Jorge Luis Borges - Una Efusión de Ezequiel Martínez Estrada (1956)

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N:OvD ss UNA EFUSION DE EZEQUIEL MARTINEZ ESTRADA D™ en Montevideo, y ahora repito, que el régimen de Perén era abominable, que la revolucién que lo derribé fué un acto de justicia y que el gobierno de esa revolucién merece la amistad y la gratitud de todos los argentinos. Dije también que habia que despertar en el pueblo un sentimiento de vergiienza por los delitos que mancharon doce afios de nuestra historia y denuncié a quienes indirecta o directamente vindican ese largo espacio de infamia. Tales declaraciones, sin duda menos memorables que justas, han suscitado un extra- ordinario anatema, redactado en forma de dialogo. Los interlocutores son Ezequiel Martinez Estrada y un periodista; lo publica el diario Propésitos, en su nitmero del 10 de julio, He aqui los parrafos pertinentes: Es increible el encanallamiento de cierta gente. Naturalmente que nuestros cofrades, como usted anota muy bien, son de la peor calaha, de la mayor ruindad, porque no solamente se envilecen ellos sino que predican el catecismo del envilecimiento. Oiga, por ejemplo, lo que ha dicho Borges en Montevideo, y convenga conmigo en que pocas veces se ha hecho una difamacién tan clegante e irracional o incomprensiva al menos. “Aramburu y Rojas podrén estar a veces equivocados pero nunca serén culpables. Por eso considero mala la actitud de Martines Estrada, por ejemplo, que ha dado conferencias y hecho publicaciones que significan un elogio indirecto a Perén”. (En La Accién del 4 de junio, Montevideo). Asi piensan de mi muchos turife- rarios a sueldo. Falsas piedades, ironias, injurias pintorescas y un aparatoso desdén exige el género polémico; a mis afios, me creo autorizado a prescindir de esas yani- dades retéricas y paso directamente al asunto. Ya que todo hecho presupone una causa anterior, y ésta, a su vez, presupone otra, y asi hasta lo infinito, es innegable que no hay cosa en el mundo, por insignificante que sea, que no comprometa y postule todas las demas. En lo cotidiano, sin embargo, admitimos la realidad del libre albedrio; el hombre que Hlega tarde a una cita, no suele disculparse (como en buena légica podria ha- cerlo) alegando la invasién germfnica de Inglaterra en el siglo V o la ani- UNA EFUSIGN DE MARTINEZ ESTRADA 53 quilacion de Cartago, Ese laborioso método regresivo, tan desdefiado por el comin de la humanidad, parece reservado a los comentadores del peronismo, que cautelosamente hablan de necesidades histéricas, de males necesarios, de procesos irreversibles, y no del evidente Perdn. A esos graves (graves, nto serios) manipuladores de abstracciones prefiero el hombre de la calle, que habla de hijos de perra y de sinyergiienzas; ese hombre, en un lenguaje rudimental, esta afirmando la realidad de la culpa y del libre albedrio. Est4 afirmando, para quienes sepan oftlo, que en el universo hay dos hechos elementales, que son el bien ‘y el mal 0, como dijeron los persas, la luz y 1a tiniebla 0, como dicen otros, Dios y el Demonio. Creo que el dictador encarné el mal y que es un prejuicio romintico suponer que su causa no fué perversa, por la sola razén de que hoy es una causa perdida, Turiferario a sueldo me llama Ezequiel Martinez Estrada; la injuria no me alcanza porque yo sé que la felicidad que senti, una mafiana de septiem- bre, cuando triunfé fa revolucién, fué superior a cuantas me depararon después honras y nombramientos cuya esencial virtud, por lo demas, fué la de ser reverberaciones 0 reflejos de aquella gloria. Cref en la revolucién cuando ésta no era otra cosa que uma esperanza; sigo prestandole mi fe, ahora que es una realidad yictoriosa. Desde Montaigne, el escritor propende a dramatizarse, a ser el mis tenaz de los personajes creados o proyectados por él. Ese personaje, en el caso de Ezequiel Martinez Estrada, es un profeta biblico, una especie de sagrado energiimeno. El profeta comporta impios y malvados que apostrofar y Borges ha sido uno de ellos. No un Borges verdadero 0 verosimil, naturalmente, sino el Borges que exigen las convenciones del estilo profético. Un Borges tan fic~ ticio como el Perén que es superior a cuantos lo precedieron y que inaugura “en este pais el gobierno técnico, el paso del baqueano al topégrafo. JORGE LUIS BORGES Inventario SERPENS ANTIQUA 1 las leyes de la probabilidad y del gran numero tuvieran una validez ab- S soluta, podriamos pensar que nuestra libertad sélo es una ilusién creada por la diversidad. Si existiera um solo objeto, tendria un solo destino posible: habiendo muchos, cada uno de ellos puede aparentemente comportarse como quiera siempre que la suma total no se altere y que se cumpla el destino del conjunto, Si todos los hombres fueran un solo hombre y todas las mujeres una sola mujer, tal vez una inmensa mano inyisible los unirfa en una larga noche creada especialmente para ellos, soldaria sus corazones con el pretexto del amor y exigiria entre argucias y violencias wna concupiscencia trascendente. Y tal vez esto ya ocurrid en el Edén.

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