrado soldado de la Compa-
flftt de Caballos Corazas Españolas.
Recibió chacra de 350 varas en el Miguelete en 18 enero 1730 y una suerte de
Mtuncia en el arroyo Pando.
M IL A N , J osé

Natural de Santa Cruz en Tenerife. Poblador. Llegó en la segunda colonización


Binaria el año 1729, como agregado a otra familia. El 20 enero 1734 se casó con Angela
Texera, hija de poblador.
1748 Alcalde de Primer Voto; 1749 Alférez
C a r g o s d e c a b ild a n t e d e s e m p e ñ a d o s :
e a l; 1750 Alcalde Provincial; 1755 Regidor Fiel Ejecutor.
O t r a s t a r e a s : Escribano. Protocolo de 1732 a 1749 obró en los fondos documentales

r
del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Civil de Primer Turno. Recibió chacra de
2 0 0 varas en el Miguelete el 18 enero 1730.

M O R A L E S , F r a n c is c o d e

Natural de Santa Cruz de La Palma. Poblador. Llegó en la primera colonización


Binaria el 19 noviembre 1726 en el navio Nuestra Señora de la Encina, como agregado a
| | familia de Jacinto de Zerpa, teniendo 28 años de edad. Se casó con María de la
Encarnación (o de la Concepción) Mena, viuda de Juan Alonso Castellanos en 20 setiem­
bre 1739.
C a r g o s d e c a b i l d a n t e d e s e m p e ñ a d o s : 1739 Alguacil Mayor; 1742 Regidor Deposi­
tario General; 1743 Regidor Depositario General; 1748 Alférez Real; 1752 Alcalde
Provincial; 1754 Regidor Depositario general; 1758 Regidor Depositario General; 1761
Regidor Depositario General.
O t r a s t a r e a s : En 22 enero 1730 es nombrado soldado de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas.
Recibió chacra de 200 varas en el Miguelete en 12 marzo 1727; en el Censo ganadero
de 1753 figura poseyendo con Miguel de Medina y Julián Corpa, 200 vacas. En la Razón
de existencias de trigo, caballos, etc., de 1761, declaró 7 fanegas y 7 caballos.
M O R A L E S, Juan de

Natural de Santa Cruz de La Palma. Poblador. Llegó en la primera colonización


canaria el 19 noviembre 1726 en el navio Nuestra Señora de la Encina teniendo 28 años
de edad, agregado a la familia de Tomás González Padrón. Era hijo de Juan de Morales
Arocha y Angela Rodríguez.
Contrajo matrimonio el 12 marzo 1730 con Sebastiana Sáa y Ocanto.
1739 Alférez Real; 1744 Regidor Fiel Ejecu­
C a r g o s d e c a b ild a n t e d e s e m p e ñ a d o s :
tor;1747 Alcalde de la Santa Hermandad; 1750 Regidor Depositario General; 1725
Alférez Real; 1755 Alcalde Provincial.
O tr a s ta rea s: En 22 enero 1730 es nombrado soldado de la Compañía de Corazas
Españolas.
Se le adjudicó chacra de 200 varas en el Miguelete en 18 enero 1730. En el Censo de
ganado de 1753 poseía 1120 vacas.
P A Z , F r a n c i s c o C l e m e n t e d e l a . (También figura como GARCIA DE LA PAZ,
Francisco Clemente o GARCIA, Francisco).
Natural de La Gomera. Poblador. Llegó en la primera colonización canaria el 19
noviembre 1726, en el Navio Nuestra Señora de la Encina, como agregado en la familia
de Juan de Vera Suárez con 20 años de edad. Hijo de José García y Magdalena Rodrí­
guez. Contrajo matrimonio el 18 junio 1729 con María Antonia Rivero.
C a r g o d e c a b ild a n t e d e s e m p e ñ a d o : 1744 Alcalde de la Santa Hermandad.
O t r a s t a r e a s : En 22 enero 1730 es nombrado soldado de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas.
P E R E Z , B a r t o lo m é F lo r e n c io . (Figura también en actas como PEREZ Bartolo).
Natural del Sauzal en Tenerife. Poblador. Llegó de 11 años en la primera colonización
canaria el 19 noviembre 1726 en el navio Nuestra Señora de la Encina, con sus padres
Felipe Pérez de Sosa y María de la Encarnación (Barroso o Fuentes). Contrajo matrimonio
el 15 mayo 1741 con Ana María Castellanos. Su padre fue cabildante en varios períodos.
C a r g o d e c a b ild a n t e d e s e m p e ñ a d o : 1753 Alcalde de la Santa Hermandad.
O t r a s t a r e a s : Alistado como sargento el 4 agosto 1761 en la Compañía de Vecinos
de Montevideo de la que fue capitán Juan Antonio Artigas. Propuesto en setiembre del
mismo año para Alférez por el Maestre de campo Manuel Domínguez. No sabía leer ni
escribir. Tuvo a su cargo la Guardia de Solís y la que estaba en Pando. En el extracto que
manifiesta el número de fanegas de trigo y caballos de la campaña de la jurisdicción de
Montevideo, de 1761, figura poseyendo 30 fanegas de trigo y 6 caballos.
En 1775, siendo capitán de milicias fue propuesto para comandar la fortaleza de
Santa Tecla y ejecutar obras de construcción, no se cumplió esta propuesta posiblemente
por su edad que ya llegaba a los sesenta años.
P E R E Z D E R O J A S , I s id r o . (También figura como PEREZ DE ROJAS Y CABRE­
RA, Isidro).
Natural de Santa Cruz en Tenerife. Poblador. Llegó en la primera colonización cana­
ria el 19 noviembre 1726, en el navio Nuestra Señora de la Encina, teniendo 34 años de
edad con su mujer Dominga Francisca del Rosario (Florián) de 35 años y sus hijas
Catalina, María (Felipa) y Juana (Josefa). Fue el primer Regidor Fiel Ejecutor.
C a r g o s d e c a b i l d a n t e d e s e m p e ñ a d o s : 1730 Regidor Fiel Ejecutor (Renunció toman­
do su vara el Procurador General don José González de Meló; 1732 Procurador General;
1736 Regidor Depositario General; 1737 Regidor Depositario General; 1740 Procurador
General; 1742 Alcalde de Primer Voto; 1743 Alcalde de Primer Voto (El gobernador
Ortiz de Rozas anuló la elección); 1754 Procurador General.
O t r a s t a r e a s : En 22 enero 1730 es nombrado soldado de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas.
Se le adjudicó solar el 24 de diciembre de 1726 y una chacra de 300 varas en el
Miguelete, en 12 marzo 1727.
P E R E Z D E S O S A , F e lip e

Natural de el Sauzal en Tenerife. Poblador. Llegó en la primera colonización canaria


ol 19 noviembre de 1726 de 38 años de edad, en el navio Nuestra Señora de la Encina,
; Con su mujer María de la Encarnación (Barroso o Fuentes) de 29 años y sus hijos
Domingo, Bartolomé, María de la Encarnación, Francisca Antonia y María del Cristo.
Su hijo Bartolomé (Florencio) fue Cabildante Alcalde de la Santa Hermandad en
1753. Con Pérez de Sosa y su familia llegó como agregado su primo Antonio García (De
Avila) que fue también Cabildante.
C a r g o s d e c a b i l d a n t e d e s e m p e ñ a d o s : 1732 Regidor Fiel Ejecutor; 1734 Regidor
Piel Ejecutor; 1735 Alcalde de Segundo Voto; 1736 Alférez Real; 1741 Regidor Fiel
Ejecutor; 1746 Alférez Real; 1752 Regidor Depositario General; 1755 Regidor Deposita­
rlo General.
O t r a s t a r e a s : En 22 enero 1730 fue nombrado soldado de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas. En Actas del Cabildo figura como Teniente Capitán. Se le adjudicó
Un solar en 24 diciembre 1726 y chacra de 400 varas en el Miguelete (12 marzo 1727).
En el Censo ganadero de 1753 poseía 1100 vacas.
R O D R IG U E Z , F ern a n d o J o sé

Natural de Tenerife. Poblador. Llegó con la segunda colonización canaria el año


1729, con su padre Juan Rodríguez Bello y su madre Luisa Fernández. Se casó en 16
letiembre 1754 con María Castellanos, viuda de Juan Bautista Medina.
C a r g o s d e c a b i l d a n t e d e s e m p e ñ a d o s : 1 7 5 5 Alcalde de la Santa Hermandad; 1 7 5 7
Alcalde Povincial (Tomó además la vara por todo el año de Alférez Real por renuncia de
Manuel Durán); 1 7 6 0 Alcalde de Segundo Voto; 1 7 6 1 Procurador General; 1 7 8 4 Alcalde
d e Primer Voto ( 1 7 7 1 Alcalde de Segundo Voto).

O t r a s t a r e a s : Escribano, sus protocolos de 1760 a 1762, 1763 a 1764 y 1769 a 1772


Obraron en los fondos documentales del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo
Civil de Primer Turno.
Aparece alistado como cabo en la relación de la Compañía de Vecinos de Montevi­
deo de la que fue capitán Juan Antonio Artigas en 1761, y propuesto para la Tercera
Compañía de Vecinos, como teniente de las Milicias de Montevideo hecha por el Maes­
tre de Campo Manuel Domínguez en setiembre 1761.
En abril 28-1775 figuraba como capitán de Milicias de Caballería en la fortaleza de
Santa Tecla.
S A A , J u a n B a u tis ta d e

Natural de San Cristóbal de La Laguna en Tenerife. Poblador. Llegó en la segunda


colonización canaria el año 1729 con su mujer Antonia Suárez de León y sus hijos María
de la Encarnación, Agustina Antonia y José.
C a r g o s d e c a b i l d a n t e d e s e m p e ñ a d o s : 1731 Alguacil Mayor; 1734 Regidor Deposi­
tario General; 1735 Alférez Real; 1736 Alcalde Provincial; 1737 Alcalde Provincial;
1741 Regidor Depositario General; 1746 Regidor Fiel Ejecutor; 1747 Regidor Deposita­
rio General.
O t r a s t a r e a s : En 22 enero 1730 fu e nombrado soldado de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas.
Se le adjudicó chacra de 300 varas en el Miguelete en 1S enero 1730.
S I E R R A , J o s é d e la . (En algunos documentos figura como DOMINGUEZ DE LA
SIERRA, José).
Natural de Villaflor en Tenerife. Poblador. Llegó en la segunda colonización canaria
el año 1729, con su mujer María de Torres y sus hijas Feliciana, María, Ana y Agustina
(Ignacia); José Antonio y Pedro nacieron en Montevideo. Sus padres fueron Pedro de la
Sierra y Feliciana Domínguez.
C a r g o s d e c a b ild a n te d e s e m p e ñ a d o s: 1731 Regidor Fiel Ejecutor; 1745 Regidor
Depositario General.
O t r a s t a r e a s : En 22 enero 1730 fue nombrado soldado de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas.
Se le adjudicó chacra de 350 varas en el Miguelete el 18 enero 1730 y una estancia
en Canelones. En el Censo ganadero de 1753 figura poseyendo 220 vacas. En la Razón
de las existencias de trigo, caballos, etc. del año 1761, figura con 8 caballos.
S I E R R A , T o m á s d e la

Natural de Santa Cruz en Tenerife. Poblador. Llegó en la segunda colonización


canaria en el año 1729, con su mujer Juana García Domínguez (o Domínguez García) y
sus hijas María y Francisca. Su hija María contrajo matrimonio con Manuel Tejera que
fue Alcalde de la Santa Hermandad en 1748.
C a r g o d e c a b ild a n te d e s e m p e ñ a d o : 1733 Alcalde de Segundo Voto.
O t r a s t a r e a s : En 22 enero 1730 fue nombrado soldado de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas.
Se le adjudicó una chacra de 300 varas en el Miguelete el 18 enero 1730. Fue dueño
de una estancia sobre el Canelón.
T E J E R A , M a n u e l.

Natural de La Laguna en Tenerife. Poblador. Llegó en la primera colonización cana­


ria, en el navio Nuestra Señora de la Encina, el 19 de noviembre 1726, con su padre
Tomás Tejera, su madre María García (Romero) y sus hermanos Domingo, Juana, Ange­
la, María Josefa y Teresa. (En el Padrón Millán por error figura como Manuela, de 13
años, pero en la nómina de Casabuena dice Manuel de 15 años. Su padre fue Cabildante
en varios períodos. Contrajo matrimonio el 20 enero 1735 con María de la Sierra de 35
años, hija del poblador y Alcalde de Segundo Voto en 1733, don Tomás de la Sierra.
C a r g o d e c a b ild a n te d e se m p e ñ a d o : 1748 Alcalde de la Santa Hermandad.
O t r a s t a r e a s : En 26 de febrero de 1760 el Cabildo le adjudicó una estancia con
frente al arroyo Carreta Quemada y fondos al río Santa Lucía.
En 1761 figura en la Lista de la Compañía de Vecinos de Montevideo que fueron
alistados como soldados, de la que fue capitán Juan Antonio Artigas.
En la propuesta de Oficiales para las Compañías de Milicias de Montevideo hecha
por el Maestre de campo Manuel Domínguez en setiembre de 1761, se halla en la
nómina para la Segunda Compañía de Forasteros como Alférez. En la Razón de las
existencias de trigo, caballos, etc. de la jurisdicción de Montevideo del año 1761, figura
c o n 30 fanegas de trigo y 8 caballos.

T E J E R A , T om ás.

Natural de La Laguna en Tenerife. Poblador llegó de 41 años con la primera coloni­


zación canaria, en el navio Nuestra Señora de la Encina, el 19 de noviembre 1726 con su
mujer María García (Romero) de 35 años y sus hijos Manuel, Domingo, Juana, Angela,
María Josefa y Teresa.
Su hijo Manuel fue Alcalde de la Santa Hermandad en 1748.
C a r g o s d e c a b i l d a n t e d e s e m p e ñ a d o s : 1732 Alcalde Provincial; 1734 Alcalde de
Segundo Voto; 1737 Alférez Real; 1748 Regidor Depositario General; 1750 Procurador
General.
O t r a s t a r e a s : En 22 enero 1730 fue nombrado soldado de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas.
Se le adjudicó solar el 24 diciembre 1726. Chacra de 400 varas en el Miguelete en 12
marzo 1727 y en 1748 una estancia en Canelones. En el Censo de ganado de 1753 figura
con 400 vacas.
V E R A S U A R E Z , J u a n de.

Natural de Santa Cruz, en Tenerife. Poblador. Llegó con la primera colonización


canaria el 19 noviembre 1726 en el navio Nuestra Señora de la Encina teniendo 32 años
de edad, con su segunda mujer Nicolasa Padrón y Quinteros de 31 años y su hijastra
Rita, de apellido García.
C a r g o d e c a b ild a n te d e s e m p e ñ a d o : 1731 Regidor Depositario General.
O tra s tarea s:

En 22 enero 1730 es nombrado soldado de la Compañía de Caballos Corazas Españo­


las.
Se le adjudicó solar en 24 diciembre 1726, chacra de 300 varas en el Miguelete en 12
marzo 1727.
V E R A Y P E R D O M O , J osé de.

Natural de San Cristóbal de la Laguna, en Tenerife. Poblador. Llegó con la segunda


colonización canaria el año 1729 con su segunda mujer María de la Concepción Rojas y
sus hijos Rita, Nicolasa, Ana, José, Josefa y Juan. Otros hijos nacieron en Montevideo:
José Antonio, María Antonia y Juan.
Fue el primer Alcalde de Primer Voto.
C a r g o s d e c a b i l d a n t e d e s e m p e ñ a d o s : 1730 Alcalde de Primer Voto; 1735 Alcalde
de Primer Voto; 1739 Procurador General; 1740 Alcalde Primer Voto; 1741 Alcalde de
Primer Voto.
fl!

O t r a s t a r e a s : En enero 22-1730 fue nombrado capitán de la Compañía de Caballos


Corazas Españolas. Figura en la Lista de la Compañía de Vecinos de Montevideo de la
que era capitán general Antonio Artigas, en 1761 como soldado.
Se le adjudicó chacra de 400 varas en el Miguelete en 18 enero 1730.
Z E R P A , J a c in to d e . (En actas figura también como SERPA, Jacinto de)
Natural de Arucas en Las Palmas de Gran Canaria. (En el Padrón Millán figura como
natural de Santa Cruz tal vez por error pues su segundo apellido era “de la Cruz”).
Poblador. Llegó en la primera colonización canaria, con 38 años de edad, en el navio
Nuestra Señora de la Encina el 19 de noviembre 1726, con su mujer M aría de la
Concepción, de 36 años, viuda de Tomás Molina. Zerpa falleció el 23 octubre 1775.
C argos de c a b ild a n te d esem p eñ ad os: 1733 Alguacil Mayor; 1738 Regidor Fiel
Ejecutor; 1739 Regidor Fiel Ejecutor.
O t r a s t a r e a s : En 22 enero 1730 fue nombrado soldado de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas.
Se le adjudicó un solar el 24 diciembre 1726 y una chacra de 200 varas en el
Miguelete el 12 marzo 1727.

N U M E R O S D E C A B IL D A N T E S C A N A R IO S

R E G IS T R A D O S P O R A Ñ O S E N C A B IL D O S D E N U E V E M IE M B R O S

1 7 3 0 ...... ......5 1 7 4 1 ..... ..... 4 1 7 5 2 ..... ..... 5

1 7 3 1 ...... ......4 1 7 4 2 ..... ..... 3 1 7 5 3 ..... ..... 4

1 7 3 2 ...... ..... 6 1 7 4 3 ..... ..... 3 1 7 5 4 ..... ..... 4

1 7 3 3 ...... ......5 1 7 4 4 ..... ..... 4 1 7 5 5 ..... ..... 4

1 7 3 4 ...... ..... 5 1 7 4 5 ..... ..... 2 1 7 5 6 ..... ..... 3

1 7 3 5 ...... ..... 4 1 7 4 6 ..... ..... 3 1 7 5 7 ..... ..... 3

1 7 3 6 ...... ......4 1 7 4 7 ..... ..... 2 1 7 5 8 ..... ..... 4

1 7 3 7 ...... ..... 5 1 7 4 8 ..... ..... 7 1 7 5 9 ..... ..... 3

1 7 3 8 ...... ..... 6 1 7 4 9 ..... ..... 6 1 7 6 0 ..... ..... 2

1 7 3 9 ...... ..... 7 1 7 5 0 ..... ..... 5 1 7 6 1 ..... ..... 5

1 7 4 0 ...... ..... 5 1 7 5 1 ..... ..... 3


R E S U M E N A L F A B E T IC O D E C A B IL D A N T E S C A N A R IO S

I n d ic a s u s a ñ o s d e a c tu a c ió n , e n tr e p a r é n te s is a ñ o s p o s te r io r e s a lo s q u e to m a
e s te tr a b a jo

ALMEDA, Pedro de: véase: ALMEIDA, Pedro de


ALMEIDA, Pedro de: 1743
AMARO, Juan de: véase: AMARO GONZALEZ, Juan
AMARO GONZALEZ, Juan: 1737
CABRERA, Francisco: 1734
CALLEROS, Lorenzo de: 1732, 1733, 1734, 1740, 1744, 1760, 1761,
CAMEJO, Antonio: 1742, 1749, 1750, 1752, 1753, (1766), (1767), (1773)
CAMEJO DE SOTO, Juan de: 1730
CAMEXO, Antonio: véase: CAMEJO, Antonio
CHAVES, Luis Francisco de: 1758, (1764)
DOMINGUEZ DE LA SIERRA, José: véase: SIERRA, José de la
DURAN, José: 1738, 1739
DURAN, Manuel: 1741, 1750, 1752, 1754, 1757, 1758, 1761
FERNANDEZ DE MEDINA, Francisco Esteban: véase: MEDINA, Francisco Este­
ban
FERNANDEZ DE MEDINA, José (El Palmero): 1730, 1732, 1738, 1743, 1745,
1746, 1749, 1751
FERNANDEZ DE MEDINA, Juan Bautista: véase: MEDINA, Juan Bautista de
FERNANDEZ DE MEDINA, Miguel Marcelo: véase: MEDINA, Miguel Marcelo
GARCIA, Agustín (José): 1754, 1758, 1761
GARCIA (DE AVILA), Antonio: 1751, 1756, 1759, (1764)
GARCIA DE LA PAZ, Francisco Clemente: véase: PAZ, Francisco Clemente de la
GONZALEZ, Juan Amaro: véase: AMARO GONZALEZ, Juan
GONZALEZ AMARO, Juan: véase: AMARO GONZALEZ, Juan
GONZALEZ PADRON, Tomás: 1731, 1738, 1739, 1744, 1748, 1749
HERRERA, Bartolomé de (Bartolo) 1740
HERRERA, Cristóbal Cayetano de: 1730, 1735, 1736, 1738, 1739
HERRERA, Francisco: 1749
HERRERA, Nicolás de: 1751, 1756, 1757, 1759
MARTIN(EZ), Francisco de: 1733
MARTIN(EZ) DE SANTOS, Juan: 1733
MEDINA, Francisco Esteban: 1749, 1753
MEDINA, Juan Bautista de: 1748
MEDINA, Miguel Marcelo: 1740, 1748, 1753, 1756, 1759
MENDEZ, Antonio: 1732, 1738
MILAN: José: 1748, 1749, 1750, 1755
MORALES, Francisco de: 1739, 1742, 1743, 1748, 1752, 1754, 1758, 1761
MORALES, Juan de: 1739, 1744, 1747, 1750, 1752, 1755
PALMERO (El) (Seudónimo): véase: FERNANDEZ DE MEDINA, José
PAZ, Francisco Clemente de la: 1744
PEREZ, Bartolomé Florencio (Bartolo): 1753
PEREZ DE ROJAS, Isidro: 1730, 1732, 1736, 1737, 1740, 1742, 1743, 1754
PEREZ DE ROJAS Y CABRERA, Isidro: véase: PEREZ DE ROJAS, Isidro
PEREZ DE SOSA, Felipe: 1732, 1734, 1735, 1736, 1741, 1746, 1752, 1755
RODRIGUEZ, Fernando José: 1755, 1757, 1760, 1761, (1764) (1771)
RODRIGUEZ DE CAMEJO SOTO, Juan: véase: CAMEJO SOTO, Juan de
SAA, Juan Bautista de: 1731, 1734, 1735, 1736, 1737, 1741, 1746, 1747
SERPA, Jacinto de: véase: ZERPA, Jacinto de
SIERRA, José de la: 1731, 1745
SIERRA, Tomás de la: 1733
TEJERA, Manuel: 1748
TEJERA, Tomás: 1732, 1734, 1737, 1748, 1750
VERA SUAREZ, Juan de: 1731
VERA Y PERDOMO, José de: 1730, 1735, 1739, 1740, 1741
ZERPA, Jacinto de: 1733, 1738, 1739
C A P ÍT U L O I V

C A N A R IO S E N U R U G U A Y (1 8 30 -18 50)

I N V E S T I G A C I Ó N H IS T Ó R IC A E N E L A R C H I V O D E L
H O S P I T A L D E C A R ID A D D E M O N T E V ID E O

I n tr o d u c c ió n

Los Canarios fundadores de Montevideo realizaron abnegados esfuerzos a fin de


consolidar la civilización en la costa oriental del Río de la Plata.
Durante los siglos XVIII y XIX sufrieron constantes perjuicios en personas y bienes.
La vida en estos lugares era inhóspita y llena de peligros. En los primeros tiempos
padecieron las correrías de los indios, las depredaciones de bandidos provenientes de las
indefensas fronteras y las incursiones de piratas por las costas. Luego se produjeron las
guerras de la Independencia y posteriormente continuas revoluciones condujeron al país
hacia la desorganización. Montevideo y unas pocas zonas cercanas pudieron sostenerse
en virtud de la proximidad del mar, el resto de los campos era tierra promisoria pero
inhabitable por falta de garantías.
Las condiciones imperantes tornaron la vida confusa, el bienestar desconocido, mas
los Canarios pudieron superar las contrariedades, debido a ello forjaron sin desmayar la
nueva patria. ¡Cuán fácil hubiese sido cruzar el Río para radicarse al amparo de mejores
condiciones sociales y económicas!
De las postrimerías de ese período formativo de la nación uruguaya hemos tomado el
lapso cuyos límites extremos se hallan entre la declaración de Independencia y el co­
mienzo de la Guerra Grande. Son veinte años de disturbios internos, conflictos interna­
cionales y desacuerdos políticos. El peligro era constante, diaria la sorpresa de cambios
radicales; mientras tanto seguían ingresando a estos suelos hombres procedentes de otros
lugares: italianos, pocos franceses y españoles gallegos y vascos; los Canarios prose­
guían arribando pues esa gran familia nunca abandonó la consolidación de su logro: el
querido Montevideo.
Todas las alteraciones ocurridas, si bien arrojaron a la historia abundante material para
estudiar los acontecimientos militares y políticos, poco ayudaron a informarnos de las
particularidades de la diaria vida. Archivos perdidos, destruidos, saqueados; periódicos de
época sólo ocupados en dictar diatribas contra los enemigos o dar cuenta de acciones
bélicas junto a vieja correspondencia de corte parcial no auxilian al historiador. Por eso la
reconstrucción del tiempo pasado se toma dura, laboriosa ya que solemos tropezar con
ausencias documentales de toda índole. Lo disponible se reduce a libros parroquiales y
alguna papelería oficial casi siempre de carácter genérico como los padrones y censos.
Presentamos en esta monografía nuevos elementos con datos de los cuales de des­
prenden temas de atención, tales los deterioros de la salud de los habitantes, disminuida
por falta de higiene pública, epidemias y duro trabajo. También detalles referidos a
procedencia de los inmigrantes, sexos, edades, estado civil, oficios, matrimonios, fami-
Hit, ele. Hemos trabujudo sobre el Archivo del Hospital de Caridad de la ciudad de
Montevideo, en los libros de Registro de Entrada y Salida de Enfermos. De estos reper­
torios, bastante extensos, pudimos tomar los ítems correspondientes a seiscientos setenta
y seis internaciones de hombres, mujeres y niños nacidos en las Islas Canarias.

E l m o m e n t o h is tó r ic o

El período que comprende este trabajo es importante por abarcar épocas muy difíciles
de la historia de la República O. del Uruguay. Desde el año 1830, en que se juró la
Constitución y se formaron las instituciones nacionales, hasta llegar a los oscuros tiempos
de la Guerra Grande. Es necesario explicar, aún de manera breve, los principales aconteci­
mientos políticos y militares para tener idea de las vicisitudes que debieron sufrir los
habitantes del país, entre los que contaban gran número de inmigrantes canarios.
El 18 de diciembre de 1828 las tropas imperiales de Brasil se retiran de la ciudad de
Montevideo. El 22 del mismo mes el general José Rondeau se recibe del gobierno de
Canelones. Al año siguiente, el Io de mayo, el gobierno patrio hace su entrada en
Montevideo. El 10 de setiembre de 1829 fue aprobada la Constitución y remitida a los
Estados contratantes (Argentina y Brasil). El 17 de abril de 1830 renunció el general
Rondeau y se produce la dictadura del general Juan A. Lavalleja. Luego de la concilia­
ción entre Fructuoso Rivera y Lavalleja (18 junio 1830), se jura por el pueblo y autorida­
des, el 18 de julio, la Constitución del nuevo país.
Comienza la primera presidencia el 24 de octubre de 1830, recaída en la persona del
general Fructuoso Rivera. Al entrar en el número de las naciones libres, la República no
alcanzaba a 75.000 habitantes. En cuanto a la población de Montevideo, había quedado
estacionada durante el agitado período de la Independencia. Según el padrón levantado
en 1829, no pasaban de 10.000 los habitantes encerrados en sus murallas. El comercio y
la industria, se hallaban en 1830 en el mismo atraso que en los comienzos del siglo. Se
importaba anualmente por $ 2.500.000 y se exportaba por igual valor, cueros vacunos y
tasajo (294.754 cueros y 101.474 quintales de tasajo). El Tesoro Nacional recibía en
1830, un millón de pesos de los cuales 2/3 eran absorbidos por el ramo militar. La
enseñanza primaria estaba en pañales. Rondeau ordenó en 1829 la fundación de una
escuela en cada pueblo de campaña y dos en Montevideo (una de varones y otra de
niñas), pero los disturbios políticos impidieron en su mayor parte la iniciativa.
Si la ciudad de Montevideo se hallaba en precarias condiciones político-sociales, la
campaña sufría aún más graves males; sumado a los motivos expresados, los indígenas
charrúas vivían de la rapiña a expensas de los estancieros. El mes de abril de 1831 se
produjo una matanza de indios charrúas en el Queguay. En mayo de 1832 se sublevaron
los indios de la colonia Bella Unión sembrando la devastación y la muerte. En 3 de julio
Lavalleja y Eugenio Garzón se declaran en rebelión contra el gobierno constituido. El 18
de setiembre son batidos los revolucionarios en Tupambaé. El coronel argentino Manuel
de Olazábal (Febrero 1833) invade el país por Cerro Largo. Nueva revolución de Lava­
lleja (Marzo 1834). En octubre 24 toca a su fin el período de cuatro años de la primera
presidencia y Rivera desciende pasando a la interinidad Carlos Anaya.
Presidencia de Oribe. El general Manuel Oribe asume como 2o presidente constitu­
cional el Io de marzo de 1835. El 16 de julio del año siguiente Rivera se subleva contra
Oribe. Se producen varias batallas: Carpintería (Setiembre 19); Yucutujá (Octubre 22
1837); Palmar (Junio 15 1838).
En octubre 11 de 1838 la escuadra francesa se apodera de la isla Martín García, en
octubre 25 el presidente Oribe habiendo dado su renuncia se embarca para Buenos Aires.
El erario público se hallaba exhausto por las guerras civiles. La población en 1835
ulcanzaba a cerca de 100.000 habitantes. Por lo que tocaba a Montevideo llegaba a las
26.000 almas en 1835.
A mediados de 1833 fondeó en Maldonado, “bajo bandera de parlamento” , una
goleta española con 180 inmigrantes canarios. Todavía no habían sido reanudadas las
relaciones con la madre patria. Pero las instrucciones del gobierno de Rivera a las
autoridades de Maldonado debieron ser muy favorables porque algunós días después el
mismo barco fondeó en Montevideo, enarbolando la bandera española. Según el padrón
estadístico de 1835 en los comienzos del gobierno de Oribe llegaron 640 canarios.
La vida urbana en Montevideo, pues los pueblos de campaña se mantenían en su
estado de pobreza, progresó bastante a pesar de las continuas guerras. La población
blanca, se componía sobre todo de criollos. El comercio y la agricultura estaba casi en su
totalidad en manos de extranjeros.
El Io de noviembre de 1838 entra Rivera en Montevideo el cual es elevado a la 3ra.
presidencia el Io de marzo de 1839 y el 10 de marzo declara la guerra a Rosas. Con esta
declaración puede decirse que empieza la llamada “Guerra Grande” extendida hasta el
año 1852. En 1843 Oribe establece sus reales en el Cerrito e inicia el sitio de Montevi­
deo. Por abril se incorporan al gobierno de la defensa las legiones extranjeras, a raíz
principalmente, del decreto del sitiador Oribe quien declara “que no respetará la calidad
de extranjero ni en los bienes ni en las personas de los súbditos de otras naciones que
tomasen partido con los infames rebeldes, salvajes unitarios, sino que serán tratados sin
ninguna distinción” . En las legiones militan 700 españoles, seguramente gran número de
canarios.
Se suceden los combates: La escuadra rosita al mando de Brown ataca la isla de
Ratas en plena bahía de Montevideo y es rechazada por Garibaldi; en 18 de junio 1843
se produce el combate de Solís Grande, en setiembre 11, Brown establece bloqueo a
Montevideo. Se organiza la defensa bajo el mando del general argentino José María Paz.
En abril de 1845 se produce la intervención francoinglesa. En 8 febrero 1846 el combate
de San Antonio. En diciembre 1846 Rivera toma Paysandú. Finalmente el 29 de mayo de
1851 se negoció el tratado de la Triple Alianza entre Montevideo, Entre Ríos y el Brasil,
contra el tirano Rosas; el 8 de octubre 1851 se firma la paz. El 3 de febrero 1852 en la
batalla de Monte Caseros se pone fin al gobierno de Rosas.

O r íg e n e s d e la o r g a n iz a c ió n d e la m e d ic in a

En sus orígenes la organización de la Medicina y ramas anexas del arte de curar en el


Río de la Plata, fue un reflejo de las prácticas peninsulares. Los problemas sanitarios de
las colonias americanas hicieron imponer a los soberanos españoles algunas normas
básicas que se registraron en las Leyes de Indias. La corriente civilizadora avanzando
desde México hasta el Perú y desde éste hasta las provincias del Río de la Plata,
introdujo sus usos y sus leyes. En todos los dominios de la corona rigieron las primeras
Ordenanzas que éstos dictaron en el siglo XV. Conforme a ellas fueron los alcaldes los
autorizados para extender títulos, dando carta de examen y aprobación; ellos quienes
prohibían y castigaban el uso ilegal de la medicina.
Las Reales Audiencias y los Cabildos fueron los precursores de los Protomedicatos.
En ciertos casos los mismos gobernadores intendentes acordaron directamente las licen­
cias, sin intervención del Cabildo, o la daban para que después fuera confirmada por
aquella corporación.
Con el Real Tribunal del Protomedicato de Buenos Aires, inaugurado el 17 de agosto
de 1780, las cuestiones sanitarias tuvieron en el virreinato, las autoridades técnicas para
dirigirlas y desde ese momento la intervención de los Cabildos fue secundaria. El Proto­
medicato de Buenos Aires se abolió por decreto de 11 de febrero 1822 reemplazado por
el Tribunal de Medicina. El doctor Juan Antonio Fernández, como prefecto del departa­
mento de Medicina, fue el primer presidente del Tribunal de Medicina de Buenos Aires.
En cuanto a la Banda Oriental, pocos datos quedan de nuestros médicos antes del año
1829, en que se prepara un reglamento para la profesión. Hasta entonces el ejercicio de
la medicina no estaba regido por normas legales; los médicos, sangradores y aficionados
ejercían en la ciudad colonial. Por lo común los médicos profesionales y cirujanos
pertenecían a los regimientos militares españoles, de sus buques y de algunos barcos
mercantes que llegaban a puerto.
Rondeau parece ser el primero en ocuparse de los asuntos médicos, creando la Junta
de Higiene en octubre de 1829. Al año siguiente se designa una Comisión Encargada de
calificar los títulos, etc. El 16 de setiembre de 1830 el Gobierno reglamentó las cuestio­
nes médicas. Se creó al mismo tiempo el Consejo de Higiene Pública, cuyas funciones
eran la higiene pública, la medicina legal y la policía médica, con el encargo de redactar
un Código de Sanidad. En 1831 las autoridades ratificaron estas actuaciones y se nombró
para el Consejo de Higiene al administrador de la vacuna doctor Juan Gutiérrez Moreno.

E l H o s p ita l d e C a r id a d

Desde la fundación de Montevideo y durante los primeros cincuenta años, ya funcio­


naban en la ciudad colonial, tres Hospitales del Rey, para servicio de la Marina y el
Ejército; pero ninguno para la población civil carente de recursos. Esto decidió al
regidor Mateo Vidal a presentar, siendo Síndico Procurador General, al Ayuntamiento
una propuesta para crear un hospital civil que pudiese atender las necesidades de los
nueve mil habitantes que por ese entonces contaba Montevideo. Pese al impulso del
primer momento, el proyecto de Vidal cayó en el olvido, hasta que recién en 1781 el
mismo Síndico Procurador se dirigió al virrey Vértiz, de paso por Montevideo, pidiéndo­
le llevar adelante su iniciativa; realizándose paralelamente una colecta pública a tal fin.
En 1784 el edificio se hallaba casi terminado.
Desde 1775 existía en Montevideo la Hermandad de Caridad fundada por el cura
rector de la Iglesia Matriz, P. Felipe Ortega con la asistencia de los vecinos más conspi­
cuos de la época. En los primeros tiempos se prestaba atención a enfermos indigentes en
el domicilio de los mismos. Diez años después, con la designación de Nicolás Zamora
como Hermano Mayor, se inició la política hospitalaria. El 23 de julio de 1786 es
reelecto miembro de la cofradía como hermano mayor, Francisco Antonio Maciel quien
por sus gestiones logra el 17 de junio de 1788 inaugurar el viejo Hospital de Caridad.
Por 1824 la Junta encargada del Hospital considera que su edificio es vetusto e
Insuficiente para la población. El 24 de abril de 1825 se colocó la piedra angular con
gran solemnidad. En 1830 estaba terminado todo el frente sobre la calle 25 de mayo.

L o s lib r o s r e g is t r o s d e l h o s p it a l

Este fondo documental se halla formado por una serie de libros conteniendo diversos
materiales: recibos, facturas de compras, notas, etc. y otro grupo con el detalle de la
•ntrada y salida de los enfermos que allí se asistieron. Ambas colecciones poseen una
(Ola numeración correlativa por lo cual la signatura de archivo es paralela. De esta
manera en la secuencia de los volúmenes vamos hallando mezclados las dos clases de
documentos, aunque cada tomo está compuesto de la misma información. Los tomos de
Registro de Enfermos poseen índices alfabéticos mas éstos llevan sus entradas por nom­
bre de pila, no por apellidos. Algunas veces se sobreponen las fechas de los distintos
volúmenes.
Debemos destacar que, como es lógico, los datos consignados no mantienen regulari­
dad y existen, además unas pocas modalidades destacables, a título de guía:
Io) Muchos enfermos registrados figuran unas veces por el apellido paterno y otras
por el materno.
2o) En los casos de poseer dos nombres de pila, utilizan uno u otro indistintamente, lo
que puede inducir a error tomándolo por dos personas distintas de igual apellido.
3o) No siempre se precisa el lugar de nacimiento, sino que genéricamente establecen
“Canarias”, en particular cuando las tareas del hospital se vieron abrumadas por mayor
Ingreso de pacientes.
4o) Las edades de los enfermos, por mala declaración de éstos, en muchos casos se
hallan equivocadas. Especialmente en las personas de edad avanzada.
Como es de suponer, estos libros aportan otras informaciones importantes, ajenas a
nuestro tema, en particular sobre indios charrúas, negros esclavos, etc.
A continuación, en distintos capítulos examinaremos los resultados de la presente
investigación:

A) P r o c e d e n c ia d e lo s in m ig r a n te s

Siguiendo el “CUADRO N° 1” (Lugares de procedencia de los inmigrantes canarios,


enfermos registrados) cabe destacar que el afio 1838 revela el mayor número (100), le
sigue 1831 (61). Desde 1830 a 1850 suman los enfermos de origen canario 676.
De 201 personas no puede determinarse la isla de nacimiento y los hemos reunido en
la casilla “Canarias en general”. Lanzarote con 201 y Santa Cruz de Tenerife con 129
muestran las cifras más altas. De Hierro sólo figura uno.
Seguramente existe una relación entré el número de enfermos y el número de inmi­
grantes anuales. Señalamos también que unos pocos enfermos canarios procedían de
Buenos Aires. Por 1842 es muy grande la inmigración de los Bajos Pirineos reflejándose
diferencias en favor de éstos comparados con los canarios, que dentro de los españoles,
por los otros años estudiados, fueron los mayoritarios.

B) Sexos y edades

Los enfermos estudiados por sexos-edades, “CUADRO N° 2”, demuestran una dife­
rencia importante a favor de los hombres (484 contra 192). Ello se debe seguramente a
dos causas: la primera, el mayor número de hombres canarios llegados al país; la segun­
da, los oficios arriesgados que desempeñaban los hombres, tales como labradores y
marineros.
Las edades las hemos dividido en grupos un tanto arbitrarios, pero que a nuestro
juicio revelan posibilidades sociales lo más ajustadas posible al desempeño de la vida en
aquellos años: 1 a 15 años para aquellos que eran considerados “niños”; 16 a 25 años
para los jóvenes; 26 a 35 para los adultos; 36 a 50 para los mayores; 51 a 60 para los
viejos; 61 en adelante, los ancianos.
Estas cifras nunca pueden tomarse como seguras porque a la medida que aumentan
los años, aumentan las enfermedades y muchos de estos enfermos se registraron varias
veces. Sin embargo destacamos la mayor cifra de enfermos que corresponde a las perso­
nas entre 16 a 25 años.
Como longevos debemos destacar los siguientes: Josefina García, natural de Fuerte-
ventura, falleció a los 100 años de enteritis crónica, y Vicente León, natural de Lanzaro-
te 92 años, falleció de disentería crónica.

C) E s t a d o c iv il y o f ic io s

Es mayor la suma de solteros que la de casados. Entre los casados y los viudos,
muchos ya lo eran en su país. Algunos de los últimos llegaron con hijos.
La preocupación de los inmigrantes canarios por formar familia es evidente. Muchos
aún jóvenes se hallaban casados y tenían hijos.
En tanto los oficios que desempeñaban eran limitados, como eran limitadas las
posibilidades de ocupación en el país. Casi todos los bienes de consumo, con la excep­
ción de carne, granos y alimentos de granja y verduras eran de procedencia extranjera.
Los principales trabajos eran los siguientes: Labrador (se entendía por éste, inclusive a
los pastores y peones afectados al ganado en los casos de pequeñas cantidades de
animales, ello lo demuestra el padecimiento bastante frecuente de sarna); Pescador, los
peces abundaban y por ser alimento económico se consumía entre las clases pobres, tal
como la carne; Marinero, muchos de paso, heridos o enfermos a bordo eran desembarca­
dos en nuestro puerto para mejor asistencia. El cabotaje por el Río Uruguay ocupó a
muchos hombres.
Por “Oficio” , debe entenderse además “Ocupado” ; así la gente sin trabajo la consig­
naban en los Libros Registro como “sin oficio”. Casi todos poseían trabajo, lo demuestra
Ib pequeña cantidad de 66 personas “sin oficio”, de un total de 676 censados enfermos.
(Cuadro N° 3).
En los primeros tiempos la mayoría son LABRADORES y PEONES, más tarde,
desde 1837 en adelante aparecen citados otras clases de tareas, inclusive dependientes de
Comercio y un fabricante de cera, don Miguel Moreno natural de la Gran Canaria (entró
Cn el Hospital el 29 de setiembre de 1838).

D) M a tr im o n io y fa m ilia

Siguiendo el CUADRO N° 4, (Matrimonio y Familia), notamos que el número de


matrimonios en relación con la cantidad de los censados, es alto. Si recorremos las
fichas de “Internación en el Hospital” (Hojas II-1 a 11-25 = REGISTRO DE ENFERMOS
CIVILES (CANARIOS), apreciamos lo siguiente:
Io- A los 25 años de edad, la mayoría de los varones estaban casados.
2o- El promedio de hijos por pareja era de dos hijos.
3o- Algunos matrimonios tuvieron muchos hijos, tales fueron Domingo Díaz natural
de Lanzarote, casado con Polonia Cabrera con 9 hijos (Hoja II-6) y Juan Cabrera, natural
de la Isla de Palma, casado con Luisa Fernández, con 12 hijos (Hoja 11-13).
Los viudos con hijos superaron a los viudos sin hijos. Los matrimonios con descen­
dencia también superaron a los matrimonios que no la tenían.
Un tanto aparte de este capítulo, pero debemos expresarlo, es el hecho de hallar
muchos apellidos iguales, seguramente parientes cercanos, ya que los inmigrantes venían
en grupos familiares.

E) E n fe r m e d a d e s

Hemos agrupado las enfermedades por clases afínes para abreviar la extensión del
cuadro correspondiente. Cuadro “DOLENCIAS” , N° 5.
Observando los registros de entrada y salida de enfermos (Hojas II-1 a 11-25) se
puede establecer, en varios casos, ciertas relaciones entre oficios y dolencias, V. Gr.: los
MARINOS en su mayoría ingresaban al Hospital por heridas y contusiones accidentales;
los LABRADORES, unas veces por las mismas razones antedichas y otras debido a
reumatismo, pulmonía, también afectados de sarna, con seguridad por realizar tarea de
pastores con ovejas; los PESCADORES, con afecciones reumáticas. En general prima­
ban las infecciones del aparato digestivo, siguiendo las respiratorias, estas últimas debi­
do al clima de esta zona en la cual se producen cambios acentuados de temperatura
dentro de cortos plazos.
La alimentación de los hombres de campo estaba mal balanceada. Llama la atención
que muchos labradores sufrieran de escorbuto, esto conduce a pensar que no poseían
frutas y verduras frescas, su alimentación se componía de carne (que era abundante en el
país), charque y guisantes secos.
Algunos casos particulares dignos de nuestra atención:
1) Desde 1838 a 1850 (límite de nuestro estudio, pero continuó el problema hasta el
fin de la Guerra Grande) comenzaron a ingresar, además de los heridos de guerra (que
aquí no se detallan) enfermos. La guerra trajo un recrudecimiento de las afecciones.
2) La desnutrición y el trabajo intenso, el contagio, las malas condiciones higiénicas
del medio ambiente, produjeron baja en el nivel de salud de los habitantes. Entre los
casos conmovedores se halla aquel en que fueron protagonistas los hermanos HERNAN­
DEZ (Hoja 11-18). En el año 1843, entre agosto 31 y noviembre 23 se registran las
entradas de cuatro enfermos de esta familia (meses antes, con el mismo apellido y
seguramente parientes cercanos se hospitalizaron: Petrona Hernández, Domingo Hernán­
dez y Domingo de la Luz Hernández). Los de nuestro interés son Francisco Hernández
de 1 3 a ñ o s , de oficio p e ó n , entró con fiebre gástrica el 31 de agosto y volvió a entrar el
26 de octubre padeciendo tisis, de lo cual falleció; el otro hermano, Pedro Hernández,
también p e ó n , c o n s ó l o 1 0 a ñ o s d e e d a d , ingresó el 4 de setiembre con tisis pulmonar
falleciendo a los 39 días de asistencia.
3) Los diagnósticos no eran siempre seguros. Varios enfermos, con entradas al Hospi­
tal repetidas, dentro de brevísimos períodos, son diagnosticados de distinta manera.
Otras veces llama la atención la repetición de una enfermedad no infecciosa dentro de un
lapso, lo que pone dudas en la exactitud del examen.
4) Corrobora lo anterior, lo ocurrido el 9 de octubre de 1838 con los hermanos José
Antonio y Manuel Luis Vaxe de 16 y 18 años respectivamente; ingresaron el mismo día,
con seguridad de enfermedad infecciosa y no se señala diagnóstico, éste, uno entre
muchísimos casos. (Hoja II-10).

R E G IS T R O D E E N F E R M O S C I V I L E S

R e g is tr o d e e n fe r m o s c iv ile s (Canarios)

A Ñ O 1830 (CANARIOS)
Abril 23 - SEDRES, José. LANZAROTE. Hijo de Juan y Cayetana de Ar­
mas. 60 años, casado en ésta con María Barreto. 7 hijos. Albañil.
SIN DATOS DE DOLENCIA.
Abril 30 - PEREZ, Marco. LANZAROTE. Hijo de Domingo y Manuela Paz.
37 años, casado en ésta con Anselma Padrón, 3 hijos. Albañil. SIN
DATOS DE DOLENCIA.
Mayo 29 - BORJES, María. LANZAROTE. Hija de Marcial y María Gutiér­
rez. 40 años, casada en ésta con Miguel Alberto. 1 hijo. VICIO
HERPETICO.
Junio 1 - LOPEZ, Diego. LANZAROTE. Hijo de José e Isabel Núñez. 50
años, viudo en ésta de María Perdón, 4 hijos. Labrador. FALLECIO
DE GASTRITIS CRONICA.
J u n io 1 8 - SOUSA (SOSA), Diego de. CANARIAS. Hijo de Cristóbal y María
Morales. 40 años, soltero. Zapatero. GASTRITIS.
J u n io 25 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pedro
e Isabel. 40 años, viuda de Ignacio Alvarez. SIN DATOS DE DO­
LENCIA.
J u lio 3 - CABRERA, Josefa. FUERTE VENTURA. Hija de Pedro Pablo y
María Patricia, 49 años, casada con Pedro Pascual Rodríguez Lima.
5 hijos. SIN DATOS DE DOLENCIA.
J u lio 12 - BAILON RODRIGUEZ, Pascual. LANZAROTE. Hijo de José y
María Lucía. 14 años, sin oficio. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Agosto 17 - FIERRO, Miguel. LANZAROTE. Hijo de José y Agueda Alvarez.
44 años, casado con Rosalía Ramos. 5 hijos. Labrador. (Viene preso
por orden del Juzgado del Crimen). SIN DATOS DE DOLENCIA.
Setiembre 6 - CABRERA, Mario. LANZAROTE. Hijo de Marcial y María Luzar-
da. 30 años, casado en ésta con Teresa Romero. 3 hijos. Labrador.
FALLECIO DE TETANOS.
Octubre 13 - RODRIGUEZ, Joaquín. FUERTE VENTURA. Hijo de Pedro y Cay­
etana Morales. 42 años, casado en ésta con Francisca Peñalosa. 1
hijo. Labrador. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Octubre 16 - BARRANQUILLO, José Antonio. GRAN CANARIA. Hijo de
Roque y María de la Soledad. 30 años, soltero. Marinero. SIN DA­
TOS DE DOLENCIA.
Octubre 26 - FIERRO, Miguel. LANZAROTE. Hijo de José y Agueda Alvarez.
44 años, casado en ésta con Rosalía Ramos. 5 hijos. Labrador. (Vi­
ene preso en orden del Juzgado del Crimen). SIN DATOS DE DO­
L E N C IA .^)
Noviembre 10 - REY, Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo del mismo y
de Ursula del Carmen, 16 años, soltero. Marinero de la Capitanía.
SIN DATOS DE DOLENCIA. .
Noviembre 11 - RIVERO, Francisco. LANZAROTE. Hijo de Calixto y Juana de
León. 24 años, soltero. Labrador. (Viene preso por orden del Juez de
Policía). SIN DATOS DE DOLENCIA.
Diciembre 27 - BROM, José. ISLA DE LA PALMA. Hijo del mismo y de María Rosa
Terdena. 30 años, soltero. Marinero. SIN DATOS DE DOLENCIA.

AÑO 1831
Enero 3 - (BARRANQUILLO), José Antonio. GRAN CANARIA. Hijo de
Roque Barranquillo y Francisca Girena (o Guiguera, o Guipuera).
33 años, soltero. Labrador. SIN DATOS DE DOLENCIA.

(*) Se repite el registro del día Agosto 17.


Enero 18 - PEDRAZA, Domingo. LANZAROTE. Hijo del mismo y de To­
masa Pedraza. 32 años, soltero. Labrador. SIN DATOS DE DOLEN­
CIA.
Enero 31 - MONTERO, José. ISLAS CANARIAS. Hijo del mismo y Josefa
Pérez. 20 años, soltero. Sin oficio. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Febrero 3 - SOSA, Diego de. GRAN CANARIA. Hijo de Cristóbal y María
Morales. 40 años, soltero. Zapatero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Marzo 29 - (FERREYRA), Vicente. LANZAROTE. Hijo de Joaquín y Andrea
Martínez. 38 años, casado en ésta con Margarita Clavijo. Albañil.
(Viene preso de la cárcel). SIN DATOS DE DOLENCIA.
Abril 31 - GONZALEZ, Juan. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Bal­
tasar y Antonia García. 42 años, soltero. Sin oficio. SIN DATOS DE
DOLENCIA.
Abril 19 - CABRERA, Juan. LANZAROTE. Hijo de Francisco y María Car-
bailo. 24 años, soltero. Pescador. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Mayo 24 - OLAÑA, Josefa. LANZAROTE. Hija de Juan Ramón y Cayetana
Santiago. 59 años, viuda de Juan Bautista. SIN DATOS DE DO­
LENCIA.
Mayo 31 - MARTIN. CANARIAS. (Viene por orden del Hermano Mayor.)
LOCO.
Junio 26 - REYES, Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo del mismo
y Ursula del Carmen. 18 años, soltero. Marinero de la falúa de la
Capitanía. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Julio 25 - HERVE, Jacobo María. LANZAROTE. Hijo de José y Francisca
Lama. 28 años, soltero. Marinero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Agosto 27 - ROSALES, Catalina Francisca. LANZAROTE. Hija de Agustín y
Gregoria Quintana. 80 años, soltera. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Diciembre 2 - RODRIGUEZ, Juan. LANZAROTE. Hijo de Domingo y Agustina
de los Reyes. 66 años, viudo en su país de Antonia Lorenza de
Fuentes. Cantero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Diciembre 5 - ALVA, Juan Vicente. LANZAROTE. Hijo de Pablo y María Biera.
33 años, casado en ésta con Isabel Hernández. 1 hijo. Sin oficio.
SIN DATOS DE DOLENCIA.

A Ñ O 1832

Febrero 21 - SOSA, Diego de. GRAN CANARIA. Hijo de Cristóbal y María


Morales. 44 años, soltero. Zapatero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Marzo 3 - SEDRES, José María. LANZAROTE. Hijo del mismo y María
Barreto. 28 años, soltero. Pescador. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Abril 13. - DIAZ, Marcelino. LANZAROTE. Hijo de Pedro y Bárbara María
23 años, soltero. Labrador. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Abril 27 - SOSA, Diego de. GRAN CANARIA. Hijo de Cristóbal y María
Morales. 40 años, soltero. Zapatero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Julio 1 - ALVAREZ, Xinés. LANZAROTE. Hijo de Manuel y Nicolasa
Arredondo. 20 años, soltero. Zapatero. HERIDO.
Julio 10 - CAMERO, María. LANZAROTE. Hija de Gabriel y Juana Came­
ro. 50 años, casada en ésta con Leandro Acosta. 1 hijo. SIN DATOS
DE DOLENCIA.
Julio 31 - BARRANQUILLO, Bernardo. GRAN CANARIA. Hijo de Roque
y Francisca Guiguera (o Guipuera, o Guirena) 31 años, soltero.
Portero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Agosto 15 - REYES, Manuel de los. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
Manuel y Justa del Carmen. 19 años, soltero. Marinero. SIN DATOS
DE DOLENCIA.
Setiembre 4 - REY, Pascual. LANZAROTE. Hijo de Cayetano y Sebastiana Bo-
laño. 18 años, soltero. Silletero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Setiembre 17 - MESA, Marcos. FUERTEVENTURA. Hijo de Tiburcio y Angela
Vera. 21 años, soltero. Soldado de Milicias de Canelones, de la 2a
Compañía del 2° Escuadrón. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Octubre 6 - BETAMCUR, Sebastián. GRAN CANARIA. Hijo de Domingo y
Ana de Acosta. 35 años, soltero. Pescador. SIN DATOS DE DO­
LENCIA.
Octubre 9 - SEDRES, Petrona. LANZAROTE. Hija de José y María Barreto.
14 años, soltera. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Octubre 19 - BOLAÑO, Sebastiana. LANZAROTE. Hija de Juan y Cayetana
Santiago. 70 años, viuda. 1 hijo. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Octubre 22 - SEDRES, Antonia. LANZAROTE. Hija de José y María Barreto.
22 años, soltera. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Octubre 28 - TORRES, Angela Carmen. LANZAROTE. Hija de Juan Antonio y
Rosa Montero. 51 años, casada en ésta con Marcial Curbelo. 1 hijo.
SIN DATOS DE DOLENCIA.
Diciembre 6 - BARRANQUILLO, Bernardo. GRAN CANARIA. Hijo de Roque
y Francisca Guiguera (o Guipuera, o Guirena). 31 años, soltero.
Portero del Establecimiento. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Diciembre 31 - RODRIGUEZ, Agustín. LANZAROTE. Hijo de Lorenzo y María
Bentamcur. 12 años. SIN DATOS DE DOLENCIA.
AÑO 1833

Enero 10 - CABRERA, Valentina. LANZAROTE. Hija de Manuel y Felipa de


los Santos. 16 años, soltera. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Marzo 3 - BARRANQUILLO, Bernardo. GRAN CANARIA. Hijo de Roque
y Francisca Guijera. 31 años, soltero. Sin oficio. SIN DATOS DE
DOLENCIA.
Marzo 31 - CURBELO, Melchor. LANZAROTE. Hijo de Felipe y Rosalía
Bove. 42 años, casado en ésta con María Benítez. 3 hijos. Pescador.
Viene conducido por la Capitanía del Puerto. HERIDO.
Abril 10 - REYES, Manuel de los. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo del
mismo y Teresa del Carmen. 19 años, soltero, marinero. SIN DA­
TOS DE DOLENCIA.
Junio 17 - SANTOS, Manuel Antonio. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo
de Francisco y María Francisca. 30 años, soltero. Soldado de artill­
ería. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Junio 20 - SOSA, Diego de. GRAN CANARIA. Hijo de Cristóbal y María
Morales. 42 años, soltero. Zapatero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Junio 21 - OLIVA, María. LANZAROTE. Hija de José Antonio y Ana Leme.
20 años, soltera. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Junio 21 - OLIVA, Nicolasa. LANZAROTE. Hija de José y Ana Leme. 18
años, soltera. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Julio 4 - BARRANQUILLO, Bernardo. GRAN CANARIA. Hijo de Roque
y Francisca Guijera. 31 años, soltero. Sin oficio. SIN DATOS DE
DOLENCIA.
Agosto 26 - RAMIREZ, Simón. GRAN CANARIA. Hijo de Juan y Josefa
Montenegro. 23 años, soltero. Pescador. HERIDO.
Noviembre 19 - RODRIGUEZ, Joaquín. FUERTEVENTURA. Hijo de Pedro y Cay­
etana Morales. 40 años, casado con Francisca Peñaloza. 1 hijo.
Labrador. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Diciembre 7 - SOSA, Diego de. GRAN CANARIA. Hijo de Cristóbal y María
Morales. 48 años, soltero. Zapatero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Diciembre 8 - CORDERO, Bartolo. GRAN CANARIA. Hijo de Agustín y María
Herrera. 23 años, soltero. Marinero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Diciembre 18 - ASIS, Domingo de. FUERTEVENTURA. Hijo de José y Juana de
Ocampos. 20 años, soltero. Labrador. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Diciembre 20 - BERDUGO, Francisco. GRAN CANARIA. Hijo de Manuel y Bla-
sa Aguiar. 61 años, casado en su país con Manuela Torres. 2 hijos.
Sin oficio. SIN DATOS DE DOLENCIA.
A ño 1834

Febrero 9 - AGUEDITA, Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de


Juan y Ursula Calmo. 21 años, soltero. Sin oficio. Viene preso por la
Policía. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Febrero 12 - BETAMCUR, Sebastián. GRAN CANARIA. Hijo de Domingo y
Ana Costa. 37 años, soltero. Albañil. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Febrero 17 - RODRIGUEZ, Marcial. LANZAROTE. hijo de Francisco Fernán­
dez (Sic) y Margarita Rodríguez. 24 años, soltero. Carpintero. Viene
remitido por el Juez de Paz de la 2a Sección de Extramuros. SIN
HABLA.
Marzo 4 - RODRIGUEZ, Lucía. LANZAROTE. Hija de Vicente y Micaela
Pontes. 46 años, casada en ésta con Juan Medina. 3 hijos. SIN
DATOS DE DOLENCIA.
Marzo 31 - BARRANQUILLA, Bernardo. GRAN CANARIA. Hijo de Roque
y Francisca Isabel. 31 años, soltero. Labrador. SIN DATOS DE
DOLENCIA.
Mayo 2 - PAIS, Bárbara de. LANZAROTE. Hija de Agustín y Bárbara Este-
van. 50 años, casada con José Simón Delgado. 3 hijos. SIN DATOS
DE DOLENCIA.
Junio 3 - BOLAÑOS, Sebastiana. LANZAROTE. Hija de Juan y Cayetana
Suárez. 70 años, viuda de Cayetano Bolaños. 1 hijo. SIN DATOS
DE DOLENCIA.
Agosto 4 - BOLAÑOS, Sebastiana. LANZAROTE. Hija de Juan y Cayetana
Suárez. 70 años, viuda de Cayetano Bolaños. 1 hijo. REUMATIS­
MO CRONICO.
Agosto 16 - BIERA, José. LANZAROTE. Hijo de Agustín y Angela Marrena
(o Marrera). 47 años, casada en Toledo con María Paula. Labrador.
VICIO VENEREO.
Agosto 25 - GONZALEZ, Francisco. CANARIAS. Hijo de Nemesio del Pino
(Sic) e Isabel González, 28 años, soltero. Pescador. SIN DATOS DE
DOLENCIA.
Octubre 9 - BARRANQUILLO, Bernardo: GRAN CANARIA. Hijo de Roque
y Francisca Higuera (Sic) (Guijera). 31 años, soltero. Sin oficio.
SIN DATOS DE DOLENCIA.
Diciembre 12 - GARCIA, Domingo. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Fran­
cisco y Tomasa Díaz. 38 años, soltero. Sin oficio. SIN DATOS DE
DOLENCIA.
L ib r o d e e n f e r m o s p o b r e s d e l m is m o a ñ o 1 8 3 4

A Ñ O 1834

Julio 2 - MORALES, José. LANZAROTE. Hijo de Diego López (Sic) y


María Perdón. 26 años, soltero. Peón del Saladero de Fort. SIN
DATOS DE DOLENCIA.
Julio 7 - LOPEZ, Catalina. GRAN CANARIA. Hija de Antonio y María
Antonia Güiros. 20 años, soltera. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Julio 23 - SOSA, Diego. GRAN CANARIA. Hijo de Cristóbal y María Mo­
rales, 46 años, soltero. Zapatero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Julio 28 - MARY, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pedro e
Isabel Luisa Gallardo. 60 años, viuda en ésta de Ignacio Alvarez.
SIN DATOS DE DOLENCIA.

A Ñ O 1835

Enero 18 - BERDUGO, Francisco. GRAN CANARIA. Hijo de Manuel y Bla-


sa Aguiar. 62 años, casado con Manuela Torres. 2 hijos. Sin oficio.
SIN DATOS DE DOLENCIA.
Enero 23 - CORDERO, Francisco. GRAN CANARIA. Hijo de Domingo y
María Lebor. 23 años, soltero. Pescador. HERIDO.
Febrero 7 - HERNANDEZ, Francisco. LANZAROTE. Hijo de Vicente y Cat­
alina de León. 28 años, soltero. Sin oficio. SIN DATOS DE DO­
LENCIA.
Febrero 12 - MACHIN, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pedro e
Isabel Lucía Gallardo. 55 años, viuda en ésta de Ignacio Alvarez.
SIN DATOS DE DOLENCIA.
Febrero 18 - MENDEZ, Bartolomé. LANZAROTE. Hijo de José y Rosa Ca­
brera. 40 años, casado en ésta con Bárbara Rodríguez. 4 hijos. La­
brador. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Marzo 4 - CABRERA, Francisco. LANZAROTE. Hijo de Juan y Antonia
Acosta. 60 años, casado en ésta con María Carballo. 4 hijos. Labra­
dor. HERIDO.
Marzo 7 - LOPEZ, Catalina. GRAN CANARIA. Hija de Antonio y María
Antonia Chil. 21 años, soltera. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Marzo 26 - SOSA, Diego de. GRAN CANARIA. Hijo de Cristóbal y María
Morales. 44 años, soltero. Zapatero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Abril 6 - CONCEPCION, Andrés de la. ISLA DE LA PALMA. Hijo de José
y María Pérez García. 42 años, casado en ésta con Agueda Noria. 5
hijos. Marinero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Mayo 14 - CORDERO, Francisco. GRAN CANARIA. Hijo de Domingo y
María Libun (Sic) (Lebor). 27 años, soltero. Pescador. SIN DATOS
DE DOLENCIA.
Mayo 14 - SOSA, Diego de. GRAN CANARIA. Hijo de Cristóbal y María
Morales (Sic) 50años. Zapatero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Mayo 20 - GARCIA, Domingo. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Fran­
cisco y Juana Díaz. 38 años, soltero. Sin oficio. SIN DATOS DE
DOLENCIA.
Junio 3 - CALDERO, Bartolo. CANARIAS. Hijo de Agustín y María Her­
rera. 27 años, soltero. Pescador. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Julio 5 - RAMOS, Salvador. FUERTE VENTURA. Hijo de Angel y Sebasti­
ana Francesca. 23 años, soltero. Labrador. SIN DATOS DE DO­
LENCIA.
Julio 10 - AGUEDITA, Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
Juan y Ursula del Carmen. 22 años, soltero. Músico de Cívicos de
Infantería. HERIDO.
Julio 11 - FERNANDEZ, Manuel. LANZAROTE. Hijo de Francisco y María
Rosa. 36 años, casado en Toledo con Josefa Hernández. Labrador.
Viene preso por la Policía. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Julio 14 - GARCIA, Andrés. FUERTE VENTURA. Hijo de Gabriel y Agusti­
na Acosta. 35 años, soltero. Labrador. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Julio 15 - MORALES, Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de José
y Juana Almas. 21 años, soltero. Celador de Policía. SIN DATOS
DE DOLENCIA.
Julio 19 - CUADRO, María. FUERTE VENTURA. Hija de Salvador y María
Dolores Curbelo. 39 años, casada en ésta con Antonio García. 5
hijos. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Julio 19 - PADRON, Anselma. LANZAROTE. Hija de Franco y María Fe­
ble. 33 años, casada en ésta con Marcos Pérez. 4 hijos. SIN DATOS
DE DOLENCIA.
Agosto 14 - CORDERO, Francisco. CANARIAS. Hijo de Domingo y María
Ligun (Sic) (Lebor) 25 años, soltero. Marinero. SIN DATOS DE
DOLENCIA.
Agosto 18 - MACHIN, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pedro e
Isabel Lucía Gallardo. 55 años, viuda en ésta de Ignacio Alvarez.
SIN DATOS DE DOLENCIA.
Agosto 23 - LOPEZ, Catalina. GRAN CANARIA. Hija de Antonio y María
Antonia Chil. 21 años, soltera. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Setiembre 5 - FRANGUES, Juliana de. FUERTE VENTURA. Hija de Ramón y
Agueda Fontes. 46 años, casada en ésta con Manuel Argote. SIN
DATOS DE DOLENCIA.
Octubre 29 - GUILLE, Anselmo. LANZAROTE. Hijo de Rudesindo y Andrea
Rodríguez. 16 años, soltero. Labrador. SIN DATOS DE DOLEN­
CIA.
Noviembre 19 - FRANCO, Juliana. FUERTE VENTURA. Hija de Ramón y Agueda
Rodríguez, 49 años, viuda en su país de Pedro Francés.

A Ñ O 1836

Enero 13 - GARCIA, María Norberta. LANZAROTE. Hija de Pedro y Juana


de Castro. 37 años, casada con Francisco Fuente. 3 hijos. CATAR­
RO PULMONAR.
Enero 23 - FRANCES, María. FUERTEVENTURA. Hija de Pedro y Juliana
Jesús Frangue. 25 años, soltera. FALLECIO de ENTERITIS AGUDA.
Enero 26 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pedro
e Isabel Rodríguez. 60 años, viuda de Ignacio Alvarez. FIEBRE
CATARRAL.
Febrero 5 - SOSA, Diego. GRAN CANARIA. Hijo de Cristóbal y María Morán.
46 años, soltero. Zapatero. FIEBRE GASTRICA.
Marzo 2 - GALLARDO, Juana. Hija de Pedro e Isabel Rodríguez. 60 años,
viuda de Ignacio Alvarez. CONTUSION.
Marzo 23 - SOSA, Diego. GRAN CANARIA. Hijo de Cristóbal y María Morán.
50 años, soltero. Zapatero. DISENTERIA CRONICA.
Mayo 8 - PERESA, Lorenzo. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Ber­
nardo e Inés González. 41 años, soltero. Marinero. HERIDA SIM­
PLE.
Mayo 17 - LEMOS, Domingo. CANARIAS, 30 años. Lo trajo la Policía.
HERIDO DE BALA. FALLECIO.
Junio 19 - MARRENO, Juan. FUERTEVENTURA. Hijo de Miguel y Rita
García. 34 años, soltero. Guadañero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Junio 26 - BORGE, Domingo. LANZAROTE. Hijo de Juan y María León. 34
años, casado con Antonia de la Cruz. 1 hijo. Labrador. SIN DATOS
DE DOLENCIA.
Julio 5 - PEDRAZA, Lorenzo. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
Bernardo e Inés González. 41 años, soltero. Marinero. REUMATIS­
MO CRONICO.
Julio 19 - BORGE, Domingo. LANZAROTE. Hijo de Juan y María León. 32
años, casado en su país con Antonia de la Cruz. 1 hijo. Labrador.
VICIO HERPETICO.
Agosto 15 - RODRIGUEZ, Cipriano. LANZAROTE. Hijo de Juan y Bartolina
Pérez. 30 años, viudo en su país de Feliciana Reyes. 1 hijo. Mari­
nero. ELEFANTIASIS. FALLECIO.
- ALVAREZ, Andrés. FUERTEVENTURA. Hijo de Antonio e Igna-
cia Morales. 36 años, viudo de Candelaria Cabrera. 2 hijos. DISEN­
TERIA. FALLECIO. (Era labrador).
Agosto 29 - MANZANO, Pedro. LANZAROTE. Hijo de Domingo y Ana Piq-
uita. 18 años, soltero. Marinero. FIEBRE CATARRAL.
Setiembre 1 - PEREZ, Francisco. FUERTEVENTURA. Hijo de padre desconoci­
do y de María Pérez. 27 años, soltero. Labrador. COLITIS.
Setiembre 8 - RUIZ, Luis. FUERTEVENTURA. Hijo del mismo y de María
Sánchez. 60 años, casado con Bernarda Hernández. 5 hijos. Labra­
dor. GASTRITIS. FALLECIO.
Octubre 6 - BERDUGO, Francisco. GRAN CANARIA. Hijo de Manuel y Bla-
sa Aguiar. 63 años, casado en ésta con Manuela Tomás. 2 hijos. Sin
oficio. CONTUSION.
Octubre 11 - ALVAREZ, Francisco. LANZAROTE. Hijo de Felipe y Rosalía
Ponce. 36 años, casado en su país con M aría Cabrera. 4 hijos.
Cocinero. VICIO HERPETICO.
Octubre 11 - REYES, María. LANZAROTE. Hija de Marcial y María Martínez.
25 años, viuda en Río de Janeiro de Mauricio Cabrera. 1 hijo. TISIS
PULMONAR. FALLECIO.
Noviembre 16 - CABRERA, Rosalía. LANZAROTE. Hija de Gaspar y Juana Quinte­
ro. 60 años, viuda en su país de Domingo León. 1 hijo. ANEURIS­
MA. FALLECIO.
Noviembre 27 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pedro
e Isabel Rodríguez. 60 años, soltera. OFTALMIA.
Diciembre 25 - PEDRASA, Lorenzo. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
Bernardo e Inés González. 41 años, soltero. Marinero. ESCORBU­
TO. FALLECIO.
Diciembre 26 - BERDUGO, Francisco. GRAN CANARIA. Hijo de Manuel y Bla-
sa Aguiar. 63 años, casado en ésta con Manuela Flores. 2 hijos. Sin
oficio. REUMATISMO AGUDO.
Diciembre 30 - SOSA, Diego de. GRAN CANARIA. Hijo de Cristóbal y María
Morales. 50 años, soltero. Zapatero. GASTRITIS.

AÑO 1837
Enero 7 - MEDINA, Marcelo. LANZAROTE. Hijo de Ignacio y Concepción
Hernández. 36 años, casado con Juana Padrón. 2 hijos. Zapatero.
HIDROTORAX.
Enero 14 - PEREZ, Anselmo. LANZAROTE. Hijo de Ginés y María Méndes.
18 años, soltero. Carretillero. CONTUSION.
Enero 15 - LEON, Antonia de. LANZAROTE. Hija de Marcial y Cayetana
Hernández. 26 años, soltera.
Enero 16 - FEO, Antonio. LANZAROTE. Hijo de José y Antonia Betamcur
33 años, soltero. Labrador. FRACTURA.

Febrero 15 - RODRIGUEZ, Matías. LANZAROTE. Hijo de Agustín y Ana Leo­


na. 54 años, viudo de Bárbara Hernández. 3 hijos. Labrador. REU­
MATISMO ARTICULAR.
Febrero 16 - SOSA, Diego de. GRAN CANARIA. Hijo de Cristóbal y María
Morales. 50 años, soltero. Zapatero. CATARRO.
Febrero 21 - ALVAREZ, Bartolomé. LANZAROTE. Hijo de Domingo y Rosa­
lía Alfonso. 40 años, casado en ésta con Gabriela Romero. Marine­
ro. HERPES VENEREO.
Marzo 11 - DIAZ, Domingo Bautista. LANZAROTE. Hijo de Juan Bautista y
Claudina María Cabrera. 48 años, casado en ésta con Polonia Cabre­
ra. 9 hijos. Labrador. CONTUSION.
Marzo 28 - FERNANDEZ, Eugenio. LANZAROTE. Hijo de Sebastián y Jua­
na Duarte. 24 años, soltero. Labrador. CATARRO.
Abril 14 - HERNANDEZ, José. LANZAROTE. Hijo del mismo y Marcelina
Santos. 19 años, soltero. Marinero. HERIDO.
Abril 22 - RODRIGUEZ, Genaro. LANZAROTE. Hijo de Antonio y María
Rosa Fuentes. 20 años, casado en su país con María Alva. Labrador.
ULCERA VENEREA.
Junio 11 - DELGADO, Simón. LANZAROTE. Hijo de José y María de Jeny.
60 años, casado en ésta con Bárbara de Safis (o Pafis). 3 hijos.
Labrador. APOPLEJIA. FALLECIO.
Junio 26 - CABRERA, Juan. LANZAROTE. Hijo de Francisco y M aría Pa­
checo. 28 años, soltero. Marinero. HERIDO.
Julio 21 - BERDUGO, Francisco. GRAN CANARIA. Hijo de Manuel y Bla-
sa Aguiar. 66 años, casado en ésta con Manuela Torres. 2 hijos. Sin
oficio. ANEURISMA.
Julio 31 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pe­
dro e Isabel Lucía Gallardo. 55 años, viuda en ésta de Ignacio
Alvarez. CONTUSION.
Agosto 17 - SOSA, Diego de. GRAN CANARIA. Hijo de Cristóbal y María
Morales. 52 años, soltero. Zapatero. CATARRO PULMONAR.
Agosto 30 - CABRERA, Valentín. LANZAROTE. Hijo de Domingo y Basilia
Beramenu, 21 años, soltero. Labrador. HERIDA.
Octubre 14 - DOMINGUEZ, Isabel. FUERTE VENTURA. Hija de Pedro y Tere­
sa Domínguez, 33 años, casada con Antonio Curbelo.
Octubre 23 - CABRERA, Juan Antonio. FUERTEVENTURA. Hijo de Vicente y
María Peña Soto. 27 años, soltero. Labrador. VICIO SIFILITICO.
Octubre 23 - GUILLEN, Domingo. FUERTEVENTURA. Hijo de Salvador y
Josefa Miñóles. 27 años, soltero. Labrador. VICIO VENEREO.
Octubre 23 - PERDOMO, Vicente. LANZAROTE. Hijo de Gregorio y Bárbara
Rodríguez. 28 años, soltero. Marinero. VICIO VENEREO.
Noviembre 9 - RAMOS, Mateo. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Cristó­
bal y Francisca Suárez. 21 años, soltero. Labrador. SARNA.
Noviembre 10 - CURBELO, Faustino. CANARIAS. Hijo de Marcial y Antonia
Jorge. 25 años, soltero. Labrador. ENCEFALITIS.
Noviembre 15 - VERA, Francisco Antonio. FUERTEVENTURA. Hijo de Antonio
y Ana Cabrera. 50 años, soltero. Labrador. HIDROTORAX.
Noviembre 20 - CABRERA, Cayetano. GRAN CANARIA. Hijo de Antonio Abad
y María Morales. 27 años, casado con Nicolasa Armadora. 2 hijos.
Pescador. HERIDO.
Noviembre 22 - GONZALEZ, Pedro. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Agus­
tín y Dominga Rodríguez. 15 años, soltero. VICIO VENEREO.
Diciembre 25 - RIJOS, Antonio. LANZAROTE. Hijo de otro y de María Monilla.
28 años, casado en ésta con Antonia Cabrera. 2 hijos. HERIDO.

A Ñ O 1838

Enero 17 - CABRERA, Gregorio. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de


Felipe y Ana Rodríguez. 22 años, soltero. Labrador. HEPATITIS.
Enero 27 - REYES, Andrés. LANZAROTE. Hijo de Antonio y Rosalía Gar­
cía. 25 años, soltero. Labrador. VICIO SIFILITICO.
Enero 29 - CURBELO, José. LANZAROTE. Hijo de Domingo y María Mar­
tínez. 28 años, casado en su país con Basilia Rodríguez. 2 hijos.
Marinero. HERIDO.
Febrero 1 - MACHI, Domingo. LANZAROTE. Hijo de José Tomás y Ana
Masnera. 55 años, casado con Juana Morales. Sin oficio. SIN DA­
TOS DE DOLENCIA.
Febrero 1 - MACHI, Domingo. LANZAROTE. Hijo de José Tomás y Ana
Masnera. 55 años, casado con Juana Morales. Sin oficio. SIN DA­
TOS DE DOLENCIA. (*)
Febrero 1 - PEREZ, Pablo. LANZAROTE. Hijo de Marcial y Rosa Nieve. 15
años, soltero. Labrador. VICIO SIFILITICO.
Febrero 3 - MERINO, Bartolomé. LANZAROTE. Hijo de José e Isabel Martí­
nez. 18 años, soltero. Labrador. VICIO VENEREO.
Febrero 13 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pe­
dro e Isabel Rodríguez, 60 años, soltera. DISENTERIA.

(*) Se repite el asentamiento.


- CABRERA, Juana. FUERTE VENTURA. Hija de Felipe y de Fran­
cisca Morales. 16 años, soltera.
Febrero 24 - ACOSTA, María. LANZAROTE. Hija de Leandro y María Alve.
27 años, casada con Juan Rodríguez.
Febrero 24 - ROSALES, Luisa. LANZAROTE. NO FIGURAN OTROS DATOS.
Febrero 27 - SILVEYRA, Antonio. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
Salvador y María del Rosario Martínez. 26 años, soltero. Marinero.
SARNA.
Marzo 10 - CASTRO, Antonio de. GRAN CANARIA. Hijo de Cayetano y
Bárbara de la Cruz. 24 años, casado en su país con Faustina Fupi-
ñón. Marinero. VICIO HERPETICO.
Marzo 18 - DIAZ, Antonia. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 36 años, viuda de
José Hernández. 2 hijos, Vino sin habla. APOPLEJIA. FALLECIO.
Marzo 25 - MORALES, Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de José
y María Asunción García. 28 años, casado con María Josefa Masca-
reña. Labrador. 1 hijo. ENCEFALITIS.
Marzo 31 - ESPINOSA, Antonio. FUERTE VENTURA. Hijo de Diego y Bár­
bara Calesa. 37 años, casado en su país con Quintana Espinosa. 3
hijos. Sin oficio. ULCERA.
Abril 3 - MEDINA, Marcelino. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
Ignacio y de Concepción Hernández. 38 años, casado en su país con
Juana Padrón. 2 hijos. Zapatero. ENCEFALITIS.
Abril 12 - CURBELO, Rafael. LANZAROTE. Hijo de Pedro y Josefa Fuen­
tes. 17 años, soltero. Sin oficio. REUMATISMO.
Abril 20 - FUENTES, Francisco. LANZAROTE. Hijo de Juan Antonio y
Agustina Guadalupe. 32 años, casado en ésta con Norberta García. 3
hijos. Marinero. VICIO VENEREO.
Abril 23 - SACRAMENTO, José Antonio. SANTA CRUZ DE TENERIFE.
Hijo de la inclusa. 54 años, soltero. Labrador. DISENTERIA. FA­
LLECIO.
Abril 23 - TEJERA, Bárbara. LANZAROTE. Hija de Silvestre y Bárbara Gil.
22 años, soltera.
Abril 27 - CURBELO, Rafael. LANZAROTE. Hijo de Pedro y Josefa Fuen­
tes. 17 años, soltero. Labrador. VICIO VENEREO.
Mayo 2 - SANTANA, Juan. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de la Casa
de Expósito. 60 años, casado en su país con Juana Ayva. 2 hijos.
Labrador. DISENTERIA.
Mayo 3 - MEZA, José. LANZAROTE. Hijo de José Cabrera (Sic) y Rosalía
Hernández. 50 años, viudo en su país de María Márquez García. 1
hijo. Labrador. CATARRO.
Muyo 6 - FUENTES, Francisco. LANZAROTE. Hijo de Manuel y Juana
Carballo. 22 años, soltero. Marinero. VICIO HERPETICO.
Mayo 7 - VENTURA, Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de José
y Josefa Domínguez. 30 años, casado en su país con Marga Miran­
da. 2 hijos. Labrador. CATARRO.
Mayo 9 - GARCIA, Julián. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Juan y
Juana Marrero. 26 años, casado en su país con Dominga Larrosa.
Labrador. VICIO SIFILITICO.
Mayo 9 - LEON, Marcial de. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Juan
Antonio y María Gabriela. 26 años, soltero. Labrador. DISENTE­
RIA.
Mayo 9 - TEJERA, Antonio Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo
de José y Juana Gómez. 47 años, casado en su país con Casimira
Morales. 1 hijo. Labrador. SARNA.
Mayo 12 - GARCIA, Cayetano. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Agus­
tín y Agustina Martínez. 19 años, soltero. Labrador. ULCERA.
Mayo 19 - CASTRO, Antonio. GRAN CANARIA. Hijo de Cayetano y Bárba­
ra de la Cruz. 25 años, soltero. Marinero. VICIO VENEREO.
Mayo 22 - PICA, Manuel Ventura. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
José Ventura y Josefa Domínguez. 30 años, casado en su país con
Margarita Miranda. 2 hijos. Labrador. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Mayo 25 - RODRIGUEZ, Francisco. LANZAROTE. Hijo de Pedro y Ana de
León. 63 años, casado con Tomasa Hernández. 4 hijos. Labrador.
HEPATITIS. FALLECIO.
Mayo 26 - MERA, José. LANZAROTE. Hijo de otro y Rosalía Franda. 51
años, viudo en su país de María García. 2 hijos. Labrador. SARNA.
Mayo 28 - SANTANA, José. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Expósito, 60
años, casado en su país con Juana Aysa. 2 hijos. Labrador. CATA­
RRO.
Mayo 31 - LLERENA, José. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de otro y
Josefa María Salamo. 49 años, viudo en ésta de Isabel Regalada.
DISENTERIA.
Junio 1 - GARCIA, Bárbara. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Fran­
cisco y Angela García. 22 años, soltera.
Junio 5 - TEJERA, Antonio Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo
de José y Ana Gómez. 48 años, casado en su país con Casimira
Morales. 1 hijo. Labrador. SARNA.
Junio 8 - ESPINOSA MANTERO, Ricardo. FUERTE VENTURA. Hijo de
Antonio y Quintana Espinosa. 16 años, soltero. Sin oficio. ULCE­
RA.
Junio 8 - HOLGADO, Antonio. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
Juan y Josefa Amador. 20 años, soltero. Labrador. CATARRO.
Junio 9 - SANTANA, Juan. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Expósito. 60
años, casado en su país con Juana de Aysa. 2 hijos. Labrador. SAR­
NA.
Junio 28 - GARCIA, Bárbara. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Fran­
cisco y Angela García. 22 años, soltera. CATARRO PULMONAR.
Junio 28 - NAVARRO, Domingo. LANZAROTE. Hijo de Ramón y Antonia
Cuyzá. 17 años, soltero. Labrador. FISTULA.
Junio 30 - ROMERO, José. LANZAROTE. Hijo de Tomás y María Pérez. 27
años, soltero. Galafate. CONTUSION.
Julio 1 - CUBAS, José Jorge. FUERTE VENTURA. Hijo de Pedro y María
Melián. 40 años, soltero. Labrador. SARNA.
Julio 4 - CARRION, Desiderio, FUERTE VENTURA. Hijo de Ceferino y
María Barrios. 27 años, soltero. Labrador. CATARRO.
Julio 5 - LEON, Vicente. LANZAROTE. Hijo de otro y María Hernández.
92 años, viudo en ésta de Francisca Caseñas. 6 hijos. Labrador.
DISENTERIA CRONICA. FALLECIO.
Julio 8 - RUANO, Francisco. ISLA DE LA PALMA. Hijo de José y Juana
Ramírez. 36 años, viudo en su país de Rafaela Reyes. 1 hijo. Tone­
lero. CATARRO.
Julio 12 - MORALES, Antonio. LANZAROTE. Hijo de Juan y Juana Mora­
les. 37 años, casado en ésta con Juliana Alvarez. 6 hijos. Labrador.
SIN DATOS DE DOLENCIA.
Julio 13 - GARCIA, Josefa. FUERTE VENTURA. Hija de Domingo y Juana
Marrero. 100 años, viuda en su país de Domingo García. ENTERI­
TIS CRONICA. FALLECIO.
Julio 13 - MARIA LUISA (NO EXPRESAN MAS DATOS). LANZAROTE.
Hija de Andrés Luis y Lucía Melchora. 40 años. Casada con Anto­
nio Pérez. 7 hijos. FALLECIO.
Julio 14 - CASTRO, Antonio. GRAN CANARIA. Hijo de otro y Bárbara de
la Cruz. 24 años, soltero. Marinero. VICIO VENEREO.
Julio 15 - LEON, Tomás de. CANARIAS. Hijo de Lorenzo y Catalina Alva-
rado. 50 años, casado en su país con María Pini Fleyta. 6 hijos.
Labrador. SARNA.
Julio 20 - BENTANCUR, Juan. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Pe­
dro y Francisca Morales. 23 años, soltero. Labrador. PLEURESIA.
Julio 20 - GONZALEZ CRESPIN, Domingo. SANTA CRUZ DE TENERI­
FE. Hijo de otro y María Carmona. 37 años, casado con María
Suárez de la Guardia. 3 hijos. Labrador. REUMATISMO.
Julio 21 - MARTIN, Bernardino. LANZAROTE. Hijo de Domingo y Antonia
Blanco. 25 años, casado en su país con Rosalía Hiñona. Marinero.
ENCEFALITIS.
Julio 22 - BAUTISTA, José. FUERTE VENTURA. Hijo de Miguel y Bárbara
Alfaro. 38 años, casado en su país con Victorina Carroso. 3 hijos.
Labrador. VICIO VENEREO.
Julio 23 - CASTILLO, Salvador. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
Francisco y Juana de Almay. 50 años, casado con María Bleva. 1
hijo. Labrador. VICIO HERPETICO. FALLECIO.
Julio 25 - LORENZO, Juan. GRAN CANARIA. Hijo de José y Josefa Anto­
nia Pérez. 23 años, soltero. Labrador. GONORREA.
Agosto 1 - ALBRES, Santiago. ISLA DE LA PALMA. Hijo de Juan y Policar-
pia Rodríguez. 60 años, casado en su país con Josefa País. 5 hijos.
Labrador. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Agosto 1 - HERNANDEZ, Francisco. ISLA DE FIERRO. Hijo de otro y Ma­
ría Antonia. 18 años, soltero. Labrador. SARNA.
Agosto 2 - PERAZA, Salvador. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Ma­
nuel y Antonia Cabrera. 28 años, casado con Juana Dolores. 1 hijo.
Labrador. REUMATISMO.
Agosto 3 - CASTRO, Nicolás de. CANARIAS. Hijo de José y Josefa Medina.
48 años, casado con Simona Jayme. 3 hijos. Labrador. SIN DATOS
DE DOLENCIA.
Agosto 3 - GONZALEZ, Josefa. FUERTE VENTURA. Hija de Teodoro y Ro­
salía Rodríguez. 60 años, viuda en su país de Isidoro Pérez. 2 hijos.
SIN DATOS DE DOLENCIA.
Agosto 3 - JAYME, Simona. CANARIAS. Hija de Simón y María Cabral. 38
años, casada con Nicolás de Castro. 3 hijos. SIN DATOS DE DO­
LENCIA.
Agosto 4 - MOÑONES, Rosalía. LANZAROTE. Hija de Andrés y María Mar­
tín. 30 años, casada con Bernardino Martín. GASTRITIS AGUDA.
FALLECIO.
Agosto 6 - SANCHEZ, Antonio. GRAN CANARIA. Hijo de Diego y Agusti­
na de Sosa. 66 años, casado en su país con Juana Sánchez. 5 hijos.
Labrador. SARNA.
Agosto 6 - SANCHEZ, José. GRAN CANARIA. Hijo de Antonio y Juana
Sánchez. 17 años, soltero. Labrador. SARNA.
Agosto 10 - MARTIN, Marcelino. GRAN CANARIA. Hijo de Juan y Rosalía
Martín. 23 años, soltero. Marinero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Agosto 14 - CAMPOS, María Dominga. SANTA CRUZ DE,TENERIFE. Hija
de Feliciano y María Manuela Correa. 40 años, viuda en Buenos
Aires de Juan Diego López. 3 hijos. ERISIPELA.
mi

Agosto 18 - PEREZ, Gabriel. LANZAROTE. Hijo de Andrés y Rosalía Carne-


jo. 12 años. ENCEFALITIS.
Agosto 28 - DENIS, Marco. LANZAROTE. 18 años, soltero. Labrador. CATA­
RRO.
Agosto 29 - VERA, Rafaela de. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de José y
Nicolasa Zambrano. 60 años, viuda en su país de Sebastián Espino-
za. 2 hijos. GASTRITIS.
Setiembre 7 - HERNANDEZ, Eugenio. LANZAROTE. Hijo de Sebastián y Jua­
na Duarte. 26 años, soltero. Labrador. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Setiembre 21 - LLERENA, Micaela María Francisca. SANTA CRUZ DE TENE­
RIFE. Hija de José y de Isabel Regalado. 20 años, soltera. REUMA­
TISMO.
Setiembre 27 - RODRIGUEZ, Andrés. ISLA DE LA PALMA. Hijo de Andrés y
Teresa de Paz. 24 años, soltero. Labrador. CATARRO PULMONAR.
Setiembre 28 - GARCIA, Diego. FUERTE VENTURA. Hijo de Cristóbal y María
Josefa Castilla. 50 años, casado en su país con Micaela García. Sin
oficio. REUMATISMO.
Setiembre 29 - MORENO, Miguel. GRAN CANARIA. Hijo de Juan José y Rafae­
la de Santa Ana. 66 años, viudo en su país de Alejandra Rodríguez.
2 hijos. Fabricante de cera. DISENTERIA CRONICA. FALLECIO.
Octubre 2 - GARCIA, Norberta. LANZAROTE. Hija de Pedro y Juana María
de Castro. 36 años, casada en ésta con Francisco de Cuenca. 3 hijos.
URETRITIS.
Octubre 3 - GONZALEZ, Antonio. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo del
mismo y María de Jesús. 52 años, soltero. Marinero. DISENTERIA.
Octubre 5 - ARIAS, María de. FUERTEVENTURA. Hija de Francisco y Jose­
fa Peña. 62 años, casada con Miguel Rodríguez. 1 hijo.
Octubre 9 - CORDERO, José Antonio. GOMERA. Hijo de Tomás y María
Josefa Cordero. 16 años, soltero. Labrador. SARNA.
Octubre 9 - HERNANDEZ, Gabriel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
José y María Rodríguez. 6 años. GASTRITIS CRONICA.
Octubre 9 - MORALES, Antonio. ISLA DE LA PALMA. Hijo del mismo y de
Rafaela Gutiérrez. 17 años, soltero. Labrador. SIN DATOS DE DO­
LENCIA.
Octubre 9 - VAXE, José Antonio. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Juan
Agustín y María de los Angeles. 16 años, soltero. Sin oficio. SIN
DATOS DE DOLENCIA.
Octubre 9 - VAXE, Manuel Luis. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Juan
Agustín y María de los Angeles. 18 años, soltero. Sin oficio. SIN
DATOS DE DOLENCIA.
- GARCIA, Diego. FUERTE VENTURA. Hijo de Cristóbal y María
del Castillo. 50 años, casado en su país con Micaela García. Sin
oficio. REUMATISMO.
Octubre 18 - MORALES, Salvador. ISLA DE LA PALMA. Hijo de Antonio y
Rafaela Gutiérrez. 15 años, soltero. Labrador. SIN DATOS DE DO­
LENCIA.
Octubre 24 - GARABOTA, Josefa. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de
padre desconocido y Juana Garabota. 33 años, casada con Antonio
Ramírez. 1 hijo. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Octubre 30 - CABRERA, Antonio José. CANARIAS. Hijo de Marcial y Antonia
Brito. 17 años, soltero. Labrador. HERIDO.
Noviembre 4 - MACHIN, Catalina. FUERTEVENTURA. Hija de Marcial y Joa­
quina Figueroa. 15 años, soltera. VICIO HERPETICO.
Noviembre 7 - VENTURA, Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de José
y Josefa Domínguez. 30 años, soltero. Labrador. SIN DATOS DE
DOLENCIA.
Noviembre 8 - CARTALLA, José. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Nico­
lás Hernández (Sic) y Ana Luisa Insurriaga. 50 años, viudo en su
país de María Rodríguez. 3 hijos. Labrador. SIN DATOS DE DO­
LENCIA.
Noviembre 12 - VERA, Rafaela de. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de José y
Nicolasa Sambrana. 60 años, viuda en su país de Sebastián Espino­
sa. 1 hijo. CATARRO PULMONAR.
Noviembre 20 - RUIZ SANCHEZ, Domingo. FUERTEVENTURA. Hijo de Andrés
y Ana María Cardona. 33 años, soltero. Labrador. SIN DATOS DE
DOLENCIA.
Noviembre 26 - SOCA María. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de José Fran­
cisco e Isabel Pelufo. 28 años, soltera. ABCESO.
Noviembre 29 - BALUSTRIN, José Basilio. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo
de Antonio y Bárbara Hernández. 21 años, soltero. Labrador. REU­
MATISMO.
Diciembre 4 - DIAZ, Manuel. LANZAROTE. Hijo de Ramón y María Engracia
Martín. 16 años, soltero. Labrador. CATARRO.
Diciembre 16 - SANTANA, Luis. CANARIAS. Hijo de la Inclusa. 22 años, solte­
ro. Labrador. CATARRO.
Diciembre 19 - GARCIA, Antonio. ISLA DE LA PALMA. Hijo de José y Ana
Lorenza. 23 años, soltero. Labrador. GASTRITIS.
Diciembre 31 - ABREU, Carlos. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Francis­
co y Rita Amore. 14 años, soltero. Labrador. ESCORBUTO.
A Ñ O 1839

Enero 6 - GARCIA, Bárbara. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Fran­


cisco y Angela García. 22 años, soltera. PULMONIA. FALLECIO.
Enero 14 - CABRERA, Pedro. LANZAROTE. Hijo de Roque y Bárbara Teña.
21 años, soltero. Labrador. PLEURESIA.
Enero 21 - CAMINO, Pedro Concepción. LANZAROTE. Hijo de Domingo y
Juana María Villar. 18 años, soltero. Labrador. ESCORBUTO.
Enero 22 - GUTIERREZ, Dominga. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de
José y Francisca Pérez. 30 años, viuda en su país de Tomás López. 1
hijo. GASTRITIS.
Enero 24 - VENTURA, Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de José
y Josefa Domínguez. 28 años, soltero. Labrador. CATARRO.
Enero 25 - BASILIO, Francisco. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de An­
tonio Valentín y Bárbara Fernández. 21 años, soltero. Labrador. GAS­
TRITIS. FALLECIO.
Enero 28 - HERNANDEZ, Eugenio. LANZAROTE. Hijo de Sebastián y Jua­
na Duarte. 27 años, soltero. Labrador. VICIO SIFILITICO.
Enero 28 - REYES, José. ISLA DE LA PALMA. Hijo de Francisco y María
González. 56 años, casado en su país con María Perdón. Labrador.
GASTRITIS.
Febrero 1 - TOLEDO, Pedro. LANZAROTE. Hijo de José y Brígida Pérez. 23
años, soltero. Labrador. REUMATISMO CRONICO.
Febrero 6 - CABRERA, Petrona. LANZAROTE. Hija de Vicente Camacho y
María Cabrera. 13 años, soltera.
Febrero 9 - BORGES, José. FUERTE VENTURA. Hijo de Leonardo y María
de Vera. 26 años, soltero. Labrador. GASTROENTERITIS. FALLE­
CIO.
Febrero 17 - LENES, Nicolás. LANZAROTE. Hijo de Marcial y Lucía Terna.
34 años, casado en ésta con María Bera. 3 hijos. Labrador. FISTU­
LAS VENEREAS.

Febrero 20 - ARA, María. FUERTE VENTURA. Hija de Francisco Javier y Jo­


sefa Peña. 66 años, casada en ésta con Miguel Rodríguez. 1 hijo
PULMONIA CRONICA.
Marzo 17 - RIBERO, Juan. CANARIAS. Hijo de Francisco y María Marcela
21 años, soltero. Labrador. VICIO SIFILITICO.
Marzo 22 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pe­
dro e Isabel Rodríguez. 64 años, soltera. AFTAS.
Abril 1 - PEREZ, Gabriel. LANZAROTE. Hijo de Andrés y Rosalía Carne-
jo. 13 años, soltero. ESCORBUTO.
- AGUILAR, Joaquín. CANARIAS. Hijo de Salvador y María Her­
nández. 44 años, casado en su país con Blanca Toledo. 2 hijos.
Pescador. VICIO VENEREO.
Abril 8 - CASTRO, Antonio. CANARIAS. Hijo de Cayetano y Bárbara de
la Cruz. 26 años, casado en su país con Faustina Estupiña. Marine­
ro. TISIS PULMONAR. FALLECIO.
Abril 9 - RODRIGUEZ, Juan. LANZAROTE. Hijo de Domingo y Agustina
de los Reyes. 70 años, viudo de Antonia Lorenza de Fuentes. 1 hijo.
Labrador. DISENTERIA CRONICA.
Abril 20 - RODRIGUEZ, María. FUERTE VENTURA. Hija de Joaquín y Ana
María Bautista. 22 años casada con Juan Ocampo. HIDROPESIA.
Abril 30 - JINORIA, María Dolores. ISLA DE LA GOMERA. Hija de Juan y
María Méndez. 40 años, casada con Miguel Fuerte y Trujillo. GAS­
TRITIS.
Mayo 8 - ARAS, María de. FUERTE VENTURA. Hija de Francisco Javier y
Josefa Peña. 66 años, casada en ésta con Miguel Rodríguez. 1 hijo.
TISIS PULMONAR. FALLECIO.
Mayo 8 - FELIPE, María del Rosario. FUERTEVENTURA. Hija de Juan y
María de la Asunción Rodríguez. 43 años, casada en ésta con José
Guillén. 5 hijos. FRACTURA.
Mayo 19 - CABRERA, Juan. LANZAROTE. Hijo de Francisco y María Pa­
checo. 30 años, soltero. Marinero. VIRUELAS. FALLECIO.
Mayo 25 - GONZALEZ, Gerónimo. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
José y Juana Engracia. 28 años, soltero. Sin oficio. GASTROENTE­
RITIS. FALLECIO.
Mayo 25 - MACHIN, José. LANZAROTE. Hijo de otro y Josefa Martínez. 20
años, soltero. Carretillero. HERIDO.
Mayo 25 - MEDINA, Marcelo. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Igna­
cio y Concepción Hernández. 38 años, casado en su país con Juana
Padrón. 2 hijos. Zapatero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Junio 7 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pe­
dro e Isabel Rodríguez. 60 años, soltera.
Junio 11 - PEREZ, Manuel. LANZAROTE. Hijo de Diego y Juana Villalba.
23 años, soltero. Sin oficio. GASTRITIS.
Junio 25 - DORTO, Tomasa. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pedro y
Jacinta Martínez, 25 años, soltera. VICIO HERPETICO.
Junio 25 - RODRIGUEZ, Ana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Juan
y Antonia Tejada, 34 años, soltera. REUMATISMO.
Junio 29 - GONZALEZ, Juan. LANZAROTE. Hijo de Vicente y María Bernar­
da. 18 años, soltero. Sin oficio. HERIDO DE BALAS. FALLECIO.
Junio 30 - PEREZ, Manuel. LANZAROTE. Hijo de Diego y Juana Coruga,
22 años, soltero. Sin oficio. GASTRITIS.
Julio 15 - CABRERA, Andrés. LANZAROTE. Hijo de Manuel y Micaela
González. 19 años, soltero. Pescador. HERIDO.
Julio 18 - CARPA, Gregorio. FUERTEVENTURA. Hijo de Agustín y Rosa
de León. 25 años, soltero. Sin oficio. ENCEFALITIS. FALLECIO.
Julio 19 - INFANTE, José. FUERTEVENTURA. Hijo de Rafael y Alicia
Cuadro. 21 años, soltero. Labrador. HERIDA.
Agosto 1 - AGUIAR, Joaquín. CANARIAS. Hijo de Salvador y María Cande­
laria Hernández. 44 años, casado en su país con Blasina de Tolena. 2
hijos. Marinero. VICIO VENEREO.
Agosto 2 - HERNANDEZ, Eugenio. LANZAROTE. Hijo de Sebastián y Jua­
na Duarte. 27 años, soltero. Labrador. REUMATISMO.
Agosto 4 - ESPINOSA, Antonio. FUERTEVENTURA. Hijo de Diego y Bár­
bara Calero. 37 años, casado en su país con Quintina Espinosa. 3
hijos. Sin oficio. PLEURITIS CRONICA. FALLECIO.
Agosto 7 - INFANTE, José. FUERTEVENTURA. Hijo de Rafael y María
Cuadro. 21 años, soltero. Labrador. ULCERA SIMPLE.
Agosto 7 - MERA, José. LANZAROTE. Hijo de otro y Rosalía Hernández.
50 años, viudo en ésta de María Marques. 2 hijos. Labrador. CATA­
RRO.
Agosto 7 - PEREZ, Manuel. LANZAROTE. Hijo de Diego y Juana Corruja.
22 años, soltero. Labrador. DISENTERIA.
Agosto 28 - MARICHAR, Juan. FUERTEVENTURA. Hijo de Francisco y Ma­
ría Rodríguez. 19 años, soltero. Peón. ENCEFALITIS. FALLECIO.
Setiembre 8 - MACHIN, Domingo. LANZAROTE. Hijo de José y Ana Marrera.
59 años, casado en Fuerteventura con Francisca Morales. GASTRI­
TIS.
Setiembre 9 - RE, María. LANZAROTE. Hija de Antonio y Juliana Bartes. 25
años, viuda en su país de Francisco Falero. 2 hijos.
Setiembre 18 - PEREZ, Francisco. LANZAROTE. Hijo de Antonio y María Dolo­
res. 16 años, soltero. Sin oficio. AMPUTACION.
Setiembre 28 - VENTURA, Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de José
y Josefa Domínguez. 38 años, soltero. Labrador. REUMATISMO.
Octubre 10 - MARTIN, Inés. FUERTEVENTURA. Hija de Joaquín y María
Peña de Armas. 50 años, viuda en su país de Domingo Medina. 3
hijos. GASTRITIS.
Octubre 10 - MARTINEZ, Gregorio. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
Juan y María Padrona. 20 años, soltero. Labrador. ENCEFALITIS.
FALLECIO.
- GONZALEZ, José Inés. FUERTEVENTURA. Hijo de otro y Ana
Reyes. 42 años, casado en su país con Josefa Delgado. 1 hijo. La­
brador. CATARRO PULMONAR.
Octubre 18 - JUAN, Francisco. CANARIAS. Hijo de José Eduardo y Juana
Ramírez. 37 años, viudo en su país de Rafaela Reyes. 1 hijo. Tone­
lero. GASTRITIS.
Octubre 19 - VIVENTE, Blas. ISLA DE LA PALMA. Hijo de padre desconoci­
do y de María González. 20 años, soltero. Labrador. CONTUSION.
Octubre 27 - BERA, Francisco Antonio. FUERTEVENTURA. Hijo de Antonio
y Ana Cabrera. 50 años, soltero. Labrador. ENCEFALITIS. FALLE­
CIO.
Noviembre 3 - ESPINO, Victoria. LANZAROTE. Hija de Antonio y Francisca
Torres. 56 años casada en ésta con Luis Martínez. 8 hijos. GASTRI­
TIS.
Noviembre 11 - MACHIN, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pedro e
Isabel Rodríguez. 62 años, soltera. CONTUSION.
Noviembre 13 - PEREZ, Manuel. LANZAROTE. Hijo de Diego y Juana Corruja.
24 años, soltero. Labrador. CATARRO.
Noviembre 16 - ROSA, José da. ISLA GRACIOSA (CANARIAS). Hijo de otro y
Narcisa Rosa. 36 años, casado en su país con María Joaquina. 2
hijos. Labrador. GASTRITIS.
Noviembre 30 - PEREZ, Manuel. LANZAROTE. Hijo de Diego y Juana Corruja.
24 años, soltero. Labrador. CATARRO.
Noviembre 30 - REY, María. LANZAROTE. Hija de Antonio y Juliana Duarte. 30
años, soltera.
Diciembre 14 - SANTANA, Juan. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de la In­
clusa. 60 años, casado con Juana Dagra. 2 hijos. Labrador. OFTAL­
MIA.
Diciembre 23 - TORRES, Manuel. LANZAROTE. Hijo de Pedro y María Hernán­
dez. 50 años, casado con Carmen Suárez. Sin oficio. HERIDO.

A Ñ O 1840

Enero 4 - CUELLO, Pablo. LANZAROTE. Hijo de Marcial y Antonia Fajar­


do. 20 años, soltero. Labrador. FLEMON.
Enero 10 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pe­
dro e Isabel Rodríguez. 60 años, viuda de Ignacio Alvarez. CONTU­
SION.
Febrero 7 - AGUIAR, Joaquín. CANARIAS. Hijo de Salvador y María Cande­
laria Hernández. 44 años, casado en su país con Blasina de Tolena, 2
hijos. Marinero. PULMONIA.
- MORALES, Manuel. CANARIAS. Hijo de José Antonio y María
García. 24 años, casado en su país con María Mascareña. 1 hijo. Sin
oficio. REUMATISMO.
Marzo 7 - RODRIGUEZ, Pablo. LANZAROTE. Hijo de Antonio y Micaela
Delgado. 44 años, viudo de Andrea Gutiérrez. Sin oficio. ERISIPELA.
Marzo 16 - TEJERA, Antonio Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo
de José y Ana Gómez. 50 años, casado con Casimira Morales. La­
brador. GASTRITIS.
Marzo 20 - ALMAS, Marcial. CANARIAS. Hijo de José y María Bárbara
Britos. 19 años, soltero. Sin oficio. VICIO VENEREO.
Abril 14 - BERA, Rafaela. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de José y
Nicolasa Zambrano. 70 años, viuda en su país de Sebastián Espino­
sa. 2 hijos. DISENTERIA.
Abril 22 - RODRIGUEZ, Pablo. LANZAROTE. Hijo de Antonio y Micaela
Delgado. 45 años, viudo en su país de Andrea Gutiérrez. 6 hijos.
Labrador. ERISIPELA.
Abril 27 - GONZALEZ, Bartolomé. LANZAROTE. Hijo de Juan Agustín y
Juana Rafaela Hernández. 35 años, soltero. Marinero. HERIDAS.
Mayo 9 - AVELLON, Gregorio. LANZAROTE. Hijo de José y María Sán­
chez. 37 años, soltero. Labrador. DISENTERIA.
Mayo 18 - MARTINEZ, Juan. LANZAROTE. Hijo de Marcial y María Burales.
25 años, casado con Josefa Cabrera. Labrador. HERIDO. FALLECIDO.
Mayo 19 - PINO SUAREZ, José. CANARIAS. Hijo de Ignacio y María Do­
mínguez. 56 años, viudo en su país de María de la Concepción. 4
hijos. Labrador. DISENTERIA. FALLECIO.
Mayo 20 - RODRIGUEZ, Dalmacio. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
Nicolás y María Rodríguez. 40 años, viudo en su país de Antonia
Rodríguez de Santiago. Labrador. GASTRITIS.
Mayo 23 - HERNANDEZ, José. ISLA DE PALMA. Hijo de José y Francisca
Guerra. 30 años, soltero. Labrador. HERIDA.
Mayo 24 - VILLALBA, Ginés. LANZAROTE. Hijo de Ignacio y Cayetana
del Rosario. 21 años, soltero. Pescador. REUMATISMO.
Junio 2 - GARCIA, Domingo. LANZAROTE. Hijo de Ignacio y Josefa Cor­
dones. 22 años, soltero. Labrador. VICIO VENEREO.
Junio 20 - CABRERA, Juan. ISLA DE LA PALMA. Hijo de Antonio y María
Márquez. 58 años, casado con Luisa Fernández. 12 hijos. Carpinte­
ro. REUMATISMO. BALDADURAS.
Julio 15 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pe­
dro e Isabel Lucía Gallardo. 58 años, viuda en ésta de Ignacio
Alvarez. GASTRITIS.
Julio 31 - MEDINA, Antonio. LANZAROTE. Hijo de Francisco y Candela­
ria Hernández. 25 años, soltero. Marinero. HERIDO.
Agosto 4 - REY, María. LANZAROTE. Hija de Antonio y Juliana Duarte. 30
años, soltera. ULCERA.
Agosto 6 - GONZALEZ, Juan. ISLA DE LA PALMA. Hijo de José Antonio y
María de la Cruz. 22 años, soltero. Marinero. VICIO VENEREO.
Agosto 19 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pe­
dro e Isabel Lucía. 58 años, viuda en ésta de Ignacio Alvarez. CA­
TARRO.
Setiembre 1 - CABRERA, Antonio. FUERTEVENTURA. Hijo de Juan y Grego-
ria Local. 50 años, soltero. Marinero. APOPLEJIA. FALLECIO.
Setiembre 18 - RODRIGUEZ, Toribio. LANZAROTE. Hijo de Antonio e Ignacia
Bonilla. 13 años, soltero. Sin oficio. FRACTURA.
Octubre 3 - BERRIEL, Alejandro. LANZAROTE. Hijo de Juan y María More-
yra. 45 años, casado en ésta con Antonia Guerriel. 7 hijos. Labrador.
ULCERA.
Octubre 9 - LEMES, Francisco. LANZAROTE. Hijo de Marcial. 23 años, sol­
tero. Labrador. VICIO VENEREO.
Octubre 17 - PEREZ, Domingo. LANZAROTE. Hijo de Vicente y Margarita
Rodríguez. 24 años, soltero. Labrador. GASTRITIS.
Octubre 26 - MARTINEZ, Salvador. GRAN CANARIA. Hijo de Manuel y Ca­
talina González. 17 años, soltero. Labrador. BLENORRAGIA.
Octubre 27 - REYES, Rafael. LANZAROTE. Hijo de Lorenzo y María Viera.
25 años, casado en su país con Fernanda Toledo. 1 hijo. Marinero.
SIFILIS.
Octubre 28 - REYES, Andrés. LANZAROTE. Hijo de otro y de Antonia Tusar-
da. 21 años, soltero. Carrero. CONTUSION.
Diciembre 15 - RODRIGUEZ, Agustín. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
Agustín y María del Rosario Gómez. 60 años, casado en su país con
Gabriela Sor. 2 hijos. Peón. DISENTERIA.

A Ñ O 1841

Enero 3 - PAIS Y GUADALUPE, José de. LANZAROTE. Hijo de la Inclu­


sa. 58 años, casado con Nicolasa Núñez. 4 hijos. Labrador. HERI­
DO.
Enero 13 - LEMES, Francisco. LANZAROTE. Hijo de Marcial y Josefa Ro­
dríguez. 21 años, soltero. Labrador. VICIO VENEREO.
Febrero 11 - ALVAREZ, Antonio Francisco. SANTA CRUZ DE TENERIFE.
Hijo de Juan Antonio y Beatriz Alonso. 51 años, casado en ésta con
Antonia González. 6 hijos. Labrador. HERIDO.
Mnrzo 9 - PINEDA, Miguel. CANARIAS. Hijo de Pedro y Gregoria Salinas
28 años, soltero. Pescador. HERIDO.
Marzo 16 - REYES, Luciano. LANZAROTE. Hijo de Ginés y Rosalía Mera
36 años, casado en su país con Rosalía García. 5 hijos. Marinero
REUMATISMO.
Marzo 21 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pe
dro e Isabel Lucía. 58 años, viuda en ésta de Ignacio Alvarez. DI
SENTERIA.
Marzo 30 - VAZQUEZ, Juliana Carlota. FUERTE VENTURA. Hija de Agustír
y Sebastiana Cabrera. 55 años, viuda en su país de Pedro Francés. 1
hijo. CONTUSION.
Abril 22 - MEDEROS, Teodoro. LANZAROTE. Hijo de Diego y María Ca­
llero. 26 años, casado en ésta con Antonia de León. 1 hijo. Pescador
REUMATISMO.
Mayo 6 - MARTINEZ, Salvador. GRAN CANARIA. Hijo de Manuel y Ca­
talina González. 18 años, soltero. Labrador. ENCEFALITIS.
Mayo 14 - SANTOS, Domingo. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de otro
y Gervasio González. 24 años, casado en ésta con Ana Hernández. 1
hijo. Tonelero. HERIDO Y CONTUSION.
Junio 1 - HORTA, Salvador. LANZAROTE. Hijo de Juan y Catalina Horta.
70 años, viudo en su país. 4 hijos. Labrador. DISENTERIA CRONI­
CA. FALLECIO.
Junio 25 - MARTINEZ, María. LANZAROTE. Hija de Miguel y María Sen-
don. 57 años, soltera. REUMATISMO.
Junio 25 - PINEDA, Miguel. CANARIAS. Hijo de Pedro y Gregoria Savina.
28 años, soltero. Marinero. HERIDO.
Julio 1 - DENES, Marcos. LANZAROTE. Hijo de José Antonio y María
Villalba. 23 años, soltero. Labrador. CONVULSION. FALLECIO.
Julio 8 - MARTINEZ, Marcelino. LANZAROTE. Hijo de Rafael y Grego­
ria Callero. 21 años, soltero. Celador de la Ia Sección de Policía.
CATARRO.
Julio 16 - GARCIA, Cayetano. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Agus­
tín y Agustina. 21 años, soltero. Labrador. REUMATISMO.
Julio 21 - TOMAS, Lucía. LANZAROTE. Hija de Marcial y Bárbara Euge­
nia. 50 años, casada con Marcial Gómez. 4 hijos. GASTRITIS.
Julio 29 - PEREZ, Manuel. LANZAROTE. Hijo de Diego y Juana Gorri, 22
años, soltero. Labrador. INFLAMACION.
Julio 21 - MARTINEZ, Salvador. GRAN CANARIA. Hijo de Manuel y Ca­
talina González. 17 años, soltero. Cochero. NEUMONIA.
Agosto 16 - PINERO, Vicente. GRAN CANARIA. Hijo de padre desconocido
y de Francisca Montes de Oca. 60 años, casado con Inés Romero. 4
hijos. Peón. ERISIPELA.
Setiembre 6 - CABRERA, Fernando. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
Fernando Regalado y María Rita Pérez. 24 años, soltero. Labrador.
SIN DATOS DE DOLENCIA.
Setiembre 15 - MERA, José. LANZAROTE. Hijo de otro y Rosalía Selina. 60
años, viudo de María García. NEUMONIA. FALLECIO. (Era labra­
dor).
Setiembre 16 - BERNAL, Bernabé. FUERTEVENTURA. Hijo de Sebastián y Ma­
ría Peña. 35 años, casado con Juana García. 1 hijo. Labrador. EN­
CEFALITIS.
Setiembre 26 - CABRERA, Fernando. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
Felipe y Josefa Regalado. 24 años, soltero. Labrador. OFTALMIA.
Octubre 5 - FRANQUES, Juliana. FUERTE VENTURA. Hija de Ramón y Mar­
garita de Jesús. 55 años, viuda. 1 hijo. REUMATISMO.
Octubre 15 - GARCIA, Domingo. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de José
Antonio y Rosa García. 28 años, soltero. Dependiente de Comercio.
HERIDO.
Octubre 18 - PIÑOLES, Francisco. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de
Antonio y Bartola Chivóte. 29 años, soltero. Peón. HERIDAS.
Noviembre 12 - ALVAREZ, Bartolomé. LANZAROTE. Hijo de Domingo y Rosa­
lía Alfonso. 42 años, casado con Gabriela Romero. Pescador. EN­
CEFALITIS.
Noviembre 17 - TOLEDO, Francisca. LANZAROTE. Hija de Juan y Norberta Gon­
zález. 25 años, casada con Rafael Reyes. 1 hijo.
Noviembre 18 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pe­
dro Machín y María Isabel Gallardo. 60 años, casada con Ignacio
Alvarez.
Noviembre 24 - MEDERO, Antonio. LANZAROTE. Hijo de otro y Juana. 28 años,
soltero. Peón. NEUMONIA.
Diciembre 3 - SOSA, Pedro. LANZAROTE. Hijo de Lorenzo y Candelaria Ro­
que. 52 años, casado con Margarita Hernández. 3 hijos. Pescador.
CONTUSION.
Diciembre 6 - CONCEPCION, Cristóbal. LANZAROTE. Hijo de otro y Domin­
ga Moreno. 22 años, soltero. Peón. HIDROPESIA.
Diciembre 8 - DELGADO, Antonio. 20 años, soltero. Peón. FRACTURA.
Diciembre 11 - CARDONA, José. FUERTEVENTURA. Hijo de Juan y Agustina
Britos. 23 años, soltero. Peón. HIDROPESIA. FALLECIO.
Diciembre 23 - TOMAS, Lucía. LANZAROTE. Hija de Marcial y Bárbara Euge­
nia. 70 años, viuda de Marcial Leme. 4 hijos. GASTRITIS.

A Ñ O 1842

Febrero 2 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pe­


dro e Isabel Gallardo. 60 años, viuda de Ignacio Alvarez. 1 hijo.
ULCERA SIMPLE.
Febrero 11 - SOSA, Pedro. LANZAROTE. Hijo de Lorenzo y Candelaria Ne-
grín. 54 años, casado con Margarita Hernández. Pescador. HERIDA.
Febrero 27 - RODRIGUEZ, Pedro. FUERTEVENTURA. Hijo de Joaquín y Jo­
sefa Navarro. 18 años, soltero. Albañil. VICIO VENEREO.
Marzo 12 - ACOSTA, Francisco. GRAN CANARIA. Hijo de Félix y Siria
Jaime. 43 años, casado con María Cabrera. 2 hijos. Carpintero. DI­
SENTERIA.
Marzo 16 - INORI, María Dolores. CANARIAS. Hija de Juan y María Mén­
dez. 41 años, casada con Miguel Fuerte. 1 hijo. GASTRITIS.
Marzo 25 - VENTURA, Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de José
y Josefa Domínguez. 30 años, casado con Magdalena Miranda. 2
hijos. Albañil. ENCEFALITIS. FALLECIO.
Mayo 2 - MARTIN, Tomás. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Gonza­
lo y Francisca Brito. 37 años, soltero. Marinero. ULCERAS.
Mayo 14 - NAVARRO, Roque. LANZAROTE. Hijo de Pascual y María Mo­
rales. 23 años, soltero, peón. TISIS. FALLECIO.
Mayo 18 - SOSA, Marcelino. CANARIAS. Hijo de Agustín y Antonia Martí­
nez. 35 años, soltero. Peón. GASTRITIS.
Mayo 21 - RODRIGUEZ, Pablo. LANZAROTE. Hijo de Antonio y Micaela
Delgado. 50 años, viuda de André Umpierre. 1 hijo. Labrador. SAR­
NA.
Mayo 23 - RUANO, Francisco. CANARIAS. Hijo de José y Juana Ramírez.
40 años, viudo de Rafaela Reyes. 1 hijo. Tonelero. ANEURISMA.
Junio 12 - CABRERA, José María. CANARIAS. Hijo de Pedro y María Ala-
yón. 24 años, soltero. Peón. VICIO VENEREO.
Junio 19 - REYES, Rafael. LANZAROTE. Hijo de Lorenzo y María Pérez.
24 años, casado con Francisca. 1 hijo. Marinero. HERIDAS. FA­
LLECIO.
Julio 5 - REYES, León. LANZAROTE. Hijo de Manuel y Dorotea Lemes.
12 años. AFTAS. FALLECIO.
Julio 5 - REYES, Víctor. LANZAROTE. Hijo de Manuel y Dorotea Lemes.
13 años. FIEBRE CATARRAL.
Julio 7 - RUIZ, Antonio María. FUERTE VENTURA. Hijo de Domingo y
Juana Brito. 25 años, soltero. Labrador. VIRUELA.
Julio 8 - SANCHEZ, Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de José
y María Candelaria Romero. 22 años, soltero. Sin oficio. HERIDA.
Julio 9 - PADRON, Cayetano. LANZAROTE. Hijo de Francisco y Agustina
Caneja. 16 años, soltero. Marinero. VIRUELA.
Julio 21 - GONZALEZ, José Ramón. CANARIAS. Hijo de Juan Antonio y
Catalina Rosario Nieves. 30 años, casado en su país con Francisca
López, 4 hijos. Labrador. VICIO VENEREO.
Agosto 7 - CABRERA, José María. CANARIAS. Hijo de Pedro y María Ala-
yon. 25 años, soltero. Peón. VICIO VENEREO.
Agosto 16 - PERDOMO, Vicente. LANZAROTE. Hijo de Gerónimo y Bárbara
Rodríguez. 29 años, soltero. Marinero. CONTUSION.
Agosto 26 - MERA, Alejo. LANZAROTE. Hijo de Marcial e Isabel García. 15
años, soltero. Labrador. HERIDA.
Agosto 29 - HERNANDEZ, Eugenio. LANZAROTE. Hijo de Sebastián y Jua­
na Duarte. 31 años, soltero. Labrador. VICIO VENEREO.
Setiembre 3 - ZARENA, María del Carmen. SANTA CRUZ DE TENERIFE. No
conoció padres. 50 años, casada con Bernardo Figueroa. 1 hijo.
NEUMONIA.
Setiembre 5 - GARCIA, Antonio. FUERTEVENTURA. Hijo de Antonio Mateo y
Josefa Cabrera. 23 años, soltero. Labrador. GASTRITIS.
Setiembre 5 - RODRIGUEZ, Juan. GRAN CANARIA. Hijo de otro y Teresa
Cardozo. 20 años, soltero. Labrador. GASTRITIS.
Setiembre 8 - CASTRO, Miguel de. CANARIAS. Hijo de Rafael y María Gon­
zález. 29 años, casado con María Curbelo. 4 hijos. Pescador. HERI­
DAS.
Setiembre 15 - NEGRIN, Agustín. LANZAROTE. Hijo de Bartolomé y Margarita
Febres. 58 años, casado con Josefa Barreta. 1 hijo. Marinero. UL­
CERA GANGRENOSA. FALLECIO.
Setiembre 21 - HERNANDEZ, Eugenio. CANARIAS. Hijo de Sebastián y Juana
Duarte. 31 años, soltero. Labrador. BLENORRAGIA.
Setiembre 26 - MARRERO, José. FUERTEVENTURA. Hijo de Miguel y Rita
García. 51 años, viudo de Teresa Acuña, 3 hijos. Labrador. REU­
MATISMO.
Setiembre 30 - PIÑERO, Vicente. CANARIAS. Hijo de Marcelo y Francisca Piñe-
sco. 58 años, casado con Inés Romero. 4 hijos. Sereno. CATARRO.
Octubre 7 - CEDRES, María. LANZAROTE. Hija de Francisco y María Ro­
dríguez. 20 años, soltera. ABCESO.
Octubre 15 - BONILLA, Manuel. CANARIAS. Hijo de Pedro e Isabel de lu
Cruz. 60 años, soltero. Labrador. TISIS. FALLECIO.
Octubre 28 - MARRERO, José. CANARIAS. Hijo de Miguel y Rita García. 42 años,
viudo de Teresa Acuña. 4 hijos. Pescador. DISENTERIA. FALLECIO.
Noviembre 8 - SALVADOR, José de la Concepción. ISLA DE LA PALMA. Hijo
de padres desconocidos. 70 años, casado con Josefa de León. Labra­
dor. DISENTERIA. FALLECIO.
Noviembre 15 - TOMAS, Lucía. LANZAROTE. Hija de Marcial y Bárbara Euge­
nia. 66 años, casada con Marcial Lernas. 4 hijos. LOCURA.
Noviembre 17 - GONZALEZ, José María. LANZAROTE. Hijo de Gerónimo y
María Barrios. 25 años, soltero. Pescador. VENEREO.
Noviembre 19 - LEON, Francisco de. CANARIAS. Hijo de Manuel y Agustina
Cuello. 25 años, soltero. Peón. NEUMONIA.
Noviembre 21 - CABRERA, Miguel. CANARIAS. Hijo de Miguel y Micaela Fuen­
tes. 20 años, soltero. Marinero. HERIDA.
Noviembre 21 - MEDINA, Marcelino. LANZAROTE. Hijo de Ignacio y Concep­
ción Hernández. 42 años, casado con Juana Padrón. 2 hijos. Zapate­
ro. TISIS. FALLECIO.
Noviembre 25 - CAMINO, Enrique. CANARIAS. Hijo de la Casa de Ejercicios. 29
años, casado con María Mortín. 4 hijos. Peón. CONTUSION.
Diciembre 2 - SUAREZ, Pedro. CANARIAS. Hijo de Cayetano y Josefa Fuentes.
16 años, soltero. Peón. VICIO VENEREO.
Diciembre 22 - BERMUDEZ, Juan. GRAN CANARIA. Hijo de Agustín y Beatriz
de Mauro. 20 años, soltero. Pescador. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Diciembre 27 - FUERTE, Miguel. GOMERA. Hijo de Juan y Rosa Trujillo. 46
años, casado con María Sinosia. Labrador. GASTRITIS.

A N O 1843

Enero 16 - GONZALEZ, Marcelino. CANARIAS. Hijo de Antonio y Bárbara


González. 18 años, soltero. Labrador. VICIO VENEREO.
Enero 24 - LOPEZ, Juan. CANARIAS. Hijo de José y Candelaria Gil. 52
años, casado con María Hernández. Pescador. TISIS. FALLECIO.
Enero 25 - BORGE, María Teresa. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de
Pedro Cayetano y María Encarnación González. 42 años, casada con
Eugenio Maldonado. GASTRITIS.
Enero 30 - CABRERA, Josefa. CANARIAS. Hija de Felipe y Francisca Mo­
rales. 37 años, casada con Manuel González. 2 hijos. ULCERA.
Febrero 14 - PIÑERO, Vicente. CANARIAS. Hijo de Bartolo y Francisca Mon­
tes de Oca. 55 años, soltero. Sereno. NEUMONIA.
l'chrcro 17 - MARTINEZ, José. CANARIAS. Hijo de José y Francisca Valido.
20 años, soltero. Marinero. VICIO VENEREO.
Murzo 1 - REYES, Ramón. LANZAROTE. Hijo de Rafael y Francisco Tole­
do. 12 años. HERIDO.
Marzo 3 - GARCIA, Antonio. CANARIAS. Hijo de Blas y María Aguilar. 45
años, soltero. Labrador. ENCEFALITIS. FALLECIO.
Murzo 3 - HERNANDEZ, Petrona. CANARIAS. Hija de padres desconoci­
dos. 45 años, soltera. ENCEFALITIS.
Murzo 6 - CABRERA, María Candelaria. CANARIAS. Hija de Antonio y
María Patricia Piñero. 42 años, casada con Ramón Suárez. GAS­
TRITIS.
Marzo 9 - JORDAN, María. CANARIAS. Hija de Bartolomé y María Medi­
na. 54 años, viuda de Vicente Pérez. 7 hijos. Vino destinada por el
Gobierno para el servicio. Fugó el día 27 del mismo mes.
Marzo 11 - CRUZ, Josefa de la. GOMERA. Hija de Manuel y Josefa María
Davy. 60 años, viuda de Domingo García. 4 hijos. TISIS. FALLE­
CIO.
Marzo 12 - CECLER, María. GRAN CANARIA. Hija de Francisco y María
Rodríguez. 20 años, soltera. ANEURISMA. FALLECIO.
Marzo 14 - ROMERO, Gabriela. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Die­
go e Inés González. 46 años, casada con Bartolomé Alvarez. ENCE­
FALITIS. FALLECIO.
Marzo 16 - RODRIGUEZ, Pedro. CANARIAS. Hijo de Joaquín y Josefa Na­
varro. 19 años, soltero. Labrador. ENCEFALITIS.
Marzo 20 - GONZALEZ, Martina. CANARIAS. Hija de Manuel y Josefa Ca­
brera. 17 años, soltera. GASTRITIS.
Marzo 20 - MENDOZA, Vicente Antonio. CANARIAS. Hijo de Juan y María
Mendoza. 40 años, casado con Isabel Mendoza. 4 hijos. Labrador.
VIRUELAS. FALLECIO.
Marzo 27 - SOSA, Pedro. CANARIAS. Hijo de padres desconocidos. 50 años,
casado, 3 hijos. Sin oficio. APOPLEJIA. FALLECIO.
Marzo 31 - RODRIGUEZ, Dominga. CANARIAS. Hija de Agustín Francisco
y Gabriela García. 26 años, viuda.
Abril 1 - GONZALEZ, Antonio. LANZAROTE. Hijo de Juan y Juana Vi-
llalba. 22 años, soltero. Pescador. HERIDO.
Abril 10 - PERDIGONA, María Petra. CANARIAS. Hija de Vicente y Petra
Vázquez. 30 años, soltera. TISIS. FALLECIO.
Abril 17 - HERNANDEZ, Domingo. CANARIAS. Hijo de José Agustín y
María Martín Casas. 38 años, casado con María Sacramento M edi­
na. 2 hijos. Labrador. FIEBRE GASTRICA.
Abril 25 - MENDOZA, María Francisca. CANARIAS. Hija de Juan y Catall*
na Cabrera. 10 años. VIRUELAS.
Abril 25 - PEREZ, Alejandro. CANARIAS. Hijo de Juan de Dios y Rafaela,
11 años. VIRUELAS.
Mayo 11 - DIAZ, Juliana. CANARIAS. Hija de Antonio y Antonia Hernán*
dez. 17 años, soltera. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Mayo 12 - SANCHEZ, Antonia María. CANARIAS. Hija de Francisco y Rita
Medina. 24 años, soltera. VIRUELAS. FALLECIO.
Mayo 18 - TORRES, Juan Ramón. CANARIAS. Hijo de Francisco y Magda­
lena García. 20 años, soltero. Peón. TISIS. FALLECIO.
Mayo 23 - FERNANDEZ, Francisco José. GOMERA. Hijo de Diego e Isabel
Méndez. 12 años. VARICELA.
Mayo 27 - SUAREZ, Ramón. CANARIAS. Hijo de padres desconocidos. 44
años, casado con María Candelaria. Labrador. VIRUELA.
Junio 9 - MEDINA, Tomás. GOMERA. Hijo de Domingo y Nemencia José.
68 años, viudo de Bárbara Prieto. 6 hijos. Labrador. GASTRITIS.
Junio 23 - MEDINA, Tomás. GOMERA. Hijo de Domingo y Nemencia José.
68 años, viudo de Bárbara Prieto. 6 hijos. Labrador. DISENTERIA.
FALLECIO.
Julio 6 - HERNANDEZ, Domingo de la Luz. CANARIAS. Hijo de José
Agustín y María Martín Cáceres. 32 años, casado con María Medi­
na. 2 hijos. Labrador. REUMATISMO.
Julio 6 - MEZA, Antonia. CANARIAS. Hija de Juan y Rosa Cabrera. 20
años, soltera. VIRUELAS.
Julio 9 - MARIN, Vicente. CANARIAS. Hijo de otro y María Jesús. 14
años, soltero. Labrador. VIRUELAS. FALLECIO.
Julio 24 - SANTANA, Juan. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo Expósito.
58 años, casado con Juana Deyra. 2 hijos. Labrador. FALLECIO.
Agosto 2 - SUAREZ, Antonio. CANARIAS. Hijo de Melchor y Faustina Vera.
66 años, viudo de Josefa Medina. 4 hijos. Labrador. NEUMONIA.
FALLECIO.
Agosto 11 - MEDERO, Teodoro. CANARIAS. Hijo de Diego y María Callero.
28 años, casado con Antonia León. 1 hijo. Pescador. HERIDO.
Agosto 18 - LARA, Francisca. CANARIAS. Hija de Juan y Antonia Perosa. 30
años, casada con Felipe García. 3 hijos. GASTRITIS.
Agosto 28 - CABRERA, María Bernarda. LANZAROTE. Hija de José y Juana
Cabrera. 25 años, casada con Ambrosio Bolaños. Viene depositada
por la Policía para el trabajo. Salió del orden de la Policía, el 7 de
setiembre.
Agosto 28 - GONZALEZ, María Antonia. LANZAROTE. Hija de Manuel y
María González. 54 años, viuda de José Bolaños. Viene depositada
para el trabajo, por la Policía. Salió de orden de la Policía, el 7 de
setiembre.
Agosto 29 - BARRETO, Juan. CANARIAS. Hijo de Francisco y Antonia Ura-
piérrez. 19 años, soltero. Peón. ESCORBUTO. FALLECIO.
Agosto 31 - HERNANDEZ, Francisco. CANARIAS. Hijo de Diego e Isabel
Méndez. 13 años, soltero. Peón. FIEBRE GASTRICA.
Setiembre 4 - GARCIA, Cayetano. CANARIAS. Hijo de José y María Nicolás.
26 años, soltero. Marinero. HERIDA.
Setiembre 4 - HERNANDEZ, Pedro. CANARIAS. Hijo de Diego e Isabel Mén­
dez. 10 años, peón. TISIS PULMONAR. FALLECIO, luego de 39
días.
Setiembre 7 - MENDOZA, José. CANARIAS. Hijo de José y María Josefa Ba­
rroso. 30 años, casado con Catalina Cavezas. 1 hijo. Labrador. GAS­
TRITIS.
Octubre 26 - HERNANDEZ, Francisco. CANARIAS. Hijo de Diego e Isabel
Méndez. 14 años, soltero. Peón. TISIS. FALLECIO, a los 17 días.

Noviembre 12 - MEDEROS, Diego. LANZAROTE. Hijo de José y Juana Castro.


76 años, casado con María Nazareno. 3 hijos. Marinero. HERIDA
SIMPLE.
Noviembre 15 - MARTINEZ, Domingo. Hijo de Juan y Luisa Hernández. 23 años,
soltero. Labrador. ESCORBUTO. FALLECIO.
Noviembre 15 - TAMOTECINO, José. CANARIAS. Hijo de Bernardo y Antonia
María. 20 años, soltero. Labrador. ESCORBUTO. FALLECIO.
Noviembre 23 - HERNANDEZ, Diego. CANARIAS. Hijo de otro y Catalina Mén­
dez. 60 años, casado con Isabel Méndez. 1 hijo. Labrador. GASTRI­
TIS.
Noviembre 24 - TOLEDO, Francisca. CANARIAS. Hija de Juan y Norberta Gon­
zález. 22 años, viuda de Rafael Rey. 1 hijo. HERIDA SIMPLE.
Noviembre 29 - PEREZ BENTANCOR, Antonio. LANZAROTE. Hijo de Rafael y
Rafaela Bentancor. 22 años, soltero. Labrador. ESCORBUTO.
Diciembre 4 - SANTOS, Domingo. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de otro
y de Gervasia Peña. 27 años, casado con Ana Hernández. 4 hijos.
Tonelero. HERIDA.
Diciembre 5 - CAYEROS, María. CANARIAS. Hija de Francisco y Dominga
Pérez. 66 años, casada con Diego Mederos. 3 hijos. GASTROEN­
TERITIS. FALLECIO.
- PERAZA, Domingo. CANARIAS. Hijo de José y María Sinforiu-
na. 50 años, casado con Josefa María Hernández. 1 hijo. Labrador,
REUMATISMO.
Diciembre 18 - CEDRES, Luciano. CANARIAS. Hijo de José y María Braba [o
Brabo]. 21 años, soltero. Celador de Policía. VICIO VENEREO.
Diciembre 21 - CAVERAS, Catalina. CANARIAS. Hija de Antonio y Catalina
Elvira Mendoza. 30 años, casada con José Mendoza, 1 hijo. GAS­
TRITIS.
Diciembre 29 - OLIVA, Agustín. CANARIAS. Hijo de José y Paula Rodríguez. 36
años, soltero. Peón. ESCORBUTO. FALLECIO (luego de 79 días).

AÑO 1844

Enero 2 - HERNANDEZ, Diego. CANARIAS. Hijo de otro y Catalina Mén­


dez. 60 años, casado con Isabel Méndez. 4 hijos. Labrador. GAS­
TRITIS.
Enero 5 - BORGE, Antonio. LANZAROTE. Hijo de otro y Ana Soca. 70
años, viudo de Joaquina Lara. 2 hijos. Labrador. DISENTERIA ES­
CORBUTICA. FALLECIO.
Enero 6 - PIÑEYRO, Vicente. CANARIAS. Hijo de Bartolo y Francisca
Piñeyro. 59 años, casado con Inés Romero. 4 hijos. Celador de
Policía. ESCORBUTO. FALLECIO.
Enero 7 - HERNANDEZ, María. CANARIAS. Hija de Diego e Isabel Mén­
dez. 24 años, soltera.
Enero 10 - REYES, Jacinto. CANARIAS. Hijo de Manuel y Dorotea Camel.
22 años, casado con Petrona Cabrera. Pescador. HERIDA.
Enero 28 - PERAZA, Domingo. CANARIAS. Hijo de José y Sinforosa María.
60 años, casado con Josefa María. 1 hijo. Labrador. DISENTERIA.
FALLECIO.
Febrero 1 - SARAVIA, Alejo. CANARIAS. Hijo de José y Catalina Vera. 20
años, soltero. Panadero. ESCORBUTO.
Febrero 6 - HERNANDEZ, José. CANARIAS. Hijo de otro y de Antonia Díaz.
29 años, soltero. Panadero. HERIDA SIMPLE.
Febrero 12 - MENDOZA, José. CANARIAS. Hijo de José y Josefa Larrosa. 38
años, casado con Catalina Caveras. 1 hijo. Labrador. GASTRITIS.
Febrero 13 - CEDRES, Luciano. CANARIAS. Hijo de José y María Braba [o
Brabo]. 21 años, soltero. Celador de Policía. ESCORBUTO.
Febrero 20 - HERNANDEZ, María. CANARIAS. Hija de Diego e Isabel Her­
nández. 23 años, soltera.
Febrero 22 - PADRON, Andrés. CANARIAS. Hijo de Dionisio y Juana García.
20 años, soltero. Sin oficio. SIN HABLA.
Febrero 28 - DELGADO, Domingo. CANARIAS. Hijo de Pedro y Antonia de
León. 58 años, casado con Agustina Díaz. 4 hijos. Carpintero. ES­
CORBUTO. FALLECIO.
Marzo 2 - CEDRES, Luciano. CANARIAS. Hijo de José y María Braba [o
Brabo], 21 años, soltero. Celador de Policía. GASTRITIS.
Marzo 20 - GUTIERREZ, Dominga. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 30 años,
viuda de Tomás López. 1 hijo. FALLECIO.
Abril 22 - CAVEZAS, Catalina. GOMERA. Hija de Antonio y Albina Men­
doza. 30 años, casada con José Mendoza. 1 hijo.
Abril 23 - GARCIA MIRABAL, Domingo. SANTA CRUZ DE TENERIFE.
Hijo de José Antonio y Rosa García. 28 años, soltero. Peón del
comercio. ESCORBUTO (salió curado luego de 41 días).
Abril 25 - GARCIA, Diego. CANARIAS. Hijo de Cristóbal y María Josefa
del Carmen. 60 años, casado con Micaela García. Peón. DISENTE­
RIA. FALLECIO.
Mayo 12 - CEDRES, Luciano. CANARIAS. Hijo de José y María Braba, [o
Brabo] 21 años, soltero. Celador de Policía. GASTRITIS.
Junio 20 - DARIAS, Francisco. CANARIAS. Hijo de otro y Teresa Britos. 60
años, casado con Micaela Arteaga. 4 hijos. Labrador. DISENTERIA.
FALLECIO.
Junio 28 - CEDRES, Luciano. CANARIAS. Hijo de José y María Braba, [o
Brabo] 22 años, casado con Josefa Concepción. Celador de Policía.
GASTRITIS.
Junio 28 - MACHIN, Domingo. CANARIAS. Hijo de José y María Ana. 66
años, casado con Francisca Morales. 1 hijo. ESCORBUTO.
Julio 2 - NIN, Prudencia. CANARIAS. Hija de Vicente y Lázara Hernán­
dez. 24 años, soltera.
Julio 22 - BORJE, María. CANARIAS. Hija de Domingo y Gerónima Rodrí­
guez. 34 años, casada con José Pérez. 2 hijos. TISIS. FALLECIO.
Agosto 6 - BALDOVIÑO, Josefa. CANARIAS. Hija de Miguel y Manuela
Albina Rosi. 32 años, soltera. GANGRENA. FALLECIO.
Agosto 12 - MACIEL TORRES, Juan. CANARIAS. Hijo de Juan y María
Pérez. 25 años, soltero. Pescador. HERIDA.
Agosto 20 - CABRERA, Juliana Franca. CANARIAS. Hija de Ramón y Ague­
da Gutiérrez. 58 años, viuda de Pedro Francés. 1 hijo. DISENTE­
RIA. FALLECIO.
Setiembre 7 - CEDRES, Luciano. CANARIAS. Hijo de José y María Braba, [o
Brabo] 21 años casado con Josefa Concepción. Celador de Policía.
SIN DATOS DE DOLENCIA.
Setiembre 26 - NIN, Josefa. LANZAROTE. Hija de Catalina Nin. 19 años, soltera.
- CARMONA, Josefa. CANARIAS. Hija de José Ramón y Catalina
Rodríguez. 44 años, casada con Francisco García. 2 hijos. CONTU-
SION.
Octubre 7 - GARCIA, Ignacio. CANARIAS. Hijo de Vicente y Antonia Mon*
tesinos. 7 años. FRACTURA.
Octubre 14 - CASTRO, Antonio. CANARIAS. Hijo de José y María Mederos,
42 años, casado con Francisca Gabizo. 2 hijos. Marinero. HERIDA.
Octubre 14 - RODRIGUEZ, María Antonia. CANARIAS. Hija de José y Fran­
cisca Sánchez. 50 años, casada. Sin otros datos.
Octubre 16 - HERNANDEZ, Bienvenida. CANARIAS. No conoce padres. 25
años, soltera.
Noviembre 18 - MEDINA, Pascual. CANARIAS. Hijo de Bartolomé y Antonia
Josefa Morales. 60 años, casado con María de los Dolores Gelis. 4
hijos. Labrador. REUMATISMO.
Diciembre 9 - REY, Lorenzo. CANARIAS. Hijo de Marcial y María Hernández.
54 años, casado con María Viera. Pescador. ENCEFALITIS. FA­
LLECIO.

AÑO 1845

Enero 9 - VERA, Leandro. CANARIAS. Hijo de Francisco y María Simón.


31 años, soltero. Peón. OFTALMIA.
Febrero 12 - HERRERA, Joaquín. GOMERA. Hijo de Antonio y Petra Herrera.
20 años, soltero. Pescador. HERIDA SIMPLE.
Febrero 18 - PEREZ, Rafaela. CANARIAS. Expósita. 22 años, soltera. HERIDA.
Marzo 20 - VERA, Rafaela. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de José y
Nicolasa Zambrano. 60 años, viuda. 1 hijo. REUMATISMO.
Marzo 22 - NIN, María. CANARIAS. Hija de Antonio y María Ros. 18 años,
soltera.
Marzo 28 - HERNANDEZ, Pedro. CANARIAS. Hijo de Antonio y María Jo­
sefa Cabrera. 25 años, soltero. Pescador. TUMOR. FALLECIO.
Abril 7 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pe­
dro e Isabel Lucía Rodríguez. 60 años, viuda.
Abril 21 - CARMONA, Josefa. FUERTEVENTURA. Hija de José Sansón y
Catalina Rodríguez. 48 años, casada con Francisco García. 2 hijos.
REUMATISMO.
Abril 25 - GARCIA, Francisco. CANARIAS. Hijo de otro y Micaela Artega.
30 años, casado con Josefa Suárez. 1 hijo. Pescador. Sin más datos.
SIN DATOS DE DOLENCIA.
Mayo 4 - GALLARDO, Juana. CANARIAS. Hija de Pedro e Isabel Gallar­
do. 60 años, casada. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Muyo 5 - CARMONA, Josefa. FUERTEVENTURA. Hija de José Sansón y
Catalina Rodríguez. 48 años, casada con Francisco García. 2 hijos.
Junio 2 - GALLARDO, Juana. SN. C. TENERIFE. Hija de Pedro y María
Isabel Rodríguez. 58 (Sic) años, viuda. AFECCION AL PECHO.
Junio 2 - PEREZ, Raimundo. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de To­
más y Bárbara Chacón. 33 años, soltero. Panadero. ESCORBUTO.
Junio 13 - DENIS, Prudencia. LANZAROTE. Hija de Vicente y Plácida Her­
nández. 24 años, soltera. LLAGAS.
Setiembre 6 - GARCIA, María Josefa. CANARIAS. Hija de José e Isabel Cata-
llica. 50 años, viuda. Sin hijos. TISIS. FALLECIO.
Setiembre 14 - GUTIERREZ, Bárbara. LANZAROTE. Hija de Manuel y Juana
Gutiérrez. 80 años, casada con Manuel Gutiérrez. Sin hijos. EN­
FERMEDAD DEL VIENTRE. FALLECIO.
Noviembre 18 - SOCA, María Francisca. CANARIAS. Hija de Francisco y Josefa
Méndez. 30 años, soltera. TISIS. FALLECIO.
Noviembre 30 - VILLALBA, Ginés. CANARIAS. Hijo de Ignacio y Cayetana del
Rosario. 25 años, soltero. Pescador. HERIDO.
Diciembre 3 - GONZALEZ, Domingo. CANARIAS. Hijo de Mariano e Isabel
Charquero. 52 años, casado con Isabel Cabrera. 1 hijo. HERIDA DE
GOLPE.
Diciembre 23 - HERNANDEZ, Juana. FUERTEVENTURA. Hija de Antonio y Ma­
ría Josefa López. 30 años, casada con Domingo López. 1 hijo. MICA.
Diciembre 26 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pe­
dro e Isabel Rodríguez. 60 años, viuda. Sin hijos. INFLAMACION
DE RODILLA.
Diciembre 29 - SAAVEDRA, Ignacio. CANARIAS. Hijo de José y Josefa Hernán­
dez. 22 años, soltero. Sin oficio. VICIO VENEREO.
Diciembre 30 - FARRUPIA, Fortunata. ISLA DE GRAN CANARIA. Hija de Rai­
mundo y Agustina Padilla. 38 años, soltera. SIN DATOS DE DO­
LENCIA.

A Ñ O 1846

Enero 11 - AGUIAR, Joaquín. CANARIAS. Hijo de Salvador y María Candela­


ria. 44 años, casado con Plácida Toledo. 2 hijos. Pescador. HERIDA.
Enero 26 - GARCIA, Esteban. LANZAROTE. Hijo de José y Mariana B o n i ­
lla. 49 años, casado con María del Pino Britos. Labrador. V I C I O
VENEREO.
Enero 30 - PERDOMO, Francisco. SANTA CRUZ DE TENERIFE. De pudro»
desconocidos. 22 años, soltero. Pescador. ORQUITIS.
Enero 3 1 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de I-..,
bel Rodríguez. 60 años. v. de Ignacio Alvarez. Sin hijos. ENFERMA
DE LA CABEZA.
Febrero 3 - HERNANDEZ. Santiago. CANARIAS. Hijo sin datos, 21 ano-,
soltero. Pescador. VICIO VENEREO.
Marzo 2 - SANCHEZ, Manuela. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija d.
José y María Candelaria Romero. 25 años, soltera. ERISIPELA.
Marzo 6 - SUAREZ, Federico. CANARIAS. Hijo de Cayetano y Josefa l-'on
tes. 30 años, soltero. Pescador. HERIDO.
Marzo 17 - SANCHEZ, Manuela. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de
José y María Candelaria Romero. 25 años, soltera. REUMATISMO
Marzo 24 - DURAN, Ginés. CANARIAS. Hijo, sin datos. 19 años, soltero
Peón. OFTALMIA.
Marzo 25 - NIN, Josefa. CANARIAS. Hija, sin datos. 19 años, soltera.
Abril 19 - HERNANDEZ, Gregorio. CANARIAS. No conoció padres. 61
años. Casado con María Perazo. 3 hijos. Sin datos de oficio. VICIO
VENEREO.
Abril 24 * CABRERA, Domingo. CANARIAS. Hijo de Antonio Alonso y Ma
ría Cabrera. 18 años, soltero. Celador de Policía. VICIO VENEREO.
Mayo 20 - VINOLES, María. CANARIAS. Hija de Antonio y Bartolina de
Arma. 16 años, soltera.
Mayo 24 - CRUZ, Melchor. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Lorenzo
y Teresa Torres. 42 años, casado con María Rosario Gonzáles. Sin
hijos. Sin datos de oficio. SALIO EN EL ACTO.
Junio 16 - VERGARA, Francisco. CANARIAS. Hijo ríe Domingo e Inés Mar
tínez. 29 años, casado con Ignacia Reyes. 1 hijo. HERIDA. (Viene
en clase de Preso por la Policía).
Junio 21 - CONCEPCION, Tomás. CANARIAS. Hijo, sin datos. 33 años, sol­
tero. Marinero. VICIO ORGANICO DEL CORAZON. FALLECIO.
Julio 8 - GONZALEZ, Carmen. CANARIAS. Hija de Laurencio y Sebastia­
na Reyes. 30 años, viuda ríe José Morales. 5 hijos. GASTRITIS.
Julio 19 - LEON, Antonio de. FUERTE VENTURA. Sin datos de familia. 25
años, casado con Viviana. 3 hijos. Labrador. VICIO VENEREO.
Julio 31 - VERDE, Antonio. CANARIAS. Hijo ríe Vicente y María Camejo.
13 años, soltero. SIN DATOS DE DOLENCIA. FALLECIO.
Agosto 4 - SANCHEZ, Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de José
y María Candelaria Romero. 24 años, soltero. INFLAMACION DL
LAS VENAS DEL CEREBRO. FALLECIO.
Agosto 6 - GONZALEZ, Antonio. LANZAROTE. H. sin datos. 22 años, casa­
do no dice con quien. 2 hijos. Pescador. HERIDO EN UNA CEJA.

I0X
\ ¡u> sio 7 - ALVIZA, Domingo. LANZAROTE. Sin datos de familia. 17 años,
soltero. Cigarrero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
\ i '(i s i o 12 - MARTINEZ, Francisco. CANARIAS. Hijo sin datos. 22 años,
soltero. Labrador. TISIS BRONQUIAL. FALLECIO.
\posto 19 - DURAN, María Andrea. LANZAROTE. H. sin datos. 29 años,
viuda de Domingo Vcxtran. 2 hijos. GASTROENTERITIS. FALLE­
CIO.
\¡Misto 23 - GUILLEN, Domingo. LANZAROTE. Hijo de Salvador y Josefa
Alvarez. 35 años, soltero. Labrador. ESCORBUTO.
Setiembre 27 - NIN, Josefa. CANARIAS. H. sin datos. 19 años, soltera. HERIDA.
( Ictubre 21 - MACHIN, Francisco Antonio. CANARIAS. Hijo de Lucas y María
Fuentes. 38 años, soltero. Sin oficio. INVALIDO, ENFERMO DE
UN BRAZO.
Noviembre 14 - GARCIA, Dominga. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Fran­
cisco y Dominga. 45 años, casada con Agustín González. 4 hijos.
INFLAMACION DEL VIENTRE.
I hciembre 2 - HERNANDEZ, María Juana. CANARIAS. Hija sin datos. 40 años,
viuda de Domingo López. 1 hijo. COLITIS.
Diciembre X - SUAREZ, Federico. CANARIAS. Hijo de Cayetano y Josefa Fuen­
tes. 22 años, soltero. Pescador. HERIDO.
Diciembre 19 - RAMOS, Pedro. CANARIAS. Hijo de Miguel y Josefa Victoriana.
22 años, soltero. Pescador. DISENTERIA.
Diciembre 24 - BRITOS, Juan. CANARIAS. Hijo de José Marcos y María Lazara
de la Vega. 39 años, soltero. HERIDA EN IA CABEZA. (Viene
arrestado por la Policía).

AÑO 1847
Duero 2 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pe­
dro e Isabel Rodríguez. 60 años, viuda de Ignacio Alvarez. HERI­
DA.
Dnero 19 - CABRERA, Antonio. CANARIAS. Hijo de Marcial y Antonia
Britos. 24 años, soltero. Panadero. VICIO VENEREO.
Febrero 9 - GONZALEZ, Francisco. CANARIAS. Hijo de Narciso del Pino e Isa­
bel González. 40 años, soltero. Marinero. HERIDA EN UN BRAZO.
Febrero 20 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pe­
dro e Isabel Rodríguez. 60 años, viuda de Ignacio Alvarez. GAS­
TROENTERITIS.
Marzo 20 - HERNANDEZ, María. CANARIAS. Hija de Diego e Isabel Mén­
dez. 25 años, soltera. INFLAMACION EN LOS OJOS.
Marzo 26 - RAMIREZ, José. CANARIAS. Hijo de José y Manuela del ('ai
men. 20 años, soltero. Pescador. HERIDO EN UN BRAZO.
Marzo 29 - CABRERA, Antonio. CANARIAS. Hijo de Marcial y Antom.i
Britos. 24 años, soltero. Jornalero. VICIO VENEREO.
Abril 20 - GONZALEZ, Antonio. LANZAROTE. 27 años, casado con M ain
de las Nieves. 1 hijo. Pescador. HERIDA EN LOS RIÑONES. (Vino
en calidad de preso por la Policía. Fugó el día 18 de mayo.)
Abril 22 - LOPEZ, José. CANARIAS. Hijo de José y de Rosa Barreto. ,’u
años, soltero. Pescador. HERIDO EN EL ESTOMAGO (Preso).
Mayo 18 - GONZALEZ, Antonio. CANARIAS. 27 años, casado con María di
las Nieves. 1 hijo. Pescador. HERIDA EN LOS RIÑONES (vino en
calidad de preso).
Mayo 2 I - BORJE, María Teresa. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 48 años,
casada con Eugenio Maldonado. Sin hijos. PLEURO-NEUMONIA
FALLECIO.
Junio 14 - HERRERA, Feliciano. CANARIAS. No tiene padres. 16 años,
soltero. Jornalero. VICIO VENEREO.
Agosto I - GALLARDO. Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 60 años,
viuda ríe Ignacio Alvarez. PULMONIA.
Agosto I - LORENZO, José. CANARIAS. Hijo de Antonio y Bárbara Cabré
ra. 20 años, soltero. Pescador. HERIDA EN EL PECHO.
Agosto I - MADERO, Teodoro. CANARIAS. Hijo de Diego y María. 30
años, casado con Antonia Beltrán. 2 hijos. Jornalero. ULCERA­
CION.
Agosto 7 - CUEVAS, Dolores. CANARIAS. 50 años, casada con Domingo
Rodríguez. I hijo. DEMENCIA.
Agosto 7 - PERAN, María. CANARIAS. 40 años, casada con José Latorre. I
hijo. FRACTURA DE TIBIA EN PIERNA DERECHA.
Setiembre 21 - ALONSO, Antonio. CANARIAS. Hijo de Angel y Clara Rodrí­
guez. 56 años, soltero. Jornalero. CONTUSION.
Setiembre 25 - CUEVAS DE RODRIGUEZ, Dolores. CANARIAS. 50 años, casa­
da con Feliciano Rodríguez. I hijo. DEMENCIA.
Noviembre 22 - HERNANDEZ, María. FUERTEVENTURA. 39 años, viuda de
Domingo N. López. 1 hijo. ANEURISMA.
Diciembre 1 - VIANA. María. LANZAROTE, 50 años, casada con José Silva. 9
hijos. (Vino con una baja de la Capitanía del Puerto, como emigrada
de la campaña. Llegó con dos hijos, una llamada Antonia de Zoa y
otra de 1 año, todas enfermas ríe: ESCORBUTO.)
Diciembre 10 - LOPEZ, María Josefa. CANARIAS. Hija de Domingo y María
Juana Hernández. 7 años. DISENTERIA.
Diciembre 10 - REYES, Blas. CANARIAS. Hijo de padre desconocido, y de Cata­
lina Rey. 24 años, soltero. Marinero. DOLORES.
I »iciembre 20 - GONZALEZ. Antonia. CANARIAS. Hija de José y Francisca de
Lemos. 19 años, soltera. (Fugó el día 30 de diciembre).
I 'iciembre 25 - HERNANDEZ, Luis. CANARIAS. Hijo de José y Antonia Díaz.
20 años, soltero. Panadero. VICIO VENEREO.
AÑO 1848
I obrero 6 - PALACIOS, Saturnino. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 43 años,
casado con Rosa Pampillón. Sin hijos. Sin oficio. HERIDO EN LA
BARBA Y EN LA LENGUA.
lebrero 19 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 60 años,
viuda de Ignacio Alvarez. GASTRITIS CRONICA.
Marzo 10 - CABRERA. Félix. LANZAROTE. Hijo de Félix y María Curbelo.
35 años, soltero. Pescador. DOLORES NERVIOSOS.
Abril 4 - ACOSTA. Francisco. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Fran­
cisco y María García. 23 años, soltero. Hojalatero. VICIO VENEREO.
Abril 15 - ORTEGA, Pedro. CANARIAS. 38 años, casado con Carmen Flo­
res. 2 hijos. Pescador. HERIDA EN LA CABEZA.
Abril 16 GONZALEZ, Vicente. CANARIAS. 30 años, soltero. Estucador.
(Vino en calidad de preso por la Policía.) HERIDA EN LA BOCA.
Abril 17 - FUENTES, Antonio. LANZAROTE. No conoce padres. 30 años,
soltero. (Vino en calidad de preso por la Policía.) HERIDA EN IIN
COSTADO.
Mayo 1(1 - GUILLEN, Juan. FUERTE VENTURA. Hijo de José y María Ro­
dríguez. 18 años, soltero. Jornalero. VICIO VENEREO.
Mayo 10 - MORALES, Sebastián. LANZAROTE. 52 años, casado con Ma­
nuela León. 4 hijos. Jornalero. (Vino en calidad de preso por la
Policía.) HERIDO EN LA CABEZA.
Mayo 17 - MEDINA, Francisco. CANARIAS. 32 años, casado con Ignacia
Reyes. 2 hijos. Jornalero. VICIO VENEREO.
Mayo 27 - RODRIGUEZ. Pablo. FUERTEVENTURA. Hijo de Pedro y Agus­
tina Alvarez. 18 años, soltero. Jornalero. ABCESO EN LA CARA.
Junio 2 - DELGADO. Rafaela. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Juan y
María Josefa de Castro. 30 años, soltera. 1IERIDA EN LA CABEZA.
Junio 11 - RODRIGUEZ, Antonio José. GOMERA. 27 años, casado con An­
tonia María Placencia. 2 hijos. Jornalero. IRRITACION DE LA
VEJIGA.
Junio 2 I - BENITEZ. Lareina. CANARIAS. 40 años, viuda de Vicente Ca­
brera. Sin hijos. ELEFANTIASIS.
Julio 15 - REYEZ, Feliciano. CANARIAS. 50 años, casado con Isabel Gar
cía. 5 hijos. Marinero. REUMATISMO.
Julio 29 - TOMAS, Lucía. LANZAROTE. 50 años, casada con Marcial Lente
7 hijos. REUMATISMO CRONICO.
Setiembre 5 - VIZCAYA, Josefa. LANZAROTE. Hija de Antonio Museguy y
Juana Vizcaya. 24 años, soltera. GASTROENTERITIS. FALLECIO.
Setiembre 8 - TOMAS, Bartolomé. CANARIAS. Hijo de Marino Tomás y Toma
sa Lente. 22 años, soltero. Pescador. HERIDO EN UNA MANO
(Vino en calidad de preso por la Policía.)
Setiembre 16 - ALONSO, Antonio. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Angel
y Clara Rodríguez. 50 años, soltero. Jornalero. CATARRO.
Octubre 15 - CABRERA, Antonio. CANARIAS. Hijo de Marcial y Antonia
Britos. 25 años, soltero. Jornalero. HERIDA EN LA CABEZA.
Octubre 16 - BENITEZ, Lareina. CANARIAS. 40 años, viuda de Vicente Ca­
brera. Sin hijos.
Octubre 27 - VALDEZ, Antonia. CANARIAS. Hija de Sebastián y Marcela Vare.
22 años, soltera. HERIDA EN UNA PIERNA.
Octubre 28 - GALLARDO, Juana. CANARIAS. 60 años, viuda de Ignacio Al-
varez. Sin hijos. CATARRO CRONICO.
Noviembre 6 - DIAZ, Vicente. LANZAROTE. Hijo de José y Josefa Palero. 18
años, soltero. Carretillero. GASTROENTERITIS.
Diciembre 4 - OROSMAS. Plácida. CANARIAS. 28 años, viuda de Vicente Mo­
rales. REUMATISMO.
Diciembre 6 - DIAZ, Vicente. LANZAROTE. Hijo de José y Josefa Talero. 19
años, soltero. Carretillero. GASTROENTERITIS.
Diciembre 7 - CAMEJO, María. LANZAROTE. 60 años, casada con José de la
Concepción. Sin hijos. GASTRITIS.

AÑO 1849
Enero 22 - CRUZ, Melchor. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 50 años, casado
con María del Rosario. Sin hijos. Marinero. ESTANGURRIA.
Febrero 24 - OLIVA, Francisco. CANARIAS. Hijo de Isidro y María del Pino.
23 años, soltero. Panadero. HEPATOMENINGITIS. FALLECIO.
Marzo 14 - ALONSO. Antonio. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 50 años, sol­
tero. Jornalero. DIARREA.
Marzo 18 - DALIA, Francisco. CANARIAS. 35 años, casado con Josefa Suá-
rez. 1 hijo. Pescador. TISIS. FALLECIO.
Abril 7 - VERA, Antonio. CANARIAS. Hijo de José de Blas y María Teresa
de Acosta. 49 años, casado con Dolores Ramírez. 1 hijo. Pescador.
ESCORBUTO.
\ I>i il 19 - BEREDO, Diego. CANARIAS. 72 anos, soltero. Pordiosero. CON­
TUSION EN HA CABEZA.

\ ln iI 23 - RADIELA, Lorenzo. GOMERA. 40 años, casado con Bárbara Cas­


tillo. 4 hijos. Jornalero. HEPATITIS.
1111111 2 - MATEO, Miguel. CANARIAS. 69 años, casado con Josefa Díaz. 4
hijos. Jornalero. CONJUNTIVITIS.
1111ii > 17 - GONZALEZ, Antonia. CANARIAS. Hija de José y Francisca de
Lenta,. 18 años, soltera. BRONQUITIS SUBAGUDA.
A yu sto 12 - RODRIGUEZ, Miguel. CANARIAS. Hijo de Tomás y María Me­
dina. 23 años, soltero. Marinero del buque polaera Altibar. VICIO
VENEREO.
Ayusto 13 - FERNANDEZ, Marcial. CANARIAS. 81 años, casado con Rosa
Fernández. Sin hijos. Fue labrador. FRACTURA DEL CUELLO
DEL HUMERO IZQUIERDO.
( tctubre 4 - MATEOS. Miguel. FUERTEVENTURA. 69 años, soltero. Habla­
dor. CATARRO.
( tctubre 4 - PEREZ, Ignacio. FUERTEVENTURA. Hijo de Francisco y María
Hernández. 22 años, soltero. Panadero. ARTRITIS.
Noviembre 13 - GONZALEZ, Francisca. LANZAROTE. 42 años, casada con José
Núñez. 1 hijo.
Noviembre 20 - BAEZ. Justa. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 30 años, casada con
José Domingo Hernández. 1 hijo. VERTIGO.
Diciembre 4 - GONZALEZ, Manuel. LANZAROTE. Hijo de Domingo Luis y
Rosalía Báez. 27 años, soltero. Jornalero. NEUMONIA.
Diciembre 28 - BICAYNO, María (o VIZCAYNO). LANZAROTE. 40 años, casa­
da con José Silva. 4 hijos. ARTRITIS.
AÑO 1850
H uero 3 - VIERA, Antonio. FUERTEVENTURA. 42 años, casado con Dolo­
res Grasniles. 1 hijo. Pescador. ULCERACION SIFILITICA.
Febrero 5 - AGUIAR. Agustina. CANARIAS. 50 años, viuda de Gerónimo
Gutiérrez. 1 hijo. CANCER DEL UTERO.
Febrero 15 - BAEZ, Justa. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 43 años, casada con
José Domingo Hernández. 1 hijo. ICTERICIA.
Febrero 21 - PERASA, Juan. GOMERA. Hijo de Domingo y Josefa Hernández.
30 años, soltero. Pescador. SIFILIS CONSTITUCIONAL.
Febrero 24 - GONZALEZ, Francisca. LANZAROTE. 40 años, casada con José
de Lentos. Sin hijos. PLEURESIA.
Febrero 25 - ALONSO, Antonio. CANARIAS. Hijo tic Angel y Clara Rodrí­
guez. 48 años, soltero. Sin datos de oficio, es mendigo. BRONQUI­
TIS.
Febrero 27 - OCAR, Matías. LANZAROTE. Hijo de Rafael y Rosalía. 18 años
Pescador. Soltero. BUBON EN SUPURACION.
Marzo 18 - BETANCOR, José Antonio. CANARIAS. 71 años, viudo de Rosa
lía Mesa, Antonio. Sin hijos. Tonelero. VERTIGO.
Marzo 20 - ALONSO, Antonio. CANARIAS. Hijo de Angel y Clara Rodil
guez. 48 años, soltero. Sin datos de oficio: es mendigo. BRONQUI
TIS.
Marzo 20 - ARBELO, Esteban. CANARIAS. Hijo de Cristóbal y Encarnación
Gutiérrez. 24 años, soltero. Sastre. HERIDA.
Abril 3 - ALONSO, Antonio. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de An
gel y Clara Rodríguez. 55 años, soltero. Sin datos de oficio: es
mendigo. CATARRO.
Abril 13 - SERPA, Saturnino. FUERTEVENTURA. 19 años, soltero. Sin da­
tos de oficio. SIN DATOS DE DOLENCIA. (Vino con baja de la
Policía.)
Abril 21 - NIN, Josefa. LANZAROTE. Hija de NN y ríe Catalina Nin. 26
años, soltera. REUMATISMO.
Mayo 22 - GARCIA, Nicolás. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Fran­
cisco y Josefa Sabana. 19 años, soltero. Guadañero (Labrador). BU­
BON.
Mayo 24 - MEDINA, Pascual. CANARIAS, 60 años, casado con María Dolo­
res. 4 hijos. Changador. TISIS.
Mayo 25 - BETANCOR, José Antonio. CANARIAS. 71 años, viudo de Rosa­
lía Mesa Perdomo. Sin hijos. Tonelero. CONTUSION. FALLECIO.
Mayo 27 - TORNE, Rita. CANARIAS. 42 años, casada con Manuel Manza­
no. 5 hijos. ASCITIS.
Mayo 27 - MANZANO, Francisca J. CANARIAS. 20 años, soltera. Hija de
Manuel y Rita Torne. DEMENTE. FALLECIO.
Mayo 27 - MANZANO, Juana de la Concepción. CANARIAS. Hija de Ma­
nuel y Rita Torne. 15 años, soltera. REUMATISMO.
Junio 3 - VISCAYNO, María. CANARIAS. 37 años, casada con José Selva.
1 hijo. ARTRITIS.
Junio 6 - CABRERA, Josefa. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 48 años, viu­
da de Manuel González. 2 hijos.
Julio 12 - PERAZA, María. LANZAROTE. 30 años, casada con Juan Cabre­
ra. 1 hijo. PLEURITIS. FALLECIO.
Agosto 17 - PADRON, María Carmen. CANARIAS. 40 años, viuda. 3 hijos.
BRONQUITIS AGUDA.
<VI ubre 8 - VIERA, Antonio. CANARIAS. 40 años, casado con Dolores Ramí­
rez. 2 hijos. ARTRITIS. FALLECIO.
i VIubre 29 - GIL, Antonio. CANARIAS. Hijo de Juan y Antonia Hernández. 40
años, soltero. Pescador. URETROSISTITIS.
Noviembre 8 - ALVIN, José. CANARIAS. 48 años, casado con Sebastiana Pérez.
4 hijos. Jornalero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Noviembre 14 - Gil, Antonio. CANARIAS. Hijo de Juan Cristóbal y Antonia Her­
nández. 24 años, soltero. Pescador. URETROSISTITIS.
Diciembre 21 - ALONSO, Antonio. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Angel
y Clara Rodríguez. 40 años, soltero. Pobre de solemnidad. REUMA­
TISMO.
Lugares de procedencia de ios inm igrantes canarios
(Enfermos registrados)
Santa
Canaria« Gran Cruz Fuerte
Año« en general Canaria Lanzarote Tenerife ventura Palma Hierro Gomera Total

1830 1 1 9 2 2 1 _ _ 16
1831 2 2 8 2 — — _ — 14
1832 — 5 10 1 1 — — — 17
1833 — 7 4 2 2 — — — 15
1834 1 5 7 3 — — — — 1.6
1835 2 7 6 5 5 1 — — 26
1836 1 5 8 6 5 — — — 25
1837 1 4 15 3 4 — — — 27
1838 5 8 27 39 13 6 1 i 100
1839 6 _ 25 14 13 2 — 1 61
1840 4 1 17 6 1 3 — — 32
1841 2 3 17 10 4 — — — 36
1842 15 3 15 5 4 1 — 1 44
1843 42 1 6 5 — — — 4 56
1844 31 — 2 2 — — — 1 36
1845 12 1 2 4 3 — — 1 23
1846 19 — 6 7 1 — — — 33
1847 21 - 2 1 1 — — — 25
1848 12 — 8 4 2 — — I 27
1849 8 — 3 3 2 — — 1 17
1850 16 — 4 5 2 — — 1 28

Tot al 201 53 201 129 65 14 1 12 676


La casilla titulada «CA N A RIA S EN GEN ERA L», contiene inmigrantes, con seguridad, procedentes en su mayoría
N o ta :
de Lanzarote y Santa Cruz de Tenerife. Ello, sin embargo no es posible establecerlo porque los Libros de Registro no determi­
nan en muchos casos las distintas islas del archipiélago.
Sexo y edades
(Enfermos registrados)
A ño» Sexo» E dades

M F 1 a 15 16 a 25 26 a 35 36 a 50 51 a 60 61... Obierv.

1830 13 3 1 2 3 9 1 —

1831 12 2 3 4 3 1 2 1 inde­
t erm i­
nado
1832 12 5 2 6 4 3 1 1
1833 12 3 — 7 3 4 — 1
1834 10 6 — 3 4 6 1 2
1835 18 8 — 8 5 9 3 1
1836 18 7 3 6 10 5 1
1837 24 3 1 7 9 4 5 1
1838 77 23 6 35 18 22 12 7
1839 44 17 2 24 12 14 4 5
1840 27 5 1 13 3 8 6 1
1841 28 8 — 13 8 3 10 2
1842 38 6 3 16 8 9 6 2
1843 37 21 8 17 9 12 7 5
1844 24 12 1 14 6 4 9 2
1845 8 15 — 5 7 4 6 1
1846 22 11 1 16 6 8 1 1
1847 13 12 1 10 4 9 1 —

1848 17 10 — 9 7 8 2 1
1849 13 4 — 4 3 6 — 4
1850 17 11 1 6 3 14 2 2

urna 484 192 28 221 132 169 83 42 Tot al:


676

La determinación de los periodos de agrupamiento por edades, responde un tanto, a las condicionantes de la vida y del tra­
bajo en la época.
117
Estado y oficio
(Enfermos registrados)
E sta d o O tro* Sin L abor

A io * S ol. Cm, . V iu d o L a b ra d o r P a te a d o r M ario aro oflcto f oHcio F em in . T otal

1830 5 9 2 6 _ 3 3 i 3 16
1831 10 2 2 2 1 2 3 4 2 14
1832 14 2 1 2 2 1 7 — 5 17
1833 12 3 — 2 2 2 3 3 3 15
1834 10 3 3 2 1 — 4 3 6 16
1835 15 8 3 6 3 2 4 3 8 26
1836 12 7 6 5 — 5 5 3 7 25
1837 16 9 2 12 1 4 4 3 3 27
1838 52 35 13 53 — 10 4 10 23 100
1839 37 18 6 26 2 3 4 9 17 61
1840 16 8 8 13 1 6 3 4 5 32
1841 18 12 6 12 4 2 10 — 8 36
1842 25 14 5 12 5 6 13 2 6 44
1843 28 22 8 19 2 3 9 4 21 58
1844 15 18 3 7 3 1 11 2 12 36
1845 11 7 5 — 4 — 3 1 15 23
1846 21 8 4 5 7 1 3 ■ 6 11 33
1847 13 8 4 — 5 2 3 — 12 25
1848 14 8 5 ' _ 4 1 11 1 10 27
1849 8 9 — 2 2 2 6 1 4 17
1850 14 9 5 1 5 — 5 6 11 28

Tot al 366 219 91 187 54 56 121 66 192 676

La casilla «SIN OFICIO», comprende personas sin trabajo, sin oficio, mendigos, etc.
N o ta :
La casilla «M ARINERO», comprende a canarios radicados en el país, y también aquellos de paso por nues­
tro puerto, que heridos o afectados de enfermedad, ingresaron al Hospital.
M atrim onio y fa m ilia
(De los enfermos registrados)
Mat r. Viudos Total
Matrimonios
Con hijos total sin hijos Con hijos de hijos
Aiìos sin hijos

1830 _ 9 1 1 34
->
1 1 2 1 1 l
1831

2 2 — 1 3
1832 -

_ 3 3 — — 6
1833
1 2 3 1 2 8
1834
6 8 3 — 26
1835 2
7 7 2 4 23
1836 ___

6 9 1 1 23
1837 3

27 35 1 12 104
1838 8
12 18 — 6 42
1839 6
6 8 5 3 35
1840 2
10 12 1 5 40
¡841 2
12 . 14 — 5 42
1842 2
16 22 2 6 61
1843 6
12 18 — 3 32
1844 6
2 5 7 4 1 8
1845
7 8 1 3 27
1846 1
7 8 1 3 17
1847 1
6 8 5 — 22
1848 2
7 9 — — 16
1849 2
8 9 2 3 25
1850 1
171 219 31 60 596
Total 48
120

CUADRO N .° 5

D o le n c ia s
H e r id a s A rtritis F a lle c e n
A rio i S la d a to « D if « id v . B « rp « i C o o ta s . R eum a V « n « r* a » S ansa E s c o rb u to R c s p lra t. T is is E a c a f a litis O tr a s T o u l o b se r.

1830 9 2 2 _ _ í 1 1 16 2
1831 12 2 !4 _
1837 1! 5 i: _ _
1833 10 3 15 __ _
1834 8 5 1 _ 16
_ _
1835 15 8 26 „

1836 2 ~ 6 1 2 — 3 i 2 — — — — _ 1 — ! 3 — — — _ — 1 2 25 5
1837 — 2 — — — — 8 i 1 _ 6 _ i _ _ _ 5 _ 2 _ _ 1 _ 2 _ 27 2
1838 14 7 10 5 2 1 4 — 6 i 10 — 11 _ 1 _ • 11 2 — _ _ 4 — 4 7 100 5
1839 1 — 11 4 — 1 7 2 3 i 5 _ _ i __ 7 2 4 i 1 5 _ 3 6 61 i :
1840 — — 5 2 — — 6 1 3 _ 7 1 1 2 _ _ _ _ 5 ; 32 3
1841 ! — 1 3 — — 9 1 3 2 1 4 4 _ 5 2 36 5
1842 - — 7 1 — — 7 ! 1 _ 8 _ 1 _ — _ 3 1 — 3 _ _ 6 3 44 9
1843 — 4 6 6 — — 6 1 2 — 3 _ — _ 5 _ 2 _ — 4 2 2 2 7 6 58 15
1844 : — 9 1 — — 5 1 i 6 6 — 1 i — 1 9 36 7
1845 i 2 — 1 — — 2 1 — 3 2 — — — 1 — — _ 4 — 2 — 1 6 23 :
1846 4 — I 4 — — 6 ! _ ! 6 _ _ _ 2 _ _ _ 3 1 _ _ 1 5 33 3
1847 — 1 — 2 — — 7 2 1 — 4 _ _ — _ _ _ 2 2 _ _ _ _ 1 5 25 _
1848 — — 2 3 — — 7 2 l 2 4 1 1 1 — _ _ _ 2 2 27 _
1849 — — 3 — — _ 2 1- l 1 1 _ _ _ I _ 2 I
1850 2 3 2 1 1 4 3 3 1 _ 1 _ 1 1 17 2 _
Tout: 92 41 63 33 4 3 89 17 26 13 62 - 13 18 “ 40 16 : - 3 5 28 3

11 6 21 2 45 61 676 71 28

N o ta s : En cada casilla de «D O LENCIA S«•, la primera columna se refiere a enfermos del sexo masculino y la segunda columna a enfermos del sexo femenino En la
última casilla: FA L LEC ID O S. La* enfermedades je reunieron por clases afines para abrevar la extensión del cuadro. De esta forma tenemos en:
D IG ES TIV A S — Disentería, colitis, gastritis, hepatitis, etc.
H ER ID A S Y C O N T U SIO N E S — tanto accidentales como provocadas.
A R TR ITIS Y REU M ATISM O .
V EN EREA S " Sífilis, ulceraciones, blenorragia.
RESPIR A TO R IA S — Catarro, pulmonía, pleuresía, etc.
D O C U M EN T A LES:

A r c h iv o G e n e r a l d e la N a c ió n (Montevideo)

Fondo del Archivo del Hospital de C aridad de M ontevideo. Libros de entrada y


salida de enfermos:
N . ° 24 Años 1830- 1834 Signatura 711
N . ° 30 - Años 1834- 1838 - Signatura 4820
N .° 32 - Años 1838- 1843 - Signatura 4822
N .° 3 4 - Años 1840- 1841 Signatura 4824
N . ° 35 - Años 1842- 1844 - Signatura 4825
N .° 40 - Años 1845- 1852 - Signatura 4830

Además son de interés, del mismo Fondo, los detallados más abajo. Estos contienen anota­
ciones varias, facturas de medicamentos y otras adquisiciones, planillas de sueldos, etc.:

N . ° 25 - Signatura 4815
N . ° 26 - Signatura 4816
N . ° 27 - Signatura 4817
N . ° 28 - Signatura 4818
N . ° 29 - Signatura 4819
N . ° 31 - Signatura 4821
< A T IT U L O V

LA A C T U A C IÓ N D E L O S C A N A R IO S E N LA G U E R R A G R A N D E

R e su m en

liste trabajo tiene por finalidad destacar aspectos de la actuación que tuvieron los
<'anarios y sus descendientes en el conflicto ocurrido en el Río de la Plata durante los
míos 1838-1851 entre la República Oriental del Uruguay y la República Argentina,
i'iicrra que se transformó en pleito de carácter internacional. Inglaterra, Francia, Italia y
I .paña estuvieron vinculadas a los hechos; las dos primeras de manera directa con sus
Ilotas vigilando la navegación de los ríos y estableciendo bloqueos; las últimas de forma
indirecta por virtud de sus emigrados pero a un costo muy grande de vidas.
I.os Canarios fundadores, siglo y medio antes de la ciudad de Montevideo, formaban
i ii el momento de la guerra por nuevas inmigraciones y por sus descendientes la mayoría
de la población: asentaron modas y costumbres y presentaron aspectos que se hicieron
dominantes, por lo cual se les consideraba naturales del país y a la ciudad una villa
.inaria. Fueron alistados con otros españoles en el ejército aduciéndose la falta de
(onsules acreditados. Cuando los hubo, luego del Tratado de Amistad con España y se
les concedió exoneración del servicio militar, la mayoría optó por continuar luchando
Insta el fin de la contienda.
Hemos trazado a grandes rasgos diversos aspectos de los acontecimientos de aquel
.K uigo período, dejando de lado el análisis historiográfico de las grandes causas econó­
micas, militares y políticas que los provocaron. Situamos nuestra atención en las conse-
i acucias sociales, los sufrimientos de aquellos hombres que vinieron a esta tierra para
hallar sólo desgracias.
La clase de oficios y ocupaciones desempeñada por los Canarios, en parte labradores
\ pastores, en parte alarifes, hizo de ellos los más perjudicados, ya por perder sus
i ampos, ya por la paralización tic las edificaciones.
Nuestro propósito ha sido narrar los horrores y vejaciones sufridas en el campo
invasor y dentro de la capital, las miserias propias de una ciudad sitiada, destacando el
.mojo desplegado por los Canarios en el sostenimiento de la plaza y en la lucha por la
libertad.

M o t iv a c io n e s d e la e m ig r a c ió n c a n a r ia

Cuando analizamos los aspectos historiográficos generales de la conjunción canario-


montevideana (por Montevideo entendemos en este caso toda la Banda Oriental desde la
epoca de sus primeras asentaciones hasta ei fin de la Guerra Grande) llegamos a conclu­
siones que nos permiten justipreciar el empeño contra un destino adverso, lleno de
vicisitudes, finalmente superado después de siglo y medio de infinitos sacrificios.
Para afrontar con denuedo tantos contratiempos y peligros, miseria y estreche/, del■ ■ ■
ron mediar razones más que materiales, emotivas, que impidieron el desmayo de lam .
generaciones de Canarios que partiendo de las afortunadas islas fueron a la aventut i
porque siempre es mas fácil medrar en tierra propia, a las incertidumbres de ultramui
Las primeras avanzadas de colonos llegaron, tal vez. impulsados por la idea d.
nuevos horizontes y futuras prosperidades económicas, mas las siguientes es según
tenían conocimiento por informes epistolares, o de marinos de paso, de la pobo i
sufrida, del desamparo por parte de las autoridades, del peligro de los campos despobíi
dos, de correrías de indios y bandoleros. Con mayor razón en décadas posteriou
afianzado el tránsito marítimo, las noticias se hicieron fidedignas y frecuentes. ¿Coiim
explicarse entonces el arribo tic gran número de familias canarias durante los años tic l.i
luchas emancipadoras y aún en tiempos posteriores de revoluciones nacionales? No cal»
duda, los decididos a emprender la larga travesía se hallaban al tanto de los confia m
políticos y militares que se venían produciendo. Lógica suposición dado el extenso
período que abarcaron las luchas.
No existen analogías entre los motivos migratorios canarios con los que pudieron
tener los europeos del continente cuyos inviernos de crudeza extrema eran portadores de
hambre y muerte y donde las continuas guerras con sus levas hacían otro tanto.
Los Canarios cruzaron los mares porque sintieron ansias de lo ignoto, de atisbar mas
allá del horizonte circular que rodeaba sus islas, y así como esa raza llegó en la antigüe
dad a ellas, su destino les conducía hacia el fin de la tierra, allá en el poniente.
Ln el caso de Montevideo, obró además, otra causa que a la primera se sumó y
preponderante sobre aquella: una vez establecidos en las nuevas tierras, no importaron
los sacrificios para consolidarla, era el convencimiento que aquello tan lejano, obra de
sus mayores, formaba parte suya; un compromiso con la historia al cual se le debía
arrimarle esfuerzo y trabajo para impedir su desaparición. Esta fue su primera gesta.
La segunda proeza ocurrió durante el proceso de la Independencia Nacional, pues
canarios y descendientes de ellos tomaron las armas para defender el país de dominios
foráneos.
Es precisamente en la Guerra Grande, a la cual se refiere este trabajo, donde se
produce la tercera hazaña canaria. La Guerra Grande se consideró un pleito entre “porte­
ños” (los habitantes de Buenos Aires) y “canarios" (los orientales).

M ontevideo antes de la G uerra G rande


Eran días felices los posteriores a la Jura de la Constitución del Estado Oriental. Las
ilusiones de progreso se habían tornado realidad. El puerto de Montevideo se había
transformado en escala de naves de todas las naciones. Los mástiles de los buques
semejaban bosque en la amplia bahía. La estación marítima desde los primeros tiempos
sirvió como depósito de mercaderías en tránsito para trasbordo a los barcos de cabotaje
que surcando el Plata y el Río Uruguay llegaban a los desembarcaderos del litoral
argentino y al Paraguay. Fue también punto de abastecimiento obligado de los navios
cuyos derroteros los conducían a los mares magallánicos.
I >esde el extremo de la Punta de San José, coronada por el fuerte, la ciudad se
ii-mlía entre ambas márgenes y hacia el este: un conjunto amanzanado de apenas dos
l 11<une-tros de longitud, cubiertos de casas en su mayoría enjalbegadas. Luego entre el
. iido y los propios estaban las quintas y prados, huertas y chacras trabajadas con el amor
gui presta la paz, por colonos italianos y en su mayoría canarios. Más allá los verdes se
p.adían entre suaves colinas y lejanos horizontes, en estancias interminables medidas por
di.ix ile marcha, en las cuales el ganado cimarrón era fuente inagotable de riquezas.
A pesar del cosmopolitismo de la capital, que como puerto veía transitar gente de
indas las razas, a pesar de los giros lingüísticos que iba tomando el habla, la ciudad y las
■ n-,lumbres continuaban las tradiciones españolas; los dichos y términos canarios se-
riiian latentes, bn términos generales a los montevideanos se les consideraban canarios y
r i era como se les llamaba.
Los canarios se destacaban por ser animosos v saber desempeñar con éxito diversas
laicas. Ya fuera en los campos como sembradores y hortelanos; en las industrias de la
construcción, hábiles alarifes; trabajando la madera o batiendo el hierro de las fraguas,
t Uros se desempeñaban en el comercio y en la industria, como empleados o patrones,
liabajaban todos ellos, de cualquier condición y edad, casi niños algunos, muy ancianos
oíros. Empezando como aprendices y ayudantes rápidamente prosperaban llegando a
situaciones privilegiadas, para ejemplo recordemos a don Francisco Aguilar, natural de
Tenerife, hombre de negocios que sentó reales en la villa de Maldonado estableciéndose
co n casa de comercio al frente de la cual labró su fortuna; convivió ampliamente la vida
de los criollos llegando a ser en la época de la vieja patria artiguista Ministro de
Hacienda de Maldonado; uno de los hombres más ricos de la zona Este; Senador de la
República entre los años 1835 y 1840, le sorprendió la muerte en 1840 siendo Presidente
de la Comisión Permanente.
Los habitantes de Montevideo y de la campaña frente a la abundancia de recursos
naturales, gozando de clima benigno, viviendo dentro de una sociedad sin prejuicios
donde el trato entre ricos y pobres era afectuoso, donde las posibilidades de trabajo no
tenían límites, sillo podían pensar en un porvenir venturoso cuando fueron sorprendidos
por sucesos ajenos a los intereses y deseos de la mayoría. Por azares políticos, ambicio­
nes personales, desaciertos administrativos, se encontraron en breve lapso dentro de una
situación irreversible, día a día agudizada por pasiones irreflexivas, que desembocó en la
guerra y luego en el sitio de la capital, expuestos en todo el territorio nacional a peligros,
destrucción y muerte en manos de huestes implacables.
Producidos los hechos, fáciles presas del sufrimiento, tle la estrechez, fueron las
clases trabajadoras, en especial aquellas que sacaban su sustento de las fuentes naturales
como los labradores, pastores, pescadores, casi todos de origen canario.

La inm igración canaria


Son escasos los materiales documentales existentes en nuestros archivos para servir
como fuentes históricas de manera que nos permitan determinar la afluencia de emigran­
tes a nuestra República llegados antes del presente siglo. Un gran incendio destruyó
locales y archivos de la Aduana y Puerto de Montevideo perdiéndose toda la papelería de
esa Administración. Es por lo tanto necesario suplir tan valiosos elementos por medio de
o lio s 1 nulos que ele forma indirecta puedan proporcionarnos informes, tales los archivos
1

miIii.nes, lo s lilaos de registro del Hospital de Caridad, libros parroquiales, etc. Conoce
i n o s co n certeza, debido precisamente a los datos extraídos de estos últimos repertorios,
la importancia alcanzada durante los siglos XVIII y XIX, que sin descanso, mantuvo la
inmigración canaria a estos suelos, aún en los momentos de mayores contrariedades
sociales como ocurrió durante la Guerra Grande (1838-1851).
La emigración a América estaba expresamente prohibida en España por dos reales
órdenes de 1836, que sólo autorizaba a los desplazamientos hacia Cuba, Puerto Rico \
filipinas, pero los inmigrantes españoles seguían llegando en forma clandestina, muchos
por la vía de Río de Janeiro. La movilización de crecientes contingentes armados pretex
tó en la época de Rosas operaciones de recluta en algunas regiones europeas, a las que
no fueron ajenos ninguno de los bandos en lucha. Durante la Guerra Grande menudearon
estos abusos.
Las trabajosas gestiones del Dr. José Ellauri ante la cancillería española y la gestión
final de un tratado, permiten incorporar a la causa de la Defensa de Montevideo un
numeroso contingente de “voluntarios”, que bajo la denominación de “colonos” son
traídos en los años cuarenta desde “Canarias” (I). El Ministro español Carlos Creus
denunciaba que en tiempo de guerra “se les destina” a los puestos más peligrosos (2).
De la “Correspondencia del Dr. José Ellauri", Ministro de Gobierno y Relaciones
Exteriores, en Misión diplomática en Europa, establecido con su sede en París durante
dieciseis años, podemos recoger información que demuestra el interés del Gobierno
Oriental por aumentar la población Canaria (3).
A páginas 155, Item N" 15 del citado libro figura una carta del doctor Ellauri fechada
en París el 23 de diciembre de 1841 de la que extractamos: “Señor Ministro: en el mes
de setiembre tuve el honor de hablar a V.E., entre otras cosas, de la emigración de
labradores de las Islas Canarias para la República del Uruguay, y de que tenía en mis
manos una representación recomendada por un empresario, en la que pedía se alzase la
prohibición existente respecto a dicha emigración. V.E. tuvo la bondad de instruirme que
no estaba directamente prohibido el que emigrasen individuos de las Islas Canarias pero
que sí tenían la obligación de acreditar antes de su salida haber cumplido lo que la
Constitución previene sobre servicio militar, o afianzar competentemente. Transmitida
por mí esta explicación al interesado impartió sus órdenes a las Islas Canarias, las que no
han podido tener efecto por haberse encontrado con una prohibición absoluta por parte
de las autoridades locales de aquél País...”. En página 325, Item N° I 1 Don Antonio
González, Ministro de. Negocios Exteriores con fecha 8 de marzo de 1842 se dirige al Dr.
Ellauri en los siguientes términos: “Muy Señor mío y estimado dueño: tantos sucesos
como han ocupado al Ministerio después de su apreciable carta que Ud. ha tenido la
bondad tic escribirme, unidos al deseo de poder comunicar a IJd. alguna cosa sobre el
asunto tic los Colonos, fueron retardando más de lo justo mi contestación: hoy lo hago
para decir a Ud., que aquella gestión no es bien acogida en general; porque las noticias
últimamente recibidas de Montevideo son que en las convulsiones políticas que han
acaecido en el territorio uruguayo se ha vejado bastante a los súbditos españoles, y éste
es el motivo por que no halla apoyo hoy en la opinión ni en los informes que se han
tomado la concesión ele sacar Canarios para colonizar dichas provincias. Me es muy
sensible que no queden complacidos los deseos de sus paisanos de Ud., pero creo
excusado el recordarle que los gobiernos tienen que ceñirse a los datos e informes para
resolver un negocio. Máxime cuando es la gravedad del actual...". Ellauri contesta el
mismo mes de marzo de 1842 (Item N" 17, p. 157-158) en carta confidencial a I).
\nionio González Ministro de Relaciones Exteriores de S.M.C.: “Siento mucho el (pie
por informes aislados y apasionarlos se adopte la medida, a mi ver errónea de prohibir
absolutamente la emigración de Canarios a Montevideo. Ud. sabe que los Canarios
tienen en mi país simpatías muy antiguas pues la mayor parte de nuestras familias
descienden por línea materna especialmente, de las que hará ciento y pico de años llevó
co n anuencia de la Corte el señor Alzaybar para poblar Montevideo... es pues de sumo
interés recibir dicha emigración. Las Islas de Lanzarote y otras de las Canarias, son pol­
lo común muy estériles y sus habitantes por eso las abandonan sin pesar para ir a buscar
mi país más fértil, y en el que con facilidad se procuren lo necesario para la vida. Es
pues de sumo interés recíproco dicha emigración. Estos súbditos españoles, habitantes de-
una tierra ingrata, mejoran de posición y nosotros adquirimos una población que es tal
vez la que más nos conviene. Políticamente hablando también por este medio contraba­
lanceamos el extranjerismo.
No ha habido tales vejaciones, como algún díscolo, o agraviado ha escrito.
Afortunadamente en mi país hoy la guerra, aunque sea entre nosotros mismos, se
luce con orden y regularidad. Lo que hay ele exacto es que como la m ayor p arte de los
Españoles son ya vecinos y ciudadanos del país, sirven en las milicias, (4) como
sucede en todas partes del mundo. De aquí resulta que no pueden dejar de adherirse a
uno de los partidos combatientes; y a fe que algunos lo han hecho con más ardor y
entusiasmo que los mismos hijos de la tierra...” . Esta carta tan llena de inexactitudes y
tallas a la verdad no se ajustaba a la seriedad que debe imperar en asuntos oficiales de
tanta importancia cuanto es la seguridad de las personas. Por eso merece ser comentada:
comienza por exponer que en Canarias “por informes aislados y apasionados” se tenía
conocimiento de los desmanes que sufrían los españoles en la república. Negando a
sabiendas la verdad como lo demuestra irrefutable documentación de la época, por
ejemplo los degüellos de prisioneros de todas las nacionalidades, realizados por Oribe,
entre los que figuran muchos españoles y Canarios. Las atrocidades llevaron al general
Paz a instituir a mediados de 1843 una comisión compuesta por los doctores José
Manuel Baez, Alejo Villegas y Francisco Elias, a la cual se hizo comparecer soldados
prisioneros procedentes del campo sitiador y sus declaraciones sobre crímenes fueron
i acogidas y publicadas para formar el proceso de Rosas y Oribe y prestigiar la causa de
Montevideo ante las potencias europeas. Con frecuencia la prensa de Montevideo se
bacía eco de rumores de degüello. Los españoles carecían de cónsul y de acuerdo con las
ideas de la época eran convocados a la par de los nacionales, sin exceptuar los que
habían llegado al país til amparo de un tratamiento especial que los exoneraba de prestar
servicio en las armas. A mediados de 1843, al tiempo de iniciarse los preparativos para
la Defensa, dictó el gobierno del presidente Suárez un decreto que empezaba diciendo
que existía en el país un considerable número de colonos canarios llegados a mérito de
contrato con sus patronos y de un decreto de agosto de 1840 que los declaraba eximidos
del servicio militar; sin embargo terminaba derogando la disposición y obligando a lodos
los colonos canarios de 14 a 45 años a alistarse en la Guardia Nacional, bajo apercibi­
miento de ser destinados los omisos a los cuerpos de línea. En los cuerpos de línea
hemos notado la presencia de jóvenes canarios de 12 años de edad, como el tambor de la
3a Compañía del Batallón Resistencia, de nombre Juan Casares, el del tambor del Ba l a
llón de Extramuros Antonio González, canario de 14 años; el soldado Luis Basilio
canario de 16 años formando parte de la Ira. Compañía del Escuadrón del Regimiento
de Dragones; Juan José Hernández, 15 años, canario, soldado en la Legión Italiana; Juan
Delgado, de Tenerife, 16 años, soldado del Batallón N° 5, etc.
El señor Ellauri, sin tener en cuenta su posición de alto comisionado del gobierno, se
extiende en consideraciones personales lesivas a las Islas Canarias y habla ele un pan,
“fértil” , nos preguntamos ¿de qué servía la fertilidad de nuestros campos cuando los
invasores lo habían arrasado llegando a destruir las huertas de los propios canarios que
se ubicaban en las puertas de la capital? Mas que vejaciones sufrieron los canarios
tormentos y muerte. Existe un párrafo que traduce cierta verdad, es precisamente aquel
que escapó de su pluma para contradecir al mismo Ellauri, leemos: “Lo que hay de
exacto es que como la m ayor parte de los españoles son ya vecinos y ciudadanos del
país, sirven a las milicias, como sucede en todas partes del m undo". La verdad es que
les obligaban a enrolarse en uno u otro bando, según los sorprendió la guerra dentro o
fuera de Montevideo. En el campo sitiador también había Canarios reclutados a la
fuerza, lo comprueba el gran número de sus esposas que lograban huir casi siempre poi
el puerto del Buceo hacia Montevideo y allí transportadas en lanchas de paisanos amigos
las que solían durante la noche burlar el bloqueo y las patrullas oribistas (5).
El Io de abril del 43 Oribe dirigió una circular a los agentes consulares de Montevi
deo advirtiéndoles que no respetaría la calidad de extranjeros, ni en los bienes de las
personas de los súbditos de otras naciones que tomaran partido con los infames “salvajes
unitarios” sino que serían considerados también en tal caso como rebeldes “salvajes
unitarios”, y tratados sin ninguna consideración.
Este úcase del jefe sitiador levantó un coro unánime de protestas, y lejos de debilitar,
robusteció la causa de Montevideo.
El Cónsul de la República de España, don Víctor Acisclo de Moranda escribe a
Ellauri desde Madrid con fecha octubre 25 de 1842 (Item N° 4, p. 398-399), “Dícese que
en la próxima legislatura que empezará el 14 del próximo noviembre, se interpelará al
gobierno sobre dichos sucesos y también sobre el decreto de alistamiento en el que
según la opinión de estos S.S. debía haberse hecho excepción de los españoles pues que
aunque no tienen cónsules en la República, de España, se estaba por finir un Tratado y
que por sólo esta razón debía habérsele tenido en consideración. Dícese también que
para pedir la competente satisfacción se piensa mandar una escuadrilla con un agente
diplomático. La disposición de incomodidad y exaltación de ánimos que he visto en
estos S.S. tanto respecto a la visita o extracción de desertores de los buques españoles
me hace desesperanzar de que tenga buen resultado la expedición de la barca “Dos
hermanas” para las Islas Canarias con pabellón Oriental porque hasta de ahora Cantillo
no hace más que rodar la cabeza a cuanto sobre este particular le he dicho..." Luego de
promulgado el Tratado de Amistad con España, a fines de 1845 llegó al Puerto de
Montevideo una flotilla de guerra española conduciendo a don Carlos Creus en calidad
de Cónsul General. Los españoles no habían tenido representante desde los años transcu­
rridos luego de la caída de las autoridades coloniales. El Sr. Creus gestionó y obtuvo en
el acto que sus compatriotas.,fueran eximidos del servicio militar que prestaban a la par
ríe los uruguayos de acuerdo con la tesis de la época que equiparaba a los nacionales con

I2 S
losextranjeros sin Cónsul. No obstante enorme número de canarios continuaron en las
Id asmilitares de la Defensa, luchando contra la barbarie y opresión que significaban los
invasores.

La G u erra G rande
Id Io de marzo de 1835 el general Manuel Oribe es elegido 2o Presidente constitucio­
nal de la República. Fructuoso Rivera había apoyado su candidatura. Rivera pasó a
desempeñar la Comandancia General de Campaña, luego suprimida por Oribe el 9 de
lebrero de 1836. A estos y otros factores personales de rozamiento se agregaba la acción
del dictador argentino Juan Manuel de Rosas para dominar a Oribe y anular a Rivera
rodeado y aclamado por los emigrados argentinos en Montevideo. Oribe por su parte
deseaba suprimir la tutela que ejercía Rivera al frente del ejército.
H1 16 de julio de 1836 Rivera se sublevó contra Oribe, Rosas intervino entonces en la
guerra enviando en auxilio de Oribe 500 soldados argentinos. Se sucedieron las batallas
de Carpintería en el Durazno, y Yucutujá, en el Yí y al fin la decisiva del 15 de junio de
1838 en Palmar ganada por Rivera. El 25 de octubre de 1838 habiendo dado su renuncia
el presidente Oribe, se embarcó para Buenos Aires sustituyéndolo en el ejercicio del
Poder Ejecutivo don Gabriel A. Pereira. El Io de noviembre de 1838 entró Rivera en
Montevideo; el 31 de diciembre se firmó un Tratado de Alianza Ofensiva y Defensiva
entre el Gobierno Oriental y la provincia argentina de Corrientes. El Io de marzo de
1839 Rivera fue designado a la 3ra. Presidencia de la República y declaró la guerra a
Rosas el 10 de marzo. Así comenzó la Guerra Grande que terminaría en 1851 con la
caída de Rosas.
Frente a la declaración de guerra, Rosas lanzó sobre la República Oriental un ejército
de 6000 hombres al mando del general Pascual Echagüe. Rivera tomó la ofensiva y
avanzó contra el enemigo chocando en los campos de Cagancha, derrotándolo el 29 de
diciembre de 1839.
En diciembre de 1842 se encontraron en Arroyo Grande, provincia de Entre Ríos, los
ejércitos de Rivera y Oribe, el de éste último formado por 10000 soldados. Oribe derrotó
completamente a Rivera el que perdió su parque, carretas, armas y hombres. Ochocien­
tos prisioneros tomados por el vencedor, fueron criminalmente degollados.
Desmembrado el ejército oriental, dispersos y desmoralizados sus hombres, quedó
toda la campaña a la merced de Oribe.
Los soldados de Rivera luego de la acción de Arroyo Grande se hallaban en su mayoría
sucios y miserables, pasaban los días agrupados en los fogones pensando sólo en aquel
desastre. Las rivalidades internas entre orientales y argentinos exiliados en Montevideo,
franceses e italianos; la posición de los pusilánimes, la gravitación negativa de las nulida­
des, de los venales, de los traidores; las características que adquirió el poder del ejército, el
proceso por el cual Montevideo fue quedando fuera del dominio de Rivera por su actua­
ción en campaña, agudizó aun más el estado depresivo de la población.
Oribe cruzó el río Uruguay a la altura del Salto y al frente de 12000 hombres se
dirigió al sur hacia Montevideo.
En la mañana del 16 de febrero de 1843 desde el Cerrito y a la vista de los aterrados
habitantes de la capital, lanzó una salva de veintiún cañonazos, con ella anunció el
comienzo del Sitio.

El sitio de Montevideo
Organización de la defensa: El general Melchor Pacheco y Obes narra en sus memo
rias (6) conmovedores días vividos en Montevideo luego de la derrota de las fuerzas del
Gobierno al mando de Rivera en el combate de Arroyo Grande: “...lo que se había
salvado del Arroyo Grande se dispersaba al lado del general Rivera; caían en poder del
enemigo los pueblos riel Salto y Paysandú ricamente abastecidos, sus improvisadas
guardias cívicas y la mayor parte de sus caballadas... el vasto departamento de Maldona­
do traía al ejército apenas una reunión de 460 hombres, el de San José daba 500, y en
ambos como en la casi totalidad de la campaña quedaban los libertos en poder de sus
antiguos amos (7), por eso no se utilizaron para las defensas de las guardias cívicas de
los principales pueblos de la campaña, por eso el Io de febrero del 43, las reuniones de
ésta formaban en el Pastoreo de Pereyra apenas 4200 hombres entre los que figuraban
500 del Entremos y Santa Fé..."
"La capital se preparaba a sufrir un sitio, y no había ningún género de depósitos. La
línea de fortificación necesitaba las dos terceras partes de sus obras, no estaba coronada
por una sola pieza de artillería, y de éstas apenas poseíamos diez o doce. La guarnición
armada en su mayor parte de fusiles negreros no tenía correajes; el calzado no se conocía
en los cuerpos de líneas que apenas habían recibido camisa, calzoncillo y pantalón de
liencillo, camiseta de bayeta y gorra de cuartel. No había cuarteles sobre la línea, no
había hospitales ni servicio de sanidad. En fin, cinco o seis mil cabezas de ganado de
cría representaban el solo preparativo del sitio que iba a empezar". "Los cuerpos urbanos
que formaban la mayor parte de la guarnición estaban acostumbrados a dar todo su
servicio por personeros, mostrándose sólo en las paradas: no conocían ninguna subordi­
nación, y en sus precedentes se veía que por sólo haber dispuesto el gobierno en el año
39 la marcha de 200 hombres se habían sublevado los Voluntarios de la Libertad, y
guardias nacionales de infantería. Una gran parte de aquellos cuerpos era afecta al
partido Blanco, hacía farsa de su organización, despreciaba al Gobierno; y de cierto que
no habría creído jamás que había de rendir servicios de soldado en la defensa” .
El gran elemento de poder del enemigo era el prestigio que había logrado con sus
victorias. El primer triunfo que quebró ese prestigio se obtuvo en el Cerro el 11 de
marzo con soldados del gobierno a las órdenes del general Pacheco y Obes. Cuatro
grandes combates han tenido lugar durante el silio: tres en el Cerro, el I" de junio de
1843. el 26 de febrero y 28 de marzo de 1844 y uno en el Pantanoso el 24 de abril de
1845.
En aquella época de miseria y abandono, los soldados inutilizados en defensa del país
recorrían las calles para pedir “pan por amor de Dios". Finalmente el Ministerio de la
guerra comprendió que la defensa de Montevideo era preciso buscarla aún más que en
las bayonetas en la voluntad del pueblo, que si dejaba a su parte pobre abandonada a sí
misma la miseria más espantosa se abatiría sobre ella y el grito del hambre resonaría por
las calles y quebraría la energía de los soldados. Por ello fue que se abrió la casa ríe
Inválidos.
La carta escrita por Melchor Pacheco y Obes años más tarde, desde Río de Janeiro
«Hic se supone dirigida a don Andrés Lamas nos permite notar que el peso de la guerra en
la plaza de Montevideo no recayó precisamente sobre la economía de las clases pudien­
tes: “Veinte y dos meses ha permanecido puede decirse al frente de la defensa exigiendo
para sostenerla sacrificios de todo género, acallando por una especie de fascinación casi
inexplicable, los sentimientos del egoísmo que parecen predominar en nuestra época;
nadie da gustoso su oro, pocos prescinden placenteros de sus goces y comodidades, y sin
embargo se había conseguido que el sacrificio de ambas cosas pareciese la obligación
natural e indispensable; pero una reacción aparece, la autoridad misma condena mis
exigencias, y el interés individual es animado e incitado a exaltar sus resentimientos: el
guardar y guardare es calificado de una virtud o de un derecho, y tanto mas aparezco
odioso a los que daban cuanto que los que me suceden marchan sin gravarlos. Las
pasiones son ciegas y el interés individual la más ciega de todas: así no ha visto ni verá
c|ue eso es el resultado de los sacrificios antes exigidos”.
Pacheco y Obes cree que aún subsiste en el ambiente de la plaza sitiada un núcleo
que sobrepone las conveniencias privadas al interés público, por eso -expresa- “ mi sola
presencia en esa sería para el gobierno un grito de alarma, y para alejarme trabajaría con
alma y vida" (X).
Grande era el número ríe los pobres necesitados de asistencia y se vio aumentado por
8000 personas refugiadas de la campaña; sin recursos, sin relaciones y que al entraren la
ciudad no sabían con qué vivirían mañana. Un sistema de socorro que todo lo abrazaba
Ine luego organizado. Las familias recibían víveres, vestido, cama, asistencia médica, las
gentes acomodadas les daban trabajos que podían ejecutar.
Los agricultores de la campaña, los pastores de ganado de los departamentos cerca­
nos a la capital, o de los alrededores de las ciudades del interior del país, forzados a
dejar sus lares, eran en su mayoría ríe origen canario.
Casi todos los varones fueron conscriptos de Oribe, sus mujeres e hijos quedaron
abandonados. Sin la protección del jefe de familia éstos cruzaron los campos en marchas
de semanas, azotados por el frío y las lluvias, huyendo de las partidas de soldados, para
dirigirse a las fronteras de Brasil o a Montevideo.
El cuadro del ejército se llenaba con gran número de batallones, ninguno de los
cuales se presentaba completo y entre los cuales había una desproporción de fuerzas
notable. Los combates, las enfermedades y deserción habían pesado sobre todos.
Se creó un batallón de artillería de plaza. En el servicio de defensa se introdujeron
mejoras. Dos nuevas baterías cubrieron el frente. Al final el ejército se había identificado
con la situación y primaba el pensamiento de salvar la guerra y la República.
El general don Tomás de Iriarte distinguido militar argentino al servicio de la Defen­
sa, en una comunicación al Jefe General de Armas José María Paz, da cuenta de las
dificultades permanentes que sufrían los soldados: “Se ha observado que el pan es chico,
y muy escasa la leña, extrañan mucho el tabaco los europeos, este artículo y la yerba los

hijos del país, y todos el jabón, pero habiéndoles hecho entender que todo el ejército está
en el mismo caso, se han resignado por privaciones tan substanciales... (9).
El mismo general Iriarte queda alarmado al ver la lentitud de las obras de defensa. El
año 1843 fue el más triste para los sitiados, una bala de cañón disparada por los enemi­
gos dejó diecisiete bajas en el cuartel del 5to. de Cazadores, otras varias hicieron estragos
y dieron muerte en distintos puntos de la ciudad, esto ocurrió el II de febrero, al día
siguiente la escuadra bloqueadora dirigió sus fuegos contra la ciudad y las balas en número
de treinta y tantas se cruzaban en todas direcciones. Las opiniones estaban divididas soba-
si los enemigos atacarían o no, dudas que se prolongaron por meses y años.
La campaña se fue despoblando. En agosto de 1843 prohibió Oribe la marcación del
ganado y toda especie de faenas en las estancias de la República, con ello se buscaba la
apropiación indebida de las haciendas. En octubre del mismo año se impidió a los
escribanos, jueces y procuradores, intervenir en los contratos de compraventa de bienes
pertenecientes a los “prófugos de Montevideo”. Un tercer decreto completó la obra de la
confiscación: “Los bienes de los salvajes unitarios embargados en todo el territorio de la
República son propiedad del Estado”.
Al mismo tiempo el gobierno de la Defensa adoptaba represalias contra las personas,
“Los que auxilien al enemigo (decía el decreto del gobierno a principios de febrero
1843) remitiéndole o conduciéndole cualquier artículo de guerra o cosa que pueda serle
de utilidad, serán pasados por las armas sin más juicio que la simple comprobación del
hecho”. “Todo el que tuviere relación de cualquier clase con el ejército de Rosas o con
los traidores que a su nombre han alzado el estandarte de rebelión, será entregado a una
Comisión militar para su juzgamiento y condena".
En el campo sitiador ocurrían frecuentes matanzas de prisioneros. El plantel argenti­
no del ejército de Oribe, compuesto ele tres mil hombres era el mismo que había recorri­
do las provincias insurreccionadas contra Rosas desde 1839 hasta 1842, con un programa
de exterminio que fue cumplido sin escrúpulos, hasta matar y arruinar a todos los que no
se doblegaban al dictador. Con tales soldados era imposible que no hubiera sacrificio de
prisioneros. Los ministros plenipotenciarios de Inglaterra y Francia en el Río de la Plata,
señores Mandeville y conde De Lurde, se dirigieron a Rosas para expresarle que habían
recibido comunicaciones de los comandantes de las fuerzas navales de Montevideo
denunciando actos de inaudita crueldad sobre los prisioneros extranjeros antes de matar­
los, entre ellos muchos de procedencia canaria.

Las legiones extranjeras


Al ocurrir la invasión de Echagúe, el gobierno ordenó el enrolamiento general a todos
los orientales llamados a prestar servicio en la milicia activa y pasiva. En los edictos se
advertía a los españoles que en caso de omisión serían destinados a la tropa de línea.
Por ser considerados orientales, los españoles no formaron grupo, se asignaron en
distintas divisiones del ejército e inclusive los hubo en las legiones extranjeras. De estos
españoles, repasando los documentos comprobamos que gran número procedían de Ca­
narias. No sumamos, como es lógico, el enorme contingente de orientales descendientes
de ellos que participó en la lucha.
A raíz de la declaración del bloqueo del puerto de Montevideo, en marzo de 1843
“Le Patriote Français” invitó a los residentes franceses a reunirse militarmente. El 6 ele
abril de 1843 empezó a organizarse la Legión Italiana bajo la dirección del coronel
(iaribaldi. La Legión Francesa, contó desde la primera semana con un millar ríe soldados
v su número alcanzó a triplicarse. En mayo de 1843 se componía de 2904 hombres. La
i ' "ión Italiana, menos numerosa, congregó desde los primeros días 500 combatientes.
I os españoles carecían de Cónsul, y de acuerdo con lo dispuesto por el Gobierno fueron
■ invocados a la par ríe los nacionales, sin exceptuar a los mismos que habían llegado al
0 ir. al amparo como hemos visto de un tratamiento especial. Había pocos ingleses en la
pl.i/a, pero con ellos el capitán Samuel Benstead formó un conjunto de voluntarios bajo
I lema "Gloria o Muerte”.
Mientras tanto en el ejército de Oribe, según una nota aparecida en el diario “Id
< imstitucional” de mediados de 1845, sólo había 2000 orientales, el grueso de las
hu í/.as estaba formado por cinco batallones de argentinos.
1 ii el ejército de operaciones al mando del general Rivera aumentaba el gran número
■ Ir lamillas emigradas que le seguían en más de trescientas carretas, había entre ellas
h iIiniciad de jóvenes que se trataba de organizar en cuerpo. Con el nombre de “QUAYA-
1>t111iS" se organizaron compañías de niños de 10 a 12 años de edad, en número de
■ I.. .cientos y tantos que se formaban a la vida de campamento militar.
Por decreto ele mayo de 1843 se estableció una patente semanal a cargo de las casas
mmerciales extranjeras invocando que mientras ellas permanecían abiertas durante las
limas de servicio militar, las de los comerciantes nacionales quedaban clausuradas,
i niño los españoles eran considerados orientales para el caso de la guerra, sus casas
igualmente debían cerrar.
14 gobierno pidió a la Asamblea autorización para comprar varias leguas de campo y
algunos millares de cabeza de ganado con destino a los legionarios franceses e italianos,
■ uva actitud al incorporarse a la guarnición encomiaba en el Mensaje. Por ley de media-
ñus de mayo de 1843 quedó autorizado el Poder Ejecutivo para comprar 20 leguas y
'.1)000 animales vacunos con destino a los legionarios. (10) Prosiguiendo con ese mismo
plan de estímulo presentó el Gobierno otro proyecto, que no alcanzó a convertirse en ley,
mrngaba a los españoles incorporados al ejército un premio de 20 cuadras cuadradas y
'() animales vacunos, y a los argentinos que formaban una legión numerosa, los mismos
piemios que habrían de acordarse a los nacionales.
Al respecto ríe colonos y enrolamientos existen documentos probatorios de arreglos
irulizados en los años 1843-1844, siendo Ministro de la Guerra el coronel Melchor
Pacheco y Obes. Colonos canarios y de otros puntos de España eran traídos a estos
uclos por contratistas que abonaban los gastos del viaje a los capitanes en el momento
del desembarco. El costo de los pasajes les sería restituido más tarde con fuertes intere­
ses trabajando durante años para saldar la deuda. Impedido de cumplirse lo estipulado
debido a la guerra, quedaban los pasajeros a merced de los capitanes quienes Ies prohi­
bían abandonar los buques. Ante este impedimento terminaban por ofrecer al Ministerio
.a enrolamiento y de esta manera ingresaron, no pocos, al servicio de las armas en los
i muiros militares de la Defensa.

Ea vida du ran te el Sitio


Después del asentamiento de las fuerzas invasoras en el Cerrito a muy escasa distan-
. ia de Montevideo, la vida de la ciudad cambió radicalmente. De la prosperidad pasó en
pocas semanas a las penurias, a la incertidumbre. El nerviosismo de los habitantes, la
Lilia de trabajo eran visibles. Había, sin embargo un número de familias que no disminu­
yeron su lujo y ostentación, eran las únicas que asistían a los muchos bailes que m>
habían cesado de darse desde el carnaval. El contraste era manifiesto.
Partidas de bandidos de cincuenta y más hombres aparecieron por los pequeño,
puertos y ensenadas de la costa cometiendo hurtos y violencias. Los parajes ya no
ofrecían seguridad y hacían peligrar la conducción de ganado por las lanchas de cabotaje
que los traían de la campaña burlando las fuerzas atacantes para alimentar la pla/.i
sitiada.
Los precios subieron un 66%. El gobierno se vio forzado a promulgar decretos pai.i
levantar noticia de todos los víveres disponibles en los almacenes de abastecimiento (li­
la capital, imponiendo por la ocultación la pérdida de efectos y otras sanciones mayores
En esos mismos días era tan notoria la afligente situación de la ciudad, estaban tan
agotados los recursos del Gobierno, que parecía imposible continuar la defensa; ayudo a
salvar la situación la esperanza de una pronta y feliz terminación con ayuda de la
intervención extranjera. Se oía el fuego incesante de fusilería y disparos de cañón del
enemigo, de lo cual los sitiados sacaban cierto provecho por los innumerables proyecti
les que les enviaban del otro campo, ya que los recogían, pues por la falta de numerario
hacía mucho tiempo que no se fundía una sola bala de cañón. Adultos y niños buscaban
las balas que entre los escombros, caían a diario.
Las perspectivas eran trágicas. Fueron épocas sin descanso, de sobresaltos continuos,
de sueños turbados por escenas de sangre y muerte; épocas, también, de ayuda fraternal,
de compartir dolores, donde el enemigo tan cercano realizaba día y noche constante
hostigamiento.
Se luchaba en extramuros; partidas avanzadas tenían encuentros con los defensores
de la Aguada, al pie de las murallas, en el Paso del Molino a pocos kilómetros de la
ciudad, en el Cordón a 200 metros de la línea de defensa. A pesar de ello los quinteros
canarios del ejido, en los primeros tiempos, cosechaban legumbres y frutas y en los
plantíos de propios algo de trigo y cereales para paliar el hambre. Luego el enemigo
destruyó las plantaciones e impidió la pesca de costa que también estaba en manos
canarias. Diariamente las esposas de los combatientes de la Defensa acompañaban con
sus hijos hasta los portones de la línea a los soldados que iban a luchar y allí los
esperaban rezando por sus vidas durante largas horas. Al regreso eran gritos y abrazos de
alegría o lamentos angustiosos de los familiares de aquellos que habían sucumbido en la
lucha.
Las viudas con sus hijos quedaban desamparadas y solas debían afrontar una desespe­
rada vida de miseria. Algunas eran recogidas por familias amigas, otras recurrían a la
caridad callejera; por toda la ciudad se veían mujeres y niños desvalidos pidiendo
limosna. Tan lastimoso estado debió ser sustentado en parte por las autoridades, gastos
que se sumaron a los del ejército.
Don Francisco Aguilar de nación canaria y Juan María Pérez de origen gallego,
cobijaron en sus casas a muchísimos canarios que llegaron a pedir socorro.
Del campo enemigo, donde fueron sorprendidos por las rápidas marchas militares y
la toma sorpresiva de los pueblos, huyeron mujeres y niños en procura de protegerse en
Montevideo. (II)
I I estado de la campaña era lamentable y a la medida que la iba dominando el
invasor se agravaba la situación. Poco tintes del levantamiento del Sitio “Fd Comercio
di I Plata” señalaba el cuadro de desolación: “Al producirse la invasión de Oribe valían
Nuestros campos de pastoreo de tres ti cuatro mil pesos la legua; Iti campaña estaba
*abierta de poblaciones y de ganados mansos; no transcurría un día sin que se fundara un
nuevo establecimiento pastoril; las lanas mejoraban notablemente por electo tic la propa-
n ion de los merinos, y el progreso de los procedimientos de explotación.
|...| A uno y otro lado de los caminos tic acceso a la capital las chacras ocupaban un
i odio ile diez leguas y otro más considerable de veinticinco leguas en el trayecto de
Montevideo a Maldonado y Minas. Las tierras eran fraccionadas en esos puntos, y ya se
vislumbraba como muy próxima... la transformación del Uruguay en un país exportador
de productos agrícolas. Fn cuanto a edificación, baste saber que las caleras de Minas y
ile la costa del Uruguay, aunque estaban todas en plena actividad, apenas daban abasto a
las demandas de Montevideo y de los pueblos de campaña, tal era el progreso de la
población. Pues bien, (concluía el articulista) todo quedó detenido con la invasión de
Oribe y la campaña hoy es un desierto, por el que sólo vagan manadas de perros
*¡marrones” . Fn la campaña la obra era de saqueo de las estancias y en la capital reinaba
la plena y absoluta paralización de las construcciones y sus anexos.
La plantación de cereales tarea exclusiva de los canarios, pues ellos fueron los
primeros en realizarla bahía cesado.
La ciudad de Maldonado fue abandonada por el terror que inspiraban las partidas de
Oribe que se acercaban. La posición de Punta del liste se atrincheró por tropas inglesas y
marinos franceses. Los civiles en número de cuatrocientos se refugiaron en la Isla de
<iorriti y debieron ser transportados a la capital porque allí no tenían albergue ni medio
de construirlos.
Mientras tanto la defensa de Montevideo sólo contaba con novecientos hombres para
cubrir un frente de más de tres mil metros, las guardias avanzadas y las volantes. El
número de caballos no pasaba de 30. Los artilleros eran noveles y sin instrucción. Los
pocos plantíos cercanos a la ciudad, que se pudieron mantener eran constantemente
recorridos por ladrones de uno y otro bando que se llevaban los frutos. Fn 1846 las papas
sufrieron una enfermedad que desbarató la cosecha. Ese año las harinas por especulacio­
nes aumentó de precio. Mientras tanto los vecinos vieron entregar a las llamas sus
edificios y quintas del lado enemigo de la línea.
L.as mujeres a cargo de los hospitales socorrían a los enfermos y víctimas de la
guerra; los hombres de todas las edades defendían con sus vidas la ciudad sitiada; los
niños se habían educado formando su carácter entre las emociones de la refriega y los
dolores de la lucha, también prestaban ayuda.
A veces cuando el estampido del cañón retumbaba anunciando a la ciudad que una
guerrilla se había trabado próximo a las fortificaciones se veía a los muchachos abando­
nar los libros y la escuela para dirigirse a proveer de cartuchos a los combatientes o
arrastrar los heridos y muertos fuera del campo de acción.
Fn 1846 la guerra estaba en todo su apogeo. Cuatro años ya iban transcurridos y ni
Oribe había conseguido entrar en la ciudad, ni sus defensores a pesar de todas sus
fuerzas, obligar a los sitiadores a levantar el asedio.
Luego de tanto tiempo de lucha la gente se amoldó a la situación volviendo de nuevo
a la vida acostumbrada, sin que fuese ya el pensamiento de toda hora la guerra, como
ocurrió en los primeros tiempos.
La ciudad, en su acepción verdadera y centro importante, era lo que en nuestros d ías
se llama Ciudad Vieja. Las calles de la nueva ciudad se habían delineado en 1843 siendo
su verdadero perímetro al sud la calle Isla de Flores, al este la de los Médanos por una
parte y por la otra la quinta Massini, y al norte desde la quinta de las Albahacas hasta la
calle Orillas del Plata. El despoblado más completo se extendía en todas las direcciones.
El estilo arquitectónico predominante en la época de la defensa se destacaba por casas de
material de un piso, amplio zaguán de entrada, puerta de calle de madera, patios abiertos,
ventanas protegidas por rejas de fleje formando dibujos o de barrotes redondos. (12)
Como detalle típico la amplia azotea guarnecida por baranda metálica o de balaus
tres, ostentando en el medio el clásico mirador blanco y cuadrangular.
La sociedad montevideana se daba cita en las horas de la tarde para aspirar aire
fresco y puro del río o contemplar con anteojos los detalles, muchas veces trágicos de las
guerrillas trabados en las líneas. En efecto los habitantes de la ciudad sitiada tras largo
tiempo de combates, de sufrimientos, educados en medio de las emociones intensas de la
guerra, en 1846, habían entrado ya en esa faz por la cual podría decirse que volverían a
su vida normal, a su vida de antes, sin que por eso hubiera desaparecido de su ánimo ni
siquiera amenguado un sólo instante, las penalidades del momento, el temor y la incerti
dumbre del futuro.
Ya la entrada de ios heridos a la ciudad, la vista de los inválidos de la guerra que
pululaban por las calles, las escenas tocantes y conmovedoras de las guerrillas de la
linca, el espectáculo diario ríe familias enteras que quedaban en la orfandad y en el
desamparo más completo, a fuerza de la repetición, no impresionaba con el mismo vigor,
en la misma proporción que en los primeros tiempos del Sitio.
¿Qué familia de Montevideo, no había perdido uno de sus miembros muertos por el
plomo del enemigo? Podría decirse que no hubo una sola persona que no vistiera de
negro en aquel terrible período de la defensa. Sin embargo la guerra parecía no tener fin,
los meses y los años se sucedían unos tras otros, y siempre, la tregua, la paz se veía
como un imposible, como un idea! que jamás pudiera realizarse.
Un viajero ansioso por conocer el espectáculo que ofrecía la ciudad sitiada, cuenta en
sus recuerdos, que cierto día, allá en enero de 1846, desde lo alto de un mirador
contemplaba la escena de una guerrilla. En las líneas, las balas menudeaban de uno y
otro lado, el estampido de los cañones en cortos intervalos, retumbaba en el espacio
abriendo sus proyectiles inmensos claros en las filas ...“a mi lado” -dice-, “en la azotea
vecina una señorita lee, mientras la brisa de la tarde agita graciosamente su vestido de­
bito; sin embargo” , añade, “ni una sola vez vi levantar su cabeza para mirar en derredor
y penetrarse de lo que pasaba a su frente” . (13)
La plaza Matriz y la calle Sarandí eran entonces los lugares predilectos de la sociedad
para los paseos y reuniones al aire libre. En las crónicas de la época se mencionan los
éxitos de esas reuniones, en que las familias de la ciudad sitiada, se daban cita en la plaza
mayor para oir una banda de música de alguno de los cuerpos de las fuerzas extranjeras,
pertenecientes a los buques franceses o ingleses que constantemente había en el puerto.
De tarde, el Mercado de la antigua cindadela, hoy Plaza Independencia, era el punto
.I. concurrencia. Allí a la puesta del sol siempre se encontraban señoras y señoritas de la
l'imcipal sociedad, elegantemente vestidas, formando corrillos para conversar de las
novedades del día, de los sucesos de bis armas, de las probabilidades de paz.
fue peor la situación de las familias de la campaña que siguieron al ejército de
rivera al otro lado del río Yí en 1845. De acuerdo con el padrón levantado por el padre
\ nial estaban reunidos en aquel lugar diez mil almas.
Toda esa población emigró al Brasil como consecuencia de la destrucción por el
enemigo de los batallones a cargo del general Rivera en la batalla de India Muerta.
'¡Hirieron tantas penalidades que el Gobierno de la Defensa pidió en 1845 autorización
0.na enviarles recursos. Otra emigración dolorosa ocurrió en el litoral a raíz de los desas­
n es sufridos por Rivera en Paysandú y Mercedes en 1847. Las familias que habían buscado
1i protección de su ejército se dispersaron por la costa, otras fueron embarcadas para la isla
ile Martín García donde la miseria era espantosa. Ese año de 1847 llegaron a la plaza
numerosas mujeres, unas por tierra, otras por la bahía provenientes del campo enemigo a
l'ioveerse de alimentos y mercaderías. En un día decía “El Constitucional”, hasta cincuen-
i.i señoras habían cruzado las fortificaciones con ese objeto. La policía canceló los permi­
sos concedidos a las familias del campo sitiador, pero las visitas continuaron.
A pesar de todas las penurias, la colonia española se mantuvo con ánimo, tanto que a
Io incipios de 1847 festejó el matrimonio de la reina de España con un banquete de
ucscientos cubiertos y un baile de ochocientas personas.

La enseñanza du ran te el Sitio


La instrucción primaria: Desde los primeros meses del Sitio se ocuparon el Gobierno
v las Comisiones populares encargadas de atender las familias procedentes de la campa­
na, de asegurar una banca escolar a los niños que llegaban en completo desamparo. El
Ministro de la Guerra instaló con ese objeto una “Escuela para niños emigrados”. La
escuela llegó a tener 149 alumnos en abril de 1844, 252 en mayo y 368 en agosto. Siguió
i luciendo hasta sobrepasar los 500 niños.
Existían en Montevideo, antes del Sitio 32 escuelas primarias, de las cuales 22 eran
publicas. En ellas recibían enseñanza 1000 varones y 400 niñas. Estas escuelas siguieron
luncionando.
La Universidad: Antes de la creación efectiva de la Universidad se dictaban cursos
pieparatorios de latín, matemática y filosofía y los superiores de jurisprudencia y teolo­
gía. La primera colación de grados pudo realizarse por eso a mediados de 1850, un año
después de instalada la Universidad.

La higiene pública
La alimentación de las clases pobres: Las clases menesterosas, las formadas por
icíugiados y los cuerpos ríe la guarnición se mantenían de menestras, carnes saladas o
pescado fresco. Hizóse desde entonces muy común el uso del bagre que abundaba en
nuestra costa y que era recogido por pescadores canarios. El caldo de este pez suplió
muchas veces en los hospitales la falta absoluta del puchero. En el Mercado se lleno .
expender carne de caballo por vaca, burlando la buena fe de los consumidores. En E
tropa sucedían cosas peores; no se perdonaba gato viviente que pudiera cazarse pai .
destinarlo a las viandas. También empezó a comerse la carne de perro, nociva a la salud
causaba enfermedades leves pero molestas.
Estado sanitario de la ciudad: A mediados de 1842 la Junta de Higiene Pública hi/o
analizar las aguas de los manantiales de la Aguada y de su estudio resultó que muchas d<
las fuentes utilizadas para el consumo de la población contenían sales calizas en fuciti
cantidad y que a ellas debía atribuirse las afecciones gastro-intcstinales que diezmaban
las clases pobres. Los saladeros situados en las márgenes del arroyo Miguelete infecta
ban sus aguas y destruían las arboledas y sementeras de los alrededores.
La ciudad poseía muy pocos aljibes, las casas no tenían pozos negros, las inmutuli
cias eran arrojadas a la calle o trasladadas en depósitos al mar.
Dentro de este régimen de atraso y abandono no podía brillar por su higiene el
Hospital de Caridad. En 1841 la prensa denunciaba que en las salas generales eran
limpiados los lechos cuando los enfermos se iban con alta o los llevaban al cementerio.
Epidemias: Entre 1838 y 1839 aparece la gastritis en todos los cuerpos del ejército,
(atacó con virulencia en el Batallón de Infantería N° 6); en 1841-1843 la disentería. En
1846 la ciudad recibió la escarlatina y se llenaron los hospitales dando bastante cuidado
a los facultativos por lo reducido e incómodo de los lugares donde instalaban los enfer
mos. Existieron también muchos casos de escorbuto.
Los hospitales: En los primeros días el Hospital de Caridad debió hacer frente a las
circunstancias de la guerra con inevitables inconvenientes. Pocas semanas después el
general Paz solicitó a doña Bernardina Fragoso de Rivera, esposa del Presidente de la
República, que tomara la iniciativa para la fundación de un hospital de sangre, de este
pedido resultó la Sociedad Filantrópica de Damas Orientales que sostuvo con ayuda de
donaciones, suscripciones y bazares durante cerca de cuatro años, su hospital el de más
fuerte movimiento de la plaza. Al finalizar el año 1846 había atendido 800 heridos de los
cuales 600 habían salido curados.
Existieron otros hospitales de sangre: el de la Barraca de Pereira; el de la Legión
Francesa; el tic la Legión Italiana; en estos dos últimos también se atendieron heridos de
otras nacionalidades.
Son precisamente los libros de Hospitales, en particular en los del Hospital de Cari­
dad, que pueden revelar el gran número de canarios heridos o muertos en defensa de la
plaza.

Finaliza el conflicto
No obstante los largos años de guerra, de las bajas provocadas por la misma, de la
emigración de muchas familias de Montevideo, en los primeros años del Sitio, al finali­
zar el año 1850, luego de ocho de asedio, la población había aumentado. Entre los
nuevos edificios figuraban un teatro y un templo protestante. El movimiento demográfi­
co durante esos años arrojaba tres mil nacimientos y mil matrimonios. En las riberas
il'i.m sido construidos cuatro muelles de hierro. La población tenía sesenta quintas para
l ' altivo de hortalizas, fincas que no existían en los comienzos del asedio y que se
iiibian ido organizando en terrenos ganados a las avanzadas del enemigo. Estaban en
i i' na actividad seis canteras, dos hornos de ladrillo, aserraderos, fabricas de fideos, etc.
. una biblioteca pública con cinco mil volúmenes.
I I terror en las poblaciones de la campaña donde dominaba Oribe había hecho que
l" . habitantes se inclinaran por la causa defendida en Montevideo. Las grandes defeccio­
nas sufridas por Oribe en sus tropas, cuyas filas abandonaban jefes y oficiales de reputa-
. mn, grupos y hasta escuadrones enteros para plegarse a las contrarias, le dejaron reducido
i crítica situación. El 3 de abril de 1851 el general Justo José de Urquiza, luego de casi
\cuite años de hallarse al servicio del tirano Rosas, se alzó contra éste declarándole la
cuerra. El 19 de julio cruzó con sus fuerzas el río Uruguay. Cercado el Cerrito por
111quiza, Oribe debió capitular. Urquiza de acuerdo con el Gobierno de Montevideo
i alebró con el enemigo un Tratado de paz que puso fin a la guerra.
De todas las vicisitudes pasadas, los canarios fueron principales protagonistas para
humar la mayoría de la población. Actuaron como soldados en ambos campos; les
destruyeron sus fuentes de trabajo: dehesas, huertas y plantíos; les impidieron la pesca
.lineándole sus embarcaciones; vieron sus hijos tomar las armas, en campaña como
"guayaquíes” de 10 y 12 años haciéndose a la vida del cuartel sin gozar de la niñez, sin
el provecho de la escuela de primeras letras; en Montevideo de tambores en los batallo­
n e s , tal Antonio González de 14 años en el de Extramuros, donde el peligro fue mayor,

cayendo enfermo de gastritis el 3 de setiembre de 1844 y su hermano Marcelino, de 15


míos, clarín deI piquete de Caballería del Cerro, reclutados a la fuerza como lo ordenaba
la ley de guerra. Muy mayores también, hombres desde 58 a más años, Felipe González,
Nicolás Delgado, José Bentancur, etc.
En los libros de Hospitales, listas de revistas y otros documentos, a partir del año
1841 los canarios son consignados como españoles, por eso es difícil establecer especí­
ficamente el origen y su número es. seguramente muy superior al registrado. Eos calía­
nos formaron en las legiones Italiana, Francesa y Cazadores Vascos. Sin embargo no
recibieron premios como ocurrió con otros grupos.
Terminada la lucha volvieron a los campos, encontraron viviendas arrasadas, árboles
derribados, la tierra desolada; pero con ánimo, alentados por la esperanza de mejor
futuro resurgieron fortaleciendo al país con su trabajo.
Dentro de los muros de Montevideo mantuvieron los ideales de libertad y los trascen­
dentales principios de justicia haciéndose dignos merecedores del reconocimiento nacio­
nal.
(1) Oddone, Juan Antonio. La emigración europea al Río (Je la Plata, motivaciones y proceso de incorporación
Montevideo, 1946. p. 77- 78.

(2 ) Creus, Carlos. Despachos e informes (Conf lict o piálense) 1846- 1X47. En: Bolet ín Histórico. Estado Mayoi
Montevideo, 1957, N ° 71- 72. p. 102- 108.

(3) Véase Ellauri, José. Correspondencia diplomática... 1839- 1844. Montevideo, Barreiro y Ram os. 1919. p
155- 156; 157- 158; 325; 398- 399.

(4 ) El subrayado es nuestro.

(5 ) El hecho se comprueba en los libros de Policía de Montevideo cuyo rubro es el “ Presentados” , N" 976
(Años 1845- 1851) Archivo General de la Nación.

(6 ) Pacheco y Obes, Melchor. Memoria... sobre su actuación en la época de la Defensa de Mont evideo, durante
los años 1843- 1846. Montevideo, Museo Histórico, 1979, p. 73 y siguientes.

(7) En la capital el Gobierno declaró la libertad de los esclavos el 12 de diciembre de 1842 para llevarlos a las
armas de la Defensa. El artículo 2o de la ley respectiva expresa: “ El Gobierno destinará los varones útiles
que han sido esclavos, colonos o pupilos, cualquiera que sea su denominación, al servicio de las armas
por el tiempo que crea necesario” .

(8) Pacheco y Obes. Obra citada, p. 24- 25.

(9) Iriarte, Tomás de. Memorias... Vols. 8 a 12 (1842- 1847)

(10) Véase: Alonso Criado, Matías. Colección Legislativa de la República Oriental del Uruguay, Mont evideo,
1876. Tomo I, p. 460- 461.

(11) Canarios de la campaña refugiados en Montevideo. List a nominal de personas, en su m ayoría mujeres
casadas que huyendo del campo sitiador cruzaban las lineas de defensa para refugiarse en Montevideo.
Datos correspondientes al período 17 de marzo a 19 de octubre 1847. Información obtenida en el Lib ro
976 de la Po licía de Montevideo. Registro por orden de llegada.

Nombre Edad Estado Pasó a dom iciliarse en:

Josefa de Noda 63 años casada Casa de la fam ilia Belt rán

Arañ ad a Lemez 33 años casada Casa de la fam ilia Belt rán

Jacint a Bcntancur 40 años casada Casa del Coronel Pozzolo

María J. Bravo 28 años casada Casa de la fam ilia Belt rán

María Córdoba 33 años casada Casa de Marcial Córdoba

Josefa Tejera 22 años casada Casa de Marcial Córdoba

María Hernández 48 años casada Casa de la f am ilia Salvad or Ortiz

Ji mena Hernández 33 años casada Casa de la fam ilia Salvad or Ortiz

María Placeres 38 años casada Casa de Juan María Pérez

María Martínez 36 años viuda Casa de María Ramírez

María Josefa Pérez 50 años casada Casa de Sim ona Jara

Antonia Carriona 50 años viuda Casa de la f am ilia de Vicent e Vázquez

Luisa de Barrios 40 años casada Casa de la fam ilia de José Noguera

Bernarda Barreto 40 años casada Casa de la fam ilia de José Noguera

Ciriaca Cabrera 24 años casada Casa de la fam ilia de Tomás Alvarez

María Rodríguez 30 años casada Casa de la fam ilia de Tomás Alvarez


María Pérez 50 años casada Casa de la familia de Felipe Charino

María García y un hi jo 52 años casada Casa de la fam ilia de Basilio Reyes

Rafaela de Arma 40 años casada Casa de la familia de Antonio Silva

Juana Hrito 44 años casada Casa de la fam ilia de Antonio Silva

Rafaela Alayón con la

hija de Manuela Alvarez 36 años casada Casa de la fam ilia de Bernardo Borgcs

Juana Cabrera 50 años casada Casa de la fam ilia de Vicente Vázquez

Tomasa Umpiérrez 22 años casada Casa de la fam ilia de Juan Vera

Barbarita González 20 años casada Casa de la fam ilia de Juan Vera

Vicenta Pérez

con una hija 27 años casada Casa de la calle Piedras 123

Rosalía Bravo 3X años casada Casa de la fam ilia de Cristóbal Baliñas

Rafaela Acosta

y dos niñas 33 años casada Casa de la fam ilia de Antonio Cardoso

María Rijo 60 años casada En el Mercado Chico

An a de Jesús Alvarez. 60 años casada Calle Pérez Castellanos 66

María Bárrelo 60 años casada Calle Ituzaingó, casa de Batista

Josef a Soca 30 años casada Calle Ituzaingó, casa de Batista

María González 50 años viuda Calle Cindadela 130

Rafaela Umpiérrez con

su hija viuda de Morales

y dos niños 50 años viuda Calle Misiones 72

Anit a Martínez 20 años soltera Casa de Andrés de León

Nótese en la precedente nómina la falta de varones, tanto adultos como jóvenes. Estos eran enrolados en las
lilas del invasor, de ahí la ausencia de cónyuges e hijos. Los oficios de éstos eran labrador o empleado de
'»»mercio en diversas actividades. En la columna de domicilios puede leerse los nombres de las familias
altruistas que los amparaban.

La inform ación se tomó como ejemplo de lo ocurrido dentro de un breve lapso de siete meses, mas la
llegada de personas solicitando asilo en la plaza se produjo durante todo el tiempo de la guerra.

112) Ex ist ía asimismo ex cesivo número de casas de madera sumamente antihigiénicas causando perjuicios a
salud y retrasando el progreso. Por decreto de mayo de 1X41 quedó prohibido levantar construcciones
esa clase. En su mayoría eran habitadas por emigrantes recién llegados. Véase: Alonso Criado, Obra
citada, p. 446.

<I 0 Sarm ient o, Domingo Faustino. Recuerdos de Montevideo. (Sarmiento llegó a Montevideo en 1X46 de paso
hacia Europa).
D O C U M E N T O S Y A R C H I VOS

Ar ch ivo Gen er al de la Nación

Fondo del Hospit al de Car id ad de Mont evideo.

Libros 33, 38 y 39 (Referencias de Archivo: 4823, 4828, 4829. Años 1838 a 1851).

Fondo del Min ist er io de la (¿t ierr a.

Papeles varios. Cajas 1336 a 1342.

Hospital de Sangre. Papeles varios. Caja 1343 (1843) List a nominal detallando españoles y canarios que
prestaban servicio.

Batallón de Matrícula. List a de los enrolados que forman la Compañía de Carpinteros de Rivera, con indicación
de nacionalidades donde figuran canarios. Batallón de Mat rícula Ia Compañía (1844) List a de enrolados con
indicación de nacionalidades donde figuran canarios.

Fondo de Po licía de Mont evideo.

Libro de entrada de pasajeros N ° 951. 1837- 1838. Co n indicación de profesión, estado, edad, origen y punto de
residencia en Montevideo. Contiene 3360 registros.

labro de presentados N °976. 1845- 1851. Con indicac ión de profesión, estado, edad, origen y punto de residen
eia en Montevideo. Contiene 11500 registros. (Es un registro de movimiento de personas).

Fondo Ar ch ivos Part icu lar es.

Caja 19. Manuel Herrera y Obes (Correspondencia con Carlos Creus 1847- 1852 y correspondencia con Justo
José de Urquiza 1851)

Cajas 20 a 23. Manuel Herrera y Obes (Correspondencia 1839- 1851)

Cajas 27 a 44. Eugenio Garzón (Correspondencia y otros documentos 1837- 1851)

Caja 325. Carpeta 3. (Crónica fragmentaria de la Guerra Grande 1838- 1845)

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C A P IT U L O VI

H IST O R IO G R A F ÍA Y B IB L IO G R A F ÍA SO B R E

L O S C A N A R IO S E N E L U R U G U A Y

(Inventario comentado sobre libros referentes a la colonización canaria durante la


fundación del puerto y ciudad de Montevideo)

R e su m e n

El presente trabajo intenta exponer el panorama historiográfico completo sobre los


estudios concernientes a la fundación de Montevideo y su relación con la colonización
canaria la cual aseguró el éxito de los planes y pautas propuestos.
Procedimos a examinar toda la bibliografía disponible en esta materia sin dejar de
lado ninguna pieza importante. Libros, folletos, textos de estudio, artículos publicados
en revistas y periódicos, los repasamos con ánimo exhaustivista, tratando siempre de
tomar la mejor información de cada uno, la fidedigna, la extraída de fuentes originales;
en consecuencia desechamos errores anotados, remedos e interpretaciones dogmáticas,
evitando caer en dubitaciones. Hemos revalorado pasajes históricos y párrafos sueltos de
los libros consultados, de manera de seguir la secuencia normal de los hechos; en las
confrontaciones acotamos transferencias de un autor, reproducido en parte por otros, sin
las debidas aclaraciones, sustituyendo así la investigación en documentos de archivos,
por la cuestionable noticia bibliográfica.
Tuvimos a la vista más de cuatrocientos libros de historia nacional, de ellos seleccio­
namos noventa y dos autores; en hemerografía de catorce periódicos, escogimos siete y
tic éstos separamos veinticuatro trabajos.
El primer capítulo contiene una “Breve reseña historiográfica uruguaya" con la nómi­
na de los principales historiadores uruguayos del siglo XIX, iniciadores de esta ciencia
en el país. Son los que primero concurrieron a los documentos disponibles en la época, y
sus obras formaron la base de estudios posteriores.
Luego la “Anotación histórica" breve imagen de las características formadas durante
el proceso que culminó con el establecimiento definitivo de la ciudad de Montevideo,
destacando la participación de las familias procedentes de Islas Canarias:"La ciudad que
no se quiso fundar", “El aporte y abnegación canarios” .
La “Explanación”, parte central de nuestro trabajo, expone los ítems ordenados cro­
nológicamente; van ¡alonando fechas cruciales, damos en ellos el resumen de su signifi­
cación, con citas bibliográficas y notas aclaratorias.
Es aquí donde se desprende si los historiadores consultaron las fuentes o tomaron frag­
mentos ajenos. Otros trabajos serios, que son mayoría, presentan faltas de signaturas archivís-
ticas, cuando no, omiten el nombre riel repositorio. Se aprecia, en cuanto a fechas, variantes,
aun en la documentación transcripta. Termina el capítulo la “Lista de libros fundamentales
para el estudio del aporte canario a la fundación de la ciudad de Montevideo”.
De estos cotejos se destaca la necesidad de rever toda esta parte de la historia
nacional, realizando primero la compulsa documental completa, seguida de investigacio­
nes en archivos en búsqueda de materiales todavía desconocidos, para finalmente repasar
los actuales textos en lo correspondiente no sólo a la parte expositiva, sino a la interpre
tación; cosa de situar a la realidad de los acontecimientos, todo el honor que les corres­
ponde a los colonos llegados de Canarias en la fundación de Montevideo, en la civilización
del territorio tpie hoy forma la República Oriental del Uruguay y en la defensa de la
hispanidad deteniendo el avance portugués hacia las costas del Río de la Plata y las
tierras del Sur.

I n tr o d u c c ió n

B r e v e r e s e ñ a h is t o r io g r á f ic a u r u g u a y a

En nuestro país las ciencias historiográficas no llegan a completar dos siglos de


existencia. Sin entrar en mayores detalles, pues no es nuestro propósito apartarnos del
tema central que hoy nos ocupa, nos parece de interés presentar una brevísima reseña
para exponer el panorama de la historiografía, la cual servirá mejor para comprender las
alternativas ocurridas en su desarrollo durante el siglo XIX y lo que va del presente.
Comenzando por las crónicas, relatos de acontecimientos trascendentales y viejos
recuerdos, hasta llegar a trabajos de síntesis e interpretación, afloran a menudo, especial­
mente en las primeras épocas, subjetividades fáciles de comprender si tenemos en cuenta
que la decantación del tiempo todavía no ha llegado a producir los benéficos resultados,
depuradores de parcialidades.
Razones de patriotismo mal encaradas, que no compartimos, específicamente elabo­
radas para afianzar la consolidación de las ideas de independencia, incidieron en la
exposición de inexactitudes, felizmente en unos pocos trabajos de historia nacional. Ese
alejamiento de la verdad afectó no solamente la narración de los hechos compartidos con
países limítrofes con los que tuvimos en el pasado incompatibilidades políticas y milita­
res, sino que por ello se extendieron velos de olvido sobre muchos aspectos favorables
de la colonización y dominación española.
Disponemos en la actualidad de excelentes trabajos históricos resultado de afinadas
pesquisas en repositorios documentales, no obstante todavía quedan extensos bancos tie
importante papelería en archivos y depósitos nacionales y extranjeros que deben ser
objeto de revisación.
Hace falta volver a estudiar variados aspectos de tiempos pasados. Causas, razones,
circunstancias que incidieron o produjeron los hechos. Se ha dado énfasis a las acciones
militares desprovistas de los problemas sociopolíticos que las generaron. Queda también
mucho por escribir sobre vida, usos y costumbres, desarrollo artesanal e industrial,
comercio, higiene, estados sociales y económicos, son materia de creciente interés den­
tro de las nuevas tendencias historiográficas nacionales.
Los principales cultores de la descripción e interpretación del pasado uruguayo en las
primeras épocas fueron los siguientes.
F r a n c i s c o A c u ñ a d e F i g u e r o a (1791-1862) Primer poeta nacional. Cronista histórico
de los últimos tiempos de la dominación extranjera. Su obra más importante es el
“Diario histórico del Sitio de Montevideo. 1812-1814", pero otros versos suyos también
prestan relaciones históricas de interés.
J u a n M a n u e l d e l a S o t a ('?-1 858) Publicista e historiador. Nació en la República
Argentina y se radicó en Uruguay. Su libro “Historia del territorio Oriental del Uru­
guay", salido de prensas en el año 1841 se halla enriquecido con documentación tomada
de archivos montevideanos. Esta obra fue por muchos años fuente de información de
otros historiadores, tales Isidoro de María, Francisco Bauza y varios contemporáneos. Su
libro es la primera historia escrita de nuestro país.
D á m a s o A . L a r r a ñ a g a (1771-1848) Sabio, naturalista, sacerdote y hombre de letras.
Compuso con don Raymundo Guerra, primer bibliotecario público de Montevideo, los
“Apuntes históricos sobre el descubrimiento y población de la Banda Oriental”.
A l e j a n d r o M a g a r i ñ o s C e r v a n t e s (1825-1893) Literato, hombre público e historia­
dor uruguayo. Publicó numerosas obras literarias. A nosotros nos interesa sus “Estudios
históricos, políticos y sociales sobre el Río de la Plata” cuya primera edición salió en
París en 1854 dentro de la serie titulada “Biblioteca Americana”, que es el “trazo inicial
de la historia razonada en nuestro medio rioplaten.se". Fue autor de novelas históricas
tales “Palmas y ombúes”, “Caramurú" y otros libros que describen el medio social de los
tiempos pasados, en nuestro territorio.
A n t o n i o D c o d o r o d e P a s c u a l (7-1874) Historiador español, naturalizado brasileño
autor de “Apuntes para la historia de la República Oriental del Uruguay”, editada en
París en 1864 bajo las iniciales de "A.D. de P".
F r a n c i s c o B e r r a (1844-1906) autor del discutido libro “Bosquejo histórico de la
República Oriental del Uruguay", de gravitación pedagógica durante tres décadas.
A n d r é s L a m a s (1817-1891) Hombre de letras, político de gran actuación internacio­
nal. Fundador del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay. Llegó a formar un
archivo y biblioteca propios de extraordinario valor.
Recordamos su libro “Escritos políticos y literarios durante la guerra contra la tiranía
de D. Juan Manuel Rosas, acompañados de documentos, en gran parte inéditos...” colec­
cionados por Angel J. Carranza y publicados en Buenos Aires en 1877.
I s i d o r o d e M a r í a (1815-1906) Autor de abundante obra histórica. Sus libros son
todavía frecuentemente utilizados. De ellos citamos: “Compendio de la historia de la
República Oriental del Uruguay”, “Rasgos biográficos de hombres notables”, “Anales de
la defensa ríe Montevideo", “Montevideo antiguo”.
F r a n c i s c o B a u z a (1849-1899) Destacado político, hombre ríe letras, legislador e
historiador. Autor de la “Historia de la dominación española en el Uruguay”, de gran
probidad literaria escribió en ese libro: “La dominación española fue benéfica al Uru­
guay, en cuanto nos dio todos los elementos que necesitaba el país para ascender de las
oscuridades del barbarismo a las esferas de la civilización cristiana...”
P a b l o Blanco A c c v e d o (1880-1935) Político, profesor ile historia, miembro de núme­
ro del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay. En 1901 publicó su “Manual de
historia de la República Oriental del Uruguay”, en 1922 el “Informe sobre la fecha de
celebración del centenario de la Independencia” y en 1929 “El gobierno colonial en el
Uruguay y los orígenes de la nacionalidad”.
E d u a r d o A c c v e d o (1857-1948) Jurisconsulto e historiador. Nació en Buenos Aires.
Fue Rector de la Universidad, Ministro, Director del Banco de la República, Catedrático,
etc. Son sus principales obras históricas: “Notas y apuntes, contribución al estudio de la
historia económica y financiera de la República”, “Artigas, jefe de los orientales y
protector de los pueblos libres, su obra cívica, alegato histórico” y los “Anales históricos
del Uruguay” . El doctor Eduardo Acevedo fue miembro de número del Instituto Históri­
co y Geográfico del Uruguay.
Todos estos hombres nacieron en el siglo XIX, fueron los constructores que cimenta­
ron nuestra historiografía, con Eduardo Acevedo podemos considerar que termina la
primera etapa de esta ciencia en el Uruguay. Luego aparecen otras figuras destacadas, se
perfeccionan los métodos de investigación y se organizan los archivos; ello traerá como
resultado revisionismos históricos y nuevos enfoques de los viejos asuntos.

A n o t a c ió n h is tó r ic a

No concuerdan las opiniones de los investigadores sobre la determinación que movió


a don Pedro de Mendoza a elegir el paraje para asentar el puerto en Buenos Aires.
Si dejó atrás la bahía natural de Montevideo, de fácil defensa, protegida por el Cerro
y la isla (llamada de Ratas) (1 ), es posible se deba ello a la circunstancia de que la boca
del puerto se halla expuesta a los fuertes vientos del suroeste. Otro tanto ocurrió con
Maldonado, puerto natural, favorecido con la isla, para una mejor protección natural. Si
bien, el lugar preferido, fue un paso más hacia las tierras lejanas, trajo por consecuencia
el descuido de la frontera este, tan imprecisa como lejana, lo que permitió el avance
'lusitano y la pérdida de enormes extensiones.

Eos portugueses vieron siempre como límite natural de sus posesiones americanas el
Río de la Plata, ya que esto no sólo les ofrecía las fértiles llanuras del sur, sino además,
las ventajas de compartir el dominio de vías fluviales que penetran profundamente en su
territorio.
Todos los medios fueron buenos para ese fin. El empuje hacia el oeste era constante:
partidas militares terrestres, operaciones marítimas, contrabando, arreos de ganados e
inclusive favorables cláusulas en los tratados internacionales concertados con España.
Herencia jurisdiccional, prolongada luego de la época colonial, casi hasta nuestros días.
En cuanto al contrabando benefició a portugueses y españoles. La Colonia del Sacra­
mento era el centro abastecedor de todo género de mercaderías, destinadas a surtir la
ciudad de Buenos Aires. Una ruta menos extensa y compleja permitía mantener precios
menores y ofrecer artículos de toda índole.
Las cifras exponentes de las cantidades en diversos rubros introducidos por Portugal
en la Colonia del Sacramento son determinantes a este respecto; una pequeña población
como Colonia nunca pudo consumir para sus necesidades tantos efectos.
Por otra parte el contrabando permitió eludir controles y tributos oficiales de España,
utilizándose cuando las circunstancias lo permitieron, la “ruta del Janeiro” para trasladar
metales preciosos y dineros, a la metrópoli, vía clandestina de Lisboa.

( I ) Of icialm ente denominada Isla de la Libertad.


L a c iu d a d q u e n o s e q u is o f u n d a r

La posición estratégica de Montevideo tanto como puerto ideal por sus aguas profundas,
<omo por ser punto de buen enlace de las distintas rutas marítimas del sur, no pasó desaperci­
bida por los habitantes de Buenos Aires quienes vieron desde un comienzo, el peligro
económico que les podía traer la habilitación de aquella bahía. Esas cualidades en lugar de
l.ivorecer, se transformaron en el mayor obstáculo para la fundación de la nueva ciudad.
La primera disposición del rey de España sobre la fundación de Montevideo corresponde
al 13 de noviembre de 1717. Debieron transcurrir seis largos años, hasta el 20 de enero de
1724, y las eventualidades conocidas para verse cumplidas las reiteradas órdenes de la
Mirona. El gobernador Bruno Mauricio de Zavala, remiso, descuidaba el peligro tan cercano
que ofrecía el portugués, extraña conducta de este avezado hombre de armas.
Si bien es cierto otros problemas demandaban atención, este aun desde la lejana
I spaña era considerado primordial. En tanto que los portugueses desembarcaban en
Montevideo, el rey despachaba la conminatoria cédula del 20 de diciembre de 1723.
Es cuando la situación se torna grave, recién frente a la realidad, que Zavala se
obliga a actuar. Culminado con éxito el desalojo de los intrusos, los acontecimientos
■ anuientes parecen llevar cierto desapego, en especial aquellos correspondientes al levan­
tamiento de una población estable.
Izado el pabellón de Castilla, ni en ese momento ni en ningún otro acto posterior de
significación, se labraron actas determinantes de hechos tan solemnes. Los españoles
siempre cuidadosos de documentar actuaciones relevantes parece olvidaron aquellos días
históricos. Aún habiéndose establecido el puesto militar de defensa, predominaba el
.mimo de su precariedad. Así inclusive lo sintieron las familias indigentes de Buenos
Aires, llamadas a poblar Montevideo, no aceptando tentadoras regalías y títulos para
decidirlas a cruzar el río. Unos pocos concurrieron a formar la nueva población, es que
la Banda Oriental debía continuar de vaquería cerril.
Tal era la idea de inestabilidad sobre la futura población que dos años más tarde, para
alojar a los colonos provenientes de Canarias, no se tomaron providencias ¿cómo fue
posible, disponiéndose de tiempo suficiente, el no haber preparado alojamientos adecua­
dos donde impera un clima de frecuentes variantes, cálidos veranos, crudos inviernos,
lluvias frecuentes y sobre todo vientos fríos del sur?
Los colonos durante meses vivieron bajo tolderías de estacas cubiertas de cueros,
impropias habitaciones para gente civilizada. Pasaron luego a pobres ranchos de adobe,
insanos, con aberturas desguarnecidas de puertas y ventanas. La prohibición de utilizar
piedra en la construcción ele viviendas particulares, aduciendo necesidades en el levanta­
miento de las defensas militares, no tiene razón alguna por cuanto el poblado se asentó
en una cuchilla pétrea, en campos cercanos abundaban los afloramientos ele este material
v en toda la costa, que es rocosa, aun hoy día se hallan cantos rodados en cantidad.

E l a p o r te y a b n e g a c ió n c a n a r io s

Analizando los distintos trabajos históricos en aquellos pasajes relativos a la funda­


ción de Montevideo vemos que las citas sobre el aporte canario, se reduce casi siempre a
dar ei número, no exacto, de los colonos llegados a este puerto, sin entrar en otros
detalles de muchísimo interés.
Montevideo es esencialmente una ciudad fundada por canarios por cuanto fueron
gran mayoría y se pensó en ellos como habitantes, aun antes de establecerse definitiva
mente los españoles en este paraje. Arribaron a nuestras playas a los pocos meses de la
llegada de las siete familias provenientes de Buenos Aires. Al hablar de Montevideo
debemos entender algo más en los límites fijados para su jurisdicción, pues desde aquí
partieron las corrientes humanas que sembraron los pueblos y llevaron la civilización poi
lo que es hoy el territorio de la República Oriental del Uruguay. Prolongados en sus
descendientes caracterizaron al país hasta la mitad del siglo XIX, cuando la inmigración
italiana modificó en gran parte sus costumbres. No obstante, todavía se aprecian, espc
cialmente en la campaña, residuos folclóricos e idiomáticos.
No es común se destaquen estos aspectos. Tampoco se subrayan las adversidades,
indigencias, contrariedades, desventuras y tropiezos sufridos por los primeros poblado
res; la indiferencia y el olvido de las autoridades de Buenos Aires, los constantes abusos
cometidos contra la población civil por la guardia militar; el asedio de los bandidos en
los campos, los contrabandistas en peligrosas partidas, portugueses enemigos y los indios
salvajes.
Se vieron obligados a surtir naves con peligro de sus propias escasas reservas. Tuvie­
ron que ajustarse a los monopolios de Francisco de Alzaybar quien convirtió la coloniza­
ción que ayudó a formar, en provecho personal, hubo momentos en que la población
entera se hallaba dedicada a atender sus demandas o la de los oficiales del presidio, con
abandono en parte, de las chacras que les producían el sustento.
Hubo carencia de utensilios, muebles, ropas. Sin asistencia médica adecuada, ni
seguridad pública. Escasas comunicaciones con España y Buenos Aires. El peligro cons­
tante confinó prácticamente a los habitantes al reducido espacio de la ciudad con las
necesarias salidas a las chacras del ejido o a los campos de propios.
Vivieron la ausencia de higiene municipal, sin pavimentos, calles con zanjones,
intransitables en invierno; soportaron perros salvajes en los campos y domésticos en el
recinto, que por la abundancia de carne se hallaban en todas partes. La proliferación de
insectos, en especial moscas y mosquitos fomentados por los pantanos de las zonas bajas
cercanas y las constantes carneadas para el acaparamiento de cueros.
El renunciamiento, la privación, se soportaron por décadas, sin desmayo, con inque­
brantable espíritu y fe en la nueva vida deparada por el destino.

E X P IA N A C IÓ N C O M P A R A T IV A

Hitos principales. (Señalamos las referencias bibliográficas más directas o importantes)


Desde 1673 hasta enero I de 1730.
1 6 7 3 - Repitiendo el acto de posesión realizado en la isla de Maldonado antes de
1600, navegantes y soldados lusitanos desembarcaron en Montevideo y esculpieron en
una piedra del Cerro el escudo de su país.
A z a r ó la G il. L o s o r íg e n e s d e M o n t e v id e o , p . 4 7
1673 m a rzo - La novedad es conocida en Buenos Aires. El gobernador .lose Manon /
de Salazar convocó a varios vecinos recién llegados de los puertos de lítasd p e í .i
udórmarse. Uno de ellos, don Pedro Martín Flores declaró que hallándose en Santos oso
decir que estas tierras (las del Río de la Plata) eran y pertenecían a Portugal, que son les
que quieren poblar y que los marcos y padrones que las dividen están en un paraje que
llaman Monte Vidio.
A z a r ó la G il, o b . c it. p . 4 7

1 6 7 6 m a y o 2 6 - Andrés de Robles, “gobernador” de la provincia del Paraguay eleva


al rey Carlos II de España una comunicación denunciando la fijación en Montevideo de
un marco o padrón con emblema portugués.
A z a r ó l a G i l , o b . c i t . p . 4 9 y p . 2 1 5 ( D o c u m e n t o N ° 7 ) , Real cédula al gobernadoi
del Paraguay ordenándole quitar las armas de Portugal esculpidas en el cerro de Monte
video, fechada en Madrid a 20 de julio de 1679 años) ( E l d o c u m e n t o s e h a l l a e n e l
A r c h iv o G e n e r a l d e I n d ia s , A u d ie n c ia d e C h a r c a s 4 1 6 (E x 1 2 0 - 4 - 2 )

1683 e n e r o 11 - Carta del gobernador de Buenos Aires a S.M. sobre la conveniencia


de erigir un fuerte y un poblado en Montevideo.
A z a r ó l a G i l , o b . c i t . p . 50 y p . 2 1 6 ( D o c u m e n t o N" 8) El gobernador de Buenos
Aires era don Joseph de Herrera y Sotomayor. ( A r c h i v o G e n e r a l d e I n d i a s , A u d i e n c i a
d e C h a r c a s 261 (E x 7 6 - 2 - 22)

1 6 9 1 - Francisco Naper de Lancaster gobernador de la Colonia del Sacramento


enuncia vasto plan ríe colonización riel territorio costero uruguayo y concreta el lugar de
Montevideo como sede de una gran urbe por su situación central y marítima. Influyó sin
lugar a dudas sobre los portugueses, en la resolución de fortificar y poblar a Montevideo.
A z a r ó l a G i l , o h . c i t . p . 5 4 . El texto puede ser consultado en la obra del mismo autor
titulada “La epopeya de Manuel Lobo”, documento N" 41 de ésta.
1 7 0 1 o c t u b r e 2 9 - El rey de Portugal don Pedro II decretó la fundación ríe Monlevi
deo “en razón de la cesión y derecho del uso de la campaña de la Nueva Colonia del
Sacramento, por el Tratado de Alianza que se hizo con el rey Católico...”
A z a r ó l a G i l , o h . c i t . , p . 5 7 y p . 2 1 7 ( D o c u m e n t o N" 9 ) . El Consejo Ultramarino al
tey de Portugal sobre los puestos a crearse para guarnecer y administrar la fortaleza de
Montevideo) ( A r c h i v o d e M a r m i t a c U l t r a m a r d e L i s b o a , p a p e l e t a 2 5 1 9 d e C a s t r o e
A lm e id a , t o m o V I )

El documento expresa la erección de una fortificación y un pueblo en Montevideo,


seguido de la construcción de un fuerte en la isla ele Maldonado.
1 7 0 2 e n e r o 7 - El gobernador de Río de Janeiro, Arthur de Sá e Menezez recibe
instrucción por Real Cédula para proceder a la ejecución de la empresa a poblar Monte­
video y fortificarlo.
A z a r ó la G il, o h . c it ., p . 5 7 y p . 2 1 4 ( D o c u m e n t o N" 1 0 ) A r c h iv o d e R ío d e J a n e ir o .

1 7 0 2 m a r z o 17 - Don Pedro II de Portugal deja sin efecto el proyecto de fortificar y


poblar Montevideo.
A z a r ó l a G il , o h . c it ., p . 5 9 y p . 2 1 S ( D o c u m e n t o N " I I ) B i b l i o t e c a N a c io n a l di
L is b o a , L ib r o d e r e g is t r o s y d e c r e t o s r e la t iv o s a l B r a s il... 1 7 0 2 - 1 8 3 3 , 1er. v o l., f o l. I
v. y 4 v.

1 7 0 8 o c t u b r e 3 0 - La bahía de Montevideo y alrededores antes de la fundación de la


ciudad, impresiones de la expedición científica francesa de Louis Feuillée.
Citado por H o r a c i o A r r e d o n d o e n “ A n a l e s H i s t ó r i c o s d e M o n t e v i d e o ” , v . 3 , p . 14
quien a su vez lo tomó del "Journal des observations physiques, mathématiques ci
botaniques. Faites par l’ordre du roisur les cotes orientales de l’Amerique Méridionale
dans les Indes Occidentales, depuis F année 1707 jusque 1712", etc., v. I.
1714 - El sargento mayor Manuel Gonçalves de Aguiar informó que en San Francisco
Xavier habló con un español llegado de Buenos Aires que se había detenido en Montevi
deo, en cuyo puerto encontró embarcaciones francesas y sus tripulantes “negociaban con
la gente y guardias españolas que allí estaban". Agregó que en Montevideo y Castillos
había guardias castellanas y que todos los meses venía un lanehón a recorrer aquella
costa y mudar las guardias.
A z a r ó l a G il , o b . c it ., p . 6 3 , quien lo transcribe de C a s tr o e A lm e id a “ I n v e n ta r io
d o s d o c u m e n t o s r e l a t iv o s a o B r a s i l ” , v. 6 , p a p e l e t a N ° 4 3 2 0 .

1716 o c t u b r e 11 - Felipe V, rey de España, desde Buen Retiro remite al gobernador


interino de Buenos Aires, don Baltasar García Ros, un pliego de instrucciones puntuali­
zando la necesidad de oponer medios para evitar la ocupación lusitana de los parajes de
Montevideo y Maldonado.
S o t a . H i s t o r i a d e l U r u g u a y , v. 1, p . 1 6 8 y p . 182 (N o ta N ° 6 , tr a n s c r ip c ió n del
d o c u m e n to )

A z a r ó l a G il , o b . c it ., p . 6 7 .

B a u z a . H i s t o r i a d e la d o m i n a c ió n e s p a ñ o l a e n e l U r u g u a y , v. 2 , p . 2 5 3 .

Véase además: Revista Histórica, v. 3, p. 82.


1717 j u l i o 11 - Don Bruno Mauricio de Zavala, juró el cargo de gobernador del Río
de la Plata ante el Cabildo de Buenos Aires.
A z a r ó la G il, ob. cit.. p. 69.
B au za, ob. cit., v. 2. p. 258.
B la n c o A c e v e d o . El gobierno colonial en el Uruguay, v. 1, p. 4L
1 7 1 7 n o v i e m b r e 1 3 - El rey expide en Madrid una Real Cédula al gobernador de
Buenos Aires, sobre poblar y fortificar Montevideo y Maldonado.
A z a r ó l a G i l , ob. cit., p. 69 y p. 219 (Documento N° 12, del Archivo General de la
Nación de Buenos Aires, división colonia, legajo de reales cédulas N° 4)
1718 o c t u b r e 5 - El rey reitera a Zavala las órdenes de fortificar Montevideo.
Consulta acerca de la factibilidad de poblar el sitio con familias del Tucumán.
A z a r ó la G il, ob. cit., p. 69 y p. 220 (Documento N° 13)
1720- Iniciativa particular de José García Inclán, natural de Cádiz y vecino de
Aires, proponiendo poblar Montevideo. Proyectó instalar cien familias y pedía
H íl e n o s

Ir rucia para faenar 150.000 cueros vacunos por año, libres de derechos.
A z a r ó l a G i l , ob. cit., p. 72, quien lo tomó de Daniel García Acevedo, en Revista
Histórica, v. 5, p. 118. (Documento del Archivo General de Indias, Audiencia de Charcas
M /(Ex 76 - I - 54)
I lla n c o A c e v e d o , ob. cit. v. I, p. 43.
1 7 2 0 e n e r o 2 7 - Comunicación del rey al gobernador de Buenos Aires don Bruno
Mauricio de Zavala sobre que los portugueses de la Colonia del Sacramento no excedan
■ n su posición más allá que la distancia del tiro de cañón. Reitera también el proceder a
l.i fortificación de Montevideo y Maldonado.
S o ta , ob. cit. v. 1, p. 185 (Nota N° 7, documento fechado en Madrid)
S o ta , ob. cit. v. 2, p. 9.
B au za, ob. cit., v. 2 . p. 2 7 1 .

B la n c o A c e v e d o , ob. cit., v. 1, p. 42.


1723 m a y o 1 0 - Nueva carta de instrucciones reales sobre poblar Montevideo y
Maldonado. Señala debe comenzarse el asunto de inmediato “pues de su dilación se da
tiempo y lugar a los portugueses a que ocupan el sitio y terreno y se fortifiquen,
luciéndose más dificultoso el empeño para desalojarlos por la fuerza”, es signado en
Aranjuez.
A z a r ó la G il, ob. cit., p. 70 y p. 222 (Documento N° 14)
B l a n c o A c e v e d o , ob. cit., v. I, p. 44, este despacho según Blanco Acevedo no fue
espedido hasta el día 6 de junio de 1723.
R e v is ta d e l A r c h iv o G e n e r a l A d m in is t r a t iv o , v. 1, p . 5.
1723 j u n i o 2 9 - El rey de Portugal impartió instrucciones al gobernador de Río de
lanciro, Ayres de Saldanha de Alburquerque, por Cédula del 29 de junio de 1723,
disponiendo el envío de fuerzas a Montevideo con orden de fortificarse. No alude a
poblaciones.
A z a r ó la G il, ob. cit., p. 79, quien lo tomó de la “ R e v is ta d e l A r c h iv o G eneral
\d m m istr a tiv o ” , v. I , p . 1 7 .
1723 n o v i e m b r e 2 2 - En cumplimiento a la Real Cédula de 29 de junio 1723, el
Maestre de Campo Manuel de Freitas da Fonseca fondea en la bahía de Montevideo
hallando solamente un lanchón que pertenecía al capitán y práctico del río, don Pedro
<¡ronardo.
A z a r ó la G il, ob. cit., p. 81.

M a r ía , “Compendio de la Historia de la República Oriental del Uruguay”, v. I. p.


/().,
S o ta , ob. cit., v. 1, p. 168.
R e v ista d el A r c h iv o cit., v. 1, p. 39.
1723 d ic ie m b r e 1 - Pedro Gronardo informa a Zavala ríe la ocupación portuguesa .1
Montevideo.
A z a r ó la G il, ob. cit.. p. 81.

M a r ía , ob. cit., v. 1, p. 70.


S o t a , ob. cit., v. 1, p. 1 8 6 (Nota N° 8: “Diario de Bruno Mauricio de Zavala >l<
cuando se poblaron los portugueses en Montevideo y se les obligó a retirarse”.
B auza, ob. cit., v. 2, p. 274.
B la n c o A e e v e d o , ob. cit., v. I, p. 43.
R e v is ta d e l cit., v. I, p. 45 (Transcribe el “Diario del Gobernador Bruñe
A r c h iv o
Mauricio de Zavala”. Fundación de Montevideo).
1723 d i c i e m b r e 7 - Alonso de la Vega llega a Montevideo con un destacamento
frente al campamento de Freitas da Fonseca inicia las hostilidades apartando el ganado \
apoderándose de caballadas.
A z a r ó la G il, ob. cit.. p. 82.
M a r ía , ob. cit., v. 1, p. 70.
S o t a , ob. cit., v. I, p. 169 (Consigna esta acción en fecha 4 de enero de 1724, y en p
188, Nota N° 8, figura también en 4 de enero 1724.
B au za, v. 2, p. 280, establece la fecha del 7 de enero 1724 para esta acción.
s
B la n c o A c c v c d o , ob. cit., v. I, p. 46 establece para lo mismo el día 7 de diciemlnc
1723.
1 7 2 3 d i c i e m b r e 2 0 - Real Cédula enviada al gobernador de Buenos Aires, reiterando
el encargo de poblar Montevideo y Maldonado. Los términos empleados por el rey son
graves, pues se le advierte: “que en el caso de no estar ejecutadas ya las órdenes
anteriores... paséis desde luego y sin malograr tiempo alguno a ejecutarlas y perfeccio
nadas... que de lo contrario me daré por servido ríe vos y se os hará gravísimo cargo” ...
A z a r ó la G il, ob. cit., p. 71 y p. 226 (Documento N" 15, Real Cédula).
También reiteradas con fechas posteriores al establecimiento definitivo de los espa
fióles en Montevideo. De esta manera: 20 junio, 20 julio y 21 octubre de 1724. Véase
R e v i s t a d e l A r c h i v o G e n e r a l A d m i n i s t r a t i v o , v. I. p. 53, p. 59 y p. 63 respectivamente.

1 7 2 4 e n e r o 1 9 - 1 rei tas da Fonseca dirige mensaje a Zavala expresando que, en vista


de sus preparativos de agresión abandona el puesto y protesta por los hechos. Ose mismo
día se hizo a la vela con hombres y elementos.
A z a r ó la G il, ob. cit., p. 84.
M a r ía , ob. cit., v. i., p. 71.
S o ta , ob. cit., v. 1. p. 169 y p. 188 (Nota N° 8).
B au za, ob, cit., v. 2, p. 283.
B la n c o A e e v e d o , ob. cit., v. i, p. 47.
1724 enero 20 - Alonso de la Vega ocupa la península desierta y eleva el pabellón
lu pallo.

QUEDABA DEFINITIVAMENTE ESTABLECIDO EL PUERTO Y CIUDAD DE


M< INTE VIDEO, SIENDO ESTA LA FECHA QUE DEBE TOMARSE COMO EUNDA-
i IONAE.
A z a r ó la G il, oh. cit. p. 84.
1724 m a r z o 2 5 - Llegan a Montevideo mil indios de las reducciones jesuíticas para
u-lorzar el punto y cooperar como peones en la construcción de las fortificaciones. Se
i. lira /avala a Buenos Aires el 2 de abril de 1724 y el capitán Francisco Antonio Lemos
pueda de comandante de la guarnición con ciento diez soldados.
A z a r ó la ( ¡ il, oh. cit.. p. 86.
M a r ía , ob. cit., v. I. p. 73.
Sota, oh. cit., v. I, p. 190 (Nota N" 8).
B au za, oh. cit. v. 2, p. 288.
1724 s e t i e m b r e 4 - Acuerdo entre el gobernador Zavala y el Cabildo de Buenos Aires
para llevar a la práctica la población de Montevideo.
A z a r ó la G il, ob. cit., p. 92.
B auza, ob. cit. v. 2, p. 290.
1 7 2 4 d i c i e m b r e 1 2 - El rey Felipe V aprueba el asiento ajustado con don Francisco
de Alzaybar y don Cristóbal de Urquijo para navegar a Buenos Aires con cuatro navios
durante cuatro años.
A z a r ó la G il, ob. cit. p. 107 y p. 227 (Documento N° 16, sobre el asiento referido).
En Audiencia de Charcas 181 (Ex 75-6-40).
A r c h iv o G e n e r a l d e I n d ia s ,

1 7 2 5 a b r i l 1 6 - Real Cédula comunicando a Zavala su permanencia en el gobierno


hasta que termine la población de Montevideo y su ascenso al grado de teniente general.
Signada en Aranjuez.
A z a r ó l a G i l , ob. cit., p. 233 (Documento N° 17; del A r c h iv o G e n e r a l d e I n d ia s ,
Audiencia de Charcas, legajo 181 (Ex 75 - 6 - 40).
1725 a b r i l 1 6 - Real Cédula al gobernador de Buenos Aires don Bruno Mauricio de
Zavala relativa a la Colonia del Sacramento y población de Montevideo y Maldonado.
Signada en Aranjuez.
A z a r ó l a G i l . ob. cit.. p. 237 (Documento N° 20; del A r c h i v o G e n e r a l d e la N a c ió n .
Buenos Aires, división Colonia, legajo de Reales Cédulas, N° 4).
1725 a b r i l 1 6 - Real Cédula al gobernador de Tucumán disponiendo su cooperación a
la población de Montevideo. Signada en Aranjuez.
A z a r ó l a G i l , ob. cit., p. 239 (Documento N° 21; del A r c h iv o G e n e r a l d e I n d ia s ,
Audiencia de Charcas, legajo 181 (Ex 75 - 6 - 40).
Idem al Gobernador del Paraguay.
1725 a b r i l 1 6 - Real Cédula a la ciudad de Buenos Aires sobre que solicite familia
para la población de Montevideo y Maldonado. Signada en Aranjuez.
A z a r ó l a G i l , ob. c i t .. p. 2 4 0 (Documento N° 22: del A r c h i v o G e n e r a l d e la N a c ió n
Buenos Aires, división Colonia, legajo de Reales Cédulas, N° 4).
1 7 2 5 a b r i l 1 6 - Real Cédula al gobernador de Galicia sobre envío de veinticiiuo
familias a Montevideo y Maldonado. Signada en Aranjuez.
A z a r ó la G il,ob. cit., p . 1 0 9 y p . 2 4 1 (Documento N° 23; del A r c h i v o G e n e r a l <h
I n d ia s, Audiencia de Charcas, legajo 181 (Ex 75 - 6 - 4 0 ) .
Con esta Real Cédula corre unida otra igual, expedida en la misma fecha y dirigida al
gobernador de las Islas Canarias.
Sota, ob. cit., v. 2, p. 10 y p. 123 (nota N° 2, Real Cédula).
1 7 2 6 e n e r o 2 0 - Pedro Millán comienza bajo advocación de San Felipe y Santiago a
plantear la nueva ciudad de Montevideo, y da hogar a las primeras siete familias,
compuestas de treinta y seis personas, procedentes de Buenos Aires.
M a r ía , ob. cit.. v. 1, p. 74.
S o ta , ob. cit. v. 2, p. 10.

B la n c o A c e v e d o , ob. cit., v. 1., p. 49.


P once de L eón, "La ciudad vieja de Montevideo", p. 16 y capítulos siguientes.
1726 a b r i l 11 - Asiento ajustado con don Francisco de Alzaybar y don Cristóbal de
Urquijo para la conducción de cincuenta familias de las Islas Canarias destinadas a
poblar Montevideo y Maldonado. Aplazado el proyecto del traslado de colonos españo­
les, por dificultades ocurridas con Inglaterra, se resolvió que partieran de Canarias.
Por asiento signado en San Ildefonso a 3 de julio 1725 el rey ajustó la conducción de
cuatrocientos hombres de tropa para el Río de la Plata. (Documento del A r c h i v o G e n e ­
r a l d e I n d i a s , Audiencia de Charcas, legajo 181 (Ex 75 - 6 - 40) con un navio del cargo
de Cristóbal de Urquijo y Francisco de Alzaybar.
A z a r ó la G il, ob. cit. p. 110 y p. 242 (Documento N° 25, signado en Buen Retiro;
pertenece al Audiencia de Charcas, legajo 181 (Ex 75 - 6 -
A r c h iv o G e n e r a l d e I n d ia s ,
40).
1726 a g o s t o 2 1 - Parte del puerto de Santa Cruz el navio “Nuestra Señora de la
Encina, alias La Bretaña”, al mando del capitán Bernardo de Zamorategui, con los
primeros colonos canarios.
A z a r ó la G il, ob. cit., p. 111.
1726 a g o s t o 2 8 - Auto del gobernador de Buenos Aires don Bruno Mauricio de
Zavala detallando los beneficios de que han de gozar los que pasen a radicarse en la
nueva ciudad de Montevideo. Signado en Buenos Aires.
A z a r ó l a G i l , ob. cit., p. 121 y I p. 248 (Documento N° 28, Actas del Cabildo de
Buenos Aires, libro XIX, foja 387).
1726 n o v i e m b r e 1 9 - Llegan las primeras familias canarias a Montevideo, las que
por imprevisión deben ser alojadas bajo tiendas de cueros sostenidos con estacas. Al mes
aguiente, 20 de diciembre, Pedro Millán levanta el padrón de pobladores.
A z a r ó l a G i l , ob. cit. p. 112. Figuran en esta obra las nóminas de Casabuena y Mesa y
el Padrón de Millán, comparados, de lo que puede observarse variantes entre ellos.
ob. cit., v. 1, p. 76, expresa: “llegaron doce familias que mandó Alzaybar de
M a r ía ,
las Islas Canarias” .
B la n c o A c e v e d o , ob. cit., p. 49.
S o t a , ob. cit. v. 2, p. 15, presenta el padrón de los pobladores conducidos por el
Navio Nuestra Señora de la Encina, en esta fecha.
1726 d i c i e m b r e 20 - Don Pedro Millán ejecuta el empadronamiento ele los poblado-
ics de Montevideo.
A z a r ó l a G i l , ob. cit., p. 113, 122 y p. 265 (Documento N° 35, de Pedro Millán,
testamento fechado en Buenos Aires el 23 de junio 1732, del A r c h i v o d e l o s T r i b u n a l e s
d e B u e n o s A i r e s , año 1733, legajo 7147).

S o ta , ob. cit., v. 2. p. 12.


R e v ista d e l A r c h iv o G e n e r a l, ob. cit., v. I , p . 111.

A p o l a n t , “Génesis de la familia uruguaya”, p. 20, p. 23, p. 48 (En p. 48-58 figura un


resumen anotarlo del Padrón Millán).
1 7 2 6 d i c i e m b r e 2 4 - El capitán Millán fija la jurisdicción de la ciudad. (Se refiere no
a la planta urbana, sino al territorio sobre el cual el futuro Cabildo ejercerá su autori­
dad). Se reparten solares. El día 12 de marzo de 1727 fijará el ejido y los propios.
A z a r ó l a G i l , ob. cit., p. 125, quien tomó la información de la “Revista riel Archivo
General Administrativo”, v. 1, p. 99.
M a r í a , ob. cit., v. I. p. 80. Transcribe la narración de Millán sobre el término y
jurisdicción de Montevideo.
S o ta , ob. cit.. v. 2, p. 11.

R e v is ta d e l A r c h iv o G e n e r a l, o b . cit., v. 1, p . 9 9 .

Archivo Artigas, ob. cit., v. I, p. 8.


El señalamiento citado constituye la parte inicial del libro que se destinó a ese
objeto, al repartimiento de cuadras y solares urbanos, ejido y adjudicación de chacras.
1 7 2 7 e n e r o 15 - Pedro Millán establece las festividades oficiales.
A z a r ó l a G i l , ob. cit., p. 128; tomado de la “Revista del Archivo General Administra­
tivo", v. I. p. 129.
R e v is ta d e l A r c h iv o G e n e r a l, ob. cit., v. 1, p. 129.
Fueron estas fiestas: San Felipe y Santiago, I” de mayo; Concepción de Nuestra
Señora, 8 de diciembre; San Sebastián, 20 tle enero.
1 7 2 7 m a r z o 12 - Comienza Pedro Mi lian la adjudicación ríe tierras para chacras.
A z a r ó l a G i l , p. 131, quien toma la información de la "Revista del Archivo General
Administrativo”, v. I, p. 135.
M a r ía , ob. cit., v. I, p. 83: transcribe el detalle de Millón sobre el repartimiento.
R e v is ta del A r c h iv o G e n e r a l, ob. cit. v. 1, p. 135: contiene el detalle sobre el
repartimiento.
A r c h iv o A r tic a s , ob. cit., v. I, p. 1 2 .

1 7 2 8 (¿) - Relación del reparto de estancias practicado por Pedro Millón a los
pobladores de Montevideo.
A r c h iv o A r tig a s , ob. cit., v. I, p . 16.

A z a r ó la G il, ob. cit. p. 132.


R e v ista d el A r c h iv o G e n e r a l, ob . cit. v. 1, p . 1 5 1 .

A p o la n t, ob. cit., p. 31.


Varios autores, especialmente Apolant presentan dudas en cuanto a la exactitud de la
lecha.
1 7 2 9 e n e r o 31 - Parte de las Islas Canarias con rumbo a Montevideo la flota bajo el
mando personal de Alzaybar, compuesto de tres navios: el de San Francisco, el San
Bruno y el San Martín. En el primero embarcaron cuatrocientos hombres de tropa, que al
llegar al Plata debían quedar al servicio ele ambas plazas; en el último vinieron familias
pobladoras.
A z a r ó la G il, ob. cit. p. 135.
1729 m a r z o 27 - Arribaron al puerto de Montevideo los navios que condujeron la
segunda colonización canaria.
A z a r ó l a G i l , ob. cit., p. 1 3 7 . Azaróla establece que la segunda colonización canaria
estaba formada por cuarenta y nueve personas. En cuanto al padrón Gorriti, levantado
catorce años más tarde adolece de muchas inexactitudes.
M a r ía , ob. cit. v. 1, p. 78, no establece la fecha exacta.
S o ta , ob. cit., v. 2, p. 18, se refiere al padrón Gorriti, el cual transcribe.
R e v i s t a d e l A r c h i v o G e n e r a l , ob. cit., v. 1, p. 155, presenta la lista de los segundos
pobladores, se refiere al padrón Gorriti.
A p o l a n t , ob. cit. p. 25, p. 33 y p. 59 (En p. 59-80, puede hallarse un detalle completo
conteniendo los nombres cíe los colonos).
P o n c e d e L e ó n , ob. cit., p. 46 establece como día de la llegada de los segundos
colonos, el 28 de marzo de 1729.
1 7 2 9 d i c i e m b r e 2 0 - El gobernador don Bruno Mauricio de Zavala labró el docu­
mento que erigía oficialmente en ciudad a la población. Establecimiento riel Cabildo.
A z a r ó l a G i l , ob. cit. p. 144 y p. 258 (Documento N° 30 sobre el Acta de la fundación
jurídica de la ciudad).
M a r ía , oh. cit., v. I, p. 86.
S o t a , oh. cit. v. 2, p. 22, detalla seguidamente las estancias repartidas y los nombres
de los beneficiados.
B auza, ob. cit., v. 2, p. 293. Estableció para esta fecha el día 29.
R e v is t a d e l A r c h iv o G e n e r a l, v. 1, p. 173 (Ordenanzas municipales) y p. 207.
El Libro Capitular de la nueva población, comienza con lecha 20 de diciembre de
I 729.
1730 - E n e r o 1 - Designación de Zavala de los cabildantes en nombramiento directo.
I’restan juramento los elegidos.
A z a r ó la G il, ob. cit.. p. 145 y p. 260 (Documento N” 31: Constitución del primer
( 'abildo).
S o ta , ob. cit., v. 2, p. 22 y p. 129 (Nota N° 4, dando la lista de los cabildantes).
M a r ía , ob. cit., v. I, p. 87.
B au za, ob. cit., v. 2, p. 294, con la nómina de los primeros cabildantes.
B IB L IO G R A F ÍA

L i s t a d e l i b r o s f u n d a m e n t a l e s p a r a e l e s t u d i o d e l a p o r t e c a n a r i o a la
f u n d a c ió n d e la c iu d a d d e M o n t e v i d e o .

En orden alfabético:

A CO LA N ! , J A.

(1966) Génesis de la fam ilia uruguaya. Montevideo, Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay.

También la segunda edición ampliada, en 4 volúmenes, del año 1975. Apolant presenta por primera ve/
minuciosos estudios de los primeros padrones de la ciudad de Montevideo, los que han permitido aclarni
muchos pormenores. Se trata de una obra de riguroso corte documental realizada con pericia.

A PO LA N T , J A.

(1966- 1968) Padrones olvidados de Montevideo del siglo X V III. Montevideo. Imprenta Letras, 3 v.

El autor desplegó la misma técnica y exactitud que en la obra antes nombrada.

Estos padrones comienzan en el año 1743.

A RC H IV O A R T ICA S.

(1950) Montevideo, Comisión Nacional.

Es de interés para nosotros el volumen I. Transcribe el padrón de 1726. el padrón del mismo año relat ivo a la
distribución de solares. El del año 1727, sobre reparto de chacras; el de 1728, reparto de estancias; tierras de
chacras de 1730, y otros muchos documentos de interés.
A Z A RO L A G IL , L.K.

(1932) Aportación al padrón histórico de Montevideo. Epoca fundacional. Madrid. Revist a de Archivos.

Se trata de una lista por orden alfabético de los primeros pobladores de Montevideo. Contiene datos de origen,
matrimonios, oficios, fechas de nacimiento y muerte, propiedades, etc.

Ut ilizó como lítenles el Archivo General de la Nación de Montevideo, los libros parroquiales de la Iglesia
Matriz, el Archivo de la Escribanía de Gobierno y Hacienda, la Revista del Archivo General Adm inist rativo, la
Revista Histórica, el Archivo General de la Nación de Buenos Aires, etc.

A Z A RO L A G IL , L.K.

(1933) Los orígenes de Montevideo. 1607- 1749. Buenos Aires.

La obra mas importante para lodo este estudio. Azaróla Gil puede considerarse el autor histórico dedicado casi
por entero a los estudios de la época fundacional de Colonia del Sacramento y Montevideo. Incansable invest i­
gador de archivos y bibliotecas nacionales y del exterior.

A Z A RO L A G IL , L.K.

(s/ f) Veinte linajes del siglo X V III Contribución a la historia de Montevideo... París, Franco- lhcro- Americana.

Sobre los principales personajes que actuaron en aquellos primeros tiempos de la ciudad de Montevideo:
Zavala. Alzaybar, etc.

Complementan estos trabajos, la obra del mismo autor titulada: “ La epopeya de Manuel Lobo” , contribución a
¡a historia de la Colonia del Sacramento, seguida de una crónica de los sucesos desde 1680 hasta 1828 (Madrid,
1931).

BA U Z A , K

(1965) Historia de la dominación española en el Uruguay. Montevideo, Minist erio de Instrucción Pública y
Social, 6 v
Aunque la de Bauza es obra importante, es muy poco lo que refiere sobre la fundación de Montevideo.

Il l ,A N CO A C EV ED O , P.

( 1036) El gobierno colonial en el Uruguay y los orígenes de la nacionalidad. 2da. Edición. Montevideo. 2 v.

Illanco Accvedo es importante porque traza con mucha destreza el escenario social, político y m ilit ar de
aquellos años.

M A RIA , I. de

i 1X95- 1902) Compendio de la historia de la República O del Uruguay Montevideo, El Siglo Ilustrado, 6 v.

I’ara nuestro trabajo consultar el volumen primero. Isidoro tic María a pesar de estar hoy muy superado, reviste
interés. Fue el primero en citar el testamento de Al/ nyhar.

M O N T ERO BU ST A M A N T E, R. - L L A M A S, J. M .

i 1976) Fundación de Montevideo. Montevideo, Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay.

Se trata de una reimpresión del mismo trabajo que había sido editada en 1919.

Los autores reconocen como fecha para la fundación de Montevideo, el día 24 de diciembre de 1726. Así fue
aprobada por el Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay en 5 de abril de 1919.

PO N C L D E LEO N , L.R.

i 1968) La ciudad vieja de Montevideo. Trazado inicial y evolución en su primer cuarto de siglo. Montevideo,
Impresora Res. (Separata del tomo V de "Anales históricos de Montevideo” ).

SO T A , ,). de la

(1965) Historia del territorio Oriental del Uruguay. Montevideo, Minist erio de Instrucción Pública y Previsión
Social. 2 v.

La primera edición de esta obra se hizo por la Imprenta de la Caridad en 1841. Es el primer tratado de historia
sobre el Uruguay.

Publicaciones periódicas

REV IST A D EL A RC H IV O (¡EN ER A L A D M IN IST RA T IV O Montevideo, 1885

Para este trabajo es útil el volumen primero. Casi todos los autores posteriores a la publicación de este tomo han
recurrido a él. Contiene comunicaciones, documentos portugueses y españoles, padrones y actas de Cabildo.

REV IST A H IST O RIC A I ) E LA U N IV ERSID A D (Hoy revista histórica) Montevideo, 1907.

Deben consultarse los tomos siguientes: 1, 2, 3, 5, 6, 7, 9, 10, 11 y 12.

V ID A M O D ERN A . Montevideo. Tomo 8 (1902), p. 71 artículo "La fundación de Mont evideo".

Documentos im prescindibles

A RC H IV O G EN ER A L D E IN D IA S D E SEV I L L A : Audiencia de Charcas, legajo 181, antigua nomenclatura:


75 - 6 - 40. Minutas de despachos 1723- 1726.

Idem. Ídem, leeajo 218, antes: 76 - I - 35. (Carlas y expedientes de los gobernadores de Montevideo y Santa
Cruz.de la Sierra 1702- 1759).
P R IN C IP A L E S R E V IS T A S U R U G U A Y A S E N M A T E R IA D E H IST O R IA

(Det alle de sus colecciones)

REV IST A D E L A SO C IED A D A M IG O S D E L A A RQ U EO L O G IA . Montevideo.

Colección: 15 tomos y un índice que forma el tomo 16; Vol. I. año 1927 a vol. 16, año 1974.

La colección es rica en artículos sobre arquitectura, urbanismo, arte, folclore, arqueología y etnografía, geolo
gía y paleontología, viajes, naturalistas, historia, cartografía, numismática, bibliografía, etc. Posee trabajos
referidos a nuestra época colonial.

REV IST A D EL A RC H IV O G EN ER A L A D M IN IST RA T IV O . Montevideo.

Colección: 18 tomos. No existe índice.

Vol. I, año 1885 a vol. 18, año 1943. Cesó su publicación.

Cambió de título varias veces: “ Archivo General de la Nación. Colección de Documentos (v. 12); “ Acuerdos
del Ex tinguido Cabildo de Mont evideo” (v. 13).

N O T A : es ésta la revista más importante para estudiar nuestro tema.

REV IST A D EL IN ST IT U T O H IST O RIC O V G EO G RA FIC O D EL U RU G U A Y. Montevideo.

Colección: 24 tomos. Indice en el tomo 23.

Vol. I, año 1920 a vol. 24. (Po r diversas circunstancias el tomo que lleva N ° 23 fue el último editado , con fecha
1977.)

La colección posee una gran riqueza de artículos históricos, entre los mismos existen varios acerca de la época
colonial que interesan a nuestra labor.

REV IST A H IST O RIC A Montevideo.

Colección: 54 tomos. Indices generales: 1907- 1924 y otro segundo índice inserto en el tomo 50 (1977).

• Vol. 1, año 1907 a vol. 54, año 1982.

Es una publicación del Museo Histórico Nacional. De gran interés para la historia nacional. En ella se han
incluido valiosos trabajos, documentos, reproducciones iconográficas y pictográficas. También posee artículos
sobre la fundación de Montevideo.

N O TA : hasta el N" 5 se llamó “ Revist a Histórica de la Universidad” .

A N A L ES H IST O RIC O S D E M O N T EV ID EO . Montevideo.

Colección: 5 tomos.

Vol. I, año 1957 a vol. 5, año 1969. Cesó su publicación.

Es una publicación del Museo y Archivo Histórico Municipal.

BO L ET IN H IST O RIC O . EST A D O M A YO R G EN ER A L D EL EJER C I T O Montevideo.

Colección: 266 números.

N ° I, año 1929 a N ° 266, año 1978. Suspendido.

No salieron los números 201 a 204.

Publicación del Departamento de Estudios Históricos del Ejército.


V io le n c ia m a g n ic id a e n U r u g u a y ...
A N G E L R. V L N T U R 1 N I (*)

A SE SIN A T O S , A TE N TA D O S Y C O N SP IR A C IO N E S

Q U E E N L U T A N N U E STR A H IST O R IA .

Los atentados contra los Presidentes, ex-Presidentcs y otras altas personalidades de la


República han sido varios en nuestra historia, y es sorprendente que durante el mes de
agosto se hayan cumplido los más importantes.
Estos hechos, fueron llevados a cabo por personas que mentalizadas por el cruce de
ideologías, o de ideas propias o del ambiente, creyeron ser protagonistas del cumpli­
miento de este extraño mandato, y llevaron a cabo los intentos de magnicidio con el que,
entendieron, era un deber cívico para el bien de la comunidad, y que comenzaron como
se detalla más adelante, con el primer Presidente Constitucional, Fructuoso Rivera.

EE A TE N TA D O C O N TRA R IV E R A

El atentado revolucionario contra el General Rivera, realizado el 29 de junio de


1832, se produjo en Durazno, al pronunciarse una insurrección militar al mando del
Mayor Santa Ana, salvando la vida el Presidente de la República General Rivera, arro­
jándose al río Yi, crecido en ese momento para escapar a la emboscada. El General
Lavalleja tomó la jefatura de la revolución en campaña, pues la única fuerza existente en
la capital se sublevó el 3 de julio al mando del Coronel Garzón, que derrocó los poderes
constituidos. El país entero condenó esta revolución que se encontró tan en minoría, que
ni esperó a medir sus armas con las del General Rivera que marchaba hacia la capital.

EOS A TE N TA D O S L U E G O D E LA G U E R R A G RAN D E.

Desde 1851, al finalizar la llamada Guerra Grande, hasta la presidencia de Gabriel


Antonio Pcreira, se ha denominado a tal período de Anarquía Nacional.
En ese lapso, diecisiete personajes riel mundo político ocuparon el sillón presiden
c ia 1.
Se sucedieron unos a otros, con revueltas, motines, enfrentamientos armados de inda
índole y también atentados a personajes importantes de la conducción política nacional
Durante el período de la anarquía se produjo un motín que estalló el 2 5 de m i v i e m b i e
ríe 1855 en Montevideo. El grupo de molineros, dirigidos por José M a n a M u ñ o / s e
apoderó del fuerte. Flores y Oribe pudieron, al cabo de 5 días dominar la s i i u . u mu l .i
ciudad pasó momentos de angustia, pues los gubernistas tiraban desdo l a s t u n e s d e l a
Iglesia Matriz y sobre el Fuerte (actual Plaza Zabala), donde se asilaron l o s i c h e l d i .

(* ) Secretario del Minist erio de Obras Públicas. Director de la Comisión Administrativa del I I . i I . p .l.timt
Miem bro de la Junta Electoral de Montevideo. Periodista.
LIn suceso curioso ocurrió el día 26 según nos cuenta Eduardo Acevedo en sus anales.
MI combate se suspendió para permitir a las colectividades extranjeras festejar con un
banquete de casi 2.000 cubiertos el triunfo franco-inglés-italiano ríe Sebastopol, en la
guerra de Crimea contra Rusia.
Buena demostración del inmenso peso y poder de los inmigrantes en el país. Los
orientales habían tenido que deponer temporariamente su querella para permitir la cele
bración ele un hecho que no tenía la menor vinculación con nuestra política y nuestra
historia.
Según cuenta el agente diplomático ele Francia en Montevideo. Martín Maillefer, el
banquete estaba presidido por el sabio Bonpland, ele paso en la ciudad, en una mesa que
contaha con la presencia de mujeres elegantemente ataviadas.
Esta celebración fue presenciada desde lo alto de las terrazas y de los belvederes, por
los ciudadanos armados con el fin del reinicio de la lucha en la Plaza Constitución -que
era el escenario de casi todos los motines y peleas de la época- una vez terminados los
actos celebratorios de la victoria aliada en Crimea.

U N A TE N TA D O CO N TRA O R IB E Y O TRA C O N TRA B U ST A M A N T E

La noche del 24 de noviembre de 1855, es tiroteado el carruaje en que se suponía se


trasladaba de la finca en donde se había producido una reunión política, a sus lares el
Brigadier Grab don Manuel Oribe; es muerto en esas circunstancias el cochero de dicho
vehículo.
El carruaje no llevaba pasaje alguno, en razón que advertido Oribe de un posible
atentado como ocurrió, se trasladó a caballo por distintos caminos hasta su residencia del
Miguelete.
En la noche del 11 al 12 de octubre de 1855, ocurre un motín donde atacan la casa
del Presidente Interino Manuel B. Bustamante, con balas de fusil que penetraron por una
de las ventanas de la sala principal, felizmente desierta, destrozando vidrios y algunos
objetos.
Producido este motín, Flores, para calmar el clima de la violencia con su presencia,
ocupó su residencia particular en la ciudad.
Sus contactos con Oribe seguían estrechamente. Se hablaba, como de un hecho
inevitable, del acuerdo de los dos jefes. El 11 de noviembre, se conoció el Pacto que
acababan de firmar en la Unión, Flores y Oribe, del cual surgió la candidatura del futuro
Presidente Gabriel Antonio Pereira.

E L A TE N TA D O C O N TRA V E N A N C IO F LO R E S

A mediados de 1867, la policía localizó una mina destinada a volar el Fuerte (hoy
Plaza Zabala), que había sido colocada -en su subsuelo- pasando por el caño maestro
desde una casa vecina para ser detonada eléctricamente. Los trabajos eran dirigidos por
el ingeniero alemán Pablo Neumayer, a quien secundaba un primo hermano, atribuyén­
dose, la responsabilidad del intento a Eduardo Bertrand -antiguo capitán florista distan­
ciado de Don Venancio- contra el que declaró uno de los Neumayer.
Bertrand huyó a Buenos Aires y, desde el primer momento, los hombres del círculo
florista señalaron el origen político del fallido atentado y acusaron de él a los conserva­
dores. (Sector colorado).
También fueron arrestados durante las investigaciones el Gral. Suárez, los comandan-
íes Lucas Vergara y Leopoldo Mancini y los civiles Fernando Torres y Ramón Márquez
entre otros
Hubo una manifestación popular de protesta donde el Cncl. Magariños enjuició seve-
iamente a la fracción conservadora del coloradismo; Flores contestó con un discurso de
tono conciliador, debiendo señalarse que tomó el asunto con la mayor calma y dejó
actuar a la justicia sin mayores interferencias, aún en el momento que, por falta de
pruebas, ésta dejó libres a los sospechosos.

IA S M U E R T E S D E F E B R E R O

El 19 de febrero de 1868, se producen los asesinatos de los ex-presidentes de la


República, Venancio Flores y Bernardo Prudencio Berro.
Tras una revuelta que se produjo en varios puntos de la ciudad del departamento de
Montevideo, el Fuerte fue tomado por un grupo de 25 personas mandadas por Bernardo
Prudencio Fierro, al grito de: “abajo el Brasil” y “viva la independencia Oriental y la del
Paraguay” .
Durante estos hechos el Presidente interino Pedro Varela con algunos empleados y el
encargado de negocios del Brasil, lograron escapar del Fuerte por un pasadizo secreto.
Fracasada la revuelta. Berro abandonó el Fuerte dirigiéndose a pie a la costa donde
no encontró un bote en el cual fugar hacia una embarcación mayor que lo esperaba para
lal eventualidad.
Flores, entre tanto, siendo ya las 2 y media de la tarde al recibir la noticia del ataque
al Cuartel de Dragones, dispuso de inmediato salir en coche con sus invitados desde su
casa situada en la calle Florida casi mercedes. Tomó pro Florida para doblar por Rincón
dirigiéndose al Cabildo, de donde llegaba el ruido de gritos y de tiroteos, mientras la
gente se metía en sus casas y trancaba las puertas y ventanas.
Al llegar a la calle Mercedes, el carruaje de Flores es objeto de intenso tiroteo por un
grupo de siete u ocho personas emponchadas y de rostros casi cubiertos por grandes
sombreros. Cae muerte el cochero y uno de los caballos. Flangini azuza a los animales,
los que no pueden avanzar por estar obstruida la calle con un carro cargado de pasto que
había sido atravesado ex profeso.
Flores contestaba el fuego con su revólver, en tanto se acercaba al galope a los gritos
del comandante Evia para prestarle ayuda. Pero habría de llegar tarde. Mientras sus in .
acompañantes lograban escapar por una de las puertas del coche, Flores forcejea en v an o
para salir por la otra, atascada contra el carro de pasto. Cuando logra escurrirse poi el
pequeño espacio que pudo abrir, caen sobre él los asesinos que lo ultiman a puñaladas
para desbandarse de inmediato. Flores, caído sobre la vereda, muere en brazos del
sacerdote francés Supervielle, que pasaba accidentalmente por allí.
El cadáver de Flores según el certificado médico, presentaba ocho heridas, en I .
cabeza, en el tórax, en la región bronquio-external, en el cuello, en la región cervical, <u
la región dorsal y en la región ilíaca, recibiendo también algunas heridas, aunque .1
poca gravedad su Ministro Flangini. Otro herido fue el secretario Errecart, y habiendu
corrido Márquez, que salió ileso, a refugiarse en la Legación de Inglaterra.
Habíamos expresado más arriba que Berro tras el fracaso de la revuelta huía hacia la
costa por la calle Alzaibar siendo detenido en las inmediaciones del Templo Ingles \
conducido luego al Cabildo.
Allí, lo enfrentan al cadáver de Venancio Flores, ante el cual sufre una crisis nervio
sa, siendo insultado y torturado en un calabozo durante más de dos horas, según testimo
niara Héctor Varela, hasta que es “masacrado -escribe el cónsul francés- por la propia
mano de Segundo Flores, muchacho de 18 años”, recibiendo igual suerte varios de sus
compañeros ele armas. El cadáver de Berro fue arrojado a un carro junto con otros
cuerpos, víctimas ele la epidemia de cólera que en esos momentos asolaba Montevideo,
con destino a una fosa común.

L A S C R U E N T A S C O N S E C U E N C IA S D E E ST E E P ISO D IO

Se desata entonces una ola de incontenible violencia. “Se pide venganza y no justi
cia", escribe “El Siglo”, buscando apaciguar las prédicas de sangre. El general Caraballo
comunica que el 20 de febrero, habiendo encontrado una partida de cien revolucionarios,
retos de las fuerzas de Bastarrica, en el Paso de Casavalle, los había derrotado y perse­
guido, “siendo muerto la mayor parte y heridos muy pocos o ninguno”.
El comercio de Florida y Mercedes de donde habían salido los asesinos de Flores, es
asaltado por una turba enloquecida que mata al dueño y a su dependiente. Se envía orden
a los jefes políticos para que acudan a Montevideo “a fin de acordar las medidas que
deben tomarse en tan excepcional situación”.
A Máximo Pérez se le envía un chasque: “Mataron a nuestro querido General D.
Venancio flores; reúna la gente y véngase”. Máximo, analfabeto, se lo hace leer por un
asistente, quien lee: “vénguese” en lugar de “véngase” y manda entonces fusilar a dos
prestigiosos jefes blancos, Tomás Pérez y Rafael Ocampo. En dos días se calcularon en
quinientos los muertos de ambos bandos, blancos en gran mayoría -aunque no dejaron de
ser degollados algunos comisarios colorados- en los alrededores de Montevideo.

LO S A TE N TA D O S C O N TRA LA TO R R E Y SA N T O S

El 17 de agosto de 1886 el ex-Alférez Io de Cazadores, Gregorio Saturnino Ortíz,


esperó que el Presidente Máximo Santos, llegara acompañado de su hija Tcresita, al
Teatro “Cibils” -Ituzaingó casi Piedras- y sin pronunciar palabras, en el “foyer” le
descerrajó un tiro de revólver.
La bala era “Pertuisset”, de tipo explosivo, de fulminato de mercurio, hiriendo al
Capitán General en una mejilla, produciendo estragos en encías, arrancamientos (como
dice textual el informe médico) de molares y lastimado la lengua.
Narra Fernández Saldaña que el agresor huyó calle al Norte, doblando por Piedras
seguido en su desesperada carrera de varios soldados de la Escolta, y. casi ya sobre
1 cinta y Tres y seguro de ser alcanzado, se aferró con su mano izquierda a la reja de
1

una ventana y se suicidó con el restante proyectil de su arma.


Id atentado de Ortíz contra don Máximo, condujo a un tan inesperado como sensa-
mnal cambio político. Surgió el llamarlo Ministerio de Conciliación, sobrevino la re­
nuncia de Santos y su partida para Europa en busca de alivio para la terrible herida. El
alentado aquel inició el ocaso de la época santista y prácticamente, también el fin de los
nbiernos de autoritarismo militar iniciados el 15 de enero de 1875, con la preponderan-
i ui en el gobierno y luego en la Presidencia de la República, del Cnel. Lorenzo Antonio
Inocencio de la Torre y lampen. En el transcurso del período del Cnel. Latorre hubieron
varios intentos fallidos de asesinato, producidos en sendas conspiraciones integradas por
■ ivi les y militares.
El Cnel. Latorre no terminó su mandato presidencial, renunciando al cargo en forma
inesperada y aduciendo que los orientales eran ingobernables.

EOS A TE N TA D O S C O N TRA 1D IA R T E BO RD A

La elección de la Asamblea General que motivó que Idiarte Borda reuniera la canti­
dad de votos suficientes como para ser elegido Presidente de la República, duró veintiún
días. Durante ese lapso se encargó interinamente del Poder Ejecutivo al Presidente del
Senado Duncan Stewart (argentino, ciudadano legal).
Los nombres de las personalidades promovidas para ocupar la Presidencia de la
República en una primera ronda fueron: el (¡ral. Luis Eduardo Pérez, Alejandro Chuca-
rro y José María Muñoz, en una segunda ronda, en donde fue electo Idiarte Borda sobre
un total de 81 miembros de la Asamblea general presentes, obtuvo 47 votos, el Gral.
Pérez 24, D. Eustaquio Tomé 7, D. Alcides Montero 2 y por el Dr. Muñoz I.
Desde que asumiera la Presidencia de la República el 21 de marzo ríe 1884, su
gestión fue duramente criticada Idiarte Borda era un integrante de la corriente “colecti­
vista" que liderara Julio Herrera y Obes con su conocida doctrina de la “influencia
directriz". Desconoció Idiarte Borda el pacto de las Jefaturas Políticas, concertado entre
el gobierno Colorado y el Partido Nacional, reduciéndolas de 4 a 3. Debiendo realizarse
en 1896, elecciones legislativas, es que se produce un levantamiento nacionalista a cuyo
frente estaba Aparicio Saravia. Este movimiento armado fue de corta duración y se le
conoce con el nombre de “Chirinada”.
Una nueva revolución de Saravia se produce en 1897 donde los ejércitos de ambos
contendores movilizaron miles de ciudadanos en estas guerras civiles.
Cuatro fueron los encuentros importantes. El 17 de marzo, en Tres Arboles, Lamas
venció las fuerzas gubernistas del Gral. Villar. Dos días después, Justino Muniz, caudillo
blanco y General el Ejército Nacional del Presidente Idiarte Borda, venció a Saravia en
Arbolito, donde murió chiquito Saravia, en su célebre carga a lanza.
Un mes más tarde, el 16 de abril, en Cerro Colorado se enfrentó Saravia con Muñoz
en una batalla sin definición y el 14 de mayo, el jefe blanco sufrió) una nueva derrota en
Cerros Blancos, ante el Gral. Villar que se rehabilitó de su derrota de Tres Arboles.
Los movimientos de las fuerzas en pugna, se mantuvieron sin alteraciones durante ' l
mes de julio de 1897. Se produjo un armisticio el 16 de julio en Aceguá que dum
algunas semanas y luego las fuerzas se desplazaron otra vez para enfrentarse.

R A V E C C A Y E L P R IM E R A TE N TA D O

El clima de guerra que conmovía profundamente a la sociedad uruguaya que coyun


turalmente con la desesperación y los anhelos de ver que no tenía un pronto desenlace el
episodio bélico, creó en el ánimo de muchos un sentimiento de buscar por la vía rápid.i
la terminación de estos cruentos enfrentamientos. Así es que el joven Ravecca de I '
años de edad, se creyó elegido por el destino para terminar con la vida del Presidente dr
la República y con ella aparecería la paz tan deseada por todos.
Un 21 de abril, al regresar ríe la casa de Gobierno en la Plaza Independencia, el
Presidente kliarte Borda, y en el momento de apearse del carruaje frente a su casa de I.i
calle 18 de Julio y Arapey -hoy Río Branco- el joven Ravecca le apuntó con un antiguo
revólver de marca “Lafaucheux”, fallando en el intento homicida estando el arma iu
apropiada para el disparo por tener el seguro puesto.

A R R E D O N D O E L SE G U N D O Y FATAL A TE N TA D O

El 25 de agosto, aniversario de la Declaración de la Florida, Idiarte Borda había


preparado una serie de festejos conmemorativos ríe tan significativa fecha histórica de la
República. Un Té-Deum en la Iglesia Matriz, una Parada Militar, un lunch, y una
función de gala en el Teatro Solís. Entre tanto, la sangre corría en la campaña como si en
la capital se fuera ajeno a este drama que enlutaba al país.
Al terminar el Té-Deum y frente al Club Uruguay, en la calle Sarandí, venía la
comitiva presidida por Idiarte Borda rumbo a la Casa de Gobierno (Palacio Estevez, en
la Plaza Independencia) cuando un joven avanzando hacia el medio de la calzada se
enfrentaba al Sr. Presidente y disparándole un balazo de revólver, le causa una herida
mortal.
El arma utilizada es de la misma marca que la empleada por el estudiante Ravecca.
El magnicida, de nombre Avelino Arredondo, de 23 años de edad, dijo ser colorado, y no
tener cómplices de ninguna especie en el criminal atentado.
De esta manera, se puso punto final a la revolución que encabezara a nombre del
Partido Nacional el Gral. Aparicio Saravia.
Sobre el lunch, programado para después del Té-Deum, la prensa informaba que en el
Palacio Estevez, fue realizado como si la muerte del Presidente no hubiese ocurrido. Con
la mesa servida, sabida la noticia del asesinato, quienes estaban aguardando a Borda
consumieron con apuro, vituallas y bebidas.

E L G O L P E D E E STA D O D E C U E STA S Y SU S R IE SG O S

Producido el golpe de Estado por Juan Lindolfo Cuestas, y el círculo de personalida­


des que lo apoyaron, el 12 de febrero de 1898, se crea la Asamblea de Notables, para la
que fue nombrado como Presidente el Dr. Juan Carlos Blanco. Un organismo similar
funcionó durante la Defensa.

K)X
I a reacción colectivista no se hizo esperar lo que promovió que el Poder Ejecutivo
minara medidas de seguridad, haciendo responsable de los desórdenes a las autoridades
i'lindarías que lo promovieron.
I ras una serie de hechos que conmovieron a la opinión pública, el 4 de julio de 1889.
r produce un intento para derrocar al gobierno de Cuestas, con cruentos resultados. Id
nlienlamiento había durado ocho horas, con fuegos de artillería y fusilería, contándose
v ios muertos y 81 heridos, según relación nominal publicada por "El Siglo".
.11

Estos acontecimientos militares encabezados por los Generales Ricardo Esteban,


benigno Carámbula, Valentín Martínez, Santos Arribio y Casimiro García, pusieron en
nesgo la vida de Cuestas, cuando durante el motín, la artillería alzada contra su gobier­
no, desde el Cordón cañoneaba la ciudad. La residencia de Cuestas estaba situada en 18
le Julio esquina Yaguarón, casa que tenía el número 410 (antiguo), altos de la conocida
.ipatería “La C entrar. En el mismo terreno, está emplazarlo hoy el edificio del ex-
diario "El Día".

LOS A TE N TA D O S C O N TRA LA V ID A D E J O S É BATELE Y O R D Ó Ñ E Z

Durante la primera presidencia de Batlle y durante la guerra civil, promovida por los
blancos, encabezados por el General Aparicio Saravia, se produjeron dos atentados.
El primero sucedió en el mes de agosto, exactamente el 6 de agosto de 1904. Por el
' .imino Goes, -ahora Avenirla General l lores- circula en su carruaje el presidente Batlle
lucia su casa. Lo acompañan esa tarde su esposa Matilde Pacheco de Batlle y Ordóñez y
ais hijos pequeños.
Clara la tarde, reparador el paseo de las acumularlas fatigas. Al llegar el carruaje al
mee riel camino Cutes con la calle Larrañaga (hoy Luis Alberto tic Herrera), los caballos
r encabritan ríe pronto. Y en seguida, casi debajo de sus cascos, la tierra se estremece,
se oye un sordo estampido y una nube de polvo oscurece los aires. Acaba de consumarse
un atentado contra Batlle.
La presencia de la esposa y los hijos pone una angustia más en el episodio. Pero
liadle no se inmuta. Y tampoco la esposa, que vive en su amor y su destino, y es
también de su temple. Además este suceso: ¿no lo colocaba a él también, como a sus
multitudes libertadores, en una línea de batalla y bajo fuego de guerra?
El segundo atentarlo, de más bastas proporciones, fue abortado pocas semanas des­
pués y casi en las vísperas de la batalla de Masoller. Poco se ha sabido de este episodio.
< icemos que, posteriormente nada se ha escrito a su propósito. Pero siguiendo el hilo ríe
una reclamación diplomática, vinimos a dar resueltamente con el asunto según Rodrí­
guez Erabregat "Batlle y Ordóñez. El Reformador", y éste fue, aproximadamente así:
“Personas contratadas para ello, cortarían la corriente eléctrica y dejarían sin luz por
algún espacio de tiempo a una zona céntrica de la ciudad. Exactamente aquella donde
estaba la Casa de Gobierno. Otras personas, desde lo oscuro, hacían el resto. Ei “resto"
e r a precisamente lo principal: realizar lo que con el atentado anterior no se obtuvo.

Como se ve, y en cuanto a la técnica se refiere, un anticipo perfecto de oscurecimien­


to, bomba y black-out. de la guerra de Europa de 1940” .
E N LA R E P U B L IC A , E L P R E S ID E N T E , N I JU Z G A , N I C O N D E N A

Los tíos atentados contra el presidente Batlle en el mes de agosto de 1904, tuviemn
por ejecutores materiales de este delito según nos narra Rodríguez Labregat, a la posibi
1idad de que lucran las mismas personas.
Hn el primer atentado fueron aprendidos los italianos Luis de Trápani, Simón di
Ruggia, Pedro Calderone v el oriental Osvaklo Servetti.
Ln el caso de Simón di Ruggia con quien Batlle mantuvo en la noche del atentado
una larga conversación, y quien le pidiera: arrepentido por el hecho, perdón, Batlle I.
contestó:
-Ln la República, el presidente no juzga ni condena. Las causas de la justicia corren
tic cargo de los jueces. De mi cargo corre el que usted no sufra el menor maltrato. Y en
cuanto a los jueces, tal vez no sera muy rigurosos.
Y agregó, sonriendo:
-Aquí no ha muerto nadie...

E L A TE N TA D O C O N TRA TERRA.

Fracasada la Revolución de enero del 35, que encabezara Basilio Muñoz, y que eolito
con el apoyo de importantes personalidades del Partido Nacional Independiente, como
así de grupos hablistas encabezados por Zavala Muniz y Ezequiel Silvcira. se cerró de
esta manera, todo intento por la vía revolucionaria, de derrocar al gobierno dictatorial
del Dr. Terra.
Pero aún no se habían acallado los ecos del levantamiento de enero cuando un nuevo
gesto opositor colocó al país en vilo.
La visita del Presidente del Brasil, Getulio Vargas, cuya vía de acción se confundía
con los procedimientos de los facismos europeos, que empezaban a agradar a las élites
de la dictadura, fue motivo como para que se programara un amplio y ostentoso recibi­
miento de agasajos, con destiles, banquetes y un Té-Deum en la catedral que incluyó
asimismo una carrera hípica en Marañas de la cual Vargas fue el huésped de honor.
El 2 de junio de 1935, en Marañas, se corre el gran premio “Getulio Vargas", en
homenaje al visitante Presidente del Brasil.
Finalizada la carrera, anfitrión y huésped abandonan el palco oficial rumbo al salón
en que se serbirá el lunch. A pocos metros, una mano empuña un revólver y apunta a la
cabeza de Terra. En el preciso instante en que aprieta el gatillo, un concurrente roza el
revólver por el caño desviando el tiro que, pese a todo, alcanza a herir levemente a
Terra. El autor intenta huir, pero es aprendido. Su nombre: Bernardo García, ex-miembro
del directorio de los Ferrocarriles y Tranvías del Estado, de filiación blanco independien­
te; había estado detenido en la isla de Flores.
Según Gabriel Terra (h) el tiro fue a mansalva, por la espalda, a riesgo de herir al
Presidente Getulio Vargas. La bala entró por el hombro y recorrió la espalda, arriba de
los pulmones sin lesionar la columna vertebral. Pese a este suceso, el Dr. Gabriel Terra,
l u e g o que le fuera extraída la hala, presenció una manifestación que se le tributaría en

desagravio al atentado y asistió al homenaje que le brindara el mandatario brasileño,


ihordo del acorazado “Sao Paulo”.

EL A T E N T A D O C O N TR A M O N SE Ñ O R A R A G O N E

Id domingo 18 de junio de 1922. el arzobispo de Montevideo, monseñor Juan Fran­


cisco Aragone, que ocupaba desde 1919 la titularidad de la Arquidiócesis desde el
l.illecimiento de Monseñor Mariano Soler, fue herido gravemente de un balazo mientras
ni iciaba misa a las II de la mañana en la Catedral. Apresado de inmediato el agresor,
insultó ser individuo incoherente, con una tremenda confusión mental. Según declaracio­
nes que hizo días después: "Me irritó el pectoral de rica pedrería, que de costar cinco o
•,eis mil pesos, su automóvil, toda esa riqueza (del Arzobispo) que afrenta a los desgra-
i nulos a quienes prodiga sus bendiciones. Eso me determinó. Antes busqué consejo en
personas ele edad y reposo, el señor Batlle, el señor Pintos, quise ver al doctor Brum,
pero se reían de mi lachándome de loco; ni me recibían. En norte América, Harding
lecibe al más modesto ciudadano. Aquí no ocurre eso. Odio al sionismo, al judaismo v a
los jesuítas. Represento al progreso, la miseria, la caridad hecha sin ostentación; Arago­
ne es el conservatismo. el retroceso, la rutina. No debiera usar auto, que es máquina de
progreso, inventada hace veinte años. Yo amo a Cristo pero no a estos sectarios que
traicionan sus enseñanzas. Yo vendría a ser como un redentor. Yo represento a los
desheredados. Mi acto sería la chispa. La primera que produce el incendio”, (de la obra
“Una nave en la tormenta”, de Carlos Manini Ríos).

UNA C O N SP IR A C IÓ N C O N T R A A P A R IC IO SA R A V IA

El Dr. Nepomuceno Saravia García describe así una abortada conspiración contra
Aparicio Saravia: “...un número escaso de hombres de acción, excelentes compañeros, se
dieron a la tarea ele despojar al General el armamento que tenía a su custodia, conocien­
do que él lo defendería aún con su propia vida. Y la conspiración lomó cuerpo. Recuerdo
perfectamente que recién casado con mi primera esposa, mi inolvidable compañera
Orfilia García, con quien contraje matrimonio el 10 de enero de 1903, pocos días
después, en una mañana muy temprano, me despertó la mucama Eantina, porque el
General quería verme de inmediato".
"La negra Eantina. creo que aún vive, pertenecía a una familia que cariñosamente le
llamaban las “cumplidas"; en portugués significa “largas”; todos eran de alta estatura y
delgados. En mi casa, en Meló, estaba depositado parte del armamento y recuerdo que
con Manolo García, mi cuñado, nos entreteníamos, a veces, tirando el sable”.
"Llego a la sala y me encuentro con el General a quien acompañaba el Coronel
Enrique Yarza, Jefe Político de Cerro Largo. Sin darme mayores explicaciones, me dijo
el General: -Diga a Pila que se vaya para su casa y Ud. Prepárese enseguida para ir con
nosotros. -Está bien General, y le pregunté: ¿cierro la casa? -No. aquí queda un piquete
de la Urbana, y dirigiéndose a Orfilia, a quien le llamaban Pila, agregó: cierren los
cuartos de la familia”.
“La casa era muy grande; Orfilia se preparó y se fue a la casa de su padre Don Luis
García: yo ensillé lo más rápido que pude v salimos con el General y unos pocos
hombres hacia el Cordobés. En la jornada, de varias horas me l’ui enterando de le.
pormenores de la conspiración; el plan era derrocar al General de su sitial de Jefe Milii.n
del Partido, y con un levantamiento tomar los armamentos, el que estaba en mi casa y el
reto que se situaba en las afueras de Meló, en la chacra de Sonora, donde quedó el Cncl
Yarza con refuerzos para su custodia y defensa”.
-’’Vamos al Cordobés y reforzados volvemos enseguida, me dijo el General. Sin
novedades terminó el largo viaje de ida y vuelta, como sin novedades abortó la intentona
y nada pasó. Descubierta y fracasada la conspiración, uno de sus primaces visitó al
General y en el curso de la plática, le manifestó: -Coronel, no se extrañe de verme
prevenido en estos momentos en que hasta mis Jefes más fieles y queridos intentan
matarme. 1£1 interpelado se sacudió de rabia y vergüenza y contestó: -Mi General, si lid
cree que yo he conspirado contra Ud., máteme” .
"Emocionado al extremo, el General se levantó sacando a relucir su temple humano,
se adelantó y le dio un estrecho abrazo, diciéndole: -No amigo, ustedes estaban equivo
cados, y a hombres como ustedes los necesita el partido, olvide esto y tenga confianza en
mi” .
“-General..., y las lágrimas rodaron por el rostro de aquel hombre que no poilia
articular palabras de sincero agradecimiento ante la grandeza del gesto del General. Y
aquel hombre, que con lágrimas selló su hidalguía, como o había sido antes, siguió
siendo un pilar formidable en la grandeza de nuestras justas armadas, y murió heroica
mente, por sus ideales, en Masoller” . ("Memorias de Aparicio Saravia”).
“El episodio de la conspiración está magistralmente descripto por José Monegal en su
“Vida de Aparicio Saravia” y allí el lector puede aquilatar en toda su amplitud la
grandeza del General”.
H o m e n a j e a l p r e s b ít e r o
D r. J o s é M a n u e l P é r e z C a s t e lla n o

F U N D A D O R D E LA B IB L IO T E C A N A C IO N A I,

A UGUSTO I. SCH ULKIN (*)

Tres figuras religiosas se destacan en nuestra bibliografía histórica. El Pbro. Pérez


Castellano, Dámaso Antonio Larrañaga y José Benito Lamas Vicario Apostólica, decha­
do de las más altas virtudes cívicas y evangélicas. En orden de prioridades por razones
cronológicas ocupa la primera nominación la fisonomía ejemplar de Pérez Castellano.
Teniente Cura de la Iglesia Matriz, inamovido durante toda su existencia, por ser de
criollo, nació en Montevideo el 20 de marzo de 1743, día de San José, siendo apadrinado
por su tío Manuel Durán, cabildante y comandante del Regimiento de Milicias locales y
su cónyuge María del Cristo Pérez, Dice al respecto el Dr. Daniel García Acevedo, su
primer biógrafo, que factiblemente vio la luz en la finca paterna, sita en las calles del
Medio y de la Fuente, hoy correspondientes con el tramo sobre de la Cruz, a Juan Carlos
( iómez y el cruce de Cerrito y 25 de mayo.
Fundó la estirpe el canario Felipe Pérez de Sosa, nativo del Sauzal y su mujer Inés de
Armas, llegados a Montevideo el 19 de noviembre de 1726. Abordo del navio aviso
"Nuestra Señora de la Encina”, que trajo el primer contingente de familias pobladoras,
embarcadas por Real Orden en la península. Bartolo Pérez, luego progenitor del cura,
tenía 11 años al pisar éstas playas, y andando el tiempo fue alcalde de la Santa Herman­
dad, único empleo que tuvo por su condición de analfabeto. Casó con Ana María Caste­
llano. siendo progenitores a su turno de seis vastagos, siendo el mayor el destacado
presbítero. Dueño de su finca y solar adjunto, disfrutó de varias estancias, en las que
sumaría en 76.918.000 cabezas de ganado, dos mil yeguas, 40 caballos y 400 ovejas.
Tocante a los estudios del religioso, es muy poco lo que se sabe. Apenas ha trascendi­
do en el tiempo, que muy jovencito fue discípulo de Benito Riva, en el área de latinidad,
teniendo entre otros compañeros a José Eusebio Achucarro, luego maestro de la Univer­
sidad de Córdoba, un tramo final antes de constituirse definitivamente en España.
L O S E ST U D IO S Y E M P L E O S D E L P Á R R O C O

Las breves noticias de su primera ilustración, corren en las páginas del “Caxón de
Sastre”, ilustrativa carta suscrita al maestro Riva, preceptor de latín un cuarto de siglo
atrás, y residente por entonces en Italia. El preciso documento es del año 1789, y el
mismo en su lamentable parquedad omite las actividades magisteriales del condiscípulo
( 'hucarro.
Por su parte, el informante, atraído desde muy joven por su vocación sacerdotal, los
había culminado con el título de Doctor en sagrados cánones, desempeñándose como

(* ) Académ ico del Instituto Histórico y Geográfico.


párroco de la Iglesia Matriz de Montevideo. Apenas se sabe que inició los respecto.,
estudios en 1762, repartidos posiblemente en Buenos Aires y Córdoba. La ineditez de I..
mismos y la falta de noticias alusivas hasta la fecha, sugieren la aclaración de una I•>i..
que permanece en blanco.
Reintegrado a la ciudad de sus días, lo afirma su biógrafo el Dr. García Acevedo en
base a las referidas declaraciones, ocupó el paciente ministerio, esperando se hiena,.
justicia a su callada labor. Aunque mordiesen los rigores de la estación, los contempoia
neos lo vieron siempre en la brega, sin omitirse en los peores días a llevar los consuelo',
de la religión a los necesitados. Pudo ocupar la vacante del curato un par de veces, sin
alcanzar la designación, pese al sugestivo hecho de “haber sido cura y vicario interino"
Seguramente conspiró en su contra la calidad de criollo, designación negativa en todos
los órdenes para todos aquellos americanos que aspiraban insertarse en el escalafón de
sus respectivas carreras. En lo personal, ésto debió zaherirle por siempre, según fluye de
las noticias dadas a Rivas. Lo anómalo de una situación dolorosamente injusta, debió
repercutir en sus actos posteriores, reafirmándose en el consiguiente aferramiento loca
lista, regnícola al decir de entonces, cálidas proyecciones de un patriotismo visible a
través de los aconteceres que sufrió la ciudad de San Felipe y Santiago. Sus fuentes ya
asomaban en la lucha de puertos y la posterior defensa u ultranza de los derechos
capitulares y los congresos de la Patria Vieja. En suma, fue eclosionando el perfil propio
del ser nacional, base de los postulados del General José G. Artigas, al que conoció y
trató de niño. Fue encargado de diversas comisiones por el Cabildo de Buenos Aires, y
especialmente diezmero del mismo en Montevideo, lo que le deparó amplio margen para
estudiar y referirse a las producciones del país y sus avalúos. Electo por la Curia porteña
con título de “Comisario Particular de la Cruzada" para la venta de bulas, 2070, conside­
ró excesivo para un medio tan escaso de fondos. Asimismo integró la “Junta de Tempo­
ralidades" entre 1767 y 1768, siendo además consultor capitular.

A C T IT U D P A T R I Ó T I C A D I - L P. P É R E Z C A STE LLA N O ,
E R E N T E A E A S IN V A SIO N E S IN G L E S A S

Luego de posesionarse los británicos de Buenos Aires, el 17 de junio de 1807, los


intrusos planearon la conquista de la plaza de Montevideo, que recién concretarían el 20
de enero de 1807, al ponerle cerco por mar y tierra. Vencida la resistencia que los
vecinos le opusieron en el Cardal con el trágico saldo de muertos y heridos, entre los que
se contó el Padre tic los Pobres D. Francisco Antonio Maciel, el bando incursor tuvo
camino libre para dirigirse a la ciudad que era el centro de sus objetivos.
Entre tanto el desorden había cundido muros adentro, con la consiguiente pérdida de
la autoridad castrense y capitular. La defensa vino así a peligrar ante la momentánea
inacción. En medio del lógico azareo, un numeroso grupo del “Alto Comercio", más
proclives a la salvación de sus intereses que a los de la propia Corona, comenzó ti
propugnar en absoluto secreto la entrega con armas y bagajes. La tremenda noticia llegó
al cura, por confidencia de sus íntimos, luego de la disputa que sostuvieron I). Antonio
Peretra, entonces Alcalde de Primer Voto. Era notorio epte a medida que se precipitaban
los sucesos, el Cabildo fue inclinándose por la capitulación. Para desdecirlo, algunos
capitulares, promovieron ante el gobernador las puestas en claro y hasta un consejo de
guerra, a fin de calmar la presunta indignación, contra "cuatro insolentes". Con ésto se
i|ii¡so desviar la atención del pueblo, pero el mismo en autos del proceso silenciado, se
pronunció sin retáceos en contra de aquél organismo directriz. Pérez Castellano supo
guardar el secreto, y llegado el momento sumó su justificada repulsa ante la sola idea de
i I,indicarse ante el enemigo de España. Id buen cura dio el grito de alarma, v con la
expresa suavidad de su natural, siempre junto a su pueblo, contrarrestó el fuerte empuje
de los cabildantes. Por algo afirmó cuando decía: “lis sabido y público, que he sido uno
de los más ardientes Patriotas, que en cuanto me fue posible influí en que la Plaza se
defendiera con honor"... Además ante la presunta moción de capitular, impuso en carta a
l o s regidores, lo desatinado de aquella conducta.

Al recrudecer las hostilidades, es fama que uno de los cabildantes, inmoderado


cómplice de la entrega y auspiciándola exclamó en público: “Ahora empieza la fiesta",
"listo es nada para lo que vendrá después: no hay remedio; es menester capitular" Pérez
Castellano no pudo menos que elevar sus palabras al auditorio, manifestándoles que si
bien por su estado, no permanecía junto al cañón, razones hubo de sobra para sostener
los ideales, rebatidos por un alcalde entreguista.
Caída la plaza en poder de los ingleses, luego de una corta resistencia, al firmar el
acatamiento a S.M.B., estampó la misma, para permanecer en la ciudad y prodigarse
donde fuese necesario.

E N TR A A T A I .L A R E L V IC A R IO L O L ÌT I C O , A L M A M A T E R D E L C A B IL D O

A B IE R T O IN ST A L A D O E N M O N T E V ID E O , E L 21 D E S E T IE M B R E D E 1808

La preponderancia política de Pérez Castellano, alcanzó el zenit, al plantearse la


escisión entre las dos capitales del Plata. Encendió las directrices la invasión de Napo­
león al Reino Español. Ante las opiniones divididas, la plaza oriental, de neto corle
hispánico tuvo razones más que suficientes para desconfiar en la lealtad del virrey
Liniers, francés de nacimiento. Al mediar setiembre de 1808, desembarcó el capitán Juan
Angel Michelena, a fin de ocupar la gobernación de Montevideo, con encargo de remitir
preso a Francisco Javier de Elio, titular de las fuerzas militares locales. Este, anticipili)
dose a los hechos, supo ganarse la voluntad de sus paisanos y en especial del Cabildo,
sus apoyos principales frente al decurso de un seguro rompimiento.
Siendo las ó de la noche del 20. Michelena se presentó en el Cabildo, para que se le
reconociese en carácter de gobernador, pero no contó con la fuerte reacción popular, ante
un designio que investía de poderes a un personaje extraño a las miras del agitado
mundo solariego.
En medio de un ambiente exacerbado por la pasión, fueron incansables los trabajos,
consultas y exhortes de los Padres Pérez Castellano y de fray Francisco Javier Carvallo
incitándoles a deslizarse de cualquier atadura al Virrey Liniers. Por su parte, Prudencio
Murguiondo y sus amigos colaboraron en igual sentido, mientras el concurso populai
vivaba a Elio, pronunciándose ruidosamente contra Liniers y Michelena. De resulta de
éste estarlo ríe cosas, quedó concertada en la Plaza Mayor una reunión de diputarlos para
zanjar aquella conmoción pública.
El 21 tic setiembre, se realizó el Cabiklo Abierto, el primero en su género en la
América de habla española, partí deslindar y reforzar el volitivo ríe la población ante el
apresamiento de Fernando Vil, y la presencia del ejército francés en la península. Presi
dio Elfo la magna reunión “con asistencia de capitulares titulares, jefes militares, vam>
funcionarios y representantes del pueblo -y después de amplia discusión y oída la opi
nión de los asesores doctores Elias y Obes, resolvió por unanimidad, “obedecer pero im
cumplir", las ordenes ríe Liniers, resolución verdaderamente revolucionaria, que s m
embargo guardaba las formas de la época; y además, declaró en el acto, que la propn
asamblea quedaba constituida en “Junta de Gobierno", a semejanza de las creadas en
España para gobernar -a nombre de Fernando VII- dentro de la jurisdicción de Montcvi
deo".
En un acto de libérrima voluntad, el bando españolista se había desligado e Buenos
Aires, pero muy pronto el P. Perez Castellano debió afrontar las consecuencias de su
militancia insobornable. Liniers se dirigió al Obispo de Buenos Aires, Benito Lué \
Riega, a fin de que tomase las medidas disciplinarias contra el levantamiento religioso
Mientras no ocurriese otra cosa, en vista del dictamen producido por el Promotor Fiscal,
el Obispo ordenó la "suspensión y comparendo” de su subordinado, con la pena de
“suspensión de celebrar, predicar y confesar, con todas las demás responsabilidades”,
inherentes a su cargo.
El 30 de noviembre de 1808, en carácter de sacerdote y vocal de Junta de Gobierno
de Montevideo, el citado produjo su magistral defensa, frente a las inocultas admonicio­
nes del Obispo. Su tenor constituye, un estudiado manejo de las causas políticas determi­
nantes de una sanción que si bien fue respetada, no se tomó en cuenta, manteniéndose
firme el vocal, al apoyarse en la justicia que le asistía. El denso informe del “Caxon de
Sastre”, es pródigo en noticias personales a partir de las Invasiones Inglesas, lo que
implica de suyo, el levantado espíritu que le animó en horas decisivas para la suerte del
terruño.

SU P A SA JE A L ID E A L R E P U B L IC A N O .
C O N G R E SIST A D E LA C A P IL L A D E M A C IE L .

Pese al sugestivo hecho de ser un hombre del siglo XVIII, terminaría en el decurso
del tiempo, asimilando los postulados políticos conformantes de la República. Había
jurado fidelidad a Fernando VII, como la inmensa mayoría de sus compatriotas, pero
llegada la hora de las definiciones, lentamente delegó un monarquismo caduco, tanto por
su vetustez como por las poderosas influencias de la costumbre, para aceptar al fin con
su credo criollo, el nuevo estado de cosas en el Plata, bajo la segura influencia del
periodismo porteño. Los términos auspiciosos de la Primera Junta de Buenos Aires,
tuvieron la virtud de renovar hasta los cimientos las ideas autocráticas de la envejecida
monarquía española, tan lejana de estas latitudes. Pero quedaba de por medio un jura­
mento, que pese a la divergencia vista, pensó respetar de alguna manera. El caso dio al
ser electo diputado al congreso de la Capilla Maciel, por Minas, sosteniendo su candida­
tura el comandante militar de aquella región Gabriel Rodríguez y el párroco lugareño y
Juan José Ximénez y Ortega, ambos contestes en los valores que le excitaban.
Alcanzó los plácemes de Artigas y Rondeau, al aceptar el nuevo cometido, pero el
mismo estuvo condenado al fracaso, por haberse concertado a la sombra de las armas
bonaerenses. Sin embargo, pese a la efímera existencia del Congreso el P. Pérez Caste­
llano, fundamentó su oposición a cualquier impuesto a la gente de campo, por la ruina
total, provocada por los desmanes de la guerra. La frustrada asamblea como se dijo, tuvo
i orla vida. Dio comienzo el 8 de diciembre de 1812 y concluyó el 20 de enero de 1814,
i on el retiro de Artigas del sitio de Montevideo.

N A T U R A L IS T A Y P R IM E R A G R Ó N O M O D E L P A ÍS

Sus “Observaciones sobre Agricultura”, escritas a instancias del Gobierno Económico


de la Provincia entre 1813-1814, suman una notable serie de noticias en torno a la
paciente labor del hortelano. Desde su chacra del Miguelcte adquirida en 1773, realizó
una fecunda labor de pacientes cotejos. Abarca la misma desde el planteo de un sembrío,
las condiciones del entorno, sin excluirse un juicioso confronto ríe las variedades foresta­
les y sus características.
De sus ancestros labradores, heredó el profundo amor a la tierra, devoción que debía
fructificar en su obra principal. Nada escapó a la misma, incluyendo los animales a
propósito. Pese al tiempo transcurrido y las siempre renovadas técnicas, la lectura tic 1
texto resulta grata y reconfortante. Su interés no disminuido por la naturaleza, sus
agentes y hasta las variaciones de la témpora asoman siempre, como factores coadyuvan­
tes riel sembrador. Por sus justos méritos el libro es un clásico ríe la bibliografía nacio­
nal. Tuvo su primera edición en 1848, por la Imprenta del Ejército sitiador y a expresa
solicitud del general Manuel Oribe, interesado en difundir los conocimientos agrarios.
Sobre las gravitantes influencias incidentes en el autor, se conjetura la del francés
Rozier, cuyos voluminosos libros conoció merced a un préstamo del P. Larrañaga. Lo
suyo sin embargo, tiene la frescura de los primigenio y el encanto de una auténtica
originalidad.

F U N D A C IÓ N D E LA B IB L IO T E C A N A C IO N A L

Por sus proyecciones, llegadas a la actualidad, correspondió al benemérito Pérez Caste­


llano. la perdurable apertura de la primera biblioteca pública del país. Pacientemente
coleccionó buenos libros, que constituían una constante preocupación. Devoto de los mismos,
se interesó por cuánto valor bibliográfico era posible obtener con aquellos tiempos.
Al morir en su casa de Montevideo el 4 de setiembre de 1815, víctima de males que
se insinuaban desde tiempo atrás, ya tenía dispuesta la postuma voluntad, dictada en su
chacra el 6 de enero del año anterior. Dispuso por la misma, la libertad de algunos
esclavos, condicionó la de otros, señaló beneficios para algunos sobrinos, heredándole la
chacra de Agustín de Estrada, con carácter de fideicomisario.
Por los incisos 22°, 23° y 24°, planteó la biblioteca y las directivas para su funciona­
miento. Encabezó esta nómina su amigo José Raymundo Guerra con una asignación de
cuatrocientos pesos anuales, pero imposibilitado de ocupar el puesto, fue el sustituto el
Presbítero Dámaso A. Larrañaga, por entonces encargado ríe la biblioteca de Buenos
Aires. Dio por sede de la institución a su propia casa, sita en la calle 25 de Mayo, muy
próxima a Ituzaingó, dotándola al efecto "con sus bienes principales". Al efecto, contaba
el producto de los alquileres de las piezas restantes de su domicilio y el trigo, "ensacado
y almacenado", en la chacra, que le costo arriba de dos mil pesos. Para “lustre y
decoro", de la ciudad, era de esperarse la protección del Cabildo y el beneplácito ríe
todas las autoridades.
I .i solemne apertura de la biblioteca tuvo lugar el 26 de mayo de 1816, en el I n.
del Gobierno, pronunciando allí el P. Larrañaga, su célebre Oración Inaugural. I a ln
sión Portuguesa fue nefasta para la suerte de la institución. Sus libros, diseminaJu
arrojados, debieron reunirse en la casa de Pérez Castellano y luego de un i n v e h í a n
entregados a la custodia de José Raymundo Guerra. Un decreto de 1830, patrocinado p
el constituyente Ramón Massini, mocionó la reapertura de la biblioteca, colocación d
retrato de su fundador y la erección de una estatua, haciendo justicia a la memoria d
esclarecido patriota.
S E C C IÓ N

L IT E R A T U R A
A p r o x im a c io n e s h o m é r ic a s
lió M U LO CO SSE*

Abordaremos tres aspectos de la creación homérica: I) la fluctuación entre la nar-


i.u ion configuradora del mundo epopéyico y los momentos no narrativos que presentan
l i e s variantes: formas invocalivas, aseverativas o evoeativas; II) los conjuntos ele notas

visuales que muy a menudo enmarcan a la muerte de los héroes, y que sin duda consti-
myen una dominante en la composición de la Ufada; III) el carácter de Odiseo, uno de
los personajes más complejos del mundo homérico, que corrige por lo menos en parte la
i recuda corriente -aun dentro de los comentaristas especializados-, de que los protagonistas
de la epopeya clásica son siempre monolíticamente primarios.
I) N a rra c ió n c o n fig u ra d o ra d e l m u n d o y m o m e n to s n o n a rra tiv o s

Siempre se insiste en afirmar la impersonalidad del poeta épico, cualidad que debe
ostentar especialmente en la creación de caracteres. Como es sabido los personajes
deben vivir destinos y peripecias independientes de las de su creador. Es lo que se llama
la libertad o independencia de la criatura de la ficción respecto de su demiurgo. Lo que
no por muy sabido resulta menos difícil de lograr. Bastaría recordar a Dostoiewski,
cuyos personajes en una abrumadora mayoría presentan el mismo tipo de conflicto, y
dan la impresión de no haber acabado de nacer como tales. (Para nada rozamos aquí la
enorme profundidad sicológica del escritor ruso.)
En este sentido Homero configura sin duda una verdadera creación de mundo, cuyos
pobladores constituyen una constelación autónoma. Pero al margen de ello queremos
señalar un estrato no narrativo de los poemas homéricos, cuyos elementos enriquecen al
orden de la narración con un carácter lírico, expresivo.
Decimos que enriquecen y no que dañan, porque no determinan el curso de la acción
ni de los personajes, sino que se incorporan a la totalidad de la obra, a manera de un
reflejo del estrato narrativo. Este plano reflejo expresa de forma directa el pensamiento y
la emoción del narrador ante las peripecias de los personajes. De esta manera se rompe
la rigidez de los géneros literarios, amén de constituir ello una anticipación al lirismo.
Este segundo estrato, que caracterizábamos como reflejo del narrativo y predomi­
nantemente expresivo, se manifiesta en las invocaciones -que pueden ser a la musa o a
los personajes- y en las evocaciones -ya sea mediante comparaciones desarrolladas o al
deslizar ciertos calificativos sobre los personajes en el instante de establecer el nexo
entre dos tiempos o dos espacios-. En todas estas variantes se cumple efectivamente el
aserto de Sevcryns: "A menudo, más a menudo de lo que generalmente se cree, sale
(Homero) de su reserva, tanto para revelar discretamente su presencia, como para mez­
clarse resueltamente en la lucha”. Para comenzar nos referiremos a las invocaciones.
Debido a la amplia celebridad de la inicial, diremos sólo dos palabras sobre ella. Allí el
narrador se pronuncia categóricamente sobre uno de los grandes temas de la 11facía, o sea
sobre la cólera ele Aquileo: “cólera funesta que causó infinitos males". Cantará el aedo a

* Director del Depto. de Investigaciones de ia Bibliot eca Nacional.


i. i" ramaje, sin omitir ninguno de los desbordes que lo individualizarán como tal. | ■ .
i '.iaMece una distancia ética con respecto al mismo. Esa distancia destaca prccisaun i
la ajenidad del tiempo y del espacio del narrador con respecto al tiempo y al espacio a
su obra. Id calificativo “funesta” concentra vigorosamente esa dualidad. Un juicio s a n .
jante pronuncia ante el sacrificio consumado por Aquileo de doce jóvenes troyano , ■
homenaje a Patroclo, donde parece querer dejar en claro que tales actos pertenecen v.i
un tiempo pasado. He ahí un doble propósito: desarrollar un cauce narrativo -el de l.
cólera-; v mantener a la vez una distancia expresa con respecto al mismo -distancia qu.
se materializa a través de calificativos y advertencias ajenas al estrato narrativo.
Otras veces el relator interpela no ya a la Musa, sino a sus mismos personan
instalándose a su lado en el campo de batalla. Esto es, coloca una ficción enmarcada \
muy breve, dentro de la ficción total de la obra: “ ¡Oh Menelao!, se tiñeron de sangre tu ,
bien formados muslos, las piernas y más abajo, los hermosos tobillos”. Creemos opoi
tuno señalar en este siglo XX, donde se busca a veces desaforadamente la invención di
un nuevo recurso técnico, hasta qué punto el creador griego del siglo IX, era de audaz en
la forja de su arte. Pero lo realmente espléndido no es la audacia en sí, sino la habilidad
para que de todos modos un alto nivel de transparencia se mantenga en su composición,
para nosotros lectores riel siglo XX y para sus contemporáneos. Aquí por oposición a lo
que vimos en el caso de la cólera de Aquileo, el relator decide saltar por encima del
tiempo y riel espacio, o si se quiere por encima de la ficción que la propia obra impone
para crear un segundo plano ríe ficción -el diálogo del relator con una de sus figuras- y
mostrar allí sin ambages su simpatía. No puede tender una mano, esto es obvio, pero si
hablarle a Menelao, dirigirle un mensaje que lógicamente no puede llegarle. Pisto en el
fondo es una apelación al público, pero implícita, velarla.
El narrador que expresa una emoción, está incitando a su auditorio a seguirle por ese
camino, porque el “tú” receptor de ese discurso es el público. Los poetas trágicos
recogerán en sus coros esta técnica, y la desarrollarán al máximo. Otra cuestión que
plantea este pasaje, pero que por razones de organización de nuestro trabajo no podemos
indagar en detalle ahora, limitándonos a bosquejarla, es la ideología que ello trasunta.
En efecto, es significativo que la interpelación esté dirigida a Menelao, “el que siempre
fue guerrero débil” y que tanto se esfuerza -como cuando persigue a París por el campo
de batalla cuando ya está en el lecho con Helena, o cuando se levanta dispuesto a
enfrentar a Héctor- para lograr tan poco.
En ocasiones la interpelación se concentra en una exclamación como “ ¡Insensato!” o
“ ¡Desdichado!”, que el aedo profiere de continuo. En el canto XXIV Andrómaca se
ocupa en disponer los baños calientes para el regreso de Héctor. Pero como afirma
Simone Weil, casi toda la Ilíada transcurre lejos de los baños calientes, Homero bien lo
sabe naturalmente, y apostrofa a su personaje con un “ ¡Insensata!”, que resuena en el
lector como un llamado a la realidad por encima de toda ilusión aunque fuera pasajera,
para destacar todavía más si es posible cuál es la realidad de la guerra.
En cuanto a los momentos aseverativos que no aparecen integrando ni interpela­
ciones ni comparaciones, sino como predicados de un sujeto al que se caracteriza en el
momento de morir generalmente, proponemos un caso tomado del canto XI. Allí Aga­
menón se adelanta a su línea al tiempo que Ifidamante le sale al encuentro. Pero el poeta
suspende el curso lineal de su relato para colocar un trozo del pasado del personaje: “Era
i iv i.i un niño cuando su abuelo materno Cisco, padre ríe Tearno, la de hermosas
lillas, le acogió en su casa; y así que hubo llegado a la gloriosa edad juvenil, le
ar.rivó a su lado, dándole a su hija en matrimonio. Apenas casado, If'idamante tuvo
dejar el tálamo para ir a guerrear (...). Salteamos el duelo y retomamos el texto al
1 plomarse vencido el tracio: “Cayó el desventurado (...) lejos de su joven y legítima
posa, cuya gratitud no llegó a conocer después que tanto le había dado (...)”. Aquí hay
los ( «isas. Una es el procedimiento característico de Homero de utilizar esas breves
inris de hechos anteriores para complementar el sentido trágico de una existencia. La
n inedia en un sentido final, no es tanto la muerte en sí, como el espectáculo de un
n mlragio de un mundo de valores que no merecía ser destruido, es la resolución de una
lin lia de contrarios. La otra, es el salto que da el autor por encima de la impersonalidad
pie impone el manejo de la tercera persona, en esa calificación: “el desventurado". Ahí
i I narrador revela claramente su piedad. Pero hay más, la perspectiva del relato se centra
■ n líidamante y no en Agamenón. Sobre aquél y no sobre éste, se acumulan los datos, las
m as, los signos. Es Ifidamante el sujeto de la narración, y el poeta su cantor elegiaco.
I I magnífico esplendor de la gloria dejó su sitio a una desoladora emoción. Más que la
hazaña de Agamenón conmueve la desgracia de Ifidamante. Y ello porque Homero nos
dio a través tic dos conjuntos narrativos, la posibilidad de un venturoso destino, en el
pieciso minuto de su derrumbe. Contraste acentuado además por la indisimulada sim­
paba del poeta.
Otro tipo completamente distinto de momentos no narrativos son las evocaciones que
ofrecen las comparaciones. En ellas el autor establece un paréntesis en el proceso narra­
tivo, abandona ese plano, para colocar una sucesión de imágenes de la vida cotidiana.
Así dispone una visión que ya no pertenece a la ficción, pero que viene a iluminarla por
contraste. Por ejemplo, cuando una cabeza se dobla ensangrentada y ya sin vida, el poeta
dice: “doblóse como una amapola combada bajo el peso de los aguaceros primaverales”.
En este procedimiento tenemos dos desplazamientos: uno que va como dijimos del plano
de la ficción al ríe la realidad cotidiana, lo cual supone desde luego, abandonar el pasado
mítico o si se quiere el tiempo mítico de la narración para trasladarse al presente del
público, es decir, al tiempo del auditorio de la epopeya; el otro implica abandonar el
relato por la descripción, mejor todavía, abandonar el relato detallado ríe una muerte
horrible -unos ojos que se han desprendido de sus órbitas- por la descripción triunfante
ríe un cuadro sereno y primaveral. El producto de esta combinación o alternancia con­
siste en un soberano equilibrio estético, que no omite absolutamente nada ríe la crueldad
de la guerra, pero que recuerda por encima tic todas las muertes la continuidad de la
vida. De algún modo esto restablece la calma en el oyente, le permite retomar aliento,
antes de volver a sumergirse en la carnicería. Los poetas trágicos del siglo V aprenderán
este arte pendular: suprema crueldad para los que mueren, pero serena contemplación
para los que viven.

II) E l m a rco visu a l d e la m u e rte

Escogeremos algunos fragmentos para mostrar cómo el poeta ha impreso en cada


escena trágica un esplendor y un brillo visual a veces no exentos de cierta voluptuosidad
plástica. No volveremos sobre las comparaciones, que constituyen como recién vimos
uno de los procedimientos que enmarcan a la muerte, por la vía de la descripción de la
ii h iii ,iUv.a. lin este sentido y a pesar de una clara disimilitud en los procedimicnin
Mimo ya veremos, se mantiene una constante que llamamos estética de la muerte. Al;
adelantamos al referirnos a las comparaciones, sólo que ahora observaremos otras m.m
ras de enmarcar descriptivamente al hecho de la muerte.
Con el afán de alcanzar alguna coherencia, hemos establecido tres órdenes de escena
o mejor dicho ríe descripciones, en base a la índole de esa coloración. En consecucm 11

tendremos en cuenta que dichos rasgos pictóricos se refieran: al protagonista mismo >
decir, a su cuerpo-; a su contorno inmediato -armas, caballos, etc.-; y por último al mund,,
lejano -recuerdos de otro tiempo, el de la paz, e imágenes de la naturaleza-. Así distinguí
trios tres tipos de descripciones identificables con relativa facilidad.
Empezaremos por el primer tipo, el que atañe a la persona física del héroe. En el
canto XXVII el poeta narra así la muerte de Euforbo, tocado en la garganta por la lan/.i
de Menelao: “(...) la punta atravesó el delicado cuello. Euforbo cayó con estrépito,
resonaron sus armas y se mancharon de sangre sus cabellos, semejantes a los de las
Gracias, y los rizos que llevaba sujetos con anillos de oro y plata". Tenemos un contraste
bien claro, por un lado la violencia de la caída y por otro la descripción de la cabellera y
sus adornos, resaltada por una comparación audaz -ya que aparea a la imagen de un
guerrero, la de las Gracias-, Es una especie de consumación plástica del ideal heroico
griego: la vida refulge al tiempo que se aniquila. Príanro deplorará profundamente que,
por causa de su vejez, su muerte será sin duda gris y deslucida.
Pasamos al segundo tipo de escenas indicadas, esto es, a aquellas donde los rasgos
pictóricos son tomados del mundo que rodea estrechamente al personaje. Ese mundo está
desde luego poblado por lanzas, escudos, flechas, carros, etc. en estos casos suelen
bastarle al poeta, uno o dos adjetivos para iluminar vivamente la acción. Por ejemplo,
“la broncínea lanza”, “las lucientes y labradas armas”, “los corceles de hermosas crines”,
“el pulimentado arco”, etc. Sin embargo a veces prefiere describir un arma con cierto
detenimiento, como en el canto XIII: “una hermosa hacha de bronce labrado, provista de
un largo y liso mango de madera de olivo” . De cualquier manera, en todos los casos
referidos el narrador se ha ubicado próximo a la acción, para individualizar a los objetos.
Pero con este procedimiento alterna otro, que nos da la visión a la distancia, donde sólo
se aprecian grandes masas: “Todo el campo lleno de hombres y caballos resplandecía
con el lucir del bronce”. La diferencia es sustancial, diríamos cualitativa. Allá importa­
ban los objetos, y la luz no era sino el vehículo apto para destacar sus contornos. Aquí
los objetos desaparecen, y el sujeto de la descripción es el propio espejear del sol sobre
el campo de batalla.
Por fin arribamos al tercer orden apuntado al comienzo, que importa un salto espa­
cio-temporal a través de las descripciones de naturaleza que el narrador propone en sus
comparaciones. A este punto ya nos referimos en la primera parte, para destacar precisa­
mente entre otros aspectos, su significación plástica.
En síntesis, esa notoria belleza visual del trágico mundo homérico es sin duda una
afirmación de la vida, aun cuando se encauce su curso hacia el aniquilamiento. Parecería
indicar que a pesar de todo algo se salva de la carnicería. Y ciertamente eso que se salva
es el recuerdo de este mundo, como dice Helena, para servir de cantos a “los venideros".
El recuerdo plasmado en un contexto literario destinado a cantar la gloria y la muerte,
bajo un centellear mediterráneo.
III) E stu d io d e O d isea : la tr iste za co m o u n a d o m in a n te d e su c a r á c te r

loila tristeza significa de algún modo desagrado. Dante condenaba esa incompren-
... o desamor de los dones divinos. Y aquellos definitivamente perdidos confesaban:
Iosles fuimos en el aire dulce que del sol se alegra”. Pero no toda tristeza es identifica­
rle con esa medular ceguera ante la vida, puede surgir del recuerdo de un bien perdido,
. ii lugar de ser ignorancia del bien. Es la tristeza del melancólico o es aquella de Odiseo.
I I licroe cuyo llanto aparece indisolublemente ligado al mar, a pesar de no ser un marino
'oracional. Porque la inmensidad del agua le sugiere el encuentro, y le da al mismo
iicmpo la dimensión de su soledad. En otras palabras, el mar es Penelopea y el espacio
• ulre los dos.
La tristeza aquí ya no es como en Dante, una negación fundamental, sino el testimo­
nio de una memoria cada día puesta a prueba y siempre renovada. Es el homenaje a la
lu í y paciente Penelopea. Por eso la enorme distancia entre los tristes que Dante conden­
aba y Odiseo. Para aquéllos la vida se gastaba en tedioso y negligente desencanto. Nada
aventuraron jamás, nada los acompañaría entonces al morir. Cada minuto vivido desde
esa tristeza es una vana espera de la muerte. Al contrario en el largo y duro peregrinaje
de Odiseo, encontramos inquebrantable la voluntad de vivir, y de vivir para algo, para
alguien. De hacerlo para los que aguardan, quienes a pesar de no poder nada material­
mente, configuran permanentes instigaciones para el peregrino. Como aquellos dos hom­
bres que perdidos en la fulgurante arena del desierto, pensaban en los amigos y en los
amores que la tierra distante guardaba. Uno de ellos, Saint-Exupéry, relata así la experi-
encia: “Veo los ojos de mi esposa. Ellos interrogan. Veo los ojos de todos aquellos que se
lleuden hacia mí. Y esos ojos interrogan. Toda una asamblea de miradas me reprocha mi
silencio”. (No podemos naturalmente estudiar aquí el estilo riel escritor francés, que
aparece tan nítido en el pasaje citado). Y el hombre da la suprema respuesta: un paso
más. “Y de una vez descubrimos que nosotros no somos los náufragos. Los náufragos
son aquéllos que esperan”. De igual modo, Odiseo a merced de los dioses y las olas tía
una brazada mas.
Pero no sólo son la distancia y el tiempo las fuentes de la tristeza del héroe. Hay un
sedimento más amplio. Odiseo sabe de la fugacidad meteórica de los bienes humanos.
Como igualmente sabe que apenas llegado a su isla, deberá emprender viaje a lejanas
tierras para realizar “hermosos sacrificios (...) al soberano Poseidón”. La tristeza deja
entonces de originarse en el requerimiento nostálgico de un ser o un ambiente -Penelo­
pea, l o s amigos, Iiaca-, para constituirse en una visión de la vida. Por eso es que en
ningún momento por promisorio que parezca, el personaje pierde esa mirada severa del
mundo, que le lleva a esperar más naturalmente padecimiento que alegrías. Así la
exigencia a Calipso antes de partir en la balsa y a Circe antes de subir a su lecho. Ni la
propia Nausícaa, puede con su respetable y graciosa presencia inducirlo a otra cosa:
“Algún numen me ha echado acá para que padezca muchas desgracias, que no espero
que éstas se hayan acabado, antes los dioses deben prepararme, otras muchas todavía”.
De ahí cpie su prudencia sea la reflexión escrutadora del hombre que lleca sobre sí veinte
años de infortunios. Ni siquiera Circe o Calipso configuran motivos de alegría. Son más
bien que dones del destino, ocasiones de prueba. Cada una aporta sus encantos femeni­
nos, pero lo sustrae al mismo tiempo de Penelopea. Circe le dirá, “no cabe en vuestro
ánimo la alegría por lo mucho que habéis padecido”. A su vez Calipso, al anunciarle la
próxima partida pronuncia estas palabras: “Mi intención es justa y en mi pecho no se

1X5
..... , ii.i un ánimo férreo sino compasivo” . Y es obvio que sólo ante los desdit h.ut.■
mi me piedad.

Por supuesto que como indica Audisio, Odiseo no intenta jamás la fuga. No m n
de un hombre perfecto. Invulnerable a las hechicerías de Circe sucumbe a sus ati.u i,
femeninos. Y no sólo frente a las diosas Odiseo vacila, también lo hace en el ¡iim.Ih
encuentro con el Cíclope. Aquí por curiosidad y a pesar de los ruegos de sus mu.
pañeros, cae en poder del monstruo, y más tarde admitirá su responsabilidad: “ M.i.
no me dejé persuadir -mucho mejor hubiera sido seguir sus consejos- (...)” . La vida a
dos hombres será el precio de este error. Pero volviendo a su debilidad frente a I <
ninfas, es fácil observar que ésta tiene otra naturaleza. No se trata sustancialmente mm
en el caso recién citado, de la salvaguardia del ejército -aunque ante Circe la tcm ,
presente al lograr que la diosa devuelva a algunos de sus hombres su figura human.i
sino del lazo afectivo que lo une a su esposa. Pero un sentimiento no se posee de una u
y para siempre como un objeto, ni se regala como el color de los ojos. Muy bien puní,
tener que ganarse cada día. “Nunca me olvido de mi valor”, dice un combatiente en L
Ufada. De la misma manera, Odiseo tiene que preservar su afecto por Penelopea cad.i
minuto. Según esto puede resultar sorprendente el escaso número de menciones del
hogar, del hijo, de la esposa. Mencionar, ¿pero ante quién? Ni Calipso ni Circe revisten
en la conciencia del héroe la dignidad requerida para tal cosa. Y si algo dice a la primen
es debido únicamente a que la propia diosa lo instiga con una pregunta concreta, fu
cuanto a sus hombres, es evidente que a ellos no les incumbe la vida sentimental del
jefe. Y en general, este hombre que rehúsa en primera instancia, participar en los juegos
organizados por los feacios aduciendo un corazón apesadumbrado, no parece fácilmente
inclinado a tales confidencias. Apenas le oímos decir a Nausícaa cuyas rodillas no se
atrevió a abrazar, y es la más fina de las tentaciones: “Concédame Zeus el tonante
esposo de Hora, que llegue yo a mis casa y vea el día de mi regreso; que allí te invocaré
todos los días como a una diosa, porque fuiste tú. oh doncella, quien me salvó la vida".
Otra vez abre su conciencia espontáneamente, y también es en el país de los feacios. Se
dirige así al rey Alcínoo, en el momento de la despedida y al agradecer "las amistosas
dádivas": “(...) hagan los dioses celestiales que éstas sean para mi dicha, y que halle en
mi palacio a mi irrepresible consorte e incólumes a los amigos”. Sólo seres escogidos
merecen participar de ciertos pensamientos. Es entonces, una forma de recogimiento la
causa de ese obstinado silencio.
Y bien, esa memoria es guardada más allá de ninfas y combates, se ha de proyectar
hacia el futuro y recrearse en el encuentro. Pero luego seguirán nuevas peregrinaciones,
y Odiseo no lo olvida. Por eso en él, la tristeza es el rostro de la sabiduría.
P e r s p e c tiv a e s p ir itu a l e h is tó r ic a d e la o b r a H r o s w ita n a
MIREYA PIN TOS CA RA BA .!A L(*)

I. H RO SW 1TA Y SU C O N T E X T O H IS T Ó R IC O -C U L T U R A L

I a primera mitad de la décima centuria es una de las etapas más críticas del medioc-
u Bajo la misma persisten, sin resolver, problemas del siglo anterior, a la par que se
ir.citan nuevas turbulencias políticas y situaciones de estancamiento económico-social.
Durante este período vive en Germania la monja-dramaturga Hroswita, quien a través
.le sus obras nos demuestra que pese a su investidura no es ajena a las tensiones,
angustias y necesidades de sus contemporáneos, como tampoco a la cruda realidad de su
tiempo.
luis informaciones que poseemos de la vida de esta canonesa sajona, igualmente
dolarla para la prosa y la poesía, son pocas y signadas por la imprecisión. La mayoría
además, deducidas de las alusiones que ella misma efectúa en los prólogos y dedicatorias
de sus producciones literarias. Es ejemplarizante el Prefacio de sus poemas hagiográfi-
i os. En éste, se admira de la gran cultura que distingue a la abadesa del convento de
i ¡andersheim -Gerberga- aún cuando es más joven que ella, desde que nació en el 940.
De ahí, que sus críticos presuman que la autora habría nacido entre el 930 y el 935.
Asimismo, datar su muerte también presenta dificultades. El principal indicio es que en
el 973, año del fallecimiento de Otón I, en su crónica titulada “Historia del convento de
(¡andersheim” se lamenta de este suceso, siendo este dato el último testimonio cronoló­
gico que conocemos de su vida creativa. De hecho, hasta su nombre ha dado lugar a
controversias. El crítico Seidel opina que es una abreviatura de Helena de Rossour.
Martini, por su parte, se inclina por la traducción literal, o sea "Rosa Blanca”; mientras
que la corriente filológica prefiere mantener su vinculación con el sajón arcaico, por lo
cual Hroswita significaría “Voz fuerte". Tal interpretación etimológica coincidiría igual­
mente con su propia definición, desde que en el Prefacio de sus dramas, ella se denomi­
na a sí misma “Clamor Validus”. Pero, pese a estas ambigüedades e imprecisiones, hay
sobre su existencia, algunos hechos esclarecedores. Se conoce que pertenece a la aristo­
cracia sajona y que durante su niñez, recibe una educación esmerada. Más tarde, su
formación cultural la complementa en el monasterio femenino de Gandersheim, donde -
al igual que muchas de las jóvenes de su entorno, emparentadas con la Casa Real
ingresa en calidad de novicia, para permanecer en el mismo, durante el resto de su vida
Esta circunstancia no es casual. En el siglo X las comunidades eclesiásticas regulares
organizadas esencialmente por la nobleza- constituyen no sólo espacios de irradiación
religiosa sino que representan auténticos centros socio-económicos, dotados de p i n di
gios. En concordancia a sus bienes, las abadesas, vértices de la institución, gozan d.
autoridad plena sobre las propiedades conventuales, así como adquieren y disfrutan d.
tal prestigio social que pueden asumir, en Germania, posiciones de liderazgo pohtn o I
integrar, por ende, junto con los prelados, la Dieta imperial. Por otra parte, el mon.n u..
simboliza en el mundo otónida, el más destacado foco civilizador. En medio d. I .

(* ) Prof. Licenciada. Asesora de la Bibliot eca Nacional.


i. i iinil. . I.m as, la formación espiritual y las expresiones científico-artísticas p ió n •
...... ii|iuli/ailas por los religiosos. Prácticamente, toda manifestación intelectual .1.
\i ip.uluia, gira alrededor de la relativa seguridad de los claustros, en donde se trlu •
iodos los estudios impuestos por una ya larga tradición.
Allí se cultivan y se desenvuelven las disciplinas del trivium y el cuadrivium
guiendo textos pedagógicos que aplican los módulos clásicos. En sus salones y Iril>1n .i
cas, se gesta la permanente labor de los monjes que escriben vidas de santos p.n
motivar a los creyentes, así como crónicas y poemas a fin de ensalzar a la realeza \
señorío.
También centran su actividad en el silencio de los scriptorium monacales, los copi
tas y miniaturistas que traducen, transcriben y decoran la habitual literatura devoción.i
(salterios, libros de plegarias, textos de liturgia) pero que simultáneamente, dcdu.u
además sus esfuerzos al análisis de las obras seculares de la Antigüedad. Por ello el clru
regular simboliza no sólo el más dinámico y creativo aporte cultural de Alemania, sin.
que también, y mediante sus integrantes, se transforma en el agente que expande, ampli.
los conocimientos del mundo greco-latino en todo el entorno europeo imperial; e impul
sa, un movimiento breve pero intenso, que se ha dado en llamar “renacimiento otoni.i
no” . Con ello, los hombres de oración se transforman en un efectivo elemento de unidad
para el sueño de imperio universal, que sostiene la nueva dinastía germana, la cual
consciente de la importancia del accionar de los religiosos, les otorga prerrogativas
especiales y la más amplia protección.
Gandersheim, ubicado en la solitaria comarca de Sajonia superior, se organiza y
crece bajo el patrocinio de la estirpe otónida, volviéndose uno de los conventos más
ricos y de mayor categoría socio-intelectual del Imperio. Se halla enclavado en una zona
aislada, defendida por empalizadas y estrechas ventanas desde las cuales -al decir de
Hroswita- únicamente puede divisarse llanuras yermas y, a lo lejos, limitando el horizon­
te, la selva negra con sus encinas y robles. El entorno acrecienta entonces, su natural
atmósfera de recogimiento, austeridad, estudio y trabajo. En el interior, en medio de la
soledad ambiental (ya que únicamente en forma esporádica y por escaso tiempo llegan al
claustro algunos viajeros -prelados, peregrinos, agentes imperiales- que casi de inmedia­
to retoman su camino) Hroswita asume junto a la oración, la tarea de copista. Allí se
impregna de los autores clásicos: Terencio, Estacio, Prudencio que son leídos con avidez
y estudiados por ella, en profundidad. Se conmueve con la patrología latina, conservada
en rollos y libros de pergamino a través de los siglos. Lee y transcribe, razona e imagina
en las largas y rutinarias horas de encierro, forjándose un bagaje cultural que le permite,
prontamente, componer poesías en alabanza a Dios. En ellas Hroswita revela cuán bien
conoce la literatura clásica y ofrece ya un testimonio personal bien definido, de cuál ha
de ser la meta literaria de toda su vida: poner su talento al servicio de la fe cristiana.
Seguramente, son sus compañeras monásticas -las primeras destinatarios ríe su inspi­
ración- quienes la alientan para emprender otros textos de mayor compromiso creador.
Manifiesta entonces sus limitaciones. En el Prefacio de los poemas, indica que espera la
ayuda del Señor para reincidir y desempeñar ia misión a que la incita su medio. Aparenta
timidez y humildad, aunque creemos que en realidad, está consciente de poseer para la
actividad intelectual, condiciones naturales que traspasan los límites habituales. Escribe,
pide la benévola atención del lector y reivindica las virtudes cristianas como ejes del
actuar humano.
I I contacto más trascendente entre Gandersheim y la Corte otoniana es, en su licm
i ... Iti uno de Lorena, arzobispo de Colonia, a quien se considera el hombre más culto de
i poca. Según la autora, él la impulsa en su vocación versificadora, al igual que la
■ i idesa Gerberga. Más tarde, esta la va a instar en Gandersheim a escribir la apología de
i lio, el emperador Otón I. lis entonces que, ante tales estímulos, escribe la epopeya
ululada “Gesta Oddonis Impcrator”, en la cual la poetisa se transforma en cronista.
I'escribe la realidad germana con el alma de un creyente y los interesados ojos del
in loriador, trascendiéndose a sí misma en los sucesos que relata. Y, si es cierto que toma
....o patrón literario a los autores latinos, siguiendo las prácticas de composición cornil
ues a los clásicos, evita que este reencuentro con el pasado sea una simple imitación. I’oi
i lio, se concentra en el espíritu religioso que se filtra en todos los acontecimientos que
leíala, procediendo a la idealización de los personajes que resultan -de tal modo- más
que genuinos retratos, expresiones de su peculiar sentido moral. En concordancia, enfoca
l.i interpretación del proceso histórico, según la visión tradicional patrística agustiniana
que supone la posible intervención de elementos sobrenaturales en el acontecer humano.
I u nuestro habitat, réplica imperfecta de la ciudad celeste intemporal -señala San Agus-
im- el hombre sufre la influencia corrosiva de las fuerzas demoníacas, origen de todas
las perturbaciones y desórdenes mundanos, pero también siente el apoyo de Dios, que
marca con su ejemplaridad divina, el camino de la Verdad. La “Gesta" registra el
producto de esa confrontación, la dicotomía del mundo en buenos y malos, de hechos
místicos, milagrosos y de acciones desencadenantes de violencias y disipación. Lis esta
exégesis ideológica que plantea la obra, lo que ha inducido a los críticos a considerarla,
generalmente, como el arquetipo de la épica cristiana altomedieval. Pero hay que desta­
car además que si bien la autora reconoce y anota milagros, a la par que consigna una
percepción maniquea de la humanidad, en cuanto se atiene a los acontecimientos políti­
cos o a la armazón administrativa del reino es particularmente veraz. Aporta datos,
asienta informes y procedimientos que tienen confirmación en los documentos de época
y en los testimonios de otros historiadores como Luitprando o Widukindo.
En general, la crónica se presenta enraizada en la propia existencia de la monja,
conectada con su actividad, y con la concreta situación histórica germana, aunque a
través de ésta ella aspira señalar una realidad más amplia, trascendente e infinita. Porque
si toda su narrativa se desenvuelve alrededor del enclave real, temporal otónida, conjun­
tamente con los actos o circunstancias que protagonizan sus contemporáneos, en forma
sistemática, ella destaca la dimensión de la fe como elemento rector, como razón o
fundamento de los hechos coyunturales que reseña.
En el transcurso de toda la narración épica otoniana, delata Hroswita una permanente
y favorable disposición de ánimo hacia el emperador, del que se siente aliada por una
relación de afinidad intelectual; lo cual la motiva a definirlo como la encarnación del rey
cristiano, dotado por igual de sabiduría, piedad, clemencia y virtud, a la par que ejemplo
vivo de las doctrinas agustinianas sobre la equidad y la gracia divina. Proyecta a Otón,
en el círculo socio-político germano, como un héroe justo y combativo, un verdadero
soldado de Cristo, aplicándole el epíteto de Segundo David, con lo cual la monja
equipara sus acciones de conquista a las hazañas efectuadas por el rey hebreo.
Sin duda, ella observa y glosa el pasado sajón según el sesgo de su propia reflexión,
que siempre está orientada a delimitar los alcances espirituales del contexto político; y
ello explica que las acciones castrenses, los trofeos bélicos y los triunfos diplomáticos de
i , i.u i n i i píak 'i i pospuestos en el texto. Deliberadament e opaca los hechos materia
,, , mi inisi.mcias públicas y form ales (es ejem plo, la vict oria de Otón sobre los hún
■ ••. 111u* apenas menciona), mientras esclarece y fija los valores privados y anímicos
piedad de la reina Adelaida) y acentúa la urgencia de acrecent ar o profundizar la el
comunitaria. Incluso, es evidente que la misma unidad imperial configura, para la esc
lora, una realidad aleccionadora exclusivam ent e en cuanto pueda result ar un mee
eficaz para efect uar la salvación común, verdad última y siempre presente, a la q
subordina todo interés o pretensión tedesca.

Posteriormente, redacta la “ Historia del monasterio de Gandersheim” al que desen


desde su fundación. Este poema, al igual que la gesta panegírica de Otón, está escrito
hexámetros y no se conserva en su totalidad. En el mismo da referencias de entidad sob
la organización conventual, estructurada señorialmente que conduce o posibilita a que -c
su interior- las religiosas lleven a cabo una evolución cultural dinámica, fermenta!, unic
al pasado latino y encauzada hacia la humanidad creyente. Sus comentarios son sugestiva
y sus palabras suponen un clamor de alerta en cuanto revierten -por lo menos, en parte- i
idea tradicional de que el siglo X es uno de los períodos de mayor barbarie intelectual d
Europa occidental. Ambos textos coinciden en denunciar el materialismo social que imper
en el ámbito sajón, sin ocultar ni soslayar la violencia física y espiritual del misint
Circunstancias que la autora anota y evalúa en toda su gravedad y magnitud. Por ello, pom
su acento en la carencia de auténtico amor a Dios, la que al multiplicarse enraíza n<
solamente en el mundo laico, sino que se filtra y concreta en el medio religioso, donde la:
virtudes cristianas han sido olvidadas, o por lo menos, relegadas. De ahí que concept uaba
como punto esencial de convergencia, el retorno a la vida evangélica; y que -explícitamen­
te- declare con cierto candor y con altibajos en la calidad formal, su ideario basado en el
equilibrio, la piedad y la pureza; en como ella lo define; “ el triunfo de la devoción sobre
las pasiones terrenales” . Deíinición ésta que representa la expresión de una actitud moral,
de una honda conciencia de su compromiso con el Verbo.

De modo que la canonesa comenta y desenvuelve en las crónicas el proceso histórico


germano, pero enfoca, especialmente, aquellas acciones que están vinculadas a su convic­
ción teológica y sus intereses culturales. Por ello los relatos vertidos en las mismas, más
allá de sus valores literarios, constituyen hoy documentos orientadores sobre el sentimiento
religioso existente en las estructuras sociales estables del imperio, a la vez que proyectan
claridad respecto al verdadero perfil intelectual del renacimiento otoniano.

II. L A S P R IM E R A S C O M P O S IC IO N E S L ÍR IC A S

Es muy joven Hroswita cuando escribe sus poemas hagiográficos que, por lo general,
se fundamentan en pasajes de vida de santos y en la Biblia, siendo sus páginas más
iluminadas, al decir del crítico Grünnanger “las que recuerdan al Cantar de los Canta­
res” . Sin duda, no pretende componer textos filosóficos ni libros de teología. Unicamen­
te tiende, en función de sus condicionantes vitales, a elaborar pequeñas obras
ejemplarizantes, destinadas a ser leídas en el interior del convento, en donde ensalza a la
Providencia y encumbra a aquellos que teniendo fe en ella, viven de acuerdo a sus
normas.
Sin demasiadas contemplaciones, desde los primeros poemas, se lanza de lleno hacia
un mismo propósito inmediato: la exaltación de la espiritualidad. Crea una poesía re /i-
posa, transparente en su finalidad, de largo y rico verso esperanzado, utilizando ciernen
ios literarios y modelos arguméntales clásicos, extraídos de dramas helenísticos, leven
das orientales y composiciones latinas. Listas le suministran la temática y el ámluio
apropiado, que ella luego tamiza a efecto de que le sirvan de pilares para sus fines:
i onmover a los oyentes, y derivar sus emociones hacia la plena purificación.
En los textos líricos es que la “Voz Fuerte” de Sajonia evidencia con mayor Incide/,
el acentuado y repetitivo dualismo que singulariza su estilo. Al tiempo que acusa su
identificación con el erudito legado de la Antigüedad (que ha mantenido sus característi­
cas en lo referente a estructura formal y lenguaje, desde la época carolingia) ella tam­
bién medita, argumenta y desintegra los valores preceptivos tradicionales. Admite la
orientación métrica y estilística latina, recurriendo frecuentemente a las clásicas unida­
des arguméntales, pero otorgándoles ahora una calidad enunciativa o retórica más que
axiomática. Identifica, define y aborda reflexiones destinadas a delimitar alcances y
contenidos, subordinando ios mismos al pensamiento cristiano que impone una distinta
filosofía moral.
Por ello presenta -absolutamente segura de sí- las razones que conllevan a la acepta­
ción del nuevo ideal, al tiempo que avisa a los mortales del peligro del pecado, l es
advierte que si bien pueden estar atados a su carnalidad, también detentan dentro de sí,
la facultad de empeñarse en escapar del materialismo, de trascender sus limitaciones
físicas, y de aferrarse a la Verdad para lograr la perfección personal. (Pelayo, Dionisio.)
Adapta entonces, sabiamente, los símbolos o alegorías que le ofrecen las leyendas y
temas antiguos para propalar, desde ellas, que a pesar de que el mal siempre acecha con
persistencia, existe la esperanza para la cristiandad. Solamente hay que saber escuchar y
buscar a la Providencia. Sobre este planteo, acorde a los cánones católicos, los diferentes
poemas recepcionan un alentador mensaje apostólico, que se vincula a la alternativa
(que posee la humanidad devota) de la contrición y la penitencia, como medios para
adquirir progresivamente la enmienda del alma, como efectivos mecanismos modelado
res de una futura existencia mística.
En todos los casos, la pluralidad de elementos que Hroswita maneja y con los cuales
compone su lírica (carnalidad, transgresiones, sacrificios, amor, misericordia) convergen
en una síntesis que esclarece la misión del individuo en el entorno terrenal. Ella lo
enfoca en su integridad y su miseria, en su enigmática y contradictoria verdad. Por eso
casi todos los personajes de sus poemas tienen dimensión humana. Son pecadores que
han vencido a sus pasiones tras duros conflictos conciencíales. Encarnan a los arrepenti­
dos, a aquellos que mediante la indulgencia celestial, se han metamorfoseado en justos,
caritativos y humildes, alcanzando el triunfo sobre los orgullosos y malvados (Pelayo,
Inés). Y coincidiendo con estos lincamientos ella formula y reincide en el esquema
denunciador de la invariada, antagónica v permanente confrontación que protagonizan, a
través de los siglos, el Bien y la Maldad; en medio de la cual -dubitativos y débiles- se
hallan los hombres. En los poemas, las entidades sobrenaturales se nos revelan vivas,
operantes, capacitadas para modificar e intervenir en las conductas individuales. Y,
enfrentados en la eterna lucha de poder, el “Dios verdadero” declara la cristiana Inés “lia
de salir finalmente victorioso” (Inés), mientras los hombres deben encontrar en el ejem
pío de Cristo, el contrapeso espiritual que guíe las vivencias propias y colectivas.
Dentro de esta perspectiva dualista, maniquea del mundo, Hroswita indica que el
hombre tiene el supremo don de la libre opción. Es el arquitecto de su orden y su

l'M
ni.ni.ni.i. I’osee el Mensaje y haciendo uso de esa misma libertad está en condiciones di
icnegar del pecado. De transformarse espiritualmente, como ejemplifican las figuras di
Basilio y Teófilo.
En el poema titulado Teófilo, la monja ubica y desarrolla el tema del pacto entre el
hombre y el diablo. El protagonista es el archidiácono de Antioquía, al cual se le nomina
obispo como recompensa por su capacidad y probada devoción. Sin embargo, Teófilo
rechaza la designación impulsado por una aparente modestia, determinando esta resolu
ción que sea, luego, destituido del antiguo cargo. Ante tal injusticia se subleva y recurre
a un intermediario no cristiano -el mago judío- que lo auxilia presentándole al demonio
Teófilo pacta con éste, y de inmediato siente sus efectos. Recibe la jerarquía deseada,
autoridad, riquezas, honores, pero a costa de la perdición eterna. Al igual que Fausto, el
personaje de Goethe, Teófilo sacrifica su alma en pro de la ambición; mientras que por
primera vez Satanás es descripto en forma individual. Hasta entonces, en los textos
siempre se le invocaba genéricamente como el símbolo del mal, pero es Hroswita quien
asume en forma inicial y directa su retrato literario. Ella lo presenta como el rey de la
muerte, poderoso, influyente, ejecutivo, rodeado de “los que viven en las tinieblas” y “lo
adoran" (Pafnucio). Imagen y acuerdo con que la autora insiste en otro poema posterior,
(Basilio) en el cual Satán también mantiene rasgos similares.
En la última parte de la poesía, Teófilo se arrepiente e invoca a la Virgen, como
instrumento de aproximación a Dios, para que interceda por él, a fin de lograr el perdón
divino. Al cabo de tres días ella le comunica que su pedido ha sido concedido. El diablo
devuelve el contrato suscrito y el archidiácono puede redimirse.
Hroswita ensalza en ésta y otras composiciones (María, Pelayo) el amor infinito de la
Virgen hacia los hombres, y su apoyo a los afligidos. Desliza en sus juicios y palabras
una cuota de tranquilidad para la humanidad, en cuanto ésta tome conciencia de la
auténtica fragilidad de su naturaleza, de sus faltas y errores, y enmendándose espiritual­
mente, se acerque al Señor aceptando su doctrina. Los textos muestran originalidad en
los planteos y diversidad aún dentro de las mismas gamas de intenciones morales y
preocupaciones religiosas que las rigen. Es apasionante analizar y observar en ellos el
proceso de imaginación y creación reflexiva de la poetisa, a la luz de una entrañable y
viva presencia humana que les da capital significación, a la vez que delata la confianza
de aquella en los valores intrínsecos del Hombre.
Derivados de sus principios constituyen una reiteración inexorable de las poesías: la
santidad, la redención de las faltas y la misericordia celestial. Son temas frecuentes e
integrados en unidades de acción totalizadora, al servicio de una visión omnisciente y de
una perspectiva ideológica privilegiada, que como ella misma afirma en el Prefacio,
busca prevenir y aleccionar a sus compañeras de la comunidad religiosa, así como a los
laicos del Imperio.
Los poemas están escritos en latín pretencioso, con un vocabulario rebuscado, predo­
minando en ellos, una tendencia mística, estilística y retórica que yuxtapone elementos
latinos y germanos. Se hallan ordenados en versos dáctilos o hexámetros, a los que la
autora agrega muletillas, conjunciones, repeticiones de frases enteras cuando no puede
eludir las exigencias del metro. Por lo común, estas poesías hagiográficas se consideran
obras menores de su producción. Sin duda, tienen carencias estilísticas, pero marcan
cambios significativos, progresos del género al sublimarlo bajo la forma de himnos
poéticos. I.a “Natividad de María”, "El nacimiento del Salvador”, los “Martirios de San
I’elayo”, “Dionisio" e “Inés" junto con la “Conversión de Teófilo” descubren una autén­
tica personalidad lírica, singular en su momento histórico y preocuparla por el comporta­
miento humano y su figuración religiosa.
Con torio, es innegable que a Hroswita no le inquieta demasiado los condicionantes
literarios, ya que en ella el lenguaje poético, la belleza rítmica o las formas exteriores
del género, quedan mediatizarlas ante lo que es su norte, su propuesta u objetivo ideal:
evocar en el individuo su capacidad progresiva, susceptible de afrontar y superar toda
materialidad por Amor. De estimular en él la perspectiva ríe dirigir o por lo menos
equilibrar aquellos procederes globalizadores que podrían resolver las disonancias paga­
nas o pecadoras. Por consiguiente, es lógico que la armazón intelectual de los conflictos
o episodios que recogen los poemas, estén en relación directa con el sistema cultural que
une a los germanos del siglo X, ordena sus relaciones cotidianas y los proyecta hacia una
visión ríe vitla más plena, viva y espiritual.
Dentro de este contexto, la gráfica de la lírica religiosa hroswitana parecería repre­
sentar un trazo recto dirigirlo gradualmente hacia el interior del hombre, desde el planteo
meramente situacionista o cronológico hasta el místico o trascendental. Y con ello, el
espacio humano se configuraría -para la escritora- en una línea conductora que señalaría
o invocaría, invariablemente, sin concesiones ni límites, al Verbo.

III. L O S D R A M A S H R O S W IT A N O S

Indiscutiblemente, la presencia ríe Hroswita cobra inusitada importancia y un expre­


sivo relieve por sus producciones teatrales. La originalidad de sus creaciones, en las
cuales armonizan la fuerza dramática, el aliento lírico y cierta ingenuidad en los conflic­
tos que ella traza y resuelve decididamente, la destacan dentro del ambiente literario del
siglo décimo.
Su producción teatral se compone ríe seis piezas titularlas: Abraham, Calimaco, Dul-
cidio. Galicano, Pajuncio y Sapiencia. Son dramas religiosos en los que despliega todo
un repertorio ríe mecanismos estéticos y recursos intelectuales, que le permiten organizar
sus obras con total libertad de su fantasía. Estructura criaturas e historias ajenas a su
ahora y aquí, a su tiempo y entorno, aunque siempre los textos provocan la impresión
que, en su mundo ríe ficción, las vivencias del pasado siguen existiendo en el presente.
El ayer y el hoy se identifican, aboliendo toda distancia cronológica y, en virtud de la
connotación simbólica cristiana que dimana de las escenas dramáticas, se opera un ágil y
dinámico juego escénico que crea ese efecto ríe desdoblamiento temporal. Los interlocu­
tores, por lt) general, viven y actúan en épocas y territorios que escapan al ámbito
otomano configurando particulares esquemas espacioterritoriales, y bosquejos circuns­
tanciales que dinamizan las secuencias dramáticas. Ellas registran entonces, el desorden,
los errores y oprobios atribuidos comunmente a la esfera riel Imperio Romano, pero que
también se inscriben en las vivencias tic la sociedad tedesca. Y, con el recurso de
emplear planos temporales diferenciados la monja aspira que ai contemplar o escuchar
las historias provenientes ríe un tiempo pasado (pero análogo al actual) el oyente se sitúe
en el nivel en que mejor pueda ver y comprender, en que mediante ese desdoblamiento
pueda ser capaz de jugar con la imaginación y dimensionar su realidad. Destaca ríe esa
forma, la perduración de numerosos rasgos, valores y relaciones que se concretan -en las
ulnas- en preceptos, creencias y normas de conducta; los cuales más allá de los años,
elnias, fuentes de poder o planos culturales, siguen sirviendo de apoyatura a similares
estratos sociales. Son modelos ideológicos, precisos, y bien armados a los que los
señores e iglesia otorgan gran solidez operativa, sin formularse mayores planteos éticos,
como surge de la lectura de algunos dramas. (Galicano, Sapiencia).
La mentalidad colectiva -ajena a la dimensión diacrònica- que busca conservar la
superioridad material y los privilegios tradicionales, en la concepción hroswitana, es relie
jo de la acción del pecado, producto demonial que permanece vital, tenaz, intemporal. Ya
lo había señalado en sus poemas. H1 mal es endémico y por enríe, persiste en el sedimento
de las actitudes propias de los comportamientos integrales y en la visión del mundo que,
ocasionalmente, rige las estructuras colectivas. Por tal causa, dentro de esa perspectiva
maniqueísta, es que ella amerita como factor unificado!', o acredita como salida favorable
para romper los muros de la prisión de las culpas, el auténtico amor a Dios. (Calimaco).
Por otra parte, ante la magnitud de la trascendente y progresiva marcha del pueblo
creyente hacia el fin de los tiempos, la autora deja de latió el color local y el presente,
así como -en cierta medida- descuida las complejidades psicológicas de sus personajes,
sus debilidades, propósitos y afanes. Y tal vez, por ello estos más que germinas figuras
humanas se nos vuelven, a veces, prototipos de comportamiento. Modelos edificantes
para el cristiano, héroes destinados al martirio y la muerte, a la que se encaminan con
seguridad y confianza. (Constanza, Irene). Y, quizás, porque en el mundo interior de
estas criaturas aparece permanentemente la Virtud -como la gran protagonista- es que el
mismo se nos revela más firme e idealista que el caudaloso medio exterior que las rodea.
Sorprende el sentido dramático de los textos, así como la peculiaridad que manifiesta
Hroswita para diseñar algunos aspectos de los sujetos teatrales, porque, aún cuando ella
los disponga al servicio de los valores morales, también suelen estar integrados a un
universo singular, en el que los caracteres, actividades, funciones o edades sirven -en la
totalidad de su producción dramática- como pilares unificadores. Más allá del relato
puntual, generalmente, los elementos análogos están organizados en categorías fijas,
concluyentes y calificativas. Por ejemplo, las vírgenes son invariablemente descritas
como adolescentes (Irene, Fe, Esperanza, Caridad), los eremitas siempre tienen edad
avanzarla (Abraham, Pafnucio), las prostitutas arrepentidas poseen gran belleza y encan­
to (María, Tais) y los funcionarios paganos son definidos como malvados y tontos
(Gallícamo, Dulcidio).
En los diferentes textos, la monja resuelve o reseña situaciones, anécdotas y espacios,
disponiendo la materia prima y los distintos momentos del desarrollo de la composición,
con soltura y fluidez. Especialmente, si se considera el escollo que representa el empleo
de un lenguaje cargado de imágenes, que si bien es propio de su tiempo, su manejo, hoy,
nos resulta algo artificioso. Por otra parte, cabe destacar, en su estilo, la escasa concen­
tración de las circunstancias o episodios en que se nuclean las acciones. Constantemente,
la escritora crea cambios de climas, lo que el crítico D’Amico subraya como particulari­
dades propias del posterior teatro medieval.
Tal vez. en la obra hroswitana. eso sea fruto de la técnica adoptada en los coloquios,
porque ellos están más dirigidos a la lectura que a una verdadera interpretación. Son
parlamentos que se expresan en una prosa rítmica y rimada, genuina armadura del
estrato fónico que, según Von Wonterfeld, se apoya en signos de interpuntuación que

IÓ4
pueden coincidir o no, con los habitualmente ortográficos y que son quienes, en definiti­
va, determinan los matices sonoros. Asimismo, su escritura se afirma en la estructura
gramatical de las proposiciones y en diversos métodos discursivos que inciden directa­
mente en el estrato fónico, como son; los diálogos rápidos, ágiles y concisos, la interpo­
sición de réplicas breves y de tipo rotundo entre parlamentos extensos, o repeticiones
literales (o con pequeñas variantes) de las respuestas. Estas, en su reiteración adquieren
entonces, nueva fuerza de convicción, grabándose en los oyentes, como verdades absolu­
tas. (Calimaco, Abraham, Pafnucio).
Los dramas, excepcionalmente se representan en el monasterio de Gandersheim.
Cuando ello ocurre, es ante un público variado en su conformación, pero pequeño en
número. En él figuran únicamente el obispo de la región, algún dignatario de la Casa de
Sajonia, las hermanas del convento, y -no muchos- campesinos de la comarca que
escuchan con devoción, el mensaje que siempre pregona la victoria de la fe y el decoro
sobre las tentaciones demoníacas, y hasta sobre la misma muerte. (Drusiana, Irene). No
se detiene Hroswita en lo puramente formal, sino que aspira a que sus palabras calen
hondo, por lo que estratégicamente utiliza ante una circunstancia compleja, los objetos
creados por el hombre como factor detonante o concentrador.
Su pensamiento se filtra desde los protagonistas hasta las cosas corrientes que, aun­
que asemejan carecer de valor, se imponen a veces al individuo, y otras, lo justifican.
Así, ella magnifica y otorga relieves insólitos a vestidos y muebles (Abraham, Pafnucio),
enseres de cocina (Dulcidio), instrumentos de tortura, espadas y otras armas, (Sapiencia)
o minerales y piedras preciosas (Pafnucio) alrededor de los cuales gira la acción, en
hechos o instantes focales de la trama.
Al leer los dramas se comprueba la sagacidad de la autora, en especial cuando
establece juicios lógicos, estimativos, perspicaces, no sólo en la materia religiosa que
motiva su labor, sino cuando además, enmarca criteriosamente, actitudes y conflictos
humanos. En este nivel, exterioriza una sugestiva madurez en las valoraciones individua­
les; lo que seguramente es difícil de lograr desde el interior de un claustro, si no se posee
-por igual- agudeza e ingenio. Su gran sentido común y capacidad para ubicarse en la
realidad queda demostrado, por ejemplo, cuando en la obra Abraham, a fin de salvar el
alma de una pecadora, admite la presencia de un anacoreta en un prostíbulo.
La Castidad, considerada en la Alta Edad Media, como la más alta manifestación de
la "d ivi nitas” marca el ideal sobre el que gira gran parte de su obra teatral. Es un rasgo
común en todos los dramas. De ahí que más que explicar o racionalizar a sus personajes
-en especial, los femeninos- ella los presenta y describe; para posteriormente, persuadir a
los oyentes, -a través de la emoción- de sus peculiares valores espirituales. Constanza,
Drusiana, Irene a despecho de la proclamada debilidad de su sexo, del sojuzgamiento
social que sufre la mujer, reaccionan con firmeza, resisten, luchan. No se doblegan ni
ante el martirio o la muerte, fieles al modelo religioso que las guía. Más allá de los
escenarios o de épocas -elementos accidentales- el esquema normativo hroswitano per­
dura y se identifica en estas heroínas puras, hondamente piadosas. En esas jóvenes
admirables con que la autora procura conmovernos y crear una corriente afectiva.
Aunque en ocasiones, algunas de esas vírgenes (Sapiencia) por su excesiva pureza, a
nuestro entender, puedan resultar algo estereotipadas, más abstracciones o arquetipos
representativos, que auténticas mujeres.
Concomitantemente con la castidad, el otro tema que la preocupa y que despliega .
sus textos, es la abjuración de los paganos. En Calimaco, obra que transcurre en En­
durante los primeros siglos del cristianismo, la idea generadora está centralizada en
modificación psíquica del protagonista. En un primer momento, éste aparece con
prototipo de la corporalidad. Atado a sus pasiones sólo ansia gozar del mundo terrea.
Y, enamorado de Drusiana (mujer casada y esencialmente virtuosa) la acecha, procui.n
do seducirla. Es rechazado por la joven que para la autora encarna, evidentemente,
modelo de la mujer moralmente superior, la mujer cristiana redentora, vehículo i
santidad, que incita con su ejemplar pureza, la rectificación del pecador. El drama estnl
cuando Drusiana, después de mostrarse fuerte y altiva al rechazar las palabras de ('al
maco, exclama, al quedarse sola:
"Ah!, Cristo, señor mío! ¿de qué me sirve el voto
de castidad, si ese loco se ha dejado seducir por
mi belleza? Mira mi miedo, Señor. Mira las penas
que sufro! Me será imposible resistir a las ten­
taciones del demonio!” (IV, 2)
Drusiana confiesa de esta manera su humana vulnerabilidad, el quebrantamiento c
sus defensas interiores, y desesperada ante el miedo de sucumbir al pecado, le pide
Dios la muerte. Aquí, una vez más, la escritora pregona a la continencia como la virio
por excelencia y, consiguientemente, la glorifica y sitúa en posición central. La acciú
dramática responde a su idea directriz de que la religiosidad no es sólo una creenci.
sino que encarna una actitud vital, una forma existencial, porque la esencia y el hacer i
los hombres, la presencia de lo cotidiano y particular excede el hoy, para proyectarse cu
validez en el mañana, involucrando a la colectividad toda. Como se luí visto, la protage
nista primero aparece frágil, indefensa pero más larde, reforzada por su concepciu
doctrinaria, reacciona, se afianza en sí misma y se torna eje consciente ríe su destim
Potencia su vida, construye un entorno ético, y alcanza su mayor valor cuando intuye s
flaqueza individual. Con sabia humildad solicita entonces ayuda a la Providencia, clip
su futuro y, en un lejano parecido con Julieta, Drusiana muere para vivir. Se magnifica
redimensiona y trasciende. Pese a las limitaciones que le pone el medio y la tradicioi
pone en movimiento los resortes de su voluntad, crece, se realiza como persona al opl;
libremente, y termina por alcanzar -de ese modo- el triunfo definitivo. Simultáneament
Calimaco como un Romeo impuro, luego de querer violar la tumba de su amada en u
intento de necrofilia, fallece. Resucita y entonces sí, acepta la religión cristiana. Drusa
na. de tal forma, se impone como el instrumento de la gracia divina, como el ageni
revelador de que la devoción es el único camino para alcanzar el perdón. A través d
ella. Calimaco admite la Verdad, no como una secuela del intelecto, sino como un acl
de fe.
Tal vez, a su pesar confía, y por eso aquella resulta más meritoria.
Su convencimiento es producto de una necesidad emocional y volitiva, por lo qu
sobreponiéndose a su anterior escepticismo, descansa en la Providencia. Acepta ahora I
presencia en el Universo ríe un Poder más elevado, se abandona a él, acallando tod
duda, todo sentimiento idólatra, con lo que su conversión se vuelve una relación d
imor, e implica el compromiso de ajustar su conducta futura, de “vivir de acuerdo con el
mensaje de la divina promisión”. (IX).
Asombra la atmósfera tan íntegra como inmaculada e inalcanzable en que se circuns
i uben las acciones de Drusiana. Frente a la afirmación conclusiva de su postura moral,
l,i ¡oven resulta monolítica en su desinterés e integridad. Su esposo, Andrómaco, en
i .imbio, es más carnal, real y complejo. El enfoque es muy diferente. Hroswita lo retrata
m i luces y sombras. Lo describe como “un cristianísimo varón”, desolado porque su
imipañera “ha salido de su envoltura mortal” (V) por lo que solicita al apóstol Juan, un
milagro. Pero, al mismo tiempo, nos trasmite sus preocupaciones mundanas (la tumba de
marmol, la custodia, el sepulcro distinguido para quien fuera su esposa).
Sin duda, la dramaturga sajona mira al cielo, pero camina por la tierra, y conoce las
■ mociones e intereses que motivan la conducta humana cuando aún no ha alcanzado la
plena espiritualidad. Es éste uno de los aspectos curiosos de la personalidad de Hroswita.
I ,i claridad con que refleja la complejidad de las relaciones personales, a la par que la
unpática ternura que evidencia para con los pecadores. En éstos abandona las creacio­
nes alegóricas y se vuelca hacia figuras concretas, cotidianas, mundanas. Una muestra la
i ih -nutramos en el siervo Fortunato. Corrupto, cínico, venal y antihéroe es trazado con
mesura y naturalismo. Es un personaje del drama Calimaco, que nos recuerda a los
■ i lavos del autor Terencio, resultando fácil por su intermedio advertir la influencia que
I I latino ejerce sobre la monja. Con bastante frecuencia, se puede comprobar la imita
, mu que ésta realiza de los módulos tercncianos en el plano formal; ya que en otro nivel
icmpre cuida de adaptar, modificar o reelaborar el tipo clásico, en dirección a sus
intereses, valoraciones o planteos espirituales. (Abraham, Pajuncio).
Fortunato al final de sus días, supera su mezquindad habitual, al negarse a aceptar
una resurrección, que para él significaría la admisión ele una religión en la que no puede
icer. Por ello le dice al apóstol Juan:
"Si como afirmas Drusiana me resucitó y cree Calimaco en Cristo, repudio la vida y
, lijo la muerte libremente”. (IX)
Escoge deliberadamente la pena eterna y alcanza, mediante ese soberbio pero hones-
i" rechazo, una magnitud como individuo que no había tenido durante su vida.
Al igual que en los poemas, Hroswita indaga en sus dramas sobre la condición
humana con caridad, respeto y tolerancia, para entregar después, una esperanza. En
algunas oportunidades sus pecadores enlazan una actitud mística con períodos en que sus
naturalezas predominan sobre sus espíritus, configurándose de tal modo, personalidades
materializadas, lascivas e incluso, aniquilantes. Sin embargo,_ ella sugiere que las almas
• univocadas pueden emerger (María, Tais) si con sinceridad desean la enmienda íntima,
• ••hiendo al estado de gracia. Sostiene pues, una concepción positiva, que alienta y
nena. Que se fundamenta en el principio de que los individuos son microcosmos,
i .pejes y síntesis del Universo, creados por la Providencia para elegir y ser capaces de
k tornar por sí mismos a Dios. (Abraham). Este es un pensamiento renovador y hasta
u vulsivo, en cierta forma, (dentro de la clásica y ceremoniosa religiosidad altomedieval,
. iicunscripta por los rituales y los preceptos) pero no es original. Hroswita reactualiza, a
naves de su interpretación, la idea erigeniana que otorga a los hombres dignidad y
i'i.mdeza, en cuanto los considera puntos de convergencia de la virtud creadora del
mundo. Sin duda, este es el concepto que nutre y justifica los postulados que presupon
el accionar de los eremitas Abraham y Pafnucio.
Los dramas en los que dichos anacoretas se proyectan como ejes fundamentales
encuentran entre los más concretos y logrados. La trama es similar. Ambos monjes di i
su reclusión a fin de ayudar a dos cortesanas. Con afecto despiertan en María y lar
voz de la conciencia, atrayéndolas nuevamente al seno de la Iglesia. Son con versan
que no se formulan -como es habitual- con sermones, sino que inusitadamente, se <c
creían mediante la persuasión y la ternura. En Abraham, se produce un diálogo conlim
do entre el cenobita que pregunta y la nieta prostituida que responde. Aquel trasmite
mensaje evangelizador con palabras firmes y fervorosas, que esclarecen la dimensi
que le otorga la monja, al arrepentimiento y al perdón divino.
Afirma Abraham:
“No tengas desconfianza hija, ni te desesperes y en
cambio surge del abismo de la desesperación y pon fe
de tu alma en Dios”
Continúa el diálogo:
“María.- Si tuviera alguna esperanza de hallar perdón, no me faltaría el afán de
penitencia”.
“Abraham.- Depon la perniciosa desesperación de la cual sabemos que es peor <
todo lo que has cometido. Porque sólo peca irremediablemente quien desespere que I)
se apiadará de los pecadores, porque la amargura de nuestros pecados no es capaz
alterar la dulzura de la bondad divina” (VII).
La trama se mantiene invariable y en el mismo tono hasta el final, sosteniendo
autora la estructura escolástica que le permite dirigir la reflexión de los personal
Recuerda la bondad del Verbo en las preguntas, a la par que confirma la contrición y
afán de penitencia en las respuestas. La implicancia moral que surge de las palabras
Abraham es la caracterización de las virtudes cristianas, y definen el sentido de
conducta múltiple del hombre, al cual la fe lo condiciona para superar errores y Iraca
del pasado, en la esperanza de que mediante la disciplina y el rigor, como apunta
doctrina, pueda -con la caridad divina- alcanzar la plena espiritualidad.
“No hay que desesperar” manifiesta el monje, trasmitiendo una prédica afirmad
alentadora, que se fundamenta en la certidumbre de que la contrición lava y purifica,
como que la tolerancia de la Providencia es infinita y que los pecadores sólo del
extraer del modelo evangélico, las enseñanzas precisas para conducirse éticamente d
tro de la comunidad. De las largas conversaciones con su nieta María emergen
conceptos ético-religiosos que, expresados mediante símbolos, configuran el conten
de la composición, a la vez que permiten a la autora perfilar la afectuosa simpatía c
despierta en ella la cortesana. Sentimiento que, por otra parte, también se evidencia et
obra Pafnucio, cuando relata la redención, tras una dura penitencia, de otra prostituta,
si bien, de ambas Hroswita realiza un perfil que no es seductor, el mismo no está exe
de piedad, trazando luego una conclusión positiva en los dramas que ellas protagoniz
Lo curioso es que se llega a ese resultado beatífico, fermenta! más que por los conse

IOS
Ir los anacoretas, por la propia decisión de las pecadoras, que resuelven expiar sus
i illas. Determinan, por sus propias voluntades, el camino que quieren dar a sus vidas, y
i cobijan en la clemencia celestial para tratar de restablecer, dentro de sí, la armonía
inr habían perdido con sus errores. Configuran personalidades firmes, creadoras, que
■ •nitan en la bondad ríe Dios; pero sobre todo en ellas mismas, y en la entereza ríe sus
i' mples y convicciones para mantener la gracia; centrando con esto, la adhesión fervoro
i de la monja sajona.
lili otras de sus composiciones de teatro, l^osw ila plantea la curiosa historia de amor
t dos enamorados en oposición al medio v las costumbres. Se trata de la obra Galicano,
li que al parecer, es uno de sus primeros dramas. Y quizá esto es lo que motiva que la
■ hia carezca de unidad, dándose una sucesión de escenas (divididas en dos partes) donde
• intercalan la historia de los prometidos Galicano y Constanza, con las vicisitudes y
ni.iitirios ile los santos Juan y Pablo. El argumento se ambienta en la corte romana, en
iirmpos de Constantino y Juliano, el apóstata; pero es de presumir que al escoger este
ti nía, la escritora tiene presente hechos de la vida de la abadesa Gerberga. En efecto,
iiiv se conoce que ella sintió la vocación religiosa estando casada con el conde sajón
Un nardo, quien se negó a atender las súplicas de su esposa, por lo que ésta únicamente
l'iido entrar en el claustro, luego de su viudez. En Galicano, el conflicto vocacionai
queda solucionado de forma más simple, aunque resulta indiscutible el paralelismo entre
I. r. dos situaciones. La matización psicológica, la angustia de los novios que desean
•• servar la castidad se resuelve en emotiva tensión teatral. Los dos renuncian al matri­
11

m o n i o , disponiendo con esta medida, un desenlace ideal para el planteo inicial. Sin
mi largo, pierde categoría dramática, desvirtuada ésta por la acción múltiple y por las
i.unificaciones de un argumento doble. La dualidad de dos circunstancias diferentes que
r cruzan pero cuyas mutuas dependencias no son consistentes como para incidir en la
.elución final, rompe la unidad escénica, restándole interés y calidad.
En toilas las piezas y, en especial, en Galicano se encuentran rasgos de teatro de
Indicio. Pero, como ya señalamos, junto a la herencia latina se sustenta en ellas,
nuevos elementos que les aportan originalidad y sobretodo delatan en los cristianos, un
i .lema de creencias, del que emanan perspectivas diferentes del mundo y de los hom-
l'ies. Por ejemplo: el amor se manifiesta en Galicano como un sentimiento espiritual,
...... una emoción superior, ajena y por encima del mero instinto carnal, buscado y
. Icgiado por los romanos, es decir tal como lo siente y describe el idólatra Calimaco.
Muchas ile las composiciones hroswitanas se basan en leyendas cristianas. Abraham
.c inspira en un tiranía escrito en griego y en latín atribuido a San Lfrén, diácono del
a g i o IV, que se titula “Hechos de Abraham y María". Dulcidio, por su parte, se apoya en
un “Acta Trium Sororum” (Hechos de las tres hermanas) que los bolandistas recogen y,
que es muy difundida en la Alta Edad Media. El “Acta” a su vez recuerda la narración
II. imada "Hechos de Santa Anastasia" a la que Hroswita le efectúa modificaciones,
. superando los ribetes jocosos para despertar la hilaridad de los oyentes. En Dulcidio se
ii l.ita la historia de tres vírgenes cristianas (Agape, Queonia e Irene), manteniendo la
ch ía la estructura teatral de diálogo de oposiciones, de choques de tendencias o fuerzas
cutianas para el mejor desenvolvimiento de la idea central. De ahí que los parlamentos
que nutren la trama sean ágiles y especialmente concisos, severos y hasta -en ocasiones-
■ citantes. Más allá de los valores estéticos, ellos poseen una función pragmática, concre-
i servir de puntal a los principios religiosos y, eventualmente, reflejar otras circunstan­
cias sociales. Un ejemplo es la escena donde Dioclesiano la induce a abandonai
superstición cristiana”, a lo que responde Irene:
“que se inclinen ante los dioses quienes se atreven a incurrir en la ira del A l t í s i m a
Yo, por cierto, no deshonraré mi cabeza perfumada con el ungüento del rey, humilláis A
la a los pies del ídolo” (I)
La conversación persiste en la misma modalidad, tratando las jóvenes de burilar, i
su incesante repetición del credo cristiano el paganismo del emperador. Este, finalmcia.
hastiado de la resistencia, termina entregándolas al procurador Dulcidio. En la sigua m
escena, Hroswita nos muestra al dignatario romano enamorado de las tres hermanas, L
que da lugar a actos grotescos. Uno de los más jocosos y, al mismo tiempo más sigmii
cativo es aquel en que totalmente desquiciado por la pasión amorosa, entra en la cocina
haciendo ruido, para luego abrazar a las cazuelas, ollas y sartenes, confundiéndolas c o n
las vírgenes prisioneras. El resultado de la confusión es que Dulcidio sale tan tiznado
que los soldados que lo aguardan no lo reconocen, lo persiguen y se burlan de él. I l
ridículo en que cae el romano implica una clara simbología. A través de la risa qm
provoca el grotesco, la monja destaca el absurdo, la insensatez que representa según
adorando a falsos ídolos, cuando se dispone del Mensaje verdadero. Y, aunque Dulcidle
constituye un teatro ingenuo, con pocos personajes, ella maneja con entera libertad su
posibilidades expresivas, creando diálogos valiosos.
En ellos, junto a la trama principal se desarrolla una línea de pseudo parodia, que e s
eficaz en cuanto sirve para caricaturizar al mundo idólatra, sacudido por los desórdenes
y amenazado de ruina e inestabilidad, contrarrestándolo al firme y sereno entorno de l a s
mártires. En el último momento de esta farsa religiosa se produce la muerte en la
hoguera de Agape y Queonia, mientras que Irene es advertida de ser internada en un
prostíbulo. Ante tal intimidación, responde Irene:
“Mejor un cuerpo mancillado por no importa que ultraje que un alma corrompida por
los ídolos paganos".
Sidonio -Asociada a las prostitutas, mancillada ¿cómo podrías formar parte de la
comunidad de las vírgenes?
Irene -"El placer trae dolor, la necesidad la corona con el martirio. Se considera la
culpa tal si hay conformidad del alma” (XII).
Esta plática reseña y nos trasmite -con precisión y coherencia- el andamiaje de la
idea hroswitana acerca de la castidad. Esencialmente considera que el fondo de la
cuestión no estriba en la pérdida de la virginidad, sino en el consentimiento de la misma.
El verdadero sentido de pureza, la auténtica virtud no puede desaparecer por una mera
violación carnal, sino que ha de ajustarse a la rectitud del alma, al equilibrio espiritual y
a la primacía ética del individuo. Con este pensamiento se vincula la monja germana -en
el momento en que su personalidad psico-ética asume contornos definitivos y alcanza la
madurez intelectual- con San Agustín. En el siglo IV éste ya había planteado una
interpretación análoga, en su libro “La ciudad de Dios”, refiriéndose a la violencia
física. Sin embargo, en los primeros siglos medievales esa elaboración moral fue olvida­
da, por lo que cabe considerar como una verdadera y reflexiva re-creación, más que una
simple reactualización, el análisis conceptual que elabora Hroswita en este texto.
l a obra termina, como es común en sus dramas, con la defunción de Irene, la cual no
portadora tle la finidad, la nada, la desaparición en el sentido pagano, ni reviste
i Htipoeo dimensiones de ausencia ilimitada. Por lo contrario, significa esperanza, vida,
i i autora, como buena creyente, conoce perfectamente el valor y el alcance de la
muerte. Sabe que es el factor estratégico riel que dimana un punto ríe partida, una vía
lucia la plena ventura, la culminación de un presente vano y la posibilidad, para el
• ustiano, de un futuro resplandeciente. De ahí que no haya lugar para tragedias ni
n i'.lezas.
La religiosidad aparece en Irene clarividente, tanto respecto a los móviles éticos que
upen su existencia como a los fines de espiritualidad que ella persigue, y que la motivan
. nionces, a aceptar con orgullo el destino adverso que su obediencia a los mandatos
. ustianos, le depara. Es consciente de que con su invencible entereza ha logrado mante-
nci la gracia divina, y que por lo tanto pronto estará a la vera de Dios. A través de Irene,
l.i escritora les recuerda a sus contemporáneos la auténtica magnitud de la muerte,
luciéndoles reflexionar sobre la vacuidad de los valores tangibles, los honores y placeres
inúndanos.
En su conjunto, las obras teatrales de Hroswita son combinación de verdad y fantasía,
.le vida concreta y preocupación por el más allá. Enlazan realismo y lirismo, violencia y
moderación, pecado y luz, desgarro y ternura. Sin duda la línea del pensamiento en que
r instala el credo de la autora tiene un claro sentido moral: la búsqueda de la transfor­
mación ética del hombre, a la cual antepone a todo otra variante política social o
económica. Resulta asimismo sugestiva la frecuencia con que retoma, tanto en los dra­
m as como en los poemas, siempre el mismo discurso. La finalidad de su ficción perma­
nentemente es la conversión de los paganos, al mismo tiempo que el perfeccionamiento
individual y el estado de gracia. Quizás tal insistencia sea porque haya intuirlo el efecto
mágico que produce la reiteración conceptual en el hombre, o tal vez, sea espejo de la
honda preocupación que inunda su espíritu monástico, ante la proyección del ámbito
i iviI y religioso imperial. Ambiciones, violencias, concupiscencia singularizan su medio
v su época. Y, pese a su existencia conventual, la canonesa conoce o intuye (y caritativa­
mente plantea) esa intemperante realidad que la circunda, que es resultarlo tle una etapa
histórica de transición, situada entre el politeísmo romano y el cristianismo bajomedie-
val. Ella observa a sus coetáneos en las manifestaciones físicas y emotivas que ponen a
prueba su conciencia, su sentido de responsabilidad con la humanidad y su subjetividad
lilosófica, demostrando en los hechos igual indulgencia que perspicacia. Posiblemente,
por la índole ríe su temperamento, acrecentado por la disciplina monacal, evita sin omitir
m i circunstancia, emitir juicios rotundos o críticas demasiado severas.
Es evidente que podría haber eludido la destemplanza del entorno, mantenerse objeti­
va, lejos y por encima de su ambiente sajón, ya cine el mismo no la afectaba en forma
personal. Pero, en cambio ella prefiere soslayar la solidez del claustro, así como la
distancia social que surge de su linaje, para volcarse con solidaridad hacia sus semejan­
tes. Se involucra en la comunidad como una criatura más riel vivir diario, implicando en
esta tarea no sólo su corazón, sino toda su personalidad, todo su ser, carne y espíritu. En
la raíz misma tle esta actitud -existencialmente moral- radica su afán tle evangelizar y la
piedad que siente por el hombre que aún no ha llegado a la Verdad. Afianza entonces la
acción edificante que ella puede realizar por medio de su talento, en piezas líricas y
dramáticas que da a conocer en el radio receptivo de Sajonia; así como con procedimien­
tos discursivos eficaces, procura despertar en los germanos una comprensión más pin
funda de su futuro, y una mayor preocupación por el mejoramiento de su naturalc/.i
interna. Porque Hroswila conoce y ama al Hombre. Cree en él. Con mano segura \
mirada compasiva lo descubre ante nosotros (Calimaco, María, Tais). Sitúa con equili
brio y contención sus pasiones, afanes y flaquezas, como también nos muestra la fortale
za y perfección que puede alcanzar al superar su carnalidad.
A su manera, como señala el narrador Fuclis es una filósofa de la historia que plasma
con mesura e inteligencia, argumentos que validan, en el tiempo, su armazón ideológica.
En los textos, la individualidad de la monja se traspasa a los protagonistas, que no
creemos sean criaturas tan monolíticas, como aseveran algunos críticos. Ella se permite
la licencia de presentar figuras, especialmente femeninas, cuasi perfectas que más pare
ccn alegorías de espiritualidad que seres humanos, encapsulándolas dentro tlel modelo
de máxima integridad (Constanza, Irene), pero igualmente junto a éstas aparecen otros
personajes, antihéroes, que están plenos de matices, de incertidumbres e incluso de
contradicciones (Fortunato, Teófilo).
Otros críticos como D’Amico y Grünenger coinciden en considerar que sus composi­
ciones son poco dramáticas, desde que, según sus puntos de vista, adolecen de excesivo
candor y refrendan un particular alejamiento de las turbias pasiones que ella aspira a
describir, sin llegar a la total comprensión de las mismas. Estimamos que no son acerta­
das tales apreciaciones. Es difícil encontrar angelicales a Sisinio, Eortunato u otras
figuras similares y, por otra parte, la autora por medio de su técnica lineal y el tramado
religioso logra la misión que se había propuesto. Expone una verdadera progresión de
sucesos, desarrollando la idea mística a partir de los hechos mismos. Generalmente, al
final de las obras se produce la afirmación de sus protagonistas, al resolver éstos sus
vidas, dándoles un sentido trascendente. Ellos se mueven en un espacio activo, veraz,
pero simultáneamente a esa realidad también se conectan con figuras sobrenaturales o
presencian hechos prodigiosos, pues la monja acepta lo irracional, lo maravilloso alter­
nando con el medio terrenal. Son comunes por ello, los desenlaces candorosos y las
intervenciones frecuentes del mundo satánico o por lo contrario, los milagros celestiales.
Estas inclusiones no son caprichosas, sino que las mismas responden o se justifican
porque los dramas hroswilanos están creados, sostenidos y puestos enteramente al servi­
cio de la fe. De ahí que sean válidas ciertas soluciones tan ingenuas como incales,
porque ellas son elementos que afianzan su tesis, o signos formativos que apoyan,
equilibran y certifican -en un reino materializado, dañado en sus raíces éticas- el ideal
apostólico. Al igual que para los griegos, el teatro hroswitano tiene una finalidad moral.
Y, ese objetivo superior tic tornar al drama teatral en vehículo trasmisor del mensaje
evangélico, lo concreta Hroswila mediante dos vertientes: por un lado, perfila los vicios,
faltas o mezquindades de una sociedad, cuya modalidad ha sido impuesta al correr de los
siglos por la tradición, pero que carecen de todo alcance espiritual, por lo que propone
opciones filosóficas de cambio. Por otra parte, alecciona trazando el retrato riel perfecto
cristiano culto, devoto, leal, valiente, que encuentra en el amor a Cristo el supremo
sosiego. Es incuestionable la aspiración de la escritora al nacimiento de otro módulo
cultural, al surgimiento de un espíritu sensible y generoso que al propagar cánones de
paz, se aleje de la exaltación bélica, la carnalidad y el gozo de los sentidos, propios de la
colectividad teutónica.
Más aún, insinúa la posibilidad de transformaciones sustantivas en las estructuras
icligiosas seculares, proponiendo a los clérigos que retornen sus ojos hacia el habitat
anacoreta de Abraham y l’alnucio, para adoptar sus hábitos de penitencia y renuncia
miento. Por medio de su prédica los exhorta a ajustarse al tipo ideológico que proclama
la gente de oración, distanciándose de la liturgia formal y hueca de su época, así como
de los turbulentos estratos señoriales con los cuales están consustanciados cultural y
económicamente.
Con la apología de la Virtud y la ejemplaridad de las intensiones divinas, llroswita
manifiesta su certidumbre de que es posible iniciar -en el mundo otónida- un cristianis­
mo distinto, libre de los terrores y ríe la apariencia del ritual, para centrarse en María,
madre excelsa de todos los fieles, y sobre todo, en la veneración de un Dios sufriente, de
un Dios fraternal con el cual el individuo ahora puede dialogar como lo hace Teófilo, y
encontrar en él, un sentido a su existencia y a su eternidad.
Un examen de conjunto de la obra teatral hroswitana descubre facetas singulares.
Algunas de ellas ya han sido destacadas. Con todo, cabe señalar, como una de las de
mayor envergadura e inspiración, la tensión dramática. En las sucesivas escenas, desde
el comienzo de la acción, registra y desenvuelve una tensión que procura envolver al
oyente para estimular o gestar en él vivencias, sentimientos, sensaciones. Se vale de la
trayectoria directa de los temas y del desdoblamiento de los planos para animar la
integración o la conexión del destinatario medieval con los personajes y sus circunstan­
cias, a fin de que por la vía de la imaginación o la emoción evocativa, reaccione, se
recupere e incorpore a sus días, la sensibilidad perdida.
Efectúa la escritora un esfuerzo literario que sintetiza, de alguna manera, una estrate­
gia. Observa la realidad imperial, evalúa situaciones, narra costumbres y creencias, y
enfoca la imagen potencial ríe su espacio, ubicándola en historias provenientes de tiem­
pos pasados para luego, (al estudiar todos estos factores, juntos o aislados) lograr una
fértil interpretación del ámbito que la circunda, y promover la movilización riel pensa­
miento en torno a los postulados de la religión cristiana.
Despliega belleza lírica y recursos literarios válidos que suponen una renovación
dramática, pudiéndose afirmar que dado que las manifestaciones teatrales habían desapa­
recido ríe occidente en la Alta Edad Media, sus composiciones conforman un genuino
arte de vanguardia. El concertado desfile tic imágenes aleccionadoras, misticismos, de­
vociones que integran los dramas, simbolizan los preconceptos que de manera tradicio­
nal se manifiestan públicamente, aunque no siempre se acaten. Concomitantemente, nos
permiten entrever el entramarlo social, los valores cpie condicionan a la colectividad
europea, constituyéndose en una fuente directa de conocimiento de las mentalidades y
los usos tic la décima centuria europea. Evidentemente, la constante temática del triunfo
de la fe está afianzada en las convicciones de la monja alemana, pero responde también
a tendencias relativamente recientes, a realidades cambiantes que van marcando la evo­
lución lenta, apenas perceptible, pero persistente que experimenta la espiritualidad en el
imperio germánico. Y junto a ésta, los otros factores vitales que conducirán posterior­
mente, a la intensa modificación socio-económica tle los siglos bajomedievales de Euro­
pa Occidental.
Bib lio g r af ía general

Fuentes

Hroswit a de Gandersheim

Abraham, cd. Mercier, B. As. 1959

Calim aco, cd. Inst. S. de Monterrey, Méx ico 1969

Dulcidio, cd. Montaner y Sim on, Barcelona, I960

Galicano, cd. Montaner y Simon, Barcelona, I960

Pafnucio, ed. Fondo de Cultura Economica. Mex ico, 1990

Textos líricos. Im. Mercur, Bs. As. 1958

Obras generales

Asley, L. Los seis tiranías. FC . E. 1990

Bianquis, G. Histoire de la littérature allemande. Colin, Paris, 1969

Curtius, E. La littérature europeénne et le Moyen Age. Paris, 1966

D'Am ico , S. Historia del Teatro Dramático. Uteha, Méx ico, 1951.

Focillon, II. El año mil. Alianza, Madrid, 1966

Fuchs, S. Les debuts de la littérature allemande. Les Belles lettres. Paris, 1952

Grünanger. C. Storie delle letterature tedesca medievale. Nuova Accademia, Milán. I960

Jeauncau, E. La filosofia medieval. Eudeba, Bs. As. 1966

Neuss, W. La Iglesia en la Edad Media. Fax, Madrid, 1981

Pirenne, H. Le civilisat ions au Moyen Age. Press. Univers. Paris, 1935

Prods, J. Poemas medievales en latin. Inst. Arg. Germano, Bs. As. 1989
L o s p a p e le s s a lv a j e s
ELIAS URIARTE (*)

“Superstitions Littéraires
J ’appelle ainsi toutes croyances
qui ont tic commun l’oubli de la
c o n d it io n v e r b a l d e la lit t é r a t u r e ” .
Paul Valéry (T e l Q u e l)

La poesía de Matosa di Giorgio, casta y voluptuosa, “mélange adultère de toute


chose” , señala un acontecimiento, esto es un “prodigium” en nuestra historia literaria: la
de acercar a las construcciones de la naturaleza las construcciones del lenguaje de la
poesía, a los artificios de la naturaleza, sus propios, espléndidos, artificios. Su escritura,
“tejido ardiente y delicado”, sin pasado ni futuro, sin origen ni desarrollo, desconoce los
momentáneos “zurcidos” de imágenes prestigiosas que tanto aborrecía Horacio, y consti­
tuye una continuidad de imágenes, insólita y resistente. Lenguaje visible. Arte de hacer
visible el lenguaje. Exposición de su sustancia. Poesía. La literatura uruguaya en su
época contemporánea, alcanza, por una rara inversión, su principio, y desarrolla una
vasta mitología.
“Crónica profunda e infinita”, de cada cosa, de lo que se ve; crónica del atardecer, de
los mediodías, de la noche; crónica del sol y de la luna, de los arcoiris, de las heladas y
el rocío; crónica de flores, plantas y animales, crónica de “carnes semejantes a la
nuestra” , de las estaciones tales como aparecen cifradas en el calendario y de las otras,
las fugitivas, las furtivas, o sea de las estaciones dentro de las estaciones; crónica del
viento y de la lluvia, crónica de la familia, de la tierra “que parecía lejana” pero
“quedaba ahí nomás en los huertos”, pero, ante todo, crónica del instante, de lo imagina­
rio, ile la materia reconstituyéndose en nuevas formas y figuras. Tal este “pannus purpu­
reas”. Si como afirmaba Goethe lo particular es lo propio del arte, aquello inimitable
puesto que pertenece a nosotros mismos, es posible que haya pocas obras más particula­
rizadas en nuestra literatura que la de Matosa di Giorgio. Lleva hasta sus últimas
consecuencias el consejo de René Char: “Desarrolla tu propia extrañeza”. Pero evitemos
la superstición literaria a la que refiere Paul Valéry, o sea “l’oubli de l a c o n d i t i o n v e r b a l
d e l a l i t t é r a t u r e " . Comenzaré por el nombre “de la tapa”, por el nombre del autor.
Examinaré el itinerario de este nombre dentro de los textos, y luego brevemente derivaré
a la descripción de algunos rasgos característicos de esta poesía.
El nombre “de la tapa” no es el nombre del interior del texto. Allí el nombre sufre un
efecto, es convertido en otra cosa, o -si recurrimos a la metáfora industrial- procesado.
Todo lo cual puede ser definido por una inscripción subyacente: “ t o d o e s a r r a s t r a d o
h a c i a o t r a c o s a ” , o, en otra parte: “ t o d o e s t á q u e e s o t r a c o s a ” . Esta ruptura de lo
mismo, esta afirmación de lo otro, es la escritura.
La letra a la vez que deforma, constituye. En tanto es informe, informa. El nombre
“de la tapa” es transformado, extendido, fragmentado. A veces sólo una débil refracción

(* ) Profesor e integrante del Opto, de Investigaciones de la Bibliot eca Nacional.


on la masa móvil del lenguaje, a veces se pierde totalmente y reaparece otro, a va o
el mismo, pero ha cambiado de fondo y pertenece a cuerpos diferentes. A la pregimi.i |
la identidad de quién habla en el interior de los textos, por el documento de autor, del',
responderse: a veces un individuo, a veces varios, a veces nadie. Se trata de una vo/ .|
ha perdido pie.
Por lo pronto el “nombre propio” es instantáneo, carece de su valor ile referan
civil: “ c a m b i o d e n o m b r e , s u c e s i v a m e n t e , t a l c o m o l o s c o l o r e s d e l a r c o , y t o r n o
i n s t a n t e , a s e r y o , p o r u n i n s t a n t e ” . Nombre “trom pe-Pocir: a veces Ana, a va
María, a veces Rosa ( “ R o s a e s e l n o m b r e d e m i r a z a ” ), a veces Rosamaría; a veces .
una breve perífrasis: “ E l á n g e l d e l a d e v o r a c i ó n d e p i e p u n z ó ” , “ 1 .a V i r g e n d e I.
c h a c r a s ” , “ l a s a c e r d o t i s a g a è l i c a ” . A veces simplemente, el nombre propio es impn
pio, es ajeno: “ M á s ' t a r d e , s e a s o m ó a e s p i a r l a n o c h e . L e j o s , e n l o s m á s l e j a m
h u e r to s , a r d ía n hogu eras p eq ueñ as y sosegad as. En e s te in s ta n te , c o m o sie m p i
ir r u m p ie r o n r a t a s , s o la s o e n b a n d a s . A lg u n a s h a c ía n p a n t o m im a s , e m it ía n r u m o r i
m i l i t a r e s , u n n o m b r e e x t r a ñ o - ’’m a r o s a ” - c o m í a n p a p e l e s ” .

A su vez, los demás "nombres propios” sufren curiosas transformaciones. Por ejen
pío en el orden de sus distribuciones. A todas las mujeres corresponden sólo dos non
bies: “ l i s e n a q u e l t i e m p o e n l o s h u e r t o s , t o d a s l a s m u j e r e s s e l l a m a b a n E s t r e l l a
I s a b e l ” . A veces el “nombre propio” es discriminado según el sexo: “ L o s h o m b r e s s
l l a m a b a n P a b l o , l a s m u j e r e s A m e l i a ” . A veces el nombre es curiosamente ¡mietimeli
“ E ran E s te la y L a u r a , in d e fin id a m e n t e . S i E s t e la lla m a b a a L a u r a , E s te la , L a u r
A veces el nombre se multiplica, como en el espléndi
r e s p o n d ía c o m o si fu e se E s te la ” .
do párrafo de las tres Rosanas, donde la música de las palabras imita el paso de las tre
muchachas: “ R o s a n a , R o s a n a y R o s a n a , v o l v í a n d e l b a i l e . E n e l a i r e o s c u r o d e 1;
n o c h e , d e a n t e s d e l a lb a . E l p e lo s u e lt o , la s e n a g u a s d e r a s o h a s ta e l s u e lo . C a y c r o i
u n a s a g u ja s , la r g a s c o m o e s p in a s d e g r a n d e s p e s c a d o s . El c o n to r n o d e la s p e r a s er;
b r illa n t e , p a r e c ía n d o c e n a s d e d ib u j o s c o lg a n te s e n la s r a m a s . U n p á j a r o g r it ó c o m í
s i n o e s t u v i e s e a c o s t u m b r a d o a la e n o r m e s o le d a d . U n a o v e j a s e l e v a n t ó y s e f u e . L o s
tr a b a ja d o r e s n o c tu rn o s s e g u ía n ordenando le c h e , a c e ite y lic o r , d e la s perennes
vaca s” .

La escritura es registro instantáneo, crónica de lo que se ve. Y lo que se ve es la pura


transformación: “ ¿ Q u é s o n e s a s f o r m a c i o n e s que de pronto, surgen en cualquier lado,
en un rincón del aire, en un escondrijo de la pared? (...) No puedo explicar nada a nadie,
pues, nadie lo ve y no lo entendería (...) E s t o y m a l d i t a , c o n d e n a d a a e s o " .
A su vez, estas “formaciones”, surgen cada vez. que el narrador levanta la vista o
efectúa el más imperceptible movimiento: “ M i r o y t o d o s e t r a n s f o r m a ” .
Lai “ c r ó n i c a p r o f u n d a e i n f i n i t a ” es una crónica de la visión. La escritura calca la
visión. Los ejemplos de estas transformaciones esotéricas (o exotéricas) son múltiples,
en realidad son el texto mismo. No hay categorías, especies definidas o reinos, hay -la
palabra aparece una y otra vez en los textos-, seres. Los seres que “pasan”, “salen”, y
sobre todo “surgen” (verbo central del “prodigium”): “dulces monstruos", que carecen
de destino, seres que a la vez que están inmóviles, crecen; seres que a la vez que son uno
son varios; seres que a la vez que están presentes están ausentes, como los espléndidos
leones "sucios y dorados” que rondan la casa paterna; seres poderosamente sexuados y
seres “multisexuales”, como ei llamado “gobernante de los bosques”, de las “silvas", del
mundo salvaje. El mejor ejemplo que encuentro está al final del segundo volumen de
I os papeles salvajes” : “ E r a u n a e s p e c i e d e c a b a l l o , d e s a c o m o d a d o , c o n m u c h o s
lu a /.o s y p a t a s , y u n p a r d e o j o s e n f o r m a d e a l m e n d r a , q u e n o s m ir a b a c o n f ij e z a y
l l i s t e z a a ú n e n la p e n u m b r a d e l a t a r d e c e r , y p a r e c í a n l o s o j o s d e n u e s t r a h e r m a n a
I a u r a y d e n u e s tr o h e r m a n o J u a n . Y a l m is m o t ie m p o , ¡a l m is m o t ie m p o ! , h a b la b a
mi v a r i o s i d i o m a s s i l v e s t r e s q u e n o e n t e n d í a m o s , p e r o , h a b í a m o s o í d o e n e l i n s t a n t e
mismo d e n a c e r ” . La poesía no establece categorías, puesto que no hay permanencias,
'.as objetos están continuamente “ a r r a s t r a d o s h a c i a o t r a c o s a ” . El texto se confunde
.mi el “ c í r c u l o s e x u a l y m í s t i c o ” , desde donde se oficia, es decir se transforma, se
enmascara”, desde donde surgen el paso de la voz, los “seres” y las cosas.
Texto sagrado sin duda. Texto sagrado que es extensión de otros textos sagrados,
romo gran parte de la poesía de nuestra época. A veces canónica, a veces apócrifa, a
veces herética. Este texto presenta un mundo que ha perdido el documento de identidad
del mundo. Es un mundo indocumentado. No podría ser señalado, no podría ser archiva­
do, y ante todo, no podría ser objeto de una historia. lis un mundo regresivo e inverso en
iclación a la historia. Avanza sordamente hacia sus orígenes. Del grupo de palabras a la
palabra, de la palabra a la sílaba, de la sílaba a la letra, y de ahí al estado salvaje:
“silbos”, a veces “chistidos”, a veces “murmurios”, a veces música, a veces ruido, sordo
mido de la lengua en la noche de su origen.
En este punto una observación se hace necesaria.
Quien ha oído leer a Matosa di Giorgio, es decir oficiar, en el “ c í r c u l o s e x u a l y
lo sabe. Primero esboza una historia. Parece que va a contar algo. Sin embargo
m á g ic o ” ,
pronto la voz (ríe diferentes registros, de diferentes identidades), se distrae de la historia.
Está “como en otra cosa”. Pasado un momento se enlentece, gira en espirales por encima
del papel escrito, y se detiene, cercándola en una sola palabra. La levanta, la presenta, la
ofrenda, inmóvil, en el aire. Descubrimos una vez más que no era la anécdota lo que
importaba, tal vez ni siquiera la palabra o las letras; en ese momento la poeta no pide
que se reconozca ningún sentido, más bien un sonido a medio camino entre la palabra
dicha y la cantarla. Ahí se descubre una duplicidad esencial. Un doble movimiento.
Doble movimiento en el propio lenguaje. Esotérico, hacia su interior, de anulación en su
propia interioridad; exotérico, hacia lo exterior, su “exo” , hacia la formación de la
palabra y el sonido articulado, hacia la recuperación del sentido y de la historia que se
narra, lugar público, visible del lenguaje. ¿Cuántos siglos transcurren en esos breves
segundos donde la voz que lee pasa del sonido que traduce significados, al sonido puro,
cuyo sentido es él mismo, como recogiéndose, replegándose, restituyéndose? ¿Qué es lo
que la palabra borra en ese movimiento de sí misma? ¿Cuál es la máscara que cae? Este
gesto puede ser traducido como la indicación que la poeta hace de la raíz fundacional de
su poesía. Tal vez, entonces, lo que las historias ríe la literatura presentan como una
innovación o una nueva perplejidad, no sea sino la irrupción desnuda y frontal de las
potencias originarias del lenguaje. Ese oscuro principio que extraña el lenguaje de la
comunicación y lo hace vacilar, desentenderse, ensimismarse. Un signo límite. Donde se
habla porque no se habla. Donde se habla porque y a no se habla. Ciertamente este gesto,
este tono, es la marca del talento del poeta. Pero sería más exacto decir que es la marea
de talento riel propio lenguaje, es decir, su peso, su gravedad originaria. Santos, héroes,
poetas, amantes humildes (u orgullosos) descubren y descubrirán estos poderes; todos
ellos han buscado y buscarán más que la palabra (la palabra riel intercambio, de la orden.
la negación o el pedido), el momento, el lugar previo a la palabra, donde el lenguaje r
una mera posibilidad, o el merodeo de su propia posibilidad.
Alejándonos de la lectura en voz alta, de la "performance”, descubrimos que o\r
doble movimiento subyace a toda su poesía. Movimiento esotérico hacia la interioridad
de los objetos y “seres” (un vientre humano, un vientre animal, el de una muñeca, 1 1

interior hechizado de una caja, el interior de un misterioso brazo que al abrirse desgrana
al universo). Movimiento esotérico donde el lector descubre lo que ya oscuramente sal«
o presiente, que “todo está en todo”, que “todo está d e n t r o de todo” . Movimiento
esotérico del sangriento sacrificio primitivo, de las cirugías domésticas de los textos, del
simple comer donde en el pez o en la liebre se descubre con asombro “ u n a c a r n e q u e e s
p a r i e n t e d e l a m í a ” . Y su inversión, movimiento exotérico de las transformaciones, di
las multiplicaciones, arreglos de la poesía, “dressing”. Engendramiento y devoción
Deméter y Perséfone. El movimiento de la tierra. Mundo “salvaje”, esto es, no tempera
do: entre un ser y otro ser no existe salto tonal, intervalo callado, distancia jerarquizada
del sentido, concepto. Más bien un hueco, abismo pleno, posibilidad múltiple: “Todo
e stá q u e e s o tr a c o s a ” . O: “ P o s e e d iv e r s a s m e n te s, d iv e r s o s e n te n d im ie n to s ” .

Una observación final. En los penumbrosos orígenes de nuestra literatura se encuen


tra otro huerto. Allí un hombre sabio y solitario se paseaba por sus límpidos caminos, el
padre Pérez Castellano. Lugar de “ v e r d o r e s s u b i d o s ” , de colores “ a l i m o n a d o s ” , de
“ c e n d a l e s y c a r m i n e s ” “ c a r n e s ” y “ h u e s o s ” de frutos. Mundo también de la primera
vez, de la maravilla de la primera vez y de la pasión por nombrar: “ L l a m o g r a n o s
a u t u m n a l e s . . . ” ; “ L l a m o e s m a l t e e l d e e s o s c o l o r e s p o r q u e . .. ” ; “ A e s t a m an zana la
(“Observaciones sobre la agricultura”). Marosa di Giorgio
lla m a m o s b la n c a p o r q u e ...”
ha incendiado aquellas “ r ú s t i c a s o b s e r v a c i o n e s ” sobre la agricultura, ha transformado
el huerto de Pérez Castellano en un huerto en llamas. En el interior de sus frutos y
“seres” , descubre carne y huesos, pero también al universo. Nombrar para Pérez Caste
llano es jerarquizar, es documentar, hacer acopio de sus objetos, trazar sus genealogías.
El texto es el granero del lenguaje y de las cosas. Marosa di Giorgio rompe con las
jerarquías de aquellas “observaciones”. Su texto es, más sencillamente, el granero del
lenguaje. Abre mano de las cosas. Y efectúa el movimiento contrario: inscribe sus
palabras entre las cosas.
C a r lo s S a b a t E r c a s ty
H Y A L M A R I 3 LIXEN (*)

Sabat Ercasty fue especialmente un poeta, y sin embargo, aparte de sus muchos libros
de poesías, compuso una tragedia, al estilo de las griegas, el “Prometeo”, obra en la que
reconstruye, de modo total y notable, el famoso mito. Publicó también “El demonio de
Don Juan", pieza dramática, en la que da su hipótesis sobre este personaje fundamental
de la literatura española, e incursionó, asimismo, en la narrativa, ya que editó la novela
“Lucero, el caballo loco”, “El charrúa Veinte-Toros" y también una serie de parábolas,
muchas de las cuales fueron publicadas previamente en “El Día” (en el Suplemento
Dominical) y luego en libro. Su obra cnsayística es también grande: “El espíritu de la
democracia”, “Verbo de América” y también la colección de la serie “Retratos del
Luego”, en los cuales hace una valoración fina y sagaz de distintas personalidades,
generalmente nacionales, pero algunas extranjeras.
En fin: editó un libro de pensamientos, de ideas originales y ricas en contenido, que
tituló “Eos juegos de la frente".
Carlos Sabat Ercasty, nació el 4 de noviembre de 1887 en Montevideo, en una casa
de la calle Yaro, actualmente Emilio Frugoni, contigua a la que ocupa en la actualidad la
Escuela Universitaria de Bibliotecología y Ciencias Afines, casa que, por ese hecho,
debería ser preservada. Su padre Mariano Sabat y Largas, era catalán, militar, profesor de
esgrima, y escribió un libro sobre ese arte. Casó en segundas nupcias con María Ercasty
Tellechea, de origen vasco, pero natural de Ciualeguaychú, Argentina.
Múltiples anécdotas señalan el buen corazón del futuro gran poeta, su sentido muy
precoz del arte, su inclinación por el deporte, e incluso, para completar el cuadro de ese
niño, su gusto por las travesuras.
Y sin embargo, en sus comienzos era tímido en la escuela. No se animaba a leer las
composiciones estudiantiles ante el público. El maestro encargaba, en ocasión de fechas
patrias, la preparación de un pequeño trabajo sobre el acontecimiento a conmemorar.
Quien escribiera la mejor composición, debería leerla ante los demás niños, público
asistente y algunas autoridades. Esto sobrecogía a Sabat y por eso cambiaba su composi­
ción con la de otro compañerito, que era, al fin de cuentas, quien la leía y recogía los
aplausos. Pero un día el maestro del futuro poeta dio en sospechar la infantil superchería,
llamó a Sabat y le dijo: -¿Sabes a quienes celebramos hoy?. A los Treinta y Tres
Orientales. Bien. Aprende a ser valiente como ellos. Súbete a esa silla y lee. Fue la
primera vez que Sabat Ercasty enfrentó al público, y todos cuantos han tenido la dicha
de escucharlo saben que ha sido uno de los disertantes más ricos en lenguaje, más
cálidos y vibrantes de su época.
Pero ese ser tímido era ya tierno y sensible. A veces se distraía en clase para
contemplar a una compañería, Isabel, “de rulos tirando a rubio”; resultado de ello: lo

(* ) Licenciado en Bibliot ecología y Ciencias Atines. Director de Arles y Letras en la I.M.M.


m.melaron a una escuela de aplicación para varones. Otra vez cogió unas monedilas •|o
su madre dejaba sobre un aparador, para comprarle unas alpargatas a una niña muy poU.
llamada Regina, que andaba descalza. Luego quedó asustado de lo que había hecho, pe i>
cuando los padres de Regina llegaron a la casa de Sabat para explicar el caso, la nimio
en vez de observarlo, lo abrazó, vidriosos los ojos a causa de la emoción por el descuhn
miento de la sensibilidad advertida en su hijo.
Su gusto por la música empezó también por esa época; uno de sus hermanos mayon
recibía clases de violín dictadas por el maestro Alejandro Uguccioni, el cual, al final d<
la lección, tocaba algunas piezas. Sabat se acostaba en el suelo, detrás de un cuadm
pintado por su hermano Hermenegildo, y que estaba apoyado en la pared, y escuchaba
toda la lección sin hacer el menor movimiento, para sentir el deleite de oir a Ugucciom
tocar magistralmente algunas piezas.
Como estudiante, elegía un tanto las materias y de ahí algunas anécdotas que un
contó en las conversaciones que durante los sábados de tarde, en mis visitas a su casa
recordaba, y a veces, a pedido mío, me dictaba, porque este artículo es la base de un
trabajo que convinimos y que tendrá por título “Conversaciones con Sabat Ercasty” . Asi,
me recuerda su examen de francés. Era estudiante que tenía sentido del humor y el
profesor lo miraba, naturalmente, entre ojos. Pensó que en el examen lo iba a apretar, y
por eso estudió de modo tal el libro de texto, que sabía todas las lecciones de memoria
Cuando en el momento del examen pasó adelante a leer, invirtió el libro, como si leycia
de abajo hacia arriba. El profesor le preguntó: -“¿Por qué lee así? Sabat le contestó -Es
que lo aprendí a leer de ese modo”. -¿Lo ha aprendido de memoria? A ver: lea tal
página” . Sabat leyó de nuevo invirtiendo el texto. Luego le exigió una más, que volvió a
leerla al revés. Tras esa tercera lectura le confesó: -Como sabía que usted me quería
bochar, aprendí todo el libro de memoria. (En realidad la tenía prodigiosa, según siempre
me pareció). Los compañeros de Sabat se reían. Al fin el profesor le dijo: -“Bueno...
bueno. Usted es un buen alumno, pero no debió aprender el texto a causa de tenerme
miedo, sino por amor a la lengua francesa” . Me expresó mas o menos eso, quizá con
otras palabras, y desde luego, no tuvo reparo en aprobarme. Lo que le cuento revela mi
carácter chusco. En realidad en ese tiempo juvenil era yo entonces, medio diablo”. En
verdad le vino bien el susto, y como resultado, la necesidad de aprender el francés,
debido a que luego le sirvió mucho ese idioma para leer libros que entonces no estaban
traducidos al castellano.
Sabat abandonaba materias que tenía que dar, para ir al piso de arriba (Eacuitad de
Arquitectura) donde Zorrilla de San Martín dictaba su curso de Historia del Arte. Me
confiesa que eso le hizo perder algún examen, pero que el escuchar a Zorrilla de San
Martín le hizo ganar mucho más.
Toda la vida sintió Sabat Ercasty el deseo de dibujar y especialmente cabezas de
Cristo. Le pregunté de dónde venía esa afición y me respondió: "De niño leía ya los
Evangelios, porque mi padre tenía una Biblia impresa en Chicago, aunque en español.
Además, había en mi casa dos grandes reproducciones de cuadros religiosos. Una de
ellas era la de la “Virgen María de Morillo, y la otra, que era la que más me impresiona­
ba, era nada menos que el "Cristo Crucificado", de Velázquez. Durante toda mi niñez
veía esas dos imágenes diariamente; especialmente contemplaba la del Cristo, que me
impactaba. Cuando llegué más o menos a los dieciocho o veinte años me dejé crecer la
i'.iiha y el cabello en la misma forma en que ambos están pintados... Yo salía a la calle, a
pasear, al atardecer, que era la hora en que las muchachas se asomaban a los halcones,
para mirarlas. Entre las jóvenes del barrio mi sobrenombre era “el Nazareno”. Tal vez
impresionado por eso, insistí en el estudio de Cristo y leí cuanto se escribió respecto de
el, y hubiera en Uruguay, ya a su favor o en su contra. Algunos de mis amigos, especial­
mente Vicente Basso Maglio, jocosamente me llamaban también entonces “el Nazare­
no". Fui reuniendo diversas reproducciones de cuadros célebres, ele Cristo, y como
siempre tuve gran afición al dibujo, empecé a dibujarlos. A través de la imagen de Cristo
v hasta de las doctrinas cristianas que estudié profundamente, yo, que era un pecador
mnvencido ríe sus propios pecados, como por envidia concebí un Cristo interior, y
siempre me incliné, en todos los actos de mi vida, ante las supremas virtudes de Cristo,
que son el amor y la bondad".
"Después de algunos años sacrifiqué mi barba, pero sólo sacrifiqué mi barba exterior,
no la interior. Me sentía, es cierto, un pecador, pero siempre, en una forma un poco
ensoñadora, veía en mis profundidades a un Cristo sofocado, y ese Cristo, el que he
dibujado tantas veces, tal vez sea mi propio retrato soñado por el deseo”.
Siempre odió el boxeo, que le pareció cosa repelente, pero en cambio, desde jovenci-
to practicó el fútbol en canchitas que había contiguas al Parque Rodó, y también en
lugares donde ahora está el Club de Golf. Se habían creado pequeños clubs de mucha­
chos: uno de ellos era el llamado “Río de la Plata”. En uno de esos se formaron los
famosos hermanos Céspedes, que Sabat Ercasty consideraba ya notables jugadores. Tam­
bién le deleitaban Piendibeni y Gradín y luego, más adelante, acompañaba a su gran
amigo, el poeta Juan Parra del Riego, que incluso se alojó un tiempo en su misma casa e
iban a ver partidos ríe fútbol. Ni uno ni el otro tenían divisas futbolísticas; simplemente
admiraban a los gratules jugadores donde los hallaran y de esa manera gozaban mejor
del fútbol espectáculo que se practicaba en aquella época, por oposición al fútbol resul­
tado que se practica hoy. Cuando Sabat Ercasty jugaba en los primitivos equipos sentí
improvisados, lo hacía de back, tarea que cumplía bien, dada su altura y fortaleza física.
Una vez, ya mayor y cronista de “El Día” , jugaba con otros muchachos, los Batlle
Pacheco y Basso Maglio entre otros, en la quinta de Batlle y Ordóñez en Piedras
Blancas. A veces Batlle pasaba por allí y miraba un rato algunas peripecias del partido.
Nos deteníamos entonces y lo íbamos a saludar. Una vez nos dijo: -“A mí me gusta
mucho el fútbol que es lucha, y entrena para la vida, que también es lucha. Y me
conmueve cuando se produce un gol. Pero no olviden lo siguiente: los mejores goles son
los que se hacen con la cabeza”. Sonreí al escuchar lo que me contaba Sabat Ercasty y le
respondí: -¡Claro! Se refería, no a los goles con la pelota, sino a aquellos que se hacen
por medio de gratules ideas.
Sabat Ercasty leía mucho, especialmente en la buena biblioteca de su padre. Don
Mariano hacía leer todos los días, al final del almuerzo o de la cena, un capítulo del
Quijote y luego realizaba un pequeño comentario a propósito de ese texto cervantino.
Personalmente, al escribir esto, pienso que era corriente que los padres hicieran esto para
mostrar a los niños el valor de un libro. En mi caso, tanto mi abuelo como mi padre o mi
madre nos leían obras cortas, sí, o a veces más largas, y cuando comprobaban que nos
atraía esa lectura, a veces nos decían: -“ Bueno, tu puedes continuarla por tu cuenta", o
algo por el estilo. Si los padres no hacen esto es más difícil que el niño o el adolescente
comprenda el valor de la lectura.
Pero aunque Sabat leía mucho y lo hacía desordenadamente, íue a instancias de
Emilio Oribe, al cual unió siempre la más estrecha amistad, que se decidió a hacia
estudios regulares y a ingresar, aunque tardíamente, a la enseñanza post escolar. Asistió a
las clases que se impartían en el edificio cerca de la Aduana, donde luego funcionó la
Facultad de Humanidades, tras haber tenido antes otros destinos. Allí fue alumno de
Carlos Vaz Ferré ira en filosofía, y de Alberto Schinca y Osvaldo Crispo Acosta en
literatura. De pronto conoció y trabó amistad con un hermano de .losé Enrique Rodó, qui­
era ciego y al cual llevaba Sabat Ercasty del brazo, a la Universidad, para escuchar las
lecciones. Cuando lo traía de vuelta, a ocasiones se encontraba con Rodó y algunas
veces tuvo el placer de escuchar su conversación.
Fue Sabat uno de los, entre muchos, que pugnaba para que Carlos Vaz Ferreira fuese
nombrado Maestro de Conferencias. El acto para solicitar esa designación, o por lo
menos uno de esos actos, se hizo en el Instituto Verdi; Sabat dijo un discurso a propósito
de esos requerimientos, que salió impreso en “La Reforma”, en Mayo 6 de 1918. Pensó
un tiempo qué impresión le habría causado a Vaz Ferreira su exaltado discurso. El
Maestro no fue al acto, sí su familia. Más adelante, cuando Vaz Ferreira fue Decano de
la Facultad de Humanidades y Sabat profesor de la misma, le preguntó si bahía llegado a
leer aquel discurso. El gran filósofo le respondió: -“Lo leí... Me gustó mucho. A veces a
un filósofo le gusta lo contrario de lo que él es”. Es decir, el elogioso discurso de Sabat
le pareció a Vaz Ferreira dedicado a una persona totalmente distinta de lo que él conside­
raba ser. Por lo tanto, ¡cuidado con los discursos desmedidos en los que el aludido no se
reconoce! Y a propósito de la época en que fue alumno de Vaz Ferreira contó esta
anécdota: un día escuchaba una exposición del maestro a propósito de la lógica viva y
luego derivó hacia los problemas del libre albedrío; fue levantando con entusiasmo sus
ideas, aunque por lo general su lenguaje era lento, muy pensado y profundo. (Yo, que lo
escuché también en sus clases como Maestro de Conferencias en el Paraninfo de la
Universidad, tengo bien grabado el tono y timbre de su lenguaje). De pronto, cuenta
Sabat, en forma algo inesperada, se detuvo, golpeó un poco la mesa ante la que estaba y
dijo de viva voz: -"Vuelvan a la clase, entren, entren otra vez en la clase” . Los estudian­
tes se sorprendieron porque cada uno se hallaba sentado en su banco, pero uno de ellos,
algo más atrevido, lo miró y le dijo: ¡Señor Profesor: ¡si estamos dentro de la clase! Vaz
Ferreira contestó sonriendo: -“Sí; están con los cuerpos, pero no con 1as almas; ya hace
rato que se fueron”.
Fue en 1911 que Sabat conoció a Diana de la Fuente, en un acto que se realizaba en
el Ateneo, en el cual Angel Falco recitó su “Himno a Artigas”. Estaba Sabat en el fondo
del Salón de la planta alta, que se hallaba repleto, junto a Ovidio Fernández Ríos. Sabat
se interesó por conocer a Diana de la Fuente y por medio de ese amigo con el que se
hallaba, pudo comenzar a tratar a quien luego fue su primera esposa. Se le previno, sin
embargo, que ella estaba enferma de tisis y que no debería casarse con ella porque la
muchacha no viviría mucho. La tisis en aquella época era una enfermedad casi siempre
mortal. Drama de ese tipo fue el que ocurrió a Andrés Héctor Lerena Acevedo el autor
de “Praderas Soleadas” publicada esta obra en “Clásicos Uruguayos” aunque dejó una
cantidad de poemas, casi ochenta sin editar aún; murió apenas cumplidos los veinticinco
años, dejando en sus postreros versos la visión trágica del conflicto entre el amor y la
muerte. Y algo parecido ocurría a Diana de la Fuente. Amaba a Sabat, pero su enferme­
dad ¿sería curable? Sabat, para darle ánimos, aceptó casarse con ella y hacerle creer que
í cufiaba que seguramente se curaría de su enfermedad. Y para ello, hasta se arriesgaba a
beber en la misma taza. Al tiempo falleció esta delicada y espiritual esposa, hermana de
hilieta de la Fuente, la mujer, ya viuda, de Julio Herrera y Reissig. A propósito de ella
mvo Sabat tiempo después una rara visión. Sintió, no por el ruido, que era imposible,
pero sí por algo extraño, que ella subía la escalera y aparecía en la pieza donde quien
había sido su marido estaba recostado. lilla (tal la visión) llegó hasta la mesa, tomó un
libro, sonriendo y mirando dulcemente al poeta; luego su imagen se borró. Sabat me
contó aquella visión extraña, inexplicable. Se le había aparecido, en pleno día, la nítida
visión de su esposa muerta. He sabido de algún otro caso similar, lo que deja lugar a
explicaciones las más diversas. ¿Qué quiso ella decirle? ¿Que siguiera escribiendo, ya
que había tocado un libro? Desde luego, algo poco explicable para él e incluso para mí,
al escucharlo. Ella murió en 1917. Y ese año Sabat Ercasty publicó su libro primero, que
fue “Pantheos” . Hasta entonces había escrito versos modernistas, pero de pronto conside­
ró que no debía continuarse con la corriente que ya había dado sus magníficos frutos.
Quemó, pues, en el fondo de su casa, tres libros de poemas que había compuesto, y me
dio, por explicación, estas palabras: -’’Hay que tener el valor de quemar”. Sin embargo
Diana de la Fuente le había solicitado que salvara dos hermosos poemas (pie a ella le
gustaban mucho, y que Sabat incluyó en “Pantheos”. Se salvaron algunos poemas más de
esos libros quemados, pues ya habían sido publicados, algunos en la revista “Ku-Ku”,
11ne dirigía Ovidio Fernández Ríos, y otros en la revista “Mercurio” que publicaba Pérez
v Curis.
Después de haber trabajado en una Fiscalía, Sabat Ercasty pasó a trabajar, como se ha
expresado ya, en “El Día”. Allí actuaba de gacetillero y tenía que escribir cualquier tipo
de artículos periodísticos a excepción de la página social. Vicente Basso Maglio era por
aquel entonces su compañero en esas actividades curiosas, sorpresivas, siempre cam­
biantes, del periodismo.
Frecuentaba la tertulia del Tupí Nambá viejo, que quedaba frente al Teatro Solís. La
rueda estaba constituida especialmente por Eduardo y Enrique Dieste, Carlos María
Princivale, Alberto Zum Felde, Vicente Basso Maglio, Enrique Casaravilla Lemos, José
Cúneo, Carmelo de Arzadum, César Augusto Pesce Castro, Pedro Blanes Viale, Ciro
Scoseria, Justino Zavala Muniz, Julio .1. Casal... Tal vez hubiera otros que alternaran;
Sabat me citó a esos, pero señalando que eran los que por ese momento recordaba.
El 2 ile Mayo de 1924 contrajo segundas nupcias; ahora con Margarita López Jáure-
guy, mujer espiritualmente también muy fina y que hizo una traducción de “Toi et moi”
de Geraldy. De ese matrimonio nació Sol Sabat Ercasty, quien fue destacada profesora
de literatura hasta que se acogió a la jubilación.
Sabat Ercasty trató a espíritus de diversas partes de Latinoamérica y desde luego de
Uruguay. Viajó a distintos países del continente latinoamericano y recogió aspectos
culturales curiosos de los mismos. Fue profesor en la Enseñanza Secundaria durante
muchos años y curiosamente, no solo de Literatura. En el Ateneo era Vice-Presidente, en
la época en que el Presidente era Carlos Vaz Ferreira; en el PEN CLUB formaba parte líe­
la Comisión Directiva cuando ci Presidente era Carlos Reylcs y la vicepresidenta Juana
de Ibarbourou. En el Consejo del Instituto de Estudios Superiores (formado por un grupo
de profesores que consideraban que debía existir un centro superior de docencia donde
fueran dadas materias que no existieran en los cursos regulares pero que tuvieran interés
I'.n.i i onocimientos especiales, es decir, de amplia apertura temática, pues aun no c\i
n.ni la I''acuitad de Humanidades ni el Instituto Artigas, y que lamentablemente tuvo <|<>.
cerrarse al perder el aporte económico que servía para pagar el alquiler del local). Sal',
lircasty fue miembro del Consejo Directivo, y dictaba Literatura Española. Allí lo .......
mucho más, pues también era yo consejero, y dictaba cursos sobre literaturas indígena
de América y literaturas asiáticas. Lo había conocido un poco antes, pues Vaz Ferien
me había contratado en Abril de 1955 para que diera clases de Literaturas indígenas d>
América en la Facultad de Humanidades. Di “Literatura de los Incas” durante tres aim
pero luego me fue imposible continuar debido a la cantidad de trabajo que me acosaba
mi horario de actividades era entonces desde las ocho de la mañana hasta las veinticua
tro; ahí en Humanidades traté, entre varios, a Sabat Frcasty. Pero a la salida de la
reuniones de Directiva de Estudios Superiores caminábamos juntos: Sabat Frcasty gusi.i
ba, como yo, de las literaturas de la India y a cada cuadra nos deteníamos para referirán ,
a determinados libros.
Fallecida su segunda esposa, el poeta, que siempre, a pesar de su éxito con la.
mujeres fue un hombre de hogar, se casó con la profesora de Literatura Violeta Tubino.
Yo los visitaba a veces casi semanalmente y a ocasiones de modo más espaciado
Cuando la conversación versaba sobre libros teníamos así un deporte amistoso consisten
te en mostrar qué libros habíamos incorporado a nuestras respectivas bibliotecas. A
veces Sabat me traía de sus estantes un ejemplar raro, y en medio de bromas, me decía:
“Vea el libro que tengo aquí. ¡Mírelo notnás! ¡Ajá! Lo hago sufrir...” A veces creía que
se daría la recíproca; le hablaba de un libro rarísimo y le decía: -“Me parece que
solamente lo poseo yo”. Pero Sabat abría su simpática sonrisa y me replicaba las mas
veces: -“En esta casa hay un viejito que también lo tiene y lo ha leído. Es un libro
extraordinario".

II
Mas ¿cómo empezó a escribir? Dejó, como se ha dicho, el modernismo y la poesía
europea de aquel momento. ¿Por qué? La respuesta la transcribo textualmente: “Yo
pensaba que América, un continente nuevo, estaba imitando a Europa, continente que
vivía una vejez literaria a través de escuelas de decadencia, como son el simbolismo y el
parnasianismo y todas las escuelas que vinieron por entonces. Esta idea me produjo una
verdadera revolución. Pensé: en América no se puede imitar una literatura tan refinada,
tan envejecida y tan madura, que corresponde a naciones viejas. América está en forma­
ción. necesita una literatura más vigorosa, más joven, más constructiva, que en todo caso
pueda parecerse a la de los poemas que iniciaron los ciclos de la India, de Persia. de
Egipto, de Judea, de Grecia, de los mismos latinos, aunque éstos aprendieron de los
griegos, que ya habían creado un arle completo. Durante tres o cuatro años no escribí.
En 1916 comencé “Pantheos”, publicado en 1917" -¿Por qué le llamó “Pantheos?” -le
pregunté. -"Porque es un poemario de filosofía panteísta, que diviniza a la Naturaleza, al
Universo y a todas las fuerzas cósmicas que entran en el libro”.
Entre los distintos temas de “Pantheos” señalemos dos: la estrella y el árbol. El
primero de ellos había fascinado al poeta desde su tierna edad, cuando convaleciente de
una fiebre tifoidea, vivía en Colón, en casa de su cuñado Ernesto Paceard, casado con su
lu imana Concepción. Paccard había estudiado en Francia y tenía un pequeño telescopio,
porque le agradaba mucho la astronomía, lira farmacéutico, y cuando cerraba la farma-
>u invitaba a Sabat, todavía un niño, a contemplar las estrellas y a reconocerlas. Más
i.nde tuvo Sabat lircasty, durante unos años, un pequeño telescopio y dictaba clases
particulares de astronomía e incluso en “lil Día” escribió algunos artículos sobre ese
lema, que llamaron la atención, porque se ^e consideraba sólo un hombre de letras. Todo
e s t o explica bastante la emoción que por lo cósmico, por las estrellas aparece en sus
poemas; resultaría interesante al respecto y aun recomendable, ¡a lectura riel poema
U rania". Como ejemplo de lo que sería necesario leer enteramente, cito estos pocos
versos de ese largo poema:
“En aquellos tiempos lejanos
que reviven en la memoria de mi cuerpo.
Dios
amasaba la carne sublime de los astros... etc.”
Podríamos decir tpie este canto recuerda la concepción profunda del Himno 129 del
l ibro X del “ Rig Verla”, y también el “Libro riel Génesis" hindú con el que se inicia el
“Manava Dharma Sastra", aunque en Sabat lircasty hay un aprovechamiento ríe conoci­
mientos científicos ulteriores a esos dos textos que cito, ríe la literatura sánscrita. La
explicación seria riel poema sahatiano en toda su profundidad llevaría varias clases a un
profesor de literatura que quisiera analizarlo en su profundidad.
Tras "Pantheos", en 1921 Sabat inicia la serie de los llamados “ Poemas riel Hombre".
Propuse a ríos alumnas mías tic la Escuela Universitaria de Bibliotecología y Ciencias
Afines”. Silvia Nicola y Rosario Bluncoski que le hicieran a Sabat. lucra ríe mi reportaje
de dos años, otro sobre un tema que les propuse, y que fue “Historia de mis libros",
monografía que les sirvió para la obtención del título final dado allí tras la aprobación de
lodos los cursos. A las preguntas que ellas le hicieron, Sabat explicó lo siguiente:
-“Un día pensé: “Panhteos" debió llamarse "Poemas riel Hombre; Libro ríe Pan­
theos", porque mis estudios e investigaciones se inclinaban hacia el “Hombre", destino
del “Hombre" y cuál es su situación en el Universo” . "Leyendo “Pantheos" ya aparece
esa inclinación a tomar al hombre como centro de mis pensamientos, pero el Hombre no
es una soledad, porque está rodeado, en primer término, por la misma tierra donde nace,
v que Ir- brinda siempre un horizonte donde él se mueve. En segundo termino, porque la
tierra depende del sol y gira por la atracción solar. Asi empece a ver al Hombre dentro
riel sistema solar y luego a éste dentro riel Universo” ... “Quería crear un arte que
colocase al Hombre en el centro del Cosmos, como si fuera su conciencia, el espejo que
lo refleja, un espejo reflexivo, que frente a las innumerables imágenes riel Universo,
fuera capaz, de pensar, intuir, luiscai e investigai ansiosamente la verdad mas profunda,
para saber qué es mu> mismo".

Y así se suceden los distintos l i b r o s de versos que forman la serie: “Libro de la


Voluntad” (1921), “Libro del Corazón" (1921); "Libro del Tiempo" (1921); "Libro del
Mar" (1922) en el que está incluido el célebre poema “Alegría del mar", que Berta
Singerman hizo conocer, a través de sus recitales, por tantos países. Se trata de un poema
orquestal, con mucho ríe sinfónico, que posee un verso Introductor de cada estrofa, rico
en personificaciones, en cromatismos, en epítetos raros y hasta antitéticos a veces, como
ser “acordes crispados" o “pulmón negro” o ríe sinestesias. paralelismos, hipérboles
transiciones v hacia el final, un momento de recogimiento filosófico, meditativo, pon|u.
ese mar no es sólo el mar que se estrella contra el límite... Hay otro mar sobre el qu
estamos en nuestra barquilla, que va en las grandes olas ríe nuestro vivir hacia la onll i
divina, hacia lo inesperado ríe un destino más alto...”
La serie de “Poemas del Hombre” se enriquece con el “Libro del Amor", poetn;....
difícil de entender, al comienzo de su lectura, por su contenido idealista, que le viene d
la India y de los diálogos socráticos “Pedro” y “El banquete”, así como de algune.
aspectos del romanticismo francés.
En 1925 edita Sabat Lrcasty “El vuelo de la noche” que es el resultado de años de
trabajo: la noche aparece allí en diversos aspectos y domina en el libro cada vez más, .1

medida que nos adentramos en él. Este libro tan hermoso fue dedicado a Tula, como
llamaba a su segunda esposa, Margarita López Jáureguy. Poco a poco Sabat Lrcasty lu
vuelto a acercarse al verso alejandrino, del que resultó maestro excelso; ese metro í
había quedado en el oído desde sus primeros tanteos modernistas, pero en este poeta
tiene un sello propio, darlo por la profundidad y sensibilidad intensas, que pueden sei
observadas en el fondo. Así. en "Angustia", expresa:
“Cuando en inmensas tardes, junto al mar ríe agua y oro,
corta un fino horizonte el sol rojo v sediento
y va a temblar la estrella y va a subir la sombra,
y el día retrocede, agazapado y turbio,
y penetra la noche con su paso insondable,
y el nacimiento puro y la agonía pálida
sobrecogen al hombre que ve el eterno cambio...
haciendo un arco oscuro de dolor y fatiga
con el cuerpo y el alma, he pensado hasta el fondo
que tin día seré todo de colores vencidos
y bajo el horizonte de la espléndida vida
como el sol, lentamente, caeré, pero deshecho,
mientras sobre mi carne se hará la noche inmensa!".
Sobre la base de elementos visuales, el poeta entreteje otros, eminentemente subjeti­
vos, que se contraponen a la pintura esplendorosa de la puesta del sol sobre el mar. Las
dos noches -la atmosférica v la del hombre- tienden a compenetrarse, confundiéndose en
un lodo lírico. Como siempre, en Sabat Lrcasty es rica la epítesis: “sol sediento”, “olas
atadas”, "agonía pálida", “colores vencidos”.
Otro tema sabatiano es el riel árbol. Este ejerció siempre sobre el poeta una atracción
irresistible. Siendo aún niño, ponía la mesita, sobre la que hacía los deberes, debajo de
un árbol de su casa, al cual “sentía en su savia, en su vida”. Además, cuando era alumno
de la “Escuela de Aplicación para Varones” se decidió que los niños plantaran, cada uno
de ellos, un eucaliptus en el entonces llamado "Parque de los Sauces”, luego “Parque
Urbano” y al fin “Parque Rodó"... Ene tal vez la primera Fiesta del Arbol. Sabat Lrcasty
plantó su arbolito c iba a visitarlo hasta que luego no lo reconoció, y entonces -me decía-
amo a todos por igual. Y agrega, en lo que me explicaba a propósito de su vida: “El
amor mío al árbol pienso que correspondería al tirón secreto de la sangre catalana... Pero
¿y los abuelos vascos, los leñadores que cortaban árboles? Entonces he pensado que el
árbol cortado se transforma en fuego, y no muere, o en vivienda o en nave... en mástil
.on una vela henchida por el viento, creando la velocidad de la nave; es una estupenda
metamorfosis del árbol de la selva”. Así concillaba la doble actividad de sus antepasa­
dos, la de plantadores y la de taladores de árboles. Desde luego que aquí tenemos un
i icinplo de la interpretación poética que nacía del fondo espiritual de ese gran artista,
mío de los grandes de la literatura hispanoamericana.
Cuando convaleciente del tifus fue -como he mencionado- una temporada a reponer
.11salud en Colón, no se cansaba de contemplar árboles”. ‘‘A veces -decíame- iba hasta
rl arroyito y me sorprendía al contemplar cpie si bien la corriente seguía su curso, los
.uholes reflejados en la corriente permanecían” . Pasado el tiempo se le ocurrió este
paralelismo que indica otro estado de madurez, pero que partía de una visión juvenil
persistente en su memoria: “en el torrente del tiempo, así quedan en la vida las imágenes
del recuerdo. El tiempo corre en su devenir, pero el recuerdo permanece, como en el
arroyito de Colón las imágenes de los árboles”. “Y es curioso: muchas veces he plantado
arboles (no sólo aquel del Parque Rodó que fue el primero de todos) y he tenido que
icgalarlos, porque nunca fui dueño de ninguna tierra. Aun hoy, a los ochenta y ocho
años, riego todos los días dos pequeños naranjos que nacieron de dos semillas, y que van
subiendo desde la tierra de su maceta. No podré comer sus frutos; tendré que regalar los
dos arbolitos y tal vez muchos lleguen a disfrutar de las futuras naranjas cuando la mano
que los sembró ya no sea más una mano. Hasta cierto punto es un modo de sobrevivir” .
Dicho esto, se levantó Sabat y me trajo la macetita, donde, efectivamente había dos
arbolitos muy pequeños. Me impresionó la inmensa ternura con que los miraba.
“Eos Adioses” es un poemario editado en 1929 y marca su vuelta al soneto. Sabat
había reaccionado contra éste, pero luego de varios años consideró que no había razón
para prescindir de esas formas líricas, y que podía escribir, tanto en verso medido, como
en verso libre, según lo sintiera su inspiración creadora. En “Eos Adioses” hay un
sentimiento predominante de despedida; un poco porque se alejaba ele tendencias y
también por diversos problemas de la vida. No obstante, el poema que sirve de portada
al libro, es decir, “Confesión", pertenece a la lorma del verso libre. Carrel decía que “el
hombre es un desconocido para el hombre”, y eso mismo es lo que trasunta el fondo de
“( 'onfesión":
“No quieran explicarme. Es inútil ¡Jamás!
¡Nunca! Ni yo, ni nadie, ni todos con mí mismo”.
El lenguaje está desnudo de imágenes; más bien domina la expresión directa, el
estallido de su propia incomprensión. Hay elementos que vienen de Heráclito, hay
también angustia existencial y un torrente de ideas y emociones; hay una contemplación
de si mismo semejante a lo que en pintura o dibujo es la anamorfosis, aunque esa
deformación está dada por un soplo de pesimismo y confusión que no se sostiene luego
en la poesía sabatiana. Y desde el punto de vista formal, en el poema podrían ser
hallados elementos como la anáfora, el polisínteton, el uso tic reiteradas cesuras abrup­
tas, a la manera de los versos de “A se stesso”. de Leopardi, junto también a sinestesias
y a adjetivos antitéticos. Algunos sonetos, el XIV y el XXV dan una idea clara del fondo
depresivo manifestarlo ya en el proemio.
Pero este estado de alma no podía durar demasiado. Tiempo después remonta su
vuelo lírico hacia temas de exaltación, como el riel “Canto secular a Rubén Darío” , en
U n elos alejandrinos aconsonantados y nionon irnos, en los que para homenajear al \ ,i
nicaragüense, del que tanto había expresado en sus clases de literatura y al que coim.
personalmenie en Montevideo, imitó en esa ocasión, el estilo del cantor de ‘T u r
Profanas” y “Cantos de Vida y Esperanza”.
Y asimismo tiene un tono de gran exaltación, de profunda riqueza y sonoridad i,
“Himno ti Artigas” . I,a primera vez que Sabat Hrcasty visitó Paraguay hizo el p.i
hasta el solar donde el Patriarca vivió tantos años, que es lugar venerado por mu,
uruguayo: cuando posó, casi religiosamente, su mano, en el ibirapitá, sintió, y hay qn.
ser poeta partí entender esto, algo así como si el árbol le reprochara haber escrito pocm.i
sobre muchos y diversos temas y ninguno sobre nuestro héroe máximo. Y entonces Sal mi
se dijo a sí mismo: -“Con esta mano con la que toqué el ibirapitá debo escribir un cam,,
a Artigas". Y así fue.
Un este caso el poeta prefirió no vestir demasiado exteriormente los versos para qu.
fuese resaltada la grandeza del héroe de modo más directo. Y es lógico, pues Artigas
dio a todos los orientales y ti la federación en general del Río de la Plata en un pl ano
republicano, ríe modo que el poema debía ser comprendido por todos. Hay tropos, t
cierto, pero no faltos de claridad. Domina una exaltación lírica al referirse a esos puc
Irlos que se levantaron junto a él -mezclarlas todas las sangres en un afán de emancipa
cion- y sin embargo, en medio de esa exaltación, aparece la nota amarga:
“Por grande y por nuevo
a veces no fuiste comprendido.
No tuviste medirlas que te midieran
ni números que calculasen tu esfuerzo y tu sacrificio.
Algo ríe tu esplendor ha quedarlo en nuestros ojos”.
() también:
“Tu carne fue vencida por la traición y el orlio.
Ojos de tinieblas no supieron verte.
Tu sombra fue cercarla inmensamente por la soledad".
futre los poemas de sus últimos tiempos hay que destacar los sonetos que en diversos
tomos dedica a Hurídice. Sabat Hrcasty confesó a mis alumnas de entonces, encargadas
de recoger lo que resultara historia ríe sus libros, es decir, a Nieola y a Bluncoskv
“Acaba ríe ser publicarla una pequeña tirarla de cien ejemplares, lis una serie de quinien
ios veinticinco sonetos escritos a mi esposa. Constituye un fusilamiento poético máximo:
es la primera vez que un poeta escribe tantos sonetos a una sola mujer”... Eurídice era el
nombre literario que Sabat Hrcasty rlio a su tercera esposa, Violeta Tubino, y en tal caso,
se llama a sí mismo. Ürleo. Tiene una dedicatoria en el primero ríe los tres volúmenes:
“A Violeta Gladys, Hurídice, estos poemas que ella creó en mi espíritu, Carlos”. La
edición fue hedía por su sobrina nieta, Maribel Sabat de Stenger. A propósito, ésta,
cuando era jovencita fue alumna mía, como también lo fue el hoy famoso Hermenegildo
Sabat, ambos en el Liceo N° 7 y como yo fui discípulo riel padre ríe ellos, el notable
profesor de Literatura, Juan Carlos Sabat Pabet, en el Liceo N° 4.
Tanto los sonetos a Hurídice como la colección de los sonetos sin rima, que publicó
la Academia Uruguaya ríe Letras, son admirables por su calidad, por el don excelso de
lograr maravillosos hallazgos líricos. Aquí usa generalmente el alejandrino, pero a veces
r manifiesta en el endecasílabo, con alternancia de cadencias sálicas y yámbicas. El
i ma del amor es casi el único, pero dentro de éste, las variantes son muchas. Dentro de
i e clima sentimental aparecen subtemas y uno muy importante es e! de las rosas.
En cierta ocasión le hice notar la importancia del tema de las rosas especialmente en
as poesías de los últimos años. Me respondió sonriendo: -¿Tal vez hay demasiadas?
I’ero vea; todo tiene su significado, su razón de ser; yo nací, como recuerda, en una casa
de la calle Yaro. Allí había un patio y en él existían varias plantas, pero casi todas eran
msas de las más diversas clases, que cultivaba mi madre. Ella me decía a veces: -
( arlitos: anda a regarme los rosales”. Así empezó a amar las rosas confundiendo el
i aliño suyo con el que por ellas tenía su madre. Luego la ayudó a cultivarlas. Después,
i uando vivió en la entile Médanos, tenía un jardincito, quizá un fondo, y todas las plantas
rían rosales. No los cortaba, porque recordaba que su madre las quería en la planta.
Icnía, pues, por ellas, un cariño extraordinario. Cuando contaba apenas cinco años, su
hermano mayor, Hermenegildo, que era pintor, hizo un retrato del futuro poeta. Sabat
Lreasty me lo mostró cuando lo visitaba en la casa de la calle Colonia. Lo había pintado
de niño y con una rosa. Más adelante, comentando el cuadro, le dijo un día Hermenegil­
do: -“Fue como una intuición de tu poesía, porque te puse en el pecho rosas”...
Más tarde, cuando estaba de novio con Violeta Tubino, al ir a visitarla, le llevaba
siempre un poema y una rosa. “Y luego, cuando no tuve más lugar para cultivarlas, las
puse en los sonetos que le dediqué.
Es bueno leer algunos de esos quinientos y tantos sonetos del libro dedicado a su
esposa tercera; se mantienen en un plano de un valor bastante parejo: unos gustarán más
que otros, pero todos son buenos. Y en tren de elegir alguno para insertar en este
apretado artículo, y a modo de ejemplo, puede servir el que a continuación se agrega:
“Tu ocultas una mano de Dios, mano en tu mano,
milagrosa de azul, sutil de melodía,
invisible en el fuego riel ancho mediodía,
invisible en la noche y en su reposo arcano.

Con su tacto supremo, profundo, sobrehumano,


siembras júbilo y canto en la melancolía,
viertes una simiente de angélica armonía,
vuelves maravilloso el sueño triste o vano.

A veces necesito tu mano... Prodigiosa,


la busco hasta que siento su ilimitada rosa
derramando un seráfico dulzor sobre mi frente.

Trae a Dios en perfume, en esencia, en suspiro,


trae a Dios en ternura y en amor. Y la miro
como una estrella mística sumergida en su frente”.
Indiscutiblemente es, y sus libros obligan a hablar en presente, un extraordinario
poeta, una de Lis glorias, entre tantas que tiene el Uruguay aunque nada se diga hoy de
ellas. Fuera de la poesía se interesaba por temas de los más variados; eso lo llevaba a
escribir, cuando estaba en “El Día”, a propósito de materias las más diversas como ser
agronomía, cosmografía, ganadería, crónicas parlamentarias, o sobre la Constituyente de
1917, o artículos necrológicos... Y más sin duda.
l ia, además, muy afecto a las reuniones intelectuales, a esas peñas literarias dond.
consumía solamente un café, porque siempre fue Sabat bastante pobre. Durante
tiempo solo usó un único traje negro, no tenía otro. Y ese traje, lo contaba con ........
llegó a quedar tan viejo que se fue poniendo azul. Tenía bastante indiferencia respe, i.
del dinero, pero no de las amistades. Entre otras reuniones asistía a las que organizaba . ■
su casa Mercedes Pinto, que según dijo, era muy batllista, y allí se reunían junto a otm
invitados, los españoles que habían huido de la dictadura de Primo de Rivera y estaban
en este país.
Entre sus amigos intelectuales cabe agregar su aprecio por Emilio Oribe; sobre i-a.
filósofo y poeta fue Sabat Ercasty el primero que escribió un artículo, sentado en . i
escritorio tic la Federación de Estudiantes; pero apreciaba también mucho a Clemcm.
Estable, que había sido discípulo de su hermano mayor, Hermenegildo Sabat, y al cual
dedicó un poema. Y lo era de Juan Parra del Riego; a propósito de tal tema, queda, fucu
de este artículo, un interesante anecdotario. Y su aprecio por Herrerita, al cual recogía
una noche enfermo, muerto de frío sobre un banco de una plaza e instaló en una pie/.i
del altillo de la casa de sus padres sin que ellos se percataran, y él y otro de su .
hermanos le llevaban comida que tomaba como al descuido, tle la que se hacía. Luego l<>
supieron los padres, bastante asombrados y aceptaron que Herrerita, gran dramaturgo
permaneciera un tiempo con ellos. También apreciaba mucho a Enrique Casaravilla
Lentos y le dolía la tragedia de la vida de este grande de la poesía uruguaya. Asimismo
tenía mucho aprecio por Julio J. Casal. Pero lo curioso es que perdonó a quienes le eran
hostiles y rebajaban su poesía. Cuando una vez le pregunté a propósito de uno de ellos,
me dijo: -“Eso no tiene importancia ninguna. No vale la pena hablar de tal escritor. Que
escriba como le parezca.”
Con Emilio Frugoni tenía mucha amistad y se reunía frecuentemente con él y con el
profesor Machado Ribas, que enseñó Sociología en la Facultad de Derecho; su cátedra
estaba compartida con la del Dr. Piando. Se reunían muy frecuentemente los tres en una
tertulia reducida en número, pero riquísima de contenido. No me dijo Sabat que hubiera
en ella un cuarto amigo. Se discutía a proposito tle los temas más diversos pero especial­
mente de los de aspecto social.
En cierta ocasión Frugoni le dijo a Sabat Ercasty cuando se tenía que llenar las listas
de votación para una elección en tiempos del Colegiado:
-Usted es mi candidato para Presidente del Consejo en la lista socialista.
En ese tiempo el socialismo podía alcanzar a tener dos diputados más o menos, pero
había que llenar la lista con nueve titulares al Consejo Nacional tle Administración.
Sabat le respondió:
-Pero Don Emilio: aunque tengo una gran simpatía por el socialismo, y lo he estudia­
do, no pertenezco a esc partido político, de modo que me resulta realmente extraordina­
rio que me incluya en la lista como Presidente del Consejo, el cargo más importante del
país.
La respuesta sonriente tle Frugoni fue notable:
-Usted es tan socialista como yo, porque usted es un hombre muv inteligente y tle
gran corazón y todos los hombres tle talento y además buenos, son socialistas aunque no
se den cuenta de ello”.
-Ah, caramba... si es por bueno e inteligente...
Y me comentó:
-En esa forma y ante la habilísima esgrima de Frugoni, me tuve que rendir, pero
seguro de no llegar a ocupar tan alto cargo. Yo era solo un profesor de literatura y un
poeta, que había publicado entonces, cierto, una veintena de libros, dos cosas que en la
política nada valen. Y en efecto, hecha la votación tuve el honor de ser derrotado por el
pueblo”.
Pero una vez, en tiempo que ambos dábamos clases en el Instituto de Estudios
Superiores, por ahora clausurado debido a la falta de recursos económicos, salíamos
juntos de la Comisión Directiva y de pronto, en medio de la conversación, me dijo un
tanto pensativo:
-A mi me parece... epte yo soy... socialista...
Pero lo decía como si se tratare ríe una reflexión interna, como si hablara consigo
mismo, sin una absoluta seguridad. Me parece que en esa ocasión conversábamos a
propósito de aquel capítulo de Spencer sobre el tema de lo incognoscible en el que se
trata el problema de la relatividad del conocimiento, y así, en consecuencia, de las
afirmaciones.
Creo que en el plano de los problemas sociales estaba entre las ideas de Batí le y
Ordóñez y las de Frugoni, pues era evidente que apreciaba a los dos; las soluciones
sociales entre ambos tenían alguna distancia, pero no demasiado grande.
Pienso que Sabat Ercasty, uno de los talentos de nuestra poesía ha sido momentánea­
mente olvidado. Y además esta reflexión me viene:
-Si Frugoni, que fue un excelente escritor y poeta, e incluso profesor, lo puso como
candidato a la Presidencia del Consejo Nacional de Administración, el cargo más alto de
aquel momento ¿cómo puede no figurar Sabat Ercasty en los programas de literatura? Si
eso es verdad, debería considerarse la necesidad de incluirlo en ellos.
S E C C IÓ N

B IB L IO G R A F IA
U n lib r o d e L u is D . D e s te f fa n is
ED M U ND O M. NA RANCIO ( *)

Hace casi tres décadas, en ocasión de incorporarme como numerario al I n s t i t u t o


H is t ó r ic o y G e o g r á f i c o d e l U r u g u a y , pronuncié una conferencia sobre L u i s D a n i e l
D e s t e f f a n i s , p r i m e r c a t e d r á t i c o d e H i s t o r i a U n i v e r s a l d e l a U n i v e r s i d a d . Tuve oca­
sión de considerar entonces sus antecedentes, su llegada ai Plata desde su lejana Crerno-
na natal1, sus actividades en Buenos Aires, su relación con Tavolara, Juan Carlos Gómez,
lleraclio Fajardo y Fermín Forre ira y el mismo General Flores, además de compatriotas
suyos, también emigrados. F.xaminé luego su incorporación a la cátedra de Historia
Universal en Montevideo, joven de 28 años que otros habían antes considerado2 sus
orientaciones, su participación en la Sociedad Filohistórica, su influencia en la juventud
liberal tic su tiempo, desde el aula o el periodismo, su conflicto con el Gobierno en la
época de Santos y la proyección que tuvo, su restitución a la Universidad hasta su
muerte, casi ciego, en 18991.
Capítulo especial dediqué entonces a su formidable biblioteca de más de 25.000
volúmenes1 probablemente la más grande privada, que ha tenido el país; hice un examen
de ese extraordinario conjunto tomando como fuente su inventario y me referí a su obra
édita sobre historia, con exclusión de la periodística sobre temas diversos.
En ese trabajo que quedó inédito5 -y quizás perdido- pude comprobar un equívoco
sobre su bibliografía.
En efecto, cuando Desteffanis se incorpora a la Cátedra tuvo dificultades para hallar
un texto que permitiera a los estudiantes seguir su curso; después de algunos ensayos
consideró que el “Essai sur L’Histoire Univcrselle” de Prevost-Paradoi, segunda edición,
impresa por llachette y C. en París, 1865, era la obra que, por sus orientaciones liberales
y su método expositivo y claridad, era la más conveniente. El obstáculo que planteaba
era que estaba escrita, obviamente en francés y, por ello, se decidió a traducirla y darla a
las prensas. En la Biblioteca Nacional se custodia un tomo con la siguiente portada:
E n s a y o /s o b r e /la H is t o r ia U n iv e r s a l/p o r /U .A . P r e v o s t - P a r a d o l/m ie m b r o d e la A c a ­
d e m ia F r a iic c sa /b ig o te /T r a d u c id o a d ic io n a d o y c o n tin u a d o h a sta n u e s tr o s d ía s /p o r /
L u is I). D c s t c f f a n i s A i ñ c t a / M o n t e v i d e o / l i n p . a v a p o r d e la T r i b u n a , c a ll e 2 5 d e M a y o
N" 8 9 / - /1 8 6 7 /.

Sin embargo de esta fecha en la p. XX hay una nota del autor sobre lleraclio Fajardo,
datada en 1870, vid. su aclaración en p. 499 de la cual resulta que fue una publicación
por entregas.
Si solamente se tiene en cuenta esta portada, se podrá pensar, efectivamente, que el
libro es lo que ella expresa: traducción de Prevost-Paradoi o. dicho de otra manera,
como se ha afirmado, es obra “que tradujo Desteffanis”.
No obstante como no es cuestión ríe quedarse en las portadas -como parece haber
ocurrido- la lectura del volumen muestra que, salvo en las páginas iniciales, numeradas
en romanos, donde Desteffanis se refiere al texto adoptarlo y a su autor, en el resto ríe la

( 1) Miem bro del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay.


uln.i ue es de autoría del novel catedrático, no hay un solo párrafo de Prevost-Paradul
11

su nombre no aparece en el índice patronímico. Se trata pues de un libro escrito ¡>"


Desteffanis -sin lugar a dudas- integrado con la versión de clases introductorias al te\m
que anunció traducir, propósito que, a lo que parece, abandonó, por haber cambiado .1

Prevost por Duruy o Drioux.


La obra tiene por ello un gran valor testimonial, ya que revela el pensamiento, a l
hacerse cargo de los cursos, de una materia de enorme importancia formativa, como e s l a
historia, que completa, sobre estos temas, las ideas del profesor, más adelante m adurada.
en su folleto "De los criterios históricos”, Montevideo, 1889.
Cabe señalar que Desteffanis se reveló como un liberal que aunque rechazó que se le
tachara de “miscredente”, fue un tenaz combatiente contra Roma y su clero, ideas que
tuvieron su respuesta en los medios orientados por la Iglesia Católica que completa el
panorama.
Por razones de espacio y por la índole de esta publicación damos aquí el texto del
“Indice analítico” (de la p. 502 a la 516) que ofrece una visión general del contenido de
la obra de Desteffanis, la temática e ideas del autor, y la orientación de sus enseñanzas

I n d ic e A n a lít ic o d e la s M a t e r ia s C o n te n id a s e n e s t e T o m o

Dedicatoria á D. José Tavolara............................................................. III


Advertencia del Traductor (Su objeto al traducir la presente obra.
Apuntes biográficos sobre el Autor).......................................................V
Juicio de G. Vaperau sobre la obra de L.A. Prévost-Paradol,
traducido por Heraclio C. Fajardo.........................................................IX
Del Lstudio de la Historia carta del Traductor..................................XXI
Historia Universal-P/rr/cgówt'no.v del Traductor-Discurso
de apertura E xordio................................................................................ I
El Asia, cuna del hombre y de la sociedad.............................................2
Su degradación......................................................................................... 2
Los griegos: su amor por la libertad; no quisieron su unidad nacional.
-Su exclusivism o...................................................................................... 2
Cosmopolitismo rom ano.......................................................................... 3
Transformación de la Roma Cesárea en Papal .......................................3
Invasiones de los bárbaros....................................................................... 4
Utopía de la monarquía universal ........................................................... 4
El Papado en la Edad M edia.................................................................... 4
Aspecto pintoresco de la Edad M edia......................................................5
Progreso de las ciencias......................................................................... 6
Pucha entre la democracia y el despotismo.......................................... 7
Méritos y errores de la revolución francesa........................................... X
La democracia en A m érica.................................................................... 9
Carácter de nuestra época...................................................................... 9
Breve juicio sobre el texto.................................................................... 1I
Prolegómenos. De la I listona-/, e c r i ó n Herodoto en O lim pia........ 12
Historiadores griegos ............................................................................ 13
Precursores de Herodoto....................................................................... 13
M oisés.................................................................................................... 14
Analistas asiáticos; su exclusivismo .................................................... 14
Historiadores rom anos.......................................................................... 15
Cronistas de la Pilad M edia.................................................................. 16
Historiadores del siglo X V I.................................................................. 17
Bossuet................................................................................................... I 7
V ico........................................................................................................ 1X
H erd er.................................................................................................... I X
Historiadores contemporáneos ............................................................. IX
Importancia y deberes de la crítica histórica........................................ 19
Antigüedades de la historia ................................................................... 20
Sus formas primitivas ........................................................................... 21
Su corrupción tem prana........................................................................ 21
Anales sacerdotales............................................................................... 22
Pos griegos y los romanos ensanchan el horizonte
de la historia, embellecen y perfeccionansu fo rm a.............................. 22
Sus imperfecciones ................................................................................ 23
De las dos escuelas históricas: filosóficay narrativa............................ 24
Notas (Pos logógrafos-Pa Biblia v Kuencn-Carácter
del siglo XIX-Bibliografía histórica.).................................................. 25
Lección Segunda-De la filosofía de historia.
Que se entiende por filosofía de la h istoria......................................... 33
Abuso que de ella se hace..................................................................... 33
\ i . . t i-, llamado el padre de esa ciencia .............................................. 33
Mail ha de la historia; diferencia entre ésta y la crónica .....................34
Misión de la filosofía de la historia ..................................................... 35
Necesidad y utilidad de estudiarla ....................................................... 35
Definiciones del progreso; su vaguedad .............................................. 37
Importancia de la idea del progreso..................................................... 38
El físico y el moral del hom bre..............................................................39
Necesidad de la religión ........................................................................ 39
El monoteísmo; parece haber sido la religión prim itiva.......................40
Influencia del sacerdocio antiguo.......................................................... 45
El sacerdocio en Grecia y en Roma
Triunfo y transformación del cristianismo................................................
De la República, concepto erróneo que de ella tenían los antiguos........
Perjuicios que ocasionó ......................................................................... 42
La igualdad; debida al cristianism o...................................................... 43
Su esplritualismo.................................................................................... 43
Se m aterializa......................................................................................... 44
Proceso de la historia; su carácter primitivo;
presunción del contacto inmediato con Dios y con el mundo;
abusos cine de ella derivan.................................................................... 44
La patria de los antiguos........................................................................ 46
Las invasiones fusionan las razas.......................................................... 46
Instituciones de la edad media; el feudalismo y la inquisición............47
Renacimiento moral y científico........................................................... 47
Proceso de la filosofía de la historia..................................................... 4 8
Sus escuelas............................................................................................ 48
Escuela providencial.............................................................................. 49
Id. fatalista.............................................................................................. 49
Id. progresista......................................................................................... 50
Notas (Variaciones del cristianismo. -Apòstrofe á Sócrates)................ 52
Lección Tercera-/:/ hombre. El alm a......................................................53
El cuerpo................................................................................................. 54

22S
En qué el hombre se diferencia del b ru to ............................................ 54
lil habla; columna vertebral; pecho y dientes; grados riel ángulo
facial; el cerebro y los nervios; los cinco colores primordiales
(azul, encarnado, pajizo, muzco y negro). Variedades orgánicas;
los samoiedas; desarrollo físico; m onogam ia........................................56
Datos estadísticos: nacim ientos............................................................. 57
Tráfico de los negros.............................................................................. 58
Multiplicación de la especie hum ana.....................................................58
Duración ríe la vida hum ana.................................................................. 58
Casos de longevidad .............................................................................. 58
Unidad y pluralidad del tipo hum ano................................................... 60
Divisiones de las razas humanas; su arbitrariedad:..............................61
Raza blanca; sus caracteres................................................................... 62
Arabes, indianos, cellos, pelasgos, eslavos........................................... 63
Raza amarilla; sus caracteres................................................................. 64
Familia china, sus gustos extravagantes, su hipocresía.........................64
Familia m o g o la...................................................................................... 65
Id. hiperbórea ......................................................................................... 66
Raza roja; sus caracteres; familia americana, colomh. y patagónica ...66
Raza bruna; sus caracteres..................................................................... 67
Raza negra; sus caracteres; los c a fre s................................................... 67
Raza oscura; papuas, bosquimanos, hotentotes.....................................69
De la perfectibilidad humana mediante la instrucción..........................69
N o tas....................................................................................................... 72
Lección Cuarta-Del lenguaje (continuación). Alimentos;
su influencia; anécdota sobre Franklin ..................................................73
El Oriente; influencia del clima sobre los alim entos.......................... 74
Origen de las epidemias asiáticas.......................................................... 74
Influencia de los alimentos sobre el v ig o r.............................................75
Enferm edades......................................................................................... 78
Anomalías tísicas: albinos, enanos, cretinos, etc...................................78
Datos estadísticos; antropología; población del G lobo......................... 83
I I hombre fó sil...................................................................................... 85
D e l le n g u a je , su potencia y unidad.......................................................85
N otas...................................................................................................... 89
Lección Quinta-De/ le n g u a je (continuación). La Biblia y la ciencia „90
Lenguaje revelado................................................................................. 91
Dificultades del problema lingüístico...................................................91
La agitación de la época contraria a los estudios filosóficos:
Marzolo y Leopardi............................................................................... 92
Primer idioma humano.......................................................................... 93
Lenguaje poético................................................................................... 94
Origen onomatópico de la palabra....................................................... 94
Ll idioma es el p u e b lo .......................................................................... 96
Transformaciones del lenguaje............................................................. 97
Primeras aplicaciones de la filología á la historia............................... 98
Variaciones y transformaciones del idioma prim itivo......................... 99
Influencia riel clima sobre el idiom a.................................................. 101
División de las lenguas en tres familias: monosílabas,
bisílabas, trisílabas................................................................................102
Lenguas indeterm inadas..................................................................... 103
Clasificación de los idiomas: lenguas asiáticas
(16 familias principales).......................................................................105
Id. id. africanas (5 grupos).................................................................... 105
Id. id. europeas (6 fam ilias)..................................................................106
Id. id. americanas ( 11 grupos)..............................................................106
Id. id. oceánicas.................................................................................... 107
Idiomas más generalizados.................................................................. 107
Apéndice: Mapas de las lenguas de las regiones brasilera
y argentina y de los países limítrofes, por F.C. Marmocchi................ 109
N otas..................................................................................................... 115
Lección Sexta-De la R e lig ió n .

Necesidad de la religión...................................................................... ! 16
Víctor Hugo niega la existencia del ateísm o....................................... 116
No hubo pueblo sin religión................................................................ 117
Religiosidad del siglo 19 y de la c ien eia............................................ 117
Origen de la idea religiosa................................................................... 119
Sistemas religiosos: bíblico, evemerista, neo-evemerista,
simbólico, m etafórico............................................................................ 120
Fetichismo; su origen. Dualismo religioso........................................... 128
Máximas religiosas, morales y sociales de teólogos antiguos........... 129

Génesis religioso según Drotnel


(Fetichismo, politeísmo, m onoteísm o)................................................ 133
Notas. (El siglo XIX.-Renovación de la iglesia cristiana)................. 138

Lección S é p ü m u - R e lig io n e s d e la a n tig ü e d a d

Religión tle los arias.................................................................................141


Id. de los indianos. I. B ra m a nisin o .-Castas indianas.-

Brahma-La trimurti o trinidad indiana: B ram a......................................142

Cosm ogonía bram ánica............................................................................ 145

Cosm ogonía de Manú-Id. de la M im osa................................................ 146

Las 4 encarnaciones de B ra m a ................................................................ 149

Visnú; sus nueve en carnaciones.............................................................. 151

Siva; su c u lto ............................................................................................158

Fusión religiosa.-Culto, pláticas, supersticiones in d ia n a s..................161

Notas. (La Trim urti, según B ouillct)..................................................... 163

Lección O ctava - R e l i g i o n e s de la s in d ia n a s

II. B u d ism o . Leyenda de B u d a ............................................................. 164

Buda y J e s u c ris to ......................................................................................169

De los B urlas..............................................................................................172

Moral b u d ís tic a ......................................................................................... 174

Lección N ovena - R e l i g i ó n de lo s c h in o s

I. C o n fu id o ; su vida y su moral. Libros canónicos y

sagrados de los c h in o s.................................................................................176

II. M e tid o ; su vida y su m o ra l...................................................................181

III. Las 5 obras c a n ó n ic a s.......................................................................... 187

IV. T eto o L a a k i n n ....................................................................................... 188


V. Culto, prácticas religiosas, superstición de los chinos.................189
Lección Décima - R e l i g i o n e s d e o tro s p u e b lo s d e l A sia

I. De los asirios y de los caldeos.-Culto de Milita y de Baal o B elo.. 192


Descripción del templo de Belo por H erodoto...................................194
II. De los inedos, de los persas y de los escitas.-Mitra y
Mitras.-Análisis, apología de la primitiva
religión persa, por M ichelet.................................................................. 195
Leyenda de Z oroastro........................................................................... 197
El Zeud-Avcsta-Influencia de los m ag o s............................................. 198
Religión de los escitas ......................................................................... 200
111. Id. de los fenicios.-Adonis.-Culto sangriento
de Moloc.-Venus Astarté.-Meleart....................................................... 200
Lección Undécima.- R e l i g i ó n d e lo s f e n ic io s y d e lo s c a r ta g in e s e s

I. De los egipcios-Carácter sombrío del Egipto................................... 203


Cautela saccrdotal-Inmortalidad del alma y vida postum a................. 203
Leyenda de Isis..................................................................................... 205
Del culto de los animales sagrados, relación de H erodoto................206
Divinidades sim bólicas........................................................................ 210
II. De los cartagineses-Origen fenicio de su religión.......................... 211
Terror religioso-Sacrificios hum anos...................................................212
Notas. (Los egipcios pasan de la religión
natural al culto sim bólico)................................................................... 214
Lección Duodécima-Re/í'gí'd/! d e lo s g r ie g o s

Influencia del genio griego.................................................................. 216


Recuerdo de Grecia, por A. de M usset.................................................217
Origen egipcio de la religión griega, por C lavel.................................218
A ntroteísm o.......................................................................................... 219
Jerarquía de los dioses griegos: los 20 m ayores..................................219
Divinidades sim bólicas........................................................................ 224
A ntropom orfism o................................................................................. 226
Espíritu de la religión griega, por E. R en án ........................................227
C ulto-R ito-Sacerdocio......................................................................... 230
Notas (Los dioses Iares-Del pudor)......................................................232
l ección Décima Tercera-Zl/ií/g/t«.? re lig io n e s e u ro p e a s

I. Antiguos pueblos itálicos................................................................. 238


Religión de los etruscos; su carácter su ave según
Micali, so m b río según Matnmsen ....................................................... 238
IDioses etruscos..................................................................................... 241
I ,os arúspices........................................................................................ 241
O ráculos................................................................................................ 242
Culto de Saturno................................................................................... 243
Religión romana: su confusión con la griega;
su carácter positivo; dioses.................................................................. 243
Orígenes de la religión rom ana........................................................... 248
Sacerdotes y adivinos romanos ........................................................... 248
II. D ru id ism o -W U n u U d n d y culto sangriento de los druidas................250
Trinidades druídicas............................................................................. 25 1
Dioses y sacrificios.............................................................................. 253
Los Lubages ......................................................................................... 253
Los bardos; sentencias de los m ismos..................................................254
III. R e l i g i ó n d e l o s g e r m a n o s -Culto dela naturaleza........................... 257
Dioses nórdicos; sacerdotes................................................................. 257
Notas (Antigua civilización itálica-Importancia de la religión, por Renán-La corrup
ción romana-Fiesta de Hertha-Las Vestales Condenadas-Definición de la historia, poi
Mammsen-Tácito y los dioses germánicos) ..............................................259
Lección Décima-Cuarta R e lig io n e s m o n o te ísta s

I. J u d a ism o . El monoteísmo es el fondo de toda religión..................265


Influencia de la doctrina egipcia sobreMoisés .................................... 266
Decálogo de M oisés............................................................................. 266
Los ángeles y los dem onios................................................................. 267
Sacerdocio ju d ío ................................................................................... 268
Fiestas hebraicas. Culto. F,l tem plo......................................................268
Sectas judías: saduceos. fariseos, esenios, therapéutas, cabalistas....269
II. C ristia n ism o . Universalidad de la ideal de! M esías.......................270
Leyenda de Jesucristo.......................................................................... 271

1t ;
Elogio de Jesús, por R enán..................................................................274
Apéndices. I. Génesis de las religiones según Balbo (Antigüedad de las reliynM,
madres-Oscuridad de los misterios religiosos-Hipótesis-Politeísmo natural-Monon i >■
natural-Id. sobrenatural revelado-De! pecado-Nombres hebraicos de Dios-Origen d> '
nombres de los dioses orientales-La idolatría; sus formas-Símbolo y mitos; n u l o 1
/Air/ue-Fetichismo, forma ulterior del simbolismo-
Etimología de la palabra re lig ió n ........................................................276
II. De la Mitología Comparada (su origen)-Su objeto-Sus opositores-Comunid.nl 4.
fondo religioso-La raza indo-europea diviniza las fuerzas naturales-Mito de India. 11< >■
cíes. Coceius. Concepto de Scherer sobre el origen de la mitología-De los mitos 11
sentimiento de la naturaleza y de sus efectos-Esterilidad metafísica de los semitas ( ¡em
eurítmico de los griegos y austero de los latinos-Apego del alma humana a la tendea. .
m itológica)................................................................................................ 281
Notas. (Jehová-El Talmud-Etimología de los nombres Jesús y Cristo-Reivindicación
de Barrabás-Del mito, según Baudry-La patria de Max M üller)............. 287
Lección Décima-Quinta-Co.vwogo/nfl y a n tro p o lo g ía

I Creación del mundo, según M oisés................................................. 292


Himno indiano sobre la creación........................................................ 296
Tradición persa sobre la creación....................................................... 297
La creación, por O vidio...................................................................... 298
Las seis épocas de la naturaleza, por F.C. M arm occhi.......................304
II. El hombre mono y el hombre fósil teorías de Lamark. Darwin
y De Lilippi.......................................................................................... 311
Lechas de la creación del m u n d o ....................................................... 313
III. Unidad o pluralidad de la especie hum ana.................................. 313
Morton y su teoría sobre la pluralidad de las razas............................314
Contradicciones bíblicas acerca del primer ho m b re..........................316
El E d é n ................................................................................................ 317
Notas. (Mgr. de Bonald y los geólogos modernos-Creación de la mujer, según la
Bibliaj-Diferencia entre el mito y la leyenda, por Ditérici-Edad de los héroes-Dicho de
Huxley-EI hombrc-pescado-EI hombre primitivo en China-El Targum, comentario rabí-
nico)........................................................................................................... 3 18
Lección Décima-Sexta-Crano/og/fl y g e o g ra fía

1. Divisiones del tiempo: eras y épocas; edad-Período-Aureonúmero-Ciclo solar y


pascual-Período Juliano-Eras antiguas-Fecha-El diluvio-División del tiempo, según Va-
rrou ............................................................................................................ 322
II. De las épocas: su utilidad; su etim ología.......................................325
Principales épocas antiguas..................................................................326
Cronología ile los hechos principales ocurridos
en las primeras 7 épocas históricas, según C. C an tó ...........................327
III. Ciclo solar; lunar, de indicción; de las epactas.............................355
Período pascual-El siglo-Cronología m ejicana...................................357
Id año; su origen y divisiones; año lunar; año griego,
judaico, sabático, mejicano, romano, solar, juliano, gregoriano....... 357
Id año solar y sus subdivisiones: tropical y sideral.............................363
Id. lunar; sinóptico y civil ....................................................................364
Principios y símbolos del añ o ...............................................................364
Id mes: su etimología; divinización; variedades.................................365
La semana: sus orígenes y divisiones ..................................................366
Id día: sus divisiones y símbolos; días faustos e infaustos................. 367
IV. M u n d o c o n o c i d o d e lo s a n tig u o s'.

Qué se entiende por antiguos................................................................370


Europa................................................................................................... 37 I
A sia ....................................................................................................... 372
A frica.................................................................................................... 374
R azas..................................................................................................... 378
V. P r in c ip a le s s is te m a s g e o g r á f ic o s d e lo s a n tig u o s ;

Geografía de Hom ero........................................................................... 379


Id. de Herodoto..................................................................................... 380
Id. de Eralóstenes................................................................................. 381
Id. de Ptolom eo.................................................................................... 384
VI. B re v e d e sc r ip c ió n d e a lg u n a s c é le b re s c iu d a d e s

a n tig u a s: Menfis ................................................................................. 386


N ín iv e ................................................................................................... 388
Babilonia .............................................................................................. 389
Persépolis.............................................................................................. 391
Jerusalén ............................................................................................... 392
A te n a s................................................................................................... 396
E sp arta.................................................................................................. 403
le b a s ..................................................................................................... 406
Tiro........................................................................................................ 407
Cartago ................................................................................................. 408
R om a..................................................................................................... 411
Vil. L a s sie te m a r a v illa s a n tig u a s:

Ia, Los jardines suspendidos de Babilonia...........................................417


2a, Las pirámides de E gipto................................................................. 419
3a, El Júpiter Olímpico de Indias ........................................................ 421
4a, El M ausoleo.................................................................................... 426
5a. El Faro de Alejandría...................................................................... 428
6a, El Coloso de Rodas......................................................................... 429
7a, El Templo de Diana, en Efeso........................................................ 430
Apéndices a la Lección Décima-Sexta
I. T i e m p o s p r e h i s t ó r i c o s . (Habitaciones lacustresj-Civilización de la época del broa
ce-La edad del hierro-Id. de la piedra-instrumentos de piedra-Animales de la edad ríe la
piedra-Fósiles hum anos............................................................................. 432
II. T a b l a s c r o n o l ó g i c a s : A. Cronología de los acontecimientos
principales............................................................................................ 448

B. Cronología de la escritura y de los monumentos conservados


por los idiom as..................................................................................... 453

C. Cronología de los principales escritores antiguos que edificaron


la historia.............................................................................................. 455
III. II crculanum y Pompei ................................................................... 470
IV. Destino de las pirámides, según G. Miani .....................................472
V. Nomenclatura de los meses de los hebreos, atenienses y romanos 476
Notas. (Duración del consulado romano-Epocas de la creación del mundo-La crono­
logía y el mapa-mundi-Años bisiestos-El zodíaco-Días faustos y nelastos-Or ú Horus-El
Periplo-Las columnas de Hércules-Tiempos bajos-Sepulcro de Ciro-Los prítanes-Años
judíos: sagrado y c iv il).............................................................................. 480
Alcance a la Lección Octava:
Cita de Marmocchi: Principales artículos de la doctrina budística ....487
Ultima encarnación de Buda: C olain a................................................ 489
Los seiam as.......................................................................................... 489
Los lupas, divinidades m ateriales....................................................... 489
Los arupas. divinidades inm ateriales.................................................. 489
Grados de santidad............................................................................... 490
Los lamas (sacerdotes); el Dalai L am a................................................490
Necesidad de una reforma budística....................................................491
Las 4 verdades sublimes de B u d a ....................................................... 491
Cita de Franck: Extravíos de la castidad indiana; la castidad física
y la m oral.............................................................................................. 492
El budismo es un progreso sobre el bramanismo; su o b ra ..................493
Los edictos del rey Piyadasi................................................................ 493
Metrología oriental .............................................................................. 494
Id. griega............................................................................................... 493
Id. rom ana............................................................................................. 496
Post-scriptum ........................................................................................ 499
Indice alfabético de los autores citados...............................................500
Indice analítico..................................................................................... 502
Por cierto que este índice no sustituye la lectura de la obra que consideramos impres­
cindible para quien se proponga estudiar la historia del pensamiento histórico y demás
derivaciones político sociales, religiosas, etc. en los sectores ilustrados de la sociedad
uruguaya en la segunda mitad del siglo XIX.
A título de ejemplo, anotamos que la primera revelación de Darwin, con las repercu­
siones extraordinarias que tuvo, la hizo Desteffanis (p. 311) desde su cátedra.
El falso Prevost-Paradol -digámoslo así- y el aula de Historia Universal promovieron
una interesante inquietud juvenil por la Historia, que habría de concretarse en la forma­
ción de la Sociedad Filohistórica fundada el 4 de mayo de 1874, en la reunión hecha en
el despacho del Rector de la Universidad y de la que resultó, presidente, por algún
tiempo y por dos veces, Desteffanis.
Fueron sus miembros fundadores en el orden del acta: Samuel Donovan, Bonifacio
Vila, Julián Miranda, José Antonio Tavolara, Luis Carve, Manuel Muñoz y Pérez, Justo
Caraballo, Gregorio Pérez, César Pastori, Luis Desteffanis, Manuel Otero, Manuel Vi
cente Sánchez, Arturo Lerena, Camilo William, José Busto, José Agustín de Escudero,
Prudencio Vázquez, Juan C. Díaz, Carlos Villademoros, Eduardo Acevedo, Carlos Mac
so, Antonio Parsons, Joaquín Giralt, Carlos Arocena, César Reyes, Isabelino Boseli
Enrique Rovira, Antonio Rovira, Eduardo Acevedo Díaz, Alfredo Lerena, Andrés I en
na. Agustín de Vila, Francisco Noguera, Saturnino Camps, Pedro Regules, Ricardo Peen
ENSAYO
SOBRE LA

POR

L. A. PREVOST-PARADOL,
MIEMBRO DE LA ACADEMIA FRANCESA

-o»o«o-

T r íd u c l d o , A dicionad» j c o n tin u a d o lienta n u c a tr o i d i a l

ron

LUIS D- DESTEPPANIS

M O N T E V ID E O

Im p . ívapor de l a t b i s u n a , c a lle 2 5 d e M a y o n . 89

le e r
1rs, José Román Mendoza, Ezequiel Garzón, Augusto Acosta y Lara, Manuel García
‘».mtos, C onidio Villagrán, Martín Martínez, Sebastián Baise y Carlos Muñoz Anaya.
Del acta resulta la posibilidad de que se hayan agregado a la reunión otras personas.
N o tu s

1) Según la partida de bautismo nació el 21 de noviembre de 1839, se le puso el nombre de Luigi Danielle
v lue hijo legítimo de Juan Bautista Desteflanis y Colomba Arigoni.

Murió en Montevideo, el 31 de agosto de 1899, según la información oficial de cirrosis hepática atrófica,
en la casa de la calle Durazno N ° 94 al borde de lo s 60 años.

2) Me refiero a la ficha biográfica de Fernández Saldaría en su D i c c i o n a r i o U r u g u a y o d e B i o g r a f í a s , ed.


1945, y a M Blanca Paris de Oddone, L a U n i v e r s i d a d d e M o n t e v i d e o e n la f o r m a c i ó n d e n u e s t r a c o n c i e n c i a
l i b e r a l , Montevideo, 1958 y Juan Antonio Oddone, M Blanca Paris de Oddone, H i s t o r i a d e la U n i v e r s i d a d d e
M o n t e v i d e o . L a U n i v e r s i d a d V i e j a : 1849- 1885, Montevideo, 1963. Véase además la Introducción de Ariosto
González a Luis Melián Lalinur. D i s c u r s o s p a r l a m e n t a r i o s . Montevideo, 1943, pp. 12 y 33.

3) Mi padre, Edm undo Narancio (1879- 1963) fue alumno de Destelïanis y lo recordaba por su formidable
erudición. Lo describía sentado al pupitre con el rostro cubierto de espesa barba entrecana y unos lentes de
armazón metálico y pequeños cristales ovalados, por sobre los cuales se afanaba por ver a lo lejos con sus ojos
enrojecidos y llorosos. Pedía que no se fumara en su cercanía por el daño que el humo hacía a sus ojos.

4) La testamentaria de Desteflanis permite reconstruir su biblioteca, aunque las anotaciones tienen frecuen­
tes omisiones Llam a la atención la repetición de algunas obras, lo que hace suponer que en sus años postreros
la cantidad de sus libros y los quebrantos de su salud, especialmente la vista y la memoria, le hizo duplicar sus
adquisiciones. Acaso es acertado el juicio de Fernández Saldaña de que fue un bibliófilo y un bibliómano.

5) En abril de 1983 fui invitado para concurrir - en el marco de la recordación de la muerte de Garibaldi- a
una reunión en It alia sobre temas garibaldinos; habiéndome excusado de concurrir, fue en representación del
Uruguay el doctor Blás Rossi Mazzella quien - tengo entendido- leyó mi trabajo antes mencionado sobre
Destelïanis.

6) Cuando visitó Uruguay el senador Pablo Taviani en 1986, se le nombró M i e m b r o d e H o n o r d e l


H i s t ó r i c o y G e o g r á f i c o d e l U r u g u a y (Act a N" 26 - 20 de agosto de 1986), y se le obsequió un
I n s titu to
ejemplar de la fotocopia completa del libro de Desteflanis convenientemente encuadernado. Previamente había
planteado al Instituto las razones que tuve para atribuir su autoría al profesor erémonos. Mis pruebas fueron
aceptadas sin observación.

A los efectos comparativos damos aquí el contenido de la Table des Matières (primera página) del libro de
Prevost- Paradol, segunda edición de 1985 citada en el texto:

Advert issement I

L IV RE PREM IER L’ Orient jusq’ aux premieres relations des perses avee les grecs.- I. De PAsi e en gene­
ral- II. La Chine.- III. L ' Inde- IV L'Egypt e. V. Les Juifs. - VI. Les Phéniciens - VII. Les Assyriens - V III. Les
Médes. - IX. Les perses.- X. Civilizat ion orientale. (D'une date inconnue á 501 avant J.C.) I

L IV RE D EU X IEM E - La G rece jusqu’ aux guerres médiques. I. La Grèce.- II. Invasion et légendes.- IM.
Civilisat ion grecque à l ’ époque de la guerre de Troie.- IV. Les Dorions.- Sparte - V. Athènes.- VI. Etats secon­
daires.- Colonies - VII. Unité morale des peoples grecs. (D'une date inconne á 501 avant J.C.) 98

L IV RE T RO ISIEM E.- La Grèce depuis les guerres modiques jusqu’ à la bataille de Mantinée. I Les guerres
médiques.- II. Grandeur d’ Athènes.- Aristide.- Cimon.- III. Périelès.- IV. Guerre du Péloponése.- V. Alcib iad e.-
Revers d ’ Athènes.- VI. Les dix- mille.- Agésilas.- V II - Politique des Perses.- Affaiblissement de Sparte.- V III.
Résultat de ces discordes. (501- 361 avant J.C.) 152

L IV RE Q UA T RIEM E.- La Grèce depuis la bataille de Mantinée jusqu’à la défaite de ??? en Italie.- i.
Décadence de la Grèce - Il Philippe et Démosthène - IIP Chéronée.- IV. Alex andre - La Grèce envahit l ’ Asie.-
V. Les successeurs d'Alexandre.- VI. Corruption de la Grèce et de l ’Orient. (362- 275 avant J.C.) 210

7) Una copia de las Actas de la Sociedad Filohistórica, desde su fundación hasta el 19 de setiembre de 1877
en que pasó a "transformarse” en Sección de Historia del Ateneo del Uruguay y de sus actas hasta el 15 de
setiembre de 1879, tomada del original, me fue facilitada generosamente, por Alfonso Llam bías de Azevedo.
R a íc e s m ís t ic a s e n S a r a d e I b á ñ e z
(B A S A D O E N P O E M A S D E C A N T O P O S T U M O )

SOLV EIG IBÁ Ñ E'/ ( *)

He de referirme a las raíces místicas en la obra de SARA DE IBAÑEZ, y no al


misticismo pues este último término, entendido como el eje que inspira y determina una
obra lírica, aparecería reflejado en el estilo inmediato o externo de un autor. Pero, en
SARA DE IBAÑEZ lo místico no es intencional o aparente sino esencia que se trasluce
sólo a través de estructuras y conceptos, en cada unidad poética. De modo que -pienso-,
existe una diferencia muy sutil entre lo místico propiamente dicho y la mente creadora.
Esta, puede contener raíces místicas desde muy antes de iniciada una obra. Vale decir
que estarían en el alma y espíritu de un autor, constituyendo su eje medular y su
proyección óntica. Jacqucs MAR1TAIN, en su ensayo "La experiencia mística natural y
el vacío” , expresaba que el conocimiento poético es aquél en que la realidad está
involucrada con la subjetividad (o existencia creadora), y el conocimiento místico sería
el último acto del conocer. Y, si bien la poesía aprehendería una realidad externa en un
acto de intuición creadora, y la mística sería la pasividad del éxtasis, en algunos autores
-como en el caso de SARA DE IBAÑEZ-, se daría una tercera posición: aquélla en que
la mística comulga con la actitud creadora y se vuelca a la palabra con la poesía. O sea:
contemplación del alma e impulso creador, fundidos en una sola unidad. Y es en esta
unidad del lenguaje y el éxtasis, que podemos desentrañar raíces místicas o actitud
mística y pensante, simultáneamente. Conviene aquí citar también a Juan Ramón JIM E­
NEZ, quien ha dicho que, el poeta acaba por aceptar el silencio. Este silencio sería, la
integración espiritual ríe la vida, en la obra poética.
Para el estudio o valoración de la presente temática, he escogido algunos poemas del
volumen "CANTO POSTUMO" de SARA DE IBAÑEZ. Así, de la primera División de
CANTO POSTUMO, intitulada “ D i a r i o d e l a M u e r t e ” , presento tres poemas; luego, de
“ C o n t r a p u n t o ” (Tercera División), e l N " X ; de “ B o s q u e j o s y V a r i a c i o n e s ” (Cuarta
División del libro), dos poemas: “ p a r a l a m u e r t e ” y “ T e s t a m e n t o ” . Y por fin, de
“ B a l a d a s y C a n c i o n e s ” (Quinta División), he seleccionado la mayoría de las composi­
ciones hoy presentadas, o sea: seis (6) poemas, por ser, a mi juicio, el libro que concen­
tra más ampliamente la caracterización de la temática escogida hoy.
Les he mencionado las raíces propias del sentir místico en SARA; ahora les hablaré
de las raíces, digamos “externas” o ajenas a su vocación. Estas son las de sus fuentes de
lectura: aquéllas a que accede la afinidad selectiva del lector y del creador.
¿Cuáles fueron los libros de raíz mística más transitados por Sara?... Indudablemente,
y en primer término, las SAGRADAS ESCRITURAS, estímulo que considero de singu­
lar envergadura espiritual, capaz de inspirar muy en lo hondo, la vena mística de más de
un lector. SARA DE IBAÑEZ leía y releía la Biblia, lugar sagrado de su inspiración y
sus cavilaciones teológicas. Libro básico del que actualmente se efectúa una enfatizada y

(* ) Profesora de Literatura e integrante del Dplo. de Investigaciones de la Bibliot eca Nacional.


..>i i i |>iniii(K/K>n, por varias razones válidas, pero también ingrávidas, connim . .
........ i da actual), de rígidas convulsiones espirituales contrarias y paralelas 1 1 ..
ni,upen de la Biblia Cristiana, nuestra poeta fue una consecuente lectora de San I....
I.I ( III/, de Fray Luis DE LEON, de SANTA TERESA DE JESUS, sor JUANA INI \ i ■ >
LA CRUZ e infinidad de otros tantos escritores místicos... Acotaremos aquí, al;.....
expresiones de PLATON, antiguo pionero de la metafísica moderna, quien decía qu.
los momentos de inspiración, el poeta transcurre “como en un sueño" dentro d.
realidad temporal del mundo. Pero, más lejos aún, el poeta llega a percibir una ivali.l. i
más vasta, infinita e invisible, que se asemeja a la nada. Y el lenguaje se siente cntoii.,
rebasado por un sentido inexplicable. Esta apertura de un yo personal hacia un 'i i >
general y absoluto, es propia del poeta y del místico. Ambos llegan al Silencio (aquel, .1.
que hablara JIMENEZ) y, según Albert BEGU1N, “el silencio del poeta sería silencio .1.
vencidos que se resigna, en tanto que el del místico es paz (aquélla que ha encontrado . I
término de su aventura)” . Pero, no por ésto se limitan las potencias de vuelo del pod.i
Así, BAUDELAIRE, buscaba a través del ensueño y de la sensación de abandono que I.
producía la idea de lo bello, una visión calma y ordenada del mundo. RIMBAUD quena
encontrar, a través de la clausura de diamante del verbo, la pureza de la visión angélica \
sus ecos...” MALEARME se empeñaba en lograr un idioma poético que le mostrara “un.i
prueba de un algo grande" manifestado en formas de eternidad. Y nosotros nos pregunta
mos, ¿qué son estas sucesivas experiencias particulares de tantos diferentes egos poch
eos, sino la manifestación ríe una aventura conjunta hacia lo absoluto, la unidad eterna y
la contemplación? Alberto BEGUIN -y yo lo apoyo- se siente movido a borrar toda
frontera entre poesía y mística propiamente dicha. En SARA DE IBANEZ inclusive, si­
tiaría una simbiosis ideal entre poesía y mística.
Pero dejemos las disquisiciones sobre límites o peculiaridades entre místicos y poe­
tas, para abocarnos a los poemas de SARA que ya he anticipado. Comenzaremos pues,
con los tres poemas de “Diario de la Muerte" (Subdivisión “Calidoscopio") del volumen
CANTO POSTUMO.
El primero de los poemas elegidos, se titula: “HOY” (p. 12), y canta a la eternidad de
la Creación donde el poeta, desde su convicción celeste, siente que “una sangre con alas/
por la alta luz circula/” . Prosigue luego "Hoy que todo comienza para no acabar nunca”
y “un latido compacto cielos y tierra junta". Ese latido compartido por cielos y tierra,
evidencia el sentimiento místico del poeta. Veamos la estrofa final en que se capta una
imagen negra y muda, donde la muerte se vislumbra y andan, sus ojos lejanos, “cargados
con su muerte, como bayas maduras” . Este impacto, real y subjetivo a la vez, no
desestima la fe; es, simplemente, la aceptación -dentro del intacto Reino de Dios-, de
una Ley donde coexisten la vida y el morir, y que a veces parece incautar nuestras
posesiones espirituales en medio de la fiesta del mundo. Sólo esto, no hace falta explicar
más: la fe permanece intacta pero se repliega unos segundos en la melancolía que tienen
a veces los ciclos físicos o los finales aparentes. (Pág. 10).
El segundo poema es de “Calidoscopio” (Primera Subdivisión del libro “Diario de la
Muerte", y se titula: “ U n d e l i c a d o p á j a r o ” . (Pág. 15). Este poema concierta el destino
del ave con el creador, y, el de ambos, con la muerte. Aquí se canta la belleza de la
muerte, del canto, y del ser elemental (el ave) que reitera su esplendor, blanda, geométri­
camente, como la nieve derramada en Dios. En este poema Dios aparece como un puntal
natural más que como un símbolo. Puntal de la belleza y la predestinación, en el glorioso
\ dramático devenir de la vida. El ave es simple, inocente, perfecta. Quizá podamos
luhiar aquí, como en “CANTO" y libros subsiguientes de esta autora, del panteísmo de
I »ios en los elementos de la naturaleza. Dios está, sin nombrarlo, en la grandeza de las
transformaciones seculares. El creador del poema habla del pájaro como de su enemigo,
pues lo siente disuelto en su sangre, ahogando destellos y fábulas de oro. Pero, paralela­
mente a esa enemistad, ambos se hallan mancomunados en el afán de perseguir la
muerte “en cada frágil huella”, o de hallarla y construirla a través de su propio destino:
el pájaro, “en millonario pueblo” (pues simboliza a todas las aves), y el creador, “en
copos de ti niebla”, donde desemboca, luego de una búsqueda sin termino, en la mecáni­
ca de la muerte y la vida. Pero ambos, ave y creador, son criaturas del canto y del
lamento. A través de sus voces (que son su verdadero destino), abandonan la transitorie-
dad del paisaje vivo y, “en alabanza de la luz se queman”. Así. al final del poema, logran
crear su milagro particular, y el drama primigenio se disipa en las alturas de esa luz a
donde ambos se dirigen: esa luz, símbolo de Dios, sin lugar a dudas.
(Pág. 15)
El tercer poema escogido en “Calidoscopio”, de “Diario de la Muerte”, se titula:
(Pág. 18)
“ A s p ir a c ió n " .

Esta composición constituye el deseo, no del creador, sino del ser viviente que busca
hospedarse para siempre en la paz de la naturaleza. Al comienzo, la voz que canta, dice
querer ser un profundo río. En seguida (estrofa segunda), en una actitud más metafísica,
aspira a ser “fuego de amarillas flores y hacia otros cielos volcado/”. Tal fuego sería la
esencia del agua... En la tercera estrofa, vuelve a retomar la idea del agua palpable,
cuando dice: “ ...ser una fuente sumisa (expresando así un deseo de paz y humildad del
ser). En la cuarta y última estrofa, desea ser una corriente prisionera, una vena, una onda
o una gota del río. Y quizá menos aún: un reflejo, el suspiro “del iris que le rodea”, etc.
Y por fin, en la quinta y última estrofa, dice: “...si pudiera hallar el modo/de ser nada/”.
En este deseo final, de la aspiración a ia natía, nos hallamos ante el reverso tic Dios, que
es el Todo. Esta aspiración negativa, ontológica, sintetiza la raíz mística, comparable al
sentimiento de un panteísmo negativo. Porque la naturaleza, en SARA DE 1BAÑEZ, está
imbuida de Dios o de su ausencia aparente. “Aspiración", como la gran mayoría de los
poemas de “Diario tle la Muerte”, manifiesta una angustia (íntica, próxima en apariencia,
al nihilismo: plena de los preludios y la desnudez de la muerte. Pero no olvidemos que la
muerte -en este poeta-, no niega a Dios sino que constituye uno de los tantos caminos
naturales que transita el hombre en el mundo.
Hablemos ahora un poco de “ C o n t r a p u n t o ” , que configura la tercera División del
Libro “Diario de la Muerte", al que estamos hoy abocados. Esta División está compuesta
de diez poemas exhaustivamente acres, angustiosamente bellos y predeterminados por el
denodado sentimiento del morir que fructifica en una feérica esperanza del no ser.
CONTRAPUNTO es un movimiento o despliegue de estrategias en torno a un morir, si
bien lírico y fastuoso, absoluto y total. La belleza está en la primorosa yuxtaposición de
circunstancias oníricas y abisales que desembocan, inexorablemente, en la despedida tlel
mundo sensible. Poeta tlel testimonio causal, se sobrevive en la muerte a través de un
trascendente -o polifacético- esteticismo. Así, e l ú l t i m o p o e m a d e e s t a S e r i e : e l N " X ,
reivindica a la muerte como una contrapartida tle la vida: "....la vida está esperando,
porque la muerte espera”. O sea que, aún viviente, lo vivo dependerá de lo muerto. ¿Por
qué?: port|ue el poeta siente que la vida es el hijo recién parido por esa Madre-Muerte
.... luí .i y sabia, protagonista del mundo vivo. El hijo que vuelve a las raíces del exi' .iu
lo luce por medio de “un tallo de niebla’Vdesde las altas hojas/donde la muerte suena
Am concibe el poeta -en este poema- los ciclos evolutivos de la vida y la muerte.
Obsérvese que es la muerte, quien da la vida. Y no podría ser de otro modo ya que. i
bien de un punto de vista teológico fundamental (y también científico), la vida conluu.
vida y no muerte, metafísicamente, es la muerte quien podrá engendrar vida, a fin tic qu.
exista o se afirme, el nexo vida-muerte. Por tal razón el soñar de la muerte es abrupto
como lo sería el de una fiera salvaje, pues sueña con la vida sólo para “...abrirse los ojo-,
y comerse las venas/...” O sea: para cumplir, en la realidad, con el ya clásico cometido
palpable y suyo: la destrucción. Y así una y otra vez, en tanto existan “seres madres” s
“seres hijos".
De “BOSQUEJOS Y VARIACIONES", deseo destacar un poema breve (consta de
siete versos), titulado: “ P a r a l a M u e r t e ” . (Pag. 76) Se aprecian en él, naturaleza,
climax y demás condicionantes de una muerte auténtica y cabal. La vida pronuncia el
Verbo que guardaba Dios en la luz, y desencadena la tormenta (ráfagas, truenos y rayos),
preliminares exactos y necesarios a fin de determinar las condiciones físicas y etéricas
necesarias para una muerte justa y pura: ésa que se produce al amparo de dios.
Dentro de esta misma Serie de BOSQUEJOS Y VARIACIONES, hay un poema
bellísimo, el N° X I , titulado “ T e s t a m e n t o ” , en que el poeta -a niveles humanos y
divinos- hace un legado donde se va despojando (en un proceso de posturas anímicas
casi formales), de todas sus atribuciones más elevadas y puras. Tales, el “sapiente
escalofrío” con que “preludian las tormentas” , y la “fría aristocracia”, la “altivez” y el
“pánico” qué va legando de sí mismo, con la finalidad de que “Dios crezca en la
sombra”, amparando así al hombre que se despoja pero continúa legando sus amadas y
diezmadas pertenencias. Todo el poema es una revelación mística respecto al destino de
los mágicos haberes del hombre en la tierra. Lo básico y fundamental en la vida -y ante
la muerte-, debe ser testado o delegado ante quien lo proteja en su heredad singular, tal
como Dios lo haría.
Pasamos ahora al Libro BALADAS Y CANCIONES. De él vamos a considerar, seis
poemas que consitiero fundamentales a la temática hoy expuesta. La primera que presen­
tamos es la “ B a l a d a d e l P á j a r o C i e g o ” , que también podría haberse llamado “Concierto
para pájaro y cielo”, ya que es una sinfonía de la naturaleza y la muerte, en que el pájaro
es protagonista y apuntador, desde aquel retornelo que subraya las peripecias de la llor,
el cristal, el vino del incendio, etc. En el poema, canta un pájaro, ciego por definición,
por destino y mandato divino. El ave no necesita ver, sólo cantar, motivando así los
condicionantes del mundo en torno. Hacia el final de la balada, se asumen los tonos
morados y grises del invierno y se llega a las clausuras del desierto. En este punto,
estalla el clarinete del pájaro ciego, subrayando el drama temático, ahora maduro. Y,
como término de esta peripecia cósmica, mediante el crescendo de un estruendo de
campanas, asistimos -entre la eternidad negra de la lluvia-, al derramamiento de una
tromba de cenizas donde Dios se derrumba entre los ecos. En tanto, eterno e inmutable,
el pájaro ciego continúa con su canto.
Presentamos ahora, del libro BALADAS Y CANCIONES, la “ B a l a d a d e l S i e m p r e
Seis estrofas en impecables endecasílabos, nos hablan de aquel ser que no ha
M u e r to ” .
tenido oportunidad de aflorar a la vida. Como siempre, asistimos a imágenes de sorpren­
dente prestigio y originalidad lírica. El ser -de quien se habla-, es apenas una “torre de
aire agudo quebrada en pájaros remotos”. Su rostro, "el blanco pueblo del olvido...” Y
así sucesivamente. El ser -o el no ser-, se mira entre reflejos de sí mismo, sin la
oportunidad del cuerpo. Comprende entonces su destino “sin ayer, hoy ni futuro” . Y, en
el instante en que el “no ser” debe concretar -digamos- su ciclo, aparece Dios y le
conduce “por la seca raíz del humo”. Dios encarna, aún y siempre, la voluntad y el
destino cumplido, aún tardíamente. He aquí pues, algunas de las raíces místicas persona-
lísimus y harto palpables, en SARA DE IBAÑEZ.
Pasamos ahora, a “ B a l a d a d e l S o l i t a r i o ” (Págs. 89 y 90) En esta fabulosa Balada, se
dan como siempre, ciertos condicionantes -que surgen de la mente-causal del poeta- y
que delinean toda una peripecia edificada en lo espiritual, ya que los elementos físicos
(tales los paisajes) están plasmados dentro de esa mente causal. En esto radica la esencia
de éste y otros tantos poemas de SARA DE IBAÑEZ: en la presencia de una mente que
filtra los paisajes del mundo, tornándolos en idealidades o sea, en productos de una
poderosa síntesis mental. Dicha síntesis contiene simultáneamente: lo pictórico, lo espi­
ritual, lo terreno y lo feérico. Por supuesto, en dicha concepción está presente Dios, en
su grandeza y espiritualidad infinitas, aunque su presencia no esté explicitada. Porque,
en cada estrofa de esta Balada, nos enfrentamos con una verdad divina. Ya desde el
comienzo, con el verso: "Tengo una lámpara encendida"... ¿Qué lámpara es ésta?: la de
la infinita sabiduría, por cierto. Prosigue el poema con todo un itinerario -aparentemente
físico-: “...anduve un tiempo en los jardines/corté la flor del azahar” ... Pero, en la tercera
estrofa está latente la memoria divina, cuando cruza fronteras amarillas y las ve alzarse,
¿dónde? “...entre mis ojos y los mundos/entre mi ser y su pasar"... En esta estrofa, el
periplo cursado -al igual que en las estrofas subsiguientes-, nos está mostrando el paisaje
interior, el viaje mental inducido por una Presencia Luminosa. Esta Balada configura
pues, un viaje marcadamente interior, entre paisajes que determinan puntualizaciones
metafísicas: "...nadie esta linde ha traspasado/sin tener algo que matar/”. De esta manera
continúan -en sutil simbiosis-, los versos de la imaginación y el sentimiento, fundidos
con los análisis conceptuales, señalándonos la Divina Presencia. Así, en los "pájaros
dulces de mirar”, SARA ve el estrago en la tierra, pero también paralelamente-, lo ve en
la llama viva de la creación humana. Dicha creación es lo que empuja y detiene al
hombre en su pasar, pues contiene un destino inexorablemente bíblico. Por fin, en la
última estrofa, la criatura humana ha sido presa del olvido de la vida, que se la lleva,
como aquellas olas que la protagonista (el poeta) debe contar y contar... En los últimos
versos, la presencia de Dios se enfatiza a través del rostro del poeta: “...lámpara cncendi-
da’Vque alumbra sola frente al mar/”. ¿Puede haber imagen más elocuente de la divini­
dad?...
En “ B a l a d a d e l A n g e l P e r d i d o ” , SARA DE IBAÑEZ está profundamente imbuida
del sentimiento místico. Nos habla del Angel que “deja la casa de su padre”. LItiliza
minúscula para anotar el vocablo “padre”, pero lo hace por un principio estético muy
atendible: el de las unidades de estructuras y conceptos con que maneja ésta, su obra
lírica.
Escucharemos esta balada, como un nuevo ejemplo de los paisajes marcadamente
interiores, o sea. de un tinte permanentemente espiritual. Aquí vida y muerte se reflejan,
de la mano, en el pasaje de este Angel por su antiguo Reino terrenal. El desacostumbra-
miento del Angel a todo lo sensible, su azoro, han sido captados con la exactitud y
i ........... Ir. mías imágenes de esta poesía. Las dos últimas estrofas en espía ul
. mi .I. a.loándolo, el sentimiento de divina desorientación del Angel Per di do
> ' las raíces místicas de SARA, confluyen, imagen tras imagen, durante lodo . i
1111

iiullo del poema.


Por último, siempre del libro BALADAS Y CANCIONES, he escogido im i
breve, intitulado “ Balada del Reino” . Como los anteriormente analizados, i . .
poema sumamente simbólico. Lo peculiar del mismo consiste en que. de su esim. m.
octavas y de su estilo, en base a interrogantes con sus respectivas respuestas, pao
desprenderse, espontáneamente, un significado accesible. Pero no es así. La i lo.
radica, concretamente, en la forma, claramente dialogada y definida. Ahora bien
respuesta encierra un enigma en cuanto a su interpretación. Al leerlo, lo vamos compo
diendo más claramente. La primera estrofa es muy precisa en su interrogante: "Doo
vas, soldado alegre?...” Y la respuesta es nítida: “...a pelear por aquel reino/de clan-m
das fronteras”... No se titubea: la respuesta se da con fuerza, seguridad y del inn o...
Ahora bien, a partir de la segunda estrofa, el diálogo se va tornando intrincado y i ....
indefinible en sus sentidos aparentes: -¿Para qué quieres un reino/sin entrada m -..il.
da?”.... Y la respuesta, sintética, no se hace esperar: -"Para ceñir a mi frente la coron.i .1.
la vida". Esta respuesta encierra un propósito aparentemente concreto: ceñir una coum.
Pero la pregunta que antecede podría parecemos capciosa pese a que todo está formal.i
do en términos claros y, al primer momento, simples. Pero, ¿qué supone para el Iciim
desprevenido, aquel reino "sin entrada ni salida”?... El verdadero significado no es l.n il
ni inmediato. Sin duda, a mi juicio -y a juicio del soldado del poema-, un reino sin
entrada ni salida pertenecería al mundo inmaterial, ¿no es así?... Y bien, en la tercera \
en la última estrofa, se aclararía lo del reino en cuestión, ante la pregunta final: “...¿A
quién vencerás, soldado...? La expresión “vencer”, incluiría la obtención de aquella
corona, pero se inquiere, además: “...Quién de esa corona es dueño?..." Y se responde.
“...El rey que mora cautivo/de un relámpago del sueño/”. Sin lugar a dudas, el mundo de
aquel rey, sería inmaterial, y el propio rey, prácticamente ficticio (como sólo pueden
serlo los seres capaces de morar en un relámpago del sueño). La mística con que se
encara y se soluciona este tema, es altamente metafísica, y no resulta difícil pensar en un
Dios elíptico y eterno, situado en la trama subyacente de esta Balada. En ésta, se funden
pensador y pensamiento: el que sueña y el que es soñado. Fácil victoria, al fin de
cuentas, para el soldado alegre, la obtención de la corona de marras.
Pasaremos ahora, para finalizar por la tarde de hoy, a “ Canciones”, y última Parte
del libro Baladas y Canciones, de “CANTO POSTUMO", lie de comentar las canciones
3a., 7a., y 9a.
La Tercera Canción, consta de cinco estrofas de tres octosílabos cada una, rematan­
do con un tetrasílabo. E;.s un ejemplo -de los escasos, en que se menciona la figura de
Dios. Pero la autora sólo lo hace para ubicar al Creador directamente en el entorno
metafísica) y sus contingencias esotéricas. En la tercera estrofa -y al escucharlo-, se
captan de lleno dichas singularidades; así dice: “ ...Dios se ha dormido a la sombra/de
mis ojos y me sueña/...” Momentáneamente, se canta aquí la ausencia de Dios quien, no
obstante, ampara y sueña a! poeta. Dicho sueño, será “el luto de la aurora” (la de Dios),
si éste despierta. Pero, como Dios está ausente, la muerte es total. Se trata de la eterna
concordancia de la ausencia con la muerte, quien también nos desafía desde el verso:
“ ...Entra, si puedes sufrir la redondez de la muerte/Ios sellos de su jardín/trasparente/” . Y
ili/a: “...Si quieres verme la cara/con el antifaz de hielo/ (o sea, ya en el reino frío),
o en la esfera cerrada/donde muero/”. De este modo, el poeta muere y acepta su
.1

•I> muerte tal como un poco antes aceptara la de Dios.


1.1

I’ara esta escritora, Dios es una entidad continua c irrevocable pero eso no quita que
i >ea sus divinas raíces inmersas en el mundo del hombre. Aquí la óptica deja de ser
> •.iica para ser tan sólo teológica. Las raíces sí. sigyeti siendo místicas porque el poeta
111

mica con Dios. (Págs. 123 y 124).


N" S i e t e , (siempre de la Subdivisión “Canciones”, de CANTO POSTU­
La C a n c ió n
M O, es un poema en endecasílabos que consta de un total de dieciséis (16) versos, todos
>desagrados al amor. Hs éste, sin duda alguna, aquel amor de que gozan en algún
nmmento los seres humanos en la tierra, pero es también, fundamentalmente, el amor
divino. Y es en torno a esta jerarquía del amor, que se discurre en el poema, sobre el
ladiante transcurrir de la vida, el rocío de las lilas, el rumor de las abejas, los tersos fríos
>le la luna y, en fin, torio aquello inherente a la naturaleza y la belleza en paz consigo
mismas. Y, entre esa fiesta de sentidos y galas de la naturaleza, el amor intacto, el amor
dormido. Lis decir, el amor eterno, serenamente irreductible y puro, tal el amor divino,
lis éste, pues, un poema de entrañable raíz mística en torno al sentimiento del amor. (P.
I 29).

Pasamos ahora, al último comentario poético, con “ C a n c ió n N ovena” . (P. 132 y


133).
SARA DI i 1BAÑLZ identifica aquí a Dios con lo intocado, la natural gallardía de la
vida y el triunfo de la virtud. En esta Canción, la figura que se menciona simplemente
como “ella", simboliza a la fatalidad, desde una muda testigo de la muerte: una elegida
testigo. Es ésta, una serena y taciturna canción testimonial sobre la guerra que se aproxi­
ma, lenta e inexorable, por las puertas vacáis que va dejando Dios en su ausencia.
“Ella”, sería la Mayorazga -según el poeta-, de un mundo desolado por las conflagracio­
nes y en litigio consigo mismo, como siempre ocurre en el destino del hombre. “Ella” es
la guardiana poderosamente femenina -por lo estática y fiel-, y es quien connota los
cielos y cambios que experimenta la vida cuando "ya no mira Dios"... Así, sola, hieráti-
ea, siempre despierta, ella vela entre el polvo de la espera, entre las palomas y sus
propias lágrimas sin dueño. Verá a sus pies los huracanes del mundo, ya mustios de
desatar fragores y cenizas sobre las ciudades, y verá correr la sangre por los ríos y gemir
de asombro el trigo ante el incendio de sus propias, inocentes espigas. Por fin, “ella”
cierra los ojos, y la tiniebla del cielo a su vez, cierra su puño. Ella se la es la que ve y
testifica entre los muertos y lleva el rostro herido por el mundo. Creo oportuno destacar
la dignidad y grandeza de todos los elementos concebidos por el poeta para ésta, su
Novena Canción. La sobriedad -que prima en la composición- suavemente desprendida
del caos, tic la soledad y la ausencia divina. Considero que la Novena Canción constitu­
ye otro de los importantes y originalísimos poemas de SARA DE IBANEZ.

N O T IC IA C U R R 1C U IA R S O ¡i R E S A R A D E IR A Ñ E Z

SARA DE IBAÑEZ nació en Chamberlain (Dpto. de Tacuarembó), próximo a Paso


de los Toros, URUGUAY, el 10 de enero de 1909. Su vida, de luminaria poética univer­
salmente reconocida, se extinguió en Montevideo (1971). Su verdadero nombres es:
SARA IGLESIAS CASADEI. Siendo ella aún niña, su familia se radico cu M
donde SARA inició sus estudios en un Colegio de Hermanas. Muy joven .
poeta y crítico, Prof. Roberto IBAÑEZ, y se dio de pleno a su caricia bu ¡ ..
médula fue la POESIA. Así, en 1939 terminaba su primer volumen poético i
de resonante éxito (dentro y fuera de fronteras) y que se editó en 1940. Mi poi
personalidades como la de Pablo NERUDA, decían de ella: “...GRANDI., I \i i '
NAL Y CRUEL POETA". Luego, a lo largo de su vida de místico recogimicnn.
DE IBAÑEZ dio a luz numerosos volúmenes poéticos (Once en total, todos ......
por el Estado uruguayo), a s a b e r : “CANTO A MONTEVIDEO“ , (Impresora I m
Mdeo.). 1941; “ HORA CIEGA” (Buenos Aires. Ed. LOSADA) 1943; “ PA Sim
(México, “Cuadernos Americanos”) 1948; “ARTIGAS” (Montevideo, Impresola I n
ya) 1952; “LAS ESTACIONES Y OTROS POEMAS” (México, “Fondo de < m
Económica") 1957; "LA BATALLA” (Buenos Aires. Ed. Losada) 1967; "APOGAI u
XX” (Caracas, “Monte Avila”) 1970. Sus tres últimos libros: “Baladas y Caín un,
“Diario de la Muerte” y “Gavilla", fueron recogidos (junto con otros poemarios su. I n­
erì un solo volumen confeccionado por su esposo, el escritor Nacional ROBERTI» III \
ÑEZ, luego de la muerte de SARA, con el título de “CANTO POSTUMO” (Ed. I .. O
Bs. As., 1972). En 1973. SARA obtuvo el PREMIO NACIONAL DE LITERA! I l
Post-Mortem, otorgarlo por Jurado del Ministerio de EDUCACION Y CULTURA .1
Montevideo.
( r ú n ic a d e l U r u g u a y ( 1 8 1 0 - 1 8 3 9 )
se g ú n A n to n io D e o d o r o d e P a s c u a l
\ I ICIA FERNÁNDEZ ( *)
OSCAR JORGE VILLA (*)

R E F L E X IO N E S C R ÍT IC A S SO B R E LO S “A P U N T E S VARA LA H IST O R IA I)E

LA R E P Ú B L IC A O R IE N T A L D E L U R U G U A Y" (P A R ÍS , 2 T O M O S, 1864) D E

A N T O N IO D E O D O R O D E P A S C U A L (E S P A Ñ A , 1822 - B R A S IL 1 874).

lin su trabajo sobre Historiografía uruguaya en el siglo XIX. Apuntes para su estudio
(I) Juan Antonio Oddone ubica a de Pascual en la crónica con aportaciones eruditas
distinguiendo, además de ésta, una memorialista y otra narrativa. Le califica de extraña
ligara de publicista y trotamundos que emprendió variadas empresas y aventuras litera­
rias en Brasil y el Río de la Plata, así como indagaciones Balísticas en archivos america­
nos. Sus Apuntes (...) serían su única contribución memorable. "Se proclama -escribe el
Profesor e investigador Oddone (2)- a sí mismo cronista y la estructura de la obra lo
confirma: el tono narrativo y superficial, la exposición cronológica (cada capítulo co­
rresponde a un año), las minuciosas descripciones en que se deleita y una tendencia,
muy verbosa, hacia el retrato biográfico, matizada con la cita documental y la pintura
psicológica, constituyen algunos rasgos de la fisonomía externa de estos Apuntes
Refiere el Profesor Oddone que pese a la compulsa laboriosa de documentos (sobre
todo del Archivo de ltamaratí), "(...) sus convicciones monárquicas e hispanistas dictaron
muchas de sus apreciaciones sobre nuestro pasado revolucionario" (3). Le considera
carente tle sólida formación histórica, como de la Sota, pero, escribe, que da sin embargo -
por momentos- en medio de la animada imaginación de su relato, la sensación de un
cuidadoso manejo de fuentes con una aparente seguridad. Es, también, conforme a la
opinión del historiador uruguayo citado, el defensor consecuente de Su Majestad Imperial,
lo que para la época que investiga y escribe, no implicaría contradecir su hispanismo.
Si bien era un cronista, no vacila, en ocasiones, en usar la palabra "historiador”
cuando a él mismo se refiere. “Por ello, a fuer de historiadores (...)" (4). Así, en el tomo
2, escribe: “Antes de pasar adelante en el extracto de este famoso manifiesto, es faena
digna del historiador hacer notar a la posteridad (...)" (5). Y luego indica que “(...) es
preciso no olvidar que somos historiadores y no hombres de bandería, como lo hemos
mostrado con documentos auténticos desde el año 1810 hasta el de 1837. Es menester
recordar que alabamos lo justo, bueno y digno en donde quiera que lo hallamos, vitupe­
rando lo injusto, malo y poco laudable en quienquiera que sea. Es preciso que no nos
ciegue el espíritu mezquino de provincialismo, nacionalidad, credo político o cosa que
se le parezca. ” (6) Y tampoco duda en considerar su obra como “Historia". “Fuerza nos
será repelidas veces en el desarrollo de los acontecimientos hacer digresiones en este

(* ) Profesores e integrantes del Opto, de Investigaciones de la Bibliot eca Nacional.


san ¡do; pues así como acabamos de ver adulterar, falsificar y tener la avilante ./.
estampar hechos que nunca existieron en un manifiesto-preámbulo de declaración ./.
yuei ra, a la Jaz. del mundo y de la posteridad, hemos de ser testigos de iguales o m,o.
repugnantes falsías en no escasas circunstancias de esta historia" (7).
Ya en 1855, nueve años antes de escribir los Apuntes (...) señaló: "El cronista no , •.
ni será jamás historiador. Es verdad que a él se le deben esos vestigios sueltos de edadi ■ ,
remotas y oscuras. Empero, ¿quién forma de esos escombros y trozos esparcidos a la
ventura el gran conjunto llamado relación de los hechos pasados /tara adoctrinar a ha
presentes y venideros7" (8).
Reiteraría en los Apuntes (...) que su misión era precisamente la riel historiailoi
"Mucho se engañará el que crea que nos puede dominar el espíritu de bandería, ni lo\
añejos i cios de nacionalidad o de provincialismo. Hemos emprendido la augusta misión
de decir la verdad para adoctrinar a la posteridad, y a fuer de historiadores, llenaremos
nuestros deberes sin mirar si estos son orientales y aquellos brasileños, si esos otros son
españoles y los de más allá bonaerenses, o si aquellos son argentinos y los de acidia
paraguayos o descendientes de españoles, portugueses o guaraníes. No juzgamos las
razas: son sus hechos los que vienen al tribunal de las generaciones presentes y venido
ras pañi ser pesados en la balanza de la razón y de la justicia" (9).
¿Cómo concebía a la Historia este escritor? Durante su estada en Montevideo (1855)
dejó estampados criterios al respecto en la revista Ixt América del Sur: “No se escribió -
anotó en cierta oportunidad (10)- en vano la Historia. Es un espejo donde se puede mirar
lo presente como reflejo del /lasado para advertir al que está mirando lo que le afea o le
embellece". Es decir -y es un hecho que se reitera a lo largo de su obra- que la Historia,
a juicio de Pascual, juzga, concepto este erróneo, creemos, en cuanto los historiadores no
dictaminan sino comprenden, no sentencian sino explican.
Con más acierto vio en el estudio ríe las causas de los hechos una condición sine qua
non del historiador: “(...) ¿qué ventajas saca para ilustrar su mente del jurisconsulto
viendo consignada en el libro de la Historia una ley sin ipie le digan los motivos que la
engendraron ni los efectos que produjo7" (II). Lo mismo, dice, sucedería con el médico
que no podría sacar ilustración alguna si ignora las causas, síntomas y preliminares de la
dolencia, cuyo medicamento se le indica fue adoptado por los esculapios de aquella época.
"¿Qué ciencia -agrega (12)- aprende el militar que lee los hechos de armas de Pompexo,
César, Aníbal, Escipián, Catátalo y Napoleón si no se le expone los preliminares, la
estrategia añeja, la calidad de los terrenos, las armas que usaban, la fisonomía de los
pueblos vencedores y vencidos, y el espíritu moral que a todos animaba? ¿Qué conoci­
mientos adquirirá el estadista leyendo caída de naciones y encumbramiento de otras sobre
sus escombros si no se le asignan las causas de tamañas alturas y profundidades? ¿Qué
provecho sacará el moralista de cuadros aislados si no se le presentaran las bases sobre
que sentaron su moralidad o falta de ella7 (...) ¿Hay existencia sin causas7"
Exageradas son, sin embargo, sus palabras sobre el objeto de la Historia. "¿No es
cierto que pretende secundar la tendencia a la inmortalidad que incesantemente nos
impele a la perfección7 ¿No es cierto que ansiamos el goce de la ubicuidad semidivina
de ver lo pasado, lo presente y lo futuro? (13). No es futurología lo que hace el
historiador sino simplemente comprender el presente por el pasado. El mismo de Pascual
incurre en contradicción cuando en sus Apuntes (...) afirma (14): "El historiador no debe
vaticinar: es juez de hechos pasados y su misión se limita a hacer reflexiones sobre ellos
para que sirvan de escuela filosófica a las generaciones venideras”.
En 1855 había profundizado sobre estos conceptos de la Historia que el manejaría,
señalando -por ejemplo- que en cuanto a las fuentes, en general, la contemporánea, ora
del antiguo, ora del nuevo continente, vista de cerca, examinada “por nuestros propios
ojos, es la más de las veces muy diferente de la que leemos escrita". “¿Quién se fiará -
añade (15)- si visita las Amónicas, de lo que han escrito y escriben sobre ellas v sus
hombres los viajeros extranjeros? ¿Habrá cosa más desemejante al original que las que
se dicen por plumas especuladoras con respecto a la América del Sur'? ¿No parece que
se han desatinado los tales historiadores contando a la posteridad lo que no ha existido
sino en sus supinas mentes? (...)". Es, a su juicio, incuestionable que en las historias se
debe más crédito al nacional que el extranjero, al testigo ocular que de vista, al contem­
poráneo -al menos de los hombres que han figurado en las grandes escenas políticas- que
al que habla por tradición de tradición. Y en cuanto a la ecuación actor-espectador
sostiene que ambos deben escribir a la par “(...) dándole a cada uno de ellos el peso que
sus cuadros, puestos en parangón, merezcan. El que ejecuta siente más profundamente
que el que mira, de donde nace mayor o menor entusiasmo en la relación de los hechos.
El que mira -arguye de Pascual- aprecia más impan ialmente lo que la exaltación exalta­
da del otro no puede ser sino bajo o a través de aquellas impresiones (...) Los grandes
dramas que tienen ahora lugar en el mundo son generalmente tan inesperados en sus
desenlaces como oscuros en sus resortes, y a! no escribir adores y testigos a la vez, nos
quedaremos sin luz en este caos. La Historia escrita por testigos o por contemporáneos
de los testigos poco después de la desaparición de los actores, comienza si se quiere con
pluma filosófica pero termina con plectro poético o lengua en áspid" (16). Estas pala­
bras explican el interés que de Pascual tuvo por la tradición oral como fuente de la
Historia y la opinión de los contemporáneos de los sucesos para así narrar. Lógico ello si
consideramos que la historiografía rioplatense estaba en ciernes todavía.
También se manifestó como crítico cuando aborda el tema de los hechos históricos
que los estudiosos analizan. “¿Qué mucho que Fontenelle, dándose infidas de historia­
dor filósofo, nos venga a decir que la Historia debe reducirse a hechos, a guerras, a
victorias, a los reyes o presidentes que se suceden en los pueblos, a las partidas de
bautismo de los grandes, a la fe de vivos y muertos, y a los tratados internacionales ? ¿Y
no serán estas bellas historias -agrega- de por sí solas capaces de narcotizar al mundo,
no decimos por 400 años pero sí por 4.000 y más si se quiere? ¡Qué instrucción tan
adormecedora nos proporciona el filósofo de la inquieta Francia! La fortuna es que ni
sus paisanos ni los extranjeros tenemos sueño, que si tal nos aconteciera habíamos de
echarle más largo que el de los siete durmientes, los cuales al decor de la leyenda,
dormirán por una eternidad" (17).
Agregó a su reflexión a aquellos que escribían diccionarios, a los compiladores,
escritores de catecismo y diccionarios históricos, que invadieron el siglo XIX, a los que
caliI ica de hombres superficiales que siguiendo el torrente riel enciclopedismo arrastran
a la “pobre sociedad” a otra Edad Media, acaban con lo que tanto ha costado de legar a
la posteridad a los “pocos pensadores /¡lie han escrito para su instrucción". “Ademas,
cuando registra uno de los anaqueles de una de nuestras librerías modernas topa con
compendios de Historia, corregidos y abreviados, diccionarios históricos, geográficos,
biográficos, políticos, morales, matemáticos (...) De estos dice un académico francés
De lodos los modos de abreviar las historias ninguno hay peor que el de los dn .
ríos. Cuando arrojo la vista sobre un diccionario histórico me parece que veo un.
hermosa obra descompuesta, cusas ideas particulares en vez de formar un todo, ca.m
separadas unas de otras y arregladas por orden alfabético. Tablas bien hechas giran,...
de las ventajas de los diccionarios sin sus inconvenientes'" (18). Es de hacer nolni i|n>
preferentemente la historiografía del presente siglo, en sus postreras décadas, ha vale
rado positivamente la confección de diccionarios históricos con la inclusión de sucesos \
biografías como forma sintética de aproximación y eomplemenlación histórica v no t a n
sintética, constituyéndose en verdaderas puestas al día de los acontecimientos históricos
A juicio ríe Pascual las Academias de Historia deberían anatematizar a esos “abreviado
res” ''(...) que desvían la mente de la juventud del recto camino y le conducen ¡na
senderos que, aunque más cortos, en apariencia, no hacen más que lanzarla en un
laberinto de donde no puede salir sino lisiada en lodos sus miembros" ( ló).
Especial hincapié hizo en la trascendencia de los bocetos biográficos -él, tan afecto a
los pincelazos psicológicos- al punto de indicar que los que descuidan las vidas particu
lares, especialmente en las naciones jóvenes, cometen un atentarlo contra la sana filoso
fía (¿.quiso elaborar una Filosofía de la Historia?) y se extravían" (...) como el filósofo de
Koenisberg, el cual sostiene (pie ‘el objeto de la historia debía ser probar que el
individuo es nada en la especie humana y que la perfección no está hecha por él sino
por la especie entera'. A estas sinrazones conduce el espíritu de sistema. Permítase el
célebre Kant que le preguntemos si la sociedad está compuesta de seres abstractos o de
individuos. ¿No es un conjunto de estos últimos? Sí. por cierto -continúa- v tanto que sin
ellos no habría sociedad como no se halla objeto sin partes que compongan su todo. Es
más fácil describir las partes de un todo que el todo en globo (...)" (20)
Asimismo elaboró en la revista la América del Sur (1855) un diagrama de lo que
sería paso a paso la construcción del texto histórico, hecho que plasmaría en los Apuntes
(...): "De las vidas -escribe (21)- pasemos a las historias particulares y generales.
Dudoso debe ser para el hombre pensador hallar en los anales del mundo materiales
más a propósito para elevar un edificio tan suntuoso como el que se puede presentar a la
posteridad con la historia de las naciones sur-americanas. Una vez. que las repúblicas
Argentina, Oriental, Brasil, Chile, el Perú, Bolivia, Méjico, el Ecuador, Nueva Granada,
Venezuela y las del centro expongan al Universo sus galerías de hombres ilustres,
entrarán a hacer la apreciación de sus acciones y de los resortes que las motivaron. De
aquí se pasará a ver las fac ciones de cada uno de estos nuevos pueblos, de aquí a la
conexión de sus acciones, de aquí a ese sistema muscular que agita el gran coloso sur-
americano ”,
Una conclusión a la que llega es que fueron errados los que quisieron copiar la
Revolución Francesa y muy desviados los que tomaron por la Unión Anglo-Americana
puesto que aquella derribó lo que jamás existió en Sur-América desde su descubrimien­
to, y que ésta fue desde sus comienzos una congregación de diferentes orígenes y
principios políticos, sociales, religiosos y aun nacionales (22). Es aquí el hispano y el
monárquico quien habla. Si la Revolución Francesa derribó la monarquía absoluta, el
peso de esta forma de gobierno se hacía sentir -y de qué forma- en la América española.
Si existían diferencias notorias entre las colonias inglesas del norte y los españoles,
aquellas presentaron elementos que podían ser comunes a ambas. Nótese en este aspecto
que las colonias inglesas mostraron con su levantamiento que los colonos podían dejar
de ser tales y ejemplificaron el camino a seguir a través de conceptos (v prácticas) como
República y Federación, principios a que era desafecto Antonio Deodoro de Pascual.
Ya se ha podido vislumbrar cómo de Pascual sostenía lo que a su juicio constituía la
Historia. Hilo era. fundamentalmente, en 1855. En los A p a n t e s ( . . . ) aplicaría los concep­
tos vertidos nueve años antes. Queremos destacar aquellos que ven a la Historia como un
tribunal que imparte justicia: “ E l h i s t o r i a d o r n o d e h e s e r d e n i n g ú n b a n d o , d e n i n g u n a
n a c ió n , d e n in g ú n c o lo r p o lític o , sin o d e l p a r tid o d e la verdad y a p o yado en e lla f a lla r

s o b r e l o s a c t o s d e l o s p u e b l o s y d e l o s i n d i v i d u o s ’’ (23). Estas aseveraciones pueden

desglosarse en dos partes: Io) la objetividad que pretende del historiador de por sí difícil,
él no la consiguió (ni lo pretendió siquiera) pues fue hombre del Brasil como lo dejó
plasmado en su pluma; 2") la idea de la Historia como tribunal que falla sobre pueblos e
individuos constituye una aseveración equivocada pues, como ya señaláramos, el histo­
riador c o m p r e n d e por sobre todas las cosas. Las dos partes a que hacíamos referencia se
transforman en una constante presencia en su obra. La imparcialidad, por ejemplo. “ L a
g lo ria de la s arm as es ta n q u isq u illo sa que no le es dado al h isto ria d o r hacer sus
re fle x io n e s , sin exponer de a n te m a n o la s p ie z a s o fic ia le s ju s tific a tiv a s q u e p r e s e n ta n am ­

b o s b e lig e ra n te s. Si en a lg u n a f a z d e la H isto ria s e lia m e n e s te r la im p a rc ia lid a d es en

e s ta s jo r n a d a s en q u e se s a lp ic a n d e s a n g r e lo s p e n d o n e s n a c io n a le s. S i h a y n e c e s id a d d e

d isc e rn im ie n to e s en e sto s la n c e s en que se em peñan el honor y el o rg u llo n a c io n a l. Si


a lg u n a v e z., m ás que en lo g en era l, es n e c e sa rio no haber to m a d o p a rte a c tiv a en lo s

hechos, es en esta s c irc u n sta n c ia s en que c ie g a el b rillo de la g lo r ia o la nube del

d e s p e c h o , 'lo d o s s o m o s h o m b r e s ypor lo m ism o o rg u llo so s v capaces d e h e ro ísm o cu a n d o

s e tr a ta d e d e f e n d e r la p a tr ia y la h o n r a in d iv id u a l. C o n v e n c id o s, p u es, d e n u e stra fla q u e ­


za, v a m o s a p r e s e n ta r d o c u m e n to s y lu e g o d ire n to s n u e stro p a r e c e r " (24).

Retengamos la última frase. Encierra un dejo de verdad. Pero de Pascual estuvo lejos
de seguir los pasos por él señalados. El tema es, por ejemplo, la batalla de Ituzaingó.
Presenta documentos y concluye, que aquélla no tuvo trascendencia. Si la habrá tenido.
Basta recordar la batalla de Caseros, el .3 de febrero de 18.52, que significó la derrota de
Rosas y la fecha elegida ex profeso por los brasileños para desfilar por Buenos Aires: fue
el 20 de febrero de 1852, fecha pedida por Brasil pues era precisamente la revancha de
Ituzaingó, el 20 de febrero ríe 1827.
Veamos ahora la primera parte de la transcripción. Concluíamos con lo antedicho y
señalando que de Pascual no fue objetivo ‘pese a presentar documentos' en estas lides, la
de los hecho militares, como no se presentó en otros temas. “ L a i m p a r c i a l i d a d h i s t ó r i c a
n o s o b lig a a c o n f e s a r q u e h a lla m o s e l s e llo d e la v e r d a d en la s c o m u n ic a c io n e s b r a s ile ­
ñas, la s c u a le s c o in c id e n en el fo n d o con la s a rg e n tin a s, v q u e e sta b a ta lla n i fu e
d e c is iv a ni tra jo v e n ta ja a lg u n a a lo s p a tr io ta s (...)” (25). Siempre la verdad estuvo, en
su caso del lado brasileño.
Tuvo oportunidad tic criticar la Historia escrita con pasión, esa pasión que no le fue
extraña, cuando cita a una de sus fuentes. Rivera Indarte, en su análisis ríe la historia
argentina.
“R iv e r a In d a rte e s c r ib ía en m o m e n to s d e e fe r v e sc e n c ia d e p a s io n e s ; p e r o lo s h e c h o s

q u e d e sc rib e son verdaderos, a u n q u e e l le n g u a je con que lo s a ta v ía sea a lg u n a s veces

m ás p ro p io del e sc rito r de un p e rió d ic o d e sa liñ a d o que de un cro n ista " (26). “L a

H isto ria -escribió mas adelante (27)- no e s un e s c r ito d e p a rtid o , es ia e x p re sió n de la


ju s tic ia e im p a rc ia lid a d de la s La pasión, la
g e n e ra c io n e s p o ste rio re s a lo s h e c h o s ”.

parcialidad, inclusive la afirmación sin documento probatorio, fueron notas afines a este
, |• uit>1 .ibrasilerado en su narración. Más aún, agreguemos, la vaguedad, que mamli, t ,
, n .ilgunos casos. Por ejemplo, cuando estudia la insurrección de Bentos Goncalvcz, , h ,
un " t e s t i g o o c u l a r y d i g n o d e f e " (28). Nos preguntamos: ¿quién? ¿cuál era su posición •
No hallamos respuesta. Lo mismo ocurre con el tema de la neutralidad o no de (tul.,
hacia el jefe riograndense. " L a v e r d a d d e l h e c h o e s q u e e l g o b i e r n o d e O r i b e p e r m i t í a ,,
l o s r e v o l u c i o n a r i o s d e R í o G r a n d e c u a n t o q u e r í a n h a c e r e n l a f r o n t e r a s o p r e t e x t o ,/.

n e u t r a l i d a d , y n e g a b a a l a s a u t o r i d a d e s l e g a l e s d e l B r a s i l l o s m e d i o s d e s o f o c a r /,,

re b e lió n de lo s p rim ero s. Aún e x iste n h oy je fe s o rie n ta le s que re c ib ie ro n órden es ,-u


d iv e r s o s se n tid o s, se g ú n la p o s ic ió n e n q u e s e h a l l a b a n , 3' a l h i s t o r i a d o r l e h a re la ta ,lo

un te s tig o o c u la r e ste hecho, a ta n d o lo s nom bres de lo s c o m a n d a n te s de la f r o n t e / ,1


o r ie n ta l q u e s e v e ía n en c o n flic to s a c a n s a d e e s ta s c o n tr a d ic c io n e s d e l g o b ie r n o " . (29)
De Pascual reiteró en varias oportunidades la importancia del documento escrito y de
la tradición oral como fuente de la Historia. Sobre los primeros señaló: " A n a d i e s e l e
e s c o n d e lo e s p i n o s o d e n u e s tr a ta r e a , p o r q u e , a p e s a r d e h a b e r s e e s c r i t o m u c h o , e s p o c o

h a c e d e r o h a lla r d o c u m e n to s o fic ia le s en d o n d e la s re v o lu c io n e s s e su c e d e n u n a s a o tr a s

casi sin treg u a , en d o n d e ju n ta m e n te con lo s hom bres desaparecen de la escena lo s


a u tó g r a fo s q u e p o d ía n s u m in is tr a r la v e rd a d h istó ric a a b so lu ta y ta l v e z a rr o je n ■ m u c h a

lu z p a r a la r e la tiv a . E n d o n d e n o h a y ti e m p o m a te r ia l, p o r d e c i r l o a s í, p a r a d e d i c a r s e a l

e s tu d io d e a s u n to s s e r io s q u e s e h a lla n h a c in a d o s en lo s rin c o n e s d e l h o g a r d o m é s tic o ,

en m a n o s q u iz.á m e n o s a p ta s , o en lo s e m p o lv a d o s a n a q u e le s d e lo s a r c h iv o s p ú b lic o s,
d e sg ra c ia d a m e n te m in o ra d o s d e la s p á g in a s m á s p r e c io s a s d e la H is to r ia y q u e s e han

h a lla d o m u c h a s v e c e s en la s lo n ja s y tie n d a s p a r a e n v o lv e r s e d e r ía s o c o m e s tib le s , o q u e


yacen e s c o n d id a s en a r c a s e x tra n je ra s. E n d o n d e e l h e r v o r d e la s p a s io n e s y e l e g o ís m o

to rn a n in ju sto s, p a rc ia le s y sendas vec e s c o n tr a d ic to rio s a lo s m is m o s e s p e c ta d o r e s de

lo s s u c e s o s -¡ q u é n o a c o n te c e r á a lo s a c to r e s!-. E n d o n d e , en fin , n o so n lo s p rin c ip io s

s in o lo s h o m b r e s lo s q u e s e d e f ie n d e n , p r e c o n i z a n y s e c o n s i g n a n a la p o s t e r i d a d " . (30)
Pueden tomarse estas afirmaciones como testimonio de los acatares de los documen­
tos públicos y privados durante nuestro convulsionado siglo XIX. Pero en relación al
documento en si y su utilización por de Pascual cabe hacer algunas precisiones:
Io Se encuentran traducidos aquellos que están en otra lengua. "Los m u ch os d o cu ­

m e n to s , lib ro s, f o l le t o s y p e r ió d ic o s q u e h e d e b id o c o n su lta r, e s tá n en d if e r e n te s id io m a s ,

porque n o h a sid o h acedero o b te n e r lo s to d o s en e sp a ñ o l. D e lo q u e re su lta rá sin duda


que la s tr a d u c c io n e s d e l in g lés, f r a n c é s y p o r tu g u é s d ifie ra n , no en el g e n u in o se n tid o ,

s in o e n la f r a s e o lo g í a a d a p ta d a a n u e s tr o e s tilo " (31).


2° Conforme al estudio realizado por José María Fernández Saldaña, los documentos
imperiales eran veraces, según lo pudo constatar el historiador compatriota.
3° La ortografía está actualizada, salvo alguna excepción. “R é sta m o s m a n ife sta r q u e

lo s d o c u m e n to s y a o fic ia le s, ya p riva d o s, que acom pañan esta n a rra c ió n han su frid o


a lg u n a s m o d ific a c io n e s d e e stilo y p a rtic u la rm e n te d e o r to g ra fía q u e en n a d a a fe c ta b a n

e l se n tid o d e la f r a s e , m as qu e h em os ju zg a d o o p o rtu n o in tro d u c ir p a r a a ju s ta r e l to n o

generaI de la obra a un le n g u a je m ás c a stizo y u n ifo rm e . A dem ás hay d o c u m e n to s


im p re so s q u e p o r c irc u n sta n c ia s e s p e c ia le s d e a q u e llo s tie m p o s e stá n c u a ja d o s d e erro­

res y e l c o r r e g ir lo s e s un s e r v ic io q u e s e h a c e a la s le tr a s c o n ta l q u e se r e s p e te e l v a lo r
d e la s p a la b r a s . L o s p r im e r o s h o m b r e s d e a r m a s d e e s ta s R e p ú b lic a s , lo s m á s e m in e n te s

p a tr io ta s , e n g e n e ra ! , n o tu v ie ro n tie m p o p a r a p u lir s u s a p e n a s c o m e n z a d a s n o c io n e s d e
la s c ie n c ia s, y m u c h o s d e e llo s s e f o r m a r o n a c a b a llo c o n la la n z a e n la m a n o y un lá p iz

en el a rzó n p a ra tr a z a r c o n d e s a liñ o e n la s illa d e su a la z á n lo m á s n o ta b le d e s u s c a s i


fa b u lo sa s em p resa s" (32).
4o No espedíica en notas a pie de página o en separatas el lugar de origen de los
documentos, salvo los datos que sí transcribe de los periódicos, como es el caso de “El
Universal".
5o Hace aseveraciones sin ellos, como cuando presenta a Manuel Oribe conspirador
del gobierno de Fructuoso Rivera (33). Falla aquí con el principio por él sustentado en la
Advertencia a sus “Apuntes...”: “ H e a d o p t a d o , a d e m á s , e l s i s t e m a d e i n c l u i r e n e l
c u e r p o d e la n a r r a c ió n lo s d o c u m e n to s y p ie z a s ju s tif ic a tiv a s p u e s m e p a r e c e q u e e l

le c to r q u e d a m ás sa tisfe c h a al ver, j u n t o a la s id e a s d e l n a rra d o r, lo s hechos que la s


c o rr o b o ra n y ju stific a n " (34).
6 o Constata una dificultad para el manejo de los documentos, esto es -como dice- a

pesar de haberse escrito mucho era poco hacedero hallar documentos oficiales en un país
“ d o n d e l a s r e v o l u c i o n e s s e s u c e d e n u n a s a o t r a s c a s i s i n t r e g u a s " . Agrega que junta­
mente con los hombres desaparecían de la escena los autógrafos que podrían suministrar
la verdad histórica absoluta y tal vez arrojar mucha luz para la relativa. (35)
7o Hace hincapié en la asombrosa multitud de proclamas, bandos, órdenes y decretos
provenientes de los caudillos, “a z o t e s d e e s t a s l i b e r t o s a s y d e s g r a c i a d a s c o m a r c a s " .
“S o n lo s a m e ric a n o s, en g e n e ra l, verbosos e im a g in a tiv o s. P ero lo s de o rig en íb e ro

lle v a n la d e la n te r a en e s ta s d o s d o te s. Si fu era d a b le reu n ir c u a n to d o c u m e n to de este

género ha v is to la luz, desde 1810 h a sta 1859, época en que e sc rib im o s, se h a b ía de


f o r m a r un a r c h iv o m o n stru o so . L o s v e n id e ro s h an d e d e s e a r q u e n u e stro s p a d r e s h u b ie ­

y h e c h o a l g o m á s " . (36) Los “venideros” pensamos que es una suerte


sen h a b la d o m e n o s
contar con muchos documentos de modo de poder reconstruir los hechos históricos en
sus más recónditos vericuetos. Si lo numeroso de los mismos puede hacer densa la
lectura, ahí está la mano del historiador para manejarse con la síntesis y la cita textual,
en una combinación no ajena a la verdad histórica. Cuantas más pruebas presente el
historiador (aunque puede elegir de entre ellas las más representativas de un hecho) más
valedera se hace una investigación.
“R e p e tir e m o s q u iz á por la v ig é s im a vez -añade de Pascual (37)- que a fu erza de
a c u m u la r d o c u m e n to s n o s to rn a re m o s p e s a d o s p itra la g e n e r a lid a d d e lo s le c to r e s ; m a s
es ta m a ñ a la o sc u rid a d y la ig n o ra n c ia que re in a n en la tr a d ic ió n , m o tiv a d a s am bas

c o s a s p o r la in fid e lid a d d e lo s c o n ta d o r e s d e p e r ió d ic o s d e l R ío d e la P la ta , q u e si no

c ita m o s d o cu m en to s en donde se beba el a g u a pura de la verdad, se re p u ta rá sendas

veces un ensueño n u e stra Es cierto: acumula documentos, en


a u té n tic a n a rra c ió n " .

especial militares -como en el caso de la batalla de Ituzaingó- pero en otras ocasiones,


por no decir en todo el texto, no hay confrontación de dichas piezas; sin embargo, lo que
sí predomina es el tinte abrasilerado, anticaudillista, antiporteñista (prioritariamente an
tirrosista) de los ríos volúmenes.
Nos parecen injustas las afirmaciones que a continuación transcribimos, en cuanto no
todos los que se preocuparon por escribir fueron “ e s c r i t o r z u e l o s q u e v e n d i e r o n s u s p l u m a s
a q u i e n m e j o r l e s p a g a b a " (38). “ ( . . . ) p o r q u e e n e l t o r b e l l i n o r e v o l u c i o n a r i o q u e a g i t a a

lo s h o m b r e s d e e s to s p a ís e s n o lia y p la c e r en in v e s tig a r la v e r d a d y s ir v e n d e h is to r ia

tr a d ic i o n a l lo s e s c r ito r z u e lo s q u e v e n d ie r o n s u s p lu m a s a q u ie n m e j o r le s p a g a b a .
I', ', Ii i i i i m in e a s e r v ir d e b a s e s p a r a la H is to r ia lo s d ia r is ta s a d u la d o r e s d e R o m o t

.•iio \ i iib ec il la s ? Por lo m ism o p re fe rim o s c o n ta r con d o c u m e n to s a u té n tic o s en l,¡

iiia n o , a u n q u e p a r e z c a m o s en a lg u n a s é p o c a s fa stid io so s, a n arrar con la p l u m a in d i

p e n d ie n te de h isto ria d o r d e hechos poco m ás o m enos c o n o c id o s p o r lo s c o n te n ip o m

n e o s " . Aquí habría que hacer dos apreciaciones: (I) los “diarios aduladores de Rosas

constituyen -y esto lo podemos afirmar gracias a una posición distinta a la de Pascual


que comenzó a escribir a siete años de Caseros- una fuente importante para averiguai
cómo era el mazorquero, el federalista, el caudillo, en sus aspectos generales, si es que
también -por supuesto- nos interesa oír una voz disímil y confrontarla con otros docu
mentos; (2) no parece fastidioso en su análisis del período Cisplatino donde en forma
unilineal el objetivo es presentar lo beneficiosa que fue la dominación luso-brasileña,
sustentada dicha postura en el ubicuo Lucas Obes y su defensa de la actitud asumida de
colaborar con el invasor.
Finalmente, en esta valoración de las fuentes utilizadas por de Pascual, cabe señalar,
como indicáramos líneas arriba, el peso que le asignó a la tradición oral, peso innegable
para quien vivió cerca, en el tiempo, a los acontecimientos narrados. Por ejemplo, lo
hace -recurrir a la tradición oral- cuando el encuentro de Rivera y Lavalleja y el pasaje
del primero a la Cruzada Libertadora de 1825. “N a r r e m o s a h o r a c ó m o a c o n t e c i ó e s t o ,
ta l cual la tra d ic ió n oral nos lo ha revela d o , de cuya v e ra c id a d hay te s tig o s en el
ilion l e n t o que Pero, cabe acotar, no hay mención o detalles de la
e sc rib im o s" (39).
procedencia de tal fuente. “ B i e n h a d a d a m e n t e -escribió (40)- p a r a l a H i s t o r i a d e l U r u ­
g u a y n o s q u e d a en la a c t u a l i d a d e l c o n s u e l o d e q u e v iv e n c e n te n a r e s d e t e s t i g o s q u e lia n

acom pañado lo s h e c h o s d e s d e su co m ien zo , lo s c u a le s c u e n ta n a l e stu d io so , a l a m a n te

de la f a m a p a tr ia , a! d ó c i l p o l í t i c o q u e lo s c o n s u lta , a c e r c a d e lo q u e o y e r o n , d e lo q u e
e x p e rim e n ta ro n , de lo que no q u isie ra n h a b e r p re se n c ia d o , cada cual a su ta la n te , es

verdad, y según lo que s ie n te . M as al e sc rito r -agrega- le to c a e stu d ia r, c o m b in a r,


com parar, c o n su lta r d e n u e v o e s o s se n tim ie n to s, e m o c io n e s, id e a s e m b rio n e s, p a r a tlo r­

ie s e l c u ñ o d e la v e r d a d a b s o l u t a o r e la tiv a , e l s e l l o d e l d is c e r n im ie n t o , d e la i m p a r c i a l i ­
dad y del c rite rio , sacando a lu z del la b e rin to de lo s hechos a is la d o s, lig a d o s a lo s

hom bres, la s g lo r ia s q u e h o n ra n la n a c ió n " . Indica que vivían muchos actores “(...) d e


ese te jid o de h ero ísm o y honores que se d e n o m i n a la v id a s o c i a l y p o l í t i c a de e sto s

p u e b lo s. E ste h e c h o in t im id a r ía a o tr o , e m p e ro n o a n o so tro s q u e tra ta re m o s d e h a b la r

Faculta­
e l le n g u a j e d e la v e r d a d c o n m e s u r a , s a n g r e f r ía , i m p a r c i a l i d a d y b u e n q u e r e r " .

des todas estas que, conforme a la síntesis expuesta, no alcanzó por asomo de Pascual a
utilizar.
Imperio, monarquía, providencia, son tres ítems que guían a de Pascual en su obra.
Lste cronista conocía muy bien los pormenores del imperialismo, sus caracteres genera­
les, su forma de manifestarse. Obsérvese que este español abrasilerado que vivió en el
Brasil imperial, vio, como europeo, a la inmigración en su faz de única forma acertada
ele penetración europea en América Latina. Solicitó de quien correspondiera el abandono
de las viejas políticas de ocupación militar por esta nueva del establecimiento de inmi­
grantes. Es el europeo el que recuerda la hábil política romana de colonización, así como
la de los Estados Unidos de Texas y Nuevo México. Es el político imperialista -con
rasgos de visionario porque la Europa de 1870 aplicó en su expansión por el mundo esta
práctica- que escribe y observa a la inmigración como una válvula de escape de las
tensiones sociales urbanas y rurales del Viejo Mundo y como consumidora de los pro­
ductos industrializados de la metrópoli. Léase: " E l g a b i n e t e i¡iu j l i n i e r a t e n e r a s c e n d i e n ­

te s o b r e el su e lo su r-a m e ric a n o debe d e ja r a un la d o la a n ti c u a d ip lo m a c ia , lo s p a s o s


ru tin a rio s, el m odo de hacer lo s v ie jo s, y tra ta r de lla m a r s e la s sim p a tía s de esto s

p o b le m o s y gobernadores p o r m e d io de la in m ig ra c ió n . A q u el p u e b lo -a ñ a d e- pesará

m á s en la b a la n z a p o l í t i c a d e l N u e v o M u n d o q u e m a y o r n ú m e r o d e b r a z o s m a n d e a la s
¡dazas su d a m e ric a n a s (...) E uropa superabunda en p o b la c ió n a p líc a la y p ro le ta ria .

E uropa ve c u a ja d a sus c a lle s de ro stro s m a c ile n to s y c a d a v é ric o s (...) A E uropa le

c o n v ie n e d a r sa lid a a su s m a n u fa c tu ra s , a su s fru to s y p r o d u c c io n e s , y so la m e n te m an­

d a n d o n u m e r o s a s m a s a s a la A m é r i c a d e l S u r ¡ m e d e c r e a r en e s t a s r e p io n e s n e c e s i d a d e s

que con su m an su s e x u b era n tes pénceos y fru to s, y que le p r o p o r c io n e n en c a m b io , el

v e l l o c i n o d e o r o ", (41)
Para evaluar esta apreciación de 1855, recuérdese por ejemplo la política ríe Bernar­
do Prudencio Berro durante su presidencia (1860-1864) de nacionalizar nuestros desti­
nos. Conni expresa el Profesor José Pedro Barran refiriéndose a la susodicha época (42),
los súbditos del Imperio del Brasil ertiti propietarios riel 30% del territorio nacional y
constituían la colectividad extranjera más numerosa: un 10 a un 15% del total de habi­
tantes riel país. Dos hechos, asevera, tornaron peligrosa esta situación para la nacionali­
dad oriental: Io) la concentración de sus estancias en la zona fronteriza con el Imperio;
2 ") la tendencia a recabar el auxilio del gobierno brasileño ante cualquier medida que
nuestra administración tomara y los hacendados riograndenses consideraran lesiva para
sus intereses. Y transcribimos -por su valor merece la pena no olvidarse- un documento
que recuerda el Profesor Barran sobre el tema. Son palabras de un diputarlo brasileño
ante las Cámaras Imperiales en 1845: " V e o , s e ñ o r e s , q u e t e n é i s u n a i d e a m u y e q u i v o c a ­
d a d e l p o d e r y d e lo s r e c u r s o s d e l Im p e rio . V o so tro s c r e é is q u e a l l í e n la lín e a o d iv is a

m a te ria l d el Y aguarón v a is a e n c o n tra r un p u e b lo c o m p le ta m e n te d istin to d e lo que se

lla m a I m p e r io d e l B r a s i l ; p e r o e s p r e c i s o q u e s e p á i s q u e f e l i z m e n t e n o e s a sí. A l p a s a r ¡d
o tro la d o del Y apu aró n , señ ores, el tr a je , el id io m a , la s c o stu m b re s, la m oneda, la s

p e s a s , l a s m e d id a s , t o d o h a s ta la o tr a b a n d a d e l r ío N e p r o , to d o , to d o , s e ñ ó l e s , h a s t a la

tie rra , to d o e s b r a s ile ñ o " .

Es de señalar que de Pascual veía sólo en Juan Manuel ríe Rosas los visos de una
política que hoy llamaríamos “ imperialista" para con el Estado Oriental y el Imperio del
Brasil (en este caso en pos de la secesión de Río Grande). " R o s a s i g n o r a b a c p t i z . á s e n
a q u e lla sazón que lo s rom anos su byu garon a lo s p u e b lo s e x tr a n je ro s , in tro d u c ie n d o su
le n g u a je , re lig ió n , le v e s y c o stu m b re s; q u e lo s su b y u g a ro n p o r e l a m o r a R o m a y d e su s

le y e s, q u e c o n te n ía n lo s á n im o s tu r b u le n to s. I g n o r a b a ta l roe q u e lo s b á r b a r o s d e l N o r te
d o m in a ro n lo s re sto s del Im p e rio de O c c id e n te por el in te r é s y la fu erza . Ignoraba,

a ca so , que, a l d e c ir d e A ristó te le s, e l e n g a ñ o d e b e e m p e z a r liso n je a n d o a l p u e b lo y s e r

s e g u i d o n a t í a ( á m e n t e p o r la v i o l e n c i a . I g n o r a b a , e n f in , p o r v e n t u r a q u e l o s a m e r i c a n o s

d e l N o rte , c o n tin u a d o r e s d e la s h o r a s d e l S e p te n tr ió n en s e n tid o in v e rso , s e a p o d e r a n d e


lo s p u e b lo s v e c in o s m a n d a n d o c o lo n ia s a g r íc o la s , c o m o la s d e A u stin y H o u sto n a T ex a s,

e x p lo ta n d o la s m im a s (s ic ) d e o ro d e C a lifo rn ia , N u e v o M é x ic o y d e ja n d o p a r tir im p u n e

m e n t e a l o s f i l i b u s t e r o s p a n i C ' e n t r o a m é r i c a v C u b a " (43). Luego de esta visión general

del “imperialismo”, pasa a señalar la política rosista al respecto. Indica que en el Río de
la Plata podía obtener los mismos fines mandando desterrados al Estado Oriental a
millares de argentinos, ayudando a Lavalleja en sus revueltas, sembrando la desconfian
za entre los vecinos. Fingiendo, además, lisonjear el espíritu americano, con cuyo fraude
i. ,i i i . 1. i, i m i l i a vías violentas, anarquizándolo todo para hacer necesaria la tiranía, "<■
i,. , 111, e s lo misino”, su dominio. “ R o s a s n o e r a i n s t r u i d o , p e r o c o n o c í a a f o n d o a u n
m e \ , v d e e s t e c o n o c im ie n t o le h a b ía d e v e n ir a la s tita n o s u n d ía s u o m i n o s o p o d e r í o

R osos te n ía un p la n , y su s c o n c iu d a d a n o s y v e c in o s o b ra b a n a la v e n tu r a o c o n p a lia ii
vos v m e d id a s fa lsa m e n te d e n o m in a d a s d e m o d e ra c ió n " (44).
También -cabe acotarlo- supo vislumbrar la política imperialista de Inglaterra pni.i
con los pueblos hispanoamericanos: “ L o s p u e b l o s h i s p a n o a m e r i c a n o s e s v e r d a d q u e .se
in d e p e n d iza ro n de la m etró p o li esp a ñ o la . E m pero desde su in sta la c ió n en n a c io n e s

su fren el yuyo de c u a n to s p u e b lo s poderosos su rcan lo s m ares, y e sp e c ia lm e n te han

d e b id o d o b la r la cerviz sendas veces a la a rro y a n te A lb io n que, fia d a en su p u ja n za ,


c r e e q u e e l ib e r o a m e r ic a n o e s s in ó n im o d e c o lo n o , y d e c o lo n o s u y o p o r q u e d e p e n d e d e

su c o m e rc io en y r a n p a r te y d e su s c a p ita le s, d e p e n d e n c ia q u e tu v o en v ista In g la te rra

c u a n tío a tiz o e l f u e y o p a tr ió tic o d e lo s h ijo s d e lo s e s p a ñ o le s en A m é r ic a " . (45)


Correcto. Reconoce “imperialismos" allí donde los hubo y los hay. Pero omite men­
cionar la política que ejercía el Brasil sobre nuestro país y los vecinos limítrofes -
recuérdese lo ya anotado sobre la frontera- y ve las relaciones entre ambos listados,
Uruguay y Brasil, realizadas en planos igualitarios. Más aún, no remite a la actitud
expansiva del Imperio del Brasil y, entiende, que en su evolución histórica habría sido
benéfica para con los orientales. Obsérvese como vio a la Cisplatina: “ E l C a b i l d o d e
M o n te v id e o , s e c u n d a d o p o r e l g e n e r a l c o m a n d a n te d e la s tr o p a s, p r im e r o p o r tu g u e s a s y

d e s p u é s b r a s i l e ñ a s , t r a t ó d e f o m e n t a r l a p a z., c r e a r h á b i t o s i n d u s t r i o s o s , h a c e r o l v i d a r l a

v id a e rra n te d e la gu erra, in c lin a r a l h o m b r e sobre el a ra d o y n u lific a r e l d e s p o tis m o

m ilita r”(46). Recuerda el rango obtenido por Fructuoso Rivera (brigadier general), al
mismo tiempo -escribe- que los gobernantes daban mayor importancia a los hombres de
ciencia, del clero, del foro “y d e l a s o t r a s c l a s e s d e l a s o c i e d a d , " “ ( . . . ) a m o r t i g u a n d o ,
en c u a n to e s ta b a a su a lc a n c e , e l e sp íritu v a g a b u n d o d e l g u e rr ille ro g a u c h o , e le v a n d o a
lo s m ie m b r o s d e l c u e rp o c iv il a lo s p r im e r o s p u e s to s a d m in is tr a tiv o s y p r o p o r c io n a n d o

y lo s s a la d e ­
a l l a b r a d o r e in d u s tr i o s o g a n a d e r o la p a z q u e p o n í a en m o v i m i e n t o la r e ja
ro s" (47). Hoy sabemos que esa “paz" era la que había logrado la oligarquía oriental en
alianza con el invasor y la complicidad del Directorio porteño, preocupados todos por
derrotar el “tiranuelo” -palabra de de Pascual- Artigas. Y que la Cisplatina implicó poner
al servicio luso-brasileño las riquezas del territorio oriental para su explotación. La paz
que impuso al ganadero fue para el engorde de los vacunos que irían a abastecer a los
saladeros riograndenses.
Sus juicios sobre lo que hoy denominamos “imperialismo” le llevó a catalogar a la
independencia que siguió a la Junta del 25 de Mayo de 1810 como “inoportuna” que
conduciría a sus protagonistas “a la degradación de 1834” . Y, de paso, emite una opinión
favorable de la política colonizadora española (de ahí lo de “inoportuna”) en todas las
materias: “ P o r q u e , e n v e r d a d s e a d i c h o , e s o s m i s m o s p a d r e s d e l a l i b e r t a d d e e s t o s
p a íse s lia n de c o n fe sa r p a la d in a m e n te que la m adre p a tria si lo s gobern ó con id e a s
a ñ e ja s , n o lo h iz o c o n tir a n ía ; s i lo s tr a tó c o m o a n iñ o s -acota- n u n c a lo s in su ltó c o m o a

e s c l a v o s ; s i lo s c e l ó c o m o a h ijo s , j a m á s le s a h e r r o j ó c u a l v íc tim a s . Y p r u e b a d e e llo es

la riq u eza en que lo s m a n te n ía , la p a z en que lo s a rru lla b a , la buena fe con que lo s


educaba. Y, f i n a l m e n t e , si su s id e a s m ed ro sa s no daban m a y o r d e se n v o lv im ie n to a sus

h ija s c o lo n ia s, d e p e n d ía m ás de su p r o p io a tra so en a q u e lla época que de m a lq u e re r"

(48). España habría echado fundamentos en sus colonias para levantar “grandes impe­

la s
rios”. lo que no tendrían que agradecer los demás pueblos del continente de Colón a sus
respectivas metrópolis. Lo que se aprecia, dice, en los E.E.U.U. y en el Brasil es hechura
de su independencia. Lo que aún restaría en las colonias hispanoamericanas dataría del
tiempo de la Corona de España. “ L o s a m e r i c a n o s e s p a ñ o l e s s e c o m p l a c e n e n d e s t r u i r , ;
c o m o l o s n i ñ o s , a u n q u e e s t o s s o n e x c u s a b l e s p o r q u e n o t i e n e e d a d d e c r e a r ’’ ( 4 9 )

Ya había insistido en su Advertencia al Tomo 2 de sus A p u n t e s ( . . . ) lo relativo a la


oportunidad de la independencia de estos países, cuando « ( . . . ) n i e s t a b a n b i e n p r e p a r a ­
dos para e lla , n i c u p o en la s m e n te s d e s u s je f e s l l e v a r la r e v o lu c ió n h a sta e l p u n to en

q u e la p r e c i p i t ó e l to r r e n te d e lo s a c o n te c i m i e n to s , n o p u d i e n d o p r e v e r q u e la e m a n c i p a ­

ció n p re m a tu ra de la m e tró p o li n o d a ría m á s fr u to s d u ra n te m ed io sig lo -¡y p le g u e al

c ie lo que aquí no pase!- que una I n c lu í f r a t r i c i d a , un e sta d io de proezas y p a sio n e s

m e z q u in a s , en q u e lo s v e r d a d e r o s h é r o e s q u e d a r ía n e n v u e lto s en el p o lv o d e su s m ism a s

c o r r e r ía s , sin q u e s u s g lo r io s a s a c c io n e s p u d ie r a n p a s a r a la p o s t e r id a d s in o s a lp ic a d a s

d e sa n g re fr a te r n a y c u b ie rta s d e e sc o m b ro s y d e stru c c ió n » (50).


Creemos encontrar en estas afirmaciones transcriptas, la contradicción que resulta en
de Pascual, quien por un lado elogia al colonialismo español para con América y por el
otro habla tic la inexperiencia o no preparación de los revolucionarios hispanoamerica­
nos. Si hubo esa inexperiencia -que creemos existió- fue responsabilidad de la “situación
colonial" impuesta por la metrópoli a sus colonias, dando la prioridad a los españoles
peninsulares en la administración de las tierras americanas. Y está ahí la raíz que
Antonio Deodoro ríe Pascual no vio -o no quiso ver- del “escepticismo americano" del
cual habla Zorrilla ríe San Martín, que llevaría a afirmar a los Alvear, Belgrano, Rivarla-
via, etc., que los pueblos americanos no pueden gobernarse solos, que necesitan una
tutela, llámese protectorado inglés, coronación de un infante español o sumisión al
monarca portugués (51).
De las afirmaciones vertidas por el cronista de marras referente a lo inoportuno que
habría sido la independencia, a ver la política de Brasil como bienhechora hacia el
Estado Oriental, hay un paso que de Pascual dio. “ L a c u e s t i ó n -escribió (52)- d e l a s
r e l a c io n e s e n tr e la R e p ú b li c a y e l B r a s il tie n e p i n c e l a d a s m a e s tr a s . P o r q u e , d i c h o s e a en

p u rid a d , el esta d o p re se n te es a g rio p a r a el U ru g u a y y e sp in o so p a r a e l B ra sil. E s p o c o

hacedero en p o lític a h acer creer a lo s e x tra ñ o s en la g e n e r o s id a d d e lo s p u e b lo s -a lo

m enos es una c u e stio n ó eriza d a d e d u d a s- ypor e llo n o e s ra ro q u e le a m o s en a lg u n o s

p e r ió d ic o s a p r e c ia c io n e s fu e r te s, q u is q u illo s a s y p r e ñ a d a s d e d e sc o n fia n za . A l B r a s il le
to c a s e r m u y c ir c u n sp e c to y a l U ru g u a y m u y m e su ra d o . L a c o r d ia lid a d d e su s re la c io n e s

p re se n te s (1 8 5 5 ) p en d e del m ayor o m e n o r p u ls o que am bos m u e stre n a su m archa.


In te rv e n ir en un p a ís v e c in o o le ja n o tie n e re s p o n s a b ilid a d e s m u y d e lic a d a s y m e tic u lo ­

sas. La H isto ria n o s lia le g a d o g ra n d e s le c c io n e s so b re e ste ca p ítu lo . D e lo d o s m o d o s

la s p o te n c ia s e x tra n je ra s d e a m b o s m u n d o s d e b e n d e s c a n s a r en la a u g u s t a p a l a b r a de

S .M .I . D . P e d r o II".

No le llevó mucho tiempo el considerar las “buenas intenciones” del Brasil, ai


mostrarse “franco, previsor y americano” . E inclusive ir a las raíces y hablar, refiriéndo­
se al año 1811, de la la. invasión portuguesa (cuando metrópoli y colonia coincidían)
como penetración ajena a apoderarse de territorio alguno con “miras pacíficas, humani­
tarias y generosas”, afirmaciones apoyadas... en documentación lusitana. Sabemos que la
citada invasión implicó arreo de ganado hacia Brasil, saqueo de propiedades y bienes

25n
A naves ile sus crónicas se aprecia además el manejo del tema de la influencia de
• i | i n i '- .

los onenlales desde los inicios de la Revolución, en Río Grande, con el propósito de
separar, la citada región, del Brasil. Inclusive -y aquí tomamos hechos claves ele nuestra
historia- en la 2da. invasión, la de 1X16, habría de parte de Portugal "neutralidad" y
“americanismo”. Justifica la presencia ríe las tropas mencionadas por la “anarquía” que
imperaba en la Provincia Oriental. " L a B a n d a O r i e n t a l e r a u n a v e r d a d e r a a n a r q u í a ,
c o n s titu y é n d o s e en un tira n o el q u e d e b ía s e r el lib e r ta d o r d e l p u e b lo en q u e n a c ie r a . L e

seg u ía una chusm a de d e sc a m isa d o s que a so la b a el p a ís h a c ie n d o sendas veces que

e c h a s e n d e m e n o s e l g o b ie r n o c o lo n ia l la s g e n te s d e v a le r q u e h a b ita b a n en la s c iu d a d e s
y en el ('a m p o " (53).
La participación del monarca portugués en la Provincia Oriental no sería otra cosa
que el recurrir a las armas en defensa de sus "derechos ultrajados" por el gobierno de
Buenos Aires. Artigas es observado como un "gaucho” que no conoció en su carrera más
ley que su voluntad y a trueque de que se ejecutara, no perdonaría vidas, ejerciendo los
actos más bárbaros para llegar a su objetivo. Sería el representante típico de los caudillos
y de la “barbarie” opuesta a la “civilización” conforme a la fórmula de Sarmiento que ríe
Pascual hace suya. Reconoce en el jefe de los Orientales “momentos” de hombre en
intervalos “lúcido" y en Miguel Barrciro el autor de los consejos que recibiera con actos
plenos de “bajezas y vergüenzas”.
"Es -arguye (54)- d o te d e lo s c a u d illo s e l s e r m e n g u a d o s d e in te lig e n c ia en g e n e ra I y

ten er que so m e te rs e a la in flu e n c ia de c o n se je ro s que la s m ás de la s veces son lo s


verd a d ero s a zo te s d e la h u m a n id a d . En la A m é ric a e sp a ñ o la -c o n t i n ú a - el c a b e c illa lia

s i d o c a s i s i e m p r e la m á q u i n a m a t e r i a l q u e to r tu r a y h o rro riza a l p u e b lo , y la verdadera

c ru e ld a d y tira n ía e x istie ro n en su s a lle g a d o s y c o n se je ro s. La fu erza y el v a lo r fís ic o

d e slu m b ra n a l p u e b lo y e l e sp íritu d e l m a l se a p r o v e c h a d e la s a p a r ie n c ia s p a r a p o n e r

Pasa luego a personalizar al caudillo en Artigas, quien,


en e je c u c ió n s u s in ic u o s p la n e s " .
dice, por los consejos de los “protervos” que le rodeaban, fue la ruina de su patria. " E n
n a d a c o n tr ib u y ó a su v e rd a d e r a in d e p e n d e n c ia a u n q u e fu e su p recu rso r. B a ta lló s ó lo p o r

su p ro p io e n g ra n d e c im ie n to , o b c e c a d o p o r el e g o ís m o -c a lid a d in h e r e n te a l h o m b r e p e r o

m á s p r o n u n c ia d a en el ig n o ra n te - y m o s tró en el c u rso d e su v id a p ú b lic a u n a in c a p a c i­


d a d e x tre m a p a r a g o b e r n a r A c a b ó su c a rr e ra c u a l m e r e c ie r a h a b e r sid o su v id a : ig n o r a ­

do. oscu ro y hecho v o lu n ta ria m e n te p risio n e ro d e l D ic ta d o r F ra n c ia d e l U ru gu ay (s ic ).


¡V á lg a n le a lo m e n o s a n te la p o s te r id a d la s b u e n a s a c c io n e s p r a c tic a d a s en lo s p ro s te -

ro s a ñ o s d e su e x is te n c ia p a r a c o n lo s la b r ie g o s d e C u r u g u a ty ! ” (55).
No vamos a encargarnos de valorar esta posición, tarea que fue realizada ya desde la
segunda mitad riel siglo XIX cuando se comenzó a combatir la “Leyenda Negra” de
Artigas. Sólo recordaremos -para responder a esta afirmación del engrandecimiento
“obcecado por el egoísmo” -aquellas palabras del Jefe de los Orientales que dan por
tierra con ese juicio: " P i e n s e n U d s . -aseveraba (56)- p o r s í m i s m o s , o b r e n p o r p r o p i a
in s p ir a c ió n , r e s u e lv a n ; n o m e lo c o n s u lte n to d o , r e c u r r a n a l p u e b lo ; h á g a n lo s e r y

p e n s a r ta m b ié n e n é l: s e a n u d s. lib re s, c o n s c ie n te s , r e s p o n s a b le s d e s u s a c to s " .

Al período artiguista (la “anarquía”) le seguiría el de felicidad y bienestar de los


orientales durante la Cisplatina, probado como tal por de Pascual conforme a las pala­
bras de ¡as clases altas de la Provincia -la “ o l i g a r q u í a c i s p l a t i n a " - tal cual se hizo sentir
en el Congreso de 1X21.
Si llegamos a las luchas por la independencia y, fundamentalmente, a la Conven, n.n
Preliminar de Paz de 1828, escribe de Pascual que ante la posibilidad de las negocia. ...
nes entre el Imperio del Brasil, el gobierno de Buenos Aires y la mediación inglesa . I
Cabildo de Montevideo manifestó su oposición a las mismas, “ p r e f i r i e n d o q u e S . M /
c o n tin u a s e la g u e r r a a n te s d e a b a n d o n a r lo s e n la s c ir c u n s ta n c ia s en q u e s e h a lla b a n

Transcribe el texto de la Convención y sostiene que pese a que tuvo pérdidas, el Brasil
ganó " e n c i e r t o m o d o p o r q u e v i o d e s a p a r e c e r -escribe- d e l a e s c e n a e l e s p í r i t u m i l i t a i ,
(...) lo q u e le p r e s e r v ó d e v e r s e e x p u e s to a lo s v a iv e n e s d e la a m b ic ió n d e lo s c a u d illo s

que. con el andar del tie m p o , si h u b ie se c o n tin u a d o la gu erra, h a b ría n c o n v e rtid o su

v a sto p a ís en ta n ta s fr a c c io n e s p e o r e s o se m e ja n te s a la s q u e p o r d e s g r a c ia d ila c e ra ra n

después l a s e n t r a ñ a s d e l a s r e p ú b l i c a s h i s p a n o a m e r i c a n a s ( . . . ) ’’ (57). Observa en el

texto de marras aspectos negativos como el hecho de que se convirtió el Estado Oriental
en el escenario de los combates más reñidos que presenció la América Ibera. Agrega que
Buenos Aires perdió lo que tanto ambicionaba -el puerto de Montevideo- que Brasil
jamás tuvo en sus mientes el descabellado pensamiento de conquistar el territorio oricn
tal (58), desconociendo con ello la tradición secular de buscar las fronteras naturales del
Brasil en el Río de la Plata y de no aceptar lo firmado en los tratados. De Pascual no
analizó -o no quiso analizar- cómo la Convención Preliminar de Paz de 1828 se constilu
yó en una excusa para la intervención de los beligerantes en los asuntos internos de la
nación oriental. Sin embargo, sí tiene argumentos (o al menos los presenta) que resultan
endebles, como se verá, para justificar la no presencia de delegados orientales en las
negociaciones. “ E s t e ó b i c e n o t i e n e h o n d a s r a í c e s s i a t e n d e m o s a i p i e l a B a n d a O r i e n t a l
te n ía dos g o b ie rn o s: el de M o n te v id e o y el de la F lo rid a , p r o v is o r io y no reco n o cid o

este, y sospech oso aquel para uno de lo s co n tra ta n te s. A m én ¡le e s t o s m o tiv o s h a b ía

o tr o s , p o r q u e la P r o v in c ia C is p l a ti n a e s t a b a a n e x a d a p o r d o c u m e n t o s v a c to s p ú b lic o s al
B ra sil y sien d o este uno de lo s c o n tr a ta n te s no h a b ía lu g a r p a r a la p r e s e n c i a de su s

m ism o s g o b ern a d o s. B u en o s A ire s se h a lla b a en c irc u n sta n c ia s c a si id é n tic a s a la s d e l


B ra sil, si a te n d e m o s a lo s títu lo s que p re se n tó para recla m a r su in c o rp o ra c ió n a la

R e p ú b lic a d e la s P r o v in c ia s U n id a s, d e s u e r te tp ic h a s ta e s to s d o s E s ta d o s c o n tr a ta n te s

c o n v in ie r o n en r e n u n c ia r a su p o s e s ió n y m ás o m e n o s b ie n o m a l fu n d a d o s d e re c h o s, no

se p o d ía y g e n u in a m e n le a l p u e b lo o r ie n ta l " (59).
lla m a r a n a d ie q u e re p re se n ta se le g a l

Quitarle legitimidad al gobierno de la Florida es desconocer el pleno derecho de los


orientales de hacer uso de su soberanía para darse un gobierno mientras concomitante-
mente se luchaba, es también ponerse anteojeras ante un hecho incuestionable como el
de un levantamiento contra una tiranía. Claro está que concuerda -en de Pascual- con su
óptica parcializada y no valida de la “pax" luso-brasileña, impuesta por el invasor y
acogida por las paniaguadas clases altas orientales, las mismas que temían el vendaval
revolucionario artiguista.
Con la firma de la paz habría sobrevenido el caos de los caudillos -en especial
Lavalleja y Oribe- que se transformarían en lugartenientes de Juan Manuel de Rosas.
Rivera, a su juicio, “ ( . . . ) r e p r e s e n t a b a e l v e r d a d e r o e s p í r i t u d e l p u e b l o o r i e n t a l ' ’ (60).
Ha sido el Profesor Juan E. Pivel Devoto quien ha estudiado con precisión el fenómeno
del caudillismo, en especial en sus raíces hispánicas, y expresado que hacia 1815 ya se le
usaba con intención peyorativa cuando se quería distinguir en él al jefe de un movimien­
to popular. “ L a r e a c c i ó n e s p a ñ o l a -indica (61)- l o s p r o p i o s d i r i g e n t e s d i r e c t o r i a l i s t a s y
el u n ita rism o que re c o g ió en su id e a r io después de 1820, d ifu n d ie ro n la e x p re sió n

c a u d illo y c a u d illism o co n un se n tid o c o n d e n a t o r i o (...) D a t a d e e s t a época la in te r p r e -


i. i , i , m sim p lista y a rtific ia l que p re te n d ió d e fin ir la lu c h a e n tre la s dos c o n ic n t,

a n ta g ó n ic a s en que se d iv id ió la r e v o lu c ió n d e l R ío de la P la ta en un p le ito e n tie l,i

c iv iliza c ió n y la b a rb a rie . La desfam a del c a u d illism o se a so c ia ya en /8 2 7 a es,

1 8 4 5 ", Agrega que el rechazo v la condena d e l a


c o n c e p to q u e S a rm ie n to d ifu n d iría en
clases cultas a aquellos se basa en el acendrado carácter regionalista que distingue s u s
demandas, la tendencia localista ríe los principios que enuncia cuantío desconoce a l a s
pretendidas autoridades nacionales que, para conservar el poder formal deben pactar c o n
el caudillo, depositario del poder real, ejercido como Comandante tic la Campaña. I a
inclinación -añade- a nivelar todas las clases y a apoyarse y muchas veces asimilarse a
los hábitos de los elementos populares y a promover con ellos el desplazamiento masivo
ele las poblaciones.
Nótese en la siguiente transcripción cómo de Pascual entendía el mismo fenómeno:
"(...) e s f a e n a d i g n a d e l h i s t o r i a d o r h a c e r n o t a r a l a p o s t e r i d a d q u e l o s c a b e c i l l a s o
c a u d ille jo s de to d o s lo s p u e b lo s, y e sp e c ia lm e n te de la A m é ric a e sp a ñ o la , una vez

a lz a d o s co n e l p o d e r, h a b la n en to n o m a g is tr a l d e h o n o r y le a lta d , c u a n d o a n te s d e v e r s e

e n tr o n iz a d o s lo q u e m e n o s le v e n ía a la s m e n te s e r a n e s o s d e b e r e s s a g r a d o s d e h o m b r e s ,
p a tr io ta s y m ilita re s. lis te ju e g o s a c r ile g o d e p a la b r a s h a v e n id o a p a r a r en d e s a c r e d íte n ­

lo m á s s a g r a d o d e un p u e b lo -su lio n ta y la a u to r id a d . E l q u e a y e r c o n s p i r a b a s e to r n a

h o y f e r v ie n te a p ó s t o l d e l d e b e r y d e la s u m is ió n a la a u to r id a d , y d e e s t a m a n e r a o b ti e n e

d e sm o ra liza r a l p u e b lo que, avezado a ver g o b e rn a n te s d e ta m a ñ a p a la b r e r ía u n id a a

id é n tic a f a l s e d a d y f a lta d e p u n d o n o r, lo s re p u ta a to d o s h e c h u r a d e l m is m o m o n s tr u o -e l
e sp íritu d e d o b le z " (62).
Escribíamos líneas arriba que Imperio, monarquía y Providencia eran tres Ítems que
guían a Antonio Deodoro de Pascual en su obra. Hemos analizado el primero; veamos los
restantes. Monarquía. Al respecto los dos tomos publicados en 1864 manifiestan una visión
favorable a esa forma de gobierno personificada en el caso del Brasil en cuya defensa sale
en multitud de oportunidades, alegrándose en una de ellas que no hubiese caído en ser lo
que llama una “republiqueta” como eran a su juicio las hispanoamericanas. Ello le lleva a
ver con perspectiva más que crítica -despectiva, diríamos- a los personajes hispanoameri­
canos, particularmente rioplatenses. " A t a d o s e v e e l h i s t o r i a d o r e n e s t o s a ñ o s (primeras
presidencias orientales) p o r q u e e s t a n m e z q u i n o e l c a m p o d e a c c i ó n , t a n p i g m e o s l o s
p e rso n a je s que en él ju e g a n , ta n m enguadas la s e sc e n a s, c irc u n sc rita s c o m o se lu d ía n a

in tr ig a s , c e lo s, i n j u s t i c i a s , e n v i d i a s , d e s e o s d e m a n d a r y o t r a s f l a q u e z a s d e e s t e ja ez., q u e
s e lia d e d o b l e g a r a ll e v a r s o b r e s u s e s p a l d a s e s te a b r u m a n te p e s o p a r a ll e g a r a é p o c a s en

q u e e l h o r iz o n te s e a la r g u e y lo s c u a d ro s y su s p r in c ip a le s g r u p o s to m e n ta m a ñ o s si n o
g ra n d io so s, n a tu ra le s a lo m e n o s y m á s co n fo rm e a la n o b le z a d e l c o r a z ó n hum ano que

sie m p re p a lp ita a lb o r o za d o y h u m a n ita ria s"


a l p re s e n c ia r a c c io n e s h ero ica s, generosas
(63). Inclusive llega a afirmar que en esos años no hubo un San Martín -monárquico cd, no
lo olvidemos- y que fue preciso tomasen parte en la acción Francia. Inglaterra, Brasil -los
Estados “civilizados”- sus representantes “y los diversos pueblos de raza latina” para que
se pudiera destacar del “fondo oscuro de la tiranía de Rosas y de los caudillos de ambas
riberas del Plata”, ciertos “grupos majestuosos que ennoblezcan el teatro de la guerra que
desoía por tanto tiempo estos países”.
A esto se suma su visión del Brasil imperial y de la Corona con respecto al Estado
Oriental: " H e m o s v i s t o q u e e n l a l a r g a s e r i e d e h e c h o s q u e r e l a t a m o s d e s d e 1 8 1 0 h a s t a
la f e c h a (1825) que el g o b ie r n o del P rín c ip e R e g e n te de P o rtu g a l, b ie n a sí com o el
E m perador don P e d r o I d e l B r a s il, n

o b la , n o lia g o b e r n a d o a ú n . S ie m p r e e s b ie n re c ib id o p o r el p u e b lo p o rq u e n o espera

de él sin o c o sa s p ro p ia s d e un R ey. E l p u e b lo le lu d ia o j o s p e n e tr a n te s , o p o rte m a je s­

t u o s o , o m a n o a r i s t o c r á t i c a , o a l g u n a c u a l i d a d p r o p i a d e s u a l c u r n i a ' ' (65). Por contras­

te. entiende que un Presidente es un niño que ha cursado en la escuela o jugado con los
demás niños, “cuya vida se sabe hasta en los menores detalles", cuyos vicios y virtudes
son del dominio público. Su carrera está más o menos ensimismada con la de sus
paisanos, cuya fisonomía está estudiada diaria y familiarmente en la calle, en la casa, en
público y en privado, por lo cual, señala, dificilísimo le es ocultar a sus compatriotas lo
que siente, lo que piensa, “lo que holgara esconder en los pliegues de su corazón” . Un
presidente sería un simple ciudadano, un hombre con cualidades y defectos conocidos, a
quien se tuteó, con quien se comió, anduvo y “acaso a quien se trató con desprecio. “ U n
P re sid e n te no tie n e m ás b rillo que el que le d ie ro n o le darán sus a c to s, e sc rito s o

p a la b ra s. Un P re sid e n te d e u na R e p ú b lic a no dura m ás que un c ie rto p e r ío d o y lu e g o

e n tr a en la m a s a c o m ú n d e l p u e b lo . D e m o d o q u e p o c o s s o n lo s q u e n o le c o n o c e n , e n u n

p a ís p eq u eñ o , ta n ín tim a m e n te q u e n o p u e d a n a d i v i n a r p o r s u s g e s t o s ¡o q u e s e e s c o n d e
en su c o ra zó n ” (66).
Nueve años antes de escribir sus A p u n t e s ( . . . ) , en 1855, de Pascual emitió su opinión
sobre el régimen parlamentario en el cual encontraba defectos y no virtudes: “ ( . . . ) v a e s
a ñ e jo en el ré g im e n p a rla m e n ta rio el d e sv ia rse de la s c u e stio n e s v ita le s , tr a ta r con

lig e re za lo s tr a s c e n d e n ta le s y en sañ arse en v pequeñeces que poco


in d iv id u a lid a d e s
h o n r a n a l o s p u e b l o s y m u c h o d e s p r e s t i g i a n l a a u t o r i d a d ” ( 6 7 ) . Encierran estas palabras

dos ideas fundamentales a nuestro juicio que merecen ser observadas: una miopía sobre
la esencia del régimen parlamentario pues si bien puede llegarse a veces a discutir
“pequeñeces”, se discuten, es decir, se tratan los temas importantes y aquellos que no lo
son y con ello -con el mero hecho de discutir, tratar- se construyen las Repúblicas ajenas
al silencio y distanciamiento súbditos-Rey, de las monarquías, o súbditos-Emperador en
los Imperios, como -cabe señalarlo- no con el criterio que manejamos ya había tratado el
autor de marras en un pasaje transcrito líneas arriba. Segundo: una tendencia favorable
al autoritarismo- esencia de la monarquías e imperios- pues de lo que se trata a ojos vista
es el “desprestigio” de la autoridad en las Repúblicas. Y esto lo decimos conscientes de
que las Repúblicas hispanoamericanas no se caracterizaron precisamente por su estabili­
dad. Fruto ello, corresponde aclararlo, de la “situación colonial", impuesta por España,
en el caso de Iberoamérica, reflejada en la escasa participación política que daba la
metrópoli a los criollos en el manejo ríe los asuntos públicos. Recordemos cómo la
tendencia monárquica de los políticos bonaerenses (no sólo exclusiva de estos), durante
el período artiguista, encerraba un concepto elitista según el cual solo las minorías
cultas, distanciadas de las masas urbanas y rurales, podían dirigir las regiones del Río de
la Plata y -por qué no- de América hispana, preferentemente, conducidos además desde
la cúspide por príncipes o infantes europeos. Argumentando para ello lo mismo que
maneja ríe Pascual en su obra de marras: “ N o h a l l á n d o s e p r e p a r a d o s , e n v e r d a d , e s t o s
p u e b lo s p a r a g o b e r n a r s e p r o s í m ism o s, d e b ía n su frir la s c o n se c u e n c ia s d e su p r e m a tu r a
i n d e p e n d e n c i a ” (68). Constituyen también las argumentaciones que las clases altas orien­

tales manejaron en el Congreso Cisplatino para justificar lo injustificable: la unión con


Portugal y el fin de la “ a n a r q u í a ' ' .
Imperio, Monarquía, Providencia, decíamos. Refiriéndose a la independencia . 1. i
Brasil, escribe de Pascual: e m p e r o , la P r o v i d e n c i a , q u e t o d o l o d i s p o n e e n n u iii,
p e s o y m e d i d a c a n s ó s e d e v e r q u e l a t i r a n í a y l a i n j u s t i c i a d o m i n a s e n e l B r a s i l , r , i m .,

c o m a r c a d e la lib r e e in d e p e n d ie n te A m é r ic a , y u n a v e z e c lip s a d a la e s tr e lla d e l (lia ii.h

N a p o le ó n , e n c e n d ió en E spaña, I t a l i a 3' o t r o s p u n t o s del v ie jo M undo el fu ego de /,n


lib e rta d e s p a tr ia s " (69).
Como puede apreciarse el cronista ubica en el papel de motor de los hechos, como
designio causante, a la Providencia, que también es Dios. " A a m b o s (Rivera y Ros,1. 1
h a r e m o s j u s t i c i a : n u e s t r a p l u m a o b e d e c e a l a v e r d a d y s ó l o t e m e a D i o s " (70). Refirien

dose al negro Luna, compañero de Fructuoso Rivera, indica: "v e s t e s u c e s o e s u n a


prueba de que D io s no v in c u ló el h e ro ísm o , ni la n o b le za de a lm a , ni la s gran des
a c c io n e s , e n un c o lo r o e n u n a c la s e d e h u m a n id a d . D e la n te d e E l n o h a y d is tin c io n e s ni

ra za s. E l h o m b r e d e c o lo r y e l b la n c o so n in stru m e n to s d e su g r a n d e z a y d e su sa b id u ría ,

(71). Resultaría esta última afirmación un gesto plausible de


sin q u e se p e r c ib a n d e e l l o ”

destaque si no sufriera en su esencia de una contradicción: son las palabras de un


abrasilerado que. elogiando al Imperio del Brasil, acepta tácitamente la base sobre la que
se sustentaba su sociedad: la esclavitud del negro, explotado como mano de obra por los
“señores de ingenio” (72). Vuelve a semejante actitud -ubicar a la Providencia o Dios
detrás de los sucesos gravitando en ellos- cuando al referirse al retiro de Pedro I del
escenario de la guerra de 1825-1828, dice: “ E m p e r o i n e s c r u t a b l e s s o n l o s j u i c i o s d e l a
P ro v id e n c ia y e lla so la s a b e co n q u é o b je to p r iv ó a d o n P e d ro d e la u re le s s a lp ic a d o s d e

(73). Se transforma la
sa n g re , y d ie r a a la B a n d a O r ie n ta l su lib e r ta d e in d e p e n d e n c ia "
Providencia -Dios- en la Sabiduría Divina cuando del Estado Oriental se trata: " L a
S a b id u ría D iv in a , en su s in e sc ru ta b le s a rc a n o s, tie n e r e s e r v a d o a e ste p a ís un c á liz d e

a m a r g u r a s y ta l vez, lo s g o c e s d e la p r o s p e r i d a d a l a p u r a r s u s h e c e s " .

Esta gravitación de lo Divino es todopoderosa, generadora de actitudes y dispensado­


ra de maldad y/o bienestar. " ¡ C u á n t a s v e c e s s a l e c i e r t o e l v o x p o p u l i , m e d e i , p a r t i c u ­
la rm e n te si se tr a ta de in te re se s v ita le s de la s n a c io n e s/ La e le c c ió n de IS Jfí en

M o n te v id e o , un a ñ o después de la d e B uenos A ir e s , m a n ifie sta p a te n te m e n te que la ir a

d e D io s sa cu d e, c o m o el fu r io s o v e n d a v a l, lo s p la n e s d e lo s d ís c o lo s y q u e su c le m e n c ia
p r o te g e a lo s d e s v a lid o s b a jo e l p o d e r d e su s o m n ip o te n te s (d a s " (74).
Su determinismo religioso alcanza mayores magnitudes, así como un mejor esclareci­
miento cuando asevera: " E l m é d i c o , b i e n a s í c o m o e l h i s t o r i a d o r , d e s e n t r a ñ a n d o a m b o s ,
c o n e l e s c a l p e l o e n la m a n o , e l te j id o m u s c u la r d e la v id a d e l h o m b r e y d e lo s p u e b lo s ,
son lo s m ás a rd ie n te s co n feso res de la e x iste n c ia de un Ser Suprem o que rig e con

ju s tic ia y sa b id u ría i n e s c r u ta b l e s lo s d í a s d e l u n o y lo s d e s t i n o s d e lo s o tr o s . ¡ I n c lin e su

ce rv iz , la hum ana p ru d e n c ia a n te lo s d e c re to s del c ie lo y c o n su é le se a lo m as con


la s tim a r el d esen fren o d e (75). Y agrega, luego de
la p a s i o n e s d e lo s h ijo s d e l o r g u llo "

indicar que el espectro de Artigas se alzaba en tierra paraguaya para contemplar los
retoños de destrucción que sembrara hacía veinte años “en sus vandálicas correrías” :
" P o r m á s q u e lo s e sc é p tic o s, lo s r e n e g a d o s d e u na P ro v id e n c ia D iv in a , s e e sfu e rc e n en

n e g a r q u e h a y v e r d a d e s e te rn a s, lo s h e c h o s o s a b r u m a r á n s ie m p r e c o n su p e s o im p o n d e ­

ra b le. R ecogerás lo i/u e sem braras. S e m b ra ste c a u d illa je , guerra c iv il, d e so la c ió n y


m u e r t e . P u e s b i e n , e s a s e r á tu c o s e c h a " (76).
Las “verdades eternas" son manifiestas en la obra de de Pascual. Más aún, la insis-
leuda en determinadas ideas pretende lijarlas en el lector como tales. Id malhadado
Artigas, la insidiosa política de Buenos Aires, los ambiciosos caudillos, las miras bienhe­
choras del vecino brasileño hacia el listado Oriental, el tiránico Rosas, el carácter
maléfico de los “americanos españoles” que “se complacen en destruir”, lodo ello bajo
la ineluctable mirada de Dios: “ ( . . . ) n u e s t r a p l u m a o b e d e c e a l a v e r d a d y s ó l o t e m e a
D i o s " (77).

Acerca de los “ambiciosos caudillos” -prioritariamente vistos como personajes nega­


tivos ¡rara los países hispanoamericanos- no desacierta en caracterizarles como hombres
de a caballo, buenos jinetes: “ E l q u e c o n o z c a l o q u e e s l a v i d a d e c a s i l i n i o a m e r i c a n o
d e o rig en e sp a ñ o l, y a en p a z, y a en g u erra , d a r á u n a su b id a im p o rta n c ia a la s c a b a lg a ­

d u r a s . P o r q u e a q u í, e n lo s E s ta d o s b a ñ a d o s p o r e l P la ta e s p e c ia lm e n te , e l h o m b r e p u e d e
lla m a rse in c o m p le to sin su c a b a llo . El gaucho v ive , com e, bebe, ca m in a , duerm e, des­
can sa v conversa co n su c o rc e l, c u a l c o m p a ñ e r o in s e p a r a b le " (78).
Traza -como el Profesor Oddone señalara-bocetos psicológicos o pincelazos que
pretenden caracterizar a los personajes y sus seguidores. Recuérdese la comparación
entre Rivera y Rosas, y téngase presente la siguiente que corresponde a su visión de lo
que era un "federal” porteño hacia la década de 1830: “ I m a g í n e n s e n u e s t r o s l e c t o r e s q u e
se le s p re s e n ta se de sú b ito un m o re tó n a lto , c e trin o , con exageradas p a tilla s n egras

m u d a s a p o b la d o s b ig o te s, s o m b r e r o c a la d o h a s ta lo s o jo s c o n u n a c in ta a n c h a c o lo r a d a

con la d iv isa M u e rte a lo s sa lv a je s u n ita rio s, con c h a le c o encarnado, c h a q u e ta azul

oscu ro , a lg u n a s v e c e s c o lo r a d a , b o r d a d a d e n e g r o c o n p ro fu sió n , c o lg a n d o d e l o ja l u n a
c in ta c o l o r a d a d e c u a tr o d e d o s d e a n c h o y un p a l m o d e la r g o , c o n e l r e t r a to d e R o s a s en

e l c e n tr o . Una daga p e n d ie n te en la c in tu ra y a rra stra n d o un sa b le a espada. A ncho

¡w n c lio azul fo rra d o de encarnado, p a n ta lo n e s a zu le s o c o lo ra d o s, b o ta s con enorm es

e sp u e la s d e p la ta cuyo peso n o b a ja b a d e d o s lib ra s. F u sta o lá tig o c o r to d e c u e r o c o n

m ango d e p la ta , a ire fero z, y q u e n o s d ig a si no era capaz de re c o rd a rle la s Lagunas

P o n t in a s , S ie rra M o ren a o a lg o m á s q u e d e b ía in fu n d irle sin o te r r o r c e lo . ¡Y el p u e b lo

d e B u e n o s A ir e s , ( d io r a ta n p a r i s i e n s e e n s u vestir, c a r g a b a e n to n c e s sin m o stra r rep u g ­

n a n c ia , c o n la lib r e a d e R o s a s " (79).


Si dejáramos de lado los calificativos -no porque pensemos que Rosas no fue un
dictador o que estuviera ajeno a la idea de reconstrucción del Virreinato del Río de la
Plata- acierta en la narración el autor de marras, como lo hace en sus pincelazos sobre
Fructuoso Rivera y Juan Manuel de Rosas. Claro está que es un boceto realizado por un
hombre de la ciudad que menosprecia a los caudillos, un español abrasilerado urgido por
un desprecio total hacia los “porteños”, reflejo ello de la rivalidad Brasil-Argentina que
marcó tan pesadamente la realidad de nuestro país en el siglo XIX.
APUNTES
FARA LA

HISTORIA DE LA REPUBLICA ORIENTAL


DEL

DESD E EL AÑO
GUAY
DE 1810 H A S T A EL DE 1859;

BASADOS KN D O C U M EN TO S AUTÉNTICOS PUBLICOS B INEDITOS

T XN 0TR08 DATOS ORIGINALES,

EXTRAIDOS DB L08 ARCHITOS T B1BLIOTBCA8 NACIONALES T PARTICULARES

DB EUROPA T DI LA AMERICA DB ORÍOBN IBBRO,

T ROBUSTECIDOS POR LA T R A D I C I O N ORAL Di TESTIGOS

OCULARES DE LOS HECHOR,

POR

A. D. DE P,
, . -< *
MIEMBRO DEL INSTITUTO HISTORICO Y CFOCRAPICO DEL BRASIL. Y

Ki cni m inilii plus cut fldel, q u t m facundia».


etc* RON.

T OMO II
AÑOS DE N - S - J . C . D E 1810 Á 1859.
(1 ) Apartado de la Revist a Histórica
[ .a h i s t o r i o g r a f í a u r u g u a y a c u e l s i g l o X I X . A p u n t e s p a r a s u e s t u d i o .
de la Universidad (Segunda época), Montevideo. 1959.
(2 ) Idem. Pagina X.
(3 ) Ibidcm.
(4 ) A p u n t e s ( . . . ) lom o I, página329.
(5) Idem lom o 2. Página 25.
(6 ) Idem Paginas 1X8 W). Como se verá lejos estuvo Antonio Deodoro de Pascual de la objetividad por
él proclamada l úe un escritor del Imperio del brasil en una época en que este gravitaba en nuestro
país política, social, económica y culturalmente como hemos señalado.
(7 ) Idem. Página 139 Sin embargo corresponde anotar que en el Prólogo (lomo I, página V III) indica que
no ha de ser diluso en el preámbulo de unos apuntes “ modestos sin ínfulas deHistoria” .
(8 ) En l . a A m e r a n d e l S u r . Año I N °4. Montevideo, 25 de lebrero de 1855. Pág ina 28.
(9 ) A p u n t e s ( . . . ) lomo 2. Páginas 219.220.
(10) En: l . a A n u í a a d e l S u r ()b. cit. Año 1. N °2. Montevideo, 11 de febrero d e 1855. Página 9.
(11) Idem. Ano I N" I ( )b cit. Página 28.
(12) Ibidcm
( 13) En: l . a A n u í a a d e l S u r Año I. N ° 5. Montevideo, 4 de marzo de1855. Págin a 37.
(14) A p u n te s ( ) lomo I Página 151.
(15) En: l . a A n u í a a i l e l S u r Ibidcm (Nota 13).
(16) Idem. Ano I N" 9 Montevideo. Io de abril de 1855. Páginas 66- 67.
(17) Idem. Ano I N"1 Montevideo, 4 de marzo de 1855. Página 29.
(18) Ibidcm
(19) Idem. Ano I N" 5 Montevideo. 4 de marzo de 1855. Página 37.
(20) Idem. Ano I N" 10 Montevideo 8 de abril de 1855.
(21) Idem. Ano I N" II Montevideo, 15 de abril de 1855. Páginas 91- 92.
En el Piologo de los "Apuntes (...)” , Tomo I, página IX, manifiesta: " I d ( p i e i n t e n t a r e e s c r i b i r l o s
h e c h o s (p ie lia n te n i d o lu g a r e n e s t a s R e p ú b l i c a s y lo s v e c i n o s p a í s e s d e s d e 1 8 1 0 h a s t a n u e s t r o d ía s .
J o r r a d o s e lia d e v e r a t u r a r b io g r a fía s p o r q u e ú n ic a m e n te d e e lla s p u e d e n s u r g ir h e c h o s n a c io n a ­
le s " . ¿Trazo lim p iab as' Creemos que no. Sus realizaciones se acercan a bocetos psicológicos más que
datos sobie la vida de tal o cual personaje. Salvo que entendiera a aquella como boceto psicológico,
precisamente
(22) Ibidcm
(23) A p u n te s ( ) ( )b cit lomo I Página 246.
(24) Idem Pajona 3 9 /
(25) Idem Pagina (3 I
(26) Idem lomo 3 Pajonas Ib 17.
(27) Idem P a j o n a 9 ( >
(28) ld{Oii Pajona 3XX
(29) Idem. Pajona (30
(30) A p u n te s ( ) lomo I Pajona VIII.
(3 I ) Idem Pajona V
(32) Adveiteiu la a los A p u n t e s ( ) Paginas XI- XII. Es el caso de cartas de Fructuoso Rivera al Comandante
11ii 1ii ai de ( Vno I aij ’o No explica el motivo de dicha actitud. A p u n t e s ( . . . ) . lomo 2. Página 480.
(33) A p u n t e s ( ) lomo 3 Pajona 1 0 9 . También en la página 394. “ El Gobierno presentó a las Cámaras un
mensaje espío lal dando ( nenia de sus actos relativos a la sublevación capitaneada por el general
Riveia, i uyo do. milenio apareció en el N° 2.229 d e “ El Universal” , pero como juzgamos de poca
impoiiam la la. la/ ones del Ejecut ivo para cohonestar sus desmanes, no hacemos más que indicar la
ex ist an i .i de este lie. lio''
Pensamos que es mpisio su pioccdcr y que el documento merecía difundirse en el texto.
(34) Idem lomo I Adveilcm la Pajona V
(35) Idem Pajona VIII
(36) A p u n te s ( ) lomo 3 Pajonas 156 157.
(37) Idem Pajonas I ‘>X I >9
(38) Ihulem I de li o ei nolai que de Pascual poseía documentos. Tomo 2, página 365: (...) v a l g u n a s
<a i t a s ,/, S e i \ >nuh> <i o m e .■ <i d o n A l e j a n d r o B r e s q u e q u e o b r a n e n n u e s t r o p o d e r ".
(39) A p u n te s t ) l o m o I Pajona 180 Id acontecimiento: páginas 180- 182.
(40) Idem Pm lopo Pajonas IX X
(41) En: L a A m é r i c a d e l S u r . Año I, N° I Montevideo, 4 de febrero de 1855. Pagi na 2.
Hallamos en la idea expresada la que manejaría el colonialista Cecil Rhodes en la década de 18 / n . ».
Inglaterra, como medio de solucionar los conflictos internos. De Pascual con sus aseveraciones li.m .
justicia a aquella máxima de que el imperialismo " e s u n a c u e s t i ó n d e e s t ó m a g o " .
(42) José Pedro Barran. A p o g e a y c r i s i s d e l U r u g u a y p a s t o r i l y c a u d i l l e s c o . Montevideo, E.B.O., I '* ' l
Página 8 1.
(4 3 ) Antonio Deodoro de Pascual. A p u n t e s ( . . . ) . Oh. cit. Tomo 2. Páginas 192- 193.
(44) Idem. Tomo 2. Página 193.
(45) Idem. Tomo 2. Página 105.
(46) Idem. Tomo I. Página 153. Además al crit icar el imperialismo inglés olvidó - aspecto inexcusable en - I
como cronista si no como “ historiador” - escribir sobre los vínculos entre Inglaterra y Portugal, desde . I
Tratado de Methuen en 1703, así como la gravitación de la diplom acia inglesa acrecentada en esto ,
lares cuando el traslado de la Corte portuguesa a Brasil.
(47) Ibidem.
(48) Idem. Tomo 2. Página 213.
(49) Ibidem.
(50) Antonio Deodoro de Pascual. A p u n t e s Tomo 1. Advertencia. Página 11.
(51) Juan Zorrilla de San Martín. I . a E p o p e y a d e A r t i g a s . Tomo II. Luis Gili Librero- Editor. Barcelona
M C M XV III. Página 17.
(52) En: L a A m é r i c a d e l S u r . Año I. N °4. Montevideo, 25 de febrero de 1855.
(53) A. 1). de Pascual. “ Apuntes (...)” . Ob. Cit. Tomo I. Página 42. Obsérvesecómo juzgaba el cronista de
marras la coincidencia de metrópoli y colonia en lares brasileños al despuntar el siglo X IX : " I . a
lle g a d a d e la f a m ilia r e a l d e B r a g a n z a a la v e c in a c o lo n ia fu e u n a v e r d a d e r a fe lic id a d p a r a e l h a s ta
e n to n c e s d e s c u id a d o te r r ito r io , q u e v io a b ie r to s s u s c e r r a d o s p u e r to s a l c o m e r c io d e l m u n d o , e n t r a n ­
d o d e e s te m o d o e n r e la c io n e s c o n lo s p u e b lo s c iv iliz a d o s d e q u e e s ta b a s e p a r a d a , c o m o s i J u e r a la
C h in a o e l J a p ó n d e IS O S . (A.D. de Pascual. Ob. cit. Tomo 1. Página 96).
(54) Idem. Tomo I. Páginas 65- 66.
(55) Ibidem.
(56) Juan Zorrilla de San Martín. Ob. Cit . Tomo I. Página 619.
(57) A. I). de Pascual. Ob. cit. Tomo I . Páginas 353- 354.
(58) Nótese que de la lectura del texto surgen argumentos criticables: concesión de laindependencia de la
Banda Oriental, organización de un Gobierno Provisorio que establecería una Constitución sujeta a
examen por las partes contratantes (...) p a r a e l ú n i c o f i n d e v e r s i e n e l l a s e c o n t i e n e a l g ú n a r t í c u l o o
a r t í c u l o s q u e s e o p o n g a n a l a s e g u r i d a d d e s u s r e s p e c t i v o s E s t a d o s " (Art ículo VIII). Además estable­
cía la posibilidad del intervencionismo de cualquiera de las partes, la presencia de 1.500 soldados de
las Provincias Unidas y otros 1.500 brasileños hasta pasados 4 meses de la instalación del Gobierno
Provisorio como fuerzas “ pasivas y de observación” .
(59) Idem. Tomo I. Páginas 354- 355.
(60) Debemos precisar que la figura de Fructuoso Rivera aparece con pincelazos ora favorables como
desfavorables para el caudillo. Así, por ejemplo, afirma (Tomo 2, página 24) que no estaba dotado del
carácter ni de la inteligencia de Rondeau. Más adelante (idem. página 59) traza este retrato de Don
Frutos: " R i v e r a n o e r a n i l i b e r a l n i m e z q u i n o , p e r o s í p r ó d i g o ; n i c r u e l , n i h u m a n o , e r a d é b i l d e
e s p ír itu y c o n d e s c e n d ie n te ; n i o r g u llo s o , n i v e r d a d e r a m e n te a m a b le , m a s lla n o e n d e m a s ía p a r a s e r
j e f e d e u n p u e b lo . P o r fin . n a d ie m e n o s a p to q u e é l p a r a s e r je fe d e u n p u e b lo . P o r J in . n a d ie m e n o s
a p t o q u e é l p a r a d e s e m p e ñ a r la a l t a m a g i s t r a t u r a c o n q u e s e le a c a b a b a d e i n v e s t i r L a s t r a b a s q u e le
im p o n ía la C o n s titu c ió n e r a n d ia m e tr a lm e n te o p u e s ta s a s u s c o s tu m b r e s y p a r a R iv e r a la s e tiq u e ta s y
Aciert a - y aquí nos guiamos por los aportes historio-
d e b e r e s d e su c a r g o e ra n u n p o tr o d e m a r tir io " .
gráficos- en verle pródigo, opuesto a los límites constitucionales y a las etiquetas y, como ex plica en
otra ocasión, reacio a vivir en la capital y gustoso de establecerse en la campaña donde se encontraba
más a sus anchas.
(61) Juan E. Pivel Devoto. Prólogo a E l c a u d i l l i s m o y l a R e v o l u c i ó n A m e r i c a n a . P o l é m i c a . Montevideo.
1966. Colección de Clásicos Uruguayos. Vol. I 10. Página XIX.
(62) A.D. de Pascual Ob. cit. Tomo 2. Página 25. En la página 409 escribe que los caudillos americanos son
idénticos, siendo el fondo de sus actos la traición, el deseo de mandar, la ambición de enriquecer “ (...)
y la id e a d e h a c e r d e s u d e s g r a n a d a p a tr ia u n p a tr im o n io v ita lic io , s in q u e e n tr e e n s u s m e n g u a d a s
c a b e z a s e l b ie n e s ta r d e la N a c ió n n i p o r e l a r r a b a l d e l e n te n d im ie n to " .
(63) A.D. de Pascual. Ob. cit. Tomo 2. Página 206.
(64) Idem. Tomo I. Páginas 184- 185. Es de hacer notaren esta oportunidad su afirmación de que la política
luso- brasileña no buscó ocupar puestos públicos. Hecho este que nos sirve para recordar que de
Pascual reconoció en los hispanoamericanos todo lo contrario, esto es. lo que denomina “ em pleoma­
nía” . " S e h a c e l a a c u s a c i ó n a l a r a z a l a t i n a d e q u e r e r v i v i r l a m a y o r í a d e s u s h o m b r e s d e e d u c a c i ó n a
e x p e n s a s d e l lis ta d o , y la e m p le o m a n ía e s la c a u s a , n o d ir e m o s p r im o r d ia l e m p e r o s í s u a lle g a d a , d e
m u c h o s d e lo s tr a s to r n o s q u e e n lu ta n la s n a c io n e s ib e r o a m e r ic a n a s , s in m e te r n o s e n lo q u e s u c e d e e n
E uropa. C u a lq u ie r a d v e n e d iz o se im a g in a c o n d e r e c h o a o c u p a r lo s c a r g o s p ú b lic o s y p a r a e llo n o
titu b e a en s u b ir y b a ja r e s c a le r a s , echando m ano del em peño -c a rc o m a d a ñ in a de lo s E s ta d o s - x
(Tomo 2. página 62). Como juicio resulta
o lv id a n d o s i le a s is te y s i h a r e c ib id o e d u c a c ió n a d I to c " .
apresurado, injusto y contradictorio. Recordemos en primer lugar, por ejemplo, durante la Patria Vieja,
las palabras de Artigas al Cabildo Gobernador de Montevideo, el 12 de agosto de 1815 que, si bien
corresponden al marco de una Provincia “ indigente” como la Oriental de 1815, adquieren validez
como normas de buena administración. “ T o d o p o r a h o r a e s p r o v i s o r i o y p o r l o m i s m o r e e n c a r g o a V.S.
n o s e m u ltip liq u e n n i la s a u to r id a d e s n i lo s a d m in is tr a d o r e s , n i o tr o s p u e s to s q u e g r a v e n lo s f o n d o s d e
e s ta in d ig e n te P r o v in c ia ( ...) P o c o s , b ie n d o ta d o s y c o n m o v id o s p o r la r e s p o n s a b ilid a d s e r ó n s u fic ie n ­
te s p a r a lle n a r s u s d e b e r e s ys e r ú tile s a l p a ís q u e lo s a lim e n ta . E s ta e s m i id e a V.S., c o n a r r e g lo a e lla ,
(En :W. Reyes Abadie, Oscar H. Bruschera y Tabaré Melogno. D o c u m e n t o s d e H i s t o r i a
tir e s u s lín e a s " .
N a c i o n a l y A m e r i c a n a . T il C i c l o A r t i g u i s t a . E. Medina. 1951. Tomo II. Página 465. Cabe considerar
además el peso que tuvo en el siglo X IX el hecho que los funcionarios públicos no cobraban su sueldo
periódicamente, lo que indica tácitamente que no eran privilegiados. Tomemos las palabras del mismo
de Pascual - de ahí lo contradictorio que indicáramos líneas arriba- en especial cuando se refiere a los
inicios de la segunda presidencia de Fructuoso Rivera: “ H e a h í a R i v e r a e n e l p o d e r . H a c e h o r a s , c o m o
q u ie n d ic e , q u e le e je r c e y y a n o fa lta n d e s c o n te n to s p o r q u e e l e r a r io n a c io n a l s e h a lla e x h a u s t o y.
e x c e p to la tr o p a , a la q u e s e le h a d a d o e l d ía d e la e n tr a d a tr iu n fa l d e s u j e f e , d ie z d u r o s , lo s d e m á s
e m p le a d o s n o h a n r e c ib id o u n m a r a v e d í y p o c a e s p e r a n z a a b r ig a n d e q u e m e jo r e s u s u e r te , s i v u e lv e n
l o s o j o s a l h o r i z o n t e q u e l o s r o d e a " . (A.D. de Pascual. Ob. Cit. Tomo 2. Página 247. Por último, ¿qué
decir de la burocracia lusobrasileña durante la Cisplatina, abultada y acompañada por títulos, empezan­
do por el mismo Lecor?
(65) A l), de Pascual. Ob. cit. Tomo 2. Página 259.
(66) Idem. Tomo 2. Página 260.
(6 7 ) En: L a A m é r i c a d e l S u r . Año I. N °4. Montevideo, 25 de febrero de 1855. Pá gina 1.
(68) A.D. de Pascual. Ob. Cit. Tomo I. Página 41. Lo que de Pascual no dice claramente en 1864 es cómo
en la época de la independencia del Brasil, este país descansaba en un 6 0 % de mano de obra esclava en
una población de 3.500.000 almas donde las “ inconfidencias” y las revoluciones republicanas indepen-
dentistas, como el motín pernambucano de 1817, alteraban la presunta “ paz pública” . Producido el
grito de Ipiranga en 1822, Pedro I " m a n t i e n e u n r é g i m e n q u e i m p l i c a e l m í n i m o d e c a m b i o s p o r
r e fe r e n c ia a la s itu a c ió n c o lo n ia l, lo q u e p r o v o c a r e v u e lta s r e p u b li c a n a s d e la s c u a le s la m á s im p o r ­
ta n te s e r á la C o n fe d e r a c ió n d e E c u a d o r q u e s e in s ta la e n R e c ife e n I S 2 4 . a la q u e s ig u e la d e l in te r io r
de P e r n a m b u c o e n I R 2 9 (Carlos Rama. H i s t o r i a d e A m é r i c a L a t i n a . Ed. Bruguera S.A. la. edición
1978. España. Página 37). No olvidemos también la trascendente República Farroupilla (1835- 1844) y
los movimientos campesinos abolicionistas.
(69) A.D. de Pascual. Ob. cit. Tomo I. Página 97.
(70) Idem. Tomo I. Página 268.
(71) Idem. Tomo 1. Página 279.
(72) Ver nota (68).
(73) A.D. de Pascual. Tomo I . Página 294. Ob. Cit.
(74) idem. Tomo 2. Página 55.
(75) Idem. Tomo 2. Página 312.
(76) Idem. Tomo 2. Página 313.
(77) Agréguese a la lista citada el hecho que en el caso particular de Buenos Aires y sus hombres estaría
detrás desde 1810. Juan Jacobo Rousseau " ( . . . ) y c u a n t a s o b r a s d e s c a b e l l a d a s a b o r t ó l a R e v o l u c i ó n
F r a n c e s a " (Tomo I. Página 327). Con esta aseveración llegar a Mariano Moreno implicaba dar un
paso que no vaciló en e jecutar. " D o n M a r i a n o M o r e n o , u n o d e l o s p r i n c i p a l e s j e f e s d e l a R e v o l u c i ó n ,
e s c r ib ió d e p r o p ó s ito y d e d ic ó a s u s p a is a n o s a lg u n a s p á g in a s e n q u e c o n fie s a p a la d in a m e n te q u e e l
s is te m a s o c ia l d e R o u s s e a u e s e l ú n ic o v e r d a d e r o q u e d e b ía n s e g u ir , y q u e la s itu a c ió n d e lo s a m e r i c a ­
n o s n o e x i g ía o tr o . C o n e s ta e s c u e la y a lim e n tá n d o s e de ta le s d o c u m e n to s , n a d a e x tra ñ o e s q u e n o
r e c o n o c ie s e n a u to r id a d n i a c a ta s e n ” (Ibidem ). Con
a lo s p r o c e r e s d e la p a tr ia , n i r e s p e ta s e n la l e y
respecto a los caudillos corresponde indicar que emite juicios dispares, juicios que en el caso de
Fructuoso Rivera (como ya hemos señalado) aparece tratado con más benevolencia. " L a v a l l e j a . O r i b e
y R i v e r a f o r m a b a n d o s f a c c i o n e s : l o s d o s p r i m e r o s e r a n c a r a c t e r e s t u r b u l e n t o s , á n i m o s i n c l i n a d o s a la
tir a n ía d e l s a b le , c a p a c i d a d e s m e n g u a d a s y, p o r lo m is m o , lle n a s d e p r e te n s io n e s . Y R iv e r a c o n ta b a
c o n la s s im p a tía s d e l c a m p o . I,a v a lle ja y O r ib e te n ía n a p o y o e n B u e n o s A ir e s ; R iv e r a , n o . R o í
U n te n le lo s d o s p r im e r o s , in s tig a d o s p o r lo s e n e m ig o s d e la Banda O r ie n ta l, se d is p u s ie r o n ,i u n ,
lu c h a que n o d e b ía te r m in a r s in o a lg u n o s lu s tr o s d e s p u é s " (Tomo I. Página 363). Ubica a ambo
Rivera y Oribe, en el contexto ele la Am érica española: " s e i n d e p e n d i z a r o n d e l a m a d r e p a t r i a p o n í \<
e l p a tr im o n io de c ie r to s h o m b res s a lid o s de la nada (p ie . o m ás audaces, o m ás fe r o c e s . <> m ,i
a fo r tu n a d o s , s e c o n s titu y e r o n d e h e c h o e n lo s tir a n o s d e e s to s p u e b lo s , d ig n o s d e s e r m e jo r a d u n a n
Ir a d o s p o r s u s v ir tu d e s y r iq u e z a s n a tu r a le s . F r a u d a y L ó p e z -a ñ a d e - s e h a c e n d u e ñ o s d e l P a r a r un
h a s t a e n n u e s t r o s d í a s ; R o s a s d e B u e n o s A i r e s d u r a n t e v e i n t e a ñ o s ; R i v e r a y o r i b e , d e l U r u g u a y . h n \t>
d í a s m u y c e r c a n o s a n o s o t r o s ; C a s ti lla , d e l P e n i ; l lo r e s , d e l C e n a d o r ; O b a n d o , d e la N u e v a ( ¡ r a n a ,l a
u n S a n ta A n a , d e S a n to D o m in g o {? ), y o tr o s d e s u s r e s p e c tiv o s p u e b lo s y p r o v in c ia s s in (p ie s e s c p t
c u á n d o te n d r á té r m in o e s te s e ñ o r ía d e s p ó tic o d e lo s c a u d illo s ”
(Tomo 2, página 323).
(78) A l), de Pascual, Ob. cit. Tomo 2. Página 333. Aciert o es reconocer también en Artigas y Rivera a l«>
más prácticos y conocedores del terreno oriental. " P a r a e s t o s d o s c a u d i l l o s e l t e r r i t o r i o d e l a R e p u b h
c a . p a r t i c u l a r m e n t e e l d e l a s f r o n t e r a s , e r a t a n c o n o c i d o q u e n o h a b í a e n c r u c i j a d a n i d e s f i l a d e r o <pi
(Tomo 2, página 332).
n o le s fu e s e fa m ilia r "
(79) Antonio Deodoro de Pascual. Tomo 2. Página 355.
R E C E N S IÓ N
♦ I
A b d a la , W a s h in g t o n , O la iz o la , J u a n J o s é y o tr o s
M o d e r n iz a c ió n p a r la m e n t a r ia . M o n t e v id e o 1995
M1REYA PINTOS (*)

121 libro reúne una serie de ensa­


yos que nacen de un común propó­
Modernización sito y apuntan una misma finalidad:
indagar en la cuestión denominada,

parlamentaria modernización del parlamento.


El Dr. Washington Abdala ya
desde las primeras páginas, mani­
fiesta con mesura y agudeza, la ne­
cesidad de buscar fórm ulas de
alternativa que permitan reestructu­
rar o adecuar nuestra herencia polí­
tico-parlam entaria a la realidad
uruguaya. Su reflexión se nutre del
conocimiento y el análisis de la pre­
sente situación legislativa, la cual -
no siempre- promueve las esperadas
respuestas operativas que reclama
o debate la opinión pública; ni tam­
poco ofrece contingencias válidas
para el perfeccionamiento del siste­
ma administrativo. De ahí que pro­
ponga im prim ir un estim u lan te
impulso a toda m ovilización de
ideas, capaz de elaborar maduras
opciones de cambio; así como de
dinamizar un giro renovador que ex­
ponga contenidos concretos, e introduzca auténticas modificaciones, mediante un proce­
so de modernización.
El desafío que supone esta propuesta es recogido en otros estudios. Horacio Martore-
lli examina al parlamento en su contexto social y, a su vez, Costa Bonino aborda su
imagen pública; coincidiendo ambos investigadores en relativizar el criterio negativo
que nuestra sociedad, en proceso de transformación, suele tener del mismo. La crisis de
representatividad articulada a la reforma política, y la consolidación del régimen demo­
crático es reseñado por Juan R ia 1. Este comenta aspectos puntuales del ordenamiento
constitucional uruguayo. Destaca el aporte de la formulación batllista que introduce
variantes esenciales en ei modelo, a través de la idea de democracia directa; y, entre
otros cucslionamientos, registra el intento fallido de la reforma constitucional de 1994,
aportando consideraciones originales, sugerencias y atisbos de cadente interés.

(*) Brol , I iiviu i;u!;i. Asesora en Historia de la Biblioteca Nacional.


Por su parte, L. Ituño encara los obstáculos que impiden la mejor calidad del ti.il>.i|..
realizado en las Cámaras "vistos desde la perspectiva de la experiencia parlamcniai i.f
Alberto Linares nos ofrece su particular visión sobre la existencia de "una suene <1.
paralelismo entre el legislativo y los partidos politicos", que se establece, ocasionnlim n
te, en torno al juicio que merecen a la ciudadanía. Id mundo de la publicidad ligado al
régimen institucional es abordado por Abelenda, Juansolo y J. M. Petit, quienes (lr.ni
vuelven con amplitud la relación parlamento -medios de comunicación- periodismo.
La publicación se cierra con el planteo de modernización perfilado por G. Macicl, <I
cual detalla los procedimientos y mecanismos (Labor de Comisiones, Asesores, Sistema
de informática etc.) que deberían de instrumentarse o afinarse para jerarquizar la gestión
pública y crear una infraestructura más ágil y adecuada a nuestro tiempo. Con ello
afirma el autor- se aseguraría la presencia de una institución eficiente, disciplinada, de
alta credibilidad y, concomitantemente, apta para dimensional' nuestra democracia.
En suma, constituye el conjunto de estos ensayos un buen intento de aproximación al
tema central, brindando en la diversidad de sus argumentos o sugerencias (en ocasiones,
polémicas y siempre ferméntales) la posibilidad de obtener una interpretación global y
racional, de las dificultades actuales de nuestro sistema parlamentario, y su eventual
superación.
I n d ic e

S e c c ió n H is t o r ia

Manuel Lobo. Ilustre fundador ele la Colonia del Sacramento,


por Fernando O. Assunyao.......................................................................... 3

Colonización Canaria. Canarios en la Banda Oriental,


por Luis Alberto Musso .............................................................................. 15

Explicación............................................................................................ 15

Capítulo I
Peripecias de la colonización canaria en la Banda Oriental ................ 17

Capítulo II
Montevideo y su gobierno can ario ....................................................... 27

Capítulo III
Los Cabildantes canarios de Montevideo. Tres décadas de actuación
política ca n aria ...................................................................................... 49

Capítulo IV
Canarios en Uruguay (1830-1850). Investigación histórica en el
archivo del Hospital de Caridad de Montevideo .................................. 65

Capítulo V
La actuación de los canarios en la Guerra G ran d e............................... 123

Capítulo VI
Historiografía y bibliografía sobre los canarios en el Uruguay ........... 145

Violencia magnicida en Uruguay, por Angel Venturini.............................. 163

Homenaje al presbítero Dr. José Manuel Pérez Castellano,


por Augusto I. Schulkin.............................................................................. 173

S e c c ió n L ite r a tu r a

Aproximaciones homéricas, por Rómulo C osse......................................... 181

Perspectiva espiritual e histórica de la obra Hroswitana,


por Mireya Pintos C arbajal......................................................................... I 87

Los papeles salvajes, por Elias U riarte............................................................. 205

Carlos Sabat Ercasty, por Hyalmar Blixen ................................................ 209

2 73
S e c c ió n B ib lio g r a f ía

Un libro de Luis D. Desteffanis, por Edmundo M. N arancio.................... ''

Raíces Místicas en Sara de I báñcz, por Solveig I bánñcz. . . . . . . . . . . . . II

Crónica del Uruguay (1810-1839), por Alicia Fernández - Jorge Villa..... I'1

R esención

Modernización Parlamentaria. Mdeo. 1995 por Mireya P intos................. 27 í

2 7 6
Se establece canje con bibliotecas, archivos, museos e
instituciones culturales. Dirigirse por correspondencia
a Casilla de Correo 452, Montevideo - Uruguay. Per­
sonalmente. ti su sede. Avenida 18 de Julio 1790.

Se terminó de imprimir en el
mes de noviembre ríe 1996
en Imprenta Rosgal S.A.
Mariano Moreno 2708
Teléfono 47 25 07

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Edición impresa al amparo
del Alt. 79 de la Ley 13.349
Montevideo - Uruguay

Depósito Legal N° 304893/96

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