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Ciclo Respiratorio

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Valeria Leycegui Rivera

Ciclo respiratorio

El proceso de intercambio gaseoso en el cuerpo, llamado respiración, tiene tres pasos básicos:

1. La ventilación pulmonar o respiración es la inspiración (flujo hacia adentro) y la


espiración (flujo hacia afuera) de aire, lo que produce el intercambio de aire entre la
atmósfera y los alvéolos pulmonares.

2. La respiración externa (pulmonar) es el intercambio de gases entre la sangre que


circula por los capilares sistémicos y la que circula por los capilares pulmonares, a
través de la membrana respiratoria. Durante este proceso, la sangre capilar pulmonar
obtiene O2 y pierde CO2.

3. La respiración interna (tisular) es el intercambio de gases entre la sangre en los


capilares sistémicos y las células tisulares. En este proceso, la sangre pierde O2 y
adquiere CO2. Dentro de las células, las reacciones metabólicas que consumen O2 y
liberan CO2 durante la producción de ATP constituyen la respiración celular

Durante la ventilación pulmonar, el aire fluye entre la atmósfera y los alvéolos, gracias a
diferencias de presión alternantes creadas por la contracción y la relajación de los músculos
respiratorios. La velocidad de flujo aéreo y el esfuerzo necesario para la ventilación también
dependen de la tensión superficial alveolar, la distensibilidad de los pulmones y la resistencia
de las vías aéreas.

 Cambios de presión durante la ventilación pulmonar

El aire ingresa en los pulmones cuando la presión del aire que se encuentra en su interior es
menor que la presión atmosférica. El aire sale de los pulmones cuando la presión dentro de
ellos es mayor que la presión atmosférica.

INSPIRACIÓN

El ingreso del aire en los pulmones se llama inspiración (inhalación). Para que el aire ingrese
en los pulmones, la presión dentro de los alvéolos debe ser menor que la presión
atmosférica. Esta condición se logra a través del aumento del tamaño de los pulmones.

Las diferencias de presión provocadas por los cambios en el volumen de los pulmones obligan
al aire a entrar en ellos durante la inspiración y a salir durante la espiración. Para poder
inspirar, los pulmones deben expandirse, lo que aumenta su volumen y disminuye su presión
por debajo de la presión atmosférica. El primer paso para la expansión de los pulmones
durante la inspiración normal requiere la contracción de los músculos inspiratorios
principales, es decir, el diafragma y los intercostales externos.

El músculo inspiratorio más importante es el diafragma, un músculo esquelético cupuliforme


que forma el piso de la cavidad torácica.

Durante la inspiración normal, el diafragma desciende alrededor de 1 cm (0,4 pulgadas), lo


que genera una diferencia de presión de entre 1 y 3 mm Hg y una inspiración de alrededor de
500 mL de aire. Durante la ventilación forzada, el diafragma puede descender 10 cm (4
pulgadas), lo que produce una diferencia de presión de 100 mm Hg y la inspiración de 2-3
litros de aire. La contracción del diafragma es responsable de alrededor del 75% del aire que
ingresa en los pulmones durante la respiración normal.

Los músculos inspiratorios, segundos en orden de importancia, son los intercostales externos.
Cuando estos músculos se contraen, elevan las costillas.

La contracción de los intercostales externos es responsable de alrededor del 25% del aire que
entra en los pulmones durante la ventilación normal.

Durante la inspiración normal, la presión entre las dos capas de la pleura, llamada presión
intrapleural (intratorácica), siempre es subatmosférica (más baja que la presión atmosférica).

Durante la expansión del tórax, las capas pleurales parietal y visceral suelen adherirse
estrechamente por la presión subatmosférica que existe entre ellas y por la tensión
superficial generada debido al contacto entre sus superficies húmedas.

Al aumentar el volumen de los pulmones de esta manera, la presión en su interior, llamada


presión alveolar (intrapulmonar), desciende desde 760 hasta 758 mm Hg. De este modo se
establece una diferencia de presión entre la atmósfera y los alvéolos.

ESPIRACIÓN

La expulsión del aire (espiración) también depende del gradiente de presión, pero en este
caso, en la dirección opuesta: la presión en los pulmones es mayor que la presión
atmosférica.

A diferencia de la inspiración, la espiración normal es un proceso pasivo porque no involucra


contracciones musculares, sino que es el resultado del retroceso elástico de la pared del tórax
y los pulmones, que tienen una tendencia natural a recuperar su forma original después de
expandirse. Dos fuerzas dirigidas hacia adentro contribuyen el retroceso elástico:

1) el retroceso de las fibras elásticas estiradas durante la inspiración


2) la tracción hacia adentro generada por la tensión superficial, que es el resultado de la
presencia de la capa de líquido alveolar.

La espiración comienza cuando los músculos inspiratorios se relajan. Cuando el diafragma se


relaja, su cúpula asciende, a causa de su elasticidad. Cuando los músculos intercostales
externos se relajan, las costillas descienden.

Estos movimientos disminuyen los diámetros vertical, lateral y anteroposterior de la cavidad


torácica, lo que a su vez reduce el volumen pulmonar. Luego, la presión alveolar aumenta
hasta alrededor de 762 mm Hg. En ese momento, el aire fluye desde el área con mayor
presión, en los alvéolos, hasta el área con menor presión, en la atmósfera.

Otros factores que afectan la ventilación pulmonar

1. Tensión superficial del líquido alveolar

Sección anterior que una fina capa de líquido alveolar cubre la superficie luminal de los
alvéolos y ejerce una fuerza denominada tensión superficial. La tensión superficial surge en
todas las interfases aire-agua porque las moléculas polares del agua se atraen con mayor
intensidad entre sí, que con las moléculas de gas en el aire. Durante la respiración, se debe
superar la tensión superficial para expandir los pulmones durante cada inspiración. La tensión
superficial también es responsable de dos tercios de la retracción elástica del pulmón, que
disminuye el tamaño de los alvéolos durante la espiración.

El surfactante (agente tensioactivo) (una mezcla de fosfolípidos y lipoproteínas) presente en


el líquido alveolar reduce su tensión superficial por debajo de la tensión superficial del agua
pura. La deficiencia de surfactante en los recién nacidos prematuros produce el síndrome de
dificultad respiratoria, que se caracteriza por un aumento significativo de la tensión
superficial del líquido alveolar, responsable del colapso de muchos alvéolos al final de cada
espiración. Por lo tanto, se necesita un gran esfuerzo en la siguiente inspiración para volver a
abrir los alvéolos colapsados.

2. Distensibilidad pulmonar

La distensibilidad es el esfuerzo requerido para distender los pulmones y la pared del tórax.
Una distensibilidad elevada significa que los pulmones y la pared torácica se expanden con
facilidad, mientras que una distensibilidad baja significa que resisten la expansión. En los
pulmones, la distensibilidad se relaciona con dos factores principales: la elasticidad y la
tensión superficial. En condiciones normales, los pulmones tienen una distensibilidad elevada
y se expanden fácilmente porque las fibras elásticas del tejido pulmonar se estiran de manera
normal, y el surfactante del líquido alveolar reduce la tensión superficial.
La disminución de la distensibilidad es una característica compartida por varios trastornos
pulmonares que:

1) producen cicatrices en el tejido pulmonar (p. ej., la tuberculosis)

2) hacen que el tejido pulmonar se llene de líquido (edema de pulmón)

3) producen una deficiencia de surfactante

4) impiden la expansión de los pulmones de alguna manera (p. ej., parálisis de los músculos
intercostales).

3. Resistencia de las vías aéreas

El flujo de aire es igual a la diferencia de presión entre los alvéolos y la atmósfera, dividida
por la resistencia. Las paredes de las vías aéreas, en especial los bronquiolos, ofrecen cierta
resistencia al flujo normal de aire hacia el interior y el exterior de los pulmones. Cuando los
pulmones se expanden durante la inspiración, los bronquiolos se agrandan, ya que sus
paredes son traccionadas hacia afuera en todas direcciones. Las vías aéreas de mayor
diámetro ejercen menos resistencia.

La resistencia de las vías aéreas aumenta durante la espiración, a medida que disminuye el
diámetro de los bronquiolos. El diámetro de las vías aéreas también depende del grado de
contracción o relajación del músculo liso de sus paredes. Las señales procedentes de la
división simpática del sistema nervioso autónomo provocan la relajación de este músculo
liso, lo que a su vez genera broncodilatación y disminuye la resistencia.

Bibliografía.

Tortora, G. (2011). Principios de anatomía y fisiología. México: Editorial Panamericana

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