Sala Constitucional Sent 1070
Sala Constitucional Sent 1070
Sala Constitucional Sent 1070
Mediante escrito presentado ante esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, el 22 de septiembre de 2016, el abogado CARMELO JOSÉ DÍAZ
CABRAL, titular de la cédula de identidad n.°: V-19.931.235, inscrito en el Instituto de
Previsión Social del Abogado bajo el n.°: 226.319, actuando con el carácter de apoderado
judicial del ciudadano HUGO ARMANDO CARVAJAL BARRIOS, titular de la cédula
de identidad n°: V-8.352.301, solicitó de conformidad con los artículos 26 y 27 de la
Constitución en concordancia con los artículos 25, numeral 16, 106, 107, 108 y 109 de la
Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, el avocamiento al conocimiento de la
acción de divorcio identificada con el expediente n.°: S-2016-00168, nomenclatura del
Juzgado de Municipio y Ejecutor de Medidas del Municipio Los Salias de la
Circunscripción Judicial del estado Bolivariano de Miranda.
El 26 de septiembre de 2016, se dio cuenta en Sala del expediente, designándose
como ponente al Magistrado JUAN JOSÉ MENDOZA JOVER, quien, con tal carácter,
suscribe el presente fallo.
En sentencia n° 812, de fecha 06 de octubre de 2016, esta Sala ordenó al Juzgado de
Municipio y Ejecutor de Medidas del Municipio Los Salias de la Circunscripción Judicial
del Estado Bolivariano de Miranda, remitir el expediente N° S-2016-00168.
En diligencia presentada ante la Secretaría de la Sala, el 07 de octubre de 2016, el
abogado Carmelo José Díaz Cabral, actuando con el carácter ya indicado, se dio por
notificado de la decisión dictada por esta Sala en fecha 06 de octubre de 2016.
En auto de fecha 26 de octubre de 2016, la abogada Dixies J. Velázquez R.,
Secretaria Temporal de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, dejó
constancia de que en esa fecha se estableció comunicación telefónica con la ciudadana
Leonora Carrasco, titular de la cédula de identidad N° 6.367.500, quien se identificó como
Jueza de Municipio Ejecutor de Medidas del Municipio Los Salias del Estado Bolivariano
de Miranda, a fin de informarle el contenido de la decisión dictada por esta Sala el día 06
de octubre de 2016, signada con el N° 812. A tal efecto, se le remitió vía correo electrónico
copia de la mencionada sentencia de esta Sala.
Mediante oficio N° 16/242, de fecha 26 de octubre de 2016, la abogada Leonora
Carrasco, en su condición de Jueza Titular del Juzgado de Municipio Ordinario y Ejecutor
de Medidas del Municipio Los Salias de la Circunscripción Judicial del Estado Bolivariano
de Miranda, remitió información solicitada por esta Sala.
Revisadas las actas que conforman el presente expediente, se pasa a decidir, para lo
cual se observa:
I
DE LA SOLICITUD DE AVOCAMIENTO
II
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR
De modo pues que se cuenta con un lapso de tres (03) días para dictar dicho auto de
apertura a la articulación probatoria. En el caso de marras, tal auto fue dictado fuera del
lapso aplicable según sentencia n° 446 de fecha 15 de mayo de 2014, dictada por esta
misma Sala.
Siendo así las cosas, dicho Juzgado instauró un proceso controversial ordinario
cuando este debió tramitarse como un procedimiento voluntario, a tenor de lo previsto en la
sentencia 446/1014 dictada por esta Sala.
Ahora bien, esta Sala debe advertir que en el presente caso existe una presunción de
vulneración de principios jurídicos fundamentales y una posible transgresión del orden
público constitucional, en el marco de las interpretaciones establecidas por esta Sala en lo
concerniente al contenido y alcance de las normas y principios constitucionales de carácter
vinculante, por lo que con el objeto de evitar decisiones arbitrarias que coloquen en
entredicho la imagen del Poder Judicial así como la posible vulneración al orden jurídico
constitucional, en aras de preservar el derecho al debido proceso, y establecer la
uniformidad de criterios en la aplicación del derecho con el objeto de evitar
interpretaciones jurisprudenciales contradictorios, habida cuenta que en el presente caso el
Juzgado de Municipio Ordinario y Ejecutor de Medidas del Municipio Los Salias de la
Circunscripción Judicial del Estado Bolivariano de Miranda, tramitó la demanda de
divorcio como si se tratara de un proceso controversial, cuando lo establecido por esta Sala
en sentencia n° 446/2014, es un procedimiento célere, breve y expedito; razón por la
cual avoca su conocimiento. Así se decide.
Precisado lo anterior, pasa la Sala a pronunciarse sobre el objeto de la presente
solicitud, observando que, en el caso de autos, se denunció la supuesta violación del orden
público constitucional toda vez que “el proceso ha sido sustanciado en una flagrante
violación del artículo 335 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y a
la jurisprudencia vinculante de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,
específicamente en la sentencia No. 446 dictada en fecha 15 de mayo de 2014, en la cual se
estableció el procedimiento mediante el cual se deben sustanciar las solicitudes de
disolución del vinculo matrimonial de conformidad con el artículo 185-A del Código
Civil”.
De igual forma, se denuncia que “el Juzgado de Municipio y ejecutor de
Medidas del Municipio Los Salias de la circunscripción Judicial del Estado (sic)
Bolivariano de Miranda, no se ha limitado a desaplicar el procedimiento
jurisprudencialmente previsto por esa honorable Sala, sino que ha entretenido
toda clase de incidencias y solicitudes presentadas por la cónyuge–demandada,
las cuales se encuentran totalmente desligadas del thema decidendum y en virtud
de las cuales se ha desnaturalizado el proceso”.
Según se ha expuesto, tenemos que en fecha 22 de septiembre de 2016 el
abogado Carmelo José Díaz Cabral, en su condición de apoderado judicial del
ciudadano HUGO ARMANDO CARVAJAL BARRIOS, interpuso ante esta Sala
Constitucional solicitud de avocamiento, por cuanto en la causa signada con el
alfanumérico S-2016-168, llevada por el Juzgado de Municipio Ordinario y Ejecutor de
Medidas del Municipio Los Salias de la Circunscripción Judicial del Estado Bolivariano de
Miranda, se violentó el debido proceso, en virtud de que dicho Juzgado instauró un
procedimiento contencioso, siendo lo correcto la aplicación de un procedimiento de
carácter gracioso de conformidad con lo establecido en la sentencia n° 446 dictada en fecha
15 de mayo de 2014, por esta Sala Constitucional con carácter vinculante.
El procedimiento contencioso instaurado en la presente causa, es un proceso que
tiende a la obtención de un pronunciamiento que dirima un conflicto u oposición de
intereses suscitado entre las partes, que amerita una trabazón de la litis, lo que en
consecuencia genera una contienda y disputa en la que las partes contrarias litigan sobre
derechos o cosas (Diccionario de Derecho Constitucional, Ediciones Libra, tomo I, pág.
147.), a diferencia del procedimiento de carácter gracioso -aplicable en el presente caso-
entendiéndose éste como el procedimiento mediante el cual se declara la existencia o
inexistencia de un derecho; por ello, no existe una verdadera litis o contención en la causa.
De la decisión supra mencionada, se desprende, entre otras cosas, lo siguiente:
(…) Ahora, a pesar de ser estas normas pre-constitucionales –con relación de la
Constitución vigente–, ellas encajan perfectamente en las características del
matrimonio según la Constitución de 1999, ya que el consentimiento libre para
mantenerlo es el fundamento del matrimonio, y cuando éste se modifica por
cualquier causa y por parte de cualquiera de los cónyuges, surge lo que el
vigente Código Civil Alemán en su artículo 1566, califica como el fracaso del
matrimonio, lo cual se patentiza por el cese de la vida en común, uno de cuyos
indicadores es el establecimiento de residencias separadas de hecho y que puede
conducir al divorcio, como lo reconoce el citado artículo. La suspensión de la
vida en común significa que el consentimiento para mantener el vínculo ha
terminado, pero ello no basta per se, ya que el matrimonio, con motivo de su
celebración mediante documento público da la certeza para que surja la
presunción pater is est (artículo 201 del Código Civil), la existencia de un
régimen patrimonial-matrimonial que crea efectos entre los cónyuges (artículo
148 eiusdem) y, con respecto a terceros, la posibilidad entre ellos de efectuar
capitulaciones matrimoniales con motivo del matrimonio y registrarlas,
surgiendo negocios que puedan involucrar a terceros sin que éstos pertenezcan al
régimen patrimonial-matrimonial e igualmente permite determinar los efectos
sucesorales entre cónyuges, y hace necesario que la ruptura del vínculo
matrimonial requiera una sentencia emanada de un tribunal competente para
dictarla, mediante los artículos 185 y 185-A del Código Civil.
Justamente, entre las causales de divorcio hay dos que se fundan en la
modificación del libre consentimiento de uno de los cónyuges de mantener la
vida en común, las cuales son: el abandono voluntario (ordinal 2° del artículo
185 del Código Civil) y la separación de hecho por más de cinco años (artículo
185-A eiusdem), la cual al igual que la separación de cuerpos decretada
judicialmente, bien como resultado de un proceso a ese fin o bien por mutuo
consentimiento, requiere de una declaración judicial que la reconozca como
requisito previo al divorcio. Luego, para el derecho venezolano, el cese de la
vida en común por voluntad de ambos o de uno de los cónyuges es una causal de
divorcio, de igual entidad en todos los anteriores supuestos, ya que en la
actualidad se adapta a la previsión del artículo 77 constitucional, según el cual el
matrimonio se fundamenta en el libre consentimiento. Adicionalmente, la Ley
Aprobatoria del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículo 23-
3), como la Ley Aprobatoria de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (artículo 17-3), establecen que el matrimonio no puede celebrarse sin
el libre y pleno consentimiento de los contrayentes; derecho que también está
contemplado en el artículo 16-2 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos. Estos derechos, conforme al artículo 19 de la Constitución vigente,
son de goce y ejercicio irrenunciables, indivisibles e interdependientes y regidos
por el principio de progresividad y sin discriminación alguna.
Sobre este particular, la Sala de Casación Social de este Tribunal Supremo de
Justicia, en sentencia n.° 192 del 26 de julio de 2001 (caso: Víctor José
Hernández Oliveros contra Irma Yolanda Calimán Ramos) declaró que “[e]l
antiguo divorcio–sanción, que tiene sus orígenes en el Código Napoleón ha
dado paso en la interpretación, a la concepción del divorcio como solución, que
no necesariamente es el resultado de la culpa del cónyuge demandado, sino que
constituye un remedio que da el Estado a una situación que de mantenerse,
resulta perjudicial para los cónyuges, los hijos y la sociedad en general”.
Por tanto, conforme a las citadas normas, a juicio de esta Sala, si el libre
consentimiento de los contrayentes es necesario para celebrar el matrimonio, es
este consentimiento el que priva durante su existencia y, por tanto, su expresión
destinada a la ruptura del vínculo matrimonial, conduce al divorcio. Así, debe
ser interpretada en el sentido que –manifestada formalmente ante los tribunales
en base a hechos que constituyen una reiterada y seria manifestación en el
tiempo de disolver la unión matrimonial, como es la separación de hecho,
contemplada como causal de divorcio en el artículo 185-A del Código Civil–,
ante los hechos alegados, el juez que conoce de la solicitud, debe otorgar
oportunidad para probarlos, ya que un cambio del consentimiento para que se
mantenga el matrimonio, expresado libremente mediante hechos, debe tener
como efecto la disolución del vínculo, si éste se pide mediante un procedimiento
de divorcio. Resulta contrario al libre desenvolvimiento de la personalidad
individual (artículo 20 constitucional), así como para el desarrollo integral de las
personas (artículo 75 eiusdem), mantener un matrimonio desavenido, con las
secuelas que ello deja tanto a los cónyuges como a las familias, lo que es
contrario a la protección de la familia que debe el Estado (artículo 75 ibidem).
Por otra parte, el artículo 137 del Código Civil, que refiere la obligación de los
cónyuges de cohabitar, establece:
(…)
Planteada así la situación, no hay razón alguna, salvo una estrictamente formal,
para sostener que en casos de que se invoque el abandono voluntario para
solicitar el divorcio (artículo 185.2 del Código Civil) o que se pida la conversión
en divorcio de la separación de cuerpos por mutuo consentimiento decretada
judicialmente (artículo 185 del Código Civil), se pruebe en el procedimiento de
divorcio que el abandono existió, o que no hubo reconciliación (artículos 759 y
765 del Código de Procedimiento Civil), mientras que para el caso de que en
base al artículo 185-A del Código Civil, se pida que se declare el divorcio por
existir una separación de hecho permanente por más de cinco años, no se ventile
judicialmente la existencia real de tal situación por el solo hecho de que uno de
los cónyuges (el citado) no concurriere a la citación, o no reconociere el hecho, o
el Ministerio Público simplemente se opusiere. Sostener esta última solución, a
juicio de esta Sala Constitucional crea una discriminación ante una situación de
naturaleza idéntica en los mencionados casos de suspensión de la vida en común,
suspensión que denota que un presupuesto constitucional del matrimonio: el
libre consentimiento para mantenerlo de al menos uno de los esposos, ha dejado
de existir.
Ante la negativa del hecho de la separación por parte del cónyuge demandado
prevista en el artículo 185-A del Código Civil, el juez que conoce la pretensión
debe abrir una articulación probatoria para constatar si es cierto lo que señala el
solicitante, la cual será la del artículo 607 del Código de Procedimiento Civil, ya
que ante un caso de igual naturaleza: la petición de conversión de la separación
de cuerpos por mutuo consentimiento en divorcio, el Código de Procedimiento
Civil en su artículo 765 prevé que si citado el cónyuge que no solicitó la
conversión, éste alegare reconciliación, se abrirá la articulación probatoria del
artículo 607 del Código de Procedimiento Civil para que se pruebe la
reconciliación, habiendo quedado ya probada la suspensión de la vida en común
con el decreto judicial que autoriza la separación de cuerpos.
Por ello, no encuentra esta Sala ninguna razón para que una articulación
probatoria similar no sea ordenada, para probar la separación de hecho, si al
aplicarse el artículo 185-A del Código Civil, el cónyuge demandado (quien no
solicitó el divorcio) no compareciere, o se limite a negar los hechos, o el
Ministerio Público objete la solicitud. La diferencia es que en el caso de la
conversión de la separación de cuerpos en divorcio, la carga de la prueba de la
reconciliación la tiene quien la invocó, y en el caso del mencionado artículo 185-
A, la carga de la prueba de la separación de hecho prolongada la tiene quien
solicita el divorcio. Debe advertir la Sala, que la interpretación del artículo 185-
A del Código Civil, en razón de la actual Constitución (artículo 77), del
desarrollo de la personalidad, de la expresión del libre consentimiento, que se ha
manifestado por aquel (cónyuge) quien suspendió la vida conyugal por un
tiempo que el legislador lo consideró suficiente, no puede ser otra que ante la no
comparecencia del otro cónyuge o la negativa por éste de los hechos, o la
objeción del Ministerio Público, por tratarse de una negativa u objeción a los
hechos (negativa que está involucrada en la no comparecencia del cónyuge de
quien solicitó el divorcio), resulta absurdo interpretar que los hechos afirmados
no los puede probar quien los alega. Es un principio de derecho que cuando se
alegan hechos, ellos tienen que ser objeto de prueba, ya que ésta tiene como fin
primordial y material constatarlos; y el artículo 185-A, plantea la negativa del
hecho alegado por el solicitante del divorcio, quien, ante tal negativa, debe
probar que no existe tal separación.
Adicionalmente, se observa que dentro de los elementos integradores de todo
proceso judicial destaca la existencia de las partes y del juez, que en su conjunto
conforman la trilogía clásica a través de la cual se conduce el ejercicio del
derecho de acción (que corresponde en igualdad de condiciones a las partes en
conflicto), colocando en movimiento el aparato jurisdiccional del Estado, con la
finalidad de administrar e impartir justicia en un conflicto previamente existente.
En el caso del artículo 185-A del Código Civil, ciertamente el derecho a la
acción desde el punto de vista activo viene delimitado por la presentación de la
solicitud de divorcio ante el juez competente, quien una vez recibida la misma,
cita al otro cónyuge a fin de que comparezca personalmente y, en un acto
procesal respectivo, proceda a: i) convenir en el hecho de la separación fáctica
que se haya prolongado por el lapso de tiempo indicado en la norma o, en su
defecto, ii) negar al aludido hecho.
Así, por una parte se observa la presencia del elemento decisor que recae en el
juez, quien constituye el tercero frente al cual se desarrolla el conocimiento y
sustanciación del proceso de divorcio y, por la otra, se encuentra el elemento de
las partes, dado que la solicitud de divorcio en el contexto del artículo 185-A, es
presentada por el cónyuge solicitante, siendo dirigida contra el otro al cual se
llama a juicio para oír sus razones –reconozca el hecho que sustenta la solicitud
o bien lo niegue–.
En ese orden, destaca también el aspecto de la citación, dado que el curso
normal del proceso implica el emplazamiento del cónyuge que no da lugar a la
misma, ello con la finalidad de que, frente a la pretensión del cónyuge
solicitante, aquél dé lugar a la exposición de las razones fundadas (de hecho o de
derecho) que habiliten o no a la declaratoria del divorcio; donde como bien es
sabido, puede existir el rechazo del cónyuge contra el cual va dirigida la misma.
Lo anterior descansa sobre un pilar fundamental, que es la comprobación de la
ruptura fáctica del deber de vida en común de los cónyuges por un lapso mayor a
cinco (5) años, aspecto que corresponde ser dilucidado de forma sumaria a través
del cauce procedimental contenido en el mismo y en la forma que mejor
convenga a los intereses del proceso, asegurando la consecución de la justicia
material. Ello es lo que permite así calificar el carácter potencialmente
contencioso del proceso estatuido en el artículo 185-A del Código Civil, a través
del cual se declara el divorcio cuando es solicitado por uno de los cónyuges
aduciendo la ruptura fáctica del deber de vida en común por un lapso mayor a
cinco (5) años; pues como ya se ha dicho, puede surgir la situación según la cual,
el cónyuge que no propuso la solicitud, en ejercicio del derecho de acción (desde
el punto de vista pasivo, por haber sido citado y llamado a contestar la solicitud
contra él dirigida), puede perfectamente oponer, negar y contradecir los hechos
sostenidos por el solicitante.
Ahora bien, este carácter potencialmente contencioso del proceso de divorcio
consagrado en la norma contenida en el artículo 185-A del Código Civil, se
erige sobre la base según la cual, cada parte tiene la carga de probar sus
respectivas afirmaciones de hecho, razón por la cual, adquieren importancia las
manifestaciones del derecho constitucional a la prueba que informa a todo
proceso judicial, cuyos alcances ha tenido oportunidad de ser desarrollados por
esta Sala Constitucional, a través de una jurisprudencia prolífica y diuturna.
En ese sentido, destaca entre muchas, la decisión de esta Sala del 14 de abril de
2005, caso: Jesús Hurtado Power y otros; en el sentido siguiente:
“…la defensa garantiza a las partes la posibilidad de probar sus alegaciones,
y tal garantía se satisface si se dan en el proceso las siguientes facilidades: 1)
la causa debe ser abierta a pruebas (sea mediante una declaración expresa o
por la preclusión de un lapso anterior); 2) las partes deben tener la posibilidad
de proponer medios de prueba; 3) las pruebas sólo serán inadmitidas por
causas justificadas y razonables, sin que estas causas sean de tal naturaleza que
su sola exigencia imposibilite el ejercicio del derecho; 4) debe ser posible
practicar la prueba propuesta y admitida, y, por último, 5) el juez debe
valorar la prueba practicada (ver: A. Carocca Pérez, Garantía Constitucional
de la Defensa Procesal, J.M. Bosch Editor, Barcelona, 1998, pp. 276-306)”.
(Negrillas del presente fallo).
En similar tenor se cita lo establecido en la sentencia dictada el 1° de agosto de
2005, recaída en el caso: Vicente Emilio Hernández, en la cual esta Sala asentó
que:
“el Tribunal Constitucional español ha señalado al respecto lo siguiente:
‘Con base en la amplitud con que se encuentra redactado el artículo 24 de la CE
el Tribunal Constitucional ha declarado (STC 151-90, de 4 de octubre, FJ 3) que
‘el derecho a la prueba’ es un derecho fundamental que emana del Derecho
a la tutela judicial efectiva… (STC 212-90, del 20 de diciembre FJ 3)...”.
(Negrillas del presente fallo).
Es por ello que el proceso de divorcio contemplado en el artículo 185-A del
Código Civil, tal como concluyó el Juzgado Vigésimo de Municipio de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas –en la sentencia
recurrida de la cual conoció por avocamiento la Sala de Casación Civil–,
ciertamente es un proceso judicial de carácter contencioso y lógicamente admite
la posibilidad de que el solicitante tenga derecho a comprobar a través de
cualquier mecanismo y/o medio de prueba, los hechos, alegaciones y
oposiciones que se presenten a través del mismo. Admitir lo contrario, no
solamente implicaría dejar en poder de una de las partes la posibilidad de poner
fin a un proceso por su simple voluntad en perjuicio del peticionante de tutela
judicial, sino además implica ceder ante el anacronismo de una norma anterior a
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, texto supremo que
propugna la progresividad de los derechos constitucionales, más aún respecto de
aquellos vinculados con aspectos sociales, la institución de la familia, el estado y
capacidad de las personas, así como el debido proceso y la tutela judicial
efectiva.
Además, la calificación del procedimiento como contencioso o de jurisdicción
voluntaria no está sujeta a la existencia o no de una articulación probatoria. Así,
el artículo 11, aparte único, del Código de Procedimiento Civil, prevé que en los
asuntos no contenciosos, en los cuales se pida alguna resolución, los jueces
deben obrar con conocimiento de causa y, al efecto, pueden exigir que se amplíe
la prueba sobre los puntos en que la encuentren deficiente y aún requerir otras
pruebas que juzguen indispensables, todo sin necesidad de la tramitación de la
causa por vía de procedimiento judicial ordinario. Para tal fin, el mecanismo
idóneo debe ser la articulación probatoria prevista en el artículo 607 del Código
de Procedimiento Civil.
(…)
En el presente caso, advierte esta Sala que la sentencia dictada por el Juzgado
Vigésimo de Municipio de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas el 13 de mayo de 2013, a los fines de determinar la comprobación de la
veracidad de lo sostenido por la ciudadana Carmen Leonor Santaella de Vargas
en la oportunidad de ser citada y exponer lo conducente sobre la solicitud de
divorcio presentada por el ciudadano Víctor José de Jesús Vargas Irausquín, se
sustentó en la apertura de la articulación probatoria acordada en su oportunidad
por la referida instancia, contenida ésta en el artículo 607 del Código de
Procedimiento Civil, con la finalidad de dilucidar el aspecto medular de su
defensa en fase de contestación de la solicitud de divorcio, como lo fue negación
de la ruptura fáctica del deber de vida en común de los cónyuges por un lapso
mayor a cinco (5) años.
Ahora bien, esta Sala Constitucional en su sentencia n.° 175 del 8 de marzo de
2005, caso “Banco Industrial de Venezuela”, se pronunció acerca del contenido
y alcance de la antedicha norma regulatoria de la mencionada articulación
probatoria, expresando que todo tipo de pruebas resultan admisibles para la
comprobación de hechos y solución de incidencias que surjan en el marco de los
procesos judiciales; conforme a lo siguiente:
“Reminiscencias en el vigente Código de Procedimiento Civil de este tipo de
término único para promover y recibir pruebas es la articulación probatoria del
artículo 607, norma que establece una articulación por ocho días sin término de
distancia, lo que significa –ya que el Código de Procedimiento Civil no
distingue– que dentro de la articulación se promoverán y evacuarán pruebas, ya
que necesariamente el lapso probatorio es para ello.
Al no limitar el artículo 607 en comento los medios a promoverse, entiende la
Sala que en un sistema de libertad de medios, los ofrecibles son tanto medios
nominados como innominados.
En consecuencia, testigos, experticias, inspecciones judiciales, documentos y
otros medios no prohibidos expresa o tácitamente para las incidencias,
pueden proponerse en estas articulaciones; y no señala el Código de
Procedimiento Civil que las pruebas deban evacuarse obligatoriamente dentro de
la articulación, y que si allí no se reciben, las que se insertaren luego resultaren
extemporáneas. Si no existe tal distinción en la ley, el intérprete tampoco debe
distinguir”. (Negrillas de la presente decisión).
Por su parte, y más recientemente, esta Sala a través de la sentencia n.° 523 del
25 de abril de 2012 (caso: Valores Abezur, C.A.), tuvo oportunidad de advertir
sobre la pertinencia y oportunidad de la articulación probatoriain commento,
cuando expresó que: “(…) el procedimiento incidental a que hace referencia el
artículo trascrito, tiene por finalidad dilucidar cualquier asunto que en el
transcurso del juicio se presente y carezca de un procedimiento determinado
para su resolución. Lógicamente, es imposible efectuar un catálogo de las
numerosas incidencias que se pudieran presentar en juicio, pero en aras de la
seguridad jurídica, se previó la manera de sustanciarlas”. (Negrillas de
la presente decisión).
Es claro entonces concluir para esta Sala que la interpretación efectuada por el
ya mencionado Juzgado de Municipio sobre el elemento de la articulación
probatoria adelantada en el comentado proceso de divorcio, resultó conforme al
Texto Fundamental puesto que su oportunidad y pertinencia estuvo motivada por
la necesidad de comprobar la situación de la ruptura fáctica del deber de vida en
común de los cónyuges por un lapso mayor a cinco (5) años.
Con lo cual, no podía el juez de instancia declarar la extinción del vínculo
matrimonial o, en su defecto, extinguir la causa y archivar el expediente por el
solo dicho de uno de los cónyuges, sin antes haber atendido a los principios que
integran la garantía del debido proceso como lo son la libertad y control de la
prueba y la inmediación del juez, mediante la comprobación de los hechos y
alegaciones de ambas partes.
Lo anterior, reviste importancia no sólo bajo el prisma de un análisis orientado a
salvaguardar la garantía constitucional del debido proceso –exigible aún en los
juicios más cotidianos y que en apariencia no revisten ninguna complejidad,
como lo sería un divorcio de acuerdo al artículo 185-A del Código Civil– sino
también por la naturaleza consensual que se exige tanto al nacimiento del
vínculo matrimonial (cuando se contraen nupcias) como también para su
extinción a consecuencia de una ruptura libre, espontánea y bilateral cuya
prolongación supere los cinco (5) años. Así, cuando el cónyuge citado o
emplazado niegue, rechace o contradiga (en un juicio de divorcio conforme al
artículo 185-A), que no ha habido la ruptura en forma libre, espontánea y
bilateral, ese mismo carácter consensual se controvierte e impone un deber al
juez de buscar la verdad sobre las afirmaciones efectuadas, tanto por quien ha
iniciado el proceso en condición de accionante, como también de aquel que ha
comparecido en calidad de emplazado o citado.
Muestra de lo anterior se encuentra en lo claramente establecido por el
legislador, cuando en el Código de Procedimiento Civil, Libro Cuarto (“De los
Procedimientos Especiales”), Parte Primera (“De los Procedimientos Especiales
Contenciosos”), Título IV (“De los Procedimientos Relativos a los Derechos de
Familia y al Estado de las Personas”), Capítulo VIII (“De la Separación de
Cuerpos por Mutuo Consentimiento”), en el único aparte in finedel artículo 765,
estatuye que:
“Si se alegare la reconciliación [lo que supone “vida en común”] por alguno de
los cónyuges, la incidencia se resolverá conforme a lo establecido en el artículo
607 (que prevé una articulación probatoria) de este Código.” (Negrillas y entre
corchetes de esta decisión).
De la simple lectura de esa disposición (concatenada con los artículos 762, 763,
y 764 eiusdem que le preceden) pueden extraerse los siguientes elementos:
(i) La separación de cuerpos por “mutuo acuerdo” supone, en
principio, al igual que el divorcio ex artículo 185-A, un juicio de
aparente “jurisdicción voluntaria” por la circunstancia que ambos
cónyuges de forma libre y espontánea, peticionan “ante el juez que
ejerza la jurisdicción ordinaria en primera instancia” (véase artículo 762
del Código de Procedimiento Civil), la ruptura de la vida en común;
(ii) Una vez acordada la separación, los cónyuges pueden de “mutuo
acuerdo” y sin contención alguna, solicitar la conversión de la aludida
separación en divorcio;
(iii) No obstante, si una vez efectuada la anterior solicitud de
conversión por uno solo de los cónyuges, el otro
“alegare” la “reconciliación”, esto es, afirmase que se han restablecido
los atributos y deberes del matrimonio que incluyen, pero no
exclusivamente, la “vida en común”, el juez (en aparente jurisdicción
“voluntaria”), resolverá ese controvertido o debate, a través de la
articulación probatoria a que se refiere el artículo 607 del CPC.
De la norma bajo análisis (artículo 765 del Código de Procedimiento Civil)
destaca el empleo de diversos vocablos por parte del legislador, tales
como: i) “alegare”, pues supone una afirmación que se formula en “oposición,”
para asistir una “postura,” conllevando una “invocación,” “réplica,” o
“confrontación” de ideas o argumentos; ii) “reconciliación”, que supone, en un
vínculo matrimonial, no menos que la interrupción o extinción de la
“separación” y un cúmulo de hechos y circunstancias fácticas que incluyen el
restablecimiento de la “vida en común” o cohabitación, entre otros
factores; iii) “incidencia” que alude a la ocurrencia en el proceso (de aparente
“jurisdicción voluntaria”) de un hecho sobrevenido que implica proveer sobre un
controvertido entre las partes, generando así la necesidad de desarrollar una
etapa, fase o iter que no estaba inicialmente previsto, de allí la “ocurrencia de
una incidencia”; y iv)“resolverá” lo que supone una sentencia que hará un juicio
de mérito y valor respecto de lo “alegado” y “probado” (porque se evacuarán
pruebas conforme a la articulación prevista en el artículo 607 eiusdem).
En ese mismo contexto, destaca la Sala que el procedimiento judicial que se ha
previsto en el artículo 185-A del Código Civil –bajo análisis– debe adaptarse a
las garantías procedimentales consagradas en el constitucionalismo moderno –
recogidas en la Constitución de 1999– que exigen la existencia de un debate
probatorio en donde las partes puedan, no solo comprobar los hechos que le
asisten, sino también controlar las pruebas evacuadas en oposición a sus
posturas.
Prueba de ello se encuentra, precisamente, en el procedimiento de separación de
cuerpos por mutuo consentimiento –antes analizado- que, a pesar de estar
incluido por el Código de Procedimiento Civil dentro de los “Procedimientos
Especiales Contenciosos” y de suponer un consenso entre los cónyuges para
“manifestar” ante el juez su deseo de separarse, puede generar una “incidencia”
que sólo será “resuelta” mediante una sentencia que haya antes desarrollado una
incidencia probatoria a tenor de lo previsto en el artículo 607 eiusdem.
Razones todas estas que generan certeza y convicción en esta Sala, que una
interpretación del artículo 185-A del Código Civil conforme con la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela, debe ser aquella que admita la
apertura de una articulación probatoria para el supuesto que cualquiera de los
cónyuges cuestione la verificación de la ruptura de la vida en común por un
tiempo superior a cinco (5) años.
Constata esta Sala a través de las sentencias cuyo examen de la
constitucionalidad vía revisión aquí se analiza, que el fundamento a través del
cual el ya identificado Juzgado de Municipio habilitó la apertura de la
mencionada articulación probatoria, radicó en que la cónyuge citada en el
proceso de divorcio negó el hecho principal objeto del proceso (es decir, negó la
ruptura fáctica del deber de vida en común de los cónyuges, por un lapso mayor
a cinco años). Pues bien, situaciones como las aquí analizadas donde se
formulan afirmaciones negativas de hechos definidos y concretos, no escapan
igualmente de la necesaria actividad probatoria, puesto que la sola circunstancia
de ser un hecho negativo, no dispensa de su prueba a quien lo alega; en otras
palabras, al encontrarnos en presencia de alegaciones negativas definidas, su
prueba es perfectamente factible.
En tal sentido, esta Sala Constitucional, en ejercicio de su facultad de garante y
último intérprete de los derechos y garantías constitucionales, fija con carácter
vinculante la interpretación constitucional del artículo 185-A del Código Civil
que ha sido efectuada en la presente decisión a partir de la publicación del
presente fallo en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela.
Además, se ordena publicar la siguiente decisión en la Gaceta Judicial y la
página web de este Máximo Tribunal, con el siguiente sumario: “Si el otro
cónyuge no compareciere o si al comparecer negare el hecho, o si el Fiscal del
Ministerio Público lo objetare, el juez abrirá una articulación probatoria, de
conformidad con lo establecido en el artículo 607 del Código de Procedimiento
Civil, y si de la misma no resultare negado el hecho de la separación se
decretará el divorcio; en caso contrario, se declarará terminado el
procedimiento y se ordenará el archivo del expediente”. Así se
declara. (Subrayado de este fallo).
III
DECISIÓN
Por las razones que anteceden, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala
Constitucional, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley,
decide:
La Presidenta de la Sala,
El Vicepresidente,
Los Magistrados,
La Secretaria (T),
Dixies J. Velázquez R.
Exp. 16-0916
JJMJ