Temas

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 20

PENSEMOS

Los padres de familia son los primeros y principales responsables de


"formar a sus hijos en la fe y en la práctica de la vida cristiana, mediante la
palabra y el ejemplo" (CDC 774.2), y es tarea de ambos "alimentar la vida
que Dios les ha confiado" (CIC 1251); en este sentido se podría decir que la
celebración de los sacramentos tiene una dimensión marcadamente
familiar, y es que la familia es la comu

nidad privilegiada para la transmisión y la educación de la fe (ver CT 62 ).

Los papás deben facilitar el "despertar religioso" de sus hijos, iniciarlos en


la oración personal y comunitaria, educarlos en la conciencia moral,
acompañarlos en el desarrollo del sentido del amor humano, del trabajo, de
la convivencia y del compromiso en el mundo, dentro de una perspectiva
cristiana. Los papás, más que transmitir contenidos, introducen a sus hijos,
y en especial a los más pequeños, en un ambiente de vida propio de una
familia cristiana.

Lamentablemente, en nuestro ambiente, muchos padres de familia piden los


sacramentos para sus hijos sólo por tradición, porque se acostumbra, pero
no por una decisión de seguir a Jesucristo en sus vidas.

Es muy recomendable que quien se va a confirmar tenga un padrino a quien


le corresponde procurar que su ahijado:

"Se comporte como un verdadero testigo de Cristo y cumpla fielmente las


obligaciones inherentes al sacramento" (CDC 892).

Es conveniente que se escoja como padrino de la confirmación a quien


asumió esa responsabilidad en el bautismo del adolescente que se
confirmará (ver CDC 893.2;CIC 1311).

El padrino o madrina comparten responsablemente con los papás todos los


compromisos y exigencias que de la Confirmación surgen (ver CDC
774.2), especialmente, son invitados a preocuparse y actuar, junto con los
papás, por la educación cristiana de su ahijado. Pueden verse obligados, en
ciertos casos, a reemplazar a los papás en esta tarea. Ocupan un lugar
importante en el espíritu y ambiente familiar.

Tristemente, los padrinos o madrinas han perdido mucho del sentido de ser
representantes de la comunidad cristiana que garantizan, junto con los
papás, la educación e iniciación progresiva del ahijado en la vivencia de la
fe dentro de la comunidad eclesial. Con frecuencia notamos que se da más
importancia al "compadre" o la "comadre" por las relaciones, apoyo
económico o influencia que al mismo ahijado en la tarea de educarlo
cristianamente.

De ahí que la Iglesia pide ciertas cualidades o características para que


alguien pueda ser invitado de padrino o madrina. Cualidades que se pueden
sintetizar asi:

Ser elegido por los papás del niño, a quienes faltando éstos ocupan su lugar
(ver CDC 874.1).

Debe tener la suficiente madurez para cumplir esta responsabilidad (ver


CDC 874.2).

Ser católico y haber recibido los tres sacramentos de iniciación cristiana:


Bautismo, Confirmación y Eucaristía (ver CDC 874.3).

No estar impedido por el derecho canónico para cumplir con esta


obligación
(ver CDC 874.4).

No ser el papá o la mamá de quien se confirmará (ver CDC 874.5).

Ser invitado a ser padrino de alguien, además de ser motivo de alegría


implica un replantear la manera como asumo en la vida diaria mi fe, un
hacer una pausa en el camino, para avanzar con nuevos bríos
decididamente hacia la construcción del Reino de Dios en nuestro tiempo y
lugar.

TEMA Papás y padrinos 2

Papás y padrinos, facilitadores del proceso de crecimiento de sus hijos


y ahijados

OBJETIVO

Descubrir el papel de los papás como facilitadores del proceso de


crecimiento integral de sus hijos para que conociéndolo lo asumamos en
nuestra vida.

NOTAS PEDAGÓGICAS

En ningún lugar aprenderemos la importantísima tarea de ser papás sino en


la vida misma del padre de familia. Por eso, el catequista debe presentar
esta sesión con un gran espíritu de acogida y comprensión, evitando el
parecer muy riguroso al ir enumerando los deberes y derechos de los papás
para con sus hijos.

VEAMOS

Leamos con atención lo que nos dice un gran pensador al tocar el tema de
los hijos:

"Sus hijos no son de ustedes. Son los hijos y las hijas del aliento de la Vida.
Llegan a través de ustedes, pero no son realmente suyos. Y aunque están
con ustedes, no les pertenecen.

Podrán darles su amor, pero no sus pensamientos, porque sus hijos tienen
pensamientos propios.

Podrán albergar sus cuerpos, pero no sus almas, porque sus almas habitan
en la casa del mañana, que ustedes no pueden visitar, ni siquiera en
sueños.

Podrán, cuando mucho, parecerse a ellos; mas no traten de hacerlos


semejantes a ustedes.

Porque la vida no retrocede, ni se estanca en el ayer.


Ustedes son los arcos para que sus hijos, flechas vivientes, se lancen al
espacio.

El Arquero ve la marca en lo infinito, y El es quien las doblega, con su


poder, para que sus flechas partan veloces a la lejanía. Que el ser
doblegados en manos del Arquero sea nuestra alegría; porque aquel que
ama a la flecha que vuela, también ama al arco que no viaja".

Ahora, contestemos en nuestro interior las siguientes preguntas, para


después compartir las respuestas con nuestro cónyuge y el padrino o
madrina de nuestro hijo:

¿Qué es lo que más me llamó la atención?

En mi relación para con mis hijos, ¿verdaderamente he sido el arco que


los impulsa por la vida?

En ocasiones, ¿me comporto como un cordón que los mantiene amarrados


a mí y mis decisiones?

PENSEMOS

Los papás transmitimos la vida, que viene de Dios, a nuestros hijos, y por
lo tanto, debemos alimentar la vida que Dios nos ha confiado y facilitar su
proceso de convertirse en personas (ver CIC 1251, 2221). Debemos mirar a
nuestros hijos, como a hijos de Dios y respetarlos como a personas
humanas (ver CIC 2222). Y, día con día; reconocernos como los primeros y
principales facilitadores de su proceso de crecimiento integral (ver CIC
2223; GS 3).

Desde el ambiente del hogar, en un clima de amor, los hijos aprenden,


junto con sus papás, valores humanos y cristianos que son el fundamento
para el camino de su vida (ver CIC 2223).

El deber de educar a los hijos es de tanta trascendencia, que, cuando los


papás faltan o desatienden su responsabilidad, difícilmente alguien puede
suplirlos (ver CIC 2221; GE 3).

Tal vez, antes de continuar, sea necesario aclarar lo que abarca el término
“educar":

Educar es informar. Es decir, propiciar por todos los medios que se tengan,
los conocimientos indispensables para el desarrollo integral de nuestros
hijos, como personas, proporcionándoles instrumentos efectivos que sean
fundamento para la toma de decisiones constructivas y humanizantes en su
vida (ver CIC 2229). Educar es motivar. Es la relación que existe entre las
necesidades de nuestros hijos y los satisfactores que le proporcionemos
para dichas necesidades (ver CIC 2228). Para que exista motivación para el
desarrollo integral de nuestros hijos, deberán existir satisfactores para todas
las áreas de la persona. Las palabras que dirigimos a nuestros hijos les
impulsan y mueven en el camino de su vida; sin embargo, la mejor
motivación es el testimonio que ellos ven en sus papás (ver CIC 2223), la
coherencia entre las palabras, actitudes, gestos, silencios y conductas.

Educar es formar en la libertad. Dios nos creó libres. Perdimos la libertad


y por Cristo Jesús la hemos recuperado. Dios respeta nuestra libertad
corriendo el riesgo de que podamos usarla inadecuadamente y
equivocarnos; nos concede todos los medios para nuestro crecimiento y
espera nuestra respuesta. He aquí el camino a seguir como papás de
nuestros hijos: aprendimos a caminar, caminando; aprendemos a usar
adecuadamente nuestra libertad cuando contamos con ella, en compañía de
nuestros papás y tenemos la suficiente información sobre las alternativas
que tenemos en la vida y las consecuencias de nuestras decisiones (ver CIC
2230).

Pero educar es, ante todo, facilitar. Los papás no somos dueños de la vida
de nuestros hijos, nos ha sido confiada por Dios pues nuestros hijos, no son
nuestros sino de El. Los papás no somos directores de la vida de nuestros
hijos, a lo más podemos acompañarlos en el camino de su vida. Los papás
no somos maestros de las actitudes de nuestros hijos; si nos esforzamos
podremos ser sus amigos. Lo que sí podemos ser, es convertirnos en los
facilitadores de su proceso de crecimiento integral como personas, como
hijos de Dios, como hombres y mujeres en plenitud, como seres felices.
Pero, entendámoslo bien, solamente facilitadores.

Un padre de familia facilitador, es aquel que pone todo lo que está a su


alcance para que su hijo crezca, se desarrolle y logre los objetivos que él
mismo, es decir su hijo, se ha planteado. Es aquel padre de familia que
permite que salga del interior de hijo y se manifieste todo el valioso
potencial que lleva dentro. Es aquel padre de familia que impulsa, alienta,
acompaña en todos y cada uno de los momentos de la vida de su hijo.

Características del proceso de ser facilitadores:

Su importancia. Es muy difícil suplir la tarea de los papás, sin embargo,


ellos pueden y deben solicitar la colaboración de personas que
complementen, no suplan, su misión desde un terreno secundario. Desde
esta concepción, es donde el resto de los parientes y los padrinos ejecutan
su apoyo a los padres de familia. El amor solidario. El amor solidario y el
testimonio continuo de los papás hacia sus hijos, son como el corazón y el
motor de la educación; son el alma, la fuente y la norma que guiarán la
transmisión de valores y virtudes.

El mutuo dar y recibir. En la relación entre papás e hijos, todos cada uno
de acuerdo a sus posibilidades, tiene algo que dar y mucho que recibir.
Existen hijos que “dan lecciones” de fe, responsabilidad, solidaridad y
preocupación social a sus mismos papás.

La autoridad como “servicio”. Indudablemente, los papás gozan de


autoridad en relación con sus hijos, pero esto no debe confundirse con
"autoritarismo" sino convertirse en un servicio y una prueba más de amor a
sus hijos.

La libertad. En el clima de la convivencia familiar debe reinar una gozosa


libertad. Un sano ambiente en donde escuches las palabras de tus hijos,
veas sus razones y sientas sus motivaciones, y, sin presiones, buscar
siempre el mejor camino para todos.

La confianza. A mayor confianza mutua en la relación con nuestros hijos,


mayor posibilidad de acompañamiento y enriquecimiento en el proceso de
crecimiento como personas.

La presencia. Ante todo, para poder acompañar y facilitar el crecimiento y


superación de nuestros hijos, ambos, papá y mamá, debemos estar
presentes en su vida. A veces nos preocupamos más por la cantidad de
tiempo que podemos pasar con ellos, que por la calidad con que vivimos
juntos ese tiempo, por pequeño que sea. Tanto para la procreación de un
hijo como para facilitar su crecimiento es necesaria la participación de papá
y mamá.

La comunicación. No sólo debemos estar presentes, sino aprender a


comunicarnos con ellos; evitando la equivocada idea de que ellos son los
que deben aprender a comunicarse a nuestro modo. Comunicarse implica:
momentos en los que yo hablo pero también momentos en los que escucho
con toda mi atención; aprender a comunicar no sólo con mi voz sino con
todo mi ser (gestos, posturas, etc.); encontrar el momento y lugar
adecuados; y, muy importante, ser sincero y leal.

ACTUEMOS

Después de haber reflexionado sobre la importante misión de ser papás,


manifestemos esa reflexión en un hecho concreto de vida que
comenzaremos a realizar a partir de hoy mismo.

¿Qué actitudes de mi vida debo de modificar para verdaderamente facilitar


a mi hijo(a) su crecimiento integral como persona?

CELEBREMOS

Frente al grupo se coloca un cirio encendido. Nos ponemos todos de pie.


Leemos del capítulo 30 del libro del Sirácide los versículos del 1 al 6.
Dejamos un momento de silencio para la reflexión interior.

Dispongamos a la familia a vivir el sacramento de la Confirmación

OBJETIVO
Valorar como familia el sacramento de la Confirmación para comprender
toda su importancia, no sólo para quien lo recibirá, sino también para los
que ya lo hemos recibido y así vivir como testigos de Cristo en la Iglesia y
en el mundo.

NOTAS PEDAGÓGICAS

Bien sabemos que el "ejemplo arrastra", lo lamentable es que aplicamos


dicha frase a situaciones fuera del ambiente familiar.

En la familia, los hijos aprenden lo que viven, lo que ven de sus papás,
hermanos y parientes.

El catequista motivará a papás y padrinos para que comprendan el


importante papel que tienen al ser ellos quienes muestren a sus hijos cómo
hacer vida el sacramento de la Confirmación, empezando desde el interior
de la familia y proyectándolo posteriormente hacia la sociedad en general.

Sería recomendable que por familia tuvieran una hoja impresa con los
compromisos que se proponen al final del "pensemos" y con la oración del
"celebremos".

VEAMOS

Vamos a pedir a los participantes que compartan con todo el grupo sus
respuestas a las siguientes preguntas:

¿A qué personajes de la historia admiran ustedes? ¿Qué admiran de ellos


y viven ustedes en su vida? ¿A qué personajes de la historia de la Iglesia
admiran ustedes? ¿Qué admiran de ellos y viven ustedes en su vida?
¿A quiénes admiran de entre sus familiares, vecinos o gente de nuestra
comunidad?
¿Qué admiran de ellos y viven ustedes en su vida?
¿Cómo creen que son o fueron las relaciones familiares de estas personas
que han nombrado en las preguntas anteriores?
¿Creen que nuestras relaciones familiares pudieran llegar a ser así?
PENSEMOS

El testimonio de vida cristiana, ofrecido por los papás en el seno de la


familia, llega a sus hijos envuelto en el cariño y respeto paterno y materno.

Los hijos perciben y viven con alegría la cercanía de Dios que en sus papás
de manifiesta, hasta tal punto, que esta experiencia deja en ellos una huella
decisiva que dura toda la vida.

Lo anterior se consolida cuando, con ocasión de ciertos acontecimientos


familiares o en fiestas señaladas "se procura explicar en familia el
contenido cristiano o religioso de esos acontecimientos" (CT 68). Lo que
se aprovecha aún más si los papás comentan y ayudan a interiorizar de
manera cotidiana con sus hijos, la catequesis que ellos reciben en su
comunidad parroquial, ya que "la catequesis familiar precede, acompaña y
enriquece toda otra forma de catequesis" (CT 68).

Por el sacramento de la Confirmación que nuestros hijos van a recibir y que


nosotros ya hemos recibido, el Espíritu Santo en plenitud viene a nuestra
vida dando crecimiento y profundidad a la gracia santificante que en
nuestro bautismo recibimos (ver CIC 1302, 1303, 1266).

Por lo tanto, para nuestros hijos, para nosotros sus papás y para toda
nuestra familia, la Confirmación "es el sacramento que da el Espíritu Santo
para: enraizamos más profundamente en la filiación divina, incorporarnos
más firmemente a Cristo, hacer más sólido nuestro vínculo con la Iglesia,
asociarnos todavía más a su misión y ayudarnos a dar testimonio de la fe
cristiana por la palabra acompañada por las obras" (CIC 1 316)

Para responder a las exigencias del sacramento de la Confirmación,


como familia debemos:

Estar siempre al servicio de la vida a través de testimonios concretos de su


aceptación desde la concepción, reflexionando sobre el valor y el sentido
de la vida, y, con experiencias de apertura y defensa de la vida misma.
Atender las necesidades de los demás, de acuerdo a nuestras posibilidades,
pero siempre con generosidad, en particular a los niños, los ancianos, los
discapacitados y los marginados.

Propiciar iniciativas para reconocer a la familia fundada en el matrimonio


como sujeto social fundamental y para hacer explícitos los valores
humanos y cristianos en las leyes y las costumbres.

Promover una solidaridad y fraternidad concreta con las familias de


inmigrantes, desplazados de sus territorios, presidiarios, enfermos, etc.,
superando así las divisiones y discriminaciones raciales, étnicas y
culturales.

Haciendo en nuestra familia oración y obras de misericordia por el logro de


las intenciones del Papa y la Iglesia.

Sensibilizando cristianamente el ambiente en el cual vivimos y nos


encontramos cotidianamente.

Disponemos al diálogo con el alejado o no creyente a través del testimonio


de una vida coherente, escuchando siempre en nuestro interior la voz del
Espíritu Santo.

Es entonces, en nuestra familia, donde todos nosotros aprenderemos a vivir


el sacramento de la Confirmación plenamente, creciendo como
personas "en la solidaridad y las responsabilidades comunitarias" (CIC
2224).

ACTUEMOS

De las siete propuestas de compromiso familiar, presentadas al final del


momento anterior, papás y padrinos:

¿Cuál iniciarán en su familia durante esta semana? ¿Qué harán para


poder realizar todas las demás?

CELEBREMOS

Nos ponemos de pie y leemos el pasaje del libro de los Hechos de los
Apóstoles, capítulo 18, versículos del 1 al 4.

Dejamos un momento de silencio para reflexionar cómo vivía la pareja


formada por Aquila y Priscila y pensamos en cómo vivimos nosotros
nuestra fe.

Colocamos nuestro brazo sobre el hombro de nuestra pareja y el que será


padrino de nuestro hijo y respondemos unidos cual familia a la siguientes
oraciones diciendo:

"Concédenos vivir en familia el sacramento de la Confirmación"

Escúchanos, Señor, con amor de Padre y, en la riqueza de tu Espíritu,


danos sabiduría para discernir los signos de los tiempos, el valor para
amar y esperar, y la perseverancia en la oración.

"Concédenos vivir en familia el sacramento de la Confirmación"

Oh, Padre bueno, que nos has redimido en tu Hijo y consagrado con tu
Espíritu, confírmanos en la fe para que, con coherencia de vida, demos
testimonio de la verdad que nos hace libres.

"Concédenos vivir en familia el sacramento de la Confirmación"

Oh, Dios misericordioso, que enriqueces la vida de tus fieles con la


abundancia de los dones del Espíritu, concédenos crecer espiritualmente,
para vivir en paz contigo y con el prójimo, y contemplar la creación con
mirada de amor.

"Concédenos vivir en familia el sacramento de la Confirmación"


Terminamos nuestra celebración cantando:

TEMA Papás y padrinos 3

Hagamos vida en nuestro hogar los dones del Espíritu Santo

OBJETIVO
Conocer los dones del Espíritu Santo para que como familia, descubrir
en ellos un camino de vida que Dios nos regala y por el cual
caminaremos con Jesús.

NOTAS PEDADOGICAS

La mayoría de las familias se conforman con "mandar" a sus hijos


adolescentes a la catequesis para que se "preparen" para confirmarse,
pensando que con esto "ya cumplieron".

Esta forma de pensar se encuentra muy arraigada entre nuestro


pueblo, debido en parte a que faltaban verdaderos procesos ordenados
y progresivos que atendieran las distintas edades y situaciones de la
vida.

Actualmente, con las exigencias que conlleva una catequesis en


proceso, muchas veces queremos que los Padres de Familia respondan
a nuestro llamado y apoyen a sus hijos "automáticamente";
lamentablemente, la mayoría de las veces, carecen de una adecuada
educación en la fe y es muy poco lo que pueden hacer por sus hijos.

En esta sesión deberá motivarlos el catequista para vivir en familia los


dones del Espíritu Santo, pero, esa motivación se inicia con un
catequista que se muestre amable, alegre, con apertura, con
disposición de ayudar, abierto al diálogo, etc.

VEAMOS

Podemos iniciar un breve diálogo preguntando al azar lo siguiente:

¿Les gusta recibir regalos?


¿Cómo se sienten cuando reciben un regalo? ¿Qué hacen con los regalos
que reciben?
Escuchamos algunas de las respuestas y luego continuamos con la
sesión.
PENSEMOS

"La familia cristiana es una comunión de personas, signo e imagen de la


comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo" (CIC 2205). El
Espíritu que une al Padre y al Hijo en una relación de amor, también une en
el sacramento del matrimonio a los esposos y los hace participar del amor
divino.

Es el Espíritu Santo quien, a través del sacramento del matrimonio, da a los


esposos como regalo "el corazón nuevo y hace al hombre y a la mujer
capaces de amarse como Cristo nos ha amado" (FC 1 3).

El amor que viene del Espíritu Santo hace posible la verdadera unidad entre
los esposos y en las familias. Es el Espíritu quien prepara y conduce a los
novios hacia el matrimonio y acompaña a los esposos y a la familia durante
toda su vida. Hace crecer el amor día a día y nos transforma en una familia
de verdaderos testigos dentro de la sociedad, haciéndonos familia
"evangelizadora y misionera" (CIC 2205).

Lamentablemente, en ocasiones, nuestra familia se encierra en prácticas


religiosas estériles, frías y rutinarias, ya que sólo queremos evitar el
reproche divino. A esto, podemos llamarlo egoísmo (ver Gal 5, 1-12).
Quien ha recibido al Espíritu Santo no se preocupa por no pecar, sino por
amar.

La familia de creyentes ha de considerarse "esclava de Cristo". Y, en la


vida diaria solucionarlo todo pensando que somos de Cristo y estamos al
servicio de nuestro prójimo. Es ahí donde se manifiestan en nuestra familia
los dones del Espíritu Santo, que son verdaderos regalos que nos invitan a
caminar en nuestra vida hacia Dios, siguiendo las huellas de Jesús.

La sabiduría, que da el gusto por las cosas divinas.

La inteligencia, que ayuda a la familia a descubrir el designio de Dios


sobre si y sobre cada uno de sus miembros.

El consejo, que ilumina a los padres de familia en las decisiones que se


deben de tomar para el bien de todos, para vivir según el plan de Dios la
paternidad y la maternidad responsables, para la educación de los hijos, etc.

La fortaleza, para afrontar las inevitables pruebas de la vida, en un camino


de ascender hacia la santidad.

La ciencia, para que Dios sea puesto siempre en primer lugar en la familia
y se valoren las cosas y los acontecimientos a su luz.

La piedad, que conduce a la oración, a la unión con Dios y al amor hacia el


prójimo.

El temor de Dios, que ayuda a creer en su amor misericordioso.

Los siete dones del Espíritu Santo, pertenecen en plenitud a Cristo, y, en


nosotros completan y llevan a su perfección nuestra disposición habitual y
firme por hacer el bien y nos hacen dóciles a obedecer con prontitud a las
inspiraciones divinas (ver CIC 1831, 1833).

ACTUEMOS

Como familia (papás y padrinos) elaboremos un compromiso.

¿Qué vamos a empezar a hacer desde ahora para facilitar la vivencia de


los dones que el Espíritu Santo nos regala?

Función de los padrinos

Normalmente se los suele elegir por cuestiones de amistad, simpatía,


reciprocidad (alguien elegido como padrino del hijo de un amigo, se siente
obligado a retribuir nombrándolo padrino de un hijo) u otros motivos
sociales. Todos estos motivos son válidos, siempre y cuando la persona
tenga las condiciones que le permitan cumplir su tarea de padrino. No
olvidemos que esta elección no es un premio, ni una distinción, ni un
honor, sino una responsabilidad, para la cual hay que ser idóneo.
Obviamente los lazos afectivos son importantes y ayudan a cumplir esta
misión, pero deben ir acompañados por otros requerimientos.
Para comenzar habría que ver qué función cumple un padrino/madrina, ya
que si queremos que cumpla bien su función, tendrá que tener las
condiciones necesarias para ser capaz de llevarla adelante.

Los dos textos del Magisterio de la Iglesia que constituyen la referencia


obligada son el Catecismo de la Iglesia Católica y el Código de Derecho
Canónico.

El Catecismo de la Iglesia dedica dos números:


“Para que la gracia bautismal pueda desarrollarse es importante la ayuda de
los padres. Ese es también el papel del padrino o de la madrina, que deben
ser creyentes sólidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado, niño o
adulto, en su camino de la vida cristiana. Su tarea es una verdadera función
eclesial” (n. 1255).

“Para la Confirmación, como para el Bautismo, conviene que los


candidatos busquen la ayuda espiritual de un padrino o de una madrina.
Conviene que sea el mismo que para el Bautismo a fin de subrayar la
unidad entre los dos sacramentos” (n. 1311).

Las condiciones exigidas por el Código de Derecho Canónico:


- "En la medida de lo posible, a quien va a recibir el bautismo se le ha de
dar un padrino, cuya función es asistir en su iniciación cristiana al adulto
que se bautiza, y, juntamente con los padres, presentar al niño que va a
recibir el bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana
congruente con el bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes
al mismo". (872)
- "Téngase un solo padrino o una sola madrina, o uno y una". (873)
- "Para que alguien sea admitido como padrino, es necesario que:
1. haya sido elegido por quien va a bautizarse o por sus padres o por
quienes ocupan su lugar o, faltando éstos, por el párroco o ministro; y que
tenga capacidad para esta misión e intención de desempeñarla;
2. haya cumplido dieciséis años, a no ser que el Obispo diocesano
establezca otra edad, o que, por justa causa, el párroco o el ministro
consideren admisible una excepción;
3. sea católico, esté confirmado, haya recibido ya el santísimo sacramento
de la Eucaristía y lleve, al mismo tiempo, una vida congruente con la fe y
con la misión que va a asumir;
4. no esté afectado por una pena canónica, legítimamente impuesta o
declarada;
5. no sea el padre o la madre de quien se ha de bautizar” (874 § 1).

Al ocuparse de la Confirmación señala:


"En la medida de lo posible, tenga el confirmando un padrino, a quien
corresponde procurar que se comporte como verdadero testigo de Cristo y
cumpla fielmente las obligaciones inherentes al sacramento” (892).
En el canon 893 remite a las condiciones indicadas para los padrinos de
Bautismo, añadiendo que "es conveniente que se escoja como padrino a
quien asumió esa misión en el bautismo".

Vida cristiana coherente

Como vemos estos documentos, además de las condiciones específicas de


edad y de recepción de los Sacramentos de la Iniciación cristiana, señalan
una condición general de llevar una vida congruente con la fe.
Con esto quedan directamente excluidos como candidatos a padrinos:
- quienes viven en una situación matrimonial irregular (ya sea porque viven
en concubinato o son divorciados vueltos a casar),
- quienes han incurrido en penas canónicas, o que han apostatado de la fe
(adhiriendo a cultos de otras confesiones religiosas), etc.
E indirectamente quedan excluidos quienes no practican la fe. En efecto,
una persona que no va a Misa los domingos, o que no se confiesa ni
comulga, difícilmente pueda ser una ayuda espiritual en el camino hacia la
madurez cristiana. Sería como contratar como maestro a una persona que a
penas sabe leer y escribir.
Resulta obvio que no puede ponerse como ejemplo y modelo de la vida
cristiana a quien no la vive con coherencia. Difícilmente pueda ayudar a
recorrer el camino cristiano, quien haya decidido libremente no recorrerlo
él mismo. Por eso el Catecismo señala que los padrinos deben ser "deben
ser creyentes sólidos", y "capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado,
niño o adulto, en su camino de la vida cristiana".
Cualquier cristiano practicante, coherente con su fe, puede ser
padrino/madrina. No hacen falta otros requisitos especiales.
Estado de gracia

Aun que no es un requisito requerido por la Iglesia, se desprende de la


función que cumple: es casi una cuestión de coherencia personal. Acudir en
estado de pecado a asumir la responsabilidad de ayudar en la vida cristiana
a alguien, sería algo realmente extraño: constituiría un contrasentido.

En el caso de la Confirmación se añadiría el hecho de que si el padrino


careciera del estado de gracia, no estaría en condiciones de recibir la
Eucaristía. Se daría así la “curiosidad” de que no podría acompañar a su
ahijado en la Comunión.

La tarea de los padrinos es una verdadera función eclesial. La Iglesia les da


un encargo, una tarea. Con la consiguiente responsabilidad: Dios pedirá
cuenta a los padrinos de cómo han cumplido su tarea, y también los
premiará especialmente por lo que hayan hecho por sus ahijados.

Cómo cumplen su función

Fundamentalmente de cuatro formas:


1. Oración. Siendo una tarea espiritual, la primera ayuda que brindan a sus
ahijados es la oración. Deben rezar por ellos con frecuencia, para
conseguirles la gracia necesaria para su vida cristiana.
2. Buen ejemplo
3. Orientación: enseñando, acompañando, corrigiendo, aconsejando.
4. Suplencia. En ausencia de los padres (porque no estuvieran presentes, o
porque no se ocuparan) debe velar por la formación cristiana de sus
ahijados, su práctica religiosa, etc.

Cómo elegir los padrinos de Primera Comunión

La Primera Comunión es una celebración religiosa, donde el niño


recibe por primera vez el Sacramento de la Eucaristía. Uno de los
requisitos y punto indispensable son los padrinos.
¿Cómo elegirlos? Hoy en día, aunque no es una regla ni obligación, la
mayoría de los padres de familia optar por elegir a la misma persona
que ha sido el padrino o madrina de bautizo y de confirmación.

Hay quienes prefieren que sea otra persona diferente; pero sea cual sea
tu decisión respecto a la elección de los padrinos de Primera
Comunión, es importante tener en cuenta lo siguiente.

 Los padrinos proporcionan ayuda espiritual a lo largo del


crecimiento de la ahijada (o).
 Tienen el compromiso de dar especial atención al niño
procurando que lleve una vida cristiana congruente, vigilando su
crecimiento tanto espiritual como de ser humano.
 A falta de los padres, los padrinos son los responsables de la
educación cristiana de la niña (o).
 Los padrinos de Primera Comunión deben ser personas mayores
de edad (18 años), estar confirmados y haber recibido con
anterioridad el sacramento de la Eucaristía.
 Pueden ser solteros o casados ( casados por la Iglesia Católica)
 Los padrinos deben ser personas capaces de realizar la misión de
guiar y tener la intención de desempeñarla.
 Deben ser personas con una vida congruente con la fe y con la
misión que van asumir.
 Que este conciente de que al ser padrino se adquiere un
compromiso para toda la vida, que este no se rompe al cambiarse
de casa o al mudarse de ciudad, o bien disgustarse con los
padres.

Los padrinos no deben elegirse por presiones sociales u otros criterios


que en un futuro pueden cambiar (como compromisos de relaciones de
trabajo o negocios, amistades que no conocemos bien, situaciones
económicas, por imposición de terceras personas, etc.).

Recuerda que los padrinos de Primera Comunión son las personas que
guiarán a tu hijo por el camino para alcanzar la santidad.

Cuando tu pareja y tú tomen la decisión sobre quién o quienes pueden


ser los padrinos de tu hijo, procuren platicarlo abiertamente con ellos;
que sepan qué es lo que esperan ustedes de los padrinos; pero sobre
todo que se comprenda el compromiso y responsabilidad que
representa.

PADRINOS COPNFIRMAION
si quieres saber el papel de los padrinos en una Confirmación, vamos a
enseñarte qué función es la que realizan. Lo primero que hay que saber es
qué es ¿no? muchas veces se habla de la Confirmación, pero no siempre se
conoce lo necesario sobre estos temas que en muchos casos debemos de
saber. Queremos con este artículo darte esa información tan necesaria. Sin
más dilación vamos con ello.
¿Qué es un padrino?
Un padrino es una persona que te va a acompañar en el camino de la fe y
después de tu Confirmación. En la cultura que tenemos, lo más lógico es
escuchar del padrino que es el encargado de organizar toda la fiesta para
celebrar en familia el bautizo, pero sus funciones van más allá.
Funciones de un Padrino
En caso de que empieces tu curso de Confirmación, hay que tener claro que
el padrino es alguien que cuando te confirmes tendrá que ayudarte a que tu
fe siga creciendo.
Requisitos básicos: para poder ser elegido como padrino en la
Confirmación es necesario…

 Tener por lo menos 18 años.


 Haber iniciado su fe en la Iglesia Católica a través de los tres

sacramentos de iniciación: Bautismo,Confirmación y Eucaristía.


 Debe mostrarte que tiene un compromiso visible de vivir la fe

católica y tener la capacidad y La intención de llevar a cabo su


responsabilidad como guía espiritual en su vida.

Consideraciones al seleccionar un padrino

 Debes recordar que el padrino no puede ser ninguno de tus padres.


 Se puede elegir a dos padrinos (hombre y mujer) o a uno solo

(madrina o padrino).
 Como el Bautismo y la Confirmación están estrechamente

conectados, es deseable que el padrino del Bautismo, también


patrocine la Confirmación. De todas formas vas a poder elegir a
uno diferente.
Una elección que es tuya
La elección de la persona que será tu patrocinador es tuya. Algo que hay
que tener en cuenta antes de pedir a alguien que sea tu padrino es que esté
dispuesto y quiera participar en tu formación para la Confirmación, por lo
que te apoyará y estará al tanto de tu crecimiento en la fe.
Está claro que debe ser una persona que admires y respetes, así como
alguien que viva de forma activa su fe católica. Igualmente será alguien en
quien confíes y con el que te sientas cómodo cuando le solicites ayuda,
guía y consejo, de forma especial respecto a la vida espiritual.

También podría gustarte