General Procesal Penal 1
General Procesal Penal 1
General Procesal Penal 1
CAPITULO I
EL CONTRATO SOCIAL Y LAS INSTITUCIONES PROCESALES
Es importante comenzar este libro con una posible explicación de un proceso jurídico institucional confuso,
que provoca fuertes controversias al momento de entender y aplicar las normas procesales. La confusión tiene
que ver, entre otros aspectos, con la adopción de institutos de diversos orígenes y la pretensión de encuadrarlos
en nuestro marco constitucional, no obstante las contradicciones intrínsecas existentes entre la concepción
filosófica de éste y aquellos.
El tan mentado contrato social es, obviamente, una abstracción tendiente a justificar el vínculo de los
integrantes de una comunidad entre sí y con el Estado. La idea central del contrato social, es que los hombres
nacen libres e iguales (condiciones esenciales para contratar ) y con facultades innatas hacia el progreso2,
aunque condicionados en su desarrollo por la necesidad biológica y psicológica de vivir en sociedad.
Por tal causa, el individuo cede algunos aspectos de su libertad natural a fin de conformar la estructura social
que le permita el mejor desarrollo posible. El pueblo soberano otorga así un mandato a los órganos de
gobierno, cede el uso de la fuerza y se somete a la ley emergente de la voluntad general (“el dulce yugo de la
ley” según Rousseau).
CAPTITULO II
EL DERECHO PROCESAL
La evolución no puede desvincularse de la que al mismo tiempo fue adquiriendo el derecho constitucional
moderno, guarda proporción con la paulatina pérdida de importancia sacramental del llamado derecho de
fondo como consecuencia de la comprensión plena del concepto de la soberanía del pueblo, el derecho material
tiene por fin único servir de herramienta para dirimir conflictos, de manera que las leyes que regulan la vida
social estén al servicio de las necesidades de los individuos y no a la inversa.
El derecho procesal reglamenta una de las facultades de contenido esencialmente constitucional, dirimir los
conflictos el análisis de la pretensión como objeto del debate que impone al juez el límite de su decisión,
sumado al concepto del proceso como marco donde se desarrolla la controversia, derivó en la formulación de
un principio esencial en la comprensión del tema que nos ocupa: el de la verdad procesal o formal.
Consiste en que el conflicto debe tenerse por resuelto con los elementos que se arrimaron al proceso para
conocimiento del juez y el derecho aplicable al caso, aunque la solución no se ajuste a la realidad histórica.
no parece a primera vista compatible con el fin inquisitivo el derecho penal no es un derecho privilegiado en
su condición de protector social, dado que los conflictos que involucran delitos tienen igual entidad que
cualquier otro reclamo de actuación jurisdiccional.
Resulta claro del texto constitucional que hay cuestiones mucho más importantes que condenar a un
delincuente.
Se deberán asegurar una serie de derechos del indiviudo frente al poder punitivo del Estado, que en muchos
casos derivará en la impunidad.
Al reclamar la Constitución Nacional la implementación del juicio por jurados indica claramente que el
sistema de resolución de conflictos debe contemplar la forma acusatoria.
El órgano jurisdiccional tiene límites que le impedirán llegar en muchos casos a la verdad histórica.
El sistema procesal tiene en la Constitución Nacional pautas precisas que no pueden ser soslayadas
Como consecuencia de las premisas sentadas hasta el momento, es posible sostener que el derecho procesal
es el conjunto de normas reglamentarias de la Constitución Nacional, que tienen por finalidad regular
el ejercicio de la acción, la oposición a la pretensión, los derechos de las partes en el proceso y la
actividad de éstas y del órgano jurisdiccional, que sea necesario desplegar para resolver los conflictos
que le sean sometidos.
AUTONOMIA DEL DERECHO PROCESAL: para escindirlo, por la naturaleza instrumental de sus
normas, del derecho de fondo
las leyes procesales tienen su origen en la Constitución Nacional y sus previsiones en tal sentido establecen el
marco dentro del cual se encuentran los límites
No estamos entonces ante una rama independiente del derecho, sino ante un aspecto
puntual del Derecho Constitucional. El Derecho Procesal no es más ni menos que el
constitucional aplicado.
Es evidente que en nuestro derecho la acción resulta ser la potestad de los habitantes de la Nación, inherente
a la soberanía del pueblo, de reclamar la actuación de los órganos jurisdiccionales, en forma directa o por
medio de las instituciones previstas para representarlos.
b) La pretensión define el reclamo por el cual se recurre ante los estrados judiciales; es el planteamiento
concreto del conflicto frente a la otra parte, que da origen a lo que denominamos el debido proceso legal
adjetivo.
c) La estructura del "debido proceso legal adjetivo", es esencial para el resguardo de los derechos en el proceso.
Su raigambre constitucional
El debido proceso legal adjetivo está compuesto por: una acusación concreta posibilidad de respuesta, a la
acusación o a la pretensión, oportunidad cierta para las partes de probar los hechos y circunstancias alegados
y una sentencia dictada en tiempo oportuno por un tribunal imparcial, conforme los hechos probados y el
derecho aplicable.
d) La composición de los órganos del Poder Judicial es una cuestión ajena al derecho procesal, pero
necesariamente lo integran todos los aspectos vinculados a su funcionamiento en el proceso.
CAPITULO III
PRINCIPIOS QUE RIGEN EL DERECHO PROCESAL PENAL
DE LA CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES
El derecho procesal penal y contravencional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires debe responder a
principios procesales determinados con precisión en su Constitución. Como se verá más adelante, los
principios procesales son estructuras ideales relativas a diferentes aspectos o formas con las que puede
construirse un sistema procesal y su conocimiento permite analizarlo e interpretarlo.
Sin embargo, a partir de la reforma constitucional de 1994, la Ciudad de Buenos Aires adquirió autonomía a
la par de las provincias, con facultades propias de legislación u jurisdicción (art. 129) y dictó su propia
Constitución.
La Constitución local demanda que el sistema responda al principio acusatorio, a la garantía de defensa en
juicio, que incluye el derecho de todo detenido a comunicarse inmediatamente con alguien de su confianza, al
principio de determinación del hecho, condiciona la validez de las pruebas a su origen legal, prohíbe la
recepción de declaraciones al imputado en sede policial, demanda la intervención del juez para la afectación
del domicilio y las comunicaciones, el derecho a la doble instancia, prohíbe la prisión preventiva en materia
contravencional y contempla el juicio por jurados (arts. 13 y 86).
De todos esos reclamos constitucionales, el único que no respetó el Código Procesal Penal fue la
implementación del juicio por jurados, prevista en el proyecto original y que, inexplicablemente sigue siendo
resistida por los legisladores.
CAPTIULO IV
GARANTIAS CONSTITUCIONALES
Es necesario comprender, para entender el tema, que el sistema de garantías procesales tiende a proteger a los
ciudadanos del poder político, partiendo de la filosofía iluminista de la división de poderes y considerando el
enorme poder que se otorga a determinadas personas, falibles y mutables como cualquiera otra, para el
ejercicio de los roles ejecutivos, legislativos y judiciales. Entonces, en una estructura caracterizada por frenos
y contrapesos entre los poderes, la legislación constitucional establece algunos límites rígidos para proteger a
los individuos del abuso de poder y de los desvíos de todo sistema en su contacto con la realidad.
Cuando el apartamiento del programa constitucional por parte de los poderes políticos genera amplios ámbitos
de exclusión social, como las villas de emergencia, aparecen situaciones de violencia
Pero, ello no justifica en modo alguno el apartamiento del sistema constitucional en su aspecto procesal
No se trata de justificar con ello la impunidad, sino de defender un principio superior y que está contemplado
para proteger a todos los habitantes: la seguridad jurídica y el debido proceso legal. Porque si uno no está
dispuesto a que el sistema de garantías rija aún para el peor ser humano, para el peor enemigo personal o
del sistema, no cree en sus fundamentos.
Este principio fue desarrollado en los pactos internacionales, señalando el derecho de todo imputado a ser
juzgado por un tribunal imparcial y rápidamente, previa información sobre las causas de la detención y
asegurándose el derecho de defensa.
La Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en su Art., 13 inc. 3 demanda que el en proceso se
respeten los principios de determinación, inviolabilidad de la defensa en juicio, juez natural, inmediatez,
imparcialidad y publicidad, todos los cuales se relacionan con la estructura del debido proceso legal.
Esta garantía implica que en el curso del proceso no se podrá imponer al imputado ninguna restricción a la
libertad u otro derecho fundamental asimilable a la pena, fundadas en las características del delito reprochado
o en su eventual peligrosidad
De allí que sólo en beneficio del proceso -para asegurar su normal desarrollo puedan restringirse su libertad
ambulatoria o algún aspecto patrimonial; pero siempre limitadamente, es decir cuando se den las condiciones
para sospechar fundadamente que el desenvolvimiento del proceso pudiera estar en peligro y con los alcances
que establecen otras garantías, que serán analizadas más adelante.
El juicio previo deberá estar fundado en ley anterior al hecho del proceso. Es decir que vincula dos aspectos
fundamentales como la tipificación previa, y la exigencia de que el proceso, y por ende la sentencia, se
sustenten en un hecho.
Además, ese hecho deberá exceder la esfera de reserva individual amparada por el art. 19 de la Ley
Fundamental.
Las normas que contemplan los plazos de prescripción integran el principio penal de legalidad, pero, es materia
propia del Derecho Penal el establecer objetivamente los plazos de prescripción, el proceso debe tener por fin
primordial la investigación de un hecho concreto que la ley repute delito o falta.
Este es justamente el fundamento del concepto de cuerpo del delito, que se convierte en objeto del proceso y
consiste en uno de los aspectos a demostrar en forma integral, constituído por el conjunto de circunstancias y
accidentes que hacen a la comisión de un hecho delictivo.
el cuerpo del delito, es el objeto del proceso, se vincula directamente con el principio de determinación,
principio de congruencia, conforme el cual el hecho expuesto en determinados actos procesales debe
mantenerse incólume en los actos vinculados subsecuentes.
El Código Procesal Penal de la Ciudad de Buenos Aires es considerablemente más desformalizado y las
decisiones judiciales se toman en audiencias orales, por lo cual la congruencia, es relevante pero no tiene la
misma sacralidad.
En efecto, el acto de intimación del hecho no tiene la misma relevancia que la declaración indagatoria del
proceso federal, pues no tiene entidad probatoria permanente y no se incorpora al debate, mientras que el
requerimiento de juicio puede ser modificado con mayor amplitud en el proceso local que en el nacional (art.
230).
Consecuentemente, el proceso debe estar sustentado en una hipótesis fáctica verificable, el respeto al principio
de determinación habilitar una posibilidad cierta de defensa y la congruencia debe responder a las
características del sistema.
Otro aspecto que hace a la garantía del juez natural, no previsto originariamente en la Constitución Nacional,
pero contemplado expresamente en la de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (art. 13 inc. 3) es la de la doble
instancia. Es decir la existencia de un órgano jurisdiccional competente, independiente, imparcial y
preexistente, para revisar las sentencias y las penas.
Se entiende como el del doble conforme para la sentencia condenatoria. el doble conforme se vincula con
que toda sentencia condenatoria pueda ser recurrida
por el condenado, aunque haya sido dictada por un tribunal de alzada. no puede dejarse de lado al jurado en
la consideración del juez natural en materia penal.
Este instituto fue contemplado por la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en su art. 81 inc.
2, como una de las leyes que debe dictar la Legislatura.
Esta garantía implica que ninguna persona sometida a proceso como sujeto pasivo, en el ámbito penal o civil,
puede ser compelida a declarar en su contra por ningún medio coercitivo, sea físico, psíquico, directo o
indirecto.
Al prestar declaración en el proceso penal, el imputado debe ser informado de sus derechos al respecto y de
las consecuencias del acto.
Este derecho podría agotarse en la facultad de no declarar y perfectamente podría restringirse el derecho de
mentir. O sea que si el sujeto decidiera declarar tras conocer sus derechos en el proceso, debería decir la verdad
y responder por perjurio en caso de mentir.
También se establecen expresamente la facultad del imputado de comunicarse libremente con su defensor
antes de la declaración indagatoria
La doctrina del "fruto del árbol envenenado", conforme la cual el Estado no puede aprovechar en materia
probatoria la obtenida ilegalmente, cabrá considerar nula cualquier declaración obtenida en esas
circunstancias.
Si la libertad pudiera poner en peligro el normal desenvolvimiento del proceso, se acepta que se la restrinja
De allí que sea inconstitucional el encarcelamiento preventivo por la peligrosidad del sujeto o la repercusión
social del hecho
Se refiere, en el proceso penal, al derecho del imputado a contar con abogado defensor desde el comienzo,
aun de oficio si no designara uno el interesado, a conocer la imputación, a contar con los medios y el tiempo
necesarios para preparar la defensa, a comunicarse libre y privadamente con el defensor y a ser juzgado en el
menor tiempo posible.
Este principio general, sólo puede ceder, obviamente, en una injerencia fundada en estrictas razones de
solidaridad, es decir para salvar de un peligro concreto e inmediato al mismo sujeto protegido o a terceros, en
circunstancias objetivas de las cuales no pueda inferirse una intención violatoria de la garantía en cuestión.
La Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires dispone que solamente una orden judicial podrá
autorizar el allanamiento de domicilio, la interceptación de correspondencia, el secuestro de papeles, escuchas
telefónicas y el conocimiento de información personal almacenada.
Una vez dictada la sentencia final, es decir la que no admita recurso alguno, la cuestión no pueda ser reeditada.
La sentencia justa desde el punto de vista jurídico es aquella que resulta ser la consecuencia de los hechos
probados, conforme las posibilidades brindadas por la Constitución y las leyes, y el derecho aplicable. Si no
se somete a tales pautas la sentencia será arbitraria, aunque se ajuste a la verdad real.
como toda potestad constitucional, el derecho a la acción tiene límites racionales y temporales que le ponen
coto y lo armonizan con el ejercicio de las otras garantías individuales.
Su finalidad es otorgar seguridad jurídica al mantener incólume la decisión judicial sobre el conflicto y el
carácter de ley individual que caracteriza a la sentencia definitiva.
Sólo se admite la alteración de la situación de "cosa juzgada" cuando se determina con posterioridad a la
sentencia que hubo una clara actitud maliciosa de una de las partes para llevar a engaño al juez.
No deben confundirse tales casos excepcionales, posteriores al fallo y sin malicia del beneficiario, con
hipótesis vinculadas a la inacción procesal o mal ejercicio de la defensa.
Este instituto funcionará en la medida que no existan otros remedios procesales idóneos, tiene un carácter
individual o, al menos, sus beneficiarios deber ser individualizables.
Así surge de la letra de la Constitución y ello tiene fundamento en que para amenazas abstractas está prevista
la acción de amparo propiamente dicha o, inclusive, las denominadas acciones declarativas de certeza.
En cambio, la acción de hábeas corpus es un instituto tendiente a proteger a personas concretas que encuentran
afectadas o amenazadas en forma actual su libertad o estando detenidas legítimamente sufren vejaciones
injustificadas violatorias del mandato del Art. 18 de la Constitución Nacional (las cárceles serán sanas y
limpias…) y la legislación vigente (ley de hábeas corpus, 23.098, y ley penitenciaria
nacional, 24.660).
En consecuencia, impone la oralidad, que es la forma más adecuada de asegurar el conocimiento directo de
la evidencia, de las partes y sus argumentos, en un marco que permita su control por el acceso de la ciudadanía
al caso.
La forma oral del procedimiento con la presencia de las partes permite un mejor tratamiento del conflicto y lo
aleja de las ficciones jurídicas que generalmente alimentan los procesos escritos, con su carga de lenguaje
críptico, la substanciación innecesaria de articulaciones puramente abstractas por parte de los letrados y las
interpretaciones variables propias de la escritura.
CAPITULO V
PRINCIPIOS PROCESALES
Llamamos principios procesales, a las distintas concepciones sobre las que se puede estructurar el proceso o
que dan solución a algunos de aspectos básicos.
a) POR EL MODO EN QUE SE EJERCE LA ACCIÓN: podemos distinguir el principio acusatorio del
principio inquisitivo.
El ejercicio de la acción está totalmente en manos de los damnificados o del representante del estado encargado
de ejercerla, que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es el Ministerio Público Fiscal, al igual que en el
orden Federal.
Los jueces deben permanecer ajenos a la integración del conflicto y solamente podrán expedirse, aplicando el
derecho al caso concreto, en la medida que se mantenga la controversia hasta el momento previsto para el
fallo en el sistema procesal
2) Impulso: El sujeto activo del proceso y eventualmente el demandado deben promover el avance del mismo
hacia sus distintas etapas, estando vedado hacerlo al órgano judicial.
3) Incorporación de los hechos y las pruebas: Son las partes, mediante el planteo de la pretensión y su
respuesta, los que fijan los hechos objeto de controversia y ellas las encargadas de probar las distintas
circunstancias alegadas.
4) Disponibilidad de la acción y del derecho material: Así como la parte actora tiene la potestad de reclamar,
a través de la pretensión ante el órgano jurisdiccional, la parte demandada tiene la facultad de allanarse a la
demanda y con ello dar por finalizada la controversia, sea legítimo o ilegítimo el reclamo.
El órgano judicial no puede apartarse de la cuestión controvertida que las partes han llevado a su decisión,
aunque tuviera otros aspectos relevantes no ventilados en el juicio y debe tener por ciertos los hechos y
circunstancias que los sujetos mencionados así consideraron.
Este principio es el que en mejor medida y en forma más pura demuestra el carácter del proceso en el Estado
de Derecho, es decir como el medio idóneo para resolver conflictos y evitar la violencia entre las partes
involucradas, limitando al órgano estatal (en este caso el jurisdiccional) a su función de árbitro.
Según nuestra tradición jurídica, es más fácil aceptar los alcances del sistema acusatorio en el marco del
derecho privado que en el del derecho penal, puesto que la concepción bajo la cual se legisló en esta materia
y en la cual se formaron nuestros juristas es de raíz continental europea, donde el sistema punitivo tenía otra
significación para el Estado, al punto que importaba la expropiación total del conflicto.
Sin embargo, siendo nuestra Constitución Nacional claramente contractualista y demandando expresamente
la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que el proceso se estructure bajo el principio
acusatorio (art. 13 inc. 3), es necesario asumir que el procedimiento en materia penal debe responder a sus
criterios, aunque adaptados a las características propias del derecho punitivo.
Ello demandará algunos límites en los distintos aspectos del sistema puro, como la imposición de la carga de
la prueba a la acusación o el acotamiento para acordar sobre los hechos e, inclusive, en la reglamentación
sobre la disponibilidad de la acción, que en los delitos de acción pública deberá reglamentar cada sistema
procesal. Pero, corresponde asumir que tratándose el ejercicio de la acción de una cuestión procesal, es
perfectamente admisible en nuestro sistema constitucional que cada Provincia o la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires lo reglamenten independientemente, respetando el mandato constitucional.
El principio inquisitivo, otorga al Estado la titularidad exclusiva de la acción y a los órganos jurisdiccionales
el poder de impulsarla, integrarla con la pretensión, precisar sus alcances y aplicar el derecho.
Importantes rasgos inquisitivos se encuentran en el Código Procesal Penal de la Nación, tanto en la etapa de
instrucción como en la etapa de juicio, donde el tribunal tiene amplias facultades en la conducción del debate
y la incorporación de las pruebas, aunque no las tiene para precisar el objeto del juicio y conforme la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, se encuentra vinculada su decisión final con el
pedido del Fiscal, en caso de ser absolutorio (C.S.J.N., fallo “Tarifeño, Francisco”, T. 209, XXII).
También se ha considerado la existencia de un tercer principio, que introduce aspectos del acusatorio en el
inquisitivo, que es el denominado acusatorio formal, conforme el cual el Ministerio Público Fiscal ejerce la
acción, pero su titular es el Estado en general, de modo que no puede hacer cesar su ejercicio sin la
conformidad del órgano judicial. También se lo ha denominado acusatorio tutelado y, en realidad, el único
que aspecto que reconoce del sistema acusatorio es que formalmente el impulso está en manos del Ministerio
Público, pero sin reconocérsele los demás atributos de la acción y limitando la legitimidad de la querella
El primero de ellos, se refiere a la imposibilidad del Ministerio Público Fiscal de desistir de la acción penal
una vez iniciada legalmente, salvo en los casos predeterminados
El segundo permite al Ministerio Público Fiscal abandonar la acción por otras cuestiones, aunque el imputado
pudiera ser autor responsable del delito.
La indisponibilidad de la acción está vinculada a la concepción inquisitiva del proceso, pues se refiere a la
necesidad de que todos los delitos sean investigados como modo de protección del sistema legal; en tanto el
principio de oportunidad está relacionado con el criterio acusatorio, otorgando prioridad a la resolución de los
conflictos.
· Cumplimiento de los actos previstos para la etapa en cuestión, así en la correspondiente a la traba de la litis,
con la presentación de la demanda y su contestación en término, en la de prueba con el ofrecimiento y el
cumplimiento de las medidas solicitadas, etc.
· El transcurso del plazo, del término o de los momentos previstos para el cumplimiento de los actos a cargo
de alguna de las partes, como por ejemplo el plazo para contestar la demanda, o para ofrecer pruebas, o para
interponer cuestiones de nulidad, etc. sin que se lo hiciera.
· El mal cumplimiento del acto procesal, como una contestación inadecuada de la demanda, o de una vista, de
modo que el interesado pierde la oportunidad de hacerlo en debida forma.
2) La modalidad procesal opuesta al principio de preclusión, es el principio de unidad de vista, en el cual en
una sola audiencia se llevan a cabo, sin orden previsto, los distintos actos procesales y se resuelve el conflicto.
No es una modalidad común ni es aconsejable más que para cuestiones muy simples.
En contra de ello, puede sostenerse que el proceso resulta más lento y que se pierde contacto con la realidad.
2) El principio de oralidad, consiste en que los actos procesales se realizan en audiencias con la presencia y
participación de las partes y el tribunal, planteándose las cuestiones y recibiéndose las pruebas en forma oral.
En la Ciudad de Buenos Aires, este principio aparece demandado por la Constitución (art. 13 inc. 3), cuando
contempla los de inmediación y publicidad, pues es en el sistema oral donde éstos se pueden cumplir.
3) El principio de oralidad actuada, tiende a compensar ventajas y desventajas de los anteriores. Consiste en
la realización de actas en las que se transcriben los actos orales o constan las cuestiones esenciales ocurridas
en audiencias orales.
En la actualidad esta modalidad resulta simplificada por la utilización de medios de registro como la grabación
o filmación de las audiencias
2) Abreviación de los plazos: Dentro de la idea del párrafo precedente, hay casos en que por la importancia
de la cuestión en debate, como por su naturaleza, los plazos procesales pueden ser más o menos cortos; pero
también puede prever la ley, o si ésta no lo contempla aceptar los tribunales, que las partes en cuyo beneficio
ha sido previsto un plazo renuncien a mantenerlo vigente, cuando han cumplido su objetivo procesal o cuando
desistan de hacerlo.
3) Saneamiento: para evitar que el posterior planteamiento de nulidad haga retroceder todo el proceso y con
ello se incrementen el desgaste y los costos para las partes y el tribunal.
e) PRINCIPIO ADQUISITIVO: Conforme el cual las pruebas se adquieren para el proceso y no para las
partes que las hubieran incorporado u ofrecido. Esto significa que cuando una de las partes hubiera ofrecido
elementos probatorios y su resultado no le fuera favorable (por ejemplo la declaración de un testigo, o un
informe a un organismo oficial o institución privada, o un peritaje de cualquier naturaleza), no puede pretender
que no se tenga en cuenta la prueba incorporada al proceso.
Sus variaciones son: doble instancia general, cuando toda decisión es recurrible; doble instancia limitada,
cuando solo algunas decisiones lo serán; recursos limitados, cuando solo serán revisables algunos aspectos de
la decisión y amplios, cuando se pueden revisar los aspectos de hecho y derecho; sistema de doble conforme,
cuando se reclama que el tenor del fallo sea conformado por un tribunal de alzada para ser ejecutable.
G) PRINCIPIO DE DETERMINACION O SUSTANTIVIDAD: Significa que el proceso solamente se
puede sustentar en la investigación de hechos determinados, concretos, cuya formulación permita el ejercicio
del derecho de defensa.
CAPITULO VI
NATURALEZA JURIDICA DEL PROCESO
Partiendo de tales principios, el derecho procesal y el derecho material serán herramientas en manos del juez
para dirimir el conflicto. El primero señalará cómo precisar los hechos y el segundo sus consecuencias
jurídicas.
Es entonces evidente, dentro de ese esquema, que la naturaleza jurídica del proceso es contractualista, pues
sus instituciones y consecuencias tan particulares derivan del contrato social del que emana el Estado de
Derecho vigente
El Código Procesal Penal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires recepta plenamente los principios
contractualistas expuestos. Es de vital importancia para interpretar el sentido de sus institutos el art. 1, que
considera al Código como un reglamento de la Constitución Nacional y de la Constitución local, al tiempo
que su art. 91 dice “El Ministerio Público Fiscal practicará la investigación preparatoria con la finalidad de
arribar a la solución del conflicto por cualquiera de las vías legalmente previstas o promover o desechar la
realización del juicio”, lo que demuestra su finalidad tendiente a la solución de los conflictos por vías
alternativas a la pena o con el dictado de la sentencia que disponga la absolución o condena, descartando que
esté destinado exclusiva y fundamentalmente a ser un instrumento sujeto a la ley penal de fondo.
CAPITULO VII
LA DINAMICA DEL PROCESO
La misma denominación del proceso nos da idea de "actividad" en desarrollo y está claramente delimitada,
conforme lo visto hasta el momento, por la desplegada por los sujetos vinculados al conflicto: el que ejerce la
acción en defensa de su pretensión, quien se defiende de ella y el órgano jurisdiccional encargado de dirimir
la controversia.
Desde esta óptica, cabe entonces analizar los distintos aspectos que hacen a la dinámica del proceso: la acción,
la pretensión, la defensa, la actuación del órgano jurisdiccional y, dentro de cada uno de ellos, cuáles son los
sujetos directa o indirectamente involucrados en la actividad.
a) LA ACCION
1) Naturaleza de la acción: Es preciso recordar que el derecho a la acción es una garantía constitucional,
amparada en forma directa por dos cláusulas originarias de la Carta Magna, por los pactos internacionales
dotados de igual jerarquía y la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, así como genéricamente
por la estructura republicana de gobierno.
Se trata entonces de una potestad popular que permite provocar la actuación del Poder Judicial para que,
conforme los procedimientos previstos en la ley, se dirima un determinado conflicto aplicando la legislación
sustantiva al caso concreto.
Tal potestad no debe ser confundida con la pretensión, que es el contenido de la acción y donde se delimitan
el reclamo y el objeto del proceso.
2) Exclusión del Poder Judicial en la titularidad de la acción: Y en el marco de tal concepto, la reforma
constitucional de 1994 incorporó como cuarto órgano del estado federal al Ministerio Público (art. 120), con
la finalidad de promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad y los intereses generales de la
sociedad.
Como consecuencia de lo expuesto, los jueces no pueden tener facultades para delimitar el objeto de la
decisión - dar contenido a la acción - y disponer de la misma antes del fallo que por vía natural - sentencia - o
anticipada -sobreseimiento -, ponga fin al proceso; porque siendo los encargados de atender el reclamo y
resolver el conflicto, les está vedado asumir el rol de los sujetos interesados en la petición.
En el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la cuestión quedó definitiva y claramente zanjada en
favor del procedimiento adversarial, al reclamar la Constitución local, en su art. 13 inc. 3, la modalidad
procesal acusatoria y contemplar en su art. 81 inc. 2 el juicio por jurados.
Consecuentemente, aún cuando toda persona es titular de la potestad de accionar, su ejercicio se encuentra
reglamentado por el derecho procesal en consonancia con el derecho de fondo, que regulan la viabilidad de la
pretensión.
4) CLASIFICACION DE LAS ACCIONES: En relación con la pretensión, las acciones pueden clasificarse
en públicas y privadas. Las primeras son aquellas que conforme las leyes de fondo están vinculadas al interés
general y por ende, algunos organismos del estado tienen la obligación de ejercerlas.
En el orden nacional, tras la reforma constitucional de 1994, el Ministerio Público Fiscal es el órgano
naturalmente encargado de ejercer la acción pública, aunque también fueron instituídos de tal potestad el
Defensor del Pueblo y la Auditoría General de la Nación.
Los particulares podrán adherirse con más o menos facultades al ejercicio de la acción pública. En punto a
esto, en mi criterio es inconstitucional prohibir el ejercicio de la acción a aquellos sujetos particulares
directamente afectados por los hechos que son objeto del proceso; pues, como ya se expuso, los arts. 14 y 18
de la ley fundamental nacional y el art. 12 inc. 6 de la local, claramente señalan el derecho de peticionar y la
defensa en juicio de la persona y los derechos, que incluye el acceso a la justicia.
En consonancia con tales principios, el Código Procesal Penal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires otorga
el pleno ejercicio de la acción al querellante, quien puede continuarla aun cuando la desista el Ministerio
Público Fiscal (art. 10).
Dentro de los casos de acción pública, se encuentra una sub-categoría que tiene que ver con la pretensión de
contenido penal: las acciones dependientes de instancia privada, se caracterizan porque el impulso inicial
depende de una manifestación de voluntad del damnificado y una vez expresada la intención de que el delito
sea investigado, la acción toma todas las características de las de carácter público (art. 72 del Código Penal).
Las acciones privadas son aquellas que exclusivamente corresponden al interesado, protegen bienes jurídicos
en los cuales la valoración del perjuicio está estrictamente vinculada al alcance que subjetivamente el ofendido
quiera darle.
I) La iniciativa: Es la potestad de presentarse ante el órgano jurisdiccional y obtener una respuesta en cuanto
a la viabilidad de la acción, es decir que se admita la hipótesis de la controversia y se de curso al proceso.
II) Contenido: También es facultativo del titular de la acción el darle contenido a la pretensión, o sea fijar el
objeto y el límite de la controversia que será planteada, el viejo Código de Procedimientos en Materia Penal
permitía al Juez de Instrucción integrar a su antojo el objeto del sumario y el actualmente vigente en el orden
nacional o federal, si bien demanda el requerimiento de instrucción por parte del Ministerio Público, señala
que la controversia por el pedido de sobreseimiento del Fiscal no compartido por el Juez de Instrucción, debe
ser dirimida por la Cámara de Apelaciones, órgano éste que puede obligar al Ministerio Público a requerir la
elevación a juicio (art. 348), aunque la Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró inconstitucional esta
norma por afectar la independencia funcional del Ministerio Público Fiscal.
III) El impulso:
Consiste en la facultad de promover el avance de la acción hacia las distintas etapas del proceso.
La ley procesal de la Ciudad de Buenos Aires establece un plazo de caducidad de la acción, disponiendo el
archivo de las actuaciones si el Ministerio Público no promueve el juicio en el término de tres meses.
No pueden caber dudas acerca de la concepción acusatoria del proceso en la ley fundamental y de la carencia
de facultades del Poder Judicial sobre el ejercicio de la acción, en cualquiera de sus aspectos.
En el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el mandato constitucional en favor del procedimiento
acusatorio fue receptado con amplitud por el Código Procesal Penal, que otorga al Ministerio Público Fiscal
amplias facultades de disposición por aplicación de criterios de oportunidad (art. 199).
CAPITULO VIII
LA EXTINCIÓN DE LA ACCION
I) El modo normal de extinción de la acción es la decisión judicial que pone fin al conflicto: la desestimación
de la pretensión, el sobreseimiento o la sentencia definitiva y el archivo del Ministerio Público Fiscal en los
procedimientos acusatorios.
En el supuesto de extinción por decisión jurisdiccional mencionados opera uno de los principios esenciales
del ordenamiento jurídico, cual es el de la "cosa juzgada" y que significa que, una vez finalizado el conflicto
a través de todas las instancias permitidas por las leyes procesales, no puede ser reeditado y la sentencia
definitiva será ley para las partes (ver Capítulo IV).
También puede establecer la ley procesal situaciones de extinción de la acción por desistimiento del Ministerio
Público Fiscal o de la querella, como en los casos de archivo por parte del Ministerio Público Fiscal.
En primer lugar, cabe destacar que la prescripción no es un instituto que emane de la Constitución Nacional
como un derecho específico, de manera que puede estar contemplado o no en la ley y la legislación puede
acordarlo para algunos delitos y rechazarlo para otros. Pero, una vez previsto integra la estructura que rige
para el delito que esté abarcado por el instituto y se vincula directamente con el principio de legalidad, en
tanto pone un límite para la aplicación de la pena.
La prescripción de la acción en materia penal, nos encontramos con que comienza a correr desde las 24 hs.
del día en que se cometió el delito o desde el día en que dejó de cometerse si fuere continuo (art. 63 del Código
Penal). Este aspecto es claro en la ley, como las causales de suspensión de la prescripción.
También está claro que se interrumpe la prescripción por la comisión de un nuevo delito, el plazo de
prescripción correrá independientemente para cada delito, aunque pudieran tramitarse en un mismo proceso.
El punto que ha generado la apuntada controversia es el vinculado con la interrupción de la prescripción por
la "secuela del juicio" (art. 67). Originariamente la ley no definía el concepto. Los tribunales han hecho las
interpretaciones más dispares, tanto sobre lo que significa "secuela", como sobre el significado de "juicio".
Sólo la pretensión debidamente ejercida por un sujeto ajeno al órgano jurisdiccional es la que hace nacer el
juicio previo previsto en la Constitución Nacional y, por ende, es a partir de ella que puede hablarse
técnicamente de "juicio", o sea de la etapa controvertida del proceso.
La reforma de 1949, al incorporar el concepto de “secuela del juicio”, dio vía libre a una concepción inquisitiva
en sentido puro que permitió desnaturalizar el alcance de la acción penal.
Como Alfredo Molinario había predicho, se comenzó por considerar "secuela del juicio" a los actos de la
investigación preparatoria – sumario -, que por su naturaleza preparatoria y carentes de pretensión propiamente
dicha, no pueden considerarse como idóneos para habilitar la controversia. Pero, además se consideró
interruptivo de la prescripción a cualquier medida de investigación ordenada de oficio por los jueces de
instrucción o se discriminaron sin sentido cuáles podían ser interruptivas y cuáles no.
La cuestión fue zanjada con el dictado de la ley 25.990, modificatoria del art. 67 del Código Penal, que precisó
cuáles son los actos procesales que deben considerarse interruptivos de la prescripción. Establece la norma:
"La prescripción se interrumpe solamente por:
La prescripción corre, se suspende o se interrumpe separadamente para cada delito y para cada uno de sus
partícipes, con la excepción prevista en el segundo párrafo de este artículo."
Los problemas substanciales que genera la ley 25.990 son que, en primer lugar, el Congreso Nacional legisló
sobre cuestiones procesales, pone en crisis su constitucionalidad (En mi criterio las causales procesales
interruptivas de la prescripción introducidas por la ley 25.990 sólo serían constitucionales respecto del sistema
procesal federal.); y, en segundo término, no todos los ordenamientos rituarios provinciales tienen los mismos
institutos.
III) LA AMNISTIA
Esta facultad, otorgada por la Constitución Nacional al Congreso de la Nación (art. 75 inc. 20), de borrar los
efectos del delito en modo general, tiene como consecuencia en los casos particulares impedir que continúe el
ejercicio de la acción sustentada en la pretensión de perseguir la condena de una determinada persona, por un
hecho cuya tipicidad se encuentre alcanzada por la amnistía.
En rigor de verdad no extingue la acción, puesto que la potestad de reclamar la actuación de los órganos
judiciales es intangible. La amnistía impide que los delitos alcanzados por ella integren la pretensión y por
ende, extingue cualquier proceso iniciado con esa finalidad o impide que el proceso se inicie, pues el juez
deberá desestimar la acción con tal contenido.
IV.- EL INDULTO
El Art. 99 inc. 5 de la Constitución Nacional, otorga al Presidente de la Nación la potestad de indultar, es decir
otorgar el perdón a personas condenadas en el ámbito federal. Su racionalidad quedará sujeta a control judicial.
V) LA MUERTE DEL IMPUTADO
Otra causal anormal de extinción de la acción es la muerte del imputado de haber cometido un delito, que
tiene sobre la pretensión el mismo efecto que la amnistía porque en nuestro derecho penal la persecución
solamente rige contra los autores, cómplices o encubridores del hecho delictivo (art. 62 del Código Penal).
Consecuentemente, la pretensión en este caso quedará sin sustento ante la imposibilidad de obtener la condena
del sujeto perseguido.
Requisitos:
* La pena de prisión: (92)
* La pena de inhabilitación: Excluye expresamente la ley la posibilidad de suspender a prueba los juicios
por hechos reprimidos con pena de inhabilitación. Tiene por finalidad inhibir al autor para realizar alguna
actividad riesgosa para la sociedad, que desplegó en forma desaprensiva provocando el resultado dañoso.
* La pena de multa: Cuando la pena fuere exclusivamente una multa, la extinción de la acción se obtiene por
el pago del mínimo legal durante el sumario y del máximo previsto en la etapa de juicio (art. 64 del Código
Penal).
* El agente: Excluye también la ley, sólo como una cuestión de política criminal, que los funcionarios
públicos puedan acceder a la aplicación del instituto.
* El ofrecimiento: Es preciso que el imputado solicite, personalmente o por su defensor, la suspensión del
juicio a prueba y ofrezca la reparación del daño material causado por el delito. La ley aclara al respecto que
la reparación debe ofrecerse “en la medida de lo posible”, circunstancia que apunta a que el daño sea reparable
materialmente y a que el imputado esté en condiciones reales de efectuar la reparación material.
* La conformidad del fiscal: es imprescindible, el órgano jurisdiccional carecerá de facultades para revisar
los motivos esgrimidos. Así lo reglamenta expresamente el art. 205 del Código Procesal Penal de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
Sin embargo, la ley procesal local ha establecido pautas sobre las cuales la fiscalía podrá sustentar su negativa:
principios de política criminal y la necesidad de que el caso se debata en juicio (art. 205).
En el caso que la postura negativa del Fiscal fuera evidentemente arbitraria, por carecer de fundamento, al
tribunal sólo le quedará la posibilidad de anular el dictamen e intimar a que se expida adecuadamente, pero
no suplir la potestad de decisión del Fiscal sobre la acción no alcanza el mero disenso con los argumentos de
la fiscalía, sino que éstos deben ser inexistentes, siendo el Ministerio Público Fiscal un órgano dotado de
autonomía funcional.
La querella sólo podrá manifestar su opinión, no vinculante para el órgano jurisdiccional, aunque de
importante peso moral para la decisión del Fiscal.
En el Código de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (art. 205), ordenamiento en el cual la simple víctima
tiene múltiples roles admitidos – como cuestionar el archivo - aunque no alcance el carácter de parte.
La decisión judicial: El tribunal, una vez habilitado por la conformidad del Fiscal, analizará en primer término
si se cumplen los requisitos objetivos, analizará a continuación si en caso de condenar al requirente, le
correspondería, condena de ejecución condicional. Luego, la razonabilidad del ofrecimiento de reparación del
perjuicio y, finalmente, las condiciones de cumplimiento.
El fiscal, su conformidad no lo obliga y puede rechazar el pedido de suspensión del proceso a prueba si
entiende que las condiciones objetivas o subjetivas no resultan adecuadas.
Naturaleza jurídica: La cuestión de la naturaleza jurídica de este instituto no es cuestión menor, pues de
cómo se lo entienda surgirán distintas formas y efectos en su aplicación y se justificará o no su existencia.
En primer lugar, no se trata de una garantía constitucional, el legislador puede optar por considerarlo de
manera amplia como un derecho acordado al procesado o más restringida, como una variante del principio de
oportunidad en manos del Ministerio Público Fiscal.
Estaríamos ante la primera, si el sistema contemplara que ante el pedido del procesado la intervención de la
fiscalía se agota en la mera opinión y ante la segunda si la opinión negativa del fiscal resulta vinculante para
el órgano jurisdiccional. Esta última es la adoptada por la legislación vigente.
En ese contexto legal, ante la negativa del Fiscal lo único que puede revisar el órgano jurisdiccional es si no
está sustentada en un fundamento arbitrario, en cuyo caso podrá disponer que se realice un nuevo dictamen,
pero no subrogarse en la voluntad del representante del Ministerio Público.
e) CONSECUENCIAS.-
La consecuencia natural de la suspensión del juicio a prueba, como se expuso, es la extinción de la acción si
el imputado cumple regularmente las condiciones impuestas.
Para el caso de incumplimiento voluntario el proceso continuará en legal forma, perdiendo el imputado el
derecho a la condicionalidad de la pena en caso de ser condenado. Tampoco tendrá derecho a la restitución de
lo que hubiere pagado.
El incumplimiento puede operarse por la mera abstención de responder a las obligaciones o por la comisión
de un nuevo delito. En este último supuesto, será necesaria la sentencia condenatoria por el nuevo hecho.
De todas maneras, es conveniente aclarar que si lo que se pretende es suspender el juicio, parece claro que
iniciado el debate ya no pueda plantearse la cuestión.
En mi criterio, y como lo resolvió la ley local (art. 205), el único supuesto en que la cuestión podrá plantearse
durante el debate es cuando, como consecuencia de la prueba producida, se modifique la calificación de
manera que permita la condena condicional y quede habilitada la suspensión del juicio a prueba.
La ley contempla dos momentos procesales con diferentes demandas: si se paga durante la investigación
preparatoria (instrucción), deberá abonarse el mínimo legal previsto. Si se paga durante la etapa de juicio,
deberá abonarse el máximo.
Regularmente, la caducidad de la acción está contemplada para los procesos donde se ventilan conflictos
vinculados a pretensiones de derecho privado (civil o comercial) y aparece en el proceso penal como un modo
de limitar la persecución del Estado, en favor del derecho del imputado a tener una rápida definición de su
situación ante la ley y la sociedad.
La cuestión fue contemplada expresamente en el Código Procesal Penal de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, al establecer que transcurridos cinco días desde el vencimiento de los plazos contemplados en el art.
104, de tres meses o sus prórrogas a partir de la intimación de los hechos al imputado, corresponde el archivo
de las actuaciones.
CAPITULO IX
LA PRETENSIÓN
Como señalara reiteradamente, la pretensión es el contenido de la acción.
Es el motivo por el cual se reclama la actuación del órgano jurisdiccional y por ende, será el objeto del proceso.
La constituye algún tipo de conflicto que deba ser dirimido y éste puede tener por partes a personas físicas o
ideales entre sí o a personas con el Estado, o con la ley.
Por lo tanto, definirá la competencia de los tribunales, la mayor o menor injerencia del Ministerio Público y
los alcances de la participación de las partes en las decisiones sobre la acción.
En materia penal, el sustento de la pretensión será necesariamente un "hecho humano susceptible de producir
consecuencias jurídico penales”, y su finalidad la imposición de una pena por la transgresión de la ley de
fondo.
Tal “hecho” es lo que se denomina "el cuerpo del delito", esto es la conducta típica con todas las circunstancias
y accidentes previstos en la ley penal.
Surge del art. 18 de la Constitución Nacional la necesidad de vincular al “cuerpo del delito” así definido con
toda investigación penal, cuando reza que nadie podrá ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al
"hecho" del proceso. Es decir, que el proceso sólo podrá tener por objeto la investigación sobre un hecho
humano (acción significativa) determinado -ver al respecto el capítulo III, sobre el principio de legalidad y el
cuerpo del delito - y la pena sólo podrá sustentarse en tal hecho previamente demostrado, cuando fuera típico
antes de su comisión.
Tiene, entonces, la pretensión penal un doble aspecto substancial: acreditar en el marco del proceso la
comisión del hecho delictivo y la finalidad de lograr que se aplique al delincuente la consecuencia prevista de
su conducta.
* UNIVERSALES Y SINGULARES: Los primeros abarcan todo el patrimonio de una persona y atraen
todos los conflictos vinculados al mismo, como el juicio sucesorio o el de quiebra.
Los segundos, se vinculan con un solo conflicto o tipo de conflictos, aunque nada impide se unifiquen en un
mismo proceso distintas pretensiones siempre y cuando tengan algún vínculo.
Esta se denomina unión por conexidad, por ejemplo cuando se siguen acciones por distintos hechos delictivos
contra una misma persona o se persigue en el proceso penal la pretensión civil resarcitoria junto con la
criminal. Aquí opera el principio de economía procesal, pero cada acción y su consecuente pretensión
mantienen su individualidad.
* POR SU OBJETO: Puede ser el proceso controvertido -contencioso- o voluntario. El primer grupo
representa al proceso típico, adversarial, puesto que supone un conflicto entre partes. El segundo, es propio
de una actividad administrativa encomendada al Poder Judicial por las leyes, generalmente por la posibilidad
futura de que aparezca el conflicto durante su actividad, aunque ajena a su objeto constitucional si la
controversia no se plantea, pues se refiere al reclamo unilateral de que se reconozca una situación de hecho
preexistente (por ejemplo filiación) o se modifique una situación de derecho (divorcio) o se reconozcan los
efectos de un hecho (sucesión).
* POR SU FINALIDAD: Puede ser constitutivo, declarativo o de condena. Constitutivo cuando se pretende,
controvertidamente, que se modifique una situación jurídica anterior (divorcio, disolución de sociedad,
escrituración).
Declarativo: Que se reconozca con efectos jurídicos una situación de hecho existente (filiación).
De condena: Que se imponga a la otra parte, una obligación específica: de hacer, no hacer o entregar, o
someterse a una privación o restricción de libertad.
Los procesos ordinarios tienen en general los plazos más prolongados y etapas probatorias amplias. Los
sumarios se caracterizan por la concentración de actos y acortamiento de plazos, como la imposición de
ofrecer la prueba con la demanda y el menor término concedido para contestar ésta o las vistas.
No deben ser confundidos ambos conceptos, aunque las leyes -como el Código Procesal Penal- y la
jurisprudencia suelen caer en el error de utilizarlos indistintamente para designar la competencia.
* POR SU SITUACIÓN INSTITUCIONAL: Los tribunales pueden tener competencia para entender en
asuntos federales u ordinarios. Los primeros son la Corte Suprema de Justicia de la Nación y los tribunales
nacionales inferiores creados por el Congreso, y de las cuestiones ordinarias en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, hasta tanto se complete el traspaso de tal competencia a sus Tribunales.
Los tribunales locales son los que entienden en las cuestiones comunes en las provincias y en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
* POR LA MATERIA: Por cuestiones de especialización. Juzgados con competencia civil, comercial, penal
-dentro de este rubro también especializaciones como penal económico, correccional o de menores-, laboral,
contenciosos administrativos, etc.
Como instancia de excepción, en el ámbito nacional existe la Corte Suprema de Justicia de la Nación, salvo
en las causas de competencia originaria allí definidas.
En los ámbitos provinciales y en la Ciudad de Buenos Aires, como instancia previa a la Corte Nacional están
los Superiores Tribunales locales.
* POR EL TURNO: Dentro de los mismos ámbitos de competencia material y territorial, cuando hay más de
un juzgado se dividen su posibilidad de intervención por turnos temporales o mediante sistemas de sorteo, que
aseguran la imparcialidad del tribunal y la distribución equitativa de tareas.
CAPITULO X
LA DEFENSA
Este es uno de los aspectos más interesantes del proceso y especialmente del proceso penal.
El derecho de defensa es, entonces, un aspecto esencial de un sistema y se manifiesta como la oposición a la
pretensión, que se ha definido como el derecho a ser oído.
Es decir, la oportunidad de contestar la pretensión en tiempo oportuno para evitar sus consecuencias y de
probar libre y ampliamente lo alegado con tal fin.
La Constitución Nacional ha previsto expresamente este derecho (arts. 17 y 18), dando inclusive raigambre
institucional al Ministerio Público de la Defensa.
Por otra parte, en nuestro sistema jurídico no se admite el juzgamiento en rebeldía en materia penal, pues es
uno de sus principios el sometimiento del imputado a los requerimientos del proceso, de manera que reiterada
y pacíficamente la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha señalado la improcedencia de recursos en su
favor cuando el beneficiario no se encuentra “a derecho”, es decir con una situación regular la presencia y
disponibilidad a los fines procesales.
LA DEFENSA OFICIAL
Las normas procesales y la tradición forense en nuestro país, habían interpretado el derecho de defensa en
juicio en forma amplia, asegurando al imputado la asistencia letrada gratuita en todo proceso penal, aunque
no designara letrado particular.
Por otra parte, la institución debe asumir un rol protagónico en la defensa de sectores desprotegidos
necesitados de respuesta judicial, como los menores e incapaces desamparados o en peligro material o moral,
o los pobres y ausentes en materia civil, la asesoría en materia familiar, etc., cuestiones estas últimas que la
Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y sus leyes reglamentarias (ley 1903) asignan a la
Asesoría General Tutelar.
CAPÍTULO XI
EL MINISTERIO PÚBLICO EN LA CONSTITUCIÓN NACIONAL
La reforma constitucional de 1994, dio jerarquía institucional como cuarto órgano del Gobierno Nacional al
Ministerio Público.
En el denominado “Pacto de Olivos”, que diera sustento a la reforma de la Carta Fundamental, se pensó en
otorgar al Ministerio Público una categoría de órgano “extrapoder”, para que no tuviera dependencia funcional
respecto de ninguno de los poderes tradicionales.
Lamentablemente, la técnica legislativa fue muy mala, dado que es el único de los poderes emergentes de la
Constitución Nacional que no tiene prevista la forma de designación y remoción, ni precisa la duración del
mandato.
Fue novedoso en el derecho nacional el carácter bicéfalo del Ministerio Público, a cargo del Procurador
General de la Nación y del Defensor General de la Nación, respectivamente cabezas del Ministerio Público
Fiscal y del Ministerio Público de la Defensa.
Pero, así como se dividió la conducción, no se aclararon los roles institucionales pertinentes a cada rama, que
se precisaron conjuntamente señalando que es función del Ministerio Público promover ante los órganos
jurisdiccionales “la defensa de la legalidad” y “los intereses generales de la sociedad”.
El Poder Ejecutivo, el Legislativo, ni éstos ni el Judicial podrán ejercer la acción pública en defensa de la
legalidad y los intereses generales de la sociedad.
el Ministerio Público Fiscal, como titular de la acción, podrá decidir sobre la persecución o no de determinados
delitos de bagatela o seleccionar lo trascendente en determinados casos complejos.
Así, el Ministerio Público Fiscal tiene ahora el deber de analizar las situaciones delictivas reiteradas, detectar
situaciones de violación sistemática de la ley y de corrupción administrativa, la existencia de organizaciones
criminales, etc., investigarlas y promover su persecución.
El control sobre la actuación del Ministerio Público Fiscal en este cometido estará en el análisis argumental
de sus requerimientos por parte del tribunal cuando se manifiesten en situaciones de conflicto, que podrá
anularlos si resultaren arbitrarios.
La Ley Orgánica del Ministerio Público (N° 24.946) contempla que duran en sus cargos mientras dure su
buena Conducta.
Objetividad, el Ministerio Público Fiscal será titular natural de la acción pública penal, encargado de
promover la actuación de la justicia, de provocar la actividad jurisdiccional y sostenerla en el proceso.
Dicho ejercicio de la acción deberá cesar cuando el representante del organismo acusador advierta la inocencia
del imputado, y las decisiones en este aspecto serán vinculantes para los tribunales.
También, podrá sostener, si la ley orgánica lo contempla, la defensa de los intereses difusos en la medida que
no superponga sus funciones con el Defensor del Pueblo.
LA LEY ORGANICA DEL MINISTERIO PÚBLICO NACIONAL (Ley 24.946, de 1998).
Estabilidad inmunidades, equiparación con los jueces. Para asegurar su autarquía financiera, el Ministerio
Público cuenta con crédito presupuestario propio.
La relación del Ministerio Público con el Poder Ejecutivo se canaliza por intermedio del Ministerio de Justicia,
pueden requerir informes, recabar la colaboración de las autoridades policiales.
Designación: El Procurador General y el Defensor General serán designados por el Poder Ejecutivo con
acuerdo del Senado, con el voto de dos tercios de sus miembros presentes. El resto mediante un concurso.
Para ser designado Procurador General o Defensor General se requiere ser ciudadano argentino, abogado con
ocho años de ejercicio y reunir las demás calidades requeridas para ser senador nacional. Por los demás cargos
se requiere una edad que va de los treinta a los veinticinco años y ser abogado con una antigüedad en la
profesión entre los seis y dos años.
La sentencia deberá dictarse en el plazo no mayor de quince días que fijará el presidente del Tribunal al cerrar
el debate.
Estructura.
La Ley Orgánica estableció una equivalencia de cargos entre el Ministerio Público y el Poder Judicial.
Corresponde a la defensa pública: velar por la observancia de la Constitución Nacional y las leyes; intervenir
en los casos de venias supletorias, declaraciones de pobreza, y en los que se alegue privación de justicia;
promover o intervenir.
Cuando carecieren de asistencia o representación legal; o hubiera que controlar la gestión; ejercer la defensa
de la persona y los derechos de los justiciables.
El rol tutelar ha sido asignado en la ley de Ministerio Público nacional a la defensa pública, a diferencia de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires que consideró en su Constitución a la Asesoría Tutelar como una rama
autónoma dentro del Ministerio Público.
CAPITULO XII
EL MINISTERIO PÚBLICO EN LA CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES
El Ministerio Público fue concebido en la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires bajo
lineamientos similares a los que surgen del art. 120 de la Constitución Nacional, en la medida que se otorgó
al órgano un rol específico con autonomía e independencia funcional.
Lo integra como tercer estamento la Asesoría General Tutelar. Se lo ha integrado institucionalmente al Poder
Judicial.
Dentro de las definiciones importantes se destaca la precisión sobre el sistema acusatorio, que surge al señalar
la norma que compete al Ministerio Público promover la actuación de la justicia, procurar la satisfacción del
interés social y dirigir la policía judicial, aspectos que, en consecuencia, quedan excluidos de las facultades
judiciales.
Otra definición tiene que ver con la objetividad con que debe actuar el Ministerio Público Fiscal, que se
desprende del mandato de promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad y procurando la
satisfacción del interés social.
La Constitución local también establece que el Ministerio Público se rige por los principios de unidad de
actuación y dependencia jerárquica.
CAPÍTULO XIII
EL ORGANO JURISDICCIONAL
La actividad de los jueces en el proceso deriva de la "jurisdicción" (del latín "juris"-"dicere"), esto es la
potestad inherente a su función de resolver los conflictos sometidos a su competencia, aplicando el derecho al
caso concreto. Carecen de la potestad de inmiscuirse en conflictos no ventilados ante los tribunales
Las sentencias y otras decisiones judiciales contienen un mandato que importa una norma jurídica de carácter
individual, tendiente a regir la conducta de personas determinadas
El sistema de juicio por jurados debe ser analizado desde varios puntos de vista. Desde una perspectiva
institucional, implica una garantía esencial para los habitantes de la Nación, relativa a ser juzgados por sus
pares.
También, desde la misma óptica, representa el cierre perfecto del sistema de frenos y contrapesos.
Tampoco incidiría el hecho de tener que seguir en el cargo pese a una decisión difícil al ser ésta consecuencia
de la gestión dividida entre el Juez, el Fiscal y el Jurado. Y, finalmente, la participación activa y continua de
los ciudadanos en las decisiones jurisdiccionales, llevará necesariamente al conocimiento del sistema, sus
fines y alcances.
Es un derecho de los ciudadanos el reclamar ser juzgados por jurados cuando lo consideren necesario. Las
resoluciones de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional que los revocaron no dieron
más respuesta a tan importante petición de los imputados con decir que las disposiciones constitucionales eran
"programáticas".
*GARANTIAS QUE HACEN A LA IMPARCIALIDAD DE LOS JUECES. Como los jueces representan
órganos y funciones constitucionales, su modo de designación y remoción deben ajustarse a lo establecido en
la Constitución Nacional y en cada una de las constituciones provinciales.
En el ámbito federal, los integrantes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación deben ser designados por el
Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado y el mismo procedimiento rige en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires para la integración del Tribunal Superior, pues sus miembros se designan por propuesta del Jefe de
Gobierno con acuerdo de dos tercios de la Legislatura. En ambos casos, la remoción se produce por juicio
político.
Los jueces nacionales de segunda y primera instancia se designan por el Poder Ejecutivo, que debe elegir entre
los componentes de una terna emergente de un concurso ante el Consejo de la Magistratura, con acuerdo del
Senado. Su remoción se produce por decisión del Tribunal de Enjuiciamiento.
Los jueces de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se designan a propuesta del Consejo de la Magistratura,
previo concurso de oposición y antecedentes, con el acuerdo de la mayoría absoluta de la legislatura. Su
remoción se produce por decisión del Tribunal de Enjuiciamiento.
Otra garantía importante es la intangibilidad de las remuneraciones, lo cual significa que éstas no pueden ser
disminuidas por ningún concepto.
DEFINICION DE PROCESO: Siguiendo en esto a Lino Palacio, pues es quien en mi criterio mejor lo ha
plasmado, podemos señalar a esta altura del desarrollo argumental que el proceso es "el conjunto de actos
procesales, recíprocamente coordinados entre sí conforme reglas preexistentes, que tiene por finalidad
obtener una norma jurídica individual, que regulará la conducta de los sujetos ajenos al órgano
jurisdiccional que solicitaron su actuación y de aquellos, también extraños al órgano jurisdiccional, frente
a los cuales se solicitó".
PARTE ESPECIAL
CAPITULO I
LOS ACTOS PROCESALES
Concepto.
Los actos procesales son acciones significativas que tanto las partes como los órganos jurisdiccionales realizan
en el marco del proceso. Por acciones significativas, corresponde entender actos voluntarios destinados a una
finalidad específica.
Por ello, es necesario distinguir dos aspectos: por un lado, el acto en sí mismo, como hecho material producto
de la acción voluntaria y, por otro, el modo en que el acto quedará registrado.
Es entonces importante analizar en el marco de cada sistema procesal particular, en cada caso, cuál fue la
naturaleza del acto procesal y cuáles las formas en que quedará registrado, las oportunidades en que podrá
llevarse a cabo y la fatalidad o permisividad respecto de sus formas.
En el modo tradicional inquisitivo, el expediente se convierte en el elemento donde se reservan los actos del
proceso.
En primer lugar, se establecen pautas vinculadas a la utilización del idioma nacional y a la designación de
intérpretes cuando ello sea necesario.
Se establecen excepciones para los actos de investigación preparatoria que no demanden su presencia o los
casos urgentes y para aquellos en los que deban debatirse medidas cautelares o contra cautelares.
En lo que se refiere a la formalización de los actos procesales, el Código trata especialmente los propios del
órgano jurisdiccional y no los del Ministerio Público Fiscal.
No resulta de la ley procesal, por consecuencia de la desformalización, que deban escribir decisiones que se
demuestran por sí solas.
En realidad, lo relevante para la defensa es la prueba que se sustente o invoque en las audiencias orales (arts.
173, 177 y 186) y especialmente en la prevista en el art. 210, referente a las pruebas que se incorporarán en el
debate.
Por otra parte, debe garantizarse que los actos judiciales que importan afectación de derechos constitucionales
o dirimen el conflicto sean emanados de los magistrados.
Se distinguen tres tipos de actos judiciales: las sentencias, que son aquellas decisiones que dirimen el conflicto
luego de la íntegra y normal substanciación del debate, expidiéndose sobre el fondo de la pretensión punitiva;
los autos, que son decisiones sobre distintos aspectos de conflicto que pueden poner o no fin al proceso, que
se pueden producir en audiencias orales o durante el debate, pero no son consecuencia de su íntegra y normal
substanciación; y los decretos, que son decisiones relativas a cuestiones de mero trámite que se considere
necesario dejar constancia. La ley establece que las sentencias y los autos deben ser fundamentados, es decir
que el juez debe exponer las razones que sustentan la decisión respetando los principios de la lógica y bajo las
reglas de la sana crítica, de manera que con el conocimiento de las razones que la motivaron las partes puedan
cuestionarla.
En virtud del principio de economía procesal, la ley establece que los decretos deben ser dictados en el día en
que las actuaciones estén disponibles, los autos dentro de los cinco días si no hubiera otro término previsto y
las sentencias en las oportunidades especialmente previstas. Las decisiones en las audiencias orales se deberán
adoptar de inmediato.
En cuanto al registro pueden labrarse por escrito o documentarse por grabación o filmación y, en el segundo,
que cuando la naturaleza del acto lo indique, la forma grabada o filmada podrá completarse con un acta escrita.
Es tales aspectos, lo esencial es que el acto lo pronuncie quien tiene legitimación y que se cumplan los recaudos
substanciales y formales que garantizan el conocimiento, la crítica y el reconocimiento de autenticidad
EXHORTOS Y MANDAMIENTOS
Se denomina exhorto al pedido de celebración de actos procesales que deban cumplirse fuera de la
competencia territorial del magistrado (fiscal o juez) que tiene la facultad de producirlos, dirigido a un
magistrado competente en el lugar donde deba realizarse.
La diferencia entre un exhorto y un oficio es una cuestión de estilo. En el exhorto se reconoce la potestad del
magistrado al que se lo dirige para efectuar un control de legalidadad y legitimidad, propios de su jurisdicción
y competencia consecuente, que puede sustentar el rechazo del pedido. En cambio, el oficio puede contener
un requerimiento perentorio, que la persona a la cual está dirigido no tiene facultades para cuestionar y debe
someterse al imperium del requirente.
Por otra parte, en el ámbito local los magistrados del Ministerio Público y los jueces podrán efectuar sus
requerimientos directamente, es decir aún de manera informal, a los organismos administrativos y éstos
deberán responder dentro de los tres días o dentro del plazo que el magistrado peticionante.
Como contrapartida de la facultad de dirigir exhortos, la ley procesal impone el mandato de dar curso a los
pedidos provenientes de otras jurisdicciones, siempre que se ajusten a los pactos pertinentes y no afecten
principios de orden público del derecho argentino.
Con relación a los actos definitivos e irreproducibles, es preciso aclarar que en general deben ser practicados
con noticia de las partes, la pesquisa está a cargo del Fiscal. Sin embargo, no puede descartarse que
determinados actos iniciales que deban practicarse en casos de flagrancia o urgencia, puedan convertirse en
definitivos e irreproducibles, por su propia naturaleza, como la toma de muestras, huellas o rastros del hecho.
NOTIFICACIONES
La primera parte del art. 54 en cuanto establece que cualquier medio fehaciente es idóneo para notificar y el
art. 64 que otorga validez a la notificación, aun cuando fuera irregular, si no obstante sus vicios el interesado
conoció su contenido o a partir de que lo conozca de cualquier otra forma.
Las partes, deben constituir domicilio a los fines del proceso en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires.
Pueden ser notificadas personalmente en la sede judicial pertinente (fiscalía o juzgado), con constancia en el
legajo correspondiente, por cédula a sus domicilios constituidos con entrega de copias o por medios
electrónicos.
Cuando sea necesario notificar una decisión o citación a una persona cuyo domicilio se desconoce, se hará
mediante la publicación de edictos en el Boletín Oficial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Para los integrantes del Ministerio Público se considera que el domicilio procesal está en las oficinas que se
les hubieran asignado y deben ser notificados personalmente en ellas (arts. 56 y 57).
Las notificaciones las practicará materialmente el secretario de la fiscalía o el tribunal que la disponga, pero
puede ser delegada formalmente en otras personas (empleados o policías, por ejemplo) o en funcionarios del
sistema judicial expresamente designados al efecto como los oficiales notificadores (art. 55).
CITACIONES
Se harán bajo apercibimiento de disponer el comparendo por la fuerza pública y en caso de incomparecencia
injustificada deberá disponerse lo necesario para obtenerse la presencia forzada del citado reticente (art. 65).
Esta disposición se corresponde que las que establecen que el ser testigo es carga pública, que no puede ser
rehusada.
VISTAS
Se llama “vista” al traslado que se corre a las partes sobre el planteo efectuado por otra, para que opine antes
que el órgano pertinente resuelva.
Se establece que al correrse vista de algún planteo, debe entregarse a la otra parte copia de las actuaciones en
las que fuera formulado.
Un aspecto importante, es que no obstante las vistas escritas, la cuestión siempre se resolverá en audiencia, de
modo que la parte a la cual se corrió la vista no deberá responderla por escrito, pues ello no tiene sentido en
el marco de la oralidad, sino limitarse a informar que tomó conocimiento y ofrecer la prueba pertinente, o
simplemente concurrir a la audiencia.
Salvo disposición en contrario, toda vista se concede por tres días, término que es perentorio como se verá
más adelante (arts. 66 y 70).
PLAZOS Y TÉRMINOS
No obstante que la ley formal trata como sinónimos a los plazos y los términos, en la teoría procesal existe
una distinción. Se llaman plazos al tiempo que la ley otorga a los órganos judiciales para la realización de los
actos procesales, como los previstos para el dictado de los autos o las resoluciones. También son plazos los
contemplados para la prescripción de la acción o la perención de la instancia.
Los términos son, en la terminología procesal, los lapsos otorgados a las partes, actoras o defensoras, para la
realización de los actos procesales que les competen en cuanto tales.
Pero, el art. 68 del Código Procesal Penal trata como sinónimos a los plazos y los términos como se desprende
de su redacción: “Los actos procesales deberán practicarse dentro de los plazos fijados en cada caso. Cuando
no se fije término, se practicarán dentro de los tres (3) días. Los plazos correrán para cada interesado a partir
del día hábil siguiente a la notificación o, si fueran comunes, a partir del día hábil siguiente a la última que se
practique”.
Como puede advertirse en el texto transcripto precedentemente, el plazo o término general es de tres días,
salvo que la ley establezca específicamente otro para determinados actos procesales.
El Código Procesal Penal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, establece expresamente que los términos
son en principio perentorios e improrrogables, salvo que expresamente se contemple lo contrario (art. 70).
CAPITULO II
NULIDADES
CONCEPTO E IMPORTANCIA
En materia procesal, no obstante, la importancia de las cuestiones en juego, no varía el concepto de nulidad
propio de los actos jurídicos, de manera que en su consideración cabe atenerse, en primer lugar, al desarrollo
general de los principios que, en el ámbito jurídico, rigen el tema.
Estos principios se encuentran genéricamente en el Código Civil y especialmente en los códigos procesales,
de manera que hemos de encontrar en ésta materia nulidades absolutas y relativas y actos que podrán
considerarse inexistentes.
Las primeras son aquellas sustentadas en violaciones a normas privilegiadas, como las derivadas de manera
directa o indirecta – reglamentaria - de la Constitución Nacional, o en la omisión de formas esenciales
reclamadas por la ley.
Las segundas, son aquellas que derivan también de la omisión de formas legales, pero que al no resultar
esenciales permiten que el acto pueda surtir efectos bajo determinadas condiciones: a) Que igualmente el acto
hubiera surtido sus efectos; b) Que por obra de la preclusión, perimiera la posibilidad de reclamar la nulidad.
Finalmente, los actos inexistentes son aquellos que por sus grotescas deficiencias jurídicas no tienen entidad
para producir efecto alguno sobre su objeto o finalidad, aunque pudieran traer consecuencias colaterales.
Las formas son el conjunto de las prescripciones de la ley respecto de las solemnidades que deben observarse
al tiempo de la formación del acto jurídico (art. 973 del Código Civil).
Dentro de tal estructura, aunque sea importante llegar en el proceso a la averiguación de la verdad, ello no es
lo esencial dado que la finalidad del proceso no es la declamación de un hecho histórico sino dirimir el
conflicto conforme a derecho.
Consecuencia de nulidad.
De allí que también sea erróneo el concepto descalificador de la importancia del tema, tan arraigado en nuestra
jurisprudencia, que rechaza la que se denomina como "nulidad por la nulidad misma" o la "nulidad en solo
beneficio de la ley".
Y los fiscales también confundieron su rol, porque pese a señalar claramente el art. 117 inc. 4 de la ley 1893
-ahora reiterado en el art. 25 de la ley 24.946 - que debían ser custodios de la legalidad del procedimiento, se
convirtieron en custodios de la validez de actos viciados, en pos de la condena del imputado como si éste fuera
el fin último de la ley.
Consecuentemente, el sistema de nulidades de un código procesal no es una traba para el avance del proceso
sino una garantía de funcionamiento del sistema.
El punto central es, entonces, comprender que la nulidad no es una especie de castigo procesal, sino la
declaración de inhabilidad de ciertos actos procesales mal concretados o la manifestación de una violación a
garantías constitucionales, cuyas consecuencias para con el proceso y la situación de las partes en éste deberán
ajustarse a la trascendencia que el acto viciado tendría si fuera válido o si no hubiera existido.
El Código Procesal Penal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a diferencia del vigente en el ámbito
federal no contempla nulidades relativas, aunque mantiene la división entre específicas y genéricas. Las
primeras son las expresamente previstas, como respuesta al incumplimiento de determinadas formas y las
segundas, son las que surgen de la aplicación general de las reglas de procedimiento, cuando importan
violación a los derechos fundamentales. Algunas de ellas son absolutas, que son aquellas que no pueden ser
salvadas y pueden ser declaradas en cualquier estado del proceso.
Pero, la característica esencial del sistema procesal que nos ocupa, es que en la investigación preparatoria
prácticamente no existen pruebas reunidas de manera definitiva, como ocurre cuando el sumario es formal,
sino que las evidencias se convierten en prueba solamente cuando se las incorpora en una audiencia oral, de
manera que el concepto de admisibilidad prevalece sobre el de validez intrínseca.
El art. 71 del Código Procesal Penal contempla que “la validez de los actos procesales solo se podrá
cuestionar cuando se pretendiera su utilización por las partes”.
NULIDADES EPECÍFICAS
El art. 71 dice que los actos procesales serán nulos cuando no se hubiesen observado las disposiciones
expresamente prescriptas consecuencia de nulidad (segundo párrafo).
Serán entonces y en principio nulos cuando no se cumplieran sus disposiciones, los casos previstos en los arts.
40 (uso del idioma nacional); 42 (motivación de los actos jurisdiccionales); 163 (afectación del derecho de
abstención de declarar del imputado), 206 (requisitos del requerimiento de juicio); 216 (oralidad del debate);
230 (explicación y traslado a la defensa sobre la ampliación del requerimiento de juicio); 245 (temporaneidad
del acta de debate); 251 (lectura de la sentencia y prórroga de fundamentos).
NULIDADES GENÉRICAS
El art. 72, indica que al margen de los actos específicamente protegidos, siempre lo estarán aquellos en los
que no se hubieran observado las disposiciones relativas al nombramiento, capacidad o constitución del
tribunal o ministerio público fiscal; a la intervención de éstos y el querellante en los actos en que su
presencia fuere obligatoria; la intervención, asistencia y representación del imputado en los casos y
formas requeridos por la ley.
Esta norma tiende a evitar que un extremo casuismo pudiera llevar a omisiones inadecuadas o a
interpretaciones restrictivas injustas, y al mismo tiempo proteger el cumplimiento de las pautas fundamentales
del sistema.
NULIDADES ABSOLUTAS
Para la ley procesal son nulidades absolutas aquellas que no pueden ser subsanadas y por ende no existen
grados o momentos del proceso que impliquen caducidad para el planteamiento futuro, por la jerarquía del
derecho involucrado o la naturaleza y gravedad institucional del vicio que afecte al acto procesal en cuestión.
Como principio rector, debemos recordar que las garantías constitucionales no son renunciables, de manera
que los actos formales ocurridos en el proceso que resulten violatorios de tales derechos esenciales, serán
insanablemente nulos, aunque la ley formal no lo prevea expresamente. Así deberá declararse ante cualquier
violación genérica al derecho de defensa en juicio, a los distintos aspectos del debido proceso legal adjetivo y
la alteración del sistema procesal básico emergente de las normas de jerarquía constitucional, como la
precisión de la imputación en todos sus pasos, la posibilidad cierta de respuesta, el respeto a la titularidad de
la acción, la imparcialidad del tribunal, el principio de reserva, etc.
Por ello, no es taxativa la enumeración del art. 71, último párrafo, de la ley rituaria, cuando señala que deberán
declararse de oficio en cualquier estado y grado del proceso las nulidades de los actos que impliquen violación
de garantías constitucionales.
El Código Procesal Penal no las contempla expresamente, como el Código Procesal Penal de la Nación, por
cuanto ha substituido el instituto por el del análisis de la inadmisibilidad de las pruebas, no obstante lo cual
podemos encontrar un ejemplo en su art.64, cuando establece que la nulidad de las notificaciones podrá
soslayarse cuando de las actuaciones surja que la parte ha tenido conocimiento de la resolución.
OPORTUNIDAD DE OPOSICIÓN
Las nulidades pueden ser planteadas y/o declaradas en cualquier momento, etapa y grado, del proceso, es decir
hasta que quede firme la sentencia definitiva (art. 73). Como las únicas nulidades contempladas son las
absolutas, no existen términos de caducidad más allá del señalado precedentemente.
FORMA DE OPOSICIÓN
Deben substanciarse en audiencia cuando sean formuladas por alguna de las partes (art. 73), deberá formular
el planteo por escrito y deberá darse vista a la otra parte para que lo conozca. Cuando la declare el tribunal de
oficio, lo hará directamente por auto.
Ello no obsta a su ratificación, rectificación o renovación, deberá obviarse la apreciación de las pruebas así
colectadas como si nunca se hubiesen conocido.
La ley procesal acentúa la responsabilidad directa del órgano jurisdiccional que hubiere permitido el acto nulo,
previendo sanciones e inclusive el apartamiento de la causa del juez involucrado (art. 76).
CAPITULO III
COMPETENCIA
La jurisdicción, en cuanto potestad propia de los jueces de resolver los conflictos en el caso concreto aplicando
el derecho, tiene su límite en la competencia, que está conformada por el ámbito territorial, material, de grado
y temporal que las leyes determinen para cada tribunal.
En consecuencia, la única interpretación racional de la norma referida indica que en materia jurisdiccional la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene las mismas potestades que las provincias.
Sin embargo, la ley 24.588 dictada para “resguardar los intereses del Estado Nacional” en la Ciudad de Buenos
Aires, por reenvío del art. 129 de la Constitución Nacional, limitó la competencia a las materias
contravencional y de faltas y contencioso administrativo y tributario.
CAPITULO IV
INVESTIGACIÓN PENAL PREPARATORIA
OBJETO Y FINALIDAD
Conforme se desprende de los principios enunciados en la primera parte de este libro, en las sociedades
modernas y pluriculturales el objeto del proceso es, esencialmente, dirimir conflictos.
Bajo esa premisa, la investigación penal preparatoria debe ser entendida como el primer ámbito vinculado al
sistema judicial formal, donde, con intervención de los órganos predispuestos, se determine la existencia de
un conflicto que resulte abarcado por las previsiones de la ley penal.
Su objeto, es determinar la existencia de un hecho típico, establecer quiénes son sus autores, cómplices o
encubridores y reunir los elementos que permitan discernir cuál es la solución más adecuada al caso (art. 91),
pues la existencia del conflicto penal es la premisa ineludible para el ejercicio del rol judicial.
La actividad de pesquisa debe ceñirse a una reconstrucción histórica de lo ocurrido, respetando el principio
constitucional de determinación, previsto en el art. 18 de la Constitución Nacional (...hecho del proceso) y en
el art. 13 inc. 3 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es decir, que no es ni puede ser
facultad del Ministerio Público Fiscal iniciar investigaciones respecto de personas determinadas, que carezcan
de un asidero fáctico concreto, denominadas “excursiones de pesca”, pues el proceso penal sólo es admisible
cuando se ha exteriorizado de algún modo un hecho del que pueda presumirse fundadamente que es típico.
Por eso es que la ley formal exige que se precise el hecho en distintos actos, como en decreto de determinación
del hecho (art. 92), la intimación al imputado (art. 161), en la audiencia para resolver sobre la prisión
preventiva (art. 170), en el requerimiento de juicio (art. 206) y en la apertura del debate (fs. 227).
En cuanto a la finalidad de la solución del conflicto o, en su defecto, promover o desechar la realización del
juicio.
Fácilmente puede advertirse la diferencia con el Código Procesal Penal de la Nación, donde prevalece la
formalidad de los actos procesales y se admite la incorporación de pruebas por lectura.
Los datos que funden la decisión y las pruebas colectadas no necesariamente se volcarán en un expediente
tradicional, sino en un legajo de la fiscalía.
El legajo podrá ser conocido por las otras partes, no será remitido al juez en ningún caso y menos para el
juicio, ante quien se deberá producir toda la prueba y la fiscalía no podrá ocultar prueba a la defensa.
Es, entonces, necesario recalcar que el Ministerio Público Fiscal deberá dirigir la pesquisa de manera activa y
desformalizada, para cumplir con el objeto y finalidad de la investigación preparatoria, en lugar de protocolizar
un expediente que cristalice sus actos.
MODOS DE INICIACIÓN
La acción, en términos procesales, es el derecho a reclamar la actuación de los órganos jurisdiccionales, para
la resolución de un conflicto determinado. Responde a las garantías constitucionales que aseguran la
posibilidad efectiva de peticionar a las autoridades y la defensa en juicio de la persona y los derechos (arts. 14
y 18 de la Constitución Nacional -ver Capítulo VII de la Parte General).
El Código Procesal Penal de la Nación, que entró en vigencia el 5 de septiembre de 1.992, prevé un sistema
de iniciación del proceso que podemos llamar "inquisitivo delegado" o “acusatorio tutelado”, ya que pese al
predominio de la actuación del Fiscal en algunos aspectos en la etapa sumarial y en algunos sumarios según
el delito investigado o la situación del imputado (arts. 196 ter y 353 bis), no es totalmente acusatorio al
contemplar excepciones de corte inquisitivo en cuanto al ejercicio de la acción de oficio.
Por otro, y en aparente contradicción, indica al Juez de Instrucción que deberá proceder a investigar directa o
inmediatamente los hechos y en principio las fuerzas de seguridad tienen facultades para iniciar las actuaciones
en caso de flagrancia o inmediatamente después de cometido el delito.
En la ley procesal local, encuadrada en un sistema acusatorio puro, la decisión sobre la iniciación de la
investigación preparatoria y la promoción de la acción siempre está en manos de las partes (arts. 3, 4, 5, 10 y
199), al tiempo que los jueces solamente intervienen en situaciones de controvertidas.
Por su parte, la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires demanda expresamente la forma
acusatoria (art. 13 inc. 3).
Consecuentemente, más allá de la responsabilidad política y administrativa que pudiera acarrear al Fiscal el
mal o deficiente ejercicio de sus funciones, o la asunción de las consecuencias penales en caso de dolo, los
órganos jurisdiccionales no pueden suplirlo en el ejercicio de la acción. Es por ello que, además de las
facultades propias ya expuestas como titular de la acción, la querella puede promoverla y continuarla aún
contra la voluntad del Ministerio Público Fiscal (art. 10) en la medida que el órgano jurisdiccional coincida
con su pretensión de provocar el debate (art. 210).
De todas maneras, la ley contempla expresamente la consulta con las estructuras jerárquicas del Ministerio
Público, como el viejo Código de Obarrio, para el abandono de la acción por parte del Fiscal (art. 199).
Ello, porque ante el mandato constitucional que demanda un procedimiento de corte acusatorio, la opinión de
los jueces en contra de un desistimiento por parte de la fiscalía importaría una injerencia inaceptable en el rol
constitucional de otro órgano independiente (ver cap. II y III)
DENUNCIA O QUERELLA: Ante el Ministerio Fiscal o, excepcionalmente ante las fuerzas de seguridad
(art. 79).
PREVENCION POLICIAL: en los casos de urgencia, siempre que sea necesario para preservar la integridad
física, la libertad o los bienes de las personas o la prueba de los hechos y en casos de flagrancia (art. 86 última
parte).
A) Quien realice una investigación penal o contravencional, no deberá olvidar nunca su objeto y finalidad, por
lo cual debe circunscribirse a la recolección de elementos necesarios y útiles para tales objetivos.
B) Al no ser la declaración del imputado un medio de prueba sino básicamente uno de defensa y por cuanto,
como se verá, la restricción a la libertad individual debe ser excepcional, es conveniente realizar la
investigación objetiva del hecho antes de citar al imputado para formularle la intimación.
C) Desde el comienzo deben quedar claros los hechos investigados. Descritos con precisión en el auto de
determinación (art. 92); deben surgir con claridad del interrogatorio al imputado - es necesario que su relato,
aunque sea breve, quede plasmado con todos los aspectos relevantes en el acta - y en el requerimiento de juicio
(art. 206).
D) Es preciso tener en cuenta la participación de la defensa en todos los actos definitivos e irreproducibles (art
98.). La consecuencia de inadmisibilidad de la prueba para el debate por tal omisión, puede finalmente
desbaratar todo el esfuerzo de la investigación y llevar a la impunidad del sujeto investigado, de manera que
este recaudo formal hay que contemplarlo desde el comienzo mismo de la pesquisa.
Como no puede generalizarse el concepto de urgencia, cabe recordar algunos puntos importantes: 1) Los
peritajes en sede prevencional deben ser excepcionales y en todos los casos con intervención del defensor
designado si lo hubiere o del oficial en caso contrario.
También, es necesario recordar que el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, de jerarquía
constitucional (art. 75 inc. 22 de la C.N.), en su art. 14 inc. 3 punto e), establece el derecho del imputado de
interrogar personalmente o por medio de su defensor a los testigos de cargo.
E) Es necesario verificar, aun informalmente, lo actuado en la prevención por las fuerzas de seguridad,
inclusive cuando las formas han sido debidamente guardadas, para evitar sorpresas en las audiencias orales.
Al efecto, es conveniente que de designe personal para que tome contacto con las personas intervinientes y
verifique la concordancia de sus dichos con las actuaciones.
En los casos de hechos ya consumados, la denuncia deberá formularse directamente ante el Ministerio Público
Fiscal, quien dispondrá lo que corresponda (art. 79).
En tales supuestos, deberán adoptar los recaudos necesarios para resguardar los elementos probatorios, de ser
ello estrictamente necesario (art. 86) y solo en casos de flagrancia podrán adoptar medidas restrictivas de la
libertad (arts.78 y 152), que quedarán reservadas a la decisión del Fiscal. También podrán efectuar requisas
urgentes y en situaciones de flagrancia
En los casos de flagrancia, definidos por el art. 78, podrán proceder a la aprehensión del presunto responsable,
pero para ponerlo inmediatamente a disposición del fiscal.
Es clara la ley, en lo referente a las restricciones de los organismos mencionados respecto de la afectación de
garantías constitucionales, pues no pueden bajo ningún concepto interrogar o escuchar a los imputados sobre
el hecho investigado (arts. 89). reservando esa función exclusivamente para el Fiscal. Esta disposición emana
del mandato expreso y tajante establecido al respecto en el art. 13 inc. 5 de la Constitución de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
En este punto, es preciso recordar que la disposición legal referida tiene una importante historia en nuestra
jurisprudencia, dado que el Código de Procedimientos en Materia Penal que perdió vigencia el 5 de septiembre
de 1992, claramente establecía que era el Juez de Instrucción quien debía escuchar al imputado dentro de las
24 hs. de detenido (arts. 8, 237, 316), no obstante, lo cual la práctica autoritaria llevó a autorizar la recepción
de declaraciones del imputado en sede policial con el argumento falso de que si no estaba prohibido estaba
permitido -usurpando un principio que hace a la afirmación de garantías y no a su restricción- y a refundir el
plazo para la recepción de la declaración indagatoria con el del máximo de la incomunicación (que con el
tiempo se fue reduciendo de diez a seis días).
Frente a tal panorama, en 1987 se introdujo una reforma en el art. 316 inc. 1 de dicho Código y se dispuso que
las manifestaciones confesorios ante la prevención, carecerían de valor probatorio y no podrían ser usadas en
la causa. En el debate parlamentario se expuso claramente que se pretendía con ello eliminar la delegación de
funciones por parte de los jueces en favor de la policía; pero pese a la claridad de la norma, contundente con
su frase final "no podrán ser usadas en la causa", la jurisprudencia mayoritaria volvió a torcer la intención de
la ley y a aceptar que se usaran tales confesiones extrajudiciales como "hilo conductor de la investigación",
argumentando que no podían ser usadas como prueba de confesión pero sí como fuente de datos.
Aún más, se llegó al desatino de afirmar que cuando tal confesión se volcaba en los dichos de un policía, al
que “espontáneamente” y casi siempre en el móvil policial el imputado o sospechoso reconocía su
responsabilidad, ya no se trataba de la actuación prohibida, sino de una declaración testimonial válida. No
hace falta mucha imaginación para advertir la facilidad que tal criterio importaba para provocar confesiones
en el ámbito que la ley pretendía excluir.
Finalmente, cabe destacar que así como la seguridad no es un tema propio de los órganos jurisdiccionales,
sino del Poder Ejecutivo, el juzgamiento de los delitos le es ajeno a éste por completo, de manera que es
preciso alejar lo más posible del proceso las instituciones que de aquél dependen.
SUJETOS DEL PROCESO
a) EL ORGANO JURISDICCIONAL.
No debe llamar la atención que se incluya entre los sujetos del proceso al tribunal, porque aún cuando en el
sistema procesal de la Ciudad de Buenos Aires le ha quitado el protagonismo inconstitucional que le asigna
el sistema federal, por sus facultades inquisitivas que lo convierte en factor decisivo en la colección de pruebas
y por ende, en la delimitación de la materia a evaluar en la sentencia, el Juez es el referente necesario y
esencial en la resolución de las controversias.
Si bien los jueces locales no tienen facultades para dar contenido a la acción, son los garantes del debido
proceso legal a través de su intervención para la afectación de determinadas garantías, como la privacidad del
domicilio o de las comunicaciones, y tienen el poder de decisión en las audiencias celebradas en su
presencia.
Al apartarse a los jueces de las potestades inquisitivas, se ha preservado su imparcialidad y cobra con ello
relevancia el rol esencial asignado por la Constitución a estos Magistrados: el de ser garantes de la legalidad
y la preservación del orden constitucional.
El Juez tendrá facultades para disponer sanciones disciplinarias y para resolver las controversias procesales
que se planteen, pero no podrá involucrarse interrogando a las partes. Recibirá juramento a los peritos y
testigos, concederá la palabra, resolverá en única instancia las incidencias que se plantearen; usará de la fuerza
pública e impondrá sanciones para mantener el orden y el decoro o asegurar la comparecencia del imputado y
demás personas citadas; dispondrá que se retiren determinadas personas o el público en general, si el decoro
o la salud moral de menores lo reclamasen; la suspensión y reanudación del debate cuando las circunstancias
lo reclamaren y ordenará su clausura tras los alegatos.
* EL MINISTERIO PÚBLICO: Es el titular natural de la acción penal en los delitos de acción pública y los
dependientes de instancia privada, una vez promovida la Ciudad, los fiscales tienen amplias facultades para
disponer de la acción durante la investigación preparatoria, aunque en algunos casos deban consultar con los
fiscales de cámara o notificar a las víctimas para que provoquen la revisión del archivo si lo desean.
En la etapa de juicio, al momento del alegato final, el fiscal debe emitir sus conclusiones, formulando
acusación por el hecho concreto que considerase probado, calificando legalmente el delito y precisando la
pretensión punitiva. También podrá pedir la absolución si entendiese que el hecho no fue probado o que el
imputado resulta inocente, por no haberlo cometido, resultara inimputable o amparado en alguna causal
eximente de responsabilidad. El Código Procesal Penal establece que el pedido de absolución del fiscal es
vinculante para el Juez (art. 244) si no hubo acusación de la querella.
* EL QUERELLANTE
Asumiendo que el derecho a la acción es una potestad de todos los habitantes del país (arts. 14 y 18 de la
Constitución Nacional y pactos internacionales que lo garantizan), el Código Procesal Penal otorgó a la
víctima la posibilidad de ejercerla de manera autónoma y amplia respecto del Fiscal (art. 10), de modo que la
querella puede promover el juicio, aún en los delitos de acción pública, cuando el Ministerio Público Fiscal
hubiera desistido.
Nótese al respecto, que esta potestad de reclamar la actuación del órgano jurisdiccional, deviene directamente
del art. 18 de la Constitución Nacional (la defensa en juicio de la persona y los derechos)
Ese es precisamente el modo republicano de controlar el regular ejercicio de la acción por parte del Ministerio
Público Fiscal, en caso de abandono injustificado, pues al continuarla el querellante se podrá llegar a la
decisión jurisdiccional pretendida por la vía natural.
El particular damnificado podrá constituirse en querellante hasta el quinto día de formulado el requerimiento
de juicio por el Fiscal.
En el acto se deberá individualizar el hecho y si la fiscalía entendiese que el presentante carece de legitimación,
remitirá la cuestión a decisión del Juez, cuya resolución será apelable. El querellante podrá actuar por
apoderado con mandato especial.
La inacción consistente en no comparecer sin justa causa cuando sea citado o a la audiencia de debate, se
considerará desistimiento tácito (art. 14), sin perjuicio de admitirse el desistimiento expreso, que no eximirá
al actor de las responsabilidades procesales o penales en que hubiera incurrido. Solo el querellante puede
ejercer la acción civil.
En la investigación preparatoria tendrá derecho a proponer pruebas (art. 96) y a requerir el juicio, a participar
en los actos definitivos e irreproducibles y a recurrir las medidas cautelares y contra cautelares.
En el juicio tendrá oportunidad de interrogar a las personas citadas, plantear incidentes, excepciones, participar
de la recepción de pruebas fuera de la sede del tribunal y alegar antes que el fiscal.
Nada impide que el querellante amplíe el requerimiento de juicio en los delitos de acción pública o
dependientes de instancia privada.
* EL ACTOR CIVIL
El querellante puede ser legitimado como actor civil y deberá ejercer la pretensión conjuntamente con el
requerimiento de juicio, mientras esté vigente la acción penal para procurar la restitución de la cosa o la
reparación pecuniaria por el daño material o moral causado por el mismo.
las reglas procesales previstas en el Código Procesal Penal. El abandono expreso o tácito de la acción penal
implicará el de la civil y si se hubiera iniciado en sede civil, no se podrá iniciar o continuar en sede penal.
El abandono expreso o tácito de la acción penal implicará el de la civil y si se hubiera iniciado en sede civil,
no se podrá iniciar o continuar en sede penal.
c) SUJETOS PASIVOS
* EL IMPUTADO
Se lo considera a una persona vinculada formalmente al proceso a partir de la intimación del hecho por parte
del Fiscal, como el sujeto pasivo por excelencia, calidad que cesará con el archivo, el sobreseimiento o con la
sentencia definitiva.
Cabe aquí aclarar que el defensor, por su mera calidad de representante del imputado, no tiene derechos
propios en el proceso, salvo en lo que hace a la remuneración por su labor.
Solo la defensa oficial podrá participar de actos definitivos e irreproducibles, a modo de control, cuando el
imputado no esté identificado,
* EL DEMANDADO CIVIL
Este sujeto pasivo del proceso, es el demandado civilmente por la querella como obligado al pago de la
indemnización por el delito y quedará constituido como tal cuando se le notifique la demanda, que deberá
contestar por escrito ofreciendo la prueba pertinente, dentro de los cinco días, prorrogables por otros tres (art.
36). Si no contesta la demanda en el término señalado se lo declarará en rebeldía, pero podrá asistir al debate.
CAPITULO V
MEDIOS DE PRUEBA
Principios generales
Como ya se ha mencionado, el Código Procesal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires cambia radicalmente
el paradigma del funcionamiento del proceso, al adoptar el concepto de caso en reemplazo del de causa – que
en el lenguaje forense se identifica con el expediente -, lo cual implica también una modificación conceptual
sobre el modo de enfocar la investigación y producir la prueba.
En la lógica del caso la actividad probatoria debe ser desplegada en las audiencias orales, en presencia de los
jueces y con la participación activa de los actores del proceso, formalizándose previamente solo aquellas
pruebas que por algún motivo no se podrán repetir o producir en los debates.
Por otra parte, la concepción adversarial del sistema importa que sean las partes las encargadas de aportar las
pruebas para fundamentar sus afirmaciones, que la ley procesal admite la existencia de acuerdos probatorios
sobre cuestiones no controvertidas, lo que evita que la carga de acreditar todos los aspectos se torne excesiva.
Sin embargo, los acuerdos probatorios no están admitidos respecto de cuestiones que integren los requisitos
objetivos y subjetivos del tipo penal o sean cuestiones de interés público.
El mismo motivo que justifica los acuerdos probatorios y razones de economía procesal justifican que, por
pedido de las partes o por decisión jurisdiccional, se tengan por probados hechos notorios o se rechace la
prueba ofrecida que resulte sobreabundante (art. 107), tanto en las audiencias orales de la investigación
preparatoria como en la etapa intermedia (art. 210).
El art. 107 del Código Procesal Penal contempla también un principio general relativo a la admisibilidad de
la prueba, al señalar que sólo lo serán aquellas que se hubieran obtenido por un medio lícito e incorporado al
procedimiento de conformidad con las previsiones del sistema.
Además, en el marco de un proceso desformalizado, establece la regla de que respecto de los actos probatorios
no serán necesarios planteamientos de nulidad sino de admisibilidad, que serán previos o concomitantes con
la pretensión de utilizarlos en las audiencias orales.
En lo que hace a los aspectos generales del sistema, el principio básico en materia probatoria, tanto durante la
investigación preparatoria como en la etapa de juicio, es un concepto amplio pero suficientemente claro, que
se encuentra presente en distintos artículos del Código Procesal Penal: el de UTILIDAD Y PERTINENCIA.
Código adhiere al sistema probatorio de la sana crítica, en los actos que impliquen afectar algún derecho
constitucionalmente protegido, será necesaria la intervención previa del Juez y que la resolución sea
fundamentada.
Finalmente, cabe apuntar que en el aspecto probatorio no contiene ninguna norma relativa al valor de la
confesión, circunstancia concordante con el criterio emergente del Código en cuanto a que la declaración del
imputado es un acto de defensa y lo que de ella pudiera surgir será evaluado a la luz de la sana critica, como
cualquier otro elemento probatorio allegado al proceso. -
En tal cometido, el Fiscal tiene todas las facultades necesarias, dentro del Estado de Derecho, En tal cometido,
dentro del Estado de Derecho, unque, deberá requerir del juez la orden para afectar la privacidad de las
Personas.
ALLANAMIENTO: El allanamiento se refiere al ingreso a la morada, lugar de trabajo particular u oficina
pública, a fin registrarla para de detener al presunto culpable, recuperar los bienes objeto del delito o secuestrar
elementos probatorios, que el registro se disponga por auto, es decir por decisión fundamentada, con una
finalidad determinada y su cometido se debe agotarla búsqueda de la persona o del efecto objeto de la pesquisa.
No quiere decir esto que si se hallare evidencia de otro delito u otras pruebas del investigado, deban dejarse
en el lugar como si no existiesen; sino que deberá asegurarse la custodia de los efectos o rastros en cuestión y
solicitarse la conformidad judicial para la incautación (art. 111).
El juez autorizará al Fiscal para realizar el acto, pero éste podrá delegarlo en otro funcionario de la fiscalía o
de las fuerzas de seguridad debidamente individualizado, precisándose la delegación, el día hora y lugar por
escrito (art. 108).
Deberá labrarse un acta con arreglo a lo establecido en los arts. 50 y 51, con noticia a la persona que habite o
posea el lugar y, en su defecto notificarse al encargado o al mayor de edad que allí se encuentre, que será
invitado a firmarla y se dejará constancia de su resultado, sea positivo o negativo (art. 111). Si el lugar fuere
una morada particular, sólo podrá efectuarse durante el lapso de luz solar, salvo cuando lo consintiese el
interesado por sí o por representante y en casos de urgencia referidos en el auto (art. 109).
Como el allanamiento para el secuestro de bienes suele ser un acto irreproducible, deberá permitirse el derecho
de control de las partes y especialmente de la defensa.
REQUISA PERSONAL: Es la revisación de la persona y los efectos particulares que lleve en su poder, entre
sus ropas, cartera o portafolios e inclusive en su vehículo.
La ley procesal prevé expresamente la revisación de la persona, sus ropas pertenencias y vehículo en casos
urgentes o situaciones de flagrancia (arts. 112 y 78) por parte de las autoridades de prevención.
Es decir, que debe existir una causa objetiva que lo justifique como, por ejemplo, ante la aprehensión de un
delincuente en flagrancia, con objetiva y demostrable sospecha fundada de comisión de delito, o de un
detenido para determinar si lleva armas propias o impropias, o para alojarlos en el calabozo.
La ley también autoriza tal actuación respecto de los bienes que porte y del vehículo en el que circule en los
casos especiales determinados, pero fuera de tales situaciones deberá requerirse la orden judicial.
La esfera de reserva individual debe operar como una campana protectora contra toda curiosidad
estatal y sólo ante circunstanciar objetivas que justifiquen la investigación inicial o en el marco de un
proceso, con intervención de los órganos judiciales competentes y con la interpretación restrictiva de
las normas precedentemente citadas (art. 1, segundo párrafo del Código), será posible admitir su
violación. Si no se lo entiende así, no habrá protección eficaz posible para esta garantía constitucional.
PRUEBA TESTIMONIAL: Consiste en el aporte de información a la investigación por personas físicas que
de algún modo tengan conocimiento de circunstancias relevantes. Esta es la modalidad probatoria más
importante en el proceso oral y abarca tanto las declaraciones de los testigos directos o indirectos de los
hechos, como de los peritos, intérpretes y cualquier otro sujeto que pueda aportar datos sobre la investigación.
La información testimonial puede obtener de manera formal o informal, solamente deberán volcarse en acta
las declaraciones testimoniales que participen del concepto de acto definitivo e irreproducible.
Toda persona, mayor o menor de edad, capaz o incapaz de hecho o derecho, haya estado o no en la plenitud
de sus facultades mentales al momento del hecho sobre el cual atestiguará, será capaz de declarar sin perjuicio
de la evaluación que se haga de su testimonio conforme las reglas de la sana crítica (art. 121).
Las excepciones a tales reglas, prohibición para declarar contra el imputado por parte del cónyuge,
ascendientes, descendientes o hermanos -salvo que fueren víctimas directamente o una persona de parentesco
más cercano o igual que el que lo liga con el imputado- (art. 242).
Deberán abstenerse de declarar sobre los secretos obtenidos por su profesión, oficio o estado los ministros
de un culto admitido; los/as abogados/as, procuradores/as y escribanos/as; los/as médicos/as y demás
auxiliares del arte de curar; los/as militares y funcionarios/as públicos/as sobre secretos de Estado.
Se entenderá que rige el secreto profesional en el caso de los/as médicos/as y demás profesionales del arte de
curar, cuando una persona involucrada en un delito hubiera recurrido a sus servicios a fin de preservar su
integridad física o la del/la ofendido/a (art. 123).
Este último párrafo no estaba previsto en la ley procesal nacional y recepta una vieja doctrina jurisprudencia
(fallo plenario in re: “Natividad Frías”.
En los casos precedentemente expuestos el testigo deberá declarar cuando el interesado lo libere del secreto
profesional.
Excepto las excepciones señalas el deber de declarar como testigo y de decir toda la verdad es una carga
pública que no puede ser rehusada (art. 121). La negativa, la reticencia o la mentira, además de importar un
delito (art. 275 del Código Penal) traen otras consecuencias, pues el Fiscal “podrá ordenar la detención de un
testigo cuando haya temor fundado de que se oculte, fugue o ausente, con inmediata noticia al/la Juez/a. Esta
medida durará el tiempo indispensable para recibir la declaración, el que nunca podrá exceder de
veinticuatro (24) horas. Si el testigo mantuviera su negativa a declarar vencido ese término, se formulará la
pertinente denuncia penal y se lo pondrá a disposición de la autoridad judicial competente” (art. 127 del
Código Procesal Penal).
También declararán en su domicilio, lugar de alojamiento o de internación, las personas que se hallaren
físicamente impedidas de trasladarse hasta el tribunal o la fiscalía (art. 125).
En cuanto a las formas, deberá informarse al testigo sobre las penas del falso testimonio y recibirse juramento
de decir verdad. Será interrogado por sus datos personales y las circunstancias, sus vínculos con las partes. Se
podrá reservar el domicilio de los testigos respecto de los cuales pudiera considerarse que existen riesgos
personales y la identidad de quienes sean incluidos en un programa de protección, pero si fueran convocados
al juicio deberán declarar sin reserva de identidad.
En tales condiciones, solamente deberán convocarse aquellos testigos en riesgo que resulten imprescindibles,
por constituir sus dichos una prueba directa, en la medida que el Estado les garantice la seguridad personal.
RECONOCIMIENTOS: El reconocimiento de personas, cosas o efectos por parte de los simples testigos y
las víctimas -inclusive de los otros imputados- es un importante elemento para evaluación de un testimonio.
Se trata, en efecto, de un complemento de la declaración del sujeto que ha de efectuarlo y tan trascendente
resulta que la ley procesal lo ha rodeado de importantes recaudos formales para asegurar su eficacia. La
decisión sobre su realización fue delegada por la ley en el juez, a pedido de parte acusadora, quien deberá
garantizar la legalidad del acto y estar presente si ello fuera requerido por el imputado o su defensor (art. 138).
El acto se celebrará mediante iguales formas que la declaración testimonial, pero tratándose de actos
irreproducibles, por su naturaleza y efectos, será necesario citar a las partes (art. 98).
Cuando fueren varios los testigos, se podrá labrar una sola acta pero no podrán comunicarse entre ellos y los
actos se harán por separado (arts. 140 y 141).
PERICIAL: La prueba pericial es la que se obtiene con la intervención de personas idóneas en cuestiones
técnicas que deberán ser dilucidadas en la investigación. La ley procesal local no exige que los peritos tengan
títulos especiales, pero su idoneidad será determinante, solo en los casos en que el peritaje sea irreproducible
será relevante que los peritos sean calificados y deberá filmarse y grabarse.
Tienen la misma obligación que los testigos en cuanto a la comparecencia e intervención y podrán excusarse
en caso de grave impedimento informándolo al momento de la designación (art. 130)
El/la Fiscal dirigirá el peritaje, formulará concretamente las cuestiones a dilucidar, fijará el plazo y si lo juzgare
conveniente asistirá a las operaciones. Los peritos procurarán practicar juntos el examen. Las partes y sus
consultores técnicos podrán asistir a él y solicitar las aclaraciones pertinentes, debiendo retirarse cuando los
peritos comiencen la deliberación (art. 123).
PRUEBA INFORMATIVA: Es la que obligatoriamente debe brindar todo organismo público o privado
requerido al efecto por el fiscal (art. 93). El informante tiene obligación de producirse con veracidad y la
negativa constituirá el delito de desobediencia.
PRUEBA INSTRUMENTAL: Son los elementos utilizados para la comisión del delito o vinculados a su
objeto que fueren secuestrados por durante la pesquisa.
CAPITULO VI
DECLARACIONES DEL IMPUTADO
en el sistema local no hay intervención jurisdiccional en tal aspecto y el término procesamiento carece de
sentido, ya que solamente existe una formalización de la imputación.
a) Nace el deber del fiscal de definir la situación del imputado mediante el archivo o la remisión a juicio en
un tiempo determinado (arts. 104 y 105).
c) Y, por último, porque tal decisión no puede ser caprichosa ni fundada en criterios puramente subjetivos,
desde que dentro de los tres meses el Fiscal deberá justificarla con la remisión a juicio y explicar objetivamente
cuáles fueron los motivos de su disposición.
Estando entonces claro que el llamado a prestar declaración es el acto que liga al sujeto pasivo al proceso,
veamos sus formalidades:
1) En primer término debemos recordar que es un acto de formulación de cargos, tendiente a la defensa del
imputado, puede efectuarlo el fiscal o delegarlo en el secretario; la circunstancia de otorgarse al sujeto que va
a declarar el derecho de consultar previamente con su defensor (art. 28 inc. 4.), de conocer las pruebas que
justificaron su procesamiento, de ser puesto en conocimiento de los hechos imputados, de no poder ser
coaccionado, de negarse a declarar sin que ello importe presunción alguna en su contra y de que el fiscal tenga
la obligación de investigar los elementos de descargo, hechos y circunstancias.
Para asegurar su vigencia, el imputado deberá ser anoticiado de las disposiciones que los aseguran desde el
momento mismo de la detención, cuando hubiera sido privado de libertad (art. 28).
2) Por otra parte, la descripción de los hechos que serán materia de interrogatorio al comienzo del acta, aún
cuando el encartado se negase luego a declarar.
3) Por iguales motivos y a fin de dejar en claro cuál fue el motivo del interrogatorio, aun cuando fuere
provisoria, es necesario que quede clara la calificación legal de los hechos, sobre todo si se los entendió
independientes o vinculados en un concurso formal.
4) Tampoco deben quedar dudas, para evitar posteriores cuestionamientos, sobre el efectivo conocimiento y
posibilidad de uso de parte del imputado de sus derechos para el acto, que fueran mencionados en el punto 1.
3) Por iguales motivos y a fin de dejar en claro cuál fue el motivo del interrogatorio, aun cuando fuere
provisoria, es necesario que quede clara la calificación legal de los hechos, sobre todo si se los entendió
independientes o vinculados en un concurso formal.
4) Tampoco deben quedar dudas, para evitar posteriores cuestionamientos, sobre el efectivo conocimiento y
posibilidad de uso de parte del imputado de sus derechos para el acto, que fueran mencionados en el punto 1.
B) DECLARACION ESPONTANEA
En la estructura del Código Procesal Penal no está previsto que el fiscal pueda citar al mero imputado a
declarar, salvo para intimarle por el hecho, aunque este tiene el derecho de presentarse espontáneamente a
aclarar su situación, personalmente o por intermedio de su letrado (art. 147). es un derecho del imputado y no
puede por lo tanto ser forzado a presentarse con tal fin.
No hay formas expresas para la recepción de esta declaración, aunque parece claro que, no pudiendo ser
compulsiva, no es procedente que se le imponga al deponente juramento de decir verdad (art. 18 de la C.N.)
Sin embargo, se le deberá notificar el decreto de determinación del hecho, acto que no debe ser confundido
con la intimación por el hecho a que se refiere el art. 161.
El imputado puede también presentar su descargo ante el Juez, quien lo remitirá al fiscal y puede tener los
siguientes efectos:
C) DICHOS INVOLUNTARIOS
La cuestión está vinculada con las escuchas clandestinas, telefónicas o por elementos técnicos que permitan
oír a distancia. Si bien la ley procesal autoriza a la intervención telefónica con orden judicial y no prohíbe las
grabaciones y filmaciones, debe quedar en claro que por estos medios no puede suplirse la confesión
voluntaria.
Es decir, que reclamando la ley formal que antes de ser oído el imputado debe estar en conocimiento de sus
derechos constitucionales y la posibilidad cierta de contar con patrocinio letrado, no es admisible que el
derecho constitucional de no ser obligado a declarar en su contra sea burlado mediante las escuchas no
advertidas, aún con orden judicial.
En consecuencia, conforme lo establecido en el art. 117 último párrafo del Código Procesal Penal, las
escuchas serán legítimas para investigar un hecho cuando:
Es decir, que no podrá usarse contra el imputado, de ninguna manera, más allá de los ejemplos indicados o
similares, lo que manifestara sin saber que está siendo oído por la pesquisa, ni como prueba confesional ni
como hilo conductor de la investigación para encontrar pruebas de cargo.
CAPTIULO VII
RESTRICCIONES A LA LIBERTAD
Según se desprende de la Constitución Nacional (desde el preámbulo -asegurar los beneficios de la libertad-,
pasando por sus arts. 14, 18, 19, 33 y ccs.), la libertad individual es un bien supremo expresamente protegido,
como fundamento y sustento de los otros derechos que hacen la dignidad del individuo.
De la esencia del sistema republicano de gobierno se desprende también el estado jurídico de inocencia,
receptado por el art. 2 del Código Procesal Penal en forma expresa (...Toda persona imputada es inocente hasta
que se establezca legalmente su culpabilidad) y por modo en que fue previsto el principio “in dubio pro reo"
en el mismo artículo. Tales principios fueron reafirmados en el art. 169 del código citado, cuando establece el
carácter excepcional de las medidas de coerción y que la libertad ambulatoria del imputado solo podrá
limitarse en caso de peligro de fuga o entorpecimiento del proceso.
Las normas referidas concuerdan con lo establecido en el art. 9 inc. 3 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, de jerarquía constitucional, cuando dice que la prisión preventiva de las personas que
hayan de ser juzgadas no debe ser la regla general.
De tales pautas se desprende, que siendo el imputado inocente mientras no declare lo contrario una sentencia
condenatoria y teniendo por consecuencia amparado hasta tal momento su derecho a la libertad ambulatoria,
solo se la podrá restringir cuando gozando de ella pudiera poner en peligro el normal desenvolvimiento del
proceso.
Dicha restricción, prevista sólo en favor del proceso, no será entonces un adelanto de la pena, que violaría el
primer párrafo del art. 18 de la Constitución Nacional (nadie podrá ser penado sin juicio previo) y los pactos
internacionales citados, sino el modo de garantizar con una medida cautelar el cumplimiento de obligaciones
para con la sociedad.
Por su naturaleza, debe ser de escasa duración y la ley ha establecido en los distintos casos plazos muy cortos
al respecto (arts. 146: ocho horas – seis prorrogables por dos más; art. 127: veinticuatro horas; art. 148: el
necesario para la realización del acto; art. 219: la duración del debate, etc.).
DETENCIÓN: Esta medida puede tener lugar, conforme ya se señaló, en los casos de flagrancia cuando se
trate de delitos reprimidos con pena privativa de libertad (art. 152) o cuando exista peligro de fuga (art. 172).
En estos casos, la situación debe resolverse en un lapso breve: la fiscalía tendrá veinticuatro horas para
disponer la libertad del detenido, acordar con la defensa la excarcelación o requerir audiencia para el
dictado de la prisión preventiva, que se celebrará dentro de las veinticuatro horas siguientes. (arts. 172 y
173).
Conforme se desprende claramente del texto de la ley, la facultad de decidir sobre la libertad inmediata o
mantener la privación de libertad hasta el requerimiento de la audiencia para la prisión preventiva es del Fiscal
y la intervención judicial en contrario solamente podrá admitirse en el marco de una audiencia de
excarcelación.
PRISIÓN PREVENTIVA: En cuanto a su naturaleza jurídica, es una medida de cautela personal que el Juez
deberá dictar, a pedido de parte, cuando por la naturaleza y circunstancias del hecho y/o las condiciones del
procesado, estime que existe peligro de fuga o de entorpecimiento del proceso.
Respecto del peligro de fuga, refiere en primer lugar a un doble análisis: la objetiva valoración de las
circunstancias del caso, por un lado, y a un aspecto subjetivo por otro, como los antecedentes y circunstancias
personales del imputado. Ambas cuestiones deben ser materia de análisis separado y luego conjunto, pues
podemos estar ante un sujeto con tendencia a no cumplir sus obligaciones procesales, pero el caso no
demandará presencia del imputado hasta el debate y la cuestión puede resolverse con una medida menos grave
(art.174) o ante un caso grave por sus expectativas de pena, pero la persona no ofrece riesgo de fuga.
El arraigo. Se trata de la situación del sujeto en el ámbito social, pues su mayor o menor compromiso con el
medio puede ser un indicio relevante para considerar si pretenderá fugarse en caso de condena. La magnitud
de la pena que podría imponerse en el caso supere los ocho años de prisión o que no proceda la condena
condicional.
Las hipótesis de entorpecimiento del proceso como fundamento para el dictado de la prisión preventiva están
referidas al riesgo de que el sujeto pueda, estando en libertad, poner en peligro la recolección de elementos
probatorios, la individualización o aprehensión de otros imputados o el normal desenvolvimiento del proceso.
En este aspecto, el análisis debe hacerse también con referencia a la objetiva valoración de las circunstancias
del caso, el estado de la pesquisa y las características personales del imputado. Con esta pauta, se trata de
evitar situaciones habituales, como la intimidación de testigos, que en muchas oportunidades se produce con
la sola presencia del imputado en su medio ambiente, el manejo o la influencia en el manejo de organizaciones
delictivas o grupos de pertenencia que actúan coordinadamente para entorpecer la pesquisa, etc. Es decir, se
trata de mantener condiciones de igualdad de armas y de garantizar el juego limpio en la investigación de
casos y personas cuyas características particulares pueden frustrar en normal desarrollo del proceso.
En cuanto a los requisitos formales, para el dictado de la prisión preventiva la ley establece que el imputado
debe haber sido previamente intimado sobre los hechos reprochados y existir prueba suficiente para sospechar
fundadamente que el imputado fue autor y responsable del hecho delictivo (arts. 172 y 173). Todo ello debe
ser discutido en una audiencia oral, donde las partes podrán ofrecer pruebas y la decisión del juez deberá ser
fundamentada.
En cuanto a los requisitos formales, para el dictado de la prisión preventiva la ley establece que el imputado
debe haber sido previamente intimado sobre los hechos reprochados y existir prueba suficiente para sospechar
fundadamente que el imputado fue autor y responsable del hecho delictivo (arts. 172 y 173). Todo ello debe
ser discutido en una audiencia oral, donde las partes podrán ofrecer pruebas y la decisión del juez deberá ser
fundamentada.
Lo actuado en la audiencia constará en acta y deberá ser registrado por grabación o filmación, conforme lo
establecido sobre las actas en los arts. 50 y 51 de la ley formal.
El auto de prisión preventiva es apelable dentro del tercer día, sin efecto suspensivo y no causa estado, pues
puede ser revocado de oficio o por pedido de parte en cualquier momento del proceso (art. 173).
La prisión preventiva debe ser excepcional, durar el tiempo mínimo necesario para resguardar los parámetros
señalados de riesgo de fuga y/o entorpecimiento del proceso (art. 169), debe ser reemplazada por otras medidas
cautelares menos graves cuando ello sea posible (art. 175) y tiene un límite temporal a fin de resguardar el
estado jurídico de inocencia, aún en aquellos casos en que fuere legalmente admitida la detención provisoria
(art. 9 inc. 3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos).
La Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica) estableció el derecho
de todo detenido a ser juzgado en un tiempo razonable o ser puesto en libertad (art. 7 inc. 5) y la ley 24.390
lo reglamentó (arts. 1 y 2), señalando que la prisión preventiva no podrá durar más de dos años, prorrogables
por uno más en causas complejas y otros seis meses cuando tales plazos se cumplieren mediando sentencia
condenatoria y ésta no se encuentre firme.
La única excepción a estos términos está vinculada con el modo de computarlos, dado que el Fiscal pude
oponerse a la libertad si hubiesen existido articulaciones manifiestamente dilatorias de la defensa. En ese caso,
el tribunal podrá descontar del tiempo real de detención el que insumiera el trámite de dichas articulaciones,
pero contemplando en favor del imputado el exceso en que hubieren incurrido los órganos judiciales en el
cumplimiento de sus propios términos. Por ejemplo, la dilación en proveer los recursos o en resolverlos, si se
superaren los plazos previstos por la ley formal.
En el marco del criterio constitucional, según el cual es procedente la restricción de ciertas libertades en favor
del trámite procesal, la prisión preventiva es, como se dijo, la medida más extrema y, por ello, excepcional.
La ley contempla, en consecuencia, que la prisión preventiva puede ser substituida por otras formas menos
graves de limitación de la libertad y que, directamente, las partes pidan la aplicación de alguna de éstas (arts.
173, 174 y 175).
El abandono inmediato del domicilio, cuando se trate de agresiones y la víctima conviva con el imputado.
Esta causal no está destinada a la mera protección de la víctima, pues existen para ello otros remedios, sino a
preservar la normal marcha del proceso.
La suspensión en el ejercicio de un cargo público o privado cuando se le atribuya un delito cometido en su
ejercicio.
El arresto en su propio domicilio o en el de otra persona, con o sin vigilancia. Se trata de una atenuación
de la forma de cumplimiento de la prisión preventiva.
La adopción de alguna de las medidas precedentes se adoptará tras la celebración de la audiencia oral
pertinente.
Cuando la audiencia se celebre a petición de parte, deberá realizarse dentro de las cuarenta y ocho horas,
prorrogables por otras veinticuatro si no hubiese riesgo en la demora para las personas o bienes. El trámite y
características de la audiencia son similares a los contemplados para la prisión preventiva.
EMBARGO
Concomitantemente con la prisión preventiva u otra medida restrictiva, a pedido de la fiscalía y/o de la
querella, el tribunal podrá disponer el embargo de bienes del imputado, para garantizar el pago de las costas
y en su caso el resarcimiento por el daño causado por el delito. La cuestión deberá debatirse en la audiencia
correspondiente.
Si la persona sometida al embargo careciera de bienes suficientes, se podrá decretar su inhibición de bienes.
Esta ley tiene vigencia en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en la medida que fue dictada por el Congreso
Nacional antes de la autonomía y para ser aplicada en su territorio, de manera que mantendrá su validez
mientras no sea derogada o modificada.
La facultad policial que reglamenta no puede ser confundida con los actos previstos en el Código Procesal
Penal ya que se trata de actos pre-procesales y está vinculada al poder de policía del Estado y sus deberes de
seguridad en general.
En realidad, esta facultad limitada sólo puede ser usada cuando, por las circunstancias del caso y sin darse los
requisitos de la flagrancia (art. 78 del Código de forma) hubiera razones fundadas para sospechar que alguien
se encuentra en situación de haber cometido o pudiese cometer un hecho delictivo o contravencional y no
acreditase fehacientemente su identidad en el momento. Es decir, que se trata de facultar al policía para
documentar que, en determinado momento, lugar y circunstancia alguna persona identificada estuvo allí.
Entonces, en caso de no poderse determinar en el momento los datos personales de la persona en cuestión, se
la podrá llevar a la dependencia policial para su
debida identificación, por el tiempo estrictamente necesario al efecto y por un lapso no mayor de diez horas,
deberá estar separada de los demás detenidos y tendrá derecho a comunicar telefónicamente su situación. El
personal policial deberá dar cuenta, a su vez, al juez con competencia correccional en turno.
Es decir, que salvo los supuestos previstos en el Código Procesal Penal y el precedente descripto, las fuerzas
de prevención carecen de facultades para detener la marcha de las personas, a pie o en sus vehículos, y
solicitarles documentos personales, puesto que no hay norma alguna que obligue a los habitantes de la Nación
a circular munidos de ellos. Sólo deberán ser exhibidos cuando fuere necesaria la identificación, pero ello no
depende de meras apreciaciones subjetivas o caprichosas del personal policial, sino de que se den las
circunstancias objetivas descriptas por la ley citada -sospecha fundada es la que pueda ser objetivamente
explicada y referida a que pueda sospecharse que se acaba de cometer o está por cometerse un delito o una
contravención- y en tal caso sea necesario identificar a alguna persona.
Esta facultad no debe ser confundida con la contemplada en el art. 36 bis de la Ley Procesal Contravencional
(ley 12), pues en este caso se trata de la identificación de quien ha sido encontrado cometiendo flagrantemente
una contravención y se autoriza al personal policial a remitir al sujeto aprehendido a la sede del Ministerio
Público cuando no se lo pudiera identificar en el acto.
CAPITULO VIII
DISPOSICIONES RELATIVAS A LA LIBERTAD DEL IMPUTADO:
CITACION DIRECTA
Este es el modo previsto para la citación del imputado a fin de cumplir con los actos procesales en que sea
requerida su presencia y, especialmente, al acto de intimación del hecho contemplado en el art. 161 del Código
Procesal Penal.
En tales casos, el Ministerio Público Fiscal está facultado para emitir la citación y disponer el comparendo
con auxilio de la fuerza pública si la persona citada no compareciese sin causa justificada (arts. 148 y 150). Si
la persona imputada tuviese fueros especiales y no se presentase espontáneamente ante la citación, la fiscalía
deberá remitir los antecedentes al Juez en turno, para que requiera el desafuero y recién disponer su
comparecencia forzada (art. 149).
LIBERTAD DIRECTA
Puede disponerla el Ministerio Público Fiscal en los casos de detención por flagrancia y cuando se hubiera
aprehendido a un sospechoso por existir peligro de fuga o de entorpecimiento del proceso (arts. 152 y 172).
Si luego del acto procesal pertinente no considerase adecuado sostener la restricción. De lo contrario, deberá
acordar con la defensa una forma de caución o solicitar la prisión preventiva u otra forma atenuada de
restricción de libertad (arts. 172, 173, 174 y ccs.)
Este instituto resulta congruente con el criterio restrictivo con el que debe entenderse la privación de libertad
durante el proceso, ya que permite resolver la cuestión sin desvincular al imputado más allá de lo estrictamente
necesario y sin necesidad de provocar una decisión judicial que, no habiendo conflicto, deviene innecesaria,
al tiempo que el trámite resulta así más rápido y sencillo.
LIBERTAD ACORDADA
Como se enunció en el párrafo precedente, la fiscalía puede acordar directamente con la defensa una forma de
caución o alguna de las formas de restricción atenuadas de las contempladas en el art. 174 del Código de
forma. En estos casos no se reclama la intervención judicial porque no existe hipótesis de conflicto, sin
perjuicio de que la defensa pueda solicitar al Juez posteriormente el cese o la atenuación de las medidas
dispuestas.
EXENCIÓN DE PRISIÓN
La exención de prisión es una medida contra cautelar, tendiente evitar que se haga efectiva una orden de
detención, vigente o presunta. Se diferencia de la excarcelación en la situación del imputado, pues en este
último instituto funciona cuando el encartado ya se encuentra privado de libertad.
Toda persona que se considere imputada de un delito o tuviera orden de captura pendiente, en causa penal
determinada, cualquiera sea su estado, podrá solicitar por sí o por terceros su exención de prisión ante el fiscal
interviniente (art. 191).
Dentro de las 48 horas, la fiscalía deberá expedirse concediéndola en forma irrestricta, bajo caución y/u otra
restricción acordadas con la defensa o denegándola.
Procederá siempre que no existan motivos para sospechar que el imputado intentará fugarse o entorpecer la
pesquisa. En caso de ser denegada, el interesado podrá ocurrir ante el juez competente, que será el de turno si
no se lo conociera y éste no fuera competente remitirá la petición al que deba entender.
La decisión judicial deberá tomarse en audiencia oral y pública en los mismos términos que las previstas para
el cese de las medidas cautelares (art. 192). La decisión será apelable dentro del tercer día, sin efecto
suspensivo.
EXCARCELACIÓN
Conforme lo visto hasta el momento, en el sistema del Código Procesal Penal se contemplan pautas de
restricción a la libertad vinculadas al peligro de fuga o de entorpecimiento del proceso, en el marco
contemplado por la Constitución Nacional.
Cuando, bajo tales supuestos, se hubiera dictado auto de prisión preventiva, el remedio procesal para hacer
cesar la privación de libertad es la excarcelación.
La característica de esta modalidad de libertad es que estará vinculada a una caución, es decir sometida a la
condición de que el sujeto garantice por alguno de los modos previstos en la legislación formal su
comparecencia a las contingencias y consecuencias del proceso (juramento, fianza real o caución personal,
que se verán más adelante).
PROCEDENCIA
En el régimen del Código Procesal Penal, el art. 187, establece los casos puntuales de excarcelación al señalar
que podrá concederse:
1ro.) Cuando hubieran cesado los motivos que justificaron la prisión preventiva.
2do.) Cuando el imputado hubiese cumplido en detención o prisión preventiva el máximo de la pena prevista
para el delito o delitos atribuidos en el Código Penal. Esta hipótesis no requiere mayor explicación, dado que
se habría agotado la posibilidad punitiva del Estado.
3ro.) Cuando el imputado hubiere cumplido en detención o prisión preventiva la pena solicitada por el fiscal
que a primera vista resulte adecuada.
4to.) Cuando el imputado hubiere cumplido en detención o prisión preventiva un tiempo que, de haber existido
condena, le habría permitido obtener la libertad condicional, siempre que se hubieran observados los
reglamentos carcelarios.
5to.) Cuando el imputado hubiera cumplido la pena impuesta por sentencia no firme.
Cuando se plantee el cese de otra medida restrictiva, la audiencia se celebrará dentro de los tres días,
convocándose también a la querella si la hubiera.
Como consecuencia del debate, el juez podrá hacer cesar directamente la prisión preventiva o disponer la
excarcelación, así como hacer cesar otras medidas restrictivas o atenuar sus condiciones de cumplimiento.
Todo lo actuado en la audiencia deberá registrarse en acta, grabarse o filmarse y lo decidido será apelable
dentro del tercer día, sin efecto suspensivo. (ver arts. 178 y 186).
Cuando se haga cesar la detención, la prisión preventiva, se conceda la excarcelación o se resuelva sobre otra
medida restrictiva, se podrá fijar una caución que podrá ser juratoria, personal o real.
El imputado y su fiador, en una o en sendas actas (art. 183), fijarán domicilio en la Ciudad y denunciarán el
real, prestarán la caución, hará saber el primero de ellos de las circunstancias laborales que pudieran
determinarlo a alejarse del domicilio real por más de veinticuatro horas, lo que no podrá alterar sin autorización
del tribunal, se les impondrán de las obligaciones asumidas y al fiador específicamente que deberá informar
inmediatamente al Juez si temiere fundadamente la fuga del imputado (art. 188). La misma acta se labrará en
el supuesto de la exención de prisión.
4) TIPOS DE CAUCIÓN
La caución es el modo de ligar al sujeto al cumplimiento de las obligaciones que le fije el tribunal.
Prohibido fijar cauciones de imposible cumplimiento, La caución podrá ser JURATORIA, PERSONAL o
REAL.
* JURATORIA: Es la forma que por regla general deberá adoptarse, y consiste en la promesa que el imputado
prestará al tribunal o al fiscal, según el caso, de cumplir las obligaciones que se le impusieren como condición
de su libertad.
* PERSONAL: Esta es una modalidad de caución material, pues se fijará un monto pecuniario para asegurar
el cumplimiento de las obligaciones del imputado, pero no será necesario depositarlo antes de la concesión de
la libertad, sino que bastará que uno o más fiadores solidarios asuman la obligación de pagar la suma
determinada en caso de incomparecencia del encartado.
Para ser fiador personal basta tener capacidad para contratar, demostrar solvencia suficiente y no contar hasta
ese momento con más de cinco fianzas subsistentes.
Este último aspecto, debe ser evaluado en consonancia con el último párrafo del art. 178, pues no podrá el
tribunal establecer condiciones que tornen imposible el cumplimiento de la fianza personal establecida, con
lo que cada caso deberá ser evaluado según sus características.
El fiador personal podrá ser substituido por otra persona, con los mismos requisitos que el originario, o por el
depósito de la suma fijada o valores o bienes equivalentes (art. 185).
* REAL. De las formas de caución, ésta es la más restrictiva porque exige concretamente que la fianza sea
efectivamente depositada. En la escala de apreciación de las características del imputado, implica la más alta
duda sobre el la posibilidad de incumplimiento, sin llegar a la concreta presunción de fuga que justifique la
prisión preventiva. Esta modalidad debe ser interpretada de manera residual; es decir, como la última hipótesis
a considerar por el tribunal (art. 182 tercer párrafo).
Deberá integrarse la caución a satisfacción del tribunal antes de efectivizarse la libertad y en caso de gravamen
hipotecario se agregará el título de propiedad y se ordenará la inscripción en el Registro pertinente (art. 183).
La declaración de rebeldía es un acto jurisdiccional, es decir que sólo el tribunal podrá disponerla y en cuanto
a su naturaleza jurídica constituye es una resolución declarativa; es decir, que otorga trascendencia jurídica
a una situación de hecho preexistente.
Este concepto es importante para considerar o no al auto de rebeldía como acto persecutorio, y por ende
"secuela del juicio" a los efectos de la prescripción de la acción penal.
En punto a este último, cabe destacar que su redacción actual, por la que se intenta superar la vaguedad del
concepto “secuela del juicio”, resulta inconstitucional en la medida que desde el Congreso Nacional no se
puede legislar en una materia procesal como es la reglamentación del ejercicio de la acción.
En efecto, la referencia que hace el Código Penal a los actos que deberán ser considerados secuela del juicio
a fin de interrumpir el curso de la prescripción de la acción penal solamente podrán ser considerados en el
ámbito del fuero federal, pues conforme los términos del art. 75 inc. 12 de la Constitución Nacional es facultad
de las provincias – y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires – dictar las normas procesales que permitirán
la aplicación de las normas de fondo.
Consecuentemente, se deberá entender por “juicio” lo que las normas procesales locales indiquen.
De conformidad con lo establecido por el art. 42 inc. 2 del Código Procesal Penal, la rebeldía debe ser
decretada por auto, lo que significa que debe ser fundamentada, y tiene como consecuencias:
Para el imputado disponer la detención -si antes no se hubiese ordenado- y la revocación de la excarcelación
o exención de prisión que se hubiesen concedido.
Para el proceso, no implica la suspensión de la investigación preparatoria, pero sí del juicio respecto de quien
fuera declarado rebelde.
CAPITULO IX
EXCEPCIONES
Las excepciones son obstáculos a la prosecución de la acción, que se dividen en "dilatorias" y "perentorias"
según que su objeto sea subsanar algún defecto formal o extinguir la acción, respectivamente.
a) Falta de competencia En el sistema del Código, los jueces deben plantear las cuestiones de competencia
de oficio (art. 17) pero las partes pueden cuestionarla si ello no ocurriera, circunstancia que es obligatoria para
los miembros del Ministerio Público Fiscal (art. 7).
Se establece en este último aspecto directamente la forma denominada “declinatoria”, que consiste en solicitar
al juez que se considera incompetente que decline la competencia en favor del que le corresponda entender.
No se ha previsto la modalidad denominada “inhibitoria” que consiste en solicitar al juez competente que
requiera al incompetente que se inhiba de seguir entendiendo, porque los miembros del Ministerio Público
Fiscal deben operan bajo la modalidad de unidad de actuación y en tales condiciones ese mandato legal debe
cumplirlo directamente el fiscal que tenga a su cargo el caso.
b) Falta de jurisdicción (art. 195 inc. a): Se refiere a la excepción tendiente a impedir que avance la acción
cuando está pendiente una cuestión prejudicial (por ejemplo, la quiebra en el delito de quiebra fraudulenta) o
la autorización de otro poder del estado para perseguir a un determinado funcionario con fueros de raigambre
constitucional (juicio político o desafuero).
En estos casos, podemos sí hablar de falta de jurisdicción, porque el tribunal competente por razón de la
materia y territorio no tiene expedito el uso de su poder intrínseco, el poder jurisdiccional (art. 149).
c) Falta de acción (art. 195 inc. b): Esta excepción se ha definido tradicionalmente como aquella que se puede
oponer contra la parte del proceso que pretende el ejercicio de la acción por un derecho que no le corresponde
o la ley no la habilita a reclamar.
En nuestro ordenamiento procesal vigente, el titular de la acción pública es el Ministerio Fiscal (arts. 4 y ccs.),
con lo que puede ser uno de los destinatarios de la excepción, para impedir que la impulse.
d) Manifiesto defecto en la pretensión por atipicidad, inexistencia del hecho o falta de participación
criminal del imputado respecto de la conducta descripta en el decreto de determinación del hecho o en
el requerimiento de juicio (art. 195 inc. c).
Esta excepción es novedosa dentro de nuestro ámbito procesal y, al mismo tiempo, esencial en el marco de un
sistema profundamente acusatorio y adversarial como el que rige en la Ciudad de Buenos Aires. Es, nada más
ni nada menos, que la herramienta sustancial que tiene la defensa para paralizar una pesquisa que se considera
arbitraria, injusta o inoficiosa, promoviendo la intervención jurisdiccional para que se le ponga fin. Es, en
definitiva, el modo más eficaz de controlar la gestión del Ministerio Público Fiscal y/o de la querella en el
ejercicio de la acción, para evitar un innecesario sometimiento a la audiencia de juicio.
Estas causales de oposición fueron en muchos casos receptadas por la jurisprudencia dentro de la excepción
de falta de acción, aún dentro de sistemas inquisitivos como el Código de Procedimientos en Materia Penal
de la Nación, derogado en 1992. Sin embargo, la posibilidad de cuestionar la continuación del proceso por
esta vía fue mayoritariamente cuestionada, dado que en el marco de sistemas inquisitivos no resultaba natural
que la parte opusiera una excepción contra la actividad del mismo juez que debía resolverla.
Cosa juzgada sobre los mismos hechos que dan origen al procedimiento (art.195 inc. d).
Se trata de una modalidad específica de falta de acción, que merece un tratamiento especial por tratarse de una
particular garantía emergente de la raíz filosófica del sistema constitucional contractualista que nos rige.
Esta garantía fue receptada en el art. 4, segundo párrafo, del Código Procesal Penal de manera muy clara:
“Nadie podrá ser perseguido ni encausado más de una vez por el mismo hecho, aunque se modifique su
calificación legal o el grado del delito o la forma de participación atribuidos.”
No se incluyó la hipótesis del indulto, pues este tipo de perdón es una potestad del Presidente de la Nación o
de los gobernadores, de carácter individual y para condenados.
No se trata de cuestiones de competencia en sentido estricto, sino de conexidad de casos o de procesos que se
hayan iniciado, sobre el mismo objeto, en distinto tiempo y en ninguno de ellos se hubiera dictado sentencia
hasta el momento.
Para que exista litis pendencia deberá haber identidad de objeto y sujetos en ambos procesos, aún cuando la
pretensión o la cantidad de sujetos en uno de ellos sea más amplia que en el otro.
El instituto de la prescripción es uno de los modos de extinción de la acción por el paso del tiempo, conforme
se desarrolló en el capítulo VIII de la parte general.
TRÁMITE
Se tramitarán de manera mixta, pues se deberán interponer por escrito ante el Juez, pero se resolverán en
audiencia oral. En el escrito de interposición deberán ofrecerse las pruebas que justifiquen los hechos en que
se basan y se correrá vista a las otras partes por tres días (art. 66).
Ello surge de la primera parte del art. 197, cuando reza que las excepciones se “substanciarán” en la audiencia,
es decir que se discutirán en tal situación procesal, tras lo cual se resolverá la cuestión. Será en la audiencia,
también, donde el Juez resolverá sobre las pruebas propuestas y decidirá por auto, de todo lo cual quedará
constancia en acta.
La audiencia deberá celebrarse dentro de los diez días de evacuada la vista en los términos que señalé
precedentemente y contra la decisión cabrá recurso de apelación, dentro del tercer día.
CAPITULO X
MODOS DE FINALIZACION DE LA INVESTIGACIÓN PREPARATORIA.
Las facultades jurisdiccionales están acotadas a la potestad de resolver los conflictos sometidos a su decisión,
de manera que si no existe conflicto porque el actor desistió de la prosecución de la acción los jueces no tienen
nada que decir.
Es decir, que la facultad de desistir de la acción no tiene el menor contenido jurisdiccional y, por ende, la de
archivar la pesquisa no significa otorgar a los fiscales potestades propias de los jueces. Pero, ello no significa
que los fiscales puedan abandonar, en nuestro sistema penal, la acción en forma arbitraria, sino en los casos y
circunstancias reglamentados por las normas procesales, porque existe la categoría de delitos de acción
pública.
Por otra parte, los fiscales aparecen, como se verá, controlados en tales casos por las propias estructuras del
Ministerio Público Fiscal, por la querella autónoma que puede continuar con el ejercicio de la acción y por la
simple víctima.
Existen en el sistema dos tipos de archivo: el que pone fin a la acción de manera definitiva, equiparable al
viejo sobreseimiento judicial, y el que paraliza la pesquisa sin extinguirla, que no debe ser confundido con la
clausura provisional de la investigación preparatoria, contemplada en el art. 208. A la primera de tales
distinciones se la puede dividir, a su vez, en total o parcial, según que el archivo se refiera a la totalidad o a
parte de los imputados.
Archivos definitivos.-
El art. 199 del Código Procesal Penal contempla las siguientes hipótesis de archivo definitivo:
1.- Atipicidad del hecho. Cuando de la investigación preparatoria surja que el hecho es atípico, carece de
sentido la persecución y atento el deber de objetividad que pesa sobre la actuación del Ministerio Público
Fiscal, corresponderá que cese la persecución disponiendo el archivo de las actuaciones.
Del mismo modo, debe entenderse como ajeno a esta causal de archivo el último párrafo del citado art. 202,
que admite la reapertura de la pesquisa por la aparición de nuevas pruebas, porque está vinculado a cuestiones
de hecho y prueba, no a la significación jurídica del suceso investigado. Por otra parte, en apoyo de lo expuesto,
cabe señalar que el art. 203 claramente señala que una vez dispuesto el archivo por atipicidad, la resolución
del fiscal y el su caso del Fiscal de Cámara será definitiva y el Ministerio Público Fiscal no prodrá promover
nuevamente la acción por el mismo hecho
De todas maneras, la querella podrá continuar autónomamente con el ejercicio de la acción, si no coincidiese
con el criterio del Ministerio Público Fiscal.
2.- Prescripción o extinción de la acción. Esta causal de archivo tiene similar justificación que la anterior,
pues no tiene sentido la persecución de una acción extinguida, sea por prescripción, cosa juzgada,
cumplimiento de las condiciones de la suspensión del juicio a prueba o amnistía.
En este caso, la decisión del Ministerio Público Fiscal de continuar o no con el ejercicio de la acción debe ser
soberana, porque se trata de un aspecto substancial de su rol constitucional y está enmarcada en su autonomía
funcional.
Además, resulta disfuncional con respecto del aspecto adversarial que califica al sistema acusatorio, también
impuesto por la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (art. 13 inc. 3), en el cual los jueces
deben resolver conflictos entre partes y no crearlos.
Código Procesal Penal de la Nación, donde – en el marco de un sistema fuertemente inquisitivo - se establece
que si el juez no está de acuerdo con el sobreseimiento pedido por el Fiscal, la cuestión la resolverá la Cámara
de Apelaciones que puede dar indicaciones al fiscal para que promueva el juicio. Pero esta norma fue declarada
inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el precedente “Quiroga … “.
3.- Inimputabilidad del autor o existencia de alguna causal de justificación o exención de pena;
La situación es similar al caso anterior, pues al Ministerio Público Fiscal no le interesa, ni tiene facultades,
para perseguir una acción que no podrá prosperar, aunque en este caso no se refiere a circunstancias objetivas
vinculadas a la vigencia de la acción, sino subjetivas relativas a las características individuales del imputado,
sea por cuestiones relativas a la inimputabilidad por edad o estado mental o la existencia de alguna de las
situaciones que, conforme los arts. 34 y 185 del Código Penal impliquen que no pueda ser sancionado.
La amplitud de la norma permite incluir en esta causal de archivo situaciones como los denominados delitos
de bagatela, situaciones de escasa gravedad.
5.- Persecución penal injustificada respecto de algunos hechos cuando la condena por ellos no modificaría
el monto de una eventual condena por otros.
Para la aplicación de esta causal se requiere la conformidad previa de la Fiscalía de Cámara, pues deberá
hacerse una evaluación adecuada de las perspectivas de cada uno de los casos involucrados a fin de seleccionar
para el juicio aquellos en los que se tengan más probabilidades de éxito y/o los que tengan más significación
en materia de política criminal.
6.- Cuando se hubiera cumplido regularmente un acuerdo conciliatorio o el incumplimiento no pudiera
reprocharse al imputado.
Esta es una causal de archivo directamente vinculada con la filosofía del Código Procesal Penal de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires (ver art. 91), en consonancia con los principios constitucionales expuestos en la
parte general relativos al carácter restaurativo del sistema jurídico y la prevalencia de la solución del conflicto
individual por sobre la denominada “realización del derecho material”.
Es aplicable, por ejemplo, cuando el encartado hubiera quedado gravemente disminuido en su condición física,
por la pérdida de un miembro o un sentido, o en el hecho hubiera quedado seriamente disminuido físicamente
o fallecido un familiar cercano.
Está justificada en que se trata de hechos sin dolo directo en los que la negligencia, impericia o violación al
deber de cuidado ha provocado directamente al autor del delito un perjuicio irreparable de tal magnitud que
la pena resulta innecesaria respecto de cualquiera de sus fines.
Se requiere la conformidad previa del Fiscal de Cámara para que la decisión sea debidamente ponderada
dentro de la estructura jerárquica del Ministerio Público Fiscal en todos sus aspectos y responda a criterios
uniformes de aplicación.
8.- Archivo por autor desconocido y por falta de pruebas (arts. 201 y 202).
Estas hipótesis de archivo proceden en los casos en que ninguna persona hubiera sido intimada por el hecho,
ya sea porque no se identificó a ningún sospechoso (art. 201) o porque no hay elementos que permitan acreditar
la materialidad del hecho o individualizar al imputado con suficiente certeza como para vincularlo como sujeto
pasivo del proceso en los términos del art. 161 del Código de forma (art. 202).
Estos casos de archivo no impiden la reapertura de la investigación cuando aparezcan pruebas que lo
justifiquen y el plazo de duración está vinculado con el de la prescripción de la acción. (art. 67 del Código
Penal).
Intervención de la víctima.
Los derechos de la víctima no constituida en querellante contemplados en el art. 38, específicamente en su
inciso “f”, están reflejados en la posibilidad de cuestionar el archivo, para ofrecer datos que permitan la
prosecución o provocar la revisión del criterio expuesto por la Fiscalía interviniente por parte de la Fiscalía de
Cámara.
En cambio, se podrá reabrir la persecución cuando se individualice a un posible autor, cómplice o encubridor,
aparecieren circunstancias que permitan modificar el criterio que en su momento permitió sostener que era
injustificada la persecución y cuando el acuerdo conciliatorio se frustre por la actividad u omisión maliciosa
del imputado (art. 203).
Sin embargo, existen situaciones en las que el sentido común indica que no puede disponerse un archivo
definitivo ni la remisión a juicio con suficiente sustento, cuando existen pruebas ciertas, concretas, pendientes
y no es posible obtenérselas en un determinado momento histórico.
Por ello, el Código Procesal Penal de la Ciudad, pretende sincerar la situación bajo el siguiente esquema: la
investigación preparatoria tiene una duración limitada (arts. 104 y 105) y vencido su plazo deberá disponerse
el archivo o la remisión a juicio, salvo que existan pruebas concretas, determinadas, de las cuales se conoce
su existencia pero, por obstáculos ajenos a la actividad de la fiscalía, no es posible obtenerlos en el momento
de decidirse si corresponde la remisión a juicio o el archivo (art. 208).
La diferencia substancial con el viejo sobreseimiento provisional está en sus limitaciones, porque las medidas
pendientes deben ser identificables, por un plazo determinado (dos años) y sólo procede, una vez por persona,
cuando el imputado esté legitimado como sujeto pasivo.
La dispone el Fiscal de manera fundamentada e importa el cese de las medidas cautelares, pero podrá reabrirse
la investigación si las medidas pendientes se obtuvieran antes de los dos años de dictada. En este caso, la
fiscalía podrá requerir nuevamente al juez la adopción de las medidas cautelares que correspondan, es decir
que no se reestablecen de manera automática.
Sin embargo, la querella puede no concordar con la fiscalía y promover la realización del debate con las
pruebas reunidas y ofrecer para su oportunidad las pendientes.
3) SOBRESEIMIENTO
El sobreseimiento es un acto jurisdiccional liberatorio y definitivo respecto de una persona que ha sido ligada
al proceso con la intimación formal por el hecho. En el sistema procesal de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires hay solo tres situaciones en las que procederá el sobreseimiento: cuando prospere una excepción
perentoria (art. 197), cuando se cumplan las condiciones impuestas al imputado en la suspensión del proceso
a prueba (art. 205) y cuando se tenga por desistida la acción a la querella en los delitos acción privada (art.
257).
Oportunidad.
Cuando sea consecuencia de una excepción, deberá dictarse al finalizar la audiencia oral (arts. 177 y 43) y
será apelable dentro del tercer día (art. 198).
El sobreseimiento dictado por el cumplimiento de las condiciones de suspensión del proceso a prueba, se
dictará dentro de los cinco días de puesta la cuestión a consideración del juez (art. 43) y será apelable conforme
los principios generales, es decir por la parte agraviada y dentro de los cinco días (arts. 268 y 279).
El sobreseimiento consecuente con el desistimiento de la querella en los delitos de acción privada se dictará
dentro de los cinco días de cumplidas las circunstancias contempladas en los arts. 255 y 256 del Código
Procesal Penal y también será apelable conforme los principios generales del recurso (arts. 43 y 279).
Los recursos tendrán efecto suspensivo, salvo que se hubiera dispuesto la libertad del imputado (art. 270).
Forma.
Puede ser total o parcial, según abarque la totalidad de los hechos investigados y sujetos imputados o alguno/s
de ellos.
La resolución debe ser fundamentada, analizándose las causales que lo motiven y deberá llevar la declaración
que deje a salvo en buen nombre y honor del imputado.
Efectos.
Cierra definitiva e irrevocablemente el proceso respecto del beneficiario, quien deberá ser inmediatamente
puesto en libertad de estar detenido; se practicarán las pertinentes comunicaciones al Registro Nacional de
Reincidencia y se archivarán las actuaciones y elementos que no deban ser devueltos, si fuera total.
Este instituto procesal es ciertamente novedoso en nuestros sistemas procesales, no obstante algunas
experiencias como las llevadas a cabo en la Provincia de Buenos Aires, porque implica el desistimiento de la
acción a partir de la composición del conflicto.
Como surge claramente del art. 204 primer párrafo y de su inciso segundo, someter el caso a una instancia de
mediación o composición entre las partes afectadas es una atribución del Ministerio Público Fiscal, que debe
tener la iniciativa.
La ley establece que la fiscalía propondrá a las partes el someterse a la instancia de mediación o composición,
invitándolos a concurrir a una instancia oficial de mediación. Es decir que, en primer lugar, las partes podrán
aceptar o no la mediación y la negativa de cualquiera de ellas impedirá que se intente la solución del conflicto
por esta vía.
Ello tiene sentido, puesto que los principios de la mediación imponen que las partes involucradas sometan
voluntariamente el conflicto a ese modo de conciliación.
En segundo término, el ámbito donde se realice la mediación debe ser oficial, es decir un servicio público de
mediación.
Impedimentos.
La reforma introducida al art. 204 del Código Procesal Penal por la ley 2452, introdujo restricciones al sistema.
En primer lugar, prohíbe que se sometan a mediación los casos en que se investiguen delitos dolosos previstos
en el Título I, Capítulo I – delitos contra la vida –, lesiones gravísimas del art. 91, y Título III – delitos contra
la integridad sexual – del Código Penal, cuando se produjeren dentro del grupo familiar conviviente el que
incluye las uniones de hecho.
Efectos.
El cumplimiento del acuerdo de mediación determina el archivo de las actuaciones sin más trámite por parte
de la fiscalía, cesando en ese caso las medidas cautelares (arts. 204 inc. 2 in fine y 199 inc. h). En caso de
incumplimiento malicioso del acuerdo por parte del encartado, corresponderá la reapertura del proceso (art.
203 in fine), pero si el incumplimiento no le fuera imputable, se mantendrá el archivo dispuesto.
Naturaleza. -
Como se expuso en la parte general, la suspensión del proceso a prueba es uno de los modos de extinción de
la acción, que opera como tal cuando se cumplen las condiciones impuestas en los términos de los arts. 76 bis
y 27 bis del Código Penal.
Sin embargo, la naturaleza del instituto está discutida en la doctrina no obstante las pautas claras que dan las
leyes en el sentido de considerarlo como un aspecto de la disponibilidad de la acción en por parte del Ministerio
Público Fiscal.
Uno de los puntos de discusión consiste en dilucidar si el instituto que nos ocupa es un derecho de todo
imputado o es una facultad del Ministerio Público Fiscal el acceder a su concesión. La consecuencia de admitir
una u otra tesis es relevante porque de aceptarse la primera postura – derecho del imputado – se podrá admitir
que los jueces lo concedan contra la oposición de la fiscalía, mientras que de asumirse la otra la negativa del
representante de la acción pública será vinculante para el órgano jurisdiccional.
En punto a este dilema, considero que no caben dudas en el texto legal que se trata de una facultad del
Ministerio Público Fiscal. Para ello debemos partir de reconocer que no existe un derecho constitucional a la
aplicación del instituto que nos ocupa, de modo que de no existir en la legislación no se estaría privando al
imputado de ningún derecho esencial.
Otro aspecto que ha motivado controversias es si el contenido de la oposición de la fiscalía es revisable por
los jueces.
La fiscalía deberá exponer los argumentos por los cuales rechaza el instituto. Pero no existiendo otras pautas
sobre el tema, basta con que los fundamentos sean razonables y ajustados al caso.
En tal ámbito se podrá rechazar el fundamento de la fiscalía si aparece como arbitrario o caprichoso, pero el
rechazo no admite que, sin más, el beneficio de suspensión del proceso sea concedido.
Corresponderá entonces que anulen el dictamen por arbitrario y requieran al Ministerio Público Fiscal que se
pronuncie conforme a derecho.
En el ámbito jurisdiccional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la ley procesal (art. 205 tercer párrafo),
establece que la oposición de la fiscalía es vinculante, pero deberá estar fundamentada en razones de política
criminal o en la necesidad de que el caso se resuelva en juicio.
La ley no define si las razones de política criminal deberán surgir de criterios comunes al Ministerio Público
Fiscal o de un caso concreto en que se entienda que la persecución penal debe llegar al juicio por su
significación social.
Al igual que en el sistema nacional, los jueces solamente podrán valorar la razonabilidad de los argumentos y
de considerarlos arbitrarios, por no ajustarse a los hechos y el derecho aplicable, declarar la nulidad o la
ineficacia del dictamen, pero no sustituir la intervención del Ministerio Público Fiscal.
Trámite.-
La petición para la aplicación del instituto de suspensión del proceso a prueba debe partir del imputado, porque
implica someterse a un sistema que, si bien puede llevar a la extinción de la acción y no importa
reconocimiento de culpabilidad, significa que deberá someterse a una serie de reglas de conducta por un
tiempo, en algunos casos pagar la multa prevista para el delito y en otros abandonar bienes a favor del Estado
o resarcir un perjuicio.
El Art. 76 bis del Código Penal contempla que, cuanto menos, sea de aplicación al caso una condena en
suspenso y ello depende de condiciones objetivas, como la calificación legal del hecho, que pueden variar con
el avance del proceso. Por ello, el art. 205 del Código Procesal Penal establece que puede solicitarse en
cualquier momento de la investigación preparatoria y hasta inmediatamente antes del debate, pero inclusive
podrá plantearse durante la audiencia de juicio si en su curso surgieran circunstancias que modifiquen las
causales impedientes previas, como una modificación en la calificación penal del hecho.
La cuestión debe resolverse en audiencia oral, con citación de la fiscalía, la víctima – sea o no querellante – y
el peticionario, el imputado debe ofrecer la reparación del perjuicio en la medida de lo posible y no procederá
el instituto cuando el hecho tenga prevista pena de inhabilitación o hubiera sido cometido por un funcionario
público en ejercicio de sus funciones. Si tuviera prevista pena de multa, deberá pagar el imputado el mínimo
contemplado para el delito.
En caso de cumplimiento de las condiciones impuestas y reparación del perjuicio si fuera el caso,
corresponderá sobreseer al imputado previa vista al Fiscal. En caso de incumplimiento, deberá realizarse una
audiencia oral donde se discutirán las causales de incumplimiento. El juez decidirá sobre la revocación del
beneficio o la prórroga para permitir su acatamiento (art. 311).
Control.-
El Código Procesal Penal otorga el control del cumplimiento al Ministerio Público Fiscal (art. 311) por dos
motivos. Uno está relacionado con su carácter de titular de la acción y las facultades de decisión que lo llevaron
a admitir la aplicación del instituto.
El otro, y más relevante, el permitir que se mantenga el carácter contradictorio del proceso y en caso de
plantearse una situación de incumplimiento sea un órgano imparcial el que decida sobre la continuación o no
de los términos de la suspensión del proceso.
La querella.
El Código Procesal Penal de la Ciudad de Buenos Aires contempla la institución del querellante autónomo,
que puede continuar con la acción hasta el juicio aún cuando la hubiera desistido el Ministerio Público Fiscal
(art. 10). Consecuentemente, considerando que no se trata de un derecho del imputado y que el derecho a la
acción para la resolución del conflicto es una garantía constitucional, parece claro que la oposición del
querellante a la suspensión del proceso a prueba debe ser valorada por los jueces, aunque no con el mismo
alcance que la oposición del fiscal.
6).- AVENIMIENTO.-
El avenimiento es el reconocimiento del imputado de su participación en el hecho y su responsabilidad penal,
que pone fin al conflicto en tanto se conforma con la pretensión de la parte acusadora. Será tratado entre los
juicios especiales, pero importa uno de los modos alternativos de terminación del proceso en tanto se evita el
juicio (arts. 205 inc1 y 266 del Código Procesal Penal).
Es un acto procesal trascendente, porque es el sustento del debido proceso legal al constituir la concreta y
efectiva imputación al imputado, que permitirá el ejercicio de la defensa en el debate, el hecho allí imputado
será el objeto del juicio, la materia de prueba, el sustento de los alegatos y la causa de la sentencia.
No debe ser confundido, sin embargo, con la acusación propiamente dicha, que se concretará tras el debate en
el momento de los alegatos (art. 244), ya que su cometido se agota en el pedido de elevación a juicio -impulso
de la acción- y no contiene una pretensión punitiva concreta.
Por lo tanto, además de la identificación del imputado, los requisitos del requerimiento de juicio que deben
ser cumplidos en su totalidad, bajo consecuencia de nulidad, ellos son: la descripción clara, precisa y
circunstanciado de los hechos y de la específica intervención de los imputados, concordante con el decreto
que motivara la investigación preparatoria y hubiera siendo informado al imputado; los fundamentos que
justifiquen la remisión a juicio y la calificación legal del hecho (art. 206).
Formulado el requerimiento, el fiscal correrá vista a la querella para que en el plazo de cinco días, prorrogables
por otros tres, lo haga bajo los mismos formalismos y requisitos que la fiscalía. Si el Ministerio Público Fiscal
hubiera desistido de la acción, la querella formulará directamente el requerimiento dentro del plazo previsto
para la investigación preparatoria contemplado en el art. 104.
CAPITULO XI
ETAPA INTERMEDIA
Citación a juicio. -
Tendrá cinco días para ofrecer prueba y plantear todas las cuestiones que entienda deban resolverse en la
audiencia de debate.
Las cuestiones que se pueden plantear en esta oportunidad no serán para el debate sino para su preparación o
para evitarlo. Así se desprende del texto del art. 228.
Audiencia preliminar. -
La audiencia de la etapa intermedia, a la que convocará el juez dentro de los diez días de ofrecida la prueba
por la defensa, tiene por finalidad juntar a las partes para facilitar la adopción de algunas soluciones
alternativas al juicio, resolver excepciones y discutir sobre la admisibilidad de las pruebas, art. 210.
1.- El cuestionamiento sobre la legitimidad de la medida ofrecida y su admisibilidad para el juicio, efectuado
en el marco de una audiencia oral, simplifica significativamente la “purificación” de lo obrado en la
investigación.
Por otra parte, el encuentro en la audiencia permite arribar a acuerdos preliminares sobre los hechos cuya
prueba no se discutirá (ver art. 107) y resolver cuáles pruebas resultan sobreabundantes o inconducentes a los
fines del debate.
2.- Contempla la ley que las decisiones del juez sobre la admisibilidad de las pruebas no serán recurribles,
aunque puede ser invocada como fundamento del recurso de apelación contra la sentencia. Esta disposición
tiene fundamento en que una instancia de apelación en la etapa que nos ocupa generalmente será dilatoria,
pues el resultado del juicio puede terminar siendo favorable al presunto afectado, en el debate se podrá valorar
nuevamente el cuestionamiento a la prueba en discusión y, en última instancia, el tema podrá ser replanteado
en caso de apelación por expresa disposición legal.
3.- Las pruebas necesarias para la defensa o para el civilmente demandado que requieran auxilio jurisdiccional,
se podrán requerir en la audiencia y las dispondrá el juez si fueran pertinentes y útiles (art. 211).
4.- En la audiencia preliminar se podrán interponer excepciones, que se resolverán en los términos del art.
197, se podrá plantear y resolver la suspensión del proceso a prueba y acordar el avenimiento.
5.- Si no se adoptara ninguna solución alternativa, se remitirá el caso a juicio. Deberá entender un juez distinto
al que intervino en la investigación preparatoria y solamente recibirá el requerimiento de juicio, el acta de la
audiencia preliminar, las pruebas que se hubiera acordado incorporar al debate y las constancias – actas - de
los actos definitivos e irreproducibles. Es decir, que todas las otras pruebas para el debate deberán aportarlas
las partes en la audiencia (ver art. 213).
CAPITULO XII
EL JUICIO
ACTOS PREPARATORIOS
Lo que en términos doctrinarios se llama "debido proceso legal adjetivo" comienza en realidad con la clausura
de investigación preparatoria, cuando se ha precisado la imputación y nace la etapa de debate.
En forma oral ante un tribunal, unipersonal, no contaminado con los aspectos de la investigación preparatoria,
pues no conocerá del caso más que el requerimiento de juicio y deberá resolver conforme las pruebas
presentadas por las partes en la audiencia.
FIJACIÓN DE AUDIENCIA Y PREPARACIÓN DEL DEBATE
Recibido el caso por el juez encargado del juicio fijará, dentro de los tres meses, día y hora para el debate, con
un plazo no menor de diez días. Este plazo podrá ser abreviado con la conformidad de las partes.
Con la citación para el debate, Además de las partes se convocará a los peritos, intérpretes y testigos, cuya
notificación estará a cargo de la parte que los propuso.
El tribunal podrá facilitar los medios cuando la citación fuera dificultosa o se requieran exhortos u oficios o
adelantos de gastos para la defensa sin posibilidades económicas. Si no se presentasen a declarar, serán
compelidos a hacerlo por la fuerza y serán mantenidos bajo arresto hasta que respondan a su obligación de
testificar, por un lapso de hasta dos días. Si se mantuvieren en la negativa, se promoverá proceso por reticencia
(arts. 127 del Código Procesal Penal, 275 del Código Penal).
Los testigos, peritos e intérpretes que lo soliciten, serán indemnizados por los gastos y perjuicios que su
comparecencia demande, debiendo el tribunal fijar el monto pertinente (art. 215).
El costo de esta indemnización estará a cargo del Estado cuando fueren propuestos por el Ministerio Fiscal o
el imputado, quien deberá reintegrarlo en caso de condena. Si hubieren sido propuestos por el querellante, el
actor civil o el civilmente demandado, deberán anticipar los montos tales gastos (art. 341).
Finalmente, según el caso y teniendo en mira el principio de celeridad procesal, el tribunal podrá ordenar la
acumulación -en caso de que el mismo delito se imputare a sujetos que hubieran recibido diversas acusaciones-
o separación -cuando distintos hechos se imputaren a los mismos sujetos- de causas, pero en este caso y en lo
posible deberán realizarse las audiencias sucesivamente (art. 214).
EL DEBATE
Como se señalará precedentemente, el verdadero proceso comienza con el debate, en el cual se desarrolla en
plenitud el debido proceso legal adjetivo.
En esta etapa tiene las siguientes características: es a) controvertido, b) oral, c) público y d) continuo.
CONTROVERTIDO: Porque tiene por sustento la imputación concreta, emergente del requerimiento de
juicio juicio, cuyos extremos fácticos serán la materia de prueba, debate y resolución (arts. 227, 230, 249), la
carga probatoria estará a cargo de la acusación (art. 2) pero las partes deberán actuar del modo adversarial
para promover la convicción del juez, quien tiene vedado el interrogatorio a los testigos y al imputado.
La imputación podrá modificarse si en el debate surgieren elementos que implican la modificación del hecho,
por resultar de las pruebas circunstancias agravantes o vinculadas al delito continuado (art. 230) o que el hecho
es diverso y en tales casos, también la defensa tendrá ocasión de responder y ofrecer pruebas de descargo.
Finalmente, la acusación podrá concretarse, con el pedido de condena, en la etapa de alegatos (art.244) y allí
se efectuará la respuesta técnica por parte del letrado defensor, quien siempre tendrá la última palabra.
b) ORAL: Es la característica esencial del debate en este sistema procesal, que lo dispone bajo consecuencia
de nulidad (art. 216). La audiencia deberá ser registrada por un sistema de audio y/o video, sin perjuicio de la
confección del acta pertinente (arts. 245 y 246)
Sólo excepcionalmente, podrán incorporarse por lectura elementos probatorios que por naturaleza podrían
vertirse verbalmente (arts. 240 y 241) previa introducción por exhibición a los testigos o peritos y aquellos
instrumentos respecto de los cuales ello se hubiera acordado en la audiencia preliminar, como los que registran
actos definitivos e irreproducibles (ver art. 210).
La incorporación de declaraciones testimoniales por lectura está particularmente restringida, pues solamente
se formalizarán las que puedan convertirse en definitivas e irreproducibles (art. 120), lo cual demanda la
participación de la defensa, o las obtenidas por exhorto o informe, siempre que la defensa haya podido
controlarlas (art. 239)
c) PÚBLICO: La publicidad del debate es otra disposición prevista bajo consecuencia de nulidad (art. 216) y
tiene que ver con la esencia republicana del proceso y la publicidad de los actos de gobierno.
La regla es que el debate es de acceso libre, pero puede restringirse total o parcialmente por circunstancias
particulares y generales.
Las decisiones que restrinjan la publicidad del debate, podrán disponerse de oficio o a pedido de parte; la
resolución será fundada, deberá constar en acta y no será recurrible.
En el juicio de menores, las reglas apuntadas ceden en resguardo de la intimidad del imputado y su salud
psíquica.
d) CONTINUO: Como consecuencia de los principios de oralidad e inmediatez, se realizará en las audiencias
consecutivas que resulten necesarias. Si fuere imprescindible suspender su curso, nunca podrá ocurrir por más
de diez días, bajo consecuencia de nulidad (art.218).
1) Fuerza mayor, como la enfermedad de algún juez, el Fiscal, el defensor o el imputado -si fuesen varios
podrán dividirse las causas-; o la incomparecencia de algún citado cuya intervención el tribunal considere
indispensable.
2) Por necesidades procesales, como la producción de medidas fuera del lugar de la audiencia o por nuevas
revelaciones.
4) En caso de rebeldía del imputado (art. 219 en sentido contrario). Obviamente, en este supuesto también rige
el término máximo de diez días, transcurrido el cual habrá que realizarlo de nuevo íntegramente.
Finalmente, respecto de la obligación de realizar nuevamente el debate si se suspendiese por más de diez días,
debe entenderse, con remisión a los principios generales en la materia que los actos irreproducibles,
debidamente protocolizados y con resguardo del derecho de defensa, mantendrán su validez.
Establece también el art. 218 del Código Procesal Penal, que durante la suspensión del debate el juez no podrá
realizar otros juicios orales, por cuanto ello puede atentar contra el adecuado recuerdo de las circunstancias
del debate que se caracteriza por los principios de continuidad e inmediación. Por otra parte, de ese modo se
evita la tentación de postergar innecesariamente las audiencias, como suele ocurrir en muchos tribunales
orales. Si bien se ha señalado que ello dificulta la confección de agendas, es preferible postergar un juicio no
empezado que someter a un juez a retener las circunstancias de varios juicios en forma simultánea, con el
riesgo que ello conlleva para las partes, aun cuando las audiencias sean registradas por sistema de audio y
video.
Alegatos de apertura.
Una vez verificada la comparecencia de las partes y por tratarse de un proceso controvertido, comienza
lógicamente con la exposición oral de la imputación, tanto la penal como la civil si la hubiera, de conformidad
con los alcances del requerimiento de juicio y señalándose qué se pretende probar con las pruebas ofrecidas.
De seguido será el turno de la respuesta de la defensa, que para esta parte es optativa. Finalizadas las
exposiciones de las partes, el juez declarará formalmente abierto el debate (art. 227).
Cuestiones preliminares.
Tras tal acto deberán plantearse bajo consecuencia de caducidad y resolverse, las cuestiones preliminares (art.
228):
a) las atinentes a la constitución del tribunal. se trata de las relativas a la eventual integración con un juez
subrogante, en caso de impedimento del titular.
El principio es que las cuestiones señaladas deben ser resueltas en el momento, en un solo acto, salvo que por
cuestiones de orden del proceso el juez resuelva diferir alguna o tratarlas sucesivamente. En su planteamiento
y respuesta, las partes solamente podrán hablar una sola vez, es decir que al respecto no habrá réplicas.
Omisión de pruebas.
Si el imputado reconociera la existencia del hecho imputado y reconociera lisa y llanamente su culpabilidad,
podrá omitirse la recepción de la prueba tendiente a acreditarla.
Deberá estar precedida de un acuerdo de partes a modo de avenimiento y el Juez dictará una sentencia
homologatoria considerando los términos del requerimiento de juicio y la confesión exclusivamente.
Entonces, esta disposición es asimilable al avenimiento contemplado en el art. 266 del Código Procesal Penal
y significa reconocer al imputado el derecho a allanarse a la imputación, evitando con ello someterse a los
rigores del debate. En tal caso desaparece el conflicto y sólo queda resolver sobre la pena a imponer, que
puedo haber sido acordada entre la fiscalía y la defensa o será motivo específico de debate (art. 231).
También, cuando se hubiera ejercido la acción civil, el tercero civilmente demandado se podrá oponer y
solicitar que se reciba la prueba que haga a su defensa.
Expondrá primero su versión de los hechos y luego será interrogado por las partes acusadoras, aunque tendrá
la facultad de negarse a responder las preguntas, total o parcialmente. Del mismo modo, durante todo el curso
del debate se le podrán pedir aclaraciones, que también contestará o no, según su voluntad. Por su parte, podrán
pedir aclaraciones, que también contestará o no, según su voluntad. Por su parte, podrá formular las
aclaraciones que estime pertinentes hasta la clausura del debate.
Se observarán en el debate las reglas establecidas para los medios de prueba (arts. 106 a 145). El juez podrá
disponer que se modifique el modo de recepción a pedido de parte.
Los peritos y los testigos declararán bajo juramento de decir verdad, en el orden propuesto por las partes que
los hayan ofrecido. Cuando hayan sido citados el mismo día no podrán estar en contacto entre ellos antes del
interrogatorio, ni tomar conocimiento de lo que ocurre en la sala de audiencias.
Solamente se podrán incorporar por lectura declaraciones testimoniales en los siguientes casos, siempre que
se hubieran guardado las formas pertinentes, especialmente para el resguardo de la defensa:
1.- cuando se hayan cumplido las formas de los actos definitivos e irreproducibles (art. 98);
2.- cuando exista conformidad de las partes;
3.- cuando el testigo hubiera declarado por medio de exhorto – por residir fuera de la sede del tribunal y no se
pudiera lograr su comparecencia - o informe – por tratarse de un funcionario público eximido de comparecer
Los instrumentos, documentos u otras piezas de convicción se incorporarán al debate mediante su exhibición
a los testigos y partes comparecientes, quienes serán invitados a reconocerlos y declarar lo pertinente al
respecto. También se podrán exhibir fotografías o filmaciones en lugar de los originales, según su naturaleza.
Toda otra evidencia que se pretenda introducir al juicio que no sea por exhibición a los testigos o partes
carecerá de valor probatorio.
El juez no podrá interrogar a los testigos, peritos e intérpretes, pero deberá mantener el orden en la sala, en los
interrogatorios y evitar toda pregunta inadmisible, en este caso dejando constancia en el acta.
El juicio de admisibilidad de las preguntas el Juez puede hacer directamente o a pedido de parte y deberá
fundamentarse en el sentido del interrogatorio, de manera que podrá rechazar aquellas que resulten
inconducentes, redundantes o que puedan generar confusión. En tal cometido, el Juez podrá rechazar la
pregunta o disponer que sea reformulada para la mejor comprensión del testigo y de las partes.
La prohibición de que el juez interrogue a los testigos, como al imputado, tiene su fundamento en evitar
cualquier duda sobre su imparcialidad en la conducción de las preguntas; pero ello impone a las partes,
especialmente a las acusadoras, la carga de agotar el interrogatorio de manera tal que no queden dudas, pues
éstas deberán despejarse siempre en favor del imputado (art. 2).
Nuevas pruebas.
A pedido de parte, el juez podrá ordenar la producción de pruebas útiles no ofrecidas, cuando su existencia
surgiera del debate o se tornaren imprescindibles otras conocidas, pero no propuestas oportunamente (art.
234).
La defensa no solamente tiene derecho a conocer todas las pruebas que confluyeron en la intimación del hecho
(art. 164), sino que además no se le pueden ocultar las que conozca la fiscalía, tanto de cargo como de descargo
(art. 206).
Es decir que un mero disenso en la consideración jurídico penal sobre el alcance y consecuencias de los
hechos, no puede significar que se impida la ampliación de la imputación.
Ampliado el requerimiento, el Juez informará al imputado y su defensa, como al civilmente demandado, bajo
consecuencia de nulidad, que puede pedir la suspensión del debate para preparar la defensa.
Discusión final.
Terminada la recepción de la prueba, producirán sus alegatos los sujetos activos en primer lugar Fiscal y a la
querella, en ese orden, y luego los sujetos pasivos, defensa y demandado civil, en ese orden también, para que
aleguen sobre las pruebas y efectúen sus conclusiones y defensas, siempre de manera oral y no podrán leerse
los memoriales. Los alegatos serán únicos por cada una de las partes y si actuasen dos fiscales o dos defensores
por imputado, lo harán por partes dividiéndose las tareas.
Las partes podrán replicar, correspondiendo a la defensa la palabra final, limitándose en todos los casos a los
argumentos adversos que no hubieren sido discutidos.
Atendiendo a la naturaleza del caso, los puntos de debate y las pruebas recibidas, el Juez fijará
prudencialmente el término para las exposiciones de las partes.
Concluidos los alegatos, el Juez preguntará al imputado si tiene algo que manifestar o agregar, tras escucharlo
convocará a las partes a audiencia para la lectura de la sentencia y cerrará el debate.
El pedido de absolución formulado por el Fiscal será vinculante para el tribunal y dará por terminado el debate,
si no hubiera acusación de la querella (art. 244).
El acta deberá estar confeccionada y a disposición de las partes antes de la lectura de la sentencia, bajo
consecuencia de nulidad del debate (art. 245).
De este modo se evitan los problemas de interpretación de los testigos hecha en sentencias sin posibilidad de
cotejo posterior, que motivan recursos de imposible consideración, y permite un análisis más contundente
sobre la secuencia lógica del razonamiento y fundamentos dados por el Juez en su fallo.
La sentencia.
Terminado el debate, el juez podrá dictar la sentencia íntegra o la parte dispositiva del fallo en el momento o
tomarse un tiempo para la evaluación del caso, que nunca podrá exceder de cinco días (art. 251) bajo
consecuencia de nulidad del juicio. Dentro de esos cinco días también podrá dar primero el veredicto y luego
los fundamentos.
Se leerán en la audiencia fijada al efecto y su lectura servirá como notificación a todas las partes, pero
solamente la exposición de los fundamentos hará nacer el término para recurrir la sentencia.
Es necesario destacar que el Juez no podrá disponer la reapertura del debate y si le quedasen dudas, deberá
despejarlas a favor del imputado, conforme las reglas de la sana crítica (arts. 2 y 247).
En la sentencia el Juez podrá dar al hecho una calificación distinta a la pedida por la Fiscalía, pero no podrá
imponer una pena mayor que la solicitada por el Fiscal (art. 249). Esta norma tiene que ver con los alcances
del principio acusatorio.
CAPITULO XIII
PROCEDIMIENTOS ESPECIALES
A) DELITOS DE ACCION PRIVADA.-
En este tipo de delitos, que son los mencionados en el art. 73 del Código Penal (calumnias e injurias, violación
de secretos salvo los casos de los arts. 154 y 157, concurrencia desleal -art. 159- e incumplimiento de los
deberes de asistencia familiar, cuando la víctima fuere el cónyuge), aparece naturalmente el paradigma del
procedimiento acusatorio, pues salvo la eventual necesidad de obtener pruebas en forma preliminar (art. 261)
o de privar de libertad al imputado ante concreta presunción de fuga o entorpecimiento del proceso (art. 262),
el único trámite previo a la citación a juicio será la audiencia de conciliación (art. 258).
De todas maneras, la conciliación es posible, por las mismas razones, en cualquier etapa del proceso (art. 259
primera parte), provocando el sobreseimiento y la imposición de costas en el orden causado.
En los delitos contra el honor, el querellado puede retractarse en la audiencia de conciliación o al contestar la
querella provocando el sobreseimiento, pero en este caso cargará con las costas. El querellante puede no
conformarse con la retractación, ante lo cual decidirá el tribunal si resultó o no suficiente en relación al agravio
causado.
Puede el querellante pedir que se publique la retractación, lo que se dispondrá en la forma que el tribunal
considere adecuada.
Por otra parte, ante la naturaleza de la acción, el actor podrá desistir unilateralmente de ella en cualquier etapa
del proceso, quedando en este caso sujeto a las consecuencias penales y pecuniarias de sus actos. En efecto,
el desistimiento no lo amparará en caso de haber sido falsa -con dolo al respecto- o calumniosa la querella, ni
de la imposición de las costas pertinentes (arts. 255 y 257).-
El desistimiento puede ser también tácito por inactividad del querellante: si no se instare el procedimiento
durante treinta días, si fallecido o incapacitado el actor no lo hicieren dentro de los sesenta días, contado desde
la muerte o incapacidad, los legitimados -esta causal en los delitos de calumnias e injurias- y si la querella no
concurriere a las audiencias de conciliación y debate sin justa causa.
En caso de desistimiento expreso o tácito, el tribunal declarará extinguida por dicho motivo la acción penal y
sobreseerá en la causa, alcanzando tal solución a todos los partícipes en los mismos hechos, recayendo las
costas en la querella, salvo acuerdo.
Finalmente, el desistimiento debe ser llano, es decir que no puede estar sometido a condiciones de ninguna
naturaleza, pues aun siendo la acción de naturaleza privada.
El titular de la acción será: * Toda persona capaz que se pretenda ofendida por delito de acción privada.
* Las personas que la ejerzan en nombre de la víctima fallecida en los casos de calumnias e injurias.
En caso de ser varios querellantes con identidad de intereses, deberán unificar la representación. En caso de
no ponerse de acuerdo al respecto, tal unificación se hará de oficio (art. 15).-
El proceso comienza con la formulación de la querella, que deberá contener la identificación precisa del
querellante y del querellado, la descripción clara, precisa y circunstanciada del hecho, el ofrecimiento de
pruebas, la documentación ofrecida o la indicación del lugar donde se encuentra, la demanda si se ejerciera la
acción civil y la firma (art. 254).
En caso de no existir conciliación, el juez citará a las partes para resolver sobre la prueba, conforme lo
establecido en el art. 210, lo que implica que en el debate intervendrá otro juez.
Las reglas del debate serán las mismas que las del juicio común y la querella tendrá las mismas atribuciones
que en dicho procedimiento tiene el fiscal, aunque podrá ser interrogada bajo juramento.
B) EL AVENIMIENTO.-
La ley 24.825 introdujo al Código Procesal Penal de la Nación el denominado “juicio abreviado”, en el art.
431 bis. Se trata de un sistema tendiente a evitar el debate cuando aparece como innecesario, ante la
composición del conflicto entre el Ministerio Público Fiscal y el imputado, pero limitado a los casos en que
la pena sea inferior a los seis años de prisión.
En el Código Procesal Penal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, dicha figura se denomina avenimiento,
porque se trata del sometimiento directo del imputado al sistema penal, reconociendo el hecho y su
participación. Es decir, significa un allanamiento a la pretensión.
A diferencia del Código Procesal Penal de la Nación, el de la Ciudad de Buenos Aires no establece un límite
en la pena para que pueda aplicarse este procedimiento, pues la finalidad del instituto pasa tanto por evitar la
“pena del banquillo”, o sea el sometimiento al juicio público, al encartado que asume su responsabilidad, sino
también por evitar la revictimización del damnificado con la recreación del hecho y situaciones de angustia o
riesgo a los testigos.
1.- PETICIONARIO.- En todos los casos, es el fiscal quien debe plantear formalmente el sometimiento al
sistema del juicio abreviado, según se desprende del art. 266.
2.- OPORTUNIDAD.- El acuerdo puede plantearse desde la intimación del hecho hasta cinco días después a
la notificación para la audiencia de debate (art. 266). Este límite tiene sentido para evitar un desgaste
burocrático importante con la preparación de un juicio que se verá frustrado si se llegara a un acuerdo poco
antes de su comienzo y la posibilidad de acortar el debate se mantiene con el acuerdo de omisión de pruebas
previsto en el art. 231.
3.- CARACTERÍSTICAS DEL ACUERDO. - El acuerdo deberá contener los requisitos del requerimiento
de juicio, si no se hubiera formulado aún, y la propuesta de pena al sólo efecto de la aplicación del juicio
abreviado, con la conformidad del imputado que, previamente asesorado por su defensor, deberá aceptar la
existencia del hecho descripto por fiscal y su calificación, así como la participación que le fuera reprochada
al procesado y con la pena requerida.
Posibilidad de acortar el debate se mantiene con el acuerdo de omisión de pruebas previsto en el art. 231.
4.- LA DECISION DEL TRIBUNAL. - Como se señaló el acuerdo es directamente vinculante para el
Tribunal si no existen dudas sobre la libertad del imputado para su conformidad, salvo en lo que hace al monto
de la pena, que podrá ser menor a la acordada, sea dentro de la escala prevista para el delito o por un cambio
de calificación.
5.- LA PRUEBA PARA LA SENTENCIA. - El avenimiento es, en este aspecto, igual a la figura de la
omisión de prueba durante el debate (art. 231), es decir que ante la formulación precisa de la imputación y la
invocación de las pruebas, que el imputado deberá conocer al menos desde la intimación formal del hecho, su
aceptación lisa y llana permite obviar la actividad probatoria. En este aspecto, es preciso recordar que no se
viola la garantía constitucional del juicio previo, porque en realidad en nuestro sistema constitucional el juicio
es un requisito ante situaciones de conflicto, que no existe cuando hay un allanamiento a la imputación por
parte del imputado, con asesoramiento letrado y bajo la tutela del juez que lo interrogó sobre su libertad para
decidir.
De no darse las circunstancias que justifican su rechazo del acuerdo, el tribunal deberá dictar sentencia con
límite en la pena acordada entre el Fiscal y la defensa, aunque podrá ser inferior, por su mérito o su calificación,
e inclusive absolutoria si se considerase que la conducta es atípica.
También el tribunal podrá entender que el imputado, no obstante haber aceptado su participación en el hecho,
actuó bajo circunstancias eximentes de responsabilidad, bajo causales de justificación, en estado de
inimputabilidad o se encuentra amparado por una eximente de pena.
7.- EL TRÁMITE. - Producido el acuerdo el juez deberá llamar autos para sentencia inmediatamente, conocer
personalmente al imputado y dictar sentencia dentro de los cinco días, atento que no hay un plazo
especialmente previsto (art. 43 del Código Contravencional).
El eventual rechazo no obsta a que sea nuevamente planteada la cuestión, si con posterioridad existiese una
voluntad no viciada del imputado en tal sentido.
9.- RECURSOS. - El art. 266 señala que será apelable el rechazo del acuerdo decretado por el Juez, sin
embargo también podrá apelar la fiscalía en caso de una decisión diferente que le cause agravio, como una
pena menor o una sentencia absolutoria.
En esta última hipó tesis también podrá apelar la querella, pues se vería frustrada su pretensión punitiva (art.
279).
C) EL JUICIO DE MENORES
El procedimiento penal relativo a personas menores de dieciocho años de edad está claramente en crisis, pues
durante casi noventa años se rigió por el sistema denominado “patronato”, por el cual el Juez de Menores
substituía a los padres del imputado en la patria potestad y tenía poderes casi absolutos para decidir sobre el
alcance del proceso, el “tratamiento” conveniente para la persona sometida a proceso y si convenía disponer
su libertad o internarla en un instituto especializado (Ley Nacional N° 10.903).
Régimen Procesal Penal Juvenil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (ley 2451)
No está integrado al Código Procesal Penal de manera orgánica, constituye uno de sus procedimientos
especiales.
Competencia.
Este procedimiento especial está contemplado para los casos que involucren como autores de delitos a
personas que tengan entre 16 y 18 años de edad al momento de comisión del hecho y regula algunos aspectos
de cómo tratar los actos procesales en los que daban participar como víctimas o testigos personas menores de
edad (arts. 2 y 41).
La competencia de los jueces está determinada por la minoridad de los imputados (arts. 4, 11 y 30).
El proceso debe responder los principios acusatorio, adversarial (o contradictorio) y oral (art. 10 incs. a, c y
d, 38 inc. “b”).
Publicidad limitada: solamente para las partes y sus representantes, quienes, junto con los jueces, peritos y
demás funcionarios que intervengan en el proceso tendrán la obligación de guardar reserva.
Economía procesal: no hará lugar a diligencias meramente dilatorias. La investigación preparatoria estará a
cargo de la fiscalía
Igualdad de trato: se prohíbe a los jueces con competencia penal juvenil mantener comunicación con las
partes, sobre asuntos relativos a su conocimiento, sin dar previo aviso a todas ellas (art. 20)
Este es uno de los aspectos más confusos del sistema, pues en el marco de un sistema acusatorio, que responde
tanto al mandato constitucional (art. 13 inc. 3) como al propio texto legal (art. 10), las referencias al órgano
jurisdiccional – que está mencionado como Juez o Tribunal – parecen propias de una estructura inquisitiva e,
inclusive, paternalista.
Igualmente engorroso es desentrañar la contradicción emergente de los arts. 15 y 45 de la ley que nos ocupa.
En el primero se señala que el imputado solamente podrá autoincriminarse ante el juez penal juvenil, mientras
que en el otro se establece que el encartado declarará ante el Fiscal y el juez intervendrá si el deponente lo
requiere.
Del mismo modo, resulta difícil enmarcar en el procedimiento acusatorio las disposiciones contenidas en los
arts. 10 inc. “e” y 14, pues el primero se refiere al rechazo de diligencias meramente dilatorias y el segundo a
la situación en que el juez disponga la identificación del imputado menor de dieciocho años.
El art. 11 de la ley penal juvenil, que establece que corresponde al juez penal juvenil juzgar y hacer ejecutar
lo juzgado en esa materia, resulta redundante ante lo establecido en el art. 30 que establece exactamente la
misma competencia. Y la referencia con que comienza aquel artículo sobre que nadie puede ser encausado o
juzgado por jueces o comisiones especiales ya se encuentra contemplado en el art. 18 de la Constitución
Nacional.
Finalmente, hace a la concepción paternalista y tutelar el hecho de que en el debate se prohíba la omisión de
prueba (art. 78 inc. “b”), sistema que en el procedimiento ordinario evita al imputado, que debidamente
asesorado confiese su responsabilidad en el hecho, el sometimiento innecesario a la audiencia de debate, y
atenta contra el principio de celeridad (art. 10 inc. “e”), previsto en la ley como una garantía procesal. Por el
contrario, bajo la idea de “garantizar” en mayor medida los derechos del encartado, esta disposición demanda
que se realice el debate con la incorporación íntegra de la prueba por las partes, situación que puede derivar
en una mayor exposición del imputado menor de edad, en el sometimiento a situaciones de violencia moral y
en la revictimización de la persona damnificada por el delito.
Entonces, desde esta perspectiva, el rol del Ministerio Público Fiscal tiene similar relevancia que en el proceso
penal ordinario, porque será el titular de la acción pública, tendrá a su cargo la investigación preparatoria en
el marco de un sistema desformalizado y deberá sostener sus pretensiones de manera oral ante el órgano
jurisdiccional.
No obstante, las constantes referencias al juez que se efectúan en la ley penal juvenil, la carencia de sistema
procesal específico y la disposición que remite al penal ordinario, necesariamente demanda compaginar ambos
cuerpos legales, de manera que la intervención que aquella otorga a los jueces no trabe la gestión de los fiscales
en la investigación y promoción de la acción.
La víctima
Los derechos de la víctima están claramente desarrollados en los arts. 37 a 39 del Código Procesal Penal de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de manera que los enunciados en el art. 36 de la ley penal juvenil sólo
pueden entenderse como complementarios de aquellos en cuanto se establece el derecho a la reserva de
identidad, del damnificado y su familia, y a recibir asistencia médica o psicológica.
Consecuentemente, la víctima tiene derecho al buen trato, a ser informada, a cumplir los actos procesales en
su residencia en caso de impedimento, a la asistencia psicológica y a la reserva de identidad.
En cuanto a la prohibición de promover la revisión del archivo, si bien no es inconstitucional en tanto pudo el
damnificado presentarse como querellante, limita innecesariamente el acceso a la justicia y elimina un control
externo a la actuación de la fiscalía.
Como se señaló, el derecho a querellar se mantiene específicamente en la ley penal juvenil, con los mismos
alcances que en el proceso penal ordinario (art. 39).
El imputado
Pueden ser imputadas por delito bajo el régimen que nos ocupa las personas comprendidas entre dieciséis y
dieciocho años de edad (art. 1 de la ley nacional 22.278, art. 1 de la ley 2451). Las personas imputadas de
infracción a la ley penal que no hayan cumplido los dieciséis años de edad al momento del hecho no pueden
ser sometidas a proceso penal (art. 12 de la ley 2451) y se deberá dar intervención al Consejo de los
Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (ley 114), Sin perjuicio de ello, en este último caso se deberán
practicar, con los debidos cuidados para proteger su integridad, las averiguaciones pertinentes para establecer
la identificación del autor, la existencia de instigadores o cómplices y hacerse cesar los efectos del delito (art.
91 y ccs. del Código Procesal Penal).
La defensa
La defensa no es parte autónoma del proceso, sino auxiliar de uno o varios imputados determinados y su
representante procesal desde el inicio de la actividad en su contra hasta el fin de la ejecución de la sentencia
(art. 16 de la ley 2451). En realidad, la actividad de la defensa siempre está vinculada a una persona imputada
y, por lo tanto, puede comenzar cuando alguien adquiere ese carácter y la elección es resorte exclusivo del
interesado, razón por la cual la defensa oficial sólo actuará cuando sea expresamente designada por el
encartado (art- 29 del Código Procesal Penal). La única excepción al principio de la designación previa, es
cuando deba realizarse un acto definitivo e irreproducible de manera urgente, antes de la individualización del
imputado o antes que se encuentre a derecho (ver art. 98 del Código Procesal Penal).
El carácter de interesados mencionado en el párrafo precedente cesará en caso de solicitud expresa del
imputado (art. 35 de la ley 2451).
Asesor Tutelar
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la figura de Asesor Tutelar tiene raigambre constitucional, pues
integra una de las tres ramas del Ministerio Público (art. 124 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires).
Para garantizar el ejercicio de los derechos y garantías de las personas menores de dieciocho años de edad,
sean imputados, víctimas o testigos (arts. 40 y 78).
Esta parte podrá reclamar que el derecho de defensa sea respetado, pero la asistencia jurídica propiamente
dicha y la estrategia del caso deberán quedar en manos del defensor de confianza del imputado.
EL PROCESO
Respecto de la investigación preparatoria, los únicos aspectos que cambian con relación al proceso penal
ordinario son la posibilidad del imputado de declarar ante el juez penal juvenil (art. 45) y su duración, que en
los casos iniciados por denuncia o querella será de noventa días a partir de la intimación del hecho (no desde
la detención) y será el juez penal juvenil quien autorizará las prórrogas por hasta sesenta días más, que pueden
ser cuestionadas por el imputado.
En los casos de flagrancia, la duración de la investigación preparatoria será de quince días, prorrogables por
otro tanto por el juez penal juvenil.
Del régimen de medidas cautelares, merecen destacarse los siguientes aspectos distintos del sistema general:
Se reclama que se acredite la plena existencia del hecho y de los elementos que permitan sostener la
responsabilidad del encartado.
La duración de las medidas cautelares no deberá exceder de sesenta días corridos, tanto la prisión preventiva
como las medidas sustitutivas sólo se podrán imponer a pedido de parte y estas últimas deberán preferirse
cuando sean aptas para evitar el peligro de fuga o de entorpecimiento del proceso (arts. citados de la ley 2451).
En materia de privación de libertad, es necesario discernir entre dos momentos procesales distintos. Uno es la
detención en situación de flagrancia, aspecto no contemplado en la ley penal juvenil y que, por lo tanto, debe
regirse por las normas del Código Procesal Penal, no podrá durar más de cuarenta y ocho horas, debe ser
alojada en un sitio especial.
El otro aspecto de la cuestión es la privación de libertad de la persona menor de dieciocho años cuando se le
ha dictado prisión preventiva. En este caso la situación es de mayor permanencia, hasta sesenta días según la
ley penal juvenil, pero las condiciones de detención deben cumplir con los requisitos y controles mencionados.
La investigación preparatoria estará a cargo del Fiscal Penal Juvenil, quien la sustanciará de manera
desformalizada y la querella actuará como parte autónoma en el ejercicio de la acción.
También es aplicable al proceso penal juvenil el instituto de la suspensión del proceso a prueba, con las
mismas características que en el proceso de mayores y el agregado que también la puede plantear el Asesor
Tutelar.
La ley no hace referencia al instituto del avenimiento, que en principio parece vedado al caso de los imputados
menores de dieciocho años de edad.
El debate
Que el juez del juicio oral no podrá ser el mismo que intervino para preservar las garantías en la investigación
preparatoria (art. 32) y las reglas del debate son las mismas que en el procedimiento común, excepto en lo que
hace a la restricción de concurrentes, pues solamente podrán estar presentes el imputado con su defensor, la
fiscalía, la querella, la asesoría tutelar, los padres o responsables, la víctima y quienes tengan un interés
legítimo (art. 78) y el modo en que deberán ser interrogados los testigos o víctimas menores de dieciocho años
de edad (art. 43).
Juicio de cesura, donde solamente se discutirá el resultado del comportamiento del imputado luego de
declararse previamente su responsabilidad y si corresponde sancionarlo y, en su caso, cual será el monto de la
pena.
En todos los aspectos, proceden los recursos contemplados en el Código Procesal Penal de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires (art. 80 de la ley 2451).
*El modo de contar los términos (art. 5). La ley 12 establece que los establecidos en días se cuentan en los
hábiles, a partir de la cero hora del día siguiente, y los establecidos en horas son corridos.
* La excusación y recusación (arts. 7 a 11). En materia de causales de excusación, corresponde entender que
las previstas en el art. 7 de la ley 12 no son taxativas y pueden integrarse con las contempladas en el art. 21
del Código Procesal Penal.
El trámite de recusación es diferente en ambos sistemas. En materia contravencional la ley enuncia que no
será admitida, pero en el mismo artículo establece un sistema expedito que permite al denunciante o imputado
–excluye al Fiscal- plantear la cuestión directamente ante la Cámara de Apelaciones dentro de las veinticuatro
horas y ésta resuelve en igual término (art. 8).
* Domicilio y notificaciones (arts. 12 y 13). La forma escueta en que las regulaciones sobre domicilio y
notificaciones están contempladas en la ley 12, admite que se aplique integralmente el régimen contemplado
al respecto en el Código Procesal Penal (arts. 54 a 67) con la sola excepción de la notificación ficta
contemplada en el art. 12 de aquella.
* Régimen de costas (art. 14). Admite la exención o reducción de costas al imputado condenado, cuando las
condiciones personales de éste o las circunstancias del caso lo aconsejaren.
*Intervención del particular damnificado (art. 15). Restringe al damnificado son la posibilidad de ser parte
en el proceso como querellante y ejercer en el fuero contravencional la acción civil por daños y perjuicios.
* La disposición sobre la competencia de las fuerzas de seguridad en la prevención (art. 16). No se prevén
sus facultades en materia procesal más allá de las disposiciones relativas a las medidas precautorias (arts. 18
y 19) y el labrado del acta en casos de flagrancia (arts. 36 y 37).
* La recepción de denuncias (art. 17). Lo único que señala la ley procesal contravencional sobre las
denuncias, es que las pueden recibir el Ministerio Público Fiscal o la prevención y que el contenido se volcará
en un acta.
*Las medidas cautelares y de coacción directa (arts. 18/29 y 36 bis). No establece ninguna modalidad
procesal, de manera que será necesario aplicar supletoriamente los institutos afines del Código Procesal Penal.
La aprehensión será procedente cuando el contraventor persistiese en ejecutar la conducta típica flagrante
ante su intimación al cese y solo para hacer cesar el daño o peligro que surge de la figura contravencional (art.
19).
La clausura preventiva que puede disponer la prevención, procede cuando la conducta contravencional
flagrante produzca grave e inminente peligro para la salud o seguridad pública (art. 18 inc. b de la ley 12).
El secuestro de bienes procede cuando éstos sean susceptibles de comiso (art. 18 inc. c de la ley 12), situación
que remite al art. 35 del Código Contravencional, donde se establece que la condena por la contravención
comprende el comiso de las cosas que han servido para cometer el hecho, excepto los vehículos. Entre los
bienes decomisables se incluye expresamente el dinero incautado por contravenciones de juego o apuestas.
*Registros domiciliarios (arts. 30/35). El sistema de la ley 12 no varía prácticamente respecto del contemplado
en los arts. 108/111 del Código Procesal Penal. La única diferencia es que en el sistema procesal
contravencional la delegación del acto por parte del Fiscal en autoridades policiales debe ser fundamentada,
bajo consecuencia de nulidad, requisito no reclamado en la ley formal penal (art. 32 de la ley 12 y art.108 del
Código Procesal Penal).
* La actuación del fiscal - archivo (arts. 38/42). Respecto de la investigación preparatoria la ley 12 es muy
escueta, pues se limita a algún aspecto formal vinculado a los hechos de flagrancia, a la facultad de convocar
al imputado por la fuerza pública, a su declaración, la facultad del fiscal para la producción de prueba y su
asiento en actas y las causales de archivo.
Si bien la enunciación de tales aspectos procesales parece completa, a poco que se analicen las normas
previstas se verá que son mínimas indicaciones:
1) Respecto de la flagrancia, se limita a señalar que deberá remitirse copia al encartado si no se la hubiera
dado la policía, notificándolo de la obligación de comparecer dentro del quinto día y del derecho de designar
defensor de su confianza, designándose al oficial de no proponer uno particular, y la facultad de la fiscalía
para disponer el comparendo por la fuerza pública del imputado que no se presente en el plazo indicado (arts.
38 y 40).
2) Sobre la declaración del imputado (art. 41), nada indica la Ley 12 sobre su alcance y cuando procede fuera
de los casos de flagrancia. Sin dudas corresponde en estos últimos como se desprende de la intimación prevista
en su art. 37, pero para determinar su procedencia en otros casos habrá que remitirse al régimen general del
Código Procesal Penal (art. 161 y ccs.).
3) Respecto de la producción de pruebas (art. 42), la ley 12 en su art. 42, se limita a decir que la fiscalía deberá
producir la prueba necesaria para dar verosimilitud al hecho y la propuesta por la defensa que se considere
conducente, asentándosela en actas.
4) Las causales de archivo contempladas en el art. 39 de la ley 12 – extinción de la acción, atipicidad y falta
de prueba sobre le hecho o sobre el autor –son compatibles con las previstas en el art. 199 incs. a, b y d de la
ley formal penal y no excluye la aplicación de las otras allí contempladas.
*El juicio abreviado (art. 43). Esencialmente, este procedimiento es similar al avenimiento del Código
Procesal Penal (art. 266), aunque se diferencia en algunos aspectos:
El sistema contravencional parece señalar que esta vía de terminación del proceso no demanda un acuerdo,
sino simplemente la confesión del imputado y el requerimiento de juicio formulado por el Fiscal en la misma
acta en que se recibió la declaración del encartado. De ello se desprende también, que el momento de plantearlo
será inmediatamente después de la declaración que contenga la confesión.
Sin embargo, entiendo que la conformidad del imputado será necesaria. Un aspecto claramente distintivo del
avenimiento es la facultad del Juez Contravencional de rechazar el acuerdo cuando considere que para dictar
sentencia se requiere un mejor conocimiento de los hechos. En mi criterio esta facultad solamente se podrá
ejercer a favor del imputado.
*Los requisitos del requerimiento de juicio (art. 44) son los mismos que los previstos en el art. 206 del Código
Procesal Penal, más la determinación de la pena que se estime adecuada al caso; pero en la ley contravencional
no se prevé la consecuencia de nulidad por la omisión de alguno de ellos.
* La decisión sobre la prueba y la fijación de audiencia (art. 45) son aspectos previstos de manera confusa
en la Ley 12. En efecto, se prevé en primer término que el juez fijará la audiencia de debate y notificará a las
partes con diez días de anticipación. De seguido, que la defensa puede ofrecer prueba dentro de los cinco días
de notificada y, finalmente, que el Juez la ordena si la considera procedente.
*El juicio (Arts. 46 y 47). Respecto del debate en sí, lo único que establece la ley 12 es que será oral y público,
además de contemplar un procedimiento específico para el caso de incomparecencia del imputado.
*Recursos (arts. 51/53). En este aspecto del proceso, la ley 12 solamente reglamenta el plazo y formalidad
del recurso de apelación de la sentencia – se interpone dentro de los cinco días por escrito fundamentado -,
su trámite en la instancia – se elevan de inmediato las actuaciones - y en la alzada – se pondrán las
actuaciones por cinco días a disposición de las partes, dentro de cuyo plazo el que no apeló podrá contestar
agravios y la cámara dictará sentencia a continuación, aún en caso de nulidad -, el recurso de inaplicabilidad
de ley escuetamente desarrollado – procede cuando exista una sentencia contradictoria con otra de otra sala
dictada en los dos años anteriores y se interpone por escrito fundamentado ante la sala que dictó la sentencia,
dentro de los cinco días, debiendo dictar el fallo la cámara en pleno, sentando la doctrina aplicable - y quien
puede interponer el recurso de inconstitucionalidad – el imputado dentro de los cinco días de dictada la
sentencia definitiva-.
CAPITULO XIV
RECURSOS
RECURSOS EN GENERAL
Siguiendo a Lino Palacio (Manual de Derecho Procesal Civil, T. II, Capítulo XXVIII) podemos definir a los
recursos como los actos procesales "en cuya virtud la parte que se considera agraviada por una resolución
judicial pide su reforma o anulación, total o parcial, sea al mismo juez o tribunal que la dictó o un juez o
tribunal jerárquicamente superior".
Las formas de impugnación son varias, dependiendo su naturaleza y alcance del tipo de acto contra el cual
están dirigidas, el tenor del agravio que lo sustente, el momento del proceso en que se pretende ejercerlas y
las formalidades elegidas por la ley.
a) Las incidencias de nulidad (arts. 71 a 76), que son un remedio específico y se tratan por separado
(capítulo….).
b) Los recursos genéricos: aclaratoria, reposición y apelación –
También cabe la posibilidad de interponer el recurso extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia de la
Nación previsto en el art. 14 de la ley 48 que, por exceder el ámbito procesal penal no trataré en éste libro.
DISPOSICIONES GENERALES
Siguiendo al mismo autor, podemos señalar como características generales
de los recursos:
a) Su aspecto restrictivo: las cuestiones a tratar deben versar sobre aquellas que tuvo para su consideración
el tribunal que dictó la resolución impugnada, es decir que no se puede por esta vía introducir nuevos objetos
de pronunciamiento.
b) Su aspecto perentorio: no proceden contra resoluciones que hubieran pasado en autoridad de cosa juzgada
o precluido. Es decir, que no pueden ser deducidos fuera de los plazos perentorios previstos por la ley.
c) Su pertinencia: la decisión impugnada debe haber causado gravamen, es decir algún perjuicio respecto de
las expectativas de las partes en el proceso o haber afectado un derecho en forma irremediable, porque los
tribunales no tienen por función realizar declaraciones abstractas.
d) El interés legítimo del recurrente: Que quien lo deduzca revista calidad de parte o, al menos, demuestre
un interés legítimo en el marco del proceso que resulte insusceptible de ser amparado por otras vías procesales
ordinarias o extraordinarias (Fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, 118:390; 131:400; 173:249,
etc.).
En efecto, los recursos están previstos para atacar las resoluciones judiciales, es decir los actos jurisdiccionales
que deciden incidencias procesales, cuestiones de mero trámite o conflictos de fondo, ya sea por vicios o
irregularidades de procedimiento (error in procedendo) o por error en la aplicación de la ley material o la
interpretación de las pruebas o sus consecuencias (error in judicando).
En tal marco, los recursos "genéricos" están previstos para operar respecto de cualquiera de tales aspectos, en
tanto que los "limitados", tienen previamente determinados por la ley los aspectos específicos sobre los que
pueden versar.
1) EFECTO DEVOLUTIVO: Se encuentra en todos los recursos que habilitan una instancia revisora,
partiendo de la base que los tribunales de primera instancia han recibido su competencia por delegación de los
de segunda instancia que quedan limitados a intervenir cuando se demanda su actuación por las partes que, en
los límites del recurso, les restituyen la competencia. Es decir, que por efecto del recurso se le devuelve la
potestad jurisdiccional.
Por norma general, todo recurso debería ser al solo efecto devolutivo, es decir que primero se cumple la
decisión judicial y queda sometida a la condición resolutoria de que pudiera ser revocada, pues es la
consecuencia natural del poder jurisdiccional. Pero, el Código Procesal Penal se apartó de tal principio,
excepto en la apelación (art. 280), al disponer que la interposición de un recurso ordinario o extraordinario
tendrá efecto suspensivo, salvo que expresamente establezca lo contrario o que se hubiera dispuesto la libertad
del imputado (art. 270).
3) EFECTO DIFERIDO: Significa que el recurso concedido, será tratado en otro momento procesal o luego
de haberse cumplido otros actos procesales pendientes.
4) EFECTO EXTENSIVO: Implica que la interposición del recurso por alguna de las partes favorecerá a las
otras situadas en la misma situación procesal o podrá ser objeto de adhesión por otros sujetos procesales, de
igual situación u opuestos.
5) EFECTO ADHESIVO: Significa que, dentro del plazo que establezca la ley, las partes que no recurrieron
pueden adherir al recurso de otra, aún con distintos fundamentos y finalidades. Es un efecto propio de los
recursos que promueven la revisión en una instancia distinta a la que se dictó el fallo, porque en el de
revocatoria o reposición se prevé una substanciación, es decir se provoca la opinión de las otras partes. En el
Código Procesal Penal de la Ciudad de Buenos Aires, el término de adhesión para el recurso de apelación es
el previsto en el art.282.
A) EL RECURSO DE ACLARATORIA.-
Como su nombre lo indica, este recurso tiene por finalidad obtener que el mismo órgano jurisdiccional que
dictó el auto, la resolución o la sentencia cuestionados subsane meros errores materiales o conceptuales en
que hubiere podido incurrir o integre la decisión con las peticiones que debieron ser tenidas en consideración
en la decisión.
Está regulado en el art. 45 Código Procesal Penal, que admite la corrección de las resoluciones por parte del
juez, de oficio o a pedido de parte formulado dentro de los tres días de la notificación y sin substanciación,
puede ser deducido respecto de los actos procesales decisorios de los tribunales de todas las instancias.
Procedencia. El Código Procesal Penal lo limita a las resoluciones que se hubieran tomado sin substanciación,
esto es sin haber escuchado previamente a las partes y contra los autos precedidos de substanciación, cuando
el fallo se fundamente en un evidente error en la apreciación de los elementos de valoración (art. 277).
Término. Debe ser interpuesto dentro del tercer día de notificada la decisión, plazo que correrá desde la cero
hora del día siguiente y hasta las dos primeras horas hábiles del siguiente al del vencimiento (arts. 277, 68 y
69).
Formas y trámite. El recurso debe interponerse por escrito que lo fundamente, del cual se correrá traslado
por tres días a los interesados y el tribunal resolverá por auto, es decir por decisión también fundamentada
(arts. 277, 68 y 42).
Efectos. En cuanto a sus efectos, no es devolutivo porque interviene el mismo tribunal que dictó la resolución
y sólo tendrá efecto suspensivo cuando la resolución sea apelable y dicha condición esté prevista para tal
recurso (art. 278). La aclaración es pertinente porque la regla general que establece el efecto suspensivo para
los recursos cede en el de apelación (art. 280).
C) EL RECURSO DE APELACIÓN
Por medio de este recurso se pretende que un tribunal de segunda instancia revise lo resuelto por el de la
instancia inferior.
Naturaleza y efectos: Es un recurso de carácter genérico, con efecto devolutivo en todos los casos, que según
lo disponga la ley puede ir acompañado de los efectos suspensivo, diferido, adhesivo y extensivo.
2) En relación: Significa que el tribunal de alzada debe confirmar o revocar la decisión de la instancia anterior
tomando en consideración los mismos elementos probatorios que tuvo a su disposición el juez que dictó la
decisión apelada.
Si la ley no aclara que el recurso deba concederse libremente se entenderá que lo fue sólo en relación.
Modo de interposición: En la parte específica, el Código Procesal Penal señala que debe interponerse por
escrito fundamentado ante el tribunal que dictó la resolución cuestionada (art. 279).
Plazo: También es variable según el sistema específico, En el Código Procesal Penal de la Ciudad de Buenos
Aires, para la apelación de decretos y autos el término es de cinco días desde la notificación y para las
sentencias de diez días desde la lectura del fallo.
El plazo comienza a correr a las cero horas del día siguiente a la notificación o de la lectura de la sentencia y
vence en las dos primeras horas hábiles del que le sigue al del vencimiento (arts. 279, 68 y 69).
Naturaleza. Se trata de un recurso amplio u ordinario, que admite el tratamiento de cuestiones de hecho y
prueba y de derecho.
Resoluciones recurribles: También varían según el sistema elegido, ya que en algunos se admite solamente
contra autos interlocutorios y en otros también contra sentencia. El Código Procesal Penal de la Ciudad de
Buenos Aires (art. 279) dispone que se admitirá contra los decretos, autos y sentencias dictados por los jueces,
que sean declarados apelables o que causen gravamen irreparable.
El Código Procesal Penal declara expresamente apelables: La resolución acerca del pedido de ser tenido como
querellante (art. 11), el auto de prisión preventiva (art. 173), el que dispone otras medidas cautelares (art. 177)
el que concede o deniega la excarcelación o la eximición de prisión (arts. 186 y 192) y el que resuelve las
excepciones (art. 198), las decisiones en los incidentes de ejecución (art. 309) y el que resuelve sobre embargos
y bienes incautados o en custodia (art. 336).
Sujetos habilitados para interponer el recurso de apelación: Pueden apelar las partes o sus apoderados
cuando el acto jurisdiccional cause gravamen irreparable o aquellas personas expresamente habilitadas por la
ley procesal, como quien pretenda ser querellante puede apelar el auto que desestima la denuncia (art. 11 del
Código Procesal de la Ciudad de Buenos Aires).
El Ministerio Público Fiscal puede apelar siempre a fin de controlar la legalidad del procedimiento, inclusive
en favor del imputado (art. 268).
Etapa del proceso en que procede la apelación: En el sistema procesal penal de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, el recurso de apelación es procedente tanto en la etapa de investigación preparatoria como
contra la sentencia definitiva.
Si bien en diversos códigos procesales del país, como el Código Procesal Penal de la Nación, se contempla
que la sentencia definitiva solo será recurrible por vía de casación, este recurso limitado devino
inconstitucional.
Todas las sentencias son apelables en todos sus aspectos esenciales (determinación del hecho, aplicación del
derecho y decisión).
A partir del fallo "Ghiroldi, Horacio David, sobre recurso de casación," declarando la inconstitucionalidad del
art. 458 -que implica la del 459- del C.P.P.N.
fallo Casal…., donde estableció que la Cámara Nacional de Casación Penal debe entender tanto en cuestiones
de derecho como en las de hecho y prueba.
Trámite: Una importante modificación al sistema tradicional que implementó el Código Procesal Penal de la
Ciudad de Buenos Aires, es que el tribunal receptor del recurso no debe expedirse sobre su procedencia, sino
limitarse a remitir las actuaciones a la Alzada, el recurso de queja que ha sido eliminado del sistema, lo cual
tornaba excesiva e innecesariamente burocrático el trámite.
Se notificará a las partes lacomposición del tribunal que entenderá; de seguido se las remitirán a la fiscalía de
cámara, por cinco días si se recurrió un auto o decreto y por diez si se apeló una sentencia, para que manifieste
fundamentadamente si mantiene o no el recurso deducido por el Fiscal o se adhiere al del imputado; se dará
intervención por iguales términos a la defensoría de cámara y a la asesoría tutelar, si correspondiera, en ese
orden; y dentro del quinto día de notificada la radicación o de restituidas las actuaciones por la fiscalía,
defensoría y o asesoría, el imputado y el querellante que no hubieran recurrido el decreto o auto impugnado
podrán presentar un escrito mejorando fundamentos (art. 282).
El rechazo puede ocurrir cuando lo hubiera interpuesto quien no tuviera derecho, fuera interpuesto fuera de
término, sin observarse las formalidades prescriptas o se hubiera apelado una decisión irrecurrible.
Si no se hubiera rechazado el recurso, el tribunal resolverá dentro de los cinco días (art.43) cuando se hubiera
apelado un decreto o auto. Si se hubiera recurrido una sentencia definitiva o auto equiparable a ésta en sus
efectos, se fijará una audiencia dentro de los quince días de restituidas las actuaciones, para que las partes
aleguen en forma oral.
Si la sentencia del nuevo juicio fuera absolutoria, no será recurrible por cuestiones de hecho y prueba.
Doble conforme. Así, establece que cuando una Sala de la Cámara de Apelaciones convierta una absolución
en condena, conforme las reglas precedentemente explicadas, la defensa podrá recurrirla ante otra Sala del
mismo Tribunal que siga en orden de turno, dentro del tercer día y por escrito fundamentado.
Por ello, se estableció una modalidad intermedia, en la cual los fallos plenarios solamente son vinculantes para
la Cámara de Apelaciones y por un lapso determinado, admitiéndose además una posibilidad de revisión de
la doctrina obligatoria.
Procedencia: El Código Procesal Penal de la Ciudad de Buenos Aires contempla que procederá cuando un
fallo dictado por una Sala de la Cámara de Apelaciones contradiga la doctrina emergente de otro dictado en
los dos años anteriores.
Por otra parte, solamente procede la interposición de este recurso contra sentencias definitivas que pongan fin
al proceso y causen gravamen irreparable.
Forma. Debe interponerse por escrito fundamentado con copia para todas las partes (art. 292) ante la misma
Sala que dictó el fallo que controvierte una sentencia precedente o concomitante, por la parte agraviada o por
el Ministerio Público Fiscal en defensa de la legalidad (art. 268).
Término. El plazo para la interposición del recurso es de cinco días desde la notificación del fallo, que
comenzarán a correr desde las cero horas del día siguiente y se podrá presentar dentro de las dos horas hábiles
del sexto día (arts. 292, 68 y 69).
Efecto. Este recurso tiene el efecto suspensivo propio de los recursos en general (art. 270).
Naturaleza. Se trata de un recurso limitado y de puro derecho porque su límite está dado por la interpretación
jurídica controvertida.
Trámite. Recibida la interposición del recurso, el Presidente de la Sala interviniente comunicará la existencia
de la presentación a las otras salas de la Cámara, para que se suspenda el trámite de otros procesos en que se
discutan las mismas cuestiones de derecho a tratar en el plenario (art. 293).
A continuación, la misma Sala verificará la procedencia formal del recurso y en caso de considerarlo
procedente, se dará traslado por diez días a las otras partes, para que opinen sobre la cuestión planteada.
Vencido el plazo o contestado por todas las partes, se remitirán las actuaciones a la presidencia de la Cámara.
Antes de fijar definitivamente la redacción de las cuestiones a tratar en el plenario, el Presidente de la Cámara
remitirá copia de las actuaciones a todos los integrantes del Tribunal por diez días y, con las opiniones
recibidas, fijará las cuestiones a resolver.
Inmediatamente después de fijado el temario, para lo cual el Presidente tendrá el término general previsto para
los decretos en el art. 43, fijará la fecha del acuerdo plenario dentro de los treinta días siguientes.
El plenario podrá sesionar con dos tercios de los miembros de la Cámara y los jueces presentes expondrán sus
criterios individualmente, en forma oral o escrita, y cada cuestión se resolverá por mayoría en el orden
establecido por la Presidencia. En caso de empate el Presidente tendrá doble voto. (art. 294).
Efectos del fallo plenario. El acuerdo arribado fijará la doctrina obligatoria para la Cámara, no para los jueces
inferiores, por un término de dos años
La doctrina obligatoria puede modificarse antes de los dos años de vigencia, si un tercio de los miembros de
la Cámara promoviera un nuevo plenario al efecto, mediante una solicitud a la Presidencia.
EL RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD
….
ACCION DE REVISIÓN
Si bien está destinada a atacar una sentencia judicial condenatoria, se la denomina acción porque excede las
características generales de los recursos en tanto actúa sobre un fallo pasado en autoridad de cosa juzgada,
mientras que los recursos actúan sobre decisiones que no han adquirido firmeza.
Término. Esta acción carece de plazo para su interposición mientras esté cumpliéndose la sentencia y es el
único remedio capaz de alterar el instituto de la cosa juzgada.
Naturaleza. Se trata de un recurso limitado, pues tiene por objetos: a) demostrar el error substancial del fallo
firme
b) Modificar los plazos y/o formas de cumplimiento del fallo o dejarlo sin efecto.
Puede ser deducido por el interesado, su defensor o representantes legales si fuere incapaz y, lo que demuestra
el sentido rehabilitador del instituto, su cónyuge, ascendientes, descendientes y hermanos si el condenado
hubiere fallecido. También puede interponerlo el ministerio fiscal (art. 299).
Trámite: Debe ser interpuesto por escrito, personalmente o mediante defensor, ante la Cámara de
Apelaciones, señalándose bajo consecuencia de inadmisibilidad, la referencia concreta -o sea de donde surgen-
los motivos en que se funda y las disposiciones legales que se entiendan aplicables.
Cuando las circunstancias que lo sustentan surgen de un fallo firme posterior se acompañará copia de la
sentencia pertinente y si fuere consecuencia de los delitos de cohecho, prevaricato u otro que determinara la
sentencia recurrida, pero la acción estuviera extinguida o no se pudiera proseguir, deberán indicarse las
pruebas concretas que sustentan la existencia de tale delitos (art. 300).
Efecto suspensivo. Como no se trata de un recurso en sentido estricto y la sentencia pasó en autoridad de cosa
juzgada, el efecto suspensivo no es directo sino que el tribunal tendrá la posibilidad, fundado obviamente en
la verosimilitud del planteamiento, de dejar en suspenso el cumplimiento de la sentencia y disponer, con o sin
caución, la libertad provisional del condenado (art. 302).
Efectos. Según los motivos del recurso, la sentencia podrá anular la anterior y disponer un nuevo juicio.
También podrá la sentencia que resuelva el recurso, dictar directamente la sentencia definitiva, si se tratare de
una modificación legislativa.
La sentencia que se pronuncie sobre el fondo del asunto, deberá resolver también -si fuere solicitado y citados
todos los interesados previamente- sobre la restitución al imputado de las sumas pagadas en concepto de pena
e indemnización.
CAPITULO XV
EJECUCION DE SENTENCIAS Y MEDIDAS DE SEGURIDAD
El principio general es que la ejecución de las resoluciones y sentencias judiciales competerá a los tribunales
de primera instancia intervinientes en el caso, que tendrá la facultad de resolver todas las cuestiones o
incidencias que se susciten durante la ejecución y harán las comunicaciones pertinentes, por ejemplo a las
fuerzas de seguridad, registros de antecedentes, registros de las personas y de la propiedad inmueble (art. 308
del Código Procesal Penal).
Respetándose el principio acusatorio, los incidentes de ejecución podrán ser planteados por el Fiscal y el
condenado o su defensor.
Como excepción al principio general, el control de la suspensión del proceso a prueba está en manos del
Ministerio Público Fiscal, porque el modo en que se contempla en instituto en nuestra legislación remite a una
modalidad del principio de oportunidad y habiendo consentido la fiscalía, como condición de admisibilidad,
su concesión, le interesa el adecuado cumplimiento de las condiciones. Por otra parte, ello implica una mayor
garantía para la persona sometida a prueba.
En cambio, de tener el mismo tribunal el control y la decisión sobre la cancelación o no de la suspensión del
proceso a prueba, no solamente se alteraría el principio acusatorio, sino que el juez sería también parte
involucrada en la cuestión.
Cómputo. (art. 310) Una vez firme la sentencia, corresponde determinar la fecha de vencimiento de la pena
privativa de libertad impuesta, computando el lapso que el condenado hubiera pasado en prisión preventiva,
incluido el tiempo de mera aprehensión hasta el dictado de la medida cautelar y las detenciones
circunstanciales que pudieran haberse producido durante el proceso, por ejemplo por una orden de captura,
aunque fuera por pocas horas.
El cómputo de la pena lo practicará el Secretario del Juzgado y una vez aprobado por el Juez se notificará a
las partes, quienes podrán observarlo – impugnarlo – dentro de los tres días.
La impugnación funciona como un recurso de reposición, porque tramitará por incidente y, por ende, debe
plantearse por escrito; de ella se correrá traslado por tres días a la otra parte y resolverá el Juez interviniente.
La decisión será apelable (art. 309), puesto que carece de sentido el recurso de reposición contra una doble
decisión en la misma instancia: la aprobación del cómputo y la relativa a la observación.
En caso de no existir impugnación o firme que sea la decisión definitiva, se comunicará el cómputo a quien
corresponda, es decir a los institutos de detención y los registros de antecedentes y reincidencia.
Facultades y deberes del tribunal de ejecución (art. 310). Deberá velar por que:
1) Se respeten las garantías constitucionales y tratados internacionales ratificados por la República Argentina
sobre el trato otorgado a los condenados, presos y personas sometidas a medidas de seguridad.
En punto a ello, cabe recordar que la Constitución Nacional establece que las cárceles serán para custodia y
no para castigo.
Por otra parte, la Ley Penal Juvenil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires establece que las personas
menores de edad que deban estar detenidas, lo serán en establecimientos especiales.
2) Se cumplan efectivamente las sentencias. Es decir que, además de velar por las condiciones de detención,
el mandato que implica la sentencia condenatoria debe ser cumplido efectivamente.
Se cumplan los recaudos para la mejor reinserción social de las personas a quienes se otorgó la libertad
condicional. Es decir que corresponde al Juez disponer lo necesario para verificar las circunstancias de
cumplimiento de las condiciones de la libertad condicional por parte del beneficiario y el funcionamiento
adecuado de las instituciones encargadas de facilitar su reinserción en la sociedad.
Cuando la ejecución de la pena ponga en peligro la vida del condenado que se encuentre gravemente enfermo.
Ello deberá ser certificado por el dictamen de peritos designados de oficio. En ambos casos, cuando cesen las
circunstancias señaladas que motivaron la suspensión, la pena comenzará a ejecutarse.
Salidas transitorias (art. 314). Se prevén en la ley procesal tres tipos de salidas transitorias: Cuando la buena
conducta del condenado lo justifique se le podrán otorgar permisos para salidas transitorias por plazos
prudenciales, que no suspenderán el plazo de cumplimiento de la penal, para visitar a sus ascendientes,
descendientes, cónyuge o conviviente.
- para trabajar.
Bajo custodia, podrá salir el tiempo que se estime necesario para asistir al entierro o al acompañamiento de
un pariente en caso que éste esté gravemente enfermo.
Accesoria de inhabilitación
El Juez ordenará las inscripciones y anotaciones pertinentes en los registros de la propiedad, dispondrá lo
necesario para la designación de un curador y las demás medidas que correspondan para el resguardo del
patrimonio de la persona condenada (art. 316).
La revocación de la condena condicional por incumplimiento de las reglas de conducta compete al mismo
Juez y cuando ello proceda por la comisión de otro delito o el dictado de una sentencia de cumplimiento
efectivo en otro proceso, será competente el juez al que corresponda imponer la pena única.
Si no lo hiciera, podrá plantearlo la defensa o el Ministerio Público Fiscal por la vía de la acción de revisión
(art. 297 inc. 5).
Otorgar la libertad condicional y controlar su cumplimiento son facultades del tribunal encargado de la
ejecución de la pena y la aplicación de este instituto no es automática, pues deberá analizarse en cada caso en
concreto si se han cumplido los parámetros de reinserción social.
Medidas de seguridad.
Se denominan medidas de seguridad a las que se disponen judicialmente en casos penales cuando una persona
resulta inimputable y al mismo tiempo peligrosa para sí o terceros en los términos del art. 34 del Código Penal.
Consecuentemente, no se trata de una condena sino de una medida de protección en sentido amplio y que no
tiene plazo de finalización, pues su duración dependerá de que cesen las condiciones de riesgo que la
sustentaron.
La ejecución provisional o definitiva de una medida de ese tenor compete al Juez que la dispuso, con la
colaboración de las autoridades del establecimiento en que se disponga el cumplimiento o la internación,
quienes deberán informar al Tribunal todo lo vinculado a la situación del sujeto sometido a ese régimen.
Tanto el lo relativo a las circunstancias de cumplimiento de la medida como a su cese, podrá recurrirse a
peritos que indiquen en cualquier momento o ante toda circunstancia particular el procedimiento adecuado a
seguir.
Una de las características particulares de este instituto es que, no tratándose de una condena con término
determinado, el tribunal de ejecución deberá estar atento a las circunstancias particulares de la persona
internada, pues el cese de la medida dependerá de características especiales de cada caso. Antes de disponer
el cese de la medida de seguridad, el Juez deberá requerir un dictamen pericial y dar intervención al Ministerio
Público Fiscal, al interesado y, si éste fuera incapaz, a quien ejercite su patria potestad, tutor o curador (arts.
328 y 329).
Si bien está admitida la promoción de la acción resarcitoria por el daño causado por el delito conjuntamente
con la acción penal (art. 29 del Código Penal, art. 36 del Código Procesal Penal), la ley rituaria local establece
que la ejecución de las sentencias que condenen a la restitución, reparación e indemnización de daños,
satisfacción de costas y pago de gastos se llevará a cabo ante los tribunales competentes en materia civil y
contencioso administrativo de la Ciudad (art. 330).
Sin perjuicio de ello, la ley procesal autoriza la adopción de medidas cautelares para garantizar la eventual
pena pecuniaria, la indemnización civil y las costas, que dispondrá el Juez en audiencia a pedido de parte. Si
el imputado careciera de bienes, se podrá decretar su inhibición general (arts. 176, 177 y 331).
Una vez adoptada la medida de embargo, las cuestiones relativas a la substitución de los bienes afectados o
de la inhibición, cualquier orden sobre aquellos, la forma y ejecución de la medida precautoria, conservación,
seguridad y custodia de los bienes afectados, su administración, variaciones en el embargo, honorarios y
tercerías se regirán por las normas y disposiciones del procedimiento civil o contencioso administrativo,
aunque los recursos ni tendrán efecto suspensivo y todas las diligencias tramitarán por incidente (art.
332).
Sin perjuicio de ello, el cese del embargo o inhibición, como el de cualquier otra medida cautelar, se deberá
requerir y sustentar en audiencia oral (art. 186).
Respecto de los bienes decomisados, la ley establece (art. 334) que se les dará el destino que corresponda
conforme su naturaleza, pues algunos deberán ser destruidos, como armas sin dueño legal (art. 337),
estupefacientes o los carentes de todo valor material no de uso, al tiempo que otros podrán ser utilizados para
fines de utilidad pública.
Específicamente, la ley establece que las costas están compuestas por el pago de la tasa de justicia, los
honorarios devengados de los abogados, procuradores y peritos y los demás gastos originados por la
tramitación de la causa, como por ejemplo los correspondientes al traslado y resarcimiento de testigos (art.
345).
El principio es que en toda disposición judicial que ponga fin a una controversia corresponde que el tribunal
se expida sobre quien deberá soportar las costas pertinentes, que en todo caso se cargarán sobre la parte
vencida, que podrá ser eximida cuando el órgano jurisdiccional entienda que tuvo motivos plausibles para
litigar (arts. 343 y 344). Pero, la eximición del pago de costas puede abarcar, en su caso, la exención del pago
de la tasa de justicia y de los honorarios de abogados y peritos de la otra parte, pero deberá igualmente cargar
con el pago de los letrados y auxiliares propios.
Se encuentran exentos del pago de costas los integrantes del Ministerio Público y los abogados y mandatarios
intervinientes en el proceso, salvo que hubieran actuado con malicia o claro desconocimiento del derecho (art.
344 y art. 13 de la Ley Orgánica del Ministerio Público).
Si hubiera varios condenados, todos serán solidariamente responsables por las costas frente a terceros, pero
entre ellos el Tribunal que las establezca deberá determinar la porción por la que cada uno deberá responder
(art. 347).
Respecto de la regulación de honorarios, la ley procesal establece, en primer lugar, que corresponde remitirse
a lo que establezcan las leyes regulatorias de las distintas profesiones en materia de aranceles, incluidos los
abogados. Y, de manera supletoria, respecto de los abogados señala que en ausencia de normas específicas
deberán regularse prudencialmente, ateniéndose al valor e importancia del proceso, las cuestiones jurídicas
planteadas, la asistencia a audiencias, los trabajos efectuados en general a favor del cliente y el resultado
obtenido, la asistencia a audiencias, los trabajos efectuados en general a favor del cliente y el resultado
obtenido (art. 346).