Trabajo Del Futuro y Futuro Del Trabajo

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Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 279,

enero-febrero de 2019, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

Trabajo del futuro ¿Cómo será el trabajo del futuro

y futuro del trabajo en América Latina? ¿Será el fin del


trabajo tal como lo conocemos?
Por una transición ¿Exportará el subcontinente aún
progresista menos productos industriales y
más materias primas? ¿Aumentarán
los niveles de informalidad?
¿Crecerá el número de personas
afectadas por modalidades de
empleo precarias? ¿O, por el
contrario, se establecerán nuevos
sectores que generen empleo
de calidad para un número
importante de trabajadores y
trabajadoras que todavía no saben
si podrán beneficiarse de
Uta Dirksen los dividendos tecnológicos?

■■ No es el fin del trabajo

Estamos atravesando un momento de cambios tecnológicos, de modos de


producción y de trabajo. Sin duda este proceso implica la destrucción, la
creación y la mutación de puestos de trabajo. Las imágenes y los relatos uti-
lizados para hablar de un futuro de robots, drones e inteligencia artificial
invitan a imaginar un mundo de ciencia ficción. Se trata de utopías o disto-
pías –según los puntos de vista– en las que el trabajo ya no es un dominio
humano. De este modo, se va imponiendo un cierto sentido común basado
en la convicción de que los robots van a reemplazar más temprano que tar-
de a los seres humanos, y que aterrizaremos así en un nuevo mundo pos-
laboral. Sin embargo, no parece tan cierto que el saldo de estas mutaciones

Uta Dirksen: es economista y está a cargo del Proyecto Sindical Regional para América Latina
de la Fundación Friedrich Ebert (fes).
Palabras claves: digitalización, futuro del trabajo, precarización, tecnología.
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Trabajo del futuro y futuro del trabajo. Por una transición progresista

en el mundo del trabajo vaya a ser tan inapelablemente negativo. Algunos


estudios recientes en Alemania sugieren que el empleo está aumentando
con la utilización de la nueva tecnología1.

Por el momento, disponemos de datos muy limitados sobre el impacto del


cambio tecnológico en América Latina, de manera que en los debates regiona-
les se suelen usar los referidos a las tendencias globales. Escasean los estudios
sobre los efectos que tendrán las megatendencias definidas por la Organiza-
ción Internacional del Trabajo (oit) sobre las economías nacionales, los merca-
dos laborales y las sociedades latinoamericanas. No obstante, es posible afir-
mar que América Latina se verá afectada por los cambios en curso. En todo el
mundo cambian las cadenas de valor internacionales, los procesos de produc-
ción, los tipos de trabajo y, por consiguiente, también la relación entre quien
emplea y quien vende su fuerza de trabajo. Aun así, la idea de que la mayoría
de los seres humanos serán plenamente sustituidos por robots pertenece al
mundo de la ciencia ficción. El Banco Mundial señala que 67% de los empleos
de América Latina podrían ser automatizados2; sin embargo, es importante
notar que se habla de un potencial teórico de automatización3. No todos los
empleos que pueden ser automatizados lo serán efectivamente. En algunos
casos, los bajos costos del trabajo operarán en contra de la automatización;
en otros, el límite será la escasa capacidad de adaptación e innovación de las
empresas, los déficits en materia de infraestructura, cuestiones de escala o de
calidad o las preferencias de consumo dominantes.

Además del estudio ya citado, desde el campo de la economía son numero-


sos los cuestionamientos, sostenidos en estudios empíricos, a los pronósti-
cos sobre la destrucción del empleo por la tecnología4. La Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económico (ocde) y la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (Cepal) calculan que hasta 2030 el cambio
tecnológico eliminará 1% o 2% de los puestos de trabajo en América Latina.

1. Melanie Arntz, Terry Gregory y Ulrich Zierahn: «Digitalisierung und die Zukunft der Arbeit:
Makroökonomische Auswirkungen auf Beschäftigung, Arbeitslosigkeit und Löhne von mor-
gen», zew, Mannheim, 2018.
2. Banco Mundial: Informe sobre el desarrollo mundial 2016. Dividendos digitales, Banco Mundial,
Washington, dc, 2016.
3. Para una crítica académica sucinta de la metodología de Carl Benedikt Frey y Michael A.
Osborne usada en este estudio, v. «47% of Jobs Not at Immediate Risk of Being Taken by Robots
or Automation» en Robotenomics, <https://robotenomics.com/2016/04/18/1158/>.
4. V., por ejemplo, Robert D. Atkinson y John Wu: «False Alarmism: Technological Disruption
and the us Labor Market, 1850-2015» en Information Technology and Innovation, 8/5/2017 y John
Schmitt, Heidi Shierholz y Lawrence Mishel: «Don’t Blame the Robots: Assessing the Job
Polarization Explanation of Growing Wage Inequality», epi-cepr Working Paper, Economic Policy
Institute, 2013.
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Esto equivaldría a 3,38 millones de empleos5. Entonces, la cuestión central


no es si habrá trabajo, sino qué tipo de trabajo habrá, para quién y en qué
condiciones.

La tecnología, los sensores, la interconexión y las mayores velocidades de


procesamiento de datos permiten un inédito control sobre los procesos de tra-
bajo y las personas que los ejecutan. Esto conlleva la posibilidad de una ma-
yor exigencia de eficiencia y de un aumento de la intensidad del trabajo. La
sustitución de tareas rutinarias por procesos automatizados puede disminuir
el tedio de algunas ocupaciones, pero en otros casos puede disminuir o elimi-
nar los momentos de descanso, lo que aumentaría la carga y el estrés asociado
al trabajo. Es importante tener en cuenta que el cambio tecnológico no afecta
solo a la industria avanzada y la economía de plataformas; no es únicamente
cuestión de drones y de robots. La «industria 4.0» es apenas una parte del
fenómeno, al igual que las plataformas. Son una nueva forma empresarial
que ha venido expandiéndose, pero que no va a constituir la mayoría de los
empleos.

La economía de plataformas aún juega un papel comparativamente menor


en América Latina. A pesar del ingreso de gigantes como Uber y Airbnb, que
captaron importantes segmentos del mercado en poco tiempo, y de las per-
sonas que ya empezaron a trabajar en plataformas internacionales colabora-
tivas, los expertos coinciden en que la participación de esos nuevos empleos
en el mercado de trabajo sigue siendo mínima. En Estados Unidos, donde
surgieron las plataformas, la oficina de estadística laboral estima que los em-
pleos en ellas constituían alrededor de 1% del total en mayo de 2017 6 , en contra
de pronósticos expertos sobre la rápida expansión de esta forma de empleo. Las
estimaciones para las grandes economías europeas se sitúan en alrededor de
5% de los empleos7.

El impacto de la digitalización, la interconexión y los avances tecnológicos


será transversal e irá más allá de la industria y de las plataformas. La digi-
talización atraviesa casi todos los sectores de la economía, los servicios, la
agricultura y la industria y se manifiesta de muchas maneras, algunas
evidentes, otras más sutiles. Según el estudio de la Cepal antes citado, las

5. ocde, Cepal y caf: Perspectivas económicas de América Latina 2017. Juventud, competencias y emprendi-
miento, oecd Publishing, París, 2016.
6. Bureau of Labor Statistics: «Electronically Mediated Work: New Questions in the Contingent
Worker Supplement» en Monthly Labor Review, 9/2018.
7. Para más información, v. Ursula Huws et al.: Work In The European Gig Economy, feps / uni Europa /
University of Hertfordshire, Bruselas, 2017.
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Trabajo del futuro y futuro del trabajo. Por una transición progresista

Gráfico
América Latina: previsiones de generación y eliminación de puestos
de trabajo hasta 2030, por sector de actividad

3.000.000

2.000.000

1.000.000 manufacturera
Industria

0
Comercio al por
mayor y de detalle

Transporte y
almacenamiento

Información y
comunicación

Finanzas y
seguros

Actividades profesionales,
científicas y técnicas

Arte y
entretenimiento
Minería

-1.000.000
Construcción

Funciones administrativas
y de soporte
-2.000.000

-3.000.000

-4.000.000

-5.000.000

Fuente: ocde, Cepal y caf: Perspectivas económicas de América Latina 2017. Juventud, competencias y
emprendimiento, cit.

mayores pérdidas se pronostican para la industria manufacturera, la admi-


nistración y la minería. En cambio, el informe identifica un potencial para la
creación de nuevos puestos de trabajo en el comercio mayorista y minorista y
en el sector del transporte, es decir, en sectores con niveles generalmente ba-
jos de productividad y salarios reducidos. De modo que la principal amenaza
no sería la agudización del desempleo, sino la extensión de los ingresos bajos
y una mayor precarización.

■■ Las causas de la vulnerabilidad de América Latina

La estructura de la economía y del trabajo de América Latina difiere de otras


regiones del mundo debido a la dependencia de la región de las materias
primas y los productos agropecuarios, una industrialización concentrada en
pocos países y un sector informal que ocupa en promedio a 48% de la po-
blación económicamente activa. El modelo económico actual de la mayoría
de los países latinoamericanos apuesta principalmente a la exportación de
materias primas y productos agropecuarios, es decir, exportaciones con bajo
contenido tecnológico. Los puestos de trabajo se concentran sobre todo en
áreas con baja calificación profesional. Es un hecho que en América Latina
existen fuertes déficits en materia de educación y formación profesional. Si
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bien según el Banco Mundial se han logrado avances importantes en la edu-


cación primaria y secundaria, el porcentaje de estudiantes terciarios sigue
siendo bajo. Apenas uno de cada cinco estudiantes cursa una de las llamadas
carreras ctim (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática). Los sistemas edu-
cativos no califican adecuadamente, no estimulan suficientemente la creativi-
dad, la capacidad de resolver problemas y otras capacidades que van ganan-
do importancia en el nuevo mundo del trabajo. En el contexto internacional,
las ofertas de capacitación y perfeccionamiento de la región resultan suma-
mente deficitarias. Y debido a la creciente mercantilización de la educación, el
acceso a una educación de calidad depende cada vez más del capital material
y social de los hogares de origen.

El insuficiente desarrollo de la infraestructura digital constituye otro déficit


de América Latina. En 2014, apenas 40% de la población del continente tenía
acceso a internet, con una fuerte heterogeneidad tanto entre los países como
entre los diferentes estratos sociales. Como precursor latinoamericano, Uru-
guay ocupa el puesto 42 de 176 en el índice mundial de desarrollo de tecnolo-
gías de la información y la comunicación (tic), pero en muchos indicadores la
región se ubica muy por debajo de América del Norte, Europa y Asia. Es cier-
to que en los últimos años se han logrado avances que se deben a la expansión
y modernización del acceso a internet, pero estos están orientados sobre todo
al consumo. En cambio, la ampliación de la internet industrial y su uso con
fines productivos se encuentran aún en una fase inicial.

Debido a estos y otros déficits de infraestructura y dado el reducido porcenta-


je de personas calificadas, existe el peligro de que las industrias que aún per-
manecen emigren a otras regiones del mundo. Contribuye a esta tendencia la
expansión continua de los acuerdos de libre comercio, porque la reducción
de las barreras arancelarias a la importación y exportación facilita el acceso a
las mercaderías, mientras la ubicación de los emprendimientos productivos
pierde importancia.

■■ El cambio tecnológico y los cambios en trabajo

La tecnología no impone una única forma de utilizarla ni tiene un impacto


que siempre se pueda anticipar. Como escribe el historiador económico Luis
Hyman: «El cambio social es típicamente impulsado por las decisiones que
tomamos sobre cómo organizar nuestro mundo. Solo después llega la tecno-
logía para acelerar y consolidar estos cambios»8.

8. L. Hyman: «It’s not Technology That’s Disrupting Our Jobs» en The New York Times, 18/8/2018.
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Trabajo del futuro y futuro del trabajo. Por una transición progresista

En el caso del mundo del trabajo, la precarización y los intentos de desmontar


los derechos laborales tanto a escala nacional como global empezaron mu-
cho antes del auge de las plataformas o de la industria 4.0. Fue parte de la
transnacionalización de las cadenas de producción, de la agenda neoliberal
y de las mutaciones del capitalismo en su fase financiarizada. Ese proceso, y
no la tecnología, es la razón por la cual ahora se acepta que en la oit se hable
del trabajo «atípico» en lugar de llamarlo precario, o que el trabajo mediante
plataformas sea llamado «autónomo», «independiente» o «por cuenta pro-
pia», a pesar de que sus protagonistas tienen poco margen para negociar las
condiciones de su trabajo.

Se están produciendo cambios tecnológicos importantes, pero el impacto


del cambio tecnológico sobre los mercados laborales y sobre las economías y
las sociedades latinoamericanas es también una cuestión de opciones políti-
cas. En efecto, el impacto socioeconómico del cambio tecnológico dependerá
esencialmente de las decisiones sobre inserción internacional y política eco-
nómica y social, cuyos márgenes de acción deben ser aprovechados por los
gobiernos progresistas, los sindicatos y el empresariado con sentido de res-
ponsabilidad. Si todo sigue como está,
el cambio tecnológico va a funcionar Si todo sigue como está,
como amplificador de las tendencias de el cambio tecnológico
desigualdad.
va a funcionar como
En los últimos años, varios gobiernos amplificador de las
latinoamericanos apostaron a la crea- tendencias de desigualdad n
ción de nuevos sectores en el área de los
servicios. En Uruguay, se fomentó específicamente el sector de la informática,
un enfoque que ha llevado al incremento de las actividades cognitivas y la
reducción de las manuales, lo que reduce el «riesgo de automatización». Pero
aun en los países precursores como Costa Rica y Uruguay, el empleo en el
sector informático no supera el 2,5% del total. Los nuevos empleos son accesi-
bles solo para personas con buena formación, mientras el resto va quedando
rezagado. El mercado de trabajo latinoamericano ya está fragmentado: encla-
ves modernos en el interior de la economía que ofrecen condiciones labora-
les más favorables y salarios más altos para trabajadoras y trabajadores más
calificados conviven con un mercado de trabajo que se caracteriza por altos
niveles de informalidad y condiciones laborales precarias.

Existe un serio riesgo de que las nuevas tecnologías profundicen las bre-
chas. El cambio tecnológico y las altas exigencias relativas a las calificaciones
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amenazan especialmente los empleos «medios». Estos todavía conforman el


espacio entre los empleos altamente calificados y aquellos para los cuales
no es necesaria una gran calificación. La coyuntura política actual, con sus
políticas neoliberales y de reducción de derechos laborales, hace prever que
las condiciones laborales empeoren también en los sectores más modernos,
y esto significa más trabajo precario y una flexibilización creciente, que be-
neficia sobre todo a quien emplea.

Como es sabido, América Latina se caracteriza por la desigualdad: la distri-


bución desigual del ingreso y la riqueza y la fuerte concentración del capi-
tal. Los aumentos de productividad casi no se trasladan a los trabajadores
a través de aumentos salariales. A modo de ejemplo, en los últimos años los
salarios de la industria automotriz mexicana se mantuvieron estancados, al
tiempo que se produjo un marcado aumento de la productividad. De ahí sur-
ge el temor de que el dividendo tecnológico beneficie solamente al capital y
no a la masa trabajadora. Pero las nuevas tecnologías también podrían servir
para mejorar la vida de la mayoría. Por ejemplo, con mejores condiciones de
trabajo, mejores salarios, reducción de la jornada de trabajo, reorganización
de la distribución del trabajo, remunerado y no remunerado. También pueden
ser el puntapié para impulsar un cambio de la matriz productiva, un cambio
que sea social y ecológico a la vez. En síntesis, pueden dar oxígeno a nuevas
formas de organizar la producción y el trabajo.

Los cambios tecnológicos ocurridos en el pasado modificaron nuestra ma-


nera de vivir y contribuyeron a mejorar el bienestar de la mayoría. El capi-
talismo manchesteriano era explotador, brutal. Pero de ahí nacieron los sin-
dicatos y a lo largo de la historia vimos surgir
Lo que está en disputa
los Estados de Bienestar y mejoraron clara-
es quién se lleva mente los niveles de vida de una gran parte
el beneficio de este de la población mundial. Es deseable que no
pasemos por tiempos tan duros como los de
cambio tecnológico n
esta fase. Es posible pensar que mediante la
lucha política y social se puede ganar una vida mejor para quienes viven
de su trabajo. Lo que está en disputa es quién se lleva el beneficio de este
cambio tecnológico.

■■ Componentes de un buen trabajo del futuro

El cambio tecnológico es un proceso complejo y muchas veces contradictorio.


Sus efectos sobrepasan el mundo estricto del trabajo y afectan a las sociedades
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Trabajo del futuro y futuro del trabajo. Por una transición progresista

mucho más allá de lo económico. Por esto las respuestas deben tener varias
dimensiones, para aprovechar las oportunidades, prevenir efectos negativos
y dar forma al futuro.

Nuevas estrategias de desarrollo. Este cambio tecnológico podría dar oxí-


geno a nuevas formas de organizar la producción y el trabajo, formas más
justas, más igualitarias, más inclusivas y más sostenibles. Frente a las nuevas
realidades de la producción, hay que reevaluar las estrategias de desarrollo
económico y de inserción internacional. Hay que encontrar nuevas estrate-
gias centradas en la creación de trabajos dignos para la mayoría, cuidando a
la vez los bienes naturales y comunes.

A escala regional, América Latina y el Caribe debe replantearse la urgencia


de revigorizar la integración regional, hoy fragmentada y debilitada, para
usarla como instrumento de diversificación productiva y construcción de
capacidades. En el plano nacional, se requiere de una nueva generación
de políticas sociales, de educación y de desarrollo productivo que inserten
a la región en la nueva revolución tecnológica, en la que converjan la inno-
vación, la inclusión social y la protección del medio ambiente.

Innovación, inclusión y sustentabilidad. Nada de lo que se haga en el frente


externo reducirá la vulnerabilidad de la región si no se acompaña de un
gran esfuerzo interno por reducir la brecha en las capacidades tecnológi-
cas. Los ejes ambientales y de inclusión social deben articularse en torno
de la incorporación, la adaptación y el desarrollo de innovaciones incre-
mentales en las nuevas tecnologías. Los índices de la región en educación,
investigación, innovación y desarrollo son incompatibles con el objetivo
de generación de empleos de mayor calidad y productividad. Hay espacio
para que América Latina y el Caribe avance rápidamente en esas áreas. Por
ejemplo, la región tiene capacidad para desarrollar tecnología propia en
energías renovables, así como para el diseño y la producción de vehículos
que utilicen ese tipo de energías, tanto para el transporte de carga como
de personas. Algunos países han mostrado la viabilidad del cambio de la
matriz energética, como ocurre en el sector eléctrico en Brasil, Chile, Costa
Rica, Ecuador, México y Uruguay. En el mismo sentido, hay un amplio es-
pacio para desarrollar tecnologías relacionadas con el uso de los bienes na-
turales, donde también convergen los temas ambientales y de inclusión. Se
trata de avanzar hacia un nuevo patrón energético y productivo mediante
un conjunto coordinado de inversiones, en que converjan las dimensiones
de empleo, tecnología y ambiente.
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Educación, formación profesional y capacitación. El nuevo mundo del trabajo


exige nuevas calificaciones. Este desafío debe ser encarado conjuntamente
por el Estado, las empresas y los sindicatos. Se debe trabajar en la solución
de los problemas de los sistemas educativos para asegurar que las institucio-
nes públicas ofrezcan una educación de calidad y que las calificaciones re-
queridas para el empleo se estén fomentando en
En la actualidad, niñas y varones por igual. La educación debe ser
solo 10% de los concebida como una política para el desarrollo
trabajadores y las y fomentar aquellos conocimientos que las nue-
vas actividades requieran. Se debe profundizar
trabajadoras recibe en capacitación y perfeccionamiento para ofrecer
capacitaciones nuevas opciones a quienes ya tengan un empleo.
en la empresa n Los mercados de trabajo de América Latina se ca-
racterizan por una alta fluctuación, bajos salarios
y bajas inversiones para perfeccionar las capacidades laborales. En la actua-
lidad, solo 10% de los trabajadores y las trabajadoras recibe capacitaciones en
la empresa. Esto debe cambiar.

Previsión social. Se necesita un sistema de seguridad social efectivo para con-


trarrestar el impacto de las rupturas en el mercado de trabajo sobre varones
y mujeres, atendiendo las diferencias por género. Ello debe incluir atender
los diferentes proyectos de vida, la salud propia y de dependientes, así como
la educación de hijos e hijas. Apenas seis países latinoamericanos tienen se-
guros contra el desempleo que, además, cubren como máximo a 20% de los
asalariados. Los desafíos relativos a la sostenibilidad de los sistemas de pre-
visión social se superponen y se retroalimentan: los problemas estructurales
del modelo económico, la falta de puestos de trabajo, la recesión y el lento
crecimiento restringen el margen de acción de los institutos de seguridad
social. Por esto se deben encontrar nuevas soluciones para el financiamiento y la
sostenibilidad, que combinen de manera inteligente el financiamiento contri-
butivo con el tributario. La regulación de las nuevas modalidades de trabajo
debe asegurar asimismo que las empresas empleadoras realicen los aportes
sociales y que garanticen el cumplimiento de los derechos de hombres y mu-
jeres empleados.

Nuevas ideas para la reforma del mercado de trabajo. Las nuevas realidades
del trabajo requieren un nuevo marco legal. En la actualidad, se aprovecha el
cambio tecnológico sobre todo para desempolvar las propuestas neoliberales
de antaño. El «futuro del trabajo» consistiría en una vuelta radical al pasado,
en el que la reducción de los derechos, la flexibilización y la racionalización
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Trabajo del futuro y futuro del trabajo. Por una transición progresista

actuarían como garantes de competitividad. Tanto la reforma del mercado


laboral de Brasil como la propuesta de reforma en Argentina contienen de-
finiciones nuevas y amplias sobre el trabajo autónomo, aplicables incluso en
casos de evidente relación de dependencia. En realidad, se necesitan nuevas
disposiciones que defiendan y amplíen los derechos recientemente conquis-
tados; que protejan también en situaciones atípicas, previniendo antiguas y
nuevas formas de discriminación. Es urgente asegurar que se cumpla con las
obligaciones empresariales de invertir en actualización y calificación perma-
nentes para que todas las personas puedan aprovechar la aplicación de las
nuevas tecnologías.

Negociaciones colectivas sólidas y diálogo social. La negociación de los nue-


vos parámetros del mercado de trabajo no puede restringirse exclusivamente
a la legislación laboral. En los contextos más diversos, el diálogo social ha
dado muestras de su eficacia como instrumento para la superación de crisis y
la preparación de soluciones para desafíos complejos.

Muchos temas deben ser encarados desde la empresa o el sector. El diálogo


social y las negociaciones colectivas –y, por lo tanto, también los sindicatos–
tendrán un papel decisivo en la configuración del trabajo del futuro. Las em-
presas transnacionales juegan un rol clave en los procesos de innovación y de
implementación del cambio tecnológico. Por eso las organizaciones sindicales
regionales e internacionales van a tener un papel fundamental en brindar
su apoyo a los sindicatos nacionales durante las negociaciones, organizar el
intercambio de experiencias, así como desarrollar e implementar estrategias
transnacionales. En este contexto, las nuevas tecnologías pueden contribuir
para que la organización sindical pueda analizar las condiciones de produc-
ción con mayor precisión, supervisar el respeto de las pausas y los horarios
de trabajo o superar el acceso desigual a la información frente a las empresas.
Al mismo tiempo, los sindicatos tienen el reto de implementar nuevas es-
trategias y formas de organización para intervenir en la regulación de estas
nuevas realidades laborales

■■ ¡Hay que definir el trabajo del futuro ahora!

Para lograr un «buen trabajo» del futuro en América Latina, los países del
continente deben adaptar sus modelos económicos a las nuevas realidades y
apostar –sobre la base de políticas de innovación y educación– a la expansión
de los sectores que sean capaces de generar un crecimiento económico soste-
nible y crear trabajo de calidad. Ese trabajo seguirá necesitando protección y
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regulación. Es central la lucha por el acceso a una formación y capacitación


de buena calidad, y los sistemas de previsión social deben apoyar a quie-
nes no encuentren un lugar en el mercado de trabajo. Desde su posición de
participantes fuertes del diálogo social y de las negociaciones colectivas, los
sindicatos cumplirán un papel clave en la definición de las soluciones a escala
nacional e internacional.

Las cuatro dimensiones mencionadas anteriormente no pueden estar aisla-


das de otras políticas públicas, ya que el desarrollo social es una inversión
con réditos positivos para el crecimiento económico y el cuidado del medio
ambiente. Invertir en desarrollo e inclusión social (educación, nutrición, sa-
lud, previsión social, formación y desarrollo de capacidades para el trabajo,
entre otros) aumenta la productividad de los trabajadores y posibilita un ma-
yor conocimiento y cuidado del medio ambiente y la resiliencia de la pobla-
ción ante disrupciones importantes, como crisis económicas o ambientales.
A la inversa, no hacerlo limita las posibilidades de inversión productiva y
aumenta los costos de producción.

La generación, el acceso y el control de datos son las claves de este nuevo


mundo digitalizado. Urgen la protección de datos y la soberanía sobre datos
en el plano internacional, pero también a escala nacional, para combatir el
«imperialismo de datos». América Latina tendrá que participar más en el de-
bate internacional sobre el futuro del trabajo y buscar más ideas de otras re-
giones del mundo acerca de cómo se podría estructurar el cambio. Todos los
acuerdos, reglamentaciones y procesos de definición política globales deben
tomar en cuenta las realidades de América Latina, y por esto es importante
que se hagan escuchar las colectividades políticas y sociales, especialmente
las de orientación progresista.

Por último, se debe mejorar la interconexión de los esfuerzos existentes, al


tiempo que estos deben intensificarse para no perder el impulso para la con-
figuración activa y progresista del futuro. Esto incluye que el progresismo
de la región establezca el predominio interpretativo sobre la terminología de
este cambio y transmita su propia visión del futuro. El «relato» actual del
futuro del trabajo es enteramente neoliberal, individualista y capitalista.
El concepto de economía colaborativa suele utilizarse para enmascarar el
desequilibrio de poder entre capital y trabajo y así incumplir obligaciones. La
precarización se presenta como flexibilidad y el futuro digital se convierte en
el paraíso del consumo. Se trata entonces de contrarrestar esto mediante un
discurso alternativo y la visión de una modernidad digitalizada, emancipa-
dora, incluyente y sostenible.

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