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Catequesis Obispos Franceses

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Nuevos impulsos para la catequesis en un

reciente documento de los obispos franceses

En el mes de noviembre de 2005 fue aprobado por los obispos franceses reunidos
en Lourdes un documento programático y orientador sobre la catequesis, que abre una
nueva etapa en la ya tradicional trayectoria de la renovación catequética en Francia. 1 De
este importante documento queremos ilustrar su significado y recoger sus principales
contenidos.

1. UN VIRAJE PASTORAL: LA CARTA DE LOS OBISPOS A LOS CATÓLICOS DE FRANCIA

El documento catequético se sitúa en la longitud de onda de otro documento


precedente, de reconocida importancia, que constituye un viraje decisivo en la visión
estratégica y pastoral de la Iglesia francesa: la Carta de los Obispos a los católicos de
Francia «Proponer la fe en la sociedad actual», del 9 de noviembre de 1996.2
Este conocido y celebrado documento presenta ante todo un lúcido diagnóstico de
la situación del mundo actual, complejo y contradictorio, caracterizado como «cambio de
época». El diagnóstico revela una mirada realista y esperanzada, sin nostalgias del
pasado de «cristiandad», con espíritu de apertura a la misión evangelizadora. Se invita a
la Iglesia a olvidar contraposiciones pasadas para entregarse con ilusión a su tarea
misionera, sin desanimarse ante la complejidad y ambigüedad de nuestra sociedad
secularizada.
Los obispos reconocen sin ambages la dificultad por la que hoy atraviesa la
transmisión de la fe, dada la complejidad y transformación de nuestra sociedad, pero
invitan a encarar la situación con espíritu abierto y a «proponer el Evangelio, no como un
contraproyecto cultural o social, sino como una fuerza de renovación que llama a los
hombres, a todo ser humano, a remontarse a las fuentes de la vida».3

La Iglesia de Francia declara su deseo de terminar definitivamente con dos siglos


de enfrentamiento con la cultura laica, superando los resentimientos y quejas recíprocas.
Propugna con fuerza una actitud de diálogo con las distintas culturas y religiones, y afirma
su voluntad de poner en práctica una pastoral evangelizadora respetuosa de la libertad,
ya que «la experiencia cristiana que nosotros proponemos es la de una fe que se dirige a
la libertad personal».4
En esta perspectiva, los obispos franceses invitan a toda la comunidad eclesial a
comprometerse con esperanza en la empresa evangelizadora, sintiendo la urgencia de
ponerse «en estado de iniciación» y de pasar decididamente, como proyecto pastoral, «de
lo heredado a lo propuesto».5 La identidad cristiana ya no puede ser recibida como una

1
CONFÉRENCE DES ÉVÊQUES DE FRANCE, Texte national pour l'orientation de la catéchèse en France et principes d'organisation. Paris,
Bayard-Centurion / Cerf / Fleurus-Mame 2006 (=TNOC).
2
LES ÉVEQUES DE FRANCE, Proposer la foi dans la société actuelle. III. Lettre aux catholiques de France. Rapport rédigé par Mgr
Claude Dagens et adopté par l'Assemblée plénière des évêques de France. Paris, Cerf 1997.
Edición española en: D. MARTÍNEZ - P. GONZÁLEZ - J. L. SABORIDO (Eds), Proponer la fe hoy. De lo heredado a lo propuesto.
Santander, Sal Terrae 2006, 37-84.
3
Proponer la fe hoy, 1.5.
4
Proponer la fe hoy, 2.4.
5
Ibid. 2.6. y 3.1.

1
herencia familiar o cultural: es necesario forjarla personalmente respondiendo a un
anuncio y a una invitación.
Y ya tratando explícitamente de la tarea de la transmisión de la fe, en la nueva
perspectiva, los obispos constatan no pocos hechos positivos en la realidad francesa,
como el aumento de la demanda de formación y el multiplicarse de iniciativas de
profundización doctrinal de la fe, al mismo tiempo que insisten en «la necesidad de una
propuesta de la fe que vaya al corazón mismo del misterio, […] válido para la totalidad del
pueblo cristiano».6 Un motivo de esperanza es el desarrollo y consolidación del
catecumenado bautismal, aunque no hay que ignorar el problema de la inserción de los
nuevos cristianos en la comunidad eclesial: se impone diálogo y confrontación, sobre todo
con los jóvenes, que con frecuencia se sienten lejanos y ajenos a cuanto perciben en la
Iglesia.
Estas indicaciones y opciones pastorales constituyen el substrato y el contexto en
que se colocan las nuevas reflexiones y orientaciones para el ámbito concreto de la
catequesis.

2. UNA REFLEXIÓN CATEQUÉTICA PROPUESTA AL PUEBLO DE DIOS

En el contexto de esta estimulante visión pastoral, los obispos franceses lanzaron,


en 2003, una campaña-sondeo sobre la situación y perspectivas de la catequesis. Lo
hicieron difundiendo a lo largo y ancho del territorio nacional un texto-encuesta: «Aller au
coeur de la foi».7
Se trataba de un documento que proponía una reflexión sobre el estado y
problemas de la catequesis y que invitaba a «ir a la entraña de la fe», por medio de una
reproposición de la celebración de la vigilia pascual como síntesis vital de la experiencia
cristiana.
El texto fue muy bien acogido, con una difusión que superó los 100.000 ejemplares
y con amplio eco y participación de las bases eclesiales. La situación de la catequesis en
Francia pudo ser detectada en sus valencias positivas (aumento del «despertar de la fe»,
nuevas demandas de catequesis entre jóvenes y adultos, esperanzador desarrollo del
catecumenado, etc.), pero también en sus aspectos problemáticos. Se destaca una
preocupante constatación: con frecuencia los catequistas no se sienten parte integrante
de la comunidad eclesial.8
Muchos grupos y comunidades elaboraron propuestas, reflexiones, sugerencias. Y
a la luz de las aportaciones enviadas al centro, se fue elaborando el documento
conclusivo que ahora presentamos, aprobado por los obispos en la Asamblea Episcopal
de Lourdes de noviembre de 2005 y publicado un años después, a finales del 2006.

3. UN DOCUMENTO PROGRAMÁTICO Y ORIENTADOR

El nuevo documento sobre la catequesis desea explícitamente aplicar a la situación


francesa las orientaciones catequéticas del importante «Directorio General para la
Catequesis» de la Congregación del Clero,9 actuando en especial la invitación a los
Episcopados a elaborar documentos que proporcionen «los criterios para una idónea y
adecuada catequesis» (DGC 282).

6
Ibid. 3.3.
7
COMMISSION ÉPISCOPALE DE LA CATÉCHÈSE ET DU CATÉCHUMÉNAT, Aller au coeur de la foi. Questions d'avenir pour la catéchèse.
Paris, Bayard / Cerf / Fleurus-Mame 2003. Edición española en: D. MARTÍNEZ - P. GONZÁLEZ - J. L. SABORIDO (Eds), Proponer la fe
hoy, 193-221.
8
Cf TNOC, pp. 16-17.
9
CONGREGACION PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis. Madrid, Ed. EDICE, Madrid 1997.

2
Y, como ya hemos comentado, lo hace concretamente siguiendo las pautas y el talante de
las opciones pastorales de la «Carta a los católicos de Francia».
Estamos ante un documento orientador, dividido en dos partes, de desigual
importancia. No pretende ser un directorio en sentido propio, queriendo limitarse a
exponer los principios que deben regir la organización de la catequesis en Francia.
Concretamente, desea presentar «los fundamentos del acto catequético que permiten
elaborar después las actividades de la catequesis».10 Son indicaciones que permitirán a
cada obispo, en su Iglesia particular, aplicar, concretar y organizar oportunamente la labor
catequética, en función local.
En su introducción, tras una evocación histórica del recorrido de la renovación
catequética francesa y constatada la nueva situación a que hemos aludido, se anuncian
dos opciones de fondo que van a constituir el eje central del documento: la opción por una
catequesis, situada decididamente «en una voluntad de evangelización», y la propuesta, a
cuantos solicitan la fe a la Iglesia, del «camino de la iniciación».11

4. NUEVAS ORIENTACIONES PARA LA CATEQUESIS

El texto principal, «Texte national pour l'orientation de la catéchèse en France», es


breve (unas 50 páginas), y consta sustancialmente de tres capítulos.

Cap. 1: Una catequesis vivida en comunidades misioneras

Sobre la base de una clara opción por la evangelización (se habla sobre todo de
«comunidad misionera»), el texto subraya ante todo, de forma clara, la necesaria
dimensión eclesial de la catequesis y la opción por una «pedagogía de iniciación».
Llama la atención la insistencia manifiesta, presente repetidas veces a lo largo del
texto, sobre la importancia de la dimensión eclesial: «cualesquiera que sean las
condiciones en que se realiza la catequesis, es siempre la Iglesia la que catequiza». Para
la Iglesia supone esto un reto ineludible: mantenerse más que nunca en estado de
iniciación, dado que «la actual situación francesa hace ver la necesidad de insertar la
catequesis en la vocación misionera de la Iglesia» (1.1.).
La estrecha relación entre catequesis y comunidad eclesial se manifiesta en dos
direcciones complementarias. Por una parte, la catequesis encuentra en la comunidad su
ambiente y humus de cultivo; por otra, la catequesis tiene la misión de introducir en la
realidad eclesial.
Ante todo, está muy clara al convicción de que la catequesis tiene absoluta
necesidad de un «baño eclesial» para su ejercicio. Recordando la afirmación del
Directorio General, según la cual «la comunidad cristiana es en sí misma una catequesis
viviente» (DGC 141), los obispos franceses hablan de la comunidad como de un
«ambiente nutricio» que ejerce una esencial «función maternal» con respecto a la
catequesis. Esta función es absolutamente necesaria: «sin esta ‘solicitud maternal’ de la
comunidad cristiana, la catequesis no podría ayudar a los hombres y mujeres a
‘mantenerse en pie en la vida como creyentes’».12 A este propósito el documento
recuerda que los sacerdotes tienen una muy importante responsabilidad.
Por otra parte, se recuerda que la catequesis tiene un cometido comunitario muy
importante, el de educar e introducir en la realidad eclesial. Hay que insistir de forma
especial en la necesidad de educar en el sentido de Iglesia y de potenciar la dimensión
comunitaria de la vida cristiana. Contra esta exigencia chocan en la actualidad muchas

10
TNOC, p. 21.
11
TNOC, p. 17. En adelante, las citas del documento irán entre paréntesis con la indicación de los números en que se divide.
12
«Se tenir dans la vie en croyants» : TNOC 1.5.

3
personas de hoy, que no sienten necesidad alguna de vivir la vida cristiana en comunidad.
Se impone por lo tanto desarrollar iniciativas y crear ocasiones de robustecimiento del
«sentido de Iglesia» y, para ello, se hace hincapié en las oportunidades que ofrece la
asamblea eucarística dominical, en un clima de fraternidad y de encuentro
intergeneracional (1.6.).
Si la catequesis quiere demostrar su dinamismo misionero, tiene que vivir con
fuerza la comunión eclesial. Sin olvidar que la Iglesia evangeliza con toda su vida y
acción, ya que es toda ella la que «porte l’Évangile» (1.2.).

De todo esto se desprende la necesidad de optar por una «pedagogía de


iniciación». Se entiende con esta expresión «toda iniciativa que contribuye a actuar en
una persona la acogida de Dios que le atrae hacia sí», o también «el acto de creyentes
que dan a las personas lo que va a permitirles ‘mantenerse en pie en la vida como
creyentes’» (1.3.).
Si ya el antiguo adagio decía «fiunt, non nascuntur christiani» («los cristianos no
nacen, se hacen»: Tertuliano), hoy este principio cobra una actualidad evidente en
nuestra sociedad. Rotas las defensas tradicionales y en un mundo lleno de ofertas
plurales, el cristiano se ve emplazado a vivir plenamente su libertad y a definir su
identidad (1.3.).
Una pedagogía de iniciación puede asumir formas concretas muy distintas, pero en
su entraña se encuentra siempre la necesidad de redescubrir el núcleo esencial de la fe,
el elemento central de la experiencia cristiana («aller au coeur de la foi»), de ejercer
formas variadas de «primer anuncio» de la fe y actuar también iniciativas de «educación
permanente de la fe», de recursos para crecer continuamente en la fe.

Cap. 2: En el centro de la iniciación, el misterio pascual

El breve capítulo segundo («Le mystère de Pâques au coeur de l’initiation»)


podríamos decir que presenta el «polo objetivo» del itinerario de la iniciación, la referencia
esencial para poder entrar en la experiencia cristiana, en cuyo centro vital está el misterio
pascual de la muerte y resurrección de Cristo.
No se trata de comunicar una doctrina, sino de introducir en una experiencia y
hacer entrar en contacto vital con una Persona. Solamente una tal experiencia y
encuentro personal permiten al hombre de hoy forjar y robustecer una clara identidad
cristiana (2.1.).
Como ya se había subrayado en el documento preparatorio «Aller au coeur de la
foi», también aquí se coloca el misterio pascual de Cristo en la entraña misma de la
experiencia cristiana. Es en el misterio pascual donde tenemos la más evidente revelación
de Dios como amor y la suprema revelación del misterio trinitario que nos salva: Dios
Padre que toma la iniciativa de comunicarse; Cristo que nos revela el sentido último del
hombre y de la historia; el Espíritu Santo que nos conduce hacia la verdad completa
(2.2.).
Ahora bien, el proceso iniciático que introduce en la experiencia cristiana se realiza
a través de un camino o itinerario progresivo, que exige duración y constituye un
verdadero proceso de maduración en la fe. Es un camino lento de inmersión en la vida de
la comunidad eclesial, a través del cual madura una opción, una decisión personal, todo
un proceso de transformación que trae consigo una experiencia de muerte, de desarraigo,
de renuncia (2.4.). Se percibe en ese sentido toda la carga existencial y determinante del
proceso de iniciación cristiana, muy lejos de los parámetros doctrinales a que nos tenía
acostumbrados la tradicional forma de realizar la catequesis.

4
En la lógica del proceso de iniciación entra también, necesariamente, el «polo
objetivo» del encuentro con la fe de la Iglesia. No como meta primaria y central, sino como
exigencia intrínseca de la experiencia de novedad de la fe: «El deseo de comprender y de
profundizar le viene a quien ha gustado ya la vida de fe» (2.3.). La iniciación reclama la
inteligencia de la fe, no como fin en sí mismo, sino en función del proceso general de
iniciación. Se insiste por lo tanto en recordar que la iniciación no excluye en modo alguno
la tarea de la enseñanza, pues posee una dimensión didáctica. Apoyándose en las
orientaciones del DGC, el documento invoca la necesidad de una presentación «orgánica
y jerarquizada» del mensaje cristiano, en el que es posible individuar, siguiendo la pauta
del Directorio General, siete elementos básicos, susceptibles de configuración variada: las
tres etapas de la historia de la salvación (Antiguo Testamento, vida de Jesús e historia de
la Iglesia) y los cuatro pilares de la exposición doctrinal (el Símbolo, los Sacramentos, el
Decálogo y el Padre Nuestro) (2.3. cf DGC 130).
En definitiva, se trata de introducir en la novedad del Evangelio, descubrir la fe de
la Iglesia y penetrar en las riquezas de la liturgia (2.4.).

Cap. 3: Aspectos característicos de una pedagogía de iniciación en la catequesis

El tercer capítulo («Les points d’appui d’une pédagogie d’initiation en catéchèse»)


desarrolla con más detalle las características de la «pedagogía de iniciación» que, desde
el principio del documento, aparece como una opción central de toda la orientación
catequética. Esta pedagogía, se dice, puede ser aplicada de formas y en lugares
diferentes (por edades, en los distintos ambientes, en formas comunitarias, etc.), pero en
todo caso debe apoyarse en algunos aspectos básicos, indicados de esta manera:

 La pedagogía de iniciación respeta la libertad de las personas (3.1.).


La respuesta de la fe debe ser libre, incluso – proporcionalmente - cuando se trata
de niños. No tiene sentido una opción de fe que no goce de transparencia y
libertad. Esto supone tener muy en cuenta las demandas y exigencias concretas de
las personas, saber escucharlas, ofrecer caminos diferenciados, saber articular
armónicamente la demanda personal con la propuesta exigente del Evangelio.
 La pedagogía de iniciación supone un itinerario (3.2.).
Se presupone también el acompañamiento a través de un itinerario o camino claro,
riguroso, bien pensado. Sólo un método tal respeta en el fondo la libertad de las
personas. Inspirándose en el estilo catecumenal, el catequista hará de manera que
el catequizando pueda compartir sus alegrías, sus problemas y sus dudas sin
sentirse dominado o prisionero de quien lo acompaña.
 La pedagogía de iniciación tiene como fuente la Sgda. Escritura (3.3.).
Es esencial la mediación de la Biblia, como lugar de encuentro personal y de
diálogo con una Persona viva que habla a los hombres «como a amigos» (DV 2).
Este encuentro y diálogo constituyen el fundamento de la oración cristiana.
 La pedagogía de iniciación requiere la mediación de una tradición viva (3.4.).
La catequesis debe saber incorporar también todo el rico tesoro de la Tradición
viva de la Iglesia: su historia, el testimonio y ejemplo de los santos, el testimonio de
los creyentes de hoy, la riqueza del magisterio, etc.
 La pedagogía de iniciación sigue caminos de tipo catecumenal (3.5.).
El itinerario catecumenal, que debe inspirar toda catequesis, abre a la gratuidad, al
don de Dios que se encarna en los sacramentos, con toda la densidad de un
auténtico proceso iniciático.
 La pedagogía de iniciación pide una dinámica de opción moral (3.6.).
La respuesta de fe al anuncio evangélico trae consigo también una opción moral, la

5
voluntad de un comportamiento acorde con la centralidad del precepto del amor.
Esta opción entraña también la esperanza en las promesas de Dios, promesas que
dan a la vida cristiana su fuerza y su dinamismo.
 La pedagogía de iniciación supone apertura a la diversidad cultural (3.7.).
Finalmente, la pedagogía iniciática debe tener en cuenta la situación cultural de
nuestra sociedad plural, que hace difícil la construcción de una clara identidad y la
respuesta a la pregunta sobre el sentido de la vida. La consideración de esta
diversidad cultural abre también la perspectiva de un uso adecuado de los nuevos
lenguajes, de los medios de comunicación social, de los resortes del arte.

El capítulo se cierra con una invitación a emprender con decisión una pastoral de
evangelización y de propuesta de fe, en la línea de la Carta a los católicos de Francia:
«mientras más opta la Iglesia por una pedagogía de iniciación en la catequesis, más
descubre ella misma la necesidad imperiosa de percibir y acoger la novedad del
Evangelio». Una pedagogía de iniciación impulsa la catequesis a adherir a la opción
de la Iglesia por una pastoral de la propuesta de fe.

En conclusión, podemos decir que estamos ante un documento claro y conciso


que, en el contexto de la opción por una Iglesia misionera y por la superación valiente
del «paradigma pastoral tridentino», quiere abrir en Francia una nueva etapa en el
camino de la renovación catequética. La propuesta tiene unos acentos y unas
opciones muy claras: se desea una catequesis evangelizadora, centrada en el núcleo
vital del misterio pascual de Cristo, con fuerte dimensión eclesial y utilizando
seriamente los resortes de una auténtica pedagogía de iniciación.

5. NORMAS PARA LA ORGANIZACIÓN Y ACTUACIÓN DE LA CATEQUESIS

Siguen 40 páginas de «Propuestas para la organización de la acción catequética»,


que los obispos han querido distinguir del documento anterior para destacar su menor
importancia magisterial. Este segundo texto ofrece un conjunto de materiales para las
diócesis, a fin de que puedan proyectar de manera concreta y adaptada a sus
circunstancias la realización efectiva de la catequesis. Esta adaptación resulta hoy día
necesaria, dado que, por la diversidad de situaciones, se impone superar la tradicional
modalidad única de la acción catequética.
El documento contiene cinco breves capítulos, cuyo tenor describimos a
continuación.

Catequesis según las edades (cap. 1)

El documento parte de la convicción de que la catequesis sigue siendo importante


en las distintas edades de la vida, cada una de las cuales con sus exigencias y
características peculiares. Se propone por tanto una oferta catequética apropiada a
cada edad, dotada de un respectivo «cuadro de referencia» o síntesis coherente y vital
de la fe. Y, para responder mejor al sentido fragmentado del tiempo hoy, conviene que
la catequesis venga proporcionada por «módulos» o unidades temáticas.
En esta «organización de la catequesis por módulos en todas las etapas de la
vida» no deben faltar los momentos de celebración y la articulación con la vida de la
comunidad cristiana, con oportunas experiencias, también, de encuentros
intergeneracionales.
Como se ve, esta visión del sistema catequético representa un giro importante en la
tradición catequética francesa, tradicionalmente concentrada en el «catéchisme» de

6
los niños de 8-12 años. Ahora la catequesis, de estilo evangelizador e iniciático,
despliega su acción a lo largo de toda la vida, con especial atención al mundo de los
adultos.

Catequesis en los distintos ambientes y lugares de vida (cap.2)

Los distintos lugares, ambientes y grupos sociales deben ofrecer espacios de


educación en la fe, pese a las dificultades propias de nuestro tiempo.
Ante todo se invoca la necesidad, para todos estos espacios, de procurar modos de
primer anuncio, es decir, de formas «estructuradas, razonables, explícitas y adaptadas
de la fe». En especial, la familia, la escuela y los movimientos se pueden prestar para
ejercer esta función, que es siempre una acción puntual, un testimonio personal en
que las personas interesadas se exponen como creyentes.
La familia, como lugar de educación religiosa y de primer anuncio, merece ser
acogida y ayudada, valorando sus aspectos positivos y sea cual sea su situación
matrimonial. Hay que invitarla a que fomente sus posibilidades de oración y de diálogo
sincero y franco sobre la fe, contando también con el apoyo de la comunidad cristiana.
Su misión es muy importante de cara al despertar religioso de los pequeños,
especialmente entre los 3 y 6 años, por medio de una pedagogía de impregnación y
ósmosis.
También en la escuela, a través de las «capellanías» («aumôneries») y sobre todo
en la escuela católica, es posible actuar formas de primer anuncio. Y se admite
explícitamente la conveniencia de ofrecer ahí formas de catequesis que respondan a
la demanda sacramental de bautismo, primera comunión o confirmación.
Merecen consideración también otros lugares y ocasiones, como son lo grupos o
movimientos que hacen posible realizar actividades con valencia catequética.

Catequesis en el marco del año litúrgico (cap. 3)

Se reafirma la eficacia educativa del año litúrgico que, no obstante las dificultades
actuales de presencia y participación, sigue siendo «la parte más sólida de la cultura
cristiana, incluso para los no creyentes» (3.1.). Al respecto se sugiere potenciar la
celebración del domingo con iniciativas catequéticas, de manera que se acentúe la
vitalidad de la comunidad cristiana en su dimensión intergeneracional y relacional. El
año litúrgico, al hacernos recorrer el camino de los misterios de Cristo, constituye un
verdadero eje estructurante de la vida cristiana.
La actuación de la catequesis en el marco vital del año litúrgico se enriquece con
cinco cualidades que le son proverbiales y que hay que cultivar: un clima de
convivialidad, la centralidad de la Palabra de Dios, el trabajo en talleres
intergeneracionales, la implicación de la comunidad y la celebración comunitaria de la
eucaristía.

Catequesis y pastoral sacramental (cap. 4)

En las circunstancias actuales, la pastoral sacramental debe seguir una inspiración


claramente catecumenal, según un proceso basado en cuatro pilares: la Palabra de
Dios, la conversión personal, una experiencia convincente de Iglesia, la dimensión
litúrgica. Después revisten importancia especial la celebración misma del sacramento
y su profundización mistagógica posterior.
No tiene sentido negar un sacramento a quien lo solicita; es posible, eso sí, invitar
a un aplazamiento que permita recorrer un sincero camino de educación en la fe.

7
La organización y coordinación de la catequesis (cap. 5)

El obispo, como primer responsable de la catequesis, es invitado a elaborar un


proyecto catequético, coherente, flexible y abierto, bien integrado en el más general
plan pastoral de su Iglesia particular. Este proyecto debe regular adecuadamente la
tarea de los distintos agentes pastorales y miembros de la comunidad. Normalmente
se supone que exista en la diócesis un Secretariado o Delegación para la catequesis,
que eventualmente puede ser organizado en común por varias Iglesias locales.

El documento concluye invitando a superar la tradicional polarización francesa en la


catequesis de niños para abrir el abanico de las iniciativas catequéticas en la nueva
situación cultural y religiosa.

En conclusión, podemos decir que el reciente documento de los obispos franceses


señala un claro y significativo viraje en la orientación pastoral y catequética de la
Iglesia de Francia. En el panorama general del magisterio catequético europeo, el
texto francés se distingue por su concisión y claridad de planteamiento. No han
querido los obispos redactar un «directorio» en sentido propio, con indicaciones y
normas vinculantes. Más bien han preferido un texto orientador y mentalizador,
susceptible de aplicaciones y adaptaciones, demostrando con esto delicadeza y
respeto hacia la autonomía y originalidad de las Iglesias particulares.
Por lo que se refiere al contenido, ya hemos destacado los ejes centrales del
documento: se subraya decididamente la opción evangelizadora, la dimensión eclesial
y comunitaria de toda actividad catequética, la vuelta a la entraña de la fe, cuya
expresión privilegiada es la celebración del misterio pascual, y la adopción de una
pedagogía de iniciación que anuncia la realización de un serio itinerario de crecimiento
en la fe.

Sevilla, marzo de 2007


E. Alberich

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