Contrato de Compraventa 1
Contrato de Compraventa 1
Contrato de Compraventa 1
“La compraventa es un contrato en que una de las partes se obliga a dar una cosa y la
otra a pagarla en dinero. Aquélla se dice vender y ésta comprar: El dinero que el
comprador da por la cosa vendida, se llama precio”.
¿En qué consiste una obligación de dar? Es necesario considerar ambas teorías, tanto
la clásica como la moderna. Sin embargo, en toda compraventa, sea dueño o no el que
vende, siempre el vendedor estará obligado a traditar. Por consiguiente, una cuestión
distinta será el efecto que produzca la tradición, es decir, si ésta opera como modo de
adquirir inmediato o no. En el ART. 1824 y su párrafo antecesor, se habla de “entrega” o
“tradición”, refiriéndose y distinguiendo si el efecto de ella opera como modo de
adquirir. Con todo, esta discusión será analizada con posterioridad cuando sean
estudiados los efectos de la compraventa.
Por ejemplo: Al día de hoy, Eugenio no puede venderle su casa a Nicole, ya que por
ley le está prohibido. ¿Por qué? Se busca la evasión de la inmoralidad y la fácil burla a
terceros acreedores. Sin embargo, en la norma se presenta una excepción, esto es, un
caso en que si puede haber una compraventa válida entre cónyuges y es, que ellos estén
separados judicialmente.
Nótese la forma en que comienza el ART. 1796, utilizando la expresión “es nulo”. La
terminología empleada por el Código Civil, equivale a decir que está prohibido. El vocablo
anterior, que por cierto, es utilizado en diversas normas, ha llevado a autores como
Barahona a sostener que en Chile la nulidad de un contrato procede sin declaración
judicial (ipso iure), sin embargo, es una teoría minoritaria.
*TAREA: En relación al ART. 1798; ¿Crees que la prohibición del abogado es extensiva
para su cónyuge? ¿Hasta qué grado llega la extensión?
Cosa Vendida:
En el primer caso, la venta de las cosas del ART. 1464 es nula en virtud de la parte
final del ART. 1466 (actos prohibidos por ley) – mientras que – en el segundo caso, la
enajenación de las cosas del ART. 1464 es nula por el ART. 1810. Pueden venderse todas
las cosas corporales o incorporales, cuya enajenación no esté prohibida por ley.
En este entendido, para que una cosa sea el objeto de una compraventa debe
cumplir con los siguientes requisitos, a saber:
“La venta de cosas que no existen, pero se espera que existan, se entenderá hecha bajo
la condición de existir, salvo que se exprese lo contrario, o que por la naturaleza del
contrato aparezca que se compró la suerte”.
Se traduce en que las partes tengan conocimiento cierto del objeto de sus
obligaciones. El vendedor tiene que saber qué es lo que debe entregar, mientras que, el
comprador tiene que saber qué es lo que puede exigir.
Por ejemplo: Eugenio y Valeria celebran una compraventa en donde lo vendido son
tres perros en $500.000. En estricto rigor, podría haber una compraventa porque hay
objeto, se encuentra señalado el género y su cantidad. El problema está en la falta de
precisión dentro del género en relación con el cumplimiento del contrato. Pudiera ser,
que Valeria esperase perros de raza pastor alemán y Eugenio pensara en perros de raza
chihuahua. Eugenio debe entregar tres perros de una calidad a lo menos mediana, según
lo que Valeria buscaba y esperaba por el contrato. ¿Para qué quieres los perros Valeria?
La alumna los quiere para que cuiden su fundo, por ende, los chihuahuas no le servirían
en su propósito. La calidad a lo menos mediana es lo que en la media satisface al
acreedor. ¿Cómo se evitan estas complicaciones? Siendo más específico dentro del
género, precisando las razas que satisfacen e incorporando la causa ocasional en el
contrato.
En estos momentos, hay que remitirse a lo estudiado respecto de las cosas que
pueden o no ser el objeto de una compraventa (ART. 1810). Se pueden vender todas las
cosas, salvo aquellas cuya enajenación está prohibida por la ley. ¿Qué se concluye de la
disposición mencionada? i.- En virtud del ART. 1810, la incomerciabilidad tiene que tener
fuente legal, y por lo tanto, la incomerciabilidad no se aplica a las prohibiciones
convencionales de enajenar y; ii.- No olvidar que vender y enajenar son cosas distintas.
En virtud del ART. 1815 del Código Civil, se valida a la compraventa de cosa ajena. La
expresión “es válida” tiene un sentido técnico-jurídico, significando que tales
compraventas crean derechos y obligaciones. El problema va a estar en determinar si las
compraventas de cosas ajenas crean los mismos derechos y obligaciones de las
compraventas de cosa propia.
“La venta de cosa ajena vale, sin perjuicio de los derechos del dueño de la cosa
vendida, mientras no se extingan por el lapso de tiempo”.
Sea como sea, si bien las compraventas de cosas ajenas son válidas, el Código Civil se
encarga de dejar en claro en el ART. 1815, que éstas no afectan al derecho de dominio del
verdadero dueño. Ergo, la pura celebración de la compraventa en nada afecta al dominio
del verdadero dueño.
Por ejemplo: Una simple compraventa consensual en la que Rocío vende el teléfono
de Eugenio a Javiera. El problema se va a presentar cuando Rocío cumpla el contrato de
compraventa, puesto que, cuando lo haga se va a producir un “fenómeno de hecho”,
este es, que Javiera se va a convertir en poseedora del teléfono. Con el cumplimiento de
la venta, se acaba la posesión que tenía Eugenio sobre el teléfono. Se está tratando a la
adquisición, conservación y pérdida de los bienes corporales muebles. En estos
momentos, se pierde el corpus y el animus. Sin embargo, no se afecta en lo absoluto la
“situación de derecho” respecto del bien, y por lo tanto, sólo cambia la situación de
hecho, porque Eugenio sigue conservando intacto su derecho real de dominio. ¿Cuál es
la consecuencia? En principio, la venta de cosa ajena altera una situación de hecho, como
lo es la posesión, pero no modifica la situación real de derecho respecto del bien. La
dificultad va a estar en si continúa la historia, porque si pasa el tiempo y Javiera es
poseedora, la situación de derecho va a mutar cambiando de la siguiente forma; Javiera
es dueña y Eugenio dejó de serlo. Lo importante es que el derecho de dominio en Javiera
es un derecho nuevo, ya que el modo de adquirir usucapión es originario. El tiempo de
posesión será de dos o diez años, según la calidad posesoria que tenga Javiera respecto
del bien.
Los autores que sostienen que el vendedor está obligado a convertir en dueño al
otro, toman como fundamento el ART. 1793, porque el Código Civil exige al
vendedor dar la cosa vendida y eso debería cumplirse siempre, en otras palabras,
todo vendedor convertiría en dueño al comprador. Algunos vendedores
convierten en dueño de forma inmediata luego de la tradición cuando han sido
verdaderos dueños del bien. Otros, permiten la adquisición del dominio de forma
indirecta, esto es, haciendo nacer posesión para que luego se adquiera el dominio
por usucapión.
Otro sector de la doctrina, estima que hay que distinguir de forma necesaria, si el
vendedor era dueño o no del objeto, porque hay que estarse al momento en que
se cumpla la obligación. No se tiene que centrar en un tiempo posterior, sino que,
en el momento en que se entrega el bien, y como se permite la venta de cosa
ajena, que por cierto, imposibilita convertir en dueño de inmediato al comprador,
se sostiene que no es una obligación en la compraventa convertir en dueño.
Ahora bien, es importante discutir si el vendedor debe convertir en dueño o no, para
analizar los efectos del cumplimiento e incumplimiento de la compraventa. Si se sostiene
que el vendedor debe convertir en dueño al comprador, la venta de cosa ajena con
tradición implica que no se ha cumplido el contrato y que se puede demandar por
incumplimiento.
En su conjunto, la disposición del ART. 1818 viene a complementar la norma del ART.
1815, significando que: “La venta de cosa ajena, ratificada después por el dueño, confiere
al comprador los derechos de tal fecha desde la celebración del contrato”. Si hubo
compraventa de cosa ajena y el comprador queda en posesión, se convierte en dueño
no por usucapión, sino que, por la ratificación del verdadero dueño. En esta hipótesis, se
entiende que el comprador fue dueño desde el momento en que celebra el contrato de
compraventa.
Curiosamente, existe un último caso en donde tampoco hay que esperar todo el
tiempo de usucapión para convertirse en dueño de la cosa ajena, y dice relación a cuando
el vendedor de la cosa ajena, luego de la tradición de la misma se convierte en dueño. En
estos momentos, hay dominio del comprador con efecto retroactivo desde que se
efectúo la tradición de la cosa ajena al vendedor (ART. 682).
En el supuesto de que hubiera venta de cosa ajena con tradición; ¿Qué solución se le
da al dueño del objeto? Puede disponer de la acción reivindicatoria, que es la acción del
dominio. La acción reivindicatoria prescribe de modo reflejo, lo que significa que se
extingue cuando otra persona adquiere el dominio por usucapión. El verdadero dueño
demanda al comprador por acción reivindicatoria, le quitan el bien al comprador y se
protege a éste con la acción de saneamiento por evicción, que genéricamente consiste
en poder demandar al vendedor para que le devuelva el dinero de la cosa comprada.
Ahora bien, en la hipótesis de que hubiera venta de cosa ajena sin tradición; ¿Se
protege de alguna forma al verdadero dueño? No, porque no hay nada que proteger.
No se ha trabado, ni tampoco embarazado su dominio. En ningún caso se pierde la
posesión, y por lo mismo, el derecho de dominio permanece intacto. ¿Existe alguna
protección para el comprador? Hasta el momento, no. ¿Cuándo se puede reaccionar en
favor del comprador? Cuando el vendedor se niegue a entregarle el objeto, es decir, en
circunstancias que se verifique el incumplimiento. ¿Cómo protege la ley al comprador?
Se le confieren los remedios contractuales. Sería procedente estudiar qué remedios
proceden y quién los puede ejercer.
Precio:
Según el ART. 1793, el precio es el dinero que el comprador da por la cosa comprada.
Ahora bien, tienen que concurrir copulativamente algunos requisitos y, son los
siguientes:
Básicamente, significa que las partes tienen que acordar el valor a pagar por el bien.
Por ejemplo, establecer que el pago será en pesos, alguna otra moneda de curso legal
como el dólar o los euros, una unidad/medida reajustable como el IMR, UF o UTM, etc.
La cantidad tiene que estar determinada al momento del nacimiento del contrato.
Cuando nace el contrato, tiene que haber certeza de cuánto se debe y cuánto se puede
exigir respectivamente. Si no se estipula el valor, no hay compraventa y podría haber un
contrato distinto, según muchos autores lo que habría sería una donación. No se exige
para que haya precio que se deba pagar en dinero, sino que, todo debe ser pactado, y no
necesariamente tiene que pagarse en dinero completo, porque está la posibilidad de que
el precio se pague con cosas distintas al mismo, como por ejemplo, con una dación en
pago, pero de todas formas lo que se extingue fue el pago del precio.
En el ART. 1794 se permite a las partes pactar al momento del nacimiento del
contrato, que el precio se pague parte en dinero y parte en cosas distintas del dinero.
“Cuando el precio consiste parte en dinero y parte en otra cosa, se entenderá permuta
si la cosa vale más que el dinero; y venta en el caso contrario”.
En este supuesto, hay que tener cuidado porque si las cosas valen más que la parte
en dinero, por ley se entiende que hubo permuta y no compraventa. A contrario sensu,
si las cosas valen menos que la parte a pagar en dinero se trata de una compraventa.
Por ejemplo: Las partes convienen que el precio deberá pagarse de la siguiente
forma; Con $10.000 en dinero efectivo y con un Código Civil usado. ¿Hay compraventa?
No, porque nunca se menciona cuánto es lo que se debía. Si se hubiese dicho que el
precio es de $20.000 y que se pagará de determinada forma, sí habría precio/Las partes
acuerdan que el precio en la compraventa asciende a $20.000 y se pagará con $10.000
en dinero efectivo y con un Código Civil usado.
Por ejemplo: Las partes acuerdan que el precio es de $10.000 en dinero efectivo y la
entrega de un Código Civil nuevo. El precio es sólo de diez mil pesos. En esta hipótesis,
hay compraventa y su obligación de pagar el precio, como también, una obligación
distinta.
Esta exigencia dirigida a la realidad del precio, en nada se relaciona con la justicia del
precio. El precio justo no es lo mismo que el precio real, porque el Código Civil a
excepción de la compraventa de bienes raíces, nunca exige como requisito que el precio
sea justo, sino que son las partes quiénes buscan la justicia en sus precios. Ergo, sólo en
materia de compraventa voluntaria de bienes raíces, la ley exige justicia en el precio.
Por ejemplo: Las partes acuerdan que el precio por la compraventa del anillo será de
$100.000.
Por ejemplo: Las partes acuerdan que el precio por la compraventa del anillo será
aquél que determine el joyero de la joyería Ximeno. En este caso, igualmente hay precio
porque las partes incorporan la fórmula para calcularlo en la compraventa.
La hipótesis anterior, se permite cuando las partes expresamente lo pactan y en
momentos que el precio será determinado por un tercero. Surge la pregunta en orden a
si es posible que alguna de las partes sea la que fije el precio en un futuro (ART. 1808 y
ART. 1809).
“El precio de la venta debe ser determinado por los contratantes/Podrá hacerse esta
determinación por cualesquiera medios o indicaciones que lo fijen/Si se trata de cosas
fungibles y se vende al corriente de la plaza, se entenderá el del día de la entrega, a menos
de expresarse otra cosa”.
Por ejemplo: Las partes acuerdan que el precio a pagar por la compraventa será
aquel que señale el vendedor dentro de treinta días siguientes al perfeccionamiento del
contrato. Por regla general, las partes son las que deben fijar el precio en la compraventa,
y por excepción, el precio puede ser fijado por un tercero cuando el contrato lo permita.
Arras en la Compraventa:
Se consagran en los ARTS. 1803-1805 del Código Civil. Las arras consisten en una suma
de dinero o de cosas muebles, que una parte debe entregarle a la otra en la compraventa,
por regla general, en garantía de la celebración del contrato.
“Si se vende con arras, esto es, dando una cosa en prenda de la celebración o ejecución
del contrato, se entiende que cada uno de los contratantes podrá retractarse; el que ha
dado las arras, perdiéndolas; y el que las ha recibido, restituyéndolas dobladas”.
“Si los contratantes no hubieren fijado plazo dentro del cual puedan retractarse,
perdiendo las arras, no habrá lugar a la retractación después de los dos meses
subsiguientes a la convención, ni después de otorgada escritura pública de la venta o de
principiada la entrega”.
“Si expresamente se dieren arras como parte del precio, o como señal de quedar
convenidos los contratantes, quedará perfecta la venta; sin perjuicio de lo prevenido en el
artículo 1801 , inciso 2°/No constando alguna de estas expresiones por escrito, se
presumirá de derecho que los contratantes se reservan la facultad de retractarse según
los dos artículos precedentes”.
Confluye otro tipo de arras, que en el fondo constituyen un adelanto en el pago del
precio. En estos momentos, se conocen como “arras en parte de precio”. Se entienden
como un abono al precio debido. Si bien, las dos figuras que se han mencionado son aras,
ambas no tienen los mismos efectos.
2. Arras Como Adelanto del Precio o Parte del Precio: En éstas no se confiere el
derecho de retracto, puesto que, no es posible arrepentirse de lo que ya está
siendo cumplido, que es el pago del precio.
Por ejemplo: Juan celebró una compraventa con Pedro respecto de un celular en
$100.000 pagaderos en treinta días más. Sin decir nada, el comprador sacó $10.000 de su
billetera y se los entregó al vendedor, quién se los recibió. Ambos terminaron
despidiéndose fraternalmente. En este supuesto, no existe voluntad expresa. ¿Hay
voluntad tácita? No, porque es equívoco. Sin embargo, el Código Civil zanja la discusión
en el último inciso del ART. 1805, señalando que lo que hubo son arras en garantía, estas
son, una norma supletoria de la voluntad.
Los efectos anteriores no están mal, aunque han cambiado un poco con la visión más
moderna del Código Civil, puesto que, hay que despegarse del contrato como algo que
crea obligaciones. Ergo, el énfasis ya no está puesto en la creación de obligaciones. Al
día de hoy, importa la satisfacción del acreedor y la obligación del vendedor es hacer
nacer una posesión útil y pacífica del objeto comprado en el comprador.
Las obligaciones del vendedor se entienden y justifican de una forma muy fácil,
asumiendo que lo que él debe hacer es:
El vendedor debe hacer nacer posesión en el comprador, es decir, que este último
tenga el bien con ánimo de dueño;
Según el ART. 1824, las obligaciones del vendedor se reducen en general a dos, la
entrega o tradición, y el saneamiento de la cosa vendida. Podría ser, que la expresión
“entrega o tradición” llamase la atención. La mayoría de los autores, sostiene que en
esta norma el Código está distinguiendo si la tradición opera o no como modo de
adquirir, verificando si ella cumple o no con todos sus requisitos para serlo. No se refiere
exclusivamente a que el vendedor sea dueño para que la tradición opere como modo de
adquirir, porque ésta tiene cuatro requisitos y sólo uno de ellos es la titularidad del
dominio, de repente pudiera ser que faltara otro y en tal caso habría entrega, sin
embargo, es complicado que pueda suceder.
Bajo ningún respecto, se va a entender que entrega hace alusión a la simple entrega,
entendida como el cumplimiento de una obligación nacida de un título de meratenencia.
Por ejemplo: El objeto vendido es un bien inmueble como especie o cuerpo cierto.
Por razones obvias, el hecho de que el inmueble sea una especie o cuerpo cierto
constituye la regla general. Ahora bien, el vendedor debe entregar el bien raíz al
comprador, y en este supuesto se pueden distinguir tres conductas distintas: 1.- La
entrega material del bien, que en la práctica se efectúa entregando las llaves del
inmueble, siempre y cuando, ello le permita al comprador el ingreso y ocupación efectiva
del bien raíz; 2.- Hay que cuidar el inmueble hasta la entrega y; 3.- Es necesario entregar
jurídicamente, y por lo mismo, hay que inscribir la propiedad en el Conservador de Bienes
Raíces a nombre del comprador. En su conjunto, las tres conductas establecen el
cumplimiento de la obligación. ¿Qué puede ocurrir? i.- Podría suceder que el comprador
tenga el bien materialmente pero que no se le inscriba a su nombre, y en tal caso, el
vendedor no está cumpliendo con su obligación de entregar. Ergo, el vendedor ha
incumplido el contrato y son procedentes los remedios contractuales de rigor; ii.-
Asimismo, habría incumplimiento si se hubiera verificado la entrega jurídica más no la
entrega material y; iii.- El comprador compró una propiedad con una piscina de fibra de
vidrio y se le hace entrega del terreno sin ella. En este último caso, se parte de la mala fe
y habría incumplimiento porque hay cumplimiento parcial de la obligación.
¿Qué pasa en la práctica? ¿Cómo siendo abogado del comprador, le aseguras que el
vendedor le va a cumplir? Nunca existirá algo más eficaz que el cumplimiento mismo, sin
embargo, se pueden aplicar medidas conminadas a la ejecución del contrato. Hay una
cláusula que se utiliza muchísimo y se trata de la “cláusula de no transferirse el dominio
si no hay pago del precio – y al revés – que el precio no se paga si no se transfiere el
dominio”.
Por ejemplo: El profesor Eugenio se quiere comprar una propiedad de 500 metros
cuadrados que cuesta $300.000.000. Como todo comprador, persigue asegurar dos
cosas, estas son, tener material y jurídicamente el bien raíz. Ahora bien, en la práctica lo
que se debe pactar en la escritura pública de compraventa es lo siguiente; Se le da una
orden y/o instrucción al notario que autoriza la compraventa, pero se exige que no se
entregue el precio al vendedor mientras éste no inscriba la propiedad a nombre del
comprador, y por lo tanto, sólo cuando el vendedor exhiba al notario la inscripción
conservatoria a nombre del comprador, el funcionario público deberá hacer entrega del
precio.
Cabe la posibilidad de que lo vendido sea una especie o cuerpo cierto, y que su
entrega esté deferida a un tiempo posterior, en otras palabras, hay que entregar en un
momento distinto a la fecha del nacimiento de la compraventa. En ese lapso de tiempo,
la especie estará bajo la custodia del vendedor, y por consiguiente, es posible que el
objeto se destruya, o se deteriore, o se aumente.
¿Cuándo alguna de las tres cosas mencionadas ocurre, qué sucede jurídicamente con
el deudor y con su obligación correlativa para con el acreedor? Se dice que la teoría de
los riesgos, es un efecto particular y privativo de los contratos bilaterales.
Antes que todo, hay que distinguir el motivo por cual se destruyó y/o deterioró el
objeto, es decir, si fue una causal imputable o no al vendedor.
Si el hecho fue por caso fortuito, por regla general el deudor no debe nada, a menos
que, al momento de la destrucción y/o deterioro, éste se haya encontrado constituido
en mora, o bien haya existido una cláusula expresa de asunción de responsabilidad
permitida por el inciso final del ART. 1547.
“Todo lo cual, sin embargo, se entiende sin perjuicio de las disposiciones especiales de
las leyes, y de las estipulaciones expresas de las partes”.
Mejoras de la Especie:
Por ejemplo: Eugenio celebra la compraventa de una vaca del fundo de Jorge. La
época de entrega es en sesenta días más desde la celebración del contrato. No obstante,
en ese periodo de tiempo la vaca queda preñada. ¿A quién le pertenecen las crías? La
vaca y sus crías le corresponden legítimamente al comprador.
Para dar solución a esta hipótesis, hay que recurrir al ART. 1820. En esta disposición,
también se contempla la teoría de los riesgos en las especies o cuerpos ciertos, pero se
incorpora la posibilidad de que el objeto vendido experimente aumentos. El problema
está en que la norma contiene dos hipótesis al respecto.
Por ejemplo: La cosa vendida es una fuente del profesor Astudillo con alas y que tira
agua. La entrega está prevista en sesenta días posteriores contados desde la celebración
de la compraventa. En este caso, se incluye un plazo y por lo mismo, se aplica la regla
general si se destruyera el objeto.
Por ejemplo: Las partes celebran la compraventa de una estatua, pero ésta debe
entregarse sólo si Chile clasifica al mundial de Rusia 2018. El contrato se celebra el día 21
de agosto y la entrega está sujeta a una condición suspensiva. El ART. 1820 quiere
expresar lo siguiente; Si la venta es condicional y se cumple la condición, en principio el
vendedor es quién debe soportar la destrucción, es como decir que el vendedor le sigue
debiendo al comprador. Ahora bien, ocurre que el artículo mencionado tiene que ser
vinculado con el elemento subjetivo, esto es con el motivo por el cual se destruye el bien,
que podrá ser en razón de la imputabilidad o el caso fortuito (ART. 1486). El ART. 1820
no entrega elementos subjetivos para determinar el motivo de la destrucción. Es
importante tener en consideración los efectos de las obligaciones condicionales
suspensivas, puesto que, en el tiempo de pendencia de la condición, el vendedor no debe
nada al comprador, pero sí la condición suspensiva se cumple, se entiende que el
vendedor le debe al comprador con efecto retroactivo, distinto es cuando la entrega
está sujeta a un plazo, porque el derecho nace de inmediato, y por lo tanto, el vendedor
siempre le está debiendo al comprador. Todo lo que se ha mencionado, es lo que tuvo
en consideración Andrés Bello, para alterar la regla según la modalidad en que debía
entregarse el objeto.
El ART. 1828 del Código Civil expresa lo siguiente: “El vendedor es obligado a entregar
lo que reza el contrato”. ¿Qué significa? Importa que el vendedor deba entregar lo mismo
a lo que se obligó originariamente. En estos momentos, se aplica la regla de la identidad
del pago. ¿Cómo se entrega? Hay que diferenciar el objeto debido, esto es, distinguiendo
entre una cosa mueble, una cosa inmueble y un crédito. Las formas de traditar son
distintas según los tres tipos de objetos debidos. ¿Dónde hay que entregar? En la
compraventa, no se entregan reglas al respecto, y por lo tanto, se aplican los principios
en materia de pago (ART. 1587-1589). ¿Cuándo hay que entregar? En virtud del ART. 1826,
se afirma que si las partes no han acordado nada en especial, se entrega inmediatamente
después de celebrado el contrato, lo que por cierto, es el efecto normal en materia de
cumplimiento de las obligaciones. El ART. 1826 es una norma de aplicación general en los
contratos. ¿Quién sufre los gastos de la entrega? Por ley, ante el silencio de las partes el
gasto lo asume el vendedor, pero esto podrá ser modificado por el acuerdo de ellas (ART.
1825). Sin embargo, lo más común es justamente la excepción a la regla general, porque
cuando se compra a distancia es el comprador quién paga los gastos de envío, o bien los
vendedores recargan en el precio de venta el gasto de envío. De una u otra forma, el
comprador siempre termina pagando el precio de expedición del bien.
Venta del Mismo Objeto a Dos o Más Personas Por Contratos Distintos:
Por ejemplo: Hoy día, Eugenio le vende su teléfono a Javiera, mañana se lo vende a
Catalina y pasado mañana se lo vende a Silvana. El problema está en determinar quién
tiene derecho a quedarse con el objeto (ART. 1817).
El ART. 1817 concede tres reglas por orden de exclusión y, son las siguientes: 1.- Tiene
derecho a quedarse con el objeto la primera persona que lo recibe, en este sentido, si
Eugenio le entrega a Catalina el celular, siendo que ella fue la de al medio en las
compraventas, ésta tendrá derecho a quedarse con el bien. Obviamente, habría
incumplimiento de contrato para Javiera y para Silvana; 2.- El vendedor hizo entrega del
objeto a dos personas al mismo tiempo por medio de tradiciones fictas (ART. 684),
siempre y cuando, se acepte que el artículo anterior regula las formas de hacer la
entrega. En este supuesto, tiene derecho a quedarse con el bien la persona que preceda
en las entregas y; 3.- Si no se le ha entregado el bien a ninguna de las personas, el título
más antiguo prevalece por sobre los otros.
Se analizarán los remedios que confiere la ley al comprador. Con acierto, es posible
sostener que se deberían aplicar los remedios autónomos del ART. 1489, no olvidando
que cada remedio tiene sus requisitos, y por lo tanto, habrá ocasiones en que el
comprador no podrá ejercer el remedio de la resolución, del cumplimiento forzado o de
la indemnización de perjuicios.
En materia de compraventa, existe una regla especial en cuánto a los efectos por el
incumplimiento del pago del precio (ART. 1826). El segundo inciso de la norma, podría
ser visto como una reiteración a la regla del ART. 1489, ya que el Código Civil utiliza otras
palabras pero denotan lo mismo. Así las cosas, con la expresión “perseverar en el
contrato” se está refiriendo al “cumplimiento forzado” y con el término “desistirse de
él” se está haciendo alusión a la “resolución del contrato”. Incluso, el tercer inciso de la
disposición, manifiesta que todo se va a entender si el comprador ha pagado el precio o
está llano a cumplirlo, lo que en todo evento dice relación con una reiteración del ART.
1552, esto es, la excepción de contrato no cumplido, o bien, la mora purga la mora. En el
último inciso, el artículo permite al vendedor legalmente no entregar siempre (1) que
haya menguado la fortuna y/o patrimonio del comprador, (2) que haya un peligro
inminente de que no le van a pagar y (3) que no haya seguridad en el pago del precio. En
consecuencia, son tres requisitos copulativos para que el vendedor pueda negarse
legítimamente a entregar el bien.
Por ejemplo: Marcos celebra una compraventa con Eugenio, en donde este último se
obliga a venderle un automóvil. El precio del auto es de $4.000.000. La compraventa se
celebra el 18 de agosto y la entrega es el 30 de septiembre contra pago del precio, en
otras palabras, en el día prefijado se tienen que cumplir ambas obligaciones. El 01 de
septiembre, Marcos queda sin trabajo siendo despedido sin indemnización alguna. A su
vez, Marcos tiene cuatro juicios ejecutivos en su contra de acreedores distintos, y
además tiene embargada su cuenta corriente. Cabe señalar, que Marcos no le ha
ofrecido a Eugenio ninguna garantía de cumplimiento del precio. Llegado el 30 de
septiembre; ¿Eugenio se puede negar a la entrega del auto a Marcos? En el ejemplo que
se ha expuesto, por supuesto que sí. Probablemente, Marcos va a reclamar y su reclamo
se va a traducir en una demanda por incumplimiento contra Eugenio. ¿Qué puede hacer
Eugenio? Se tiene que defender en el juicio alegando como excepción perentoria el
inciso final del ART. 1826. Es una excepción que se puede utilizar en juicio para atajar un
remedio contractual por incumplimiento.
¿Cuáles son las acciones que puede ejercer el comprador en contra del vendedor si
éste no le entrega el objeto?
Acción Resolutoria;
Indemnización de Perjuicios; y
Acción Reivindicatoria: En todos aquellos casos, en que haya entrega jurídica más
no material. Por ejemplo: Hubo tradición del dominio de un bien raíz pero éste no
se ha entregado aun materialmente.