Modulo 6 Tema 3 Personas
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TEMA III
PERSONAS
3.1 CONCEPCIÓN:
En cuanto a la etimología de la palabra persona ésta viene del etrusco phersu, que da en
latín persona, máscara, personaje de teatro, de donde resultó en nuestra lengua persona. Otros
autores derivan persona de personare, o sea, resonar.
Por derogación de estos principios los romanos han admitido que el infante
simplemente concebido podrá prevalerse de un derecho, debe ser considerado
provisionalmente como vivo y debe reservársele su derecho, bajo la condición de que
nazca viable. De aquí esta sentencia aún verdadera: infans conceptus pro iam natu habetur,
quotiens de commodis eius agitur- el infante concebido se tiene por nacido, siempre que sea en
su beneficio. Esta regla tiene importancia sobre todo en derecho sucesorio; pues si bien se exige
que el heredero viva al producirse la herencia puede heredar al de cius el simplemente
concebido; así, el hijo hereda a su padre muerto antes de que él nazca, la madre pudo entrar
como consecuencia de este principio en la posesión provisional de los bienes de la herencia
paterna missio in possesionem ventris nomine.
Así pues, aunque la personalidad jurídica principia con el nacimiento y se extingue
con la muerte, en beneficio del infante se le considera en algunas ocasiones como vivo,
retrotrayendo su capacidad jurídica al tiempo de su concepción.
El Jurisconsulto Paulo señalaba que hay tres clases de capitis deminutio cambio del
anterior estado: la máxima, la media y la mínima, pues tres son los elementos que nos
constituyen: libertad, ciudadanía y familia.
Caitis deminutionis tria genera sunt, máxima media minima: tria enim sunt que habemus,
libertatem civitatem familiam. Estos son los tres elementos que forman el caput o registro
del ciudadano romano: la libertad, los derechos inherentes a la ciudadanía y los derechos
familiares. La libertad era una condición fundamental para los otros dos; los esclavos están
desprovistos de caput, lo que significa que no tienen personalidad jurídica completa. Los
peregrinos tienen caput que es inferior al de los ciudadanos romanos, son libres como ellos,
pero no tienen ni la ciudadanía romana si los derechos de familia.
Estos tres elementos constitutivos del estado de las personas son también designados por la
palabra status, que es sinónimo de caput. Esta sinonimia se pone de relieve por la
comparación de dos textos, uno de los cuales dice que los esclavos no tienen caput, y otro que
dice que sólo a partir del día en que son liberados adquieren status. “Porque la persona del
esclavo no tiene derecho alguno, y por ello no puede sufrir disminución, ya que el esclavo
comienza a tener estado desde el momento actual de la manumisión."
3.3.1 Breve referencia al status libertatis naturaleza jurídica
del esclavo.
El status libertatis es el más importante en Derecho romano. Si pierdes la libertad, pierdes
todo lo demás (la ciudadanía y la familia).
Al perder la libertad sufres una capitio deminutio máxima, que significa que pierdes la
cabeza que representa a tu persona, y por tanto pasarías a convertirte automáticamente en
esclavo. El “Caput” pertenece a los hombres libres, a los ciudadanos, a la familia. Pero cuando
una persona pasa a ser esclavo, se le atribuye la “capitis deminutio”, disminuyendo la cabeza, la
pérdida de un miembro del grupo, etc. Puede ser máxima cuando se refiere a la pérdida de la
libertad, media con la pérdida de la ciudadanía y finalmente mínima con el cambio dentro del
grupo familiar.
Se puede ser libre y no ciudadano pero al contrario no; si no eres libre, no puedes ser lo
demás.
Personas libres
Hay dos tipos de personas libres; el ingenuo (persona que nació libre), y el libertato (persona
que adquiere la libertad).
Esclavos
A los esclavos se les considera como cosas que formaban parte del patrimonio de una
persona libre, quien las tenía sometidas a su potestad de dueño (dominica potestas). No
obstante, se les reconocía su condición humana, y podían actuar en la vida jurídica, y a veces lo
hacían de manera muy activa, pero siempre en nombre y favor de sus dueños.
En Roma los hombres se dividían en libres y esclavos. Sólo los libres tenían capacidad
jurídica. El esclavo era la persona la que la norma positiva privaba una situación de libertad. Sólo
se terminaba cuando se declaraba una institución de libertad.
“Status libertatis” hace referencia a la capacidad de la persona de ser libre (no esclavo).
Antes de dar una noción de cada uno de ellos, conviene advertir que en nuestras fuentes
el Derecho natural no es siempre distinto del Derecho de gentes, y que algunos textos, en vez
de la tripartición aludida presentan sólo la bipartición Derecho de gentes - Derecho civil.
Dicotomía ius gentium - ius civile
Por otra parte, un determinado sector de la doctrina italiana, encabezado por Perozzi,
afirma que los juristas clásicos sólo conocían la dicotomía ius gentium- ius civile, sosteniendo
que la tricotomía es de origen postclásico. En todo caso, tal advertencia no tiene demasiada
relevancia para nuestros fines.
Ius naturale
Según Justiniano, el Derecho natural es aquél que la naturaleza enseña a todos los
seres animados, de donde resultan, por ejemplo, la unión de sexos, la procreación y la crianza y
educación de los hijos.
Esta noción, que ya había sido formulada por Cicerón tomándola de la filosofía estoica,
es asimilada y desarrollada más tarde por los últimos juristas clásicos, siendo precisamente de
Ulpiano de donde la recoge fielmente el Emperador Justiniano.
Más exacta y acertada es aquella noción que nos da Paulo, para quien el Derecho natural
es un conjunto de principios apropiados a la naturaleza del hombre, e inmutables, porque son
perfectamente conformes con la idea de lo justo y de lo bueno (aequum ac bonum).
El Derecho natural es ese derecho no positivo, pero impreso en el corazón de todos los
hombres, con independencia del tiempo histórico en el que les haya tocado vivir. Un derecho que
jamás fue legislado, pero constituido por una serie de principios que la naturaleza inspira
invariablemente en el hombre acerca del bien y del mal.
- Ius gentium
+ Esclavitud originaria
Es esclavo quien nace de madre esclava, aunque el padre fuese libre. Posteriormente, en
atención al principio que el concebido se tiene por nacido cuando se trate de su interés, se admitió
que el hijo naciese libre, siempre que la madre hubiese sido libre durante cualquier momento de
su gestación.
+ Esclavitud derivada
Fuente:
Derecho privado romano, Antonio Ortega Carrillo de Albornoz.
Página 30.
Manumissio testamento
El dueño podía disponer en su testamento que el esclavo fuese libre. El testador podía
otorgar la libertad directamente, en cuyo caso sólo podía manumitir al esclavo del que era
propietario, ó indirectamente, en cuyo caso podía encargar al heredero manumitir esclavos tanto
suyos como del propio heredero.
Manumissio censu
Consiste en permitir que el propio esclavo se inscriba en las listas del censo como
ciudadano romano. Esta forma de manumisión no existe ya en Derecho justinianeo.
Manumissio vindicta
Estas formas de manumisión solemnes eran las únicas que concedían al manumitido la
plena libertad y ciudadanía romana. Otras figuras menos solemnes de manumisión, llamadas
pretorias, se realizaban sin forma alguna y sin intervención del magistrado. Así, por ejemplo,
escribiendo una carta en la que el propietario declaraba libre al esclavo (per epistulam), o
manifestando su voluntad con una simple declaración hecha en presencia de amigos (inter
amicos), o permitiendo que el esclavo se sentara a su mesa (per mensam). En estos casos, el
esclavo sólo adquiría una mera libertad de hecho pero no de derecho. Sin embargo, pronto el
Pretor comenzó a protegerles como si fueran libres, y una ley Iunia Norbana, promulgada bajo
Tiberio, ordenó que los esclavos manumitidos sin solemnidad de formas, adquiriesen la
ciudadanía latina. Se llamaron latini iuniani en atención a la ley Iunia, y tenían el derecho a
comerciar pero no podían hacer testamento.
Fuente:
Derecho privado romano, Antonio Ortega Carrillo de Albornoz.
Páginas 31-32.
En Roma, requisito para que el hombre libre fuera sujeto de derecho era el
status civitatis, es decir, la ciudadanía.
Sólo los ciudadanos romanos podían servir en las legiones. Sin embargo, un legionario
perdía algunos de sus derechos: no podía, por ejemplo, contraer matrimonio y,
consecuentemente, los hijos de tales uniones no eran ciudadanos a menos que —una
vez vuelto a la vida civil— se desposara legalmente.
La ciudadanía romana era una posición social privilegiada en relación con las leyes, estatus
social, propiedad y acceso a posiciones de gobierno, que se otorgaba a ciertos individuos a lo
largo de la historia de la Antigua Roma.
Los hombres libres o ciudadanos (en el sentido de ser habitantes de o nacidos en Roma -ver
más abajo) quienes gozaban los derechos que se atribuían al estatus de ciudadano. Esa
condición podía, en ciertas circunstancias, perderse.
Ciudadanos romanos plenos. Sólo ellos podían acceder a la totalidad de los beneficios y
protecciones que la ley romana otorgaba (por ejemplo, sólo los ciudadanos romanos podían usar
una toga). Estos civis se dividían básicamente en dos “clases”: los “non optimo jure” —quienes
sólo tenían algunos derechos, tales como el derecho al comercio y propiedad (jus commercii) y
finalmente al matrimonio con otros ciudadanos romanos (jus connubii)—, y los “optimo jure”,
quienes adicionalmente tenían derecho a voto (jus suffragiorum) y a ser elegidos a puestos en la
administración pública (jus honorum).
Los latini iuniani, de condición inferior, ya que su ius comercii no incluía el derecho de
hacer testamento o de recibir algo por testamento.
Los peregrinos, que tenían el derecho de vivir en roma y podían acudir al praetor
peregrinus, magistrado romano.
Hacia abajo encontramos a los dediticios, libertos que durante la esclavitud habían
sufrido alguna pena infante, y que no tenían siquiera el derecho de vivir dentro o cerca
de Roma, aunque sí podían vivir en otras partes del imperio romano, o ex enemigos
vencidos.
Las personas pertenecientes a otros pueblos vivían fuera del orbe romano, se les daba
la denominación de bárbaros, barbari, o se les encuadraba la categoría de
enemigos, hostes, cuando pertenecían a comunidades con las que Roma tenía
relaciones hostiles. Una posición intermedia, entre estas dos categorías, se correspondía
con la condición de los latinos.
Sólo los ciudadanos romanos podían servir en las legiones. Sin embargo, un legionario
perdía algunos de sus derechos: no podía, por ejemplo, contraer matrimonio y,
consecuentemente, los hijos de tales uniones no eran ciudadanos a menos que —una
vez vuelto a la vida civil— se desposara legalmente.
SUI IURIS: Individuo que no se encuentra sujeto a ninguna autoridad y que podrá ejercer sobre
los que de él dependen los poderes de la patria potestad. Encontramos estas características en
el paterfamilias, situación que se obtiene independientemente de la edad, un recién nacido podría
ser paterfamilias.
ALIENEI IURIS: Persona que se encuentra sujeta a cuáles quiera de las autoridades como las
filifamilias y la mujer in manu. Perdurará mientras viva el paterfamilias o cuando el hijo se
convierta en pater y por consiguiente en SUI IURIS.
Tales personas carentes de capacidad de ejercicio, o que no la tienen en forma completa, necesitan
entonces un tutor o un curador, según el caso, para que éstos ejerzan los derechos de ellas.
En cuanto a la capacidad de ejercicio, debemos señalar que ésta comienza normalmente con la pubertad.
Sin embargo, en varias etapas se interpuso entre la plena incapacidad y la plena capacidad de ejercicio
una zona intermedia, que termina con los veinticinco años.
b) Un patrimonio. - este es el conjunto de res corporales (cosas tangibles), res incorporales (créditos y otras
cosas intangibles) y deudas que corresponden a una persona.
Al lado de estos atributos esenciales, encontramos otros accidentales, que sirven para fines de
identificación, y que no son exclusivos de auténticas personas; tales son el domicilio y el nombre.
1. El domicilio de origen, que se adquiere por nacimiento. Así los hijos nacidos de IUSTAE NUPTIAE tienen
su domicilio en el hogar del padre.
2. El domicilio voluntario, al cual una persona traslada el centro de su vida, con la intención de que este
cambio sea permanente.
3. El domicilio legal, que no depende ni del nacimiento ni tampoco de la voluntad de una persona, sino de
una disposición legal. Así la mujer casada tiene su domicilio en el hogar del marido, aunque no viva allí, y
los senadores lo tienen en Roma, aunque vivan en alguna hacienda fuera de la ciudad.
No sólo para la identificación de una persona, sino para otros fines, el domicilio es una importante figura
jurídica. Tiene efectos fiscales, procesales y consecuencias en relación con los derechos políticos
(pensemos en el IUS SUFFRAGII).
El derecho romano admite que una persona pueda tener varios domicilios, por ser varios los centros de su
actividad civil, comercial o privada, o también por tener un domicilio legal al lado de otro voluntario.
En cuanto al nombre, el romano tiene un praenomen y otro nombre gentilicio (nomen). Sin embargo, por
la escasez de aquellos y por la enorme cantidad de miembros con que cuentan algunas gens, la facilidad
de la identificación exigía que se añadiese todavía un cognomen, para cuya elección los padres daban
rienda suelta a su fantasía, inspirándose a menudo en curiosos presagios, el aspecto del niño, etc. Por
ejemplo, Cicerón es un cognomen y significa "chícharo", y se le aplicó a causa de una verruga en la nariz
del famoso orador romano.
PERDIDA DE LA PERSONALIDAD. LA PERSONALIDAD FÍSICA SE EXTINGUÍA:
a) Por muerte
b) Por incurrir en la esclavitud. Por ejemplo, como consecuencia de un delito cometido por un ciudadano
romano libre sui iuris, en tal caso hablamos de la capitis deminutio máxima.
d) Por pérdida de la calidad de ser sui iuris, mediante sumisión a la patria potestad de otro paterfamilias,
como sucede en la adrogatio, o por medio de la conventio in manum de una mujer. En tal caso se habla
de la capitis deminutio mínima.
3.5.2 FUNDACIONES.
Se llamaban fundaciones, en el Derecho de la antigua Roma, a los institutos civiles o eclesiásticos
encaminados a un objeto de utilidad pública, de beneficencia o de culto.
En las fuentes del derecho romano se mencionan especialmente como fundaciones con carácter de
persona jurídica las iglesias, monasterios, hospicios, orfelinatos, hospitales, etc.