Revista de La Biblioteca Nacional - Republica Oriental de Uruguay
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Revista de La Biblioteca Nacional - Republica Oriental de Uruguay
B IB L IO T E C A N A C IO N A L
R E V IS T A D E L A
B IB L IO T E C A N A C IO N A L
R E P U B L IC A O R IE N T A L D E L U R U G U A Y
P R E S ID E N T E D E L A R E P U B L IC A
D O C T O R J U L IO M A R IA S A N G U IN E T T I
M IN IS T E R IO D E E D U C A C IO N Y C U L T U R A
SE C R E T A R IO D E E S T A D O
C O N T A D O R S A M U E L L IC H T E N S Z T E J N
SU B SE C R E T A R IO
P R O F E SO R A N T O N IO G U E R R A
D IR E C T O R G E N E R A L D E S E C R E T A R IA
A R Q . BA LTA SA R BR U M
D IR E C T O R D E L A B IB L IO T E C A N A C IO N A L
L IC . L U IS A L B E R T O M U S S O A M B R O S I
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R E V IS T A D E L A
B IB L IO T E C A N A C IO N A L
N ° 28
N o v ie m b r e 1 9 9 6
M O N T E V ID E O
P o r ta d a : G r a c ie la G IU L F O
P r u e b a s: S o lv e ig I B A Ñ E Z
C u id a d o d e e d ic ió n : G r is e l N A R I O
D erech os reservad os
Lo q u e en n u estra p rim era dirección en esta casa d ura n te el año 1990 expresa m o s en
a n te rio r p ro em io de la R evista, la n ecesid a d d e co m p u ta riza r en la B ib lio teca los se rv i
cio s b ib lio grá fico s, idea qu e rayaba en utopía, ho y reiniciadas p o r el su scrito las p e r ti
n en tes g estio nes, se halla m ás cerca d e su cristalización.
R eferente a esta p u b lica ció n q ue a lca n zó d esd e 1966 a 1 990 los 2 7 núm eros, con
sa tisfa cció n retorna m os a su tra dicion a l y p restig io so título: “R evista d e la B ib lio te ca
N a c io n a l”, tan a p recia da p o r los en ten did os en la m a teria; ed ició n q ue tien e d o s f in a li
d a d e s p rin c ip a les, p ro p o rcio n a r p á g in a s a n u estros escritores y d ed ica r o tra s ú tiles a la
h isto rio g ra fía y b ib lio g ra fía nacionales.
S E C C IÓ N
H IS T O R IA
M anuel L obo
F E R N A N D O O. A SS U N Q Á O (*)
I L U S T R E F U N D A D O R D E L A C O L O N IA D E L S A C R A M E N T O
Manuel Lobo había llegado a su destino. Y aquí Destino significaba, eso: sino,
fatalidad, pues siendo prólogo, para él habría de ser epílogo, según pronto veremos.
El día lunes 22 de enero, por la mañana, apareció a vista de las tres charrúas y la
fragatilla (el patacho andaba en tareas de pesca), un lanchón. Un lanchón español. Que
procedía de Buenos Aires y estaba al mando de un tal Marcos Román, marinero de la
fragata del capitán Juan de Perochena, surta en ese puerto quien, con otros compañeros,
habían ido a las islas en busca de leña y piedras para lastre, todo para dicha nave que se
preparaba a partir de Buenos Aires.
Sorprendidos los españoles por la presencia de aquellas naves extranjeras, haciendo
caso omiso de las señales que les hicieran los portugueses desde la nave capitana, dieron
rápida vuelta hacia su punto de partida.
En Buenos Aires, el propio Marcos Román dio noticia al gobernador español, don
Joseph de Garro, de la presencia de aquellas naves extrañas. Era la mañana del martes 23
de enero de 1680.
La historia que siguió es muy conocida y ha sido escrita muchas veces, incluso por
nosotros. Trataremos de sintetizarla.
Garro que era hombre valeroso y de acción, tomó inmediatas providencias que le
permitieran prepararse para expulsar a los intrusos, aún por la fuerza de las armas. Entre
esas providencias una misión de espía, a cargo del alférez reformado, Cristóbal de León,
quien, a su tiempo, le habría de dar una pormenorizada descripción de lo que estaba
haciendo o construyendo los portugueses. Este también un relato que hemos publicado
otras veces.
Entre tanto, Lobo seguía a la vista de las islas y sin iniciar la fundación en la
península de San Gabriel. Hasta que el día lunes 28 por la mañana, apareció en el puerto
de Buenos Aires, un “ navio afragatado”, con amenazador armamento de cañones y
luego, tranquilamente, se volvió por el río, hacia donde provenía. Era la “Jesús, María y
José” , que Lobo enviara a la vecina ciudad para averiguar si se encontraba allí el navio
del registro, único que, siempre estaba bien artillado, para poder repeler a los piratas y
que llegaba a Buenos Aires dos veces al año, con mercaderías de España, o si allí había
algún otro navio de guerra de importante porte y artillería.
Con las noticias, para él tranquilizadoras, que de esa incursión le trajeron, Manuel
Lobo, se dirigió a tierra firme, desde su nave capitana, cercano al mediodía. Iba a dar
inicio, formalmente, a la fundación de la población y fuerte, de la Nova Colonia, que él
mismo, por personal devoción (pues era hermano de la cofradía del Santísimo Sacramen
to de Lisboa), bautizó con el nombre del Santísimo Sacramento.
Desembarcaron en la playa, entre las dos puntas rocosas del extremo oeste de la
península, a las que se puso el nombre de San Pedro de Alcántara, a la del sur, y de Santa
Rita, a la del norte. Iban con Lobo, el padre Duráo da Mota, el capitán Galváo, el
también capitán Fernandes Poderoso y algunos soldados y marineros.
Las naves dieron salvas de cañonazos. Lo que también fue oído desde Buenos Aires y
aumentó la inquietud de sus pobladores y aceleró las medidas de Garro. Entre éstas, fue
mandar al capitán Juan Mateo Arregui, con el piloto José Gómez Jurado, en espía, en la
“zumaca real” . Pasó dicha zumaca cerca del sitio donde Lobo estaba dando comienzo a
la población. Esto ocurría el 3 o 4 de febrero. Luego, ancló en la barra del río San Juan
y, al día siguiente, desde allí, envió por tierra a dos hombres en dos caballos que habían
llevado en la nave.
De estos hechos, el propio Lobo dio cuenta al Príncipe Regente, en una larga carta,
donde dice: “De ahí a cuatro o cinco días [de iniciada la fundación] vino la zumaca real,
como ellos [los castellanos] la llaman que es bien mísera cosa y echando, sin que
nosotros nos apercibiésemos, dos caballos en tierra, llegaron [junto] a un batel de mari
neros que andaban pescando junto a la playa [seguramente la que queda entre la penínsu
la de la Colonia y el Real de San Carlos] y preguntándoles qué gente éramos y a qué
veníamos, supieron de ellos todo lo que deseaban, a que se mostraron muy contentos,
diciendo: todos somos cristianos, caballeros...” Con las nuevas noticias, Garro inicia
decisivamente los preparativos de guerra.
Ya el 7 de febrero, pide al teniente de gobernador de Santa Fe, para que se organicen
fuerzas de caballería, bajo el mando del maestre de campo de milicias, Antonio de Vera
Mujica, al que se da el título de “caudillo”, que era feudatario de la ciudad y accionero
de vaquería, autorizándole a tomar 300 caballos “de los de otra banda del Paraná (hoy la
Provincia de Entre Ríos) de quien se consigan y se devolverán”.
Orden similar envía al teniente de gobernador de San Juan de Vera de las Siete
Corrientes, Juan Arias de Saavedra, para que envíe 80 hombres de a caballo y “los aliste
y avíe de cabalgaduras, armas y municiones, máximos”.
También ordena Garro al teniente de gobernador de Tucumán, para que alistara 300
hombres para la campaña contra los portugueses (que preveía inminente) y “les tenga
prontos para acudir al primer llamado”.
Resolvió entonces Garro, enviar a Lobo una comisión para intimarle a que se retirara,
misión que integraron, el Sargento Mayor del Presidio (fuerte) de Buenos Aires, Juan
Zebrián de Velasco; el Alcalde Provincial, Juan del Pozo, y el piloto Joseph Gómez
Jurado, que fueron en la zumaca “San Joseph”. Además de poder ver, desde la nave
capitana, donde Lobo les recibió, bastante de la nueva población en tierra firme y de
tener Gómez Jurado una tan erudita como inútil discusión geográfica y sobre límites, con
Lobo, se volvieron a Buenos Aires con la respuesta del jefe portugués, negativa, afir
mando Lobo “que cuando me determiné a poner los pies en ésta, fue en la infalibilidad
que así ésta como otras muchas están dentro de los límites de la Corona de Portugal y
son dominio del Príncipe Nuestro Señor, y como sea así, sin la orden expresa de dicho
Sr., no determino tornar un paso atrás...”
El 28 de febrero, el padre Altamirano S.J., superior de las Misiones de la Compañía,
en su Provincia del Paraguay, escribe a Garro, diciendo que se ponen en marcha los
indios solicitados (3.000) y dando la lista de los que aportará cada reducción o pueblo,
las armas y demás pertrechos.
La guerra está cada vez más cerca.
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Llega al fuerte del Sacramento una canoa grande con un grupo de tripulantes en muy
malas condiciones. Eran los únicos que quedaban de la expedición de Soares de Macedo,
aquellos que habían seguido viaje por agua, luego del naufragio de su nave en las
cercanías del cabo de Santa María (hoy Punta del Este).
En esta situación llegó el otoño de este hemisferio y Lobo y sus gentes empezaron a
sufrir las inclemencias de un tiempo con grandes lluvias (que les destruía buena parte de
las murallas de tierra que intentaban levantar) y las consecuencias de la posición belige
rante de los españoles.
Por entonces llegó a la Colonia la segunda zumaca que Soares de Macedo enviara
desde Santa Catarina (antes de partir), con importante cantidad de harina de mandioca y
30 indios tupíes.
El 13 de julio, Lobo vuelve a escribir a Garro, ante la cada vez más cierta amenaza
de ataque de éste, y su misiva termina diciendo: “...señor, advierto a V.S. que el mínimo
terror de esta ciudad le ha de costar en su defensa la vida de los que en ella asistimos
hasta nueva orden del Príncipe Mi Señor. Guarde Dios la persona de V.S., etc” . Su fecha,
13 de julio de 1680.
Por último, el 21 del mismo, hubo un intercambio de misivas, en realidad ultimátum
de retiro de los portugueses, de parte de Garro y firmeza de mantenerse allí, de la de
Lobo.
El 23 de julio, Vera Mujica se retira de las cercanías de la Colonia, en el llamado
Real de vera, a la barra de San Juan. Procuraba mejores pasturas y agudas para sus
caballadas y boyadas de consumo y, a la vez, alejar a los indios de las Misiones de la
tentación de los trueques con los portugueses. Sólo dejó cerca de la Colonia, patrullas de
caballería, de su gente santafesina y de la de Buenos Aires.
Por fin, en la noche del 6 de agosto, mandó a sus fuerzas a las proximidades de la
población portuguesa. Que por entonces no era sino un fortín de tierra, con su foso y
parapeto de estacadas, abaluartado (2) del lado este y con dos cortinas de barricadas
(barricas llenas de arena y piedras y unidas con zarzos) cerrando el recinto hacia ambas
costas (la norte y la sur); con algunos ranchos de barro, con techos pajizos, uno que
servía de iglesia, algo mayor que los otros; un par de barracones y tiendas de campaña.
Eso era todo. Y era bien poca cosa. Y esto fue la primera Colonia del Sacramento.
A las dos de la mañana del día 7, a sangre y fuego, atacaron los indios misioneros, a
los que, para alentarlos al ataque y la pelea, se les prometió el saque o botín de la plaza.
A degüello entraron.
Fue grande la matanza. Galváo murió en la batalla, con la espada en la mano. Y
murió Joana, su mujer, defendiendo el cuerpo del marido del infame expolio. Heroica e
ignota Joana del Sacramento, no doncella como la de Orleans, pero si santificada de
amor, como Jesús santificó a la Magdalena. Amor de Joana por su Manuel y por su
patria, que para ella eran un sólo amor.
He aquí el relato que el propio Lobo hizo del ataque y toma de la Colonia, en carta al
Regente de Portugal: “...por las dos horas antes del día, fuimos avanzados de repente por
la gente de Buenos Aires y entrados por la gente que nos sitiaba, que vino en tal ocasión
guiados por un paulista que había huido hacía pocos días para los sitiadores, el cual
había dado noticia entera del estado en que nos hallábamos, y hallando durmiendo a los
centinelas, subiendo a un baluarte de que se hicieron señores matando las centinelas, por
lo cual se tocó a rebato a tiempo que cuando se acudió a él, estaban ya en otras partes los
contrarios dentro de las fortificaciones, las cuales desampararon todos los soldados,
dejando sus armas y desamparando a sus oficiales, que viendo aquel desamparo, se
vinieron en la forma a que dio lugar la ocasión, con algunos soldados, hombre blancos,
que por todos serían hasta cincuenta, entrando en el mayor número de ellos de la
Compañía de Caballos y como el campo de batalla fue ya dentro de las fortificaciones
les fue forzoso desunirse,..”, etc.
Lobo que estaba muy enfermo, fue entonces tomado prisionero y llevado a Buenos
Aires. Allí ha de pasar unos meses, en tanto su salud mejora, recibiendo de Garro un
trato razonablemente aceptable y cortés. Tenía cerca suyo, en la prisión, al padre Durao
da Mota, su confesor y amigo. Y aquellos que Lobo llamaba “su familia”, dos servidores
portugueses, llamados Manuel Alvares Correia y Luis Bardado, dos negros esclavos,
Antonio y Marcelo y la liberta Dominga.
Por sus problemas de salud los españoles desisten de enviarlo a Lima o a Santiago de
Chile. En cambio, cuando su condición física lo permite, lo envían a Córdoba del
Tucumán. Sale de Buenos Aires, con fuerte custodia de caballería, en un destartalado
carruale, el 8 de abril de 1681, lleva consigo al mismo grupo de acompañantes ya
mencionados. Llega a Córdoba el 6 de mayo. Tendrá la ciudad por cárcel, “sin salir de
ella hasta que el virrey de estos reinos disponga”.
L U IS A L B E R T O M U S S O A M B R O S I (* )
E X P L IC A C IÓ N
El presente trabajo se halla dividido en varios capítulos, los cuales guardan cierta
relación entre sí, mas no una secuencia estricta ya que fueron compilados separadamente
en distintas fechas. No obstante todos coinciden en destacar la aventura de un pueblo
que raya en gesta; raza pobladora dispuesta a afrontar las incógnitas y vicisitudes de la
emigración en busca de horizontes desconocidos.
Reunimos entonces esta serie de ponencias preparadas en oportunidad de las reunio
nes de los Coloquios de Historia Canario-Americana, realizadas en Las Palmas bajo el
patrocinio del Gobierno Insular de Gran Canaria.
La historia social de nuestra ciudad y por consiguiente de la Banda Oriental, se halla
estrechamente asociada con las Islas Canarias. Montevideo a partir del arribo de los
primeros pobladores del año 1726 y hasta casi fines del siglo XVIII puede considerarse
una ciudad Canaria, gobernada por un Cabildo integrado en su mayoría por hombres de
aquellas islas o descendientes de ellos. Todavía permanecen en nuestras costumbres, en
nuestro decir, rasgos y atributos llegados con los insulares.
P E R IP E C IA S D E L A C O L O N IZ A C IÓ N C A N A R IA E N L A B A N D A O R IE N T A L
La odisea vivida por los inmigrantes canarios que concurrieron a poblar la Banda
Oriental del Río de la Plata se inicia de inmediato a su desembarco en la bahía de
Montevideo el 19 de noviembre del año 1726.
El 9 de agosto fondeó en el puerto de Santa Cruz el aviso N u e s t r a S e ñ o r a d e l a
E n c in a , alias la B r e t a ñ a , de veinticuatro cañones, al mando del Capitán Bernardo de
Zamorategui. El 16 de agosto la nave recibió a bordo veinticinco familias de cinco
miembros cada una con sus útiles y bagajes. Horas después el comandante hizo entrega
al juez Casabuena de nota explicando que las dimensiones de N u e s t r a S e ñ o r a d e l a
E n c i n a no admitían tal número de pasajeros. Zamorategui destacaba que era un cargo de
conciencia zarpar para un viaje tan dilatado y lleno de peligros, conduciendo una expedi
ción de esas proporciones. Por resolución de Casabuena se pusieron en tierra cinco
familias de las embarcadas. Eran éstas las de Francisco Antonio de Sosa, Antonio de la
Cruz, Bartolomé García, y Joseph Guillermo que encabezaba dos. El 21 de agosto se
desplegaron velas rumbo al sur.
El 19 de noviembre de 1726 desembarcaron estos esforzados canarios en una tierra
desconocida, en un mundo nuevo para ellos, donde encontrarían los mayores inconve
nientes, obstáculos de toda clase los cuales deberían afrontar con paciencia y resignación
pues el retorno a sus lares ya no era factible.
Millán en su testamento expresó que debió auxiliar a varios hombres y mujeres de los
llegados de Canarias con telas para reparar su desnudez, pues las propias se habían
deteriorado por tan larga travesía, y precarias condiciones en que debieron navegar.
Debemos destacar la desilusión que deben haber experimentado los inmigrantes al
desembarcar en pleno campo, sin medios para guarecerse de las inclemencias del clima.
Las crónicas no dejaron referencia sobre las temperaturas imperantes en aquellos días de
mediados de noviembre. A pesar de hallarse próximo el estío, es seguro que soportaron
fríos, pues los calores en estos suelos generalmente no llegan hasta los últimos días de
diciembre.
Acostumbrados al clima generoso de sus islas, debieron sufrir enfermedades y moles
tias debido al desamparo en que cayeron. Durante los primeros días debieron guarecerse
de las intemperancias naturales, en tiendas de cuero, hasta que se les adjudicaron solares
el 24 de diciembre de 1726.
El capitán Millán fijó la jurisdicción de la ciudad, planta urbana y territorio sobre el
cual el Cabildo a crearse ejercería su autoridad, y dentro de cuyos límites los moradores
pudieran tener sus haciendas y realizar tareas de campo. Estos eran: la costa del Río de
la Plata desde la desembocadura del arroyo Cufré hasta las sierras de Maldonado, por el
norte la Cuchilla Grande que servía de camino a los faeneros de corambre. Tierras que
afectan hoy los departamentos de Montevideo, San José, Canelones, Lavalleja, Maldona
do y Florida. Por ellas se extendieron las familias canarias.
Al año siguiente, en abril de 1727, el vecindario ascendía a poco más de cien
personas incluyendo a los menores de edad. La guarnición era de ciento cincuenta
hombres de tropa regular y había un centenar de indios trabajando en fortificaciones. La
ración diaria dada a los vecinos y soldados era de ocho onzas de bizcocho, dos de yerba-
mate de Paraguay, y media de tabaco en hojas, cada tanto se agregaba algo de sal y ají.
El desnivel entre los sexos fue desmesurado, fue así que desencadenó provocaciones
por parte de los militares a mujeres casadas y solteras, con las consiguientes reyertas
entre los pobladores.
Si bien es cierto que un gran número de inmigrantes eran labradores, el trabajo de los
campos demanda tiempo organizado, por ello, la alimentación vegetal a la cual se
hallaban habituados se debió suplantar por carne que abundaba en el país. A estos
primeros colonos canarios se sucedieron otros que después de enormes vicisitudes llega
ron el 7 de marzo de 1729. La continuidad de la colonización canaria, desde entonces se
prolongaría indefinidamente.
En enero de 1730 Zabala establece el primer Cabildo con ocho regidores, siendo
cinco de ellos canarios: José de Vera, José Fernández, Cristóbal Cayetano de Herrera,
Juan Camejo e Isidro Pérez de Rojas. Este último solicitó exoneración del cargo, reca
yendo en José de Meló. Los restantes Bernardo Gaitán, ex vecino de Buenos Aires, Jorge
Burgués, italiano, y Juan Antonio Artigas.
Se había cumplido gracias al aporte canario la más importante etapa de la defensa
contra la intromisión portuguesa, en su avance hacia el sur, buscando como límite de sus
posesiones el Río de la Plata y el Uruguay.
Mas, la costa oriental del río no era por cierta tierra apreciada por los vecinos de la
orilla opuesta, conocedores de los peligros existentes en ese suelo; refugio obligado de
filibusteros en busca de protección contra las fuertes borrascas, en sus numerosas ense
nadas, otras para avituallarse de carne fresca y agua potable; peligros también del gran
número de animales salvajes, que al amparo de la soledad de los campos infestaban la
comarca, uníase a ello, el temor bien fundamentado a los indios, especialmente charrúas,
dueños absolutos del lugar, o a las andanzas de los portugueses tratando de establecerse
en tierras que no les pertenecían.
Los vecinos de Buenos Aires gozaban de tranquilidad viviendo en una ciudad bien
formada y organizada; floreciente en negocios, con puerto frecuentado y conexiones con
el interior de inmensas planicies. Nadie, por tanto, se decidía a probar fortuna en tierras
peligrosas, desoladas, frente al “Río como mar”, donde la vista se perdía en el océano.
Tanto desamparo no incitaba a la aventura, sinsabores y molestias de traslados para el
inicio de aventuradas empresas. Los colonos transfirieron la vida sencilla y sana que los
caracterizaba; en la colonia se matizó con diversiones y pasatiempos. Naipes, riñas de
gallos, carreras de caballos. Las celebraciones religiosas siempre se cumplieron, aun
fuera de la iglesia que en la primera época era tan pequeña que no daba cabida a todos
los fieles.
En las pulperías se prohibieron los juegos de naipes y dados, que producían lucro a
sus dueños y perjudicaban a los buenos parroquianos por las peleas y entredichos que de
ellos surgían.
Dura se hizo la vida para los montevideanos; sin industrias, sin comercio, debiendo
concurrir al ilegal contrabando para subsistir. Por esto muchos vecinos albergaban, simu
lando actos de ayuda, a los hombres sueltos, vagabundos y viajeros sin destino, agentes
de ese mercado ilícito. Tanto el contrabando marítimo como el terrestre tenían mucha
importancia. Los barcos principalmente ingleses y holandeses, se acercaban a las playas
desiertas pretextando reparaciones necesarias, realizando en realidad intercambio de
mercaderías por cueros vacunos. Desde Brasil y para la Colonia del Sacramento, y desde
ésta hacia el mismo, existió una corriente permanente de efectos: tabaco, metales nobles,
a veces dinero, que por la vía “del Janeiro” hacían entrar los propios españoles en la
Península Ibérica violando disposiciones e impuestos vigentes.
La lucha contra portugueses e indios fue constante y se intensificó con la progresiva
ocupación del territorio por nuestros colonos. Los portugueses avanzaron por el este
desde Río Grande hacia la Colonia, llegando hasta las sierras del Carapé; en el norte se
le cedieron las Misiones Jesuíticas. En 1763 Ceballos pudo expulsarlos más allá de la
Laguna Merín. En 1776 los españoles tomaron definitivamente la Colonia del Sacramen
to y el Tratado de San Ildefonso (1777) fijó la frontera en la línea del río Yaguarón. Por
otro lado los perros cimarrones diezmaban las haciendas. Ya en 1730 el Cabildo acordó:
“que teniendo presente los notables daños que se siguen y experimentan los perros
cimarrones, que han ocurrido sobre esta ciudad, chacras y estancias, como es comerse
los animales recién nacidos que es causa no haber multiplicación de ganado, caballos,
vacas y ovejas y asimismo los daños que dichos perros experimentan en las sementeras,
siendo causa de que cueste el doble el segar los trigos”,
se propone,
“Que el mejor remedio para extinguir y finalizar esta perrada es que cada vecino
cabeza de familia sea obligado a matar dos perros en cada mes”.
El estado de las calles de la ciudad era deplorable, no poseían pavimento, los terrenos
baldíos eran depósito de desperdicios, especialmente huesos y carnes desechadas que
entraban en descomposición proliferando los insectos y cubriendo de fétidos olores la
zona.
Las primeras viviendas se construyeron de piedra, material que abundaba en el lugar,
aunque algunas disposiciones en ciertos momentos prohibieron su uso argumentando que
la misma se necesitaba para las obras de defensa. Por eso se continuó utilizando adobe,
las cubiertas eran de paja. Muy tarde se importó de Paraguay madera, y comenzaron a
colocarse tejas de cerámicas. Eran casas sencillas, constando la mayoría de un solo
ambiente sin cocina y con retrete precario, algo alejado de las habitaciones. A fines del
siglo XVIII se comenzó a construir casas con azotea, unas pocas de dos plantas. Los
patios eran amplios, recordando los de la antigua patria; y los pisos se hicieron de piedra
o ladrillo. Hasta que no se contó con aljibes los pobladores debieron recurrir a las
fuentes, durante el primer período, de agua salobre.
El aspecto de Montevideo, que describen los viajeros en sus diarios, señala caracte
rísticas de abandono. El esfuerzo requerido a aquellos primeros habitantes para consoli
dar su dominio sobre el territorio, las luchas y atenciones constantes para proteger
familias e intereses fue tarea abrumadora. Con los primeros pobladores canarios llegaron
artesanos en varios oficios: carpinteros, herreros, zapateros, labradores, gente dispuesta a
desarrollar sus habilidades mas el medio los obligó a atender graves problemas circuns
tanciales.
La enseñanza estaba vinculada a los religiosos. Desde la fundación los jesuítas instru
yeron indios tapes; los franciscanos se dedicaron a la educación de los españoles ense
ñando gramática y aritmética.
Nos es dable resaltar dos características muy particulares de la colonización de
Montevideo: sus aspectos sociológicos implantados por los primeros pobladores, transfe
rencia cultural que la convirtió en una verdadera ciudad Canaria, y la decidida abnega
ción que les permitió salir adelante luchando contra las más adversas condiciones. Estos
perfiles se mantuvieron algunos años más allá de la Guerra Grande.
A los diez años de establecida, la ciudad no llegaba al millar de habitantes, era un
minúsculo centro habitado en la inmensidad desértica de los campos a orillas del infinito
mar. Por cierto no era acogedora ni segura la vida e infelices las perspectivas de aquellas
gentes, agrupadas e indefensas contra lo desconocido, frente a la barbarie que rondaba
entre la incertidumbre de la comunicación, la añoranza de sus lejanas islas que no
volverían a hollar.
No existía sala de ayuntamiento, ni iglesia, ni hospital, solamente el fuerte y algunas
líneas de la ciudadela. El desamparo fue grave y no experimentó cambios durante
lustros. Los gobernadores de Buenos Aires no escuchaban las reclamaciones de nuestros
vecinos y el abuso de los comandantes militares era constante. En 1741, al arribo de
cuatro fragatas españolas, se resolvió entregarles quinientas fanegas de trigo haciendo
peligrar la subsistencia de los pobladores. El comandante Uriarte repartió tierras y
solares a los soldados de la guarnición, merced ésta que era privativa de los pobladores.
El medio hostil de aquellos campos, principalmente la ganadería, produjo muchos acci
dentes e indigencia a las familias y viudas. La situación se tornó miserable, la gente
enfermaba, el propio Cabildo agotaba recursos de defensa. Llegó a dirigirse al Rey
expresándole:
“en medio de que no tenemos comercio alguno, ni donde vender nuestros frutos,
gozamos de tranquilidad y del corto interés que la guarnición de este Presidio nos deja
por ello, en el bizcocho que se destina para su manutención, el que se fabrica entre los
vecinos”.
Mientras tanto la Colonia del Sacramento había adquirido importancia gracias al
contrabando realizado con Buenos Aires que efectuaban casi todos sus habitantes que
llegaban a 2.600. Su puerto eran floreciente y para la defensa de la plaza contaba,
además de sólidas murallas, ochenta piezas de artillería. El tasajo y los cueros que
deberían haber salido por el puerto de Montevideo, merced a la tolerancia de las autori
dades de Buenos Aires, se exportaba por Colonia del Sacramento.
Pero a pesar de la crueldad de aquellos acontecimientos, la voluntad canaria no cedía
y se mantuvo en su destino, en su empeño de crear y consolidarse. Sin embargo el futuro
estaba oscurecido por calamidades aún mayores, aunque como veremos las continuó
sorteando.
La administración de justicia cuando fue implantada en Montevideo, como “La Au
diencia de Distrito” ; la Audiencia de Charcas era presidida por un togado que al mismo
(lempo ejercía de Capitán General de la ciudad de la Plata. Cinco oidores y un fiscal
(Himplctaban su cuadro de Ministros.
Saltarán desde luego a la comprensión del lector las graves dificultades que suponía
In administración de justicia en Montevideo, por la larga distancia a que se encontraba la
Ncde de este Tribunal Superior, al cual correspondía la superintendencia sobre los Juzga-
tíos de nuestra ciudad. Apelar era exponer el asunto a un trámite de años, especialmente
Cuando la Audiencia no podía pronunciarse con los elementos de juicio que se enviaban
Nsu Regio Tribunal.
Las normas procesales fueron tomadas, en parte, de las leyes y en parte por la
Costumbre, impuesta ésta a veces por circuntancias especiales del medio de la época y de
In distancia, debiendo prevenirse que las Reales Cédulas de fundación o erección de los
urgunismos judiciales y reguladores de sus reglas se refirieron muchas veces a la costum
bre como a norma directriz a la cual debía ajustarse el procedimiento. Recién en 1812,
DO erigió el Consultado de Montevideo. Las circunstancias reinantes determinaron que se
diera satisfacción a una aspiración reiterada del comercio de Montevideo, aspiración que
unos años antes, en 1804, había sido calificada por el Rey de “Muy extraña su preten-
Mlrtn” .
Su creación se debe al Capitán General de la Provincia, Gaspar de Vigodet. Don
Pedro Millán al fundar la ciudad de Montevideo designó las fiestas principales y luego el
Cubildo agregó otras. Eran las siguientes: Día de Nuestra Señora de la Concepción como
titular de la Iglesia Matriz, día de los Santos Apóstoles San Felipe y Santiago como
putronos de la ciudad, día de San Sebastián en memoria del día que entraron las tropas
de S.M. en este paraje; el primer día de enero de cada año; a nuestra señora de la
Cundelaria; el miércoles de Ceniza; Oficios de Semana Santa; primer día de Pascua de
Resurrección; primer día de Pascua del Espíritu Santo; víspera y día de Corpus y su
octava; día de la Asunción de Nuestra Señora; primer día de Pascua de Navidad y el 19
de diciembre festejando el natalicio del Rey de España.
Los vecinos de la ciudad y su jurisdicción tenían la obligación de concurir a las
fiestas señaladas, lo expresa un acuerdo del Cabildo Capitular:
“Y así mismo acordó la Señoría de este Cabildo en atención a estar ya con inmedia
ción la fiesta y la celebridad de los Santos Patrones San Felipe y Santiago, en la cual
fiesta sale a plaza el estandarte real, y para el acompañamiento deben acudir y asistir
todos los vecinos seculares, estantes y habitantes de esta nuestra jurisdicción, de cual
quier grado y dignidad que sea, el día de la víspera y el día, con el aseo posible de cada
uno, y para que llegue a noticia de todos que el Alcalde de primer voto haga romper y
publicar bando en el cual dé a entender que todos nos asistan a las dos funciones,
multándose en diez pesos a cada uno que faltare...”
La Iglesia Matriz servía de asilo a delincuentes que “merezcan el amparo del derecho
de asilo” quedando las demás iglesias sin ese privilegio para contener excesos y escánda
los hechos por tantos reos porque con el motivo de acogerse en lugares sagrados come
tían cualquier clase de delitos.
El primer templo que se levantó fue el construido por los jesuítas que acompañaron a
los indios tapes, destinados a la construcción de las fortificaciones. Se trataba de una
capillita y dos habitaciones pequeñas que les servían de vivienda.
nrn
establecieron en Montevideo.
D o m in g o d e la A s u n c ió n , J o s é R o d a , M i g u e l V ia d o , canarios, labradores, huyeron de
S o lís hacia Montevideo.
J o a q u ín P e d r o z a , canario, labrador de Maldonado. Toma residencia en Montevideo.
R a fa e l H e rn á n d ez, canario estanciero en Solís Grande, abandona sus campos y huye
a Montevideo.
B la s M a r tín e z , canario, carpintero, en San Carlos, huye a Montevideo.
La corriente migratoria, por las causas aludidas, disminuyó fuertemente durante la
Guerra Grande, pero luego de terminada la contienda, prosiguió con creciente intensi
dad.
La vida pues, no fue fácil ni halagüeña para aquellos forjadores del nuevo país. Pero
los canarios no cedieron, aun perdiéndose muchas vidas y haciendas. Todo el esfuerzo
dispuesto en el logro de un anhelo: consolidar su pacífica conquista y revivir sus eternas
esperanzas. A dos siglos y medio permanecen sus costumbres y giros idiomáticos exten
diendo allende los mares los dones canarios: cumplida fue su misión.
C A P ÍT U L O I I
M O N T E V ID E O Y S U G O B IE R N O C A N A R IO
I n t r o d u c c ió n
De la compulsa de las actas del Cabildo de Montevideo podemos acotar extensa serie
de testimonios sobre el carácter particularmente altruista y liberal que predominó en
aquel ayuntamiento. Curioso es observar las actitudes de preocupación de sus miembros
al atender con solicitud las causas que afectaban a los vecinos, así como el celo en el
orden y la buena marcha de los asuntos públicos. Ese Cabildo fue representante genuino
d e la ciudad, por cuyo progreso veló siempre.
Tal el fruto de las ideas y procederes de indudable liberalidad sostenidos por los
integrantes de los primeros cabildos canarios de Montevideo. De aquella estirpe coloni
zadora procede y de ella fueron heredados por sus sucesores, los rasgos de autonomía e
independencia que forjaron una nueva nación.
Las actas del Cabildo de Montevideo se hallan, además de las custodiadas en el
Archivo General de la Nación, publicadas en edición oficial bajo el título de “REVISTA
DEL ARCHIVO GENERAL ADMINISTRATIVO O COLECCION DE DOCUMENTOS
PARA SERVIR AL ESTUDIO DE LA HISTORIA DE LA REPUBLICA ORIENTAL
DEL URUGUAY”, cuyo primer volumen fue impreso en 1895, y el último, tomo diecio
cho en 1943. El total de la colección completa las sesiones desde la inicial de I o de
enero 1730, hasta la de clausura de 29 de agosto 1829. El título de estos libros cambió a
partir del tomo catorce por el de “ACUERDOS DEL EXTINGUIDO CABILDO DE
MONTEVIDEO” .
Aunque no se registran las nacionalidades de los cabildantes, es útil también para
esta investigación, con algunas salvedades, la obra que paso a detallar:
“Compendio de la historia de la República Oriental del Uruguay. Comprendiendo el
descubrimiento, conquista y población del Río de la Plata por Isidoro de María... 3a
edición. Montevideo, 1872-1873”. 2 Vols.
En tomo 1: págs. 169-186 “Capítulo decimocuarto. Cronología de los Cabildos de
Montevideo, 1730 a 1800”.3
En tomo 2: págs. 221-224 Idem desde 1801 a 1815.
Igual información en otras ediciones de esta misma obra.
C A B IL D O D E M O N T E V ID E O 1730 - 1 7 6 1 R E L A C I O N C R O N O L O G IC A
1 7 3 0 (P R IM E R C A B IL D O )
1731
1732
ALCALDE DE PRIMER VOTO FERNANDEZ DE M EDINA, José
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Mitre, José de
ALFEREZ REAL Artigas, Juan Antonio
ALGUACIL MAYOR M ENDEZ, Antonio
ALCALDE PROVINCIAL TEJER A , Tomás
REGIDOR FIEL EJECUTOR PE R E Z DE SOSA, Felipe
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL CALLEROS, Lorenzo de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Alvarez, Antonio
PROCURADOR GENERAL P E R E Z DE RO JA S, Isidro
1733
ALCALDE DE PRIMER VOTO González de Meló, José
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO SIERRA, Tomás de la
ALFEREZ REAL Artigas, Juan Antonio
ALGUACIL MAYOR ZERPA, Jacinto de
ALCALDE PROVINCIAL CALLEROS, Lorenzo de
REGIDOR FIEL EJECUTOR M ARTIN (EZ) Francisco de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL M ARTIN (EZ) DE SANTOS, Juan
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Mendoza, Diego de
PROCURADOR GENERAL Burgués, Jorge
1734
ALCALDE DE PRIMER VOTO Sosa Mascareñas, Luis de
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO TEJER A , Tomás
ALFEREZ REAL CALLEROS, Lorenzo de
ALGUACIL MAYOR Savedra, Miguel de
ALCALDE PROVINCIAL Mitre, José de
REGIDOR FIEL EJECUTOR P E R E Z DE SOSA, Felipe
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL SAA, Juan Bautista de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD CABRERA, Francisco
PROCURADOR GENERAL González de Meló, José
1735
ALCALDE DE PRIMER VOTO VERA PERDO M O , José de
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO PE R E Z DE SOSA, Felipe
ALFREZ REAL SAA, Juan Bautista de
ALGUACIL MAYOR HERRERA, Cristóbal Cayetano de
ALCALDE PROVINCIAL Artigas, Juan Antonio
REGIDOR FIEL EJECUTOR Migueleña, Miguel de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL Mendoza, Diego de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Delgado Melilla Juan (Azaróla, Apor
tación p.37 lo confunde con Pérez Del
gado, Juan el cual no fue cabildante.)
PROCURADOR GENERAL González de Meló, José
1736
ALCALDE DE PRIMER VOTO González de Meló, José
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Migueleña, Miguel de
ALFEREZ REAL PE R E Z DE SOSA, Felipe
ALGUACIL MAYOR Giménez, Francisco Javier
ALCALDE PROVINCIAL SAA, Juan Bautista de
REGIDOR FIEL EJECUTOR Mendoza, Diego de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL PE R E Z DE R O JA S, Isidro
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Cordobés, Pedro
PROCURADOR GENERAL HERRERA, Cristóbal Cayetano de
1737
ALCALE DE PRIMER VOTO González de Meló, José
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Migueleña, Miguel de
ALFEREZ REAL TEJER A , Tomás
ALGUACIL MAYOR AM ARO GONZALEZ, Juan
ALCALDE PROVINCIAL SAA, Juan Bautista de
REGIDOR FIEL EJECUTOR Mendoza, Diego de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL PER EZ DE RO JAS, Isidro
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD HERRERA, Bartolomé de
PROCURADOR GENERAL Alzaybar, Francisco de
1738
ALCALDE DE PRIMER VOTO FERNANDEZ DE MEDINA, José
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Sotelo, Ramón
ALFEREZ REAL M ENDEZ, Antonio
ALGUACIL MAYOR Delgado Melilla, Juan
ALCALDE PROVINCIAL GONZA LEZ PADRON, Tomás
REGIDOR FIEL EJECUTOR ZERPA, Jacinto de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL DURAN, José
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Sosa Mascareñas, Luis de
PROCURADOR GENERAL HERRERA, Cristóbal Cayetano de
1739
ALCALDE DE PRIMER VOTO Sotelo, Ramón
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO HERRERA, Cristóbal Cayetano de
ALFEREZ REAL M ORALES, Juan de
ALGUACIL MAYOR M ORALES, Francisco de
ALCALDE PROVINCIAL G O NZA LEZ PADRON, Tomás
REGIDOR FIEL EJECUTOR ZERPA, Jacinto de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL DURAN, José
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Hernández, Francisco Luis
PROCURADOR GENERAL VERA Y PER D O M O , José de
1740
ALCALDE DE PRIMER VOTO VERA Y PERDO M O , José de
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Delgado Melilla, Juan
ALFEREZ REAL HERRERA, Bartolomé de
ALGUACIL MAYOR MEDINA, Miguel Marcelo
ALCALDE PROVINCIAL Migueleña, Miguel de
REGIDOR FIEL EJECUTOR Giménez, Franciso Javier
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL CALLEROS, Lorenzo de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD Toledo, Juan de
PROCURADOR GENERAL PER EZ DE RO JAS, Isidro
1741
ALCALDE DE PRIMER VOTO VERA Y PER D O M O , José de
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Burgués,Jorge
ALFEREZ REAL Sosa Mascareñas, Luis de
ALGUACIL MAYOR Savedra, Miguel de
ALCALDE PROVINCIAL Mitre, José de
REGIDOR FIEL EJECUTOR PER EZ DE SOSA, Felipe
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL SAA, Juan Bautista de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD DURAN, Manuel
PROCURADOR GENERAL Delgado Melilla, Juan
1742
ALCALDE DE PRIMER VOTO PER EZ DE R O JA , Isidro
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO Velazco, Marcos de
ALFEREZ REAL Riveros, Sebastián
ALGUACIL MAYOR Maciel, Luis Enrique
ALCALDE PROVINCIAL Artigas, Juan Antonio
REGIDOR FIEL EJECUTOR Cordobés, Pedro
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL M ORALES, Francisco de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD CA M EJO , Antonio
PROCURADOR GENERAL González de Meló, José
1744
1746
ALCALDE DE PRIMER VOTO : Montes de Oca, Pedro
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO : Mendoza, Diego de
ALFEREZ REAL : PER EZ DE SOSA, Felipe
ALGUACIL MAYOR : Más de Ayala, José
ALCALDE PROVINCIAL : Velasco, Marcos de
REGIDOR FIEL EJECUTOR : SAA, Juan Bautista de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL : Gaytán, Bernardo
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD : Morales, Jacinto
PROCURADOR GENERAL : FERNANDEZ DE MEDINA, José
1747
ALCALDE DE PRIMER VOTO : Delgado Melilla, Juan
ALCALDE DE SEGUNDO VOTO : Cordobés, Pedro
ALFEREZ REAL : Montes de Oca, Pedro
ALGUACIL MAYOR : Pugnou, Cristóbal
ALCALDE PROVINCIAL : Giménez, Francisco Javier
REGIDOR FIEL EJECUTOR: : Torres, Juan de
REGIDOR DEPOSITARIO GENERAL : SAA, Juan Bautista de
ALCALDE DE LA SANTA HERMANDAD : M ORALES, Juan de
PROCURADOR GENERAL : Berroeta, Miguel Antonio
1748
1749
1750
1751
1752
1753
1754
1755
1756
1757
1759
1760
1761
R E L A C IÓ N D E C A R G O S D E S E M P E Ñ A D O S
P O R C A B IL D A N T E S C A N A R IO S D E S D E 1 730 A 1761
A lc a ld e s d e P r im e r V o to
A lc a ld e s d e S e g u n d o V o to
A lfé r e c e s R e a le s
A lg u a c ile s M a y o r e s
A lc a ld e s P r o v in c ia le s
R e g id o r e s F ie le s E je c u to r e s
A lc a ld e s d e la S a n t a H e r m a n d a d
P r o c u r a d o r e s G e n e r a le s
R E SU M E N G E N E R A L D E C A R G O S D E SE M P E Ñ A D O S
P O R C A N A R IO S E N T R E L O S A Ñ O S 17 3 0 -1 7 6 1
A r c h iv o G e n e r a l d e I n d ia s . S e v illa .
A b r e v ia tu r a s
L O S C A B IL D A N T E S C A N A R IO S D E M O N T E V ID E O
T R E S D É C A D A S D E A C T U A C IÓ N P O L ÍT IC A C A N A R IA
R esu m en
La fundación de Montevideo se realizó en sucesivas etapas de las cuales fue, tal vez
la más importante, aquella donde arribaron los primeros grupos de colonos provenientes
de las Islas Canarias. A partir de ese hecho se fortaleció el asentamiento español en estas
costas. Los inmigrantes afrontaron la nueva vida con denuedo, pudiendo así soslayar las
adversidades propias de los primeros tiempos. Su dedicación al trabajo permitió, a pesar
de todas las dificultades del medio, triunfar en su empeño de forjar una nueva nación
concibiendo para el futuro expectaciones alentadoras. Desde los primeros años el Cabil
do quedó integrado con sencillos vecinos; la población no contaba con actividades
comerciales, escasos eran los abastecimientos, mínimo el erario; múltiples inconvenien
tes se dieron en la gestión pública, sin embargo estos beneméritos hombres, algunos de
los cuales no sabían de letras, aunaron su celo en mantener el orden, las buenas costum
bres, la seguridad, el optimismo. Casi todos los cabildantes eran de origen canario tal
como la totalidad de los habitantes del pueblo que regían.
Entre las obligaciones de los concejeros con el ayuntamiento estaba el actuar como
policías, jueces, administradores, abastecedores, reguladores de pesas y medidas, vigilar
la ciudad y los campos. Recordemos que fueron soldados, labradores, ganaderos, albañi
les, carpinteros, simples personas adaptándose a todos los oficios.
En los treinta y dos años que toma esta reseña, hallamos 39 canarios en repetidos
concejos. Ejemplo de la generosa dedicación que prestaron son Antonio Camejo, José
Fernández de Medina (El Palmero), Francisco Morales, Isidro Pérez de Rojas, Felipe
Pérez de Sosa, Juan Bautista de Sáa; tales llevaron en su haber estos cargos por ocho
veces. Fernández de Medina legó a la causa tres de sus hijos: Francisco Esteban, Juan
Bautista y Miguel Marcelo.
La presente síntesis tiene por objeto presentar a los cabildantes de los primeros años,
que fueron fundamentales, indicando en breves reseñas información de interés. Montevi
deo, ciudad canaria allende a los mares, es una de las mayores gestas realizadas por los
habitantes del archipiélago.
R E G IS T R O C O N L A N Ó M IN A D E L O S C A B IL D A N T E S D E M O N T E V ID E O
D E O R IG E N C A N A R IO Q U E A C T U A R O N E N T R E
L O S A Ñ O S 1 7 3 0 Y 1761 (O R D E N A C IÓ N A L F A B É T IC A )
C A M E J O , A n to n io .
Natural del Sauzal, en Tenerife. Poblador. Llegó con la primera colonización canaria,
el 19 noviembre 1726 en el navio Nuestra Señora de la Encina, teniendo 24 años de edad
con la familia de su primo Felipe Pérez de Sosa, quien también fue Cabildante. Se casó
en Montevideo el 15 de febrero 1727 con Francisca Rosa Rodríguez, también canaria,
era hijo de Domingo García y María de Barrios, naturales de las islas Canarias.
C a r g o s d e c a b i l d a n t e s d e s e m p e ñ a d o s : 1751 Alguacil Mayor; 1756 Regidor D e p o s i
tario General; 1759, Regidor Depositario General (1764 Alcalde de Segundo Voto).
O t r a s t a r e a s : En 22 enero 1730 es nombrado soldado de la Compañía de Caballos
Corazas Españolas.
En la Relación de la Compañía de Vecinos de Montevideo de 1761 de la que fue
Capitán Juan Antonio Artigas figura como ayudante. En la propuesta de oficiales para las
Compañías de Milicias de Montevideo dél mismo año hecha por el Maestre de campo
Manuel Domínguez figura como capitán de la Segunda Compañía de Forasteros.
Escribano. Su protocolo de 1763 a 1764 obró en los fondos documentales del Juzga
do Letrado de Primera Instancia en lo Civil de Primer Turno. Se le adjudicó chacra de
200 varas en el Miguelete (1727).
G O N Z A L E Z P A D R O N , Tom ás
H E R R E R A , C r istó b a l C a y e ta n o d e
r
del Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Civil de Primer Turno. Recibió chacra de
2 0 0 varas en el Miguelete el 18 enero 1730.
M O R A L E S , F r a n c is c o d e
T E J E R A , T om ás.
N U M E R O S D E C A B IL D A N T E S C A N A R IO S
R E G IS T R A D O S P O R A Ñ O S E N C A B IL D O S D E N U E V E M IE M B R O S
I n d ic a s u s a ñ o s d e a c tu a c ió n , e n tr e p a r é n te s is a ñ o s p o s te r io r e s a lo s q u e to m a
e s te tr a b a jo
C A N A R IO S E N U R U G U A Y (1 8 30 -18 50)
I N V E S T I G A C I Ó N H IS T Ó R IC A E N E L A R C H I V O D E L
H O S P I T A L D E C A R ID A D D E M O N T E V ID E O
I n tr o d u c c ió n
E l m o m e n t o h is tó r ic o
El período que comprende este trabajo es importante por abarcar épocas muy difíciles
de la historia de la República O. del Uruguay. Desde el año 1830, en que se juró la
Constitución y se formaron las instituciones nacionales, hasta llegar a los oscuros tiempos
de la Guerra Grande. Es necesario explicar, aún de manera breve, los principales aconteci
mientos políticos y militares para tener idea de las vicisitudes que debieron sufrir los
habitantes del país, entre los que contaban gran número de inmigrantes canarios.
El 18 de diciembre de 1828 las tropas imperiales de Brasil se retiran de la ciudad de
Montevideo. El 22 del mismo mes el general José Rondeau se recibe del gobierno de
Canelones. Al año siguiente, el Io de mayo, el gobierno patrio hace su entrada en
Montevideo. El 10 de setiembre de 1829 fue aprobada la Constitución y remitida a los
Estados contratantes (Argentina y Brasil). El 17 de abril de 1830 renunció el general
Rondeau y se produce la dictadura del general Juan A. Lavalleja. Luego de la concilia
ción entre Fructuoso Rivera y Lavalleja (18 junio 1830), se jura por el pueblo y autorida
des, el 18 de julio, la Constitución del nuevo país.
Comienza la primera presidencia el 24 de octubre de 1830, recaída en la persona del
general Fructuoso Rivera. Al entrar en el número de las naciones libres, la República no
alcanzaba a 75.000 habitantes. En cuanto a la población de Montevideo, había quedado
estacionada durante el agitado período de la Independencia. Según el padrón levantado
en 1829, no pasaban de 10.000 los habitantes encerrados en sus murallas. El comercio y
la industria, se hallaban en 1830 en el mismo atraso que en los comienzos del siglo. Se
importaba anualmente por $ 2.500.000 y se exportaba por igual valor, cueros vacunos y
tasajo (294.754 cueros y 101.474 quintales de tasajo). El Tesoro Nacional recibía en
1830, un millón de pesos de los cuales 2/3 eran absorbidos por el ramo militar. La
enseñanza primaria estaba en pañales. Rondeau ordenó en 1829 la fundación de una
escuela en cada pueblo de campaña y dos en Montevideo (una de varones y otra de
niñas), pero los disturbios políticos impidieron en su mayor parte la iniciativa.
Si la ciudad de Montevideo se hallaba en precarias condiciones político-sociales, la
campaña sufría aún más graves males; sumado a los motivos expresados, los indígenas
charrúas vivían de la rapiña a expensas de los estancieros. El mes de abril de 1831 se
produjo una matanza de indios charrúas en el Queguay. En mayo de 1832 se sublevaron
los indios de la colonia Bella Unión sembrando la devastación y la muerte. En 3 de julio
Lavalleja y Eugenio Garzón se declaran en rebelión contra el gobierno constituido. El 18
de setiembre son batidos los revolucionarios en Tupambaé. El coronel argentino Manuel
de Olazábal (Febrero 1833) invade el país por Cerro Largo. Nueva revolución de Lava
lleja (Marzo 1834). En octubre 24 toca a su fin el período de cuatro años de la primera
presidencia y Rivera desciende pasando a la interinidad Carlos Anaya.
Presidencia de Oribe. El general Manuel Oribe asume como 2o presidente constitu
cional el Io de marzo de 1835. El 16 de julio del año siguiente Rivera se subleva contra
Oribe. Se producen varias batallas: Carpintería (Setiembre 19); Yucutujá (Octubre 22
1837); Palmar (Junio 15 1838).
En octubre 11 de 1838 la escuadra francesa se apodera de la isla Martín García, en
octubre 25 el presidente Oribe habiendo dado su renuncia se embarca para Buenos Aires.
El erario público se hallaba exhausto por las guerras civiles. La población en 1835
ulcanzaba a cerca de 100.000 habitantes. Por lo que tocaba a Montevideo llegaba a las
26.000 almas en 1835.
A mediados de 1833 fondeó en Maldonado, “bajo bandera de parlamento” , una
goleta española con 180 inmigrantes canarios. Todavía no habían sido reanudadas las
relaciones con la madre patria. Pero las instrucciones del gobierno de Rivera a las
autoridades de Maldonado debieron ser muy favorables porque algunós días después el
mismo barco fondeó en Montevideo, enarbolando la bandera española. Según el padrón
estadístico de 1835 en los comienzos del gobierno de Oribe llegaron 640 canarios.
La vida urbana en Montevideo, pues los pueblos de campaña se mantenían en su
estado de pobreza, progresó bastante a pesar de las continuas guerras. La población
blanca, se componía sobre todo de criollos. El comercio y la agricultura estaba casi en su
totalidad en manos de extranjeros.
El Io de noviembre de 1838 entra Rivera en Montevideo el cual es elevado a la 3ra.
presidencia el Io de marzo de 1839 y el 10 de marzo declara la guerra a Rosas. Con esta
declaración puede decirse que empieza la llamada “Guerra Grande” extendida hasta el
año 1852. En 1843 Oribe establece sus reales en el Cerrito e inicia el sitio de Montevi
deo. Por abril se incorporan al gobierno de la defensa las legiones extranjeras, a raíz
principalmente, del decreto del sitiador Oribe quien declara “que no respetará la calidad
de extranjero ni en los bienes ni en las personas de los súbditos de otras naciones que
tomasen partido con los infames rebeldes, salvajes unitarios, sino que serán tratados sin
ninguna distinción” . En las legiones militan 700 españoles, seguramente gran número de
canarios.
Se suceden los combates: La escuadra rosita al mando de Brown ataca la isla de
Ratas en plena bahía de Montevideo y es rechazada por Garibaldi; en 18 de junio 1843
se produce el combate de Solís Grande, en setiembre 11, Brown establece bloqueo a
Montevideo. Se organiza la defensa bajo el mando del general argentino José María Paz.
En abril de 1845 se produce la intervención francoinglesa. En 8 febrero 1846 el combate
de San Antonio. En diciembre 1846 Rivera toma Paysandú. Finalmente el 29 de mayo de
1851 se negoció el tratado de la Triple Alianza entre Montevideo, Entre Ríos y el Brasil,
contra el tirano Rosas; el 8 de octubre 1851 se firma la paz. El 3 de febrero 1852 en la
batalla de Monte Caseros se pone fin al gobierno de Rosas.
O r íg e n e s d e la o r g a n iz a c ió n d e la m e d ic in a
E l H o s p ita l d e C a r id a d
L o s lib r o s r e g is t r o s d e l h o s p it a l
Este fondo documental se halla formado por una serie de libros conteniendo diversos
materiales: recibos, facturas de compras, notas, etc. y otro grupo con el detalle de la
•ntrada y salida de los enfermos que allí se asistieron. Ambas colecciones poseen una
(Ola numeración correlativa por lo cual la signatura de archivo es paralela. De esta
manera en la secuencia de los volúmenes vamos hallando mezclados las dos clases de
documentos, aunque cada tomo está compuesto de la misma información. Los tomos de
Registro de Enfermos poseen índices alfabéticos mas éstos llevan sus entradas por nom
bre de pila, no por apellidos. Algunas veces se sobreponen las fechas de los distintos
volúmenes.
Debemos destacar que, como es lógico, los datos consignados no mantienen regulari
dad y existen, además unas pocas modalidades destacables, a título de guía:
Io) Muchos enfermos registrados figuran unas veces por el apellido paterno y otras
por el materno.
2o) En los casos de poseer dos nombres de pila, utilizan uno u otro indistintamente, lo
que puede inducir a error tomándolo por dos personas distintas de igual apellido.
3o) No siempre se precisa el lugar de nacimiento, sino que genéricamente establecen
“Canarias”, en particular cuando las tareas del hospital se vieron abrumadas por mayor
Ingreso de pacientes.
4o) Las edades de los enfermos, por mala declaración de éstos, en muchos casos se
hallan equivocadas. Especialmente en las personas de edad avanzada.
Como es de suponer, estos libros aportan otras informaciones importantes, ajenas a
nuestro tema, en particular sobre indios charrúas, negros esclavos, etc.
A continuación, en distintos capítulos examinaremos los resultados de la presente
investigación:
A) P r o c e d e n c ia d e lo s in m ig r a n te s
B) Sexos y edades
Los enfermos estudiados por sexos-edades, “CUADRO N° 2”, demuestran una dife
rencia importante a favor de los hombres (484 contra 192). Ello se debe seguramente a
dos causas: la primera, el mayor número de hombres canarios llegados al país; la segun
da, los oficios arriesgados que desempeñaban los hombres, tales como labradores y
marineros.
Las edades las hemos dividido en grupos un tanto arbitrarios, pero que a nuestro
juicio revelan posibilidades sociales lo más ajustadas posible al desempeño de la vida en
aquellos años: 1 a 15 años para aquellos que eran considerados “niños”; 16 a 25 años
para los jóvenes; 26 a 35 para los adultos; 36 a 50 para los mayores; 51 a 60 para los
viejos; 61 en adelante, los ancianos.
Estas cifras nunca pueden tomarse como seguras porque a la medida que aumentan
los años, aumentan las enfermedades y muchos de estos enfermos se registraron varias
veces. Sin embargo destacamos la mayor cifra de enfermos que corresponde a las perso
nas entre 16 a 25 años.
Como longevos debemos destacar los siguientes: Josefina García, natural de Fuerte-
ventura, falleció a los 100 años de enteritis crónica, y Vicente León, natural de Lanzaro-
te 92 años, falleció de disentería crónica.
C) E s t a d o c iv il y o f ic io s
Es mayor la suma de solteros que la de casados. Entre los casados y los viudos,
muchos ya lo eran en su país. Algunos de los últimos llegaron con hijos.
La preocupación de los inmigrantes canarios por formar familia es evidente. Muchos
aún jóvenes se hallaban casados y tenían hijos.
En tanto los oficios que desempeñaban eran limitados, como eran limitadas las
posibilidades de ocupación en el país. Casi todos los bienes de consumo, con la excep
ción de carne, granos y alimentos de granja y verduras eran de procedencia extranjera.
Los principales trabajos eran los siguientes: Labrador (se entendía por éste, inclusive a
los pastores y peones afectados al ganado en los casos de pequeñas cantidades de
animales, ello lo demuestra el padecimiento bastante frecuente de sarna); Pescador, los
peces abundaban y por ser alimento económico se consumía entre las clases pobres, tal
como la carne; Marinero, muchos de paso, heridos o enfermos a bordo eran desembarca
dos en nuestro puerto para mejor asistencia. El cabotaje por el Río Uruguay ocupó a
muchos hombres.
Por “Oficio” , debe entenderse además “Ocupado” ; así la gente sin trabajo la consig
naban en los Libros Registro como “sin oficio”. Casi todos poseían trabajo, lo demuestra
Ib pequeña cantidad de 66 personas “sin oficio”, de un total de 676 censados enfermos.
(Cuadro N° 3).
En los primeros tiempos la mayoría son LABRADORES y PEONES, más tarde,
desde 1837 en adelante aparecen citados otras clases de tareas, inclusive dependientes de
Comercio y un fabricante de cera, don Miguel Moreno natural de la Gran Canaria (entró
Cn el Hospital el 29 de setiembre de 1838).
D) M a tr im o n io y fa m ilia
E) E n fe r m e d a d e s
Hemos agrupado las enfermedades por clases afínes para abreviar la extensión del
cuadro correspondiente. Cuadro “DOLENCIAS” , N° 5.
Observando los registros de entrada y salida de enfermos (Hojas II-1 a 11-25) se
puede establecer, en varios casos, ciertas relaciones entre oficios y dolencias, V. Gr.: los
MARINOS en su mayoría ingresaban al Hospital por heridas y contusiones accidentales;
los LABRADORES, unas veces por las mismas razones antedichas y otras debido a
reumatismo, pulmonía, también afectados de sarna, con seguridad por realizar tarea de
pastores con ovejas; los PESCADORES, con afecciones reumáticas. En general prima
ban las infecciones del aparato digestivo, siguiendo las respiratorias, estas últimas debi
do al clima de esta zona en la cual se producen cambios acentuados de temperatura
dentro de cortos plazos.
La alimentación de los hombres de campo estaba mal balanceada. Llama la atención
que muchos labradores sufrieran de escorbuto, esto conduce a pensar que no poseían
frutas y verduras frescas, su alimentación se componía de carne (que era abundante en el
país), charque y guisantes secos.
Algunos casos particulares dignos de nuestra atención:
1) Desde 1838 a 1850 (límite de nuestro estudio, pero continuó el problema hasta el
fin de la Guerra Grande) comenzaron a ingresar, además de los heridos de guerra (que
aquí no se detallan) enfermos. La guerra trajo un recrudecimiento de las afecciones.
2) La desnutrición y el trabajo intenso, el contagio, las malas condiciones higiénicas
del medio ambiente, produjeron baja en el nivel de salud de los habitantes. Entre los
casos conmovedores se halla aquel en que fueron protagonistas los hermanos HERNAN
DEZ (Hoja 11-18). En el año 1843, entre agosto 31 y noviembre 23 se registran las
entradas de cuatro enfermos de esta familia (meses antes, con el mismo apellido y
seguramente parientes cercanos se hospitalizaron: Petrona Hernández, Domingo Hernán
dez y Domingo de la Luz Hernández). Los de nuestro interés son Francisco Hernández
de 1 3 a ñ o s , de oficio p e ó n , entró con fiebre gástrica el 31 de agosto y volvió a entrar el
26 de octubre padeciendo tisis, de lo cual falleció; el otro hermano, Pedro Hernández,
también p e ó n , c o n s ó l o 1 0 a ñ o s d e e d a d , ingresó el 4 de setiembre con tisis pulmonar
falleciendo a los 39 días de asistencia.
3) Los diagnósticos no eran siempre seguros. Varios enfermos, con entradas al Hospi
tal repetidas, dentro de brevísimos períodos, son diagnosticados de distinta manera.
Otras veces llama la atención la repetición de una enfermedad no infecciosa dentro de un
lapso, lo que pone dudas en la exactitud del examen.
4) Corrobora lo anterior, lo ocurrido el 9 de octubre de 1838 con los hermanos José
Antonio y Manuel Luis Vaxe de 16 y 18 años respectivamente; ingresaron el mismo día,
con seguridad de enfermedad infecciosa y no se señala diagnóstico, éste, uno entre
muchísimos casos. (Hoja II-10).
R E G IS T R O D E E N F E R M O S C I V I L E S
R e g is tr o d e e n fe r m o s c iv ile s (Canarios)
A Ñ O 1830 (CANARIOS)
Abril 23 - SEDRES, José. LANZAROTE. Hijo de Juan y Cayetana de Ar
mas. 60 años, casado en ésta con María Barreto. 7 hijos. Albañil.
SIN DATOS DE DOLENCIA.
Abril 30 - PEREZ, Marco. LANZAROTE. Hijo de Domingo y Manuela Paz.
37 años, casado en ésta con Anselma Padrón, 3 hijos. Albañil. SIN
DATOS DE DOLENCIA.
Mayo 29 - BORJES, María. LANZAROTE. Hija de Marcial y María Gutiér
rez. 40 años, casada en ésta con Miguel Alberto. 1 hijo. VICIO
HERPETICO.
Junio 1 - LOPEZ, Diego. LANZAROTE. Hijo de José e Isabel Núñez. 50
años, viudo en ésta de María Perdón, 4 hijos. Labrador. FALLECIO
DE GASTRITIS CRONICA.
J u n io 1 8 - SOUSA (SOSA), Diego de. CANARIAS. Hijo de Cristóbal y María
Morales. 40 años, soltero. Zapatero. GASTRITIS.
J u n io 25 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pedro
e Isabel. 40 años, viuda de Ignacio Alvarez. SIN DATOS DE DO
LENCIA.
J u lio 3 - CABRERA, Josefa. FUERTE VENTURA. Hija de Pedro Pablo y
María Patricia, 49 años, casada con Pedro Pascual Rodríguez Lima.
5 hijos. SIN DATOS DE DOLENCIA.
J u lio 12 - BAILON RODRIGUEZ, Pascual. LANZAROTE. Hijo de José y
María Lucía. 14 años, sin oficio. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Agosto 17 - FIERRO, Miguel. LANZAROTE. Hijo de José y Agueda Alvarez.
44 años, casado con Rosalía Ramos. 5 hijos. Labrador. (Viene preso
por orden del Juzgado del Crimen). SIN DATOS DE DOLENCIA.
Setiembre 6 - CABRERA, Mario. LANZAROTE. Hijo de Marcial y María Luzar-
da. 30 años, casado en ésta con Teresa Romero. 3 hijos. Labrador.
FALLECIO DE TETANOS.
Octubre 13 - RODRIGUEZ, Joaquín. FUERTE VENTURA. Hijo de Pedro y Cay
etana Morales. 42 años, casado en ésta con Francisca Peñalosa. 1
hijo. Labrador. SIN DATOS DE DOLENCIA.
Octubre 16 - BARRANQUILLO, José Antonio. GRAN CANARIA. Hijo de
Roque y María de la Soledad. 30 años, soltero. Marinero. SIN DA
TOS DE DOLENCIA.
Octubre 26 - FIERRO, Miguel. LANZAROTE. Hijo de José y Agueda Alvarez.
44 años, casado en ésta con Rosalía Ramos. 5 hijos. Labrador. (Vi
ene preso en orden del Juzgado del Crimen). SIN DATOS DE DO
L E N C IA .^)
Noviembre 10 - REY, Manuel. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo del mismo y
de Ursula del Carmen, 16 años, soltero. Marinero de la Capitanía.
SIN DATOS DE DOLENCIA. .
Noviembre 11 - RIVERO, Francisco. LANZAROTE. Hijo de Calixto y Juana de
León. 24 años, soltero. Labrador. (Viene preso por orden del Juez de
Policía). SIN DATOS DE DOLENCIA.
Diciembre 27 - BROM, José. ISLA DE LA PALMA. Hijo del mismo y de María Rosa
Terdena. 30 años, soltero. Marinero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
AÑO 1831
Enero 3 - (BARRANQUILLO), José Antonio. GRAN CANARIA. Hijo de
Roque Barranquillo y Francisca Girena (o Guiguera, o Guipuera).
33 años, soltero. Labrador. SIN DATOS DE DOLENCIA.
A Ñ O 1832
A Ñ O 1834
A Ñ O 1835
A Ñ O 1836
AÑO 1837
Enero 7 - MEDINA, Marcelo. LANZAROTE. Hijo de Ignacio y Concepción
Hernández. 36 años, casado con Juana Padrón. 2 hijos. Zapatero.
HIDROTORAX.
Enero 14 - PEREZ, Anselmo. LANZAROTE. Hijo de Ginés y María Méndes.
18 años, soltero. Carretillero. CONTUSION.
Enero 15 - LEON, Antonia de. LANZAROTE. Hija de Marcial y Cayetana
Hernández. 26 años, soltera.
Enero 16 - FEO, Antonio. LANZAROTE. Hijo de José y Antonia Betamcur
33 años, soltero. Labrador. FRACTURA.
A Ñ O 1838
A Ñ O 1840
A Ñ O 1841
A Ñ O 1842
A N O 1843
AÑO 1844
AÑO 1845
A Ñ O 1846
I0X
\ ¡u> sio 7 - ALVIZA, Domingo. LANZAROTE. Sin datos de familia. 17 años,
soltero. Cigarrero. SIN DATOS DE DOLENCIA.
\ i '(i s i o 12 - MARTINEZ, Francisco. CANARIAS. Hijo sin datos. 22 años,
soltero. Labrador. TISIS BRONQUIAL. FALLECIO.
\posto 19 - DURAN, María Andrea. LANZAROTE. H. sin datos. 29 años,
viuda de Domingo Vcxtran. 2 hijos. GASTROENTERITIS. FALLE
CIO.
\¡Misto 23 - GUILLEN, Domingo. LANZAROTE. Hijo de Salvador y Josefa
Alvarez. 35 años, soltero. Labrador. ESCORBUTO.
Setiembre 27 - NIN, Josefa. CANARIAS. H. sin datos. 19 años, soltera. HERIDA.
( Ictubre 21 - MACHIN, Francisco Antonio. CANARIAS. Hijo de Lucas y María
Fuentes. 38 años, soltero. Sin oficio. INVALIDO, ENFERMO DE
UN BRAZO.
Noviembre 14 - GARCIA, Dominga. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Fran
cisco y Dominga. 45 años, casada con Agustín González. 4 hijos.
INFLAMACION DEL VIENTRE.
I hciembre 2 - HERNANDEZ, María Juana. CANARIAS. Hija sin datos. 40 años,
viuda de Domingo López. 1 hijo. COLITIS.
Diciembre X - SUAREZ, Federico. CANARIAS. Hijo de Cayetano y Josefa Fuen
tes. 22 años, soltero. Pescador. HERIDO.
Diciembre 19 - RAMOS, Pedro. CANARIAS. Hijo de Miguel y Josefa Victoriana.
22 años, soltero. Pescador. DISENTERIA.
Diciembre 24 - BRITOS, Juan. CANARIAS. Hijo de José Marcos y María Lazara
de la Vega. 39 años, soltero. HERIDA EN IA CABEZA. (Viene
arrestado por la Policía).
AÑO 1847
Duero 2 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pe
dro e Isabel Rodríguez. 60 años, viuda de Ignacio Alvarez. HERI
DA.
Dnero 19 - CABRERA, Antonio. CANARIAS. Hijo de Marcial y Antonia
Britos. 24 años, soltero. Panadero. VICIO VENEREO.
Febrero 9 - GONZALEZ, Francisco. CANARIAS. Hijo de Narciso del Pino e Isa
bel González. 40 años, soltero. Marinero. HERIDA EN UN BRAZO.
Febrero 20 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Pe
dro e Isabel Rodríguez. 60 años, viuda de Ignacio Alvarez. GAS
TROENTERITIS.
Marzo 20 - HERNANDEZ, María. CANARIAS. Hija de Diego e Isabel Mén
dez. 25 años, soltera. INFLAMACION EN LOS OJOS.
Marzo 26 - RAMIREZ, José. CANARIAS. Hijo de José y Manuela del ('ai
men. 20 años, soltero. Pescador. HERIDO EN UN BRAZO.
Marzo 29 - CABRERA, Antonio. CANARIAS. Hijo de Marcial y Antom.i
Britos. 24 años, soltero. Jornalero. VICIO VENEREO.
Abril 20 - GONZALEZ, Antonio. LANZAROTE. 27 años, casado con M ain
de las Nieves. 1 hijo. Pescador. HERIDA EN LOS RIÑONES. (Vino
en calidad de preso por la Policía. Fugó el día 18 de mayo.)
Abril 22 - LOPEZ, José. CANARIAS. Hijo de José y de Rosa Barreto. ,’u
años, soltero. Pescador. HERIDO EN EL ESTOMAGO (Preso).
Mayo 18 - GONZALEZ, Antonio. CANARIAS. 27 años, casado con María di
las Nieves. 1 hijo. Pescador. HERIDA EN LOS RIÑONES (vino en
calidad de preso).
Mayo 2 I - BORJE, María Teresa. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 48 años,
casada con Eugenio Maldonado. Sin hijos. PLEURO-NEUMONIA
FALLECIO.
Junio 14 - HERRERA, Feliciano. CANARIAS. No tiene padres. 16 años,
soltero. Jornalero. VICIO VENEREO.
Agosto I - GALLARDO. Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 60 años,
viuda ríe Ignacio Alvarez. PULMONIA.
Agosto I - LORENZO, José. CANARIAS. Hijo de Antonio y Bárbara Cabré
ra. 20 años, soltero. Pescador. HERIDA EN EL PECHO.
Agosto I - MADERO, Teodoro. CANARIAS. Hijo de Diego y María. 30
años, casado con Antonia Beltrán. 2 hijos. Jornalero. ULCERA
CION.
Agosto 7 - CUEVAS, Dolores. CANARIAS. 50 años, casada con Domingo
Rodríguez. I hijo. DEMENCIA.
Agosto 7 - PERAN, María. CANARIAS. 40 años, casada con José Latorre. I
hijo. FRACTURA DE TIBIA EN PIERNA DERECHA.
Setiembre 21 - ALONSO, Antonio. CANARIAS. Hijo de Angel y Clara Rodrí
guez. 56 años, soltero. Jornalero. CONTUSION.
Setiembre 25 - CUEVAS DE RODRIGUEZ, Dolores. CANARIAS. 50 años, casa
da con Feliciano Rodríguez. I hijo. DEMENCIA.
Noviembre 22 - HERNANDEZ, María. FUERTEVENTURA. 39 años, viuda de
Domingo N. López. 1 hijo. ANEURISMA.
Diciembre 1 - VIANA. María. LANZAROTE, 50 años, casada con José Silva. 9
hijos. (Vino con una baja de la Capitanía del Puerto, como emigrada
de la campaña. Llegó con dos hijos, una llamada Antonia de Zoa y
otra de 1 año, todas enfermas ríe: ESCORBUTO.)
Diciembre 10 - LOPEZ, María Josefa. CANARIAS. Hija de Domingo y María
Juana Hernández. 7 años. DISENTERIA.
Diciembre 10 - REYES, Blas. CANARIAS. Hijo de padre desconocido, y de Cata
lina Rey. 24 años, soltero. Marinero. DOLORES.
I »iciembre 20 - GONZALEZ. Antonia. CANARIAS. Hija de José y Francisca de
Lemos. 19 años, soltera. (Fugó el día 30 de diciembre).
I 'iciembre 25 - HERNANDEZ, Luis. CANARIAS. Hijo de José y Antonia Díaz.
20 años, soltero. Panadero. VICIO VENEREO.
AÑO 1848
I obrero 6 - PALACIOS, Saturnino. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 43 años,
casado con Rosa Pampillón. Sin hijos. Sin oficio. HERIDO EN LA
BARBA Y EN LA LENGUA.
lebrero 19 - GALLARDO, Juana. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 60 años,
viuda de Ignacio Alvarez. GASTRITIS CRONICA.
Marzo 10 - CABRERA. Félix. LANZAROTE. Hijo de Félix y María Curbelo.
35 años, soltero. Pescador. DOLORES NERVIOSOS.
Abril 4 - ACOSTA. Francisco. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Fran
cisco y María García. 23 años, soltero. Hojalatero. VICIO VENEREO.
Abril 15 - ORTEGA, Pedro. CANARIAS. 38 años, casado con Carmen Flo
res. 2 hijos. Pescador. HERIDA EN LA CABEZA.
Abril 16 GONZALEZ, Vicente. CANARIAS. 30 años, soltero. Estucador.
(Vino en calidad de preso por la Policía.) HERIDA EN LA BOCA.
Abril 17 - FUENTES, Antonio. LANZAROTE. No conoce padres. 30 años,
soltero. (Vino en calidad de preso por la Policía.) HERIDA EN IIN
COSTADO.
Mayo 1(1 - GUILLEN, Juan. FUERTE VENTURA. Hijo de José y María Ro
dríguez. 18 años, soltero. Jornalero. VICIO VENEREO.
Mayo 10 - MORALES, Sebastián. LANZAROTE. 52 años, casado con Ma
nuela León. 4 hijos. Jornalero. (Vino en calidad de preso por la
Policía.) HERIDO EN LA CABEZA.
Mayo 17 - MEDINA, Francisco. CANARIAS. 32 años, casado con Ignacia
Reyes. 2 hijos. Jornalero. VICIO VENEREO.
Mayo 27 - RODRIGUEZ. Pablo. FUERTEVENTURA. Hijo de Pedro y Agus
tina Alvarez. 18 años, soltero. Jornalero. ABCESO EN LA CARA.
Junio 2 - DELGADO. Rafaela. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hija de Juan y
María Josefa de Castro. 30 años, soltera. 1IERIDA EN LA CABEZA.
Junio 11 - RODRIGUEZ, Antonio José. GOMERA. 27 años, casado con An
tonia María Placencia. 2 hijos. Jornalero. IRRITACION DE LA
VEJIGA.
Junio 2 I - BENITEZ. Lareina. CANARIAS. 40 años, viuda de Vicente Ca
brera. Sin hijos. ELEFANTIASIS.
Julio 15 - REYEZ, Feliciano. CANARIAS. 50 años, casado con Isabel Gar
cía. 5 hijos. Marinero. REUMATISMO.
Julio 29 - TOMAS, Lucía. LANZAROTE. 50 años, casada con Marcial Lente
7 hijos. REUMATISMO CRONICO.
Setiembre 5 - VIZCAYA, Josefa. LANZAROTE. Hija de Antonio Museguy y
Juana Vizcaya. 24 años, soltera. GASTROENTERITIS. FALLECIO.
Setiembre 8 - TOMAS, Bartolomé. CANARIAS. Hijo de Marino Tomás y Toma
sa Lente. 22 años, soltero. Pescador. HERIDO EN UNA MANO
(Vino en calidad de preso por la Policía.)
Setiembre 16 - ALONSO, Antonio. SANTA CRUZ DE TENERIFE. Hijo de Angel
y Clara Rodríguez. 50 años, soltero. Jornalero. CATARRO.
Octubre 15 - CABRERA, Antonio. CANARIAS. Hijo de Marcial y Antonia
Britos. 25 años, soltero. Jornalero. HERIDA EN LA CABEZA.
Octubre 16 - BENITEZ, Lareina. CANARIAS. 40 años, viuda de Vicente Ca
brera. Sin hijos.
Octubre 27 - VALDEZ, Antonia. CANARIAS. Hija de Sebastián y Marcela Vare.
22 años, soltera. HERIDA EN UNA PIERNA.
Octubre 28 - GALLARDO, Juana. CANARIAS. 60 años, viuda de Ignacio Al-
varez. Sin hijos. CATARRO CRONICO.
Noviembre 6 - DIAZ, Vicente. LANZAROTE. Hijo de José y Josefa Palero. 18
años, soltero. Carretillero. GASTROENTERITIS.
Diciembre 4 - OROSMAS. Plácida. CANARIAS. 28 años, viuda de Vicente Mo
rales. REUMATISMO.
Diciembre 6 - DIAZ, Vicente. LANZAROTE. Hijo de José y Josefa Talero. 19
años, soltero. Carretillero. GASTROENTERITIS.
Diciembre 7 - CAMEJO, María. LANZAROTE. 60 años, casada con José de la
Concepción. Sin hijos. GASTRITIS.
AÑO 1849
Enero 22 - CRUZ, Melchor. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 50 años, casado
con María del Rosario. Sin hijos. Marinero. ESTANGURRIA.
Febrero 24 - OLIVA, Francisco. CANARIAS. Hijo de Isidro y María del Pino.
23 años, soltero. Panadero. HEPATOMENINGITIS. FALLECIO.
Marzo 14 - ALONSO. Antonio. SANTA CRUZ DE TENERIFE. 50 años, sol
tero. Jornalero. DIARREA.
Marzo 18 - DALIA, Francisco. CANARIAS. 35 años, casado con Josefa Suá-
rez. 1 hijo. Pescador. TISIS. FALLECIO.
Abril 7 - VERA, Antonio. CANARIAS. Hijo de José de Blas y María Teresa
de Acosta. 49 años, casado con Dolores Ramírez. 1 hijo. Pescador.
ESCORBUTO.
\ I>i il 19 - BEREDO, Diego. CANARIAS. 72 anos, soltero. Pordiosero. CON
TUSION EN HA CABEZA.
1830 1 1 9 2 2 1 _ _ 16
1831 2 2 8 2 — — _ — 14
1832 — 5 10 1 1 — — — 17
1833 — 7 4 2 2 — — — 15
1834 1 5 7 3 — — — — 1.6
1835 2 7 6 5 5 1 — — 26
1836 1 5 8 6 5 — — — 25
1837 1 4 15 3 4 — — — 27
1838 5 8 27 39 13 6 1 i 100
1839 6 _ 25 14 13 2 — 1 61
1840 4 1 17 6 1 3 — — 32
1841 2 3 17 10 4 — — — 36
1842 15 3 15 5 4 1 — 1 44
1843 42 1 6 5 — — — 4 56
1844 31 — 2 2 — — — 1 36
1845 12 1 2 4 3 — — 1 23
1846 19 — 6 7 1 — — — 33
1847 21 - 2 1 1 — — — 25
1848 12 — 8 4 2 — — I 27
1849 8 — 3 3 2 — — 1 17
1850 16 — 4 5 2 — — 1 28
M F 1 a 15 16 a 25 26 a 35 36 a 50 51 a 60 61... Obierv.
1830 13 3 1 2 3 9 1 —
1831 12 2 3 4 3 1 2 1 inde
t erm i
nado
1832 12 5 2 6 4 3 1 1
1833 12 3 — 7 3 4 — 1
1834 10 6 — 3 4 6 1 2
1835 18 8 — 8 5 9 3 1
1836 18 7 3 6 10 5 1
1837 24 3 1 7 9 4 5 1
1838 77 23 6 35 18 22 12 7
1839 44 17 2 24 12 14 4 5
1840 27 5 1 13 3 8 6 1
1841 28 8 — 13 8 3 10 2
1842 38 6 3 16 8 9 6 2
1843 37 21 8 17 9 12 7 5
1844 24 12 1 14 6 4 9 2
1845 8 15 — 5 7 4 6 1
1846 22 11 1 16 6 8 1 1
1847 13 12 1 10 4 9 1 —
1848 17 10 — 9 7 8 2 1
1849 13 4 — 4 3 6 — 4
1850 17 11 1 6 3 14 2 2
La determinación de los periodos de agrupamiento por edades, responde un tanto, a las condicionantes de la vida y del tra
bajo en la época.
117
Estado y oficio
(Enfermos registrados)
E sta d o O tro* Sin L abor
1830 5 9 2 6 _ 3 3 i 3 16
1831 10 2 2 2 1 2 3 4 2 14
1832 14 2 1 2 2 1 7 — 5 17
1833 12 3 — 2 2 2 3 3 3 15
1834 10 3 3 2 1 — 4 3 6 16
1835 15 8 3 6 3 2 4 3 8 26
1836 12 7 6 5 — 5 5 3 7 25
1837 16 9 2 12 1 4 4 3 3 27
1838 52 35 13 53 — 10 4 10 23 100
1839 37 18 6 26 2 3 4 9 17 61
1840 16 8 8 13 1 6 3 4 5 32
1841 18 12 6 12 4 2 10 — 8 36
1842 25 14 5 12 5 6 13 2 6 44
1843 28 22 8 19 2 3 9 4 21 58
1844 15 18 3 7 3 1 11 2 12 36
1845 11 7 5 — 4 — 3 1 15 23
1846 21 8 4 5 7 1 3 ■ 6 11 33
1847 13 8 4 — 5 2 3 — 12 25
1848 14 8 5 ' _ 4 1 11 1 10 27
1849 8 9 — 2 2 2 6 1 4 17
1850 14 9 5 1 5 — 5 6 11 28
La casilla «SIN OFICIO», comprende personas sin trabajo, sin oficio, mendigos, etc.
N o ta :
La casilla «M ARINERO», comprende a canarios radicados en el país, y también aquellos de paso por nues
tro puerto, que heridos o afectados de enfermedad, ingresaron al Hospital.
M atrim onio y fa m ilia
(De los enfermos registrados)
Mat r. Viudos Total
Matrimonios
Con hijos total sin hijos Con hijos de hijos
Aiìos sin hijos
1830 _ 9 1 1 34
->
1 1 2 1 1 l
1831
2 2 — 1 3
1832 -
_ 3 3 — — 6
1833
1 2 3 1 2 8
1834
6 8 3 — 26
1835 2
7 7 2 4 23
1836 ___
6 9 1 1 23
1837 3
27 35 1 12 104
1838 8
12 18 — 6 42
1839 6
6 8 5 3 35
1840 2
10 12 1 5 40
¡841 2
12 . 14 — 5 42
1842 2
16 22 2 6 61
1843 6
12 18 — 3 32
1844 6
2 5 7 4 1 8
1845
7 8 1 3 27
1846 1
7 8 1 3 17
1847 1
6 8 5 — 22
1848 2
7 9 — — 16
1849 2
8 9 2 3 25
1850 1
171 219 31 60 596
Total 48
120
CUADRO N .° 5
D o le n c ia s
H e r id a s A rtritis F a lle c e n
A rio i S la d a to « D if « id v . B « rp « i C o o ta s . R eum a V « n « r* a » S ansa E s c o rb u to R c s p lra t. T is is E a c a f a litis O tr a s T o u l o b se r.
1830 9 2 2 _ _ í 1 1 16 2
1831 12 2 !4 _
1837 1! 5 i: _ _
1833 10 3 15 __ _
1834 8 5 1 _ 16
_ _
1835 15 8 26 „
1836 2 ~ 6 1 2 — 3 i 2 — — — — _ 1 — ! 3 — — — _ — 1 2 25 5
1837 — 2 — — — — 8 i 1 _ 6 _ i _ _ _ 5 _ 2 _ _ 1 _ 2 _ 27 2
1838 14 7 10 5 2 1 4 — 6 i 10 — 11 _ 1 _ • 11 2 — _ _ 4 — 4 7 100 5
1839 1 — 11 4 — 1 7 2 3 i 5 _ _ i __ 7 2 4 i 1 5 _ 3 6 61 i :
1840 — — 5 2 — — 6 1 3 _ 7 1 1 2 _ _ _ _ 5 ; 32 3
1841 ! — 1 3 — — 9 1 3 2 1 4 4 _ 5 2 36 5
1842 - — 7 1 — — 7 ! 1 _ 8 _ 1 _ — _ 3 1 — 3 _ _ 6 3 44 9
1843 — 4 6 6 — — 6 1 2 — 3 _ — _ 5 _ 2 _ — 4 2 2 2 7 6 58 15
1844 : — 9 1 — — 5 1 i 6 6 — 1 i — 1 9 36 7
1845 i 2 — 1 — — 2 1 — 3 2 — — — 1 — — _ 4 — 2 — 1 6 23 :
1846 4 — I 4 — — 6 ! _ ! 6 _ _ _ 2 _ _ _ 3 1 _ _ 1 5 33 3
1847 — 1 — 2 — — 7 2 1 — 4 _ _ — _ _ _ 2 2 _ _ _ _ 1 5 25 _
1848 — — 2 3 — — 7 2 l 2 4 1 1 1 — _ _ _ 2 2 27 _
1849 — — 3 — — _ 2 1- l 1 1 _ _ _ I _ 2 I
1850 2 3 2 1 1 4 3 3 1 _ 1 _ 1 1 17 2 _
Tout: 92 41 63 33 4 3 89 17 26 13 62 - 13 18 “ 40 16 : - 3 5 28 3
11 6 21 2 45 61 676 71 28
N o ta s : En cada casilla de «D O LENCIA S«•, la primera columna se refiere a enfermos del sexo masculino y la segunda columna a enfermos del sexo femenino En la
última casilla: FA L LEC ID O S. La* enfermedades je reunieron por clases afines para abrevar la extensión del cuadro. De esta forma tenemos en:
D IG ES TIV A S — Disentería, colitis, gastritis, hepatitis, etc.
H ER ID A S Y C O N T U SIO N E S — tanto accidentales como provocadas.
A R TR ITIS Y REU M ATISM O .
V EN EREA S " Sífilis, ulceraciones, blenorragia.
RESPIR A TO R IA S — Catarro, pulmonía, pleuresía, etc.
D O C U M EN T A LES:
A r c h iv o G e n e r a l d e la N a c ió n (Montevideo)
Además son de interés, del mismo Fondo, los detallados más abajo. Estos contienen anota
ciones varias, facturas de medicamentos y otras adquisiciones, planillas de sueldos, etc.:
N . ° 25 - Signatura 4815
N . ° 26 - Signatura 4816
N . ° 27 - Signatura 4817
N . ° 28 - Signatura 4818
N . ° 29 - Signatura 4819
N . ° 31 - Signatura 4821
< A T IT U L O V
LA A C T U A C IÓ N D E L O S C A N A R IO S E N LA G U E R R A G R A N D E
R e su m en
liste trabajo tiene por finalidad destacar aspectos de la actuación que tuvieron los
<'anarios y sus descendientes en el conflicto ocurrido en el Río de la Plata durante los
míos 1838-1851 entre la República Oriental del Uruguay y la República Argentina,
i'iicrra que se transformó en pleito de carácter internacional. Inglaterra, Francia, Italia y
I .paña estuvieron vinculadas a los hechos; las dos primeras de manera directa con sus
Ilotas vigilando la navegación de los ríos y estableciendo bloqueos; las últimas de forma
indirecta por virtud de sus emigrados pero a un costo muy grande de vidas.
I.os Canarios fundadores, siglo y medio antes de la ciudad de Montevideo, formaban
i ii el momento de la guerra por nuevas inmigraciones y por sus descendientes la mayoría
de la población: asentaron modas y costumbres y presentaron aspectos que se hicieron
dominantes, por lo cual se les consideraba naturales del país y a la ciudad una villa
.inaria. Fueron alistados con otros españoles en el ejército aduciéndose la falta de
(onsules acreditados. Cuando los hubo, luego del Tratado de Amistad con España y se
les concedió exoneración del servicio militar, la mayoría optó por continuar luchando
Insta el fin de la contienda.
Hemos trazado a grandes rasgos diversos aspectos de los acontecimientos de aquel
.K uigo período, dejando de lado el análisis historiográfico de las grandes causas econó
micas, militares y políticas que los provocaron. Situamos nuestra atención en las conse-
i acucias sociales, los sufrimientos de aquellos hombres que vinieron a esta tierra para
hallar sólo desgracias.
La clase de oficios y ocupaciones desempeñada por los Canarios, en parte labradores
\ pastores, en parte alarifes, hizo de ellos los más perjudicados, ya por perder sus
i ampos, ya por la paralización tic las edificaciones.
Nuestro propósito ha sido narrar los horrores y vejaciones sufridas en el campo
invasor y dentro de la capital, las miserias propias de una ciudad sitiada, destacando el
.mojo desplegado por los Canarios en el sostenimiento de la plaza y en la lucha por la
libertad.
M o t iv a c io n e s d e la e m ig r a c ió n c a n a r ia
miIii.nes, lo s lilaos de registro del Hospital de Caridad, libros parroquiales, etc. Conoce
i n o s co n certeza, debido precisamente a los datos extraídos de estos últimos repertorios,
la importancia alcanzada durante los siglos XVIII y XIX, que sin descanso, mantuvo la
inmigración canaria a estos suelos, aún en los momentos de mayores contrariedades
sociales como ocurrió durante la Guerra Grande (1838-1851).
La emigración a América estaba expresamente prohibida en España por dos reales
órdenes de 1836, que sólo autorizaba a los desplazamientos hacia Cuba, Puerto Rico \
filipinas, pero los inmigrantes españoles seguían llegando en forma clandestina, muchos
por la vía de Río de Janeiro. La movilización de crecientes contingentes armados pretex
tó en la época de Rosas operaciones de recluta en algunas regiones europeas, a las que
no fueron ajenos ninguno de los bandos en lucha. Durante la Guerra Grande menudearon
estos abusos.
Las trabajosas gestiones del Dr. José Ellauri ante la cancillería española y la gestión
final de un tratado, permiten incorporar a la causa de la Defensa de Montevideo un
numeroso contingente de “voluntarios”, que bajo la denominación de “colonos” son
traídos en los años cuarenta desde “Canarias” (I). El Ministro español Carlos Creus
denunciaba que en tiempo de guerra “se les destina” a los puestos más peligrosos (2).
De la “Correspondencia del Dr. José Ellauri", Ministro de Gobierno y Relaciones
Exteriores, en Misión diplomática en Europa, establecido con su sede en París durante
dieciseis años, podemos recoger información que demuestra el interés del Gobierno
Oriental por aumentar la población Canaria (3).
A páginas 155, Item N" 15 del citado libro figura una carta del doctor Ellauri fechada
en París el 23 de diciembre de 1841 de la que extractamos: “Señor Ministro: en el mes
de setiembre tuve el honor de hablar a V.E., entre otras cosas, de la emigración de
labradores de las Islas Canarias para la República del Uruguay, y de que tenía en mis
manos una representación recomendada por un empresario, en la que pedía se alzase la
prohibición existente respecto a dicha emigración. V.E. tuvo la bondad de instruirme que
no estaba directamente prohibido el que emigrasen individuos de las Islas Canarias pero
que sí tenían la obligación de acreditar antes de su salida haber cumplido lo que la
Constitución previene sobre servicio militar, o afianzar competentemente. Transmitida
por mí esta explicación al interesado impartió sus órdenes a las Islas Canarias, las que no
han podido tener efecto por haberse encontrado con una prohibición absoluta por parte
de las autoridades locales de aquél País...”. En página 325, Item N° I 1 Don Antonio
González, Ministro de. Negocios Exteriores con fecha 8 de marzo de 1842 se dirige al Dr.
Ellauri en los siguientes términos: “Muy Señor mío y estimado dueño: tantos sucesos
como han ocupado al Ministerio después de su apreciable carta que Ud. ha tenido la
bondad tic escribirme, unidos al deseo de poder comunicar a IJd. alguna cosa sobre el
asunto tic los Colonos, fueron retardando más de lo justo mi contestación: hoy lo hago
para decir a Ud., que aquella gestión no es bien acogida en general; porque las noticias
últimamente recibidas de Montevideo son que en las convulsiones políticas que han
acaecido en el territorio uruguayo se ha vejado bastante a los súbditos españoles, y éste
es el motivo por que no halla apoyo hoy en la opinión ni en los informes que se han
tomado la concesión ele sacar Canarios para colonizar dichas provincias. Me es muy
sensible que no queden complacidos los deseos de sus paisanos de Ud., pero creo
excusado el recordarle que los gobiernos tienen que ceñirse a los datos e informes para
resolver un negocio. Máxime cuando es la gravedad del actual...". Ellauri contesta el
mismo mes de marzo de 1842 (Item N" 17, p. 157-158) en carta confidencial a I).
\nionio González Ministro de Relaciones Exteriores de S.M.C.: “Siento mucho el (pie
por informes aislados y apasionarlos se adopte la medida, a mi ver errónea de prohibir
absolutamente la emigración de Canarios a Montevideo. Ud. sabe que los Canarios
tienen en mi país simpatías muy antiguas pues la mayor parte de nuestras familias
descienden por línea materna especialmente, de las que hará ciento y pico de años llevó
co n anuencia de la Corte el señor Alzaybar para poblar Montevideo... es pues de sumo
interés recibir dicha emigración. Las Islas de Lanzarote y otras de las Canarias, son pol
lo común muy estériles y sus habitantes por eso las abandonan sin pesar para ir a buscar
mi país más fértil, y en el que con facilidad se procuren lo necesario para la vida. Es
pues de sumo interés recíproco dicha emigración. Estos súbditos españoles, habitantes de-
una tierra ingrata, mejoran de posición y nosotros adquirimos una población que es tal
vez la que más nos conviene. Políticamente hablando también por este medio contraba
lanceamos el extranjerismo.
No ha habido tales vejaciones, como algún díscolo, o agraviado ha escrito.
Afortunadamente en mi país hoy la guerra, aunque sea entre nosotros mismos, se
luce con orden y regularidad. Lo que hay ele exacto es que como la m ayor p arte de los
Españoles son ya vecinos y ciudadanos del país, sirven en las milicias, (4) como
sucede en todas partes del mundo. De aquí resulta que no pueden dejar de adherirse a
uno de los partidos combatientes; y a fe que algunos lo han hecho con más ardor y
entusiasmo que los mismos hijos de la tierra...” . Esta carta tan llena de inexactitudes y
tallas a la verdad no se ajustaba a la seriedad que debe imperar en asuntos oficiales de
tanta importancia cuanto es la seguridad de las personas. Por eso merece ser comentada:
comienza por exponer que en Canarias “por informes aislados y apasionados” se tenía
conocimiento de los desmanes que sufrían los españoles en la república. Negando a
sabiendas la verdad como lo demuestra irrefutable documentación de la época, por
ejemplo los degüellos de prisioneros de todas las nacionalidades, realizados por Oribe,
entre los que figuran muchos españoles y Canarios. Las atrocidades llevaron al general
Paz a instituir a mediados de 1843 una comisión compuesta por los doctores José
Manuel Baez, Alejo Villegas y Francisco Elias, a la cual se hizo comparecer soldados
prisioneros procedentes del campo sitiador y sus declaraciones sobre crímenes fueron
i acogidas y publicadas para formar el proceso de Rosas y Oribe y prestigiar la causa de
Montevideo ante las potencias europeas. Con frecuencia la prensa de Montevideo se
bacía eco de rumores de degüello. Los españoles carecían de cónsul y de acuerdo con las
ideas de la época eran convocados a la par de los nacionales, sin exceptuar los que
habían llegado al país til amparo de un tratamiento especial que los exoneraba de prestar
servicio en las armas. A mediados de 1843, al tiempo de iniciarse los preparativos para
la Defensa, dictó el gobierno del presidente Suárez un decreto que empezaba diciendo
que existía en el país un considerable número de colonos canarios llegados a mérito de
contrato con sus patronos y de un decreto de agosto de 1840 que los declaraba eximidos
del servicio militar; sin embargo terminaba derogando la disposición y obligando a lodos
los colonos canarios de 14 a 45 años a alistarse en la Guardia Nacional, bajo apercibi
miento de ser destinados los omisos a los cuerpos de línea. En los cuerpos de línea
hemos notado la presencia de jóvenes canarios de 12 años de edad, como el tambor de la
3a Compañía del Batallón Resistencia, de nombre Juan Casares, el del tambor del Ba l a
llón de Extramuros Antonio González, canario de 14 años; el soldado Luis Basilio
canario de 16 años formando parte de la Ira. Compañía del Escuadrón del Regimiento
de Dragones; Juan José Hernández, 15 años, canario, soldado en la Legión Italiana; Juan
Delgado, de Tenerife, 16 años, soldado del Batallón N° 5, etc.
El señor Ellauri, sin tener en cuenta su posición de alto comisionado del gobierno, se
extiende en consideraciones personales lesivas a las Islas Canarias y habla ele un pan,
“fértil” , nos preguntamos ¿de qué servía la fertilidad de nuestros campos cuando los
invasores lo habían arrasado llegando a destruir las huertas de los propios canarios que
se ubicaban en las puertas de la capital? Mas que vejaciones sufrieron los canarios
tormentos y muerte. Existe un párrafo que traduce cierta verdad, es precisamente aquel
que escapó de su pluma para contradecir al mismo Ellauri, leemos: “Lo que hay de
exacto es que como la m ayor parte de los españoles son ya vecinos y ciudadanos del
país, sirven a las milicias, como sucede en todas partes del m undo". La verdad es que
les obligaban a enrolarse en uno u otro bando, según los sorprendió la guerra dentro o
fuera de Montevideo. En el campo sitiador también había Canarios reclutados a la
fuerza, lo comprueba el gran número de sus esposas que lograban huir casi siempre poi
el puerto del Buceo hacia Montevideo y allí transportadas en lanchas de paisanos amigos
las que solían durante la noche burlar el bloqueo y las patrullas oribistas (5).
El Io de abril del 43 Oribe dirigió una circular a los agentes consulares de Montevi
deo advirtiéndoles que no respetaría la calidad de extranjeros, ni en los bienes de las
personas de los súbditos de otras naciones que tomaran partido con los infames “salvajes
unitarios” sino que serían considerados también en tal caso como rebeldes “salvajes
unitarios”, y tratados sin ninguna consideración.
Este úcase del jefe sitiador levantó un coro unánime de protestas, y lejos de debilitar,
robusteció la causa de Montevideo.
El Cónsul de la República de España, don Víctor Acisclo de Moranda escribe a
Ellauri desde Madrid con fecha octubre 25 de 1842 (Item N° 4, p. 398-399), “Dícese que
en la próxima legislatura que empezará el 14 del próximo noviembre, se interpelará al
gobierno sobre dichos sucesos y también sobre el decreto de alistamiento en el que
según la opinión de estos S.S. debía haberse hecho excepción de los españoles pues que
aunque no tienen cónsules en la República, de España, se estaba por finir un Tratado y
que por sólo esta razón debía habérsele tenido en consideración. Dícese también que
para pedir la competente satisfacción se piensa mandar una escuadrilla con un agente
diplomático. La disposición de incomodidad y exaltación de ánimos que he visto en
estos S.S. tanto respecto a la visita o extracción de desertores de los buques españoles
me hace desesperanzar de que tenga buen resultado la expedición de la barca “Dos
hermanas” para las Islas Canarias con pabellón Oriental porque hasta de ahora Cantillo
no hace más que rodar la cabeza a cuanto sobre este particular le he dicho..." Luego de
promulgado el Tratado de Amistad con España, a fines de 1845 llegó al Puerto de
Montevideo una flotilla de guerra española conduciendo a don Carlos Creus en calidad
de Cónsul General. Los españoles no habían tenido representante desde los años transcu
rridos luego de la caída de las autoridades coloniales. El Sr. Creus gestionó y obtuvo en
el acto que sus compatriotas.,fueran eximidos del servicio militar que prestaban a la par
ríe los uruguayos de acuerdo con la tesis de la época que equiparaba a los nacionales con
I2 S
losextranjeros sin Cónsul. No obstante enorme número de canarios continuaron en las
Id asmilitares de la Defensa, luchando contra la barbarie y opresión que significaban los
invasores.
La G u erra G rande
Id Io de marzo de 1835 el general Manuel Oribe es elegido 2o Presidente constitucio
nal de la República. Fructuoso Rivera había apoyado su candidatura. Rivera pasó a
desempeñar la Comandancia General de Campaña, luego suprimida por Oribe el 9 de
lebrero de 1836. A estos y otros factores personales de rozamiento se agregaba la acción
del dictador argentino Juan Manuel de Rosas para dominar a Oribe y anular a Rivera
rodeado y aclamado por los emigrados argentinos en Montevideo. Oribe por su parte
deseaba suprimir la tutela que ejercía Rivera al frente del ejército.
H1 16 de julio de 1836 Rivera se sublevó contra Oribe, Rosas intervino entonces en la
guerra enviando en auxilio de Oribe 500 soldados argentinos. Se sucedieron las batallas
de Carpintería en el Durazno, y Yucutujá, en el Yí y al fin la decisiva del 15 de junio de
1838 en Palmar ganada por Rivera. El 25 de octubre de 1838 habiendo dado su renuncia
el presidente Oribe, se embarcó para Buenos Aires sustituyéndolo en el ejercicio del
Poder Ejecutivo don Gabriel A. Pereira. El Io de noviembre de 1838 entró Rivera en
Montevideo; el 31 de diciembre se firmó un Tratado de Alianza Ofensiva y Defensiva
entre el Gobierno Oriental y la provincia argentina de Corrientes. El Io de marzo de
1839 Rivera fue designado a la 3ra. Presidencia de la República y declaró la guerra a
Rosas el 10 de marzo. Así comenzó la Guerra Grande que terminaría en 1851 con la
caída de Rosas.
Frente a la declaración de guerra, Rosas lanzó sobre la República Oriental un ejército
de 6000 hombres al mando del general Pascual Echagüe. Rivera tomó la ofensiva y
avanzó contra el enemigo chocando en los campos de Cagancha, derrotándolo el 29 de
diciembre de 1839.
En diciembre de 1842 se encontraron en Arroyo Grande, provincia de Entre Ríos, los
ejércitos de Rivera y Oribe, el de éste último formado por 10000 soldados. Oribe derrotó
completamente a Rivera el que perdió su parque, carretas, armas y hombres. Ochocien
tos prisioneros tomados por el vencedor, fueron criminalmente degollados.
Desmembrado el ejército oriental, dispersos y desmoralizados sus hombres, quedó
toda la campaña a la merced de Oribe.
Los soldados de Rivera luego de la acción de Arroyo Grande se hallaban en su mayoría
sucios y miserables, pasaban los días agrupados en los fogones pensando sólo en aquel
desastre. Las rivalidades internas entre orientales y argentinos exiliados en Montevideo,
franceses e italianos; la posición de los pusilánimes, la gravitación negativa de las nulida
des, de los venales, de los traidores; las características que adquirió el poder del ejército, el
proceso por el cual Montevideo fue quedando fuera del dominio de Rivera por su actua
ción en campaña, agudizó aun más el estado depresivo de la población.
Oribe cruzó el río Uruguay a la altura del Salto y al frente de 12000 hombres se
dirigió al sur hacia Montevideo.
En la mañana del 16 de febrero de 1843 desde el Cerrito y a la vista de los aterrados
habitantes de la capital, lanzó una salva de veintiún cañonazos, con ella anunció el
comienzo del Sitio.
El sitio de Montevideo
Organización de la defensa: El general Melchor Pacheco y Obes narra en sus memo
rias (6) conmovedores días vividos en Montevideo luego de la derrota de las fuerzas del
Gobierno al mando de Rivera en el combate de Arroyo Grande: “...lo que se había
salvado del Arroyo Grande se dispersaba al lado del general Rivera; caían en poder del
enemigo los pueblos riel Salto y Paysandú ricamente abastecidos, sus improvisadas
guardias cívicas y la mayor parte de sus caballadas... el vasto departamento de Maldona
do traía al ejército apenas una reunión de 460 hombres, el de San José daba 500, y en
ambos como en la casi totalidad de la campaña quedaban los libertos en poder de sus
antiguos amos (7), por eso no se utilizaron para las defensas de las guardias cívicas de
los principales pueblos de la campaña, por eso el Io de febrero del 43, las reuniones de
ésta formaban en el Pastoreo de Pereyra apenas 4200 hombres entre los que figuraban
500 del Entremos y Santa Fé..."
"La capital se preparaba a sufrir un sitio, y no había ningún género de depósitos. La
línea de fortificación necesitaba las dos terceras partes de sus obras, no estaba coronada
por una sola pieza de artillería, y de éstas apenas poseíamos diez o doce. La guarnición
armada en su mayor parte de fusiles negreros no tenía correajes; el calzado no se conocía
en los cuerpos de líneas que apenas habían recibido camisa, calzoncillo y pantalón de
liencillo, camiseta de bayeta y gorra de cuartel. No había cuarteles sobre la línea, no
había hospitales ni servicio de sanidad. En fin, cinco o seis mil cabezas de ganado de
cría representaban el solo preparativo del sitio que iba a empezar". "Los cuerpos urbanos
que formaban la mayor parte de la guarnición estaban acostumbrados a dar todo su
servicio por personeros, mostrándose sólo en las paradas: no conocían ninguna subordi
nación, y en sus precedentes se veía que por sólo haber dispuesto el gobierno en el año
39 la marcha de 200 hombres se habían sublevado los Voluntarios de la Libertad, y
guardias nacionales de infantería. Una gran parte de aquellos cuerpos era afecta al
partido Blanco, hacía farsa de su organización, despreciaba al Gobierno; y de cierto que
no habría creído jamás que había de rendir servicios de soldado en la defensa” .
El gran elemento de poder del enemigo era el prestigio que había logrado con sus
victorias. El primer triunfo que quebró ese prestigio se obtuvo en el Cerro el 11 de
marzo con soldados del gobierno a las órdenes del general Pacheco y Obes. Cuatro
grandes combates han tenido lugar durante el silio: tres en el Cerro, el I" de junio de
1843. el 26 de febrero y 28 de marzo de 1844 y uno en el Pantanoso el 24 de abril de
1845.
En aquella época de miseria y abandono, los soldados inutilizados en defensa del país
recorrían las calles para pedir “pan por amor de Dios". Finalmente el Ministerio de la
guerra comprendió que la defensa de Montevideo era preciso buscarla aún más que en
las bayonetas en la voluntad del pueblo, que si dejaba a su parte pobre abandonada a sí
misma la miseria más espantosa se abatiría sobre ella y el grito del hambre resonaría por
las calles y quebraría la energía de los soldados. Por ello fue que se abrió la casa ríe
Inválidos.
La carta escrita por Melchor Pacheco y Obes años más tarde, desde Río de Janeiro
«Hic se supone dirigida a don Andrés Lamas nos permite notar que el peso de la guerra en
la plaza de Montevideo no recayó precisamente sobre la economía de las clases pudien
tes: “Veinte y dos meses ha permanecido puede decirse al frente de la defensa exigiendo
para sostenerla sacrificios de todo género, acallando por una especie de fascinación casi
inexplicable, los sentimientos del egoísmo que parecen predominar en nuestra época;
nadie da gustoso su oro, pocos prescinden placenteros de sus goces y comodidades, y sin
embargo se había conseguido que el sacrificio de ambas cosas pareciese la obligación
natural e indispensable; pero una reacción aparece, la autoridad misma condena mis
exigencias, y el interés individual es animado e incitado a exaltar sus resentimientos: el
guardar y guardare es calificado de una virtud o de un derecho, y tanto mas aparezco
odioso a los que daban cuanto que los que me suceden marchan sin gravarlos. Las
pasiones son ciegas y el interés individual la más ciega de todas: así no ha visto ni verá
c|ue eso es el resultado de los sacrificios antes exigidos”.
Pacheco y Obes cree que aún subsiste en el ambiente de la plaza sitiada un núcleo
que sobrepone las conveniencias privadas al interés público, por eso -expresa- “ mi sola
presencia en esa sería para el gobierno un grito de alarma, y para alejarme trabajaría con
alma y vida" (X).
Grande era el número ríe los pobres necesitados de asistencia y se vio aumentado por
8000 personas refugiadas de la campaña; sin recursos, sin relaciones y que al entraren la
ciudad no sabían con qué vivirían mañana. Un sistema de socorro que todo lo abrazaba
Ine luego organizado. Las familias recibían víveres, vestido, cama, asistencia médica, las
gentes acomodadas les daban trabajos que podían ejecutar.
Los agricultores de la campaña, los pastores de ganado de los departamentos cerca
nos a la capital, o de los alrededores de las ciudades del interior del país, forzados a
dejar sus lares, eran en su mayoría ríe origen canario.
Casi todos los varones fueron conscriptos de Oribe, sus mujeres e hijos quedaron
abandonados. Sin la protección del jefe de familia éstos cruzaron los campos en marchas
de semanas, azotados por el frío y las lluvias, huyendo de las partidas de soldados, para
dirigirse a las fronteras de Brasil o a Montevideo.
El cuadro del ejército se llenaba con gran número de batallones, ninguno de los
cuales se presentaba completo y entre los cuales había una desproporción de fuerzas
notable. Los combates, las enfermedades y deserción habían pesado sobre todos.
Se creó un batallón de artillería de plaza. En el servicio de defensa se introdujeron
mejoras. Dos nuevas baterías cubrieron el frente. Al final el ejército se había identificado
con la situación y primaba el pensamiento de salvar la guerra y la República.
El general don Tomás de Iriarte distinguido militar argentino al servicio de la Defen
sa, en una comunicación al Jefe General de Armas José María Paz, da cuenta de las
dificultades permanentes que sufrían los soldados: “Se ha observado que el pan es chico,
y muy escasa la leña, extrañan mucho el tabaco los europeos, este artículo y la yerba los
hijos del país, y todos el jabón, pero habiéndoles hecho entender que todo el ejército está
en el mismo caso, se han resignado por privaciones tan substanciales... (9).
El mismo general Iriarte queda alarmado al ver la lentitud de las obras de defensa. El
año 1843 fue el más triste para los sitiados, una bala de cañón disparada por los enemi
gos dejó diecisiete bajas en el cuartel del 5to. de Cazadores, otras varias hicieron estragos
y dieron muerte en distintos puntos de la ciudad, esto ocurrió el II de febrero, al día
siguiente la escuadra bloqueadora dirigió sus fuegos contra la ciudad y las balas en número
de treinta y tantas se cruzaban en todas direcciones. Las opiniones estaban divididas soba-
si los enemigos atacarían o no, dudas que se prolongaron por meses y años.
La campaña se fue despoblando. En agosto de 1843 prohibió Oribe la marcación del
ganado y toda especie de faenas en las estancias de la República, con ello se buscaba la
apropiación indebida de las haciendas. En octubre del mismo año se impidió a los
escribanos, jueces y procuradores, intervenir en los contratos de compraventa de bienes
pertenecientes a los “prófugos de Montevideo”. Un tercer decreto completó la obra de la
confiscación: “Los bienes de los salvajes unitarios embargados en todo el territorio de la
República son propiedad del Estado”.
Al mismo tiempo el gobierno de la Defensa adoptaba represalias contra las personas,
“Los que auxilien al enemigo (decía el decreto del gobierno a principios de febrero
1843) remitiéndole o conduciéndole cualquier artículo de guerra o cosa que pueda serle
de utilidad, serán pasados por las armas sin más juicio que la simple comprobación del
hecho”. “Todo el que tuviere relación de cualquier clase con el ejército de Rosas o con
los traidores que a su nombre han alzado el estandarte de rebelión, será entregado a una
Comisión militar para su juzgamiento y condena".
En el campo sitiador ocurrían frecuentes matanzas de prisioneros. El plantel argenti
no del ejército de Oribe, compuesto ele tres mil hombres era el mismo que había recorri
do las provincias insurreccionadas contra Rosas desde 1839 hasta 1842, con un programa
de exterminio que fue cumplido sin escrúpulos, hasta matar y arruinar a todos los que no
se doblegaban al dictador. Con tales soldados era imposible que no hubiera sacrificio de
prisioneros. Los ministros plenipotenciarios de Inglaterra y Francia en el Río de la Plata,
señores Mandeville y conde De Lurde, se dirigieron a Rosas para expresarle que habían
recibido comunicaciones de los comandantes de las fuerzas navales de Montevideo
denunciando actos de inaudita crueldad sobre los prisioneros extranjeros antes de matar
los, entre ellos muchos de procedencia canaria.
La higiene pública
La alimentación de las clases pobres: Las clases menesterosas, las formadas por
icíugiados y los cuerpos ríe la guarnición se mantenían de menestras, carnes saladas o
pescado fresco. Hizóse desde entonces muy común el uso del bagre que abundaba en
nuestra costa y que era recogido por pescadores canarios. El caldo de este pez suplió
muchas veces en los hospitales la falta absoluta del puchero. En el Mercado se lleno .
expender carne de caballo por vaca, burlando la buena fe de los consumidores. En E
tropa sucedían cosas peores; no se perdonaba gato viviente que pudiera cazarse pai .
destinarlo a las viandas. También empezó a comerse la carne de perro, nociva a la salud
causaba enfermedades leves pero molestas.
Estado sanitario de la ciudad: A mediados de 1842 la Junta de Higiene Pública hi/o
analizar las aguas de los manantiales de la Aguada y de su estudio resultó que muchas d<
las fuentes utilizadas para el consumo de la población contenían sales calizas en fuciti
cantidad y que a ellas debía atribuirse las afecciones gastro-intcstinales que diezmaban
las clases pobres. Los saladeros situados en las márgenes del arroyo Miguelete infecta
ban sus aguas y destruían las arboledas y sementeras de los alrededores.
La ciudad poseía muy pocos aljibes, las casas no tenían pozos negros, las inmutuli
cias eran arrojadas a la calle o trasladadas en depósitos al mar.
Dentro de este régimen de atraso y abandono no podía brillar por su higiene el
Hospital de Caridad. En 1841 la prensa denunciaba que en las salas generales eran
limpiados los lechos cuando los enfermos se iban con alta o los llevaban al cementerio.
Epidemias: Entre 1838 y 1839 aparece la gastritis en todos los cuerpos del ejército,
(atacó con virulencia en el Batallón de Infantería N° 6); en 1841-1843 la disentería. En
1846 la ciudad recibió la escarlatina y se llenaron los hospitales dando bastante cuidado
a los facultativos por lo reducido e incómodo de los lugares donde instalaban los enfer
mos. Existieron también muchos casos de escorbuto.
Los hospitales: En los primeros días el Hospital de Caridad debió hacer frente a las
circunstancias de la guerra con inevitables inconvenientes. Pocas semanas después el
general Paz solicitó a doña Bernardina Fragoso de Rivera, esposa del Presidente de la
República, que tomara la iniciativa para la fundación de un hospital de sangre, de este
pedido resultó la Sociedad Filantrópica de Damas Orientales que sostuvo con ayuda de
donaciones, suscripciones y bazares durante cerca de cuatro años, su hospital el de más
fuerte movimiento de la plaza. Al finalizar el año 1846 había atendido 800 heridos de los
cuales 600 habían salido curados.
Existieron otros hospitales de sangre: el de la Barraca de Pereira; el de la Legión
Francesa; el tic la Legión Italiana; en estos dos últimos también se atendieron heridos de
otras nacionalidades.
Son precisamente los libros de Hospitales, en particular en los del Hospital de Cari
dad, que pueden revelar el gran número de canarios heridos o muertos en defensa de la
plaza.
Finaliza el conflicto
No obstante los largos años de guerra, de las bajas provocadas por la misma, de la
emigración de muchas familias de Montevideo, en los primeros años del Sitio, al finali
zar el año 1850, luego de ocho de asedio, la población había aumentado. Entre los
nuevos edificios figuraban un teatro y un templo protestante. El movimiento demográfi
co durante esos años arrojaba tres mil nacimientos y mil matrimonios. En las riberas
il'i.m sido construidos cuatro muelles de hierro. La población tenía sesenta quintas para
l ' altivo de hortalizas, fincas que no existían en los comienzos del asedio y que se
iiibian ido organizando en terrenos ganados a las avanzadas del enemigo. Estaban en
i i' na actividad seis canteras, dos hornos de ladrillo, aserraderos, fabricas de fideos, etc.
. una biblioteca pública con cinco mil volúmenes.
I I terror en las poblaciones de la campaña donde dominaba Oribe había hecho que
l" . habitantes se inclinaran por la causa defendida en Montevideo. Las grandes defeccio
nas sufridas por Oribe en sus tropas, cuyas filas abandonaban jefes y oficiales de reputa-
. mn, grupos y hasta escuadrones enteros para plegarse a las contrarias, le dejaron reducido
i crítica situación. El 3 de abril de 1851 el general Justo José de Urquiza, luego de casi
\cuite años de hallarse al servicio del tirano Rosas, se alzó contra éste declarándole la
cuerra. El 19 de julio cruzó con sus fuerzas el río Uruguay. Cercado el Cerrito por
111quiza, Oribe debió capitular. Urquiza de acuerdo con el Gobierno de Montevideo
i alebró con el enemigo un Tratado de paz que puso fin a la guerra.
De todas las vicisitudes pasadas, los canarios fueron principales protagonistas para
humar la mayoría de la población. Actuaron como soldados en ambos campos; les
destruyeron sus fuentes de trabajo: dehesas, huertas y plantíos; les impidieron la pesca
.lineándole sus embarcaciones; vieron sus hijos tomar las armas, en campaña como
"guayaquíes” de 10 y 12 años haciéndose a la vida del cuartel sin gozar de la niñez, sin
el provecho de la escuela de primeras letras; en Montevideo de tambores en los batallo
n e s , tal Antonio González de 14 años en el de Extramuros, donde el peligro fue mayor,
(2 ) Creus, Carlos. Despachos e informes (Conf lict o piálense) 1846- 1X47. En: Bolet ín Histórico. Estado Mayoi
Montevideo, 1957, N ° 71- 72. p. 102- 108.
(3) Véase Ellauri, José. Correspondencia diplomática... 1839- 1844. Montevideo, Barreiro y Ram os. 1919. p
155- 156; 157- 158; 325; 398- 399.
(4 ) El subrayado es nuestro.
(5 ) El hecho se comprueba en los libros de Policía de Montevideo cuyo rubro es el “ Presentados” , N" 976
(Años 1845- 1851) Archivo General de la Nación.
(6 ) Pacheco y Obes, Melchor. Memoria... sobre su actuación en la época de la Defensa de Mont evideo, durante
los años 1843- 1846. Montevideo, Museo Histórico, 1979, p. 73 y siguientes.
(7) En la capital el Gobierno declaró la libertad de los esclavos el 12 de diciembre de 1842 para llevarlos a las
armas de la Defensa. El artículo 2o de la ley respectiva expresa: “ El Gobierno destinará los varones útiles
que han sido esclavos, colonos o pupilos, cualquiera que sea su denominación, al servicio de las armas
por el tiempo que crea necesario” .
(10) Véase: Alonso Criado, Matías. Colección Legislativa de la República Oriental del Uruguay, Mont evideo,
1876. Tomo I, p. 460- 461.
(11) Canarios de la campaña refugiados en Montevideo. List a nominal de personas, en su m ayoría mujeres
casadas que huyendo del campo sitiador cruzaban las lineas de defensa para refugiarse en Montevideo.
Datos correspondientes al período 17 de marzo a 19 de octubre 1847. Información obtenida en el Lib ro
976 de la Po licía de Montevideo. Registro por orden de llegada.
hija de Manuela Alvarez 36 años casada Casa de la fam ilia de Bernardo Borgcs
Vicenta Pérez
Rafaela Acosta
Nótese en la precedente nómina la falta de varones, tanto adultos como jóvenes. Estos eran enrolados en las
lilas del invasor, de ahí la ausencia de cónyuges e hijos. Los oficios de éstos eran labrador o empleado de
'»»mercio en diversas actividades. En la columna de domicilios puede leerse los nombres de las familias
altruistas que los amparaban.
La inform ación se tomó como ejemplo de lo ocurrido dentro de un breve lapso de siete meses, mas la
llegada de personas solicitando asilo en la plaza se produjo durante todo el tiempo de la guerra.
112) Ex ist ía asimismo ex cesivo número de casas de madera sumamente antihigiénicas causando perjuicios a
salud y retrasando el progreso. Por decreto de mayo de 1X41 quedó prohibido levantar construcciones
esa clase. En su mayoría eran habitadas por emigrantes recién llegados. Véase: Alonso Criado, Obra
citada, p. 446.
<I 0 Sarm ient o, Domingo Faustino. Recuerdos de Montevideo. (Sarmiento llegó a Montevideo en 1X46 de paso
hacia Europa).
D O C U M E N T O S Y A R C H I VOS
Libros 33, 38 y 39 (Referencias de Archivo: 4823, 4828, 4829. Años 1838 a 1851).
Hospital de Sangre. Papeles varios. Caja 1343 (1843) List a nominal detallando españoles y canarios que
prestaban servicio.
Batallón de Matrícula. List a de los enrolados que forman la Compañía de Carpinteros de Rivera, con indicación
de nacionalidades donde figuran canarios. Batallón de Mat rícula Ia Compañía (1844) List a de enrolados con
indicación de nacionalidades donde figuran canarios.
Libro de entrada de pasajeros N ° 951. 1837- 1838. Co n indicación de profesión, estado, edad, origen y punto de
residencia en Montevideo. Contiene 3360 registros.
labro de presentados N °976. 1845- 1851. Con indicac ión de profesión, estado, edad, origen y punto de residen
eia en Montevideo. Contiene 11500 registros. (Es un registro de movimiento de personas).
Caja 19. Manuel Herrera y Obes (Correspondencia con Carlos Creus 1847- 1852 y correspondencia con Justo
José de Urquiza 1851)
Bib lio g r af ía
A C FV FD O , Ed u ar d o . Obras históricas. Anales históricos del Uruguay. Tomo II. Abarca los gobiernos de
Rivera. Suárez. Giró. Flores y Percyra. Desde 1838 hasta 1860. Montevideo, Barreiro y Ramos, 1933. Guerra
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C RFU S, Car los. Despachos e informes (Conf lict o piálense) 1846- 1847. En: Bolet ín Histórico. Estado Mayor,
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I M IG RA C IO N EU RO PEA A L A A M ERIC A LA T IN A . Fuentes y estado investigativo. Berlin. 1979. 266 p.
• Bibliot eca Ibero- Americana)
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H IST O R IO G R A F ÍA Y B IB L IO G R A F ÍA SO B R E
L O S C A N A R IO S E N E L U R U G U A Y
R e su m e n
I n tr o d u c c ió n
B r e v e r e s e ñ a h is t o r io g r á f ic a u r u g u a y a
A n o t a c ió n h is tó r ic a
Eos portugueses vieron siempre como límite natural de sus posesiones americanas el
Río de la Plata, ya que esto no sólo les ofrecía las fértiles llanuras del sur, sino además,
las ventajas de compartir el dominio de vías fluviales que penetran profundamente en su
territorio.
Todos los medios fueron buenos para ese fin. El empuje hacia el oeste era constante:
partidas militares terrestres, operaciones marítimas, contrabando, arreos de ganados e
inclusive favorables cláusulas en los tratados internacionales concertados con España.
Herencia jurisdiccional, prolongada luego de la época colonial, casi hasta nuestros días.
En cuanto al contrabando benefició a portugueses y españoles. La Colonia del Sacra
mento era el centro abastecedor de todo género de mercaderías, destinadas a surtir la
ciudad de Buenos Aires. Una ruta menos extensa y compleja permitía mantener precios
menores y ofrecer artículos de toda índole.
Las cifras exponentes de las cantidades en diversos rubros introducidos por Portugal
en la Colonia del Sacramento son determinantes a este respecto; una pequeña población
como Colonia nunca pudo consumir para sus necesidades tantos efectos.
Por otra parte el contrabando permitió eludir controles y tributos oficiales de España,
utilizándose cuando las circunstancias lo permitieron, la “ruta del Janeiro” para trasladar
metales preciosos y dineros, a la metrópoli, vía clandestina de Lisboa.
La posición estratégica de Montevideo tanto como puerto ideal por sus aguas profundas,
<omo por ser punto de buen enlace de las distintas rutas marítimas del sur, no pasó desaperci
bida por los habitantes de Buenos Aires quienes vieron desde un comienzo, el peligro
económico que les podía traer la habilitación de aquella bahía. Esas cualidades en lugar de
l.ivorecer, se transformaron en el mayor obstáculo para la fundación de la nueva ciudad.
La primera disposición del rey de España sobre la fundación de Montevideo corresponde
al 13 de noviembre de 1717. Debieron transcurrir seis largos años, hasta el 20 de enero de
1724, y las eventualidades conocidas para verse cumplidas las reiteradas órdenes de la
Mirona. El gobernador Bruno Mauricio de Zavala, remiso, descuidaba el peligro tan cercano
que ofrecía el portugués, extraña conducta de este avezado hombre de armas.
Si bien es cierto otros problemas demandaban atención, este aun desde la lejana
I spaña era considerado primordial. En tanto que los portugueses desembarcaban en
Montevideo, el rey despachaba la conminatoria cédula del 20 de diciembre de 1723.
Es cuando la situación se torna grave, recién frente a la realidad, que Zavala se
obliga a actuar. Culminado con éxito el desalojo de los intrusos, los acontecimientos
■ anuientes parecen llevar cierto desapego, en especial aquellos correspondientes al levan
tamiento de una población estable.
Izado el pabellón de Castilla, ni en ese momento ni en ningún otro acto posterior de
significación, se labraron actas determinantes de hechos tan solemnes. Los españoles
siempre cuidadosos de documentar actuaciones relevantes parece olvidaron aquellos días
históricos. Aún habiéndose establecido el puesto militar de defensa, predominaba el
.mimo de su precariedad. Así inclusive lo sintieron las familias indigentes de Buenos
Aires, llamadas a poblar Montevideo, no aceptando tentadoras regalías y títulos para
decidirlas a cruzar el río. Unos pocos concurrieron a formar la nueva población, es que
la Banda Oriental debía continuar de vaquería cerril.
Tal era la idea de inestabilidad sobre la futura población que dos años más tarde, para
alojar a los colonos provenientes de Canarias, no se tomaron providencias ¿cómo fue
posible, disponiéndose de tiempo suficiente, el no haber preparado alojamientos adecua
dos donde impera un clima de frecuentes variantes, cálidos veranos, crudos inviernos,
lluvias frecuentes y sobre todo vientos fríos del sur?
Los colonos durante meses vivieron bajo tolderías de estacas cubiertas de cueros,
impropias habitaciones para gente civilizada. Pasaron luego a pobres ranchos de adobe,
insanos, con aberturas desguarnecidas de puertas y ventanas. La prohibición de utilizar
piedra en la construcción ele viviendas particulares, aduciendo necesidades en el levanta
miento de las defensas militares, no tiene razón alguna por cuanto el poblado se asentó
en una cuchilla pétrea, en campos cercanos abundaban los afloramientos ele este material
v en toda la costa, que es rocosa, aun hoy día se hallan cantos rodados en cantidad.
E l a p o r te y a b n e g a c ió n c a n a r io s
E X P IA N A C IÓ N C O M P A R A T IV A
A z a r ó l a G il , o b . c it ., p . 6 7 .
B a u z a . H i s t o r i a d e la d o m i n a c ió n e s p a ñ o l a e n e l U r u g u a y , v. 2 , p . 2 5 3 .
Ir rucia para faenar 150.000 cueros vacunos por año, libres de derechos.
A z a r ó l a G i l , ob. cit., p. 72, quien lo tomó de Daniel García Acevedo, en Revista
Histórica, v. 5, p. 118. (Documento del Archivo General de Indias, Audiencia de Charcas
M /(Ex 76 - I - 54)
I lla n c o A c e v e d o , ob. cit. v. I, p. 43.
1 7 2 0 e n e r o 2 7 - Comunicación del rey al gobernador de Buenos Aires don Bruno
Mauricio de Zavala sobre que los portugueses de la Colonia del Sacramento no excedan
■ n su posición más allá que la distancia del tiro de cañón. Reitera también el proceder a
l.i fortificación de Montevideo y Maldonado.
S o ta , ob. cit. v. 1, p. 185 (Nota N° 7, documento fechado en Madrid)
S o ta , ob. cit. v. 2, p. 9.
B au za, ob. cit., v. 2 . p. 2 7 1 .
R e v is ta d e l A r c h iv o G e n e r a l, o b . cit., v. 1, p . 9 9 .
1 7 2 8 (¿) - Relación del reparto de estancias practicado por Pedro Millón a los
pobladores de Montevideo.
A r c h iv o A r tig a s , ob. cit., v. I, p . 16.
L i s t a d e l i b r o s f u n d a m e n t a l e s p a r a e l e s t u d i o d e l a p o r t e c a n a r i o a la
f u n d a c ió n d e la c iu d a d d e M o n t e v i d e o .
En orden alfabético:
A CO LA N ! , J A.
(1966) Génesis de la fam ilia uruguaya. Montevideo, Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay.
También la segunda edición ampliada, en 4 volúmenes, del año 1975. Apolant presenta por primera ve/
minuciosos estudios de los primeros padrones de la ciudad de Montevideo, los que han permitido aclarni
muchos pormenores. Se trata de una obra de riguroso corte documental realizada con pericia.
A PO LA N T , J A.
(1966- 1968) Padrones olvidados de Montevideo del siglo X V III. Montevideo. Imprenta Letras, 3 v.
A RC H IV O A R T ICA S.
Es de interés para nosotros el volumen I. Transcribe el padrón de 1726. el padrón del mismo año relat ivo a la
distribución de solares. El del año 1727, sobre reparto de chacras; el de 1728, reparto de estancias; tierras de
chacras de 1730, y otros muchos documentos de interés.
A Z A RO L A G IL , L.K.
(1932) Aportación al padrón histórico de Montevideo. Epoca fundacional. Madrid. Revist a de Archivos.
Se trata de una lista por orden alfabético de los primeros pobladores de Montevideo. Contiene datos de origen,
matrimonios, oficios, fechas de nacimiento y muerte, propiedades, etc.
Ut ilizó como lítenles el Archivo General de la Nación de Montevideo, los libros parroquiales de la Iglesia
Matriz, el Archivo de la Escribanía de Gobierno y Hacienda, la Revista del Archivo General Adm inist rativo, la
Revista Histórica, el Archivo General de la Nación de Buenos Aires, etc.
A Z A RO L A G IL , L.K.
La obra mas importante para lodo este estudio. Azaróla Gil puede considerarse el autor histórico dedicado casi
por entero a los estudios de la época fundacional de Colonia del Sacramento y Montevideo. Incansable invest i
gador de archivos y bibliotecas nacionales y del exterior.
A Z A RO L A G IL , L.K.
(s/ f) Veinte linajes del siglo X V III Contribución a la historia de Montevideo... París, Franco- lhcro- Americana.
Sobre los principales personajes que actuaron en aquellos primeros tiempos de la ciudad de Montevideo:
Zavala. Alzaybar, etc.
Complementan estos trabajos, la obra del mismo autor titulada: “ La epopeya de Manuel Lobo” , contribución a
¡a historia de la Colonia del Sacramento, seguida de una crónica de los sucesos desde 1680 hasta 1828 (Madrid,
1931).
BA U Z A , K
(1965) Historia de la dominación española en el Uruguay. Montevideo, Minist erio de Instrucción Pública y
Social, 6 v
Aunque la de Bauza es obra importante, es muy poco lo que refiere sobre la fundación de Montevideo.
Il l ,A N CO A C EV ED O , P.
( 1036) El gobierno colonial en el Uruguay y los orígenes de la nacionalidad. 2da. Edición. Montevideo. 2 v.
Illanco Accvedo es importante porque traza con mucha destreza el escenario social, político y m ilit ar de
aquellos años.
M A RIA , I. de
i 1X95- 1902) Compendio de la historia de la República O del Uruguay Montevideo, El Siglo Ilustrado, 6 v.
I’ara nuestro trabajo consultar el volumen primero. Isidoro tic María a pesar de estar hoy muy superado, reviste
interés. Fue el primero en citar el testamento de Al/ nyhar.
M O N T ERO BU ST A M A N T E, R. - L L A M A S, J. M .
Se trata de una reimpresión del mismo trabajo que había sido editada en 1919.
Los autores reconocen como fecha para la fundación de Montevideo, el día 24 de diciembre de 1726. Así fue
aprobada por el Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay en 5 de abril de 1919.
PO N C L D E LEO N , L.R.
i 1968) La ciudad vieja de Montevideo. Trazado inicial y evolución en su primer cuarto de siglo. Montevideo,
Impresora Res. (Separata del tomo V de "Anales históricos de Montevideo” ).
SO T A , ,). de la
(1965) Historia del territorio Oriental del Uruguay. Montevideo, Minist erio de Instrucción Pública y Previsión
Social. 2 v.
La primera edición de esta obra se hizo por la Imprenta de la Caridad en 1841. Es el primer tratado de historia
sobre el Uruguay.
Publicaciones periódicas
Para este trabajo es útil el volumen primero. Casi todos los autores posteriores a la publicación de este tomo han
recurrido a él. Contiene comunicaciones, documentos portugueses y españoles, padrones y actas de Cabildo.
REV IST A H IST O RIC A I ) E LA U N IV ERSID A D (Hoy revista histórica) Montevideo, 1907.
Documentos im prescindibles
Idem. Ídem, leeajo 218, antes: 76 - I - 35. (Carlas y expedientes de los gobernadores de Montevideo y Santa
Cruz.de la Sierra 1702- 1759).
P R IN C IP A L E S R E V IS T A S U R U G U A Y A S E N M A T E R IA D E H IST O R IA
Colección: 15 tomos y un índice que forma el tomo 16; Vol. I. año 1927 a vol. 16, año 1974.
La colección es rica en artículos sobre arquitectura, urbanismo, arte, folclore, arqueología y etnografía, geolo
gía y paleontología, viajes, naturalistas, historia, cartografía, numismática, bibliografía, etc. Posee trabajos
referidos a nuestra época colonial.
Cambió de título varias veces: “ Archivo General de la Nación. Colección de Documentos (v. 12); “ Acuerdos
del Ex tinguido Cabildo de Mont evideo” (v. 13).
Vol. I, año 1920 a vol. 24. (Po r diversas circunstancias el tomo que lleva N ° 23 fue el último editado , con fecha
1977.)
La colección posee una gran riqueza de artículos históricos, entre los mismos existen varios acerca de la época
colonial que interesan a nuestra labor.
Colección: 54 tomos. Indices generales: 1907- 1924 y otro segundo índice inserto en el tomo 50 (1977).
Es una publicación del Museo Histórico Nacional. De gran interés para la historia nacional. En ella se han
incluido valiosos trabajos, documentos, reproducciones iconográficas y pictográficas. También posee artículos
sobre la fundación de Montevideo.
Colección: 5 tomos.
A SE SIN A T O S , A TE N TA D O S Y C O N SP IR A C IO N E S
Q U E E N L U T A N N U E STR A H IST O R IA .
EE A TE N TA D O C O N TRA R IV E R A
EOS A TE N TA D O S L U E G O D E LA G U E R R A G RAN D E.
(* ) Secretario del Minist erio de Obras Públicas. Director de la Comisión Administrativa del I I . i I . p .l.timt
Miem bro de la Junta Electoral de Montevideo. Periodista.
LIn suceso curioso ocurrió el día 26 según nos cuenta Eduardo Acevedo en sus anales.
MI combate se suspendió para permitir a las colectividades extranjeras festejar con un
banquete de casi 2.000 cubiertos el triunfo franco-inglés-italiano ríe Sebastopol, en la
guerra de Crimea contra Rusia.
Buena demostración del inmenso peso y poder de los inmigrantes en el país. Los
orientales habían tenido que deponer temporariamente su querella para permitir la cele
bración ele un hecho que no tenía la menor vinculación con nuestra política y nuestra
historia.
Según cuenta el agente diplomático ele Francia en Montevideo. Martín Maillefer, el
banquete estaba presidido por el sabio Bonpland, ele paso en la ciudad, en una mesa que
contaha con la presencia de mujeres elegantemente ataviadas.
Esta celebración fue presenciada desde lo alto de las terrazas y de los belvederes, por
los ciudadanos armados con el fin del reinicio de la lucha en la Plaza Constitución -que
era el escenario de casi todos los motines y peleas de la época- una vez terminados los
actos celebratorios de la victoria aliada en Crimea.
E L A TE N TA D O C O N TRA V E N A N C IO F LO R E S
A mediados de 1867, la policía localizó una mina destinada a volar el Fuerte (hoy
Plaza Zabala), que había sido colocada -en su subsuelo- pasando por el caño maestro
desde una casa vecina para ser detonada eléctricamente. Los trabajos eran dirigidos por
el ingeniero alemán Pablo Neumayer, a quien secundaba un primo hermano, atribuyén
dose, la responsabilidad del intento a Eduardo Bertrand -antiguo capitán florista distan
ciado de Don Venancio- contra el que declaró uno de los Neumayer.
Bertrand huyó a Buenos Aires y, desde el primer momento, los hombres del círculo
florista señalaron el origen político del fallido atentado y acusaron de él a los conserva
dores. (Sector colorado).
También fueron arrestados durante las investigaciones el Gral. Suárez, los comandan-
íes Lucas Vergara y Leopoldo Mancini y los civiles Fernando Torres y Ramón Márquez
entre otros
Hubo una manifestación popular de protesta donde el Cncl. Magariños enjuició seve-
iamente a la fracción conservadora del coloradismo; Flores contestó con un discurso de
tono conciliador, debiendo señalarse que tomó el asunto con la mayor calma y dejó
actuar a la justicia sin mayores interferencias, aún en el momento que, por falta de
pruebas, ésta dejó libres a los sospechosos.
IA S M U E R T E S D E F E B R E R O
L A S C R U E N T A S C O N S E C U E N C IA S D E E ST E E P ISO D IO
Se desata entonces una ola de incontenible violencia. “Se pide venganza y no justi
cia", escribe “El Siglo”, buscando apaciguar las prédicas de sangre. El general Caraballo
comunica que el 20 de febrero, habiendo encontrado una partida de cien revolucionarios,
retos de las fuerzas de Bastarrica, en el Paso de Casavalle, los había derrotado y perse
guido, “siendo muerto la mayor parte y heridos muy pocos o ninguno”.
El comercio de Florida y Mercedes de donde habían salido los asesinos de Flores, es
asaltado por una turba enloquecida que mata al dueño y a su dependiente. Se envía orden
a los jefes políticos para que acudan a Montevideo “a fin de acordar las medidas que
deben tomarse en tan excepcional situación”.
A Máximo Pérez se le envía un chasque: “Mataron a nuestro querido General D.
Venancio flores; reúna la gente y véngase”. Máximo, analfabeto, se lo hace leer por un
asistente, quien lee: “vénguese” en lugar de “véngase” y manda entonces fusilar a dos
prestigiosos jefes blancos, Tomás Pérez y Rafael Ocampo. En dos días se calcularon en
quinientos los muertos de ambos bandos, blancos en gran mayoría -aunque no dejaron de
ser degollados algunos comisarios colorados- en los alrededores de Montevideo.
LO S A TE N TA D O S C O N TRA LA TO R R E Y SA N T O S
EOS A TE N TA D O S C O N TRA 1D IA R T E BO RD A
La elección de la Asamblea General que motivó que Idiarte Borda reuniera la canti
dad de votos suficientes como para ser elegido Presidente de la República, duró veintiún
días. Durante ese lapso se encargó interinamente del Poder Ejecutivo al Presidente del
Senado Duncan Stewart (argentino, ciudadano legal).
Los nombres de las personalidades promovidas para ocupar la Presidencia de la
República en una primera ronda fueron: el (¡ral. Luis Eduardo Pérez, Alejandro Chuca-
rro y José María Muñoz, en una segunda ronda, en donde fue electo Idiarte Borda sobre
un total de 81 miembros de la Asamblea general presentes, obtuvo 47 votos, el Gral.
Pérez 24, D. Eustaquio Tomé 7, D. Alcides Montero 2 y por el Dr. Muñoz I.
Desde que asumiera la Presidencia de la República el 21 de marzo ríe 1884, su
gestión fue duramente criticada Idiarte Borda era un integrante de la corriente “colecti
vista" que liderara Julio Herrera y Obes con su conocida doctrina de la “influencia
directriz". Desconoció Idiarte Borda el pacto de las Jefaturas Políticas, concertado entre
el gobierno Colorado y el Partido Nacional, reduciéndolas de 4 a 3. Debiendo realizarse
en 1896, elecciones legislativas, es que se produce un levantamiento nacionalista a cuyo
frente estaba Aparicio Saravia. Este movimiento armado fue de corta duración y se le
conoce con el nombre de “Chirinada”.
Una nueva revolución de Saravia se produce en 1897 donde los ejércitos de ambos
contendores movilizaron miles de ciudadanos en estas guerras civiles.
Cuatro fueron los encuentros importantes. El 17 de marzo, en Tres Arboles, Lamas
venció las fuerzas gubernistas del Gral. Villar. Dos días después, Justino Muniz, caudillo
blanco y General el Ejército Nacional del Presidente Idiarte Borda, venció a Saravia en
Arbolito, donde murió chiquito Saravia, en su célebre carga a lanza.
Un mes más tarde, el 16 de abril, en Cerro Colorado se enfrentó Saravia con Muñoz
en una batalla sin definición y el 14 de mayo, el jefe blanco sufrió) una nueva derrota en
Cerros Blancos, ante el Gral. Villar que se rehabilitó de su derrota de Tres Arboles.
Los movimientos de las fuerzas en pugna, se mantuvieron sin alteraciones durante ' l
mes de julio de 1897. Se produjo un armisticio el 16 de julio en Aceguá que dum
algunas semanas y luego las fuerzas se desplazaron otra vez para enfrentarse.
R A V E C C A Y E L P R IM E R A TE N TA D O
A R R E D O N D O E L SE G U N D O Y FATAL A TE N TA D O
E L G O L P E D E E STA D O D E C U E STA S Y SU S R IE SG O S
K)X
I a reacción colectivista no se hizo esperar lo que promovió que el Poder Ejecutivo
minara medidas de seguridad, haciendo responsable de los desórdenes a las autoridades
i'lindarías que lo promovieron.
I ras una serie de hechos que conmovieron a la opinión pública, el 4 de julio de 1889.
r produce un intento para derrocar al gobierno de Cuestas, con cruentos resultados. Id
nlienlamiento había durado ocho horas, con fuegos de artillería y fusilería, contándose
v ios muertos y 81 heridos, según relación nominal publicada por "El Siglo".
.11
Durante la primera presidencia de Batlle y durante la guerra civil, promovida por los
blancos, encabezados por el General Aparicio Saravia, se produjeron dos atentados.
El primero sucedió en el mes de agosto, exactamente el 6 de agosto de 1904. Por el
' .imino Goes, -ahora Avenirla General l lores- circula en su carruaje el presidente Batlle
lucia su casa. Lo acompañan esa tarde su esposa Matilde Pacheco de Batlle y Ordóñez y
ais hijos pequeños.
Clara la tarde, reparador el paseo de las acumularlas fatigas. Al llegar el carruaje al
mee riel camino Cutes con la calle Larrañaga (hoy Luis Alberto tic Herrera), los caballos
r encabritan ríe pronto. Y en seguida, casi debajo de sus cascos, la tierra se estremece,
se oye un sordo estampido y una nube de polvo oscurece los aires. Acaba de consumarse
un atentado contra Batlle.
La presencia de la esposa y los hijos pone una angustia más en el episodio. Pero
liadle no se inmuta. Y tampoco la esposa, que vive en su amor y su destino, y es
también de su temple. Además este suceso: ¿no lo colocaba a él también, como a sus
multitudes libertadores, en una línea de batalla y bajo fuego de guerra?
El segundo atentarlo, de más bastas proporciones, fue abortado pocas semanas des
pués y casi en las vísperas de la batalla de Masoller. Poco se ha sabido de este episodio.
< icemos que, posteriormente nada se ha escrito a su propósito. Pero siguiendo el hilo ríe
una reclamación diplomática, vinimos a dar resueltamente con el asunto según Rodrí
guez Erabregat "Batlle y Ordóñez. El Reformador", y éste fue, aproximadamente así:
“Personas contratadas para ello, cortarían la corriente eléctrica y dejarían sin luz por
algún espacio de tiempo a una zona céntrica de la ciudad. Exactamente aquella donde
estaba la Casa de Gobierno. Otras personas, desde lo oscuro, hacían el resto. Ei “resto"
e r a precisamente lo principal: realizar lo que con el atentado anterior no se obtuvo.
Los tíos atentados contra el presidente Batlle en el mes de agosto de 1904, tuviemn
por ejecutores materiales de este delito según nos narra Rodríguez Labregat, a la posibi
1idad de que lucran las mismas personas.
Hn el primer atentado fueron aprendidos los italianos Luis de Trápani, Simón di
Ruggia, Pedro Calderone v el oriental Osvaklo Servetti.
Ln el caso de Simón di Ruggia con quien Batlle mantuvo en la noche del atentado
una larga conversación, y quien le pidiera: arrepentido por el hecho, perdón, Batlle I.
contestó:
-Ln la República, el presidente no juzga ni condena. Las causas de la justicia corren
tic cargo de los jueces. De mi cargo corre el que usted no sufra el menor maltrato. Y en
cuanto a los jueces, tal vez no sera muy rigurosos.
Y agregó, sonriendo:
-Aquí no ha muerto nadie...
E L A TE N TA D O C O N TRA TERRA.
Fracasada la Revolución de enero del 35, que encabezara Basilio Muñoz, y que eolito
con el apoyo de importantes personalidades del Partido Nacional Independiente, como
así de grupos hablistas encabezados por Zavala Muniz y Ezequiel Silvcira. se cerró de
esta manera, todo intento por la vía revolucionaria, de derrocar al gobierno dictatorial
del Dr. Terra.
Pero aún no se habían acallado los ecos del levantamiento de enero cuando un nuevo
gesto opositor colocó al país en vilo.
La visita del Presidente del Brasil, Getulio Vargas, cuya vía de acción se confundía
con los procedimientos de los facismos europeos, que empezaban a agradar a las élites
de la dictadura, fue motivo como para que se programara un amplio y ostentoso recibi
miento de agasajos, con destiles, banquetes y un Té-Deum en la catedral que incluyó
asimismo una carrera hípica en Marañas de la cual Vargas fue el huésped de honor.
El 2 de junio de 1935, en Marañas, se corre el gran premio “Getulio Vargas", en
homenaje al visitante Presidente del Brasil.
Finalizada la carrera, anfitrión y huésped abandonan el palco oficial rumbo al salón
en que se serbirá el lunch. A pocos metros, una mano empuña un revólver y apunta a la
cabeza de Terra. En el preciso instante en que aprieta el gatillo, un concurrente roza el
revólver por el caño desviando el tiro que, pese a todo, alcanza a herir levemente a
Terra. El autor intenta huir, pero es aprendido. Su nombre: Bernardo García, ex-miembro
del directorio de los Ferrocarriles y Tranvías del Estado, de filiación blanco independien
te; había estado detenido en la isla de Flores.
Según Gabriel Terra (h) el tiro fue a mansalva, por la espalda, a riesgo de herir al
Presidente Getulio Vargas. La bala entró por el hombro y recorrió la espalda, arriba de
los pulmones sin lesionar la columna vertebral. Pese a este suceso, el Dr. Gabriel Terra,
l u e g o que le fuera extraída la hala, presenció una manifestación que se le tributaría en
EL A T E N T A D O C O N TR A M O N SE Ñ O R A R A G O N E
UNA C O N SP IR A C IÓ N C O N T R A A P A R IC IO SA R A V IA
El Dr. Nepomuceno Saravia García describe así una abortada conspiración contra
Aparicio Saravia: “...un número escaso de hombres de acción, excelentes compañeros, se
dieron a la tarea ele despojar al General el armamento que tenía a su custodia, conocien
do que él lo defendería aún con su propia vida. Y la conspiración lomó cuerpo. Recuerdo
perfectamente que recién casado con mi primera esposa, mi inolvidable compañera
Orfilia García, con quien contraje matrimonio el 10 de enero de 1903, pocos días
después, en una mañana muy temprano, me despertó la mucama Eantina, porque el
General quería verme de inmediato".
"La negra Eantina. creo que aún vive, pertenecía a una familia que cariñosamente le
llamaban las “cumplidas"; en portugués significa “largas”; todos eran de alta estatura y
delgados. En mi casa, en Meló, estaba depositado parte del armamento y recuerdo que
con Manolo García, mi cuñado, nos entreteníamos, a veces, tirando el sable”.
"Llego a la sala y me encuentro con el General a quien acompañaba el Coronel
Enrique Yarza, Jefe Político de Cerro Largo. Sin darme mayores explicaciones, me dijo
el General: -Diga a Pila que se vaya para su casa y Ud. Prepárese enseguida para ir con
nosotros. -Está bien General, y le pregunté: ¿cierro la casa? -No. aquí queda un piquete
de la Urbana, y dirigiéndose a Orfilia, a quien le llamaban Pila, agregó: cierren los
cuartos de la familia”.
“La casa era muy grande; Orfilia se preparó y se fue a la casa de su padre Don Luis
García: yo ensillé lo más rápido que pude v salimos con el General y unos pocos
hombres hacia el Cordobés. En la jornada, de varias horas me l’ui enterando de le.
pormenores de la conspiración; el plan era derrocar al General de su sitial de Jefe Milii.n
del Partido, y con un levantamiento tomar los armamentos, el que estaba en mi casa y el
reto que se situaba en las afueras de Meló, en la chacra de Sonora, donde quedó el Cncl
Yarza con refuerzos para su custodia y defensa”.
-’’Vamos al Cordobés y reforzados volvemos enseguida, me dijo el General. Sin
novedades terminó el largo viaje de ida y vuelta, como sin novedades abortó la intentona
y nada pasó. Descubierta y fracasada la conspiración, uno de sus primaces visitó al
General y en el curso de la plática, le manifestó: -Coronel, no se extrañe de verme
prevenido en estos momentos en que hasta mis Jefes más fieles y queridos intentan
matarme. 1£1 interpelado se sacudió de rabia y vergüenza y contestó: -Mi General, si lid
cree que yo he conspirado contra Ud., máteme” .
"Emocionado al extremo, el General se levantó sacando a relucir su temple humano,
se adelantó y le dio un estrecho abrazo, diciéndole: -No amigo, ustedes estaban equivo
cados, y a hombres como ustedes los necesita el partido, olvide esto y tenga confianza en
mi” .
“-General..., y las lágrimas rodaron por el rostro de aquel hombre que no poilia
articular palabras de sincero agradecimiento ante la grandeza del gesto del General. Y
aquel hombre, que con lágrimas selló su hidalguía, como o había sido antes, siguió
siendo un pilar formidable en la grandeza de nuestras justas armadas, y murió heroica
mente, por sus ideales, en Masoller” . ("Memorias de Aparicio Saravia”).
“El episodio de la conspiración está magistralmente descripto por José Monegal en su
“Vida de Aparicio Saravia” y allí el lector puede aquilatar en toda su amplitud la
grandeza del General”.
H o m e n a j e a l p r e s b ít e r o
D r. J o s é M a n u e l P é r e z C a s t e lla n o
F U N D A D O R D E LA B IB L IO T E C A N A C IO N A I,
Las breves noticias de su primera ilustración, corren en las páginas del “Caxón de
Sastre”, ilustrativa carta suscrita al maestro Riva, preceptor de latín un cuarto de siglo
atrás, y residente por entonces en Italia. El preciso documento es del año 1789, y el
mismo en su lamentable parquedad omite las actividades magisteriales del condiscípulo
( 'hucarro.
Por su parte, el informante, atraído desde muy joven por su vocación sacerdotal, los
había culminado con el título de Doctor en sagrados cánones, desempeñándose como
A C T IT U D P A T R I Ó T I C A D I - L P. P É R E Z C A STE LLA N O ,
E R E N T E A E A S IN V A SIO N E S IN G L E S A S
E N TR A A T A I .L A R E L V IC A R IO L O L ÌT I C O , A L M A M A T E R D E L C A B IL D O
A B IE R T O IN ST A L A D O E N M O N T E V ID E O , E L 21 D E S E T IE M B R E D E 1808
SU P A SA JE A L ID E A L R E P U B L IC A N O .
C O N G R E SIST A D E LA C A P IL L A D E M A C IE L .
Pese al sugestivo hecho de ser un hombre del siglo XVIII, terminaría en el decurso
del tiempo, asimilando los postulados políticos conformantes de la República. Había
jurado fidelidad a Fernando VII, como la inmensa mayoría de sus compatriotas, pero
llegada la hora de las definiciones, lentamente delegó un monarquismo caduco, tanto por
su vetustez como por las poderosas influencias de la costumbre, para aceptar al fin con
su credo criollo, el nuevo estado de cosas en el Plata, bajo la segura influencia del
periodismo porteño. Los términos auspiciosos de la Primera Junta de Buenos Aires,
tuvieron la virtud de renovar hasta los cimientos las ideas autocráticas de la envejecida
monarquía española, tan lejana de estas latitudes. Pero quedaba de por medio un jura
mento, que pese a la divergencia vista, pensó respetar de alguna manera. El caso dio al
ser electo diputado al congreso de la Capilla Maciel, por Minas, sosteniendo su candida
tura el comandante militar de aquella región Gabriel Rodríguez y el párroco lugareño y
Juan José Ximénez y Ortega, ambos contestes en los valores que le excitaban.
Alcanzó los plácemes de Artigas y Rondeau, al aceptar el nuevo cometido, pero el
mismo estuvo condenado al fracaso, por haberse concertado a la sombra de las armas
bonaerenses. Sin embargo, pese a la efímera existencia del Congreso el P. Pérez Caste
llano, fundamentó su oposición a cualquier impuesto a la gente de campo, por la ruina
total, provocada por los desmanes de la guerra. La frustrada asamblea como se dijo, tuvo
i orla vida. Dio comienzo el 8 de diciembre de 1812 y concluyó el 20 de enero de 1814,
i on el retiro de Artigas del sitio de Montevideo.
N A T U R A L IS T A Y P R IM E R A G R Ó N O M O D E L P A ÍS
F U N D A C IÓ N D E LA B IB L IO T E C A N A C IO N A L
L IT E R A T U R A
A p r o x im a c io n e s h o m é r ic a s
lió M U LO CO SSE*
visuales que muy a menudo enmarcan a la muerte de los héroes, y que sin duda consti-
myen una dominante en la composición de la Ufada; III) el carácter de Odiseo, uno de
los personajes más complejos del mundo homérico, que corrige por lo menos en parte la
i recuda corriente -aun dentro de los comentaristas especializados-, de que los protagonistas
de la epopeya clásica son siempre monolíticamente primarios.
I) N a rra c ió n c o n fig u ra d o ra d e l m u n d o y m o m e n to s n o n a rra tiv o s
Siempre se insiste en afirmar la impersonalidad del poeta épico, cualidad que debe
ostentar especialmente en la creación de caracteres. Como es sabido los personajes
deben vivir destinos y peripecias independientes de las de su creador. Es lo que se llama
la libertad o independencia de la criatura de la ficción respecto de su demiurgo. Lo que
no por muy sabido resulta menos difícil de lograr. Bastaría recordar a Dostoiewski,
cuyos personajes en una abrumadora mayoría presentan el mismo tipo de conflicto, y
dan la impresión de no haber acabado de nacer como tales. (Para nada rozamos aquí la
enorme profundidad sicológica del escritor ruso.)
En este sentido Homero configura sin duda una verdadera creación de mundo, cuyos
pobladores constituyen una constelación autónoma. Pero al margen de ello queremos
señalar un estrato no narrativo de los poemas homéricos, cuyos elementos enriquecen al
orden de la narración con un carácter lírico, expresivo.
Decimos que enriquecen y no que dañan, porque no determinan el curso de la acción
ni de los personajes, sino que se incorporan a la totalidad de la obra, a manera de un
reflejo del estrato narrativo. Este plano reflejo expresa de forma directa el pensamiento y
la emoción del narrador ante las peripecias de los personajes. De esta manera se rompe
la rigidez de los géneros literarios, amén de constituir ello una anticipación al lirismo.
Este segundo estrato, que caracterizábamos como reflejo del narrativo y predomi
nantemente expresivo, se manifiesta en las invocaciones -que pueden ser a la musa o a
los personajes- y en las evocaciones -ya sea mediante comparaciones desarrolladas o al
deslizar ciertos calificativos sobre los personajes en el instante de establecer el nexo
entre dos tiempos o dos espacios-. En todas estas variantes se cumple efectivamente el
aserto de Sevcryns: "A menudo, más a menudo de lo que generalmente se cree, sale
(Homero) de su reserva, tanto para revelar discretamente su presencia, como para mez
clarse resueltamente en la lucha”. Para comenzar nos referiremos a las invocaciones.
Debido a la amplia celebridad de la inicial, diremos sólo dos palabras sobre ella. Allí el
narrador se pronuncia categóricamente sobre uno de los grandes temas de la 11facía, o sea
sobre la cólera ele Aquileo: “cólera funesta que causó infinitos males". Cantará el aedo a
tendremos en cuenta que dichos rasgos pictóricos se refieran: al protagonista mismo >
decir, a su cuerpo-; a su contorno inmediato -armas, caballos, etc.-; y por último al mund,,
lejano -recuerdos de otro tiempo, el de la paz, e imágenes de la naturaleza-. Así distinguí
trios tres tipos de descripciones identificables con relativa facilidad.
Empezaremos por el primer tipo, el que atañe a la persona física del héroe. En el
canto XXVII el poeta narra así la muerte de Euforbo, tocado en la garganta por la lan/.i
de Menelao: “(...) la punta atravesó el delicado cuello. Euforbo cayó con estrépito,
resonaron sus armas y se mancharon de sangre sus cabellos, semejantes a los de las
Gracias, y los rizos que llevaba sujetos con anillos de oro y plata". Tenemos un contraste
bien claro, por un lado la violencia de la caída y por otro la descripción de la cabellera y
sus adornos, resaltada por una comparación audaz -ya que aparea a la imagen de un
guerrero, la de las Gracias-, Es una especie de consumación plástica del ideal heroico
griego: la vida refulge al tiempo que se aniquila. Príanro deplorará profundamente que,
por causa de su vejez, su muerte será sin duda gris y deslucida.
Pasamos al segundo tipo de escenas indicadas, esto es, a aquellas donde los rasgos
pictóricos son tomados del mundo que rodea estrechamente al personaje. Ese mundo está
desde luego poblado por lanzas, escudos, flechas, carros, etc. en estos casos suelen
bastarle al poeta, uno o dos adjetivos para iluminar vivamente la acción. Por ejemplo,
“la broncínea lanza”, “las lucientes y labradas armas”, “los corceles de hermosas crines”,
“el pulimentado arco”, etc. Sin embargo a veces prefiere describir un arma con cierto
detenimiento, como en el canto XIII: “una hermosa hacha de bronce labrado, provista de
un largo y liso mango de madera de olivo” . De cualquier manera, en todos los casos
referidos el narrador se ha ubicado próximo a la acción, para individualizar a los objetos.
Pero con este procedimiento alterna otro, que nos da la visión a la distancia, donde sólo
se aprecian grandes masas: “Todo el campo lleno de hombres y caballos resplandecía
con el lucir del bronce”. La diferencia es sustancial, diríamos cualitativa. Allá importa
ban los objetos, y la luz no era sino el vehículo apto para destacar sus contornos. Aquí
los objetos desaparecen, y el sujeto de la descripción es el propio espejear del sol sobre
el campo de batalla.
Por fin arribamos al tercer orden apuntado al comienzo, que importa un salto espa
cio-temporal a través de las descripciones de naturaleza que el narrador propone en sus
comparaciones. A este punto ya nos referimos en la primera parte, para destacar precisa
mente entre otros aspectos, su significación plástica.
En síntesis, esa notoria belleza visual del trágico mundo homérico es sin duda una
afirmación de la vida, aun cuando se encauce su curso hacia el aniquilamiento. Parecería
indicar que a pesar de todo algo se salva de la carnicería. Y ciertamente eso que se salva
es el recuerdo de este mundo, como dice Helena, para servir de cantos a “los venideros".
El recuerdo plasmado en un contexto literario destinado a cantar la gloria y la muerte,
bajo un centellear mediterráneo.
III) E stu d io d e O d isea : la tr iste za co m o u n a d o m in a n te d e su c a r á c te r
loila tristeza significa de algún modo desagrado. Dante condenaba esa incompren-
... o desamor de los dones divinos. Y aquellos definitivamente perdidos confesaban:
Iosles fuimos en el aire dulce que del sol se alegra”. Pero no toda tristeza es identifica
rle con esa medular ceguera ante la vida, puede surgir del recuerdo de un bien perdido,
. ii lugar de ser ignorancia del bien. Es la tristeza del melancólico o es aquella de Odiseo.
I I licroe cuyo llanto aparece indisolublemente ligado al mar, a pesar de no ser un marino
'oracional. Porque la inmensidad del agua le sugiere el encuentro, y le da al mismo
iicmpo la dimensión de su soledad. En otras palabras, el mar es Penelopea y el espacio
• ulre los dos.
La tristeza aquí ya no es como en Dante, una negación fundamental, sino el testimo
nio de una memoria cada día puesta a prueba y siempre renovada. Es el homenaje a la
lu í y paciente Penelopea. Por eso la enorme distancia entre los tristes que Dante conden
aba y Odiseo. Para aquéllos la vida se gastaba en tedioso y negligente desencanto. Nada
aventuraron jamás, nada los acompañaría entonces al morir. Cada minuto vivido desde
esa tristeza es una vana espera de la muerte. Al contrario en el largo y duro peregrinaje
de Odiseo, encontramos inquebrantable la voluntad de vivir, y de vivir para algo, para
alguien. De hacerlo para los que aguardan, quienes a pesar de no poder nada material
mente, configuran permanentes instigaciones para el peregrino. Como aquellos dos hom
bres que perdidos en la fulgurante arena del desierto, pensaban en los amigos y en los
amores que la tierra distante guardaba. Uno de ellos, Saint-Exupéry, relata así la experi-
encia: “Veo los ojos de mi esposa. Ellos interrogan. Veo los ojos de todos aquellos que se
lleuden hacia mí. Y esos ojos interrogan. Toda una asamblea de miradas me reprocha mi
silencio”. (No podemos naturalmente estudiar aquí el estilo riel escritor francés, que
aparece tan nítido en el pasaje citado). Y el hombre da la suprema respuesta: un paso
más. “Y de una vez descubrimos que nosotros no somos los náufragos. Los náufragos
son aquéllos que esperan”. De igual modo, Odiseo a merced de los dioses y las olas tía
una brazada mas.
Pero no sólo son la distancia y el tiempo las fuentes de la tristeza del héroe. Hay un
sedimento más amplio. Odiseo sabe de la fugacidad meteórica de los bienes humanos.
Como igualmente sabe que apenas llegado a su isla, deberá emprender viaje a lejanas
tierras para realizar “hermosos sacrificios (...) al soberano Poseidón”. La tristeza deja
entonces de originarse en el requerimiento nostálgico de un ser o un ambiente -Penelo
pea, l o s amigos, Iiaca-, para constituirse en una visión de la vida. Por eso es que en
ningún momento por promisorio que parezca, el personaje pierde esa mirada severa del
mundo, que le lleva a esperar más naturalmente padecimiento que alegrías. Así la
exigencia a Calipso antes de partir en la balsa y a Circe antes de subir a su lecho. Ni la
propia Nausícaa, puede con su respetable y graciosa presencia inducirlo a otra cosa:
“Algún numen me ha echado acá para que padezca muchas desgracias, que no espero
que éstas se hayan acabado, antes los dioses deben prepararme, otras muchas todavía”.
De ahí cpie su prudencia sea la reflexión escrutadora del hombre que lleca sobre sí veinte
años de infortunios. Ni siquiera Circe o Calipso configuran motivos de alegría. Son más
bien que dones del destino, ocasiones de prueba. Cada una aporta sus encantos femeni
nos, pero lo sustrae al mismo tiempo de Penelopea. Circe le dirá, “no cabe en vuestro
ánimo la alegría por lo mucho que habéis padecido”. A su vez Calipso, al anunciarle la
próxima partida pronuncia estas palabras: “Mi intención es justa y en mi pecho no se
1X5
..... , ii.i un ánimo férreo sino compasivo” . Y es obvio que sólo ante los desdit h.ut.■
mi me piedad.
Por supuesto que como indica Audisio, Odiseo no intenta jamás la fuga. No m n
de un hombre perfecto. Invulnerable a las hechicerías de Circe sucumbe a sus ati.u i,
femeninos. Y no sólo frente a las diosas Odiseo vacila, también lo hace en el ¡iim.Ih
encuentro con el Cíclope. Aquí por curiosidad y a pesar de los ruegos de sus mu.
pañeros, cae en poder del monstruo, y más tarde admitirá su responsabilidad: “ M.i.
no me dejé persuadir -mucho mejor hubiera sido seguir sus consejos- (...)” . La vida a
dos hombres será el precio de este error. Pero volviendo a su debilidad frente a I <
ninfas, es fácil observar que ésta tiene otra naturaleza. No se trata sustancialmente mm
en el caso recién citado, de la salvaguardia del ejército -aunque ante Circe la tcm ,
presente al lograr que la diosa devuelva a algunos de sus hombres su figura human.i
sino del lazo afectivo que lo une a su esposa. Pero un sentimiento no se posee de una u
y para siempre como un objeto, ni se regala como el color de los ojos. Muy bien puní,
tener que ganarse cada día. “Nunca me olvido de mi valor”, dice un combatiente en L
Ufada. De la misma manera, Odiseo tiene que preservar su afecto por Penelopea cad.i
minuto. Según esto puede resultar sorprendente el escaso número de menciones del
hogar, del hijo, de la esposa. Mencionar, ¿pero ante quién? Ni Calipso ni Circe revisten
en la conciencia del héroe la dignidad requerida para tal cosa. Y si algo dice a la primen
es debido únicamente a que la propia diosa lo instiga con una pregunta concreta, fu
cuanto a sus hombres, es evidente que a ellos no les incumbe la vida sentimental del
jefe. Y en general, este hombre que rehúsa en primera instancia, participar en los juegos
organizados por los feacios aduciendo un corazón apesadumbrado, no parece fácilmente
inclinado a tales confidencias. Apenas le oímos decir a Nausícaa cuyas rodillas no se
atrevió a abrazar, y es la más fina de las tentaciones: “Concédame Zeus el tonante
esposo de Hora, que llegue yo a mis casa y vea el día de mi regreso; que allí te invocaré
todos los días como a una diosa, porque fuiste tú. oh doncella, quien me salvó la vida".
Otra vez abre su conciencia espontáneamente, y también es en el país de los feacios. Se
dirige así al rey Alcínoo, en el momento de la despedida y al agradecer "las amistosas
dádivas": “(...) hagan los dioses celestiales que éstas sean para mi dicha, y que halle en
mi palacio a mi irrepresible consorte e incólumes a los amigos”. Sólo seres escogidos
merecen participar de ciertos pensamientos. Es entonces, una forma de recogimiento la
causa de ese obstinado silencio.
Y bien, esa memoria es guardada más allá de ninfas y combates, se ha de proyectar
hacia el futuro y recrearse en el encuentro. Pero luego seguirán nuevas peregrinaciones,
y Odiseo no lo olvida. Por eso en él, la tristeza es el rostro de la sabiduría.
P e r s p e c tiv a e s p ir itu a l e h is tó r ic a d e la o b r a H r o s w ita n a
MIREYA PIN TOS CA RA BA .!A L(*)
I. H RO SW 1TA Y SU C O N T E X T O H IS T Ó R IC O -C U L T U R A L
I a primera mitad de la décima centuria es una de las etapas más críticas del medioc-
u Bajo la misma persisten, sin resolver, problemas del siglo anterior, a la par que se
ir.citan nuevas turbulencias políticas y situaciones de estancamiento económico-social.
Durante este período vive en Germania la monja-dramaturga Hroswita, quien a través
.le sus obras nos demuestra que pese a su investidura no es ajena a las tensiones,
angustias y necesidades de sus contemporáneos, como tampoco a la cruda realidad de su
tiempo.
luis informaciones que poseemos de la vida de esta canonesa sajona, igualmente
dolarla para la prosa y la poesía, son pocas y signadas por la imprecisión. La mayoría
además, deducidas de las alusiones que ella misma efectúa en los prólogos y dedicatorias
de sus producciones literarias. Es ejemplarizante el Prefacio de sus poemas hagiográfi-
i os. En éste, se admira de la gran cultura que distingue a la abadesa del convento de
i ¡andersheim -Gerberga- aún cuando es más joven que ella, desde que nació en el 940.
De ahí, que sus críticos presuman que la autora habría nacido entre el 930 y el 935.
Asimismo, datar su muerte también presenta dificultades. El principal indicio es que en
el 973, año del fallecimiento de Otón I, en su crónica titulada “Historia del convento de
(¡andersheim” se lamenta de este suceso, siendo este dato el último testimonio cronoló
gico que conocemos de su vida creativa. De hecho, hasta su nombre ha dado lugar a
controversias. El crítico Seidel opina que es una abreviatura de Helena de Rossour.
Martini, por su parte, se inclina por la traducción literal, o sea "Rosa Blanca”; mientras
que la corriente filológica prefiere mantener su vinculación con el sajón arcaico, por lo
cual Hroswita significaría “Voz fuerte". Tal interpretación etimológica coincidiría igual
mente con su propia definición, desde que en el Prefacio de sus dramas, ella se denomi
na a sí misma “Clamor Validus”. Pero, pese a estas ambigüedades e imprecisiones, hay
sobre su existencia, algunos hechos esclarecedores. Se conoce que pertenece a la aristo
cracia sajona y que durante su niñez, recibe una educación esmerada. Más tarde, su
formación cultural la complementa en el monasterio femenino de Gandersheim, donde -
al igual que muchas de las jóvenes de su entorno, emparentadas con la Casa Real
ingresa en calidad de novicia, para permanecer en el mismo, durante el resto de su vida
Esta circunstancia no es casual. En el siglo X las comunidades eclesiásticas regulares
organizadas esencialmente por la nobleza- constituyen no sólo espacios de irradiación
religiosa sino que representan auténticos centros socio-económicos, dotados de p i n di
gios. En concordancia a sus bienes, las abadesas, vértices de la institución, gozan d.
autoridad plena sobre las propiedades conventuales, así como adquieren y disfrutan d.
tal prestigio social que pueden asumir, en Germania, posiciones de liderazgo pohtn o I
integrar, por ende, junto con los prelados, la Dieta imperial. Por otra parte, el mon.n u..
simboliza en el mundo otónida, el más destacado foco civilizador. En medio d. I .
II. L A S P R IM E R A S C O M P O S IC IO N E S L ÍR IC A S
Es muy joven Hroswita cuando escribe sus poemas hagiográficos que, por lo general,
se fundamentan en pasajes de vida de santos y en la Biblia, siendo sus páginas más
iluminadas, al decir del crítico Grünnanger “las que recuerdan al Cantar de los Canta
res” . Sin duda, no pretende componer textos filosóficos ni libros de teología. Unicamen
te tiende, en función de sus condicionantes vitales, a elaborar pequeñas obras
ejemplarizantes, destinadas a ser leídas en el interior del convento, en donde ensalza a la
Providencia y encumbra a aquellos que teniendo fe en ella, viven de acuerdo a sus
normas.
Sin demasiadas contemplaciones, desde los primeros poemas, se lanza de lleno hacia
un mismo propósito inmediato: la exaltación de la espiritualidad. Crea una poesía re /i-
posa, transparente en su finalidad, de largo y rico verso esperanzado, utilizando ciernen
ios literarios y modelos arguméntales clásicos, extraídos de dramas helenísticos, leven
das orientales y composiciones latinas. Listas le suministran la temática y el ámluio
apropiado, que ella luego tamiza a efecto de que le sirvan de pilares para sus fines:
i onmover a los oyentes, y derivar sus emociones hacia la plena purificación.
En los textos líricos es que la “Voz Fuerte” de Sajonia evidencia con mayor Incide/,
el acentuado y repetitivo dualismo que singulariza su estilo. Al tiempo que acusa su
identificación con el erudito legado de la Antigüedad (que ha mantenido sus característi
cas en lo referente a estructura formal y lenguaje, desde la época carolingia) ella tam
bién medita, argumenta y desintegra los valores preceptivos tradicionales. Admite la
orientación métrica y estilística latina, recurriendo frecuentemente a las clásicas unida
des arguméntales, pero otorgándoles ahora una calidad enunciativa o retórica más que
axiomática. Identifica, define y aborda reflexiones destinadas a delimitar alcances y
contenidos, subordinando ios mismos al pensamiento cristiano que impone una distinta
filosofía moral.
Por ello presenta -absolutamente segura de sí- las razones que conllevan a la acepta
ción del nuevo ideal, al tiempo que avisa a los mortales del peligro del pecado, l es
advierte que si bien pueden estar atados a su carnalidad, también detentan dentro de sí,
la facultad de empeñarse en escapar del materialismo, de trascender sus limitaciones
físicas, y de aferrarse a la Verdad para lograr la perfección personal. (Pelayo, Dionisio.)
Adapta entonces, sabiamente, los símbolos o alegorías que le ofrecen las leyendas y
temas antiguos para propalar, desde ellas, que a pesar de que el mal siempre acecha con
persistencia, existe la esperanza para la cristiandad. Solamente hay que saber escuchar y
buscar a la Providencia. Sobre este planteo, acorde a los cánones católicos, los diferentes
poemas recepcionan un alentador mensaje apostólico, que se vincula a la alternativa
(que posee la humanidad devota) de la contrición y la penitencia, como medios para
adquirir progresivamente la enmienda del alma, como efectivos mecanismos modelado
res de una futura existencia mística.
En todos los casos, la pluralidad de elementos que Hroswita maneja y con los cuales
compone su lírica (carnalidad, transgresiones, sacrificios, amor, misericordia) convergen
en una síntesis que esclarece la misión del individuo en el entorno terrenal. Ella lo
enfoca en su integridad y su miseria, en su enigmática y contradictoria verdad. Por eso
casi todos los personajes de sus poemas tienen dimensión humana. Son pecadores que
han vencido a sus pasiones tras duros conflictos conciencíales. Encarnan a los arrepenti
dos, a aquellos que mediante la indulgencia celestial, se han metamorfoseado en justos,
caritativos y humildes, alcanzando el triunfo sobre los orgullosos y malvados (Pelayo,
Inés). Y coincidiendo con estos lincamientos ella formula y reincide en el esquema
denunciador de la invariada, antagónica v permanente confrontación que protagonizan, a
través de los siglos, el Bien y la Maldad; en medio de la cual -dubitativos y débiles- se
hallan los hombres. En los poemas, las entidades sobrenaturales se nos revelan vivas,
operantes, capacitadas para modificar e intervenir en las conductas individuales. Y,
enfrentados en la eterna lucha de poder, el “Dios verdadero” declara la cristiana Inés “lia
de salir finalmente victorioso” (Inés), mientras los hombres deben encontrar en el ejem
pío de Cristo, el contrapeso espiritual que guíe las vivencias propias y colectivas.
Dentro de esta perspectiva dualista, maniquea del mundo, Hroswita indica que el
hombre tiene el supremo don de la libre opción. Es el arquitecto de su orden y su
l'M
ni.ni.ni.i. I’osee el Mensaje y haciendo uso de esa misma libertad está en condiciones di
icnegar del pecado. De transformarse espiritualmente, como ejemplifican las figuras di
Basilio y Teófilo.
En el poema titulado Teófilo, la monja ubica y desarrolla el tema del pacto entre el
hombre y el diablo. El protagonista es el archidiácono de Antioquía, al cual se le nomina
obispo como recompensa por su capacidad y probada devoción. Sin embargo, Teófilo
rechaza la designación impulsado por una aparente modestia, determinando esta resolu
ción que sea, luego, destituido del antiguo cargo. Ante tal injusticia se subleva y recurre
a un intermediario no cristiano -el mago judío- que lo auxilia presentándole al demonio
Teófilo pacta con éste, y de inmediato siente sus efectos. Recibe la jerarquía deseada,
autoridad, riquezas, honores, pero a costa de la perdición eterna. Al igual que Fausto, el
personaje de Goethe, Teófilo sacrifica su alma en pro de la ambición; mientras que por
primera vez Satanás es descripto en forma individual. Hasta entonces, en los textos
siempre se le invocaba genéricamente como el símbolo del mal, pero es Hroswita quien
asume en forma inicial y directa su retrato literario. Ella lo presenta como el rey de la
muerte, poderoso, influyente, ejecutivo, rodeado de “los que viven en las tinieblas” y “lo
adoran" (Pafnucio). Imagen y acuerdo con que la autora insiste en otro poema posterior,
(Basilio) en el cual Satán también mantiene rasgos similares.
En la última parte de la poesía, Teófilo se arrepiente e invoca a la Virgen, como
instrumento de aproximación a Dios, para que interceda por él, a fin de lograr el perdón
divino. Al cabo de tres días ella le comunica que su pedido ha sido concedido. El diablo
devuelve el contrato suscrito y el archidiácono puede redimirse.
Hroswita ensalza en ésta y otras composiciones (María, Pelayo) el amor infinito de la
Virgen hacia los hombres, y su apoyo a los afligidos. Desliza en sus juicios y palabras
una cuota de tranquilidad para la humanidad, en cuanto ésta tome conciencia de la
auténtica fragilidad de su naturaleza, de sus faltas y errores, y enmendándose espiritual
mente, se acerque al Señor aceptando su doctrina. Los textos muestran originalidad en
los planteos y diversidad aún dentro de las mismas gamas de intenciones morales y
preocupaciones religiosas que las rigen. Es apasionante analizar y observar en ellos el
proceso de imaginación y creación reflexiva de la poetisa, a la luz de una entrañable y
viva presencia humana que les da capital significación, a la vez que delata la confianza
de aquella en los valores intrínsecos del Hombre.
Derivados de sus principios constituyen una reiteración inexorable de las poesías: la
santidad, la redención de las faltas y la misericordia celestial. Son temas frecuentes e
integrados en unidades de acción totalizadora, al servicio de una visión omnisciente y de
una perspectiva ideológica privilegiada, que como ella misma afirma en el Prefacio,
busca prevenir y aleccionar a sus compañeras de la comunidad religiosa, así como a los
laicos del Imperio.
Los poemas están escritos en latín pretencioso, con un vocabulario rebuscado, predo
minando en ellos, una tendencia mística, estilística y retórica que yuxtapone elementos
latinos y germanos. Se hallan ordenados en versos dáctilos o hexámetros, a los que la
autora agrega muletillas, conjunciones, repeticiones de frases enteras cuando no puede
eludir las exigencias del metro. Por lo común, estas poesías hagiográficas se consideran
obras menores de su producción. Sin duda, tienen carencias estilísticas, pero marcan
cambios significativos, progresos del género al sublimarlo bajo la forma de himnos
poéticos. I.a “Natividad de María”, "El nacimiento del Salvador”, los “Martirios de San
I’elayo”, “Dionisio" e “Inés" junto con la “Conversión de Teófilo” descubren una autén
tica personalidad lírica, singular en su momento histórico y preocuparla por el comporta
miento humano y su figuración religiosa.
Con torio, es innegable que a Hroswita no le inquieta demasiado los condicionantes
literarios, ya que en ella el lenguaje poético, la belleza rítmica o las formas exteriores
del género, quedan mediatizarlas ante lo que es su norte, su propuesta u objetivo ideal:
evocar en el individuo su capacidad progresiva, susceptible de afrontar y superar toda
materialidad por Amor. De estimular en él la perspectiva ríe dirigir o por lo menos
equilibrar aquellos procederes globalizadores que podrían resolver las disonancias paga
nas o pecadoras. Por consiguiente, es lógico que la armazón intelectual de los conflictos
o episodios que recogen los poemas, estén en relación directa con el sistema cultural que
une a los germanos del siglo X, ordena sus relaciones cotidianas y los proyecta hacia una
visión ríe vitla más plena, viva y espiritual.
Dentro de este contexto, la gráfica de la lírica religiosa hroswitana parecería repre
sentar un trazo recto dirigirlo gradualmente hacia el interior del hombre, desde el planteo
meramente situacionista o cronológico hasta el místico o trascendental. Y con ello, el
espacio humano se configuraría -para la escritora- en una línea conductora que señalaría
o invocaría, invariablemente, sin concesiones ni límites, al Verbo.
III. L O S D R A M A S H R O S W IT A N O S
IÓ4
pueden coincidir o no, con los habitualmente ortográficos y que son quienes, en definiti
va, determinan los matices sonoros. Asimismo, su escritura se afirma en la estructura
gramatical de las proposiciones y en diversos métodos discursivos que inciden directa
mente en el estrato fónico, como son; los diálogos rápidos, ágiles y concisos, la interpo
sición de réplicas breves y de tipo rotundo entre parlamentos extensos, o repeticiones
literales (o con pequeñas variantes) de las respuestas. Estas, en su reiteración adquieren
entonces, nueva fuerza de convicción, grabándose en los oyentes, como verdades absolu
tas. (Calimaco, Abraham, Pafnucio).
Los dramas, excepcionalmente se representan en el monasterio de Gandersheim.
Cuando ello ocurre, es ante un público variado en su conformación, pero pequeño en
número. En él figuran únicamente el obispo de la región, algún dignatario de la Casa de
Sajonia, las hermanas del convento, y -no muchos- campesinos de la comarca que
escuchan con devoción, el mensaje que siempre pregona la victoria de la fe y el decoro
sobre las tentaciones demoníacas, y hasta sobre la misma muerte. (Drusiana, Irene). No
se detiene Hroswita en lo puramente formal, sino que aspira a que sus palabras calen
hondo, por lo que estratégicamente utiliza ante una circunstancia compleja, los objetos
creados por el hombre como factor detonante o concentrador.
Su pensamiento se filtra desde los protagonistas hasta las cosas corrientes que, aun
que asemejan carecer de valor, se imponen a veces al individuo, y otras, lo justifican.
Así, ella magnifica y otorga relieves insólitos a vestidos y muebles (Abraham, Pafnucio),
enseres de cocina (Dulcidio), instrumentos de tortura, espadas y otras armas, (Sapiencia)
o minerales y piedras preciosas (Pafnucio) alrededor de los cuales gira la acción, en
hechos o instantes focales de la trama.
Al leer los dramas se comprueba la sagacidad de la autora, en especial cuando
establece juicios lógicos, estimativos, perspicaces, no sólo en la materia religiosa que
motiva su labor, sino cuando además, enmarca criteriosamente, actitudes y conflictos
humanos. En este nivel, exterioriza una sugestiva madurez en las valoraciones individua
les; lo que seguramente es difícil de lograr desde el interior de un claustro, si no se posee
-por igual- agudeza e ingenio. Su gran sentido común y capacidad para ubicarse en la
realidad queda demostrado, por ejemplo, cuando en la obra Abraham, a fin de salvar el
alma de una pecadora, admite la presencia de un anacoreta en un prostíbulo.
La Castidad, considerada en la Alta Edad Media, como la más alta manifestación de
la "d ivi nitas” marca el ideal sobre el que gira gran parte de su obra teatral. Es un rasgo
común en todos los dramas. De ahí que más que explicar o racionalizar a sus personajes
-en especial, los femeninos- ella los presenta y describe; para posteriormente, persuadir a
los oyentes, -a través de la emoción- de sus peculiares valores espirituales. Constanza,
Drusiana, Irene a despecho de la proclamada debilidad de su sexo, del sojuzgamiento
social que sufre la mujer, reaccionan con firmeza, resisten, luchan. No se doblegan ni
ante el martirio o la muerte, fieles al modelo religioso que las guía. Más allá de los
escenarios o de épocas -elementos accidentales- el esquema normativo hroswitano per
dura y se identifica en estas heroínas puras, hondamente piadosas. En esas jóvenes
admirables con que la autora procura conmovernos y crear una corriente afectiva.
Aunque en ocasiones, algunas de esas vírgenes (Sapiencia) por su excesiva pureza, a
nuestro entender, puedan resultar algo estereotipadas, más abstracciones o arquetipos
representativos, que auténticas mujeres.
Concomitantemente con la castidad, el otro tema que la preocupa y que despliega .
sus textos, es la abjuración de los paganos. En Calimaco, obra que transcurre en En
durante los primeros siglos del cristianismo, la idea generadora está centralizada en
modificación psíquica del protagonista. En un primer momento, éste aparece con
prototipo de la corporalidad. Atado a sus pasiones sólo ansia gozar del mundo terrea.
Y, enamorado de Drusiana (mujer casada y esencialmente virtuosa) la acecha, procui.n
do seducirla. Es rechazado por la joven que para la autora encarna, evidentemente,
modelo de la mujer moralmente superior, la mujer cristiana redentora, vehículo i
santidad, que incita con su ejemplar pureza, la rectificación del pecador. El drama estnl
cuando Drusiana, después de mostrarse fuerte y altiva al rechazar las palabras de ('al
maco, exclama, al quedarse sola:
"Ah!, Cristo, señor mío! ¿de qué me sirve el voto
de castidad, si ese loco se ha dejado seducir por
mi belleza? Mira mi miedo, Señor. Mira las penas
que sufro! Me será imposible resistir a las ten
taciones del demonio!” (IV, 2)
Drusiana confiesa de esta manera su humana vulnerabilidad, el quebrantamiento c
sus defensas interiores, y desesperada ante el miedo de sucumbir al pecado, le pide
Dios la muerte. Aquí, una vez más, la escritora pregona a la continencia como la virio
por excelencia y, consiguientemente, la glorifica y sitúa en posición central. La acciú
dramática responde a su idea directriz de que la religiosidad no es sólo una creenci.
sino que encarna una actitud vital, una forma existencial, porque la esencia y el hacer i
los hombres, la presencia de lo cotidiano y particular excede el hoy, para proyectarse cu
validez en el mañana, involucrando a la colectividad toda. Como se luí visto, la protage
nista primero aparece frágil, indefensa pero más larde, reforzada por su concepciu
doctrinaria, reacciona, se afianza en sí misma y se torna eje consciente ríe su destim
Potencia su vida, construye un entorno ético, y alcanza su mayor valor cuando intuye s
flaqueza individual. Con sabia humildad solicita entonces ayuda a la Providencia, clip
su futuro y, en un lejano parecido con Julieta, Drusiana muere para vivir. Se magnifica
redimensiona y trasciende. Pese a las limitaciones que le pone el medio y la tradicioi
pone en movimiento los resortes de su voluntad, crece, se realiza como persona al opl;
libremente, y termina por alcanzar -de ese modo- el triunfo definitivo. Simultáneament
Calimaco como un Romeo impuro, luego de querer violar la tumba de su amada en u
intento de necrofilia, fallece. Resucita y entonces sí, acepta la religión cristiana. Drusa
na. de tal forma, se impone como el instrumento de la gracia divina, como el ageni
revelador de que la devoción es el único camino para alcanzar el perdón. A través d
ella. Calimaco admite la Verdad, no como una secuela del intelecto, sino como un acl
de fe.
Tal vez, a su pesar confía, y por eso aquella resulta más meritoria.
Su convencimiento es producto de una necesidad emocional y volitiva, por lo qu
sobreponiéndose a su anterior escepticismo, descansa en la Providencia. Acepta ahora I
presencia en el Universo ríe un Poder más elevado, se abandona a él, acallando tod
duda, todo sentimiento idólatra, con lo que su conversión se vuelve una relación d
imor, e implica el compromiso de ajustar su conducta futura, de “vivir de acuerdo con el
mensaje de la divina promisión”. (IX).
Asombra la atmósfera tan íntegra como inmaculada e inalcanzable en que se circuns
i uben las acciones de Drusiana. Frente a la afirmación conclusiva de su postura moral,
l,i ¡oven resulta monolítica en su desinterés e integridad. Su esposo, Andrómaco, en
i .imbio, es más carnal, real y complejo. El enfoque es muy diferente. Hroswita lo retrata
m i luces y sombras. Lo describe como “un cristianísimo varón”, desolado porque su
imipañera “ha salido de su envoltura mortal” (V) por lo que solicita al apóstol Juan, un
milagro. Pero, al mismo tiempo, nos trasmite sus preocupaciones mundanas (la tumba de
marmol, la custodia, el sepulcro distinguido para quien fuera su esposa).
Sin duda, la dramaturga sajona mira al cielo, pero camina por la tierra, y conoce las
■ mociones e intereses que motivan la conducta humana cuando aún no ha alcanzado la
plena espiritualidad. Es éste uno de los aspectos curiosos de la personalidad de Hroswita.
I ,i claridad con que refleja la complejidad de las relaciones personales, a la par que la
unpática ternura que evidencia para con los pecadores. En éstos abandona las creacio
nes alegóricas y se vuelca hacia figuras concretas, cotidianas, mundanas. Una muestra la
i ih -nutramos en el siervo Fortunato. Corrupto, cínico, venal y antihéroe es trazado con
mesura y naturalismo. Es un personaje del drama Calimaco, que nos recuerda a los
■ i lavos del autor Terencio, resultando fácil por su intermedio advertir la influencia que
I I latino ejerce sobre la monja. Con bastante frecuencia, se puede comprobar la imita
, mu que ésta realiza de los módulos tercncianos en el plano formal; ya que en otro nivel
icmpre cuida de adaptar, modificar o reelaborar el tipo clásico, en dirección a sus
intereses, valoraciones o planteos espirituales. (Abraham, Pajuncio).
Fortunato al final de sus días, supera su mezquindad habitual, al negarse a aceptar
una resurrección, que para él significaría la admisión ele una religión en la que no puede
icer. Por ello le dice al apóstol Juan:
"Si como afirmas Drusiana me resucitó y cree Calimaco en Cristo, repudio la vida y
, lijo la muerte libremente”. (IX)
Escoge deliberadamente la pena eterna y alcanza, mediante ese soberbio pero hones-
i" rechazo, una magnitud como individuo que no había tenido durante su vida.
Al igual que en los poemas, Hroswita indaga en sus dramas sobre la condición
humana con caridad, respeto y tolerancia, para entregar después, una esperanza. En
algunas oportunidades sus pecadores enlazan una actitud mística con períodos en que sus
naturalezas predominan sobre sus espíritus, configurándose de tal modo, personalidades
materializadas, lascivas e incluso, aniquilantes. Sin embargo,_ ella sugiere que las almas
• univocadas pueden emerger (María, Tais) si con sinceridad desean la enmienda íntima,
• ••hiendo al estado de gracia. Sostiene pues, una concepción positiva, que alienta y
nena. Que se fundamenta en el principio de que los individuos son microcosmos,
i .pejes y síntesis del Universo, creados por la Providencia para elegir y ser capaces de
k tornar por sí mismos a Dios. (Abraham). Este es un pensamiento renovador y hasta
u vulsivo, en cierta forma, (dentro de la clásica y ceremoniosa religiosidad altomedieval,
. iicunscripta por los rituales y los preceptos) pero no es original. Hroswita reactualiza, a
naves de su interpretación, la idea erigeniana que otorga a los hombres dignidad y
i'i.mdeza, en cuanto los considera puntos de convergencia de la virtud creadora del
mundo. Sin duda, este es el concepto que nutre y justifica los postulados que presupon
el accionar de los eremitas Abraham y Pafnucio.
Los dramas en los que dichos anacoretas se proyectan como ejes fundamentales
encuentran entre los más concretos y logrados. La trama es similar. Ambos monjes di i
su reclusión a fin de ayudar a dos cortesanas. Con afecto despiertan en María y lar
voz de la conciencia, atrayéndolas nuevamente al seno de la Iglesia. Son con versan
que no se formulan -como es habitual- con sermones, sino que inusitadamente, se <c
creían mediante la persuasión y la ternura. En Abraham, se produce un diálogo conlim
do entre el cenobita que pregunta y la nieta prostituida que responde. Aquel trasmite
mensaje evangelizador con palabras firmes y fervorosas, que esclarecen la dimensi
que le otorga la monja, al arrepentimiento y al perdón divino.
Afirma Abraham:
“No tengas desconfianza hija, ni te desesperes y en
cambio surge del abismo de la desesperación y pon fe
de tu alma en Dios”
Continúa el diálogo:
“María.- Si tuviera alguna esperanza de hallar perdón, no me faltaría el afán de
penitencia”.
“Abraham.- Depon la perniciosa desesperación de la cual sabemos que es peor <
todo lo que has cometido. Porque sólo peca irremediablemente quien desespere que I)
se apiadará de los pecadores, porque la amargura de nuestros pecados no es capaz
alterar la dulzura de la bondad divina” (VII).
La trama se mantiene invariable y en el mismo tono hasta el final, sosteniendo
autora la estructura escolástica que le permite dirigir la reflexión de los personal
Recuerda la bondad del Verbo en las preguntas, a la par que confirma la contrición y
afán de penitencia en las respuestas. La implicancia moral que surge de las palabras
Abraham es la caracterización de las virtudes cristianas, y definen el sentido de
conducta múltiple del hombre, al cual la fe lo condiciona para superar errores y Iraca
del pasado, en la esperanza de que mediante la disciplina y el rigor, como apunta
doctrina, pueda -con la caridad divina- alcanzar la plena espiritualidad.
“No hay que desesperar” manifiesta el monje, trasmitiendo una prédica afirmad
alentadora, que se fundamenta en la certidumbre de que la contrición lava y purifica,
como que la tolerancia de la Providencia es infinita y que los pecadores sólo del
extraer del modelo evangélico, las enseñanzas precisas para conducirse éticamente d
tro de la comunidad. De las largas conversaciones con su nieta María emergen
conceptos ético-religiosos que, expresados mediante símbolos, configuran el conten
de la composición, a la vez que permiten a la autora perfilar la afectuosa simpatía c
despierta en ella la cortesana. Sentimiento que, por otra parte, también se evidencia et
obra Pafnucio, cuando relata la redención, tras una dura penitencia, de otra prostituta,
si bien, de ambas Hroswita realiza un perfil que no es seductor, el mismo no está exe
de piedad, trazando luego una conclusión positiva en los dramas que ellas protagoniz
Lo curioso es que se llega a ese resultado beatífico, fermenta! más que por los conse
IOS
Ir los anacoretas, por la propia decisión de las pecadoras, que resuelven expiar sus
i illas. Determinan, por sus propias voluntades, el camino que quieren dar a sus vidas, y
i cobijan en la clemencia celestial para tratar de restablecer, dentro de sí, la armonía
inr habían perdido con sus errores. Configuran personalidades firmes, creadoras, que
■ •nitan en la bondad ríe Dios; pero sobre todo en ellas mismas, y en la entereza ríe sus
i' mples y convicciones para mantener la gracia; centrando con esto, la adhesión fervoro
i de la monja sajona.
lili otras de sus composiciones de teatro, l^osw ila plantea la curiosa historia de amor
t dos enamorados en oposición al medio v las costumbres. Se trata de la obra Galicano,
li que al parecer, es uno de sus primeros dramas. Y quizá esto es lo que motiva que la
■ hia carezca de unidad, dándose una sucesión de escenas (divididas en dos partes) donde
• intercalan la historia de los prometidos Galicano y Constanza, con las vicisitudes y
ni.iitirios ile los santos Juan y Pablo. El argumento se ambienta en la corte romana, en
iirmpos de Constantino y Juliano, el apóstata; pero es de presumir que al escoger este
ti nía, la escritora tiene presente hechos de la vida de la abadesa Gerberga. En efecto,
iiiv se conoce que ella sintió la vocación religiosa estando casada con el conde sajón
Un nardo, quien se negó a atender las súplicas de su esposa, por lo que ésta únicamente
l'iido entrar en el claustro, luego de su viudez. En Galicano, el conflicto vocacionai
queda solucionado de forma más simple, aunque resulta indiscutible el paralelismo entre
I. r. dos situaciones. La matización psicológica, la angustia de los novios que desean
•• servar la castidad se resuelve en emotiva tensión teatral. Los dos renuncian al matri
11
m o n i o , disponiendo con esta medida, un desenlace ideal para el planteo inicial. Sin
mi largo, pierde categoría dramática, desvirtuada ésta por la acción múltiple y por las
i.unificaciones de un argumento doble. La dualidad de dos circunstancias diferentes que
r cruzan pero cuyas mutuas dependencias no son consistentes como para incidir en la
.elución final, rompe la unidad escénica, restándole interés y calidad.
En toilas las piezas y, en especial, en Galicano se encuentran rasgos de teatro de
Indicio. Pero, como ya señalamos, junto a la herencia latina se sustenta en ellas,
nuevos elementos que les aportan originalidad y sobretodo delatan en los cristianos, un
i .lema de creencias, del que emanan perspectivas diferentes del mundo y de los hom-
l'ies. Por ejemplo: el amor se manifiesta en Galicano como un sentimiento espiritual,
...... una emoción superior, ajena y por encima del mero instinto carnal, buscado y
. Icgiado por los romanos, es decir tal como lo siente y describe el idólatra Calimaco.
Muchas ile las composiciones hroswitanas se basan en leyendas cristianas. Abraham
.c inspira en un tiranía escrito en griego y en latín atribuido a San Lfrén, diácono del
a g i o IV, que se titula “Hechos de Abraham y María". Dulcidio, por su parte, se apoya en
un “Acta Trium Sororum” (Hechos de las tres hermanas) que los bolandistas recogen y,
que es muy difundida en la Alta Edad Media. El “Acta” a su vez recuerda la narración
II. imada "Hechos de Santa Anastasia" a la que Hroswita le efectúa modificaciones,
. superando los ribetes jocosos para despertar la hilaridad de los oyentes. En Dulcidio se
ii l.ita la historia de tres vírgenes cristianas (Agape, Queonia e Irene), manteniendo la
ch ía la estructura teatral de diálogo de oposiciones, de choques de tendencias o fuerzas
cutianas para el mejor desenvolvimiento de la idea central. De ahí que los parlamentos
que nutren la trama sean ágiles y especialmente concisos, severos y hasta -en ocasiones-
■ citantes. Más allá de los valores estéticos, ellos poseen una función pragmática, concre-
i servir de puntal a los principios religiosos y, eventualmente, reflejar otras circunstan
cias sociales. Un ejemplo es la escena donde Dioclesiano la induce a abandonai
superstición cristiana”, a lo que responde Irene:
“que se inclinen ante los dioses quienes se atreven a incurrir en la ira del A l t í s i m a
Yo, por cierto, no deshonraré mi cabeza perfumada con el ungüento del rey, humilláis A
la a los pies del ídolo” (I)
La conversación persiste en la misma modalidad, tratando las jóvenes de burilar, i
su incesante repetición del credo cristiano el paganismo del emperador. Este, finalmcia.
hastiado de la resistencia, termina entregándolas al procurador Dulcidio. En la sigua m
escena, Hroswita nos muestra al dignatario romano enamorado de las tres hermanas, L
que da lugar a actos grotescos. Uno de los más jocosos y, al mismo tiempo más sigmii
cativo es aquel en que totalmente desquiciado por la pasión amorosa, entra en la cocina
haciendo ruido, para luego abrazar a las cazuelas, ollas y sartenes, confundiéndolas c o n
las vírgenes prisioneras. El resultado de la confusión es que Dulcidio sale tan tiznado
que los soldados que lo aguardan no lo reconocen, lo persiguen y se burlan de él. I l
ridículo en que cae el romano implica una clara simbología. A través de la risa qm
provoca el grotesco, la monja destaca el absurdo, la insensatez que representa según
adorando a falsos ídolos, cuando se dispone del Mensaje verdadero. Y, aunque Dulcidle
constituye un teatro ingenuo, con pocos personajes, ella maneja con entera libertad su
posibilidades expresivas, creando diálogos valiosos.
En ellos, junto a la trama principal se desarrolla una línea de pseudo parodia, que e s
eficaz en cuanto sirve para caricaturizar al mundo idólatra, sacudido por los desórdenes
y amenazado de ruina e inestabilidad, contrarrestándolo al firme y sereno entorno de l a s
mártires. En el último momento de esta farsa religiosa se produce la muerte en la
hoguera de Agape y Queonia, mientras que Irene es advertida de ser internada en un
prostíbulo. Ante tal intimidación, responde Irene:
“Mejor un cuerpo mancillado por no importa que ultraje que un alma corrompida por
los ídolos paganos".
Sidonio -Asociada a las prostitutas, mancillada ¿cómo podrías formar parte de la
comunidad de las vírgenes?
Irene -"El placer trae dolor, la necesidad la corona con el martirio. Se considera la
culpa tal si hay conformidad del alma” (XII).
Esta plática reseña y nos trasmite -con precisión y coherencia- el andamiaje de la
idea hroswitana acerca de la castidad. Esencialmente considera que el fondo de la
cuestión no estriba en la pérdida de la virginidad, sino en el consentimiento de la misma.
El verdadero sentido de pureza, la auténtica virtud no puede desaparecer por una mera
violación carnal, sino que ha de ajustarse a la rectitud del alma, al equilibrio espiritual y
a la primacía ética del individuo. Con este pensamiento se vincula la monja germana -en
el momento en que su personalidad psico-ética asume contornos definitivos y alcanza la
madurez intelectual- con San Agustín. En el siglo IV éste ya había planteado una
interpretación análoga, en su libro “La ciudad de Dios”, refiriéndose a la violencia
física. Sin embargo, en los primeros siglos medievales esa elaboración moral fue olvida
da, por lo que cabe considerar como una verdadera y reflexiva re-creación, más que una
simple reactualización, el análisis conceptual que elabora Hroswita en este texto.
l a obra termina, como es común en sus dramas, con la defunción de Irene, la cual no
portadora tle la finidad, la nada, la desaparición en el sentido pagano, ni reviste
i Htipoeo dimensiones de ausencia ilimitada. Por lo contrario, significa esperanza, vida,
i i autora, como buena creyente, conoce perfectamente el valor y el alcance de la
muerte. Sabe que es el factor estratégico riel que dimana un punto ríe partida, una vía
lucia la plena ventura, la culminación de un presente vano y la posibilidad, para el
• ustiano, de un futuro resplandeciente. De ahí que no haya lugar para tragedias ni
n i'.lezas.
La religiosidad aparece en Irene clarividente, tanto respecto a los móviles éticos que
upen su existencia como a los fines de espiritualidad que ella persigue, y que la motivan
. nionces, a aceptar con orgullo el destino adverso que su obediencia a los mandatos
. ustianos, le depara. Es consciente de que con su invencible entereza ha logrado mante-
nci la gracia divina, y que por lo tanto pronto estará a la vera de Dios. A través de Irene,
l.i escritora les recuerda a sus contemporáneos la auténtica magnitud de la muerte,
luciéndoles reflexionar sobre la vacuidad de los valores tangibles, los honores y placeres
inúndanos.
En su conjunto, las obras teatrales de Hroswita son combinación de verdad y fantasía,
.le vida concreta y preocupación por el más allá. Enlazan realismo y lirismo, violencia y
moderación, pecado y luz, desgarro y ternura. Sin duda la línea del pensamiento en que
r instala el credo de la autora tiene un claro sentido moral: la búsqueda de la transfor
mación ética del hombre, a la cual antepone a todo otra variante política social o
económica. Resulta asimismo sugestiva la frecuencia con que retoma, tanto en los dra
m as como en los poemas, siempre el mismo discurso. La finalidad de su ficción perma
nentemente es la conversión de los paganos, al mismo tiempo que el perfeccionamiento
individual y el estado de gracia. Quizás tal insistencia sea porque haya intuirlo el efecto
mágico que produce la reiteración conceptual en el hombre, o tal vez, sea espejo de la
honda preocupación que inunda su espíritu monástico, ante la proyección del ámbito
i iviI y religioso imperial. Ambiciones, violencias, concupiscencia singularizan su medio
v su época. Y, pese a su existencia conventual, la canonesa conoce o intuye (y caritativa
mente plantea) esa intemperante realidad que la circunda, que es resultarlo tle una etapa
histórica de transición, situada entre el politeísmo romano y el cristianismo bajomedie-
val. Ella observa a sus coetáneos en las manifestaciones físicas y emotivas que ponen a
prueba su conciencia, su sentido de responsabilidad con la humanidad y su subjetividad
lilosófica, demostrando en los hechos igual indulgencia que perspicacia. Posiblemente,
por la índole ríe su temperamento, acrecentado por la disciplina monacal, evita sin omitir
m i circunstancia, emitir juicios rotundos o críticas demasiado severas.
Es evidente que podría haber eludido la destemplanza del entorno, mantenerse objeti
va, lejos y por encima de su ambiente sajón, ya cine el mismo no la afectaba en forma
personal. Pero, en cambio ella prefiere soslayar la solidez del claustro, así como la
distancia social que surge de su linaje, para volcarse con solidaridad hacia sus semejan
tes. Se involucra en la comunidad como una criatura más riel vivir diario, implicando en
esta tarea no sólo su corazón, sino toda su personalidad, todo su ser, carne y espíritu. En
la raíz misma tle esta actitud -existencialmente moral- radica su afán tle evangelizar y la
piedad que siente por el hombre que aún no ha llegado a la Verdad. Afianza entonces la
acción edificante que ella puede realizar por medio de su talento, en piezas líricas y
dramáticas que da a conocer en el radio receptivo de Sajonia; así como con procedimien
tos discursivos eficaces, procura despertar en los germanos una comprensión más pin
funda de su futuro, y una mayor preocupación por el mejoramiento de su naturalc/.i
interna. Porque Hroswila conoce y ama al Hombre. Cree en él. Con mano segura \
mirada compasiva lo descubre ante nosotros (Calimaco, María, Tais). Sitúa con equili
brio y contención sus pasiones, afanes y flaquezas, como también nos muestra la fortale
za y perfección que puede alcanzar al superar su carnalidad.
A su manera, como señala el narrador Fuclis es una filósofa de la historia que plasma
con mesura e inteligencia, argumentos que validan, en el tiempo, su armazón ideológica.
En los textos, la individualidad de la monja se traspasa a los protagonistas, que no
creemos sean criaturas tan monolíticas, como aseveran algunos críticos. Ella se permite
la licencia de presentar figuras, especialmente femeninas, cuasi perfectas que más pare
ccn alegorías de espiritualidad que seres humanos, encapsulándolas dentro tlel modelo
de máxima integridad (Constanza, Irene), pero igualmente junto a éstas aparecen otros
personajes, antihéroes, que están plenos de matices, de incertidumbres e incluso de
contradicciones (Fortunato, Teófilo).
Otros críticos como D’Amico y Grünenger coinciden en considerar que sus composi
ciones son poco dramáticas, desde que, según sus puntos de vista, adolecen de excesivo
candor y refrendan un particular alejamiento de las turbias pasiones que ella aspira a
describir, sin llegar a la total comprensión de las mismas. Estimamos que no son acerta
das tales apreciaciones. Es difícil encontrar angelicales a Sisinio, Eortunato u otras
figuras similares y, por otra parte, la autora por medio de su técnica lineal y el tramado
religioso logra la misión que se había propuesto. Expone una verdadera progresión de
sucesos, desarrollando la idea mística a partir de los hechos mismos. Generalmente, al
final de las obras se produce la afirmación de sus protagonistas, al resolver éstos sus
vidas, dándoles un sentido trascendente. Ellos se mueven en un espacio activo, veraz,
pero simultáneamente a esa realidad también se conectan con figuras sobrenaturales o
presencian hechos prodigiosos, pues la monja acepta lo irracional, lo maravilloso alter
nando con el medio terrenal. Son comunes por ello, los desenlaces candorosos y las
intervenciones frecuentes del mundo satánico o por lo contrario, los milagros celestiales.
Estas inclusiones no son caprichosas, sino que las mismas responden o se justifican
porque los dramas hroswilanos están creados, sostenidos y puestos enteramente al servi
cio de la fe. De ahí que sean válidas ciertas soluciones tan ingenuas como incales,
porque ellas son elementos que afianzan su tesis, o signos formativos que apoyan,
equilibran y certifican -en un reino materializado, dañado en sus raíces éticas- el ideal
apostólico. Al igual que para los griegos, el teatro hroswitano tiene una finalidad moral.
Y, ese objetivo superior tic tornar al drama teatral en vehículo trasmisor del mensaje
evangélico, lo concreta Hroswila mediante dos vertientes: por un lado, perfila los vicios,
faltas o mezquindades de una sociedad, cuya modalidad ha sido impuesta al correr de los
siglos por la tradición, pero que carecen de todo alcance espiritual, por lo que propone
opciones filosóficas de cambio. Por otra parte, alecciona trazando el retrato riel perfecto
cristiano culto, devoto, leal, valiente, que encuentra en el amor a Cristo el supremo
sosiego. Es incuestionable la aspiración de la escritora al nacimiento de otro módulo
cultural, al surgimiento de un espíritu sensible y generoso que al propagar cánones de
paz, se aleje de la exaltación bélica, la carnalidad y el gozo de los sentidos, propios de la
colectividad teutónica.
Más aún, insinúa la posibilidad de transformaciones sustantivas en las estructuras
icligiosas seculares, proponiendo a los clérigos que retornen sus ojos hacia el habitat
anacoreta de Abraham y l’alnucio, para adoptar sus hábitos de penitencia y renuncia
miento. Por medio de su prédica los exhorta a ajustarse al tipo ideológico que proclama
la gente de oración, distanciándose de la liturgia formal y hueca de su época, así como
de los turbulentos estratos señoriales con los cuales están consustanciados cultural y
económicamente.
Con la apología de la Virtud y la ejemplaridad de las intensiones divinas, llroswita
manifiesta su certidumbre de que es posible iniciar -en el mundo otónida- un cristianis
mo distinto, libre de los terrores y ríe la apariencia del ritual, para centrarse en María,
madre excelsa de todos los fieles, y sobre todo, en la veneración de un Dios sufriente, de
un Dios fraternal con el cual el individuo ahora puede dialogar como lo hace Teófilo, y
encontrar en él, un sentido a su existencia y a su eternidad.
Un examen de conjunto de la obra teatral hroswitana descubre facetas singulares.
Algunas de ellas ya han sido destacadas. Con todo, cabe señalar, como una de las de
mayor envergadura e inspiración, la tensión dramática. En las sucesivas escenas, desde
el comienzo de la acción, registra y desenvuelve una tensión que procura envolver al
oyente para estimular o gestar en él vivencias, sentimientos, sensaciones. Se vale de la
trayectoria directa de los temas y del desdoblamiento de los planos para animar la
integración o la conexión del destinatario medieval con los personajes y sus circunstan
cias, a fin de que por la vía de la imaginación o la emoción evocativa, reaccione, se
recupere e incorpore a sus días, la sensibilidad perdida.
Efectúa la escritora un esfuerzo literario que sintetiza, de alguna manera, una estrate
gia. Observa la realidad imperial, evalúa situaciones, narra costumbres y creencias, y
enfoca la imagen potencial ríe su espacio, ubicándola en historias provenientes de tiem
pos pasados para luego, (al estudiar todos estos factores, juntos o aislados) lograr una
fértil interpretación del ámbito que la circunda, y promover la movilización riel pensa
miento en torno a los postulados de la religión cristiana.
Despliega belleza lírica y recursos literarios válidos que suponen una renovación
dramática, pudiéndose afirmar que dado que las manifestaciones teatrales habían desapa
recido ríe occidente en la Alta Edad Media, sus composiciones conforman un genuino
arte de vanguardia. El concertado desfile tic imágenes aleccionadoras, misticismos, de
vociones que integran los dramas, simbolizan los preconceptos que de manera tradicio
nal se manifiestan públicamente, aunque no siempre se acaten. Concomitantemente, nos
permiten entrever el entramarlo social, los valores cpie condicionan a la colectividad
europea, constituyéndose en una fuente directa de conocimiento de las mentalidades y
los usos tic la décima centuria europea. Evidentemente, la constante temática del triunfo
de la fe está afianzada en las convicciones de la monja alemana, pero responde también
a tendencias relativamente recientes, a realidades cambiantes que van marcando la evo
lución lenta, apenas perceptible, pero persistente que experimenta la espiritualidad en el
imperio germánico. Y junto a ésta, los otros factores vitales que conducirán posterior
mente, a la intensa modificación socio-económica tle los siglos bajomedievales de Euro
pa Occidental.
Bib lio g r af ía general
Fuentes
Hroswit a de Gandersheim
Obras generales
D'Am ico , S. Historia del Teatro Dramático. Uteha, Méx ico, 1951.
Fuchs, S. Les debuts de la littérature allemande. Les Belles lettres. Paris, 1952
Grünanger. C. Storie delle letterature tedesca medievale. Nuova Accademia, Milán. I960
Prods, J. Poemas medievales en latin. Inst. Arg. Germano, Bs. As. 1989
L o s p a p e le s s a lv a j e s
ELIAS URIARTE (*)
“Superstitions Littéraires
J ’appelle ainsi toutes croyances
qui ont tic commun l’oubli de la
c o n d it io n v e r b a l d e la lit t é r a t u r e ” .
Paul Valéry (T e l Q u e l)
A su vez, los demás "nombres propios” sufren curiosas transformaciones. Por ejen
pío en el orden de sus distribuciones. A todas las mujeres corresponden sólo dos non
bies: “ l i s e n a q u e l t i e m p o e n l o s h u e r t o s , t o d a s l a s m u j e r e s s e l l a m a b a n E s t r e l l a
I s a b e l ” . A veces el “nombre propio” es discriminado según el sexo: “ L o s h o m b r e s s
l l a m a b a n P a b l o , l a s m u j e r e s A m e l i a ” . A veces el nombre es curiosamente ¡mietimeli
“ E ran E s te la y L a u r a , in d e fin id a m e n t e . S i E s t e la lla m a b a a L a u r a , E s te la , L a u r
A veces el nombre se multiplica, como en el espléndi
r e s p o n d ía c o m o si fu e se E s te la ” .
do párrafo de las tres Rosanas, donde la música de las palabras imita el paso de las tre
muchachas: “ R o s a n a , R o s a n a y R o s a n a , v o l v í a n d e l b a i l e . E n e l a i r e o s c u r o d e 1;
n o c h e , d e a n t e s d e l a lb a . E l p e lo s u e lt o , la s e n a g u a s d e r a s o h a s ta e l s u e lo . C a y c r o i
u n a s a g u ja s , la r g a s c o m o e s p in a s d e g r a n d e s p e s c a d o s . El c o n to r n o d e la s p e r a s er;
b r illa n t e , p a r e c ía n d o c e n a s d e d ib u j o s c o lg a n te s e n la s r a m a s . U n p á j a r o g r it ó c o m í
s i n o e s t u v i e s e a c o s t u m b r a d o a la e n o r m e s o le d a d . U n a o v e j a s e l e v a n t ó y s e f u e . L o s
tr a b a ja d o r e s n o c tu rn o s s e g u ía n ordenando le c h e , a c e ite y lic o r , d e la s perennes
vaca s” .
interior hechizado de una caja, el interior de un misterioso brazo que al abrirse desgrana
al universo). Movimiento esotérico donde el lector descubre lo que ya oscuramente sal«
o presiente, que “todo está en todo”, que “todo está d e n t r o de todo” . Movimiento
esotérico del sangriento sacrificio primitivo, de las cirugías domésticas de los textos, del
simple comer donde en el pez o en la liebre se descubre con asombro “ u n a c a r n e q u e e s
p a r i e n t e d e l a m í a ” . Y su inversión, movimiento exotérico de las transformaciones, di
las multiplicaciones, arreglos de la poesía, “dressing”. Engendramiento y devoción
Deméter y Perséfone. El movimiento de la tierra. Mundo “salvaje”, esto es, no tempera
do: entre un ser y otro ser no existe salto tonal, intervalo callado, distancia jerarquizada
del sentido, concepto. Más bien un hueco, abismo pleno, posibilidad múltiple: “Todo
e stá q u e e s o tr a c o s a ” . O: “ P o s e e d iv e r s a s m e n te s, d iv e r s o s e n te n d im ie n to s ” .
Sabat Ercasty fue especialmente un poeta, y sin embargo, aparte de sus muchos libros
de poesías, compuso una tragedia, al estilo de las griegas, el “Prometeo”, obra en la que
reconstruye, de modo total y notable, el famoso mito. Publicó también “El demonio de
Don Juan", pieza dramática, en la que da su hipótesis sobre este personaje fundamental
de la literatura española, e incursionó, asimismo, en la narrativa, ya que editó la novela
“Lucero, el caballo loco”, “El charrúa Veinte-Toros" y también una serie de parábolas,
muchas de las cuales fueron publicadas previamente en “El Día” (en el Suplemento
Dominical) y luego en libro. Su obra cnsayística es también grande: “El espíritu de la
democracia”, “Verbo de América” y también la colección de la serie “Retratos del
Luego”, en los cuales hace una valoración fina y sagaz de distintas personalidades,
generalmente nacionales, pero algunas extranjeras.
En fin: editó un libro de pensamientos, de ideas originales y ricas en contenido, que
tituló “Eos juegos de la frente".
Carlos Sabat Ercasty, nació el 4 de noviembre de 1887 en Montevideo, en una casa
de la calle Yaro, actualmente Emilio Frugoni, contigua a la que ocupa en la actualidad la
Escuela Universitaria de Bibliotecología y Ciencias Afines, casa que, por ese hecho,
debería ser preservada. Su padre Mariano Sabat y Largas, era catalán, militar, profesor de
esgrima, y escribió un libro sobre ese arte. Casó en segundas nupcias con María Ercasty
Tellechea, de origen vasco, pero natural de Ciualeguaychú, Argentina.
Múltiples anécdotas señalan el buen corazón del futuro gran poeta, su sentido muy
precoz del arte, su inclinación por el deporte, e incluso, para completar el cuadro de ese
niño, su gusto por las travesuras.
Y sin embargo, en sus comienzos era tímido en la escuela. No se animaba a leer las
composiciones estudiantiles ante el público. El maestro encargaba, en ocasión de fechas
patrias, la preparación de un pequeño trabajo sobre el acontecimiento a conmemorar.
Quien escribiera la mejor composición, debería leerla ante los demás niños, público
asistente y algunas autoridades. Esto sobrecogía a Sabat y por eso cambiaba su composi
ción con la de otro compañerito, que era, al fin de cuentas, quien la leía y recogía los
aplausos. Pero un día el maestro del futuro poeta dio en sospechar la infantil superchería,
llamó a Sabat y le dijo: -¿Sabes a quienes celebramos hoy?. A los Treinta y Tres
Orientales. Bien. Aprende a ser valiente como ellos. Súbete a esa silla y lee. Fue la
primera vez que Sabat Ercasty enfrentó al público, y todos cuantos han tenido la dicha
de escucharlo saben que ha sido uno de los disertantes más ricos en lenguaje, más
cálidos y vibrantes de su época.
Pero ese ser tímido era ya tierno y sensible. A veces se distraía en clase para
contemplar a una compañería, Isabel, “de rulos tirando a rubio”; resultado de ello: lo
II
Mas ¿cómo empezó a escribir? Dejó, como se ha dicho, el modernismo y la poesía
europea de aquel momento. ¿Por qué? La respuesta la transcribo textualmente: “Yo
pensaba que América, un continente nuevo, estaba imitando a Europa, continente que
vivía una vejez literaria a través de escuelas de decadencia, como son el simbolismo y el
parnasianismo y todas las escuelas que vinieron por entonces. Esta idea me produjo una
verdadera revolución. Pensé: en América no se puede imitar una literatura tan refinada,
tan envejecida y tan madura, que corresponde a naciones viejas. América está en forma
ción. necesita una literatura más vigorosa, más joven, más constructiva, que en todo caso
pueda parecerse a la de los poemas que iniciaron los ciclos de la India, de Persia. de
Egipto, de Judea, de Grecia, de los mismos latinos, aunque éstos aprendieron de los
griegos, que ya habían creado un arle completo. Durante tres o cuatro años no escribí.
En 1916 comencé “Pantheos”, publicado en 1917" -¿Por qué le llamó “Pantheos?” -le
pregunté. -"Porque es un poemario de filosofía panteísta, que diviniza a la Naturaleza, al
Universo y a todas las fuerzas cósmicas que entran en el libro”.
Entre los distintos temas de “Pantheos” señalemos dos: la estrella y el árbol. El
primero de ellos había fascinado al poeta desde su tierna edad, cuando convaleciente de
una fiebre tifoidea, vivía en Colón, en casa de su cuñado Ernesto Paceard, casado con su
lu imana Concepción. Paccard había estudiado en Francia y tenía un pequeño telescopio,
porque le agradaba mucho la astronomía, lira farmacéutico, y cuando cerraba la farma-
>u invitaba a Sabat, todavía un niño, a contemplar las estrellas y a reconocerlas. Más
i.nde tuvo Sabat lircasty, durante unos años, un pequeño telescopio y dictaba clases
particulares de astronomía e incluso en “lil Día” escribió algunos artículos sobre ese
lema, que llamaron la atención, porque se ^e consideraba sólo un hombre de letras. Todo
e s t o explica bastante la emoción que por lo cósmico, por las estrellas aparece en sus
poemas; resultaría interesante al respecto y aun recomendable, ¡a lectura riel poema
U rania". Como ejemplo de lo que sería necesario leer enteramente, cito estos pocos
versos de ese largo poema:
“En aquellos tiempos lejanos
que reviven en la memoria de mi cuerpo.
Dios
amasaba la carne sublime de los astros... etc.”
Podríamos decir tpie este canto recuerda la concepción profunda del Himno 129 del
l ibro X del “ Rig Verla”, y también el “Libro riel Génesis" hindú con el que se inicia el
“Manava Dharma Sastra", aunque en Sabat lircasty hay un aprovechamiento ríe conoci
mientos científicos ulteriores a esos dos textos que cito, ríe la literatura sánscrita. La
explicación seria riel poema sahatiano en toda su profundidad llevaría varias clases a un
profesor de literatura que quisiera analizarlo en su profundidad.
Tras "Pantheos", en 1921 Sabat inicia la serie de los llamados “ Poemas riel Hombre".
Propuse a ríos alumnas mías tic la Escuela Universitaria de Bibliotecología y Ciencias
Afines”. Silvia Nicola y Rosario Bluncoski que le hicieran a Sabat. lucra ríe mi reportaje
de dos años, otro sobre un tema que les propuse, y que fue “Historia de mis libros",
monografía que les sirvió para la obtención del título final dado allí tras la aprobación de
lodos los cursos. A las preguntas que ellas le hicieron, Sabat explicó lo siguiente:
-“Un día pensé: “Panhteos" debió llamarse "Poemas riel Hombre; Libro ríe Pan
theos", porque mis estudios e investigaciones se inclinaban hacia el “Hombre", destino
del “Hombre" y cuál es su situación en el Universo” . "Leyendo “Pantheos" ya aparece
esa inclinación a tomar al hombre como centro de mis pensamientos, pero el Hombre no
es una soledad, porque está rodeado, en primer término, por la misma tierra donde nace,
v que Ir- brinda siempre un horizonte donde él se mueve. En segundo termino, porque la
tierra depende del sol y gira por la atracción solar. Asi empece a ver al Hombre dentro
riel sistema solar y luego a éste dentro riel Universo” ... “Quería crear un arte que
colocase al Hombre en el centro del Cosmos, como si fuera su conciencia, el espejo que
lo refleja, un espejo reflexivo, que frente a las innumerables imágenes riel Universo,
fuera capaz, de pensar, intuir, luiscai e investigai ansiosamente la verdad mas profunda,
para saber qué es mu> mismo".
medida que nos adentramos en él. Este libro tan hermoso fue dedicado a Tula, como
llamaba a su segunda esposa, Margarita López Jáureguy. Poco a poco Sabat Lrcasty lu
vuelto a acercarse al verso alejandrino, del que resultó maestro excelso; ese metro í
había quedado en el oído desde sus primeros tanteos modernistas, pero en este poeta
tiene un sello propio, darlo por la profundidad y sensibilidad intensas, que pueden sei
observadas en el fondo. Así. en "Angustia", expresa:
“Cuando en inmensas tardes, junto al mar ríe agua y oro,
corta un fino horizonte el sol rojo v sediento
y va a temblar la estrella y va a subir la sombra,
y el día retrocede, agazapado y turbio,
y penetra la noche con su paso insondable,
y el nacimiento puro y la agonía pálida
sobrecogen al hombre que ve el eterno cambio...
haciendo un arco oscuro de dolor y fatiga
con el cuerpo y el alma, he pensado hasta el fondo
que tin día seré todo de colores vencidos
y bajo el horizonte de la espléndida vida
como el sol, lentamente, caeré, pero deshecho,
mientras sobre mi carne se hará la noche inmensa!".
Sobre la base de elementos visuales, el poeta entreteje otros, eminentemente subjeti
vos, que se contraponen a la pintura esplendorosa de la puesta del sol sobre el mar. Las
dos noches -la atmosférica v la del hombre- tienden a compenetrarse, confundiéndose en
un lodo lírico. Como siempre, en Sabat Lrcasty es rica la epítesis: “sol sediento”, “olas
atadas”, "agonía pálida", “colores vencidos”.
Otro tema sabatiano es el riel árbol. Este ejerció siempre sobre el poeta una atracción
irresistible. Siendo aún niño, ponía la mesita, sobre la que hacía los deberes, debajo de
un árbol de su casa, al cual “sentía en su savia, en su vida”. Además, cuando era alumno
de la “Escuela de Aplicación para Varones” se decidió que los niños plantaran, cada uno
de ellos, un eucaliptus en el entonces llamado "Parque de los Sauces”, luego “Parque
Urbano” y al fin “Parque Rodó"... Ene tal vez la primera Fiesta del Arbol. Sabat Lrcasty
plantó su arbolito c iba a visitarlo hasta que luego no lo reconoció, y entonces -me decía-
amo a todos por igual. Y agrega, en lo que me explicaba a propósito de su vida: “El
amor mío al árbol pienso que correspondería al tirón secreto de la sangre catalana... Pero
¿y los abuelos vascos, los leñadores que cortaban árboles? Entonces he pensado que el
árbol cortado se transforma en fuego, y no muere, o en vivienda o en nave... en mástil
.on una vela henchida por el viento, creando la velocidad de la nave; es una estupenda
metamorfosis del árbol de la selva”. Así concillaba la doble actividad de sus antepasa
dos, la de plantadores y la de taladores de árboles. Desde luego que aquí tenemos un
i icinplo de la interpretación poética que nacía del fondo espiritual de ese gran artista,
mío de los grandes de la literatura hispanoamericana.
Cuando convaleciente del tifus fue -como he mencionado- una temporada a reponer
.11salud en Colón, no se cansaba de contemplar árboles”. ‘‘A veces -decíame- iba hasta
rl arroyito y me sorprendía al contemplar cpie si bien la corriente seguía su curso, los
.uholes reflejados en la corriente permanecían” . Pasado el tiempo se le ocurrió este
paralelismo que indica otro estado de madurez, pero que partía de una visión juvenil
persistente en su memoria: “en el torrente del tiempo, así quedan en la vida las imágenes
del recuerdo. El tiempo corre en su devenir, pero el recuerdo permanece, como en el
arroyito de Colón las imágenes de los árboles”. “Y es curioso: muchas veces he plantado
arboles (no sólo aquel del Parque Rodó que fue el primero de todos) y he tenido que
icgalarlos, porque nunca fui dueño de ninguna tierra. Aun hoy, a los ochenta y ocho
años, riego todos los días dos pequeños naranjos que nacieron de dos semillas, y que van
subiendo desde la tierra de su maceta. No podré comer sus frutos; tendré que regalar los
dos arbolitos y tal vez muchos lleguen a disfrutar de las futuras naranjas cuando la mano
que los sembró ya no sea más una mano. Hasta cierto punto es un modo de sobrevivir” .
Dicho esto, se levantó Sabat y me trajo la macetita, donde, efectivamente había dos
arbolitos muy pequeños. Me impresionó la inmensa ternura con que los miraba.
“Eos Adioses” es un poemario editado en 1929 y marca su vuelta al soneto. Sabat
había reaccionado contra éste, pero luego de varios años consideró que no había razón
para prescindir de esas formas líricas, y que podía escribir, tanto en verso medido, como
en verso libre, según lo sintiera su inspiración creadora. En “Eos Adioses” hay un
sentimiento predominante de despedida; un poco porque se alejaba ele tendencias y
también por diversos problemas de la vida. No obstante, el poema que sirve de portada
al libro, es decir, “Confesión", pertenece a la lorma del verso libre. Carrel decía que “el
hombre es un desconocido para el hombre”, y eso mismo es lo que trasunta el fondo de
“( 'onfesión":
“No quieran explicarme. Es inútil ¡Jamás!
¡Nunca! Ni yo, ni nadie, ni todos con mí mismo”.
El lenguaje está desnudo de imágenes; más bien domina la expresión directa, el
estallido de su propia incomprensión. Hay elementos que vienen de Heráclito, hay
también angustia existencial y un torrente de ideas y emociones; hay una contemplación
de si mismo semejante a lo que en pintura o dibujo es la anamorfosis, aunque esa
deformación está dada por un soplo de pesimismo y confusión que no se sostiene luego
en la poesía sabatiana. Y desde el punto de vista formal, en el poema podrían ser
hallados elementos como la anáfora, el polisínteton, el uso tic reiteradas cesuras abrup
tas, a la manera de los versos de “A se stesso”. de Leopardi, junto también a sinestesias
y a adjetivos antitéticos. Algunos sonetos, el XIV y el XXV dan una idea clara del fondo
depresivo manifestarlo ya en el proemio.
Pero este estado de alma no podía durar demasiado. Tiempo después remonta su
vuelo lírico hacia temas de exaltación, como el riel “Canto secular a Rubén Darío” , en
U n elos alejandrinos aconsonantados y nionon irnos, en los que para homenajear al \ ,i
nicaragüense, del que tanto había expresado en sus clases de literatura y al que coim.
personalmenie en Montevideo, imitó en esa ocasión, el estilo del cantor de ‘T u r
Profanas” y “Cantos de Vida y Esperanza”.
Y asimismo tiene un tono de gran exaltación, de profunda riqueza y sonoridad i,
“Himno ti Artigas” . I,a primera vez que Sabat Hrcasty visitó Paraguay hizo el p.i
hasta el solar donde el Patriarca vivió tantos años, que es lugar venerado por mu,
uruguayo: cuando posó, casi religiosamente, su mano, en el ibirapitá, sintió, y hay qn.
ser poeta partí entender esto, algo así como si el árbol le reprochara haber escrito pocm.i
sobre muchos y diversos temas y ninguno sobre nuestro héroe máximo. Y entonces Sal mi
se dijo a sí mismo: -“Con esta mano con la que toqué el ibirapitá debo escribir un cam,,
a Artigas". Y así fue.
Un este caso el poeta prefirió no vestir demasiado exteriormente los versos para qu.
fuese resaltada la grandeza del héroe de modo más directo. Y es lógico, pues Artigas
dio a todos los orientales y ti la federación en general del Río de la Plata en un pl ano
republicano, ríe modo que el poema debía ser comprendido por todos. Hay tropos, t
cierto, pero no faltos de claridad. Domina una exaltación lírica al referirse a esos puc
Irlos que se levantaron junto a él -mezclarlas todas las sangres en un afán de emancipa
cion- y sin embargo, en medio de esa exaltación, aparece la nota amarga:
“Por grande y por nuevo
a veces no fuiste comprendido.
No tuviste medirlas que te midieran
ni números que calculasen tu esfuerzo y tu sacrificio.
Algo ríe tu esplendor ha quedarlo en nuestros ojos”.
() también:
“Tu carne fue vencida por la traición y el orlio.
Ojos de tinieblas no supieron verte.
Tu sombra fue cercarla inmensamente por la soledad".
futre los poemas de sus últimos tiempos hay que destacar los sonetos que en diversos
tomos dedica a Hurídice. Sabat Hrcasty confesó a mis alumnas de entonces, encargadas
de recoger lo que resultara historia ríe sus libros, es decir, a Nieola y a Bluncoskv
“Acaba ríe ser publicarla una pequeña tirarla de cien ejemplares, lis una serie de quinien
ios veinticinco sonetos escritos a mi esposa. Constituye un fusilamiento poético máximo:
es la primera vez que un poeta escribe tantos sonetos a una sola mujer”... Eurídice era el
nombre literario que Sabat Hrcasty rlio a su tercera esposa, Violeta Tubino, y en tal caso,
se llama a sí mismo. Ürleo. Tiene una dedicatoria en el primero ríe los tres volúmenes:
“A Violeta Gladys, Hurídice, estos poemas que ella creó en mi espíritu, Carlos”. La
edición fue hedía por su sobrina nieta, Maribel Sabat de Stenger. A propósito, ésta,
cuando era jovencita fue alumna mía, como también lo fue el hoy famoso Hermenegildo
Sabat, ambos en el Liceo N° 7 y como yo fui discípulo riel padre ríe ellos, el notable
profesor de Literatura, Juan Carlos Sabat Pabet, en el Liceo N° 4.
Tanto los sonetos a Hurídice como la colección de los sonetos sin rima, que publicó
la Academia Uruguaya ríe Letras, son admirables por su calidad, por el don excelso de
lograr maravillosos hallazgos líricos. Aquí usa generalmente el alejandrino, pero a veces
r manifiesta en el endecasílabo, con alternancia de cadencias sálicas y yámbicas. El
i ma del amor es casi el único, pero dentro de éste, las variantes son muchas. Dentro de
i e clima sentimental aparecen subtemas y uno muy importante es e! de las rosas.
En cierta ocasión le hice notar la importancia del tema de las rosas especialmente en
as poesías de los últimos años. Me respondió sonriendo: -¿Tal vez hay demasiadas?
I’ero vea; todo tiene su significado, su razón de ser; yo nací, como recuerda, en una casa
de la calle Yaro. Allí había un patio y en él existían varias plantas, pero casi todas eran
msas de las más diversas clases, que cultivaba mi madre. Ella me decía a veces: -
( arlitos: anda a regarme los rosales”. Así empezó a amar las rosas confundiendo el
i aliño suyo con el que por ellas tenía su madre. Luego la ayudó a cultivarlas. Después,
i uando vivió en la entile Médanos, tenía un jardincito, quizá un fondo, y todas las plantas
rían rosales. No los cortaba, porque recordaba que su madre las quería en la planta.
Icnía, pues, por ellas, un cariño extraordinario. Cuando contaba apenas cinco años, su
hermano mayor, Hermenegildo, que era pintor, hizo un retrato del futuro poeta. Sabat
Lreasty me lo mostró cuando lo visitaba en la casa de la calle Colonia. Lo había pintado
de niño y con una rosa. Más adelante, comentando el cuadro, le dijo un día Hermenegil
do: -“Fue como una intuición de tu poesía, porque te puse en el pecho rosas”...
Más tarde, cuando estaba de novio con Violeta Tubino, al ir a visitarla, le llevaba
siempre un poema y una rosa. “Y luego, cuando no tuve más lugar para cultivarlas, las
puse en los sonetos que le dediqué.
Es bueno leer algunos de esos quinientos y tantos sonetos del libro dedicado a su
esposa tercera; se mantienen en un plano de un valor bastante parejo: unos gustarán más
que otros, pero todos son buenos. Y en tren de elegir alguno para insertar en este
apretado artículo, y a modo de ejemplo, puede servir el que a continuación se agrega:
“Tu ocultas una mano de Dios, mano en tu mano,
milagrosa de azul, sutil de melodía,
invisible en el fuego riel ancho mediodía,
invisible en la noche y en su reposo arcano.
B IB L IO G R A F IA
U n lib r o d e L u is D . D e s te f fa n is
ED M U ND O M. NA RANCIO ( *)
Sin embargo de esta fecha en la p. XX hay una nota del autor sobre lleraclio Fajardo,
datada en 1870, vid. su aclaración en p. 499 de la cual resulta que fue una publicación
por entregas.
Si solamente se tiene en cuenta esta portada, se podrá pensar, efectivamente, que el
libro es lo que ella expresa: traducción de Prevost-Paradoi o. dicho de otra manera,
como se ha afirmado, es obra “que tradujo Desteffanis”.
No obstante como no es cuestión ríe quedarse en las portadas -como parece haber
ocurrido- la lectura del volumen muestra que, salvo en las páginas iniciales, numeradas
en romanos, donde Desteffanis se refiere al texto adoptarlo y a su autor, en el resto ríe la
I n d ic e A n a lít ic o d e la s M a t e r ia s C o n te n id a s e n e s t e T o m o
22S
En qué el hombre se diferencia del b ru to ............................................ 54
lil habla; columna vertebral; pecho y dientes; grados riel ángulo
facial; el cerebro y los nervios; los cinco colores primordiales
(azul, encarnado, pajizo, muzco y negro). Variedades orgánicas;
los samoiedas; desarrollo físico; m onogam ia........................................56
Datos estadísticos: nacim ientos............................................................. 57
Tráfico de los negros.............................................................................. 58
Multiplicación de la especie hum ana.....................................................58
Duración ríe la vida hum ana.................................................................. 58
Casos de longevidad .............................................................................. 58
Unidad y pluralidad del tipo hum ano................................................... 60
Divisiones de las razas humanas; su arbitrariedad:..............................61
Raza blanca; sus caracteres................................................................... 62
Arabes, indianos, cellos, pelasgos, eslavos........................................... 63
Raza amarilla; sus caracteres................................................................. 64
Familia china, sus gustos extravagantes, su hipocresía.........................64
Familia m o g o la...................................................................................... 65
Id. hiperbórea ......................................................................................... 66
Raza roja; sus caracteres; familia americana, colomh. y patagónica ...66
Raza bruna; sus caracteres..................................................................... 67
Raza negra; sus caracteres; los c a fre s................................................... 67
Raza oscura; papuas, bosquimanos, hotentotes.....................................69
De la perfectibilidad humana mediante la instrucción..........................69
N o tas....................................................................................................... 72
Lección Cuarta-Del lenguaje (continuación). Alimentos;
su influencia; anécdota sobre Franklin ..................................................73
El Oriente; influencia del clima sobre los alim entos.......................... 74
Origen de las epidemias asiáticas.......................................................... 74
Influencia de los alimentos sobre el v ig o r.............................................75
Enferm edades......................................................................................... 78
Anomalías tísicas: albinos, enanos, cretinos, etc...................................78
Datos estadísticos; antropología; población del G lobo......................... 83
I I hombre fó sil...................................................................................... 85
D e l le n g u a je , su potencia y unidad.......................................................85
N otas...................................................................................................... 89
Lección Quinta-De/ le n g u a je (continuación). La Biblia y la ciencia „90
Lenguaje revelado................................................................................. 91
Dificultades del problema lingüístico...................................................91
La agitación de la época contraria a los estudios filosóficos:
Marzolo y Leopardi............................................................................... 92
Primer idioma humano.......................................................................... 93
Lenguaje poético................................................................................... 94
Origen onomatópico de la palabra....................................................... 94
Ll idioma es el p u e b lo .......................................................................... 96
Transformaciones del lenguaje............................................................. 97
Primeras aplicaciones de la filología á la historia............................... 98
Variaciones y transformaciones del idioma prim itivo......................... 99
Influencia riel clima sobre el idiom a.................................................. 101
División de las lenguas en tres familias: monosílabas,
bisílabas, trisílabas................................................................................102
Lenguas indeterm inadas..................................................................... 103
Clasificación de los idiomas: lenguas asiáticas
(16 familias principales).......................................................................105
Id. id. africanas (5 grupos).................................................................... 105
Id. id. europeas (6 fam ilias)..................................................................106
Id. id. americanas ( 11 grupos)..............................................................106
Id. id. oceánicas.................................................................................... 107
Idiomas más generalizados.................................................................. 107
Apéndice: Mapas de las lenguas de las regiones brasilera
y argentina y de los países limítrofes, por F.C. Marmocchi................ 109
N otas..................................................................................................... 115
Lección Sexta-De la R e lig ió n .
Necesidad de la religión...................................................................... ! 16
Víctor Hugo niega la existencia del ateísm o....................................... 116
No hubo pueblo sin religión................................................................ 117
Religiosidad del siglo 19 y de la c ien eia............................................ 117
Origen de la idea religiosa................................................................... 119
Sistemas religiosos: bíblico, evemerista, neo-evemerista,
simbólico, m etafórico............................................................................ 120
Fetichismo; su origen. Dualismo religioso........................................... 128
Máximas religiosas, morales y sociales de teólogos antiguos........... 129
Lección O ctava - R e l i g i o n e s de la s in d ia n a s
De los B urlas..............................................................................................172
Lección N ovena - R e l i g i ó n de lo s c h in o s
1t ;
Elogio de Jesús, por R enán..................................................................274
Apéndices. I. Génesis de las religiones según Balbo (Antigüedad de las reliynM,
madres-Oscuridad de los misterios religiosos-Hipótesis-Politeísmo natural-Monon i >■
natural-Id. sobrenatural revelado-De! pecado-Nombres hebraicos de Dios-Origen d> '
nombres de los dioses orientales-La idolatría; sus formas-Símbolo y mitos; n u l o 1
/Air/ue-Fetichismo, forma ulterior del simbolismo-
Etimología de la palabra re lig ió n ........................................................276
II. De la Mitología Comparada (su origen)-Su objeto-Sus opositores-Comunid.nl 4.
fondo religioso-La raza indo-europea diviniza las fuerzas naturales-Mito de India. 11< >■
cíes. Coceius. Concepto de Scherer sobre el origen de la mitología-De los mitos 11
sentimiento de la naturaleza y de sus efectos-Esterilidad metafísica de los semitas ( ¡em
eurítmico de los griegos y austero de los latinos-Apego del alma humana a la tendea. .
m itológica)................................................................................................ 281
Notas. (Jehová-El Talmud-Etimología de los nombres Jesús y Cristo-Reivindicación
de Barrabás-Del mito, según Baudry-La patria de Max M üller)............. 287
Lección Décima-Quinta-Co.vwogo/nfl y a n tro p o lo g ía
POR
L. A. PREVOST-PARADOL,
MIEMBRO DE LA ACADEMIA FRANCESA
-o»o«o-
ron
LUIS D- DESTEPPANIS
M O N T E V ID E O
Im p . ívapor de l a t b i s u n a , c a lle 2 5 d e M a y o n . 89
le e r
1rs, José Román Mendoza, Ezequiel Garzón, Augusto Acosta y Lara, Manuel García
‘».mtos, C onidio Villagrán, Martín Martínez, Sebastián Baise y Carlos Muñoz Anaya.
Del acta resulta la posibilidad de que se hayan agregado a la reunión otras personas.
N o tu s
1) Según la partida de bautismo nació el 21 de noviembre de 1839, se le puso el nombre de Luigi Danielle
v lue hijo legítimo de Juan Bautista Desteflanis y Colomba Arigoni.
Murió en Montevideo, el 31 de agosto de 1899, según la información oficial de cirrosis hepática atrófica,
en la casa de la calle Durazno N ° 94 al borde de lo s 60 años.
3) Mi padre, Edm undo Narancio (1879- 1963) fue alumno de Destelïanis y lo recordaba por su formidable
erudición. Lo describía sentado al pupitre con el rostro cubierto de espesa barba entrecana y unos lentes de
armazón metálico y pequeños cristales ovalados, por sobre los cuales se afanaba por ver a lo lejos con sus ojos
enrojecidos y llorosos. Pedía que no se fumara en su cercanía por el daño que el humo hacía a sus ojos.
4) La testamentaria de Desteflanis permite reconstruir su biblioteca, aunque las anotaciones tienen frecuen
tes omisiones Llam a la atención la repetición de algunas obras, lo que hace suponer que en sus años postreros
la cantidad de sus libros y los quebrantos de su salud, especialmente la vista y la memoria, le hizo duplicar sus
adquisiciones. Acaso es acertado el juicio de Fernández Saldaña de que fue un bibliófilo y un bibliómano.
5) En abril de 1983 fui invitado para concurrir - en el marco de la recordación de la muerte de Garibaldi- a
una reunión en It alia sobre temas garibaldinos; habiéndome excusado de concurrir, fue en representación del
Uruguay el doctor Blás Rossi Mazzella quien - tengo entendido- leyó mi trabajo antes mencionado sobre
Destelïanis.
A los efectos comparativos damos aquí el contenido de la Table des Matières (primera página) del libro de
Prevost- Paradol, segunda edición de 1985 citada en el texto:
Advert issement I
L IV RE PREM IER L’ Orient jusq’ aux premieres relations des perses avee les grecs.- I. De PAsi e en gene
ral- II. La Chine.- III. L ' Inde- IV L'Egypt e. V. Les Juifs. - VI. Les Phéniciens - VII. Les Assyriens - V III. Les
Médes. - IX. Les perses.- X. Civilizat ion orientale. (D'une date inconnue á 501 avant J.C.) I
L IV RE D EU X IEM E - La G rece jusqu’ aux guerres médiques. I. La Grèce.- II. Invasion et légendes.- IM.
Civilisat ion grecque à l ’ époque de la guerre de Troie.- IV. Les Dorions.- Sparte - V. Athènes.- VI. Etats secon
daires.- Colonies - VII. Unité morale des peoples grecs. (D'une date inconne á 501 avant J.C.) 98
L IV RE T RO ISIEM E.- La Grèce depuis les guerres modiques jusqu’ à la bataille de Mantinée. I Les guerres
médiques.- II. Grandeur d’ Athènes.- Aristide.- Cimon.- III. Périelès.- IV. Guerre du Péloponése.- V. Alcib iad e.-
Revers d ’ Athènes.- VI. Les dix- mille.- Agésilas.- V II - Politique des Perses.- Affaiblissement de Sparte.- V III.
Résultat de ces discordes. (501- 361 avant J.C.) 152
L IV RE Q UA T RIEM E.- La Grèce depuis la bataille de Mantinée jusqu’à la défaite de ??? en Italie.- i.
Décadence de la Grèce - Il Philippe et Démosthène - IIP Chéronée.- IV. Alex andre - La Grèce envahit l ’ Asie.-
V. Les successeurs d'Alexandre.- VI. Corruption de la Grèce et de l ’Orient. (362- 275 avant J.C.) 210
7) Una copia de las Actas de la Sociedad Filohistórica, desde su fundación hasta el 19 de setiembre de 1877
en que pasó a "transformarse” en Sección de Historia del Ateneo del Uruguay y de sus actas hasta el 15 de
setiembre de 1879, tomada del original, me fue facilitada generosamente, por Alfonso Llam bías de Azevedo.
R a íc e s m ís t ic a s e n S a r a d e I b á ñ e z
(B A S A D O E N P O E M A S D E C A N T O P O S T U M O )
Esta composición constituye el deseo, no del creador, sino del ser viviente que busca
hospedarse para siempre en la paz de la naturaleza. Al comienzo, la voz que canta, dice
querer ser un profundo río. En seguida (estrofa segunda), en una actitud más metafísica,
aspira a ser “fuego de amarillas flores y hacia otros cielos volcado/”. Tal fuego sería la
esencia del agua... En la tercera estrofa, vuelve a retomar la idea del agua palpable,
cuando dice: “ ...ser una fuente sumisa (expresando así un deseo de paz y humildad del
ser). En la cuarta y última estrofa, desea ser una corriente prisionera, una vena, una onda
o una gota del río. Y quizá menos aún: un reflejo, el suspiro “del iris que le rodea”, etc.
Y por fin, en la quinta y última estrofa, dice: “...si pudiera hallar el modo/de ser nada/”.
En este deseo final, de la aspiración a ia natía, nos hallamos ante el reverso tic Dios, que
es el Todo. Esta aspiración negativa, ontológica, sintetiza la raíz mística, comparable al
sentimiento de un panteísmo negativo. Porque la naturaleza, en SARA DE 1BAÑEZ, está
imbuida de Dios o de su ausencia aparente. “Aspiración", como la gran mayoría de los
poemas de “Diario tle la Muerte”, manifiesta una angustia (íntica, próxima en apariencia,
al nihilismo: plena de los preludios y la desnudez de la muerte. Pero no olvidemos que la
muerte -en este poeta-, no niega a Dios sino que constituye uno de los tantos caminos
naturales que transita el hombre en el mundo.
Hablemos ahora un poco de “ C o n t r a p u n t o ” , que configura la tercera División del
Libro “Diario de la Muerte", al que estamos hoy abocados. Esta División está compuesta
de diez poemas exhaustivamente acres, angustiosamente bellos y predeterminados por el
denodado sentimiento del morir que fructifica en una feérica esperanza del no ser.
CONTRAPUNTO es un movimiento o despliegue de estrategias en torno a un morir, si
bien lírico y fastuoso, absoluto y total. La belleza está en la primorosa yuxtaposición de
circunstancias oníricas y abisales que desembocan, inexorablemente, en la despedida tlel
mundo sensible. Poeta tlel testimonio causal, se sobrevive en la muerte a través de un
trascendente -o polifacético- esteticismo. Así, e l ú l t i m o p o e m a d e e s t a S e r i e : e l N " X ,
reivindica a la muerte como una contrapartida tle la vida: "....la vida está esperando,
porque la muerte espera”. O sea que, aún viviente, lo vivo dependerá de lo muerto. ¿Por
qué?: port|ue el poeta siente que la vida es el hijo recién parido por esa Madre-Muerte
.... luí .i y sabia, protagonista del mundo vivo. El hijo que vuelve a las raíces del exi' .iu
lo luce por medio de “un tallo de niebla’Vdesde las altas hojas/donde la muerte suena
Am concibe el poeta -en este poema- los ciclos evolutivos de la vida y la muerte.
Obsérvese que es la muerte, quien da la vida. Y no podría ser de otro modo ya que. i
bien de un punto de vista teológico fundamental (y también científico), la vida conluu.
vida y no muerte, metafísicamente, es la muerte quien podrá engendrar vida, a fin tic qu.
exista o se afirme, el nexo vida-muerte. Por tal razón el soñar de la muerte es abrupto
como lo sería el de una fiera salvaje, pues sueña con la vida sólo para “...abrirse los ojo-,
y comerse las venas/...” O sea: para cumplir, en la realidad, con el ya clásico cometido
palpable y suyo: la destrucción. Y así una y otra vez, en tanto existan “seres madres” s
“seres hijos".
De “BOSQUEJOS Y VARIACIONES", deseo destacar un poema breve (consta de
siete versos), titulado: “ P a r a l a M u e r t e ” . (Pag. 76) Se aprecian en él, naturaleza,
climax y demás condicionantes de una muerte auténtica y cabal. La vida pronuncia el
Verbo que guardaba Dios en la luz, y desencadena la tormenta (ráfagas, truenos y rayos),
preliminares exactos y necesarios a fin de determinar las condiciones físicas y etéricas
necesarias para una muerte justa y pura: ésa que se produce al amparo de dios.
Dentro de esta misma Serie de BOSQUEJOS Y VARIACIONES, hay un poema
bellísimo, el N° X I , titulado “ T e s t a m e n t o ” , en que el poeta -a niveles humanos y
divinos- hace un legado donde se va despojando (en un proceso de posturas anímicas
casi formales), de todas sus atribuciones más elevadas y puras. Tales, el “sapiente
escalofrío” con que “preludian las tormentas” , y la “fría aristocracia”, la “altivez” y el
“pánico” qué va legando de sí mismo, con la finalidad de que “Dios crezca en la
sombra”, amparando así al hombre que se despoja pero continúa legando sus amadas y
diezmadas pertenencias. Todo el poema es una revelación mística respecto al destino de
los mágicos haberes del hombre en la tierra. Lo básico y fundamental en la vida -y ante
la muerte-, debe ser testado o delegado ante quien lo proteja en su heredad singular, tal
como Dios lo haría.
Pasamos ahora al Libro BALADAS Y CANCIONES. De él vamos a considerar, seis
poemas que consitiero fundamentales a la temática hoy expuesta. La primera que presen
tamos es la “ B a l a d a d e l P á j a r o C i e g o ” , que también podría haberse llamado “Concierto
para pájaro y cielo”, ya que es una sinfonía de la naturaleza y la muerte, en que el pájaro
es protagonista y apuntador, desde aquel retornelo que subraya las peripecias de la llor,
el cristal, el vino del incendio, etc. En el poema, canta un pájaro, ciego por definición,
por destino y mandato divino. El ave no necesita ver, sólo cantar, motivando así los
condicionantes del mundo en torno. Hacia el final de la balada, se asumen los tonos
morados y grises del invierno y se llega a las clausuras del desierto. En este punto,
estalla el clarinete del pájaro ciego, subrayando el drama temático, ahora maduro. Y,
como término de esta peripecia cósmica, mediante el crescendo de un estruendo de
campanas, asistimos -entre la eternidad negra de la lluvia-, al derramamiento de una
tromba de cenizas donde Dios se derrumba entre los ecos. En tanto, eterno e inmutable,
el pájaro ciego continúa con su canto.
Presentamos ahora, del libro BALADAS Y CANCIONES, la “ B a l a d a d e l S i e m p r e
Seis estrofas en impecables endecasílabos, nos hablan de aquel ser que no ha
M u e r to ” .
tenido oportunidad de aflorar a la vida. Como siempre, asistimos a imágenes de sorpren
dente prestigio y originalidad lírica. El ser -de quien se habla-, es apenas una “torre de
aire agudo quebrada en pájaros remotos”. Su rostro, "el blanco pueblo del olvido...” Y
así sucesivamente. El ser -o el no ser-, se mira entre reflejos de sí mismo, sin la
oportunidad del cuerpo. Comprende entonces su destino “sin ayer, hoy ni futuro” . Y, en
el instante en que el “no ser” debe concretar -digamos- su ciclo, aparece Dios y le
conduce “por la seca raíz del humo”. Dios encarna, aún y siempre, la voluntad y el
destino cumplido, aún tardíamente. He aquí pues, algunas de las raíces místicas persona-
lísimus y harto palpables, en SARA DE IBAÑEZ.
Pasamos ahora, a “ B a l a d a d e l S o l i t a r i o ” (Págs. 89 y 90) En esta fabulosa Balada, se
dan como siempre, ciertos condicionantes -que surgen de la mente-causal del poeta- y
que delinean toda una peripecia edificada en lo espiritual, ya que los elementos físicos
(tales los paisajes) están plasmados dentro de esa mente causal. En esto radica la esencia
de éste y otros tantos poemas de SARA DE IBAÑEZ: en la presencia de una mente que
filtra los paisajes del mundo, tornándolos en idealidades o sea, en productos de una
poderosa síntesis mental. Dicha síntesis contiene simultáneamente: lo pictórico, lo espi
ritual, lo terreno y lo feérico. Por supuesto, en dicha concepción está presente Dios, en
su grandeza y espiritualidad infinitas, aunque su presencia no esté explicitada. Porque,
en cada estrofa de esta Balada, nos enfrentamos con una verdad divina. Ya desde el
comienzo, con el verso: "Tengo una lámpara encendida"... ¿Qué lámpara es ésta?: la de
la infinita sabiduría, por cierto. Prosigue el poema con todo un itinerario -aparentemente
físico-: “...anduve un tiempo en los jardines/corté la flor del azahar” ... Pero, en la tercera
estrofa está latente la memoria divina, cuando cruza fronteras amarillas y las ve alzarse,
¿dónde? “...entre mis ojos y los mundos/entre mi ser y su pasar"... En esta estrofa, el
periplo cursado -al igual que en las estrofas subsiguientes-, nos está mostrando el paisaje
interior, el viaje mental inducido por una Presencia Luminosa. Esta Balada configura
pues, un viaje marcadamente interior, entre paisajes que determinan puntualizaciones
metafísicas: "...nadie esta linde ha traspasado/sin tener algo que matar/”. De esta manera
continúan -en sutil simbiosis-, los versos de la imaginación y el sentimiento, fundidos
con los análisis conceptuales, señalándonos la Divina Presencia. Así, en los "pájaros
dulces de mirar”, SARA ve el estrago en la tierra, pero también paralelamente-, lo ve en
la llama viva de la creación humana. Dicha creación es lo que empuja y detiene al
hombre en su pasar, pues contiene un destino inexorablemente bíblico. Por fin, en la
última estrofa, la criatura humana ha sido presa del olvido de la vida, que se la lleva,
como aquellas olas que la protagonista (el poeta) debe contar y contar... En los últimos
versos, la presencia de Dios se enfatiza a través del rostro del poeta: “...lámpara cncendi-
da’Vque alumbra sola frente al mar/”. ¿Puede haber imagen más elocuente de la divini
dad?...
En “ B a l a d a d e l A n g e l P e r d i d o ” , SARA DE IBAÑEZ está profundamente imbuida
del sentimiento místico. Nos habla del Angel que “deja la casa de su padre”. LItiliza
minúscula para anotar el vocablo “padre”, pero lo hace por un principio estético muy
atendible: el de las unidades de estructuras y conceptos con que maneja ésta, su obra
lírica.
Escucharemos esta balada, como un nuevo ejemplo de los paisajes marcadamente
interiores, o sea. de un tinte permanentemente espiritual. Aquí vida y muerte se reflejan,
de la mano, en el pasaje de este Angel por su antiguo Reino terrenal. El desacostumbra-
miento del Angel a todo lo sensible, su azoro, han sido captados con la exactitud y
i ........... Ir. mías imágenes de esta poesía. Las dos últimas estrofas en espía ul
. mi .I. a.loándolo, el sentimiento de divina desorientación del Angel Per di do
> ' las raíces místicas de SARA, confluyen, imagen tras imagen, durante lodo . i
1111
I’ara esta escritora, Dios es una entidad continua c irrevocable pero eso no quita que
i >ea sus divinas raíces inmersas en el mundo del hombre. Aquí la óptica deja de ser
> •.iica para ser tan sólo teológica. Las raíces sí. sigyeti siendo místicas porque el poeta
111
N O T IC IA C U R R 1C U IA R S O ¡i R E S A R A D E IR A Ñ E Z
LA R E P Ú B L IC A O R IE N T A L D E L U R U G U A Y" (P A R ÍS , 2 T O M O S, 1864) D E
A N T O N IO D E O D O R O D E P A S C U A L (E S P A Ñ A , 1822 - B R A S IL 1 874).
lin su trabajo sobre Historiografía uruguaya en el siglo XIX. Apuntes para su estudio
(I) Juan Antonio Oddone ubica a de Pascual en la crónica con aportaciones eruditas
distinguiendo, además de ésta, una memorialista y otra narrativa. Le califica de extraña
ligara de publicista y trotamundos que emprendió variadas empresas y aventuras litera
rias en Brasil y el Río de la Plata, así como indagaciones Balísticas en archivos america
nos. Sus Apuntes (...) serían su única contribución memorable. "Se proclama -escribe el
Profesor e investigador Oddone (2)- a sí mismo cronista y la estructura de la obra lo
confirma: el tono narrativo y superficial, la exposición cronológica (cada capítulo co
rresponde a un año), las minuciosas descripciones en que se deleita y una tendencia,
muy verbosa, hacia el retrato biográfico, matizada con la cita documental y la pintura
psicológica, constituyen algunos rasgos de la fisonomía externa de estos Apuntes
Refiere el Profesor Oddone que pese a la compulsa laboriosa de documentos (sobre
todo del Archivo de ltamaratí), "(...) sus convicciones monárquicas e hispanistas dictaron
muchas de sus apreciaciones sobre nuestro pasado revolucionario" (3). Le considera
carente tle sólida formación histórica, como de la Sota, pero, escribe, que da sin embargo -
por momentos- en medio de la animada imaginación de su relato, la sensación de un
cuidadoso manejo de fuentes con una aparente seguridad. Es, también, conforme a la
opinión del historiador uruguayo citado, el defensor consecuente de Su Majestad Imperial,
lo que para la época que investiga y escribe, no implicaría contradecir su hispanismo.
Si bien era un cronista, no vacila, en ocasiones, en usar la palabra "historiador”
cuando a él mismo se refiere. “Por ello, a fuer de historiadores (...)" (4). Así, en el tomo
2, escribe: “Antes de pasar adelante en el extracto de este famoso manifiesto, es faena
digna del historiador hacer notar a la posteridad (...)" (5). Y luego indica que “(...) es
preciso no olvidar que somos historiadores y no hombres de bandería, como lo hemos
mostrado con documentos auténticos desde el año 1810 hasta el de 1837. Es menester
recordar que alabamos lo justo, bueno y digno en donde quiera que lo hallamos, vitupe
rando lo injusto, malo y poco laudable en quienquiera que sea. Es preciso que no nos
ciegue el espíritu mezquino de provincialismo, nacionalidad, credo político o cosa que
se le parezca. ” (6) Y tampoco duda en considerar su obra como “Historia". “Fuerza nos
será repelidas veces en el desarrollo de los acontecimientos hacer digresiones en este
desglosarse en dos partes: Io) la objetividad que pretende del historiador de por sí difícil,
él no la consiguió (ni lo pretendió siquiera) pues fue hombre del Brasil como lo dejó
plasmado en su pluma; 2") la idea de la Historia como tribunal que falla sobre pueblos e
individuos constituye una aseveración equivocada pues, como ya señaláramos, el histo
riador c o m p r e n d e por sobre todas las cosas. Las dos partes a que hacíamos referencia se
transforman en una constante presencia en su obra. La imparcialidad, por ejemplo. “ L a
g lo ria de la s arm as es ta n q u isq u illo sa que no le es dado al h isto ria d o r hacer sus
re fle x io n e s , sin exponer de a n te m a n o la s p ie z a s o fic ia le s ju s tific a tiv a s q u e p r e s e n ta n am
e s ta s jo r n a d a s en q u e se s a lp ic a n d e s a n g r e lo s p e n d o n e s n a c io n a le s. S i h a y n e c e s id a d d e
Retengamos la última frase. Encierra un dejo de verdad. Pero de Pascual estuvo lejos
de seguir los pasos por él señalados. El tema es, por ejemplo, la batalla de Ituzaingó.
Presenta documentos y concluye, que aquélla no tuvo trascendencia. Si la habrá tenido.
Basta recordar la batalla de Caseros, el .3 de febrero de 18.52, que significó la derrota de
Rosas y la fecha elegida ex profeso por los brasileños para desfilar por Buenos Aires: fue
el 20 de febrero de 1852, fecha pedida por Brasil pues era precisamente la revancha de
Ituzaingó, el 20 de febrero ríe 1827.
Veamos ahora la primera parte de la transcripción. Concluíamos con lo antedicho y
señalando que de Pascual no fue objetivo ‘pese a presentar documentos' en estas lides, la
de los hecho militares, como no se presentó en otros temas. “ L a i m p a r c i a l i d a d h i s t ó r i c a
n o s o b lig a a c o n f e s a r q u e h a lla m o s e l s e llo d e la v e r d a d en la s c o m u n ic a c io n e s b r a s ile
ñas, la s c u a le s c o in c id e n en el fo n d o con la s a rg e n tin a s, v q u e e sta b a ta lla n i fu e
d e c is iv a ni tra jo v e n ta ja a lg u n a a lo s p a tr io ta s (...)” (25). Siempre la verdad estuvo, en
su caso del lado brasileño.
Tuvo oportunidad tic criticar la Historia escrita con pasión, esa pasión que no le fue
extraña, cuando cita a una de sus fuentes. Rivera Indarte, en su análisis ríe la historia
argentina.
“R iv e r a In d a rte e s c r ib ía en m o m e n to s d e e fe r v e sc e n c ia d e p a s io n e s ; p e r o lo s h e c h o s
parcialidad, inclusive la afirmación sin documento probatorio, fueron notas afines a este
, |• uit>1 .ibrasilerado en su narración. Más aún, agreguemos, la vaguedad, que mamli, t ,
, n .ilgunos casos. Por ejemplo, cuando estudia la insurrección de Bentos Goncalvcz, , h ,
un " t e s t i g o o c u l a r y d i g n o d e f e " (28). Nos preguntamos: ¿quién? ¿cuál era su posición •
No hallamos respuesta. Lo mismo ocurre con el tema de la neutralidad o no de (tul.,
hacia el jefe riograndense. " L a v e r d a d d e l h e c h o e s q u e e l g o b i e r n o d e O r i b e p e r m i t í a ,,
l o s r e v o l u c i o n a r i o s d e R í o G r a n d e c u a n t o q u e r í a n h a c e r e n l a f r o n t e r a s o p r e t e x t o ,/.
n e u t r a l i d a d , y n e g a b a a l a s a u t o r i d a d e s l e g a l e s d e l B r a s i l l o s m e d i o s d e s o f o c a r /,,
h a c e d e r o h a lla r d o c u m e n to s o fic ia le s en d o n d e la s re v o lu c io n e s s e su c e d e n u n a s a o tr a s
lu z p a r a la r e la tiv a . E n d o n d e n o h a y ti e m p o m a te r ia l, p o r d e c i r l o a s í, p a r a d e d i c a r s e a l
en m a n o s q u iz.á m e n o s a p ta s , o en lo s e m p o lv a d o s a n a q u e le s d e lo s a r c h iv o s p ú b lic o s,
d e sg ra c ia d a m e n te m in o ra d o s d e la s p á g in a s m á s p r e c io s a s d e la H is to r ia y q u e s e han
s in o lo s h o m b r e s lo s q u e s e d e f ie n d e n , p r e c o n i z a n y s e c o n s i g n a n a la p o s t e r i d a d " . (30)
Pueden tomarse estas afirmaciones como testimonio de los acatares de los documen
tos públicos y privados durante nuestro convulsionado siglo XIX. Pero en relación al
documento en si y su utilización por de Pascual cabe hacer algunas precisiones:
Io Se encuentran traducidos aquellos que están en otra lengua. "Los m u ch os d o cu
m e n to s , lib ro s, f o l le t o s y p e r ió d ic o s q u e h e d e b id o c o n su lta r, e s tá n en d if e r e n te s id io m a s ,
res y e l c o r r e g ir lo s e s un s e r v ic io q u e s e h a c e a la s le tr a s c o n ta l q u e se r e s p e te e l v a lo r
d e la s p a la b r a s . L o s p r im e r o s h o m b r e s d e a r m a s d e e s ta s R e p ú b lic a s , lo s m á s e m in e n te s
p a tr io ta s , e n g e n e ra ! , n o tu v ie ro n tie m p o p a r a p u lir s u s a p e n a s c o m e n z a d a s n o c io n e s d e
la s c ie n c ia s, y m u c h o s d e e llo s s e f o r m a r o n a c a b a llo c o n la la n z a e n la m a n o y un lá p iz
pesar de haberse escrito mucho era poco hacedero hallar documentos oficiales en un país
“ d o n d e l a s r e v o l u c i o n e s s e s u c e d e n u n a s a o t r a s c a s i s i n t r e g u a s " . Agrega que junta
mente con los hombres desaparecían de la escena los autógrafos que podrían suministrar
la verdad histórica absoluta y tal vez arrojar mucha luz para la relativa. (35)
7o Hace hincapié en la asombrosa multitud de proclamas, bandos, órdenes y decretos
provenientes de los caudillos, “a z o t e s d e e s t a s l i b e r t o s a s y d e s g r a c i a d a s c o m a r c a s " .
“S o n lo s a m e ric a n o s, en g e n e ra l, verbosos e im a g in a tiv o s. P ero lo s de o rig en íb e ro
c o s a s p o r la in fid e lid a d d e lo s c o n ta d o r e s d e p e r ió d ic o s d e l R ío d e la P la ta , q u e si no
lo s h o m b r e s d e e s to s p a ís e s n o lia y p la c e r en in v e s tig a r la v e r d a d y s ir v e n d e h is to r ia
tr a d ic i o n a l lo s e s c r ito r z u e lo s q u e v e n d ie r o n s u s p lu m a s a q u ie n m e j o r le s p a g a b a .
I', ', Ii i i i i m in e a s e r v ir d e b a s e s p a r a la H is to r ia lo s d ia r is ta s a d u la d o r e s d e R o m o t
n e o s " . Aquí habría que hacer dos apreciaciones: (I) los “diarios aduladores de Rosas
de la f a m a p a tr ia , a! d ó c i l p o l í t i c o q u e lo s c o n s u lta , a c e r c a d e lo q u e o y e r o n , d e lo q u e
e x p e rim e n ta ro n , de lo que no q u isie ra n h a b e r p re se n c ia d o , cada cual a su ta la n te , es
ie s e l c u ñ o d e la v e r d a d a b s o l u t a o r e la tiv a , e l s e l l o d e l d is c e r n im ie n t o , d e la i m p a r c i a l i
dad y del c rite rio , sacando a lu z del la b e rin to de lo s hechos a is la d o s, lig a d o s a lo s
Faculta
e l le n g u a j e d e la v e r d a d c o n m e s u r a , s a n g r e f r ía , i m p a r c i a l i d a d y b u e n q u e r e r " .
des todas estas que, conforme a la síntesis expuesta, no alcanzó por asomo de Pascual a
utilizar.
Imperio, monarquía, providencia, son tres ítems que guían a de Pascual en su obra.
Lste cronista conocía muy bien los pormenores del imperialismo, sus caracteres genera
les, su forma de manifestarse. Obsérvese que este español abrasilerado que vivió en el
Brasil imperial, vio, como europeo, a la inmigración en su faz de única forma acertada
ele penetración europea en América Latina. Solicitó de quien correspondiera el abandono
de las viejas políticas de ocupación militar por esta nueva del establecimiento de inmi
grantes. Es el europeo el que recuerda la hábil política romana de colonización, así como
la de los Estados Unidos de Texas y Nuevo México. Es el político imperialista -con
rasgos de visionario porque la Europa de 1870 aplicó en su expansión por el mundo esta
práctica- que escribe y observa a la inmigración como una válvula de escape de las
tensiones sociales urbanas y rurales del Viejo Mundo y como consumidora de los pro
ductos industrializados de la metrópoli. Léase: " E l g a b i n e t e i¡iu j l i n i e r a t e n e r a s c e n d i e n
p o b le m o s y gobernadores p o r m e d io de la in m ig ra c ió n . A q u el p u e b lo -a ñ a d e- pesará
m á s en la b a la n z a p o l í t i c a d e l N u e v o M u n d o q u e m a y o r n ú m e r o d e b r a z o s m a n d e a la s
¡dazas su d a m e ric a n a s (...) E uropa superabunda en p o b la c ió n a p líc a la y p ro le ta ria .
d a n d o n u m e r o s a s m a s a s a la A m é r i c a d e l S u r ¡ m e d e c r e a r en e s t a s r e p io n e s n e c e s i d a d e s
v e l l o c i n o d e o r o ", (41)
Para evaluar esta apreciación de 1855, recuérdese por ejemplo la política ríe Bernar
do Prudencio Berro durante su presidencia (1860-1864) de nacionalizar nuestros desti
nos. Conni expresa el Profesor José Pedro Barran refiriéndose a la susodicha época (42),
los súbditos del Imperio del Brasil ertiti propietarios riel 30% del territorio nacional y
constituían la colectividad extranjera más numerosa: un 10 a un 15% del total de habi
tantes riel país. Dos hechos, asevera, tornaron peligrosa esta situación para la nacionali
dad oriental: Io) la concentración de sus estancias en la zona fronteriza con el Imperio;
2 ") la tendencia a recabar el auxilio del gobierno brasileño ante cualquier medida que
nuestra administración tomara y los hacendados riograndenses consideraran lesiva para
sus intereses. Y transcribimos -por su valor merece la pena no olvidarse- un documento
que recuerda el Profesor Barran sobre el tema. Son palabras de un diputarlo brasileño
ante las Cámaras Imperiales en 1845: " V e o , s e ñ o r e s , q u e t e n é i s u n a i d e a m u y e q u i v o c a
d a d e l p o d e r y d e lo s r e c u r s o s d e l Im p e rio . V o so tro s c r e é is q u e a l l í e n la lín e a o d iv is a
lla m a I m p e r io d e l B r a s i l ; p e r o e s p r e c i s o q u e s e p á i s q u e f e l i z m e n t e n o e s a sí. A l p a s a r ¡d
o tro la d o del Y apu aró n , señ ores, el tr a je , el id io m a , la s c o stu m b re s, la m oneda, la s
p e s a s , l a s m e d id a s , t o d o h a s ta la o tr a b a n d a d e l r ío N e p r o , to d o , to d o , s e ñ ó l e s , h a s t a la
Es de señalar que de Pascual veía sólo en Juan Manuel ríe Rosas los visos de una
política que hoy llamaríamos “ imperialista" para con el Estado Oriental y el Imperio del
Brasil (en este caso en pos de la secesión de Río Grande). " R o s a s i g n o r a b a c p t i z . á s e n
a q u e lla sazón que lo s rom anos su byu garon a lo s p u e b lo s e x tr a n je ro s , in tro d u c ie n d o su
le n g u a je , re lig ió n , le v e s y c o stu m b re s; q u e lo s su b y u g a ro n p o r e l a m o r a R o m a y d e su s
le y e s, q u e c o n te n ía n lo s á n im o s tu r b u le n to s. I g n o r a b a ta l roe q u e lo s b á r b a r o s d e l N o r te
d o m in a ro n lo s re sto s del Im p e rio de O c c id e n te por el in te r é s y la fu erza . Ignoraba,
s e g u i d o n a t í a ( á m e n t e p o r la v i o l e n c i a . I g n o r a b a , e n f in , p o r v e n t u r a q u e l o s a m e r i c a n o s
e x p lo ta n d o la s m im a s (s ic ) d e o ro d e C a lifo rn ia , N u e v o M é x ic o y d e ja n d o p a r tir im p u n e
del “imperialismo”, pasa a señalar la política rosista al respecto. Indica que en el Río de
la Plata podía obtener los mismos fines mandando desterrados al Estado Oriental a
millares de argentinos, ayudando a Lavalleja en sus revueltas, sembrando la desconfian
za entre los vecinos. Fingiendo, además, lisonjear el espíritu americano, con cuyo fraude
i. ,i i i . 1. i, i m i l i a vías violentas, anarquizándolo todo para hacer necesaria la tiranía, "<■
i,. , 111, e s lo misino”, su dominio. “ R o s a s n o e r a i n s t r u i d o , p e r o c o n o c í a a f o n d o a u n
m e \ , v d e e s t e c o n o c im ie n t o le h a b ía d e v e n ir a la s tita n o s u n d ía s u o m i n o s o p o d e r í o
R osos te n ía un p la n , y su s c o n c iu d a d a n o s y v e c in o s o b ra b a n a la v e n tu r a o c o n p a lia ii
vos v m e d id a s fa lsa m e n te d e n o m in a d a s d e m o d e ra c ió n " (44).
También -cabe acotarlo- supo vislumbrar la política imperialista de Inglaterra pni.i
con los pueblos hispanoamericanos: “ L o s p u e b l o s h i s p a n o a m e r i c a n o s e s v e r d a d q u e .se
in d e p e n d iza ro n de la m etró p o li esp a ñ o la . E m pero desde su in sta la c ió n en n a c io n e s
d e s p u é s b r a s i l e ñ a s , t r a t ó d e f o m e n t a r l a p a z., c r e a r h á b i t o s i n d u s t r i o s o s , h a c e r o l v i d a r l a
m ilita r”(46). Recuerda el rango obtenido por Fructuoso Rivera (brigadier general), al
mismo tiempo -escribe- que los gobernantes daban mayor importancia a los hombres de
ciencia, del clero, del foro “y d e l a s o t r a s c l a s e s d e l a s o c i e d a d , " “ ( . . . ) a m o r t i g u a n d o ,
en c u a n to e s ta b a a su a lc a n c e , e l e sp íritu v a g a b u n d o d e l g u e rr ille ro g a u c h o , e le v a n d o a
lo s m ie m b r o s d e l c u e rp o c iv il a lo s p r im e r o s p u e s to s a d m in is tr a tiv o s y p r o p o r c io n a n d o
y lo s s a la d e
a l l a b r a d o r e in d u s tr i o s o g a n a d e r o la p a z q u e p o n í a en m o v i m i e n t o la r e ja
ro s" (47). Hoy sabemos que esa “paz" era la que había logrado la oligarquía oriental en
alianza con el invasor y la complicidad del Directorio porteño, preocupados todos por
derrotar el “tiranuelo” -palabra de de Pascual- Artigas. Y que la Cisplatina implicó poner
al servicio luso-brasileño las riquezas del territorio oriental para su explotación. La paz
que impuso al ganadero fue para el engorde de los vacunos que irían a abastecer a los
saladeros riograndenses.
Sus juicios sobre lo que hoy denominamos “imperialismo” le llevó a catalogar a la
independencia que siguió a la Junta del 25 de Mayo de 1810 como “inoportuna” que
conduciría a sus protagonistas “a la degradación de 1834” . Y, de paso, emite una opinión
favorable de la política colonizadora española (de ahí lo de “inoportuna”) en todas las
materias: “ P o r q u e , e n v e r d a d s e a d i c h o , e s o s m i s m o s p a d r e s d e l a l i b e r t a d d e e s t o s
p a íse s lia n de c o n fe sa r p a la d in a m e n te que la m adre p a tria si lo s gobern ó con id e a s
a ñ e ja s , n o lo h iz o c o n tir a n ía ; s i lo s tr a tó c o m o a n iñ o s -acota- n u n c a lo s in su ltó c o m o a
(48). España habría echado fundamentos en sus colonias para levantar “grandes impe
la s
rios”. lo que no tendrían que agradecer los demás pueblos del continente de Colón a sus
respectivas metrópolis. Lo que se aprecia, dice, en los E.E.U.U. y en el Brasil es hechura
de su independencia. Lo que aún restaría en las colonias hispanoamericanas dataría del
tiempo de la Corona de España. “ L o s a m e r i c a n o s e s p a ñ o l e s s e c o m p l a c e n e n d e s t r u i r , ;
c o m o l o s n i ñ o s , a u n q u e e s t o s s o n e x c u s a b l e s p o r q u e n o t i e n e e d a d d e c r e a r ’’ ( 4 9 )
q u e la p r e c i p i t ó e l to r r e n te d e lo s a c o n te c i m i e n to s , n o p u d i e n d o p r e v e r q u e la e m a n c i p a
m e z q u in a s , en q u e lo s v e r d a d e r o s h é r o e s q u e d a r ía n e n v u e lto s en el p o lv o d e su s m ism a s
c o r r e r ía s , sin q u e s u s g lo r io s a s a c c io n e s p u d ie r a n p a s a r a la p o s t e r id a d s in o s a lp ic a d a s
p e r ió d ic o s a p r e c ia c io n e s fu e r te s, q u is q u illo s a s y p r e ñ a d a s d e d e sc o n fia n za . A l B r a s il le
to c a s e r m u y c ir c u n sp e c to y a l U ru g u a y m u y m e su ra d o . L a c o r d ia lid a d d e su s re la c io n e s
la s p o te n c ia s e x tra n je ra s d e a m b o s m u n d o s d e b e n d e s c a n s a r en la a u g u s t a p a l a b r a de
S .M .I . D . P e d r o II".
25n
A naves ile sus crónicas se aprecia además el manejo del tema de la influencia de
• i | i n i '- .
los onenlales desde los inicios de la Revolución, en Río Grande, con el propósito de
separar, la citada región, del Brasil. Inclusive -y aquí tomamos hechos claves ele nuestra
historia- en la 2da. invasión, la de 1X16, habría de parte de Portugal "neutralidad" y
“americanismo”. Justifica la presencia ríe las tropas mencionadas por la “anarquía” que
imperaba en la Provincia Oriental. " L a B a n d a O r i e n t a l e r a u n a v e r d a d e r a a n a r q u í a ,
c o n s titu y é n d o s e en un tira n o el q u e d e b ía s e r el lib e r ta d o r d e l p u e b lo en q u e n a c ie r a . L e
e c h a s e n d e m e n o s e l g o b ie r n o c o lo n ia l la s g e n te s d e v a le r q u e h a b ita b a n en la s c iu d a d e s
y en el ('a m p o " (53).
La participación del monarca portugués en la Provincia Oriental no sería otra cosa
que el recurrir a las armas en defensa de sus "derechos ultrajados" por el gobierno de
Buenos Aires. Artigas es observado como un "gaucho” que no conoció en su carrera más
ley que su voluntad y a trueque de que se ejecutara, no perdonaría vidas, ejerciendo los
actos más bárbaros para llegar a su objetivo. Sería el representante típico de los caudillos
y de la “barbarie” opuesta a la “civilización” conforme a la fórmula de Sarmiento que ríe
Pascual hace suya. Reconoce en el jefe de los Orientales “momentos” de hombre en
intervalos “lúcido" y en Miguel Barrciro el autor de los consejos que recibiera con actos
plenos de “bajezas y vergüenzas”.
"Es -arguye (54)- d o te d e lo s c a u d illo s e l s e r m e n g u a d o s d e in te lig e n c ia en g e n e ra I y
d e slu m b ra n a l p u e b lo y e l e sp íritu d e l m a l se a p r o v e c h a d e la s a p a r ie n c ia s p a r a p o n e r
su p ro p io e n g ra n d e c im ie n to , o b c e c a d o p o r el e g o ís m o -c a lid a d in h e r e n te a l h o m b r e p e r o
ro s a ñ o s d e su e x is te n c ia p a r a c o n lo s la b r ie g o s d e C u r u g u a ty ! ” (55).
No vamos a encargarnos de valorar esta posición, tarea que fue realizada ya desde la
segunda mitad riel siglo XIX cuando se comenzó a combatir la “Leyenda Negra” de
Artigas. Sólo recordaremos -para responder a esta afirmación del engrandecimiento
“obcecado por el egoísmo” -aquellas palabras del Jefe de los Orientales que dan por
tierra con ese juicio: " P i e n s e n U d s . -aseveraba (56)- p o r s í m i s m o s , o b r e n p o r p r o p i a
in s p ir a c ió n , r e s u e lv a n ; n o m e lo c o n s u lte n to d o , r e c u r r a n a l p u e b lo ; h á g a n lo s e r y
p e n s a r ta m b ié n e n é l: s e a n u d s. lib re s, c o n s c ie n te s , r e s p o n s a b le s d e s u s a c to s " .
Transcribe el texto de la Convención y sostiene que pese a que tuvo pérdidas, el Brasil
ganó " e n c i e r t o m o d o p o r q u e v i o d e s a p a r e c e r -escribe- d e l a e s c e n a e l e s p í r i t u m i l i t a i ,
(...) lo q u e le p r e s e r v ó d e v e r s e e x p u e s to a lo s v a iv e n e s d e la a m b ic ió n d e lo s c a u d illo s
v a sto p a ís en ta n ta s fr a c c io n e s p e o r e s o se m e ja n te s a la s q u e p o r d e s g r a c ia d ila c e ra ra n
texto de marras aspectos negativos como el hecho de que se convirtió el Estado Oriental
en el escenario de los combates más reñidos que presenció la América Ibera. Agrega que
Buenos Aires perdió lo que tanto ambicionaba -el puerto de Montevideo- que Brasil
jamás tuvo en sus mientes el descabellado pensamiento de conquistar el territorio oricn
tal (58), desconociendo con ello la tradición secular de buscar las fronteras naturales del
Brasil en el Río de la Plata y de no aceptar lo firmado en los tratados. De Pascual no
analizó -o no quiso analizar- cómo la Convención Preliminar de Paz de 1828 se constilu
yó en una excusa para la intervención de los beligerantes en los asuntos internos de la
nación oriental. Sin embargo, sí tiene argumentos (o al menos los presenta) que resultan
endebles, como se verá, para justificar la no presencia de delegados orientales en las
negociaciones. “ E s t e ó b i c e n o t i e n e h o n d a s r a í c e s s i a t e n d e m o s a i p i e l a B a n d a O r i e n t a l
te n ía dos g o b ie rn o s: el de M o n te v id e o y el de la F lo rid a , p r o v is o r io y no reco n o cid o
o tr o s , p o r q u e la P r o v in c ia C is p l a ti n a e s t a b a a n e x a d a p o r d o c u m e n t o s v a c to s p ú b lic o s al
B ra sil y sien d o este uno de lo s c o n tr a ta n te s no h a b ía lu g a r p a r a la p r e s e n c i a de su s
R e p ú b lic a d e la s P r o v in c ia s U n id a s, d e s u e r te tp ic h a s ta e s to s d o s E s ta d o s c o n tr a ta n te s
c o n v in ie r o n en r e n u n c ia r a su p o s e s ió n y m ás o m e n o s b ie n o m a l fu n d a d o s d e re c h o s, no
se p o d ía y g e n u in a m e n le a l p u e b lo o r ie n ta l " (59).
lla m a r a n a d ie q u e re p re se n ta se le g a l
a lz a d o s co n e l p o d e r, h a b la n en to n o m a g is tr a l d e h o n o r y le a lta d , c u a n d o a n te s d e v e r s e
e n tr o n iz a d o s lo q u e m e n o s le v e n ía a la s m e n te s e r a n e s o s d e b e r e s s a g r a d o s d e h o m b r e s ,
p a tr io ta s y m ilita re s. lis te ju e g o s a c r ile g o d e p a la b r a s h a v e n id o a p a r a r en d e s a c r e d íte n
lo m á s s a g r a d o d e un p u e b lo -su lio n ta y la a u to r id a d . E l q u e a y e r c o n s p i r a b a s e to r n a
h o y f e r v ie n te a p ó s t o l d e l d e b e r y d e la s u m is ió n a la a u to r id a d , y d e e s t a m a n e r a o b ti e n e
id é n tic a f a l s e d a d y f a lta d e p u n d o n o r, lo s re p u ta a to d o s h e c h u r a d e l m is m o m o n s tr u o -e l
e sp íritu d e d o b le z " (62).
Escribíamos líneas arriba que Imperio, monarquía y Providencia eran tres Ítems que
guían a Antonio Deodoro de Pascual en su obra. Hemos analizado el primero; veamos los
restantes. Monarquía. Al respecto los dos tomos publicados en 1864 manifiestan una visión
favorable a esa forma de gobierno personificada en el caso del Brasil en cuya defensa sale
en multitud de oportunidades, alegrándose en una de ellas que no hubiese caído en ser lo
que llama una “republiqueta” como eran a su juicio las hispanoamericanas. Ello le lleva a
ver con perspectiva más que crítica -despectiva, diríamos- a los personajes hispanoameri
canos, particularmente rioplatenses. " A t a d o s e v e e l h i s t o r i a d o r e n e s t o s a ñ o s (primeras
presidencias orientales) p o r q u e e s t a n m e z q u i n o e l c a m p o d e a c c i ó n , t a n p i g m e o s l o s
p e rso n a je s que en él ju e g a n , ta n m enguadas la s e sc e n a s, c irc u n sc rita s c o m o se lu d ía n a
in tr ig a s , c e lo s, i n j u s t i c i a s , e n v i d i a s , d e s e o s d e m a n d a r y o t r a s f l a q u e z a s d e e s t e ja ez., q u e
s e lia d e d o b l e g a r a ll e v a r s o b r e s u s e s p a l d a s e s te a b r u m a n te p e s o p a r a ll e g a r a é p o c a s en
q u e e l h o r iz o n te s e a la r g u e y lo s c u a d ro s y su s p r in c ip a le s g r u p o s to m e n ta m a ñ o s si n o
g ra n d io so s, n a tu ra le s a lo m e n o s y m á s co n fo rm e a la n o b le z a d e l c o r a z ó n hum ano que
o b la , n o lia g o b e r n a d o a ú n . S ie m p r e e s b ie n re c ib id o p o r el p u e b lo p o rq u e n o espera
te. entiende que un Presidente es un niño que ha cursado en la escuela o jugado con los
demás niños, “cuya vida se sabe hasta en los menores detalles", cuyos vicios y virtudes
son del dominio público. Su carrera está más o menos ensimismada con la de sus
paisanos, cuya fisonomía está estudiada diaria y familiarmente en la calle, en la casa, en
público y en privado, por lo cual, señala, dificilísimo le es ocultar a sus compatriotas lo
que siente, lo que piensa, “lo que holgara esconder en los pliegues de su corazón” . Un
presidente sería un simple ciudadano, un hombre con cualidades y defectos conocidos, a
quien se tuteó, con quien se comió, anduvo y “acaso a quien se trató con desprecio. “ U n
P re sid e n te no tie n e m ás b rillo que el que le d ie ro n o le darán sus a c to s, e sc rito s o
e n tr a en la m a s a c o m ú n d e l p u e b lo . D e m o d o q u e p o c o s s o n lo s q u e n o le c o n o c e n , e n u n
p a ís p eq u eñ o , ta n ín tim a m e n te q u e n o p u e d a n a d i v i n a r p o r s u s g e s t o s ¡o q u e s e e s c o n d e
en su c o ra zó n ” (66).
Nueve años antes de escribir sus A p u n t e s ( . . . ) , en 1855, de Pascual emitió su opinión
sobre el régimen parlamentario en el cual encontraba defectos y no virtudes: “ ( . . . ) v a e s
a ñ e jo en el ré g im e n p a rla m e n ta rio el d e sv ia rse de la s c u e stio n e s v ita le s , tr a ta r con
dos ideas fundamentales a nuestro juicio que merecen ser observadas: una miopía sobre
la esencia del régimen parlamentario pues si bien puede llegarse a veces a discutir
“pequeñeces”, se discuten, es decir, se tratan los temas importantes y aquellos que no lo
son y con ello -con el mero hecho de discutir, tratar- se construyen las Repúblicas ajenas
al silencio y distanciamiento súbditos-Rey, de las monarquías, o súbditos-Emperador en
los Imperios, como -cabe señalarlo- no con el criterio que manejamos ya había tratado el
autor de marras en un pasaje transcrito líneas arriba. Segundo: una tendencia favorable
al autoritarismo- esencia de la monarquías e imperios- pues de lo que se trata a ojos vista
es el “desprestigio” de la autoridad en las Repúblicas. Y esto lo decimos conscientes de
que las Repúblicas hispanoamericanas no se caracterizaron precisamente por su estabili
dad. Fruto ello, corresponde aclararlo, de la “situación colonial", impuesta por España,
en el caso de Iberoamérica, reflejada en la escasa participación política que daba la
metrópoli a los criollos en el manejo ríe los asuntos públicos. Recordemos cómo la
tendencia monárquica de los políticos bonaerenses (no sólo exclusiva de estos), durante
el período artiguista, encerraba un concepto elitista según el cual solo las minorías
cultas, distanciadas de las masas urbanas y rurales, podían dirigir las regiones del Río de
la Plata y -por qué no- de América hispana, preferentemente, conducidos además desde
la cúspide por príncipes o infantes europeos. Argumentando para ello lo mismo que
maneja ríe Pascual en su obra de marras: “ N o h a l l á n d o s e p r e p a r a d o s , e n v e r d a d , e s t o s
p u e b lo s p a r a g o b e r n a r s e p r o s í m ism o s, d e b ía n su frir la s c o n se c u e n c ia s d e su p r e m a tu r a
i n d e p e n d e n c i a ” (68). Constituyen también las argumentaciones que las clases altas orien
ra za s. E l h o m b r e d e c o lo r y e l b la n c o so n in stru m e n to s d e su g r a n d e z a y d e su sa b id u ría ,
(73). Se transforma la
sa n g re , y d ie r a a la B a n d a O r ie n ta l su lib e r ta d e in d e p e n d e n c ia "
Providencia -Dios- en la Sabiduría Divina cuando del Estado Oriental se trata: " L a
S a b id u ría D iv in a , en su s in e sc ru ta b le s a rc a n o s, tie n e r e s e r v a d o a e ste p a ís un c á liz d e
a m a r g u r a s y ta l vez, lo s g o c e s d e la p r o s p e r i d a d a l a p u r a r s u s h e c e s " .
d e D io s sa cu d e, c o m o el fu r io s o v e n d a v a l, lo s p la n e s d e lo s d ís c o lo s y q u e su c le m e n c ia
p r o te g e a lo s d e s v a lid o s b a jo e l p o d e r d e su s o m n ip o te n te s (d a s " (74).
Su determinismo religioso alcanza mayores magnitudes, así como un mejor esclareci
miento cuando asevera: " E l m é d i c o , b i e n a s í c o m o e l h i s t o r i a d o r , d e s e n t r a ñ a n d o a m b o s ,
c o n e l e s c a l p e l o e n la m a n o , e l te j id o m u s c u la r d e la v id a d e l h o m b r e y d e lo s p u e b lo s ,
son lo s m ás a rd ie n te s co n feso res de la e x iste n c ia de un Ser Suprem o que rig e con
indicar que el espectro de Artigas se alzaba en tierra paraguaya para contemplar los
retoños de destrucción que sembrara hacía veinte años “en sus vandálicas correrías” :
" P o r m á s q u e lo s e sc é p tic o s, lo s r e n e g a d o s d e u na P ro v id e n c ia D iv in a , s e e sfu e rc e n en
n e g a r q u e h a y v e r d a d e s e te rn a s, lo s h e c h o s o s a b r u m a r á n s ie m p r e c o n su p e s o im p o n d e
d u r a s . P o r q u e a q u í, e n lo s E s ta d o s b a ñ a d o s p o r e l P la ta e s p e c ia lm e n te , e l h o m b r e p u e d e
lla m a rse in c o m p le to sin su c a b a llo . El gaucho v ive , com e, bebe, ca m in a , duerm e, des
can sa v conversa co n su c o rc e l, c u a l c o m p a ñ e r o in s e p a r a b le " (78).
Traza -como el Profesor Oddone señalara-bocetos psicológicos o pincelazos que
pretenden caracterizar a los personajes y sus seguidores. Recuérdese la comparación
entre Rivera y Rosas, y téngase presente la siguiente que corresponde a su visión de lo
que era un "federal” porteño hacia la década de 1830: “ I m a g í n e n s e n u e s t r o s l e c t o r e s q u e
se le s p re s e n ta se de sú b ito un m o re tó n a lto , c e trin o , con exageradas p a tilla s n egras
m u d a s a p o b la d o s b ig o te s, s o m b r e r o c a la d o h a s ta lo s o jo s c o n u n a c in ta a n c h a c o lo r a d a
oscu ro , a lg u n a s v e c e s c o lo r a d a , b o r d a d a d e n e g r o c o n p ro fu sió n , c o lg a n d o d e l o ja l u n a
c in ta c o l o r a d a d e c u a tr o d e d o s d e a n c h o y un p a l m o d e la r g o , c o n e l r e t r a to d e R o s a s en
DESD E EL AÑO
GUAY
DE 1810 H A S T A EL DE 1859;
POR
A. D. DE P,
, . -< *
MIEMBRO DEL INSTITUTO HISTORICO Y CFOCRAPICO DEL BRASIL. Y
T OMO II
AÑOS DE N - S - J . C . D E 1810 Á 1859.
(1 ) Apartado de la Revist a Histórica
[ .a h i s t o r i o g r a f í a u r u g u a y a c u e l s i g l o X I X . A p u n t e s p a r a s u e s t u d i o .
de la Universidad (Segunda época), Montevideo. 1959.
(2 ) Idem. Pagina X.
(3 ) Ibidcm.
(4 ) A p u n t e s ( . . . ) lom o I, página329.
(5) Idem lom o 2. Página 25.
(6 ) Idem Paginas 1X8 W). Como se verá lejos estuvo Antonio Deodoro de Pascual de la objetividad por
él proclamada l úe un escritor del Imperio del brasil en una época en que este gravitaba en nuestro
país política, social, económica y culturalmente como hemos señalado.
(7 ) Idem. Página 139 Sin embargo corresponde anotar que en el Prólogo (lomo I, página V III) indica que
no ha de ser diluso en el preámbulo de unos apuntes “ modestos sin ínfulas deHistoria” .
(8 ) En l . a A m e r a n d e l S u r . Año I N °4. Montevideo, 25 de lebrero de 1855. Pág ina 28.
(9 ) A p u n t e s ( . . . ) lomo 2. Páginas 219.220.
(10) En: l . a A n u í a a d e l S u r ()b. cit. Año 1. N °2. Montevideo, 11 de febrero d e 1855. Página 9.
(11) Idem. Ano I N" I ( )b cit. Página 28.
(12) Ibidcm
( 13) En: l . a A n u í a a d e l S u r Año I. N ° 5. Montevideo, 4 de marzo de1855. Págin a 37.
(14) A p u n te s ( ) lomo I Página 151.
(15) En: l . a A n u í a a i l e l S u r Ibidcm (Nota 13).
(16) Idem. Ano I N" 9 Montevideo. Io de abril de 1855. Páginas 66- 67.
(17) Idem. Ano I N"1 Montevideo, 4 de marzo de 1855. Página 29.
(18) Ibidcm
(19) Idem. Ano I N" 5 Montevideo. 4 de marzo de 1855. Página 37.
(20) Idem. Ano I N" 10 Montevideo 8 de abril de 1855.
(21) Idem. Ano I N" II Montevideo, 15 de abril de 1855. Páginas 91- 92.
En el Piologo de los "Apuntes (...)” , Tomo I, página IX, manifiesta: " I d ( p i e i n t e n t a r e e s c r i b i r l o s
h e c h o s (p ie lia n te n i d o lu g a r e n e s t a s R e p ú b l i c a s y lo s v e c i n o s p a í s e s d e s d e 1 8 1 0 h a s t a n u e s t r o d ía s .
J o r r a d o s e lia d e v e r a t u r a r b io g r a fía s p o r q u e ú n ic a m e n te d e e lla s p u e d e n s u r g ir h e c h o s n a c io n a
le s " . ¿Trazo lim p iab as' Creemos que no. Sus realizaciones se acercan a bocetos psicológicos más que
datos sobie la vida de tal o cual personaje. Salvo que entendiera a aquella como boceto psicológico,
precisamente
(22) Ibidcm
(23) A p u n te s ( ) ( )b cit lomo I Página 246.
(24) Idem Pajona 3 9 /
(25) Idem Pagina (3 I
(26) Idem lomo 3 Pajonas Ib 17.
(27) Idem P a j o n a 9 ( >
(28) ld{Oii Pajona 3XX
(29) Idem. Pajona (30
(30) A p u n te s ( ) lomo I Pajona VIII.
(3 I ) Idem Pajona V
(32) Adveiteiu la a los A p u n t e s ( ) Paginas XI- XII. Es el caso de cartas de Fructuoso Rivera al Comandante
11ii 1ii ai de ( Vno I aij ’o No explica el motivo de dicha actitud. A p u n t e s ( . . . ) . lomo 2. Página 480.
(33) A p u n t e s ( ) lomo 3 Pajona 1 0 9 . También en la página 394. “ El Gobierno presentó a las Cámaras un
mensaje espío lal dando ( nenia de sus actos relativos a la sublevación capitaneada por el general
Riveia, i uyo do. milenio apareció en el N° 2.229 d e “ El Universal” , pero como juzgamos de poca
impoiiam la la. la/ ones del Ejecut ivo para cohonestar sus desmanes, no hacemos más que indicar la
ex ist an i .i de este lie. lio''
Pensamos que es mpisio su pioccdcr y que el documento merecía difundirse en el texto.
(34) Idem lomo I Adveilcm la Pajona V
(35) Idem Pajona VIII
(36) A p u n te s ( ) lomo 3 Pajonas 156 157.
(37) Idem Pajonas I ‘>X I >9
(38) Ihulem I de li o ei nolai que de Pascual poseía documentos. Tomo 2, página 365: (...) v a l g u n a s
<a i t a s ,/, S e i \ >nuh> <i o m e .■ <i d o n A l e j a n d r o B r e s q u e q u e o b r a n e n n u e s t r o p o d e r ".
(39) A p u n te s t ) l o m o I Pajona 180 Id acontecimiento: páginas 180- 182.
(40) Idem Pm lopo Pajonas IX X
(41) En: L a A m é r i c a d e l S u r . Año I, N° I Montevideo, 4 de febrero de 1855. Pagi na 2.
Hallamos en la idea expresada la que manejaría el colonialista Cecil Rhodes en la década de 18 / n . ».
Inglaterra, como medio de solucionar los conflictos internos. De Pascual con sus aseveraciones li.m .
justicia a aquella máxima de que el imperialismo " e s u n a c u e s t i ó n d e e s t ó m a g o " .
(42) José Pedro Barran. A p o g e a y c r i s i s d e l U r u g u a y p a s t o r i l y c a u d i l l e s c o . Montevideo, E.B.O., I '* ' l
Página 8 1.
(4 3 ) Antonio Deodoro de Pascual. A p u n t e s ( . . . ) . Oh. cit. Tomo 2. Páginas 192- 193.
(44) Idem. Tomo 2. Página 193.
(45) Idem. Tomo 2. Página 105.
(46) Idem. Tomo I. Página 153. Además al crit icar el imperialismo inglés olvidó - aspecto inexcusable en - I
como cronista si no como “ historiador” - escribir sobre los vínculos entre Inglaterra y Portugal, desde . I
Tratado de Methuen en 1703, así como la gravitación de la diplom acia inglesa acrecentada en esto ,
lares cuando el traslado de la Corte portuguesa a Brasil.
(47) Ibidem.
(48) Idem. Tomo 2. Página 213.
(49) Ibidem.
(50) Antonio Deodoro de Pascual. A p u n t e s Tomo 1. Advertencia. Página 11.
(51) Juan Zorrilla de San Martín. I . a E p o p e y a d e A r t i g a s . Tomo II. Luis Gili Librero- Editor. Barcelona
M C M XV III. Página 17.
(52) En: L a A m é r i c a d e l S u r . Año I. N °4. Montevideo, 25 de febrero de 1855.
(53) A. 1). de Pascual. “ Apuntes (...)” . Ob. Cit. Tomo I. Página 42. Obsérvesecómo juzgaba el cronista de
marras la coincidencia de metrópoli y colonia en lares brasileños al despuntar el siglo X IX : " I . a
lle g a d a d e la f a m ilia r e a l d e B r a g a n z a a la v e c in a c o lo n ia fu e u n a v e r d a d e r a fe lic id a d p a r a e l h a s ta
e n to n c e s d e s c u id a d o te r r ito r io , q u e v io a b ie r to s s u s c e r r a d o s p u e r to s a l c o m e r c io d e l m u n d o , e n t r a n
d o d e e s te m o d o e n r e la c io n e s c o n lo s p u e b lo s c iv iliz a d o s d e q u e e s ta b a s e p a r a d a , c o m o s i J u e r a la
C h in a o e l J a p ó n d e IS O S . (A.D. de Pascual. Ob. cit. Tomo 1. Página 96).
(54) Idem. Tomo I. Páginas 65- 66.
(55) Ibidem.
(56) Juan Zorrilla de San Martín. Ob. Cit . Tomo I. Página 619.
(57) A. I). de Pascual. Ob. cit. Tomo I . Páginas 353- 354.
(58) Nótese que de la lectura del texto surgen argumentos criticables: concesión de laindependencia de la
Banda Oriental, organización de un Gobierno Provisorio que establecería una Constitución sujeta a
examen por las partes contratantes (...) p a r a e l ú n i c o f i n d e v e r s i e n e l l a s e c o n t i e n e a l g ú n a r t í c u l o o
a r t í c u l o s q u e s e o p o n g a n a l a s e g u r i d a d d e s u s r e s p e c t i v o s E s t a d o s " (Art ículo VIII). Además estable
cía la posibilidad del intervencionismo de cualquiera de las partes, la presencia de 1.500 soldados de
las Provincias Unidas y otros 1.500 brasileños hasta pasados 4 meses de la instalación del Gobierno
Provisorio como fuerzas “ pasivas y de observación” .
(59) Idem. Tomo I. Páginas 354- 355.
(60) Debemos precisar que la figura de Fructuoso Rivera aparece con pincelazos ora favorables como
desfavorables para el caudillo. Así, por ejemplo, afirma (Tomo 2, página 24) que no estaba dotado del
carácter ni de la inteligencia de Rondeau. Más adelante (idem. página 59) traza este retrato de Don
Frutos: " R i v e r a n o e r a n i l i b e r a l n i m e z q u i n o , p e r o s í p r ó d i g o ; n i c r u e l , n i h u m a n o , e r a d é b i l d e
e s p ír itu y c o n d e s c e n d ie n te ; n i o r g u llo s o , n i v e r d a d e r a m e n te a m a b le , m a s lla n o e n d e m a s ía p a r a s e r
j e f e d e u n p u e b lo . P o r fin . n a d ie m e n o s a p to q u e é l p a r a s e r je fe d e u n p u e b lo . P o r J in . n a d ie m e n o s
a p t o q u e é l p a r a d e s e m p e ñ a r la a l t a m a g i s t r a t u r a c o n q u e s e le a c a b a b a d e i n v e s t i r L a s t r a b a s q u e le
im p o n ía la C o n s titu c ió n e r a n d ia m e tr a lm e n te o p u e s ta s a s u s c o s tu m b r e s y p a r a R iv e r a la s e tiq u e ta s y
Aciert a - y aquí nos guiamos por los aportes historio-
d e b e r e s d e su c a r g o e ra n u n p o tr o d e m a r tir io " .
gráficos- en verle pródigo, opuesto a los límites constitucionales y a las etiquetas y, como ex plica en
otra ocasión, reacio a vivir en la capital y gustoso de establecerse en la campaña donde se encontraba
más a sus anchas.
(61) Juan E. Pivel Devoto. Prólogo a E l c a u d i l l i s m o y l a R e v o l u c i ó n A m e r i c a n a . P o l é m i c a . Montevideo.
1966. Colección de Clásicos Uruguayos. Vol. I 10. Página XIX.
(62) A.D. de Pascual Ob. cit. Tomo 2. Página 25. En la página 409 escribe que los caudillos americanos son
idénticos, siendo el fondo de sus actos la traición, el deseo de mandar, la ambición de enriquecer “ (...)
y la id e a d e h a c e r d e s u d e s g r a n a d a p a tr ia u n p a tr im o n io v ita lic io , s in q u e e n tr e e n s u s m e n g u a d a s
c a b e z a s e l b ie n e s ta r d e la N a c ió n n i p o r e l a r r a b a l d e l e n te n d im ie n to " .
(63) A.D. de Pascual. Ob. cit. Tomo 2. Página 206.
(64) Idem. Tomo I. Páginas 184- 185. Es de hacer notaren esta oportunidad su afirmación de que la política
luso- brasileña no buscó ocupar puestos públicos. Hecho este que nos sirve para recordar que de
Pascual reconoció en los hispanoamericanos todo lo contrario, esto es. lo que denomina “ em pleoma
nía” . " S e h a c e l a a c u s a c i ó n a l a r a z a l a t i n a d e q u e r e r v i v i r l a m a y o r í a d e s u s h o m b r e s d e e d u c a c i ó n a
e x p e n s a s d e l lis ta d o , y la e m p le o m a n ía e s la c a u s a , n o d ir e m o s p r im o r d ia l e m p e r o s í s u a lle g a d a , d e
m u c h o s d e lo s tr a s to r n o s q u e e n lu ta n la s n a c io n e s ib e r o a m e r ic a n a s , s in m e te r n o s e n lo q u e s u c e d e e n
E uropa. C u a lq u ie r a d v e n e d iz o se im a g in a c o n d e r e c h o a o c u p a r lo s c a r g o s p ú b lic o s y p a r a e llo n o
titu b e a en s u b ir y b a ja r e s c a le r a s , echando m ano del em peño -c a rc o m a d a ñ in a de lo s E s ta d o s - x
(Tomo 2. página 62). Como juicio resulta
o lv id a n d o s i le a s is te y s i h a r e c ib id o e d u c a c ió n a d I to c " .
apresurado, injusto y contradictorio. Recordemos en primer lugar, por ejemplo, durante la Patria Vieja,
las palabras de Artigas al Cabildo Gobernador de Montevideo, el 12 de agosto de 1815 que, si bien
corresponden al marco de una Provincia “ indigente” como la Oriental de 1815, adquieren validez
como normas de buena administración. “ T o d o p o r a h o r a e s p r o v i s o r i o y p o r l o m i s m o r e e n c a r g o a V.S.
n o s e m u ltip liq u e n n i la s a u to r id a d e s n i lo s a d m in is tr a d o r e s , n i o tr o s p u e s to s q u e g r a v e n lo s f o n d o s d e
e s ta in d ig e n te P r o v in c ia ( ...) P o c o s , b ie n d o ta d o s y c o n m o v id o s p o r la r e s p o n s a b ilid a d s e r ó n s u fic ie n
te s p a r a lle n a r s u s d e b e r e s ys e r ú tile s a l p a ís q u e lo s a lim e n ta . E s ta e s m i id e a V.S., c o n a r r e g lo a e lla ,
(En :W. Reyes Abadie, Oscar H. Bruschera y Tabaré Melogno. D o c u m e n t o s d e H i s t o r i a
tir e s u s lín e a s " .
N a c i o n a l y A m e r i c a n a . T il C i c l o A r t i g u i s t a . E. Medina. 1951. Tomo II. Página 465. Cabe considerar
además el peso que tuvo en el siglo X IX el hecho que los funcionarios públicos no cobraban su sueldo
periódicamente, lo que indica tácitamente que no eran privilegiados. Tomemos las palabras del mismo
de Pascual - de ahí lo contradictorio que indicáramos líneas arriba- en especial cuando se refiere a los
inicios de la segunda presidencia de Fructuoso Rivera: “ H e a h í a R i v e r a e n e l p o d e r . H a c e h o r a s , c o m o
q u ie n d ic e , q u e le e je r c e y y a n o fa lta n d e s c o n te n to s p o r q u e e l e r a r io n a c io n a l s e h a lla e x h a u s t o y.
e x c e p to la tr o p a , a la q u e s e le h a d a d o e l d ía d e la e n tr a d a tr iu n fa l d e s u j e f e , d ie z d u r o s , lo s d e m á s
e m p le a d o s n o h a n r e c ib id o u n m a r a v e d í y p o c a e s p e r a n z a a b r ig a n d e q u e m e jo r e s u s u e r te , s i v u e lv e n
l o s o j o s a l h o r i z o n t e q u e l o s r o d e a " . (A.D. de Pascual. Ob. Cit. Tomo 2. Página 247. Por último, ¿qué
decir de la burocracia lusobrasileña durante la Cisplatina, abultada y acompañada por títulos, empezan
do por el mismo Lecor?
(65) A l), de Pascual. Ob. cit. Tomo 2. Página 259.
(66) Idem. Tomo 2. Página 260.
(6 7 ) En: L a A m é r i c a d e l S u r . Año I. N °4. Montevideo, 25 de febrero de 1855. Pá gina 1.
(68) A.D. de Pascual. Ob. Cit. Tomo I. Página 41. Lo que de Pascual no dice claramente en 1864 es cómo
en la época de la independencia del Brasil, este país descansaba en un 6 0 % de mano de obra esclava en
una población de 3.500.000 almas donde las “ inconfidencias” y las revoluciones republicanas indepen-
dentistas, como el motín pernambucano de 1817, alteraban la presunta “ paz pública” . Producido el
grito de Ipiranga en 1822, Pedro I " m a n t i e n e u n r é g i m e n q u e i m p l i c a e l m í n i m o d e c a m b i o s p o r
r e fe r e n c ia a la s itu a c ió n c o lo n ia l, lo q u e p r o v o c a r e v u e lta s r e p u b li c a n a s d e la s c u a le s la m á s im p o r
ta n te s e r á la C o n fe d e r a c ió n d e E c u a d o r q u e s e in s ta la e n R e c ife e n I S 2 4 . a la q u e s ig u e la d e l in te r io r
de P e r n a m b u c o e n I R 2 9 (Carlos Rama. H i s t o r i a d e A m é r i c a L a t i n a . Ed. Bruguera S.A. la. edición
1978. España. Página 37). No olvidemos también la trascendente República Farroupilla (1835- 1844) y
los movimientos campesinos abolicionistas.
(69) A.D. de Pascual. Ob. cit. Tomo I. Página 97.
(70) Idem. Tomo I. Página 268.
(71) Idem. Tomo 1. Página 279.
(72) Ver nota (68).
(73) A.D. de Pascual. Tomo I . Página 294. Ob. Cit.
(74) idem. Tomo 2. Página 55.
(75) Idem. Tomo 2. Página 312.
(76) Idem. Tomo 2. Página 313.
(77) Agréguese a la lista citada el hecho que en el caso particular de Buenos Aires y sus hombres estaría
detrás desde 1810. Juan Jacobo Rousseau " ( . . . ) y c u a n t a s o b r a s d e s c a b e l l a d a s a b o r t ó l a R e v o l u c i ó n
F r a n c e s a " (Tomo I. Página 327). Con esta aseveración llegar a Mariano Moreno implicaba dar un
paso que no vaciló en e jecutar. " D o n M a r i a n o M o r e n o , u n o d e l o s p r i n c i p a l e s j e f e s d e l a R e v o l u c i ó n ,
e s c r ib ió d e p r o p ó s ito y d e d ic ó a s u s p a is a n o s a lg u n a s p á g in a s e n q u e c o n fie s a p a la d in a m e n te q u e e l
s is te m a s o c ia l d e R o u s s e a u e s e l ú n ic o v e r d a d e r o q u e d e b ía n s e g u ir , y q u e la s itu a c ió n d e lo s a m e r i c a
n o s n o e x i g ía o tr o . C o n e s ta e s c u e la y a lim e n tá n d o s e de ta le s d o c u m e n to s , n a d a e x tra ñ o e s q u e n o
r e c o n o c ie s e n a u to r id a d n i a c a ta s e n ” (Ibidem ). Con
a lo s p r o c e r e s d e la p a tr ia , n i r e s p e ta s e n la l e y
respecto a los caudillos corresponde indicar que emite juicios dispares, juicios que en el caso de
Fructuoso Rivera (como ya hemos señalado) aparece tratado con más benevolencia. " L a v a l l e j a . O r i b e
y R i v e r a f o r m a b a n d o s f a c c i o n e s : l o s d o s p r i m e r o s e r a n c a r a c t e r e s t u r b u l e n t o s , á n i m o s i n c l i n a d o s a la
tir a n ía d e l s a b le , c a p a c i d a d e s m e n g u a d a s y, p o r lo m is m o , lle n a s d e p r e te n s io n e s . Y R iv e r a c o n ta b a
c o n la s s im p a tía s d e l c a m p o . I,a v a lle ja y O r ib e te n ía n a p o y o e n B u e n o s A ir e s ; R iv e r a , n o . R o í
U n te n le lo s d o s p r im e r o s , in s tig a d o s p o r lo s e n e m ig o s d e la Banda O r ie n ta l, se d is p u s ie r o n ,i u n ,
lu c h a que n o d e b ía te r m in a r s in o a lg u n o s lu s tr o s d e s p u é s " (Tomo I. Página 363). Ubica a ambo
Rivera y Oribe, en el contexto ele la Am érica española: " s e i n d e p e n d i z a r o n d e l a m a d r e p a t r i a p o n í \<
e l p a tr im o n io de c ie r to s h o m b res s a lid o s de la nada (p ie . o m ás audaces, o m ás fe r o c e s . <> m ,i
a fo r tu n a d o s , s e c o n s titu y e r o n d e h e c h o e n lo s tir a n o s d e e s to s p u e b lo s , d ig n o s d e s e r m e jo r a d u n a n
Ir a d o s p o r s u s v ir tu d e s y r iq u e z a s n a tu r a le s . F r a u d a y L ó p e z -a ñ a d e - s e h a c e n d u e ñ o s d e l P a r a r un
h a s t a e n n u e s t r o s d í a s ; R o s a s d e B u e n o s A i r e s d u r a n t e v e i n t e a ñ o s ; R i v e r a y o r i b e , d e l U r u g u a y . h n \t>
d í a s m u y c e r c a n o s a n o s o t r o s ; C a s ti lla , d e l P e n i ; l lo r e s , d e l C e n a d o r ; O b a n d o , d e la N u e v a ( ¡ r a n a ,l a
u n S a n ta A n a , d e S a n to D o m in g o {? ), y o tr o s d e s u s r e s p e c tiv o s p u e b lo s y p r o v in c ia s s in (p ie s e s c p t
c u á n d o te n d r á té r m in o e s te s e ñ o r ía d e s p ó tic o d e lo s c a u d illo s ”
(Tomo 2, página 323).
(78) A l), de Pascual, Ob. cit. Tomo 2. Página 333. Aciert o es reconocer también en Artigas y Rivera a l«>
más prácticos y conocedores del terreno oriental. " P a r a e s t o s d o s c a u d i l l o s e l t e r r i t o r i o d e l a R e p u b h
c a . p a r t i c u l a r m e n t e e l d e l a s f r o n t e r a s , e r a t a n c o n o c i d o q u e n o h a b í a e n c r u c i j a d a n i d e s f i l a d e r o <pi
(Tomo 2, página 332).
n o le s fu e s e fa m ilia r "
(79) Antonio Deodoro de Pascual. Tomo 2. Página 355.
R E C E N S IÓ N
♦ I
A b d a la , W a s h in g t o n , O la iz o la , J u a n J o s é y o tr o s
M o d e r n iz a c ió n p a r la m e n t a r ia . M o n t e v id e o 1995
M1REYA PINTOS (*)
S e c c ió n H is t o r ia
Explicación............................................................................................ 15
Capítulo I
Peripecias de la colonización canaria en la Banda Oriental ................ 17
Capítulo II
Montevideo y su gobierno can ario ....................................................... 27
Capítulo III
Los Cabildantes canarios de Montevideo. Tres décadas de actuación
política ca n aria ...................................................................................... 49
Capítulo IV
Canarios en Uruguay (1830-1850). Investigación histórica en el
archivo del Hospital de Caridad de Montevideo .................................. 65
Capítulo V
La actuación de los canarios en la Guerra G ran d e............................... 123
Capítulo VI
Historiografía y bibliografía sobre los canarios en el Uruguay ........... 145
S e c c ió n L ite r a tu r a
2 73
S e c c ió n B ib lio g r a f ía
Crónica del Uruguay (1810-1839), por Alicia Fernández - Jorge Villa..... I'1
R esención
2 7 6
Se establece canje con bibliotecas, archivos, museos e
instituciones culturales. Dirigirse por correspondencia
a Casilla de Correo 452, Montevideo - Uruguay. Per
sonalmente. ti su sede. Avenida 18 de Julio 1790.
Se terminó de imprimir en el
mes de noviembre ríe 1996
en Imprenta Rosgal S.A.
Mariano Moreno 2708
Teléfono 47 25 07