López Piñero, Química y Medicina. Paracelso 1972
López Piñero, Química y Medicina. Paracelso 1972
López Piñero, Química y Medicina. Paracelso 1972
CUADERNOS
PRóP. DR. LUIS S. GRAN.YEL
Oatedr<ítico de Historia de la. Medicina
DE
en la Universidad de Salamamca
HISTORIA DE LA MEDICINA
SUBDIRECTOR ESPAÑOLA
PROF. José M.• LóPEZ PIÑERO
Oatedr<ítico de Historia de la Medícü~a
en la Uttíversidad de Valencia
SECRETARIO DE REDACCION -
DR. JUAN RIERA
Profesor de Historia de Za Medicina
en la Universidad de ValladoUd
A:Ñ'O XI
EDITA
SALAMANCA
SECRETARIADO DE PUBLICACIONES E INTERCAMBIO
UNIVERSIDAD DE SALAMANCA 1972
...
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•
JOSÉ M." LóPEZ PLÑERO
...
QUIMICA Y MEDICINA EN LA ESPA~A DE LOS SIGLOS XVI
y A.rv!I
LA INFLUENCIA DE PARACELSO
-
•
Para enfocar adecuadamente la cuestión. resulta necesario su- encontró en España actitudes abiertamente favorables, como la
perar la carencia habitual de información acerca de la medicina de Diego de Zúñiga -cuyo libro sería condenado en Roma junto
y de la ciencia españolas de dichos siglos, asi como sobre sus al del mismo Copérnico en 1616- y la de la Universidad de Sala-
condicionamientos sociales. políticos y económicos. Solamente pue- manca, que la admitió oficialmente en su enseñanza .
den encontrarse hechos históricos significativos si se conocen las La crítica abierta de las doctrinas clásicas er a, por otr a parte,
posturas ideológicas y las circunstancias desde las que los autores una constante en la obra de los principales autor es españoles de
españoles desconocieron a Paracelso o tomaron actitud ante sus este período. Recuérdese como muestra el tít ulo del famoso libro
contribuciones. Por otra parte, el estudio de la difusión de la obra de Gómez Pereira, N ova veraque medicina experimentis et evi-
de Paracelso exige tener en cuenta, no sólo la cultura científica dentibus rationibus comprobata (1558), y t ambién la sobresaliente
académica, sino la más soterrada de la subcultura científica extra- participación de autores como Juan de Celaya y Domingo de Soto
académica, concretamente la existente en torno a las distintas en la crítica nominalista de la física aristotélica.
formas de Ja alquimia. La sociedad e&pañola estaba entonces sometida a una gran ten-
La exposición es tá dividida en cuatro grandes epigrafes, cada sión para mantener la hegemonía política y militar en Europa y
uno de los cuales corresponde a un periodo bien definido de la para realizar la tarea del descubrimiento, conquista y colonización
medicina y de la ciencia españolas de los siglos XVI y x:vrr. de América. Esta tensión planteaba una serie de exigencias prác-
ticas, que fueron motivo inmediato del desarrollo de varias disci-
plinas técnicas, como la náutica, la ingeniería naval, la cartogra-
!. P ARACELSO Y LA ESPAÑARENACENTISTA ABIERTA A LAS CORRIENTES fía y la ingeniería militar, en las que España ocupó durante casi
EUROPEAS (Dos primeros ter cios del siglo XVI). un siglo uno de los puestos dirigentes. Pero, sobre todo, la tensión
citada condujo a que la numerosa e importante .serie de naturalis-
Hast a el último t ercio del siglo XVIJ España participó plena-
tas y geógrafos españoles de esta época contribuyera a preparar
mente en las corrientes cientifica.s propias del Renacimiento. Fue
el desbordamiento de los esquemas científicos tradicionales con
muy importante, en primer término, la contribución española al
un cuantioso aporte de nuevos materiales americanos desconocidos
llamado humanismo científico, es decir, a la edición. depuración y
por los clásicos.
comentario de los textos científicos clásicos. Este hecho no re-
sulta sorprendente si se tiene en cuenta que España había sido 1. El primer hecho con el que debemos enfrentarnos es la es-
durante la Edad Media uno de los escenarios fundamentales de tancia del propio Parace]so en España, en fechas compr endidas
la transmisión del saber clásico a Occidente y que más tarde ha- entr e 1517 y 1519 :!, aunque parece claro que dich o viaje no con-
bía recibido de modo muy temprano y directo la influencia de los dujo al establecimiento de relaciones con ningún médico o cientí-
grandes centros del humanismo italiano. Durante estos años la me-
•
fico español, ni tampoco a ningún estudio particular .
dicina y la ciencia españolas estuvieron particularmente abiertas En las obras de Paracelso apar ecen únicamente t rece refe-
a los movimientos de carácter renovador. Baste recordar como r encias a España. Cuatro de ellas son puramente ret óricas u oca-
ejemplo lo sucedido con la anal:.omía vesaliana, que encontró en s ionales y carecen totalmente de interés;~_ Otras cuatro son alusio-
la escuela de Valencia, encabezada por Luis Collado y Pedro Ji- 2 Cfr. W EIMANN, 1{. L .: Was wissen wír wi,·kz.ich iiber die Wanderjalltre
meno, un activo centro de cultivo, del que no solamente partió eles PCUI'(tccZsu~J t Sudnoffs Arch., 44, 218-223 (1960), que critica los trabajos
sin base sólida de TELFJPNEF.
una de las primeras defensas de la obra de Vesalio frente a los 3 THEOl'HRAST VON HOHENM"ETh! gen. PARACELSUS: Sitmtliche Werke. 1.
ataques de Silvia, sino que consiguió que el nuevo pensamiento Abte~"lung. Medizittisohe, ?!att~rwissen,schaftHche 1¿nd. philosopllische Schri/-
morfológico s e impusier a en las cátedras de anatomía de las prin- ten. lfrsgb. v. Karl Sudhoff. 14 vols. Miinchen-Berlin, R. Oldenburg, 1929-
1933. Las cuatro referencias a España puramente retóricas y ocasionales
cipales universidades españolas y que influyera en las obras de se encuentr;an en II, 181; XI, 186; XI, 275; XIV, 545-546. Cfr. MOLLER, M. :
las grandes figuras de la medicina interna y de la cirugía. Algo Registerband zt~ Bttdhofls Paracelsus-Gesamtausgabe. Mellizinische, natwr-
wiss~nschaftliche, 1Jhilosophische Schrifte11. Einsiedeln, ]!lberle, 1960, Nova
semejant e sucedió con la doctr ina heliocéntrica de Copérnico, que A..cta Paracels!ca, Suppl. 1960.
20 JOSE M. 0 LOPEZ PIÑERO QUIMICA Y MEDICINA EN ESPAÑA 21
nes a su estancia en nuestro país en un contexto que reitera uno de Von Holz Guajaoo grünuilicher H eiltmg (1529) otras citas de Pa-
7,
sus argumentos favoritos: la importancia de los viajes para la racelso relacionadas con España son las relativas a autores espa-
i:experiencia» del médico. En l.a primera parte del Spital-Bttch ñoles. Son realmente numerosas las de escritos auténticos o apócri-
(1529) habla, por ejemplo, de «mein enfarenheit, die ich aus Lit- fos de Arnau de Vilanova, de Averroes y de Ramón Lull 8 • En
tau. Holland, Ungern, Dalmatien, Kroatien, Rodis, Italien, Fran- cambio no hay ni una sola de médicos o científicos de su misma
kreich, Hispanien. Portugal, Engelland, Denmark und allen deuts- época.
chen landen mlt grossen fleiss uberkom.men hab ... ». Y de forma Es muy ilustrativo comparar los resultados de la estancia de
semejante, en el prólogo del t ratado I de Da.s erste Buch der Gros- Parace1so en nuestro país con la de Clusius. otro gran científico
sen Wundarznei (1536). se pavonea de que no sólo ha estudiado, europeo que unas décadas más tarde viajó también por la España
«Sonder weiter gewandert gen Granaten, gen Lizabon, durch His- renacentista. Durante su estancia en la Península Ibérica, Clusius
panien, durch Engeland ... » •. Otras referencias se ocupan muy trabó relación con destacados naturalistas, como los sevillanos Si-
superficialmente del clima español, de las tortugas que vio en món de Tovar y Juan de Castañeda y el valenciano Juan Plaza,
España y del carácter de los españoles, que curiosamente compara que después mantendría a través de la correspondencia. Reunió
al de los gallos 6 • Solamente en una ocasión se ocupa con cierto de- igualmente los materiales de su estudio sobre especies botánicas
tenimiento de algo que le sucedió en nuestro pais. Resulta muy españolas (Rm-iorum aliquot sti1·piurn pm· Hi.spanias observatar·urn
significativo que se trate de la práctica mágica de un nigromante: Histo·r ia .... 1576), aunque la principal consecuencia científica de
«So kan ich doch nicht verschweigen -afirma en el libro VI de su viaje fueron sus traducciones latinas de las obras de los natura-
Archidoxis magicae- das grosse mlracul so ich in Hispania von listas ibéricos Nicolás Monardes, García de Horta y Cristóbal de
einem nigromantico gesehen, der hette eine glocke nicht uber Acosta 9 .
zwei pfunt scbwer, mit diser glocke11 geleut er vil und mancherlei El contraste es completo. Clusius, culto y educado, es un ti-
spectra und visiones der geister konte zuwegen bringen, dan wan pico representante de la ciencia académica, que visita a las gran-
er wolt, schreib er etliche wort und charakter inwendig in die des figuras en los centros universitarios y critica, por ejemplo, el
glocken. so balt er dan mit 1eutet oder schellet, erschein im als balt mal conocimiento del latín por parte de los Profesores de Alcalá
ein spiritus, in was gestalt er in haben wolt. er kunte auch mit o elogia el excelente latín de los de Valencia. Paracelso, por el con-
dem geleut diser glocken vil andere gesicht der geister, auch trario, recoge noticias pintorescas y se relaciona con curandero.s o
menscben und tier zu im bringen oder von im treiben, wie ich nigromantes. La diferencia no puede explicarse, invocando única-
solcher ding vil von im gcsehen habe. doch so oft er etwas neues mente una distinta mentalidad, sino recordando la distinta situa-
machet, renovirt er auch die wort und charakter: er wolt mir aber ción social de ambos autores. La actividad científica de Paracelso
die geheimnis der wort und charakter nícbt eroffnen• bis ich disen
•
fue típicamente extraacadémica. y su ambiente social fue el esta-
sachen selbs weit leufig nachgedacht und also on alles gefert er- mento más bajo de la Alemania del Sur 10• Es lógico que este fue-
fand. aber die selbige oder alein ein exempel der selbigen, ich aus-
sen !asse, sahe aber doch so vil dabei, das meran der glocken dan 7 PARACELSUS : Siimtliche W erke . . , VII, 56. En otra ocasión se refiere
an den worten gelegen sei. dan dise glocke ward auch gewislich asl:mtsmo a Santiago de Compostela como lugar de peregrinación, sin que
ello demuestre de manera concluyente que estuvo allí. Cfr. WEIMANN: op.
von disem unsern electro gegossen» a. cit., pág. 220.
8 MtiLLER: op. cit. Incluye veinticinco citas de Paracelso a Arnau de
Aparte de una alusión a la isla «Spagnola» en el prólogo de VUa.nova, diez a A verroes y ocho a Ramón Lull, Arnau de Vilanova y R a-
món Lull han sido éstudiados como fuentes de Paracelso, entre otros aulor:es,
por PAGF.L, W.: Parracels1~. An Jntroduotio11 to Philosophical Medicine in
the Era oj ti~ Renaissance. Basel-New York, Karger, 1958, págs. 24l ss.
_. PARACELSUS: Siimtziche Werke . .. VII, 374 y X, 20. Las otras dos re- 9 Cfr. HUNGER: Charles de l'E$Ol?t8e (Oarolus Ol~¿sius). NederZand·f.sc7~
f erencias en VIn, 35 y VIII. 359. Kriunkututfge 1526-1609. S. Gravenhage. 1927, en especial el capitulo cRels
es PARACELSUS: Séimaicke We1·T<:e.... , VI, 106; XI, 244; XIV. 1578; VII, H7. naar Spanje en Portugab (págs. 76-82).
6 PAJtACELSUS: Samtliche W11rke . .., XIV. !88. lO Cfr. PAGEL: op. cit., págs. 5 SS.
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22 J OSE M... LOPEZ P OORO QUIMICA Y MEDICINA EN ESPAÑA 23
ra también el nivel social con el que conectó durante su viaje por no sólo las heridas simples de cabeza, pero las compuestas y con
España. grandes fracturas, las curaban con solas bebidas, a las cuales lla-
~ Apenas hace falta subrayar que los médicos y científicos maban pigmenta, y en las heridas sólo ponían unas hojas de berza,
espanoles de este periodo no podian interesarse por la obra de Pa- y los her idos comían y bebían a su gusto ... A los barberos de Ale-
r~elso. En primer lugar, por la escasa difusión que durante estos mania, si alguno acaecía a sanar {que eran pocos) eran por ser
anos. alcanzó su producción escrita. Recordemos, en efecto, que se robustos y fuertes. y tener grandísima y buena complexión. Pero
publicaron muy pocos textos suyos mientras vivió y a lo largo de dejando todo lo dicho aparte como cosa de risa ... >> 12. Daza conocía
las d~s décadas que siguieron a su muerte. Solamente a partir de a fondo la literatura quirúrgica europea de su tiempo, que cita
los anos sesenta, gracias a la actividad de Bodenstein, Toxite.s profusamente en su obra. Pero únicamente se acordó de las prácti-
Sc_hroter, Forberger, etc. se editaron sus numerosas obras manus~ cas quirúrgicas del estrato social alemán al que pertenecía Para-
c:1tas ! aparecieron en concreto las traducciones latinas que se- celso para utilizarlas como contrapunto grotesco de su excelente
rian letdas en España. exposición de la cirugía craneal.
Por otra parte, la orientación humanista e italianizante de In Otra área en la que cabria esperar alguna referencia a la obra
medicina Y de ~a ciencia académicas de la España de este periodo de P ar acelso es la química. Como es sabido. los cultivadores de la
n~ podia ser mas opuesta a lo que significaba la obra de Paracelso. misma se repartieron durante estos años en tres grandes grupos,
rru~nt:r:as que la subcultura cientifica de los alquimistas se man- dedicados respectivamente a la minerometalurgia, a las aplicacio-
tewa Igualmente al margen de la misma, viviendo todavía de la nes de la química a la medicina, y a la alquimia en sentido estricto.
tradición de los textos alquímicos bajomedievales. El resultado Los tres contaron con numerosos representantes en España, pero
fue que Paracelso y su obra estuvieron durante estos años fuera ninguno se ocupa. ni siquiera de pasada, de Paracelso.
del hori~onte de los autores españoles. Vamos a comprobarlo en al- La minerometalurgia española estuvo entonces principalmente
g unos eJemplos representativos de diferentes áreas. centrada en el problema de las minas americanas. Las contribu-
lJ_ie ~roo~e Wun<Wrrney fue el primer texto de Paracelso que al- ciones alemanas en este campo eran bien conocidas por los autores
canzo d1f us16n. Después nos ocuparemos de su influencia como españoles. De re metalica (1569) de Bernardo Pérez de Vargas,
figura. quirúr~~ca, que a partir de 1os últimos años del siglo xvr se principal tratado sobre la materia en la España de la época, está
prod~J~ t~bien en Espafia. Pero durante el período que nos ocu- en gran parte basado en la obra de Agrícola, y Bartolomé de Me-
pa m s tqwera a través de esta línea estuvo presente en España dina - el célebre inventor de la técnica de la amalgamación para
la. ob.r~ de Paracelso. Un testigo de excepción de esta ausencia es el beneficio de la plata- sabemos que estuYo en relación con un
D10msto r:aza Chacón, quizá el más importante cirujano español anónimo metalurgista alemán 13 . Pero la figura y !a obra de Para-
de estos anos 11 • Como gran personalidad quirúrgica de los ejérci- celso no aparecen en absoluto en este contexto.
tos de Car:os I d~ España y V de Alemania y más tarde de Felipe Lo mismo sucede en el campo de las aplicaciones médicas de la
n: de ~spana, paso buena parte de su vida en las campañas del Me- química. El aspecto más importante de dichas aplicaciones era, por
supuesto, la preparación de medicamentos, por lo general limitada
diterraneo Y en las de Flandes y Alemania. «Estando vo en Ale-
mania -afirma en su gran t ratado de cirugía- donde ~stuve mu-
cb~s años al servicio del invictísimo emperador Carlos V, nuestro _12 DAZA CHACóN, D .: Práctica y te6rica de Oir"gla s» roma,tce y ~m
senor de glor iosa memoria, vi que los cirujanos de aquella tierra lattn.. Valencia, F. Ciprés, 1673. pág. 161. La primera edición de esta obra,
que recoge la experiencia de su autor durante las décadas centrales del
11
siglo xvr.
apareció en 1584-95.
• Cfr. SORlA."'O DE t.A ROSA, C.: La obra qu~rúrgir,a do D ·iomsto Daza _ 13 Ctr. BAR GALLO, M.: La. mttzeria y la metalurgia et1 la A mbfca espa-
Ohacon,_. Salamanca.. Seminario de Historia. de la Medicina .Espa.Dola. 1958; llola d"rante la época colonial. México, Fondo de Cultura Económica, 19t55;
~ttA.VJEL. L. S.: Cirugfa. Espa;wza del Renacimiento. Salamanca, Seminario BARGAI,LO, M.: <La naturaleza de los metales y el benefiCio del hierro on
Le ~torla .~e la Medl~ina Española, 1968; LOPEZ Pllilillo, J. M. et al.: los alquimistas y m etalúrgicos d el siglo xvt:t. En : N. MONARDES: Diálogo
a.é t? epanac10n en Espa11a. OláStcos nem·oquírúrgicos espatioles Madrid Ed del hferro. M é.xlco, 1961, págs. 99-165¡ POR TELA, E. : La qulmica espaiiolo.
T · cnlca Española, 1967. ' ' · del ~enacimiemto (en preparación).
24 JOSE M." LOPEZ PIÑERO QUIMICA Y MEDICINA EN ESPANA - 25
a las técnicas propias de la «materia médica» tradicional. En esta como si no fuesen, porque son cosas que no pueden alcanzarse por
línea algunos autores españoles llegaron a publicar monografías Jos sentidos, y el médico... no t rata de disposición ninguna del
de pura técnica química, como la titulada Methodus refrigerandi cuerpo que no pueda conocerse por los sentidos» 17 • En su bús-
ex vooato salenitm vinwm) aquamqt¿e ac potus quodvis alt¿id ge- queda de bases empiricas, Montaña se apoya en la quimica. de la
nus (1550) de Blas de Villafranca 14 • Pero ninguno cita a Paracelso, que demuestra tener muy sólidos conocimientos. Ya es significa-
ni siquiera Andrés Laguna en su traducción anotada de la Mate?'ia tivo que se ocupe de «la quintaesencia del agua ardiente», cuidan-
medicinal de Dioscórides (1555) , a pesar de la estrecha relación do de descartar el sentido mágico del término -.quintaesencia:., y
de este autor con el mundo alemán. Recuérdese, en efecto, aue fue comparando !a acción del estómago con una operación química 1 ".
médico del municipio de Metz entre 1540 y 1545 y que en 1543
- Pero lo más interesante es que recurra al análisis químico de la
pronunció en la Universidad de Colonia su famoso Discurso .sobre ~angre, de la orina y de la saliva para fundamentar unos esquemas
EunYpa lv. En su edición del Dioscórides incluye los nombres en fisiológicos, por lo demás estrictamente galénicos. «Es necesario
alemán de todos los vegetales y minerales estudiados, cita a nume- que se destile la sangre después de apartada el agua superflua que
rosos autores alemanes y alude a menudo a su estancja en Ale- se aparta cuando se cuaja la sangre por el grío -dice, por ejem-
mania y a su t rato con gentes muy diversas de aquel país. Por plo-- y esta destilación hásc de hacer con calores diferentes, es a
otra parte, se ocupa ampliamente de las operaciones q11fmicas. in- saber, de agua y de ceniza, con los cuales calores se hace aparta-
cluida la destilación, no solamente en lo que respecta a la prepa- miento de sus substancias. y de otra manera no se pueden conos-
ración de los medicamentos, sino en relación con otras cuestiones cer si no es adevinando» ul.
como las técnicas del cur tido. la fabricación de tintas y colorantes. También ignoró la obra de Paracelso la subcultura científica en
el teñido de las telas, etc. Pero si llegó a tener noticia de la obra torno a las formas menos exigentes de la alquimia. que no habían
de Paracelso, no consideró de interés ocuparse de ella ~ 0 • sido asimiladas por la ciencia académica. Centrada en el tema de
Todavía más significativa es la ausencia de toda a1usión a Pa- la piedra filosofal entendida en su forma tradicional, esta sub-
racelso en la obra de Bernardino Montaña de Monserrate, uno de cultura alquímica fue como en todas partes un fenómeno marg inal.
los médicos de cámara de Car los I de España y V de Alemania, que mereció el desprecio de los científicos sensu strioto. «Llaman
puesto que este autor abordó explicitamente una conexión mucho Mercurio al azogu-e los alquimistas -afirma, por ejemplo Andrés
más revolucionaria de la química con la medicina: la aplicación Laguna -y tienen por cosa muy resoluta. que puede transformarse
del análisis químico a la explícación de los procesos fisiológicos. en cualquier metal como apta y natural materia de todos. Empero
En eJ tratado de fisiologia que publicó como segunda parte de su de aquesto se dan a cien mil diablos, que viéndole en potentia pro-
Libro de la Anathomia del hombre (1551) se muestra muy celoso pinqua de ser purlsima plata, no le pueden jamás cuajar, ni reducir
de separar la metafísica de la medicina y también de dotar a ésta a que obedezca al martillo, aunque gastan toda su hacienda en
de un sólido fundamento empírico. La especulación puede llegar en carbón y soplan toda la v ida. Ya la verdad, como Mercurio fue
algún caso a cosas que son verdad, «mas en cuanto al médico son .. siempre un gran burlador, ansí el azogue les da finalmente el
pago que ellos por su vanidad merecen. porque son ordinariamente
14Cfr. PARTINCTON, J . R. : A HistOry of Olletn.~try. Vol II. London, hombres vanos y perniciosos de la R epública» 20• Esta situación
MacMillan, 1961, pAg. 114. ~plica que la trayectoria de la alquimia española de este periodo
ts Los mejores estudios sobre Andrés Laguna son el de DUBLER, c. E.:
D. Andrés de La,qt¿n.a y su épooa. Barcelona, 1955 (que ofrece un análls.ls haya que seguirla fundamentalmente a través de una complicada
comparativo entre Paracelso y Laguna en págs. 300-310) y de HeRMANDO, T.: s.e rie de textos manuscritos, muchos de ellos anónimos, estudio
«Vida del Doctor Andrés Laguna». En: A>'IDRÉS LAGONJ\: P edaclo Diosoórídes
Anazarbeo (11565). Ahora nuevamente publicado por el Instituto de España.
Madrid, 1968, Vol. I, págs. 19·60. l7 MONTA~ A DE MO.li(SERRATE, B.: Líln·o de lo. Anathomia del hombre
16 LAGUNA, A.: P edacio Dio3corldes Anazarbeo, ncerca de 1a materia. Valladolid , S. Martinez, 1551, fol. CXllv.
medtcinal, y de 1os venenos morUferos, trad.uzído de lengua Griega, e11 la 18 MONTA~A: op. cit.. tol. Clv.
vulgar Oastenano, & íllustrado con cl.a.ra.s y sub8tanciales AnnotaHQ1lU . . Ul MONT~A: op. cit., fol. CIXv.
Amberes, I . Latio, 1555. 20 LAGUNA : op. cit., pág. 541.
26 JOSE M. a LOPEZ PIÑERO QUIMICA Y MEDlCINA EN .ESPAÑA 27
que no se ha realizado hasta ahora de modo sistemático. A través de una Coplas sobre la pied?·a phiZosophal de las que más adelante
de los manuscritos que estudió Luanco, de las noticias dispersas volveremos a ocuparnos :!11. La alquimia española de estos años se
en los trabajos de otros autores y del examen de los textos que se mantuvo, en suma. dentro de la tradición de origen bajomedieval
conservan en las principales bibliotecas españolas, es posible no anterior a lo que Thorndike llamó c. the Paracelsan Revival», es
obstante comprobar la importancia de esta subcultura y hacerse decir. la difusión ef~tiva de los escritos de Paracelso a partir de_.
una idea general de su carácter :!1. Aunque difundida por todo el los años sesenta.
país, alcanzó particular vigor en Cataluña y en Valencia, quizfts co-
mo continuación de una tradición anterior reforzada por la actitud II. LA OBRA DE PARACELSO EN LA CRISIS DE LA ESPAÑA RENAC&'ITIS-
favorable de algunos segu idores de la filosofía de Ramón Lull. de TA (Ultimo tercio del siglo XVI).
tanta importancia en esta parte de España en el paso de los siP."Ios
xv al XVI. No hay que olvidar hechos como que J acme .Taner (Ja- A partir del último tercio del siglo XVI el satisfactorio panora-
cobus Januaruis) regente de una «cátedra» o «estudio• luliano que ma de la medicina y de la ciencia espafiola comenzó a cambiar ra·
funcionaba en Valencia con privilegio real. aceptó como auténtiros dicalmente de signo. El primero y más visible de los factores neg-a-
los escritos alquímicos atribuidos a Lull en su libro A?'S meta1JMf- t ivos fue el triunfo de la Contrarreforma. que trajo como conse-
s-icalis naturalis arrlinis (1506) 22• .En cualquier caso. los manus- cuencia el predominio del escolasticismo tradicionalista y la im-
critos alquímicos españ.oles de este período tienen un carácter posición del aislamiento ideológico. La evolución de la física en
muy homogéneo. Incluyen obras completas o fragmentos de los nuestro país es un claro ejemplo de cómo el escolasticismo contra-
textos atribuidos a Ramon Lull y Arnau de Vilanova y de los de- rreformista cortó el desarrollo de la critica de los esquemas clá-
bidos a Juan de Rupescissa y otros autores baiomedievales. en sicos. Ignorando los planteamientos nominalistas de autores como
latín, castellano o catalán. junto a un desordenado coniunto de Celaya y Soto, los tratados de filosofía natural pasaron de uuevo
recetas y anotaciones breves de muy diversa índole. Son muy es- a convertirse en una glosa acrítica de las tesis aristotélicas. Por
casas, por el contrario. las obras originales atribuiblE'S a una per- la misma razón a los astrónomos españoles les fue imposible ad-
sona concreta, aunque es posible destacar all{Una figura como la herirse a la doctrina heliocéntrica, desde que ésta fue condenada
del alquimista valenciano Luís de Centelles, autor entre otras cosas por la Sagrada Congregación del In dice (1616).
La consecuencia más perniciosa del triunfo de la Contrarrefor-
ma fue, no obstante, el aislamiento ideológico de nnestro país .
.21 LUANCO, J . R.: L<l alqttimia en España. 2 vols. Barcelona. 1 889·97;
MORE..'<O AT.C.AmZ, E.: Facetas de la alquimia y alquimi3ta¡¡ e.tpnllol RI1. Analt-.s impuesto con la finalidad de defenderlo de las ideas heterodoxas.
de Física y Qulmlca. 42. 179·190 (1946); RoDRlGUEZ 1.1ARlN, F .: Frlipe n !J Este proceso histórico, que podemos simbolizar en la prohibición
1a Alqui1nia. Madrid, 1927; MAFFET, E. y R. R UA FIGUEROA. A7nmte.t petra
una Bibliote<>a E~a?1ola d e W>ro.ot. folletos y aYtículos, impre.<~oll '1/ manus- por parte de Felipe II de que los españoles estudiaran o enseñaran
critos, .,.eza.tivos al conootmientn tt explotación de la.<r riqnezn!1 mineraln.'l Y en otros paises, privó a la medicina y a la ciencia españolas de
a las ciencia..t att.:tiliares. 2 vols. Madrid, J. M. Lapuente, J 87l -72. La nota
de RUSKA, J.: Alchemie ttt Spattimz. Angewandte Chemie. 46. 337-340 (1933), todos sus medios normales de comunicación con las europeas.
se limita al periodo medieval. En cambio, resulta indlspensahlt> por sus re· cuando éstas se encontraban en una fase decisiva de transforma-
ferencias aisladas A. la alquimia española de los siglos xv1 y xvrr y sobre .,
todo por el encuadre gcnrral que ofrece, la gran obra de TIIORNDn<E, L.: ClOn.
A History ot Mnoic amd Experimental Science. Vols. V y VI. Ncw York, El triunfo de la Contrarreforma, sin embargo, fue solamente
Columbia Universlty Press, 1941. uno de los factores que pesaron negativamente en el desarrollo de
Me ba sido posible locallzat· diecinueve manuscritos alqulmlcoR del R e·
nacimiento y del siglo "vn en las siguientE'.s bibliotecas espafiolas: 13. Central la medicina y de la ciencia en nuestro país. La gran tensión a
de Barcelona (7), B. Nacional de Madrid (6). B. del E scorial (2), S. Uni-
versitaria de Barcelona (1 ). B. Universitaria de Granada (1 l, B. Unlvcrsltarta que, como antes hemos visto, se vio sometida la sociedad rena-
de Oviedo (1) y B . Unlvl'r·sltarla de Valencia (1 ). En las obras d e LUo\N('.O Y centista española, junto a su innegable acción estimulante. acabó
de MAFFF.T y RUA FrGl'EROA se describen algunos de ellos.
22 Cfr. TfiORN»llCF.: op. cít .. vol. V , pág. 535 y CARRERAS ARTMl, T . Y
J.: Hi3toria de la fUosof{a espatlola. Fílo§Ofia CY.istiana de los Bi{Jl<>s XITT al :.:.~
Sobre Luis de Centelles ofrecen noticias L UANCO y J..úFFEl Y RtJ,,
XV. Vol. TI, Madrld, 194S. págs. 77-78. E'IGUEROA en las obras citadas en la nota 21.
28 JOSE M . 1 LOPEZ PIÑERO QUIMICA Y MEDICINA EN ESPAÑA 29
por conducir a un proceso de r epercusión muy perniciosa. La después los de Ramón Lull, Arnau de Vilanova y Juan de Rupes-
necesidad de que todo el esfuerzo se centrara en los aspectos cissa. L a segunda vertiente del cParacelsan Revival» fue la reac-
aplicados hizo que se descuidara el desarrollo de la ciencia pura. ción de la medicina y de la ciencia académicas ante la obra de
De esta forma, incluso en las obras de mayor relieve, tendió a Paracelso. Como es sabido se manifestó, por un lado, en la vio~
anquilosarse y a no estar al día la base doctrinal de contribucio- lenta crítica de su persona y de sus doctrinas que suele personi-
nes técnicas muchas veces brillantes.
ficarse en Thomas Erastus. Por otro en la asimilación matizada
Otra circunstancia negativa fue el exterminio de la comuni- de sus aportaciones, ya iniciada anteriormente por figuras como
dad hispano-judía, que había sido durante la Edad Media el más Conrad Gessner y encabezada en estos años por Libavius 2 ~.
importante núcleo social desde el punto de vista. del cultivo de la La8 circunstancias expuestas, en especial el aislamiento ideo-
ciencia. Como es sabido, fue eliminada en el período que iniciaron
las grandes matanzas de 1391 y que culminó en la expulsión de
1492. La parte de dicha comunidad que había intentado integrar-
- lógico, explican que las dos vertientes del «:Paracelsan Reviva!»
tuvieran en España un eco muy apagado, que contrasta con la
vigorosa repercusión que habia tenido en nuestro país unas dé-
se en la sociedad española snfrió más t arde la feroz persecución cadas antes la reforma vesaliana.
de la Inquisición, que convirtió a los «Conversos:. en auténticos La incomunicación, sin embargo, no fue tan completa como
desplazados sociales.
para .impedir que las obras de Paracelso y las de sus más desta-
Recordemos, por último, que en el paso del siglo xvr al xvu c~dQs seguidores fu eran leidos en España. Para tener idea de
la crisis económica interfirió también negativamente el desarrollo los que cit·cularon, resulta útil consultar los fondos de una bi-
de la medicina y de la ciencia españolas ~4. blioteca médica española como la de la Facultad de Medicina de
I. Si babia cambiado la situación de la medicina y de la Madrid, que posee más de mil obras anteriores a 1600. Limitán-
ciencia española r especto al período anterior, también er a muy donos a las ediciones del siglo XVI, encontramos en ella la edición
diferente la posición de la obra de Paracelso dentro del contexto latina de las obras de Paracelso impresa por Perna (Basilea., 1575),
general de la medicina y de la ciencia europeas. Antes recordamos una traducción latina (Estrasburgo, 1573) y otra francesa (Lyon,
que a partir de los años sesenta autores como Bodenstein, Taxi- 1589) de Die grosse Wundarzney, dos ediciones latinas de Laby-
tes, Schroter, Forberger. Dorn o Flotter editaron sus escritos rinthttS med:ico1-um errantium (Nuremberg, 1553 y Hannover,
tanto en el alemán original como en traducciones latinas. La di- 1599), De V ita Langa Ubri V con introducción de Bodenstein
fusión de estos textos junto con la actitud hacia los clásicos en- (Basilea, :1562) y el Fasciculus PaTacclsicae medicitnae de G. Dorn
tonces vigente en buena parte de la medicina académica -tan dis- (Frankfurt, 1581). Existen también obras de ou·os paracelsistas
tinta del confiado entusiasmo del primer humanismo- explican como el italiano Fioravanti, el suizo Penotus y el inglés Muffet,
precisamente la aparición del «Paracelsan Reviva!». Como fenó- los escritos sobre el antimonio de los franceses Grevin y Launay,
meno histórico éste se manifestó en dos vertientes. La primera así como varios libros de Erastus, entre ellos dos ediciones de
de ellas fue el movimiento paracelsista propiamente dicho, cu~ sus Disputationes de m edicina nova Phil·ippi Paracekn. Por otra
yos componentes ocuparon una posición intermedia entre la me- parte, hay una edición latina, otra italiana y otra francesa del
dicina y la ciencia académica y la alquimia extraacadémica. Por De remedii.s .secreti.s libe1· de Conrad Gessner, un ejemplar de la
ello contl'ibuyeron, por una parte, a la incorporación de las con- obra sobre destilación de Ulstad y ediciones de los textos alquí-
tribuciones de Paracelso en el seno de las p rimer as, y continua- micos de Rupercissa y Savonarola y de los atribuidos a Ramón
ron , por otra, la tradición alqnimica, conduciendo a una nueva Lull y Arnau de Vilanova. Muy semejantes son las obras de Pa-
etapa en la que el nombre de Paracelso convivió primero y eclipsó racelso existentes en la Biblioteca Nacional de Madrid. Entre
las ediciones del siglo XVl, se encuentran de nuevo la edición en
2: Para una exposlclón detallada de la ciencia española de este período,
renuto de nuevo a mi libro citado en la nota. 1. 25 Entre otros estudios sobre el tema, cfr. los incluidos por THORNDIKE,
PARTINGTON y 'PAGEL en sus obras citadas en n otas anteriores.
30 JOSE :1\f. 3 LOPEZ PIÑEJRO QUIMlCA Y MED101NA EN ESPAÑ A 31
latin de sus obras impresa por Perna (Basilea, 1575), la traduc- percusión más importante de la obra de Paracelso entre los cul-
ción latina de Die grosse Wtmdarznei publicada en Estrasburgo tivadores de la medicina y de la ciencia académicas.
en l573, otro ejemplar del F'asc-iculus Paracelsicae mcdicinae de
G. Dorn (Frankfurt, 1581) y también De ta1·taro libr~ VII en la U. Antes dijimos que Die grosse Wundarzney fue el primer
edición de Bodenstein (Basilea, 1570). t exto de Paracelso que alcanzó auténtica difusión. Este aspecto
Contra lo que pudiera pensarse. la Inquisición española fue de su obra fue por vez primera tenido seriamente en cuenta por
muy moderada durante el siglo Xvi con las obras de Paracelso. los médicos españoles en el curso de la polémica que en 1584
~1 lndex et Catalogu,s liíbrorum prohibitort¿m (1583) del Inqui- mant uvieron Bartolomé Hidalgo de Agüero y Juan Fragoso, desta-
sJ,do~ Gaspar de Quiroga exige únicamente que sus escritos qui- cadas figuras de la generación de Cirujanos posterior a la de Daza
rurgicos sean expurgados de determinados párrafos con alusiones Chacón. E n sus Avisos de cirugía. contra la comú-n opinión (1584),
religiosas. En el lndex Librorum expurgatomm (1584) del mismo Hidalgo se opuso a la doctrina del «pus loable», defendiendo la
autor, la expurgación queda limitada a algunos pasajes de la cura por primera intención de las heridas por arma blanca. En-
Chi1-urgia min?~ ~ lo mismo sucede en el lndex de 1608 :m. El pa- tre ot ras cosas, criticó duramente que se t repanase en la inmensa
pel de la InqutslCIÓn en el aislamiento científico español fue más mayoría de las heridas cefálicas, asi como que se aplicase en
complejo que lo que imaginó l a vieja historiografía romántica. ellas sustancias emolientes como la clar a de huevo :!S.
Fábulas como la supuesta persecución de Vesalio por realizar E l mismo 1584 J uan Fragoso publicó una crítica del contenido
autopsias sólo pueden mantenerse, desconociendo que en la Es- de los A v isos. Sorprendentemente, este escrito comienza con unas
paña del siglo XVI la disección fue una práctica habitual perfec- .:Palabras de Conr ado Gesnero», reproducción de un texto de casi
tamente reglamentada. Del mismo modo, Paracelso no fue con- veinte líneas en el que Gessner expone su conocida opinión acer-
siderado como hereje, a diferencia por ejemplo de Miguel Serveto, ca de Paracelso, negativa en cuanto a la persona y la doctrina,
cuyas opera om:nia, incluso las estrictamente médicas y científi- pero favorable a su contribución relativa a los medicamentos
cas, fueron absolutamente prohibidas. La expw:gación a que fue qu ím icos. A continuac1ón el propio F ragoso añade: «Después que
sometida la obra de Paracelso durante el siglo XVI fue incluso escribí esto, tuve en mi peder la Cirugía Magna y Parva del di-
mucho más suave que la impuesta al célebre Examen de ingen·ios cho Teofrasto Paracelso, expurgada conforme al nuevo Catálogo
del médico español Juan Huarte de San Juan .r.. Todo ello, sin Y Expurgatorio del Santo Oficio ... » :!!1. La edición manejada por
embargo, no quiere decir que la Inquisición no pesó decisivamente el cirujano español fue la traducción latina impresa el año 1573
en el proceso de incomunicación de nuestro país. Como gran in~ en E strasburgo, de la que acabamos de ver existen ejemplares
trumento represivo de la Contrarreforma, contribuyó de mil ma- tanto en la Biblioteca Nacional como en la Biblioteca de la Fa-
neras directas e indirectas a impedir la libre circulación de las cultad de Medicina de Madrid.
nuevas ideas y a hacer muy arriesgado el pensamiento crítico e En este escrito polémico, Fragoso citó precisamente la opinión
independiente. Fue, sin duda, uno de los factores que impidió .... de Paracelso contraria al uso de la clara de huevo como emo-
la aparición de un movimiento paracelsista en España y una re- liente, expuesta en el capitulo quinto de Die grosse Wunda1·zoney.
Poster iormente volvió a citar textos también quirúrgicos del
autor alemán en su monografía sobre cirugía forense y en su
2G Ofr: PESI:l'r RfliG, M. y J. L.: El awla.miento ctentitico B6pafWl a traués
d.e 7os lnddces del Tnqu~fdor Gaspar de Quiroga de 1583 11 1584. Anthologica
Annua, 16, 25-41 (1968). , 2tl Cfr. CASTAÑO A.LMmNDRAL. A. A.: La obra q¡t,fl'ú>·gica de Ba.?·tolomé
Z7 Posteriormente, la Inquisición española endureció su postura frente I!tdalgo de Agüero. Salamanca, Scml.nal'iO de Historia de l a 1\fedlcina Es-
a la obra de Paracelso, llegando a prohibir en una fecha tan ttu·dla como pañola, 1959; Sk.'!CJl~;¿ CAPELO'I', F.: La ob r(), quin¡ryica de Juan Fragoso.
1720 numct·osas edjclones de sus obras, entre .illas las dos verslon~s latinas Sala manca, Seminal'lo de Historia de la Medicina Espai'lola, 1957; así como
g-enerales mAs difundldf!s. en E spaña:. la de 13asilea, 1575 y la dli Fra.nltfurt, las obras de GRAN.n:L y de 'UIPP.?: P~&no et al., citadas en la nota 11.
1603-l605. Cfr. lncUce ttlttmo d" los l~Vros prohibü:W11 y nuu1<laclo:~ e!l:¡>urr¡or : 211 FRAGOSO, J .: Ciruflla Universal . Madrid, Herederos de Pablo de
para todos lo11 Rey¡loll y Señoríos deZ Oatólico Rey de las Espa111a~. Madrid, Vals. 1666, pág. 376. Se trata de una reimpresión del texto de los Avisos
A. de Sane ha, J 700, pá,a-s. 205-206. de 158-1.
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Cirugia Universalll0 • En cambio, no lo hizo en sus diferentes es- igualmente que trabajaba en El Escorial un tal Richard Stani-
critos sobre terapéutica medicamentosa, a pesar de que en su hurst, que dedicó al monarca en 1593 una obra titulada El toque
Antidotario se ocupó con cierta amplitud de la «quinta essencia» de Alchimia. Se trata de una exposición, que quedó manuscrita,
y de las «aguas» obtenidas por destilación. Para este tema sus destinada a «declarar los verdaderos y falsos efectos del arte (al-
fuentes son los escritos alquímicos atribuidos a Ramón Lull y químico) y cómo se conoscerán las falsas prácticas de los enga-
Arnau de Vilanova y sobre todo De 1·emediis secretis de Ge.s- ñadores y haraneros vagamundos~ :14 •
sner "1 • En este mismo ambiente encontramos asimismo al boloñés
La utilización del aspecto quirúrgico de la obra de Paracelso Leonardo Fioravanti, sobradamente conocido como el principal
se produjo en ocasiones sin conexión alguna con el significado paracelsista italiano. La relación de Fioravanti con España pro-
renovador de su medicina «química». Poseemos un testimonio cedía de sus años de Nápoles, en los que se convirtió en el médico
español siglo y medio posterior a Fragoso de que dicha utiliza- preferido de los gobernantes españoles de aquel territorio. Se
ción restringida pudo mantenerse en las circunstancias más in- reunian ya entonces a practicar en su casa calchirnisti di diverse
esperadas. En la Cirugía Racional (1723) de Juan de Roda y nationi». En 1551 el virrey de Nápoles Pedro de Toledo le nom-
Bayas, titulo que cierra en cierto modo la larga serie de tratados bró médico de cámara de su hijo García de Toledo y con éste
que motivó la doctrina de Hidalgo de Agüero, aparece profusa- salió para Africa en la fiota del emperador Carlos V se~. Años más
mente citada la producción quirúrgica de Paracelso, sin que se tarde dedicó a Felipe IT su obra titulada Della Física (1592), cuyo
haga ninguna alusión a otras vertientes de su personalidad y de libro IV está consagrado a la alquimia :16• Este libro nos permite
su obra 82. Roda hizo esto cuando la iatroquímica llevaba en Es- reconstruir interesantes detalles de su estancia en España du-
paña más de medio siglo desempeñando uno de los papeles fun- rante los años 1576 y 1577. Como buen paracelsista, Fioravanti
damentales en la introducción de las corrientes modernas abierta- ocupó una posición intermedia entre la medicina y la ciencia aca-
mente enfrentadas con el galenismo tradicional. Pero, por otra démica y la alquimia extraacadémica. Por ello durante su estan-
parte, no se olvide que en las mismas fechas el propio Boerhaave, cia en nuestro país se movió también en un nivel intermedio en-
en sus Institutione.s et Experimenta Chem·iae (1724) , destacaba tre los que antes anotamos al hablar de los viajes de Paracelso y
la cirugia entre los escasos aspectos meritorios que concedía a de Clusius. Trató con numerosos científicos y médicos y hace,
Paracelso. por ~jemplo, grandes elogios de Monardes 8 ' . Pero, según propia
declaración, tanto en Madrid como en Barcelona y Navarra le
m. A pesar de todo, resulta lógico que la principal repercu- consideraron unas veces un «gran médico~ y otras un «alqui-
sión de la obra de Paracelso en la España de los últimos años del mista:. y un «nigromante~. De hecho mantuvo también estrecha
siglo xvr se produjera en el terreno de las relaciones entre la relación con varios alquimistas españoles, intercambiando con
química y la medicina. Particular interés tiene a este respecto ellos toda clase de noticias :111. Reproduce por ello al final de su
el complejo ambiente científico en torno a Felipe n. Fi.sica el texto de las Coplas sobre la piedra phiZosophaZ del va-
Junto a numerosos cultivadores de las diferentes disciplinas lenciano Luis de Centelles, que le proporcionó un alquimista ma-
científicas y técnicas, formaron parte de dicho ambiente perso-
nas consagradas a la alquimia. Existen pruebas documentales de
que en 1557, 1559 y 1567 varios «.mae.stros» habían trabajado al M Cfr. MAFFEr y R tiA FIOUEROA: np. cit., vol. I, pág. 219.
35 De la relación de Floravantl con Espafia se ocupan M.AF'FElt y RUA
servicio de Felipe II 38• En los últimos años del siglo sabemos F1GUEROA: op. cit., vol. l, pl1g. 259; y LUANCO, J. R.; Crónica Cient!fioa, 12,
31-33 (1889).
36 FIORAVA."íTI, L.: La fisica divisa in quatro Zibri. Venezia, Lulclo Spi·
30 FRAGOSO, J .: op. cit., págs. 395 y 218. neda, 1603 (1.• ed. : 1582).
:11 FRAGOSO, J.: op. cit., págs. 359 ss. 87 FlORAVAl.'IITL, L.: op. cit., lib. I, cap. LXVI.
32 RODA y BAYAS, J. : Oirugfa Racional. breve, segura y sua·ue cwraci6n SS Alude su relación en Madrid con tres alquimistas espafioles, tillO de
de heridas d~ cabeza. Zaragoza, Pedro Carreras, 1723. ellos licenciado y otro barbero, y con un clrujano boloñés alquimista, al
33 Cfr. RODR1Gl1EZ MARtN : op. cit. • que dirige el cap. II del lib. IV.
34 JOSE M." LOPEZ PIÑERO QUIMlCA Y MEDICINA EN ESPAÑA 35
drileño 811• Cabe pensar que Fioravanti contribuyó a la difusión máximas figuras médicas del Renacintiento español, cuyos escri-
entre los alquintistas españoles de las obras de Paracelso que, tos fueron citados con aprecio por los principales autores eur o-
como luego veremos, acabaron pasando a primer plano en la lite- peos durante más de dos siglos. Sin embargo, su mentalidad y
ratura por ellos manejada.
su obra ediciones comentadas de Hipócrates y Galeno, crítica
D~nt~o de la. medicina estrictamente académica el interés por nominalista de los esquemas clásicos, enseñanza clínica, adhesión
la qUJm1ca contmuaba centrado en la preparación de lo.s medi- a la reforma vesaliana- corresponden a las décadas centrales
camentos, pero con algunos cambios significativos respecto al del siglo. En 1592 era un respetado anciano que había llegado al
periodo anterior. La vigencia general de la «materia médica,. elevado cargo de «Protomédico general de todos los Reinos y
tradicional no había impedido que alcanzaran efectiva difusión Señoríos de Castilla~. Desde este puesto escribió el Tratado de
algunas nuevas aplicaciones de la química a la preparación de las aguas destiladas, que fue la última de sus obras y apareció
medicamentos, en especial la obtención de 4:quintaesencias» por poco antes de su muerte. Por ello no resulta extraño que en su
destilación. Los testimonios podrían multiplicarse. Antes citamos exposición no cite a Paracelso, mientras que elogia a Agrícola y
el Antidotario de Fragoso, pero la presencia de doctrinas quim icas se apoya en los textos sobre «materia médica» y destilación an-
y de operaciones de destilación y análisis es mucho más vigorosa t eriores al «Paracelsan Revival». La única excepción es De me-
en otras obras como D e compositor'um medicamentm·um examine dicina veteri et nova de Andernach, obra, como es sabido, de
novum methodum (1586) de Simón de Tovar, el médico sevillano . .,
t ranslCIOn.
amigo y corresponsal de Clusius ·10 • Pero sobre todo destaca el En el mismo ambiente científico en torno a Felipe II trabajó,
grupo .de «destiladores de su Majestad», que convirtieron la far- sin embargo. un cientitlco de auténtico relieve directamente in-
macia de El Escorial durante los últimos años del reinado de fluido por Paracelso: el extremeño Diego de Santiago, uno de los
Felipe II en un centro famoso por la obtención de «quintaesen- «destiladores de Su Majestad•. Su obra Arte Separatoria y modo
cias» '11• de aparta1· todos los IJicores, que se sacan por vía, de Destilac-ión
La auténtica difusión social que habían alcanzado las nuevas (1598) no es una monog¡·afia más sobre destilación, sino un es-
técnicas y la preocupación de Felipe TI por el tema se refleja en crito que desde muchos puntos de vista tiene interés para la his-
que el monarca promulgara una ordenanza reglamentando los toria de la química eur opea o~:s. Sin embargo, ha sido ignorada por
medicamentos de uso interno obtenidos por destilación. Dicha or- los historiadores extranjeros, incluso en los estudios consagrados
denanza fue explicada por Francisco Valles en su monografia a la historia de la destilación, y los mismos historiadores espa-
Tratado da las agua.s desti.ladas (1592) "2 • Valles es una de las ñoles la desconocen o le dedican muy escasa atención H .
3!> FIORAVANTI: op. cit., lib. IV, caps. x:n:
y XIII a1irma que se las
proporcionó un tal .-Lorenzo Granita». El texto de las Oopla.s de Centelles 4:S SANTIAGO, D. DE: Arte Sepwrator·ia y modo de apartar todos los Li-
que reproduce ofrece algunas variantes respecto del conservado en un ma- cores, que se sacan por via dE~ Destilación: para que las Medicinas obren
nuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid (cfr. LUA=-<CO: o¡J. oit., vol. I,
pág. U7). .- con mayor virtud, y presteza. .. Con la ·mam.era de hazer et ·instrumento
separatorio, que ínvento el At~thor, qtte es el mejor y más fácil que hastf.l. oy
dó A este aspecto de la obra de T ovar alude PIOATOSTEl y Rom~tGUE7,, F.: se a visto. Sevilla, Francisco Pércz. 1958.
Apu11tes para una Biblioteca Científica Espafwla del siglo XVI. Madrid, M . 44 Aparte de referencias muy breves e lncorrectas de dos autores del
Tello, 1891, págs. 310-312. siglo xvn (Rodrigo Cat·o y Nicolás Antonio), los únicos historiadores que
.u La actividad de estos ~destiladores de su Majestad» la s·ecogcn se han ocupado de su obra son HERNÁNOEZ MOREJóN, A.: Histeria biblio-
FRANCISCO VAJ..LES y DlEGO DE SANTIAGO en las obras que a continuación se gráfica de la Medic·! na E.~71afl.ola. Vol. m, Madrid, Vda. de Jordán, 1843,
comentan. 'ramblén se refiere a ella .JUAN DEL CASTILLO (Pharmaco1Joea Un1· págs. 419-420, y ME:NDI::Z BEJAitANO, M .: Dicc-ionario de es<n·itores, maestt>os
versa M cdíca?ncnta, Gadlis, l. d e Borja, 1622, fol. 257v ), boticario de origen Y oradores natttrales de Sevllla y ¡¡u cu.;tua1 pnn>incia, Vol. II, Sevilla, Tip.
francés r esidente en Cádiz, que se había formado en la farmacia. del Es· Gironés, 1922, pág. 387. Ambos desconocen por completo la biografía de
corlal. Acerca de su obra, cfr. FOLCH A NDREU, R.: La Qtttmica. E.studttos Diego de Santiago. MORI::JON se limita a dar noticia de la existencia del
sobre la. cienoía esp(l.f!ola del stglo XVII. Madrid, Gráil ca. Universal, 193ó, Arte Beparatoria. ME!'.'DEZ BE.f,\RANO lnfot·ma de otras dos obras suyas, una
pAgs. 387-393. de ellas, también de carácter qu!mlco. manuscrita y actualmente conservada
~2 YAI,~S, F.: Tratado de 1as agU(J,S destiladcu, pesos 11 med•das que los en la Bibliot eca de la Catedral de SevUla. Desconoce a Santiago incluso
Bottcarto~ deven 1UJar. por nulltla ordena-ya, y mandato de stt MaU6t>tad, 11 PICATOSTE (op. cit. 1 en su excelente repertorio bibliográfico de la ciencia
st~ Real Oonsejo. Madrid, Luis Sánch~, 1592. española del Renacimiento.
36 J OSE M." LOPEZ P IÑERO QUJMICA Y MEDICINA EN E SPAÑ A 37
Diego de Santiago, nacido a mediados del siglo XVl en una pe- confiriendo con médicos y siempre haciendo experiencias, en las
queña localidad de Extremadura, pasó toda su vida dedicado al cuales y en varios instrumentos que he inventado se ha gastado
trabajo de laboratorio en su pueblo natal, en Zamora, en Madrid cuanto mi trabajo me ha podido dar» 49 . Si se plantean proble-
al servicio del rey y en Sevilla, ci~dad en la que residía cuando mas sobre los que carece de experiencia, Santiago sabe afirmar :
publicó su libro 4 ¡;. Incluye éste un detallado estudio de los ins- «No d igo nada por no los haber experimentado» 60 • En consecuen-
trumentos, técnicas y materiales empleados en química, un re- cia, resulta lógico que la obra carezca casi totalmente de citas,
sumen de sus fundamentos teóricos y una amplia exposición de ya que «cuando la cosa se ve, no tenemos nescesidad de autori-
sus aplicaciones a la preparación de medicamentos y también a dades ni alegaciones» Gt. Por ello, adquiere mayor relieve la única
cuestiones relacionadas con las conservas, los vinos, el análisis referencia que aparece en todo el libro : «Los que siguen la doc-
de las aguas, los venenos, etc. trina de los antiguos, cuando se ofrece alguna ocasión de t ratar
Sin entrar ·en el estudio de s u pensamiento y de sus contri- de los efectos de la medicinas espir ituosas, que los dichos anti-
buciones, que resultaría inoport uno en este contexto "~6, destacare- guos no conocieron (esta fue la causa de no tratar dellas) y por
mos únicamente la maner a r otundamente moder na en la que San- haberlas ellos ignorado, no queren creer lo que dellas dicen los
tiago defiende la experiencia como criterio científico contrapuesto modernos; los cuales con muy justas causas han venido a t ener
a la autoridad de los clásicos: «El que hubiere de saber cualquier el dicho conocimiento, el cual se alcanza por medio de nuestra
. . '
cosa, mas c1erta y mas verdadera la hallar á en la naturaleza y arte separ atoria, la cual entendieron muy bien Arnaldo de Villa-
por menos rodeos, que no en las aut oridades y pareceres. Porque nova y Raymundo Lulio y Theopbrasto Paracelso y Vbequero
muchas deben estar escriptas, discurriendo con el entendimiento y Joannes de Rupecissa, y otros muchos que han seguido el arte
y parecer, sin venir a la demostr ación, y cuando se viene a ella separat oria, por cuyos medios han venido a saca.r a luz lo oculto
muchas veces es muy diferente lo que se halla a lo que se ha dis- de la nat uraleza; con lo cual se hacen los efectos que ignoran los
curr ido con el entendimiento. Y por esta causa mu~has veces no que siguen la medicina corporal» sz. La tradición en la que se ins-
concorda la plática con la teórica, y los que escribieron sin haber cribe Santiago es bien clara: los t res grandes nombres de la al-
experimentado y sin venir a la demostración de las cosas que se quimia bajomedieval, Wecker como tópico r epresentante de la
hallan en la naturaleza, estas tales autoridades suelen muchas fase empírica correspondiente a la literatura «de secretis», y Pa-
veces salir inciertas; y los que lo saben por experiencia no son racelso. La inftuencia de este último, bien evidente a lo largo del
confundidos con las dichas autoridades» 47• Es ta~bién muy clara texto de la obra, está asimilada por un científico de talante cr í-
su idea del progreso científico : «(Los antiguos) fueron discu- t ico, de modernidad a menudo sorpredente, aunque sean también
rriendo y experimentando algunas cosas, lo cual escribieron, y evidentes algunos rasgos que lo relacionan con la cultur a extra-
nosotros con el uso dello vamos viendo lo que mejor conocieron académica de los alquimistas. Santiago llama no obstante a la
de lo dicho, y con nuestro distincto vamos cada día descubriendo química «arte separatoria» y la influencia de Paracelso no queda
otras cosas y de aquellas mesmas quitando y añadiendo, y desta reducida como hemos visto a un mero complement o de las ideas
manera se van perficionando todas las cosas con el uso y el tradicionales, sino que sirve para contraponer orgullosamente la
tiempo» 1s. medicina «de los modernos» con la «medicina antigua». En sus
El libro corresponde, desde luego, a los r esultados obtenidos ataques a esta últ ima, Santiago insist e precisament e en la cues-
durante toda una vida de t rabajo, «en especial de veinte años a tión central del método : «La medicina antigua debe haber sido
esta parte, comunicándolos con los Destiladores de Su Majestad,
escripta, discurriendo con el entendimiento, sm venir a la de- sonalmente, afirma en su Catalogus claro1·um Hispaniae SO?'ipto-
mostración y experiencial'> ~. rum (1607) GT que en dicha obra «Paracelsum magis quam Cel-
Otra interesante huella que dejó la influencia de Paracelso en sum videtur sequi, hoc est Chemiam commendare». Esta noticia
la España de finales del siglo xvr fue la creación en la Universi- fue reproducida por Nicolás Antonio en su célebre Bibliotheoa
dad de Valencia de una cátedra consagrada a los medicamentos hispana nova (1672) 58 y de allí pasó a la mayor parte de los auto-
químicos. La fugacidad de su funcionamiento no debe impedir res que se han ocupado después de Cózar, siendo el origen de su
valorar su significación histórica. consideración como seguidor de Paracelso 119• La única referencia
Durante el siglo .XVI la Facultad de Medicina de la Universidad posterior independiente es la de Hernández Morejón. que llegó a
de Valencia fue el más importante centro médico esoañol. Ex- manejar el libro en cuestión. En su conocida Historia bibliográ-
cepcionalmente dotada por la rica burguesía urbana -de la que fica de la Medicina Española (1842-1852) la describe como «Un
dependía económicamente, llegó a contar· con nueve cátedras más tratado en alabanza y recomendación de la química, como nece-
dos «regencias» o catedrillas. Abierta a las corrientes renovado- saria a la medicina» y afirma que contiene una súplica dirigida
ras propias del Renacimiento, contó con la primera cátedra de a la Facultad de Medicina de Valencia, en la que Cózar afirma
anatomía de España que, como antes adelantamos, actuó de vi- que este libro no era más que la introducción de otras obras que
goroso foco de difusión de la reforma versaliana. y también con se proponía publicar oo.
las primeras cátedras de cirugia y de botánica médica. La oposi- Todo hace pensar que el libro de Cózar y su interés por la
ción al galenismo arabizado en nombre del bipocratismo condujo química aplicada a la medicina fueron el motivo directo de la
a la creación de una cátedra de «aforismos de Hipócrates» v el creación de la cátedra c:de remediis morborum secretis». El con-
interés hacia la terapéutica a la dotación de otra de «prá~tica tenido de su enseñanza parece fuera de duda, ya que «remedios
particular» (terapéutica clínica) ~~<1 • Este era el panorama de di- secretos» era un término habitual para designar los medicamentos
cha Facultad cuando en 1591 se creó una nueva cátedra «de re- químicos. Recuérdese únicamente el titulo de la influyente obra
mediis morborum secretis et eorum usu», que únicamente fun- de Gessner De remediis secretis líber ta. Lo que ya no resulta po-
cionó durante un año académico s5. sible precisar es el grado de dependencia de Cózar respecto de
Como titular de dicha cátedra fue nombrado Lorenzo Cózar Paracelso. En cualquier caso, la cátedra solamente funcionó el
que era entonces la personalidad médica más destacada de Va- año académico 1591-92 y Cózar no llegó a publicar ninguna de las
lencia. Habia sido catedrático de cirugía desde 1585 y en 1589 obras que proyectaba. Lo más probable es que ambas cosas se
fue nombrado por Felipe II «Protomédico» del Reino de Valen-
cia 116• En este último año había publicado un libro titulado Dia- 57. SCHO'M', A.: Catalogus claror-um Hispa11iae Scrlptorun~. qui latine
logus vm·os mcdicinae fontes indicans) e07'Umque cognitionem per- Disciplinae omrnes Humanitotis, J1Lrls¡mtdentiae, PhUosophíae, Medicinae ac
Theologiae illttstrando. etiam, trans Pyrenaeos evulgatf. sunt . Maguntlac. B .
f~oto medico necessariam esse dmnonstrans (1589) , q\.Je desgra- Lippi, 1607.
Cladamente me ha resultado imposible localizar, a pesar de una 58 ANTONIO, N.: BU;liot1!e<'a Hispa11a Nova ... vol. IT. Matrltl, J. de !ba-
rra, 1788, pág. 4. Semejantes son las noticias que ofrecen ROJ>RfCOEZ, J .:
detenida búsqueda en las más importantes bibliotecas españolas Biblioteca Valentina. Valencia. J . Tomás Lucas. 1147. pá.g. 292. Y Xtiln:.:NO,
Y extranjeras. A través de testimonios indirectos resulta posi- V.: Elscr-itores del Reyno de Valencia. Vol. I, Valencia, J. E. Dolz. 1749.
pág.s. 186-187.
ble, sin embargo1 tener idea de su contenido. Un contemporáneo ll9 El primer repertorio extranjero que se ocupó de Cózar fue el de
de Cózar, el flamenco Andreas Schott, que debió conocerlo per- ~GET, J. J.: BibUotheoa Scrtptm"'tm Medicon6m Veteru.m et Reoentionvm,
Vol. II, Genovae, 1731. pág. 1500, reproduciendo la noticia de Nicolás Antonio.
60 HERNÁNDE?: MOREJON : op. cit., vol. ill, pág. 361.
:;:¡ SANTIAC:O : op. r.it., lib. li, fol. 22 R. 61 Publicado, como es sabido, oon ·el seudónimo de cEvooymus Philia-
~~~ Cfr. LOPEZ PI~Eno, J. M.: Valencia y la medicina del Renacimiento y trus» en 1552, esta obra de Gessner alcanzó muchas ediciones a lo largo del
del Barroco. Actas del In CongTeso Nacional de Historia de la Medicina. medio siglo siguiente. siendo traducida al alemán, al francés y al Ita--
Valencia. 1969, Vol. II, págs. 95-108. liano. En nuestro pafs fue también muy manejada. como lo demuestran
88 Archivo Municipal de Valencia. Lonja Nova. lib. 60. 23 I. 1592. las numerosas veces que la citan los autores espa.fioles de la época y los
116 Archlvo Munlctpat de Valencia. Lonja Nova, lib. 54.-60, pa.siJim. abundantes ejemplares de la misma existentes en nuestras bibliotecas.
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40 JOSE M." LOPEZ PIÑERO QUIMICA Y 1\-IEDICINA EN ESPANA - 41
debieran al fallecimiento del médico valenciano, que parece en- niones de cuatro de sus más destacados representantes: el escri-
treverse a través de la documentación. Muerto el influyente «Pro- tor Francisco de Quevedo, el médico Antonio Ponce de Santa
tomédico», la cátedra, quizá., dejó de tener titular apropiado e Cruz, el boticario Esteban de Villa y el metalurgista Alvaro Alon-
incluso de interesar. so Barba.
Francisco de Quevedo y Villegas, gran figura sobradamente
!II. LA OBRA DE PARACELSO EN EL APOGEO DE LA CONTRARR EFORMA conocida en sus diversas facetas de intelectual y creador litera-
-
ESPANOLA rio, se ocupó de Paracelso en varias de sus obras M. En Los 8'1W-
ños, la más célebre de sus producciones satíricas, aparece en cE!
(Primera mitad del siglo XVII) sueño del infierno» (1608) como uno de los condenados en la sala
En la España de la primera mitad del siglo XVII culminó la infernal destinada a los alquimistas y a la ~ trulla de astrólogos
influencia de !os factores negativos que habían interferido el y supersticiosos». Quevedo se burla sangrientamente de los al-
desarrollo de la medicina y de la ciencia españolas durante el quimistas, pero es algo más moderado con Paracelso: ~ Teofras
último tercio del siglo anterior. El aislamiento del resto de Euro- to Paracelso estaba quejándose del tiempo que había gastado en
pa se hizo más impermeable y el escolasticismo más estéril y li- la alquimia, pero contento de haber escrito medicina y mágica,
bresco, m.ientras se endurecía la s it uación de las minorías disiden- que nadie la entendía, y haber llenado las imprentas de pullas a
tes y se agravaba la crisis económica y política. En consecuencia, vueltas de muy agudas cosas» CH.. La prueba de que respetaba
la actividad cientifica se redujo a una mera prolongación de la algo la vertiente médica de la obra de Paracelso es que lo cita
renacentista, completamente de espaldas a los nuevos plantea- como autoridad en una cuestión de medicina en la introducción
mientos. Durante las primeras décadas de la centuria el nivel de del Anacreón castellano (1609) ll5 . No obstante. en Españ.a defen-
la ciencia española fue, a pesar de todo, considerable, y en algu- dida y los tiempos de ahora. escrita asimismo en 1609. .celebra
nas disciplinas se realizaron incluso contribuciones originales de que en España no exista un movimiento paracelsista e insulta
importancia. Pero ello no debe hacer olvidar aue esa continuación, ferozmente al propio Paracelso: «¿Tiene acá (en España) se-
-
en parte brillante, de nuestra ciencia renacentista, se desarrolló cuaces la perdida ignorancia del infame hechicero y fabulador
al margen de las nuevas corrientes que empezaban entonces a co- Teofrasto Paracelso, que se atrevió a la medicina de Hipócrates y
brar fuerza en otros paises del Occidente europeo. Todavía más, Galeno, fundado en pulla y cuentos de viejas y en supersticiones
a espaldas de los planteamientos renovadores de los propios cien- aprendidas de mujercillas y picaros vagamundos?» 66•
tíficos españoles del siglo XVI e2 • Más terminante y negativa fue la opinión sobre Paracelso de
La a lquimia española de este período continuó siendo una ac- Antonio Ponce de Santa Cruz, catedrático en la Universidad de
tividad marginal que tendió a subrayar, como en el resto de Euro- Valladolid y uno de los más influyentes cabezas del galenismo
pa, los aspectos alegóricos y ocultísticos. En la -literatura propia escolástico en la España de este periodo ;n. En sus Opusctüa me-
de esta subcultura -que rara vez llegó a aparecer en forma im- dica et philosophica (1622) lo cita al ocuparse de la antropogé-
presa- Paracelso pasó a convertirse en una figura de importancia nesis: «Theophrastus Paracelsus in Philosophia magna, tractatu
central. La cultura científica académica, por el contrario, man- primo, et libro 2. de homunculis, ait, quosdam homines esse Ada-
tuvo una actitud extremadamente critica ante la obra del médico micos, id est, per continuatum generationem ab Adamo deseen-
alemán.
La postura de la cultura académica española de la primera
l. 61! QUEVEDO Y VILLEGAS, F.: Obras completas. Estudio preliminar. edición
mitad del siglo xvn ante Paracelso puede ejemplificarse en las opi- Y notas de Felicidad Bt¿endía. 2 vols., Madrid, AguiJar, 1966.
64 Q UEVEDO: op. cit., vol. I, pág. 159.
65 Q UEvEDO: op. cit., vol. n, pág. 734.
82 Una exposlclón detallada de este periodo de la ciencia española en 66 Q uEvEDO: op. cit., vol. I, pág. 517.
mi libro : La introduccl6n e11 Espaila de la cieru~ia m<>d.fn-l~a. Barcelona. frT Acerca de la personalidad y la obra de Antonio Ponce de Santa Cruz,
Ariel, 1969. Cfr. HERNÁNDEZ MOREJON : op. cit .. vol. IV. págs. 172-185.
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42 JOSE M."' LOPEZ PIÑERO QUIMlCA Y MEDICINA EN ESPAÑA 43
dentes; alios vero in aquis generari, neutiquam a primo parentes trinas oscuras o sin aplicación inmediata 74 • Su interés por Pa-
derivatos; alios in igne; alios e terra nascentes: quos suis nomi- racelso fue, por lo tanto, muy escaso. Lo citó únicamente en el
nibus apellat Undenos, seu Nympbos, Salamandros, Pygmaeos, capitulo titulado «Del Azufre, y Antimonio», comentando espe-
Sylphos» Gs. Pero se apresura a continuación a quitarle toda auto- cialmente sus cmuchas exageraciones)) acerca del azufre, entre
ridad: «Sed iste Autbor perpetuo deliravit: et ab isto tam turpi ellas la posibilídad de obtener del mismo un aceite con el que la
errore progressus, quantas absurditates somniavit ?» 60• plata se convierte en oro 75 •
EJ benedictino Esteban de Villa fue autor de algunos de los n . Como antes adelantamos, la alquimia española continuó
mejores textos de farmacia publicados en España durante este siendo durante este periodo una actividad marginada de la ciencia
medio siglo 70 • En ellos resulta posible seguir la evolución de su académica. Su literatura en muy escasas ocasiones llegó a ser
actitud ante Paracelso. El tituJado Exam<m de boticarios (1632) impresa. El libro De Za Quinta Essencia del oro medicinal (1607)
no lo incluye en el e.~enso repertorio de bibliografía farmacéutica del médico sevillano Gerardo Vaget de León es una de las poqui-
con que comienza la obra. Se limita a citar a Gessner , Ulstad. simas excepciones. En genel'al, continuó difundida a través de
Wecker y Diego de Santiago entre los autores de libros sobre manuscritos de carácter muy parecido a los del siglo XVIJ es decir,
destilación 11, aunque luego alude a Paracelso al ocuparse del incluyendo obras completas o fragmentos en latín, castellano o
antimonio 72 • Por el contrario, en el Libro <k los .simples incógni- catalán, junto a una heterogénea serie de recetas y notas breves.
tos en la M edicina (16 43) hace una ardiente defensa del uso de Aunque no se ba realizado todavía un estudio sistemático de es-
los medicamentos químicos, citando en este contexto a Paracelso: tos textos, es posible afirmar que la mayor parte de los que se
«Seria muy conforme a la razón que los tímidos depusiesen todo conservan proceden de Cataluña, Valencia, Madrid y Sevilla, que
el recato y miedo que suelen tener tan grande. cuando no se debieron ser los principales núcleos españoles de cultivo de la al-
atreven a ordenarlos aunque vean morir a los enfermos, con que quimia durante estos años. También es patente la tendencia a
los privan a veces de los mayores auxilios que la química tiene subrayar los aspectos alegóricos y ocultisticos, de forma parecida
para vivir. Porque ¿quién podrá negar la virtud tan loable del a lo que sucedía en el resto de Europa 76• Pero la novedad que
vitriolo, que aunque por sí sólo ofende al estómago, su quinta- más nos interesa en este momento es que Paracelso ha pasado
esencia (como dice Porta) le conforta y despierta la gana de co- a convertirse en estos textos en una figura del máximo relieve,
mer, y hace otros efectos admirables que refieren Ulstadio, La- que se incorpora sobre el fondo de la tradición alauímica de ori-
guna, Paracelso, Monardes y otros?~ 18 . gen bajomedieval.
E l Arte de los metales (1640) de Alvaro Alonso Barba fue. Desconocemos cómo se produjo la incorporación de las obras
como es sabido, el tratado en el que culminó el período «Clásico» de Paracelso al ambiente de los alquimistas españoles, aunque
de la minerometalurgia española en América. Su autor era un todo hace pensar que tuvo lugar durante el último tercio del ~i
técnico preocupado por cuestiones eminentemente prácticas, que
intentó solucionar, basándose casi siempre en la experiencia pro-
.. _ glo XVI a través de la relación con Fioravanti y otros paracelsls-
tas extranjeros. Lo único indiscutible es que la influencia de
pia. No tenia excesivo interés teórico y desconfiaba de las doc- P aracelso llegó hasta tal punto que algunas de sus obras, autén-
ticas o apócrifas, fueron traducidas al castellano, como antes lo
68 PONCE DE SM"TA CRUZ, A.: Opu.scula. medica et phí.wsophfca. Matrltl, 7.o~ BARilA, A. A. : Arte de los meta.les en que se enseña .el ·verdadero
T . Junta, 1622, p~. 32. bem:f-icio de ws de oro y ¡1lata vor ar,¡og·ue. El -rnodo ~e fund'l/l'los todos '!J
69 !bid. como se han de re/ittar y aparta,· tmos de otros. Madnd, Impr. del Reyno,
;o Cfr. FOLCU ANDREU: op. cl.t., p{lgs. 348-350. 1640. Numerosas ediciones castellanas posteriores, así como de las traduc-
11 VILLA, E. DE : Exa?ne't de Boticarios. Burgos. P . d e Huydobro, 1632, ciones Inglesa, t'ranct>sa, alemana y holandesa. Un estudio d etallado de la
fol. 9 R. obra de Barba con amplias referencias de la bibliograffa a ella dedlcada,
T2 VILLi\, E. DE: Examen...., fol. 169 R. en POR TELA, E. : op. cit.
73 VILL.o\1 E. DE: lAbro de los simples inc6gnito8 e11 la Medicina. Burgos, 115 BARil.\: 071. cit., Ub. l , cap. X.
P . Gómez Valdivieso, 1643, pág. ll2. 76 Váase la nota 21.
44 JOSE M." LOPEZ PIÑERO QUIMICA Y MEDICINA EN ESP AÑA 45
habían sido diferentes textos alquímicos atribuidos a Ramón Lull, El t ratado titulado «De natura reru.m» corresponde, desde lue-
Arnau de Vilanova o Christoforus Parisiensis. Vamos a compro- go, a la obra de Paracelso Die 9 Bücher de Natura rerum, an Jo-
barlo en dos manuscritos desconocidos hasta ahora por los es- hansen Witnkel.steiner, quedando intetTumpida la traducción cas-
tudiosos de la bibliografía par-acélsica n . tellana a mitad del «libro octavo» 81• En cuanto al llamado cDe
El primero es un manuscrito en 8° de casi doscientos folios, la naturaleza del hombre)), su texto es la versión castellana del
procedente de Barcelona y que actualmente se conserva en la escrito de Paracelso que en la edición de Sudboff de sus Samtliche
Wellcome Historical Medical Library de Londres 78 • Contiene la Werke aparece bajo el siguiente encabezamiento: cDe virílnts
traducción castellana de dos obras de Paracelso tituladas «De membrorum 6 Bücher (unwollstandig), auch D e Spiritu vitae
natura rerun1» y «De la naturaleza del hombre», una serie de benannt» S:!. El texto castellano de ambas obras es una traducción
fragmentos procedentes de otros escr itos del autor alemán y literal, casi palabra a palabra, de la versión latina que de ellas
varios textos del falso Lull y de Rupercissa. Su estructura es, por ·- hizo Georg Forberger, publicada por vez primera en Basilea en
tanto, la habitual en los manuscritos alquímicos españoles a par- 1573 con el titulo De natura rerum, libri septem.. De natura ho-
tir del Renacimiento 70• Como casi todos ellos, las páginas ini- minis libr·i d·uo. Lo mismo que el manuscr ito español, la versión
ciales y finales están llenas con recetas alquímicas y notas, re- de Forberger no incluye los libros 9 y 10 del primero de dichos
dactadas en catalán y no en castellano como el resto. Dichas ano- textos tia.
taciones son de fecha posterior al texto castellano y en su mayor Los fragmentos procedentes de otras obras de Paracelso están
parte parecen redactadas por un tal Jacinto Bertrán, habitante agrupados en dos series. La primera 84 incluye t raducciones cas-
en la ciudad de Barcelona, que fue dueño de manuscrito al m~ tellanas del «Primum Manuale», del cSecundum Manuale», de los
nos entre 1660 y 1696 8°. «Archidoxorum» y del cLibellus de quinta essentia», tal como
aparecen en la edición latina de Perna, A ureoli Theophrasti Pa-
racelsi .Archidoxorum, seu de Secretis Naturae mysteriis, libri
77No están incluidos en el gran repertorio de K SUDROFF: Versuck einer
Kritik der Echtheit dor Pa?·accZsischen Schriften. I Theíl. Die 1¿nter Hohen- decem . .. (1582) G. La segunda serie 116 comprende asimismo ver-
heim's Namen ersclvienenen Drt¿ck.schriften. JI. Theil. Paracel-sische H mul- siones castellanas de los cArchidoxorum:., cDe cementis», «De
schriften. 3 vols. Berlin, G. Re!mer, 1894-1899. Tampoco en la obra comple-
mentaria de K. H. WEtMANN: Pa1·acelsus-Bibliographie 1932-1960. Mit einen vita langa», y de «Ratio extrahendi ex omnibus metallis mer-
Verzeiahni.s net~ entdeckter Paracelstu-Handschriften. Wiesbaden, F. S teiner, curiUID», tal como figuran en el tomo VI de la edición de Frank-
1963. Sudhoff, aparte de los manuscritos en alemán, recoge otros en latfn,
inglés, checo, holandés, danés, etc. Entre los que añade Weimann hay in- furt de las Operum Medico-Chimioorum sive Parodoxorum
cluso uno en árabe, pero ni uno ni otro citan ningún manuscrito en castellano.
El nOmero 26 del repertorio de Sudhoff es, por cierto, un manuscrito, actual-
mente en el Britlsh Museum (Sioane 320, 321), que Incluye una traducción
inglesa del texto latino de c:De natura rertllll> y <De natura hominiS> se- 81 Fols. 6 R - 86 R del manuscrito. Puede compararse con el texto aleml\n
gún la verslón de Forberger, coincidiendo por tanto con uno de los ma- d e la edición del Sudhoff: PARACELSUS: .SlttntlichP Werke . ., XI, 307-403.
nuscritos españoles que a continuación comentamos. Entre los añadidos por s2 F ols. lOOR - 112'' del manuscrito. Puede compararse con el texto ale-
Weimann hay asimismo dos (números 36 y 66) que reúnen estos dos mismos mán de la edición de Sudhoff: PARACELSlJS: Siim.tliche W erke ... , ID, 13-28.
tex-tos. sa Aureoli Theo7Jhrasti Paracel.si, summf philosophí ac medici, De ?tatu.ra
78 Cfr. MOORAT, S. A. J.: Oatalogue ot We.sten~ ManttScripts on Medicine TE}rum. libri septem. De natura T~ominis ltbri auo .... Basilea, per Petrum Per·
and Science in the Wellcome H istorical Medical .Ubrary. 1. Mas. Written nam, 1573. (Sudhoff, Blbl. Parac., núm. 145). El carácter llteral de la tra<luc-
before 1650 A . D. London, The Wellcome Historical Medlcal Library, 1962, ción castellana comienza en los mismos tftu los de las obras, que v.le t'ten pala-
pág. 466 (M.s. 598). bra a palabra los de la traducción 1at1na de Forberger. Pot· ejemplo: «'De
10 Véase la nota 21. Aureolo Theophra.sto Paracelso Philosopho y medico. De la nattu·a!~:r.a. dul
80 En la primera hoja aparece la siguiente frase: c:Aquest libre es de ml nombre libros Dos~.
Rlaclnto Bertran menor, donzcll; domlcillia.t a la siutat de Barcelona, als pri- 84. Fols. 86R - 99'' : «Primero Manual» ; e De los Archidoxos»; «Libro de la
mer de Janer, de 1660:t. (Incorrectamente transcrita por MOORAT: op. cit.. pág. quinta essencia:t ; c:Manual Segundo»: <Manual Prlmcro».
466). Hay también otra más breve. tachada e ilegible, que quizá corresponda 86 Aureoli Theophrasti Paracel.si. ..ll:rcMdoxorttm., Se¡¿ de Secretis Natu-
al nombre del poseedor lnterior. Las anotaciones alqufmicas en catalán de las ra.e mysterii.!, libri decem . . Bastlea.e, per Petrum Pernam, 1582. (Sudhoff,
siete páginas siguientes, as! como la mayor parte de las contenidas en las Bibl Parac. num. 191).
cuatro finales tienen la misma letra de Bertran. En la antepenúltima hay se Fols. 112V-125R: «De cimleotos:t; c: Archydoxos:t; ~De vlta looga»;
una con la fecha de «21 d el mes de octobra 1696::.. <Tratado d e la Rac;on y modo de sacar de todos los Metales el Mercurio».
46 JOSE M.• LOPEZ :PIÑERO QUlMICA Y MEDICINA EN ESPAÑA 4.7
(1605) a•. En otros lugares del manuscrito aparecen también atribuido a Paracelso, cada uno de cuyos fragmentos es comentado
aislados fragmentos de otros lextos atribuidos a Paracelso: «De ampliamente por el traductor. Además de los dibujos intercalados
spiritibus planetarum» en los primeros folios y cDe contracturis» en los comentarios, existen al final tres hojas con figuras de apa-
y «Primum l\1anuale» en los finales, aunque separados por un ratos. El manuscrito incluye también otro texto repetido de la
texto de Juan de Rupercissa ss. «ParacélsicaJ>, varias anotaciones y extensas citas del Thesoro,
Nada podemos decir del anónimo traductor de estos textos pa- tratado alquímico atribuido a1 rey Alfonso X el Sabio de Casti-
racélsicos, a no ser gue se trataba de un español de la primera mi- llas:~.
tad del siglo XVH gue se interesaba exclusivamente por la alqui- El prólogo del traductor nos permite saber que el original no
mia. Puede descartarse casi con seguridad que fuese un médico. procedía en este caso de una edición impresa, sino un «tratado de
por la forma en la que selecciona los fragmentos estrictamente mano escripto en cifras difíciles de entender». Dicho manuscrito
químicos incluso en un tratado de carácter quirúrgico como «De «quedó en poder del rey» junto con una copia del recién citado
contracturis» 89• parece también claro que sus fuentes fueron las lAbro deZ Theso?·o y un tercero «que trajeron unos padres de la
traducciones latinas de las obras de Paracelso gue circulaban en Compañía de Jesús, los cuales tratan de la misma obra». Su inten-
España, ya que las ediciones que tradujo literalmente coinciden ción al hacer la traducción y redactar los comentario fue entregar
con los ejemplares que b.oy se conservan en las bibliotecas de nues- «.a su Majestad la declaración de todos, ansf como yo la entendí y
tro país y también con las citas de los libros españoles de la época. declaré». Sus palabras indican que era un alquimista con larga
El segundo manuscrito tiene un carácter parcialmente distinto. práctica: «El Señor Dios nuestro ... ha permitido que yo las haya
Se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid y lleva una porta- hecho (las operaciones) sin salir punto de sus preceptos y sola-
da con el siguiente título: Paracelsina admirable de let P.B.« (pie- mente me ha faltado ponerlas en el huevo filosófico, que es en el
dra filosófica) cu,ya materia es el mercurio. F·undad(l sobre el nú- último conocimiento y coagulación de la piedra.. . y temiéndome
mero ternario 9'' . Incluye 130 folios en 4.0 , estando los cuatro pri- del último de la vida (como hombre que soy mortal) antes de ha-
meros ocupados por una especie de prólogo del traductor, un vo- berlo hecho en ejecución para con ello servir a Dios y a mi rey
cabulario de las palabras usadas, una figura circular o «isoperíme- y Señor, me ha parecido escribir todas las experiencias que tengo
tra» y un breve te.xto alquímico titulado «Fundamentos Físicos hechas, clara y distintamente». Y añade: «Fuera de ser bastante
sobre el Gran Lapis con que se declara la figura llamada arca diestro en las operaciones químicas por práctica de muchos años,
sacra de Dios» ~'11 • En el reverso del folio cuarto, « Comien<;a la obra tengo el conocimiento de las materias también entendido» 11• .
yntitulada paracelsica, con las notas de sobre el texto» 112• Se tra-
ta de una traducción castellana del tratado De lapido philosophico El manuscrito lleva, con otra letra, varias anotaciones, clara-
mente posteriores, firmadas con las iniciales H.O.D.B .. una de ellas
fechada. en 1658. Mucho más interesante es que en la portada fi-
1>7Nobilis, 07af'i.sllimi.... Pa,·ace'lsi, Operum Medico-Ohimicorum ... T~mus gura también la firma de Luis Amigó y Beltrán, abogado de los
Gen"imts 8ext1t.s, 8. Oht¡mict.s Pr-imus, Ootttit~en.s, ProcesstUJ et pracpa,·attone.'>
Spagy'l'ica8. FL·o.cfOJ't a m Meyn, bey Joh. Weckels Erben. l 605. En el fol. 1131¡ Reales Consejos del que más tarde nos ocuparemos. Se trata, en
del manuscrito apm·cce una anotación que se refiere a esta edición. efecto, de una de las figuras más sobresalientes de la alquimia es-
ss Fols. 1n - f:iv {más otro al principio sin nwnerar): «de spirlt plaJ1cta-
rum c. l. . 'l'raducción castellana de esta obra. apócrifa ya en Fols 163" pañola de finales del siglo xvn. La presencia en su biblioteca de
165v : «Primer Manuah. Tercera. vez que aparecen fragmentos de esta obra este manuscrito, en que tan acusados son ya los elementos alegóri-
en el citado maou~crlto. Fols. 158 - 161 v: «'rractado de contraclurls~. Tr~
ducclón procedente de alguna de las ediciones latinas de la llamada Ohírurgm cos y ocultísticos, es un ejemplo de la continuidad histórica de la
mitwr o vulnen~m (BaRllea, 1569¡ Ibid. 1570; reimpr. 1573; Franlúurt, 1603 ) o alquimia española a lo largo de la centuria.
de lA Pyro1>h1Zia (BasUea, 1568) . Aunque se trata de un libro quirúrgico, los
fL·agmentos .seleccionados son puramente químicos.
b9 V éase la nota anterior.
90 Biblioteca. Nacional de Madrid. Manuscnto núm. 8336.
91 Folll. l R - 4 V. sa En Fols. 32R y 91R.
92 Fols. 4v - 101 v 114 F ol 2R,
~----------------------------------------~;~.-----------------------------------~
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50 .JOSE M. n LOPEZ PIÑERO QUil.VIICA Y MEDICINA EN ESPAÑA 51
y a sus seguidores, de los feroces insultos habituales desde Eras- secuencias fue mantenida por los tradicionalistas «moderados»
tus. Nada menos que cuatro textos encontramos en sus obras hasta las últimas fechas del siglo, a menudo en polémica con los
completas dedicados a estos ataques 97• En cambio, acepta los novatores o con los cultivadores de la alquimia. En algunos casos
medicamentos químicos, «quia Dogmaticus medicus debet omnes se trataba de autores de notable amplitud de criterio y sólidos co-
medica.mentorum vires cognoscere, quae utilia sunt pro morbis nocimientos químicos, como los médicos Juan Guerrero y Andrés
curandis, si scientifice ab ipsis applicentur», y «spagyrica medica- Gámez, principales críticos de los alquimistas en la década de los
menta pro pluribus curandis morbis sunt ex usu, si debite applicen- años ochenta lO<~. Los tradicionalistas «intransigentes», por el con-
tur» 98• La química («Ars Spagyrica») no debe considerarse como trarío, prefirieron seguir ignorando a Paracelso y sus seguidores
una secta, sino como un recurso técnico que complementa la medi- durante largos años. Pero cuando a finales de la centuria empeza-
cina gaiénica 99 • Como es sabido, los galenistas franceses de estos ron a imponerse los novatores) reaccionaron violentamente contra
años se opusieron rotundamente a la utilización del antimonio. Paracelso, como cabeza culpable del ya poderoso movimiento ia-
Bravo de Sobremonte, por el contrario, le dedicó un estudio mono- troquímico. Recurrieron entonces a los insultos procedentes de
gráfico en el que recomienda su uso, aunque de acuerdo con los Erastus y al obligado recurso de presentar a Paracelso como un
principios tradicionales 1oo. hereje y bla,sfemo. Un €jemplo típico de esta reacción lo encon-
Otros importantes galenistas «moderados» mantuvieron ante la tramos en la Vindicta de la veTdad (1700) del catedrático sevillano
obra de Paracelso posturas semejantes. El sevillano Gaspar Cal- Pedro Ossorio, publicación destinada a atacar a uno de los compo-
dera de Heredia defendió, con notable calor, el uso de los medica- nentes del grupo que había fundado la «Regia Sociedad de Medi-
mentos químicos, en especial el de los derivados del antimonio, y cina y otras Ciencias» de Sevilla, primera institución científica es-
citó numerosas veces a Parace1so y a varios de sus seguidores 101. pañola plenamente moderna. Habla en ella de la iatroquímica,
En la obra del catedrático de la Universidad de Alcalá, Pedro Mi- como de «una doctrina cuya cabeza es Paracelso, hombre tan im-
guel de Heredía, empieza incluso a insinuarse la patología iatro- pío ( y por tal lo tiene Nuestra Santa Madre Iglesia condenado)
química en medio de los esquemas galénicos, a pesar de que este que dice, que el médico no ha de aprender en las universidades y
autor no cita explícitamente a Paracelso 102• La misma significa- teatros literarios todo lo que puede y debe saber, sino que algunas
ción tiene asimismo el principal tratado farmacéutico español de la :veces de las viejas, de los zigeunos (engañadores supersticiosos del
época, escrito por Jerónimo de la Fuente Pierola y que lleva ya el ·cáucaso), nigromantes, embusteros y viejos rústicos ... que defien-
título Tyrooinio Pharmacopeo) Method,o medico) y Chimico de que sin padre ni madre se puede engendrar un hombre por arte
(1660) 103. química ... y que Cristo Nuestro Señor y Redentor tuvo dos géne-
Esta actitud ambivalente ante la obra de Paracelso y sus con- ros de carne y otras infinitas herejías e impías proposiciones que
quien las quisiera ver lea a Erasto de blasjemii.s Paracelsi) y se
saciará de blasfemias ... >>Jos.
H7 BRAVO DE SOBREMONTE) G. : Resolutionum ac Consultar·ionum lliedica-
rum 3 vols. Coloniae, J. W. Friessen, 1674. Los textos son: «Ut:rum secta Pa-
r~cesistica differat ab Spagirica» (I, 7-9); «Utrum Sal, Sulphur, et Mercuriu.s
-- JI. La primera de las figuras de la subcultura científica extra-
s1nt causa materialis cuiusvis morbi magnb (II, 7-10); «Paracelsi ridícula académica que. entró públicamente en colisión con la medicina aca-
proponitur opinio» (III, 39-40); «De Praxi Sectae Paracelsi seu Severiana»
(III, 342-344). démica fue el sacerdote zaragozano Juan de Vidós y Miró, autor de
-98 BRAVO DE SOBREMONTE, G.: op. cit., m, pág. 285. un libro pomposamente titulado Medicina y Cirug·ía racional y es-
19'9 BRAVO DE SOBREMONTE, G. : op. cit., liT, págs. 344-346. pagírica (167 4). Vidós atacó muy duramente la autoridad de los
_ lOO BRAVO DE SOBREMONTE, G.: «De Stibii natura, et usu». Op. cit., m,
pags. 294-308. Incluye abundantes citas de Paracelso y de varios iatroquími- clásicos, pero no era en realidad más que un curandero que ofrecía
cos.
101 Cfr. RIERA J . : Gaspar Caldera de Heredia. Médico español del siglo
XVIL Salamanca, Seminario de Historia de la Medicina Española, 1970.
1'02 Cfr. PESET, V. : La doctrina intelectualista del delirio de Pedro Miguel 104 Cfr.FOLCH ÁNDREU; op, cit., págs. 358-364.
de Heredia. Arch. Ibetoam. Hist. Med., 14, 133-206 (19.6 2 ) , 105 OSSORIO DE CAS'I:RO, P. : Vindicta de la v&~·dad o examen de la razón ...
103 Cfr. FOLCH ANDREIJ : op. cit., págs. 346 y SS. Sevilla, J. F. de Blas (1700), pág. 76.
.:...
52 JOSE M. S LOPEZ PIÑERO
QUIMICA Y MEDICINA EN ESPAÑA 53
remedios «extraordinarios». que no justifican el adjetivo «espagí- m Los novatores) es decir, los primeros médicos y científicos
rica~ que lleva su obra, que utilizó sin duda por el prestigio social
españoles plenamente modernos tuvieron una actitud completa-
que implicaba 1ou. mente distinta ante la obra de Paracelso. Conviene advertir que' la
iatroquímica fue la doctrina que fundamentalmente siguieron los
De mucho mayor relieve fue la actividad de Luis Alderete y autores que rompieron de forma abierta en España con el galenis-
Soto, personaje que corresponde plenamente al mundo de la al- mo e introdujeron los nuevos datos y teorías. Por ello no puede ex-
quimia de su época. Ocupaba los elevados cargos de regidor trañar que para ellos fuera Paracelso una figura respetable, como
perpetuo de la ciudad de Málaga y de alguacil mayor de la In- uno de los primeros iniciadores de las corrientes modernas. Pero
quisición, y había viajado por Italia y por otros paises europeos. su obra se había convertido ya en historia, habia dejado de ser
donde se había relacionado con alquimistas y también con iatro- directamente utilizable, al quedar superada por el arrollador avan-
químicos. Su sistema consiste en una combinación de las ideas al- ce del progreso científico posterior.
químicas con interpretaciones especulativas del Apocalipsis basa- Esta es la actitud que encontramos, por ejemplo, en las obras
das en la astrología. La aparición del cometa de 1680 y 1682 la del médico hispanoitaliano Jaun Bautista Juanini, uno de nuestros
tomó como complemento de las proféticas revelaciones de San primeros novatores. Su Discu1·so político, y phísico (1679) fue uno
Juan, presumiendo haber descubierto con sus composiciones la de los primeros textos eur opeos que aplicó la doctrina de J ohn
medicina universal. a la que llamó «agua de la vida» 101. ~yow del «espiritu nitro-aéreo», concretamente a un problema
Las obras de Alder ete, publicadas entre 1681 y 1682, contenían de h igiene pública. Sus cartas (1691) , un excelente estudio sobre
furibundos ataques contra los autores clásicos y motivaron una anatomía y fisiología normal y patológica del sistema nervioso. En
de las polémicas más agrias de la época. Lo atacaron tradicionalis- ninguna de estas dos obras alude Juanin i a Paracelso, mientras
tas de todos los matices y lo defendieron autores de su misma lí- que son muy numerosas las citas de Silvio, Willis, Mayow, Vieus-
nea, entre los que destaca el abogado de los Reales Consejos. Luis sens, Du Hamel o Recli. Paracelso aparece únicamente en la Nu&va
Amigó y Beltrán, que ya cita.mos como poseedor del manuscrito de Idea Plvysica Natt¿?·al (1685), su obra de carácter más teórico, en
la traducción castellana comentada del D e lapide philosophico atri- un contexto que tiene el carácter de revisión histór ico uo.
buido a Paracelso. La Apología (1682) que escribió Amigó a favor La misma actitud se refleja de modo más explicito en el libro
del «agua de la vida» de Alderete es un texto de tanla importancia que por el vigor y la allura de su texto y por su excepcional in-
dentro de la alquimia española de la época como las obras de éste. fluencia podemos considerar como auténtico manifiesto del mo-
Inmersos ambos en una tendencia acusadamente alegórica y ocu1- vimiento renovador de la medicina española: la Carta [ílosófica)
tística, se apoyan más que en Paracelso en los escritos de este médico-clvymica (1687) del valenciano Juan de Cabriada 111 • Esta
carácter a él atribuidos. De esta forma, Amigó no dudará en iden- obra lleva un prólogo de Dionisio de Cardona, t~crvator de la misma
tificar el «agua de la vida~ de Alderete con la «piedra bendita de orientación que Cabriada. Su texto está dedicado a defender la
Paracelso» 10&. Algo parecido puede decirse de otras figuras me- • • libertad «en el filosofar y medicar» sobre la única base de la ex-
nores asimismo defensores de panaceas de carácter alquímico, co- per iencia como criterio, y a poner de relieve la necesidad de cono-
mo Matias Beinza y Juan Martínez de Zalduendo 109 • cer los h allazgos biológicos y químicos modernos. Cardona cit a