Etnografia de La Carcel de Mujeres en Bolivia PDF
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LA SEGUNDA VEZ
COMO FARSA
Etnografía de u n a cárcel
de m u jeres en Bolivia
LA PAZ -BOLIVIA
2008
A
Alison Spedding Pallet
LA SEGUNDA VEZ
COMO FARSA
Etnografía de un a cárcel
de m u jeres en Bolivia
EDITORIAL MAMAHUACO
\
LA PAZ -BOLIVIA
2008
Alison Spedding (Belper, 1962), novelista y antropóloga británica, reside en Bolivia desde
1986. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran Sueños, k h a risirisy curanderos:
dinám icas sociales de las creencias en los A ndes contem poráneos, Kawsachun Coca:
economía campesina cocolera en los Yungas y el Chapare, y la novela de ciencia ficción
originaria, D e cuando en cuando S a tu rn in a /S a tu rn in a fro m tim e to time. El presente libro
es una obra de antropología reflexiva que combina una etnográfica escrita desde adentro de la
vivencia de mujeres encarceladas con una crítica sociológica y política del fenómeno carcelario,
todo desde una perspectiva feminista. Viene a complementar y ampliar el análisis ya presentado
en su anterior libro La estructura de la represión. Trayectoriasjurídicas de mujeres procesadas
bajo la Ley 1008, editado por Carrera de Sociología de la UMSA.
C o rre cció n
Silvia Rivera
Yolanda Borrega
C u id ad o de edición
N elson Aguilar López
© Diseño y arte
LOS LUCHOS
P E LA
Im p re so en B o liv ia
P r in te d in B o liv ia
INDICE
PREFACIO..................................................................................................... 7
PROLOGO
Primero el arresto................................................................................ 16
Luego el proceso................................................................................ 26
CAPÍTULO I
‘OTRO DIA MAS EN ESTA MALDITA CÁRCEL...’
El espacio físico.................................................................................. 47
La rutina diaria................................................................................... 49
Economía carcelaria.................................................................................... 53
Los delitos por los que están........................................................... 58
Breve perfil sociológico de las internas................................... 62
Unas historias de caso...................................................................... 66
CAPÍTULO II
SOCIEDAD PANÓPTICA,
O EL INFIERNO SON LAS OTRAS PRESAS
Las condiciones de convivencia................................................................... 91
Los buzos............................................................................................... 97
Amigas, broncas y sirvientas carcelarias.................................................... 100
Mantenidas y rivales: el amor (heterosexual) tras las rejas............... 107
Madres y esclavas: los lazos que a ta n ........................................................ 113
CAPÍTULO III
EL GULAG BOLIVIANO.
PSICOLOGÍA TRAS LAS REJAS
Inocencia, culpabilidad y responsabilidad individual................................. 125
Paranoicas, autoritarias o victimizadas:
reacciones frente a la impotencia en la cárcel................................ 135
Siendo una no-persona: impotencia e infantilización......................... 147
Sin futuro: el tiempo en la cárcel.......................................................... 154
La teoría de la desgracia limitada y la maldad sin motivación........... 159
CAPÍTULO IV
CORDEROS AL MATADERO.
EL PROCESO JUDICIAL
Mentiras, mentiras malditas y ninguna estadística................................ 163
Saberes contaminantes: el distanciamiento del sistema legal................ 168
Confesión, venganza, y la justicia cotidiana............................................ 173
Los abogados, comerciantes de la desgracia ajena.................................. 179
Ritos procedimentales: las actuaciones en la sala de juzgado................ 185
Inocencia y culpabilidad en los ojos del tribunal.................................... 193
CAPÍTULO V
EL OPIO ELECTRÓNICO
Los programas favoritos en la cárcel....................................................... 203
Cárceles y delincuentes en la televisión y la prensa............................... 211
‘Sólo Diosito nos puede ayudar’: el opio más tradicional.................... 220
CAPÍTULO VI
EL POR QUÉ DE LA CÁRCEL................................................................. 231
La cárcel no rehabilita a nadie,
y sin embargo siguen con el teatro........................................................... 232
‘Maleantes están saliendo a la calle’:
la cárcel como protección de la sociedad................................................. 239
Los tribunales y las cárceles como espectáculo...................................... 244
El por qué de la cárcel................................................................................ 247
¿Y las mujeres?.......................................................................................... 257
7
PREFACIO
Hay razones para pensar que la posición-sujeta de preso o presa es una que sólo
se puede asumir por un encarcelamiento real, no por acompañamiento o imitación.
A la vez, este hecho demuestra que, aunque los antropólogos se alaben por lograr
un acercamiento vivencial a sus objetos de investigación que va más allá que el
de sus colegas que se limitan a entrevistar y encuestar y no conviven con sus
informantes, en la práctica cierta distancia es inherente y quizás incluso necesaria
a la empresa antropológica.
Algunos de los obstáculos que he encontrado se deben específicamente a
la condición de presa. Por ejemplo, hay un expediente sobre cada interna en
Gobernación, con registros sobre su conducta, delito, tiempo de permanencia, y
similares, pero como interna no puedo ver mi propio expediente y menos el de
cualquier otra. Una investigadora externa probablemente podría tener acceso a
los archivos de Régimen Penitenciario y otros registros, los cuales están cerrados
para mí. El ser presa es también una dificultad referente a las otras internas;
debido a que ‘aquí adentro todo se llega a saber’, muchas son renuentes a hablar
con otras internas sobre sus delitos o sus vidas fuera de la prisión, porque con
demasiada frecuencia cualquier confianza íntima es contada luego a otras y
utilizada como arma en las frecuentes discusiones. Las demás no tienen razón
para creer que yo no haría lo mismo - y además, este mismo libro es prueba de
que en realidad sí hago lo mismo, aunque sea en una forma más distante y utilizando
pseudónimos.
Un investigador externo que viniera como visitante quizás podría obtener
mejor información en algunos casos porque justamente no sería visto como alguien
que utilizaría la información para obtener beneficios actuando como delatora a la
administración o en el curso de un problema personal. Además, es habitual entre
internas mentir sobre sus vidas, no sólo sobre sus delitos sino sobre otros aspectos
de su vida como su nivel educativo (una que se hizo registrar como teniendo
estudios universitarios luego apareció en el curso para quienes no habían terminado
el bachillerato...). En algunos casos es posible conocer personas del ambiente
social de una interna fuera de la cárcel y así chequear la validez de sus versiones,
pero estando encerrada no podía ir a visitar a sus familiares o amistades, como
podría hacerlo estando en la calle.
También es probable que un investigador externo tuviera acceso al per
sonal administrativo y policial de la cárcel de manera imposible para una presa.
Es cierto que algunas policías establecen relaciones bastante amistosas con algunas
presas y la pasan charlando (por ejemplo) de sus hijos o detalles de sus vidas
domésticas, pero es igualmente cierto que no les comunican las decisiones
reservadas de la administración o lo que opinan sobre las internas, o sobre la
9
misma administración, cuando hablan entre ellas o cuando están fuera del ambiente
laboral. Inicialmente pensaba incluir todo un capítulo sobre ‘Policías y ladrones:
las relaciones con los guardias’ pero me di cuenta que no lo podría hacer porque
mis prejuicios me impedían relacionarme con el personal de Seguridad; como
presa el hacerme ‘amiga’ de ellas me parecía una forma de servilismo repugnante.
Finalmente, el obtener las referencias bibliográficas y otros toques
académicos exigidos para que un trabajo tenga validez dentro de la Academia en
Bolivia es siempre difícil. Pero es mucho más difícil desde la cárcel, donde escribí
la mayor parte de este texto, y por lo tanto aquí hay pocas referencias a otros
estudios. Casi todos los que hay se refieren a países del Norte y no a cárceles del
Tercer Mundo. De allí viene el título principal: el sistema carcelario en Bolivia
resulta ser una repetición de la historia penitenciaria del Norte, de donde ha tomado
sus modelos, pero definitivamente realizada en el registro de la farsa.3
Ser interna sí me permite observar aspectos de la vida carcelaria invisibles
incluso para las policías -el trato con los hijos, los arreglos minuciosos para
convivir entre varias en una celda de dimensiones restringidas, las querellas
cotidianas, las sesiones clandestinas de bebida tras que se cierran los pabellones
en la noche...- pero a la vez implica que yo estoy metida en este ambiente
veinticuatro horas al día durante varios años, sin opción de una vacación. Por
dedicado que uno sea al trabajo de campo normal, suele haber oportunidades de
alejarse -ir a la ciudad durante unos días para visitar amigos extranjeros y gozar
del cine o los restaurantes, o mínimamente salir a pasear al río o algún lugar
alejado. Considero que al convivir en un ambiente social extraño, una desarrolla
una especie de personalidad ‘pantalla’ que incluye la supresión de conductas u
opiniones que no serían aceptables dentro de la comunidad de estudio. Una mujer
europea que no es casada pero que trabaja en una comunidad musulmana
generalmente tiene que dar la impresión que es virgen y no admitir que ha convivido
ya con uno o más hombres fuera del matrimonio; la mayoría de los investigadores
que han trabajado con campesinos andinos no confiesan que en realidad ellos no
comparten su misma activa fe católica. Las escapadas son un espacio donde uno
puede volver a ser ‘uno mism o’ y expresar esos aspectos que han sido
temporalmente suprimidos u ocultados. Luego, a lo menos según Clifford Geertz,
para escribir sobre la investigación de campo se da por supuesto que uno se aleja
del contexto mismo -aseveraciones que me conflictuaban incluso cuando las leí
fuera de la cárcel.
3 Se refiere a la conocida expresión de Marx en El dieciocho Bramado de Luis Bonaparte,
que la historia está condenada a repetirse, la primera vez como tragedia y la segunda
vez como farsa.
10
4 E sto, a lo menos, era lo que yo observaba en el London School o f Econom ics donde
hice mi doctorado. Colegas femeninas quienes, según yo veía, tenían un nivel intelectual
igual a cualquier de los varones, lo disimulaban evitando la combatividad en seminarios
al presentar sus opiniones con risas y disculpas del tipo ‘puede ser que me equivoco,
p e r o ...’, o si no, en las reuniones sociales después de los seminarios coqueteando con
los varones de una manera que les halagaba.
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PRÓLOGO
PRIMERO EL ARRESTO
1 Seudónimo, como los nombres de todas las mujeres presas o procesadas mencionadas
en este libro. En el manuscrito, los y las policías, fiscales, ju eces y otros agentes de los
órganos de represión mantenían sus nombres reales, pero para la publicación me he
resignado a otorgarles la misma dignidad del seudónimo, no porque merecen resguardar
su intimidad sino para evitar posibles quejas legales.
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necesidades y bañarse lo mejor que pueden bajo los ojos de los guardias. Si quieren
usar el baño en otros ratos tienen que gritar hasta ser atendidos, o si no utilizan
receptáculos improvisados dentro de las celdas. Entre las 12:00 y las 12:30 se
permite el ingreso de visitas al patio y los detenidos pueden salir a conversar con
ellas, si es que ya han prestado sus declaraciones: caso contrario, se los mantiene
incomunicados. Aparte de esto, no salen de las celdas salvo para declarar o ser
interrogados. Cada día cerca de las 14:00 horas se distribuyen los restos de sopa
del almuerzo de los policías, si algo ha sobrado. Aparte de esto no se proporciona
comida alguna, y los detenidos dependen de lo que traen sus visitas (si las tienen)
o lo que pueden convencer a los guardias de comprar en las tiendas vecinas, que
son pobremente surtidas y por lo tanto, lo que traen se limita generalmente a
galletas y refrescos. No se restringe el ingreso de coca o de cigarros y varios se
dedican al consumo de éstos para resarcir la falta de comida. Estas condiciones
duras evidentemente ayudan a inducir a los detenidos a ‘colaborar con la justicia’
y/o tratar de apresurar a lo menos su paso a la cárcel, donde uno puede bañarse,
caminar libremente dentro del recinto y comer.
Según la ley, uno debe prestar su declaración dentro de 48 horas. En mi
caso se cumplió con esto pero no ocurre así con muchos detenidos bolivianos
(Claudina tuvo que esperar una semana) y tampoco con extranjeros si no dominan
el castellano y hay que buscar un intérprete. Si el detenido no ha conseguido un
abogado particular (yo logré llamar al esposo de una colega; hay un teléfono en la
oficina de Defensa Pública y otros en las oficinas del primer piso, pero igualmente
uno tiene que insistir muchísimo para que se conceda su uso) se le proporciona
un abogado de Defensa Pública. Tienen dos minutos para conversar en privado
antes de proceder a la declaración. El Fiscal dirige la declaración que se concentra
en pedir que el/la detenido/a vuelva a describir las circunstancias de su detención;
debido a que no se suele hacer un seguimiento antes de la detención, tanto las
diligencias en la FELCN como el proceso posterior se concentran casi
exclusivamente en los momentos de la detención. Luego se pregunta cómo se ha
conocido a los co-procesados (que casi siempre los hay, debido a que se detiene
automáticamente a todos los que se encuentran en el lugar del operativo) y cuáles
eran sus relaciones con ellos, y si no inculpan a los demás tratan de conseguir que
lo hagan a través de preguntas sugestivas (lo siguiente es copia textual de mi
declaración):
PREGUNTA: Aclare por qué en el momento del Operativo Ud. dijo que esa
bolsa blanca debía ser de propiedad de su comadre, y por qué al relatar las
circunstancias de su detención no mencionó a TUCO como el propietario
de esa marihuana?
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cigarrillos ‘Master’ (yo fumo Casino) con algunas semillas podridas de mari
huana, que alegaban como prueba de la existencia de plantaciones; no me la
mostraron para identificarla en La Paz y no hay fotos de ella, tampoco el análisis
de laboratorio constatando que es marihuana, en el expediente. Luego siguieron
hasta Circuata, donde vivía Claudina, su marido Lucas, y sus hijos. Lucas no
estaba en casa cuando ellos llegaron - como es habitual en el campo, salió temprano
a la chacra - lo que bastó para colocarlo en el expediente del caso como prófugo
de la justicia. Procedieron a rastrear los chumes alrededor, llegando hasta el río
sin encontrar nada más que los cultivos yunguefios comunes. Según su informe,
‘los comunarios de Circuata’ dijeron ‘a voz en coro’ que Claudina y su marido
habían sido pichicateros (fabricantes de base de cocaína) y luego marihuaneros,
que Claudina traficaba con precursores, que yo salía del río con ellos cargando
marihuana en mi q’ipi que llevaba a pie hasta el pueblo de Quime... pero no
figuraba nombre alguno de las personas que lo dijeron. El único que dio su nombre
(una ‘bronca’ suya, según Claudina) negó tener carnet de identidad, lo que lo
invalida como testigo legal, y cuando, después de alegar que ellos tenían
sembradíos de marihuana, fue solicitado para que indique dónde se encontraban,
respondió “No sé el lugar... hay muchos lugares donde se puede sembrar mari
huana aquí.”
Estas investigaciones no muy exitosas (no ayudó la presentación militar
de la FELCN en el campo, donde un par de agentes discretos de civil probablemente
hubieran obtenido mejores informaciones) ocuparon gran parte de la semana
siguiente. Se tomó una declaración ampliatoria a Jenny y la de forma a su
enamorado pero no volvieron a interrogarme a mí ni a Claudina. Durante el fin de
semana que pasé junto con ella, el ayudante de mi entonces abogado me sugirió
que le diga a ella, dado que no había declarado todavía, que alegue que la mari
huana en mi departamento era suya. El dijo que con eso yo podría salir a un
centro de rehabilitación como consumidora, de donde uno sale cuando quiere, y
luego ocuparme del juicio de ella. Yo debatí esta propuesta con ella, y se mostró
dispuesta a aceptarla, pero yo eventualmente decidí que no daría resultados
positivos (hasta la fecha pienso que, si ella hubiera dicho esto, igual nos hubieran
pasado a la cárcel y la única diferencia hubiera sido que probablemente ella no
hubiera sido absuelta como eventualmente pasó). Me parecía que ese abogado no
era muy conocedor de la 1008 y decidí buscar otro. Claudina y Jenny, mientras
tanto, estaban con La Defensa Pública pero esto a mí me fue negado desde el
principio (no sé porqué; en ese entonces no pregunté y no sabía que se da Defensa
Pública igualmente a los extranjeros). Una de mis colegas docentes me recomendó
unos abogados, de apellido Caracho (posteriormente figuraron como involucrados
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que le dijera, entre nosotros, por que, teniendo tantas ventajas y con ingresos
adecuados sin necesidad de traficar, lo había hecho. La respuesta honesta hubiera
sido: “Por anarquista” (y también para manejar mi propio suministro de mari
huana y no tener que depender de los vendedores que por lo general son gente
incumplida, para no decir peores cosas de ellos) pero si dices eso te encierran por
diez años más como subversivo peligroso. “¿Por qué crees que lo hice?” - es todo
lo que he dicho.
Nosotros (las tres más Jack) fuimos llevados en la tarde del 16 de abril al
Juzgado de Sustancias Controladas, donde aguardamos unas horas en el pasillo
mientras Cannelloni se encerró con los funcionarios. Se debe realizar un sorteo
para asignar el caso al Juzgado Primero, o al Segundo, conocido como más laxo.
Eudora decía que cincuenta bolivianos en la mano de cierto funcionario - ‘es un
manco’ - conseguía el sorteo para el Segundo. Yo le vi pero no pude acercarme a
él y tampoco vi el sorteo mismo que nos asignó al Primero, donde dan mayores
sentencias. Luego Jack fue despachado a la cárcel de San Pedro y nosotras, a
Miraflores, Jenny y Claudina lagrimeando patéticamente, y yo cantando:
LUEGO EL PROCESO
A Franz Kafka
5 Teóricamente, sólo los ju e ces tienen el poder de ‘tipificar el delito’, es decir, decidir
b ajo qué artículos del Código Penal o de la Ley 1008 un detenido debe ser procesado.
En la práctica, incluso en casos comunes donde se mantiene la fase de instrucción, la
mayoría de las veces los ju e ces simplemente confirm an los artículos señalados en las
diligencias de la FE LC N o la P T J, aceptando los criterios de los policías.
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6 Ésta y otras citas en estos párrafos proceden del requerimiento fiscal solicitando apertura
de proceso.
7 Evidentemente, en términos de ‘derechos humanos’, parece ridículo inculpar a una
persona por el delito de su hermano, pero hay que decir que en términos de la sociología
boliviana esto resulta ser un acertado, ya que la relación entre hermanos es muy estrecha;
excepto si el hermano vive en otro país (y aún así, en muchos casos) es garantizado que
la hermana sabe de sus actividades y muy probable, aunque no cierto, que participa en
ellas, no importa si se trata de fabricar base o de vender salchichas.
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tres días para apelar el o los artículo(s) bajo los cuales serán procesados. Existen
varios plazos de este tipo dentro de los procedimientos de la 1008, aunque no
existen en los procesos por delitos comunes (todo lo que no es 1008) que, en
consecuencia, suelen dilatarse mucho más. Cuando refieren a algo que deben
hacer los procesados, es decir sus abogados, dado que el procesado, legalmente,
no puede hacer absolutamente nada por sí mismo, se los aplica estrictamente,
mientras que cuando se refieren a los jueces o al Ministerio Público frecuentemente
son sobrepasados sin consecuencia alguna. El abogado de Jack, a quien voy a
llamar Perry Masón por su manera de actuar ante el tribunal, apeló alegando que
su defendido era sólo culpable de consumo (artículo 49). Este artículo define
tenencia para el consumo como la cantidad que ‘un perito’ considera que puede
ser consumida dentro de 48 horas. Entre otras cosas, esto representa un modelo
yonqui’ (del inglés junkie, adicto a la heroína) del consumidor. No hay ‘yonquis’
de heroína en Bolivia, pero hay ‘satucos’, ‘yonquis’ de base, quienes muestran la
típica conducta (ver la novela ‘Junkie’ de William Burroughs para una referencia
clásica): consigue una porción de droga, la consume, y cuando ésta se termina,
sale desesperado aunque sea a las tres de la mañana para conseguir más. Es parte
de una conducta donde el drogarse es punto central de su vida y el estar ‘volado’,
o la necesidad apremiante de comprar y ‘volar’ otra vez, sustituye a cualquier
otra actividad. Por lo tanto, sólo compra en pequeñas porciones, lo que aveces se
presenta como un intento de reducir el coñsúmo, aunque si fuera así una vez
terminada la porción no saldría inmediatamente a conseguir más. La marihuana,
en particular, no induce a este tipo de consumo obsesivo, y no es raro que
consumidores que tienen dinero compren porciones grandes (dado que la yerba
es barata en Bolivia, bien pueden comprar medio kilo o más) sólo para su uso
personal, reduciendo así el riesgo y la molestia asociada con el mismo acto de
comprar. Esto no es tomado en cuenta por las autoridades antidrogas, quienes
manejan implícitamente el modelo del consumidor como un adicto, incontrolado,
marginal y al fin enfermo. Las cantidades poseídas por Jack y yo por definición
legal correspondían a tráfico, independiente de la cuestión de si la consumíamos
o no.
Yo quise apelar argumentado que, según las evidencias presentadas, yo
no era culpable de tráfico sino de encubrimiento (artículo 75) - había encubierto
las actividades de Jack, incluso permitiendo que él deposite marihuana en mi
departamento, sabiendo que allí iba a estar a salvo mientras yo viajaba durante un
mes a Inglaterra, dado que yo vivía sola y nadie iba a entrar durante mi ausencia.
Los abogados Caracho no se movían, sino que se limitaron a venir a pedirme la
suma de $US 20.000 ‘y las coimas aparte’. Esto me parecía exagerado, dado que
29
para la ropa que necesitaban en los desfiles del 6 de agosto, después para Todos
Santos... yo consentía en eso porque hemos sido comadres desde 1988 y yo
conozco muy al fondo la miseria en que viven como campesinos sin tierra en una
región, como es los Yungas de Inquisivi, que en sí es pobre. También reconozco
que no sólo cuento con dinero mandado por mis padres sino que tengo
oportunidades de ganar dinero haciendo traducciones y consultorías, aún estando
en la cárcel, con ingresos muy superiores a lo que se puede ganar tejiendo chompas
que es la única fuente de ingresos de la mayoría de las internas. Todavía, impulsada
por algún sentido de justicia social (recomiendo a todos que comparten sentidos
similares a mantenerlos en el nivel de la retórica y los ideales y no actuar en base
a ellos), me parecía que no era justo que ellas tengan sólo Defensa Pública y yo
un abogado particular, y contraté a Artiga no sólo para mí sino también para ellas.
Aunque con abogado particular, es imposible que los procesos en Bo-
livia (como en muchas partes del mundo) avancen de otra forma que con su
acostumbrado paso de tortuga. La apelación de la apertura de proceso suele tardar
unos tres meses en ser resuelta, y además intervinieron las vacaciones judiciales
de medio año. En consecuencia, nuestro proceso sólo empezó en octubre. Claudina
y Jenny hablaban con otras presas que les enseñaron la interpretación equivocada
del artículo 75 que es corriente en la cárcel. Dice que procede excepción de sanción
en caso de cónyuges, ascendientes y descendientes. Puede ser, pero sólo cuando
han sido pasados por encubrimiento (y además conozco a lo menos una cónyuge
que igual recibió cuatro años por “encubrir” a su esposo). Las presas creen, no
obstante, que esta excepción se extiende a toda la 1008, repiten ‘marido y mujer
no pueden estar en la cárcel juntos’ y ellas se convencieron de que ‘madre e hija
no pueden estar en la cárcel juntas’.
Artiga, como muchos abogados, se ocupaba más en decir al cliente lo
que éste quiere escuchar que en desengañarle de sus ilusiones, y fomentaba esto
como también la idea de que Jenny podía salir con un habeas corpus (Defensa
Pública ya intentó esto, sin éxito, el día de la apertura del proceso). El hecho de
que ninguno de estos intentos de salir resultaron, entonces, acrecentó su frustración
y por lo tanto mi culpa; Jenny ya ni me dirigía la palabra, aunque hacía llegar sus
demandas de dinero (para tratamientos médicos que resultaron ser ficticios, entre
otros) a través de su madre. Además, ellas concluyeron que si continuaban
detenidas era porque el abogado contratado no estaba haciendo lo mejor que
podía, y decidieron dejarlo para tomar al abogado de oficio que atiende el juzgado
(un geriátrico que, de hecho, murió unas semanas después de dictada nuestra
sentencia). A la vez, Claudina, en nombre de Jenny, exigió que yo le diera el
dinero que tenía presupuestado al pago del abogado privado. Si me lo hubiera
31
pura protestas y exigencias por su parte. Solo entonces pudimos pasar a la etapa
de Debates.
Bajo la 1008, Debates ocupa veinte días hábiles en los cuales se realiza
un número variable de audiencias. Primero vienen los testigos de cargo,
básicamente la bioquímica que analizó la droga y dice que efectivamente era
cocaína o marihuana, y los ratificantes, policías de la FELCN, generalmente los
que tomaron parte en el operativo (aunque no siempre) y vuelven a describirlo.
Fn nuestro caso no empezaron con la bioquímica sino con uno de la FELCN que
participó en el operativo realizado en la casa de Jack aunque no en la mía. Perry
Masón hizo gala de sus habilidades exigiéndole detalles de la orden de allanamiento
pero él dijo que el jefe del operativo debería conocerlas, el sólo obedeció ordenes
de irrumpir en tal casa. En consecuencia, en la audiencia siguiente la FELCN
mandó a un policía superior que sí conocía la orden y además, a diferencia del
anterior, también conocía la información que ellos tenían sobre cómo Jack vendía
marihuana en el centro de La Paz. Sin embargo, Perry seguía machucando sobre
la orden de allanamiento. Teóricamente, una vez que se ha identificado el domicilio
donde se supone se llevan a cabo estos actos ilícitos, se debe acudir al juzgado,
recabar la orden y recién proceder al allanamiento. En nuestro caso, las órdenes
con las tres direcciones (de Jack, de mí y de Jenny) llevaban dos fechas —18 de
febrero y 20 de marzo. A lo menos con referencia a Jenny y a mí, a partir de las
declaraciones de la misma FELCN era obvio que sólo en el curso del 30 de marzo
se enteraron de nuestra existencia.
La FELCN alegó que ellos sí realizaron vigilancia frente al domicilio de
Jack durante varios días antes de allanarlo, pero esto no es muy convincente; se
supone que si hubieran estado siguiendo sus pasos, hubieran visto por ejemplo
que en la mañana de ese día él me visitó en mi departamento, lo que no aparece en
sus declaraciones. Todo lo que se sabe de los procedimientos de la policía de
narcóticos indica que en tanto reciben una denuncia sobre un domicilio, no se
colocan a vigilarlo sino que van inmediatamente a allanarlo. Hay que concluir
que en realidad el juzgado proporciona órdenes en blanco que los agentes de la
FELCN llenan sólo después de realizar sus operativos (las tres direcciones estaban
escritas a mano en espacios dejados en una orden mecanografiada).
Yo ya estaba con mi abogado número cuatro, Femando Trigo, contratado
en vez de Artiga en base a recomendaciones de Derechos Humanos. Él comentó
que aunque era obvio que la orden no era legal, el hacerlo notar no iba a hacer
nada más que irritar a los jueces; jamás admitirían que se insinué siquiera que
colaboran en prácticas ilegales de la policía.
Después vino a declarar Ronaldo Gaza (el investigador asignado al caso).
34
Él se limitó a decir lo que era cierto, que encontraron marihuana en mi casa pero
no tenían pruebas directas de que yo la comercializaba. Esto no convenía a la
fiscalía y el siguiente ratificante fue el entonces Capitán Rufo Qhatu, que declaró
que en mi departamento había ‘cocaína por doquier’, de hecho una aseveración
completamente falsa y novedosa, que sin embargo los jueces dejaron pasar sin
inquirir por qué tal cocaína no aparecía en los análisis de laboratorio (quizás
porque legalmente no importa de qué droga ilegal se trataba). Aunque antes de
detenerme (como mostraban los actos de operativo) no sabían de mi más que lo
que dijo Jack, Qhatu dijo que efectivamente habían comprobado que yo vendía
marihuana en la universidad. Trigo preguntó dónde estaban estas pruebas y por
qué no estaban en el expediente. Qhatu respondió que se trataba de ‘personas que
por razones de seguridad no querían dar sus nombres’.
Con esto supuestamente terminaron con los testigos de cargo y empezaron
con los de descargo. Jack no presentó ni uno (se supone que no conocía a nadie
dispuesto a declarar que él no era traficante). Yo empecé presentando a una
estudiante de maestría que dijo que venía constantemente a mi departamento a
tratar sobre su tesina y nunca le fue ofrecida marihuana, ni tampoco dentro del
pequeño mundo de la universidad donde se habla de todo había escuchado que yo
traficara con eso. Yo tenía otros testigos esperando, pero después de ella llamaron
a la bioquímica, aunque cuenta como testigo de cargo. Normalmente este es un
asunto de cinco minutos - “¿Era marihuana?” ’“ Sí, era marihuana” - pero Perry
Masón vio otra oportunidad de intervenir. Le interrogaba primero sobre las fechas
en que fueron analizadas las muestras —“Yo no sé por qué mandaron en .esa
fecha, yo las recibo y las analizo, no sé más” —y luego sobre el procedimiento
para incinerar la droga incautada. Ella dijo que cada dos meses, más o menos, se
reúne todo lo incautado en ese lapso, se lo vuelve a pesar para ver que nada ha
sido sustraído del depósito, y se lo quema en presencia del Fiscal de la FELCN y
otras autoridades. En tanto que esto influyera en el caso (Perry no dijo por qué
preguntaba sobre el tema) supongo que se refería al incumplimiento del Artículo
98, que dice que la droga debe ser incinerada ‘dentro de las 24 horas siguientes a
su incautación’ lo que evidentemente no pasó. Pero en los procesos bolivianos
este tipo de errores procedimentales no invalidan el caso (ver Capítulo 4 sobre lo
que sí los invalida y cómo) y de todos modos, la incineración tardía de la droga
no incidía en absoluto en la cuestión central de si Jack era traficante o no.
Seguían otros testigos míos —el cura jesuíta y antropólogo Xavier Albo,
otros alumnos de la UMSA y una colega docente. Albo decía que incluso había
visitado mis lugares de trabajo en los Yungas y nunca escuchó que yo cultivara
marihuana allí, los alumnos que no vendía o invitaba yerba ni en mi casa ni en la
35
l JMSA, y la colega lo mismo; además dijo que una vez estaba en mi departamento
y vio llegar a Jack y yo le dije que era un mayorista de yerba. Esto enfureció a
Jack y Perry que decían en voz baja que ella misma tenía cara de drogada y en voz
alta intentaron infructuosamente hacer suspender la audiencia. Claudina y Jenny
también presentaron un par de testigos, para Claudina el mecánico de motos del
pueblo de Licoma, que declaraba de buena forma sobre cómo ellos eran honestos
cultivadores de papa, aunque las preguntas de su abogado de oficio me parecían
poco útiles - “Di si Jenny es una muchacha respetuosa,” (‘No mucho,” yo hubiera
respondido), “Di si Jenny trabajaba en lo que podía en la ciudad de la Paz,”
(¿incluyendo la venta de marihuana?) y para Jenny un ex-compañero de clase de
su colegio en Circuata, que era fácilmente confundido por la Fiscal Paredes, que
había reemplazado a Cannelloni —“¿Entonces es cierto que no se ve con ella más
que una o dos veces al año y no sabe a qué se dedica en La Paz?”
Con esto los jueces declararon cerradas las sesiones de Debates y se
procedió a citar las pruebas documentales. Para la defensa esto se limitó a numerar
las fojas donde figuraban documentos como certificados de ausencia de
antecedentes policiales y, en mi caso, fajos de testimonios académicos procedentes
de Bolivia, el Reino Unido, Estados Unidos y hasta Japón, once publicaciones en
dos idiomas entre libros y artículos, ciento cuarenta papeletas de pago de la UMSA,
giros bancarios desde Inglaterra y cartas sobre becas recibidas de instituciones
como el Economic and Social Research Council de Gran Bretaña, que hasta el
Fiscal Cannelloni no intentaría presentar como una organización que lava dinero
del narcotráfico, todo esto en búsqueda de comprobar mis ingresos legales.
Se habrá notado que en el curso de Debates no se presentan testigos de
cargo que no sean miembros de la FELCN (como por ejemplo Eudora o las dos
mujeres detenidas con Jack) para que sindiquen en persona a los procesados; si
es que hay tales declaraciones, sólo son presentadas por escrito. Sin embargo,
desde el principio del proceso la Fiscal Paredes había aseverado que iba a
comprobar que yo vendía marihuana en la UMSA. Llegó hasta agitar papeles
representando dicha prueba en narices de Trigo (aunque sin permitir que él los
lea), lo que le preocupó hasta el punto de venir a la cárcel a preguntar si conocidos
míos habían caído a la FELCN. Yo le conté sobre unos tres amigos que cayeron a
la FELCN por motivos triviales y fueron liberados en diversas ocasiones, y dije
que no tenía razones para pensar que alguno de ellos hubiera hablado sobre mí:
de hecho, uno, que vivía en Suri en Inquisivi, fue interrogado sobre mi y después
(1992) yo fui desvestida por los Leopardos en la tranca de Unduavi, buscando un
revólver que yo nunca poseí, en el curso del cual me preguntaron más bien si él
(el amigo) me daba marihuana a mí. “¿No consumes marihuana? Puedes consumir
36
nomás.” “No, no, yo no sé nada.” Resultó que mis apreciaciones era correctas,
porque era en esta etapa de cierre de debates que la Fiscal produjo su famosa
prueba. Consistió en dos líneas en la confesión de un tal Pedro Julián Clavel, co
procesado de la desafortunada Greta, recibida en el mismo juzgado en julio de
1998 (y por lo tanto, en conocimiento del juzgado durante todo mi proceso, aunque
sólo lo revelaron en este momento que ya era diciembre). Detenido con mari
huana justamente en predios de la UMSA, al ser preguntado dónde la conseguía
(aparte del concubino de Greta, a quien había denunciado en ese momento)
respondió “De uno medio campesino de nombre Mario, y de una funcionaría de
la universidad que se llama Alison.” Yo nunca he conocido a Clavel, él compartió
la celda de Jack en la FELCN y es de suponer que allí escuchó mi nombre y pensó
que sería conveniente para limpiarse (era otro vendedor callejero que había caído
muchas veces a la FELCN, logrando salir a cambio de información, y cuando le
arrestaron esa vez pensó que denunciando a Greta y su concubino conseguiría lo
mismo; pero esta vez resultó que su suerte estaba acabada, y recibió una sentencia
de ocho años). Además, sólo aquí en la cárcel he sido obligada a utilizar mi nombre
legal de Alison; todos mis viejos amigos en Inglaterra me conocen como Spedding
y en Bolivia, tanto en los Yungas como la UMSA, me llaman Alicia. Enterada de
la declaración de Clavel, hubiera incluido para mis testigos universitarios la
* pregunta “¿Bajo qué nombre le conocían?” Sin embargo, su testimonio, añadido
a lo que hemos ya visto de la FELCN, constituía la totalidad de pruebas de cargo.
Luego intervino un lapso prolongado, debido a las fiestas de fin de año
entre otras cosas, antes de la siguiente etapa que es el requerimiento fiscal, al cual
salimos finalmente en febrero. En Año Nuevo había una borrachera general en la
•' cárcel. Yo permanecía en mi celda pero, pensando ‘No hay que ser tan malo salí
a saludar a Claudina a medianoche. A las cuatro de la mañana, algo mareada, ella
me buscó. “Comadre, yo te quería tanto, ahora eres diferente conmigo.” Yo no
dije nada. Yo le había conocido íntimamente durante más que una década, y fuera
de la cárcel era una buena persona a quien yo estimaba. La experiencia del encierro,
pero, había destrozado todo lo que yo estimaba en ella. Esto, para mí, es una de
las cosas más lamentables de la cárcel. La mayoría de las mujeres aquí no son
parte de una ‘subcultura delincuente’ sino son tipas ordinarias como las que se ve
en la calle todas las días, que se dedican a ganar su vida en circunstancias difíciles
e incluso tratan de llevar una vida moral (por ejemplo, no robar y a lo menos
fingir ser fieles al marido). Pero una vez trasladadas a las circunstancias que se
describen en el resto de este libro, desaparece lo que yo podría haber admirado en
ellas y, quizás equivocadamente, he concluido que esa admiración no era más que
una ilusión y que la realidad de estas personas es el egoísmo cortoplacista, la
37
del delito y por lo tanto se dictó la sentencia de diez años; también se dispuso el
decomiso de $US 16.665 más $US 6.000 ‘por considerarse producto del tráfico
de Sustancias Controladas’. Mis pruebas de ingresos legítimos (sueldos, becas,
proyectos de investigación) sólo contaron para la devolución de $US 4.777 (claro
que no en ese momento, sino al terminar todo el proceso, y de hecho nunca fueron
devueltos) correspondiendo a lo decomisado en la FELCN más otra cuenta
corriente; tampoco importó el hecho de que no se constó con quienes o donde
hubiese traficado para generar el resto del dinero. Tampoco valían para algo los
testimonios académicos, la evidencia de un empleo regular o las publicaciones;
incluso parece que en cierto sentido empeoraron la situación, porque según
referencias los jueces pensaban que si realmente consumía marihuana sería una
pobre enferma, incapaz de trabajar y mucho menos escribir libros; entonces el
hecho de trabajar hacía más probable que sea traficante9. En el caso de Jack la
sentencia era muy breve, limitándose a citar las sindicaciones de las dos mujeres
detenidas con el, mientras los jueces decían que Claudinay su marido eran perso
nas humildes que se dedicaban a la agricultura y en el caso de Jenny había sólo
‘prueba semi-plena’ (su marihuana falló en la primera prueba) y entonces se debe
aplicar ‘la sentencia latina EN DUBIO PRO REO’. Después de la lectura de
sentencia Claudina fue a agradecer a la Juez Peggy por haberla absuelto y luego
se acercó a mí. Creo que el lector ya no esperará que fuera para decir “Gracias,
comadre, por haber defendido mi inocencia.” No, me dijo “Dame cincuenta
bolivianos, el abogado me está pidiendo para los papeles.”
‘Mis carlancas’, como yo les denominaba, salieron de la cárcel a principios
de junio, después de completar los trámites de salida (para los cuales Claudina
me pidió más dinero y cuando le di doscientos bolivianos, me miró como si le
hubiera dado un sopapo en la cara; creo que pensaba que le iba a dar mucho más).
Claro que sus nombres siguen incluidos en el expediente que siguió su lento
camino por las instancias superiores, aunque ellas ya no participaron para nada.
La Fiscal apeló la sentencia, que de hecho es su obligación legal si la dictada es
menos que la requerida, y yo (o más bien Trigo) respondí pidiendo la absolución
dado que los mismos jueces habían dicho que no cometí el delito. Yo sugerí que
\
40
l^tigHdo sobre esto. Un amigo mío fue a ver el departamento a fines de febrero de
1000, Sólo se encontró con los hijos del dueño quienes le dijeron que había sido
Vielado y otra persona ya vivía allí. No sabían quiénes lo vaciaron, pero llevaron
lodo en una camioneta, decían, menos ‘unos papeles que estaban en las paredes’
ft|ue eran los diagramas de parentesco de toda la comunidad de Takipata, pero
Nene, otra pérdida académica más y ¿a quién le importa más que a mí?) Otra
Rffilgfl fue, encontró al dueño y él dijo que fue vaciado por Bienes Incautados con
Orden de los jueces, agitó las órdenes delante suyo pero rehusó mostrárselas y
menos permitir que se las fotocopie. Yo avisé a Trigo sobre esto pero el no me
§reyó, diciendo “Hay que ver el expediente.” Un televisor y otros objetos
pertenecientes a Claudina y Jenny estaban allí, y dado que para gente de su nivel
económico un televisor de 12 pulgadas, de blanco y negro y de quinta mano,
representa un gran valor, la primera fue donde Trigo pero él dijo “Eso [la
Incautación] es mentira.” Jenny fue y le dijo “No pueden hacer esto hasta [la
lentencia de La Corte Suprema en] Sucre.” En una de las visitas de los jueces los
lábados en la cárcel, yo me quejé ante el Juez Vizcacha, colega de Peggy que
también hubiera firmado la orden, preguntando cómo era que después de dictar la
devolución habían dictado la incautación. El se hizo el desentendido y se limitó a
decir “El expediente está en la Corte.” Eventualmente Trigo consultó los tres
Cuerpos del expediente que estaban en la Corte de Distrito y me mostró únicamente
el inventario de lo decomisado por la FELCN. Seis semanas después de haberme
enterado de la incautación, yo fui llevada casualmente al juzgado como intérprete
pitra un preso tanzaniano.10 Allí encontré un cuarto cuerpo (al parecer, quedaba
en el juzgado de origen para trámites como salidas judiciales mientras los demás
Iban a las instancias superiores) y logré en diez minutos fotocopiar las ordenes de
Incautación. Con eso en mano al fin logré convencer a Trigo que, no obstante sus
'no pueden hacer eso’ sí lo habían hecho. “¡Ah! Quieres decir que son dos conjuntos
de bienes.” “Sí pues.” Así se ve que uno tiene que luchar no sólo con los juzgados
10 Incluso ante el juzgado aseveró ser súbdito británico, lo que no era el caso. Fue detenido
con tres kilos de cocaína en el aeropuerto en 1996 y sentenciado a seis años y ocho
meses. El presente caso se trató del descubrimiento de 2 0 0 gramos de cocaína en 1998,
en una celda en San Pedro donde él no vivía pero estaba parado en la puerta tratando de
cobrar una deuda a los ocupantes en el momento del operativo. Fue procesado junto
con los dos ocupantes de la celda, padre e hijo, también detenidos bajo la 1008, quienes
al parecer le habían involucrado en el caso porque los tres ya eran enemigos desde
tiempo atrás. Una versión de las experiencias carcelarias de esta persona, firmada por
un amanuense australiano que evidentemente sí creyó todo lo que le contó, aparece
com o Y O U N G Rusty (2 0 0 3 ) M arching powder. A true story o f friendship, cocaine and
South A m erica’s strangest ja il. Sydney: M acm illan.
42
y demás instancias, sino también con el abogado; aunque también es cierto que
nada de esto hubiera pasado a una boliviana, porque ella hubiera tenido familiares
al acecho del departamento para impedir la pérdida de bienes que de alguna manera
también son, o podrían llegar a ser, suyos. :
La Embajada Británica fue donde Bienes Incautados, quienes (como*
siempre) indicaron que la culpa era mía: yo debería haber nombrado un custodio¡
más antes, en ese caso ellos no hubieran llevado mis bienes a su galpón en Río
Seco. Es cierto que ellos me dijeron eso a fines de 1998 (cuando también dijeron
que iban a decomisar mi terreno en los Yungas y utilizarlo para construir un
centro para la rehabilitación de drogadictos, relato que seguía circulando en 200
aunque nunca se llevó a cabo) y yo había solicitado a varias amistades que s<
presenten como custodios. Dijeron “Quiero salvar tu biblioteca para la ciencia,
pero no tengo ni para el micro, no puedo moverme” (docente universitaria a tiemp
completo y por tanto con sueldo más que adecuado para el micro); “Si no hay un
orden del juez yo no puedo” (gallina y huevo, si el custodio no se present
solicitando la orden el juez nunca se lo dará); “Tengo que preguntar a mi marido
(otra colega académica que en sus posturas públicas aparenta ser feminista). A
fin una de las ex-integrantes del EGTK, quienes a lo menos ya no temen 1
contaminación judicial (véase Capítulo 4) fue donde Trigo. Pero él dijo que no s
necesitaba un custodio porque ‘no pueden .hacer nada hasta Sucre , y ella n
insistió en hacerse nombrar ‘por si acaso’. Luego el juzgado nombró al dueño d
casa como custodio y yo pensaba que no había más que hacer. Al fin uno de lo
colaboradores del libro ‘No hay ley para la cosecha” 1, el mismo que habí
descubierto la incautación, se ofreció como custodio y con su ayuda Iogr
convencer a Trigo que presentara la solicitud de custodia y dos solicitudes d
devolución dirigidas a Bienes Incautados y la FELCN (que seguía agarrando mi
computadoras y demás materiales, que nadie había visto desde abril de 1998)
Mientras tanto los mismos jueces, (“ ¡Oh! ¡Al fin se ha dado cuenta! ) había
mandado órdenes parecidas. No había respuesta. Yo me quejé otra vez a Vizcacha
que contestó “Bienes Incautados se están resistiendo,” aunque es de notar que n
resisten para nada cuando se trata de ir a recibir bienes o dinero incautados, sól
cuando se trata de devolver. La Embajada volvió a Bienes Incautados que dijero
que ya habían respondido y, una vez que terminaron las vacaciones judiciale
(última semana de junio y dos primeras de julio) mi abogado podía ir al juzgad 1
EL ESPACIO FÍSICO
LA RUTINA DIARIA
Entre 06:00 y 07:00 se sube la palanca que controla el suministro de luz a los
pabellones de internas y se abren las puertas a los pasillos y el patio. Las internas
asignadas a la cocina del rancho ponen el agua para el desayuno y las otras
asignadas a limpiar los diversos espacios de la cárcel lo hacen. Sobre las 08:00
las internas se han levantado y están realizando la limpieza de sus celdas, tendiendo
50
sus camas y peinando sus cabellos mientras las cocineras distribuyen el desayuno:
- dos panes (procedentes de la panadería de la cárcel de Obrajes, cargados de (
bromato y casi incomestibles) y una taza de té, café, cocoa o mate siempre saturado
de azúcar. Algunas internas se quedan a tomar su desayuno en el patio, otras lo
hacen en sus celdas. A las 08:30 todas salen al patio para responder a la lista. Las
policías pueden revisar las celdas y pasillos y también el peinado de las internas
y toman nota de las desgreñadas o de los espacios no limpiados: el castigo,
típicamente, es lavar frazadas del dormitorio de policías, lo mismo que por no
salir a la lista. Los días sábados la lista se retrasa hasta las 09:00 para dar tiempo
a una limpieza especialmente pulcra.
Los días lunes, miércoles y viernes a partir de 08:00 hay una sesión de
educación física con un profesor que viene de afuera. Supuestamente es obligatorio
(de hecho, el reglamento penitenciario así lo indica) pero hasta castigos como
cambios de celda o suspensión de visitas no han logrado más que una participación
minoritaria en los ejercicios. Algunas de las mujeres van al taller de tejidos donde
una profesora imparte cursos de tejido a máquina y a mano, y a veces de corte y
confección; hay unas tres máquinas de tejer y una de coser. Otras cocinan para sí
mismas o para la venta (una tiene permiso para venta de comida), lavan ropa,
visitan a otras en sus celdas, realizan algunas artesanías (mayormente tejido a
mano con palillo o crochet, a veces costura o pintura en tela) y, por supuesto,
miran televisión. Se pueden mirar hasta cuatro telenovelas por día, en la mañana,
a mediodía y dos en la noche. Las internas también se dedican a peinarse, cortar
y teñirse el pelo, a ponerse bases y similares con otras presas a quienes pagan por
ese servicio o con la peinadora que contrata la administración (pero pagada también
por las mismas presas).
A las 12:00 hay que salir al patio para otra lista y luego hacer fila para
recibir el rancho. El almuerzo que se da de rancho es una sopa y un segundo: sopa
de arroz, fideo o de trigo y de segundo un plato como ají de fideos o saice (el
típico almuerzo que se encuentra en toda pensión barata de cualquier pueblo
andino de Bolivia). La cantidad del rancho es reducida porque el pre-diario
asignado por persona es apenas 1.50 Bs (más 0.50 ctvs que corresponde al té y
pan) y, dado que no es entregado en efectivo sino la ecónoma recibe los víveres
de una proveedora nombrada por Régimen Penitenciario que es cancelado
mensualmente, el valor real se reduce a 1.30 Bs porque la proveedora incrementa
los precios argumentando que la paga tarda en llegar.
Muchas presas toman una siesta después del almuerzo, o siguen con las
actividades mencionadas. A las 17:00 pasan la tercera lista del día. Como en los
otros horarios, en la práctica puede realizarse en un horario que varia entre diez
51
minutos antes de la hora citada hasta 20 minutos o una media hora más tarde,
según la inclinación de Seguridad, y las presas tienen que están al acecho porque
si salen tarde o no salen les ponen falta y serán castigadas. Después se sirve el té,
igual que el desayuno pero sin pan. Esto es la totalidad de alimentación
proporcionada y es insuficiente, por lo tanto las presas tienen que cocinar para si
mismas con víveres que compran o hacer traer comida desde fuera. Algunas juegan
voleibol a esta hora, con participación de policías masculinos y femeninos. Un
grupo de internas se sienta en el patio pequeño para mascar coca y fumar
(supuestamente se prohíbe fumar en las celdas); se prohíbe la entrada particular
de coca aunque su consumo está permitido porque otra presa tiene permiso de
Gobernación para su venta. Como las demás ventas, se dice que hay que pagar
una renta a Gobernación para el privilegio y para proteger su monopolio se
decomisa lacoca traída desde fuera. A las 22:00 todas deben estar en sus celdas
para la última lista del día, que muchas veces se retrasa hasta 22:30 o más, sobre
todo si Seguridad está jugando cacho, y se cierran las puertas de los pabellones.
Después de esa hora no se debe salir de la celda excepto para ir al baño, aunque
algunas lo hacen para tomar alcohol y fumar entre amigas. Seguridad generalmente
no vuelve a bajar excepto si sospechen que están tomando o haciendo otra cosa
indebida: si alguna se siente mal, golpea la puerta y les llama. A las 23:00 se debe
bajar la palanca de luz y todas deben permanecer en oscuridad y silencio, aunque
muchas veces se deja la luz hasta 00:30 o más tarde, si alguien lo ha pedido para
poder mirar una película o si Seguridad se olvida.
Los días de visita son jueves, domingo y feriados, cuando se permite a las
visitas entrar al patio principal y quedarse allí el tiempo que quieren entre 10:00
y 17:00. No deben entrar al edificio y mucho menos a las celdas: sólo cuando
llueve se les deja entrar al hall (cuando no era celda), comedor y pasillos, y deben
salir inmediatamente que cese el aguacero. El rancho se reduce a un plato de sopa
en estos días porque se considera que vamos a cocinar para nuestras visitas o si
no ellos van a traer comida, aunque de hecho muchas presas no tienen visitas o
éstas no traen comestibles. Se suspende la lista de las 12:00. Todos los demás
días hay ‘entrevistas’, visitas cortas supuestamente limitadas a una media hora
(si los policías de la puerta se ocupan en fijarse) entre 10:00 y 12:00 y 15:00 y
17:00. Se restringen al pasillo descubierto, incluso si está lloviendo o granizando.
Las únicas interrupciones en esta rutina consisten en una versión reducida
del calendario festivo anual. En Año Nuevo hay un baile durante toda la noche
con pernocte de visitas. En Carnaval se juega con agua y suele haber algunas
actuaciones cómicas y un baile en la tarde. En todos estos casos si hay
amplificación o hasta orquesta es financiada por una cuota levantada entre las
52
internas. Hay otro baile el Día de la Madre (27 de mayo) y en 1998 se permitieron
visitas en la noche de San Juan con venta de ponches pero en 1999 se suspendió
eso. El 24 de septiembre, Virgen de las Mercedes, es la fiesta patronal de todas
las cárceles, el Día del Preso. Puede haber una serenata para la Virgen, por ejemplo
con mariachis, en la víspera. El día de la fiesta hay misa y procesión y breves
actuaciones de tropas folklóricas - generalmente una comparsa de morenada para
las de pollera (todos los años) y otra d? caporal para las birlochas (1998),
acompañada por una cullaguada en 1999 y sustituida por tinkus (el baile de moda)
y waka waka en 2000. Se nombra una preste entre las internas que se ocupa de la
serenata, sirve una comida a todas y proporciona colitas o cualquier otro agasajo
que ella quiere. La entrada es seguida por un baile general con orquesta, o
amplificación, según la capacidad de gasto de la preste. Como en toda fiesta, se
toma e incluso se emborracha, aunque esto está estrictamente prohibido y
Seguridad a la vez anda detrás de las evidentemente mareadas y oliendo las botellas
de refresco en las mesas. Mientras en 1998 se admitió que estaban tomando y
dieron tolerancia ‘siempre que no hagan escándalo’ el control se fue fortaleciendo
y por el 2000 se suspendió el festejo del Día de la Madre, expulsando a las visitas
y la amplificación a las 19:00 en tanto que se encontró una botella de refresco
preparado con trago, aunque había permiso para bailar hasta las 22:00. En Navidad
hay otro baile similar; tradicionalmente se permite pernocte de visitas en todas
las cárceles en Nochebuena y esto se dio en 1998, pero igualmente en 1999 ya fue
cortada en Miraflores y el baile se terminó apenas pasada la medianoche. En las
cárceles de varones tanto en los días de visita como en las fiestas, los visitantes
circulan libremente por la cárcel y pueden entrar y encerrarse con los presos en
cualquier celda, pero en Miraflores incluso cuando hay pernocte Seguridad limita
la presencia de visitas a los espacios públicos, prohibiendo su entrada a las celdas
excepto cuando se trata de las madres o los hijos de las internas, con el fin de
evitar que las presas tengan relaciones sexuales con visitas varones. Como se
verá, un componente esencial de la cárcel de mujeres es un disciplinamiento es
pecial que consiste en imponer la identidad femenina correcta a las reclusas y
prohibirles conductas permitidas a los varones, que van desde estar despeinado
(‘un hombre puede estar despeinado, sucio, pero vos eres mujer’) hasta ser
borracho y sexualmente promiscuo.
Otro elemento exclusivo de las cárceles femeninas son los llamados
oficios. Mientras los presos varones tienen cocineros contratados por Régimen
Penitenciario para preparar su rancho, porque aunque detrás de las rejas el varón
tiene derecho de nacimiento al servicio doméstico, el rancho de las mujeres es
preparado por presas asignadas: dos para las internas, y dos (ayudante de la
53
cocinera, que en realidad hace casi todo el trabajo, y copera que tiene que estar
disponible todo el día para servir desayuno, ‘saxra hora’ en la mañana, almuerzo,
lé y cena cuando Seguridad, Gobernación y el personal administrativo lo deseen)
en la cocina de administración2. Otros tumos mensuales corresponden a la limpieza
de los pasillos exteriores y patios, los comedores de internas y policías, las oficinas
de Gobernación y Defensa Pública, los dormitorios de los policías y demás espacios
públicos, y sacar la basura a la puerta tres veces a la semana cuando llega el
camión de deshechos. La administración proporciona cera y virutilla para lustrar
los pisos de sus oficinas, pero aparte de eso todos los demás materiales (escobas,
baldes, trapos, lavandina, etc.) tienen que ser proporcionados por las intemas. Se
dice que las nuevas deben realizar oficios durante sus primeros seis meses y que
cada interna tiene que realizar el oficio de cocinera de internas a lo menos una
vez. Sin embargo, esto no se cumple. Algunas ‘descansan’ incluso en sus primeros
meses; algunas nunca llegan a la cocina; algunas siguen realizando oficios después
de años en la cárcel (a veces como castigo) o repiten el mismo oficio dos o tres
veces. Las policías que están de tumo el último o penúltimo día del mes elaboran
el rol de oficios para el mes entrante. No se guardan los roles anteriores para
constatar quién ha hecho o no cuales oficios y al parecer la lista se basa simplemente
en quién ha caído mal a la sargento de tumo en las semanas pasadas o ha tenido
alguna falta de ‘conducta’. Algún reclamo (‘yo ya he hecho la basura tres veces’)
generalmente resulta sólo en ser asignado a otro oficio más desagradable que el
reclamado.
ECONOMÍA CARCELARIA
Cuando una nueva interna ingresa al penal, recibe un colchón reglamentario, una
almohada delgada y un catre. Esto es la totalidad de provisiones. No se utiliza
uniformes como en algunos países, no se proporciona ropa de cama (frazadas o
sábanas) y tampoco vajilla. Todo esto, más cualquier otro objeto que se desee
utilizar-como por ejemplo un televisor-tiene que ser proporcionado por la intema
misma, como también su dieta suplementaria. Por lo tanto, es necesario obtener
algún ingreso. Las únicas oportunidades ofrecidas por la administración misma
son los permisos de venta - kioscos de refrescos, comida cocida, coca y cigarro,
2 En la cárcel de San Pedro algunos presos sin recursos trabajan com o cocineros a cambio
de un sueldo exiguo, pero no son asignados de forma obligatoria a este servicio por
parte de Seguridad.
tarjetas telefónicas, una única tienda de abarrotes, los cuales la interna tendrá qu
operar con su propio capital y dependiendo de alguien que compre los insuma
afuera (sólo la Coca Cola trae los refrescos sin necesidad de que la encargada s
ocupe de eso) - y el llamado ‘beneficio de lavandería’. Hasta el 2000 había un
administradora contratada por Régimen Penitenciario (en base a un vínculo sexuí
con un funcionario y no su competencia; aunque estudiaba Administración d
Empresas era incapaz de manejar las cuentas sin pedir ayuda a alguna interna coi
bachillerato) que recibía la ropa de los clientes externos, la registraba y asignab
a una lavandera, la recogía, cobraba al cliente y eventualmente pagaba a 1
lavandera. Luego fue reemplazada por una interna que se ocupó de todo eso
Aunque a los clientes se cobra 6 Bs. por docena de ropa lavada y planchada, 11
lavandera sólo recibe 4 Bs. porque 2 Bs. va a Régimen Penitenciario. j
En Obrajes3este ingreso de la lavandería se destinaba a una caja chic¡
para gastos internos (mayormente pasajes de taxi para que los funcionarios vayai
a las oficinas de Régimen Penitenciario o similares, pero debería también serví
para gastos de mantenimiento como por ejemplo arreglos en la instalación eléctrics
o de plomería) pero bajo la gobernación de la Capitán Braulia Morón, Miraflorei
resultó incapaz de administrar este dinero y fue pasado directamente a Régimet
Penitenciario. Posteriormente bajo la siguiente Gobernadora, Teniente Shirlej
Vega, la administración volvió a la'cárcel, pero no se llegó tampoco a saber e
destino de esta plata. La gobernadora aseveró que servía para gastos médicos d«
internas sin recursos, pero las presas no conocían casos de personas cuya!
curaciones fueran pagadas de esa fuente.
Inicialmente la lavandería estaba abierta para quien quisiera, ya qu<
realmente una tiene que estar sin recursos para por tan mísera paga pasar todo e
día lavando en el agua fría de La Paz, pero en 1999 Seguridad lo asumió come
otra prebenda que ellas asignan por turnos y también quitan si, por ejemplo, uní
lavandera les ‘falta el respeto’ o no cumple en algo que no se relaciona con li
lavandería (por ejemplo, no quiere hacer educación física). Trabajando 10 o 12
horas al día es posible ganar hasta 300 Bs. al mes lavando ropa. También lavan
para otras internas y en este caso reciben 6 Bs. por docena para ellas. Muchas
veces este dinero es compartido con otra interna que se encarga de planchar (1.50
Bs. por docena) porque sin ayuda no cumpliría en.la fecha de entrega al cliente.
Las eventuales detentadoras de los permisos de venta también tienen que
pagar una suma mensual a la gobernación; una que vendía coca y cigarros en
2000 dijo que pagaba unos 80 Bs. al mes, mientras una que logró ocupar el kiosco
durante 6 meses en 1998 (normalmente los permisos deben cambiarse cada 3
meses) aseveró cancelar 120 Bs. por semana a gobernación, aunque quizás quería
decir por mes.4 Tampoco se conoce el destino de estos dineros. Cualquier otra
forma de conseguir ingresos depende de la misma interna.
Solo una minoría de las internas tienen familiares que les mandan dinero,
y muchas más aspiran conseguir un amante que hiciera lo mismo, pero la mayoría
lo que más tiene son familiares que les piden dinero (es decir, hijos). Si tienen
maridos, éstos con frecuencia también están en la cárcel o las han abandonado
(muchas veces porque solo se trataba de una relación casual de convivencia más
que de una unión conyugal estable), o las consideran culpables por haberse hecho
detener y no les dan nada. Son contadísimos los maridos que estando libres dan
algo a sus mujeres; ya es un gran logro sólo conseguir que las sigan visitando.
Además, si son presas de la 1008, es probable que en caso de poseer casas, cuentas
bancarias u otros valores (que representa sin embargo otra minoría) éstos hayan
sido decomisados por Bienes Incautados.
Muy pocas tienen alguna calificación profesional que podrían ejercer
dentro de la cárcel (de hecho creo que yo, que he dirigido un proyecto de
investigación y hecho una consultaría y diversas traducciones detrás de las rejas
de Miraflores, era un caso único). Para la mayoría, la única opción de ingreso es
el tejido. Tejen para otras internas, para las policías, y si tienen suerte, logran que
gente de afuera las contraten para hacer chompas, cubrecamas de brocheta y otros
trabajos. El mercado para tejidos manuales en La Paz está totalmente saturado y
estas mujeres no tienen acceso ni al asesoramiento (sobre colores y estilos de
moda) ni a los contactos que les permitirían vender en los mercados de moda
donde mejor se paga. Así, quizás les paguen 60 Bs. por una chompa que han
tenido que tejer desde mañana hasta altas horas de la noche durante toda una
semana, incluyendo el costo de los materiales. Algunas pintan manteles, con
diseños que a mi parecer son sumamente vulgares - peces que se besan, mujercitas
chinas estereotipadas, botellas de whisky, motivos convencionales para Navidad
utiliza ese capital para hacer un segundo conjunto de muñecas hasta acumular
una suma de unos SUS 100 que le permitirá financiar su propia actividad, pero en
la práctica estas internas ‘viven al día’ y no son capaces de ahorrar sino gastan el
dinero en tanto que lo reciben, generalmente pagando la comida que han recibido
al fiado de la que vende o pequeños préstamos recibidos de otras internas. Por lo
tanto no lograron conformar empresas auto sostenidas. Lo mismo pasó con una
máquina de coser regalada. Fue utilizada para un curso de chamarrería (las internas
hacían cada una una chamarra de cuero, cuyos materiales tenían que pagar, y
ninguna compró más materiales para seguir en esta rama, quizás porque el curso
no llegó al nivel de poder realizar trabajo en cuero sin la ayuda del instructor) y
para hacer cubrecamas acolchonadas infantiles para la venta. No se cobró por el
uso de la máquina y cuando se rompió un componente no había con qué pagar la
reparación y quedó fuera de uso. Esta es la misma historia de muchos proyectos
de desarrollo en Bolivia: se instalan (por ejemplo) paneles solares que suministran
luz eléctrica en el campo, pero un año después resulta que los beneficiados han
vuelto a utilizar velas o mecheros de kerosén porque se rompió un componente
del panel, ellos no sabían cómo repararlo y de todos modos, la velita cuesta 0.30
ctvs y está en la tienda de al lado mientras el componente está en La Paz y cuesta
más que 0.30 ctvs. Es decir, no basta dar una oportunidad a los desafortunados,
hay que llevarles permanentemente por la mano.
La otra oportunidad consiste en realizar servicios dentiífcie la cárcel. Las
presas de clase media, al igual que afuera, generalmente no realizan sus propias
tareas domésticas, sino pagan a otras para que cocinen, laven y limpien. Pagan
para que otras hagan sus oficios: 30 Bs. por mes para barrer o limpiar, hasta 90
Bs. para la cocinera. Se paga 1 Bs. al día para la limpieza de una celda, un baño de
internas o el pasillo del pabellón (todas estas tareas son distribuidas de manera
rotativa por las mismas internas, aunque vigiladas por Seguridad). Sin embargo,
esto va en contra del fin generogógico (si me permiten el neologismo) de los
oficios y la Capitán Morón nos sermoneó sobre cómo debemos realizarlos en
persona:
‘[Una de clase media, presa por estafa] no sabe pelar una papa... todas
somos mujeres, cuando llegamos a casa nuestros maridos quieren comer. Tenemos
que saber cocinar.’
Se logró que otra presa de clase media (presa por la venta de pasaportes
bolivianos falsos en Kuwait) cocine personalmente y luego haga el oficio de
copera en persona pero después otras volvieron a pagar. Al íin el pago por oficios
cumple un fin esencial de redistribución de ingresos dentro de la cárcel y varias
presas pobres viven de eso. En 1998 había otras presas que ganaban vendiendo
58
zapatos, ropa interior y similares a las demás, pero conforme que aumenta el
número de presas la actividad comercial dentro de la cárcel se ha ido
empobreciendo. Se debe al hecho de que casi todas las que llegan no tienen ingresos
desde fuera, entonces el dinero de las pocas que sí los tienen y que proporciona el
‘combustible’ para la economía interna tiene que circular entre más personas; por
lo tanto, ya no se pueden vender cosas con precio sino cada vez más la venta tiene
que ajustarse a un mercado pobre. La vendedora de comida en un principio
preparaba ‘platos extras’ en 12 o 15 Bs. pero por el 2000 esto se rebajó a platos
comunes en 5 o 6 Bs. y sopas en 2 Bs. y la venta de prendas de vestir básicamente
desapareció. El surtido de la tienda de abarrotes también se hace cada vez más
limitado, quedando reducido a papel higiénico, azúcar, arroz y fideo más algunos
insumos de limpieza cuando antes incluía jugos en polvo, enlatados, remedios
como antigripales y aspirina, etc. También es necesario tener ‘carácter’ para vender
en estas condiciones, ya que casi todo piden al fiado, si se lo negaría de plano no
tendría venta, pero si una no es capaz de obligarles a pagar se pierde el capital y
entra en bancarrota (esto ha pasado a varias que intentaron meterse a vender
comida). Uno de los motivos porque algunas internas quisieran ser trasladadas a
Obrajes es que allí hay unas 300 presas y con ellas y sus visitas (más los 60 hijos
que viven allí) hay oportunidad para múltiples puestos de venta y también varios
talleres artesanales, posibilidad de trabajar en la panadería y similares.
I lay una sola presa ‘política’, miembro de la organización peruana MRTA, y ella
no participó personalmente en el crimen en cuestión (el secuestro de Samuel
Doria Medina) si no que estaba viviendo como exiliada en Cochabamba mientras
el secuestro ocurrió en La Paz (según ella, fue detenida y procesada como una
especie de sucedáneo de su marido que sí estaba en el secuestro pero no fue
capturado). Más de la mitad, no importa su crimen, son presas primerizas y no
reincidentes, incluso la mayoría ni siquiera tenían antecedentes policiales antes
de ser detenidas y remitidas aquí. Algunas han sido remitidas de Obrajes o de San
Sebastián (Cochabamba) por mala conducta.
Como en todas las cárceles bolivianas5, la mayoría, en este caso entre
70% y 80% están por la 1008 (Ley de la Coca y Sustancias Controladas), la ley
notoriamente draconiana y anticonstitucional6 promulgada en 1988. Casi todas
son vendedoras o consumidoras-vendedoras de poca monta, detenidas con gramos
y no kilos; apenas una docena serían narcotraficantes ‘grandes’, incluso si se
adopta un límite muy bajo para lo que es ser ‘grande’ - digamos, con cinco kilos
por arriba. Varias están por ‘tráfico’ de precursores, que quiere decir que fueron
encontradas en las cercanías de algunos bidones de ácido sulfúrico, amoniaco u
otro utilizado en la fabricación de cocaína (no es necesario comprobar que
realmente iba a ser utilizado por ese fin y mucho menos que ellas mismas lo iban
a vender o utilizar para eso). La mayoría están por base de cocaína y, con menor
frecuencia, cocaína cristalizada, con unas pocas por marihuana, pero esto no incide
ya que la 1008 no distingue entre ‘drogas duras’ y ‘drogas blandas’. El número de
detenidos de la 1008 es más elevado debido a que no existe la fianza juratoria
para acusados bajo esta ley sino que todo detenido es mandado inmediatamente a
la detención preventiva en la cárcel, lo que significa que tienen que quedar tras
las rejas entre un año y dieciocho meses, que es el tiempo que suele durar la
primera etapa del juicio. Después, algunas son absueltas, mientras las demás
reciben sentencias también elevadas - es típico que se de ocho años por ‘suministro’
y diez por ‘tráfico’ a pesar de las cantidades reducidas de droga involucradas
(por ejemplo, una recibió 8 años por 6 gramos de base y otra 10 por 58 gramos
entre cocaína, base y marihuana). En comparación, las sentencias para otros delitos
son menores - Marita Siles recibió 6 años y 4 meses como responsable del colapso
del Banco Boliviano Americano, aunque esto causó la pérdida de cientos de miles
de dólares, afectando a un número elevado de depositarios. Como consecuencia,
es la 1008 la que llena las cárceles.
Hay un reconocimiento implícito de la naturaleza política de la 1008 en
el hecho de que todas la demás presas, que no son de la 1008, son denominadas
‘comunes’. Aparte del puñado de asesinas y la del MRTA, están por diversos
delitos económicos: falsedad material e ideológica, estafa, estelionato*7, giro de
cheque en blanco, ocasionalmente robo. Sus sentencias son menores (la ‘Falsa
Verónica’ recibió 4 años por estafar SUS 40.000 en la venta fraudulenta de acciones
de RTP) y, como dos secretarias detenidas por su parte en un escándalo de
corrupción en Derechos Reales en La Paz, pueden salir con fianza juratoria
relativamente baja (SUS 2.000 para cada una de ellas). También pueden salir si
consiguen el desistimiento de la parte contraria, es decir la persona o la empresa
estafada. Sin embargo, dado que tanto las estafadoras como las asesinas han
cometido actos que van en contra de la moral cotidiana, es casi imposible conseguir
que cuenten la realidad de sus crímenes. Las asesinas se ponen histéricas con la
mera mención de ‘esa palabra’ (asesina) mientras las estafadoras siempre aseveran
que era ‘su amiga’ quién prestó el dinero y luego escapó dejándolas como garantes,
o sino que ellas no vendieron la propiedad en cuestión si no todo era una conjura
falsa urdida en su contra. Una estafadora profesional que engañó a alguien en la
suma de $US 150.000 sí se alababa por haberlo hecho y ‘no estar aquí para dos
kilos de droga’ pero, quizás por motivos comprensibles, no explicó exactamente
a quién o cómo extrajo esa suma. Una de las pocas que admitía que ella realmente
adeudaba el dinero en cuestión lo hacía, al parecer, porque el origen del mismo
era ilegítimo (y por lo tanto, no era malo haberse prestado y no devuelto): el
prestamista era un oficial en la Policía de Tránsito que le pasaba a ella ‘lo que
ganaba en el Tránsito’ - se entiende, el producto de coimas - hasta llegar a SUS
10.000. Luego pidió su devolución pero ella sólo devolvió SUS 4.000. El mandó
(etc.) sin necesidad de comprobar la realización de tal acto. Igualmente, cualquier dinero
o bien que posee el acusado es automáticamente decomisado com o ‘procedente del
narcotráfico’ y de él o ella depende el comprobar el origen de sus ingresos. Incluso,
aunque presenta tales pruebas (papeletas de pago, giros bancarios con origen legítimo)
esto no es aceptado com o prueba y sus bienes pasan a manos del Estado.
7 Estafas realizadas con bienes raíces, típicamente la venta de una casa o terreno que no
pertenece a la persona que lo vende.
61
policías con una orden de apremio a su casa. Ella dijo que les iba a acompañar
pero primero se pondría una falda en vez de su buzo, volvió a entrar y escapó por
la puerta de atrás. “Después de eso ¿acaso yo le iba a pagar?” El acreedor respondió
enjuiciándola y llegó a Miraflores.
Es cierto que algunas de estas mujeres son víctimas de la debilidad del
crédito institucional en Bolivia. Para obtener un préstamo de un banco es necesario
tener bienes para hipotecar, garantes personales solventes o sino tener contactos
personales con los gerentes del banco, que significa ser miembro de la oligarquía
(y ha sido causa notoria del colapso de varios bancos en los años 1990).
Ultimamente el ‘microcrédito’ se ha puesto de moda entre las ONGs, pero son
realmente micro - préstamos escalonados de 300 Bs. para tres meses, luego 600
Bs.... entonces alguien que no tiene bienes ni contactos personales y quiere
prestarse $US 5.000 se ve obligado a recurrir a un usurero. A cambio del préstamo
se pide un cheque con fecha posterior. En algunos casos, la desesperación de la
que busca dinero es tal que incluso consiente en entregar un cheque firmado con
la suma en blanco que luego es llenado con un valor superior por el usurero.
Cuando ella no devuelve la plata, el usurero presenta el cheque que gira en
descubierto y ella va a la cárcel. Otras detenidas por estelionato representan odios
familiares - una anciana que, cuando vivió su marido, vendió un terreno que
tenía que ser herencia de srfhijo. Cuando murió el padre y el hijo descubrió que
ya no había su herencia, hizo detener a su madre. Otra anciana poseía un terreno
en el barrio paceño de Bajo Tacagua. Presumiblemente urgida por alguna necesidad
apremiante de dinero, lo vendió a alguien en SUS 2.000 pero, como es frecuente
entre las clases bajas, sólo hicieron un documento privado y nunca completaron
las formalidades legales de transferencia. Tiempo después, ella encontró otro
comprador dispuesto a pagar un precio más elevado conforme con el valor real
del terreno y se lo vendió - para ser denunciada y detenida por parte del primer
comprador. Ella se quejaba de lo injusto de su acto porque ella le había ofrecido
devolver sus SUS 2.000 pero evidentemente él no quiso deshacerse de una compra
tan ventajosa. De hecho, casi todas las presas ancianas están por delitos de
propiedad - vender terrenos que no son suyos, dar en anticrético una propiedad
hipotecada o vender una casa que habían dado en anticretico sin devolver el dinero
al anticresista, mientras otra más joven resultó detenida porque ella había heredado
una cása de su abuela. Ella vivió en Rurrenabaque y su padre aprovechó de su
ausencia para hipotecar la casa en nombre de ella y gastar el dinero así obtenido.
A lo menos ella salió pronto de la cárcel porque logró comprobar que ella nunca
participó personalmente en la transacción.
62
8 COMISIÓN ANDINA DE JURISTAS (1 994) Drogas y control penal en los Andes. Deseos,
utopías y efectos perversos. Lim a: Comisión Andina de Juristas.
64
contra de la ley es porque uno tiene una conciencia moral deficiente. Corresponde
a la imagen del encarcelado como un antisocial que pertenece a una ‘subcultura
delincuente’ que rechaza los valores de la sociedad convencional. Esto no es el
caso de las mujeres en Miraflores, que como se verá en su mayoría aceptan los
valores convencionales. Además, en los países europeos de donde provienen los
datos de Cajias predomina la familia nuclear, entonces la pérdida de uno o de
ambos padres puede marginar al hijo. En Bolivia, aunque las unidades domésticas
en su mayoría son nucleares, la familia extendida es el contexto principal de la
interacción social y del apoyo y la colaboración económica. Aunque la muerte o
el divorcio puede separar a la hija de sus padres, raras veces es alejada de la
parentela más amplia, y se mantiene el contacto con hermanos, primos, tíos y
demás parientes, incluyendo suegras y cuñadas; aparte de extranjeras cuyas
familias no estaban en condiciones de visitarlas, apenas había una o dos presas
que al parecer realmente no tenían contacto con familiar alguno. Muy pocas se
ven obligadas a mandar sus hijos a Aldeas Infantiles u otra institución caritativa,
sino que casi siempre son recogidos por miembros de la parentela. La separación
familiar es más bien señal de su origen social, de sectores desestructurados del
campesinado y el proletariado informal urbano (cuenta propistas) donde la
inestabilidad económica fomenta la inestabilidad familiar, y la precariedad de la
vivienda y la alimentación, condiciones laborales muy duras y poco acceso al
tratamiento médico aumentan los niveles de mortandad; otro señal de esto es que
varias procesadas cuyos padres no eran divorciados, no obstante, escaparon de la
casa siendo adolescentes debido a malos tratos y a la falta de recursos económicos.
66
1 ‘Zona ro ja’ (conocida por la venta callejera de droga al detalle) en el centro de la ciudad
de La Paz.
1
68
tenía que entregar a ‘una señora de pollera’ que salió antes e iba a pagarle 20 Bs.
por el servicio. La cantidad de droga, según la FELCN, sumaba 15 grs., y bastó
para que después de 10 días fuera remitida a la cárcel. Fue sentenciada a 5 años y
4 meses. Dice que uno de los ‘taxis’ (presos que actúan como guías de visitantes)
de San Pedro la denunció (en esa cárcel la mayoría de los taxis participan en el
extenso tráfico de drogas que hay dentro del recinto). Vivía en un cuarto en
anticretico de SUS 700 en Tembladerani, el cual no fue precintado ni confiscado
por Bienes Incautados, aunque el dueño ahora quiere que resuelva la situación
porque el marido suele llegar allí muy borracho. Irma tenía su hija con ella en la
cárcel hasta enero de 1999 cuando todos los hijos mayores a 6 años fueron
obligados a salir; entonces la chica fue a vivir con sus tíos maternos. En la cárcel
se mantiene lavando ropa de afuera y la mayor parte de su conversación es sobre
las disputas que tiene con las otras lavanderas. Aparte de eso se dedica a mascar
coca y tomar alcohol que hace meter de contrabando con la ayuda de su hija y
pequeñas coimas a los guardias de la puerta. Su marido la abandonó después de
unos meses de reclusión. El trabajaba como zapatero en la cárcel, le daba dinero
y preguntó “¿Para qué has hecho eso [llevar base]?” Casi no recibe visitas y
expresa con amargura que, cuando su hermana vino a Miraflores, no la visitó a
ella sino a otras presas que conocía de la cárcel de Obrajes, donde tambiéncumplió
una sentencia de 4 años bajo la 1008.
hicieron una histerectomía en 1989 ella estuvo clínicamente muerta por 5 minutos
y tuvo un encuentro personal con Dios. Su operación fue motivada por un cáncer
del cual dice que se curó tomando ajo y limón cada mañana. También cuenta
cómo su hijo menor soñó con extraterrestres y luego como ella se encontró con
ellos en una flota. Es decir, tiene una típica ideología hippie; OVNls, medicina
naturista, misticismo, etc.
Hacia finales de los 1970 su madre se metió en negocios dudosos y en
1982 fue detenida con 156 kilos de cocaína y SUS 4.000. Pero como este infortunio
ocurrió antes de la 1008, fue más fácil arreglarlo, aunque su costo (SUS 90.000 at
juez) acabó con las reservas familiares. A cambio consiguieron una sentencia de
2 años y ‘con internaciones’ en una clínica la sacaron de la cárcel después de 8
meses.
Tiempo después Solange se concubino con un argentino con antecedentes
de drogas. En febrero de 1999, fue detenida con él en posesión de unos 3 grs. de
cocaína (que según ella, para la FELCN pesaba como 5 grs. porque estaba en un
tubo de vidrio) y ‘una cantidad similar’ de marihuana. Dice que un hombre que
conocía a su concubino fue detenido y llevó a la FELCN hasta su departamento
alegando que ella y su pareja le habían vendido droga. A cambio de esta denuncia
el hombre fue soltado.
Solange dice que ellos fueron ‘pasados’ por rehusarse a dar el nombre
de su proveedor, aunque también dice que la FELCN quiso mandarla a un instituto
de rehabilitación y que fue ella quien se negó diciéndoles que quería dejar de
consumir cocaína. Sabía que en un instituto no iba a hacerlo y pidió ser mandada
a la cárcel ‘para rehabilitarme’. Dice que por eso sólo le pusieron ‘tentativa de
suministro’, el policía le dijo ‘es lo menos que te puedo poner’.
Después de 22 días en la FELCN llegó a la cárcel con ideas bastante
utópicas sobre lo bien que se iba a relacionar con las otras presas, aseverando ‘yo
no tengo prejuicios de clase’; aunque los términos en que trata a las demás (“Yo
no soy de tu clase,” “Tiene cara de empleada”, “estas indias”) tienden a desmentir
esto. Esta actitud empezó a cambiar cuando fue confinada en el calabozo (celda
de castigo en el sótano) por pelear con otra presa y se dio cuenta que realmente
estaba en la cárcel. Solange tenia un abogado particular (el mismo que defendió
a Rachel -ver infra-) quien asumió gratis su defensa ‘porque somos parientes
espirituales’ [compadres]. Recién ella le exigía solicitar ser remitida a un centro
de rehabilitación, pero esto ya no se concede después de que una ya ha sido
pasada a prisión.
Sus deseos de rehabilitarse no duraron mucho porque en junio de 1999
fue confinada por una semana en el calabozo por consumir cocaína que habla
70
comprado en la misma cárcel (de hecho, era M arina-ver el siguiente caso- que le
suministró la droga, aunque ella no era quien la introducía a la cárcel sino una
presa común, ex-funcionaria de Migración encarcelada por la venta de pasaportes
bolivianos en Kuwait). Solange también aprovechaba sus salidas a audiencias
para proveerse de cristal. Antes de fin de año Solange fue absuelta y su concubino
argentino sentenciado a solo 2 años, gracias a que el Juzgado Segundo de
Sustancias Controladas fue compasivo; gracias a que también ‘se puso billete’
(según referencias unos SUS 7.000).
2 Pueblo en la zona cocalera de Sud Yungas que tuvo bastante actividad de narcotráfico
en la década de los 1980.
71
sentencia) dijo que esperaba pasar varios años en la cárcel. Dice “He ganado
plata [del negocio de la droga] ¿por qué negarlo?” aunque también dice que ganaba
más de la venta de comida.
Actualmente dos de sus hijas están con su hermana y otras dos con la
hermana del marido. El marido quiso mandarles a un internado y ella, llorando,
tramitaba esto con las trabajadoras sociales de la cárcel pero a último momento
se opuso, para gran frustración de ellas. Ella piensa que si las mete al internado,
podrían reprochárselo en la vida posterior: aparentemente la internación es vista
como una denegación del deber maternal y paternal, y por teléfono y a través de
notas peleaba con su marido porque él favorecía esta solución. Siendo la única
acusada, su juicio3 avanzó con relativa rapidez, y en junio 1999 fue sentenciada
a 8 años.
3 En tanto que hay más co-procesados, el ju ic io tiende a alargarse m ás: hay más
confesorios, a veces los procesados piden am pliación (para aportar sindicaciones
adicionales entre ellos) y cuando se llega a los alegatos, el expediente tiene que pasar
de un abogado a otro hasta que todos los han presentado. Deberían hacer esto dentro de
tres días cada uno, pero si uno de ellos no se m olesta en hacerlo durante semanas y no
devuelve el expediente, o no lo va a recoger, no hay sanciones para él. Cuando hay
prófugos es necesario publicar edictos sobre ellos después del confesorio, que tarda
unas semanas si algún procesado lo paga de su bolsillo y tarda meses si ellos esperan
que lo haga el juzgado. En otros casos hay largos intervalos entre una y otra etapa del
ju icio , simplemente porque en el ju zgad o se lo programa así. En adición hay las
vacaciones ju d iciales y, si el fiscal o algún procesado apela el auto de procesamiento,
esto añade unos tres meses más antes de que la Corte lo resuelva.
73
Greta. Nació en 1969 en Potosí. Como sus padres se separaron muy pronto, ella
se crió con padrastros (su madre tuvo dos matrimonios posteriores) y hermanastros.
Durante buena parte de su adolescencia vivió en Buenos Aires (uno de los
padrastros era argentino), antes de volver a La Paz de donde orocede la familia de
su madre.
Terminó el bachillerato y, siguiendo las exigencias familiares, se inscribió
en la carrera de fisioterapia de la UMSA, pero la abandonó en el primer año para
74
irse de viaje con una amiga. Su madre supuso que se había ido con un hombre y
la obligó a casarse con su enamorado de entonces, aunque él ni siquiera la había
acompañado en el viaje. Resultado de esa unión tuvo una hija, aunque nunca
convivió realmente con su marido. Volvió a la universidad pero cuando su madre
se fue a trabajar a la Argentina, dejando a su cargo la casa y los hermanastros,
Greta otra vez la abandonó y esta vez para siempre.
Se entregó a la vida bohemia y hippie de los artesanos y mochileros
extranjeros de La Paz, lo que incluía ocasionales tratos de marihuana y cocaína,
a veces en cantidades (por kilo), pero ‘siempre con extranjeros’ por lo que nunca
tuvo problemas con la policía; considera que, a diferencia de los bolivianos, los
extranjeros al ser detenidos no tienen la costumbre de denunciar a otros.
Consumía cocaína casi a diario, pero no de forma exagerada. Parece
que a veces su mundo era bastante desordenado, porque se vio involucrada, aunque
no detenida, en un proceso por un homicidio ocurrido en el curso de una fiesta
(ella estaba durmiendo cuando ocurrió la muerte, también de un extranjero). Tiene
numerosos amigos encarcelados, no sólo por la 1008 (incluido entre ellos otro
ex-concubino suyo) sino por delitos que van desde estafa, hasta violación e incluso
el secuestro. En ocasiones vivía en Santa Cruz, en el campo que Te encanta’.
Como artesana trabajaba haciendo macramé o muebles de bambú, y también a
veces como peinadora y como promotora de ropa deportiva.
En marzo de 1998 había vuelto a juntarse con su concubino (no el padre
de su hija), de quien estaba separada. Para festejar el cumpleaños de él, habían
salido juntos a comprar una botella de vino y algo de cocaína, cuando al pasar por
la UMSA se encontraron con dos de los vendedores callejeros que frecuentan la
universidad. El concubino había salido llevando unas onzas de marihuana en su
maletín, junto con varios sobres de papel preparados para repartir la marihuana y
venderla al rato. Ya habían realizado unas transacciones de este tipo y compartían
una pipa con los vendedores, quienes en ese rato no tenían yerba y más bien
estaban buscando para su consumo. Los vendedores en cuestión eran conocidos
de la FELCN, donde habían estado detenidos pero soltados o remitidos a centros
de rehabilitación en anteriores ocasiones. Esta vez la FELCN los detuvo casi
inmediatamente después de tratar con Greta y su concubino y, como de costumbre,
pidieron que denunciasen a cualquier otra persona involucrada. Ellos señalaron a
Greta y a su pareja que se encontraban a pocas cuadras esperando movilidad para
ir a su casa. La FELCN sólo encontró marihuana en posesión de ella (lo registraron
como 40 grs., aunque ella dice que era menos; en una entrevista referida con
pseudónimo en La Razón, mayo 1999, aseveró que eran sólo 2 grs.) y no unos
sobres de cocaína que también tenía (los encontraron al devolverle su chauchera
en el momento de pasarla a la cárcel y ya no fueron incluidos en el expediente'
pero eso bastaba para pasarla a la cárcel, lo mismo que su concubino y los do!
vendedores. Los cuatro hicieron declaraciones contradictorias referentes a quiér
vendió a quien; Greta no presentó testigos de descargo; uno de los vendedores
trajo dos vecinos que en vez de defenderle coincidieron en decir que sabían poi
referencias que él vendía drogas, y esto le desanimó a ella, pensando que sus
potenciales testigos harían lo mismo. Tampoco le favoreció el hecho de que c
concubino había estado en San Pedro por la 1008, aunque salió absuelto, y que
según la declaración de él había ‘caído a la FELCN unas veinte veces’. Afines d(
marzo de 1999 ella y los dos vendedores recibieron sentencias de 8 años cade
uno, mientras el concubino, que encabezaba el caso, recibió 10 años. E l
requerimiento fiscal era de 10 años para todos. Carece de dinero aparte de lo que
obtiene de unos tejidos de lana y otras artesanías que hace de modo intermitente;
eventualmente se incorporó también a la lavandería, pero no persistió allí.
respondió mandándoles al Beni para buscar a varias personas que resultaron estar
muertas. No lograron incautar sus bienes por estar en nombres de otros, ni los
SUS 700 que en el momento de su detención, que tenía ocultó en su cono y que
más tarde pudo mandarlo con su abogado, al igual que sus joyas.
Después de 2 meses fue pasada a la cárcel de Obrajes de La Paz. Allí
obtuvo salidas judiciales para encontrarse con su marido y juntos sobornaban a
su escolta para que ‘no les moleste’; es decir, para que no les vigile de cerca. Fue\
de ese modo que logró fugarse, y esto a los pocos días de estar sentenciada a 15
años (aunque lo que ella repite y enfatiza es 25 años del requerimiento fiscal).
Después de estar 8 meses prófuga en el Brasil recibió el mensaje de que su madre
estaba en estado de coma y, sin disfrazarse, ni siquiera teñirse el pelo, volvió a
Guayaramerín donde fue reconocida y recapturada.
En Miraflores se metió con otro ‘marido’, un abogado de quien se
embarazó en la cárcel (primero en 1998 pero sufrió un aborto natural y de nuevo
en 1999, también desafortunado por el parto prematuro de un niño de 6 meses
que murió). A través de sobornos en la Corte de Distrito en La Paz el ‘marido
abogado’ hizo reducir su sentencia a 5 años y 4 meses y fue a Sucre con ese
requerimiento fiscal. Aunque su fuga añadía 2 años más a su sentencia, dice que
esto no importa, es concurrente con la otra sentencia, y que en todo caso los
sobornos no son muy costosos (la rebaja en la Corte de La Paz la obtuvo por $US
1.000 y en Sucre costaría SUS 2.000). En tanto que su expediente fuera devuelto
de Sucre esperaba salir con libertad provisional, aunque en julio de 1999 cuando
cumplió 4 años en la cárcel este aún no había vuelto (en teoría, con una sentencia
de ‘5 o 4 años’, hubiera podido obtener la libertad provisional después de 2 años
y 8 meses; además queda el hecho de que los que se han fugado no tienen derecho
a este beneficio).
Según ella, ‘todo es dinero’ y por este motivo los verdaderos traficantes
reciben las mismas sentencias que los que caen con cantidades mínimas. Pero, no
obstante, el dinero no lo puede todo, ya que a principios del 2000 su expediente
llegó de Sucre con una sentencia de 10 años. Ella dispone de dinero y no hace
absolutamente nada en la cárcel, sino que contrata otras presas sin dinero como
empleadas que le lavan y cocinan; en 1998 pasó preste de la fiesta carcelaria de la
Virgen de las Mercedes (24 de septiembre) con mariachis en la víspera y Iechón
para todas en el día de la fiesta.
4 Resulta que en el pasado este tío fue rescatador de base que compraba de Claudina y su
marido (ver prologo).
78
5 Que significa cierto capital: el paquete de 100 tarjetas de a lOBs cuesta algo menos que
1 OOOBs, y se vende cada tarjeta a 1 lB s , pero es preferible tener capital para dos paquetes,
para mandar comprar uno mientras se vende el otro. Caso contrario, uno suele quedar
sin tarjetas mientras se espera el nuevo paquete.
los 21 años después no ha vuelto más. Tiene seis hijos vivos, que en 1995 tenfl
17, 14, 10, 9, 4 y 2 años, aparte de unos cuatro que murieron en la infancia. E
Santa Cruz ella era una vendedora ambulante, ofreciendo arroz y plátanos en ur
carretilla, lavaba ropa para otros y trabajaba como cocinera en bodas y fiesta
mientras su marido tenía trabajos eventuales en una barraca y los fines de semat
atendía como mozo en unos restaurantes en cabañas al lado del río en Yapacar
En algún rato habían acumulado suficiente dinero como para comprar un lo
donde construyeron su casa en un barrio periférico de Santa Cruz, pero la FELC
no se enteró de esto porque, debido a sus constantes peleas matrimoniales,
habían pasado a nombre de sus hijos. Fueron detenidos en Bulo Bulo en mayo c
1995, habiendo ido allí para tratar con un carpintero que estaba haciendo un<
catres para ellos. Ella me ha prestado su expediente y vale la pena resumir l<
datos de sus co-procesadas antes de tratar de la detención misma.
Las otras dos detenidas son mujeres. Una nació en 1973. Huérfana, r
conoció a sus padres y fue criada en un orfelinato en La Paz, de donde se escap
a los 8 años con una señora que la llevó a Cochabamba. Allí vendía pan y trabaja!
como empleada doméstica de la señora. Después se fue a Ivirgarzama y luego
Bulo Bulo, donde se concubino con un ayudante de carpintero. Su casa (o mej<
dicho cuarto), que es donde ocurrió la detención, estaba al lado de una escuela
por ese motivo ella puso un puesto de dulces en la puerta. Cuatro días antes de si
detenida dio a luz a su primogénita, una hija; estaba todavía con hemorragia c
posparto y no salía de la casa. La otra procesada nació en Potosí en 1960. S
padre murió antes de lo que ella recuerda y su madre cuando tenía 7 años. Oti
familia la adoptó como sirvienta. Ella escapó a los 12 años debido a los malí
tratos y se fue a Tarija. A los 13 volvió a Potosí y de allí a Santa Cruz. A sus 2
años se casó y tenía 5 hijos, pero todos se murieron. En 1993 su marido murió c
un accidente de tránsito. Ella se mantenía como vendedora de fruta y lavandera
se trasladó a Yapacaní. Según ella, llegó a Bulo Bulo el día antes de la detenció
porque le habían dicho que una tía suya vivía allí, pero no la podía encontrar.
Las declaraciones policíacas y de los procesados coinciden en que fuero
detenidos en el cuarto al lado de la carpintería, pero aparte de eso no coinciden e
nada. Según los policías, a las cinco de la tarde vieron cuatro personas bajar d
una flota procedente de Yapacaní, portando bolsas sospechosas de polietilen
negro. Corrieron a la casa en cuestión (estaba lloviendo). El policía que les vi
llamó a una patrulla de UMOPAR. Ingresaron a la casa, donde las tres mujer*
estaban pelando alverjas y el hombre tomando su té. Ellos decían no saber ñadí
la patrulla requisó el patio detrás de la casa y en el chume encontraron 17 bidón*
de 5Lts. de amoniaco cada uno, entonces les detuvieron a los cuatro. Según le
80
pagando sus estudios con un trabajo como ayudante de zapatería, sus hijos se
encuentran allí: una con la madre del marido (la abuela paterna, suegra de Delfina),
otro con un hermano de la madre de Delfina, y otros tres (una mujer y dos varones)
con la hermana del marido. El menor de todos a veces vivía con su padre en San
Pedro y pasó cierto tiempo con Delfina en Miraflores. La suegra la visitó un par
de veces pero, siendo de edad, se cayó en las gradas de la cárcel y después no
volvió más. Delfina dice que antes era trabajadora pero sus experiencias en la
cárcel le han quitado toda gana de hacer algo y ahora se dedica ‘a dormir y a
mascar coca’.
cuello, de eso murió” mientras su padre murió kharsuta (atacado por kharisiri)
en el curso de sus viajes a Yungas. Ella fue recogida por una tía. Sólo estudió
hasta tercero básico y dice con referencia a las letras ‘ya no veo’, por lo tanto no
puede leer su expediente, aunque dice que antes de que se arruinara su vista leía
bastante como para ayudar a sus hijos con sus tareas. Siendo adolescente fue a
Caránavi donde la tía tenía un lote. A sus treinta años se casó con su actual marido
y ellos se metieron a trabajar en el nuevo lote de él, sembrando arroz, plátanos y
café. Pero las tropas de chancho de monte destruyeron los sembradíos de arroz,
las hormigas chaka (corta-hojas) dejaron peladas a las plantas de café y apenas
estaban amarilleando los plátanos cuando los comieron los pájaros uchi. Ella dijo
“¿Para qué trabajar para nada?” y convenció al marido para que vendiera el lote.
Con el dinero ellos iban a Desaguadero, el pueblo de él. Allí ella ‘no hacía negocio’
(parece que refiere al contrabando en general, incluyendo al de sustancias
controladas) sino que iba al Perú, a veces hasta Juliaca, a traer verduras (papa,
choclo, etc.) que vendía en Desaguadero. A veces traía también de La Paz.
Fue detenida en febrero de 1999 al ser encontrada con 18Lts. de acetona
en su puesto. Lo había dejado una peruana, junto con una nota con su dirección
en Juliaca para que Brígida le buscara en caso de llegar allí. Esto fue señalado por
la Fiscal del juzgado como prueba de contrabando habitual de precursores. Sin
embargo, Brígida dice que la acetona era de su cuñada (esposa del hermano de
ella; el hermano vivía en La Paz pero ahora está muerto), que ‘maneja’ (trafica
con precursores) y mandó a la peruana a la casa de Brígida. Tampoco era la
primera vez que la había utilizado para almacenamiento temporal de precursores.
Al ser detenida, Brígida hizo denunciar a la cuñada con su hija mayor (de 14
años; tiene otra hija de 11 y dos hijos de 9 y 7 años) y ésta fue detenida, pero
soltada después de 15 días en la FELCN. Brígida piensa que logró la libertad
pagando SUS 2.000 - ‘ella tiene plata’- pero dado que la cuñada no fue detenida
en posesión de sustancia controlada alguna, es posible que supiera sortear las
acusaciones, y el hecho de que Brígida declaró que el precursor pertenecía a la
cuñada no hubiera incidido mucho, ya que es general que los detenidos por la
1008 digan que la merca en cuestión era de otra persona y no de ellos. En su
confesorio seguía insistiendo que la acetona era de la cuñada y preguntó “¿Por
qué la han soltado?” y en julio de 1999 otra detenida (arrestada en su casa junto
con dos hermanos suyos y su marido con 207Lts. de ácido sulfúrico7 y que conoce
7 Ella dice que el precursor perteneció a uno de sus hermanos que lo había traído a la
casa de ella y su marido; el otro hermano se encontraba allí casualmente, de visita, y no
tenía nada que ver. Ella tenía un antecedente de detención en la FELCN de Cochabamba,
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entonces quizás no era tan inocente. E l hermano dueño del ácido declaró en la FELC N
que era suyo y que los otros no tenían responsabilidad alguna, pero no obstante todos
fueron pasados a la cárcel. Se puede imaginar el impacto económ ico y social de estas
detenciones en sus familias, pero esto es lo que menos importa a las autoridades policiales
y jurídicas. En septiembre de 1999 el marido de ella fue absuelto, pero tanto el hermano
que había asumido la culpa com o el otro fueron sentenciados a 10 años y ella recibió 6
años y 8 meses por complicidad.
mujer dueña del bulto, y detuvieron a Dora y Petrona. Fueron pasadas a la cárce
bajo el artículo 51 (suministro). La dueña del bulto no figuró en el caso, ni siquier*
como prófuga, y Petrona pensaba que ella había pagado a la FELCN para que nc
le persigan más, aunque es posible que los policías omitieran mencionarla par*
no demostrar su incompetencia en no haber podido alcanzarla. De todos modos
parece que la FELCN dio poca importancia al caso porque ninguno de ellos se
presentó cuando estaban llamados a las audiencias para ratificar. Dora pensaba
que esto significaba que las dos iban a ser absueltas, aunque resultó que ella tenía
antecedentes policiales (ciertamente, de giro de cheque en blanco y similares, no
de la 1008) y cuando intentó presentar testigos de su supuesto empleo en el Hos
pital General, nadie allí le conocía. Petrona lamentaba haber ‘caído a la boca del
lobo al aceptar la amistad de Dora y creer lo que ésta le decía. Su requerimiento
era de 10 años para Dora y 6 para Petrona. De todos modos, cuando fueron
sentenciadas a principios de septiembre 1999, Petrona fue absuelta mientras Dora
recibió 5 años y cuatro meses. Petrona seguía trabajando como costurera ert la
cárcel y al salir pensaba hacer lo mismo, y dedicarse a financiar el estudio de sus
hijos, que por ese entonces habían entrado el uno en la Carrera de Derecho y el
otro en Comunicación Social.
‘como el otro’ con el cual se iba a fugar, pero tal amigo no apareció y al recibir la
sentencia ella se contentó con la idea de cumplir la mitad de su sentencia, obtener
libertad condicionaleirse de Bolivia, un país que (como es comprensible, habiendo
conocido sólo el soroché, la FELCN y Miraflores) odia a más no poder. Dice que
su único interés es volver a su país y casarse (con un hombre, por supuesto)
aunque también dice que después de caer como traficante, tendrá que estar
‘tranquila’ durante un año y de allí se puede volver al negocio, aunque jura que
“Nunca más con nigerianos.”
%
-t'
1
CAPÍTULO 2
Cuando yo llegué a Miraflores, en abril de 1998, había unas 60 presas y entre diez
o doce niños. Dos años después, este número había subido a entre 90 a 100 adultas
y entre 22 y 25 niños. Se convirtió lo que inicialmente era el comedor (para
consumir la comida, diferente a lo que se conoce como ‘comedor’ que es donde
se recibe el rancho y que en ese momento funcionaba como taller de artesanías y
sala de planchado) en la celda B10 en mayo de 1999. Luego el hall también se
convirtió en celda. Como consecuencia, aparte del taller de tejidos en el patio,
cuyo uso está permitido sólo a ‘las del área educativa’ inscritas en los cursos de
tejidos, el único espacio común que persistió es el comedor-cocina, que también
tiene que servir como cuarto de planchado para las lavanderas, capilla para misas
y ‘cultos’ evangélicos que algunas presas celebran entre ellas o con la asistencia
de un pastor, taller de pintura en tela y otras artesanías. Además sirve como una
especie de sala para las que quieren sentarse a tejer o charlar fuera de sus celdas
en vez de ir al patio.
Las artesanas tienen que llevar y traer sus materiales consigo o sino trabajar
como puedan en sus celdas. La celda grande que antes era comedor fue asignada
a las lavanderas. Allí viven unas 7 u 8 personas junto con mesas de planchar y
montones de ropa lavada. Los niños pasan el tiempo jugando en el patio, el comedor
y, sobre todo por las noches, en los pasillos. No hay una guardería como en Obrajes
que también tiene una cocina de rancho para ellos: los niños de Miraflores tienen
que ser alimentados por sus madres.
A diferencia de San Pedro o Chonchocoro, no existe una biblioteca y
mucho menos salas de clases. Después de que el hall pasó a ser celda, las clases
de instrucción jurídica, GEMA, contabilidad y otras que se ofrecen tienen que
desarrollarse en el comedor de internas, el comedor de policías o alguno de los
92
‘puta’) “ ¡Que cochinas!” Muchas demuestran unas muecas de asco u náusea mortal
si encuentran heces flotando en la tasa, reacción curiosa para cualquiera que se
haya acostumbrado a utilizar los baños públicos en Bolivia.
Para mediados de 2000 había 7 celdas en el Pabellón Ay 10 en el Pabellón
B, más el hall. Su tamaño varia aproximadamente entre 1.5 x 2mts hasta unos 5 x
7mts y son compartidas por 3 o (excepcionalmente) 2 personas en el caso de las
más pequeñas, y hasta 10 e inclusive 12 en el caso de las más grandes. Cuando
hay 12 personas incluye a 2 que duermen en el piso. Para mediados de 1999 se
agotó la reserva de catreras metálicas y desde entonces las nuevas tienen que
dormir en colchones sobre el piso hasta que alguien salga en libertad y puedan
ocupar su catre. Los catres pueden ser colocados uno encima de otro, generalmente
son dos y ocasionalmente tres; Seguridad decía que eventualmente todas tendrían
que estar ‘con tercer piso’ pero esta intención fue frustrada por la falta de catreras.
Cuando están colocados en forma vertical el espacio entre lechos es de unos
40cm, por lo tanto no es posible sentarse recta en los catres de abajo; entonces la
de encima ofrece mejores posibilidades para sentarse y trabajar pero a la vez no
es preferido por el esfuerzo que representa el subir (no hay escaleras sino hay que
utilizar un taburete o subir como se pueda por el mismo catre).
En la cárcel de varones de Chonchocoro, cada interno recibe un ropero
metálico con llave para sus partencias. En Miraflores algunas celdas tienen roperos
construidos en la pared, evidentemente de los tiempos de la clínica, pero otras
carecen de ellos. Entonces las internas tienen que amontonar sus pertenencias (y
algunas tienen enorme cantidad de ropa y otros trastes) debajo de los catres, en
los pocos espacios que quedan entre ellos, colgarlos en clavos, repisas improvisadas
o cajas pegadas a la pared, cuando no discuten cómo compartir el ropero si lo hay.
Como adornos adicionales se encuentran osos de peluche, afiches de
cantantes, almanaques y estampas religiosas y con menos frecuencia, fotos de
familiares. Es evidente que el hecho de que todas las pertenencias estén a la vista
en el mismo espacio facilita la tarea a las que quieren robar a las otras, y la
disposición del espacio es otra fuente de discusiones. Cada vez que se cambia de
celda hay que trasladar todos estos objetos, que en algunos casos incluyen sillas,
mesas y estantes si es que han obtenido permiso de la Gobernación para tenerlos.
Los otros objetos que nunca deben faltar en una celda son una radio o
grabadora y uno o más televisores. Las internas no viven sin la televisión, pero a
la vez su miserable nivel económico significa que generalmente sean muy viejos
aparatos, en blanco y negro, que sufren constantes desperfectos y son alquilados
o prestados entre una y otra para que cada celda pueda gozar de este imprescindible
beneficio de la vida moderna. Los televisores y las radios suenan desde las 08:00
94
hasta que se corta la luz a las 23:00 o más tarde. Varias internas consideran que la
manera de combatir los gritos de los niños y la bulla de la radio de la vecina,
puesta en una emisora que no le gusta a ella, es prender su propia tele o radio en
el canal de su preferencia y aumentar el volumen. Sólo se callan en el día cuando
hay cortes de luz (frecuentes, porque las conexiones de luz, al igual del
alcantarillado, datan de la construcción de la clínica en los años 1950 y están en
mal estado). En mis primeros meses comenté a Claudina, cuando había un corte,
qué alivio era pasar unas horas sin música ni el ruido de telenovelas. Ella me
respondió con desprecio: “Vos tienes otra costumbre. A nosotros nos parece triste
sin radio... muerto.”
Aunque durante el día ruido es sinónimo de vida, en la noche se exige
silencio total. Algunas internas duermen aunque la luz esté encendida, y (al igual
que con muchas personas afuera) parece que la tele funciona con un somnífero,
porque prenden una película y luego empiezan a roncar, pero otras son más
exigentes: termina su telenovela a las 22:00 y sacan el foco de luz para obligar a
todas las demás a compartir la oscuridad y el silencio. Algunas se quejan de la
compañera del catre de arriba o abajo que da vueltas en su lecho (“Ella no deja
dormir”) o que se levanta para ir al baño. Una comentaba que entrar al baño de
; noche demostraba que una no había sido criada correctamente y recordaba cómo
ella, afuera, disciplinaba a su hijo de seis años:
" “Si pide en la noche, ‘Mamí, quiero desaguar’, ‘No’. Otra vez, ‘Mamí,
quiero ir al baño’. ‘No’. Recién, a las seis de la mañana, ‘Sí, puedes ir’. Sale
j disparado al baño.”
Aunque es difícil creer que esta táctica produciría más que un niño
habituado a orinar en su cama, se relaciona con las condiciones de pobreza ur-
> baña donde si es que hay un baño probablemente se encuentra al otro lado del
patio compartido, cuando no es un baño público en la otra manzana, o el ‘baño’ es
un lote vacío a varios minutos de caminata; se echa llave e incluso candado a la
puerta calle en la noche, y no es raro que personas que viven en estas condiciones
evitan comer o tomar cosas que ‘aflojan el estómago’ en la tarde para no tener
' ' que salir de noche, entrenando sus tripas a funcionar sólo de día. También tiene
ty y que ver con un origen social campesino o de clase baja urbana donde se levantan
f temprano por la mañana. Pero hay otras internas de origen más pequeño-burgués
que se acostumbran mirártele hasta tarde y luego dormir hasta las 08:00; ellas no
se quejan de las que ‘caminan toda la noche’ sino de las que se levantan y empiezan
a caminar a las 06:00 o 07:00.
Aparte de las desavenencias referentes a medios de comunicación y
horarios de actividad, hay problemas sobre la limpieza. El nivel de vigilancia de
95
‘las sargentos’ (el personal femenino de Seguridad) varía según las obsesiones de
cada policía: algunas van a anotar ‘conducta’ de la interna porque encuentran un
plato sin lavar en su celda o porque ha dejado una manta o una chompa encima de
su cama, otras se desentienden de estos detalles, de la misma manera en que
algunas riñen a una presa si hay un mero olor de cigarro en su celda alegando que
está matando a los niños que viven en el penal, mientras otras ignoran hasta a la
que pescan con el cigarro mismo encendido. Sin embargo, la mayoría de las presas
han internalizado la idea de que hay que estar lustrando constantemente el piso y
arreglando el cuarto y algunas (sobre todo las que tienen tendencias compulsivas-
obsesivas) imponen reglas rígidas a sus compañeras, alzando el abrigo de la otra
si se atreve a colgarlo al pie del catre, prohibiendo peinar el cabello dentro de la
celda, quejándose constantemente de la otra que ‘no sabe barrer’, poniendo cera
hasta a pisos de hule, y llamando histéricamente “ ¡Sargento!” si descubren que
otra ha dejado caer una gota de agua al piso encerado formando una mancha
blanquecina o, peor aún, ha entrado desde el patio y dejado una huella de su pie
mojado.
Es cierto que el hacinamiento obliga al constante recogimiento de las
pertenencias de uno, caso contrario el espacio mínimo de la celda se haría inhab
itable, pero en afuera hasta las casas más burguesas sólo ponen cera al piso cada
quince días, y es evidente que la mayoría de las presas no vivían en el tipo de
casas que tienen piso machihembrado, sino de tablas comunes que no son pulidas,
de cemento o con pisos de tierra. Además, después de realizar el encerado, para
que no se manche, se procede a tapar el piso con periódicos pasados o diversos
trapos viejos, sobre los cuales se debe patinar, lo que no mejora en nada el aspecto
del cuarto. Pero lo importante es que el piso brille y que haya olor a cera (‘me
gusta el olor a cera’), no importa que parezca un basurero.
Cuando se estableció la celda B 10, su piso estaba manchado debido a su
anterior uso como taller; las flamantes ocupantes se distribuyeron secciones del
piso entre ellas y se pusieron a frotarlas enérgicamente con virutilla hasta sacar
todas las machas y proceder al encerado. Siendo una de ellas, yo preguntaba por
qué era necesario tanto esfuerzo. Respondían que era ‘para que sea bonito’. Mi
respuesta que ‘esta es una cárcel ¿qué va ser bonita?’ encontró incomprensión.
La misma idea fue expresada por las policías que recomendaban a nuevas internas
comprarse ‘algo elegante’ como por ejemplo un cubrecama con volantes para
aderezar su lecho, o las compañeras de celda que deshacían mi cama ante un
representante de Régimen Penitenciario para demostrar que (como es habitual
entre los campesinos con quienes yo me he socializado en Bolivia) sólo utilizaba
frazadas y ninguna sábana.
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Es evidente que hay un factor de clase aquí - aunque casi todas las presas
son de clase baja o máximo, pequeñas burguesas, se debe imitar el arreglo
doméstico de la clase media - pero esto se queda en un nivel implícito. La
justificación discursiva, en bocas tanto de Seguridad como de las internas, es
‘somos mujeres’: el cuarto desordenado o insuficientemente ‘bonito’ ‘no parece
cuarto de mujeres’.
Estos puntos refieren a lo que podemos denominar el orden doméstico
cotidiano. Luego vienen los problemas de carácter, los niveles de imposición o
sumisión que cada persona exige o tolera, la existencia de posibles problemas
anteriores (como el haber denunciado a la otra, y también haber sido ambas amantes
del mismo hombre, que es sorprendentemente frecuente dado el número reducido
de internas) y el ser buzo o chismosa, yendo con cuentos a Seguridad o sino a
otras internas sobre lo que hace o no hace la compañera. También es difícil, por
ejemplo, convivir con una evangélica fervorosa que gusta mirar el Canal Cristiano,
escuchar prédicas emocionales y llorosas en la radio, y hasta se pone a ‘orar’ a las
02:00, si uno no comparte su fe. Los niños también juegan en las celdas, a veces
con juguetes inapropiados para un espacio interior como flechas o pistolas de
agua, y varias madres dejan en la cama a los que todavía no saben caminar a
llorar a gusto mientras ellas ‘están haciendo’ en la lavandería o la cocina, sin
hablar de los llantos nocturnos (que a veces molestan más a las vecinas que a la
madre que duerme en la misma cama; será que por escucharlo todos los días una
se vuelve sorda) y el perfume de los pañales sucios y de algunos niños mayores
que no siempre se molestan en entrar al baño para defecar. Cuando los que sí
caminan pelean entre ellos, cada madre toma parte de su hijo y pelea con la otra
madre, y si el hijo daña las pertenencias de otra interna, el hijo no tiene la culpa
sino la otra por el hecho de haber poseído algo que el niño podría dañar.
Sin embargo, Gobernación reserva el derecho de asignar a celdas y cambiar
a individuos o a la totalidad de la población en el momento que le da la gana.
Suele imponer cambios a lo menos cada tres meses. Si una interna se opone
totalmente a vivir en la misma celda con otra con quien no congenia puede evitarlo,
y también puede intentar que se la mantenga junta con su amiga íntima, pero por
lo general no es posible escoger en forma positiva a las personas con quien una
tiene que vivir. Los cambios de celda se utilizan habitualmente como castigos
(p.e. por haber sido encontrado borracha, por haber peleado con otra interna sea
compañera de celda o no, por ‘falta de respeto’ a Seguridad, etc.) y evidentemente
en este caso, cuando sale del calabozo la castigada será mandada a una celda
menos deseable para ella que la que actualmente ocupaba. En tanto que es más
grande una celda es menos deseable, porque aunque el espacio es más amplio es
97
aún más difícil encontrar una vida apacible con siete o ocho personas a quienes
no se ha escogido que con dos o tres. La celda más grande del pabellón A es
asignada habitualmepte a las nuevas y a castigadas. Las internas de Miraflores
envidian muchos-aspectos de la vida en las cárceles de varones, sobre todo San
Pedro (libertad referente a trago, drogas, sexo, visitas en el interior de la celda y
no sólo en el patio, no se apaga la luz, etc.) pero lo que quizás más se envidia es
que allá uno puede comprar su propia celda —las mejores, que se asemejan a
mini-departamentos, cuestan hasta miles de dólares, pero también hay en sumas
como $US 200 que no son tan difíciles de reu n ir-y allí vivir a solas, limpiar o no
como se quiere, y si uno comparte, es sólo con la persona que uno invita a hacerlo.1
El resultado de las condiciones de Miraflores es que es un panóptico, bajo los
ojos no de los guardianes sino de las otras presas.
LOS BUZOS
'particular’ y sé pagaba por semana como en un hotel. Para estas personas, ser
buzo es una manera de mantener la imagen que tienen de sí mismas. Pueden ser
de pollera o de vestido, pero generalmente tenían cierto caudal económico fuera
del penal y suelen estar por algún tipo de fraude (estelionato, falsedad material o
ideológica, giro de cheque en descubierto, etc.). Son delitos que implican el
manipuleo de otras personas, y el observar y delatar las actividades de los demás
es otra forma de manipular y demostrar su poder sobre los demás.
Otro tipo de buzo representa el otro extremo. Fuera de la cárcel ella era
socialmente marginal - típicamente no tenía casa propia, dormía en los
alojamientos más baratos cuando no en la calle, y padecía de las otras taras de
personas en esa posición, como no tener contacto alguno con su familia y
desempeñar oficios despreciados como la prostitución casual en una tarifa mínima
(que a veces se reduce a un lugar donde dormir esa noche a cambio de sexo). Ella
no tiene una imagen de sí misma a qué mantener y tampoco ha sido halagada por
alguien en su vida. El hecho de que las policías la feliciten cuando les informa
sobre lo que hacen las demás y quizás le invitan sobras de su comida, ropa usada
para su guagua o le favorecen dando alguna oportunidad de ingreso como por
ejemplo unos meses como ‘taxi’ (la presa que espera en el pasillo de entrevistas y
llama a las que tienen visitas, cobrando IB por llamada) es confundida por ella
con una estimación genuina. Lo genuino de esta estimación, sin embargo, se
observa cuando la sargento cuyos ‘ojos’ ella era decide cambiarla de cuarto por
conveniencia suya y ignora totalmente sus ruegos de clemencia, pero dado que
estas mujeres han sido maltratadas y excluidas toda la vida, tales experiencias no
bastan para convencerlas que deben dejar de ser chupa medias de Seguridad.
Casi siempre están por el comercio callejero de cantidades ínfimas de base de
cocaína en las zonas rojas de La Paz.
Los buzos más habituales y dañinos suelen ser reincidentes. Ya conocen
el mundo de la cárcel y lejos de negar su pertenencia a ella, se dedican a sacar las
migas que pueden dentro de esa situación. Estas ‘bucean’ de manera enteramente
consciente con fines de obtener beneficios y/o salvarse ellas mismas de un castigo.
Mientras es posible que buzos de los dos primeros tipos ni toman ni se drogan, o
sólo ‘se sirven’ un vaso de trago en la fiesta, la buzo-reincidente puede seguir
consumiendo base, alcohol y otros dentro de la cárcel y hasta venderlos ella misma.
Una forma de lograr esto es coimear a los guardias, pero si resulta que otros
aparte de los coimeados para facilitar la entrada de sustancias prohibidas la pescan
in flagrante, ella está dispuesta a comunicar los nombres de todos los demás que
han recibido drogas de ella dentro del penal, o sino hasta programar una cita con
la persona que le vende (sea interna o alguien de afuera) de tal forma que esa
99
persona pueda ser arrestada. También se dedica a ‘ir con cuentos’ donde Seguridad
para que le den fkvores como salir sin orden judicial a hacer compras, permitan la
entrada de supareja sexual, la nombren encargada del kiosco de refrescos y
similares. Un buzo de este tipo (reincidente de la 1008, aunque en este caso no
traficaba drogas dentro de la cárcel sino sólo influencias y favores) intentó
reclutarme a mí, indicando que si yo quería que la Gobernadora escribiera informes
para mi juzgado con el contenido que yo desee, yo debería subir a su oficina y
ofrecerle ‘colaborar en todo dentro del penal’. Se debe notar, pero, que los favores
obtenibles se limitan a pequeñas preferencias en el contexto de la vida carcelaria,
como permitir que su hijo aunque mayor de la edad reglamentaria venga a vivir
con ella por periodos más o menos largos, o no ser cambiada de celda excepto
cuando ella quiera; de ninguna manera se extienden a reducciones de sentencia o
recibir la libertad provisional con mayor rapidez, y al igual que en el anterior
caso, si la buzo llega a presumir sobre los ‘permisos’ que ella tiene o publica sus
relaciones con Seguridad, esos beneficios son cortados.
Finalmente están las que no intentan ser buzos y de hecho no son
denominadas como tales, sino ‘deschapadas’. Puede ser que en otros ratos
colaboren en encubrir las infracciones de sus compañeras, pero luego cuando
discuten sobre alguna deuda, un insulto u otra trivialidad se ponen a gritar todo lo
que saben sobre la otra —“ ¡Vos vendes alcohol!” Comunican sin preocupaciones
que en la fiesta había cocaína y N.N. le vendió, o se ponen a hablar sobre lo que
ha hecho Zutana y Mengana sin pensar en quién puede estar escuchando. O sino,
cuando ella es encontrada participando en algo indebido y recibe un castigo, trata
de conseguir su levantamiento indicando que ella no era la responsable sino Fulana,
aunque a veces desde la perspectiva de Fulana es la deschapada quién les delató
por su comportamiento - nerviosidad evidente, respondiendo de manera confusa
a las preguntas de las policías, corriendo de manera muy obvia a ocultar el objeto
prohibido... el resultado de todo esto es que, debido a la constante presencia de
otras personas muchas de las cuales no son de confianza, es necesario esperar
días o a veces semanas antes de poder hacer algo que quebrante las reglas o
incluso tener una conversación privada con otra presa, y de todos modos las
delaciones son constantes.
Está prohibido que los presos tengan teléfonos celulares, pero en San
Pedro muchos los tienen porque no son denunciados y pueden conseguir usarlos
en privacidad; en Miraflores, pero, aunque unas tres presas lograron introducirlos,
era inevitable que serían escuchadas utilizándolos por algún buzo, delatadas y
castigadas con el decomiso del aparato y un rato en el calabozo, y nadie más
intentó meter uno.
100
Muchas presas llegan solas a la cárcel (sus co-procesados son varones, o sino por
algún motivo mandan una procesada a Obrajes y otra a Miraflores). Incluso cuando
llegan juntas, las co-procesadas en vez de apoyarse mutuamente tienen malas
relaciones debido a que una considera que la otra ‘tiene la culpa’ y se amenazan
con denuncias mutuas. De hecho, además, las co-procesadas raras veces son amigas
sino tienden a ser parientes afines (más comúnmente, cuñadas o concuñadas).
Aunque la colaboración laboral entre afines es habitual en Bolivia, también lo es
la hostilidad y la sospecha, y es este segundo aspecto del parentesco por matri
monio el que sale a flote en la cárcel.2 Aunque la nueva interna llegue sola, no es
raro que encuentre varias conocidas suyas allí. A veces eran buenas amigas antes
pero es más frecuente que han tenido algún trato anterior dentro del negocio de
las drogas, contactos comerciales sin una relación social más amplia. Dado que la
mayoHajle^las internas no sólo intentan negar o minimizar sus actividades
delincuenciales sino también buscan presentar una imagen de virtud femenina
intachable, no le agrada la presencia de alguien que conoce su vida de afuera y
sabe que, lejos de ser esposa fiel y recatada, el padre de sus hijos no es quien ella
dice o sino el hombre en cuestión siempre ha rehusado reconocerles, ella tenía
varios amantes, era una borracha que frecuentaba los boliches y hasta practicaba
la prostitución, o que el corte en la cara que, según ella, fue resultado de haber
resistido un intento de violación, es el recuerdo de un cliente con quien ella tomaba
y se drogaba toda la noche para luego intentar negarse al pago en forma de sexo
y como consecuencia la arrastró detrás del mostrador del bar, la violó y le cercenó
la cara. Las ‘amistades’ de afuera, entonces, más tienden a convertirse en broncas
dentro de la cárcel, motivos de insultos, riñas y denuncias (por ejemplo, llamar a
Régimen Penitenciario para denunciar algo como supuestas salidas sin permiso
judicial dando el nombre de la bronca como fuente). Entonces se forman otras
amistades, generalmente entre personas que no se conocían antes.
En primer lugar las amistades se segregan por clase y por región. Las
quechua hablantes (de Oruro o Cochabamba) tienden a unirse entre ellas, como
también las cambas en contra de las collas, que representan la mayoría, paceñas y
si son de clase baja, aymara hablantes. Las peruanas forman un grupo como
también las pocas que no son latinoamericanas, y el reducido grupo de presas de
clase media se reúne, evitando el contacto con las ‘indias de mierda’ en la actividad
diaria aunque no siempre logran que sean excluidas también de sus celdas. También
se dan ciertas parejas de amigas donde ambas son evangelistas fervorosas. Las
amigas se sientan juntas en el patio o se visitan en sus celdas, tejen, hacen circu
lar las últimas habladurías de la cárcel, miran tele y cocinan juntas. Pueden
ayudarse mutualmente a hacer artesanías y encontrar venta para las mismas. El
hecho de cocinar juntas implica cierta comunidad económica pero esta no suele
ser igualitario. A veces cada una contribuye con algo, aunque no conozco casos
donde esto haya sido calculado para conseguir contribuciones exactamente iguales;
es más común que algunas ‘bancan’ a otras, y la que no pone dinero es la que
prepara la comida y lava los platos. Esto puede dar lugar a una relación más
abierta de servidumbre, donde la presa sin plata funge directamente como empleada
general de la otra, realizando toda clase de servicios a cambio de comida y otros
pagos (como por ejemplo un ‘préstamo’ en efectivo que luego es cancelado en
trabajo), sin fingir amistad y muchas veces cambiando de empleada o patrona
cuando hay disgustos sobre la cantidad de servicios y la remuneración obtenida.
102
a otra de haberle acosado sexualmente. Es digno de notar, sin embargo, que esta
forma de desahogo es una de las pocas que Seguridad nunca se interesa en reprimir
(también se rumorea que ciertas policías son lesbianas); sospecho que esto se
debe más a la mojigatería, el hecho de que la homosexualidad pública y admitida
no es aceptable en Bolivia, y el deseo de evitar posibles escándalos si se publicaran
estos actos, que a una actitud liberal hacia relaciones entre personas del mismo
sexo. Es aceptable entre las clases populares que dos mujeres se abracen, se tomen
de la mano o se sienten la una en el regazo de la otra como simple muestra de
amistad, como también pueden peinarse mutualmente, acostarse al lado de la otra
para que le busque y saque sus canas, y similares. Muchas presas que no tienen
relaciones lésbicas hacen esto de forma corriente; por lo tanto, las parejas lésbicas
que se forman, estables o pasajeras, no se hacen distinguir por su conducta entre
las presas en general.
Debido a la ausencia de una simpatía personal genuina, muchas amistades
se disuelven en peleas triviales, exacerbadas por insultos, a veces basados en la
vida anterior de la persona o lo que ha hecho dentro de la cárcel y otras veces en
acusaciones sin fondo (yo fui acusada en una ocasión de haber intentado sofocar
a un niño con una almohada; la misma que dijo esto también aseveró que Rachel
era un hombre que se hizo cortar el pene, aunque Rachel tiene el cuerpo
probablemente más voluptuosamente femenino de todas las internas). Las presas
comunes dicen que las de la 1008 son ‘drogadictas’, ‘te estás loqueando por falta
de droga’, o han matado a la gente con drogas, y éstas responden que no han
robado ni estafado a nadie, o dicen ‘asesina’ a la que está realmente por haber
matado. Como ya se dije, los insultos preferidos refieren a la supuesta falta de
higiene personal y la promiscuidad sexual.
Algunas presas utilizan niños como títeres en las peleas: se ponen a jugar
con la guagua cerca de la compañera odiada y le dicen “ ¡Qué cochina! ¡Qué
asquerosa! Le vamos a meter al calabozo ¿no?” o, más directamente, “Puta, puta,
dile puta.” Los niños de tres, cuatro o cinco años pueden asimilar estas lecciones
hasta decir por sí mismos ‘hedionda, asquerosa’ cuando ven a la odiada en el
patio, o pegarle en su pierna cuando se cruzan en el pasillo. Las madres, sin
embargo, consideran que un niño ‘no entiende’ y por lo tanto, no es afectado al
ser utilizado de esta manera; las que enseñan directamente a insultar también
indican a sus hijos que deben responder violentamente a cualquier discusión con
otros niños y explican que esto es la manera de ‘defenderse’.
Aparte de los insultos verbales directos, otras tácticas consisten en sentarse
a cierta distancia y hacer comentarios indirectas, tratar de obstaculizar las
actividades de la otra (botando su ropa del pozo de la lavandería, metiendo bulla
104
y hurgando la puerta cuando ella está en la ducha, etc.) y, por supuesto, ‘ir con
cuentos’ con referencia a ella. A lo menos en mi experiencia personal, si una se
hace la sorda cuando escucha las palabras ‘puta’ y ‘cochina’, responde con palabras
suaves a los gritos (lo que induce mayor histeria en la gritona cuyo ruido atrae a
Seguridad quienes la hacen callar) y evita relacionarse con las internas conflictivas,
ellas se dan cuenta que sus esfuerzos son en vano y dejan de molestar, pero la
mayoría de las internas encuentran sumamente hiriente este tipo de epíteto,
responden con la misma m oneda-“ ¡Te hace falta uno de este tamaño!” (indicando
con las manos un pene de medio metro de largo), “ ¡Vos te arrodillas para recibir
el semen en tu boca!” - y no es raro que ambas lleguen a las manos. De hecho,
aunque cierta reincidente (se rumoreaba que esta vez estaba por hacer escándalo
y destrozar un karaoke, aunque ella dijo que era por asesinato) hizo correr el
rumor que en Obrajes ella hasta bajó la oreja de otra con cuchillo e hizo atemorizar
a las demás (“ ¡Nos puede cortar la cara!”) cuando ella llegó a pelear fue con las
mismas maneras femeninas - gestos tipo molino He viento de las manos, intentos
de rasguñar y sobre todo ‘chasquearse’, jalar loo ibellos una a otra - que las
demás, y fue atajada por otras presas en pocos minutos. El máximo a que llegan
es trenzarse en el suelo o quizás patear a la otra. Esto es suficiente para que las
contrincantes sean encerradas en el calabozo y luego reciban castigos como ser
sacadas de la lavandería (pérdida de ingresos) o cambiadas de celda.
Durante un rato, entonces, las dos son ‘broncas’. Pero pocas son las
broncas que se mantienen como tales. Después de haber aplicada a la otra todas
las palabras más feas que puede idear, incluso haber denunciado a la otra a los
jueces en la Visita de Cárceles, basta unas semanas o meses y otra vez están
sentadas juntas conversando y compartiendo; a veces, dentro del mismo día ‘se
abuenan.’ Dado que ni sus personalidades ni el fondo de sus relaciones han
cambiado, y no parecen capaces de aprender que una persona que ha robado tus
pertenencias o te ha delatado no va a reformarse simplemente porque ha vuelto a
hablarte bonito, poco tiempo después vuelven a tener los mismos problemas y
plantear las mismas quejas y lamentos.
Evidentemente, esto se debe en parte a que la única compañía disponible
es de las otras internas, aparte de las visitas que muchas no tienen o sólo de
manera intermitente; dado que la mayoría carecen de las disposiciones que les
permitirían encerrarse en el estudio, la lectura o la escritura como alternativa, y el
tejido que ocupa sus manos no llena la mente, el deseo de tener alguien con quien
hablar les empuja otra vez a los brazos de la con quien por lo menos tienen un
mínimo de características sociológicas comunes y hacen caso omiso a los defectos
personales manifiestos.
105
cuando eso no dio resultados, obligó a que las policías desnuden a cada interna,
hasta bajando sus calzones, como si fueran a tener sus aretes colgados de sus
pendejos. Luego hizo correr el rumor que era un ‘autorrobo’, que la prestamista
había mandado afuera a las joyas. Es posible que, frustrado por la falta de pago,
hubiera mandado vender la prenda (y con derecho) pero yo a lo menos supongo
que haría eso sin anunciarlo hasta que la dueña apareciera con el dinero para
recogerlas, si algún día eso llegara a ocurrir. Esta versión de racionalismo
occidental, no obstante, no tuvo apoyo en Miraflores donde el ‘autorrobo’ era
aceptado como explicación de la pérdida, mientras la prestamista fue pegada por
una de las internas que ella señaló como sospechosa. Muchas otras internas
pidieron Valium a la médica para recuperarse del susto de ser desnudadas, pero
nadie se quejó de la dueña de las joyas por haber solicitado este ultraje a la
decencia.4
M ANTENIDAS Y RIVALES:
EL AMOR (HETEROSEXUAL) TRAS LAS REJAS
Casi todas las internas han sido ‘casadas’, es decir, han convivido con hombres.
En casos de fraude no se suele detener al ‘marido’ (así denominan a sus parejas,
no importa si eran casados por ley o no) pero dado que la FELCN suele detener y
mandar a la cárcel, o declarar como prófugos, a todos los que habitan en la casa
donde encuentran las drogas, una buena parte de las parejas de las presas de la
1008 se encuentran en San Pedro o Chonchocoro, como parte del mismo caso o
porque habían sido detenidos antes o después por el mismo tipo de delito.
Régimen Penitenciario dirige el llamado ‘Plan Familiar’ que permite a
una interna que pueda presentar su libreta de matrimonio o una declaración
notariada de concubinato con dos testigos más otra documentación (fotocopias
legalizadas referentes a su proceso, certificado de nacimiento, etc.) ser trasladada
a la cárcel del marido para visitarle. Todas las interesadas que aseveran te per
parejas en la cárcel pueden hacer estas visitas en la fiestas de Navidad (con
pernocte, desde la mañana del 24 de diciembre hasta la tarde del 25), Día del
Padre (19 de marzo), Día de la Madre (27 de mayo), y Día del Preso/Virgen de las
Mercedes (24 de septiembre). Si cumplen con todas las formalidades también
pueden ir cada 15 días a pasar el día corí el marido, desde las 10:00 hasta las
17:00. Estas visitas regulares son los miércoles, que no es un día de visita ordinario,
lo que evita que sorprendan a cualquier otra mujer de afuera manteniendo
relaciones con sus maridos.
Se debe notar que este es básicamente un derecho masculino, el derecho
de esposo de mantener el uso sexual del cuerpo de su mujer aún estando en la
cárcel. En cambio, si el marido se encuentra fuera, la mujer no tiene derecho de
pedir que cada dos semanas él pase un día entero con ella dentro la cárcel. También
se nota que las mujeres son llevadas a la cárcel de varones porque, a diferencia de
las mujeres, ellos allí tienen derecho a tener sexo dentro de sus celdas. Es cierto
que en 1999 se anunció que las internas de Miraflores podían solicitar visitas
conyugales, pero la documentación con referencia a la pareja propuesta que tenían
que presentar era tan amplia (porque ‘no queremos la promiscuidad’), que apenas
una cumplió con todos los requisitos; no era casual que su pareja era su abogado
a quien sedujo estando ya en la cárcel.
Las demás, si quieren tener sexo, deben sortear la vigilancia tanto de
Seguridad como de sus compañeras para lograr un breve ‘polvo’ en algún rincón
discreto, o pagando unos 20 Bs. (cuando estaba cierta sargento notoriamente
corrupta) para poder pasar una hora en el calabozo a solas con su pareja. Caso
contrario, las relaciones sentimentales tienen que limitarse a tomarse de las manos
y robar unos besos en el patio.
En cambio, en la cárcel de varones se permite que esposas, amantes,
visitantes casuales y hasta prostitutas los visiten en sus celdas sin necesidad alguna
de documentación. Hay toda una gama de prostitutas y de todo precio (de hasta
10 Bs. e incluso menos, aunque las de menos suelen ser drogadictas que ofrecen
sexo a cambio de base de cocaína) que trabajan en las cárceles. Es conveniente
para ellas porque los horarios de visita no entran en conflicto con sus horarios
habituales de trabajo nocturno. Incluso internas cuyos maridos están libres y
siguen visitándolas no se molestan en tramitar la visita conyugal, porque la mujer
virtuosa no desea tener sexo. Sólo una que otra con inclinaciones hippies, ó que
ha vivido fuera de Bolivia (por ejemplo en Argentina), se atreve a hablar
directamente de sus deseos sexuales insatisfechos, señal de haber pasado
demasiado tiempo relacionándose con europeos corruptos. Se escucha decir que
109
las que después de unos tragos expresan deseos carnales son ‘enfermas de la
matriz’, ‘yo no me caliento aunque tome una lata de alcohol’. A la vez, todas
aspiran al modelo de la esposa casta y fiel.
Es común escuchar a una presa alabándose a si misma porque ‘ha parido
para un solo hombre’ o porque es ‘casada por civil y por religión’; a diferencia de
otra que es sólo es concubina. Cuando hablan de sus parejas, algunas insisten en
usar ‘esposo’ para referirse al suyo; alegando que ese es el término correcto y
reservado para el cónyuge legal; mientras que ‘marido’ - conforme con el uso
dado en la cárcel a esa palabra, donde es usada para denominar a cualquier pareja
varón, incluso cuando las circunstancias de la referencia hacen claro que no se
trata de una relación realmente conyugal - se refiere al concubino.
Los motivos para buscar una pareja en la cárcel, si no mantienen relaciones
con el que tenía antes de caer e incluso aun manteniéndolas, son económicos
(conseguir alguien que las mantenga) o la búsqueda de favores de tipo jurídico.
Entonces las presas de clase baja tratan de seducir a policías varones rasos; algunos
de los cuales, luego de ser encontrados en una situación comprometedora con
una interna, son cambiados de destino. Tantas internas se ofrecían para la
satisfacción física del dentista y el ginecólogo que hasta 1998 atendían la cárcel,
que después sólo se contrataron a profesionales mujeres para estos puestos. Las
internas de clase media baja o clase media prefieren buscar oficiales de la policía,
funcionarios de Régimen o del juzgado, y hasta jueces y abogados.
El intercambio de favores sexuales y jurídicos es acostumbrado en el
sistema legal boliviano. Si el litigante no es mujer, puede ir a visitar a su juez
acompañado por una señorita de vida alegre a quien presenta como su ‘sobrina’ y
le dice que la próxima vez, la sobrina le iría a visitar sola. Lo único novedoso en
el caso del juez de Santa Cruz que en 2000 fue encontrado desnudo en su bufete
en compañía de una litigante que le pedía beneficios para su cuñado procesado,
fue que llegó a ser denunciado.
Seducir a un funcionario del juzgado permite, por ejemplo, que la interna
consiga salidas judiciales sin dificultad, dado que la salida suele incluir pasar
unas horas con el funcionario en un motel; se paga unos 100 Bs. a la escolta
policial para que vaya a esperar fuera del establecimiento. Sin embargo, aunque
las internas imaginan que ellas están ganando con estos arreglos, o que han
‘quitado’ el funcionario a su anterior amante encarcelada, no hay evidencias de
que con ello consigan rebajar sus sentencias o algo más que envíos de pollo a la
broaster a la cárcel, una bicicleta para el hijo que está adentro con ella, un oso de
peluche de regalo por Navidad, o un buen almuerzo en un restaurante caro antes
de irse al motel.
1
110
ser detenido, él despachaba en radio taxi los pedidos que sus clientes le hacían
por teléfono. Ella pensaba que ‘tanto ama a sus hijos, ha de amar a mi hijo’ y tuvo
una hija para él (no explicó cómo combinaba eso del gran amor por sus hijos con
el hecho de haberlos abandonado). Cuando les detuvieron, ella fue remitida a la
cárcel de Obrajes (donde, dice, las otras mujeres se reían de su ingenuidad frente
a la responsabilidad paterna de ese hombre), y el hombre fue pasado a San Pedro.
Allí él estableció relaciones con otra mujer que le ayudaba a meter y sacar droga
del penal; por lo que ella fue detenida y él trasladado a Chonchocoro, donde las
condiciones no permiten comerciar drogas con los de afuera.
Esta segunda amante llegó embarazada a Miradores donde después dio a
luz a una niña. Lloraba amargamente en las últimas semanas de su embarazo
porque el hombre rehusaba darle dinero para los gastos del parto. Mientras tanto,
la primera amante había salido absuelta y fue a visitarlo a Chonchocoro. Debido
a que ella tenía antecedentes de narcotráfico y él estaba bajo vigilancia para ver si
seguía traficando con sus visitas, la policía antinarcóticos allanó su domicilio y
otra vez encontraron cocaína. Por lo tanto la remitieron a Miradores y allí se
encontró con la otra amante.
En Navidad de 1998 ambas solicitaron ir a Chonchocoro en la salida
extraordinaria que se da en esa fecha. Una vez allí, la primera dio el nombre de
Mateo Sevilla (el padre de ambas niñas) mientras que la segunda, aunque quería
ver al mismo hombre, dio el nombre de otro paja disimular. Pero cuando se leyeron
los nombres de los hombres a ser visitados en las reuniones de Plan Familiar, ya
no pudo contenerse y empezó a protestar que ella y no la otra tenía el derecho a
visitar a Sevilla. En consecuencia, se negó la salida a ambas. Cuando al dn en
1999 fueron sentenciadas, la segunda consiguió su traslado a Obrajes para no ver
más a su rival. Mientras tanto, Mateo Sevilla había entablado otra relación tras
las rejas con una hermana de la primera amante. Esta no era la primera vez que
había una rivalidad de este tipo en Miradores. En un caso anterior a mi llegada,
una de las amantes en com petencia llegó al punto de beber lavandina,
aparentemente para demostrar que tenía más derecho al hombre porque estaba
dispuesta a suicidarse por él.
Aparentemente, saber que un hombre tiene una historia de canalladas
cometidas con otras mujeres, no es una razón para no meterse con él. Se supone
que ‘los hombres son así’ y además, siempre son las mujeres que ‘tienen la culpa’
si un hombre es infiel. De ellas depende la manutención de la moral y la virtud. Y
si él abandona a sus hijos, no es porque sea un irresponsable sino es porque su
mujer era ‘muy mala’. Después de todo, si no hubiera mujeres dispuestas a meterse
con hombres casados, los hombres nunca cometerían adulterio. ¿No es cierto?
113
MADRES Y ESCLAVAS:
LOS LAZOS QUE ATAN
THE CHILDREN WERE M O R E EFFECTIVE
THAN CLOGS O N A PRISON FARM WOULD HAVE BÉEN.
Los niños eran más efectivos que zuecos
en una granja penitenciaria
(Marilyn French The Women ’s Room)
5 La única acción que se tomó al respecto fue por parte de Bom beros, que vinieron a
damos una clase sobre la manera correcta y segura de manejar las garrafas de gas y la
necesidad de mantener las mangueras de conexión en buenas condiciones. Es decir, la
prevención de futuros incendios era una responsabilidad individual de las intem as, no
un deber de la administración de la cárcel.
115
dos presas que aseveraron haber visto el spot insistieron en el hecho. Las demás
estaban de acuerdo que deberíamos mandar una carta de protesta al canal,
constatando que somos madres, y, aunque en la cárcel, ‘tenemos nuestra dignidad
de mujeres’ (las presas de San Sebastián en el 2000 usaban la misma frase para
señalar que no eran meretrices cuando allí se denunció prostitución) y no podían
acusarnos de ser putas. Una de las dos que decía haber visto esta acusación era
una ex-prostituta que habitualmente coimeaba a Seguridad para entrar con un
hombre al calabozo, pero son pocas las que hacen esto y generalmente es en
búsqueda de lo que George Bemard Shaw llamaba ‘la prostitución legalizada’, es
decir, una relación que pueden presentar como matrimonio. De todos modos, las
compañeras estaban de acuerdo en que habían sido ofendidas y tenían que protestar.
Ninguna mencionaba la falta de extinguidores o medidas de emergencia en la
cárcel. ‘La muerte antes de la deshonra’ sigue vigente en Miraflores. Yo quedaba
sin poder entender la relación entre ser madres y no planificar una fuga masiva y
tuve que preguntar a la delegada, que me respondió “Mira esa señora. Tiene dos
hijos, ¿cómo va fugar?”
Casi todas las internas de la cárcel son madres. Las únicas que no lo son,
son las extranjeras no-latinas (una italiana, una israelí, la transexual sudafricana
y yo), unas menores de veinticinco años que no lo han logrado todavía (aunque
hay varias menores de veinticinco que sí lo han logrado), una solterona mayor de
sesenta años, y dos presas cuyos matrimonios resultaron estériles (pero lo
remediaron criando a sus sobrinas). Todas las demás, incluyendo a las extranjeras
latinas (varias peruanas, una mexicana, una brasilera y una paraguaya) tienen
hijos, y la maternidad resulta ser el elemento central y sobrecogedor de su identidad
individual y colectiva. El hecho de que yo no comparto la idea de que es necesario
ser madre para ‘realizarse como mujer’ y es más, activamente rechazo tal idea, es
lo que me hace hereje. Como me dijo una presa cochabambina:
Teodosia: ¿No tienes hijos?
Yo: No.
Teodosia: ¿Ni uno?
Yo: No.
Teodosia: ¿No piensas tener?
Yo: No.
Teodosia: ¿Pero cómo? ¡Dios nos ha puesto aquí para procrear!
El hecho de que he perdido mi empleo y sufrido una interrupción en mi
carrera profesional nunca es mencionado por ellas, porque en el universo femenino
donde habitan, las carreras profesionales no existen. No es que se las debe poner
a un lado para dedicarse primero a los hijos, sino simplemente no existen. Incluso
116
entre las pocas de clase media, el ser madre viene antes de ser... nunca mencionan
una identidad profesional, si es que lo tenían. En esto se asemejan a las limeñas
de clase media estudiadas por Norma Fuller,6 que aunque tenían actividades
profesionales, se contentaban con ser profesionales mediocres porque sus hijos
siempre venían primero, a la vez que las presas mayormente proceden de estratos
sociales donde nadie, ni los varones, espera tener una ‘profesión’. Cuando se
quejan del encierro, siempre dicen ‘Sólo me preocupo de mis hijos... por los
hijos sufrimos aquí... si no tendría hijos, yo estaría tranquila aquí dentro’. Esto
ocurre no obstante el hecho de que ninguna de las internas era una ‘mujer de su
casa’; todas tenían actividades extra-domésticas, caso contrario no estarían tras
las rejas. Pero estas actividades eran simplemente eso, actividades, generadoras
de ingresos, y no una identidad. En parte esto tendrá que ver con la tendencia de
negar su participación en actividades delincuenciales pero igualmente, la mayoría
tenían diversas actividades legítimas (generalmente algún tipo de comercio) aparte
de vender drogas o estafar. Pero ninguna se presenta como ‘verdulera’, ‘costurera’,
‘dependiente de comercio’, o lo que sea, sino como ‘madre’. Esto se nota cuando
para los informes sociales de la cárcel tienen que mencionar su ocupación; dado
que ‘madre’ no es vista como tal, la mayoría dice ‘tejedora’, es decir, menciona lo
que están haciendo en ese momento que es casi siempre tejer una chompa. Ni
siquiera cuando cuidan a niños ajenos (de Seguridad) lo conciben como un ‘trabajo’
que merece ser pagado; cuando pregunté a una de estas niñeras si le pagaban por
el servicio, respondió “Sesenta bolivianos [por mes] sabe estar regalando” - la
retribución no es un sueldo, es un don, porque la mujer gusta de cuidar niños por
naturaleza y tal actividad es su propia gratificación. Las mujeres no tienen una
identidad ocupacional, y aparte de unos casos excepcionales (la del MRTA, y en
parte una estafadora de clase media cuya familia, y en consecuencia ella, eran
militantes tradicionales del MNR) tampoco tienen una afiliación política que puede
proporcionar elementos de identificación. La única construcción discursiva a la
cual tienen acceso es la de la maternidad.
De hecho, esto está lejos de ser particular de las presas sino que es típica
de la identidad femenina en Bolivia en general. Se resume en los avisos
necrológicos para mujeres que se publican en los periódicos nacionales. Excepto
en el caso de alguna solterona, donde es posible que se menciona que era maestra,
la vida de todas las mujeres se resume en las mismas frases: era ‘esposa amada,
se fueron. La mujer sin hijos es nadie. La solicitud del indulto sugiere que los
representantes de la Iglesia y de Derechos Humanos y otras organizaciones
humanitarias que habían ideado esta propuesta también consideran que las perso
nas sin hijos no merecen consideración; de hecho, consideran que los padres y
madres merecen mayor consideración, como constató un representante alemán
de Derechos Humanos que dijo que él había propuesto el indulto para progenitores
justamente porque iba a ser atractivo para la Iglesia, aunque según el concepto de
‘derechos humanos’ que se maneja en Europa, el niño mismo puede tener derechos
pero uno no tiene mayores derechos por el hecho de haberlo engendrado.
El reglamento de las cárceles bolivianas permite que los hijos menores
de siete años puedan vivir con sus padres. Algunos padres en San Pedro tienen
hijos con ellos (sólo están ausentes en Chonchocoro, supuestamente a causa de
‘la distancia’ que no permitiría asistir a la escuela, aunque la mayoría de los niños
en las cárceles están debajo de la edad escolar) pero, por supuesto, generalmente
son las madres las que los tienen consigo. En 1998 se llevó a cabo una campaña
nacional llamada ‘No encarceles a mi niñez’ dirigido a sacar a los niños de las
cárceles, pero el único resultado fue que se sacaron a los mayores de siete años
que nunca deberían haber vivido allí de manera permanente. Aparte de los hijos
que tenían antes de ser arrestadas, es frecuente que mujeres embarazadas lleguen
a la cárcel, e igualmente frecuente que se .embaracen en el curso de su detención
y den a luz dentro de la cárcel, algunas como resultado del apropiadamente
denominado ‘Plan Familiar’ y otras como resultado de los ‘polvos’ breves logrados
cuando es posible meter su amante a la celda o algún rincón de la cárcel. El
servicio médico ofrece medios anticonceptivos pero pocas los utilizan. Las que
se embarazan con sus maridos a través del Plan Familiar comparten la visión del
matrimonio aún corriente en las clases bajas, donde los nacimientos regulares
demuestran tanto la continuación de la relación matrimonial como la sexualidad
activa y funcional de ambos cónyuges, y si pasan tres o cuatro años sin otro hijo
todos los vecinos empiezan a preguntar por qué; las que se embarazan con sus
amantes visitantes lo hacen porque se considera que es la mejor manera de atrapar
a un hombre y obligarlo a mantenerla (no obstante los múltiples casos de padres
desaparecidos que se observa en la cárcel) y también porque, como hemos visto,
ser madre es la definición de ser mujer en Bolivia e incluso es preferible ser una
madre soltera antes que quedar sin hijos. Cada año hay entre tres y cinco
nacimientos en Miraflores.
Teóricamente, los niños sólo deben vivir en la cárcel cuando realmente
no existen otros familiares que los puedan tener. Las familias bolivianas suelen
ser muy numerosas y se mantienen en contacto constante; por lo tanto, hay muy
II
pocas mujeres que no tienen tía/o, prima/o, suegra/o, abuela/o, hermana/o u otri
pariente que pueda cuidar a sus hijos (aunque es cierto que tal cuidado mucha
veces corresponde a tomarlos en calidad de sirvientes domésticos sin sueldo). El
la práctica, varias madres son tan devotas que insisten en tenerlos con ellas inclusi
cuando el padre del mismo niño está fuera y en condiciones de criarlo, alegandi
que él no les cambia de ropa cada día, no les baña personalmente (no es raro qui
la madre siga bañando personalmente a sus hijo hasta los diez o doce años, si
conoce casos donde ella sigue con atenciones corporales como recortarle las uña;
con hijos adultos), no les sirve la comida en horarios regulares y, en resumen, n<
proporciona el cuidado permanente y abnegado que se considera necesario. El
las épocas de vacaciones escolares, se suele permitir que hijos mayores se quedet
a convivir con sus madres durante unas semanas; en estas épocas, puede ser qu<
en una celda de unos dos metros por tres, vivan cuatro internas y tres hijos d<
diez, once y doce años. Al comentar a una representante de la Defensoría de
Pueblo estas condiciones de hacinamiento (los hijos de diez y doce dormían en e
mismo camastro junto con su madre) ella respondió “Quieren estar con su mamá..
¿vos nunca dormiste con tu madre?” Sin embargo, los hijos mayores generalment*
se comportan de una manera que no causa molestias, mientras los menores di
siete años corretean por los pasillos durante todo el día y hasta las diez de h
noche, juegan ruidosamente, chillan, gritan y pelean entre ellos. Cuando se pegar
o discutan sobre un juguete o por cualquier otro motivo, cada madre toma el ladc
de su propio hijo, incluso cuando éste ha hecho algo indebido como rasguñar a ur
bebé que estaba durmiendo, y las dos madres pelean. Cualquier acto, desde defecai
en sus pantalones (por parte de niños que ya no utilizan pañales) o en el piso hasts
hurgar e incluso destrozar pertenencias ajenas, es disculpado argumentandc
“Guagua es.” Se considera que, en tanto que es posible, se debe dar todo a la
guagua, y por lo tanto se queja de una compañera que no regala automáticamente
su galleta o su fruta al niño que se le acerca: “¡Has comido esa manzana a propósito
para hacer renegar a mi guagua!”
A la vez, mientras cada mujer debe ser generosa y cariñosa con los niños
ajenos, tampoco debe castigarlos y ni siquiera decirles (por ejemplo) que dejen
de jugar con pelota dentro del comedor y salgan al patio. Una reprimenda verbal
suave a niños ajenos rápidamente es convertida en bocas de sus madres en haberles
garroteado y abusado. Esto se debe al hecho de que el deber de dedicar la totalidad
de su vida a los hijos, da a la madre el derecho de tratarles como a ella le de la
gana. Un día de 1999, yo no soportaba más los chillidos agudos que emanaban de
la celda vecina y fui a ver qué pasaba. Encontré a Nilda pegando a su hija de unos
tres años.
120
7 H ice esta declaración desde un principio como una estrategia de autoprotección. Mientras
en Europa se enseña a los niños a tener miedo a y evitar contacto con todo adulto que
no sea un fam iliar cercano o que tenga una relación definida con ellos (p.e. es su
profesora), los niños bolivianos asumen que los adultos los van a tratar con cariño, se
acercan y se apoyan en el regazo de cualquier persona que se presente, sobre todo si es
mujer. Esto me molesta en mi lectura y da lugar a que el niño eche el café de una, se
ponga a ju gar con sus cosas o rayar las páginas de un libro, etc. y yo no tengo la
tolerancia boliviana frente a estos actos. Además, el laptop en el cual escribo es muy
atractivo a los niños que lo ven como un juguete novedoso. M is declaraciones tenían el
fin de animar a las madres a mantener sus niños lejos de mí y, sobre todo, conseguir que
ninguna madre con niño sea mi compañera de celda, dado que cuando éste fue el caso
tuve repetidos problemas con niños que jugaban con la computadora y, en consecuencia,
con sus madres. He conseguido mi fin de no tener que compartir mi espacio vivencial
con niños menores, pero también he conseguido una extrem a marginación dentro de la
‘com unidad’ de internas, y la reputación de com eter maltrato con los niños, una
reputación corriente tanto entre Seguridad ( ‘ los niños te tienen pánico’ me dicen)
com o entre las presas.
121
una celda ajena puede provocar una lluvia de los insultos acostumbrados (‘Eres
una cochina, me das asco... ’) a la mujer que se atrevió a decir tal palabra, no sólo
por parte de la madre sino también por su comadre (varias internas establecen
comadrazgos de bautizo o de rutucha dentro de la cárcel).
La reprimenda es rechazada porque el niño podría ‘asustarse’8. Toda mala
conducta o desgracia no se debe al hijo sino a alguna otra persona, y se enseña al
niño a denunciar a esa persona. Si es visto sacando una bolsa de fruta de la celda
se le dice “¿Quien te ha dicho que saques?” Si se tropieza y cae, “¿Quien te ha
empujado?”; en consecuencia, los niños aprenden a delatar incluso falsamente.
Si un niño de cinco años defeca en su pantalón, dice a su madre que tal interna le
ha ‘hecho asustar’ y por lo tanto no ha entrado al baño porque le tenía miedo, y la
madre, otra vez, protesta contra la supuesta culpable sin ocuparse de la veracidad
de la acusación. Esto evidentemente tiene que ver con los conceptos de
responsabilidad moral expresados en la vida adulta (ver infra, capítulo 3). También
expresa un concepto personalizado de la moralidad: si el niño rompe el vaso de
otra persona, nadie tiene derecho de castigarlo, pero si rompe el vaso de su madre,
ella se enfurece. Lo que importa no es el acto en sí, sino la persona contra quien
o en favor de quien se actúa. También implica que al hacer la misma cosa (p.e.
echar la comida) el niño a veces (si echa la comida ajena) es defendido por su
madre y otras veces castigado (cuando echa la comida de ella), y que tanto las
olas de cariño y la defensa incondicional como los golpes y gritos de “ ¡Porquería!
¡Ahora sí te he de matar!” provienen de la misma persona.
En 1998 durante seis meses, Pucha vivía con su hijo Jonás de unos once
años en la cárcel. Ella siempre lo mandaba a hacer compras pero a veces no lo
cumplía a su agrado, o ella simplemente estaba de mal humor cuando regresaba
con el mandado. En una ocasión cuando Jonás entró con las bolsas del mandado
preguntó a su madre; ¿Dónde lo pongo?
Pucha: En donde sea.
Jonás: ¿Dónde?
<S La persona boliviana posee varios espíritus. Uno de ellos, el ajayu o ánimo, no se ubica
en el cuerpo físico sino anda a cierta distancia, y un susto grave puede provocar su
alejam iento del cuerpo. Si ocurre esto la persona decae hasta que el ajayu es llamado
de vuelta. En adultos se requiere un susto muy grave com o un vuelque de cam ión o un
intento de violación para que el ajayu se pierda ( a n im s a r a q a ta en aymara) pero en los
niños el ajayu no está muy ligado con el cuerpo; basta una caída, que un perro ladre o
intente atacar, etc. para causar su pérdida. ‘Puede asustarse’ implica que el hecho de
hablar al niño podría conducir a esto. Sin embargo, en la vida cotidiana nunca he visto
que el hecho de ser corregido por un adulto, incluso violentamente, provocara está
condición.
123
En la cárcel de Oruro, a principios de los años 1990 había un joven preso cuyo
apodo era ‘El Inocente’. Oriundo de una provincia del interior del departamento,
había estado volviendo a la ciudad para rendir examen en la facultad de Química
de la Universidad Técnica de Oruro. Subió a una camioneta que encontró en el
camino. Luego apareció un destacamento de UMOPAR que hizo parar al vehículo.
Todos los demás ocupantes se dieron a la fuga, dejando al joven como único
pasajero. La camioneta resultó estar cargada de precursores químicos para la
fabricación de cocaína. Evidentemente los fugados lo sabían, pero como el joven
era el único que se quedó en ‘posesión’ de la carga, fue procesado y pasó varios
años en la cárcel por el delito de tráfico de precursores. En su caso, parece que
realmente ignoraba la misión de la camioneta en relación con la cual fue detenido,
y su apodo reconoce esto.
Sin embargo, hay muchos otros presos y presas que aseveran ser
‘inocentes’. En parte esto resulta de una confusión entre el sentido moral o
filosófico, y el del ‘lenguaje cotidiano’ (ordinary language), de ‘inocencia’, con
el sentido jurídico. En parte es una expresión de un intento de presentar su situación
(a los demás, y muchas veces a ellas o ellos mismos) de tal manera que ellos no se
presentan como responsables de la misma, y por lo tanto, merecen recibir ‘ayuda’
de cualquiera que esté dispuesto a ofrecerla y más todavía, de las personas que
ellos identifican como ‘culpables’ de su encarcelamiento, dado que el concepto
cotidiano de la culpabilidad también implica que el culpable tiene que cargar con
las consecuencias de su acción y no merece ayuda por ellas.
En el sentido primario, ‘inocencia’ corresponde a la ausencia de
conocimiento y de comprensión: la condición de Adán y Eva en el Jardín de Edén
antes de comer la manzana del árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Por lo
126
tanto, los niños y niñas hasta cierta edad son ‘inocentes’, mientras cualquier per
sona adulta no puede ser inocente del todo, excepto cuando padece de alguna
deficiencia mental o ha llevado una vida excepcionalmente estrecha que no le ha
permitido tener contacto con muchas realidades de la existencia humana.
El concepto de inocencia está vinculado con el concepto de
responsabilidad. A una persona mayor de edad se le imputa automáticamente
responsabilidad por sus propios actos, lo que quiere decir que se supone que es
capaz de decidir por sí misma qué hacer y calcular las consecuencias de sus actos,
mientras los menores son inocentes porque se supone que todavía no han adquirido
el conocimiento o la experiencia que permite tal cálculo. Si un mayor no calcula,
sea por ignorancia o por descuido, igualmente es responsable de los resultados de
sus actos, a lo menos cuando el conocimiento en cuestión es accesible; debería
haberse informado mejor sobre la situación antes de actuar. Sólo se le podría
absolver de responsabilidad de las consecuencias, aunque hayan sido desastrosas,
si no hubiese tenido modo de informarse sobre ellas de antemano. Por ejemplo, si
una enfermera administra a un enfermo una droga que no ha sido probada
adecuadamente antes de colocarla en el mercado (como la droga thalidomide que
se dio a mujeres embarazadas para aplacar sus nauseas y provocó deformaciones
serias en sus hijos) ella no es responsable si le provoca un daño serio, pero sí lo es
cuando sabiendo que algunas personas son alérgicas a determinadas drogas, ella
las suministra sin preocuparse en averiguar si el enfermo en cuestión es una de
ellas.
Según el mismo argumento, dado que las leyes son de conocimiento
público, el desconocimiento individual de la ley no absuelve de la responsabilidad
de haber cometido alguna infracción. Hay problemas cuando un adolescente (como
los que asesinaron a dos religiosos en Quiquibey a fines de 1998) comete un
delito que, al parecer, entendía como delito, pero no tiene la edad legal como para
ser imputado de la responsabilidad formal del el mismo. Para toda persona mayor
de 18 años la responsabilidad es automática, a no ser que muestre índices de
desviación mental muy aguda. La inocencia jurídica se define en los siguientes
términos (Artículo 245 del Código de Procedimiento Penal (el antiguo vigente
hasta 2000), ‘Sentencia declarativa de inocencia’): ‘Se dictará sentencia declarativa
de inocencia: 1. Cuando no exista prueba alguna sobre el hecho delictuoso.2.
Cuando comprobada la consumación del hecho punible, se demuestre en forma
plena que no fue el procesado quien lo cometió.’
Es evidente que esta definición es mucho más estrecha que el concepto
moral o cotidiano de ‘inocencia’, que es lo que voy a examinar aquí, junto con su
complemento, ‘culpa’.
127
1 En la cultura popular boliviana, aunque citas textuales de las Escrituras son poco
frecuentes excepto entre evangelistas, los conceptos morales en general son vistos como
basados en Dios, es decir, en el cristianismo. Aunque el catolicismo popular incluye
muchas prácticas heterodoxas desde el punto de vista teológico, es evidente que el
pensamiento católico, sea de manera explícita o inconsciente, satura la vida social,
incluso entre grupos como intelectuales seglares que ya no se consideran católicos en
el sentido de practicantes de la religión y se muestran muy ofendidos si uno les atribuye
inclinaciones de moral católica. Un factor contribuyente a este desconocimiento puede
ser que, mientras el estudio clásico de Max Weber ha convertido la ‘ética protestante'
en un lugar común del discurso de la ciencia social, no se ha desarrollado un análisis
parecido de la ‘ética católica’ como estructura estructurante de la práctica cotidiana.
128
tener que responder a la pregunta “¿Por qué hiciste eso?” pero no necesariamente
estaba presente en la mente en el momento de actuar. Es más, en tanto que existe
una intención consciente, suele limitarse a los resultados inmediatos y a los que
afectan directamente al actor mismo, o a lo mucho a personas muy allegadas a el
o a ella.
Esta es una perspectiva opuesta a la de la legislatura que suele justificar
leyes represivas argumentando que los actos en cuestión tienen consecuencias a
largo plazo y afectan a toda la sociedad, en términos como ‘amenaza a la seguridad
nacional’ o ‘lesa humanidad’, mientras las leyes reformistas supuestamente han
de mejorar la vida futura de todos de manera igualmente general. El actor mismo
enfoca los resultados beneficiosos (y en segundo lugar, el evitar algo
inmediatamente desagradable) y tiende a ignorar posibles resultados desagradables
a largo plazo, o cuya producción es probabilística y no depende directamente de
los actos propios.
La detención es evidentemente uno de estos resultados desagradables
que no tiene una relación causal con el acto mismo (la causa próxima de la
detención son los actos de los órganos policíacos, no es provocada por el acto en
si) y su producción es probabilística; poquísimos caen la primera vez que roban,
y algunos no caen en toda su vida, pero en tanto que uno sigue robando durante
más tiempo, mayor es la probabilidad de ser detenido. El cálculo racional de esta
probabilidad es difícil, incluso en los casos cuando el o la delincuente sí se da
cuenta de su existencia (muchos prefieren mantenerse en el desconocimiento
voluntario enmascarado bajo lemas como “Eso no puede pasarme a mí”) porque
requiere acceso a información como el contenido de los archivos policíacos, los
planes para realizar batidas o intensificar la vigilancia en tal o cual sitio, etc. y
también de las disposiciones de los cómplices o co-participantes en las redes
delictuosas referente a la delación o la ‘colaboración con la justicia’. Si los
resultados inmediatos de la actividad (p.e. obtener dinero) siguen siendo
satisfactorios a corto plazo y no se percibe una alternativa accesible con resultados
igualmente buenos, es más fácil despreocuparse de tales cálculos especulativos y
seguir con la actividad sin mayores consideraciones, si no se puede o no quiere
adoptar el camino opuesto y buscar contactos más cercanos con la policía que
van a proporcionar algo de la información que falta, una opción que suele ser
fomentada por los mismos policías a cambio de la información que a ellos les
hace falta sobre las actividades de los delincuentes.
Una excepción, o más bien una inversión del esquema común, ocurre
entre los integrantes de grupos irregulares o guerrillas, que actúan pensando en
los resultados a largo plazo (derrumbar el Estado y reemplazarlo con el ‘nuevo
129
2 En realidad los efectos de la encarcelación sobre la percepción del tiempo son más
com plejos y en cierta forma corresponden a la destrucción de cualquier plazo temporal
coherente; ver el acápite ‘ Sin futuro’ en este capítulo.
130
incluso cuando parece que estamos pensando por nosotros mismos. Dicho esto,
puede ser tomado como señal de perspicacia el hecho de que los juzgados no
aplican el concepto del individuo clásico con toda su fuerza en todos los casos;
pero las desviaciones de este concepto suelen aplicarse de la misma manera en
que se establece el concepto teórico del individuo imputable, es decir, como un a
priori referente a ciertos tipos de delitos o ciertas clases de procesados/as. Esta
teoría ‘folk’-judicial de la responsabilidad tiene ciertos puntos en común con la
de los y las procesados/as, aunque no es idéntica.
La diferencia principal es que la teoría ‘folk’-procesada no toma el
individuo como ente soberano e independiente que decide, o no, entrar en contratos
sociales con otros similares, sino que toma de entrada a la persona como un ente
involucrado en una red de relaciones sociales, es decir, indisolublemente vinculada
con otras personas específicas. Es posible vincular esto con los conceptos de la
mente humana en la cultura popular andina, que representan la persona como
poseedor de a lo menos tres elementos espirituales (sus nombres más comunes en
La Paz son alma, ajayu y coraje) que no están todos ubicados en el cuerpo físico
(el ajayu suele rondar el cuerpo o andar delante a una distancia de más o menos
una cuadra) y las posibilidades que existen dentro de este esquema de
comunicación entre cuerpos y/o mentes de personas alejadas en el espacio.3
Las presas de clase baja definitivamente comparten este esquema, pero
en tanto que se relaciona con sus ideas sobre la culpabilidad, esto ocurre en un
nivel estructural del pensamiento y no en el discurso. En las conversaciones sobre
la responsabilidad para el acto de tal o cual persona, la pregunta clave no es,
como en el discurso del individuo soberano y racional “¿Por qué lo hizo?” sino
“¿Quién le ha instado?” o “¿Quién le haiga dicho?” Mientras la respuesta ideal a
la pregunta individualista viene expresada en términos de algún principio univer
sal (sea ético, científico o psicológico), la respuesta de las presas de estratos
populares viene con nombres de personas allegadas (familiares, vecinos, amistades
cercanas, colegas laborales, etc.).
El individuo vinculado no actúa en base a una decisión autónoma tomada
por él o ella misma, sino en base a una sugerencia, oferta, recomendación o
3 P or ejem plo, si yo sueño con otra persona, esto significa que esa persona esta pensando
en mí. Es decir, en el sueño yo recibo los pensamientos de ella. Para más sobre los
sueños y lo que indican referente a ideas sobre la mente en los Andes, véase ‘Un
diccionario de los sueños en el departamento de La P az’, en SPED D IN G Alison (2 0 0 5 )
Sueños, kharisiris y curanderos. Dinám icas sociales de las creencias en los Andes
contemporáneos, La Paz: M am a Huaco; sobre el alma y el ajayu, SP ED D IN G Alison
(1 9 9 6 ) M orir en Yungas. La Paz: Revista del Museo de Etnografía v Folklore 7/8.
132
4 E l verbo ‘ayudar’ (vanapaña en aymara) tiene una gama muy amplia de sentidos en el
habla paceña popular, que incluyen ‘trabajar en beneficio de’, ‘mantener, contribuir a
la econom ía de’, ‘recomendar, manipular en favor de’ y ‘proporcionar asistencia gratis’ .
También puede significar ‘dar apoyo m oral’ pero esto es menos común.
133
vistos como personas que pueden (si tienen la voluntad de hacerlo) prescindir en
cualquier momento de los ritmos y exigencias formales del proceso, a veces con
duce a asumir la primera posición. Al ver que el abogado no logra agilizar su
proceso en su momento, ni ealiza otros trámites fuera de tiempo, una concluye
que su abogado no lo ha hecho porque ‘no ha querido’; y no porque los reglamentos
y leyes no lo hayan permitido. Es decir que, a ella le es imposible conseguir que
alguien tenga la voluntad de activar los circuitos de ‘ayuda’ que la pudieran
favorecer. Entonces, el o la procesada se abandona finalmente a la pasividad.
La corrupción de los estrados judiciales en Bolivia es un hecho objetivo
innegable (aunque en la objetividad ésta sea menos difundida y automática de lo
que se suele imaginar) que apoya la visión popular del proceso como algo que
sólo depende de la voluntad de los jueces; una voluntad que, se supone, siempre
está en oferta al mayor postor.
Pero esta postura ignora la existencia de ciertas convenciones y formas
legales que implican que hasta los más generosos sobornos no pueden revertir
totalmente las pruebas existentes. También ignora el hecho de que no se trata
simplemente de ofrecer dinero o valores. Para hacer tales ofertas antes es necesario
tener un intermediario que conozca las formas discretas de realizar estas
transacciones. En consecuencia, para que un soborno consiga el efecto deseado,
generalmente es necesario tener contactos de posición social burguesa y,
preferiblemente, lazos familiares o de amistad con los funcionarios a ser
sobornados. Es decir, en el fondo es la posición social y no el soborno en sí lo que
consigue que éste tenga los resultados deseados.
135
5 Ver G O FFM A N Erving (1 9 6 1 ) Asylums. Essays on the social situation o f mental pa-
tients and other inmates. Nueva York: Anchor Books.
6 Estos últimos factores son particularmente agudos en M iraflores, debido al tamaño
pequeño del edificio y el numero b ajo de internas (no más que 7 0 hasta enero de 1999,
aunque a mediados del 2 0 0 0 ya subió a casi 100). En las cárceles grandes hay más
intemos o internas con quienes relacionarse y una variedad de talleres artesanales,
oportunidades de vender com ida o abarrotes a los demás internos, hasta bibliotecas y
salas de estudio, y espacios donde es posible alejarse relativamente de la constante
presencia humana.
7 Entre otras respuestas minoritarias se puede mencionar el refugiarse en el sexo, buscando
amoríos con quien sea que se presente, que es más factible en las cárceles de varones,
136
Autoritarias
La persona con postura autoritaria se alaba de sus habilidades para obtener lo que
ella desea, tanto frente a las demás internas (por ejemplo, imponiendo sus reglas
de convivencia a sus acompañantes de celda) como frente a los policías (“A mí
pero tam bién lo hacen las m ujeres aunque no físicam ente (varios presos buscan
relacionarse por carta y teléfono con presas en M iradores, aunque sin haberlas conocido,
y vice versa; a veces tal relación da lugar a que los dos soliciten Plan Fam iliar y así se
conocen en persona por primera vez) y el refugiarse en la lectura y la escritura (es
decir, imaginarse com o Gram sci y/o Dostoyevsky) que es evidentemente el recurso
que yo misma elegí.
137
me hace caso la Capitán”). Con otras internas suele ser agresiva y mal hablada y,
como el abuso verbal es muy temido en la cultura boliviana, muchas se retiran
por miedo a ser reñidas (“ ¡Me puede tragar!”) y dejan que ella, o sus hijos, hagan
lo que quieran. Con las policías es zalamera y les ofrece toda clase de regalos,
empezando con platos de comida, jugos o refrescos, llegando hasta varios cientos
de Bolivianos en caso de querer conseguir, no sólo permiso de vivir a sus anchas
dentro de la cárcel (ocupando la celda que quiera y allí recibir a sus visitas aunque
el reglamento lo prohíba, etc.), o que se le permita salir de la cárcel durante varias
horas aunque su juzgado no lo haya autorizado, sino también otros pedidos aun
más irregulares. Sin embargo, a veces toma la aceptación de coimas no por lo que
es (la compra puntual de un favor específico, que no garantiza nada fuera de esa
transacción) sino como reconocimiento de su propia capacidad de influir incluso
sobre la Gobernación. Esto hasta cuando en un momento dado las policías decidan
que es inoportuno hacer un favor que las podría exponer a una llamada de atención,
o si la presa es descubierta de un modo tal que las coimeadas no pudieran encubrir.
Pero la autoritaria sigue insistiendo y empieza a reclamar lo que ya cree que es su
derecho, incluso publica los favores que ella les ha hecho (“ ¡Hasta he comprado
zapatos para su hija!”), rompiendo así otra de las reglas de la coima (que es: si el
coimeado oculta la infracción, la coimeadora olvida la coima) que puede dar
lugar a que los policías decidan romper totalmente las relaciones con ella y
castigarla por su presunción (por ejemplo cortando sus visitas).
En otro caso, olvidándose que a cambio de que los policías le faciliten
alcohol (lo que según el reglamento está estrictamente prohibido) para su negocio
clandestino de bebidas debía mantener discreción sobre su consumo o distribución,
ella misma se entregaba a borracheras escandalosas aseverando “Yo tengo permiso
de tomar aquí”. Permiso o no, igualmente tuvo que ser reprimida, con la
consiguiente retracción de favores. La más autoritaria va reinterpretar hasta eslo
en términos que sigan demostrando su control absoluto del entorno: “Sí. Estaba
cortada de visitas. Yo ya lo he adivinado. ¡Por adivina poco me falta!” Igualmente,'
si su familia no la visita, no es porque la haya abandonado, sino porque ella no
quiere que la vean en la cárcel y les ha instruido de no venir; la familia también
obedece a su voluntad.
Las autoritarias, de hecho, son las más dispuestas a coimear en toda
instancia, porque este acto es conforme con su percepción del mundo como un
lugar donde puede hacerse cualquier cosa siempre que se tenga una voluntad
bastante fuerte. Tratar con policías de la cárcel al fin es barato, pero jueces y
fiscales no están al alcance de cualquiera (estos pueden suponer miles de dólares,
mientras que un guardia se contenta con cien bolivianos). Pero la autoritaria,
138
aunque no pueda comprarlos, todavía va a decir que su abogado los conoce, que
el va conseguir su absolución8 o su transferencia a un centro de rehabilitación
(del cual se sale ya con más facilidad) o si no una sentencia mínima.
A veces estas fantasías de control extienden a aseverar que va a conseguir
algo imposible en términos legales; como por ejemplo ser puesta en libertad
inmediatamente después de su audiencia confesoria. Estos sueños de absolución
no son en absoluto monopolio de las autoritarias. Pero, mientras que para una
victimizada representan el reconocimiento de su inocencia, para una autoritaria
(ya que no niega haber cometido delitos) representan la prueba de su astucia.
A veces asevera que cayó con mayor cantidad de droga que en la realidad,
o que los diez kilos con que la agarraron era ‘muy poquito’, insinuando que ella
se movía entre los peces gordos que habitualmente manejan cientos de kilos o
más, o presumir que la DEA vino a interrogarla varias veces porque ella conoce a
los grandes capos del narcotráfico, o si no, jactarse de lo cuantioso de la estafa
que cometió.
En ocasiones las fantasías de poder conducen a la autoritaria a participar
en o hasta protagonizar protestas en contra de la autoridad carcelaria, porque no
tiene miedo a las consecuencias negativas de tal acto; como por ejemplo que la
identifiquen como una ‘cabecilla’ que instó a las demás a la desobediencia. Incluso
es capaz en su mente de reconfigurar algún castigo resultante como otro saludo a
su habilidad. Por lo general, incluso si llega a ser nombrada como delegada, prefiere
manipular sus contactos con Gobernación en beneficio suyo.
Victimizadas
En contraste, las victimizadas raras veces van a consentir en firmar una carta de
protesta o expresar abiertamente una queja. Les cuesta mucho subir a Gobernación
hasta para pedir permiso de hacer algo regularmente disponible dentro de la cárcel.
Alegan que todo se otorga ‘mirando caras’, “¿Qué nos van a dar a nosotras? y
consideran que el no decir nada (por ejemplo) a Derechos Humanos cuando visitan
la cárcel, es una virtud, porque ‘[DD.HH.] no hacen nada’ y la única cosa que*1
consiguen si protestan es que las policías les tomen ‘bronca’ y las sometan a más
arbitrariedades, como por ejemplo cambiándolas de celda todas las veces (“Como
payasos nos manejan”).
No toman nota de que las presas de carácter más fuerte se oponen a estos
cambios y muchas veces logran evitarlos, porque la victimizada está convencida
de antemano que toda resistencia únicamente conduce a más castigos, nunca a
liberarse de los maltratos. Se someten a los regaños e imposiciones de sus
compañeras de celda para luego lamentarse con internas amigas y repetir mil
veces cómo Fulana le ha llamado ‘muq’a9 de mierda’ o ‘chola hedionda’. Su
manera de defenderse de tales encuentros es evitar en tanto que se pueda el pedir
algo, de policías, internas o abogados, y cuando es necesario hacerlo, primero
tratar de conseguir que otra persona llame o hable por ella (y luego otra vez
lamentarse sobre cómo esa persona no había hablado como ella quería y por lo
tanto, no obtuvo lo deseado). Sólo habla por ella misma cuando no hay modo
alguno de recurrir a otra persona.
Si la victimizada no recibe visitas de su familia, es porque ella ‘no tiene
familia , la han olvidado o si no, no quieren ayudarle. Si uno sugiere que quizás
sus familiares no están enterados de su situación, o si lo están a lo mejor no saben
qué tipo de ayuda podrían ofrecerle, y ella debería llamar o escribirles para
indicarles como ayudarle, la victimizada responde “¿Acaso un hermano necesita
que se le llame?” Si tuvieran voluntad, sus familiares la ayudarían en todo sin
necesidad de que se los solicite; y el hecho de que no la hayan ayudado de manera
significativa comprueba que en realidad no quieren hacerlo. Por lo tanto, es inútil
intentar recurrir a ellos.
Hay más victim izadas entre las presas que carecen de recursos
económicos. Pero mientras otras presas que carecen de dinero se dedican a lavar
ropa o cualquier otro oficio para conseguir un ingreso mínimo, algunas
victimizadas indicando que son oficios mal pagados deciden que no vale la pena
hacerlos, es mejor estar sin un centavo que ganar 5 o 6 Bs. por docena de ropa
lavada y planchada. Tampoco pueden hacer artesanías porque no tienen los
materiales necesarios y no vale la pena pedirlos a sus conocidos de afuera porque
no los van a traer.
Lo que esperan es la ‘ayuda’, a la cual son merecedoras por ser inocentes.
Esta ayuda que puede proceder de alguna institución caritativa o sino de las
personas que son culpables de su situación, en primer lugar de sus co-procesadas,
que ya están a mano y por lo tanto pueden ser fácil objeto de solicitudes y presiones,
pero también de sus otros colegas de actividad delictuosa que estando afuera,
‘felices’ en libertad, deberían ayudarles. Si las co-procesadas (o la parte contraria)
afirman que no le obligaron a hacer lo que hicieron, las victimizadas sólo responden
que la responsabilidad del hecho ‘está en sus conciencias’10 y siguen insistiendo
que son inocentes.
Evidentemente las victimizadas no piensan en ofrecer coimas, aunque
esto no significa que no compartan la creencia generalizada que todo puede
conseguirse con dinero. Más bien repiten insistentemente ‘Hasta para salir, se
necesita plata’, implicando con ello que ellas no la tienen y por lo tanto esto es
otra muestra de la total futilidad de intentar influir en su situación. Si intentan
obtener favores de los policías, es a través del servilismo, ofreciéndose a cargar
sus guaguas durante sus tumos de servicio, a peinarles los cabellos o a tejerles
chompas a bajo precio.
La mayoría están con Defensa Publica, algunas por falta de recursos y
otras porque aún teniendo acceso a un abogado particular, éste igualmente ‘no
hacía nada’ por ella. Como un abogado de por si no influye en el juicio (a menos
que se pague a uno que si pueda), para ellas, si van a recibir una defensa inefectiva,
es mejor que sea gratis a tener que pagarla. Y ya que asumen que su batalla está
perdida de antemano, tampoco se esfuerzan en llamar al abogado o insistir sobre
la defensa que quisieran. Algunas piensan que, dado que no les están pagando a
los abogados de la Defensa Pública, tampoco'pueden exigirles nada; en algunos
casos incluso hasta se niegan a leer su expediente para informarse sobre su propio
caso (“¿Para qué?”).
En las cárceles de varones, muchos victimizados recurren a la auto-
aniquilación a través del alcohol y la pasta base de cocaína. Esto es difícil en
Miraflores porque hay mucha represión del consumo de estas sustancias, pero si
hay un consumo significativo de pastillas tranquilizantes de las cuales algunas
son fármaco dependientes (como notoriamente era el caso de la mencionada ‘Falsa
Verito’) y la posibilidad de entregarse a la depresión, pasando la mayor parte del
día en la cama durmiendo o mirando los programas de menor exigencia mental de
la televisión.
Conforme con su tendencia de negar la posibilidad de ser agente activo
en la vida, las victimizadas son inocentes. No pueden ser otra cosa, porque para
ser culpable de una acción, es necesario ser capaz de influir en la vida por voluntad
propia a través de sus actos, y esto es precisamente lo que ellas consideran que no
pueden hacer.
Puede ser que (según ellas) ‘nunca sabían hacer esas cosas’, puede ser
que ‘no les han agarrado con nada’, o si de veras estaban involucradas en el
hecho fue debido a otras personas. Por ejemplo, si ellas cultivaban y vendían
marihuana al por mayor, aun siguen siendo inocentes porque había alguien que
les compraba la marihuana; caso contrario, nunca hubieran pensado en cultivarla.
Entonces es otro, ese comprador, el que ‘tiene la culpa’. Si el delito es giro de
cheque al descubierto, ellas se prestaron ese dinero para otra persona que se escapó
sin pagar y dejando que ellas carguen con el tacho.
Paranoicas
Estas actitudes pueden matizarse hacia la posición paranoica: “Yo no he hecho lo
que me acusan. Si estoy aquí es porque alguien lo ha maquinado. Todo fue
planificado y armado para producir mi detención y todavía siguen armando esta
conjura para conseguir mi condena (por ejemplo, convenciendo a otras personas
a presentar falsos testimonios en mi contra, amenazando a mis testigos de descargo,
o llamando de forma anónima a la policía para denunciarme a mí o a un familiar
que ha sido declarado prófugo...)”
El nudo de la verdad en estas construcciones imaginarias puede ser alguien
que realmente las denunció o prestó una ‘colaboración a la justicia’, pero lo que
suele ser paranoico es pensar que esta persona sigue urdiendo otras futuras
denuncias o está recibiendo dinero de su parte contraria hasta hallar el momento
para hacerle otra maldad (no especificada) en el futuro. Igualmente, una explicación
paranoica de la defensa inefectiva no es la incompetencia profesional del abogado
o su falta de voluntad, sino el concluir que alguien le está pagando para que
precisamente haga una defensa incompetente.
Suele ocurrir que cuando dos presas pelean, una amenaza a la otra de que
cuando salga se va vengar de ella en la calle, o sino en sus hijos que están fuera.
Mientras las que sueltan tales amenazas suelen ser autoritarias con visos
paranoicos, las paranoicas las creen y pueden hasta llegar a pedir ‘garantías’ para
sus familiares que, según imaginan, se encuentran en gran peligro.
Otras veces la visión paranoica se extiende hasta imaginar que tales
venganzas abarcan a los funcionarios judiciales. Por ejemplo, una interna aseveró
que el hijo del tal Fiscal (responsable de ‘pasarla’ a la cárcel) había sido baleado
por asaltantes anónimos que buscaban con ello vengarse del padre por haber
mandado tanta gente a la cárcel.
142
y colegas que en tanto son más burguesas y/o profesionalmente más conocidas,
más se prestan a crear u creer estos relatos. Por ejemplo, imaginando que alguna
presa que intenta contactarse con ella, porque solo la ha conocido a través de mi,
lo hace con el fin de conseguir su detención, porque ‘quiere cambiar mi libertad
por la suya’ (aunque el hecho de denunciar a otra persona de consumir por ejemplo
marihuana, nunca produce como resultado que se anule un proceso por narcotráfico
que ya está en pie.).
Esto se debe a una coincidencia estructural entre la psicología paranoica
y la posición social de elite. La elite se concibe como un pequeño grupo que
manda y dirige a la sociedad, y que por eso son a la vez más observados y
comentados por los demás. Los paranoicos también se creen observados y
comentados por los demás, sólo que ellos son dirigidos más que dirigentes. En
ambos casos, uno se ve a si mismo como un punto central e importante del ámbito
social. Por lo tanto, no es sorprendente que la burguesía, incluso respetados
académicos y cientistas sociales que, se imaginaria, tendrían un conocimiento
más objetivo del mundo social, se presten con gran facilidad a las historias
paranoicas; será que quieran creer que lo que ellos hacen es realmente importante.
En este sentido los relatos paranoicos procedentes de la clase baja, aunque
igualmente carentes de veracidad objetiva, son más terrenales en tanto que se
limitan a referirse a vecinos, parientes afínes y otros individuos con quienes
realmente tenían conflictos de donde sus deseos de venganza surgieron.
Los puntos firmes en estos relatos suelen ser los nombres de las personas
que se piensa son las enemigas que han urdido la conjura; y las referencias a
mentiras, llamadas telefónicas, documentos ocultos o falsificados que se supone
que sus enemigos han presentado.
La parte más floja, al menos para un interlocutor que no comparte la
posición paranoica, es entender por qué esas personas enemigas habrían decidido
invertir tanto tiempo y recursos para conseguir que ellas o ellos vayan a parar a la
cárcel. Ya que en los relatos más elaborados uno supondría que para lograr su
propósito, el perseguidor ha debido gastar muchos miles de dólares y puesto en
juego todo su prestigio político y profesional para falsificar tantos documentos y
sobornar a tantas personas. Las justificaciones que ofrecen por esas acciones son
muy vagas. “Se agarra con todos,” “No éramos muy amigos.”
En el universo paranoico, tales preguntas resultan superfluas porque se
asume de antemano que la mayoría de la gente se dedica, no a sus propias vidas,
sino a tratar de manipular e influenciar la vida de los demás; sobre todo la vida de
una misma. No es necesario explicar por qué me odian tanto como para querer
eliminarme de su ámbito o qué beneficio obtendrían ellos de mi desgracia.
144
Para las paranoicas el mundo es un lugar donde nada es más fácil que
seguir a una persona sin ser observado, saber inmediatamente cuándo se encuentra
a solas para asaltarle y donde hay matones a sueldo en cada esquina. Y si la
hermana de una es atropellada por un auto, esto nunca representa un accidente-,
sino un ataque planificado por los mismos enemigos que fabricaron las acusaciones
con que lograron meterla a ella tras las rejas." Si una paranoica no recibe visitas
de su familia, por supuesto es porque han sido amenazados. Los vínculos con
teleseries policiales y películas de thrillers son obvios*12. También se nota un
sesgo distintivo del universo del individuo vinculado en que no es sólo su persona,
sino también sus hijos, sus otros familiares y hasta sus alumnos son blancos de la
conjura. Esto es parte del concepto del ayni moral, donde habitualmente se observa
que tal persona no debería hacer esa maldad porque también ‘tiene sus hijos’. Es
decir, algún día la misma desgracia les va ocurrir a sus descendientes.
Mientras que las autoritarias, confiadas en que ‘sabrán defenderse’, pueden
admitir sus delitos y las victimizadas empecinarse en su inocencia; las paranoicas
son ambivalentes respecto a su propia culpabilidad. Algunas se acercan más a la
posición victimizada al presentarse a si mismas como totalmente inocentes del
crimen que se les atribuye y afirmar que todo se debe a una supuesta conjura.
Otras sí admiten que hicieron algo, pero aseguran que su encierro no se
debe a eso sino a otros motivos que hay ocultos detrás su proceso: como por
• ejemplo el rencor por una relación sentimental fracasada o un conflicto personal
1 de otro tipo; o al deseo de una autoridad de ‘hacerles callar’ porque eran molestas
?activistas políticas o sabían de otras peores fechorías de los conjurados. En caso
i de ser reincidentes, su detención se debe a que en el curso de su anterior condena
f se habían granjeado el odio de los policías, o incluso porque habían logrado
i
H 1 Se consta que existen pandillas o grupos de delincuentes callejeros que se ofrecen para
asaltar a una persona a cambio de un pago no muy elevado (digamos, unos lOOBs);
tengo referencias de un caso donde un hombre logró que personas de este tipo peguen
■ a su suegro anciano que (según él) no le había pagado el dinero que le debía. A la vez,
i se consta que no es tan fácil contratar a personas con este fin, que el contratista tendría
. j : que proporcionarles toda la información necesaria para encontrar a solas a la víctim a
[ ,í'‘ (los lugares que frecuenta, sus horarios de entrada y salida, etc.) que sólo va a poseer si
le conoce muy a fondo, y que todavía, en la mayoría de los casos, aunque se entregue el
; í ■■ dinero no se realiza el asalto solicitado (C om unicación personal de David Quispe).
12 No considero que la posición paranoica procede de estas fuentes, sino que ellos
corresponden a la misma visión del mundo, que es bastante difundida, y esto explica
gran parte de su popularidad. Ver el capítulo ‘E l opio electrónico’ para más sobre el
consumo de medios de comunicación en la cárcel y la presentación de temas carcelarios
y policíacos en los mismos.
145
Altruistas
Hay una transformación de la posición autoritaria que se puede denominar
‘altruista’. Consiste en demostrar su poder e influencia ofreciéndose como
mediadora en las peleas entre internas o de las internas con la Gobernación,
redactando solicitudes o cartas de protesta, atendiendo consultas de otras internas
sobre sus problemas jurídicos o ayudándolas a redactar o interpretar documentos
legales. Las personas elegidas como delegadas y delegados de los presos muchas
veces son de este tipo.
No cabe duda que esto para las demás es más positivo que la posición
autoritaria egoísta. Pero es una opción limitada; en primer lugar porque la persona
que la asuma tiene que ser de clase media y/o poseer un buen nivel de estudios
formales para poder realizar estos servicios (y también para tener una suficiente
influencia sobre los policías como para conseguir su consentimiento); y en segundo
lugar porque este altruismo no va tan lejos como para admitir que otras personas
puedan ser igualmente influyentes, letradas o conocedoras de la ley. Las autoritarias
altruistas suelen responder con encono a otros individuos que en el mismo espacio
social se oponen a las formas de mediación y representación que ellas proponen,
calificando a estas rivales como ‘muy manipuladoras’ o como elementos ‘que no
quieren trabajar para este Centro’. Por lo tanto, raras veces hay lugar para más
que una o dos autoritarias altruistas en la misma cárcel.
147
14 Hay una minoría de casos en los que la sentencia es ejecutada en primera o segunda
instancia, pero generalmente hay que pasar por las tres instancias (juzgado, corte de
distrito, corte suprema), lo que suele tardar varios años.
148
su lugar rehusó firmar mi orden de salida ‘porque la última vez que yo firmé era
una peruana y se fugó’. Así no es sorprendente que algunas presas opinen
‘jiwarpan, saschixay ’.15
En todo caso, las salidas médicas, como las que se solicitan para otros
fines (como por ejemplo asistir a algún acontecimiento público), nunca son
otorgadas en base al mero pedido de la presa, sino que requieren siempre de al
menos una constatación proveniente de una institución o persona que ocupe una
posición profesional o de autoridad reconocida fuera de la cárcel16.
Evidentemente, la situación en la vida ordinaria más parecida a ésta es la
de un menor de edad que no puede viajar, tramitar un permiso legal, etc., sin la
autorización de sus padres, con la molestia adicional de que los menores de edad
generalmente no tienen que ocuparse de procesos legales o buscar tratamientos
médicos por iniciativa y cuenta propia, ni obtener la comida necesaria para su
sustento.
Esta devolución formal a la posición de un(a) niño/a influye en la
psicología de los/as presos/as conduciendo a un tenor notablemente adolescente,
cuando no infantil, en sus conductas e interacciones diarias. Así se puede observar
relaciones de amistad que hacen recordar las de la escuela.
De un lado, hay los ‘mejores amigos/as’ que son casi inseparables (sin
representar necesariamente una relación homosexual). Y de otro, aquellos que
cuando ven que un amigo o amiga empieza a relacionarse de manera estrecha con
otra persona que no era parte del pequeño grupo íntimo, tratan que al nuevo el
miembro más dominante lo excluya del grupo; o los que, si ven que su amigo/a
decididamente se ha metido con otro, reaccionan celosamente peleando y
poniéndose en contra de la que antes era su compañera incondicional y a la que
ayudaba y defendía en todo.
entre estos tres componentes, pero a veces uno es sobre desarrollado a costo de
los otros o sino es reprimido hasta el punto de casi desparecer.
Se comenta que personas que tienen un dominante o sobre desarrollado
Padre/Madre, muchas veces son atraídos a ocupaciones autoritarias, como policías
o guardias. Esta observación parece válida para algunas de las policías de
Miraflores, que más allá de velar por el cumplimiento de los reglamentos se ocupan
especialmente en vigilar la limpieza y orden de las celdas, el arreglo personal de
las presas (por ejemplo parándose en la puerta después de la lista de las 08:30
cuando vuelven a entrar para mirarles de cerca y ver si esa mañana han peinado
adecuadamente sus cabellos) y darles sermones individuales o en grupo sobre
varios aspectos de su conducta, que van desde el fumar y mascar coca (alguna
incluso aseveraba que el mero olor de la coca en una celda ‘hace daño a las
guaguas’) hasta el insultarse con palabras como ‘puta’ (‘Todas Uds. son putas
porque han tenido sus hijos’).
El control estricto del consumo de bebidas alcohólicas, inclusive en las
fiestas (como cuando se suspendió el festejo del Día de la Madre del 2000, cortando
la música y expulsando a los visitas, en tanto que se encontró una sola botella de
trago), también corresponde a imponer una imagen de ‘buenas niñas’.
Aunque la infantilización en general afecta tanto a presos varones como
a mujeres, aspectos como el peinado y fiestas sin alcohol son controles adicionales
hacia éstas debido a que, mientras es aceptable que el niño varón sea ‘travieso’, la
niña debería ser enteramente obediente. La colaboración de las presas con el
control policial es entonces facilitada por el hecho de que casi todas ellas comparten
y aprueban el estereotipo convencional de la'femineidad.
A diferencia de la solidaridad entre amigos considerada más varonil, la
disposición de denunciar las travesuras de otras alumnas a la profesora es también
parte de la imagen de ‘niña buena’. Lo que no quiere decir que no haya buzos en
las cárceles de varones, pero al parecer estos tienden a denunciarse más por
venganza personal18 o en busca de beneficios concretos y no simplemente para
parecer ‘buenitos’).
La posición de Seguridad permite a los y las policías ejercer su autoridad
a gusto sobre las presas, quienes son tratadas como incapaces de decidir por ellas
18 Por ejemplo: se dice de cierto preso en San Pedro que cuando él compra drogas dentro
del penal, suele exigir una ‘yapa’ generosa por encima de la cantidad habitual, y cuando
no la obtiene denuncia al vendedor. Comparado con el caso de una presa de Miraflores
que encuentra una botella de alcohol ocultada en un baño y lo entrega a Seguridad sin
saber a quién pertenece; aquí el único beneficio que obtiene es el de presentarse como
cumplidora del reglamento que prohíbe el alcohol.
152
mismas. Hasta los más ordinarios remedios que se venden sin receta en todas
partes, como aspirinas, pueden ser cuestionados si una presa intenta introducirlos
en la cárcel y por lo general para cualquier medicamento se exige una receta
aunque en Bolivia las farmacias venden todo tipo de fármacos sin exigir receta.
Suelen decomisar hasta comprimidos vitamínicos y llevarlos al consultorio a donde
insisten que la presa debe ir cada día a recibir uno por uno sus medicamentos. La
justificación es que al menos tres presas protagonizaron ‘intentos de suicidio’
tomando cantidades de calmantes. Pero en vez de considerarlo como un problema
específico de estas personas, se asume que todas las presas estarían también
dispuestas a hacerlo, la prohibición de manejar medicamentos de manera autónoma
fue extendida a remedios que de ninguna manera servirían para una sobredosis
fatal.
En la cárcel se necesitan algunas herramientas como alicates para realizar
ciertas reparaciones improvisadas de aparatos eléctricos y otros. Pero si una presa
solicita la entrada de tal objeto le es negado alegando ‘puede usarlo para agredir
a otras internas’ - aunque la presa en cuestión en ninguna ocasión haya agredido
a otras y que además estuviera por la 1008 y no por un crimen violento. De hecho,
el único alicate que en ese momento había en la cárcel estaba en posesión de una
asesina quien lo había prestado a otra interna, presa por causar lesiones en diversas
otras ocasiones.
Cualquier obj eción frente a la arbitrariedad es contestada aseverando que
tal cosa ‘es prohibida’, aunque de hecho alicates, velas y otros objetos que bajo
, este argumento suelen ser decomisados no figuren en el reglamento escrito. La
autoridad de los policías frente a las presas es demostrada precisamente a través
de esta arbitrariedad, pues para ser obedecido no se necesita más justificación
que el hecho de salir de la boca autorizada. No es necesario que las órdenes sean
' consistentes ni que tengan una justificación racional; entonces el mismo objeto
entra a veces a la cárcel sin ningún cuestionamiento y otras veces no puede ni
pasar la puerta.
i En las ocasiones cuando (por ejemplo) se niega la entrada de un documento
*’ »• en diskette, al preguntar por qué todos los libros que llegan entran sin observación
f >. alguna (nunca se intenta averiguar su contenido) pero un documento en diskette
no, recibí la respuesta ‘los diskettes son para computadora’ - lo que es cierto,
. ' pero no explica por qué no pueden entrar. Intentos de cuestionar la racionalidad
de tales observaciones son contestados simplemente negando la palabra a la presa.
En el fondo, la arbitrariedad a veces expresa la inseguridad de los propios
guardias frente a su capacidad de mando. Se nota que algunas policías más seguras
de su dominio pueden permitir que se rompan las reglas sin imponer castigos
153
S IN FUTURO:
EL TIEMPO EN LA CÁRCEL
19 Malcolm Young (1990a: 16-17) comenta que los prigs o delincuentes habituales con
quienes trabajó (como policía y como antropólogo) en Newcastle en el norte de
Inglaterra, demuestran un concepto del tiempo que no corresponde al ordenamiento
fijo de fechas y horarios y los planes de larga duración referente al futuro que se
consideran necesarios en la sociedad ‘decente’. Viven en el presente, actuando según
necesidades inmediatas, y cualquier cosa en el pasado, aunque sea hace apenas un mes
(como su última audiencia en el juzgado - es recordada sólo en términos muy generales)
diario, marcado por las listas diarias de las 08:30, de las 12:00 seguido por la
distribución del rancho, de las 17:00 y la obligación de volver a la celda a las
22:00 para la lista final, con la única diferencia que los jueves y domingos, siendo
días de visita, no hay lista a las 12:00 y el rancho se reduce a un plato de sopa, sin
el segundo de otros días. Así, cada día sigue igual que el anterior y al que viene.
Varios estudios antropológicos sobre ciclos rituales, generalmente anuales
(Año Nuevo, Carnaval, San Juan, Todos Santos, Navidad) o vitales (bautismo,
mayoría de edad, matrimonio, muerte) comentan la manera en que la repetición
regular de los mismos actos actúa para abolir el tiempo. Por ejemplo, si siempre
asisto a los entierros en mi comunidad, que siempre se realizan según la costumbre,
en unas ocasiones lo hago como acompañante, en otras como doliente, y
eventualmente lo haré como el difunto mismo; pero todas estas ocasiones se funden
en uno, borrando el tiempo y entonces, en cierto sentido, la muerte misma.
Pero a la vez estos ciclos representan interrupciones intermitentes en el
ciclo del tiempo cotidiano, progresivo e irreversible, que da lugar a cambios,
pérdidas y logros. En la cárcel, el tiempo queda reducido a un ciclo repetitivo
mínimo y por lo tanto el tiempo en sí queda anulado. No sólo se anulan los
proyectos de largo alcance que implican planes para el futuro (excepto en el caso
de ciertos individuos que poseen una formación personal que les permite continuar
con algún programa de actividad totalmente independiente del ambiente donde
"se encuentran), sino también se anula la memoria.
Es posible recordar que alguien vino la semana pasada, pero mucho más
allá de eso no se recuerda si vino hace tres meses o un año. Apenas se puede
fechar lo que ocurrió si es que pasó antes de que Fulana saliera de la cárcel o
Mengana llegara - es decir, hitos que refieren a uno de los momentos de bisagra
entre el mundo de adentro y el de afuera, el mundo de ‘la calle’. También es
posible estructurar el tiempo en base a lo que pasó antes o después de la salida
judicial que una tenía para realizar alguna actividad o para asistir a un
acontecimiento - también algo que se hace fuera de la cárcel. Pero la mayoría de
‘O, era hace tanto tiempo, se me ha olvidado.’ É l sugiere que tal concepto es típico de
estos m iem bros de un grupo marginal y que hace más difícil su ‘rehabilitación’ que es
concebida en términos de estructuras rígidam ente pautadas del tiempo (com o por
ejemplo el llegar al lugar de trabajo todos los días a la misma hora) y con una proyección
progresiva en el futuro (seguir una carrera, com prar una c a s a ...). Las observaciones
aquí sugieren que la cárcel tiende a producir esta percepción ‘desviada’ del tiempo
incluso en los que antes no lo tenían. Ver Y O U N G M alcolm (1 9 9 0 a ) Hunter-gathering
time in N E England. Anthropology Today 6 (6 ); (1 9 9 0 b ) An Inside Jo b : policing and
pólice culture in Britain. Oxford: OUP.
159
las presas no tienen tales salidas, y por lo tanto toda su existencia se hunde en este
espacio gris, en un tiempo que es infinito y a la vez inexistente. Una situación
vacía de expectativas que ellas lo expresan en el deseo común de ‘poder dormir
hasta el día de mi libertad’ - como están viviendo un tiempo nulo, mejor sería
pasarlo sin conciencia, y despertar sólo cuando al fin vuelvan al tiempo real.
George Foster ha sido criticado por haber propuesto, con referencia a los campesinos
mesoamericanos, que ellos sostienen una ‘Teoría del Bien Limitado’. En breve, se
dice que ellos suponen que la cantidad del bien - ingresos económicos, prestigio
social, etc. - en el mundo es limitado; por lo tanto, por cualquier persona que en uno
u otro aspecto mejora su situación social, tiene que haber otra u otros que se ven
desmejorados en una cantidad similar.
Personalmente no he observado este tipo de pensamiento entre campesinos
bolivianos, pero las intemas de Miraflores parecen manejar una ‘Teoría de la Desgracia
Limitada,’ según la cual habría una cantidad limitada de desgracia en el mundo y su
suma es negativa. Es decir, si en este momento la cantidad de desgracia es X, pero
luego surge una desgracia adicional de cantidad Y, la desgracia total se reduce a (X -
Y). Yo estoy sufriendo desgracia, en primer lugar estando en la cárcel, y en segundo
lugar dentro de la cárcel carezco de mis intoxicantes favoritos, espacio adecuado
para vivir, relaciones con mi pareja sexual y así sucesivamente. Por lo tanto, si veo a
alguien que no comparte estas desgracias, o que logra gozar de algo tras las rejas,
voy a intentar conseguir que pierda ese gozo o caiga en desgracia, así reduzco la
desgracia total. Mi desgracia personal representaría un porcentaje de ese total, y así
se vería reducida proporcionalmente según el monto de desgracia nueva que se haya
añadido.
Personalmente, considero que el ver a otras personas en la cárcel, sea quienes
sean, no acorta mi sentencia o ayuda a hacer más llevadera las condiciones dentro la
cárcel, pero muchas de las mujeres parecen pensar así. Esta actitud se expresaba en
las amenazas o quejas de Jenny y Claudina referente a consumidores y cultivadores
de marihuana que estaban ‘felices afuera’ y a quienes, decían, quisieran denunciar.
Se expresa también en la actitud de Susana, una reincidente de la 1008 adicta
a fumar base y que dentro de la cárcel dejó de fumarlo. Aunque la consumidora
realmente dedicada generalmente lo puede conseguir (al menos de vez en cuando),
probablemente ella la dejó porque en algún nivel sabía que sus años de consumo ya
160
habían dañado su salud; se lo notaba en su semblante ajado que aparentaba una edad
notablemente mayor de la que tenía. Aunque es muy probable que una vez fuera lo
volviera a consumir, como pasó después de sus anteriores estadías en la cárcel, era
mejor evitarlo mientras podía. No obstante, le daba rabia que otras pudieran seguir
con sus ‘vicios’, como ella los denominaba y se quejaba de las mascadoras asiduas
de coca y denunciaba a otras compañeras que tomaban alcohol en las noches. Si yo
sufro porque no estoy fumando base, sufriré menos si veo que Fulana sufre por no
mascar coca y Zutana sufre por no tomar.
Este parece ser también un componente de las denuncias a las que logran
introducir sus amantes a sus celdas. Por supuesto, las palabras usadas en las denuncias
son otras - las tomadoras ‘no dejan dormir,’las enamoradas muestran ‘falta de respeto’
- pero se nota una motivación tipo ‘perro del hortelano’ entre las que habitualmente
buscan delatar estas faltas cometidas por otras.
Ya se ha mencionado que no sólo se denuncia varias faltas (sobre todo las de
tipo sexual) a Seguridad del penal, sino también a Régimen Penitenciario, a la policía
y a los medios de comunicación a través de llamadas telefónicas o cartas que muchas
veces se firman bajo un nombre ficticio o se adjuntan los nombres y hasta las firmas
falsificadas de otras internas. En algunos casos, cuando se llega a saber quién era la
verdadera responsable de la denuncia, es atribuido a un odio personal frente a la
denunciada. A veces se dice que tenían ‘problemas’ debido a relaciones que tenían
afuera, otras veces son querellas (muchas veces sumamente triviales) surgidas dentro
. ' de la cárcel - se han discutido sobre un video que la una prestó a la otra y la otra no
1quiso devolver, o Mengana ‘echaba basuritas’ dentro de la celda.
'/ Es difícil saber la realidad de estas querellas, ya que la supuesta culpable
i suele minimizar lo que ella ha hecho o no admite que reaccionó de mala forma a la
;, primera queja y siguió con su conducta ofensiva (en las condiciones de hacinamiento,
actos triviales repetidos pueden convertirse en algo excesivamente irritante), mientras
f • la supuesta ofendida, igualmente, puede llegar a exagerar lo hecho (en el curso de
una discusión, una interna sacó sus lentes y con ellas dio un pequeño golpe a la cara
,í de otra, quien lo convirtió en un intento de cortarle la cara con una arma cortante,
/ aunque en realidad las internas de Miraflores jamás llegan a tal punto).
í v. De todos modos, yo encuentro difícil explicar porque una va a denunciar
• algo totalmente ficticio, como por ejemplo cuando se denunció a las internas en
general por salir en las noches a ejercer la prostitución, acusación que condujo en
1999 a una visita de funcionarios de Régimen un sábado a las 2 1:00 horas con
fines de verificar el hecho (encontraron a todo el mundo en sus celdas, sólo tenían
que ocultar debajo de catres o frazadas a varios hijos que estaban pernoctando en
la cárcel sin permiso oficial). La denuncia se hizo por teléfono dando el nombre
161
de Solange, que negaba llorando que ella hubiera hecho tal cosa, y se decía que la
que llamó en realidad era una reincidente que había tenido conflictos personales
con Solange relacionados con el negocio de drogas afuera. Se decía que esa
reincidente era la que con más frecuencia lanzaba denuncias a Régimen, y es
cierto que una vez que ella salió en libertad ya no surgieron más problemas de ese
tipo. Aparte de hacer pasar un mal rato a Solange, no veo qué beneficio sacaba la
denunciante, dado que en realidad, como ella ha debido saber, nadie estaba
saliendo. Pero ninguna otra interna encontró sentido a mi pregunta sobre el motivo
de la delación; en tanto que respondían, bastaba decir que era ‘por joder’.
En agosto de 2000 una carta, atribuida a la prima de una interna, llegó
hasta RTP denunciando, entre otras cosas, prostitución dentro de la cárcel y
señalando como evidencias el caso de una interna que resultó embarazada ‘y no
se sabe para quién’, de una que tenía relaciones sexuales con su abogado (se
refiere a la única que completó el trámite para las visitas conyugales) y de otra
que se había hecho amante de su juez. Esta última, que acababa de salir bajo
fianza, fue considerada como la autora real de la carta porque antes de salir había
amenazado con hacer algo similar, con respecto sobre todo a Denise, que en la
carta figuraba como un ‘omosexual’ [sic] que representaba ‘un peligro’ para las
mujeres (claro, como homosexual estaría desesperado por abusar sexualmente de
ellas20).
Sin embargo, dado que la supuesta autora era la que efectivamente tenía
relaciones con su juez (hasta el punto de obtener una muestra de orina de una
interna embarazada para convencerlo de que esperaba un hijo suyo; por supuesto,
después también tuvo que simular el fracaso de su embarazo), me pareció que
ella en nada se beneficiaría denunciando su propia mala conducta, y por lo tanto,
la carta debía provenir de otra persona. Pero las otras internas, convencidas como
estaban de la maldad de la supuesta autora, consideraban que ella misma se habría
sindicado allí para disimular su autoría. Otra vez en vano yo preguntaba qué bien
sacaría ella develando tal cosa (que pondría en duda cualquier decisión favorable
por parte del juez hacia ella): “¿Qué no haría esa hija de puta?”
Esto nos devuelve a los conceptos del actor racional ya referidos en el
primer acápite de este capítulo. El actor racional europeo siempre busca su
beneficio. Incluso las teorías sociales que atacan el estrecho concepto del actor
en búsqueda de beneficios, en el fondo no rechazan el concepto en sí, sino
2 0 Esta aseveración parece ridicula a un europeo, pero cuando comenté el caso de Denise
a una colega de la universidad, ella tuvo idéntica reacción, que por lo tanto puede ser
representativo en el medio paceño.
162
CORDEROS AL MATADERO:
EL PROCESO JUDICIAL
1 Se refiere al dicho del Prim er M inistro inglés Benjam ín D israeli, que ‘hay mentiras,
mentiras malditas y estadísticas’ .
164
2 N o había cárcel independiente para mujeres, sino los dos grupos ocupaban sectores
distintos del mismo edificio, com o sigue siendo el caso en las cárceles de Oruro y
Palmasola en Santa Cruz, entre otros.
3 C A JIA S Huáscar (1 9 7 8 ) Crimonología. 4a edición. La Paz: Editorial Juventud.
165
5 Una asesina con quien compartí brevemente la celda fue a quejar a Seguridad porque yo
pasé casualmente por el lado de su catre mientras ella estaba leyendo unas hojas de su
expediente, y me acusó de haber estado intentando fisgonear su contenido. Según otras,
estaba presa porque junto con su amante había matado a su marido, pero según ella
todo era una conjura de su suegra, y bastaba decirle “N o soy una asesina com o vos”
para provocarle un estado de incoherencia histérica. Las estafadoras generalmente eran
más controladas al tratar de sus crímenes, pero a la vez hábiles disimuladoras.
167
o aunque lleguen, después la ‘parte contraria’ (es decir, la víctima y/o sus
familiares) desiste y el caso es abandonado. Activistas interesadas en combatir la
violación se quejan de que muchos casos no son denunciados y de los que sí lo
son, muchas veces ‘la familia’ abandona el caso al poco, o sino buscan alguna
solución fuera de los juzgados (como por ejemplo una compensación monetaria).
Este no es el lugar para debatir el por qué de estos abandonos (se supone
que tiene que ver con el hecho de que un juicio publica el hecho de la violación y
la violada queda tan dañada en su imagen pública como el violador, si es que
logran comprobar que había violación; que los juicios sobre violación suelen
incluir interrogatorios desagradables sobre la vida personal de la víctima, etc.); el
punto relevante aquí es que si la familia no quiere seguir con el caso, el Ministerio
Público, a diferencia de los servicios de fiscalía estatal en el Norte, lo abandona
igual. Lo mismo pasa en casos de asesinato; aunque se haya encontrado e
identificado el cadáver, si otras personas no presionan no hay una investigación
ni un juicio.
Entonces, aunque hay algunas diferencias procedimentales entre la 1008
y los demás casos, se puede decir que la diferencia principal es que la 1008
realmente corresponde a un juicio penal —que significa, entre otras cosas, que no
hay posibilidad de salir a través del desistimiento de la parte contraria, que es una
opción en los demás casos, sobre todo los de estafa o estelionato donde existe la
posibilidad de devolver el dinero. Es aún más cierto que la gran mayoría de los
pleitos, que no llegan a los juzgados sino que son tratados por instancias como
los sindicatos agrarios, los corregidores o las comisarías locales, traían básicamente
de conflictos entre demandante y demandado que son dirimidos (con un grado
mayor o menor de equidad) por la instancia en cuestión.
El hecho de que lo que podemos llamar la justicia cotidiana6 no
corresponde al Estado que impone la ley sino a una querella personal entre,dos
individuos o dos grupos (familias por lo general) que utilizan instancias estatales
como una etapa en la que muchas veces es una larga cadena de ofensas mutuas de
diverso tipo, crea un trasfondo personalizado del concepto de ‘justicia’ que persiste
aún frente a procesos criminales estatales e influye de manera importante en el
concepto que los procesados y sus alegados tienen de lo que les pasa allí.
6 Utilizo ‘ju sticia cotidiana’ para evitar la debatida expresión ‘ju sticia com unitaria’, y
para destacar en los hechos, la gente acude tanto a instancias ‘com unitarias’ com o a
instancias estatales (básicam ente la policía) y las perciben como partes de un solo
sistema y no dos sistemas distintos y hasta opuestos en sus principios, com o es el caso
de los comentaristas más ideologizados entre los que escriben sobre ‘justicia comunitaria’
y más aún, ‘ju sticia indígena’ .
168
Varios textos históricos sobre los Andes repiten que el campesinado andino es
notoriamente ‘litigioso’.7 En particular, se refieren a los diversos litigios sobre
tierra que han sido librados tanto durante la Colonia como en el periodo
republicano. Es de suponer que estos juicios eran llevados por los caciques y
otras autoridades, con aval pero poca participación de los comunarios en general,
y es otra cuestión hasta qué punto la masa de la gente realmente recurría a instancias
de justicia estatal para resolver sus querellas.
Hoy en día en las áreas rurales, el sindicato agrario y/o las autoridades
originarias son las instancias ante las cuales se presenta la mayoría de las denuncias,
aunque algunas personas van directamente a la policía pero suelen ser mal vistas
como conflictivas y buscapleitos.
En cambio en la ciudad, donde ya no hay sindicatos u otras autoridades
comunales, si uno tiene un problema civil (p.e. la no devolución del dinero de un
anticrético) contrata a un abogado que presione a su contraparte sin acudir a un
juicio (excepto si el caso se pone muy serio), y si se necesita quejarse de un
problema interpersonal (p.e. una pelea) se recurre a una comisaría barrial, donde
generalmente el problema es resuelto ‘allí mismo’ por los propios policías
imponiendo ‘multas’ sin referirse a ninguna ley escrita. De la misma manera, un
í hecho de tránsito se soluciona pagando algo de dinero a los policías, excepto si
¿ hay muertos de por medio o están haciendo una batida especial (p.e. buscando
C chóferes borrachos en días feriados) que es cuando proceden a detener a los
V .involucrados.
“• Estos procesos son los que yo describo como ‘la justicia cotidiana’ (ver
siguiente acápite). Pero en la cárcel una tiene que enfrentar la justicia estatal y el
sistema legal como tal; y entre las internas de Miraflores lo más notable es
precisamente su desconocimiento de la ley. Si es que obtienen fotocopias de sus
■,* * expedientes (muchas no lo hacen, después de todo tendrían que pagar por ellas) y
f -f* los intentan leer, aseveran ‘no entender’ términos como (por ejemplo) ‘tarjeta
prontuaria’; es decir, no saben que ‘prontuario’ se refiere a los antecedentes
7 Por ejem plo: ‘En cientos de ju icio s, campesinos indios denunciaron los abusos de
autoridades lo ca le s... Sus usos repetidos del sistema legal reflejaron su creencia de
que les servía.’ W A L K E R Charles (1 9 9 9 ) Sm oldering ashes. Cuzco and the creation o f
Republican Perú, 1 7 8 0 -1 8 4 0 . Durham: Duke University Press. P. 6 9 , traducción mía.
169
9 Aquí surge un paralelo con otro campo ritual, el de la brujería. Se dice que si logran
embrujar a uno, es porque uno mismo ha hecho ‘esas cosas’, es decir, también ha
realizado ritos de brujería; caso contrario, ‘no te to ca’ . Se nota la recurrencia de la
frase esas cosas’ (para referir a algo cuyo nombre es tan feo que se prefiere mantenerlo
en la mera insinuación) en ambos contextos.
172
10 Para un análisis detallado del ‘Discurso de la Droga’ en Bolivia, ver la primera parte de
SPEDDING Alison (2000) La estructura de la represión. Origen social y trayectoria jurídica
de las procesadas bajo la Ley 1008. La Paz: 1DÍS,.Cuadernos de Investigación 7.
173
son los que, si la muerte fuera realizada por terceros, denunciarían el hecho, y
también porque, sobre todo los padres, son considerados culpables por no haber
inculcado una conducta correcta a su pariente."
Parte intrínseca de estos juicios es la confesión del acusado: ‘La
declaración de la verdad constituye el elemento central en el procedimiento de la
resolución... sólo con esta confesión de las partes se obtendrá la solución final
del conflicto’ (Peña Jumpa 1998: 210).12 Otra vez, esto tiene mucho que ver con
un contexto social donde todos los participantes, juzgantes yjuzgados, se conocen
íntimamente y por lo general todos ya están convencidos que el acusado sí cometió
el delito. Negarse es visto como muestra de ser un sinvergüenza, un mentiroso e
incluso empedernido que volverá a cometer el mismo delito (con las consecuencias
ya citadas frente a un reincidente incurable); el que persiste en negarse, cuando
no existen testigos presénciales o pruebas materiales, puede ser obligado a tomar
un juramento muy serio que, se supone, conduce a la muerte del jurador a los
pocos días si perjura.13 Por lo general se considera que el acusado debe reconocer
su culpa delante de los demás y en gran parte esto le consigue la absolución, o
sea, después se le puede administrar algún castigo (p.e. chicotazos, alguna multa
pecuniaria) pero allí se termina si es que no reincide.
Parece que varios detenidos por la 1008 comparten la idea de que si uno
confiesa su delito y expresa su arrepentimiento ha cumplido con el fin principal
de la acusación y el castigo posterior sería menor. Así se desprende de la
1 declaración (hecha ante el mencionado Fiscal Cannelloni en la FELCN) de un
, detenido oriundo de Ventilla en la provincia Inquisivi, que cuando le hicieron la
/ pregunta final de forma si tenía algo más que añadir, respondió “Señor Fiscal,
Á estoy muy arrepentido, nunca más me voy a meter en el narcotráfico.” El fue
) detenido en conexión con una fábrica de base de cocaína en El Alto, uepasado a
C A& cárcel bajo el artículo 47 (fabricación, 5 a 15 años) y eventualmente recibió
i»* ______________________
11 Ver FE R N Á N D E Z M arcelo (2 0 0 0 ) La ley del a yllu . Práctica de j a c h ’a ju sticia y
j i s k ’a ju sticia (Ju sticia M ayor y Justicia M enor) en comunidades aymaras. La Paz:
£ P IE B . Para la pena de muerte, p p .2 2 1-223, 3 2 3 -3 2 6 .
‘ * 1 2 PEÑA JU M PA Antonio (1 9 9 8 ) Justicia comunal en los Andes del Perú. E l caso de
f - Calahuyo. Lim a: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. E l
■' estudio de caso trata de una comunidad aymara-hablante de Puno. Las actitudes y
4 ... procedimientos descritos muestran algunas variaciones debido al contexto institucional
nacional (p.e. el Presidente de la comunidad reem plaza al Secretario G eneral del
sindicato, presencia del Teniente Gobernador con sus dos alguaciles que no tienen
equivalentes en B oliv ia, etc.) pero su base general y contenido son casi idénticos con
los tres casos bolivianos (S icasica, Yaku, Laym i-Puraka) descritos por Fernández.
13 Fernández (op.cit.-.l 10, 3 0 5 -6 ).
175
escoger las autoridades estatales porque ‘la pérdida de dinero y tiempo’ (gastos
de traslado y estadía en el centro urbano, pagos judiciales o extra-judiciales -
honorarios del abogado, costos de legalización de documentos, coimas, etc.)
representan un castigo en sí.15 No es que se piense que esas autoridades van a
solucionar mejor el caso, más bien se piensa que en primer lugar ‘sólo les interesa
la plata’, que con intereses de sacar más dinero incluso alargan innecesariamente
el juicio, y que muchas veces las partes terminarán abandonándolo por cansancio
y agotamiento de fondos sin haber conseguido un fallo.
El tener que meterse en esos espacios contaminantes y costosos es en sí
un castigo apropiado para alguien que no se demuestra dispuesto a la conciliación.
De otro lado, hay comunarios que esquivan las instancias comunales y acuden
directamente a la policía. Esto representa un gasto para el acusador; la policía
boliviana no sale de sus comisarías excepto cuando son solicitados y pagados
para hacerlo.16 Pueden mandar una orden de comparendo a una comunidad pero
si el nombrado no se presenta, no hacen nada más excepto si la agraviada paga
por una ‘comisión’ que vaya a arrestarle. La idea es ‘asustar’ a la parte contraria
y, si lo puede hacer comparecer en la comisaría, conseguir que pase unas 48 horas
detenida (hasta el 2000 esto era el tiempo máximo que se podría detener a alguien
sin formalizar cargos) o sino que la policía le extraiga una ‘multa’. Después de
esto a veces se lleva el caso ante las autoridades comunales, otras veces se contenta
con lo que hizo la policía o se intenta seguir el juicio a través de las instancias
. . estatales. A veces se intenta asustar directamente al otro alegando “Yo tengo mi
^abogado en La Paz, te voy a meter juicio”, y si el otro no conoce la ley y carece de
{ __ __
L 15 Peña Jum pa (1 9 9 8 :3 0 2 -3 ). lKiwxaninaka ukaruxa sarapxipi sustxañataki timpu
S, apakañataki molesto kawsañatakV , “los que tienen quejas van a las autoridades oficiales
para causar miedo o hacer perder tiempo y ocasionar m olestias” . Eusebio M ayta de
i% Sicasica, citado en Fernández (2 0 0 0 :1 0 3 ).
16 En 1991 yo sufrí un robo de unos anillos de oro y ropa de la casa que habitaba en una
comunidad colindante con el pueblo de Chulumani. Tenía razones para creer que los
^ culpables eran los nietos de otro inquilino; los tres tenían antecedentes de robo por los
* *•
* cuales habían sido despedidos de trabajos en el pueblo y obligados a volver donde su
¡' abuelo, el m ayor fue visto m anejando una prenda de vestir mía, y sus hermanas
'. ' aparecieron sorpresivamente con dinero. Los denuncié a la policía con nom bres y
/ dirección y recibí com o respuesta “Si les ves pasando por la comisaría, indícanos quiénes
’ son” - y eso cuando, según una comunaria, el mayor de los tres incluso tenía otras
denuncias por robo en la misma com isaría. Pero, debido al sistema deficiente de los
archivos, generalmente se recuerda el antecedente sólo en caso de que el policía que
recibe la denuncia sea el mismo que la recibió en el anterior caso, y esto es poco
frecuente debido a la rotación de personal.
177
dinero para enfrentar un proceso formal, puede ser que la mera amenaza consiga
que se someta a las exigencias del otro o aguante nomás sus abusos.
En las comunidades se suele criticar a las personas que se comportan de
esta manera, insistiendo en que se debe acudir primero a las autoridades comunales
y sólo ir a la policía o al juez si éstos no pueden resolver el problema. En las
ciudades, sin embargo, no existe alternativa a la comisaría e igualmente hay vecinos
que son ‘caseros’ de la policía y los utilizan para resolver todo tipo de querellas
(con familiares, con inquilinos, etc.).
El hecho de que la mayoría de estos casos se resuelvan rápidamente con
el pago de una ‘multa’ por parte del acusado (que, se supone, fue precedido por el
pago realizado por el acusador a la policía para que acusen al otro) contribuye a
la idea generalizada de que en la justicia estatal ‘todo es plata’. Se debe notar que
muchos de estos casos cotidianos, pero, no son registrados formalmente o si lo
son no son archivados con eficiencia y resultan difíciles de encontrar después si
uno vuelve a esa comisaría en busca de un ‘antecedente’ de tal persona. Esto
facilita la resolución irregular o en base a coimas. Como veremos, una vez que se
ha realizado la apertura del proceso y el expediente ha logrado una existencia
formal ante un juzgado, no es tan fácil como se cree poner fin al proceso
simplemente ‘pagando’. Dado que la ‘justicia’ estatal cotidiana es, de todos modos,
sinónimo de ‘pagar dinero’, la parte acusadora lo hace generalmente motivada
por la venganza más que por buscar el resarcimiento del daño (las multas’ no van
a pasar a su bolsillo para reponer lo que ha gastado); en muchos espacios sociales,
por ejemplo en los mercados, es frecuente el uso de la amenaza ‘te voy a meter
juicio’ como una de las movidas en un prolongado conflicto interpersonal.
Las policías raras veces intentan averiguar quién Fue realmente culpable
del hecho. Como ejemplo se puede citar una experiencia de Jenny antes de llegar
a la cárcel. Aparte de enamorarse con ella, su enamorado también se metió con
otra chica en Circuata y la embarazó. Cuando nació el hijo, al principio él admitió
la paternidad y pagó una pensión pero después de unos meses dejó de pagarla
alegando que el hijo no era suyo. Existen leyes sobre pensiones familiares en
Bolivia pero en la práctica el padre sólo las paga si convive con la madre. La
familia de la chica quiso que él se junte con ella y consideraron que sus conocidas
relaciones con Jenny eran causa principal de su negación. Un año en Carnaval la
madre y hermana de la chica pegaron a Jenny en la plaza del pueblo. Claudina
quiso llevar este caso a la comisaría pero Jenny lo rechazó diciendo “Me voy a
vengar con mis manos”. Un tiempo después ella se encontró casualmente en Villa
Fátima (La Paz) con otra hermana y una prima de la chica. Ellas la pegaron otra
vez. En esta ocasión ella sí decidió demandarlas ante la policía, pero ella era una
178
sola, ellas eran dos y además una de ellas tenía su bebé consigo en el momento de
la pelea; aseveraron que Jenny era la agresora e incluso ‘hizo caer a la guagua’.
La sociedad boliviana es muy niño céntrica y esto representaba una agresión
particularmente grave. El resultado fue una multa de 100 Bs. para Jenny. Podemos
decir que las parientes de la chica no consiguieron un marido ni manutención del
hijo para ella, pero sí lograron vengarse en Jenny.
Los casos resueltos en la comunidad de ninguna manera carecen de la
resolución en base a ‘quién grita más’ - es decir, quien acude respaldado por un
mayor número de familiares que repiten su versión de los hechos - pero
generalmente existen otros testigos más y todos conocen la historia anterior de
los contrincantes. Incluso en los juzgados se observa bastante desinterés para
determinar la versión objetiva de los hechos cuando hay dos procesados que
presentan versiones contradictorias (ver supra ‘El proceso’).
Uno se involucra con la justicia estatal, entonces, porque busca vengarse
de otra persona, o se ve involucrado como parte de una campaña de venganza o
sino como un castigo en sí, independiente de las posibles sanciones que puedan
ser eventualmente dictados. Esto explica en parte por qué no es raro que los
denunciantes empiecen un proceso y luego lo abandonen antes de llegar al fallo;
el mero hecho de ser denunciado, objeto de órdenes de comparendo, etc. ya es un
castigo; y si el demandado a lo menos se presenta, hasta cierto punto ha ‘confesado’
»su culpa.
Arreglar pagando dinero a los demandantes, aunque visto como criticable
y hasta inmoral por los medios (sobre todo en casos de violación, donde es descrito
como ‘traficar con la honra de sus hijas’) es algo conforme con el concepto popu
lar de justicia-pagar significa que el pagador admite que ha cometido el delito y
representa una resolución puntual en vez del juicio alargado y de resultado final
incierto; o como en el caso de Jenny, se ha visto obligado a pagar y así perder y
sufrir, así ha sido ‘castigada’ por estar con el enamorado e impedir que él haga lo
‘correcto’ que era, según la familia agresora, unirse con la chica a quien se había
embarazado. En este caso no importó (a lo menos a las ‘ganadoras’) que Jenny no
cometiera el acto del que fue acusada porque lo que se buscó era vengarse para
algo que no es reconocido como delito legal —no hay ley en contra de ser la
enamorada de un joven que ha negado la paternidad del hijo que tuvo con otra
•mujer, aunque dentro de la comunidad algunos pueden ver esto como reprehen
sible (y es cierto que Jenny apoyó la decisión de su enamorado de cesar el pago
de pensiones, repitiendo la justificación ofrecida por él de que la chica ‘había
estado con varios’). A la vez, la parte ‘ganadora’ echó mano de la mentira y la
falsedad, y las autoridades policiales les colaboraron en esto. Es bastante común
179
17 E l nuevo Código de Procedim iento Penal, que entra en vigencia por etapas a partir del
2 0 0 0 , presenta la opción de defenderse a uno mismo, pero falta ver hasta qué punto se
aceptará esto en la práctica, dado los colosales intereses invertidos en imponer la
mediación de abogados en los ju icios.
18 Ver B A R R A G A N R ossa n a (1 9 9 9 ) Indios, mujeres y ciudadanos. Legislación y ejercicio
de la ciudadanía en B oliv ia (siglo X IX ). La Paz: Fundación Diálogo.
180
letrada que las internas de Miraflores ni más provista de dinero; hoy en día de un
caso parecido se preguntaría ‘¿Quién le haiga instado?’ porque no se imagina que
tal persona emprendería un juicio por iniciativa propia. Pero los documentos de
archivo no indican si el juicio era idea suya o si ella era ‘guante’ de una tercera
persona (quizás un enemigo personal del administrador). Tampoco indican quién
era su abogado ni cómo o cuánto le pagó.
Medinacelli (1989) también hace uso de archivos judiciales de principios
del siglo XX en la ciudad de La Paz y considera que no se restringen a casos
llevados por personas acaudaladas sino que personas humildes también recurrían
a los juzgados.19 Si éste es el caso, puede ser que dado que era posible hacerse
asesorar por un ‘tinterillo’ (abogado empírico, sin estudios formales) que bien
podía ser algún pariente (consanguíneo, afín, o ritual), un vecino o conocido que
cobraba poco, estaba dispuesto a esperar o sino a aceptar algún pago en especie,
o incluso motivado más por interés personal en el caso que por fines de lucro, los
tribunales del Estado eran en ese entonces más accesibles al público en general,
mientras una vez que se impuso la obligación de proceder a través de un abogado
titulado empezó el proceso de distanciamiento de la ley mencionado arriba.
Es costumbre en Bolivia referir a todo abogado titulado como ‘Doctor’.
Este título es puramente honorífico, dado que hasta la fecha no existe curso alguno
de doctorado en las universidades bolivianas y el título que ostentan es de
licenciatura (si es genuino siquiera).20 Sin embargo, la mayoría de las internas les
• denominan ‘doctor’ tanto de trato como referencia - ‘mi doctor no ha venido’,
.‘¿Quién es tu doctor?’ y se humillan ante ellos - ‘Por favor, doctor... sácame de
/ aquí... ’ Dado que proceden de un ambiente social donde el título de bachiller es
’f visto como un logro excelso (absolutamente inaccesible para ellas, lo máximo de
sus anhelos para sus hijos), alguien que posee un título universitario y es
ú -^profesional’ es concebido como poseedor de sabidurías supra lunares, una
impresión fomentada por la lluvia de jerigonza esotérica con que se envuelve
todo proceso jurídico. Como corolario aceptan todo lo que el abogado les dice sin
cuestionamiento.
Dado que no es una necesidad legal que la procesada fírme los memoriales
en persona, no es raro, sobre todo con abogados de Defensa Pública, que se presente
una apelación u otro documento sin que la procesada lo haya visto o conozca su
contenido. Los abogados de Defensa Pública son asignados por la institución sin
consultar y muchas veces sin avisar a las personas a quienes representan que
quedan durante temporadas sin saber quiénes son sus defensores y totalmente
desinformadas sobre el avance de sus casos. En parte se puede sospechar que este
comportamiento se debe a la experiencia de que la mayoría de las procesadas
apenas pueden leer un memorial y una vez leído, no entienden su contenido,
entonces consultarles sobre el documento no es más que un estorbo, pero también
indica un desprecio total hacia la procesada como persona; señala que el abogado
no se interesa en tratar de explicar a la persona sin estudios el significado de la
jerigonza legal o las etapas del proceso. La interna que quiere entender la ley
tiene que informarse ella misma o sino recurrir a otras intemas, cuya interpretación
no siempre es correcta.
Algunos abogados justifican el no explicar nada al cliente argumentando
que en anteriores ocasiones explicaron los recursos que iban a aplicar sólo para
que el cliente vaya a contratar otro defensor, presentando esto como una especie
de robo de propiedad intelectual; por lo tanto, ellos tienen el derecho de mantener
al cliente en la ignorancia para no ser defraudados en su trabajo.
Según la ley, el procesado tiene derecho a contratar de manera simultánea
a todos los abogados que quiera, pero en la práctica éstos se muestran muy celosos
de ‘sus casos’, y también portadores de una solidaridad gremial; así, rehúsan
asumir un caso atendido por otro hasta que el cliente obtenga el ‘pase profesional’,
o sino vienen, ofrecen aplicar un recurso maravilloso (es decir, que va a tener
resultados maravillosos que son de lo que se habla, se evita en tanto sea posible
detallar el recurso mismo) que su actual abogado desconoce, pero sólo a cambio
de deshacerse primero del abogado existente y darle el ‘pase’ para que él sea
encargado exclusivo del caso. Si el cliente mismo se disgusta con al actuar de su
abogado, su único recurso es dejarle y contratar otro, pero el hecho de que el otro
exige el pase para tomar el caso da una excelente oportunidad para chantaje por
parte del primer abogado que exige más dinero antes de liberar al cliente (como
me pasó a mi con los abogados Caracho).
Es opinión generalizada en la cárcel que la Defensa Pública es ‘lo mismo
que nada’. Es cierto que la actuación de los defensores públicos en las audiencias
suele ser muy pasiva. Cuando Denise preguntó (a través de mí, su intérprete) a su
182
otro documento, ella tiene que pagarlas de su bolsillo. Éste es otro factor que
contribuye al desconocimiento de su propio caso por parte de muchas.
Sin embargo, una presa por estafa consideraba que la Defensa Pública
era tan buena como un abogado particular ‘si sabes insistir’ pero la mayoría de
sus clientes, por su posición social y su falta de conocimientos, son incapacitadas
de insistir a un ‘doctor’; algunas incluso dicen ‘no le estoy pagando’ como
indicación de que no tienen derecho de pedirle nada al abogado, olvidando que
tiene un sueldo del Estado para defenderla y por lo tanto ellas tienen tanto derecho
como la cliente de un defensor particular. La situación empeora, como hemos
visto, por el hecho de que muchas evitan intencionalmente adquirir conocimientos
por mantener su sentido interior de inocencia, aunque tal proceder muchas veces
sólo fomenta su apariencia pública de culpabilidad.
Aunque hay mayores probabilidades de que una que tiene fondos para
pagar a un abogado particular también tendrá la capacidad de insistir, esto suele
ser una experiencia frustrante, y las internas con mayor nivel educativo (que va
junto con tener dinero para un abogado) suelen quejarse de que en vez de una
ayuda, el abogado es otro obstáculo; de todos modos, dicen, una tiene que hacer
su propia defensa y luego convencer al abogado de acceder a eso. Es decir, no
sólo se busca convencer a los jueces sino primero hay que convencer al abogado.
Si a las ignorantes no explican nada porque no entienden, a las que tienen estudios
no explican nada para que no lo utilicen para contratar a otro defensor, e insisten
en mantener la posición de que ellos saben y la cliente por definición no sabe.
Personalmente estoy convencida de que hay una cláusula en el código
profesional del abogado boliviano que reza ‘El abogado jamás telefonea al cliente;
el cliente siempre telefonea al abogado’ porque en dos años y medio en la cárcel
jamás he visto una interna recibir una llamada de su defensor, mientras las más
afanadas en intentar dirigir nuestros juicios pasamos horas en el teléfono tratando
de encontrarles y discutiendo con ellos cuando al fin les pescamos, mientras nos
prometen cuatro veces que van a venir a la cárcel y cuando al fin vienen, suele ser
cinco minutos antes de que se cierre el horario de entrevistas y quieren que
firmemos de inmediato el memorial y lo leamos después porque no hay tiempo.
Y de todos modos, antes de que el abogado mueva un dedo, es necesario
pagar. El precio citado para un juicio es muy variable, correspondiendo en parte
al status del abogado (señalado por la ropa que usa; personalmente aconsejo al
lector desconfiar más del abogado en tanto que su temo es más caro y evitar
totalmente los que usan temos con abotonadura doble y corbatas de seda con
prendedores de oro) y su trayectoria profesional conocida (tantos casos sonados
ha atendido, la frecuencia con que aparece en la televisión) y en parte al concepto
184
que se forma del o la cliente y los recursos que éste puede disponer. También
influye el grado de desesperación percibida. En este sentido, las dependencias de
la FELCN son lugares muy propicios, donde es posible sacar sumas bastante
elevadas incluso de personas humildes. Es cierto que si se logra de alguna manera
(legítima o no, es decir, con o sin coimas o tráfico de influencias) liberar al detenido
de la FELCN el caso ya no prosigue, mientras una vez pasado a la cárcel es
básicamente imposible salir antes de un año o dos pase lo que pase.
En realidad es dudoso cuánto de verdad hay en la idea de que ‘pagando
se sale’ y es cierto que, incluso cuando uno consigue un abogado que presente
habeas corpus y otros recursos, muy raras veces dan resultados positivos, pero la
ilusión, el susto todavía reciente de la detención misma y las condiciones sub
humanas en la FELCN conminan a disponer a las personas a creer en cualquier
oferta que se les haga.
Candelaria era oriunda de Coroico en Ñor Yungas y vivía en El Alto
como cuidadora de una casa en construcción junto con su marido y dos hijos. Ella
trabajaba, como había hecho toda la vida, como empleada doméstica cama afuera.
Es decir, no tenían dinero para alquilar una residencia propia y tampoco para
dejar un empleo del cual la mayoría espera pasar al comercio u otra actividad
independiente después de casarse. Ella y el marido fueron detenidos cuando éste
hizo llegar a la casa un gangucho con más que diez kilos de base de cocaína (ella
áseveró ignorar que su marido se había metido en tales asuntos y se lamentaba
que él era principiante, ‘ni siquiera habíamos llegado a ganar de eso’). Mientras
ella estaba en la FELCN, sus familiares lograron reunir SUS 2.900 que entregaron
íf a jn abogado que dijo que la iba a sacar. No obstante, ella fue pasada a la cárcel,
< donde unos meses después dio a luz a su tercer hijo, y el abogado desapareció,
1; mientras la familia consideraba que ella les debía el dinero y tendría que buscar
"'la manera de pagarles en algún momento. Mientras tanto, pasó a la Defensa Pública.
Experiencias similares son bastante frecuentes (ver por ejemplo la historia
de caso de Palmira) y cuando los recursos de la presa o de su familia son limitados
, generalmente el pago al abogado estafador representa todo lo que tienen; con la
'decepción encima, se abandonan nomás a la Defensa (como se dijo antes, una
I (‘defensa inefectiva gratis es mejor que una defensa inexistente pagada).
Incluso cuando el abogado no desaparece, es habitual citar un precio
4‘hasta Sucre’ y luego exigir la mitad de esto como adelanto. La Narcochola dijo
que ‘hay abogados hasta en 300 bolivianos’ pero consideraba que tales no sirven
para nada. Un abogado bastante chabacano puede pedir hasta $US 1.500 por todo
el juicio; uno respetable y no muy deshonesto, entre 4.000 y SUS 5.000, o si el
cliente parece de tener (p.e. es dueña de una empresa) SUS 10.000 por procesado;
185
y auténticos abogansteres como los Caracho o el abogado que sacó a Oscar Eid
de la cárcel (por retardación de justicia, al cumplir cuatro años de reclusión, en
Navidad de 1999, siendo que ‘su sentencia era mucho mayor’ según el amigo que
me puso en contacto con este paladín de la justicia; aunque en junio de 2000
cuando se ratificó su sentencia - cuya duración se había mantenido oculta du
rante el tiempo que pasó en la cárcel por encubrimiento del narcotráfico - resultó
que la sentencia misma era de 4 años) piden $US 20.000.
Depende de la capacidad de regateo de las partes, lo convincente de los
recursos propuestos por el leguleyo, y el grado de ingenuidad del cliente, el monto
de dinero que se entregue al inicio; luego el abogado cobra de manera intermitente
con argumentos que van desde la etapa del proceso que hay que enfrentar ahora
hasta su propia necesidad de comprar una computadora o pagar un curso de
maestría. De todos modos, si es que uno se disgusta con la calidad de su actividad
profesional, o con su disposición a seguir las ideas propias y no las órdenes del
cliente, la única medida disponible es despedirle y buscar otro. Aunque no todos
los abogados exigen un pago para entregar el pase profesional en estos casos,
todo el dinero pagado a él hay que darlo por perdido y se empieza de nuevo
pagando al nuevo abogado.
Como no se hace conocer tablas de tarifas oficiales en el Colegio de
Abogados (según años de experiencia, tipo y duración del caso, número de
procesados, etc.) tampoco existe medio alguno para reclamar este dinero. Las
frecuentes quejas sobre la ‘corrupción’ en lajusticia boliviana conciben esto sólo
como coimas pagadas a policías, jueces y otros funcionarios. El hecho de que el
abogado puede extraer dinero de su cliente con promesas que no se cumplen,
aprovechando con frecuencia de su desesperación e ingenuidad, y que cuando el
cliente se da cuenta y busca a otro defensor el primero se queda con el dinero sin
obligación de devolverlo ni tacha alguna en su currículum profesional, nunca es
objeto de protestas y por lo general ni siquiera es mencionado. Por lo tanto, las
corceles son lugares bastante rentables para los abogados.
RITO S PROCEDIMENTALES:
LAS ACTUACIONES EN LA SALA DE JUZGADO
elevada para el juez, una banca de acusados detrás de una baranda y una especie
de pulpito donde suben los testigos que van a declarar, y las delimitaciones y los
usos de éstos y los otros espacios definidos (para fiscalía, defensa, público
observante, jurado) son estrictamente impuestos. Los jueces, y en Europa los
abogados también, utilizan togas y hasta pelucas o tocados de estilo arcaico,
mayormente de negro y guardando un parecido nada casual con las vestimentas
litúrgicas de las iglesias protestantes históricas. Guardias uniformados ordenan a
los presentes ponerse de pie, sentarse, o abandonar todos juntos el recinto cuando
los jueces desean deliberar a puerta cerrada. La solemnidad de los actos exige
sumisión a lo menos de boca (y cuerpo) para afuera por parte de todos los
participantes y el parecido con el oficio divino establecido (tanto católico como
protestante) imparte, a través de una especie de contaminación ritual positiva, un
aire de lo intocable, de la pronunciación ex cátedra papal, a las conclusiones y
sentencias del tribunal. Cuando un testigo sube a declarar lo hace sobre la Biblia,
haciendo explícita la asimilación de la operación de la ley a la justicia celestial.
En Bolivia, el testigo también hace un juramento de decir la verdad, pero
en vez de poner su mano sobre la Biblia, besa sus propios dedos elevados en
señal de la cruz como se suele hacer en los actos de posesión de cargos políticos;
la única diferencia frente a éstos es que el juramento judicial a lo menos se realiza
frente a una Biblia abierta21 y una cruz, que reposqn permanentemente en la mesa
- donde se sientan los jueces (debe haber tres jueces en cada tribunal de Sustancias
Controladas; en las salas penales comunes es uno solo). Los testigos toman su
?■ juramento de pie y luego se sientan a declarar en una silla común de oficina.
/ Fuera de este acto, hay poco que podría inspirar respeto en el contexto físico de
los juzgados de Sustancias Controladas. Las salas son de dimensiones restringidas,
% con un decorado pobre que no se diferencia de cualquier otra oficina pública que
| ^ forma parte de un ministerio mal financiado, con paredes desteñidas y una
colección de muebles desiguales.
En teoría, las audiencias son públicas, pudiendo asistir cualquiera. En la
i práctica, los únicos que logran entrar, aparte de funcionarios del mismo juzgado,
" jueces, abogados, procesados y el testigo que ha de declarar en ese momento,
i '* suelen ser la prensa o la televisión (porque esos podrían quejarse si se Ies niega la
entrada) y representantes de la Embajada del procesado si es extranjero. Amistades,
t familiares o simpatizantes de los procesados tienen que amontonarse en la puerta
intentando ver algo por encima de los hombros de la escolta policial de los
21 En ocasiones a los D iez Mandamientos, pero las más veces a algún libro posterior del
V iejo Testamento (porque esos son los libros más o menos al medio del tomo).
187
acusados. Los jueces toman asiento (eso sí, en sillas de espaldar pero muchas
veces las tres sillas no forman un conjunto) detrás de una mesa ordinaria; delante
de ellos abogados, procesados y testigos se acomodan como pueden en sillas
desvencijadas o envejecidos sofás de cuero. Al lado de los jueces, el secretario
del juzgado registra todo en una máquina de escribir cuyo ruido hace casi inau
dible las palabras de jueces o testigos y cuyo ritmo lento obliga a todos a emitir
sus declaraciones frase por frase (‘El día trece de noviembre... me encontraba...
en mi casa...’), situación que quita toda fuerza de oratoria al discurso mejor
elaborado.22 Todos los profesionales vienen bien vestidos, pero nada diferente de
cualquier otro oficinista de similar nivel social y ocupacional (los únicos que se
permiten desviar un poco de la conformidad estricta en su ropa son los fiscales,
que a veces aparecen más finamente vestidos que los jueces y otras veces, asumen
una fingida informalidad semi-deportiva; a la vez, los días sábados hasta la Juez
Peggy solía aparecer por el juzgado en buzo deportivo, y los abogados igual).
Se señala el inicio y el fin de la audiencia con una campanilla pero los
jueces no utilizan martillo u otro instrumento para dirimir el debate en caso de
que sobrepase los límites de la expresión permitida. En suma, hay una atmósfera
de cotidianeidad e improvisación que colinda con la mezquindad y, sobre todo
desde la posición subjetiva de un(a) procesado/a que siente que, sino toda su
vida, a lo menos los próximos años de su existencia están enjuego, una impresión
de que en el fondo no toman en serio lo que le están haciendo. Este es otro elemento
que contribuye indirectamente a las delusiones paranoicas, que tiene que haber
alguien maniobrando por atrás para explicar cómo es que estas personas que no
conocen ni quieren conocer a uno, no obstante prácticamente aniquilan a su vida
durante años.
Lo que atraviesa los procesos es más bien un formalismo burocrático tan
rígido que representa un fetichismo del procedimiento. Esto se observa, por
ejemplo, en el indulto que al fin se promulgó el 20 de diciembre de 2000: aparte
de los menores de 21 años y los mayores a 60 años, se estipuló ‘concédese indulto
aia s personas con sentencia ejecutoriada antes del 20 de agosto del 2000, que
fuesen padres o madres de familia con hijos menores y que hayan cumplido el
50% de su pena’ (La Razón, 21.12.2000). Aparte de distinguir a progenitores de
los que no lo son, que se comentó en un capítulo anterior, el hecho de tener
sentencia ejecutoriada antes del 30 de agosto de 2000 es Eilgo que depende de
2 2 Por 2 0 0 0 la vetusta máquina fue reemplazada por una computadora, pero el ritmo de
tecleado del funcionario no m ejoró, así que se mantuvo la forma de declarar, con la
única diferencia que ya no había el mismo ruido metálico.
188
Sólo que es muy difícil com probarlo... sólo disponemos de relatos legendarios del
pasad o... [con referencia a la absolución aparente] usted sale del tribunal en com pleta
libertad... pero sólo aparentem ente... porque los ju e ces de rango in ferio r...n o tienen
facultad para otorgar la absolución re a l... cuando queda absuelto de esta manera, se
ve, por el momento, lib re... lo que no basta para que [la acusación] siga en suspenso y,
tan pronto com o venga de arriba una orden, se vuelva a abrir de nuevo el p ro ceso ... la
retardada por tiempo ilim itado... consiste en prevenir que el caso siga más allá de sus
fases in iciales... E l proceso no puede quedar detenido indefinidamente sin que exista,
al menos, una apariencia de procedimiento que lo justifique. De modo que, com o mera
formalidad, es indispensable que de cuando en cu ando... se interroga al acusado, se
acumulan pruebas, etc. Porque el proceso no debe dejar de moverse, si bien sea en este
pequeño círculo al que artificialmente se ha limitado su a c c ió n ... en resumen no es otra
co sa que el reconocim iento form al de su cond ición de acusado que se presenta
regularmente ante su ju e z .’ Ver el capítulo siete, pp. 17 6 -1 8 5 de K A F K A Franz (1925/
1985) E l proceso. M éxico: Editores M exicanos Unidos.
190
valor si no vienen en forma de una declaración escrita con las generales de ley del
declarante, pero los tribunales las aceptan si es que el abogado de defensa no las
impugna (y si es Defensa Pública y su defendido/a no reacciona, no las va a
impugnar27).
En sus audiencias confesorias, los procesados también tienen que volver
a relatar las circunstancias de su detención. La misma ley hace innecesario
comprobar el tráfico (siendo encontrando en flagrante, o con sindicaciones
definitivas) o presentar pruebas que demuestran a lo menos la tentativa (cargar
gran número de sobres con droga repartida en pequeñas cantidades, listo para la
venta): el artículo 26 del Reglamento de la 1008 dice que si la cantidad encontrada
en posesión del acusado es mayor que lo que se podría consumir en 48 horas ‘se
presume tráfico’. El delito, entonces, es ser encontrado en posesión de droga; de
allí, todo el juicio se centra en el momento cuando se constató eso, o sea, la
detención.
Los testigos de descargo, a cambio, jamás tienen algo que decir con
referencia a este momento crítico. Ellos no estaban allí - de lo contrario también
estarían entre los procesados, o sino, hubieran sido puestos en libertad (sea a
cambio de información o porque no existían ‘indicios de culpabilidad’) y de
ninguna manera se arriesgarían a volver a involucrarse en el caso. Entonces sólo
pueden hablar de lo que hacían los/as procesados/as antes de su detención, que
trabajaban regularmente, que eran buenos padres de familia, que sí habían
escuchado quizás que fumaban marihuana y hasta les vieron hacerlo, pero nunca
habían visto o escuchado que lo vendían u ofrecían a otras personas... este parece
ser un elemento en el valor mínimo o nulo que se suele dar a sus testimonios,
que es de suponer que en muchos casos son aseveraciones sin fondo, encubriendo
arrestos realizados casualmente en curso de alguna batida o por ‘dedeos’ obtenidos en
ese mismo momento (com o los que se intentó conseguir, por ejem plo, de Isabel,
llevándole dentro de una movilidad a la ‘zona ro ja ’ donde fue detenida y pidiendo que
señale a vendedores de droga). Jam ás se presentan, por ejem plo, transcripciones de
llamadas ‘anónimas’ grabadas que constan que ésas nombraban, o describían el parecido
físico, de las personas acusadas. En tanto que haya habido información o denuncia
concreta, se supone que procedía de ‘buzos’, adictos y vendedores callejeros detenidos
y luego soltados a cam bio de información. Es la FELC N que no quiere dar sus nombres
para seguir utilizándoles en el futuro y para ocultar el hecho de que, aunque encontrados
traficando en flagrante, no les pasaron a la cárcel.
2 7 Sospecho que la razón por que la fiscal no com unicó la ‘prueba’ de que yo trafican» n
mi abogado sino cuando se había pasado la etapa del proceso cuando hubiéramos podido
impugnarla, es que ella se había dado cuenta de que estaba frente a una procesada y un
abogado que sí lo hubieran objetado.
192
28 En la práctica esto quiere decir simplemente que todos siguen incautados, com o han
v ?! estado desde el inicio del proceso, dado que aunque se dictara incluso su devolución
I esto no entra en curso hasta que la sentencia ejecutorial llegue de Sucre. S e puede
*' conseguir la devolución de enseres dom ésticos, ropa y cosas parecidas que han sido
V incautadas, pero dinero, inmuebles etc. siguen en manos del Estado. Según Fem ando
Trigo, en caso de absolución tendrían que devolver el dinero y valores incautados y
‘dado que no quieren hacer eso, tienen que inventar algo’ (alegando la culpabilidadyiel
procesado aunque no haya pruebas). Parece que la razón por que el expediente de mi
caso haya desaparecid o es precisam ente para evitar responder sobre los bienes
incautados en el caso.
193
dado que se incautó su casa en la Zona Sur de La Paz, su auto y SUS 40.000 a
Jack y SUS 22.000 a mí, absolver a alguno de nosotros hubiera representado una
pérdida considerable para el Estado (o, mejor dicho, para Bienes Incautados que
retenía la mayor parte de estas sumas, aparte del SUS 6.000 de mi anticrético que
fue retenido en el mismo juzgado y no llegó a figurar en el expediente, por tanto
el Doctor Trigo no quiso creer que había sido incautado).
Es cierto que, como demostró el caso de Delfina, el hecho de no poseer
nada y tener ingresos mínimos no basta para comprobar que uno no trafica - en
su caso fue tomado más bien como prueba que debido a su estado de necesidad
debería ser cierto que traficaba - pero los cuatro co-procesados en su juicio eran
todos indigentes. En mi caso, dado que los dos principales tenían recursos, el
tribunal aceptó los argumentos de Claudina y Jenny que su pobreza demostraba
que ellos no vendían droga.
En términos más generales, los argumentos referentes a la posesión o no
de bienes de valor siguen la misma pauta que los demás, o sea, se adopta siempre
la interpretación que favorece al Ministerio Público y desfavorece al procesado.
Si el procesado tiene dinero, evidentemente es ‘procedente del narcotráfico’ sin
importar cualquier prueba de ingreso legítimo que presente, mientras que si no
tiene dinero ni prueba de ingresos, esto demuestra que ha debido vender droga
para sobrevivir y no tiene pruebas porque sus ingresos eran ilegales.
La percepción popular del narcotráfico lo considera como algo que varía
en proporción con la cantidad o volumen de sustancias controladas que se manejan.
El ‘verdadero narcotraficante’ es el que maneja cantidades enormes de droga,
tiene ganancias inverosímiles, y en consecuencia posee residencias de lujo, una
avioneta particular, autos de último modelo, anda colgado de cadenas de oro...
Mientras el pequeño detallista que vende sobres y apenas logra cubrir su
subsistencia o costear su propio consumo, al igual que el pequeño pichicatero
campesino o el cultivador de marihuana en escala mínima, no es visto como un
‘narcotraficante’ y se considera que si es procesado debería recibir una sentencia
mínima. El acto de vender una ‘zona’ a un consumidor no es visto como muy
reprehensible (más bien los consumidores buscan afanosamente a los vendedores
y se muestran muy agradecidos cuando alguien les vende). Así, mientras los
habitantes de barrios populares o las vendedoras de los mercados a veces se juntan
e intentan linchar a individuos calificados como ‘rateros’ (ladrones), los detallistas
que ofrecen base o marihuana en cantidades minúsculas en las calles conocidas
como ‘zonas rojas’ no suelen ser objeto de tales muestras de condena social.
El traficante de exportación con caudales millonarios sí es visto como un
verdadero delincuente, asimilado a todos los estereotipos de mafiosos que viven
195
2 9 De hecho, los circuitos de cientos de kilos son los de la exportación, y en general son
totalmente separados de los circuitos que abastecen el com ercio al detalle para el
consumo nacional.
196
Estados Jodidos hicieron esa ley, o que es una ley de ese país. Los Estados Jodidos
se interesan en primer lugar en limitar los flujos internacionales de cocaína. Desde
este punto de vista, los maletines en los aeropuertos son significativos pero no los
sobrecitos en el Parque Riosinho; sin embargo, los sobrecitos son lo que concentran
la atención de las fuerzas represivas en Bolivia.
El traficante en el aeropuerto está alejado de las actuales situaciones de
consumo (concebido por jueces y fiscales como de degradación, marginalidad y
muerte) y en tanto que va a contribuir a tales situaciones, sería en Israel, Sudáfrica,
o Europa Central (Budapest era el eventual destino de dos maletas llevadas por
una muía mexicana). El detallista está atacando directamente a la juventud
boliviana y la sociedad en general, y además, mientras las muías o traficantes
independientes suelen ser extranjeros o sino, gente de posición social tal que no
parecerían fuera de lugar en un vuelo internacional, los detallistas callejeros en
particular (más que los participantes en cualquier otro nivel del negocio)
representan el lumpen proletariado urbano; un grupo social siempre sujeto a una
fuerte represión por parte de los órganos de control social en cualquier parte.
Resulta más fácil encarcelar a este grupo aplicando la 1008 que otras
disposiciones legales, dado que el Código Penal con referencia al robo es muy
débil (sentencias de meses, apenas un par de años, demasiado cortas que
terminarían mucho antes de que el tribunal emitiera sentencia, tan cortas que
raras veces vale la pena levantar juicio por ellas porque generalmente el proceso
costaría más que el objeto robado) y no sirve para restringir de manera efectiva
las actividades de grupos de auteros, monreros (los que entran a las casas a robar)
,y otros.
£ La Ley 1008 también permite encarcelar a las mujeres de este grupo
í , (recuérdese que los maridos de Irma y Eudora eran auteros). Por costumbre las
ú mujeres se involucran menos en las formas más tradicionales de la delincuencia,
pero siendo una actividad nueva, y además dado que el comercio es oficio femenino
en los Andes, sí se meten en la venta de drogas, que además proporciona una
Alternativa
jj¡
menos socialmente contam inada que la prostitución, que es
■'probablemente el oficio tradicional sobresaliente para mujeres de este sector. Por
( Supuesto, los expedientes no nombran directamente la clase social del/la procesado/
a, aunque pueden mencionar ‘personas pudientes’ o ‘se observa la indigencia’; se
sfeñala el status digno de represión con frases como ‘no tiene oficio conocido’.
El estereotipo de la droga como camino hacia la muerte siempre enfatiza
que los niños y jóvenes son los más susceptibles; aparte de los que venden al
consumidor en general, hay un horror particular dirigido a los que manejan esas
sustancias mortales y a la vez están en contacto con ‘jóvenes’, un horror que
197
surge con claridad en los intentos de Fiscal Pizzani de procurar mi exclusión total
y perpetúa de la educación superior boliviana, incluyendo la asesoría de tesis, por
ser una persona ‘no-idónea’ en un contexto de docencia. Dado que yo ya era
terminalmente contaminada por mi detención en posesión de marihuana, incluso
al exponer teorías de la diferenciación campesina o dirigir una tesis sobre el
pastoreo alto andino yo represento una amenaza de la cual hay que proteger a la
sociedad.
El concepto popular del traficante, entonces, enfoca al individuo, sus
motivaciones, el contexto donde actúa; como se comentó en el Capítulo III (ver
‘Inocencia, culpabilidad y responsabilidad individual’), la ley estatal asume una
visión del contexto de la sociedad en general, qué elementos deben ser apoyados
o protegidos y cuáles tienen que ser reprimidos o extirpados. De hecho, hoy en
día es inaceptable que una ley o constitución decrete abiertamente la represión de
cualquier grupo. Los días del apartheid o de la sociedad estamental ya han sido
enterrados, y delante del público todos somos multiétnicos y pluriculturales, con
libertad de expresión, de prensa y de culto. Pero la realidad de la sociedad
estratificada es que el dominio simbólico, suave, no siempre funciona y es necesario
aplicar controles físicos y a la vez simbólicos, se debe ver que se hace justicia30.
Es decir, que hay exhibir la justicia y no sólo imponerla a los grupos que menos
se someten al orden social31 establecido.
En Bolivia, los que menos se conforman, o que son vistos como
inconformes, con el orden social son las fracciones más mercantilizadas del
campesinado, migrantes urbano-rurales con inserción urbana inestable, y el
mencionado lumpen proletariado. Estos migrantes han dejado sus comunidades y
ya no piensan como comunarios que se han quedado toda su vida en la sociedad
las nuevas disposiciones en contra del contrabando, es de esperar que los nuevos
detenidos que llegarán a las cárceles fueran miembros de los mismos grupos, con
la única diferencia que van a incluir a pocos lumpens porque éstos no suelen
tener siquiera el capital mínimo necesario para realizar contrabando hormiga.
Aunque no existen cifras (sobre éste ni sobre ningún otro crimen en Bo-
livia) que comparen la participación de hombres y mujeres, el hecho de que el
porcentaje de presas por la 1008 en Miraflores es igual o quizás ligeramente supe
rior al porcentaje de casos de la 1008 entre todos los casos que llegan a la Corte
Suprema sugiere que el narcotráfico es un campo donde las mujeres participan
bastante en comparación a los varones. El abanico de delitos que se encuentra en
las cárceles de hombres es más variado: incluye robo, asalto, lesiones, violación y
otros a la vez que asesinato y los diferentes tipos de estafa, por los cuales las mujeres
también caen. Aparte de la 1008, los demás delitos femeninos se reducen casi
exclusivamente a variaciones sobre el tema del fraude (estafa, estelionato, giro de
cheque en descubierto que quiere decir no haber pagado una deuda, etc.) aparte de
un número muy reducido de asesinas, al parecer en su mayoría cómplices de co
procesados varones más que las que realmente cometieran el acto. En los casos de
fraude la mujer generalmente cae sola y su marido no es involucrado (aunque es de
suponer que la pareja disfrutaba junta del dinero obtenido); probablemente el hecho
de que ella sea vista como responsable de un delito de esta naturaleza tiene que ver
con la atribución de una mayor responsabilidad y capacidad de manejo de dinero a
las mujeres en la cultura popular.34
; En casos de narcotráfico, es bastante común que ambos cónyuges sean
encarcelados, debido a que la FELCN suele detener, o sino nombrar como prófugos,
a todas las personas que vivian en la casa donde ellos encuentran droga. Con
frecuencia se detiene no sólo a marido y mujer sino a hermanos y/o hermanas de
.-'uno u otra, o sino la mujer y su cuñado (hermano del esposo) se encuentran en la
cárcel mientras el marido está prófugo, y así sucesivamente. Si la mujer es procesada
junto con su marido u otro pariente afín cercano, suele ocurrir que el varón recibe
mayor sentencia y la mujer recibe entre la mitad y dos terceras partes de lo que se
, dicta para él. Es decir, se atribuye mayor responsabilidad al varón, mientras para
«..ella se aplica el estereotipo de la ‘buena mujer’ como obediente frente a sus familiares
(sobre todo los del marido), pasiva y en fin, no plenamente responsable de sus
í actos.
35 No quiero sugerir con esto que las y los que hablan idiomas nativos con poco o nulo
dominio del castellano serían, por tanto, menos afectados por la corrupción de la cultura
occidental y menos dispuestos a cometer cualquier crimen; más bien, los que no dominan
el castellano generalmente habitan en contextos rurales donde los delitos que cometen
no suelen llegar hasta las instancias estatales de tal m anera que conduzcan al
encarcelamiento.
202
expresiones enrevesadas que hasta una persona con dominio perfecto de castellano
tiene dificultades en entenderlos si no tiene conocimiento de este lenguaje
especializado.
Cuando a esto se añade la necesidad de pagar para obtener copias del
expediente, se entiende por qué la mayoría de las procesadas no llegan a tener
una comprensión cabal de su propio juicio; combinado con los impulsos a confesar
y admitir los hechos aunque esto no les favorezca, más la ausencia de una guía
referente a qué se debe decir en sus confesiones o las pruebas de descargo que
sería deseable presentar, conduce a que se entreguen a la pasividad y se dejan
procesar como si fueran objetos, aceptando la despersonalización que es inherente
en el sistema penal mismo (ver supra Capítulo III ‘Siendo una no-persona’).
Esta pasividad es bastante común entre procesados varones, pero entre
las mujeres es fomentada por la idealización de la pasividad como señal de la
sumisión femenina que incluso recibe reconocimiento legal en la forma de
sentencias menores para las mujeres que logran presentarse de esta manera.
CAPÍTULO V
EL OPIO ELECTRÓNICO
Bolivia es un país que, fuera de los noticieros y uno que otro ‘show’ con
presentadores propios pero muchas veces con material producido afuera (por
ejemplo, videos musicales), produce un mínimo de programas televisivos propios.
Una gran proporción de la programación es estadojodidense, desde dibujos
animados (‘Los Simpson’) hasta teleseries (‘Ally McBeal’, ‘Viernes 13’, ‘Los
Expedientes X’) y una infinidad de películas desde las más formulaicas hechas-
para-la-televisión hasta las que han sido de estreno.
‘Los Expedientes X ’ atraían a varias televidentes en Miraflores, aunque
los dilemas de la abogada neoyorquina Ally McBeal recibían un rechazo
generalizado. Las series de horror también son populares y algunas (notablemente
la militante del MRTA) eran fans entusiastas de las películas de acción de Jean
Claude Van Damme.
La cultura estadojodidense, sin embargo, es indudablemente menos
atractiva para las internas que los programas latinos. Muchas miran ‘El Show de
Cristina’ y su imitación más chabacana, ‘Laura en América’. ‘Cristina’ proviene
de la comunidad hispana en los EE.JJ. e incluye participantes de diversos países
de habla castellana, mientras ‘Laura’ es peruana. Ambos tienen el mismo esquema:
la presentadora entrevista a personas que han pasado por alguna experiencia difícil
o espantosa en la vida real, muchas veces enfrentando varios participantes en el
mismo hecho. Así, la madre enfrenta a su ‘yerno gay’ (el amante homosexual de
su hijo) junto con su hijo; la esposa, el marido y la amante se enfrentan; aparecen
madres con sus hijos o hijas que, según ellas, no son suyos (piensa que los
cambiaron en el hospital o algo así; se cortó la luz antes de llegar al final cuando
se iban a presentar las pruebas de ADN para demostrar si de veras eran sus hijos
o no).
204
Andrés porque le descubre en relaciones adúlteras con una de las chicas que
comparte con María el departamento de la vecindad (el hecho de tener tales amigas
es tomado por Luciana como otra demostración de que María es una perdida).
Esta tormentosa situación familiar empuja a Lisette a los brazos de unos malos
amigos con quienes se accidenta con los resultados ya referidos, Bárbara reaparece
más borracha que nunca y Andrés duda que con semejante mujer José Luis fuera
realmente su hijo pero al fin las pruebas de A.D.N. muestran que a lo menos en
eso ella no mintió, para no mencionar líos matrimoniales y criminales de varios
habitantes de la vecindad —pero al fin nada logra obstaculizar que Luciana
eventualmente descubra que María es su hija perdida, se reconcilie con ella y los
fíeles amantes sean unidos en matrimonio.
La división maniquea de los personajes en Buenos (cuyos pecadillos, si
los tienen, resultan perdonables) y Malos (más allá de cualquier redención) es
más evidente en otra novela exitosa, ‘LaUsurpadora’ (transmitida en 1998). Aquí
en vez de madre e hijo separado en el momento del nacimiento, hay dos hermanas
gemelas que son separadas y criadas aparte. El guionista en este caso evidentemente
no creyó en un componente genético de la personalidad, porque una de ellas
resulta una santa y la otra, el diablo en forma humana. La diablesa, Paula, se casa
con un empresario dueño de una fábrica de cerámicas y tiene dos hijos, pero
luego se aburre de ser la esposa virtuosa, no se ocupa de la familia, fomenta el
alcoholismo de la abuela para que no la controle, rehúsa dormir con su marido y
se dedica a viajar y divertirse con varios amantes. Además, fuma cigarros, que
como en las novelas victorianas es señal de la mujer inmoral. En uno de estos
viajes encuentra a la encargada del tocador de señoras en un hotel de lujo que
físicamente le es idéntica—la hermana perdida. Se le ocurre que ésta puede asumir
su rol en su familia dejándola libre para le diversión, y cuando la otra (Paulina, la
santa) se muestra renuente la calumnia con el robo de unas joyas y así consigue
su consentimiento. La familia se sorprende de que ‘Paula’, cuando vuelve, haya
dejado de fumar, ya no sabe manejar el auto sino requiere de un chofer, y ha
cambiado bastante de carácter, pero aceptan que es ella, sobre todo porque pone
la casa en orden, se dedica a los hijos que eran ignorados por su propia madre que
sólo gustaba de fiestas y amantes, consigue que la abuela deje de beber e incluso
se mete a dirigir la fábrica y revierte su declinación empresarial. Como resultado,
cuando Paula vuelve después de un año y revela que la otra no es ella sino Paulina,
todos aman tanto a ‘la usurpadora’ que quieren que ella nomás se quede en el
lugar. El hijito no quiere volver con su madre desalmada y escapa de la casa, cae
por un barranco, pierde la memoria y es recogido por unas vendedoras ambulantes
pobres pero honestas y amorosas. Paula acusa a Paulina de haber secuestrado
208
a pasear con su madre, que por algún motivo en vez de ir de civil - se supone que
es su día libre —utiliza su uniforme de empleada. La chica se encuentra con unas
amigas de colegio y cuando preguntan quién es la que le acompañe, responde “Es
mi nana [niñera].” Se comentó esto como un ejemplo de cómo los hijos se conducen
en la vida real. Es cierto que no es raro en Bolivia que una persona que ha logrado
mejorar en algo su situación social evita reconocer a sus parientes en la calle, a lo
menos cuando está con personas procedentes de su nuevo círculo social, aunque
el hecho de que cuando las empleadas salen a pasear con sus hijos en la vida real
generalmente no lo hacen de uniforme no era causa de comentarios. Cuando
pregunté por ejemplos de mujeres como la malvada en la vida real nadie habló de
conocidas suyas que actuaran de esa manera (quizás yo no supe cómo preguntar
correctamente para que respondan sobre esto; se podría tomar los ejemplos de
‘maldad sin motivación’ en el Capítulo 3 como una respuesta indirecta).
Los moralismos sentimentales (al nivel de las dedicaciones de tarjetas de
cumpleaños, diría yo) también son aprobados. En ‘El Niño Que Vino Del Mar’,
cuando un personaje dijo “Todos los niños deben crecer recibiendo amor. Eso les
hace crecer felices, como flores recibiendo el agua de la lluvia,” las internas que
miraban respondían “Sí, es verdad.” En contraste, los participantes que hablan
sobre la ‘vida real’ en ‘C ristina’ o ‘Laura’ muchas veces son objeto de
cuestionamiento: “Les deben pagar,” se dice, se sospecha que han sido coimeados
para representar algo que no es el caso, incluso que podrían ser actores y no las
personas ordinarias, miembros de público, que supuestamente son. ¿Por qué la
ficción resulta más ‘real’ que la ‘vida real’?
Es evidente que una persona común, probablemente algo nerviosa frente
a las cámaras y el público del estudio, y más si está confesando sus adulterios o
enfrentando las opciones sexuales de sus hijos, no habla de la misma manera
fluida y convincente que un actor siguiendo un guión bien ensayado. Pero considero
que la razón fundamental para que las internas aprueben las representaciones de
las telenovelas y reprueben a las participantes de los reality shows es que las
telenovelas repiten y afirman su propio mundo moral y emocional, un mundo que
muchas veces insisten en actuar como parte de su propia realidad.
En el mundo de las novelas, la que confiesa un crimen es perdonada en
vez de recibir más sentencia. La mujer que sacrifica todo en nombre de sus hijos
es alabada y eventualmente premiada, mientras que la que aborta el hijo antes de
que nazca es castigada, y la que abandona al hijo recién nacido sufre tormentos
mentales hasta que al fin logra reunirse con el vástago. Las promiscuas son
malvadas y eventualmente castigadas también, mientras la que es fiel, rehúsa
entregarse excepto con compromiso de matrimonio o (preferiblemente) sólo
210
después de la boda (en ‘María Isabel’ era obvio que la heroína era virgen cuando
se casó) va a lograr vivir en felicidad con el hombre que ama. La virtuosa también
rehúsa aceptar al hombre que la ama si está casado con otra, incluso si la otra es
tan maldita e infiel como Paula, y rechaza romper el matrimonio de otra hasta que
haya sido terminado por la muerte o si no, anulado muy católicamente por falta
de consumación. Tiene que ser así, porque la mujer nomás es culpable si consiente
a tener relaciones con un hombre casado.
Ya se ha visto que éstas son las posiciones morales que las internas de
Miraflores expresan constantemente y alegan mantener en su conducta personal,
al menos de boca por afuera. Las novelas muestran un mundo donde la ‘justicia’
divina realmente funciona - sólo las malas, las realmente culpables, terminan en
la cárcel, o sino reciben la muerte o la parálisis como castigo, mientras las buenas
eventualmente reciben lo que toda mujer desea, la reunión feliz con el marido
amoroso y los hijos, y además una buena posición económica - aunque casos
como Lisette, feliz remendando la ropa del marido pobre, indican que el amor
siempre vale mucho más que el dinero, y que hasta las mujeres nacidas con una
cuchara de plata en la boca reconocen esto.
El tipo de críticas morales que lás internas lanzan contra las adúlteras,
las que no son suficientemente abnegadas con sus hijos y similares muchas veces
salen de las bocas del público (sobre todo el público femenino) en ‘Cristina’ y
‘Laura’. Los y las inmorales de la vida real que aparecen en estos talk shows
muchas veces defienden sus conductas incorrectas, no son muertos ni paralíticos,
incluso se supone que se les paga para mostrar sus caras desvergonzadas: cierto,
una situación más cercana a lo que las internas actualmente viven, pero muy lejos
de lo que quisieran e incluso en casos piensan vivir. Las escenas de celos en las
novelas repiten las escenas de celos que muchas han vivido afuera y que a veces
siguen viviendo en la cárcel cuando sus maridos llegan a acusarles de que allí
adentro se prostituyen o que se han metido con los guardias o que alguien les ha
dicho que ellas tienen otro hombre. Las novelas apoyan la idea de que hasta en el
matrimonio idóneo hay escenas de celos y además, éstos demuestran la profundidad
del amor. En contraste, jamás he escuchado el comentario “Sí, es verdad,” o “De
veras pasa así,” frente a las películas norteamericanas que representan un universo
moral y emocional ajeno, lo que demuestra, entre otras cosas, que los miedos
muchas veces expresados sobre una invasión cultural a través de la televisión
jodidense son algo exagerados. Es cierto que la televisión ayuda a mantener el
orden social convencional (y represivo, si me preguntan a mí) y convencer a las
personas a aceptarlo tal como es, pero sólo cuando este orden es algo que ellas ya
aceptan como parte de su contexto social establecido. No es que los y las
211
‘Tiene una mano de plástico que a veces se rasca como si fuera de carne.
Con esa misma mano de dedos tiesos aplastaba, sin sentir nada, las
cucarachas que buscaban cobijo entre las marraquetas de su tienda. Eso
era antes, cuando malvivía en la sección Guanay del penal de San Pedro.
Ahora, desde hace seis días, se rasca en libertad, esperando la sentencia
que no llegó en cuatro años, sin olvidar que un mal día de 1995 le hizo
no sé qué daño a su mujer... ’
Así empieza un artículo en Pulso (12,16-22 junio 2000) intitulado ‘Nuevo Código
de Procedimiento Penal. Utopías de justicia, soñando con liquidar el sistema.’
Pulso es una revista intelectual con pretensiones a una posición crítica, y la postura
del artículo es favorable al Ministro Juan Chahín y sus reformas, que recibían
muchas críticas por parte de los políticos (el mismo ministro lo dice en una
entrevista citada) y en los medios de comunicación más populistas. Pero el mismo
ejemplo con que inicia su relato presenta un preso marginal y grotesco (rascando
su mano de plástico), que en la cárcel manejaba una tienda asquerosa (cucarachas
andando en medio del pan ofrecido a la venta) que hace suponer que es alguien
indiferente a la higiene, y cuyo delito no es detallado pero por implicación
correspondía a algún acto exagerado de violencia conyugal (se supone que era
exagerado porque las peleas dom ésticas o rdinarias no conducen al
encarcelamiento). La imagen se apoya en una de las fotografías que acompañada
el texto, un hombre barbudo, de cara ajada y expresión algo hostil, portando una
gorra gastada y con el título ‘Rostro de la marginación en el penal de San Pedro’.
Dado que San Pedro es citado como teniendo 1.421 internos, y que son
de muy diversas edades y condiciones, es de suponer que se hubiera podido
encontrar un preso simpático y bien vestido que igualmente fuera sujeto de la
retardación de justicia que es el tema del artículo. Pero hasta una revista liberal
escoge enfatizar la marginalidad de los presos, que serán personas que quizás
merecen misericordia o ayuda por parte del lector, pero no son atractivas ni
personalmente simpáticas. El artículo también dice ‘100 presos sin sentencia
recobraron la libertad’ pero en el texto resulta que, en los 12 días de vigencia que
212
tenían las nuevas medidas cuando se escribió el artículo, se había dado curso a 36
solicitudes de liberación; la cifra de 100 era sólo una especulación por parte de
un funcionario. Tampoco se aclaran los delitos de los liberados.
En Miraflores, hasta mediados de septiembre del 2000, con más de tres
meses de vigencia de dichas medidas (a partir del 1.6.2000), sólo una presa salió,
y ella era ‘común’ (la acusada de venta de pasaportes bolivianos falsificados en
Kuwait); diversas presas por la 1008 habían solicitado su libertad pero los
tribunales rechazaron sus solicitudes por motivos sin base legal (diciendo que
‘no presentó los requisitos’ sin decir qué eran dichos requisitos - al parecer,
certificados de buena conducta y de clasificación por parte de Régimen
Penitenciario, que no son requeridos por la solicitud en cuestión; respondiendo
que dado que tenía una sentencia de sólo 5 años y 4 meses, debería esperar que su
expediente vuelva de Sucre y tramitar su extra muro nomás...) o sino retardaron
la salida, aunque la solicitud era procedente, a través de apelaciones por parte del
Fiscal también con aseveraciones sin base legal. El artículo hace constar que el
informe del Ministerio es ‘meramente cuantitativo’, es decir, se limita a dar
números (de solicitudes presentadas, etc.) sin detallar los delitos involucrados,
pero luego dice ‘se trata entonces de presuntos, sólo presuntos “Barbaschocas”,
‘Dantes” y “Odones”’. Es decir, los encarcelados típicos son uno que traficó con
toneladas de cocaína (y no con unos sobrecitos), uno que cometió una estafa de
varios millones de dólares a los fondos públicos (y ño uno que no pudo pagar una
deuda particular de unos cuatro mil dólares) y uno acusado de violar y asesinar a
una niña y además, una niña que era alumna de la escuela donde él tenía una
¿ posición de responsabilidad (era regente). Así se da la impresión de que los presos
'■£ han cometido delitos grandes y horrendos y, por implicación, merecen estar tras
e( las rejas.
■if El caso de Odón Mendoza, el ‘presunto’ violador, es digno de mención
por ejemplificar otro aspecto típico de la ‘crónica roja’ en Bolivia: se publican
los nombres e incluso rostros de acusados antes de que el delito llegue a ser
i juzgado, muchas veces sin utilizar siquiera el ‘presunto’. Odón Mendoza en par-
/ nicular era sindicado de la violación de la niña Patricia Flores con tanta insistencia
I , ,que había marchas ruidosas exigiendo pena de muerte para violadores (que si
hiciera efectivo, probablemente incrementará el número de violadores que matarían
> ía sus víctimas para callarlas después del hecho). Pero posteriores análisis de A.D.N.
(realizados en los EE.JJ. porque la policía boliviana no tiene facilidades para
hacerlo) destacaban el pésimo manejo de lasm uestras realizadas por la PTJ e
indicaron que era muy probable que Mendoza no fuera el culpable. Un año después
de los hechos (ocurridos en julio de 1999) el caso todavía no llegó a la sentencia,
213
1 Posteriormente, Mendoza logró salir con medidas sustitutivas por retardación de justicia,
pero su caso siguió su curso y cuando llegó a la sentencia, fue encontrado culpable y tuvo
que volver a la cárcel. Mientras tanto, otras muestras de un caso de violación y asesinato
de una menor fueron mandados al mismo laboratorio, donde un funcionario se percató
que tenían características similares a unas que había recibido de Bolivia en una ocasión
previa. Por iniciativa propia, se puso a compararlos y comprobó que las muestras del
caso Patricia Flores coincidieron con las del segundo caso, ocurrido en El Alto, cuyo
autor fue recluido en Chonchocoro de manera definitiva. Se supone que éste, que al
parecer tenía otros antecedentes parecidos aparte del caso para el cual fue finalmente
encarcelado, habría sido el culpable real de la muerte de Flores, y por tanto Mendoza era
inocente, pero no se reconsideró su condena. Se puede tomar esto como otra muestra de
la rigidez procedimental referido en el Capítulo 5: no se permite romper o revertir
decisiones ya tomadas para admitir elementos nuevos si éstos surgen después de la etapa
donde ese tipo de evidencia debería haber sido presentado, y si ya hubo elementos
suficientes para asumir la culpabilidad de Mendoza y pasarle a la cárcel al inicio del
proceso, éstos tienen que mantenerse en pie incluso cuando aparecen nuevas pruebas que
apuntan a que las conclusiones derivadas de las pruebas iniciales eran erróneas.
214
ellos pueden ser criticados por liberar a delincuentes. También se critica las
provisiones más amplias para que los acusados puedan defenderse en libertad, y
el acortamiento del período de detención antes de formalizar cargos de 48 horas
a 24 horas.
En junio del 2000 varias personas asaltaron una movilidad que estaba
trayendo oro de una mina cercana a Sorata, robando el oro y matando al conduc
tor. Unas 9 personas fueron detenidas, 4 (al parecer los acusados de participar
personalmente en el asalto) fueron encarceladas y los demás (al parecer los
acusados de contratar la movilidad utilizada por los asaltantes, de comercializar
el oro, etc.) salieron en libertad provisional con presentación de garantes personales
y arresto domiciliario. Esto último fue criticado como si los hubieran liberado de
culpa y punto, aunque estaban obligados a presentarse al juzgado y es de suponer
que no iban a huir (excepto que fueran tan descorazonados que harían eso sabiendo
que en eso caso sus garantes serían detenidos; yo pienso que una persona tan
irresponsable probablemente no va conseguir garantes con la ‘solvencia moral y
económica’ que se exige para ser aceptado por el tribunal) y además, se supone
que no eran los más ‘peligrosos’ (violentos) quienes sí estaban sujetos a la
detención preventiva.
Otro ejemplo fue cuando a fines de julio del 2000 en La Paz, una chica de
11 años fue hospitalizada después de ser golpeada por su hermanastro. El
“hermanastro y la madrastra fueron detenidos; pero 24 horas después la madrastra
fue soltada ‘bajo el nuevo código penal’, como enfatizó el programa ‘Telepolicial’.
Ella fue al hospital y, según el reportero2, amenazó a la chica ‘para que no hable’,
es decir, para que retire o niegue sus denuncias anteriores. La implicación evidente
en la nota periodística era que el nuevo código favorece que los delincuentes
amenacen a testigos y victimas, o que por otras formas intenten obstaculizar que
les llegue la ‘justicia’. Debajo de estas representaciones mediáticas yacen
2 Parece que ‘Telepolicial’ no siempre se ocupa en com probar que los datos que han
llegado al programa sean ciertos. Un caso: una noche en A lto O brajes, unos jó v en es en
una fiesta en una casa privada escucharon a una chica pidiendo socorro a gritos en la
calle. Salieron como ella pedía a defenderla de su enamorado borracho, quien se lastimó
al rodar por unas gradas debido a su estado de ebriedad antes de que ellos pudieran
. pegarle. É l asentó una demanda por lesiones, alegando que sus heridas eran resultado
de los golpes de sus presuntos agresores. Com unicó su versión de los hechos a
‘T e le p o licia f, y cuando los jóvenes fueron a declarar a la com isaría, se encontraron
con un camarógrafo que les film ó para que el reportero luego los presentara en el
programa com o miembros de una peligrosa ‘pandilla’ delincuencial dedicada a asaltar
a la gente en las calles de Alto Obrajes.
215
condiciones carcelarias (el pre diario inadecuado de 2 Bs. por persona, falta de
atención médica, etc.) o cuando ocurre algo escandaloso adentro el penal - la
muerte en condiciones poco claras de algún preso (en el 1999, un preso murió de
quemaduras recibidas en el mismo calabozo de San Sebastián en Cochabamba,
en 2000 otro preso apareció ahorcado en Chonchocoro, supuestamente suicidio
pero otros presos dijeron que fue asesinado), o cuando se encuentran armas de
fuego dentro de un penal (esto ha ocurrido tanto en Palmasola (varones) como en
Chonchocoro, y un preso salió de San Pedro yendo a audiencia portando un
revólver con el cual mató a dos policías en su intento de fuga).
El tono general de reportajes sobre estos hechos, aparte de la eterna
retardación de justicia, es el desorden, hacinamiento (‘facilita las reyertas, los
disturbios y las famosas punzadas’: Presidente de la Comisión de Derechos
Humanos del Congreso, 21.2.99), la falta de control dentro de los penales, y la
corrupción de los guardias, ya que se supone que son el medio para introducir
armas, drogas y alcohol, permitir la prostitución, etc.
Aveces se citan los argumentos de las autoridades que tratan de justificar
hechos bochornosos argumentando que todo fue porque los presos planificaron
una fuga masiva, pero esto ya se ha desgastado hasta el punto de que cuando
ocurrieron los hechos problemáticos (el supuesto suicidio y otros presos que se
enfrentaron a balazos) en Chonchocoro en 2000, los periodistas se burlaban
abiertamente de estas explicaciones oficiales. En tales casos, las fotos o imágenes
televisivas más comunes o muestran los muros o la puerta de la cárcel (esto porque
muchas veces los guardias impiden que el fotógrafo entre, de hecho se debe contar
con un permiso de Régimen Penitenciario para ingresar con cámaras a una cárcel)
o si no muestran presos que han subido a los techos para protestar, se han auto
crucificado en el balcón (de una cárcel de arquitectura colonial como San Sebastián
en Cochabamba) o que portan carteles con sus reclamos mientras yacen envueltos
en frazadas en una huelga de hambre.
Hay una imagen implícita de los encarcelados como insumisos - y por lo
tanto, no ‘rehabilitados’ - aunque, al menos en Miraflores, la rebeldía brilla por
su ausencia en la vida general de la cárcel. En ocasiones los canales vienen a las
cárceles y entrevistan a presos y presas, pero suelen difundir estas entrevistas en
los horarios de menor audiencia (p.e. los noticieros de la hora del desayuno en las
mañanas).
En 1998 y 1999 se enfatizaron los hijos que viven con sus progenitores
dentro de los penales (campaña ‘No encarceles mi niñez’ en 1998; ‘Inocentes en
la cárcel’, suplemento ‘Ventana’ de ‘La Razón’, 21.2.99). Reportajes sobre cárceles
de varones suelen destacar la violencia - ‘si has mirado a la esposa de tal o has
/ ■
220
puesto la música muy fuerte, puedes provocar que te den el abrazo de la muerte,
o sea acuchillamiento por la espalda’ —e incluso el abuso sexual: la peor
humillación... es tener sexo oral con otro reo por amenazas’ (presos de San Pedro,
‘La Prensa’, 21.2.99) El ingreso habitual de prostitutas a las cárceles de varones
nunca es denunciado (los varones tienen necesidades, el cliente que contrata a
una puta no es culpable) mientras que sí se denuncia como escandaloso el ejercicio
de la prostitución por parte de presas (la puta es la criminal-en estos casos).
Cuando se habla de cárceles de mujeres, las presas se presentan más
cómo víctimas del sistema —‘me han dado ocho años por dos gramos de mari
huana, pero a otros que han caído con 10 o 15 kilos, les dan penas menores’, ‘aquí
estoy sola, estoy presa y presa de una enfermedad que es la adicción’ (presas de
Miraflores, ‘La Razón’, 23.5.99; son identificables como las que figuran en este
libro como Greta y Pucha) y, por supuesto, como madres - las dos entrevistadas
citadas mencionan a sus hijos, y una de Obrajes que figura en el mismo reportaje
es descrita como viviendo ‘en compañía de Javier, un niño frágil de tres años y
siete meses, al que un tumor cerebral le roba la salud de a poco’. Junto a ella se
describe a una anciana de 80 años, con cáncer, que ‘no recibe atención médica
porque no tiene dinero’ —aunque está recluida por la no devolución de un
anticrético de $US 32.000 (delito típico de ancianas presas; yo cínicamente
pregunto ¿y qué se hizo pues con ese dinero si no lo devolvió?) El tono
misericordioso del reportaje, pero, no es apoyado por las caricaturas grotescas
(no fotografías) que lo acompañan. Es poco frecuente que se vean unas presas de
aspecto más simpático, como las tres señoras de pollera (con un niño, obviamente)
fotografiadas en ‘La Razón’ (26.3.2000) - agarrando un cartel que dice ‘Basta de
retardación de Justicia Viva la Huelga’, el tema de siempre.
‘S Ó L O D IO S IT O N O S P U E D E A Y U D A R
E L OPIO MÁS TRADICIONAL
himno o salmo que quisieran escuchar, mientras una mujer anima al público:
“Hoy es el momento más importante de sus vidas... aquí no hay color, no hay
raza, no hay religión, sólo hay el Padre Celestial.” Las candidatas a ser bautizadas
salen vestidas de túnicas blancas; suman unas diez, nueve presas (ocho bolivianas
y una italiana) y la hija de Irma, que en 1998 recibió el bautizo católico.
De hecho se supone que todas han sido bautizadas como católicas, y
algunas ya han sido bautizadas también en otros grupos protestantes, por ejemplo
Pucha que recibió el bautizo de los Adventistas del Séptimo Día cuando vinieron
a la cárcel el año pasado con un enorme tanque de fierro, pero ella dice que ya se
dio cuenta que ‘eso era una secta’ y por lo tanto va a entrar en Ekklesía. La mujer
- blancona, vistiendo pantalones, blusa de seda y saco, evidentemente de clase
media - abraza a las candidatas diciendo que ella misma recibió al Señor hace 23
años y tanto quisiera poder repetir la experiencia, mientras ellas forman una fila.
Pero, los actuales bautizadores son dos hombres, uno vestido de Bermu-
das y una chompa blanca que entra al agua y otro más joven, con camisa blanca y
pantalón oscuro, que se para al lado. Cada candidata recibe un sermón del
predicador al lado de la piscina: “Voy a morir en las aguas y voy a resucitar a una
nueva vida...” La mujer le apoya con gestos, a veces alzando el puño. Luego la
candidata entra a la piscina. Se para con la mirada al sur, de espaldas al público.
El predicador parado allí la agarra por la nuca con una mano, tapa su nariz con la
otra y la hace echar de espaldas hasta hundirla totalmente bajo el agua, mientras
el otro predicador agarra su mano derecha. Luego se le pone de pie, chorreando
agua, mientras sigue el sermón. “Gloria, gloria, gloria a Dios... voy a vivir para
Ti, voy a ser tu sierva...” La mujer la abraza al salir del agua, se tapa con una
toalla y va a cambiarse mientras la próxima candidata se asoma. Una vez empapada
la túnica se nota que algunas están desnudas debajo de ella, que las de pollera han
retenido sus bombachas, mientras Pucha lleva sostén, medias panty e incluso está
* plenamente maquillada (el maquillaje chorrea al salir del agua y el peso elevado
de Pucha casi lleva al bautizador al agua con ella). La última en entrar es la
italiana.
La mujer pregunta si hay alguien más y una voluntaria (es de la 1008,
como todas) se presenta. “¡Siempre hay alguien! ¡Dios siempre provee!” Sigue
preguntando, pero no hay otra dispuesta a cumplir el número de doce para los
Apóstoles (yo susurro a Delfina que podría presentarme a ser bautizada como
Judas). Se vuelve a tocar música y la mujer nos exhorta a tener esperanza. Yo no
puedo aguantar más y respondo “¡Con jueces como los nuestros no hay esperanza!”
Se distribuyen salteñas, Coca Cola y Fanta en botellas personales. La mujer se,
acerca y pide mi nombre para rezar para mí. Le doy el nombre de la Juez Peggy.
222
ayudar en tramitar certificados de nacimiento o carnets para las que no los tienen
(ellas entendían esto último como ‘nunca tuvo carnet’ pero las internas
! generalmente lo tomaban como ‘mi carnet no está en mis manos porque la FELCN
/ do decomisó’ y además algunas mentían, como por ejemplo una anciana peruana
V-- la única de su grupo etáreo que haya caído por la 1008 - que alegó que nació ‘en
(■:
Sorata en la frontera del Perú’). Estos trámites, sin embargo, no dieron resultados
íy.eventualmente dijeron que había que esperar hasta el final del 2000 por ellos.
Pero de todos modos, conforme con su postura universalista, La Pastoral
Penitenciaria católica ofrece sus servicios a todos y no se ocupan de sí o no la
solicitante participa en el culto; hasta me regalaron una ropa a mí, y eso después
de haber rechazado la invitación de asistir a misa.
223
4 E lla era camba y no hablé con ella sobre cóm o se integró al culto de las calaveras ni
cóm o lo realizaba personalmente. Este culto está muy difundido en los Andes y tiene
varios aspectos, por ejem plo en el área rural es asociado con el control de la lluvia (ver
L L A N O S L A IM E David (1 9 9 7 ) Ritos para detener la lluvia en una comunidad de
Charazani. Reunión Anual de Etnología, Tomo II. La Paz: M USEF/Fundación Cultural
B an co Central de B olivia). También son utilizadas en contra de los ladrones. Si hay
una calavera en la casa, cuando no hay nadie se habla a sí misma dando la impresión a
potenciales rateros de que la casa está ocupada para que no entren a robar, y cuando
uno ha sido robado se prenden velas a la calavera para que m oleste al ladrón en sueños
hasta que devuelva lo robado. L o que es relevante aquí es que se considera que la
calavera o íu x llu puede influenciar en un ju icio . Se suele llevar la calavera, de manera
oculta, al juzgado cuando uno tiene audiencia: se supone que actúa para confundir a la
parte contraria, consiguiendo que haga declaraciones, contrad ictorias que serían
descartadas por el ju ez. Dado que hay una requisa al salir de y volver a la cárcel no creo
que la intema hubiese podido llevar su calavera consigo a sus audiencias, pero es.de
suponer que intentaba conseguir los resultados deseados ofreciéndole culto dentro de
la cárcel.
226
aseveró haber recitado los seiscientos nombres hebreos de Dios según la tradición
cabalística judía, pero dijo que eso no tuvo resultados en influenciar su proceso).
Yo misma en varias ocasiones fui solicitada a leer la coca para otras internas.5
Se pregunta sobre cómo está yendo su caso en Sucre, si es posible que
pronto salga de la cárcel, sobre cuál de los jueces o vocales pueden ser susceptibles
a una coima o cuál le tiene una actitud más favorable, si se debe cambiar de
abogado o no... sobre si su marido tiene otra mujer afuera, si el hombre que viene
a enamorarla en la cárcel es realmente confiable (“Vos no amas a ese hombre,” le
dije.yo una vez a una cliente, “Sí, es verdad,” me confesó ella), sobre si se debe
aceptar la oferta de participar en un negocio no muy legal - concretamente, una
estafa - del cual le habla una tía que la visita...
Estas actividades no son vistas como algo que contradice la participación
religiosa pública y convencional: la MNRista lectora de naipes era una de las más
afanosas en organizar vigilias y novenas a la Virgen de las Mercedes para cada 24
de septiembre, mientras la israelita, junto con la sudafricana y una boliviana,
durante una época se dedicaron a ayunar de una puesta de sol a otra y a pasar ese
tiempo leyendo en voz alta, de pie y mirando hacia el este, el libro de los Salmos.
Entonces, en su conjunto, de una u otra manera estas prácticas mágicas se extienden
a casi la totalidad de las internas, una participación mucho más amplia que en los
cultos oficiales.
La desesperación y el desamparo que siente todo recluso conducen a que
en algún momento cualquiera esté dispuesto a realizar algún acto ritual en busca
de un resultado positivo, sobre todo si el rito cuesta poco o nada y al fin, aunque
no funcione, tampoco empeora la situación. Hasta yo he prendido alguna vela y
rezado, junto con algunas de mis visitas, ante el imagen de la Virgen que hay en el
patio de la FELCN, y me he encontrado hablando de paso a Dios - no obstante nt i
ateísmo declarado, fui criada en un culto evangélico por mi familia y sé lo que es
hablar con Dios aunque generalmente no lo hago - en la esperanza de que salga
mi solicitud de sustitución de medidas cautelares-'
Pero lo notable es que en varios casos la lucha ritual reemplaza a la lucha
legal; las velas, los cigarrillos, los naipes y las oraciones reemplazan a los testigos
y el seguimiento del caso; una se dirige a Diosito y la Virgen (y también a los
achachilas y los espíritus de los difuntos) antes que su abogado.
En parte, esto obedece a una estrategia de cubrir todas las posibilidades
que es parte de la cultura popular: con la esperanza de no sufrir accidentes uno
lleva a bendecir su carro a Copacabana y realiza ch’allas (libaciones) en las
apachetas de los caminos, a la vez que lo lleva al mecánico. Por lo tanto, no es
sorprendente que, procediendo de una cultura tan saturada de la religiosidad
mágica, las internas recurran a ésta, como harían y han hecho en otros contextos.
Pero y sin embargo, ningún transportista piensa que las ch’allas y bendiciones
han de reemplazar al mecánico y los repuestos, mientras que hay internas que
parecen pensar que hacerse evangélica es más importante que enterarse de la ley,
o que prender velas en la noche hace innecesario leer el expediente.6
En el Capítulo 4 se ha comentado el ritualismo formal y seglar, tan
pronunciado, de los procesos bolivianos, el fetichismo burocrático que es inevi
table y a la vez incomprensible para la mayoría de los y las procesados/as (y yo
añadiría, extremadamente frustrante para los que sí estamos en condiciones de
entenderlo). Para muchas, la manera de enfrentar este ritualismo es con otro
ritualismo, el ritualismo mágico que ellas ya conocen, que sienten que es accesible
para cualquiera, y aunque se somete a otro poder igualmente incomprensible en
„ql fondo (la voluntad de Dios) se abre a sus propios conceptos de inocencia y
culpabilidad y, sobre todo, perdón después de la confesión y el arrepentimiento.
Uno de los aspectos atractivos del evangelismo es su énfasis en que cada
uno es pecador, ha cometido errores, pero igual el Señor está dispuesto a aceptarle,
/ le va a limpiar de la culpa (o la contaminación) y le va a otorgar su gracia no
j- importa lo que haya hecho antes. La Iglesia Católica incluyó en su propuesta de
¿ indulto a padres y madres con hijos menores a su cargo - un atributo que no tiene
valor jurídico, ni siquiera como un derecho humano universal (¿desde cuando un
progenitor tiene mayor derecho a la libertad que uno que no lo es?) pero que
, encaja perfectamente con los valores centrales de las internas. Representa un
/ 4 cierto reconocimiento de la presa como persona, con una identidad social y parte
. de una red de relaciones, que como hemos visto es totalmente ausente en el
' tratamiento que una recibe en los juzgados y por parte de Régimen Penitenciario.
, > Hasta aquí, entonces, los aspectos positivos (en términos subjetivos) que
hacen comprensible los afanes religiosos y rituales de las presas. También es
cierto que la Pastoral Penitenciaria de la Iglesia Católica no se limita a servicios
6 O pedir que otra persona se lo lea, dado que la interna en cuestión era analfabeta.
espirituales sino hace circular información jurídica e intenta montar campañas
para mejorar la situación legal de los presos, trabajando junto con la Asamblea
Permanente de Derechos Humanos. Pero no por eso la religión deja de ser el opio
del pueblo. El lado negativo de la religión en la cárcel es que conduce a y hasta
apoya la pasividad, la sumisión, y la búsqueda de soluciones que pueden
proporcionar cierto alivio emocional a nivel individual, pero no al nivel objetivo
y menos en grupo (excepto en tanto que los miembros de un grupo religioso
ofrezcan confort y comprensión las unas a las otras). Fomenta una actitud
lamentosa (‘Señor, ten piedad de nosotros’) que se extiende a la presentación
habitual de las presas, a través de sus delegadas (‘hemos cometido errores en la
vida’), ante instancias institucionales como por ejemplo cuando las visitan
autoridades de Régimen Penitenciario. Va junto con una auto representación de
una como desvalida y una petición permanente de ‘ayuda’, a veces como una
táctica conciente para obtener beneficios materiales pero con frecuencia
internalizada, y que impide no sólo el activismo frente al caso propio sino también
la participación en los intentos de organización de las presas y protestar
directamente para conseguir mejores condiciones legales y mejores condiciones
de vida dentro del penal. Al fin, si Dios es todopoderoso y sólo Él nos puede sacar
de la cárcel, necesariamente tiene que ser él quien nos ha metido a la cárcel y ha
decretado que cárceles, jueces, policías y todo el resto del aparato represivo existan.
, El hecho de que la religión reconozca a la presa como persona también
significa que contempla su situación como un problema exclusivamente personal
y elimina de antemano cualquier cuestionamiento al nivel estructural o sistémico
(como por ejemplo cuestionar la ilegalidad de la posesión y tráfico de drogas).
No obstante el alivio individual que la religión pueda proporcionar (‘Me
da paz’ dijo la italiana con respecto a su participación en un culto evangélico y
sus diarias lecturas individuales de la Biblia) y los muchos actos de caridad
realizados por ‘hermanas’ de las iglesias y sectas, la religión viene a ser otro
elemento que contribuye a que las presas acepten, se sometan y eventualmente
colaboren, de obra o de palabra, con el mismo sistema que las oprime.
Desde este punto de vista, entonces, deja de ser sorprendente o siquiera
contradictorio, que varias ‘hermanas’ fervorosas estuviesen también entre las más
dispuestas a ‘ir con chismes’ a Seguridad y denunciar, con o sin razón, supuestas
infracciones del régimen interno cometidas por sus compañeras de encierro.
Otra señal de la correlación entre religión y represión es que cuando
Régimen Penitenciario ‘clasifica’ a los y las presos/as, según ei ‘sistema progresivo’
que supuestamente demuestra su rehabilitación a través del encarcelamiento, una
de las casillas a ser llenada corresponde al grupo religioso del cual es miembro.
230
Es lunes cuatro de diciembre de 2000, cerca de las 09:30. Acabo de salir del
juzgado de Sustancias Controladas después de firmar el registro, conforme con
mis condiciones de sustitución de medidas cautelares. En la calle están parados
dos hombres enmanillados juntos, uno de mediana edad y con la cara tostada del
que ha trabajado a la intemperie durante la mayor parte de su vida, el otro más
' joven y blancón, pero ambos vestidos con jeans, chamarras y gorras ordinarias.
En la acera, hay unas dos señoras de pollera con otros familiares de varias edades.
Al lado de los detenidos está un funcionario de temo diciéndoles: “Radio taxi
pues, sólo cuesta 6 bolivianos”. Un chiquito de cuatro o cinco años se acerca al
mayor de los detenidos y le dice, “Papi, cómprame dulce”. Evidentemente no se
da cuenta que su papá está enmanillado, o si lo nota, no significa nada para él.
Los demás no dicen nada, como si estuvieran paralizados por susto o dolor.
Por el hecho de que es un funcionario de civil y no un policía uniformado
el que los dirige, me doy cuenta que estos dos hombres acaban de ser pasados a la
cárcel y ahora tienen que ser trasladados a San Pedro. Al menos a nosotras, cuando
nos pasaron a Miraflores, nos llevaron gratis en un jeep oficial; éstos, al parecer,
van a tener que pagar su propio taxi a la cárcel: otro caso más de la 1008. Y como
tantos ya referidos en este libro, se vislumbra para ellos el mismo vía crucis
jurídico, económico y familiar, a la vez que se ve que son de extracción humilde
y es poco probable que sean ‘grandes narcotraficantes’, mientras el hecho de que
tal agrupación de parientes ha venido a presenciar, sin poder hacer nada, la apertura
de su proceso, señala que tampoco pertenecen al grupo de reos lumpert, con
vínculos familiares deteriorados - aunque no se sabe en qué estado estarán esos
vínculos después de unos años en la cárcel, con el resentimiento de los encarcelados
frente a los que ‘no han ayudado’ o no han ayudado bastante cruzando con el de
los cónyuges e hijos que tienen que buscar la vida fuera sin la asistencia del
papá o el marido.
232
casi siempre son mujeres mayores de 40 aflos que pasaron su niñez y adolescencia
en el área rural; han aprendido a desenvolverse adecuadamente sin saber leer o
escribir, y los empleos que requieren tales habilidades ahora no están abiertos
para ellas, si es que alguna vez lo estuvieron. Hay casos excepcionales de jóvenes
analfabetas que podrían tener mejores oportunidades si aprendieran la lecto
escritura, pero éstas sí suelen ser realmente marginales, de tal manera que no se
interesan en la oferta educativa. CEMA existe fuera de la cárcel en muchos centros
educativos y es parte regular del sistema de educación fiscal, debido a los niveles
elevados de abandono en los colegios. Las presas que se inscriben en CEMA
estudian con regularidad, debido a que los contenidos y métodos didácticos ya
les son familiares, como también la meta del bachillerato. Sin embargo, el mercado
laboral ya está sobresaturado de bachilleres jóvenes sin prontuarios, y para una
mujer de 30 años o más, sus posibilidades de empleo con bachillerato no son
distintas a las que tenían sin él.
La motivación para participar en un curso no es porque el título obtenido
vaya a ser útil, sino porque se piensa que con más certificados una va a poder
acceder con más facilidad a beneficios, concretamente la libertad provisional.
Esta esperanza fue fomentada por los comentarios referentes al nuevo Código de
Procedimiento Penal, donde se habla del ‘dos por uno’ para los que estudian y/o
trabajan en la cárcel. Las presas entendían esto como una reducción de la mitad
de la pena, pero las propuestas dicen concretamente que se va a redimir un día de
la pena por cada dos días de trabajo o de estudio, que no es lo mismo (sería que si
uno completa un curso que dura seis meses, su sentencia se reduciría por tres
meses, y así sucesivamente). A lo menos esto sería fácil de medir con referencia
a un curso como CEMA, pero no está claro cómo se piensa medir el tiempo
pasado en el trabajo, dado que no hay trabajos asignados por el sistema carcelario
sino cada una trabaja por su cuenta, sin marcar tarjeta o registrar los días hábiles.
Los otros componentes del Area Educativa son cursos de artesanía y de
especialidades técnicas como computación o contabilidad. En las cárceles de
mujeres la artesanía se limita casi exclusivamente a los tejidos y la costura, dos
rubros laborales sobresaturados en Bolivia, más trivialidades como porcelana
fría o pintura en tela. Los cursillos en ramas que podrían ser más rentables, como
el trabajo en cuero, no llegan a un nivel que permita el ejercicio independiente.
Lo mismo ocurre con computación, que sí podría ser la fuente de nuevas
oportunidades afuera; sólo había dos computadoras que no estaban disponibles
para que las alumnas practiquen en ellas fuera de los horarios del curso, y como
ninguna de ellas tenía acceso independiente a un ordenador en que practicar (ni
parecían desearlo; ninguna me preguntó si podría hacer uso de mi laptop cuando
yo no la estaba ocupando), tampoco llegaban a ser competentes. Al fin era sólo
otro certificado de asistencia más. Los cursos de contabilidad o mercadotécnica
son largos y bastante abstractos y no está claro si dan lugar a una calificación con
valor real en el mercado. Es posible que haya mejores oportunidades en la artesanía
en las cárceles de varones, donde existen talleres de cuero, metalmecánica,
carpintería, zapatería y otros, pero esto es consecuencia de que las cárceles
simplemente reproducen la división de trabajo existente en la sociedad, y la
actividad artesanal depende en la práctica de los esfuerzos de los mismos presos
y los contactos que tienen afuera para hacerse traer el material y vender el producto.
La gran mayoría de las presas de vez en cuando se dedican a alguna
artesanía con fines de obtener un ingreso, pero no como algo que represente un
oficio al que dedicarse una vez fuera. Las hermanas católicas entienden esto y
proporcionan oportunidades principalmente como una fuente puntual de algún
ingreso, como por ejemplo la fabricación de muñecas en base a tarros vacíos de
mayonesa y similares: ellas traen la tela para forrar los recipientes, espuma sintética
para formar cabezas, pies y manos, y luego se ocupan de vender las muñecas. En
este caso, la intención de la ofertante y la presa coinciden., mientras por lo gen
eral las presas están buscando algo - distracción, puntos a favor dentro del ‘sistema
progresivo’ o un certificado de Buena Conducta de Gobernación, la redención
mágica - que no coincide con los fines explícitos de la oferta, sea ésta laboral o
“religiosa.
En todas las cárceles hay un psicólogo que asiste los días de semana.
Aparte de llenar los formularios del sistema progresivo - de manera muy superfi
cial y siempre favoreciendo a la interna, por ejemplo ‘Agresividad’ es calificada
como ‘controlada’ incluso cuando el trato que la misma interna da al psicólogo, o
las riñas con otras internas que ha protagonizado en su delante, demuestran que
no es exactamente el caso - está disponible para consultas informales. No conozco
casos donde se haya dado lugar a un verdadero curso de psicoterapia, y la psicología
es totalmente ajena a la población carcelaria en general. Las dos ‘clientes’ más
regulares del psicólogo, que iban a charlar con él varias veces a la semana sobre
sus problemas personales, eran Solange y la Falsa Verónica, miembros de esa
capa reducida de la clase media que consume tratamientos psicológicos como
parte de su vida habitual.
Para las demás, el psicólogo es alguien a quien se puede recurrir
puntualmente, por ejemplo para que ruegue a Seguridad que no corte sus visitas o
hable en su favor para que la cambien de celda porque no soporta más a otra
compañera. Otras lo ven como una figura paternal (y en definitiva adopta una
manera paternal con todas) a quien se puede acudir como arbitro, por ejemplo
237
’5 Cuando las víctim as son miem bros marginales de la sociedad, también crim inales o
dedicadas a actividades consideradas ilegítim as aunque no ileg ales, hay m enos
preocupación. E l ejem plo más obvio de esto es lo lento del esfuerzo policial para
encontrar al asesino cuando se limita a matar a prostitutas, com o en el caso de Peter
SutclifFe, ‘el degollador de Yorkshire’ ( Y orksh ire R ip p e r ) en Inglaterra a fines de los
1970.
241
6 Un estudio sobre mujeres presas por hom icidio en M éxico demuestra una.pauta algo
parecida. 7 6 % de las presas mataron a miembros de su núcleo fam iliar versus 24% que
mataron a extraños. Tratando exclusivamente del primer grupo, 4 5 % mató a sus hijos,
2 4 % a hijastros (en el sentido de algún niño no suyo, pero que estaba a su cargo) y 3 0 %
a sus parejas (el 100% se com pleta con un caso único que mató a su madre). Ver
A ZA O LA Elena (1 9 9 6 ) E l delito de ser mujer. Hombres y mujeres hom icidas en la
ciudad de M éxico: historias de vida. M éxico: Plaza y Valdés/CIESAS. En M iraflores
había entonces 83% por asesinato de miembros de su grupo familiar, todos parejas o
‘hijastros’, y 17% por asesinato de extraños. E l número es demasiado reducido para
sacar conclusiones definitivas (se sabe que también hay asesinas de sus hijos pero
casualmente no llegaron durante el periodo de mi ‘estudio’ allí) ñero se puede especular
que hay relativamente más agresividad contra afines (tanto cónyuges com o hijastros)
en B oliv ia que en M éxico, relacionado con las características ya mencionadas de la
afinidad andina. De nuevo, es un tema aún por investigar.
242
Cámara de Diputados a revisar la lista (de unos 3.000 presos y presas), según se
dijo, ‘caso por caso’ para evitar que violadores sean beneficiados con la reducción
de sus penas. Se asume que el violador es un pervertido sexual que volverá a
hacer lo mismo una y otra vez; entonces la restricción de su acceso a la libertad
muestra al público que el Parlamento está vigilando para que la cárcel cumpla la
función protectiva en este rubro, aunque es otra cuestión hasta qué punto los
presos en cuestión se ajustan a la imagen que se tiene de ellos.
El discurso de la necesidad de proteger a la sociedad también proporciona
un velo para la justificación más atávica y a la vez fundamental de la cárcel, que
es el castigo de los infractores. Se habla del encarcelado como alguien que está
‘pagando su deuda a la sociedad’, como si debería algo por el hecho de haber
transgredido las leyes, y como si la privación de libertad de alguna manera
resarciera ese algo. Suele haber protestas en contra de lo que se consideran
condiciones demasiado buenas o laxas en las cárceles, aunque en Bolivia no llegan
al nivel de los EE.JJ. donde algunos buenos ciudadanos se expresan en contra del
derecho de los presos a visitas conyugales, opinando que no es justo de que un
ladrón o un asesino tuviera oportunidad de relaciones sexuales e incluso engendrar
hijos mientras está en la cárcel. En ocasiones hay protestas populares cuando se
considera que los castigos ofrecidos por la ley no son lo bastante drásticos: más
notablemente, las marchas de protesta que en 1999 exigían la pena de muerte o
castración para violadores; o también las protestas de los muchos damnificados
por el colapso del Banco Boliviano Americano de Maritsa Siles que el día de
lectura de su sentencia se amontonaron en la puerta del juzgado, y que cuando el
juez le dio seis años y cuatro meses, inconformes exigían para ella una sentencia
mayor.
El deseo de castigo a veces se une y confunde con el deseo de venganza
(ver supra, Capítulo 4), por ejemplo cuando una mujer dice que quiere ‘meter a la
cárcel’ a su ex-marido que no le ha pagado las pensiones prometidas para su hija.
Evidentemente, no se considera que si estando fuera el sujeto no llega a pagar,
adentro es imposible que lo haga, pero se le quiere castigar metiéndolo a la cárcel,
aunque esto no va conseguir el beneficio que es el supuesto objeto de la demanda.
que lo que hizo era violación y si más hombres supieran eso, ya no com eterían esos
actos; desde ese punto de vista, el encarcelam iento serviría com o escarm iento y
concientización y no volverían a hacerlo. Ver S IL E S V A L L E JO S Ábraham (1 9 9 5 ) Con
el solo dicho de la agraviada. ¿E s discriminatoria la ju sticia en procesos por violación
sexual de m ujeres? Lim a: D E M U S. LEO N Rafael y M arga STA H R (1 9 9 5 ) Yo actuaba
com o varón solam ente... entrevistas a procesados por delito de violación. Lima:
D E M U S.
244
roja, demuestra que hay un público ávido que consume este espectáculo.
A la vez, representa una invisibilización del real mundo carcelario y^
su población mayoritaria, que no es violenta ni forma parte del ‘mundo del hampu
La gente niega que sus parientes estén en la cárcel, se olvida de sus conoció
que caen, y los ex-presidiarios evitan mencionar que han estado allí en tanto ¡n,
sea posible. Incluso hay la idea entre detenidos/as de que es mejor, si se pued(
evitar que su caso figure en la prensa, porque en tanto que haya más publicidad
lejos de favorecerles, es más probable que reciban una sentencia más elevada y,
les dificulte la obtención de libertad provisional.
Gobernación intenta prohibir la entrada de cámaras fotográficas o equipe,
de filmación, y cuando se obtiene permiso de Régimen Penitenciario pu,
introducirlos, las entrevistas suelen realizarse en la oficina de Gobernación ct,
la sala de Defensa Pública, máximo quizás en el patio en Miraflores, pero itunt,
en las celdas. Cuando hay visitas oficiales de jueces o funcionarios de Régin»|
se suele realizar una limpieza especial de toda la cárcel (incluso espacios quelc,
visitantes jamás se interesan en ver, como la cocina de administración) y se orden,
el retiro de toda la ropa tendida a secar, de cocinas y garrafas de gas y de otr(¡
señales de vida cotidiana que normalmente rodean el patio. Así casi nunca i,
llega a ver afuera cómo las presas realmente viven, cocinan, lavan su ropa, min,
televisión, mascan coca, hacen fila para el rancho, salen a las listas - la listad,
las 12:00 que en los días de visita igualmente se suspende, y Seguridad se afan,
en sacar a todos los visitantes antes de empezar la lista de las 17:00, como si fuer,
un rito esotérico que nadie de afuera debería presenciar.
Lo que más se invisibiliza, junto con la composición real de la población
encerrada, es esta cotidianeidad tan ordinaria, junto con sus interrupciones tambén
ordinarias - el festejo de una presa que celebra su cumpleaños o el de su hijitj
con una comilona en la cual las de Seguridad participan como unas invitada,
más, o la rutucha (primer corte de cabello) de su guagua con padrinos invitado,
de afuera o una madrina escogida entre las otras presas. Tampoco se observa!,
comparsa de tinku o caporales en la fiesta del 24 de septiembre8, o presas, visita,
y policías uniformadas bailando cumbia juntos al son de una amplificación.
8 Alguna vez, por ejemplo en 2 0 0 7 , se llegó a m encionar esta fiesta en los medios i
com unicación, pero se enfocó en mostrar a San Pedro, la cárcel emblemática y la %
figura con mayor frecuencia porque se han encontrado a visitas tratando de introdcci-
alcohol (no suele haber reportajes sobre visitas introduciendo droga, es de suponer qu,
las drogas que por cierto pueden encontrarse por kilo allí dentro son introducidas pop
los guardias) y otros hechos escandalosos. L a otra cárcel em blem ática de Bolivias
Palm asola en Santa Cruz, que figura más que todo por las fugas.
2 46
9 B A R A TTA Alessandro (1982/ 1986) Criminología crítica y crítica del derecho penal.
Introducción a la sociología juridico-penal. M éxico: Siglo X X I.
10 En 1998, había 645 presos por cada 1 00.000 habitantes en los E E .JJ. E l único país que
les ganaba era Rusia (6 8 5 por 10 0 .0 0 0 ). En comparación, las cifras equivalentes para
algunos otros países desarrollados eran alrededor de 9 0 en Francia o Italia, 125 en
Gran Bretaña y menos de 50 en Japón ( The E c o n o m is t, 1 5 -2 1 .7 .2 0 0 0 :5 1 ).
248
11 L a e s tr u c tu r a d e la r e p r e s ió n , pp.75-9.
24<
ooga en los E E .JJ. y otros países del Norte, las ‘cárceles privadas’,
s privadas contratadas por el Estado, donde los presos tienen que
manutención. Parenti considera que si uno analiza su rentabilidad
- expresión de entusiasmo represivo antes que una innovación
no gozarían de diversas concesiones no serían ni mínimamente
odos, allá se admira com o novedosa la idea de que el preso tenga
_giénico, etc., en vez de recibirlo gratis por parte del Estado. En
u e los m ism os presos han de pagar sus insumos personales
lado en pie .desde.que se tiene memoria de las cárceles, sólo que
1 Estado o su contratista, se com pra de otra presa que tiene una
250
autofinanciamiento de los mismos presos que tienen que proporcionar sus propias
frazadas y platos, conseguir comida adicional porque el rancho es inadecuado y
comprar los focos de luz para sus celdas15. Los bajos niveles de crimen se deben
a la persistencia de controles sociales informales y tradicionales, incluyendo la
‘justicia comunal’ en el área rural y a veces llegando hasta el linchamiento popu
lar, pero mayormente aplicados a través de toda la red social basada en la familia.
No es sorprendente que referencias a la familia sean el principal recurso discursivo
de las presas, y hasta de entidades como la Iglesia Católica que intentan ayudarlas,
como tampoco lo es el hecho de que gran parte de la población carcelaria
corresponda a personas con redes familiares defectuosas, debido sobre todo a la
orfandad.
Es irónico que una de las consecuencias de la cárcel es fomentar la
desintegración familiar y así aumentar las probabilidades de que la desgracia siga
afligiendo a la siguiente generación. Sólo una fracción reducida corresponde a
verdaderos miembros de una ‘clase peligrosa’, los lumpens urbanos. Es de notar
que la 1008 ha perm itido recluir a varias m ujeres de este grupo, que
tradicionalmente no suelen ser partícipes activas de las actividades delincuenciales
de sus eventuales cónyuges (como por ejemplo el robo de autos) y por lo tanto,
escapan a la cárcel, pero sí se han integrado a la venta callejera de drogas
(probablemente debido a que la división social del trabajo en los Andes suele
encargar el comercio detallista a mujeres). Junto con las consecuencias para las
familias, muchas veces desordenadas dé entrada, de estas personas, su represión
puede entonces contribuir en miniatura a definir una ínfima ‘clase criminal’ en
ciudades como La Paz; pero de todos modos son una minoría de la población
carcelaria actual. Los demás pueden estar ‘fuera de lugar’ en términos de una
visión rígida y reaccionaria de la estructura social del país - los campesinos más
mercantilizados, colonizadores espontáneos en el Chapare, los migrantes rural-
15 Actualmente están en boga en los E E .JJ. y otros países del Norte, las ‘cárceles privadas’,
operadas por empresas privadas contratadas por el Estado, donde los presos tienen que
trabajar para pagar su manutención. Parenti considera que si uno analiza su rentabilidad
real, resultan ser otra expresión de entusiasmo represivo antes que una innovación
económ ica, porque si no gozarían de diversas concesiones no serían ni mínimamente
rentables. De todos modos, allá se admira com o novedosa la idea de que el preso tenga
que p a g a r su papel higiénico, etc., en vez de recibirlo gratis por parte del Estado. En
B o liv ia la idea de que los m ism os presos han de pagar sus insumos personales
imprescindibles ha estado en pie desde.que se tiene m em oria de las cárceles, sólo que
en vez de comprar del Estado o su contratista, se com pra de otra presa que tiene una
tienducha allí dentro.
252
(es decir, todo lo que no es 1008) el sistema de justicia estatal sirvió como
instrumento para que individuos y grupos sociales, los que poseían vínculos
coyunturales con el gobierno de turno y/o suficientes recursos económicos,
obtengan venganza sobre sus enemigos, sean éstos opositores políticos,
estafadores, violadores de niñas o los que habían matado a un pariente. Se puede
decir que las personas privadas, en tanto que fueron capaces de hacerlo (claro
que la mayoría nunca lo fue) se aprovecharon de las provisiones estatales para el
castigo.
El mismo Estado, sin ayuda de particulares, no lograba hacerlo. Hasta
los casos de alzamiento armado, un delito dirigido específicamente en contra del
aparato estatal y, de hecho, contra la base misma de la autoridad estatal —el
reclamo del monopolio de la violencia legítima dentro de un territorio definido —
requieren de una parte civil en además del Ministerio Público para iniciar el caso.
Depende de la voluntad de esta parte contraria la prontitud de su sentencia, o si
los procesados llegan a ser sentenciados siquiera; los militantes del Zarate Willka
que asesinaron a unos misioneros mórmones recibieron sentencias de 30 años
por asesinato dentro de un tiempo relativamente corto, mientras se tardó más de 6
años en dar sentencias que llegaban a un máximo de 20 años a los del Comando
Néstor Paz Zamora, que secuestraron al empresario Jorge Lonsdale. En ambos
casos la parte contraria (Iglesia de los Santos de los Últimos Días, familiares de
Lonsdale) insistía en el juicio con más o menos premura. Inicialmente, en el caso
del Ejército Guerillero Tupaj Katari, había una parte civil (alguna iglesia) pero
pronto desapareció y, dejado a sus solos esfuerzos, el Ministerio Público no pudo
alcanzar ni una sentencia en primera instancia después de 8 años. 8 años representa
el periodo a partir de que, según el nuevo Código de Procedimiento Penal, es
procedente la prescripción del delito si no hay sentencia ejecutorial, y por tanto
los acusados en este caso (quienes ya habían salido de la cárcel por retardación
de justicia) pudieron obtener la anulación de su proceso, lo que permitió que uno
de ellos (Felipe Quispe) llegue después a ser diputado nacional y otro, a ser
Vicepresidente de Bolivia. Esta nueva disposición supuestamente sustituye a toda
disposición previa, incluso la de la 1008 que especifica 20 años para la prescripción
del delito de narcotráfico. Pero es dudoso si se llegará a poner a prueba al nuevo
Código con referencia a la 1008, porque aunque casos de la 1008 pueden tardar 4
años o más en llegar hasta Sucre - es decir, a la tercera instancia, habiendo pasado
por primera y segunda - hasta la fecha ninguno ha tardado 8 años sin llegar a la
sentencia ejecutorial.
Desde esta perspectiva, la 1008 representa un verdadero avance en la
justicia estatal en Bolivia. Sus medidas particulares, entre las cuales las más
23S
cumple con las normas del libre mercado; sus características particulares, como
las ganancias excepcionales que a veces se obtienen, pueden ser explicadas por
factores como la ausencia de flujos libres de información sobre el mercado, y los
riesgos elevados de perder el capital, debido a la ilegalidad; aparte de esas
p articularidades sigue el ciclo de negocios, incluyendo las crisis de
sobreproducción, como cualquier otro negocio capitalista (ver Spedding 2000:
111-114). Esto es reconocido por la derecha radical neoliberal, los verdaderos
apóstoles del libre mercado (que no deben ser confundidos con los ‘neoliberales’
de boca para afuera y por imitación que se encuentran en Bolivia) que favorecen
la legalización de todas las drogas. La población carcelaria, independiente de sus
orígenes sociales, en el momento de su detención mayormente corresponde a
representantes del pequeño capital comercial, un grupo social que no ofrece ningún
reto al orden social existente y es más, cuando aparecen bajo el nombre de
‘microempresarios’, son objeto de políticas de fomento oficiales (o a lo menos
así se dice).
R esulta entonces co n tradictorio en térm inos estru ctu rales el
encarcelamiento de estas personas. Pienso que esto tiene que ver con la
invisibilización de la realidad carcelaria. Para que el drama autoritario del crimen
y su castigo satisfaga al público, el criminal presentado tiene que ser convincente
como alguien que merece lo que le pasa—netamente, un Barbaschocas, un Dante
“o un Odón Mendoza, o cuando no hay esos, a lo menos un ‘choro’ (ladrón callejero)
peruano o un maleante de cara cortada. También tienen que existir los edificios
sombríos con sus portones y torres de guardia donde se manda encerrar a estos
í malhechores. Incluso cuando, como en Bolivia, el funcionamiento del sistema es
inconsistente y arbitrario, todavía sirve a múltiples fines sociales. Sostiene las
*2 , bases del autoritarismo, que favorece a los que mandan en cualquier nivel (hasta
'V 'í '
¿Y LAS MUJERES?
¿PARA QUÉ VASA JUGAR CON A V IÓ N VOS'i
¿ACASO E R E S VARÓN?
AN D Á JUGAR CON TU COCINITA.
Susana hablando a su pequeña hiji
Miraflores, 2000
Julia Kristeva ha dicho que pensar que una es mujer es una cosa ridicula, sólo e
un poco menos ridículo que pensar que uno es hombre. Prosigue diciendo que e
menos ridículo porque todavía hay varios campos donde es necesario pelear comí
mujeres —por la libertad sexual, por el derecho al aborto, por la igualdad en e
trato laboral... y parece que también por los mismos derechos de quebrantar la
leyes. En todas partes del mundo hay más hombres que mujeres en las cárceles
En parte esto se debe a que la delincuencia femenina a veces no es identificadi
porque se cree que ‘las mujeres no hacen eso’ y entonces no son arrestadas (
acusadas, pero incluso cuando se ha tratado de investigar la realidad de l<
participación femenina en actos y actividades penados por ley, aunque las tasai
se incrementan algo, jamás se igualan.con las de los varones.17
El control social de las mujeres, informal y cotidiano, es tan fuerte que
de antemano son más convencionales y menos transgresoras que los varones, er
ambientes que van mucho más allá de los conocidos espacios de ‘doble moral'
con referencia a la infidelidad matrimonial o los deberes para con los hijos. Creo
que este libro ha demostrado que la base de este control es la misma identidad de
género, por lo general enteramente internalizada y que por lo tanto, da lugar a un
autocontrol y auto represión, ejercidos por las mujeres para consigo mismas y
luego aplicados por ellas a otras mujeres (las denuncias de las que ‘andan mal’...)
y a sus hijas. Es evidente que las probabilidades de que la hija de Susana llegue a
ser piloto de avión de entrada son ínfimas, pero su madre convierte la posibilidad
ínfima en imposibilidad total y luego le prohíbe hasta soñar con eso.
Por supuesto, la identidad masculina también es internalizada, auto
impuesta y luego impuesta por la fuerza a otros hombres - no son grupos de
mujeres los que asaltan y hasta matan a otros hombres por ser homosexuales -
pero incluye aperturas hacia espacios de desobediencia, incumplimiento y rebeldía
que no existen para la buena mujer. Mientras las cárceles de San Pedro y
Chonchocoro fueron diseñadas y construidas como tales, Miraflores es una ex
clínica y Obrajes era un internado dirigido por monjas18 - y por más señas, lleva
el nombre oficial de ‘Centro de Orientación Femenina’ (a lo menos en Miraflores
nos elevan a la dignidad de ser un Centro Penitenciario). Las mujeres apenas
alcanzan la posición del delincuente voluntarioso que tiene que recibir su castigo
en la cárcel; la disciplina apropiada para nosotras es, en el fondo, la del internado
(somos niñas y tenemos que aprender) o de la clínica, (somos enfermas y tenemos
que sanar). En ambos casos no somos plenamente responsables de nuestros actos,
una posición que es compartida hasta cierto punto por los mismos jueces cuando
dictan la sentencia, pero que también indica que tenemos que ser sujetadas a una
-í: vigilancia y control más estricto dentro de la cárcel, y obligadas a realizar las
f: tareas domésticas que nos corresponden, como si hubiéramos caído por no
? dedicarnos bastante a ser amas de casa.
í En tanto que las limitaciones tradicionales del género empiezan a aflojar,
el número de mujeres encarceladas aumenta. Esto ha ocurrido, por ejemplo, en
Jos Estados Jodidos en las últimas décadas.19 Se puede argumentar que esta es
t una ‘libertad’ que no vale la pena tener, y lo sería si es que no viniera acompañada
r <?■-•;• —- - ---- ----- -------
^ 18 Según la tradición oral en la cárcel (que no incluye fechas) cuando se inauguró O brajes
-. t com o cárcel, las m onjas seguían a cargo. ‘Tenían a las internas todo el día en la capilla
rezando’ . Pero no han debido concentrarse mucho en la seguridad - hoy en día nadie
entra en un convento en contra de su voluntad y tiene que ser vigilada para que no
escape - y ocurrieron varias fugas, después de las cuales su administración pasó a la
P olicía N acional com o en otros penales.
19 Entre 1980 y 1994, la población carcelaria femenina de ese país se incrementó casi
5 00% , en com paración con el 3 0 0 % para los hombres. En ese país el sistema carcelario
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