El Vientre Camino de Sabiduría y de Medicina para Vivir en Paz
El Vientre Camino de Sabiduría y de Medicina para Vivir en Paz
El Vientre Camino de Sabiduría y de Medicina para Vivir en Paz
Cuando una sociedad empieza a maltratar a sus mujeres, cuando una niña es viola por su
propia familia y por su sociedad, estamos dentro de una sociedad enferma; su civilización,
su desarrollo, su ciencia está en dificultades, está en crisis, porque hay amnesia del saber
milenario, porque hay una desarticulación con la historia de origen, por lo tanto no hay
memoria de su primera casa, el vientre.
Todas y todos venimos del mismo vientre, el vientre es nuestra primera casa, nuestro
primer territorio, nuestra primera escuela donde nuestras abuelas y abuelos, tías, nuestras
madres nos enseñaron, nos comunicaron la transcendencia de lo que somos, de dónde
venimos, cuál es nuestra historia de origen; toda la humanidad venimos del mismo lugar,
porque el vientre de una mujer japonesa, china, rusa, europea, ëbera, nasa, iku, wayúu,
dule, kämentsä, paisa, costeña, es igual, está hecho del mismo tejido, por lo tanto todos
venimos del mismo vientre, todas y todos somos los mismos hijos e hijas de una
misma madre, es decir todos somos hermanos y hermanas en este mundo; si
entendiéramos eso, el mundo sería diferente, todos nos amaríamos, nos respetaríamos…
Nuestro cordón umbilical estuvo unido con nuestras madres, ahí se encuentra nuestro ADN,
nuestra memoria, sigilosamente guardada desde hace mileños de generaciones pasadas,
ahí tenemos la posibilidad de reafirmarnos de lo que somos, y ser conscientes que hoy
somos seres perfectos por nuestros padres y sobre todo por nuestras madres.
La unión de las semillas de mi padre y de mi madre produjo una chispa que hizo posible el
comienzo del nacimiento de una vida, ahí comenzó a tejerse el aliento del ser humano; el
primer ser que empezó a surgir de esta unión, que comenzó a germinar desde el calor del
abuelo sol, fue un ser hermoso, el agua; luego el agua comenzó a transformarse con el
calor de los antepasados, y poco a poco empezó a burbujearse y en el centro del agua
sumergió la sangre, líquido de vida que hizo posible con el calor de las abuelas, que en su
centro, naciera el corazón; desde ese lugar mágico, fueron tejidos el cerebro, los pulmones,
los huesos, las arterias, el hígado; y el corazón siguió trabajando y los latidos de su ser,
tejiendo la vida.
Los ancestros nos enseñan que cada órgano es un ser, son seres, son comunidades, es
decir el corazón, el cerebro, la cabeza, son comunidades, y nunca dicen, somos más
importantes que las otras, todas son importantes, todas están interconectadas, y
cualquier cosa que pasara en estas comunidades afecta todo el organismos, afecta todo el
ser, afecta el corazón.
El corazón fue la primera comunidad que dio el sopla de vida a nuestra existencia, el cerebro
recibió los mensajes del corazón, aprendió del corazón, no lo contrario, las abuelas tejieron
nuestros cerebros a imagen y semejanza del corazón y del cosmos.
Cuando nacemos nos cortan nuestro cordón umbilical, y nos separamos de nuestras
madres, y muchos pueblos ancestrales tienen rituales de la siembra de nuestro cordón
umbilical, nuestras placentas; muchos entierran en la tierra, cerca del fogón, en la chagra,
y muchos siembran semillas de maíz, coco, árboles con el ombligo, significando que ya
somos parte de la tierra, nuestro cordón umbilical ya está ligado con la madre tierra, y
empezamos a vivir dentro del vientre de la madre tierra.
Todas y todos venimos de un mundo circular, cíclico, espiral, donde el pasado está cerca,
lo veo, lo siento, el pasado histórico, el sujeto histórico es importante, es decir la historia es
nuestra marca, nuestro centro, nuestro corazón; el corazón y la razón son comunidades
que están ligadas, son importantes, como todos los órganos, son comunidades.
Cuando nacemos, la tierra nos recibe, ella también tiene la forma del vientre de una mujer,
mi pueblo Gunadule dice a la tierra Nabba, Na significa totuma, y si lo repetimos NANA
significa, madre, eso da entender que nuestros ancestros ya sabían desde hace mucho
tiempo que la tierra tenía la forma de la totuma o la forma del vientre de una mujer.
Colombia, tiene oportunidad de escuchar otras voces, otras palabras ancestrales para dar
cuenta que somos diversos, y por esta diversidad el mundo puede seguir existiendo,
aportando a la humanidad para que escuchemos otras historias, otras visiones de la
naturaleza, del mundo; es hora que el mundo escuche otras formas de pensar sobre la vida,
donde el ser humano, el sujeto, no es únicamente individuo, sino, somos seres colectivos,
y nuestro ser está lleno de comunidades, nuestro corazón es una comunidad, porque son
miles de seres que trabajan para la armonía del ser, repartiendo el agua de la vida en cada
rincón del ser, así mismo trabaja el cerebro, el hígado, los pulmones, el estómago, los
intestinos, nuestros huesos, qué decir del vientre de nuestras madres, que trabajan para
formar a los seres sabias y sabios1.
1
En nuestra cultura Gunadule, creemos que son las abuelas que tejen la vida dentro del vientre, y son ellas las que ayudan
a bajar a la criatura al seno de la madre tierra (nacimiento); por eso existe el canto de mu igala, “canto al parto”.
Ahora quiero invitar cómo debemos salvaguardar esta riqueza y cómo debemos practicar
para volver a nuestros vientres, para volver a aprender nuevamente de la vida de la madre
tierra.
Las respuestas están en las medicinas ancestrales y desde la espiritualidad; cada vez que
tomamos el Yagé, el Yopo, el mambe, la fumada de la pipa, baños medicinales, los
cantos terapéuticos, el temascal, el peyote, el canto del jaibaná, entre otros… estamos
volviendo a nuestros vientres, ahí renovábamos nuestros compromisos con nuestra
mamátierra, ahí volvemos a sanarnos, porque la planta es sanadora, ahí obtenemos el
corazón-pensar de nuestra existencia, porque volvemos a encontrarnos a nosotros mismos.
Existe un camino, la profundización y las prácticas de las ceremonias sagradas, creo, que
es el único camino que nos queda, y ustedes todos y todas tienen derecho y oportunidad
de saberlo y practicarlo, porque nos pertenece, somos hermanos y hermanas, tenemos la
misma madre, la madre tierra… y precisamente ahí está nuestra cura, si queremos ser,
seres brillantes, maravillosos, el secreto está en las plantas y en nuestro ser; somos
nosotros mismos la medicina, nuestras manos son prodigiosas para curar, los cantos,
nuestras voces son una maravilla para curar, ahí está el reto, hermanas y hermanos,
simplemente una mirada amorosa y unos abrazos con el corazón.
Quiero invitar a todos, los que quieren viajar con nosotros, y le damos una cálida bienvenida
para que juntos aprendamos la calidad de vida y del buen vivir, pero esto no es posible si
primero no amamos a nuestras comunidades que hay dentro de nosotros, sino no amamos
a nuestras madres (padres) que hicieron posible nuestra existencia, y sino amamos a los
seres que están cerca de nosotros, a nuestra familia, a nuestras sociedad, a nuestra cultura.
Hoy quiero agradecer a mi madre que me hizo posible entender estas cosas sencillas, pero
difícil de entenderlos, pero con ustedes, juntos quiero seguir aprendiendo estos mensajes,
porque sé que ustedes cada uno trae potencialidades para compartir los conocimientos y
saberes de sus culturas, de sus historias, y que esta licenciatura posibilita, abre espacios
para ser escuchados, observados, tejidos desde el silencio de nuestros corazones.
Muchas gracias, que los creadores del cosmos y de la mamátiera estén con todos ustedes
y con nosotros…
iLectura
en la clase inaugural del profesor Abadio Green, en la II Cohorte de la Licenciatura en Pedagogía de la
Madre Tierra: Maloca del jardín Botánico, 23 de junio de 2014.