Apuntes Finales Caso Martínez Coronado
Apuntes Finales Caso Martínez Coronado
Apuntes Finales Caso Martínez Coronado
Artículo 4.1 1. Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este
derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del
momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida
arbitrariamente.
Artículo 4.2 2. En los países que no han abolido la pena de muerte, ésta sólo
podrá imponerse por los delitos más graves, en cumplimiento de
sentencia ejecutoriada de tribunal competente y de conformidad
con una ley que establezca tal pena, dictada con anterioridad a la
comisión del delito. Tampoco se extenderá su aplicación a delitos
a los cuales no se la aplique actualmente.
Artículo 8.1 1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas
garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con
anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación
penal formulada contra ella, o para la determinación de sus
derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter.
Artículo 8.2. 2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se
C presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su
culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en
plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:
c) concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados
para la preparación de su defensa;
Artículo 8.2. E e) derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor
proporcionado por el Estado, remunerado o no según la
legislación interna, si el inculpado no se defendiere por sí mismo
ni nombrare defensor dentro del plazo establecido por la ley;
Artículo 25.1 1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a
cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o
la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida
por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales.
Artículo 9 Principio de legalidad y de retroactividad. Nadie puede ser
condenado por acciones u omisiones que en el momento de
cometerse no fueran delictivos según el derecho aplicable.
Tampoco se puede imponer pena más grave que la aplicable en
el momento de la comisión del delito. Si con posterioridad a la
comisión del delito la ley dispone la imposición de una pena más
leve, el delincuente se beneficiará de ello.
Artículo 4.6 6. Toda persona condenada a muerte tiene derecho a solicitar la
amnistía, el indulto o la conmutación de la pena, los cuales podrán
ser concedidos en todos los casos. No se puede aplicar la pena
de muerte mientras la solicitud esté pendiente de decisión ante
autoridad competente.
Artículo 63.2 1. Cuando decida que hubo violación de un derecho o libertad
protegidos en esta Convención, la Corte dispondrá que se
garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad
conculcados. Dispondrá asimismo, si ello fuera procedente, que
se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha
configurado la vulneración de esos derechos y el pago de una
justa indemnización a la parte lesionada.
Hechos:
El caso se relaciona con una serie de violaciones al debido proceso cometidas en
el marco del proceso penal contra Manuel Martínez Corona por el delito de
asesinato de siete personas en la aldea El Palmar, el 16 de mayo de 1995. Dicho
proceso culminó con la sentencia condenatoria de 26 de octubre de 1995, en la cual
se condenó a la pena de muerte por medio de inyección letal. El 10 de febrero de
1998 fue ejecutado
El señor Coronado junto con su padre adoptivo fueron acusados por el delito de
asesinato de siete personas en la aldea El Palmar, por hechos ocurridos el 16 de
mayo de 1995
Proceso penal inicio el 17 de mayo de 1995 con la emisión de un auto del Juzgado
de Paz, se ordena la captura de los señores
Párrafo 39. los señores [Manuel Martínez Coronado] y [DA] […] revelan una
mayor y particular peligrosidad […] considerando también que […], por las
circunstancias del hecho y de la ocasión en que lo ejecutaron, el número de
sus víctimas, la manera como cometieron los asesinatos, los móviles que los
impulsaron y las numerosas agravantes que le son aplicables, ambos
cumplen a criterio de este [t]ribunal, con las condiciones necesarias para ser
sancionados con la pena de [muerte]. […] [Sin embargo,] considerando
también que de conformidad con el artículo 18 de la Constitución Política de
la República de Guatemala, no puede aplicarse la pena de [muerte] a
personas mayores de sesenta años y dado que en éste caso, está acreditado
que el acusado [DA] […], a la fecha tiene sesenticinco años de edad, el
[t]ribunal obligado como está a acatar sobre todo las disposiciones
Constitucionales se pronuncia por aplicar en forma exclusiva a favor del
procesado: [DA] […], el artículo 18 Constitucional, ya que solo a él por sus
circunstancias personales le favorece
Párrafo 42. Recurso de casación sin formalidades. Los dos imputados contaban con
un defensor común. Conflicto de intereses entre los procesados. Corte Suprema,
improcedente: “si bien es cierto, ambos acusados tuvieron un defensor común,
también lo es que de la lectura de las respectivas declaraciones se establece que
entre ellos no existió incompatibilidad manifiesta, en virtud de la cual la defensa de
uno no hubiera podido hacerse sin perjudicar la de otro”:
Recurso de gracia
Comete asesinato quién matare a una persona: l) Con alevosía. 2) Por precio,
recompensa o promesa. 3) Por medio o con ocasión de inundación, incendio,
veneno, explosión, desmoronamiento, derrumbe de edificio u otro artificio
que pueda ocasionar gran estrago. 4) Con premeditación conocida. 5) Con
ensañamiento. 6) Con impulso de perversidad brutal. 7) Para preparar,
facilitar, consumar u ocultar otro delito o para asegurar sus resultados o la
impunidad para sí o para sus copartícipes o por no haber obtenido el
resultado que se hubiere propuesto al intentar otro hecho punible. Al reo de
asesinato se le impondrá prisión de veinte a treinta años; sin embargo, se
impondrá la pena de muerte en lugar del máximo de prisión, si por las
circunstancias del hecho y de la ocasión, la manera de realizarlo y los móviles
determinantes, se revelare una mayor y particular peligrosidad del agente
CIDH:
La Comisión determinó que la utilización del elemento de peligrosidad para
sustentar la responsabilidad penal incumplió con el principio de legalidad, ya que
dicha figura incorpora predicciones, especulaciones y constituye una expresión del
derecho penal de autor, incompatible con la Convención Americana
Consideraciones previas
Determinación de las presuntas víctimas
Comisión Representantes Estado
Víctima: Manuel Martínez Familiares cercanos No alegó
Coronado Se basa en disposiciones
Informe de Admisibilidad de ONU
y fondo N° 78/17 “La víctima del abuso no
sólo corresponde al
afectado directo, sino
también lo es toda su
familia, las personas que
aquél tiene bajo su
guarda o custodia y
quienes le han prestado
ayuda o socorro en el
trance configurativo de la
violación”.
Su esposa y sus tres hijos
y tres hermanas.
No se menciona en que
momento lo hicieron
Corte:
Artículo 35 reglamento Corte: El caso será sometido a la Corte mediante la
presentación del informe al que se refiere el artículo 50 de la Convención, que
contenga todos los hechos supuestamente violatorios, inclusive la identificación de
las presuntas víctimas.
La Comisión debe identificar con precisión y en la debida oportunidad procesal a las
presuntas víctimas en un caso ante la Corte, salvo en las circunstancias
excepcionales del artículo 35.2 del Reglamento → violaciones masivas o colectivas
Párrafos 18 y 19
No excepciones del artículo 35. 2 (Cuando se justificare que no fue posible
identificar a alguna o algunas presuntas víctimas de los hechos del caso por tratarse
de casos de violaciones masivas o colectivas, el Tribunal decidirá en su oportunidad
si las considera víctimas) y casos similares.
Masacres de Ituango → Identificación
No corresponde a admitir a los familiares
Fondo
El presente caso versa sobre la alegada responsabilidad internacional del Estado
por la imposición de la pena de muerte con base en un tipo penal que preveía la
peligrosidad como elemento típico, y por las alegadas violaciones al derecho de
defensa cometidas en el marco del proceso penal contra el señor Manuel Martínez
Coronado. Dicho proceso culminó en sentencia condenatoria de pena de muerte
para el señor Martínez, quien fue ejecutado por medio de inyección letal el 10 de
febrero de 1998.
Como señaló este Tribunal en la Opinión Consultiva OC-3/83: [e]l asunto está
dominado por un principio sustancial expresado por el primer párrafo, según el cual
“toda persona tiene derecho a que se respete su vida” y por un principio procesal
según el cual “nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente". De ahí que, en
los países que no han abolido la pena de muerte, ésta no pueda imponerse sino en
cumplimiento de sentencia ejecutoriada dictada por un tribunal competente y de
conformidad con una ley que establezca tal pena, dictada con anterioridad a la
comisión del delito […]. La circunstancia de que estas garantías se agreguen a lo
previsto por los artículos 8 y 9 indican el claro propósito de la Convención de
extremar las condiciones en que sería compatible con ella la imposición de la pena
de muerte en los países que no la han abolido
68. Ahora bien, la Corte resalta que en el presente caso para determinar la condena
del señor Martínez Coronado se aplicó el artículo 132 del Código Penal
guatemalteco vigente para dicha fecha, en el que se regulaba el tipo penal de
asesinato (supra párr. 26). En el caso en concreto, se condenó a pena de muerte al
señor Martínez Coronado en aplicación del segundo párrafo de dicha norma, que
preveía la aplicación de dicha pena “si por las circunstancias del hecho y de la
ocasión, la manera de realizarlo y los móviles determinantes, se revelare una mayor
y particular peligrosidad del agente”.
70. En ese sentido, el empleo del criterio de peligrosidad del agente, tanto en la
tipificación de los hechos del ilícito penal cometido por el señor Martínez Coronado,
como en la determinación de la sanción correspondiente, resulta incompatible con
el principio de legalidad previsto en la Convención Americana. El examen de la
peligrosidad del agente implica la valoración por parte del juzgador de hechos que
no han ocurrido y, por lo tanto, supone una sanción basada en un juicio sobre la
personalidad del infractor y no en los hechos delictivos imputados conforme la
tipificación penal aplicable. En consecuencia, este Tribunal estima que el Estado es
responsable por la violación al artículo 9 de la Convención Americana, en relación
con los artículos 1.1 y 2 de la Convención, en perjuicio del señor Martínez Coronado
72. Dado lo expuesto, la Corte destaca que la vulneración del principio de legalidad
en el presente caso se encuentra configurada por dos elementos: a) la
indeterminación del concepto de “peligrosidad futura” contenido en el artículo 132
del Código Penal, y b) la aplicación al señor Martínez Coronado de la sanción
prevista (la pena de muerte) en dicha disposición.
Por otra parte, los representantes además respecto al recurso de gracia alegaron
que constituye una violación al artículo 4.6 de la Convención, ya que “el
ordenamiento guatemalteco no cuenta con un mecanismo legal que lo regulara”. No
obstante, de la resolución del 16 de julio de 1997 se desprende que, Guatemala,
tramitó y resolvió el recurso de gracia (supra párr. 46), en cumplimiento a la
obligación derivada del artículo 4.6 y en observancia de sus obligaciones
internacionales. En consecuencia, este Tribunal considera que en el presente caso
no se violó el artículo 4.6 de la Convención
Corte
78. Previamente, cabe señalar que la Corte estima que el examen de los alegatos
presentados por la Comisión y los representantes relacionados con la alegada
vulneración de los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana, se relacionan
con la aducida falta de las garantías mínimas para una adecuada defensa en el
presente caso, y por lo tanto deben ser analizados bajo los presupuestos del artículo
8.2 de la Convención
El derecho de defensa implica que está sea eficaz, oportuna, realizada por personal
técnico,que permita fortalecer la protección del interés concreto del imputado y no
como un simple medio para cumplir formalmente con la legitimidad del proceso. Por
ende, cualquier forma de defensa aparente resultaría violatoria de la Convención
Americana. En esta línea, “[l]a relación de confianza debe ser resguardada en todo
lo posible dentro de los sistemas de defensa pública [por lo que d]eben existir
mecanismos ágiles para que el imputado pueda pedir que se evalúe el nivel de su
defensa y [n]ingún defensor público puede subordinar los intereses de su defendido
a otros intereses sociales o institucionales o a la preservación de la `justicia´
87. Este Tribunal considera que correspondería al Estado, mediante las autoridades
competentes, identificar si existen dichas incompatibilidades y adoptar las medidas
conducentes para que se garantice el derecho a la defensa de los co-imputados
involucrados. Este principio es especialmente relevante en casos donde los
imputados puedan enfrentar una condena severa, como es la pena de muerte. Por
otra parte, la existencia de inconsistencias en las declaraciones realizadas por los
co-imputados en el marco de un proceso penal no demuestra necesariamente una
incompatibilidad en sus defensas e intereses que impida una defensa común.
88. En esa medida, en este caso las inconsistencias en las declaraciones por parte
de los co-imputados debieron ser advertidas por la defensa común, quien debió
ponerlas en conocimiento del tribunal para efectos de que se nombrara otro
defensor, o incluso las autoridades judiciales encargadas de dirigir el proceso
debieron adoptar de oficio las medidas pertinentes para garantizar el derecho a la
defensa por tratarse de una defensa pública proporcionada por el Estado. En razón
de lo anterior, la Corte concluye que el Estado incumplió con su deber de asegurar
el derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el Estado
que le garantizara al inculpado los medios adecuados para su defensa, en violación
de los artículos 8.2.c) y 8.2.e) de la Convención Americana, en la medida que la
defensa común, vulneró los derechos del señor Martínez Coronado
Daño inmaterial
Caso Fermín
Artículo 9 de la CADH con relación al artículo 2 de la misma (Principio de legalidad)
Corte
Artículo 9. Nadie puede ser condenado por acciones u omisiones que en el momento de
cometerse no fueran delictivos según el derecho aplicable. Tampoco se puede imponer pena
más grave que la aplicable en el momento de la comisión del delito. Si con posterioridad a la
comisión del delito la ley dispone la imposición de una pena más leve, el delincuente se
beneficiará de ello.
En sus alegatos sobre la violación del artículo 8 de la Convención, la Comisión señaló que el
artículo 132 del Código Penal de Guatemala contiene un elemento subjetivo relativo a la
posibilidad de que una persona pueda cometer hechos delictuosos en el futuro. Esto requiere
una valoración científica, a través de medios probatorios adecuados. La peligrosidad criminal,
como cualquier otra agravante o atenuante, genérica o específica, no puede ser presumida, sino
debe probarse en el juicio; cuando no se menciona en la acusación, se quebranta el principio de
contradicción (supra párrs. 55.h), 55.i), 55.j) y 81). Los representantes alegaron que la
introducción de valoraciones subjetivas en un tipo penal, como la peligrosidad del delincuente
o las características personales del autor, constituye una violación del principio de legalidad
(supra párr. 85). Dado que el señor Fermín Ramírez fue condenado a la pena de muerte con
base en dicho artículo 132 del Código Penal, la Corte estima pertinente analizar la
compatibilidad de dicha norma con la Convención Americana.
92. Del penúltimo párrafo de ese precepto se desprende la posibilidad de que el juez condene
al imputado a una u otra pena con base en el juicio de peligrosidad del agente, al indicar que la
pena de muerte será aplicada en lugar del máximo de prisión si “se revelare una mayor
particular peligrosidad del agente”, determinable ésta según “las circunstancias del hecho y de
la ocasión, la manera de realizarlo y los móviles determinantes”. En tal virtud, la consideración
de peligrosidad constituye un elemento del que depende la aplicación de la máxima pena.
93. Si la peligrosidad del agente trae consigo una consecuencia penal de tan grave naturaleza,
como ocurre en la hipótesis de Asesinato, conforme a la ley guatemalteca, las circunstancias
personales del agente deberían formar parte de la acusación, quedar demostradas durante el
juicio y ser analizadas en la sentencia.
94. En concepto de esta Corte, el problema que plantea la invocación de la peligrosidad no sólo
puede ser analizado a la luz de las garantías del debido proceso, dentro del artículo 8 de la
Convención. Esa invocación tiene mayor alcance y gravedad. En efecto, constituye claramente
una expresión del ejercicio del ius puniendi estatal sobre la base de las características personales
del agente y no del hecho cometido, es decir, sustituye el Derecho Penal de acto o de hecho,
propio del sistema penal de una sociedad democrática, por el Derecho Penal de autor, que abre
la puerta al autoritarismo precisamente en una materia en la que se hallan en juego los bienes
jurídicos de mayor jerarquía.
95. La valoración de la peligrosidad del agente implica la apreciación del juzgador acerca de las
probabilidades de que el imputado cometa hechos delictuosos en el futuro, es decir, agrega a
la imputación por los hechos realizados, la previsión de hechos futuros que probablemente
ocurrirán. Con esta base se despliega la función penal del Estado. En fin de cuentas, se
sancionaría al individuo – con pena de muerte inclusive – no con apoyo en lo que ha hecho, sino
en lo que es. Sobra ponderar las implicaciones, que son evidentes, de este retorno al pasado,
absolutamente inaceptable desde la perspectiva de los derechos humanos. El pronóstico será
efectuado, en el mejor de los casos, a partir del diagnóstico ofrecido por una pericia psicológica
o psiquiátrica del imputado.
96. En consecuencia, la introducción en el texto penal de la peligrosidad del agente como criterio
para la calificación típica de los hechos y la aplicación de ciertas sanciones, es incompatible con
el principio de legalidad criminal y, por ende, contrario a la Convención
98. Por todo lo anterior, la Corte considera que el Estado ha violado el artículo 9 de la
Convención, en relación con el artículo 2 de la misma, por haber mantenido 92 Cfr. Caso Caesar,
supra nota 3, párr. 91; y Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, supra nota 86, párr. 113.
54 vigente la parte del artículo 132 del Código Penal que se refiere a la peligrosidad del agente,
una vez ratificada la Convención por parte de Guatemala.