Historia de La Liberación Femenina

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HISTORIA DE LA LIBERACIÓN FEMENINA

Algunos autores plantean que el movimiento de liberación femenina comenzó


durante la Revolución Francesa (1789), cuando las mujeres se unieron a los
hombres para luchar por sus libertades y derechos en el plano legal y político.
En 1791, Olimpia de Gouges escribió la Declaración de los derechos de la mujer
y de la ciudadana (uno de los primeros escritos feministas) donde denunció que
la revolución había olvidado a las mujeres en sus demandas de libertad, igualdad
y derechos políticos, especialmente el derecho a la educación y al voto. Al
instaurarse la República, las mujeres no fueron consideradas ciudadanas, sino
como “menores de edad”, representadas por sus padres, esposos o hijos.
Ciertamente, el principio de “Libertad, igualdad, fraternidad” de la Revolución
Francesa no benefició por igual a ambos géneros, y la mujer en todos los
continentes del planeta continuó en clara desventaja.

Años después, en Estados Unidos, las mujeres, que ya habían luchado junto
a los hombres por la independencia de su país, se organizaron para terminar con
la situación de injusticia que vivían. Uno de los mayores logros fue la firma de la
«Declaración de Sentimientos de Seneca Falls» en 1848. Este documento
derivaba de la «Declaración de Independencia de los Estados Unidos», no
solo criticaba las discriminaciones sexistas y reclamaba la igualdad de género,
sino que también defendía el acceso de la mujer al derecho al voto. Años
después esta última reivindicación tomó forma a través de la fundación de la
“Asociación Nacional pro Sufragio de la Mujer”. Ese fue el punto de partida que
derivó en la lucha por el sufragio femenino décadas después.

Desde mediados del siglo XIX, el derecho al voto constituyó la reivindicación


central del movimiento feminista. La característica principal de esta nueva
corriente era que no cuestionaba el modelo social y económico existente en la
época, sino que se unía a él y apostaba por lograr el voto femenino como arma
principal para igualar ambos sexos.

La mayoría de los reclamos fueron pacíficos. Sin embargo, en mitad de esta


revolución surgieron también las «suffragettes», un grupo inglés que abogaba
por dejar la moderación a un lado y apostar por las acciones escandalosas,
perturbadoras y violentas.
Durante la Primera Guerra Mundial, las mujeres sostuvieron la economía y la
industria, mientras los hombres se encontraban en el frente de batalla. Al finalizar
la Segunda Guerra Mundial (1945), tras haberse logrado en muchas partes el
derecho al voto y al empleo femenino, la maquinaria político y publicitaria de los
países industrializados se avocó a la tarea de retomar el liderazgo masculino en
todas las esferas de la vida pública y privada, y así devolver también las fuentes
de empleo a quienes regresaron de la guerra. Para ello, se resaltó las bondades
del trabajo en el hogar y se creó una imagen de la mujer ideal: bonita,
perfectamente arreglada, obediente y complaciente con el marido, y atenta a los
hijos y a las tareas del hogar. Se trataba del nacimiento de la perfecta ama de
casa, un estereotipo femenino muy característico de los años 1950.

En el año 1949, la escritora y filósofa francesa Simone De Beauvoir, publica El


segundo sexo, obra fundamental del feminismo del siglo XX. Ella plantea que
una mujer no nace, sino que se hace, según los condicionamientos que le
imponga su entorno sociocultural.

La década de los años 60 estuvo llena de transformaciones sociales a nivel


mundial: la liberación femenina, la revolución sexual, las protestas de los
jóvenes hippies contra el orden establecido, el materialismo y la guerra, y la lucha
contra la discriminación racial.

Había comenzado la “tercera ola” del feminismo. La escritora estadounidense


Betty Friedan publica en 1963 La mística de la feminidad. Allí saca a la luz
pública el malestar de todas aquellas mujeres que vivían una vida acomodada y
en apariencia feliz. Sin embargo, experimentaban un inmenso vacío existencial,
soledad y depresión. Friedan se opone a la idea de que el propósito en la vida
de una mujer era ser esposa y madre. Esta obra remueve profundamente los
cimientos de aquella imagen prefabricada de la ama de casa feliz y realizada. En
1966, esta líder del feminismo funda NOW (National Organization for Women),
una organización que reunió a numerosos grupos feministas de todos los
Estados Unidos. Aún es la mayor organización feminista en este país.

En 1961, gracias a la aprobación de las píldoras anticonceptivas por la U.S.


Food and Drug Administration, la mujer asumió el control sobre su cuerpo y su
fertilidad: por primera vez pudo decidir sobre la maternidad. Con ello, la
sexualidad se separó de la función reproductiva, y esto realzó el placer y
erotismo del sexo en si. En esa época, muchos jóvenes experimentaron la
sexualidad libre, a la par de las drogas, en franca rebelión hacia los valores
conservadores de sus padres. Este desborde en la expresión sexual se produjo
como consecuencia de liberar años y siglos de dura represión.

En 1976, la sexóloga y feminista Shere Hite publica el Informe Hite sobre la


Sexualidad Femenina, basado en entrevistas a unas 3000 mujeres de los
Estados Unidos sobre qué sentían, pensaban y disfrutaban del sexo. Sus
resultados resultaron controversiales para la sociedad de aquella época, en
especial, su planteamiento de que las mujeres no necesitan a un hombre para
tener un orgasmo. El estudio halló que sólo el 30% de las mujeres habían
experimentado un orgasmo a través de sexo con penetración. Comunicó a las
mujeres que nada malo pasada con ellas si no lograban el orgasmo durante el
coito, y resaltó la importancia de estimular apropiadamente el clítoris para lograr
el placer femenino. Estos y otros hallazgos del Informe Hite ayudaron a
reconocer las características propias de la sexualidad femenina, en una época
en que sólo se la consideraba como una contraparte lógica de la sexualidad
masculina.

Actualmente, el feminismo radical de los años 1960 y 1970, ha dado paso a


un creciente reconocimiento de que la mujer no se necesita masculinizar para
poder acceder a todos sus derechos y a los roles que antes estaban ocupados
por los hombres, como las posiciones de liderazgo en empresas, organizaciones
y estados.

Han sido significativos los logros por la igualdad de derechos para la mujer a
partir del siglo XX. Sin embargo, aún hay trabajo que hacer. Actualmente, en
ciertos países de África y Asia las mujeres no pueden acceder a sus derechos
ciudadanos básicos. Afganistán (2003) y Kuwait (2005) han aprobado el voto
femenino en años recientes. En muchos países occidentales la mujer sigue
estando laboralmente en desventaja y ganando salarios más bajos que el
hombre por el mismo trabajo. La imagen de la mujer como objeto sexual es
utilizada constantemente por los medios, la publicidad y el cine. Además, sigue
siendo frecuente la violencia en el hogar, ya sea por maltrato físico o psicológico.
Organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, la UNESCO y
asociaciones feministas como NOW, están centrando sus esfuerzos hoy en
apoyar temas como los siguientes:

 Cese de la discriminación sexual en cuanto a oportunidades de trabajo,


salarios, seguridad social, educación y estructura política.
 Protección de los derechos de las mujeres que sufren discriminación por su
género y grupo étnico.
 Acceso al control de la natalidad y al aborto legal y seguro.
 Detener todo tipo de violencia contra la mujer: violencia doméstica, violación
y acoso sexual, violencia en clínicas donde se practica el aborto, etc.
 Erradicar prácticas culturales ancestrales que atentan contra la integridad de
la mujer, como la mutilación genital, el matrimonio obligado y el casamiento
en niñas.
 Educar en la aceptación del cuerpo femenino, más allá de los estereotipos
que envía el mundo de la publicidad, la moda y la industria estética.
 Proteger los derechos de las mujeres lesbianas y evitar cualquier tipo de
discriminación debido a su orientación sexual.

Finalmente, reconozcamos que a lo largo de la historia no sólo han sido las


mujeres – sino también muchos hombres valerosos – quienes han apoyado en
el logro de mejores condiciones y mayor equidad para las mujeres. La
integración, entendimiento y respeto entre ambos géneros es imprescindible
para la evolución de la especie humana.

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