III Viacrucis
III Viacrucis
III Viacrucis
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes... Esta copa es la nueva alianza,
sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes». Palabra del Señor.
Meditemos
Meditemos
«Él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron». Palabra
de Dios.
Meditemos:
«Simeón los bendijo diciendo a María, su madre: “Mira, este está puesto para
que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida;
así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te
traspasará el alma”… Su madre conservaba todo esto en su corazón». Palabra
del Señor.
Meditemos:
Meditemos:
Todos necesitamos cirineos que nos ayuden a llevar la cruz. Los jóvenes
necesitan personas que estén a su lado, que compartan sus dudas y fracasos y
sobre todo que les ayuden a llevar con paciencia la cruz de la vida. Los
jóvenes necesitan hoy más que nunca ser acompañados por catequistas,
animadores de pastoral juvenil, familia, acompañamiento personal, cirineos
que estando a su lado les ayuden a cargar con la pesada cruz de cada día.
Del Salmo 27
Meditemos
Meditemos
«Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y
lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: “Hijas de
Jerusalén, no lloren por mí, lloren por ustedes y por sus hijos”». Palabra del
Señor.
Meditemos:
«Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al
Padre». Palabra del Señor.
Meditemos:
Meditemos:
Meditemos:
Sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la
Escritura dijo: “Tengo sed”. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando
una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la
boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: “Está cumplido”. E, inclinando la
cabeza, entregó el espíritu. Palabra del Señor.
Meditemos:
Ha muerto con los ojos cerrados para no ver nuestra realidad; sus ojos son
demasiado limpios para quedarse sólo en nuestras miserias. Ha muerto con los
brazos abiertos como el Padre de la parábola del Hijo Pródigo (Lc 15) para
abrazar a todos los que vuelven destrozados de la vida. Ha muerto con la
cabeza hacia delante porque escucha una por una todas nuestras dificultades.
Ha muerto con los pies clavados entregando su Amor, a través de la Iglesia,
que como el amor de una madre, siempre espera de noche y de día a que
volvamos al Hogar. Ha muerto con el corazón abierto y para decirnos que las
puertas de su costado están siempre abiertas y que no tiene secretos con
nosotros.
Meditemos:
Meditemos: