En Memoria de Aníbal Quijano. Carolina Ortíz
En Memoria de Aníbal Quijano. Carolina Ortíz
En Memoria de Aníbal Quijano. Carolina Ortíz
La obra de Aníbal Quijano es prolífica y diversa y está por explorar, aunque existe una
primera aproximación de Danilo Assis Clímaco en el prólogo de una antología
organizada por él (2014), en la que ha logrado reunir un conjunto de textos que estaban
dispersos.
Como bien lo precisan Pablo Gentili y Karina Bidaseca, cuando Quijano era
entrevistado solía responder que no tenía el hábito de la sistematización de la escritura,
y que por eso prefería “escribir al viento”. Frase que podría implicar un sentido cercano
o un parafraseo de “solía escribir con su dedo grande en el aire”, verso de uno de los
poemas de nuestro poeta mayor César Vallejo en España aparta de mi este Cáliz, y
alude a esculpir la palabra en el aire, hacerla sentir y volar libre con vida propia: “Papel
de viento pasa”, dándole a la escritura un sentido en movimiento, de no fijeza, de
oralidad ajeno a toda rigidez, por-que la escritura como la oralidad, a decir de Iain
Chambers es una constante travesía que cruza los límites entre acontecimiento y
narración, entre autoridad y dispersión, entre el pretexto anónimo e inscripción textual.2
Los saberes como los hombres y las mujeres que los sistematizan y recrean son móviles,
migran constantemente. Son formas discontinuas no establecidas para siempre, lo cual
no niega las continuidades que también arraigan.3
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Nació en Lima. Ha obtenido premios de poesía en Perú, y ha publicado los poemarios: Cuando la luna crece y Una encendida en el
desierto, además de textos sobre cultura, discurso y poder en diversas publicaciones de Ecuador y Perú. Sus poemas y ensayos han
aparecido además en revistas como Hueso húmero, Revista de Arte y Cultura, Dedo Crítico, Sieteculebras, y Sociología. Es
profesora en la UNMSM y en la Universidad de Lima.
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En mi época estudiantil en los 80, tuve en San Marcos a queridos maestros que recuerdo
con orgullo, entre ellos a Julio Cotler, César Germaná, Aníbal Quijano. Con Quijano
llevé dos cursos en la Escuela de Sociología.
Entre toques de queda, apagones, coches bomba, conflicto armado, las calles y parques
sitiados por las fuerzas militares y policiales, la crisis económica y la incertidumbre de
si volvíamos a casa con vida, la vida universitaria como todo se tornó accidentada.
Recuerdo mi asistencia a una de sus clases y la ciudad universitaria sanmarquina
totalmente oscura, solo se percibía la luz de una vela encendida como en la mayoría de
barrios en tiempos de absoluta oscuridad y violencia política que desangró al país.
Mientras la mayoría, en cada sorpresivo apagón se retiraba, Quijano y sus estudiantes
nos quedábamos continuando la clase con una vela encendida. Era su manera de
responder, la suya y la del grupo de estudiantes que asistíamos, al terrorismo de Sendero
Luminoso y del estado peruano. Hasta que finalmente, cuando el ejército y el
fujimorismo ocupó la universidad, Quijano renunció a ella.
Hace uno meses, la última vez que un grupo de amigos lo visitamos me llamo la
atención el título de un libro que se encontraba en la mesa de centro de su sala, pareciera
que los cambiaba continuamente de acuerdo a sus ritmos e intereses de lectura. Es así
que tengo conmigo aún Antes de perder la memoria de Diana María Jiménez y Teresa
izquierdo, me comentó que valía la pena y que me lo prestaba. Su interés por leer la
producción escrita por mujeres era muy grata, recuerdo haber intercambiado opiniones
sobre algunas auto-ras, es así que en los 90 conocí a Clarice Lispector gracias a un
comentario suyo. Solía leerlas en las lenguas originales en que fueron redactadas.
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Interesarse sobre estas cuestiones en 1990 no fue bien recibido, porque atentaba contra
la línea correcta de la visión marxista y maoísta de la vida. Toda investigación que no se
circunscribía exclusivamente a la temática y clasificación socioeconómica, a lo que se
ha denominado “clase social” era duramente criticada y combatida.
En uno de mis borradores de trabajo en 1991, Quijano subrayó “la alegre cabaña de los
indios” frase de Matto de Turner en la que destacaba que su niñez transcurrió jugando y
compartiendo en la casa paterna pero sobretodo en aquel lugar que trascendía querencia
y afecto y de la que bebió y aprendió la lengua y la cultura quechua. Asocié su interés a
que él también había transcurrido su infancia de manera semejante en Yanama, lugar
donde nació. Le comenté de mis visitas a las comunidades de Calca y Lares.
Hubo tres textos suyos muy estimulantes de la época Modernidad, identidad y utopía en
América Latina (1988); el segundo, un breve pero rotundo artículo “Colonialidad y
modernidad- racionalidad” (1991) publicado por primera vez por el Instituto Indigenista
Peruano e Interamericano, el tercero: “La nueva heterogeneidad cultural de América
Latina” publicado en 1990 en la revista Hueso húmero. Textos que considero cruciales
en la gestación de la colonialidad del poder.
Continué mis pesquisas sobre lo indicado en el posgrado entre el 95 al 2002. Entre 1995
y 1997 viví en Quito, años de irrupción de los masivos y vitalísimos movimientos
indígenas en Ecuador y en América Latina. Compartí, mis primeras reflexiones sobre
ellos, sobre la producción escrita por mujeres, los intelectuales “indígenas” y “negros”
que se apropiaban creativamente del poder de la palabra escrita y del escenario público
en las que el cuerpo y la Naturaleza, la acción y el discurso forma parte de poéticas y
episteme invisibilizados. Si bien no fueron numerosas, fueron conversaciones y
discusiones de gran aprendizaje, que se mantuvieron a partir de esas temáticas,
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involucrados además en los movimientos sociales. Le sorprendía que el cuerpo fuese el
punto de partida en la reflexión de las mujeres.
En una entrevista realizada por Eduardo Arroyo, precisa que su padre fue educador y
que para completar sus estudios de primaria y de secundaria tuvieron que residir en la
ciudad de Yungay, en las vacaciones retornaban a Yanama. Recuerda a Yungay como la
ciudad más hermosa de todas las ciudades del Callejón de Huaylas. En esta ciudad
transcurrió:
la mayor parte de mis años de niño y de adolescente. Esa ciudad ya no existe. Fue
sepultada por un alud producido por el desprendimiento de una cornisa del Huascarán
durante el terremoto de 1970. Por eso, cuando me preguntan de dónde soy, respondo
que soy de todas partes, porque la ciudad en que viví́ ya no existe. Por lo tanto puedo
ser de todas partes. Yungay (…) Tenía una campiña colorida y fértil. Desde la ciudad se
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divisaba el Huascarán, como una gran ave de nieve con las alas desplegadas. En agosto,
hacia las cinco de la tarde, una aureola entre rosada y dorada jugaba en esas alas. 4
Cuando tuvo que dejar Yungay, por las ansias de conocer otros aires y lugares, al igual
que la mayoría de inmigrantes a la capital del país, conoció las penurias de serlo cuando
decidió estudiar en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Esta experiencia
vital, fue decisiva en su reflexión sobre los engranajes entre los procesos de dominación
y explotación y la cultura a través de uno de sus primeros trabajos referente a “La
emergencia del grupo cholo y sus implicaciones en la sociedad peruana” de 1964 y
posteriormente sus pesquisas y propuestas conceptuales referentes a marginalidad, polo
marginal de la economía y la “raza” como clasificación y relación social de dominación,
opresión y explotación y, desde su visión, el principal componente del patrón global de
poder.
Quijano ingresa a San Marcos en 1948, con el ánimo de estudiar medicina, pero
finalmente se matricula en derecho y luego en historia. Continuó estudios de posgrado
en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales -FLACSO- de Chile.
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En 1962, publica la antología titulada "Los mejores cuentos Latinoamericanos”. En
1964, “La poesía: una praxis” en Haraui, publicación dirigida por Francisco Carrillo; lo
que de-muestra su gran interés por la literatura, que no abandonó y la entendió como
otra forma de conocimiento.
La década de los 50, fueron años de formación teórica, de lectura de los clásicos de la
teoría social. En 1962 publica "Wright Mills, conciencia crítica”, en 1964 “La imagen
Saint-Simoniana de la sociedad industrial”, texto que fue publicado en el primer número
de la
Ante la caída del muro de Berlín, del socialismo realmente existente, la crisis de
paradigmas de los 80, la crisis de la racionalidad dominante había que desaprender y
retornó a la fuente primordial, su experiencia vital en diálogo con los saberes
invisibilizados, lo que da cuenta con mayor intensidad de sus desencuentros con el
marxismo eurocéntrico.
Es así que vuelve, en acuerdo con Rocío Silva Santisteban, a las huellas dejadas por
Arguedas; es decir, un reencuentro con los orígenes pero abierto siempre a lo diverso.
La colonialidad del poder emerge de esa ruptura.
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Su estadía en variopintas regiones del mundo como parte de su experiencia primordial,
entre ellos el boricua, los puentes entre la academia y los movimientos sociales, como lo
fue con el movimiento obrero y barrial en los 60 y 70, su acompañamiento al Foro
Social Mundial -llevado a cabo en diversas latitudes- y a los movimientos sociales
indígenas del siglo XX y siglo XXI, su interés por la reflexión de las mujeres y
feminismos constituyen algunas de las fuentes principales de su reflexión y producción
intelectual; dialogar con ellas permite acercarnos con mejores herramientas para
explorar y comprender la heterogeneidad histórico estructural y cultural del Perú, las
relaciones y patrones globales de poder y los nuevos horizontes de sentido que se gestan
en nuestra América /Abya Yala que hacen de Quijano, parafraseando al poeta
Hildebrando Pérez cuando se refiere a nuestro querido César Vallejo, un “aldeano
universal” o, se podría señalar que forma parte de esa gama de peruanas/os e
indoafroamericanas/os pluriversales, entre ellos Felipe Guaman Poma, José Carlos
Mariátegui, Victoria y Nicomedes Santa Cruz, José María Argue-das, Blanca Varela.
Obras citadas
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Ortiz Fernández, C. 1999. La letra y los cuerpos subyugados. Heterogeneidad, colonia
li-dad y subalternidad en cuatro novelas latinoamericanas. Quito, Universidad Andina
Simón Bolívar.
Quijano, A. 1964. “La poesía: una praxis” en Haraui. Año 1, Nº 2, Lima, Perú.