Santiago
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Santiago
Carta de San*ago
verdad a la convicción de que solo Dios es la fuente del bien y por tanto,
llevarles a la palabra de verdad. Cf. el punto 4.
La exhortación a la perseverancia confiada, personal y comunitaria,
de estos cristianos procedentes del judaísmo, que se encuentran en
dificultad, o en crisis – prueba que es también tentación – pretende
presentar un proyecto de vida cristiana, que supere las tensiones y
dificultades procedentes de la diversidad económica o tendencias
religiosas, y confirme la coherencia entre la escucha de la palabra y la
actuación concreta en la unidad vital de fe y obras. Menciona la “Ley”
como norma válida para la vida cristiana: vivir según la ley, porque según
ella serán juzgados (cf. 1,25; 2,12). Pero añade que es la “ley perfecta de la
libertad” que aparece junto a la “escucha” de la Palabra y a la “práctica
coherente” (1,25), “palabra” que se refiere al “Evangelio”, que regenera, y
es sembrado en el bautizado (1,18 palabra de la verdad). La ley perfecta
que es la se concentra en los Mandamientos (cf. 2,8-13).
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Concilio de Laodicea (del año 360) y se puede decir que desde entonces es
reconocida universalmente en la Iglesia griega.
Cuando Eusebio cita las memorias (hypommnemata) de Hegesipo (del
año 180 ca., cf. HE 2,23,3-4) recuerda que Santiago, es el hermano del
Señor, llamado "el Justo", es el autor de la primera carta católica (HE
2,23,24). Este dato es el más antiguo de los conservados sobre el autor, ya
que la fuente judeocristiana (escrita en griego) de Hegesipo se remontaría
a los años 80-140 de C., lo cual da una seguridad sobre la autoría de la
carta (en contra de la teoría de la pseudoepigrafía del escrito). El primer
comentario a la carta lo escribió Dídimo el Ciego (313-398) pero no lo
conocemos porque se perdió; en las iglesias de Siria hay que esperar al
siglo V, pues en la zona de influencia siria (Antioquía, Asia Menor) no la
menciona hasta el año 412, cuando aparece en la versión siríaca del NT
(denominada peshitta, en ella aparece St junto a 1Pe y 1Jn) aunque los
escritores antioquenos de la época, Teodoro de Mopsuestia (+428), que
rechaza las cartas que no son de Pablo, lo hace con la carta de Santiago, y
de hecho, Teodoreto de Ciro no la cita nunca. Ya hemos indicado cómo fue
acogida en Laodicea (360) por Atanasio.
En la iglesia de Occidente no se empieza a citar de forma habitual
hasta el siglo IV, pues entre el siglo I y el III no hay referencias. No
aparece citada – como hemos dicho - en el canon Muratori que representa
la lista de escritos canónicos de la Iglesia de Roma en el siglo II (segunda
mitad), ni en la llamada lista Cheltenham que contiene elenco de libros
canónicos usados en el Norte de África hacia el año 359. Pero es citada
por Hilario de Poitiers (+ 367) y en el Sínodo romano de 382, en los
concilios africanos de Hipona (393) y de Cartago (397), por Agustín (en
cuyas Retractationes, recuerda haber hecho un breve comentario) y
Jerónimo. Jerónimo escribe hacia 392 “Santiago, llamado hermano del
Señor... ha escrito una sola carta, que forma parte de las siete católicas.
Se dice que ha sido publicada con su nombre por otro distinto, aunque a
lo largo del tiempo ha adquirido autoridad”5. A Occidente pudo venir por
los contactos con las Iglesias de Egipto y Palestina, pues ya antes del 390
aparece citada en un texto de Pelagio6 . El comentario llamado
“Ambrosiaster”, la considera obra del apóstol Santiago y los escritores
Gregorio Magno, Cromacio de Aquileia la citan con frecuencia. El primer
Tradiciones judías:
La tradición religiosa del Judaísmo es parte de la herencia cultural de
esta comunidad. El monoteísmo como punto fundamental de la fe (2,19;
4,12), el Señor es uno, es Dios y Padre (1,27; 2,19 cf. Dt 6,4; 3,9), Padre
de las luces e inmutable (1,17), creador de los hombres a su imagen y
semejanza (3,9), que escucha la plegaria (5,10.11) cuando le piden con
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b) Tradiciones cristianas.
Aunque se ha destacado una pretendida ausencia de “coloración cris-
tiana”, en la carta es explícito el uso de nombre de Jesucristo, que com-
pleta el nombre de Santiago, “servidor de Dios y de nuestro Señor Jesu-
cristo” (1,1), la mención de la fe "de nuestro Señor Jesucristo” (2,1), la
parusía del Señor Jesucristo (5,7.8). Se ha dicho que el nombre “Jesu-
cristo” era interpolación o glossa introducida en el escrito original judío,
pero no tiene una justificación textual explícita, además las características
cristianas son mucho más amplias. Jesús aparece como "nuestro
Señor” (tou kiri¿ou hmown), rasgo con el cual los cristianos invocaban al
Señor resucitado (cf. Hch 2,36; Rm 10,9;Filp 2,8-11), más aun si la
explicación es completa, “thj do¿chj”, aunque la frase es difícil, pues
literalmente puede traducirse como “en nuestro Señor Jesucristo
glorificado”, poniendo el genitivo como una forma de adjetivo o genitivo
objetivo; pero aparece la unión de Jesucristo con la gloria, como revelador
de la gloria de Dios (cf. Jn 1,14; 2Co 4,6; Hb 1,3) o como el que viene en
25 Pues lo mismo la meretriz Rahab, ¿no fue justificada por las obras
recibiendo a los mensajeros y despidiéndolos por otro camino?
26 Así como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin
obras está muerta”.