7 - Higiene de Paciente

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7.

0 Higiene de Paciente

Competencias

• Identifica los factores que influyen en la seguridad individual y del entorno hospitalario.

• Valora la seguridad individual y del entorno hospitalario.

• Valora la integridad cutánea y la necesidad de higiene.

Introducción

La piel es una barrera del organismo, además del órgano más extenso del cuerpo. Las
mucosas constituyen un papel primordial en la protección del cuerpo, por lo que la higiene
es muy importante para que puedan cumplir sus funciones protectoras y evitar así la
proliferación de bacterias.

La higiene del enfermo es fundamental para la prevención de multitud de complicaciones


como son infecciones, úlceras por presión… Además durante su realización se contribuye
a mejorar el bienestar del paciente, tanto físico como psíquico. Durante el lavado,
debemos prestar atención y valorar el aspecto de la piel, vigilar la aparición de heridas o
zonas de presión, de esta manera estimularemos y protegeremos la piel.

Objetivos

• Proporcionar bienestar físico y comodidad al paciente durante su estancia hospitalaria.

• Conservar la integridad de la piel.

• Promover la salud mediante medidas higiénicas.

Desarrollo

Los pacientes hospitalizados en entornos críticos requieren la provisión de cuidados para


satisfacer sus necesidades básicas. Las intervenciones desarrolladas por los profesionales
de enfermería se constituyen en indicadores de resultado en los pacientes y de la calidad
del cuidado en las unidades de cuidado intensivo.

En las unidades de cuidado crítico, la severidad en la condición de los pacientes, la


polifarmacia, la realización de diferentes procedimientos diagnósticos y tratamientos
invasivos y el transporte o traslado, son factores que las convierten en áreas de mayor
riesgo para complicaciones, eventos adversos o situaciones inesperadas que puedan
comprometer la vida y la satisfacción del paciente. Dada la complejidad de atención que
demandan los pacientes ingresados a estas, se presentan desafíos para los profesionales
de enfermería en términos del tipo de cuidado que deben brindar para cubrir todas sus
necesidades y las de sus familias. Gestionar el cuidado de forma rutinaria sin valorar
correcta y completamente al paciente puede afectar la atención individualizada y
ocasionar alteraciones en la integridad, seguridad y satisfacción.

El cuidado de enfermería para los pacientes críticos implica la realización de


intervenciones básicas orientadas a suplir las actividades de la vida diaria, e
intervenciones avanzadas que apoyan la recuperación de la salud o el mantenimiento de la
condición clínica. Se incluye entre otros elementos brindar un ambiente de comodidad
física y mental, favoreciendo aspectos como el descanso, el sueño, la nutrición, la higiene
y la dignidad. Curtis y Wiseman indican que mantener estos elementos a través del
cuidado es una responsabilidad fundamental de los profesionales de enfermería, porque
tienen un impacto significativo en los resultados clínicos y la satisfacción de los pacientes.

Para ello se requiere profundidad en el conocimiento científico que apoya las


intervenciones de enfermería y gran experticia clínica para proveer un cuidado
individualizado, competente y adecuado. Es necesario entender que para dar respuesta a
la singularidad de los problemas fisiológicos, psicológicos, emocionales que confluyen en
los pacientes críticos se requiere un delicado equilibrio entre los componentes científico,
técnico y humano del cuidado. Coyer, Wheeler, Wetzig y Couchman afirman que los
profesionales deben utilizar todas sus capacidades para observar, proteger, y brindar un
cuidado seguro que además promueva la comodidad y el bienestar.

Los pasos a seguir para realizar la higiene del paciente encamado son los siguientes:

1. Explicaremos al paciente lo que se le va a realizar y solicitaremos su colaboración en


la medida de lo posible.

2. Comprobaremos la temperatura de la habitación, que debe oscilar entre los 22º- 24º.
Evitaremos que aparezcan corrientes de aire.

3. Prepararemos todo el material necesario:

1. Palangana con agua templada.

2. Guantes desechables.

3. Ropa limpia de cama.

4. Esponjas jabonosas.

5. Toallas

6. Bolsa para la ropa sucia.

4. Cerraremos la puerta y preservaremos la intimidad del paciente, ya sea aislándolo


mediante una cortina o un biombo, manteniéndolo desnudo por poco tiempo.

5. Una vez tenemos todo preparado, iniciaremos la higiene introduciendo las esponjas
en el agua templada y limpiando en primer lugar la cara, evitando que entre jabón en
los ojos, nariz y boca. Seguidamente iremos secando la cara.

6. Continuaremos enjabonando la zona del cuello, axilas, brazos y torso. Insistiremos


en los pliegues. Aclararemos y secaremos con la toalla. Iremos dejando la zona
tapada con la toalla para evitar enfriamientos.

7. Bajaremos hacia las extremidades inferiores, enjabonando, aclarando y secando.

8. Tras esto, iniciaremos el lavado de los genitales, que se realizara de manera diferente
(la esponja utilizada en esta parte se desechará):

1. Hombres: Enjabonaremos la zona genital, retirando el prepucio, para realizar


la higiene del glande de manera minuciosa. Tras ellos aclararemos y
secaremos, volviendo a dejar el prepucio en su posición anterior.

2. Mujeres: En este caso tanto al enjabonar como al aclarar y secar se realizara


de arriba abajo, limpiando labios vaginales y meato urinario.

9. Una vez tenemos la piel limpia por completo, aplicaremos hidratación dando
masajes circulares para estimular la circulación sanguínea.

10. Aplicaremos si fuese necesario aceites para proteger zonas de mayor presión, o
incluso puede realizarse un vendaje protector.

11. Vestiremos al paciente con la ropa limpia y cambiaremos la ropa de la cama.

Bibliografia

Ochoa Montoya, B., Gía Belmuda, Y. Técnica de aseo del paciente encamado. Universidad
nacional de Loja. Área de la salud humana. Loja 2010.

Arranz, A., Guillamas, C., Gutiérrez, E. El aseo de la persona enferma. Técnicas de


Enfermería clínica. Ed. Editex, 1996: 46- 65.

Mayes, ME. Higiene personal de los pacientes. Manual para la auxiliar de Enfermería. Ed.
Interamericana, 1988:107- 126.

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