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Perdita Finn
La resplandeciente pijamada
sorpresa de Twilight
Por Perdita Finn
Little, Brown
Primera edición: Mayo del 2016
Impreso en los Estado Unidos de América
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—Princesa Twilight Sparkle de Equestria, te presento a Twilight
Sparkle, la chica nueva que acaba de transferirse a la Secundaria
Canterlot desde la Preparatoria Crystal — explicó Sunset amablemente.
Pinkie Pie se rio y tiró de sus rizados mechones rosados.
—Twilight, quiero decir, Princesa Twilight, la nueva Twilight, es
decir, la chica nueva vino a Canterlot durante los Juegos de la Amistad.
Ella abrió un portal mientras investigaba la magia. Por poco y todos
desaparecían en él, casi. Pero justo a tiempo Sunset ayudó a Twilight,
la nueva Twilight, a recuperarse ya que recordaba lo que era
convertirse por accidente en un demonio y que todo el poder del
mundo no te enseña sobre la amistad y… —Pinkie hizo una pausa
para recuperar el aliento— Bueno… Twilight, Twilight-que-nunca-ha-
sido-un-poni, lo que tienes que saber es que la Princesa Twilight sabe
todo acerca de la amistad.
—¿Todo? —preguntó Twilight sorprendida.
—Todo — todas acordaron al unísono.
—¡Eso no es cierto! —protestó la Princesa—, cada vez que hago
un nuevo amigo, aprendo algo nuevo acerca de la amistad. Cada
amistad es especial. Cada amistad es diferente. ¡Es un placer conocerte,
Twilight Sparkle! ¡Supongo que siempre supe que tenía una doble en
su mundo, pero es maravilloso verte en persona! —Sonrió— ¡Me
gustan tus botas!
Twilight se sonrojó.
—También es un placer conocerte —dijo ella con timidez—, pero
¿cómo es que nos parecemos?
¿Cómo podrían explicarlo las chicas?
—Hay un mundo de magia… —comenzó Rarity.
—Ese es el mundo con el que te topaste durante los Juegos de la
Amistad —interrumpió Rainbow.
—Y todo el mundo ahí es un poni, y cada una de nosotras tiene
un poni que comparte nuestro nombre y se ve exactamente como
nosotras, o más bien se verían como nosotras cuando si vinieran a
nuestro mundo como lo hicieron Sunset y la Princesa Twilight, sólo
que nunca antes hemos conocido a nuestros iguales del mundo poni.
Esta es la primera vez para cualquiera de nosotras —dijo Pinkie.
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—Más o menos es así. —Applejack asintió.
—Oh —dijo Twilight. Estaba abrumada. ¿Cómo podía tener una
doble que era la Princesa de la Amistad? Hasta que llegó de la Preparatoria
Crystal a Canterlot, ni siquiera había tenido un solo amigo. Ni uno. A
excepción de su perro, Spike. Le dio una palmada en la cabeza.
—¡Spike! —dijo la Princesa.
Spike vio de ida y vuelta entre las dos chicas y se frotó los ojos
con su pata.
—¿Cómo conoces a Spike? —preguntó Twilight.
—Tengo un pequeño dragón llamado Spike. En este mundo se
ve como un perro —dijo la Princesa—, pero él puede hablar.
—¡Yo también! —ladró Spike—, pero nunca he sido un dragón.
Todas se rieron. Había tanto para ponerse al día. Las chicas
hablaron a la vez mientras le contaban a la Princesa sobre los Juegos
de la Amistad. Todo el mundo había estado tan confundido cuando
conocieron a la Twilight de la Preparatoria Crystal. Habían pensado
que era la Princesa de la Amistad quien una vez había ido a Canterlot.
—Especialmente Flash Sentry —dijo Rarity.
—¿Qué irá a hacer cuando las vea a ustedes dos? —se preguntó
Pinkie.
El rostro de la Princesa mostró decepción.
—Oh, pero él no lo hará. No puedo permanecer mucho tiempo.
Además, parece que ya han resuelto todos los problemas con el portal
de los que me escribieron.
—Los resolvimos —dijo Rainbow—, sin embargo, siempre
tenemos mucho que aprender sobre la amistad. Tú tienes tu propia
Twilight ahora, y tengo la sensación de que ella sabe mucho acerca de
la amistad.
La Princesa sonrió. Y las chicas sonrieron felizmente hacia su
nueva amiga.
Pero de pronto, Twilight se sintió preocupada. Podrían tener el
mismo cabello, la misma cara, la misma ropa y la misma mascota, pero,
¿cómo podría alguien que nunca había tenido un amigo o incluso a
alguien con quien sentarse en el almuerzo, ser como la Princesa de la
Amistad? ¿Qué sabía sobre la amistad? Nada. Absolutamente nada.
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Menos que nada. De hecho, al final de los Juegos de la Amistad, se
había convertido en Midnight Sparkle.
Sunset notó que Twilight se sentía incómoda por algo.
—¿Estás bien? —preguntó—. A veces puede ser difícil ser la
chica nueva. Créeme, lo sé.
Twilight sonrió. Sunset era tan agradable. Todas estas chicas de
Canterlot eran tan amables e indulgentes. No la habían culpado o
guardado rencor por abrir el portal o por cualquier otra cosa.
Pero se preguntó cómo ser una amiga. ¿Que se suponía que debía
hacer? ¿Y si de nuevo se convertiría en un monstruo? Todo era muy
confuso. Si sólo alguien pudiera enseñarle lo que necesitaba saber.
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Nuevos Amigos
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Twilight estaba a punto de contestar cuando Sugarcoat le arrebató
el teléfono de la mano.
—¡Ja! —se echó a reír, leyendo el mensaje—, ellos ya saben que
eres una cerebrito.
—Toma, querida, déjame ayudarte —dijo Sunny Flare, su voz
rebosaba dulzura—. Todavía no he comenzado —le tecleó a Sunset en
el teléfono de Twilight—. Lo hare más tarde. Parece difícil.
Twilight pasó saliva. ¿Estas chicas tendrían razón? Tal vez debía
que hacer un esfuerzo para que las cosas fueran diferentes esta vez.
Después de todo, estaba empezando de nuevo en una nueva escuela.
—No seas tan ansiosa —dijo Sugarcoat sin rodeos—. ¿No puedes
tratar de parecer genial por una vez?
Cuando Twilight estaba en la Preparatoria Crystal, había sido
una marginada porque le gustaba estudiar. Las otras chicas se burlaban
de ella porque preguntaba y se preocupaba por lo que estaba aprendiendo.
Pero en Canterlot, sus nuevas amigas parecían darle la bienvenida a su
curiosidad. En el almuerzo, las chicas le preguntaban por sus clases
favoritas, y parecía como si les importara. Tal vez sólo estaban fingiendo.
¡Ping! Sunny Flare miró el mensaje y se rio.
—Rainbow Dash te invita a ir al muro de escalada con ella.
—¿Podrías devolverme mi teléfono por favor? —preguntó Twilight.
—Querida, voy a devolverte tu teléfono, pero también voy a
darte un pequeño consejo.
—Todas lo haremos —concordó Sour Sweet.
—Sólo te decimos estas cosas porque somos tus amigas —agregó
Sugarcoat.
—Pero no son mis amigas. —Twilight parecía confundida.
—Podríamos haberlo sido. Simplemente no sabías cómo actuar
correctamente —explicó Sour Sweet.
Las demás estuvieron de acuerdo. Se agruparon cerca de
Twilight, Sunny Flare todavía sostenía el teléfono.
—Tienes que tratar de ser genial, por una vez —explicó Sour Sweet.
—Sí, no seas una tan inocente. No creas todo lo que esas chicas
te dicen. Te están inspeccionando. Puede ser que mañana te saquen
—le advirtió Sugarcoat.
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¡Ping! ¡Ping! ¡Ping! Todo tipo de mensajes entraban en el
teléfono de Twilight. Sunny Flare los fulminó con la mirada, parecía
molesta.
—Amiga, ¿no pueden dejarte en paz, verdad? —dijo ella.
—Mira —Sugarcoat ordenó—, saca uno de esos lápices, escribe
esto y estúdialo, ¿de acuerdo?
Twilight respiró profundamente.
—Está bien.
Las chicas dictaron a rienda suelta toda una serie de recomendaciones
en cuanto ella estuvo lista.
—No confíes en nadie, y no creas nada.
—Por lo que más quieras, rezágate un poco. Recuerda, ellas se
han conocido desde hace mucho tiempo. Eres la chica nueva.
—Tan sólo trata de ser genial, ¿de acuerdo?
—¡Y encuentra un aliado!
—¿Un aliado? ¿Qué quieres decir? —Oh, todo esto se sentía tan
confuso para ella.
—Un aliado. La persona con la que compartes lo sucio.
—¿Lo sucio? —Twilight dejó de escribir.
—¡El chisme! Tienes que contar chismes. Así es como haces
equipo con tu mejor amigo.
—¿Un mejor amigo y un aliado son lo mismo?
—¡Sí! —gritaron todas juntas.
Sour Sweet se rio.
—Eres un caso perdido, ¿verdad?
—Creo que lo soy —admitió Twilight.
Las chicas le devolvieron su teléfono, instándola para ponerse en
contacto con ellas por asesoramiento.
—¡Estamos aquí para ti!
—¡Adiós!
—¡Adiós!
Twilight las escucho reír mientras se dirigía a la puerta. En el
autobús, miró su teléfono. Había un mensaje de Fluttershy invitándola
a ella y a Spike a un spa especial para cachorritos, y otro de Applejack
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queriendo planear un picnic. Twilight era tan feliz. Nunca había sido
invitada a hacer algo así antes.
Nunca se había dado cuenta de los diferentes amigos que podría
hacer hasta que llegó a la secundaria Canterlot. Le encantaba cómo las
chicas la esperaban en su casillero, cómo se ponían al día durante el
almuerzo y le apartaban los asientos en el autobús. Pero tal vez había
más cosas que debería estar haciendo como una amiga. Sacó la lista
que le habían hecho escribir y la estudió.
¡Ping! Era otro mensaje. Pinkie iba a tener una pijamada.
—¿Todo el mundo mañana por la noche? —decía su mensaje.
—¡Sí!— Respondieron todas en el mensaje grupal.
Twilight respondió con un símbolo de pulgar arriba. ¡Era tan
lindo! Esperaba que fuera lo que hay que hacer. Nunca antes lo había
utilizado.
Bajó la mirada hacia su teléfono. ¡Otro mensaje! Sólo para ella.
Era Sunset.
—¿Te recojo antes de la fiesta? De esa manera no tienes que
aparecer sola. Incluso antes podemos hacer nuestra tarea si lo deseas.
—¡Puedes apostarlo!—respondió Twilight sin pensar. ¡Ups!
¿Esto era anticuado? Oh, estaba condenada.
Twilight pensó en el momento en que liberó su magia al final de
los Juegos de la Amistad, brotándole alas y convirtiéndose en Midnight
Sparkle. Se había vuelto todopoderosa, pero se sintió más sola de lo
que nunca había estado antes. Sunset la había rescatado de todo eso.
Ella había cometido el mismo error una vez y las demás chicas la
habían perdonado.
—Hey —le escribió a Sunset—. Sólo avísame si mañana por la
noche comienzo a transformarme en un demonio, ¿de acuerdo?
—LOL! —respondió Sunset.
Twilight estudió el mensaje. Ciertamente parecía amable. ¿Era
Sunset una potencial mejor amiga, o más bien, una aliada? Suspiró.
Esta cosa de la amistad era tan difícil. ¡Si sólo fuera tan fácil como la
tarea de matemáticas!
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Compañeras coincidentes
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—¡Oooh! —exclamó Sunset—. Espero tener ese color.
—Dale un buen giro —sugirió Rarity.
Twilight hizo girar la botella. Esta giró dando vueltas y vueltas, y
finalmente se detuvo con su tapa apuntando hacia Applejack.
—¡Oh, rayos! —exclamó Applejack—. ¡Ahora voy a parecer una
de las Dazzlings!
—¡No es así! —dijo Rainbow Dash.
—Nunca —Fluttershy sacudió la cabeza.
—¿Quiénes son las Dazzlings? —preguntó Twilight, confundida.
—Es una larga historia. No te preocupes por eso —dijo Rarity—,
sólo pinta una de las uñas de Applejack.
—Está bien —accedió Twilight. Pero se sentía un poco pérdida,
un poco dejada de lado, ¿Applejack lo había dicho a propósito? No lo
creía, pero no podía sacar de su cabeza los consejos de las chicas de la
Preparatoria Crystal.
Sunset se dio cuenta.
—Las Dazzlings eran estas chicas que vinieron aquí desde
Equestria para sembrar la discordia entre nosotras.
—¡Pero Sunset las detuvo! —dijo Applejack.
—Oh —dijo Twilight, tratando de seguirles el paso mientras las
chicas charlaban sobre la Batallas de las Bandas y la letra de canciones
de las que nunca había oído hablar. Pintó el dedo índice de la mano
izquierda de Applejack con mucho cuidado.
—¡Quedó muy bonito! —dijo Applejack con admiración.
—Gracias. —Twilight sintió un calor en su interior. Tal vez
estaba haciéndolo bien después de todo.
Con un montón de risas, las chicas hicieron girar sus botellas de
esmalte. Rainbow, quien quería uñas de todos los colores, acabó con
todos los dedos pintados de rojo. Fluttershy estaba feliz con sus manos
en una mezcla animada de púrpuras, dorados y rojos. Pinkie no podía
dejar de reír cuando terminó con todos los dedos verdes, agitó las
manos hacia atrás y adelante para secarlos.
—¡Sólo espero que trajeras un poco de removedor de esmalte!
—dijo Applejack, mirando las suyas.
Rarity sacudió la cabeza.
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—¡Oh, no! ¡Se me olvidó!
Todo el mundo se rio aún más. Twilight se estaba divirtiendo. Sus
dedos se alternaban entre azul y blanco. Pensó que se veían hermosos.
—Hey —dijo Sunset al darse cuenta de ellas, levantó sus propias
manos. Sus uñas también eran azules y blancas.
—¡Vaya!
—¡Genial!
—¡Increíble!
—¿Cómo sucedió eso? —se preguntó Rarity.
Sunset se encogió de hombros.
—No sé. ¡La magia de la amistad, supongo!
Las chicas se rieron, pero Twilight era tan feliz. ¡Sunset y ella
coincidían! Era perfecto.
—¡Me encanta este juego! —dijo Twilight.
Rarity le sonrió.
—¡Gracias, querida! ¡No hay de qué! Ahora, ¿qué sigue?
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¡Lista o no, aquí vienen!
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Twilight sacudió la cabeza, un poco avergonzada. Totalmente
nada genial.
—Se llama sardinas porque todos terminan apretados en algún
lugar secreto, como esos pequeños y apestosos peces que vienen en
una lata amontonados uno encima del otro —balbuceó Pinkie.
Twilight tenía los ojos bien abiertos.
Rainbow se echó a reír.
—¡Me puedo imaginar por qué no querrías jugar eso!
—Es fácil —dijo Fluttershy con dulzura—, me gusta pensar en
ello como un juego donde ardillas bebé se esconden en el pequeño
nido de un árbol. Excepto que todas las ardillas tienen que estar muy,
muy calladas, así nadie va a encontrarlas.
Twilight seguía confundida.
—Voy a explicar las reglas —ofreció Rainbow. Era la capitana de
algunos equipos de Canterlot y sabía exactamente cómo organizar a
todos rápidamente—. Es como lo opuesto del escondite. Una persona
se esconde, pero cuando la encuentras, tienes que unirte a ella. Uno
por uno, todas nos amontonamos con ella donde quiera que esté.
—¡Es una maravilla! —dijo Rarity.
Sonaba divertido para Twilight. Pero también le preocupaba
quedarse fuera. Si las otras chicas se encontraban primero, ¿qué harían
sin ella? Esperaba que esto no ocurriera.
—Está bien —dijo Rainbow después que pasaron unos segundos
más—, creo que es tiempo suficiente. ¡Lista o no, Sunset, allá vamos!
—Abrió la puerta, y las chicas se precipitaron a todos los rincones de la
casa, abriendo armarios y mirando debajo de las camas.
Twilight estaba de pie en el pasillo de arriba, pensando. ¿Dónde
se ocultaría Sunset? ¡En algún lugar complicado, ya que ella era muy
inteligente! Tal vez estaba detrás de la cortina de la ducha en la
bañera. Pero no lo estaba.
Rarity corrió a su lado, riendo.
—Sunset encontró un buen lugar esta vez.
Tal vez se escondía debajo de la escalera en el cuarto de las
escobas. Twilight esperó un momento a que todas las chicas estuvieran
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en otro lugar y abrió la puerta un poquito. Se asomó. Pero había una
aspiradora y algunas telarañas. No Sunset. ¿Dónde podría estar?
Fluttershy estaba de pie en la cocina mirando a su alrededor.
—¡Creo que ella no está aquí! —le dijo a Twilight.
Tal vez Sunset esperó hasta que todas se hubieran ido del
dormitorio de Pinkie y entonces se coló de nuevo y se escondió debajo
de la cama. Eso es lo habría hecho ella. Corrió al piso de arriba y lo
comprobó. Pero Sunset no estaba debajo de la cama. No había nadie.
Twilight escuchó con atención. Ya no podía escuchar a las demás.
Toda la casa estaba muy tranquila. Un reloj sonaba en alguna parte.
En el exterior, el viento silbaba.
—¿Hola? —dijo Twilight pero nadie respondió.
Buscó de una habitación a otra. Todas habían desaparecido.
Todas habían encontrado a Sunset, excepto ella. Trató de no sentirse
decepcionada, de no sentirse excluida. Era sólo un juego, ¿o no?
Escuchó una risa ahogada. ¿De dónde venía? Corrió hacia el cuarto
de lavado y se fijó en una gran pila de ropas sucias. ¡Estaban moviéndose!
Las chicas estaban debajo de ellas. Tenían que ser. Retiró una toalla.
—¡Sorpresa! —gritaron todas, cayendo entre muchas de risas.
—Pensamos que nunca nos encontrarías —dijo Applejack.
—¡Uf! —dijo Sunset—, hacía calor allí abajo.
—Ese fue el mejor escondite de todos —la felicitó Rainbow. Se
sacó algo de pelusa del cabello.
—Fuiste valiente para esconderte bajo toda esa ropa sucia —dijo
Fluttershy.
—Sunset siempre es valiente —dijo Rarity—, robando coronas,
luchando contra las sirenas, ella salta directo a la acción.
Charlando felizmente, las chicas fueron rápido a la cocina por
sidra y cupcakes.
—Amo los cupcakes —dijo Applejack.
—Me encanta el glaseado —dijo Rarity, riendo.
—¡Me gustan las chispitas! —dijo Pinkie, riendo. Tenía algunas
en la nariz.
Twilight había estado sintiéndose un poco decaída, pero en el
momento en que vio a Pinkie, se echó a reír. Ella era tan divertida y
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tan alegre. Tal vez las pijamadas no eran tan aterradoras después de
todo.
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La pandilla poni
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—Apuesto que tus “amigas” hablaban cosas que ocurrieron antes
de que vinieras a Canterlot.
Twilight pasó saliva.
—Me pusieron al corriente de todo —protestó.
—Claro que lo hicieron. —Llegó el mensaje de respuesta.
—¿Qué dijeron las chicas de ti cuando estabas fuera de la
habitación? —preguntó un mensaje de Sugarcoat.
Twilight estaba a punto de explicar que nunca estuvo fuera de la
habitación cuando se acordó del juego de las sardinas. Pero no habían
estado hablando. En absoluto. ¡Ella las habría escuchado! ¿No es
cierto? Pero tal vez habían estado susurrando muy, muy suavemente.
De repente se sintió muy mal. Las lágrimas brotaron de sus ojos.
Metió el teléfono al fondo de la mochila.
—¿Está todo bien? —preguntó la siempre sensible Fluttershy,
detectando el cambio en su estado de ánimo.
Twilight asintió. No quería creer cosas malas acerca de sus
nuevas amigas.
—Esta es mi primera pijamada —admitió Twilight.
Fluttershy la abrazó.
—¡Oh! —dijo—, todos nos ponemos nostálgicos a veces,
¿verdad, chicas?
—No te preocupes, querida —dijo Rarity—. Una vez llamé a mi
mamá a mitad de la noche para que viniera a buscarme.
Pinkie se acurrucó
—Confesión: Por eso me gusta tener las fiestas en mi casa.
—Si tienes un mal sueño, me despiertas, ¿lo prometes?—le
ordenó Rainbow.
—Lo prometo —dijo Twilight y sonrió. No tuvo el valor de
decirles a las chicas lo que realmente la preocupaba.
Pero más tarde, cuando las luces estaban apagadas, Pinkie había
dejado de reír y Applejack había dejado de retorcerse en su saco de
dormir, Twilight seguía sin dormir.
—¿Cuál es el problema? —susurró Sunset a su lado.
Twilight tomó aliento.
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—No sé mucho acerca de la amistad —admitió. Se sentía
temerosa de abrirse sobre esto, y muy probablemente era algo
anticuado, pero estaba oscuro y siempre es más fácil hablar en la
oscuridad. Además, Sunset siempre era tan amable con ella.
—Recuerda lo que dijo la princesa —susurró Sunset.
—¿Qué cosa?
—Aprendemos sobre la amistad de unos a otros. Es algo especial,
algo mágico que sucede.
Twilight deseaba sentirse más confiada. Si sólo supiera más sobre
la amistad. Nunca había pensado que fuera algo que tenía que estudiar,
pero tal vez lo era. Sin duda había aprendido lo suficiente acerca de la
magia para abrir un portal a otro mundo. Tal vez podría aprender lo
suficiente sobre la amistad para conseguir lo que siempre había
querido, sus propios amigos.
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Dieciséis señales de que has
encontrado a tu mejor amiga
para toda la vida
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—'¡Mejores amigas por siempre!' —Sour Sweet abrió a un titular
en otra revista.
—Parece que alguien está haciendo algo de investigación —observó
Sunny Flare.
—¿La pijamada de anoche no fue tan exitosa como esperabas?
—la voz de Sugarcoat destilaba una dulzura desagradable.
—Sólo quería… ya saben… asegurarme de que estaba… ya
saben… haciendo todo lo que puedo —balbuceó Twilight, nerviosa.
—Entonces averigüémoslo —dijo Sunny Flare, con sus ojos
deslizándose sobre uno de los artículos.
—Aquí está una prueba —dijo Sugarcoat—. Eres buena en las
pruebas. Veamos si pasas esta.
De mala gana, Twilight respondió a las preguntas que Sugarcoat
le lanzaba. Pero no había hecho ninguna de las cosas que se suponía
que los amigos hacen. No hacia galletas. No se probaba peinados
diferentes. No pedía prestada su ropa.
—¡Pero ellas han visto lo peor de ti!— Sour Sweet se rio—. Esa
es la última pregunta: ¿Tus amigos aun te quieren después de ver lo
peor de ti?
—En serio eras aterradora cuando te transformaste en Midnight
—recordó Sunny Flare.
De pronto, Twilight no se sentía muy brillante. ¿Qué debería hacer?
—Debes agregar estas cosas a tu lista —dijo Sugarcoat—, tienes
la lista que te dimos, ¿no?
—En algún lugar —dijo Twilight.
—Invita a Rainbow Dash a hacer galletas —sugirio Sunny Flare—,
estoy segura de que eso le encantaría.
—Y si no lo hace, entonces sabrás que no es tu amiga —agregó
Sour Sweet.
Twilight suspiró. Todo esto era tan complicado. Mientras las chicas
vagaban fuera de la biblioteca, les oyó discutiendo sobre a cual casa ir.
—Siempre vamos a tu casa el fin de semana —se quejó Sour Sweet.
—Tal vez deberíamos hacer galletas en algún momento. Me
encantan las galletas de azúcar —dijo Sugarcoat.
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—Ew. —Sunny Flare hizo una mueca—. Demasiado azucarado
para mí.
Twilight cogió su teléfono y miró las fotos de la pijamada. Con
sólo ver las caras felices y sonrientes se sintió mejor. ¿Debería invitar a
Rainbow a hacer galletas? Algo simplemente no se sentía bien con eso.
En su lugar le envió un mensaje a Sunset.
—¡Oye! ¿Quieres venir a hacer galletas esta tarde?
—Sin duda —fue la respuesta inmediata de Sunset.
Twilight suspiró feliz. Esto no era tan difícil. No del todo. Sería
divertido compartir su ropa, peinarse la una a la otra, también podrían
hacer eso. Tal vez Sunset querría pedirle prestadas sus botas púrpuras.
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—Ciertamente no —Twilight estuvo de acuerdo—. Hey, ¿quieres
probarte mis botas de color púrpura? —le ofreció a Sunset.
—¿Qué? —Sunset estaba confundida.
—Mis botas. Las puedes pedir prestadas si quieres.
—Está bien. No las necesito, pero gracias.
Twilight frunció los labios, pensando.
—Tengo algunas divertidas cintas para el cabello si alguna vez
quiere usar una.
—Está bien —dijo Sunset—. ¿Quieres acabar la tarea juntas
cuando las galletas estén terminadas?
Twilight se mordió el labio con nerviosismo. Eso era exactamente
lo que quería hacer. Pero no quería ser una presumida. Aun así, tal vez
Sunset lo entendería.
—¡Sí! —estuvo de acuerdo al final, pero añadió—. Después
también podríamos trenzarnos el cabello la una a la otra.
Sunset se encogió de hombros.
—En realidad Rarity es mejor en eso que yo. ¿Tal vez
deberíamos invitarla? Y Applejack. Ella es genial cocinando…
—¡Oh, no!— Twilight se alarmó. ¿Sunset se estaba aburriendo?
¿Quería estar con alguien más? ¿Qué podía hacer para mostrarle que
podría pasar un buen rato?—. Espera, déjame tomar una foto de las
dos. ¡Levanta tu cuchara!
Spike saltó en la habitación.
—¡Yo también! ¡Yo también! —ladró.
Sunset rio y lo recogió.
Twilight se la mostró a Sunset.
—¿Te gusta?
—Sí, es genial tener una de ambas.
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Spike al Rescate
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—Oh, Spike —dijo ella, acariciándolo—. Eres el mejor. Pero
recuérdalo, ¿bien?
Sabía que no debería sentirse nerviosa, pero lo hizo. Tocó el timbre.
Fluttershy saltó hacia la puerta para abrirla y Spike le recibió con
un ladrido. Twilight sonrió y la saludó. Esperaba decir todas las cosas
apropiadas y que pudiera agradarle a Fluttershy.
—Espero que no sea demasiado problema habernos invitado —dijo
Twilight, entrando en la casa.
—Oh, no —dijo Fluttershy al instante—, no me puedo imaginar
nada que prefiera hacer. ¿Estás listo para tu cambio de imagen, Spike?
—¡Yupi! —ladró—. Por cierto —añadió—, Twilight nunca fue
impopular en la Preparatoria Crystal. Solo para que sepas.
—¿Cómo podría? —Fluttershy sonrió.
Twilight estaba avergonzada. Quería decirle a Spike que no
volviera a mencionar la Preparatoria Crystal, pero estaba demasiado
ocupado disfrutando de cómo Fluttershy le rascaba las orejas.
—¡Qué amor! —dijo Fluttershy.
—Él es mi mejor amigo —mencionó Twilight.
—Pero no su único amigo —añadió Spike—. Absolutamente no.
Fluttershy le sonrió a Twilight.
—Por supuesto que no.
Les condujo al piso de arriba, donde había encendido velas
perfumadas. La bañera estaba llena de burbujas calientes… y juguetes
de plástico para masticar.
—¡Hurra! —ladró Spike, sumergiéndose. Las chicas se rieron
mientras él las salpicaba. Se impulsó de un lado a otro en la bañera.
—Tenemos que darle un buen lavado —le explicó Fluttershy a
Twilight—. No tengas miedo de mojarlo.
—¡Y no tengo miedo mojarlas a ustedes! —ladró Spike. Salpico
con sus patas hacia atrás y adelante. Las chicas, cubiertas de burbujas,
gritaron con risas.
Cuando Spike estuvo limpio, lo envolvieron en toallas y le
pasaron el secador. Su pelo morado terminó todo erizado, con estática
y en punta. Twilight agarró su teléfono y comenzó tomarle fotos.
—¿Puedes tomarme una foto con él? —le preguntó a Fluttershy.
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—¡Claro que sí! —respondió Fluttershy—. Ustedes dos son
adorables.
—¡Vamos, también sal en la foto! —insistió Twilight. Tomó el
teléfono, y los tres se juntaron para una foto grupal.
Empolvaron a Spike con el talco. Fluttershy le enseñó a Twilight
cómo recortarle las uñas.
—Tal vez deberíamos pintarlas de azul y blanco, al igual que las
mía. —Twilight se rio.
—Eso no es muy bueno para él —explicó Fluttershy—. Los perros
a menudo mastican sus patas. En su lugar vamos a darle una galleta.
—Traje galletas para que comamos —le ofreció Twilight—. ¡Con
chispas de chocolate!
—Mis favoritas —dijo Fluttershy.
—Sunset y yo las hicimos ayer. Nos divertimos mucho.
—Espero que algún día traigas a Spike al refugio. Se divertirá
conociendo a los perros que cuido —dijo Fluttershy.
Los ojos de Twilight se iluminaron.
—Eso suena especial.
—La verdad es que sí lo es —dijo Fluttershy.
—¡Y puedo hacer amigos perros! —dijo Spike—. No tenía
ningún amigo perro en la Preparatoria Crystal. Ni uno. Pero no estaba
solo. ¡Porque tenía a Twilight!
Twilight rio. Spike era prácticamente el perro más dulce de todo
el mundo, y ahora también olía mucho mejor. Cuando llegó a casa,
publicó la foto de Spike, Fluttershy y ella. Se sentía como si tuviera una
nueva amiga. ¿Cómo lo había logrado con todos los errores embarazosos
de Spike? No estaba muy segura, pero la tenía.
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Emparejando
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—¡En serio!
Sugarcoat les echó un vistazo y dejó de centrarse en Sour Sweet.
Sus manos aflojaron cuerda y Sour Sweet se deslizó.
—¡Ay! — gritó—. ¡Mira lo que estás haciendo!
Sunny Flare se rio disimuladamente.
—¡Ja! Lo tengo todo en video. Deberías ver lo graciosa que te ves.
Rainbow parecía preocupada.
—La escalada es un asunto serio. Igual que la confianza —le dijo
a Sugarcoat.
Pero Sugarcoat no estaba escuchando.
—¡Date prisa! —le gritó a Sour Sweet—. Ya es mi turno.
Twilight había llegado a la cima.
—¡Lo hice! —exclamó.
—Sabía que lo harías —dijo Rainbow.
Cuando bajó, Rainbow tomo su turno en la pared. Pero las chicas
estaban luchando entre sí. Sour Sweet salió furiosa del edificio. Sunny
Flare estaba subiendo su video y riendo.
—¡No hagas eso! —Sugarcoat quedó sin aliento, tratando de
alcanzar el teléfono.
Pero Sunny Flare no le hizo caso.
Más tarde, cuando estaban tomando un descanso para comer sus
barras energéticas, Rainbow le hizo una pregunta a Twilight.
—Era un equipo difícil en el cual jugar, ¿no es así?
—¿Qué equipo? —preguntó Twilight, confundida—. Nunca he
estado en un equipo.
—La Preparatoria Crystal —explicó Rainbow Dash—, esas chicas
no saben mucho sobre el trabajo en equipo, ¿cierto?
—Oh, eso no es verdad —dijo Twilight—, son mucho mejores
que yo en eso. —¿No estaban ella siempre juntas? ¿No estaba ella
siempre sola en la Preparatoria?
—Date un poco de crédito, chica —dijo Rainbow—, sé a quién
quiero sosteniendo mi cuerda de seguridad, a ti, sin dudarlo.
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Esa noche, Rainbow llamó a Applejack.
—Esas chicas de la Preparatoria Crystal no fueron muy amables
hoy en el muro de escalada.
—No creo que fueran muy agradables con nuestra Twilight en la
Preparatoria Crystal.
—Ellas simplemente no saben mucho sobre la amistad, ¿verdad?
—Pero Twilight sí sabe.
—No estoy segura de que sepa que lo sabe, si sabes a lo que me
refiero —dijo Rainbow—, tal vez podamos ayudar a mostrarle que sabe
mucho más acerca de ser una amiga de lo que se da cuenta.
—¡Oh! Me gusta la idea —Applejack exclamó—. ¿Pero cómo
hacemos eso?
—Ya pensaremos en algo. Estoy segura de ello.
Más tarde, Twilight revisó la lista que las chicas le habían dado.
Se dio cuenta que algo estaba mal con ella, ¿pero qué?
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8
Animando a las camaradas
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No. Con una risa encantada, Pinkie tomó la ovación.
—¡Helado, helado de melocotón! Los Wondercolts de Canterlot
campeones son!
Twilight se le unió. Sunset también. Pronto, todo el mundo en
las gradas cantaba la nueva ovación de Twilight.
—¡Eres divertida! —rio Pinkie.
Twilight se desanimó.
—Eso creo, no soy muy interesante —le confesó a Pinkie.
—¿Interesante? ¡Yo tampoco! ¡Soy una aburrida Pinkie de color rosa!
Twilight se unió a la risa. Era difícil no hacerlo cuando estabas
con Pinkie. Ella era tan divertida y entusiasta. Que la hacía sentir
burbujas por dentro. ¿O tal vez era un resplandor?
Sunset estaba radiante.
—Es divertido —dijo—, eres diferente de la Princesa, pero
también compartes algo mágico con ella. Puedo sentirlo.
—¿Puedes? —Twilight se sentía satisfecha.
—Sí —dijo Sunset—. Realmente puedo.
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Mejores amigas por siempre
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—Por supuesto que lo haremos —dijo Rarity.
Twilight le echó un vistazo a la otra mesa. Tenía un presentimiento
de lo que tenía que hacer. Era igual al que tuvo cuando hizo la ovación.
—¿Podemos invitar a las chicas de la Preparatoria Crystal? —preguntó.
El grupo detuvo su charla y se la quedaron viendo.
—Creo que lo disfrutarían —explicó Twilight—, creo que les vendría
bien un poco de magia de la amistad. —Miró a su mesa de nuevo.
—Ciertamente podrían necesitar pulirse un poco —murmuró
Rainbow.
—Eso es muy amable de tu parte —dijo Applejack—, gracias por
pensar en ellas. ¿Deberíamos llamarlas?
—Sí —dijo Rarity. Parecía un poco nerviosa, pero determinada.
Se levantó y caminó hacia la mesa con las chicas de la Preparatoria Crystal.
—Llevaré algo de sidra a la fiesta —se ofreció Applejack.
—Cuenta conmigo para las linternas —dijo Rainbow Dash.
—Puedo traer ingredientes para cremas faciales especiales —ofreció
Fluttershy.
—Traeré unas manualidades —exclamó Twilight—. Diamantina,
cuentas e hilo. Todo lo que necesitamos para pulseras de la amistad.
—¡Es una idea fabulosa! —Pinkie chocó sus manos.
—¡Ellas quieren unírsenos! —Rarity parecía sorprendida. Saludó
a las chicas de la Preparatoria Crystal y estas le devolvieron el saludo.
—Qué gran idea —le susurró Sunset a Twilight—, tienes un don
para la amistad. Eres natural, igual que la Princesa.
—Sólo espero que las chicas sepan cómo comportarse —murmuró
Rainbow en voz baja.
Pero Applejack la escuchó y asintió con la cabeza.
—¡Hey! —ladró una pequeña voz al lado de su cabina—. ¿Y yo qué?
¡Era Spike! Por la emoción después del partido, Twilight había
olvidado ir a casa y llevarlo a dar su paseo. Pero él la había encontrado
de todos modos. Se frotó contra su pierna.
—Puedes traer a Spike a la pijamada spa —le dijo Rarity.
Twilight lo levantó.
—Lo siento, Spike —le susurró—. ¿Me perdonas?
—Siempre —dijo en voz baja—. Para eso están los amigos.
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Mima a tus amigas
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De todas formas, ¿por qué Twilight había sugerido que tuvieran
una pijamada con estas chicas de la Preparatoria Crystal? No podía
imaginárselo. Pero si era lo que Twilight quería, trataría de ser más
comprensiva. Después de todo, Twilight siempre era comprensiva con
todo lo que ella sugería.
Fluttershy se sentó en el borde de la cama. Les sonrió a las chicas.
—¿Alguna vez han estado en una pijamada spa? —preguntó
cortésmente.
—Por supuesto que si —respondió Sunny Flare.
—No, no lo has estado —la contradijo Sugarcoat—. Hablamos
de eso, ¿recuerdas? Pero nunca lo hicimos.
—Tal vez no te invité la vez que tuve una —dijo Sunny Flare.
La cara de Sugarcoat se contrajo como si fuera a llorar.
—¿Tampoco me invitaste? —preguntó Sour Sweet—. No sabía
que tenías otras amigas.
Sunny Flare la fulminó con la mirada.
Fluttershy no tenía idea de qué decir. Cuando sus mascotas estaban
irritables, no se molestaba con ellas. Se dio cuenta de lo difícil que era
salir con chicas que realmente no conocías. Qué valiente había sido
Twilight al venir a Canterlot. Cuán fácilmente había hecho amistad
con ellas. Si Twilight podía hacerlo, ella también podría. Sería igual de
valiente que Twilight.
Comenzó a charlar sobre la nueva camada de cachorros en el
refugio.
Sugarcoat se animó un poco.
—¿Tienes alguna foto de ellos?
—¡La tengo! —dijo Fluttershy. Sacó su teléfono y abrió su álbum
de fotos.
—¡Aww! —arrulló Sugarcoat.
Sunny Flare la fulminó con la mirada.
—No sabía que te gustaban los cachorros.
—A todos les gustan los cachorros—dijo Fluttershy.
Applejack, Sunset, y Pinkie llegaron, hablando y riendo.
—Chica, te has superado a ti misma con las decoraciones —dijo
Applejack, entrando en el dormitorio.
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—¡Fuentes, helechos y velas! —dijo Pinkie efusivamente—.
¡Viva, esta va a ser la mejor fiesta de Spa de todas!
—Vaya —dijo Sunny Flare—, alguien tiene mucha energía.
Los ojos de Sunset se estrecharon.
—Alguien sabe cómo divertirse.
Sour Sweet aplaudió.
—¡No coman las fresas! —dijo Rainbow, al notar la mano de
Applejack se dirigía hacia la bandeja.
—Ella puede comer si quiere —decidió Sunny Flare.
—Pero no me dejaste comerlas —Rainbow se sorprendió.
—Pero ahora todo el mundo está aquí —dijo Sunny Flare,
desviando la mirada.
—No. ¡No lo está! —las chicas de Canterlot gritaron juntas.
—Twilight todavía no ha llegado —dijo Fluttershy.
—Oh, nuestro error —se disculpó Sugarcoat.
—Tienen razón —agregó Sour Sweet, asintiendo con la cabeza.
—Me pregunto por qué llega tarde. —Sunny Flare frunció los
labios, pensando—. ¿Se habrá convertido de nuevo en Midnight Sparkle?
Nadie dijo nada.
¡Zas! ¡Zas! ¡Zas! El único sonido era la música del océano por el
pequeño altavoz.
—¿Por qué lo haría? —finalmente preguntó Rarity.
—Todos cometemos errores —explicó Sunset.
Sunny Flare parecía contrariada.
—No sé. Es sólo que una vez que alguien se convierte en un
monstruo… bien, ya sabes. No puedes dejar de preguntarte sí no
volverá a suceder. Es tan… ya sabes, valiente de tu parte el invitarla a
pasar la noche.
—Sólo porque alguien se convirtió en un monstruo una vez no
significa que vaya a hacerlo de nuevo —protestó Sunset—. Yo lo sé.
—Así es —intervino Applejack.
El timbre sonó y volvió a sonar. Un perro ladró.
—Hola —dijo una voz—. ¿Hay alguien ahí?
Era Twilight.
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Un grupo amargado
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—¡No jugaremos con las linternas! —Sunny Flare pisoteó con su
pie—. Vine a una fiesta de spa. Me parece que deberíamos tener un
desfile de moda.
—¿Qué vamos a llevar? —preguntó Pinkie en voz alta—. No traje
mi pijama de diseñador —se rio.
Sunny Flare resopló y la miró.
—Creo que es una gran idea —dijo Applejack—. No te burles de
Pinkie.
—Yo no dije nada —protestó Sunny Flare, levantando una ceja.
Trató de llamar la atención de Sweet Sour o Sugarcoat pero ellas no la
miraron.
—¡Estabas siendo mala! —dijo Sugarcoat en voz baja—. Me di cuenta.
—¡No lo estaba! —siseó Sunny Flare.
—¡Dejen de pelear! —les ordenó Sour Sweet.
—¿Puedes hacer que dejen de pelear? —le susurró Fluttershy a
Sunset—. Después de todo, detuviste a las Sirenas cuando estaban
fuera de control, y a Midnight, cuando asumió el control de Twilight.
—Creo que estas chicas son peores —le respondió Sunset a
Fluttershy en un susurro.
—Mi estómago no se siente bien —admitió Applejack.
—Me duele la cabeza —dijo Rainbow Dash.
—Estoy mareada —explicó Pinkie.
Spike gruñía.
Rarity sólo se veía molesta. Después de todo el trabajo que había
hecho en la decoración y todo lo demás.
Sugarcoat suspiró.
—Esta fiesta necesita un poco de ayuda.
—¿Verdad? —Sour Sweet estuvo de acuerdo, mirando a Sunny a
Flare como si fuera su culpa.
Twilight se sentía terrible. Ella sugirió invitar a estas chicas. ¿Qué
podía hacer? Tal vez si todas estuvieran ocupadas, dejarían de discutir.
Sin decir una palabra, Twilight comenzó a extender los materiales
para manualidades que había traído. Había estambre de todos los
colores, hilo para bordar y cordel de plástico. Había amuletos, cuentas
y lentejuelas.
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—¡Ooh! —Rarity arrulló— ¡Todo es tan lindo!
Sour Sweet no lo podía creer.
—¿Trajiste todo esto para que lo usemos?
Twilight asintió.
—¡Vamos a hacer pulseras de la amistad entre nosotras! Primero
haré una para ti. ¿Cuál es tu color favorito?
—Verde —dijo—. ¿Puedo hacer una para ti?
—¡Por supuesto! —Twilight sonrió.
Las chicas se lanzaron y comenzaron a crear sus pulseras, a excepción
de Sugarcoat.
—No sé qué colores escoger —admitió con timidez.
—¡Los colores que más te gusten! No lo pienses demasiado, solo
diviértete —le aconsejó Pinkie amablemente.
Sugarcoat la miró con los ojos abiertos. Por un momento, vaciló,
y entonces cogió una mezcla de hilos verdes y naranjas.
—Son mis favoritos.
Applejack se rio.
—¡Y también son bastante lindos!
De pronto, todas se llevaban bien, riendo y hablando. Nadie más
se quejaba de tener un dolor de estómago. De alguna manera Twilight
fue capaz de cambiarlo todo. Sabía exactamente qué hacer para romper
la tensión.
La única que no parecía feliz era Sunny Flare. Mientras más se
relajaban y hablaban Sugarcoat y Sour Sweet, más furiosa se ponía.
Colocó unas cuantas cuentas en un pedazo cordel de plástico y se lo
entregó a Sugarcoat.
—Ten —dijo con el ceño fruncido—. Ya que somos las mejores
amigas, ¿cierto?
Sugarcoat pasó saliva.
—Gracias. Pero, ¿no podríamos ser amigas todas?
—¡Por supuesto! —intervino Twilight—. Es genial tener un montón
de amigos. Podemos tener amigos a los que les gusta estudiar, o cocinar,
o hacer deporte o ir de picnic o… ya me entiendes.
—¿En serio? —Sunny Flare no estaba tan segura.
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—Tal vez haya un juego de amistad que podríamos jugar —sugirio
Sugarcoat.
—¡Ah, pero lo hay! —dijo Sunny Flare.
—¿Qué? —dijeron todas a la vez.
—¿Cuál es?
—¿En qué piensas?
—Tal vez no es tan buena idea… —bromeó Sunny Flare.
—¡Sólo dinos! —Rainbow Dash se exasperó.
—Hay una manera de averiguar si todas son realmente amigas
—explicó Sunny Flare.
—Vamos —la instó Applejack.
Sunny Flare respiró profundamente.
—Creo que es tiempo de que juguemos… Verdad o Reto.
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Un problema de honestidad
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—¿Tenemos que hacer el De Tin Marín o algo así? ¿O rodar los
dados? ¿O algo por el estilo? —dijo Pinkie.
—Esa no es una mala idea —concordó Sugarcoat—. ¿Tendrás
algún dado, Rarity?
Rarity buscó bajo su cama una vieja caja de un juego de mesa,
buscó en su interior y encontró un par de dados.
—Lanzas primero —le dijo a Sunset.
Sunset sacudió los dados en su mano y los lanzó. Doce. ¡Uf! Iría
al último, pero Rainbow Dash consiguió un dos e iba primero.
—¿Qué tan difícil puede ser? —dijo Rainbow Dash, su mano
estaba suspendida sobre las tarjetas.
—¿Verdad o reto? —susurró Sunny Flare.
—La verdad para mí —anunció Rainbow Dash audazmente—.
No tengo nada que ocultar. —Pero todavía no había elegido una tarjeta.
—Tienes que recogerla, leer la pregunta en voz alta y responder
—dijo Sour Sweet.
Rainbow se aclaró la garganta. Recogió una carta, la leyó
rápidamente para sí misma y tragó saliva.
—¿Puedo cambiar de opinión? ¿Puedo hacer un reto en su lugar?
—¡No! —dijeron todas las chicas de la Preparatoria Crystal—.
Lee tu pregunta en voz alta.
Ella suspiró.
—Mi pregunta es: Nombre de la persona en este cuarto con la
que menos te gustaría quedar atrapada en una isla desierta.
—Entonces, ¿cuál es tu respuesta? —preguntó Sunny Flare.
—Espero no ser yo —espetó Pinkie Pie—. Quiero decir, lo siento
si es así. Pero debes recordar que he ido a todos y cada uno de tus
juegos y te he animado. Tendría un montón de energía si te quedas
atrapada conmigo en una isla desierta. Me gustaría hacer chozas y
fogatas de rescate. Lo sabes, ¿verdad?
Rainbow Dash se rio a su pesar. Pinkie siempre la hacía reír.
Cada una de las chicas era especial para ella de una manera diferente.
Cada una sería maravillosa como compañía en una isla desierta. Fluttershy
domaría a los monos locales, eso era seguro, y Rarity encontraría la manera
de vestirlas a todas con hojas de plátano. No le gustaría dejar a nadie
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fuera. No quería mencionar a ninguna de las chicas de la Preparatoria
Crystal, acaba de conocerlas, y esto podría hacerlas sentir terrible.
Hmm, pensó. ¿Qué podía decir? ¿Cómo evitaría herir los sentimientos
de nadie? Entonces cayó en la cuenta.
Rainbow Dash sonrió.
—Ya sé con quien no me gustaría quedar atrapada en una isla
desierta.
—¿Quién? —preguntaron todas juntas.
—Conmigo —dijo.
—No es justo —dijo Sunny Flare, haciendo un puchero.
—Sí es justo —dijo Rainbow—. No me gustaría estar sola. Me
gusta estar con mis amigas.
—Buena respuesta —dijo Applejack aprobatoriamente— Oh. Bueno,
creo que también voy a tener que decir la verdad. Yo sigo —agarró
una tarjeta— Si tuvieras que elegir entre Fluttershy y Rarity, ¿a quién
elegirías para mejor amiga?
Applejack pasó saliva. ¡Esta era una pregunta terrible! Fluttershy
era tan sensible que no quería herirla. Pero ella adoraba a Rarity, y
sólo porque ella no siempre compartía su entusiasmo por la moda no
quería decir que no fueran amigas.
—No sé —dijo.
—Tienes que responder a la pregunta —insistió Sunny Flare.
—No quiero. —Applejack se cruzó de brazos.
—Es porque no soy tu mejor amiga, ¿verdad? —Gruesas lágrimas
se asomaban en los ojos de Fluttershy.
—¡No! —exclamó Applejack.
—No, ¿qué? —susurró Fluttershy.
—Nop. No voy a responder y eso es todo.
—¡Así no es como se juega! —exclamó Sunny Flare.
—Así es cómo estoy jugando —señaló Applejack firmemente.
Sunny Flare hizo un ruido de disgusto.
—Creo que es mi turno. Voy a tener que mostrarles cómo jugar
este juego. Tomaré una tarjeta de reto.
Sunny Flare recogió una tarjeta. Leyó el reto para sí misma. La
leyó de nuevo y cuidadosamente la colocó detrás de ella.
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—¡No quiero hacer esto! —suspiró dramáticamente—. No
quiero tener que hacer esto, pero un reto es un reto.
Sunset la estudiaba. Algo no se sentía bien.
—¿Qué dice?
—Odio tener que hacer esto… —comenzó Sunny Flare.
—¿Qué? ¿Qué? —preguntaron las chicas.
—Dice: Haz tu mejor impresión de… —hizo una pausa—.
¡Midnight Sparkle! ¡Aquí la tienen!
Se puso de pie, extendió sus brazos sobre su cabeza y abrió su
boca todo lo que pudo. Revolvió su cabello, cruzó sus ojos y aulló y
gruñó.
Todas se congelaron.
Era horrible. Era cruel. Realmente cruel.
Las lágrimas brotaron de los ojos de Twilight.
—Detén esto ahora —ordenó Sunset.
—Estás arruinando la fiesta —dijo Sour Sweet.
—¿Por qué siempre tienes que hacer eso? —preguntó
Sugarcoat—. ¿Por qué simplemente no podemos divertirnos por una
vez? ¿Por qué simplemente no podemos ser amables con los demás,
como estas chicas?
Sunny Flare había estado riéndose, pero se detuvo. Nadie pensó
que fuera divertido.
Fluttershy se había acercado a Twilight y le dio unas palmaditas
en la espalda. Applejack estaba sentada junto a ella de manera protectora.
Rarity se aclaró la garganta.
—Sunny Flare. Esta es mi casa y mi fiesta de Spa, y no vamos a
seguir jugando juegos como estos. Tal vez deberías irte a casa…
—¡No! —Esa fue Twilight.
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Tienes que tener amigos
—Sunny Flare, no tienes que ser así. No tienes que ser cruel.
Puedes tener amigos si los quieres —dijo Twilight.
—¿De qué estás hablando?
—He estado en tu situación. También he sido un monstruo.
Pensé que ganar era más importante que hacer amigos. Pero no hay
nada más importante que los amigos. Nada en todo el mundo.
—Tengo amigos —protestó Sunny Flare.
—Algo así —admitió Sugarcoat.
—Cuando eres buena —concordó Sour Sweet.
—Sólo desearía que pudiéramos divertirnos como estas chicas
—añadió Sugarcoat.
Mientras tanto, Sunset había recogido la tarjeta del reto.
—Eso pensé —anunció—, esto dice: haz un baile estúpido. No
dice que imites a Midnight. Esa fue tu idea. Se te ocurrió a ti.
—Twilight es la única que es un verdadero monstruo. No yo
—protestó Sunny Flare.
—Todas nos podemos convertir en monstruos a veces —dijo
Sunset—. Pero lo importante es saber cuándo te has convertido en uno.
—Y hay algo aún más importante que eso —la voz de Twilight se
redujo a un silencio—. Todos te perdonaremos cuando lo hagas. Eso
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es lo que estas chicas de Canterlot me han enseñado. Todos cometemos
errores algunas veces.
—¿Tú me perdonarías? ¿En serio? —Sunny Flare no podía creerlo.
—Lo haría —dijo Twilight—. Simplemente no lo hagas de
nuevo, ¿de acuerdo?
—Si Twilight te perdona —dijo Rarity—. Todas lo haremos.
Sunny Flare miró las caras sonrientes a su alrededor. De repente,
se sintió tonta y un poco avergonzada.
—Lo siento, chicas. En serio. Tal vez sería más divertido hacernos
nuevos peinados que jugar Verdad o Reto.
Nadie estuvo en desacuerdo con ella.
Las chicas se dispusieron a arreglarse, a cepillarse y a tener un simple
desfile de modas en pijamas. Incluso jugaron al escondite con las linternas
en la oscuridad de la sala. Finalmente todas se estaban divirtiéndose.
Más tarde decidieron regresar a sus pulseras de la amistad.
Hicieron pulseras especiales entre ellas.
—Cada pulsera es tan diferente y bonita —dijo Fluttershy.
—Igual que cada amistad —dijo Twilight.
Justo cuando la noche llegaba a su fin y las chicas se
acomodaban en sus sacos de dormir, Sunny Flare sacó lo que parecía
una enorme y brillante pulsera cubierta de joyas.
—¿Qué es eso?
—¿Es para un gigante?
—¡No! —dijo Sunny Flare—. Es una corona que hice para Twilight.
Durante mucho tiempo, le dijimos que no era buena en la amistad, pero
eso no es verdad. Nosotras no lo éramos. Estábamos siendo terribles
amigas. Ella es la única que sabe cómo acercarse y ser valiente y amable.
Es como si ella fuera una princesa de la amistad —colocó la corona
sobre la cabeza de Twilight.
—¡Guau! — ladró Spike—. ¡Ahora realmente eres igual que la
Princesa!
—¿Qué princesa? —Preguntó Sour Sweet.
—¡Es una larga historia! —Dijo Rarity.
Y se quedaron hasta altas horas de la noche contándole a sus
nuevas amigas todo sobre Equestria.
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Conociéndote
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Debajo de su cama, Pinkie tenía cajas y cajas de serpentinas, globos,
calcomanías, platos de papel, pegatinas, marcadores y cartulinas.
—¿Qué clase de tema deberíamos hacer para la fiesta? —preguntó
Pinkie.
—Es una fiesta de la Amistad en las Estrellas —le recordó Twilight.
—Hmm —pensó Pinkie en voz alta—. Tenemos que brillar para
nuestras amistades, ¿verdad? Así que necesitamos cosas brillantes.
Los ojos de Sour Sweet se iluminaron.
—Diamantina, serpentinas metálicas y… —Saltó una y otra vez, muy
emocionada—. Y necesitamos chispas, montones de chispas. ¡Para Twilight!
Twilight rio.
—¿En serio? ¿No tendrás demasiado de mí?
—¡Nunca! —dijo Sour Sweet—. También vamos a ponernos
chispas en las uñas, ¿de acuerdo?
—¡Sí!—concordó Twilight.
—No estoy siendo demasiado entusiasta, ¿o sí? —se preocupó
Sour Sweet un momento después.
—En lo absoluto —dijo Pinkie Pie.
Al día siguiente, Twilight se detuvo en el Centro de Rescate
Animal junto a Spike. Se asomó por la puerta. Fluttershy estaba
rodeada de perritos y gatitos, y Sugarcoat estaba allí.
—¿Podemos entrar? —preguntó.
—¡Por supuesto! —respondió Fluttershy—. ¡Estaba pensando
que deberíamos enseñarle a Spike un nuevo truco para la fiesta!
—Es una gran idea —concordó Twilight.
—¡La es! —acordó Spike.
—Sugarcoat es talentosa con los animales —le dijo a Twilight—
¡Es de gran ayuda!
—¿Crees que me está diciendo la verdad? —le susurró Sugarcoat
a Twilight de manera nerviosa.
Twilight rio. Toda una camada de gatitos se había quedado
dormida en el regazo de Sugarcoat.
—Puedes confiar en Fluttershy. Puedes confiar en tus amigos.
Justo antes de acostarse, Twilight le envió un mensaje a Rarity.
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—¿Podrías venir antes de la fiesta y ayudarme a decidir qué
ponerme?
—¡Sí! —fue la respuesta inmediata—. ¿Te gustaría tomar
prestada mi camisa púrpura?
—¿En serio?
—¡En serio!
Esa noche Twilight estaba en su cama, cansada pero feliz. ¡Qué
semana tan ocupada había tenido! Tenía tantos amigos para
mantenerse al día últimamente. Era mucho más fácil y más divertido
tener un montón de amigos, amigos con los cuales hornear, con los
cuales reír, que amaban a los animales, que jugaban deportes, que
sabían cómo mejorar tu aspecto, y amigos que habían visto lo peor de
ti. Como Sunset.
Sunset le había enseñado la lección más importante de todas
sobre la amistad, y esa era el perdón.
Al día siguiente, Twilight se reunió con Sunset en el Sweet Shoppe.
Ordenó dos chocolates calientes con crema batida y chispas extra.
—¡Mi favorito! Y también con chispas extras —dijo Sunset,
sentándose con ella en una cabina—. ¡Te acordaste! —Tomó un sorbo
de su chocolate y sonrió—. ¡Este chocolate caliente es perfecto!
—Gracias a las chispas extras —dijo Twilight—. Tengo un favor
que pedirte.
—Lo que quieras —dijo Sunset.
—Quiero hacer una lista de reproducción realmente especial
para la fiesta, y quiero que haya canciones que a cada una le guste.
¿Puedes ayudarme con eso? Tú las conoces mejor.
Sunset sonrió.
—Me encantaría.
—¿Crees que estoy lista para el viaje escolar al Campamento Everfree?
—Estás más lista que nadie —dijo Sunset.
—A veces me preocupa que algún día me convierta de nuevo en
Midnight…
—Bueno, si lo haces, ¡te lo haré saber! Y tú hazme saber si vuelvo
a ser una demonio roba coronas. ¿Trato?
—¡Trato!
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La magia de la amistad
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Nadie se queda fuera
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Contenido