Educación Sexual en La Adolescencia
Educación Sexual en La Adolescencia
Educación Sexual en La Adolescencia
La educación sexual comienza a edades muy tempranas y debe abordar los diferentes aspectos
englobados en ella de manera paulatina y acorde al desarrollo evolutivo de loshijos o hijas. Debe
ser rigurosa, objetiva y completa sin olvidar los aspectos biológicos, psíquicos y sociales,
entendiendo la sexualidad como comunicación humana, fuente de placer y de afectividad.
En la adolescencia y preadolescencia podemos ya abordar aspectos más directamente vinculados
a la prevención y anticoncepción. Sin embargo esto no significa que tengamos que descuidar la
parte afectiva y emocional, todo lo contrario debe cobrar especial relevancia.
Suele ser en esta etapa, al plantearnos la posibilidad de que los hijos o hijas empiecen a
interesarse por el sexo, cuando nos asaltan miedos y ansiedades. Lo más frecuente es que
hayamos esperado hasta el último momento para tratar temas que sabemos que tienen una
importancia fundamental en la vida y el desarrollo de todas las personas y que queramos en un
día enterarnos de lo que saben sobre sexualidad, de su opinión, de si mantienen relaciones
sexuales, de cómo es la persona a la que han elegido, si conocen los métodos anticonceptivos, si
saben lo que es una enfermedad de trasmisión sexual y las formas de contagio, si usan métodos
de barrera… Ante esto, nos encontramos con rechazo, con silencios, con un “déjame en paz” o,
en el mejor de los casos, con miradas perplejas.
A esto se une la perspectiva, generalmente negativa, con la que abordamos la sexualidad en los
adolescentes y jóvenes. Los temas recurrentes son: las enfermedades de trasmisión sexual, los
embarazos no deseados, la edad adecuada para comenzar a tener experiencias sexuales… pocas
veces hablamos con ellos y ellas de que la sexualidad está presente en todas las personas desde
que nacemos, que varía en cada etapa de la vida, de la importancia de tener una vida sexual
satisfactoria, de que es una fuente de placer físico y afectivo… pocas veces hablamos de la
sexualidad en positivo, pensamos que hablándoles en estos términos les incitamos a practicar
sexo. Convertimos el placer en un tema tabú.
Nada más lejos de la realidad, ya están y estamos expuestos a diario a mensajes, imágenes,
escenas… de contenido sexual y éste es precisamente un buen motivo para involucrarnos en su
educación sexual. No podemos dejar que interpreten sus relaciones afectivas y/o sexuales desde
la perspectiva de la televisión, los videoclips, las revistas o los comentarios de los amigos.
Tenemos que involucrarnos desde la infancia en la educación sexual y afectiva de las hijas e
hijos y darles información y una perspectiva real de las relaciones entre adultos y lo que
implican.
Debemos ayudarles a conocerse, entenderse, disfrutarse y cuidarse. Ayudarles a resolver sus
dudas y a conocer y aceptar su cuerpo, sus emociones y sentimientos tienen que ser los primeros
objetivos. Porque la educación sexual no consiste sólo en conseguir que los hijos e hijas usen
preservativo, no debemos olvidar todos los aspectos que, previa y simultáneamente, hay que
tratar. La educación sexual abarca el desarrollo sexual y la salud reproductiva pero también las
relaciones interpersonales, las habilidades sociales, la orientación sexual y el conocimiento de
uno mismo, la imagen corporal, la intimidad, el afecto, el género, la toma de decisiones, la
asunción de la propia responsabilidad, el respeto a uno mismo y a los demás…
Un estudio elaborado por médicos de familia en un centro de asistencia primaria y presentado en
el Congreso de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, afirma que uno de
cada tres jóvenes de entre 14 y 17 años no es capaz de rechazar a su pareja cuando ésta se niega a
utilizar método anticonceptivo. Este dato deja entrever una realidad en la que lo más importante
no es tener la información sino poseer las habilidades necesarias para hacer uso de ella.
En esta etapa, en la que ya hemos debido avanzar mucho en la educación sexual de los hijos e
hijas, debemos insistir en:
Proporcionarles información completa y ajustada a su realidad, adelantándonos a sus
inquietudes. Este aspecto es fundamental porque van a comenzar a experimentar muchos
cambios, no sólo corporales, para lo que es conveniente que les preparemos, que no les
“pillen desprevenidos”.
Educar en responsabilidad. Hay que aceptar que son ellos y ellas las que van a decidir y,
consecuentemente, desechar la idea de trasmitir normas o límites. Debemos reconocer su
capacidad para ser dueños y dueñas de su vida y reforzar su capacidad para tomar
decisiones responsables.
Seguir ofreciendo un entorno familiar en el que sea normal hablar y expresar nuestra
sexualidad, con sinceridad, en positivo, sin prejuicios, sin estereotipos, sin mentiras…
con el objetivo de comprender y atender a las necesidades, sentimientos, situaciones…
que las hijas e hijos experimentan. En ocasiones, nos precipitamos a hablar y trasmitir los
mensajes que creemos importantes y se nos olvida escucharles y atenderles.
Aprovechamos para tocar los temas que nos interesan sin prestar atención a si son los
mismos que les interesan a ellos.
Potenciar sus sentimientos de competencia, la percepción positiva que tienen de sí
mismos, de sus habilidades y posibilidades. Todo ello será fundamental para afrontar las
situaciones que se les puedan plantear.
Ayudar a los hijos e hijas en la identificación y expresión de sus sentimientos. En esta
etapa, caracterizada por cierta impulsividad, por la gran influencia que el entorno social
tiene en nosotros, por la expresión desmedida de las emociones… será importante hacer
presentes las emociones y no centrarse sólo en las conductas.
Teniendo todo esto presente podremos hablar de relaciones sexuales y detenernos en aspectos
como la anticoncepción o las enfermedades sexuales abordándolo desde la responsabilidad hacia
nuestra propia salud, como un hábito de autocuidado que debemos asumir.
Y es que según varios estudios, la cifra de adolescentes y jóvenes que no usan preservativo en
sus relaciones sexuales está en torno al 40% a pesar de estar totalmente informados sobre los
diferentes métodos anticonceptivos.
Lo que deja claro la importancia de las habilidades, tanto manuales como sociales, como
facilitadores del uso del preservativo. En una edad tan complicada, podemos preferir arriesgarnos
con el sexo sin método de barrera que arriesgarnos a quedar en ridículo bien poniendo el
preservativo, bien comprándolo en la farmacia, bien expresando a nuestra pareja que queremos
utilizarlo…
Será fundamental que sepan manejar situaciones en las que las destrezas sociales tienen un papel
importante: la capacidad de reafirmarse en una decisión o de resistirse a las peticiones de otra
persona si no nos apetece o lo consideramos inapropiado; vencer el miedo al rechazo, a no
proporcionar satisfacción al otro, a ofender a la otra persona… pueden llevarles a no insistir lo
que deberían en el uso de un método de barrera.
Por ello puede ser útil y adecuado desde practicar con un preservativo y un plátano para que
adquieran destreza y habilidad en su uso hasta acompañarles a comprarlos para evitar ese
momento de vergüenza en la farmacia o indicarles los comercios, supermercados o
dispensadores en los que se pueden adquirir por autoservicio, sin necesidad de solicitarlos al
personal comercial. También ir al ginecólogo o proporcionarles los teléfonos y direcciones de los
recursos y asesorías que existen para jóvenes y adolescentes en nuestro entorno.
En resumen, si los hijos e hijas disponen de información, conocimientos y libertad para tomar
sus decisiones, si han asumido la responsabilidad de cuidarse, si están seguros de sus decisiones
y se saben capaces de mantenerlas, si se sienten competentes y hábiles… incrementaremos
sustancialmente las posibilidades de que su vida sexual sea saludable y satisfactoria no sólo
física sino también emocionalmente.