Resumen Lacan

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La demanda, el deseo, el chiste y la necesidad para Lacan.

Lacan en el texto parte nombrando a Freud con lo que es origen del placer, diciendo que extraerá
información de sus postulados para explicar lo que este mismo se preguntaba sobre la ubicación
de la fuente de placer del chiste. Freud intento encajar esta fuente en el periodo lúdico infantil del
balbuceo, repetición, rima y juego con las palabras. Este placer es posible que se originara por el
volver de vuelta a este juego infantil que fue ahogado paulatinamente por el aprender las leyes del
lenguaje. Según Lacan no se trata del retorno a este momento, más bien, Freud muestra las vías
por las que pasa este placer. Son vías antiguas, liberadas por la operación del chiste, no afectadas
por el control del pensamiento de la vida adulta.

El chiste para Lacan tiene dos caras: el ejercicio del significante, o sea, el carácter primitivo del
significante con respecto al sentido al que le aporta polivalencia, arbitrariedad, creación. y la
segunda parte es la cara del inconsciente, el ejercicio del significante mencionado en primer lugar
es todo lo que es el inconsciente. La estructura del chiste, su funcionamiento, constitución y
funcionamiento que el sueño, los actos fallidos y los síntomas, cuyas fórmulas son la metáfora y la
metonimia. No son diferentes a las expresiones tan grandemente descritas del inconsciente. Para
Lacan son estas mismas leyes semejantes a toda forma de ejercicio del lenguaje y a la estructura
propia del inconsciente. Por esta razón Lacan toma el problema en primera instancia. El otorgarle
al inconsciente la estructura de la palabra permite hacer el enlace a la relación de estos

Lacan va a nombrar 2 características en relación al placer del chiste y la producción de sentido.

1- Se le pone atención al chiste precisamente por el sinsentido que deja al oyente pendiente,
suspendido de la muestra de un sentido oculto en él y que posteriormente llega como si
de un premio fuera.

2- 2- El camino de este sentido lo permite el sinsentido inicial que al ser comunicado deja al
oyente en un estado que se le podría llamar anonadado. En palabras de Lacan; al
sinsentido el papel de embaucarnos por un instante, el tiempo suficiente para que un
sentido hasta entonces inadvertido nos sorprenda a través de su captura por el chiste. Sin
embargo, Lacan señala, y más adelante esto cobrara mayor importancia, que Freud incluso
repudiaba el concepto “sinsentido “mecanismos comunes a la dinámica de la necesidad, la
demanda y el deseo.

Para anudar el uso del significante con un placer, recurriendo al niño, es preciso volver a la
referencia de que al principio el significante está destinado a servir para algo: para expresar una
demanda.

Lacan define la demanda como lo que, de una necesidad, por medio del significante dirigido al
Otro.

“La demanda es de por si tan relativa al Otro, que el otro se encuentra enseguida en
posición de acusar al sujeto, de rechazarlo, mientras que, cuando se invoca la
necesidad, asume esta necesidad, la homologa, la atrae hacia él, ya empieza a
reconocerla, lo cual es una satisfacción esencial. El mecanismo de la demanda hace
que el Otro, por naturaleza, se oponga a él, incluso se podría decir que por naturaleza
la demanda exige, para sostenerse como demanda, que alguien se le oponga. El modo
en que el Otro accede a la demanda ilustra a cada momento la introducción del
lenguaje en la comunicación” (Lacan, 1957, p. 91)

El mecanismo de la demanda hace que el Otro, por naturaleza, se oponga a él, incluso se podría
decir que por naturaleza la demanda exige, para sostenerse como demanda, que alguien se le
oponga. El modo en que el Otro accede a la demanda ilustra a cada momento la introducción del
lenguaje en la comunicación.

Llamamos metáfora a lo que había ocurrido antes en la transición ideal del deseo al acceder al
otro, en tanto que se forma en el sujeto y se dirige hacia el otro, que lo recoge. Por lo tanto, no
nos encontramos ante la metáfora sino ante su ejercicio corriente, ya sea que resulte o que
fracase en la ambigüedad del mensaje, a la cual se trata de sacarle provecho en las condiciones
que se dan en estado natural. La función metonímica es un desvanecimiento o una reducción del
sentido, pero esto no significa el sinsentido. No hay chiste solitario. Aunque lo haya forjado uno
mismo, aunque lo haya inventado, experimentamos la necesidad de proponérselo al otro. Lo que
se le comunica en el chiste al otro, juega esencialmente, de una forma singularmente astuta, con
la dimensión del poco sentido. Lacan nos propone la fórmula del paso de sentido. Este paso de
sentido es lo que se realiza en la metáfora. Es la intención del sujeto, su necesidad, lo que más allá
del uso metonímico, más allá de lo que se encuentra en la común medida, en los valores admitidos
que deben ser satisfechos, introduce precisamente en la metáfora el paso de sentido. Tomar un
elemento de donde está y sustituirlo por otro, diría incluso otro cualquiera, introduce aquel más
allá de la necesidad con respecto a todo deseo formulado, que está siempre en el origen de la
metáfora. Aquí la agudeza indica, nada más y nada menos, la propia dimensión del paso en cuanto
tal. Es el paso, por así decirlo, en su forma.

El sistema de las necesidades se introduce en la dimensión del lenguaje para ser remodelado, pero
también para volcarse hasta el infinito en el complejo significante, y por eso la demanda es
esencialmente algo que por su naturaleza se plantea como potencialmente excesivo.

El deseo queda profundamente transformado en su acento, queda subvertido, se torna ambiguo,


debido a su paso por las vías del significante. Toda satisfacción es concedida en nombre de cierto
registro que hace intervenir al Otro más allá del que pide, y esto precisamente pervierte en
profundidad el sistema de la demanda y de la respuesta a la demanda.

Para Lacan el deseo es:

“se define por una separación esencial con respecto a todo lo que corresponde pura y
simplemente a la dirección imaginaria de la necesidad --- necesidad que la demanda introduce
en un orden distinto, el orden simbólico, con todas las perturbaciones que éste pueda traer
aquí” (Lacan, 1957, p. 96)

Lacan esquematiza el tiempo de detención que desfasa la comunicación de la demanda con


respecto a su acceso a la satisfacción.
Primer tiempo. Hay una demanda que pasa. algo que está destinado a pasar, el deseo que debería
pasar, deja en algún lugar no solo huellas sino un circuito insistente.

Esto se desarrolla en dos planos: 1) el de la intención del joven sujeto en tanto que emite la
llamada.

El del significante en tanto es movilizado en este esfuerzo, la llamada.

Ambos, intención y significante, progresan simultáneamente hasta alcanzar A (Otro) y M


(mensaje).

Segundo tiempo. Lo que empezó como necesidad se llamará la demanda; y el significante se cierra
en lo que termina, el sentido de la demanda y constituye el mensaje que evoca al Otro (madre). La
institución del Otro coexiste con la terminación del mensaje. Ambos se determinan al mismo
tiempo, uno como mensaje, el otro como Otro.

En el tercer tiempo la demanda encuentra lo que la prolonga: el Otro que la retoma a propósito de
su mensaje.

Diferencia la demanda de satisfacción de la necesidad porque en su encuentro con el significante


se transforma su manifestación. Por lo tanto, el significado es algo más allá de la necesidad bruta,
resulta remodelado por el uso del significante. Lo que entra en la creación del significado es
recuperación, reasunción, remodelado de la necesidad, creación de un deseo diferente de la
necesidad. Es la necesidad más el significante.

Del lado del significante, hay en este tercer tiempo, algo que corresponde a la aparición milagrosa
de la satisfacción en el Otro de este mensaje nuevo que ha sido creado.

La demanda crea el mensaje y al otro.

Por un lado, está el ejercicio del significante y por el otro algo original que transforma la necesidad
y la sitúa en el plano de lo que llamaremos el deseo. Este se define por una separación esencial
con respecto a todo lo que corresponde pura y simplemente a la dirección imaginaria de la
necesidad (que la demanda introdujo en el orden simbólico)

Esta novedad que aparece en el significado por la introducción del significante es la dimensión de
la sorpresa que aparece en toda formación del inconsciente (Freud). Dicha dimensión es
consustancial a lo que ocurre con el deseo en tanto que ha pasado al nivel de inconsciente.

No todo deseo entra al inconsciente; sólo aquellos que por haber sido simbolizados pueden, al
entrar en el inconsciente, conservarse en su forma simbólica, es decir, la forma de aquella huella
indestructible. La estructura simbólica los sostiene y los mantiene en circulación del significante.

Retoma la cuestión del chiste y dice que por la acción de la metáfora surge el sentido nuevo
cuando al tomar prestados los circuitos originales, asesta un golpe en los circuitos corrientes, de la
metonimia. En la agudeza la pelota va y vuelve entre el mensaje y el Otro a cielo abierto,
produciendo el efecto original.

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