Tiempo de Restauración1

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TIEMPOS DE

RESTAURACION
ORVILLE SWINDOLL
EDITORIAL LOGOS
Buenos Aires
ILUSTRACION PORTADA: Horacio Caamaño
Copyright 1981 por EDITORIAL LOGOS, Casilla de Correo 2625, Buenos Aires,
República Argentina. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin el debido
permiso por escrito de los propietarios. Es propiedad de Editorial Logos. Queda hecho el
depósito que marca la ley 11.723.
Tiraje: 4.000 ejemplares.

DEDICATORIA
A mis amados colegas y co-pastores en la ciudad de Buenos Aires, está dedicada
esta historia de nuestras experiencias comunes.

Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean horrados vuestros pecados; para que
vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os
fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos
de la restauración de todas las cosas; de que habló Dios por boca de sus santos profetas
que han sido desde tiempo antiguo.
Los Hechos de los Apóstoles 3:19-21
CONTENIDO
CAPÍTULO 1 ¿POR QUE DETENERLO? ....................................................................................................... 5
CAPÍTULO 2 INCENDIO EN PASTIZALES SECOS ........................................................................................ 8
¿QUIENES SOMOS? .................................................................................................................................. 11
CAPÍTULO 3 UNIDOS POR EL ESPIRITU ................................................................................................... 13
UN SUEÑO SE CUMPLE ............................................................................................................................ 18
CAPÍTULO 4 AGUAS ABUNDANTES ........................................................................................................... 20
DEMASIADA AGUA .................................................................................................................................... 21
CAPÍTULO 5 TOQUE DE TROMPETA ......................................................................................................... 25
JESUS ES SEÑOR ..................................................................................................................................... 25
CAPÍTULO 6 DISPUESTOS A OBEDECER ................................................................................................. 30
LLEVA TIEMPO .......................................................................................................................................... 33
CAPÍTULO 7 SALONES REPLETOS Y MENSAJEROS UNGIDOS .............................................................. 35
CAPÍTULO 8 TORTUGUITAS Y NEHEMIAS ................................................................................................ 39
TORTUGUITAS ........................................................................................................................................... 43
CAPÍTULO 9 REDIMIDOS PARA SER NORMALES ..................................................................................... 46
CAPÍTULO 10 CAMBIOS Y AJUSTES .......................................................................................................... 51
CAPÍTULO 11 CORRE CON LA VISION....................................................................................................... 58
ENTRE LOS CATOLICOS........................................................................................................................... 62
CAPÍTULO 12 CONFLICTOS Y MADURACION ........................................................................................... 64
CAPÍTULO 13 FUNDAMENTOS PARA LA UNIDAD ..................................................................................... 71
PREGUNTAS DIFICILES ............................................................................................................................ 72
CAPÍTULO 14 EDIFICANDO CON LA PALABRA ......................................................................................... 78
LA VOLUNTAD DE DIOS PARA NUESTRAS VIDAS ................................................................................. 81
LA FE ES LA CLAVE................................................................................................................................... 83
CAPÍTULO 15 UNA PUERTA, UNA META Y UN CAMINO ........................................................................... 85
CAPÍTULO 16 DIFICULTADES Y DEFINICIONES ........................................................................................ 90
CLARIFICANDO LAS RELACIONES VERTICALES ................................................................................... 91
‘CUCHILLO SUAVE’.................................................................................................................................... 92
CAPÍTULO 17 TRABAJANDO EN LAS CASAS ............................................................................................ 95
UN NUEVO COMIENZO ........................................................................................................................... 100
CAPÍTULO 18 FUSIONANDONOS PARA TRABAJAR MEJOR .................................................................. 103
OTROS CAMBIOS .................................................................................................................................... 105
CAPÍTULO 19 UN MARCO MORAL ........................................................................................................... 109
CAPÍTULO 20 MARGEN PARA CRECER .................................................................................................. 115
REACCION EN CADENA .......................................................................................................................... 117
CAPÍTULO 21 EPILOGO: NUESTRA VISION Y FE .................................................................................... 122
LA ‘UTOPIA’ DE DIOS .............................................................................................................................. 123 

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PREFACIO

En los diferentes países por donde hemos viajado, tanto en América del Norte, del
Sur, como en Europa, invariablemente nos han formulado algunas preguntas: ¿Cómo
entienden los hermanos en Argentina este asunto del discipulado? ¿Cuándo comenzaron
Uds. a usar la frase “Evangelio del Reino”? ¿Qué entienden por ello? ¿Cómo comenzó
todo? ¿Qué es lo que los unió, proviniendo de tan diferentes trasfondos
denominacionales, y qué es lo que los ha mantenido juntos por tanto tiempo?
¿Cómo funcionan los grupos caseros en la ciudad de Buenos Aires? ¿Qué hacen
Uds. con respecto a los edificios, a los templos? ¿Qué quieren decir con el término
“unidad de la iglesia”, y cómo la practican? ¿Cómo entrenan a sus líderes sin seminarios
ni escuelas bíblicas? ¿Cuál es su relación con todos los otros grupos existentes, sean
católico-romanos o evangélicos?
Este libro ha sido escrito como una respuesta a estas y a muchas otras preguntas.
Esencialmente, es la historia de un grupo de pastores en Buenos Aires: lo que
descubrimos juntos; nuestras alegrías y victorias, nuestras preocupaciones y pruebas.
Este no es un libro con respuestas fáciles, sino más bien una simple crónica de nuestras
experiencias acerca de la forma en que el Señor nos unió y nos enseñó algunas verda-
des claves sobre la vida y la realidad de la iglesia.
No tengo ninguna intención de hacer esta historia más grande, o más amplia, de lo
que es en realidad. Hace tiempo que he descartado las exageraciones, las distorsiones y
las interpretaciones interesadas en el relato de los hechos. Solía desanimarme al leer en
las Escrituras acerca de las debilidades y fracasos de hombres de Dios altamente
estimados. Los relatos bíblicos a menudo dejan ver algunas fallas escandalosas en las
vidas de estos hombres. Pero esa era la realidad. Esos relatos imparciales ahora me
impresionan por su honestidad y realismo.
Yo dudé durante cierto tiempo antes de aceptar el desafío de escribir esta historia.
Obviamente, está inconclusa. Pero luego de discutir el asunto con mis colegas, ellos me
animaron a seguir adelante. En realidad, esta relación es tanto de ellos como mía. Los
amigos que iban leyendo el manuscrito, a medida que lo iba desarrollando, compartían la
misma opinión y aun la enriquecían con sus aportes. Personalmente, ha sido una
experiencia gratificante el haber podido escribirlo. Me ha ayudado grandemente a
desarrollar un mejor sentido de perspectiva y una mayor capacidad de evaluación en lo
que respecta al contexto de nuestras relaciones y la naturaleza de nuestro ministerio.
Uno de mis objetivos más importantes ha sido comunicar a mis lectores la necesidad
de ver los diferentes aspectos y énfasis, dentro del contexto de la iglesia.

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Conscientemente hemos evitado ser excesivamente enfáticos sobre algunos temas
particulares. No nos vemos, en Buenos Aires, como un movimiento caris- mático, o un
movimiento “de discipulado”; ni aún como un movimiento evangelístico, o de tipo misio-
nero. Nos vemos, simplemente, como una parte de la iglesia, el glorioso cuerpo de
Cristo.
Mi deseo sincero es animar al lector a abrir su corazón y su mente al Espíritu Santo,
quien está renovando la iglesia en forma activa en nuestros días. Espero que los
principios aquí delineados sean de inspiración y de ayuda didáctica para otros; pero,
honestamente, no espero ver copias exactas de éstas experiencias en otras ciudades.
Debemos ser flexibles, sensibles y obedientes al Espíritu Santo. Dios tiene infinitas
maneras de obrar.
Orville Swindoll
Buenos Aires, Argentina

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Capítulo 1 ¿POR QUE DETENERLO?

Derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida.


Isaías 44:3

Buenos Aires es una ciudad bulliciosa en la que viven más de diez millones de
personas a un ritmo intensamente activo y febril. Es un crisol étnico que durante décadas
ha abierto sus puertas a multitudes de inmigrantes provenientes en su mayoría del sur de
Europa. Pero no solamente italianos y españoles se han establecido en ella; miles de
alemanes, rusos, armenios, judíos y otros de diferentes nacionalidades han buscado en
sus playas refugio de las guerras que arrasaban Europa. Han venido tantos que, en
algunos períodos de este siglo, los nativos eran menos de la mitad de su población.
La primera impresión que el visitante extranjero recibe cuando camina por las calles
de esta ciudad, con la mezcla de su arquitectura antigua y ornamental, y sus modernos
rascacielos, es la de una típica ciudad europea. Algunos han estado tentados a
comenzar a dialogar con algún transeúnte en alemán, o en italiano, o en inglés, ya que
sus rasgos fisonómicos, o la vestimenta, parecían indicar claramente su origen.
Pero Buenos Aires no ha perdido del todo su estilo romántico y latino de vida. Aún
entre el tránsito vertiginoso, la gente encuentra tiempo para sentarse en un “café”, o para
pasear a su perro; o aun para recostarse sobre el césped, de un verde acogedor, que
abunda en las plazas que aparecen cada diez o doce cuadras a todo lo largo y ancho de
la ciudad.
Los bosques de Palermo son un paraíso para los soñadores. Se extienden sobre
varias hectáreas entre la costa del río y una de las áreas residenciales más sofisticadas.
Su césped, bien cuidado, y sus lagos artificiales, atraen multitudes de habitantes de la
ciudad para picnics y paseos.
Precisamente este fue el escenario que apareció ante Jorge Himitián durante un
sueño que tuvo en agosto de 1967. Jorge, joven y soltero en ese entonces, era el pastor
de una congregación de una de las áreas menos prósperas de Buenos Aires. Nos
habíamos conocido unos pocos meses antes, y muy pronto nos convertimos en buenos
amigos. En el sueño, su familia y la mía estaban juntas paseando en el parque. Mientras
estábamos charlando, oyó una voz desde el cielo ordenándole que construyera diques.
Sorprendido por lo que oía, levantó su vista para encontrarse con una mano gigantesca
que se movía trazando la forma de un dique. Y con ese trazo, un gran dique quedaba
erigido en medio del parque. Quedó asombrado, preguntándose: “¿Para qué un dique
aquí, si estamos a más de tres kilómetros del río?”

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La voz habló por segunda vez diciendo: “Haz diques de contención”. Nuevamente, allí
estaba la mano gigantesca erigiendo un dique. A esta altura estaba muy perplejo y
confundido, discutiendo interiormente con esta voz incorpórea, cuando oyó por tercera
vez la misma frase. Y otra vez, la mano construyendo el dique. Sólo que en esta ocasión
al mirar en dirección al río quedó atónito al ver que el agua estaba irrumpiendo
vertiginosamente en el parque de tal modo que pronto la gente estaba trepando a los
árboles, subiendo sobre los techos de los automóviles, o escalando los cercos más altos,
procurando ponerse a salvo. Pero era inútil. ¡El agua cubrió todo! Con esto finalizó el
sueño.
Cuando Jorge despertó, tenía la clara sensación de que se trataba de una visión que
Dios le había dado y que por medio de ella el Señor le estaba comunicando algo muy
importante: ¡Que una bendición sin precedentes vendría sobre la ciudad de Buenos
Aires!
Sin embargo, se le planteaba un dilema: Si esta inundación hablaba de una bendición
de Dios que se derramaba, ¿por qué construir un dique para detenerla? ¿Por qué no
permitir que fluyera libremente hacia todos?
Esa tarde, compartiendo una taza de té con un colega, le contó su sueño. Su amigo
José escuchó atentamente, y simplemente sonrió, diciéndole: “¿No entiendes, Jorge?
Los diques no son para detener el agua, sino para contenerla y para convertir la presión
de la misma en energía efectiva para hacer ciertas cosas específicas.”
La reacción de Jorge fue inmediata: “¡Eso es! ¡Este es el mensaje que necesitamos
oír!”
Cuando, unos días después, Jorge compartió esto con varios pastores, todos
sentimos que el Señor estaba llamando nuestra atención a la íntima relación que existe
entre su bendición y su propósito. Necesitábamos entender que su gracia,
abundantemente derramada sobre, nuestras vidas, no venía solamente para
proporcionamos una experiencia agradable, sino a impulsamos hacia el cumplimiento de
sus propósitos eternos.
Vimos también que, a menudo, habíamos gozado de su bendición sin tener plena
conciencia de que ella implicaba una mayor responsabilidad. Y, al tiempo, nos quedaba
tan sólo el recuerdo agradable de haber estado sumergidos por un poco en el río de Dios.
Ahora Dios nos estaba diciendo que su propósito era traer sobre nosotros una medida
de gracia sin precedentes. Pero más aún: El mandato específico era que debíamos dar
algunos pasos iniciales —hacer diques de contención— que aseguraran que esta bendi-
ción serviría a los intereses de Dios.
Posteriormente surgió otra pregunta: ¿Qué significaría para nosotros construir diques

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de contención? Construir es formar, ordenar y unir materiales conforme a un plan
predeterminado. Entendíamos que esta era específicamente el área de nuestra
responsabilidad en relación al soberano propósito de Dios. Se nos estaba haciendo cada
vez más claro que Él se había propuesto derramar abundante gracia sobre nosotros;
pero que ello implicaba un llamado a adecuar nuestras vidas y ministerios a ese
propósito; de manera que, al aumentar la bendición, estuviésemos en condiciones de
canalizarla según su voluntad.
Paso a paso, con el correr de los meses y años, iríamos entendiendo las tremendas
implicancias de este mandamiento a construir diques. Pero aún no entendíamos mucho
de lo que vendría. Sin embargo, algo nuevo había comenzado a ocurrir: Dios había
empezado a derramar su Santo Espíritu.

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Capítulo 2 INCENDIO EN PASTIZALES SECOS

Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.


Mateo 3:11

La casa tenía aproximadamente cuarenta o cincuenta años de antigüedad y estaba


edificada en dos plantas. Desde que la familia Darling la había comprado, varios años
atrás, le había hecho una gran cantidad de reformas y restauraciones, y ahora tenía un
aspecto realmente hermoso. La gran puerta de entrada se abría sobre un pasillo de
recepción con una pequeña biblioteca a su lado derecho. Próximo a ésta se encontraba
la escalera que conducía a los dormitorios del piso superior. Más atrás, un pequeño baño
de servicio, y finalmente, la cocina.
Sobre el lado izquierdo del pasillo había una gran sala de estar que conducía al
comedor a través de dos puertas con paneles de vidrio. Un poco más atrás se abría una
galería, especie de patio interno frente a la cocina, que, en realidad, era una continuación
del pasillo de entrada. Poco tiempo atrás, este patio había sido cerrado con una
estructura de vidrio y aluminio, dejando una hermosa vista hacia el pequeño jardín
posterior, con sus maceteros y plantas.
Alberto y Alicia Darling eran los padres de cuatro hermosos y bulliciosos muchachos.
En ese tiempo él tenía alrededor de cuarenta años y se desempeñaba como ejecutivo en
el departamento de marketing de Coca-Cola Export Corporation, del cual en su momento
alcanzaría el cargo de gerente para el área argentina. Alberto era uno de los cuatro hijos
de Nigel Darling, un irlandés que había venido a Argentina en el tiempo en él que los
ingleses administraban los ferrocarriles locales. Alberto, siendo aún joven, mostraba el
mismo celo de su padre por el evangelio. Desde entonces, se había convertido en uno de
los predicadores laicos más capaces y solicitados de los Hermanos Libres.
Durante años, su padre había sido anciano en una importante congregación de los
hermanos libres, cuyo salón de reuniones estaba ubicado en la calle Donado. Alberto
mismo era uno de los cuatro ancianos que tenían a su cargo un grupo-en Don Torcuato,
en la zona norte del gran Buenos Aires. Este grupo había comenzado originalmente
como una extensión evangelística de la congregación de Donado y, como muchos otros,
había crecido hasta convertirse en una congregación autónoma que realizaba sus
propios bautismos y reuniones dominicales de la Cena del Señor.
A pesar de su éxito y prosperidad, Alberto no estaba satisfecho consigo mismo, ni con
su iglesia. Demasiado a menudo, las cosas se realizaban sin entusiasmo, y él notaba la
carencia de poder espiritual. Peor aún, Alberto sentía en su corazón que él no era la

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clase de hombre, ni de marido, ni de padre, ni de empleado que debería ser. A pesar de
esto, guardaba una esperanza de liberación, y en los últimos tiempos se había vuelto
más diligente en la oración.
Cierta vez, un amigo que estaba de visita en su casa, le dejó un ejemplar del pequeño
libro de Larry Christenson, EL HABLAR EN LENGUAS, UN DON PARA EL CUERPO DE
CRISTO. Este mismo amigo compartió con él una experiencia reciente: la de recibir la
plenitud del Espíritu Santo. Al día siguiente en su oficina, luego de leer el libro, Alberto se
sintió tan sobrecogido por la sensación de la presencia de Dios y su poder, que tuvo que
irse rápidamente a un pequeño baño que había en el pasillo cerca de su despacho. De
repente, se encontró prorrumpiendo en un torrente de sonidos desconocidos, y
regocijándose en la presencia del Señor. Supo que la liberación tan ansiada finalmente
había llegado, y que estaba experimentando el comienzo de algo grande que tendría el
poder de transformar todas las cosas.
De pronto se dio cuenta de que todavía estaba en la tierra; precisamente ¡en el baño
de la oficina! De manera que se apresuró a salir. Al hacerlo tuvo la extraña sensación de
que, si alguien le hablaba, no podría evitar que su respuesta fuese expresada en esas
lenguas desconocidas que le habían venido.
Durante las semanas siguientes, Alberto se enteró de que un creciente número de
creyentes, que estaban buscando a Dios en oración por una mayor vitalidad espiritual,
estaba teniendo la misma experiencia que él tuvo con el Espíritu Santo. Comenzó,
entonces, a devorar todo cuanto encontró en las librerías que arrojara mayor luz sobre
este nuevo panorama que se abría ante él. A medida que aprendía, lo iba compartiendo
con los demás.

LAS REUNIONES DE ORACION DESBORDAN

En marzo de 1967 un grupo de unos veinte a veinticinco hermanos decidió comenzar


a reunirse los lunes a la noche para orar. Alberto inmediatamente ofreció su casa,
ubicada en una de las zonas residenciales más hermosas de Buenos Aires. Esta era lo
suficientemente grande como para albergar a un buen número de personas. En ese
entonces, nadie podía haber imaginado lo que ocurriría en los meses subsiguientes.
Muchos han dicho que el medio de comunicación más rápido en América Latina es el
rumor. Cualquier cosa novedosa, o escandalosa, no tiene necesidad de ser publicada por
los diarios, la televisión o la radio. La manera más segura de hacer que las noticias
corran es meterlas dentro del circuito del rumor. Es una tentación demasiado grande
saber algo secreto, o exclusivo, y guardarlo para uno mismo. Así, sin necesidad de vo-

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lantes, boletines, o anuncios en las iglesias, comenzó a correr la noticia de que algunos
cristianos que estaban orando en la casa de Darling por un avivamiento en las iglesias de
Argentina, estaban experimentando la plenitud del Espíritu Santo. Fue como encender un
fósforo en pastizales secos. Todas las semanas, el grupo de hermanos que se reunía
para orar, iba en aumento.
Las reuniones se desenvolvían como era usual en ciertas iglesias evangélicas. La
gente comenzaba a llegar entre las 8 y las 8.30 horas de la noche; tomaba asiento,
inclinaba la cabeza y empezaba a orar silenciosamente. Una vez que había un cierto
número de hermanos, alguien oraba espontáneamente en alta voz. A éste le seguía otro,
y luego otro.
Pero las oraciones eran muy diferentes a las que se oían los domingos en las
congregaciones tradicionales. Aquí los santos estaban confesando su necesidad,
clamando por un avivamiento, pidiendo ser llenados con el Espíritu Santo. Se animaban
a pedir, ya que era obvio que el Señor estaba contestando sus peticiones. Los coros de
“amén”, indicaban que una nota, o sentimiento común, había sido tocado. También, de
vez en cuando, entre las oraciones se cantaba un coro o un himno bien conocido y que
era la expresión de lo que todos sentían. Había un ambiente tal, que uno podía realmente
abrir su corazón expresando sus más profundos anhelos, sin temor a ser reprochado por
alguno de los pastores.
Pienso que esa libertad en la oración, combinada con la expectativa de que Dios oiría
y haría realmente lo que pedíamos, era lo que mantuvo a la gente viniendo en un número
cada vez mayor y desde los sitios más distantes. Muchos viajaban de una hora y media a
dos horas para estar presentes allí, donde la misericordia de Dios se palpaba y el trono
de Dios podía ser tocado.
Normalmente la reunión terminaba alrededor de las 11 de la noche. Aquellos que
habían viajado grandes distancias se iban retirando, junto con otros cuya curiosidad
había sido satisfecha. Sin embargo, invariablemente, una cierta cantidad de hermanos
permanecía charlando, compartiendo alguna inquietud o pidiendo consejo a alguno de
los pastores y ancianos que habían comenzado a venir y mostraban una sincera simpatía
hacia todo lo que estaba ocurriendo.
Frecuentemente, había algunos que específicamente pedían que se orara por ellos, y
que se les impusiera las manos para ser llenos del Espíritu Santo. Siempre que existía tal
interés, cerrábamos las puertas de la sala para orar, pidiendo a los otros hermanos que
permaneciesen en el pasillo. Así fue que, semana tras semana, muchas personas
sedientas se iban pasada la medianoche llenas, rebosantes, embriagadas de este nuevo
vino que habían comenzado a beber.

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Naturalmente, los comentarios y las exageraciones comenzaron también a cundir. Se
rumoreaba, por ahí, que nuestras reuniones de oración se hacían con las luces
apagadas; que la imposición de manos era a veces indecorosa; que las explosiones de
alabanza y regocijo eran más propias de un grupo de gente embriagada y ruidosa que de
creyentes en Cristo. Otros murmuraban que, en algunas ocasiones la policía había
suspendido las reuniones, o que durante las mismas se oían profecías amenazadoras y
terroríficas. Esto motivó el hecho de que varios líderes de iglesias nos visitaran o que
enviaran a otros para espiamos.
De cualquier forma, el gozo y la expectativa iban en aumento. En las postrimerías del
año 1967 y a comienzos del 68, todos los lunes a la noche la muchedumbre rebasaba la
sala de estar acomodándose en sillas plegadizas en el comedor, llenando el pasillo de
entrada y el patio posterior. Los jóvenes se sentaban a todo lo largo de la escalera que
llevaba al piso superior, y había gente parada en la cocina, la biblioteca, el zaguán del
frente y en el jardín trasero.

¿QUIENES SOMOS?

A esta altura, dos o tres cosas habían provocado cambios significativos en las
reuniones comenzadas a principios del año: Primero, la mayor parte de la gente había
sido llena del Espíritu Santo, lo cual dio una fisonomía coherente a un grupo que,
proviniendo de diferentes y variados trasfondos denominacionales, comenzaba a
descubrir una nueva y dinámica identidad en estos encuentros de los lunes. En efecto, la
mayor parte de ellos eran hermanos libres, pero había también bautistas, menonitas,
miembros de la Alianza Cristiana y Misionera, de la Unión Evangélica de Sud América y
algunos hermanos independientes; sin embargo, algo les llevaba a compartir e identi-
ficarse en esta experiencia vital y feliz.
En segundo lugar, la tónica general de las reuniones había cambiado. El clamor de
necesidad y las confesiones de aridez espiritual de un principio, dieron paso a
expresiones de júbilo; a testimonios de victoria y de oraciones contestadas; a
exhortaciones de fe. La oración se había convertido en la expresión sobresaliente; la
adoración, en la nota dominante. El amor entre los hermanos se agigantaba y la
creciente fe hacía que todos esperásemos cosas tremendas del Señor.
Finalmente, unos diez pastores y ancianos que participábamos regularmente en las
reuniones comenzamos a movemos hacia una relación de mayor intimidad. Estos
hombres empezaron a emerger como líderes de este nuevo movimiento de renovación
espiritual de las iglesias, y frecuentemente se les solicitaba colaboración y consejo.

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Compartían juntos el ministerio de la palabra, que a esta altura se había convertido,
también, en parte substancial de las reuniones. Dicho ministerio proveía de dirección y
orientación a este creciente grupo de personas que, como dijimos, empezaba a encontrar
una identidad común.
A veces, cuando el grupo de pastores se reunía, nos preguntábamos: “¿Quiénes
somos? ¿Qué es lo que vamos a ser? ¿Cuál es nuestra responsabilidad pastoral hacia
estos creyentes?” Hasta que el Señor nos mostró claramente lo que teníamos que hacer,
estuvimos deduciendo y razonando en base a nuestra experiencia y conocimientos
previos. Sin embargo, no seguiríamos adivinando por mucho tiempo más.

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Capítulo 3 UNIDOS POR EL ESPIRITU

Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio.
Salmo 50:5

A mediados de 1967, un visitante de EE.UU. nos contó una historia acerca de unos
patos de raza. El propietario de estas aves las había separado cuidadosamente por
medio de cercos, de acuerdo a sus varias especies. Todo anduvo bien hasta que llegó
una inundación que hizo subir el nivel de las aguas por encima de los cercos de
separación. Cuando esto ocurrió, todos los esfuerzos realizados para evitar que las dife-
rentes especies se mezclaran fueron vanos, y lo que es más, los patos parecían disfrutar
de la libertad que tenían, y de sus nuevos compañeros.
Todos captamos el mensaje. La ilustración se adaptaba perfectamente a nuestra
situación. Muchos de aquellos que asistían a las reuniones en la casa de Darling habían
estado celosamente encasillados dentro de cercos denominacionales. En general, las
relaciones entre las varias denominaciones evangélicas eran amistosas; y existía cierta
cooperación en algunas actividades especiales, como los programas de las Sociedades
Bíblicas, las campañas unidas de evangelizaron con figuras de renombre, como Oswald
Smith y Billy Graham, etc. Sin embargo, cualquier cosa que involucrara más que esto
tendía a ser resistida.
Probablemente, fue la situación legal de las iglesias en Argentina lo que fomentó esta
actitud sectaria. Desde la década del 40 ha estado en vigencia una ley nacional que
requiere que todos los grupos no católicos se registren ante las autoridades civiles,
indicando su filiación, lugares de reunión, estatutos, posición doctrinal y forma de
gobierno. La ley adquirió contornos rígidos en algunos momentos, así como se flexibilizó
en otros. Todo dependía del grupo político que hubiera en el poder. De cualquier forma,
esto tendió a frenar el crecimiento de los grupos espontáneos y a fortalecer la posición de
aquellos que tenían la debida autorización legal. Algunos de los líderes
denominacionales usaban esto como un medio para forzar la conformidad bajo la
amenaza de denunciar a quienes intentaban desviarse de la tradición.
Sin embargo, la vitalidad espiritual de estas reuniones de los lunes a la noche, junto
con la aclaración de que no teníamos intenciones de convertimos en otra denominación,
tendió a despejar el ambiente de cualquier lucha sectaria. Más aún, los responsables de
la dirección de estos encuentros, que actuaban siempre en forma plural y variada,
semana tras semana, eran en su mayor parte pastores, o ancianos, de distintas
congregaciones existentes en diferentes áreas de Buenos Aires.

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CONOCIDO PASTOR LLENO DEL ESPIRITU

Algunos de estos pastores tenían antecedentes prácticamente intachables. Augusto


Ericsson, por ejemplo, era uno de los ancianos y, a la vez, uno de los más efectivos
predicadores de su denominación. Durante veinte años había estado entre los principales
oradores de un programa evangelístico radial que se difundía diariamente. Era uno de los
directores de la revista misionera de su denominación, y era muy solicitado para
convenciones. A su vez, integraba un equipo evangelístico itinerante que ministraba a
todo lo largo y ancho del territorio argentino y que, además, había realizado campañas en
otros países sudamericanos y europeos. De nacionalidad argentina y ascendencia
sueca, se convirtió a Cristo en su juventud. Antes de entrar en el ministerio de tiempo
completo, trabajó durante varios años en actividades seculares. Como hablaba inglés,
castellano y sueco, ocasionalmente servía de intérprete a predicadores que venían del
exterior.
Era mayor que Alberto Darling y había mantenido una estrecha relación con él
durante muchos años. Esto se debía, en parte, al hecho de que sus esposas eran
hermanas. Además, vivían a sólo dos cuadras de distancia el uno del otro. Augusto supo
muy pronto de la experiencia de Alberto con el Espíritu Santo. Como tenía una intensa
vida devocional y un profundo amor por las Escrituras, junto con un alto respeto por la
integridad de su cuñado, se dispuso a estudiar el asunto por sí mismo.
No mucho tiempo después, a solas en su dormitorio, se arrodilló y pidió al Señor que
lo llenara con el Espíritu Santo. Pronto fue lleno hasta rebosar. Como era un hombre
cauteloso, mantuvo su experiencia en secreto por varias semanas. Mientras tanto,
sondeaba a sus colegas y buscaba del Señor respuestas para las preguntas que él sabía
que iban a venir. En ese entonces jamás imaginó que unos pocos meses después sería
completamente desplazado de toda responsabilidad dentro de su denominación, y
literalmente expulsado de la iglesia en la cual había servido tan eficazmente como
anciano y pastor por muchos años.

UNA EXPERIENCIA REVOLUCIONARIA

Había otro miembro del mismo equipo evangelístico que, aún antes que Ericsson,
estaba experimentando profundas inquietudes. Ellas se originaban al ver la
inconsistencia de su posición como fundamentalista bíblico y, a la vez, su falta de
vitalidad espiritual. Este hombre, Ivan Baker, era un experto en ganar almas} desde su

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juventud. Durante una gira que el equipo realizó por Europa, pudo observar pequeñas
congregaciones más preocupadas por sus tradiciones que por Señor. La Está dé
miembros de aquellas iglesias no sé Mina incrementado por años. Se argüía que la se-
milla del evangelio no había producido más fruto allí porque la tierra era demasiado dura.
Sin embargo, lo sorprendente era que había visto otras iglesias, especialmente grupos
pentecostales, en los mismos pueblos y ciudades, que se habían multiplicado bastante
en los últimos años. “¿Dónde estaba el problema entonces?”, se preguntaba, “¿En el
terreno, o en los sembradores?” Se propuso encontrar una respuesta.
Decidió renunciar al equipo —en el que se había desempeñado como dibujante y
solista barítono— y se abocó al estudio de las Escrituras. También decidió dejar de lado
sus prejuicios y visitar algunas iglesias pentecostales cerca de su casa. Esto no le con-
dujo a gran cosa al comienzo. Su formación fundamentalista ofrecía un contraste
demasiado grande con lo que veía y escuchaba. Era demasiado como para digerirlo todo
a la vez, pero se comenzaron a abrir ante él posibilidades que nunca antes había soñado
dentro de su limitado marco.
Poco tiempo después introdujo a su congregación en Isidro Casanova a un período
bastante prolonga- do de estudios serios sobre el libro de |Los Hechos de los Apóstoles.
Paralelamente, comenzaron reuniones de profunda búsqueda del Señor en oración. Esto
iba preparando el camino para lo que iba a venir. En 1965, Ivan y yo nos conocíamos en
un retiro espiritual organizado por Keith Bentson, misionero y director del SEPAL
(Servicio Evangelístico para América Latina). Por ese entonces, Ivan estaba en medio de
su búsqueda. Esta situación ya lo había hecho aparecer como inestable y desarraigado
ante muchos de sus amigos. Ellos no podían entender que su profundo deseo de
encontrar algo permanente, estable, vital y eterno era lo que le hacía aparecer como un
excéntrico a sus ojos. Interiormente, Ivan sabía que estaba comprometido en una bús-
queda que no terminaría sino al encontrar la bendición del Señor.
¡Y qué manera de encontrarla! En una experiencia que revolucionó su vida durante un
tiempo de oración en 1966, su mundo se puso cabeza abajo —o más bien, ¡cabeza
arriba!— y él estaba listo a publicarlo desde las azoteas, o al menos a todos sus
camaradas de la denominación que quisieran escucharle. Pronto condujo prácticamente
a toda su congregación de Isidro Casanova a la misma experiencia espiritual. Después
de esto, ¡nada podría pararlo! Desde entonces, sus inagotables energías y su indecli-
nable compromiso de hacer conocer a Cristo, han hecho de él, el líder y pastor amado de
centenares de hombres y mujeres, a quienes personalmente ha conducido al Señor y
entrenado para realizar la misma labor apostólica.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 15


GRAN HUMANIDAD,
GRAN CORAZON,
GRAN SONRISA

Keith Bentson había servido ya durante cuatro años como misionero en Uruguay
cuando vino con su familia a la Argentina en 1958. De trasfondo presbiteriano, había
cursado estudios en la escuela bíblica BIOLA en Los Ángeles, California. Allí conoció a
Dick Hillis, quien había sido misionero en China y más tarde fundador de una misión de
vanguardia llamada Overseas Crusades (SEPAL, en Sud América). Luego de un primer
período con otra misión en Uruguay, Keith y Roberta, su esposa, se asociaron con la
misión de Hillis y vinieron a Argentina; se establecieron primero en la ciudad de Córdoba,
y luego en Buenos Aires, en 1965.
Keith ha sido siempre poseedor de un agradable don de gentes, así que pronto se
ganó el corazón de muchos creyentes y pastores en la Argentina, especialmente entre
las iglesias de la Unión Evangélica de Sud América, de los hermanos libres, bautistas y
de la Alianza Cristiana y Misionera. Pronto le fue ofrecida la dirección de un pequeño
periódico evangelístico mensual de cuatro páginas llamado LA VOZ, que tenía una
amplia distribución en las iglesias del país. También comenzó a predicar activamente en
conferencias especiales, campamentos juveniles, escuelas bíblicas, cruzadas
evangelísticas y dondequiera que se le abrieran las puertas. En todas partes su metro
noventa de estatura y su amplia sonrisa, sumadas a su gran calidad humana, causaban
buena impresión. Sus oyentes quedaban encantados por su sinceridad y su elocuente
presentación sobre el amor y la verdad del evangelio. • í
A pesar de que siempre estaba listo para enseñar y compartir con otros cualquier
cosa que el Señor hubiera hecho real en su vida, también estaba siempre dispuesto a
aprender; ya fuere a los pies de un simple granjero o de un teólogo experimentado: en
todo momento buscaba extraer lo mejor y más profundo de un hombre. Su espíritu
estaba abierto a la multiforme gracia y a los diferentes caminos de Dios. Nunca se cansó
de extender su mano generosamente, o de compartir cualquier carga o trabajo que
estuviera dentro de sus posibilidades. Keith ha sido siempre reconocido por los
argentinos como un hombre amante de la gente, cuyo corazón y cuyo hogar estuvieron
permanentemente abiertos para todos; tanto para los que buscaban consuelo y
orientación, como para los siervos de Dios, necesitados de descanso.
Pero, detrás de todas estas manifestaciones externas, fue siempre un hombre
consagrado a la oración, y un amante de la Palabra de Dios. Años atrás, un pastor del
interior del país, no particularmente afecto a Keith, me dijo: “Yo realmente no estoy de

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 16


acuerdo con sus ideas o su forma de ser; pero uno tiene que orar con Keith para
conocerle.” Yo personalmente nunca olvidaré la ocasión en que visité su casa y le
encontré devorando largas porciones de la Escritura con el objeto de leer la Biblia
completa en treinta días.
El ministerio de Keith lo ha llevado a menudo interior del país, y casi siempre en
compañía de uno o dos pastores, o de jóvenes de futuro promisorios. Junto con ellos
predica, enseña y ora, ministrando a grandes multitudes, o a pequeños grupos; buscando
siempre aprender más sobre lo que el Señor está haciendo en diferentes lugares.
Así fue que, en 1964 Keith, junto con Daniel Monti (pastor metodista) e Ian McCulloch
(misionero de los hermanos libres) se encontraron en la provincia de Tucumán, en la
región noroeste del país. Habían ido a contactar a los pastores locales en preparación
para algunos encuentros evangelísticos con el evangelista argentino Femando Vangioni.
Allí conocieron a Jack Schisler, cuya agradable forma de ser y fructífero trabajo en la
provincia, tocaron profundamente sus espíritus. Averiguando un poco más, descubrieron
que Jack atribuía mucho de su éxito a una experiencia de llenura del Espíritu Santo; la
cual no sólo él sino la mayoría de los nuevos creyentes había experimentado. Su
testimonio, claro y simple, hizo que ellos se abocaran a una profunda búsqueda de Dios
en oración. A su retomo a Córdoba, Keith recibió la misma experiencia en su propia casa.
Más tarde, en forma prudente pero efectiva, compartió el gozo que había
experimentado con algunos amigos íntimos. Circunstancialmente, muchos pastores
fueron llenos del Espíritu Santo por su intermedio. Fue justamente Keith quien más tarde
compartió el libro de Larry Christenson con Alberto Darling.
En los años 1965, 1966 y 1967 Keith organizó retiros espirituales anuales en los
grandes centros urbanos de Buenos Aires, Mar del Plata, Córdoba y Tucumán. Estos
llegaron a hacer un tremendo impacto en las iglesias de estas áreas. En alguna medida,
como el ministerio de Juan el Bautista preparó los corazones de la gente para el
ministerio de Jesucristo, estos retiros abrieron el camino para un despertar espiritual que
iba a surgir con todo su vigor en 1967. Tan pronto como esta serie de retiros concluyó, en
1967 Keith dejó el país con su familia, para seguir un curso de post-graduado en EE.UU.
en la Escuela de la Misión Mundial, en el Seminario Fuller de Pasadena, California. Antes
de su partida en mayo, vendió o regaló todas sus pertenencias, ya que consideraba de
que su ministerio aquí había concluido. Aun liquidó los bienes de la misión en el país.
Pero Dios tenía otros planes. Este amado hombre de Dios que, a través de su
ejemplo y ministerio oral, había hecho tanto por preparar la tierra para un poderoso
mover del Espíritu y que había servido de enlace entre muchos hombres claves, no podía
estar ausente de todo lo que vendría. Sus hermanos y hermanas en Argentina no se

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 17


podían resignar a que su ausencia fuese definitiva. Pero nos estamos adelantando a
nuestra historia.

UN SUEÑO SE CUMPLE

Keith y yo nos conocimos en Buenos Aires en 1960 en una conferencia sobre


literatura cristiana. Aunque nos vimos esporádicamente durante los años siguientes, no
entramos en una comunión estrecha hasta 1965. Mi esposa Erma Jean, con anterioridad,
había tenido un sueño que parecía indicar que en cierto momento de nuestras vidas
Keith nos proveería dirección específica y abriría ciertas puertas para nosotros. En el
sueño, arribábamos al puerto de Buenos Aires y estábamos inseguros acerca de dónde
ir. En ese momento, Keith aparecía y nos decía que le siguiéramos. Mientras él nos
conducía, encontrábamos a la gente que teníamos que ver. Y así ocurrió en la realidad;
el cuadro no podía haber sido descripto con mayor precisión.
En 1965, Keith me animó a asistir a uno de los retiros planeados en Córdoba y a llevar
algunos ejemplares de la revista para creyentes que había comenzado a publicar el año
anterior. VISION CELESTIAL había encontrado inmediata aceptación dentro de un
amplio círculo de cristianos y Keith deseaba hacerle alguna promoción. Así que me pidió
decir unas pocas palabras en el retiro y luego se repartieron las revistas entre todos los
asistentes.
Pronto me pidió que atendiera algunos compromisos que él no podía asumir, lo que
me dio entrada a algunas de las denominaciones de más renombre. En 1966 y 1967
trabajamos juntos en los retiros que él realizó en Argentina. Antonio Elías, un pastor
presbiteriano de Niteroi, Brasil, era el otro orador en 1967, y Dios usó soberanamente a
este hombre de fe, para abrir los corazones de los hermanos argentinos a un poderoso
derramamiento del Espíritu Santo. En Buenos Aires, Córdoba y Tucumán los encuentros
de oración brotaban espontáneamente a continuación de las reuniones de los sábados
por la noche; y pequeños grupos de creyentes se juntaban en sus cuartos, al aire libre,
en carpas o bajo los árboles, «para buscar al Señor. Muchos de estos grupos
continuaban orando hasta las primeras horas del alba; y un buen número de cristianos
fervientes eran llenos del Espíritu Santo.
Erma Jean y yo habíamos nacido en el seno de familias bautistas, en Texas; y
habíamos llegado a conocer al Señor a una edad temprana. Cuando nos conocimos en
1952, ambos teníamos un profundo anhelo de caminar más cerca del Señor. Habíamos
estado indagando acerca del Espíritu Santo, pero recién durante nuestra luna de miel
comenzamos a buscarlo de todo corazón. Finalmente, en marzo de 1953, fuimos

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 18


inundados de la presencia del Señor mientras estábamos en adoración. Desde aquel
momento en adelante, me he convertido en adorador constante.
Luego de un período de pastorado en una iglesia de Texas y de un breve tiempo con
otros misioneros en el sur de México, nos trasladamos a la República Argentina en 1959,
país donde yo había estado —junto con otro pastor— durante tres meses, en 1958.
Durante casi un año y medio trabajamos en Resistencia, Chaco, en medio de un gran
despertar espiritual que había comenzado bajo el ministerio del misionero Clifford Long.
Luego, en 1961, el Señor nos condujo claramente a la ciudad de Santa Fe, ciudad que
queda a la mitad de camino entre Buenos Aires y Resistencia. Durante los próximos años
estuvimos dedicados#^ principalmente a la evangelización y al entrenamiento de obreros
cristianos, hasta que comenzamos a publicar la revista VISION CELESTIAL en 1964.
Aunque fuimos llenos del Espíritu Santo en una iglesia pentecostal, nunca me pude
acomodar a ese molde. Desde los tiempos de la universidad, un ansia por ver y
experimentar a la iglesia como el cuerpo de Cristo, sin barreras sectarias, extendiéndose
a todos y elevándose a Dios, había llenado mi corazón y mi mente. De alguna manera
sabía que la única forma de alcanzar mi objetivo era aprender a seguir la guía del Espíritu
Santo. Así que me dediqué a entender sus caminos, seguir su unción, mantenerme
quieto cuando él no se movía, alentar a otros cuando el Espíritu Santo se estaba
moviendo. Aprendí que la rendición a él era el secreto de todo éxito espiritual.
A medida que fui conociendo, uno a uno, a los hombres que más tarde participarían
en las reuniones de oración en la casa de Darling, sentí que ellos, al igual que yo, eran
hombres temerosos de Dios, que tenían un corazón sensible y oían la voz del Espíritu
Santo. Tan convencidos estábamos de que el Señor estaba haciendo algo nuevo y
soberano, que mi esposa, yo y nuestros cuatro hijos decidimos mudamos a Buenos Aires
en 1967. Esta vino a ser, con el tiempo, una de las decisiones más importantes de
nuestras vidas.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 19


Capítulo 4 AGUAS ABUNDANTES

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
Romanos 8:14

Jorge Himitián, otro joven pastor, participante activo en esas reuniones en la casa de
Darling desde el principio, fue destinado a jugar un papel principal en todo el contexto, y a
anunciar, con voz de clarín, muchos de los pasos que daríamos en los años sucesivos.
Nacido en Haifa, Palestina, bajo bandera británica y de nacionalidad armenia, su familia
tuvo que huir cuando los israelitas invadieron aquella tierra en 1948. Jorge tenía apenas
siete años, y era el único hijo varón de una familia que contaba con cuatro hijas. Pronto
se radicaron en Argentina, donde su padre y su tío comenzaron a trabajar, con otro
pariente, en un almacén de suelas.
Viviendo apretados en un departamento pequeño, Jorge pasaba una buena parte de
cada día en la calle, aprendiendo el lenguaje y las modalidades del mundo desde
temprana edad. En 1957 el evangelista Vahram Tatikian vino a Buenos Aires y tuvo un
ministerio fructífero entre la extensa comunidad armenia. Jorge cayó bajo la convicción
del Espíritu Santo y experimentó una profunda conversión a los 15 años. Casi
inmediatamente comenzó a testificar a otros, y pronto estuvo predicando en la calle y en
plazas atestadas de gente. Siendo muy despierto e inteligente, desarrolló muy pronto un
estilo fervoroso de predicación y aprendió a comunicar el evangelio con mucha con-
vicción y eficacia.
Por otra parte, y antes de terminar la escuela secundaria, ya estaba llevando los libros
de contabilidad de una fábrica de zapatos. Entretanto que se preparaba para rendir los
exámenes de ingreso a la facultad de ingeniería, el Señor trató con él profundamente
sobre la necesidad de dejar sus ambiciones. Una vez que hubo rendido con éxito dichos
exámenes, abandonó sus propios planes y se inscribió, en cambio, en el Instituto Bíblico
de la Alianza Cristiana y Misionera en el curso pastoral de cuatro años. Para la fecha en
que comenzó los estudios, ya tenía varios años de experiencia en la predicación del
evangelio, y había desarrollado una intensa vida devocional con el Señor. El rector del
instituto, Myron Voth, nos comentó, más tarde, a algunos de nosotros, que Jorge tenía el
coeficiente de inteligencia más elevado de todos los alumnos que habían pasado por la
escuela, y que su dedicación al Señor fue siempre un ejemplo para los demás
estudiantes.
Cuando Jorge y yo nos vimos por primera vez, el 1° de enero de 1967, ambos
habíamos sido invitados a dar conferencias en un campamento de Juventud para Cristo

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 20


durante una semana. Desde ese primer encuentro descubrimos una gran afinidad. Ya
habíamos oído el uno del otro y teníamos mucho interés en conocemos personalmente.
Luego, nos dimos cuenta de que los dos teníamos una profunda preocupación por ver un
despertar espiritual en las iglesias. Él estaba ejerciendo el pastorado en una
congregación nueva en Villa Soldati, y yo vivía aún en la ciudad de Santa Fe.
Le invité a Santa Fe para una serie de reuniones en marzo; luego, él arregló para que
yo estuviera con su grupo en Soldati en agosto, una vez que nos hubiéramos trasladado
a Buenos Aires. Eso resultó ser un punto clave para él, para mí y para los hermanos de
Villa Soldati. La semana de reuniones programada, se extendió a cinco semanas.
Teníamos visitas de todas partes del Gran Buenos Aires. Ninguna reunión comenzaba
después de las 20 horas, y ninguna terminaba antes de la medianoche.
No teníamos ninguna intención de alargar las reuniones, pues tratamos, vez tras vez,
de concluir a las 22.30. Pero tan pronto como se pronunciaba la oración final, alguien
irrumpía espontáneamente en oración, seguido por otro que comenzaba un coro; luego
un testimonio, o un pedido de oración. Y así hasta pasada la medianoche. Miembros de
la iglesia que antes se ponían nerviosos cuando una reunión duraba más de una hora y
media, ahora estaban presentes en todas las reuniones, que duraban cuatro. ¡Más aún,
algunos se afligían cuando después de esas cuatro horas de reunión teníamos que
despedir a la gente!

DEMASIADA AGUA

Entre los que asistían noche tras noche había varios estudiantes del Seminario
Bautista. Uno de ellos tuvo una experiencia inolvidable. Al final de una de las reuniones,
estábamos orando con aquellos que querían ser llenos del Espíritu Santo. El joven
estaba suplicando, casi en angustia: “¡Oh, Dios, tengo tanta sed! ¡Oh, Dios, quiero beber
de tu río … Lléname esta noche!”. Cuando le impusimos las manos en oración, el Señor
le llenó y le hizo rebosar de tal manera que no sabía qué hacer consigo mismo. Lloró,
gritó, alabó a Dios en otras lenguas, saltó; en fin, desbordó de gozo.
La noche siguiente estuvo en la reunión de nuevo, y fue imposible contenerlo.
Entretanto que adorábamos al Señor, este poderoso río celestial saltó de su interior, y él
gritó, “¡Oh, Dios, ¿Qué hago con tanta agua?!”
Durante esas semanas, el Señor estaba transformando a la congregación entera.
Muchos eran llenos del Espíritu Santo, la mayoría estaba aprendiendo a adorar y dar
culto a Dios y todos cantaban coros nuevos que parecían elevamos a los portales de la
gloria. Una noche, les enseñé un coro suave de adoración que, evidentemente,

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 21


expresaba exactamente lo que todos estábamos sintiendo:
Jesús, te adoramos;
a ti nos inclinamos;
con gozo, sí, cantamos;
con preces alabamos;
Aleluya, aleluya, aleluya, Amén.
Lo cantamos vez tras vez, quizás quince o veinte veces. Los corazones se derretían en la
presencia de la gloria, santidad y amor divinos.
Al terminar la reunión, el padre de Jorge estaba visiblemente molesto. Cuando Jorge
le preguntó la razón de su descontento, él le contestó que habíamos armiñado un
hermoso coro al cantarlo hasta el cansancio. Jorge trató de suavizar su ánimo turbado,
sugiriéndole que estábamos aun aprendiendo juntos el significado del culto verdadero, y
que no convenía volverse muy crítico a esa altura. Apenas se aquietó por el momento.
A mediados de la siguiente semana, su padre fue lleno del Espíritu Santo durante el
tiempo del culto. Cayó de rodillas mientras los demás permanecían en pie, y comenzó a
cantar una canción espontánea del fondo de su ser. Cuando los demás pararon, él conti-
nuó, completamente absorto en adoración. Por un largo tiempo cantó y alabó a Dios en
lenguas desconocidas y en palabras dulces de amor que surgían de su corazón
agradecido. ¡Nunca más se quejó por un coro que cantáramos veinte veces!
Él estaba familiarizado con seis lenguas diferentes, y había dicho en cierta
oportunidad que en su caso no veía la necesidad de lenguas extrañas, ya que, de todas
maneras, podía alabar a Dios con facilidad en varios idiomas. ¡Esa idea también
desapareció aquella noche memorable en Soldati!

CULTIVANDO UN CORAZON APERCIBIDO

Fue durante esos días que Jorge tuvo el sueño acerca de los diques, relatado en el
primer capítulo. Esa revelación iba a tener una función rectora, con el devenir de los
acontecimientos, en la vida de la mayoría de nosotros durante los años siguientes. Entre
los pastores que se reunían los sábados por la mañana, conversamos sobre sus
implicancias a la luz de lo que estaba sucediendo en las reuniones de los lunes por la
noche. Todos, de común acuerdo, confesamos sentir la presencia de Dios con nosotros,
pero admitimos que no había mucha claridad sobre la dirección que debían tomar las
cosas. Creíamos que uno de los elementos más necesarios sería el poder contar con un
núcleo de hombres bien ‘sintonizados' con el mover del Espíritu Santo; hombres que
podrían colaborar inteligentemente y con fe en la obra del Espíritu; hombres

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 22


preeminentemente guiados por el Espíritu.
Concluimos que el primer paso que debíamos dar en esa dirección era el planear un
retiro espiritual para los que asistían a las reuniones de los lunes y que eran
responsables de alguna área de liderazgo en sus propias congregaciones. El propósito
sería exponer a estos hombres a un curso intensivo de entrenamiento sobre “la vida en el
Espíritu” que duraría casi una semana. La fecha fue fijada para principios de octubre. Las
primeras tres reuniones se celebraron el martes, miércoles y jueves por la noche en la
casa de Darling. Luego, el viernes por la tarde, fuimos a un campamento del Ejército de
Salvación en Benavidez, al norte de Buenos Aires, donde nos quedamos hasta la noche
del domingo.
El próximo detalle por arreglar tenía que ver con el ministerio que se daría durante el
retiro. Después de charlar sobre diferentes posibilidades, se decidió invitar a dos
hermanos, y que cada uno tuviera seis sesiones para desarrollar su ministerio. Me
asignaron el tema de la unción del Espíritu Santo, y en las primeras sesiones tracé la
historia de esa unción en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Luego presenté varias
lecciones y conclusiones para nuestro tiempo y situación. En las últimas clases pusimos
en práctica las lecciones, orando y adorando juntos; procurando cultivar un “corazón
apercibido.”
Para el ministerio complementario decidimos invitar a un hombre conocido sólo por
unos pocos del grupo, pero que evidentemente era una persona muy sensible, con una
considerable experiencia, pese a su juventud, en la obra del Espíritu Santo. Juan Carlos
Ortiz ya estaba ganando reputación de pastor diligente en su pujante congregación en el
corazón de Buenos Aires, afiliada a las Asambleas de Dios. Jorge habló muy bien de él, y
mencionó que Juan Carlos también nos estaba observando para ver lo que el Señor
hacía con nosotros.
Pedimos a Juan Carlos que hablara sobre los dones del Espíritu Santo. Fue un
maestro acabado al desarrollar su tema con ilustraciones aptas y con una maravillosa
habilidad para clarificar asuntos que antes parecían oscuros. En una palabra, ganó
nuestros corazones de entrada. No sabíamos que algo parecido estaba ocurriendo en él
con relación a nosotros. Siendo él de origen pentecostal, observaba con profundo interés
la obra que el Espíritu Santo estaba haciendo en este grupo de hombres, ninguno de los
cuales procedía de ese trasfondo. Luego testificaría públicamente que esta serie de
contactos y eventos produjo un verdadero despertar en su propia vida. Una cosa quedó
muy clara: desde entonces nuestros corazones fueron unidos en la misma causa.

OTROS PASTORES SON INVOLUCRADOS

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 23


Había otros pastores que comenzaron a juntarse y a participar con este grupo que,
desde agosto de 1967 en adelante, se reunía sábado tras sábado. Uno era Ángel Negro,
un joven líder que prometía mucho entre los hermanos libres. Él estaba desarrollando un
don de predicación y enseñanza muy apreciado, tanto en conferencias juveniles como en
su congregación, en el área suburbana de José Ingenieros. Ángel fue tocado
hondamente en el retiro donde habló Antonio Elías y pronto fue lleno del Espíritu.
Jorge Pradas había emigrado a Argentina desde cerca de Barcelona, España, hacía
doce años. Experimentado y dotado en las artes escénicas, había ayudado a Felipe Saint
en la producción de varias películas Muchos de sus poemas fueron publicados en libros y
diferentes revistas cristianas. Elocuente orador, era requerido frecuentemente por las
iglesias en muchas partes de país, y tenía una participación muy activa en su
congregación local, en Quilmes. Pradas había experimentado la plenitud del Espíritu
Santo unos pocos meses antes, durante una serie de reuniones en la ciudad de Santa
Fe.
Y había otros. Pastores, seminaristas, ancianos, maestros de la escuela dominical y
sencillos cristianos hambrientos de Dios. Siempre tuvimos la convicción de que una de
las razones por las cuales el fundamento había sido puesto tan firmemente en esos
primeros meses de reuniones en la casa de Darling, fue la preparación espiritual de toda
esta gente que Dios estaba atrayendo. Todos trataban con seriedad las cosas del Señor,
pues sabían que sus decisiones y experiencias afectarían a muchos.
No cabía duda de que el Señor nos estaba convocando. Había claras indicaciones de
eso. Obviamente, muchas cosas aún tendrían que ser ajustadas. Todos albergábamos
grandes esperanzas de que nuestras iglesias, y un círculo mayor de cristianos, se
abrirían a este movimiento dinámico del Espíritu Santo. Deseábamos que todo el pueblo
de Dios experimentara un despertar espiritual. Queríamos ver las cosas extenderse
rápidamente. Pero a poco se hizo claro que, primeramente, algunas cosas básicas
debían ser resueltas. Nuestro compromiso con el Señor tenía que ser absoluto; debía ser
claro que Él estaba a cargo de todo.
Muy pronto el Señor trataría profundamente con Jorge Himitián y lo usaría para
sacudir una gran parte de la iglesia en Argentina. La revelación espiritual provocaría una
revolución espiritual.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 24


Capítulo 5 TOQUE DE TROMPETA

Si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?


1° Corintios 14:8

En su temprana juventud Jorge Himitián había frecuentado las reuniones del Ejército
de Salvación cerca de su casa, y había quedado fascinado por la banda de música. Algo
había en ella que atrajo su vivaz personalidad. Desde los nueve años, y hasta los
catorce, estudió violín por insistencia de sus padres. Y aunque esto le dio una formación
musical adecuada, nunca tomó demasiado en serio este instrumento.
A los dieciséis años comenzó a tocar la trompeta, y pronto la usó para reunir
auditorios considerables al aire libre, en las calles y plazas de Buenos Aires. Más tarde,
con el grupo JEU (Juventud Evangelizadora Unida) Jorge viajó por todo el país y el
Uruguay; siempre acompañado de su trompeta.
Aunque nunca se consideró un músico consumado, sí es un amante cultor de la
buena música; y un creador, ya que varias de las canciones que cantamos fueron
compuestas por él. Como ejecutante, Jorge parecía estar igualmente cómodo con una
guitarra en sus manos como ante el teclado de un piano u órgano, o con una trompeta.
Pero en la mente de la mayoría de los que lo conocemos bien, la trompeta es el
instrumento que asociamos con él más fácilmente, ya que parece compatibilizar mejor
con su estilo y temperamento.
La trompeta, a diferencia de los instrumentos de cuerda o de teclado, toca una sola
nota por vez. Si esa nota suena con precisión y vigor, generalmente sobrepasa a todos
los otros instrumentos de la orquesta. En materia espiritual Jorge siempre ha con-
siderado que, cualquiera sea la nota que deba comunicarse, debe expresarse con
claridad y convicción.

JESUS ES SEÑOR

Un lunes a la mañana, en enero de 1968, nos encontrábamos con Jorge en la oficina


de la editorial que habíamos fundado recientemente. Comentábamos el sermón que él
había dado el día anterior en su propia congregación. Era un mensaje sobre el señorío de
Cristo que lo había conmovido profundamente mientras lo estaba preparando.
Considerándose sano en su teología evangélica, había creído por años en la verdad de
Cristo como Señor. Pero, como muchos otros, creía que para ser salvo Uno tenía
simplemente que confesar a Jesucristo como su Salvador; con eso, recibía el perdón de

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 25


los pecados. Posteriormente, en algún momento de crisis, llegaba el reconocimiento de
El como el Señor. De modo que, en la mente de muchos, no se relacionaba el señorío de
Cristo con la experiencia de la salvación.
Esta era precisamente la premisa que Jorge estaba ahora cuestionando. En la
medida que estudiaba Romanos 10:9,10, se le hacía cada vez más claro que la salvación
es el resultado directo de haber reconocido a Jesucristo como Señor. Así que él se pre-
guntó: “Entonces, ¿de dónde sacamos la idea de que uno necesita confesar a Cristo
solamente como Salvador? ¿Por qué posponemos la confesión de su señorío para una
experiencia posterior?” A esta altura, toda clase de inquietudes comenzaron a trabajar en
él.
Decidió que antes de permitir que su imaginación volase, debería primero investigar
la forma en que Jesús evangelizaba. ¿Cuál era su prédica? ¿Cómo ganaba almas? En la
medida en que comenzó a recorrer los evangelios, quedó literalmente sorprendido de lo
que encontró. Jesús comenzó su ministerio público con una proclama y un mandamiento:
“El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado: arrepentíos, y creed en el
evangelio” (Marcos 1:15).
Cuando Jesús encontró a Simón Pedro y a su hermano Andrés a las orillas del mar,
también les dio una orden: “Síganme, y les haré pescadores de hombres” (Mateo 1:19). A
Leví el publicano, su palabra fue breve y autoritaria en extremo: “Sígueme” (Lucas 5:27).
Cuando vio a Zaqueo en el sicómoro en Jericó, la orden fue muy similar: “Date prisa, des-
ciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa” (Lucas 19:5). Con el joven rico
Jesús pareció ser más exigente y no hizo ninguna concesión: “Vende todo lo que tienes,
y dalo a los pobres ... y ven, sígueme” (Lucas 18:22).
La naturaleza autoritaria de la predicación de Jesús parecía completamente extraña
frente al lenguaje aguachento al cual la mayoría de los evangélicos están
acostumbrados. Casi atemorizado de ser demasiado radical en su desviación de lo
tradicional, Jorge supo que tenía que tener una sólida base escritural para lo que sentía
en su interior que iba a venir. Entendiendo que el punto crucial de la cuestión giraba
alrededor del señorío de Cristo, mientras que la mayoría de los sermones evangélicos
que él había escuchado y predicado enfatizaban a Jesús como Salvador, se abocó a
estudiar las epístolas para ver la relación entre aquellos dos términos. Para su sorpresa,
la palabra Salvador, con referencia a Cristo, aparecía sólo unas pocas veces, ¡mientras
que la palabra Señor aparecía más de trescientas!
Cuándo estudió más en profundidad el significado de la palabra Señor, especialmente
a la luz de la enseñanza de Pablo en Filipenses 2:5-11, la verdad comenzó a agigantarse
dentro suyo. Para los primeros cristianos, el término “Señor” (kyrios, en griego) era algo

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 26


así como la suma de Jefe, Dueño, Soberano, Máxima Autoridad; todo en una sola
persona. Era usado exclusivamente para referirse a una persona con vasta autoridad y a
quien pertenecían muchos esclavos, y más particularmente al emperador romano. El
dirigirse a una persona con el término “kyrios” implicaba compromiso, sujeción y sumisión
a él; vale decir, se asumía la posición de siervo.

TERMINOLOGIA MOLESTA

Algo se hizo especialmente claro: así como no puede haber marido sin esposa, ni
padre sin hijo, tampoco puede haber señor sin siervo. Por lo tanto, al establecerse el
señorío de Cristo, el rol del siervo (esclavo) quedaba clarificado. Este término, también
frecuente en el Nuevo Testamento, por ser comúnmente traducido como “siervo”, resulta
oscuro en su significado, especialmente para la mentalidad de nuestro siglo XX.
Todo esclavo del primer siglo —y había muchos- sabía perfectamente bien que el
deseo de su amo era una orden. Una correcta actitud de su parte se expresaba así:
“¿Qué desea mi señor de su siervo?” Jorge vio que esta actitud era justamente la que
faltaba en el cristianismo de nuestro tiempo. Tendemos más bien a argumentar y razonar
con el Señor que a obedecerle sin reservas. Con tal actitud no estamos reconociéndole
como Señor. Así que esta palabra nos coloca en una posición bastante incómoda.
El resultado de esta falta de sumisión es evidente. La palabra de Dios no es tomada
en serio; sus mandamientos son desobedecidos; su derecho a gobernar nuestras vidas
es cuestionado. En su lugar, encontramos iglesias plagadas de filosofías humanistas; de
ambiciosos programas estructurados por hombres; de falta de interés y efectividad en la
oración, y de una total pérdida de vigor espiritual.
¡Qué contraste con los primeros cristianos! Muchos dejaron literalmente todo para
seguir a Jesús. Algunos pagaron con sus vidas su lealtad a Cristo. La conciencia de su
necesidad espiritual, y su total rendición al Señor Jesús, les mantenía íntimamente
unidos en comunidades que brillaban como luminares en el oscuro mundo pagano,
motivado sólo por el egoísmo, la inseguridad y los temores.
El sencillo mensaje del evangelio comenzó a realzarse y otra vez a destacar sus
verdades básicas, es decir, que todos hemos pecado y nos descarriamos; que hemos
vuelto nuestras espaldas a Dios, prefiriendo conducir nuestras vidas de acuerdo a
nuestro propio criterio. Jesús vino para vivir como un hombre bajo la autoridad de Dios
sobre esta tierra, para restaurar el plan original de Dios para los hombres, para
mostrarnos que la paz y el gozo son el resultado de obedecer a Dios y de vivir en una
correcta relación con El. A causa de su total sumisión al deseo de su Padre, Jesús

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obtuvo la victoria sobre la tentación, sobre los demonios, sobre la frustración. Luego,
voluntariamente, él rindió aquella vida perfecta por nosotros para liberarnos de nuestra
esclavitud al pecado, ignorancia y egoísmo; derramó su sangre por nosotros a fin de
reconciliarnos con Dios.
Por lo tanto, debemos arrepentimos de nuestro pecado, rebelión e independencia;
reconocer a Jesucristo como nuestro Señor y ponernos bajo su gobierno, sometiendo
nuestras vidas totalmente, y sin reservas, a Él, en servicio obediente. Al hacer esto, nos
hacemos propiedad suya, su pueblo, su posesión, y él nos moldea a su propia imagen,
como instrumentos efectivos para llevar adelante su propósito eterno, por medio de la
permanencia del Espíritu Santo en nosotros.

EL GOBIERNO DE DIOS AQUI Y AHORA

En la medida que estas verdades empezaron a tomar forma, todo el cuadro comenzó
a enfocarse. Jesús hablaba acerca de un reino, un gobierno. Había denominado su
mensaje como “el evangelio del reino de Dios”. Ahora, en el contexto que iba apare-
ciendo en la mente de Jorge, el gobierno de Dios comenzaba a tener sentido; no como
algo relegado para el futuro o para la eternidad únicamente, sino más bien como algo de
una importancia extrema para “aquí y ahora”.
Supo en su interior que nunca había predicado este evangelio del reino. Pero
vislumbraba cuán poderoso instrumento podía llegar a ser en las manos de Dios, qué
desafío podía traer a pecadores indiferentes o desesperanzados, y qué esperanza sería
capaz de engendrar en los corazones de los enfermos espirituales.
Así fue como comenzó a exponer este evangelio del reino de Dios en aquel
memorable domingo de enero de 1968. Continuó durante los dos siguientes domingos
con el mismo tema. Luego Ortiz le pidió dar la misma serie en su congregación en la calle
Hidalgo. Pronto se corrió la voz en el interior del país, y Jorge se encontró predicando el
evangelio del gobierno de Dios en la ciudad de Santa Fe, y luego en las provincias de
Tucumán, Salta y Chaco.
Cuanto más predicaba, más surgía la convicción de que este evangelio sencillo y
contundente, era en verdad, el “poder de Dios para salvación para todo aquel que cree”.
A comienzos del siguiente año, habiendo pulido y refinado su presentación, desarrolló la
serie entera en Buenos Aires, los lunes a la noche. Esta vez los mensajes fueron
grabados y comenzaron a circular copias en cassette. Sin embargo, no fue hasta 1974
que la serie completa se imprimió como libro.
Aunque Jorge introducía variaciones menores, de acuerdo a lo que él sentía como

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 28


necesidad especial en su audiencia, normalmente desarrollaba su mensaje bajo tres
puntos principales. Primero, mostraba que Jesucristo es el Señor de nuestras vidas como
individuos; segundo, que él es Señor de la iglesia; y finalmente, que él es Señor del
universo.
Bajo el tema del señorío de Cristo en la iglesia desarrollaba el grueso de su
enseñanza. Comenzaba dando una vista panorámica del progreso del reino en el Antiguo
Testamento y continuaba con el pensamiento judío en el período de los evangelios.
Mostraba cómo esta forma de pensamiento era central, tanto dentro del mensaje de
Jesús como en el de sus apóstoles. Luego señalaba los dos gobiernos, que son
diametralmente opuestos uno del otro: el reino de nuestro “yo”, donde todos vivimos en
oscuridad, y el reino de Cristo, donde todo es luz y todos se deleitan en hacer su
voluntad. Hablaba de la comunidad del reino, tal como se ve en la iglesia primitiva, y
concluía con una cuidadosa y extensa definición del evangelio del reino.
El estilo de Jorge ha sido siempre claro y práctico, expresando los conceptos en un
lenguaje sencillo y vigoroso. Le llevó mucho tiempo de estudio la preparación y el
desarrollo de estos mensajes. Sin embargo, siempre ha insistido que el núcleo de la ver-
dad vino a él por ‘revelación’; es decir, por una obra definida del Espíritu de Dios,
iluminando y clarificando la verdad escritural en su mente y corazón. Esta contundente
combinación de entendimiento espiritual, sólida exégesis bíblica y elocuente proclama-
ción puso los fundamentos para el próximo paso de importancia en nuestro camino hacia
la renovación.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 29


Capítulo 6 DISPUESTOS A OBEDECER

Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra, Por tanto, id, y haced discípulos a
todas las naciones.
Mateo 28:18,19

El grupo de pastores que se reunía los sábados a la mañana y conducía los


encuentros los lunes por la noche tenía una considerable experiencia en evangelización.
Ya he mencionado los años de predicación de Jorge Himitián en las calles, y el trabajo de
Ericsson en la radio y con el equipo evangelístico. Baker, a su vez, había tenido gran
influencia en los comienzos de varias congregaciones y era un obrero constante a nivel
personal, y un ganador de almas. Darling había ganado un buen número de personas
para el Señor en Don Torcuato.
Ortiz había realizado grandes campañas evangelísticas en muchas partes de
Argentina con resultados brillantes. Y en Santa Fe y Chaco, yo había entrenado
personalmente a grupos de creyentes para el trabajo evangelístico, llevándoles de un
pueblo a otro para dar testimonio del evangelio a cada hogar.
Pero aun así, todos nosotros estábamos preocupados por la falta de edificación de la
iglesia. A pesar de la intensa actividad evangelística, muy poco del material obtenido era
colocado en el edificio de Dios. Pudimos apreciar por nuestra propia experiencia que la
respuesta no era simplemente aumentar el trabajo de seguimiento de los nuevos. Ortiz
tenía en su congregación un sofisticado programa para la conservación de los
resultados, el cual había aprendido de sus contactos personales en los Estados Unidos.
Pero dicho programa requería una oficina bien equipada, considerables gastos de
material impreso, y voluminosos y frecuentes envíos por correo. Todo parecía poco
natural y extraño a las experiencias que leíamos en el libro de Los Hechos de los
Apóstoles.
Sabíamos que cualquier programa que dependiera de expertos, de oficinas y equipos
costosos entorpecería el trabajo real de la iglesia, a largo plazo. Lo que es más, tal
programa estaría fuera del alcance de los simples creyentes, o de las congregaciones
humildes. No, la respuesta tenía que ser simple y práctica. Tenía que ser aplicable en
cualquier situación: entre los pobres, tanto como entre los ricos, bajo persecución, o en
tiempos de libertad y prosperidad; en medio de un avivamiento espiritual, o en los nuevos
lugares de extensión; entre profesionales, o entre obreros.

SIMPLE Y SIN SOFISTICACIONES

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Nuestros pasos iniciales en la nueva dirección no fueron especialmente notables,
pero a medida que avanzábamos, el camino se iba haciendo más claro. Nuestras propias
experiencias, nuestro mutuo compartir, nuestro estudio, y una profunda preocupación por
ser más fructíferos nos empujaban a ir adelante. Ivan y yo habíamos recibido algunas
valiosas lecciones de nuestro contacto con los Navegantes (un movimiento evangélico
interdenominacional, iniciado en los EE.UU. entre los marineros durante la Segunda
Guerra Mundial, cuyo propósito era la evangelización y la formación de los nuevos con-
vertidos). Enfatizan el estudio y la memorización de textos bíblicos y el trabajo personal
de seguimiento y discipulado. Habíamos hecho el curso de memorización de las
Escrituras, y estábamos plenamente convencidos de que su fuerte énfasis sobre las
relaciones personales era la clave para el crecimiento espiritual de los nuevos creyentes.
Fue especialmente Ivan quien vio las tremendas posibilidades que tenía el plan de los
Navegantes. Consistía en que un cristiano ganara y entrenara a otra persona en el curso
de un año, y luego los dos repitieran el proceso en los años sucesivos. Al fin de los dos
años habría cuatro, a los tres años ocho, a los cuatro años dieciséis, y así seguiría. Vio
que el crecimiento numérico sería lento al principio, pero que, luego de diez años, habría
más de mil nuevos creyentes. ¡En veinte serían un millón, y en treinta años mil millones!
Aun cuando se pudiera tildar al plan de excesiva simplicidad, o de demasiada rigidez,
el principio era claro. Y para la mentalidad pragmática de Ivan, ofrecía ventajas dignas de
tomar en cuenta. Podía ser fácilmente enseñado e ilustrado. No requería equipos
especiales, dinero, ni demasiado tiempo libre.
No eran necesarios expertos, y no se utilizaban prácticas coercitivas. Por el contrario,
tales elementos podían ser contraproducentes.
A medida que Ivan estudiaba y oraba, intercediendo por su grupo en Casanova,
mayor luz iba viniendo a él. Gradualmente, comenzó a darse cuenta de que, hasta ese
momento, había tomado sus métodos evangelísticos únicamente del libro de Los
Hechos. De pronto, las palabras de Jesús a sus discípulos en Juan 20:21 adquirieron un
nuevo significado: “Como me envió el Padre, así también yo os envío.” Ahora se le hacía
claro: había que volver al relato de los cuatro evangelios; ver cómo el Padre enviaba a
Jesús y cómo Jesús enviaba a sus discípulos.
Al estudiar los evangelios, quedó sorprendido por aquellos métodos extremadamente
simples y sin sofisticaciones. Se dio cuenta de que cualquiera podía aprender estos
principios y aplicarlos fácilmente. Aquí están, en sus propias palabras, las lecciones
esenciales que descubrió en los cuatro evangelios:

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 31


1) Jesús se dio a sí mismo, más que dar sermones.
2) Jesús fue a la gente; no les pidió que vinieran y le escucharan.
3) Aceptó las circunstancias tales como aparecían: a orillas del mar, en la montaña, en el
pozo, en los hogares, etc. Sus mayores pronunciamientos fueron hechos en las
circunstancias más simples.
4) Solamente buscó a aquellos que estaban hambrientos y sedientos de justicia.
5) Hizo una selección de los discípulos. Nunca trató de mantener a aquellos que
deseaban dejarlo. Más tarde, envió a los que había seleccionado en misiones
específicas.
6) Le llevó solamente tres años formar doce apóstoles.
7) Los discípulos estaban aparentemente sin preparación cuando les envió. Obviamente,
él dependía de que el Espíritu Santo completara el trabajo necesario en ellos.
Alguien, por lo tanto, tenía que aplicar estos principios y brindar un modelo que
pudiera servir a otros. Ivan decidió involucrar a los creyentes de Casanova en la
aventura. Primero, los llamó para orar y les animó a buscar al Señor para tener mayores
frutos y efectividad en su testimonio a los inconversos. Durante una reunión de oración
de un sábado a la noche, varios textos escritúrales fueron puestos a consideración del
grupo:
—Las palabras de Jesús en Mateo 4:19: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores
de hombres.”
— Su declaración en Juan 10:27: “Mis ovejas oyen mí voz y yo las conozco, y me
siguen.”
— Los dos pasajes en Marcos 8:34,35 y Lucas 14: 25-33 que ilustran los estrictos
requerimientos que Jesús imponía a todos lo que le seguían.

“DINOS COMO HACERLO”

Entonces, un jueves a la tarde, Ivan predicó el evangelio a la congregación en estos


términos. Pero la congregación vaciló. Aunque él hizo todo lo que pudo durante meses,
no pudo lograr que ellos aceptaran las condiciones básicas que Jesús había establecido
para el discipulado, ni la responsabilidad personal por otros que era esencial para un
evangelismo efectivo. Estaban demasiado cómodos, demasiado acostumbrados a tener
líderes cuyo llamamiento especial, cuyo entrenamiento, o cuya gracia, los había
preparado para soportar la mayor parte de la carga del trabajo de extensión
evangelística, como así también el de crecimiento espiritual y edificación que debían
seguir a ese proceso. Ivan estaba frustrado y decepcionado.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 32


A comienzos de 1968, él y su esposa Gloria decidieron hacer un cambio radical.
Ambos comenzarían a compartir intensamente el evangelio con sus vecinos inmediatos,
ganarían algunos para el Señor, los reunirían, los bautizarían en agua y les enseñarían la
Palabra; todo esto sin informar en lo más mínimo a los hermanos en Casanova. Mientras
tanto, en Casanova, las cosas continuarían como hasta entonces.
El Señor bendijo el nuevo esfuerzo desde el comienzo. Comenzando con la familia
vecina, ganaron al hijo mayor y a su novia, a los cuales siguieron su hermano y luego la
madre. Todos fueron bautizados entre mayo y noviembre de aquel año. A la vuelta de su
casa, encontraron otra joven pareja interesada, y luego otro, y otro. Pronto había un pe-
queño grupo reuniéndose para tomar el té juntos, para orar a tempranas horas de la
mañana, para estudios bíblicos y para buscar consejo pastoral. A menudo los domingos
a la mañana se encontraban brevemente y luego salían para evangelizar.
Después de seis u ocho meses tenían un grupo estable de unas doce personas.
Entonces Ivan les sugirió el próximo paso en su plan revolucionario. Durante todo este
tiempo había continuado pastoreando al grupo de Casanova y buscando en vano
reorientar a los hermanos de acuerdo al plan antes mencionado. Ivan y Gloria habían
realizado pacientemente el trabajo en su propio barrio, con resultados que los habían
convencido totalmente de la factibilidad del programa. Ahora era tiempo de presentar el
grupo que habían formado a la congregación en Casanova.
La reunión principal en Casanova se realizaba los domingos a la tarde. Así que Ivan y
Gloria arreglaron las cosas para que todos los nuevos creyentes del grupo asistieran a la
reunión en Casanova un domingo a la tarde. A la hora señalada, junto con los hermanos
que asistían regularmente, los nuevos creyentes comenzaron a llegar. Los más antiguos
estaban naturalmente sorprendidos, pensando que esta era una evidencia de que
algunas personas de las cercanías del salón estaban, por fin, mostrando interés en el
evangelio.
Cuando Ivan los presentó como nuevos convertidos que él y Gloria habían estado
ganando en su propio barrio, y la congregación descubrió que estos “niños en Cristo”
estaban bien orientados y espiritualmente crecidos, habiendo algunos de ellos ganado
parientes y amigos para Cristo, quedaron sorprendidos y avergonzados a la vez. Al
terminar la reunión, uno de los ancianos vino a Ivan, confesó su dureza de corazón y su
vergüenza, cruzó sus manos delante de él como si estuviera atado y dijo simplemente,
“Dinos cómo hacerlo, Ivan. Estamos dispuestos a obedecer.” ¡Fue el amanecer de un
nuevo día para Casanova!

LLEVA TIEMPO

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 33


A todo esto, Ortiz llamó un día por teléfono a Ivan y le preguntó: “¿Cómo deberíamos
predicar el evangelio?” La respuesta vino a Ivan después que colgó el tubo: “Ve y haz
discípulos.” Ivan se sentó en su escritorio y comenzó a desarrollar sobre un papel
aquellos pasos que la experiencia había hecho gradualmente más claros. Estaba
comenzando a entender que este plan introducía una renovación completa en sus
métodos pastorales. No era suficiente con ganar gente. Tenían que ser formados. Era
necesario comunicarles no sólo preceptos sino también el ejemplo de sus propias vidas.
Para aprender a hacer alguna cosa, se requiere más que instrucción. Hace falta
práctica. Así que Ivan se dio cuenta de su error en Casanova: simplemente les había
enseñado la teoría. Ahora era necesario suministrarles también el ambiente para la
práctica. Y esto requeriría una mayor inversión de tiempo.
Se preguntaba cuánto tiempo tendría que invertir en una persona para formar de él un
discípulo. Luego de pesar los diferentes factores, llegó a una respuesta tentativa:
alrededor de cinco horas semanales, durante un período de tres meses. A esta altura, él
se dio cuenta que nunca podría hacerlo solo. Algunos cambios fundamentales tendrían
que producirse dentro del ministerio de la iglesia. Supo entonces que debería preparar
hombres para que a su vez ellos prepararan a otros, y así sucesivamente
Luego que los ancianos en Casanova le dijeran que estaban listos para tomar el yugo
y aprender, Ivan se decidió a pasar intensivamente tres meses con ellos. Luego dividió a
todos los miembros de la congregación que deseaban trabajar bajo los tres ancianos.
El siguiente problema que descubrió en Casanova, fue la falta de tiempo para
concentrarse en hacer discípulos. ¡Había demasiadas reuniones! Esto, por supuesto, no
era problema para el grupo de vecinos que Ivan y Gloria habían ganado para el Señor.
Su crecimiento desde el principio se había basado en las relaciones mutuas más que en
un programa de encuentros. Vez tras vez estaban encontrando que la estructura de la
iglesia tradicional era uno de los mayores obstáculos para progresar en el discipulado.
Durante 1968, Ivan y Jorge habían estado compartiendo estos pensamientos y
descubrimientos con el grupo de pastores. Todos estaban hablando acerca del señorío
de Cristo, del evangelio del reino y de hacer discípulos. Pero en realidad, aún no
habíamos sincronizado o coordinado todo esto en forma precisa en nuestras mentes.
¡Tantas cosas estaban ocurriendo a la vez!

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Capítulo 7 SALONES REPLETOS Y MENSAJEROS UNGIDOS

Se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba


la palabra.
Marcos 2:2

El interés por las reuniones de los lunes a la noche iba creciendo rápidamente. A
comienzos del año 1968 alquilamos un hermoso salón en el centro comercial de Buenos
Aires para estos cultos, ya que era obvio que la multitud era demasiado grande para
continuar en el hogar de los Darling. El propietario del salón, un judío, se sentía feliz de
tenernos, ya que era muy difícil alquilar el salón los días lunes. Tenía trescientas sillas,
que fueron suficientes para comenzar, pero no pasó mucho tiempo antes de que el lugar
estuviera repleto. Entonces, él compró doscientas más. A mediados de 1969, seiscientas
o más personas se apiñaban allí todos los lunes a la noche. Alguien hizo el comentario
que el lugar estaba tan lleno, que si uno levantaba las manos para adorar, luego ¡no
podía bajarlas!
La gente parecía venir de todas partes. Muchos líderes y pastores de iglesias,
importantes llegaban sigilosamente cuando la reunión ya había comenzado, y se
quedaban parados en la parte posterior.
A esta altura la reunión ya había adquirido una fisonomía propia. Los diferentes
pastores se turnaban en la conducción del culto, y durante la primera hora,
aproximadamente, había una victoriosa alabanza y una profunda adoración al Señor.
Uno o dos coros, o pasajes bíblicos, a los cuales se les había puesto música, se
enseñaban cada semana. Ocasionalmente, durante este tiempo de adoración, los
nuevos eran llenos del Espíritu, aunque con más frecuencia esto ocurría al terminar la
reunión.
La ofrenda se levantaba sin ningún tipo de presiones, y era siempre mayor que
nuestras necesidades inmediatas. Con el excedente de estos fondos, a menudo,
ayudábamos a pastores que estaban pasando por momentos duros; o cubríamos parte
de los gastos de algún retiro espiritual, o pagábamos el viaje de algún hermano que
estaba ministrando en otros lugares. Ortiz había dado una serie de mensajes sobre la
mayordomía cristiana mientras aún estábamos en el hogar de los Darling, que había
movido a la gente a diezmar y aún más que eso, de manera que nunca teníamos
problemas financieros.
Siempre había un ministerio de la palabra de Dios. Era muy difícil que alguien
predicara por menos de una hora. Generalmente, el ministerio se extendía a noventa

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 35


minutos o más. Había un permanente interés durante la predicación. Los que enseñaban
o predicaban parecían tener una unción profética. Todos teníamos la sensación de que
Dios estaba descorriendo el velo y permitiéndonos echar un vistazo a los tesoros
celestiales.
Por supuesto, ocasionalmente teníamos alguna reunión “floja”, pero no con
frecuencia. La fe crecía.
Los corazones estaban hambrientos y la gracia era abundante. Había unidad entre los
pastores, aun cuando algunos estaban siendo duramente probados debido a las
tensiones que sufrían dentro de los decrépitos odres de sus estructuras eclesiásticas
tradicionales. Era, claramente, el “día del poder de Dios”; el Señor estaba renovando su
iglesia.

¿UNA AMENAZA O UNA ESPERANZA?

En alguna medida nos íbamos dando cuenta de que Dios estaba interesado en algo
más que la renovación de su iglesia; en algo más que un despertar carismático. Ya
éramos vistos, por muchos, como una amenaza para las iglesias existentes, más que
como una esperanza de renovación, como nosotros, ingenuamente, nos veíamos.
Muchos de los hermanos que estaban con nosotros eran acusados de pentecostales;
mientras que a Ortiz sus colegas de las Asambleas de Dios le cuestionaban por
asociarse con hermanos libres.
Todos deseaban identificarnos, colgamos alguna etiqueta. Debido a que con
frecuencia nos referíamos al “mover del Espíritu Santo para renovar la iglesia en
Argentina”, pronto fuimos conocidos por este nombre: “el movimiento de renovación
espiritual”. O más simplemente, por “el movimiento”. Esta identificación era tan buena
como cualquier otra, supusimos; de cualquier manera, nunca adoptamos un nombre
oficial.
Toda nuestra parte organizativa estaba limitada a lo necesario para funcionar con
decencia y orden. Se nombró un tesorero para las reuniones de los lunes, y el dinero
recogido era administrado en forma conjunta por el grupo de pastores. Cuando se
planeaban conferencias especiales, o un retiro, se establecía un comité, el cual cesaba
en sus funciones al terminar el evento. Las congregaciones continuaban siendo autó-
nomas, o seguían perteneciendo a sus denominaciones, de acuerdo al deseo de cada
grupo. No se realizó ningún esfuerzo para reunirlas bajo alguna clase de organización
madre.
Los pastores continuábamos reuniéndonos los sábados por la mañana para la

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 36


oración y reflexión. Muchos de nosotros comenzamos a sentir la necesidad de dar una
orientación clara a este grupo dinámico de gente tan dispuesta a seguimos. Más aún,
entendíamos que la dirección apuntaba hacia una mayor y más efectiva evangelización.
Comenzamos a concentrar nuestras oraciones en este sentido, pidiendo al Señor
sabiduría y luz del Espíritu Santo.

PLANES PARA OTRO RETIRO

En nuestra trayectoria, los retiros espirituales celebrados de tanto en tanto han jugado
un papel muy importante. Desde el año 1965, muchos de los pasos significativos han
sido tomados, o claramente indicados por el Señor a nosotros, en los retiros. Estaban
destinados a cumplir una función vital aún en los próximos años. De modo que, a esta
altura, nos parecía lógico planear otro retiro, pidiendo al Señor que diera a su pueblo una
clara dirección a través de él. Recién nos habíamos enterado de que Keith Bentson,
después de una ausencia de diecisiete meses, estaría de paso por Argentina en octubre,
así que fijamos la fecha del retiro para coincidir con su visita y le invitamos a ser uno de
los oradores.
La elección del otro orador recayó unánimemente en Juan Carlos Ortiz, uno de
nuestro propio grupo que había sido inquietado como todos a buscar a Dios para recibir
orientación. A medida que se acercaba la fecha, aumentaba nuestra expectativa.
Teníamos la seguridad de que Dios nos daría justo lo que precisábamos.
Ortiz fue uno de los primeros en invitar a Himitián a su congregación para dar la serie
sobre el reino de Dios y estaba plenamente persuadido de la validez y actualidad de esta
verdad. También había pasado mucho tiempo con Baker y se estaba moviendo en la mis-
ma dirección que él, procurando reorientar a su pueblo, y ya había experimentado un
marcado crecimiento numérico. Ortiz tiene una mente excepcionalmente ágil y una
habilidad poco común de comunicar con elocuencia cualquier faceta de la verdad que
siente en su corazón. Por lo tanto, nos parecía muy apropiado que él nos expusiera la
Palabra de Dios en el retiro.
En su primer mensaje —sobre el tema general de la evangelización— hablo de la
base esencial para una extensión eficaz: el clima espiritual de la iglesia. Comparó la
iglesia a un matrimonio; donde hay armonía y amor, es casi seguro que habrá hijos.
Señaló que la cuestión de ganar a otros para Cristo no debe ser por un esfuerzo especial
de los creyentes, sino el resultado de una vida normal.
Su segundo mensaje consistió en un desarrollo del evangelio del reino, con énfasis en
Jesucristo como Rey y Señor. Subrayó la necesidad de una rendición incondicional a

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 37


Cristo desde el momento de la conversión, y la necesidad de una presentación del
evangelio con autoridad y claridad.
Luego habló del método escritural de evangelización: hacer discípulos. Comenzando con
una exposición sobre Mateo 28:18-20, enfatizó las tres palabras, ID ... HACED...
DISCIPULOS. El bosquejo en general provino de Baker, pero el estilo y las ilustraciones
fueron cuestionablemente suyos. Entretanto que él predicaba, nos reíamos, llorábamos,
caíamos bajo convicción y nos rendíamos al Señor. Sabíamos que nunca podríamos
volver a ser iguales que antes. Pienso que la cosa más significativa que se grabó en
nuestro corazones y mentes fue la necesidad de que cada uno asumiera una
responsabilidad personal de hacer discípulos, y no simplemente de ganar almas.
En su discurso final, Ortiz compartió el testimonio de su congregación en la calle
Hidalgo durante los últimos meses: los cambios y ajustes que estaban ocurriendo y los
nuevos materiales y métodos que estaban preparando y empleando en los esfuerzos
iniciales por hacer una aplicación práctica de las verdades que estaba exponiendo.
El ministerio de Keith Bentson completó el programa con ilustraciones aptas de
diferentes experiencias de evangelización en Argentina, México, los Estados Unidos y
otras partes. Sus palabras animaban y edificaban la fe, apoyando ampliamente las tesis
básicas que Ortiz estaba desarrollando en sesiones alternadas. Los ocho mensajes de
estos varones de Dios fueron publicados el año siguiente en un libro titulado: “Y SERA
PREDICADO ESTE EVANGELIO”.
Hace Unos años escuché al Dr. Donald Hoke, en Lausanne, Suiza, durante una
conferencia en la sede internacional de Juventud con una Misión, pocos meses antes de
la gran conferencia sobre evangelización auspiciada en la misma ciudad por la
Asociación Evangelística Billy Graham. Refiriéndose a la vitalidad de los movimientos
espirituales a través de la historia de la iglesia, él dijo que, por lo general, se encuentran
tres tipos de hombres que se destacan como elementos mutuamente complementarios:
el teórico o teólogo, el pragmático y el articulador. Aunque reconocemos que tales roles
nunca son exclusivos —siempre hay algo de superposición— estas tres clases de
ministerio ya estaban evidenciándose entre nosotros.
Himitián se estaba desarrollando como nuestro pensador más claro y definido,
nuestro ‘teórico’. La insistencia de Baker en llevar todo a la práctica, le hizo resaltar como
el activista, el ‘pragmático’. Y pocos cuestionarían que —aun cuando nunca nos faltaron
predicadores y maestros capaces— Ortiz era evidentemente el más destacado, el
‘articulador’. Así que, para fines de 1968, las piezas de este rompecabezas argentino ya
estaban acomodándose en sus lugares. Pero Dios quería unirnos y amalgamamos aún
más.

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Capítulo 8 TORTUGUITAS Y NEHEMIAS

Dijeron: “Levantémonos y edifiquemos.” Así esforzaron sus manos para bien.


Nehemías 2:18

A comienzos del año 1969 Pablo Pachalian, joven pastor bautista de la ciudad de
Pergamino, nos invitó a Jorge y a mí para una serie de conferencias. Había sido lleno por
el Espíritu Santo hacía un par de años y con un corazón ferviente y gozoso estaba
conduciendo a su congregación a una renovación espiritual.
Hubo una buena receptividad y nos gozamos en la comunión con los santos allí, pero
Jorge y yo estábamos especialmente contentos por la oportunidad que tuvimos de orar
juntos y de conversar intensamente. Algo se estaba gestando dentro nuestro y sobre
todo eso teníamos que profundizar.
A esta altura, ambos habíamos realizado ya un extenso ministerio itinerante en
iglesias, campamentos juveniles, retiros espirituales, conferencias en escuelas bíblicas,
convenciones denominacionales y seminarios para pastores y líderes. Era evidente que
el Señor estaba pasando por encima de toda clase de barreras eclesiásticas. Casi no
quedaba en el país ningún grupo evangélico que no hubiera experimentado en alguna
medida una brisa fresca del cielo. Algunos resistían con firmeza, pero otros la recibían,
encontrando un nuevo gozo en su andar, un nuevo interés en las Sagradas Escrituras y
una renovada fe en sus oraciones.
Otra cosa se nos hizo muy clara a los dos al evaluar el significado de todo lo que
estaba sucediendo en derredor nuestro: Dios estaba haciendo algo que iba más allá de
todas nuestras tradiciones, organizaciones y expectativas. Podíamos ver que este
derramamiento del Espíritu no había venido con el propósito de hacemos mejores
bautistas, metodistas, anglicanos o hermanos libres. Esto podría darse como
consecuencia inicialmente, pero no era la meta. Sencillamente, veíamos que el Espíritu
Santo no tenía interés en edificar estructuras denominacionales. El edifica la iglesia, el
cuerpo de Cristo. Los hombres edifican las estructuras denominacionales.

TENSION ECLESIASTICA

Sin embargo, no nos movía ningún sentido de hostilidad para con las diferentes
estructuras eclesiásticas donde nos tocó ministrar tan frecuentemente. Nos re-
gocijábamos al ver al Señor obrando gloriosamente entre todos, atrayendo la gente a sí
mismo, edificando a los santos, animando a los pastores y líderes de las iglesias y

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 39


llenando a los creyentes con el Espíritu Santo. Nos sentíamos felices por la parte que nos
tocaba realizar en ese proceso.
Alentábamos a los hermanos a permanecer en sus propias congregaciones, en lugar
de iniciar el éxodo en busca de una situación más favorable. Sabíamos cuán ilusoria
resulta ser a menudo semejante búsqueda.
No obstante, muchos abandonaron las estructuras tradicionales. Algunos por la
presión de tener que quedarse quietos y conformarse. Otros, porque se les pidió
directamente que salieran. Y los demás, simplemente porque rehusaban permanecer en
un lugar donde les parecía que iban a morir de hambre espiritual.
La experiencia nos ha enseñado que en tales casos es muy difícil —si no imposible—
determinar quién tiene razón. Frecuentemente, hay actitudes incorrectas de ambas
partes, o tal vez, errores de táctica o de juicio.
Mencionando el aspecto negativo, diré que nunca una conducta falta de ética merecía
aprobación. En cuanto a lo positivo, reconocemos que el Espíritu Santo es soberano y a
veces estorba nuestra comodidad, al punto de hacemos sentir muy molestos, y muchas
veces no sabemos en qué dirección nos va a llevar el viento celestial. Es problemático
pretender conocer por anticipado lo que el Espíritu Santo hará. Él se reserva el derecho
de dar vuelta las cosas según le agrada. En tales circunstancias, lo más acertado que
podamos hacer es procurar movemos con él, manteniendo a la vez una actitud liberal y
generosa para con todos, aún hacia los que nos rechazan y maldicen.
Jorge y yo sabíamos que para mantenemos sensibles al Espíritu, deberíamos
permanecer libre de una actitud sectarista. También, nos dimos cuenta de que, si el
despertar que estábamos presenciando en la iglesia de Argentina habría de continuar, no
podría estar confinado a un marco denominacional.
Recuerdo haberle dicho a Jorge que había llegado el tiempo de proclamar con
denuedo la unidad de todo el pueblo de Dios. Conversamos seriamente sobre el asunto
varias veces por las noches, después de las reuniones, y en el tren mientras
regresábamos a Buenos Aires. Se nos hizo muy claro que Jesucristo está edificando una
sola iglesia, no una docena, ni mil. Pudimos ver que su muerte había destruido la ene-
mistad entre Dios y nosotros, y por lo tanto entre nosotros y nuestros hermanos en Cristo.
Teníamos la convicción de estar unidos en un solo cuerpo. Pero sabíamos también que,
en el aspecto práctico, estábamos divididos en muchas fracciones.
No obstante, nuestra reciente experiencia en la proclamación, tanto del evangelio del
reino como en los conceptos básicos del discipulado cristiano, nos había llevado a
descubrir un principio clave: Una vez que se tiene claridad acerca de una verdad
espiritual, hay que proclamarla con fe. Esto a su vez crea conciencia de necesidad y

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 40


genera fe en los que oyen. Luego sigue un período de cuestionamientos, iluminación,
conflictos y ajustes. Finalmente, comienza a emerger el nuevo “odre”; aparece el medio
práctico de implementar esa verdad.
Consecuentemente, animé a Jorge a estudiar toda la cuestión de la unidad de la
iglesia, tal como se encuentra planteada en las Escrituras, y luego presentar un mensaje
sobre el tema en una de las reuniones de los lunes. Al principio fue un poco reticente, no
porque tuviera dudas con respecto a su importancia o a su base escritural, sino más bien
porque temía provocar algunos malentendidos, sobre todo de algunos líderes
eclesiásticos que podrían interpretarlo como una declaración de guerra de nuestra parte.
Pensábamos que otros se imaginarían que nuestra intención era de implantar una nueva
denominación. Ya habíamos escuchado tales acusaciones.

DOS LLEGADAS OPORTUNAS

Entretanto, tuvimos una grata sorpresa. Un misionero en Paraguay con el cual


teníamos una relación amistosa, nos comunicó que Arthur Wallis, renombrado autor y
conferencista cristiano de Inglaterra, pronto estaría en Sud América. Inmediatamente,
hicimos los arreglos necesarios para traerlo a Buenos Aires a fin de tener comunión con
él y programar algunas conferencias. La mayor parte de su ministerio entre nosotros fue
basada en el libro de Nehemías. Nos habló sobre renovación y la reconstrucción
espiritual, enfatizando la necesidad de integridad y de un andar íntimo con el Señor.
Tuvimos la sensación de que nuevamente el Señor estaba confirmándonos acerca de las
condiciones esenciales para reconstruir los muros y así definir el marco legítimo de la
ciudad de Dios.
Los intereses sectarios que habían quebrado las relaciones entre los distintos
miembros de la familia de Dios sólo servían para distraer y demorar la reedificación del
muro original. Al considerar juntos la tarea específica que asumió Nehemías al
asesorarse de la situación, elaborar un plan de trabajo y luego coordinar toda la labor de
las distintas familias en el muro, entretanto que defendía la legitimidad de la obra contra
los ataques de afuera, vimos en todo ello reflejada nuestra propia situación.
Otro evento más nos alentó grandemente. Desde que Bentson y su familia habían
dejado Argentina en mayo de 1967, los hermanos que les conocían estuvieron orando
por su regreso. Por fin, en febrero de 1969 ese anhelo se hizo realidad.
Keith había completado su curso de postgraduado y presentado su renuncia a la
organización misionera. Sentía que tenía que echar su suerte con los hermanos de
Buenos Aires y colaborar con los pastores aquí de la manera más estrecha posible.

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Desde su visita a Argentina en octubre del año anterior, se había mantenido en contacto
con nosotros y estaba interiorizado de la marcha y desarrollo de las cosas. De modo que
le fue relativamente fácil introducirse en la situación local. Después de la bienvenida
inicial, fue casi como si no se hubiera ausentado. De pronto, se encontró en medio de
todas las actividades, compartiendo la carga y la responsabilidad del ministerio como ‘un
pastor más’.

EL ESPIRITU SECTARIO QUEBRADO

A comienzos de abril del mismo año, en una reunión de los lunes, Jorge Himitián dio
un mensaje sobre la unidad de todo el pueblo de Dios. Señaló el error que cometen
muchos al considerar a la iglesia bajo dos aspectos: por un lado, como una entidad ce-
lestial, mística, hermosa, ideal* en la mente de Dios; y por el otro, como una
muchedumbre fraccionada, despreciada y esparcida en la tierra. Nos exhortó a no
separar más las epístolas de Pablo en secciones “doctrinales” y “prácticas” para justificar
la gran diferencia que existe entre estos dos aspectos de nuestra experiencia.
Enfatizó especialmente Efesios, cap. 4. Subrayó dos realidades establecidas por Dios
que debemos tener en cuenta, tanto en nuestros conceptos teóricos como en la práctica
de la iglesia: (1) que la conformación legítima de la iglesia local abarca todo el número de
los redimidos en una ciudad, y (2) que en esa misma área Dios ha dado a la iglesia dones
y ministerios, los cuales deben ser reconocidos por todos los cristianos allí. Además,
todos estos dones y ministerios deben ejercerse en unidad, para la edificación de la co-
munidad entera.
Todo esto fue ilustrado con el relato bíblico de la iglesia en Jerusalén, donde todos los
apóstoles ministraban a todos los santos. En parte debido a la enorme cantidad de
cristianos de la iglesia allí, la vida en comunidad encontró su expresión práctica en dos
niveles (Hechos 5:42; etc.): (1) todos juntos, y (2) por las casas, obviamente en pequeños
grupos. Los apóstoles no dividieron a los redimidos en doce grupos diferentes, a fin de
que cada uno pudiera pastorear una congregación. Más bien, guardaron en la práctica la
unidad del Espíritu.
Después de dar el mensaje, Jorge me confió que tenía algunas reservas, no con
respecto al contenido, sino más bien si habría sido ese el momento más apropiado para
darlo. Se preguntaba de qué manera habría sido recibida la palabra, y si él no habría
resultado demasiado apresurado o impositivo.
Pero no tenía por qué preocuparse. ¡El impacto fue tremendo! Un hermano tras otro
se nos acercó para decirnos que la proclamación de estas verdades había roto las

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 42


cadenas de su mente. Por primera vez estaban pensando de sí mismos como simples
cristianos, y de los demás cristianos, simplemente como hermanos y hermanas de la
familia de Dios.
Era como si nos hubiéramos puesto de acuerdo para no tener más en cuenta las
etiquetas denominacionales de nadie. Evidentemente, nació la convicción de reconocer,
de allí en más, que toda persona que confesara a Jesucristo como su Señor era miembro
de la misma familia.
Durante las semanas siguientes, la opinión entre los pastores era que habría que
ampliar el cuadro presentado por Jorge, y me pidieron que diera más ministerio sobre el
tema. Desarrollé una serie de cuatro mensajes bajo el título general de “Hacia la Unidad”,
la que muy pronto fue publicada, así como también el mensaje de Jorge.
Una nota interesante surgió cuando Jorge me habló después de revisar la
transcripción de su mensaje para ser enviado a la imprenta. “Saqué todas las frases
condicionales —los ‘si’ y ‘quizás’, etc.— de la transcripción”, me dijo. Efectivamente,
cuando salió el folleto impreso, fue más fuerte y directo que la palabra hablada
Evidentemente, la presentación de la verdad había sido hecha en su tiempo.
Un lunes a la noche, durante la serie “Hacia la Unidad”, mientras Jorge presidía la
parte final de la reunión luego del ministerio de la palabra, hubo un tiempo de intensa
oración, seguido por una gloriosa convicción de victoria. Lo interpretamos como la
ruptura de cadenas sectarias que todavía posaban sobre la mente de muchos. La verdad
es que, desde entonces, el Señor nos ha llevado constantemente adelante, dando pasos
progresivos hacia una unidad perfecta, pese a todos los problemas que han aparecido en
el camino. En otro capítulo más adelante, trataré sobre algunos de estos pasos.
Una observación hecha por Jorge en esa ocasión sirve para ilustrar la sensación que
teníamos en cuanto a lo que Dios estaba haciendo en nuestro medio. Recordando el
muro de Nehemías, sugirió que todos trabajáramos en cualquier lugar donde nos
encontráramos, con la clara visión del muro terminado en torno a TODA la ciudad; una
ciudad y un solo muro en derredor de todo. No debíamos trabajar más con una actitud
competitiva o agresiva, sino movernos hacia una manifestación genuina y sincera de
unidad. Es Dios el que está edificándonos en unidad; nosotros somos, simplemente,
colaboradores de Él.

TORTUGUITAS

Hay una pequeña localidad suburbana al noroeste de Buenos Aires, sobre la ruta
nacional Nro. 8, llamada Tortuguitas. Fue allí, en una casa prestada, que una docena de

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pastores del Gran Buenos Aires nos reunimos durante una semana memorable, en el
mes de agosto del mismo año. En nuestras sesiones semanales regulares habíamos
llegado a la convicción de que precisábamos retiramos a algún sitio tranquilo y pasar
varios días juntos para conversar sobre las muchas cosas que estaban sucediendo entre
nosotros, en medio de este mover del Espíritu Santo que estaba expandiéndose
rápidamente en derredor.
Inmediatamente después de una reunión de lunes en la calle Catamarca, los pastores
nos encontramos en un restaurante sobre la ruta panamericana en las afueras de
Buenos Aires. Una vez que todos hubieron llegado, subimos a varios autos para recorrer
la corta distancia que había hasta la casa que algunos amigos nos habían prestado. Allí
nos quedamos hasta el sábado a la tarde, sin un programa de actividades y sin horario
fijo para comer, para acostamos o para levantarnos. Los días y las noches se
amalgamaron y confundieron sin que nos preocupáramos de ello, mientras que nos
dábamos de lleno a conversaciones intensas, adoración sincera, y tiempos de profunda
oración y búsqueda de Dios. Todos queríamos actualizar y profundizar nuestra relación
fraterna y conversar sobre nuestras responsabilidades, tanto las particulares
como las compartidas, ya que todas se estaban acrecentando.
Para la tarde del jueves habíamos ya superado cualquier dificultad o diferencia que
pudiera haber entre unos y otros y comenzamos a adorar juntos de una manera
absolutamente libre y sin inhibiciones. Había panderetas, una trompeta y un acordeón.
Los que no tocaban instrumentos usaban sus propias manos y batieron palmas.
Saltamos, cantamos, nos reímos, lloramos, adoramos, nos arrepentimos y nos
abrazamos. Dios estaba amalgamándonos para poder usamos en forma coordinada para
edificar su pueblo.
De repente, Keith desapareció del círculo que habíamos formado espontáneamente
al orar y adorar en la sala de estar. Cuando reapareció unos minutos más tarde, tenía
una toalla colgada de su hombro izquierdo y una palangana de agua entre sus manos.
Aunque la mayoría de los presentes nunca había visto nada semejante, de alguna
manera todos sabíamos instintivamente lo que había que hacer: Debíamos lavamos los
pies los unos a los otros.
Keith se inclinó frente a uno de los hermanos y procedió a quitarle los zapatos y
medias. Inmediatamente, el hombre fue conmovido hasta derramar lágrimas de
humillación y puso sus manos sobre la cabeza de este americano alto que ya estaba
orando fervientemente por él, entretanto que le lavaba los pies. Los dos estaban
sumergidos en intensa intercesión, y los demás les rodeábamos en adoración y acción
de gracias. ¡Cada uno estaba esperando su turno con la palangana! Durante casi una

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 44


hora estuvimos así ocupados, hasta que cada uno tuvo su oportunidad de lavar y ser
lavado.
Nunca olvidaré lo que pasó cuando uno de los pastores se arrodilló delante de mí
para lavarme los pies. Los dos irrumpimos en sollozos de amor, humillación y gratitud. De
pronto sentí que alguien estaba frotando mi cabeza con un líquido. Cuando miré,
¡descubrí que un tercer hermano había buscado en el dormitorio una botella de colonia
que ahora estaba aplicando a mi cabeza!
Después de esta escena tan emotiva, todos sentimos la necesidad de abrir una
válvula de escape y dejar salir de nuestro interior todo el gozo que sentíamos. Corrimos
hacia el jardín grande frente a la casa donde saltamos y expresamos alabanzas a Dios a
voz en cuello. Algunos aun dieron ‘vueltas de carnero’ sobre el césped del jardín.
¡Parecía una escena de “La Novicia Rebelde”!
Aunque no conocíamos aún las consecuencias de este retiro, sentíamos un profundo
compromiso los unos con los otros y todos con el Señor. Él nos había liberado del
pasado y unido en amor, fe y confianza. Sólo Dios sabía cuánto nos hacía falta este
compromiso para poder afrontar, sin desmayar, las presiones en contra que se nos iban
sumando.

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Capítulo 9 REDIMIDOS PARA SER NORMALES

Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres,


enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en
este siglo sobria, justa y piadosamente.
Tito 2:11,12

Los doce o más pastores de Buenos Aires que se reunían regularmente y llevaban la
responsabilidad principal de los encuentros los lunes por la noche éramos
eminentemente hombres de vocación pastoral. Todos amábamos a la iglesia y sentíamos
un creciente compromiso con la unidad de la misma. Nunca habíamos pensado de
nosotros mismos como teólogos en el sentido estricto del término, pero tampoco éramos
místicos. Nuestros intereses y experiencias en común habían amalgamado a un grupo de
hombres que ya eran líderes capacitados y efectivos. Ninguno de ellos podría haber sido
clasificado como ‘individualista’. Es decir, nadie desarrolló una mentalidad de “llanero
solitario”. Desde el principio se destacó en el conjunto de pastores un sincero
compromiso de permanecer unidos y trabajar en equipo.
Pienso que sería correcto decir que nuestros distintos dones se manifestaban
mayormente a través de la predicación; especialmente en los primeros años de nuestra
relación. Éramos articuladores; aunque, obviamente, algunos eran más elocuentes que
otros. Pero, a medida que crecíamos juntos a través de los años, nuestra intimidad y
honestidad nos impusieron otra prioridad: la necesidad de ser intensamente prácticos. En
una palabra, buscábamos hallar una expresión muy práctica de la vida llena del Espíritu
Santo.
Debido a la dimensión dinámica y efusiva del Espíritu Santo, diferentes
manifestaciones carismáticas se han evidenciado siempre entre nosotros. Por eso, mu-
chos de los que nos han visitado se han referido a nosotros como un movimiento
carismático. Como suele suceder (por lo menos, desde el tiempo en que Pablo tenía
problemas con los corintios), ha habido tanto manifestaciones espurias como genuinas.
En capítulos anteriores hice referencia a un par de sueños que sirvieron como
indicadores del camino en ciertas ocasiones. El hablar en lenguas ha sido una
experiencia común en la oración y adoración, mientras que el don acompañante de
interpretación ha traído edificación a los santos de tiempo en tiempo. Se han escuchado
palabras proféticas en las reuniones, pero no en demasiada abundancia.
Las sanidades físicas han sido parte de nuestra experiencia, y muchos son los
hermanos que dan testimonio de esta gracia de Dios. No obstante, no hemos dado gran

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 46


énfasis a este aspecto del ministerio. No es mi intención aquí defender o justificar una
postura, sino simplemente dar a conocer la realidad.
Muchos de los pastores han tenido un ministerio efectivo en la expulsión de espíritus
malos de personas endemoniadas que solicitaron ayuda. Esta faceta del ministerio
también ha encajado dentro del enfoque de los pastores, en cuanto a evangelismo y
edificación de la iglesia.

ELEMENTOS EXTRAÑOS

En tanto que éstas y otras manifestaciones carismáticas continúan evidenciándose


entre nosotros, nuestra tendencia ha sido esquivar las prácticas que considerábamos
fanáticas o desordenadas. Nuestra adoración es efusiva y espontánea, pero también or-
denada. Nuestros cantos y alabanzas se expresan a menudo en alta voz, pero también la
gente reconoce el valor de un silencio profundo de adoración. Lágrimas de gozo o de
arrepentimiento fluyen con frecuencia; la canción es acompañada a veces con mo-
vimientos rítmicos del cuerpo; también se baten palmas y se levanta la voz en acción de
gracias. Sin embargo, no estamos atados a estos hábitos o esclavizados a estas
experiencias emocionales. Aceptamos todas las variantes como normales.
Ocasionalmente, ha habido manifestaciones de elementos extraños que nos
preocuparon. Un grupo que se reunía en un suburbio, sin liderazgo maduro, adquirió una
idea exagerada del valor del don profético. Por medio de la supuesta operación de este
don estuvieron combinando a los jóvenes en parejas, como así también determinando la
función de cada pareja con respecto a la evangelización y el servicio.
En otro caso, en el interior del país, una señora tuvo una supuesta visitación
angelical. El ángel procedió a habitar su cuerpo, profesando ser “uno de los siete
espíritus de Dios”, y dando su nombre como “Valiente.” Semejantes extremos no fueron
comunes ni ampliamente conocidos, pero resultaron problemáticos y dieron mala fama al
movimiento de renovación espiritual en aquellos lugares donde se hicieron notorios.
Teníamos especial aversión hacia cualquiera que pretendiera ser “la voz” o “el
profeta” de este movimiento. A través de este despertar celestial se había comunicado a
los santos mucha bendición, ánimo y esperanza, y sería una lástima que todo fuera
desviado.
De vez en cuando, algún pastor entre nosotros expresaba el deseo de dar un lugar
más prominente al elemento carismático. Algunos anhelaban ver más de lo sobrenatural.
Tal interés era lógico, especialmente teniendo en cuenta que muchos habían sido
liberados recientemente de una larga temporada de sequía en su vida y ministerio, y

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 47


ahora estaban experimentando un toque del poder de Dios. Durante años habían sido
esclavos de un sistema eclesiástico tradicional y rígido que racionalizaba y justificaba la
falta de lo inefable. Ahora que habían caído sus cadenas y que se había roto su
esclavitud mental, tenían la esperanza de ver algo más parecido a un milagro cada día.
Nuestro dilema estribaba en la incertidumbre de saber cómo incorporar un mayor
elemento sobrenatural sin fomentar lo extraño. Siempre habíamos tenido una gran
libertad en la adoración y alabanza. Pero también observábamos que cuando tendíamos
a extendemos más allá de lo espontáneo, la presión de ‘producir algo’ introducía un
elemento malsano dentro del cuadro. También descubrimos que, en una reunión grande
y dinámica, casi nunca faltaban algunos autodenominados ‘profetas’ que estaban muy
dispuestos a brindamos un espectáculo de sus dones ‘sobrenaturales’. Los resultados
eran invariablemente negativos y desconcertantes. Después de una especie de
consenso pastoral, concluimos, no a entera satisfacción de todos, que deberíamos
continuar con nuestra actitud de espera en el Señor para que él coordinara las cosas se-
gún su propio programa y tiempo. Mientras tanto, nuestra responsabilidad seguía siendo
procurar ser dóciles y sensibles a la guía del Espíritu Santo.

¿PRAGMATICO O MISTICO?

Nos dimos cuenta de que esta apertura al Espíritu Santo sólo tendría sentido si
estábamos ocupados en el trabajo que constituía nuestra tarea principal: evangelizar,
hacer discípulos, edificar a la comunidad cristiana hasta que llegara a formar una familia
de santos fieles y diligentes. Una de las cosas sobre la cual yo insistía en mis
conversaciones con los pastores, era la necesidad de concentramos en la formación de
congregaciones fundadas sobre familias. Durante mucho tiempo me había inquietado la
tendencia de muchos pastores y misioneros de ver a los jóvenes como casi los únicos
candidatos promisorios para la formación de líderes
Estaba seguro de que debíamos dedicar más tiempo a los hombres que eran cabezas
de familias. Por cierto, el trabajo era más difícil que con los jóvenes, pero sólo así
tendríamos familias estables. Comprendí que, si concentrábamos nuestra atención en la
vida en familia, luego la formación de los niños y jóvenes —y aún la de los nuevos
cristianos - sería más factible y coherente. Esta resultó ser una de las decisiones más
acertadas y felices que hicimos juntos en todo el proceso de renovación espiritual. A
través de los años, hemos puesto creciente énfasis en el núcleo familiar, que es la unidad
básica tanto de la iglesia, como de la sociedad, de manera que nuestras congregaciones
han llegado a estar caracterizadas por su composición en base a familias.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 48


A la vez, Keith y Juan Carlos se volvieron cada vez más insistentes y claros al
proclamar la convicción que teníamos todos de que, en lugar de buscar un avivamiento,
nuestra preocupación mayor debería ser buscar la normalidad. Dios estaba interesado en
redimimos con el fin de normalizar nuestras vidas. En su primera epístola, Pedro indica
que hemos sido redimidos de nuestra “vana manera de vivir” (1:18). Más tarde en la
misma carta dice que nuestro comportamiento —nuestra “manera de vivir”— debe ser
santo, bueno, casto y respetuoso (1:15; 2:12, 3:1,2). La salvación, entonces, en términos
prácticos, debe incentivar e iniciar un cambio básico en nuestra conducta o manera de
vivir.
Frecuentemente Keith formulaba la pregunta, “¿Para qué creó Dios a los hombres en
la tierra?” Luego respondía, “Para llevar una vida sana y normal, para trabajar, para servir
a otros, para criar una familia.” Si esto era el orden y la voluntad de Dios para la creación,
entonces la redención debía restaurar en nosotros la misma clase de vida. Además
—señaló Keith— Pablo dijo a Tito en el segundo capítulo de su carta, que la “sana
doctrina” (v.1) implica ser sobrios, serios, prudentes . . . reverentes, no calumniadores, no
esclavos del vino . . . ejemplos de buenas obras ... y renunciando a la impiedad y a los
deseos mundanos, vivir en este mundo sobria, justa y piadosamente. Todo el cuadro de
esta “sana doctrina” parece muy “terrenal”, muy ordinario y muy poco “espiritual” para
una mentalidad religiosa. Pero Pablo termina el capítulo diciendo a Tito, “Esto habla, y
exhorta y reprende con toda autoridad.”
Hacia fines de 1969, ya nos resultaba muy claro que el Espíritu Santo nos estaba
moviendo a buscar una vuelta a la normalidad, y no un mero ‘avivamiento’ Nuestra
convicción era que deberíamos concentrarnos en llegar a ser los hombres, las mujeres,
los padres, las esposas, los maridos, los empleados, los profesionales y los ciudadanos
que Dios nos había destinado a ser por creación y redención. Después, si Él quería hacer
algo más, algo especial, algo espectacular, pues esta era su prerrogativa. Estábamos
descubriendo que el aspecto pragmático de las cosas era nuestra responsabilidad,
deberíamos adoptar una actitud de fe y obediencia, caminando cada día en el Espíritu,
sin nerviosismos ni apresuramientos.
En octubre de ese año, Jorge predicó un mensaje contundente en un retiro espiritual
en la provincia de Chaco, titulado “¿SALVAR ALMAS O SALVAR HOMBRES?”. Después
de exponer el problema del pecado, que ha distorsionado la vida humana, y el evangelio
deficiente de muchos, que sólo procura la salvación de las almas, Jorge subrayó con
vigor la validez de la respuesta divina: el evangelio del gobierno de Dios que reorienta
completamente la vida y la conducta del verdadero discípulo de Cristo, y reúne en una
comunidad a los santos; donde aprenden a vivir y a trabajar con integridad, donde

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 49


manifiestan el amor, la gracia y la verdad de Dios en la vida diaria.

FIN DE AÑO EN SOLDINI

La última semana del año, entre la Navidad y el Año Nuevo de 1970, un poco más de
veinte pastores, tanto del interior del país como también de Buenos Aires, nos juntamos
para un retiro espiritual en un campamento cristiano en Soldini, en las afueras de la
ciudad de Rosario. Quizás el asunto que despertó más interés en esos días era la
naturaleza de nuestras relaciones los unos con los otros, y la forma en que podríamos
reestructurar mejor nuestras congregaciones para poner por obra las enseñanzas de las
Escrituras sobre el discipulado. Pero, como una corriente subterránea, en todos los
encuentros y conversaciones, se sentía latente un tema filosófico y teológico candente: el
conflicto entre el pragmatismo y el misticismo. Alguno que otro de los presentes se
mostró descontento con la postura más bien pragmática que había adoptado la mayoría.
La diferencia de enfoque salió a la superficie en un encuentro que tuvimos a mediados de
la semana.
Uno de los pastores estuvo involucrado en un significativo despertar espiritual que
comenzó unos veinte años atrás, y que por un buen tiempo se sostuvo con ciertos
elementos espectaculares y sobrenaturales, y donde las sanidades físicas ocuparon un
papel eminente, deseaba que llegáramos a comprender nuestra experiencia como
resultado de ese despertar y de la intercesión que resultó de ese mover del Espíritu. Pero
no podíamos hacer esto con honestidad, y nuestra resistencia le molestó.
Por la tarde del día mencionado, sentados debajo de los árboles, escuchamos una
exposición de él sobre el amor de Dios, un mensaje realmente hermoso que nos dejó
anonadados frente a la grandeza del Señor. Siguió luego una conversación en la cual
varios expresaron su gratitud por el ministerio recién recibido, mientras que revelaron su
preocupación por el distanciamiento y evidente desdén que el hermano nos mostraba. A
lo cual él respondió, “Su problema es que ustedes creen que este movimiento del Espíritu
Santo comenzó hace un par de años, cuando en realidad comenzó hace veinte.”
Uno de los pastores contestó: “No, hermano; no hace dos años, ni hace veinte . . .
comenzó hace dos mil años”.
Un dicho argentino expresa gráficamente su reacción: “Puso violín en bolsa”, y se
marchó. ¡Parecía estar seguro que ese era el fin del “movimiento”!

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Capítulo 10 CAMBIOS Y AJUSTES

Todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con
el crecimiento que da Dios.
Colosenses 2:19
El cielo, despejado de nubes, estaba tachonado de estrellas la noche que nos
sentamos sobre el césped del amplio jardín en Soldini para presenciar el ocaso del año
viejo y la entrada del nuevo. Más de una veintena de pastores había convergido allí de
distintos puntos del país para orar y conversar. Repasamos los sucesos que el Señor nos
había hecho vivir juntos y a través de los cuales habíamos llegado al momento actual.
Aún con la oposición de los tradicionalistas, el interés de la gente iba aumentando a lo
largo del país. El compromiso entre los pastorea parecía firme y nuestros objetivos iban
aclarándose. Sentíamos que teníamos una sólida base escritural para nuestra proclama
del evangelio del gobierno de Dios y la unidad de la iglesia. Las líneas generales de
nuestros ministerios, variados pero complementarios, se veían ahora más definidas. Me
acuerdo que, al compartir esas horas finales del año 1969, expresamos nuestras expec-
tativas para 1970: este sería un “año de gloria”.
Al mirar retrospectivamente, se hace evidente que nuestras expectativas resultaron
demasiado ingenuas y pretenciosas. Todavía tenían que hacerse serios ajustes y,
principalmente, todo tenía qué ser probado. Nos habíamos detenido a considerar los
notables avances hechos en el terreno de los pensamientos, pero las estructuras
eclesiásticas tradicionales aún continuaban como antes. Aunque, por cierto, algunas de
ellas ya estaban resquebrajándose bajo la presión del vino nuevo que comenzaba a
fermentar.

LOS QUE MIRAN EL RELOJ NO ADORAN

Por supuesto, muchas modificaciones ya se habían introducido, pero dos cambios


fueron especialmente obvios: el tiempo dedicado a dar culto a Dios y el formato del lugar
de reunión. Jesucristo era en verdad el centro y la cabeza de la iglesia; por lo tanto,
hicimos los ajustes para dar al culto un lugar vital y predominante. No pensábamos más
en el tiempo de canto como una mera preparación psicológica del auditorio para oír la
predicación de la palabra de Dios. Tampoco el culto era programado detalladamente y
dirigido por un músico o cantante especial. Descubrimos que cuando los creyentes están
llenos del Espíritu Santo, normalmente rebosan con el deseo de alabar y expresar su
amor y gratitud al Señor. Así que, nuestras reuniones eran, por lo general, tiempos

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espontáneos de adoración libre y abierta.
Había poca necesidad de ‘cebar el bombeador’; por lo tanto, el que dirigía era más
bien un coordinador que un director. Cuando, ocasionalmente, algún visitante se sentía
extrañado por las diferencias entre nuestras reuniones y otras más tradicionales,
normalmente era envuelto en el amor, el gozo y el fervor espontáneo de los santos que
estaban más que dispuestos a compartir su experiencia en Cristo.
Desde las primeras reuniones en la casa de Darling, habíamos determinado no
esclavizamos al reloj. El culto a Dios requiere un acercamiento sin prisas al trono de la
gracia, una apertura sensible a la suave brisa del Espíritu de Dios, y una participación
amplia de los adoradores. Y para esto es necesario tiempo. Los que miran el reloj no
adoran. Aún hasta la fecha, el tiempo que normalmente se dedica al culto a Dios en
nuestras reuniones va de 45 a 90 minutos. ¡Lejos estamos de los “tres himnos, una
oración y un número especial” de antaño!

ARREGLOS INFORMALES

El segundo cambio, el de la ubicación de los asientos, sucedió sin planearlo.


Probablemente debido al ambiente hogareño de las primeras reuniones, tanto los líderes
como los asistentes en general notaron que un ordenamiento de las sillas que nos
permitiera mirarnos a la cara los unos a los otros, era más propicio para la adoración, el
testimonio y una participación más amplia. Un hermano expresó sucintamente el
sentimiento de la mayoría cuando dijo, “¡Es difícil adorar mirando la nuca de otros!” ¡Qué
diferencia cuando uno ve caras radiantes por todas partes!
En los salones de las congregaciones tradicionales que estaban experimentando este
proceso transformador, frecuentemente el pastor optaba por quitar el pulpito de la
plataforma. Entonces, una pequeña mesa, o el mismo pulpito, era colocado a uno de los
costados del salón, al mismo nivel de los asientos de la congregación, desde donde,
luego, el pastor daría la palabra. Entonces, se reubicaban los bancos o sillas de tal modo
que el mayor número posible mirara hacia el centro del salón. Siempre se buscaba una
disposición informal y flexible.
Debo subrayar el hecho de que estos cambios se realizaron no para producir una
modificación, sino más bien como resultado directo del nuevo interés que había en la
adoración y en el deseo de que Cristo ocupara otra vez el centro de todo. Era como re-
conocer que el hombre ya había ocupado el centro del escenario demasiado tiempo.
También tendíamos a retraernos de la idea de que era necesario un edificio especial.
No precisábamos ningún ambiente religioso creado por la arquitectura o la decoración

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 52


interior. En verdad, muchos estaban convencidos de que tales elementos eran más una
carga, un lastre, que una ayuda. Gradualmente, fuimos dejando atrás los elementos
estáticos en favor de un enfoque más dinámico del culto. Los edificios no nos resultaban
especialmente atractivos; sentíamos que Dios estaba más interesado en la formación de
un pueblo, de una comunidad, de un templo hecho de piedras vivas.
Nuestro énfasis posterior en realizar encuentros caseros, reuniones al aire libre y
conferencias especiales en gimnasios, fue una expresión lógica de estas inquietudes.
Esencialmente, estábamos aprendiendo a sentimos cómodos en cualquier ambiente o
situación; era el conjunto alegre de los creyentes reunidos lo que determinaba el
ambiente y predisponía el corazón de todos.
Dentro de este contexto se notaba un creciente respeto por el valor de la unción
celestial sobre los que ministraban la palabra o ejercían algún don espiritual, y aún sobre
los que oraban o daban un testimonio Descubrimos que esto era más importante que la
mera preparación intelectual. No implicaba un desdén hacia lo intelectual, sino más bien
señalaba la convicción de que algo más, algo divino, algo inefable, debería caracterizar al
servicio y la predicación de los siervos del Señor.
Uno de los factores principales detrás de estos cambios y lo que los hizo factibles, fue
el fuerte compromiso mutuo, la unidad y colaboración, que existía entre los pastores. No
hay duda de que muchos no se habrían animado a hacer estos ajustes si hubieran
estado moviéndose solos, o si hubieran encontrado una firme resistencia de parte de sus
colegas más íntimos. Pero unidos, encontramos fortaleza y confianza; unidos, pudimos
afrontar con valor las mareas de la oposición; unidos, pudimos evitar los errores más
dañinos; unidos, tuvimos ánimo para ensayar y aprender.

CADA HUESO CON SU HUESO

En cuanto a estas modificaciones estructurales, éramos todavía conscientes de que


tenían que ver mayormente con las cosas externas. Más vitales para nosotros eran las
cuestiones concernientes al estilo de vida, al servicio y a las relaciones entre hermanos.
A fines de 1969 fuimos impactados por el uso que el apóstol Pablo dio a las palabras
“coyunturas” y “ligamentos”, usándolas como una analogía de las relaciones espirituales
y dinámicas que deben existir entre los miembros del cuerpo de Cristo (Efes. 4:16 y Col.
2:19). Esto indicaba una intimidad y dependencia mutua mayor de lo que habíamos
conocido hasta entonces.
Al pensar y conversar sobre esto, nos dimos cuenta de que, tal como las coyunturas
dan al cuerpo humano flexibilidad, fuerza, nutrición y coordinación, así también una

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 53


relación más estrecha entre los santos proveería de estas mismas cualidades al cuerpo
de Cristo. Sentimos, también, que la visión y profecía de Ezequiel acerca de los huesos
secos era una palabra oportuna de Dios para nosotros en ese momento. Al soplar el
Espíritu sobre el valle de los huesos secos, se nos dice que “los huesos se juntaron cada
hueso con su hueso.” Después de otras palabras proféticas, la carne subió, y “estuvieron
sobre sus pies; un ejército grande en extremo”. Concluimos que era inútil pensar que
veríamos a la iglesia como un ejército grande, a menos que los santos llegaran a tener
entre sí una relación más vital.
Ya a esta altura, la mayor parte de nosotros estaba ocupado en efectuar la transición
de los métodos evangelísticos tradicionales, a la obediencia al mandato de Cristo de
hacer discípulos. Estábamos comprendiendo cada vez más la necesidad de concentrar
nuestra labor en formar vidas, modelar el carácter de las personas, edificar un estilo de
Vida, actitudes y enfoque que honraran al Señor.
Cuando una persona nueva se entregaba al Señor, uno de los santos debería asumir
una responsabilidad específica con ella, le visitaría en su casa, ganaría su confianza y
orarían juntos. Las diferentes áreas de su vida estarían expuestas a la enseñanza de
Cristo y de los apóstoles. Invariablemente, esto incluiría abordar temas tales como las
relaciones de familia, situaciones en el trabajo, actitudes en general, manejo del dinero e
integración con la comunidad cristiana. La oración, el estudio bíblico y el testimonio
evangelístico no fueron tratados más como áreas aisladas o meramente espirituales;
fueron relacionadas estrechamente con toda otra área de la vida cotidiana.
Las primeras experiencias de esta naturaleza despertaron en los pastores la
conciencia de la necesidad de proveer algunas clases de entrenamiento para los
creyentes en esta transición. Nos dimos cuenta de que las reuniones de los lunes no eran
las más adecuadas para dar esta orientación; habría que efectuar una modificación. Ya
estábamos acostumbrándonos a la idea de hacer cambios frecuentemente. ¡El cambio
casi había llegado a ser cosa de todos los días!
Ya en octubre del año anterior nos habíamos trasladado del salón de fiestas de la
calle Catamarca a un cine en la calle Moreno. Este tenía más de mil butacas, lo que daba
lugar a que el grupo pudiera seguir expandiéndose, aunque en ciertas ocasiones estaba
repleto.

HACEDORES Y NO SOLAMENTE OIDORES

Sin embargo, a esta altura ya los pastores estábamos sintiendo cierto desencanto de
las reuniones grandes. Más y más de la concurrencia asistía motivada por un deseo de

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ver algo espectacular. Muchos no tenían un interés serio en llevar a la práctica los cam-
bios que Dios estaba requiriendo de nosotros. No obstante, una mayoría -principalmente
los que habían acompañado el proceso de renovación desde hacía uno a dos años
—manifestaban un interés vital en seguir el proceso, en crecer hacia una madurez. Se
habían liberado del sectarismo y comprometido con Cristo y con su pueblo. Como Dios
nos había usado hasta aquí en la conducción de esta gente, sentíamos una gran
responsabilidad para con ellos y deseábamos ayudarles a seguir adelante en el
desarrollo de este programa divino de renovación espiritual.
Dimos un paso en esta dirección cuando el grupo de pastores con congregaciones en
la Capital Federal decidió iniciar un curso de entrenamiento con las personas más
crecidas de sus comunidades. En junio de 1970 unos doscientos o trescientos hermanos
comenzaron a reunirse los sábados por la noche en el salón de la calle Hidalgo. Este
curso involucró a Bentson, Ortiz, Himitián y Ericsson quienes compartieron el ministerio
docente. Para este entonces, ya varios de nosotros estábamos hablando de unidad y
dando los primeros pasos hacia la unión de diferentes congregaciones bajo una
pluralidad de pastores. El curso de entrenamiento de los sábados fue un movimiento
tentativo en esa dirección, planeado en parte para evaluar si era' o no factible dar otros
pasos hacia la unión.
Esas sesiones estaban divididas en dos períodos de enseñanza, bajo dos pastores
diferentes. Básicamente, consistían en instrucción práctica sobre la manera de orientar a
los nuevos creyentes en el estilo de vida cristiano, con algunas definiciones con respecto
a las metas que deberían lograr. Incluían, también, algunas sugerencias sobre cómo
desarrollar relaciones más estrechas entre los hermanos en una misma congregación.
Ortiz, Himitián y Baker ya habían comenzado a trabajar para reorganizar sus propios
grupos. Querían liberar a su gente de una mentalidad ‘dominguera’ o ‘reunionista’.
Querían que participasen activamente en todo el proceso de edificación espiritual, y que
no fueran meros ‘espectadores’. Santiago se refiere a esta necesidad en su epístola
general al decir que debemos ser “hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores”
(Stgo. 1:22).
La forma en que se desarrolló este proceso varió de una congregación a otra. Pero el
procedimiento de Ortiz fue típico. Después de orar buscando la guía del Espíritu Santo,
seleccionó un grupo de hombres a los que él se propuso entrenar para ser los líderes de
su congregación. Comenzó a dedicarles tiempo cada semana, tanto en forma individual
como en conjunto. La primera meta era conocerlos bien y tomar el pulso espiritual de
cada uno. Quería reunir un equipo de hombres firmemente relacionados y
comprometidos entre sí para que llevaran juntos la carga de las responsabilidades

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espirituales.
Un tiempo más tarde, luego de orar y consultar, cada uno de estos hombres comenzó
a seleccionar otros hombres de la congregación con la idea de relacionarse con ellos
personalmente como su pastor o consejero espiritual, aunque no solíamos usar estos
términos, sino que los denominábamos ‘líderes’ o ‘coyunturas’. A medida que se formaba
cada núcleo o célula, comenzaba a reunirse en el hogar del líder una vez por semana. A
su vez, Ortiz estaba preparando cursos de estudio para usar en sus sesiones de en-
trenamiento con líderes relacionados con él. Poco a poco, estos fueron mimeografiados,
corregidos y luego impresos, y los líderes comenzaron a usar el mismo material para
enseñar a sus grupos pequeños. La producción casi constante de nuevos materiales,
además de las reuniones de los lunes y las enseñanzas de los sábados, proveía tanta
abundancia de material pedagógico que a veces resultaba difícil aún para los pastores
estar al día con todo.

“EL MOVIMIENTO HA MUERTO”

Poco a poco fuimos volviéndonos más pragmáticos en nuestro enfoque de la


renovación espiritual en las iglesias, y nos ocupamos de elaborar enseñanzas sobre la
relación entre los creyentes, a fin de poder armar una estructura efectiva para la
evangelización, el discipulado y la edificación del pueblo de Dios. Comenzamos entonces
a escuchar acusaciones sobre que habíamos perdido interés en el elemento carismático,
cosa que nos había caracterizado anteriormente.
Así que, además de la oposición que recibimos por parte de los elementos más
tradicionales de la iglesia, que nos consideraban demasiado radicales, ¡ahora estábamos
siendo atacados por otros que decían que no éramos suficientemente radicales!
Comenzó a expandirse la noticia de que el movimiento había muerto.
Al conversar sobre esto entre los pastores, dos cosas resultaron claras. Primero,
sería inútil pretender defendemos. Nunca antes habíamos elaborado una defensa y, de
todas maneras, todo lo que estábamos haciendo era nuevo y estaba en etapa de ensayo,
así que teníamos poca evidencia que presentar a nuestro favor. Segundo, creíamos que
no debíamos distraernos con asuntos subjetivos. Teníamos la convicción de que el Señor
había puesto delante de nosotros ciertos objetivos y que debíamos seguir adelante hacia
el logro de los mismos.
Tomamos una decisión importante en esta coyuntura. A algunos les pareció un
retroceso, pero para los que estábamos involucrados en el desarrollo progresivo de las
cosas, fue un paso estratégico significativo. Decidimos suspender las reuniones de los
lunes. Creíamos que ya habían cumplido el propósito para el cual habían existido. Si
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seguían sobreviviendo más allá de su utilidad, llegarían a ser un lastre en todo el
proceso.
Estas reuniones habían sido usadas grandemente por Dios para restaurar la
adoración dinámica entre los cristianos de Buenos Aires. En los comienzos, no había
otros grupos que dieran prioridad al culto a Dios en esta forma, pero ahora existían
congregaciones en muchas partes de la metrópolis, y en los suburbios, cuya adoración
era rica y llena de vitalidad. Algunas eran iglesias bautistas, otras de la Alianza Cristiana
y Misionera o de los hermanos libres; y también había algunos grupos independientes. El
despertar espiritual se estaba extendiendo a través de todos los grupos cristianos en
Argentina, y algunos líderes de ellos estaban experimentando la plenitud del Espíritu
Santo.
Otro propósito también se había cumplido. Estos encuentros habían reunido a
pastores y líderes de iglesias de muy variados trasfondos, quienes ahora estaban
firmemente comprometidos entre sí y con la unidad del cuerpo de Cristo. Estos nunca
volverían a ser los mismos de antes. Dios estaba encajando y afirmando las coyunturas
que nos unían. Estábamos descubriendo gran satisfacción en ser simplemente pueblo de
Dios. En verdad, estábamos tan ocupados con lo que ocurría entre nosotros y en nuestro
derredor inmediato, que no nos dábamos cuenta de que muchos otros nos estaban mi-
rando de lejos.
Sin embargo, las noticias corrían. Y por donde corrían, encontraban oídos y
corazones receptivos. En abril, la organización Visión Mundial había auspiciado una
conferencia para pastores en Argentina. El Dr. Paul Rees, a cargo de la planificación
general, había sugerido al Dr. Luis Bucafusco, de la Federación Argentina de Iglesias
Evangélicas, que uno de los oradores del programa fuera un argentino. En seguida,
Bucafusco mencionó el nombre de Juan Carlos Ortiz.
En el retiro, Ortiz fue el orador por las noches y su tema fue “Renovación y
Evangelización en la Iglesia”. Cada noche él exhortó a más de 700 pastores y líderes
eclesiásticos a hacer lugar en sus vidas y en las estructuras de sus iglesias al poderoso
mover del Espíritu de Dios, que estaba implantando el señorío de Cristo en toda la tierra.
La última noche, predicó un elocuente mensaje sobre la unidad de la iglesia, basado en
la unidad de Cristo mismo y profetizó que Dios uniría a todo su pueblo en toda la tierra.
Fue una declaración atrevida, pero llegó con fuerza a muchos corazones. De allí en más,
un amplio número de líderes cristianos no pudo negar que algo fresco y dinámico
—quizás radical, pero imposible de ignorar— comenzaba a tomar forma. ¡Aquellos que
pensaban que el telón final estaba presto a caer sobre la escena del mover del Espíritu,
pronto iban a descubrir que recién comenzaba la función!

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Capítulo 11 CORRE CON LA VISION

Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyera en ella. Aunque la
visión tardará aún por un tiempo, más se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque
tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.
Habacuc 2:2,3

Obviamente, había mucho más que aprender y hacer aún, pero ya habíamos visto lo
suficiente como para saber que Dios nos había cautivado con una visión revolucionaria.
Durante cuatro años estuvo indicándonos cada paso a seguir y nosotros habíamos lle-
vado a la práctica la visión con diligencia. Los pocos contactos que logramos establecer
con otros, tanto en el interior del país como fuera de nuestras fronteras, nos habían
animado mucho pues encontramos una apertura gozosa hacia los temas que les
compartimos. La predicación del evangelio del gobierno de Dios, y la proclama del
señorío de Cristo, estaban despertando un vivo interés en muchas partes. Nuestras
propias congregaciones crecían y prosperaban, aprendiendo los primeros pasos del
discipulado cristiano y viendo el fruto de la obediencia a Dios.
Durante los dos próximos años, aumentaron grandemente nuestros contactos con
otros países. Recibimos unas cuantas visitas de los EE.UU., de América Central y del
Sur, las cuales hicieron una contribución valiosa y nos ayudaron a extender nuestros
horizontes espirituales. Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador y otros países fueron
visitados por varios pastores de Buenos Aires, y espontáneamente se establecieron cá-
lidas relaciones fraternas, a medida que el Espíritu de Dios soplaba en cada país.
En marzo de 1972 celebramos lo que se convertiría en nuestro primer retiro
latinoamericano, con líderes de iglesias de casi una docena de naciones diferentes. Al
preparar el programa del retiro, los pastores tuvimos la convicción de que debíamos
enfocar la naturaleza de la iglesia en tres facetas: como un pueblo, como un templo y
como un cuerpo. Keith desarrolló la figura de la iglesia como pueblo: una comunidad, una
nación santa, que tiene una misma identidad y una vida en común. Enfatizó los aspectos
prácticos de la vida espiritual en el hogar y en el trabajo, es decir, la expresión cotidiana
de la vida de Cristo en nosotros.
Yo presenté a la iglesia como el templo de Dios, el lugar de su morada y su presencia
en la tierra. Aquí vimos el significado del culto, de la santidad y de la comunión.
Consideramos la satisfacción de Dios con su pueblo y nuestra vocación de reflejar su
gloria y su gracia.
Jorge trabajó sobre el tema de la relación entre los miembros del cuerpo de Cristo.

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Habló de nuestra unión vital con Cristo y de los unos con los otros, de las coyunturas y
ligamentos, y de la nutrición que reciben los miembros cuando esta relación se da.
Varios hermanos compartieron la dirección de las reuniones, abundantes en
adoración y gozosa celebración. Los testimonios y el ministerio de hermanos de otros
países fueron de mucho provecho. En realidad, fue una experiencia gloriosa para todos
enteramos de la forma soberana en que el Señor estaba obrando entre su pueblo de
tantos lugares distintos de toda América Latina
A mitad del año, nueve pastores de Argentina, mayormente de Buenos Aires, fueron
invitados a Chile para colaborar con igual número de ministros chilenos durante un
período de tres semanas en un ministerio coordinado por la organización Evangelismo a
Fondo. El esfuerzo llevó el nombre de “Operación Cuarenta”, ya que la meta era alcanzar
cuarenta ciudades y pueblos en el sur de Chile. Allí ministramos entre bautistas,
aliancistas, anglicanos y varios grupos pentecostales, terminando todos juntos en la
ciudad de Temuco con tres días de intensas reuniones. La noche final, Juan Carlos
predicó a un auditorio que colmaba la iglesia bautista más grande de la ciudad. En medio
del tumulto social y político del país, esta experiencia fue, en verdad, un tiempo de luz y
refrigerio.
1973 fue también un año de gran bendición y expansión. En mayo celebramos un
retiro de cinco días en el complejo turístico que el gobierno tiene en Embalse del Río
Tercero, en la provincia de Córdoba. Llegaron varios ómnibus desde Brasil, Paraguay y
Chile, como así también desde muchos lugares distantes de la Argentina.
Inmediatamente después, Augusto Ericsson y yo fuimos invitados a Inglaterra para
ministrar durante seis semanas. En agosto, Juan Carlos estuvo viajando por varios
países latinoamericanos, concluyendo con un ministerio prolongado en los EE.UU. En
noviembre, Keith y yo fuimos invitados al área metropolitana de Filadelfia para dar tres
semanas de conferencias, incluyendo un importante retiro de cuatro días en New Jersey,
que reunió muchos líderes de los EE.UU. y Canadá.

EN EL INTERIOR DE ARGENTINA

Más cerca de casa, estábamos viendo algunas evidencias de renovación espiritual en


varias ciudades del interior de Argentina. En el lejano noroeste, Juvenal García,
recientemente graduado del seminario bautista de Buenos Aires donde había sido lleno
del Espíritu, estaba haciendo un buen trabajo en su provincia de Jujuy. Allí había sido
designado pastor de una iglesia en la ciudad capital. El Señor derramó su bendición
sobre los santos en ese lugar y desde entonces han estado creciendo y expandiéndose a

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través de toda la provincia.
Hacia el sur, en Santa Rosa, capital de la provincia La Pampa, los bautistas y
menonitas se reunieron, y el Señor derramó su Espíritu sobre los pastores y sus esposas
y sobre muchos de los hermanos de las dos congregaciones'. Esto produjo una
conmoción entre los menonitas en otras partes de Argentina, muchos de los cuales
fueron llenos del Espíritu posteriormente.
Rosario, ciudad de un millón de habitantes en la provincia de Santa Fe, para esta
fecha ya tenía una congregación pujante, que ha seguido creciendo bajo el ministerio
efectivo de Ernesto Boubilá, un laico jubilado de los ferrocarriles. Durante muchos años
é~ fue un apreciado predicador, maestro y anciano entre uno de los grupos evangélicos
más grandes de Argentina, hasta que en 1967 le expulsaron por hablar en lenguas. Unos
pocos jóvenes comenzaron a reunirse con él en su casa, hasta que llenaron el garaje,
luego alquilaron un salón, y después otro más grande que ahora ya colman. Han
expandido su ministerio a varios pueblos vecinos y mantienen un testimonio
evangelístico activo en la plaza central de la ciudad y en las aulas de la universidad.
Estas son situaciones típicas. En los pueblos más pequeños como en las ciudades
más grandes de todo el país, Dios está despertando los corazones de sus hijos. A
medida que experimentan renovación y refrigerio espiritual, se lanzan a un testimonio
efectivo hacia los que están en derredor y necesitan el evangelio. Responsabilidades
enormes nos esperan, pero la llama celestial está ardiendo en muchos corazones en
todo el país. Nuestras esperanzas son grandes entretanto que contemplamos el
horizonte.

PRINCIPIOS VITALES DE UNIDAD

Como ya señaláramos, varios pastores de Buenos Aires han viajado extensamente


por el país, ministrando especialmente sobre los temas del evangelio del reino, el
discipulado cristiano, la plenitud del Espíritu Santo, la unidad de la iglesia, el culto a Dios,
etc. Libros, panfletos, bosquejos de estudios bíblicos y cassettes se han publicado y
distribuido amplia: mente. Ciertamente, nadie puede decir que “se ha hecho esto a
escondidas”.
Sin embargo, mis lectores seguramente sabrán que un comienzo glorioso no es
garantía de una bendición continuada. A veces nos hemos entristecido grandemente al
ver, en alguna ciudad, un movimiento espiritual donde pastores y santos fluyen
dinámicamente juntos en gozo, amor y unidad, pero que luego se fracciona y se vuelve
evidentemente incapaz de expresarla “unidad del Espíritu”. En algunas ocasiones hemos

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podido ayudar a esos hermanos a superar sus diferencias, pero en otras oportunidades
todos nuestros esfuerzos fueron inútiles.
A través de todas estas experiencias, tanto de las negativas como de las positivas,
hemos extraído ciertos principios que son esenciales a fin de que la unión de los
cristianos que han experimentado una renovación espiritual pueda continuar sin
impedimentos. Me atrevo a sugerir algunos, sin pretender ser exhaustivo:
1) Tiene que haber un liderazgo efectivo y capaz; hombres con corazones generosos
y metas claras. Aquellos que tienen corazones y mentes estrechos parecen ser
incapaces de la flexibilidad y tolerancia necesarias, para con iglesias que están pasando
por ajustes y cambios, desarrollando nuevas relaciones y aprendiendo a andar en el
Espíritu. Si, por otra parte, predomina el egoísmo o la idea de sacar ventajas personales,
se introducen factores ajenos que impedirán, o aún neutralizarán completamente, el
suave mover del Espíritu Santo para reunir al pueblo de Dios.
2) Es necesario cultivar docilidad y sensibilidad frente al Espíritu Santo, y no caer en
la trampa del enemigo de actuar precipitadamente, adelantándose a lo que el Espíritu
indica. Se requiere paciencia para ver realizados los ideales y expectativas que uno tie-
ne, y también al tratar con otros. Si nos adelantamos impetuosamente, conforme a
nuestras ocurrencias, corremos el riesgo de destruir relaciones valiosas, o peor aún, de
entristecer al Espíritu Santo.
3) Bien dijo un hermano: estamos aprendiendo a determinar la orientación según las
relaciones que tenemos, más que según los proyectos a lograr. Tenemos más interés en
aprender a caminar juntos en la gracia de Dios que en simplemente realizar algún trabajo
o alcanzar cierta meta. Este asunto de la relación entre los hermanos ha llegado a ocupar
un lugar de gran prioridad en el ejercicio de nuestra fe. Creemos sinceramente que no es
la voluntad de Dios que caminemos a solas, aislados e independientes de los demás.
Todo varón de Dios debe concentrarse en cultivar y nutrir relaciones cordiales y francas,
con otros varones de Dios. Con esto implicamos más que un mero aprecio fraterno.
Tenemos que aprender también a recibir la corrección, a responder a las exhortaciones,
a animarnos mutuamente y a interceder los unos por los otros.

LA NECESIDAD DE ESTRECHAR LAZOS

Al ver el progreso de la renovación espiritual y la unidad de la iglesia en diferentes


áreas, observamos dos situaciones distintas que son las que ofrecen mayores
esperanzas de continuidad y de crecimiento. Una es la posibilidad de que, en una ciudad
o área metropolitana, un grupo de pastores se comprometa explícitamente a permanecer

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unido, conocerse íntimamente, abrir la vida los unos a los otros y hacer los ajustes
necesarios para poder caminar juntos, no empujando las cosas sino más bien
dependiendo del poder y la persuasión suave del Espíritu Santo. Es absolutamente
imprescindible comprender que este es un proceso que llevará tiempo —meses, o aún
años— pero alcanzar el objetivo de lograr establecer confianza y compromiso mutuo
entre los pastores, basados en el amor y la lealtad, es una meta digna de todo el esfuerzo
y sacrificio que ello requiera.
Para ilustrar esto, podría mencionar brevemente lo que está sucediendo en la ciudad
de Quito, Ecuador. Cuatro o cinco pastores de distintos trasfondos, que trabajaban en
diferentes sectores de la ciudad, manifestaron tal deseo de caminar juntos en el Espíritu,
que arrojaron al viento sus temores y se unieron, abriéndose al mover del Espíritu Santo.
Jorge Himitián estuvo con ellos en un retiro de fin de semana hace unos pocos años,
donde todos se quebrantaron delante del Señor, poniendo al descubierto unas cuantas
falencias íntimas y personales, y dando lugar a Dios para hacer una profunda obra en sus
vidas. Desde entonces, aunque han atravesado algunas severas pruebas, están
creciendo juntos, evangelizando, trabajando en muchos hogares y haciendo un impacto
cada vez más notable sobre su ciudad. Y todos declaran que no tiene ningún interés en
volver a la situación anterior, cuando cada uno trabajaba en su propio rincón, haciendo
las cosas a su manera.
Sin embargo, no siempre es posible andar codo a codo con otros de la misma ciudad.
A menudo un pastor descubre que, pese a sus esfuerzos de unirse a otros, ninguno de
sus colegas está dispuesto a mantener un andar transparente con él. Aquí aparece
entonces la segunda posibilidad. La alternativa en ese caso, es buscar esta relación con
los que tengan su misma disposición, aun cuando estén distantes de él. Debe procurar
una relación estrecha con algunos que ya estén caminando en unidad. Esto facilitará no-
tablemente su propio progreso y reorientación.
Como aplicación de estos principios, varios de los pastores de Buenos Aires están
proveyendo cobertura espiritual y camaradería íntima a otros pastores en el área que
circunda a Buenos Aires (a pocas horas de auto u ómnibus), y en la medida de las
posibilidades, a otros que están en puntos más distantes en el interior del país. Esta
cobertura consiste en frecuentes contactos personales en los que se efectúan consultas,
se da orientación específica con respecto al manejo o resolución de diferentes
situaciones y al mejoramiento de las relaciones dentro de sus propias congregaciones.
En general, se les ayuda a llevar más fruto y a andar en victoria y gozo.

ENTRE LOS CATOLICOS

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Al concluir este capítulo, creo conveniente hacer alguna referencia a nuestra amistad
con algunos sacerdotes católicos. Desde 1969 hemos disfrutado de una agradable
relación con Alberto Ibáñez Padilla, un jesuita que fue el primer sacerdote en
experimentar el bautismo del Espíritu Santo en Argentina. Ángel Negro y yo pasamos
varios días con él en un monasterio trapense en el año 1970, cuando Dios estaba derra-
mando su Espíritu sobre los monjes allí. Pocas semanas después, Alberto invitó a Keith,
a Jorge y a mí a un retiro durante la Semana de Pentecostés, donde los cuatros
ministramos juntos y varios laicos católicos fueron llenos del Espíritu.
En la misma época, Juan Carlos recibió una invitación de Montevideo, Uruguay, de un
sacerdote que no hacía mucho había sido lleno del Espíritu, cuando Juan Carlos oró por
él. El sacerdote deseaba que Juan Carlos predicara el evangelio a su rebaño y luego
orara para que fuesen llenos del Espíritu Santo. Los resultados excedieron toda
expectativa. ¡Aun el obispo envió un representante personal para investigar lo que
pasaba? Afortunadamente, dio un informe favorable.
Actualmente, el director de los carismáticos católicos en Argentina es un sacerdote
muy amable de origen español: Francisco Muñoz. El movimiento está expandiéndose en
todo el país, aun cuando hay alguna resistencia de parte de las autoridades eclesiásticas
en algunas áreas. Muchos sacerdotes, monjes, monjas y laicos han sido llenos del
Espíritu y han encontrado un nuevo gozo y libertad para compartir a Cristo con otros.
Tienen muchos grupos dinámicos de oración esparcidos por todo Buenos Aires.
Asimismo, tenemos un creciente compañerismo con varios sacerdotes relacionados
con el movimiento de los “Focolares”, procedente de Italia. Este grupo vivaz y muy
servicial, que enfatiza la fraternidad y el amor y tiene un enfoque ecuménico, parece muy
sincero y abierto a la obra del Espíritu de Dios.
Obviamente, cualquier movimiento espiritual en América Latina, si ha de ser extenso,
tendrá que involucrar, en alguna medida, a los católicos. Por lo tanto, no nos debe
sorprender ver al Señor obrando soberanamente para inquietar los corazones y revelarse
en gracia y bondad a los muchos que le buscan y adoran sinceramente entre ellos.
Creemos que lo que Él ha comenzado, lo llevará también a la madurez. Nuestro
testimonio y nuestra confianza es esta: Jesucristo está edificando su iglesia en todo el
mundo, dondequiera que encuentre corazones abiertos y dispuestos. Y nos regocijamos
en esa realidad feliz.

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Capítulo 12 CONFLICTOS Y MADURACION

Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo.


Proverbios 27:17

Hace años, un anciano, varón de Dios de cabellos blancos como la nieve, me dio una
palabra de sabiduría: “Todo lo que proviene de Dios será puesto a prueba. . . pero todo lo
que es de Dios vencerá la prueba.” Vez tras vez, al ver sacudirse las cosas en derredor
—y a veces dentro mío— he recordado esas palabras. También he meditado sobre la
realidad de que uno nunca puede saber cuán firme es el fundamento de algo hasta que
no ha sido sacudido. Por eso, las conclusiones apresuradas, frecuentemente, resultan
erróneas. Hay que aguardar pacientemente los resultados objetivos, pues son los que
muestran la verdad, exhibiendo tanto el valor como las debilidades de lo que ha sido
puesto a prueba.
Mirando retrospectivamente, ahora nos parece perfectamente lógico que nuestros
descubrimientos y nuestra obra hayan sido sometidos a prueba. Nuestra relación de
unos con otros debía ser probada; nuestras teorías e ideas tenían que ser zarandeadas,
y también debía ser probada nuestra integridad. En nuestra trayectoria, de tanto en tanto,
hemos tenido algún sacudón. En verdad, nunca podremos decir que ya se * acabaron las
dificultades. Pero podemos asegurar que una vez que la situación ha decantado y se ha
realizado una revisión cuidadosa de todo, hemos visto que siempre la prueba ha
resultado saludable para la obra en general. En el proceso-, la paciencia y la madurez se
han ido edificando en las vidas de los que se apoyan más y más en el Señor. El entu-
siasmo humano tiende a acabarse, y el progreso se realiza simplemente en base a la
gracia de Dios y a nuestra obediencia.
¡Qué hermoso sería poder decir que nuestra experiencia de renovación espiritual ha
sido siempre una experiencia de amor, de gracia y de gloria! Pero no seríamos honestos,
ni realistas. Hemos sufrido problemas, acusaciones, tentaciones, fracasos y conflictos.
Al principio, como la mayoría de nosotros proveníamos de iglesias no pentecostales,
por haber experimentado el bautismo en el Espíritu Santo con manifestación de dones
como profecías y el hablar en lenguas, fuimos acusados de habernos vuelto ‘pente-
costales’. Algunos otros, más osados, nos acusaron de ‘espiritualistas’, diciendo que
estábamos introduciendo elementos ‘espiritistas’ en nuestros cultos.
Algunos pentecostales, en los primeros tiempos del derramamiento del Espíritu entre
nosotros, estaban felices esperando que en cualquier momento nos afiliaríamos a alguna
de sus denominaciones, ya que varios grupos habían sido expulsados de iglesias

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tradicionales. Al no darse esto, comenzamos a ser atacados con el cargo de querer
formar una ‘nueva denominación.’
Al transcurrir un par de años, éramos muy conscientes que lo nuestro no era
meramente un movimiento carismático, sino que Dios nos estaba involucrando en su
obra soberana de restauración de su iglesia. Por la revelación del Espíritu, Dios comenzó
a restaurar en nosotros antiguas verdades de su Palabra, tales como: el reconocimiento
del señorío de Cristo como condición de salvación, el evangelio del reino, el discipulado,
la unidad de la iglesia, etc. Además, tuvimos que hacer ajustes en cuanto a nuestros
conceptos sobre el arrepentimiento, el bautismo; la cena del Señor, la operación de los
dones y ministerios, los templos, la acción pastoral, y muchos otros. Todo lo cual nos hizo
merecedores de un nuevo calificativo: el de haber caído en ‘falsa doctrina’.
Por nuestro énfasis en la unidad de la iglesia fuimos tildados también de
‘ecumenistas’. Y por nuestros contactos con los católicos, enjuiciados de tener parte con
“la gran ramera” del Apocalipsis.
En la medida que en varias congregaciones fuimos dando pasos prácticos hacia la
unidad, nos acusaron de querer formar una superiglesia por nuestra ambición centralista
y ansias de poder. Era evidente a todos que, a pesar de estáis acusaciones, nuestras
congregaciones y encuentros tenían una nueva dinámica; una vida y fogosidad tal que
atraía a creyentes de otras congregaciones, por lo cual éramos llamados ‘ladrones de
ovejas’. Tuvimos también ciertos conflictos* a causa de algunos que mostraban una ten-
dencia exagerada hacia el misticismo; de esto ya hice mención en capítulos anteriores.
Sin embargo, excepto estas referencias, no creo que tales incidentes sean dignos de
relatar. Este tipo de cosas duró poco tiempo y no merece una consideración seria. El
dolor causado por estas acusaciones falsas fue pasajero, y la convicción de que Dios
estaba con nosotros, perduró.
Estos problemas periféricos probablemente sirvieron, más que nada, para aclarar
nuestra visión y unirnos más los unos con los otros. Íbamos creciendo en nuestras
convicciones y en nuestra relación de confianza. El evangelio estaba siendo anunciado a
viva voz; estábamos alcanzando mayores logros en cuanto a la transformación de la vida
y actitudes de los nuevos convertidos. Nos sentíamos firmes en nuestra visión del
señorío de Cristo y animados en nuestra convicción de que, conforme a la verdadera
naturaleza de la iglesia, era posible convivir en armonía, para poder ministrar según los
dones y la gracia que Dios daba; todo en una atmósfera de amor y sujeción mutua Había
sencillez e ingenuidad en nuestro compromiso.
No obstante, en todos estos años, el conflicto más serio que hemos enfrentado no ha
sido con otros grupos, sino con uno de nuestros colegas. El problema básico consistió en

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 65


una divergencia que, a pesar de los esfuerzos, aún no hemos podido subsanar. Para ser
específicos, lo debemos plantear a través de la siguiente pregunta: ¿Cómo deberíamos
proceder con un pastor al que se descubre viviendo encubiertamente en inmoralidad
sexual? Si una vez confrontado se humillara y se arrepintiera, ¿podrá seguir,
inmediatamente, ejerciendo su ministerio? ¿Puede un pastor que ha estado engañando a
su congregación, viviendo en inmoralidad, como acto seguido a su arrepentimiento seguir
predicando y enseñando a otros a vivir rectamente? (Esto no era para nosotros un
planteo hipotético, sino que tuvimos concretamente una situación así).
Para todos nosotros en el grupo de pastores -excepto uno- había ninguna duda de
que semejante pecado en la conducta de un siervo de Dios lo descalificaba, al menos por
algún tiempo, para seguir ejerciendo el pastorado. Pero uno de nuestros colegas
principales discrepaba fuertemente con nosotros. Y allí se originó el conflicto.
Nuestro consiervo alegaba haber recibido una ‘nueva luz’ acerca del perdón a través
de un hermano del extranjero. Su postura básicamente se fundamentaba en la siguiente
argumentación: ‘Cuando un pastor, habiendo vivido en pecado, se arrepiente sincera-
mente, por más graves que hayan sido sus faltas, la sangre de Jesucristo le limpia de
todo pecado, y Dios en su gran amor promete no acordarse nunca más de sus
iniquidades. De modo que, nosotros deberíamos hacer lo mismo, y al no recordar más
sus pecados, no tendríamos razón alguna para descalificarle del ministerio.’
Estábamos totalmente de acuerdo con nuestro hermano en cuanto al concepto del
perdón de Dios y del olvido que El hace de los pecados pasados; pero nos resultaba
inadmisible que el perdón equivaliera a una restitución inmediata al ministerio y, además,
nos sentíamos realmente alarmados por la postura intransigente de nuestro colega. Por
un lado, nos preocupaba seriamente que él quisiera determinar sobre el caso en forma
personal y unilateral, rechazando de plano el consejo del grupo de pastores. Por otro,
nos afligía enormemente el pensar en la confusión, liviandad e inmoralidad que se
crearía en las iglesias, si pastores y líderes sorprendidos en fornicación, o adulterio,
pudieran seguir ministrando por el solo hecho de haberse arrepentido.
Entendíamos muy bien que el perdón habilito al pecador a la comunión plena con
Dios y con los hermanos, pero para ser un ministro de la iglesia, según la clara
enseñanza de la palabra de Dios, a más del perdón se requieren otras condiciones. El
apóstol Pedro señala que alguien, para ser anciano o pastor, debe ser “ejemplo de la
grey”. Esta es una condición esencial para la función pastoral. El pastor, por sobre todo,
ha de enseñar con su ejemplo. No es su elocuencia la que lo hace “apto para enseñar”,
sino su vida y su conducta ejemplar. Si su transgresión ha sido perdonada, puede ser
incluido en la comunión, pero si su trayectoria inmediata anterior ha sido pecaminosa, no

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tiene autoridad moral para enseña a otros. Justamente, esto es lo que señalaba Pablo al
instruir a Timoteo en su primera epístola: “Es necesario que el obispo sea irreprensible,
marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso. . . También es necesario que
tenga buen testimonio de los de afuera. . .” (Ira. Tim. 3:2-7). El buen testimonio no se
logra de un día para otro, sino con una trayectoria de rectitud y honradez.
El grupo de pastores, con excepción de uno, que no sabía qué posición tomar,
expresó unánimemente su convicción de que alguien en la condición del hermano en
cuestión, debería alejarse de todo cargo ministerial y abstenerse de desempeñar la
función pastoral hasta que la iglesia, a través de sus líderes, juzgando su buen testimonio
y nueva trayectoria, levantara esta medida disciplinaria. Entre tanto, habiendo escuchado
su confesión, debería recibirlo en la comunión de la iglesia. Y el hermano afectado de-
bería esmerarse en ser un buen discípulo de Cristo, buscando la plena restauración de
su vida interior.
Nuestra insistencia en tratar el asunto de esta manera, solo sirvió para que nuestro
colega se reafirmara en su posición. El, individualmente, ya le había perdonado y le
había restituido inmediatamente al ministerio, y no estaba dispuesto a rever su decisión.

OTRAS LECCIONES VALIOSAS

Creo que no es exagerado decir que, en todos los años en que hemos estado juntos,
nada nos ha causado más preocupación y desasosiego que este asunto. Sin embargo,
no ha causado en nosotros resentimientos ni motivado actitudes ásperas; muy por el
contrario, a pesar de lo doloroso del proceso se ha levantado en cada uno un sentir
unánime de perdón y amor, deseando todos ver superado definitivamente este escollo y
completado el proceso sanador. Durante el tiempo que duró este conflicto, nos vimos
obligados a examinar cuidadosamente nuestras motivaciones y principios morales, y no
simplemente a considerar* los hechos y sus consecuencias inmediatas. A más de lo
señalado arriba, quiero mencionar algunas lecciones que aprendimos.
Primero, en medio del conflicto, tuvimos que ponemos firmes en nuestra posición ante
los elocuentes argumentos de nuestro colega acerca de la eficacia del amor. En verdad,
esta renovación espiritual en Argentina, como en muchas partes del mundo, se ha
caracterizado por un amor profundo y sincero. Ha mejorado la manera en que los
hermanos presentan el evangelio a otros; ha sanado las familias y ha ordenado y
ajustado nuestras relaciones dentro de la comunidad cristiana. ¡Los abrazos de los
hermanos son tan elocuentes! Ahora, frente al colapso moral de un hermano amado,
¿quién no sería movido a compasión? Nuestro propio colega fue ejemplo en este sentido.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 67


Él amó al herido y quiso salvarlo a cualquier precio.
Pero su error consistió en querer presentar una cuestión de amor vs. justicia.
Nosotros consideramos justo y correcto que fueran reparados los daños y se hicieran las
enmiendas necesarias, pues tenemos la convicción de que sólo una acción justa y recta
puede traer sanidad a fondo y perdurable. Cuando alguno de los pastores trataba de
persuadir a nuestro colega sobre la necesidad de rever su posición, éste casi
invariablemente se evadía hablando de un ‘amor que lo cubre todo’, un amor que
perdona y olvida sin requerir ninguna aclaración. Aparentemente, es mayor el amor de
aquel que perdona y restaura inmediatamente al ministerio, que el de aquel que disciplina
y requiere un proceso gradual de restauración. Sin embargo, conviene recordar que el
padre que ama disciplina.
Pese a que nos acusaban de no mostrar amor, estábamos seguros en nuestros
corazones de amar en verdad. Salimos de esta prueba más comprometidos a amar y
más convencidos que nunca de que la justicia y el amor van siempre de la mano. No es
correcto presentar a la justicia en contraposición al amor. El amor es justo, y el amor sin
justicia es absurdo; bíblicamente imposible. Amamos con justicia y hacemos justicia con
amor.
Luego tuvimos que encarar otro asunto. Me refiero al supuesto conflicto entre la letra
y el Espíritu. Mientras razonábamos con nuestro colega acerca de la mejor manera de
tratar el problema, con toda naturalidad usamos las Escrituras como base. En el círculo
de los pastores, hasta ese momento nunca se había insinuado que las Escrituras fueran
relativas. La Escritura es absoluta, nuestra guía infalible. Por supuesto, nosotros
representamos un movimiento del Espíritu. El Espíritu de Dios es una gloriosa realidad
para nosotros; su presencia, su voz, su autoridad son incuestionables. Pero nunca
vamos a oponer la guía del Espíritu a la autoridad de la Escritura.
Y en ese momento se nos hizo el cargo de que habíamos vuelto a la mera letra —la
letra muerta— de la Palabra. Escuchamos declaraciones tales como que una ‘nueva9 luz
había venido. Se hicieron insinuaciones sutiles de que las palabras antiguas, aunque
habían sido adecuadas para otros momentos, estaban ahora, de alguna manera mística,
invalidadas por la presencia activa del Espíritu de Dios. Esto nos inquietó. Creemos que
la letra sola es capaz de matar. Pero no tenemos la letra sola, tenemos también el
Espíritu. Amamos la Palabra y el Espíritu. Podemos errar en nuestra interpretación tanto
de la palabra escrita como de la voz del Espíritu, pero como postura fundamental,
rehusamos reconocer un conflicto entre los dos. Francamente, después de pasar esta
prueba, nos sentimos plenamente confirmados en cuanto al valor actual de las Sagradas
Escrituras. Nos gloriamos en la convicción de que el Espíritu Santo da testimonio a

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 68


nuestro espíritu de que esta es la verdad.

PERDON Y RESTAURACION

Quiero ampliar un punto que fue grabado en nuestros corazones como consecuencia
de nuestro conflicto interno. Ya mencioné la diferencia que surgió al considerar la
relación entre el perdón y la restauración, especialmente con referencia a una persona
que ocupa un cargo de liderazgo en la iglesia. Reconocimos que el perdón es otorgado
por Cristo a la persona arrepentida, pero este perdón, por sí solo, no la califica
inmediatamente para un ministerio público. Al pensar y conversar entre los pastores
sobre este punto, concluimos en que hay, por lo menos seis ingredientes o factores que
califican a una persona para ejercer el ministerio pastoral.
Para comenzar, la persona debe tener la convicción interior que Dios le está guiando
a tomar esta responsabilidad. Implica inspiración o revelación, más un compromiso
personal manifestado en sumisión y obediencia a Dios. Es lo que algunos denominan un
‘llamado’ de Dios. Aún en una dosis mínima, el hombre debe tener la convicción y la fe de
que ésta es su vocación.
En segundo término, debe haber evidencias de la unción de Dios, manifestada en
dones específicos para la enseñanza, la evangelización, etc. Estas son características
que indican que la persona no está simplemente ‘dándose cuerda a sí misma’.
En tercer lugar, tiene que haber algún conocimiento —el mayor posible— de la
palabra y de los caminos de Dios. Este conocimiento y arraigo en la verdad eterna dan
cierta seguridad de que el ministerio y la conducta del hombre tendrá un asidero y
contenido escritural.
Cuarto, debe haber madurez y buen juicio, basados en su propia experiencia, y
también un testimonio sostenido de integridad moral personal. La palabra de Dios
especifica que un neófito no puede ser pastor o anciano. Para gobernar la casa de Dios,
debe gobernar bien su propia familia. Es un requisito muy importante, porque esto da
ciertas garantías de estabilidad a los que serán presididos y gobernados por el.
Esto nos lleva al próximo factor: la aprobación y aceptación de su autoridad y
liderazgo, por parte del rebaño del cual es responsable. Es otra manera de decir que uno
no puede ser pastor si no tiene ovejas bajo su cuidado.
Finalmente, debe haber un reconocimiento y autorización por parte de los que ejercen
autoridad espiritual sobre su vida. Comúnmente, esto se evidencia inicialmente en alguna
forma de reconocimiento público o de ordenación al pastorado. Representa, en alguna
medida, una constancia de integridad moral y teológica, en los términos entendidos por el

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 69


conjunto que preside este acto de reconocimiento.
Cuando en alguna de estas áreas se revela una falla significativa, el hombre
generalmente se encuentra cuestionado. Y cuando la falla es en alguna área de conducta
moral y ésta se mantiene oculta durante cierto tiempo, algunas de las otras
características mencionadas tienden también a sucumbir. La lealtad y el reconocimiento
de autoridad por parte de las ovejas comienzan a debilitarse. Por lo general, cuando esto
ocurre, aparecen en el escenario algunos pastores de reconocida autoridad espiritual y
eclesiástica, para restaurar el orden, la confianza y la integridad. Estos no son
lineamientos arbitrarios, sino elementos lógicos y necesarios para salvaguardar la
integridad de la comunidad. Si no se respetan la comunidad tiende a confundirse y aún
puede llegar a desintegrarse.
Nosotros previmos las graves consecuencias que podría tener el insistir en la doctrina
de que el perdón equivale a la restauración completa, especialmente cuando ésta se
predica sobre una base exagerada de absolución sacerdotal unilateral o de cobertura
unipersonal. El factor fundamental que confiere validez a la autoridad sacerdotal
“-autoridad para actuar y hablar en nombre del Omnipotente— es la sumisión del
sacerdote al presbiterio establecido.
Estas convicciones se desarrollaron lenta, pero firmemente en nosotros al pasar por
lo que nos parecía como un valle de sombras. No tenemos la pretensión de tener todas
las respuestas a las preguntas que surgieron. Pero ciertamente hemos aprendido mucho,
y el Señor nos ha dado gracia abundante. El lazo de unidad entre los pastores fue
duramente probado, pero se mantuvo firme, con excepción del colega mencionado.
Hacia mediados de 1975, la atmósfera era clara otra vez; las relaciones de los pastores
entre sí, como así también la de ellos y los hombres responsables de sus
congregaciones, eran mucho más precisas; y nuestras metas se habían definido con
claridad. Se había levantado la neblina y comenzábamos a ver mejor.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 70


Capítulo 13 FUNDAMENTOS PARA LA UNIDAD

Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas
derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea
sanado.
Hebreos 12:12, 13

Aún antes del pequeño retiro de pastores que celebramos en enero de 1974, ya
habíamos conversado varias veces acerca de las ventajas y desventajas que había en
cuanto a unir en una sola comunidad las varias congregaciones de la ciudad de Buenos
Aires. Mayormente, nuestras actitudes sectarias e independientes se habían superado
con amor y confianza mutua; y por la obra profunda del Espíritu Santo en cada uno. Sin
embargo, quedaban unos cuantos detalles prácticos por resolver, y todavía no teníamos
una convicción exacta y unánime acerca de lo que bebíamos hacer. El asunto aún estaba
en la etapa de las conversaciones.
Veíamos varias ventajas en favor de dar semejante paso, por radical que éste
pareciera. Obviamente, sería una respuesta efectiva a aquella acusación tan común de
que los diferentes grupos cristianos no pueden trabajar juntos, excepto en proyectos de
corto plazo. Demostraría que los pastores pueden dejar de ser individualistas obstinados
y auto-suficientes. Sería una aproximación a la situación de la iglesia primitiva en
Jerusalén, Antioquía, etc., donde el liderazgo se ejercía en forma plural (doce apóstoles
en Jerusalén; profetas y maestros en Antioquía; un presbiterio, o ancianos, en otras
ciudades).
De esa manera, también veíamos la posibilidad de evitar dar una orientación doctrinal
estrecha o parcial a la congregación, como suele ocurrir cuando está bajo el ministerio de
un solo hombre por muchos años. Así, nuestras comunidades tendrían una dieta
espiritual más balanceada, y los pastores mismos tendrían también la posibilidad de
recibir, en lugar de estar siempre dando a otros.
Esto daría como resultado una comunidad más fuerte y sana. Nos llevaría a una
mayor estabilidad y nos proyectaría hacia la madurez. Ya que la soledad y las pesadas
cargas espirituales y psicológicas son frecuentemente motivo de desánimo y depresión
entre los pastores, un enfoque plural en cuanto al funcionamiento pastoral ofrecería una
alternativa interesante. Asimismo, cada uno encontraría mayor libertad para concentrar
sus energías en aquellas áreas que requirieran mayor atención como, por ejemplo, el
entrenamiento de los líderes que estaban emergiendo en la comunidad; o el ministerio
itinerante, especialmente con el propósito de fortalecer a otros grupos necesitados o para

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 71


abrir nuevas áreas a la predicación del evangelio. También, se proveería a la comunidad
de un ministerio más efectivo de consejo y consulta pastoral.
En cuanto al aspecto administrativo, habría otras ventajas que tener en cuenta. Al
unimos en un solo grupo grande, no sería necesario afrontar gastos de varios edificios o
complejos eclesiásticos. De todas maneras, ya estábamos enfatizando la necesidad de
no celebrar demasiadas reuniones grandes, optando más bien por una multiplicidad de
reuniones pequeñas en casas de familias. Nos habíamos dado cuenta de que era
suficiente una sola reunión grande por semana, si los santos estaban relacionados
adecuadamente entre sí durante la semana, formando pequeñas comunidades en los
diferentes barrios. Estos grupos debían ser lo suficientemente pequeños como para
permitir a cada uno conocer a todos los demás por su nombre, cuidarse los unos a los
otros y mantenerse en contacto por una cantidad de intereses comunes. Esta dirección,
que ya estábamos imprimiendo a nuestras actividades, iba fortaleciendo y edificando las
familias de las congregaciones.
Podíamos anticipar que, básicamente, el desarrollo de la iglesia como cuerpo de
Cristo en Argentina, se produciría como consecuencia de la actividad de los santos
reuniéndose por las casas y viviendo vidas normales como comunidad, como pueblo,
siendo luz en la oscuridad de su barrio. Y también por el desarrollo de líderes fuera del
marco eclesiástico tradicional tan común en círculos evangélicos y católicos. Anhelá-
bamos poder dar más atención a esta área. Sin embargo, nos sentíamos casi presos de
las estructuras religiosas que veníamos arrastrando. Había muy poca oportunidad de ser
espontáneos, auténticos y relajados; de ser normales, de pasar tiempo con la familia y
con los amigos a fin de desarrollar un verdadero compañerismo; de trabajar juntos y de
convivir. La cantidad interminable de actividades de la iglesia, no dejaba tiempo para vivir
normalmente y gozar de la vida.
Entretanto considerábamos estas posibilidades, vimos con claridad que no sería
suficiente amalgamar varias congregaciones. Esto solo podría despersonalizar a la
gente, perderla entre la muchedumbre. No. Para que semejante amalgama resultara un
avance, necesariamente tendría que ir acompañada de una reorganización de la
congregación. Habría que nuclear a todos los miembros en pequeñas comunidades don-
de se conocieran personalmente. Es fácil perderse dentro de un conjunto de mil o más
personas, ¡pero sería bastante difícil pasar desapercibido en una casa donde se reúnen
unas veinte!

PREGUNTAS DIFICILES

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 72


Aunque las ventajas eran evidentes, no íbamos a lanzarnos precipitada e
ingenuamente a algo que podría resultar un sueño utópico. Había algunas preguntas
difíciles que responder primero. ¿Cómo funcionaría un grupo unido de pastores,
habiendo sido cada uno durante años un 'caudillo’ en su propio reino? ¿Qué haríamos
frente a la tendencia de muchos de ver su ministerio en el pulpito como de suprema im-
portancia? ¿Cómo se sentirían algunos, teniendo que ‘calentar un banco’ durante dos o
tres domingos sucesivos, mientras otro predicara?
¿Cómo se determinarían los sueldos? ¿Quién tendría la palabra final en una disputa?
Si todas las ovejas estuvieran juntas en un redil, ¿qué ovejas serían de cuál pastor?
¿Habría lugar para el sentido de lealtad?
¿Quién emplearía, o despediría, a los pastores y otros ministerios de apoyo? Ya que
algunos hombres obviamente ‘brillan’ más que otros, ¿quién podría garantizar que los
menos brillantes no se perderían a la sombra de los otros? ¿No tendería la nueva
estructura a llegar a ser un tanto monolítica o legalista, a medida que los más fuertes
impusieran su voluntad y ‘sus puntos de vista sobre la comunidad entera? Si esto
sucediera, ¿no enfrentaríamos nuevas rupturas y fraccionamientos por parte de grupos
descontentos?
¿Qué de las grandes distancias que separaban nuestras congregaciones? Algunos
hermanos lo estaban por más de dos horas de viaje. Buenos Aires es una metrópolis
inmensa con más de diez millones de habitantes. El transporte público normalmente
tiene servicios frecuentes y confiables. Pero la movilización de una familia de cuatro o
cinco personas que debe * tomar un ómnibus, luego el tren y después otro ómnibus para
llegar a una reunión de tres horas de duración, representa una erogación considerable
dentro del presupuesto familiar. A la vez se requeriría una motivación vigorosa y continua
para seguir haciendo esto semana tras semana.

GANANDO EXPERIENCIA Y CONFIANZA

Desde hacía ya algún tiempo veníamos notando a través de nuestras


congregaciones, que estábamos llegando al tiempo de dar algunos pasos tentativos en
esta dirección. Esencialmente, por el conocimiento personal que habíamos adquirido el
uno del otro al trabajar juntos, nos teníamos confianza. Uno o dos de los menos íntimos,
guardaban algunas reservas todavía; pero de todas maneras no teníamos la intención de
presionar a nadie para dar un paso así. “Démosles tiempo —razonamos— y el amor y la
confianza reemplazarán a los temores y a las dudas”.
En cierto momento, decidimos pasar unos días juntos en Moreno, un suburbio del

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 73


oeste, para orar y conversar sobre los primeros pasos a dar hacia la unión de las
congregaciones. La mayoría de los pastores ya habíamos anticipado nuestro sentir sobre
este asunto a las principales familias de nuestras congregaciones, quienes eran nuestras
columnas de sostén y apoyo. Teníamos la confianza de que ellos nos acompañarían al
tomar estas decisiones. Sin embargo, parecía un paso demasiado grande unimos todos
a la vez. De modo que concluimos que una primera etapa debería involucrar sólo a las
cuatro congregaciones que estaban situadas dentro de los límites de la Capital Federal.
Los demás, que estábamos en áreas suburbanas, limitaríamos nuestra participación
mayormente a un ministerio de consejo. La idea era que este primer grupo encontrara el
camino, hiciera los ajustes iniciales, y que todos aprendiéramos. Pensábamos ir aña-
diendo luego los varios grupos suburbanos al grupo de la Capital a medida que resultara
apropiado.

AMALGAMAR O NO AMALGAMAR

En enero de 1974, sin embargo, el clima para avanzar en este sentido no parecía
favorable. Las dificultades ya mencionadas en el capítulo anterior, comenzaban a hacer
surgir nubes en el horizonte. Varios estaban desanimados ante la perspectiva de avanzar
hacia la concreción de esta idea. Al aparecer escollos en el camino hacia la unidad de las
congregaciones, el asunto tendía a enfriarse.
Excepto en Baker e Himitián. Desconcertados por la pérdida de entusiasmo y fe que
los demás manifestaban para con el proyecto, ellos comenzaron a orar y considerar la
posibilidad de unir sus dos grupos. El de Baker, habiendo comenzado en forma casi
desapercibida en su hogar, ahora había crecido notablemente, y se había extendido en
varios nuevos grupos caseros, dinámicos y promisorios. Constantemente ellos estaban
ganando a otros. La forma pragmática de ser de su pastor, su diligencia en fomentar la
responsabilidad evangelística, su insistencia en un activo fi liderazgo laico, su clara visión
de los objetivos, estaban dando muy buenos resultados.
A diferencia de Himitián, la modalidad de Iván no era marcadamente carismática. Sus
reuniones, por ejemplo, no se destacaban especialmente por la adoración. Después de
una experiencia negativa, por algunas manifestaciones extremas entre algunos de sus
propios discípulos, Iván había decidido retroceder un poco en el aspecto místico. Con su
propio ejemplo, había imprimido en sus discípulos la preeminencia del trabajo personal,
tanto en la enseñanza como en la evangelización. Ellos no necesitaban ni querían
púlpitos o edificios religiosos; tampoco un orden predeterminado de culto. Eran muy
activos, sin mucho entusiasmo por las reuniones grandes.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 74


Aunque Jorge, por cierto, estaba a favor de esta clase de actividad discipuladora,
basada en el funcionamiento de los hogares, era un hombre brillante en el pulpito. Con
esto, no quiero decir espectacular, sino elocuente, de pensamiento claro, muy apto para
comunicar sus ideas de manera tal que inspiraran a la acción. A través de los años, Jorge
y yo habíamos pasado mucho tiempo juntos y nuestros espíritus estaban muy
entrelazados. Constantemente le había comunicado mi propia convicción profunda
acerca de la centralidad de la adoración y el culto en el pueblo de Dios. Había compartido
con él mis veinte años de experiencia en moverme bajo la unción del Espíritu Santo.
Jorge tenía, además, cierta nota profética en su ministerio, en el sentido de poseer
una palabra clara de parte del Señor; de poder llamar al pueblo de Dios a un real
encuentro con el Todopoderoso; de denunciar la iniquidad y promover a la santidad y a
un sincero amor al Señor. También, tenía un don claro, y bien ejercitado, para el
liderazgo activo; no era alguien como para estar en la tribuna de mero espectador.
Cuando los demás nos enteramos de que Ivan y Jorge estaban conversando acerca
de la fusión de sus dos grupos, esperamos ver saltar unas cuantas chispas. Ambos eran
hombres de voluntad fuerte. Ambos tenían congregaciones leales. Cualquiera de los dos
se convertiría en el líder de cualquier empresa que acometiera. Sin la suavidad de un
Keith Bentson como hombre de enlace, por ejemplo, podrían tener problemas.
Evidentemente, esta unión sería la prueba de fuego para nuestras teorías acerca de la
unidad de la iglesia.
El padre de Jorge, un anciano santo y fiel, lleno de fervor y singular dedicación al
Señor, requirió una condición de su hijo cuando supo que los dos grupos se unirían. “Una
cosa, Jorge, no se puede comprometer: —declaró— ¡Que no me toquen la adoración!”.

ABRIL EN FLORES

En abril de ese año, se dio el paso concreto. Las dos congregaciones comenzaron a
reunirse los domingos, ahora con el liderazgo de dos pastores en lugar de uno. No era,
sin embargo, una unión total. Querían dejar pasar primero algunos meses, hasta ganar la
confianza de todos. Los diferentes grupos caseros siguieron funcionando en forma
separada. Cuando se añadían nuevos convertidos, los bautismos e integración posterior
se realizaban básicamente a nivel de los grupos de las casas. La administración de los
fondos también se manejaba en forma separada por parte de las dos congregaciones,
como así también el sostén de los pastores y los compromisos de cada grupo para con
los pobres, la extensión misionera, etc.
Esta separación de responsabilidades no se debía a dudas en cuanto a si la unión

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 75


perduraría o no, sino más bien era una precaución. No se podían involucrar demasiados
asuntos a la vez. “Demos los pasos de a uno’* —razonaron- ¡y cada paso fue una nueva
confirmación de que la visión era correcta! Luego de un año, la integración había llegado
a ser total entre todos los participantes. No se referían más a sí mismos según las
designaciones originales. Cada vez más, estaban llegando a identificarse como la
congregación de Flores (el nombre del barrio donde se reunían los domingos). Había
también muchos hermanos que venían de zonas suburbanas, y pronto el grupo original
de Baker en Isidro Casanova, también se fusionó.
Tal vez lo más notable de todo es que, hasta el día de hoy, Ivan y Jorge están felices
juntos; nunca han tenido una disputa de importancia. Problemas sí han tenido que
afrontar. También han debido tomar medidas disciplinarias. Han tenido que llevar cargas,
suplir necesidades de los menesterosos, tomar decisiones estratégicas. Pero ninguna
discordia ha estorbado la unión de estos dos varones de Dios.
Desde el principio, Jorge, siendo quince años más joven que Ivan se dispuso a
reconocerle, como el mayor y el más maduro de los dos. Ivan tenía una hermosa familia y
vida de hogar, ejemplo para muchos. Jorge y su esposa Silvia, con sus criaturas
pequeñitas, se dieron cuenta de que podrían aprender mucho de Ivan y Gloria que tenían
ya hijos jóvenes.
Jorge tenía la costumbre de expresar sus convicciones con fe y vigor, pero sin
presionar. El veía a Ivan con autoridad sobre él, como a su propio pastor. Lejos de
apocar a Jorge, esta relación decididamente le afirmó y maduró su ministerio.
Iván tenía, como dijo Jorge, un ‘ojo clínico’ para descubrir y allanar problemas en los
grupos caseros y en los creyentes trabados o flojos. Al exponerle Jorge las diferentes
situaciones en las cuales había dificultades o donde el crecimiento estaba estancado,
Ivan le ayudaba a hacer el diagnóstico y a determinar el remedio. Uno por uno, se fueron
efectuando los ajustes en los grupos bajo el pastorado de Jorge, hasta que llegaron a ser
efectivos y fructíferos, ganando nuevos convertidos y encaminándolos hacia la madurez.
El aporte específico de Ivan fue hacer que todo el grupo lograra una mayor efectividad
en la evangelización y extensión dinámica y constante, mientras que el aporte principal
de Jorge fue elevar a todos hacia Dios en adoración y consagración, mediante un minis-
terio más sólido de enseñanza. No es mi intención exagerar este punto, ya que ambas
tendencias, en mayor o menor medida, se han evidenciado en los dos desde hace mucho
tiempo. Pero lo cierto es que la gente que estaba con Jorge llegó a ser más eficaz en su
testimonio, y los que estaban con Ivan se volvieron más dinámicos en su culto a Dios y
en su andar en el Espíritu, como claro resultado de la unión.
Esta feliz combinación de lo práctico con lo espiritual, del elemento evangelístico con

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 76


el carismático, abrió nuevas perspectivas con respecto al ministerio de la Palabra. Jorge
comenzó a compartir algunos de sus primeros descubrimientos en este sentido en las
reuniones semanales de pastores. Esto era justo lo que precisábamos, y fue el sentir
unánime de los pastores de que debíamos convocar a un retiro de tres días para dar
lugar a Jorge y a Iván a que nos abrieran todo el ‘paquete’. Esto hicimos en agosto de
1974.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 77


Capítulo 14 EDIFICANDO CON LA PALABRA

Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra


del ángulo Jesucristo mismo.
Efesios 2:20

El retiro que tuvimos en José C. Paz en agosto de 1974 merece un capítulo aparte.
Fue la apertura a un nuevo horizonte. Al mirarlo retrospectivamente, nos da la impresión
de que, hasta entonces, lo que estábamos haciendo era reunir las piezas de un
rompecabezas, sin entender adecuadamente la relación que había entre una y otra.
Ahora las diferentes partes del cuadro comenzaban a combinarse y estábamos viendo
cómo se inter-relacionaban dentro del contexto mayor.
Para decirlo de otra forma, vimos claramente la necesidad de edificar, y no solamente
de trabajar y de mantenemos activos. Necesitábamos edificar vidas; edificar familias;
edificar la iglesia. Había gente nueva que estaba convirtiéndose al Señor que necesitaba
ser incorporada a la familia de los fieles. Las reuniones no eran suficientes, ni tampoco
los sermones. La comunión no bastaba. No podíamos depender simplemente de una
inspiración pasajera para hacer el trabajo. Los cristianos pueden alcanzar juntos la ‘cima
del monte’ en una experiencia gloriosa, pero luego tienen que descender al valle de la
vida cotidiana, con sus luchas y sinsabores. Y allí, ¿qué viven?
Pablo, como perito arquitecto, sabía edificar, poniendo el fundamento y dirigiendo
todo el proceso posterior. El advirtió a otros sobre el peligro de edificar sin cuidado: el
trabajo es más costoso y el desenvolvimiento mucho más lento. Los materiales no pue-
den ser tirados en el lugar sin coordinación alguna. El personal no puede estar
compuesto de solo personas incompetentes. La construcción completa del edificio debe
obedecer a un proyecto predeterminado y debe ser realizada por obreros capacitados.
Nosotros también deseábamos construir sabiamente.

UN FUNDAMENTO FIRME

Fue en un frío día de invierno que nos juntamos en las hermosas instalaciones de un
centro católico de retiros espirituales, recientemente edificado en aquella zona
suburbana, al norte de Buenos Aires. El centro es mantenido por los “Focolares”, un
movimiento de renovación dentro de la iglesia católico romana. Este grupo nos había
hospedado en encuentros previos y habíamos estado tan cómodos que nos sentíamos
realmente felices de volver allí. El edificio principal está retirado del bullicio de la ruta y los

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 78


automóviles que la transitan, y se halla ubicado en medio de hermosos parques con
eucaliptos de gran altura; de tal manera que encontrábamos allí el lugar ideal para la
meditación, para la oración, para sintonizar la voz de Dios.
Jorge había compartido lo suficiente con nosotros durante un par de encuentros
previos como para que se despertara nuestro apetito. Todos teníamos la sensación de
que las cosas se iban aclarando, y abrimos nuestros corazones y nuestros oídos para
escuchar al mensajero del Señor.
La primera cosa a ser considerada era el fundamento. Este fundamento es Jesucristo,
la revelación de Dios —la Palabra, el verbo de Dios— para todos los hombres. Jorge
mencionó Hebreos, capítulo 1: “En estos postreros días Dios nos ha hablado por el Hijo.”
Dijo que el principal instrumento que Cristo usó para revelar la verdad y la voluntad de su
Padre fue la palabra hablada. Y el único registro que tenemos de sus palabras es el que
sus apóstoles transmitieron, ya sea directamente o a través de otros escritores (por
ejemplo, Marcos y Lucas).
Jesús no dejó ningún registro de sus enseñanzas, a excepción de lo que su palabra y
su vida grabó en las mentes y corazones de sus seguidores escogidos. Obviamente, no
estaba muy preocupado porque sus discípulos hicieran grandes esfuerzos en recordar
todas las cosas. Les aseguró que el Espíritu Santo traería a sus mentes las cosas que Él
les había hablado. Este hecho —dijo Jorge— debe ser resaltado. Jesús confió
ampliamente en el Espíritu Santo para recordar, enseñar, revelar y guiar a toda verdad.
Si no tomamos en cuenta esta confianza en el Espíritu, podría considerarse
irresponsable que él no hubiese hecho registrar los eventos y las enseñanzas más cui-
dadosamente.
Aún más, fue esta misma confianza la que colocó una mayor carga sobre los
apóstoles. Fueron ellos quienes, luego de la resurrección y del derramamiento del
Espíritu Santo, llevaron la vida de Jesús y su verdad por todas partes, haciendo
discípulos en todas las naciones; predicando, bautizando y enseñando, a todos aquellos
que respondían al mensaje, a obedecer todo lo que Jesús había mandado. Es decir, las
instrucciones y mandamientos que Cristo dio a sus apóstoles fueron las mismas
instrucciones y mandamientos que ellos comunicaron a todos los que les siguieron. No
necesitaron preocuparse por elaborar un cuerpo de verdades; simplemente debían dar a
otros lo que Cristo les había dado a ellos. El mismo Espíritu Santo que había hecho viva
la verdad en ellos obraría también en otros con el mismo fin.
Este enfoque dio al discipulado cristiano una clara dirección entre nosotros.
Comenzamos a ver que nuestra principal responsabilidad era conocer y entender lo que
Cristo enseñó a sus doce apóstoles y luego analizar lo que ellos enseñaron a otros

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 79


discípulos. Aquí estaba, entonces, la esencia de lo que debíamos enseñar. Estas
verdades son fundamentales, y el fundamento no ha cambiado. ¡Tampoco cambiará en
el futuro! Pablo enseñó claramente que hay un solo fundamento y que tergiversar ese
fundamento es invitar al anatema.
Ese fundamento no debe ser modificado, corregido o ajustado en manera alguna,
aunque, desde luego, puede ser clarificado, ampliado su significado o aplicada su verdad
a nuevas y diferentes situaciones. Las últimas epístolas en las Escrituréis parecen
destinadas a remarcar las verdades eternas anteriormente establecidas, o a llamar a la
gente al arrepentimiento por haber dejado el fundamento que había sido puesto, y no a
presentar nuevas verdades.
Pero, lamentablemente, la historia del cristianismo durante casi veinte siglos presenta
el triste cuadro de las graves desviaciones ocurridas en cuanto a la fe establecida por
Cristo y sus apóstoles; de las distorsiones, ignorancia y apostasías. Es este hecho que
da credibilidad y validez a todo movimiento genuino de renovación y restauración
espiritual. El Espíritu Santo está llamando a su pueblo a recuperar lo que Cristo y sus
apóstoles declararon con claridad, convicción y poder.
Jorge nos recordó que somos testigos de que Dios actualmente está acelerando este
proceso hacia la total restauración de la iglesia. Comentó que este hecho se evidencia de
tres maneras: (1) El Espíritu Santo no está restaurando verdades aisladas, sino
recuperando el cuerpo completo de la verdad de Dios y su propósito. (2) No estamos
viendo movimientos locales o aislados, sino que una renovación universal está teniendo
lugar en nuestros días. (3) No se trata de una simple recuperación de conceptos o
teorías, sino, obviamente, que el Señor se está moviendo para levantar un pueblo para
sí, capaz de encamar estas verdades. Es decir, más que creer o anunciar una verdad, el
Señor nos está llevando a la necesidad de experimentarla y encamarla.
Jorge concluyó su discurso sobre el fundamento, señalando que hoy la visión es más
clara, más pura y más dinámica que nunca antes. En esto estuvimos plenamente de
acuerdo. Luego nos urgió a damos sin reservas al Señor, de tal manera que El pudiera
realizar plenamente su propósito en nosotros.

UNA PODEROSA FUERZA CELESTIAL

Jorge había inquietado nuestros corazones. Estábamos ansiosos esperando el


comienzo de la siguiente sesión. Comenzó declarando que había dos elementos
concretos que Dios había dado para la edificación de la iglesia. Estos eran la predicación
apostólica y la doctrina apostólica. Ambas son palabra de Dios, pero su función es

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 80


diferente la una de la otra.
El significado castellano de las palabras griegas traducidas como predicación y
doctrina no refleja adecuadamente el profundo sentido que tienen en el idioma original.
Por lo tanto, Jorge nos dio las palabras originales en griego y durante el resto del retiro
estas palabras se utilizaron cada vez con mayor familiaridad: kerygma y didaqué.
Al definir estas palabras, Jorge nos enseñó que kerygma es la proclamación con
autoridad y unción del gran hecho de Cristo presente y activo entre los hombres, para
conducir a los que creen en su salvación y transformación. Este kerygma —o proclama-
es una dynamis, una irrupción del espíritu, una poderosa fuerza celestial; por lo tanto, no
puede encontrar expresión adecuada en la frialdad de un aula académica Más bien, se
manifiesta en la cálida atmósfera de la iglesia, ya sea en la gran asamblea
congregacional, en los dos o tres que se reúnen en su nombre, o bien en la predicación a
los pecadores. EL proclamador no debe ser un repetidor mecánico de los rudimentos del
mensaje cristiano, sino un hombre que arda por el Espíritu.
Este kerygma tiene una función dinámica. Es una operación sobrenatural. Cuando
una persona cree y la confiesa, la verdad comienza a operar en ella. No ha recibido
simplemente una idea o una verdad conceptual; ha recibido una verdad viva, una verdad
que opera poderosamente en su interior, vivificando e inflamando su ser por el Espíritu
Santo, pues el Espíritu y el kerygma son inseparables. Esta es la razón por la cual Pablo
puede hablar del poder del “oír con fe” (Rom. 10:8-10,17; Gál. 3:2,5). El kerygma provoca
e insufla fe, vida, gracia; es una experiencia con Dios aquí y ahora.
Este kerygma es la proclamación de algo que ya es realidad, de una verdad eterna.
Es claro, definido, completo. No es vago, ni confuso o interminable. Podemos solamente
creerlo o rechazarlo; no se puede entrar en argumentaciones. No está presentado para
nuestra consideración; está presentado para nuestra salvación. La médula de esta
proclama es la muerte y resurrección de Cristo. Para algunos esto es una piedra de
tropiezo, y para otros es una locura; pero para aquellos que creen es el poder de Dios y
la sabiduría de Dios (Ia Cor. 1:18-25). Este kerygma, entonces, nos compromete en tres
formas concretas: debemos conocerlo, debemos creerlo y debemos proclamarlo.

LA VOLUNTAD DE DIOS PARA NUESTRAS VIDAS

A continuación, Jorge clarificó el significado de la palabra doctrina, o sea, didaqué.


Nos dijo que había recibido los conceptos que ahora iba a enunciar, de las enseñanzas
que daba Ivan a sus discípulos. Aquí, nuevamente, la mayoría de nosotros tenía una idea
equivocada del real significado de la palabra. Subrayando las palabras de Jesús en

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 81


Mateo 7:24-29 y de Pablo en Tito 2:1-15, Jorge afirmó que la didaqué consiste en la
enseñanza, instrucciones y mandamientos claros de Cristo, cuya característica esencial
es que revela la voluntad de Dios para nuestras vidas. La didaqué —o doctrina
apostólica— es imperativa; no es sólo para ser oída, sino también obedecida. La didaqué
no es complicada; no es difícil de entender. Es simple y clara a la vez.
Tampoco es una serie interminable de enseñanzas. La Escritura nunca nos da a
entender que la didaqué sea interminable. Es un cuerpo preciso de instrucciones; es fácil
de comunicar y fácil de entender; puede ser aplicada y obedecida. Jesús instruyó a sus
apóstoles para que enseñaran a otros a guarden todas las cosas que os he mandado”
(Mateo 28:20). Pablo más tarde pudo decir a los hermanos de Éfeso que él les había
anunciado “todo el consejo de Dios” (Hechos 20:26,27). Y le recordó a Timoteo que él
debía comunicar a otros lo que Pablo le había comunicado a él (2a Tim. 2:2). A la
presentación de instrucciones precisas, se espera que siga la obediencia.
Pablo, Pedro y Juan, todos hacen mención de que las mismas instrucciones tienen
que ser repetidas vez tras vez; no se vuelven inútiles o caducas con el transcurso del
tiempo o la repetición (Fil. 3:1; 2° Ped. 1: 12-15; 1° Juan 2:7,8). Las mismas palabras son
usadas muchas veces y resultan útiles para la exhortación, la amonestación y la
reprensión (ver Rom. 15: 14; Col. 3:16; Fil. 4:9; etc.).
Jorge nos señaló luego el proceso por el cual la didaqué se hace efectiva en nosotros.
Antes que nada, debemos conocerla, oírla, captar su significado en nuestras mentes,
entenderla. En segundo lugar, debemos obedecerla, aplicándola específicamente a
áreas definidas de nuestras vidas. Esto requiere fe, diligencia, autodisciplina. Esto es lo
que, en definitiva, da lugar para que el Espíritu Santo encame la voluntad de Dios en
nosotros y nos modele cada vez más a la imagen de Jesucristo. Finalmente, habiéndose
hecho carne en nuestros corazones, nos compromete a asumir la responsabilidad de
comunicarla a otros.
Jorge terminó la sesión señalando la necesidad de tener estos tres elementos
esenciales: (1) Una visión clara. Debemos tener conceptos precisos. Los mandamientos
confusos, las ideas vagas, hacen que la obediencia sea imposible y frustran más de lo
que iluminan. (2) Una convicción profunda. Esto es posible solamente cuando uno puede
decir con seguridad que algo es de Dios. Debemos estar en condiciones de declarar:
“Esto es lo que dice el Señor”. (3) Una firme determinación. Tenemos que recibir la
palabra de Dios y obedecerla sin importamos las consecuencias. El razonamiento
humano o nuestros sentimientos no deben neutralizar los mandamientos de Cristo.
También Jorge nos dio una definición simple e inolvidable de lo que es un discípulo
cristiano: alguien que cree todo lo que Cristo dice y hace todo lo que Cristo ordena.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 82


Debemos creer la proclama del evangelio y obedecer la doctrina de Cristo.

LA FE ES LA CLAVE

Más tarde, nos ilustró acerca de la relación entre kerygma y didaqué, entre verdad y
mandamiento. Estos dos elementos constituyen la esencia de la Palabra de Dios.
¿Por qué tantas veces encuentran los cristianos que los mandamientos de Dios son
pesados y gravosos? ¿Por qué nos resulta fácil excusarnos y no obedecer la voluntad
que Dios nos ha revelado? Muchos no son capaces de decir con el apóstol Juan: “Sus
mandamientos no son gravosos” (1° Juan 5:3).
Cuando este es el caso, el elemento que falta es la fe. La fe es lo que relaciona el
kerygma con la didaqué. Veamos cómo funciona esto en la práctica.
Primero, la verdad —eterna e invariable— es proclamada. El corazón, abierto,
responde con fe. La verdad genera fe, y ésta entonces comienza a operar en la vida.
Sobre la base de una verdad, el Espíritu Santo ministra gracia a los que creen. Esta
gracia trae vida, poder, esperanza; es un elemento sobrenatural que hace posibles los
cambios y ajustes que Dios requiere de nosotros. La proclamación de la verdad aclara la
confusión y aleja los temores y dudas. Se comienzan a ver las cosas de otra forma. El
corazón y la voluntad propia se disponen favorablemente a hacer la voluntad de Dios.
Esta gracia no nos ha sido dada simplemente para nuestro regocijo; su propósito es
hacer que se efectúe la voluntad de Dios en nuestras vidas, conformándonos a la imagen
de Cristo. Pablo le dice a Tito lo que la gracia nos enseña: “que renunciando a la
impiedad, y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y
piadosamente99 (Tito 2:11-15). Esta gracia no debe recibirse en vano, es decir, sin un
propósito definido.
Cuando la gracia y la fe comienzan a operar en nosotros por medio de oír la proclama
y recibir la verdad, entonces necesitamos los mandamientos e instrucciones precisos,
que hagan que la verdad sea efectiva en ciertas áreas y situaciones específicas de
nuestras vidas. Lo abstracto se hace específico, lo general se hace particular, y la gracia
y la fe son aplicadas a áreas definidas. De esta forma el Espíritu de Dios imprime en
nosotros la mente de Cristo, y somos conformados a su imagen. Cristo en mí opera de tal
forma que sujeta todas las cosas bajo su gobierno. A medida que esto ocurre, voy
encontrando propósito en la vida, genuino gozo y un sentido de realización. Me convierto
en un canal a través del cual Cristo es capaz de revelarse a sí mismo a todos los que me
rodean. Este es un proceso gradual que v& tomando lugar durante todo el curso de
nuestras vidas.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 83


Jorge subrayó el hecho de que el ejercicio de nuestra voluntad, alineada con el
propósito de Dios, es imprescindible. No podemos adoptar una actitud pasiva. Donde hay
fe, la voluntad elige obedecer. Creemos, por lo tanto obedecemos. Donde falta la obe-
diencia, generalmente es a causa de una fe débil o ineficaz.
Un ejemplo: Juan declara que amamos a Dios porque Él nos amó primero (1° Jn.
4:19). El mandamiento nos ordena amar a Dios con todo nuestro corazón, mente y
fuerza; pero no encontramos en nosotros capacidad para obedecer el mandamiento
hasta que aprendemos que Dios nos amó primero. Cuando tal verdad es declarada y
recibida con fe, descubrimos que es fácil damos enteramente a Dios con amor. El
mandamiento ya no es más una carga.
De igual manera, si se nos dice que la voluntad de Dios es que demos gracias en
todas las cosas, el mandamiento parece totalmente irracional, a menos que sepamos y
creamos que Dios es inmensamente sabio y benevolente, haciendo que todo resulte para
bien de aquellos que son llamados de acuerdo a su propósito. Más aún, cuando esta
verdad es ilustrada con ejemplos o casos específicos, tanto de la Biblia como de
situaciones contemporáneas, la fe responde y canaliza la obediencia de tal forma que ya
no parece una tontería regocijarse en todas las cosas. Es nuestra respuesta simple y
amorosa a la voluntad de nuestro Padre.
En un rápido repaso, Jorge nos recordó que debemos proclamar la verdad con fe, de
manera que penetre. Pero si la edificación ha de producirse, habrá que hacer ajustes,
instruir en justicia, llegar a una disciplina, porque nuestras vidas en su estado natural no
están en armonía con el propósito de Dios. En Romanos, capítulo 6, Pablo establece la
estrecha relación que existe entre la gracia y la obediencia, y en nuestras vidas diarias
esta relación debe ser funcional. La fe es la clave. La fe produce buenas obras que
glorifican a nuestro Padre celestial.
El retiro resultó una profunda lección de teología práctica. Las sesiones confirmaron
lo que habíamos sentido con anticipación. Todos quedamos haciendo una revisión
mental de nuestra prédica y enseñanza, con la certidumbre de que necesitábamos ajus-
tes y correcciones. Todo lo expuesto fue tan claro que resultó incuestionable. Nuestra
comprensión del evangelio del reino y de la necesidad de edificar a los santos como
cuerpo en una relación funcional, había preparado el terreno para la aplicación de estas
verdades. Pero el retiro no había finalizado aún.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 84


Capítulo 15 UNA PUERTA, UNA META Y UN CAMINO

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por
mí.
Juan 14:6

En los restantes encuentros, Jorge e Ivan compartieron su carga en cuanto al


ministerio. Comparando Juan 14:6 con otros pasajes del libro de Los Hechos (9:2;
19:9,23; 22:4; 24:14,22), señalaron que los cristianos primitivos hablaban de su andar y
de su relación con el Señor y con los hermanos como del Camino. La idea sugerida es la
de un sendero, un caminar, un estilo de vida o una forma de comportarse. Básicamente,
la figura es la de un camino a través del cual se llega a un destino. Obviamente, todo
sendero tiene un punto de partida y un punto de llegada. A partir de esto, comenzamos a
enfocar los tres aspectos esenciales del reino de Dios, tal como los primeros creyentes lo
entendían, y su aplicación práctica a la vida. Estos son: una puerta, un camino y una
meta.
La entrada —o puerta— involucra todo lo que es necesario creer o hacer para
comenzar el viaje hacia la meta final. Por la experiencia de la iglesia en Pentecostés, el
día de su nacimiento, así como también por las situaciones subsiguientes, notamos que
esta entrada incluye la clara proclama del evangelio concerniente a la persona y obra de
Cristo; la respuesta de fe de los corazones bajo convicción, su obediencia en arre-
pentimiento y bautismo, y su recepción del Espíritu Santo. Esta experiencia los introducía
a una correcta relación con Dios y los ponía en el camino a seguir. En resumen,
comenzar significaba un total compromiso con Jesucristo como Señor.

SER COMO JESUS

Nos dimos cuenta de que, antes de poder concentramos en el camino, teníamos que
definir el objetivo, el propósito de la vida cristiana. Ya nos habíamos percatado de que el
cielo no era ese objetivo, sino parte de la recompensa. La meta, entendimos, tenía que
estar alineada con la intención original de Dios para con el ser humano en el acto de
creación. El propósito eterno de Dios no podía haber cambiado como resultado de la
desobediencia y caída del hombre. La redención por medio de la sangre de Cristo es
central en el plan de Dios para recuperar al hombre caído; pero es el medio y no la meta.
La meta fue determinada por Dios mismo en el momento de la creación, y luego
reiterada vez tras vez en otras Escrituras (Gén. 1:26,27; Rom. 8:28,29; 1 Cor. 11:7; 2a

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 85


Cor. 3:18; Col. 3:10; etc.). El objetivo para el hombre es ser conformado a la imagen de
Dios. La Biblia establece claramente que esta imagen de Dios en el hombre incluye
responsabilidad moral, una naturaleza espiritual y el ejercicio de autoridad sobre toda la
creación. Dios.se ha propuesto que seamos como El, al menos en estas áreas. Y el
Espíritu Santo trabaja en nuestras vidas para lograrlo.
De esta forma, el carácter y las obras de Cristo se manifiestan en las vidas humanas
sobre toda la faz de la tierna. La meta no es solamente para el ‘dulce porvenir’; es para
‘aquí y ahora’. Dios se ha propuesto revelar a Cristo al mundo a través de un pueblo
redimido; a través de hombres y mujeres que viven en su voluntad, que brillan con su
gracia, que se regocijan en su amor. Y esta revelación no se transmite únicamente por
medio de la predicación, sino por el estilo de vida, por el comportamiento, por las buenas
obras de aquellos que están siendo conformados a la imagen de Cristo. ¡El Padre desea
tener una gran familia de hijos con la semejanza de Jesús! Con este fin nos ha adoptado
como hijos amados y trabaja diariamente en nuestras vidas por medio del Espíritu Santo,
con su verdad, sus mandamientos, y la comunión de los san- tos.
Tantas cosas estaban aclarándose, que nos preguntábamos si no necesitaríamos
más tiempo para asimilar todos estos puntos. Nuestras mentes volaban por alturas
celestiales, pero nos dábamos cuenta de que todavía teníamos que reunir todos estos
elementos en un conjunto que se pudiera transmitir a un nivel práctico y terrenal. Aún
vendría más.

REORIENTANDO EL ESTILO DE VIDA

Llegó también el tiempo de considerar el sendero entre la entrada y el objetivo. Al


comenzar la vida cristiana debíamos poner nuestra mira en la meta: ser como Cristo.
Pero, ¿cómo llegar allí? Comenzábamos a damos cuenta del gran valor de la doctrina de
Cristo, o la didaqué. Jesús había revelado a sus apóstoles la totalidad de la voluntad y
propósito del Padre, a través de su forma de vida y enseñanzas. Luego de la ascensión,
la gloriosa venida del Espíritu Santo les otorgó el poder para enseñar de la misma forma
en que Cristo lo había hecho. Siguiendo el mandato de Jesús, comenzaron a enseñar a
los nuevos creyentes -o discípulos- - “todo lo que él les había mandado”. Las
instrucciones habían sido claras e inequívocas. Ellos enseñaron con autoridad. Ungidos
por el Espíritu celestial, proclamaron las verdades eternas con profunda convicción.
Cuando la espada del Espíritu tocaba el corazón de sus oyentes, haciéndoles clamar por
perdón y liberación de su carga, les ordenaban “arrepentirse y ser bautizados”.
Inmediatamente, los nuevos creyentes recibían el don del Espíritu Santo y comenzaban a

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 86


anhelar una total reorientación de su manera de vivir.
Habiéndoseles enseñado que necesitaban ser “salvados de esta perversa
generación”, la Biblia nos dice que luego de su bautismo, “perseveraban en la doctrina de
los apóstoles y en la comunión unos con otros. . .” (Hechos 2:42). Su obediencia
incondicional se evidenciaba por la entrega de sus posesiones terrenales y por el sincero
compromiso que habían asumido unos con otros. Cristo estaba viviendo su vida en ellos
a medida que caminaban en obediencia y en el Espíritu Santo.
A medida que pasaron los años, los primeros apóstoles fueron poniendo por escrito
muchas de las instrucciones que habían estado dando a los discípulos, a través de cartas
dirigidas a creyentes en forma individual, o a congregaciones enteras en diferentes par-
tes del mundo. Estas cartas —o epístolas— fueron atesoradas por los cristianos
primitivos de tal manera que, durante las décadas de intensa persecución por parte de
los emperadores romanos, a muchos de ellos les costó la vida la simple posesión de una
copia de estos escritos apostólicos.
En la enseñanza apostólica encontramos las propias enseñanzas de Cristo,
ampliadas y aplicadas. Habiendo sido instruidos por Cristo, la enseñanza de ellos ad-
quirió un valor tal que, más de diecinueve siglos después, todavía sigue siendo
apreciada. El contexto social ha cambiado en forma notable; la condición intelectual de
los lectores y oyentes también; pero la enseñanza de Cristo y sus apóstoles es tan válida
hoy para cada uno de nosotros como lo fue para los pescadores de Galilea, para los
recolectores de impuestos judíos o para los centuriones romanos, porque no es temporal.

ENSEÑANZA APOSTOLICA

A medida que Ivan y Jorge nos confrontaban a estos hechos, su significado cobraba
nueva dimensión dentro de nuestro contexto inmediato. Nuestra primera tarea sería
ahora revisar todas las instrucciones dadas por Cristo a sus discípulos, o a las multitudes
que le siguieron; así como todas las enseñanzas de los apóstoles de las que se guarda
registro.
Decidimos ser eminentemente prácticos en todo esto. Así que, en una de las
sesiones, nos separamos en tres o cuatro diferentes grupos para hacer una rápida
revisión de todas estas enseñanzas, agrupándolas por temas. Como conclusión, durante
la siguiente sesión, cada uno de los grupos presentaría una clasificación general de las
instrucciones dadas por Cristo o los apóstoles. Por supuesto, a causa del tiempo limitado,
no teníamos la pretensión de analizar todos los temas en profundidad. La idea era
simplemente introducimos en el terreno.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 87


Cuando nos juntamos nuevamente, descubrimos que entre las conclusiones de los
diferentes grupos había sólo variaciones de menor importancia. Vimos que las
ordenanzas bíblicas podían ser divididas bajo temas tales como: la oración, la familia, la
responsabilidad civil, el dinero, la moral, las relaciones fraternales, etc. Concluimos en
que, aunque la lista era extensa, no era interminable. Ciertamente, no era vaga o
indefinida.
Jorge mencionó que teníamos la seria responsabilidad de dedicar una considerable
parte de nuestro tiempo durante los próximos meses a la revisión en detalle de estas
enseñanzas hasta que en nuestras mentes la doctrina apostólica fuera tan clara como el
cristal. En el proceso, deberíamos consagrarnos a instruir al pueblo, repitiendo estos
mismos mandamientos y enseñanzas vez tras vez, hasta que hubiera evidencias de que
todos estaban tomando seriamente esta palabra del Señor. Sólo así podríamos
asegurarnos de estar realmente siendo edificados de acuerdo a la voluntad de Dios.
Todos estos pensamientos bullían dentro nuestro llenándonos de esperanzas por las
posibilidades que se vislumbraban. Veíamos que era semejante a construir una casa.
Cuando se conocen los planos y se siguen cuidadosamente, uno sabe dónde comenzar,
cómo continuar y cuándo el trabajo está terminado. La edificación de la casa —o
pueblo— de Dios es por cierto más compleja, pero no necesita ser confusa ni incierta.

LAS LECCIONES CRECEN

Luego del retiro varios de nosotros decidimos comenzar a reunirnos una vez por
semana, por la mañana, para comenzar este estudio. Primero, delineamos en términos
generales el camino a seguir. Decidimos anunciar con una semana de anticipación el
tema a tratar cada miércoles, de manera que todos tuviéramos tiempo para una
preparación personal del estudio. Luego de discutir el asunto y sacar las conclusiones
generales, el material sería resumido en forma de bosquejo para la preparación de
lecciones impresas. Estas irían acompañadas de versículos de las Escrituras para
memorizar, a fin de grabar en la mente de cada discípulo la palabra del Señor.
Jorge preparó una introducción escrita, y el primer grupo de lecciones sobre “La
Puerta”. Él y yo trabajamos juntos en la lección sobre el propósito eterno de Dios: “La
Meta”. Luego, con varios de los pastores, preparamos las primeras enseñanzas referen-
tes al Camino, o el andar cristiano, bajo la denominación general de “La Vieja y la Nueva
Manera de Vivir”. Usando nuestra experiencia en el trabajo con los nuevos convertidos,
procuramos señalar las principales áreas de pecado y oscuridad que se deben vencer; lo
que las Escrituras dicen acerca de estas áreas, y cómo ser libres y caminar en

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 88


obediencia al Señor. En esta serie de lecciones tratamos temas tales como la impureza
sexual, el enojo, la deshonestidad, el pesimismo, el ocultismo, la injusticia, etc.; todas
áreas que representan problemas mayúsculos en nuestra sociedad.
La segunda serie de lecciones tuvo como tema general “Las Relaciones entre
Hermanos”, e incluyó siete en total. La tercera serie fue sobre la familia. Aún hay mucho
por hacer, pero hemos encontrado una fuente de enriquecimiento y claridad para todos
nosotros en el estudio de estos temas y, al mismo tiempo, resultaron de gran utilidad para
la enseñanza de otros. De tanto en tanto, revisamos o pulimos las lecciones, pero
tratamos que los bosquejos mantengan la forma más simple posible. Nuestra idea ha
sido, básicamente, suministrar material impreso para ser usado en más de ochenta
grupos caseros de toda la ciudad. Los líderes de grupo son instruidos y adoctrinados en
ese material por sus pastores, y ellos a su vez lo van usando en la medida que lo
necesiten. Estas lecciones son una base para la discusión y aplicación; no han sido pen-
sados para la preparación de sermones.
Algunos se preguntan si esta forma de enseñanza y edificación no resultará en un
sistema estereotipado o mecánico. Quizás ello ocurriría si los grupos se estancaran. Pero
el ritmo firme y normal de crecimiento, con el ingreso de nuevos convertidos, sirve para
mantener todo vivo e interesante. Cuando un juego de lecciones ha sido presentado,
discutido y aplicado, aparece un nuevo grupo de discípulos recién convertidos,
hambrientos y ansiosos de aprender y crecer en su nueva vida cristiana. Una reacción en
cadena se produce cuando los que recientemente han sido enseñados comparten sus
experiencias con los nuevos convertidos.
Todo este trabajo de preparación de material para lecciones y el entrenamiento de
líderes de grupos caseros nos mantuvo muy ocupados durante meses. Fue este el
tiempo (1974 y 1975) en el que muchos círculos cristianos —y especialmente el
movimiento caris- mático en general— afrontaron crisis por la rápida propagación de los
conceptos sobre el discipulado, la autoridad y la sumisión. Así que decidimos que lo
mejor sería replegarnos y hacer el trabajo ‘en casa’. Probablemente esta disposición nos
evitó caer en las situaciones conflictivas que se les presentaron a grupos similares en
otras partes del mundo.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 89


Capítulo 16 DIFICULTADES Y DEFINICIONES

Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto; y descansad un poco.


Marcos 6:31.

Sin ningún esfuerzo de nuestra parte por relacionar lo que estaba ocurriendo en
Argentina con lo que sucedía en otras partes —especialmente en los EE.UU.— en 1973
nuestros caminos comenzaron a cruzarse con los de muchos pastores de ese país, como
también de Inglaterra y de varias otras naciones de Sud América, en un intercambio
mutuamente beneficioso. Como ya mencioné en un capítulo anterior, varios de nosotros
habíamos viajado y ministrado fuera de nuestras fronteras sobre los temas señalados en
este libro. En general, habíamos sido muy bien recibidos. Vimos que nuestros corazones
iban relacionándose íntimamente con muchos siervos del Señor a quienes respetábamos
mucho. Era evidente que lo nuestro no era un suceso aislado. Lo que el Señor estaba
haciendo en nosotros lo estaba haciendo también en otros lugares.
Aprendimos mucho de nuestros hermanos de otros países, y sentimos que nuestro
aporte para con ellos había sido igualmente apreciado. Los meses de octubre y
noviembre de 1973 habían sido especialmente significativos, ya que Ortiz, Bentson y yo
habíamos estado ministrando al mismo tiempo -aunque en diferentes lugares— en los
Estados Unidos. Éramos conscientes, también, de que varios pastores allí se estaban
moviendo en forma similar a nosotros. Se nos hacía claro que el Espíritu de Dios estaba
despertando a su pueblo por todo el mundo con verdades que comenzarían a revitalizar
nuestra obra e irían derribando las berreras sectarias.
Pero la situación allí no iba a continuar calma por mucho tiempo. Comenzaron a
tejerse historias. Algunos líderes de iglesias se levantaron contra estos hermanos.
Empezaron a abundar las distorsiones y exageraciones. Por un tiempo, la situación se
tornó muy densa. En 1975, era manifiesto que los carismáticos en EE.UU. estaban
divididos acerca de temas tales como autoridad espiritual, sumisión y discipulado.
Aunque nosotros aquí nunca habíamos sido bien mirados por ciertas denominaciones,
sin embargo, nunca enfrentamos los conflictos y ataques abiertos que experimentaron
nuestros hermanos en los EE.UU.
Teniendo en cuenta la difícil situación en aquel país, y, por otro lado, con todo el
bagaje que Jorge había puesto sobre nosotros durante el retiro en José C. Paz,
consideramos que teníamos mucho trabajo por hacer localmente. Nos pareció prudente
dejar de lado ciertas cosas por un tiempo -conversaciones, escritos, viajes— y
dedicamos a hacer la obra ‘en casa’. Como comprobamos más adelante, esto fue una

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 90


real bendición. 1975 fue un año muy significativo para nosotros. Considerando el
transcurso de los acontecimientos, podemos decir que, desde aquel momento en
adelante, nuestras raíces quedaron firmemente arraigadas. Pero el Señor se proponía
consolidar nuestras relaciones a nivel pastoral, e involucrarnos a todos en hacer
discípulos por las casas y vigorizar nuestro trabajo evangelístico. Pues, eso fue exac-
tamente lo que ocurrió durante los meses siguientes.

CLARIFICANDO LAS RELACIONES VERTICALES

Bob Mumford nos visitó durante seis días, en mayo de 1975. Aunque su objetivo
principal era ayudamos a resolver algunos problemas (mencionados en cap. 12), accedió
a ministrarnos durante un breve retiro que contó con alrededor de un centenar de
ministros, incluyendo a las esposas.
Bob comenzó diciéndonos que mucho de lo que él intentaba compartir con nosotros
durante aquellos días eran temas que él había oído ya de algunos de nosotros con
quienes se había encontrado en los EE. UU. Pero cuando comenzó a hablarnos, brotaron
de su boca y de su espíritu esas mismas cosas marcadas por su propio y vigoroso estilo.
Todo lo que dijo fue recibido como ‘pan fresco’. No fue comida recalentada. Obviamente,
el Señor había hecho una obra profunda, tanto en él como en nosotros, y estábamos ex-
perimentando un hondo sentir de unanimidad y compañerismo.
También nos abrió una nueva área para nuestra consideración: nos exhortó a prestar
más atención a las relaciones verticales entre nosotros. Hasta ese entonces, decíamos
ser un grupo de pastores donde todos funcionábamos con un mismo nivel de autoridad.
En esto no éramos muy realistas; además, no era del todo cierto, pues en la práctica, por
propia gravitación, ya operaban entre nosotros distintos niveles de gracia y ministerio. Sin
embargo, a nivel consciente, éramos fuertes en reconocer que formábamos una
pluralidad de pastores, todos a un mismo nivel. Esto tenía la ventaja de evitar que alguno
señoreara sobre otro; pero en ciertas ocasiones encontrábamos poca práctica esta forma
de actuar, pues como ninguno era directamente responsable de llevar la carga o de
coordinar, resultábamos poco expeditivos, y ciertos asuntos se dilataban
innecesariamente en su ejecución.
Bob insistió en que este punto fuera clarificado entre nosotros. Esto nos ayudaría a ir
adelante y hacer el trabajo que el Señor nos había encomendado. También le resultaría
más fácil a cada uno ubicarse con respecto al resto. Cualquiera fuera el don o ministerio
que una persona tuviera, éste sería realzado al tener una correcta y amigable relación
con los otros miembros del cuerpo de Cristo.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 91


Aproximadamente un mes después, alrededor de veinte de los pastores, tuvimos un
cónclave durante tres días, para orar y conversar acerca de este asunto. Nuestro
propósito, básicamente, era conocer lo que cada uno sentía sobre el tema y cómo
entendía su relación con el resto de los pastores. Necesitábamos saber, también,
cuantos sentían un claro compromiso con el resto. ¿Había un consenso respecto a la
necesidad de autoridad vertical entre nosotros? ¿De heríamos ser más claros en este
sentido?
Unos pocos días antes de este retiro seis de nosotros habíamos pasado un día de
oración y ayuno. Del grupo de pastores, éramos los que quedábamos del grupo original
que en 1967 había comenzado a reunirse. Nuestro encuentro había sido sugerido por el
resto de los pastores, para que pudiéramos esbozar algunos lineamientos en cuanto a
nuestra relación. Éramos los de más trayectoria en el grupo para poder dar una
perspectiva más amplia de la situación. La conclusión principal de ese encuentro fue que,
cualquiera fuera el curso que tomaran las cosas, nos mantendríamos unidos.
En el encuentro mencionado, de unos veinte pastores, el primer punto de nuestro
programa era pasar toda la primera sesión en oración. Con sinceridad buscamos al
Señor para que iluminara nuestras mentes y corazones y nos condujera por un camino
claro.
Durante la siguiente sesión, cada uno expresó la naturaleza de su compromiso con el
resto. Dos de los que estaban con nosotros desde hacía algún tiempo iban a dejar pronto
el país, para vivir en el exterior. Un tercero tenía algunas reservas acerca de compro-
meterse a algo que fuera más allá de una simple relación fraternal. Los restantes, sin
embargo, parecían firmes en su resolución de marchar hacia adelante juntos. En
realidad, uno tras otro confirmó que, esencialmente, nada había cambiado, ya que sentía
un compromiso claro y firme con el resto de los pastores desde hacía tiempo.

‘CUCHILLO SUAVE’

Luego discutimos acerca de la necesidad de que se reconociera alguna autoridad


vertical específica dentro del grupo. La idea no era hacer una nueva designación, sino
que reconociéramos a aquellos que ya tenían una ascendencia espiritual sobre el resto.
A todos los hermanos se les pidió considerar seriamente este asunto. Cada uno en forma
individual entregaría un papel con los nombres de los pastores que reconocía con mayor
autoridad espiritual sobre los demás.
No queríamos ir más allá de lo que era una realidad ya existente; nada sería forzado o
improvisado. Simplemente nos proponíamos aclarar como grupo lo que era tácito hasta

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 92


entonces entre nosotros. Para que tal reconocimiento fuera válido, sería necesario que
surgiera espontáneamente del corazón de cada uno.
El consenso del grupo fue unánime. Fue fácil reconocer que algunos, por la
gravitación de su ministerio hasta entonces, tenían un mayor ascendiente entre los
pastores. Además, todos reconocíamos que Keith Bentson era el hombre que Dios había
puesto entre nosotros para que nos presidiera.
Desde entonces, se reconoció más definidamente lo que entre nosotros había surgido
en forma natural y espontánea: que en el círculo de pastores había dos niveles de
autoridad y ministerio. Algo parecido a lo que sucedía en Antioquía: “Había entonces en
la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros” (Hechos 13:1). Keith haría entre
nosotros la función de coordinador siendo el responsable principal de velar para que se
hiciera todo lo que necesitaba hacerse. El sería el moderador al tomarse las decisiones y
tendría la palabra final para resolver las cuestiones que pudieran surgir. Desde aquel
momento Keith nos ha presidido. Ninguno de nosotros ha tenido jamás motivo para
lamentarse de aquella decisión.
Durante un breve período, esto ocasionó una pequeña reacción. Algunos al dar este
paso, nos acusaron de habernos convertido en una denominación. Sin embargo, la
misma acusación ya había sido hecha por la misma gente antes de esta decisión. Por
otro lado, había unos pocos pastores presentes que esperaban el surgimiento de una
autoridad más claramente definida que organizara las cosas en forma detallada y diera
instrucciones específicas al resto. Esta no había sido nunca nuestra modalidad; por lo
tanto, nuestras relaciones continuarían siendo espontáneas.
Mirando retrospectivamente, entendemos que las cosas comenzaron a andar mucho
más ágil y suavemente luego de aquella decisión. Keith es un excelente nexo entre
nosotros; desinteresado, responsable y totalmente íntegro. Nunca fue acusado de
ambicioso, o de tener dos caras. Por un lado, sabe caer en gracia; por otro, tiene un
sentido de rectitud moral y un toque del Espíritu Santo que le hace agudo y claro al tratar
con la gente. Cierta vez, cuando estábamos en New Jersey para una conferencia de
ministros, los hermanos le pusieron por sobrenombre, el ‘cuchillo suave’.

CRECIMIENTO EN FLORES

Naturalmente, está mejor definición de nuestra situación fue un medio y no un fin en sí


mismo. Fue creciendo en nosotros el sentir de que debíamos poner manos a la obra en
forma más efectiva e intensa de lo que lo habíamos hecho antes. Durante un año y medio
habíamos estado ocupados con problemas y cuestiones internos. Pero ahora que la

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 93


atmósfera se había despejado, debíamos ir hacia adelante.
Los estudios bíblicos semanales que realizábamos los pastores eran cada vez más
efectivos. Keith sugirió que, alternadamente, uno y otro fuéramos tomando la
responsabilidad específica de coordinar una serie de estudios o de preparar las
conclusiones finales para la imprenta. Además de la reunión matutina de oración y
estudio de los miércoles, teníamos otra los lunes por la noche, con un grupo más grande
líderes de iglesias, y durante varios meses la mayoría de aquellos encuentros se
basaban en la exposición de los estudios bíblicos de los miércoles. Un pastor diferente
era responsable de preparar el ministerio cada semana.
Jorge e Ivan estaban viendo un crecimiento numérico significativo en su congregación
del barrio de Flores. El primer año, después de la unión de los dos grupos, habían
crecido más del 50%. Esto se debió al dinámico testimonio evangelístico de los grupos
caseros. No fue el producto de un énfasis especial. Ivan es un convencido de que
cualquier grupo experimenta un crecimiento espontáneo y continuo si se tienen en
cuenta ciertas pautas: una correcta relación con el Señor; una correcta relación con el
resto de los hermanos; un sentido adecuado de responsabilidad personal dentro de la
comunidad.
Un día Ivan y yo almorzamos juntos y le pedí que compartiera conmigo los elementos
específicos que, según su opinión, eran claves para este crecimiento de la iglesia A
medida que él lo hacía, iba naciendo en mí la convicción de que el resto de los pastores y
todos los líderes de los grupos caseros relacionados con nuestras diferentes
congregaciones, necesitaban escuchar estas cosas. Animé a Ivan a desarrollar estos
pensamientos y ponerlos en orden, para luego compartirlos con el resto. El resultado fue
una serie de conferencias en agosto, con casi sesenta hombres presentes. Pienso que
ninguno de nosotros jamás había visto a Ivan tan ungido y con mayor libertad que en
aquellas sesiones en las que compartió con nosotros la ‘crema’ de sus propias
experiencias al hacer discípulos en su casa. Dios había modelado y llenado un vaso que
estaba ahora derramando el contenido en otros recipientes sedientos.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 94


Capítulo 17 TRABAJANDO EN LAS CASAS

Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas,


comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con
todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.
Hechos 2:46, 47

Las conferencias de agosto de 1975 constituyeron el primer retiro que tuvimos los
pastores del grupo con nuestros hombres de primera línea. Cada uno de nosotros eligió a
aquellos varones de su congregación que estaban compartiendo la responsabilidad
pastoral. Todos ellos lideraban pequeños grupos en sus propios hogares. Como
trabajaban secularmente, elegimos un fin de semana para realizar el encuentro (desde el
viernes por la noche hasta el domingo al mediodía), e hicimos las reservas en el centro
de retiros de José C. Paz.
El principal motivo que nos reunía era el deseo de ajustar una situación que podría
ser problemática al fusionarse las diferentes congregaciones. Los pastores habíamos
conversado sobre esta situación en nuestras reuniones semanales, y la habíamos
planteado de la siguiente manera: Algunas de las congregaciones —por ejemplo, la que
se reunía en Flores— tenían grupos caseros fuertes, activos y de gran crecimiento. Pero
otras estaban aún experimentando, y no habían llegado a producir resultados
satisfactorios. Por lo tanto, eran más dependientes de su pastor y de las reuniones
dominicales. Entendíamos que, si esta situación no se modificaba antes de la fusión,
algunos de los cristianos de aquellos grupos se, sentirían desorientados, desconectados
de su pastor. También, el pastor sufriría y aún podría llegar a perder a alguna de sus
ovejas.
No deseábamos que ninguno de los pastores se sintiese amenazado. La unión, para
ser efectiva, tenía que ser vista como un avance y no como un retroceso.
Para que así fuere; era esencial que, primeramente, las diferentes congregaciones
aprendieran a delegar la mayor parte de las responsabilidades y funciones pastorales a
los líderes de las casas y a los encuentros de grupo. Evidentemente, el más efectivo en
este terreno había sido Ivan Baker.
Prácticamente todo el ministerio de este fin de semana fue dado por Ivan, excepto un
mensaje que se me pidió sobre el tema “El carácter del varón de Dios”. Ivan “dirigió la
batuta” durante las conferencias. Había preparado bien su material y captó la atención de
toda la audiencia. Este era el momento adecuado. Todos teníamos suficiente experiencia
en el trabajo por las casas como para darnos cuenta de que no todo era color de rosa,

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 95


pero también vimos el tremendo potencial que esta alternativa de trabajo nos presentaba.
Ivan enfocó nítidamente el cuadro y nos transmitió una carga que nunca olvidaríamos.

¿SALON DE REUNIONES O REUNIONES CASERAS?

Ivan comenzó señalando que el hogar era el ambiente natural para el nacimiento y
crecimiento en la vida cristiana. Aparte del templo judío o de la sinagoga, éste parecía ser
el único lugar de encuentros regulares de la iglesia primitiva. A decir verdad, no se hace
ninguna mención de que la iglesia utilizase edificios especiales de ningún tipo para sus
encuentros durante los primeros trescientos años de su existencia. Ivan subrayó que,
tanto por medio de los encuentros en las casas, como por las reuniones conjuntas en un
lugar amplio, la iglesia primitiva mantuvo su unidad esencial. En cambio, las iglesias de
nuestros días, tienen tal estilo de reuniones, que tienden, más bien, a dividir que unir al
pueblo de Dios. Y dio las siguientes razones:
— Los templos son demasiados pequeños para reunir en un solo lugar a todos los
creyentes de una determinada zona, pero por otro lado, son lo bastante grandes como
para que se pierda la intimidad que podría existir en un hogar.
--Tienden a resaltar nuestras divisiones sectarias y crean líneas de separación casi
permanentes entre los distintos grupos, al promover una identidad localizada. Y esto, a
su vez, tiende a desarrollar actitudes protectoras, defensivas y posesivas.
— Enfocan la atención, el trabajo y los recursos de una comunidad cristiana hacia el
templo y lo que ocurre dentro de él, en lugar de proyectarse hacia afuera.
Con diversas referencias al libro de Los Hechos de los Apóstoles y a varias epístolas
de Pablo, Ivan ilustró el hecho de que los primeros cristianos llevaban a cabo en sus
hogares muchas de las funciones que hoy son relegadas exclusivamente a los templos u
otros edificios de la iglesia: la predicación y la enseñanza (Hechos 5:42), la Cena del
Señor (Hch. 2:46) y la vida comunitaria de la iglesia (Fil. 2; Rom. 16:5; 1° Cor. 16:19; Col.
4:15).
Luego enumeró cuatro razones por las cuales entendía que la iglesia debía
considerar a los hogares como básicos para la realización del ministerio:
1) Es el lugar ideal para invitar a nuevos cristianos (o aquellos que están abiertos al
evangelio), para hacer de ellos discípulos efectivos de Cristo, y para iniciarles en el
trabajo y en el servicio. No hay mejor lugar que el hogar para la evangelización, el
nacimiento espiritual, la exhortación y la enseñanza; la oración, la comunión y el
aprendizaje para funcionar como cristianos.
2) Es el lugar que ofrece las mayores posibilidades de crecimiento continuo y de

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 96


multiplicación. Hay aproximadamente una casa disponible por cada cinco o seis
personas. Esto significa que, a medida que la comunidad crece, también lo hace la
cantidad de lugares de reunión donde la evangelización y el entrenamiento de los
hermanos puede realizarse en forma efectiva. Así pues, nunca faltarán lugares de
reunión, aunque el número de discípulos aumente indefinidamente. Cuando se comienza
una obra con elementos especiales o costosos que pocos poseen, las posibilidades de
un progresivo y sostenido crecimiento se reducen considerablemente. Ocurre
exactamente lo contrario cuando la obra, desde su comienzo, depende de elementos que
están al alcance de todos. Cada persona que entrena a otra, llegado el momento, debe
estar en condiciones de decirle: “Haz ahora con otros exactamente lo que yo he hecho
contigo”.
3) Además de todas las ventajas que el hogar ofrece como lugar ideal para reuniones
—cocina, baño, una o dos habitaciones extras para oración en privado o consultas no se
incurre en ningún gasto extra. La multiplicidad de hogares disponibles en diferentes
puntos geográficos y diversos niveles sociales, hace que estos resulten el instrumento
inigualable para un crecimiento ilimitado.
4) La capacidad restringida del hogar obliga a la comunidad a funcionar en grupos
relativamente pequeños. Cuando un grupo crece en número, se encuentra, sin quererlo,
presionado por la falta de espacio. Entonces, en lugar de buscar un lugar más grande,
simplemente se divide en dos. Esta expansión por división cumple una doble función: por
un lado, logra que se abran nuevos centros de crecimiento y comunión; y por el otro,
hace que se desarrollen nuevos obreros que asuman estas responsabilidades.

¿COMO FUNCIONAN LOS GRUPOS CASEROS?

Cuando un programa de este tipo se proyecta con fe y visión no hay límites a sus
posibilidades de crecimiento. Pero posibilidad y realidad son dos cosas diferentes. Así
que, Ivan nos llevó a considerar algunos de los detalles prácticos del funcionamiento de
los grupos caseros.
El primer paso es que cada matrimonio comprometido abra su casa. Esto es un acto
específico de fe, pues se coloca el hogar y las vidas de todos los que viven en él en las
manos del Señor para que se realice su soberana voluntad. Esto implica una clara
dependencia del Espíritu Santo y el desarrollo de una sensibilidad espiritual que nos
capacite para discernir cómo y dónde está trabajando el Señor, a fin de cooperar con esa
obra. El desarrollo de un testimonio dinámico en el hogar no es el resultado de planes
cuidadosamente elaborados ni de una actividad intensa, sino el de un accionar de Dios.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 97


“Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican”. Por lo tanto, fe y
simple obediencia son los elementos esenciales para fructificar.
Esta disposición del hogar resultará en una nueva actitud hacia los vecinos y
conocidos. La familia buscará usar los puentes naturales ya existentes: proximidad,
intereses comunes, contactos en los comercios donde se hacen las compras habituales;
lazos familiares, compañerismo de trabajo o de estudios, etc., para alcanzarlos para
Dios. Y a medida que cada nueva persona es ganada para el Señor, es vista como una
puerta abierta hacia un nuevo grupo de contactos naturales. El punto inicial de esta
nueva cadena es la familia inmediata del recién convertido: “tú y tu casa”. La apertura del
hogar para la extensión evangelística es el primer paso en esta nueva visión de la
comunidad cristiana. Recordemos que Pablo habla de “la iglesia en su casa”. El hogar es
ahora un elemento básico para la expansión del reino de Dios.

ENCUENTROS INFORMALES

A medida que el interés entre los vecinos crece y es satisfecho y los contactos se
incrementan, el Señor bendice y algunos se convierten. No hay una regla fija a seguir,
pero la fe, la oración y el testimonio, con el tiempo, darán su fruto. Esto nos lleva al
segundo punto.
Lo más lógico es esperar que estos nuevos convertidos deseen pasar tiempo con la
persona que los llevó al Señor. Tendrán preguntas, problemas, confesiones y cargas que
volcar1 sobre ella. Necesitan que se ore con ellos, que se les aconseje específicamente,
que se les instruya en la palabra de Dios. Evidentemente, el lugar adecuado para esto es
la casa de la persona que les ganó.
Cuando hay sólo uno o dos nuevos convertidos, no existe mayor problema. Pero
cuando el número crece, es imposible pasar mucho tiempo a solas con cada uno de
ellos. Ivan sugirió que a esta altura sería aconsejable comenzar encuentros semanales
con todos los nuevos convertidos juntos, en el hogar de la persona que los ha ganado y
les está instruyendo. Este no es un procedimiento mecánico. El paso debe darse en
forma simple y natural. Nuestra tendencia a apurar etapas podría, a esta altura, abortar el
proceso; debemos tener paciencia y fe, y estar en constante oración.
Ivan recalcó que, en la práctica esto es un paso intermedio. Este encuentro semanal
no puede ser llamado realmente “la iglesia en la casa”. Sin embargo, es una etapa muy
necesaria para el matrimonio en cuya casa se realizan las reuniones. Si bien ellos no
llevan la carga solos, están aprendiendo a llevar mayores responsabilidades. Durante
este tiempo continúan funcionando como miembros del grupo casero al que pertenecían,

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 98


y están así bajo cobertura espiritual. Es esta relación la que les brinda el apoyo necesario
para comenzar el testimonio entre sus amigos y vecinos.
La orientación que reciben de quien los está guiando los ayudará a determinar cómo
tratar los problemas e instruir a aquellos que han ganado para el Señor. Pero lo
importante es que, este trabajo de alcanzar y edificar a otros, lo hagan por sí mismos.
Seguramente cometerán algunos errores, pero el asumir esta responsabilidad les
ayudará a alcanzar crecimiento y madurez. Será prudente limitar la enseñanza y el
consejo a las áreas de su competencia.

GRUPOS CASEROS ESTABLES

Es posible que algunos no lleguen más allá de esta etapa. En este caso, los
encuentros semanales en su casa continuarán, aunque manteniendo una relación
dependiente del grupo casero de donde reciben la enseñanza. Pero es muy importante
que, cuando se abre un nuevo hogar, no presupongamos que esta limitación se va a dar.
En la gran mayoría de los casos, luego de algunos ensayos iniciales, estos pequeños
grupos continúan creciendo. Algunos de los nuevos convertidos, o quizás todos, se
integrarán al grupo mayor donde su líder está funcionando como discípulo fiel.
El tercer paso señalado por Ivan es la existencia de un grupo estable en la casa,
cuando el matrimonio ya haya ganado un número de cinco o más personas para el
Señor, a las cuales ha estado alimentando con fe y oración. Hay otro requisito
importante: la pareja responsable debe tener estabilidad espiritual, tal como Pablo lo
expresara al escribir a Timoteo: “hombres fieles que sean idóneos para enseñar también
a otros”. En la mayoría de los casos, el crecimiento del grupo evidenciará el crecimiento
de su líder.
Al constituirse un nuevo grupo de hogar, una de las cosas más importantes a tener en
cuenta es la paternidad. Todos los que dejan el grupo madre para formar el nuevo grupo
han sido ganado por los líderes que salen o por alguno de sus discípulos. Al asumir la
responsabilidad de velar por ellos, los nuevos líderes están calificados naturalmente por
su paternidad espiritual. Ellos son verdaderamente los padres espirituales. Y aunque
están dando un nuevo paso, la relación no es nueva, pues hasta ahora han sido
responsables por el desarrollo y crecimiento espiritual de todas estas personas.
Esta tercera etapa es muy significativa dentro del proceso, y causa un genuino
regocijo. Es un verdadero logro para el grupo original. Algunos que han sido ganados
para el Señor por el primer grupo, ahora han crecido hasta alcanzar un nivel que les
permite asumir responsabilidades. Ahora ellos serán los responsables de velar por el

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 99


crecimiento y expansión del nuevo grupo en su hogar. Esto les motivará a orar, planear,
estudiar, trabajar con otros y formar a sus discípulos para que luego ellos asuman estas
mismas responsabilidades.

FIDELIDAD EN LAS PEQUEÑAS COSAS

A Ivan aún le quedaba un punto más para el retiro. Creía necesario establecer ciertos
principios referentes a la multiplicación y crecimiento de los grupos caseros. Estableció el
teorema básico de esta forma: “Si cada uno hace un poco y es constante, todos juntos
haremos mucho.” Este es un principio simple, pero de gran importancia. El crecimiento
de la iglesia no depende de expertos, sino más bien de que cada uno asuma su
responsabilidad. La simple obediencia al Señor es mucho más importante que tener
dones especiales. No debemos permitir que ningún sentimiento de inferioridad nos
impida a hacer lo que el Señor nos ha ordenado.
La fidelidad en las pequeñas cosas es la clave para alcanzar madurez. Ivan enfatizó
la necesidad de constancia y oración, tanto en el testimonio como en la fe. Esta
constancia es la que nos capacita.
Uno de los temas siguientes fue la necesidad de obreros calificados. El señaló que
este proceso de multiplicación en los hogares es el terreno ideal para la formación de
obreros. El crecimiento continuo es imposible si no se realiza una capacitación de líderes.
Además de ilustrar su tesis básica con muchos ejemplos de su propia experiencia,
nos trajo una ilustración muy apropiada, tomada de la naturaleza. Los pájaros, cuando
encuentran su pareja, hacen sus nidos, ponen algunos huevos y se sientan a
empollarlos. Luego, cuidan a sus pichones hasta que aparecen las primeras plumas. Una
vez que están cubiertos de plumaje los pichones son sacados del nido por sus padres,
quienes les enseñan a volar. Todo se hace de la manera más simple. En contraposición a
esto, Ivan nos señaló las desventajas de los sistemas y procesos que requieren cursos
especiales de entrenamiento o elementos elaborados y sofisticados. Todos podemos ser
productivos; todos podemos hacer discípulos; todos debemos llevar fruto.

UN NUEVO COMIENZO

La mayoría de los presentes fuimos profundamente conmovidos. El cuadro había sido


presentado tan adecuadamente que no teníamos excusa para no ponernos en acción.
Estoy seguro de que muchos, así como yo mismo, volvimos a nuestras casas con la
determinación de revisar lo que estábamos haciendo a la luz de la verdad que se nos

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 100


acababa de presentar. Mi esposa y yo decidimos aplicar estas lecciones tal como nos
habían sido dadas. Para nuestro gran gozo, las encontramos prácticas y fructíferas.
Aunque habíamos tenido reuniones en nuestra casa durante años, no estábamos
satisfechos con el fruto obtenido. Considerando el esfuerzo realizado, entendíamos que
los resultados no eran muy alentadores. Ahora, decidimos comenzar nuevamente, esta
vez dirigiendo nuestra atención hacia algunas personas a quienes habíamos estado
testificando. Una de ellas era una anciana que vivía sola a unas diez cuadras de nuestra
casa. Otra era una muchacha de 23 años, que vivía a dos cuadras, la cual tenía algunos
problemas de personalidad. Ya habíamos estado en contacto con su familia en varias
ocasiones, pues una pariente nos había pedido que la ayudáramos y oráramos por ella.
También habíamos conocido una pareja de la vecindad cuando la esposa estuvo
internada en el hospital. Desde entonces, yo había visitado su casa en varias ocasiones y
había hablado a otros miembros de la familia. Aunque mostraban interés, no habían
hecho ninguna decisión de comprometerse claramente con Cristo.
Poco después del retiro fui a verlos nuevamente, uno por uno, para averiguar si
tenían interés en venir al encuentro semanal de estudio bíblico y oración en nuestra casa.
Para mi sorpresa, todos se mostraron muy contentos con el proyecto. Así que, durante
varios meses nos encontramos con ellos todos los jueves a la tarde, estudiando las
Escrituras, respondiendo a sus preguntas, orando con ellos. Más de un año después, uno
a uno fueron tomando la decisión de rendirse a Cristo y obedecerle en el bautismo. Por
este tiempo, la hermana del hombre mencionado en el último caso y su madre también
habían decidido bautizarse. Mi esposa y yo nos gozamos mucho cuando vimos a los seis
consagrar sus vidas al Señor. Aunque poco después nos mudamos de ese barrio,
continuamos viéndoles periódicamente. Su fe les ha sostenido a través de pruebas muy
difíciles.
En el nuevo barrio donde nos mudamos hemos comenzado a trabajar en forma
similar, con mayores frutos aún. Comenzamos reuniéndonos con varios nuevos
cristianos que recientemente habíamos ganado para el Señor. Pronto éstos empezaron a
ganar a otros. En un año, una de las parejas había ganado tantos que les animamos a
abrir su propio hogar. He continuado supervisando su trabajo. El sigue madurando y el
grupo en su casa está en constante crecimiento. Nuestro propio grupo casero también
está creciendo. Lo mismo ocurre en muchos otros hogares de todo el Gran Buenos Aires.
En este momento más de ochenta hogares están funcionando de esta forma, muchos de
los cuales son ya segundas y terceras generaciones.
Durante todo el proceso hemos enfatizado a los discípulos la unidad del cuerpo de
Cristo, como así también la importancia de mantener la llama del testimonio ardiendo

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 101


para alcanzar a aquellos que no tienen al Señor. Esto ayuda a mantener a los grupos con
un permanente interés evangelístico. El ingreso de nuevos conversos evita los problemas
que aparecen en un grupo cuando se vuelve introspectivo. Y como consideran a todos
los hijos de Dios como hermanos y hermanas, se ven a sí mismos como parte integrante
de una vasta comunidad que cubre toda la tierra.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 102


Capítulo 18 FUSIONANDONOS PARA TRABAJAR MEJOR

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro... Lo
dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite... El celo de Jehová de los ejércitos hará
esto.
Isaías 9:6,7

Durante casi un año, Angel Negro y yo habíamos estado conversando acerca de


fusionar las dos congregaciones que estábamos pastoreando. La suya estaba en José
Ingenieros; la mía en Villa Ballester, y ambas situadas en la zona noroeste del Gran
Buenos Aires. El grupo de José Ingenieros había comenzado muchos años antes como
anexo de los hermanos libres de la Capital. Con el correr de los años, Angel se había
convertido en uno de los líderes, habiendo sido antes predicador activo y dotado
evangelista relacionado con Jorge Himitián, integrando un equipo evangelístico
interdenominacional que predicaba en las plazas y en las calles. Angel, también, había
estudiado durante varios años en un instituto bíblico en la ciudad de Buenos Aires, en los
cursos nocturnos.
En 1967, tres años después de su casamiento con la hija de uno de los ancianos de la
congregación, Angel y su esposa Elisa fueron bautizados en el Espíritu Santo. Ambos
comenzaron a experimentar muchos cambios tanto en sus vidas como en su ministerio
en la congregación de José Ingenieros. En esa época, él trabajaba en la línea de montaje
de una empresa automotriz en San Martín. Al año siguiente, los hermanos le animaron a
dejar su trabajo secular y ocuparse totalmente en el ministerio de la Palabra. Este paso le
posibilitó responder a las muchas invitaciones que le llegaban de ciudades del interior.
Como su Jeep estaba en condiciones deplorables, los pastores le ayudaron a cambiarlo
por un automóvil más moderno.
A medida que él asumía una mayor responsabilidad pastoral en la congregación local,
Dios honraba su fe y después de un breve tiempo, la mayor parte del grupo fue lleno del
Espíritu Santo y sus reuniones rebosaron de gozo y gloria. Angel nunca tuvo la preten-
sión de ser muy teológico, pero se comunica excepcionalmente bien con su audiencia.
Sus claras ilustraciones y el amplio conocimiento que tiene de las costumbres de la gente
le han hecho un conferencista popular.
Nuestra congregación en Villa Ballester comenzó en 1968. Surgió mayormente por la
unión de varias familias que habían sido separadas de sus congregaciones por hablar en
lenguas. Una de las familias abrió su hogar y comenzamos las reuniones. Hacia fines de
año, la sala de estar no alcanzaba a contener a todos los adoradores sinceros que

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 103


llegaban los domingos por la tarde, los cuales invadían el garaje adyacente y el pasillo
que daba al fondo de la vivienda. Al año siguiente agregamos un gran salón en la parte
posterior de la casa, con acceso desde la calle a través del garaje. ¡No era una entrada
muy atractiva, pero no importaba, pues la gloria del Señor estaba allí!
Muchos fueron salvados y llenos del Espíritu Santo en los meses siguientes. En esos
días, el derramamiento del Espíritu Santo se estaba dando en todo el país. Desde el
mismo comienzo la congregación estuvo estructurada en base a familias. En muchas de
ellas todos los miembros se habían convertido. De modo que teníamos gente de todas
las edades. También se iban incorporando a la congregación muchas parejas jóvenes,
por lo cual siempre hemos tenido abundancia de bebés y criaturas de corta edad a
nuestro alrededor.

UNIENDONOS EN SAN MARTIN

A mediados de 1974 Angel y yo comenzamos a conversar seriamente sobre la


posibilidad de fusionar las dos congregaciones en una. Todas las cosas comenzaron a
ubicarse en rápida sucesión. La zona de San Martín parecía ser el lugar lógico para
encontramos, ya que estaba a igual distancia de Villa Ballester que de José Ingenieros.
Además, era un centro industrial y comercial más importante que los otros dos, y el
transporte público desde todos los puntos era excelente.
En ese tiempo, mi esposa y yo estábamos buscando una casa; la congregación en
Villa Ballester también necesitaba un nuevo lugar de reuniones. Frustrados por una
búsqueda infructuosa de varias semanas, decidimos unir nuestros recursos y buscar una
propiedad que sirviera al doble propósito de lugar de reunión y de vivienda para nosotros.
Al día siguiente, Angel me habló por teléfono para decirme que había encontrado un
lugar interesante, muy bien situado, en el mismo centro de San Martín. El precio era más
bajo de lo que habíamos pensado y rápidamente concretamos la operación.
Poco después Angel mencionó que él y su esposa estarían interesados en edificar
con nosotros, si así lo deseábamos. ¡Parecía demasiado bueno para ser real! Así que
nuestro arquitecto comenzó a hacer los planos para el salón de la planta baja y los dos
departamentos en propiedad horizontal. Posteriormente, se agregó otro piso a los planos
originales y se comenzó la construcción.
Las demoras ocurridas durante la edificación parecían posponer innecesariamente la
unión de los dos grupos. Habíamos tenido ocasionales encuentros y el resultado había
sido muy satisfactorio. Todos parecían entusiasmados con la idea de una fusión definiti-
va. Más adelante, los hermanos en José Ingenieros decidieron unirse a nosotros en Villa

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 104


Ballester hasta que pudiéramos mudarnos a San Martín. Los lazos se ataron
definitivamente en octubre de 1975, y nunca tuvimos que lamentarlo. Angel y yo
habíamos trabajado siempre armoniosamente, y ahora 'nuestra gente, y los encargados
de los grupos caseros se estaban amalgamando; todo iba ocurriendo en forma muy
suave y gradual. Otra ventaja era que Angel y yo estábamos más libres para ocupamos
del ministerio translocal. Nos sentíamos mutuamente apoyados al trabajar juntos y al
tener que tomar decisiones que afectaban a la obra en general.

OTROS CAMBIOS

Para noviembre de ese año, los pastores planeamos tener un retiro de fin de semana
que incluiría a pastores y responsables de grupos caseros y sus esposas, del área del
Gran Buenos Aires. Se me pidió que ministrara sobre el tema general del don profético.
Desde el comienzo el Señor derramó su bendición sobre el encuentro. Las oraciones, la
adoración, las profecías dadas por muchos de los presentes, combinaban con las
sesiones de enseñanza en una forma muy hermosa. Había un fluir carismático entre
todos nosotros que se podía apreciar claramente. El retiro tuvo, para cada uno, el efecto
de un glorioso refrigerio.
Luego, entre Navidad y Año Nuevo (época de verano en Argentina), los pastores y
sus familias nos reunimos en Castelar para unas mini-vacaciones de cuatro días. Una
tarde, mientras descansábamos cerca de la pileta, Jorge nos compartió una carga que
tenía en su corazón. Básicamente, su preocupación era que nuestra forma actual de
tener diferentes congregaciones ubicadas en toda el área metropolitana no se adaptaba
al modelo bíblico. En las Escrituras las reuniones de la iglesia como pueblo de Dios
parecían tener principalmente dos expresiones válidas: (1) todos juntos en un lugar,
como la comunidad de los redimidos, sin ninguna distinción entre ellos; y (2) pequeños
grupos —relativamente hablando— en los hogares; principalmente para comunión,
estudio, oración, ayuda mutua y edificación.
Jorge nos explicó que nuestro agrupamiento en diferentes congregaciones no
expresaba’ cabalmente nuestra unidad espiritual. Nos urgió a ser más abiertos al trabajo
del Espíritu Santo y a ser obedientes a sus impulsos. Nos dijo también que muchos nos
estaban mirando para ver si realmente íbamos a trabajar juntos, o si continuaríamos
separados.
La dimensión de nuestra gran ciudad continuaba siendo un problema de importancia,
pero en este punto no había realmente mayor insistencia para que todos nos uniéramos
en una sola congregación. La mayoría de nosotros había reconocido que tal idea era

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 105


utópica. Lo que se manifestó, como la legítima preocupación de casi todo el grupo, fue
que no debíamos aceptar nuestras presentes divisiones en distintas congregaciones
como la última palabra; deberíamos continuar abiertos para posteriores movimientos
hacia una mayor expresión de nuestra unidad.
Aún después de suspender las reuniones generales de los lunes por la noche en
1970, continuamos teniendo ocasionales reuniones unidas donde todos los creyentes del
Gran Buenos Aires podían estar juntos. En estas ocasiones, los pastores involucrados
suspendían sus actividades congregacionales y animaban a todos a participar del
encuentro. Aproximadamente durante un año nos encontrábamos un domingo al mes en
un gran gimnasio de una escuela católica en el centro de Buenos Aires.
Más adelante, el encuentro era de un domingo cada dos meses en, el gimnasio del
Colegio Ward en Ramos Mejía. Durante varios años, y hasta el presente, esta ha sido
nuestra costumbre. Durante los meses de verano nos encontramos todo el día en sus
hermosos parques disfrutando de un picnic y de la comunión. Luego, en horas de la
tarde, participamos juntos de la reunión.
Generalmente, para Semana Santa tenemos una serie de conferencias de tres días,
comenzando el día viernes. A menudo los cristianos y los líderes de las iglesias vienen
de grandes distancias para compartir este tiempo con nosotros. Y por varios años hemos
tenido grandes retiros anuales en abril o mayo, habitualmente en el complejo turístico
estatal en la provincia de Córdoba, a aproximadamente 700 kms. de Buenos Aires en el
centro geográfico del país.
Pero nos dimos cuenta de que tales encuentros ocasionales, aunque muy
provechosos y vitales, no eran suficientes para expresar nuestra unidad en Cristo. Era
necesario algo más frecuente y más concreto.
Como un plan práctico de acción, nos dispusimos a ver la posibilidad de
reagrupamiento y fusión en zonas geográficamente definidas. Sin el ánimo de querer
imponer a nadie un nucleamiento, sentíamos que sería mejor tender a algún tipo de
reagrupamiento zonal en virtud de las muchas ventajas que ofrece. Lógicamente, que si
una familia pudiera disponer las cosas de forma tal que le fuese factible vivir, trabajar,
estudiar, tener comunión y evangelizar prácticamente dentro de una misma área, su vida
en general resultaría más simple y provechosa. Cuando nuestras diversas actividades
están esparcidas en diferentes zonas, tendemos a correr en todas las direcciones a la
vez. Con ello provocamos la consecuente frustración y falta de un sentido general de
integración tan prevaleciente en nuestras ciudades cosmopolitas de la actualidad.
Especialmente, estos principios adquieren mayor gravitación a medida que la obra se
expande y crece en número de integrantes. Cuando el grupo de discípulos es pequeño y

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 106


viven distantes el uno del otro, resulta bastante costoso (tanto en dinero como en tiempo)
poder estar juntos para tener comunión. Pero cuando el reino de Dios comienza a
extenderse a diferentes niveles de personas y en las diversas áreas de una ciudad, tales
sacrificios se hacen muy difíciles de sobrellevar. Esto nos lleva a ser más realistas y a
buscar un reordenamiento más funcional. Una respuesta válida para algunos es mudarse
tan próximo como sea posible a la comunidad' donde se produce su integración.

EL SUAVE IMPULSO DEL ESPIRITU

A medida que estudiábamos nuestras diferentes situaciones y las relaciones


existentes, decidimos, en términos generales, que sería conveniente trabajar hacia el
reagrupamiento en cuatro zonas. Estas podían ser definidas como la Capital Federal, la
zona norte, la zona oeste y la zona sur. Dos de los pastores tenían en sus
congregaciones gente proveniente de tres de estas áreas y otros de dos. No importaba.
Nuestro propósito no era imponer una decisión autoritaria que prohibiera volcarse a otras
áreas en búsqueda de comunión. Sentíamos, sin embargo, que si nos manteníamos
abiertos al suave impulso del Espíritu Santo, con el tiempo muchas de estas situaciones
se ajustarían espontáneamente. La unidad en cada zona sería un proceso gradual de
integración. Y esto es lo que realmente ha estado ocurriendo.
Uno de los pastores decidió unirse a Jorge e Ivan. Su gente estaba ya dispuesta para
el paso y simplemente esperaban una decisión de parte de los pastoras. Otro pastor
conversó con Angel y conmigo para una cosecha. ¿Quién puede decir donde termina el
guientes varios en la zona sur comenzaron a acercarse a Keith que se había mudado allí
un par de años antes? Posteriormente, un proceso similar ocurrió en la zona oeste y
varios pastores de toda esa área procedieron a dar pasos hacia la unión.
Aún estamos en el proceso, y bien puede ser interminable. Pues, en realidad, nunca
podemos decir con seguridad, “ya es suficiente”. Dios está reuniendo a su pueblo, y su
testimonio unido está produciendo una cosecha ¿Quién puede decir donde termina el
horizonte? “Lo dilatado de su imperio ... no tendrá límite”
A medida que avanzábamos, juntos íbamos buscando formas válidas de llevar a la
práctica nuestra profunda convicción acerca de la unidad de la iglesia. Admitimos que
hemos ensayado, que hemos cometido errores; y aún que, a veces, nos hemos sentido
desorientados, pero la convicción básica permanece y está firmemente arraigada por el
continuo testimonio del Espíritu Santo en nuestros corazones.
Hemos aprendido paciencia, a esperar el tiempo de Dios, a confiar en su fidelidad.
Hemos aprendido que el proceso no es mecánico; que la gente no puede ser

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 107


programada como una computadora; que la vida es más importante que la actividad; que
la edificación de la iglesia de Jesucristo no es un intrincado trabajo de relojería; y que
para la edificación de la comunidad como pueblo de Dios es absolutamente necesario un
sólido marco moral y espiritual.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 108


Capítulo 19 UN MARCO MORAL

El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta
alcanzará misericordia.
Proverbios 28:13

En mis tiempos de estudiante uno de los predicadores que más profundamente afectó
mi forma de pensar fue un misionero veterano en China y Taiwán, el doctor James R.
Graham. Nunca olvidaré el encargo que dio a los estudiantes: “Nunca dejen de predicar
cuatro cosas:
— la absoluta santidad de Dios;
— la absoluta pecaminosidad del pecado;
— la absoluta bienaventuranza del galardón; y
— el absoluto terror del juicio divino.”
Sus disertaciones sobre la santidad y la justicia de Dios produjeron raíces profundas de
integridad moral y espiritual en las vidas de muchos alumnos.
Dios desea que su pueblo le tenga un temor reverente. Dice el sabio Salomón: “El
principio de la sabiduría es el temor de Jehová”. Cuando en la iglesia se da lugar a la
indiferencia y a la laxitud moral, el Espíritu Santo se entristece y, a menudo, aleja su
bendición y el dulce sentido de su presencia. El panorama se torna confuso y la Palabra
de Dios no hace más mella en nosotros.
Un despertar espiritual, si es que va a continuar, debe traer a la congregación de los
fieles un santo temor de Dios; un anhelo por una vida que agrade a Dios; una profunda
repulsión por la iniquidad. Los avivamientos genuinos a través de la historia comienzan
con arrepentimiento y una búsqueda genuina de Dios. Continúan con sinceridad,
honestidad y confesión de todo lo que es pecaminoso. Debemos aprender a mantener
cuentas claras con Dios. Si nos volvemos blandos para evitar situaciones embarazosas,
si cerramos nuestros ojos al pecado para evitar una escena desagradable, si nos
permitimos minimizar los problemas morales y, como un substituto, incrementa-
no iremos muy lejos: ¡Nuestro pecado nos alcanzará! La agudeza del discernimiento
espiritual se desvanecerá. La palabra de Dios no encontrará más en nosotros una pronta
respuesta, y la comunión de los fieles será una pesada carga.
Hemos descubierto que nada es más desagradable que tener que tratar con la
inmoralidad, tanto en nosotros como en otros. Ya fuere la deshonestidad, la mentira, el
robo, o el adulterio, despiertan en nosotros un temor natural que nos inclina a evadir su
consideración, a “lavamos las manos”.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 109


He sido testigo de la ruina de gloriosos y promisorios despertares espirituales a causa
de una mala conducta moral. He visto colegas íntimos destruir sus propias familias y
ministerios por dejar de observar aquellas cosas que Dios demanda. El deterioro comen-
zó gradualmente, pero, invariablemente llegó al fondo. El Espíritu Santo se entristece, el
ofensor yace bajo la pesada carga de una conciencia culpable y, a menudo, otros son
también afectados.
El evangelio de la gracia de Dios es el único remedio efectivo para estos casos.
Nuestro Señor está lleno de misericordia y de perdón. Dispuesto está para alcanzamos
en nuestra necesidad mostrando la grandeza de su amor y el infinito valor de la muerte
de Cristo en el Calvario. De ninguna manera su gracia es barata; no es un ‘paño tibio’, o
una aspirina. Fluye libremente al corazón arrepentido, al humilde, al quebrantado en
espíritu. Pero Dios juzga al altivo, al orgulloso, al autosuficiente; al corazón no arre-
pentido.

DISCREPANCIAS RESUELTAS

En una sociedad como la nuestra donde la liviandad moral y la mediocridad espiritual


se han convertido en una cosa normal, demanda gran convicción permanecer firmes en
el conocimiento de que Dios condena nuestro desorden social y moral. Pero él ha
llamado a la iglesia a hacer algo más que decir, simplemente, “Amén” a su palabra.
Pedro nos dice que el juicio “comienza por la casa de Dios”. Jesús dijo que sus discípulos
iban a ser luz en la oscuridad, levadura en la masa y sal de la tierra. El pueblo de Dios ha
sido siempre llamado para ilustrar al mundo cuánto mejor es vivir en el centro de su
voluntad. La iglesia es la respuesta de Dios a la necesidad del mundo, la alternativa de
Dios a nuestro orden social en franca desintegración.
Hubo un tiempo, hace unos pocos años, cuando la mayoría de los que estábamos
trabajando juntos en el pastorado en Buenos Aires, tuvimos; pensamientos poco claros
acerca de estos asuntos. No en el aspecto teórico pero sí, en cuanto a la parte práctica.
Podíamos haber dicho un sincero “Amén” a los párrafos que anteceden, pero cuando nos
tocó aplicarlo nos fue difícil mantenemos firmes. Parte del problema fue, probablemente,
algún sentido de impotencia: Deseábamos ver en libertad a aquellos que estaban atados;
pero no sabíamos cómo liberarlos. Entonces optábamos por lo más sencillo: ser blandos
con ellos. No redargüimos sus conciencias, ni tampoco despertamos el sentido de
reverencia de la iglesia por los caminos de Dios. Con el transcurso de los años, el error
de una posición tal, nos convenció de que ese no era el camino: tenía que existir una
salida mejor.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 110


Pero ¡qué diferencia ha traído —tanto en convicción como en resultados— el estudiar
juntos y seriamente la palabra del Señor sobre estos diferentes tópicos! En 1974
comenzamos a considerar en profundidad, un día por semana, los varios problemas
morales que prevalecen en nuestra sociedad, hasta que todos llegamos a ver con
idéntico enfoque aquellos aspectos morales que, en el pasado, habían generado grandes
discrepancias entre nosotros. Luego, en una serie de estudios llevada a cabo entre los
años 1975 y 1976, bajo el tema general de “Relaciones entre Hermanos”, profundizamos
en la enseñanza escritural acerca de cómo íbamos a tratar con el pecado, tanto en
nosotros mismos como en nuestros hermanos. Esto nos llevó a un estudio exhaustivo de
la Biblia sobre la disciplina en la iglesia. Fue entonces cuando todo el tema moral
comenzó a aclararse. Ya no tropezábamos en la penumbra: sabíamos a dónde íbamos a
paramos y que íbamos a hacer; con el agregado fundamental para llevarlo a cabo:
estábamos unidos y en un total acuerdo.
Luego de esto, comenzamos a ver recuperaciones asombrosas en aquellos que
durante largo tiempo habían sido homosexuales, adúlteros, iracundos, mentirosos,
ladrones, etc. Las claves eran: Dar una fuerte orientación sobre la felicidad y santidad del
hogar en el orden de Dios; Establecer bases y expresiones sólidas de la unidad espiritual
entre los cristianos en la comunidad; Despertar en ellos la conciencia de la necesidad de
una vida íntegra y un carácter moral recto; Llevar a la comunidad a colaborar activamente
en fe y acción para recuperar a las ovejas extraviadas. Con estos elementos, se obtiene
la clase de atmósfera que conduce a la recuperación, al perdón, a la reorientación, y
—cuando es necesario ~ a la excomunión.
Básicamente, el procedimiento que hemos seguido al tratar con casos de iniquidad
moral es, antes que nada, hablar con el ofensor en privado. Se le exhorta a arrepentirse,
a confesar y a abandonar totalmente toda acción y actitud pecaminosa. Donde otros han
sido involucrados, son necesarias la confesión y la restitución. Y si la afrenta ha tomado
carácter público y los santos han sido escandalizados por el mal comportamiento de uno
de sus miembros, corresponde, también, una confesión pública. ¡Apenas podía creer que
estos métodos tan bíblicos, aplicados con humildad, podían efectuar tal santidad,
provocar tanto la compasión del pueblo de Dios y envolver tan absolutamente a aquellos
que se arrepienten!

EFECTOS DE LA DISCIPLINA

Una escena conmovedora está grabada en mi memoria de cuando un hermano


confesó públicamente un pecado horrible. Su arrepentimiento y humildad fueron

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 111


evidentes; su confesión, clara (sin detalles vergonzosos); y bien manifiesta su necesidad
de perdón y restauración. Los santos quedaron sorprendidos. Luego, fueron movidos a la
misericordia. Varios me dijeron después que ellos, a no ser por la gracia de Dios, podían
haberse encontrado en la misma situación. Cuando la confesión concluyó, aquellos que
lo deseaban fueron invitados a unirse al hombre y a su esposa. Oraciones espontáneas y
sinceras fueron presentadas delante del trono de la gracia. ¡Cuántas lágrimas de
humillación fueron vertidas! ¡Qué sentido de mutua dependencia, el uno del otro y del
Señor, se hizo evidente! “Dónde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”.
En otro caso, el ofensor —un homosexual— estaba profundamente apenado, pero
confesó que no era capaz de dominar sus pasiones desordenadas. Fue presentado ante
la comunidad (no había personas extrañas presentes) y se le recordó las graves
consecuencias de mantenerse en su actitud pecaminosa. Se asignó a un hermano la
tarea de orar con él y de aconsejarle hasta que fuera liberado. Mientras tanto, el resto de
los santos lo excluía de la comunión. Debía sufrir la separación por su mal proceder.
Durante años había luchado infructuosamente para superar su problema, y su búsqueda
de ayuda tampoco obtuvo resultados. Nunca antes había sido llevado ante la comunidad
y tratado en esa forma. A los pocos meses era un hombre nuevo, completamente libre de
su pecado. Su apariencia cambió notablemente. Luego testificó que la disciplina
impuesta por los hermanos, el firme compromiso que ellos asumieron por verle liberado,
fue lo que produjo el cambio en su vida.
En todo caso de disciplina, debemos tener en cuenta que la meta es siempre la
completa recuperación del ofensor: su restablecimiento, con dignidad, a la familia de los
fieles. La disciplina no tiene nunca propósitos punitivos, sino correctivos. Los resultados
han sido mucho más efectivos y satisfactorios que cualquier otra cosa que hubiéramos
visto antes. La comunidad aprende a vivir en la luz, a mantenerse en pureza, y a
establecer vínculos de comunión sinceros. Pero cuando una ofensa ocurre en su medio,
es totalmente movida a compasión y, si es necesario, a una acción unida hasta ver al
caído restaurado.
Mientras que en la mayor parte de los casos que hemos tratado ha habido clara
evidencia de arrepentimiento, ocasionalmente hemos tenido que enfrentamos pon la
determinación de algunos de continuar en su pecado. En cierta ocasión, una persona que
fue reprendida por vivir en adulterio, rehusó terminar con esa relación. Fue tratada con
paciencia y amor durante varias semanas. El pastor, su esposa, y los hermanos
responsables de la congregación oraron por ella, le exhortaron con las Escrituras a
deponer su actitud. Todo fue inútil.
Finalmente, el caso fue traído ante los hombres de la congregación, los jefes de

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 112


familia; fue convocada una reunión especial para presentar unánimemente el asunto
delante del Señor; luego la persona fue intimada durante otra semana para que
abandonara su mal proceder. Cuando se hizo claro que no había cambios, toda la
congregación estuvo de acuerdo con la decisión de excluirla de la comunión de los
santos anunciada por el pastor, dejándosela librada a las consecuencias de la justicia de
Dios.
Quizás, la faceta más significante de todo el proceso, fue el sentido de unanimidad de
la congregación. Fue una decisión de la comunidad; no había una imposición arbitraria
de autoridad. El proceso llevó casi cuatro meses, y en todo este tiempo no se escatimó
esfuerzos para posibilitar la restauración.

LA HERMOSURA DE LA SANTIDAD

Anualmente, durante la Semana Santa, tenemos una serie especial de tres o cuatro
conferencias, lo cual provee de una feliz ocasión para que los hermanos de todo Buenos
Aires se reúnan en un solo lugar. En 1977, Keith Bentson dio allí una serie de mensajes
acerca del temor de Dios. En el primer mensaje destacó el hecho de que Dios debe ser
temido; en el siguiente, subrayó la bondad y la santidad de la ley de Dios. Luego, trató
acerca de la justicia de Dios y la injusticia del hombre; y, finalmente, cómo Dios trans-
forma las vidas para que le agraden.
Muchos cayeron bajo la convicción de que habían mantenido una actitud liviana hacia
Dios y hacia el pecado. Al terminar el último encuentro hubo abundantes confesiones
mientras estábamos humillados ante Dios, en oración. Entonces, muchos de nosotros
nos volvimos a la persona que estaba a nuestro lado y les confesamos nuestros
pecados, y escuchamos sus confesiones; y oramos unos por otros. El toque de Dios
estaba sobre nosotros. Algunos hermanos católico romanos estaban presentes y
declararon que nunca habían visto a protestantes confesar sus pecados a otros como
aquí. ¡Se dieron cuenta de que ellos no eran ya los únicos que practicaban la confesión
oral!
Un par de semanas después tuvimos un retiro espiritual de cinco días de duración y a
nivel nacional, en el complejo turístico de Embalse del Río Tercero, en la provincia de
Córdoba. Las reuniones principales matutinas estaban a cargo de Dick Williams, pastor
de Chicago. Las restantes conferencias fueron dadas por pastores locales. No habíamos
hecho ninguna sugerencia a Williams referente al tema de su ministerio entre nosotros,
pero coincidió perfectamente con todo lo que el Señor había estado enfatizando acerca
de la integridad moral y la santidad de la vida.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 113


Dick nos habló acerca del valor de un sólido fundamento moral y espiritual; de la
necesidad de descubrir y confesar toda oscuridad en nuestras vidas y de destruir las
fortalezas construidas por hábitos pecaminosos y defendidas por huestes satánicas.
Nuevamente hubo un amplio sentido de convicción de pecado. Durante aquellos días, y
en las semanas subsiguientes, se produjo mucha limpieza en el pueblo de Dios. A
medida que se hacían las confesiones y las restituciones, donde correspondía, muchos
cristianos fueron liberados de antiguos problemas de conciencia. La esclavitud del
pecado fue definitivamente rota, centenares entraron en una libertad en sus vidas íntimas
y en su caminar con el Señor, que nunca habían conocido antes.
Es desafortunado el hecho de que con demasiada frecuencia se asocia la idea de una
vida santa y de un carácter honrado con debilidad, timidez, falta de voluntad. Dios está
interesado en que la santidad y la integridad sean reconocidas como algo hermoso, vi-
goroso y digno. Por eso, él había ordenado, en el sacerdocio, levítico del Antiguo
Testamento, que los sacerdotes se vistieran con hermosos mantos bordado de lino
finísimo. Y el pueblo de Dios fue exhortado a “adorar al Señor en la hermosura de la
santidad”. La fibra moral y la fortaleza de carácter de hombres y mujeres de Dios fueron
ensalzados como algo digno de ser emulado.
Si Pedro nos dice que “el juicio comienza por la casa de Dios”, es evidente, entonces,
que el Señor está buscando fruto de santidad y conducta recta en la vida de su pueblo.
No es un legalismo ciego que nos introduce en la presencia de Dios; más bien es la her-
mosura de su santidad, la gloria de su gracia, la seguridad de su fidelidad e integridad.
Dios está formando un pueblo así, de quien él no tenga que avergonzarse de ser llamado
su Dios. Su gracia y eterno propósito —el celo del Señor de los ejércitos- - seguramente
lo logrará.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 114


Capítulo 20 MARGEN PARA CRECER

Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia
hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.
Santiago 5:7

Uno de los factores que hace más valioso el fruto de la tierra es, sin duda, la
paciencia; esta virtud otorga la correcta actitud de espera y sosiego — ¡tan necesaria! —
para ver, luego, la preciosa cosecha. Sólo los pacientes continuarán el trabajo durante
ese difícil tiempo en que la simiente comienza a echar raíces y no produce nada.
A través de los años, mirando el panorama de lo que parecía ser la forma tradicional
de la iglesia evangélica en América Latina, hemos experimentado una profunda
insatisfacción. El fruto, los resultados, eran apenas perceptibles. No nos sentíamos mejor
cuando mirábamos lo que nosotros habíamos hecho. Aún al repasar nuestros sueños y
teorías los encontramos totalmente irrelevantes. Por lo tanto, varios de nosotros
resolvimos juntarnos a plantar y sembrar en fe hasta que llegara el tiempo de la cosecha.
Sea cual fuere lo que aún falte —y somos conscientes de que todo aún es embrionario—
debemos confesar que la diferencia en el fruto que hemos visto en los años recientes
excede clara y abundantemente lo que habíamos conocido en los años anteriores.
Cualidades esenciales de la vida cristiana, largamente anheladas, pero ausentes en el
pasado, afloran ahora y se manifiestan en una realidad cotidiana. En efecto, la calidad de
vida; la frescura de la relación con Dios; la espontaneidad del testimonio y la extensión
evangelística; la informalidad e integración de los grupos hogareños; la fortaleza y el
entendimiento mutuo en el seno de la familia; el creciente espíritu comunitario, y otras
muchas virtudes que vemos en los santos hoy día, nos hacen abrigar esperanzas para la
iglesia en el futuro.

UN CRISTIANO NORMAL

Quizás un par de historias ilustren mejor lo que quiero decir. Pabló es un caso típico.
Había actuado por años en el comercio con escasa suerte. A pesar de su empeño y de
trabajar duramente, sólo conseguía mantenerse a flote. Su matrimonio no andaba mejor.
Sus impulsos, a veces descontrolados, y sus fracasos, habían creado un ambiente de
nerviosismo intolerable en el hogar. El más afectado, como siempre ocurre, era su único
hijo, un chico de edad pre-escolar, un manojo de nervios frecuentemente en estado de
desenfreno.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 115


Un día un cliente le dijo que él necesitaba a Jesucristo, y lo invitó a una reunión. Pablo
y su esposa decidieron aceptar y concurrieron un domingo a la noche. Lo que vieron y
sintieron les agradó. Luego de unas pocas semanas ambos hicieron un firme com-
promiso con Cristo y se bautizaron. Poco después, fueron llenos del Espíritu Santo y
comenzaron a testificar a amigos, vecinos, clientes y familiares. En unos meses, Pablo
ganó para el Señor a un cliente, a su propio hermano, al inspector municipal y a una fa-
milia que vivía en frente de su negocio.
Uno por uno comenzaron a acompañarles a unos encuentros semanales en otro
hogar. Pero desde el principio Pablo sabía que visitar y aconsejar a aquellos que había
ganado era su responsabilidad. Esto lo hizo diligente en la oración y lo obligó, a su vez, a
buscar consejo del responsable del hogar al que estaba asistiendo, a fin de capacitarse
correctamente para instruir a los nuevos. Pronto todos estos se bautizaron en agua y
fueron llenos del Espíritu Santo.
Mientras tanto Pablo continuaba compartiendo su experiencia con otros, otras áreas
de su propia vida fueron puestas bajo el señorío de Cristo. Teniendo problemas en su
negocio, comenzó a buscar ayuda y orientación en lugar de resolver impulsivamente sus
asuntos, como en el pasado. En poco tiempo, el negocio estaba prosperando y estuvo en
condiciones de comenzar a edificar su propia casa.
Desde el mismo comienzo de su andar con el Señor, Pablo fue instruido a continuar
siendo responsable de aquellos que había ganado, aunque por un tiempo asistieran a
otra reunión junto con él. Después de un período razonable, él tomaría este grupo de
discípulos suyos y los llevaría a su casa para una mayor orientación y crecimiento. De
esta forma, él mismo crecería y se ejercitaría para desarrollarse en el liderazgo más
efectivamente. Doce meses después de haber comenzado a asistir a un encuentro
casero, Pablo comenzó uno en su propio hogar. En corto tiempo, el nuevo grupo
aprendió a orar y a asumir responsabilidades, afrontando y resolviendo los problemas
que surgían entre ellos. Pablo, a su vez, seguía siendo aconsejado individualmente por el
responsable del grupo al cual había pertenecido.
El grupo de Pablo continuó creciendo. Pronto ganó otra pareja para el Señor. Luego
la familia que vivía en frente de su comercio ganó a otro matrimonio. Y el crecimiento
continúa, tanto numérica como espiritualmente. Estudian y oran juntos. Cada uno se
interesa de las necesidades del otro. Juntos llevan a cabo actividades utilizando las
diferentes cualidades que tienen los componentes del grupo. Permanentemente Pablo
está buscando que otros hombres responsables se desarrollen, consciente de que un día
ellos mismos estarán pastoreando un rebaño similar en sus propios hogares.
Debido a su madurez, Pablo actualmente integra el grupo de hombres que lidera la

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 116


congregación, compartiendo esta responsabilidad con otros que también dirigen grupos
caseros. Cada tres o cuatro meses tienen un retiro juntos para orar en forma intensa,
para estudiar la Palabra y para revisar el trabajo de la iglesia en general. Estos retiros
son conducidos por los pastores de la congregación que supervisan el trabajo en su
totalidad, teniendo ellos mismos grupos en sus propios hogares.
El caso de Pablo es especialmente interesante, por el hecho de tratarse de un
hombre común que uno encuentra en cualquier parte. No ha tenido un entrenamiento
teológico especial; no completó la escuela secundaria y no tiene un oficio particular. Ama
al Señor y se ha comprometido sin reservas con El. Habiendo puesto “su mano en el
arado” está determinado a no mirar atrás. Gobierna bien su casa; su esposa y sus hijos
son felices. Sus clientes lo reconocen como un hombre digno de confianza, y sus colegas
cristianos aprecian su generosidad y buen juicio. En una palabra, Pablo es un cristiano
normal.

REACCION EN CADENA

Otro que encontró realidad y estabilidad en Cristo, fue Alberto. Uno de sus clientes le
sugirió que visitase un campamento cristiano en la provincia de Córdoba mientras estaba
de vacaciones. Alberto y su esposa estaban teniendo problemas y él ya había decidido
que éste sería su último viaje juntos antes de separarse. Pensaban tener en este lugar
una breve estadía, más por curiosidad que por algún interés real. Habiendo arribado a la
hora de la cena, se unieron a los acampantes en el salón comedor. La esposa de Alberto
ubicó a una dama que ella había visto accidentalmente en Buenos Aires (más tarde supo
que era la esposa de uno de los pastores de Buenos Aires). Inmediatamente, quedaron
envueltas en la conversación. Aquella noche ella asistió a la reunión y fue profundamente
tocada por las palabras de una de las canciones. Nunca había sentido algo así en su
vida.
La tarde siguiente el pastor invitó a Alberto y su esposa a acompañar a un grupo de
los acampantes que planeaban ir a un lago cercano para nadar y tener un día de picnic.
Aceptaron, pero sin un real entusiasmo. Mientras estaban en el agua, algunos de los
hermanos compartieron su fe y gozo en Cristo con Alberto, quien comenzó a abrir su
corazón. Después de un rato, Alberto pidió ser bautizado. Su esposa, que miraba desde
la orilla, quedó algo sorprendida al ver a su esposo rodeado por el grupo, ¡y mucho más
cuando lo sumergieron en el agua! Aquella noche la pareja tuvo una discusión sobre el
asunto. Pero, al día siguiente, ella también se rindió.
Cuando volvieron a su casa en Buenos Aires, se mantuvieron en contacto con el

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 117


pastor y pronto se integraron al grupo que se reunía en la casa de él. Alberto y su esposa
comenzaron a compartir su nueva experiencia de paz y victoria con parientes, vecinos y
clientes. No había pasado mucho tiempo cuando varios de ellos se convirtieron a Cristo,
y a los tres meses, el pastor los derivó a la casa de Alberto para que se encontraran
regularmente todas las semanas. Entonces el grupo comenzó realmente a crecer.
Alberto fue otro que nunca miró atrás. A pesar de las dificultades y los problemas que
tuvo que enfrentar, se mantuvo firme; aprendiendo, orando, confesando y restituyendo;
dando testimonio constantemente de la bondad y la misericordia del Señor. En el término
de unos pocos meses su grupo creció a cuarenta o cincuenta personas, incluyendo a un
bullicioso grupo de jóvenes. Familias enteras se convirtieron.
Varios de ellos eran buenos músicos y comenzaron a componer coros y a poner música
a versículos bíblicos. A medida que su gozo se expresaba en adoración y cánticos, otros
fueron atraídos. La pequeña comunidad se convirtió en una colmena de actividad.
No pudiendo limitar el crecimiento del grupo a la estrechez de su propio hogar,
acordaron en dividirlo en dos grupos; y continuaron creciendo. En poco tiempo, se
dividieron nuevamente, y luego, otra vez. En dos años, el núcleo de Alberto y familia
había crecido hasta casi un centenar de cristianos pujantes.

DESARROLLANDO LIDERES Y EDIFICANDO FAMILIAS

El crecimiento continuo. Algunos denlos ganados por Alberto son ahora líderes de
grupos caseros. La madurez y la fecundidad son los factores primordiales que señalan a
los futuros líderes. A medida que estas cualidades se hacen evidentes en los creyentes,
son apartados para una atención especial. Se los anima para que asuman con seriedad y
con fe las responsabilidades que se les habrá de asignar; como una oportunidad de
servir a Dios y no como una carga.
Una vez que un grupo casero se hace estable, y el responsable y su familia muestran
una clara capacidad y un firme compromiso con la comunidad madre, gradualmente se le
da mayor responsabilidad ante ella, de tal manera que puede ganar la confianza de
todos. Se le anima a ejercitar sus dones y gracia con fe, pero sin empujarlo. Forma parte
de un equipo de ministerio, compartiendo las cargas y las alegrías de todos. Juntos
constituyen una parte vital de la gran familia de la fe. Dondequiera que encuentran a
otros cristianos, los tratan como a hermanos, sin importar el grupo al que pertenezcan.
Sentimos que, si todos hiciéramos el trabajo que el Señor nos asignó, compartiendo el
evangelio con otros y haciendo discípulos, y si reconociéramos que todos los cristianos
son parte de la iglesia de Jesucristo, podríamos mantener las líneas de comunicación y

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 118


testimonio abiertas, de manera tal que el Espíritu Santo podría mostrar una expresión
válida de la unidad universal del pueblo de Dios.
Anteriormente, me referí a otra faceta que ha dado estabilidad al testimonio general:
el hecho de que nuestro trabajo no está dirigido, simplemente, a individuos, sino a toda la
familia. No importa cual fuere el primer punto de contacto, los hermanos están prontos a
vincularse al núcleo familiar. Los nuevos convertidos son instruidos a fin de que su luz
brille ante sus parientes, y para que ejerzan fe por su conversión. Antes de su bautismo,
normalmente tratamos de dar amplia oportunidad a la familia, de tal manera que el
significante paso del bautismo también pueda ser dado, de ser posible, por el grupo
familiar. Por supuesto, esto es consecuente con una clara confesión de fe y compromiso
con Jesucristo por parte de cada persona que se bautiza. Pero hemos encontrado que
cuando la fe es proyectada de familias a familias, Dios honra tal actitud y familias enteras
se convierten al Señor.
Todo esto ha involucrado orientar una cantidad considerable de enseñanza y consejo
hacia la familia. Las relaciones entre los esposos, la crianza de los hijos, la efectiva
comunicación entre los padres y sus hijos adolescentes; las diversiones familiares;
proyectos, presupuesto, tareas domésticas; todo es traído a consideración a la luz de la
palabra de Dios y del Espíritu Santo. Y desde entonces, todo ha cambiado. Donde había
oscuridad, ahora hay luz; donde había conflicto, ahora hay paz y entendimiento; donde
había silencio, ahora hay comunicación; donde había separación, ahora hay unidad para
trabajar y aún para jugar. Gradualmente, la vida familiar se ha convertido en el punto de
mayor brillo de la vida cristiana; el foco del testimonio, la fuente de gozo y el refugio segu-
ro frente a la lucha y tribulación del mundo que nos rodea. Los hijos que antes vivían
alterados, nerviosos y que eran fuente de constante preocupación para sus padres, son
ahora el objeto de su afecto y serena disciplina. A medida que estos hijos se convierten
en adolescentes, en lugar de perderse en el mundo, se integran y llegan a ser parte vital
de la comunidad.
La juventud se ha hecho más diligente en sus estudios; más dispuesta y considerada
en su comportamiento en las casas; más obediente; más cristiana en cuanto a noviazgo
y matrimonio. Su compromiso con Dios y con la comunidad cristiana, tanto como con su
propia familia, constituyen la esencia de su vida cotidiana y de su visión del mundo. Un
afán de constante superación, tanto en actitudes como en trabajo, estudio y objetivos, ha
tomado el lugar de la mediocridad y la pasividad.

EL CAMINO A RECORRER

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 119


En cierto sentido podríamos decir que nuestra búsqueda a través de los años ha sido
motivada por el deseo de encontrar una respuesta a la pregunta: ¿Para qué somos
salvados? ¿Qué significa la salvación? El testimonio de este libro es un indicio de la
experiencia y da las pautas de lo que hemos alcanzado. Somos los primeros en admitir
que la respuesta no es completa.
Si miramos en forma realista el camino recorrido y lo que tenemos por delante, somos
conscientes de algunas necesidades en áreas específicas. Una de las recompensas más
satisfactorias que hemos tenido corno pastores, ha sido ver a algunos hombres desarro-
llarse como líderes con condiciones para pastorear los rebaños en aumento, hombres
bien dotados, estables, con familias ejemplares. Aún deseamos ver a muchos de estos
varones promisorios introducirse en ministerios más amplios y completos, y en
responsabilidades mayores en la iglesia. Deseamos ser cuidadosos de no obstaculizar
su crecimiento ocupando los puestos de liderazgo en forma vitalicia. Un aspecto que
deseamos enfatizar en ellos como parte de su formación, es la de brindarles una mayor
instrucción teológica.
Algunos de los pastores han sido más fructíferos que otros. Otros, tienen una mayor
medida de madurez y sabiduría. Los hay, también, con dones y gracias destacadas.
Estos hombres deberían moverse dentro de una esfera mayor. Tienen bases sólidas y
años de experiencia valiosa. Así que estamos buscando la manera en que su
participación y ministerio puedan crecer y, a la vez, ser de edificación en una mayor es-
cala en el pueblo de Dios. Debido a que son muy apreciados en su localidad y han
echado raíces donde están, no es siempre fácil moverles a regiones más allá del ámbito
local. De cualquier forma, es necesario y vital para la expansión dinámica del reino de
Dios. Hemos experimentado con esta clase de extensión en diferentes maneras, pero
tenemos aún que descubrir un modus operandi efectivo que satisfaga y permita lograr las
metas establecidas.
Quizás es redundante decir que deseamos ver un crecimiento evangelístico más
firme. Algunos reales avances hemos hecho en esta dirección, pero aún no estamos
viendo a toda la comunidad entregada a un espontáneo y continuo testimonio. Lo que
hemos visto en algunos nos anima tanto que anhelamos verlo en todos.
Hacer discípulos en los hogares, en los últimos años, ha sido quizás el elemento
clave para desarrollar nuestra experiencia de recuperación espiritual. Pero sentimos que
esto es solamente el comienzo. Los hogares cristianos son el componente esencial para
el crecimiento en los días futuros. Por lo tanto, esperamos ver un mayor desarrollo y una
orientación más efectiva para las reuniones caseras y para la extensión. La imagen de la
iglesia del futuro es más bien, la de una multiplicación de miles de hogares, que la de

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 120


enormes reuniones, la de imponentes edificios, y de ‘súper-estrellas’ en el púlpito.
Estamos también buscando la manera de compartir e interesar a nuestros hermanos
que no están muy de acuerdo con nosotros y no sienten atracción —o aún se sienten
amenazados— por nuestra forma de vivir el evangelio. Al igual que otros, hemos
cometido errores; y ocasionalmente, lo confesamos, hemos dado lugar a actitudes
sectarias. Pero reconocemos que la familia de Dios es una. Estamos decididos a
convertir nuestras espadas en arados y a permanecer juntos con todos nuestros
hermanos en Cristo tanto como sea posible. Tenemos mucho que aprender en este
sentido.
Dios está dando a su pueblo un mayor margen de crecimiento en estos días, y están
ocurriendo cambios maravillosos'. Él nos ha favorecido y nos ha hecho recipientes de su
gracia. Creemos firmemente que continuaremos creciendo, aprendiendo, adaptándonos,
madurando. Lutero dijo, “La iglesia reformada, es la iglesia reformándose.” Parafrasean-
do, podemos decir que, “La iglesia renovada, es la iglesia renovándose.” Es un avanzar
continuo. No es posible detenerse.
Por lo tanto, en un sentido muy real, esto no es el fin. Es apenas el comienzo.

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Capítulo 21 EPILOGO: NUESTRA VISION Y FE

Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado.


Génesis 37:6

En el prefacio dije que este libro fue escrito para responder a algunas preguntas.
Espero no haber defraudado a mis lectores. No obstante, estoy seguro de que
permanecen aún algunas de esas preguntas, incógnitas e inquietudes. Confieso que las
hay también en mí, y en el grupo de pastores que son mis colegas.
Nuestra trayectoria no ha sido muy larga hasta aquí: apenas unos doce años.
Juzgamos que es un tiempo muy breve como para hablar desde una perspectiva
histórica, aunque es suficiente como para dar un testimonio coherente de las cosas que
hemos experimentado, y que estamos experimentando aún. Lo presentado aquí es parte
del patrimonio de nuestra convicción y fe. Creemos que las transformaciones y ajustes
que hemos vivido —tanto teológicos como pragmáticos— merecen ser testimoniados
para que nuestros hermanos cristianos los consideren y, quizás, reciban algún provecho.
Sin duda, sería prematuro pretender sacar conclusiones finales.
Además, no ignoramos que el relato de una historia tan fresca y reciente está cargado de
cierto subjetivismo. Por lo tanto, apreciaríamos el esfuerzo del lector por esquivar esos
aspectos, a fin de considerar, más bien, los elementos objetivos, resultantes de nuestra
experiencia, que pudieran contribuir al enriquecimiento de la iglesia de Jesucristo.
Humildemente, creemos que tenemos un aporte que hacer al presente proceso de la
restauración de la iglesia. Asimismo, reconocemos que necesitamos el aporte de otros
sectores de la iglesia que están experimentando una renovación espiritual.
Entiendo, por otra parte, que no sería apropiado que fuéramos catalogados como “un
movimiento carismático”. Pues, aunque la experiencia carismática fue entre nosotros
como un puntapié inicial que puso en movimiento el proceso de renovación, no es ese
aspecto lo más relevante entre nosotros. Los protagonistas principales de esta historia
—más que líderes de un movimiento, o reformadores teóricos— somos pastores de la
grey. Por lo tanto, el foco principal de nuestra preocupación es la iglesia: su edificación,
su restauración y, consecuentemente, su misión en el mundo; es decir, la evangelización
de las naciones. Nuestros corazones arden con la pasión de ver en nuestros días un gran
avance en el proceso divino de la restauración de la iglesia.

¿NECESITA LA IGLESIA UNA RESTAURACION?

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 122


Es un hecho innegable, que hoy, en todas partes del mundo, y en casi todas las
denominaciones cristianas existe, en mayor o en menor medida, un fermento de
renovación espiritual. La nuestra no es una experiencia aislada en este sentido.
Entendemos que el presente derramamiento mundial del Espíritu Santo es una obra
soberana de Dios, quien ha determinado un proceso irreversible de restauración de la
iglesia.
Se hace imperativo responder a la pregunta: ¿Por qué hace falta un renovación o
restauración de la iglesia? Muchos parecen estar conformes con la situación actual de la
cristiandad; sólo quisieran ver una mayor extensión evangelística. Otros parecen estar
resignados a la mediocridad reinante, y tratan de hacer lo mejor posible dentro de lo que
la situación permite. Nosotros no estamos ni conformes, ni resignados. Dios nos ha
desafiado. Nos hemos visto obligados a modificar grandemente nuestra fe y expectativa
en cuanto a lo que ha de ser la iglesia antes de que Jesucristo vuelva a la tierra.
Ya no creemos que la iglesia terminará su carrera aquí en tibieza, fracaso y debilidad.
No podemos resignarnos a aceptar la situación actual como final. La iglesia de Jesucristo
no puede terminar dividida por miles de barreras humanas y denominacionales, sin
santidad, sin poder, sin un verdadero amor entre los cristianos, sin un compromiso total
con su Señor. Es muy obvio que hace falta restauración. Y no solo que hace falta, sino
que eso es lo que va a acontecer. Más aún: ¡Está aconteciendo ya!
Restaurar significa volver las cosas como eran en un principio. Debemos volver al
antiguo fundamento dado por Jesucristo y los apóstoles. Resuenan las palabras de San
Pablo: “Nadie puede poner otro fundamento ...” (1° Cor. 3:11); “Si alguno predica dife-
rente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Gál. 1:9). Lo que él y otros
apóstoles enseñaron y anunciaron fue la palabra del Señor para todos los siglos. Sin
embargo, la historia atestigua de las desviaciones, las distorsiones y aún los agregados,
a través de los siglos. Ahora necesitamos volver a los principios.
En realidad, estamos volviendo desde hace varios siglos. Pero como no hemos
llegado aún, tenemos que seguir volviendo. Y esto implica cambios. Debemos estar
dispuestos a dejar costumbres, prácticas y enseñanzas que no concuerdan con las
enseñanzas apostólicas. La tendencia de todos nosotros es apegarnos a nuestras viejas
costumbres y tradiciones religiosas, y resistir sistemáticamente toda clase de cambios.
Apelo a mis lectores a reconocer la necesidad de ajustes y disponerse a examinar los
cambios sugeridos, procurando discernir si estos son de Dios.

LA ‘UTOPIA’ DE DIOS

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 123


Jesucristo pidió al Padre, en Juan cap. 17, que todos los que creyesen en él fuesen
perfectos en unidad para que el mundo conozca y crea a él. Creemos que el Padre
responderá a la oración de su Hijo, y que llegará el día en que todos sus hijos seremos
perfectos en unidad aquí en la tierra, “para que el mundo crea”. Creemos, también, que
esa unidad será la culminación de un proceso de integración gradual operada por el
Espíritu Santo.
El apóstol Pablo declara en Efesios 5:25-27 que Jesucristo ha de purificar y santificar
su iglesia a fin de presentársela a sí mismo una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha
ni arruga ni cosa semejante. Además, declara en cap. 4:11-16 de la misma epístola que
Cristo constituyó en la iglesia apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestro . . .
“hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un
varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.
¿Cómo? ¿Qué todos lleguemos a la unidad de la fe ... a la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo? ¡Esto parece una utopía! Pero ... ¡es la utopía de Dios! Si esto fuera
nuestro programa, nuestro proyecto, sería de esperar que otros lo descartaran diciendo:
“Un ideal hermoso ... ¡pero imposible!” ¡Pero el que se ha propuesto unir la iglesia es
DIOS MISMO! ¿Acaso no podrá hacerlo?
Jesucristo se ha propuesto edificar su iglesia a fin de presentársela a sí mismo santa
y gloriosa. ¿Acaso no cuenta con toda la gracia y con los recursos suficientes para
realizarlo? Tratándose de Dios, ya no es una utopía, pues Él cuenta con toda potestad en
el cielo y en la tierra para llevar a cabo lo que se ha propuesto.
Nuestra fe y esperanza es que Dios va a cumplir todo su propósito en la renovación
de la iglesia. No nos sentiremos completos hasta que ello ocurra, aunque sea largo el
camino que reste. Es nuestra vocación irrenunciable unimos a todos los hijos de Dios, no
meramente para fraternizar en un corto encuentro, sino para concertamos y unirnos
definitivamente en un solo cuerpo. Sabemos que será un proceso que tendrá que realizar
Dios; y creemos que lo hará. Por nuestra parte, estamos dispuestos a actuar en fe, a
ejercer paciencia, a unimos a otros, a obedecer a Dios. Queremos hacer todo lo que nos
toca en el propósito de Dios.
Según el apóstol Pablo, las divisiones dentro del cuerpo de Cristo son evidencias de
niñez espiritual, falta de crecimiento. Pero creemos que la iglesia va a madurar; los
pastores vamos a crecer. En la medida que eso ocurra, dejaremos de lado nuestras
divisiones, y como cristianos maduros podremos expresar al mundo nuestra unidad total,
no meramente por unos días para tener juntos una campaña de evangelización, y luego
seguir cada uno por su lado, sino como cuerpo de Cristo, como una sola comunidad, en
cada pueblo, en cada ciudad.

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 124


AREAS PARA SER RENOVADAS

Finalmente, quiero proponer a mis lectores —y especialmente a los pastores y líderes


cristianos— una revisión sincera de las experiencias relatadas en este libro; una
evaluación objetiva de las verdades que hemos expuesto, y una buena disposición para
asimilar lo positivo que pudieran haber hallado aquí. Como principio, sugiero algunas
áreas específicas donde la iglesia, en general, podría beneficiarse con una renovación
espiritual y una restauración del testimonio primitivo:
Una mayor sensibilidad a la acción libre del Espíritu Santo. El Espíritu de Dios es el
único Soberano en la casa de Dios. No debemos pretender limitarle en su accionar, en su
obra de redargüir, en su distribución de dones, en su selección de tiempos, o de méto-
dos, o de instrumentos humanos. Aprendamos a conocer su guía, a atender su voz,
amovemos bajo su inspiración. Acerquémonos a Dios y cultivemos una docilidad
espiritual. Esto implicará, a veces, algo inusual en nuestro medio. La exhortación de
Pablo nos viene bien aquí: “No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías.
Examinadlo todo; retened lo bueno” (1° Tesa. 5:19-21). La iglesia debe ser llena del
Espíritu Santo, y debe moverse y actuar bajo la unción del Espíritu.

EPILOGO: NUESTRA VISION Y FE

Una reforma en la liturgia. Muchos cristianos están cansados y aburridos con los
servicios y cultos de la iglesia. Todo les parece un rito sin espontaneidad, una actividad
sin contenido vital. El acercamiento a Dios debe hacer vibrar las fibras más íntimas del
ser humano. Debe despertar esperanza y fe. Debe provocar adoración, asombro,
humillación. Cultivemos una participación más espontánea, de parte de toda la
congregación. No temamos las expresiones que combinan lo físico y lo emocional con lo
espiritual, como, por ejemplo, alzar las manos, batir las palmas, derramar lágrimas, orar
todos juntos, etc. Son todas experiencias con antecedentes bíblicos. Demos más lugar a
las canciones alegres, a los testimonios no programados.
Un redescubrimiento del evangelio del reino de Dios. El punto de partida para la vida
cristiana es de vital importancia. Si uno comienza ‘con el pie izquierdo’, tendrá mucha
dificultad en incorporar en su vida posterior todo lo que Dios quiera agregar. Un evangelio
‘barato’ hace sumamente difícil todo el trabajo subsecuente de edificación espiritual.
Aprendamos, entonces, a arrancar bien. A comenzar donde comenzó Cristo, donde
comenzaron los apóstoles, con un evangelio viril, una proclama que abre corazones, que

TIEMPOS DE RESTAURACION - Orville Swindoll 125


hace nacer la fe, que hace brotar la esperanza, que provoca a una entrega y obediencia
a Cristo. Un buen comienzo un “nuevo nacimiento” contundente- incluye el
arrepentimiento, la renuncia del egoísmo, un compromiso definitivo con Cristo; seguido
por el bautismo en agua, la llenura del Espíritu Santo y la integración a la comunidad de
fe. En este cuadro bíblico del evangelio, el señorío de Cristo es el punto más relevante, y
el gobierno de Dios es el marco que da sentido a todo.
La consideración del discipulado como una alternativa válida de la labor pastoral Hay
una frustración generalizada hoy entre pastores, sacerdotes y otros líderes eclesiásticos
con los métodos clásicos de atención pastoral a los creyentes. En todos los niveles de
crecimiento — desde los ‘recién nacidos’ hasta los veteranos — hay pérdidas y
deserciones de la fe. Muchos métodos que se usan hoy para llevar a cabo la labor
evangelizadora y pastoral tienen poco o nada que ver con el modo de operar de nuestro
Señor. Para desarrollar su ministerio, él creaba básicamente una relación de
maestro-discípulo con sus seguidores. El aprendizaje se desarrollaba en el marco normal
de la convivencia del discípulo con su maestro.
La tradición cristiana que la mayoría de nosotros ha llegado a conocer ha dictado una
relación púlpito- congregación. Es muy evidente que Cristo buscó una relación más
íntima, un compromiso más serio. No se conformó con una vinculación más bien técnica
o profesional. Sacaremos mucho provecho si examináramos el método simple que Cristo
usó y enseñó a sus apóstoles. Creo que hallaremos en el discipulado, no sólo una
alternativa válida de la labor pastoral, sino una más bíblica y eficaz.
Una nueva concepción de la iglesia como comunidad cristiana unida en la ciudad. La
única forma de poner por obra la verdad de que Cristo nos unió a él con su obra
redentora, formando de todos los redimidos un solo cuerpo, es determinar reconocer a
todo otro cristiano como hermano. Somos hijos del mismo Padre. De modo que tenemos
que aprender a convivir. Para eso, tendremos que liberamos de las barreras sectarias en
nuestras mentes. ¡Es maravilloso ver cómo el amor sincero vence esas barreras y supera
las diferencias!

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