Dayana Isabel Mirella Bernedo Mendoza

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“UNIVERSIDAD ANDINA NÉSTOR CÁCERES VELÁSQUEZ”

MAESTRIA EN DERECHO

MENCION: DERECHO PROCESAL PENAL

FACTORES DE RIESGO PSICOSOCIALES DE ORIGEN LABORAL


E INCREMENTO DEL REQUERIMIENTO DE AMPLIACION
Y PROLONGACION DE PRISION PREVENTIVA,
DISTRITO FISCAL DE APURIMAC - 2017

PROYECTO DE TESIS

Presentado por:

DAYANA ISABEL MIRELLA BERNEDO MENDOZA

Para optar el grado de

MAESTRO EN DERECHO

JULIACA – PERÚ

2017
“UNIVERSIDAD ANDINA NÉSTOR CÁCERES VELÁSQUEZ”
MAESTRIA EN DERECHO
MENCION: DERECHO PROCESAL PENAL

FACTORES DE RIESGO PSICOSOCIALES DE ORIGEN LABORAL


E INCREMENTO DEL REQUERIMIENTO DE AMPLIACION
Y PROLONGACION DE PRISION PREVENTIVA,
DISTRITO FISCAL DE APURIMAC - 2017

PROYECTO DE TESIS

Presentado por; DAYANA ISABEL MIRELLA BERNEDO MENDOZA, para optar el grado
de:

MAESTRO EN DERECHO

APROBADO POR

PRESIDENTE DE JURADO : _________________________

MIEMBRO DEL JURADO : _________________________

MIEMBRO DEL JURADO : _________________________

ASESOR DE TESIS : __________________________


Mgtr. Martin Carlos SURCO ATENCIO
I. EL PROBLEMA
1.1. Exposición de la situación problemática
Una de las grandes problemáticas que poseían los sistemas de justicia

criminal inquisitivos se relacionaba con la falta de eficiencia en la

investigación criminal, caracterizada principalmente por la utilización de

mecanismos de persecución burocráticos, de larga duración, poco

transparente y muy costoso. Por ello, la implementación del sistema

procesal penal acusatorio en América Latina generó la expectativa de

contar con organismos modernos y eficientes encargados de la

persecución penal en todo tipo de delitos. El Ministerio Público ha sido

el organismo encargado de dar resultados en esta materia y ha

enfrentado retos significativos durante la implementación del sistema

acusatorio. Especialmente, para romper con el paradigma impuesto por

el sistema inquisitivo, las reformas procesales penales deben marcar

una diferencia en la persecución penal; por lo tanto, sus desafíos han

estado relacionados a la incorporación de mecanismos de investigación

innovadores y efectivos que indaguen tanto la criminalidad común como

compleja, la racionalización y priorización de los recursos públicos, a la

coordinación interinstitucional, la gestión institucional, entre otros temas

1.1.1. Formulación del planteamiento del problema

¿De qué manera los factores de riesgo psicosociales de origen laboral

afectan al incremento del requerimiento de ampliación y prolongación de

prisión preventiva, distrito fiscal de Apurímac – 2017?

1.2. Justificación

La prisión preventiva constituye una fase del proceso ordinario y es


decidida por un juez. Así, en razón de sus presupuestos, de sus

modalidades y de las dimensiones que ha adquirido, se ha convertido

en el signo más evidente de la crisis de la jurisdiccionalidad, de la

administrativización tendencial del proceso penal y, sobre todo, de su

degeneración en un mecanismo directamente punitivo” (Ferrajoli, 2001).

También sostiene que “La prisión preventiva obligatoria es

verdaderamente una contradicción en sus términos. La prisión

preventiva se justifica solamente en casos graves de peligro de

falsificación de las pruebas o de fuga del imputado. Debería tratarse de

una medida absolutamente excepcional y acotada. No debería ir más

allá de alguna semana. Pero naturalmente eso implica un costo, porque

el imputado podría ser culpable. Pero la democracia implica ciertos

peligros. Si la prisión preventiva es obligatoria funciona como una pena

anticipada y, por lo tanto, totalmente ilegítima” (Ferrajoli, 2001)

2. Objetivos

2.1. Objetivo general

Determinar los factores de riesgo psicosociales de origen laboral afecta al

incremento del requerimiento de ampliación y prolongación de prisión

preventiva, distrito fiscal de Apurímac – 2017.

2.1.1. Objetivos específicos

 Conocer los factores de riesgo psicosociales de origen laboral en el

Distrito fiscal de Apurímac.

 Establecer si el incremento del requerimiento de ampliación y

prolongación de prisión preventiva.


3. MARCO REFERENCIAL

3.1. Antecedentes de la investigación

3.1.1. Antecedentes

Carlos Manuel Jiménez Robleto y Jeffrey Gabriel Gonzaga Flory

(Tesis) Análisis de los Criterios de Oportunidad en las Políticas de

Persecución Penal del Ministerio Público en concordancia con el

Principio de Igualdad, donde concluye que;

Conforme con lo que se ha desarrollado en la presente investigación

se formulan las siguientes conclusiones:

El sistema de administración de justicia es incapaz de llevar a juicio la

totalidad los casos que son puestos en conocimiento de los

representantes del Ministerio Público

Ejercer la acción penal es requerir la aplicación a la autoridad

jurisdiccional de cualquiera de los actos conclusivos previstos por el

Código Procesal Penal

Ejercer la persecución es requerir a la autoridad la solicitud de

apertura juicio con base en una acusación como acto conclusivo de la

etapa de investigación

De acuerdo con el párrafo primero, del artículo 22, del Código

Procesal Penal, el Ministerio Público deberá ejercer la acción penal en

todos los casos que sea procedente.

De acuerdo con el párrafo segundo, del artículo 22, del Código

Procesal Penal, el Ministerio Público podrá solicitar que se prescinda

total o parcialmente de la persecución penal.


Los criterios de oportunidad previstos por el legislador se encuentran

dispuestos de manera taxativa.

El legislador previó margen discrecional al Ministerio Público para

ejercer la acción al establecer el principio de oportunidad en el párrafo

segundo, del artículo 22, del Código Procesal Penal.

Al establecerse margen discrecional al Ministerio Público para el

ejercicio de la acción penal con base en el artículo 22, del Código

Procesal Penal, se formula una política de persecución penal.

Cuando el Ministerio Público ejerce una política de persecución

penal realiza también política criminal.

De acuerdo con la Ley Orgánica del Ministerio Público, el Fiscal

General puede establecer criterios para ejercer la acción penal.

3.2. Marco teórico referencial


2.1.1. Prisión preventiva.

La Prisión Preventiva, es una medida cautelar de carácter coercitivo,

personal y provisional que afecta la libertad personal durante un breve

periodo de tiempo.

La decisión judicial de ordenar la prisión preventiva a un imputado por la

presunta comisión de un delito, se hace con el fin de garantizar que el

proceso que se le sigue no se vea obstaculizado, interrumpido o demorado

de alguna forma. Ello no significa un adelanto de la condena, es decir, que

no se está recluyendo al imputado porque se crea que su

responsabilidad es evidente.( Burgos,2010, p. 18).


Esta medida tiene como justificación la necesidad de una pronta

reacción del Estado frente al delito. También constituye un medio para

garantizar el desarrollo del proceso penal con la presencia del imputado

y con la posterior eventual ejecución de la sentencia.

2.1.1.1. Marco normativo.

La prisión preventiva, es la medida cautelar personal más radical y

aflictiva, es por ello el legislador ha establecido puntuales exigencias,

requisitos objetivos y concurrentes previstos en el artículo 268º del

Código Procesal Penal de 2004, para su aplicación, tales como:

a. La existencia de fundamentos y graves elementos de convicción

suficientes que vinculen al imputado con la comisión del delito

investigado.

Los elementos de convicción son actos de investigación,

tanto de la Policía como de la Fiscalía, que sustentan la

existencia verosímil de la imputación de un hecho delictivo a una

determinada persona; es decir, son elementos de convicción de

cargo que son llevados a la audiencia, como sustento probatorio

del requerimiento de prisión preventiva.

b. La sanción a imponerse sea superior a los 4 años de pena

privativa de libertad.

La prisión preventiva está condicionada a una sanción legal

que se determina como consecuencia jurídica a cada tipo legal,

por lo que se deberá efectuar una prognosis de pena, no basta

que la pena sea mayor, superior a los cuatro años, en tanto la

determinación de la pena está sujeta a una serie de variables,


entre estas las circunstancias relacionadas a la realización del

hecho punible.

La existencia de este presupuesto no está referido a la pena

fijada por ley para el delito, sino al análisis preliminar que tendrá

que realizar el Juez para considerar la pena probable, que

implica un acercamiento, un cálculo a esa determinación

conforme a los actuados existentes en la oportunidad en que

corresponda dictar la medida y que será la regla al momento de

aplicar la prisión preventiva.

El Juez en esta fase del análisis jurídico procesal ha de

realizar una prognosis o pronóstico que permita identificar a un

nivel razonable la probabilidad de que la pena a imponer será

superior a cuatro años de privación de libertad. Es decir, el Juez

debe valorar el caso concreto y no aplicar una regla penológica

general sin sentido.

c. Peligro procesal

El Periculum In Mora, constituye el verdadero sustento de la

prisión preventiva, la misma que se aplicará cuando exista indicio

o evidencia razonables, de que el imputado eludirá el proceso o

que obstruya en los actos de investigación.

El Peligro procesal, presenta dos supuestos: La intención del

imputado de eludir la acción de la justicia (peligro de fuga) y la

intención de perturbar la actividad probatoria:

 El peligro de fuga, consiste en el peligro de que el imputado no se

someta al procedimiento penal ni a la ejecución.


Así tenemos, que conforme al artículo 269° del CPP de 2004,

para calificar el peligro de fuga el Juez tendrá en cuenta:

i. El arraigo en el país del imputado, determinado por el

domicilio, residencia habitual, asiento de la familia y de sus

negocios o trabajo o las facilidades para abandonar

definitivamente el país o permanecer oculto, vínculos de

carácter familiar, amical y de negocios, grado de influencia

que pueda ejercer en determinados ámbitos socio-políticos,

situación económica, lazos familiares en el exterior, de ser el

caso su doble nacionalidad, etc.

ii. La gravedad de la pena que se espera como resultado del

procedimiento.

iii. La importancia del daño resarcible y la actitud que el

imputado adopta, voluntariamente, frente a él.

iv. El comportamiento del imputado durante el procedimiento o

en otro procedimiento anterior, en la medida que indique su

voluntad de someterse a la persecución penal.

 El peligro de entorpecimiento o peligro de obstaculización de la

actividad probatoria, exige conforme al artículo 270° del CPP de

2004, que el comportamiento del imputado funde la

sospecha vehemente de que el imputado:

i. Destruirá, modificará ocultará, suprimirá o falseará medios de

prueba.

ii. Influirá para que los coinculpados, testigos o peritos informen

falsamente o se comporten de manera desleal o reticente.


Esto es, corrompiendo voluntariamente, a fin de que se

tuerza la verdad de los hechos, ejerciéndose bajo violencia o

amenaza.

iii. Inducirá a otros a realizar tales comportamientos, esto puede

ser de forma personal-directa o por interposita persona

(mediante otra persona) y si, por ello, existe el peligro de que

él dificultara la investigación de la verdad.

d. La existencia de razonables elementos de convicción acerca de

la pertenencia del imputado a una organización delictiva o su

reintegración a la misma.

De acuerdo al artículo 268° del Código Procesal Penal son

presupuesto material para dictar prisión preventiva:

i. Que existen fundados y graves elementos de convicción para

estimar razonablemente la comisión de un delito que vincule

al imputado como autor o partícipe del mismo.

ii. Que la sanción a imponerse sea superior a cuatro años de

pena privativa de libertad; y

iii. Que el imputado, en razón a sus antecedentes y

otras circunstancias del caso particular, permita colegir

razonablemente que tratará de eludir la acción de la justicia

(peligro de fuga) u obstaculizar la averiguación de la verdad

(peligro de obstaculización).

Sin embargo, sin perjuicio de la concurrencia de los presupuestos

establecidos en el mencionado artículo, también será presupuesto

material para dictar prisión preventiva, la pertenencia o integración del


imputado a una organización delictiva o banda no es en estricto sentido

un presupuesto material propio. No es una conditio sine qua non para la

aplicación de la prisión preventiva que es lo que ocurre en los demás

presupuestos materiales. Pero, si es un criterio, en la experiencia

criminológica, para atender a la existencia de peligro procesal, tanto en

el ámbito de la fuga como en el de la obstaculización probatoria.

De esta manera, la Circular sobre Prisión Preventiva, emitida por la

Corte Suprema señala que: “Las estructuras organizadas

(independientemente del nivel de organización) tienden a generar

estrategias y métodos para favorecer la fuga de sus pares y para

contribuir en la obstaculización probatoria (amenaza, “compra”, muerte

de testigos, etcétera). Por consiguiente, el Juez debe evaluar esta

tipología como un criterio importante en el ámbito del

procesamiento de la criminalidad violenta. Lo que significa que si bien

no es una regla general ni obligatoria, evaluado el caso concreto, es

posible sostener que en muchos supuestos la gravedad de la pena y la

pertenencia a una organización delictiva o banda es suficiente para la

aplicación de la prisión preventiva, por la sencilla razón que la

experiencia demuestra que son recurrentes los casos en los que estos

imputados se sustraen a la acción de la justicia durante años, apoyados

en la organización que los arropa.”(Resolución Administrativa N° 325-

2011-P- PJ.).

2.1.1.2. Consideraciones preliminares

La seguridad ciudadana se constituye en uno de los temas de la agenda

política que ha despertado mayor interés y generado los debates


más encendidos en la sociedad actual, y es que pese a las enormes

diferencias identificadas en todo el mundo, sea en lo que compete a la

incidencia y a la naturaleza de los fenómenos modernos de la violencia y

de la criminalidad, sea en lo que dice con respecto a las respuestas

presentadas por los poderes constituidos, parece claro que las

sociedades de este inicio de siglo se encuentran sumergidas en una

avasalladora “sensación de inseguridad” (Do Socorro, 2008, p. 21),

creada en gran medida por la proliferación del fenómeno delictivo (Silva,

2001, p. 32).

El abordaje de esta problemática no puede ser individual ni

sectorizado, sino multi e interdisciplinario, y es que el panorama de la

realidad criminal demanda la actuación de políticas públicas

encaminadas a aminorar lo máximo posible el fenómeno de la

criminalidad, desde los diferentes sectores de los poderes del Estado.

En tal sentido el Poder Judicial activamente ha implementado la

denominada Agenda Judicial para la Seguridad Ciudadana, cuyo eje gira

en torno a dos ámbitos concretos de actuación: a) Medidas urgentes o de

ejecución inmediata y, b). Medidas de mediano y largo plazo, que incluyen

propuestas legislativas de modificación a la ley Orgánica del Poder

Judicial, Código Penal, Código de Procedimientos Penales y Código de

Ejecución Penal, e implementación de artículos pertinentes del

Código Procesal Penal de 2004. También comprende las decisiones que

al interior de la institución se vienen ejecutando, que incluye la labor que

desempeña la Oficina de Control de la Magistratura, la emisión de

circulares de la Presidencia del Poder Judicial, y la doctrina jurisprudencial


vinculante que en materia penal se vienen dando a través de los

Acuerdos Plenarios de la Corte Suprema.

Ello, como seguramente estaremos de acuerdo, resulta altamente

positivo y loable (Castillo, 2008, p. 21), pues toda esta labor que ya viene

realizando el Poder Judicial redunda en una mayor seguridad jurídica, lo

que implica una avance en la eficacia del sistema penal, lo cual a su vez

conlleva a una disminución de la inseguridad ciudadana.

Sin embargo, no se debe perder de vista que estas acciones

concretas en la búsqueda de una mayor y mejor eficacia del sistema

penal con miras a lograr que la inseguridad ciudadana descienda al

mínimo posible, no implica que tales acciones puedan afectar

arbitrariamente los derechos fundamentales de las personas que

eventualmente puedan verse implicadas en un proceso penal como si

estuviésemos en un estado de policía, sino que tal activismo judicial debe

tener como punto de partida o de llegada en todo caso- las directrices

diseñadas por la Constitución Política, conforme lo predica un Estado

Constitucional de Derecho.

Dicho esto resulta imprescindible analizar y debatir el contendido de

tales acciones, resaltar lo positivo y también criticar lo negativo, con el

único afán de construir un ordenamiento jurídico mejor para el beneficio

de todos los ciudadanos, buscando pues un equilibrio entre la

eficacia en la persecución penal y las garantías fundamentales de los

imputados (Nogueira, 2005, p. 223).

2.1.1.3. Naturaleza y finalidad de la prisión preventiva

La prisión preventiva es una medida de naturaleza cautelar personal, que


la hace provisional, es decir variable, según las condiciones que se

presenten; y, que si se solicita y acuerda, debe suceder, solo cuando sea

absolutamente indispensable (Oré, 2006, p. 140), y por un tiempo

estrictamente necesario y razonable (Villegas, 2011, pp. 255 y ss).

De su propia naturaleza, se entiende que la prisión preventiva tiene

una finalidad instrumental, la cual consiste en la realización exitosa del

proceso penal y de sus consecuencias, en tal sentido, su objetivo es

asegurar la presencia del imputado a sede judicial y la efectividad de la

sentencia; de ello se colige que no tiene el carácter de medida punitiva.

En tal perspectiva la prisión provisional no puede perseguir objetivos

del Derecho penal material (Hassemer, 1998, p.109), no puede asumir

funciones preventivas que están reservadas a la pena, sino que las únicas

finalidades que pueden justificar la prisión provisional son de carácter

procesal: la sustracción del inculpado a la justicia, el peligro de tal

sustracción o el peligro de obstrucción de la investigación (Bacigalupo,

2007, pp. 62-63), por lo que toda norma o resolución judicial que imponga

tal coerción con cualquier otra finalidad es inconstitucional (Jauchen,

2005, p. 276).

Este aspecto es resaltado por la Circular sobre prisión

preventiva que comentamos, así en dicha resolución se manifiesta

en el considerando segundo que:

“Ello es así porque la prisión preventiva no es otra cosa que una

medida coercitiva personal, que solo puede tener fines procesales, cuyo

propósito radica en asegurar el normal desarrollo y resultado del proceso

penal consolidar, en suma, (i) el proceso de conocimiento (asegurando la


presencia del imputado en el procedimiento y garantizando una

investigación de los hechos, en debida forma por los órganos de la

persecución penal) o (ii) la ejecución de la pena”.

Ahora bien, en tanto constituye la afectación más grave en la esfera

de la libertad individual, sin que haya sentencia de por medio, sino solo

para que el proceso penal pueda desarrollarse eficazmente, su utilización

debe ser lo más restrictiva posible, acudiéndose a ella solo cuando las

demás medidas coercitivas en el caso concreto no puedan cumplir

con la finalidad aludida.

Solo así el uso de esta medida será legítimo. No se trata de renunciar

a ella, pues aunque como ya se mencionó es la injerencia más grave en

el ámbito de la libertad individual (Sanguine, 2003, p. 23), su

utilización resulta útil y hasta imprescindible (Angulo, 2011, p. 15), en

casos in extremis para lograr una persecución penal eficiente (Roxin,

2002, p. 439, 482-483), por ello es necesario acompasarla a los fines

constitucionales del proceso, que cuando se deba hacer uso de ella, lo

sea respetando la Constitución, y ello será cuando sea auténticamente la

última ratio (Cobo, 2008, p. 535.); de ese modo se trata de armonizar

dicho instituto con la presunción de inocencia (STC Exp. Nº 0731-2004-

HC/TC, f.j. 4).

Para cumplir con ello su imposición debe estar sujeta, por un lado, a

los principios de legalidad, jurisdiccionalidad, prueba suficiente,

instrumentalidad, proporcionalidad, provisionalidad, y por otro lado, debe

darse la concurrencia de los presupuestos materiales que justifican

tal medida, regulados en el art. 268 del CPP de 2004.


2.1.1.4. Presupuestos de la prisión preventiva.

 Fumus delicti comissi

El primero de los presupuestos que debe ser tomado en cuenta para el

dictado de la prisión preventiva, es el fumus delicti comissi, equiparable

con el fumus boni iuris exigible en el Derecho civil, y se halla establecido

en artículo 268, numeral 1, literal a) del Código Procesal Penal del 2004,

el cual se refiere a la presencia de elementos de convicción, indicativos de

que la persona a la cual se le imputa la comisión de un delito, pueda

tenérsele, razonablemente, como autora o partícipe del ilícito penal.

Constituye el primer presupuesto a analizar, por un cuestión lógica,

pues antes de discutir si de alguna forma se limitarán los derechos del

imputado, primero debe existir una expectativa razonable o muy probable

de que el proceso penal se realizará, ya que solo en ese supuesto hay

una expectativa a proteger; luego si al inicio de un proceso penal se

necesita de indicios o elementos de juicio reveladores de la existencia de

un ilícito penal para abrir procesamiento a una persona, también se

necesitará de una información vinculatoria suficiente para dictar alguna

medida coercitiva, entonces no se puede aplicar la prisión preventiva sino

existe un mínimo de información que fundamente una sospecha bastante

importante acerca de la existencia del hecho y de la intervención del

imputado en él.

Para Ortells Ramos el fumus delicti comissi consta de dos reglas (San

Martín, 2004, p. 627.): la primera, referida a la constancia en la causa

de la existencia de un hecho que presenta los caracteres de delito,

referidos a sus aspectos objetivos, la cual debe ser mostrada por los actos
de investigación, que en este caso deben ofrecer plena seguridad sobre

su acaecimiento; y la segunda, que está en función del juicio de

imputación contra el inculpado, juicio que debe contener un elevadísimo

índice de certidumbre y verosimilitud o alto grado de probabilidad

acerca de su intervención en el delito.

Sobre este presupuesto la circular sobre prisión preventiva emitida por

la Presidencia del Poder Judicial señala, en su considerando segundo:

“Que el primer presupuesto material a tener en cuenta que tiene un

carácter genérico es la existencia de fundados y graves elementos

de convicción -juicio de imputación judicialpara estimar un alto grado

de probabilidad de que el imputado pueda ser autor o partícipe del delito

que es objeto del proceso penal Artículo 268, apartado 1, literal a), del

Código Procesal Penal: fumus delicti comissi.

Al respecto es necesario contar con datos y/o graves y suficientes

indicios procedimentales lícitos del material instructorio en su conjunto,

de que el imputado está involucrado en los hechos. No puede exigirse,

desde luego, una calificación absolutamente correcta, sino racionalmente

aproximativa al tipo legal referido. Asimismo, han de estar presentes

todos los presupuestos de la punibilidad y de la perseguibilidad

(probabilidad real de culpabilidad)”.

Consideramos acertado el criterio expuesto en esta parte de la

circular, puesto que como ya hemos sostenido en otras oportunidades

(Villegas 2010, p. 286), y conforme a la doctrina mayoritaria (Bovino,1998,

p. 158) en este estadio procesal de lo que se trata es que los elementos

recolectados en los actos de investigación, al momento de ser valorados,


arrojen como se menciona expresamente en la circular- un alto grado de

probabilidad de que el imputado ha intervenido en el hecho punible, es

decir, se requiere algo más que una simple sospecha razonada; debe

tratarse de una sospecha muy fundada (Raguéz, 2004, p. 159), lo que

supone un preventivo cálculo de probabilidades sobre el resultado de

la futura resolución judicial principal (sentencia), pero tampoco se trata de

exigir un juicio de certeza, en cuanto esta última es un estado que

solo puede alcanzarse en la sentencia definitiva y tras un juicio oral en el

que se ha desarrollado un debate contradictorio; así pues no parece del

todo correcta la redacción del código adjetivo cuando se refiere a

“elementos de convicción”, pues la convicción se adquiere con la certeza,

pero como ya mencionamos el nivel de certeza no puede ser exigido en

esta etapa inicial del proceso; si se exigiera se convertiría a la prisión

preventiva en un adelanto de los efectos de la sentencia (Checkley, 2011,

p. 32).

Debe tenerse en cuenta que una cosa es la base probatoria para

privar de la libertad cautelarmente y otra es la base probatoria para

condenar; entre una y otra hay una distancia cuantitativa y cualitativa muy

nítida (Reátegui, p. 178). En la prueba suficiente para condenar se debe

haber alcanzado la verdad material con grado de certeza o seguridad,

agotando todos los actos probatorios incorporados al proceso. En

cambio, en la prueba suficiente para detener, solo se necesitará un

elevado y racional grado de probabilidad de atribución del delito

imputado, en la cual habrá un mayor grado de duda, de

incertidumbre objetiva al no estar todo el acopio del material probatorio a


valorar libremente.

No se trata de una apreciación final de la actividad probatoria ni

mucho menos puede exigirse solidez de la misma, pues dichos

elementos probatorios pueden desvanecerse en el curso del proceso y,

además, no se juzga sobre el fondo sino se realiza una valoración

probatoria para decidir una medida cautelar provisional.

Asimismo, como se observa, la referida circular hace mención a que

en el momento de valorar la existencia de suficientes indicios que

incriminan al imputado con los hechos del ilícito penal, también debe

tenerse en cuenta la presencia de todos los presupuestos de la

punibilidad y de la perseguibilidad (probabilidad real de culpabilidad)

(Roxin,2000, pp. 259 y 260).

En tal perspectiva la prisión preventiva debe quedar descartada

cuando se acredite razonablemente la concurrencia de algunas causas de

exención o de extinción de responsabilidad, reguladas en el artículo 20

del Código Penal peruano. Si se observa alguno de estos elementos,

debe desecharse la utilización de la medida coercitiva, se trata de tomar

en consideración la probable no es necesario un juicio de certeza-

existencia de elementos reveladores de las circunstancias reguladas en el

artículo 20 del Código Penal, que puedan ser demostrados en el proceso.

 Sanción penal superior a 4 años

Otro presupuesto que debe presentarse de manera concurrente, es que la

probable sanción a imponer al imputado tal como prescribe el artículo 268,

apartado 1, literal b) del CPP de 2004- “sea superior a cuatro años de pena

privativa de la libertad”.
La aplicación de un límite penológico de cuatro años para imponer la

prisión preventiva, es un requisito que, entendido en su real dimensión,

importa un presupuesto indispensable para dotar a la prisión preventiva de

una lógica proporcional. Es cierto que una utilización automática y aislada

de dicho requisito pervierte el sistema procesal y convierte a la prisión

preventiva en un anticipo de la pena, que es un efecto no deseado con su

regulación. Pero también es cierto que si los cuatro años de pena privativa

de libertad constituyen el límite para aplicar una pena de ejecución

suspendida condicionalmente (artículo 57.1 CP), entonces es

necesario establecer un criterio que más que permitir, impida aplicar la

medida en los casos que la pena no supere dicho límite. Este criterio no

imprime otra lógica que no sea la de considerar abiertamente

desproporcionada la utilización de una medida limitativa, que pueda infligir

un daño mayor que el que pueda esperarse de la pena a imponer en la

sentencia condenatoria (Del Río, 2007, pp. 157-167).

En la circular que comentamos, respecto a este presupuesto se

sostiene lo siguiente:

“Cuarto.- Que de seguirse, como corresponde, esta metodología se

comprenderá que la prisión preventiva no es una medida de aplicación

automática o inmediata. Esto es, no se aplica a todos los imputados bajo

sospecha vehemente -motivada y objetiva- de comisión de un delito, cuya

prognosis de pena sea superior a los cuatro años de privación de libertad.

Es por esta razón que debe comprenderse que la pena a imponer al

encausado tiene una “doble lectura”. En primer término, es necesario

establecer si la probable pena a imponer es superior a cuatro años


(artículo 268, apartado 1, literal b) del Código Procesal Penal).

Cualquier prognosis inferior impide la aplicación de la prisión preventiva.

Una vez que se cumple este motivo de prisión, es necesario analizar,

además, cómo es que la probable pena a imponer puede influir en la

conducta del imputado durante el proceso penal (artículo 269, apartado 2,

del Código Procesal Penal). Aun cuando se esté frente a una pena superior

a los cuatro años de privación de libertad, es evidente que no es lo mismo

la (probable) imposición de una pena de seis años de pena privativa de

libertad, que la (probable) aplicación de una sanción de veinte años de

pena privativa de libertad. Una y otra desde una inferencia que se explica

por máximas de la experiencia pueden generar una influencia radicalmente

distinta en el ánimo o la conducta procesal del encausado. El Juez debe

valorar, entonces, el caso concreto; no aplicar una regla penológica

general sin sentido.

Lo anteriormente expuesto evidencia que la gravedad de la pena a

imponer constituye un criterio válido para evaluar la futura conducta

procesal del imputado. Sin embargo, ello no debe conducir a la

aplicación de la prisión preventiva en todos los supuestos en los que la

pena a imponer sea superior a cuatro años. Se debe diferenciar el límite

penológico como presupuesto material de la prisión preventiva (artículo

268, apartado 1, literal b), del Código Procesal Penal) de la gravedad de la

pena como criterio legal del juicio de peligrosismo procesal’ (artículo 269,

apartado 2, del Código Procesal Penal)”.

Estamos de acuerdo con lo señalado en este considerando, pues

este presupuesto no solo exige que se examine la pena conminada en la


ley para el ilícito de que se trate, sino que se obliga a considerar la pena

concreta, lo que supone analizar todas situaciones materiales que se

presentan, respecto de cada imputado, y que determinarían una pena

concreta superior a los cuatro años (Angulo, p. 21). El juez debe valorar el

caso en concreto y no aplicar una regla penológica general, como se afirma

en la circular.

Asimismo se debe tomar en cuenta como esa probable pena a

imponerse al imputado podría influir en el comportamiento procesal de

este, debe analizarse la reacción en la persona concreta. Como

explica Del Río Labarthe: “No se trata de una ‘presunción’, sino de la

constatación de una determinada situación. Si bien se acepta que la

gravedad de la pena puede generar una mayor tentación de fuga en el

imputado, es esta una mera probabilidad estadística de base sociológica y

es perfectamente posible que las particulares circunstancias del procesado

excluyan la huida pese a la gravedad del hecho que se imputa” (Del Río,

2008, p. 55).

Por otro lado en la circular se hace mención a que por regla general la

gravedad de la pena no puede ser el único criterio que justifique la

utilización de la prisión preventiva (recodemos por nuestra parte

que hemos señalado que este es un presupuesto recurrente con los otros),

hasta ahí todos de acuerdo, sin embargo no compartimos la excepción a

esta regla contenida en el tercer párrafo del considerando tercero de la

citada circular, en el cual se sostiene que:

“El factor temporal, en orden a las razones justificativas de la restricción

de la libertad personal, adquiere singular relevancia. Así, en la fase inicial


del proceso, la necesidad de atender a los fines de la prisión preventiva y

los escasos datos de que en esos primeros momentos podría disponerse

pueden justificar que dicha medida coercitiva se acuerde apreciando

únicamente el tipo de delito y la gravedad de la pena que conlleve, pues de

tales elementos puede colegirse los riesgos de fuga y/o de

entorpecimiento. Empero, con el transcurso del tiempo las exigencias

son más intensas; han de valorarse de forma más individualizada las

circunstancias personales del imputado y los del caso concreto que se

hayan conocido durante el proceso”.

A nuestro parecer, cuando se indica que en la fase inicial del proceso

se puede requerir y dictar mandato de prisión preventiva basándose

únicamente en el tipo de delito y la gravedad de la pena que conlleve como

único fundamento para acreditar el peligro procesal, haría que en casi

todos los casos en que el fiscal requiera prisión preventiva, esta sea

aceptada, pues ya no será necesario verificar en concreto la existencia del

peligro procesal (al menos en ese primer estadio procesal), sino que este

se presumiría simplemente por el hecho que el imputado viene siendo

investigado por un delito grave que conllevaría probamente un pena

superior a los cuatro años.

Con este criterio la prisión preventiva podría dejar de ser una medida

excepcional para tornarse en general, pues es sabido que la prisión

preventiva mayormente es solicitada al inicio del proceso, y en tal sentido

el debate en la audiencia de prisión preventiva se reduciría a la prognosis

de pena para determinar el peligro procesal, lo que facilitaría su

imposición, restringiendo el derecho de defensa y afectando el status de


inocencia que le asiste a toda persona que se halla dentro de un proceso,

privilegiando una presunción de culpabilidad.

En esa perspectiva se echa de menos que la prisión preventiva es la

última ratio entre las medidas coercitivas, es más se olvida precisamente

que existen otras medidas que pueden ser impuestas para cautelar el

normal desarrollo del proceso penal (comparecencia restringida por

ejemplo). Si se piensa que el delito cometido como la gravedad de la pena

generan ya de por si el peligro procesal (sin la necesidad de datos

objetivos contrastables en el caso en particular), se podría hacer uso

de las otras medidas coercitivas establecidas en nuestro ordenamiento

procesal penal. Recordemos que demostrar el peligrosismo procesal es

una exigencia para la imposición de cualquier medida coercitiva, y solo

cuando dicho peligro sea de tal magnitud que no pueda ser neutralizado

con cualquier otra medida, recién se podrá hacer uso de la prisión

preventiva.

Además debemos enfatizar que cuando se trata del peligro procesal,

no nos estamos refiriendo a una presunción (Bobino, 2008, p. 144) sino

a la constatación de una determinada situación, debe comprobarse un

peligro real y no virtual, cuyo basamento tiene como punto de partida,

acontecimientos concretos emanados de conductas del imputado

orientadas a perturbar los actos de investigación o sustraerse de la

actividad procesal (Rizzardi, 2003, p. 40), por ello no parece adecuado aun

cuando se trate del inicio del proceso penal- el partir de la gravedad de

pena como único criterio para sostener que existe peligro procesal y por

ende dictar la prisión preventiva.


Sobre este aspecto el Tribunal Constitucional ha señalado que:

“En la medida en que la detención judicial preventiva se dicta con

anterioridad a la sentencia condenatoria, es en esencia una medida

cautelar. No se trata de una sanción punitiva, por lo que la validez de su

establecimiento a nivel judicial, depende de que existan motivos razonables

y proporcionales que la justifiquen.

Por ello, no puede sólo justificarse en la prognosis de la pena a la que,

en caso de expedirse sentencia condenatoria, se le aplicará a la

persona que hasta ese momento tiene la condición de procesado, pues ello

supondría invertir el principio de presunción de inocencia por el de

criminalidad” (STC Exp. Nº 1091-2002-HC/TC, f.j. 8).

 Periculum in mora

El presupuesto más importante para la imposición de la prisión preventiva,

es el periculum in mora (peligro procesal), que abarca tanto el peligro de

fuga como el peligro de obstaculización de la investigación. La ausencia de

estos riesgos determina que no pueda dictarse mandato de detención

aunque subsistan los otros presupuestos ya aludidos en el presente

trabajo. En este sentido el TC ha tenido oportunidad de señalar que:

“La única manera de determinar si la detención judicial preventiva de

un individuo no responde a una decisión arbitraria del juez, es observar o

analizar determinados elementos objetivos que permitan concluir que, más

allá de los indicios o medios probatorios que vinculan razonablemente al

inculpado con la comisión del hecho delictivo y del quantum de la eventual

pena a imponerse, existe peligro de fuga o de entorpecimiento de la

actividad probatoria. La existencia de estos dos últimos riesgos es lo


que la doctrina denomina peligro procesal” (STC Exp. Nº 1567-2002-

HC/TC, f.j. 5).

El CPP de 2004, en su art. 268, apartado 1, literal c, reconoce

expresamente la posibilidad de la utilización de la prisión preventiva para

evitar cualquiera de estos dos riesgos, lo cual consideramos correcto, pues

ello deriva de los fines asignados al proceso penal: la averiguación de la

verdad y la aplicación o realización del derecho penal sustantivo. Como

afirma con razón Bovino: “Si la coerción procesal se orienta a alcanzar los

fines del procedimiento, solo dos tipos de situaciones justifican la

privación de libertad anticipada: a) todo comportamiento del imputado que

afecte indebida y negativamente el proceso de averiguación de la verdad,

es decir, que represente una obstaculización ilegítima de la investigación

por ejemplo, amenazar testigos, destruir ilegalmente elementos de prueba,

etcétera, y b) toda circunstancia que ponga en peligro la eventual

aplicación efectiva de la sanción punitiva prevista en el Derecho penal

sustantivo por ejemplo, la posibilidad de una fuga-.” (Bovino, p. 140).

Ahora, entre el peligro de fuga y el peligro de entorpecimiento,

generalmente se le atribuye mayor relevancia al primero de ellos (Roxin, p.

260), en tanto el Estado se halla imposibilitado de realizar juicios en

ausencia (art. 139º, numeral 12 de nuestra Constitución Política). Se

necesita que el imputado pueda estar físicamente en el juicio oral

defendiéndose de la acusación que realiza el Ministerio Público,

cumpliendo con el principio de contradicción, en el caso de presentare una

fuga, es decir, el no presentarse al juicio, cuando se le ha requerido es un

grave problema, toda vez que el procedimiento no se puede realizar


normalmente.

Por otro lado el peligro procesal a diferencia del fumus delicti comissi-

para ser tomado en cuenta para la imposición de la prisión preventiva, o en

general para la aplicación de cualquier medida de coercitiva, requiere de un

juicio de certeza sobre su presencia en el proceso, tal es así que la

Comisión IDH ha dicho que: “si los magistrados que entienden en una

causa no tienen la posibilidad de demostrar que existe suficiente evidencia

de una eventual intención de fuga u ocultamiento la prisión se vuelve

injustificada” (STC Expediente Nº 1260-2002-HC/TC).

Si ello es así, es decir si la falta de evidencia suficiente del peligro

procesal torna arbitraria la prisión preventiva, podemos concluir que

no es la gravedad de la conducta delictuosa ni la dimensión de la sanción

punitiva que está atribuida a esa conducta la que justifica la privación

cautelar de la libertad, por lo que un delito menos grave que otro puede

justificar la prisión preventiva siempre y cuando sea proporcional durante el

proceso, si hay riesgo de que la finalidad del proceso sea burlada y

esquivada por la persona a la que se le imputa ese delito, y a su vez que

un imputado de un delito más grave pueda estar solo con una medida de

comparecencia restringida o simple de acuerdo a las circunstancias

concretas si el peligro procesal es mínimo o inexistente.

Por lo tanto la fundamentación del peligro procesal no debe estar

basado en conjeturas, hipótesis o verosimilitudes, puesto que el juez

en su resolución debe citar datos ciertos, objetivos, fehacientes, que

aparezcan frente a sus sentidos, que le generen la convicción que el

procesado se sustraerá a la persecución penal u obstruirá la investigación,


en caso se le deje en libertad o se revoque el mandato de prisión

preventiva. En consecuencia el peligro procesal debe ser valorado

objetivamente con datos certeros, pues si le permite a un juez que valore

esta figura como mejor le parezca, damos tribuna a que se convierta en

lugar de un magistrado garantista-, en un ser peligroso, con

razonamientos tan subjetivos como caprichosos, donde de por medio se

violenta la libertad ambulatoria de un ser humano (Panta, 2007, p. 3).

En tanto el examen del peligro procesal no se afirma en forma

esquemática de acuerdo con criterios abstractos, sino que debe realizarse

conforme al caso concreto, tenemos que no se viola el principio de

igualdad constitucional, cuando el mismo operador jurídico decide de

manera distinta la temática de la libertad en el caso de coimputados, pues

el caso concreto le permitirá llegar a conclusiones distintas (Guerrero,

2007, p. 476).

Por otro lado, resulta acertado que el CPP de 2004 en su artículo 269º

y 270º ofrezca criterios específicos para analizar el peligro procesal. Sobre

ello y acorde con lo señalado por la doctrina (Asencio, 2005) en la circular

que comentamos se sostiene adecuadamente que:

“tales postulados normativos no tienen naturaleza taxativa. El juez,

obviamente, puede incorporar en su análisis otros criterios que

justifiquen o no aconsejen la aplicación de la prisión preventiva (el

estado de salud del procesado, por ejemplo), siempre que respeten la

Constitución, así como la proporcionalidad y la razonabilidad de la

detención”.
Más adelante se enfatiza este aspecto:

“Sexto.- Un dato fundamental que es de tener en cuenta en la

valoración de los criterios establecidos por los artículos 269 y 270 del

mencionado Código, es que se está ante lo que se puede denominar

“tipologías referenciales”, destinadas a guiar el análisis del riesgo

de fuga u obstaculización (peligro procesal). No se está frente a

causales de tipo taxativo, ni frente a presupuestos materiales de la

prisión preventiva. Por lo tanto, es necesaria una valoración de

conjunto de todas las circunstancias del caso para evaluar la existencia

o inexistencia del peligrosismo procesal”.

En tal sentido debe quedar claro que los indicadores reconocidos en

los Artículos 269 y 270 del CPP de 2004, no están estipulados de manera

taxativa, ni tampoco determinan obligatoriamente la restricción de la

libertad. Se trata solo de indicaciones que el legislador estima regularmente

relevantes para mostrar la presencia del peligro procesal, y que pueden ser

consideradas para fundar la solución aplicable, pero cuya existencia en el

caso específico solo puede ser establecida por un tribunal.

Ahora bien, uno de los criterios fundamentales para determinar la

existencia del peligro de fuga es el arraigo del imputado en el país (Vélez,

2010, pp. 194-195), entendido como el establecimiento permanente en un

lugar, vinculándose a personas y cosas, manteniendo relaciones de una

intensidad determinada con el medio en donde se desenvuelve.

Jurídicamente el concepto de arraigo está determinado, en principio,

por el domicilio, residencia habitual, asiento de la familia, de sus negocios

o trabajo del imputado y de las facilidades para abandonar definitivamente


el país o permanecer oculto.

2.1.1.5. Finalidad de la Prisión Preventiva.

La prisión preventiva tiene como finalidad instrumental la realización

exitosa del proceso penal, siendo su objeto asegurar la presencia del

imputado y aplicar la sanción como resolución del conflicto penal y la

determinación de si es factible la pretensión punitiva; pues en ningún

caso tendrá, la finalidad de garantizar la ejecución de una futura

condena.

Por ello, la prisión preventiva no puede perseguir objetivos del

Derecho penal material, no puede asumir funciones preventivas que

están reservadas a la pena, sino una finalidad de carácter procesal; la

sustracción del inculpado a la justicia, el peligro de tal sustracción o el

peligro de obstaculización de la investigación.

De esta manera, la Circular sobre Prisión Preventiva, emitida por la

Corte Suprema señala que: “Ello es así porque la prisión preventiva no

es otra cosa que una medida coercitiva personal, que solo puede tener

fines procesales, cuyo propósito radica en asegurar el normal desarrollo

y resultado del proceso penal [consolidar, en suma, (i) el proceso de

conocimiento (asegurando la presencia del imputado en el

procedimiento y garantizando una investigación de los hechos, en

debida forma por los órganos de la persecución penal) o (ii) la ejecución

de la pena” (Resolución Administrativa N° 325-2011-P- PJ)

Efectivamente, la prisión preventiva no tiene como finalidad

garantizar la ejecución de la futura condena. Ha sido lamentable que

por mucho tiempo se hubiese considerado así, considerando


indebidamente que la prisión preventiva es una forma de castigo y que

el imputado que era detenido era ya culpable del delito, causando así,

una lesión a la presunción de inocencia. Sumándole a ello, la presión de

la prensa, de la sociedad y, hasta la presión política, lo que hacía que la

prisión preventiva sea una medida cautelar desnaturalizada.

Para Asencio Mellado, “la prisión preventiva, si bien teóricamente

supone una vulneración del derecho a la presunción de inocencia, no lo

es menos que deviene necesaria en la medidas en que resulta

ineludible para garantizar el proceso penal” (Asencio, 1987, p. 136).

Así también, Urquizo Olaechea (2000, p. 114) afirma que no existe

la incompatibilidad entre el principio de inocencia y medios de coerción

personal, es decir “la coerción procesal tiene su fundamento no en la

consideración del sujeto como responsable del hecho criminal antes de

una sentencia condenatoria firme, sino en la necesidad de garantizar el

logro de los fines del proceso”.

En tal sentido, la prisión preventiva no debe ser la regla, su

aplicación como medida cautelar en aras de asegurar el adecuado

curso de las investigaciones y la plena ejecutabilidad de una eventual

sentencia condenatoria, debe ser la última ratio por la que puede optar

un juez para asegurar el éxito del proceso penal. Es decir, solo se

recurrirá a la prisión preventiva como último recurso para garantizar el

proceso penal.

Por ello, su dictado presupone que el juez penal haya evaluado; a la

luz de las particulares circunstancias de cada caso, y, descartado, la


posibilidad de dictar una medida menos restrictiva de la libertad

personal.

En esa línea, el Tribunal Constitucional ha establecido que:

“La prisión preventiva tiene como última finalidad asegurar el

éxito del proceso. No se trata de una medida punitiva, por lo que,

mediante ella, no se adelanta opinión respecto a la culpabilidad

del imputado en el ilícito que es materia de acusación, por cuanto

ello implicaría quebrantar el principio constitucional de

presunción de inocencia. Se trata de una medida cautelar, cuyo

objetivo es resguardar la eficiencia plena de la labor

jurisdiccional” (Expediente N° 1567-2002-HC/TC, FJ. 2).

2.1.1.6. La prisión preventiva ¿regla o excepción?

La excepcionalidad de las medidas cautelares es uno de los principios

que resulta de mayor exigencia cuando hablamos de encarcelamiento

preventivo.

Sin embargo, el principio no opera, en la práctica, como mecanismo

protector de la libertad y del principio de inocencia, sino, como principio

fundamental que regula toda la institución de la prisión preventiva. El

Juez tiene la potestad de emitir resoluciones que restringen derechos

fundamentales esenciales como la libertad ambulatoria por lo que debe

tener presente este principio. La prisión preventiva se debe ordenar solo

en el caso que sea absolutamente necesario para hacer frente al alto

riesgo procesal. Se debe evitar que la prisión preventiva sea usada

como castigo y considerarla una pena anticipada.


La aplicación de la prisión preventiva será excepcional, siempre que

no sea viable una medida cautelar menos gravosa como la

comparecencia con restricciones o la detención domiciliaria

quedando el Juez autorizado a dictar esta medida cuando el caso sea

de absoluta necesidad.

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su Artículo

9, numeral 3, expresa la excepcionalidad de la prisión preventiva: “(…)

La prisión preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas no

debe ser la regla general, pero su libertad podrá estar subordinada a

garantías que aseguren la comparecencia del acusado en el acto del

juicio, o en cualquier momento de las diligencias procesales y, en su

caso, para la ejecución del fallo”

Asimismo la doctrina de la Comisión Interamericana sobre

Derechos Humanos, establece: “que la prisión preventiva es una

medida excepcional y que se aplica solamente en los casos en

que haya sospecha razonable de que el acusado podrá evadir la

justicia, obstaculizar la investigación preliminar intimidando a los

testigos o destruir evidencias”( Informe N° 12/96, p.48)

En nuestro sistema procesal, el Juez tiene una serie de medidas

alternativas a la prisión preventiva, como por ejemplo, la detención

domiciliaria, la comparecencia simple o restringida del país, la caución,

el impedimento de salida.
3.2. MARCO TEÓRICO CONCEPTUAL.
2.1.1.7. Funciones del Ministerio Público

Como se tiene expuesto a partir de 1979 se opera un cambio radical en

el Ministerio público al considerarlo como un organismo estatal

autónomo y jerárquicamente organizado, y si bien es parte de la

estructura del Estado, no constituye un nuevo Poder, como el Ejecutivo,

Legislativo o Judicial, sino un órgano extra poder; pero las funciones

que se le atribuyen lo vinculan con los mismos, específicamente con el

último de los citados.

Al ministerio Público le corresponde ser:

- Defensor de la legalidad

- Custodio de la independencia de los órganos jurisdiccionales y

de la recta administración de justicia.

- Titular del ejercicio público de la acción penal

- Asesor u órgano ilustrativo de los órganos jurisdiccionales.

Las funciones que le asigna al Ministerio Público el artículo 159 de la

Constitución vigente son muy parecidas a las de la Constitución

anterior, con una modificación esencial: El Fiscal conduce desde su

inicio la investigación de delito en consecuencia asume la titularidad de

la investigación, tarea que realiza con plenitud de iniciativa y autonomía.

Así el Fiscal investigador sustituye al Juez instructor, cuya función

exclusiva será dirigir la etapa procesal del juzgamiento. Con eso se

sienta las bases para implementar un nuevo modelo procesal penal,

que el Dr. Florencio Mixán denomina “acusatorio garantista” (Cubas,

1997).
2.1.1.8. Función Persecutora Del Delito

La función penal del Ministerio público, es la más importante y de

más honda significación institucional que le tiene reconocida la

Constitución, lo que significa, que lo lleva a preservar la imparcialidad

del juez.

Aquí, la dirección jurídica funcional de la Policía, nos dice César

San Martín Castro que:

Es la función más compleja pero más significativa del Ministerio

Público, dado que le permitirá definir el rumbo de la persecución

penal, dificultad que se engarza en el hecho que nuestro sistema

institucional considera a la Policía, en su misión de Policía

Judicial, como orgánicamente adscrita al Ministerio del Interior,

perro funcionalmente sometida a las directivas fiscales. Se trata

de una función limitada a la dirección y a la vigilancia de las

investigaciones. El Fiscal ejerce ante ello, una doble función:

de control y de impulso de la Policía Judicial, y como tal,

debe estar en condiciones de superponerse a la organización

burocrática policial, y de ser el efectivo director de la policía

judicial, evitando que los actos de investigación sigan

caminos que no sean el del objetivo esclarecimiento de los

hechos y que éstos no lesiones derechos fundamentales. La

coordinación interinstitucional, es una garantía del éxito de ésta

función, en términos de eficacia y de reconstrucción del sistema

de investigación. (San Martín, 2001).


2.1.1.9. Política de Persecución Penal

La determinación de la legitimación del ejercicio de la acción procesal,

así como la forma de accionar, es una decisión de imperio, susceptible

de ser tomada por ley. En nuestro país, el legislador estableció así

diversas personas o entes legitimados para ejercer la acción penal, es

decir, para requerir de los Tribunales Penales, la determinación de la

culpabilidad y, una vez establecida ésta, la sanción correspondiente.

Es así que, para ciertos delitos, como los delitos de acción privada,

como su nombre lo indica, excluyó como posible actor al mismo Estado,

considerando que no debiera ser función de éste, una intervención

activa en dichos tipos de procesos penales y dejó a consideración de

los sujetos legitimados por ley, involucrados en el conflicto, la

determinación de accionar o no hacerlo, por considerar que las

controversias o intereses involucrados son atinentes meramente a la

esfera privada de los particulares, sin mediar un interés público en su

persecución. Todo esto pese a que la consecuencia de la conducta, en

caso de demostrarse la culpabilidad, se sanciona también con una

pena.

4. Hipótesis
4.1. Hipótesis de trabajo

Los factores de riesgo psicosociales de origen laboral afectan al incremento

del requerimiento de ampliación y prolongación de prisión preventiva, distrito

fiscal de Apurímac – 2017.

4.2. Variables.
 Variable independiente.
Factores de riesgo psicosocial.
 Variable dependiente.
Incremento del requerimiento de ampliación y prolongación de prisión
preventiva.
5. Procedimiento metodológico de la investigación
5.1. Diseño de la investigación.
La presente investigación se ceñirá en el paradigma cuantitativo, José
Escobero Rivera indica "la investigación cuantitativa es un paradigma
que enfatiza la relación entre variables y privilegia la medición y el
análisis de las relaciones causales entre ellas. El supuesto ontológico
fundamental es que existe una realidad que es independiente a los
individuos y que es cognoscible mediante procedimientos objetivos,
sobre todo mediante la cuantificación, en ella se aplica la lógica
deductiva de análisis y se procura obtener información relevante y
fidedigna para verificar el conocimiento.

Esta perspectiva de investigación es muy fuerte en cuanto a la


precisión en el entendimiento de fenómeno mismo, concretamente en
los que se refiere a la verificación científica de la teoría. Los hechos
sociales en este paradigma son características reales de la sociedad a
las que están sometidos los individuos. Los miembros de la sociedad
pueden estar o no enterados de estos hechos, tener o no información
precisa acerca de ellos, y tomarlos o no realmente en cuenta en sus
actividades diarias". (Escobedo, 2008, p. 132).

5.2. Método o métodos aplicados a la investigación.


El Método de investigación es de carácter Hipotético - Deductivo
La hipótesis, " con suposiciones que se expresan como enunciados o
proposiciones que se constituyen en una respuesta tentativa a un
problema de investigación, o bien proposiciones tentativas acerca de las
relaciones entre dos o más variables se apoyan en conocimiento e en
forma organizadas y sistematizados"
Cada vez que se hable de una hipótesis se entenderá que se
allá en el estado de problema, y que dejara de ser hipótesis en
el momento mismo en que se obtenga de ella una
corroboración o regulación (Escobedo. 2008).

Así el desarrollo de nuestra investigación será de verificar la


afirmación hipotética que se realiza planteada desde el uso de la razón
conjugada con el marco teórico que valida nuestra posición frente a la
realidad objetiva, que confrontada en ella verificaremos la valides de
nuestra afirmación a través del uso de los instrumentos cuantificables
que permiten medir las variables.

Así mismo, "el uso de la lógica deductiva es un razonamiento


discursivo mediante el cual se obtiene rigurosamente de uno a varios
juicios (que son las premisas) otro juicio (la conclusión) que es la
consecuencia necesaria de aquellos en virtud de las reglas formales
correspondientes" (Escobedo, 2008)

La aplicación de esta lógica permite encontrar una explicación

satisfactoria desde la construcción de la hipótesis hasta la

interpretación de datos obtenidos en la aplicación de los instrumentos

medibles en la situación problemática.

5.3. Población y muestra


 Población:

La población que se investigará está constituido por los fiscales del

distrito fiscal de Apurímac.

 Muestra:

La muestra utilizada se determinó según la siguiente formula estadística

y considerando los fiscales del distrito fiscal de Apurímac.


La fórmula que nos permitirá determinar el tamaño muestral es la
siguiente:
Muestreo de aleatorio simple:
MUESTREO ALEATORIO SIMPLE

N= 95 = Tamaño de la población
P= 0.50 = probabilidad favorable inicial
Q= 0.50 = probabilidad desfavorable inicial
α = 0.05 = nivel de significancia
Z= 1.96 = Z /2 = Z0.05/2 = 1.96 (Z de distr. Normal 2 colas)
e= 0.18 = error planteado
E= 0.09 E = e. P = (error de la muestra)= 9.0%

n0 3620
Si..    35,0785  0.05  Se Corrige , _ En _ Caso _ contrario  n  n 0
N 191
n0 6700
n   185,74.  186
(n 0  1) (6699  1)
1 1
N 191

5.6. Técnicas e instrumentos de investigación.


 Técnica.-Se utilizara "El Cuestionario PRE - codificado" el cual contiene
preguntas cerradas las que responden al paradigma cuantitativo en la
estructuración desde el uso de la razón referente al marco teórico
establecido y la aprehensión del fenómeno a investigar.

 Instrumentos.-La técnica que se empleara para desarrollar la


investigación es la encuesta que consiste en obtener datos de una
muestra de sujetos representativa de un colectivo más amplio, que se
lleva a cabo en el contexto de la vida social utilizando procedimientos
estandarizados de interrogación, con el fin de obtener mediciones
cuantitativas de una gran variedad de características objetivas y
subjetivas cuantificables de la población.
5.7. Estilo o normas de redacción utilizada en el Proyecto y la Tesis
El estilo o norma de aplicación para la redacción y estructuración del marco
teórico será el sistema APA, en su sexta edición.

5.8. Matriz de consistencia.


FACTORES DE RIESGO PSICOSOCIALES DE ORIGEN LABORAL Y EL INCREMENTO DEL REQUERIMIENTO DE AMPLIACION Y PROLONGACION DE PRISION
PREVENTIVA, DISTRITO FISCAL DE APURIMAC - 2017

PROBLEMA OBJETIVO HIPÓTESIS VARIABLES MÉTODO Y TÉCNICA

METODO:
OBJETIVO GENERAL:
- Cuantitativo
Determinar los factores de riesgo
psicosociales de origen laboral afectan al
incremento del requerimiento de - Tipo de investigación
ampliación y prolongación de prisión
¿De qué manera los preventiva, distrito fiscal de Apurímac – Variable independiente El tipo de investigación es de
factores de riesgo 2017
psicosociales de origen Factores de riesgo
carácter Hipotético – Deductivo
Los factores de riesgo
laboral afectan al psicosocial.
incremento del psicosociales de origen
laboral afectan al incremento - TECNICAS A UTILIZAR.
requerimiento de Variable dependiente
ampliación y del requerimiento de
prolongación de prisión OBJETIVOS ESPECIFICOS ampliación y prolongación de - El Cuestionario PRE –
Incremento del
preventiva, distrito prisión preventiva, distrito
fiscal de Apurímac – requerimiento de codificado
 Conocer los factores de fiscal de Apurímac – 2017. ampliación y
2017?
riesgo psicosociales de
prolongación de prisión
origen laboral en el Distrito - PROCESAMIENTO DE DATOS.
fiscal de Apurímac. preventiva.
 Establecer si el incremento
del requerimiento de - sistema SPSS
ampliación y prolongación
de prisión preventiva.
- PARA PRESENTACION DE DATOS

- Cuadros y gráficos
6. Aspectos Administrativos
6.1. Presupuesto y financiamiento.
- De Investigación:

o Útiles de escritorio S/. 220.00


o Impresión y fotocopias 180.00
o Empastado 220.00
o Movilidad 220.00

o Viáticos 150.00

- Servicios Personales:

o Asesor 400.00

o Pago a encuestadores 500.00

o Tipiado 200.00

o Diversos gastos 300.00

TOTAL PRESUPUESTO 2,390.00

==========

6.2. Cronograma de actividades investigativas.


Actividad Cronograma de actividades - 2017

Mayo Junio Julio

Consulta a expertos X

Definición del problema X

Elaboración del proyecto X


de investigación.

Aprobación del proyecto de X


investigación.

Aplicación del proyecto de X


investigación.

Elaboración del informe de X X


investigación.

Sustentación del informe X


de investigación.
7. ESTRUCTURA TENTATIVA DE LA TESIS POR CAPÍTULOS

INDICE

INTRODUCCIÓN

CAPITULO I
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA, ANTECEDENTE Y
OBJETIVOS DE LA INVESTIGACION

1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA


2. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN
3. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACION

CAPITULO II
2. MARCO TEORICO, MARCO CONCEPTUAL E HIPOTESIS
DE LA INVESTIGACIÓN
2.1 MARCO TEORICO
2.2 MARCO CONCEPTUAL
2.3 HIPOTESIS DE LA INVESTIGACIÓN

CAPITULO III
METODO DE LA INVESTIGACION

RELEVANCIA JURÍDICA DE LA INVESTIGACIÓN


3. DISCEÑO METODOLOGICO

3.1 METODOS UTILIZADOS


3.2. TÉCNICAS
3.3. ÁMBITO DE ESTUDIO
3.4. UNIVERSO Y MUESTREO
3.5. FUENTES

CAPITULO IV
RESULTADOS DE LA INVESTIGACION

CONCLUSIONES
SUGERENCIAS
BIBLIOGRAFIA
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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