Etiqueta en El Tatami Por Saotome Sensei
Etiqueta en El Tatami Por Saotome Sensei
Etiqueta en El Tatami Por Saotome Sensei
Es necesario respetar la enseñanza, la filosofía del Fundador y la manera en que el Sensei la transmite.
Cada practicante se compromete moralmente a no utilizar jamás una técnica de Aikido para hacer daño a otros o para exteriorizar su ego. El
Aikido no es una técnica de destrucción sino de creación. Es una herramienta que conduce al desarrollo de una sociedad mejor a través del
desarrollo del carácter del individuo.
Esta prohibido solventar conflictos personales sobre el tatami. El Aikido no es una pelea callejera. Estáis en el tatami para trascender y purificar
vuestras reacciones agresivas, para adoptar el espíritu de un samurai a través del descubrimiento de la propia responsabilidad social.
No debe haber espíritu de competición sobre el tatami. El objetivo del Aikido no es pelear y derrotar al enemigo sino pelear y derrotar a los
propios instintos agresivos. La fuerza del Aikido no reside en la potencia muscular sino en la flexibilidad, la comunicación, el control de uno mismo y
la modestia.
Cada alumno tiene distintas capacidades físicas y diferentes razones para practicar Aikido. Todas merecen respeto. El verdadero Aiki es la
aplicación correcta y flexible de la técnica apropiada en cualquier circunstancia que se presente. Es vuestra responsabilidad no ocasionar daño
alguno. Ha de protegerse al compañero y a uno mismo.
Aceptad los consejos del Sensei e intentad aplicarlos con sinceridad, lo mejor que podéis. No se aceptan contestaciones.
Todos los practicantes estudian los mismos principios. No debe haber desacuerdos en el seno del grupo. Todos los habitantes del dojo forman
una gran familia. El secreto del Aikido es la armonía.
Si no podéis respetar estas reglas, os será imposible estudiar Aikido en este dojo.
El bote
Un hombre estaba remando en su bote corriente arriba durante una mañana muy brumosa.
De repente vio que otro bote venía corriente abajo, sin intentar evitarle. Avanzaba directamente hacia él, que gritaba:
- Cuidado! Cuidado!
El hombre estaba muy enfadado y empezó a gritar a la otra persona para que se enterara de lo que pensaba de ella. Pero cuando observó el bote
más de cerca, se dio cuenta que estaba vacío.
Samurais
Cerca de Tokio vivía un gran samurai ya anciano, que se dedica-ba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era
capaz de derrotar a cualquier adversario.
Cierta tarde, un guerrero, conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allá. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba
a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los erro-res cometidos, contraatacaba
con velocidad fulminante. EI joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Conociendo la reputación del samurai, fue en su busca
para derrotarlo y aumentar su fama. Todos los estudiantes del samurai se ma-nifestaron en contra de la idea, pero el viejo acepto el desafío.
Jun-tos se dirigieron a la plaza de la ciudad donde el joven comenzó a insultar al anciano maestro. Arrojo algunas piedras en su dirección, le escupió
en la cara, le grito todos los insultos conocidos, ofen-diendo incluso a sus antepasados. Durante horas hizo todo lo posi-ble para provocarle, pero el
viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerre-ro se retiro.
Desilusionados por el hecho de que el maestro acep-tara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:
- Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quien pertenece el obsequio?