Gabriel Terra
Gabriel Terra
Gabriel Terra
La elección de 1930.
Lo más singular fue el pacto que se hizo con el Dr. Pedro Manini Ríos, el llamado
“handicap”: para lograr el voto del riverismo dentro del lema Partido Colorado, si
obtenía el 17,5% de los votos colorados, Manini Ríos sería reconocido como Presidente
dentro del Partido Colorado. Esto se llevó a cabo con la idea de no perder ningún voto
frente al adversario nacionalista.
La derrota en las elecciones significó para el Partido Nacional una gran polémica, de la
cual surgiría en 1931 el nacionalismo que se denomina “independiente”.
Asunción de Gabriel Terra.
Pacto de 1931.
Después de los comicios Herrera expresó que la presidencia de Terra sería de absoluta
intransigencia y deberían reaccionar ante las intenciones de implantar el colegiado
integral.
Mientras tanto la situación del país empeoraba. EL valor de la moneda entre abril y
octubre cayó un 60%. El volumen de las exportaciones fue 18% inferior al de 1930.
Sin embargo, se había elaborado un plan, cuyas medidas, luego, serían vetadas por
Terra y se buscaba un entendimiento con el nacionalismo anti-herrerista para
impulsarlo. De hecho, desde julio de 1929 se habían entablado negociaciones entre el
nacionalismo y el batllismo con el fin de lograr un acuerdo para la realización de
diversas reformas. El mismo no se concretaría hasta el alejamiento de Herrera.
Finalmente, los autores del pacto de 1931 fueron Terra, Ghigalini y Demicheli.
Abrir la administración pública podría ser un camino para conseguir adhesiones para
impulsar un reformismo económico. Por otra parte, tanto en el nacionalismo anti-
herrerista como en el batllismo, ya se perfilaban diversas “alas”.
Y si bien había un núcleo conservador, había otros que estaban dispuestos a apoyarlo en
algunas cuestiones.
La virulencia con la que se atacó al pacto y el tono subversivo que adquiría meses más
tardes la campaña pro-reforma constitucional, trazó una línea divisoria: herreristas,
riveristas, tradicionalistas y radicales, por un lado; batllistas, nacionalistas
independientes, socialistas y radicales blancos por el otro. Las diferencias no solo se
debían al problema constitucional, también implicaban formas de ver la problemática
social y económica del país.
La elección para diputados efectuados a fines de 1931 complicaría aún más la escena
política: nacionalistas independientes y terristas perdieron fuerza electoral.
Según Jacob, de esta forma nacía un nuevo Ciclo Político que sus protagonistas
designarían “Revolución de Marzo”, “Movimiento marzista”.
En días sucesivos, Terra recibiría la adhesión y solidaridad de las fuerzas vivas: banca,
empresas comerciales e industriales, capital extranjero, Cámara Nacional de Comercio,
Federación Nacional de la Industria y el Comercio, Asociación Comercial del Uruguay.
Terra debería gobernar con el concurso de una Asamblea Deliberante que desempeñaría
funciones legislativas y con el asesoramiento de una Junta de Gobierno de nueve
miembros.
Aunque hubo crímenes (el de Julio César Graguert, baleado por la policía y fallecido
pocos días después), destierros y cárcel, la dictadura no prohibió la actividad política ni
ilegalizó a ningún partido. Algunos la llamaron por ello “dictablanda”. Pero las
limitaciones a los derechos civiles, a la libertad de prensa y de reunión, fueron de
suficiente entidad como para que la conciencia liberal de buena parte de la ciudadanía
denostara al nuevo régimen.
Mientras tanto Terra gobernaba con una Junta renovada, hizo cambios en su gabinete, y
por decreto instaló una Deliberante reducida de 99 a 15 miembros, que popularmente se
denominó “La Comprimida”.
Para que los partidos políticos efectuaran la campaña electoral fueron restablecidas
algunas libertades.
La Constitución de 1934 fue el fruto de una transacción entre los sectores que apoyaban
al gobierno de facto.
Reafirmó la fórmula republicano-democrática y neutral en materia religiosa. Amplió el
cuerpo electoral por la fácil naturalización de extranjeros y el reconocimiento de los
derechos políticos de la mujer, que establecía la ley de 1932.
Dedicó una sección a definir los derechos, deberes y garantís de los ciudadanos, así
como la obligación del Estado de proteger derechos sociales: a la familia, la maternidad,
la enseñanza, el trabajo, la vivienda, agremiación, huelga, seguros sociales, etc.
Fue el rasgo más característico de toda la Constitución, y este Senado “del medio y
medio”, como popularmente se le llamo, se consideró como el precio pagado por Terra
a Herrera por su apoyo al Golpe de Estado. La Cámara de Representantes tuvo 99
miembros elegidos por representación proporcional.
Ley de Lemas.
Por supuesto había matices, algunos utilizaban un lenguaje radical y otros que no
pasaban de ser tímidos.
Para resolverlo se dictó una serie de leyes. La primera de ellas, de 1934, resolvió
conceder el lema de cada partido a la mayoría de sus componentes. Esta disposición,
promulgada pocos días después de la elección y plebiscito nacionales, otorgó al
herrerismo y al terrismo los lemas del Partido Colorado Batllistas y Partido Nacional,
impidiendo su uso al nacionalismo independiente, al radicalismo blanco y las diversas
fracciones batllistas que se habían abstenido de concurrir a las urnas.
Otra, de diciembre de 1935, reconoció como personas jurídicas a los partidos políticos
propietarios del lema, cuyos fines no sean opuestos a la Constitución ni a las leyes de la
República, con la facultad de administrar y disponer de los bienes partidarios.
Quiso contemplar a los intereses económicos que lo habían respaldado para acceder al
poder y apoyó sucesivamente a los ganaderos, a los industriales, a la banca y empresas
extranjeras. Pero sin comprometerse a fondo con ningún sector y actuando más como
mediador y soporte de la iniciativa privada.
La crisis mundial lo obligó a recorrer el mismo camino que los demás países
latinoamericanos y aplicar las políticas que se hicieron comunes a todos los
dependientes del mercado mundial: intervencionismo estatal acentuado, política
industrial de sustitución de importaciones, proteccionismo, y todo ello a través de
susidios, aranceles, control del comercio exterior, de los cambios, de la moneda.
Hubo también influencias ideológicas del contexto internacional. Era la década en que
los conservadores del mundo se deslumbraban con las doctrinas del fascismo italiano y
el nazismo alemán. En la dirigencia política uruguaya que reclutaron algunos
simpatizantes, pero solo hubo pocas propuestas para imitar algunas instituciones o ideas
(el corporativismo, por ejemplo: la representación política de sectores económicos).
La Oposición al Terrismo.
Si bien amplios sectores de los partidos tradicionales y los dos partidos de izquierda
(Socialistas y comunistas) mantuvieron su oposición al régimen terrista, se hizo muy
difícil una concentración que uniera a todas las fuerzas opositoras.
Desde el diario terrista “El Pueblo”, se hizo público un acuerdo secreto que solidarizaba
en caso de conflicto obrero a la prensa oficialista y a la opositora mostrando que a las
patronales les interesaba más la defensa del interés económico que la bandera política
de su empresa periodística respectiva.
Tampoco se aliaron ni organizaron por encima de sus colores políticos, los grupos
liberales más numerosos de los partidos tradicionales: tanto el batllismo “neto” como el
nacionalismo independiente mantuvieron su estructura partidaria. Igual cosa hicieron los
partidos de izquierda: los comunistas, siguiendo una pauta mundial, no se aproximaron
a los socialistas hasta 1935, cuando propusieron crear un Frente Popular. Pero este no
fue aceptado por los socialistas, quienes propusieron a su vez una “Concentración
Democrática” que abarca a toda la oposición.
Política Económica.
La política económica del terrismo sería singular porque también lo era la situación del
mundo y del país. En lo externo hasta las naciones más libercambistas debieron adoptar
medidas proteccionistas, restrictivas, interviniendo el Estado en la defensa de la
producción interna, el restablecimiento del nivel ocupacional, o la fijación del valor de
la moneda.
Sin embargo, en el caso del carbón, del fuel-oil, del portland, de los lanchajes, el Estado
se reservó para sí el abastecimiento para su propia demanda.
Organismos como ANCAP y el Frigorífico Nacional, que habían nacido para luchar
contra trust extranjeros, lograron ser neutralizados por estos.
Política Social.
Dentro del batllistmo, Terra se había incluido en el ala menos radical en lo social,
proclamando que el Partido Colorado, como partido de poder, no podían aceptar que se
crea que la mejora de la situación de los obreros va a ir más lejos que lo razonable.
Uno de los artífices de la política social terristra fue el Dr. César Charlone, designado en
1933 Ministro de Trabajo. Charlone había desempeñado en la década del veinte la
dirección de la Oficina Nacional del Trabajo, redactando un proyecto de “Código de
Trabajo” influido por la legislación laboral que aconsejaba adoptar la Oficina
Internacional del Trabajo (O.I.T), dependiente de la Sociedad de Naciones con sede en
Ginebra.
El principal objetivo social del terrismo fue restablecer el nivel de actividad, en apoyo a
los sectores productivos y de intermediación. Para ello se utilizó el aparato estatal,
reduciendo la jornada laboral con disminución paralela de las retribuciones.
En cambio, para los sectores de ingresos fijos (asalariados, pasivos, ahorristas) implicó
una disminución en el nivel de vida, a pesar de la tarifación de algunos artículos de
primera necesidad y la homologación de la rebaja del 10% en los alquileres adoptada en
1931.
Como saldo positivo, según Jacob, pueden computarse: la extensión del beneficio de
jubilación a nuevas actividades; la construcción de viviendas populares; el intento por
reconocer las penosas condiciones laborales de las mujeres y niños
En 1936 Terra dijo que la legislación obrera del país ya era muy avanzada, quedando
poco que realizar en este ámbito para los próximos gobernantes. Sin embargo, la
implantación en la década de los cuarenta de los Consejos de Salarios, las Asignaciones
Familiares, licencias anuales obligatorias, jubilaciones rurales, mostró que aún quedaba
mucho por hacer. Es que en 1933 se había producido un alto en la filosofía
redistributiva y reivindicatoria que había acompañado el avance de la legislación social
durante las primeras tres décadas del siglo XX.