Sumario: Nasticum
Sumario: Nasticum
Sumario: Nasticum
Historia de la Liturgia
Por Xabier Basurko
Biblioteca Litúrgica 28
720 págs., 25,00 €
LA ENCÍCLICA Y LA EUCARISTÍA
Editorial – 299
“En la comunión eucarística está incluido a la vez el ser amados y
el amar a los otros. Una Eucaristía que no comporte un ejercicio práctico
del amor es fragmentaria en sí misma. Viceversa, el “mandamiento” del
amor es posible sólo porque no es una mera exigencia: el amor puede
ser “mandado” porque antes es dado”... Sólo a partir de este fundamento
cristológico-sacramental se puede entender correctamente la enseñanza
de Jesús sobre el amor” (n. 14).
Y así se resuelve la que puede parecer difícil síntesis entre celebración
y ética, entre liturgia y vida, entre Eucaristía y amor fraterno.
“Así, la contraposición usual entre culto y ética simplemente
desaparece. En el culto mismo, en la comunión eucarística, está incluido
a la vez el ser amados y el amar a los otros” (n. 14).
Teresa de Calcuta
Una vez, la beata Teresa de Calcuta, a un periodista que en una rueda
de prensa le pedía que diera alguna consigna a los que se dedicaban a
ayudar a los más necesitados, le dio este consejo: “que celebren bien la
Eucaristía”. Y ante la insistencia del periodista, que parecía no entender
del todo la sugerencia, repitió: “que celebren bien la Eucaristía. ¿Sabe por
qué yo me dedico a cuidar de los más pobres y enfermos? Porque acabo
de comulgar. Al mismo Cristo a quien he comulgado en Misa es al que
veo en la persona de ese prójimo”.
A ello parece aludir la encíclica cuando, para ilustrar esta íntima
conexión que existe entre la Eucaristía y el amor al prójimo, apela al
ejemplo de los Santos.
“Los Santos –pensemos por ejemplo en la beata Teresa de Calcuta– han
adquirido su capacidad de amar al prójimo de manera siempre renovada gracias
a su encuentro con el Señor eucarístico y, viceversa, este encuentro ha adquirido
realismo y profundidad precisamente en su servicio a los demás. Amor a Dios y
amor al prójimo son inseparables, son un único mandamiento” (n. 18).
Editorial – 301
DOSSIERS CPL
Liturgia y belleza
Por varios autores
RODOLF PUIGDOLLERS
3 Cf. J. FONT I PLANA, Del joc a la festa. Escoltisme catòlic català (1930-1980),
Montserrat 2002.
304 – Rodolf Puigdollers
liturgia. Lo indica claramente Jordi Font en la conclusión de su tesis sobre
la liturgia en el movimiento scout: «Todo esto nos hace darnos cuenta de
dos cosas: hay que ser fiel a la pedagogía scout (vida en la naturaleza y
en la montaña, vida de pequeño grupo en patrullas, la promesa, acciones
útiles de servicio y un cierto estilo de hacer las cosas...), ya que sin ella
no podemos hacer el siguiente paso en un escultismo católico. Hay que
aprovechar los elementos que nos da esta pedagogía scout, yendo a sus
raíces, para que por medio de la liturgia de la Iglesia se pueda dar su plenitud
al escultismo que viven nuestros chicos, y hacerlo resplandeciente».4 No
se trata sin más de acercarse a la sensibilidad juvenil, que se nos presenta
pre-formada (por no decir de-formada) por tantas influencias de nuestra
sociedad de consumo. Hay que penetrar también en el sentido profundo
de la liturgia, en sus estructuras dinámicas y en su espíritu.
Celebración
Cuando se habla de liturgia, enseguida aparecen los términos
«celebrar» y «celebración». Así lo hace el Concilio cuando dice que «la
Iglesia nunca ha dejado de reunirse para celebrar el misterio pascual»,
«celebrando la eucaristía» (SC 6). Lo que ocurre es que, en el lenguaje de
la calle, «celebrar» significa «hacer una fiesta»: celebrar el aniversario,
celebrar un triunfo deportivo, celebrar el fin de curso, etc. ¿Se trata
del mismo lenguaje? ¿No se utiliza con exceso la equivalencia entre
«celebración» y «fiesta», de cara a los jóvenes, para responder con
antelación a la crítica tan manoseada de que «la misa es aburrida». Quien
ha sido profesor en alguna escuela sabe perfectamente que la expresión
«la clase es aburrida» no se contrapone necesariamente a «divertida»,
sino que la contraposición –en el argot juvenil– es entre «palo» y «guay»,
que corresponde a la contraposición «in» / «out».
La celebración litúrgica, más que la «fiesta» en el sentido de la calle,
es un encuentro que requiere estar «dentro». En esto la espontaneidad
juvenil capta perfectamente uno de los elementos fundamentales de la
liturgia. No hay posibilidad de verdadera liturgia sin participación. Lo
indica el primer capítulo de la Sacrosanctum Concilium cuando habla
de los principios generales para la reforma y el fomento de la sagrada
7 Ibid., p. 93.
La liturgia y los jóvenes – 307
con la comunidad parroquial o la comunidad diocesana, y dentro de ella
en la dimensión más grupal. No deja de ser significativa la referencia
nominal en la oración eucarística de toda celebración eucarística al
Papa y al Obispo de la diócesis. La eucaristía es siempre una vivencia
de comunión, que sobrepasa al propio grupo. Ha de estar siempre claro
quién es el sujeto eclesial que celebra.
La relación de los jóvenes con la liturgia no puede ser abordada
correctamente si no se tiene en cuenta previamente la relación de los
jóvenes con la comunidad creyente. En la vida cotidiana, los jóvenes han
de estar inmersos en una comunidad parroquial, de tal manera que los
grupos juveniles y los movimientos no obstaculicen, sino al contrario,
fomenten esta inserción y este sentido de pertenencia a la gran comunidad
donde se reúnen los cristianos de todas las edades y de toda condición. Si
esta dimensión no se tiene en cuenta, con dificultad podrá resplandecer
el rostro de la Iglesia en la liturgia y por lo tanto resultará una liturgia
deformada.
La «conciencia de formar parte de un conjunto» se ha de expresar
también en la recta comprensión de la relación entre el sacerdote y la
asamblea (y, si se quiere, entre el sacerdote y los jóvenes). No es extraño
encontrarse, en la preparación de una eucaristía, que algunos se preocupan
mucho del canto de entrada o del canto de comunión, de algunas ofrendas
especiales que se quieren hacer, de la oración de los fieles, y si uno hace
alguna referencia a la oración eucarística, se le dice que eso es cuestión
del cura. Parece que las oraciones que realiza el sacerdote son de él, no
afectan a la asamblea. De este modo, en esta línea, la expresión «oración
de los fieles» no es entendida ya como la oración universal que requiere
la comunidad fiel, en contraposición a las primeras oraciones en las
que participaban también los catecúmenos; sino como la oración de los
laicos, en contraposición a las oraciones del sacerdote.8 No hay, entonces,
conciencia de formar parte de este conjunto que es la asamblea eclesial,
Hay una cierta tendencia en algunos sacerdotes a explicar las celebraciones del
bautismo, la eucaristía y el matrimonio, por ejemplo, como encuentros dentro de una
simbología natural, más que dentro de la simbología sacramental cristiana. Es cierto
que hasta las personas no creyentes pueden captar la simbología natural del agua que
da vida, o del encuentro compartiendo una misma mesa y unos mismos alimentos,
o de la expresión y el canto del amor, pero no es este el contenido de fondo de la
sacramentalidad cristiana.
13 Cf. A.A DAM , La liturgie aujourd'hui. Précis de liturgie catholique,
Luxembourg 1989, p. 83. Las citas siguientes de este apartado pertenecen a este
escrito.
La liturgia y los jóvenes – 317
El lenguaje simbólico tiene como un elemento fundamental el rito. El
carácter repetitivo del símbolo conocido y esperado da intensidad a la
vivencia: sea el desfile marcial, la repetición de los slogans, la «ola» de
los estadios deportivos, las velas o mecheros encendidos que acompañan
al cantante, etc.
Es curioso que en muchas celebraciones eucarísticas, sobre todo
entre niños y jóvenes, se desarrolle en el momento de la procesión de las
ofrendas la presentación de una serie de «símbolos» que quieren expresar
la vida de los participantes. Muchas veces esta presentación de «ofrendas
simbólicas» requiere la explicación oral de su significado, lo cual es claro
indicio de su falta de expresividad simbólica. La ofrenda simbólica ha de
hablar por sí misma y ha de desarrollar la simbología fundamental, que,
en la procesión de las ofrendas, es la del pan y el vino.
La liturgia requiere un sentido de la unidad, del conjunto de la
celebración. El Concilio habla como norma general: «Los ritos deben
resplandecer con una noble sencillez; deben ser breves, claros, evitando
las repeticiones inútiles; adaptados a la capacidad de los fieles y, en
general, no deben tener necesidad de muchas explicaciones» (SC 34).
La excesiva atomización de servicios lleva a una yuxtaposición de
elementos, más que a la celebración de una verdadera acción litúrgica.
Si los encargados del canto actúan por su cuenta, los encargados de la
participación de los niños añaden unos signos al inicio de la celebración,
los encargados de la oración universal la confeccionan por su cuenta,
los encargados de la procesión de las ofrendas no tienen en cuenta la
presentación del pan y del vino, y el sacerdote prepara la homilía sin tener
en cuenta todo el conjunto, es fácil que resulte una celebración movida,
pero no necesariamente unida.
Gracias a Dios, la vivencia personal y la vivencia comunitaria no
ha de seguir necesariamente las leyes de la liturgia, pero siempre es
bueno intentar crecer en la unidad de la acción litúrgica para ayudar
a una celebración viva, activa y comunitaria. Es cierto que muchas
veces la participación sentida de las personas y la expresión simbólica
personalizada, ayudan concretamente a quien lo realiza o a toda la
asamblea a conseguir una mayor vibración interior que permita una
experiencia vivida más intensa. Se han de tener en cuenta estos aspectos
y hay que saberlos utilizar con sabiduría. Pero una adecuada formación
litúrgica permitirá no tan sólo una utilización más adecuada de estos
Conclusión
Toca llegar al final de esta reflexión sobre la liturgia y los jóvenes.
No ha sido una presentación de las diversas vivencias litúrgicas que se
dan en los diversos movimientos juveniles o en la participación de los
jóvenes en las comunidades parroquiales o en los nuevos movimientos. He
R. PUIGDOLLERS, Sch. P.
Granollers
Cuadernos Phase160-162,
4,00 € cada ejemplar
EUCARISTÍA Y COMIDA DE
FRATERNIDAD
6 Apología I, 65-67.
7 Cf. X.BASURKO, Para comprender la eucaristía, Verbo Divino, Estella
1997, 54-59; X. LÉON-DUFOUR, La fracción del pan. Culto y existencia en el Nuevo
Testamento, Cristiandad, Madrid 1983, 272-280.
Eucaristía y comida de fraternidad – 329
aparezca por vez primera una referencia clara a la celebración de una
liturgia de la palabra, por otra, no puede deducirse de ahí, de forma
generalizada y taxativa, que la Iglesia, en un momento determinado de
su historia, haya sustituido la cena por una liturgia de la palabra y que no
existan testimonios en los que se intuye una coexistencia del ágape con
una celebración de la palabra. Lo que sí puede asegurarse es que la cena
va desapareciendo poco y poco y va distanciándose cada vez más de la
celebración de la eucaristía.
Habría que hacer mención aquí de la pervivencia de la cena, a partir del
siglo III, en el ágape de fraternidad celebrado en numerosas comunidades
cristianas8. Aun cuando las motivaciones de fondo, centradas en los temas
del amor fraterno y de la solidaridad compartida, vinculan el ágape con
la eucaristía, sin embargo, a juzgar por los testimonios primitivos, no
hay razones serias para pensar en una especie de unión o confusión de la
eucaristía con el ágape.
Baste tomar en consideración el testimonio de Hipólito de Roma
(siglo III), para comprobar cómo él establece con claridad la diferencia
entre la «oblación» o eucaristía y la «cena de fraternidad». En la celebración
del ágape o cena de fraternidad, que preside el obispo, al iniciar la oración
de bendición «este no dirá “levantemos el corazón”, porque esto queda
reservado para la oblación o eucaristía»9. Más adelante, en un texto no
exento de dificultades de lectura, anota: «Durante el banquete, los fieles
presentes recibirán de la mano del obispo un trozo de pan antes de partir
su propio pan. Se trata de una eulogía y no de una eucaristía, símbolo del
cuerpo del Señor»10. Este testimonio de Hipólito, referido seguramente a la
comunidad de Roma, asegura la existencia de una comida de fraternidad,
sumamente oficializada y convencional, presidida por el obispo, pero
claramente diferenciada de la eucaristía sacramental.
ECLIPSE PROGRESIVO
DEL SIMBOLISMO DEL BANQUETE
La ritualización o hieratización progresiva de la eucaristía, fenómeno
que podríamos entender en clave hasta cierto punto incluso positiva,
acabará con el tiempo desdibujando completamente el perfil del banquete.
Este fenómeno será lento, pero progresivo e imparable. Hasta nuestros
días. El altar dejará de ser mesa para convertirse en ara del sacrificio; el
pan y el vino aparecerán reducidos a su mínima expresión y no como
elementos a compartir por una comunidad de comensales; los dones de
pan y de vino consagrados, más que elementos para comer y beber en
la mesa eucarística, quedarán reducidos casi exclusivamente a objeto
de adoración y de culto. Pero todos estos datos debemos analizarlos de
forma más pormenorizada.
ACERCAMIENTO AL PROBLEMA
Y ENSAYO DE RESPUESTA
Recopilación de datos
Moisés,
modelo de líder creyente
Por José Aldazábal
En el buen estilo de la colección Emaús,
el autor de este libro nos acompaña en la
aproximación a este personaje decisivo
de la historia de Israel, y nos ayuda a
descubrir su fe, su esperanza, su estilo
como guía del pueblo, como un ejemplo
permanentemente actual.
Emaús 71, 68 págs., 6,00 €
EL DOMINGO:
DÍA DEL SEÑOR Y SEÑOR DE LOS DÍAS
HÉCTOR MUÑOZ
Día de descanso
Recién a partir del siglo IV se estableció el descanso dominical,
disponiendo que “el día del sol” no se trabajara. Esto quitó trabas a la
celebración de la Eucaristía y a la congregación de la asamblea en oración.
“Santificar el domingo” significa “hacer cosas santas en este día”. Es
“cosa santa” poder dedicarlo al Señor, en la culminación de la obra de
su vida: en el Misterio pascual de muerte y vida, tal como la Eucaristía
hace memorial del mismo.
Además de esta dimensión religiosa del descanso, está la
conveniencia de reponer las fuerzas, con la alternancia entre trabajo
y reposo. Necesitamos descansar, para no convertirnos en máquinas,
deshumanizando lo que somos y lo que hacemos. No sólo por motivos de
fe, sino también por motivos humanos, “el descanso es una cosa sagrada”
que nos libra de toda servidumbre, también la del exceso de trabajo y las
angustias que conlleva.
Además, solemos olvidar la dimensión del hombre que cultiva
sus dones. El domingo puede tener momentos privilegiados para leer,
escuchar música, contemplar la naturaleza, pensar sobre las cosas que
importan, dialogar con la familia y los amigos. ¡Y esto también es descanso
reparador! (cf. DD 64-68).
HÉCTOR MUÑOZ OP
Mendoza (Argentina)
1 Finalizo este trabajo con una bibliografía sencilla, que podrá ser útil a los lectores,
de modo especial a los catequistas.
JUAN PABLO II, Carta apostólica Dies Domini (1998).
H. MUÑOZ, Contenidos básicos para una catequesis litúrgica, Ed. San Benito,
Buenos Aires, 2001, 2ª parte, cap. 2, Del sabbat judío al domingo cristiano.
J. LÓPEZ, El Domingo, fiesta de los cristianos, BAC popular 1991.
R. GUARDINI, El Domingo, ayer, hoy y siempre, Ed. Guadarrama, 1960.
J. ALDAZÁBAL, El Domingo cristiano, CPL, Dossiers 34, Barcelona.
CUADERNOS PHASE n. 1, Celebración del Domingo; n. 24, Vivir según el Domingo;
n. 34, El Domingo cristiano, CPL, Barcelona.
Números monográficos de la revista Phase: 164; n. 231, El Domingo
cristiano.
360 – Héctor Muñoz
Phase, 273, 2006, 361-372
3 Cf. CIC 838 & 1: “La ordenación de la sagrada liturgia depende exclusivamente
de la autoridad de la Iglesia, que reside en la Sede Apostólica y, según las normas del
derecho, en el Obispo diocesano”.
4 Los tres abades eran: Dom Robert le Gall, Dom Jean Pierre Longeat y Dom
Cuthbert Johnson. Los tres monjes eran: Dom Daniel de Reynal, Dom Michel Cagin
y Dom Patrick Hala. Cuthbert Johnson, abad de Quarr, isla de Wigth, es conocido por
sus publicaciones en el campo de la edición de fuentes de los nuevos libros litúrgicos
y en la edición crítica de libros litúrgicos antiguos, en colaboración con A. Ward, en
los años en que ambos trabajaron en el Dicasterio para el Culto Divino. Daniel de
Reynal es autor de un importante estudio en torno a la teología del Oficio divino de
Pablo VI, publicado a los siete años de que la nueva Liturgia Horarum viera la luz
(cf D. de REYNAL, Théologie de la Liturgie des Heures, París 1978).
5 Cf. A. MOCQUEREAU, Le nombre musical Grégorien ou Rythmique
Grégorienne: théorie et pratique, Ed Desclée, París 1908. En los últimos
decenios del siglo XX han aparecido, y con éxito, ediciones simplificadas con una
notación cuadrada, desprovista de signos rítmicos, y adornada con una reproducción
La reciente edición del Antiphonale Monasticum – 363
descripción pormenorizada de todas las peculiaridades del nuevo libro
y sin pretender abordar detalles excesivamente técnicos, haremos una
recensión de aquellas que juzgamos más interesantes.
Las antífonas
Es este un argumento de notable importancia en el nuevo libro que,
en consecuencia, exige tratarlo con mayor detenimiento. Cuando se hizo
el recuento de las antífonas disponibles en los diferentes libros utilizados
antes del Concilio Vaticano II, se llegó a sumar alrededor de mil antífonas.
Procedían, en su mayoría, del antiguo Antiphonale Monasticum de 1934,
Los responsorios
Los responsorios “neo-gregorianos” y las piezas tardías o de
musicalidad discutible (Trinidad, Corpus et Sanguis Christi, Sagrado
Corazón de Jesús, san José, san Benito, Inmaculada Concepción) han
sido reemplazadas por composiciones medievales de calidad, cuyo texto
corresponde de manera idónea al misterio celebrado.
Los versículos
El Antifonario ha mantenido el uso del versículo en las Horas
mayores por razón de su valor musical y por su gran antigüedad. En
la actual liturgia, constituye el testimonio más antiguo de un canto de
respuesta a la lectura. El versículo se propone ad libitum, en lugar del
responsorio breve que sigue a la lectura breve de Laudes y de Vísperas.
Se introduce una melodía nueva, que no se encuentra sino en un
pequeño número de manuscritos. Su carácter arcaico ha invitado a
reservarla para la octava de Pascua y para las solemnidades del tiempo
368 – Félix María Arocena
pascual. Se puede utilizar también para la fiesta del Corpus et Sanguis
Christi, donde el empleo de la salmodia aleluyática es tradicional.
La melodía propuesta para los versículos por los libros del siglo XX
para la Semana Santa y el oficio de Difuntos, así como el tono solemne
contenido en el Antiphonale Monasticum de 1934 son adaptaciones
tardías y extrañas a la tradición gregoriana. De ahí que no se hayan
conservado.
Los tropos
La tarde de Pascua, en Vísperas, y durante toda la octava, el nuevo
Antifonario propone una nueva forma musical para el salmo pascual
113A. Después de la antífona Ite nuntiate, del cuarto modo, al salmo se
le aplica una melodía de cuatro cuerdas, con respuesta aleluyática en cada
versículo, volviéndose a cantar la antífona al final. La melodía de este
canto ha sido facilitada por los libros de la iglesia de Rouen. La forma
musical del tropo, tradicional en Oriente, ha sido escogida en la Liturgia
Horarum para salmodiar el cántico del Nuevo Testamento de Vísperas.
13 Se podría evocar, por ejemplo, a los compiladores del oficio de los Cartujos,
la reforma de Guillermo de Volpiano, o bien la preparación del Antifonario de París
por el presbítero Lebeuf.
370 – Félix María Arocena
siglo XX, forman parte de la llamada composición “neogregoriana”, pero
que han suministrado al actual proyecto un número notable de antífonas y
han constituido una aportación importante que, por otra parte, contribuye
a hacer de conexión entre el nuevo libro y la tradición viva.
Por último, el mundo de intérpretes del canto gregoriano se divide, de
suyo, en dos orientaciones dominantes: quienes desean una continuidad
material con todo lo que se cantaba antes del Concilio, y quienes piden
una restitución y una edición de textos y de melodías más conformes a
las exigencias de la crítica contemporánea. Las dos orientaciones son
legítimas; la primera porque responde a un deseo pastoral unido a la
memorización del repertorio por parte de las comunidades y los coros.
La otra porque, como ya señalamos, se apoya sobre una petición explícita
del Concilio Vaticano II que solicita una edición más crítica de los libros
de canto gregoriano publicados después de la restauración de san Pío X
(SC 117).
JAVIER SUÁREZ
Abadía de Leire, Navarra
LA BELLEZA
DE LOS CINCO SENTIDOS
JUAN MONTAÑA
Nos quedan dos sentidos que parece que no tienen mucha importancia
JUAN MONTAÑA
Instituto Superior de Liturgia de Barcelona
Teología de la liturgia
Eucaristía
Valeria T RAPANI , Memoriale di salvezza. L’anamnesi
eucaristica nelle anafore d’Oriente e d’Occidente, Libreria
Editrice Vaticana, Città del Vaticano 2006, XIV+316 págs.
Unción de enfermos
R. ZANCHETTA, Malattia, salute, salvezza. Il rito come terapia,
Messaggero, Padova 2004, 271págs.
Domingo
El autor dedica esta obra, sencilla comunidades, que se tienen que quedar
–que tuvo su origen en una conferencia, sin Eucaristía; f) todo ello en medio de
que luego completó y puso en forma–, una sociedad claramente secularizada,
al Domingo que, ciertamente, ocupa que ha bajado notablemente en su
una prioridad pastoral en el momento asistencia a la Eucaristía; g) y que
actual de la Iglesia, y que “no goza de también ha cambiado mucho en sus
buena salud” (p.9). ritmos de trabajo y de ocio.
La primera parte la dedica a Donde el autor se adentra en
resumir las líneas de la identidad del temas delicados es en la tercera parte,
Domingo. Los aspectos que resalta y donde ofrece pistas para el 2000.
comenta brevemente son los del día del El primer interrogante es
Señor, el día de la asamblea, la Pascua “¿Domingo sin Eucaristía?”. Por una
semanal, día del ocio y el descanso, el parte afirma rotundamente que no
día ecológico y el día escatológico. puede haber Domingo sin Eucaristía,
En la segunda parte aborda los pero por otra, y varias veces, propone
problemas pastorales que afectan a que se podría pensar en cambiar el
este día, con un diagnóstico que puede ritmo de su celebración: en vez de
parecer un tanto pesimista, pero que semanal, que sea quincenal o incluso
tendremos que reconocer que es mensual, al menos en circunstanciales
realista. El Domingo a) ha dejado excepcionales (pp. 67 y 84).
de ser una fiesta, sobre todo en sus El segundo interrogante, que
celebraciones eucarísticas; b) que a él mismo le parece que puede
aparecen como misas desmotivadas y resultar “escandaloso” (p. 88), es
envejecidas; c) con la manipulación de ¿“Eucaristía sin sacerdote”? Al autor
este día que suponen tantas “jornadas” no le parece seguro, ni por historia
e intenciones; d) un día afectado ni por teología, que tenga que ser
también por el éxodo de fin de semana, sacerdote el que la preside. Aunque
imparable fenómeno social; e) la falta tampoco le parece viable sin más que
de sacerdotes para atender a tantas lo haga un laico. No le gusta nada la
Notas bibliográficas – 387
solución de que un sacerdote repita la En verdad, se podría decir que
presidencia de la Eucaristía en varias el libro, como el Domingo mismo
comunidades (dice que eso le convierte según el título, ofrece “cara y cruz”.
en un “funcionario”). Ni tampoco las Lo que es explicable porque aborda
celebraciones de la Palabra (ADAP). temas difíciles y comprometedores,
Él quisiera que se “desacralizase tratados a veces rápidamente, como el
y se desclericalizase el ministerio”, del celibato o el de las consecuencias
de modo que el sacerdote no sea el de la ampliación del ministerio a
hombre del culto sino el hombre de hombres casados o a mujeres; y con
la comunidad. Para ello propone que algunas afirmaciones no probadas (por
se piense en incorporar al ministerio ejemplo, que nunca hubo un precepto
a hombres casados, como se ha hecho explícito de la Misa dominical, hasta
con los diáconos permanentes, porque el siglo XVII, p. 73).
le parece que el celibato no es esencial El lenguaje del libro es
a este ministerio, como se ve en los concreto, fácilmente legible,
primeros siglos. sencillo, coloquial, que a veces da la
También le parece conveniente impresión de caricaturizar un poco
que se revise la admisión de las las posturas contrarias: “sacar a los
mujeres al ministerio. Aunque conoce curas de la sacristía y colocarlos en
la decisión de Juan Pablo II al respecto, la plaza pública”, p. 98; “seguimiento
la considera un “documento falible” obsesivo de normas eclesiásticas
(p. 108) y rebate sus argumentos, obsoletas”, p.93; la “funesta
proponiendo que ante la situación dicotomía entre clérigos y laicos”,
extrema que se da ahora –comunidades p. 95; las “estructuras arbitrarias y
sin Eucaristía– hay que tomar también artificiales” p. 100; la “vergonzosa
soluciones extremas. discriminación” de la mujer, p. 107;
Un último apartado lo dedica a el “desenfrenado desarrollo del
la posibilidad de “idear un nuevo Año santoral”, p. 121 etc.
Litúrgico”, porque considera el actual Con todo, al final, él mismo
“inviable para la mayoría de los fieles” “invita a la esperanza” (p. 123) sobre
(p. 118). Pero en concreto lo que propone el futuro del Domingo, y muchas de
es potenciar sólo el domingo. Esta vez las reflexiones que ofrece pueden ser
no alude a la posibilidad de espaciar más provechosas para la comprensión
el período de una Eucaristía, pasando y vivencia del día del Señor. J.
de la semanal a la quincenal o mensual, ALDAZÁBAL.
como había hecho antes.