Vicios de La Voluntad Trabajo PDF
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CARLOS
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS
ESCUELA DE DERECHO
tema
vicios de la voluntad
integrantes :
• QUIHUE MAMANI JHON WILLIAM
• Lidia callata Ticona
SEMESTRE: IV
TURNO: NOCHE
AÑO: 2019
DEDICATORIA
Un agradecimiento particular a la
Universidad Privada San Carlos, el cual nos
abrió sus puertas para formarnos
profesionalmente.
Introducción
El problema
• Realidad Problemática
Art. 203° del CC. "El error se considera conocible cuando, en relación al contenido, a las
circunstancias del acto o a la calidad de las partes, una persona de normal diligencia
hubiese podido advertirlo", el error se considera conocible cuando, en relación al contenido,
a las circunstancias del acto o a la calidad de las partes, una persona de normal diligencia
hubiese podido advertirlo.
En la actualidad existen múltiples actos jurídicos que han sido anulados por causales de
error, dolo, violencia e intimidación. Porque los seres humanos no estamos exentos de
cometer este tipo de perjuicios a nuestros semejantes, siempre actuamos de manera
maliciosa en contra de las personas. Sólo nos interesa nuestro bienestar y no el de los
demás. Es por ello que en la presente investigación damos a conocer las formas de este
tipo de artificios que se manifiestan en contra o a favor de las partes intervinientes en los
contratos.
¿En qué medida el error se considera como vicio del consentimiento en los contratos que
producen la anulabilidad del acto jurídico?
• Hipótesis
La aplicación de la anulabilidad del acto jurídico en los contratos producto del error como
vicio del consentimiento.
• Operacionalización de Variables
• Variable Independiente
• Variable Dependiente
• Objetivos:
• Objetivo general
Estudiar los tipos de vicios del consentimiento y la voluntad dentro del contrato.
• Objetivos específicos
• Definir los vicios de consentimiento dentro del contrato, sus condiciones y validez.
• Analizar cada uno de los vicios del consentimiento dentro del contrato.
CAPÍTULO II
Marco teórico
2.1.1. El Error
El error-vicio como está referido a la función cognoscitiva del sujeto comprende dentro de
su ámbito conceptual la ausencia de conocimiento, que es la ignorancia, y el
conocimiento equivocado, que es propiamente el error. De ahí que jurídicamente la
ignorancia se equipare en el error y, como sostiene Ospina y Ospina, que el error provenga
de la ignorancia pues el concepto falso encuentra su origen en el desconocimiento de la
realidad. La equiparación de la ignorancia con el error fue planteada desde el Derecho
Romano. Si bien la ignorancia era empleada preferentemente por los jurisconsultos
romanos para calificar el vicio que consistía en el desconocimiento o en el falso concepto
de la realidad, y además era empleada preferentemente en los textos romanos como de juris
et factiignorantia, el Derecho Romano moderno sólo ha modificado
la nomenclatura referente a este vicio, dando preferencia al vocablo error, por lo que ambas
locuciones-ignorancia y error – tienen el mismo significado jurídico y están comprendidas
en el mismo concepto, siendo así como lo receptó la codificación civil y ha llegado hasta
nuestros días.
Ahora bien, hemos planteado la delimitación conceptual del error partiendo de la
diferenciación del error-vicio, o propiamente error, con el error en la declaración o en la
manifestación, estableciendo como premisa para el primero de que se trata de una
divergencia inconsciente entre la voluntad interna y la voluntad que se exterioriza mediante
la manifestación. Y ya ha quedado precisado que el error es ausencia de conocimiento y
también conocimiento equivocado. Es conveniente precisar, entonces, que el error como
vicio sólo afecta a la voluntad y no a su manifestación, que sólo sirve de vehículo para
exteriorizarla. El error como vicio, según explica Messineo, interviene como agente eficiente
en la determinación de la voluntad, pues es el motivo de la voluntad
Es una idea inexacta que se forma un contratante sobre uno de los elemento del contrato,
en el que podemos creer que un hecho que es falso es verdadero y viceversa.
Para concluir con esta delimitación conceptual es imprescindible precisar que para que se
configure el error, sea error-vicio o error en la manifestación, es necesaria su espontaneidad.
Como señala Puig Peña, la doctrina del error se construye sobre la base de la
espontaneidad, pues si el error es espontáneo tendremos el error strictu sensu; en cambio,
si el error es provocado por maquinaciones de la otra parte se entra en los dominios del
dolo. La espontaneidad del error es excluyente de la mala fe, pues para que se configure el
error la buena fe debe caracterizar la conducta del errante y de su contraparte a la que se
imputa la conocibilidad del error.
• Error-vicio
El Código Civil no contiene una noción del error esencial, pero de su articulado se puede
extraer el criterio que hemos expuesto y que corresponde al que adoptado. Así, cuando
hace referencia al error esencial permite inferir que lo es el "determinante de la voluntad" Art.
202° inc. 1 y 2; y Art. 204° CC., y que también lo es cuando es "la razón única o determinante
del acto" Art. 202° inc. 3 del CC.: "Cuando recae sobre la propia esencia o una cualidad del
objeto del acto que, de acuerdo con la apreciación general en relación a las circunstancias,
debe considerarse determinante de la voluntad. Cuando recae sobre las cualidades
personales de la otra parte, siempre que aquellas hayan sido determinantes de la voluntad.
Cuando el error de derecho haya sido la razón única o determinante del acto".
El Código Civil no utiliza un nomen iuris para señalar al error que estamos denominando
indiferente ni tampoco tiene un criterio uniforme que permita identificarlo. Por eso, hemos
preferido denominar indiferente al error que recae sobre cualidades no esenciales y
consideradas secundarias de la cosa o de la persona, y que, por lo tanto, si bien incidieron
en la formación de la voluntad interna, no fueron determinantes en la celebración del acto
jurídico. Esta diferenciación respecto del error esencial y la falta de un criterio uniforme lo
apreciaremos mejor cuando nos ocupemos del error en cálculo o error en el motivo no
manifestado.
Nuestro Código Civil vigente lo considera en el enciso 2 de Art. 202°, según el cual "El error
es esencial: Cuando recae sobre las cualidades personales de la otra parte, siempre que
aquellas hayan sido determinantes de la voluntad".
El Código Civil legisla el error de cálculo en su Art. 204°, estableciendo que "El error de
cálculo no da lugar a la anulación del acto sino solamente a rectificación, salvo que
consistiendo en un error en la cantidad haya sido determinante de la voluntad".
• El error en la cantidad: El error en la cantidad, error in quantitati, como acabamos de
ver, lo legisla el mismo Art. 204 del CC., como un error esencial siempre que "haya sido
determinante de la voluntad", lo que significa que si no lo ha sido queda como un
indiferente error de cálculo.
El Código Civil legisla sobre el error en el motivo en el Art. 205°, en los términos
siguientes: "El error en el motivo sólo vicia el acto cuando expresamente se manifiesta como
su razón determinante y es aceptado por la otra parte".
Como puede apreciarse, el Código Civil lo legisla como un error esencial si "expresamente
se manifiesta como su razón determinante y es aceptado por la otra parte", lo que permite
interpretar que el error en el motivo no será esencial sino indiferente, y, en consecuencia,
no vicia el acto, cuando el motivo no es expresamente manifestado y, por tanto, no pudo ser
aceptado por la otra parte. De ese modo, pues, puede distinguirse el error en el motivo
manifestado y el erro en el motivo no manifestado.
El Código Civil legisla de manera expresa sobre el error de derecho en el inciso 3 del Art.
202°: "El error es esencial: cuando el error de derecho haya sido la razón única o
determinante del acto".
Como puede apreciarse, el Código legisla el error iuris como error esencial siempre que
haya sido "la razón única o determinante del acto", por lo que, contrario sensu, puede ser
error indiferente si no lo ha sido.
Los caracteres del error en la manifestación o error en la declaración son los siguientes: la
voluntad interna se ha formado sanamente, pero se incurre en error en el momento de su
exteriorización; la divergencia se genera entre la voluntad interna y la voluntad manifestada;
y, los efectos del acto jurídico, de producirse, serían correlativos a la manifestación pero no
a la voluntad interna.
El error en la declaración ha llegado a ser legislado en nuestro Código Civil según los
artículos 208° y 209°.
El Art. 208° del CC. Establece como errores en la declaración a los casos: "En que el error
en la declaración se refiera a la naturaleza del acto, al objeto principal de la declaración o a
la identidad de la persona cuando la consideración a ella hubiese sido el motivo
determinante de la voluntad, así como al caso en que la declaración hubiese sido transmitida
inexactamente por quien estuviere encargado de hacerlo".
Por su parte, el Art. 209° del CC. Establece que: El error en la declaración sobre la identidad
o la denominación de la persona, del objeto o de la naturaleza del acto, no vicia el acto
jurídico, cuando por su texto o las circunstancias se puede identificar a la persona, al objeto
o al acto designado"
• Clasificación del error en la manifestación de la voluntad
El error esencial puede ser causa de anulación del acto jurídico. Así lo establece el Art. 201°
CC., agregando el factor de la conocibilidad. Según, Fernando Vidal Ramírez "el error es
causa de anulación del acto jurídico cuando sea esencial y conocible por la otra parte".
• a) La conocibilidad del error. - Es el requisito exigido por el Art.201° CC., para que el
error esencial pueda ser causa de anulación del acto jurídico, es un requisito concurrente,
pues un error puede ser esencial pero no conocible, con lo que no habría lugar a la
anulación. "Er Art. 201 del CC. Lo atribuye a la otra parte, precisándola como requisito,
pues no protege a la víctima de su propio error en cuanto ha incurrido en él sino en cuanto
ese error haya podido ser advertido por la otra parte. Por ello, en el régimen adoptado
por el Código Civil no basta la esencialidad del error, sino que se requiere de la
conocibilidad, que se refiere a la posibilidad abstracta de advertir el error ajeno".
La acción de anulación fundada en el error es irrenunciable según el Art. 218° CC., que
declara nula la renuncia anticipada. "Se trata, pues, de la nulidad de una renuncia a priori,
pues de no serla sería contradictoria con las disposiciones del mismo Código Civil que
Como el error debe ser probado por quien lo invoca, y sólo puede hacerlo la parte que
incurrió en él, la prueba puede versar sobre los hechos externos que lo hayan producido y
los elementos que evidencien su conocibilidad. De probarse en qué consiste el error y por
qué era conocible para la otra parte, conforme a las pautas generales contenidas en el
Art.203° del CC.
• Prescriptibilidad de la acción
• El error en el matrimonio
El Código Civil legisla sobre el matrimonio como acto jurídico, aunque sometiéndolo, por
sus peculiaridades, a un régimen especial y no a las normas generales que rigen los actos
jurídicos y que están contenidos en el Libro II, lo que se pone de manifiesto en el tratamiento
del error dentro del régimen legal del matrimonio. Según Fernando Vidal Ramírez: "Art. 277°
CC., inciso 5 señala que: es anulable el matrimonio… de quien lo contrae por error sobre la
identidad física del otro contrayente o por ignorar algún defecto sustancial del mismo que
haga insoportable la vida en común. Se reputan defectos sustanciales: la vida deshonrosa,
la homosexualidad, la toxicomanía, la enfermedad grave de carácter crónico, la condena
por delito doloso a más de dos años de pena privativa de la libertad o el ocultamiento de la
esterilización o del divorcio. Como puede apreciarse, el Código Civil, es este caso hace
referencia a un error en la identidad de la persona, pero a nuestro juicio, debe entenderse
como un error en las cualidades esenciales de la persona".
El acto testamentario también presenta características peculiares que hacen que esté
sometido a normas especiales respecto de las contenidas en el Libro II del CC., salvo los
casos de remisión expresa a las reglas generales, como en el caso de las modalidades (Art.
689° CC.), lo que no ocurre con el tratamiento del error. El acto testamentario se caracteriza
por ser unilateral y recepticio, que requiere de la manifestación de voluntad directa del
testador (Art. 690° CC.) y que puede ser o no de contenido patrimonial (Art. 686° CC.). Es,
además, el acto mortis causa por excelencia y otras características, sin embargo, sólo
vamos a mencionar y poner en relevancia la de su provisionalidad, pues el testador puede
revocarlo cuantas veces quiera, ya que sólo a su muerte se torna definitivo.
Según, Fernando Vidal Ramírez "De acuerdo con el Art. 809° del CC., también son
anulables las disposiciones testamentarias debidas a error esencial de hecho o de derecho
del testador, cuando el error aparece en el testamento y es el único motivo que ha
determinado al testador a disponer. Como error esencial puede configurarse como error-
vicio y también como error en la manifestación de la voluntad, incluido el error en el que
puede incurrir el notario al transcribir la declaración testamentaria a su protocolo".
EL DOLO
Según, Fernando Vidal Ramírez "La doctrina es unánime en conceptuar el dolo como toda
maniobra encaminada a provocar un engaño e inducir a error, se trata de un error, pero
constituido por el hecho de la otra parte pues es un error provocado, un engaño: la víctima
del dolo no sólo se engaña, sino que ha sido engañada. Dolo es el error provocado mediante
engaño y constituye una causa por si suficiente para la anulación del acto jurídico, de modo
que este es impugnable aun los casos en que el error por sí solo no afectase a la validez
del negocio, ya que el error que no provocaría la ineficacia del acto lo provoca entonces
porque ha tenido por causa el dolo, pues el dolo consiste en el artificio utilizado para engañar
a una persona provocando en ella un error o aprovechando el error en que la misma se halla
a fin de inducirla a realizar un negocio jurídico".
• a) Es intencional
La doctrina distingue varias clases de dolo, siendo la distinción más importante la que lo
clasifica en dolo determinante o causante y en dolo incidente o incidental, que es la utilizada
por nuestro Código civil. En el presente estudio vamos a considerar la distinción entre:
• a) El dolo bueno y el dolo malo. - El dolo bueno es aquel engaño sin malicia, mientras
que el dolo malo viene a ser el dolo con animus nocendi, con intención de engañar y
causar perjuicio, y por eso lo reprime la codificación civil.
Según, Fernando Vidal Ramírez "Los jurisconsultos romanos distinguieron entre el dolo
malo, dolus malus, consistente en maquinaciones, artificios, astucias o engaños
encaminados a perjudicar a la víctima, y, el dolo bueno, dolus bonus, empleado en la
defensa de un interés legítimo, principalmente contra un ladrón o un enemigo. El primero
era considerado ilícito y, por ende, condenable; no así el segundo que era permitido, o al
menos tolerado".
Según, Manuel Arauz Castex y Jorge Joaquín Llambias "El dolo malo corresponde al
concepto corriente, mientras que el dolo bueno comprende los casos de engaño con fines
moralmente honestos. Ejemplo: el médico que engaña al enfermo sobre la gravedad de
su estado, producto de una enfermedad ya sea curable o terminal".
Según, Fernando Vidal Ramírez "El dolo causante es el que conduce a la víctima a celebrar
el acto jurídico y, por ello, puede producir su anulación y la obligación de indemnizar los
daños y perjuicios. La doctrina es unánime en cuanto que de existir, necesariamente antes
de la celebración del acto, pues el dolo posterior no constituye vicio de la voluntad ni puede
ser causal de anulación del acto, el engaño tiene que haber sido el engañado
subjetivamente determinante, en todo o en parte, para concluir el negocio o para concluirlo
en las condiciones en que lo hizo. La noción del dolo causante está contenida en el
primer párrafo del Art. 210° del CC".
El Art. 211° del CC., contiene una noción del dolo incidente: "Si el engaño no es de tal
naturaleza que haya determinado la voluntad, el acto será válido, aunque sin él se hubiera
concluido en condiciones distintas; pero la parte que actuó de mala fe responderá de la
indemnización de daños y perjuicios". El dolo incidente no es, pues, causa de anulación sino
sólo de indemnización, como lo precisa el ya acotado artículo.
Estas modalidades suponen la utilización del dolo por vía de acción o por vía de omisión,
que sea utilizado por una de las partes, o por ambas y también que sea utilizado por un
tercero.
• a) El dolo por acción. - Es también dolo positivo o acción dolosa, viene a ser un actuar
que se trasunta en palabras o hechos, en una conducta en presentar circunstancias
falsas, o en suprimir o alterar las verdades.
El Código Civil considera el dolo por acción en su artículo 212°: "La omisión dolosa produce
los mismos efectos que la acción dolosa".
Según, Fernando Vidal Ramírez "Lo estipulado en el Art. 212° del CC., le reconoce al dolo
positivo la misma eficacia que al dolo negativo o dolo por omisión dolosa, lo que significa
que ambos pueden dar lugar a un dolo causante, o, de ser el caso, a un dolo incidente".
• b) El dolo por omisión. - El dolo por omisión o dolo negativo u omisión dolosa está
también previsto en el Art. 212° del CC., "La omisión dolosa produce los mismos efectos
que la acción dolosa". La omisión de una circunstancia que por la ley, los usos
del comercio o la naturaleza del negocio, había obligación de revelar a la otra parte, no
cabe dudar acerca de que la voluntad del contratante puede ser determinada y captada
por el silencio de quien calle hechos o circunstancias cuyo conocimiento hubiera podido
cambiar el pareces de la parte y hubiera podido hacerla desistir de la celebración del
contrato.
• c) El dolo directo. - El dolo directo es el utilizado por uno de los celebrantes del acto
jurídico, a los que jurídicamente se les exige actuar de buena fe a fin de no quebrar el
principio romanista nemo dolus sus prodesse debet (a nadie debe resultar ventajoso su
dolo). Esta modalidad de dolo fue la tradicionalmente considerada y legislada en nuestro
Código Civil en el primer párrafo del Art. 210°, que legisla sobre dolo causante, del Art.
211°, que legisla sobre dolo incidente, y está implícito en el Art. 212°, que legisla sobre
la acción y la omisión. Del dolo directo se derivan a su vez:
• El dolo del incapaz: La situación que genera el dolo utilizado por un incapaz resulta
distinta, el incapaz, si bien es parte en los actos jurídicos, no puede celebrarlos por sí
mismo, salvo que se trate de actos cuya celebración le está permitida por la ley.
Según, Fernando Vidal Ramírez "La solución que da el Código Civil ante el dolo del incapaz
tiene arraigo romanista, pues esta misma solución viene impuesta desde el Derecho
Romano y su presupuesto es que el incapaz se haya hecho pasar por capaz. Por eso, como
bien lo señala León Barandiarán en lo que se refiere a la norma vigente, el Art. 229° del CC.,
sirve al mismo propósito, pues lo queda claro es que la actuación del incapaz es para ocultar
su incapacidad".
En los actos unilaterales la voluntad puede estar también viciada de dolo, pero como hay
una sola parte el vicio deberá ser provocado necesariamente por un tercero, es decir, que
la actividad dolosa proviene de quien está interesado en que el negocio llegue a tener
realidad.
El Código Civil no ha previsto el dolo en los actos jurídicos unilaterales. Sin embargo, nada
obsta para que pueda hacerse presente, sean actos recepticios o actos no recepticios.
En los actos unilaterales recepticios el dolo se presenta con mayor nitidez que en los no
recepticios, por eso no existe razón para distinguir entre el engaño empleado por el
recepcionario de la declaración y el que es obra de un tercero, o sea de un extraño a la
relación jurídica. El recepcionario puede causar dolo configurando mediante halagos, y
lisonjas muy distintas de los artificios y engaños, pero que conducen a una misma finalidad
la cual es de producir una declaración de voluntad. Así, por ejemplo, los actos de captación
de voluntad del testador practicados por una persona para obtener un legado.
Los efectos del dolo resultan de su calificación en todo causante, que puede conducir a la
anulación del acto jurídico, o en dolo incidente, que sólo puede conducir al resarcimiento de
los daños y perjuicios. En el primer caso, la víctima del dolo tiene expedita la acción de
anulación y, en el segundo, la correspondiente acción indemnizatoria.
Según el Art. 218° del CC., es también nula la renuncia anticipada a las acciones fundadas
en dolo. La renuncia no puede ser anticipada, mas sí es posible a posteriori, cuando la
víctima del dolo tiene conocimiento de él y, no obstante, se desiste de entablar la acción
resarcitoria de los daños y perjuicios. Como se ha referido a ambas clases de dolo y ambas
acciones el Art. 218°, respecto de las cuales prohíbe, najo sanción de nulidad, su renuncia
La prueba del dolo
El dolo como hemos visto, además de ser un vicio de la voluntad configura un ilícito civil.
Para su prueba se aplica el principio general: onus probandi incumbit actori (el que lo alega
tiene que probarlo) y a él corresponde la carga de la prueba. Los medios probatorios deben
estar dirigidos a poner en evidencia la acción u omisión dolosa y los daños y perjuicios
irrogados (causados).
• El dolo en el matrimonio
El dolo no está previsto de manera expresa en las causales que enumera el Art. 277° del
CC., para la anulación del matrimonio. Sin embargo, como hemos visto en la explicación de
las causales del error hemos puesto en evidencia la posibilidad del dolo, el que se
configuraría en el inciso 5 del Art. 277° en lo referente al error en la identidad física del otro
contrayente, cuando se trate de suplantación de persona o del ocultamiento de su verdadero
sexo.
El Art. 809° del CC., considera también el dolo como causa de anulabilidad del testamento.
La anulabilidad puede ser total o parcial, según el dolo haya determinado la voluntad del
testador en cuanto a todo el contenido del testamento o sólo una de sus cláusulas o
disposiciones. Puede configurarse el dolo mediante la modalidad de la captación de su
voluntad, o sea, mediante halagos, lisonjas, fingimientos e intrigas para inducirlo por quien
siendo heredero forzoso quiere ser mejorado, o por quien no siéndolo quiere ser sustituido
heredero voluntario, o por quien, tampoco siéndolo quiere ser sustituido legatario.
LA VIOLENCIA FÍSICA
• Concepción
La violencia, entendida como violencia física también llamada violencia absoluta, consiste
en una fuerza irresistible, apabullante, incontenible, por la cual físicamente se doblega al
sujeto de manera tal que, en realidad, se elimina su voluntades decir, es la coacción física
ejercida sobre un individuo para realizar un acto jurídico.
Según, Alberto Hinostroza Mínguez "Otra causa que vicia la voluntad es el temor, que
la ley lo considera y contempla por el aspecto de la violencia (vis), que se califica
de moral (vis compulsiva), en contraposición a la física (vis absoluta). La violencia moral es
la amenaza de un mal que, infundiendo temor en el ánimo de determinada persona, la
induce a realizar cierto acto, que de lo contrario no habría sido efectuado por ella. Para que
haya violencia moral, es necesario que la amenaza sea grave e injusta. La amenaza es
grave cuando el mal amenazado sea tal que razonablemente produzca temor en una
persona sensata; y es injusta cuando el mal amenazado no constituye el ejercicio de un
derecho propio, ni va dirigido a conseguir ventajas injustas".
• Modalidades de la violencia
El Código Civil considera dos modalidades de la violencia: La que es empleada por una de
las partes y la que sea empleada por un tercero. Ambas son causales de anulación.
• Efectos de la violencia
El Art. 214° del CC., establece: "La violencia o la intimidación son causas de anulación del
acto jurídico, aunque hayan sido empleadas por un tercero que no intervenga en él".
Según, Fernando Vidal Ramírez "Conforme al tratamiento que le dispensa el Código Civil
de la violencia se deriva una acción anulatoria a la que puede acumularse una acción
indemnizatoria. Si la violencia fue empleado por un tercero en concilio con una de las partes,
la acción de nulidad y la indemnizatoria se dirigen contra el tercero y la parte. Si sólo fue
empleada por el tercero, contra este se dirige la acción indemnizatoria y contra la parte de
la anulación".
• Irrenunciabilidad de las acciones en la violencia
Según el Art. 218° del CC., al igual que en el caso del error y del dolo, es nula la renuncia
anticipada de las acciones fundadas en la violencia.
Según, Fernando Vidal Ramírez "Como la violencia constituye un ilícito civil, la prohibición
está plenamente justificada, y la interpretamos también en el sentido de que prohíbe no sólo
la renuncia anticipada a la acción anulatoria sino también a la indemnizatoria. Sin embargo,
por el tratamiento que recibe la violencia en el Código Civil, que sólo determina la
anulabilidad del acto jurídico. La acción es susceptible de renuncia posterior mediante la
confirmación".
• La violencia en el matrimonio
El Código Civil en el inciso 3 del Art. 277° prescribe que es anulable el matrimonio realizado
por el raptor con la raptada o a la inversa o el matrimonio realizado con retención violenta.
En el Art. 809° del CC., también ha previsto a la violencia como causal de anulación del acto
testamentario, sin que haya lugar a la duda pues, además, menciona a la intimidación, al
dolo y al error. Sin embargo, se cree que obtener una declaración testamentaria por medio
de la violencia es poco menos que imposible por las formalidades que debe revestir el acto
testamentario.
Según, Fernando Vidal Ramírez "Si se trata de testamento en escritura pública es imposible
por las formalidades que se prescribe el Art. 696° del CC. Si se trata de testamento cerrado
es sumamente difícil, casi imposible, que se extienda con violencia, por la dimensión del
documento y las formalidades posteriores prescritas por el Art. 699° del CC. Y, si se trata
de testamento ológrafo, que tiene que ser extendido de puño y letra del testador, es también
sumamente difícil por la dimensión del documento. Además, porque el testador puede,
libremente y en cualquier momento, revocar sus disposiciones testamentarias, careciendo
de valor toda declaración que haga en contrario, como lo preceptúa el Art. 798° del CC."
LA INTIMIDACIÓN
• Concepción
La intimidación consiste en infundir temor en un sujeto para obtener por ese medio una
manifestación de voluntad forzada, en cuanto es consecuencia de haber cedido ante la
amenaza que le infunde el temor y, por eso, constituye un genuino vicio de la voluntad.
Según, Aníbal Torres Vásquez "la intimidación es el acto ilícito realizado por un sujeto que
atemoriza a otro mediante amenazas injustas de hacerlo sufrir un mal inminente y grave
para obligarlo a realizar un acto jurídico que no desea o que lo desea en otros términos y
condiciones. La persona que bajo amenazas es constreñida a concluir un acto jurídico en
las condiciones que le señalan, no tiene la libertad de decisión que debe acompañar al
perfeccionamiento del acto jurídico".
• La noción legal
La intimidación por ser un fenómeno subjetivo que se produce al interior de cada sujeto y
frente al cual no todos pueden reaccionar de la misma manera, la codificación civil ha
adoptado una noción con caracteres de definición, de lo que no ha sido ajena nuestra
codificación civil.
El Art. 215° del CC. "Hay intimidación cuando se inspira al agente el fundado temor de sufrir
un mal inminente y grave en su persona, su cónyuge, o sus parientes dentro del cuarto
grado de consanguinidad o segundo de afinidad o en los bienes de unos u otros. Tratándose
de otra personas o bienes, corresponderá al juez decidir sobre la anulación, según las
circunstancias".
Se establece que la violencia o la intimidación son causas de anulación del acto jurídico,
aunque hayan sido empleadas por un tercero que no intervenga en él. La doctrina entiende
por intimidación a la amenaza dirigida contra una persona con la finalidad de atemorizarla y
obtener así una declaración de voluntad constreñida a evitar el sufrir un mal grave e
inminente; de lo que se infiere que la voluntad del interviniente sí existe, pero se encuentra
viciada por haber tenido como objetivo no la celebración del acto jurídico, sino el librarse de
un no querido.
• Elementos de la intimidación
• La amenaza: La intimidación debe ser consecuencia de una amenaza, la cual debe estar
dirigida a obtener una manifestación de voluntad en un determinado sentido, que es
el impuesto por quien la utiliza. Si no existe amenaza no se configura la intimidación. Así,
por ejemplo, el sujeto atemorizado sin que medie amenaza de alguien, si celebra el acto
jurídico no podrá alegar que su voluntad estaba viciada.
• El mal: El mal en que consiste la amenaza debe ser tal que, coloque al amenazado en
situación de violencia, tiene que ser considerable y grave.
Según, Fernando Vidal Ramírez "tiene que ser un timor mayoris malignitatis, es decir, que
comparado con la declaración que se quiere arrancar implique mayor mal para la víctima,
la cual, como es natural escoge el mal menor, o sea, la manifestación de voluntad que se le
quiere arrancar. La doctrina y la legislación han dado diversas calificaciones al mal que se
constituye en elemento de la intimidación. Nosotros vamos a tomar la inminente y grave,
que el código de 1936 adoptó en el código argentino y que el código vigente lo mantiene el
artículo 217°".
• El temor: El mal que conlleva a la amenaza debe producir temor, es decir como una
conmoción del espíritu ante la presencia de un mal y al que con dificultad se puede
resistir.
El Art. 216° del CC., señala: "Para calificar la violencia o la intimidación debe atenderse a la
edad, al sexo, a la condición de la persona y a las demás circunstancias que puedan influir
sobre su gravedad". Es pues la reiteración del criterio subjetivo para la calificación de la
intimidación, ya que al referirse a los factores y circunstancias que han de tenerse en cuenta
para apreciarla ha tomado consideración factores adecuados, toda vez que para apreciar la
intimidación no hay que situarse ni ante un héroe ni ante un pusilánime, sino ante un ser
humano.
El Art. 214° del CC., señala "La violencia o la intimidación son causas de anulación del acto
jurídico, aunque hayan sido empleadas por un tercero que no intervenga en él".
• Efectos de la intimidación
Según, Aníbal Torres Vásquez "La amenaza del ejercicio regular de un derecho no es
causal de anulación del acto jurídico. La amenaza de ejercer un derecho no es injusta ni
ilegítima y como tal no vicia la voluntad, como el caso del acreedor que amenaza a su deudor
con embargarle sus bienes si no le cancela lo que le está adeudado".
Al igual que las acciones derivadas del error, del dolo y de la violencia física, las acciones
fundadas en la intimidación son irrenunciables, tanto la anulatoria como la indemnizatoria,
pues el Art. 218° del CC., preceptúa que es nula la renuncia anticipada de la acción que se
funde en intimidación.
La norma, como en los casos anteriores, se explica y se justifica en el ilícito civil, y aún
penal, que constituye la intimidación. La renuncia posterior es posible por su imbricación
(superposición) con la figura de la confirmación.
• La prueba de la intimidación
El plazo se computa desde el día en que pudieron ser ejercitadas tanto la acción anulatoria
como la acción indemnizatoria, conforme al Art. 1993° del CC. "La prescripción comienza a
correr desde el día en que puede ejercitarse la acción y continúa contra los sucesores del
titular del derecho".
Temor reverencial
Nulidad y anulabilidad
Cuando un acto es nulo de pleno derecho, no tiene ningún efecto jurídico, y cualquier juez
debería aplicar la nulidad de oficio. También se le conoce como nulidad absoluta o
insaneable. Por ejemplo, un Reglamento ilegal, será siempre declarado nulo.
Cuando un acto es anulable, existen unos interesados que pueden pedir la anulación del
mismo. Mientras tanto, el acto es válido. También se le conoce como nulidad relativa o
saneable. Por ejemplo, un Acto Administrativo, será siempre declarado anulable.
• ARAUZ CASTEX, Manuel y LLAMBIAS, Jorge Joaquín. Derecho Civil Parte General. Ed.
Perrot. Buenos Aires, 1995.
• HINOSTROZA MINGUEZ, Alberto. Derecho Procesal Civil II: Nulidad de los Actos
Procesales. Edit. Gaceta Jurídica. Lima, 2012.
• TORRES VÁSQUEZ, Aníbal. Acto Jurídico: Vicios de la Voluntad. Edit. Moreno S.A.
Lima, 2001
• VIDAL RAMIREZ, Fernando. El Acto Jurídico: Los vicios de la voluntad. Editorial Gaceta
Jurídica. Lima – Perú, 2007.