El Nacimiento de La Tragedia Reseña
El Nacimiento de La Tragedia Reseña
El Nacimiento de La Tragedia Reseña
Temas
La cuestión del arte es el tema principal de este libro: creencia de que la creación
artística yace en la parte más honda de nuestro ser. No somos animales
racionales sino creadores.
Contenido
Comienzo
“Ciencia estética”. Sobre esto volverá tiempo después para auto criticarse,
diciendo que esta obra en relidad era imposible. Imposible precisamente por lo
que esa frase pretende, hablar científica o teóricamente sobre la estética. Si lo que
quiere sostener es que el arte es mejor que la filosofía para trasmitir conocimiento
sobre nosotros y el mundo, entonces esta primera línea y el tono teórico general
del libro contradice esa meta.
Conceptos
En la cita que vimos, Nietzsche dice que la manifestación artística está ligada a
la dualidad de lo apolíneo y lo dionisiaco. Estos términos se refieren a los dioses
de Apolo y Dionisio.
Los utiliza para simbolizar los dos poderes básicos de la realidad del mundo, los
dos principios o energías fundamentales que caracterizan no solamente la
experiencia cultural de los griegos sino la propia naturaleza (de ahí que algunos
hablen de que el NT contene una “metafísica del artista”). Hablando desde la
estética, lo apolíneo y lo dionisíaco serían dos impulsos diferentes que en el arte
se traducen como modelos opuestos estilísticos casi siempre en lucha.
Para él, una cultura puede caracterizarse como apolínea, dionisiaca, o como una
fusión de los dos, que sería trágica. Para ilustrar la naturaleza de estas “energías”
Nietzsche acude a los estados fisiológicos del sueño y de la embriaguez.
Apolo-Sueño:
Dionisio-Embriaguez:
<<(…) Los estados en los que ponemos una transfiguración en las cosas y
poetizamos en ellas hasta que reflejan nuesra propia plenitud y placer de vivir: el
impulso sexual, la ebriedad, la comida, la primavera, la burla, la crueldad, el
éxtasis del sentimiento religioso. (…) El cansado, el sobrio, el agotado, no puede
recibir deñ arte absolutamente nada, poruqe no tiene la fuerza artística primordial,
la constriccion de la riqueza: quien no puede dar, tampoco recibe nada. (…) La
perfeccion es el necesario desbordarse sobrepasando todos los limites.>>
Artistas
Pero la expresión artística no es sólo apolínea sino que puede ser dionisiaca
también. Ciertos tipos de canto y baile pueden llegar a un punto de frenesí donde
el individuo se pierde.
<<El poder de Apolo de crear formas, sin Dioniso, es vacío; y el poder de liberar
pasiones de Dioniso, sin Apolo, es ciego.>>
Y es que aunque sean opiuestos, no pueden existir el uno sin el otro. Su discordia
es también concordia. Adelantandonos a lo que diremos sobre la tragedia,
Nietzsche “descubre” que el mundo de la cultura apolínea de los griegos, su
inclinación a la medida y al orden, descansan sobre la base viva de la desmesura
dionisíaca. Lo dionisiaco es la base sobre la que se apoya el mundo luminoso.
Tragedia
Por un lado, Grecia estaba dominado por el aspecto apolíneo. Cuando pensamos
en Grecia Antigua, pensamos en su lado apolíneo, la arquitectura, las estatuas, las
columnas dóricas. Pero también había un lado dionisiaco que se encontraba en
tribus bárbaros en las islas del Mar Egeo. Se caracterizaban por celebraciones
frenéticas en las que reinaba una total promiscuidad sexual.
A pesar de sus esfuerzos, no podían detener todo contacto con estas influencias y
pronto los impulsos dionisiacos empezaron a manifestarse en Grecia. Los griegos
apolíneos no se rindieron sino que llegaron a un acuerdo a coexistir en paz. La
cultura que se forjó a partir de este encuentro perdió el frenesí de las orgías pero
retenía la música en la forma de la flauta y el ditirambo.
Cuenta una leyenda que relata una conversación entre el Rey Midas y este
personaje, el sabio Síleno, compañero de Dioniso. Pregunta el rey, “¿Qué
considera usted que sea lo mejor y más preferible para el hombre? Síleno
responde:
“Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser
nada. Y lo mejor en segundo lugar es para ti -morir pronto.”
Lo que Nietzsche nos quiere decir es que los griegos conocían los horrores y
espantos de la existencia. Para poder vivir en absoluto, tuvieron que colocar
delante de ellos la resplandeciente fantasía onírica de los Olímpicos. En otras
palabras, la creación apolínea del mundo olímpico ocultaba de la vista la
experiencia dionisiaca del sufrimiento y sinsentido de la vida,
Con su cultura apolínea, Nietzsche afirma que los griegos lograron invertir la
sabiduría de Síleno, de modo que lo peor sería morir pronto. No se trata de
retirarse de la vida sino de afirmarla. Con lo que hemos visto hasta ahora, los
griegos no han logrado afirmar la vida sino sólo protegerse del inevitable
sufrimiento que trae.
La tragedia empezó en festivales en los que una multitud que formaba un coro
hacía culto a Dioniso. Dado que Dioniso es el dios del desbordamiento y la
destrucción, el culto consistía en un canto hipnótico en el que se relataba lo
efímero de la vida humana y su inevitable destrucción. Esta destrucción no
provocaba pesimismo en los participantes sino una sensación del poder y el júbilo
de la vida, porque, a pesar de los cambios en la civilización, los participantes,
vestidos como sátiros y representando a Dioniso, permanecían iguales.
Luego hubo una importante innovación. Los participantes fueron divididos en dos
grupos: adoradores por un lado y espectadores por el otro, y un actor
enmascarado apareció en el escenario. Este actor es el elemento lingüístico o
apolíneo de la poesía lírica. Lo que tenían que hacer ahora los sátiros era llevar a
los espectadores a ver no el actor como tal sino el personaje visionario que
representaba. Este héroe, sea Edipo u Orestes relata una historia en la que las
cosas terminan mal, donde el héroe queda cegado, desterrado, o muerto. La gran
innovación fue la de ligar lo apolíneo y lo dionisiaco, de hacer que la manifestación
apolínea fuera informada integralmente por las condiciones dionisiacas. Esta
conexión es lo que hace que la creación apolínea sea vital y capaz de cambiar con
el paso del tiempo.