Crescencia de Hoss
Crescencia de Hoss
Crescencia de Hoss
S. MILLÁN – 2019
1
SANTA CRESCENCIA HÖSS
Imprimatur
Monseñor José Carmelo Martínez
Obispo de Cajamarca (Perú)
S. MILLÁN – 2019
2
ÍNDICE GENERAL
INTRODUCCIÓN
Su infancia.
Monasterio de Kaufbeuren.
Entrada al convento.
Acusada y maltratada.
Profesión religiosa.
María.
La Eucaristía.
El Espíritu Santo.
Su ángel.
Los santos.
Almas del purgatorio.
Dones sobrenaturales a) Profecía.
b) Conocimiento sobrenatural.
c) Éxtasis.
d) Ciencia infusa.
e) El Corazón de Jesús.
f) Perfume sobrenatural.
g) Multiplicaciones sobrenaturales.
h) Sanaciones.
i) Milagros.
Salvación de Kaufbeuren.
Superiora.
Sufrimientos.
Humildad y obediencia.
Los pobres.
Su muerte.
Después de su muerte.
Segunda fundadora.
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
3
INTRODUCCIÓN
Hay una biografía de la Vida de Crescencia, digna de toda fe, escrita por
una religiosa de su mismo monasterio. Esta biografía fue escrita 4 años después
de la muerte de la beata por sor María Gabriela Merz. El original se conserva en
el monasterio de Kaufbeuren con el título: Vida y virtudes de la venerable
hermana María Crescencia Höss.
Del padre Pamer existen muchas cartas autógrafas sobre la sierva de Dios.
Él fue durante muchos años el confesor del monasterio y murió en concepto de
santidad el 4 de mayo de 1769.
4
Con estos documentos podemos estar seguros de los hechos que nos
refieren, aunque nos parezcan demasiado maravillosos, pero para Dios nada hay
imposible, cuando quiere glorificar a sus santos.
Nota.- Jeiler hace referencia al libro del padre Ignacio Jeiler, Vita della beata
Madre María Crescenzia Höss, secondo gli atti della beatificazione, Firenze, 1900.
Summarium se refiere al Sumario de las declaraciones de los testigos del Proceso
de canonización, que está en la Positio super virtutibus. Hay dos añadidos: Sumario
adicional y Sumario objecional.
5
SU INFANCIA
Dios bendijo este matrimonio con ocho hijos, tres varones y cinco
mujeres. Dos hijos y dos hijas se fueron pronto al cielo. El tercero, José,
sucumbió en accidente, debido al empujón de un amigo que le hizo caer en un
sótano.
Las Actas del Proceso de canonización hablan que Crescencia desde los
tres y cuatro años tuvo la gracia de ver al Niño Jesús y a su ángel custodio. Sobre
esto habla mucho el padre Ott en su biografía.
Entre otras cosas afirma: Ana tenía tres años cuando un día Jesús se le
presentó en forma de un hermoso niño, vestido con una tela de color morado,
sembrado de flores, cubierto con un manto rojo y con la cabeza y los pies
desnudos. Estaba sola y tenía delante una taza con leche, una manzana y una
pera, recibidas de su madre. La niña le invitó a Jesús a tomar lo que quisiera,
pero el pequeño le respondió: “Mi Padre tiene alimentos y frutos mejores, más
dulces que estos en su jardín”.
6
Entonces la pequeña le pidió que la llevara donde su Padre para estar en su
jardín. Al instante, puesta en éxtasis, fue llevada al paraíso y Dios le dijo: Si tú
quieres ser mi hija, debes amar únicamente a mi Hijo y a mí; y no mezclarte con
otros niños. Debes buscar la soledad y obedecer a tus padres. Después Jesús,
con una sonrisa, le dijo: No hay más que un solo Dios en quien debes creer. Es
uno en tres personas. El Padre, yo, el Hijo y el Espíritu Santo. Los tres somos un
solo Dios. Esta es la primera verdad que debes saber y creer.
Ana en ese momento por una gracia especial recibió la plenitud del uso de
razón y, al cesar el éxtasis, se encontró acostada en su cama, donde la madre,
creyendo que el éxtasis no era más que un profundo sueño, la había puesto.
7
MONASTERIO DE KAUFBEUREN
En 1335 hubo un terrible incendio que dejó casi en cenizas toda la ciudad,
excepto siete casas. También el monasterio quedó reducido a cenizas. Fue
reconstruido, pero más pequeño y estrecho; y con el tiempo tuvieron que
ampliarlo un poco.
8
ENTRADA AL CONVENTO
Este suceso produjo una viva impresión en las hermanas, dando lugar a
varias discusiones sin sospechar la verdadera causa. Pasaron algunos años,
cuando vista la virtud de Crescencia, la Madre Juana Altweger le preguntó sobre
esto y le respondió, obligada por la obediencia, lo que había sucedido. Animada
por este suceso, Ana le dijo a su padre: Estoy segura de que voy a entrar en el
monasterio. “Que dices, hija mía. ¿De dónde te viene esa imaginación? Sácate
ese pensamiento de tu cabeza. Yo no te puedo dar nada y sin dote nadie te
recibirá”. En ese tiempo se esparció por la ciudad la voz de que el monasterio
rehusaba aceptar a la buena de Ana. Católicos y protestantes unidos expresaron
su disgusto a la Superiora. La gracia de Dios había hecho que el alcalde de la
ciudad fuera un protestante, Matías Wörle, que estimaba a Ana y que intercedió
por ella ante la Superiora. Además ofreció ceder el local de la taberna para que
estuvieran tranquilas. Aprovechando de su autoridad, presionó a la Superiora y
ella, con el consentimiento de las hermanas, recibido el 5 de junio de 1703,
aceptó recibirla sin dote.
1
Summarium, fol 5.
9
ACUSADA Y MALTRATADA
Por otra parte, encontraban razones en los problemas que Crescencia tenía
con los asaltos diabólicos. El demonio se le hizo presente desde su entrada con el
permiso de Dios. Estaba en la cocina como ayudante y se le rompían los vasos o
platos, se apagaba el fuego, se caían las ollas. Hoy una cosa, mañana otra. ¿De
quién era la culpa? De la pobre Crescencia, acusada de malicia y, a veces, de
brujería, porque no entendían algunas cosas que le sucedían.
10
El demonio buscaba por su parte la manera de desanimarla y hacerla salir
del convento. Ella amaba mucho a su padre y el diablo le andaba diciendo que su
padre era piel y huesos por el disgusto que ella le había causado y le presentaba
lo bien que había estado en su familia y cómo ahora era maltratada y perseguida.
Dos veces el demonio se le presentó en la figura de su hermana pequeña,
lamentándose de que sus padres no hacían más que llorar y que no podían salir
adelante en su trabajo sin ella y debía sentirse obligada a ayudarles. También una
vez le dijo, bajo la misma figura de su hermana, que su padre estaba en la puerta
del convento esperando impaciente que regresara a casa. Y le mostró la llave y
los vestidos para poder huir. Pero Crescencia se puso en oración, hizo la señal de
la cruz, invocó a Jesús y María; y el Espíritu Santo descendió sobre ella, que le
dijo al demonio: No he venido aquí por ti, ni por ti me saldré. Y así desapareció
el demonio.
2
Summarium Nº 13.
11
Un dia estaba en el granero y, de pronto, se oyó un ruido sordo. La
Superiora mandó de inmediato a dos hermanas a ver qué pasaba. Y vieron a
Crescencia toda ensangrentada, entre dos travesaños del techo. La caída de esa
altura fue tal que le hizo perder dos dientes y el hueso de la nariz quedó herido y
se le formó un bulto que le duró toda la vida. Apenas se repuso, volvió el
demonio y la tiró bajo una caja llena de hierros viejos.
Otra vez estaba Crescencia para llevar una sopa de vino a la comunidad,
cuando un fantasma, negro como un africano, tomó la sopera y trató de
llevársela. Crescencia invocó la ayuda de Dios y con un cucharón de madera
golpeó al demonio ladrón y pudo recuperar la sopera. La comunidad aplaudió y
dijo que nunca había comido un alimento tan agradable.
Durante cuatro años estuvo con estos grandes ataques del demonio y
solamente en algunas ocasiones el Señor se le manifestaba y le hacía vivir
momentos de cielo para que tuviera fuerzas para seguir luchando y ofreciendo
sus dolores por amor a Jesús.
3
Summarium Nº 6.
4
Summarium Nº 8; animadversiones, p. 9.
12
En esta época fue admitida en el monasterio por recomendación del
confesor de la comunidad Daniel Kuile, Catalina Kemper, que era pariente de
este sacerdote. Esta admisión fue un poco extraña, ya que no había más que 20
celdas y estaban todas ocupadas, pero la Superiora lo solucionó diciendo a
Crescencia que fuese a dormir a otro lugar o pidiera un sitio en la celda de alguna
hermana. Así estuvo tres años implorando de puerta en puerta por las noches que
alguna hermana le diera hospitalidad para dormir en un rincón de su celda. Esto
tuvo que soportarlo hasta que la maestra de novicias se enfermó y dejó el
dormitorio por la enfermería.
PROFESIÓN RELIGIOSA
13
Cuando el día de su profesión se acercaba a comulgar, los ojos de todos
estaban fijos en ella y muchos lloraron al verla tan devota y recogida. Parecía que
no era un ser de esta tierra, sino que estaba rodeada de espíritus celestiales. El
confesor declaró: Antes de pronunciar sus votos fue elevada en éxtasis,
pareciendo que no vivía ya en la tierra. Jesucristo, su novio divino, se le
apareció acompañado de su madre, mientras su ángel custodio estaba a su lado
y la conducía al lugar donde debía celebrar sus bodas. El Señor le puso un
anillo de incomparable belleza en el dedo, diciéndole: “Ahora te tomo como
esposa y mi madre te pondrá bajo el manto de su protección”. Inmediatamente
después, pronunció los tres votos de pobreza, castidad y obediencia. Aquel día,
según la costumbre del monasterio, le cambiaron el nombre de Ana por el de
Crescencia, santa Crescencia fue virgen y mártir.
MARÍA
5
Ott, libro II, cap. 4.
14
nada. Le ordenó visitar, con el visto bueno de sus Superiores, una de sus
imágenes milagrosas, venerada en la iglesia de los franciscanos de Lechfeld. Le
dijo: Allá serás liberada de estas penas.
6
Sumario objecional, p. 17.
15
LA EUCARISTÍA
Solía decir que para comulgar una sola vez, de buena gana hubiera querido
soportar todas las enfermedades y haber renunciado a todas las alegrías del
paraíso, exceptuada la visión y posesión de Dios, antes que perder una sola
comunión.
Otro suceso importante fue la comunión milagrosa que durante dos años
recibió por ministerio de los ángeles, cada vez que la comunidad no comulgaba.
Hay ejemplos de esto en las vidas de san Buenaventura, santa Clara de
Montefalco, de santa Catalina de Siena, de santa María Magdalena de Pazzis y de
otros santos, pero en ninguno de otros santos se repitió con tanta frecuencia 8.
7
Jeiler, p. 162.
8
Summarium Nº 9.
16
El 15 de julio de 1721, fiesta de la virgen y mártir santa Crescencia, su
patrona, la sierva de Dios, durante la misa, se moría de ganas por comulgar. No
era un día de comunión de la comunidad, pero Jesús pensó en ella y al Domine
non sum dignus (Señor, no soy digno) una procesión de ángeles, visibles a los
ojos de Crescencia, partieron del altar y un serafín, llevando la hostia consagrada,
se le acercó para darle la comunión según el rito de la Iglesia. Y eso, como
hemos dicho, sucedió por dos años enteros hasta el 27 de octubre de 1723.
9
Jeiler, p. 165.
10
Jeiler, p. 162.
11
Jeiler, p. 168.
17
Solía tener éxtasis después de la comunión y a veces curaciones
espontáneas. La hostia consagrada era para ella alimento celeste, que le hacía
dejar de comer por algunas horas o días. En las últimas seis semanas de vida, la
comunión fue su único alimento, al igual que había sucedido en la enfermedad de
1742 durante seis meses, en los cuales, lo poquísimo que comía, no podía
ciertamente hacerla vivir 12.
12
Sumario adicional, p. 24.
18
EL ESPÍRITU SANTO
Aparte de esto hay que considerar que cuando Crescencia fue hecha
Superiora, prohibió distribuir esas imágenes y, para quitar ocasión de
desobediencia, recogió todas las estampas que había en el convento del Espíritu
Santo bajo forma de un joven.
13
Es digno de anotarse que en las catacumbas se Roma había representaciones del Espíritu Santo en
forma de hombre en los primeros siglos del cristianismo.
19
SU ÁNGEL
Los mismos ángeles que por dos años le llevaron la comunión, se daban
prisa en ayudarle para hacer los trabajos encomendados. En la cocina a veces no
se sentía con fuerza para levantar alguna cosa pesada y con una mirada a su
ángel, éste se la llevaba. Esta ayuda del ángel fue visible también cuando el
demonio la atacaba, ya que cuando el diablo apagaba el fuego de la cocina, al
momento se reavivaba; si una vasija se rompía, la encontraba de nuevo entera.
A las novicias les contaba que un día pidió a su ángel cuidar el fuego de la
cocina, mientras ella estaba rezando en el coro. Al regresar, encontró al ángel
ocupado en el fogón, tratando de cocer los guisantes y, al ver esto, se volvió de
nuevo a rezar al coro. El ángel hacía de cocinero 15.
14
Ott, libro III, cap. 4.
15
Sumario objecional, p. 20.
20
Un día estaba sola en la celda. Se sentía abandonada y vio venir a su ángel
que la invitaba a mirar por la ventana. Ella obedeció y sobre las ramas de un
peral vio a Jesús, inmóvil y tranquilo, aunque las ramas estaban agitadas por el
viento. En ese momento, olvidándose de los trabajos pasados, ella gritó: Señor
mío, ¿que hacéis allá? Venid a mi corazón a descansar. El Señor respondió:
Hija, como yo descanso tranquilamente en este árbol tan agitado así descanso en
tu corazón. Tú crees que reina la tempestad, pero yo estoy en media de ella 16.
Crescencia estuvo un tiempo tan enferma que tenía paralizadas las manos
y los pies y sufría mucho en el vientre y en la espalda. Sin embargo, agradecía a
Dios cada día, porque sus dolores le recordaban los padecimientos de Jesús en la
cruz. Este recuerdo le daba nuevas fuerzas. Esto le duró bastante tiempo hasta
que un día su ángel custodio le dijo que al día siguiente terminarían sus dolores,
como así sucedió después de la comunión, pues quedó totalmente curada 17.
Como era normal, Crescencia tenía una devoción especial a los arcángeles
Miguel, Gabriel y Rafael, los cuales la colmaban de favores. San Miguel le
infundía fuerza y coraje y la protegía en los asaltos del demonio. San Gabriel era
su intermediario junto a la Virgen. Lo enviaba a María, cuando quería la
conversión de grandes pecadores. Un día, rezando el Angelus, pedía al Señor que
hiciera resonar el sonido de la campana en los oídos de todos los hombres para
que todos, unidos a los ángeles y santos, sobre todo al arcángel san Gabriel,
mandasen un saludo especial a María en nombre de la Santísima Trinidad. Un dia
desde lo alto de los cielos vino san Gabriel y entonó junto a Crescencia con
16
Jeiler, pp. 209-210.
17
Ott, libro II, cap. 13.
18
Ott, libro III, cap. 4.
21
inenarrable dulzura el avemaría. Crescencia cayó en éxtasis y vio la corte
celestial y oyó una sinfonía incomparable en la cual todas las voces se
confundían con el canto de Gabriel.
En san Rafael tenía el guía para sus cortos viajes. Él le había prometido
acompañarla en los últimos momentos de su vida y mantuvo su palabra 19.
LOS SANTOS
En cuanto a los santos, tenía mucha devoción a san José y había puesto en
él una confianza ilimitada, pues le había obtenido muchas gracias. A san Joaquín
y a santa Ana, su patrona, les pedía desde joven un amor grande por Jesús y
María. Otros santos de su devoción fueron san Juan Bautista, los apóstoles, los
familiares de Jesús, especialmente Judas Tadeo. También a santa María
Magdalena, san Dimas, santa Crescencia, santa Bárbara, san Juan Nepomuceno,
san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier, san Luis Gonzaga, san Estanislao de
Kostka, santa Teresa y todos los mártires y santos franciscanos, empezando por
san Francisco y san Antonio de Padua.
Con san Francisco conversaba en oración como una hija con su padre. El
día de su fiesta, 4 de octubre, se preparaba con una novena. Lo veía
frecuentemente. Un día de su fiesta, después de la comunión, se le presentó. El
santo le prometió su protección y la recibió de nuevo como su hija.
19
Jeiler, pp. 197-200.
20
Jeiler, p. 202.
22
Se cuenta que san Luis Gonzaga hacía a Crescencia muchos de los favores
que el mismo ángel custodio le solía hacer. Una vez debía llevar un trozo grande
de leña y le dijo a este santo: Oh, Luis Gonzaga, ayúdame. Y el amable santo
tomó la leña y la llevó y preparó la estufa 21. También veneraba mucho las
imágenes y objetos benditos y reliquias.
21
Jeiler, pp. 202-203; Sumario objecional, p. 17.
22
Jeiler, p. 315; Sumario objecional, p. 18.
23
Sumario objecional, p. 18.
23
Crescencia oró con intensidad por él y el 23 de octubre después de oír la misa por
él, vio su alma llena de gloria darle las gracias y que iba al cielo.
Otros muchos difuntos que ella no conocía venían a pedirle ayuda. Una
vez, durante tres días seguidos, oyó suspiros y lamentos en su celda sin que le
hablaran. Ella preguntó: ¿Quién sois? Era el alma de un joven soldado, muerto
en Mónaco de Baviera no hacía mucho tiempo. Había asistido a la profesión de
su hermana sor María Isabel. Por sus excesos en la bebida, se le había abreviado
la vida. Si no recibía ayuda, debía estar en el purgatorio tantos años cuantos se
había quitado de vida por sus excesos. Crescencia oró mucho por él y después de
un tiempo supo que ya había salido del purgatorio.
24
Jeiler, pp. 237-239.
24
Otro personaje llevaba también una mala vida. Ni las oraciones ni las
insistencias de su virtuosa esposa valían para hacerle cambiar. Visitó un día la
ciudad y el monasterio de Kaufbeuren. Crescencia habló con él largo tiempo y
tuvo la satisfacción de verle cambiar de actitud, pues se fue a confesar y reparó
los escándalos que había cometido. Cuando murió, su alma fue a visitar a
Crescencia para pedirle ayuda y ella rezó de modo que en poco tiempo pudo salir
del purgatorio
DONES SOBRENATURALES
a) PROFECÍA
En 1729 Crescencia visitó una casa de religiosas en la que tuvo una buena
acogida por la portera, una joven de buena salud. Nuestra santa le recomendó
prepararse para la muerte. Ella se creía joven y robusta, pero después de unas
semanas estaba ya en el sepulcro.
25
Summarium Nº 10.
25
pues estaba para morir. Sabiendo que solo tenía una ligera indisposición, no
quería creer a Crescencia, pero cediendo a sus insistencias le habló a su
compañero y el padre Fernando se preparó para la muerte, que le vino el 13 de
marzo de 1735.
b) CONOCIMIENTO SOBRENATURAL
26
Summarium Nº 21.
26
Un sacerdote ofreció dos misas según la intención de Crescencia. Le
escribió una carta diciéndole que había celebrado una misa y Crescencia le
contestó dándole gracias por esa misa y por la otra que había celebrado sin
nombrársela. Otra sorpresa le tocó al padre Beda, abad del monasterio de
Zwiefalten. Había oído hablar de las maravillas de la sierva de Dios y ofreció una
misa, pensando que podía ser una ilusa, para que Dios la humillara y la pusiera
en el camino recto y que, si era cosa de Dios, le conservase sus carismas.
Crescencia, después de haber asistido en espíritu a esta misa, fue a la Superiora a
revelarle los pensamientos del padre benedictino y pedirle que le diera permiso
para escribirle una carta de agradecimiento. Así lo hizo y el abad pudo ver
claramente la mano de Dios en su sierva.
Sor Josefa refiere: Supe por experiencia propia que Crescencia conocía
el fondo del mi alma, porque alguna vez me hablaba de cosas que nadie en el
mundo podía saber. Mis hermanas decían haber comprobado lo mismo. Estando
Josefa en unos Ejercicios espirituales tenía algunas dudas y Crescencia fue a
visitarla y entró en el tema de las dudas y le dijo palabras tan claras que las dudas
se disiparon como en un relámpago. Incluso hubo veces en que Crescencia
revelaba a alguno los pecados secretos, insistiéndole en confesarse de
inmediato27.
27
Jeiler, p. 302.
28
Ib. 302-303.
27
a la sierva de Dios. Ella le dijo con seguridad: Tú serás soldado, pero de la
Iglesia, no del Estado. Después de un tiempo, Juan Bautista estaba ya en el
noviciado de los jesuitas y, ordenado sacerdote, hablaba del conocimiento de los
espíritus de la sierva de Dios 29.
Una cosa digna de mención es que Crescencia conocía bien los detalles
históricos y geográficos de la vida y de los sufrimientos de Jesús hasta el punto
de hacer una descripción minuciosa de todo esto a un franciscano que había
estado en Palestina y Judea. La humilde hija de un tejedor conocía esos lugares
por un don sobrenatural. Habría estado en bilocación.
29
Summarium Nº 21.
30
Jeiler, p. 224.
28
llevará todo a buen fin. No acuse a nadie y perdone de todo corazón a sus
enemigos.
c) ÉXTASIS
31
Jeiler, pp. 335-338.
32
Summarium Nº 19.
33
Jeiler, p. 207.
29
Un dia se prolongó más de lo ordinario su éxtasis después de la comunión
y la Madre Juana le preguntó el porqué. Ella le respondió que se le había
aparecido Jesús y le había dicho: Yo soy el buen pastor y doy la vida por mis
ovejas. Yo respondí: Si, mi querido esposo, eres el buen pastor y el Cordero de
Dios, a quien he recibido bajo la apariencia de pan. Jesús me dijo: Tú eres mi
querida corderita y así serás por toda la eternidad 34.
d) CIENCIA INFUSA
El padre Pamer declaró que una vez se quedó atónito, cuando Crescencia
comentó el Magnificat, pues exponía recónditos misterios con tanta gracia y
unción que él confeso que nunca había oído cosas semejantes 35. Jesús le había
dado un conocimiento sobrenatural para entender los misterios de Dios.
e) EL CORAZÓN DE JESÚS
34
Jeiler, p. 212.
35
Ott, libro II, cap. 5.
36
Jeiler, p. 214.
30
f) PERFUME SOBRENATURAL
g) MULTIPLICACIONES SOBRENATURALES
37
Summarium Nº 17.
31
no solo cada uno recibió su parte de pan, sino que con maravilla de todos sobró
una considerable cantidad.
El monasterio tenía una vez una deuda que pagar por 200 florines y
Crescencia encontró en la caja esa cantidad sin que nadie del monasterio hubiera
podido dejarla. Una condesa de Viena había enviado a Crescencia una imagen de
cera del Niño Jesús. Crescencia le tenía mucha devoción y quiso poner esta
imagen en la capilla. Para hacerlo quiso vestir la imagen con tela preciosa, pero
faltaba el dinero para comprarla. Teniendo el permiso de la Superiora, estaba
segura de que el Niño Jesús pagaría su propio vestido. Así que compró el vestido
y, mientras las hermanas estaban en el comedor admirando el rico vestido del
Niño Jesús, se encontró una suma correspondiente exactamente al precio de la
tela. A una voz todas dijeron: Jesús mismo ha mandado el dinero.
h) SANACIONES
32
En Stetten había una niña de cinco años, hija del maestro de escuela, que
desde el nacimiento tenía las manos y pies paralizados y toda su persona
deformada. Los médicos no podían hacer nada. La madre pidió a Crescencia que
rezase y la sierva de Dios le envió aceite bendito, con la promesa de que rezaría
por la niña. Al cabo de tres días, la niña curó como si nunca hubiera estado
paralizada.
El padre Ott refiere la curación de José Filser en 1739, que causó mucho
revuelo, porque muchos médicos, después de tres meses de consultas y curas, lo
dieron por imposible. Pero el enfermo recibió de Crescencia algunos objetos
benditos y con ellos se curó en un momento.
i) MILAGROS
38
Summarium Nº 22.
39
Summarium Nº 12.
33
Un día ella le regaló al abad de Plankstetten Mauro Xavier una rama de un
peral. Él se la dio al hortelano, pero este le dijo que era inútil plantarla, porque
estaba ya seca. El abad le insistió en plantarla. Lo hizo y llegó a ser un buen árbol
que dio sabrosos frutos. El padre Erardo Richbel, que cuenta este hecho, conoció
al hortelano y comió de los frutos de ese árbol milagroso 40.
Otra vez se debía poner una imagen pesada sobre el altar mayor. Varias
hermanas probaron de alzarla, pero era en vano. Llegó Crescencia y, apenas tocó
la imagen, esta misma por sí sola se levantó en el aire y se colocó en su lugar a la
vista de todas, que quedaron estupefactas.
Otro día había una imagen de la Virgen que había caído al fuego y se había
vuelto negra. Crescencia la tomó entre sus manos, sopló sobre ella, pasó un trapo
blanco y la imagen tomó su primitiva blancura y belleza. Desde entonces fue
objeto de una veneración especial de las hermanas y, cuando Crescencia rezaba
ante ella, algunas hermanas dijeron que vieron a la Virgen derramar lágrimas 41.
SALVACIÓN DE KAUFBEUREN
40
Jeiler, p. 323.
41
Documento de la Superiora Joaquina del 4 de septiembre de 1753. Está en el archivo del convento.
34
aviación americana, diciéndole: ¿Qué ha pasado con Kaufbeuren después de la
ocupación oficial americana? Nosotros no conseguimos encontrar Kaufbeuren a
pesar de saber que allí había industrias bélicas. Había siempre niebla cuando
alzábamos el vuelo y sentíamos algo como música. ¿Qué pasaba en Kaufbeuren?
El cardenal Faulhaber lo sabía y contó al oficial la historia de la beata Crescencia
que él no conocía.
42
Läpple Alfred, Inchiesta sui grandi miracoli della storia, Ed. Piemme, 1995, pp. 252-255.
35
SUPERIORA
Mientras fue Superiora, todas las hermanas podían ir a contarle sus dudas,
tentaciones y penas. Las escuchaba y cada una quedaba consolada y con ganas de
avanzar en su propia perfección. Decían todas: Cuando la Madre Crescencia nos
habla, nos sentimos renacer. Sus palabras son espíritu y vida.
43
Jeiler, p. 303.
44
Summarium Nº 8.
45
Jeiler, p. 225.
36
Los que no podían visitarla, se sentían felices de recibir una carta suya. De
modo que la modesta hija de un tejedor tenía una gran correspondencia epistolar
con personas importantes, entre ellas con la princesa Amelia, casada con el que
sería el emperador Carlos VII, y que la visitó cuatro veces en el monasterio. Para
atender la correspondencia tenía dos secretarias y así respondió miles de cartas.
Cuando murió se le encontraron 877 cartas según refiere el padre Beniamino
Elbel, tal como anotó en un documento del 17 de julio de 1747. Estas cartas
fueron quemadas, porque muchas tenían cosas personales de conciencia.
SUFRIMIENTOS
Tenía tanta devoción a los dolores de Jesucristo que pidió al Señor poder
compartir un poco los dolores de su cruz. Ella mortificaba su cuerpo, añadiendo
a los ayunos de la Iglesia otros ayunos. También se disciplinaba con frecuencia.
Los alimentos de su mesa le parecían demasiado sabrosos y mezclaba algunas
hierbas o píldoras amargas. Era muy austera.
37
Esto se realizó así y ella se levantó como si nunca hubiese estado enferma
y asistió a misa. Esto lo certificó con mi firma y sello a 24 de febrero de 1718 46.
HUMILDAD Y OBEDIENCIA
46
Sumario adicional, pp. 8-9.
47
Summarium Nº 212.
48
Sumario adicional, p. 12.
38
Apenas Crescencia fue elegida Superiora, le pidió al provincial
franciscano que le nombrara a ella una Superiora a quien obedecer. El provincial
dio este encargo a la Madre Vicaria, Ana Neth, y era digno de verse cómo ella,
siendo la Superiora, la obedecía como un niño.
LOS POBRES
Por amor a la virtud de la pobreza tenía sumo cuidado en todas las cosas
del monasterio y no perdía ni un grano de legumbre, ni una hoja comestible,
buscando aprovechar las cosas todo lo posible
49
Carta del 3 de enero de 1756.
50
Summarium Nº 10.
51
Summarium Nº 22.
39
daré la vida eterna. Nosotros, dice la biógrafa Camille Pouliot, hemos visto en el
convento de Kaufbeuren este plato de plata que tiene esas letras trazadas por un
ser sobrenatural 52.
SU MUERTE
Uno de los testigos del Proceso refiere que Crescencia le dijo en la última
Navidad de su vida, que estando en el coro, vio pasar al Niño Jesús con manto y
bastón de peregrino. Ella le preguntó adónde iba y le respondió: A la eternidad.
Por esto, las hermanas pensaron que le quedaba poco tiempo de vida, como así
fue 53.
Antes de morir, hizo escribir al padre provincial para que le diera permiso
para morir. El provincial respondió: En nombre de Dios y según sus deseos, os
doy el permiso pedido. La sierva de Dios sintió una inmensa alegría, porque de
esta manera su último respiro sería un acto de obediencia.
Los últimos tres días de la Semana Santa sus éxtasis eran continuos, sobre
todo el Jueves Santo después de comulgar. Este día salía de su cuerpo una
fragancia suavísima, que se difundió por todo el monasterio. El provincial, que la
había visitado el domingo anterior, volvió ese Jueves Santo y la encontró en
éxtasis, la llamó y ella, obediente, volvió en sí. El provincial le pidió que dijera
dónde había estado y qué había visto. Respondió: Mi ángel custodio me ha
llevado al monte Olivete, donde he encontrado a mi celeste esposo en oración.
52
Pouliot Camille, pp. 82-83.
53
Sumario objecional, p. 16.
40
Me acerqué a adorarlo y a ofrecerme a padecer con él. Me dijo: Hija mía, tú
padecerás y resucitarás conmigo 54.
Había dicho muchas veces que el arcángel san Rafael vendría en la ultima
hora a presentarla ante el tribunal de Dios. Cerca de las once y media de la noche
de su último día, el padre Pamer, acordándose de esta predicción, le dijo: El
arcángel Rafael vendrá pronto. Y ella respondió: Ya está aquí.
Otro caso: María Teresa Satzger, joven de 24 años, estaba enferma con
diversos males. Era tanta su debilidad que no podía sostenerse en pie. Con ayuda
54
Ott, libro IV, cap. 2.
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pudo acercarse al féretro y le pidió a Crescencia por su salud. Y la maravilla se
realizó a la vista de todos los que estaban presentes.
DESPUÉS DE SU MUERTE
María Francisca Prix, hija de un médico, tenía 13 años y tenía una fistula
que la atormentaba mucho y de la que salía mucho pus y tenía muy mal olor.
Tenía también mucha fiebre. El hermano de la enferma, que también era médico,
consultó con un cirujano, quien le dijo que tendría que perder el ojo en el que
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estaba la fistula. La enferma ante este panorama invocó con fe a Crescencia y
prometió en 1773 un ojo de plata a su tumba, si se curaba. Sin otro remedio, la
llaga y fistula desaparecieron con gran admiración de los médicos 55.
Otro caso: María Ana Oegg, de 65 años, sufría desde hacía 13 años de una
hernia peligrosa. El cirujano no había podido curarla. El 21 de febrero de 1772 la
hernia salió y el cirujano no pudo hacer nada. Temiendo su muerte le recomendó
que invocara a Crescencia y le dio unos polvitos de las hojas pulverizadas del
peral sobre el que Jesús se le había aparecido. Tomó los polvos, cesaron los
vómitos y las vísceras entraron a su lugar y, a la mañana siguiente, estaba
totalmente curada 56.
Una joven de 19 años, Isabel Russ, el año 1774 tenía artritis y estaba muy
hinchada. Estaba ya moribunda, cuando le pusieron sobre su cuerpo un pedacito
del hábito de Crescencia y comenzó a disminuir la hinchazón y la artritis y se
curó totalmente. Este milagro fue certificado por ocho testigos bajo juramento,
entre los cuales una protestante, Margarita Glaser,
55
Este milagro fue aprobado por la Congregación de las Causas de los santos del Vaticano.
56
Este milagro fue certificado por 14 personas; Jeiler, pp. 372-373.
57
Jeiler, p. 378.
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SEGUNDA FUNDADORA
Tuvieron que sufrir leyes restrictivas, entre ellas un decreto que prohibía
que vendiesen o regalasen cualquier bien al monasterio. Junto al monasterio
había una taberna frecuentada por personas de la peor calaña, lo que era motivo
de gritos y blasfemias que las molestaba sobre todo en tiempo de su oración en el
coro. Querían comprar ese local para evitarse las molestias, pero el decreto lo
prohibía. Gracias a Dios el alcalde protestante por afecto a Crescencia se lo
vendió.
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Su beatificación tuvo lugar el 7 de octubre de 1900 por el Papa León XIII
y su canonización el 25 de noviembre de 2001 por el Papa Juan Pablo II. Su
fiesta es el 5 de abril, día de su muerte. Se le suele representar con un libro en la
mano y un crucifijo, para dar a entender que ella leía muchos libros sagrados,
especialmente los Evangelios, y porque su devoción principal era Jesús
crucificado con Jesús Eucaristía.
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CONCLUSIÓN
Por eso, leer la vida de los santos es una fuente de gracia y bendición para
nosotros. Ellos nos recuerdan que esta vida es breve y que debemos vivir para la
eternidad. Que vale la pena ofrecer nuestras obras, alegrías y dolores al Señor
para darles así un sentido sobrenatural. Debemos vivir para la eternidad que nos
espera y no para los cuatro días de este mundo. Crescencia, como muchos otros
santos, tuvo la gracia de poder conocer el cielo, el infierno y el purgatorio,
verdades fundamentales de nuestra fe y que debemos creer para vivir esta vida en
una perspectiva de eternidad.
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BIBLIOGRAFÍA
Buchfelner Simon, Compendio della vita della ven. Serva di Dio M. Crescenzia
Höss di Kaufbeuren, Ausburgo, 1822.
Informatio, animadversiones, responsio super virtutibus, Roma, 1797.
Jeiler Ignacio, Vita della beata Madre Maria Crescenzia Höss, Firenze, 1900.
Läpple Alfred, Inchiesta sui grandi miracoli della storia, Piemme, 1995.
Merz Gabriela, Vida y virtudes de la venerable sor María Crescencia Höss,
1748.
Placidi Giouseppe, Compendio della vita della venerabile serva di Dio M.
Crescenzia, 1824.
Pouliot Camille, Vie de la venerable Marie Crescence, Frenette editeur, 1895.
Sacra Rituum Congregatione, beatificationis et canonizationis servae Dei sor.
Mariae Crescentiae Hoessin, Roma, 1797.
Secunda Positio super virtutibus, Roma, 1804.
Summarium super virtutibus, Camera apostólica, 1797.
Un devoto suyo, Vida de la beata Crescencia Höss, Valladolid, 1901.
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