Trabajo Percy Bobadilla Gerencia Social
Trabajo Percy Bobadilla Gerencia Social
Trabajo Percy Bobadilla Gerencia Social
Desde finales del siglo XX, la noción de gestión, gerencia, administración o management
ha adquirido gran importancia en el mundo académico y profesional. Esto es
consecuencia de las profundas transformaciones que el fenómeno de la globalización ha
traído consigo en los campos tecnológico-productivo, de conocimientos e información, de
comunicación e interdependencia económica y política en el manejo de bienes y servicios
por un lado, y la búsqueda de resultados que logren impactos considerables en la calidad
de vida de las personas, por el otro.
Una prueba de ello es la magnitud que han alcanzado las ofertas de formación o
especialización profesional en el campo de la gestión: diplomados, maestrías o programas
avanzados en gestión estratégica de marketing, contabilidad y finanzas, logística,
contrataciones y adquisiciones públicas; sistemas integrados de gestión, gestión de
recursos humanos por competencias, auditoria interna y gestión de calidad, gerencia de la
construcción, educación ejecutiva gerencial, gobernabilidad y gerencia política, gestión de
programas y proyectos sociales, entre otros.
La segunda parte alude a las condiciones sociales y políticas que han promovido la
aparición de la gerencia social como una disciplina que intenta enfrentar los desafíos que
plantea la gestión de programas y proyectos de desarrollo orientados a buscar impactos
relevantes en la calidad de vida de las personas pobres, vulnerables o excluidas.
Finalmente, la tercera parte ofrece una definición de gerencia social que intenta
distinguirse de la gestión publica y privada de programas y proyectos, en la cual el
concepto de cogestión de bienes comunes estructura su contenido y le otorga una
identidad distintiva, poniendo énfasis en la división y asunción de responsabilidades por
los diversos actores involucrados en el manejo de dichos bienes. Dicha cogestión se
expresa, además, en la delimitación de roles y funciones para la toma de decisiones de
acuerdo a reglas de juegos consensuadas en un marco de participación, cooperación y
confianza. Estos tres componentes promueven el capital social y el empoderamiento de
los actores participantes en los programas y proyectos si es que estos se desarrollan en
un marco de respeto a los derechos ciudadanos.
2
Este trabajo ha sido posible gracias a las experiencias adquiridas a partir de mi labor
como docente en la Maestría de Gerencia Social de la Pontificia Universidad Católica del
Perú (PUCP), donde algunas de las ideas aquí desarrolladas pudieron ser discutidas y
profundizadas con profesores y estudiantes. Agradezco especialmente a la coordinadora
de esta maestría, Mag. Marcela Chueca, quien me incentivó a formar parte de este
espacio de aprendizaje. También quiero expresar mi reconocimiento al Instituto de
Desarrollo Social del Banco Interamericano de Desarrollo (INDES BID), en donde tuve la
oportunidad de intercambiar experiencias sobre estos temas.
Este tipo de racionalidad organizativa puede entenderse y explicarse dentro del concepto
de gestión. Toda persona que trabaja en forma colectiva y que, por lo tanto, requiere el
aporte de otras personas, necesariamente tiene que desarrollar habilidades en el uso de
los recursos materiales, mejorar los desempeños, usar en forma eficiente el tiempo, tener
capacidad de comunicación y coordinación de esfuerzos, etcétera. Todo ello a fin de
promover un ambiente propicio para la toma de decisiones hacia el logro de resultados
satisfactorios.
Sin embargo, el proceso de alta tecnificación que sufren las fuerzas productivas en el
sistema capitalista en los últimos veinte años ha generado un modelo de desarrollo
-----------------
1
Hermida, Jorge; Roberto Serra y Eduardo Kastika. Administración y estratégica: teoría y práctica. Buenos Aires:
Ediciones Madrid, 1992.
3
económico en el cual el conocimiento y el manejo de información tienen mayor relevancia
que solo el incremento de la productividad. Este fenómeno ha impactado notablemente en
la forma de gestionar hoy las empresas productivas y de servicios.
Un factor clave que explica este nuevo desarrollo en el campo de la administración tiene
relación directa con la complejidad, flexibilización e interconexión de los mercados en el
ámbito nacional y mundial, lo cual se extiende a otros ámbitos como el político, el cultural
y el tecnológico, fenómeno social que se conoce con el nombre de globalización o
3
sociedad de la información.
En este entorno, las empresas enfrentan nuevas exigencias que implican retos y riesgos
que en épocas precedentes no se conocían y que generan altos niveles de incertidumbre
sobre los factores que influyen en su éxito y crecimiento como entidades sostenibles y
perdurables.
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2
En el caso de América Latina dicho fenómeno no está generalizado ni es homogéneo, pues los cambios se presentan de
manera desigual e incluso fragmentada. La crisis económica, la debilidad de las instituciones, entre otros aspectos, limitan
el alcance de este proceso en el desarrollo de las diversas organizaciones públicas y privadas, con o sin fines de lucro. Lo
que existe en todo caso es un sentido común y hasta un acuerdo implícito de los involucrados de incorporar enfoques y
herramientas de gerencia moderna para responder mejor a los desafíos que plantea el subdesarrollo en nuestros países.
3
Manrique, Nelson. La sociedad virtual y otros ensayos. Lima: PUCP, 1997. Toffler, Alvin. La tercera ola.
Barcelona: Plaza & Janes, 1992. Castells, Manuel. “La economía informacional y el proceso de la
globalización”, cap. 2, pp. 93-160. En La era de la información: economía, sociedad y cultura. Madrid: Alianza
Editorial, 1997. Drucker, Peter. La Sociedad Post-Capitalista
4
En los últimos años, y con mayor fuerza en la década del noventa, un concepto que
intenta condensar y explicar el fenómeno de adaptación de las organizaciones a las reglas
sociales que emanan de la sociedad de la información —cuyos antecedentes se
encuentran en la organización militar y los círculos académicos— es la noción de
estrategia. Desde esta noción los actores organizados ponen en práctica una racionalidad
que los ayuda a responder con mayor rigor a las diversas oportunidades que presentan
los mercados económicos, políticos y sociales en los cuales interactúan en una relación
de competencia o asociación para incrementar las posibilidades de éxito en los procesos
en que intervienen.
Entendemos por gestión estratégica la manera como los dirigentes o líderes de una
organización, e inclusive todos sus integrantes, orientan y adaptan los recursos
tecnológicos y materiales que están a su alcance en función de las exigencias del
presente pero proyectándolos hacia el futuro, tomando como referente principal las
demandas del contexto social en el cual intervienen. Para ello es clave que la evaluación
de los procesos de intervención en la realidad, y los resultados que se obtengan, ayuden
a fortalecer su posición mediante ventajas comparativas producto de la combinación de
mecanismos de cooperación y competencia con los otros actores con los cuales se
relacionan.
-----------------
4
Hax, Arnoldo y Nicolás Majluf. Gestión de empresa con una visión estratégica. Santiago de Chile: Dolmen. 1996. Wanty,
Jacques e Isi Halberthal. La estrategia empresarial. Buenos Aires: El Ateneo, 1975. Mintzberg, Henry. “La elaboración
artesanal de la estrategia”. En Mintzberg y la Dirección. Madrid: Díaz de Santos, 1991.
5
Las estrategias pueden ser diseñadas, planificadas y evaluadas antes de su puesta en
práctica, y repetirse el proceso luego de ejecutadas para ver sus efectos en el desarrollo
organizacional. Pero la gestión estratégica requiere cierta flexibilidad en su ejecución, de
forma tal que las estrategias puedan redefinirse de acuerdo con la aparición de nuevas
oportunidades o amenazas en el contexto social. Así, muchas decisiones tomadas en el
proceso de ejecución de las estrategias no nacen de la planificación y reflexión
concienzuda, sino de la intuición y de las pequeñas ventajas que ofrece el mercado.
Al hablar de estrategia expresamos algo más que formas de utilización de algunos medios
para el logro de determinados fines. Evidentemente esta racionalidad se encuentra
presente en la elaboración de estrategias, pero además implica un esfuerzo de análisis,
interpretación y uso de información que no es sencillo manejar de manera coherente.
Este esfuerzo por mejorar e incrementar sus capacidades se hace evidente mediante la
manifestación de una “utopía posible”; es decir, un esfuerzo por imaginarse cómo quisiera
ser en el futuro. Esto se conoce con el nombre de “visión”. En algunos casos la visión no
solo incorpora la imagen futura de la organización, sino también la de la población
destinataria de sus proyectos.
6
Sin embargo, no puede haber visión de futuro sin acción. En ese sentido, un puente
esclarecer las razones por las cuales trabajan concertadamente para lograr los cambios
que esperan alcanzar en el futuro. Son la finalidad que moviliza sus esfuerzos.
necesario entre la misión y la visión son los objetivos estratégicos, los cuales son
producto del análisis de las capacidades y debilidades internas de la organización,
comparándolas con las oportunidades y amenazas del entorno social. Este análisis
finaliza con la elaboración de las estrategias y acciones principales que permitan el
cumplimiento de dichos objetivos. Estas acciones buscan alcanzar una serie de cambios,
lo que en el lenguaje de la evaluación se conoce con el nombre de resultados a nivel de
efecto e impacto.
-------------------
6
Para mayor información véase Merschrod, Kris; Percy Bobadilla y Francisco Dumler. Gestión de la organización y los
recursos humanos. Lima: PACT Perú-USAID, 1998.
7
Gráfico 1
¿Cómo podemos explicar la influencia y pertinencia que hoy tiene la gerencia en el diseño
y la ejecución de programas y proyectos sociales, tanto en el sector público como en el
sector privado sin fines de lucro? En la siguiente sección intentaremos responder a esta
pregunta poniendo énfasis en las condiciones sociales que originan la irrupción de la
gerencia social en América Latina y su relación con los enfoques orientados a la gestión
pública y gestión privada de organizaciones de desarrollo.
8
Dicha gestión debería permitir que todos los miembros de una nación accedan a servicios
de educación, salud, infraestructura, protección y espacios públicos sin más restricciones
que las que plantea la ley por algún criterio socioeconómico o técnico; y que en principio
evite algún tipo de inequidad en la promoción y distribución de estos, o que su restricción
eleve los costos innecesariamente convirtiéndolos en recursos o servicios ineficientes y
onerosos para el Estado.
Los enfoques de gestión aplicados por las entidades públicas y privadas han ido
cambiando y perfeccionándose a lo largo de su historia organizacional. Pero el mayor
aporte para el desarrollo teórico y práctico de esta ciencia proviene del sector privado, el
cual llegó a institucionalizar una profesión que se encargar’a exclusivamente de ejecutar
dicha función.
Es el sector privado, con el apoyo del Estado, el que hizo un mayor esfuerzo sistemático
por comprender e interpretar las implicancias socioeconómicas y tecnológicas del
desarrollo de una gestión adecuada de la empresa para mejorar sus niveles de eficiencia,
eficacia y competitividad. Las innovaciones más importantes en el campo de la gerencia
moderna en los últimos años provienen de este sector, como la reingeniería, la calidad
total, la administración por objetivos o resultados, los círculos de calidad, el trabajo de
equipo, el liderazgo, entre otros.
Desde panfletos hasta voluminosos tratados dan cuenta del desarrollo alcanzado, cuyo
horizonte de crecimiento no parece terminar; por el contrario, tiene visos de continuar
mejorando sus aportes hacia la producción de nuevos conocimientos y herramientas de
7
gestión.
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7
Es importante destacar la incorporación de las Ciencias Sociales en sus marcos de interpretación, sin mencionar a las
Económicas que ya formaban parte de su derrotero teórico y metodológico, especialmente en el campo contable y
financiero. Fueron los mismos administradores quienes preocupados por entender el comportamiento humano, las
relaciones sociales y la influencia de factores socioculturales y políticos en el desarrollo de las empresas, apelaron a los
aportes teóricos que ofrecen la Sociología, la Antropología y la Psicología Organizacional, expresados en diferentes
escuelas y corrientes de conocimiento en la historia de la administración de empresas.
9
Cualquier tipo de organización civil o pública sin fines de lucro que desee gerenciar de
manera racional algún recurso o servicio, necesariamente tendrá que utilizar los aportes
que en la materia ha producido el sector privado con fines de lucro. No existe una
profesión para la administración pública o de una ONG que no se constituya desde dicho
referente conceptual y metodológico. A partir de la complementariedad que existe entre
gestión pública, gestión de ONG y la gestión privada se pueden buscar semejanzas,
8
diferencias y hasta oposiciones.
Para las organizaciones del Estado que administran proyectos, las ONG y las diversas
organizaciones de ayuda social y asistencial, los enfoques de gestión no fueron un
componente relevante en su trayectoria. Desde sus inicios consideraron que estas
materias eran propias de las empresas capitalistas o de entidades privadas que manejan
ingentes recursos económicos y materiales.
La razón principal que influyó en la poca importancia que tuvo la gerencia en las
organizaciones vinculadas a proyectos de desarrollo en el Estado y la sociedad civil
(ONG) reside en la definición de su papel en relación a sus prácticas de trabajo, el cual
ponía énfasis en los aspectos sociales y políticos en desmedro de los aspectos técnicos y
de profesionalización.
10
En lo que respecta a las ONG, la poca relevancia otorgada a la modernización en la
gestión de proyectos se relaciona con la cultura que orientaba el trabajo de quienes
integraban esas organizaciones, basada principalmente en el compromiso, la solidaridad y
en muchos casos la sobre ideologización.
Dicho compromiso podía exigir una serie de acciones que no se limitaban a horarios de
trabajo, niveles salariales o procedimientos administrativos. Evidentemente estos
aspectos estaban presentes formalmente en su estructura y diseño organizativo, pero la
9
percepción el trabajo profesional que buscaban difundir no podía reducirse a aquellos.
En efecto, la acción social que promovía el discurso de las ONG superaba estos
convencionalismos administrativos, y más bien su énfasis en los procesos coincidía con
los movimientos sociales y políticos y la sensibilidad social que en las décadas del
sesenta, setenta y parte del ochenta tuvieron una influencia gravitante en la construcción
de su identidad como organizaciones que formaban parte y contribuían al desarrollo de
dichos movimientos.
El hecho de que el enfoque de gerencia haya sido prioritario en el sector privado no quiere
decir que las ONG, y en especial el sector público, no hayan tenido algún tipo de práctica
gerencial sobre los recursos que controlaban y los objetivos que perseguían.
Los factores que explican la aparición de la gerencia como enfoque explícito en el diseño
y la promoción de programas y proyectos de desarrollo fueron:
a. El poco impacto que tuvieron las inversiones sociales y económicas entre las
décadas del setenta y ochenta para disminuir la pobreza en América Latina, lo que
se agudizó a partir de las políticas macroeconómicas recomendadas por el Fondo
Monetario Internacional y el Consenso de Washington.
b. La preocupación de las entidades de cooperación internacional por apoyar
programas y proyectos que produzcan mayores impactos o cambios sociales en la
región y a nivel local, dando menor importancia a los proyectos centrados en
ámbitos microsociales (barrios, asentamientos humanos, comunidades
campesinas, etcétera).
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9
En sus inicios, las ONG no contrataban personal basándose solo en sus competencias, habilidades y trayectoria
profesional. Se requería además que la persona tuviera un compromiso social y tomara conciencia de que el trabajo que iba
a realizar le exigirá algún sacrificio: no se laboraba con clientes convencionales que pagan por el servicio, sino con
poblaciones en condiciones de explotación y pobreza. El ámbito de trabajo requería necesariamente de una sensibilidad
social. Muchas personas que trabajaban en ONG por aquella época provenían de las canteras de los partidos políticos, las
universidades, las comunidades urbanas y rurales. Para mayor información al respecto véase Ruiz Bravo, Patricia y Percy
Bobadilla. Con los zapatos sucios, promotores de ONGs. Lima: Escuela para el Desarrollo, 1993.
11
Así, se puso el énfasis en los problemas relacionados con la pobreza y exclusión
social más que en las ideologías que intentan explicarlas. La estrategia principal
aplicada se centra en la búsqueda de consensos entre el Estado y la sociedad civil
a través de la definición de roles complementarios, en los cuales las entidades
gubernamentales, las ONG, la empresa privada y la población tengan
responsabilidades concretas de participación en la toma de decisiones para el
10
desarrollo y la ejecución de proyectos.
c. La pérdida de centralidad de las ideologías (marxistas y liberales) como referentes
para el diseño y la ejecución de programas y proyectos propios de las décadas del
setenta y ochenta favoreció la comunicación y el entendimiento entre los sectores
público y privado. Dichas ideologías fueron sustituidas por los enfoques de
desarrollo humano, sostenible y equitativo en sus diferentes vertientes (género,
medio ambiente, desarrollo económico, seguridad alimentaria, etcétera), y se puso
mayor interés en enfrentar problemas de pobreza y exclusión aprovechando
oportunidades sociales y culturales de las propias poblaciones con el fin de
mejorar su calidad de vida.
d. Las evaluaciones realizadas por la cooperación internacional arrojaron como
resultado la ausencia de criterios técnicos en la gestión de los recursos
económicos, materiales y humanos de los programas y proyectos en América
Latina. Esto trajo consigo el desarrollo de políticas orientadas a incorporar los
enfoques de gestión moderna y el fortalecimiento de capacidades al respecto
como un requisito indispensable para el financiamiento de nuevos proyectos.
e. Los procesos de reforma del Estado desde los cuales se redefine el papel de las
entidades gubernamentales en el manejo de las políticas públicas, otorgándole
mayores responsabilidades a la sociedad civil organizada para la gestión y
ejecución de los programas y proyectos de desarrollo.
12
Una de las ideas implícitas en este tipo de gerencia es transformar la mentalidad
asistencial en una mentalidad empresarial y estratégica que permita dar respuestas con
eficiencia, eficacia e impacto, y que convierta las acciones institucionales en resultados
sinérgicos en el campo social. En tal sentido, la racionalidad no es únicamente un criterio
productivo, sino también un criterio ético y de compromiso social.
¿Qué es la gerencia social? Como vimos al final del segundo apartado, las propuestas
intentan poner énfasis en el fortalecimiento de la gestión de las políticas públicas. Tal vez
este sea el enfoque más difundido de todas las definiciones de gerencia social existentes,
el cual busca convertirla en un medio eficaz que le otorgue a las entidades
gubernamentales una mayor capacidad para diseñar políticas sociales que respondan a
los desafíos de reducción de la pobreza y la exclusión social que viven amplios sectores
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12
El término se lo debemos a Bernardo Kliksberg, quien en diversas publicaciones lo ha desarrollado y profundizado.
Recordemos que este enfoque aparece a mediados de los ochenta e inicios de los noventa, contexto en el cual se requería
reorientar y mejorar la ejecución de las políticas sociales en el marco de una gestión pública eficiente y eficaz con la
finalidad de superar la pobreza que sufren los países de América Latina. Kliksberg, Bernardo. Pobreza: un tema
impostergable. Nuevas respuestas a nivel mundial. México: Fondo de Cultura Económica-PNUD, 1997. Al respecto véase
también Kliksberg, Bernardo. “Las perspectivas de la gerencia social en los años noventa”. p. 26. SPDI. “Reforma social y
gerencia social”. pp. 149-155. SPDI. “Gerencia social: una revisión de situación”. pp. 69-94. SPDI. En Pobreza: el drama
cotidiano clave para una Nueva Gerencia Social eficiente”; “Hacia una Gerencia Social eficiente. Algunas cuestiones
claves”. En Políticas Públicas y Gestión Social: Una mirada desde la Gerencia Social. Alcaldía Medellín. Pp. 129-140. SPDI.
13
13
sociales en el continente.
Para distinguir a la gerencia social de los otros tipos de gestión (pública y privada),
comenzaremos por identificar qué es lo que administra tradicionalmente un funcionario
público o un gerente de ONG (políticas, programas y proyectos sociales), para luego
aproximarnos a la forma como administraría dichos bienes una organización que
incorpora el enfoque de gerencia social.
Es necesario poner de relieve que las personas que trabajan políticas y programas de
15 16
desarrollo en los ámbitos público y privado están orientando y adaptando un conjunto
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13
Para mayor información véase Kliksberg, Bernardo, op. cit. Pobreza: un tema impostergable. Nuevas respuestas a nivel
mundial. Licha Salo, Isabel. “Gerencia social: ámbitos y perspectivas”. En Políticas públicas y gestión social: Una mirada
desde la Gerencia Social. Alcaldía de Medellín, pp. 119-128. SPDI; “Concertación y gerencia social: conceptos, enfoques y
experiencias”. VIII Congreso Internacional sobre Reforma del Estado y de la Administración Pública. Panamá, 28-31 de
octubre de 2003, pp. 1-22. INDES/BID. Washington, D. C. mayo 2003; “El enfoque de gerencia social”. En Diseño y
gerencia de políticas y programas sociales. Banco Interamericano de Desarrollo, Instituto Interamericano para el Desarrollo
Social (INDES), pp. 1-12, junio 2000; Gerencia social en América Latina: enfoques y experiencias innovadoras. Washington,
D. C.: Banco Interamericano de Desarrollo, 2002.
14
Un ejemplo elocuente de esta visión del gerente social se encuentra en el libro Gerencia Social: diseño, monitoreo y
evaluación de proyectos sociales de Vásquez, Enrique; Carlos Aramburu, Carlos Figueroa, Carlos Parodi (Lima: Centro de
Investigación de la Universidad del Pacífico, 2000), en el cual se señalan un conjunto de herramientas (marco lógico, árbol
de problemas) que los gerentes sociales deben aprender para mejorar el diseño, ejecución y evaluación de los proyectos de
desarrollo.
15
Referido al significado, misión, visión y enfoques de desarrollo que otorgan sentido a las prácticas de trabajo de la
gerencia social en las políticas, programas y proyectos.
16
Referido al uso, manejo y acceso de los recursos, servicios y espacios comunes o colectivos y en las cuales en principio
no existen fines de lucro.
14
17
de recursos, servicios y espacios de naturaleza común, que en principio no pueden ser
confundidos con los recursos, servicios y espacios de naturaleza privada. En ese sentido,
y en lo que respecta al manejo de los bienes comunes, podemos mencionar que existen
dos tipos de bienes: los bienes comunes públicos y los bienes comunes semipúblicos;
ambos tendrán diferente alcance dependiendo del tipo de gestión, el acceso y beneficio
18
que otorguen a determinados grupos.
Pero existen bienes comunes públicos gestionados por el Estado que por criterios de
concentración y de apoyo a sectores pobres o vulnerables se orientan selectivamente
hacia dichos grupos restringiendo su acceso a otros (exclusivos). Es el caso de todos los
programas sociales de lucha contra la pobreza, por ejemplo los programas de cuidado
infantil (wawa wasis), de seguridad alimentaria (PRONAA, desayunos escolares), de
infraestructura básica (agua potable y desagüe, riego), entre otros.
Los bienes comunes semipúblicos son todos aquellos recursos naturales y culturales,
servicios y espacios que son compartidos y administrados por un grupo de personas
particulares. En este caso operan los principios de acceso y beneficio para todos los
miembros de la colectividad a la cual pertenecen o están dirigidos los bienes. Estos
bienes pueden ser gerenciados por ONG y por las propias comunidades que se
consideren propietarios de estos. Ejemplos: en las zonas rurales, las comunidades
campesinas, las cooperativas y demás formas grupales para gestionar áreas privadas o
concesiones del Estado sobre tierras, bosques, etcétera; en las zonas urbanas, las
propiedades en condominio, los comedores comunales, los clubes de madres, las
asociaciones de microempresarios, entre otras.
Las relaciones sociales que predominan en el manejo y acceso de los bienes comunes
públicos son entre el proveedor de servicios y los ciudadanos; es decir, las personas
tienen derechos y deberes para acceder a estos bienes en tanto asumen dicha posición
(ciudadanía). En el caso de los bienes comunes semipúblicos a la categoría de
ciudadanía se le agrega alguna característica distintiva que le permita acceder y
beneficiarse de manera selectiva, sea porque son pobres o excluidos, miembros de una
comunidad campesina, una cooperativa, un comedor popular, grupos minoritarios,
vulnerables, etcétera.
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17
Los recursos, servicios y espacios se conocen con el nombre de bienes.
18
Las definiciones sobre bienes comunes que se incluyen han sido recogidas y adaptadas del documento
“Por el buen manejo del bien común en el Perú” del Instituto del Bien Común (s/d). Al respecto véase también
los trabajos de Smith C., Richard y Danny Pinedo. El cuidado de los bienes comunes. Gobierno y manejo de
los lagos y bosques en la Amazonía. Lima: IEP / Instituto del Bien Común, 2002. Taylor, Michael. The
possibility of the cooperation. Cambridge: Cambridge University, 1987.
15
Los bienes privados individuales son los recursos naturales y culturales, servicios y
espacios que pertenecen a personas o son gestionados por ellas a través de la empresa
privada, entidad que está reconocida y reglamentada jurídicamente, operando los
principios de acceso y beneficio individual del bien. Ejemplos: en zonas rurales, todas las
formas individuales y empresariales que gestionan recursos productivos o concesiones
del Estado para explotar bienes públicos (empresas mineras, petroleras, entre otras); en
zonas urbanas, todas las propiedades que pertenecen a personas naturales y a varias
formas empresariales.
Las relaciones que predominan en el manejo y acceso de los bienes privados son las de
proveedor-cliente, sustentadas en la lógica del mercado capitalista para la compra y venta
de productos, bienes y servicios que pueden ser adquiridos de acuerdo con la capacidad
económica de las personas o grupos interesados.
La gerencia social no tiene competencia sobre el manejo de bienes privados, más bien su
competencia y papel se centran en la administración —al igual que la gestión pública y
privada— de bienes comunes públicos y semipúblicos.
¿Cuál sería entonces la especificidad de la gerencia social —si es que existe alguna
destacable— en relación a la forma como se administran bienes comunes por las
entidades gubernamentales y de la sociedad civil?
Si la responsabilidad del manejo del bien común recae principalmente en el Estado, por
más que este convoque la participación de la sociedad civil para la ejecución del
programa o proyecto, a esta forma de administración se le denominará gestión pública. Si
la responsabilidad del manejo del bien común recae principalmente en una organización
de desarrollo —por ejemplo una ONG—, por más que esta convoque la participación de la
sociedad civil para la ejecución del programa o proyecto, a esta forma de administración
se le llamará gestión privada.
16
Las fronteras entre el papel facilitador y el papel ejecutor están en plena construcción, por
lo tanto su asunción por los actores públicos y privados no está exenta de dificultades y
complejidades. En ese sentido, la participación, tan mentada en el discurso de gerencia
social, define su contenido en función del nivel de responsabilidad que los actores
asumen en el manejo de los bienes comunes.
Así, la gerencia social adquiere su identidad frente a la gestión pública y privada en tanto
intenta comprender los esfuerzos de cogestión basados en sistemas de cooperación
racional, en la cual las responsabilidades no están centradas en una de las partes sino,
por el contrario, se comparten de acuerdo a roles y reglas de juego claramente
establecidas por consenso y tomando en cuenta las capacidades de los involucrados en
la puesta en marcha de un programa o proyecto; siendo estos esfuerzos además
apoyados financieramente por el Estado, la banca bilateral o multilateral, las entidades de
cooperación internacional y las empresas privadas con responsabilidad social.
De acuerdo con los argumentos presentados podemos definir la gerencia social como la
orientación y adaptación de bienes públicos y semipúblicos que se cogestionan de
manera intersectorial o interinstitucional, buscando garantizar una cooperación racional
que produzca beneficios selectivos y compartidos entre los actores miembros de la
colectividad en la cual se ejecuta el programa o proyecto de desarrollo.
Recordemos que esta definición tiene sentido únicamente en el marco de los cambios
sociales y políticos que viene experimentando América Latina, y específicamente el Perú
a partir de la reforma del Estado en la década del noventa.
En ese sentido, surgen nuevos desafíos en la forma de llevar adelante dichos programas
21
o proyectos que ponen de relieve la necesidad de promover capital social en la lucha
contra los sistemas de exclusión, inequidad y pobreza existentes en Latinoamérica;
buscando que los actores destinatarios de dichos programas no solo sean receptores.
En este marco de acción colectiva cada actor comienza a encontrar su papel y propósito,
el sentido y significado de su trabajo en relación al proyecto y los resultados que espera
alcanzar. En la sociedad civil, por ejemplo, las ONG, las comunidades campesinas, la
empresa privada con responsabilidad social, entre otros por un lado; y las entidades
estatales, gobiernos locales, regionales, programas sectoriales, etcétera, por el otro,
tendrán que hallar por consenso qué tipo de función y responsabilidad deberán cumplir
para la buena marcha del proyecto que ejecutarán en forma conjunta (gráfico 2).
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20
Unos eran los responsables y ejecutores del programa o proyecto —entidades estatales u ONG— y otros los receptores
pasivos de los beneficios de este —la comunidad o grupos destinatarios—.
21
Según Robert Putnam (1994), el capital social está conformado por el grado de confianza existente entre
los actores de una sociedad, las normas de comportamiento cívico practicadas y el nivel de asociatividad que
la caracteriza. Estos elementos evidencian la riqueza y fortaleza del tejido social interno en una sociedad.
Citado por Kliksberg, Bernardo en Más Ética más desarrollo, pp. 33-41. Buenos Aires: Temas Grupo Editorial
SRL, 2004.
17
pasivos de los beneficios que estos otorgan, sino que además inicien un proceso de
22
aprendizaje social para empoderarse y protagonizar su propio desarrollo.
23
Gráfico 2
La gerencia social entonces no puede ser entendida solo como un valor agregado de la
gestión pública o privada; tiene su propia especificidad y, por lo tanto, podría ser
considerada una disciplina dentro de las ciencias administrativas, cuyo ámbito de acción y
24
competencia se centra en la cogestión interinstitucional o intersectorial de bienes
comunes públicos y semipúblicos.
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22
Para mayor información sobre el tema del empoderamiento véase Narayan, Deepan. Empoderamiento y
reducción de la pobreza. México D. F : Alfaomega Grupo Editor S. A., 2002. Banco Mundial. Informe sobre el
Desarrollo Mundial 2000/2001, Lucha contra la pobreza: oportunidad, empoderamiento y seguridad. Madrid,
Barcelona y México: Ediciones Mundi-prensa, 2001; y Banco Mundial
<www.worldbank.org/poverty/spanish/empowerment>.
23
Gráfico adaptado del documento “Por el buen manejo del bien común en el Perú”, op. cit.
24
El trabajo de Miguel Fontes apunta en esa perspectiva, pero desde la disciplina del marketing social. Allí se
explica la existencia de un mercado social producto de la relación intersectorial entre el sector gubernamental,
el privado y la sociedad civil; diferenciándolo del mercado asistencial y del mercado capitalista. (Fontes,
Miguel. Marketing social revisitado. Nuevos paradigmas del mercado social. Traducción libre de María Luisa
Do Santos. Brasil: Ciudad Futura, 2001, cap. 9: Alianza Social Estratégica, pp. 193-204. Extraído del material
bibliográfico del curso a distancia Mercadeo Social de la Maestría en Gerencia Social de la PUCP.)
18
La definición de gerencia social presentada hasta el momento se fundamenta en tres ejes
centrales. El primero relacionado con el aspecto teórico, en el cual el capital social y el
empoderamiento son referentes conceptuales básicos y cuya aparición como fenómeno
social solo se explica por los sistemas de cooperación, participación y confianza en las
reglas de juego que estructuran la cogestión de los programas y proyectos.
El segundo eje referido a los componentes necesarios para que esta propuesta teórica se
plasme en la realidad; es decir, el desarrollo organizacional que deben alcanzar las
entidades o grupos organizados involucrados en la cogestión del programa o proyecto.
El tercer eje relacionado con las herramientas de gestión que utiliza toda organización que
pretende cogestionar con eficiencia y eficacia un programa o proyecto.
En seguida se desarrolla cada uno de estos tres ejes a fin de profundizar y complementar
la definición de gerencia social propuesta.
En el marco de la reforma del Estado, una vía que se consideró importante para cubrir
parte de esos costos fue el diseño y la puesta en marcha de estrategias de participación
de los grupos destinatarios de los programas y proyectos de desarrollo. Esta participación
permitiría el mantenimiento, la producción y reproducción de los servicios a través del
trabajo voluntario y la asunción de responsabilidades directas en la ejecución de los
programas o proyectos. El dilema al que hicimos mención radica en que gran parte de
estos sectores destinatarios podrían no asumir el costo de producción y reproducción de
dichos bienes (mediante una participación activa), pues consideran que otras personas
vinculadas a su comunidad (dirigentes o líderes comunales) deberían asumir directamente
esa responsabilidad, e inclusive podrían argumentar que esa es tarea y competencia del
25
Estado.
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25
En esta perspectiva se ubican algunos autores cuando cuestionan la participación de sectores pobres en programas
sociales: “la participación es una carga injusta. Para los habitantes de áreas de bajos ingresos, con servicios deficientes,
puede no ser claro por qué deberían participar en procesos de desarrollo auspiciados por el gobierno […]. Los habitantes de
zonas de bajos ingresos trabajan largas horas en diversos empleos para intentar hacerse un camino. ¿Por qué, entonces,
deberían contribuir con tiempo, esfuerzo, trabajo y dinero adicional para el desarrollo de sistemas de infraestructura local
que el gobierno ha sido incapaz de proporcionarles? ¿Puede esto justificarse considerando que la provisión de servicios de
infraestructura adecuados para ‡reas de ingresos medios y altos no requieren de esfuerzos participativos adicionales o
aportes de los residentes? Schübeler 1996, pp 34-35, en Tanaka Martín. Participación popular en políticas sociales, cuándo
puede ser democrática y eficiente y cuándo todo lo contrario. Lima: Consorcio de Investigación Económica y Social/IEP,
2001. Para profundizar el tema de la participación revísese el texto mencionado de Tanaka; y Kliksberg, Bernardo. “20 tesis
sobre la participación”. INDES, Washington.
19
¿Cómo superar el dilema? He ahí la tarea principal de la gerencia social, la cual debe diseñar y
poner en práctica de manera consensuada estrategias que promuevan incentivos y sanciones para
la mayor parte de la población que accede directamente al bien común, y pueda mantener una
motivación e interés para que dicho bien sea promovido, reproducido y fortalecido en forma
autosostenible en el ámbito social en el cual se lleva adelante el programa o proyecto de
desarrollo.
Como se aprecia, el reto que representa impulsar un enfoque de gerencia social —que no
tiene como eje de transacción las reglas del mercado capitalista—requiere recurrir a otros
mecanismos que permitan a la población pobre percibir que el bien recibido puede
aparentar ser gratuito en su forma, pero en el fondo exige un real involucramiento
(participación activa) para acceder a él y cubrir parte de los costos que implica su
ejecución.
Ello contribuirá a que dicha población valore y reconozca las mejoras sociales (renta
social) alcanzadas en su calidad de vida como producto de su esfuerzo y con el apoyo
complementario de otros agentes públicos y privados. Así se espera contrarrestar las
tradicionales estrategias asistencialistas y paternalistas que generaron visiones
compasivas o de alta dependencia en las relaciones existentes entre sectores pobres,
proyectos estatales y ONG, que incentivaron comportamientos oportunistas en la forma
de acceder a los beneficios que otorgaban las políticas públicas.
La gerencia social tiene como desafío entonces resolver el problema del comportamiento
oportunista (free rider o polizón), que corresponde a aquella persona o personas que
buscan acceder a los beneficios de los programas y proyectos que gestionan bienes
comunes públicos o semipúblicos sin comprometerse ni asumir responsabilidades para
cubrir los costos que implica su ejecución. Cualquier tipo de restricción deliberadamente
propuesta para limitar el acceso o beneficio que otorgue dicho bien a los beneficiarios
oportunistas puede elevar sobremanera los costos del programa o proyecto y generar
efectos no éticos en la forma de entregar los bienes.
26
En ese sentido, la participación en el marco de la acción colectiva organizada se
sustenta en estrategias de cooperación racional, entendiendo por cooperación los
esfuerzos que hacen las personas para alcanzar determinados objetivos sobre la base de
la reciprocidad y la confianza en las reglas de juego que sustentan dicha acción colectiva.
Dichas reglas tienen tres dimensiones: (1) ética (valores morales y humanos), (2) material
(satisfacción de necesidades básicas) y (3) jurídica (cumplimiento de normas o acuerdos),
las cuales orientan la acción de los involucrados en programas y proyectos a través de
diversos sistemas de incentivos y sanciones. Los individuos pueden adaptarse o no a
dichos sistemas dependiendo de los márgenes de libertad de acción existentes y los
recursos que controlen en las relaciones de poder que se producen en la ejecución de los
27
programas y proyectos de desarrollo.
----------------------------------
26
Para mayor información sobre los problemas de la acción colectiva véase Elster, Jon. El cemento de la sociedad:
Paradojas del orden social. Barcelona: Gedisa, 1991; Olson, Marcur. The Logic of collective action. Public Goods and the
theory of groups. Boston: Harvard University Press, 1965. Taylor, Michael, ob. cit.
27
Los argumentos propuestos se basan en los siguientes libros: Jean-Daniel Reynaud, Les regles du jeu.
L'action collective et la régulation sociale (París: Ed. Armand Colin, 1994, 2da. edición. Traducción de Denis
Sulmont); Axelrod, Robert, La evaluación de la cooperación. El dilema de la cooperación y la teoría de juegos
(Madrid: Alianza Editorial, 1986); Crozier, Michel y Erhard Friedberg, El actor y el sistema. Las restricciones de
la acción colectiva (México: Alianza Editorial Mexicana, 1990).
20
Si bien la cooperación promovida exclusivamente a partir de reglas sociales de carácter
ético y moral, y las estrategias de promoción de la participación sustentadas en un
compromiso voluntario o militante basado en valores son elementos fundamentales en la
integración social, no son suficientes para garantizar una participación eficaz y sostenible.
De hecho, las experiencias de desarrollo social muestran que el compromiso militante
tiene ciertos límites que buscan resolverse mediante mecanismos de coerción y control
que apelan principalmente a la conciencia que las personas tengan de los costos que
28
implica la sostenibilidad de la propuesta de desarrollo.
Promover la confianza en las reglas de juego que orientan el trabajo colectivo no es una
tarea sencilla, en especial si tomamos en cuenta la debilidad de las instituciones sociales
y jurídicas en los países de América Latina, donde los costos de transacción son
sumamente altos debido a la poca credibilidad y legitimidad que estas tienen en la
población.
28
No cabe duda de que el tema ético ha alcanzado gran relevancia en el ejercicio de lo público, la buena gobernabilidad y
el desarrollo. Nuestro interés en este punto no busca subordinar la ética o lo moral a una racionalidad medios-fines o costo-
beneficio sino que a partir de la base material que promueven los programas o proyectos de desarrollo para la satisfacción
de necesidades básicas (educación, salud, empleo, vivienda, etc.) se deberían contemplar e incorporar cuestiones de corte
ético y moral que garanticen una sostenibilidad legítima y de respeto a los derechos de otros. Véase al respecto el texto de
Kliksberg, Bernardo, op. cit. Más ética más desarrollo.
21
La debilidad en los esfuerzos de concertación y participación, ya sea por comportamientos
oportunistas, desconfianza o por desconocimiento de las reglas de juego, trae como
consecuencia que los miembros activos de la comunidad busquen mecanismos formales
e informales de compensación para cubrir los costos que implica su mayor participación
en los programas y proyectos de desarrollo. Por ejemplo, acceder a beneficios y ventajas
que otros grupos no tienen, sentirse parte de una red que promueva ascenso y
reconocimiento social, recibir algún tipo de pago material en dinero o especies,
perpetuidad de los cargos dirigenciales, entre otros.
Lo cierto es que la gerencia social intenta que los esfuerzos de participación funcionen
sobre la base de la cooperación y la confianza generando estrategias de concertación y el
desarrollo de capacidades a través de alianzas estratégicas y redes sociales en el ámbito
comunal, local y regional de manera interdependiente; de tal forma que la inversión
económica, tecnológica, de infraestructura y de conocimiento e información que supone la
implementación de los programas y proyectos de desarrollo tenga como complemento
aportes de los diversos actores involucrados en la cogestión de bienes comunes públicos
y semipúblicos.
De no ser por estos esfuerzos concertados en una lógica de cogestión, los programas y
proyectos serían sumamente costosos y no tendrían los efectos multiplicadores deseados,
en especial los relacionados a los impactos macroeconómicos y sociales en la mejora de
la calidad de vida de las personas.
22
29
organizacional; y las herramientas aluden al conjunto de instrumentos de gestión que se
utilizan para gerenciar una organización, un programa o un proyecto de desarrollo de
acuerdo con las diversas realidades en las cuales intervienen.
Por componentes entendemos aquellos temas centrales que sustentan y forman parte de
la gerencia moderna, entre los cuales destacan la cultura organizacional, la estructura
organizativa y los estilos de gestión, la toma de decisiones, el liderazgo, el trabajo en
equipo, la negociación de conflictos, la gestión de recursos humanos y económicos, entre
otros.
Las herramientas o instrumentos son los medios que facilitan y operan dichos
componentes, como los sistemas de planificación estratégica, programática, operativa, las
técnicas participativas, los diagnósticos organizacionales, el diseño de proyectos con
marco lógico, la formulación de presupuestos, el monitoreo y evaluación de proyectos, la
evaluación de personal, entre otros.
Para que la cogestión funcione con eficiencia y eficacia se requiere que la aplicación de
los componentes y herramientas de gestión tome en cuenta el contexto de
corresponsabilidad en el manejo de dicho bien, en la medida en que implica la
participación de varios actores con diferentes grados de poder, diversidad de intereses en
la forma de acceder, manejar y utilizar los bienes comunes. Por ejemplo, es muy diferente
facilitar un proceso de planificación estratégica en una organización pública en la cual el
control y manejo de los bienes están exclusivamente bajo su responsabilidad, que
promover un proceso similar en un programa o proyecto cogestionado por el gobierno
local, las organizaciones de base, ONG y el sector privado con fines de lucro.
--------------------
29. El desarrollo organizacional es un esfuerzo a largo plazo, guiado y apoyado por la alta gerencia, para mejorar la
visión, la delegación de autoridad, el aprendizaje y los procesos de resolución de problemas de una organización, mediante
una administración constante y de colaboración de la cultura de la organización —con un énfasis especial en la cultura de
los equipos de trabajo naturales y en otras configuraciones de equipos—, utilizando el papel del consultor-facilitador y la
teoría y la tecnología de las ciencias de la conducta aplicada, incluyendo la investigación-acción. French, Wendell y Cecil
Bell. Desarrollo organizacional. México: Prentice Hall Inc., 1996.
23
El desarrollo de las capacidades de gestión para la aplicación de los componentes y
herramientas en el marco de la gerencia social implica un esfuerzo por fortalecer
conocimientos, habilidades y actitudes de los actores involucrados a fin de que entiendan
y respondan a las exigencias del manejo de programas y proyectos cogestionados y, en
consecuencia, resuelvan los problemas que se derivan de este singular tipo de gestión.
Gráfico 3
En el Perú existen varios programas y proyectos promovidos por el sector público o por la
sociedad civil organizada que han puesto en marcha reales experiencias de cogestión que
30
consideramos ilustran claramente la propuesta teórica presentada. Dichas experiencias,
-------------------------
30
A riesgo de ser injustos por la imposibilidad de incluir a todos los proyectos que desde nuestro punto de vista vienen
trabajando con la lógica de la gerencia social, mencionaremos al Programa Nacional de Cuidado Infantil - Wawa Wasi del
Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social; los Comités Locales de Administración de Salud (CLAS) del Ministerio de Salud;
el Consorcio Nacional Multisectorial de Salud (CONAMUSA); las mesas de concertación de lucha contra la pobreza; varios
proyectos promovidos por la Cooperación Suiza para el Desarrollo (COSUDE), entre ellos el Programa Piloto de Agua y
Saneamiento (PROPILAS) y el Programa de Apoyo a la Descentralización Rural (APODER), etcétera. También destacan
las experiencias de los núcleos ejecutores de los proyectos de infraestructura social y económica promovidos desde
mediados de la década del noventa por el Fondo de Compensación para el Desarrollo Social (FONCODES), entre otros.
24
en la medida de sus posibilidades y trabajando bajo una serie de contingencias políticas,
culturales, económicas y jurídicas, manejan bienes comunes públicos y semipúblicos
impulsando sistemas de cooperación y participación que promueven el desarrollo de
capacidades de gestión de los actores involucrados, delegándoles autoridad y
responsabilidad en la toma de decisiones de acuerdo con competencias y roles
establecidos por consenso.
-------------------------
31
El Fondo Global, entidad multinacional cooperante con sede en Francia, promueve proyectos multisectoriales en América
Latina. En el Perú, este Fondo impulsó la creación del CONAMUSA para financiar proyectos orientados a enfrentar el VIH
SIDA y la tuberculosis. CONAMUSA agrupa a ministerios, ONG, población afectada por estas enfermedades,
universidades, organismos de cooperación internacional, organizaciones religiosas, entre otros. Los integrantes del
consorcio tenían la expectativa de que la gestión compartida no solo abarcara aspectos programáticos sino también los
administrativos-financieros. Sin embargo, el marco legislativo-jurídico peruano no contempla la posibilidad de registrar a un
consorcio conformado multisectorialmente por el Estado y la sociedad civil. Como consecuencia de ello, la personería
jurídica del CONAMUSA recayó en el Ministerio de Salud y el manejo administrativo-financiero en una ONG (CARE Perú).
Los aspectos programáticos, el diseño de políticas y la ejecución de las acciones de los proyectos en los temas
mencionados es responsabilidad del consorcio, es decir de los diversos sectores y organizaciones que lo conforman.
25
funcional, dejando de lado procesos más complejos pero necesarios para un desarrollo
32
sostenible de capacidades: la participación activa.
No se puede hablar de capital social y por ende de empoderamiento si todos los actores
participantes no se hacen responsables del manejo parcial o total del bien común de
acuerdo a competencias y roles consensuados, incluyendo además la asunción de las
responsabilidades jurídicas-legales correspondientes.
El desafío que plantea el marco sociocultural y político debe ser trabajado con mayor
profundidad y rigor, y tiene que ver con cómo se asume la participación en los programas
y proyectos sociales. En muchos casos esta participación aparece como un cliché al cual
se alude como si fuera algo natural o de aparición espontánea.
Otro desafío que enfrenta la gerencia social tiene que ver con los problemas de
desigualdad económica, de capacidades y de poder existentes entre los diversos actores
que participan en los programas o proyectos que asumen este enfoque. Estas
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32
La participación receptiva supone una población con escaso nivel de organización y receptora pasiva de información. Su
participación consiste en recibir un bien o servicio sin asumir ninguna responsabilidad ni tomar decisiones relacionadas con
el bien recibido; la finalidad de la participación es obtener beneficios concretos. Los lazos comunicacionales que se
establecen corresponden al grado de participación ciudadana de tipo informativo. La participación funcional parte de los
requerimientos de un ente externo considerado superior o con el cual exista alguna relación de dependencia. La población
participa para satisfacer objetivos o intereses particulares de una organización externa (entidad pública u ONG) que
promueve la entrega de un bien o servicio generando expectativas en el grupo destinatario, para que, a partir de su
participación, consiga algún tipo de beneficio. Para acceder a los beneficios se exige a la población un grado de
organización mínimo, con lo cual la población responde a las exigencias del ente externo. Los lazos comunicacionales que
se establecen son del tipo consultivo. El Estado o ente externo se acerca al ciudadano solo para recoger su opinión, pero la
influencia del ciudadano es mínima en la toma de decisiones y la asunción de responsabilidad para la ejecución y
sosteniblidad de la propuesta. La participación activa es aquella en la cual la población participa asumiendo
responsabilidades y compromisos de diversa índole —incluyendo la toma de decisiones— sobre la puesta en marcha de
una propuesta impulsada por la misma población o por una organización externa, generándose así una oportunidad para el
desarrollo individual o colectivo de la comunidad. La participación se caracteriza por su grado de compromiso,
responsabilidad e iniciativa. La comunicación que establece el grupo destinatario del proyecto con el ente externo para la
toma de decisiones es del tipo concertador. Extraído de Bobadilla, Percy. Informe de diagnóstico sobre empoderamiento en
los proyectos de COSUDE. Lima, 2003. Al respecto véase las experiencias del Programa Nacional de Wawa Wasi, CLAS y
las experiencias de vigilancia ciudadana en Villa El Salvador y la provincia de Ilo – Moquegua.
26
desigualdades generan intereses particulares —en algunos casos contrapuestos— que
pueden provocar enfrentamientos o conflictos si es que no se llega a un consenso sobre
cuáles son las necesidades que se deben resolver en común.
Si bien la gerencia social es uno de los mecanismos que el Estado y la sociedad civil
pueden utilizar como medio para alcanzar el desarrollo sostenible y la mejora de la calidad
de vida de la población, es necesario entender que esta forma de gestión no se aplica de
manera mecánica. Requiere necesariamente un esfuerzo de construcción dentro de
procesos socioeconómicos y políticos complejos y difíciles como los que vive actualmente
América Latina.
27
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