“AÑO DE LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCION E IMPUNIDAD”
UNIVERSIDAD ALAS PERUANAS
FACULTAD DE MEDICINA
TEMA:
TRANSTORNO DE LA PERSONALIDAD DISOCIAL
PRESENTADO POR:
RAYDI CHUMBES MENESES
CARLA FALCONI ORMEÑO
GUISELLE CABRERA ESPINOZA
VLADIMIR LIÑAN QUISPE
CURSO DEFENSA Y
DOCENTE MILAGRO DE DIOS ESPINOZA MESONES
CICLO VIII TURNO MAÑANA
SEDE/FILIAL DE ESTUDIOS: ICA
ICA – PERU
2019
2
DEDICATORIA
A mis padres, por su amor,
trabajo y sacrificio en todos estos años,
gracias a ustedes he logrado llegar
hasta aquí́ y convertirnos en lo que soy.
Ha sido el orgullo y el privilegio de ser
sus hijos, son los mejores padres
3
AGRADECIMIENTO
Son muchas las personas que han
formado parte de mi vida profesional a
las que me encantaría agradecerles su
amistad, consejos, apoyo, ánimo y
compañía en los momentos más difíciles
de mi vida. Algunas están aquí conmigo
y otras en mis recuerdos y en mi
corazón, sin importar en donde estén
quiero darles las gracias por formar
parte de mí, por todo lo que me han
brindado y por todas sus bendiciones.
4
INDICE
DEDICATORIA ........................................................................................................... 2
AGRADECIMIENTO ................................................................................................. 3
INDICE ......................................................................................................................... 4
INTRODUCCION ....................................................................................................... 6
1. CAPITULO I: DATOS GENERALES SOBRE LA CONDUCTA DE ........
PERSONALIDAD DISOCIAL ......................................................................... 8
1.1. Trastorno Disocial ........................................................................................ 8
1.2. ¿Qué es el trastorno disocial (TD)? .............................................................. 8
1.3. Trastorno general .......................................................................................... 8
1.4. Síntomas ....................................................................................................... 9
1.5. ¿Cuáles son los criterios para el diagnóstico? ............................................ 10
1.5.1. Agresión a personas o animales .............................................................. 10
1.6. Tratamiento ................................................................................................. 10
1.6.1. Destrucción de la propiedad .................................................................... 11
1.6.2. Fraudulencia o robo................................................................................. 11
1.6.3. Violaciones graves de normas ................................................................. 12
1.7. Dimensión disocial y social ........................................................................ 12
1.8. Qué tipos de trastorno disocial existen según la edad de inicio? ................ 13
1.9. ¿Qué tipos existen según la gravedad del trastorno? .................................. 13
1.9.1. Leve ......................................................................................................... 13
1.9.2. Moderado ................................................................................................ 13
1.9.3. Grave ....................................................................................................... 13
1.10. ¿Qué tipos de comportamiento existen en el TD? ...................................... 14
1.11. ¿Cuál es la prevalencia? ............................................................................. 14
1.12. ¿Cuál es la diferencia entre sexos? ............................................................. 14
1.13. ¿Y según el nivel económico? .................................................................... 15
5
1.14. ¿Hay diferencias según la edad? ................................................................. 16
1.15. ¿Cómo cursa el trastorno disocial? ............................................................. 16
1.16. ¿Cuál es la edad de inicio? ......................................................................... 16
1.17. ¿Qué características presenta? .................................................................... 16
1.18. ¿Cuál es el pronóstico? ............................................................................... 17
1.19. ¿Cuál es la etiología del trastorno disocial? ............................................... 18
1.20. ¿Hay factores de predisposición o riesgo del TD? ..................................... 18
1.20.1. Factores biológicos del niño: Son los factores intrínsecos del niño. .... 18
1.21. Factores funcionales infantiles. .................................................................. 19
1.21.1. Emperamento ........................................................................................ 19
1.21.2. Apego .................................................................................................... 20
1.21.3. Funcionamiento neuropsicológico: ....................................................... 20
1.21.4. Conocimiento social ............................................................................. 20
1.21.5. Factores psicosociales ........................................................................... 20
1.21.6. Factores cerebrales ................................................................................ 21
1.22. Factores influyentes en la conducta antisocial de niños y adolescentes ..... 24
1.23. Sintomas y Sindrome Disocial ................................................................... 25
1.24. Tratamientos ............................................................................................... 26
2. CONCLUSION ................................................................................................ 27
3. REFERENCIA BIBLIOGRAFIA .................................................................. 29
6
INTRODUCCION
El presente trabajo monográfico, La definición o delimitación conceptual de lo que
constituyen los trastornos del comportamiento es una tarea muy difícil, porque hay
demasiadas y muy complejas variables involucradas en su manifestación y evolución.
Desafortunadamente, no hay consenso por parte de aquellos investigadores cuyo centro de
interés es el comportamiento humano y aquellos profesionales que se ocupan de la evaluación
y modificación del comportamiento.
Cabe señalar que el gran problema involucrado en la multivocidad que existe en
relación con el fenómeno de los trastornos del comportamiento está relacionado con la
dificultad de erigir una praxis adecuada para el tratamiento y la remisión de dichos grupos
sintomáticos. En otras palabras, si no desarrollamos una construcción conceptual operativa
que, por un lado, contenga en su matriz la complejidad de los factores que afectan la
presencia de trastornos de conducta, y por el otro, que combina las diferentes perspectivas de
los diferentes En las disciplinas que se centran en el estudio y el tratamiento de tales
trastornos, las posibilidades de llevar a cabo acciones coherentes y sinérgicas se reducen
significativamente y, por lo tanto, a la acción separada y parcial de los profesionales cuyo
éxito o fracaso depende de variables idiosincrásicas.
En razón de los argumentos arriba esgrimidos es fundamental comenzar por
problematizar el concepto de "trastorno de conducta" enfrentándolo a aquellos elementos que
dificultan su delimitación. Para este fin es necesario contar con una definición intuitiva de lo
que podría entenderse por trastornos conductuales, para luego, a partir de ella, inferir aquellas
variables que serán fundamentales para comprender con mayor profundidad este fenómeno.
Los trastornos de conducta en general constituyen un constructo categorial que
aglomera una serie de síntomas referidos a patrones conductuales o estilos de
7
comportamientos considerados "anormales" o "disfuncionales" por parte de un individuo.
Pero ¿Cuál es el contenido de éstos comportamientos?, ¿qué tipo de individuo es quien los
sufre?, ¿en base a qué criterios se definen como "anormales"?.
En este caso me basaré en sí en el Trastorno Disocia, el cual forma parte de lo que el
DSM IV-TR especifica como uno de los trastorno de aparición en la infancia y la
adolescencia, encontrándose en el subgrupo de los trastornos de la conducta perturbadora
junto con el TDAH (trastorno por déficit atencional con hiperactividad) y el trastorno
negativista desafiante.
8
1. CAPITULO I:
DATOS GENERALES SOBRE LA CONDUCTA DE PERSONALIDAD
DISOCIAL
1.1. Trastorno Disocial
Es uno de los trastornos que sufren de trastornos por déficit de atención y
comportamiento perturbador. Junto con el desafiante trastorno negativista, el hijo de
los trastornos predominantes entre los jóvenes tratados en clínicas y hospitales
psiquiátricos.
El Trastorno Disocial forma parte de los denominados Trastornos Perturbadores del
Control de los Impulsos y de Conducta. Este grupo se caracteriza por déficit en el
control emocional y comportamental que se manifiestan en forma de comportamientos
que violan los derechos de los demás, no se ajustan a las normas sociales y producen
conflictos con las figuras de autoridad.
Se define el trastorno disocial como un patrón de comportamiento, repetitivo y
persistente, en el que se violan derechos básicos de otras personas o normas sociales
que se consideran adecuadas para la edad del individuo.
1.2. ¿Qué es el trastorno disocial (TD)?
El trastorno disocial es un comportamiento repetitivo y persistente en el que se
infringen los derechos básicos de los demás y las normas y reglas básicas de la
sociedad.ç
1.3. Trastorno general
l trastorno de personalidad antisocial, a veces llamado sociopatía, es una afección
mental en la que una persona no muestra ninguna consideración por lo bueno y lo
malo, e ignora los derechos y los sentimientos de los demás de manera sistemática.
9
Las personas con trastorno de personalidad antisocial tienden a oponerse a los demás,
manipularlos o tratarlos duramente o con una cruel indiferencia. No muestran culpa ni
remordimiento por sus comportamientos.
Los individuos con trastorno de personalidad antisocial suelen quebrantar las leyes y
convertirse en delincuentes. Pueden mentir, comportarse violenta o impulsivamente, y
tener problemas con el consumo de drogas y alcohol. Debido a estas características,
las personas que presentan este trastorno típicamente no pueden cumplir con sus
responsabilidades relacionadas con la familia, el trabajo o la escuela
1.4. Síntomas
El trastorno disocial de la personalidad se caracteriza por un persistente desprecio por
la moral, las normas sociales y los derechos y sentimientos de los demás
Los niños y adolescentes con este trastorno manipulan y engañan a otras personas a
través del ingenio y encanto superficial o por intimidación y violencia. Pueden
mostrar arrogancia y pensar negativamente de los demás, y carecen de remordimiento
por sus acciones perjudiciales.
La irresponsabilidad es una característica central de este trastorno: pueden tener
dificultades para mantener un empleo estable y para cumplir con sus obligaciones
sociales y financieras.
A menudo son impulsivos e imprudentes, no considerando o ignorando las
consecuencias de sus acciones, pudiendo poner en peligro su propia seguridad y la de
los demás. Son frecuentemente agresivos y hostiles y pueden buscar la provocación.
Estas personas son propensas al abuso de sustancias y a las adicciones. Esto los
conduce a conflictos con la ley e infracciones criminales.
Los apegos y los lazos emocionales son débiles, y las relaciones interpersonales a
menudo giran en torno a la manipulación, la explotación y el abuso de los demás.
10
Aunque generalmente no tienen problemas en establecer relaciones, pueden tener
dificultades para mantenerlas.
Las relaciones con los miembros de la familia y los familiares suelen ser tensas
debido a su comportamiento y los problemas que frecuentan.
1.5. ¿Cuáles son los criterios para el diagnóstico?
Los criterios de diagnóstico según el DSM-IV son los siguientes (resultando casi
idénticos a los de la CIE-10):
A. Un patrón de comportamiento repetitivo y persistente en el que se violan los
derechos básicos de otras personas o normas sociales importantes de la edad,
que se manifiesta por la presencia de tres o más de los siguientes criterios
durante los últimos 12 meses y al menos de un criterio durante los últimos 6
meses:
1.5.1. Agresión a personas o animales
A menudo fanfarronea, amenaza o intimida a otros.
A menudo inicia peleas físicas.
Ha utilizado un arma que puede causar daño físico grave a otras
personas
Ha manifestado crueldad física con personas
Ha manifestado crueldad física con los animales
Ha robado enfrentándose a la víctima (ataque con violencia, arrebatar
bolsos, extorsión, robo a mano armada)
Ha forzado a alguien a una actividad sexual.
1.6. Tratamiento
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Las personas con trastorno de personalidad antisocial no logran admitir que están
frente a un problema que debe ser tratado (egosintonía). Es por ello que es fundamental que
exista un estímulo externo que les permita aceptar dicha condición. Puede venir desde la
propia familia como también desde la justicia, que le ordene un tratamiento en vistas de los
problemas que le puede acarrear.
Este trastorno puede agravarse, en algunos casos, especialmente cuando la persona a
tratar tiene como hábito el consumo de drogas. Muchos tipos de terapia pueden colaborar a
sobrellevar de mejor modo la enfermedad. La terapia grupal puede ser clave para hacer
entender a la persona que puede interactuar con los demás sin necesidad de violencia o
desprecio. La terapia de comportamiento cognitivo y la terapia de modificación pueden
contribuir a alterar los patrones problemáticos de pensamiento que el tratado posee y a
estimular los comportamientos positivos en sociedad.
Dentro de la órbita psiquiátrica, los medicamentos se usan para combatir síntomas
específicos, como la agresividad y la irritabilidad. Los fármacos conocidos como
“antipsicóticos” han demostrado tener éxito en el tratamiento del trastorno. Si bien se
presupone que el TPA es una enfermedad crónica, algunos síntomas -especialmente el
comportamiento criminal- pueden ir disminuyendo con lentitud con el paso del tiempo y un
tratamiento adecuado.
1.6.1. Destrucción de la propiedad
Ha provocado deliberadamente incendios con la intención de causar
daños graves
Ha destruido deliberadamente propiedades de otras personas (distinto
de provocar incendios)
1.6.2. Fraudulencia o robo
12
Ha violentado el hogar, la casa o el automóvil de una persona
A menudo miente para obtener bienes o favores o para evitar obligaciones
(tima a otros)
Ha robado objetos de cierto valor sin enfrentamiento con la víctima (robos en
tiendas, pero sin allanamientos, falsificaciones, etc.)
1.6.3. Violaciones graves de normas
A menudo permanece fuera de casa de noche a pesar de las prohibiciones
paternas, iniciando este comportamiento antes de los 13 años de edad
Se ha escapado de casa durante la noche por lo menos dos veces, viviendo en
la casa de sus padres o en un hogar sustituto ( o sólo una vez sin regresar
durante un largo periodo de tiempo)
Suele hacer novillos en la escuela iniciando esta práctica antes de los 13 años
de edad.
1.7. Dimensión disocial y social
Aunque se sabe poco sobre cuáles son los factores ambientales que desempeñan una
función directa en el origen de este trastorno.
Pruebas de estudios de adopción sugieren de forma sólida que los factores
ambientales compartidos son importantes.
Los niños con trastorno disocial suelen provenir de hogares con una disciplina paterna
inconsistente. Sin embargo, no se sabe si esta falta de disciplina genera de modo
directo el trastorno disocial. Cabe la posibilidad de que los padres tengan una
vulnerabilidad genética.
13
1.8. Qué tipos de trastorno disocial existen según la edad de inicio?
Planteó la Teoría de la Coacción como explicación del Trastorno Discocial, tras
observar la conducta de los niños en la escuela y la interacción entre padre e hijos.
Esta teoría plantea que los problemas de conducta se mantienen porque la dinámica
familiar se basa en coacciones, como si los miembros de la familia se amenazaran
mutuamente. Las conductas agresivas servirían para coaccionar (por ejemplo: “si no
me das el dinero te pego”). Estas conductas pueden reforzarse positivamente cuando
se consigue el objetivo o cuando son bien vistas en algún contexto; o bien, se pueden
reforzar negativamente cuando se consigue eliminar algo aversivo del entorno. Señala
como la “trampa del reforzamiento negativo” influye en el mantenimiento del
problema a largo plazo, al querer los padres remediarlo de forma inmediata
Según la edad de inicio del trastorno hay dos tipos:
El tipo de inicio infantil, en el que se inician al menos una de las
características del criterio de TD antes de los 10 años.
El tipo de inicio adolescente, en el que hay ausencia de cualquier característica
del criterio antes de los 10 años de edad.
1.9. ¿Qué tipos existen según la gravedad del trastorno?
1.9.1. Leve
Pocos o ningún problema de comportamiento exceden de los requeridos para
establecer el diagnóstico y sólo causan daños mínimos a otros.
1.9.2. Moderado
El número de problemas de comportamiento y su efecto sobre otras personas
son intermedios entre leves y graves.
1.9.3. Grave
14
Varios problemas de comportamiento exceden los requeridos para establecer
el diagnóstico o causan daños considerables a otros.
1.10. ¿Qué tipos de comportamiento existen en el TD?
Los comportamientos abiertos llevan desde la agresión menor hasta la lucha física y la
violencia. Los comportamientos encubiertos, que aparecen antes de los 15 años de
edad, van desde conductas reactivas, hurtos, fraudes, hasta el daño a la propiedad
(incendios, vandalismo), y luego a formas más serias de delincuencia en los que no
hay confrontación. Estos últimos son más característicos de las chicas diagnosticadas
de TD. Finalmente, existen los comportamientos de conflicto con la autoridad, que
aparecen antes de los 12 años y que van desde un comportamiento testarudo, hasta la
provocación y desafío a la autoridad.
1.11. ¿Cuál es la prevalencia?
Es uno de los trastornos más diagnosticados en los centros de salud mental tanto en
régimen ambulatorio como hospitalario. Parece que ha incrementado en las
últimas décadas, siendo más elevada en zonas urbanas que rurales. Las tasas varían
dependiendo de la población estudiada y la metodología de análisis. En varones
menores de 18 años de edad oscila entre el 6 y el 16%, mientras que en chicas es entre
el 2 y el 9%. También se han obtenido datos en los que la prevalencia en la población
general se estima entre el 1,5% y el 3,4% si se utiliza la entrevista como método de
detección.
1.12. ¿Cuál es la diferencia entre sexos?
La proporción sería de 5:1 y de 3,2:1, dependiendo del nivel de edad estudiado. Tras
distintos estudios, se ha llegado a las siguientes conclusiones:
15
Los chicos están más afectados en todas las edades, sin embargo, conforme
maduran, la diferencia entre los chicos y las chicas se reduce.
A pesar del menor predominio del comportamiento disruptivo en chicas que
en chicos, en cuanto esta conducta aparece en chicas se mantiene por lo menos
tan estable en el tiempo como en los chicos.
En chicas el TD está asociado a varias consecuencias negativas como el
Trastorno antisocial de la personalidad, embarazos precoces, etc. Las chicas
con TD tienden a buscar chicos con TD, lo cual aumenta el riesgo de padecer
el trastorno en los hijos.
Las chicas suelen destacar por violencia no agresiva o encubierta, como robo
en tiendas o fraude.
Las diferencias entre sexos en referencia a comportamientos disruptivos
no aparecen hasta la edad de 6 años, cuando empiezan a destacar más los
chicos por este tipo de comportamiento.
Hay ciertos indicios de que la diferencia entre sexos ha disminuido en los
últimos años, con un aumento de la delincuencia en chicas y la aparición de
bandas femeninas.
Se necesitan más estudios para llegar a conclusiones más concretas.
1.13. ¿Y según el nivel económico?
Tanto el Trastorno disocial como el trastorno negativista desafiante se presentan con
más frecuencia en familias de bajo nivel socioeconómico. El TD y la delincuencia son
más comunes en un barrio con alto índice de criminalidad y desorganización social.
De todos modos, no hay mucha documentación respecto a esto. En cuanto a las etnias
no ha habido suficientes estudios.
16
1.14. ¿Hay diferencias según la edad?
Algunos estudios sugieren que el predominio de TD tiende a aumentar desde la mitad
de la infancia hasta la adolescencia. Por el contrario, otros estudios no han encontrado
diferencias. Hay consenso en cuanto a que hay un aumento desde la infancia hasta la
adolescencia del predominio de comportamientos no agresivos como hurtos,
allanamiento de morada o fraude. Es decir, van creciendo los comportamientos de tipo
encubierto, mientras que los agresivos o abiertos van disminuyendo durante el mismo
periodo.
1.15. ¿Cómo cursa el trastorno disocial?
Su curso es variable. En una mayoría de individuos, el trastorno remite en la edad
adulta. Aunque una proporción importante de sujetos sigue manifestando los
comportamientos que cumplen los criterios para el diagnóstico del trastorno antisocial
de la personalidad.
1.16. ¿Cuál es la edad de inicio?
El inicio del trastorno disocial puede producirse hacia los 5-6 años de edad, pero
normalmente, se observa al final de la infancia o al inicio de la adolescencia. Es muy
extraño que se inicie después de los 16 años de edad.
1.17. ¿Qué características presenta?
Pueden tener escasa empatía y poca preocupación por los sentimientos, los deseos y el
bienestar de los otros. Sobre todo en situaciones ambiguas, los sujetos con este
trastorno tienden a percibir mal las intenciones de los otros, interpretándolas como
hostiles o amenazantes cuando no lo son, a lo que responden, según ellos
justificadamente, de forma agresiva. Pueden ser insensibles, carecer de sentimientos
17
apropiados de culpa o remordimientos. Si lo manifiestan puede ser por el interés de
evitar el castigo. Es probable que acusen a otros de sus propias trastadas.
Aunque muestren una imagen de “duros” su autoestima es baja, tienen escasa
tolerancia a la frustración, irritabilidad, rabietas y son imprudentes (los índices de
accidentes son más elevados que en población normal). Se suele asociar a sexualidad
temprana, abuso de sustancias, tabaco y alcohol, y a cometer actos temerarios y
peligrosos. Todo ello puede tener como consecuencias expulsiones escolares,
problemas laborales, embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual,
problemas legales, etc. Las acciones suicidas, tentativas de suicidio y suicidios
consumados son más de los que se podría esperar. El nivel intelectual suele ser
inferior al promedio.
1.18. ¿Cuál es el pronóstico?
Muchos sujetos con trastorno disocial, sobre todo, los de inicio adolescente y
con síntomas leves y escasos, alcanzan en la vida adulta una adaptación social y
laboral adecuada. Cuando el inicio es temprano, el pronóstico es peor, está más
relacionado con el comportamiento agresivo y hay más riesgo de sufrir en la vida
adulta un trastorno antisocial de la personalidad, trastornos por abuso de sustancias y
psicopatía. La psicopatía incluye una dimensión de características de la
personalidad que incluyen egocentrismo, insensibilidad y manipulación, y una
segunda dimensión más similar al trastorno antisocial de la personalidad que incluye
impulsividad, irresponsabilidad y conducta antisocial. Se ha comprobado que los
chicos con síntomas de insensibilidad y falta de emotividad, además del trastorno
disocial, tenían más problemas de agresividad y de conflictos con la policía que los
que sólo presentaban un trastorno disocial.
18
Por lo tanto, aparte del debut y la gravedad de los síntomas, los factores de atipicidad
de edad y género, el tipo de comportamiento abierto o encubierto la naturaleza
de cualquier agresión, la presencia de síntomas de inicio temprano del trastorno
antisocial de la personalidad o de síntomas relacionados con la psicopatía, son todos
ellos importantes para el diagnóstico del trastorno.
1.19. ¿Cuál es la etiología del trastorno disocial?
Los estudios con gemelos y niños adoptados demuestran que el TD tiene tanto
componentes genéticos como ambientales. El riesgo de TD aumenta en niños con un
padre biológico o adoptivo con trastorno antisocial de la personalidad o con un
hermano afecto del TD. También hay más riesgo de padecerlo si el padre biológico
tiene dependencia del alcohol, trastornos del estado de ánimo, esquizofrenia, trastorno
por déficit de atención con hiperactividad o TD.
1.20. ¿Hay factores de predisposición o riesgo del TD?
Hay factores que predisponen el desarrollo del TD, son los siguientes:
1.20.1. Factores biológicos del niño: Son los factores intrínsecos del niño.
Factores genéticos: Se han hecho estudios de genética de la conducta
valorando la influencia de los genes y del ambiente compartido y no
compartido. Los resultados sugieren que hay relaciones
diferenciadas entre los factores genéticos y la agresión, los factores
ambientales y la delincuencia no agresiva, entre el comportamiento
criminal de inicio temprano y los factores ambientales, y el
comportamiento criminal adulto con los factores genéticos. El
comportamiento agresivo en los familiares es un factor de riesgo
importante para el desarrollo de TD en el niño.
19
Factores neuroanatómicos: Se baraja la posibilidad de relación entre la
agresividad y las lesiones del lóbulo frontal. También se cree que hay
más partes relacionadas, pero no hay evidencias científicas de todo
ello.
Factores neurotransmisores: Se han centrado en la investigación de la
relación entre la agresión y los niveles de serotonina neurotransmisora.
Factores neuroquímicos: Se ha relacionado el bajo nivel de cortisol en
la saliva con el TND, con el TD y el trastorno antisocial de la
personalidad. El nivel de cortisol también es menor en hijos de padres
con antecedentes de TD.
Infra estimulación del SNA: Se ha comprobado que la frecuencia
cardiaca baja y la baja conducción de la piel está relacionada con los
problemas de conducta.
Problemas prenatales y perinatales: que la madre fume durante el
embarazo, abuso de sustancias de los padres, complicaciones en
embarazo o parto. El bajo peso e el nacimiento está más relacionado
con el ADHD.
Neurotoxinas: Los altos niveles de plomo en el ambiente están
relacionados con la agresividad.
1.21. Factores funcionales infantiles.
1.21.1. Emperamento
Un temperamento difícil temprano (emocionalidad negativa, respuestas
intensas y reactivas e inflexibilidad) es predecible de problemas de
comportamiento en la infancia tardía.
20
1.21.2. Apego
No está demostrada la relación entre un apego inadecuado y el
comportamiento agresivo.
1.21.3. Funcionamiento neuropsicológico:
Se piensa que los déficits neuropsicológicos y el mal funcionamiento ejecutivo
están muy relacionados con el comportamiento agresivo.
CI bajo y déficits en aprendizaje: Parece que no está tan clara la
relación entre CI bajo y comportamiento agresivo, puesto que si se
controla el ADHD, la correlación entre ambos disminuye
significativamente. Parece evidente que las dificultades de aprendizaje,
sobre todo de lectura, correlacionan con el comportamiento agresivo.
La impulsividad y la inhibición del comportamiento están
relacionadas con el comportamiento agresivo.
1.21.4. Conocimiento social
Los niños que están faltos de normas sociales, tienden a seguir el ejemplo
social de otros. Los chicos con TD responden con más agresividad ante
un conflicto social. La misma relación existe sobre el conocimiento moral.
1.21.5. Factores psicosociales
Son los factores extrínsecos del niño. Tendrían que ver con el rechazo y
abandono por parte de los padres, prácticas educativas incoherentes con
disciplina dura, abusos físicos y sexuales, carencia de supervisión,
primeros años de vida en instituciones, frecuentes cambios de cuidadores, ser
testigo de violencia real, asociación a un grupo de compañeros delincuentes y
ciertos tipos de psicopatología familiar, factores socioeconómicos
21
desfavorables, etc. Todo ello influye en el TD, sobre todo el comportamiento
de los padres hacia el niño. Las enfermedades crónicas y las discapacidades
también son consideradas como factores de riesgo para el TD. Los niños con
este tipo de problemas tienen 3 veces más de posibilidades de desencadenar un
TD y si la cronicidad depende de una alteración del SNC el riesgo aumenta
hasta 5 veces más.
En general, cuánto mayor es el número de factores de riesgo y cuánto más
pronto aparecen, mayor riesgo habrá de delincuencia. También hay que tener
en cuenta el feedback que se crea: los factores propios del niño se unen a los
familiares y ambientales que producen agresividad temprana en el niño, lo
que lleva al rechazo y a nuevas relaciones negativas.
Los estudios sugieren que es más la acumulación de riesgos y la interacción
entre ellos los que llevan al TD, que los factores de riesgo que operan por sí
solos.
1.21.6. Factores cerebrales
Se habla de factores cerebrales cuando se refieren a aquellas actividades
superiores de este sistema, es decir, la inteligencia, el razonamiento cognitivo,
las posibles alteraciones cerebrales que favorezcan la aparición de conductas
disociales, etc.
En principio cabe decir que ya desde hace tiempo se ha investigado la relación
entre alteraciones cerebrales y agresividad y su correlato conductual, la
violencia. Así, Williams (1969) encontró que las 2/3 de la población estudiada
por él de criminales agresivos violentos tenían EEG anormales, y Lewis
(1982) también encontró que el 25% de los delincuentes juveniles presentaban
un EEG anormal, signos todos ellos de algún mal funcionamiento cerebral.
22
Aún hay más, Mednick et al. (1981) hallaron una relación entre el ritmo alfa
lento en el EEG y una conducta delictiva posterior en chicos preadolescentes.
Aunque algunos investigadores no han encontrado dicha relación, como Jones
en 1955 y Hsu en 1985, el hecho está ahí y puede implicar que en el
funcionamiento del cerebro existe alguna disfunción focal o difusa que activa
alguna alteración no detectada o alguna predisposición genética.
En Psiquiatría se valoran ciertos signos neurológicos llamados ‘‘menores’’
‘‘blandos’’ o ‘‘soft’’ que, aunque no sean característicos de alguna o algunas
enfermedades psiquiátricas, indican la existencia de alguna alteración ligera o
mínima; estos signos se refieren, entre otros, a la atención, lenguaje, etc., que
se estudian con exámenes neuropsicológicos bien fundamentados. Así se ha
encontrado que los chicos con trastornos disociales poco socializados daban
puntuaciones más altas en estas pruebas, relacionados sobre todo con déficits
neuropsicológicos en el área de la atención y del lenguaje, por lo que se piensa
que algunas formas de conducta agresiva disocial parecen estar mediadas por
diferentes sistemas neurofarmacológicos. Moyer (1968) y otros autores han
sugerido que existen ciertos sistemas funcionales organizados de manera
innata en el cerebro de los mamíferos que permite que aparezcan respuestas
agresivas bajo adecuadas condiciones estimulantes, e inversamente que
existen otros sistemas funcionales que pueden inhibir estas conductas. Estos
sistemas de control parecen estar situados en el ‘‘cerebro límbico’’, en
particular en el complejo amigdalino, el hipotálamo y la sustancia gris central.
También se ha estudiado la inteligencia de aquellas personas con trastornos
disociales, sobre todo los que han cometido actos delictivos, y se ha
relacionado una inteligencia baja con una conducta disocial delictiva. Por
23
ejemplo, se ha observado que los niños disociales tienen muchas menos
probabilidades que los demás de tener éxito en los exámenes y muchas más de
abandonar el colegio antes de tiempo, lo que indicaría un déficit intelectual,
además de otros factores. Este déficit se observa especialmente en las
capacidades verbales y en las funciones cognitivas que tienen que ver con la
planificación y la previsión. Los adolescentes que desarrollan una conducta
disocial pasajera no difieren apreciablemente en sus puntuaciones cognitivas
de la población general, pero sí los que presentan una conducta disocial
permanente.
Se ha indicado que los niños disociales están quizá menos capacitados en los
aspectos de ‘‘inteligencia social’’ y por lo tanto tienen más probabilidades de
comportarse de maneras inapropiadas. Es posible que estas deficiencias
cognitivas que incrementan el riesgo lo hagan porque supongan alguna
deficiencia en la detección intención-estímulo o en la planificación previa al
decidir cómo responder a los desafíos sociales.
Esto lleva a plantear si el problema es que tengan un nivel intelectual algo
más bajo (aunque pueda estar dentro de límites normales) o bien sea una
deficiente utilización de su inteligencia por no procesar de modo adecuado la
información que reciben. Utilizando el símil del ordenador, todo individuo
recibe del exterior una serie de estímulos (visuales, auditivos, táctiles, etc.)
que procesa a fin de dar una respuesta adecuada a ellos, a la vez que ‘‘guarda’’
dicha información en su cerebro, al igual que las posibles respuestas, para
otras ocasiones, lo que constituiría el inicio de la experiencia, al saber cómo
elegir la respuesta adecuada en otras situaciones más o menos similares. Pues
bien se piensa que los niños y adolescentes con conductas disociales tienen un
24
tipo de procesamiento de la información social distorsionado, caracterizado
por una tendencia a atribuir equivocadamente una intención hostil a un
acercamiento social neutral o ambiguo, una tendencia a hacer malas
interpretaciones negativas y una tendencia a fijarse en estímulos sociales
agresivos en detrimento de los no agresivos (Dodge y Schwartz 1997). Este
estilo de procesamiento representa más una tendencia en el procesamiento en
vez de una deficiencia cognitiva como tal.
Pero estas posibles alteraciones funcionales cerebrales, esta utilización
deficitaria de su inteligencia, este procesamiento distorsionado de la
información deberá tener sus correlatos bioquímicos en el cerebro, ya que toda
actividad cerebral lleva implícita una actividad bioquímica en el cerebro.
Muchos autores han investigado en este campo: Stoff et al. (1989) encontraron
altos niveles de una enzima plaquetaria, la Monoaminooxidasa (MAO), que
metaboliza los neurotransmisores cerebrales en niños con Trastornos de
Conducta. Y Brown et al. (1982) relacionaron las conductas disociales con
alteraciones en el metabolismo de la serotonina, uno de los principales
neurotransmisores. Corroborando este hallazgo, se ha encontrado niveles
inferiores del Ácido 5-Hidroxiindolacético, producto principal del
metabolismo de la serotonina (5HIIA) en el líquido cefalorraquídeo en varones
jóvenes con trastornos de personalidad y que desarrollan una conducta
impulsiva o agresiva gravemente anormativa.
1.22. Factores influyentes en la conducta antisocial de niños y adolescentes
Durante la etapa de desarrollo , las tendencias que pueden reflejarse tienden ser de
evitación o aislamiento, y no extensas. Cuando estas etapas de conductas dejan de ser
parte del desarrollo, la situación se agrava cuando estas conductas afectan el manejo y
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funcionamiento del niño, como resultados se muestran en otros (padres, maestros, etc.)
esta situación amerita la participación de evaluaciones clínicas. Por consiguiente, se
encuentran ciertas y primarios factores de los trastornos de conducta que redundarán
como influyentes en la conducta social de niños y adolescentes.
Tales factores principales son: el contexto familiar, las condiciones ambientales y
medios tecnológicos como factores que pueden ser de influencia en un alto índice en
la conducta antisocial. Comenzando con el contexto familiar en los niños, según los
estudios, la conducta antisocial está relacionada con el comportamiento de los padres
de este niño o joven. Este comportamiento puede estar sujeto a alguna conducta
delictiva y alcoholismo del padre o la madre como también la infidelidad y/o
conflictos personales entre la relación. Como segundo argumento las condiciones
ambientales o contexto en el hogar de ese niño son papel de riesgo para una conducta
antisocial mayor en el trastorno, esto se le incluirá las relaciones que tienen ellos con
sus padres. Como último factor se tiene a los medios tecnológicos como factores de
riesgos en el niño.
1.23. Sintomas y Sindrome Disocial
Si bien la sociopatía es más común entre los hombres que en las mujeres, no existen
barreras de ningún tipo para sufrirla. Pero para ser diagnosticada, la persona debe
tener al menos 18 años de edad, aunque al menos 15 años de edad ya pueden tener
algunos síntomas para que el trastorno se regule con precisión.
Entre las características más comunes de TPA están la ausencia de empatía y
remordimiento, también una visión distorsionada de la autoestima, una búsqueda
constante de nuevas sensaciones (que pueden alcanzar extremos inusuales), la
deshumanización de la víctima o la falta de preocupación por las consecuencias. . El
egocentrismo, la megalomanía, la falta de responsabilidad, la extroversión, el exceso
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de hedonismo, los altos niveles de impulsividad o motivación para experimentar
sentimientos de control y poder también son muy comunes. Este tipo de trastorno
puede ir acompañado de ataques de pánico o esquizofrenia.
Entre los síntomas comunes que pueden prevalecer en el comportamiento antisocial,
se encuentra el síndrome de aislamiento. Este síndrome también se llama escape o
evitación, se caracteriza por su peculiaridad de aislamiento, pero se manifiesta como
una tendencia a evitar o evitar relaciones y / o contacto con demandas sociales; Este
comportamiento consiste en lo reservado e introvertido de que un individuo puede
estar dentro de la misma sociedad y de quienes lo rodean.
Según los estudios, estos individuos sufren críticas, rechazo o desprecio de la
sociedad, por lo que a través de esa incomodidad utilizan un método de defensa para
evitar estas dificultades, precisamente enfrentan problemas para las relaciones
interpersonales. Como se describe en estos estudios de comportamiento, estos
individuos enfrentan una lucha constante para salir de sí mismos y expandirse en las
relaciones sociales. Este comportamiento no solo se caracteriza por una negación total
de las relaciones interpersonales de los individuos, sino por su constante lucha por
salir de sí mismos, realmente tienen el deseo de lograr tales relaciones, estas
relaciones solo ocurren con personas con las que pueden empatizar. Esta lucha entre el
deseo y el miedo causa frustración en estos individuos hasta que sienten que no tienen
éxito. Por lo tanto, esta frustración puede traer refugio a la fantasía, como la
introversión.
1.24. Tratamientos
El entrenamiento para padres es el tratamiento de elección para el trastorno disocial.
Su principal objetivo es modificar las interacciones desadaptativas y punitivas entre
los padres y los hijos. Por un lado, trata de aumentar la supervisión y la vigilancia,
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prestar mayor atención a conductas adecuadas y premiarlas. Y por otro lado, intenta
disminuir el uso de estrategias hostiles y muy severas, y las consecuencias
inconsistentes e impredecibles de la conducta. La extinción y el refuerzo son algunas
técnicas que se pueden entrenar en estos casos. La sobrecorrección, entendida como la
reparación de los efectos causados por la conducta inadecuada o la repetición de la
conducta adecuada, tiene un componente educativo y reduce las desventajas del
castigo.
Existe acuerdo sobre la necesidad de diferenciar entre los dos tipos de órdenes que los
padres damos a los hijos: alfa y beta.
Alfa: son motoras y factibles. Si no hay movimiento no sería una orden correcta. Por
ejemplo: “¡silencio!”, no sería correcta, al igual que “no hagas”, porque restringen el
movimiento. Un tipo de orden correcta sería: “siéntate en la silla”.
Beta: son vagas, excesivas o de difícil cumplimiento. Por ejemplo: “pórtate bien”,
sería de difícil cumplimiento, porque al ser tan general es muy fácil que el niño tenga
alguna conducta inadecuada. O en el caso de enumerar varias órdenes de seguido
también sería difícil para el niño cumplir la secuencia. Otro ejemplo: ¿quieres ir a por
las zapatillas?, este tipo de orden también es incorrecta porque es una petición, y no
estamos preguntando al dar una orden sino que estamos demandando.
2. CONCLUSION
De acuerdo con estudios de la conducta antisocial, se ha estipulado la dificultad de
identificar este trastorno. Reconsiderando así la falta de atención por medio de agentes
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externos (ya sea educadores, familiares, etc.) en estas conductas se han dejado pasar por alto
muchas de sus características para lograr una identificación de este trastorno en el individuo.
Para poder lograr la identificación de este trastorno existen factores con los que se
tendrá que trabajar. Comenzando con la comparación de la conducta normal, ya que estas
conductas antisociales suelen surgir eventualmente en el desarrollo normal (incluyendo la
variación de sexo), matizando los altos índices de conducta antisocial en niños y adolescentes
que conllevan un desarrollo o patrón de cambio normal en su vida. Un ejemplo de este
argumento está presente en los estudios que hicieron Achenbach y Edelbrock (1981) quienes
observaron altos índices (desde un 20-50 por 100) de conductas antisociales específicas en
menores de 4 a 16 años, tales como destrucción y desobediencia en el hogar. Por otro lado
estos indicios son relativamente variantes, ya que por su significado histórico-cultural y
geográfico no pueden ser un eje de generalización, no obstante la comparecencia de estos
rasgos de conductas sí es común en las etapas de desarrollo normal. La diversidad de sexo es
también un factor que influye en las conductas antisociales como etapa del desarrollo
(Kazdin, Alan E. & Buela-Casal, Gualberto, 1994).
En conjunto, para la identificación de las conductas antisociales hay que tener
presente las normas de conducta en el desarrollo normal, rechazando la certeza en que por
peleas y/o distracciones se defina un cuadro clínico en ese individuo, sin antes tener en cuenta
su edad y sexo.
El trastorno disocial, ahora denominado trastorno de la conducta en la última versión
del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), es una alteración
propia de sujetos menores de edad (pudiendo iniciarse en diferentes momentos del desarrollo
infanto-juvenil) que a lo largo de su infancia presentan un patrón de comportamiento
continuado caracterizado por la presencia de una violación sistemática de las normas sociales
y los derechos de los demás durante al menos doce meses.
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Concretamente, este patrón de conducta se identifica con la presencia de
comportamientos agresivos contra personas (que pueden incluir el uso de armas) o animales
(siendo frecuente la tortura y/o ejecución de pequeños animales y mascotas), el uso del fraude
y el robo de pequeños objetos o el allanamiento de morada, incumplimiento grave de las
normas sociales generales de convivencia y/o vandalismo.
Los niños con este trastorno padecen deterioros significativos en diversos ámbitos
tales como la vida social y en la escuela. Suelen presentar niveles bajos de empatía,
ignorando los derechos y sentimientos de los demás. También es habitual que den sensación
de dureza de carácter, así como que tengan ideas preconcebidas respecto a la sociedad y el
rechazo. También se caracterizan, por lo general, por actuar sin pensar en las consecuencias y
de manera impulsiva, con comportamientos arriesgados y con baja capacidad de demora de
gratificación y tolerancia a la frustración.
Generalmente sus actos no suelen pasar desapercibidos por el entorno, algo que
también puede conducir a que presenten problemas de socialización y tengan frecuentes
problemas a nivel escolar y con la justicia. Pese a ello, algunos comportamientos suelen pasar
inicialmente desapercibidos, siendo ocultados o poco visibles (como la tortura de animales).
Pueden presentar despreocupación por su rendimiento, afecto superficial, falta de empatía y
un bajo o inexiste nivel de remordimiento ante las consecuencias de sus actos, si bien estas
características no ocurren en todos los casos.
3. REFERENCIA BIBLIOGRAFIA
Millon, Theodore (2002). Psychopathy: Antisocial, Criminal, and Violent Behavior. Guidford
Press. pp. 3–18. ISBN 1-57230-864-8. Retrieved 2008-01-13.
30
Kazdin, Alan E. & Buela-Casal, Gualberto (1994). Conducta antisocial: evaluación,
tratamiento y prevención en la infancia y adolescencia. Madrid: Pirámide. Trastorno
antisocial de la personalidad
Quintana, Guillermo (1996). La psicología de la personalidad y sus trastornos. Madrid:
Editorial CCS
Castella Rosell, Montserrat; Sanchez-Carbonell, Xavier; Graner Jordana, Carla & Beranuy
Fargues, Marta (2007). El adolescente ante las tecnologías de la información y la
comunicación: internet, móvil y videojuegos. Papeles del Psicólogo, 28(3), pp. 196-
204. Recuperado el 12 de marzo de 2011 de
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77828306