El Hijo Prodigo
El Hijo Prodigo
El Hijo Prodigo
Así de fuerte es el gozo que Dios siente cuando venimos ante él arrepentidos. ¡En el cielo
hay fiesta cada vez que un pecador se arrepiente! Dios es un padre amoroso que espera
pacientemente a que nos demos cuenta de nuestros errores y reconozcamos que le
necesitamos en nuestras vidas. Él nos espera con brazos abiertos. Nos recibe, nos perdona,
nos restaura como hijos suyos y llena nuestra vida con su perdón y su amor.
Venida del Reino de Dios:
¿Qué hay entonces acerca del concepto del Reino de Dios en nuestros corazones? Las
Escrituras muestran que este tema debe estar en nuestra mente. Al fin y al cabo,
supuestamente debemos orar para que el Reino venga (Mateo 6:10), y Jesús nos dijo
“buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia” (v. 33).
Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, somos bautizados y después seguimos la
guía del Espíritu Santo, voluntariamente nos sometemos a las leyes y autoridad del Reino
de Dios que vendrá. Al describir este proceso, Pablo, que en aquella época estaba prisionero
en Roma, explicó: “El cual [Dios el Padre], nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y
trasladado al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:13). Así que existe un sentido simbólico
de ser “trasladados” al Reino, cuando sometemos nuestra vida a Dios y comenzamos a vivir
según sus instrucciones.
Nuestra lealtad primaria es trasferida de todos los reinos de este mundo al Reino de Dios.
Ahora estamos sujetos a unas leyes diferentes (las de Dios) y pertenecemos a una
comunidad distinta (la Iglesia de Dios).
El Espíritu Santo nos ayuda a obedecer las leyes de Dios. Este espíritu de “poder, amor y de
dominio propio” (2 Timoteo 1:7), nos da la capacidad de vivir por las leyes de Dios aunque
todavía seguimos siendo humanos y débiles. Aquellos que son guiados por el Espiritu de
Dios son llamados “hijos de Dios” (Romanos 8:14). Este mismo espíritu le da poder a la
Iglesia para poder cumplir con su comisión. En este sentido, tenemos la oportunidad de
gustar o experimentar “los poderes del siglo venidero” (Hebreos 6:4-5).
“Estar en vela” ¿qué significa esta expresión, en labios de Jesús? Significa estar alerta, como el
centinela en la noche, atentos a lo que Dios nos hable cada día por medio de la historia. Porque Él
acontece en nuestra vida por medio de todo lo que nos ocurre sin intervención nuestra: un
accidente, una enfermedad, una crisis en el trabajo, un problema familiar; como también en eventos
humanamente positivos: un éxito profesional, el nacimiento de un nuevo hijo o nieto, etc. En todos
ellos Él nos interpela y nos muestra su voluntad para nosotros.
Estar en vela supone estar listos para aceptar estos acontecimientos y entrar en ellos con fe,
sabiendo que vienen de Dios padre y no pueden ser malos para nosotros, aunque a veces lo
parezcan. Por medio de ellos, Él se nos acerca y nos invita a confiar en su Providencia, para que así
nuestra vida vaya siendo cada día más conforme a su voluntad, y nos asemejemos progresivamente
a Cristo Jesús, que obedeció en todo hasta la muerte de cruz.
Es claro que si vivimos el día a día en la alienación, buscando en todo nuestro gusto y placer, no
estaremos preparados para escuchar y atender la palabra que Dios nos dirige a diario, y entrar así
en Su voluntad. Pero es que, además, nuestro enemigo el diablo nos ronda continuamente,
acechando el momento de cogernos descuidados y con la guardia baja, para seducirnos, llevarnos
al pecado, y así ser sus esclavos.
En definitiva: o vivimos para Dios, haciendo a diario Su voluntad, o para nosotros mismos, quedando
entonces en poder del maligno. Pero, como cristianos, hemos sido rescatados del mal, para servir a
quien nos redimió a tan gran precio. Por tanto, nuestro ser cristianos, se traduce en ser servidores
de Cristo en los demás, en aquellos que han de conocer su salvación a través nuestro.
El siervo puede ser: o fiel, si obedece en ausencia de su amo, o negligente, si aprovecha su ausencia
para darse al libertinaje. Jesús nos invita a ser fieles, a vivir en actitud escatológica, esperando su
venida como si fuese a ocurrir hoy mismo. Porque el Señor viene cada día a encontrarse con
nosotros, sobre todo a través del hermano que necesita nuestro servicio. Y un día vendrá a
buscarnos a cada uno para llevarnos con Él. Vendrá como ladrón, cuando menos se piense. Nos
invita, por tanto, a salir de la alienación que nos ofrece el mundo, y a vivir alegres a la espera de
nuestro encuentro con Él.