Mujer Con Autismo

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YO SOY LA PROFE PAULA

Estudio etnográfico de una autista y su desempeño como docente.

Por: Sandra Carolina Baca Hernández

Resumen.
“Yo Soy La Profe Paula” es un estudio etnográfico que analiza el diario vivir de una mujer
de 25 años con autismo, quien se desempeña como auxiliar docente en el Colegio Nuestra
Señora del Pilar en el municipio de Girardot, observando las interacciones y formas de
expresión de personas con trastornos del espectro autista TEA, que como bien es sabido, son
ajenos a la mantener una relación de contacto físico u afectivo con la sociedad.

Introducción.
El origen de este proyecto tiene que ver con mi experiencia personal. Ella nació cuando yo
tenía 9 años, edad donde no quieres tener hermanos porque te van a robar el cariño de tus
padres y los regalos serán cada vez menos, o en muchos casos, compartidos. Sobra decir que
es muy difícil convivir con una persona con limitantes, en especial de tipo cognitivo. He
decidido no ser madre y disfrutar la soltería y es allí donde está radicando uno de mis
problemas actuales. En un hogar de dos hijos, los padres siempre esperan que al menos uno
de ellos forme una familia para que les den nietos. Por supuesto que con mi decisión y ante
la imposibilidad de Paula, quedó en proyecto.

¿Qué es el autismo?
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un trastorno neurobiológico del desarrollo que
ya se manifiesta durante los tres primeros años de vida y que perdurará a lo largo de todo el
ciclo vital.

Los síntomas fundamentales del autismo son dos:


 Deficiencias persistentes en la comunicación y en la interacción social.
 Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades.
Después de la definición de la condición surge la pregunta que me llevó a realizar el estudio:
¿Cómo puede una persona con esta condición trabajar en un sitio, por más de cinco horas
diarias, donde tiene que estar en constante roce social?

Método de estudio.
Por medio de entrevistas y seguimiento en su lugar de trabajo y hogar, contextos que también
comparto con ella pues vivimos y trabajamos juntas, se realizó el siguiente estudio.

Etnografía del Autismo.


Pasar una sola mañana en la institución no es suficiente para hacer un análisis de cómo es el
comportamiento de una persona con TEA, cuando se ve expuesta a la constante interacción
y comunicación con otras personas. Es gracias a la cercanía que tenemos que aprendes a
conocer y aceptar a una persona con este trastorno. Basta con ver su rostro para darse cuenta
que disfruta lo que hace, que es completamente feliz al compartir con más de 300 personas.

Se levanta a las 5:00 a.m. gracias al sonido de su reloj despertador aunque dicen sus familiares
que así olvide programarlo la noche anterior, siempre va estar despierta, como si llevase por
dentro un despertador ya programado a la misma hora de lunes a viernes. Enciende su celular
al ritmo de Candela Estéreo y se da un baño. Se alista, toma su desayuno y emprende camino
para su lugar de trabajo después de que su padre la recoja en moto.

A las 6:30 a.m. llega al Colegio y de inmediato se dirige al salón de segundo año, donde
labora junto con la docente residente, Carolina. Los quince estudiantes y las dos superiores
inician la jornada con la oración y de inmediato empiezan con la revisión de las tareas que
están pendientes. En el grado segundo los estudiantes ven Español, Inglés, Matemáticas,
Ciencias Naturales, Estudios Sociales y Artes Unificadas que incluyen Educación Física y
Música, por supuesto divididas durante la semana de clases.

Paula pregunta a los niños si hicieron las tareas y a quien no las haya realizado les reprende.
Es dura. Es imparcial. Amenaza con contarles a sus papás a la salida del colegio porque a
ella en el colegio le enseñaron que los niños deben hacer las tareas en la casa o si no pierden
el año. Cuando dan inicio a la primera asignatura sale del salón de segundo grado y se dirige
a párvulos, donde se estrenó como docente cuatro años atrás.
Como paradoja son sus consentidos. Y me refiero que contrario a la lógica, desde muy
pequeña no le gustan los niños pequeños. Cuando ellos lloran, ella también llora. No hay
cosa que la ofenda más que un niño le coja sus cosas cuando llegan de visita a casa. Hasta su
respiración le molesta. Pero con párvulos no pasa eso. Abraza uno a uno a cada pequeño y
les pregunta qué trajeron de medias nueves. Le gusta comer bastante, pero no les roba su
lonchera. En ocasiones, cuando sale de viaje con sus padres, regresa con dulces para sus
estudiantes y les comparte cuentos que tiene en casa. Acompaña al baño a los niños que lo
necesiten, los regresa a su salón y se dirige a algunos salones a saludar.
Buenos días, cómo están? Es su saludo matutino todos los días. Cuando no va al colegio
porque amaneció lloviendo en Girardot, y no hay quien la lleve hasta el colegio, la extrañan.
Es el alma del colegio. La alegría hecha persona. Sabe todo de los profesores, quién es su
pareja, cuántos hijos tienen, dónde viven. Todo lo quiere saber.
Finalmente y luego del extenso recorrido por los salones, regresa a segundo grado, se sienta
en su silla y recibe la clase junto con los demás estudiantes. En ocasiones se aburre, coge un
cuento y se pone a leer.
A las 8:30 a.m. llega la hora del primer descanso que corresponde a los niños de jardín, es
decir, párvulos también toma ese descanso. Paula regresa a ayudarle a la profesora Nini a
destapar las loncheras de los 11 pequeños, quienes enloquecen por los patios del colegio. Se
sientan en círculo junto con las dos maestras, algunos comparten sus alimentos, los más
inquietos se tiran trozos, pero todos comparten la alegría del recreo.
Cuando han terminado sus alimentos, organizados en fila, los pequeños son llevados al baño
para asearse. Paula vigila que hagan buen uso de los retretes y que al salir se limpien bien,
así como que laven sus manos y carita con jabón.
A las 9:00 a.m. llega la hora del descanso del resto del colegio. De inmediato sale hacia la
cafetería a degustar una deliciosa empanada con Coca Cola. Tiene cuenta abierta en la
cafetería que su mamá cancela todos los viernes. Eso sí, se le vigila que no coma mucho ya
que tiene tendencia a engordar.
Hacia las 12:00 del mediodía termina la jornada escolar. Su mamá la recoge, los niños la
abrazan y se despiden de la profe más querida del colegio. Al llegar a casa realiza las mismas
actividades pues su vida se podría decir que es muy rutinaria pero no aburrida. Ama ir a
trabajar contrario de lo que muchos hacemos porque toca.
Conclusiones.
Queda demostrado que querer es poder. Después del seguimiento a un día de trabajo de la
profesora Paula, quien fue diagnosticada con TEA desde que tenía dos años de edad, se
demuestra que muy al contrario de la teoría de que las personas que padecen este síndrome
son ajenos a la mantener una relación de contacto físico u afectivo con la sociedad, existen
casos de excepción cuando de querer se trata.

Me atrevo a decir que muchos niños con este trastorno, que viven en total aislamiento es
porque sus padres o terapeutas no han descifrado qué es lo que en verdad le gusta hacer a
esta persona. Se llevan años de estudio y entendimiento de estas personas, pero vale la pena
dedicárselos para que ellos puedan ser autosuficientes y que puedan interactuar con la
sociedad para llevar una vida normal.

Al autista hay que entenderlo pero también hay que ligarlo a la sociedad, hacerle comprender
que aquí también hay un espacio para él y que todos estamos felices de que haga parte de
ella. Hay que trabajarle en lo que más le cuesta sin obligarlo a que haga cosas que no le
gustan. Pero sí ir poco a poco trabajándole en sus puntos negativos para que así como a Paula
le llegó a gustar compartir con niños, los demás puedan lograr una mejoría en sus puntos
débiles.

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