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Este artículo trata sobre objeto volador no identificado. Para otros usos de este
término, véanse UFO y Platillo volante (desambiguación).
Para el objeto sumergible no identificado, véase osni.
Índice
1 Contexto histórico
2 Terminología
3 Historia
3.1 Ovnis en la Edad Antigua, Media y Moderna
3.2 Ovnis contemporáneos
4 Investigación
4.1 Líneas de investigación
4.2 Clasificación de los ovnis según su observación
4.2.1 Encuentros lejanos
4.2.2 Encuentros cercanos
4.3 Clasificación de los ovnis por su forma
4.4 Resultados
5 Interpretación
5.1 Hipótesis extraterrestre
5.2 Carl Gustav Jung: fundamentación psíquica
5.3 Hipótesis psicosocial
5.4 Hipótesis paraufológica
6 Los ovnis en la cultura popular
7 Véase también
8 Notas
9 Referencias
10 Bibliografía
10.1 Bibliografía utilizada
10.2 Bibliografía adicional
11 Enlaces externos
Contexto histórico
Autores como Luis Alfonso Gámez, Ricardo Campo1 o Neil deGrasse Tyson5 han
insistido en la gran importancia de los antecedentes históricos que rodeaban el
nacimiento y la popularización del término «ovni».
Un efecto más contundente si cabe para la opinión pública, lo causó el V2. Este
misil balístico dejaba muy atrás a lo que podían presentar naciones como la Unión
Soviética o Estados Unidos. El V2 era capaz de mover una carga útil de casi una
tonelada, a varios cientos de kilómetros y a velocidades que superaban con mucho la
del sonido. Según Nigel Hawkes9 dicha velocidad se consideraba una «barrera»
infranqueable para un ingenio humano, pese a que las balas de fusil ya viajaban a
esa velocidad desde hacía décadas. Este portento de la ingeniería abrió nuevamente
la mentalidad del público en general e hizo ver como posible que un ingenio de
origen inteligente causara imágenes que antes se hubieran tomado por espejismos,
resplandores, relámpagos o cualquier otra explicación natural.
El 16 de julio de 1945 tuvo lugar en Álamo Gordo la Prueba Trinity, con la que
culminaba el Proyecto Manhattan. Dicha prueba, junto a la utilización posterior de
una bomba de uranio y otra de plutonio, demostró que se podía conseguir gran
cantidad de energía con poca masa. Pero, al mismo tiempo, se descubría un nuevo
tipo de arma, con una capacidad destructiva incomparable, lo cual supuso un salto
cualitativo en el tipo de guerra que podría librarse. Igualmente se dio el
pistoletazo de salida para una carrera de armamentos entre los Estados Unidos y la
Unión Soviética junto a una carrera de información para conocer cada bando el nivel
alcanzado por su oponente.10Aunque actualmente se sabe que la tecnología soviética
estaba por detrás de la estadounidense, había dos campos donde sí llevaban cierta
ventaja: uno era el balístico, como se verá más adelante, y el otro fue la
capacidad de guardar sus secretos. El régimen de Iósif Stalin era una dictadura
férrea, con un control considerable de la información producida y difundida, por lo
que las apariencias eran más fáciles de guardar. Unido a esto, las inmensas
proporciones del país le concedían una profundidad estratégica sin igual, lo que
hacía imposible observar todo su territorio, aunque solo fuese indirectamente,
desde ningún punto de su frontera, por muy alto que se alzara el observador. Como
ha recogido posteriormente John Lewis Gaddis,11 los soviéticos podían amenazar con
misiles que no tenían y esgrimir divisiones con las que no contaban, o al menos en
determinados momentos, porque las agencias de información, al principio, ignoraban
lo que sucedía en el interior del país enemigo. La recién creada CIA (Agencia
Central de Inteligencia) necesitaba información sobre lo que sucedía en la Unión
Soviética y financió proyectos de todo tipo para conseguir fotografías o mediciones
atmosféricas que pudieran indicar los avances de la otra superpotencia en campos
como el de los misiles intercontinentales, los bombarderos estratégicos o las
pruebas nucleares atmosféricas.
Ante las prestaciones ofrecidas por el motor de reacción y el misil balístico, las
potencias vencedoras se disputaron a los técnicos implicados en los programas
alemanes para desarrollar los suyos propios. Sin embargo, por una serie de
decisiones, los Estados Unidos mantuvieron relegado a von Braun durante un tiempo,
mientras los dirigentes soviéticos sacaron del Gulag a Serguéi Koroliov para que
retomase los programas de misiles abandonados años atrás. Al poco tiempo, los
segundos iban más adelantados que los primeros en misiles y cohetes. Carl Sagan 12
indica que dicha ventaja fue inicial, cuando los soviéticos contaban con algunos
prototipos de una potencia superior y una tasa de éxitos también superior a la
presentada por los estadounidenses, pero esa situación se invertiría
posteriormente.
Deberíamos darle todo el dinero, todo el hardware y todo el personal que precisen,
sin importar lo que otras personas puedan opinar o querer, y pedirles que se suban
a una colina y que lo hagan sin contemplaciones.
Con un vigor como el demostrado por las dos partes en los aspectos técnico,
económico y de comunicación, pronto comenzaron a ser familiares para las personas
de toda clase y condición los cohetes de gran tamaño, las imágenes de cápsulas
reentrando en la atmósfera, los trajes presurizados, las escafandras...
Terminología
Búmeran de madera a cuya forma se parecían los objetos declarados por Kenneth
Arnold.
El primer nombre dado a luces o formas en el cielo desconocidas para el espectador
fue el de «platillo volante» o «platillo volador», del inglés flying saucer. El
término «platillo volador» se popularizó en 1947 debido a un error periodístico. El
24 de junio, el piloto civil estadounidense Kenneth Arnold ―mientras volaba sobre
la cordillera de las Cascadas (en el estado de Washington)― vio una formación de
nueve objetos con forma de búmeran que volaban a una velocidad (estimada por él)
superior a los 1500 km/h.1
Historia
No existe acuerdo respecto al momento en que comenzó la historia de los ovnis. Para
Ted Wilding-White, J. J. Benítez, Erich von Däniken o Jacques Vallée los
avistamientos de objetos sin identificar se remontan tanto como historia tiene la
Humanidad. Para autores como Ricardo Campo, Luis Alfonso Gámez1 o Carl Sagan es un
mito contemporáneo que comienza a finales de los años cuarenta.
Juan José Benítez20 propuso en su libro Los astronautas de Yavé que una serie de
extraterrestres entrenaron a Moisés en el monte Sinaí en distintas técnicas, se
ocuparon de ofrecerle asesoramiento, cuidaron y alimentaron a los padres de la
Virgen María, se aparecieron a San José, los Reyes Magos o fueron los encargados de
realizar la Anunciación. Como en el caso de Däniken, el autor español no aporta
ninguna prueba documental o arqueológica de dichos supuestos.
Por su parte, Jacques Vallée4 mantenía que ha existido una vieja tradición de seres
fantásticos como las ninfas, sílfides, duendes o hadas, que cometían raptos de
personas para llevarlas a lugares que los relatos denominaban Magonia, pero también
Ávalon y otras geografías míticas. Según el autor francés, esos cuentos eran la
forma que tenían aquellas personas para explicar encuentros cercanos, raptos y
abducciones llevados a cabo por seres extraterrestres. Como en el caso de las
conjeturas vertidas por Däniken, esta hipótesis no deja de ser una explicación ad
hoc e innecesaria, pues existe otra mucho más sencilla. Las nubes, las hadas o los
carros de fuego podrían ser metáforas empleadas en los relatos religiosos, sin
ninguna evidencia de que dichos relatos deban ser interpretados más que de una
forma mítica. Así pues, dichas narraciones no constituyen una prueba empírica para
saber si ocurrieron los hechos así o no, es decir, sostener que se trata de naves
extraterrestres podría ser un argumento ad ignorantiam.
Durante la Edad Media aumentaron, si cabe, los problemas para realizar registros
escritos de sucesos cotidianos. Esto fue debido al ligero crecimiento del índice de
analfabetismo y a los cortes periódicos que los musulmanes practicaban al
suministro de papiro con destino a Europa, por lo que solo quedaban los pergaminos
como soporte para escribir, de mejor calidad, pero mucho más escasos. Para Ted
Wilding-White23 los avistamientos no se pudieron recoger hasta la publicación de
los primeros periódicos. Antes, prosigue Wilding-White, las narraciones de sucesos
aéreos desconocidos solo podían ser preservadas para lecturas posteriores por
personas que supieran y pudieran escribirlas. En Europa Occidental esta facultad
quedaba reservada a los monjes en los monasterios, por lo que se reducía mucho el
espacio observable. El autor recoge siete casos acaecidos entre el 1 de enero de
1254 y el 13 de noviembre de 1833.
Ovnis contemporáneos
En el siglo XX y XXI el tema ovni vivió una curva similar a la Campana de Gauss,
comenzando por el ya relatado comentario del piloto Kennet Arnold en la Cordillera
de las Cascadas el 24 de junio de 1947. Al mes siguiente se produjo el incidente
ovni de Roswell, en Nuevo México. Siguiendo a Donald Menzel, fuese cual fuese lo
aparecido en Roswell debería quedar fuera del campo ovni, pues no es nada que se
viese volando. Pese a todo, y debido a la vinculación desde su inicio con visitas
extraterrestres, se tardó muy poco en reunir los dos sucesos en la misma categoría.
Esta deriva en el tema ovni hacia unos encuentros cada vez más cercanos es, para
Luis Alfonso Gámez, el ejemplo de que el mito ovni se ha destruido a sí mismo,
"porque ya no le queda más por inventar".6
Investigación
Artículo principal: Ufología
Encuentros lejanos
Estos son los realizados a más de 150 metros de distancia (500 pies) y Hynek33
propuso tres tipos:
Discos redondos: objetos vistos por el día con formas generalmente redondas, en
cualquier caso distintos a las de aparatos convencionales.
Ecos de radar: detecciones realizadas por radares primarios que no se identifican
así mismas.
Luces nocturnas: luces de distintos colores que no se pueden asociar a las luces
anticolisión de aeronaves convencionales.
Encuentros cercanos
Son los realizados a menos de 500 pies (150 metros) y se dividirían en tres tipos:
El 27% de los expedientes ovni resultaron ser estrellas, planetas y otros objetos
astronómicos.
Otro 27% de los expedientes se debieron a globos y aviones.
Un 23% fue producido por meteoritos, satélites artificiales y otros objetos
cercanos a la Tierra.
Hubo un 23% que quedó sin explicación, pero se hicieron suposiciones sobre la
mayoría de dichos casos y se afirmó que podían haberse resuelto si los observadores
hubiesen dado más datos.
Con el tiempo, varias fuerzas aéreas y organismos independientes han realizado
investigaciones similares, como la presentada por Ballester Olmos.19 Las
conclusiones han sido análogas, llegando también a unos porcentajes parecidos, es
decir, y agrupados por número de casos causados, en primer lugar estarían las
observaciones provocadas por objetos fuera de la órbita terrestre, en segundo lugar
aparecerían los producidos por objetos de fabricación humana, después vendrían las
causadas por objetos ubicados cerca de la órbita terrestres, en cuarto lugar
estaría un porcentaje provocado por fenómenos que no son objetos (espejismos,
reflejos, fenómenos atmosféricos...) y una pequeña cantidad de la que no se logró
determinar su procedencia. Pero Ballester Olmos,19 tras investigar los informes
desclasificados por el Ejército del Aire español redujo los casos sin explicación a
un 7%, nueve informes en total.
Poco después de concluir el Proyecto Libro Azul, también en 1969, se publicaron las
conclusiones de un informe solicitado el año anterior con el fin de conocer las
posibilidades de realizar un estudio posterior más amplio que aportase nuevos
conocimientos científicos. Dicho trabajo se denominó Informe Condon, por ser
encargado al físico Edward Condon.42Sus conclusiones fueron:1
Los informes ovni no presentan ningún desafío para la ciencia contemporánea por no
encontrarse en ellos ningún fenómeno desconocido de la Naturaleza.
Estas observaciones y testimonios no constituyen ninguna prueba de presencias
extraterrestres.
Los ovnis no suponen un peligro para la seguridad de los Estados Unidos.
No se recomendaban más investigaciones en el campo de la física, mecánica o
aeronáutica; pero los ovnis, mantenía el informe, sí podían ser un objeto de
estudio interesante para ciencias sociales como la psicología o la sociología.
Pese a las conclusiones arrojadas por el Proyecto Libro Azul y el Informe Condon,
la literatura sobre los objetos volantes no identificados ha seguido produciéndose
sin descanso. Autores como Fernando Frías indican que dicha literatura carece de
rigor,18 en muchos casos, pues no se realizan confirmaciones de las declaraciones
dadas por los testigos y en varias ocasiones son afirmaciones falsas.nota 5
Interpretación
Hipótesis extraterrestre
Artículo principal: Hipótesis extraterrestre
La idea de que los ovnis son naves extraterrestres se planteó ya con el Incidente
de Roswell y ha sido un explicación recurrente desde aquel momento. Los escépticos
suelen emplear un principio básico de la ciencia según el cual «para poder afirmar
la existencia de fenómenos extraordinarios se requieren pruebas concluyentes».
Hacen hincapié en que no se han aportado pruebas fiables que respalden la hipótesis
de que el fenómeno ovni mantiene relación con naves extraterrestres. El Dr. Neil
DeGrasse Tyson afirma contundentemente que si se ve algo en el cielo desconocido
para nosotros no se debe concluir cualquier cosa, sino "dejar de hablar".5
En dicho comunicado a United Press International aclara sin embargo que no puede
afirmar nada sobre la cuestión de la realidad o irrealidad física de los ovnis,
pues no posee pruebas suficientes ni a favor ni en contra. Debido a ello se ocupa
solamente del aspecto psicológico del fenómeno, sobre el cual se dispone de mucho
material.
Jung añade que desde entonces y «durante más de un decenio la realidad física de
los ovnis ha seguido siendo un asunto sumamente problemático». Y que «cuanto más se
prolongaba la incertidumbre, tanto más probable se fue haciendo que en ese
fenómeno, evidentemente complicado, incidiera también, además de una posible base
física, un importante componente psíquico. Esto no tiene nada de asombroso al
tratarse de un fenómeno aparentemente físico que se caracteriza, por una parte, por
su frecuencia, y por otra, por lo extraño y desconocido, incluso por lo
contradictorio de su naturaleza física. Un objeto semejante provoca como ninguna
otra cosa la fantasía consciente y la inconsciente, produciéndose suposiciones
especulativas y narraciones fantasiosas con el fondo mitológico propio de estas
excitantes observaciones».55
Un proceso real objetivo, físico, o percepción primaria, genera una fantasía o mito
concomitante.
Una fantasía primaria inconsciente, un arquetipo, invade la consciencia con
ilusiones y visiones.
Se produce una coincidencia sincronística acausal y plena de sentido, especialmente
en fenómenos vinculados a procesos psíquicos arquetípicos.
Finalizaba el prólogo indicando que carece de medios para aportar algo útil a la
realidad física del fenómeno, ocupándose casi exclusivamente del aspecto
psíquico.57 Aun así reconoce «que por desgracia hay buenas razones por las que no
puede darse por concluido el asunto de manera tan sencilla».58 Bien es cierto que
las proyecciones psíquicas de carácter mitológico no son causadas por el fenómeno
ovni al haber existido siempre, con o sin ovnis. El mito se fundamenta en lo
inconsciente colectivo y su proyección siempre ha tenido lugar. Así, la proyección
como ovni, junto con su contexto psicológico, el rumor, es un fenómeno propio de
nuestra época, característico de ella.
Es seguramente significativo de nuestra época que el arquetipo, en contraposición a
las formas anteriores, adopte una forma neutra, incluso técnica, para eludir el
escándalo de la personificación mitológica. Lo que tiene apariencia técnica llega
al hombre moderno sin dificultad.59
El paréntesis introducido por Jung será el precedente más directo de las hipótesis
psicosociológicas (y en parte de las paraufológicas), las cuales surgirían años
después para tratar de explicar el fenómeno ovni acudiendo a confusiones o errores
de interpretación moldeados por la psicología del testigo y el ambiente sociológico
del momento.6566
Hipótesis psicosocial
Sin embargo, la crítica principal hacia los nuevos escépticos ha corrido pareja a
la de sus antecesores: la inabarcabilidad del carácter absurdo y genuínamente
anómalo del fenómeno ovni ha terminado por gestar un nuevo reduccionismo polarizado
exclusivamente en los procesos psicosociales. La interpretación mítica,
antropológica y cultural resulta inevitable pero no implica per se un negativismo
de toda aquella casuística inexplicada y aun a falta de demostración.71
Hipótesis paraufológica
Véase también: Hipótesis interdimensional
Un año después saldría a la luz una segunda obra igualmente excepcional, Operación
Caballo de Troya, del ufólogo John A. Keel, en la que planteaba que los ovnis no
provienen de otros planetas sino de otras dimensiones, serían el disfraz de un
fenómeno oculto inteligente, manifestaciones que aparentan una presunta realidad
mimetizándose en función de la época y el contexto cultural en el que se expresan,
cual caballos de Troya.77
Véase también
Anexo:Principales avistamientos ovni
Anillos de hadas
Área 51
Avistamientos de ovnis en España
Círculos en los cultivos
Objeto volador no identificado nazi
Ved
Notas
La Academia Española define la ufología como ‘Estudio de los fenómenos asociados a
los ovnis’.17 La palabra «estudiar», sin embargo, es discutida. Según estudiosos de
la ufología, como Fernando Frías, esta incurre en numerosos fallos a la hora de
difundir los casos, como publicar ―sin realizar ninguna verificación― que tras un
encuentro con extraterrestres a un hombre le creció un tercer testículo, por
ejemplo.18 Juan Ballester Olmos 19 señala que cuando se ha estudiado el expediente,
generalmente un relato, y no ha sido posible ofrecer una explicación, se considera
un «caso positivo». Por contra, cuando se puede dar una explicación se denomina
«caso negativo». En la mayoría de los casos estudiados por ufólogos empleando el
método científico se descubrió un origen conocido.
La gran mayoría de la literatura sobre el tema no puede ser considerada
"científica" por no seguir el método científico. Para este tipo de publicaciones
pseudocientíficas existe la propuesta para cambiar el nombre de ufología por
ufolatría, al tratarse más de una veneración y una defensa del origen
extraterrestre, que de un esfuerzo por ampliar el saber de los mismos.6
Quizás el que más le convenció lo divisó un policía en Socorro, Nuevo México, el
cual avistó unos seres y un ingenio en el suelo con signos pintados en el fuselaje,
algo inusual hasta ese momento, ocultándose los ovninautas en lo que se supuso era
el interior de la máquina y despegando esta seguidamente.37
Por lo tanto, se asume implícitamente la existencia de abducciones, telepatía o
contactos por radio. En esta última fase se podrían incluir las búsquedas como las
realizadas por el Proyecto SETI@home y otras investigaciones por radiofrecuencia,38
si alguna vez aportan señales extraterrestres inequívocas. Habría que reseñar
finalmente que la quinta y sexta fase no catalogarían objetos que vuelan sin poder
saber lo que son, porque ni son objetos ―pueden ser pensamientos o detecciones de
radio― ni vuelan, y su procedencia extraterrestre se asume previamente.
En concreto, Frías reproduce la conversación mantenida entre una periodista y el
director de la revista Karma 7 donde aquella le preguntó a este "¿qué se hacía
cuando no había suficientes noticias para completar el número correspondiente?", a
lo que respondió el responsable de la publicación: "Nos las inventamos. Total la
gente no se entera".18
Referencias
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revelaría que lo avistado en Socorro fue una broma preparada por estudiantes del
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Edward Condon era experto en física cuántica, pero también había participado en la
construcción y mejora de radares durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que
reunía varias aptitudes y actitudes para estudiar los ovnis.
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eso constituye la prueba de que la hipótesis extraterrestre sigue siendo válida.
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Para una más amplia exposición de las diversas hipótesis interpretativas y su
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Bibliografía
Bibliografía utilizada
La bibliografía sobre ovnis es inmensa, sin embargo la mayoría se centra en la
defensa de su origen extraterrestre, de la cual buena parte son reediciones o
recapitulaciones y en su mayoría, como se ha indicado, deficitaria en cuanto a
exhaustividad y rigor. Fuera de dicha línea el número de títulos existentes se
reduce considerablemente. Para la confección del presente artículo se han utilizado
las obras de divulgación más comunes listadas por orden alfabético de primer
apellido.
Ballester Olmos, Vicente-Juan (2000). «Ovnis: el enigma que nunca existió». Muy
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